Introducción a las categorías para el análisis del conocimiento psicológico

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Introducción a las Categorías para el Análisis del Conocimiento en Psicología Julián Marino 1, 2 1 Universidad Nacional de Córdoba, Laboratorio de Procesamiento de Neuroimágenes 2 Universidad de Granada (España), Grupo de Neurociencia Cognitiva Este texto tiene por objetivo introducir progresivamente al estudiante al mundo donde habitan los conceptos que pertenecen a la Psicología, para poder analizarlos y tener herramientas para decidir acerca de cuestiones que son puestas en juego en la formación de los Psicólogos, tales como su utilidad y su cientificidad. Numerosas veces se menciona dentro de los corredores de la Psicología la irrelevancia o las carencias de un concepto, cuando no de todo un sistema teórico en general, pero al conocer las fundamentaciones que sostienen tales juicios, se encuentra que en realidad los mismos son insostenibles si se asume otra posición o visión teórica- epistemológica. Esto culmina en una especie de juego que denominamos de “elecciones de sabores de helado” donde una teoría “gusta o no gusta”, del mismo modo que opera el gusto por el dulce de leche o el chocolate en la decisión de tomar un tipo de helado u otro. Así, parecería que elegir una teoría tendría más que ver con una decisión apetitiva por encima de una fundamentación racional y pragmático- científica. A menudo ocurre que las fundamentaciones referidas son tan parciales y relativas como el modelo teórico escogido: Por ejemplo, las acusaciones de Mario Bunge contra el psicoanálisis tienen una estructura tan simple que cualquier psicoanalista medianamente formado podría refutarlas sin ningún impedimento, ya que en sus fuertes críticas desestima los desarrollos posteriores a Freud, como los trabajos de Lacan sobre lo simbólico, imaginario y real en tanto coordenadas donde situar la experiencia psicoanalítica, o los postulados de Donald Davidson (Davidson, 1994) sobre la historización compartida necesaria para conocer un acto psíquico .

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Introducción a las Categorías para el Análisis del Conocimiento en

Psicología

Julián Marino1, 2

1 Universidad Nacional de Córdoba, Laboratorio de Procesamiento de Neuroimágenes

2 Universidad de Granada (España), Grupo de Neurociencia Cognitiva

Este texto tiene por objetivo introducir progresivamente al estudiante al mundo donde

habitan los conceptos que pertenecen a la Psicología, para poder analizarlos y tener

herramientas para decidir acerca de cuestiones que son puestas en juego en la

formación de los Psicólogos, tales como su utilidad y su cientificidad. Numerosas veces

se menciona dentro de los corredores de la Psicología la irrelevancia o las carencias de

un concepto, cuando no de todo un sistema teórico en general, pero al conocer las

fundamentaciones que sostienen tales juicios, se encuentra que en realidad los

mismos son insostenibles si se asume otra posición o visión teórica- epistemológica.

Esto culmina en una especie de juego que denominamos de “elecciones de sabores de

helado” donde una teoría “gusta o no gusta”, del mismo modo que opera el gusto por

el dulce de leche o el chocolate en la decisión de tomar un tipo de helado u otro. Así,

parecería que elegir una teoría tendría más que ver con una decisión apetitiva por

encima de una fundamentación racional y pragmático- científica. A menudo ocurre

que las fundamentaciones referidas son tan parciales y relativas como el modelo

teórico escogido: Por ejemplo, las acusaciones de Mario Bunge contra el psicoanálisis

tienen una estructura tan simple que cualquier psicoanalista medianamente formado

podría refutarlas sin ningún impedimento, ya que en sus fuertes críticas desestima los

desarrollos posteriores a Freud, como los trabajos de Lacan sobre lo simbólico,

imaginario y real en tanto coordenadas donde situar la experiencia psicoanalítica, o los

postulados de Donald Davidson (Davidson, 1994) sobre la historización compartida

necesaria para conocer un acto psíquico .

Así, también se leen trabajos de psicoanalistas cayendo en simplificaciones excesivas

sobre los desarrollos de las neurociencias en psicología, tratándolas como simple

vinculaciones entre cerebro y funciones mentales, siendo que la neuropsicología

cognitiva ha alcanzado niveles de producción que superan en complejidad tales

visiones simplistas, como los desarrollos que relacionan la producción de

Neuroimágenes con procesos sumamente sutiles como la regulación emocional en

niños que han sido abandonados a temprana edad (Eluvathingal et al., 2006).

La descalificación por desconocimiento es una constante en la situación que se

denomina “de Escuelas” en Psicología y puede causar disputas que alcanzan la misma

sociología y filosofía política, tal como aconteciera en nuestro país en los años setenta

del siglo veinte, donde, por ejemplo, en el congreso de San Luis de 1974 se tilda a los

conductistas de personas vinculadas con el capitalismo y el imperialismo

norteamericano. La situación de Escuelas en Psicología está íntimamente relacionada

con el trasfondo filosófico de sus cuerpos conceptuales. Esto no solo describe que la

psicología es hija de la filosofía, como bastantes otras ciencias, sino que los conceptos

que derivaron en mentalizaciones de la Psicología son filosóficos. Y entonces hay una

cuestión de principios fundacionales que hacen que nuestra ciencia tenga los mismos a

prioris que la filosofía.

Introducir categorías que permitan analizar lo que denominamos “vida de los

conceptos” en Psicología requiere de un atravesamiento de múltiples niveles. En

primer lugar, la vida del concepto es su uso, es decir, cuando el psicólogo concreto, de

carne y hueso, hace teorías, reflexiona epistemológicamente y trabaja de psicólogo,

sosteniendo su práctica mediante la mediación conceptual. Le llamábamos Posición 1,

o P1.

