La Iglesia en Asturias (1957-1978). El fin del nacional-catolicismo y los orígenes de una Iglesia...

16
1 La Iglesia en Asturias (1957-1978) El fin del nacional-catolicismo y los orígenes de una Iglesia conciliar. José Luis Fernández Jerez

Transcript of La Iglesia en Asturias (1957-1978). El fin del nacional-catolicismo y los orígenes de una Iglesia...

1

La Iglesia en Asturias

(1957-1978)

El fin del nacional-catolicismo y los

orígenes de una Iglesia conciliar.

José Luis Fernández Jerez

2

La Iglesia en Asturias (1957-1978). El fin del nacional-catolicismo y los

orígenes de una Iglesia conciliar, ed. Real Instituto de Estudios Asturianos

(RIDEA), Oviedo, 2011 (ISBN 978-84-87212-99-4).

José Luis Fernández Jerez, nació en Oviedo en 1978. Licenciado en Historia por la

Universidad de Oviedo, es además Técnico Superior en Prevención de Riesgos

Laborales. Ha participado en el I Congreso de Estudios Asturianos, organizado por el

RIDEA, y publicado numerosos artículos sobre la historia de la Iglesia y del socialismo

en Asturias en diversas revistas.

A mis padres, José Luis y Mercedes, y a mi hermana Patricia,

por su apoyo y ayuda.

A Leticia, por ser

ella.

3

Este libro es el resultado del proyecto de investigación del autor, dirigido por la

profesora de la Universidad de Oviedo Carmen García que, iniciado en el año 2002,

concluyó con la defensa del trabajo el 27 de septiembre de 2004 en la Universidad de

Oviedo, ante el tribunal compuesto por los profesores Sres. Javier Fernández Conde,

Carmen García y Jorge Uría, habiendo obtenido la calificación de sobresaliente y, a

su vez, la suficiencia investigadora.

Sirva esta nota para agradecer a los miembros del tribunal su atenta lectura y sus

oportunas observaciones, que he intentado incorporar en las páginas que siguen.

4

INDICE

INDICE DE ABREVIATURAS 8

INTRODUCCIÓN 9

1ª PARTE

I) REORGANIZACIÓN DE LA DIÓCESIS.

1) NUEVO SEMINARIO PARA NUEVOS SACERDOTES 42

1.1) Breve repaso a la Historia del Seminario metropolitano 42

1.2) Período de formación de los seminaristas: cambios y actitudes 43

1.3) Nuevos sacerdotes para nuevas ideas 57

2) LOS CURAS OBREROS EN ASTURIAS 66

3) ESTRUCTURA ORGANIZATIVA DE LA DIÓCESIS 72

3.1) Organización territorial 72

3.2) Organización sectorial 75

4) ECONOMÍA. PRESUPUESTOS 81

II) HACIA UNA SOCIEDAD SECULARIZADA.

5) ESPACIOS Y ARTE: CONSOLIDACIÓN DE LAS NUEVAS

FORMAS ARQUITECTÓNICAS Y ARTÍSTICAS 86

6) SOBRE LOS RITOS: CAMBIOS FUNDAMENTALES 103

6.1) Los ritos. Introducción 103

6.2) Recepción de la nueva liturgia entre el clero y los fieles 112

7) SECULARIZACIÓN SACERDOTAL. RELIGIOSIDAD POPULAR.

