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Estado actual de las investigaciones realizadas sobre Patrimonio Cultural en Santa Cruz

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Estado actualde las investigaciones realizadassobre Patrimonio Culturalen Santa Cruz

Idea y realizaciónArq. Silvia MirelmanDirección de Patrimonio Cultural. Subsecretaría de Cultura de Santa Cruz

CoordinaciónLic. Victoria [email protected]

Diseño de tapa y contratapa Lic. Victoria Hammar

Fotografías de tapaPinturas rupestres de la meseta central de Santa Cruz y vista de la Estación de Trenes de Jaramillo.

Fotografía de contratapa Fronde de un helecho fósil

Diseño gráfico Nahuel Croza

Comité editorArq. Silvia Mirelman Dr. Adán Tauber Dra. Silvana EspinosaLic. María Elena PalaciosLic. Patricia CampánLic. Pamela ÁlvarezLic. Élida Luque

Estado actual de las investigaciones realizadas sobre patrimonio cultural en Santa Cruz / Rafael Herbst ... [et.al.]. - 1a ed. - Río Gallegos : Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Santa Cruz, 2009. 288 p. ; 22x17 cm.

ISBN 978-987-22042-6-6

1. Patrimonio Cultural. I. Herbst, Rafael. CDD 363.69

Fecha de catalogación: 07/01/2009

Las sociedades aborígenes cazadoras recolectoras del litoral atlántico de la provincia de Santa Cruz

Alicia Castro, Miguel Ángel Zubimendi, Pablo Ambrústolo *

Resumen. En este trabajo se revisa la arqueología de la Costa Norte de Santa Cruz (sector delitoral marino comprendido entre el límite con la Provincia de Chubut y Bahía Laura), y las carac-terísticas de su registro arqueológico, haciendo hincapié en la profundidad cronológica de suuso y su utilización para actividades tan especiales como los entierros humanos; aportandodatos para reivindicar la importancia de estas ambientes litorales, en la discusión de la Prehis-toria de Patagonia.

Introducción

La Arqueología es la ciencia que estudia la vida de las sociedades humanas del pasado,sus conductas sociales, económicas e ideológicas, la variabilidad y el cambio, mediante elanálisis de restos materiales dejados por esas sociedades. Estos restos pueden correspon-der a objetos realizados por las personas de esas sociedades (artefactos) como aquelloselementos de la naturaleza utilizados o transformados por el hombre. La Arqueología pre-tende también, desentrañar las evidencias no tangibles de la ideología de dichas culturas.En este marco de estudio el ambiente natural, escenario del desarrollo de la vida, es otrode los aspectos importantes que esta disciplina trata de estudiar, por si misma y con elauxilio de otras ciencias coadyuvantes, y así reconstruir el contexto, social, natural, espa-cial y temporal, en el que las culturas aborígenes se desarrollaron.

En cuanto a la reconstrucción de la forma de vida de las sociedades del pasado; parti-cularmente, el estudio de las creencias y los aspectos ideológicos son características que aveces presentan ciertas dificultades para ser abordadas desde la Arqueología. Estas difi-cultades radican en que dichos aspectos no quedan expresamente reflejados en las estruc-turas materiales o si lo hacen, no son siempre auto-evidentes, y por lo tanto una inco-rrecta interpretación podría tergiversar sus significados.

Si bien existen algunos aspectos de las formas de vida del pasado difíciles de conocer,por lo general muchos otros son factibles de ser estudiados a partir de los diversos restosmateriales producidos y dejados, por las conductas de los grupos humanos. Son estos losque denominamos restos culturales, muebles o inmuebles, que constituyen la evidencia

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* Departamento de Arqueología. FCNy M - UNLP.

estática de un contexto de vida dinámico y complejo que ocurrió en el pasado. Los instru-mentos de piedra, cerámica, madera y hueso, junto a los restos de los recursos alimenti-cios consumidos, a las expresiones artísticas muebles e inmuebles y las estructuras deviviendas, son verdaderos documentos que nos permiten lentamente desentrañar la com-pleja historia del pasado aborigen.

