HVM CS5 No 6 FINAL2-12

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Historia, Voces y Memoria Revista del Programa de Historia Oral 6 / 2013 P ROGRAMA DE H ISTORIA O RAL Instituto Interdisciplinario de Estudios e Investigaciones de América Latina INDEAL Facultad de Filosofía y Letras Universidad de Buenos Aires

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Historia, Voces y MemoriaRevista del Programa de Historia Oral

6 / 2013

P r o g r a m a d e H i s t o r i a o r a l Instituto Interdisciplinario de Estudios e Investigaciones de América Latina • INDEALFacultad de Filosofía y Letras • Universidad de Buenos Aires

Historia, Voces y Memoria . ISSN 1852-5369 . 6 (2013)

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FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRASUNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES DecanoHéctor Hugo TrincheroSecretaria AcadémicaGraciela MorgadeSecretaria de Supervisión AdministrativaMarcela P. LamelzaSecretaria de Extensión Universitaria y Bienestar

EstudiantilAlejandro ValituttiSecretario GeneralJorge GugliottaSecretario de PosgradoPablo CiccolellaSubsecretaria de BibliotecasMaría Rosa MostaccioSubsecretario de PublicacionesMatías CordoConsejo EditorAmanda Toubes - Lidia Nacuzzi - Susana Cella - Myriam Feldfeber - Silvia Delfino - Germán Delgado - Sergio Gustavo Castello - Mercedes Domínguez Valle.

Diseño de tapa e interiores: Lautaro Parada

© Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras - UBA- 2013. Puán 480, Buenos Aires, República ArgentinaISSN: 1852-5369http://www.historiaoraluba.orgTodos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, sin el permiso previo de la Facultad.

Cláusula de Garantía: No se asume ninguna responsa-bilidad con respecto a la exactitud de la información contenida en el texto, las ilustraciones y los gráficos. Las opiniones vertidas en los artículos no expresan necesa-riamente el pensamiento del Comité de Redacción.

La correspondencia editorial debe dirigirse al Director del Programa de Historia Oral: Dr. Pablo Pozzi. Programa de Historia Oral. Facultad de Filosofía y Letras. Puán 480, 4º piso, oficina 453 (C1406CQJ) Buenos Aires – Argentina.Fax: 54-11-4432-0121. Correo-e: [email protected]

La correspondencia sobre canje debe enviarse a:Dirección de Bibliotecas. Sección canje. Facultad de Filosofía y Letras. UBA. Puán 480, entrepiso.(C1406CQJ) Buenos Aires – Argentina. Correo-e: [email protected]

Historia, Voces y MemoriaRevista del Programa de Historia Oral.Instituto Interdisciplinario de Estudios e Investigaciones de América Latina • INDEAL

DirectorPablo Pozzi

Comité AsesorNélida Milagros Agueros (Programa de Historia Oral,

Municipalidad de Córdoba)Liliana Barela (Instituto Histórico de la Ciudad de

Buenos Aires y Asociación de Historia Oral de la República Argentina)

Josefina Cuesta (Universidad de Salamanca)Meri Frotscher (Laboratório de Pesquisa Prácticas

Culturais e Identidades. Universidade Estadual do Oeste do Paraná-Unioeste, Campus de Marechas Cândido Rondon, Brasil)

Miguel Galante (Universidad de Buenos Aires, Pro-grama de Historia Oral)

Lorena Almeida Gill (Universidad Federal de Pelotas, Brasil)

Rubén Kotler (Universidad Nacional de Tucumán, Argentina)

Robson Laverdi (Professor Associado do Departa-mento de História da Universidade Estadual de Ponta Grossa-Brasil)

Daniel Mazzei (Universidad de Buenos Aires, Progra-ma de Historia Oral)

Eugenia Meyer (Universidad Nacional Autónoma de México)

Gerardo Necoechea Gracia (INAH, México)Claudio Pérez Silva (Universidad Academia del Hu-

manismo Cristiano-Chile)Daniel Plotinsky (Centro Cultural de la cooperación

y Universidad de Buenos Aires, Programa de Historia Oral)

Cristina Viano (Universidad Nacional de Rosario, Argentina)

Pablo Vommaro (Universidad de Buenos Aires.

Coordinador del número Pablo Pozzi y Claudio Pérez Silva

Agradecemos la inestimable colaboración y coope-ración del Archivo de Historia Oral de la Universidad Academia del Humanismo Cristiano, de Chile. Asi-mismo, la colaboración del Dr. Rubén Kotler de la Universidad Nacional de Tucumán.

Historia, Voces y MemoriaRevista del Programa de Historia Oral6 / 2013

editorial

Los desafíos de la historia oral en América Latina.The Challenges of Oral History in Latin America.Pablo a. Pozzi ● 7-18

artículos

María Regina en el país de las maravillas: género, violencia, política y resistencia cotidiana en la narrativa autobiográfica de una militante de izquierda. (Brasil-Argentina, décadas de 1960 y 1970 desde el presente).María Regina in Wonderland: Gender, Violence, Politics and Daily Resistance in the Autobiographical Narrative of a Leftist Militant (Brazil-Argentina, 1960 and 1970 to the present).benito bisso scHmidt, carolina Job di laccio, diego scHerer da silva ● 19-38

El estudiante del Conservatorio y Oriana Fallaci. Una historia sobre el 2 de octubre de 1968, una batalla por la memoria.Oriana Fallaci and the Conservatory Student. A Story of October 2, 1968, and the Struggle over Memory.maría magdalena Pérez alfaro ● 39-87

“Nosotros teníamos no una experiencia vivida sino una experiencia por lo que nos habían contado los que eran de aquellas épocas.” Tradición y cultura obrera en el testimonio de Beba.“We Had no Living Experience but Rather abd Experience that We Had been Told was From Those Times”. Labor Culture and Tradition in Bebe’s Testimony.aleJandra Pisani ● 89-118

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Relato de vida y cultura obrera: Miguel Burgas, el primer diputado co-munista argentino.Life Story and Worker Culture. Miguel Burgas, the First Communist Congressper-son in Argentina.mariana mastrángelo ● 119-132

Aproximaciones necesarias: cultura obrera y clasismo. Córdoba, 1969-1976.Necessary approximations: working-class culture and clasismo. Córdoba, 1969-1976.maría laura ortiz ● 133-154

La regional cordobesa del Movimiento de Liberación Nacional (MLN): un caso de radicalización política como producto de la agudización de la represión dictatorial (1966-1969).The Cordoba Regional of Movimiento de Liberación Nacional (MLN): a Case of Politcal Radicalization as a Result of the Intensification of Dictatorial Repression (1966-1969).Julieta PacHeco ● 155-183

Jóvenes y Gendarmería durante la última dictadura militar. Marchemos hacia las fronteras como experiencia juvenil.Youth and Gendarmerie during the last Military Dictatorship. Let us March to the Frontiers as Youthfull Experience.laura luciani ● 185-209

Intelectuales y política en el Chile de los 60 y 70: entrevista con Cristóbal Kay.Intellectuals and Politics in Chile in the 60s and 70s: an Interview with Cristobal Kay.ivette lozoya lóPez ● 211-231

De la lucha contra Pinochet a la “Democracia cartucha”. Representacio-nes y semblanza histórica e historiográfica del Mapu Lautaro.From the struggle against Pinochet to the “Conservative democracy”. Representations and Historical resemblance of the Mapu Lautaro partyPedro rosas a. ● 233-266

El desarrollo de la historia oral en Chile: de los talleres de educación popular a los estudios multidisciplinarios (1980- 2013). Oral History in Chile: from Popular Education Workshops to Multidisciplinary Studies (1980-2013).nancy nicHolls loPeandía ● 267-302

ensayos y debates

“Grandes chilenos de nuestra historia”. Rápidas reflexiones a propósito de un programa de televisión, la historia y la memoria.“Great Chileans in Our History”. Reflections on a Television Program, on History, and Memory.sergio grez toso ● 303-310

reseñas

Alain Caillé. Teoría anti-utilitarista de la acción. Fragmentos de una sociología general. Buenos Aires, Waldhuter Editores, 2010, Reseña de Paula D. FernánDez HellmunD ● 311-316

Paula Fernández Hellmund (Comp.). Nicaragua: problemas, estudios y debates de la historia reciente, 1979- 2011. Bahía Blanca: Ediciones del CEISO/ Centro de Estudios de América Latina Contemporánea, 2012.Reseña de Pablo ariel becHer ● 317-321

Victoria Novelo. “La cultura obrera, una contrapropuesta cultural”. México: Nueva Antropología, Vol. VI, Nº 23, 1984. Reseña de alejanDra Pisani ● 322-324

Marina Franco. Un enemigo para la nación. Orden interno, violencia y “subversión”, 1973-1976. Buenos Aires: FCE, 2012.Reseña de ana jemio ● 324-327

Mónica Toussaint Ribot. Antonio de Icaza: la alegría de servir. México; D.F.: Secretaría de Relaciones Exteriores, Instituto Matías Romero, 2009. Reseña de Pablo Pozzi ● 327-328

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editorial

Los desafíos de la historia oral en América Latina

The Challenges of Oral History in Latin America

Pablo a. Pozzi*

En un artículo muy provocativo, de hace ya tres años, el histo-riador sudafricano Sean Field se preguntaba si se había vuelto respe-table la historia oral.1 Allí se había preguntado si: “¿Se ha vuelto ‘de moda’ la historia oral y ‘perdido su corte crítico y subversivo’?”. Esto me llamó poderosamente la atención ya que, con las diferencias de país en país y de las distintas coyunturas, la historia oral ha tenido un auge en América latina durante las últimas dos décadas. Sin embargo, con la posible excepción de México y Brasil, este auge ha sido, en general, por fuera del mundillo de los historiadores académicos. Hace sólo un par de años uno de los principales historiadores argentinos me explicó que “la historia oral no agrega ni quita nada” y que él no la aceptaba ya que como no utilizaba fuentes orales eso implicaría que hacía “historia escrita”. Mi reacción ante semejante declaración fue doble. Por un lado, pensé “tú te lo pierdes”, y “tu historia es mucho menos rica si te limitas a las versiones de Von Ranke de lo que es un documento”. Por otro, y una vez que había dejado de lado mi primera respuesta cuasi adolecente, me hizo reflexionar en torno a porqué mi

1. http://www.iohanet.org/debate/index.php, Ioha News Feb 15th 2009.

Programa de Historia oralInstituto Interdisciplinario de Estudios e Investigaciones de América Latina• INDEALDirector del Instituto: Félix Schuster Director del Programa: Pablo A. Pozzi

Los pedidos de compra y suscripción al:Programa De Historia oral Instituto Interdisciplinario de Estudios e Investigaciones de América Latina • INDEALPuán 480, 4º piso, oficina 453(C1406CQJ) Buenos Aires – Argentina. Tel: 54-11-4432-0606, Correo-e: [email protected]

Suscripciones (en dólares):Anual (2 números): U$30,00Un número no miembros: U$18,00Institucional (2 números): U$45,00Miembros del INDEAL/PHO y de la UBA: U$10,00 un número y subscripción anual U$18,00

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Mayo Cuauhtémoc Murrieta Saldívar. Por el milagro de aferrarse. Tierra y vecindad en el valle del Yaqui. México: Seminario de Historia Oral Mexicana, El Colegio de Sonora, 2012. Reseña de Pablo Pozzi ● 328-329

comunicaciones

El rol de la Historia Oral. Una experiencia de reconstrucción integral de la memoria histórica de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA durante las últimas dictaduras militares (1966-1983).graciela Daleo, marcela cabrera, samanta casareto. alba lombarDi , anDrea Pico ● 331-342

Coloquio: la Liga Comunista 23 de Septiembre como problema histórico: el método y la memoria histórica.elsa ovalle roDríguez ● 343-345

Informe sobre el Primer Encuentro de la Red Iberoamericana de Resistencia y Memoria ● 345-346

normas editoriales ● 347-349

* Profesor Titular Plenario, Universidad de Buenos Aires (Argentina), Presidente (2010-2013) de la Asociación de Historia Oral de la República Argentina (AHORA), Director del Programa de Historia Oral (FFyL/UBA), y Coordinador de la Red Latinoamericana de Historia Oral (RELAHO). Este escrito fue la Conferencia de cierre de la 17ª Conferencia Internacional de Historia Oral “Los retos de la historia oral en el siglo XXI. Diversidades, desigualdades y la construcción de identidades”, impartida el 6 de septiembre de 2012 en la ciudad de Buenos Aires, Argentina.Correo-e: [email protected], Voces y Memoria 6 (2013) p. 7-18ISSN 1852-5369

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colega, un gran historiador que además había sido mi profesor y que yo admiraba, había tenido una respuesta tan cerrada y, por qué no, tan mezquina.

Quiero aquí tratar de continuar con la discusión abierta por Sean Field, pero a partir de cierta aproximación latinoamericana al tema. Y en esto creo que hay que considerar, brevemente, tres temas distintos si bien muy relacionados: las cuestiones políticas y profesio-nales; las propiamente históricas; y las éticas. A su vez estas hay que anclarlas no tanto en discusiones teóricas ni metodológicas sino en la historia oral aplicada a una realidad concreta. Por lo tanto, si me per-miten y perdonan los colegas latinoamericanos, buena parte de mis referencias serán a lo que percibo como la realidad de la historia oral a partir de mi propia práctica en Argentina.

En primer término, lo político. Field nos decía, hace ya tres años, que la historia oral “proliferó a través de los retos radicales planteados […] a varios status quo intelectuales y políticos”. Esto es cierto en cuanto a la profesión de historiador académico, pero no tan así si incluimos otras disciplinas. Tanto sociólogos como antro-pólogos latinoamericanos han recurrido a fuentes orales desde hace ya muchas décadas, y mi impresión es que estas nunca constituyeron un desafío radical en estos ámbitos. En cambio, para una profesión cuya razón de ser parecería existir a partir del vínculo con las fuentes escritas, el uso de otras fuentes (ya sean orales, fotográficas, literarias, folklóricas) se constituye en una amenaza a su existencia. Increíble-mente, para una disciplina que se remonta a historiadores cuyas obras se basan en las tradiciones orales, como Tucídides y Heródoto, la ma-yoría de mis colegas parecen estar encallados en los bancos de arena del positivismo.

Pero además esto resulta aun más complicado si consideramos que la historia oral tiende a “empoderar” a nuestros sujetos. Si la fuente oral se construye a partir del historiador y del historiado, entonces el monopolio profesional se ve quebrado y la opinión y el análisis del historiador ineludiblemente debe tomar en cuenta los pareceres de aquellos a los que “estudiamos”. Si bien somos importantes en la realización de todo estudio histórico, los historiadores no somos los únicos “hacedores de la Historia”. Y de repente nos vemos obligados

a retornar a la realización de lo que nos señaló Lucién Febvre hace ya muchísimo tiempo: es “una necesidad de la humanidad… que permi-te comprender el tiempo presente y vivirlo”2. Por lo tanto, la historia no es sólo el quehacer de historiadores sino también del conjunto de la sociedad. Si lo anterior es así, entonces los “hacedores” de la His-toria son los historiadores y los historiados, y nuestros interlocutores se convierten en los individuos dentro y fuera de la academia.

En el caso de muchas de nuestras sociedades latinoamericanas, sobre todo a partir del fin de los regímenes dictatoriales de las décadas de 1960 y 1970, esto se torna aun más complicado. La Historia y los historiadores latinoamericanos, desde el siglo XIX hasta fines del si-glo XX, hemos sido siempre una disciplina particularmente “política” y politizada. Cada partido político ha tenido sus historiadores; cada interpretación era considerada como una lección del pasado para las acciones del presente; dictadores y gobiernos autoritarios prohibían y censuraban la Historia que sentían podía constituirse en un desafío a su dominación; una noción comúnmente aceptada es que “la historia la escriben los que ganan, y por lo tanto hay otra historia”, por lo que “hay una historia para liberar y otra para oprimir”. No estoy diciendo que esto sea cierto, lo que estoy diciendo es que estas percepciones han sido parte integral de la profesión del historiador en América Latina durante más de cien años. Así como el “padre” de la historia científica argentina, Bartolomé Mitre, reescribió su historia de San Martín para justificar la invasión del Paraguay en 1865, el historiador y pensador Juan Bautista Alberdi lo denunció como tergiversador en Grandes y pequeños hombres del Plata. Uno de los resultados ha sido que, durante décadas, los historiadores han estado sujetos a la represión y censura de aquellos regímenes que entendían sus obras como un de-safío. Otro ha sido que muchos colegas han concluido que la historia debe ser “despolitizada” y por lo tanto “profesionalizada” por lo que tienden a dirigir sus obras a colegas y no a la sociedad en general. Por ende, como la “historia es una necesidad de la humanidad”, el vacío lo vienen a cubrir periodistas y otros no historiadores. Y la historia oral, al retornar la gente común al centro de la historia, necesariamen-

2 . Lucien Febvre. Combates por la historia. Barcelona: Ariel Quincenal, 1974, p. 21.

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te cuestiona esta “profesionalización” incorporando nuevamente lo que es considerado como una “peligrosa politización”.

Aclaremos. No estoy diciendo que los historiadores latino-americanos actuales no estén “politizados”, o que no tiene que haber reglas y criterios científicos en el quehacer del historiador. Lo que si estoy diciendo es que la tendencia ha sido a evitar los debates, las dis-cusiones, y la aplicación en el presente de los estudios históricos. La historia oral latinoamericana, al dedicarse principalmente a la historia de los sectores subalternos, a la de aquellos que han dejado poco ras-tro en los documentos escritos, necesariamente es una historia “poli-tizada”. La historia oral y la tradición oral sirven de fundamento para reescribir la historia, pero también para combatir las injusticias del pasado. Pueblos que fueron conquistados o colonizados, en el pre-sente recurren a su tradición oral y rescatan su memoria para reclamar derechos territoriales, lingüísticos, o para recuperar una identidad cul-tural propia. Supervivientes de la lucha en contra de regímenes mili-tares u opresivos, cuestionan hoy la historia oficial con sus memorias subterráneas y reclaman el reconocimiento social y el castigo legal de los responsables de violar los derechos humanos. Aunque en modo menos dramático, la gente común exige respeto para sus memorias y tradiciones. Las investigaciones basadas en historia oral y, en ocasio-nes, los propios historiadores orales, intervienen en el marco jurídico-legal en tanto la memoria y la tradición oral constituyen la evidencia que sustenta las demandas de restitución de los pueblos, ya sea de tierras o de dignidad.