El concepto “en vida” se transmite, circula y se produce en instituciones, en el sentido

tanto sociológico como jurídico del término. De allí que su vida es relativa a diferentes

posiciones dentro de la vida social. Distinguimos en ese marco al concepto cuando:

1) es juzgado epistemológicamente

2) es utilizado dentro de un sistema, formando parte de un marco teórico

3) se activa en la práctica de un psicólogo

Esto nos acerca a pensar que la producción de conocimientos en psicología se puede

evaluar mediante dos criterios básicos:

1. Su valor pragmático, definido por los usos concretos que un sistema social les

da

2. Su valor descriptivo, es decir, los mapeos que presenta de su objeto en estudio

y de qué manera lo vuelven más accesible a las formas de entendimiento y

manipulación

Estos criterios proceden de dos exigencias básicas que recaen sobre cualquier ciencia,

la técnica y la cognitiva. El problema de la exigencia técnica se tratará de forma más

profunda en los siguientes capítulos; el problema de la exigencia descriptiva es la guía

del presente. Varela, Thompson y Rosch (2005) han resaltado que los problemas que

tienen los conceptos psicológicos es adquirir plausibilidad “experiencial”, al señalar

como las ciencias cognitivas, en la producción de sus conocimientos, se centran en la

operatoria mental descuidando la experiencia personal vivencial. El problema de estas

críticas es que se basan en una psicología cognitiva que ya no subsiste. Eso es muy

frecuente en países que tienden a recibir conocimientos y sistemas más que a

producirlos: Atrasan al menos veinte años. Varios cuestionamientos a la psicología

cognitiva, y a las neurociencias cognitivas, provienen de los conceptos que se sostenían

en sus orígenes. El CPI demanda una actualización permanente, que resulta más

plausible mediante la lectura de artículos de revistas científicas indexadas que de libros

cuya traducción promete años de invalorable pérdida de sentido histórico.

Los autores mencionados antes extienden este problema a la psicología científica en su

totalidad, diciendo que se genera una polaridad entre atender a rigurosos problemas

teóricos o centrarse en las vivencias corpóreas de una persona que está viviendo,

provocando una distancia sumamente peculiar entre las descripciones sobre un tipo de

objeto de estudio y el mismo objeto que es estudiado. De esta distancia, obviamente,

solo pueden quejarse los humanos, ya que los pertinentes a otras disciplinas, como las

personas centradas en el estudio de las plantas o los astros, difícilmente puedan

quejarse de la falta de plausibilidad experiencial de las modelizaciones que sobre ellos

se ciernen.

Estos autores rastrean los orígenes de esta polaridad hasta las bases filosóficas de

occidente, considerando que es Descartes quien formula explícitamente el problema al

incluir la distinción mente- cuerpo en la base de las preguntas sobre qué es el

conocimiento y quién es el que conoce. Luego, los autores pasan a rever los aportes de

la fenomenología y su “fracaso” para recuperar al sujeto que conoce como parte del

conocimiento mismo y, finalmente, en su primer capítulo, sostienen que esto ha sido

arrastrado hasta los desarrollos actuales de las ciencias cognitivas, donde hay una

mente sin cuerpo presente alguno, es decir, una psicología sin persona. Se reitera que

se trata de una crítica muy valiosa en los años ochenta, cuando el sistema cognitivo era

un solucionador de problemas análogo a un ordenador. La tecnología, con las

Imágenes por Tensores de Difusión (Leemans, 2009), el proyecto Conectoma Humano

(Sporns, Chialvo, Kaiser, & Hilgetag, 2004) y las imágenes funcionales (Mitchell,

Johnson, Raye, & D’Esposito, 2000) han cambiado radicalmente la situación.

Luego consideran que la psicología occidental se puede beneficiar de los aportes del

budismo Manhyata, y continúan sus desarrollos en tal dirección, intentando una

interesante articulación que podría retomar los lineamientos lanzados por Merleau

Ponty y los posteriores teóricos de la enacción. Más allá de los intereses particulares

del ensayo de Varela, Thompson y Rosch, y las acotaciones de actualización que hemos

realizado, se destaca que ponen al descubierto una problemática bastante común en la

organización de la enseñanza de conceptos de Psicología, a la que denominaremos

“plausibilidad psicológica” de sus postulados. La plausibilidad psicológica remite a la

exigencia descriptiva de esta ciencia, y define cierta circularidad en su planteo, es

decir, que sea psicológicamente creíble para su objeto de estudio. Significa que CE le

crea a P1 cuando lo convierte en S.

Es interesante rastrear el origen y las bases de la pregunta por la plausibilidad

psicológica, puesto que coloca al descubierto la pregunta original de la Psicología y su

relación con las exigencias científicas contemporáneas. Se entenderá por plausibilidad

psicológica a la cercanía o articulación que realiza un lector entre conocimientos

psicológicos “oficiales” o institucionalizados y la activación de experiencias vivenciales

que “anclan” o examinan fenomenológicamente sus asertos. Dicho de otra manera,

plausibilidad psicológica es el valor de “captación” o ‘reconocimiento’ que tienen los

conocimientos psicológicos (P2) propuestos para un lector epistémicamente

pertinente (P3).

La pregunta por la plausibilidad psicológica provoca una herida a la Psicología misma.

Como se señaló anteriormente, es una exigencia que le es única como ciencia, y remite

a que el lector mismo es objeto de estudio (CE) y lee con la experiencia de su vida lo

que se está ofreciendo como concepto. Cuando la Psicología se va alejando de la

posibilidad de abrir al lector su experiencia los conceptos (S) que son vertidos,

entonces este (P3/CE) puede juzgar que va perdiendo su condición de psicología. Se

trata de una paradoja que remite a la pregunta esencial: ¿Qué es la Psicología? Las

respuestas presentan condiciones de Escuela, es decir, diferentes principios fundantes

para elaborar una respuesta. Son estas, por cierto, síntesis filosóficas que

desencadenan diferentes formas de amalgamar fases conceptuales y fases empíricas,

que significa conceptos y datos (Samaja, 1994).

