''La ganadería colonial rioplatense en un período transición: de las vaquerías tradicionales a...

27
Mauro Luis Pelozatto Reilly DNI 3607681 Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján). La ganadería colonial rioplatense en un período transición: de las vaquerías tradicionales a las estancias de cría. Una caracterización de las prácticas y los establecimientos productivos desde década de 1720. Resumen Desde los primeros años de la fundación definitiva de Buenos Aires, la economía ha girado fundamentalmente a las prácticas productivas rurales. En primera instancia, se fue consolidando a partir de la dispersión de los animales que habían venido con los conquistadores y colonizadores españoles, el ganado vacuno cimarrón, fuente principal de las cacerías ganaderas conocidas como vaquerías, 1

Transcript of ''La ganadería colonial rioplatense en un período transición: de las vaquerías tradicionales a...

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

La ganadería colonial rioplatense en un período transición: de las vaquerías

tradicionales a las estancias de cría. Una caracterización de las prácticas y

los establecimientos productivos desde década de 1720.

Resumen

Desde los primeros años de la fundación definitiva de Buenos Aires, la economía

ha girado fundamentalmente a las prácticas productivas rurales. En primera

instancia, se fue consolidando a partir de la dispersión de los animales que habían

venido con los conquistadores y colonizadores españoles, el ganado vacuno

cimarrón, fuente principal de las cacerías ganaderas conocidas como vaquerías,

1

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

las cuales consistían básicamente en expediciones organizadas por las

autoridades y los vecinos hacendados con el objetivo de obtener los cueros

(principal producto pecuario de exportación) y otros derivados del animal para el

mercado local y regional.

Hacia fines del siglo XVII y comienzos del siguiente el ganado salvaje fue

escaseando y extinguiéndose progresivamente en la campaña bonaerense, ante

lo cual tanto vecinos como gobernantes tuvieron que buscar soluciones y

alternativas. Este proyecto de investigación tiene como eje las políticas

encabezadas por el Cabildo de Buenos Aires (principal órgano político a nivel

local) sobre la regulación del ganado vacuno cimarrón antes de su desaparición, la

administración de nuevas formas productivas (recogidas de ganado alzado,

explotación de los cimarrones disponibles en la Banda Oriental, etc.), y la

redistribución de las cabezas obtenidas para diversos fines económicos. A su vez,

se intentará una descripción de dichas recogidas, las cuales fueron reemplazando

a las vaquerías tradicionales en la campaña bonaerense. Por último, se ha tomado

como objeto de estudio hacer una caracterización de los establecimientos

productivos rurales que se desarrollaron durante el período que podría

denominarse de ‘‘transición’’ (a partir de la década de 1720) entras las cacerías de

cimarrones, las recogidas organizadas y la consolidación de las estancias de cría.

Para trabajar los objetivos planteados se analizaron fuentes como las actas y

acuerdos de los cabildos de Santa Fe y Buenos Aires -para tener un panorama

local aunque también más regional- (ACSF, AECBA), el Archivo del Ayuntamiento

Bonaerense (AC) y datos importantes obtenidos de padrones y sucesiones de

algunos vecinos destacables de la misma jurisdicción.

La extinción de las vaquerías y la transición hacia las recogidas de ganado

Podría decirse que desde los primeros tiempos de la fundación definitiva de

Buenos Aires (1580), y a lo largo de todo el siglo XVII, las vaquerías predominaron

2

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

como forma de explotación pecuaria en las áreas rurales correspondientes a la

banda occidental del Río de la Plata. Éstas consistían, básicamente, en la

organización, por parte de los vecinos y autoridades, de expediciones grupales

destinadas a cazar al ganado cimarrón que se encontraba pastando libremente

por los campos. El recurso más interesante para los productores eran las pieles de

toro, mientras que una considerable parte de la carne animal se desperdiciaba,

sobre todo cuando las faenas se realizaban campaña adentro muy lejos del

matadero urbano.

Desde comienzos del siglo XVII, se sabe que el ganado vacuno cimarrón era

abundante en los campos bonaerenses. El mismo tuvo su origen en los animales

que habían llegado con los españoles conquistadores que fundaron Buenos Aires,

los cuales posteriormente se fueron dispersando y huyendo, siendo considerado

un bien de todos los vecinos de la jurisdicción que tenían estancia poblada 1.

Desde muy tempranamente, se encontraba al Cabildo interviniendo en dichas

prácticas pecuarias, para evitar la matanza indiscriminada del vacuno salvaje.

En primera instancia, el Cuerpo solía dar acción a los vecinos criadores sobre el

ganado disponible, es decir, que generalmente solo los propietarios de cabezas

tenían acceso al usufructo del cimarrón. ‘‘Estos vecinos accioneros fueron

representados a partir de 1609 por el Cabildo, que corrió con la legitimación de

sus títulos, la autorización de las expediciones de caza o vaquerías y la venta de

cueros en las embarcaciones que se presentaban en el puerto. Los cimarrones se

convirtieron, en suma, en un bien de administración comunal pero de propiedad

individual’’2. Esto fue lo normal en la región, puesto que en otros puntos como

1 BIROCCO, C. M. (2003). Alcaldes, capitanes de navío y huérfanas. El comercio de cueros y la beneficencia pública en Buenos Aires a comienzos del siglo XVIII. Ponencia presentada en las III Jornadas de Historia Económica. Montevideo, 9 al 11 de julio de 2003, p. 1.

2 Ídem.

3

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

Santa Fe de la Vera Cruz se puede hallar al municipio organizando las vaquerías

desde al menos 15943.

Con respecto a la intervención capitular, vale aclarar que la primera vaquería

documentada en Buenos Aires data de 1609, cuando el vecino don Francisco

Maciel fue nombrado como accionero para recoger el ganado alzado y

usufructuarlo4, lo cual nos habla de cierta propiedad de dicho sujeto sobre el

mismo. La pregunta sería, ¿por qué se preocupaba el gobierno municipal por

nombrar este tipo de accioneros? Si bien los ganados y las tierras abundaban y

eran de fácil acceso en la campaña, justamente por dichas características

estructurales era muy complicado para los estancieros y las autoridades controlar

a una población y un stock ganadero naturalmente disperso y móvil, lo cual fue

fuente de innumerables conflictos por la propiedad y el usufructo de los recursos.

Como bien sostenía Carlos Mayo, estos rasgos hicieron posible el desarrollo de

una ganadería extensiva a campo abierto en estancias sin cerco, en las cuales el

ganado se alzaba o se iba en busca de fuentes de agua hacia el interior de la

campaña5, la cual tenía un problema existencial: cazaba y no criaba al vacuno6.