MORALIDAD. CATEQUESIS 120

7.1) Secularización sacerdotal 120

7.2) Religiosidad popular 130

7.3) Moralidad 133

7.4) Del catecismo a la catequesis 147

8) CÁRITAS DIOCESANA 153

8.1) Cáritas diocesana 153

8.2) Asociación Cruz de los Ángeles 163

9) LA MUJER DENTRO DE LA IGLESIA: CONTRADICCIONES ENTRE

TEORÍA Y PRÁCTICA 164

9.1) La mujer en la doctrina social de la Iglesia 165

9.2) El papel de la mujer en la liturgia católica 170

9.3) La condición de la mujer asturiana durante el franquismo a

la luz de la Iglesia 173

5

10) MOVIMIENTOS SEGLARES: LA AC EN ASTURIAS. 177

10.1) La Acción Católica en Asturias 178

10.2) Mujeres de AC 187

10.3) Hombres de AC 189

10.4) En la Transición 190

11) POR LA DERECHA Y POR LA IZQUIERDA: LOS EXTREMOS EN EL

CATOLICISMO ASTURIANO 192

11.1) José María Díez Alegría 193

11.2) La Hermandad Sacerdotal Española en Asturias 200

12) LA IGLESIA ASTURIANA FUERA DE SUS FRONTERAS: ASTURIAS

EN MISIONES 202

12.1) Objetivos y medios de difusión 202

12.2) La actividad misionera asturiana: donde y como 209

12.2.1) África 210

12.2.2) América 212

2ª PARTE

III) LOS OBISPOS EN ASTURIAS.

13) LOS OBISPOS: PENSAMIENTO Y LABOR. 217

13.1) Los obispos ante el Concilio 217

13.2) Francisco Javier Lauzurica y Torralba 221

13.3) Segundo García de Sierra y Méndez 222

13.4) Vicente Enrique y Tarancón 225

13.5) Gabino Díaz Merchán 236

13.6) El papel de los obispos en la Transición a nivel nacional 240

IV) LA ASAMBLEA SACERDOTAL DIOCESANA DE 1978.

14) PRECEDENTES INMEDIATOS: LA ASAMBLEA DIOCESANA

PREPARATORIA PARA LA ASAMBLEA CONJUNTA

OBISPOS-SACERDOTES DE 1971 254

15) LA TRANSICIÓN EN LA IGLESIA ASTURIANA: LA ASAMBLEA

SACERDOTAL DIOCESANA de 1978 264

V) CONFLICTOS INTER E INTRAECLESIALES.

16) INTRODUCCIÓN 279

16.1) Situación socio-laboral en Asturias durante el período 279

16.2) Los movimientos obreros apostólicos.

Nacimiento y funcionamiento 285

16.3) Sobre el pensamiento en torno al sindicalismo

de los obispos españoles 293

17) PRIMEROS CONFLICTOS: EL LARGO CAMINO

HACIA EL CAMBIO 296

6

18) LOS CONFLICTOS BAJO EL EPISCOPADO DEL OBISPO

VICENTE ENRIQUE Y TARANCÓN 308

19) LOS CONFLICTOS BAJO EL EPISCOPADO DEL

OBISPO GABINO DÍAZ MERCHÁN 317

CONCLUSIONES 333

CRONOLOGÍA. 343

APÉNDICE DOCUMENTAL 349

A) CUADROS 349

B) DOCUMENTOS 363

FUENTES 392

BIBLIOGRAFÍA 402

INTRODUCCIÓN

¿Qué ha significado la Iglesia para Asturias1? O planteado de otro modo, ¿qué

ha aportado la institución eclesiástica a la historia de la región? No nos referimos aquí a

la cuestión religiosa, de fe, de creencias. Estas son similares en toda la Iglesia universal,

que se basa en los mismos principios. La pregunta es qué ha aportado específicamente a

la realidad sociocultural de Asturias, que hace su estudio necesario para comprender

1 Este libro se centra exclusivamente en la Iglesia asturiana. Sin embargo, hay que tener en cuenta que la

archidiócesis ovetense comprende las diócesis de Oviedo, León, Astorga y Santander.

7

parte del devenir histórico de Asturias. Pocas instituciones han estado más vinculadas a

la política y la sociedad españolas que la Iglesia católica. Estudiarla significa

comprender una parte importante y desconocida de nuestro pasado. Este libro aspira a

responder a algunas de las cuestiones aquí planteadas.

El marco cronológico escogido (1957-1978), puede resultar a priori extraño. Sin

embargo tiene su lógica. En 1957 se produjeron una serie de huelgas mineras en

distintos puntos de la región, siendo el principio de un ciclo huelguístico continuo que

se prolongará todavía unos años después de la muerte del dictador. Y también será el

origen de unas formas organizativas que van a diferenciarse de las hasta entonces

vigentes, herederas directas de las de la II República. En la mina La Camocha de Gijón,

los trabajadores eligieron por primera vez a una comisión de compañeros para que los

representaran en el momento de reivindicar sus derechos ante la patronal. Es el origen

más remoto de lo que después va a ser CCOO. A su vez, los huelguistas de algunas

minas iban a ver cómo algunos párrocos les daban su apoyo y les prestaban su ayuda,

iniciándose de esta manera el compromiso de algunos sacerdotes y seglares (sobre todo

de las ramas obreras de Acción Católica2) con los mineros y resto de trabajadores,

constante a lo largo de todo el período. Estas razones justifican por sí solas este primer

punto de referencia cronológico.

