Las coaliciones políticas en el espacio subnacional: los casos del Frente Progresista Cívico y...

27
Universidad Nacional de Entre Ríos Facultad de Trabajo Social Sistemas Políticos Comparados “El sistema electoral y las coaliciones políticas a escala subnacional. Los casos del Nuevo Espacio Entrerriano (NEE) y el Frente Progresista Cívico y Social (FPCyS)” Gómez, Maximiliano Polito, Mariana 31 de octubre de 2011

Transcript of Las coaliciones políticas en el espacio subnacional: los casos del Frente Progresista Cívico y...

Universidad Nacional de Entre Ríos

Facultad de Trabajo Social

Sistemas Políticos Comparados

“El sistema electoral y las coalicionespolíticas a escala subnacional.

Los casos del Nuevo Espacio Entrerriano(NEE) y el Frente Progresista Cívico y

Social (FPCyS)”

Gómez, MaximilianoPolito, Mariana

31 de octubre de 2011

1. Introducción

En el siguiente apartado, nos abocaremos a estudiar el sistema

electoral en el nivel subnacional en relación con el contexto

donde funcionan y su vinculación con la conformación de

coaliciones electorales emergentes en Entre Ríos y Santa Fe,

provincias con raíces históricas y culturales comunes y

fuertemente vinculadas entre sí a través de su sistema económico

y productivo, pero con particularidades propias en el ámbito

político. En particular, pondremos el foco en la constitución de

fuerzas políticas por fuera de las estructuras tradicionales del

PJ y la UCR -más allá de que éstas o fracciones de éstas, se

encuentren contenidas hacia el interior de estas alianzas-.

Pensamos que es de suma importancia abordar cómo las

instituciones del sistema electoral facilitaron u obstaculizaron

las nuevas alternativas de representación.

Nuestra hipótesis es que las instituciones electorales efectivamente importan.

“Los efectos de los sistemas electorales son dependientes del

contexto donde operan, y por consiguiente, hay que investigarlos

en relación con condiciones sociales concretas (…) este

requerimiento básico de discutir los sistemas electorales tomando

sus respectivos contextos se torna irrenunciable cuando se

estudian los efectos de los sistemas electorales sobre aquellos

fenómenos políticos que evidentemente sólo pueden explicarse de

forma multi-causal” (Krenerich y Laug, 1995: 72). De hecho, en

las últimas décadas ha crecido el número de estudios que abordan

2

las características de los sistemas electorales en general, y los

latinoamericanos en particular, motivo por el cual aprovecharemos

para examinar con detenimiento cómo las reglas de juego que

distribuyen el poder y las cuotas de representación, inciden

efectivamente sobre la conformación de coaliciones electorales en

el ámbito subnacional.

En cuanto a la dimensión temporal, en ambos casos nos

concentraremos en el período posterior al 2001, trabajando en un

plano sincrónico. No evitaremos hacer referencia a aquellos

aspectos más estructurales que han definido la política de los

partidos y el sistema electoral en ambas provincias desde el

retorno de la democracia. Las unidades de análisis pertenecen a

un mismo período (posterior a la crisis política y económica del

año 2001) y son contemporáneas, mientras que el alcance del nivel

de la comparación es subnacional, tratándose de un estudio binario

por tratarse de dos casos de un mismo país (la República

Argentina).

2. Partidos políticos y sistemas electorales desde un enfoqueteórico

En los últimos años, hemos asistido en Argentina a una fuerte

transformación del sistema de partidos a nivel nacional con la

crisis del bipartidismo clásico1 (Sartori, 1992) y la reformulación

de la dinámica interpartidaria hacia el interior del espacio1 Entendemos por bipartidismo al sistema donde dos partidos están en condicionesde competir por la mayoría absoluta de los votos y tienden a alternarse en elpoder sucesivamente.

3

subnacional (Calvo y Escolar 2005; Calvo y Abal Medina 2001;

Leiras 2007). De hecho, sabemos que la creciente fragmentación y

la fuerte volatilidad del sistema de partidos tienen componentes

partidarios y territoriales, y que muchos de ellos están

íntimamente vinculados con las características de los sistemas

electorales vigentes (Minvielle y otros, 2005).

La evolución del sistema partidario argentino en los últimos

veinte años ofrece señales del malestar en y con los partidos e

incluso análisis recientes destacan que los partidos han perdido

arraigo social y disciplina interna (Abal Medina y Suárez Cao,

2002).

En este marco, el surgimiento de terceras fuerzas en el ámbito

subnacional y la conformación de coaliciones entre partidos

relevantes2 (Sartori, 1988) surge como un elemento destacado para

la política comparada, que permite generar un análisis en torno a

las posibilidades de lograr un grado de institucionalización

importante.