Por eso es que, para evitar la progresiva desaparición de este recurso, el

Ayuntamiento decidía intervenir en la organización previa a las cacerías y faenas.

Desde inicios del siglo XVII, como se ha mencionado, los alcaldes ya intervenían

activamente en la concesión de acciones para vaquear y hacer corambre. Por

3 AGPSF, ACSF, Tomo II, Primera Serie, folios 181-182b.

4 HARARI, E.F. (2003). Las vaquerías a comienzos del siglo XVIII: una aproximación desde el marxismo. Ponencia presentada en las III Jornadas de Historia Económica. Montevideo, 9 al 11 de julio de 2003, p. 2.

5 MAYO, C. (2004). Estancia y sociedad en la pampa (1740-1820). Buenos Aires, EditorialBiblos, p. 35.

6 HALPERÍN DONGHI, T. (2010). Historia contemporánea de América Latina. Buenos Aires, Alianza Editorial, p. 41.

4

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

ejemplo, en 1626 recibieron licencias para hacer vaquerías los vecinos Juan

López, Domingo Griveo y el capitán Bartolomé López7. Y esto fue oficial no

solamente en la jurisdicción del Cabildo porteño, sino también en otras regiones

del Litoral como Santa Fe, cuyo gobierno se encargaba de las vaquerías desde

muy temprano: ya en 1594, el Cuerpo pidió autorización para recolectar ganado

cimarrón dentro de la jurisdicción de Buenos Aires8. Sin embargo, las acciones

entraron en un bache temporal hasta 1619, cuando se comenzaron a conceder

con mucha mayor regularidad, desde que se intervinieron las vaquerías que Juan

Cano de la Cerda, santiagueño, estaba realizando sin control en Santa Fe9.

Sin embargo, los esfuerzos del Cabildo por evitar la extinción del ganado fueron

insuficientes, puesto que debido a la depredación el mismo llegó a su fin entre

fines del siglo XVII y comienzos del siguiente. Esto debido a la explotación

desmedida por parte de los vecinos, las incursiones que llegaban de otras

regiones y se llevaban ganado y los arreos realizados por grupos de nativos que

acechaban las fronteras rurales hicieron que los cimarrones fueran escasos y su

aprovechamiento cada vez más complicado10. Por otra parte, debido a que los

vecinos se confiaron de la abundancia que había desde los primeros tiempos,

hacia comienzos del XVIII el stock de ganado doméstico disponible era

considerablemente reducido si comparamos con otros períodos posteriores: en

7AZCUY AMEGHINO, E. (1995).El latifundio y la gran propiedad colonial rioplatense. Buenos Aires, Fernando García Cambeiro, p. 32.

8 AGPSF, ACSF, Tomo II, Primera Serie, folios 181-182b.

9 AGPSF, ACSF, Tomo I, Segunda Serie, folios 258-259b.

10 BARBA, F.E. (2007). ‘‘Crecimiento ganadero y ocupación de tierras públicas, causas de conflictividad en la frontera bonaerense’’, Revista ANDES, Nº 18: Universidad Nacional de Salta, p. 1.

5

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

1713 se registraron 18.100 cabezas en la zona norte de la campaña y 12.950

hacia el sur11.

Cuadro Nº 1: Stock de ganado doméstico en la campaña bonaerense

(1713)12

Región Norte 18.100

Región Sur (Matanza y Magdalena) 12.950

A su vez, es necesario aclarar que los alcaldes ordinarios no solamente se

encargaban de nombrar vecinos accioneros, sino que había otros asuntos como el

abasto de carne, el cual era moneda corriente en el siglo XVII. En 1696, para

ejemplificar, se ve a los miembros del Cabildo nombrando a los encargados del

abasto de carne y ordenando que se hicieran matanzas en los corrales de la

ciudad solamente tres veces a la semana13. Se profundizará sobre éstas medidas

y su relación con el mercado más adelante. Lamentablemente para los habitantes

de la jurisdicción, hacia comienzos del siglo XVIII ya no se encontraban los

suficientes animales salvajes para satisfacer las demandas de carne y cueros, por

lo que se tuvieron que buscar otras alternativas productivas. La crisis del cimarrón

ya era muy notoria a comienzos de dicho siglo: en los períodos 1700-1704, 1709-

1710 y 1715-1719 las vaquerías fueron prohibidas por el municipio porteño,

mientras que la última expedición de caza fue registrada en 1718 y finalmente en

1732 la Corona quitó al Cabildo el derecho de realizar ajustes de cueros, lo cual

no es un dato menor14.

11 CONI, E. (1979). Historia de las vaquerías en el Río de la Plata. Buenos Aires, Platero,pp. 24-26.

12 Ibídem, p. 24.

13 AGN, Sala IX, AC, 1690-1728, 19-1-7, p. 70.

14 HARARI, E.F. (2003). Ídem.

6

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

Empero, pese a los especificado por Harari y otros autores como Garavaglia,

quien hace hincapié en las recogidas de ganado ‘‘invernado’’ en la Banda Oriental

desde por lo menos 171915, hemos encontrado aquí algunos casos dispersos de

este tipo de prácticas productivas todavía hacia 1723: ese mismo año se nombró a

doña Bárbara Casco puntualmente como ‘‘una de las accioneras del ganado

cimarrón’’16; a su vez, también se hacía mención por esos tiempos de la falta de

ganados salvajes, por ejemplo cuando se presentó ante el Cabildo una petición

por procurador general don Juan de Ribas en la cual hacía referencia al estado de

la campaña en ese momento y la escasez de ganado vacuno, pidiendo que se

hiciera una corrida general en las pampas. Teniendo en cuenta que las tierras se

encontraban en tiempos de cultivo, el Cabildo no vio conveniente hacer dicha

corrida. Se prefirió mandar a 5 personas (3 españoles y 2 indios) para que

reconocieran las campañas y que luego informasen sobre su estado17. O también

cuando el vecino Diego Ramírez Flores presentó una petición solicitando acción

sobre el ganado cimarrón, la cual fue mandada a discusión entre las partes

interesadas18, debido a la poca disponibilidad del mismo.

A partir de situaciones problemáticas como éstas, tanto las autoridades como los

productores rurales comenzaron a enfocarse en otro tipo de prácticas productivas:

las estancias de cría –sobre las cuales luego se desarrollará- y las recogidas de

ganado.

