EL LITORAL ATLÁNTICO FUEGUINO COMO PAISAJE ARQUEOLÓGICO

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Declaradas de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Presidencia de la Nación, Resolución Nº 2557/12 1 “MEMOR IA S D E LA S JO RN AD AS DE R EF L EXI ÓN ACE RCA D E L OS PAI SAJES C ULT URA L ES D E AR GEN TIN A Y C HIL E, EN E S PEC IA L LO S SIT U ADO S EN L A RE GIÓN P ATA GÓNICA” 1 3 A L 1 5 D E J U N I O D E 2 0 1 2 - R Í O G A L L E G O S - S A N T A C R U Z – A R G E N T I N A Lic. Viviana Navarro - Dra. Silvana Espinosa (compiladoras)

Transcript of EL LITORAL ATLÁNTICO FUEGUINO COMO PAISAJE ARQUEOLÓGICO

Declaradas de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Presidencia de la Nación, Resolución Nº 2557/12

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“MEMOR IA S D E LA S JO RN AD AS DE R EF L EXI ÓN ACE RCA D E L OS PAI SAJES C ULT URA L ES D E

AR GEN TIN A Y C HIL E, EN E S PEC IA L LO S SIT U ADO S

EN L A RE GIÓN P ATA GÓNICA”

1 3 A L 1 5 D E J U N I O D E 2 0 1 2 - R Í O G A L L E G O S - S A N T A C R U Z –

A R G E N T I N A

Lic. Viviana Navarro - Dra. Silvana Espinosa (compiladoras)

Declaradas de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Presidencia de la Nación, Resolución Nº 2557/12

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Paisajes culturales: Memorias de las Jornadas de reflexión acerca de los paisajes culturales de Argentina y Chile, en especial los situados en la región Patagónica, Río Gallegos, 13 al 15 de junio de 2012 / Compilado por Viviana Navarro y Silvana Espinosa. - 1a ed. - Río Gallegos: Universidad Nacional de la Patagonia Austral, 2012.

CD-ROM.

ISBN 978-987-1242-71-9

1. Patrimonio Cultural. 2. Turismo. 3. Patrimonio. I. Navarro, Viviana, comp. II.

Espinosa, Silvana, comp.

CDD 363.69

Fecha de catalogación: 11/09/2012

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Indice

Índice………………………………………………………………………………………………... 3

Prólogo……………………………………………………………………………………………… 5

Las jornadas……………………………………………………………………………………….. 6

Conclusiones………………………………………………………………………………………. 10

Disertantes Invitados……………………………………………………………………………… 13

DISERTACIONES

Del paisaje natural al cultural, una historia de 4 siglos. Consideraciones sobre Buenos

Aires, Paisaje Cultural Evolutivo. Arq. Carlos Moreno…………………………………. 18

El paisaje cultural: hacia una integridad sostenida en la gestión del patrimonio. Lic.

Roberto Molinari – APN……………………………………………………………………. 35

Arquitectura rural menor: un rasgo distinto para comprender el paisaje cultural en la

estepa austral. Dr. Mateo Martinic Beros – UMAG……………………………………… 44

La protección del territorio como paisaje cultural: el caso de la Quebrada de

Humahuaca en Jujuy. Olga Paterlini de Koch - Universidad Nacional de Tucumán... 48

Patrimonio intangible. De la compleja diversidad cultural a la unidad metodológica.

Mabel Ladaga……………………………………………………………………………….. 72

Los paisajes culturales en Chile y sus desafíos. Ángel Cabeza M., Carlos Weber B.,

Mireya Danilo B. – Universidad de Magallanes…………………………………………. 76

Paisaje cultural y turismo: tendencias y desafíos. Lic. Viviana Navarro (UNPA-UARG).. 87

PONENCIAS

Nº 1 - La construcción de un paisaje cultural: el aporte del Convento de San Carlos en

San Lorenzo. Dr. Arq. Roberto De Gregorio; Dra. Arq. Analía Brarda………………... 94

Nº 2 - Territorio Mapuche Lleulleuche: naturaleza territorial y conflicto con el estado

chileno. Sebastián Llantén Rivas; Jimena Hevia Riera………………………………… 107

Nº 3 - Rastreando huellas: la dinámica del paisaje en La Paciencia, Tierra del Fuego.

Macarena Paz Fernández Génova………………………………………………………. 133

Nº 4 - La impronta de la migración chilena durante el siglo XX en el paisaje urbano de

la ciudad de Río Gallegos. Los barrios Belgrano y Nuestra Señora del Carmen

como paisaje cultural urbano. Cristian Ampuero; Mónica Norambuena; Martín

Segovia……………………………………………………………………………………… 162

Nº 5 - Identidad y territorialidad en un paisaje ritualizado. Las sierras de Lihué Calel,

La Pampa, Argentina. Mónica Alejandra Berón; Rafael Pedro Curtoni………………. 180

Nº 6 - El litoral atlántico fueguino como paisaje arqueológico. Vázquez Martín; Myrian Álvarez;

Ramiro Barberena; Karen Borrazzo; Luis A. Borrero; Jimena Oría; Monica Salemme;

Fernando Santiago…………………………………………………………….. 195

Nº 7 - Paisajes con araucarias en Sudamérica: construcciones culturales pre-

colombinas y del presente para producción de alimento. Maurício Sedrez Dos Reis;

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Ana Ladio……………………………………………………………………………………. 224

Nº 8 - El uso de la piedra en el paisaje cultural de Somoncurá. Débora Finkelstein;

María Marta Novella………………………………………………………………………… 245

Nº 9 - Patrimonio arqueológico rupestre y turismo. Mag. Mónica Beatríz Gelós………... 262

Nº 10 - “Para mí… esto es patrimonio”: construcción discursiva del paisaje cultural en

la Quebrada de Humahuaca, Provincia de Jujuy. Vanesa Civila Orellana…………… 289

Nº 11 - La percepción en las sensaciones de vacío. Aporte de Victoria Hammar y Andriana

Opacak a la comprension del paisaje patagónico austral. Graciela Ciselli; Daniela Ciancia;

Aldo Enrici……………………………………………………………….. 300

Nº 12 - La transformación del paisaje a través de una actividad antrópica

descontrolada y sus efectos sobre el componente social involucrado en la ciudad

de Mercedes, Corrientes. Prof. Carlos Baldassarre…………………………………….. 316

Nº 13 - Políticas públicas para fomentar la recreación rural en las estancias

magallánicas. Caso: corredor patrimonial entre los mares de Otway y Skyring,

Provincia de Magallanes, Región de Magallanes y Antártica Chilena. Patricia

Jiménez………………………………………………………………………………………. 339

Nº 14 - Identificación del patrimonio cultural y natural y su puesta en valor para el uso

recreativo y turístico. María Collueque; Laura Quintana; Luis Asencio………………. 366

Nº 15 - El Parque Saavedra como paisaje cultural protegido. Graciela Ciselli………….. 392

Nº 16 - Aportes para la elaboración de un proyecto de integración de las propuestas

turísticas de patrimonio cultural del Noreste de Santa Cruz. Los paisajes culturales

como soporte. Alicia Renée Tagliorette; Patricia Sampaoli; Ana María Ibarroule;

Elio Reynoso; Angélica Castro …………………………………………………………… 409

Nº 17 - Aproximaciones al territorio pampeano-patagónico a través de las nociones de

“paisaje cultural” y “paisaje patrimonial”. Laura Aylén Enrique……………………….. 421

POSTERS

La ruta de los campamentos petroleros en Comodoro Rivadavia. Arq. Liliana

Carnevale…………………………………………………………………………………… 444

Paisaje cultural urbano de Río Turbio en el Siglo XX, Patagonia Austral Argentina.

Prof. Mónica Norambuena; Prof. María Eugenia Muñoz Sesnic; Lic. Alicia Cáceres. 445

Paisaje cultural urbano y tipologías de viviendas en Río Turbio entre 1942 y 1969.

