Introducción a las categorías para el análisis del conocimiento psicológico
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Introducción a las Categorías para el Análisis del Conocimiento en
Psicología
Julián Marino1, 2
1 Universidad Nacional de Córdoba, Laboratorio de Procesamiento de Neuroimágenes
2 Universidad de Granada (España), Grupo de Neurociencia Cognitiva
Este texto tiene por objetivo introducir progresivamente al estudiante al mundo donde
habitan los conceptos que pertenecen a la Psicología, para poder analizarlos y tener
herramientas para decidir acerca de cuestiones que son puestas en juego en la
formación de los Psicólogos, tales como su utilidad y su cientificidad. Numerosas veces
se menciona dentro de los corredores de la Psicología la irrelevancia o las carencias de
un concepto, cuando no de todo un sistema teórico en general, pero al conocer las
fundamentaciones que sostienen tales juicios, se encuentra que en realidad los
mismos son insostenibles si se asume otra posición o visión teórica- epistemológica.
Esto culmina en una especie de juego que denominamos de “elecciones de sabores de
helado” donde una teoría “gusta o no gusta”, del mismo modo que opera el gusto por
el dulce de leche o el chocolate en la decisión de tomar un tipo de helado u otro. Así,
parecería que elegir una teoría tendría más que ver con una decisión apetitiva por
encima de una fundamentación racional y pragmático- científica. A menudo ocurre
que las fundamentaciones referidas son tan parciales y relativas como el modelo
teórico escogido: Por ejemplo, las acusaciones de Mario Bunge contra el psicoanálisis
tienen una estructura tan simple que cualquier psicoanalista medianamente formado
podría refutarlas sin ningún impedimento, ya que en sus fuertes críticas desestima los
desarrollos posteriores a Freud, como los trabajos de Lacan sobre lo simbólico,
imaginario y real en tanto coordenadas donde situar la experiencia psicoanalítica, o los
postulados de Donald Davidson (Davidson, 1994) sobre la historización compartida
necesaria para conocer un acto psíquico .
Así, también se leen trabajos de psicoanalistas cayendo en simplificaciones excesivas
sobre los desarrollos de las neurociencias en psicología, tratándolas como simple
vinculaciones entre cerebro y funciones mentales, siendo que la neuropsicología
cognitiva ha alcanzado niveles de producción que superan en complejidad tales
visiones simplistas, como los desarrollos que relacionan la producción de
Neuroimágenes con procesos sumamente sutiles como la regulación emocional en
niños que han sido abandonados a temprana edad (Eluvathingal et al., 2006).
La descalificación por desconocimiento es una constante en la situación que se
denomina “de Escuelas” en Psicología y puede causar disputas que alcanzan la misma
sociología y filosofía política, tal como aconteciera en nuestro país en los años setenta
del siglo veinte, donde, por ejemplo, en el congreso de San Luis de 1974 se tilda a los
conductistas de personas vinculadas con el capitalismo y el imperialismo
norteamericano. La situación de Escuelas en Psicología está íntimamente relacionada
con el trasfondo filosófico de sus cuerpos conceptuales. Esto no solo describe que la
psicología es hija de la filosofía, como bastantes otras ciencias, sino que los conceptos
que derivaron en mentalizaciones de la Psicología son filosóficos. Y entonces hay una
cuestión de principios fundacionales que hacen que nuestra ciencia tenga los mismos a
prioris que la filosofía.
Introducir categorías que permitan analizar lo que denominamos “vida de los
conceptos” en Psicología requiere de un atravesamiento de múltiples niveles. En
primer lugar, la vida del concepto es su uso, es decir, cuando el psicólogo concreto, de
carne y hueso, hace teorías, reflexiona epistemológicamente y trabaja de psicólogo,
sosteniendo su práctica mediante la mediación conceptual. Le llamábamos Posición 1,
o P1.
El concepto “en vida” se transmite, circula y se produce en instituciones, en el sentido
tanto sociológico como jurídico del término. De allí que su vida es relativa a diferentes
posiciones dentro de la vida social. Distinguimos en ese marco al concepto cuando:
1) es juzgado epistemológicamente
2) es utilizado dentro de un sistema, formando parte de un marco teórico
3) se activa en la práctica de un psicólogo
Esto nos acerca a pensar que la producción de conocimientos en psicología se puede
evaluar mediante dos criterios básicos:
1. Su valor pragmático, definido por los usos concretos que un sistema social les
da
2. Su valor descriptivo, es decir, los mapeos que presenta de su objeto en estudio
y de qué manera lo vuelven más accesible a las formas de entendimiento y
manipulación
Estos criterios proceden de dos exigencias básicas que recaen sobre cualquier ciencia,
la técnica y la cognitiva. El problema de la exigencia técnica se tratará de forma más
profunda en los siguientes capítulos; el problema de la exigencia descriptiva es la guía
del presente. Varela, Thompson y Rosch (2005) han resaltado que los problemas que
tienen los conceptos psicológicos es adquirir plausibilidad “experiencial”, al señalar
como las ciencias cognitivas, en la producción de sus conocimientos, se centran en la
operatoria mental descuidando la experiencia personal vivencial. El problema de estas
críticas es que se basan en una psicología cognitiva que ya no subsiste. Eso es muy
frecuente en países que tienden a recibir conocimientos y sistemas más que a
producirlos: Atrasan al menos veinte años. Varios cuestionamientos a la psicología
cognitiva, y a las neurociencias cognitivas, provienen de los conceptos que se sostenían
en sus orígenes. El CPI demanda una actualización permanente, que resulta más
plausible mediante la lectura de artículos de revistas científicas indexadas que de libros
cuya traducción promete años de invalorable pérdida de sentido histórico.