Surgen las escuelas de Psicología como parcializaciones de un universal abstracto: la

Psicología. Las escuelas son concretizaciones particulares que desencadenan prácticas

concretas, mientras que la Psicología queda como un universal a conquistar. Entre las

escuelas hay luchas que tienen componentes epistemológicos, metodológicos y

filosóficos, pero también consecuencias institucionales tan concretas como la

elaboración de planes de estudio, financiación de programas de investigación y

priorizaciones de las agendas temáticas. Sin embargo, más allá de las distinciones

particulares “de escuela” todas pretenden establecer una relación de conocimiento en

un dominio haciéndose llamar Psicología. Esto, que actúa como un acuerdo básico,

establece reglas de combate y condiciona toda posibilidad de enfrentar la polaridad

mencionada en la plausibilidad psicológica, ya que producir conocimiento es un acto

de universalización que aspira a posicionarse como producción de representaciones

legítimas en un sistema social dado (Samaja, 1994): Entonces, la consideración de la

experiencia personal va a ser abordada por cualquier particularidad que pretenda “ser

Psicología” bajo tal principio.

Para Varela et al. este razonamiento conduce al problema de la circularidad reflexiva,

porque queda en evidencia la concepción del conocer que tiene quien formula esta

“aporía” y subyace allí la explicación de porque su trabajo continúa con las teorías de

la enacción y con un examen crítico de las posiciones tradicionales epistémicas. Sus

aportes condujeron a las actuales concepciones de la cognición corporizada, o

‘embodiment’ (Clark, 2008). Las neurociencias cognitivas han reunido las concepciones

de la cognición corporizada sin mayores dificultades. En nuestro trabajo se considera

que puede ser de utilidad presentar un esquema que represente las relaciones y

posiciones que quedan definidas cuando se presenta un conocimiento como propio de

la Psicología. Se dice “de la psicología” por cuanto las relaciones de conocimiento

pueden tener estructuras en común más allá de la ciencia de que se trate, pero hay

aspectos que son particulares de cada una, y van siendo condicionadas por lo que

tradicionalmente se conoce como su “objeto de estudio”.

No es lo mismo tender una relación de conocimiento sobre la estructura de los

materiales, o sobre las configuraciones astrales que sobre la mente, conducta o

psiquismo humano. Una relación de conocimiento tendida en Psicología tiene la

particularidad que se tiende sobre la mencionada CE, es decir, sobre un objeto

“abierto” que se va conformando con la historia de una persona: La Psicología tiene

que determinar científicamente a la persona, hacerla su objeto, pero la persona se

extiende en el tiempo, desde su nacimiento hasta su muerte, en una soledad que le es

propia a sus coordenadas de tiempo y espacio. A esa historia fechable la hace sujeto, y

como tal, objeto de sus teorías, que se distribuyen como marcos teóricos en las

instituciones que corresponden a nuestro sistema social: libros, universidades,

cátedras, seminarios, tesis de maestría y doctorales.

Este es el esquema donde debe ser situado el conocimiento en Psicología:

Los elementos del esquema son:

CE: Continuidad Existencial

S1, S2: El Objeto de Conocimiento en psicología, el sujeto

P1, P2, P3: Posiciones de la psicología en relación al conocimiento

(S: CE) relación entre objeto formalizado por la Psicología y fenomenología de la

persona

S2: la intersubjetividad en S1; la potencialidad vincular de cualquier CE

P1: el Psicólogo y sus esquemas de traducción educados frente a S1

Continuidad

Existencial

(CE)

S PX

S1-------S2

P1

P2

P3: la “Vigilancia Epistemológica”

sobre P2

CPI

P2: es un Autor que nutre a P1 y permite la institucionalización. Legitima actos como

de conocimiento e instaura la disciplina Psicología: esta posición encuentra a S bajo su

modelización; es mentalizadora

P3: el epistemólogo de P1 y P2

CPI: define el conocimiento psicológico institucionalizado: este conocimiento está

estructurado por la racionalidad científica

A este esquema lo denominamos de tipo “relativista” ya que entiende que la relación

de conocimiento es un proceso dinámico que va activando posiciones, y con ello

perspectivas, y que cada activación determina un punto desde el cuál las posiciones

restantes se deben ver en perspectiva a la que resulta activada. Al decir “Esquema de

Análisis de Conocimientos en Psicología” damos por supuesto que hay Psicología y que

puede haber conocimiento de tal; ahora, si hay una pregunta por el origen de la

posibilidad de conocer, nos conducimos provisoriamente a que la especie humana

tiene la posibilidad de “tender una mirada hacia el mundo” tal que esa mirada

engendra a la vez un objeto pasible de ser conocido y sobre él mismo como sujeto del

objeto que conoce (reflexividad), y que esa mirada pasa a ser denominada relación de

conocimiento, que agrega a la mera palabra “mirada” el ingreso a una dimensión con

pretensiones de universalización (Hume, 2013), es decir “mirada válida para cualquier

otro” que supone operaciones controladas y disciplinadas, concretamente, no se

puede afirmar ‘cualquier cosa’ sino aquello que se sostenga con evidencias, que

significa, disponibles para cualquier otro con las competencias suficientes. Hay una

mirada epistémica del hombre hacia el mundo, y el hombre, como parte del mundo,

también quedó sujeto de esa mirada.