El año de 1978 fue tomado como el otro punto de referencia no por cuestiones

políticas, como podría ser la aprobación de la Constitución, sino por razones internas de

la Iglesia. Si la Transición política se desarrolló durante varios años, en la historia de la

Iglesia asturiana hay un momento decisivo que marca su transición: la celebración de la

Asamblea Sacerdotal Diocesana celebrada en dicho año. Su importancia estriba en que

fue el punto de encuentro y de consenso de las distintas tendencias en el seno de la

Iglesia, marcando el futuro de la diócesis. A su vez, generó unas perspectivas que a la

larga no iban a cumplirse, por un cúmulo de razones entre las que podemos destacar el

nuevo rumbo de la Iglesia universal que significa el pontificado de Juan Pablo II, así

como el que el obispo Díaz Merchán fuera nombrado presidente de la Conferencia

Episcopal Española3 y la diócesis no ocupara toda su atención. Aunque hay que tener en

cuenta que estas no fueron todas las razones, y estudiar el porqué del fracaso de la

Asamblea exigiría en sí misma una investigación más profunda.

2 En adelante AC.

3 En adelante CEE.

8

Dos van a ser los motivos principales que producirán los cambios en la Iglesia

asturiana en este período. Por un lado, la evolución propia de la sociedad asturiana y

española en general, debida a la mejora de la economía en el período con la

introducción de medidas liberalizadoras, lo que hará patentes las contradicciones de un

Estado que quería ser moderno y a la vez mantener una moral correspondiente a otro

tipo de sociedad anterior, junto con la propia conflictividad social que se inicia en el

período de manera generalizada.

En segundo lugar, el otro cambio condicionante en la evolución interna de la

diócesis será la celebración del Concilio Vaticano II, que supone un cambio

fundamental en el orden interno de la institución y, sobre todo, en las relaciones de la

Iglesia con el mundo contemporáneo a nivel universal.

Con la muerte de Pío XII en 1958, terminaba una etapa de la Historia de la

Iglesia. Elegido Juan XXIII, todo el mundo daba por sentado que, por su edad, iba a ser

simplemente un Papa de transición. De igual manera, la imagen interna de la Iglesia

seguía siendo la de una institución secular, con unas bases ideológicas firmes y no

discutidas, y asumidas por todos los miembros de la cristiandad. Por todos estos

motivos, no pudo ser más que sorprendente el anuncio de la convocatoria de un

Concilio por el nuevo Papa el 25 de enero de 1959, comenzando las sesiones en 1962 y

concluyendo en 1965. Este Concilio (el vigésimo primer concilio ecuménico reconocido

por el catolicismo), junto con el pontificado de Pablo VI, supusieron la puesta al día de

la Iglesia católica universal. Del Concilio salieron 16 documentos, de los cuales el más

importante en el terreno social y político fue la constitución Gaudium et Spes, de 1965.

La influencia del Concilio se extendió a todos los órdenes de la Iglesia, como la liturgia,

el compromiso temporal, la organización de las diócesis, etc. También tuvo sus

sombras, como el hecho de que la mujer siguiera relegada a un segundo plano dentro de

la institución. También generó nuevas corrientes teológicas, siendo la más importante la

Teología de la Liberación, que también influirá en la Iglesia española.

El período comprendido entre los años 1957 y 1978, supuso una serie de

cambios fundamentales en la lucha por las libertades en nuestro país, siendo Asturias

una de las regiones con mayor protagonismo en los conflictos. Las nuevas formas de

organización sindical que empiezan a configurarse en los últimos años de la década de

los años 50, representaron una seria preocupación para el régimen dictatorial el cual, si

bien no se derrumbará hasta la muerte de Franco, se verá agrietado por las huelgas

9

protagonizadas por los trabajadores y la labor desarrollada por otras organizaciones: los

movimientos ciudadanos (asociaciones de vecinos, por ejemplo), asociaciones

profesionales, estudiantiles, etc, que tendrán su papel en esta lucha. Y por supuesto, los

sectores más comprometidos de la Iglesia.