15 GARAVAGLIA, J.C. (1999). Pastores y labradores de Buenos Aires. Una historia agraria de la campaña bonaerense 1700-1830. Buenos Aires, Ediciones de la flor, p. 216.

16AGN, AECBA, Serie II, Tomo V: Libros XVIII y XIX, p. 223.

17 Ibídem, p. 59.

18 Ibídem, p. 214.

7

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

Organización y finalidades de las recogidas

Pero entonces, ¿cómo hicieron las autoridades y los vecinos criadores para

solucionar la falta de ganado vacuno cimarrón?, sería la pregunta indicada aquí.

Como sostiene Enrique Barba, ‘‘la situación de los rebaños salvajes provocó el

directo perjuicio de los ganaderos y por consiguiente también de los indios. La

disminución primero y la desaparición luego del ganado cimarrón obligaron a los

dos sectores que hasta entonces lo habían aprovechado, a modificar sus modelos

de actividad económica’’19. Como respuesta a ello, se intentó concentrar el ganado

donde más o menos era posible su cuidado, dando así origen a la estancia

colonial. Para otros autores como Enrique Wedovoy, en cambio, ya en el siglo XVII

existía en la campaña bonaerense un sistema de pastoreo nómade a campo

abierto y basado fundamentalmente en el aprovechamiento de los pastos

disponibles, y en el cual el ganado era regularmente recogido, marcado y

castrado20. Por su parte, otros autores como Mayo y Emilio Coni sostuvieron que

la estancia se fue consolidando poco a poco mientras se extinguía el ganado

cimarrón21. Se profundizará sobre las características de las estancias más

adelante.

Sin embargo, parece ser que la cría del doméstico no fue la única alternativa

posible ante la desaparición del ganado salvaje disponible. Como bien descubrió

Juan Carlos Garavaglia, al menos de 1719 se habla de ganado invernado para

hacer referencia a las cabezas que eran recogidas en las áreas rurales de la

Banda Oriental (pertenecientes a la jurisdicción de Buenos Aires) con el objetivo

de abastecer el mercado de carne, entre otras cuestiones22. Dentro de las mismas

estaban las faenas para hacer cueros, sebo y grasa para el mercado local y la

19 BARBA, F.E. Op. Cit., p. 1.

20 WEDOVOY, E. (1990). La estancia argentina. Explotación capitalista o bárbara. BuenosAires, Mimeo, p. 29. Citado por MAYO, C. (2004). Op. Cit., p. 39.

21 CONI, E. (1979). Op. Cit., p. 21; MAYO, C. (2004). Op. Cit., Ibídem.

8

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

exportación, y la comercialización de ganado en pie hacia los mercados del

norte23. Según Azcuy Ameghino, ya desde el siglo XVII se había introducido el

ganado vacuno en la Banda Oriental, el cual comenzó a ser explotado con mayor

intensidad desde comienzos del siguiente, mediante las vaquerías que autorizaba

el Cabildo de Buenos Aires, estimuladas por la creciente demanda de cueros por

los Asientos de esclavos de Francia e Inglaterra y por el comercio de contrabando,

favorecido por los portugueses instalados en Colonia del Sacramente desde

168024.

Como en el caso de las vaquerías tradicionales, el Cabildo de Buenos Aires

también se encargaba de organizar las recogidas en la Banda Oriental. Por

ejemplo, en 1726 se presentó una petición en nombre de don Andrés López

Pintado, en la que informaba al Cabildo que se encontraba realizando una

recogida de ganado en la campaña en virtud de una aparcería que tenía con don

Juan de Rocha, rematador de las vaquerías, el cual finalmente fue aprobado por la

Sala Capitular25. Las mismas se hacían, también, dentro de las tierras ubicadas al

oeste del Río de la Plata, como cuando en 1749 los vecinos del pago de La

Matanza salieron a la campaña a hacer la recogida de los ganados que allí se

hallaban dispersos. Éstos recogieron porciones considerables sin marcas ni

señales y el Cabildo nombró al teniente Domingo Díaz para que cuidara quienes

eran los vecinos que entraban a la campaña a hacer la recogida de ganado y

hacerles declarar con qué licencia la habían realizado26. En estos dos casos

22 GARAVAGLIA, J.C. (1999). Op. Cit., p. 216.

23 Ibídem, pp. 216-217.

24 AZCUY AMEGHINO, E. (1995). Op. Cit., p. 39.

25 AGN, AECBA, Serie II, Tomo V: Libros XVIII y XIX, p. 620.

26 AGN, Sala IX, AC, 1747-1750, 19-2-3, p. 302.

9

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

vemos al cuerpo municipal encargándose de nombrar encargados de las

vaquerías y dando permisos para realizarlas, como fue el caso de don Juan de

Rocha en la Banda Oriental y de los vecinos de La Matanza en estos pagos.

Además de ordenar y regular su realización, el Ayuntamiento debía ocuparse de

otras cuestiones de suma importancia, como el reparto del ganado recogido, la

administración de permisos, las faenas que se realizaban, y el abasto de carne,

entre otras. Con respecto a las cantidades de ganado, el Cabildo trataba de

ocuparse de que no fueran excesivas, y como consecuencia de ello perjudiciales

para la población: en 1723 se trató sobre la vaquería que se quería realizar en el

Uruguay, considerando perjudiciales las 30.000 cabezas de ganado puestas en

Santa Fe establecidas en la concordia con la Compañía de Jesús, por la

posibilidad de que hubiese fraude para conseguirlas y reunirlas, se asignaron

10.000 al rematador de refacción sobre las otras 30.000 y se decidió proceder esa

misma tarde al remate de dicho ganado, citando a las partes para que estuvieran

presentes, el rematador y los representantes de la Compañía27. En ese ejemplo,

se lo ve mediando por la propiedad del ganado alzado entre los jesuitas, los

vecinos de Buenos Aires y la jurisdicción de Santa Fe, con el fin de que no se

agotaran los recursos y de que no hubiese excesos en las recolecciones

organizadas. Años más tarde, el Gobernador había denunciado irregularidades en

otras recogidas en la Banda Oriental, declarándose un total de 4.909 vacas

faltantes, para lo cual los alcaldes ordenaron que no salieran más vecinos a hacer

recogidas momentáneamente28.

