“La ‘seducción de la barbarie’ en El grimorio de Enrique Anderson Imbert”

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At**a hr,6,;*', Ú&'h ' Üos \'7U^'!* fqqb) nlp. torf -tw, LA'SEDUCCION DE LA BARBARIE" EN EL GRIMORIO, DE ENRIQUE ANDERSON IMBERT MARIA ROSA LOJO DE BEUTER Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Téc 'EE. Argentiaa PERSISTENCI.{ DE LO BARBARO \VERICA§O E]{ LA NARRATIVA DE §DIR.SO§ I}IBERT Tomamos prestadr mctifora qlrc .i.r tírulo gencrrl a este trabajo -por ser especialmente expresiva- del pensador argenti no Rodolfo Kusch.l Quizá, mutatis mutandis, pueda hallarse en la narrativa andersoniana algo de lo que Kusch oberva en Sar- miento: '1. . . un poco antibárbaro por uri lado, oero bárbaro por el otio, aunque a regañadientes y por seducción".2 [¿ barbarie se identifica, para Kusch, con lo que él llama, en otra obra, la América profunda,s la América real, más allá dél ámbito de la gran ciudad que imita a Europa; la tena incógnito donde aún pervive, tácita y latente, la cosmoüsión aborigen, la humildad frente a la "ira de Dios", el nexo con la tierra y con un cosmos a la vez rico y terrible. La América, en fin, cuyo sustrato pertenece "exclusivamente al terreno de la vida, lo irracional, 1o inconsciente, lo anticientífico":a Parece un paradoja suponer que estos elementos oscuros, americanos, irracionales, incluso míticos, se manifiesten en la obra de un escritor confesadamente racionaüsta, de espíritu lúdico yhastasofístico,de rigurosa formación universitaria y cul- tura europea, descendiente de escoceses, irlandeses y franceses, como es el caso de Anderson. Sin embargo, por un movimiento harto frecuente en algunos de 'nuestros escritores más europeís- Kusch, Rodolfo , 1953, La seducción de la barbarie. enáisis he¡éti co de un continente mest2o, Buenos Ai¡es, Raigal. Kusch, Rodolfo,op. cit., pág. 100. Kusch, Rodolfo, 1962,América profunda, Buenos Aires, Hachette. Kusch, Rodolfo, 1953, pág. 88. -,,. _-.-*.'*.., ";*&É4*i¿i,iii1d¿q { ,} r. {) tas (Borges es, qu2á, un ejemplo egregro).p-ersiste en la narra- tiva andersoniana, con iit*itu y sotérráOa insistencia' la imagen de lo que podría ur**tt;uáóaro" frelt-e a lo europeo (o lo ;;ti;t"i¿;'trasplantado a la América del Norte)' Esta imagen se ;;:;;; u ,".r, en el aborigen o el mestizo criollo; a veces tam' bién en el "hispano", ;;;; contemplado como un ser exótico' ár.rtá, á".ionut, pre''untamente "inferior" en el ámbito extra' ño de los Estados Utid"; norteamericanos-qu: t: d:::til-t jl alzunos cuentos. y que' por otra curiosa- vuelta de tuerca' termr- ff:";;il;-;Ñá;d;;" 'o*o mucho más ':árbaro quc 1o hrsprnto o l§ $digcns' i{¡v;u¡trolÜrnastun<iamentalesde-prar*nra:¡r:niell barharie que se reiteran en los cuentos de Andenon: '"" -';; il-"¡¿ru"ro" ¿omi"a de algún modo ¡l -;¡trij'z¡<io"' rc Ic rmpone por el uienci"' it **"úd-ad' .el mrtü o '"r nagre' el misterio, Ia acc¡Ón caritativa' una violencia que Pucde hast¡ ier ñ;;;; i ó--ui.n, i'iiov"tt' su imagen nesativa dentro del ..civilizado,,, ¿" ,n.n.o qu" cambian los papeles.y es el segundo quien se comporta .o'*11 verdadero-bárbaro"'6 Dentro de este L.io, po¿rirtt ubicarse como variante especial aquellos cuentos donde la barbarie surge como agresión brutal. en sociedades que se t"ñi,irq :¿;s¿e "fuera- ó*o utq"tipo de "civilización moderna".T '**-b| Él "bárb",o" resulta impotente frente a un mundo aje' 5. Pertenecen a este grt¡po: "La norteamericana"' "Tsantsa"' *Patri' cio O'Ha¡a. el Libertado¡", lEftlo.t cerros.del A::,Tlif--:-1t"]3 {) ái u"tq".r', "Alejo Zaro se perdió en el tiempo" (Anderson Imbert' i*lrr.i;', igi;r, Eí srimorio,'Buenos Aires' l¡sada);."Un bautizo en ;;iil;;;;; iusio" tená"í'on imuet' Enrique' 1e6e' k sandía ;'.;;;;;;;";;r' sr"noi ni'"', c"r'*"1: í'l'" "i't" azul v blanca v la divisa punzó", "Tú" tcon cittt* ttt"*"t)' *Anclado en Brasil" ü;¿#;;ü "rt, e.,\g't's,-'to botetta de Klein' Buenos Ai¡es' Pen Lil;"i;;ilil"*iut ";l'r",,'1*iito anónimo sobre un vals triste" ¡A;;.;;;;i-rb"rt, É., rgzt, México' sielo XXI)' Por ejemplo, "Dos pája¡os.de un tfuo" (Anderson Imbert' E" 1969' La sandía...), "psa uestJ-fero; q'":"" (Anderson Imbert' E' 1ii,"l'i'iálLrr.-ii"io at aledrez)" "En vivas jarnes" (Anderson iáf "h, r., issz, 'looi mu¡eies v Juüán"' TnEn e.l.telar del tiem' ;;, Ñ;;;;* óompletas III, duenos Ai¡es' Conesidor)' Véase "l¿ sandía" (Anderson Imbert, E" 1969'-La sandía y otros ;;;"tÑ;;ü;;áer;' t¡,r¿"rton hbárt, E', r9't1' La tocura tuega al aledrez). t. 2. 3. 4. 6. 105 106

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At**a hr,6,;*', Ú&'h ' Üos \'7U^'!*fqqb) nlp. torf -tw,

LA'SEDUCCION DE LA BARBARIE" EN EL GRIMORIO,DE ENRIQUE ANDERSON IMBERT

MARIA ROSA LOJO DE BEUTERConsejo Nacional de Investigaciones Científicas y

Téc 'EE. Argentiaa

PERSISTENCI.{ DE LO BARBARO \VERICA§O E]{ LANARRATIVA DE §DIR.SO§ I}IBERT

Tomamos prestadr !¡ mctifora qlrc .i.r tírulo gencrrl a este

trabajo -por ser especialmente expresiva- del pensador argentino Rodolfo Kusch.l Quizá, mutatis mutandis, pueda hallarse en

la narrativa andersoniana algo de lo que Kusch oberva en Sar-

miento: '1. . . un poco antibárbaro por uri lado, oero bárbaro por elotio, aunque a regañadientes y por seducción".2

[¿ barbarie se identifica, para Kusch, con lo que él llama,en otra obra, la América profunda,s la América real, más allá délámbito de la gran ciudad que imita a Europa; la tena incógnitodonde aún pervive, tácita y latente, la cosmoüsión aborigen, lahumildad frente a la "ira de Dios", el nexo con la tierra y con uncosmos a la vez rico y terrible. La América, en fin, cuyo sustratopertenece "exclusivamente al terreno de la vida, lo irracional, 1o

inconsciente, lo anticientífico":aParece un paradoja suponer que estos elementos oscuros,

americanos, irracionales, incluso míticos, se manifiesten en laobra de un escritor confesadamente racionaüsta, de espíritulúdico yhastasofístico,de rigurosa formación universitaria y cul-tura europea, descendiente de escoceses, irlandeses y franceses,como es el caso de Anderson. Sin embargo, por un movimientoharto frecuente en algunos de 'nuestros escritores más europeís-

Kusch, Rodolfo , 1953, La seducción de la barbarie. enáisis he¡ético de un continente mest2o, Buenos Ai¡es, Raigal.