En 1957 tiene lugar una huelga en la mina gijonesa de La Camocha. Ya había

habido huelgas espontáneas durante el franquismo en otras regiones del país, como la de

los tranvías de Barcelona en 1951. Sin embargo, la que tiene lugar en Gijón supuso el

inicio de nuevas formas organizativas en el plano sindical que se generalizaron en el

conjunto del país en los años siguientes, sobre todo a partir de 1962, y que eran

diferentes de las heredadas de períodos anteriores.

Es ahora cuando se constituye, por primera vez en Asturias, una comisión de

trabajadores, es decir, un grupo de representantes elegidos de entre los propios

compañeros. Nacía así el movimiento que con posterioridad se conocerá como

Comisiones Obreras (CCOO). A la vez, con esta primera huelga, se inició un ciclo de

conflictividad constante ante la cual el gobierno franquista responderá con la represión.

Pero al no solucionar los problemas que habían generado los conflictos y, a su vez,

tomar medidas represivas, logró que el descontento se mantuviera latente, y con él la

lucha de los trabajadores. El momento más importante será sin ninguna duda las huelgas

mineras de 1962. Recordemos además que el papa Juan XXIII había estado en Asturias

cuando todavía era cardenal, lo que seguramente contribuyó a que se mantuviera

informado sobre la situación en ese momento. Conflictividad que condicionó la elección

del futuro obispo, Vicente Enrique y Tarancón, ya bajo el pontificado de Pablo VI. Su

nombramiento vendrá dado no sólo por los conflictos de los trabajadores, sino también

por la implicación de una parte (mínima) del clero y de los movimientos obreros de AC.

Algo similar ocurrió con el nombramiento de Díaz Merchán, en un momento en que se

creyó que el elegido podía ser el integrista4 Guerra Campos.

La extensión de los conflictos no se reducirá únicamente a los trabajadores.

También existieron otros focos, como los conflictos en la Universidad ovetense, al igual

que ocurría en el resto del país. Esto suponía la demostración pública de que el régimen

franquista no podía contar con las generaciones más preparadas de cara al futuro, pues

éstas no tenían ninguna intención de mantener el sistema político, reivindicando otros

4 Aunque usado de manera profusa, el término integrista, dentro de la Iglesia, tiene más connotaciones

que en el sentido político. Además de ser personas afines al Régimen, también son celosamente

nacionalcatólicas, sin mucho apego al Concilio Vaticano II, sobre todo en temas como la defensa del

sistema democrático, la libertad de conciencia y, sobre todo, la separación entre Iglesia y Estado.

10

diferentes, desde los que defendían un sistema socialista puro a los que lo hacían en

favor de un sistema democrático5.

Conflictos en la minería, en la siderometalurgia, Universidad, asociaciones

vecinales..., el hecho es que en este período se están dando una serie de

transformaciones sociales que también inciden en el modo de vida de las personas. La

generalización de los electrodomésticos, del automóvil, etc, establecen profundas

diferencias entre ese período y lo que hasta hacía poco había sido la vida de la mayor

parte de los españoles. El turismo masivo abrió una brecha insalvable en la moralidad

tradicional que, aunque no se tradujo en un cambio inmediato, mostró a los españoles

unas formas de vida diferentes a las que se veían en nuestro país, para disgusto de los

defensores de la moral tradicional. A ello también contribuirán las medidas

liberalizadoras de los tecnócratas a partir de 1959, modelo económico al que la Iglesia

no opuso ningún obstáculo. Recordemos que las reticencias de la Iglesia eran sobre el

liberalismo ideológico, no del económico, que había asumido hacía tiempo.