A la vez, la historia oral incorpora perspectivas y visiones que tienden a cuestionar prácticas e interpretaciones caras y aceptadas a la profesión. El mero hecho de que las fuentes orales provean un acceso privilegiado a la subjetividad, a los sentidos comunes, a las estructuras de sentimiento, de los protagonistas de la historia, implica una revo-lución en la profesión. Para el historiador oral el documento escrito debe ser cotejado con la fuente oral; ambos son subjetivos; ambos brindan datos duros; ambos pueden ser construcciones o falsos.

Esto es sumamente importante en sociedades como las latinoa-mericanas donde las tradiciones orales retienen una fuerza poderosa en la cultura social. En sociedades como la argentina, como señala

Paul Zumthor, “la voz poética asume la función cohesiva y estabi-lizadora en la cual el grupo social no podría sobrevivir […] la voz poética agrupa en un único instante –el de la interpretación–, desva-necido tan pronto como ella se calla. […] La voz poética es memoria en ambos sentidos”3. Por ende, sin tomar en cuenta la oralidad es difícil, por no decir imposible, comprender estas sociedades en toda su complejidad. Al decir de Carlo Ginzburg: “Las conexiones exter-nas explican la transmisión cultural, pero sólo las conexiones inter-nas están en condición de explicar su permanencia”4. En sociedades donde las tradiciones campesinas, de pueblos originarios, e inclusive decimonónicas se mantienen vivas debería ser evidente que es impo-sible estudiar los procesos históricos sin recurrir a las fuentes orales. “Todo discurso es acción, física y psíquicamente efectiva. De ahí la riqueza de las tradiciones orales, que repelen todo aquello que rompe el ritmo de la voz viva”5.

Esta riqueza de las fuentes orales tiene el efecto que tienden a cuestionar muchas de nuestras interpretaciones. Por ejemplo, la mis-ma visión de la historia es diferente. Para mis testimoniantes obre-ros la historia argentina ha sido mala con algunos momentos buenos desde que fue derrocado Juan Domingo Perón en 1955; mientras que para los sectores medios a los que pertenecemos los historiadores y los intelectuales, ésta ha sido buena con algunos momentos dictato-riales, o sea malos. Así, uno de los elementos que surge de ellas es que para mis entrevistados el término “democracia” no está necesa-riamente vinculado con el sistema electoral. Ninguno de mis testimo-niantes obreros parece considerar las elecciones de 1958, 1962 o 1965 como expresiones de la voluntad popular. En cambio, si le dan esta acepción a grandes movilizaciones como el Cordobazo y el Rosariazo de 1969, el Tucumanazo de 1970 o el Rodrigazo de 1975. Por nuestra parte, la tendencia de los historiadores es a considerar a la democracia como equivalente a elecciones. Así, presidentes electos como Arturo

3 . Paul Zumthor. La letra y la voz. De la “Literatura” medieval. Madrid: Ediciones Cátedra, 1989; p. 167.4. Carlo Ginzburg. El hilo y las huellas. Lo verdadero, lo falso, lo ficticio. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2010; p. 430.5. Zumthor, op. cit., p. 89.

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Frondizi o Arturo Illia tienen un tratamiento positivo en los libros de historia argentina, mientras que mis testimoniantes obreros los consideran represores.

No estoy diciendo que mis testimoniantes tienen razón. Lo que si estoy diciendo es que esto es algo que es un desafío a nuestras in-terpretaciones y que debemos explicar. De hecho, las fuentes orales no sólo regresan la complejidad a la historia sino que ubican una vez más al ser humano en el centro de la misma.

Pero más aún. Numerosos fenómenos son imposibles de ex-plicar sin recurrir a fuentes orales. ¿Cómo comprender el fenómeno guerrillero en América Latina sin los testimonios de los protagonis-tas? ¿Cómo comprender la subsistencia del comunismo en Chile sin recurrir a fuentes escritas y fuentes orales? En 1928 en un pueblo de la provincia de Córdoba, Argentina, fue electo un intendente comu-nista. ¿Por qué? Las fuentes orales señalan que esto tuvo más que ver con tradiciones, con una estructura de sentimiento de “nosotros contra ellos” que provenía del anarquismo, del garibaldismo, del fe-deralismo decimonónico, que con una opción “ideológica”. A su vez esto señala que el peronismo se constituyó en un movimiento de masas gracias a su capacidad de constituirse como heredero de estas tradiciones culturales. ¿Cómo entender la persistencia del zapatismo o del sandinismo sin recurrir a la oralidad que señala la resignificación de tradiciones? De hecho, la historia oral lo que hace es enriquecer nuestra historia al replantearnos problemas y señalar nuevos desafíos que cuestionan las interpretaciones pasadas. Dicho de otra manera, y citando a Carlo Ginzburg: la historia oral revela “las profundas raíces populares de la utopía”6.

Esto también ha generado una búsqueda de nuevos marcos teóricos que nos permitan interpretar nuestras fuentes. Mejor dicho: hemos retornado a viejas/nuevas teorías. Algunos de nosotros he-mos recurrido a los interesantes estudios de Maurice Halbwachs, Paul Ricoeur y Reinhard Kosselleck. Otros, entre los que me incluyo, he-mos recurrido a la teoría cultural tal como la desarrolló el marxismo británico, y específicamente Raymond Williams, Raphael Samuel, E.P.

6. Carlos Ginzburg. El queso y los gusanos. El cosmos según un molinero del siglo XVI. Barcelona: Editorial Océano, 1981, p. 163.

Thompson y Víctor Kiernan. Esto no se debe a algún tipo de pre-ferencia ideológica (aunque en algunos casos esto es así), sino más bien a que sus modelos interpretativos y sus definiciones nos pa-recen más plásticos y aplicables a los fenómenos que tenemos que analizar. Después de todo, fue Eric Hobsbawm quien revolucionó los estudios históricos latinoamericanos con su obra Rebeldes Primiti-vos y, luego, con Bandidos.7 Es más, pocas cosas contribuyeron tanto a hacernos repensar nuestra aproximación a los procesos históricos como las obras de E.P. Thompson, Customs in Common 8 y Folklore, History, and Anthropology 9. Hobsbawm y Thompson nos llevaron a buscar modelos teóricos más plásticos y, eventualmente, a redescu-brir la obra de Raymond Williams, particularmente su maravilloso ensayo “Culture is Ordinary”10. La ampliación de horizontes nos permitió reconsiderar fenómenos tan complejos como el peronis-mo argentino, el varguismo brasileño, y el cardenismo mexicano. Esto se unió con el hecho que varios de nosotros habíamos es-tudiado a historiadores norteamericanos como Herbert Gutman, David Montgomery y Bruce Laurie. Tanto los marxistas británi-cos como los norteamericanos presentaban interpretaciones ricas y complejas en un lenguaje muy simple y accesible ya que tenían como interlocutores a lectores educados pero no necesariamente en el mundillo académico. Al mismo tiempo revelaban estar basados en una inmensa cantidad de investigación, y en construcciones teó-ricas flexibles y complejas. Simplemente pensemos que la Formación de la clase obrera en Inglaterra, de Thompson, fue pensada como un texto para educación de adultos. Muchos historiadores orales lati-noamericanos, también, están pensando en un público más allá de la academia; y muchos recurren a la historia oral después de descubrir

7. E.J. Hobsbawm. Primitive Rebels. Studies in Archaic Forms of Social Movements in the 19th and 20th Centuries. New York: The Norton Library, 1965 (orig. 1959). E.J. Hobsbawm. Bandits. London: Weidenfeld and Nicolson, 1969.8 . E.P. Thompson. Customs in Common. Studies in Traditional Popular Culture. New York: The New Press, 1991. 9. E.P. Thompson. “Folclor, antropología e historia social”, en E.P. Thompson. Historia Social y Antropología. México: Instituto Mora, 1994.10. Raymond Williams. “Culture is ordinary”; en Williams. Raymond Williams. “Culture is ordinary”; en Williams. Resources of Hope. London: Verso Books, 1989. Orig. 1958.

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que las fuentes escritas disponibles no son suficientes para explicar la historia social del continente.

Todo lo anterior entra en juego cuando lidiamos con temas como memoria, cultura y fuentes orales. Esto significa que, dentro de la historia oral latinoamericana, existe un diálogo fascinante en-tre las distintas interpretaciones y los diferentes marcos teóricos. Sin embargo, para que emerjan los contornos de nuevos aportes e in-terpretaciones nos debemos un debate más formal. Nuestro colega brasileño, Robson Laverdi, lanzó la discusión con un artículo sobre Raymond Williams y la Historia Oral, que fue publicado en la revista de la IOHA Palabras y Silencios11. Si bien la respuesta fue buena, aún no se generado un debate organizado. Otro debate que nos debemos es el que se refiere a la ética del historiador oral. Esto es un problema creciente, y quizá amerite que se definan una serie de criterios profe-sionales o un comité de ética ya que surgen todo tipo de problemas con las fuentes orales que construimos, ya sea de propiedad, de uso, o de complicaciones y derechos.

Si la historia oral latinoamericana implica una renovación de los estudios históricos, también implica otros problemas más serios. A mediados de la década de 1970 muchos de mis profesores me plan-teaban una serie de temas que ellos consideraban eran centrales a la tarea del historiador: ¿qué es la historia?, ¿historia para qué y para quién?, la ética del historiador. En estos temas, la historia oral es fun-damental porque evidencia la importancia de los mismos, por cuanto no son meramente un ejercicio intelectual sino que se imponen debi-do a las prácticas mismas que surgen de la esencia de la historia oral latinoamericana.

El tema de la ética es algo central e ineludible en nuestra prác-tica como historiador oral. En mi práctica surgen muchos problemas concretos y puntuales. El primero es que en el caso argentino los pro-blemas de hacer historia oral están fuertemente ligados al tema repre-sión y regímenes dictatoriales. El pedir la autorización al entrevistado automáticamente implica entrar en el cono de dudas sobre qué se va a hacer con la entrevista. La autocensura de ambas partes, como técni-11. Robson Laverdi, “Raymond Williams y la historia oral: relaciones sociales constitutivas”. Robson Laverdi, “Raymond Williams y la historia oral: relaciones sociales constitutivas”. Words and Silences/Palabras y silencios. Vol. 5, No. 2 (Oct. 2011).

cas de supervivencia frente a una represión salvaje, marca fuertemente los testimonios, la memoria y la subjetividad. Las técnicas para evocar la memoria o para lograr respuestas no son (y tampoco pueden ser) las mismas que en sociedades con niveles represivos más bajos. Asi-mismo, la posibilidad de que lo que se declara en una entrevista tenga usos no imaginados por el historiador es un problema ético y práctico que debe ser contemplado y que no figura en ningún manual hecho por europeos o norteamericanos. En mi caso, el pasado aniversario del golpe militar de 1976, el 24 de marzo, el diputado Ricardo Bussi, hijo del General Antonio Bussi represor acusado de numerosos de-litos, en su discurso reivindicando el golpe de estado en la legislatura de la provincia de Tucumán, citó mis investigaciones y antecedentes políticos como prueba de los delitos de lesa humanidad por parte de antiguos guerrilleros12. ¿Qué hacer en estos casos? ¿Qué hacer frente a la posibilidad de que el entrevistado otorgó información en con-fianza sin considerar las posibles consecuencias? Si el entrevistado te cuenta cómo ejecutó a alguien, ¿qué hace el historiador? ¿Modifica el testimonio borrando esa parte o lo preserva exponiendo al en-trevistado a las consecuencias? Luego, ¿el testimonio se preserva, se publica, se esconde? Los nombres de los entrevistados ¿son públicos o debemos utilizar seudónimos? El uso que hacemos de la entrevista se guía por ¿qué criterios? ¿Cómo inciden cuestiones socioculturales de género, raza y clase en la construcción de los testimonios? ¿Cómo incide la subjetividad propia del entrevistador, por ejemplo, cuando se entrevista a una persona perteneciente a los pueblos originarios? Y ni hablar de prejuicios, percepciones, o relaciones de deferencia. El uso del testimonio, y no sólo el cómo se genera y se constituye, necesita el día de hoy de pautas y guías lo más claras posibles. No es que no lo hayamos discutido antes, sino más bien que tenemos que volver a discutirlo a la luz de las nuevas realidades.

En este sentido yo he sido uno de los que ha planteado que el mero hecho de otorgar una entrevista no implica resignar la pro-piedad sobre la misma, y eso más allá de que se firmen contratos o autorizaciones. El problema es ético, y no solo legal. Pero el que no

12. “Brillante y valiente exposición del diputado Ricardo Bussi este 24 de Marzo del 2012”. www.politicaydesarrollo.com.ar

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resignen la propiedad sobre la entrevista otorgada no implica que el testimoniante sea el único propietario. Si la entrevista es una cons-trucción de a dos (entrevistador y entrevistado) entonces pertenece a ambos. Así la publicación, o colocación de una entrevista en un archi-vo, debe tener registrado el nombre de ambas personas y el acuerdo de ambas para su uso. El colocarla en un archivo no implica que esta pasa a manos de los administradores de dicho archivo, ¿o sí? Esto es algo a discutir y aclarar. En particular porque se puede entregar una entrevista a un archivo bajo ciertos criterios y, años más tarde, estos pueden ser modificados por las personas a cargo del archivo. ¿Cómo garantizar que el acuerdo original se cumpla?

Por otro lado, ¿qué constituye un uso correcto y ético de una entrevista? Y ¿quién decide que éste lo sea? Vamos a algo concreto para ejemplificar lo que quiero decir. Hace veinte años hice una en-trevista. Tanto el audio como la transcripción fueron entregadas a la entrevistada que declinó hacer un comentario señalando que “no la puedo leer”. Un año más tarde regresé a preguntar si había cambios y la hija, que la había leído, manifestó su acuerdo. Pasaron los años y un buen día la publiqué con seudónimos y lo que consideraba la autorización de dos décadas atrás. Dos años más tarde, un día suena el teléfono de mi casa y era la entrevistada, furiosa e indignada: que por qué no le había preguntado, que esto le podía generar problemas de seguridad, pero sobre todo que no era la imagen que ahora quería dar. Claramente, no había un problema legal. Lo que había era un problema histórico y ético. Yo considero que tendría que haberla ubi-cado antes de dar a conocer la entrevista, dijera lo que hubiera dicho y autorizado veinte años antes. Ella no había resignado, éticamente hablando, los derechos sobre su vida. Pero al mismo tiempo, la en-trevista es mía. O por lo menos, es mía también. La misma no es lo que ella dice solamente si no que es lo que ella responde a lo que yo le pregunto. Pero, además, el concepto de la “imagen” que ahora quiere dar genera todo tipo de problemas para el historiador.

En otro ejemplo, hice una larga entrevista con viejo activista. En el momento de explicar su politización, allá por 1960, me contaba de la importancia de la novela Espartaco del escritor norteamericano Howard Fast. Como siempre que he podido, en este caso transcribí

y entregué la entrevista al entrevistado. Al mes me la devolvió con correcciones. Algunas eran buenas: corregía nombres, agregaba datos e impresiones. Pero en la parte sobre su politización había cambiado todo, incluyendo las preguntas. Fast había desaparecido y en su lugar aparecía citando la obra del Che Guevara “El socialismo y el hom-bre en Cuba”. A continuación el entrevistador le preguntaba si podía recordar alguna parte de esa obra y él citaba una página y media. Yo estaba indignado. El Che había escrito ese ensayo años después de lo que él estaba hablando. Me respondió: “Si, pero esto es lo que quiero decir”. En otras palabras, es “la imagen” que quiere proyectar. ¿Qué hace ahora el historiador oral? ¿Suprime el testimonio? ¿Acepta los cambios? ¿Los descarta? El problema es que el testimonio es una construcción de ambos, o sea de dos autores. Es como escribir un li-bro con otra persona: todo es una negociación permanente. Con una complicación: si la fuente construida pierde su espontaneidad ¿sigue siendo fuente? Otro problema es que no hay guía para la ética a seguir en este tipo de situaciones, que son más comunes de los que parece.

Esto se complica aún más si consideramos que la difusión de la historia oral, la constitución de archivos, el hecho de que la misma persona puede haber sido entrevistada más de una vez ha cambiado todo. En Argentina, en 1990 un testimoniante típico era entrevista-do por primera vez y tenía conciencia de que, posiblemente, era su única oportunidad para contribuir a la comprensión de un momento histórico. O sea, se constituía en un protagonista de la historia. Dos décadas más tarde, más que contribuir a construir una fuente históri-ca muchos testimoniantes quieren contribuir a la construcción de una fuente que abone a su interpretación de la historia. En esto se mezcla ego, identidad, autopercepción, imagen. Además de los problemas metodológicos que esto implica, emerge un problema de ética: ¿qué uso se puede hacer de estas fuentes?; ¿a quién pertenecen?; en un des-acuerdo entre ambas partes ¿a dónde acudir para zanjar el diferendo?

En esto, y por último, consideremos que muchos consideran que la historia oral es simplemente tomar el grabador y hacer pregun-tas. ¿Cualquiera es un historiador oral? La profesión de historiador tiene pautas y guías que el conjunto consideran correctos y aceptados. Estas pautas se han forjado a través de décadas y son refrendados

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por críticas, evaluaciones, y sobre todo un sistema donde una obra determinada es “aceptada” por el conjunto como que reúne las reglas imprescindibles de la profesión. Un periodista puede escribir historia, pero no ser aceptado como historiador. ¿Y un historiador oral? Yo in-sisto que no cualquiera lo es. Una colega argentina insiste que “cual-quiera puede hacer historia oral” y solo hace falta atreverse. No es cierto. Un proyecto de historia oral tiene reglas, criterios y su propia cientificidad. No cualquier entrevista es historia oral, sino cualquier periodista televisivo que entrevista gente sería un historiador oral.

Evidentemente lo que aquí hace falta son pautas y criterios. En la Asociación Argentina venimos discutiendo el tema hace ya más de un año. Creo que la IOHA también debería planteárselo. En esto no se trata de “excluir” o de “discriminar”. De hecho una de las riquezas de la historia oral es la multiplicidad de individuos, dentro y fuera de la academia, dentro y fuera la Historia como disciplina, que se dedi-can a proyectos con fuentes orales. Lo que si hace falta es establecer pautas concretas que reglamenten no sólo qué es la historia oral, sino el uso de las fuentes, y el comportamiento de sus practicantes. De lo contrario no habrá respuesta a la pregunta de Sean Field: “¿No se correrá el peligro de “arreglar” puntos de vista particulares o concep-ciones del pasado?”