En general, el interés de los arqueólogos está centrado en las concentraciones puntua-les de artefactos que se manifiestan en un espacio geográfico particular. Estas expresionesson las que denominamos sitios arqueológicos. La importancia de ellos radica en que, porlo general, constituyen una muestra significativa de restos que dan cuenta de variadasacciones culturales llevadas a cabo en ese espacio, en el pasado. Los sitios son clasificadosde muchas maneras, según sus características estructurales como su situación locacional,es decir, si se hallan al aire libre, en cuevas, expuestos a la intemperie o enterrados en laestructura de sedimentos geológicos, y ya sean el producto del descarte de instrumentosde la vida cotidiana, como expresiones del arte parietal; de conductas funerarias, u otras.

La Patagonia, y en especial el territorio de la actual provincia de Santa Cruz, ha sido unespacio densamente poblado desde tiempos remotos, podríamos decir casi desde aquellosmomentos en que el hombre llegara al actual continente americano.

Estudios de sitios en cuevas y nuevos métodos, como los llamados isotópicos, que sebasan en procesos de desintegración química de átomos, que se producen después de lamuerte de organismos vivos, por ejemplo las plantas, y que llamamos método del Car-bono 14, nos han permitido saber que en lo que hoy es nuestro territorio santacruceñohan habido ocupaciones desde hace aproximadamente 13.000 años antes del presente.(Borrero L. 2001).

Los antiguos pobladores de Santa Cruz eran grupos especializados en las actividadesde caza, se los caracteriza como cazadores-recolectores, quienes se movían de forma pla-nificada y ordenada por amplios territorios. Es importante remarcar que dichos grupos,también aprovechaban los recursos marinos, que se hallaban disponibles en las extensascostas a las que llegaban regularmente y que las conocían lo suficientemente bien comopara explotar en forma eficiente, entre otros recursos los lobos marinos, moluscos, pecesy aves marinas.

La Arqueología de la Costa Norte de Santa Cruz

Los estudios realizados por gran cantidad de investigadores a lo largo de los años esta-blecieron que las sociedades aborígenes de la actual Patagonia eran cazadoras-recolecto-ras; especializadas principalmente en la caza del guanaco y secundariamente de especiesterrestres menores. Muchos sostienen que solo circunstancialmente llegaban a la costaconsiderando que el litoral marino no era un ambiente apropiado para establecerse yaprovechar sus recursos, por lo que habría sido un espacio despreciado o poco aprove-chado por los grupos aborígenes de tierra adentro (Moreno 2003).

Contrariamente a estas últimas ideas, nuestro equipo de investigación postulaba,conociendo las características del litoral marino de la provincia de Santa Cruz, que este

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magnífico escenario con buenos refugios, agua potable y gran cantidad de recursos parala alimentación, tanto de origen terrestre como acuático, no podría haberse desaprove-chado. Sobre esta idea, hace casi 20 años comenzamos nuestros trabajos de investigaciónen un sector de litoral Atlántico que denominamos Costa Norte de Santa Cruz (FIGURA 1).Lo definimos como un sector que va desde el líimite entre las provincias del Chubut ySanta Cruz hasta aproximadamente la localidad de Bahía Laura, y desde la línea de mareamás alta hasta 25 kKm. hacia el interior. Este sector fue subdividido en dos franjas o sec-tores arbitrarios, para un estudio más ordenado. Un sector lo denominamos litoral pro-piamente dicho, es una franja de 100 metros desde el límite de las mareas superiores(donde comienza a crecer la vegetación) hacia eln interior; el otro sector corresponde a loque denominamos interior inmediato, y es el que cubre el resto de superficie hacia los 25kKm. de distancia de la costa.