Prof. Daniela Ciancia; Dr. Aldo Enrici; Mg. Graciela Ciselli……………………………. 446

GALERÍA FOTOGRÁFICA……………………………………………………………………….. 447

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Nº 6 - EL LITORAL ATLÁNTICO FUEGUINO COMO PAISAJE ARQUEOLÓGICO

VÁZQUEZ MARTÍN71; MYRIAN ÁLVAREZ72; RAMIRO BARBERENA73; KAREN

BORRAZZO74; LUIS A. BORRERO75; JIMENA ORÍA76; MONICA SALEMME77; FERNANDO SANTIAGO78

Resumen Entendiendo a los paisajes como el producto de la relación dialéctica entre el hombre y su

entorno, relación en la cual el entorno se constituye en paisaje, los paisajes fósiles fueguinos

71 Museo del Fin del Mundo-CADIC. [email protected] 72 CADIC-CONICET. [email protected] 73 CONICET, FFyL, UNCu. [email protected] 74 CONICET-IMHICIHU. [email protected] 75 CONICET-IMHICIHU. [email protected] 76 CADIC-CONICET. [email protected] 77 CADIC-CONICET. [email protected]

78 CADIC-CONICET. [email protected]

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presentan una interesante variabilidad desde el punto de vista arqueológico. Al hablar de paisajes

fósiles o arqueológicos entramos en una dimensión particular del concepto paisaje, lo situamos en el

pasado. Un paisaje ancestral al que sólo es posible acceder a través de la arqueología o los relatos

mitológicos.

En Tierra del Fuego las investigaciones arqueológicas desarrolladas durante más de cuatro

décadas a ambos lados de la frontera, ponen de manifiesto una larga historia de presencia humana,

así como la coexistencia de dos trayectorias culturales bien definidas: los cazadores pedestres y los

canoeros. Sus representantes recientes, Selk’nam y Haush para el caso de los primeros y los

Yámanas canoeros, son bien conocidos a través de la literatura etnográfica. Los cazadores

recolectores tienen mitos para explicar la formación del relieve actual, sobre todo de las formas más

salientes o visibles, aquí la información etnográfica juega un papel muy importante a la hora de

rescatar significados.

El litoral atlántico fueguino, presenta una serie de particularidades que lo posicionan como

un paisaje arqueológico singular, albergando gran riqueza y variabilidad de configuraciones en sus

dimensiones naturales y culturales. La creciente actividad antrópica y diversos agentes naturales

amenazan la preservación de este valioso registro. El potencial científico y la ausencia de

relevamientos intensivos del estado del registro arqueológico en esta región motivaron una acción de

relevamiento y puesta en valor destinada a la preservación de registro y su significación.

Los resultados obtenidos en el marco del Programa Arqueológico Costa Atlántica (PACA),

ponen de manifiesto la riqueza arqueológica del litoral atlántico fueguino su densidad y diversidad le

otorgan gran importancia patrimonial, científica y comunitaria. El Programa fue desarrollado por el

Museo del Fin del Mundo de Ushuaia, con la participación de diversas instituciones del ámbito público

y privado. Los trabajos de campo se iniciaron en la temporada estival 2009-2010, hasta el momento

fueron realizadas ocho campañas, cubriendo aproximadamente un total de 160 kilómetros de costa.

Las evidencias sugieren un patrón de ocupaciones relativamente extendido a toda la

fachada atlántica fueguina y donde parece afirmarse algunas tendencias propuestas previamente.

Esto es, la presencia en determinados sectores litorales de sitios de grandes dimensiones o

concentraciones de yacimientos, que denotan una cierta redundancia ocupacional, donde la

abundancia de recursos marinos indica la importancia de los espacios costeros en la cultura de los

grupos humanos que habitaron Tierra del Fuego. En este sentido, los objetivos de esta presentación

son la interpretación de estos resultados de campo, en conjunción con la información etnográfica

disponible.

Palabras Clave: Tierra del Fuego, litoral atlántico, paisajes arqueológicos, patrimonio.

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Introducción

Desde nuestra perspectiva los paisajes son el producto de la relación dialéctica entre los

seres humanos y su entorno y es precisamente en esa relación en la cual este último se constituye en

paisaje. Los paisajes fósiles fueguinos presentan una interesante variabilidad desde el punto de vista

arqueológico. Al hablar de paisajes fósiles o arqueológicos entramos en una dimensión particular del

concepto paisaje, lo situamos en el pasado. Un paisaje ancestral al que sólo es posible acceder a

través de la paleoecología, la arqueología y/o los relatos mitológicos recuperados en las fuentes

escritas.

En Tierra del Fuego las investigaciones arqueológicas desarrolladas durante más de cuatro

décadas a ambos lados de la frontera, ponen de manifiesto una larga historia de presencia humana,

así como la coexistencia de dos trayectorias culturales bien definidas: los cazadores pedestres y los

canoeros. Sus representantes recientes, Selk’nam y Haush para el caso de los primeros y los

Yámana canoeros, son bien conocidos a través de la literatura etnográfica. Los cazadores

recolectores tienen mitos para explicar la formación del relieve actual, sobre todo de las formas más

destacadas o visibles, aquí la información etnográfica juega un papel muy importante a la hora de

rescatar significados (al menos para los momentos más tardíos de ocupación regional).

El litoral atlántico fueguino presenta una serie de particularidades que lo posicionan como

un paisaje arqueológico singular, albergando gran riqueza y variabilidad de configuraciones en sus

dimensiones naturales y culturales. La creciente actividad antrópica actual y diversos agentes

naturales amenazan la preservación de este valioso registro. El potencial científico y la ausencia de

relevamientos intensivos del estado del registro arqueológico en esta región motivaron una acción de

relevamiento y puesta en valor destinada a la preservación de ese registro y su significación.

Los resultados obtenidos en el marco del Programa Arqueológico Costa Atlántica (PACA)

ponen de manifiesto la riqueza arqueológica del litoral atlántico fueguino; su densidad y diversidad le

otorgan gran relevancia patrimonial, científica y comunitaria. El Programa fue desarrollado por el

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Museo del Fin del Mundo de Ushuaia, con la participación de diversas instituciones del ámbito público

y privado. Los trabajos de campo se iniciaron en la temporada estival 2009-2010 y hasta el momento

fueron realizadas ocho campañas, cubriendo aproximadamente un total de 170 kilómetros de costa.

Las evidencias sugieren un patrón de ocupaciones relativamente extendido a toda la

fachada atlántica fueguina y donde parecen afirmarse algunas tendencias propuestas previamente.

Esto es, la presencia en determinados sectores litorales de sitios de grandes dimensiones o

concentraciones de yacimientos, que denotan una cierta redundancia ocupacional. La abundancia de

recursos marinos podría explicar la importancia de los espacios costeros en la cultura de los grupos

humanos que habitaron Tierra del Fuego. En este sentido, el objetivo de esta contribución es

presentar distintas líneas de evidencias, tanto arqueológicas como etnográficas, a partir de las cuales

avanzar en la caracterización de la costa atlántica fueguina como un paisaje cultural.

La costa atlántica fueguina: ambiente e historia

La Isla Grande de Tierra del Fuego es la de mayor tamaño del archipiélago fueguino,

ubicada aproximadamente entre los 52º y 55º de latitud sur y los 66º y 74º de longitud oeste y está

dividida políticamente entre las Repúblicas de Argentina y Chile. Se encuentra separada del

continente por el estrecho de Magallanes (Figura 1). La más notoria de las características de la Isla

Grande es la zonación ecológica resultante del interjuego entre el clima y la topografía. A modo de

barrera, los Andes Fueguinos generan el desvío ascendente de los fuertes vientos del oeste,

produciendo la descarga de la humedad transportada por estos últimos -bajo la forma de

precipitaciones- en la vertiente pacífica de las montañas. Como consecuencia, el ambiente

representado en la vertiente atlántica es mucho más seco (Frederiksen 1989).

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Figura 1: mapa de ubicación con las principales localidades referenciadas en el trabajo

Desde el punto de vista geológico la Isla Grande está formada por dos placas tectónicas

(Sudamericana y de Scotia) separadas por la Falla de Magallanes, la cual discurre en sentido E-W

por el lago Fagnano o Kami. Al norte la Placa Sudamericana, formada por rocas sedimentarias

marinas de edad correspondiente al Terciario tardío y al sur la Placa de Scotia, compuesta por rocas

metamórficas con edades entre el Paleozoico tardío y el Cretáceo medio (Menichetti et al. 2008,

Rabassa et al. 2000). Durante el Cuaternario (aprox. últimos 2 millones de años) se sucedieron

reiterados avances y retrocesos glaciales, así como ascensos y descensos del nivel del mar,

procesos que fueron modelando la actual configuración geográfica fueguina (Coronato et al. 1999,

Rabassa et al. 2000, Bujalesky 1998, 2007).