Entonces, es posible preguntarnos por las condiciones que hicieron posible la

existencia de la pregunta psicológica, sea cuál fuese la matriz epistémica que la

“acompañe” en cada momento, y ahí se podría presentar la hipotética existencia de

una mirada que tiene su dirección “hacia el otro de la misma especie” en tanto “es y

está constituido como”. Provisoriamente llamamos a esta mirada como “pretensión

psicologizante”, es decir, dotar de constitutivos al otro que es mirado en tanto está

“constituido como” y “en eso es diferente”. Esas serían las claves estructurales de la

pregunta psicológica original:

“hacia el otro de la misma especie” “es y está constituido como”= “pretensión

psicologizante”

La relación de conocimiento, en sentido clásico, se tiende engendrando un sujeto y un

objeto, dando lugar a un proceso de transferencia de operaciones que del sujeto al

objeto generan la objetivación (Samaja, 1994), que a su vez posee características,

como la determinación, la focalización y la selección. Esas operaciones describen la

producción de conocimientos de tipo científico. Es capacidad del ser humano tender

relaciones de conocimiento y organizarlas en función de patrones de época, a las que

se denomina “racionalidades históricas” o “matrices epistémicas”. En el sistema social

contemporáneo occidental, de carácter dominante en la civilización mundial, la

pretensión psicologizante se encuentra bajo el control de la racionalidad científica,

cuyas características fueron prefigurándose en los sistemas filosóficos de la

modernidad. Esto genera que, dada la existencia de la psicología como ciencia,

convivan la mirada psicologizante controlada por la racionalidad científica y la “mirada

hacia el otro en tanto es y está constituido” espontánea y ordinaria, que rescata la

pregunta originaria por el ser y la constitución del otro y que no ha vivenciado los

procesos de disciplinamiento de la racionalidad científica. Subyace ahí la distinción

propuesta en el esquema relativista entre una psicologización entre continuidades

existenciales y otra bajo la mirada de un psicólogo sobre su objeto, es decir, la mirada

que engendra un sujeto.

Las racionalizaciones sistemáticas de las pretensiones psicologizantes son sumamente

variadas y atraviesan gran parte de la historia de la filosofía clásica y reúnen

numerosos autores y escuelas. Sin embargo, más allá de tal diversidad, la

psicologización proviene de la creación de un alma, es decir, que hay “algo que anima

el cuerpo” (Mora, 2001), que existen diferencias entre las personas y que la

observación de las personas presenta regularidades. Esta “herencia del alma” sitúa la

pretensión psicologizante también bajo el dominio de los sistemas filosóficos antiguos:

En el pasaje de la racionalidad filosófica a la racionalidad científica, sobre la pretensión

psicologizante, hubo un cambio de mando.

La pretensión psicologizante ordinaria es propiedad de todos los seres humanos, se

denomina ‘theory of mind’ (Baron-Cohen, Leslie, & Frith, 1985) y engendra

representaciones acerca del otro y de sí mismo, mediando la empatía, la

intencionalidad, las atribuciones, en conjunto, la mentalización del otro. Las personas

actúan como sistemas personales de absorción social de representaciones sociales, la

conformación de las mismas está influenciada por las significaciones que se distribuyen

en el seno de una cultura, y es la sociología del conocimiento la que intenta

comprender los procesos por los cuáles las significaciones culturales son absorbidas

por los individuos y son reproducidas en sus interacciones (Berger & Luckmann, 1991).

De nuestro interés contemporáneo es la mirada psicologizante con pretensión

científica que asume la tarea de construir representaciones científicas acerca de quién

es objeto de la mirada de conocimiento (‘bajo la mirada’ de Sartre), conformando la

racionalidad que puede ser asequible a las operaciones científicas prescriptas por la

epistemología contemporánea.

De este modo, se tiende la relación de conocimiento en Psicología, quedando definidas

diferentes Posiciones, las cuáles no equivalen a personas concretas, sino que una

persona puede al mismo tiempo ocupar varias de estas posiciones: Son lógicas y se

definen dentro de la constitución de un modelo de Psicología como campo académico.

Se puede entender que las Posiciones conforman el modelo donde “habitan los

conceptos de la Psicología”, y que es en relación a las posiciones donde los conceptos

deben ser analizados. Se repite esta frase: Es en relación a las posiciones que define el

esquema relativista de la Psicología donde los conceptos psicológicos deben ser

analizados.

S (Sujeto) es la primera posición, y se define como el objeto de estudio que formaliza

cada escuela de la Psicología. S está anudado con la mirada hacia el otro tiende P1

luego de su formación como P2. S se relaciona con Continuidad Existencial en un

vínculo que deja abierta la posibilidad de que el psicólogo construya a S desde su

experiencia en el mundo de la vida.

Poner bajo la mirada el objeto permite disponerlo a la ‘agresividad’ penetrante del

conocimiento que pugna por el saber manipulativo. La mirada hacia el otro bajo una

relación de conocimiento organiza la voluntad de poder sobre las cosas. Se genera la

técnica sobre CE, ahora S.

S significa, como objeto de estudio, una construcción académica bajo la mirada

psicologizante de la racionalidad científica que adopta una escuela de Psicología, sin

embargo, se rastrea que el origen de tal mirada recae en la mirada hacia el otro que

dio origen a los estudios sobre el Alma y por lo tanto en S también está la soledad

estructural del otro, que es Persona y por lo tanto existe con continuidad, nace y

muere. El modelo que se construye sobre S, en tanto objeto de estudio es formal y se

construye mediante significaciones compartidas y está anudado a la captación de las

personas bajo la dirección de la pregunta que psicologiza. Sujeto indica la presencia de

regularidades y estructuras correspondientes a la objetivación que el Psicólogo

produce en CE, guiado por la racionalidad científica y sus métodos. De allí que si

hablamos de Sujeto hablamos del sujeto que es conocido, y no por cualquier camino,

sino por el camino de la racionalidad científica. De allí que le llamemos Sujeto del

Conocimiento Científico. Esta pregunta, que psicologiza, construye respuestas que

conforman representaciones teóricas. Estas configuraciones representacionales

contienen pilares argumentativos apriorísticos.