María Regina en el país de las maravillas: género, violencia, política y resistencia cotidiana

en la narrativa autobiográfica de una militante de izquierda. (Brasil-Argentina,

décadas de 1960 y 1970 desde el presente)1

María Regina in Wonderland: Gender, Violence, Politics and Daily Resistance in the Autobiographical Narrative of a Leftist Militant

(Brazil-Argentina, 1960 and 1970 to the present

benito bisso scHmidt*carolina Job di laccio**

diego scHerer da silva***

Resumen: El objetivo de este trabajo es analizar la narrativa oral au-tobiográfica de María Regina Pilla a través de discusiones teóricas sobre memoria y género. En los años de 1960 y 1970, ella participó de organizaciones clandestinas que contestaron las dictaduras insta-ladas en Brasil y en Argentina: el Partido Operario Comunista (POC) y el Partido Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucio-nario del Pueblo (PRT-ERP), respectivamente. En 1975, “Neneca”, como es conocida, fue presa en Argentina y acusada de “complot internacional” contra el gobierno Isabelita. De las muchas cuestiones suscitadas por su entrevista, dos serán priorizadas en este trabajo: la 1. Este artículo es resultado parcial del proyecto de pesquisa intitulado “Flavio Koutzii, partes de la vida en la memoria – Biográfica política de un militante de izquierda (1943-1984)”, apoyado con la Beca de Productividad del CNPq y con becas de iniciación científica de la PROFESQ/UFRGS y de la FAPERGS.

* Profesor del Departamento y del PPG en Historia de la UFRGS. Correo-e: [email protected]** Graduando en Historia/UFRGS, beca de Iniciación Científica BIC-UFRGS.***Graduando en Historia/UFRGS, beca de Iniciación Científica PROBIC-FAPERGS-UFRGS. Artículo recibido: 10-12-12 Aceptado: 01-09-13Historia, Voces y Memoria 6 (2013) p. 19-38ISSN 1852-5369

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manera como ella construye narrativamente su identidad personal y sus recorridos políticos a partir de potentes imágenes de género y la forma inusitada como elabora su experiencia en la cárcel, en especial las resistencias cotidianas emprendidas por ella y sus compañeras al sistema carcelario en lo cual fueron inseridas. En relación a las fuen-tes, la contribución de María Regina fue cruzada con otras narrativas orales y documentos escritos (periódicos, documentos policiales y memorias) con el objetivo de comprender las estructuras sociales que sustentan sus memorias y marcan los límites de los territorios en que memorias, olvidos y silencios interaccionan.

Palabras clave: Izquierda; Memoria; Narrativa; Brasil; Argentina.

Abstract: The goal of this work is to analyze the autobiographical oral narrative of Maria Regina Pilla through theoretical discussions about memory and gender. In the 1960s and 1970s, she participated in clan-destine movements that contested the dictatorships established in Brazil and Argentina: the Communist Worker’s Party (POC), and the Worker’s Revolutionary Party - Revolutionary Army of the People (PRT-ERP), respectively. In 1975 “Neneca”, as she is known, was ar-rested in Argentina and accused of an “international plot” against the Isabelita government. From the many questions raised by her inter-view, two shall be prioritized in this paper: the manner in which she narratively constructs her personal identity and her political routes by using potent gender images and the unusual way in which she de-scribes her experiences in prison, especially the daily resistances she undertook with her fellow inmates. With regards to sources, Maria Regina’s contribution shall be cross-referenced with other oral nar-ratives and written documents (newspapers, police documents, and memoirs) with the goal of understanding the social frameworks that hold her memories and mark the boundaries of the realms in which memories, forgetfulness, and silence interact.

Keywords: Left; Memory; Narrative; Brazil; Argentina.

Buenos Aires, 1975:

(…) fue una de esas veces que yo fui que la casa de él estaba ocupada por la policía, la policía había ido allá y estaba esperando que él llegara. Y he llamado al timbre, y yo estaba leyendo “Alicia en el país de las maravillas” y llamando al timbre, y no vi que salió un grupo de policiales de dentro del edificio y que (…) ahí me detuvieron allí, estaban armados todos, me tiraron todos contra la pared gritando, y me empujaron para dentro de la casa (…) del portero.2

“Él” es Flavio Koutzii, y el “yo” se refiere a la María Regina Pilla, ambos, en el tiempo evocado por la narrativa, militantes de la llamada Fracción Roja del grupo trotskista Partido Revolucionario de los Trabajadores--Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP), que practicaba la lucha ar-mada contra el gobierno de Isabel Perón (1974-1976). Flavio y María Regina habían se conocido en Porto Alegre, cuando estudiaban en la Universidad Federal de Río Grande del Sur (UFRGS): él, Economía y Sociología; ella, Periodismo. En medio de las clases, de las reuniones políticas del Partido Comunista (“pesadísimas, según ella”) y de las rondas de guitarra, encontraron tiempo para namorar. Con el golpe de 1964, los dos ingresaron en la organización clandestina Partido Obre-ro Comunista (POC). En función del recrudecimiento de la represión, huyeron para San Pablo, después para París y a continuación se reen-contraron en Buenos Aires, enviados por la IV Internacional.

La escena fue narrada por María Regina, más conocida como “Neneca”, en una entrevista concedida a los autores en el día 25 de junio de 2010: en 1975, ella estaba yendo visitar Flavio, que ya no era su novio, sin saber que él ya estaba detenido y que la policía argentina aguardaba en su piso a la espera de otros “subversivos”. Distraída con las aventuras de Alicia de Lewis Carroll, María Regina cayó en la trampa, acabó secuestrada y, a continuación, fue detenida, acusada de “complot internacional” contra el gobierno de Isabelita.

2 . En ese artículo, todas las citas no referenciadas son transcripciones de la entrevista concedida por María Regina Pilla a los autores. Porto Alegre, 25/06/2010. Al “traducirla” para el lenguaje escrito, realizamos algunas correcciones y adaptaciones a fin de facilitar la comprensión buscando, sin embargo, mantener el tono oral de la narrativa.

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El periódico Zero Hora, de Porto Alegre, destacó de esa forma el hecho: “Secuestro: Gauchos siguen desaparecidos en Argentina”. El artículo decía: “Hasta ahora la desaparición de los brasileños en Argentina sigue siendo un misterio. Todos los órganos de seguridad niegan tener entre sus detenidos a los brasileños y la organización de extrema derecha AAA3 no emitió un comunicado asumiendo la res-ponsabilidad”. Luego decía: “Los gauchos Flavio Koutzii y María Regi-na fueron estudiantes en Porto Alegre. Hace aproximadamente cinco años que viven en Buenos Aires, hacia donde se dirigieron las madres de los dos a fin de intentar ubicar los hijos”4. Tal vez la acción de las madres haya sido eficiente o, más probablemente, el hecho de que un tercer brasileño detenido en esa ocasión, Paulo Paranaguá, entonces novio de Neneca, era hijo de un diplomático que contribuyó para que los secuestrados fuesen ubicados y fueron reconocidos como dete-nidos oficiales del Estado argentino. A partir de ahí, Maria Regina quedó aproximadamente dos años detenida. En enero de 1977, ella y Paulo consiguieron ser liberados y expulsados de la Argentina a Fran-cia, donde habían obtenido un laissez passer. Flavio continuó detenido hasta junio de 1979.

En la referida entrevista, María Regina nos contó muchas histo-rias como esa, en la cual se mezclan la “gran política” con detalles de lo cotidiano (como el libro que estaba leyendo en el momento de la detención) y de las relaciones afectivas, en general con altas dosis de ironía y buen humor. Ella es una excelente narradora, de aquellas que llama la atención de los oyentes, hechizando con su encanto y hacién-donos embarcar en su historia. Fuimos a buscarla para que ella habla-se, sobretodo, de sus experiencias junto a Flavio, personaje principal de la pesquisa que realizamos, pero fue imposible relegarla al papel de actor secundario. Ella fue protagonista de la trama narrada y, por eso, resolvimos prestarle una atención especial. Ese artículo es el resultado de ese encuentro y de la “voluntad de saber” que nos provocó.

3. Alianza Anticomunista Argentina, más conocida como Triple A o AAA, fue una organización paramilitar de extrema derecha que estubo en actividad en mediados de la década de 1970, particularmente en el gobierno de Isabel Perón. Posteriormente, se vinculó a la junta militar liderada por Jorge Videla (1976-1983), desempeñando papel de destaque en la guerra sucia.4..Zero Hora, Porto Alegre, 17/05/1975 (Acervo Personal Flavio Koutzii).

De las muchas cuestiones suscitadas por lo que dice Neneca, dos serán ahora priorizadas: la manera como ella construye narra-tivamente su identidad personal y sus caminos políticos a partir de potentes imágenes de género, y la forma inusitada como elabora a su experiencia en la cárcel, en especial las resistencias cotidianas em-prendidas por ella y sus compañeras al sistema carcelario en el cual fueron insertadas.

1. “Yo hice mi camino sola” (o: intentando no ser una “mujer-Walita”) — caminos políticos e imágenes de género

Conforme fue destacado, la narrativa hecha por María Regina mezcla elementos de las luchas políticas características del contexto latinoamericano de las décadas de ‘60 y ‘70 con detalles de su diario, ambos igualmente relevantes para comprender las (re)elaboraciones de su historia. Entre las tantas lecturas realizadas durante sus recorridos en colectivo por Buenos Aires, las aventuras del famoso personaje de Carroll se destaca en medio a sus evocaciones. Al ser detenida en la puerta del piso de su compañero de militancia, Neneca no pensaba en las grandes teorías marxistas o en los manuales guerrilleros, sino en las aventuras de una niña que, en búsqueda de su identidad, imagina un mundo donde se pueda ser protagonista de su propia historia.

Así como Alicia, María Regina no se ajustaba en determinados patrones culturales socialmente valorados en la época. Nacida en la década de 1950, Neneca sufría las presiones sociales que la llevaba hacia un ideal de mujer digna de los “Años Dorados”5. Ser madre y esposa ejemplar eran atributos que, de acuerdo con los discursos de género dominantes en ese período (y en muchos otros), eran parte de la “esencia femenina”. Un “destino”, por otra parte, que se anunciaba sin muchas posibilidades de respuesta.

Sin embargo, huir de los padrones establecidos y transgredir los valores dominantes era, justamente, el proyecto de muchos jó-

5. Los llamados “Años Dorados” se referien al contexto de Brasil de los años 1950, tema trabajado, a partir de una perspectiva de gênero, por Bassanezi. (Carla Bassanezi. Mulheres dos Anos Dourados. En: Mary Del Priore (org.). História das mulheres no Brasil. 9 ed. São Paulo: Contexto, 2007).

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venes (hombres y mujeres) de aquella generación, lo que evidencia la ambigüedad característica de cualquier estructura de dominación. Como evoca Sergius Gonzaga, autor del libro memorias y crónicas El Hipnotizador de Taquara y contemporáneo de María Regina, al re-ferirse al período: “Odiamos a los pequeños-burgueses, a los que se portan bien, a los que se adaptan al sistema”6. Para Neneca, nada en aquel “sistema” tenía sentido, pues ella no quería seguir su “destino natural” de mujer, no quería hacer cursillos de la escuela Walita7 para aprender a ser ama de casa. En sus palabras: “Yo creía que aquello era una cosa tan rara, no (pausa) no era bueno para mí, ¿no? Yo no quería aquello, yo solamente sabía eso, eso yo no quiero”.

Era en la Universidad y en medio a su rutina de joven rebelde que Neneca encontraba canales para exprisar y vivir su insatisfacción, sea declamando poemas concretos en el recreo en el Bar del Anto-nio8, sea en las ruedas de amigos, cantando y brindando a la revolu-

6 . Sergio Gonzaga. O Hipnotizador de Taquara e outras crônicas de TV. Porto Alegre: Leitura XXI, 2009. p. 159.7. La marca Walita es conocida en Brasil por sus productos de hogar, una de las referencias más tradicionales en equipos de utilización doméstica. La fabricante holandesa Philips es detentora de su marca desde 1971, momento en que la adquirió de su creador, el ingenie-ro Waldemar Clemente. El marco de la ascensión de la empresa es el año de 1945 con el Perfeccionamiento por Clemente del aparato bautizado de “licuadora”, el Walita Nêutron. Desde entonces, los productos Walita vienen siendo asociados al “ambiente del hogar” y la empresa no dejó de investir en recursos para integrar sus productos a la vida de la populación brasileña. Para tal objetivo fue creada en los años 60 la “Escuelita Walita”. Se trataba de una serie de cursos ministrados en tiendas y clubes, con la finalidad de enseñar recetas de cocina y tareas del hogar utilizando los productos de la marca. Además de eso, eran creadas también cartillas explicativas con las informaciones necesarias para se repetir en casa, todo lo que fue aprendido, un “paso a paso” de cómo se tornar una “ama de casa perfecta”.8 . En la época, en el mismo lugar donde se encuentra hoy el “Bar del Antonio”, en el cam-pus central de UFRGS, se ubicaba el “Bar de la Filó”. El bar era bastante frecuentado por los alumnos de la facultad de Filosofía. Como recuerda Raúl Pont, otro militante de la época, en texto intitulado O Bar da Filó: “Sin exagero. Pero no es posible recordar la vieja Facultad de Filosofía, sin el bar que dividía con el Centro Académico Franklin Delano Roosevelt el pequeño edificio (…). Pero el bar era, principalmente, el espacio del cotidiano, del sueño, de la amistad, del amor, de la angustia, la incertidumbre (…) Cuantos namoros, cuantas amista-des, cuantos cambios de rumbos, de vida, cuantas bodas ocurrieron a partir del bar da Filó?” (Raul Pont. O Bar da Filô. In: Paulo Coimbra Guedes, Yvonne Sanguinetti (orgs.). UFRGS: identidade e memórias – 1934-1994. Porto Alegre: Ed. da Universidade – UFRGS, 1994. pp. 68 y 70).

ción que se acercaba. Por medio de esas interacciones, se construía la imagen de la “musa de los rebeldes”9. Para esos jóvenes, según ella, la lectura tenía mucha importancia. “(…) era una generación que leía. La gente quería saber de las cosas, pero que no contasen, la gente quería leer, quería saber, ¿sí?”. Entre los poemas de Juan Cabral de Melo Neto y las disputas estéticas y existenciales de los poetas beatni-ks, esos chicos y chicas encontraban espacio de identificación, pues percibían que había otros con pensamientos y aspiraciones similares. Como recuerda María Regina:

(…) es raro porque nosotros vamos buscar fuerzas ahí donde no lo esperas, ¿sí? En la literatura, en los amigos (…) Pero la literatura me ayudó bastante, yo leía aquello. Quiero decir, eso soy yo, es mi cabeza, yo me reconozco en eso aquí, ¿sí?

Mientras que Neneca describe los caminos que la llevaron a renegar de un futuro convencional como mujer brasileña de clase media de los años ‘50 y ‘60, centrado en el espacio doméstico, perci-bimos la militancia como una posibilidad de viabilidad de su proyecto personal, en el campo de posibilidades característico de aquella épo-ca10. Desde un punto de vista retrospectivo, que en general prioriza la coherencia y la linealidad11, sus ideales políticos ya estaban de de-sarrollo mismo antes de su viaje de estudios a los Estados Unidos en 1963 (periodo que ella señala como responsable de su politización)12.

9. La idea de Neneca como musa de la generación rebelde es traída por Gonzaga: “Tene- La idea de Neneca como musa de la generación rebelde es traída por Gonzaga: “Tene-mos las nuestras musas: Chica Boa da Medicina, María Regina Pilla del Periodismo, Haidée Porto de la Pedagogía. También por ellas empeñamos la bandera UNE y las bandas con dichos contra los militares, el Acuerdo MEC- USAID y el Imperialismo. Para que ellas nos vean en el front de la lucha popular” (Gonzaga, op. cit., p. 158).10. Los conceptos de “proyecto” y “campo de posibilidades” fueron tomados de Gilberto Vello. Para el antropólogo, anclado en las reflexiones de Alfred Schutz, proyecto es “la con-ducta organizada para atingir finalidades específicas” y campo de posibilidades es la “dimen-sión socio cultural, espacio para formulación y implementación de proyectos”. Para más, véase Gilberto Velho. Projeto e metamorfose. Antropologia das sociedades complexas. Rio de Janeiro: Zahar, 1999.11. Sobre esa ilusión retrospectiva, véase: Pierre Bourdieu. Sobre esa ilusión retrospectiva, véase: Pierre Bourdieu. A ilusão biográfica. In: Janaína Amado e Marieta de Moraes Ferreira (orgs.). Usos & abusos da história oral. Rio de Janeiro: FGV, 1996.12. En el transcurso de su narrativa, María Regina recuerda de una “parte interesante” para comprender su proceso de politización. En el año de 1963, ella ganó una beca de estudios del American Field Service para estudiar un año en una escuela americana. Según recuerda, se

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Sin embargo, dice María Regina, su inserción en la militancia se dio más como consecuencia de una especie de “rebeldía instintiva” de lo que es un proyecto político consciente e intelectualmente estructura-do. En el que el ideal de la revolución política y de comportamiento no la motivase, no había todavía, como ella misma menciona, una “consciencia de la militancia”.

En ese sentido, el golpe cívico-militar de 1964 asume un carác-ter paradojal en la narrativa de María Regina: sin lugar a dudas, repre-senta un momento de limitación y de opresión política, sin embargo, al mismo tiempo, abre espacio para su realización personal, para el ejercicio de su autonomía. Al hablar del periodo anterior al golpe, ella dice:

Y yo quedaba así en una tristeza. Sinceramente así, las primeras ideas de de-presión que yo tengo en la cabeza eran de pensar en mi vida como ama de casa, madre de familia. Pero aquello estaba fuera de cuestión. Pero como es que yo iba a defenderme de aquello. Yo era una (pausa) una persona, sola contra un mundo delante mío que llevaba para aquello, ¿sí? Pero yo no quería.

Y, tratando de los años que se siguieron al movimiento civil militar:

(…) Y entonces, quiero decir, fue en esa (pausa) en esa, en esa situación nueva del país así que la gente, yo, por lo menos, me situé. Yo llegué entonces con ganas de ser una cosa diferente en un país que me parecía que aquello que estaba ocurriendo daba espacio para ese cambio, ¿sí?