Una vez definida el área de análisis, comenzamos a realizar estudios de prospección quenos permitieron, en primera instancia, conocer la cantidad y tipos de sitios arqueológicosque había. Posteriormente comenzamos a realizar estudios más puntuales en donde anali-zamos los conjuntos de artefactos de piedra, y los restos de alimentos consumidos que nospodían hablar de la economía de los grupos que habitaron esa área. También realizamosestudios geológicos, de evolución de los paisajes y el medio biótico, es decir de los anima-les y plantas existentes en otros momentos, de manera de conformar una idea lo más apro-ximada posible de los paisajes naturales costeros del pasado y su evolución hasta la actuali-dad. Algunas de las conclusiones a las que arribamos, nos permiten afirmar que los cazado-res recolectores patagónicos aprovecharon con intensidad el litoral marino, seguramenteincorporándolo en sus circuitos de vida nómade desde el interior. (Castro et al 2003).

Los grupos aborígenes que habitaron la Costa Norte de Santa Cruz posiblemente hayan

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Figura 1. Mapa de la provincia de Santa Cruz - Patagonia, con ubicación relativa de la costa Norte de Santa Cruz

sido los mismos que ocuparon algunos espacios del interior de la meseta, que habrían lle-gado al litoral marino en grupos reducidos y solo en determinados momentos del año.Esto significaría que el uso de la costa habría sido estacional; aunque el tipo de sitios y derestos que se encuentran en ellos nos han demostrado que, estos grupos no llegaban enforma indiscriminada a cualquier sector de costa, sino que seleccionaban aquellos lugaresque poseían la mejor oferta de protección y alimento, especialmente a aquellos sectorescon amplias playas y ricas restingas, donde se desarrollaban colonias de moluscos, dondepodían recoger peces atrapados en los pozos en las bajas mareas y en donde también exis-tían importantes loberías.

Los estudios de restos de alimentos nos demuestran que consumieron gran cantidadde moluscos, especialmente aquellos de fácil obtención como lapas, mejillones y cholgasque podían ser recolectados por mujeres, niños y tal vez ancianos, sin tecnologías especia-les. La gran cantidad de sitios con restos de valvas que denominamos concheros, estaríandemostrándonos esta idea (FIGURA 2). (Zubimendi et al 2004)

La caza también fue una actividad importante en la vida de los grupos aborígenes lito-rales ya que dicha práctica les permitía la captura de lobos marinos, los que brindabanuna riquísima provisión de carne y grasas, además de peces y aves marinas, como los cor-moranes. Creemos que los lobos marinos eran cazados directamente en la playa y paraello utilizarían una especie de arma que denominamos rompecráneo. Dicho artefactoconsiste en una piedra muy tosca de gran tamaño, con un surco que permite atarla contientos a un palo y utilizarlo como garrote (FIGURA 3). Cabe señalar que a pesar de utilizarlos recursos que brindaba el mar, estos grupos no poseían canoas como los Yámanas yAlakalufes del sur de Tierra del Fuego. Por último hallazgos de restos de huesos de gua-

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Figura 2. Sitio tipo conchero en la localidad de Isla Lobos (sector de costa al Sur de Puerto Deseado)

nacos y choiques con evidencias de procesa-miento humano indican que nunca abandona-ron la dieta terrestre.

Los instrumentos de piedra, que tallabancon gran destreza, formaban parte de lo quedenominamos sistema tecnológico (Nelson1991). Utilizaban para dicho fin indistintamentelas rocas locales, entre las que se encuentranlas denominadas geológicamente pórfiros ytambién algunas variedades de rocas volcáni-cas. Si bien las rocas consideradas locales noeran las más aptas para tallar los delicadosinstrumentos, estas sociedades lograban obte-ner buenos filos para cumplir parte de susvarias tareas (procesamiento de recursos, pre-paración de otros bienes, etc.). Sin embargo,en la costa, también se hallan instrumentos enrocas de características litológicas que lashacen aptas para ser talladas con técnicasespeciales, que denominamos a presión, y quepermiten obtener objetos de delicada facturacon filos simétricos y cortantes. Con excepciónde los rompecráneos y de otros instrumentos,cuyo uso aún tenemos que analizar, la mayorparte de los artefactos en piedra son del tipode los que se hallan comúnmente en los deno-minados “picaderos” en todo el centro y Norte

de Patagonia. Algunas de las morfologías más comunes son: las puntas pedunculadas,raspadores de variadas formas y tipos, raederas, perforadores, bolas de boleadoras; a suvez también se han hallado instrumentos en hueso, como punzones y arpones, aunquesiempre en muy baja cantidad.