Kusch, Rodolfo,op. cit., pág. 100.

Kusch, Rodolfo, 1962,América profunda, Buenos Aires, Hachette.

Kusch, Rodolfo, 1953, pág. 88.

-,,. _-.-*.'*.., ";*&É4*i¿i,iii1d¿q

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tas (Borges es, qu2á, un ejemplo egregro).p-ersiste en la narra-

tiva andersoniana, con iit*itu y sotérráOa insistencia' la imagen

de lo que podría ur**tt;uáóaro" frelt-e a lo europeo (o lo

;;ti;t"i¿;'trasplantado a la América del Norte)' Esta imagen se

;;:;;; u ,".r, en el aborigen o el mestizo criollo; a veces tam'

bién en el "hispano", ;;;; contemplado como un ser exótico'

ár.rtá, á".ionut, pre''untamente "inferior" en el ámbito extra'

ño de los Estados Utid"; norteamericanos-qu: t: d:::til-t jlalzunos cuentos. y que' por otra curiosa- vuelta de tuerca' termr-

ff:";;il;-;Ñá;d;;" 'o*o mucho más ':árbaro quc 1o

hrsprnto o l§ $digcns'i{¡v;u¡trolÜrnastun<iamentalesde-prar*nra:¡r:niell

barharie que se reiteran en los cuentos de Andenon:'"" -';; il-"¡¿ru"ro" ¿omi"a de algún modo ¡l -;¡trij'z¡<io"' rc

Ic rmpone por el uienci"' it **"úd-ad' .el mrtü o '"r nagre' el

misterio, Ia acc¡Ón caritativa' una violencia que Pucde hast¡ ier

ñ;;;; i ó--ui.n, i'iiov"tt' su imagen nesativa dentro del

..civilizado,,, ¿" ,n.n.o qu" cambian los papeles.y es el segundo

quien se comporta .o'*11 verdadero-bárbaro"'6 Dentro de este

L.io, po¿rirtt ubicarse como variante especial aquellos cuentos

donde la barbarie surge como agresión brutal. en sociedades que se

t"ñi,irq :¿;s¿e "fuera- ó*o utq"tipo de "civilización

moderna".T'**-b| Él "bárb",o" resulta impotente frente a un mundo aje'

5. Pertenecen a este grt¡po: "La norteamericana"' "Tsantsa"' *Patri'

cio O'Ha¡a. el Libertado¡", lEftlo.t cerros.del A::,Tlif--:-1t"]3

{)

ái u"tq".r', "Alejo Zaro se perdió en el tiempo" (Anderson Imbert'

i*lrr.i;', igi;r, Eí srimorio,'Buenos Aires' l¡sada);."Un bautizo en

;;iil;;;;; iusio" tená"í'on imuet' Enrique' 1e6e' k sandía

;'.;;;;;;;";;r' sr"noi ni'"', c"r'*"1: í'l'" "i't" azul v blanca v la

divisa punzó", "Tú" tcon cittt* ttt"*"t)' *Anclado en Brasil"

ü;¿#;;ü "rt,

e.,\g't's,-'to botetta de Klein' Buenos Ai¡es' Pen

Lil;"i;;ilil"*iut ";l'r",,'1*iito anónimo sobre un vals triste"

¡A;;.;;;;i-rb"rt, É., rgzt, México' sielo XXI)'

Por ejemplo, "Dos pája¡os.de un tfuo" (Anderson Imbert' E" 1969'

La sandía...), "psa uestJ-fero; q'":"" (Anderson Imbert' E'

1ii,"l'i'iálLrr.-ii"io at aledrez)" "En vivas jarnes" (Anderson

iáf "h,

r., issz, 'looi mu¡eies v oí Juüán"' TnEn e.l.telar del tiem'

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Véase "l¿ sandía" (Anderson Imbert, E" 1969'-La sandía y otros

;;;"tÑ;;ü;;áer;' t¡,r¿"rton hbárt, E', r9't1' La tocura tuega

al aledrez).

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no, cuyo paisaje y/o códigos culturales le son inasimilables y

hostiles. ó

c) La "barbarie" representada por el paisaje de América(naturaleza salvaje o visión legendaria) concluye por imponerse al

espíritu "civilizado" de una manera salvadora o trágica.vd) La "barbarie" americana y la cultura universal se conci-

lian en la imaginación creadora de un escritor y engendran una

obra perdurable.loNos limitaremos aquí, Por razones de espacio, a estudiar el

rntagonismo civitzeciÓn barbarie que aparece en EI grimarío'londe se prueh:r iomo :¡ntinomia parücularrnente fértrl- [ir¡ in-

Jagación nos xr:nrtjri :ri rez observar cómo entre los ,:r¡:esloE

.e tejen puenles secrelos. cómo los b¿i¡baros no son ten "barba-

rcs" ni los c':"ri2rJor t¡n "civilizados" (y de ¡hÍ nuestr¡s ¡omi-llas). cómo. en t-rn. lo "bárbaro", lo esdncialmente smer¡cuo.ejerce su atracción subterninea, su irradiación estética. sobre uno

de nuestros escritores quizá más sarmientinos y más euroPeos.

2. *CIVLIZACION"Y"BARBARIE''EN,E¿ GRIMORIO

Analizaremos ahora aquellos cuentos de El grimoioll don-

de aparece con mayor nitidez la oposición e interacción de ambos

mundos-

2.1. EL *ANIMAL MUDO": CUADRO DEL ABISMO RACIALY EL RESENTIMIENTO

En "La norteamericana", Ena Winthrop, vástago de unafamilia distinguida de Boston aunque venida a menos luego de lacrisis financiera, es la profesora de inglés que ha "importado" laEscuela Normal de San Luis. Esta mujer ya madura pero de físi-o espléndido, alegre y frívola. que exige de sus amantes rendida¡ilrr¡ra;pn y cl homenaje de l¿ palabrq resulta ser, en el sorpren-,ratc t¡a¡j dcl rclato, violada por el doctor Cruz, matemático y;¡¡riÉ.-"!ir Jc i¡ esc¡rel¿ en quien En¿ ¡olo ve. al principio, "un indiofco, inpasiolc y humilde". Ante é1. "un sentimiento de protec.§pú- qü! cn ci tondo era un s€nlim¡cnto de superioridad racial,h rryuter c¡.¿.§smente la sonrira" tp¡{g. 138). AsÍ como Enagnon tas drfcrcncias sociales en la pequeña ciudad, las normas deconducta adecuadas, las conveniencias, desconoce también lapenetrante inteligencia que Cruz, "un mest2o retacón, fornido,pat?ambo, con la cabezota sepultada entre los hombros" esconde

, bajo su fealdad: "Por las dos grietas abiertas en la piedra del ros-tro asomaba una mirada inteligente; con esa mi¡ada el doctorCruz se había conquistado la simpatía de Einstein cuando, en1924, después de su conferencia en la Universidad'de BuenosAires, conversaron sobre una de las fórmulas entiza..." (idíbem).No imagina la norteamericana que el indio "feo y humilde", im-perturbable en medio del bullicio general de los profesores jóve-ne§, siempre controlado, "con una son¡isa comprensiva en su carade piedra", con los movimientos precisos de un médico, de unpadre" (pág. 140), la imagen más enigmática entre todas las deaquella noche festiva ("entre todas las sombras, parecía la másmisteriosa, como la sombra de una raza india, mesurada y servi-cial", pá9. l4l), sea capaz de esa violencia que la domina sin ape-lación alguna. Violencia surgida del mundo bárbaro que late in-tacto bajo el saber matemático y la cortesía que Cruz ha recibidode la civilización europea, pero alimentada también y agravada

ta¡nos siempre), En 1o que respecta al tema que nos inte¡esa. no havalteraciones, salvo el cuento "Alejo Zaro se perdió en el tiempo", queallí no figura como parte de "El grimorio" propiamente dicho, sinode "L¿s pnrebas del caos" (1946). Cabe nota¡ algo en particular so-b¡e el cuento "Patricio O'Ha¡a" el Libe¡tado¡". En la edición deEmecé se han variado, en beneficio de la exactitud, los nombres dela mitología céltica que na¡¡a O'Ha¡a al indio Coliqueo (cfr. Ander-son Imbert, 1961, El grimorio, pá9. 225, y Anderson Imbert, 1 979,El mentir de las estellas, páe.224).