Para ello, utilizaremos el concepto de sistema electoral como “…el

principio de representación que subyace al procedimiento técnico

de la elección y al procedimiento mismo por el cual los electores

expresan su voluntad política en votos que se convierten en

escaños o poder público. Lo que se determina a través de un

sistema electoral es la cuestión relacionada con la

representación política, el principio que la definirá –principio

2 Sartori (1988) considera partidos relevantes a aquellos con capacidad de chantaje o veto y con capacidad de formar una coalición de gobierno. Ambas características se ajustan a los casos que estamos analizando.

4

mayoritario o proporcional- y entre la variedad de las diversas

técnicas disponibles para alcanzar uno de los principios, el

procedimiento a aplicar” (Nohlen, 1991:2).

En este sentido, el primer teórico que sistematizó ideas y

elaboró hipótesis sobre tal interacción fue el francés Maurice

Duverger (1964), quien señaló que existe una relación causal

perfectamente discernible entre los sistemas electorales y los

sistemas de partidos, siendo aquellos la variable independiente y

éstos la dependiente. Es decir, determinados sistemas electorales

son responsables de determinadas configuraciones en los sistemas

de partidos.

Nosotros consideramos, al igual que Krenerich y Laug (1995) que

los sistemas electorales no son inocentes ni neutrales y juegan

un papel determinante en la negociación dentro la arena política,

jugando un rol que no se limita a un aspecto sociotécnico.

Entendemos que “…la importancia de estudiar las instituciones,

como en este caso los sistemas electorales, radica en que las

mismas conforman el tablero de juego con reglas ordenadoras de la

vida política y social que estimulan -o desalientan- determinados

procesos y comportamientos en desmedro de otros” (Abal Medina y

Suárez Cao, 2003: 1).

2.1 Los presidencialismos provinciales

Las provincias argentinas han adoptado instituciones locales

concebidas a la luz del diseño presidencialista norteamericano

establecido por la Constitución Nacional sancionada en 1853,

5

dando lugar a auténticos presidencialismos provinciales (Carrizo y

Galván, 2006). Se observa así cómo algunas provincias argentinas

se aproximan al modelo presidencialista mayoritario; mientras otras

han atenuado tal sesgo mediante la introducción de reglas

proporcionales, distritos grandes y bajos umbrales electorales,

por lo cual adoptan un diseño presidencialista del tipo más

consensual. Observamos así que las provincias argentinas tienen

instituciones electorales con sesgos mayoritarios de muy

diferente magnitud (Calvo y Escolar, 2005).

Tanto en Entre Ríos como Santa Fe el sistema electoral para la

elección de gobernador, diputados, senadores e intendentes podría

definirse como mayoritario, es decir que, conforme a la legislación

vigente se accede a los cargos ejecutivos por simple pluralidad

de sufragios (la gobernación y cualquier intendencia pueden

ganarse por un voto), al igual que las senadurías departamentales

(que se eligen en circunscripciones uninominales). A su vez, la

composición de la Cámara de Diputados debe ser proporcional

(según lo indica la Constitución Provincial en la denominada

cláusula de gobernabilidad), pero reconociendo la mayoría en la

distribución de bancas para el partido que obtenga la mayor

cantidad de votos. Es decir, quien gana las elecciones se queda

con la mitad más uno de las bancas y el resto se distribuye

proporcionalmente a través del sistema D’Hont entre las minorías.

De esta manera, tanto el Ejecutivo como el Legislativo son

electos en forma separada con el objetivo de constituir dos

poderes con igual legitimidad (popular-electoral) con la

6

capacidad de controlarse mutuamente y favorecer el equilibrio

(Alles, 2005). Según la literatura especializada, cuando estas

elecciones se realizan en forma simultánea el proceso electoral

tiende a centralizarse en las principales candidaturas que

disputan el poder Ejecutivo (Carey 2006; Molina 2001; Shugart y

Carey 1992). En consecuencia, se produce un traslado de las

preferencias electorales ejecutivas hacia las legislativas.

Para Juan Linz (1997), estos regímenes poseen dos rasgos

esenciales: la legitimidad democrática dual y la rigidez. El

primero de ellos refiere al hecho de que, en razón de haber sido

electos en elecciones distintas, tanto el presidente como los

legisladores cuentan con legitimidad popular. Por consiguiente,

la autoridad del jefe del Ejecutivo está basada en elecciones

directas, a diferencia de lo que ocurre en los regímenes

parlamentarios. El segundo rasgo alude a que los mandatos se

prolongan por un tiempo fijo, predeterminado e inmodificable.

La evidencia histórica nos permite demostrar que dicha cláusula

de gobernabilidad ha ayudado a construir gobiernos unificados,

donde los votantes optan por las mismas opciones políticas para

los poderes Ejecutivo y Legislativo, a fin de que el gobernador

cuente con mayoría en ambas cámaras (o por lo menos en una de

ellas, la de Diputados) al fin de poder ejecutar su programa de

gobierno e imponer su agenda, disminuyendo los ckecks and balances

propios de la división republicana de poderes. (Alles, 2005).