Las ocupaciones del interior

En la franja de territorio contigua hacia el interior, por el contrario, no hemos halladotantos sitios arqueológicos como en la franja litoral. Los que hemos identificado no sue-len ser del tipo que denominamos concheros. Por lo general, los sitios se ubican en losbordes de las pequeñas lagunas y cuerpos de agua, y el instrumental que poseen no es tanrico en cantidad, variedad de instrumentos y calidad de talla. Todo ello sugiere que éstospodrían corresponder a pequeños asentamientos en el trayecto para llegar al mar o vice-versa. No descartamos la idea que podrían haber funcionado como campamentos de avis-taje de fauna o de caza, ya que los cuerpos de agua suelen atraer la fauna que abreva en

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Figura 3. Rompecráneo, instru-mento para la caza delobos marinos. Recre-ación de su posibleforma de enmangue.

ellos. A excepción de estos pocos sitios en lugares tan puntuales, no hemos hallado, en elresto de esta franja contigua a la costa, más que instrumentos aislados o evidencias ende-bles posiblemente por ser utilizada para acciones de baja actividad material o como cami-nos de paso.

Los circuitos de movilidad por los que accederían al litoral marino, pudieron ser dife-rentes, como diferentes las preferencias por uno u otro sector de costa. La diversa canti-dad, tipo y formas de distribución de sitios arqueológicos a lo largo de la Costa Norte nossugiere que no todo este litoral fue ocupado y utilizado de la misma manera. Por ejemplo,en el Golfo San Jorge; entre el líimite con la provincia del Chubut, hacia el sur, hasta CaboBlanco, la costa posee una geomorfología homogénea, con sectores de importantes restin-gas en las que se desarrollan bancos de moluscos. Por sus características, dicho sectorofreció una homogeneidad tal que cualquiera de sus espacios pudo ser ocupado indistin-tamente, aunque, juzgando por los sitios poco densos, siempre por un lapso de tiempocorto. El sector del frente Atlántico entre cabo Blanco y Puerto Deseado, en cambio, pre-senta costas de playas de rodados angostas y sin restingas, en consecuencia con bajaoferta económica. De hecho en este tramo no hemos hallado sitios, con excepción de lasconcentraciones de materiales en los alrededores de la ciudad de Puerto Deseado, que enun ámbito de escasez constituyó un nodo de atracción importante. Lo mismo habría suce-dido en la localidad de Cabo Blanco.

El sector de costa que se ubica al Sur de Puerto Deseado fue tal vez el preferido porestas sociedades, a juzgar por la gran concentración de sitios de todo tipo y por la varie-dad y riqueza de los artefactos que es posible observar allí. Sin duda, la variedad de suscostas y ambientes, con amplias playas, mallines, y afloramientos de rocas, fueron de lapreferencia de los aborígenes. Las amplias playas de arena pudieron haber posibilitadoincluso el varamiento de ballenas, recurso circunstancial pero muy preciado por los abo-rígenes. Este es el sector donde se ubica Bahía de Los Nodales, una de las regiones coste-ras más ricas en términos de patrimonio arqueológico de todo el litoral marino continen-tal. Este sector de la costa es también donde se han hallado la mayor concentración deenterratorios humanos.

Los entierros humanos

En la costa hemos hallado una gran cantidad de entierros humanos del tipo denomi-nado chenque. Los chenques son verdaderos monumentos funerarios y se denomina deesta manera a la acumulación de piedras que se colocaban por encima de uno o varioscadáveres, dispuestos en un pequeño foso o directamente sobre la superficie del terreno.Los entierros generalmente se hallan en lugares muy especiales, geográficamente altos,dominando el paisaje. Pueden estar agrupados, y siempre se disponen cerca del mar.