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"El viaje", "La lamparilla eléct¡ica" (Anderson Imbert' 1961' El gn'morio )i "i-a sandía'; (Anderson Imb efi , 7 969, La Sa ndí a... ) ; "Ovidio1o coátó de otra manera", "Meseo de cicatrices" (Ande¡son Imbert'

La locura.,. );'satito§ en Estocolmo" (Anderson Imbert, La botellade Klein).

Con diversos matice§: "Tsantsa", "En los cerros del Aconquija"(Anderson Imbert, 7961, El grimorio/,' "Murder" (Anderson Imbert,

1971, La locura,,.); "Esteco, ciudad sumergida" (Anderson Imbert,l9'75', La botetla áe Ktein); "El milagro" (Anderson Imbert, 1982,

"Dos mujeres y un Julián").

..Só1o un instanter un instante solo?, "Amistad" (Anderson Imbert,

1971, La locura.., ).

ll. En el volumen El mentir de las estrellas (Anderson Imbert, 1979'

Buenos Aires, Emecé) que se proponía como inicial de sus Narra'

ciones Completas (ployecto luego retomado por la Edito¡ial Corre-gidor) se reáist¡ibuien los cuentos que figuran enEl grimorio,796lie¿ición que hemos tomado como base para este trabajo, y que ci-

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por el impulso oscuro de un comprensible resentimiento que nie'

ia la infeiioridad, el servicio: "El hombre tenía el vigor y la obs'

iinaciOn de un animal sabio. (...) La rapidez y, sobre todo, el

mutismo del macho la humillaron hasta la muerte ( " ') Los hom-

bres que habían sido sus amantes eran civilizados, hablaban' Este

era un animal mudo" (P'ág- Mq.No hay comuniCación inocua entre ambos mundos: el su-

oerfic-¿l v lrriilantc de Ena. quc provoca deliberadamente a Io¡

É.',mi:rc¡ cnn su d€fDreocupad¡ exfub¡ción. y el trave e insondablc

? ¿;;. que :ro *-ot-, t t¿o el rcqucr¡do rasallaje verbal a l¡muicr ct¡c lo lmrecia- El *anñal mudo". capaz de asimila¡ l¡c¡eno¡ i" ltt *¿tot- ,Jc Occidente- pero sin e1tregar a cambio un

ápice .ic xr rnistcrir r¡cial y dc su orgullo §ccrcto, es quien result¡

triunf¡nte.

2.2. PATRICIO O'HARA Y LA VENGANZA DE LOS DIOSES:

UNA PARABOLA SOBRE EL MITO Y LA LITERATURA

En este cuento ("Patricio O'Hara, el Libertador") el idan'

dés O'Hara, hermoso, charlatán, bebedor, simpático, amante de

una mitología natal convertida ya en fábula ("Cuento tras cuento'

mentira trá mentira" , pág. 223) se enfrenta con el indio Coli'

queo, taciturno, impaiiUte, creyente- verdadero en una "terrible

ásmogonía" beg. iZs), habitante de un mundo "en que la ma-

gia injririaba la-carne del hombre. Mundo real, mundo cruel, con

ñomUies en letargo y dioses gordos de sueños humanos " (pp'

226-227). Mientras en el gran terreno continental San Martín

.-a ouien acompaña el irlandés- intenta su vasta empresa de Ii-

b.ru.ion polítici, Coüqueo propone a O'Hara una hazaña liber-

tadora dJ otro tipo: nidu m"nos que rescatar a todo un pueblo

mapuche de la fascinación ejercida por los últimos dioses del

Aráuco, que se alimentan de sus sueños. ¿Se trata, en un plano es-

trictamánte metafísico, de superar al mythos con el logos?

¿Por qué, entonces, se escoge á O'H.ra, el fantasioso, el fabula'

üo., p"r"-este cometido? Poi una parte, no -cabe

duda de que el

puíancnfn y seductor O'Hara está sobradamente provisto de

toiit "" su sentido de palabra, verbo, aliento y, por otro lado'

esia "palabra" de O'Hara es el verbo de la ficción poética- que

r.""S. J mito (en su caso los viejos mitos gaélicos) alejando su

estét-ica. En su controversia con Coliqueo a O'Hara se le revela esa

enorne distancia que va del mito contado como bella ficción' a la

creencia auténtica: "El i¡landés O'Hara, al oír a su amigo Coli'

queo hablar así, se quedó sobrecogido de vergÚenza, de tristeza y

áe miedo, y ya no ,olrió nrncu más a mencionar los duendes y las

hadas de lá isla de la verde Erín. Se avergonzó de que sus propias

rnentiras fueran tan pálidas en comparación con las creencias del

indio. Se entristeció porque comprendiri que ahora había perdido

para siempre el 5usro r.lc iontar ü¡elllox Jc hrd¿r' Se esusrÓ ¡:r-que lo que el inuiro Coliqueo ie h¿h¡¡ ;r¡nt¡'jo ftÚ cran la¡rl¿si¡s'

ala,las e intangrbkr" !¡tro §§§iumt'rt: uetil¡qicr¡i ;uc le ¡nunc¡¡-

ban una realiüd ilea¡ de Petigro§" t;ag' 116t'

Si O'Har¡ ir-,¡rr desperrar a ios ¡nü¡'rs ion cl eslruendo Je la

pólvora que enctcnde. PaSa Por eilo ru prɧo' pürque terrn¡n¡

arrastrado y aniquilado por el inmenvr mar en el que los dioses

ligurtrr.ot'y su selva encantada se disuelven Acertada metáfo-

íi quue, de lo qr.-,e ocurnera en la vida real a no pocos antropó-

loáos y psicólogos, conquistados por el mundo primitivo -ql" -hu'bíán idó a estudiar, o Jnloquecidos como consecuencia del cho-

que de culturas y de una inevitable escisión' Acaso este cuento

pueda servir como exacta parábola de las relaciones entre la mera

tteratura y el mito genuino. Porque allÍ el mito'fábula, el mito-

cuento, luminoso y aéteo como un fuego de artificio, se deshace

en la náda ante la fuerza oscura de un mito vivo que representa la

tierra real y que caPtura a O'Hara el narrador' Al no poder asimi'

larlo a t, tit.ulo mágico (el irtandés, advierte Coliqueo, no será

inducido al sueño por los dioses mapuches), ese mito vivido lo

destruye. La antinomia entre 0'Hara y Coliqueo' entre la "men''tira,' úteraria y la tremenda fe, marca también el contraste entre

iu Uteiatu." eitendida como juego, que incorpora al mito como

un motivo más en su fiesta virbal, y el mito que es, para el cre-

yente, una revelación del Ser.' Revelación esta que' Por cierto, Anderson jamás ha preten'

dido,12 pero que ronda, sin embargo, (¿como una amenaza' como

1,. P*" A,,derson Imbert, que se ubica dentro del ..idealismo crítico'',

elmitovivoesunaactitudirracionalque'comotal,noaportacono.cimiento de la realidad objetiva, aunque sí satisfacción de prolundas

necesidades humanas de oiro o¡den: la expresión de la emoción, los

impulsos de la fantasü, et afán -siempre, insatisfecho- de acceder a

ü-f'áid;i en sí". pi *ito t" ubica¡ía dent¡o de esas "buscas ilógi'cas del secreto de la realidad" que intentan tapar con cualquier no-

ción "los agujeros de nuestro conociÍiiento" (cfr' Anderson Imbert'

E- Lg79, Tárío y t ecnica del cuento, Buenos Ai¡es' Marymar'pp'. 363-á6S, 358ó, v "El cuentista f¡ente al espejo", Maldoror'

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un oculto deseo?) una üteratura lúdica que está siempre tocando

(pero sólo tocando) en una diversión quizá algo más riesgosade lo

que se la cree, a las puertas de lo sobrenatural.