3. Las coaliciones como alternativas políticas

7

Di Tella nos dice que una coalición está compuesta por grupos

homogéneos a los que podríamos llamar “actores” sociales. Es

importante aclarar que el término “homogéneo” siempre es

relativo, pero ello supone un conjunto de objetivos e ideas en

los que estos espacios coinciden para coalicionar. (2004: 15).

Tras dos décadas de procesos democráticos, el panorama político

de América Latina muestra desempeños desparejos con involuciones

críticas y avances significativos. En el Cono Sur, por ejemplo,

la difícil combinación de presidencialismo y multipartidismo no

pareció afectar el proceso de transición y consolidación

democrática. En materia de gobierno, varios presidentes de esos

países formaron coaliciones con el objetivo de garantizar

mayorías legislativas estables y brindar ciertos grados de

seguridad y previsibilidad al conjunto de los actores sociales y

económicos. Aunque este peculiar fenómeno debe ser considerado

como una respuesta política específica de cada sistema político a

problemas de gobernabilidad básicamente similares. En otras

palabras, las coaliciones de gobierno fueron el producto de la

búsqueda de alternativas a los problemas que se derivan de la

difícil combinación de presidencialismo y multipartidismo.

(Chasquetti, 2000).

En Argentina, fue la Alianza por el Trabajo, la Justicia y la

Educación que se formó en 1997 entre la UCR y el Frente País

Solidario (FREPASO) que se consolidó en 2001 como la primera

coalición que puede considerarse relevante, más allá de que se

trató de una alianza del radicalismo con sectores que se habían

8

alejado del PJ tradicional. A nivel nacional, la Alianza logró

constituirse como fuerza mayoritaria y acceder al gobierno en las

elecciones presidenciales de 1999, donde la fórmula De la Rúa –

Álvarez ganó con el 48% de los votos.

4. Abordaje metodológico

Utilizaremos el método de la diferencia para analizar y comparar los

casos previamente seleccionados, haciendo las veces de variable

independiente el sistema electoral, ya que dos provincias con

sistemas electorales similares condicionaron la conformación de

nuevos gobiernos de forma diferente y asignaron escaños a

coaliciones electorales emergentes.

Consideramos que para analizar la incidencia del sistema

electoral en la conformación de dichas coaliciones como

alternativas competitivas, las variables a tener en cuenta deben

ser las siguientes (ver Cuadro 1):

A) El sistema electoral; en la medida que estas reglas

institucionales son el conjunto de medios que permiten o no la

participación de las fuerzas en las elecciones, la transformación

de la voluntad de los ciudadanos en representación política y la

distribución de los cargos públicos a partir de los resultados.

Como dijimos con anterioridad, los sistemas electorales pueden

clasificarse fundamentalmente en mayoritarios o proporcionales,

donde el primero busca esencialmente la conformación de una

mayoría, mientras que el segundo pretende reflejar lo más

9

fielmente posible las distintas fuerzas sociales y los diferentes

grupos de intereses existentes entre el electorado (Nohlen,

1981).

B) La fragmentación; que nos permitirá medir la distribución del

poder, es decir, tal como la postula Giovanni Sartori (1980), nos

referimos al número de partidos que integran el sistema, a su

dispersión o concentración. Este autor estableció dos normas

elementales para determinar qué partidos deben contar a la hora

de determinar esta cantidad. En primer lugar, incluyó a todo

partido político que, pese a un tamaño, se halle en posición de

definir en alguna instancia, dentro de cierto período de tiempo,

una posible mayoría que derive en una coalición gubernamental. En

segundo término, da cuenta de aquellos partidos cuya existencia o

aparición afectan la competencia dada del sistema, pudiendo

alterar su dirección; de una lógica centrípeta a una centrífuga,

o viceversa. (Sartori, 1980).

C) La volatilidad electoral; que nos permitirá dar cuenta de la

distribución de los votos entre una y otra elección, y por lo

tanto, de las variaciones en las preferencias de la población,

expresadas en escaños y cargos públicos gubernamentales.

Por último, como dicen Krenerich y Laug, no podemos dejar fuera

de análisis de contexto de cada una de las provincias, como forma

de asentar a los sistemas electorales provinciales sobre una

realidad política, cultural y social particular. Este elemento

10

será mucho más relevante para la provincia de Entre Ríos, donde

no se aplicaron modificaciones en el sistema electoral.

Cabe destacar que los casos tomados a escala subnacional contaron

con diferentes resultados (una de las coaliciones se constituyó

en gobierno y la otra no), aunque nuestra principal preocupación

es observar la incidencia del sistema electoral en relación a su

contexto, sobre la conformación de estas nuevas alternativas

competitivas, en dos provincias signadas por la trayectoria y

dominio de los partidos tradicionales: en Entre Ríos con

alternancia PJ-UCR, y en Santa Fe con 24 años de gobierno

justicialista pero teniendo al radicalismo como principal

oposición durante la década del ‘90, y con una fragmentación

partidaria mucho menor que en la actualidad.

Ambas provincias, cuentan con un sistema electoral del tipo

mayoritario, que como explicábamos anteriormente, tienden a

consolidar o facilitar el acceso a cargos públicos a las fuerzas

mayoritarias3.