Otro tema importante era la concesión de licencias. El gobierno municipal solía

controlar la cantidad de permisos que daba a los vecinos para recoger ganado y la

frecuencia de los mismos. En 1743, para mencionar un caso, cuando se mencionó

27 AGN, AECBA, Serie II, Tomo V: Libros XVIII y XIX, pp. 89-90.

28 Ibídem, pp. 597-598.

10

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

una extracción de ganados hacia el Paraguay, la cual no tenía licencia reconocida

por el Cabildo. Se establece que la saca de ganados y las faenas para hacer

cueros no debían hacerse en perjuicio del abasto de la Ciudad, a menos que

hubiera una Real Cédula que lo permitiera, lo cual no podría discutirse sino

solamente obedecerse. Se nombró como diputados a los regidores Juan Vicente

Betolasa y Carlos Narváez para que hicieran todo lo posible para el bien de la

Ciudad y rogaran al Gobernador para que se presentara ante el Cabildo y diera la

providencia que creyera conveniente29. En pocas palabras, los cabildantes no

permitían las recolecciones sin permiso para no arriesgar el abasto de carne de la

ciudad y mantener el control sobre los diferentes efectos pecuarios de importancia.

Tenía la capacidad de ser el órgano político exclusivo que daba este tipo de

licencias a nivel local y de prohibirlas, a menos que una orden de la Corona dijera

lo contrario. También se ocupaban, como lo hicieron con un pedido presentado por

los vecinos de Santa Fe (quienes pidieron 6.500 en vez de 6.000 vacas, lo cual fue

concedido)30, de especificar el número de animales que se juntarían, según lo que

creyeran conveniente para el bien público.

Un interrogante interesante aquí sería, ¿era regla común que el Cabildo se

ocupara, a nivel local, de todos esos asuntos? La respuesta es afirmativa, al

menos en el caso de otros puntos de la región conocida como Litoral Rioplatense.

Por ejemplo, en 1723 el Cabildo de la Ciudad de Santa Fe mandó a revisar que las

personas que hiciesen recogidas y matanzas sin licencias fueran castigadas con el

embargo de los animales, las herramientas y útiles de tropas31. Más tarde, en 1728

se suspendieron las vaquerías y recogidas por 3 años, sin excepciones, y en

particular para los vecinos de Corrientes que habían causado varios desórdenes

29 AGN, AECBA, Serie II, Tomo VIII: Libros XXIV y XXV, p. 509.

30 AGN, AECBA, Serie II, Tomo V: Libros XVIII y XIX, p. 652.

31 AGPSF, ACSF, Tomo IX, folios 82-82b.

11

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

en las faenas de sebo y grasa32. En 1737 se lo ve nombrando encargados de

hacer las notificaciones de las vaquerías y dar razón de los animales recogidos en

las mismas33. En síntesis, el cuerpo santafesino actuaba en forma similar a su par

porteño, en cuanto a la organización de las recogidas, el impedimento de las

mismas en caso de ser necesario, el control del stock ganadero, etc.

Por otra parte, es preciso aclarar en este momento que las vaquerías a las que

se hace referencia desde el decenio de 1720 son las que aquí llamamos recogidas

de ganado (en las fuentes aparecen bajo las dos nomenclaturas), puesto que –al

menos en la Banda Occidental de Buenos Aires y la Ciudad de Santa Fe-, el

cimarrón se había extinguido o al menos escaseaba. Resulta oportuno tener en

cuenta la diferenciación hecha por Garavaglia hace ya algunos años: los ganados

domésticos eran aquellos que estaban bajo control de los hombres; los alzados

eran los que ocasionalmente y como consecuencia de las sequías se dispersaban;

mientras que los cimarrones eran los ganados salvajes, que se alimentaban y

reproducían libremente34. La diferencia relevante para esta investigación está en

que, por lo general, las vaquerías tradicionales se practicaban sobre ganado

salvaje, y luego de la extinción de éste se consolidaron las recogidas organizadas

sobre los alzados. Esto último resulta válido para el lado oeste del Río de la Plata,

mientras que en la parte del Uruguay continuaron existiendo rebaños salvajes que

de allí se traían periódicamente para repoblar las estancias porteñas y

santafesinas35. De ahí que en alguno de los casos anteriormente citados se

hablara de expediciones organizadas que partían directamente hacia la Banda

Oriental para buscar recursos pecuarios.

32 AGPSF, ACSF, Carpeta Nº 14 A, folios 74-75b.

33 AGPSF, ACSF, Tomo X B, folios 369-369b.

34 GARAVAGLIA, J.C. (1999). Op. Cit., p. 26.

35 Ibídem, p. 27.

12

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

Administración del ganado recogido

Resulta central hablar ahora sobre el destino de los alzados y cimarrones

recolectados. Como bien propone Garavaglia, existían distintas orientaciones

mercantiles para los productos pecuarios: por un lado estaba el abasto de carne

de la ciudad y su inmediata campaña, y también las faenas para hacer sebo y

grasa, los cueros para exportar y el ganado en pie que se destinaba a al mercado

peruano, al igual que otras actividades que se desarrollaron con la misma

orientación, como la cría de mulas36. Asimismo, hay que destacar la producción de

cueros, acaso el producto ganadero más importante en cuanto a las exportaciones

que salían desde el puerto de Buenos Aires, sin tener en cuenta la plata

altoperuana que correspondía a prácticamente el 80% del total de las mismas37.

Se debería tratar aparte el tema de las faenas de cueros y los niveles de

producción, aunque resulta valioso observar, por lo menos, las cantidades

producidas en el período correspondiente a este trabajo, a modo de ver la

importancia de dicho producto para el mercado porteño y cómo fueron creciendo

en número a la largo del siglo XVIII:

Cuadro Nº 2: Exportaciones anuales de cueros desde el puerto de

Buenos Aires38

Período Nº de unidades

1700-1725 75.000

1725-1750 50.000

36 Ibídem, pp. 216-218.

37 HALPERÍN DONGHI, T. (2010), Op. Cit., p. 40.

38 GARAVAGLIA, J.C. (1999). Op. Cit., p. 221.

13

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

1756-1778 130.000

Por otro lado, pero también con una importancia destacable, estaba el abasto de

carne para la jurisdicción. Sin dudas, el Cabildo estuvo siempre atento a que no se

pusiera en duda el abastecimiento suficiente a la hora de planificar las recogidas y

demás faenas. Por ejemplo, en 1723 ya podemos encontrar a los alcaldes

ordinarios sacando a remate una vaquería anual destinada exclusivamente al

abasto de carne39; tres años más tarde, cuando se encontraron sin repartir de las

vaquerías de Juan de Rocha unas 1.780 cabezas sobre un total de 6.500, y que al

ser esto para los cabildantes muestra de que la población de Buenos Aires

contaba ya con ganado suficiente para su manutención, decidieron repartir esos

animales entre instituciones religiosas40; ese mismo año, se trató sobre las

diligencias formadas por don Gaspar de Bustamante para hacer conteo de los

vacunos que se había recogido en la campaña de la Banda Oriental, y se decidió

de común acuerdo que se diera voz al procurador general sobre dichas diligencias

y que informara lo más rápido posible al gobernador, para evitar que se sigan

recogiendo vacas antes de que trajeran las que estaban en exceso41. En estos

casos, vemos claramente como el gobierno municipal accionaba sobre el ganado

disponible de diferentes formas, según la coyuntura: si el stock juntado no era

suficiente para alimentar a la población, se hacían vaquerías directamente para

eso, o se evitaba continuar con las mismas para que no hubieran excesos, y

cuando el ganado abundaba, se repartía para otros fines como lo era en ese caso

el repoblamiento de las estancias de diversas órdenes religiosas.

39 AGN, AECBA, Serie II, Tomo V: Libros XVIII y XIX, p. 75.

40 Ibídem, p. 616.

41 Ibídem, p. 533.

14

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

Cuadro Nº 3: Abasto anual de vacunos en Buenos Aires (por cabezas de

ganado42

1722 18.0001748 25.000

Ahora bien, resulta importante el control sobre las licencias, las marcas y la

penalización en caso de no cumplir. En 1726 el Cabildo ordenó que los

encargados de las dos vaquerías en la Banda Oriental reintegraran el ganado que

había recogido de más43. Citando otro caso, se sabe que el encargado de las

vaquerías en 1734, don Juan de Rocha, no había cumplido con las 12.000

cabezas solicitadas, por lo que los capitulares lo enviaron de nuevo a la campaña

y además se le aplicaron 2.000 pesos de multa44. Volviendo al caso de los vecinos

de La Matanza que mencionamos en alguna oportunidad, los mismos habían

salido a hacer recogidas en la campaña, encontrando porciones considerables sin

marcas ni señales, ante lo cual el Cabildo nombró al teniente Domingo Díaz para

que cuidara quienes eran los hombres que entraban a la campaña a hacer la

recogida de ganado y hacerles declarar con qué licencia la habían realizado. En

caso de no tener licencia, se ordenó que se embargaran las cabezas de ganado

recogidas45.

En cuanto a la misma institución pero correspondiente a Santa Fe, para

comparar y hacer un análisis de carácter más regional, habría que decir que las

marcas, señales y licencias también eran problemáticas consideradas. Ya en

1723, los miembros de la sala designaron al capitán Andrés de la Bastida evitar los

desórdenes que había en las faenas de sebo y grasa y para que además verificara

42 GARAVAGLIA, J. C. (1999). Op. Cit., p. 218.

43 AGN, AECBA, Serie II, Tomo V: Libros XVIII y XIX, p. 636.

44 AGN, AECBA, Serie II, Tomo VII: Libros XXIII y XXIV, p. 106.

45 AGN, Sala IX, AC, 1747-1750, 19-2-3, p. 302.

15

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

que las recogidas se hicieran en la cantidad autorizada y que impidiera las

clandestinas, aclarándose además que el otorgamiento de licencias correspondía

exclusivamente al Cabildo46. Con respecto a ese mismo caso, días después

explicitaron que los excedentes de las vaquerías y los animales recogidos sin

licencias serían embargados47. En 1737, en relación a los excesos que estaban

cometiendo los vecinos correntinos en las recogidas y faenas, debido a que las

mismas se encontraban suspendidas, se encargó al Alcalde 1º para que actuara

sobre cualquier tropa que estuviera en esas condiciones, se tomara registro y

diera razón de los animales recogidos48. Casos como estos hay muchos, pero no

resulta necesario citarlos a todos aquí, lo cual sería inabarcable y tedioso para el

lector.

Lo que importa resaltar es que en ambos lugares el Ayuntamiento actuaba en

forma similar, actuando sobre las recogidas que eran excesivas o se hacían

directamente sin permiso oficial. Con respecto a la marcación, éstas solían

hacerse en las estancias de los propietarios, y junto con la castración

comprendían las faenas más importantes49, aunque en realidad, como vimos,

resultaba difícil controlarlas y escapar a las irregularidades entre las mismas.

Otro tema derivado de las recogidas era el repoblamiento de estancias en la

jurisdicción, hacia lo cual también se orientaban. No era extraño, tampoco, que

surgieran conflictos por el ganado para repoblar, como el que tuvo lugar desde

1722 entre el Cabildo porteño y la Compañía de Jesús por unos vacunos

encontrados en la Banda Oriental50. También solía ocurrir que el Ayuntamiento

sacara a remate público los animales recogidos entre los vecinos criadores de sus

46 AGPSF, ACSF, Tomo IX, folios 9-9b.

47 Ibídem, 13-15b.

48 AGPSF, ACSF, Tomo X B, folios 367-369b.

49 MAYO, C. Op. Cit., p. 48.

16

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

territorios, como cuando en 1726 ordenó que se informara a los estancieros de

toda la jurisdicción sobre el remate del ganado obtenido por las vaquerías, puesto

que Juan de Rocha ya se encontraba con el ganado reunido51.

Además, el Cuerpo se ocupaba de nombrar delegados para que controlaran los

procesos de recolección y redistribución del ganado recogido. Un buen caso para

ilustrar esto es el de unas recogidas que se realizaron en la región sur de la

campaña bonaerense en 1749: durante las mismas, el vecino Domingo Díaz envío

una carta en la cual informaba sobre que se había encontrado con un tal Gutiérrez

en una de las estancias del difunto Juan De Rocha. Gutiérrez traía el ganado

recogido en presencia de ‘‘buenas personas’’, argumentando que había entrado a

la campaña a hacer la recogida por orden de Gaspar de Bustamante, Alcalde

Provincial. Para demostrarlo, le mostró a Domingo Díaz la orden de dicho Alcalde.