Para nuestro personaje, por lo tanto, hacer parte de la resisten-cia al régimen impuesto por los militares significaba tener un papel activo en el proceso social, ser agente de su propia historia. Ella se sentía sola, incapacitada de ir en contra una organización social que la presionaba para asumir una posición que no quería. La decisión ya había sido tomada: ella no era una “mujer Walita”, estaba “fuera de la cuestión.” Sin embargo, el problema persistía: ¿Con qué armas luchar contra esto? La militancia significaba así, para ella, no solamente una

trataba de un ambiente bastante contestatario, donde, ya en aquella época, los profesores “plantaban semillas en aquellos jóvenes”. Además de esa experiencia en los USA, Neneca atribuye parte de su politización a la convivencia con el primo Pila Vares, responsable por le “abrir una perspectiva más de izquierda”.

forma de lucha política, pero también una posibilidad de volver a la elaboración personal. Tal opción individual se inserta en un campo de posibilidades más amplio. Según Ridenti, si bien se considera la cantidad media de mujeres en los grupos armados (18%) como pe-queña, esa participación refleja un progreso en la liberación femenina a fines de la década de ‘60, cuando muchas mujeres tomaban parte de las luchas políticas, para cuestionar el orden establecido en todos los niveles aunque sus reclamos no tuviesen explícitamente un carác-ter “feminista” propiamente dicho, que ganaría cuerpo sólo en los años ‘70 y ‘80, y en otra coyuntura13. No obstante, la participación femenina en las izquierdas armadas era un avance hacia la ruptura del estereotipo de la mujer restringida al espacio privado y doméstico como madre, esposa, hermana y ama de casa, que vive en función del mundo masculino14.

Al ser cuestionada al respecto de los preconceptos de género existentes entre los compañeros de militancia, Neneca afirma que esa fue la única vez en su vida que no se sintió discriminada por ser mujer, pues era un tratamiento de “igual a igual”15. No obstante esa percepción, algunos estudios muestran que, a pesar del número significativo de mujeres actuando en organizaciones de izquierda en ese periodo, tal actuación no dejaba de ser regulada por discur-sos de género16. Esos mismos discursos fueron utilizados estratégi-

13. Teniendo en cuenta los datos presentados por Ridenti, María Regina se encuadra en el Teniendo en cuenta los datos presentados por Ridenti, María Regina se encuadra en el perfil de la mayoría de las militantes que componían los cuadros de la izquierda armada en Brasil: estudiante, oriunda de camadas medias intelectualizadas y con ingreso en la política a través del movimiento estudiantil (Marcelo Siqueira Ridenti. As mulheres na política brasileira: os anos de chumbo. Tempo Social; Rev. Sociologia USP, São Paulo, 2(2), 113-128, 2o semestre 1990).14 . Ridenti, op. cit. Ridenti, op. cit.p. cit.15 Percepciones semejantes sobre la no discriminación de las militantes por sus compañeros Percepciones semejantes sobre la no discriminación de las militantes por sus compañeros de organización aparecen en testimonios presentados por Ridenti, op. cit.16 . Véase, por ejemplo, Cristina Scheibe Wolff. Feminismos e confi gura��es de g�nero na Véase, por ejemplo, Cristina Scheibe Wolff. Feminismos e configura��es de g�nero na guerrilha: perspectivas comparadas no Cone Sul, 1968-1985. Revista Brasileira de História. São Paulo, v. 27, n. 54, 2007, p.20, y Ridenti, op. cit.. Entendemos género en el mismo sentido propuesto por Wolff, o sea, “como una construcción social, cultural e histórica, siempre relacional y que define jerarquías y estrategias de poder, territorios y comporta-mientos para hombres y mujeres”. También compartimos de la comprensión de discursos como prácticas sociales, en las cuales saber y poder se entrecruzaban configurando catego-rías sociales al ser emitidas por instituciones o especialistas y también subjetividades, al ser

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camente17 por María Regina en el sentido de echar mano de algunos planes de supervivencia en su largo recorrido como militante. Vea-mos un ejemplo.

En un momento de la entrevista, Neneca nos contó, entusias-mada, sobre su ida a Francia, motivada, por un lado, por el encuentro con su compañero en la época, Paulo Paranaguá y, por otro, por la situación extremadamente difícil en que se encontraba en Brasil. En medio de las tensiones e incertidumbres que la dictadura implicaba, María Regina necesitó obtener un pasaporte, dinero y toda la articu-lación para salir del país sin llamar la atención. Todo fue debidamente planeado:

Yo no tenía dinero para comprar el billete, yo pedía para todos los amigos, los compañeros de militancia y otros amigos (…) Las personas daban moneditas. Cuando yo fui a comprar el billete, yo fui con un montón de dinero, todo arrugado (risas). La mujer de la taquilla de la empresa miraba, así, con los ojos como unos platos, ¿sí? (…) Y yo toda arregladita, ¿sí? Nosotros en esas horas… te esmerabas. No tenía vestido, pero conseguía uno prestado, tacos, para ir comprar el billete, no parecía un subversivo que está huyendo. (…)

(…) Ahí yo fui, y yo (pausa) ahí entré, fue así, en el aeropuerto, nosotros fuimos para el aeropuerto, fue un tío de Flavio Koutzii que me llevó al aeropuerto, me gustaba mucho él, y él aterrorizado, creyendo que nosotros estábamos haciendo una gran tontería. Pero la combinación era así: él me dejaba en el aeropuerto, que era en Guarullos (…) y se marchaba, no era para que se quedara allá porque si pasaba algo no era para involucrarte (pausa) pues él no era militante, no tenía nada que ver. Bueno, ahí yo que me quedé en el aeropuerto caminando para allí y para allá, de vestidito negro, zapato de tacones, collarcito de perla, toda arre-gladita así, aterrorizada, yo no conseguía ni respirar de tanto miedo que yo tenía.

Se percibe en ese evento el agenciamiento de una potente ima-gen de género como táctica de resistencia. María Regina, a lo largo de su discurso, articula muy bien, como ya vimos, su aversión a la imagen esteriotipada de la mujer bien comportada de clase media,

apropiados y emitidos por los sujetos”. (Wolff, op. cit., p. 21).17. Para construir esa idea, nos basamos en la noción de táctica propuesta por Michel de Para construir esa idea, nos basamos en la noción de táctica propuesta por Michel de Certeau, o sea, “trucos listos del “débil” en el interior del orden establecida por el fuerte”. (Michel de Certau. A invenção do cotidiano. Petrópolis, Vozes, 1996. p. 40).

muy valorada en el Brasil de los años ‘60. Sin embargo esa misma imagen fue utilizada por ella como un artificio para lograr un objeti-vo mayor: dejar de parecer una “subversiva que está huyendo”. Las perlas, el vestido, los zapatos (“detalles”, además, que pueden parecer a la primera vista irrelevantes en su narrativa), todos representan íco-nos de “buena chica” y ganaban un sentido político decisivo: son su “pasaporte”, un “camuflaje” que la tornaba invisible a los ojos de la policía. ¿Pues, como una “subversiva”, generalmente percibida por la represión como “puta comunista”, podría estar toda arregladita?”18.

Wolff añade que, “(…) según la ex militante y socióloga María Lygia Quartim de Moraes, que militó en la ALN, para las mujeres era más fácil huir de la policía, pues a no ser en casos notorios, era difícil creer que las mujeres fuesen realmente guerrilleras”19. La militancia era vista, así, como algo viril, que demandaba valor y determinación, atributos socialmente asociados al universo masculino. El llamado de esas imágenes, tanto de la mujer débil y bien comportada, cuanto al del hombre fuerte y valiente, construyen subjetividades de género. Como destaca Wolff: “El militante tenía de perder tantas cosas al caer en la clandestinidad y elegir el camino de la lucha armada: perdía su nombre, su familia, sus amigos de infancia, muchas veces era trasla-dado a otra ciudad, perdía su profesión, su trabajo, diversión, manías, todo en nombre de la revolución. Pero no perdía su género, y este parece que era reforzado en el caso de los hombres.”

Ante esa situación, al ingresar en la militancia clandestina, las mujeres veían la necesidad de asumirse como protagonistas de un proyecto político asociado al ámbito del masculino. De cualquier ma-nera, muchas veces tuvieron que apropiarse de esas subjetividades de

18. En ese sentido, como argumenta Ana María Colling: “ Al construir el sujeto político En ese sentido, como argumenta Ana María Colling: “ Al construir el sujeto político femenino, la represión, las organizaciones de izquierda y la sociedad en general intentan reconstruirlo como sujeto, presentando la mujer militante como un sujeto desvaído y no político. (…) El intento de no construir el sujeto político femenino se clarifica en la ex-presión usada en la represión para caracterizar al militante: “puta comunista”. La mujer es encuadrada en dos categorías problemáticas y de desvío – prostituta y comunista – el inten-to de ser desmerecida y descalificada como sujeto político”. (Ana Maria Colling. “Choram Marias e Clarices”: uma questão de gênero no Regime Militar brasileiro. Disserta�ão (Mestrado em História) – Universidade Federal do Rio Grande do Sul, Porto Alegre, 1994, pp. 110-111 y 129).19. Wolff, op. cit, p. 20. p. 20.

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género dominantes y reconstruir otros parámetros para ser aceptadas como “compañeras”. Según Marco Aurelio García, eso sirvió como “un instrumento sui generis de emancipación”, en la medida en que la igualdad con los hombres era reconocida por lo menos retóricamente20.

El hecho de María Regina se vistiera de “mujer” para sacar su pasaporte y embarcar rumbo a Europa, o sea utilizara un estereotipo de género como recurso táctico que a los ojos represores la alejaba de un posible vínculo político “subversivo”, sólo refuerza todavía más la visión masculinizada que entonces se tenía de la militancia21. Esas conclusiones, sin embargo, deben ser elaboradas sin perder de vis-ta las observaciones hechas por García al vislumbrar una diferente historia de acción política: “(…) esa otra historia tiene que evitar la trampa de asignar a los hombres el espacio público, mientras que reserva a las mujeres el espacio privado, si bien “politizado”. En reali-dad porque es falsa la “masculinización” absoluta de la esfera pública, de la misma forma que es falsa la “feminización” total de la esfera privada”22.

En su testimonio, María Regina construye su identidad atando experiencias políticas y vivencias afectivas, sin disociarlas. Al negar alejarse del ideal de la “mujer Walita”, encontrando en la lucha revolu-cionaria el medio para la realización y manifestación de sus proyectos, trazó su camino. De la misma forma que Alicia, ella se delineó como alguien de actitudes fuertes que no se adapta al sistema dominante, pero que, al contrario, con determinación, establece las reglas de su propio mundo: “Yo hice el camino sola”, resaltó.

María Regina, en su auto representación, a veces elige frases como la citada más arriba, individualizando ciertas ideas y referencias,

20. Marco Aurélio Garcia. Marco Aurélio Garcia. O gênero da militância: notas sobre as possibilidades de uma outra história da ação política. Cadernos Pagu. 1997. pp. 319-343. p. 338.21. El testimonio de la militante Vera Silvia Magallaes a Ridenti, ese uso táctico, en el El testimonio de la militante Vera Silvia Magallaes a Ridenti, ese uso táctico, en el ámbito de las organizaciones clandestinas, de visión masculina sobre las mujeres también es resaltado: “Porque en la cabeza de los hombres, tanto de mis amigos cuanto de los enemigos, la mujer es inofensiva. Yo fui sola hacer el levantamiento del secuestro del americano. Fui de minifalda, vestida de criada, conquisté el jefe de seguridad del embajador, lo conquisté, me dio todas las informaciones (…) En todas las acciones yo tuve un papel bien femenino, que evidentemente facilitaba la acción, por eso yo aceptaba” (Ridenti, op. cit.).22. Ibidem, p. 339.

despegandose de un universo de influencias más amplio, característi-co del periodo en cuestión. Eso que ella ve como algo exclusivamen-te suyo, como “su camino”, fue en realidad una experiencia vivida en conjunto, un camino compartido por muchos otros individuos de su generación. Al encuentro de esa premisa, Maurice Halbwachs defiende que la memoria individual es un punto de vista sobre la me-moria colectiva. Mismo en las experiencias donde nos encontramos aparentemente ajenos a influencias externas, nuestros recuerdos per-manecen colectivos. Según el autor, “Es porque, en realidad, nunca estamos solos. No es necesario que otros hombres estén allá, que se distingan materialmente de nosotros, porque tenemos siempre con nosotros y en nosotros una cantidad de personas que no se con-funden23. Halbwachs insiste: “Ocurre con mucha frecuencia que nos atribuimos a nosotros mismos, como si ellas no tuviesen su origen en parte alguna solamente en nosotros, ideas y reflexiones, sentimien-tos y pasiones, que nos fueron inspirados por nuestro grupo. Esta-mos tan bien afinados con aquellos que nos rodean, que vibramos al unísono, y no sabemos más donde está el punto de partida de las vibraciones, en nosotros o en los otros”24.Eso, sin embargo, no quiere decir que María Regina no tuviese, para utilizar las referencias de Gilberto Vello, un proyecto personal con alguna singularidad. Es así como este autor argumenta: “Los proyectos individuales siempre interactúan con otros dentro de un campo de posibilidades. No ope-ran en un vacío, pero sí a partir de premisas y paradigmas culturales compartidos por universos específicos. Por eso son complejos y los individuos, en principio, pueden ser portadores de proyectos diferen-tes, hasta contradictorios. Sus pertinencias y relevancia serán defini-das contextualmente”25.

Nuestro personaje, por lo tanto, compartía con sus compañe-ros y compañeras el deseo de una sociedad libre de la represión dic-tatorial, la ilusión del socialismo y la idea de un mundo más justo e igualitario. Sin embargo, mientras algunos de sus contemporáneos

23. Maurice Halbwachs. Maurice Halbwachs. A memória coletiva. São Paulo, Vértice/Editora Revista dos Tribunais, 1990. p. 26.24. Ibidem, p. 47.25. Velho, op. cit.Velho, op. cit.p. cit. .p. 46

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entendían la militancia solamente como forma de viabilidad de una sociedad diferente, para María Regina, dentro de su campo de posibi-lidades, esa fue también la vía encontrada para trazar otros caminos, por ejemplo, su autonomía como mujer capaz de realizar sus propias opciones.

2. “(…) el mejor periodo de mi vida” (o: realizando en la cárcel la utopía social y personal)

Durante la narración de María Regina fuimos sorprendidos por uno de sus comentarios. Cuestionada sobre la prisión política, cuan-do esperábamos una respuesta de carácter dramático, ella contesta, riéndose: “La prisión. Yo voy, voy a decir una cosa que a vosotros no les va gustar, a mucho no les gusta, pero fue el mejor periodo de mi vida. Ahí, fue maravilloso. (risas)”. En esa forma inusitada es como ella elabora su experiencia en la cárcel que discutiremos ahora.

María Regina estuvo detenida en dos cárceles: Olmos, en la provincia de La Plata, y Villa Devoto26, ubicada en el barrio del mis-mo nombre, próxima al centro de Buenos Aires. En su discurso, nos contó que estuvo detenida con aproximadamente 100 compañeras, divididas en celdas con cuatro presas cada una: el “ambiente” se com-pletaba con otras dos celdas grandes al final del pasillo donde estaban los guardias. Fue en ese espacio que estuvo durante aproximadamen-te dos años, lugar que, según ella, se amoldó poco a poco en función de las luchas de las mujeres que allí habitaban, transformándose en el escenario del mejor momento de su vida.

Un hecho interesante en las evocaciones de María Regina está relacionado con la construcción de una rutina carcelaria. Como ella comentó, y como afirman otros textos sobre el tema27, la necesidad

26 . Según Flavio Koutzii, que escribió sobre políticas en Argentina, después de suelto y Según Flavio Koutzii, que escribió sobre políticas en Argentina, después de suelto y exilado en Francia, Villa Devoto presentaba aspectos distintos de las cárceles masculinas: las celdas eran colectivas y no había castigos físicos. (Flávio Koutzii. Pedaços de morte no coração. Porto Alegre, L&pm, 1984. pp. 110).27. Véase Flávia Schilling. Véase Flávia Schilling. Querida Família:.Porto Alegre, CooJORNAL, 1978; Schilling. Querida Liberdade. São Paulo, Global Editora, 1980; Diego Scherer Silva. “Li�ão de cadeia fica, e cadeia deixa mancha”: as cartas de Flávia Schilling no livro “Querida família:” (1972-1973). IN: Jornada de estudos sobre ditaduras e direitos humanos (1 :2011 : 02 a 30 abr. : Porto Alegre, RS). Anais [recurso eletrônico]. – Porto Alegre, APERS, 2011. p. 106 – 112. Disponível

de organizar el tiempo en la cárcel fue fundamental a la superviven-cia en aquel ambiente. Según nuestra entrevistada, esa necesidad de organizar cada minuto acabó por configurar una rutina mucho rígida para las detenidas. La suya era la siguiente:

(…) por la mañana pronto despertaba, ellos nos despertaban a las 5 de la mañana para que formáramos fuera, salir fuera de la celda y quedar en una cola así, ahí ellos contaban los detenidos. Después de eso tenía hasta las 8 y media para esperar el desayuno que llegaba, ellos trajeron. Entonces de esa hora a la hora del desayuno, quedaban unas tres horas, nosotros teníamos, en una celda, nosotros teníamos un atelier de trabajos manuales, ¿sí? Yo no sabía hacer nada, yo no sabía prender un botón, bordar, aprendí a bordar punto invisible, a poner botón, a hacer macramé, yo hacía cosas espectaculares con mis manos, ¿entiende? Yo no sabía hacer nada. Entonces tenía un atelier que todo mundo era obligado a trabajar porque las cosas que se hacían allí nosotras dábamos a los familiares, que eran dadas para ellos como regalos que nosotras teníamos hecho, ¿sí? artesa-nía, regalo (…)28

Es significativo notar que las críticas hechas por María Regina a las actividades de la “Mujer Walita”, ya examinadas en la sección anterior, fueron significadas en su narrativa sobre la cárcel. Mientras que, fuera del contexto de la cárcel, ellas eran percibidas de manera negativa –vistas como una imposición limitadora de la sociedad– en el interior de la cárcel parecen tomar un significado de autonomía, eso es de una elección propia. Por lo tanto, no eran las actividades de la “Mujer Walita” que ella rechazaba, pero sí su imposición y aso-ciación con un modelo dócil y sumiso, restricto al ámbito doméstico.Y las actividades continuaban:

Y tenía gimnasia, después de la gimnasia nosotras regresábamos para dentro de los pabellones, ahí tenía clases de lenguas, por ejemplo, ¿sí? Yo daba clase de francés, tenía una chilena que daba clase de inglés, una alemana que daba alemán

em: < http://www.apers.rs.gov.br/arquivos/1314800293.I_Jornada_Ditaduras_e_Direi-tos_Humanos_Ebook.pdf>. Acesso em 24 set. 2011; KOUTZII, Flávio. Op. Cit..28. Las cartas de la militante brasileña Flavia Schilling escritas durante su periodo en la cárcel uruguaya, entre 1972 y 1980, y publicadas en los libros “Querida Familia” (1978) y “Querida Libertad” (1980), también destacan los trabajos manuales y la confección de regalos como importantes actividades de resistencia a la detención política. Para más, con-sultar Silva, op. cit..