La costa atlántica de la Isla Grande de Tierra del Fuego discurre en sentido NW-SE, hasta

aproximadamente la desembocadura del río Irigoyen, desde donde torna paulatinamente a una

orientación E-W hacia Península Mitre. En general se trata de una costa baja, en la que se combinan

extensos acantilados o barrancas de escasa o mediana altura formados por depósitos glacigénicos y

terciarios; alternados con amplias playas de grava y arena gruesa. El litoral atlántico fueguino

presenta un régimen macromareal, lo que expone amplios sectores de plataforma de abrasión o

restinga y está expuesto a fuerte oleaje (Rabassa et al. 2000, Bujalesky 1998, 2007) (Figuras 2 y 3).

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Figura 2: costa atlántica fueguina. Izq: desembocadura del río Irigoyen, al fondo cabo Malengüena. Der: Punta

Gruesa, al fondo cabo San Pablo.

Figura 3: costa atlántica fueguina. Cabo San Pablo.

En la actualidad la costa atlántica fueguina alberga una importante diversidad de especies

animales, aunque sin lugar a dudas su distribución y el tamaño de estas poblaciones dista mucho del

que seguramente existió en épocas previas a la explotación industrial de mamíferos marinos y

recursos pesqueros y la instalación de los establecimientos ganaderos. Según un censo realizado

hacia mediados del siglo XX y posteriores investigaciones (Carrara 1952, Lanata y Winograd 1988,

Schiavini et al 2004), la mayor frecuencia de apostaderos de lobos marinos se registra en la zona de

Península Mitre, mencionándose la existencia de solo una colonia en el área de Punta Páramo. No

obstante, recientemente se han observado signos de recolonización de espacios más meridionales

por grupos de pinnípedos.

Las primeras referencias históricas a la costa oriental fueguina pueden rastrearse en las

crónicas de las expediciones navales de inicios del siglo XVII, entre ellas se destacan la de los

flamencos W. Schouten y J. Le Maire y la española de los hermanos Nodal. Durante los dos siglos y

medio siguientes se sucederán diversas exploraciones y contactos esporádicos con los grupos que

habitaban estas costas, entre los cuales posiblemente el más destacable sea el naufragio del navío

Purísima Concepción ocurrido en 1765 en Caleta Falsa. Sin embargo, no fue hasta fines del siglo XIX

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cuando comenzó la instalación permanente de los establecimientos ganaderos, mineros, religiosos y

la consecuente reducción y segmentación de los territorios originarios.

Hasta el momento sólo un área de la costa atlántica está definida como Área Protegida: la

Reserva Costa Atlántica de Tierra del Fuego, definida como Reserva Provincial Natural, forma parte

del Sistema Provincial de Áreas Naturales Protegidas desde 1998. Asimismo está incluida en la Red

Hemisférica de Reservas para Aves Playeras; reconocida como Humedal de Importancia

Internacional por la Convención RAMSAR e identificada como un área de aves endémicas por Birdlife

International. Su extensión es de unas 28.600 ha y abarca el sector de costa comprendido entre Cabo

Nombre y la desembocadura del Río Ewan. El sitio es importante por su gran variedad de especies de

aves, muchas de ellas migratorias, que nidifican, se reproducen o alimentan en estos ambientes. Por

su parte, al menos 21 especies de cetáceos visitan las aguas de la Costa Atlántica de Tierra del

Fuego, en algunos casos para reproducción o alimentación en áreas de marea.

Desde fines de la década de 1980, se han desarrollado diversas propuestas que tienen por

objetivo el reconocimiento de la Península Mitre como un área protegida. Entre ellas: la denominada

“Propuesta Mitre” del año 1987, consultoría encargada a la Organización de Estados Americanos por

el Gobierno del entonces territorio Nacional de Tierra del Fuego; una propuesta elevada por el Museo

del Fin del Mundo, elaborada por O. Zanola en 1989 y la más reciente el proyecto de creación de

área protegida elaborado por la Secretaría de Planeamiento y Desarrollo Provincial en 2002. Si bien

diversas en su naturaleza y concepción todas se fundamentan en los valores ecológicos, culturales y

científicos que conjuga la porción oriental de la Isla Grande de Tierra del Fuego (Loekemeyer 2002).

Antecedentes arqueológicos

El litoral atlántico fueguino es una zona de gran relevancia desde el punto de vista

arqueológico por su riqueza en yacimientos de cronologías prehistóricas e históricas, entre estos

últimos destacan particularmente los restos de naufragios. Por un lado, las poblaciones humanas

originarias han hecho uso intensivo y recurrente de los recursos costeros durante los últimos 6000

años; las evidencias de estas actividades se encuentran diseminadas ampliamente a lo largo del

litoral atlántico fueguino (Borrero y Barberena 2004; Salemme y Bujalesky 2000; Lanata 1995; entre

otros). Por otro lado, las dificultades para la navegación propias del Atlántico Sur y la gran cantidad de

naves que lo surcaron antes de la apertura del Canal de Panamá, contribuyeron a la conformación de

uno de los registros de naufragios más densos del planeta (Galdeano 2005; Vairo 2000).

Hasta el momento, las investigaciones arqueológicas han tenido mayor desarrollo en el área

norte, estas se iniciaron en la década de 1970 y han seguido objetivos específicos, incluyendo el

estudio de evidencias costeras o cercanas a la costa (Borrero et al. 1981; Borrero y Barberena 2004;

Horwitz 1995; Salemme y Bujalesky 2000; Salemme et al. 2007a y b). No es el objetivo en esta

ocasión hacer una revisión exhaustiva de los antecedentes, por lo que sólo se mencionarán algunos

de los yacimientos estudiados más relevantes y sus particularidades.

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Alero Cabeza de León, ubicado en el área de Bahía San Sebastián y con un fechado

radiocarbónico de aproximadamente 1100 años AP, se ha identificado como un sitio donde se

realizaron actividades vinculadas a la explotación de recursos terrestres, específicamente a la caza

de guanaco (Borrero 1979). Muy cercano al anterior y de unos 700 años radiocarbónicos se

encuentra Bloque Errático 1, un contexto ubicado al reparo de un bloque errático de granito, definido

como un sitio de procesamiento de guanaco (Borrero y Casiraghi 1980).

Sobre la costa sur de bahía San Sebastián, se ubica la localidad arqueológica Los

Chorrillos. Dos de los sitios allí identificados, San Genaro 1 y 2, fueron estudiados por Horwitz (1995).

Uno de ellos, San Genaro 1 datado en unos 1000 años antes del presente, es una importante

acumulación de restos de moluscos, artefactos líticos y restos óseos de animales consumidos; el sitio

se encuentra en avanzado estado de destrucción.

Aparte de los estudios realizados en cada una de las localidades arqueológicas registradas

en Bahía San Sebastián, este ambiente fue analizado desde distintos enfoques complementarios, por

ejemplo: estudios distribucionales de artefactos líticos (García 1993-4); investigaciones

geoarqueológicas (Favier Dubois y Borrero 2005); estudios tafonómicos (Martin 2004, Borella y Favier

Dubois 1994-95; Borrazzo 2010). También en esta zona se recuperaron, a partir de rescates

arqueológicos, varios enterratorios humanos (Guichón et al. 2000; Salemme et al. 2007b).

Inmediatamente al sur, en la cuenca del río Chico-Avilés próxima a la costa atlántica, se

detectaron numerosos sitios (Salemme y Bujalesky 2000; Santiago et al. 2007). Fueron excavados

dos de ellos: La Arcillosa 2 y Río Chico 1, ambos concheros emplazados sobre un acantilado

relativamente alejado de la costa actual, correspondiente a una línea de costa antigua o paleocosta.