En los sectores de mayor ocupación o de uso más intenso, dado por sus condicionesfavorables para el asentamiento de grupos humanos, hemos hallado un lugar con unaconcentraciónones de aproximadamente 80 chenques. EA este espacio que hemos deno-minado Campo de Chenques, nos estaría indicando la existencia de cementerios o verda-

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deros espacios funerarios. De ser esto cierto es innegable la carga simbólica y sagradopara eéstas poblaciones de sus muertos.

Algunos de los enterratorios de éeste sitio los hemos sondeado, es decir que hemospracticado pequeñas excavaciones, poco intrusivas y poco destructivas, con el fin de com-probar su condición de enterratorio humano. Los casos sondeados, arrojaron resultadospositivos, ya que hallamos en éestos, restos óseos humanos. Desafortunadamente cadacaso analizado demostró signos de profanación —en todos los casos falta el cráneo—,posiblemente por turistas o visitantes circunstanciales, ya que la zona es muy visitada porlos lugareños. Este es un hecho muy común que desgraciadamente ha alterado gran partede los sitios, especialmente los enterratorios humanos.

Fuera de Campo de Chenques, solo hemos excavado cuatro entierros, en todos loscasos por imperiosas razones de rescatar sus restos, para evitar la pérdida o destruccióntotal de los mismos.

Científicamente y desde el interés del conocimiento antropológico, sería muy interesanteexcavar la mayor cantidad posible de entierros humanos, pero este es un tema delicado y enmuchas oportunidades cargados de controversias. Exhumar y estudiar restos humanos per-mitiría obtener más datos sobre las características físicas de las poblaciones aborígenes,enfermedades, costumbres relacionadas a la muerte, ajuares, formas de alimentación, eda-des y causas de muerte, entre otras, pero la excavación arqueológica siempre es un procesointrusivo, lo que exige un trabajo cuidadoso, metódico y a cargo de especialistas. Todo lo que

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Figura 4. Chenque removido al sur de la ría Deseado. Se observan huesos humanos dispersos en los alrededores dejados por los saqueadores.

se encuentra y sus relaciones contextuales son fundamentales para entender, reconstruir yconocer del pasado de las poblaciones prehistóricas. El caso de las tumbas es aún más espe-cial ya que el arqueólogo debe lidiar además con los sentimientos propios y con los de aque-llos que de alguna manera se sienten o están relacionados ancestralmente con las personasenterradas. Los chenques son para nosotros monumentos funerarios con una carga detipo espiritual o ideológica como sin duda lo fueron para quienes los construyeron. Estonos lleva a ser cautos y encarar su estudio solo con la garantía del apoyo de la comunidady los recursos económicos que permitan un trabajo de bajo impacto y destrucción.

Creemos que las decisiones tomadas en todos los aspectos por los grupos cazadoresrecolectores estuvieron condicionadas a su capacidad adaptativa y conocimiento delambiente, ventajas y desventajas de sus formas nómades de vida. Así por ejemplo, lafalta de expresiones materiales, como viviendas imperecederas, respondería a lo expre-sado más arriba, más que a la incapacidad de hacerlo. Muy por el contrario, en otras ins-tancias supieron construir estructuras, como los chenques, eligiendo los espacios parahacerlo. Esto habría significado una gran inversión material y de energía, motivada porla importancia adjudicada a la muerte y a las creencias a ella asociadas. Todo esto porotro lado reflejaría un mundo espiritual e ideológico muy rico, que habla de la compleji-dad cultural de estos grupos.

Es así que estas cuestiones los alejarían de ese sentir popular que los identifica comoculturas simples, que solo tallaban la piedra y vivían transhumando. Simplemente cree-mos que no toda la amplitud de su calidad y complejidad social y cultural ha sido plas-mada materialmente y eso no significa incapacidad tecnológica para hacerlo.

La profundidad temporal en el uso de la costa

Los estudios de Carbono 14 que hemos realizado en algunos de los sitios sondeados, hanarrojado fechas que indican que la costa habría sido utilizada desde el Holoceno Medio,hasta casi momentos del contacto con los navegantes europeos en el siglo XVI. En otraspalabras la costa fue ocupada desde hace aproximadamente 6000 años. Lo que si no pode-mos aun afirmar, es si en todo este lapso la ocupación fue realizada con la misma intensidad.

