Justicia y bienes primarios en John Rawls

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TABLA DE CONTENIDO

introducción..............................................................................................................11. La teoría de la justicia en Rawls ..........................................................................5

1.1 Noción de justicia en Rawls........................................................................51.2 Los principios de justicia en La Teoría de la Justicia..................................13

1.2.1 El principio de libertad....................................................................161. 2. 2 El principio de igualdad..................................................................201. 2.3 El principio de diferencia................................................................211. 2.4 Crítica de Amartya Sen a los principios de justicia de Rawls.........24

2. Críticas a la noción de justicia de Rawls ..........................................................292.1 La crítica comunitarista.............................................................................33

2.1.1 La crítica de Sandel .......................................................................342.1.2 La crítica de Walzer .......................................................................392.1.3 La crítica de M. Taylor ...................................................................422.2 Las críticas de Habermas y Fisk.........................................................472.2.1 La crítica de Habermas....................................................................522.2.2 Las críticas de Fisk ........................................................................56

2.3 Elementos de síntesis de las críticas..........................................................583. Los bienes primarios de Rawls ..........................................................................62

3.1 La noción de bienes primarios..................................................................623.2 Rawls y el problema de la distribución .....................................................663.3 Críticas a la noción de bienes primarios de Rawls ..................................73

3.3.1 Crítica de Milton Fisk .....................................................................733.3.2 Crítica de Michael Walzer ..............................................................743.3.3 La crítica de Amartya Sen y Van Parijs..........................................76

Conclusiones .........................................................................................................85BIBLIOGRAFÍA......................................................................................................90

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INTRODUCCIÓN

John Rawls realiza una importante contribución teórica a la comunidad intelectualgenerando inquietudes a quienes piensan que la justicia distributiva no ha llegadoo es insuficiente. Es evidente que una teoría sobre la justicia no resuelve todos losproblemas de desigualdad en el mundo, pues su función no es precisamente esa; pero sí contribuye a pensar posibles soluciones, ya que a través de la reflexión y laconceptualización los seres humanos y las instituciones establecen acuerdos ybuscan alternativas para enfrentar necesidades y mejorar las condiciones de vida.En este sentido, Rawls aporta elementos conceptuales que incitan a la academia aplantearse los problemas de justicia y buscar alternativas desde diversas perspec-tivas. Así, el análisis crítico de la teoría es ya un intento por escudriñar posiblesvías para salir de la intrincada red de inequidades en que se desenvuelve lahumanidad día a día.

Su obra, a pesar de abordar detallada y estructuradamente los más disímiles pro-blemas que afrontan las sociedades modernas en busca de una distribución equi-tativa de las ventajas y cargas generadas por la cooperación social, suscita inter-rogantes respecto a tópicos específicos como los llamados bienes primarios: ¿Quédefine a un bien primario? ¿Qué papel juegan los bienes primarios en la teoríarawlsiana? ¿Cuáles podrían ser esos bienes? ¿En qué consiste la omnivalenciade los bienes primarios? ¿Cómo inciden los bienes primarios en los principios delibertad e igualdad? ¿Es posible hablar de omnivalencia de bienes en contextosmulticulturales? ¿Tienen los bienes primarios igual valor para personas distintas?En buena parte, estos cuestionamientos serán el norte de este documento. Objeti-vos que para poderse realizar requerirán de una detallada exposición de la teoríarawlsiana, así como de sus principales detractores, pues dicha exposición contri-buye a la comprensión global del pensamiento del autor y el papel central que jue-gan los bienes primarios en el.

La tesis fundamental es que una teoría de la justicia debe, necesariamente, con-templar el problema de los requerimientos básicos para la subsistencia de losmiembros de una colectividad; requerimientos que van mucho más allá de un índi-ce de prerrogativas, derechos y libertades de carácter individual, pues ellos com-prenden situaciones como el reconocimiento, la identidad, las metas comunes ylos proyectos solidarios, entre otros, que desbordan la idea de individuo racionaldel liberalismo e involucran la noción de colectividad o comunidad, sin la cual noes posible hablar de estos. Por ello, es necesario trabajar sobre contextos deter-minados, atendiendo los gustos y preferencias de las personas individualmenteconsideradas, así como sus capacidades y funcionamientos para aprovechar talesbienes sin olvidar el ámbito social. En este sentido, el trabajo constituye una críticaa las teorías de la justicia de corte liberal intentando rescatar y construir criteriosque contribuyan a pensar el debate desde una perspectiva interdisciplinar.

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De acuerdo con lo anterior, y en aras de lograr una estructura metodológica perti-nente, este trabajo se encuentra organizado en tres capítulos. El primero, abordael concepto de justicia planteado por Rawls en dos de sus obras: Teoría de la jus-ticia1 y Liberalismo político2, así como los principios de justicia que subyacen a laTeoría de la Justicia3. En este aparte se intentará mostrar cómo la Teoría de lajusticia de Rawls enfatiza en la necesidad de construir una pauta de distribuciónequitativa de las ventajas y desventajas provenientes de la cooperación social, para disminuir las desigualdades sociales y naturales sin menoscabar la libertadindividual, tomando como precondición una distribución de bienes primarios, moti-vada –eso sí– por principios racionales elegidos a partir de un mecanismo de re-presentación inicial.

Aquí Rawls –apoyado en la doctrina del contrato social, particularmente en lasversiones de Locke, Rousseau y Kant– presenta dos principios fundamentales dela justicia que serían promovidos por las personas libres y racionales en una posi-ción inicial, que considera a los hombres libres e iguales. Argumentos metodológi-cos que le permiten hablar de la justicia como imparcialidad, lo que constituyebásicamente su tesis. Al referirse al contrato social y al estado de naturaleza, queen su versión aparece como la "posición originaria", lo hace como algo puramentehipotético, sin realidad histórica; como un constructo argumentativo que sirve de herramienta para elaborar una concepción de justicia.

Respecto a los principios de justicia (libertad - igualdad y diferencia), destacare-mos cómo en la teoría rawlsiana el principio de diferencia juega un papel de pará-metro o criterio regulador de las pretensiones de los mejor situados frente a lasnecesidades de los menos aventajados; y cómo se configura en una guía de lasinstituciones en la distribución de las ventajas y desventajas producto de la coope-ración social. Situación que en la práctica exigirá de las leyes y de la administra-ción de justicia una menor diferenciación de clases sociales. Por eso dice: "…lasdesigualdades sociales y económicas habrán de disponerse de tal modo que seantanto: a) para el mayor beneficio de los menos aventajados, como b) ligadas concargos y posiciones asequibles a todos en condiciones de justa igualdad de opor-tunidades".4

1. RAWLS, John. Teoría de la justicia. Primera reimpresión. México: Fondo de Cultura Económica, 1997.2. RAWLS, John. Liberalismo político. Tercera reimpresión. México: Fondo de Cultura Económica, 2002.3. Es de anotar que se han seleccionado fundamentalmente estos dos textos, aunque el trabajocita y analiza otros documentos escritos por Rawls, pero se centra más en Teoría de la justicia porser éste el libro que más aborda el problema de la justicia distributiva y de los bienes primarios, objetivo central de este trabajo. El Liberalismo político se aborda con especial énfasis para darclaridad a los giros que ha tomado la formulación inicial de la teoría y, dado que recoge gran partede los ensayos escritos por Rawls como respuesta a las numerosas críticas que se han hecho asus postulados desde la aparición de Teoría de la justicia en 1971 hasta 1993.4. RAWLS. Liberalismo político. Op. cit. p. 68.

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Adquiere sentido, entonces, la "conexión en cadena" a la que ya se refirió Rawls, en la medida que logre conciliar entre todos la distribución de los ingresos y rique-zas, pues como principio está orientado a regular la estructura básica de la socie-dad; esto es: la constitución, la familia y el mercado o sistema económico. Por estarazón, el principio de diferencia encauza al sistema judicial al logro de las liberta-des de los asociados y a la eliminación de las desigualdades extremas.

El segundo capítulo analiza las principales críticas de las que Rawls ha sido obje-to, especialmente la comunitarista frente a la primera formulación de la Teoría dela Justicia y, las de Habermas y Fisk más ligadas al Rawls de Liberalismo Político. Es importante destacar desde ahora que las críticas comunitaristas han sido supe-radas en su gran mayoría una vez publicado el Liberalismo Político, pues Rawlsexpone y aclara puntos como la razón pública, el consenso entrecruzado, la no-ción pública de justicia y la concepción política de persona, entre otras. Tambiénrecalca en cuanto al carácter contextual de su teoría evidenciando que ella obede-ce a problemas propios de una democracia liberal como la que vive Estados Uni-dos y a la ausencia de doctrinas comprensivas capaces de regular la totalidad deuna sociedad pluralista, situación que introduce un nuevo panorama de contextua-lización y pragmatismo a sus tesis.

En ellas, se intenta dar una visión más extensa de lo que ha sido la teoría deRawls y sus principales oponentes con el propósito de ampliar las perspectivas ydar una mejor visión al lector, previniendo de antemano que aunque este no es elobjeto de la tesis, pues lo que se pretende analizar es la noción de los bienes pri-marios y su papel en la teoría, el presentar las críticas permite hacerse una ideamás globalizante del pensamiento rawlsiano.

El tercer capítulo valora el papel de los bienes primarios en la consecución de unasociedad más justa. Para Rawls la justicia, en su relación con las instituciones, requiere de principios claros para alcanzar sus fines; es lo que denomina sabiduríasocial. Es decir, los miembros de la sociedad pretenden equilibrar sus libertades ysus bienes con la estructura básica o sistema económico-social que los rige paraproducir bienes y servicios diversos. Los bienes primarios –como medios para al-canzar la realización de planes de vida e ideas de bien– constituyen las expectati-vas racionales del hombre. El concepto de bien es fundamental por cuanto tienerelación con la felicidad de las personas y con su plan de vida. Como se compren-de, las expectativas son el índice de bienes primarios que un hombre representati-vo o grupo de hombres de una clase social o condición social, pueden razonable-mente esperar alcanzar a través de la sociedad y sus instituciones para sacaravante su plan racional de vida.

En este capítulo se desarrollan las críticas sobre la noción de bienes primarios, en especial la planteada por Amartya Sen, la cual promulga que las personas requie-ren distintas cantidades de bienes primarios para satisfacer las mismas necesida-des, dada la diversidad de capacidades de los individuos, por lo que “...juzgar la

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ventaja en bienes primarios conduce a una moralidad parcialmente ciega”. Sendijo correctamente que era una “desventaja fetichista” preocuparse por esos bie-nes como tales, con exclusión de lo que los bienes “hacen a los seres humanos”.5

Por último, se elaboran unas conclusiones en las que se destacan, la contribuciónde Rawls en procura de una sociedad menos desigual a partir de su principio de diferencia y las implicaciones que los bienes primarios tienen en la fundamenta-ción de su teoría de la justicia. Las limitaciones que aparecen cuando se trata de universalizar criterios o principios de justicia frente a un mundo cada vez más mul-ticultural y pluralista, donde las nociones de identidad, nación y reconocimientocobran especial vigencia. Asimismo, se insiste en la necesidad de considerar se-riamente las preferencias y gustos de las personas a fin de no socavar su auto-nomía y respetar su mayoría de edad a la hora de definir sus deseos como mediospara alcanzar sus metas, atendiendo a sus especiales capacidades y funciona-mientos, sin olvidar que existen lazos solidarios y comunitarios que abrazan al in-dividuo, lo hacen parte de un colectivo en donde adquieren sentido sus planes ra-cionales de vida, así como su propia idea de bien.

5. COHEN, G. A. ¿Igualdad de qué? Sobre el bienestar, los bienes y las capacidades. En: NUSSBAUM, Martha y SEN, Amartya (compiladores). La calidad de vida. México: Fondo de Cultura Económica, 2002.

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1. LA TEORÍA DE LA JUSTICIA EN RAWLS

1.1 NOCIÓN DE JUSTICIA EN RAWLS

Los debates sobre la justicia en la segunda mitad del siglo XX adquieren diversasconnotaciones y se abren a nuevas perspectivas; sobre todo después de la publi-cación de la Teoría de la justicia, de John Rawls, quien presenta su enfoque y loscriterios formativos como alternativa frente a las teorías reinantes hasta entonces: el utilitarismo y el intuicionismo; lo cual hace desde una perspectiva interdisciplina-ria, donde comparecen la filosofía del derecho, la economía, la psicología, la cien-cia política y la moral, restableciendo la ya desgastada idea del contrato socialcomo recurso argumentativo y diseño metodológico, para establecer unos paráme-tros o principios consensuados que guiarán el establecimiento de institucionespúblicas justas. Por otro lado, la inclusión de la justicia desde una perspectiva mo-ral en el debate jurídico despertó el debate positivista que pretendía escindir lamoral del derecho.

Rawls, según su teoría, busca establecer los principios morales que orienten una sociedad bien ordenada; esto es, una asociación de asociaciones donde confluyandiversas doctrinas racionales en un marco de cooperación equitativo; asociacionesconformadas por sujetos desinteresados provistos de capacidad moral y sentidode justicia. Se trata de principios elegidos a través de un contrato hipotético queparte de una posición original, donde se establece un procedimiento imparcial (ve-lo de ignorancia), de modo que todos los participantes converjan en ellos –dadaslas situaciones particulares de elección– al valorarlos como los más justos y ade-cuados a sus expectativas particulares. Esta situación reviste de legitimidad moralal contrato, en tanto que permite la participación pluralista de miembros o sujetosrepresentativos de las más diversas doctrinas filosóficas, religiosas y morales, bajoun procedimiento al que consideran como válido.

Los contratantes parten del desconocimiento de elementos básicos que definen susociedad. No saben cuál será su ubicación en ella una vez sea descubierto el velode ignorancia, no conocen sus preferencias sexuales, su inteligencia, su imagina-ción, su talento, su clase social, ni la de los demás. Sólo conocen aspectos gene-rales de economía política y de psicología básica. Pero es su deber seleccionarprincipios capaces de garantizar un orden justo para todas las personas en lasmás diversas situaciones, pues ellos deben ser capaces de representarse y ubi-carse como si al momento de terminada la elección quedasen en la peor de lasposiciones. De allí que el diseño y selección de principios estén pensados parafavorecer cualquier circunstancia y darle un tratamiento justo a los sujetos. Además buscan superar los principios utilitaristas e intuicionistas, en cuanto losprimeros no consideran seriamente las preferencias de las personas y los segun-dos dan por sentadas verdades a priori, relevando al sujeto de la posibilidad deestablecer él mismo sus propias directrices.

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Mi objetivo es presentar una concepción de la justicia que generalice y lleve a su-perior nivel de abstracción la conocida teoría del contrato social tal como se en-cuentra, digamos, en Locke, Rousseau y Kant. (…) La idea directriz es que losprincipios de la justicia para la estructura básica de la sociedad son el objeto delacuerdo original. Son los principios que las personas libres y racionales interesa-das en promover sus propios intereses aceptarían en una posición inicial de igual-dad como definitorios de los términos fundamentales de su asociación6.

Pero Rawls no sólo discute con las tesis utilitarista e intuicionista sino que planteala cuestión del pluralismo respecto de las democracias modernas, como un pro-blema presentado entre dos tradiciones: el liberalismo desde Locke y el igualita-rismo desde Rousseau. El primero prioriza las libertades cívicas (pensamiento, conciencia y propiedad) y el segundo las libertades políticas subordinando las cívi-cas. Aborda la disputa y la resuelve a favor de las libertades políticas, interpretan-do la libertad y la igualdad como postulados convergentes que congenian con lanoción de persona moral, la cual articula a la concepción de una sociedad bienordenada a través de la posición original, donde las partes son definidas comoagentes de construcción racionales, autónomas e iguales7.

Esta racionalidad de la persona moral, en tanto agente constructor de su propiomodelo de sociedad, es entendida en dos sentidos: como razonabilidad, denotan-do un deber y un sentimiento de cooperación equitativa garantizada por la posiciónoriginal; y como racionalidad, en el sentido de provecho personal que las partespersiguen individualmente.8

6Rawls, J. Teoría de la Justicia. Op. Cit; p. 24

Lo razonable se incorpora al procedimiento de argu-mentación de los principios de justicia y garantiza la autonomía racional de las par-tes; lo racional se introyecta a la vida social del individuo determinando la auto-nomía plena del ciudadano; es decir, lo racional hace referencia a la esferaparticular de la persona en un contexto social, mientras que lo razonable apunta

7“El curso del pensamiento democrático en los últimos dos siglos, o algo más, nos demuestra

llanamente que en la actualidad no existe ningún acuerdo sobre la forma en que las instituciones básicas de una democracia constitucional deben ordenarse si han de satisfacerlos términos justos de cooperación entre ciudadanos considerados libres e iguales (…)Podemos pensar en este desacuerdo como en un conflicto al interior de la tradición delpensamiento democrático mismo, entre la tradición que relacionamos con Locke, que atribuyemayor peso a lo que Constant llamó “las libertades de los modernos” –libertad de pensamientoy de conciencia, ciertos derechos básicos de la persona y de la propiedad y el imperio de laley-, y la tradición que relacionamos con Rousseau, que atribuye mayor peso a lo que Constantllamó “las libertades de los antiguos”, las libertades políticas iguales y los valores de la vidapública”. Rawls, J. Liberalismo político, Op. Cit. p. 30.

8. “Lo racional se predica de las personas individualmente consideradas, poseedoras de capacidades de jui-cio y deliberación, que persiguen fines e intereses sólo en su propio beneficio. Lo racional se aplica acómo se adoptan los fines y a su prioridad, a la selección del medio más eficaz para lograr el fin”. Cfr. RAWLS. Liberalismo político, Op. cit. p. 68.

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exclusivamente a la esfera pública del ciudadano; de ahí el deber, el sentimientode cooperación y de solidaridad.9

La autonomía racional viene dada por la equidad que garantiza el velo de ignoran-cia de las partes, pues al no conocer las ventajas y desventajas tampoco se pue-den utilizar para someter o persuadir al otro. Así, las partes –racional o prudente-mente– contribuyen y cooperan en la satisfacción de sus necesidades. Laautonomía plena, realizada en la vida diaria de los ciudadanos, se define comoracional en tanto actúa en pro de un interés particular y es garantizada por la exis-tencia de unos bienes primarios que sirven de medio a tal interés. Siempre lo ra-zonable presupone y subordina lo racional, priorizando lo justo sobre lo bueno.10

Luego, la persona moral posee dos capacidades: una orientada al sentido de justi-cia efectivo y otra para formar, revisar y perseguir racionalmente una concepciónde lo bueno; de esta forma, la persona moral realiza y ejerce las facultades paradeliberar y acordar en sociedad. Estas capacidades, al permitir la deliberación y elacuerdo, garantizan y posibilitan la autonomía en tanto que las partes no se some-ten a principios ni verdades a priori de justicia, y se mueven por intereses de ordensupremo, como la prioridad de lo justo sobre lo bueno. Aparece, entonces, la justi-cia procedimental, ya que la autonomía posibilita la elección argumentada, delibe-rada y acordada de las reglas que se deben seguir para la escogencia de los prin-cipios.

La libertad y la igualdad, como elementos estructurales de la concepción de justi-cia procedimental, se encuentran representadas en la persona moral que las ar-ticula mutuamente dando prioridad a la libertad, que a su vez constituye una pre-condición para la existencia de la igualdad (jerarquización de los principios bajo elorden lexicográfico). En otras palabras, los agentes son libres en cuanto que noexisten condicionantes a priori, e iguales, dado que participan en el proceso bajolas mismas condiciones. La legitimidad y estabilidad del sistema no lo constituye elequilibrio de las fuerzas sociales (igualdad) sino la firmeza que los ciudadanos dana las instituciones al creer que estas satisfacen su ideal de justicia públicamenteacordado.

9. “La idea de lo razonable es entendida como una virtud de las personas comprometidas con la coopera-ción social entre iguales cuando se encuentran dispuestas a proponer principios y normas como términosjustos de cooperación y cumplir con ellos siempre que se les asegure que los demás harán lo mismo.”Cfr. RAWLS. Liberalismo político, Op. cit. p. 67.

10. Rawls, a propósito de esta prioridad, afirma: “la prioridad de lo correcto no significa que deban soslayarselas ideas acerca del bien; eso sería imposible. Significa, más correctamente, que las ideas acerca delbien que se utilicen deberán ser ideas políticas: deben ajustarse, moldearse, para satisfacer las restric-ciones que impone la concepción política de la justicia y encajar en el espacio que permite esta concep-ción”. Cfr. RAWLS. Liberalismo político, Op. cit. p. 197. y más adelante vuelve a recalcar en dicha priori-dad para sostener que ella implica una limitante trazada por los principios de justicia a los modos de vidapermisibles dentro de las doctrinas comprensivas razonables, al paso que comprende un criterio para ladeliberación. Cfr. Liberalismo político. p. 202.

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La libertad, en la posición original, se expresa en la capacidad autorreguladora delas partes para emitir razones de justicia y en la independencia que tienen frente aintereses que no sean de un orden supremo. Por su lado, la igualdad se define enla capacidad de todos los ciudadanos para entender y ajustar su conducta a laconcepción pública de justicia y en la posibilidad y oportunidad que cada uno tienepara participar en la selección de procedimientos para definir principios que tien-dan a regular la sociedad.

Según el primer principio, cada persona debe tener un derecho igual al más am-plio sistema de libertades básicas iguales para que sea compatible con un sistemasemejante de libertades para todos. Por su parte, el segundo principio dispone quelas desigualdades económicas y sociales deben admitirse sólo si redundan en losmayores beneficios posibles para los menos favorecidos11.

Los cargos y funciones deben ser abiertos a todos en circunstancias de equitativaigualdad de oportunidades. Con ello se logra equidad en las distribuciones. Unavez establecidos los principios de justicia, se debe continuar con la estructuraciónde una asamblea constituyente que tiene como propósito el establecimiento de laorganización política, del sistema jurídico y de las libertades fundamentales. Conposterioridad se ha de establecer la regulación del mercado, los sistemas de pro-ducción y el control social. Si ello se logra con justicia, se tendrá una sociedadtambién justa, esto es, bien ordenada.

Ahora bien, la justicia social –establecida contractualmente por individuos raciona-les, en un proceso también racional de elección– en particulares circunstancias deignorancia relativa, alcanza validez en tanto que permiten la participación de laspersonas en el proceso constructivo de las instituciones básicas, pues el procesode selección garantiza la participación de los contratantes en el diseño de las insti-tuciones que han de regir la sociedad bajo un esquema de imparcialidad, donde laelección racional opera en procura del interés antecedente de los miembros.12

Así, pues, se puede afirmar que Rawls intenta formular una teoría política desde laóptica de la justicia, con el propósito de estructurar diferentes intuiciones quehacen parte del sustrato cultural de países como Estados Unidos, intuiciones am-pliamente aceptadas y reconocidas, pero que aisladas no logran representar unaalternativa al utilitarismo. Entre ellas está la idea de que la justicia tiene que ver

11. Rawls, J. Teoría de la Justicia. Op. Cit. p 68.

12. Al respecto, Dworkin considera que “una de las condiciones que imponemos a un principio teórico, antesde permitir que figure como justificación de nuestras convicciones, es que la gente a quien el principio go-bernaría lo hubiese aceptado, por lo menos dadas ciertas condiciones, en caso de haber sido consultada,o por lo menos que pueda demostrar que el principio favorece el interés antecedente de cada una de ta-les personas (…) por supuesto, es parte de estas tradiciones que los principios son justos si de hechohan sido escogidos por aquellos a quienes gobiernan, o si por lo menos se puede demostrar que favore-cen el interés antecedente común a tales personas”. Cfr. DWORKIN. Los derechos en serio. Barcelona: Editorial Ariel Derecho, 2002; pp. 238, 243.

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con la distribución de las cargas y beneficios de la cooperación social. Por otrolado, se propone dar un tratamiento más profundo a la igualdad de oportunidadescomo eje central de la justicia distributiva, incluyendo la noción de bienes primariosy el principio de diferencia.13

La igualdad de oportunidades no deja de llamar la atención, dado que arrastra laidea de considerar las desigualdades, producto del mercado y la cultura, comoarbitrarias, y supone que ellas sólo encuentran acomodo cuando son el productode decisiones individuales y particulares de vida, pero no bajo efectos generacio-nales de acumulación de capital, en donde el esfuerzo y el mérito no tienen parti-cipación alguna; pues sin un sustrato mínimo de bienes sociales, el individuo en-cuentra seriamente comprometida su autonomía, dados los requerimientos parasu supervivencia.

Por esta razón, la justicia como equidad empieza con lo que Rawls considera laidea intuitiva central e implícita en la cultura pública de una democracia; es decir, una visión de la sociedad como sistema equitativo de cooperación entre personaslibres e iguales: “La cuestión fundamental de la justicia política es, pues, encontrar‘los principios más adecuados’ para realizar la libertad y la igualdad una vez que lasociedad es concebida como un sistema de cooperación entre personas libres eiguales”.14

La pregunta sobre la igualdad de oportunidades toca las raíces de la teoría rawl-siana y en la respuesta a la misma plantea que es necesario compensar las cir-cunstancias naturales con las que los hombres nacen,15 pues no basta con regularlas desigualdades ni con la compensación de las circunstancias sociales. Aquí serequiere de un dispositivo que, en lo sucesivo, controle o evite el crecimiento dedichas desigualdades, desestabilizando la creencia en la justicia a partir de lascomparaciones interpersonales.

Para compensar las circunstancias naturales, Rawls partirá del supuesto de la po-sición originaria, en la que individuos racionales cubiertos por un velo de ignoran-

13. Al respecto Van Parijs considera que en Teoría de la justicia aparece una doble originalidad: la primera anivel del método de justificación que propone para la filosofía política y la segunda a nivel del contenidode los principios políticos que intenta justificar”. Cfr. VAN PARIJS. ¿Qué es una sociedad justa? EdicionesNueva Visión, Buenos Aires, 1991; p. 58. La importancia de la igualdad en materia de distribución es ex-presada así: “El objeto primario de la justicia es la estructura básica de la sociedad o, más exactamente, el modo en que las instituciones sociales más importantes distribuyen derechos y deberes fundamentalesy determinan la división de las ventajas provenientes de la cooperación social. Por instituciones más im-portantes entiendo la constitución política y las principales disposiciones económicas y políticas”. Cfr.RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 20.

14. Cfr. MOUFFE, Chantal. El retorno de lo político. Comunidad, ciudadanía, pluralismo, democracia radical.Barcelona: Paidós. 1999, p. 69; RAWLS. Liberalismo político. Op. cit. p. 56.

15. “La distribución natural no es ni justa ni injusta, como tampoco es injusto que las personas nazcan en unadeterminada posición social. Estos son hechos meramente naturales. Lo que puede ser justo o injusto esel modo en que las instituciones actúan respecto a estos hechos”. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 104.

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cia se enfrentan ante la decisión de elegir un criterio distributivo, logrando alcan-zar, de esta manera, un contrato social como dispositivo de representación16 dedonde emergerá la concepción de justicia. Esta concepción de justicia requiereque todos los bienes sociales primarios sean distribuidos equitativamente en lasociedad, salvo que una distribución desigual favorezca al individuo en la peor si-tuación.17 Pero, respecto de la distribución de los bienes naturales (talento, inteli-gencia, creatividad, etc.) es menester anunciar que Rawls postula una especie defondo común a partir de los recursos conseguidos con dichas capacidades a fin dedistribuirlos entre los más necesitados:

El principio de diferencia representa, en efecto, el acuerdo de considerar la distri-bución de talentos naturales, en ciertos aspectos, como un acervo común, y de participar en los beneficios de esta distribución, cualesquiera que sean18

De otra parte, Rawls va a defender que los principios que las personas libres yracionales –interesadas en promover sus propios intereses– aceptarían en unaposición inicial de igualdad como guías estructurantes de las instituciones socialesy de la distribución de ventajas, habrán de regular todos los acuerdos posteriores, además de especificar los tipos de cooperación social que se pueden llevar a caboy las formas de gobierno que pueden establecerse. Esta teoría la ha llamado “jus-ticia como imparcialidad”19

En la justicia como imparcialidad los sujetos aceptan el principio de la igualdad y elde la diferencia sin conocer sus fines particulares. No están dadas las inclinacio-nes de los hombres. Sus deseos y aspiraciones están restringidos por los princi-pios de justicia que especifican el respeto a los otros sistemas de fines.20 En sínte-sis, la concepción de la justicia como imparcialidad va ligada a la exigencia de quelas personas desconozcan sus propias concepciones del bien, entendidas comoconjunto de creencias respecto a cómo orientar la vida para hacer de ella unaexistencia digna.

Por eso, en la teoría de la justicia como imparcialidad, no se dan como ciertas laspredisposiciones y propensiones humanas, sean lo que fueren, buscándose luegoel medio para satisfacerlos. Por el contrario, los deseos y aspiraciones se restrin-

16. HABERMAS, J.; RAWLS, John. Debate sobre el liberalismo político. Barcelona: Editorial Paidós,1998; p. 76.

17. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. pp. 80 - 85.18

Rawls, J. Teoría de la Justicia. Op. Cit; p. 104.19

Rawls, J. Teoría de la Justicia. Op. Cit; p. 24.20. “La motivación moral a la justicia encuentra arraigo en los deseos racionales y razonables de las perso-

nas para actuar conforme a principios, luego actuar conforme a la justicia como imparcialidad conecta conel deseo de realizar un ideal político de ciudadanía con los dos poderes morales de los ciudadanos y consus capacidades normales, pues estos ciudadanos están educados para realizar ese ideal por la culturapública y sus tradiciones históricas de interpretación. Esto ilustra el amplio papel que desempeña unaconcepción política como factor educativo”. Cfr. RAWLS, J. Liberalismo político, Op. cit, p. 98.

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gen desde el comienzo por los principios de la justicia que especifica los límitesque los sistemas de fines de los hombres tienen que respetar. Esto podemos ex-presarlo diciendo que en la justicia como imparcialidad el concepto de lo justo tie-ne prelación sobre el bien.

La prioridad de lo justo sobre lo bueno en la justicia como imparcialidad se convier-te en un rasgo central de nuestra concepción. Impone ciertas normas a la forma-ción de la estructura básica en conjunto: los arreglos no deben tender a generarpredisposiciones y actitudes contrarias a los dos principios de justicia y debenasegurar que las instituciones justas sean estables. Se colocan así ciertos límitesiniciales a lo que es bueno y a las formas de carácter que son moralmente valio-sas, y, con ello, al tipo de personas que los hombres deben ser.21

Para Rawls, los hombres estarían dispuestos a sacrificar recursos potenciales orenunciar a su expectativa (situación futura e incierta) con el objeto de garantizaruna base social mínima aquí y ahora; presupuesto de la justicia como imparciali-dad que les permitirá participar en la sociedad. A esto se llega cuando los hom-bres ponen en práctica los planteamientos de la teoría de la elección racional parala toma de decisiones en condiciones de incertidumbre.

La base social mínima estaría constituida por un conjunto de bienes sociales a losque todos los miembros tendrían acceso en condiciones de equidad. Así, se pre-fiere una reducción de posibilidades potenciales frente a una distribución real yefectiva inicial. Esto es, lo que se ha dado en llamar igualdad en el punto de parti-da o igualdad en el interés antecedente constituido por un número de bienes so-ciales básicos.