El aspecto más destacable de estos sitios es que representan los contextos más antiguos de la costa

atlántica fueguina. En La Arcillosa 2, con eventos de ocupación fechados entre los 3700 y 4500 años

antes del presente, también fue recuperado un enterratorio humano de unos 5200 años de

antigüedad, uno de los esqueletos humanos más antiguos y completos de Patagonia (Salemme et al.

2007a). Por su parte, en Río Chico 1 se obtuvieron dataciones cercanas a 5900 años antes del

presente (Santiago et al. 2007).

Al sur de Río Grande, entre Cabo Peñas y Cabo San Pablo la única localidad trabajada

sistemáticamente es Punta María. Está compuesta por varios concheros relativamente continuos

entre sí, algunos de ellos muy afectados por las obras de construcción de la Ruta Nacional N° 3 y

recientemente por la instalación de un obrador de una compañía petrolera y el tránsito de visitantes

ocasionales. Los fechados obtenidos para estos yacimientos evidencian ocupaciones entre los 2300 y

los 300 años AP (Borrero 1986; Borella et al. 1996).

En la zona de Cabo San Pablo, se registraron siete sitios y se excavaron tres de ellos: San

Pablo 1, 4 y 7 (Borrero 1986). Los tres sitios están datados entre 300 años radiocarbónicos y épocas

históricas. Todos ellos se encuentran hoy en el límite del bosque y la estepa, y parecen haber sido

formados en relación con la explotación tanto de guanacos como de recursos marítimos.

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El Museo del Fin del Mundo (MFM) posee una larga tradición de trabajos de relevamiento e

investigación arqueológica en la zona de Península Mitre. Entre los años 1984 y 1988, fue

desarrollado el Programa Extremo Oriental del Archipiélago Fueguino (PEOAF), patrocinado por esa

institución. Este programa, si bien de carácter multidisciplinario, puso un especial énfasis en la

arqueología, aportando datos para un área prácticamente en blanco para el conocimiento de esta

disciplina. A partir de los trabajos desarrollados en la porción septentrional, se conoce la existencia de

sitios arqueológicos en diversos sectores: Ea. María Luisa, Río Luz, Rancho Donata (Caleta

Policarpo), Caleta Falsa, Laguna Centenario y Bahía Thetis (Lanata 1986, 1995). En el marco del

PEOAF se llevaron a cabo excavaciones en tres localidades, María Luisa, ubicada en el límite norte

de Península Mitre y Rancho Donata, en caleta Policarpo y en bahía Tethis (Lanata 1986, 1988,

1995; Savanti 1994; Muñoz y Belardi 2011). Asimismo pueden destacarse algunos trabajos que

abordaron aspectos más específicos: el estudio de las aves (Savanti 1994); trabajos sobre material

lítico (Nami 1992); o los estudios de cetáceos (Borella 2000).

Además de los sitios arqueológicos vinculados a ocupaciones humanas, un rasgo

destacado en la costa atlántica lo constituyen los restos de naufragios de épocas históricas. Entre los

naufragios más conocidos se encuentran: el Purísima Concepción, navío español naufragado en

Caleta Falsa en 1765 (Belza 1974) y el Duchess of Albany, nave británica que encallara en las

cercanías de Caleta Policarpo en 1893 (Zanola 1986). En la costa atlántica las fuentes históricas

registran casi una veintena de naufragios, muchos de estos se concentran en la zona de Península

Mitre. Al igual que en caso de la arqueología prehistórica, desde el MFM se desarrollaron proyectos

que incluyeron relevamientos y/o rescates de restos de naufragios, fundamentalmente en el área de

la Península Mitre, gran parte de ellos bajo la dirección de quien fuera su director, Oscar P. Zanola

(Cornejo 1987, Ms; Piana 1989, Ms; Zanola 1986, 1990, Ms.).

Si bien las investigaciones ponen de manifiesto el gran potencial de esta zona, estos

estudios se han desarrollado en forma dispar. Existen segmentos de la costa con estudios

sistemáticos muy abarcativos y localidades o yacimientos con trabajos intensivos y puntuales. Por el

contrario, otros importantes sectores nunca han sido estudiados, lo que genera espacios “en blanco”

en el conocimiento arqueológico regional. En este sentido, los objetivos específicos del PACA

tuvieron como propósito aportar nuevos datos para este sector, en el cual, salvo espacios acotados,

no cuenta con información exhaustiva y actualizada sobre la existencia y el estado del patrimonio

histórico-arqueológico.

En síntesis, los antecedentes disponibles sobre la arqueología prehistórica en la zona

denotan un significativo valor potencial del registro costero. Como se dijo, la ocupación humana del

litoral atlántico se remonta a casi 6000 años de antigüedad y los datos arqueológicos más recientes

muestran, efectivamente, una utilización muy intensa y reiterada de la costa.

El Programa Arqueológico Costa Atlántica (PACA)

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El PROGRAMA ARQUEOLÓGICO COSTA ATLÁNTICA tiene por meta efectuar un

relevamiento de la localización y estado de yacimientos arqueológicos prehistóricos y restos de

naufragios históricos en un amplio segmento de esta región. El programa fue desarrollado

institucionalmente por el Museo del Fin del Mundo (MFM), con la participación de investigadores y

becarios del Centro Austral de Investigaciones Científicas (CADIC), el Instituto Multidisciplinario de

Historia y Ciencias Humanas (IMHICIHU) y el Programa de Arqueología Subacuática del Instituto

Nacional de Antropología y Pensamiento Latinoamericano (PROAS-INAPL). Cuenta con el auspicio

de la Secretaría de Cultura de la Provincia de Tierra del Fuego y es financiado desde el sector privado

por Apache Energía S.R.L. y Total Austral S.A.

La zona que abarca este programa es la costa atlántica de la Isla Grande de Tierra del

Fuego, en el sector comprendido desde la desembocadura del río Grande hasta la zona de Península

Mitre, en un tramo de aproximadamente 200 kilómetros entre Cabo Peñas y Cabo San Diego. Dentro

de este marco, los objetivos prioritarios del programa apuntan a obtener información de base

tendiente a evaluar el grado de integridad cultural del registro arqueológico costero, así como

identificar las causas y agentes que comprometen su preservación (Vázquez et al. 2010).

Para el caso de los restos de ocupaciones humanas prehistóricas, se realizaron siete

campañas de prospección en las que se registraron tanto sitios y concentraciones, como hallazgos

aislados de materiales arqueológicos. Estas categorías, fueron consideradas de acuerdo a las

definidas por Borrero et al. (1992):

- Sitio: conjunto de 24 o más artefactos dentro de un círculo de 20 metros de diámetro (o más, ya

que hay sitios encontrados en el área cuya extensión supera esta superficie).

- Concentración: conjunto de 2 a 24 artefactos dentro de un círculo de 20 metros de diámetro.

- Hallazgo aislado: artefacto único en un círculo de 20 metros de diámetro sin otros hallazgos.

Todo lo registrado fue posicionado con GPS y consignado en planillas de diseño único, en

las que se recabó información ambiental, de emplazamiento y características propias de los

hallazgos, tales como sus dimensiones, estructura estratigráfica, tipo de material asociado, etc. Por

otro lado se hizo hincapié en aspectos relacionados al estado de conservación de los mismos y los

potenciales factores de riesgo que amenazan la integridad de los yacimientos, por ejemplo:

alteraciones visibles, cercanía a establecimientos, caminos u obras, accesibilidad, visibilidad, etc. El

relevamiento de datos se complementa con el registro fotográfico de cada hallazgo. Todas las tareas

detalladas se plantearon como no invasivas, esto implica que no se recolectaron materiales ni se

realizaron excavaciones. En futuras campañas solamente se evaluará la posibilidad de efectuar

rescates de materiales en aquellos casos en los cuales su pérdida sea inminente.

Como valoración de los trabajos realizados hasta el momento, consideramos que la

cantidad y calidad de información recabada, en relación a las metas propuestas por el Programa, son

muy satisfactorias. Se registraron 285 emplazamientos (entre sitios y concentraciones) y más de 320

hallazgos aislados.