Los autores mencionados antes extienden este problema a la psicología científica en su
totalidad, diciendo que se genera una polaridad entre atender a rigurosos problemas
teóricos o centrarse en las vivencias corpóreas de una persona que está viviendo,
provocando una distancia sumamente peculiar entre las descripciones sobre un tipo de
objeto de estudio y el mismo objeto que es estudiado. De esta distancia, obviamente,
solo pueden quejarse los humanos, ya que los pertinentes a otras disciplinas, como las
personas centradas en el estudio de las plantas o los astros, difícilmente puedan
quejarse de la falta de plausibilidad experiencial de las modelizaciones que sobre ellos
se ciernen.
Estos autores rastrean los orígenes de esta polaridad hasta las bases filosóficas de
occidente, considerando que es Descartes quien formula explícitamente el problema al
incluir la distinción mente- cuerpo en la base de las preguntas sobre qué es el
conocimiento y quién es el que conoce. Luego, los autores pasan a rever los aportes de
la fenomenología y su “fracaso” para recuperar al sujeto que conoce como parte del
conocimiento mismo y, finalmente, en su primer capítulo, sostienen que esto ha sido
arrastrado hasta los desarrollos actuales de las ciencias cognitivas, donde hay una
mente sin cuerpo presente alguno, es decir, una psicología sin persona. Se reitera que
se trata de una crítica muy valiosa en los años ochenta, cuando el sistema cognitivo era
un solucionador de problemas análogo a un ordenador. La tecnología, con las
Imágenes por Tensores de Difusión (Leemans, 2009), el proyecto Conectoma Humano
(Sporns, Chialvo, Kaiser, & Hilgetag, 2004) y las imágenes funcionales (Mitchell,
Johnson, Raye, & D’Esposito, 2000) han cambiado radicalmente la situación.
Luego consideran que la psicología occidental se puede beneficiar de los aportes del
budismo Manhyata, y continúan sus desarrollos en tal dirección, intentando una
interesante articulación que podría retomar los lineamientos lanzados por Merleau
Ponty y los posteriores teóricos de la enacción. Más allá de los intereses particulares
del ensayo de Varela, Thompson y Rosch, y las acotaciones de actualización que hemos
realizado, se destaca que ponen al descubierto una problemática bastante común en la
organización de la enseñanza de conceptos de Psicología, a la que denominaremos
“plausibilidad psicológica” de sus postulados. La plausibilidad psicológica remite a la
exigencia descriptiva de esta ciencia, y define cierta circularidad en su planteo, es
decir, que sea psicológicamente creíble para su objeto de estudio. Significa que CE le
crea a P1 cuando lo convierte en S.
Es interesante rastrear el origen y las bases de la pregunta por la plausibilidad
psicológica, puesto que coloca al descubierto la pregunta original de la Psicología y su
relación con las exigencias científicas contemporáneas. Se entenderá por plausibilidad
psicológica a la cercanía o articulación que realiza un lector entre conocimientos
psicológicos “oficiales” o institucionalizados y la activación de experiencias vivenciales
que “anclan” o examinan fenomenológicamente sus asertos. Dicho de otra manera,
plausibilidad psicológica es el valor de “captación” o ‘reconocimiento’ que tienen los
conocimientos psicológicos (P2) propuestos para un lector epistémicamente
pertinente (P3).
La pregunta por la plausibilidad psicológica provoca una herida a la Psicología misma.
Como se señaló anteriormente, es una exigencia que le es única como ciencia, y remite
a que el lector mismo es objeto de estudio (CE) y lee con la experiencia de su vida lo
que se está ofreciendo como concepto. Cuando la Psicología se va alejando de la
posibilidad de abrir al lector su experiencia los conceptos (S) que son vertidos,
entonces este (P3/CE) puede juzgar que va perdiendo su condición de psicología. Se
trata de una paradoja que remite a la pregunta esencial: ¿Qué es la Psicología? Las
respuestas presentan condiciones de Escuela, es decir, diferentes principios fundantes
para elaborar una respuesta. Son estas, por cierto, síntesis filosóficas que
desencadenan diferentes formas de amalgamar fases conceptuales y fases empíricas,
que significa conceptos y datos (Samaja, 1994).
Surgen las escuelas de Psicología como parcializaciones de un universal abstracto: la
Psicología. Las escuelas son concretizaciones particulares que desencadenan prácticas
concretas, mientras que la Psicología queda como un universal a conquistar. Entre las
escuelas hay luchas que tienen componentes epistemológicos, metodológicos y
filosóficos, pero también consecuencias institucionales tan concretas como la
elaboración de planes de estudio, financiación de programas de investigación y
priorizaciones de las agendas temáticas. Sin embargo, más allá de las distinciones
particulares “de escuela” todas pretenden establecer una relación de conocimiento en
un dominio haciéndose llamar Psicología. Esto, que actúa como un acuerdo básico,
establece reglas de combate y condiciona toda posibilidad de enfrentar la polaridad
mencionada en la plausibilidad psicológica, ya que producir conocimiento es un acto
de universalización que aspira a posicionarse como producción de representaciones
legítimas en un sistema social dado (Samaja, 1994): Entonces, la consideración de la
experiencia personal va a ser abordada por cualquier particularidad que pretenda “ser
Psicología” bajo tal principio.