No obstante, la noción de bienes sociales básicos deja un amplio espacio para laambigüedad y para la contraposición entre bienes; pues para citar un caso, la li-bertad, por un lado, es entendida como uno de esos bienes sociales básicos; pero,por otro lado, constituye el primero de los principios de justicia y, sin embargo,Rawls reiterativamente afirma que el respeto propio o las bases sociales del res-peto a sí mismo es el bien social primario por excelencia, luego falta precisión alrespecto, situación que se abordará más adelante.

Ahora bien, los bienes son naturales y sociales. Los primeros, ya lo dijimos, son lainteligencia, el talento, la salud, el vigor, la imaginación, entre otros. Los socialesson aquellos que aunque pueden ser objetos labrados por el hombre o ser pura-mente culturales como el prestigio, el reconocimiento, la identidad, etc., no inter-viene la naturaleza de manera directa en su distribución.

Pero ¿qué hacer frente a una distribución de bienes naturales desigual? Es unacuestión a la que la concepción general de justicia no hace referencia, pues no se

21. RAWLS. Teoría de la justicia, Op. cit. p. 42.

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establece cómo lograr una distribución equitativa de tales bienes, quizá porque sudistribución le corresponde más a factores biológicos y genéticos que a institucio-nes políticas. Aunque es bueno reconocer que sí se hace alusión al rol de las insti-tuciones frente a tales bienes o falencias.

El hecho de que Rawls no haga alusión a la distribución de bienes naturales pue-de entenderse –dado que no es posible resolver el problema mediante una com-pensación igualitaria de talentos, precisamente por ser tarea de la naturaleza o loque Rawls llama lotería natural–, éste más bien atribuye la solución al principio dediferencia, ya que existen desigualdades naturales frente a las cuales la incidenciadel hombre no va más allá de poner a disposición las instituciones para que ello no constituya un agente de mayor injusticia; es decir, se toleran las diferencias natu-rales siempre y cuando se encaucen para el beneficio del individuo en la peor si-tuación.

En otras palabras, Rawls le estaría apostando en su concepción de justicia a quelas instituciones velen de manera especial por aquellas personas con las cuales lanaturaleza no ha sido benévola. De otra parte, la igualdad de oportunidades socia-les es perseguida por Rawls a partir de la distribución equitativa de los bienes so-ciales básicos. Luego, el principio de la diferencia22

impone a las instituciones(constitución, sistema judicial, mercado, etc.) la tarea de velar por la materializa-ción de la igualdad en relación con los infortunios de la distribución natural (talen-to, salud, inteligencia, creatividad, etc.). Sin embargo, Rawls introduce la noción deacervo común para solventar el problema de las desigualdades naturales aducien-do que el fruto de los talentos debe ser regulado por el principio de diferencia ydistribuido a los menos aventajados:

El principio de diferencia representa, en efecto, el acuerdo de considerar la distri-bución de talentos naturales, en ciertos aspectos, como un acervo común, y departicipar en los beneficios de esta distribución, cuales quiera que sean. Aquellosque han sido favorecidos por naturaleza, quienesquiera que sean, pueden obtenerprovecho de su buena suerte solo en la medida en que mejoren la situación de losno favorecidos. Los favorecidos por la naturaleza no podrán obtener ganancia porel mero hecho de estar más dotados, sino solamente para cubrir los costos de suentrenamiento y educación y para usar sus dones de manera que también ayudena los menos afortunados.23

Esta afirmación le ha costado a Rawls duras criticas en el sentido que él tampocorespeta las diferencias interpersonales que pretende superar frente al utilitarismo,

22. Para Rawls no cabe duda que los talentos y habilidades no escaparían a un componente genético, no obstante, desde su perspectiva, estos no podrían manifestarse plenamente por sí solos; es decir, por fue-ra de las condiciones sociales y de las instituciones que intervienen en su adiestramiento y aplicación. Cfr. RAWLS. Liberalismo político, Op. cit. p. 253.

23RAWLS. Teoría de la justicia, Op. cit. p. 104.

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pues constituir un fondo común con algo que es puramente individual no contribu-ye a reconocer las diferencias en modo alguno. Además, no se explica como seriael procedimiento para determinar qué parte del trabajo de una persona se debeexclusivamente a sus dotaciones naturales y cuál a sus bienes sociales, pues todoel producto conforman una unidad indisoluble; no se puede establecer qué partede la escultura del artista le abona su capacidad natural y cuál se debe a su pro-pio esfuerzo y dedicación.

En resumen, la Teoría de la justicia de Rawls, enfatiza en la necesidad de cons-truir una pauta de distribución equitativa de las ventajas y desventajas provenien-tes de la cooperación social, que permita disminuir las desigualdades sociales ynaturales sin menoscabar la libertad individual, tomando como precondición unadistribución de bienes primarios, la cual debe ser motivada por principios raciona-les elegidos a partir de un mecanismo de representación inicial. Empero, quedanplanteadas desde su perspectiva teórica algunas fisuras, al menos en lo que tieneque ver con la instrumentación o viabilidad de su teoría en marcos sociales másamplios, desde los cuales la teoría fue inicialmente formulada. De todas formas apartir de los años 80´s Rawls, tras haber corregido lo que llamó un error en la pre-sentación de su teoría de 1971, mostrará más específicamente como su teoríatiene un profundo anclaje en contextos históricos y culturales determinados. Aúnasí más adelante esbozaremos las críticas a las que fue sometido desde los co-munitaristas, en este sentido. Por ahora veamos cómo entiende los principios deJusticia y que función cumplen en la Teoría de la Justicia.

1.2 LOS PRINCIPIOS DE JUSTICIA EN LA TEORÍA DE LA JUSTICIA

Rawls, en su Teoría de la justicia, parte de los presupuestos de racionalidad y au-tonomía del sujeto. Pretende, a través de un procedimiento fundamentado en laelección racional, constituir unos principios de justicia que guíen el diseño de unainstitucionalidad en procura de alcanzar una sociedad “bien ordenada”; esto es, que posibilite la convivencia armónica de sujetos profesantes de doctrinas com-prensibles diversas y hasta contradictorias entre sí, bajo un esquema de coopera-ción donde se distribuyan de manera equitativa las cargas y beneficios de la vidaen sociedad. Para ello, ha de idear un punto de partida, como presupuesto meto-dológico, donde los contratantes atiendan el llamado de darse su propio esquemaen condiciones de autonomía e igualdad. Esto se logra a partir de la “posición ori-ginal”, donde los sujetos mutuamente desinteresados, despojados de su propiaidentidad, alejados de cualquier saber que les permita una posición privilegiadafrente a los demás contratantes, actúan bajo el velo de ignorancia, alcanzando un estado de imparcialidad que les permite seleccionar los principios.24

24. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 121.

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La consideración respecto de las concepciones de vida buena como algo propiode cada individuo con algunas variantes, de acuerdo con las situaciones y contex-tos, así como la pertenencia o adhesión a doctrinas comprensivas, son aspectosque Rawls observa como impedimentos para llegar a un acuerdo razonado. Poresta razón, y en procura de establecer las circunstancias propicias para la selec-ción de los principios, diseña la idea de “velo de ignorancia” que le permitirá salvarlas diferencias y ubicar a las partes en un plano que garantiza la igualdad y el plu-ralismo.

Bajo estas condiciones de restricción cognitiva se llegará a la propuesta normativaque todos entenderían como la más racional, dadas las circunstancias de desco-nocimiento de su identidad y posición social, en la medida que ella expresa lasmás profundas convicciones de los participantes. Los agentes, en un ejercicio deelección racional, estudian las diversas opciones y posibilidades teniendo en cuen-ta que pueden llegar a ocupar la peor posición, logrando deducir los dos principiosde justicia: el primero es el principio de libertad y enuncia que “cada persona ha detener un derecho igual al más amplio sistema total de libertades básicas, compati-ble con un sistema similar de libertad para todos”;25 el segundo es el principio de laigualdad y su corolario, principio de diferencia y alude a que “las desigualdadeseconómicas y sociales habrán de ser conformadas de modo tal que a l vez que a)se espere razonablemente que sean ventajosas para todos, b) se vinculen a em-pleos y cargos asequibles para todos”.26

Rawls establece un orden serial entre estos dos principios, lo cual significa que elsegundo principio sólo debe aplicarse una vez se haya satisfecho el primero. Nopuede sacrificarse el primer principio a costa del segundo. Y dentro del principiosegundo, el apartado que refiere a la igualdad equitativa de oportunidades tieneprioridad sobre la condición que indica que las desigualdades deben beneficiar alos menos aventajados.

Estos principios serían los que debieran presidir el funcionamiento de las institu-ciones que conforman lo que Rawls denomina un sistema de cooperación entrepersonas libres e iguales; es decir, la sociedad bien ordenada. De modo que en lajusticia como imparcialidad los sujetos aceptan el principio de la igualdad y el de ladiferencia sin conocer sus fines particulares, pues hasta el momento se ignora,gracias al velo, la propia idea de bien, la ubicación en la escala social y las dota-ciones que nos ha legado la naturaleza en términos de talento, salud, inteligencia,imaginación, entre otras. No están dadas las inclinaciones de los hombres. Susdeseos y aspiraciones están restringidos por los principios de justicia que especifi-can el respeto a los otros sistemas de fines.

25. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 67.26. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 68.

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La idea central es que, por un lado, los derechos de los individuos pesan más quelas consideraciones sobre el bien común y, por el otro, que los principios de lajusticia que especifican nuestros derechos no pueden justificarse apelando a unaconcepción de la vida buena si desea mantenerse neutra ante las distintasdoctrinas comprensivas.27 Sin embargo, pretender esto es considerar que tanto lasideas de lo bueno como las de lo correcto poseen orígenes diversos, es sustraerde la realidad simbólica dichas nociones y querer contraponerlas cuando, larealidad muestra que dichas nociones, lo bueno y lo correcto, soncomplementarias, pues no se concibe una norma jurídica que no sea buena parala colectividad o al menos para la mayoría de esta. Luego el problema radica enentender lo que significa bueno y correcto para la sociedad. Como puede verse, cualquiera que sea la forma que asuman estos tipos de significados, siempretienen, de fondo, una especie de convención que los hace válidos para el grupo departicipantes en los cuales funcionan. Ello se debe al carácter social y alcomponente cultural que aparece en el proceso de construcción de lossignificados, dando, de esta manera, un sentido a todas las actividades quedesarrollamos y que poco difiere del sentido que le atribuyen nuestros otros“significantes” por ser parte integral en la formación del yo socializado28. Nopodemos descontextualizar la producción simbólica de las condicionessocioeconómicas e históricas en que se desenvuelven los sujetos o actoressociales y separar de tajo lo que los hombres consideran como bueno de lo queellos ven como correcto, no se trata de un antagonismo ni nada por el estilo.

Los sistemas simbólicos que los individuos utilizan en el proceso de construcciónde significados y significantes, son sistemas que están ya dados, en un sitioespecífico, profundamente arraigados en el lenguaje y en la cultura, y constituyenuna especie de herramienta comunal cuyos utensilios, una vez utilizados, hacendel usuario un reflejo de la comunidad29

27. Al respecto Taylor dice: “En la actualidad, en el mundo de habla inglesa, existe una familia de teoríasliberales muy popular, por no decir dominante, que denominaré procedimental. Esta familia de teoríasconsidera la sociedad como una asociación de individuos, en la que cada uno de ellos tiene una concep-ción de buena vida o de una vida que merezca la pena y un correspondiente plan de vida. La función dela sociedad debería servir, en la medida de lo posible, para facilitar estos planes de vida de acuerdo conalgún principio de igualdad”. TAYLOR, Charles. Argumentos filosóficos, Op. cit. p. 245.

. En otras palabras, las instituciones y los

28. Taylor al exponer el carácter dialógico de la identidad y del reconocimiento afirma: “para mis propósitossobre este punto, deseo valerme del término lenguaje en su sentido más flexible, que no sólo abarca laspalabras que pronunciamos sino también otros modos de expresión con los cuales nos definimos, y entrelos que se incluyen los “lenguajes” del arte, del gesto, del amor y similares. Pero aprendemos estosmodos de expresión mediante nuestro intercambio con los demás. Las personas, por sí mismas, noadquieren los lenguajes necesarios para su autodefinición. Antes bien, entramos en contacto con ellosmediante la interacción con otros que son importantes para nosotros: lo que George Herbert Mead llamólos “otros significantes”. Taylor, Charles. El multiculturalismo y la ética del reconocimiento. Fondo deCultura Económica, México, 1993, p 52-53.

29. En este sentido, Levi-Strauss nos dice: “El lenguaje es susceptible de ser tratado como un producto de lacultura: una lengua, usada en una sociedad, refleja la cultura general de la población, pero, en otrosentido, el lenguaje es una parte de la cultura; constituye uno de sus elementos, entre otros. Se puedeconsiderar el lenguaje como una condición de la cultura, y ello en un doble sentido: diacrónico, puestoque el individuo adquiere la cultura de su grupo principalmente por medio del lenguaje; se instruye y

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sistemas sociales anteceden a los individuos que los utilizan y por ello es que sepresentan con un carácter impositivo. Esta es la coacción que se atribuye a loshechos sociales y que es ejercida sobre el individuo.30

En este orden de ideas se puede afirmar que lo fundamental no son las concep-ciones del bien de los sujetos del pacto, sino la libertad para escoger y seguir suspropias concepciones, he aquí un argumento más para justificar la jerarquizaciónde los principios en orden de prioridad, conforme al orden lexicográfico, aunado ala facultad para poner fin a los conflictos entre principios, prioridad que opera co-mo mecanismo disuasivo no contemplado por el intuicionismo ni el utilitarismo demanera clara.31 A continuación se esbozarán, de manera sintética, los principiosde justicia expuestos por Rawls.

1.2.1 El principio de libertad

Para Rawls, las partes en la posición original no deben estar presionadas ni some-tidas a obligación alguna o bajo limitaciones previas al pacto, pues ello reduciría laautonomía de los contratantes y el acuerdo perdería legitimidad por falta de impar-cialidad. Estos, pues, deben ser independientes y autónomos para reivindicar losbeneficios de la cooperación social. En tal sentido, las personas no están limitadaspor concepciones morales anteriores en la consecución de sus propios intereses. Así, Rawls niega que las partes sean egoístas ya que no buscan dañar a ningunaotra persona, pero son mutuamente desinteresadas en el sentido de que se preo-cupan sólo por su propio bienestar, tomado aisladamente.

Tienen deseos humanos normales aunque no sientan envidia y no están interesa-das ni en beneficiar ni en dañar a otras personas por su propio interés. En la con-secución de sus pretensiones desinteresadas las partes son libres para proponer yargumentar a favor de los principios de justicia que crean que pueden ser de ma-yor beneficio para sí mismas, y se presupone que, como personas racionales, es-tarán de acuerdo sólo respecto de la mejor negociación que puedan obtener acambio de los beneficios de la cooperación social. Luego, se trata de personasautónomas en el sentido que se encuentran libres de obstáculos, tanto materialescomo ideológicos, para elegir y diseñar el modelo de sociedad.

educa al niño mediante el habla; se lo reprende y se lo halaga con palabras. El lenguaje aparece tambiéncomo condición de la cultura en la medida en que ésta posee una arquitectura similar a la del lenguaje. Una y otra se edifican por medio de oposiciones y correlaciones, es decir, de relaciones lógicas. De talmanera que el lenguaje puede ser considerado como los cimientos destinados a recibir las estructurasque corresponden a la cultura en sus distintos aspectos, estructuras del mismo tipo que las del lenguaje”. LEVI-STRAUSS, Claude. Antropología Estructural. Eudeba, Buenos Aires, 1993; p. 63.

30. BRUNER, Jerome. Actos de Significado. Más Allá de la Revolución Cognitiva. Op. Cit., Pág. 27.31. Es precisamente esta prioridad de los derechos sobre los deberes la que va a llevar a Dworkin a afirmar

que la teoría de Rawls es un constructivismo deontológico fundado en los derechos de manera abstracta. DWORKIN, R. Los derechos en serio, Op. cit. pp. 236 - 245.

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Las personas en la posición original poseen lo que Rawls llama “autonomía racio-nal”, una propiedad que el autor equipara con la noción de racionalidad encontra-da en el imperativo hipotético de Kant o en la economía neoclásica, en otras pala-bras, la racionalidad de las personas inteligentes y prudentes, la capacidad paradescubrir y seguir los medios más efectivos para el logro de un cierto fin.32

En la segunda parte de la Teoría de la justicia, titulada Instituciones–, Rawls expo-ne sus planteamientos sobre lo que es la estructura básica de un orden constitu-cional justo. Dicho orden tiene dos objetivos; 1) proteger las libertades fundamen-tales y 2) establecer un procedimiento para la toma de decisiones políticascotidianas. El primer principio de justicia ha de ser tenido como fundamental enesta etapa, se materializa en dos libertades básicas: la libertad de conciencia, porun lado, y la libertad política o libertad de igual participación, por otro. Con respec-to a la igual libertad de conciencia, Rawls la concibe en concordancia con la tradi-ción liberal, desde un punto de vista negativo, como ausencia de coacción (proce-da ésta del Estado o de particulares), que pueda restringir la libre naturalidad de lapersona que actúa. Este tema ha sido ya abordado por John Stuart Mill en De lalibertad.33

De otra parte, la libertad política está orientada a garantizar la efectiva participa-ción de las partes en la selección de procedimientos y en el diseño del orden cons-titucional. Por dotar a las partes de una noción de autonomía como ausencia deinterferencias y permitirles la participación en los procedimientos constitucionalesjustos para alcanzar un orden igualmente justo, es que Rawls va a afirmar la su-puesta superación de la vieja disputa entre la libertad de los modernos versus lalibertad de los antiguos, expuesta por Bentham.34

En este sentido, se entiende que una persona goza o dispone de libertad cuandosu actuar o no actuar se encuentra protegido de cualquier interferencia de otra uotras personas. Igual sucede con la libertad de creencias, pues el individuo debeestar libre de obstáculos que impidan, limiten o determinen la selección de susprincipios religiosos, políticos o morales. Es decir, no debe intervenir ningún agen-te externo que comprometa al sujeto en su decisión de optar por uno u otro idealmoral. Libertad respaldada por la ley implicando el deber jurídico a los demás parano interferir.

Esto supone, que cada una las personas que conforman una sociedad, deberíantener garantizado la libertad de alcanzar su propio plan de vida, reconociendo a suvez este mismo privilegio en los demás miembros de la sociedad. Ejemplo de estalibertad la podemos encontrar en la libertad religiosa, la cual, al ampliarse a otrosámbitos, se transforma en uno de los principios básicos de un régimen político im-parcial: “...la idea intuitiva es la de generalizar el principio de tolerancia religiosa

32. CAMPBELL, Tom. La justicia. Los principales debates contemporáneos. Barcelona: Gedisa, 2002, p. 110.33. MILLS, John Stuart. De la libertad. Madrid: Técnos, 1965.34. RAWLS. Teoría de la justicia, Op. cit. p. 189.

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hacia una forma social, llegando así a una libertad equitativa en las institucionespúblicas”.35

Luego ha de buscarse un régimen que garantice la libertad en sentido moral; estoes, que permita a los individuos o grupos buscar por sus propios medios las orien-taciones religiosas, políticas o filosóficas sin intervención en procura de algunacreencia en especial, dado que el Estado confesional no es admisible, se exige unEstado neutral encaminado a garantizar la libre participación en igualdad de con-diciones en la selección religiosa o filosófica que los individuos procuren.

Al hablar de la libertad se parte del supuesto que nadie tiene el derecho de impo-ner a otro su propio plan de vida; es decir, una persona puede pensar que suscreencias y principios lo llevan a la salvación y que las otras creencias son erróne-as; estando en la obligación moral de corregir sus destinos, puede incluso, ampa-rada en la libertad de expresión, comunicar su pensamiento a quienes profesancreencias distintas con el ánimo de persuadirlas a abandonar sus credos para queacojan el suyo, pero jamás podrá imponerles sus propias creencias bajo pretextode hallar su salvación. De allí que Rawls afirme:

Pero la comprensión de las obligaciones religiosas y de los primeros principios filosóficos y morales muestra que no podemos esperar que los demás aceptenuna libertad inferior. Mucho menos podemos pedirles que nos reconozcan co-mo los intérpretes correctos de sus deberes religiosos o de sus obligacionesmorales.36

La especial protección a la libertad de conciencia expresada por Rawls se diferen-cia de la comúnmente admitida en la práctica filosófica de los Estados Unidos, de-bido a su rechazo del utilitarismo, tal como lo argumenta en las primeras páginasde su libro Teoría de la justicia. “Mi propósito es el de elaborar una teoría de lajusticia que represente una alternativa al pensamiento utilitarista en general y, portanto, a todas sus diferentes versiones”.37 Esta corriente, asevera, no es confiabledebido a que el principio de utilidad38 no parece garantizar de manera eficiente laslibertades individuales frente a los requerimientos del bienestar general, pues seprioriza la suma total o el resultado general frente a los casos particulares y Rawlsno está dispuesto a sacrificar la libertad de unos pocos para aumentar la de mu-chos, ello le restaría importancia a los derechos individuales desvirtuando sucarácter fundamental.

La noción utilitarista de la justicia poco se preocupa por la manera de distribuir lasuma neta de satisfacciones entre los individuos, pues privilegia la distribución que

35. RAWLS. Teoría de la justicia, Op. cit. pp. 196, nota 6, 205.36. RAWLS. Teoría de la justicia, Op. cit. p. 198.37. RAWLS. Teoría de la justicia, Op. cit. p. 34.38. Este (el utilitarismo) parte del supuesto que, la mejor acción es aquella que procura la mayor felicidad al

mayor número y la peor acción la que, del mismo modo, otorga miseria.

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proporcione el mayor grado de satisfacción entre la mayoría de individuos, sin queaparezca claramente justificado el por qué unas personas tienen que compensarcon sus ganancias las pérdidas de otras; es decir, por qué la mayoría tiene dere-cho a beneficiarse o disfrutar de la pérdida de otras. De allí que la violación a lalibertad de unos pocos no encuentre razón de ser en el bien compartido por elresto de la sociedad. En otras palabras, el sacrificio de algunos no se justifica conel bienestar de otros.

De esta manera, Rawls pone de presente las debilidades de la concepción utilita-rista de la justicia y resalta la necesidad de oponer una concepción que involucre ytome en serio los derechos individuales, pues la libertad de las personas no essusceptible de negociación en procura de las mayorías. La libertad está fundada, según Rawls, en la noción misma de justicia, situación que debe garantizar su in-violabilidad. Luego, no es dable el sacrificio de la libertad individual de unos pocospara garantizar el disfrute de la libertad de muchos.

Para Rawls, el principio de libertad tiene prioridad sobre cualquier otro principio dejusticia. Esta prelación encuentra sustento en la necesidad de establecer un límitea la voluntad mayoritaria, pues esta no puede desconocer ni aplastar a las mino-rías, situación que se traduce en la protección de las autonomías personales y, porotra parte, la primacía de la libertad sobre la igualdad de oportunidades garantizael equilibrio de las partes distributivas. Es decir, “la prioridad de la libertad significaque siempre que se puedan establecer efectivamente las libertades básicas, no sepodrá cambiar una libertad menor o desigual por una mejora en el bienestareconómico”.39 Pero, de otro lado, también implica que las distribuciones no puedenser tan arbitrarias que un hombre pueda comprar la libertad de otro ni que alguientenga que venderse para poder subsistir.

En suma, se puede argumentar que algunas veces la convivencia exige que laslibertades personales sean limitadas y reguladas; no obstante, éstas sólo puedenser restringidas si con ello se favorece la libertad en sí misma y no por las ventajaseconómicas que dicha limitación pudiera proporcionar.

Rawls resuelve los posibles conflictos que puedan suscitarse cuando se encuen-tren de por medio la libertad y la igualdad, priorizando la primera sobre la segunda; sin embargo, el autor no tiene suficientes argumentos como para descartar la po-sibilidad contraria, esto es, que sea la igualdad el principio prevalente, pues lasdiferencias en términos de riqueza, ingresos, salud, prestigio, talento, capacida-des, imaginación, entre otros bienes primarios, pueden desencadenar en el des-borde de las libertades de unos frente a la restricción a las libertades de otros, im-puestas por la carencia de recursos.

39. BIDET, Jacques. John Rawls y la teoría de la justicia. Barcelona: Ediciones Bellaterra, 2000, p. 180.

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Si bien es cierto que Rawls admite una distribución desigual de los bienes prima-rios atendiendo al principio de la diferencia, es decir, siempre que las proporcionesdesiguales de unos contribuyan al mejoramiento de los más necesitados, esto noes motivo suficiente para garantizar la libertad en términos de acción o de libertadpara obrar. Si se trata de obtener una libertad igual, la diferencia en términos deriqueza, educación, capacidades, entre otros bienes, establece mayores posibili-dades reales de acción a unos que a otros y nada indica que la supremacía deunos garantice la igualdad de libertad en otros (los menos aventajados).

De otra parte, si lo que se quiere es garantizar a los individuos su capacidad paradeterminarse en cuanto a la selección de su propia idea de bien o de su plan ra-cional de vida, no se observa por qué el principio de igualdad no puede satisfaceresta pretensión mejor que la libertad. Aquí, considero es notoria la falta de argu-mentación y fundamentación de la prioridad de la libertad sobre la igualdad. Pues, lo lógico era concluir que la libertad alcanza mayor salvaguarda si se prioriza laigualdad, dado que nadie podría ostentar ni imponer su superioridad frente otros, en la medida que la igualdad determina un nivel de condiciones donde no es posi-ble el exceso o diferencia de prerrogativas de unos hombres ante los demás.

Por estas razones, creo que la argumentación de Rawls frente a la prioridad de lalibertad lleva a deducir lo contrario, esto es, que la igualdad debe primar para ga-rantizar la libertad. En otras palabras, si no hay igualdad difícilmente podremoshablar de libertad, entendiendo la igualdad en todo sentido, tanto en lo económicocomo en lo político, lo cultural y lo social (estratificación, roles y estatus).

1. 2. 2 El principio de igualdad

Según Rawls, la igualdad en la posición original se aplica en primer lugar a la iguallibertad, incluida la igualdad de derechos procedimentales para el debate en laposición original. La igualdad aquí es fuente importante de pretensiones válidasrespecto de los recursos sociales, en relación con las instituciones sociales bási-cas. Rawls entiende aquí que todas las partes tienen “igual valor”, tienen las mis-mas características y están situadas de manera igual en la posición original. Ensuma, las personas están ubicadas “simétricamente las unas respecto de lasotras”.40

Ahora bien, Rawls aclara que la naturaleza de esta igualdad no es, sin embargo,completamente abstracta, pues está basada en la igualdad de las personas comoagentes morales, noción que para Rawls sigue los criterios empleados en el con-trato. Rawls llama a este método “constructivismo kantiano (...) kantiano porqueencierra la idea de persona como agente moral”.41

40. Citado por CAMPBELL, Tom En: La justicia. Los principales debates contemporáneos. Op. cit. p. 110.

Constructivismo en el sentidoque se parte de una propuesta ética donde las máximas establecidas no son pro-

41. CAMPBELL. La justicia. Los principales debates contemporáneos. Op. cit. p. 111.

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ducto de una ontología naturalística sino de una posición deontológica; esto es, que los hombres racionales en sus deliberaciones arguyen que una forma de ser yde hacer es correcta y, por tanto, más válida que otras.

Esto significa que cada persona tiene, en primer lugar, una concepción del bien(un conjunto de convicciones acerca de qué objetivos personales es valioso con-seguir) y en segundo lugar, un sentido de la justicia (conjunto de creencias acercade los términos de cooperación social equitativa). Se presupone también que laspersonas son capaces de actuar pensando a largo plazo en relación tanto con suconcepción del bien como con su sentido de justicia.

El método es constructivista, porque el contenido de los principios de justicia segenera a partir del ideal de persona moral, a través de la posición original, dondeel autor asume que los hombres y mujeres tienen la responsabilidad de organizary construir sus juicios y principios en coherencia con una base o plataforma moralsusceptible de perfeccionamiento42. Desde el punto de vista de la posición originalesto significa que las personas que participan de la construcción son iguales en elsentido de que todas tienen las propiedades mínimas necesarias para ser perso-nas morales y también que sus reivindicaciones tienen la misma fuerza y validez apesar de que, en la posición original, no saben cuáles son sus valores morales niqué los llevará a definir su sentido de justicia.

Para asegurar que esta igualdad teórica surta efectos, Rawls introduce su concep-ción de “velo de ignorancia” que está pensado para evitar toda posibilidad de ini-quidad en las decisiones a tomar, haciendo que todas las partes ignoren entera-mente cualquier dato particular sobre sí mismas que les pudiera llevar, comoactores racionales, a tomar decisiones que les favorezcan personalmente a costade otras personas con cualidades diferentes.

Las partes no conocen sus talentos o su carencia de ellos, ni su lugar en la socie-dad, ni siquiera conocen el tipo de sociedad ni la época en la que vivirán. Aunquesaben que tiene una concepción del bien, no conocen su contenido específico y,por lo tanto, no pueden moldear los principios de justicia para adecuarlos a susobjetivos, valores o creencias religiosas particulares. De manera similar conocenotros datos generales sobre la naturaleza humana y la sociedad, pero no conocensu propia naturaleza particular, su sexo, su clase social, su tamaño o inteligencia,o sus talentos. Asimismo, “anulamos los efectos de las contingencias específicasque crean malestar entre los hombres y los tienta para que exploten las circuns-tancias sociales y naturales en su propio provecho”.43

1. 2.3 El principio de diferencia

42. DWORKIN, R. Los derechos en serio, Op. cit. p. 249.43. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 135.

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El principio de diferencia tiene como propósito limitar el margen de las desigualda-des aceptadas en la sociedad una vez se abandone el punto de partida, pues loscontratantes en uso de su racionalidad son libres para optar por un modelo de vidao plan en el que pueden distribuir sus expectativas conforme a su idea de bien(unos podrán pensar –y así actuar– que la juventud es para dedicarse al ocio o ala contemplación, o a la dispersión, etc., mientras otros podrán considerar estaetapa de la vida como la más productiva y dedicarse a trabajar para acumular ca-pital con la finalidad de llevar una vida más holgada en la etapa de la madurez); enfin, en la selección de los planes de vida y durante su desarrollo se pueden pre-sentar desigualdades en la distribución de los bienes primarios que, si trasciendeun tope, puede desarticular el sistema de equidad y fragmentar la autonomía delas partes; por esta razón, el principio de diferencia tiene como función limitar labrecha de las desigualdades admitidas, redundando siempre en beneficio de losmenos favorecidos y las comparaciones interpersonales no sean tan abruptas quedesestabilicen el orden social por efectos de la envidia.

