La muralla de Cuenca: restauración material y restauración histórica
Informe de restauración: pintura anónima de género religioso
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Gema de Cambra Florensa Licenciada en Geografía e Historia Esp. Restauración de pintura y marcos
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INFORME DE RESTAURACIÓN
Nombre del objeto: Cuadro
Materia-técnica: Óleo sobre lienzo
Procedencia: Barcelona, propiedad de la familia Serrahima-Camín, como mínimo, desde el último
tercio del siglo XIX.
Autor-atribución-época: Se trata de una pintura anónima de género religioso y modalidad devocional
que, con esquema compositivo simple, presenta tres figuras que como una unidad están situadas en el
centro del lienzo ocupando prácticamente todo el espacio vertical. La atribución de la pintura no es
evidente y pero la identificación del modelo compositivo original en el cual se inspiró no presenta
ninguna duda: se trata una interpretación de la obra “Die Heilige Familie” de Girolamo Marchesi da
Cotignola (1471-1550) actualmente conservada en el Kunst de Berlin. Girolamo Marchesi fue un
pintor italiano del renacimiento con personalidad relevante en el panorama boloñés entre el tercer y
cuarto decenio del Cinquecento y, según Carolyn C. Wilson, evidencia el fenómeno pretridentino del
desarrollo del culto a San José en el norte y centro de Italia.
La adaptación o reinterpretación de composiciones sobre modelos originales fue una práctica
frecuente en el ámbito artístico de toda Europa (sobre todo en los siglos XVI y XVII) y fue
promovida gracias a la divulgación de estampas que reproducían las composiciones de los grandes
maestros. El empleo de la estampa como medio de concreción iconográfica limitó poderosamente el
impulso creador de los artistas pero también se utilizó como cantera de creación y transformación. Se
observa una extraordinaria similitud compositiva entre las dos obras, los cambios afectan detalles
como la inclusión de ropajes púnicos en el niño, el rostro de San José cuyas facciones han sido
adaptadas al gusto barroco de la península, el paisaje de fondo y el cabello del niño. La gama
cromática es básicamente la misma pero el oscurecimiento general de la tonalidad en nuestra pintura
se explica en base a la técnica y materiales utilizados.
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El envejecimiento de la capa pictórica provoca la pérdida de su poder cubriente y, como las capas
inferiores son coloreadas, se produce un oscurecimiento general (la preparación coloreada fue
práctica muy frecuente en España durante los siglos XVI, XVII y primera mitad del XVIII).
No hay constancia de la divulgación de estampas sobre la obra de Girolamo Marchesi en Cataluña.
Este hecho permite descartar la posible atribución al pintor catalán Antoni Viladomat ya que el artista
permaneció activo exclusivamente en Cataluña (Barcelona, Reus, Mataró).Recordemos, sin embargo,
que el panorama artístico de Barcelona en la primera mitad del siglo XVIII fue dinámico fruto de la
llegada de artistas áulicos debido al establecimiento de la corte de Carlos de Austria e Isabel en la
ciudad condal. Fueron frecuentes las asociaciones entre artistas de diferentes nacionalidades, por lo
que los contactos y las influencias se produjeron de forma directa.
Las características de los materiales probablemente permiten localizar su origen en la península por lo
que es posible descartar que algún artista italiano procedente de Bolonia trajera la obra a Barcelona.
Marcas superficiales indican que su ubicación original fue parte de un retablo por lo que sería más
probable que el encargo se realizara in situ. Los encargos conventuales fueron numerosos y tanto se
contrataron artistas catalanes como foráneos. Por ejemplo, el artista italiano Ferdinando Galli de
Bibiena trabajó en diversas ocasiones junto a Antoni Viladomat para los carmelitas descalzos de
Barcelona y Reus. Es importante recalcar el intercambio de influencias y contactos entre Italia y
Cataluña porque, a pesar de que no clarifican la autoría, permite explicar y comprender la adaptación
de la composición original de Marchesi en el contexto artístico catalán de finales del XVII y
principios del XVIII.