Declaradas de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Presidencia de la Nación, Resolución Nº 2557/12

206

La gran mayoría de los emplazamientos registrados presentan algún tipo de perturbación

(N=244, 85,6%), en gran parte de los casos causadas por agentes naturales. En relación a estas

alteraciones es necesario hacer dos consideraciones. En primer lugar, claro está, las

transformaciones de origen natural son inherentes a los procesos de formación del registro

arqueológico, no obstante a las que nos referimos aquí son aquellas que amenazan directamente la

integridad de los contextos. A excepción de la acción fosorial de roedores (Figura 4), sólo registrada

en el sector norte, los procesos naturales parecen actuar con similar frecuencia e intensidad a lo largo

de toda la costa atlántica. Entre los más representados, sin lugar a dudas, se encuentran los procesos

erosivos causados por la acción eólica y marina; son comunes en todos los sectores las cubetas o

cicatrices de deflación, así como los procesos de remoción en masa, derrumbes o retrocesos de

barrancos causados por la acción de las mareas (Figura 5). En segundo lugar, cabe destacar que

estos procesos determinan en gran medida el potencial de detección de los sitios registrados;

seguramente existen numerosos sitios en espacios con baja visibilidad donde el registro arqueológico

no muestra perturbaciones notorias. Han sido documentados casos con estas características, pero sin

dudas en mucha menor proporción que sitios afectados de un modo u otro por procesos que exponen

materiales o sedimentos arqueológicamente fértiles.

Figura 4: alteraciones originadas por animales sobre sitios arqueológicos. Izq: cuevas de roedores, localidad

Cabo Peñas. Der: camino originado por el pisoteo de animales.

Figura 5: alteraciones naturales vinculadas a la dinámica ambiental. Izq: deflación eólica, localidad Punta María.

Der: retroceso de barranco costero, localidad El Vasco.

Declaradas de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Presidencia de la Nación, Resolución Nº 2557/12

207

Por otra parte los agentes de perturbación antrópica, si bien menos numerosos, en general

resultan mucho más graves, afectando un total de 76 emplazamientos (27%). Entre las causas más

comunes se registraron la construcción de caminos, el tránsito de cuatriciclos y acciones derivadas de

actividades recreativas como la pesca, campamentos, fogones y hasta el “huaqueo” o destrucción

intencional (Figura 6). Aunque esto último no es muy frecuente, se han detectado varios sitios con

evidencias alteraciones, en algunos casos recientes.

Figura 6: alteración de origen antrópica. Izq: material extraído de la lente de conchero visible en el perfil,

localidad Punta Torcida. Der: pozo practicado sobre sitio arqueológico, localidad Cabo Colorado.

La valoración del nivel de riesgo antrópico o natural al que estaban expuestos los sitios fue

otra de las variables consignadas, la cual se efectuó a partir de la evaluación contextual de los

diversos agentes que, a futuro, podrían amenazar la integridad del registro. Tanto el riesgo natural

como el cultural fue graduado en tres niveles: Alto, Medio y Bajo (Tabla 1) Combinando ambos

criterios, 11 casos (3,8%) presentan estimación de alto riesgo tanto por causas antrópicas como

naturales, lo que los posiciona como firmes candidatos a la realización de próximas acciones de

registro detallado y excavación, a fin de prevenir la pérdida de información.

Riesgo cultural Riesgo natural

N % N %

Alto 72 25,26 80 28,07

Medio 31 10,88 102 35,79

Bajo 169 59,30 89 31,23

No determinado 13 4,56 14 4,91

Total 285 100,00 285 100,00

Tabla 1: riesgo de destrucción antrópica y/o natural estimado para los sitios y concentraciones registradas por el

PACA.

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De los 285 registros de localizaciones arqueológicas, 110 fueron determinados como

concentraciones y 175 como sitios (sensu Borrero et al 1992), entre estos últimos son comunes los

“concheros” (depósitos conformados por acumulaciones de valvas de moluscos), habiéndose

registrado un total de 112 casos, algunos con varias acumulaciones discretas. Estos concheros

presentan variabilidad en formas y tamaños, desde pequeñas acumulaciones en forma de lentes de

pocos centímetros de potencia a grandes domos de hasta 8 metros de diámetro y con potencias

estimadas que superan el metro (Figura 7). También presentan amplia variabilidad en relación a su

agregación; se observan pequeños depósitos aislados y agrupaciones de hasta una docena de

domos. En cuanto a la posición estratigráfica de los sitios y concentraciones, 103 de ellos se

registraron en superficie, 131 en estratigrafía y 40 presentan restos tanto en posición estratigráfica

como superficial. En general los sitios son de poca extensión, dominando los determinados dentro del

rango más pequeño y a medida que aumentan el rango de tamaño, disminuye la frecuencia (Tabla 2).

Figura

7: variabilidad en formas y tamaños de sitios registrados. Izq: gran acumulación en forma de domo, localidad

Cabo San Vicente. Der: lente de valvas y material arqueológico distinguible en perfil, localidad Cabo Leticia.

Superficie estimada N %

1 a 25 m2 135 47,37

25 a 100 m2 69 24,21

100 a 500 m2 24 8,42

500 a 2500 m2 12 4,21

> a 2500 m2 9 3,16

n/d 36 12,63

Total 285 100,00

Tabla 2: distribución de tamaños de sitios y concentraciones registrados (n/d: no determinada).

Todas las localidades prospectadas contienen vestigios arqueológicos de algún tipo y su

densidad puede considerarse en general alta. Si bien los hallazgos aislados responden a una

distribución relativamente homogénea en muchos segmentos de la costa, las otras categorías de

Declaradas de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Presidencia de la Nación, Resolución Nº 2557/12

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registro (sitios y concentraciones) se agrupan con mayor densidad en determinados puntos del

paisaje y, por ende, con un potencial de pérdida patrimonial muy alto frente a cualquier tipo de acción

u obra que modifique el paisaje. Concentraciones de yacimientos como las detectadas en algunos

sectores de localidades como Punta María, Punta Torcida, Cabo Colorado, Playa La Barca o Bahía

Thetis, entre otras, pueden considerarse zonas de alto riesgo, por el sólo hecho de la densidad de

sitios que poseen. Asimismo, estas agregaciones sugieren un patrón de cierta redundancia

ocupacional, en contraste con segmentos de costa donde la señal arqueológica es claramente más

débil. Este patrón se expresa tanto en la cantidad de sitios registrados, como en sus características,

habiéndose documentado agrupaciones de yacimientos -principalmente aquellos que contienen

acumulaciones de concheros- de gran potencia, con claras evidencia de superposición de

ocupaciones en un mismo punto del paisaje.

Información etnográfica

Hacia tiempos recientes el norte, centro y este de la Isla Grande de Tierra del Fuego estaba

habitada por poblaciones de cazadores-recolectores pedestres, de filiación Selk´nam y Haush. Se

cuenta con fuentes escritas de diversos orígenes: cronistas, viajeros, religiosos, etnógrafos, entre

otros, que aportan descripciones sobre diversos aspectos de sus culturas. En términos generales se

organizaban en pequeños grupos, formados por unas pocas familias, que se trasladaban

asiduamente de un lugar a otro, generando un patrón de alta movilidad y una baja permanencia de

los campamentos establecidos en diferentes puntos del paisaje. La caza, fue sin duda la base de la

alimentación, y el guanaco constituía la presa más importante, tanto por su carne como por su piel,

que se utilizaba para la vestimenta. A su vez la dieta se completaba con la cacería de aves, roedores,

lobos marinos y la recolección de moluscos y frutos silvestres. El arma principal con que contaban fue

el arco y la flecha (Figura 8).

Los Selk´nam, al igual que muchas otras culturas cazadoras recolectoras, explicaban su

presencia en el mundo a través de mitos. Narraban además de la creación de los hombres, la

formación de rasgos topográficos salientes, el origen de los animales y las plantas, de las estrellas,

las nubes así como de los distintos vientos. Los relatos mitológicos dan cuenta sobre las divisiones en

el territorio y aportan datos de suma importancia en relación a la subsistencia del grupo. “Los relatos

son una forma de entender y describir el mundo en relación al accionar humano. Es una forma de

unir lugares, paisajes, acciones, eventos y experiencias como síntesis de un fenómeno heterogéneo”

(Tilley 1994:32, traducción de los autores). En este sentido, la mera existencia de un mito de origen

para un espacio particular demuestra que ese espacio era referenciado y la carga simbólica denota su

relevancia, ya sea en términos económicos, religiosos o sociales.