Dado que la autonomía permite a los hombres dedicarse con mayor empeño alograr sus aspiraciones personales, se parte del presupuesto que la distribuciónpuede cambiar y superar el punto que tocaría en una distribución igualitaria, si seadmiten ciertas desigualdades. Pero la admisión de desigualdades ha de acoplar-se a la regla siguiente: una distribución es óptima cuando no se puede mejorar sinque al menos una persona resulte perjudicada, en otras palabras, se alcanza laeficiencia en la distribución cuando no es posible mejorarla sin que se deteriorenlas condiciones de al menos otra persona. Luego, la distribución inicial, por lógicaigualitaria, puede ser cambiada por una distribución donde las partes menos favo-recidas reciban un poco más de lo que les tocaría en una distribución inicial iguali-taria.44

Como se sabe, el principio de diferencia de Rawls está estrechamente relacionadocon el principio de igualdad, los cuales se combinan de este modo: “las desi-gualdades económicas y sociales serán justificadas sólo si a) resulten en el bene-ficio máximo de las personas que estén en la situación más desventajosa (princi-pio de diferencia) y b) las mismas estén ligadas a puestos y funciones abiertos atodo el mundo (principio de igualdad de oportunidades)”.45

Este principio pretende lograr la eficiencia económica46

44. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. p. 73, 74.

a partir de una distribucióndesigual de unos bienes primarios con el objeto de maximizar la distribución deotros, bajo condición de beneficiar a los menos aventajados, pues no se puedeopacar las capacidades y talentos de unos hombres en su gestión productivaprivándolos de todo tipo de incentivos, luego es necesario, a efectos de lograr la

45. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 68.46. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. pp. 76 - 80.

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maximización de utilidad, admitir la disparidad de bienes y prevenir una baja en laproducción por carencia de motivación.

Rawls se ve forzado a admitir que un trato homogéneo no es el mejor incentivopara la producción, dada la diversidad de capacidades y talentos, pero usa au-dazmente esta diversidad en aras de maximizar algunos bienes en cabeza de losgrupos menos favorecidos a cambio de una distribución no igualitaria y eficiente. Así, los hombres no estarían dispuestos a admitir una distribución igualitaria en lasociedad real cuando unos producen más que otros. Imponer tal distribución essimplemente sembrar el germen de la discordia y poner en jaque la estabilidad delsistema.

De otra parte, el velo de ignorancia priva a las personas del conocimiento de susventajas y posiciones en la sociedad real, pero no los inhibe de la capacidad derepresentarse las distintas posibilidades y el hecho de poder caer, una vez se des-corra el velo, en la peor posición, frente a esta opción, los hombres racionalmenteadmiten el riesgo siempre que las diferencias entre un caso u otro no sean tan ar-bitrarias, pues de lo contrario nadie estaría dispuesto a asumir el costo. De ahí lainclusión del principio de diferencia; sin embargo, hay quienes critican a Rawls porconsiderar que la selección de sus principios lleva implícita una posición tradicio-nalista y conservadora que impide a los hombres escoger de forma más liberal yarriesgada, pues siempre habrá alguien que esté dispuesto a sacrificar algo bajo laexpectativa del todo, posibilidad negada por Rawls en su argumentación conser-vadora. La inclusión del principio de diferencia es prueba de este conservaduris-mo.

La anterior crítica introduce la inconformidad con los postulados de la regla demaximin, en tanto cierra las posibilidades de una autonomía completa. En otraspalabras, dicha regla posee un margen de acción limitado que no permite abrirespacios a posiciones diversas donde algunos hombres se arriesguen en un todoo nada.

Aunque la idea de Rawls es, precisamente, no dejar el futuro de los hombres enmanos del azar, las posiciones liberales cuestionan la interferencia en el procesode selección de los principios, pues consideran que el filósofo en medio de su abs-tracción ocupa el papel de arquitecto y desplaza a las partes de su trabajo.

Las partes a su vez, no estarían dispuestas a admitir una desigualdad en las posi-bilidades reales de acceder a cargos públicos y posiciones de poder, por esto de-mandan de la organización social y del derecho unas políticas claras en materiade capacitación y selección a dichos cargos de manera que nadie se prive de po-der alcanzar estas posiciones. Es aquí donde adquiere sentido la prioridad delprincipio de igualdad de oportunidades frente al de la diferencia, pues si bien escierto que admiten desigualdades en la distribución de los bienes primarios acambio de una maximización en otros bienes, no estarían dispuestas a ampliar

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esas diferencias en todos los casos. Es fundamental que los bienes primarios ga-ranticen la cualificación como factor de eficiencia y el adiestramiento en el desem-peño de cargos públicos a todos los hombres, pues “si esto se asegura, entoncestendremos igualdad real de oportunidades y la segunda condición del segundoprincipio de justicia estará satisfecha”.47

Sin embargo, el admitir diferencias en otros bienes primarios como riqueza y pres-tigio, es indiscutiblemente abrir el camino para filtrar desigualdades en otros órde-nes, cual sería el caso del mismo acceso a cargos públicos y posiciones de poder. En este sentido, no se ve como Rawls bajo el principio de diferencia, que pretendelimitar las desigualdades y alcanzar la eficiencia económica, pueda lograr contenerla influencia de las acumulaciones de bienes en el proceso de acceso a cargospúblicos en igualdad de oportunidades, pues alguien que ostenta prestigio, reco-nocimiento, riqueza, talento, etc. desde luego que tendrá mayor oportunidad realpara ser nombrado o hacerse nombrar en determinados cargos. La remisión a laley que Rawls hace en este aspecto, considero no es suficiente para contener lafuerza y el peso de la diferencia de riqueza y educación, por citar algunos, frente auna posibilidad formal de acceder en condiciones de igualdad a cargos públicos.

1. 2.4 Crítica de Amartya Sen a los principios de justicia de Rawls

1.2.4.1 Crítica al principio de igualdad. Amartya Sen reflexiona si realmente so-mos iguales y argumenta que en teoría política suele usarse mucho esa expresiónpara justificar políticas que intenten alcanzar la igualdad, pero se pregunta ¿igual-dad de qué? Porque estrictamente somos todos distintos tanto externamente(herencia, lugar de vida...) como internamente (edad, sexo, salud, inteligencia, concepto del bien...). Estrictamente, los humanos tenemos distinta capacidad paraconvertir recursos en libertades.

En su opinión, todos los principios éticos cuando se encuentran bien fundamenta-dos llevan incorporados la presunción de igualdad entre los individuos; sin embar-go, como las diferencias interpersonales frente a las capacidades de esos mismosindividuos para aprovechar la supuesta igualdad de oportunidades no es la mismaen todos, el problema distributivo se torna más difícil por no decir inalcanzable.Ello es así porque la igualdad en un aspecto implica la disparidad en otro. Luego,el debate debe darse entorno a qué aspectos debemos aceptar como iguales ycuáles deben aceptarse como diferentes.

Esto le lleva a plantear que el principio de igualdad, basado en la distribución delos bienes primarios, ignora la diversidad de los seres humanos, pues ha de tener-se en cuenta que los bienes por sí mismos no generan el bienestar o la igualdadsino las posibilidades que ellos abren a cada individuo dependiendo de su capaci-

47. CAMPBELL. La justicia. Los principales debates contemporáneos. Op. cit. p. 115.

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dad para aprovecharlos. Si las personas fueran similares, el índice de bienes pri-marios sería una buena manera de juzgar las desventajas, pero las personas tie-nen necesidades originadas en distintas circunstancias como la salud, las condi-ciones climatológicas, las condiciones de trabajo, los ingresos, entre otras. Además, los bienes se ven sometidos a relaciones que los hombres establecenfrente a ellos, cual es el caso de ingresos y oportunidades de empleo, trabajo,educación y satisfacción personal, por citar algunos.

Ejemplifica su tesis de la siguiente manera: se supone que la educación es un bienprimario porque nos permite obtener cargos y posiciones de responsabilidad. Unsistema de justicia distributiva, en una sociedad bien ordenada, tal y como la con-templa Rawls, debe fijarse en aquellos miembros de la sociedad que carecen deeducación. Si entre este grupo de personas se encuentra uno que por sus defi-ciencias, ya sean de nacimiento o adquiridas, no aprovecha la educación comootras personas de la clase menos favorecida, la teoría rawlsiana carece de argu-mentos para remediar esta situación.

Ahora bien, la igualdad se juzga al comparar las condiciones de una persona conlas mismas condiciones de otra. De allí que la medida de la igualdad pase a de-pender de la variable que se tome en consideración. En otras palabras, la igualdadcomo concepto relacional nos remite necesariamente a otra persona o cosa, y siqueremos analizar dos personas debemos establecer un punto de comparaciónque bien puede ser la riqueza, la salud, la educación, la felicidad, etc., y es en di-cho análisis donde se verifica el juicio sobre la igualdad. No podemos realizar unjuicio de igual tomando solamente en cuenta el número de bienes, pues es indis-pensable conocer la capacidad que las personas poseen para aprovechar esosbienes y adecuarlos en la consecución de sus fines.48

Por esto se propone un enfoque basado en la noción de capacidad y funciona-miento, como una perspectiva alterna o diferente a la igualdad de oportunidades,pues la capacidad supone en la persona la oportunidad de perseguir sus objetivosy planes de vida, mientras la igualdad de oportunidades es considerada en térmi-nos de igual disponibilidad de medios o recursos o igualdad de posibilidades paraaplicar a cargos o funciones públicas; esto denota una ausencia de barreras o res-tricciones para acceder a algo. En otras palabras, la igualdad de oportunidadesrecae sobre medios o circunstancias externas a la persona mientras el enfoque de capacidad apunta a situaciones propias de esta para utilizar o aprovechar los me-dios que se le brindan. A manera de ejemplo, se tiene igualdad de oportunidadescuando dos personas pueden acceder a los alimentos para saciar el hambre; aquíel enfoque de capacidad y funcionamientos va más allá de la simple disponibilidadde recursos y aborda el problema de las condiciones particulares de cada uno deestos individuos para extraer las riquezas nutricionales de los alimentos y generar

48. SEN, Amartya. El nuevo examen de la desigualdad. Madrid: Alianza Editorial. 1999. p. 14.

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funcionamientos en sus órganos a fin de lograr sus cometidos. La diversidad depersonas permite afirmar que no todos poseen igual capacidad para el adecuadoaprovechamiento de los mismos recursos y para funcionar en pro de sus fines.49

1. 2.4.2 Crítica al principio de libertad. Por otra parte Sen también ve dificulta-des en el planteamiento de Rawls, como el énfasis que éste coloca en el primerprincipio de la justicia, que hace que la libertad entre en conflicto con la asignaciónde los bienes primarios, por ejemplo, “la libertad de tener propiedad privada cuan-do se considera parte del respeto de alguien por sí mismo, puede contraponerse ala asignación de la renta que otorga a los que se encuentran en una situación dedesventaja”.50 Este tipo de contradicciones entre la libertad de poseer y la restric-ción real frente a la distribución donde unos tendrán más que otros, desdibuja lanoción de igual libertad, pues es obvio que quienes están en el punto más benéfi-co ostentan mayor libertad que quienes hacen parte del grupo de los menos aven-tajados, situación que desnaturaliza la igualdad en libertad de los miembros de lacolectividad.

Sen reconoce que el concepto de libertad es complejo, pues no sólo toca la posibi-lidad de elegir sino también las diversas expectativas de realización de las perso-nas en el desarrollo de sus planes racionales de vida. Pero la elección se dasiempre en unos niveles o rangos y frente a una gama de opciones o alternativasque, en últimas, definen el grado de libertad. En otras palabras, se es más libre enla elección cuando más alternativas se nos presentan para determinar y dicha li-bertad aumenta cuando nuestra opción está acompañada de una serie de capaci-dades y de bienes primarios que garanticen el desarrollo de nuestra elección comouna vía realizable, posible, respetable y a nuestro alcance. Luego las institucionesdeben ofertar un amplio espectro de alternativas y poner a disposición de loshombres la mayor cantidad posible de bienes orientados al logro y materializaciónde los planes de vida dentro de las expectativas racionales de las diversas doctri-nas comprensivas. De allí que la libertad involucre no sólo la elección sino tambiénla realización de lo elegido, pues:

El centrar la atención en la libertad para realizarse y no solamente en el nivelde realización suscita cuestiones más profundas sobre la relación entre la es-timación de la realización alternativa y el valor de la libertad para conseguirla.Incluso la perspectiva basada en la libertad tiene que prestar atención a la na-turaleza y el valor de los valores actuales, y las desigualdades de las libertadesrespectivas de que gozaron. Este reconocimiento requiere que rechacemos lasreglas de valoración de la libertad como el recuento del número de alternativasdentro del ‘abanico de posibilidades.51

49. SEN, Amartya. El nuevo examen de la desigualdad. Op Cit. p. p. 19-20.50. SEN, Amartya. El nuevo examen de la desigualdad; Op Cit. p. 62.51. SEN, Amartya. El nuevo examen de la desigualdad. Op Cit. p. 17.

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Pero la libertad para realizar, en los términos de Sen, involucra la posesión o dis-posición de bienes; por eso habla de libertad para no morir de inanición, libertadpara no sufrir enfermedades, libertad para no comprometerse en trabajos arries-gados, libertad para acceder a los servicios sociales, libertad económica, libertadpara acceder a los centros de formación, entre otras, que no es posible entendersino como disposición de recursos, y es allí donde entran a jugar un papel funda-mental los bienes primarios, pues como medios que son, se fusionan o amalga-man con los fines mismos. La libertad para no morir de inanición implica un servi-cio de salud, una libertad económica, una libertad de acceso a los serviciossociales, entre otras, formándose una intrincada red de libertades donde los bie-nes siempre están presentes para apoyar las capacidades humanas y producir unfuncionamiento adecuado.52

De otra parte, para Sen es fundamental la evaluación de los objetivos alcanzados(logros o realizaciones) como un indicador de nuestros márgenes de libertad, obje-tivos que pueden medirse de diversas formas: utilidad (deseos cumplidos, satis-facciones...). Diferenciando, eso si, el logro de objetivos con la libertad para alcan-zarlos, pues “la realización de los objetivos atañe a aquello que nos ingeniamospor conseguir y la libertad concierne a la oportunidad real que tenemos para al-canzar aquello que valoramos”53. Pues una persona puede gozar de las capacida-des necesarias para alcanzar ciertos objetivos, pero por motivos de elección o pre-ferencias, puede decidir no hacerlo y, en este caso, el logro de los objetivos nointerfiere con la libertad o capacidad de lograr. Hay que diferenciar entre la libertady las realizaciones alcanzadas de la misma manera que entre los recursos o me-dios para la libertad y la libertad misma.

La igualdad postulada por Rawls como una equiparación de recursos primarios ode medios para lograr el desarrollo de los planes racionales de vida no suponeuna igualdad en la libertad, debido a que ésta, necesariamente, encuentra interre-lación con otros aspectos que inciden directamente en su materialización, piénse-se, por ejemplo en la exposición a enfermedades, la edad, el sexo, la libertad deacceder a servicios de protección, entre otros. Los medios contribuyen al aumentode libertad y ésta, a su vez, posibilita el desarrollo de otras libertades concatenán-dose así una función crucial entre medios y fines, donde los primeros se convier-ten en el soporte de aquellos. Pero la igualdad de medios no supone una igualdadde libertades como pareciera desprenderse del argumento rawlsiano, y en esteaspecto Sen es bastante enfático al poner de presente el asunto de las capacida-des humanas para funcionar con los medios y acceder a los fines o logros pro-puestos, pues las comparaciones interpersonales demuestran que una pura igual-dad de recursos no es suficiente para que las personas acceden al mismo nivel de

52. SEN, Amartya. Desarrollo y libertad. Bogotá: Editorial Planeta, 2002, pp. 54 - 61.53

SEN, Amartya. El nuevo examen de la desigualdad. Alianza Editorial. Madrid,1999, p 45.

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libertades, habrá quien aproveche mejor los recursos y alcance una mayor libertadeconómica o una mejor libertad de acceso a servicios, etc.

En este sentido, la capacidad de vida o el bienestar se mide por sus “funciona-mientos” (comida, salud, felicidad, dignidad, posibilidad de participar en la comuni-dad...); la capacidad es el conjunto de funcionamientos que una persona puedealcanzar. Esto mide la libertad para elegir los distintos modos de vida. Postura quetrasciende el énfais de rawls en los bienes primarios como medios para la libertad.

En conclusión, ante críticas como las de Sen, Rawls se ha visto obligado a reco-nocer en El liberalismo político que los principios de justicia defendidos en su obraanterior son substanciales y que, por tanto, no se limitan a presuponer simplesvalores de procedimiento. En esta posterior obra, afirma que su Teoría de la justi-cia maneja cinco ideas del bien, aunque con la restricción de que estas nocionesdel bien versan sobre ideas políticas; esto es, que pertenecen a una concepciónpolítica razonable de la justicia, de manera que pueden ser compartidas por ciu-dadanos libres e iguales que no presuponen ninguna doctrina particular compre-hensiva.54 Así, la posición sostenida en la obra posterior de Rawls alude a unaconcepción exclusivamente política y no metafísica de la teoría de la justicia queprescinde de cualquier doctrina comprehensiva de índole religiosa, filosófica o mo-ral.

Es preciso, desde luego, reconocer la importancia de los principios de justiciaplanteados por Rawls. La prioridad de la libertad sobre la igualdad puede constituirun loable esfuerzo epistemológico y una meta a seguir en sociedades desarrolla-das, donde las necesidades primarias no son la preocupación de la mayoría de lospobladores. Sin embargo, estos principios son de difícil aplicación en sociedadescomo las latinoamericanas, pues sus condiciones socioeconómicas no son simila-res a las de los países desarrollados.

La preocupación por la igualdad sigue estando a la vanguardia y la lucha por unosbienes mínimos de subsistencia es la esperanza que abraza el grueso de la po-blación, bienes que, necesariamente, habrán de estar acompañadas de las res-pectivas capacidades para transformarlos en funcionamientos reales y materializarla libertad, de otra forma, esto es, los sólos bienes sin las capacidades no van agarantizar una libertad efectiva.

54. RAWLS. El liberalismo político. Op. cit. pp. 206 - 246.

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2. CRÍTICAS A LA NOCIÓN DE JUSTICIA DE RAWLS

La lectura realizada por la mayoría de los críticos de la Teoría de la Justicia, almenos como fue formulada en la versión de 1971, llevó a que Rawls fuera consi-derado un formalista extremo cuyos presupuestos desembocaban en una teoríamoral sustantiva de la Justicia con pretensiones de validez universal. Al decir delfilósofo Delfín Grueso: “Era como si Rawls estuviera filosofando desde Harvardpara la humanidad entera y que lo estuviera haciendo como si en los últimos dos-cientos años no hubiera pasado tanta agua por debajo de los puentes filosóficos ycomo si el formalismo y el universalismo propios de la filosofía moderna todavíapudieran circular en estos tiempos postmodernos”55

Ahora bien, el nicho privilegiado por los críticos parecía ser el “compromiso prima-rio” de éste pensador con el individuo, con la persona moral, con el derecho for-mal, con el yo. Dentro de esos críticos, los comunitaristas fueron los que objetaronmás radicalmente esos rasgos del pensamiento rawlsiano, al que considerabanheredero de un liberalismo rancio, abstracto y ahistórico.

Como corriente de pensamiento, el comunitarismo, tuvo sus orígenes en la déca-da del ochenta, entrando rápidamente en polémica con el liberalismo en general ycon el liberalismo igualitario en particular56. Eran pensadores muy diversos, quecon el tiempo terminarían por ser vistos como un bloque, entre ellos: Charles Tay-lor, Michael Sandel, Alasdair MacIntyre y Michael Walzer.57

55GRUESO, Delfín. “La determinación histórica y contextual de la filosofía de John Rawls”. En García

Jaramillo, Leonardo (editor) John Rawls. El hombre y su legado intelectual. Manizales: Universidad de Caldas; 2004, p. 80

A diferencia del libera-lismo, los comunitaristas, en menor o mayor medida, enfatizaron en la identidaddel sujeto como esencial y radicalmente marcada por la pertenencia a ciertos gru-pos. Para ellos, a los sujetos los definen ciertas prácticas comunitarias. De tal for-ma que los vínculos que necesariamente establecen los sujetos en su desarrollo, son considerados como valiosos y esenciales para definirlos. A grandes rasgos,dentro del comunitarismo, se pueden distinguir dos clases del mismo: “comunita-rismo orgánico” (MACINTYRE y SANDEL) y “comunitarismo estructural” (WALZERy TAYLOR). El “comunitarismo orgánico” hace referencia a un comunitarismo en sentido fuerte que reivindica un cierto modelo de comunidad sustraído a la historia

56Rawls inscribe su teoría como parte del liberalismo igualitario dado que sus “principios expresan una forma igualitaria del liberalismo, en virtud de tres elementos, que son: a) la garantía delvalor justo de las libertades políticas, de tal manera que éstas no sean meramente formales; b)una justa (y tampoco puramente formal) igualdad de oportunidades, y por ultimo, c) el llamado“principio de diferencia”, que prescribe que las desigualdades sociales y económicasinherentes a los cargos y puestos tendrán que ajustarse de manera que, cualquiera que sea elgrado de tales desigualdades, sea grande o pequeño, habrán de redundar en el mayorbeneficio de los integrantes menos privilegiados de la sociedad”. Rawls, J. Liberalismo político,Op. Cit. p. 32.

57GRUESO, Delfín. La determinación histórica y contextual de la filosofía de John Rawls. Op. Cit; p. 81.

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y que se habría olvidado en la modernidad de las sociedades liberales. Por su par-te, el “comunitarismo estructural” se refiere a un comunitarismo más débil o relati-vo que, en principio, únicamente reivindica la presencia dentro del marco político, moral y jurídico de algunos elementos básicos de definición que habrían sido cen-surados, entre los que ocuparían el lugar esencial la comunidad y la cultura tradi-cional, por lo que no llega a establecer de una forma cerrada cuál es esa comuni-dad, ni el alcance de su superioridad moral.

Es necesario comentar aquí que en los ensayos que Rawls produjo en la décadade 1980, fue incorporando las críticas de los comunitaristas y presentando una nueva versión de la teoría de la justicia, haciendo cada vez más débil e “ingenuo”el argumento de sus críticos de ahistoricidad y falta de contextualización culturalde su teoría. Rawls, sin embargo, sigue creyendo que sus críticos no lo han en-tendido y que el problema radica en haber dado por sentadas o supuestas ciertasintuiciones y valoraciones respecto de problemas reales que pueden afectar lacomprensión de la teoría:

Lo que implícitamente se da por sentado es que una concepción de la justicia ela-borada y basada en unos cuantos problemas clásicos que vienen de largo tiempoatrás debería ser correcta, o por lo menos capaz de establecer principios rectorespara resolver otras cuestiones que fueran surgiendo. Tal es la justificación racionalde concentrar el estudio en unos cuantos problemas, primordiales y clásicos, aúnvigentes. Por su puesto, una concepción de la justicia así entendida puede resultardeficiente. En esto se basan muchas de las críticas que se han hecho a mi Teoríade la justicia. Estas críticas sostienen que la clase de liberalismo que representa esintrínsecamente errónea, porque se apoya en una concepción abstracta de la per-sona y maneja una idea individualista, no social, de la naturaleza humana; o por-que hace una distinción inaplicable entre lo público y lo privado que la imposibilitapara tratar los problemas de género y de la familia. Pienso que la mayoría de lasobjeciones hechas a la concepción de la persona y a la idea de la naturalezahumana surge de que mis críticos no han visto en la idea de la posición original unmétodo de representación, tal como se explica en I:4. Pienso, también, aunque notrato de demostrarlo en estas conferencias, que las supuestas dificultades con quese topan al analizar los problemas de género y de la familia pueden superarse.58

Al asumir Rawls la concepción política de la justicia en su Liberalismo Político, empieza a caracterizar y contextualizar cada vez más su teoría en el marco de lasociedad norteamericana, citando constantemente documentos y acontecimientoshistóricos con la finalidad de obtener de ellos elementos claves para la solución de conflictos, superando de esta forma el grueso de las críticas comunitaristas. Vea-mos:

Podría parecer que mi insistencia en la Reforma luterana y en la larga controversiaacerca de la tolerancia religiosa, entendida como la que da origen al liberalismo, se

58Rawls, J. Liberalismo Político, Op. Cit. P. 22.

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ha caracterizado en términos de los problemas de la vida política contemporánea. Entre los problemas que mayormente nos afectan están los raciales, los étnicos ylos de género sexual. Estos pueden parecer de un carácter por completo distinto, requiriendo por ello principios de justicia diferentes, sobre los cuales no se discuteen mi Teoría de la justicia.59

Así pues, sigo pensando que, una vez que trabajemos las concepciones y losprincipios directamente a partir de las preguntas históricas de fondo, esas concep-ciones y esos principios debieran ser también ampliamente aplicables a nuestrospropios problemas actuales. El mismo principio de igualdad contenido en la Decla-ración de Independencia, que invocó Lincoln para condenar la esclavitud, puedeinvocarse para condenar la desigualdad de derechos y la opresión de que son ob-jeto las mujeres. Pienso que se trata de entender qué hace falta a esos principiosiniciales, qué requieren ahora que las circunstancias son otras; se trata también deinsistir en que se respeten y se mantengan las instituciones existentes. Por esarazón mi Teoría de la justicia se centró en ciertos problemas históricos importan-tes, con la esperanza de formular una familia de concepciones y principios razo-nables que pudieran también ser válidos en otros casos básicos.60

Ahora bien, su concepción política es caracterizada por tres elementos, poseecomo su objeto la estructura básica de una sociedad, esto es, las institucionespolíticas, sociales y económicas de una “democracia constitucional moderna”, si-tuación que ubica el marco teórico del discurso rawlsiano en un tipo muy específi-co de cultura política y de régimen gubernamental; se presenta como un acuerdo, como un punto de vista libremente aceptado, como un punto en común a todas lasdoctrinas comprensivas razonables sin ser ella misma parte de ninguna y, comoconcepción pública de justicia su contenido “se expresa en términos de ciertasideas fundamentales que se consideran implícitas en la cultura política pública deuna sociedad democrática. Esta cultura pública comprende las instituciones políti-cas de un régimen constitucional y las tradiciones públicas de su interpretación, así como textos históricos y documentos de conocimiento común”61. Luego Rawlsno está pensando en una sociedad descontextualizada, ni en un sujeto trascen-dental deslindado de su comunidad de sentido, ni en un individuo atomizado comolo expresan muchas de las críticas comunitaristas.

Tan situado está Rawls en el tipo de comunidad o sociedad para la cual estipulasu teoría que incluso describe el rasgo fundamental que lo lleva a filosofar, esto esel pluralismo o la coexistencia de doctrinas comprensivas contradictorias entre sí,característica propia de las sociedades modernas occidentales:

El problema grave estriba en lo siguiente: una sociedad democrática moderna secaracteriza no solo por la pluralidad de doctrinas comprensivas, ya sean religiosas,filosóficas y morales, sino también porque ese conjunto de doctrinas comprensivas

59Rawls, J. Liberalismo Político, Op. Cit. P. 21.

60Rawls, J. Liberalismo Político, Op. Cit. P 22 y 23.

61Rawls, J. Liberalismo Político, Op. Cit. P 38.

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razonables es un pluralismo de doctrinas que resultan incompatibles entre sí. Nin-guna de estas doctrinas cuenta con el consenso de los ciudadanos en general. Nitampoco debiéramos suponer que en un futuro previsible una de ellas, o algunaotra doctrina razonable, algún día sea suscrita por todos o casi todos los ciudada-nos de esa sociedad. El liberalismo político presupone que, en cuanto a propósitospolíticos, una pluralidad de doctrinas comprensivas razonables, aunque incompati-bles entre sí, es el resultado normal del ejercicio de la razón humana dentro delmarco de las instituciones de un régimen constitucional democrático. El liberalismopolítico supone, también, que una doctrina comprensiva razonable no rechaza losprincipios esenciales de un régimen democrático.62

Como puede observarse, es la existencia de varias doctrinas y la ausencia de unasola capaz de unificar o imponer sus criterios y principios a todas las demás lo quelleva a Rawls a pensar en la posibilidad de encontrar un punto de acuerdo o cam-po común para poder coexistir y solventar la cooperación social. Este campocomún no es otro que la concepción política de la justicia representada en los dosprincipios sustantivos a que se llega por un consenso traslapado logrado por todaslas doctrinas comprensivas razonables, por tanto, la concepción política de la jus-ticia se presenta como independiente de los valores de las doctrinas comprensi-vas, religiosas o filosóficas, se comunica con sus miembros a través de la razónpública, esto es, “el razonamiento de los ciudadanos en los foros públicos en tornoa principios constitucionales esenciales y a las cuestiones básicas de la justicia”63.

De allí, que Rawls al caracterizar la cultura política de una sociedad democrática, insista en la presencia de doctrinas comprensivas razonables, religiosas, filosófi-cas y morales como un hecho histórico que cada vez se convierte en una carac-terística permanente de la sociedad moderna; tratar de mantener a los miembrosde tal sociedad bajo el dominio de una sola de estas doctrinas constituye un“hecho de opresión” por parte del Estado, no justificable desde un punto de vistademocrático y, pretender que las diversas personas adscritas a las doctrinas com-prensivas suscriban una misma concepción respecto de las instituciones para ob-tener un régimen democrático seguro y duradero como una base pública de justifi-cación del régimen constitucional, es lo que persigue la concepción política de lajusticia64.

Sin embargo, para efectos de una mejor comprensión de los postulados rawlsia-nos es importante abordar el contenido esencial de algunas de las críticas que en su momento llevaron a Rawls a reorientar y explicitar su concepción de la justiciacomo una concepción política independiente de cualquier doctrina comprensiva,producto de un acuerdo o consenso entrecruzado, donde la persona es vista como

62Rawls, J. Liberalismo Político, Op. Cit. P 12.

63Rawls, J. Liberalismo Político, Op. Cit. P 35.

64Rawls, J. Liberalismo Político, Op. Cit. P 57,58.

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política esto es, “la concepción de la persona se considera parte de una concep-ción de la justicia política y social. En otras palabras, caracteriza cómo han depensar los ciudadanos de sí mismos y de unos respecto de otros, en sus relacio-nes políticas tal como las especifica la estructura básica”65.

Así pues, la noción de persona en la concepción política de la justicia es entendidacomo ciudadanos libres dotados de capacidad moral para formar una noción delbien, revisarla y cambiarla si es el caso, suscribir los valores de la justicia e incor-porarlos en las instituciones y en las políticas sociales. De otra parte, un poco más adelante se concentrará el esfuerzo en presentar lascríticas de Habermas y Fisk, las cuales estarían en otro plano distinto al de loscomunitaristas, especialmente frente a temas como la autonomía política, las me-tas solidarias y la crítica a la noción de bienes primarios. Sin embargo, es necesa-rio aclarar que estos autores se refieren más al Rawls del Liberalismo Político, es-to es al de la concepción política de la justicia, al constructivismo político, a la ideade razón pública y al consenso entrecruzado, nociones que se ampliaran más ade-lante al presentar las respectivas críticas y que nos ayudarán a comprender mejorel grueso de la argumentación de Rawls y las implicaciones de los bienes prima-rios al interior de su teoría. Por ahora veamos en qué consiste la crítica de los co-munitaristas.

2.1 LA CRÍTICA COMUNITARISTALa mayoría de autores llamados comunitaristas enfoca su crítica a la teoría liberalde la justicia, especialmente la formulada por Rawls en 1971, tomando como pun-to de partida al sujeto, a quien no ven como un individuo aislado, atomizado, ca-paz de elegir racionalmente principios universales e imparciales de justicia y des-provisto de identidad o desafectado de influencias colectivas. Por el contrario, paraellos, el individuo que reclama su participación a la hora de la distribución delacervo colectivo, es precisamente un sujeto colectivo, estructurado y forjado alinterior de unas instituciones que lograron imponerle un lenguaje, una visión moral, religiosa, filosófica y política del mundo; un ser con pertenencia a un grupo deter-minado con el que se identifica y en el que expresa su propia vida, sus esperan-zas, su idea de bien y sus planes racionales de vida.