Para Varela et al. este razonamiento conduce al problema de la circularidad reflexiva,
porque queda en evidencia la concepción del conocer que tiene quien formula esta
“aporía” y subyace allí la explicación de porque su trabajo continúa con las teorías de
la enacción y con un examen crítico de las posiciones tradicionales epistémicas. Sus
aportes condujeron a las actuales concepciones de la cognición corporizada, o
‘embodiment’ (Clark, 2008). Las neurociencias cognitivas han reunido las concepciones
de la cognición corporizada sin mayores dificultades. En nuestro trabajo se considera
que puede ser de utilidad presentar un esquema que represente las relaciones y
posiciones que quedan definidas cuando se presenta un conocimiento como propio de
la Psicología. Se dice “de la psicología” por cuanto las relaciones de conocimiento
pueden tener estructuras en común más allá de la ciencia de que se trate, pero hay
aspectos que son particulares de cada una, y van siendo condicionadas por lo que
tradicionalmente se conoce como su “objeto de estudio”.
No es lo mismo tender una relación de conocimiento sobre la estructura de los
materiales, o sobre las configuraciones astrales que sobre la mente, conducta o
psiquismo humano. Una relación de conocimiento tendida en Psicología tiene la
particularidad que se tiende sobre la mencionada CE, es decir, sobre un objeto
“abierto” que se va conformando con la historia de una persona: La Psicología tiene
que determinar científicamente a la persona, hacerla su objeto, pero la persona se
extiende en el tiempo, desde su nacimiento hasta su muerte, en una soledad que le es
propia a sus coordenadas de tiempo y espacio. A esa historia fechable la hace sujeto, y
como tal, objeto de sus teorías, que se distribuyen como marcos teóricos en las
instituciones que corresponden a nuestro sistema social: libros, universidades,
cátedras, seminarios, tesis de maestría y doctorales.
Este es el esquema donde debe ser situado el conocimiento en Psicología:
Los elementos del esquema son:
CE: Continuidad Existencial
S1, S2: El Objeto de Conocimiento en psicología, el sujeto
P1, P2, P3: Posiciones de la psicología en relación al conocimiento
(S: CE) relación entre objeto formalizado por la Psicología y fenomenología de la
persona
S2: la intersubjetividad en S1; la potencialidad vincular de cualquier CE
P1: el Psicólogo y sus esquemas de traducción educados frente a S1
Continuidad
Existencial
(CE)
S PX
S1-------S2
P1
P2
P3: la “Vigilancia Epistemológica”
sobre P2
CPI
P2: es un Autor que nutre a P1 y permite la institucionalización. Legitima actos como
de conocimiento e instaura la disciplina Psicología: esta posición encuentra a S bajo su
modelización; es mentalizadora
P3: el epistemólogo de P1 y P2
CPI: define el conocimiento psicológico institucionalizado: este conocimiento está
estructurado por la racionalidad científica
A este esquema lo denominamos de tipo “relativista” ya que entiende que la relación
de conocimiento es un proceso dinámico que va activando posiciones, y con ello
perspectivas, y que cada activación determina un punto desde el cuál las posiciones
restantes se deben ver en perspectiva a la que resulta activada. Al decir “Esquema de
Análisis de Conocimientos en Psicología” damos por supuesto que hay Psicología y que
puede haber conocimiento de tal; ahora, si hay una pregunta por el origen de la
posibilidad de conocer, nos conducimos provisoriamente a que la especie humana
tiene la posibilidad de “tender una mirada hacia el mundo” tal que esa mirada
engendra a la vez un objeto pasible de ser conocido y sobre él mismo como sujeto del
objeto que conoce (reflexividad), y que esa mirada pasa a ser denominada relación de
conocimiento, que agrega a la mera palabra “mirada” el ingreso a una dimensión con
pretensiones de universalización (Hume, 2013), es decir “mirada válida para cualquier
otro” que supone operaciones controladas y disciplinadas, concretamente, no se
puede afirmar ‘cualquier cosa’ sino aquello que se sostenga con evidencias, que
significa, disponibles para cualquier otro con las competencias suficientes. Hay una
mirada epistémica del hombre hacia el mundo, y el hombre, como parte del mundo,
también quedó sujeto de esa mirada.
Entonces, es posible preguntarnos por las condiciones que hicieron posible la
existencia de la pregunta psicológica, sea cuál fuese la matriz epistémica que la
“acompañe” en cada momento, y ahí se podría presentar la hipotética existencia de
una mirada que tiene su dirección “hacia el otro de la misma especie” en tanto “es y
está constituido como”. Provisoriamente llamamos a esta mirada como “pretensión
psicologizante”, es decir, dotar de constitutivos al otro que es mirado en tanto está
“constituido como” y “en eso es diferente”. Esas serían las claves estructurales de la
pregunta psicológica original:
“hacia el otro de la misma especie” “es y está constituido como”= “pretensión
psicologizante”
La relación de conocimiento, en sentido clásico, se tiende engendrando un sujeto y un
objeto, dando lugar a un proceso de transferencia de operaciones que del sujeto al
objeto generan la objetivación (Samaja, 1994), que a su vez posee características,
como la determinación, la focalización y la selección. Esas operaciones describen la
producción de conocimientos de tipo científico. Es capacidad del ser humano tender
relaciones de conocimiento y organizarlas en función de patrones de época, a las que
se denomina “racionalidades históricas” o “matrices epistémicas”. En el sistema social
contemporáneo occidental, de carácter dominante en la civilización mundial, la
pretensión psicologizante se encuentra bajo el control de la racionalidad científica,
cuyas características fueron prefigurándose en los sistemas filosóficos de la
modernidad. Esto genera que, dada la existencia de la psicología como ciencia,
convivan la mirada psicologizante controlada por la racionalidad científica y la “mirada
hacia el otro en tanto es y está constituido” espontánea y ordinaria, que rescata la
pregunta originaria por el ser y la constitución del otro y que no ha vivenciado los
procesos de disciplinamiento de la racionalidad científica. Subyace ahí la distinción
propuesta en el esquema relativista entre una psicologización entre continuidades
existenciales y otra bajo la mirada de un psicólogo sobre su objeto, es decir, la mirada
que engendra un sujeto.