2.3. "TSANTSA": CORR{JPCION DEL RITO,

CO R R LI PÜ O :I DE L ITA T N,IT O N I O

h,o -Ts¿nru* ct rrtt;¡r \h¡r¡dn- ;urcño. doniuanoco.

afi*¡a¡.Jo ¡l i:iiLrrt 'tt'.i¡r-r & P'!)f(g¡Lla" ,e¡,iuce a la mujef tle

Julü¡ Orí¡s- \t¡r:¡ia- ts¡l cue i§ r¡rnbrn §r¡ qaciente. ha nacrdo

en a:r¡¡ Jc es¡r f¡rr¡§¿¿r irr:tl¡t ,!c lt¡¡cnos \ltcs que se creen dis'

tinr¡il¡¡": ¡cfiel¡ ti n¡rrxler. i§o É1¡nl¡n'¡ronico, que la esposa

de On¿s -¡c habr¡ e'Ju¿¡rio lcf crd,¡ rÉr'tlt¡s norteamericana!" y

"desprecirba ¡.le Suda¡rÉrice rodo lo que no tuera Buenos Aires"

(p¿g. tSS). Para desdicha de su cónyuge, empeñada en negar todo

rástio de vida indígena sobre la progresista y blanca Argentina,

la única pasión del torpe y anodino profesor Orías es la etnogra-

fía, que 1o lleva a coleccionar toda clase de objetos aborígenes'

A Manrja le repugna el "museo casero" de su marido, que le pa-

rece "cámara áe horrores"; los amigos -salvo Alvarado, a quien

ella trata con aparente desdén- comparten su disgusto ante

----_No. 9, Montevideo, I9?3, pág' 55)' Anderson considera que sólo

**a!rnot fenómenos naturales (encuadrados en el marco espacio-

iáp"i¡ y categorial) y que la ¡e¿lidad lf-tl tí" es incognoscible'

Por ello, instancias como io 'sobrenatural", lo 'lnaravilloso"' (cfr'

C.tp"nti.r, dejo, "Prólogo", El reino de este mundo' Montevideo'

.kci f¿itórial pp. 7-13) no pertenecerÍan al ámbito de re¿lidad

objetiva que conocernos, sino al mlr-ndo simbóüco de la üteratura'

qoL "*pt"i",

a 1o sumo, una realidad hu,mqa interior y subjetiva' un

c'on¡unio de emociones, tensiones y ry¡"tgt (cfr' Anderson Imbert'

f.ltglí, "El reaüsmo'mágico en la ficción hispanoamericanar" en

El' realismo nnigico y otroi ensayos Caracas, -l\'fonte Avila)' Contra

ot" páti.iO" sJ haá levantado voces, como la de Gráciela Matu¡o

iiúi, poU^¡,ra sobre el realismo ruigico en las letas latinoamerica-

,ot, Ii.r"not Ai¡es, Tekhné) que, desde una posición neorrealista'

,"liodi.u al símbolo estético -cuyo vínculo numinoso con elmitono conside¡a extinguido- y a las intuiciones i¡¡acionales de poetas

y místicos como vias genuinas dé acceso cognoscitivo a una Reali'

áad total. Pese a que Anderson, autor y narrador, se coloca del lado dol mito+uento, y no del mito vivo, "Patricio O'Ha¡a,'." de-

muestra una aguda percepción de la dife¡encia entre ambos, y talvez -es una mira hipótesis- cierta nostalgia o profunda curiosidadpor algo que Anderson no se ha permitido: el abandono (i¡¡acional)

a los ilógicos Pode¡es de la fe.

"esas habitaciones recargadas de ba¡barie y fealdad" (pág' 186).Al finat, la detestada "barbarie" se cobrará su revancha sobreMaruja y, de rebote, también sobre el inocerte -aunque tonto-Orías. Alvarado, que desea presentar un trabajo de investigación

en un Congreso de medicina a celebrarse en Quito, lleva a Juüán

como asompañ¿nte csn el propósito de hacerle conocer luego

Guayequrl- h n¡¡at¡rl¡. l¡ ¡¡ban¡. la selva. Pero el médico no

rrxhc J€ i¡ rtFer¡xa¡r¡: !É{un i'€ota Orías, ha sx]o devorado por

l¡¡ ¡rua¡c n!,'"rtd:Í¡§ :¡re!c ¡ §]r {}lo§ mismos del prot'ev:r- que no

corryr¡c rtrs¡l¡rio- L¡ -tlnaidisiÓn de la jungia". ñnPero. no aca-

be rqur. [.¡t¡¡ h uuitcút rcu¡r¡dot durante el vi¡ie. el ctno¡¡afo¡c h¡ rr¡rd,r un¡ ¡¡irc¿¡ hurn¡n¡ rcducida; que l§s jllarosllaman"1s¡ltr¡". AI *nwr¡ar con uno§ amigos a quienes muestra su:'botín", Ju[án desq¡bre que la cabeza no es realmente una pre'

sea de guerra elaborada con un sentido sacro y ritual, sino un ma'cabro producto hecho para el mercado turístico Por manos civi'lizadas que la han rellenado con papeles de diario. Maruja, por su

parte, también cree hacer un terrible hallazgo, y ve en ld cabeza

reducida el rostro del propio Alvarado, a quien Julián -supone-en un típico acto de vengarwa marital, habría asesinado. Esto nopasa de ser una presunción errónea, Pero una presunción que, alser declarada, rompe para siempre la ingenuidad de Orías y su pre'

czria paz matrimonial. La etnografía, asumida por el mediocreprofesor con distante amor de estudioso y dedicación científica("Oh, sí, sabes mucho, sabes mucho... Pero lo sabes en frío. Mi'ras eso como si leyeras un Iibro. Esas porquerías son como las pa-

labras de un libro" -pág. 186- le dice Maruja de su museo) se

convierte en instrumento aniquilador de su propia dicha y des'taca una doble corrupción: la del mundo "civilizado", representa'da por el inescrupuloso manoseo del salvaje pero auténtico y sa'

cro ceremonial jíbaro, y la de su matrimonio, corroído por eladulterio que perpetra, con su amigo mrís estimable, la no menos

"civilizada" Maruja. Esta es descrita en el cuento como el tipomás acabado del urbano afán de "pulcritud" que denunciaKusch; no ceia en asquearse ante el "hedor" de América que

Orías se empeña en instalar dentro de su casa: "Yo lo veo todovivo, lo veo mover. Lo huelo. Me repugna la idea de que todo eso

ha sido usado por gente sucia, andrajosa, enferma. Siento que lacasa es un chiquero. Cuando menos lo pensemos, de ahí nos va a

salir una peste" (pág. 186). Pero el verdadero hedor, la verdaderapeste, emana de otra clase de suciedad: la del "civilizadon' comer-ciante, que Íuranca al antiguo rito de su cultura y lo pervierte, la

llllt2

de la "civilizada muler" que burla la buena fe del marido con el

engaño.