4. El bipartidismo en Entre Ríos y la aparición de una tercera

fuerza

El sistema de partidos entrerriano se ha caracterizado

históricamente por ser bipartidista, es decir, que la competencia

interpartidaria estuvo dividida en dos, encabezando cada opción3 Si bien Lucca y Pinillos (2008) hablan de un sistema electoral semimayoritarioen el caso de Entre Ríos, nos parece pertinente unificar bajo el rótulo demayoritario en tanto y en cuanto el único rasgo destacable es laproporcionalidad en la distribución de las bancas para las minorías en laCámara de Diputados, mientras que los elementos restantes favorecen confacilidad una potencial hegemonía del partido gobernante

11

política uno de los dos partidos tradicionales –PJ y UCR-. Desde

el regreso a la democracia y hasta el año 2003, la competencia

era claramente bipolar, ya que, la alternancia política se dio

siempre entre estas dos fuerzas (donde ninguna disputa el poder

de forma permanente) y, además, la conformación de terceras

fuerzas se ha visto históricamente dificultada (con escasa

presencia en la Legislatura provincial)4. De hecho, ningún tercer

partido pudo considerarse un actor relevante en el plano

provincial en el período comprendido hasta el año 2001, ni

siquiera el FREPASO, que había obtenido una buena performance en

las elecciones nacionales, pero que nunca pudo trasladar esos

guarismos a sus candidatos provinciales y locales (Minvielle y

otros, 2005).

La novedad en Entre Ríos se da en las elecciones provinciales del

año 2003, en las cuales el triunfo fue para el justicialismo de

la mano de Jorge Busti y el segundo puesto para el radicalismo,

pero, “la volatilidad de las preferencias orientan el voto hacia

una nueva fuerza, el Nuevo Espacio Entrerriano (…) conformada por

disidentes peronistas y radicales, dirigentes del ARI,

socialistas y la Democracia Cristiana” (Lucca y Pinillos; 2008:

160). De esta manera, observamos que, sin que medie modificación

alguna en el sistema electoral, una nueva fuerza emerge por fuera

de los dos estructuras partidarias tradicionales y logra impactar

sobre la estructura política provincial al obtener, en la

4 Solo la Alianza Popular de Centro, la UCEDE y el FREPASO lograron bancas en la Cámara de Diputados, gracias a la representación asignada por sistema D’Hont a las minorías, pero nunca se trató de más de una o dos bancas

12

elección de gobernador de noviembre de 2003, más del 18% de los

votos válidos emitidos.

Cabe destacar que, hasta las elecciones de este año, las terceras

fuerzas carecían de incidencia electoral en la disputa de cargos

provinciales, ya que el FREPASO en 1995 alcanzó solo un 5% de los

votos positivos y Acción por la República en 1999 obtuvo un 2,5%,

es decir, promedios muy por debajo de la performance alcanzada en

el distrito por estas agrupaciones para los cargos nacionales. Lo

que diferenció al Nuevo Espacio de experiencias anteriores fue su

capacidad de lograr un grado importante de institucionalización

(en términos de Mainwaring y Scully) y de estabilidad en los

patrones de competencia electoral, en donde los dos grandes

partidos pierden votos en manos de esta nueva coalición, pero

particularmente la UCR. De hecho, “…el PJ perdió alrededor de

35.000 votos en manos del Nuevo Espacio Entrerriano, en tanto que

los ex votantes de la Alianza que optaron por la nueva fuerza

provincial más que duplican esa cifra, representando el 68% del

total de los sufragios obtenidos por NEE” (Minvielle y otros,

2005: 243).

Observamos así como la oferta electoral en Entre Ríos aumenta

desde las elecciones de 1999, con un aumento de las opciones

electorales, que pasan de 5 ese año a 7 en 2003 y a 8 en 2007.

Reiteramos, no hubo ninguna modificación de importancia en el

sistema electoral en tanto reglas de juego que definen la

distribución del poder, sino que más bien el crecimiento de la

oferta electoral estuvo vinculada con la reformulación del

13

sistema partidario provincial. El surgimiento del NEE como

coalición alternativa “… fue fruto de una alianza entre un

partido provincial de origen peronista de base local –Nuevo

Espacio- y el ARI”. (Calvo y Escolar, 2005: 242). Este

crecimiento en número de opciones electorales tienen su correlato

en la volatilidad electoral, por lo cual puede deducirse que la

disminución de 14 puntos en la lista radical comparado con 1999,

es la transferencia cruzada de votantes (quienes optaron por el

NEE en 2003 habían elegido meses antes a Carrió, Menem y Kirchner

como opciones presidenciales) y la desarticulación interna del

radicalismo, producto de su pésima performance en la elección

nacional (Minvielle y otros, 2005). Otro dato que entendemos

podría explicar, al menos parte de los votos a esta nueva fuerza,

es la disminución de los votos en blanco, que pasaron de 34.911

votos en 1999 a 13.155 en 2003.