Los cambios económicos conllevaron una liberalización en las importaciones

que iba a afectar negativamente a la economía asturiana, sobre todo a la minería y a la

siderurgia. El sistema de ayudas a las empresas privadas sin recurrir a la

nacionalización (la acción concertada), conllevó el que ambos sectores económicos

pasaran a estar bajo control del Estado, con la creación de HUNOSA, y la siderurgia

privada en UNINSA, absorbida luego por el Instituto Nacional de Industria en

ENSIDESA.

A estas transformaciones sociales no fue ajena la Iglesia, incidiendo en la vida

interna de la institución. Hasta la celebración del Concilio a partir de 1962, el nacional-

catolicismo había sido la ideología predominante en el seno de la Iglesia6. Sus

características más importantes eran:

“1) Predominio de las pautas exteriores de conducta sobre cualquier tipo de

interiorización religiosa; 2) conciencia jurídica del bien y del mal de acuerdo con

5 Sin embargo, la fuerza real de estos conflictos se demostró limitada pues, ni siquiera en los peores

momentos, supusieron un peligro para la estabilidad interna de la dictadura. La prueba es que Franco no

fue derrocado, muriendo tranquilamente con todas las bendiciones. 6 Estudio importante e imprescindible sobre las relaciones Iglesia–Estado en España, desde el Antiguo

Régimen a la democracia, es el de J. M. CUENCA TORIBIO: Relaciones Iglesia-Estado en la España

contemporánea, Madrid, 1989.

11

rigurosas normas de control social; 3) afirmación de una fe segura que se cuestiona y

que ahoga cualquier intento de cambio de la sociedad”7.

El Concilio puso punto y final al nacional-catolicismo como ideología “oficial”

del episcopado español, independientemente de que algunos se mantuvieran en esa línea

hasta el fin de la dictadura y más allá. En cualquier caso, la jerarquía católica evitó

implicarse en cuestiones de orden laboral y político, tratando de no verse

involucrada o ligada a ningún ideología o grupo concreto. Sólo cuando el cambio se

presentaba como inevitable, la jerarquía decidió tomar partido abiertamente por la

democracia, una década después de que el Concilio Vaticano II defendiera ese sistema

político como el más adecuado para la convivencia social. También es cierto que nunca

contó con suficientes líderes con temperamento y autoridad indiscutida para asumir el

mando de la Iglesia española dentro del plano político.

El cambio en la jerarquía española no fue inmediato. En 1966 los obispos

todavía publicaron un documento, “La Iglesia y el orden temporal” en el que, aunque

muestran las nuevas orientaciones, también mantienen ideas anacrónicas, como la

invitación que hacen a los fieles de obedecer a la autoridad política en tanto que esta

emana de Dios, a la vez que bendicen a Franco. La Conferencia Episcopal, creada en

ese mismo año no fue, como dice Vicente Cárcel Ortí, el “motor del cambio”8, ni fue

tampoco “la institución de mayor credibilidad por sus valientes críticas, más fuertes que

las de la misma oposición interna al sistema político vigente”9. Es también exagerada su

afirmación de que la Iglesia fue “la precursora de la Transición”10

.

Tampoco hay que sobredimensionar el papel del Concilio en el cambio. El mero

hecho de su celebración no hizo que los sacerdotes que ya venían ejerciendo su labor

desde los inicios del franquismo, y que habían vivido la Guerra Civil, modificaran su

mentalidad de un día para otro. Fue un cambio progresivo, si acaso más ilusionante en

los seminaristas y los jóvenes sacerdotes que vieron en ese acontecimiento un paso de

gigante en el seno de la Iglesia, y que abría de repente puertas que se creían cerradas a

cal y canto. Sin embargo, también conllevaría un número importante de

7 F. GARCÍA DE CORTÁZAR: “La Iglesia en España: organización, funciones y acción”, en M.

ARTOLA, (dir.): Enciclopedia de Historia de España, tomo III, Madrid, 1988, 52. 8 V. CÁRCEL ORTÍ: Historia de la Iglesia en la España contemporánea, Madrid, 2002, 20.

9 Ibidem. Aunque más adelante matiza: “Pero, desde 1963 hasta 1975, el Episcopado se acercó más a la

base social y eclesial, aunque no de manera uniforme y unánime”, 20-21. 10

Ibidem, 20.

12

secularizaciones de aquellos que, con el paso del tiempo, percibieron que la evolución

no iba a ser ni tan rápida, ni tan profunda como soñaron años atrás.