,EN LOS CERROS DEL ACONSUIJA" O EL TRIUNFO

DE LA CARIDAD

milongas y desvestirse. Noulet, distorsionada imagen masculina,se inclina ante el sórdido influjo de esa imagen femenina, tam-bién monstruosa, también deforme, que es oscuro símbolo, bajosu facha de bruja, de antiguas y carnales fuerzas telúricas; la des-cripción del narrador la presenta como arquetipo vivo de la vejezterrestre: 'Le vimos. al resplandor de la hoguera, las piemas te-rrosÍs y su mata de veilo. como la vegerrión cfr cn nredio delcampo yerrno crece aI i¡do de un *rurl o¡o Jt 4ja- r pr¡. I El). Enel centro dc un boqrx qlrc la'aochc §¡ rrrrito rairrcr»ro y cciinfinito, donde el tiempo se de¡iiz¿ -com l¡o no lenro. casi apunto de dctenersc y errtniztrr.'(pr{. lstl. rodc¡rrs por tmcírculo de fuego en el quc Noulct y sr burióa corr¡p¡ñcro. el ne-rrador, deben entrar. la nrndiga parcce. en efecto. un¡ soberanatenebrosa y amrinada. una bnrja descaecida. Pero soberana y bru-ja al fin ("...y la soledad, Ia hora, el sórdido misterio de gitane-ría que rtamos a presenciar -apunta el narrador- me excitabanla imaginación como un cuento de brujas", pág. l8l) ejerce suturbio hechizo erótico sobre Noulet, representante de un mundorefinado y también decadente.

2.6. ALEJO ZARO, PERDIDO EN EL TIEMPO DE OTRO

"Alejo Zaro se perdió en el üempo', narra el itinerario deun civiliz¿ds viajero que parte de Tucumán en un día a¡diente deverano y, a mitad de camino, se pierde en el tiempo de un viejocriollo, cu_arenta y un año atrás. Cuando se detiene a la puerta áeuna cÍtsa de

-adobe para pedir agua encuentra a un unciano lugare-

ño cuya vida se ha consumido en el trágico suceso, incesante-mente rememorado, que le relata a Zaro. Durante un baile ha ma-tado a un "doctor", el poderoso del pueblo, que se ha atrevido apropasarse con su novia y a burlarse de é1. Al concluir su nÍura-ción invita a Zzro a entrar, para mostrarle algo, y mientras éste sequeda mirando un kakuy disecado en la pared, algo cambia. Eltiempo retrocede; un muchacho, no el viejo, se iniorpora desdeel arcón abierto con un cuchflo en la manó,'y la escena del ase-

:inat:, actuada por personajes fantasmales, seieitera. Alejo Zaro,hombre de o-tra época y otro mundo, vacío de memorias iropias,queda sumido en el pasado ajeno por obra de un milairo^queacaso

-repite la venganza del campesino contra el hombñ de hciudad, esta vez encarnado en Zaro, y que acaso es también unaexpiación insaciable.

Estc §ucnto ¡¡r:¿ i t'crl$tt-i¡ le un much¡chito colla que'

,t*rñ"¿" *-;¿rr,¡ ; t'*"' ¡" ci ¡¡mrno 'ic l¡ :nontaña' lro'

pr.* *o ua ¡,oarre*.};'r'l{Iir¡io'' ;ft 'l iilgü -;in¡*-'' Je "o¡tls

incr;bicn¡ecre ¡ru¡c§ l. :i;:. ;,clrroia". To¿o: el hombre- el

aurr¡ horr¡bic*n,. ,tt""'*l" ttü 'kno de f*8"' Iil j'r-rencilo

q"rrnoina uno¡ ¿nr,,tJ-*-:t.' Jrc tl narr¡'lorl baiabr lleno de

;;; ;" bcilez¡" y, rm saberlo' de ielicid¡d' El encuentro con

el herido supone para él un impacto terrible- Debe comportarse

como un hombre t* ttifo ioJavía' cargar el cuerpo destrozado

ü;;;;;;; qu, po¿Juevarlo al pueblo' A pesar de los gritos

ffiñgá.Ñ ii¿. r" *"tit, sobreponiéndose a su propia debili'

dad, el muchachito "";;;;;'d" *que

¡u deber (deber de varón'

deber de cristiano, .r" lu.dur" aff' 6ag. 176). No sólo h.ay en-

tre ambos una leianía t-"t¿ ti-" ta á¡t¿ncia entre la vida y la

ñr.ra* l;Ei trom6re habló; Pero sus Ptllbllt eran como un ester-

i;;;;;";t lenguaie de otio país' ("') El muchacho no enten'

;;;ñ';grtó ¿I tos 'ob"to',

p"t" arastrarlo" (páe' 175)' Am-

bas diferencia, ,on ,'pt"á" iot tt Puent: eficacísimo de la cari'

dad. El changuito roet" tub; ál acciáentado a su carro' y lo envía

hacia el pueblo. I-u.go ¿. *.!Ut .t" misión impuesta que lo

;;ct; iomo a¿"tto v lo exaltá c9.1o cristllno' se arroja' como

, ñ;;¿-;p.ro, ,obí"-iu tierra: "De pie en el camino' el mu'

)If,;ñL*rá Ñ. Ñ; pudo más. Se arrojó sobre las matas v

escondió la cara" (Páe' L76)'

2.s. "LA REINA DEL BOSQUE',\!^o:Lo:.- f iÁsctN¿,ctoN DEL ESPERPENTo

En este extraño relato, el afeminado estudiane Noulet' nie'

to del presidente de fiÁ"iá'qr" te educa en el Colegio Nacional

de La Plata, qrrau p,to á" una fascinación morbosa ante la figu-

ra grotesca tte U neina á.t gouq"t' Responde al ostentoso apela-

tivo una horrible y anciana m"ndigu a. quien los estudiantes se'

"rn¿uriot, con cúriosidad cruel, dan limosna por cantar unas

113 114

2.7. JACINTO LIZARRAGA Y LA DERROTA DE LATIERRA

"El viaje" se detiene morosamente sn l¿ figura de Jacinto

Llzánaga,ese muchachi";;;;á;;on la tierra de Santiago del

Estero: descolorido, apácado, pequeño, :o1 un perfil de piedra,

Dero en el fondo tlan¿o I a i'nio..de 9t:11""*t como un te-

,rón. H"rtu los ofos' n.át' tit brillo ni humedad' se hundían

inexpresivos.o t" o"'ñtcá; Yro st-Tf ** o¡recíaun

)ntoncito drt Écto ; Cl* t¿Ú¡ 'ih§ln rrs'kr:tr ;' *r¡ivería en

bano"(pií8 lcrr'O **oro ec qr rts¡s.¡sil¡c ., t¿ rr*g,l;dad del

santiagueño lüsqrl¡? *§i-*-***"*" €ttl§¡- r'r'rt no sabe ru

contestar cu¡¡§üü k ?'C*;; p* * T1-co n¡ ntcnutlcación

fatal con el s¡¡clo *.r*.li ", *ig".crr:¡¡,rressc ¡r r*oro geográfi'

co extraño (el Ear) qt;;l; d*";" t-Ú¡¡¡rrrntc' Lcarraga muere

en el transcurso de;'ü";;;;"u'i" ¿t-u""trlo a los Estados

Unidos. símbolo ptt;;J;";"'i" ¿". fa ciencia v técnica occi'

dentales y blancas. e, íi.rrin"ro rubio, que habla inglés' quien

lo invita a bañarse t*to*i"'taUenadar¡'en la playa de Angra

dos Reis, y a,termina'"JiJ" it'iá"ilnrizátruga acepta' más por

vergüenza que por u"'ítit'o'interés' El narrador enfatiza' pate-

ticamente, ur ton*t'iJ'Jiiá ..n*uot

muchachos: "El matinero

blanco, amarillo, -"i:;;;::-ttt1uáá"' 1'1';."nte como una ban-

dera del imperio d'l i;ñ' insotente sin advertirlo' ti¡ando mo'

nedas a los chiquillos ittilt"a"t' ¡¿ndose a carcaiadas cuando le

hablaban "n portugué', fornido y seCulg; y l)zárraga,' como una

veta de ,urto '-ti"g".th;ñil ttuñtu¿i' e* zurgiera en Brasil'

asombrada art ,erOe irffiso áe la ve'etación..." qic.-l^Il-I

. "El marinero, poo"'o'J"á*o ti todo-el mar fuera suyo' avanzo

)hacia las muchachas;;áit"d" la mañana con la proa de su torso

tatuado de azul' #;;;;o escuálido' feo; v se lanz6 ala ct-

;;il;::+*.Tjfl ,ti['"xjl;'#lt:'l"tli:i:1""T.:':t';dolorosamente lnlerlor §rrj:*:;. ilr';". ".o""ot.