Las racionalizaciones sistemáticas de las pretensiones psicologizantes son sumamente
variadas y atraviesan gran parte de la historia de la filosofía clásica y reúnen
numerosos autores y escuelas. Sin embargo, más allá de tal diversidad, la
psicologización proviene de la creación de un alma, es decir, que hay “algo que anima
el cuerpo” (Mora, 2001), que existen diferencias entre las personas y que la
observación de las personas presenta regularidades. Esta “herencia del alma” sitúa la
pretensión psicologizante también bajo el dominio de los sistemas filosóficos antiguos:
En el pasaje de la racionalidad filosófica a la racionalidad científica, sobre la pretensión
psicologizante, hubo un cambio de mando.
La pretensión psicologizante ordinaria es propiedad de todos los seres humanos, se
denomina ‘theory of mind’ (Baron-Cohen, Leslie, & Frith, 1985) y engendra
representaciones acerca del otro y de sí mismo, mediando la empatía, la
intencionalidad, las atribuciones, en conjunto, la mentalización del otro. Las personas
actúan como sistemas personales de absorción social de representaciones sociales, la
conformación de las mismas está influenciada por las significaciones que se distribuyen
en el seno de una cultura, y es la sociología del conocimiento la que intenta
comprender los procesos por los cuáles las significaciones culturales son absorbidas
por los individuos y son reproducidas en sus interacciones (Berger & Luckmann, 1991).
De nuestro interés contemporáneo es la mirada psicologizante con pretensión
científica que asume la tarea de construir representaciones científicas acerca de quién
es objeto de la mirada de conocimiento (‘bajo la mirada’ de Sartre), conformando la
racionalidad que puede ser asequible a las operaciones científicas prescriptas por la
epistemología contemporánea.
De este modo, se tiende la relación de conocimiento en Psicología, quedando definidas
diferentes Posiciones, las cuáles no equivalen a personas concretas, sino que una
persona puede al mismo tiempo ocupar varias de estas posiciones: Son lógicas y se
definen dentro de la constitución de un modelo de Psicología como campo académico.
Se puede entender que las Posiciones conforman el modelo donde “habitan los
conceptos de la Psicología”, y que es en relación a las posiciones donde los conceptos
deben ser analizados. Se repite esta frase: Es en relación a las posiciones que define el
esquema relativista de la Psicología donde los conceptos psicológicos deben ser
analizados.
S (Sujeto) es la primera posición, y se define como el objeto de estudio que formaliza
cada escuela de la Psicología. S está anudado con la mirada hacia el otro tiende P1
luego de su formación como P2. S se relaciona con Continuidad Existencial en un
vínculo que deja abierta la posibilidad de que el psicólogo construya a S desde su
experiencia en el mundo de la vida.
Poner bajo la mirada el objeto permite disponerlo a la ‘agresividad’ penetrante del
conocimiento que pugna por el saber manipulativo. La mirada hacia el otro bajo una
relación de conocimiento organiza la voluntad de poder sobre las cosas. Se genera la
técnica sobre CE, ahora S.
S significa, como objeto de estudio, una construcción académica bajo la mirada
psicologizante de la racionalidad científica que adopta una escuela de Psicología, sin
embargo, se rastrea que el origen de tal mirada recae en la mirada hacia el otro que
dio origen a los estudios sobre el Alma y por lo tanto en S también está la soledad
estructural del otro, que es Persona y por lo tanto existe con continuidad, nace y
muere. El modelo que se construye sobre S, en tanto objeto de estudio es formal y se
construye mediante significaciones compartidas y está anudado a la captación de las
personas bajo la dirección de la pregunta que psicologiza. Sujeto indica la presencia de
regularidades y estructuras correspondientes a la objetivación que el Psicólogo
produce en CE, guiado por la racionalidad científica y sus métodos. De allí que si
hablamos de Sujeto hablamos del sujeto que es conocido, y no por cualquier camino,
sino por el camino de la racionalidad científica. De allí que le llamemos Sujeto del
Conocimiento Científico. Esta pregunta, que psicologiza, construye respuestas que
conforman representaciones teóricas. Estas configuraciones representacionales
contienen pilares argumentativos apriorísticos.
En el Esquema Relativista se utilizó la nomenclatura S1 y S2, ¿por qué utilizamos Sujeto
1 y Sujeto 2?
En el esquema, S está distribuido en S1 y S2, ilustrando que S como objeto anudado a
la captación de la persona (CE), lo hace en un mundo donde hay otros, por lo tanto la
captación es de otro entre otros, tendiendo una relación hacia otros, de allí que la
constitución del objeto psicologizante es S distribuido en S1 S2. Esto permite
comprender que muchos de los conceptos que se tienden sobre S tienen un carácter
“relacional”, que significa que los constitutivos mentales incluyen la interpenetración
con otros y el mundo. ‘Theory of Mind’ es uno de los conceptos más claros al respecto.
Solo el denominado individualismo metodológico puede considerar a S como S sin
relación a S2; el Esquema Relativista que proponemos significa que S2 implica la
inclusión de S1 en su dirección a otro y el mundo.