Lo más interesante es que todos los fechados que muestran esta amplitud, se realiza-ron a partir de sitios muy similares, lo que indicaría que las prácticas de apropiación delos espacios litorales y de sus recursos se habrían mantenido semejantes desde épocasremotas. No sabemos que ha pasado en momentos previos a los 6000 años atrás. Sinembargo sabemos que por movimientos de ascenso y descenso del nivel del mar, aproxi-madamente en el 10.000 antes del presente, el mar habría estado muy por debajo de lalínea actual y habría subido paulatinamente a partir de los 8000 años antes del presente,en un proceso natural geológico conocido como la última gran transgresión marina. Porese motivo las ocupaciones anteriores al 6000 o 7000 años antes del presente podríanestar hoy por debajo del nivel actual del agua, lo que haría imposible su estudio.

Esta variabilidad cronológica se da entre sitios no solo similares en forma y contenido,sino en sitios ubicados en la misma franja litoral, en cercanías unos de otros. La diferen-

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cia esta dada por la altura a la cual se encuentran, producto de que unos se forman sobrelas playas y terrenos bajos y generalmente los más antiguos sobre cotas altas que originanlos afloramientos rocosos (geológicamente pertenecientes a la Formación Bahía Laura)que llegan a la línea litoral.

Nuestro legado histórico

Podemos afirmar que la costa fue un ambiente muy bien conocido y aprovechado porgrupos de cazadores recolectores al menos desde hace alrededor de 6000 años antes delpresente. Éstos habrían sido grupos del interior que organizaban su vida según circuitosde movilidad que incluían varios ambientes; lo que les proporcionaba la posibilidad dehallar alternativas de vida en una espacio geográfico de condiciones casi extremas o muydifíciles para la vida del hombre —sobre todo si lo vemos desde la perspectiva actual—.

Los grupos humanos que ocuparon la costa, supieron adaptarse, sacar provecho ycomo hemos dicho en otros trabajos, lograr un éxito adaptativo como muestra del des-arrollo y calidad cultural de los mismos; máxime si consideramos los largos años de ocu-pación que tuvieron estas poblaciones, en comparación con los escasos años que llevanlos europeos y criollos viviendo en tierras patagónica. Tomemos como ejemplo el caso dePuerto Deseado que “recién” lleva 400 años desde su descubrimiento y “solo” 125 añosde ocupación efectiva.

El largo periodo de tiempo que las poblaciones aborígenes estuvieron ocupando laPatagonia, ha dejado un legado único que se encuentra en constante peligro de desapari-ción o daño, esta es aún más clara en el litoral atlántico. La desaparición o la destrucciónparcial de los restos de estas sociedades implica una gran pérdida en términos de la posi-bilidad de conocerlas y construir el saber que nos permita comprender el valor cultural deherencia y patrimonio que nos ha sido legado, más allá de nuestra historia europea.

Los restos arqueológicos constituyen un recurso cultural y un bien cultural; en el pri-mer caso por su significado en términos de elementos del saber y en el segundo caso,porque conforman la estructura ideológica del patrimonio y de una identidad ameri-cana, que debemos defender. Los procesos naturales erosivos, la introducción de faunaextraña, la acción de la fauna, las costumbres foráneas, el manejo inmobiliario de la tie-rra, las colecciones indiscriminadas y el natural avance urbano, atentan en deterioro ypérdida de este precioso material que, en consecuencia, debemos proteger por medio depolíticas y acciones de cogestión. La salvaguarda de los recursos y bienes culturales, supreservación material, la construcción del saber a partir de ellos, y la difusión del cono-cimiento generado.

Los más de 20 años de trabajos en la Costa Norte de Santa Cruz, nos han mostradoel lento y paulatino deterioro y desaparición del registro arqueológico, siendo más fuerteel producido por la agencia del ser humano moderno. Políticas científicas y administra-tivas de cogestión entre los actores que conforman la sociedad actual (descendientesaborígenes, los científicos y administradores políticos), seríian un instrumento idealpara su salvaguarda.

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Bibliografía

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