., la lengua desenvoltura; hasta en el idioma' que por ser e§

los latinos, ¿" lo' tiáii"]'üt'üt oit"q el"'idioma del subdesa'

rrollo", podríamos e;;:;; "" término actual' que "lo aleiaba

de las muchact ". .ollu l*rriui.ion de una.pobre^" !'!'!::!;

L¿ sensación dt t;;;;A e l)zátaga experimenta como propra

se extiende tamUien l¿mtito humano y so¡ialde Latinoamérica:

..ra miseria lo hauia lo?ü" ^,"¿" ,n;," ios huesecilros de la histo'

ria. La naturaleza 'itá "1oá" óolor: en cambio' hombres' mu¡e'

res, apagaban f" fu' to" sus pobres ropas grises y cada ca§a era

comor¡na tym!a,,(pág. I I0).uuando Lizárraga sabá que el ma¡ se lo Ileva irremediable-mente, renuncia arin i acto inlt;ril.á.;"."u auxüo por miedoa extubir nuevamente.r, ir;ü;;;;: ".:sf,"imagino

et ridículoIos comenrarios en Ia pi"yr. i"irrrfrr.¡Ol,io"l salvaraje, el mari-nero hecho un héroe-at-iil;;;:;1.¿, ,r,ó, exrenuadol;J;.}'J, il;;;¡ffi::-': critq? La r.ü.'*1.:i." (páe. ,2).sindet lad"o;;r i;;.;;g;f esriritual. Ia sensibilid¿¿ áriEiica, ár,#Sanre rnarinero. ¡¡r¿r113

santiagueño' y no eo .¡ *br§;;;;á,e,"* ;;,,;;rui:.u" sxx;,: )erurrltar

*o. ñH:J fi;'"T"¿.':Ti- g*'-;''ñ'H'JLffi?ffim¿¡ inmemo;.i";;'#tenso esq¡¡ehro' Iisim¡r itut".* "Gderrocha en la exterio:,t,1,*T1'.ctc''' rl¡cntrs cl a,¡r¡aero ¡esa, el opaco,';r;';;'r"i'o'd ¡' el brrllo dc l5 ¡F¡¡Erc¡¡r.l,,¿rn-trdo, horror y u"urr"ll

cle I¡ muad¡ sunbo§ q* ro orfr *n1-sello de i;;#Hí"r1,T'd.? Pero con todo, marcad;;;;;:ll,-,_.,,d "i ;; ffi ";; ff H",J trH iY rffi,*i ilf ,|.l'$ti::'^-'i,*a, 1i -su

finura de ,rpí;i;,;;;"y ras carnes se re fueron ¿¡.rr¡.rrá'."'.i#:tffiIffiri:Iffi:.

2.8, KING O EL SACRIFIÜO DEL INOCENTE

,*prrloot j:'il""tffi muv. brevemente al caso de King, miserablecontrar el dinero or"'l*r'Y que se mata, inú_tilmente, al no en-trica "). i" l*i""¿] i,1'1 ::lfi T" .su.

p-a tró n. (':La ü;;ili' .,ilirrrllti::::;1[:{:.".,:r..il.tfi"?:t*§;}:":'",T;?aspecto fr,l;;';;:'fi::: : I" qu:.su padre ¡

.,.,1.1o,",*!dd::::'Ui:'11h.",,#'r? j*"fil:{iü:[y.pobre donde ha naciao, l-' l::"'i:',1"o.'".' oscura. silenciosa

*!:*."?,"s.' ri,,.,iü'iiT r.;;fül,il#r:11,:..T " et con lue

i,fr ¿",t"ñr:,',e;*i:.f,1:'r,""rxi$,":h#:'"":#::l?*.o"olll"l',XÍ"",i.i J;Í : ^$?. *' í'o,, r, d e r ap eilido), es u nvo ("baboía ';";1i:1**idad' un semejante d.üñ;;;;iili:hombre. p"i" ¿*""1"'.1t

en el relato) y ¿ál oojparo y il ;;il;, ;:;:lf i",,,1*fii :*:fl,ff*tr#i

115

116

,ffi'

-pese aI tono algo lúdico que a veces enfría la narración_ deldesposeído absoluto, marginado por su sociedad y por su destino.

3. CONCLUSIONE§:UNARECONSTDERACIONDE LOS OPUESTOS

Revisando los cuentos-anal2ados, podemos observar que Iobárbro americano resulta vencedor e,' la ma1.o'a r,le elloi: lcrrerr prñtcros, que pertenecerían al grupo ¡ I ¡¡rncwr¡¡¡ft¡ en *i ¡trnxr crpítulo de este trabajo: l¡ -barban*- Er en r¡n¡b* Jerr,>.rlda en los dos últimos cuenlos. que ubicamor rn rl grupo b l.

En todos estos casos hemos ten¡dc ocrs¡on tic cornprobrrqra. verdaderamente, Io bárba¡o no pucdr lilcnrjfis¡sc rn ¡br¡rusimpliste, con lo "inferior", ni lo civiliz¡do, §on lo ..superbr*.

{emol visto, en suma, que lo -bárba¡o- no es tan ..brírbáro" {enel mal sentido del término), ni lo ..civilizado" tan excelenie.

Antes bien, la actitud narrativa que prima en este libro parecemás próxima al antiguo sentido griego del vocablo ..bárbaro";

esdeci¡: lo que se considera extranjeio y ajeno a la sociedad decultura dominante (en este caso la cultura occidental, blanca, pre-dominantemente europea, donde se sitúa el autor), péro qu" ná ,"juzga deleznable o inculto en sí mismo.13

. E¡a-Winthrop, con su escandalosa coquetería, sus aires demujer fácil y su equivocada subestimación de Felip

" t^r,ha pro-

vocado, en cierto modo, la violencia que.perpetra este úitiml.laPatricio O'Ha¡a sucumbe por haber acáptado ion alegre hgereza,ydespreocupada soberbia, la empresa propuesta por óoliq-ueo, sin

Señala Kitto, llD.F,, 1970, Los griegos, Buenos Ai¡es. Eudeba- oáp-7, que: *Ia palabra griega,' bá¡bados .no significa .U,lrUaro; Liiisentido moderno; no es un término que denota abor¡ecimiento o{:rd.u¡; no. designa a gente que vive en cuevas o .á*" carne c¡uda.§ignifica simplemente gente que profiere sonidos tales

"o*o- Ud

!ar', en vee de habla¡ griego. (,..) Muchos griegos admüaban el cól' digo moral de los persas y la sabiduría de loi eglpcios (... ) El hechod3 g1e y hablaran griego señalaba ona s"p"r-"ción mas pr"frná,signifrcaba que no vivían como griegos y que t"mpo"o pensabancomo éstos".