Sobre esta base, el comunitarismo acusa al liberalismo de tratar al sujeto de lajusticia como un ser deshumanizado, aislado y asocial, alejándolo del único espa-cio donde se puede hablar de justicia: la sociedad. Pues el yo es una construcciónque tiene su fuente en las prácticas sociales, en las tradiciones, en el universo designificantes y significados que el lenguaje le ha legado y donde adquiere su pro-pia identidad.

65Rawls, J. Liberalismo Político, Op. Cit. P 279.

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El rechazo por completo de la noción de persona del liberalismo trae como conse-cuencia el desconocimiento de los principios de justicia que éste promulga, pueslos principios se postulan como éticos universales, lo cual es un claro despropósitopara los comunitaristas, en tanto implican negar la existencia de formas particula-res de vida, de pensamiento, de prácticas comunitarias enmarcadas en cada con-texto con significaciones y paradigmas diversos. Sería negar la multiculturalidad ytratar de homogeneizar al hombre al despojarlo de aquello que lo hace diferente: su identidad. El liberalismo, según los comunitaristas, yerra al creer que existe unaespecie de Estado neutral o imparcial, pues como organización política obedece aintereses políticos, gobernado por hombres igualmente interesados, pertenecien-tes a comunidades con identidades propias no susceptibles de desprendimiento.

La neutralidad estatal constituye una abstracción racional que no es posible de vivenciar en la realidad humana, pues los sujetos a cargo del poder tienen su pro-pia idea de bien compartida por sus iguales y en procura de los mismos, luego laneutralidad no existe en el Estado y, por el contrario, éste debe velar por la protec-ción de aquellas comunidades no dominantes y pequeñas que pueden y de hechoson víctimas de las culturas dominantes.

A continuación se desarrollarán estas críticas, desde tres autores como son Mi-chael Sandel, Michael Walzer y Charles Taylor.

2.1.1 La crítica de SandelUna de las más importantes críticas de Sandel a Rawls consiste en afirmar que elprincipio de diferencia igualitaria y la distribución de bienes no es posible en unasociedad individualista, con participantes interesados sólo en su bienestar; que noposea un fuerte sentido de solidaridad capaz de imponer a los sujetos el deber decompartir o distribuir con sus congéneres los bienes producto del trabajo. Esta dis-tribución sólo es posible en un grupo de personas situadas y vinculadas que com-partan un fuerte sentido de comunidad.

Según Sandel, Rawls entiende la importancia de la justicia en tanto hay escasezde recursos y la gente no acude a la ayuda mutua. Ya que cuando no hay carenciade recursos no tiene sentido una distribución equitativa de orden normativo y cuando la benevolencia es la ausente, una norma que obligue a compartir los re-cursos terminaría con los escasos lazos de solidaridad dado su carácter coercitivo.En el fondo, lo que se cuestiona es el carácter normativo de la obligación, la fun-damentación del deber de solidaridad en un mandato legal.

Luego es importante preguntarse si una sociedad orientada a partir de un deonto-logismo, que propugna el obedecimiento a la ley por deber y que contempla la jus-ticia como la virtud principal de las instituciones sociales, es suficiente para lograruna distribución como la contemplada por Rawls en su modelo de sociedad bienordenada, donde los sujetos son mutuamente desinteresados.

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Según el postulado deontológico rawlsiano –al decir de Sandel– la acción debidaes aquella conforme a una norma justa y, por tanto, no está subordinada en prime-ra instancia a la búsqueda de lo útil, del bienestar social o de la felicidad individual. Su planteamiento conduce entonces a definir la teoría de la justicia en términos deuna teoría débil o tenue sobre el bien. Con ello persigue la consecución de un do-ble objetivo: por un lado, justificar la neutralidad del Estado respecto a las diversasconcepciones de lo bueno; y por el otro, asentar el valor de la tolerancia en lassociedades plurales, ya que el liberalismo político, haciendo uso de un pluralismorazonable y mediante el uso público de la razón, pretende neutralizar las doctrinascomprensivas para que estas, por medio de un consenso entrecruzado, acuerdenlos mínimos que conformarían la justicia como equidad.

Sandel le reprocha a Rawls el presentar una noción ilusoria de la neutralidad de lojusto. Defender la prioridad de lo justo no implica sostener un criterio de neutrali-dad porque lo que se presenta como un procedimiento formal en realidad se fundaen una concepción precisa de lo bueno. En otras palabras, la idea de neutralidadarrojada por el formalismo o el procedimentalismo ético es en sí misma un valor(regla sustantiva) del liberalismo que considera al procedimiento como algo impar-cial, olvidando que el límite trazado por los principios formales, muchas veces, esmás radical y parcial que la propia regla sustantiva. La prioridad de lo justo sobrelos fines o lo bueno acarrea o da como resultado la construcción de una “repúblicaprocedimental”. En tal sentido, según Sandel:

Dado que este liberalismo –liberalismo minimalista de Rawls– afirma la prio-ridad de procedimientos justos con respecto a los fines particulares, la vidapública que informa puede llamarse república procedimental (…) repúblicaque no puede contener las energías morales de la vida democrática activa. Lo cual crea un vacío que abre el camino a moralismos intolerantes y no lo-gra cultivar las cualidades del carácter que dotan a los ciudadanos paracompartir el autocontrol66

Sandel se opone a la idea rawlsiana sobre la escogencia que realizan las perso-nas respecto de sus fines en consideración de los gustos y preferencias individua-les, pues esta consideración olvida el carácter social de los bienes y de las nece-sidades; no se apiada de la realidad social en la que emerge el hombre y quedetermina en gran parte la selección que éste haga de sus fines, pues ellos casisiempre están mediados por las prácticas sociales, los significados colectivos y las valoraciones propias de los grupos que, en materia tanto de fines como de me-dios, privilegian a unos por encima de otros. En este sentido, los fines de una per-sona no se diferencian tajantemente de los de otra de su mismo grupo; ellos son

66SANDEL, Michael. Democracy´s discontent. América in search of a public Philosophy, Cambridge, Mass,

the Belknap press of Harvard University, press, 1996, pp.17-24. Citado por: Hoyos V. Guillermo. Democracia yderecho. El debate entre Habermas y Rawls. En: Pensamiento jurídico. No. 8. Universidad Nacional deColombia, 1997. pp. 113 - 123

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factor de identidad y devienen de los valores arraigados al interior de la comuni-dad.

No podemos considerarnos como independientes de esta manera sin un alto costopara las lealtades y convicciones cuya fuerza moral reside en parte en el hecho deque en nuestra vida cumplirlas es inseparable de nuestra comprensión de nosotrosmismos como las personas particulares que somos: como miembros de ésta fami-lia, comunidad, nación o pueblo; como sucesores de ésta historia; como hijos ohijas de aquella revolución; como ciudadanos de ésta república. Las lealtades co-mo éstas son más que valores que yo pueda tener u objetivos que yo abrazo encualquier momento dado. Van más allá de las obligaciones a las que me compro-meto voluntariamente y de los deberes naturales que debo a los seres humanos entanto tales. Admiten que yo deba más a algunos de lo que la justicia exige o inclu-so permite, no en razón de acuerdos que yo haya establecido sino en virtud deaquellas lealtades o compromisos más o menos duraderos que, tomados en suconjunto, definen en parte la persona que soy. El imaginar una persona incapaz delazos constitutivos como éstos no equivale a concebir un agente idealmente libre yracional, sino imaginar una persona completamente falta de carácter, sin profundi-dad moral. Poseer carácter significa saber que me muevo en una historia que niexige ni ordena, sino que conlleva consecuencias que no se ven afectadas por miselecciones o mi conducta67.

Luego Sandel cree que Rawls desconoce los procesos de construcción designificados donde la colectividad ejerce un papel fundamental, pues recordemosque la realidad y los significados sociales son, en la mayor parte de lasinteracciones sociales, el resultado de intrincados procesos de construcción ynegociación de significados profundamente arraigados en la cultura; ello en tantoque los valores y creencias existentes en una sociedad son el resultado dedecantamientos simbólicos que a lo largo de la historia de las instituciones, de losusos, prácticas y costumbres, van quedando a flote como las esencias en elproceso de depuración ideológica en tanto que producen eficacia en la solución deproblemas cotidianos.

Las creencias y valores sociales cumplen funciones integradoras de la comunidadal paso que funcionan en interés de sus integrantes en las relaciones con lacolectividad; es decir, relativizan los conflictos entre individuo y sociedad, aunqueestán, de manera muy ligera, abiertos a la reflexión radical, puesto que casi noadmiten formas antagónicas de comportamiento sin que ellas sean rechazadas osancionadas. Aunque todas las culturas descansan sobre una base axiológica queposibilita y genera formas propias de vida y concepciones particulares de larealidad, no siempre se está a salvo de los choques y conmociones que genera lareceptividad de nuevas formas ideológicas que ponen en cuestión los valoresexistentes. Ya que los “valores sociales constituyen la forma cultural deconstrucción del significado al propiciar la escisión del mundo en dos grandes

67SANDEL, Michael. El liberalismo y los límites de la justicia. Barcelona: Editorial Gedisa, 2000, p. 222.

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polaridades ya sean éstas, lo sagrado y lo profano, lo bueno y lo malo, lo correctoy lo incorrecto, lo deseable y lo indeseable, etc.”68 Estas polaridades llevan a unatercera forma, que es la negociación, que generalmente termina en la inversión delos valores iniciales o en una connotación, es decir, en un traslado de sentido osignificado hacia otros significantes69.

Los significados socialmente compartidos llevan a la colectividad a apropiarse deun saber y de unas lógicas propias de razonar e interpretar el mundo que a lapostre se convierten en un sentido común. “Lo que en la sociedad se da por esta-blecido como conocimiento, llega a ser simultáneo con lo cognoscible, o en todocaso proporciona la armazón dentro de la cual todo lo que aún no se conoce lle-gará a conocerse en el futuro”.70 Pues el vivir en un mundo que no es común y elconocimiento de intercambio permanente de información y significados en éstemundo, nos lleva a desarrollar un sentido común de la realidad de éste. Luego lasnociones de bueno o correcto no escapan a la lógica de lo social. Pretender locontrario es desconocer la realidad misma. Sin embargo, puede afirmarse queRawls no desconoce estos aspectos, sólo que los utiliza a conveniencia en laconstrucción de su discurso y su insistencia por seguir siendo un liberal lo lleva a dejar de lado ciertos postulados, quizá concientemente. De otra forma no se expli-caría el que acuda a postulados como “las bases sociales del respeto propio” o acondiciones de la justicia amparadas en el sustrato cultural de una nación.

En este sentido, Sandel prefiere afirmar que los hombres descubren sus fines alinterior de las prácticas sociales y de las valoraciones de cada comunidad, aten-diendo a lo que ella considere como relevante y privilegie en su entramado de sig-nificaciones y referentes simbólicos. Por esta razón critica a Rawls el hecho deseparar a los sujetos o privarlos, en su posición original, de un conjunto de cono-cimientos sin los cuales estos no podrían hallar ni los fines ni los medios para edi-ficar o elaborar sus planes de vida. Al despojarlos de la información puede darapariencia de una pretendida neutralidad, pues Rawls recurre al “velo de la igno-rancia”, según el cual los integrantes del pacto que van a gestar los principios dejusticia desconocen su situación política y económica, así como el nivel de culturay civilización que han sido capaces de alcanzar, con el fin de que la ignoranciarespecto a todos estos asuntos garantice la imparcialidad y la autonomía. Pero “nopuede asegurar la libertad que promete porque no puede sostener la clase de co-munidad política y de compromiso cívico que requiere la libertad”.71

68. BRUNER, Jerome. Actos de Significado. Más Allá de la Revolución Cognitiva. Alianza Editorial, Madrid, 1991; p. 48.

69. “La fusión de horizontes” actúa mediante el desarrollo de nuevos vocabularios de comparación, por cuyomedio es posible expresar estos contrastes”. Taylor, Charles. El multiculturalismo y la ética delreconocimiento. Fondo de Cultura Económica, México, 1993, p 99.

70. BERGER, Peter y LUCKMANN, T. La Construcción Social de la Realidad. Amorrourtu Editores, BuenosAires, 1978; p. 89.

71. SANDEL. Michael. El liberalismo y los límites de la justicia. Op. cit. p. 24.

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De otra parte, la libertad de Rawls –según Sandel– está definida en oposición a lademocracia como garantía del individuo frente a lo que la mayoría pueda desear. Pero un verdadero concepto de libertad debería expresarse a partir de la perte-nencia a una comunidad política que controla su propio destino y donde el indivi-duo participa en la toma de las decisiones que gobiernan sus asuntos. En tal sen-tido, sostendrá Sandel que la perspectiva que adopta Rawls en su Teoría de lajusticia es irreal porque la justicia como equidad concibe la unidad del yo comoalgo establecido previamente, diseñado con anterioridad a la elección que éstehace en el curso de su experiencia, pues "la visión del universo moral que el yodebe habitar esta vinculada a la noción de un yo independiente. (…) solo en ununiverso desprovisto de telos, como el que afirmaba la ciencia y la filosofía del si-glo XVII, es posible concebir un sujeto apartado de sus propósitos y fines, y ante-rior a estos”72.

Finalmente, para que los principios de justicia previstos por Rawls fueran escogi-dos, se requieren personas provistas de virtudes y una moral ciudadana que ante-ceda al pacto. De allí que, según Sandel, el sujeto rawlsiano, al “elegir” sus finesen vez de experimentar su “descubrimiento”, preferirá crear las condiciones políti-cas que otorguen prioridad a la elección y no el auto descubrimiento. Situaciónque hace del pacto y su procedimiento algo ilusorio, dado que, “como agentes deconstrucción, no construimos realmente, y, como agentes de elección, no elegi-mos realmente. Lo que sucede detrás del velo de ignorancia no es un contrato oun acuerdo sino un tipo de descubrimiento; y lo que sucede en la elección pura-mente preferente no es tanto una elección de fines como una correlación entredeseos preexistentes, no diferenciados en cuanto a su valor, y los mejores mediosdisponibles para satisfacerlos”73.

Ante la crítica de Sandel, Rawls ha afirmado que ella deviene de una errónea in-terpretación de la posición original como recurso de representación, pues lo quepersigue la posición original es crear unas condiciones hipotéticas para garantizarla igualdad y no dar una descripción sociológica de la naturaleza humana. Vea-mos:

Estoy convencido de que esta errónea interpretación constituye una ilusión cuyacausa radica en no advertir que la posición original es un recurso de representa-ción. El velo de la ignorancia, para citar una característica prominente de esa posi-ción, no tiene implicaciones metafísicas específicas sobre la índole del yo; no im-plica que el yo sea ontológicamente anterior a los hechos acerca de las personasque las partes no deben conocer ni tomar en cuenta. Podemos, por decirlo así, adoptar esta posición en cualquier momento, simplemente razonando con princi-pios de justicia en concordancia con las restricciones sobre la información que

72SANDEL, Michael. El liberalismo y los límites de la justicia. 0p. Cit., p. 217.

73SANDEL, M. El liberalismo y los límites de la justicia. Op. cit. p. 220.

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hemos enumerado. (…) para evitar malos entendidos: es importante distinguir trespuntos de vista: el de las partes en la posición original, el de los ciudadanos en unasociedad bien ordenada y, finalmente, el de nosotros mismos; el de usted y el mió,el de los que estamos elaborando la justicia como imparcialidad y examinándolacomo una concepción política de la justicia. Los primeros dos puntos de vista per-tenecen a la concepción de la justicia como imparcialidad, y se especifican con re-ferencia a sus ideas fundamentales. Pero mientras que las concepciones de unasociedad bien ordenada y la de los ciudadanos como libres e iguales podrían reali-zarse en nuestro mundo social, las partes como representantes racionales que es-pecifican los términos justos de cooperación social poniéndose de acuerdo sobreprincipios de justicia, son simplemente partes de la posición original. Esta posiciónla establecemos usted y yo al elaborar la justicia como imparcialidad y, por ello, lanaturaleza de las partes de la posición original depende de nosotros: son simple-mente las criaturas artificiales que habitan en nuestro recurso, en nuestro artificiode representación. Mal se interpretará la justicia como imparcialidad si las delibe-raciones de las partes y las motivaciones que les atribuimos son tomadas erró-neamente como explicación de la psicología moral, ya sea de personas reales o deciudadanos en una sociedad bien ordenada.74

2.1.2 La crítica de WalzerLa crítica de Walzer enfoca lo atinente a la distribución de los bienes, dejando de lado los aspectos referentes a la libertad individual y concentrándose sobremaneraen el carácter cultural de los bienes. De allí que postule una distribución acordecon las necesidades y características propias de la cultura. En tal sentido, conside-ra que no puede existir un único criterio distributivo ya que éste se elige de con-formidad con los requerimientos de cada comunidad y el significado que se atribu-ya a los bienes objeto de reparto. Pero antes de entrar a la distribución, propone ladeterminación de la esfera donde opera el bien y las diferentes operaciones posi-bles, en cuanto esto da una idea de la importancia del bien. De allí que afirme:

Aquí, la concepción y la creación de los bienes preceden y controlan a ladistribución. Los bienes no aparecen simplemente en las manos de losagentes distributivos para que estos hagan con ellos lo que les plazca o losreparten en arreglo a un principio general. Más bien, los bienes con sussignificados –merced a sus significados- son un medio crucial para las re-laciones sociales, entran a la mente de las personas antes de llegar a susmanos, y las formas de distribución son configuradas con arreglo a con-cepciones compartidas acerca de qué y para qué son los bienes

75.

Ahora bien, Walzer considera que la naturaleza diferenciada de los bienes deter-mina la existencia de las esferas de distribución con principios propios. Aquí, lajusticia depende de la autonomía de las esferas. Pero es la significación de losbienes la que determina las transacciones siendo los criterios y procedimientos

74RAWLS, J. Liberalismo político, Op. Cit. P. 50.

75WALZER, M. Las esferas de la justicia, Fondo de Cultura Económica, México, 2001, p. 20

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distributivos intrínsecos al bien social que sirven. En segundo lugar, la forma enque se distribuyen esos bienes resulta de cómo son concebidos por la cultura. Unateoría de la justicia debe atemperarse a las significaciones de los bienes, pues sicomprendemos qué es y qué significa para quienes lo consideran un bien, com-prenderemos cómo, por quién y bajo cuáles parámetros distribuirlo76

.

Todos los bienes que la justicia distributiva considera son bienes sociales. No sonni han de ser valorados por sus peculiaridades exclusivas. (…) Los bienes en elmundo tienen significados compartidos porque la concepción y la creación sonprocesos sociales (…) Toda distribución es justa o injusta en relación con los sig-nificados sociales de los bienes de que se trate (…) Los significados sociales po-seen carácter histórico, al igual que las distribuciones. Estas, justas o injustas,cambian a través del tiempo. Aun mas, ciertos bienes básicos poseen lo que podr-íamos considerar estructuras normativas características, reiteradas a través deltiempo y del espacio77.

Walzer propone una teoría pluralista de la justicia, orientada a la estructuración deuna noción de igualdad que abarque las diferentes esferas de la comunidad. Cadaesfera obedece a necesidades propias y a formas de significación diferentes. Lue-go, no es posible un criterio único de distribución para todos los bienes y para to-das las personas. En este sentido, la igualdad estaría acompañada de múltiplescriterios, dependiendo del bien y acorde a los postulados culturales de cada co-munidad. Por tanto, no hay una noción única de igualdad sino una noción comple-ja que va a depender de la comunidad en particular y atendiendo a variados crite-rios de distribución conforme a los distintos bienes.

Así mismo, defiende una metodología particularista según la cual el teórico políticoha de reconocer que los principios distributivos han de ser específicos para cadabien.78 Considera que si se desea construir una “sociedad justa e igualitaria” setiene que describir “la vida cotidiana” sin perder sus “contornos particulares” y sinadoptar formas generales, pues “otro modo de hacer filosofía consiste en interpre-tar para los conciudadanos el mundo de significados que todos compartimos”.79

Ahora bien, los principios de justicia son plurales en su forma y los bienes socialesdeben distribuirse por razones distintas, por agentes y procedimientos diferentes. Según Walzer “... todas estas diferencias derivan de la comprensión de los bienessociales mismos, lo cual es producto inevitable del particularismo histórico y cultu-

76WALZER, M. Las esferas de la justicia, Op. cit. p. 22

77WALZER, M. Las esferas de la justicia, Op. cit. p. 22, 23.

78. “Frente al punto de vista objetivo y universal pretendido por Rawls, o Habermas o Ackerman, Walzerpropone una visión particularista en la que se interpretan los significados compartidos por cada cultura”.Cfr. BENEDICTO, Rubén Rodríguez. Charles Taylor. Identidad, comunidad y libertad. Tesis doctoral. Va-lencia: Universidad de Valencia. 2004, p. 66.

79. WALZER, Michael. Las esferas de la justicia. Op Cit. p. 12.

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ral”.80 Así mismo, los bienes son bienes en virtud a una sociedad que así los con-sidera; por tanto, su significado y valor no le son intrínsecos sino que devienen de una comunidad que se los ha conferido.

Dado que los bienes obedecen a los significados y estos son esencialmente socia-les, producto de la comunidad que así los considera, una teoría de la justicia quepretenda dar cuenta de los criterios distributivos no podría ir más allá del contextode significación en que se geste, eliminando cualquier posibilidad de universalismoy cayendo en un relativismo profundo. De todas formas, Walzer ha matizado supostura sugiriendo razones, incluso, para intervenir en las prácticas de otras cultu-ras.

La idea de igualdad compleja pretende estabilizar los efectos de las desigualdades parti-culares por la posesión de algunos bienes que si no se controlan pueden llevar a deses-tabilizar la balanza generando iniquidades arbitrarias por la injerencia en otras esferasdistributivas, en otras palabras, la igualdad compleja busca que la posesión de un bien no interfiera de manera directa o indirecta en la posesión de otros bienes:

No pretendo afirmar que la igualdad compleja deba ser más estable que la igual-dad simple, pero me inclino a pensar que abrirá a formas más amplias y particula-rizadas del conflicto social. Y la resistencia a la convertibilidad sería mantenida, engran medida, por hombres y mujeres comunes dentro de sus propias esferas decompetencia y control, sin una acción estatal de gran envergadura. (…) El plan-teamiento de la igualdad compleja parte de nuestra noción de los diversos bienessociales; posteriormente versa sobre cómo nos relacionamos unos con otros pormedio de esos bienes. La igualdad simple es una condición distributiva simple, demodo que si yo tengo 14 sombreros y otra persona tiene también 14, estamos encondición de igualdad. (…) La igualdad compleja significa que ningún ciudadanoubicado en una esfera o en relación con un bien social determinado puede ser co-artado por ubicarse en otra esfera, con respecto a un bien distinto. De esta mane-ra, el ciudadano X puede ser escogido por encima del ciudadano Y para un cargopolítico, y así los dos serán desiguales en la esfera política. Pero no lo serán demodo general mientras el cargo de X no le confiera ventajas sobre Y en cualquierotra esfera –cuidado medico superior, acceso a mejores escuelas para sus hijos, oportunidades empresariales y así por lo demás-. Siempre y cuando el cargo nosea un bien dominante, los titulares del cargo estarán en relación de igualdad, o almenos podrán estarlo, con respecto a los hombres y mujeres que gobiernan.81

Un bien es dominante para Walzer cuando el individuo que lo posee, por el simple hechode poseerlo puede acceder a otra amplia gama de bienes, en otras palabras, el carácterde dominancia de un bien se adquiere cuando dicho bien se encuentra asociado a la con-secución de otros bienes por parte de su poseedor, por ejemplo, una persona que poseemucho dinero en un país capitalista, lo ubica en condiciones de acceder a otros bienes

80WALZER, Michael. Las esferas de la justicia. Op Cit. p. 19

81WALZER, M. Las esferas de la justicia, Op. cit. p. 33.

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como un buen servicio médico, centros de recreación, educación de alta calidad, etc., encuyo caso se puede afirmar que el dinero es un bien dominante; en otra comunidad dondeel ostentar un cargo público le permite al funcionario obtener beneficios o bienes de unaesfera distinta a la del poder (respeto, riqueza, salud, bienestar) por el hecho de poseer elcargo, es indicativo de que para esa comunidad el poder o el cargo constituye un biendominante.

Finalmente en su crítica al procedimentalismo liberal advierte que éste no puedeapartarse de razones sustantivas; en otras palabras, no hay nada que pueda lla-marse procedimentalismo puro, pues “lo que hace que el procedimiento proceda; lo que le da su fuerza legitimadora es un cierto espíritu, expresado en una serie deprácticas. El espíritu es el del compromiso activo y las prácticas incluyen argumen-tar, organizar, reunirse en asambleas, demostrar y demandar lo mismo que vo-tar”82

2.1.3 La crítica de M. TaylorPara Taylor, el liberalismo procedimental se basa en una idea concreta y parcialde la persona humana, de su autonomía y dignidad.83 Aunque el procedimentalis-mo intenta liberarse de la necesidad de situarse en una determinada concepciónantropológica, asume implícitamente una perspectiva desvinculada y atomista delsujeto humano.84

82WALZER, M. Thick and thin. Moral argument at home and abroad. Notre Dame, University of Notre Dame

Esto lo lleva a plantear que Rawls no establece su fundamento

press, 1994. Citado por: Hoyos V. Guillermo. Democracia y derecho. El debate entre Habermas y Rawls.En: Pensamiento jurídico. No. 8. Universidad Nacional de Colombia, 1997 pp. 113 - 123

83. Taylor sitúa el debate entre comunitaristas y liberales como un debate que divide a atomistas y holistas, debate que ha pervivido durante más de tres siglos. “Ha sido frecuente relacionar los atomistas con losindividualistas metodológicos. Estos últimos creen que a) en el orden de la explicación se puede y se de-be dar cuenta de las acciones, estructuras y condiciones sociales en términos de propiedades de los indi-viduos constituyentes; b) en el orden de la deliberación, se puede y se debe representar los bienes socia-les en términos de concatenaciones de bienes individuales”. TAYLOR, M. Argumentos filosóficos. Barce-lona: Paidós, 1997, p. 239.

84. Taylor analiza el problema de la racionalidad instrumental y del individualismo como corrientes tendientesa la desarticulación de las grandes ideas y nos dice: “La racionalidad instrumental parece capaz de impo-nernos sus exigencias una y otra vez, en las esferas pública o privada, en la economía y en el estado, en las formas complementarias que esos dos grandes analistas de la modernidad, Marx y Weber, han expli-cado. Esto es, desde luego, muy cierto y muy importante. Contribuye a explicar el poder de las actitudes yfilosofías atomistas e instrumentales de nuestro tiempo. En particular, el atomismo tiende a verse genera-do por la perspectiva científica que acompaña a la eficiencia instrumental, además de quedar implícito enciertas formas de acción racional, como las del empresario. Creo que hay una buena dosis de verdad enestas imágenes de la “jaula de hierro”. Pero creo que la visión de la sociedad como una suerte de destinode hierro no puede sostenerse. Resulta demasiado simplificadora y olvida lo esencial. En primer lugar, la conexión entre la civilización tecnológica y estas normas no es unidireccional. Los seres humanos y sussociedades son mucho más complejos de lo que puede explicar una simple teoría cualquiera. Es ciertoque nos vemos empujados en esa dirección. Y es cierto asimismo que las filosofías del atomismo y delinstrumentalismo gozan en nuestro mundo de una posición privilegiada. Pero el hecho es que todavía haymuchos puntos de resistencia que se generan continuamente. La preservación de algunas zonas de vidasalvaje, por ejemplo, la conservación de algunas especies amenazadas, la protección contra ciertos ata-ques devastadores al medio ambiente empiezan a considerarse parte de un nuevo objetivo común. Hoyen día hemos llegado a aceptar la solidaridad universal, al menos en teoría, por imperfecta que sea nues-tra práctica, y aceptamos esto con la premisa de un intervencionismo activo en la naturaleza. De modoque la razón instrumental llega hasta nosotros provista de un rico trasfondo moral capaz de contribuir en

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teórico a partir de una teoría débil del bien sino a partir de una teoría completa delbien –aunque este supuesto parece inevitable– además incurre en el error de noexplicitarla, impidiendo con ello el contraste filosófico.

Según Taylor, la corriente procedimental ha sido aplicada al ámbito de la teoríapolítica que conecta con la idea de justicia por los más conspicuos representantesdel liberalismo como Dworkin, Rawls y Habermas, desarrollando normas de justi-cia o equidad social que gobiernen las acciones coercitivas de las autoridades.Taylor señala que Dworkin reconoce cierta noción de vida buena como algo esen-cial a la opción moral de las personas, pero la excluye de las deliberaciones políti-cas con el fin de respetar el principio fundamental del liberalismo que ordena un trato equitativo para los ciudadanos.85 De otro lado, plantea que Habermas separalos temas éticos que conciernen a la justicia interpersonal y que son consideradasde validez universal y los de la vida buena, que se muestran como bienes particu-lares, diferentes de una cultura a otra. Algo similar se deduce de la distinción entrelo bueno y lo justo en Rawls.

Taylor le critica a estas teorías el establecer una distinción abrupta entre la culturay la tradición de las personas, de las que emergen sus orientaciones morales fun-damentales y las nociones que dan forma a su vida familiar y comunitaria y la ma-nifestación pública de tales perspectivas particulares, de las cuales deben hacerabstracción a causa de la pretendida neutralidad del ámbito institucional. En reali-dad, lo que debería justificarse son las razones por las cuales las orientacionesmorales fundamentales de los ciudadanos que forman parte de su identidad debenquedar a priori fuera del debate político.86

Otra crítica consiste en la noción de autonomía –concebida como libertad de elec-ción o decisión– que se atribuye a las personas, pues estas no son del todo libres; actúan de acuerdo con unos parámetros o lineamientos previamente establecidospor la cultura y los valores dominantes. A pesar del valor que le dan a la autonom-ía, a las teorías liberales y su defensa a ultranza de la racionalidad, su negativa aacudir a concepciones del bien, so pretexto de la neutralidad, les impide brindarrazones para fundamentar la prioridad de la libertad sobre la igualdad o de lo co-

la formación de una nueva civilización común”. TAYLOR, Charles. La ética de la autenticidad. Barcelona: Editorial Paidós, 1994; pp. 122 - 134.

85. TAYLOR, Charles. Fuentes del yo. La construcción de la identidad moderna. Barcelona: Paidós, 1996, p. 522.

86. Taylor al exponer el carácter dialógico de la identidad y del reconocimiento afirma: “para mis propósitossobre este punto, deseo valerme del término lenguaje en su sentido más flexible, que no sólo abarca laspalabras que pronunciamos sino también otros modos de expresión con los cuales nos definimos, y entrelos que se incluyen los “lenguajes” del arte, del gesto, del amor y similares. Pero aprendemos estos mo-dos de expresión mediante nuestro intercambio con los demás. Las personas, por sí mismas, no adquie-ren los lenguajes necesarios para su autodefinición. Antes bien, entramos en contacto con ellos mediantela interacción con otros que son importantes para nosotros: lo que George Herbert Mead llamó los “otrossignificantes”. TAYLOR, Charles. El multiculturalismo y la política del reconocimiento. Op. cit. pp. 52-53.