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y tenía no sé quien mas que daba clase de no lo sé que más. Yo daba (…) Por-tugués también y Francés. Entonces era clase de lenguas, y tenía unas argentinas, muy pobres, que eran analfabetas, tenía un curso de alfabetización de ellas. ¿Tú crees que yo no voy creer que eso es maravilloso? Por la tarde nosotras hacíamos representaciones teatrales, hacía lecturas de periódicos y, una vez por semana, el periódico, esa edición (…) circulaba (…) nosotras pagábamos el periódico, ¿sí? Con nuestro dinero, la cárcel nos daba un periódico, entregaba nuevo un periódico, un ejemplar sólo, una vez por día. Entonces, aquel periódico, él empezaba: hoy en la celda uno, mañana él empieza en la… ¿sabe? Circulaba el inicio para que, por lo menos una vez por mes, un poquito mas de un mes, porque eran cuarenta y tres, ¿sí? Tú leía un periódico nuevo, pero en la mayoría de las veces leía un periódico antiguo. Entonces, para no tener esa discrepancia entre el antiguo y el nuevo, no-sotras organizábamos una vez por semana, tenían comisiones, así: internacional, política nacional, no lo sé mas que… todo dividido, y nosotras presentábamos en una asamblea, hacía un velatorio de las noticias del periódico, ¿entiende? Era tanta cosa que nosotras no teníamos tiempo para nada.29

Por lo tanto, María Regina y sus compañeras acabaron por transformar sus vivencias conjuntas en una grande experiencia co-munitaria, en una rutina resistente, eso es en un conjunto de acciones compartidas que tornaban su tiempo y permitían que se viviera mejor dentro de la cárcel política. Así, tales actividades –escritura de cartas, clases, lectura de periódicos, trabajos manuales, teatro– en nuestra opinión, pueden ser consideradas como formas de resistencia a la cárcel. Conforme expone Koutzii a respecto de las cárceles femeni-nas argentinas durante la dictadura, la resistencia “estaba instalada en todos los momentos del cotidiano, (en) una actitud integral”30.

Otro ejemplo de auto organización de las detenidas y de en-frentamiento al sistema carcelario queda evidenciado en el siguiente discurso de Neneca:

29. Todavía a ese respecto, María Regina nos contó sobre una situación, por lo menos, curiosa para quien piensa que en la cárcel se tiene “todo el tiempo del mundo”. Según ella, era “tan poco tiempo libre, así, de llegar (…) y decir (refiriéndose a su compañera de celda): “Neneca, yo tengo que hablar contigo”. Yo decía: “ah no, esa semana no tengo una hora libre”. Y nosotras dormíamos así, ella dormía debajo de mi cama (riendo), ¿entien-de? No tenía tiempo para hablar de tantas actividades, ¿sí? Era muy bueno y las personas aprendían un montón”.30. Koutzii, op. cit., p. 121.

(…) la idea de ellas (refiriéndose a las carceleras) era sí: ellas iban organizar todo, (pero) ellas no sabían nada. Nosotras pedíamos para ir al baño (…) ahí ellas abrían la celda que pidió para ir al baño, quedaban con la celda abierta, al lado, después otra era destacada para acompañar (…) la persona que iba al baño, después regresaba (…) en el mismo día nosotras rompimos eso, nosotras combinamos, sin conseguir hablar, porque ellos nos aislaron rápidamente. Empe-zó así (…) todo mundo pedía para ir al baño en la misma hora, ellas se queda-ron locas. Cuando llegó la noche, ellas rompieron y abrieron la celda y hablaron: “está, vosotras organícense” (…) Y, y ahí fue eso lo que ocurrió, ellas terminaron cediendo la presión que nosotras hicimos para romper con aquel sistema absurdo, y nosotras ganamos, conquistamos nuestra organización.

Esa “conquista” relatada por María Regina no fue una expe-riencia única. Flavio Koutzii resalta en su trabajo que la organización colectiva –como forma de resistencia y enfrentamiento– era algo que existía frecuentemente en las cárceles de mujeres. Él llama ese tipo de resistencia de “enfrentamiento directo”, que tendría como caracterís-tica la oposición “de forma frontal y clara a un orden o decisión de las autoridades”31.

Al exponer la victoria de la autorganización de las mujeres, Ne-neca comenta, ante una pregunta nuestra sobre las diferencias entre la cárcel masculina y la cárcel femenina: “Los hombres, me perdonan, ellos no hacían eso (organización colectiva y enfrentamiento directo), ellos eran muy cómodos. Sabe, el hombre es así; tú dices que no hace, él no hace, ¿sí? Pero las mujeres no hacían así”. Ese es el único comentario en que Neneca hace una contraposición fuerte entre lo masculino y lo femenino, de cierta forma invirtiendo las relaciones de poder do-minantes en la sociedad. En su discurso, las mujeres asumen el papel activo y son vistas como capaces de autorganizarse, mientras que los hombres son, naturalmente, “muy cómodos”, al final el “hombre es así”. Con esa posición, María Regina más una vez procura valorar el microcosmo igualitario que ella y sus compañeras habían construido en la cárcel. De cualquier modo, es importante destacar que la re-presión en las cárceles masculinas actuaba de forma diferente a las celdas individuales, la presencia de castigos físicos y la imposibilidad –o posibilidad clandestina– de integración de los detenidos, como ex-

31. Ibidem, p. 119.

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pone Koutzii, eran elementos importantes para no permitir actitudes semejantes a las narradas por Neneca. A pesar de eso, los hombres no parecen haber sido tan cómodos: su resistencia y organización colectiva existían, sólo que eran ejercidas de otras formas32.

Otro aspecto que nos pareció sobresaliente en el relato de la experiencia de María Regina en la cárcel y que, en nuestra opinión, contribuyó para la construcción de su “país de las maravillas”, fue la idea de colectivización. Según su relato, ella y sus compañeras busca-ban colectivizar todo lo que poseían y hacían; para eso, se organiza-ron de forma que hubiese responsables por cada tarea. Tal colectivi-zación, sin embargo, pasó por discusiones:

(…) todos los detenidos recibían dinero y la nuestra idea era (que) todo era colectivizado, entonces había responsables para esa colectivización, ¿sí? de cada ítem. Y nosotros (refiriéndose a su grupo político en la cárcel) empezamos a im-ponernos así, ellos decían: “nosotras (…) tenemos que elegir una persona para cuidar de las estampillas, por ejemplo, que era una cosa importantísima, otra del dinero (…)”. Nosotras empezamos a proponer, y yo decía “no, eso aquí no puede ser administrado de esa manera, ¿sí? El dinero tiene que ser prioridad, las prioridades nosotras tenemos que hacer una asamblea para discutir, ¿sí? Tenía que comprar papel higiénico, estampillas, comida, ¿sí? Por ejemplo, nosotras, la mayoría, creía que las estampillas eran indispensables, esas taradas allá (refirién-dose a las detenidas de otros grupos políticos) creían que las estampillas no eran tan importantes, ¿entiende? Entonces querían comprar otras cosas y el dinero es poco y ahí tú tienes que hacer, ¿sí? Ese tipo de cosa.

La prisión política para María Regina, según su relato que aquí procuramos comprender, fue el ambiente donde ella pudo realizar los ideales que anhelaba en la sociedad “allá fuera”, tanto en términos de clase –una sociedad sin propiedad privada, colectivizada– como de género –rompiendo con el papel pasivo atribuido a las mujeres. La sociedad machista, en que las mujeres deberían hacer cursos de “Wa-lita” para aprender a ser “mujeres de verdad” (o sea, buenas esposas y madres), era superada dentro de la cárcel, donde se construyó una sociabilidad más igualitaria, dirigida al bien común. El rompimiento

32. No es nuestro objetivo aquí hacer análisis amplia de las formas de resistencia y organización de los detenidos en las cárceles políticas masculinas en Argentina. Para mayores detalles véase Koutzii, op. cit..

del “sistema absurdo de la prisión”, caracterizado por el aislamien-to e individualización de las detenidas33, y la conquista de la propia organización, como ella relata, no dejan de evidenciar una victoria más amplia al final, que ultrapasaba a las barreras de la cárcel, y que posibilitaba, dentro de ella, la visualización de del microcosmo de la sociedad deseada. Fue en ese ambiente que María Regina pudo visu-alizar, como se fuera la ilusión de Alicia, su País de las Maravillas34.

A título de epílogo: el gato de Alicia

“¿Podría decirme, por favor, qué camino debo seguir para irme de aquí?”

“Depende bastante para dónde quiere ir”, contestó el Gato.“No me importa mucho para dónde”, dijo Alicia.“Previendo que yo llegue a algún lugar”, Alicia insistió a manera de

explicación.“Oh, eso tú seguro lo vas conseguir”, afirmó el Gato, “siempre que

andes lo bastante”35.

En ese artículo, acompañamos María Regina a reconstruir mo-mentos de su historia personal. Asistimos, a través de nuestro perso-naje, a la reelaboración y resignificación de sus experiencias pretéritas a partir del presente, como es propio del funcionamiento de la me-moria. En su discurso envolvente, tales experiencias fueron puntu-adas por la búsqueda de su identidad, por la procura de un camino propio a seguir, por nuevas posibilidades de estar en el mundo. Todos esos recuerdos articulados en una narrativa coherente tornaron posi-ble la construcción por Neneca de su “país de las maravillas”, o sea,

33 . Objetivo anhelado por la represión para las cárceles políticas del periodo. Véase Koutzii, op. cit., principalmente el capítulo VII.34. No desconsideremos, por obvio, el carácter extremamente violento de las cárceles . No desconsideremos, por obvio, el carácter extremamente violento de las cárceles políticas durante las dictaduras de Seguridad Social establecidas en América Latina en ese periodo. Sin embargo, nuestro objetivo en ese artículo fue analizar como una ex detenida reelabora hoy sus vivencias en el cárcere. Una vez concluido el texto, entrevistamos Norma Spíndola, compañera de militancia y de cárcere de María Regina (ellas dividían la celda), que nos presentó una visión completamente diferente de la experiencia de la cárcel.35 . Lewis Carroll. Lewis Carroll. Alice: Aventuras de Alice no país das Maravilhas & Através do Espelho e o que Alice encontrou por lá. São Paulo: Zahar, 2009, pp. 76-77.

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de la visión que hoy ella tiene de su pasado y de si misma. “¿A final de cuentas, quién soy yo?”36

Alicia, en su aventura, también pasa la mayor parte del tiempo buscando un camino a seguir. En esa ruta, vive situaciones inusitadas, con personajes exóticos que la desafían de alguna manera, ya sea por la falta de comprensión de la chica frente al desconocido. Lo que se observa al final es que, con cada nueva experiencia, Alicia se “descu-bre”, o, tal vez, se invente un poco más. En su camino de aventuras, en el desbrozar de un nuevo mundo, la niña observa un escenario lle-no de posibilidades que la “realidad” no le permitía vivir, enfrentando peligros reales, dudas, cuestionamientos, sacrificios, todos frutos del ejercicio de su propia autonomía. Es en ese sentido que la analogía aquí propuesta entre los dos personajes se configura.

La reelaboración hecha por María Regina de su experiencia en la cárcel parece tener el sentido de configurar un espacio donde la transformación sería posible. En su narrativa, ella y sus compañe-ras consiguieron, de cierta forma, modificar la realidad impuesta de manera violenta. Fue de esa forma que ella dibujó, por medio de sus recuerdos, el microcosmo de la sociedad deseada, una construcci-ón donde vivencias políticas y afectivas son indisociables; un mundo donde la ilusión, la utopía y la autonomía son posibles, donde mu-chos caminos, diversos y dispersos, posibilitan llegar a “algún lugar”, no solamente a la sociedad deseada (todavía que de manera limitada y provisoria), pero a María Regina que hoy nos encanta.

36 Ibidem, p. 25.

El estudiante del Conservatorio y Oriana Fallaci.Una historia sobre el 2 de octubre de 1968,

una batalla por la memoria

Oriana Fallaci and the Conservatory Student. A Story of October 2, 1968, and the Struggle over Memory

maría magdalena Pérez alfaro*

¿Es posible que el antónimo de “el olvido” no sea “la memoria”, sino la justicia?1

Resumen: Oriana Fallaci fue la periodista italiana que dio a conocer al mundo los sucesos de la masacre del 2 de octubre de 1968 en la ciudad de México. Sin embargo, en su testimonio aseveró que el es-tudiante a quien ayudó a salir de Tlatelolco aquella noche la denunció con la policía. Manuel Gómez Muñoz, el joven al que se refería Falla-ci, fue entrevistado por la autora de esta investigación para escuchar su versión de los hechos. En el presente trabajo se analiza su testimo-ersión de los hechos. En el presente trabajo se analiza su testimo-nio para explicar por qué dos personas que vivieron un mismo pro-ceso lo recuerdan de manera diferente. En el caso del entrevistado, quien asegura que la periodista lo difamó, ese ejercicio memorístico implica una lucha contra la mentira y el olvido en la revaloración de

1 Yosef Hayim Yerushalmi, “Reflexiones sobre el olvido”, en: Usos del olvido, traducción del francés de Irene Agoff, 2 ed., Buenos Aires: Nueva Visión, 1998, p. 26.

*Licenciada en Historia y pasante de la Maestría en Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México. Correo-e: [email protected]ículo recibido: 01-09-13 Aceptado: 05-10-13Historia, Voces y Memoria 6 (2013) p. 39-88ISSN 1852-5369

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un proceso social que dejó una impronta significativa en su vida. El conocimiento del movimiento estudiantil de 1968, a partir del análisis de la experiencia de uno de sus integrantes, invita a la reflexión sobre la memoria como un ejercicio social en permanente construcción. Palabras clave: movimiento estudiantil de 1968; Tlatelolco; Oriana Fa-llaci; memoria; estudiantes.

Abstract: Italian journalist Oriana Fallaci reported to the world the Mexican massacre of Tlaltelolco that occurred on October 2, 1968. In an interview she stated that the student she helped escape the massacre later denounced her to the Police. This young man, Manuel Gómez Muñoz, was interviewed by the author of this paper for his version of the story. The article analyzes his testimony to attempt an explanation as to why two persons living the same event remember it differently. Gómez Muñoz, who insists that the journalist defamed him, to exercise memory implies a struggle against a lie and forget-ting, while giving a renewed value to a social process that left a crucial mark in his life. This event, and the analysis of the experience of one of its participants, invites us to reflect on memory as a social exercise in permanent construction.

Keywords: 1968 Student movement; Tlaltelolco; Oriana Fallaci; mem-ory; students.

Preámbulo El 2 de octubre de 1968 la periodista Oriana Fallaci recibió

tres impactos de bala. Pese a ello, permaneció un tiempo prolongado sin ser valorada médicamente por impedimento de los elementos del Batallón Olimpia.2 Aquella tarde, la reportera italiana se encontraba

2 . El Batallón Olimpia fue formado en febrero de 1968 con la misión de conservar el orden durante las Olimpiadas que iniciarían el 10 de octubre del mismo año. Dependía di-rectamente del Estado Mayor Presidencial y, por lo tanto, de la Presidencia de la República. Había sido integrado con tropa de batallones militares de todo el país y era dirigido por el

en el tercer piso del edificio Chihuahua de la unidad habitacional Tla-telolco3 presenciando el desarrollo del mitin estudiantil y recabando información sobre el movimiento, de la misma manera que lo hacían otros periodistas y fotógrafos mexicanos y extranjeros. Fallaci estaba en México trabajando como corresponsal de las publicaciones perió-dicas L’Europeo e Il Corriere della Sera y venía a cubrir las Olimpiadas que se llevarían a cabo ese mismo año en la capital del país. Sin em-bargo, al tener conocimiento acerca del movimiento estudiantil que se estaba desarrollando, decidió acudir a la Plaza de las Tres Culturas4 para presenciar en vivo el proceso.

Después de ser retenida en uno de los departamentos del se-gundo piso del Chihuahua,5 por la noche la periodista fue atendida en el Hospital Rubén Leñero de la Cruz Verde. Al día siguiente se le trasladó al Hospital Francés donde concluyó su recuperación para dejar el país a mediados de octubre. Al nosocomio acudió la escritora Elena Poniatowska, a quien la comunicadora italiana dijo que no iba a conceder entrevista alguna después de lo que presenció en México6. Sin embargo, Fallaci envió reportes e hizo llamadas a varios medios

coronel Ernesto Gómez Tagle. El Batallón Olimpia actuó en distintos momentos desde el inicio del movimiento estudiantil, incluida la toma de las instalaciones de la Universidad Nacional, el 18 de septiembre. El 2 de octubre, tenía órdenes de bloquear el edificio donde se encontraban los dirigentes del movimiento, aprehender a estos últimos, impedir la en-trada y salida de personas al inmueble y disparar sobre la multitud. 3 . El Conjunto Urbano Presidente Adolfo López Mateos, conocido popularmente como “la unidad Tlatelolco”, fue inaugurado el 21 de noviembre de 1964. Es un multifamiliar modelo, en su origen destinado a la clase media, y se ubica al norte de la Ciudad de Méxi-co. Está dividido en tres secciones que constan de 102 edificios con viviendas, oficinas, instalaciones deportivas, hospitales, escuelas y áreas recreativas. 4 . En la tercera sección de la unidad Tlatelolco se encuentra la Plaza de las Tres Culturas, llamada así porque en ella coinciden el sitio arqueológico de la antigua ciudad mexica de Tlatelolco, el claustro y templo católicos de Santiago Apóstol, construidos durante el peri-odo colonial, y los edificios que componen la unidad habitacional que son rematados por la moderna Torre de Tlatelolco, la cual albergó las oficinas de la Secretaría de Relaciones Exteriores de 1966 a 2005.5 . A un costado de la Plaza de las Tres Culturas se encuentra el edificio Chihuahua de la unidad habitacional, el cual consta de 12 niveles. Cada tres niveles hay un descanso com-puesto por un amplio balcón con vista hacia la plaza, razón por la cual el piso tercero fue elegido por los líderes del movimiento estudiantil para instalar ahí la mesa y el sonido desde donde dirigirían el mitin el 2 de octubre de 1968. 6 Elena Poniatowska, La noche de Tlatelolco. Testimonios de historia oral, México: Era, 2012, p. 328.

39-87 . Pérez alFaro • El estudiante del conservatorio y Oriana Fallaci

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internacionales para contar lo que había visto y, sobre todo, para de-nunciar lo que ella misma sufrió.