Se hallaron 700 cabezas de ganado vacuno entre grande y chico, además se

registraron 130 orejanos, y el resto eran animales con diferentes marcas y

señales, las cuales no se identificaron todas debido a su variedad. El Capitán

Tomas Billoldo, que había venido con su gente del pago de la Magdalena, recogió

134 cabezas que les correspondían a él y a otros vecinos según sus marcas,

presentando las órdenes que le dieron los mismos para que las recogiera. Se le

obligó a dar cuenta de ello52. Por otra parte, ese mismo año Juan Gutiérrez de

Lea, Alcalde de la Santa Hermandad, recordó que Gaspar de Bustamante, Alcalde

Provincial de la Santa Hermandad, no tenía la facultad ni jurisdicción para dar

licencias ni mandar a que los vecinos hiciesen recogidas de ganado, y que dichas

facultades eran del Cabildo53.

50 AGN, AECBA, Serie II, Tomo V: Libros XVIII y XIX, p. 45.

51 Ibídem, p. 567.

52 AGN, Sala IX, AC, 1747-1750, 19-2-3, p. 303.

53 Ibídem, p. 303b.

17

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

Resulta interesante también cómo procedían concretamente las autoridades

cuando los actores violaban el orden establecido. A modo de caso, en 1749 el

Cabildo nombró un comisionado para que controle a aquellos que especulaban

con las marcas y señales para recoger ganado. Se estableció una pena de 50

pesos para los españoles, 100 azotes para los negros, mulatos, esclavos y

libertos54. De esta manera, vemos que el municipio se encargaba de que los

infractores recibieran ciertas penas o castigos, pero a su vez estos no eran iguales

para todos. Aquí juega, claramente, la estructura social jerarquizada de la época,

característica del Antiguo Régimen, según la cual los españoles y sus

descendientes directos eran considerados superiores a los nativos americanos, el

resto de las castas, y obviamente los esclavos.

En otros lugares como Santa Fe esta regla también se cumplía, y ya desde más

tempranamente, lo cual puede apreciarse cuando en 1673 la Sala Capitular

prohibió hacer faenas de cueros, sebo y grasa en la otra banda del río Carcarañá,

especificando que a los infractores se les darían por perdidos los animales

recogidos, cabalgaduras, carretas y bueyes, mientras que a los indios, mestizos y

mulatos se los castigaría con 200 azotes55. En pocos términos, podría sostenerse

que las autoridades municipales lejos estaban de ausentarse ante problemas

como la organización de las recogidas, el control de marcas, la administración de

los alzados, etc.

Los establecimientos productivos durante la transición

Durante este período que podríamos llamar de ‘‘transición’’ entre las vaquerías

tradicionales y otras formas de explotación como las distintas recogidas, existían

establecimientos productivos en la campaña. Respecto a las características de los

54 Ibídem, p. 305b.

55 AGPSF, ACSF, Tomo IX, folios 319-319b.

18

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

mismos, habría que sostener que eran diversas. Bien podría establecerse la

división marcada por Juan Carlos Garavaglia entre quintas, chacras y estancias.

Generalmente, las primeras eran establecimientos más pequeños, ubicados más

bien cerca del ejido de la ciudad, en los cuales predominaba la producción

forrajera y hortícola para el mercado local; por su parte, las chacras eran unidades

productivas con mayor tendencia a la producción agrícola, aunque en las mismas

la ganadería no era inexistente; por último, estaban las estancias, ubicadas en

pagos más alejados del centro urbano, en las cuales cobraba mayor importancia la

cría de ganados, sobre todo mular durante los primeros años del siglo XVIII56.

Si bien las fuentes utilizadas para el período de esta parte de la investigación no

son lo suficientemente contundentes, sirven para realizar algunas comparaciones

con la idea expuesta y describir a los establecimientos. En 1726, 61

establecimientos fueron registrados como chacras y 143 como estancias57. En

ambos tipos de establecimientos se encontraron esclavos o trabajadores rurales

en distintas formas de dependencia: sobre el total de chacras contabilizadas, 10

tenían esclavos (es decir, el 16,39%), mientras que entre todas las denominadas

estancias, solamente se encontraron de este tipo de trabajadores en 7 de ellas

(4,89%). Respecto a las chacras, habría que coincidir con el autor anteriormente

citado, ya que la gran mayoría estaba ubicada más cerca del ejido de la ciudad

que las estancias, salvo algunos casos más bien puntuales como la perteneciente

a Joseph Rodríguez en La Matanza58.

Por su parte, las propiedades más extensas se ubicaban más bien lejos de la

ciudad, aunque lamentablemente faltan los datos suficientes como para ver qué

producían, cómo y para qué. Podría ser útil centrarnos en un análisis local para

56 Garavaglia, J. C. (1999). Op. Cit., pp. 156-161.

57 ANH, Padrón de 1726, pp. 143-187.

58 Ibídem, p. 175.

19

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

poder describir un poco mejor a este tipo de unidades, como el caso de

Magdalena. A diferencia de otros pagos, éste estaba compuesto casi

exclusivamente por estancias extensas, dentro de las cuales y en torno a las

mismas existían distintas explotaciones, tipos de mano de obra y condiciones en

general. Allí aparecen 6 grandes establecimientos, dentro de los cuales había

agregados, otras explotaciones más pequeñas, familias, esclavos, libertos, etc.59.

Por ejemplo, en la que estaba a nombre de Joseph de Arregui (difunto), estaban

Lázaro de Ortega con su mujer, su hija, una sobrina y 2 pequeños; el mismo era

oriundo del Paraguay, y estaba allí como capataz de la estancia, sobre otros 14

peones que se dividían entre ‘‘españoles’’, mulatos, indígenas conchabados y

negros (de éstos últimos había 4 pequeños); a su vez, en la misma hacienda vivía

un mulato llamado Felipe, el cual estaba casado y tenía 2 hijos, otro indio casado,

una india asistente, otro mestizo casado y con 1 hijo, y un total de 34 personas

entre peones, ‘‘sueltos’’ y casados60. De esta manera, puede verse la existencia de

distintas realidades a partir de las grandes explotaciones.

Respecto a lo que se producía y la mano de obra, algunas sucesiones permiten

aproximarnos más a ello. Un ejemplo significativo en este sentido es el de las

posesiones de don Miguel de Riblos en Areco (1719). Allí poseía 4 estancias,

donde se pueden apreciar varias cosas importantes en relación a lo planteado en

este trabajo. Por un lado, se destaca la presencia de ‘‘peones conchabados’’:

entre las deudas, figuraban 12 pesos que se le debían a Juan Cabezas por 3

yerros de ganados correspondientes a la estancia61; por otro lado, se encontraron

herramientas de trabajo como hachas, azadas, cuchillos y marcas, lo cual supone

la presencia de trabajadores rurales. A su vez, fueron anotados 2 pesos que

59 Ibídem, pp. 177-187.

60 Ibídem, p. 187.

61 AGN, Tribunales, Sucesiones, 8122, p. 1.

20

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

debían abonarse a un capataz, y diversas cantidades de yerba y tabaco para

abastecer al consumo interno de los establecimientos62.