4.1 Volatilidad y fragmentación del electorado entrerriano

Utilizamos las reglas establecidas por Sartori para dar cuenta

del NEP. Si bien, podemos definir que en Entre Ríos la

competencia es bipolar, siendo el PJ y la UCR los únicos partidos

con capacidad de disputar el poder o conformar una fuerza

competente para las elecciones; la aparición del NEE coincide con

el segundo criterio de Sartori, identificando a aquellas fuerzas,

que independientemente del tamaño, pueden definir o generar

condiciones para coaliciones, es decir que su actuación puede

definir las negociaciones políticas, así como la dirección de la

competencia partidaria. Lo cual efectivamente sucedió en 2003,

14

donde el NEE conquistó la intendencia de la tercera ciudad más

importante de Entre Ríos y su senador departamental, así como

cuatro escaños en la Cámara de Diputados de la provincia. Esto

abrió la puerta a una reconfiguración del sistema partidario, con

un escenario que contaba con una tercera fuerza capaz de atender

y canalizar nuevas demandas sociales y representar intereses por

fuera de las estructuras partidarias tradicionales, y por lo

tanto, definible como una fuerza que alteró la competencia de

forma centrífuga.

Para el turno electoral del año 2007, la aparición de una

propuesta del PJ no oficial encabezada por el intendente de

Paraná, Julio Solanas, que se enfrentó al candidato oficial del

gobernador Jorge Busti (su superministro Sergio Urribarri) y la

pérdida de apoyos externos, como el ex ARI Juan Domingo Zacarías

para sumarse a las filas del PJ bustista, y de la intendencia de La

Paz –que se pasó a las filas del PJ solanista-, dejó al Nuevo Espacio

(ahora rebautizado Concertación Entrerriana) en una situación de

mayor debilidad, en la cual perdió buena parte de su caudal

electoral a manos del solanismo (Frente para la Victoria y la

Justicia Social), producto de la identificación justicialista de

buena parte de su base electoral. En esta elección, su media

electoral no superó los dos dígitos en ningún departamento

(excepto Gualeguaychú, donde alcanzó el 37, 7%), alzándose con el

8% de los votos y perdiendo su representación en el Senado

(aunque logró el ingreso de dos diputados a la legislatura

provincial).

15

Apelamos también la fórmula de Pedersen para medir el índice

estándar de volatilidad electoral de la provincia de Entre Ríos

en el período analizado. Como nos dice Coppedge “El

índice estándar de volatilidad (V) es la suma de todos los

cambios en porcentajes del voto experimentados por todos los

partidos de una elección a otra (multiplicada por 0.5 para

eliminar la duplicación): V = .5*SUM/pi, t+1- pi, t|” (2009:

112). “El rango es de 0 a 100 y puede ser interpretado como el

porcentaje del voto que cambia entre los partidos, en su

conjunto, entre elecciones (Pedersen, 1979).”5

Lo cual, para Entre Ríos arroja un resultado de 25,59 puntos de

volatilidad electoral entre uno y otro período, guarismo que

resulta alto si pensamos que la estructura de partidos

entrerrianos está claramente dividida entre PJ y UCR, y desde el

regreso a la democracia, fueron unos pocos puntos porcentuales

los que la definieron la elección provincial a favor de uno u

otro (entre 2 y 6 puntos aproximadamente).

5. Santa Fe y la derogación de la Ley de Lemas

A pesar de 24 años de gobierno justicialista sin alternancia, en

la provincia de Santa Fe “…el nivel de competencia5 Hay que aclarar que del 2003 al 2007 hubo cambios en los nombres de lospartidos que se presentaron, ya sea con cambio total o mínimo, pero tomamoscomo referencia la nominación utilizada en 2003, aunque los integrantes de lospartidos, las estructuras partidarias mediante las cuales se canaliza la listaen 2007 es consecuente con la elección anterior. Por último, las fuerzas queno se expresan resultados en alguna elección es porque no presentaron lista opuede que hubieran conformado alguna alianza. Estas aclaraciones corren paralos dos casos provinciales.

16

interpartidaria fue muy alto, pasando de una lógica bipartidista

hacia una multipartidista desde los ’90, con el crecimiento del

Partido Socialista Popular (PSP), que desde Rosario comenzó a

modificar la morfología santafesina” (Bartolacci y otros, 2007:

6). La derogación de la ley de lemas (doble voto simultáneo) que

permitía el acceso al gobierno del candidato más votado del

partido político que logrará recolectar la mayor cantidad de

votos a través de sus sublemas6 y la sanción del sistema de

primarias abiertas, simultáneas y obligatorias para la selección

de las candidaturas a nivel provincial dieron lugar a un

escenario con características totalmente diferentes a lo que fue

la primera etapa de los gobiernos democráticos, donde la dualidad

peronismo-radicalismo fue signando las contiendas electorales.