La siguiente posición (P2) del conocimiento psicológico es la que formaliza a S creando
el Conocimiento Psicológico Institucionalizado (CPI). Es una posición académica,
institucionalizada, representada por la creación de textos, de cátedras, de centros de
investigación, de laboratorios: se encuentra en la producción de conocimientos y
concretizada en autores institucionalmente legitimados. En esta posición, se formaliza
S, y permite la educación de las representaciones de P1 para que en su devenir
institucional formal pueda acceder a las prácticas racionalmente legitimadas de la
psicología, instituyendo la acción de P1. Es P1 quien en su accionar concreto, en sus
prácticas concretas bajo la formalización de CE constituye a S1 en dirección a S2. Las
prácticas de P1 retroalimentan a P2 sometiendo a revisión las representaciones sobre
S1 S2, lo cual constituye una reformulación de S.
A la captación que originalmente se anuda a la formalización de S y permite la mirada
psicologizante se le denomina continuidad o corriente existencial (CE), y es el correlato
concreto de la persona formalizada en S y objeto de prácticas de P1. Es la persona
como tal, bajo las coordenadas espacio temporales del mundo, es la que nace y
muere y está en un sitio. Es la experiencia a la que buscan acceder las modalidades de
conocimiento vivenciales. Está en un bar, en una oficina, en la calle, junto a un río.
Toda relación entre personas, o CE, está mediatizada por la metáfora de “esquemas de
traducción” (Davidson, 1998), lo cuál permite establecer que en toda mirada hacia el
otro, hay una pretensión de psicologización, que más allá de su condición de científica
o no, consiste en una traducción: el otro, como manifestación, es “sometido a código”
por el que conoce (comprende y explica) y traduce su “estar con” en una historización
básica, que posee, como fin, una caridad racional por la cual “el otro” queda explicado.
Se dice traducción porque el acontecer de una persona es traducido a los esquemas
del otro que quiere mentalizar, y la inteligibilidad que le otorga es su propia
inteligibilidad.
La continuidad de la persona que existe es codificada y así traducida por una
continuidad existencial que lanza su mirada de comprensión y explicación. De esa
forma, por traducción, se mentaliza. Mentalizar es dotar de sistema a otro: por lo
tanto, hay nudos en su historia, y una finalidad que lo metaxuexplica (explicación
teleológica). Cuando se mencionó anteriormente a la pretensión psicologizante, a las
doctrinas del alma y a la psicología ordinaria, todas son formas de mentalizar, pero no
todas son formas científicas de hacerlo. Traducción implica que hay un código 1
lanzado a conocer CE, que ha formado un código 2, y que la naturaleza y constitución
de tales códigos pueden rastrearse en el horizonte de lo existencial de la continuidad,
que define encadenamientos históricos de la persona que ha nacido y está en el
tiempo. Esto no implica caer en el solipsismo, porque las CE pertenecen a un mundo
de significaciones compartidas. La distancia que provocan las traducciones no proviene
de la imposibilidad de “significar con”, sino de la relativa inaccesibilidad del contenido
concreto del acontecer mental.
El acto de traducción comprende tanto el conocimiento que puede realizarse de CE,
incluyendo la relación CE - CE como de P1 a S1- S2; así, se puede afirmar que P2 es la
posición que permite la educación de los esquemas de traducción de P para que en
P1 pueda realizar traducciones bajo representaciones científicas que modelizan
legítimamente a S1---S2. Se utiliza la palabra esquemas acompañando a traducción
para establecer la regularidad y estabilidad relativa de las traducciones, definiendo que
hay constitutivos que limitan la posibilidad de que las traducciones sean infinitas,
contingentes o inclasificables.
Tanto en CE como en P1 hay esquemas de traducción: los esquemas de traducción de
CE a CE se denominan esquemas de traducción ordinarios, mientras que los esquemas
de traducción de P1 a S1--- S2 son esquemas de traducción educados, bajo la
construcción de representaciones controladas por la matriz epistémica del sistema
social que regula sus relaciones de conocimiento bajo la racionalidad científica. A la
posición que vela por el cumplimento de que P2 realiza las prescripciones
epistemológicas adecuadas le denominamos Posición 3 (P3). Su posición es la del
ejercicio de la Vigilancia Epistemológica, y, como en las restantes posiciones del
esquema, no debe ser asociada a personas en particular, sino que es la posición que
reflexiona y controla la producción de conocimientos desde las exigencias de
pertenecer a la producción científica.
De allí que si vemos en P2 una organización institucional relacionada con la situación
de escuelas de la Psicología, en la P3 vamos a encontrar exigencias y entendimientos
paradigmáticos transdisciplinares, que incluyen concepciones acerca de lo científico en
general, y explican las alianzas que en P2 se pueden apreciar entre conocimientos
psicológicos y provenientes de otras disciplinas. En otras palabras, P3 es la reflexión
que realiza P2 sobre la actividad en tanto perteneciente a la ciencia. Recordemos que
la consolidación del CPI está determinada por la relación de conocimiento que P2
establece dentro de los límites trazados por P3: Este camino va de CE a S y de allí a
determinar el encuentro entre P1 y S1S2.