En estos mitos pueden manifestarse aspectos vinculados a las nociones de territorialidad,

fuertemente arraigada entre estos grupos. Los individuos de un territorio familiar o haruwen podían

disponer libremente de los recursos que existían en su interior y sus límites eran respetados

celosamente, aunque a menudo existían circunstancias en las cuales estas pautas territoriales se

Declaradas de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Presidencia de la Nación, Resolución Nº 2557/12

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flexibilizaban, por ejemplo en ocasiones como los varamientos de cetáceos, la caza colectiva de aves,

ciertas reuniones y ceremonias, como Kuash-ketin, el Hain, competencias deportivas o en casos de

duelo (Gusinde 1982, Chapman 1986, Bridges 2000).

Figura 8: fotografías etnográficas de grupos Selk´nam, tomadas por Charles Furlong en 1908.

Particularmente los vínculos entre los individuos y su lugar de pertenencia pueden

observarse en dos mitos fundacionales del orden territorial:

• La batalla entre el norte y el sur

• La división del territorio en haruwens

El primer ejemplo expone rivalidades y diferencias entre los Selk´nam del norte y los del sur,

parcialidades divididas por el río Grande, las cuales se ponen de manifiesto en las descripciones

etnográficas más remarcables (Gusinde1982).

El segundo ejemplo, la división de haruwens explica el carácter de “orden necesario” que

conlleva esta división y ciertas características particulares de cada territorio. Según Gusinde el

territorio Selk´nam estaba dividido en 39 haruwens, 19 de los cuales se ubican en la costa atlántica

(Figura 9).

Declaradas de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Presidencia de la Nación, Resolución Nº 2557/12

211

Figura 9: mapa de distribución de haruwens, tomado de Gusinde (1982).

Al analizar los relatos mitológicos Selk´nam encontramos referencias claras a la presencia

de determinados rasgos o características de una región y muchos de esos pueden localizarse en el

terreno. Un ejemplo claro es la historia de la “firestone” de Cáskels, un gigante que tenía una piedra

que generaba chispas con la que encendía el fuego rápidamente. Según el mito la piedra provenía de

una sierra cercana a Caleta Irigoyen. Los Selk´nam conocían esa sierra con el nombre de Cáskels.

En la zona de Caleta Irigoyen, entre los ríos Láinez y Vasco, al sur del cabo San Pablo, fue registrada

una cantidad inusual de pirita (Juan Ponce –geólogo-, com. pers. 2007), piedra que por su alto

contenido de hierro tiene la propiedad de producir chispas al ser golpeada y que es usada en muchos

ejemplos etnográficos para encender fuego.

Asimismo, Federico -un informante de Anne Chapman- al referir a la celebración de un

kuash-ketin en la bahía San Sebastián menciona que “Los habitantes de un haruwen del norte,

famoso por la piedra para alisar astiles, ofrecieron esa piedra” Chapman (1986:63). Numerosos

alisadores –arqueológicos y etnográficos – de los que tenemos conocimiento han sido

manufacturados sobre la toba riolítica identificada en las inmediaciones del chorrillo Miraflores, norte

de Tierra del Fuego, Chile (Borrazzo et al. 2010; Prieto et al. 2004). Por otra parte, Lovisato observó

hacia 1883 que para alisar astiles los fueguinos se servían de una “toba roja o un tipo de piedra

pómez” (en Hyades y Deniker 2008:103). La materia prima del alisador de astiles que llevaba Capelo

– nativo procedente de bahía Tethis - en una bolsa de cuero de guanaco en el momento de su

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muerte, fue descrita por Outes (1906: 295) del siguiente modo: “Se trata de un fragmento oval de

asperón, ligeramente amarillo-rogizo (…)”.

Estos ejemplos se ajustan a lo planteado por Tilley: “algunos lugares son expresiones

visibles y tangibles de segmentos de los mitos contados en los relatos o canciones. Esos mitos no

sólo hablan de las actividades de los ancestros, también guardan información sobre lugares vitales

para la subsistencia del grupo, como la localización de fuentes de agua y otras características del

medioambiente relacionadas con su explotación económica” (Tilley 1994:43, traducción de los

autores). De modo que las narraciones pueden ser una herramienta muy útil para hacer visibles

ciertas características del paisaje que a priori no llaman la atención del arqueólogo; pero que

revistieron importancia para grupos con economía cazadora y recolectora en el desarrollo de sus

actividades de subsistencia, entre otras.

En este sentido, la descripción mitológica para la distribución de la tierra en haruwens

explica, además de la organización socio-política del grupo, aspectos vinculados a los distintos

sectores (topografía, recursos, exposición a fenómenos climatológicos, etc.). Los aspectos

fisiográficos del territorio se ponen de manifiesto en la naturaleza de los hechos narrados en cada

mito o en las características de los individuos que encarnarán el rol de “propietario” de los distintos

haruwen. Estos seres son caracterizados como personas, pero al morir encarnarán distintos animales

o accidentes geográficos (como acantilados o cadenas montañosas) (Tabla 3).

Un ejemplo puede encontrarse en la explicación del origen del haruwen Masaks, que fue

otorgado a Oixalá, un hombre poderoso y bondadoso, que protegía a la gente del antes mencionado

Cáskels, su propio pariente. Según el relato, al morir Oixalá se convirtió en una cadena montañosa

cerca de la caleta Policarpo. “Aun pueden verse los huesos de muchas ballenas que hizo varar allí.

Justamente por eso le fue dado este territorio, por su fuerza que le permitía sacar ballenas del mar”

(Wilbert 1975: 66-67). Este y otros ejemplos similares invitan a la exploración en el terreno en

búsqueda de evidencias significativas, por ejemplo las frecuencias de huesos de cetáceo en las

playas de la caleta, y sugieren cómo un mito puede advertir sobre disponibilidad de recursos. Por otro

lado, dada la significación de los varamientos de cetáceos entre los Selk´nam, auspiciando la reunión

de grupos provenientes de distintos sectores, generando incluso las condiciones necesarias para la

celebración de ceremonias importantes, como el Hain, es remarcable la información que aporta este

relato, apuntando un sector de la costa con reincidencia de eventos de varamiento.

Nombre del haruwen

Propietario

Referencia

Koser Wasar Probablemente relativo a Was: el gran zorro (Canis magellanicus)

Elk Elkotélen Hombre pequeño, dotado de un miembro excepcionalmente grande.

Wai Nósten Kasen Semkol Un famoso shaman

Hosi Cánem Esencia del poder de matar que tiene un shaman, la cual es

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enviada hacia sus victimas

Saipoot Tálamsos Era un hombre muy valiente, pero murió en la primer guerra

Nakenk Soikáten El calamar, Loligo subulata

Saremsos Anakláuin El halcón, Circus cinereus

Awa Kótkolen El cisne, Cygnus melanocoryphus

Lolek Kax Águila calva, Buteo poliosomus

Kal Cénuke Poderoso shaman que oprimió cruelmente a la gente. Al morir se convirtió en estrella.

Kaukecen Póta Gran gaviota

Teis Ksamenk El delfín grande

Lasems Keyaisk Cormorán, Phalacrocorax atriceps

Malkac Tamkesaiston Probablemente relativo a Tamhken (Fissurella sp.)

Masaks Oixála Un hombre poderoso y bondadoso, protector de la gente.

Sako Kaper Albatros, Diomedea exulans

Omakas Koriken Bandurria, Theristicus melanopis

Yaiuwa Ascix Inventor de la guerra

Tabla 3: haruwens ubicados en la costa atlántica. Nombre y “propietario”, tomado de Wilbert 1975.

Otro caso interesante lo constituye el paraje conocido con el nombre de Shaiwaal. En

términos geológicos se trata de un afloramiento de unos 7 km de largo ubicado entre el cabo

Viamonte y la desembocadura del río Ewan, corresponde a una paleoplaya marina datada hacia el

Pleistoceno medio (Bujalesky e Isla 2006). Dicha formación, paralela a la costa actual (Figura 10),

está compuesta por gravas y arenas gruesas y su particularidad reside en que a lo largo de su

extensión no se encuentra colonizada por bosque, lo que constituye un extenso corredor libre de

árboles (Figura 11). Su nombre deriva de la lengua Haush y su significado es “el camino de Shai”.