También hay indicios de la existencia de distintas prácticas agropecuarias en las

estancias de Riblos, lo cual pone en discusión la idea de que los grandes

establecimientos eran exclusivamente para la cría de ganado. Por ejemplo, se

encontraron 23 caballos y 10 bueyes (animales utilizados fundamentalmente para

el transporte y tareas agrícolas), hachas, azadas, entre otras herramientas

agrícolas63. Al mismo tiempo, puede notarse la presencia de diversos actores

sociales entre la mano de obra, lo cual fue también señalado para el caso de

Magdalena: entre los peones había indios, como Francisco Videla, conchabado

por 2 años en 1727, quien recibió un salario compuesto por paños, 4 pesos en

plata, hilo, seda, 4 libras de tabaco, 2 pesos en yerba, unas espuelas grandes, un

sombrero, un par de medias, etc. 64. Sin embargo, parece que, aunque fueran de

distintos grupos sociales, no había mayores diferencias entre los asalariados, al

menos en cuanto a la cantidad y la forma de pago: Jacinto de Rocha (mulato) y

Estanislao Ferreira (‘‘español’’ de Córdoba), para citar algunos casos, también

recibieron una porción muy menor de su salario en plata sellada, camisas, platilla,

espuelas, yerba y tabaco, hilo, entre otros efectos65. En este sentido, la diferencia

entre los trabajadores con salario no era por su grupo social, sino más bien por la

función que desempeñaran dentro de la explotación: Juan López Camelo, capataz

mayor, cobraba 80 pesos al año, y Juan de Rocha, trabajador en casa del capataz,

recibió 13 pesos y 3 reales en plata solamente durante 3 meses66.

62 Ibídem, p. 1b.

63 Ibídem, p. 2.

64 Ibídem, 5b-6.

65 Ibídem, pp. 6b-7.

21

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

En cuanto a las características de la producción misma, hay varios datos de

utilidad. Entre el ganado, se encontraron varias especies: burros hechores, potros,

caballos mansos, yeguas, burros, y vacunos67. A su vez, la fuente resulta más que

valiosa, en cuanto describe prácticas productivas muy importantes para las

estancias como la cría de mulas y las recogidas de ganado. Ante la falta de burros

hechores, potros y caballos como consecuencia de la mala administración de

Pedro Saavedra, se decidió comprar más burros para poner en funcionamiento a

las yeguas alzadas68, las cuales aparentemente eran muchas más que los

reproductores, lo cual no era demasiado favorable para la producción mular. Vale

la pena resaltar que la cría de mulas era una actividad muy costosa y riesgosa,

pero a su vez importante: destinadas fundamentalmente al mercado peruano,

conformaba desde el siglo XVII una de las riquezas de la región, así como también

en lugares como Santa Fe y Córdoba69.

Algunos datos obtenidos de las actas capitulares santafesinas pueden ayudar a

ilustrar la importancia de este último tipo de ganado. Entre los daños y robos que

causaron los indios ‘‘en las puertas mismas de la ciudad’’, se encontraban vacas,

caballos y mulas70. También se encontraban entre los bienes de las poblaciones

que debían ser trasladadas, por motivos de seguridad, desde la otra banda del

66 Ibídem, pp. 9-9b y 14.

67 Ibídem, pp. 15-16b.

68 Ibídem, p. 15b. La cría de mulas comprendía un proceso muy complejo en el cual se criaban burros entre las yeguas (cubiertos con el cuero de potrillos) para que funcionaran posteriormente como reproductores entre las manadas. La hembra era estimulada por algún caballo retajado (animal que podía entrar en celo pero no copular con la yegua), y luego el proceso era finalizado por el hechor.

69 Garavaglia, J. C. (1999). Op. Cit., pp. 217-218.

70 AGPSF, ACSF, Tomo IX, folios 269-271b.

22

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

Paraná71. Algunos años antes, se podía ver al Cabildo tomando iniciativas sobre

los impuestos de cada producto, entre los que figuraban las mulas: por cada una

que se quisiera entrar o sacar de la jurisdicción, los comerciantes debían pagar un

real72. Es preciso también tener en cuenta la idea planteada por Zacarías

Moutoukias, quien siguiendo la tesis del espacio económico peruano, destaca el

papel de Santa Fe como productora de mulas y como paso estratégico para pasar

las tropas desde Buenos hacia los mercados del norte sin tener que pasar por

Córdoba73.

Otro aspecto importante que se puede describir en este caso es el de las

recogidas organizadas por la estancia. El capataz y los peones debían ocuparse

de las faenas y además convocar a demás estancieros de aquellas tierras para

poder salir a recoger tanto vacunos como equinos y yeguarizos, debiendo matar a

los potros grandes y yeguas más viejas, llevando consigo todo lo que les fuera

posible y agregando potrancas y yeguas para que ayudaran a sujetar a las crías 74.

A partir de esto puede apreciarse cómo funcionaba internamente una recogida de

ganado alzado, y cómo en las mismas participaba el personal de la estancia, y que

además las mismas no eran solamente sobre vacunos (tema central de este

trabajo), sino también de caballos y yeguas. Por otra parte, vale la pena remarcar

la importancia innegable de la producción de mulas, al menos en los

establecimientos analizados, en una época en la cual las estancias todavía no

estaban mayormente dedicadas a la cría de bovinos.

71 Ibídem, folios 319-321b.

72 AGPSF, ACSF, Tomo VIII, folios 379-381b.

73 MOUTOUKIAS, Z. (1993). Contrabando y control colonial en el siglo XVII. Buenos Aires, el Atlántico y el espacio peruano. Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, p. 30.