El protagonismo de la Ley de Lemas -tras su irrupción en el

sistema electoral- propuso un desafío para las fuerzas políticas

provinciales: comienza así a plantearse la necesidad de generar

coaliciones, principalmente, entre las fuerzas políticas de

oposición a los gobiernos justicialistas, con el fin de

enfrentarlos desde una opción más competitiva, sobre todo a

partir del año 1995. El surgimiento de la Alianza Santafesina

liderada por el ex intendente de Rosario Horacio Usandizaga fue

un intento en este sentido, aunque infructuoso. “La competencia,

como veremos, se mantuvo en términos bipolares, aunque el partido

6 La Ley de Lemas hizo posible que en la Provincia, en tres oportunidades, fuera electo gobernador un candidatoque no fue el más votado

17

eje de la coalición opositora giró desde la UCR hacia el

socialismo” (Bartolacci y otros, 2007: 6).

La ley de Lemas permitía aumentar la capacidad del justicialismo,

evitando “las fracturas o enfrentamientos internos que pudieran

disminuir las posibilidades de retener el gobierno provincia”

(Mutti; 2006), permitiendo que todas las líneas internas

participaran directamente en las elecciones, cuyo ganador se

medía a partir de la suma de las distintas facciones, aunque

pertenecientes a un mismo partido.

Esta situación le permitió al justicialismo ganar las elecciones

provinciales de 2003, donde la fórmula Obeid-Bielsa accedió a la

gobernación con solo el 20,7% de los votos, gracias a la

sumatoria de todos los votos de las demás listas del PJ, aunque

el lema individual de la fórmula Binner-Paulón (Partido

Socialista) había sacado el 35,9%. De esta manera, el sistema

electoral como definidor de las pautas de competencia

interpartidaria para la subsiguiente distribución de escaños,

excluyó a la lista que más votos obtuvo en 2003, habilitando al

enquistamiento del justicialismo en el poder7, que venía con 20

años de gobierno en la jurisdicción provincial, cuya mayoría

permitió la sanción de esta ley.

Luego de un amplio debate, que incluyo la participación de

referentes políticos, académicos y miembros de la sociedad civil,

se derogó la ley de lemas, a pesar de la resistencia de variados

7 No nos olvidemos que durante la vigencia de la Ley de Lemas bastaba con el mínimo requisito de acercar el aval de algunos afiliados para que cualquiera pudiera inscribir un sublema y representar ese lema.

18

sectores del Partido Justicialista que se oponían a la medida

impulsada por el gobernador Obeid -compromiso que había asumido

durante la campaña electoral-. (Bartolacci y otros, 2007).

5.1. El nuevo sistema electoral y la conformación del Frente

Progresista Cívico y Social (FPCyS)

El 7 de agosto de 2005 debuta la nueva ley electoral que

estableció un sistema de primarias abiertas, simultaneas y

obligatorias para reemplazar a la ley de lemas. Bajo este nuevo

escenario, el Frente Progresista Cívico y Social (con el PS y la

UCR como partidos más relevantes) liderado por Hermes Binner

derrota al PJ en las elecciones legislativas de octubre de ese

año, aunque obteniendo casi la misma cantidad de votos que en el

2003 (cuando fuera candidato a la gobernación), producto de las

excelentes elecciones de Carlos Comi por el ARI y Horacio

Usandizaga, que le restaron potencia a la coalición recientemente

conformada (Bartolacci y otros, 2007).

La particularidad del sistema electoral santafesino (modificado,

pero claramente de sesgo mayoritario) y la fragmentación del

sistema de partidos llevó a las fuerzas de oposición a tener que

integrarse en torno a la misma coalición, el FPCyS, para poder

enfrentar exitosamente al PJ (bajo el rótulo de Frente para la

Victoria) en el gobierno.

Cabe destacar que, a diferencia de la coalición entrerriana que

había nacido por fuera de los dos partidos tradicionales, en gran

medida a la luz de los movimientos sociales y las asambleas

19

populares nacidas a la luz de la crisis del 2001, el Frente

Progresista incluyó y contuvo en su interior a la UCR,

aprovechando las potencialidades de su vasta red territorial en

el interior provincial, donde gobierna un centenar de municipios

y comunas. En este sentido, podemos afirmar con claridad que

fueron las nuevas características del sistema electoral las que

permitieron que esta nueva fuerza se constituyera en una opción

de gobierno y pudiera acceder al Ejecutivo provincial, además de

la política de ampliación de alianzas en el marco del Frente

(sumando al ARI, al PDP, a organizaciones sociales e inclusos

dirigentes independientes de extracción justicialista). Es decir,

si bien la derogación de la ley de lemas facilitó la victoria del

Frente y tuvo un impacto concreto en la dinámica intra e

interpartidaria, también la política de alianzas fortaleció esta

opción política8.