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rrecto sobre lo bueno, porque obligaría a que su argumento dependiera de nocio-nes sustantivas.87

Taylor cuestiona este planteamiento, pues lo justo no puede prescindir totalmentede las indicaciones que aporta una visión determinada de lo bueno.88 Sin embargo,estaría de acuerdo con Rawls en poner límite a las teorías consecuencialistas yutilitaristas que identifican lo justo con lo útil, concibiendo instrumentalmente lojusto. Para Taylor lo bueno no se identifica con un bien particular que sea la ex-presión de una visión ideológica o religiosa, pero el objeto de la moral tampocopuede limitarse a la elaboración de reglas y obligaciones públicas.89

La moral tiene como principal tarea indagar sobre los estilos cualitativos que for-man el mundo moral de las personas y con base en ellos, generar una reflexiónnormativa que establezca patrones relativos a la vida pública. Aunque sea necesa-rio garantizar institucionalmente, mediante una teoría de la justicia, la autonomíade los individuos y el respeto de sus derechos, debe considerarse que la moralpública también debe fundamentarse sobre una noción del bien.

La forma en que Taylor concibe la relación entre el derecho y el bien se diferenciade las teorías procedimentales en la manera de establecer la concepción de losderechos y la justicia. Taylor parte de una justificación metodológicamente comuni-taria, mientras las teorías procedimentales como la de Rawls se sirven de una jus-tificación metodológicamente individualista.

Se sostiene que una sociedad liberal no debe fundarse en una noción particular de buena vida. La ética central de una sociedad liberal es una ética del derecho y nodel bien. Es decir, sus principios básicos tienen que ver con la forma como la so-ciedad debe responder y arbitrar las demandas en competencia de los individuos.(…) en primera instancia, esto no define los bienes que la sociedad fomentará sinocómo determinará los bienes para ser promovidos, dadas las aspiraciones y de-

87. “En el punto de vista del liberalismo subyacen profundas suposiciones filosóficas, que hunden sus raícesen el pensamiento de Kant. Entre sus características, esta concepción entiende que la dignidad humanaconsiste en gran parte en la autonomía, esto es, en la habilidad de cada persona en determinar para sí misma una idea de la buena vida. La dignidad está menos asociada con alguna concepción particular dela buena vida que con el poder de considerar y adoptar para uno mismo una u otra opinión (…) una so-ciedad liberal debe permanecer neutral acerca de la buena vida y limitarse a asegurar que, vean comovean las cosas, los ciudadanos se traten entre sí equitativamente y el Estado los trate a todos por igual”. TAYLOR, M. Argumentos filosóficos. Op. cit. p. 320.

88. “Desde luego, esta conexión intrínseca entre el percibir y sentir en este ámbito, ha sido el grano en losmolinos reduccionistas. Es fácil apresurarse a presentar el estándar modelo subjetivista: la importanciadel bien reside precisamente en que nos mueve así. Pero este modelo falsifica los rasgos más sobresa-lientes de nuestra fenomenología moral. En la propia experiencia de ser movidos por un bien supremo, percibimos que lo que nos mueve es lo que de bueno hay en ello y no el que sea valioso a causa denuestra reacción. Nos mueve perseguir lo que significa como infinitamente valioso. Experimentamoshacia ello un amor bien fundamentado. Nada que no lograra moverse de ese modo contaría como hiper-bien”. TAYLOR, M. Fuentes del yo, Op. cit. p. 90.

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mandas de los individuos que la componen. Este modelo de liberalismo planteaserios problemas, que sólo pueden expresarse adecuadamente al explorar los te-mas ontológicos de identidad y comunidad.90

La justicia en estas teorías procedimentales establece, en primer término, la obli-gación que surge de las exigencias que imponen sobre el agente moral los otrosseres humanos y de ella se deriva una distinción cualitativa entre los diferentesmodos de vida, otorgando mayor valor a unos que a otros. Sin embargo, puedeargumentarse lo contrario y distinguir cualitativamente lo que se considera vidaplena y deducir de esa distinción las obligaciones que se desprenden de ella. Esteúltimo planteamiento, según Taylor, tiene la ventaja de que parte de aquello quese considera importante de lo que somos como seres humanos. Asimismo, estaposición conlleva otra argumentación subsumida: si se descubre, con base en laexistencia de valores fuertes y a las distinciones cualitativas, que ciertos modos devida son mejores que otros, estos deberían ser considerados a la hora de concebirla justicia.91

En opinión de Taylor, Rawls intenta desarrollar una noción de justicia a partir deuna “teoría débil del bien”. Rechaza lo que se considera bueno para la vida con elfin de no incurrir en el mismo error que el utilitarismo, y justifica sus dos principiosde justicia apelando a que estos encajan con las intuiciones. Asimismo, la articula-ción de esas intuiciones exige la exposición minuciosa de una teoría “densa” delbien y, por lo tanto, aclararlo es fundamental para averiguar qué se considera jus-to. Taylor afirma que lo bueno es “cualquier cosa que una distinción cualitativa se-ñale como superior”.92 A partir de aquí, si se pretenden dilucidar las intuiciones quedan formas a los principios de justicia, es necesario acudir a una teoría sustantivadel bien, para lo cual es inevitable expresar los marcos de referencia y las explica-ciones ontológicas en que se basan estas intuiciones.

Ahora bien, Taylor considera que la existencia de los derechos como de la con-cepción de justicia no pueden ser previas a las formas de comunidad política queincluyen en su seno un determinado concepto del bien; por consiguiente, es la ar-ticulación del bien la que otorga el significado a las reglas que definen lo justo. Lasteorías que definen la razón como exclusivamente procedimental omiten este de-bate limitando el enfoque moral al restringir la comprensión de los determinantesde la acción.

Taylor afirma que Rawls no sólo debería reconocer que se apoya en una concep-ción del bien, sino también en una determinada concepción de la persona. Paratoda teoría moral o política es inevitable acudir a una descripción ontológica de la

90. TAYLOR, M. Argumentos filosóficos. Op. cit. p. 246.91. TAYLOR, Charles. Las fuentes del yo. Op. cit. p. 114.92. TAYLOR, Charles. Las fuentes del yo. Op. cit. p. 105.

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naturaleza humana, inescindible del lenguaje y, éste a su vez, sociable por esen-cia.93

Se puede concluir, entonces, que las críticas comunitaristas – al menos las esbo-zadas aquí - al liberalismo se dirigen a los siguientes presupuestos de la teoríapolítica liberal: crítica a la concepción de la persona como un yo sin ataduras, sinhorizontes; rechazo de la prioridad del derecho sobre el bien; crítica al individua-lismo asocial, al universalismo y al pluralismo razonable; refutación del antiperfec-cionismo y la neutralidad estatal; crítica al subjetivismo moral y afirmación de ladiferencia frente a la homogeneidad liberal. En tal sentido, el comunitarismo recal-ca el componente cultural e identitario del sujeto moral, advirtiendo que éste esmoral justamente por llevar la impronta de la comunidad en donde se forjó y nopuede, por tanto, desprenderse del marco de referencia lingüístico ni de las signifi-caciones inmersas en el universo simbólico.

Sin embargo, pese a estas críticas, es necesario hacer justicia con Rawls ya que apartir de 1980 comienza a esbozar correcciones serias a su teoría inicial de la Jus-ticia. Aquí vale citar de nuevo a Grueso cuando afirma que la teoría política deRawls desde su obra Liberalismo Político “no surge de la nada sino, precisamente,de la práctica histórica del liberalismo. Su referente, entonces, son las sociedadesque han hecho esa práctica; que han experimentado, por ejemplo, la toleranciacon respecto a la disidencia religiosa”94. Incluso, algunos autores como Mulhall ySwift citados por Grueso, han llegado a decir que el liberalismo rawlsiano incorpo-ra cierto comunitarismo sobre la base del pluralismo y no sobre la base de unamoral sustantiva que desencadene que todos tengan que aceptar y obrar deacuerdo a una misma pauta. De allí que “la concepción rawlsiana de la justiciacomo equidad es comunitarista tanto en términos de su fuente (articula los valorescompartidos de la comunidad a la cual se dirige) y en términos de su contenido(esos valores compartidos implican un compromiso con un entendimiento de lapolítica que es distintivamente comunitarista)”. 95

Ahora bien, el transito rawlsiano de concebir la sociedad como un “todo ordenadoa partir de la justicia como equidad” a la certeza de que las sociedades modernasno pueden ser sino pluralistas determinaría que Rawls no reduzca la base de justi-ficación de su teoría a lo estrictamente político y privilegie una unidad doctrinariatípica de una comunidad bien ordenada. Más bien llevará a que Rawls concibaque “una concepción política de la justicia debe ganar el apoyo de un consenso

93. “Si queremos ver cuán incrustado está el lenguaje en la vida humana, entonces debemos decir algo se-mejante a lo siguiente: un lenguaje es creado y sostenido en los continuos intercambios que tienen lugaren una determinada comunidad lingüística. Esta última es su locus y esto es lo que, en última instancia, excluye el individualismo metodológico”. TAYLOR, M. Argumentos filosóficos. Op. cit. p. 183.

94 GRUESO, Delfín. “La determinación histórica y contextual de la filosofía de John Rawls”. Op. Cit; p. 83.

95MULHALL, Stephen & SWIFT, Adam (1992). Liberals & Communitarians. London: Basil Blackwell; p. p 199 –202. Citados en GRUESO, Delfín. Op. Cit.

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traslapado de las doctrinas razonables, religiosas, filosóficas y morales”96. En talsentido, como afirma Grueso “Rawls renuncia a la pretensión filosófica de terciaren las disputas, remplazar las verdades en que los ciudadanos creen, corregirlas odarles un fundamento racional” 97 Finalmente, habría que decir, siguiendo a Garga-rella que el “avance” del comunitarismo ha sido cada vez más seguido de con-trarréplicas liberales lo que ha ocasionado también un impacto sobre el comunita-rismo98

2.2 Las críticas de Habermas y Fisk.

Ya hemos visto como las críticas de estos autores obedecen más al Rawls delLiberalismo político o, por lo menos, a una visión más holística de su obra (para elcaso de Fisk). De ahí que en sus críticas se aborden aspectos relacionados con laidea de razón pública, equilibrio reflexivo, constructivismo político, consensotraslapado, entre otras, así como un llamado a la justificación y fundamentación dela teoría, como se verá al presentar las respectivas críticas. Sin embargo, esnecesario aclarar que este documento no pretende realizar una valoraciónexhaustiva de dichas críticas sino mostrarlas para determinar el peso de laargumentación de la teoría rawlsiana y sus cambios a través del tiempo comoproducto de las respuestas a dichas críticas. Ello permitirá obtener una mejorcomprensión de la teoría en general y contribuirá a detallar con claridad el papelde los bienes primarios a lo largo y ancho de la teoría, pues el objetivo central deltexto es el análisis de los bienes primarios en relación con la justicia social y sudistribución, su papel en la teoría de la justicia y lo que aún perdura de estos en elLiberalismo político, sus aciertos y desaciertos.

En este sentido será necesario realizar un pequeño bosquejo sobre los cambiosintroducidos por Rawls a su Teoría de la justicia en el Liberalismo político, aefectos de hacer más entendibles las críticas de estos autores.

En Liberalismo político, Rawls abona a sus críticos el destacar la falta de diferen-ciación entre la filosofía política y la filosofía moral. Así mismo, no está clara ladistinción entre una doctrina comprensiva con pretensión de validez universal y suTeoría de la justicia, limitada al escaso dominio de lo político; por tanto, es necesa-rio realizar tales distinciones que, entre otras cosas, deja abierta una brecha alproblema de la estabilidad de la teoría, pues para la filosofía moral ello no consti-

96RAWLS, J. Liberalismo Político. Op. Cit

97GRUESO, Delfín. “La determinación histórica y contextual de la filosofía de John Rawls”. Op. Cit; p. 93

98GARGARELLA, Roberto. Las teorías de la Justicia después de Rawls. Un breve manual de Filosofía Política. Editorial Paidós, Barcelona, 1999. El sociólogo polaco alemán Zygmunt Bauman, amparado en autoras comoNancy Fraser, ha señalado cómo el comunitarismo ha llevado a tal extremo la lucha por el derecho alreconocimiento de los grupos en el contexto de sus “aspiraciones de autorrealización” pero no en un marcoamplio de justicia social. El multiculturalismo ha separado las demandas del reconocimiento cultural de lasdemandas de la redistribución social. En tal sentido el multiculturalismo sería una fuerza esencialmenteconservadora, que serviría de coartada a la despolitización de un debate más amplio sobre la justicia social. Cfr. Comunidad. En busca de seguridad en un mundo hostil. Siglo XXI, Madrid, 2003

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tuye ningún problema mientras que para la filosofía política la estabilidad es fun-damental. Veamos:

Nótese que en mi resumen de los objetivos de la Teoría de la justicia la tradicióndel contrato social se ve como parte de la filosofía moral, y no se hace ninguna dis-tinción entre filosofía moral y filosofía política. En mi Teoría de la justicia, ningunadoctrina moral de la justicia, que se diga de alcance general, se distingue de una concepción estrictamente política de la justicia99.

De otra parte, al decir de Rawls, la falta de claridad en estos aspectos, requiere deuna profundización a efectos de aclarar la distinción entre las bases públicas dejustificación sobre cuestiones políticas y las bases de justificación de doctrinascomprensivas razonables que no alcanzan el carácter de públicas. Esta situaciónaunada a la existencia de una pluralidad de doctrinas comprensivas, es de por si, suficiente para minar la estabilidad de la teoría y darle un carácter poco realista100.

Desde esta perspectiva, el Liberalismo político constituye el medio para superarlas dificultades de la Teoría y revitalizarla, esta vez, desde una óptica política quedará lugar a lo que Habermas llamó el “giro lingüístico”101. En este sentido, el libe-ralismo político parte del estudio de ciertos problemas clásicos para inferir solucio-nes a conflictos actuales, como es el caso del pluralismo de doctrinas comprensi-vas razonables y contradictorias entre sí, a fin de lograr una concepción políticapública de la justicia que regula la estructura básica de la sociedad entendida co-mo un sistema justo de cooperación. Concepción que debe ganar el apoyo de lasmás diversas doctrinas comprensivas razonables. Este apoyo constituye la basede justificación pública de la concepción a partir de un consenso entrecruzado otraslapado.

Este consenso parte de la suposición de que la existencia de profundos conflictossociales a lo largo del tiempo, como es el caso de las luchas religiosas, ha gene-rado una serie de valores políticos y virtudes que hacen parte de la cultura políticapública de los regímenes constitucionales democráticos modernos; estos valorespolíticos forman o dan lugar a una plataforma pública o sustrato cultural políticodonde convergen las más disímiles doctrinas comprensivas razonables. Estas ide-as, creencias y principios ampliamente compartidos, son los ingredientes funda-mentales a mezclar para elaborar la concepción política pública de la justicia, queen dichas circunstancias, obtendría el apoyo de todas las doctrinas comprensivas.Luego debemos:

Empezar, pues, por considerar la cultura pública misma como el fondo compartidode ideas básicas y principios implícitamente reconocidos. Tenemos la esperanza

99RWLS, J. Liberalismo político. Op. Cit. P.11.

100Cfr. RWLS, J. Liberalismo político. Op. Cit. P.12.

101HABERMAS, J. Facticidad y validez, Madrid: Editorial Trotta, 2005, p. 647.

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de formular estas ideas y estos principios con suficiente claridad para combinarlosen una concepción política de la justicia afín a nuestras convicciones más firme-mente enraizadas. Expresamos lo anterior al apuntar que una concepción políticade la justicia, para que sea aceptable, debe concordar con nuestras conviccionesmediatas, en todos los niveles de la generalidad, fundamentadas en la debida re-flexión, o en lo que en otra parte he llamado el equilibrio reflexivo102.

De allí que el consenso traslapado parte de considerar a los valores políticos de-cantados en la cultura pública de los regímenes constitucionales democráticoscomo valores de muy alta estima, difíciles de superar, enraizados en la vida social,compartidos por todos y públicamente reconocidos por todas las diversas doctri-nas comprensivas razonables, aunque cada una de ellas les otorgue un funda-mento distinto, por ejemplo, frente a la pena de muerte, algunas doctrinas obje-tarán el valor de la vida como algo sagrado sólo susceptible de intervención porparte de la justicia divina, otras en cambio, pueden argumentar que la vida es underecho natural proscrito a la justicia humana, sin embargo, todas coinciden en elrespeto de la vida constituyéndose dicho valor en algo público; pero el liberalismopolítico no entra a criticar la fundamentación de las doctrinas comprensivas ni lasconsidera falsas o verdaderas, sólo le importa la base pública compartida por to-das ellas como elementos esenciales para la construcción de una concepción polí-tica de justicia que logre el apoyo de todas. Además, el liberalismo político consi-dera que:

La cultura política de una sociedad democrática se caracteriza por tres hechos ge-nerales: el primero es que la diversidad de doctrinas comprensivas razonables, re-ligiosas, filosóficas y morales, que encontramos en las sociedades democráticasmodernas, no constituye una mera situación histórica que pronto podrá terminar; es una característica permanente de la cultura pública de la democracia (…) Unsegundo hecho general relacionado con el anterior, es que mantener la profesióncontinua y compartida de una sola doctrina comprensiva, religiosa, filosófica o mo-ral, sólo es posible mediante el uso opresivo del poder del Estado (…) Y un tercerhecho general consiste en que un régimen democrático seguro y durable, que noesté dividido por credos doctrinarios y clases sociales hostiles entre sí, debe tenerel sostén libre y voluntario de por lo menos una mayoría sustancial de sus ciuda-danos políticamente activos. Aunada al primer hecho general, esto significa que,para que sirva de base pública de justificación para un régimen constitucional, unaconcepción política de la justicia debe ser tal que puedan suscribirla quienes profe-san muy diversas y opuestas, aunque razonables, doctrinas comprensivas103

.

Luego si se quiere un régimen constitucional durable y seguro, necesariamentedebemos construir una concepción política de la justicia con fundamento en lasideas, principios y creencias públicamente compartidas por las doctrinas compren-

102RWLS, J. Liberalismo político. Op. Cit. P.33.

103RWLS, J. Liberalismo político. Op. Cit. P.58.

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sibles razonables, situación que nos ubica en el plano del constructivismo político.Esto es, que los hombres son considerados como seres capaces de crear las di-rectrices que determinan las condiciones de sociabilidad y los distintos órdenes deconvivencia, es decir, operan como agentes de construcción al diseñar los princi-pios que han de guiar las principales instituciones sociales, políticas y económicas. En este sentido, los ciudadanos elaboran la concepción política de la Justicia te-niendo en cuenta los elementos públicos implícitos en la cultura política de la so-ciedad, bajo un procedimiento especial que implica cuatro características a saber:

Que sus principios pueden representarse como el resultado de un proceso de construcción (…) este procedimiento se funda esencialmente en la razón práctica y no en la razón teórica (…) utiliza una concepción compleja acerca de la persona yde la sociedad para dar forma y estructura a su construcción (…) utiliza una ideade lo razonable y la aplica a varios sujetos: concepciones y principios, juicios yfundamentos, personas e instituciones104

.

Luego lo que se construye es el contenido de los principios, bajo un procedimientoespecial que se funda en la razón práctica, más concretamente en parte de esta, es decir, en lo que Rawls ha dado en llamar la Razón Pública, que es, ante todo, un método, una manera, una forma de razonar, de pensar y discutir frente a losasuntos que tocan los elementos esenciales de la constitución y los aspectosbásicos de justicia. Es la manera como el pueblo debate frente a estos aspectoscuando actúa en su condición de poder constituyente primario o como ciudadanosen pie de igualdad. Por otro lado, Rawls también entiende la razón pública comoun poder intelectual, como un conjunto de directivas de indagación respecto deltipo de información pertinente para debatir en el foro público, o como los criteriosque han de seguir los ciudadanos responsables y comprometidos con la sociedaden ejercicio del deber de civilidad. Luego la razón pública como instrumento derazonamiento de los ciudadanos es:

Característica de un pueblo democrático: es la razón de sus ciudadanos, de aque-llos que comparten la calidad de ciudadanía en pie de igualdad. El sujeto de surazón es el bien del público: lo que requiere la concepción de la justicia de la es-tructura básica de la sociedad, de las instituciones, y de los propósitos y finalida-des a los que debe servir. Por tanto, la razón pública es pública de tres maneras: Como la razón de los ciudadanos como tales, es la razón de lo público; su sujeto es el bien del público y sus asuntos son los de la justicia fundamental, y su natura-leza y contenido son públicos, dados por los principios e ideales que expresa laconcepción de la sociedad acerca de la justicia política, y conducidos a la vista detodos sobre esa base105.

104RAWLS, J. Liberalismo político. Op. Cit. P.104.

105RAWLS, J. Liberalismo político. Op. Cit. P.204.

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Pero el uso de la razón pública sólo se circunscribe a la manera como los ciuda-danos emprenden la defensa política de lo que ellos consideran elementos consti-tucionales esenciales y cuestiones de justicia básica, al interior del debate en elforo público. De allí que la razón pública se centre en aspectos como la carga dela prueba, las reglas de la evidencia y los criterios que han de regir las discusionessiempre que puedan ser aceptados por todos los participantes cuando se trate de“a) principios fundamentales que especifican la estructura general de gobierno y elproceso político: los tres poderes, Legislativo, Ejecutivo y Judicial; b) derechos ylibertades básicas de la ciudadanía, en pie de igualdad, que la mayoría legislativaha de respetar”106.

En retrospectiva, se habían mencionado las cuatro características del constructi-vismo político a saber: que los principios de justicia son el resultado de un procesode construcción, que este proceso obedece a un método propio de la razón prácti-ca, más concretamente a la razón pública, que utiliza una concepción compleja dela persona y de la sociedad para dar forma a la construcción y, por último, que uti-liza una idea de lo razonable y la aplica a varios sujetos. Ya se explicaron los dosprimeros aspectos, el cuarto se ha desarrollado a lo largo del texto, más concre-tamente en la presentación del concepto de justicia, quedando así por esclarecerlo que atañe a la concepción de la persona política o de ciudadano.

En este orden de ideas, Rawls logra, en mi opinión, deslindar la concepción políti-ca de la justicia de los aspectos puramente comprensivos en la medida que realizauna caracterización del ámbito político y se separa del constructivismo moral ofilosófico. Igual ocurre al recurrir a la filosofía práctica para separarse del campometafísico y centrar su discurso en valores y creencias decantadas en el campopúblico como un sustrato político de conocimiento y aceptación general. Pero, pa-ra redondear su idea, debía reemplazar la noción de persona moral expuesta en laTeoría de la justicia por una noción de orden político y es allí donde se abre pasola concepción de la persona política. Es así como define a las personas al interiordel liberalismo político como ciudadanos democráticos libres e iguales en procurade congeniar los valores de la libertad y la igualdad107.

Es por esta razón que Rawls recurre a la noción de persona de la antigüedad y laadopta en su nueva versión. Veamos:

Si nos remontamos hasta el mundo antiguo, el concepto de persona era entendido, tanto en filosofía como por la ley, como el concepto de alguien que puede desem-peñar un papel en la vida social y, por ende, ejercer y respetar los varios derechosy deberes propios de ella. Por tanto, decimos que una persona es alguien que puede ser un ciudadano, es decir, un integrante normal y cooperador de la socie-

106RAWLS, J. Liberalismo político. Op. Cit. P.217.

107Cfr. RAWLS, J. Liberalismo político. Op. Cit. P.30.

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dad durante toda una vida (…) Puesto que hemos empezado en el seno de la tra-dición del pensamiento democrático, también pensamos que los ciudadanos sonpersonas tan libres como iguales. La idea básica consiste en que, en virtud de susdos poderes morales (la capacidad de tener un sentido de la justicia y de adoptaruna concepción del bien) y de los poderes de la razón (de juicio, de pensamiento, yla capacidad de inferencia relacionada con estos poderes), las personas son libres. Lo que hace que estas personas sean iguales es el tener estos poderes cuandomenos en el grado mínimo necesario para ser miembros plenamente cooperadoresde la sociedad108.

Ahora bien, las personas son consideradas como racionales en la medida quepersiguen un provecho propio o un beneficio particular y razonables en cuanto soncapaces del sentido de justicia que los involucra con los aspectos públicos y laidea del bien general, esto es el bien de todos, propio del deber de civilidad. Tam-bién se consideran así mismos y a los demás como sujetos responsables de susfines, responsabilidad que se encuentra implícita en la cultura política pública yque los compromete al asumir la sociedad como un sistema cerrado al que sólo sellega a través del nacimiento y se sale por la muerte. Luego están obligados aconvivir con los demás durante toda una vida y eso es ya suficiente motivaciónpara tratar de construir unos principios de justicia que abriguen y rijan las principa-les instituciones sociales, políticas y económicas de su sociedad.

Después de realizar este breve bosquejo, pasemos ahora a presentar las críticas.

2.2.1 La crítica de HabermasLas obras de Rawls y Habermas comienzan a gestar comparaciones en el mundode la filosofía política a través de varios de los supuestos epistemológicos y meto-dológicos de estos autores. Esta situación no tardó en originar un debate acadé-mico fructífero que Habermas va a denominar un “diálogo entre familia” y queRawls va a aprovechar como plataforma para considerar la propuesta haberma-siana de manera radical, al calificar la teoría de la acción comunicativa y su éticadiscursiva como una más de las muchas doctrinas comprensivas. Dicho debateaparece publicado en español bajo el título de Debate sobre el liberalismo político(1998). Aquí Habermas retoma algunas sugerencias de Rawls, pero también plan-tea nuevas críticas a la teoría política de la justicia. De igual forma se produce larespuesta de Rawls. Algunas de las críticas de Habermas que aparecen expues-tas en ese texto, pero también en Facticidad y Validez, se presentan a continua-ción.

Según Habermas, la justicia en Rawls, hace parte de la teoría de la elección racio-nal, donde a partir de una posición inicial, las partes escogen unos principios quedeben guiar el diseño de la estructura básica de la sociedad. Sin embargo, la teor-

108RAWLS, J. Liberalismo político. Op. Cit. P.42.

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ía de la elección racional no da cuenta de un sentido de justicia que prioriza la re-ciprocidad y la cooperación justa, menos el que las partes decidan acatar las nor-mas acordadas de conformidad con una noción de lo razonable.109

El sentimiento de justicia derivado de lo razonable no constituye suficiente motiva-ción fáctica para dotar los aspectos normativos o los acuerdos alcanzados de obli-gatoriedad; en otras palabras, ¿qué impide a un hombre guiarse por su racionali-dad en procura de su interés particular? Esta es una pregunta que aún no estáresuelta en Rawls, pero tampoco en Habermas, pues éste también ha sido objetode críticas similares. La racionalidad no puede ser entendida como una obligación; simplemente se ocupa de brindar un conocimiento en el sentido de presentar ar-gumentos sobre lo que significa obrar autónomamente, pero no se le puede impu-tar la capacidad de llevar al sujeto a obrar conforme a la norma. La idea de racio-nalidad puede suponer que el sujeto actúa de acuerdo con buenas razones, peroestas razones pueden enfocarse en el propio interés y no en el de los demás; lue-go, falta una clara fundamentación que posibilite o genere motivos que lleven alsujeto a actuar por encima de su propio yo.110

De otro lado, la noción de persona expuesta en la teoría de la justicia rawlsiana esuna creación imaginaria que nada tiene que ver con sujetos racionales y moral-mente capaces de autonomía.111 Al despojarlos del conocimiento de sí, de susventajas y desventajas les imprime un carácter asocial que sólo permite una re-flexión en términos de intereses particulares y bienes individuales, situación queimplica una distribución de bienes aislada de las relaciones propias del derecho, pues este (el derecho) se ejerce en relación con otras personas y no se consumecomo cosa fungible.112

El velo de ignorancia imposibilita a las partes entablar una relación intersubjetiva, capaz de llevarlas a la elaboración de un acuerdo justo, donde se llegue a un ver-dadero consenso y se respete su autonomía sustantiva, como sujetos capaces deconstruir su propia idea de sociedad bien ordenada, poniendo en consideración y

109. HABERMAS, J., y RAWLS, John. Debate sobre el liberalismo político. Op. cit., p. 45. ss.110. “Quien actúa moralmente no se atribuye ‘más o menos’ autonomía; y en la acción comunicativa, los par-

ticipantes no se suponen una vez ‘un poco más’ y otra vez ‘un poco menos’ de racionalidad (…) la supo-sición de racionalidad es, de todas formas, un supuesto refutable, no un saber a priori (…) es constitutivade la acción comunicativa; pero en casos individuales puede verse defraudada”. HABERMAS, J. Accióncomunicativa y razón sin transcendencia. Barcelona: Editorial Paidós, 2002, pp. 37, 39.

109. “Las partes que en la posición original se ponen de acuerdo sobre principios racionales hay que entender-las como elementos artificiales o como constructos; no se las debe identificar con los ciudadanos de car-ne y hueso, que habrán de vivir bajo las condiciones reales de una sociedad erigida conforme a los prin-cipios de justicia. Tampoco se identifican con esos ciudadanos racionales presupuestos en la teoría, delos que se espera que también actúen moralmente; es decir, que pospongan sus intereses personales alas obligaciones de un ciudadano leal”. HABERMAS, J. Facticidad y validez, Madrid: Editorial Trotta, 2005, p. 122.