En el Esquema Relativista se utilizó la nomenclatura S1 y S2, ¿por qué utilizamos Sujeto

1 y Sujeto 2?

En el esquema, S está distribuido en S1 y S2, ilustrando que S como objeto anudado a

la captación de la persona (CE), lo hace en un mundo donde hay otros, por lo tanto la

captación es de otro entre otros, tendiendo una relación hacia otros, de allí que la

constitución del objeto psicologizante es S distribuido en S1 S2. Esto permite

comprender que muchos de los conceptos que se tienden sobre S tienen un carácter

“relacional”, que significa que los constitutivos mentales incluyen la interpenetración

con otros y el mundo. ‘Theory of Mind’ es uno de los conceptos más claros al respecto.

Solo el denominado individualismo metodológico puede considerar a S como S sin

relación a S2; el Esquema Relativista que proponemos significa que S2 implica la

inclusión de S1 en su dirección a otro y el mundo.

La siguiente posición (P2) del conocimiento psicológico es la que formaliza a S creando

el Conocimiento Psicológico Institucionalizado (CPI). Es una posición académica,

institucionalizada, representada por la creación de textos, de cátedras, de centros de

investigación, de laboratorios: se encuentra en la producción de conocimientos y

concretizada en autores institucionalmente legitimados. En esta posición, se formaliza

S, y permite la educación de las representaciones de P1 para que en su devenir

institucional formal pueda acceder a las prácticas racionalmente legitimadas de la

psicología, instituyendo la acción de P1. Es P1 quien en su accionar concreto, en sus

prácticas concretas bajo la formalización de CE constituye a S1 en dirección a S2. Las

prácticas de P1 retroalimentan a P2 sometiendo a revisión las representaciones sobre

S1 S2, lo cual constituye una reformulación de S.

A la captación que originalmente se anuda a la formalización de S y permite la mirada

psicologizante se le denomina continuidad o corriente existencial (CE), y es el correlato

concreto de la persona formalizada en S y objeto de prácticas de P1. Es la persona

como tal, bajo las coordenadas espacio temporales del mundo, es la que nace y

muere y está en un sitio. Es la experiencia a la que buscan acceder las modalidades de

conocimiento vivenciales. Está en un bar, en una oficina, en la calle, junto a un río.

Toda relación entre personas, o CE, está mediatizada por la metáfora de “esquemas de

traducción” (Davidson, 1998), lo cuál permite establecer que en toda mirada hacia el

otro, hay una pretensión de psicologización, que más allá de su condición de científica

o no, consiste en una traducción: el otro, como manifestación, es “sometido a código”

por el que conoce (comprende y explica) y traduce su “estar con” en una historización

básica, que posee, como fin, una caridad racional por la cual “el otro” queda explicado.

Se dice traducción porque el acontecer de una persona es traducido a los esquemas

del otro que quiere mentalizar, y la inteligibilidad que le otorga es su propia

inteligibilidad.

La continuidad de la persona que existe es codificada y así traducida por una

continuidad existencial que lanza su mirada de comprensión y explicación. De esa

forma, por traducción, se mentaliza. Mentalizar es dotar de sistema a otro: por lo

tanto, hay nudos en su historia, y una finalidad que lo metaxuexplica (explicación

teleológica). Cuando se mencionó anteriormente a la pretensión psicologizante, a las

doctrinas del alma y a la psicología ordinaria, todas son formas de mentalizar, pero no

todas son formas científicas de hacerlo. Traducción implica que hay un código 1

lanzado a conocer CE, que ha formado un código 2, y que la naturaleza y constitución

de tales códigos pueden rastrearse en el horizonte de lo existencial de la continuidad,

que define encadenamientos históricos de la persona que ha nacido y está en el

tiempo. Esto no implica caer en el solipsismo, porque las CE pertenecen a un mundo

de significaciones compartidas. La distancia que provocan las traducciones no proviene

de la imposibilidad de “significar con”, sino de la relativa inaccesibilidad del contenido

concreto del acontecer mental.

El acto de traducción comprende tanto el conocimiento que puede realizarse de CE,

incluyendo la relación CE - CE como de P1 a S1- S2; así, se puede afirmar que P2 es la

posición que permite la educación de los esquemas de traducción de P para que en

P1 pueda realizar traducciones bajo representaciones científicas que modelizan

legítimamente a S1---S2. Se utiliza la palabra esquemas acompañando a traducción

para establecer la regularidad y estabilidad relativa de las traducciones, definiendo que

hay constitutivos que limitan la posibilidad de que las traducciones sean infinitas,

contingentes o inclasificables.

Tanto en CE como en P1 hay esquemas de traducción: los esquemas de traducción de

CE a CE se denominan esquemas de traducción ordinarios, mientras que los esquemas

de traducción de P1 a S1--- S2 son esquemas de traducción educados, bajo la

construcción de representaciones controladas por la matriz epistémica del sistema

social que regula sus relaciones de conocimiento bajo la racionalidad científica. A la

posición que vela por el cumplimento de que P2 realiza las prescripciones

epistemológicas adecuadas le denominamos Posición 3 (P3). Su posición es la del

ejercicio de la Vigilancia Epistemológica, y, como en las restantes posiciones del

esquema, no debe ser asociada a personas en particular, sino que es la posición que

reflexiona y controla la producción de conocimientos desde las exigencias de

pertenecer a la producción científica.

De allí que si vemos en P2 una organización institucional relacionada con la situación

de escuelas de la Psicología, en la P3 vamos a encontrar exigencias y entendimientos

paradigmáticos transdisciplinares, que incluyen concepciones acerca de lo científico en

general, y explican las alianzas que en P2 se pueden apreciar entre conocimientos

psicológicos y provenientes de otras disciplinas. En otras palabras, P3 es la reflexión

que realiza P2 sobre la actividad en tanto perteneciente a la ciencia. Recordemos que

la consolidación del CPI está determinada por la relación de conocimiento que P2

establece dentro de los límites trazados por P3: Este camino va de CE a S y de allí a

determinar el encuentro entre P1 y S1S2.