Oriana era una de las comunicadoras más populares en el orbe por sus artículos sobre Vietnam, el Medio Oriente y el conflicto In-dio-Paquistaní, lugares en los que trabajó como corresponsal de gue-rra. Desde entonces su testimonio sobre el 68 mexicano fue uno de los más escuchados y repetidos en el ámbito internacional no sólo por el prestigio del que gozó en la década de los 70 por sus entrevis-tas a personalidades como Yasser Arafat, Indira Gandhi, Mohammed Reza Pahlavi, Muammar Gaddafi y Henry Kissinger, entre otros, sino porque la suya fue una de las pocas voces que dieron a conocer la masacre del 2 de octubre.

En los días subsecuentes, su versión sobre los acontecimientos tuvo una amplia circulación en la prensa internacional. Algunas pu-blicaciones acompañaron su relato con una serie fotográfica realizada por Jesús Díaz, quien trabajaba para la agencia Associated Press7. En las imágenes se observa a la periodista tendida bocabajo en el suelo, cubriéndose la cabeza ante el tiroteo y protegida por un joven de an-teojos, a quien varios periódicos identificaron como “su asistente”8. Esas fotografías, como afirma Alberto del Castillo, son las más co-nocidas en el mundo sobre los hechos de Tlatelolco y su difusión les ha dotado de un simbolismo como denuncia del autoritarismo del gobierno mexicano y la barbarie de la represión9. Sin embargo, pocos saben con certeza quién fue el muchacho que acompañó y protegió

7. Alberto del Castillo Troncoso, Ensayo sobre el movimiento estudiantil de 1968. La fotografía y la construcción de un imaginario, México: Instituto de Investigaciones Dr. José María Luis Mora, Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación-unam, 2012, p. 298.8. Por ejemplo, en la revista Time, edición latinoamericana, se publicaron tres de las cuatro imágenes. En la primera, donde el rostro de él aparece borroso, se lee a pie: “Fallaci & companions on balcony”. La segunda muestra al joven mirando hacia un lado y atrás, ella con el rostro en el piso: “She is wounded”. En la tercera sólo se ven los cabellos de ambos, el estudiante protegiendo a Oriana con su cuerpo, casi encima de ella: “He is killed”. En la misma nota se publicó otra fotografía en la que aparecen varias filas de muchachos con las manos en la nuca, caminan por la plaza, es de noche y son custodiados por varios soldados; el pie de foto dice: “Students under arrest un Mexico City. Neither Paris revolutionaries nor U.S.-style dropouts”. “The world. Mexico. La noche triste”. Time. Latin America edition, v. 92, no. 15, 11 octubre 1968, p. 23-24. 9. Del Castillo, op. cit., p. 298.

con su cuerpo a la periodista durante la balacera. La única obra donde se menciona el hecho es La Estela de Tlatelolco, de Raúl Álvarez Garín, quien afirma que se trataba del representante del Conservatorio Na-cional de Música, Manuel Gómez10.

Hacia 1969, en el recuento de los hechos del 2 de octubre, la reportera italiana agregó un elemento importante a su testimonio: acusó de delator a uno de los jóvenes que estuvieron con ella esa tarde. En el libro Nada y así sea afirmó que un estudiante la había de-nunciado como comunista y agitadora. ¿Se refería al mismo joven que aparece con ella en las imágenes difundidas por la prensa? En efecto, Fallaci aludía al alumno del Conservatorio a quien ayudó a salir de Tlatelolco. Desde entonces, para Manuel Gómez Muñoz la historia del 68 fue distinta. En el ejercicio cotidiano de significar el pasado, la memoria de aquellos hechos adquirió un mayor sentido personal después de haber sido calificado como traidor por la periodista.

Este relato, que parte de una entrevista con Manuel, es un acercamiento al ejercicio memorístico del entonces estudiante en el esfuerzo de reconstruir las piezas de aquel proceso. Es, al mismo tiempo, una acción que le permite ejercer su derecho de réplica y una demanda de justicia para la memoria del movimiento estudiantil que marcó un hito en la historia contemporánea de nuestro país. Por último, el presente ensayo es una reflexión acerca de la experiencia colectiva y sobre cómo recuperan su pasado los protagonistas de un proceso social de trascendencia histórica.

I. La historia de Manuel Gómez Muñoz en el movimiento estu-diantil de 1968

Manuel miraba con gesto sonriente las fojas que el archivista le había traído a petición suya. Cuando lo conocí, se encontraba en el lugar al que antes había entrado en calidad de preso, la cárcel del Palacio de Lecumberri que hoy alberga el Archivo General de la Na-ción11. Ambos acudimos a la galería 1 para revisar documentos de

10. Raúl Álvarez Garín, Raúl Álvarez Garín, La estela de Tlatelolco, México: Grijalbo, 1998, p. 88.11. El 26 de mayo de 1977, por decreto presidencial, se determinó que el edificio de la Penitenciaría de Lecumberri se destinaría para albergar el Archivo General de la Nación,

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la desaparecida Dirección Federal de Seguridad12. Él comentó que estaba consultando, por primera vez, su propio expediente elaborado por la desaparecida policía política. El motivo de su interés era com-probar si lo que él había declarado ante la policía coincidía con las afirmaciones de la periodista Oriana Fallaci, quien lo había acusado de delator. El relato acerca de esa experiencia tan poco conocida me pareció importante porque es una historia íntima que cobra sentido por su conexión con el proceso social en el que ocurrió. Por esa razón decidí entrevistar al que, desde entonces supe, era el joven que apa-recía con la comunicadora italiana en aquellas populares fotografías.

a. El estudiante del Conservatorio y las experiencias previas al 68

Para explicar la impronta que dejó en su vida aquel proceso y, por tanto, los motivos profundos de su indignación, Manuel y yo platicamos primero sobre las razones que le llevaron a integrarse al movimiento estudiantil del 68. Al contextualizar su participación, resultó muy interesante observar que el relato del entrevistado era congruente y consecuente. Queda claro que el 68 es un tema que ha discutido ampliamente con sus amistades, algo que ha reflexionado a profundidad. Comenzó aclarando que él se incorporó unas semanas después de iniciado el movimiento. Era estudiante del Conservatorio Nacional de Música, aunque antes había cursado algunos semestres en el Colegio de Letras Italianas de la Facultad de Filosofía y Letras, de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam). El contexto social del colegio de música era particular. Su relato inició de esta manera:

aprovechando la infraestructura con que contaba el edificio. El 27 de agosto de 1982 se inauguró el agn como una institución pública y abierta a la investigación. 12. En febrero de 2002, en el marco de la aparición de la Ley Federal de Transparencia y En febrero de 2002, en el marco de la aparición de la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental publicada el mismo año, fue depositado en el agn el archivo de la Dirección Federal de Seguridad compuesto por alrededor de 80 millones de fichas con información sobre miles de ciudadanos, así como de organizaciones políticas y movimientos sociales. La DFs fue la institución encargada de realizar labores de policía política en México entre 1950 y 1980. Creada en 1949 por el presidente Miguel Alemán, el papel de la DFs no sólo se constriñó a la investigación y vigilancia de todo aquel que representara un peligro para la estabilidad nacional, sino que se caracterizó por ejercer el acoso sistemático sobre la disidencia y de actuar impunemente al realizar labores de intimidación, tortura, desapariciones forzadas, allanamientos, violación de la privacidad y asesinatos, entre otras acciones ilegales.

No es lo mismo la crónica de un estudiante de una escuela de arte que de la Facultad de Economía o de… Yo estaba en el Conservatorio cuando empezó el movimiento y el Conservatorio está en Presidente Mazarik, cerca de Periférico. Es una escuela totalmente distinta a las demás porque está muy aislada y la población estudiantil va desde los niños chiquitos hasta adultos. Puede darse el caso de que tú entres a clase de solfeo y al lado esté sentado un niño de ocho años (y siempre los niños van a ser los campeones). Bueno, había eso, además, en aquel tiempo la gente “popis” de las Lomas o de Palmas,13 de por ahí, pues ponía a sus hijos a estudiar ahí cerca, por el Conservatorio. Entonces había niños “popis”, había los muchachos de provincia, de origen casi campesino, sobre todo los que tocan instrumentos de aliento (se quedan en la música porque empezaron a tocar en la banda de su pueblo y luego siguen con el clarinete como carrera y cosas de ese tipo), son bastante humildes. Entonces es una población muy contrastante en ese sentido.

Dentro de esa heterogeneidad que integraba la comunidad estu-diantil del Conservatorio, Manuel se define como de clase media. Ade-más, ambos progenitores habían sido comunistas durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas (1934-1940). Su padre trabajó en los pri-meros esfuerzos por conformar sindicatos independientes en el estado de Chihuahua. Al morir éste, la madre de Manuel se trasladó a la capital del país con su familia. Trabajó como maestra de primaria diurna y noc-turna, y participó activamente en las luchas magisteriales de 195814. An-tes de interesarse en el movimiento estudiantil del 68, Manuel ya había tenido ciertas experiencias políticas que lo formaron: la militancia de

13 Polanco es una zona que se encuentra al Poniente de la Ciudad de México, donde habitan Polanco es una zona que se encuentra al Poniente de la Ciudad de México, donde habitan en su mayoría sectores de clase media-alta y alta. Está integrada por varias colonias, entre ellas Lomas de Chapultepec, y una de sus calles más importantes es Avenida de las Palmas. A tales sectores de la población se refiere Manuel cuando habla de los niños “popis”, es decir, a los hijos de la gente privilegiada que vive en esa zona.14. El movimiento magisterial de 1956-1960 fue la lucha de los maestros de la Sección El movimiento magisterial de 1956-1960 fue la lucha de los maestros de la Sección ix del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, con sede en la Ciudad de México, que movilizó a casi 15 000 docentes en contra de la dirigencia corrupta de su sindicato y por mejoras salariales. Su periodo de auge fue el año 1958 cuando coincidió con la lucha de ferrocarrileros y otros sindicalistas. El movimiento fue socavado mediante la represión, pero sentó un importante precedente en la organización de la disidencia magisterial de la segunda mitad del siglo xx.

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su madre fue una de ellas. Creció en aquel contexto y algunos procesos, como el movimiento ferrocarrilero,15 le impactaron hondamente. Los detonadores de su memoria tienen que ver con esas luchas:

Después, cuando en 68 había participaciones de los ferrocarrileros, a mí me impactaban mucho porque el movimiento ferrocarrilero se dio cuando yo estudiaba en la secundaria. Y es interesante lo siguien-te: la música está ligada siempre a la actividad social. No he visto cosa más impactante en México que la llegada a algún acto de un contingente de ferrocarrileros, con sus chamarritas de mezclilla, con su pañuelito rojo y una banda tocando “La Rielera”16. “¡Tan, tan, tan! ¡Se acercan los ferrocarrileros!” Muy impresionante también porque los trenes, para la gente de mi generación, fueron muy importantes, fueron una fiesta. ¡Hacer un viaje en tren era maravilloso!

Es interesante observar cómo algunos recuerdos sobre la in-surgencia sindical de finales de los 50 permiten al entrevistado con-trastar lo que ocurrió en el movimiento estudiantil. Así se expresa sobre la toma de la Escuela Normal de Maestros durante 1960:17

El movimiento othonista era muy impresionante porque Othón18 era un orador extraordinario. La reunión día a día, informativa, en la

15. El ferrocarrilero fue un movimiento sindical que se desarrolló de 1958 a 1960. Su prin-El ferrocarrilero fue un movimiento sindical que se desarrolló de 1958 a 1960. Su prin-cipal demanda era la democratización del sindicato y mejoras salariales. El movimiento se extendió a toda la república mexicana con la realización de paros en los servicios y mani-festaciones masivas que fueron reprimidas. En mayo de 1960 la dirigencia, encabezada por Demetrio Vallejo y Valentín Campa, y miles de ferrocarrileros fueron encarcelados. Junto a maestros, telegrafistas y petroleros, la llamada insurgencia sindical de los últimos años 50 fue un periodo de luchas sociales que cuestionaron seriamente uno de los pilares funda-mentales del régimen presidencialista mexicano: el corporativismo. 16. “La rielera” es un corrido (canto popular) originado durante la revolución mexicana, “La rielera” es un corrido (canto popular) originado durante la revolución mexicana, cuya letra y música es atribuida a F. Alonso. En la composición se habla de las experiencias de las mujeres soldaderas que seguían a sus hombres a través de los rieles del ferrocarril durante los distintos episodios revolucionarios. Este corrido se convirtió en un himno del movimiento ferrocarrilero.17. En junio de 1960, el movimiento magisterial decidió tomar las instalaciones de la Es- En junio de 1960, el movimiento magisterial decidió tomar las instalaciones de la Es-cuela Normal Superior para Maestros en protesta por el desconocimiento de la dirigencia de la Sección ix por parte del Comité Ejecutivo Nacional del snte, la cual había sido elegi-da democráticamente a finales de 1958. 18. Othón Salazar Ramírez fue el principal líder de los maestros, entre 1956 y 1960, como Othón Salazar Ramírez fue el principal líder de los maestros, entre 1956 y 1960, como presidente del Comité Ejecutivo del Movimiento Revolucionario del Magisterio, orga-nización disidente que se formó para emprender las luchas del magisterio en contra del sindicalismo corrupto del SNTE.

Normal, se hacía en un auditorio al aire libre. Othón y los dirigentes estaban recargados en la pared esperando para hablar. Muchos con su sombrero de palma. No eran la mesa del 68, no con Marcelino19 posando. Que posa muy bien, es muy inteligente, pero…Entonces esperaban para oír la participación de Othón, que hablara “el granito de oro”. Y tenía una voz muy bonita y muy declamatoria. Y hablaba muy bien. ¡Era inolvidable oírlo!

Al relatar las razones por las que participó en el 68, Manuel se replanteó algunos temas que tenía ya elaborados, pero que no ha-bía expresado antes con la elocuencia de una explicación de su pro-pia vida. Cuando habló de las experiencias al lado de su madre y la formación político-cultural en la universidad, pudo dar sentido a las inquietudes sociales que lo condujeron a formar parte de los jóve-nes que conformaron el movimiento estudiantil. De esta manera, sus recuerdos individuales cobraban sentido en el desarrollo de una ex-periencia más amplia, pues en la memoria individual, como proceso consciente, intervienen siempre fragmentos de la memoria colectiva. Al respecto resulta oportuno retomar a Maurice Halbwachs, quien afirma que:

Indudablemente, cada uno de nosotros, siguiendo un temperamento particular y por las circunstancias de su vida, tiene una memoria que no tiene equivalentes con ninguna otra. [Pero] la memoria individual no es más que una parte y un aspecto de la memoria del grupo, como de toda impresión y de todo hecho, inclusive en lo que es aparente-mente más íntimo, se conserva un recuerdo duradero en la medida en que se ha reflexionado sobre ello, se le ha vinculado con los pen-samientos provenientes del medio social.20

Más que el adoctrinamiento en alguna corriente de izquierda en particular, las experiencias estéticas y políticas fueron las que definieron la manera de ver el mundo en aquel joven estudiante. Su respuesta fue un “No” ante preguntas como: ¿Tu mamá tenía la preocupación de formarte en el comunismo? ¿Te daba literatura y ese tipo de cosas? Ello se debe a que su formación fue más allá de la

19. Marcelino Perelló, uno de los líderes del movimiento estudiantil de 1968. Marcelino Perelló, uno de los líderes del movimiento estudiantil de 1968.20. Maurice Halbwachs, Los marcos sociales de la memoria, Barcelona: Anthropos, 1998, p. 173.

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literatura: la educación política fue la propia vida al lado de su madre. Él argumentó de esta manera:

Teníamos libros soviéticos y algunos libros marxistas, pero mi mamá no profundizó. ¿Por qué? Porque es muy difícil. El Capital, ¿quién se lo echa al plato? Para empezar, es muy difícil. Necesita una lectura de conjunto, como se lee a Hegel y a… qué se yo, a Kant, que lo leen bajo la dirección de un profesor. No, yo creo que Marx también tiene que ser así. No todo quizás, pero yo no profundicé mucho, pues no pude… he leído otras cosas, El Manifiesto, El 18 brumario… Literatura soviética sí. Pero, hubo un acontecimiento muy interesante: la Unión Soviética trajo su primera exposición de éxitos económicos, la hicieron en el Auditorio Nacional21. Y nosotros fuimos con entusiasmo porque lo que yo había aprendido era que en la Unión Soviética los obreros eran los dueños de las fábricas y, sobre todo, que los soviéticos ha-bían derrotado a los nazis. Después ya se vio que ni eran tan dueños de las fábricas los obreros, pero ese era otro problema. El hecho es que en esa exposición habían varias novedades: entraba uno y en la parte de atrás, lo más lejano, había una inmensa foto de la cara des-conocida de la Luna y, colgado en medio, el satélite Sputnik, que fue el que la fotografió. Eso era muy importante políticamente porque lo había hecho un país socialista; filosóficamente, también, porque eso demuestra que lo que no conoces ahí está de todas maneras, la realidad objetiva de los fenómenos. Y políticamente no se diga. Entonces estaba la cara de la Luna, el Sputnik y de este lado [dere-cho] un enorme cuadro con Lenin declarando el poder soviético. Mi mamá empezó a llorar: ¡Si tu papá pudiera ver esto! Y de ahí salías con todos los libros que pudieras porque casi eran regalados y discos de música clásica, de canciones populares rusas, mil cosas. Y eran muy baratos…Eran libros muy bien editados y los discos también.

Del mismo modo, Manuel estaba con su madre cuando, emo-cionado, vio por primera vez a Frida Kahlo y a Diego Rivera, en 1954, durante la marcha de protesta por la intervención estadounidense en

21. El 22 de noviembre de 1959 fue inaugurada por el vicepresidente de la El 22 de noviembre de 1959 fue inaugurada por el vicepresidente de la urss, Anastás I. Mikoyan, y el presidente de México, Adolfo López Mateos, en el Auditorio Nacional, la primera exposición soviética en suelo mexicano, la cual abarcaba los aspectos más destaca-dos de la cultura, la ciencia y la técnica en el mundo socialista.

Guatemala22. Al contar ese episodio, el entrevistado hizo una pausa y reflexionó: “Entonces, sí, tenía cierta experiencia en eso y sentía que era lo mío”. Y continuó explicando que para él fueron importantes otros acontecimientos internacionales como la guerra civil española, por el impacto que tuvo en el proceso histórico mexicano: “A mí me toca como si yo fuera hijo de españoles, porque tuve muchos maes-tros españoles, incluso en la secundaria. En la facultad no se diga, tomé clase con Sánchez Vázquez, con Luis Ríus23. ¡Mucho cariño por España!”