Consultado que fue el autor, en una entrevista personal, sobre el ser¡lrdg 9. este cuento, él mismo confirmó nuestra intu'ici¿. f".iái".Señaló que, en efecto, había esc¡ito el ¡ehto slntién¿ose ..del ladode Cruz", cuya actitud conside¡aba al cabo una merecida respuestaa la provocación de la norteamericana.

reparar que, en ciertas culturas, Ios mitos no son cuentos. En"Tsantsa" se descubre que la auténtica corrupción, la imperdo-nable inmora-lidad, el "hedor" del espíritu no está en los indiosque reducen cabezas con un propósito ritual, sino en el mundo"civilizado" capaz de convertir el rito en crimen y de traicionarla buena fe: traición que Alvarado. el mestizo situado entre dosmundos. oage. de alguna m¿nera con la muerte, y Maruja. lair:lol¡. e::* :ü!1rr! ¡ :r¿¡d¡J ¡b<.rr:crn de su propio país v iultirt .rnt( l¡ "!r¡e*¡ rr¿..É.rj¡lt* ilr ..\r.;6n¡s foimas". ire, aon *!.u:r{r.:r ;{}fi?*¡¡.yt _r ...q: 1o¿ _:*.1"1¡¡:ir¡ l.n el CUentO ..En

k¡S Ccrrr¡CJti \conquiu-. l¡ --¡nc¡d v 1¡ r:iqrr¡r¡ colocan al muchach¡to':oil¡ en i¡ m¡r E{rrrd¡ .lsrr¡¡rrn dc f¡ .:onducta human¡. f n ..[¿Reura del &rrqrx""' 1€ .*r¡rtr&*n drx nr¡nstruos: el am¿riconedofr¡.¡rces y lr gotescr nrndis¡. enw:lviendo a ambos: er nieto rrerpresidente de francia y la pordiosera prostituta, en el ejercicio deantiguas y turbias magias telúricas. Alejo Zaro

"ree pode, Ilegar a

Santiago con su moderno automóvil, iero queda "ir"p"ao

Jn eltiempo del anciano criollo, sometido a un ltinerario fantásticoque su espíritu civiliz¿ds no puede comprender ni alterar.

En cuanto a Lizá.naga, el derrotado, nos conquista precisa-mente por su humildad, su desvalimiento, su compsidad y suti-leza espiritual que contrastan con la tosquedad y ú esteítOreasuficiencia del ma¡inero yanqui, mucho más afín

"lqri. üi;"g*de.un "bárbaro" (en su acepiión peyorativa) qu"

"íti.r,iOo y á".U-

cado santiagueño. Algo similar podría ¿eóirse Aet infeüz iing-visto como bastardo en un mundo de ingleses_ cuya fgura nJyu9{e sino despertar la compasión y hasta il cuestionami.-rto po,Ia injusticia de zu mísero destino.

Lo bárbaro americano es caracter2a do en El grimoio poruna actitud ante la realidad que es irracional, instinüva, afectiva,intuitiva, y a veces tambien mágica, mítica y poética. for prrro]najes "bárbaros" se identifican -siguiendo úniistema de ra'..ima-ginación elemental" muy claro en este librols_ con latierraveltsi-"r"

"pecto- consagramos un estudio -aún inédito- titulado

'Funciones de la ima.ginación elemental en El grimorio, d" E;h;;Anderson Imbert". Allí :e examina de qué modo el juego de los cua_tro elementos identifica la tier¡a y el fuego-llama con las rar¿as oscu-ras (indígenas, criollos) y los marginadoi el aire (tamUién Jfr"g"astral) y el agua, con las razas crarai y socialmente dominantes. ca6enotar que las fuerzas naturales (más que los hombres, como individuos) son, en El grimorio. grandes irotagonistas en un escenariocosmrco sujeto a incesantes e insospechadas metamorfosis, donde elhombre es, apenas, un sueño de la Natu¡aleza. Compárese o;;:

13.

14.

tl7ll8

{!(ada k,k*', Ú&'h ' Üos G'1*fi"n*f qqb) 'tff' taf 'tW '

LA *SEDUCCION DE LA BARBARIE" EN EL GRIMORIO,DE ENRIQUE ANDERSON IMBERT

{)

MARIA ROSA LOJO DE BEWERConsejo Nacional de Investigaciones Científicas y

Tilar¡s. Argentina

I. PERSISTENCI.{ DE LO BARB{BO {}IERICA§O E}¡ LANARRATIVA DE T§DERSO¡i TYBERT

Tomamos prestadr Ia metáfor¿ qrc ,3a tírulo getcrrl a estc

trabajo -por ser especialmente expresiva- del pensador argentino Rodolfo Kusch.l Quizá, mutatis mutandis, pueda hallarse en

la narrativa andersoniana algo de lo que Kusch oberva en Sa¡-

miento: -'.'...un

poco antibárbaro por uri lado, Pero bárbaro por elotio, aunque a regañadientes y por seducción".2

La barba¡ie se identifica, para Kusch, con lo que é1 llama,en otra obra, la Améica profunda,s la América real, más aflá del

ámbito de la gran ciudad que imita a Europa; la tena incógnitadonde aún pervive, tácita y latente, la cosmovisión aborigen, lahumildad frente a la "i¡a de Dios", el nexo con la tierra y con uncosmos a la vez rico y terrible. La América, en fin, cuyo sustratopertenece "exclusivamente al terreno de la vida, lo irracional, loinconsciente, lo anticientífico".a

Parece un paradoja suponer que estos elementos oscuros,americanos, i¡racionales, incluso míticos, se manifiesten en laobra de un escritor confesadamente racionalista, de espíritulúdico yhastasofístico,de rigurosa formación universitaria y cul-tura europea, descendiente de escoceses, irlandeses y franceses,como es el caso de Anderson. Sin embargo, por un movimientoharto frecuente en algunos de nuestros escritores más europeÍs-

Kusch, Rodolfo, 1953, La seducción de la barbarie. enáisis he¡éti-co de un continente mestizo, Buenos Ai¡es' Raigal.

Kusch, Rodolfo,oP. cit., Pág. 100.

Kusch, Rodolfo, 1962, América profunda, Buenos Aires, Hachette.

Kusch, Rodolfo, 1953, Pág. 88.

tl

I)

tas (Borges es, quizá, un ejemplo egregio) peniste en la narra-tiva andersoniana, con rítmica y soterrada insistencia, la imagende lo que podría llamarse "bárbaro" frente a lo europeo (o loanglosajón trasplantado a la América del Norte). Esta imagen seencarna a veces en el aborigen o el mestto criollo; a veces tam-bién en el "hispano", que es contemplado como un ser exótico,oscuro, emocional, presuntamente "inferior" en el ámbito extra-ño de los Estados Unidos norteamericanos que se describe enalgunos cuentos. y que. por otra curiosa vueltá de tuerca. termi-n¿ ¡ menudo nostr:indose como mucho nuis ':árbaro quc lohrspanro o lü lndl8en3.

lir¡' ;u:rrro tbrmas fund¡rnentales de pra*nr¡,:un Je l¡bar¡arie que se reiteran en los cuentos de Anderson:

a) EI "bárbaro" domjna de algún modo ¡.1 -;¡r:.[j¿¿rjo". tcle rmpone por el sriencio, la animalidad, el m¡lo rr ia nragu. elm.isterio, la acc¡ón caritativa. una violencia que puceie hast¡ serjusticiera.§ O bien, introyecta su imagen negaiira tienro rlel"civilizado", de manera que cambian los papeles y es el segundoquien se comporta como el verdadero "bárbaro".ó Dentro de estesector podrían ubicarse como variante especial aquellos cuentosdonde la barbarie surge como agresión brutal en sociedades que seconceptúan -desde fuera- como arquetipo de ..civilizaciónmoderna".T

b) El "bárbaro" resulta impotente frente a un mundo aje-

5. Pe¡tenecen a este grupo: "La norteamericana", ..Tsantsa", *pat¡i-cio O'Hara, el Libe¡tador", "En los cer¡os del Aconquija", ..1¿ reinadel bosque", "Alejo Zaro se perdió en el tiempo', (Anderson Imbe¡t,Enrique, 1961, El grimorio, Buenos Ai¡es, I¡sada); ..Un bautizo enlos tiempos de Justo" (Anderson Imbert, Enrique, 1969, I_o sandíay otros cuentog Buenos Aires, Galerna); ..Ia cinta azul y blanc¿ y ladivisa punzó", "Tú" (con ciertas resewas), -Anclado en B¡asil"(Anderson Imbert, 8., 197 S, La botella de Klein, Buenos Ai¡es, penClub Internacional); "Manuscrito anónimo sobre un vals t¡iste,'(Anderson Imbert, 8., 1971, México, Siglo XXI).