La continuidad existencial permite que “persona” se distribuya en el tiempo, esté en el
tiempo, por lo tanto, si hay una mirada sobre el otro y hay una captación de la
persona, está persona “viene”, “está situada” en el tiempo. De esa forma, las
regularidades sobre las que lanza su pretensión de conocimiento la aspiración
psicologizante científica, son regularidades que pueden o no captar al tiempo como
constitutivo. De allí que la psicologización se relaciona con constitutivos que pueden
tener una constitución temporalmente significativa, por lo tanto, si hay
acontecimientos que son tomados por P1 para traducir a S1S2, existe una restricción
que impone que los contenidos de los acontecimientos mentales son temporalmente
fechables. De allí que continuidad existencial remite también a contenidos “a
psicologizar” con constitutivos fechables y “anudados” con el tiempo. Surge la
diacronía de la persona, la experiencia corpórea sobre la cuál se plasma la estructura
de captación S1 S2. La temporalidad constitutiva de las personas es una de las
mayores generadoras de impotencia en la Psicología que se pretende tan científica
como otras ciencias. El “estado de abierto” de los sistemas que pretende estudiar la
psicología tiene la materialidad de su apertura en que sus productos se desplazan con
el tiempo.
Historización y Caridad Racional
Esta primera etapa permite afirmar que toda vez que se analice un conocimiento en
Psicología debe ser considerado en el marco del esquema relativista que se propone,
de modo que los juicios emitidos por cualquier P puedan ser comprendidos dentro de
la lógica que compete a cada una de las posiciones. Por ejemplo, no es posible juzgar
del mismo modo, en tanto conocimientos, las afirmaciones que P1 hace a su paciente
(S) luego de que este rompa en llantos en una sesión de terapia psicoanalítica de
orientación lacaniana, que las afirmaciones que se realizan en una clase donde P2
presenta el concepto de Sujeto de la Psicología Modular Transformacional, ya que la
participación de los Esquemas de Traducción es diferente, los niveles de activación de
las prescripciones son diferentes y también es muy distinta la posibilidad de exigirle a
la presentación que lo haga “como sistema”. En el primer caso, P1 está operando
sobre S1 S2, interviniendo mediante los supuestos teóricos que internalizó en su
educación en P2; en el segundo, hay una exposición en situación P2, tal que S se va
constituyendo bajo prescripciones y fórmulas. Cada vez que el CPI está “en juego” (y
esto lo afirmamos porque la Psicología está ‘en juego’, en análisis, puesta “sobre el
tapete” para ser juzgada y examinada en sus fundamentos) el primer paso para su
análisis es conducir la situación al esquema relativista para conocer qué posiciones han
sido activadas.
El conocer en Psicología es un problema complejo que debe ser entendido desde un
aporte relativista que brinde orientación sobre la presentación de este saber, bajo las
siguientes coordenadas: donde se invoca la Psicología, quien la demanda, como es
estructurada, que circuitos institucionales lo sostienen, cuál es la lógica de su
recepción y de su distribución. No es precisamente la Psicología una disciplina estable:
Numerosos juicios sobre su validez se ciernen, así como sobre sus relaciones con los
descubrimientos que provienen desde disciplinas vecinas epistémicas, como la
biología, la sociología. Descriptivamente, hay una soledad estructural en una Persona
tomada como unidad desde que asoma su punta al mundo hasta que desvanece su
vida, en una línea de tiempo que se desplaza en coordenadas espaciales, teniéndose a
sí mismo como referencia de anclaje permanente.
La Continuidad Existencial es un nivel de análisis que se sostiene en el fenómeno del
tiempo, por lo tanto inaccesible como continuidad para cualquier otro ya que es la
compañía un factor ocasional. La única constante para la Continuidad Existencial es su
soledad (no poética) sino estructural; esta soledad estructural de la CE hace que todo
lo que el otro tenga de CE es una versión parcial, son sólo parcialidades lo que
tenemos de la relación de compañía, de un modo inexorable. La presencia de CE es
todo un problema para la Psicología en tanto saber que quiere ser constituido sobre
CE, ya que se ha indicado que solo tenemos referencias parciales de CE y la relación de
conocimiento implica la objetivación del Sujeto hacia el Objeto, en este caso, de P2
hacia S, por la cuál el primero pretende determinar y luego someter a explicaciones y
comprensiones al segundo.
Al tomar a CE y a la compañía, con lo cuál P1 aborda un S1 y un S2, se dice que hay
encuentros y en estos se establece una relación, un “vivir con”, lo cuál se denomina
“historización” entre ambos. Cuando una persona está en una posición tal que es
objeto de una relación de conocimiento, y esta proviene de la Psicología Científica,
entonces estamos hablando de S: ejemplos de S son una persona que acude al
consultorio de un psicólogo clínico por problemas de ansiedad, una persona que es
evaluada mediante un test psicológico en una investigación de Psicología Cognitiva,
una persona que asiste a una entrevista de selección de personal; también toda
persona es parcialmente S1 cuando ve una publicidad donde el diseño tiene que ver
con el conocimiento de psicólogos o cuando se sube a un avión y los pilotos establecen
diálogos que fueron diseñados por psicólogos especialistas en disminución y
prevención de accidentes aéreos.
Se puede apreciar que S es la consecuencia del Conocimiento Psicológico
Institucionalizado, la creación de conocimientos sobre la Continuidad Existencial de las
personas. Así, S1 es la persona concreta que está siendo objetivada por el
conocimiento de P1, que es el profesional concreto que tiende la relación y actúa de
tal forma. Sin embargo, en todos los ejemplos presentados el Psicólogo está en
posición P1: P2 es la posición que define al Psicólogo que produce el conocimiento; por
ejemplo, un profesor en la facultad hablando de la escala de valores de las personas,
un libro de Sigmund Freud, el libro de Introducción a la Psicología. De la historización
se desprenden intercambios generales, pero también hay una relación de
conocimiento “ordinaria” por la cuál se decanta en S1 un conocimiento hacia S2 más
allá de que ni S1 ni S2 sean profesionales psicólogos (esa es la Doble Faz S1—S2/ CE).