5.2 Fragmentación y volatilidad electoral en Santa Fe

En esta provincia la oferta partidaria fue menor en relación a

Entre Ríos, esto se relaciona a la derogación de la ley de lemas,

que dejó atrás el traslado de las internas del peronismo a la

sociedad, y por lo tanto disminuyó el número de opciones

electorales desde 2003 al 2007. De esta forma, en las elecciones

8 Esto puede convalidarse al observar los resultados arrojados por la elecciónprimaria de 2007: el PJ-Frente para la Victoria con las candidaturas de RafaelBielsa y Agustín Rossi obtuvo más votos que el Frente Progresista (ya queBinner no tenía internas), situación que se revirtió en las eleccionesgenerales tres meses después

20

de 2007, finalmente la lista más votada (Binner-Tessio) accedió a

la gobernación de la provincia.

En Santa Fe, el número efectivo de partidos que tienen capacidad

de negociación es mayor, contando al PJ, UCR, el PS y más tarde

el ARI. Aunque el PJ con veinte años de gobierno y una estructura

fuertemente consolidada empujó a las demás fuerzas a coalicionar

para competir electoralmente al PJ, una cuestión mucho más

latente con la vigencia de la ley de lemas para las elecciones

del año 2003.

Este nuevo escenario provocó que para el 2007, la oferta

electoral estuviera definida claramente entre dos opciones

viables, el PJ, y el FPCyS, formado por fuerzas que en distintas

partes del territorio provincial o dependiendo de elección

nacional o provincial tenían mayor o menor capacidad de

redireccionar los resultados de la elección.

Para medir el índice de volatilidad electoral en Santa Fe tenemos

que tener en cuenta que para las elecciones de 2003 regía la ley

de lemas, por lo tanto las internas de los partidos se

trasladaban a la sociedad en forma de sublemas, aunque siendo

éstos facciones de un mismo partido. Sin embargo, creemos que

para este estudio no es útil medir en función de los resultados

obtenidos por cada sublema, sino que tomaremos en cuenta los

guarismos generales por partido independientemente de las

divisiones internas, pues el punto a relevar son migraciones de

21

los votantes entre diferentes partidos y cómo esto afecto a la

competitividad de las coaliciones emergentes.

El resultado del cálculo de volatilidad electoral en Santa Fe es

mucho menor que en Entre Ríos, con 10,09 puntos. Entendemos que

esto se debe a la unidad tomada para realizar el cálculo de

volatilidad, en el cual los sublemas han sido descartados. Sin

embargo, creemos que la tendencia multipartidista del sistema

santafesino, y una volatilidad muchísimo menor que en Entre Ríos,

son los principales indicios que nos permiten demostrar que era

la ley de lemas una de las principales razones que impidió la

consolidación de una coalición política emergente hasta el 2007.

Pues, a pesar de la vigencia de esta ley, la variabilidad del

voto se mantuvo relativamente estable comparada con Entre Ríos en

el período tomado. Además, la presencia de otros partidos

relevantes, como el PDP y el ARI que tenían representación

legislativa en la Cámara de Diputados provincial y nacional,

provocó que el FPCyS se viera potenciado al incluirlas en 2007,

siendo que ambas no habían participado en 2003 con candidatos

para la gobernación.

En 2003 Unidad Progresista (UCR, PDP y PS) obtuvo el 38,2%,

mientras que el FPCyS (UCR, PDP, PS y ARI) en 2007 gana con el

52,6% de los votos, esto es, 14 puntos más que en la elección

anterior. En esta elección también se observa una disminución de

los votos en blanco, que pasan de 254.969 en 2003 a 133.376 en

2007.

22

Por último, hay que destacar que en esta elección una fracción

minoritaria de la UCR –que retuvo el control partidario- decidió

la presentación de candidatos propios (la fórmula Tate-Millet) a

la elección con su propio sello.

6. Conclusiones

A modo de cierre, podemos observar con claridad que los sistemas

electorales juegan un papel trascendental, en tanto distribuyen

cuotas de poder y juegan un papel clave en la definición de

distintas instancias de representación institucional de la

voluntad popular, pero siempre en una vinculación profunda con el

contexto donde se encuentran operando.

La comparación de los casos previamente analizados nos permite

establecer que la derogación de la ley de lemas fue un hito

sustancial que permitió la consolidación de una coalición

competitiva y su posterior victoria electoral -el Frente

Progresista Cívico y Social-, más no se trató de la única

condición para que ello sucediera. En este caso, la política de

alianzas con otros partidos, la dinámica multipartidista del

sistema de partidos santafesino y un grado menor de volatilidad

electoral, así como cierta necesidad de cambio político en la

sociedad, permitió el ascenso de esta fuerza a la gobernación.

En cambio, la aparición del Nuevo Espacio Entrerriano sin que

mediara un cambio en el sistema electoral tuvo que ver con una

situación política e histórica muy particular, producto de la

23

crisis pos 2001. Su incapacidad de consolidarse en el tiempo como

una alternativa competitiva en condiciones de disputar el poder

estuvo relacionada con la alta volatilidad del electorado (que

cambia radicalmente sus preferencias de una elección a otra) y la

imposibilidad de sumar nuevas fuerzas con construcción

territorial a la coalición, sino más bien todo lo contrario,

provocó la desarticulación de buena parte de su electorado.