Por ejemplo, "Dos pájaros de un ti¡o" (Anderson Imbert, 8., 1969,La_sandía.,,), "Esa bestia feroz que,.," (Anderson Imbert, E,,l9'll, La locura, luega al aledrez), ..En vivas ca¡nes" (AndórsonImbe¡t, 8,, 1982, "Dos mujeres y un Julián,', en En el tetar det tiem-po, Narraciones Completas III, Buenos Aires, Corregidor).

Véase "l¿ sandía" (Anderson Imbert, E., 1969, La sandía y otroscuentos) y "Murder" (Anderson Imbert, E., 19,t1, La locura luegaal aledrez).

4)6.

7.

l.

2.

3.

4.

;;¡

'"t¡:l!-,,úi

ilÍ:106105

fuego (esta afinidad es nítida en Coliqueo y Cruz' con sus "caras

ae "piearu", en Lizárraga, en el collita, en King, en la Reina del

Bosque, figuras todas ellas explícitamente vinculadas a la tierra y'

.n ,i últi*o caso, con el fuego)' Esta conexión es ajena a otras

asociaciones: la seriedad ttágiia o macabra, la imperturbabüdad'

el estatismo (contrapesado a veces por una sola acción brusca y

eficaz), lo inconsciente, el silencio -a menudo insondable y pleno

de intenxr xndmÉnto*- T¡les russos üontrastan con otros atribuidos ¡ i¿r r¡¿¡¡ -s.¡Fertlrm' *i ccr"r 'rrn el elemtn!* ¡éreo'

', cl domrnxr ¿ñ¡f ¡tj¡o§o ole » ír¿¿¿*r¡" l¿;:¡t¡r:i¡¡l¿rj' ci tr;lrrlu iúCr-

/ co. Ia ertrover¡r¡n- Ls rilÉrü§.¡ill¿ 't¿li!'¡J q"rc rigunas ¿r Írt¡r ¡l¡-nidades {c¡:n i¡ !t(m. cül ei r¡k*iu' coa io trracionaii Iueron

t¿mbién obs*r|ad¡s ¡xrr l',rscn aa '¡¡r en§¡) tls como cani;:€rist¡§15

de lo amer¡r;¡no.'oAhora bien. ¿por quc csm ¡rnPon¿nte presencia' esta g'ra'

vitación de la "bardarie americana'' en la narrativa de Anderson'

Podrían aducirse diversas razones, más fáciles -claro- de sugerir

que de comprobar. ¿Opera aquí esa "fagocitación" -inconscien'te. involunta¡ia, secieta- de 1o europeo por 1o indígena' que

;d"t; dtchit' ,'.o, para decirlo en palabras de Jung' ese sutil

-*-iit"d co" otra, muy americana, pero curiosamente afín: la antigua

creencia inca en un orden precario' que es apenas "una débil panta-

Ua máeica" y puede trastoiarse en cualquier momento por el libre

iu"eo á. hs iuerzas naturales (cfr' Kusch, 7962'América profunda''pp.-¡S, 4142, 211)- También destaca Kush ese peculiar sentimiento

ame¡icano qu" *ttiidut" al hombre como un melo "accidente de la

Naturaleza", "u**áo ptt la geog¡afía' sujeto q la fue¡z.a demonía-

ca de lo vegetal: "1¿ na-tu¡aleza e§ un mar en el que el hombre fue

engendradJpor una simple dife¡enciación.de masas echadas a roda¡

e."r. s"no" (fush' I 953, La seducción de la barbarie' pp' 23' 25-26)'

Cfr. Kusch, 1953, pág. 36: "el silencio abisal de 1o autóctono", "elion¿o irt".ionuf áel óntinente". Lo europeo -serlala- se convierte

en luz frente a las tinieblas de América, y el indio se identifica con la

tierra. Cabe señalar que todos los rasgos de la "barbarie" que apare-

cenenloscuentosrnrlirados(lairracionaüdad,loinstintivo,afect!vo, intuitivo, poético, mágico, telúrico) configuran-el complemento

nóesa¡i,c de'l¿ actitud occidental, racional y científica' Esas "buscas

ilógicas del sec¡eto de Ia ¡ealid¿d", responden para Anderson, a hon-

áai urgerrci"s vitales, aunque no las acepte como métodos de conoci'

mientó ob¡etivo. l,o bárba¡o enca¡naría ese costado i¡racional e in'

consciente'de América y del alma humana' que no se puede sino

tener en cuenta, y que de algún modo proporciona, si no las formas,

el impulso radical que lleva a escribi¡ ficciones. .

Cf¡. Kush, R., 1962, América profunda, pp. 1 58-l 59, páe' 11 3'

peroinflexible influjo que la tierra donde se nace ejerce sobre elalma? "La tierra virgen -aduce el psicólogo su2o- tiene en todaspartes la propiedad de que al menos el inconsciente del conquis-tador desciende al nivel del habitante autóctono. De esta rorma,en el americano se da una distancia entre lo consciente y lo in-co¡sciente. que no existe en los europeos, una tensión entrecultur¡ uperior coa¡ciartc y una piimiUvidaa inconscienteinmcdi¡t¡--r¡

Pero, qq& ¡IIi dc rodra rfi¡s conjeturas, que pueden prest:lr-sc a larga dirsr¡sirm. lo ¡nrricano nativo detenta en fi sn;oi (Vcn td¿ l¡ n¡rr¡tnrr dc Andcrson. donde se lo percibe **o oüexte?sa constel¡c*rf un poderoso atractivo estético. y una iden_tificación simpári: guc scdre ¡r narrador, fuera de toda filoso-fía conriente o apreciación política.¡e Algo similar _.unq*,,fa-lo, con otra violencia y en otro contexto histórico_ o*-oe-con§armiento, a quien Anderson dedicara un notable estudio. sa¡-miento, el "Facundo de la prensa,,, como lo ll¿mó Alberdi, el quellegó a decir, pese a sus grandes odios que eran también gr*á",amores: "mi sangre corre ahora confundida en sus hijos ao", l" duFacundo, y no se han repelido sus corpúsculos rojosiorqru.r"i,afines".20

t8.

19.

Jung, C.G., 1976, "Alma y tierra,', problemas pslquicosdelmundoacrual, Cxacas, Monte Avila, pág, 163.

SeñalaÁnde¡son Imbert, en su estudio sobre Sarmiento: ..No habíacontmdlccron, pues, entre el desprecio político a Ias masas gauchas y elaprecio artístico por describirh;, Sa¡miento luchaba contia la ¡a¡Ua-rie porque detenía con su peso político la marcha de h historia, peroaplaudía las peculiaridades de la vida en América,,. (Anderson Im-!:I, l: 7967,.Genio y figuta de &rmiento, Buenos Aires, Eudebapag. óU). Resulta justo obserya¡, asimismo, que, si algo critica ArFderson en.Sarmiento, es, precisamente, .u .iopir-poiitiyista al ju?gar como infe¡io¡es a las razas indígenas y mestizas: ..Este conceptode \aza'basado en una equivocada antrópología iue como un lerrte_ anumado que Ie impidió ve¡ la ¡ealidad americana,,. ', (Anderson,1967 , Genio y Figura, pág,. l 56). --' '

Citado en Ande¡son Imbert, E., 1967, Genio y lígura de San iento,pág. .140. Comenta Ande¡son: ;....onb y otrá ár'á.rnes y el gau-cho intelectual que fue Sarmiento -toy Oo"toilfontone¡o,, düouna vez- compadecía desde la ent¡aña al otro gaucho, al verdadero,

a Facundo, el hermano Caín".

16.

20.

17.

119 t20

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