112. HABERMAS, J., y RAWLS, John. Debate sobre el liberalismo político. Op. cit. 1998, pp. 47. ss.

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bajo el amparo del poder comunicativo todos los aspectos ideológicos propios desus doctrinas comprensivas para que el acuerdo adquiera legitimidad moral.113

Habermas recalca el hecho de cambio de perspectiva en Rawls al buscar legitimi-dad a su teoría a partir de una nueva visión: una concepción política de la justicia, donde no aparece una justificación teórica o epistemológica del giro. Luego, debefundamentarse el paso del consenso traslapado al de la razón pública para legiti-mar el acuerdo constitucional y el legislativo. Sin embargo, cabe anotar que lasteorías contractualistas tienden a entender la autonomía desde un aspecto del de-recho privado, concerniente a contratos, donde estos obran como contratantes nosiendo suficiente este modelo para explicar el problema de la fundamentación deun orden social. “Pero, tras el giro lingüístico, para esta comprensión deontológicade la moral sólo puede ofrecerse ya una interpretación articulada en términos deteoría del discurso. Con ello el modelo de la deliberación viene a sustituir el mode-lo del contrato: la comunidad jurídica no se constituye por vía de un contrato so-cial, sino sobre la base de un acuerdo discursivamente alcanzado”.114

Puesto que el consenso traslapado implica un acuerdo tanto en la asamblea cons-titucional como en el momento legislativo, al decir de Habermas, el consenso apa-recería como producto no de la negociación interpares entre sujetos que profesandoctrinas comprensivas diversas y contradictorias entre sí (pues el velo de igno-rancia impide el conocimiento de sus adhesiones a ciertas doctrinas), sino como elreflejo de una teoría política presupuesta que obligaría a aceptar el acuerdo bajo latacha de doctrinas irracionales. De allí que afirme la inexistencia de un verdaderoconsenso y se vea obligado a acudir a la idea de razón pública como mecanismode acercamiento y diálogo para tratar asuntos comunes o que a todos concierne. Situación que originaría una aceptación fáctica más que una aceptación fundadaen buenas razones. Al respecto Habermas dice:

“Tampoco el uso público de la razón conduce en muchas cuestiones teóricas, ymucho menos en las prácticas, al acuerdo racional motivado que se apetece. Las razones de ello radican en cargas o pesos de la prueba que las propias pretensiones ideales de razón imponen al espíritu finito. Esto vale ya en losdiscursos científicos. En los discursos prácticos se añade que, incluso en con-diciones ideales, las cuestiones concernientes a la vida buena sólo pueden en-contrar una respuesta racional dentro del horizonte de un proyecto de vida pre-supuesto ya como válido. Pues bien, una teoría de la justicia cortada a lamedida de las formas de vida moderna tiene que contar con una diversidad deformas de vida y planes de vida que han de coexistir dotados de unos mismosderechos; y naturalmente, sobre estas formas de vida y planes de vida cabráesperar disenso desde la perspectiva de las diversas tradiciones y de las di-versas biografías”.115

113. HABERMAS, J., y RAWLS, John. Debate sobre el liberalismo político . Op. cit. pp. 55. ss.

114 HABERMAS. Facticidad y validez. Op. cit. p. 647.115. HABERMAS. Facticidad y validez. Op. cit. p. 125.

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De otra parte, Habermas advierte una imprecisión conceptual en el uso de térmi-nos como lo razonable y lo verdadero. La interpretación de lo razonable como ungiro a lo político o público elude una justificación cognitiva (pues Rawls no puedeeludir el carácter cognitivo de su construcción filosófica de la justicia) a la vez quegenera cierta prioridad a la razón práctica en desmedro de la razón teorética, endonde lo verdadero queda abandonado al campo de las doctrinas comprensivas, las cuales definen qué es verdadero y qué no lo es. Entonces, no se entenderíacómo o bajo qué parámetros hablarían o discutirían los sujetos representativos delas doctrinas para hallar un consenso. Situación que sacrifica la validez en pro dela eficacia, pues el carácter cognitivo del consenso implica que para llegar a él, es necesario conocer al otro, entenderlo, ponerse en su lugar, reconocerle como in-terlocutor válido y para ello no se necesita compartir su doctrina, pero este cono-cimiento es básico en el proceso de formación de un verdadero consenso.

Para Habermas, la validez sólo es posible en la medida que posibilite la participa-ción y el acuerdo de todas las personas que puedan llegar a afectarse por lasnormas pactadas. Pero Rawls se dedica a meditar acerca de lo plausible que pue-den llegar a ser los principios de justicia de cara a las tradiciones políticas de susociedad, dejando de lado los procesos de decisión efectivamente institucionaliza-dos y las tendencias evolutivas sociales y políticas.116 No obstante, ello no signifi-ca que Rawls desconozca o deje de lado el papel de las instituciones en la cons-trucción de los principios y derroteros de la sociedad, sea suficiente con afirmarque la segunda parte de su Teoría de la Justicia se la dedica, precisamente, a lasinstituciones.

El constructivismo político de Rawls, en lugar de conseguir la tan anhelada neutra-lidad por la vía de la razón pública, carga su teoría con la doctrina liberal (que es,también, una doctrina comprensiva) al utilizar como argumento el contractualismometodológico. De allí que privilegie las libertades negativas de los modernos frentea las libertades positivas de los antiguos. Las personas de Rawls, al decir de Habermas, no alcanzan un verdadero uso de su autonomía plena, pues las institu-ciones les son impuestas y “...el uso público de la razón no tiene propiamente elsentido de una ejercitación actual de la autonomía política, sino que solamentesirve al pacífico mantenimiento de la estabilidad política”.117 Consideración que sefundamente en la restricción de conocimiento de que son objeto las partes al sersometidas bajo el velo de ignorancia impidiendo que la negociación se lleve a ca-bo dentro de una exposición real motivada por sujetos interesados, de carne yhueso.

Ante estas críticas, es necesario advertir que el propio Rawls, en su Liberalismopolítico, había hecho la salvedad frente a su primera versión donde consideraba

116. HABERMAS. Facticidad y validez. Op. cit. pp. 129 y 130.117. HABERMAS. Facticidad y validez. Op. cit. p. 67.

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que la teoría de la justicia “era una parte, quizá la más significativa, de la teoría dela elección racional”,118 pues al expresar la manera como entendía los conceptosracional y razonable, remite a pie de página diciendo: “Aquí corrijo una observa-ción que hice en mi Teoría de la justicia, donde se dice que la teoría de la justiciaes parte de la teoría de la elección racional. Según lo que llevamos dicho, esto essimplemente incorrecto”.119 Frente a las demás críticas, Rawls se limita a volversobre lo que expresó en sus obras y desconoce las afirmaciones de Habermasafirmando que la teoría de éste no es otra cosa que una doctrina comprensiva.

2.2.2 Las críticas de Fisk120

La discusión de Milton Fisk con el liberalismo político contemporáneo se concentraen considerar que los bienes primarios hasta ahora defendidos por este enfoque,son bienes formales, instrumentalizados, los cuales se derivan de una concepciónneutral de justicia que los defiende y los soporta y que le teme a la defensa debienes sociales sustantivos, porque considera que estos negarían a las personassu libertad.

Bajo esta óptica su crítica va dirigida a Rawls (también a Habermas), quien colocala primacía de la justicia sobre la de bienes. Es decir, para Rawls los bienes seconstruyen sólo desde una sociedad en la que los ciudadanos tienen necesidadesprimarias, una sociedad bien ordenada, o como dice Fisk, los bienes “son cons-truidos desde el concepto de ciudadanía y por tanto los bienes primarios que satis-facen estas necesidades de la ciudadanía son, como bienes, derivados del con-cepto de ciudadanía”.121 Aquí cabría la pregunta ¿es la construcción de ciudadaníaun bien político común?, o ¿el bien público es anterior a la justicia? En últimas, lacrítica a Rawls y a muchos otros pensadores formalistas es que sitúan todo el de-bate más allá de la adopción de ciertas metas sociales sustantivas. De allí queFisk considere que por fuera del contexto de las metas sociales, ese principio de laequidad en la igualdad de oportunidades sea simple y llanamente vacío.122

La propuesta de Fisk será básicamente localizar la norma de equidad en un biencomún, ya que este la enraíza en los intereses, en luchas democráticas o si sequiere, en un amplio consenso que involucra distintos grupos y sectores de la so-ciedad. Al respecto anotará que “el progreso mediante la lucha y la protesta porparte de un grupo inicialmente marginado puede cambiar el marco para cualquierafutura discusión que ya no margine a ese grupo”, ejemplificando eso con lo quesucedió con las primeras luchas laborales en Estados Unidos por las ocho horas,

118. RAWLS. Teoría de la justicia, Op. cit. p. 29.119. RAWLS. Liberalismo político, Op. cit. p. 70.120. El debate Fisk –Rawls aparece ampliado en Jaramillo, Jefferson y Echeverri, Yesid. “Aproximación a l

os conceptos de Justicia y Bien desde Jhon Rawls y Milton Fisk”. En: Revista Praxis Filosófica. Nue-va Serie. Universidad del Valle, Cali. No. 23, Julio – Diciembre de 2006; p. p 95 – 123.

121. FISK, M. Bienes públicos y justicia radical, Cali: Universidad del Valle, 2004, p. 191.122. FISK, M. Bienes públicos y justicia radical, Op. cit. pp. 222 - 223.

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en 1880; o el seguro de desempleo, hacia 1930; o la conquista de libertades civi-les de los afroamericanos hacia 1960.123 Eso significa que lo que al comienzo pue-de ser una lucha por una reivindicación social, en el transcurso de las condicionesse puede tornar en una meta social de más largo alcance y en la búsqueda de unbien común incluyente.

En definitiva, Fisk es absolutamente partidario del argumento de que lo que hoydía llamamos luchas democráticas son el mejor instrumento que tenemos paralograr la solidaridad necesaria para realizar los bienes comunes y estos bienescomunes son los que proporcionarán los justos procedimientos para alcanzar unproyecto democrático incluyente.

De todas maneras a Fisk le preocupa el asunto de cómo se establece la relaciónentre bienes públicos y justicia y, básicamente, porque no encuentra una respues-ta satisfactoria desde la óptica de Rawls. De allí que desde su argumento pretendaentrever cómo la necesidad de conexión entre justicia y bienes públicos se traduceen la necesidad de establecer límites. Ahora bien, el establecimiento de los límites, cuando se parte de la idea de un amplio consenso sobre metas sociales, es muydiferente cuando se parte de la idea de cómo establecer límites cuando hay metassociales en conflicto. De todas maneras, es consciente que su propuesta de de-mocracia incluyente está más cerca de escenarios donde siempre hay metas so-ciales en conflicto. Por ejemplo, conflicto frente a lo que significa el aseguramientoen salud.

Aquí, aparentemente, lo que se encontraría inicialmente sería un sinnúmero de posiciones divergentes unas de otras, las cuales al final decidirían lo justo encuestiones de salud, con base en las metas que consideren pertinentes. No obs-tante, Fisk muestra cómo el Estado en las sociedades democráticas liberales haentrado a jugar un papel importante, no sólo como árbitro entre fuerzas con metassociales en conflicto, sino también como órgano unificador que absorbe esas fuer-zas bajo un status de justicia oficial, que establece cuáles serían los límites y cuá-les serían las mejores metas. La pregunta, entonces, es si ¿es suficiente quedarseallí? Para Fisk es claro que no.

Habría que defender un marco de sociedad donde la búsqueda de los individuossean los bienes sociales sustantivos, sin pérdida de la libertad de elección y sinoscurecimiento del rumbo solidario. Básicamente lo que dice Fisk es que no basta, como pretenden algunos liberales y algunas posiciones del Estado, sólo con losbienes y las metas que los individuos desean y establecen para ellos mismos ensus planes de vida; hace falta buscar bienes con una perspectiva común y solida-ria.

123. FISK, M. Bienes públicos y justicia radical, Op. cit. p. 183.

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En este último sentido, la propuesta de Fisk es mostrar que hasta ahora han sidodébiles los intentos por abogar por ese propósito, que no es otro que el de cons-truir proyectos de justicia considerando siempre una perspectiva de bienes comu-nes. En tal sentido, desde su perspectiva los bienes públicos, representan no sólouna visión sustantiva frente a una formalista de justicia, sino también una alternati-va a la insignia de la competencia en el mercado libre. Sin embargo, ubicarlos co-mo la piedra angular de sociedades democráticas liberales implicaría realizar en ellas cambios estructurales.124

Adicionalmente, Fisk comentará que es muy delicado asumir en la relación bienespúblicos - justicia radical, la idea, muy extendida por cierto, de bienes públicos es-tandarizados, ya que desde esta óptica en las sociedades democráticas liberalesciertos bienes serían instrumentos para el beneficio de los individuos, ya sean per-sonas, grupos o países. Desde su percepción, el bien común, por el contrario, de-be ser entendido como el medio para alcanzar metas sociales. El problema, en-tonces, no son tanto los bienes, sino los fines a los cuales están dirigidos esosbienes. Desde allí defiende la idea que los bienes públicos son todos aquellos quenos ayudan a alcanzar un modelo de sociedad incluyente para todos y no sólo pa-ra unos pocos. ¿Y qué implica esa apelación a lo social? Definitiva y radicalmente la construcción de un acuerdo o pacto social que no sea para nada ilusorio, que noabandone el compromiso con la cooperación y la solidaridad y que enfrente de manera mundial (no con un Estado mundial sino con un compromiso cosmopolita), tanto el voraz embate de la globalización corporativa, como las visiones demasia-do estatistas o los mismos desacuerdos, por la multiplicidad de intereses políticosy económicos de las naciones respecto de lo que son realmente los bienes públi-cos.

2.3 ELEMENTOS DE SÍNTESIS DE LAS CRÍTICAS

Al sintetizar las críticas, con base en los planteamientos anteriores se puede decirque las teorías de la justicia han de inspirarse en una visión del bien y esa visiónha de expresar qué hay en los seres humanos que justifique se les trate como exi-gen dichas teorías. Sólo puede defenderse una teoría de la justicia si se asumeuna concepción de la naturaleza humana y de lo que es valioso en la vida de losseres humanos, pues la justicia refiere necesariamente a éstos. Por eso, el plan-teamiento rawlsiano implica, aunque la oculte, una noción sustantiva del bien queconjuga una serie de distinciones cualitativas con una determinada concepción dela naturaleza humana. El error del liberalismo procedimental no es sostener el va-lor de la autonomía y el respeto entre las personas que de ella se deduce, sinodefenderlo pretendiendo utilizar un número mínimo de supuestos valorativos sobrela vida buena del hombre y sobre la naturaleza humana cuando en realidad no esasí. De ahí que se argumente una neutralidad del Estado frente a nociones com-

124. FISK, M. Bienes públicos y justicia radical, Op. cit. p. 225.

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prensivas, esto es filosóficas, religiosas o morales como si el Estado mismo noobedeciera a unos paradigmas axiológicos propios de determinada cultura en losque se privilegia una ideología en particular que para el caso de Rawls, es la ideo-logía liberal. Es así como se prioriza la libertad por encima de los demás valores.

Por otra parte, las críticas a la noción de justicia en lo que concierne al universa-lismo liberal, planteadas por el comunitarismo, parecen haber logrado sus frutos, pues hoy los liberales han limitado el alcance de ciertos juicios de valor que, en un primer momento, aparecían teñidos de pretensiones totalizantes. Desde hacetiempo han adoptado una postura de mayor modestia epistémica y en sus últimosescritos, el propio Rawls ha reconocido que su concepto de persona correspondeal de una cultura específica y ha negado que su teoría tenga alcance universal, asumiendo con ello cierta forma de particularismo cultural, más concretamente alcaso de la sociedad norteamericana.

En este sentido, los cuestionamientos habermasianos giran en torno al diseño de la “posición original”, pues éste ofrecería dudas en su propósito de explicar y ase-gurar un juicio imparcial de principios de justicia, entendidos deontológicamente; a la deficiente separación entre las cuestiones de fundamentación y las cuestionesde aceptación, pues la neutralidad de la idea de justicia, en comparación con di-versas concepciones del mundo, parece sacrificar pretensiones de validez cogniti-va; de las dos posiciones anteriores se seguirá una construcción de Estado de Derecho, que subordina el principio de legitimación democrática a los derechosliberales básicos. Con ello Rawls no acertaría, como pretende, a reconciliar el va-lor libertad, con el valor igualdad.

Frente al planteamiento de la posición original como mecanismo de representaciónincapaz de producir principios de justicia imparciales, es necesario salir en procurade Rawls. Si bien es cierto que los individuos o las partes contratantes participanbajo condicionamientos restrictivos (velo de ignorancia) en la selección de losprincipios, lo que podría ser interpretado como una construcción amañada que nopermite a las partes moverse de manera autónoma, también lo es que bajo direc-trices o utilizando reglas de la teoría de la elección racional, ellos pueden deliberarsobre lo más apropiado a sus intereses si escogen ciertos principios que benefi-cien sus puntos de partida. Esto último con el fin de evitar, en el diseño de las ins-tituciones, la interferencia de injusticias o desigualdades arbitrarias, ya sean pro-venientes de la lotería natural o de factores culturales.

Lo anterior permite colegir que la posición original responde a un modelo adecua-do para lograr la justicia como imparcialidad, entendida ésta como un mecanismoo procedimiento tendiente a garantizar la igualdad en la selección de principios yen el diseño de las instituciones básicas. Imparcialidad que podría verse seriamen-te afectada si se acogiera la idea de poner a las partes a dialogar con conocimien-to pleno de sus circunstancias, ventajas y desventajas, pues el sólo hecho de co-nocer los puntos de privilegio daría una pauta de negociación en la cual no se

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estaría conforme a ciertos principios que de entrada se ven como contrarios a losintereses de ciertos personas o grupos.

En lo referente a las cuestiones de aceptación versus la fundamentación, se ob-serva una aparente diferenciación sustantiva en mi criterio, pues se critica a Rawlsel no hacer claridad en estos dos aspectos para lograr una pertinente integraciónentre los asuntos epistemológicos y los atinentes a la legitimidad; los primeros, según Habermas, responden a la comprensión de lo razonable como verdadero, entendiéndose por tal, en últimas, a la convención o acuerdo general sobre deter-minadas cosas, luego lo verdadero es lo que se da por sentado o acordado en lacomunidad a efectos de denominación sobre determinado ítem, como derivaciónde las convenciones lingüísticas generalmente compartidas y valoradas. En estesentido, Habermas reclama precisión frente al uso de términos como razonable yracional manejados por Rawls, manifestando que la indeterminación confunde yno se sabe cuándo su uso hace referencia a la fundamentación o a la validez delos enunciados.

Por el contrario, Rawls manifiesta que el uso de estos dos términos no tiene quever con lo verdadero pues su teoría no está diseñada para buscar verdades sinopara constatar prácticas sociales decantadas en el seno de la sociedad y a lascuales ella les atribuye una amplia aceptación o creencia, situación que enmarcala teoría dentro del terreno de lo político y no de lo epistemológico.

Su validez encuentra asidero en el procedimiento, pues es tenido por válido –se-gún una práctica política constatada en las instituciones– aquello en lo que todostienen o tuvieron la oportunidad de participar y aceptar de manera equitativa (justi-cia como imparcialidad). La legitimidad deviene de la creencia arraigada en losprocedimientos como justos e imparciales.

Por último, la crítica de Fisk a Rawls es que sitúa todo el debate más allá de laadopción de ciertas metas sociales sustantivas. De allí que Fisk considere que porfuera del contexto de las metas sociales, ese principio de la equidad en la igualdadde oportunidades sea simple y llanamente vacío. Fisk cuestiona la primacía queRawls le otorga a la justicia sobre los bienes; es decir, que para Rawls, los bienesse construyen sólo desde una sociedad en la que los ciudadanos tienen necesida-des primarias, una sociedad bien ordenada.

Crítica que bien puede asumirse como un llamado de atención a Rawls por dejarde lado algunos aspectos colectivos que constituyen el eje de la solidaridad y unabase moral sobre la que se edifican algunos valores no susceptibles de explicardesde una posición individualista como la que Rawls asume al construir su teoría.Bien puede decirse que la posición de Fisk, más que un ataque frontal a Rawls, es una posición integrista que ayuda a fortalecer y ampliar la formulación rawlsianade justicia.

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Si bien es cierto Rawls no puede sustraerse a las críticas comunitaristas, muchasde las cuales ya están superadas por el mismo Rawls, igual podría afirmarse deHabermas en el sentido que su posición ideal de habla desconoce o procura quelos hablantes lleguen a la escala del diálogo reconociéndose mutuamente comointerlocutores válidos y competentes, pasando por alto el hecho que el conflictotiene su génesis, precisamente, porque una de las partes no reconoce a su con-tradictor ni a su discurso y, es allí donde radica la pugna de intereses, en la posibi-lidad de encontrar en el otro a alguien que me escuche y me permita negociar. Luego la situación ideal de habla es otra especie de posición originaria sujeta aiguales críticas. Por ahora dejamos abierto el debate y nos enfrentamos a otro te-ma álgido en la propuesta rawlsiana, los bienes primarios.

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3. LOS BIENES PRIMARIOS DE RAWLS

3.1 LA NOCIÓN DE BIENES PRIMARIOS

John Rawls, en su Teoría de la justicia, aborda la cuestión del bien primario, que asu entender correspondería a todas aquellas cosas que contribuyen de maneraefectiva en la realización de las expectativas y planes racionales de vida de unindividuo; es decir, los instrumentos adecuados para conseguir la materializaciónde sus proyectos o la consecución de su bien, ya sean de carácter social o natural. Se afirma que son medios omnivalentes u omnicomprensivos que cualquier sujetoracional desearía tener más de ellos para poder realizar satisfactoriamente su plande vida o idea de bien.

Puesto que los bienes primarios, como medios o instrumentos, obedecen a losrequerimientos de un proyecto racional de vida; es necesario aclarar que dichoproyecto se interpreta como la noción de bien de un individuo. Proyecto que sesubdivide en dos categorías, dependiendo del nivel de conocimiento e informaciónque se posea al momento de su elaboración. La primera, ubicaría el bien de unindividuo, como el proyecto racional elaborado, bajo una deliberación cuidadosa, tomando en cuenta las condiciones hipotéticas que le llevarían a su realización y ala elección de los medios más apropiados para ello, en presencia de poca infor-mación. La segunda, que enfatizaría el bien real de un individuo como aquello queadoptaría si poseyese una información completa. Luego, el velo de ignorancia nosubica en proyectos no reales; es decir, hipotéticos, que se ubican en la primeracategoría, lo mismo que los bienes primarios para llevarlo a cabo.125

Por otra parte, Rawls en su Liberalismo político, considera que estos bienes abar-carían más o menos lo siguiente: derechos y libertades básicas, libertad de des-plazamiento y libre elección de ocupación, poderes y prerrogativas frente a pues-tos y cargos de responsabilidad pública, ingresos y riqueza y, finalmente, lasbases sociales de respeto a sí mismo.126 En definitiva, los bienes primarios seríantodas aquellas cosas de las que se desearía tener en mayor proporción y que ga-rantizarían el éxito de las aspiraciones dentro de un esquema planificado de vida.

En tal medida, desde la óptica de este pensador, el bien de una persona estaríadelimitado por aquello que ella considere como su proyecto racional de vida a lar-go plazo, proyecto que se verá necesitado de un conjunto de bienes primarios pa-

125. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 378.126. RAWLS, John. Liberalismo político. Op. cit. p. 177. Aquí debería aclararse lo concerniente a los términos

fortuna o suerte, ya que desde Rawls, estos constituirían una de las tres formas de contingencias que in-cidirían en las ventajas o desventajas de los individuos (sociales, naturales e infortunio). Cfr. RAWLS. Te-oría de la justicia. Op. cit. p. 100.

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ra ser desarrollado y llevado a feliz término. Estos bienes, ya lo hemos visto, pue-den ser naturales y sociales, además de que requieren en determinado momentotambién del concierto de la fortuna o de la suerte.127

Ahora bien, la necesidad de bienes primarios parece estar respaldada por una ra-cionalidad deliberativa que lleva a los individuos a preferir unas cosas más queotras, atendiendo a los fines y no a los simples deseos, racionalidad que devienedel conocimiento general de las condiciones de la vida humana. Estos bienes sonexplicados por lo que Rawls ha denominado teoría tenue del bien; esto es, que esracional desear ciertos bienes dado que son necesarios para la elaboración y eje-cución de un proyecto racional de vida. De allí que se desee más libertad y opor-tunidad, así como medios más amplios para la consecución de los fines.128

Entendidos los bienes primarios como los medios necesarios para el desarrollo delos planes de vida de los individuos, es menester tratar de identificar específica-mente cuáles del conjunto de bienes importantes son aquellos que llevan el califi-cativo de primarios en la teoría rawlsiana. Así, encontramos: derechos, libertades, oportunidades, poderes, ingresos y riqueza y, el sentido del propio valor o del res-peto a sí mismo. Las libertades y oportunidades, por su estrecha relación con laestructura básica de la sociedad, son definidas por las principales instituciones.129

Recuérdese que cuando se habla de instituciones o estructura básica nos referi-mos a una sociedad democrática constitucional.130

A pesar de hacer referencia constante a los bienes primarios; Rawls, como ya serecalcó, no hace un índice claro o definitivo de estos, dejando abierta la puertapara la ambigüedad, sólo se limita a enunciar algunos de ellos y a remitir al pro-yecto racional de vida de los individuos, congruentes con los principios de justicia. En tal sentido, en una democracia constitucional se presentan las más grandesdisparidades en materia de proyectos de vida o ideas de bien que, aunque compa-tibles con los principios de justicia, pueden tornarse en la más amplia gama decosas y actividades haciendo incierto el término o calificativo de primarios, puescualquier cosa dependiendo del proyecto racional de vida, puede ser o no bienprimario.131 A la pregunta por el índice Rawls afirmará:

127. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. pp. 95 - 96, 100.128. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 393.129. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. pp. 97, 69.130. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p.187.131. Al respecto, Arrow y Sen realizan una fuerte crítica a la idea de un conjunto de bienes primarios iguales

para todos, pues creen que hay una muy importante variedad de gustos, preferencias capacidades mo-rales, políticas e intelectuales y físicas que haría injusta la asignación de los mismos bienes para todos. Crítica a la que Rawls va a responder “a manera de replica, he supuesto y seguiré suponiendo, queaunque los ciudadanos no tienen iguales capacidades, si poseen, por lo menos en grado mínimo esen-cial, las capacidades morales, intelectuales y físicas que les permiten ser integrantes plenamente co-operadores de la sociedad en toda la vida”. RAWLS. Liberalismo político, Op. cit. p. 179.

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La lista es una de las premisas de las que se deriva la elección delos principios de derecho. Citar estos principios para explicar la listaequivaldría a entrar en un círculo vicioso. Debemos admitir, pues, que la lista de bienes primarios puede explicarse mediante la con-cepción de la bondad como racionalidad. (…) No discutiré aquí lacuestión de la lista de los bienes primarios, porque los títulos deéstos parecen bastante evidentes.132

Lo que sí es claro, y se puede incluso deducir de la cita anterior, es que la no defi-nición de lo que hace que un bien sea primario o, por el contrario, la definición tanamplia que puede abarcar cualquier cosa dependiendo del individuo que se trate,sumado esto a la enunciación introducida por Rawls de bien primario, bien social,bien humano, bien individual, bien real, bien público, entre otros, hace más com-pleja la posibilidad de una sociedad bien ordenada en términos de justicia, máximesi se presupone una distribución equitativa de bienes a fin de alcanzar los princi-pios directrices que guíen la elaboración de un orden constitucional o pacto inicial.Así, por ejemplo, se habla de bienes humanos cuando un objeto se encuentra re-vestido de las características o propiedades que racionalmente un individuo dese-aría para sacar avante su proyecto racional de vida, situación que haría de dichobien algo bueno para este individuo. Y si el bien es, a su vez, igualmente deseadopor las demás personas como benéfico a sus proyectos de vida, adquiere la cali-dad de bien humano. En tal sentido, es necesario aclarar que Rawls, a pesar dedefinir, algunas veces, los bienes como cosas, estos no agotan su existencia enobjetos materiales, pues bien pueden tratarse de cualidades, derechos, activida-des, etc. Se enuncian como bienes propios de este género (bienes humanos)aquellas actividades y fines que tienen los rasgos que les conviene para ocupar unlugar importante, cuando no fundamental, en nuestra vida. Son bienes compatiblescon la colectividad, “los valores comunes del afecto personal y la amistad, del tra-bajo útil o de la cooperación social, de la búsqueda del conocimiento y de la mode-lación y contemplación de objetos bellos”.133 Bienes de general importancia y quecontribuyen con el desarrollo de los proyectos no sólo de una persona sino dequienes están cerca de nosotros. También aparece la noción de bien público, en-tendida como aquel bien que se caracteriza por dos rasgos especiales: la indivisi-bilidad, que implica la imposibilidad de fraccionarlo en porciones a distribuir, ejem-plo de esto lo constituye la seguridad pública ante una amenaza de agresiónexterna; y, su carácter público, es decir, que todos desean este bien. Estas carac-terísticas hacen que dichos bienes sean proveídos por el poder político y no por elmercado.134 La inteligencia, la salud, el vigor, el talento, la imaginación son tam-bién bienes primarios dados por la naturaleza a los individuos y donde la suerte olotería natural juega un papel importante en su distribución.

132. RAWLS. Teoría de la justicia, Op. cit. p. 393.133. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. pp. 385, 386.134. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. pp. 250, 251, 264.

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En otras palabras, los títulos enunciados por Rawls no son lo bastante evidentescomo él considera, para que una persona logre deducir el conjunto de medios ne-cesarios tendientes a lograr la materialización de su idea de bien o plan racionalde vida. Veamos:

Estos bienes, decimos, son cosas que necesitan los ciudadanos en tanto que per-sonas libres e iguales, y las exigencias acerca de estos bienes se consideran exi-gencias apropiadas. La lista de los bienes primarios tiene los siguientes cinco en-cabezados:a) los derechos y libertades básicas, que también se dan en una lista aparte;b) la libertad de desplazamiento y la libre elección de ocupación en un marco de

diversas oportunidades;c) los poderes y las prerrogativas de los puestos y cargos de responsabilidad en

las instituciones políticas y económicas de la estructura básica;d) ingresos y riqueza, y por último,e) las bases sociales del respeto a sí mismo135

La primera categoría de bienes primarios, que se refiere a las libertades básicas,es entendida por Rawls como: “libertad política, de expresión, de reunión, de con-ciencia, de pensamiento, de libertad frente a la opresión psicológica, a la agresiónfísica y a la integridad personal, el derecho a la propiedad, a la libertad, respecto alarresto y a la detención arbitraria”.136

La libertad también aparece como principio y como bien primario, esto es comomedio, quedando abierta la ambigüedad, pues Rawls ubica a los bienes primarioscomo precondición para el efectivo logro o establecimiento del primer principio, esto es del principio de libertad. Luego, si la libertad es el primer principio, confor-me al orden lexicográfico y a su vez es un medio o bien primario, podemos deducirque Rawls está hablando de dos tipos de libertades o que estas son entendidas dedos formas: como libertad instrumental que ayuda a la realización de un fin deter-minado y, como libertad sustantiva en el sentido de atribuir a ella un valor en sí misma, esta última parece ser la interpretación que Rawls da a la libertad cuandole asigna una prioridad absoluta como principio rector de las instituciones sociales,políticas y económicas. Veamos:

El primer principio que abarca los derechos y libertades iguales para todos, bienpuede ir precedido de un principio que anteceda a su formulación, el cual exija quelas necesidades básicas de los ciudadanos sean satisfechas, cuando menos en lamedida en que su satisfacción es necesaria para que los ciudadanos entiendan ypuedan ejercer fructíferamente esos derechos y esas libertades137

135RAWLS, J. Liberalismo político. Op. Cit. P. 177.

136. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 68.137

RAWLS. Liberalismo político. Op. Cit. P. 32.

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La libertad de desplazamiento y la libre elección de ocupación en un marco de di-versas oportunidades, que vendría a ser la segunda categoría de bienes primariosen el índice de Rawls, tiene justificación en la medida en que se debe garantizarlos medios a las personas para la realización de su plan racional de vida, pues sino se les permite una movilidad y un amplio espectro de oportunidades para llevara cabo sus proyectos, cualesquiera que estos sean, sería ingenuo garantizar lacoexistencia pacífica de las distintas ideas de bien.

Los poderes y las prerrogativas de los puestos y cargos de responsabilidad en lasinstituciones políticas y económicas de la estructura básica, constituyen el tercerbloque de bienes primarios y está orientado a garantizar el acceso a cargos públi-cos en igualdad de condiciones a los ciudadanos dentro de un marco de competi-tividad operativa, esto significa que para Rawls no es injusto que quienes ostentenmayores capacidades ocupen los cargos públicos en pro de la eficiencia, siempreque ello redunde en el beneficio de los menos aventajados.

Los ingresos y riqueza representan la cuarta categoría de bienes primarios, garan-tizados a los ciudadanos y mediados por el principio de diferencia, donde se admi-ten desigualdades en su distribución siempre que mejoren la posición de los peorsituados. Las desigualdades en el ámbito de los ingresos y la riqueza, no debenser tan grandes que un hombre sea capaz de comprar a otro o que éste tengaque venderse para poder subsistir, esta garantía la otorga, como ya se dijo, elprincipio de diferencia.