En España la imagen de San José se integra plenamente en el ciclo mariano con toda la solemnidad de
la figura como esposo, padre y trabajador a partir del siglo XVII. El mecenazgo de la Iglesia, y más
concretamente de las órdenes religiosas en los siglos XVII y XVIII, fomentó el encargo de numerosas
pinturas en las que se dulcificaron las escenas y las fisonomías. Como la restauración del lienzo
evidencia la ubicación original como parte de algún retablo, es probable que proceda de un entorno
conventual y, quizás más concretamente, de alguno en el que el patrocinio fuese el de San José. En
Barcelona El convento carmelita de San José, “els Josepets”, se ubicaba en lo que es actualmente el
mercado de San José (La Boquería). Este convento tenía la peculiaridad de poseer biblioteca pública e
inprenta. El convento fue incendiado y asaltado en 1835. Sabemos por las descripciones de Cean
Bermúdez que este convento poseía un hermoso retablo barroco dedicado a San José con hermosas
pinturas atribuidas a Antoni Viladomat. Considero que existen datos que permiten aventurar la
relación entre la peculiar iconografía de esta pintura (posición relevante del libro en la composición)
con la realidad conventual de los carmelitas descalzos de Barcelona. Dado que no poseemos
descripción alguna de las pinturas desaparecidas esta relación no es más que una hipótesis. La
atribución al pintor Antoni Viladomat tampoco es clara. Por una parte es importante recordar que las
capillas conventuales habitualmente poseen un retablo principal y otros menores en las laterales,
aunque procediera de “els Josepets” podría ser parte de algún altar menor. El Dr. Miralpeix i
Vilamala(1), especialista en Antoni Viladomat, descarta la atribución a Viladomat basándose
principalmente en los rasgos romanizantes y en el esquema compositivo de figura en primer término
con paisaje en el fondo la considera principalmente vinculada con la pintura italiana de la segunda
mitad del XVII.
Rafael Benet(2) indica que Viladomat realizó interpretaciones de composiciones conocidas a través
de grabados de Rubens introduciendo modificaciones y adaptaciones al gusto fisonómico de la época.
También Benet indica que conoció muchas obras del XV y XVI a través de paisanos suyos y de
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pintores que, pintando para Cataluña, imitaron de primera mano composiciones de grandes artistas
italianos.
De las relaciones anteriormente citadas no es posible ninguna vinculación concluyente respecto a la
atribución o autoría de nuestra pintura. La adscripción a un entorno conventual no ofrece duda (tema
y marcas superficiales) aunque no es posible una verificación contrastada de la pertenencia al
convento carmelita de san José de Barcelona ya que no poseemos descripciones de las pinturas de los
retablos antes de que fuera incendiado.
La adquisición de esta pintura en la segunda mitad del XIX por un coleccionista de Arte Catalán,
Maurici Serrahima, propietario de la Sala de Arte “Parés” con domicilio en la calle Petritxol está
documentada a partir de la memoria de la familia. La pintura presenta restauración profunda que
coincide con los procedimientos aplicados en esa época por lo que parece problable que pudiera
proceder de las telas rescatadas y salvadas de la destrucción durante los altercados de 1835.
La hipótesis sobre atribución y localización original de la pintura requieren de una investigación más
profunda que incluya un análisis material y estilístico de todas aquellas obras atribuidas a Viladomat,
investigación documental en relación al convento carmelita y estudio del contexto histórico-artístico
de la Barcelona de los siglos XVII, XVIII y XIX. A partir de los datos aportados en futuras
investigaciones será posible contrastar esta hipótesis y solo así ratificarla.
Dimensiones: 56cm x 68cm
(1)Francesc Miralpeix i Vilamala, “El pintor Antoni Viladomat i Manalt:Biografía i catàleg crític”, tèsi doctoral
inèdita,2004, Universitat de Girona.
(2)Rafael Benet,, “Viladomat”. Ed. Iberia. Barcelona 1947
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EXAMEN PRELIMINAR
ESTADO DE CONSERVACIÓN GENERAL
La observación a simple vista de la obra nos permite determinar un conjunto de
alteraciones que ponen en peligro la conservación de los materiales constitutivos
de la obra e impiden la correcta la transmisión del mensaje estético.