La continuidad existencial permite que “persona” se distribuya en el tiempo, esté en el

tiempo, por lo tanto, si hay una mirada sobre el otro y hay una captación de la

persona, está persona “viene”, “está situada” en el tiempo. De esa forma, las

regularidades sobre las que lanza su pretensión de conocimiento la aspiración

psicologizante científica, son regularidades que pueden o no captar al tiempo como

constitutivo. De allí que la psicologización se relaciona con constitutivos que pueden

tener una constitución temporalmente significativa, por lo tanto, si hay

acontecimientos que son tomados por P1 para traducir a S1S2, existe una restricción

que impone que los contenidos de los acontecimientos mentales son temporalmente

fechables. De allí que continuidad existencial remite también a contenidos “a

psicologizar” con constitutivos fechables y “anudados” con el tiempo. Surge la

diacronía de la persona, la experiencia corpórea sobre la cuál se plasma la estructura

de captación S1 S2. La temporalidad constitutiva de las personas es una de las

mayores generadoras de impotencia en la Psicología que se pretende tan científica

como otras ciencias. El “estado de abierto” de los sistemas que pretende estudiar la

psicología tiene la materialidad de su apertura en que sus productos se desplazan con

el tiempo.

Historización y Caridad Racional

Esta primera etapa permite afirmar que toda vez que se analice un conocimiento en

Psicología debe ser considerado en el marco del esquema relativista que se propone,

de modo que los juicios emitidos por cualquier P puedan ser comprendidos dentro de

la lógica que compete a cada una de las posiciones. Por ejemplo, no es posible juzgar

del mismo modo, en tanto conocimientos, las afirmaciones que P1 hace a su paciente

(S) luego de que este rompa en llantos en una sesión de terapia psicoanalítica de

orientación lacaniana, que las afirmaciones que se realizan en una clase donde P2

presenta el concepto de Sujeto de la Psicología Modular Transformacional, ya que la

participación de los Esquemas de Traducción es diferente, los niveles de activación de

las prescripciones son diferentes y también es muy distinta la posibilidad de exigirle a

la presentación que lo haga “como sistema”. En el primer caso, P1 está operando

sobre S1 S2, interviniendo mediante los supuestos teóricos que internalizó en su

educación en P2; en el segundo, hay una exposición en situación P2, tal que S se va

constituyendo bajo prescripciones y fórmulas. Cada vez que el CPI está “en juego” (y

esto lo afirmamos porque la Psicología está ‘en juego’, en análisis, puesta “sobre el

tapete” para ser juzgada y examinada en sus fundamentos) el primer paso para su

análisis es conducir la situación al esquema relativista para conocer qué posiciones han

sido activadas.

El conocer en Psicología es un problema complejo que debe ser entendido desde un

aporte relativista que brinde orientación sobre la presentación de este saber, bajo las

siguientes coordenadas: donde se invoca la Psicología, quien la demanda, como es

estructurada, que circuitos institucionales lo sostienen, cuál es la lógica de su

recepción y de su distribución. No es precisamente la Psicología una disciplina estable:

Numerosos juicios sobre su validez se ciernen, así como sobre sus relaciones con los

descubrimientos que provienen desde disciplinas vecinas epistémicas, como la

biología, la sociología. Descriptivamente, hay una soledad estructural en una Persona

tomada como unidad desde que asoma su punta al mundo hasta que desvanece su

vida, en una línea de tiempo que se desplaza en coordenadas espaciales, teniéndose a

sí mismo como referencia de anclaje permanente.

La Continuidad Existencial es un nivel de análisis que se sostiene en el fenómeno del

tiempo, por lo tanto inaccesible como continuidad para cualquier otro ya que es la

compañía un factor ocasional. La única constante para la Continuidad Existencial es su

soledad (no poética) sino estructural; esta soledad estructural de la CE hace que todo

lo que el otro tenga de CE es una versión parcial, son sólo parcialidades lo que

tenemos de la relación de compañía, de un modo inexorable. La presencia de CE es

todo un problema para la Psicología en tanto saber que quiere ser constituido sobre

CE, ya que se ha indicado que solo tenemos referencias parciales de CE y la relación de

conocimiento implica la objetivación del Sujeto hacia el Objeto, en este caso, de P2

hacia S, por la cuál el primero pretende determinar y luego someter a explicaciones y

comprensiones al segundo.

Al tomar a CE y a la compañía, con lo cuál P1 aborda un S1 y un S2, se dice que hay

encuentros y en estos se establece una relación, un “vivir con”, lo cuál se denomina

“historización” entre ambos. Cuando una persona está en una posición tal que es

objeto de una relación de conocimiento, y esta proviene de la Psicología Científica,

entonces estamos hablando de S: ejemplos de S son una persona que acude al

consultorio de un psicólogo clínico por problemas de ansiedad, una persona que es

evaluada mediante un test psicológico en una investigación de Psicología Cognitiva,

una persona que asiste a una entrevista de selección de personal; también toda

persona es parcialmente S1 cuando ve una publicidad donde el diseño tiene que ver

con el conocimiento de psicólogos o cuando se sube a un avión y los pilotos establecen

diálogos que fueron diseñados por psicólogos especialistas en disminución y

prevención de accidentes aéreos.