La última categoría hace referencia a las bases sociales del respeto a sí mismo, esto es, la autoestima. Rawls no vacila en afirmar que el bien primario por exce-lencia es el respeto a sí mismo,138 porque resulta fundamental para ejercitar lospoderes morales que caracterizan a los individuos. La autoestima incluye, por unlado, “el sentimiento de una persona de su propio valor, su firme convicción de quesu concepción del bien, su proyecto de vida vale la pena”, y por otro, “implica unaconfianza en la propia capacidad”. Por esta razón, “los individuos en la situaciónoriginal desearían evitar, casi a cualquier precio las condiciones sociales que so-cavan el autorrespeto”,139

Una vez presentados los bienes primarios expuestos por Rawls, pasaremos aabordar lo atinente a la distribución de dichos bienes al interior de la colectividad.

3.2 RAWLS Y EL PROBLEMA DE LA DISTRIBUCIÓN

Rawls presupone que una vez elaborado el proyecto racional de vida, un individuodebe procurarse los medios más adecuados para desarrollar su idea de bien. Ta-les bienes constituyen las expectativas en términos de bienes primarios que se

138. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. pp. 69, 99, 109.139. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 398.

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pueden razonablemente esperar. Sus perspectivas pueden mejorar cuando lograprever el conjunto de los bienes requeridos y es viable su consecución sin afectara otros individuos. Pero, ¿cómo distribuir los bienes de manera que nadie resulteperjudicado y cada uno obtenga lo suficiente?, esta es la cuestión que plantea elmodelo de sociedad bien ordenada que postula Rawls. Recuérdese que la justiciaadquiere prioridad como virtud en la medida en que aparecen circunstancias deescasez moderada de recursos necesarios para la supervivencia de la comunidad.En tal sentido, las expectativas requieren de un acuerdo para determinar las cosasque se supone un hombre desearía más.140

Ahora bien, en la posición original no es de esperarse que una persona considerela posibilidad de recibir más porciones de bienes primarios ni tampoco obtenermenos de estos que cualquier otro. Luego, una distribución igualitaria sería la re-gla a seleccionar para efectos de repartir los bienes primarios. De allí que utilizan-do las reglas de la economía es posible observar que una distribución no igualita-ria podría mejorar las condiciones de todos después de la distribución inicial ysería irracional no aceptarla.141 En cambio, una distribución uniforme de todos losartículos primarios es irracional, dada la posibilidad de mejorar las circunstanciasde cada uno mediante la aceptación de ciertas desigualdades. En otras palabras, la distribución inicial acorde con la regla de incertidumbre debe ser lo más igualita-ria posible. Sin embargo, es correcto aceptar una desigualdad posterior cuandoella logre superar el número promedio de bienes primarios que un sujeto recibiríainicialmente y este aumento se refleje en beneficio de los ciudadanos menos favo-recidos.

La idea de Rawls es que los bienes primarios se distribuyan en un orden lexicográ-fico; es decir, primero se les repartirán a los menos favorecidos, después a los queles siguen y así sucesivamente hasta que se alcance una situación de desigualdadmínima. Luego su distribución no necesariamente tiene que ser igualitaria, puesésta, admite desigualdades. El problema está en que si bien considera que estasdeben atender al beneficio de los menos favorecidos, no se específica cómo nicuánto y tampoco quiénes son los menos aventajados ni en qué medida. Sin em-bargo, advierte que el primer principio, el de la libertad negativa (entendida comobien primario), es inviolable y sólo puede ser limitado en aras de un incremento dela misma libertad.

Tomando en cuenta lo anterior, Rawls modifica el óptimo de Pareto, adecuándoloa su teoría de la justicia para lograr una distribución de bienes primarios, de talforma que la ganancia de uno no implique la perdida de otro.142

140. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 97.

Incluso, para lasdesigualdades que puedan tener su génesis en la naturaleza y en la sociedad, sedeben buscar puntos de partida con el propósito de menguar los efectos de ella.

141. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 148.142. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 73.

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Es así como lo óptimo busca que nadie se beneficie de esas contingencias a noser que ellas se vean reflejadas en el bienestar de los demás. El argumento defondo es una consideración moral que califica las desigualdades inmerecidas o dedote y nacimiento como arbitrarias.

De otra parte, la interpretación del principio de igualdad intenta mitigar la influenciade las contingencias sociales y de la fortuna natural sobre las porciones distributi-vas, dado que son moralmente arbitrarias. Las instituciones políticas y jurídicasdeben ocuparse de la correcta regulación del mercado para no permitir acumula-ciones excesivas que atenten contra la igualdad. Así, el Estado en la interpretaciónrawlsiana es, necesariamente, intervencionista. El modelo contractual contribuye a su esquema argumentativo en contra de las desigualdades injustificadas, dadoque permite recurrir a un punto de partida, “pues la arbitrariedad del mundo tieneque ser corregida mediante el ajuste de las circunstancias de la situación contrac-tual inicial”.143

La distribución eficaz que resulte en un período dado está determinada por la dis-tribución inicial de activos, puesto que “todos los bienes sociales primarios –li-bertad, igualdad de oportunidades, renta, riqueza, y las bases del respeto mutuo–han de ser distribuidos de un modo igual, a menos que una distribución desigualde uno de todos estos bienes redunde en beneficio de los menos aventajados”.144

En tal sentido, los hombres participan en los bienes primarios según el principio deque algunos pueden tener más si adquieren estos bienes de modo que mejore lasituación de aquellos que tienen menos. Al modificar la estructura básica no nosestá permitido violar el principio de igual libertad. Sólo se puede alterar la distribu-ción de ingresos y riquezas.

En lo que respecta a la manera de distribuir los bienes naturales como talento, inteligencia, imaginación, creatividad, entre otros, Rawls afirma: “el principio dediferencia representa, en efecto, el acuerdo de considerar la distribución de talen-tos naturales, en ciertos aspectos, como un acervo común, y de participar en losbeneficios de esta distribución, cualesquiera que sean”145.

De otra parte, el planteamiento de Rawls sostiene que las desigualdades debenaceptarse en la medida que redunden en beneficio de los menos aventajados, si-tuación que amerita saber de qué manera la distribución de bienes a los más favo-recidos afecta a los menos favorecidos para corregir injusticias. Rawls al respectodice: “es relativamente fácil averiguar qué cosas favorecen los intereses de losmenos aventajados. Este grupo puede ser identificado por su índice de bienes

143. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 139.144. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 281.145

RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 104.

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primarios”,146 pero el problema del índice, como ya anotamos, es que Rawls no loconsideró importante por parecerle que su título era evidente, de allí que no existaun criterio claro para establecer quiénes son los menos aventajados y así retribuirlo referente a las desigualdades excesivas. Adicionalmente, Rawls olvida o pasapor alto la crítica de Sen en el sentido que la lista o índice de bienes primarios noes criterio suficiente para establecer quiénes son los más o los menos aventaja-dos, pues esto sólo es posible conocerlo una vez se tenga en claro las capacida-des y funcionamientos de los individuos para utilizar tales bienes.

En relación con la primera categoría de bienes primarios, esto es, los derechos ylibertades básicas, hay que reconocer la interdependencia o interconexión entrelibertad y riqueza, libertad y autoridad, libertad y oportunidades sociales, entreotras que en la práctica aparecen intrincadas dificultando el establecimiento decuál de ellas depende de la otra. Por ejemplo, a mayores oportunidades socialesmás libertad de empleo, con más poder y prerrogativas se pueden realizar másactividades ampliando el espectro de las libertades.

Sin embargo, es bueno advertir, como lo hace Sen, que un número igualitario debienes entre dos sujetos no garantiza que ellos puedan aprovecharlos de la mismaforma, por esta razón se dice que Rawls tampoco toma en serio el problema de lasdiferencias o preferencias de los individuos. Sólo se remite a una igualdad moralcomo capacidad para optar por una noción de bien, dejando a un lado las diferen-cias reales de las partes. Los ingresos y las riquezas son dinamizadores o posibi-litadores de las libertades; la alteración de la distribución en sentido económicoaltera, necesariamente, las probabilidades de libertad haciendo a unos hombresmás libres que a otros. Sin embargo, a pesar de que Rawls parte del supuesto“que las personas pertenecientes a la situación inicial tienen conciencia de quesus libertades básicas pueden ser efectivamente ejercidas y no cambian una liber-tad menor por mayores ventajas económicas”,147 parece olvidar que la libertad sematerializa y facilita cuando una persona posee mayores riquezas. No está justifi-cada la prioridad de la libertad frente a otras opciones o ventajas, lo que ha llevadotanto a Sen como a Dworkin y Hart, a preguntarse:

¿Por qué van a ser menos importantes las necesidades económicas vitales, quepueden ser cuestiones de vida o muerte, que las libertades personales? (…) Paraque sea razonable la prioridad de la libertad incluso en los países pobres, creemosque habría que matizar de manera considerable el contenido de esa prioridad (…)creemos que la cuestión fundamental no es la prioridad absoluta sino si la libertadde una persona debe tener exactamente la misma importancia que otros tipos deventajas personales, por ejemplo, las rentas y las utilidades (…) existe la posibili-dad de violar la libertad fundamental de los individuos para conseguir las cosas alas que tienen razones para conceder gran importancia, entre las cuales se en-

146. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 295.147. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 489.

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cuentra evitar la muerte evitable, estar bien nutridos y sanos, saber leer, escribir y contar, etc. No se puede pasar por alto la importancia de estas libertades en arasde la <<prioridad de la libertad>>. ”148

De igual forma, cuando se dice que el capital económico en exceso puede com-prar o poner en peligro las libertades políticas de elección, se está reconociendo lainfluencia de lo económico frente a las libertades. El argumento de la concienciano es, a nuestro juicio, suficiente para opacar el poder económico. Una vez máscobra importancia la noción de bien dominante de Walzer, esto es, aquel bien quele da la posibilidad a su poseedor de acceder a otros bienes de diferentes esferaspor el solo hecho de poseerlo, ejemplo de esto lo constituye la riqueza, puescuando se posee mucha riqueza por parte de un miembro de la comunidad, estees capaz de disponer de otros bienes como la fuerza de trabajo de un grupo deobreros, el acceso a educación privilegiada e incluso capaz de persuadir o de inci-dir en el resultado de una contienda electoral. Igualmente, Sen recuerda unaanécdota donde un trabajador por falta de dinero no pudo disponer de su libertadpara decidir no ir al trabajo en un tiempo de extrema violencia. Estas situacionesnos demuestran que la libertad como derecho y como bien es susceptible de limi-taciones en presencia de escasos recursos económicos. De esta manera, una dis-tribución de ingreso y riqueza diversa se refleja en una noción de justicia quecomprometa la distribución de libertad en la medida en que quienes poseen mayo-res fortunas son más libres para realizar más cosas que quines no poseen igualcantidad de riqueza y el primer principio de justicia empezaría a flaquear.

Luego la consideración de que las libertades básicas son siempre iguales y queexiste una igualdad de oportunidades frente a ellas, no es muy clara; pues en unasociedad bien ordenada así como en una desigual, las oportunidades no sólo de-penden de postulados normativos sino de condiciones materiales, en este caso, ingreso y riqueza, bienes primarios sobre los que se acepta la variación en su dis-tribución149 y que devienen en mayores libertades para quienes ostentan las rique-zas y poseen las capacidades necesarias para transformarlas en funcionamientosvaliosos. De allí que autores como Van Parijs, postulen la necesidad de un ingresobásico incondicionado para todos los miembros de la sociedad dado que la liber-tad es un asunto relativo a los medios y no exclusivamente a los derechos, y losingresos de las personas cobran especial importancia en la medida que facilitan lalibertad para vivir como a uno le puede gustar vivir con independencia del trabajo ode su disposición hacia el mismo, que es algo propio de su idea de bien o planracional de vida.150

148SEN, Amartya. Desarrollo y libertad. Op. Cit. pp. 88 y 89.

149. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 97.150

VAN PARIJS, Philippe. Libertad real para todos. Editorial Paidós, Barcelona, 1996, p. 51.

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De la misma manera, Rawls parece desconocer que las diferencias en autoridad yriqueza son decisivas frente al valor de la libertad. Es innegable que para aquellosque tienen más autoridad la libertad se les presenta con mayores oportunidadesde ejecución material y de hecho pueden más fácilmente alcanzar sus objetivos.Situación esta que no contribuiría en mucho para la erradicación de las desigual-dades arbitrarias y la construcción de planes racionales de vida y de proyectossolidarios, como enfatizará Fisk.

A su vez, la distribución puede generar otro tipo de problemas como el desear co-sas similares para la ejecución de los proyectos racionales de vida; es decir, de-sear por igual alimento, vestido, libertades y oportunidades, bienes que en presen-cia del conocimiento de un mundo limitado pueden dar lugar a la cooperaciónsocial, pero puede generar también enfrentamientos y luchas sociales por ellos; deallí que se requieran unas pautas de conducta para lograr la adecuada distribu-ción. Pautas que no dejan de ser problemáticas, como ya se ha visto, desde losplanteamientos por momentos formalistas de Rawls. Recuérdese que Rawls aco-ge el discurso sobre las condiciones de la justicia de Hume, situación que ubica ala justicia como una virtud siempre que las condiciones de escasez de recursos obienes ponga en peligro la estabilidad social o la convivencia, pues en presenciade abundancia de recursos la prioridad de la virtud puede bien recaer en la bon-dad, en el valor, en el prestigio o cualquier otra cualidad dejando de lado la justi-cia, como bien lo ilustra Sandel:

…Desde una comprensión empirista de la posición original parece surgir una pro-funda contradicción con las demandas deontológicas, ya que si la justicia para suvirtud depende de ciertas condiciones previas empíricas, no esta claro de que ma-nera podría afirmarse incondicionalmente su prioridad. Rawls explica que tomaprestada su consideración de las circunstancias de la justicia de Hume. Pero lascircunstancias de Hume no pueden fundamentar la prioridad de lo justo en el sen-tido deontológico. Después de todo son condiciones empíricas151.

Adicionalmente, las desigualdades permitidas por el principio de diferencia en ma-teria de bienes primarios, cuando rebasan el límite que aún no está claro producenenvidias socialmente consideradas como peligrosas, las cuales atentan contra laestabilidad de la estructura básica. Por ejemplo, la envidia surgida de la compara-ción interpersonal teniendo como base las listas de bienes primarios.152

151 SANDEL, M. El liberalismo y los límites de la justicia. Op. cit. p. 49.

Recorde-mos que una persona puede verse ofendida en su autoestima y producirse la en-vidia cuando las desigualdades son ostentosas y evidencian la inequidad de lasinstituciones. De allí que el óptimo trazado como alternativa para mejorar las con-diciones de los menos favorecidos, cuando las desigualdades ofuscan, puede sercontraproducente en la medida que genere diferencias tan grandes como paraminar la autoestima o las bases sociales del respeto a sí mismo.

152. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. p. 480.

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A manera de conclusión, puede anotarse, entonces, que la noción de bienes pri-marios no es clara; unas veces se habla de libertad como principio y otras comomedio, el principio de igualdad admite, bajo la forma de diferencia, desigualdadesque podrían vulnerar incluso la libertad. Además, la distribución de los bienes pri-marios debe atender al beneficio de los menos favorecidos pero no se especificacómo ni cuánto, así como quiénes son los menos aventajados ni en qué medida. También queda por resolver el asunto de la distribución de las ventajas y las des-ventajas frente a los menos favorecidos. Pero, uno de los aspectos más inquietan-tes de la noción de bienes primarios de Rawls es su carácter de omnivalencia, esaatribución a los bienes como si ellos fuesen iguales para todas las personas y lasnecesidades humanas se redujeran a meras carencias biológicas.

En este sentido, no sobra advertir que los bienes como medios obedecen a reque-rimientos y estos dependen, entre otros, de factores culturales y circunstanciaspersonales, pues el individuo es sujeto de producción y también de necesidades, se diferencia con el animal en cuanto sus necesidades no son limitadas, va másallá, las multiplica y varía la forma de satisfacerlas, los medios son diversos, los re-construye y apropia dándoles sentido y atributos culturales. Surgen las necesida-des culturales como creaciones de sentido, el consumo, la moda, la identidad, elreconocimiento los gustos y todo un conjunto de prácticas sociales que moldean lamanera de satisfacer las necesidades biológicas o naturales, adquieren nuevossignificados y la necesidad misma se vuelve subjetiva yendo así, al infinito.

Estas necesidades que se hacen más numerosas cada día proporcionan un ámbi-to de libertad al hombre en la medida en que lo alejan del animal, lo substraen delo simplemente natural y biológico, lo envuelven en un mundo cultural donde losmedios de satisfacción y su producción son realizaciones humanas. El hombre seconstruye en la medida en que avanza en la producción de medios para satisfacersus necesidades, se engrandece y lleva la tecnología a un grado más elevado, loque representa una forma de liberación y de diferenciación con el animal. En dichaproducción el hombre se hace y se reconoce puesto que en la obra, en el productoqueda representado el individuo que lo fabricó, se trata de un proceso de subjeti-vación del producto, el hombre transfiere parte de su ser al objeto. En la satisfac-ción de mi necesidad reconozco la presencia del otro en el medio (objeto de satis-facción o producto), comparto su creación y su opinión objetivada en el producto,tal como lo había explicado Marx. Luego los bienes son mucho más que simplesmedios para satisfacer necesidades, constituyen formas de reconocimiento, deautoformación y ante todo, son bienes condicionados socialmente (tanto su elabo-ración como su consumo) y dotados de sentido. “Esta elaboración da a los me-dios su valor y su utilidad, y hace que los hombres en su consumo se relacionen

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principalmente con producciones humanas y que lo que propiamente consumansean esos esfuerzos”153.

Algunas de estas inquietudes han sido abordadas a manera de críticas por partede unos autores, otros han visto en ellas la oportunidad de complementar y forta-lecer los postulados rawlsianos.

3.3 CRÍTICAS A LA NOCIÓN DE BIENES PRIMARIOS DE RAWLS

3.3.1 Crítica de Milton Fisk154

La mirada de Milton Fisk frente al tema de la justicia y los bienes públicos se cons-tituye básicamente en una inflexión interesante frente a la propuesta del liberalis-mo político de corte rawlsiano. En su texto, Bienes públicos y justicia radical, cita-do previamente en este documento, se realzan en el escenario académicocontemporáneo los conceptos de libertad y justicia desde la óptica de la solidari-dad y las metas sociales, elementos claves para posicionar un debate crítico frentea las formas corporativas de dominio liberal. Incluso, tradicionalmente, estos con-ceptos que fueron abordados desde la tradición liberal, en Kant y Stuart Mill hastalos más radicales como Nozick, como derechos absolutos del individuo, son vistosdesde una óptica totalmente crítica y renovada en la versión de Fisk.

Fisk, consciente de las riquezas pero también de las fragilidades de esa tradiciónidealista y procedimentalista, y teniendo en cuenta otras perspectivas críticas, co-mo las de Amartya Sen, John Elster y Gerald Cohen, y además enfrentado a ladificultad de seguir pensando la libertad y la justicia como “cuestiones de voluntad”o de sujetos con motivaciones racionales en un mundo cada vez más embargadopor las extremas desigualdades sociales y económicas, decide introducir su no-ción de bien público, al cual se refiere, en principio, como todo aquel bien que unasociedad necesita para hacerse viable como proyecto solidario.155 A este concepto,suma una plataforma ideológica interesante, la cual sustenta a lo largo de su texto,la noción de justicia radical como marco y horizonte de posibilidad, donde se lograhacer efectivo y emerger volcánicamente el bien público.

El punto crucial de la perspectiva de Fisk, que de cabo a rabo cuestiona algunosde los fundamentos del liberalismo político, es que define el bien público por elnivel de solidaridad que este involucra entre los ciudadanos, así como por su con-tenido material (sentimiento comunitario); además de la relación que el mismopuede tener con los fines sociales y con los bienes comunes de grupos con distin-tos intereses.156

153. Hegel. Principios de la filosofía del derecho. Editorial Edhesa, Barcelona, 1998, P. 272, Párr.196.

A diferencia de Rawls, que caracteriza el bien público por su

154. Se puede ampliar la discusión con el texto de Jaramillo y Echeverry. Aproximación a las concepcionesde Bien y Justicia desde John Rawls y Milton Fisk. Op. Cit.

155. FISK, Milton. Bienes públicos y justicia radical. Op. cit. p. 25.156. FISK, Milton. Bienes públicos y justicia radical. Op. cit. p. 26.

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carácter de indivisibilidad, su perspectiva sitúa el problema de las desigualdadessociales en un marco mucho más amplio de abordaje de la libertad y la justicia, que va más allá de la visión clásica y formalista del liberalismo que tiende a situar-se en un campo neutral y no toma en cuenta u olvida fácilmente visiones más sus-tantivas del pleno desarrollo humano”.157

Pero la pregunta que asalta al respecto es ¿por qué le interesan tanto a Fisk lasmetas sociales y la solidaridad a la hora de pensar los temas de la justicia y la li-bertad? Según el mismo autor, y es algo que esboza en varios de los capítulos desu libro, estos son los componentes básicos para un nuevo tipo de resistencia; aspecto impensable según los presupuestos básicos del liberalismo político, quetiene como objetivo, ir más allá de la “simple indignación emotiva o física”, siendo(la resistencia) procesada y adaptada como un proyecto solidario; es decir, comoun proyecto en el que según las palabras del mismo filósofo: “una persona no dejesolos a los demás en la lucha por conseguirla (la resistencia), sino que busque,consultando con los demás, cómo ayudarles mejor”.158 De hecho, Fisk se opone aun liberalismo político que delega absolutamente toda la responsabilidad al indivi-duo en cuestiones tan “radicalmente” colectivas como la justicia y la libertad, porejemplo, en cuestiones tan cruciales como la salud, el empleo o la educación. In-cluso, digamos por ahora que en esta perspectiva es posible encontrar un acuerdocon Rawls para quien es posible un predominio de las visiones públicas de justiciasobre las percepciones privadas de la misma, o una priorización de lo razonablesobre lo racional. Aunque en Rawls tanto lo racional como lo razonable son ideascomplementarias.159

Adicionalmente llama la atención, en la ruta de análisis crítica seguida por Fisk ensu libro, el cuestionamiento de que la llamada libertad liberal como una entre otrasmetas sociales, no es lo más importante. Y en esto señala ya una distancia con latradición liberal más reputada. Puesto que la “paz, el trabajo, el reconocimiento, laeducación y la salud van más allá de la mera liberación de la voluntad”. En tal sen-tido, Fisk considera que no debe existir una primacía absoluta de la libertad, lo queconlleva a buscar un balanceo entre la libertad liberal y estas otras metas sociales. Aquí por supuesto también se pone en entredicho ese postulado de primacía lexi-cográfica rawlsiana de la libertad sobre la igualdad.

3.3.2 Crítica de Michael WalzerWalzer es partidario del estudio y análisis de los bienes y sus distribuciones deconformidad con los contextos a los que pertenecen; es decir, que un adecuadoestudio de los bienes tiene que estar situado en un espacio físico y en un tiempodeterminado, situación que dota de sentido al bien y a la distribución permitiendoun correcto seguimiento de su comportamiento, pues aún el mercado nunca fue

157. FISK, Milton. Bienes públicos y justicia radical. Op. cit. p. 45.158. FISK, Milton. Bienes públicos y justicia radical. Op. cit. p. 49.159. RAWLS. Teoría de la justicia. Op. cit. pp. 67 - 70.

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igual en tiempos distintos ni en geografías diversas. Jamás un mismo criterio go-bernó las distribuciones del mercado y menos existió un control total sobre la pro-ducción y su distribución. Por el contrario, fue la diversidad de criterios distributivosla que dio lugar a las constantes pugnas e injusticias que aún hoy persisten y nosobligan a pensar de nuevo el tema.

En este sentido Walzer sostiene que la evolución humana ha dado cuenta de unavariedad de criterios distributivos para fundamentar la idea de justicia. Sin embar-go, son los filósofos quienes se han empeñado en insistir en una lista única debienes y criterios como los más adecuados, haciendo abstracción de la realidad yolvidando la carga valorativa que se esconde tras la misma noción de bien. Creerque puede existir un único bien o un único criterio de distribución es desconocer latradición y el pasado, es imponer la abstracción filosófica por encima de la historiasin atender al principio de realidad. Tomar en serio la tradición y la cultura es re-conocer que "la idea de justicia distributiva guarda relación tanto con el ser y elhacer como con el tener, con la producción como con el consumo, con la identidady el status tanto como con el país, el capital o las posesiones personales. Ideolog-ías y configuraciones políticas distintas justifican y hacen valer distintas formas dedistribuir la pertenencia, el poder, el honor, la eminencia ritual, la gracia divina, laafinidad y el amor".160

Los bienes que importan a la justicia lo son porque un número representativo de lacomunidad así los considera, porque la cultura los valora y adhiere a su acervo de satisfactores dentro de un horizonte de sentido que les otorga significado comomedios para alcanzar fines determinados.

No existen bienes sin que antes hayan sido tomados como tales por la comunidad,en otras palabras, los bienes también son objetos culturales inmersos en el con-junto de creencias de las personas y por esto adquieren el valor que se les atribu-ye. Pero es esa misma cultura la que crea su forma de distribución y los criteriospara realizarla. Una observación final sobre los bienes asume gran importancia. Significados e interpretaciones distintos crean distribuciones autónomas. “Cadabien social o conjunto de bienes sociales constituye (...) una esfera distributiva de-ntro de la cual apenas algunos criterios y acuerdos son apropiados”.161

En síntesis, la pretensión de unificar un índice de bienes sociales básicos para lascomunidades sin atender a sus diferencias intersubjetivas no comporta un trata-miento adecuado de la realidad, pues en ella lo que se advierte es una gama deopciones -para satisfacer necesidades- tan diversa como el número de sus propiosintegrantes. En otras palabras, la necesidad de alimentación requiere mucho másque un solo tipo de alimento, aquí intervienen los gustos y preferencias individua-les haciendo imposible hallar un bien único para satisfacer la necesidad.

160. WALZER. Las esferas de la justicia. Op. cit. p. 17. 161. WALZER. Las esferas de la justicia. Op. cit. p. 23.

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3.3.3 La crítica de Amartya Sen y Van ParijsEs menester destacar aquí que se han juntado estas críticas por encontrar ciertassimilitudes en lo referente a las capacidades de los individuos para aprovechar losrecursos, en la noción de libertad real o sustantiva, entre otros, pero advirtiendoque Van Parijs, hace una crítica a las diversas expresiones del liberalismo e inclu-so al socialismo para enfocar el problema de la libertad real, la renta mínima y eltrabajo como un activo. Sin embargo, se debe mencionar que Van Parijs, a dife-rencia de Sen, hace parte de una corriente de pensamiento llamada “marxismoanalítico” en la que se han ubicado otros autores como John Roemer, John Elster,entre otros.

Ante la pregunta ¿Qué es una sociedad justa? Van Parijs construye un cuadroestructurado de aproximaciones críticas tratando de examinar algunas objecionesque se podrían hacer al proyecto intelectual de las diversas corrientes que hantratado de responder a dicha pregunta162.

En primer lugar, comenzará diciendo que para que el problema de la justicia seplantee es necesario que en una sociedad haya escasez (entendido como la ne-gación de recursos materiales y simbólicos), egoísmo (entendido como la nega-ción de un altruismo perfecto) y pluralismo (entendido como la negación de lahomogeneidad perfecta). Es decir, para Van Parijs, el problema de la justicia im-porta plantearlo, en tanto nuestras sociedades experimentan lo que el llama las“circunstancias de la justicia”, que serían exactamente las condiciones en las quenosotros vivimos. Para Van Parijs “estas circunstancias no abarcan solamente lascondiciones en las que importa la forma de reparto de los recursos, sino tambiénlas condiciones en las que tiene justamente la posibilidad de ser eficaz el anhelode repartirlas”163.

En segundo lugar, mostrará que frente al problema de la justicia dos grandes res-puestas han hecho carrera. La primera apoyada en una concepción particular devida satisfactoria donde la justicia consistirá en recompensar adecuadamente lavirtud o en asegurarse de que todos dispongan de los bienes que tienen verdaderointerés en disponer. Esta sería la concepción perfeccionista. La segunda apoyadaen una concepción neutral de la justicia con respecto a las concepciones pluralessobre lo que significa una vida satisfactoria. Esta sería la concepción liberal. Aquíestarían tanto las concepciones propietaristas como las solidaristas. En general, la concepción liberal se prohibiría toda jerarquización de las diversas concepcio-nes de vida buena, otorgando igual respeto a todas aquellas que sean compatiblescon el respeto de los otros. Van Parijs se va a concentrar en la concepción liberal

162 VAN PARIJS, Philippe. ¿Qué es una sociedad justa? Introducción a la práctica de la filosofía política.

Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires, 1992.163

VAN PARIJS, Philippe. ¿Qué es una sociedad justa? Introducción a la práctica de la filosofía política. Op. Cit; p. 205

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más general, para señalar lo que una teoría liberal de la justicia no implica. Lo pri-mero que no implica es una conexión lógica necesaria entre sociedad liberal ymercado. Existen algunas teorías liberales que suponen la legitimidad incondicio-nal de la economía de mercado, pero otras para las cuales el mercado sólo es le-gitimado, como en el caso de Dworkin por ejemplo, como una hipótesis fáctica pa-ra definir la igualdad.164 Lo segundo que no implica es que el término “liberal” no sereduce o restringe a teorías que para ser formuladas requieren de la estricta pro-tección de lo que se ha llamado “libertades fundamentales”. Es decir del hecho deque el liberalismo abogue por no discriminar negativamente entre concepciones devida buena no implica que “se haga de cada individuo el dueño de sí mismo o quese le reconozca su libertad de conciencia, de expresión o de asociación”165. SegúnVan Parijs, “son liberales aquellas teorías que como las de Rawls y Nozick, exigenen sus principios expresamente la protección de dichas libertades, pero tambiénotras teorías que como el utilitarismo, no las justifican sino bajo ciertas hipótesisfácticas”. Lo tercero que no implica es que no puede haber para ninguna teoríaliberal un “interés general” que no se reduzca en último término a los bienes de losindividuos. Una teoría de la justicia es individualista. Por último, y en relación conlo anterior, la adhesión a una teoría liberal de la justicia individualista, no implica larenuncia a toda convicción respecto a la naturaleza de una vida buena. Aquí detodas formas existirían diferencias entre algunos autores. Rawls, al menos en Li-beralismo Político, aceptaría en parte esta versión; para otros como Habermasuna concepción liberal de la justicia procede de un abandono de la pretensión dedefinir la naturaleza de una sociedad buena. En tal sentido el problema de unavida buena no es susceptible de discusión racional166, y si ella es posible no seidentifica para nada con una sociedad justa. Van Parijs va a afirmar en conclusiónque si bien una teoría de la justicia no es tributaria en su contenido de ningunaconcepción particular de la vida buena, eso no impide al que la adopte “renunciara toda concepción de una vida satisfactoria irreductible al simple respeto de lasobligaciones derivadas de la justicia”167

En tercer lugar, luego de haber presentado lo que no implica la teoría de la justiciava a sintetizar lo que para él si representan las teorías liberales de la justicia. Co-menzará clasificando las teorías liberales de la justicia en varios grupos, en algu-nos casos influenciado por otros autores como Nozick y Brian Barry. El primergrupo es lo que él llama teorías propietaristas y solidaristas. En el segundo grupoubicaría las teorías retrospectivas y las teorías prospectivas. En el tercer grupo

164 VAN PARIJS, Philippe. ¿Qué es una sociedad justa? Introducción a la práctica de la filosofía política.

Op. Cit; p. 206. 165

VAN PARIJS, Philippe. ¿Qué es una sociedad justa? Introducción a la práctica de la filosofía política.Op. Cit; p. 207.