Desprendimientos de capa pictórica y preparación, lagunas, cordilleras y
levantamientos.
Ondulación del soporte textil en el perímetro del lienzo.
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Degradación de la capa protectora por opacidad y oscurecimiento.
Alteración cromática de antiguos repintes.
La intervención de restauración antigua (probablemente de la segunda mitad del
siglo XIX) ha desencadenado un proceso de deterioro con cornisas,
levantamientos y desprendimientos de la capa pictórica y de preparación. Estos
deterioros se producen por la contraposición de fuerzas entre el engrudo del
entelado (realizado con bol y cola animal y que es del todo innecesario) y el
lienzo original. El repinte de áreas enmasilladas con bol y cola sobrepasa las
lagunas y se extiende sobre amplias áreas de pintura original. La falta de
método de relleno (enmasillado) y retoque (reintegración) de lagunas es
responsable de los deterioros superficiales que ocultan y falsean el original.
Es indispensable una intervención de restauración que permita alargar la vida
de los materiales constitutivos con un tratamiento apropiado, elimine anteriores
repintes, detecte cambios que no son fruto de la intencionalidad original y
devuelva a la obra una lectura estética correcta. El tratamiento de restauración
propuesto actuará en tres fases interrelacionadas (recordemos que el deterioro de
una pintura es consecuencia del conjunto de deterioros de cada uno de los
estratos y materiales que lo integran):
Fase estructural: corrección de los problemas derivados del entelado en
el soporte (rehabilitación de la función del lienzo original como soporte).
Fase de saneamiento por levantamiento del barniz oxidado y de las
adiciones de material pictórico no original que suponen un falseamiento
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y distorsión en la percepción de las cualidades estéticas de la obra.
Fase de restauración estética o de atenuación de las lagunas (relleno y
retoque).
RECONOCIMIENTO DE MATERIALES CONSTITUTIVOS
o Soporte:
Bastidor: Buen estado de conservación del bastidor que
supuestamente sustituyó al original en la restauración que sufrió
la obra a principios del siglo XX.
Soporte textil: Fibra original de lino, ligamento en forma de
tafetán, torsión en Z. Densidad de 18 x 18 por centímetro
cuadrado. El soporte original estaba escondido bajo un entelado
con engrudo de bol y cola. El buen estado del soporte textil
original nos permitirá eliminar el entelado que en ningún caso
favorece la conservación de la cohesión de los estratos
superficiales al soporte. La rigidez del entelado perjudica la
conservación de los estratos pictóricos.
o Preparación: Presenta pérdida de elasticidad por envejecimiento natural
de los materiales constitutivos ( cola orgánica y carga), delgada y
coloreada y con problemas de cohesión con el soporte textil.
o Capa pictórica: Pigmentos aglutinados con aceites. El envejecimiento
natural provoca alteraciones cromáticas y pérdida del poder cubriente de
las capas pictóricas superiores. Los problemas derivados del entelado y
desajuste de tensiones con desprendimientos de materia pictórica si
suponen un grave problema que requieren tratamiento adecuado.
o Capa protectora: Oscurecida por envejecimiento natural y opaca en
áreas donde repintes generalizados no se integraban cromáticamente con
el original. Distintos gruesos de barniz pretendían disimular repintes que
no se adaptaban cromáticamente al original.
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RESTAURACIÓN
Primer nivel de restauración estructural: Como tratamiento cohesionador de los
estratos pictóricos al soporte y como tratamiento que garantiza poder manipular con
seguridad el soporte textil se ha procedido al empapelado de la superficie pitórica con
colletta. Tras el empapelado desclavamos el lienzo del bastidor y eliminamos el
entelado antiguo adherido con un engrudo de cola orgánica y bol (saneamiento del
reverso).
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El proceso de levantamiento del entelado y aligeramiento de los restos de materia adherida
en el reverso del lienzo original han sido realizados mecánicamente con el escalpelo y
bisturí. Mediante aspirado suave eliminamos los estos pulverulentos depositados en la
trama del tejido. Considerando la fragilidad del tejido rebajamos restos de pasta mediante
humedad y calor en movimiento circular con turundas de tejido de algodón. Se ha
conseguido adelgazar la capa de engrudo pero es imposible la total eliminación ya que se
incrustó profundamente en las fibras de la tela.