Por supuesto, no todos iban a recibirlo con el mismo entusiasmo. En el caso de

los obispos españoles, serán pocos a los que no coja a contrapié. Pero no sólo a ellos:

“El Concilio Vaticano II acentuó las diferencias entre la Iglesia y el Estado

español, dándose la paradoja de que un Estado católico deberá cambiar su legislación y

dejar de serlo (católico) por decisión de la Iglesia”11

.

La separación institucional entre Iglesia-Estado todavía tardará en llegar, al igual

que la desaparición de la influencia del clero sobre los fieles, produciéndose antes en las

zonas urbanas que en las rurales, donde el párroco conservó un poder de control e

influencia mayor que en las ciudades. Los intentos de la jerarquía de mantener su

neutralidad se presentaban imposibles, dado que no podían mantener la fidelidad a

Franco y, a la vez, al Vaticano II12

.

El Concilio “institucionalizó” ideas como la defensa del pluralismo político, la

independencia Iglesia-Estado, así como la referida libertad religiosa, aprobándose en

1967 la Ley de Libertad Religiosa en nuestro país. Ello conllevó a su vez el nacimiento

de un anticlericalismo que, a diferencia del anterior, surgía desde la derecha

reaccionaria que se creía defensora del verdadero catolicismo, la cual denunciaba a los

miembros del clero críticos con la dictadura, a los que acusaban de traición. Un

anticlericalismo “de derechas”13

, lo que no dejaba de resultar insólito en la historia de

nuestro país. Las contradicciones internas en el seno de la Iglesia se hacían cada vez

más patentes, no tanto en el aspecto religioso (que también conoció conflictos), como en

el político y social. Sin embargo, el clero comprometido con el movimiento obrero o,

por el contrario, con el régimen franquista, no fue más que una minoría comparada con

11

D. BARBA PRIETO: La oposición durante el franquismo, 1: la democracia cristiana, 1936-1977,

Madrid, 2001. La cursiva es mía. 12

En teoría, dado que el Vaticano II había dejado claro que el único sistema válido de convivencia era la

democracia. Otra cosa fue lo que sucedió en la práctica, evidentemente. 13

Por el contrario, resulta llamativo la rapidez con que el tradicional anticlericalismo de la izquierda

desapareció a partir de los años sesenta: el PCE, con el reconocimiento de la existencia de cristianos en su

seno, algunos de los cuales llegaron a ocupar cargos en la dirección, y también en el PSOE, donde

acabarían recalando un número importante de militantes de los movimientos obreros de AC, tras la crisis

de la organización, además del movimiento de Cristianos por el Socialismo (no confundir con el grupo

actual de Cristianos Socialistas, también dentro del PSOE, cuya coordinadora en Asturias es la concejal

en Grado, Ana Álvarez Lanza). Sería un tema de estudio muy interesante, como bien apuntaba la

profesora Carmen García, el analizar el porqué de este fenómeno, y la rapidez con que se produjo.

13

la mayor parte de los sacerdotes, que se mantuvieron en una posición de moderantismo

político, convirtiéndose en una “mayoría silenciosa”.

Hay que destacar también el impulso decidido de Pablo VI en favor de la

democratización de España. Este Papa había conocido la dictadura de Mussolini en sus

años de seminarista, un régimen que guardaba no pocas semejanzas con el español. De

ahí su política, en la que no sólo influyó el Concilio sino también su propia experiencia

personal.

La Asamblea Conjunta Obispos-Sacerdotes celebrada en 1971, constituyó el

mayor intento de cambio dentro de la jerarquía durante la dictadura, momento en que

tendrá lugar la única autocrítica sobre el papel desempeñado por la Iglesia durante la

Guerra Civil. Sin embargo, el documento no fue aprobado al no conseguirse los dos

tercios requeridos, obteniendo sólo la mayoría simple.

Esta Asamblea fue un intento de poner al día el Concilio en España, estudiando

su grado de implantación en el conjunto de las diócesis hasta ese momento. Esto

implicó un recrudecimiento de los planteamientos de los sectores integristas, que logró

paralizar todos los cambios que potencialmente esta Asamblea iba a implicar, la cual

acabó diluida en la nada durante los años siguientes.