Acerca de su origen una leyenda relata que un experto cazador, conocido por su extraordinaria

fuerza, aunque extremadamente gordo, llamado Shai, era despreciado por un veloz corredor de un

grupo vecino. Shai, a fin de ponerlo en su lugar lo desafía a disputar una carrera, lo que generó la

burla de los miembros de ambos grupos. Un día antes del convenido para celebrar la competencia,

Shai despejó un largo corredor de bosque que desembocaba en la línea de llegada: Najmishk. Así fue

que Shai corriendo por el sendero despejado logró vencer cómodamente a su oponente para la

sorpresa de todos (Bridges 2000:431).

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Figura 10: Shaiwall: imagen satelital donde se aprecia la posición y extensión de la paleoplaya libre de arboles.

11: imagen tomada dentro del “corredor” del Shaiwaal.

Figura

En la medida en que sea posible reunir este tipo de referencias –como los relatos mitológicos– y todo

aquel rasgo que pueda vincular características del entorno natural en el cual vivieron estos grupos, tal

es el caso de los topónimos de los rasgos más salientes de la geomorfología y sus significados (Tabla

4), será posible rescatar datos e información que nos remita a la experiencia del grupo en los distintos

lugares.

nombre nombre original

Significado/derivación

raíz

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Mar Argentino Korn Selk´nam

Estrecho de Magallanes

Hatélili-Caln "Caln": angosto o estrecho Selk´nam

Hatélili-Hastrr "Asterr": canal Selk´nam

Cabo Espíritu Santo

Jolwenor punta antigua Selk´nam

Xoiwenor punta de la avutarda colorada Selk´nam

Kcharn Verde Selk´nam

Serranías de San Sebastián Karjei-I (zriejei "Karjé": dar o cambiar Selk´nam

Península El Páramo

Kolmen "Komen": almohada y "Kolsmen": abrazar Selk´nam

Tolxkonskton "Ton": extenso, "Tolx": grava, "Onnen": tener o poseer

Selk´nam

Bahía San Sebastián

Atlsamká lugar en que abunda la pintura blanca. "Atl": pintura y "Samelk": blanca

Selk´nam

Ko:tiken "Ko: ten": collar de huesos y "Kennen": traer Selk´nam

Cabo San Sebastián

Kolenken gaviota grande. Deriva de "Kolen" y "Kaken" Selk´nam

Jarror punta de roca. Deriva de "Jarr" y "Orr Selk´nam

Punta Sinaí

Iartown roca grande o lejana, "Iar": roca y "Town": lejana

Selk´nam

Hoiken punta grande, deriva de "Hóiken": Kolien y Axen

Selk´nam

Hoikoxer tierra elevada que entra en el mar, "Koien": grande o alto y "Kox": mar

Selk´nam

Río Chico o Carmen Sylva Uarrs "Warren": correr Selk´nam

Cabo Domingo

Iarken pedregoso."Iarto", "iar": piedra o roca y "To: o": grande."Jarken"."Kem", ubres

Selk´nam

Cerro de la Laguna (Teetho) Teetho o Teetko

"te: to": lechucita de las vizcacheras

Selk´nam

Río Grande

Jorroskol "Horro" u "Orron": róbalo, así también: Horha o Xorr. “Ovoskl”, “Orroskl”

Selk´nam

Cabo Peñas

Oijei lugar de pesca Haush

Amiskn nombre de los bloques caídos a los pies del cabo, "Ams": abajo

Selk´nam

Punta María

Jasquet o Jasket

cuchillo. "Jas": punta y "Aluske-Ecket" cuchillo

Haush

Arrupen avutarda hembra, deriva de "Arro:wen" Haush

Koipei "Koi": punta y "Peí": cuchillo Selk´nam

TalArrspi "Tal": punta y de "Arspi": vieja Haush

Río Fuego Okeis Juntos Selk´nam

Laguna de Chaipot Shaipot o Chafpot

Selk´nam

Loma de Tausen Tausen "Tausis": no trabajar Selk´nam

Loma de Kaitesh Kaites "Káiten": resbalar Selk´nam

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Cabo Viamonte Kaitr Selk´nam

Shaiwaal Shaiwaal Camino de Shai Haush

Loma de Nakmeish Nakmeis Selk´nam

Río y cabo Ewan Ewan mirador u "observatorio" Selk´nam

Loma Tijnolsh Tixnols "Texen": pecho y "Nol": mal Selk´nam

Cabo Santa Inés

Shilan halcón. Deriva de "Selen" Haush

Tansenk "Kanen": matar y "Senk": honda Selk´nam

Roca Champion Tuckmay o Tokmai

"Tok": roca, piedra y "Mainék": negro o sucio

Selk´nam

Cabo del Medio Koipey o Howen

cuchillo (ambas)

Haush

Cabo San Pablo Tehis "Tehes": paleta u omóplato Selk´nam

Río Azara Kal Lengua Selk´nam

Cabo Irigoyen Ta: I Escalera Selk´nam

Río Irigoyen Onkon "Onk": extranjero y "O: on": diadema Haush

Cabo Malengüena, Malktes Costado Haush

Cabo Leticia Táuhanek "Tau": no y de "Anik": zurdo Selk´nam

Cerro Bilbao Taukank "Tau": espinazo y de "Kank": cortar Selk´nam

Caleta Falsa Nasems "Na": este y de "Semps": barranco Selk´nam

Cabo San Vicente Ojwolp Selk´nam

Bahía Thetis Tastes incendio; deriva de Ta:ten o Tates Haush

Cabo San Diego

Klawelk memoria o recuerdo afortunado, "Kléwel": afortunado y "Klávele"

Haush

Isla de los Estados

Jajus "Jai": región y "Usank": frío Haush

Jaiwesen "Wesem": preparar, construir y "Jai": gruta Haush

KoinHarri cordillera de las raíces Selk´nam

Tabla 4: Toponimia originaria para la Costa Atlántica, datos tomados del Registro de Topónimos de Tierra del

Fuego, Antártida e islas del Atlántico Sur.

La información proveniente de fuentes etnográficas y los datos referidos a la toponimia local

aportan otro matiz desde donde contemplar el paisaje cultural de la costa atlántica fueguina. Si bien

no pretendemos trasladar las características descriptas para tiempos etnográfico al registro

arqueológico, en esta contribución se han empleado estas fuentes como un camino para

conceptualizar el paisaje, ciertas características de cada sector y sus significaciones a partir del

conocimiento de los mitos y topónimos recopilados. Esta información compone un corpus de

patrimonio intangible cuyo valor se incrementa al comprender y reconocer la capacidad de aportar

una mirada diferente –contada desde actores diferentes- en el estudio de los paisajes culturales.

Declaradas de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Presidencia de la Nación, Resolución Nº 2557/12

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Los paisajes fósiles

En todo el mundo los grupos cazadores recolectores tienen mitos para explicar la formación

del relieve actual (Tilley 1994; Morphy 1995; Taçon 1999; Santos-Granero 2004). Sobre todo de las

formas más salientes o visibles. Santos-Granero (2004) plantea la idea de que ciertos grupos

escriben su historia en el paisaje. Para ello define lo que llama “escritura topográfica”, según él

“basada en la existencia de topogramas y topógrafos (…), elementos del paisaje que en forma

individual o interrelacionada están imbuidos de significado histórico. Estos elementos del paisaje

actúan como mecanismos mnemónicos o memorísticos que permiten recordar eventos y procesos

históricos, particularmente aquellos en los que la dimensión espacial es central” (Santos-Granero

2004:189-190).

En un ejemplo australiano expuesto por Taçon, los rituales y ceremonias más importantes

se desarrollan en este tipo de emplazamientos, referidos en la bibliografía como natural places (por

no tener modificación humana) o bien como sacred places (por su significación, por establecerse una

fuerte conexión con ellos). Según este autor, “cuando una práctica se continua en la misma

localización a través de muchas generaciones, ese espacio y los alrededores se vuelve cada vez más

cargando simbólicamente, modelado y contextualizado” (Taçon 1999:41, traducción de los autores).