Se puede apreciar que S es la consecuencia del Conocimiento Psicológico

Institucionalizado, la creación de conocimientos sobre la Continuidad Existencial de las

personas. Así, S1 es la persona concreta que está siendo objetivada por el

conocimiento de P1, que es el profesional concreto que tiende la relación y actúa de

tal forma. Sin embargo, en todos los ejemplos presentados el Psicólogo está en

posición P1: P2 es la posición que define al Psicólogo que produce el conocimiento; por

ejemplo, un profesor en la facultad hablando de la escala de valores de las personas,

un libro de Sigmund Freud, el libro de Introducción a la Psicología. De la historización

se desprenden intercambios generales, pero también hay una relación de

conocimiento “ordinaria” por la cuál se decanta en S1 un conocimiento hacia S2 más

allá de que ni S1 ni S2 sean profesionales psicólogos (esa es la Doble Faz S1—S2/ CE).

Este conocimiento puede ser considerado amateur u ordinario, pero es sumamente

válido para ambos sujetos, quienes otorgan estabilidad y regularidad a propiedades del

otro, psicologizando al sujeto a través de los esquemas de traducción que como

sujetos establecen para categorizar lo que aparece del otro en su historización

conjunta.

CE1 y CE2 otorgan mente al otro y la van completando a medida que se historizan

entre los encuentros que van sosteniendo. A mayor historización, más completo el

sistema atribuido, se va enriqueciendo con el devenir de la historización, con la

cantidad de los encuentros aumenta el conocimiento y los valores por defecto y de

relleno van cediendo ante los eventos compartidos. A menor historización entre CE1—

CE2 mayor cantidad de valores puestos por defecto. Sin embargo, la mayor

historización no dice nada acerca de la “adecuación” de las traducciones, ni de su

pertinencia y menos, de su “validez”.

La validez es una cuestión de legitimación e ingresa a un campo epistemológico y de

matrices de verdad, por lo que podemos situar a la misma como una aspiración del

Sistema Social: lograr traducciones válidas de las personas. Válidas tiene aquí la

misma connotación que cualquier conocimiento científico de la época: traducciones

sistemáticas, confiables y eficaces.En consecuencia, como se señaló anteriormente,

existen CEs que profesionalizan la relación de conocimiento que CE entabla con otra

CE, en instituciones conocidas y legitimadas de Psicología, donde la relación de

conocimiento se distancia de la Psicología Ordinaria. Estos sujetos profesionalizan y

educan sus esquemas de traducción para convertirse en Psicólogos.

Los psicólogos se educan en las Instituciones de Psicología, que están sometidos a la

transmisión en Escuelas, donde por focalización y selección de fenómenos

considerados “de lo psicológico” o de “los eventos psicológicos”, se presentan

supuestos conocimientos de Psicología, que por provenir de Instituciones Psicológicas

pasan a ser considerados saberes de disciplina. En las Instituciones de Psicología (IP)

hay Psicólogos en la posición P2, que transmiten a sus alumnos u otros psicólogos los

conocimientos, bajo el respaldo del ámbito institucional. La legitimación que implica

ocupar ese lugar de poder es obtenida a través de reglas de acceso que corresponden

a lo estudiado en las propiedades de los campos sociales (Bourdieu, 1990).

P2 se nutre en su transmisión de saber de su propio paso por la institución en tanto

fue educado por otros Psicólogos en posición P2, que son aquellos que por fuera de las

IP actuales han escrito y publicado sus conocimientos, por ejemplo Alexander Luria fue

un neuropsicólogo de Kazán que en la actualidad es un P2 que puede retomar otro P2

que actualmente diserte en una cátedra de neuropsicología en una universidad

argentina. Un mismo psicólogo puede ocupar en su vida las 3 posiciones P en

temporalidades diferentes, y también S1 S2 y CE.

Lo importante para ser considerado dentro de alguna P es posicionarse en primer lugar

en relación de conocimiento frente a lo psicológico, estar legitimado para intervenir

de modo que la intervención implique la profesionalización de lo psicológico,

entendiendo y subrayando que esto es un hecho cultural/social e implica básicamente

otorgar regularidad y coherencia al otro mediante “caridad racional o sistemática” (la

famosa “caridad” de Davidson). ¿Por qué ‘caridad’? Porque la coherencia la otorga

CE1 en dirección a CE2. Que haya coherencia es un asunto de predictibilidad. Sin

embargo, no hay tanta ‘caridad’ como para llegar a ‘compasión racional’ por dos

motivos: Hay constitutivos estables y hay un sistema para detectar regularidades.

Juntos, hacen posibles la racionalidad otorgada. La posición P1 dispone que un

Psicólogo en tanto profesional ante S1S2, y la relación de conocimiento queda

generalmente propuesta como intervención profesional.

Así, cada conocimiento de Psicología debe ser enmarcado en qué posición de P se está

activando, ya que cada posición posee su lógica y sus reglas, y es útil intentar

comprender como de CE se llega a P3 y cuál es el sistema de producción de

conocimientos que permite a las Intervenciones Psicológicas las transmisiones de P2 y

de qué modo las implementa P1. Afirmamos que la Psicología en sentido amplio (más

allá del acto fundacional de Wundt) surge de la existencia del Individualismo

Metodológico, que significa la posibilidad de sostener como nivel de análisis la vida de

una persona en tanto continuidad desde que nace hasta que muere (su continuidad

existencial). El recurso metodológico de afirmar la Continuidad Existencial (CE) es la

constante presencia “en algún lado” (“Ser ahí”) de una persona, que incluye la soledad

estructural, la temporalidad que no es asequible a ningún otro observador, CE no está

“en compañía”.