El papel de Tarancón será clave en la difusión del Concilio, sobre todo en esta

diócesis, para la que fue nombrado obispo en 1964. A partir de sus viajes por todo el

territorio asturiano, junto con su fecunda labor literaria, logró extender el espíritu del

Concilio por toda la región, sobre todo en temas como el de los ritos, pues él era el

presidente de la comisión de liturgia en la Conferencia Episcopal, y había tenido a su

vez un importante papel en este sentido en las sesiones conciliares.

Será aquí también donde por primera vez tuvo que enfrentarse a los problemas a

los que debió hacer frente años después como presidente de la Conferencia Episcopal.

En contraposición al pensamiento ideal que expresa en los documentos escritos durante

su episcopado ovetense, los sacerdotes y seglares comprometidos asturianos le

mostrarán (y demostrarán) que la realidad era muy diferente, y que se imponían otras

formas de lucha que ellos ya estaban practicando cuando él fue nombrado obispo de la

diócesis. Ya como cardenal, tendrá que enfrentarse a esos problemas en el ámbito de

todo el país.

El papel desempeñado en la Transición desde Madrid y Toledo no puede hacer

olvidar que esa labor empezó a gestarse en Asturias, pues fue aquí donde tuvo que

enfrentarse por primera vez a los grandes problemas que después tendría que encarar a

14

escala nacional. Díaz Merchán considera que su actuación al frente de la CEE se debió

al creciente número de obispos, favorables al cambio político14

. No parece que fuera así.

Pudo incidir, pero hubo otras razones de mayor peso. Además, los obispos que

apostaban por el cambio de una manera decidida no eran mayoría, estando más bien el

conjunto del episcopado a la expectativa. Si tras la muerte de Franco las cosas hubieran

seguido igual, sin ningún giro a la democracia, la mayor parte de los obispos habrían

mantenido la actitud seguida hasta entonces, no pronunciándose en contra de la

dictadura. La mayor parte de los obispos estaban conformes con el Concilio: el propio

Tarancón consideraba que el cambio en las relaciones entre la Iglesia y el Estado

partieron de ese momento. Pero los mandamientos prácticos que se derivaban del

Concilio en materia política (sobre todo con la publicación de la Constitución pastoral

de la iglesia en el mundo moderno, más conocida bajo el nombre de Gaudium et spes,

de 1965) tardarían mucho en ser llevados a la práctica en España por los obispos. Hasta

el último momento hubo una mayoría que creía que se podían conciliar los privilegios

de la iglesia con las disposiciones conciliares. La realidad demostró claramente que era

imposible, aunque algunos no parecieron (o no quisieron) darse cuenta. La política de

Pablo VI con respecto a España, y la actitud del clero joven a favor del Concilio y en

contra del nacional-catolicismo lo hacían imposible.

La Iglesia, aún con menos católicos en la práctica, mantendrá intacto su poder de

convocatoria en la democracia. En los primeros momentos de la Transición, las fuerzas

políticas de izquierda ya no se mostrarán tan hostiles con la Iglesia como había ocurrido

anteriormente, durante la II República y parte de la Dictadura. Por su parte, la Iglesia no

volvió a ser el obstáculo a la democratización que fue antaño, si bien su imparcialidad

ante los partidos políticos no fue tal. De manera muy sutil dejaron claras sus

preferencias por la UCD en las primeras elecciones, al manifestar que un cristiano no

podía ser marxista, con lo que eliminaban esta opción de voto para una buena parte de

los fieles. Sin embargo, la inmensa mayoría de los obispos apoyaron claramente la

Constitución, existiendo sólo un pequeño grupo (Guerra Campos y otros seis obispos)

que no lo harán.

14

G. DÍAZ MERCHÁN: “Los obispos españoles en la Transición. Un testimonio desde la CEE”,

Conferencia del Arzobispo de Oviedo en la Fundación Hidroeléctrica del Cantábrico, 9 de octubre de

2001, 10. Se puede encontrar en internet, en la web de la Fundación: www.h-c.es, y en la del arzobispado

ovetense www.iglesiadeasturias.org.