Este conocimiento puede ser considerado amateur u ordinario, pero es sumamente
válido para ambos sujetos, quienes otorgan estabilidad y regularidad a propiedades del
otro, psicologizando al sujeto a través de los esquemas de traducción que como
sujetos establecen para categorizar lo que aparece del otro en su historización
conjunta.
CE1 y CE2 otorgan mente al otro y la van completando a medida que se historizan
entre los encuentros que van sosteniendo. A mayor historización, más completo el
sistema atribuido, se va enriqueciendo con el devenir de la historización, con la
cantidad de los encuentros aumenta el conocimiento y los valores por defecto y de
relleno van cediendo ante los eventos compartidos. A menor historización entre CE1—
CE2 mayor cantidad de valores puestos por defecto. Sin embargo, la mayor
historización no dice nada acerca de la “adecuación” de las traducciones, ni de su
pertinencia y menos, de su “validez”.
La validez es una cuestión de legitimación e ingresa a un campo epistemológico y de
matrices de verdad, por lo que podemos situar a la misma como una aspiración del
Sistema Social: lograr traducciones válidas de las personas. Válidas tiene aquí la
misma connotación que cualquier conocimiento científico de la época: traducciones
sistemáticas, confiables y eficaces.En consecuencia, como se señaló anteriormente,
existen CEs que profesionalizan la relación de conocimiento que CE entabla con otra
CE, en instituciones conocidas y legitimadas de Psicología, donde la relación de
conocimiento se distancia de la Psicología Ordinaria. Estos sujetos profesionalizan y
educan sus esquemas de traducción para convertirse en Psicólogos.
Los psicólogos se educan en las Instituciones de Psicología, que están sometidos a la
transmisión en Escuelas, donde por focalización y selección de fenómenos
considerados “de lo psicológico” o de “los eventos psicológicos”, se presentan
supuestos conocimientos de Psicología, que por provenir de Instituciones Psicológicas
pasan a ser considerados saberes de disciplina. En las Instituciones de Psicología (IP)
hay Psicólogos en la posición P2, que transmiten a sus alumnos u otros psicólogos los
conocimientos, bajo el respaldo del ámbito institucional. La legitimación que implica
ocupar ese lugar de poder es obtenida a través de reglas de acceso que corresponden
a lo estudiado en las propiedades de los campos sociales (Bourdieu, 1990).
P2 se nutre en su transmisión de saber de su propio paso por la institución en tanto
fue educado por otros Psicólogos en posición P2, que son aquellos que por fuera de las
IP actuales han escrito y publicado sus conocimientos, por ejemplo Alexander Luria fue
un neuropsicólogo de Kazán que en la actualidad es un P2 que puede retomar otro P2
que actualmente diserte en una cátedra de neuropsicología en una universidad
argentina. Un mismo psicólogo puede ocupar en su vida las 3 posiciones P en
temporalidades diferentes, y también S1 S2 y CE.
Lo importante para ser considerado dentro de alguna P es posicionarse en primer lugar
en relación de conocimiento frente a lo psicológico, estar legitimado para intervenir
de modo que la intervención implique la profesionalización de lo psicológico,
entendiendo y subrayando que esto es un hecho cultural/social e implica básicamente
otorgar regularidad y coherencia al otro mediante “caridad racional o sistemática” (la
famosa “caridad” de Davidson). ¿Por qué ‘caridad’? Porque la coherencia la otorga
CE1 en dirección a CE2. Que haya coherencia es un asunto de predictibilidad. Sin
embargo, no hay tanta ‘caridad’ como para llegar a ‘compasión racional’ por dos
motivos: Hay constitutivos estables y hay un sistema para detectar regularidades.
Juntos, hacen posibles la racionalidad otorgada. La posición P1 dispone que un
Psicólogo en tanto profesional ante S1S2, y la relación de conocimiento queda
generalmente propuesta como intervención profesional.
Así, cada conocimiento de Psicología debe ser enmarcado en qué posición de P se está
activando, ya que cada posición posee su lógica y sus reglas, y es útil intentar
comprender como de CE se llega a P3 y cuál es el sistema de producción de
conocimientos que permite a las Intervenciones Psicológicas las transmisiones de P2 y
de qué modo las implementa P1. Afirmamos que la Psicología en sentido amplio (más
allá del acto fundacional de Wundt) surge de la existencia del Individualismo
Metodológico, que significa la posibilidad de sostener como nivel de análisis la vida de
una persona en tanto continuidad desde que nace hasta que muere (su continuidad
existencial). El recurso metodológico de afirmar la Continuidad Existencial (CE) es la
constante presencia “en algún lado” (“Ser ahí”) de una persona, que incluye la soledad
estructural, la temporalidad que no es asequible a ningún otro observador, CE no está
“en compañía”.
Durante esta permanencia la Continuidad Existencial va formando acontecimientos de
modo espontáneo y adoptando diferentes direccionalidades en el procesamiento o
construcción del mundo y de otras Continuidades Existenciales. CE es una Unidad de
Gestación de Eventos Mentales, su distribución en el Tiempo permite la
Psicologización. Esta produce un sistema de explicación, por lo que se desprenden
varios niveles de análisis:
1) La CE permite que surjan caracterizaciones generales sobre las personas, a la vez
que prescripciones. A estas caracterizaciones generales anudadas de la vida en común
cultural de CE, transmitida mediante el lenguaje, le llamamos “Tematizaciones”. Son
ejemplos de tematizaciones: “Las nuevas modalidades de sexualidad”, “La violencia
familiar”, “La discriminación racial”, “la violencia contra el Medio Ambiente”.