166 VAN PARIJS, Philippe. ¿Qué es una sociedad justa? Introducción a la práctica de la filosofía política.

Op. Cit; p. 208.167

VAN PARIJS, Philippe. ¿Qué es una sociedad justa? Introducción a la práctica de la filosofía política.Op. Cit; p. 208.

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discutirá dos grandes tradiciones: la justicia como provecho mutuo y la justicia co-mo imparcialidad. También discutirá las críticas marxista y ecologista sobre la jus-ticia, así como la crítica comunitarista, para cerrar finalmente con la teoría norma-tiva del pluralismo democrático.

En cuanto a las teorías liberales de la justicia de corte propietarista, Van Parijsconsidera que se caracterizan por definir una sociedad justa como “una sociedadque no permite a nadie sustraer a un individuo lo que le corresponde en un sentidopredefinido”168. En cuanto a la teoría liberal solidarista, considera que esta concibeque “una sociedad justa es una sociedad organizada de tal manera que no sólotrata a sus miembros con igual respeto sino también con igual solicitud”169. En elprimero habría unos derechos “presociales” en virtud de los cuales no se puedesustraer nada al individuo. En el segundo la distribución se haría en virtud de uncriterio de reparto (distribuendum) que puede ser agregativo (maximizar los bene-ficios), distributivo (minimizar la inequidad) o mixto.

En relación con las teorías retrospectivas y las teorías prospectivas, Van Parijsacude aquí a la célebre distinción de Nozick que divide las concepciones de justi-cia en genealógicas, retrospectivas o históricas, es decir que hacen de la justiciaun asunto de estirpe de los derechos, asumiendo que hay derechos originales quese imponen como una obligación radical a los individuos y a los colectivos, y aque-llas que buscan la realización de un estado final y que “legitiman la corrección in-cesante de los resultados emergentes del ejercicio de las libertades individuales”. Para Van Parijs, en principio, las concepciones de justicia de corte genealógicoserían un subconjunto de las teorías de corte propietarista, pero visto el problemamás complejamente, tanto las teorías propietaristas como las solidaristas podríancomprenderse como teorías genealógicas, en tanto la teoría no pretende aplicarsesólo a distribuciones o actos particulares, sino a la estructura de base de la socie-dad.170 Ahora bien, para Van Parijs “cualquiera que sea el criterio utilizado paradeterminar una teoría de base justa, es correcto decir que la justicia es un asuntopuramente genealógico, retrospectivo, histórico en el marco de esa estructura”.171

También será del criterio que si bien no es fácil hacer coincidir teorías propietaris-tas y solidaristas con teorías genealógicas y prospectivas, si es posible seguirmanteniendo el criterio clásico de clasificación de las teorías de la justicia comoteorías deontológicas (la acción correcta está en la obediencia a principios cuales-quiera sean las consecuencias) y consecuencialistas (la acción correcta está si-

168 VAN PARIJS, Philippe. ¿Qué es una sociedad justa? Introducción a la práctica de la filosofía política.

Op. Cit; p. 209169

Ibíd.; p. 209170

VAN PARIJS, Philippe. ¿Qué es una sociedad justa? Introducción a la práctica de la filosofía política. Op. Cit; p. 216

171 Ibíd.; p. 216

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tuada en el logro de las mejores consecuencias). Las teorías propietaristas en estecaso serían deontológicas, las teorías solidaristas serían consecuencialistas.

Frente a estas teorías, Van Parijs va a proponer la noción de libertad real como elobjeto a distribuir por la justicia en una sociedad que se considere realmente libre, y una sociedad libre es aquella en la que:

“todos sus miembros son formalmente libres: se da una estructura bien protegidade derechos de propiedad que incluye la propiedad de sí mismo por parte de cadauno. Y, en segundo lugar, es una sociedad en la que las oportunidades –el accesoa los medios para hacer lo que uno puede querer hacer- están distribuidas en for-ma maximín (o leximín, dicho aún en forma más pedante): alguien puede tenermás oportunidades que otros, pero solamente si este tener más no reduce lasoportunidades de alguien que tenga menos. En otras palabras, se deben diseñarlas instituciones de manera que ofrezcan las mayores oportunidades reales aquienes tengan menos oportunidades, sujetas a la condición de que se respete lalibertad formal de cada uno”172

.

La sociedad está obligada a maximizar la libertad de las personas y un buen co-mienzo para lograrlo es garantizar el máximo acceso a la propiedad de objetosexternos y al desarrollo de las capacidades o talentos, pues estos últimos consti-tuyen aspectos internos que pueden restringir la libertad incluso más que la caren-cia de objetos externos sin importar que dichos aspectos internos tomen la formade preferencias o deseos173.

En este sentido, la libertad real requiere para su maximización la garantía de uningreso básico con el que pueden contar todos los miembros de la sociedad y queposibilite como mínimo solventar las necesidades primarias de las personas, di-cho ingreso debe ser permanente y sostenible, lo más alto que pueda permitir lascondiciones socioeconómicas del Estado de que se trate, ello permitirá a susmiembros un acceso a bienes externos para que hagan lo que deseen poderhacer. Esta dote mínima o básica es:

“un ingreso pagado por el gobierno a cada miembro pleno de la sociedad a) inclu-so si no quiere trabajar, b) sin tener en cuenta si es rico o pobre, c) sin importarcon quien vive, y, d) con independencia de la parte del país en la que viva. Laelección de la expresión resulta conveniente para expresar la idea de que, debidoa su naturaleza incondicional, tenemos algo con lo que una persona puede contarcon toda seguridad, un cierto fundamento material en el que puede con firmezadescansar su vida, y al que se le pueden legítimamente añadir cualesquiera otros

172VAN PARIJS, Philippe. Libertad real para todos. Editorial Paidós, Barcelona, 1996, p. 22.

173 VAN PARIJS, Philippe. Libertad real para todos. Editorial Paidós, Barcelona, 1996, p. 44.

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ingresos, ya sean en efectivo o en especie, procedentes del trabajo o de ahorros, del mercado o del Estado.”174

La renta mínima o ingreso Básico puede darse parte en dinero y parte en especie,pues habrá bienes o dotaciones comunes como las calles, los parques, el aire pu-ro, los sistemas de salud, la infraestructura de transporte, la seguridad pública, laadministración de justicia, entre otros bienes que necesariamente deben darse enespecie dada la dificultad que plantea para cada miembro de la sociedad su con-secución de manera individual, cosa que no se puede esperar de otros bienes co-mo la alimentación, el tipo de vestido, la recreación y un alto número de bienesmás sujetos a los gustos y preferencias individuales para los que el dinero repre-senta un mayor grado de libertad que si se dispusiera al Estado su dotación. Dichoingreso puede ser mejorado en la medida en que aumenten o mejoren las condi-ciones socioeconómicas del gobierno, pero a nivel personal o individual quienesdeseen por razón de sus preferencias o posean una disposición positiva hacia eltrabajo podrán obtener un ingreso adicional dando el carácter de agregativo al in-greso básico. Sin embargo, el producto del trabajo o los ingresos adicionales dequienes tienen actitud positiva hacia el trabajo no pueden menoscabar las condi-ciones de quienes poseen otras preferencias o ideas de vida buena, de allí quesea necesario grabar positivamente al producto del trabajo para mejorar las condi-ciones de quienes no trabajan o lo hacen muy poco o en empleos mal pagos, te-niendo especial cuidado para no hacer más difícil la situación de quienes trabajanen provecho de quines no lo hacen.

La situación del empleo plantea serios conflictos cuando se asume como un activoy hay necesidad de buscar estrategias para no caer en arbitrariedades o injusticiasen la redistribución, pues si se va a subvenir a quines no trabajan a costas dequienes lo hacen se estaría desestimulando el esfuerzo de algunos en provechode otros y, si no se graba el resultado del trabajo, se estaría generando desigual-dades por el sólo hecho de poseer una idea del bien o de vida buena que deja altrabajo por debajo de otras preferencias o actitudes. Van Parijs va a plantear unadiscriminación pormenorizada entre desempleados voluntarios e involuntarios, tra-bajadores compulsivos, etc. para tratar de superar los conflictos que ello acarrea ycriticar la distribución rawlsiana del producto de los talentos en un fondo común, pues ello implicaría un mayor esfuerzo por parte de los mejor dotados en provechode los menos aventajados que generaría arbitrariedad como en el caso de lashormigas y las cigarras o en el caso de Solitario y Atractivo, ejemplos dados porVan Parijs para mostrar como los talentos y actitudes de alguien pueden resultaren detrimento de su tiempo libre o del ocio ocasionando un beneficio injustificadopara otros.

174 VAN PARIJS, Philippe. Libertad real para todos. Editorial Paidós, Barcelona, 1996, p. 56.

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Sen ha encontrado varios problemas en el planteamiento de Rawls, el énfasis queéste pone en el primer principio de la justicia hace que la libertad entre en conflictocon la asignación de los bienes primarios. Por ejemplo, la libertad de tener propie-dad privada cuando se considera parte del respeto de alguien por sí mismo, puedecontraponerse a la asignación de renta que otorga a los que se encuentran en unasituación de desventaja, o la relación entre libertad y propiedad que puede llevar a un grado mayor de autonomía a quien posee más bienes. No obstante, se debeenfatizar, al decir de Sen, más en la libertad misma que en los bienes primarios, pues se corre el riesgo de confundir los medios para la libertad con la libertadmisma. Los bienes primarios como la riqueza y las oportunidades sociales consi-derados per se no garantizan una mayor libertad, pues esta depende de la capaci-dad que posean los individuos para transformar los bienes en funcionamientos yoportunidades reales. En este sentido, en confrontación con Rawls, afirma:

“Mi propio enfoque está profundamente influido por el análisis de Rawls, pero apesar de ello, sostengo que la particular base de información en la que se concen-tra Rawls deja de lado algunas consideraciones de gran importancia para la eva-luación substantiva de la igualdad, así como de la eficiencia (…) dos personas quetengan el mismo haz de bienes primarios pueden gozar de muy diferentes liberta-des de perseguir sus respectivas concepciones de lo que es bueno. El evaluar laigualdad, y también la eficiencia, en el espacio de los bienes primarios equivale a dar prioridad a los medios para conseguir la libertad, en vez de lo extenso de la li-bertad, y esto puede ser un defecto de profundas consecuencias en muchos con-textos reales.”175

La propiedad de un número determinado de bienes primarios, como garantía delibertad no es suficiente, pues se requiere atender a las capacidades y funciona-mientos que estas personas poseen para transformar esos bienes y extraer de ellos lo necesario para ampliar su margen de libertad. En otras palabras, personasdistintas en espacios diferenciados requieren cantidades diversas de los mismosbienes para satisfacer necesidades iguales. Luego “...juzgar la ventaja en bienesprimarios conduce a una moralidad parcialmente ciega”. Sen dijo correctamenteque era una “desventaja fetichista” preocuparse por esos bienes como tales, conexclusión de lo que los bienes “hacen a los seres humanos”.176

Sen sugiere que la distribución sea evaluada en términos de su contribución a lascapacidades individuales para funcionar en formas importantes o valiosas. A la luzde esta mirada, los reclamos individuales de justicia no son valorados en términosde los recursos –a la manera de Dworkin- o de los bienes primarios –Rawls- quelas personas poseen, sino de las libertades de las que disfrutan para elegir los

175SEN, Amartya. El nuevo examen de la desigualdad. Madrid: Alianza Editorial. 1999, p 21.

176. COHEN, G. A. ¿Igualdad de qué? Sobre el bienestar, los bienes y las capacidades. En: NUSSBAUM, Martha y SEN, Amartya (compiladores). La calidad de vida. México: Fondo de Cultura Económica, 2002, p. 36.

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modos de vida que valoran. Luego la libertad ocupa aquí un importante papel co-mo medio o instrumento en procura de la realización de la idea de bien del indivi-duo, instrumento que, entre otras cosas, no solo debe ser eficaz para obtener losobjetivos propuestos sino también en la expansión de otros tipos de libertad. Vea-mos:

“El papel instrumental de la libertad se refiere a la forma en que contribuyenlos diferentes tipos de derechos y oportunidades a expandir la libertad delhombre en general y, por lo tanto, a fomentar el desarrollo (…) La eficaciade la libertad como instrumento reside en el hecho de que los diferentes ti-pos de libertad están interrelacionados, y un tipo de libertad puede contri-buir extraordinariamente a aumentar otros”177.

En el enfoque de las capacidades propuesto por Sen, es necesario señalar que losbienes como tales no dejan de ser objetos que se nos presentan para que los se-res humanos obtengamos de ellos un conjunto de funcionamientos en procura dedotarnos o cualificarnos para algo; es decir, los bienes se nos dan para que lostransformemos y saquemos de ellos lo necesario para garantizar o satisfacer unanecesidad o lograr un objetivo específico. Sin embargo, la satisfacción de la nece-sidad no depende exclusivamente del bien, requiere de otros factores que como lainteligencia, la salud, la educación, el contexto, etc., determinan la incidencia delbien en la satisfacción.

Para Sen, la pretensión igualitarista debe centrarse más allá de los bienes y servi-cios y antes del disfrute de los mismos, esto es la capacidad. Pues los bienes, yase ha dicho, no constituyen argumento suficiente como indicador de igualdad, da-do que dos personas con el mismo número de bienes frente a las mismas necesi-dades no necesariamente encuentren la misma solución por poseer diferencias ensus capacidades para transformar estos bienes. Capacidad entendida como lafacultad de que dispone cada individuo de transformar sus recursos en libertadespara el logro de sus propios fines.178

Puesto que la transformación depende de factores asociados a la diversidadhumana, la igualdad fundamentada exclusivamente en la posesión de recursos ode bienes puede ser perfectamente compatible con profundas desigualdades so-ciales que afectarían directamente la autonomía en la toma de decisiones y la li-bertad de acción de los individuos. De allí la preocupación por el enfoque sobre lascapacidades. Pues “las capacidades individuales dependen fundamentalmente, entre otras cosas, de los sistemas económicos sociales y políticos. Para crearbuenos mecanismos institucionales, hay que considerar el papel instrumental de

177SEN, Amartya. Desarrollo y libertad. Op. Cit. P 56.

178. SEN, Amartya. El nuevo examen de la desigualdad. Op. cit. p. 9.

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los distintos tipos de libertad e ir más allá de la importancia fundamental que tienela liberad general de los individuos”.179

Dicho enfoque, refiere al bienestar de una persona tomando como baremo su cali-dad de vida. Calidad de vida medible no solo por la posesión de medios o bienessino también por la amplitud de los derechos y libertades de que dispone para lo-grar la satisfacción y el logro de sus objetivos. Vida que puede interpretarse comoun conjunto de “funcionamientos” interrelacionados, consistentes en estados y ac-ciones. Estos funcionamientos “...representan partes del estado de una persona:en particular, las cosas que logra hacer o ser, el vivir”.180

La propuesta de las capacidades intenta superar las limitaciones del bienestar utili-tarista en tanto que asume la compensación de las desventajas desde una ópticamás amplia al incluir no solo la distribución de los recursos sino la cualificación delas personas para operar con ellos, posibilitando una libertad real. Pues las com-paraciones de recursos o de bienes primarios deja por fuera los distintos gradosde libertad que pueden llegar a operar en una persona, luego el enfoque debecentrarse en las capacidades y no en los medios. La capacidad representa la liber-tad mientras que los bienes primarios solo son medios que dependen de la diver-sidad humana para transformarse en capacidad.

La crítica de Sen a la teoría de la justicia, frente a la distribución igualitaria de losbienes primarios, apunta a la carencia de información al dejar de lado el conoci-miento sobre las dificultades naturales o sociales que imposibilitan a las personaspara transformar los bienes en libertades: “...sostengo que la particular base de información en la que se concentra Rawls deja de lado algunas consideracionesde gran importancia para la evaluación sustantiva de la igualdad, así como de laeficiencia”.181

En términos generales las críticas sobre la noción de bienes primarios se puedensintetizar así: 1) la noción de bien público que introduce Fisk, la cual es definidatanto por el nivel de solidaridad entre los ciudadanos como por el contenido mate-rial (sentimiento comunitario) que este implica, además de la relación que el mis-mo puede tener con los fines sociales y con los bienes comunes de grupos condistintos intereses, concepción diferente a la de Rawls, para quien el bien públicoposee un carácter indivisible. 2) Walzer, plantea que todos los bienes por los cua-

179SEN, Amartya. Desarrollo y libertad. Op. Cit. P 74.

180. SEN, Amartya. Capacidad y bienestar, En: La calidad de vida. NUSSBAUM, Martha y SEN, Amartya.México: Fondo de Cultura Económica, 2000, p. 55. De acuerdo con Sen, la realización de una personapuede entenderse como el vector de sus “funcionamientos”. Estas pueden abarcar desde cosas ele-mentales como estar suficientemente alimentado, tener buena salud ó evitar la mortalidad tempranahasta realizaciones más complejas como estar feliz, tener autorrespecto o el participar en la vida de lacomunidad.

181. SEN, Amartya. El nuevo examen de la desigualdad. Op. cit. p. 20.

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les la justicia se preocupa son bienes sociales y que los propios principios de justi-cia son plurales en su forma; es por esto que los bienes sociales deben ser distri-buidos por diversas razones, de acuerdo con procedimientos y agentes diferentes, y todas esas diferencias derivan de las comprensiones de los propios bienes so-ciales y, por último, para Sen los reclamos individuales de justicia no son valora-dos en términos de los recursos o de los bienes primarios que las personas pose-en, sino de las libertades de las que disfrutan para elegir los modos de vida quevaloran.

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CONCLUSIONES

A la hora de definir los bienes primarios, Rawls da por sentado que aquellosmedios se pueden intuir del conocimiento de las necesidades humanas, pe-ro olvida que ellas mantienen un inmenso contenido cultural que va muchomás allá de los simples requerimientos biológicos, pues tanto los medioscomo los fines mismos están atravesados por todo un componente culturalque los determina y los ordena, priorizando unos sobre otros, expresionesaxiológicas no susceptibles de entendimiento desde una óptica individualis-ta, cual parece ser la noción de persona utilizada por el autor en su Teoríade la justicia, por lo menos en su primer versión, pues en el Liberalismopolítico abre esa noción de persona al campo del ciudadano político, perono enfatiza en los aspectos económicos o distributivos. Los bienes prima-rios serían, al decir de Rawls, todas aquellas cosas que contribuyen de ma-nera efectiva en la realización de las expectativas y planes racionales de vi-da de un individuo; es decir, los instrumentos adecuados para conseguir lamaterialización de sus proyectos o la consecución de su bien, ya sean decarácter social o natural.

Un elemento fundamental para alcanzar la justicia distributiva en las socie-dades modernas, es el papel que desempeñan los bienes primarios. Estoshacen referencia a todas aquellas cosas de las que desearía tener una per-sona en mayor proporción y que garantizarían el éxito de sus aspiracionesdentro de un esquema planificado de vida. En tal medida, el bien de unapersona estaría delimitado por aquello que ella considere como su proyectoracional de vida a largo plazo, proyecto que se verá necesitado de un con-junto de bienes primarios para ser desarrollado y llevado a feliz término. Di-chos bienes, ya lo hemos visto, pueden ser naturales y sociales, además deque requieren, en determinado momento, del concierto de la fortuna o de lasuerte. Por otro lado, a pesar de hacer constantemente referencia a los bie-nes primarios, Rawls no hace un índice claro o definitivo de estos, dejandoabierta la puerta para la ambigüedad, sólo se limita a enunciar algunos deellos y a remitir al proyecto racional de vida de los individuos, congruentescon los principios de justicia. Afirma que los bienes primarios correspondena derechos, libertades, oportunidades, ingreso y riqueza y, las bases socia-les del respeto a sí mismo.

Rawls enfatiza en la necesidad de construir una pauta de distribución equi-tativa de las ventajas y desventajas provenientes de la cooperación social, que permita disminuir las desigualdades sociales y naturales sin menosca-bar la libertad individual, tomando como precondición una distribución debienes primarios; distribución que debe ser motivada por principios raciona-les elegidos a partir de un mecanismo de representación inicial. Pero que-dan planteadas, desde su perspectiva teórica, al menos desde la primera

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versión de la Teoría de la Justicia, algunas fisuras, en lo que tiene que vercon la instrumentación o viabilidad de su teoría en marcos sociales másamplios; esto es, sociedades “no ordenadas”. Fisuras entre las que cabedestacar la dificultad de elegir una lista o índice de bienes primarios sin me-noscabar la autonomía de las personas. En otras palabras, permitirle a lossujetos morales que escojan ellos mismos sus propios medios, pues el ele-gir una tabla teniendo como fundamento un individuo representativo, es ca-er en la crítica que se hace al utilitarismo por no considerar seriamente lasdiferencias individuales. La no contemplación de la diversidad cultural y lapretendida neutralidad estatal en las nociones de bien de los sujetos y enlas doctrinas comprensivas, restringen el alcance de sus postulados que, en principio, aparecen con pretensión de validez universal, quizá por el sustra-to kantiano sobre el que se edificó.

Es necesario mencionar que Rawls, en cuanto al principio de igual libertadpara todos, está pensando no en una libertad para obrar sino en una liber-tad formal o puramente negativa; es decir, en una ausencia de impedimen-tos o en una no interferencia del Estado, para que los individuos actúen de-ntro del espectro de sus posibilidades. Esto se deduce de la admisión delprincipio de diferencia que postula una distribución no igualitaria de los bie-nes primarios siempre que ésta contribuya o vaya en beneficio de los me-nos afortunados, pues una distribución de recursos donde unas personastienen más bienes que otras facilita la capacidad de obrar o propicia lascondiciones para que ellos actúen mejor que otros. En otras palabras, ladisponibilidad de recursos y las capacidades de funcionamiento para des-empeñarse con ellos aumentan los niveles de libertad de una persona fren-te a otra que no dispone de los mismos, a pesar de poseer las mismas ca-pacidades. Una mayor cantidad de bienes, frente a sujetos en igualdad decapacidades, genera mayor libertad que una menor cantidad de tales recur-sos. Por esta razón, el principio de igual libertad ha de entenderse comoigual libertad negativa, donde el Estado se abstiene de interferir o de impo-ner cargas y obstáculos a los ciudadanos en un mismo nivel para todos. Porel contrario, no quiere ello decir que dicho principio faculta a los individuospara obrar en igualdad de condiciones, justamente por admitir diferenciasinterpersonales como el talento, la inteligencia, la imaginación, la creativi-dad, entre otras y por considerar que una distribución no igualitaria en de-terminadas circunstancias puede mejorar las condiciones de una persona alaumentar la porción que le correspondería si se hiciera de manera igualita-ria, da a unos más oportunidad, contribuyendo así a la libertad económica ya incentivar las capacidades y talentos personales dando más a unos que aotros.

En este sentido, el principio de diferencia se convierte en uno de los aportesde Rawls al tema de la justicia, principio que debe servir de guía y paráme-tro a legisladores, jueces e instituciones sociales para equilibrar las preten-

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siones de los más favorecidos frente a los menos afortunados. No olvide-mos que las diferencias en posesión de recursos no pueden ser tan gran-des que se pueda comprar a una persona o que alguien tenga que vender-se. De esta manera se logra una mayor justicia entre las distintas clasessociales. Sin embargo, en la medida en que se pregunte por el modo enque el principio de diferencia se satisface; es decir, por cómo aplicar el prin-cipio ante situaciones concretas, aparecen los inconvenientes. Recuérdeseque no está claro quiénes, ni en qué, ni en cuánto son menos o más favore-cidos, pues para ello ha de determinarse a cada persona de manera indivi-dual, situación que llevaría a la teoría a una indefinición dependiendo deltamaño de la sociedad.

Hablar de bienes omnivalentes u omnicomprensivos en contextos culturalesdiversos es desconocer las particulares circunstancias en las que se forjanlas ideas del bien y lo correcto, su significación y pertinencia dentro de unhorizonte de sentido que predetermina o estructura dichos ideales. La es-tructuración del mismo sujeto como persona moral obedece a una historiabajo paradigmas establecidos, donde la persona es un agente estructurantey estructurado. Este andamiaje da lugar a la formación de bienes que des-bordan la concepción racional individual del liberalismo político, bienes co-mo la ciudadanía, la identidad, la solidaridad, entre otros, no susceptiblesde construcción y comprensión sin una base moral que los adopte. La pocaimportancia que juega el papel del lenguaje y el universo semántico en elconstructivismo rawlsiano restan facticidad a los postulados teóricos pormostrar los valores y las nociones de bien como dependientes de una ra-cionalidad desnaturalizada de su seno social en donde convergen senti-mientos, pasiones y lógicas que operan más allá de la simple relación me-dio-fin. Rawls parece olvidar que la propia noción de ciudadanía –entendidacomo un bien- está permeada por una carga valorativa que trasciende el ni-vel de pertenencia de un individuo con un ente político llamado Estado, allí operan sentimientos y valores como el patriotismo, cargas y beneficios quegeneran la lucha por la exclusión y la inclusión de otros llamados extranje-ros, capitales acumulados y perspectivas a futuro, entre otros, que se podr-ían entender mejor dentro de un universo simbólico y un horizonte de signi-ficación al interior de una comunidad de sentido, con valores colectivos quepueden constituir o hacer parte de doctrinas comprensivas.

Rawls no le otorga la importancia debida a los procesos sociales por loscuales los bienes adquieren su carácter de tales, dejando de lado aspectoscomo el reconocimiento que vendría a ser un tema fundamental para poderconstruir un modelo social donde convivan diversas doctrinas comprensivasy hasta contradictorias como expresamente lo enuncia el autor al determi-nar su objetivo fundamental. Sólo se limita a plantear un espacio bajo unaconcepción política de la justicia donde los miembros de las diversas doctri-nas simplemente acudirían en defensa de sus derechos cuando se trata de

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elementos constitucionales esenciales y aspectos de justicia básica, dejan-do de lado otros como la identidad o la pertenencia a grupos o comunida-des minoritarias. Dicha falencia obedece al modelo constructivista de Rawlsque, amparado en la tesis del contrato social y su mecanismo de represen-tación (posición original) no le brinda un papel primordial, a los procesos co-lectivos, sólo se abre la posibilidad de que las partes representen a gruposo colectividades más no se asume el discurso como si ello fuese así. De allíque bienes como la ciudadanía, el reconocimiento, la solidaridad, la identi-dad, entre otros, no tengan mayor presencia en la obra del autor.

La crítica de los llamados comunitaristas (Sandel, Walzer, Taylor, entreotros) se enfoca en la noción de persona utilizada por Rawls, en cuantoconsidera que el sujeto participante de la negociación en la posición originales una persona despojada de sus lazos con la comunidad lingüística y cul-tural en la que habita, un sujeto artificial alejado de toda realidad humanacuando debió acudir a un modelo natural, teniendo como partícipe a unhombre concreto, de carne y hueso, dentro de un entorno social determina-do. Dicha crítica es superada, en parte, por Rawls, quien termina atribuyen-do dicha crítica a la falta de comprensión de su teoría, pues la posición ori-ginal es simplemente un constructo intelectual, un modelo argumentativopara generar ciertas condiciones como la imparcialidad y la igualdad a laspartes, pero nunca pretendió ser el espejo o la descripción sociológica de lanaturaleza humana, de otro lado, su teoría resultó estar profundamente en-raizada en la cultura política democrática de la sociedad americana, descri-bir problemas como la tolerancia religiosa, el pluralismo de doctrinas com-prensivas y la carencia de una única doctrina capaz de abrazar a todas lasdemás bajo un mismo principio, ubicó los postulados que obraron como mo-tor de su trabajo.

Así mismo, el desconocimiento de las diferencias interpersonales e inter-grupales que propicia el liberalismo, generando una homogeneidad queatenta contra la diversidad cultural y étnica, encuentra rechazo en los postu-lados comunitaristas que apoyan y promueven el reconocimiento de lasidentidades colectivas y las acciones afirmativas tendientes a lograr el res-peto por las diferencias, no compartiendo la pretensión de universalidad quellevan implícitos los principios liberales.

Las principales objeciones planteadas a la noción rawlsiana de bienes pri-marios ponen en evidencia las dificultades que existen en la concepción deunos mínimos necesarios para alcanzar una sociedad justa, máxime cuan-do se dejan de lado los aspectos culturales y las diferencias interpersonalesque inciden directamente en la concepción de bienes públicos, bienes so-ciales y bienes primarios, pues las capacidades de los individuos paraaprovechar los bienes y poder funcionar en su entorno no es la misma para

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todos. Se recalca la necesidad de construir una noción de bienes que invo-lucre metas colectivas y de aceptar el carácter comunitario de los significa-dos atribuidos a dichos recursos. Situación que exhorta a filósofos y huma-nistas a pensar en las necesidades sociales y a diseñar pautas para lograrsu satisfacción desde esquemas cooperativos y metas sociales involucran-do no solo el sentimiento de justicia, sino también, el de compasión, bene-volencia, solidaridad y, por qué no decirlo, el amor de sí de Rosseau, en la construcción de proyectos y bienes como la paz, el patriotismo, sistemasde salud equitativos, la proscripción de la violencia, sistemas de educaciónincluyentes, el reconocimiento, condiciones de vida digna, entre otros. Bie-nes estos que llevarían a la elaboración de un nuevo trabajo y que no es elcaso abordar aquí.

Se ha discutido respecto de la pertinencia de teorías deontológicas (Rawls– Habermas), por cuanto no dan cuenta de la realidad, sino que proponencriterios ideales acerca de lo que debería ser el comportamiento de loshombres y la manera de organizarse. Este tipo de teorías implican un ries-go, el de caer en la utopía. El olvidar que la realidad no es tan simple comoun arquetipo ni tan racional como muchos de los autores la ven. Y los suje-tos que la componen, no crean la comunidad como imaginan, al amparo deuna supuesta posición originaria o a partir de una situación ideal de habla. Las sociedades tienen aspectos que trascienden la lógica individual y se in-sertan en procesos colectivos que actúan de manera institucionalizada, ob-jetivando una realidad particular y moldeando a los sujetos que participanen ella. Estas estructuras sociales poseen sus propios agentes de sociali-zación que van involucrando a los individuos y llevándolos hasta el campode la habitualización y reproducción de esquemas. En estos procesos elpapel del individuo no es meramente pasivo, por el contrario, existe una lu-cha constante entre éste y la estructura que permite los cambios sociales yculturales; Tales cambios pueden tardar incluso generaciones pero hay di-namismo, solo que el rol del sujeto particular no es tan determinante comosuelen mostrarlo las teorías constructivistas. Pero, por otra parte, qué seharía sin prototipos deontológicos, sin horizontes de sentido hacia los cua-les orientar la construcción de consensos que permitan vislumbrar objetivoscomo la paz, la tolerancia, la equidad social, la convivencia armónica entredoctrinas comprensivas. He ahí el papel del constructivismo y de los postu-lados de autores como Habermas y Rawls, cada uno a su manera.

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