En este sentido, coincidimos con Chasquetti en lo relacionado con

que el establecimiento de las coaliciones tiene más que ver con

factores más ligados con el diseño institucional, la distancia

ideológica entre los actores o el mapa político, que únicamente

al sistema electoral, aunque este juega un rol de extrema

importancia y que no podemos ignorar, en tanto distribuye cuotas

de poder político y asigna espacios de representación.

Bibliografía

Alles, Santiago M (2009). “Gobernabilidad versusproporcionalidad: actores y preferencias en la convenciónconstituyente de Entre Ríos”. Consultado en octubre de 2011 enwww.politicacomparada.com.ar

Bartolacci Franco, Pinillos Cintia y Schnyder Celeste (2007).“Las transformaciones de la democracia de partidos en Argentina.Un ejercicio comparativo de nivel subnacional”. Trabajopresentado en el VIII Congreso Nacional de Ciencia Política de laSociedad Argentina de Analisis Político

24

Borello, Raúl y Mutti Gastón (2006) “La ley de lemas en SantaFe”. Consultado en octubre de 2011 enhttp://www.saap.org.ar/esp/docs-congresos/congresos-saap/VI/areas/06/borello-mutti.pdf

Calvo, Ernesto y Escolar, Marcelo (2005). La nueva política de partidos en laArgentina. Crisis política, realineamientos partidarios y reforma electoral. PrometeoLibros. Buenos Aires.

Chasquetti, Daniel (2000) Democracia, multipartidismo y coaliciones en AméricaLatina: evaluando la difícil combinación. Consultado en noviembre de 2011 enhttp://works.bepress.com/cgi/viewcontent.cgi?article=1009&context=chasquetti

Di Tella, Torcuato (2004). Coaliciones políticas. ¿Existen derechas eizquierdas?. Capital Intelectual. Buenos Aires.

Duverger, Maurice (1992) “Influencia de los sistemas electoralesen la vida política” en AAVV: Diex textos básicos de Ciencia Política, Ariel,Barcelona.

Leiras, Marcelo (2007). Todos los caballos del rey. La integración de los partidospolíticos y el gobierno democrático de la Argentina, 1995-2003. Prometeo Libros.Buenos Aires.

Linz, Juan J (1997). “Democracia presidencial o parlamentaria:¿Qué diferencias implica?”. En Juan Linz, J. y Valenzuela, A.(Comps.), La Crisis del presidencialismo, vol. 1. Alianza Ed., Madrid.

Lucca, Juan y Pinillos, Cintia (2007), “Avatares de la políticaentrerriana a propósito del conflicto de las papeleras. En Palermo,V. y Reboratti, C. (Comps.), Del otro lado del río. Ambientalismo y política entreargentinos y uruguayos. Edhasa, Buenos Aires.

Mainwaring, Scott y Torcal, Mariano (2005). “Lainstitucionalización de los sistemas de partidos y la teoría del

25

sistema partidista después de la tercera ola democratizadora”. EnRevista América Latina hoy, Vol 41, Universidad de Salamanca, España.

________________ y Shugart, Matthew (2002). Presidencialismo yDemocracia en América Latina. Paidós Ed., Buenos Aires.

Minvielle, Sandra; Clavo, Ernesto; Escolar, Marcelo (2005).”Realineamientos partidarios y crisis política: un estudio deseis provincias”En Calvo, E. y Escolar, M., La nueva política de partidos enla Argentina. Crisis política, realineamientos partidarios y reforma electoral. Prometeolibros, Buenos Aires.

Mutti, Gastón (2005), “Las elecciones internas y obligatorias enla provincia de Santa Fe”. Consultado en octubre de 2011 enhttp://www.forosantafe.org/data/documentos/temas_foro/1.sistema/Mutti,-Gaston_Las-elecciones-internas-abiertas-y-obligatorias-en-la-provincia-de-Santa-Fe.pdf

Nohlen, Dieter (1998). “Presidencialismo, sistemas electorales ysistemas de partidos en América Latina”. En Nohlen, D. yFernández, B. (editores), El presidencialismo renovado. Instituciones y cambiopolítico en América Latina. Nueva Sociedad, Caracas.

Pedersen, Mogens. N. (1979) “The Dynamics of European Party Systems: Changing Patterns of Electoral Volatility”, en European Journal of Political Research, N° 7

Pinillos, Cintia y Sasarolli, Valeria (2008). Coordinadoras ycomentaristas Panel N°2 “Construcción de coaliciones en el ordenprovincial y local”. En Los partidos políticos en Santa Fe: miradas post-electorales. Editorial Otra Ciudad, Rosario.

Sartori, Giovanni (1994). “Comparación y método comparado”. EnSartori, G., y Morlino, L. (editores), La comparación en las cienciassociales. Alianza Ed., Madrid.

________________ (1992). Partidos y Sistemas de Partidos. Alianza,Madrid.

26

27