15

Pero, ¿hasta qué punto podemos hablar de transición en la Iglesia española?15

¿Hubo un proceso similar al que tuvo lugar en el seno de diversas organizaciones

políticas, sindicales, y sociales de diverso tipo?

Mientras que en algunas de esas organizaciones (PSOE, UGT, CCOO…), los

jóvenes, que habían tenido una participación activa en el interior del país en favor de la

lucha por las libertades (dándose incluso una renovación generacional en ciertos

sectores de la derecha más posibilista), en otros, como el PCE, por el contrario iban a

tardar en iniciar dicho proceso de cambio interno. Recordemos que los dirigentes del

partido comunista en los primeros momentos fueron históricos como Carrillo o La

Pasionaria, frente a los más jóvenes que habían tomado las riendas en el PSOE16

.

Pero incluso en el partido comunista llegó a producirse el cambio generacional.

Por el contrario, jamás llegó a darse en la Iglesia española, salvo por fallecimiento. Sólo

debemos comparar el listado de los obispos desde los años ochenta hasta el momento

actual, para darnos cuenta que ninguno de los sacerdotes que tuvieron un compromiso

más o menos importante durante el período franquista, ninguno de los consiliarios de

los movimientos obreros de AC opuestos a la posición del episcopado en la crisis de

esta organización a finales de los anos 60, y ninguno de los sacerdotes-religiosos que

sufrieron prisión en la cárcel concordatoria de Zamora (recordemos que llegaron al

centenar), llegó jamás a ser nombrado obispo en nuestro país. Dicho de manera más

clara: ningún obispo titular actual, tuvo un papel de compromiso durante la dictadura, y

aquellos obispos que lo tuvieron en su momento, ya eran titulares durante la dictadura y

a día de hoy, o han fallecido, o son eméritos (Añoveros y Tarancón en el primer caso,

Díaz Merchán y Elías Yanes en el segundo)17

.

15

José Manuel Cuenca Toribio, afirma al respecto: “Pero tal vez, la jerarquía eclesiástica, junto con los

políticos y el ejército, se atribuye un protagonismo desmesurado en la singladura de la transición,

empresa, en verdad, de la que todo el pueblo español puede ufanarse. Por lo demás, su `reconversión´ no

ha sido tan profunda como a veces se afirma, y ha estado lastrada por un oportunismo que, a la vista de la

historia moderna, bien pudiera creerse congénito a la institución episcopal”. En J.M CUENCA TORIBIO:

Relaciones Iglesia-Estado en la España contemporánea, op. cit., X. 16

Por supuesto, el cambio generacional tardó en producirse, no así el de las ideas. Mientras los partidos

obreros históricos (PSOE, republicanos), desarrollaban sus actividades en el exterior del país, el PCE por

el contrario, las desarrollaba en el interior, aun a costa de sufrir duras represiones. El partido optó por

combinar la lucha clandestina (convocatoria de huelga general en 1951, por ejemplo), con el

aprovechamiento de los resquicios legales que el sistema le permitía: los comunistas participaron en los

sindicatos verticales y en todas las organizaciones de masas que existían, incluyendo los movimientos

obreros de AC. Todo ello combinado con su política de “Reconciliación Nacional” a partir de 1956. 17

Tenemos una situación análoga en Polonia, pero en sentido opuesto. ¿Cuántos sacerdotes

comprometidos en la lucha contra la dictadura soviética, fueron elevados al cargo de obispos o cardenales

bajo el pontificado de Juan Pablo II? ¿Por qué no en España? Quizá había demasiados taranconianos,

quizá demasiados izquierdistas a juicio del anterior Papa. Recordemos en este punto, que en el año 2007

16

Todo ello, nos ha llevado a un punto en el momento actual en el que parece que

asistimos, no ya a la defensa del catolicismo por parte de la jerarquía, sino más bien de

una forma determinada de interpretar y entender el catolicismo, en el que el Vaticano II

y la Doctrina Social de la Iglesia, no tienen cabida en el acontecer diario de los

cristianos españoles, en la historia presente de la Iglesia Católica española.

se conmemoraba el centenario del nacimiento de Tarancón, celebración que pasó sin pena ni gloria en la

Iglesia española, más preocupada en otras cuestiones.