En este sentido, siguiendo a Tilley, “si las historias son vinculadas con prácticas espaciales

regularmente repetidas se vuelven mutuamente sustentados, y cuando una historia se “sedimenta” en

el paisaje, la historia y el lugar se construyen y reproducen dialécticamente. Los lugares ayudan a

contar las historias que están asociadas a ellos y los lugares solo existen (como lo nombran los

locales) en virtud de su rol en la narrativa. Los lugares, como las personas, tienen sus biografías ya

que están formados, usados y transformados en relación a las prácticas” (Tilley1994:33, traducción de

los autores).

La significación cargada en el paisaje o en determinados rasgos del mismo, pasan a través

de las generaciones usando como vía todos aquellos mecanismos que los distintos grupos tienen

para preservar su memoria y exaltar su identidad. Taçon al analizar la significación del paisaje en

grupos sin escritura, busca “ciertos paisajes físicos que compartan rasgos comunes que los haga

especiales, sagrados o sublimes, más allá del background cultural” (Taçon 1999:34, traducción de los

autores). El mismo autor plantea una suerte de generalización cuando propone que “en áreas del

mundo donde está disponible la información etnográfica o histórica sabemos que ciertos rasgos del

paisaje evocan respuestas comunes en los seres humanos sentimientos de veneración, poder,

majestuosa belleza, respeto” (Taçon 1999:36-37, traducción de los autores). Esos sentimientos se

darían como respuesta a 4 tipos de lugares:

a- importantes formaciones naturales, como cadenas montañosas, volcanes, cañones o

gargantas

b- en cambios particulares en la geología, hidrografía y vegetación, o una combinación de las

tres, como cambios bruscos en relieve, cascadas, allí donde el bosque se encuentra con otro

tipo de vegetación

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218

c- donde hay un rasgo inusual del paisaje, como un pico prominente, una cueva o un hoyo en el

suelo

d- lugares que proveen vistas panorámicas y variados rasgos del paisaje (Taçon 1999).

Es posible emplear el caso fueguino para ejemplificar la situación desarrollada por Taçon y

otros autores. La variabilidad geomorfológica y ambiental del litoral atlántico ofrece configuraciones

paisajísticas acordes a las categorizaciones propuestas, en referencia a las cuales las fuentes

etnográficas aportan ricas narraciones. Por otra parte, a partir de la evidencia arqueológica recabada

comienzan a manifestarse tendencias a la recurrencia ocupacional en determinados puntos del

paisaje, así como otros espacios con escasa señal, si bien la exploración arqueológica de la franja

costera en muchos sectores se encuentra en una etapa preliminar.

Perspectivas de conservación

Partimos de la concepción del patrimonio arqueológico “como aquel que está constituido por

todos los restos materiales de culturas del pasado que puedan ser estudiados mediante metodología

arqueológica, así como la información que se obtenga de dichas investigaciones” (Endere 2000:40).

En este sentido, proteger este patrimonio implica no sólo preservar los bienes que puedan

conservarse, sino también identificar y registrar en un banco de datos aquellos que potencialmente

corran peligro de destrucción, lo que se constituyó en el principal objetivo del PACA.

El registro arqueológico costero de Tierra del Fuego incluye una importante variabilidad de

tipos de yacimientos, que se expresa tanto en cronologías diversas, tipos (estratificados o

superficiales, concheros, enterratorios), condiciones de emplazamiento, etc. Esta variabilidad de

condiciones implica, a su vez, una diversidad igualmente amplia en cuanto a potenciales problemas

de conservación que podrían afectar los sitios. Situaciones similares han sido puestas de manifiesto

en diversos espacios costeros de la Patagonia (ver Caracotche y Ladrón de Guevara 2006). El

incremento de la actividad turística que está experimentando Tierra del Fuego, sumado a la incidencia

cada vez mayor que opera en el paisaje el accionar de las compañías petroleras y forestales, ponen

en riesgo la preservación del patrimonio cultural. La costa atlántica no escapa a este problema y

dadas sus particularidades es uno de los espacios de la isla donde es esperable hallar una importante

concentración de yacimientos arqueológicos. La falta de información sistemática de ese registro

atenta contra las potenciales medidas de preservación.

Diversos casos de destrucción del patrimonio histórico-arqueológico en Tierra del Fuego

pueden citarse como antecedentes importantes y por supuesto irreversibles: Puerto Almanza en el

canal Beagle, a causa del desarrollo urbano, a semejanza de las costas de bahía Ushuaia y bahía

Golondrina (en el ejido urbano de Ushuaia) y algunos sectores en el área de bahía San Sebastián o al

norte de ésta, como es el caso de Cañadón Beta y Alfa, resultado de la explotación petrolera. Esta

perturbación o pérdida masiva de yacimientos e infinidad de otras evidencias puntuales se deben

fundamentalmente a la ausencia de previsión y datos precisos sobre la existencia de estos bienes. La

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detección temprana de los yacimientos es la mejor y más potente herramienta de preservación de

nuestro patrimonio histórico y arqueológico. En tal sentido, este trabajo, así como los desarrollados

recientemente en el marco del PACA (Vázquez et al. 2010), reúnen información que se espera sea de

valor a la hora de diseñar planes de manejo para el área, en los cuales se incluyan los componentes

patrimoniales, previniendo con ello su destrucción.

Las evidencias disponibles hasta el momento ponen de manifiesto la riqueza arqueológica

del litoral atlántico fueguino como un conjunto de bienes públicos que deben ser protegidos. Sin

embargo, la ausencia de políticas de conservación y de programas de investigación regional y en

algunos casos el deficiente estado de conservación, plantean una situación en la que deben

comprometerse distintos actores para asegurar la supervivencia y puesta en valor de este bien

común.

Consideraciones finales

Tanto el registro arqueológico como la información etnográfica aportan una serie de

reflexiones sobre la construcción del paisaje por parte de las poblaciones originarias que habitaron la

costa atlántica fueguina. Es evidente que la escala temporal y los procesos de formación de ambos

registros son netamente diferentes; pero constituyen caminos paralelos que permiten abordar la

relación entre los seres humanos y su entorno.

La información arqueológica recabada hasta la fecha, aunque aún es fragmentaria, muestra

una construcción heterogénea del paisaje que se manifiesta en la variabilidad de sitios y en su

distribución en el espacio (lentes de conchal versus domos de diferentes tamaños y espesor, sectores

con alta densidad de hallazgos versus sectores sin señal arqueológica notable). Esta materialidad

actual probablemente se vincule con distintas estrategias en el uso de los recursos y del espacio, que

pudieron a su vez experimentar cambios a nivel temporal.

Por otra parte, los datos etnográficos reflejan también que el territorio costero tenía una

identidad reconocida por sus habitantes en mitos y toponimias que señalan una jerarquización y

diferenciación interna de los espacios. El análisis de cada uno de estos registros en forma individual

en primera instancia, y en forma complementaria posteriormente, nos permitirán acercarnos a los

paisajes arqueológicos. Sin dudas este escenario constituye un punto de partida promisorio para

profundizar investigaciones futuras y reafirmar el valor patrimonial del registro de la costa atlántica

fueguina.

La suma de las tareas sintetizadas al comienzo de este trabajo y las del PACA nos permiten

disponer de una cobertura relativamente buena de la costa oriental fueguina. Esta cobertura atraviesa

las principales zonas ambientes actualmente distinguibles. Algunos de estos resultados, junto al rico

panorama paleoecológico disponible, que no hemos podido desarrollar en esta ocasión (Heusser

2003, Rabassa 2008, Bujalesky-Isla 2008), entrega materiales que podrán transformarse en

estimaciones de la distribución e inserción ambiental del registro arqueológico en distintos momentos

Declaradas de interés cultural por el Ministerio de Cultura de la Presidencia de la Nación, Resolución Nº 2557/12

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del pasado reciente. En función de los criterios que deberán privilegiarse, tales como posición de la

línea de costa, límites del bosque, etc., servirán para delinear algunos cortes temporales de las

variables dinámicas paisajísticas de este sector de la Isla Grande.

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