74 AGN, Tribunales, Sucesiones, 8122, p. 16b.

23

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

Conclusiones provisionales

Luego a analizar algunas actas capitulares y demás fuentes de Buenos Aires, y

en segunda instancia documentos similares de Santa Fe como complemento,

podrían sacarse algunas aproximaciones en relación al Cabildo, las recogidas de

ganado y las unidades productivas durante la época en la cual llegaban a su fin las

vaquerías tradicionales. A partir del objeto de estudio planteado para este capítulo,

el cual consistía en identificar las causas que llevaron a la progresiva extinción del

ganado cimarrón en la campaña bonaerense, y por otra parte analizar las

diferentes medidas tomadas por los cabildantes en relación a las transformaciones

que se fueron dando en las prácticas ganaderas, podría establecerse lo siguiente:

Con respecto a las vaquerías y el ganado salvaje: 1) El principal objetivo de las

vaquerías tradicionales era la extracción de pieles de toro para exportación, y en

menor medida para el mercado local; 2) La progresiva desaparición de los

cimarrones se fue dando a partir de la caza excesiva por parte de los distintos

actores sociales en la campaña; 3) Como respuesta a la escasez –y luego casi

total ausencia- del ganado cimarrón disponible en los campos de la Banda

Occidental, las autoridades coloniales y los vecinos ganaderos buscaron recursos

en otras partes de la jurisdicción, como la Banda Oriental.; 4) Desde la crisis de las

vaquerías fueron consolidándose otro tipos de prácticas productivas pecuarias, las

cuales ya existían con menos fuerza, como la cría de animales en las estancias y

las recogidas organizadas en donde sí había planteles de vacunos más fuertes.

Sobre el accionar del Cabildo en las recogidas de ganado y la administración de

las mismas: 1) La intervención de los alcaldes ordinarios en las actividades

productivas de la época era, al menos, activo; 2) Durante la época de las

vaquerías tradicionales, los cabildantes eran los encargados de otorgar licencias

para hacerlas y de nombrar a los vecinos accioneros que se beneficiaban con los

frutos de las faenas. Asimismo, había otras materias importantes como los ajustes

24

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

de cueros y sacar a remate el abasto anual de carne; 3) A partir de la decadencia

de los planteles de salvajes, comenzaron a organizarse las recogidas de ganado,

principalmente en la Banda Oriental, donde el número de cabezas era mucho más

abultado; 4) En el marco de las recolecciones grupales, el Cabildo se encargaba

de dar permisos para su realización, especificar el número de cabezas que debían

traerse, limitar las faenas, asegurarse de que los ganados sirvieran y fueran los

suficientes para el abasto urbano, entre otras cosas; 5) Además, se nombraban

encargados de encabezar las vaquerías, comisionados para que evitaran los

excesos en las mismas, o para dar razón de las cantidades juntadas, controlar las

marcas y señales, impedir robos, etc.; 6) Con respecto a las infracciones, se

castigaba a los vecinos u otros hombres que robaran o que hicieran fraudes en las

recogidas o con las marcas de los animales, con multas en plata o con castigos

físicos en el caso de los individuos que pertenecieran a alguno de los sectores

subalternos; 7) En lo que toca al ganado vacuno en sí mismo, vale la pena resaltar

que existían diferentes alternativas mercantiles y de consumo: el abasto de carne

local, la producción de otros géneros para el mercado urbano, las faenas de sebo

y grasa, los cueros que eran muy valiosos para el mercado internacional (aunque

también circulaban a escala local y regional, tanto en la ciudad como en el

campo), y los ganados que eran trasladados a pie hacia las ferias del Norte (para

abastecer a las unidades productivas mineras del Potosí y los centros comerciales

de la región, como Lima); 8) Queda claro que las medidas del Cabildo estaban

orientadas a garantizar la producción de dichos efectos y que nunca escasearan o

faltaran, lo cual llevaba a suspensiones en la concesión de licencias, o la

prohibición por meses e incluso por años de las recogidas, vaquerías y faenas,

como observamos que sucedía en Santa Fe desde el siglo XVII.

Por último, hay que aclarar que las recogidas estaban vinculadas a otro tipo de

prácticas ganaderas, como la cría en las estancias y otros establecimientos

productivos, los cuales serán analizados más detalladamente en otro capítulo. A

su vez, las medidas capitulares no se limitaban exclusivamente a la organización

de las expediciones vaqueras o la regulación de los ganados y sus frutos. Como

25

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

se intentará describir y analizar, había más iniciativas puntuales vinculadas

directamente al mercado local, el abasto de carne, el control de precios, la

exportación, la administración de justicia (fundamental para la economía en las

zonas rurales), la mano de obra, entre otras. Asimismo, resulta preciso distinguir y

analizar por separado a las recogidas de alzados en la parte occidental de Buenos

Aires y las de cimarrones en la Banda Oriental para diversos fines.

Bibliografía

AZCUY AMEGHINO, E. (1995).El latifundio y la gran propiedad colonial

rioplatense. Buenos Aires, Fernando García Cambeiro. BARBA, F.E. (2007). ‘‘Crecimiento ganadero y ocupación de tierras

públicas, causas de conflictividad en la frontera bonaerense’’, Revista

ANDES, Nº 18: Universidad Nacional de Salta. BIROCCO, C. M. (2003). Alcaldes, capitanes de navío y huérfanas. El

comercio de cueros y la beneficencia pública en Buenos Aires a comienzos

del siglo XVIII. Ponencia presentada en las III Jornadas de Historia

Económica. Montevideo, 9 al 11 de julio de 2003. CONI, E. (1979). Historia de las vaquerías en el Río de la Plata. Buenos

Aires, Platero. GARAVAGLIA, J.C. (1999). Pastores y labradores de Buenos Aires. Una

historia agraria de la campaña bonaerense 1700-1830. Buenos Aires,

Ediciones de la flor. HALPERÍN DONGHI, T. (2010). Historia contemporánea de América Latina.

Buenos Aires, Alianza Editorial. HARARI, E.F. (2003). Las vaquerías a comienzos del siglo XVIII: una

aproximación desde el marxismo. Ponencia presentada en las III Jornadas

de Historia Económica. Montevideo, 9 al 11 de julio de 2003. MAYO, C. (2004). Estancia y sociedad en la pampa (1740-1820). Buenos

Aires, Editorial Biblos.

26

Mauro Luis Pelozatto ReillyDNI 3607681Profesor en Historia (Universidad de Morón). Especialista en Ciencias Sociales con mención en Historia Social (Universidad Nacional de Luján).

MOUTOUKIAS, Z. (1993). Contrabando y control colonial en el siglo XVII.

Buenos Aires, el Atlántico y el espacio peruano. Buenos Aires, Centro Editor

de América Latina. WEDOVOY, E. (1990). La estancia argentina. Explotación capitalista o

bárbara. Buenos Aires, Mimeo.

Fuentes

AGN, AECBA. AGN, AC. AGN, Tribunales, Sucesiones. ANH, Padrón de 1726. AGPSF, ACSF.

27