La universidad también ofreció importantes experiencias for-mativas. Manuel detalló que fueron significativos los eventos cultura-les, sobre todo los cineclubes, los conciertos de la Orquesta Filarmó-nica de la unam y los recitales. Uno de esos momentos lo relató con gran emoción. En esta parte de la narración se puede observar cómo en su recuerdo interviene la vivencia colectiva que el testigo recoge y asimila como suya, adoptando evocaciones de otros para incorporar-las en su propia memoria:

A propósito de las experiencias políticas y estéticas, en la universidad hubo una muy especial. Y yo hasta hace poco me enteré del origen de ese acto que fue un recital de Pablo Neruda en Ciencias. Emilio Reza, que estuvo en el Comité del 68, me contó cómo sucedió: Vino Pablo Neruda a México24. Entonces: –¡Maestro! (fueron a verlo los de Ciencias) Denos un recital para la universidad. –No tengo tiempo. –¡Pero, maestro! –No vine a eso. –¡Maestro! –Pero, ¿ustedes quiénes son? Entonces le sacan el carnet rojo [del Partido Comunista]. Y, cuando vio a todos los muchachos con el carnet, dijo: ¿Cuándo y dónde?

22. En efecto, junto a Diego Rivera y Juan O’Gorman, pese a su deteriorado estado de . En efecto, junto a Diego Rivera y Juan O’Gorman, pese a su deteriorado estado de salud, la pintora asistió en silla de ruedas a la manifestación del 2 de julio de 1954 contra el golpe de Estado al gobierno de Jacobo Arbenz en Guatemala. 23. Se refi ere al fi lósofo Adolfo Sánchez Vázquez y al poeta Luis Ríus Ascoitia, quienes Se refiere al filósofo Adolfo Sánchez Vázquez y al poeta Luis Ríus Ascoitia, quienes emigraron a México en 1939 junto a otros intelectuales, científicos y artistas, tras la caída de la Segunda República Española, durante la guerra civil.24. En 1966, el poeta chileno Pablo Neruda viajó a México como invitado de honor del En 1966, el poeta chileno Pablo Neruda viajó a México como invitado de honor del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. Su agenda durante la visita estaba casi totalmente con-formada por actividades diplomáticas, pero fue convencido por algunos estudiantes para ofrecer un recital en la Universidad Nacional, como relata Manuel.

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En cu25 se anunciaban las cosas (yo creo que ya no) con una cartu-lina escrita con plumón: “Hoy en Ciencias, a las 5, Pablo Neruda”. Entonces, desde las cuatro, como hormiguitas en la explanada, desde todas partes las hormiguitas hacia el auditorio de Ciencias (todavía estaba en el casco viejo)26. Y ya quedamos ahí instalados como sar-dinas. Y los de Ciencias: ¿Pues a quién ponemos que lo presente? –Pues a Juan José Arreola, que dice que lo conoce. Y ahí va Juan José Arreola con una capa y una boina. Quién sabe qué dijo, nadie lo cayó, hasta que por fin ya dijo: ¡Cuando van a hablar los grandes debemos callar los pequeños! Y Neruda con su mujer, Matilde. Entonces nada más dijo: “¡Muchas gracias! Serenata de México”. Tenía una voz horrible, así, llana, pero no se le iba a uno nada. Ayudó mucho su entonación porque captabas todo, no había inflexiones que te distrajeran y un tono así: “Serenata de México. De Cuernavaca al mar, México extiende pinares, pueblos grises”… Entonces fue describiendo todo el camino hacia el mar y yo volteo a ver, cuando iba a la mitad estaban, sobre todo las muchachas, tragando saliva. Dice: “Somos un mismo tronco, pero no se tocan más que nuestras raíces”. Y todo el mundo chillando como perro. Esa fue una experiencia muy interesante porque era política y era estética. ¡Un gran recital de Pablo Neruda! Y dijo esa poesía dedicada a la esposa donde dice: “Vienes del sur, de las regiones duras, no traías zapatos”. Y que termina: “en su cielo tu madre y la mía lavan ropa”… algo así dice. Y con la mujer ahí, Matilde. ¡Precioso!

Las anécdotas contadas por Manuel le permitieron construir un relato coherente para explicar por qué para él fue necesario y casi natural incorporarse al movimiento estudiantil.

b. Los estudiantes de música en el 68

Manuel afirma que la organización de los alumnos en el Conservatorio fue iniciada por un estudiante de origen gallego, hijo de

25 . “ “cu” (ce-u) son las siglas con las que popularmente se hace referencia a las instalacio-nes de la unam en el sur de la Ciudad de México: Ciudad Universitaria.26. La Ciudad Universitaria, en 1968, incluía únicamente las instalaciones que ahora son La Ciudad Universitaria, en 1968, incluía únicamente las instalaciones que ahora son consideradas patrimonio de la humanidad por la unesco, es decir el espacio que va desde el Estadio Universitario y el edificio de la Rectoría hasta la Facultad de Medicina, donde se encontraban todas las escuelas, entre ellas la Facultad de Ciencias. Ésta fue trasladada al Oriente del campus en 1977.

refugiados republicanos. Sin embargo, dicho joven no continuó en el movimiento hasta el final porque recibió una beca para especializarse en violín, en Moscú, y partió hacia allá antes de iniciado el mes de septiembre. Aquel fue un ejemplo excepcional de un activista estudiantil, pero el entrevistado aclaró que no era el caso de la mayor parte de los alumnos. Cuando pregunté si existía un club de las Juventudes Comunistas en la escuela o una organización de izquierda que haya sido el detonante de la participación en el movimiento, él respondió: “No, nadie le entraba. A mí me invitaron varias veces a la Juventud Comunista: Y, bueno, ¿qué hay que estudiar? –No, pues tú acá vente y te damos tu carnet. –¿No tengo qué leer ni siquiera El Manifiesto? –No. –¡Ah! Yo no le entro así”. Entonces, de acuerdo con este testimonio, la participación de los alumnos del Conservatorio, como la de muchos otros de las demás escuelas y universidades, no ocurrió como una acción guiada por preceptos políticos elaborados, pues la mayoría de los estudiantes no contaba con una formación ideológica previa cuando tomó parte en el movimiento.

Manuel recuerda que asistía con regularidad a las sesiones del Consejo Nacional de Huelga27 y se explica: “no es que yo fuera el representante del Conservatorio. Éramos varios los que íbamos, pero no todos querían desvelarse, porque las sesiones del Consejo algunas veces eran hasta el amanecer”. Además de destacar la participación desinteresada de los estudiantes, él subraya un aspecto del movimien-to: la intervención de las escuelas de arte, especialmente la del Con-servatorio:

27. El Consejo Nacional de Huelga fue un organismo estudiantil integrado por represent- El Consejo Nacional de Huelga fue un organismo estudiantil integrado por represent-antes de las escuelas de la unam y del Instituto Politécnico Nacional, así como de otras in-stituciones educativas, públicas y particulares, que participaron en el movimiento de 1968. Fue fundado el 8 de agosto de ese año. Para organizar las acciones que llevaría a cabo el estudiantado, así como para definir sus posiciones y elaborar sus pronunciamientos, el cnH organizaba asambleas de representantes que sesionaban en distintas sedes de las escuelas involucradas. Es importante destacar que el movimiento estudiantil logró aglutinar a una diversidad de instituciones educativas cuyos estudiantes no habían participado anterior-mente en acciones colectivas de relevancia; éste es el caso del Conservatorio Nacional, una institución pública y autónoma de enseñanza superior musical, dependiente de la Secretaría de Educación Pública.

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Hay ciertas diferencias de participación. Hay una muy interesante que fue un mitin en cu. Empezaron a hablar oradores por cada una de las escuelas y cada quien hacía su discurso como podía; había buenos y malos oradores. Hasta que dijeron: “Y ahora tenemos la participación del Conservatorio Nacional de Música”. Entonces todos esperaban que saliera otro muchacho a decir un discurso. Mientras estaban anunciando, aquéllos estaban acomodando sus atriles y, cuando llegó la hora de la participación, comenzaron a tocar. Esa fue una participación tremenda.

¿Cuál era el valor simbólico de esa forma de participación? En palabras de Manuel: “¡Aquí está la gran música, forma parte de esto, es nuestra música, son nuestros muchachos los que la hacen! ¡Eso me parece muy importante!”

Los vínculos construidos entre estudiantes de distintas escuelas, el conocimiento de nuevas formas de interacción social y la forma-ción política que recibieron durante el movimiento sus protagonistas son temas que están muy presentes en el relato del entrevistado:

En las marchas nos ponían siempre a la cola a las escuelas de arte. Entonces nosotros llegábamos al zócalo28 cuando el mitin ya había empezado una hora antes; no nos enterábamos de los discursos por-que se llenaba Reforma29. Los contingentes eran impresionantes. Ya te habrán dicho que una de las marchas más impresionantes fue la del silencio30. Esa vez nosotros no llevábamos consignas ni mantas ni

28 . La Plaza de la Constitución, informalmente conocida como “zócalo” por el basamento La Plaza de la Constitución, informalmente conocida como “zócalo” por el basamento que durante algún tiempo existió en ese lugar para un monumento a la independencia que no se construyó, es la plaza más importante del país y se encuentra en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Simbólicamente, para las manifestaciones sociales, llegar a la plaza es importante porque ésta está circundada por varios edificios de importancia, entre ellos la Catedral Metropolitana y el Palacio Nacional de Gobierno, sede del Ejecutivo. Durante las manifestaciones del movimiento estudiantil de 1968, el zócalo, de 46 800 m2, se llenó de gente en varias ocasiones.29. El Paseo de la Reforma es una de las principales avenidas de la Ciudad de México. Uno El Paseo de la Reforma es una de las principales avenidas de la Ciudad de México. Uno de sus tramos más importantes, el que va del Monumento a la Independencia al cruce con Avenida Juárez, ha sido tradicionalmente el trayecto de diversas manifestaciones populares a lo largo de la historia contemporánea. 30. El 13 de septiembre de 1968 se realizó “la Manifestación del silencio”, que fue una El 13 de septiembre de 1968 se realizó “la Manifestación del silencio”, que fue una marcha multitudinaria durante la cual los participantes decidieron no cantar consignas ni levantar la voz, como una forma de contrarrestar la campaña mediática que descalificaba al movimiento. El objetivo era demostrar que los estudiantes podían manifestarse en paz, sin

nada, llevábamos cartelitos con una clave de Sol, nada más “Conser-vatorio Nacional de Música” y una clave de Sol. ¡Y nos llevábamos unas ovaciones! La gente nos veía con mucha simpatía porque, bue-no, eran los de Economía, los de Derecho y de repente salen los de la clave de Sol, ¿no? Y trabamos mucha amistad con los estudiantes de artes plásticas porque nosotros no sabíamos hacer mantas y cosas de ese tipo, y ellos nos ayudaban y los de La Esmeralda, etcétera. En-tonces empezó a haber mucho contacto con otras escuelas. Se participó en todo. Cuando el ejército tomó Ciudad Universitaria yo estaba en la sesión del Consejo. La mayoría procuró escapar y lo hicieron con bastante eficacia. Otros, poquitos, nos quedamos a quemar papeles. A recoger bolsas que habían dejado las muchachas, etcétera. Llegó un momento en que ya estábamos caminando todos a lo largo de la explanada, porque habíamos estado en el auditorio de Medicina, hacia Rectoría. Delante de mí iba René Villanueva, el di-rector de Los Folkloristas,31 y él se negaba a levantar las manos, por-que los soldados con la bayoneta nos tomaron como prisioneros de guerra (pues ellos no sabían hacer otra cosa). A todos nos obligaron a caminar con las manos en alto. Y René no quería hacerlo: “¿Qué no ven que no tenemos armas?” Pero, pues los soldados están obede-ciendo órdenes y en ese momento estaban en acción los campesinos, el soldado raso que es pueblo. Y ellos obedecen las órdenes, pero no eran especialmente brutales. Y hubo una escena muy conmovedora frente a Rectoría. Ahí nos tiraron a todos en el piso, también con las manos en la nuca, nos quitaron todos los objetos metálicos y los cinturones y todo lo que ellos hacen, ¿no? Y, en un cierto momen-to, los soldados empezaron a bajar la bandera que ondeaba frente a Rectoría. Y alguien gritó: “Están bajando la bandera sin los honores de ordenanza”. Todos nos pusimos de pie. Entonces los soldados no supieron qué hacer. Comenzamos a cantar el himno, todos de pie. Nadie tuvo miedo. Los soldados azorados con el himno, ¿no?

La experiencia de la represión, pero al mismo tiempo de la solidaridad y del compañerismo son procesos que impresionaron al joven estudiante de música:

caer en provocaciones.31. “Los Folkloristas”es una agrupación musical creada en la Ciudad de México en 1966 con “Los Folkloristas”es una agrupación musical creada en la Ciudad de México en 1966 con el objetivo de difundir la música folklórica mexicana y la nueva canción latinoamericana.

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Después pasamos a… quedamos en las manos de la Judicial que, en “Julias” (las patrullas de la policía de antes), nos llevaron a la cárcel. Y ahí sí nos empezaron a golpear, no fuertemente, pero nos metían miedo.[En] Lecumberri me encontré al maestro Armando Zayas, director de orquesta, quien en aquel entonces era director de Programación Musical de Radio Universidad, que estaba todavía en cu32. Y a él lo habían apresado junto con el contrafagot titular de la Orquesta Sinfónica Nacional, que se llama Carlos Bustillo. Entonces, ahí en la cárcel, comencé a platicar con ellos y Bustillo llevaba dinero, es decir, podía comprar algo, y compró ahí una lata de sardinas y unas galle-tas saladas y me dijo: “¿No gusta una galleta salada, colega?” – ¡Ah, maestro! Muchas gracias por llamarme colega. –Pero no es por mú-sico, es por presidiario [Manuel ríe]. Entonces ahí había dos músicos que estaban oyendo discos en Radio Universidad y por eso fueron a dar a Lecumberri.

También fue importante para Manuel el carácter lúdico que se expresó hasta en situaciones extremas, como la prisión en la peniten-ciaría. Cuando ingresaron a ese lugar, después de la toma de Ciudad Universitaria por el Ejército, el agente del Ministerio Público les pre-guntó: “¿Es usted marxista? –¿Marxista? ¡Yo soy guadalupano!33 No sabemos nada de eso (¡todos éramos católicos-apostólicos y roma-nos!)”. Al contar esto Manuel rió a carcajadas, por lo cual le pregunté si en verdad no sabían qué era el marxismo, a lo que él respondió: “¡Claro que sí! Pero eso declarábamos y nos dejaban salir a los tres días. No podían retenernos más tiempo sin cargos”.

Por otro lado, hay una serie de anécdotas que es difícil contar. Se trata de fragmentos de la historia que dejaron una impronta de dolor compartido ante la injusticia y la barbarie:

32 . Radio Universidad Nacional Autónoma de México es la radio ofi cial de la más im- Radio Universidad Nacional Autónoma de México es la radio oficial de la más im-portante institución de educación superior mexicana. En 1968 transmitía desde la Ciudad Universitaria, pero hacia 1976 se trasladó a las instalaciones de Adolfo Prieto, en la Colonia del Valle, donde se ubica actualmente.33. La Virgen de Guadalupe, además de representar la cultura católica de un gran porcen- La Virgen de Guadalupe, además de representar la cultura católica de un gran porcen-taje de la población, es también símbolo de mexicanidad, por lo cual asumirse “guadalu-pano” es también señal de patriotismo.

Hay muchas anécdotas que no sé si han quedado consignadas. Una amiga mía también fue tomada prisionera en cu porque estaba pe-leando conmigo en un pasillo, antes de que entrara el Ejército. Ter-minamos de pelearnos y entonces ya entró el Ejército y ella entró a decirnos al Consejo: “¡Muchachos, allí están los tanques!”. Bueno, ella fue a dar a Lecumberri también y con ella estaba una sobrina del Procurador de entonces34. Y oyó un grito que en la cárcel cuando entraron: “¡A ésta no le metan el dedo!” (porque son “popis” o algo así). Y esta muchacha entró en una crisis de nervios…Mucho miedo, pues, aunque todavía no pasaba nada, ya eran muy impactantes las cosas. Eso de ver que el Ejército había tomado la unam a bayoneta calada es una estupidez increíble que sólo podía hacer Díaz Ordaz35.

Otro tema destacado por Manuel es la base del movimiento estudiantil. Por eso hace hincapié en la labor de las brigadas:

Subrayo que lo más interesante del movimiento fue el trabajo de las brigadas. Todavía tengo una amiga que es profesora de tiempo completo de la Facultad de Psicología y ella tenía una brigada de dos personas, eran dos muchachas de Psicología, muy bonitas, con sus medias negras se subían a un camión a botear36 y se tenían que bajar enseguida porque ya no tenían dónde poner el dinero. Honestamente lo entregaban. Todas las brigadas lo hicieron, nunca supe que una brigada haya tomado dinero, más que cuando ya estaban quebrados de hambre por ahí, lejos, tenían derecho a comprarse una torta. Pero todas las brigadas entregaron su dinero siempre y, además, había una cocina en la Facultad de Medicina; el que tuviera hambre, el que lle-gaba de brigadear y quisiera cenar ahí se le daba. Yo nunca acepté porque, pues era para los muchachos que venían de fuera.

34. �ulio Sánchez Vargas, Procurador General de la República al fi nal del gobierno de Gus- �ulio Sánchez Vargas, Procurador General de la República al final del gobierno de Gus-tavo Díaz Ordaz (1964-1970) y al inicio del de Luis Echeverría Álvarez (1970-1976). 35. En su Informe Presidencial presentado al Congreso de la Unión el 1º de septiembre de En su Informe Presidencial presentado al Congreso de la Unión el 1º de septiembre de 1969, Gustavo Díaz Ordaz asumió públicamente la responsabilidad “personal, ética, social, jurídica, política e histórica por las decisiones del gobierno” en relación con los sucesos de 1968.36. “Botear” es la solicitud de apoyo económico que realizaban los estudiantes cuando “Botear” es la solicitud de apoyo económico que realizaban los estudiantes cuando salían a las calles para informar a la población sobre las demandas del movimiento. El nombre proviene del “bote”, un recipiente habilitado especialmente para recibir la cooper-ación económica. Los equipos que realizan esta labor informativa se denominan en México “brigadas” y su trabajo es popularmente conocido como “brigadear” o “brigadeo”.

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La brigada en la que participó el entrevistado se llamó “Maes-tro Silvestre Revueltas”37. Esta es la explicación de la elección del nombre en sus propias palabras: “Porque era el gran músico revo-lucionario que tuvimos, no el único, pero sí el más genial de todos”. Esto es muestra de la manera en que los estudiantes buscaron definir su identidad al relacionar su lucha con la vida de personajes de la izquierda.