Durante esta permanencia la Continuidad Existencial va formando acontecimientos de

modo espontáneo y adoptando diferentes direccionalidades en el procesamiento o

construcción del mundo y de otras Continuidades Existenciales. CE es una Unidad de

Gestación de Eventos Mentales, su distribución en el Tiempo permite la

Psicologización. Esta produce un sistema de explicación, por lo que se desprenden

varios niveles de análisis:

1) La CE permite que surjan caracterizaciones generales sobre las personas, a la vez

que prescripciones. A estas caracterizaciones generales anudadas de la vida en común

cultural de CE, transmitida mediante el lenguaje, le llamamos “Tematizaciones”. Son

ejemplos de tematizaciones: “Las nuevas modalidades de sexualidad”, “La violencia

familiar”, “La discriminación racial”, “la violencia contra el Medio Ambiente”.

2) La CE en tanto gestación de fenómenos captables bajo el marco del individualismo

metodológico, permite el surgimiento de observables, susceptibles de ser descriptos,

formalizados y cuantificados. Se da origen, de ésta forma, a la conducta.

3) La CE, en cuanto anudamiento de acontecimientos, permite la captación de

regularidades. La “caridad racional” le otorga coherencia a este “nudo de

acontecimientos”, engendrando el “sistema”. Esto, llevado a su conceptualización y

modelización, da origen a lo Mental, por lo que nos encontramos con sistemas

conceptuales que definen los elementos y relaciones de lo mental y producen

explicaciones

4) La CE permite tematizaciones conducta y mente, en estado de “abierto” a

prescripciones y explicaciones, en la época de la ciencia

CE

“Soledad Estructural”

S

P

Tematizaciones

Conducta

Mentalización

La diferencia más notable entre la CE y el nivel Mental es que la CE es la expresión

insondable de una vida humana, sobre la cual se ciernen múltiples relatos mientras

que el nivel mental es una posibilidad que surge de la relación de conocimiento y se

dirige hacia CE como explicación; quiere ganarse el lugar institucional de disciplina

reconocida, establece una relación del tipo “saber acerca de”. Se basa en una “caridad

cientifizante”.

Las posibilidades de conocimiento que se abren a las Escuelas de Psicología son tres:

por un lado, se abre la posibilidad de la conducta, la más sincrónica de las

posibilidades, objetivación fundamental que se cierne sobre S al modo de una

“intervención para organizar”. Es decir, teniendo en cuenta la diacronía de CE, y el

contenido particular de los acontecimientos que produce, la conducta es aquello que

mejor se ajusta a las exigencias prescriptas de explicación y menos tiene en cuenta el

carácter holístico davidsoniano de la continuidad existencial. De allí que su posibilidad

es la Intervención, de este modo el conocimiento en Psicología tiende una relación de

“intervención que organiza” al Sujeto en tanto emisor de conductas. La segunda

posibilidad es la creación de estructura, con surgimiento de lo mental o Aparato

Psíquico, aquello que es regular e invariante y presenta constitutivos, de los cuáles los

acontecimientos con contenidos son producciones, dando luz a una explicación que

define la existencia de un Espacio Interno, como órganos que en coordinación

funcionan, y un Espacio Externo, que ingresa a lo Interno y es procesado. Este Espacio

Externo, bajo la forma de Tematizaciones, es progresivamente metabolizado por los

constitutivos de la estructura mental

La tercer posibilidad es la comprensión, que toma lo holístico de la Continuidad

Existencial como un texto y su posibilidad es lograr una historización más o menos

completa, al estilo de una narratología (Duero, 2006). Se trataría de ‘acompañar una

historización’ que busca menos la explicación y más la completud del relato. Se le suele

cuestionar su eficacia, criterio que está más focalizado en las posibilidades

conductuales y mentales.

En las Escuelas de Psicología se aprecian a las tres posibilidades interactuando,

pasando en sus textos de un nivel a otro, a menudo con pretensiones de que el nivel

parcialmente abordado sea el definitivo, siendo que indefectiblemente se advierte que

se está realizando el pasaje de un nivel a otro. La experiencia cognoscente del

psiquismo, la notación psíquica, posee un máximo de imprevisibilidad, una apertura

literaria a múltiples voces y formaciones de conceptos que no dudamos en caracterizar

su “epistemología” como amplia y fronteriza. La pluralidad de conceptos y de orígenes

radica en el psiquismo como objeto: inasible, abierto, definido por oposición, expuesto

a su afirmación y a su negación. Sobre este fondo difuso, azaroso, emergente, casi sub-

simbólico, emergen pieles, vanidades, semblantes de ciencia que intentan asir el

psiquismo otorgándole lógicas y funcionamientos, “finalidades”, elementalismos,

sistemas, máscaras de conocimiento. Si bien todo conocimiento es un arreglo entre

humanos (demasiado humano), en Psicología la diferencia estriba en la represión

absoluta de su objeto fundante: casi podría decirse que actúa como un “objeto

causa”.

El psiquismo es en su origen una totalidad, una totalización, como tal, un absoluto. El

psiquismo es un imperativo de totalización de la persona para presentarla en cuanto

tal, un órgano total “dirigido hacia”, y por lo tanto, con sentido propio. Psiquismo

siempre fue totalidad: Alma, lo que da vida, lo que anima al cuerpo, compuesto de

provincias según Aristóteles, ordenadas jerárquicamente. Dividida en razón y

sentimientos, escindida del cuerpo según Descartes. Mente significó la razón positiva

aplicada a las provincias del alma, el órgano- dinamismo del psiquismo. En tanto

totalidad y persona, Psiquismo es un absoluto que impera sobre el conocimiento. Esta

posición es casi un extremo que genera su ‘contragolpe’ en la búsqueda de

constitutivos. Este texto asume así su carácter claramente dialéctico. La exposición de

la posición mentalista como caridad conlleva a la caridad cientifizante. No resulta de

extrañar que llegue ‘la venganza’ de los constitutivos. Lo estable, regular y mecánico

que conforma lo mental y le da cuerpo a la condición de imperativo absoluto a la que

podría llegar si se continuaba extremando la tensión hacia la persona como

regularidad inventada.

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