2) La CE en tanto gestación de fenómenos captables bajo el marco del individualismo
metodológico, permite el surgimiento de observables, susceptibles de ser descriptos,
formalizados y cuantificados. Se da origen, de ésta forma, a la conducta.
3) La CE, en cuanto anudamiento de acontecimientos, permite la captación de
regularidades. La “caridad racional” le otorga coherencia a este “nudo de
acontecimientos”, engendrando el “sistema”. Esto, llevado a su conceptualización y
modelización, da origen a lo Mental, por lo que nos encontramos con sistemas
conceptuales que definen los elementos y relaciones de lo mental y producen
explicaciones
4) La CE permite tematizaciones conducta y mente, en estado de “abierto” a
prescripciones y explicaciones, en la época de la ciencia
CE
“Soledad Estructural”
S
P
Tematizaciones
Conducta
Mentalización
La diferencia más notable entre la CE y el nivel Mental es que la CE es la expresión
insondable de una vida humana, sobre la cual se ciernen múltiples relatos mientras
que el nivel mental es una posibilidad que surge de la relación de conocimiento y se
dirige hacia CE como explicación; quiere ganarse el lugar institucional de disciplina
reconocida, establece una relación del tipo “saber acerca de”. Se basa en una “caridad
cientifizante”.
Las posibilidades de conocimiento que se abren a las Escuelas de Psicología son tres:
por un lado, se abre la posibilidad de la conducta, la más sincrónica de las
posibilidades, objetivación fundamental que se cierne sobre S al modo de una
“intervención para organizar”. Es decir, teniendo en cuenta la diacronía de CE, y el
contenido particular de los acontecimientos que produce, la conducta es aquello que
mejor se ajusta a las exigencias prescriptas de explicación y menos tiene en cuenta el
carácter holístico davidsoniano de la continuidad existencial. De allí que su posibilidad
es la Intervención, de este modo el conocimiento en Psicología tiende una relación de
“intervención que organiza” al Sujeto en tanto emisor de conductas. La segunda
posibilidad es la creación de estructura, con surgimiento de lo mental o Aparato
Psíquico, aquello que es regular e invariante y presenta constitutivos, de los cuáles los
acontecimientos con contenidos son producciones, dando luz a una explicación que
define la existencia de un Espacio Interno, como órganos que en coordinación
funcionan, y un Espacio Externo, que ingresa a lo Interno y es procesado. Este Espacio
Externo, bajo la forma de Tematizaciones, es progresivamente metabolizado por los
constitutivos de la estructura mental
La tercer posibilidad es la comprensión, que toma lo holístico de la Continuidad
Existencial como un texto y su posibilidad es lograr una historización más o menos
completa, al estilo de una narratología (Duero, 2006). Se trataría de ‘acompañar una
historización’ que busca menos la explicación y más la completud del relato. Se le suele
cuestionar su eficacia, criterio que está más focalizado en las posibilidades
conductuales y mentales.
En las Escuelas de Psicología se aprecian a las tres posibilidades interactuando,
pasando en sus textos de un nivel a otro, a menudo con pretensiones de que el nivel
parcialmente abordado sea el definitivo, siendo que indefectiblemente se advierte que
se está realizando el pasaje de un nivel a otro. La experiencia cognoscente del
psiquismo, la notación psíquica, posee un máximo de imprevisibilidad, una apertura
literaria a múltiples voces y formaciones de conceptos que no dudamos en caracterizar
su “epistemología” como amplia y fronteriza. La pluralidad de conceptos y de orígenes
radica en el psiquismo como objeto: inasible, abierto, definido por oposición, expuesto
a su afirmación y a su negación. Sobre este fondo difuso, azaroso, emergente, casi sub-
simbólico, emergen pieles, vanidades, semblantes de ciencia que intentan asir el
psiquismo otorgándole lógicas y funcionamientos, “finalidades”, elementalismos,
sistemas, máscaras de conocimiento. Si bien todo conocimiento es un arreglo entre
humanos (demasiado humano), en Psicología la diferencia estriba en la represión
absoluta de su objeto fundante: casi podría decirse que actúa como un “objeto
causa”.
El psiquismo es en su origen una totalidad, una totalización, como tal, un absoluto. El
psiquismo es un imperativo de totalización de la persona para presentarla en cuanto
tal, un órgano total “dirigido hacia”, y por lo tanto, con sentido propio. Psiquismo
siempre fue totalidad: Alma, lo que da vida, lo que anima al cuerpo, compuesto de
provincias según Aristóteles, ordenadas jerárquicamente. Dividida en razón y
sentimientos, escindida del cuerpo según Descartes. Mente significó la razón positiva
aplicada a las provincias del alma, el órgano- dinamismo del psiquismo. En tanto
totalidad y persona, Psiquismo es un absoluto que impera sobre el conocimiento. Esta
posición es casi un extremo que genera su ‘contragolpe’ en la búsqueda de
constitutivos. Este texto asume así su carácter claramente dialéctico. La exposición de
la posición mentalista como caridad conlleva a la caridad cientifizante. No resulta de
extrañar que llegue ‘la venganza’ de los constitutivos. Lo estable, regular y mecánico
que conforma lo mental y le da cuerpo a la condición de imperativo absoluto a la que
podría llegar si se continuaba extremando la tensión hacia la persona como
regularidad inventada.
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