Una vez el reverso está saneado procedemos al planchado de la superficie con espátula a
temperatura regulada. Esta técnica permite eliminar las ondulaciones del lienzo y
cohesionar los estratos pictóricos en el soporte con la ventaja de no alteran el aspecto de la
obra y que como van a formar parte de la misma son los más parecidos al original.
Eliminación del empapelado con calor y mínima humedad.
Refuerzo del perímetro del lienzo con la adhesión de bandas de lino desflecadas. El
adhesivo aplicado es Plextol B500, coplímero acrílico activado con tolueno de elevada
resistencia mecánica, flexibilidad y que permite actuar en frío. Los bordes perimetrales del
lienzo original fueron recortados en la antigua restauración por lo que las bandas refuerzan
y permiten el clavado de la tela en el bastidor.
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Segunda fase de levantamiento de repintes y barnices oxidados. El envejecimiento
de la capa protectora altera por oscurecimiento la visión de la capa pictórica y por
endurecimiento porque pone en peligro su integridad. Las alteraciones cromáticas de
los repintes se reconocen en puntos concretos a simple vista y en las zonas en las que
sobrepasaban ampliamente el original se pueden distinguir con la luz ultravioleta.
Gracias a esta técnica que se basa en el distinto comportamiento de los materiales
cuando inciden radiaciones UVA conocemos la amplitud y localización de los repintes
y distribución del barniz.
Las manchas de color violeta son antiguos repintes , los barnices y su distribución desigual se distinguen por el color
verdoso y amarillento.
Mediante turundas de algodón humedecidas en
disolución de alcohol y trementina aligeramos los
repintes y barnices recogiéndolo con turundas
humedecidas en trementina pura.
La amplitud de las áreas originales repintadas
escondía un enmasillado a espátula con bol y cola
que sobrepasaba las lagunas de materia pictórica.
La fragilidad de la pintura hace peligrosa la
reducción de los antiguos enmasillados. El estado de la superficie tras la limpieza requiere de una
restauración estética importante.
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El repinte sistemático de
áreas enmasilladas, lagunas
sin enmasillas y pintura
original era práctica
habitual en antiguas
restauraciones. En no pocas
ocasiones se modificaba el
cuadro al gusto de la época.
En este caso la falta de
método, técnica y criterio
son la causa de un repinte
sin escrúpulos.
Tercera fase de
atenuación de lagunas
o restauración de la
unidad estética.
Tras aplicar los
tratamientos adecuados
para preservar la integridad
material de la obra y
eliminar, sin dañar el
original, las adiciones
posteriores, se inicia el
proceso a través del cual la
restauración busca devolver
la correcta lectura de la obra. La restauración estética pretende mitigar los efectos
distorsionadores que provocan las lagunas en la percepción del conjunto. Por lagunas
entendemos tanto las áreas perdidas como las zonas con restos de masilla.
Barnizado a pincel de la superficie con barniz de retoque extra fino de la marca Lefranc-
Bourgueois. El barniz protege los estratos pictóricos y permite separar el retoque del
original.
Estucado de las lagunas de materia pictórica con cola caliente y creta a pincel.
La técnica de retoque se denomina pigmentos al barniz. Los materiales son de fácil
reversibilidad y probado envejecimiento. Se trata de depositar sobre las lagunas,
interrupciones formales, una mínima cantidad de materia, pigmento aglutinado con barniz,
buscando el mimetismo por cercanía. Observamos el color no perdido más cercano
depositando materia adecuada cromáticamente de forma que logramos continuidad en la
percepción del conjunto. El retoque se limita a la laguna sin cubrir áreas originales.
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El criterio que he seguido en la intervención
refleja el proceso a través del cual se pretende
recuperar la “correcta contemplación” de la
obra. Con este criterio resulta imprescindible
espetar al máximo la obra y conservar sus
características lo más íntegras posible.
La restauración de una
pintura requiere una
interpretación crítica del
estado material de la obra y
de todos los procesos que con la intervención de restauración pueden suponer una
transformación del mensaje histórico estético original.