Por otro lado, Manuel destacó la imaginación y creatividad estu-diantil que se expresó de muy diversas maneras en el trabajo colectivo:

Había iniciativas muy interesantes. Hay una que es muy célebre: un día llegó al Consejo Nacional de Huelga un muchacho de prepa38 que yo recuerdo: “Compañeros, ideamos una forma difundir consignas. Se trata de hacer un chalequito para perro y deseo que el consejo apruebe que se hagan chalecos para perros. Las muchachas que se-pan coser…” Y a coger perros y ponerles consignas. Claro que fue muy divertido, no un carnaval únicamente como quieren presentarlo algunos. En el Conservatorio también hicimos nuestros globos [aerostáticos, de papel]. Uno se nos quemó. Ya habíamos puesto nuestra canastita de volantes y se nos quemó. Y otro sí se elevó y estábamos felices, pero se empezó a ir para Polanco y fue a caer yo creo que encima de la casa de Corona del Rosal39. Nosotros furiosos porque queríamos que se fuera a una colonia proletaria y les cayó en Polanco. Entonces fue muy chistoso todo aquello.

En este punto Manuel se detuvo un momento, pasó un rato en silencio y después retomó el hilo de la narración para reflexionar sobre algunos aspectos de los liderazgos en el movimiento:

37. Silvestre Revueltas Sánchez (1899-1940) fue un reconocido músico mexicano cuya obra Silvestre Revueltas Sánchez (1899-1940) fue un reconocido músico mexicano cuya obra ha tenido gran influencia por su riqueza y creatividad. Izquierdista, en 1936, fue nombrado presidente del Comité Ejecutivo de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios, que luchaba ideológicamente contra el fascismo y el imperialismo.38 . El término “prepa” se refi ere a la Escuela Nacional Preparatoria, la institución de El término “prepa” se refiere a la Escuela Nacional Preparatoria, la institución de educación media superior fundada en el siglo xix por el positivista mexicano Gabino Barreda e incorporada a la unam desde su fundación en 1910. 39. Alfonso Corona del Rosal, en 1968, era Jefe del Departamento del Distrito Federal, Alfonso Corona del Rosal, en 1968, era Jefe del Departamento del Distrito Federal, nombrado directamente por el presidente Gustavo Díaz Ordaz en 1966.

Las brigadas. Nuestra brigada. No pudimos brigadear con una or-questa de Cámara, con música clásica, porque había muchos que es-taban empezando y todavía no querían. Y brigadeamos más bien con un muchacho que trabajaba en Radio Universidad, se llamaba Bill Chávez y cantaba canciones de protesta que él mismo compo-nía: “Mis hermanos son esclavos y los amos generales”. Entonces él cantaba y a veces arengábamos, subidos en un poste, cosas muy sen-cillas. Yo me acuerdo que decía: “Nosotros no quemamos camiones. Todas las barbaridades que vean no las hacemos nosotros, son los provocadores que les pagan para hacer eso”. Pues, cosas sencillas. Y ahí conocí el protagonismo que es uno de los estúpidos vicios de los movimientos políticos. Protagonismo el cual lo puede a uno enve-nenar también. Ya cuando está uno arengando a cuatro gatos en un poste se siente interesante, importante, y eso es fatal.

Es importante observar en el relato de Manuel la interacción de dos formas de reflexión en el esfuerzo por explicar lo acontecido. En su narración intervienen emociones ligadas a recuerdos que do-taron de un contenido simbólico ciertos momentos, pero también el intento de analizar las circunstancias que produjeron los procesos y las consecuencias que tuvieron posteriormente, todo lo cual le per-mite hacer un balance de los hechos y llegar ahora, en el presente, a ciertas conclusiones. Me parece que en ese empeño hermenéutico se combinan afortunadamente tanto las características de la memoria como proceso de interpretación y significación del pasado colectivo, como las de la Historia como ejercicio riguroso de reconstrucción del devenir. Al respecto Pierre Nora dice lo siguiente en su obra Los sitios de la memoria:

La memoria es vida encarnada en grupos, cambiante, pendular entre el recuerdo y la amnesia, desatenta o más bien inconsciente de las de-formaciones y manipulaciones, siempre aprovechable, actualizable, particular, mágica por su efectividad, sagrada. La Historia en cam-bio es representación, reconstrucción, desencantamiento laico de la memoria, destrucción del pasado tal cual es vivido y rememorado, traza consciente de la distancia entre el hoy y el ayer. La conciencia historiográfica desmonta esos mecanismos de la reconstrucción y

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la representación, dota al pasado de objetividad y a la historia de historicidad. Desencanta, revela lo sagrado, muestra los trucos de la magia40.

Es decir, Manuel recupera su memoria en un ejercicio que esca-pa a veces de su voluntad, donde se combinan recuerdos personales con la experiencia de otros, una mezcla de sentires y apreciaciones que ha cambiado en el tiempo; pero, al mismo tiempo, se esfuerza por construir una historia lo más apegada a la realidad, donde también tengan lugar la reflexión y el análisis. Para esto último se ha allegado fuentes bibliográficas y hemerográficas que le ayudan a completar el rompecabezas. Con esas herramientas, el entrevistado relató lo que vivió aquella tarde en Tlatelolco.

c. El encuentro del estudiante del Conservatorio y Oriana Fallaci el 2 de octubre de 1968

Manuel llegó al tercer piso del edificio Chihuahua como repre-sentante del Conservatorio. Tenía su pase para el balcón donde se ha-llaban otros miembros del cnH. Ahí fue donde conoció a la periodista, sobre la cual desconocía todo hasta entonces: “Al entrar vi que andaba una güera hablando un español macarrónico. Era Oriana. Y le saqué plática”. Aprovechando sus conocimientos de italiano conversó con ella en ese idioma, sorprendido por el tipo de consultas que le hacía:

Empecé a platicar con ella, me hacía preguntas, por ejemplo: ¿Qué es eso de ¡Goya, goya! ¡Cachún, cachún ra ra!?41 Dice: ¿Qué eso es una

40 . Pierre Nora, Pierre Nora, Los sitios de la memoria, prólogo de José Rilla, Montevideo: Trilce, 2008, p. 9.41 . El “Goya” es la porra o cántico festivo que identifi ca a los estudiantes de la El “Goya” es la porra o cántico festivo que identifica a los estudiantes de la unam. Se canta lo mismo en un partido de futbol que en una manifestación política o en una activi-dad académica. De acuerdo con la información que se proporciona en el portal web de la institución, la Goya se creó a mitad de los años 40, cuando un estudiante de la Prepara-toria, de nombre Luis Rodríguez, apodado “Palillo”, negociaba con los encargados de los cines aledaños a la escuela el acceso de algunos estudiantes que optaban por saltarse las cátedras escolares. El Cine Goya era el más cercano. Cuando los muchachos querían irse al cine gritaban: ¡Goya! La porra completa dice así: ¡Goya! ¡Goya! ¡Cachún, cachún, ra, ra! ¡Cachún, cachún, ra, ra! ¡Goya! ¡Universidad! Vid: “Identidad unam”, en la página web de la unam: http://www.unam.mx/acercaunam/es/identidad/goya.html. Consulta: octubre de 2013.

canción o qué? –No, no, eso es un grito que si estás en un partido de futbol es para que grites en coro apoyando “la tua scuadra”. Y nunca entendió lo que era una porra. No entendió qué era el Huelum,42 no entendió qué era el Goya. Yo me pregunto si en otros países habrá porras. Yo creo que sí, en cualquiera.

Fue entonces cuando empezó la balacera:

Al helicóptero yo no le hice caso. Siempre había helicópteros. Cuan-do salíamos de Antropología ahí estaban los helicópteros y los mu-chachos se acostaban en el piso a hacer letras, a decirles leperadas43 a los del helicóptero. Entonces yo no le hice caso. La bengala no la recuerdo…44

En un cierto momento irrumpió un grupo de tipos. El guante blanco no lo recuerdo bien, pero se ve que todos lo llevaban.45 ¿Qué hubo conmigo? Empujones o algo así. Y un tipo que los comandaba, con la pistola en mano, empezó a disparar a la plaza, así a lo lejos. Creo

42. El “Huelum” es la porra del Instituto Politécnico Nacional, la segunda institución de El “Huelum” es la porra del Instituto Politécnico Nacional, la segunda institución de enseñanza superior más importante en México. Su autor fue el jugador de futbol americano Víctor Chambón, quien escribió el cántico hacia 1937 a solicitud de los estudiantes. En los años 40 fue musicalizado por Dámaso Pérez Prado, en el “Mambo del Politécnico”. La porra completa dice así: ¡Huelum, huelum, gloria! ¡A la cachi cachi porra! ¡A la cachi cachi porra! ¡Pim pom porra! ¡Pim pom porra! ¡Politécnico! ¡Politécnico! ¡Gloria! Vid: “El Hue-lum”, en la página web del iPn: http://burrosblancos.tripod.com/simbolos/huelum.htm. Consulta: octubre de 2013.43. “Leperadas” son expresiones obscenas o groseras. Proviene del término “lépero”, “Leperadas” son expresiones obscenas o groseras. Proviene del término “lépero”, nombre con el cual se conocen en México a las personas cuyo comportamiento es soez o poco decente.44 . Alrededor de las 18 horas comenzó a sobrevolar la Plaza de las Tres Culturas un Alrededor de las 18 horas comenzó a sobrevolar la Plaza de las Tres Culturas un helicóptero del Ejército. Diez minutos más tarde cayeron dos bengalas, las cuales, según varios testimonios, fueron arrojadas desde la Torre de Tlatelolco. En ese momento comen-zaron a realizarse una serie de acciones coordinadas por parte del Ejército, que ya había rodeado la plaza, y el Batallón Olimpia, que comenzó a detener a los estudiantes que se encontraban en el edificio Chihuahua.45 . Según el Informe General ¡Que no vuelva a suceder! de la Fiscalía Especial para Mo-vimientos Sociales y Políticos del Pasado (FemosPP), el 2 de octubre de 1968 participaron 120 personas vestidas de civil identificadas con un guante blanco en la mano. El grupo fue formado con una semana de anterioridad por Fernando Gutiérrez Barrios, Director Federal de Seguridad, con miembros de esa corporación así como del Batallón Olimpia, de la Policía Judicial Federal, de la Policía Judicial del Distrito Federal y de la Inspección Fiscal Federal. FemosPP. Informe General ¡Qué no vuelva a suceder! México, 2005. Disponible en la página web del National Security Archive: <http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSAEBB/NSAEBB209/index.htm#informe>. Consulta: octubre 2013.

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que entonces ya venía avanzando el Ejército (pero no te puedo decir que yo vi a los soldados). Pero el tipo ese tiró en todas direcciones y yo sencillamente me quedé petrificado: ¡¿Cómo les está disparando si está lleno de gente allá abajo?!Como no entiende, se queda uno como idiota, a menos que seas muy héroe de película de vaqueros. Y entonces esos disparos de este tipo, que probablemente hayan sido los primeros, los empezó a contestar el Ejército46. ¿A dónde tiraban? Al palco de oradores, al balcón. Pero ahí estaban en un nivel más bajo, entonces muchas balas rebotaron en el techo y luego ya caían en el piso y en la pared de atrás. Yo vi a Oriana, la cogieron por los cabellos, cuando empezaron los tiros la cogieron de los cabellos y la arrojaron hacia la puerta de los elevadores. Y esos que no sabíamos quiénes eran, para mí siempre fueron policías, judiciales que iban a hacer aprehensiones, empeza-ron a gritar (¡muertos de miedo eh!): ¡Batallón Olimpia, no disparen! Parapetados. Muertos de miedo47. Pero ahí estaban, ya tenían el ba-randal como parapeto, estaban agachados ahí atrás, entonces a ellos no les caía una bala ya. Y cuando vi a Oriana en el piso, y que estaban cayendo como granizo las balas, yo me tiré encima de ella. Alguien me ha dicho: ¡Qué valor! Pero, cero valor, yo soy tímido, coyón, ner-vioso, así soy yo. Yo hice eso por instinto y por tu educación, ¿no? Es un acto muy sencillo.

46 . Diversos testimonios confi rman lo relatado por Manuel: uno de los elementos identi- Diversos testimonios confirman lo relatado por Manuel: uno de los elementos identi-ficados con el guante blanco comenzó a disparar desde el balcón del tercer piso del Chi-huahua hacia la multitud reunida en la plaza provocando, de esa manera, la respuesta del Ejército. “A estos disparos siguen de inmediato los tiros disparados por los efectivos del Ejército uniformado en la plaza, que viene entrando desde diferentes lados. Los tiros son de abajo hacia arriba y/o sobre la multitud. Mientras esto sucede, un alud de efectivos del Olimpia y policías irrumpen en el tercer piso con pistolas en las manos. Comienzan a gol-pear y a detener a los estudiantes y periodistas que se encuentran allí”. Paco Ignacio Taibo II, “Matanza de estudiantes universitarios en 1968, en Tlatelolco, México. 2 de octubre: 35 años”, en La Fogata Digital: http://www.lafogata.org/mexico/mexico7.htm. Consulta: octubre 2013.47. De acuerdo con Paco Ignacio Taibo II, algunos miembros del Batallón Olimpia, al ver De acuerdo con Paco Ignacio Taibo II, algunos miembros del Batallón Olimpia, al ver que el ejército disparaba hacia el Chihuahua, quedaron sorprendidos: “azorados buscaban un walkie-talkie para comunicarse con los de abajo. Se suceden los gritos de “¡No disparen, Batallón Olimpia!”. Multitud de testigos reseñan estas frases. Los tiros y luego los llamados a no tirar y los reclamos de: “¡Somos guante blanco!” Este hecho confirmaría que la inter-vención del Olimpia era del conocimiento del Ejército”. Taibo II, op. cit.

En aquel momento de nuestra charla, Manuel se detuvo para mostrarme las fotografías donde aparece él sobre Oriana Fallaci en el piso. Comentó que quizá fueron tomadas por algún periodista extran-jero de los varios que se encontraban en el lugar aquel día48.

Después de ver las fotografías continuamos con el relato. Fue entonces cuando Manuel habló por primera vez sobre “las cosas que nadie dice”, aspectos que no se pueden explicar con palabras y para los cuales las descripciones son insuficientes porque sólo quien vive en carne propia los sucesos sabe con exactitud a lo que el narrador se refiere:

Entonces yo estuve tirado un tiempo sobre ella. Y, para esto, ya los tiros habían roto toda la tubería del edificio, y estábamos tirados ahí, en un piso muy encharcado. Ahora, mira, hay una cosa que nadie ha descrito, porque además es una cosa que no se puede describir: el estruendo. Todos hemos visto balaceras en las películas, pero lo que es eso en vivo es indescriptible. A mí un cuete del 16 de septiem-bre49 me hace saltar. Ahora, lo que se vivía ahí a cualquiera lo altera mucho. El tipo ese que disparó primero nos descargaba la pistola en derredor: “¡Querían su guerrita, cabrones!” Sacaba esquirlas del piso y una me hirió por aquí [señala la frente derecha] y creo que me salió un poquito de sangre. Nos dijeron que nos arrastráramos. A Oriana no la dejaron acercarse en ningún momento a donde pudiera estar protegida. Y empezamos a arrastrarnos y en ese momento ella reci-bió dos tiros, según yo, pero ella cuenta que fueron tres. Entonces me dijo: “Mi hanno dato nei reni” [Me dieron en los riñones]. Yo no sabía, no te sé decir exactamente dónde estaban las heridas. Enton-ces me dijo que había estudiado Medicina y que si le habían dado en los riñones estaba perdida. No lo recuerdo ya nítidamente, pero nos arrastramos hasta las esca-leras. Estábamos gritando que era una periodista italiana. Decía yo el nombre del periódico de Milán, pero no les importaba. O quién sabe,

48 . Sin embargo, como se apuntó arriba, las imágenes fueron tomadas por el fotógrafo Jesús Díaz. Del Castillo, op. cit., p. 293.49. El 16 de septiembre es el día de la Independencia Nacional de México, fecha en la cual El 16 de septiembre es el día de la Independencia Nacional de México, fecha en la cual se realizan festejos en todo el país. Una forma muy popular de festejar es la explosión, con fines lúdicos, de juegos pirotécnicos; éstos son los “cuetes” o “cohetes” a los que se refiere Manuel.

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porque es que no veo que haya sido unitario lo que hicieron en nin-gún sentido. Entonces llegamos a las escaleras. Había escaleras de ac-ceso de este lado y en el otro extremo también. Y aquí la arrastraron a ella hacia abajo por las escaleras. No te lo puedo describir porque no recuerdo, pero ahí le quitaron todo lo que traía, le robaron todo lo que pudieron y estando herida la arrastraron por las escaleras. Y yo estaba con ella, y no recuerdo en qué momento me dijo, pero me dijo: “No te separes de mí, no me sueltes, di que eres mi intérprete”. Y nos llevaron a un departamento ocupado por ellos, se ve que era un departamento familiar, con sus camitas (estábamos en una de las recámaras). Había un herido de ellos, estaba respirando con dificul-tad, pero no llegaban ambulancias ni camillas ni nada por el estilo. No sé decirte cuánto tiempo transcurría, los lapsos se me hicieron eternos, todos. Ahí, cuando estábamos en el cuarto, ella volvió a de-cirme: “Tú eres mi intérprete, te vas conmigo, no me sueltes. Y co-munícate con el periódico que era Il Corriere de la Sera y diles que el artículo que iba a enviar no lo voy a enviar o que no publiquen lo que les mandé”, o un recado así, que ya se me olvidó. Y ahí estaba aguantando las heridas, no llegaba una camilla que, según esto, ya iba a llegar. Yo estaba gritando que una camilla y que una ambulancia. Y, luego, sí hubo una pequeña discusión, cuando llegó finalmente una camilla que llevaban los soldados yo oí: “Bajo su responsabilidad y no sé qué… –Sí, bajo mi responsabilidad. –Pero es que no puede salir nadie. –Ya déjenla. –Bajo su responsabilidad, mi teniente”. En-tonces alguien permitió que saliera. Y ahí voy de la mano de ella y ella cogiéndome. La subieron a la camilla, bajamos y yo de la mano de ella. Subimos a la ambulancia de la Cruz Verde y Oriana me dijo: “Este año me dan a mí el premio, el Óscar (o no sé qué), por mi ac-tuación”. Y yo agradecidísimo. Efectivamente, me sacó, ideó lo que yo tenía que decir y tuvo mucho valor, mucha entereza y de diez ella, ¡fantástica!

En la búsqueda por esclarecer su propio recuerdo, Manuel, desde el presente, hace una selección de la información que otros cuentan y de su propia memoria. Esa selección también tiene el fin de comprender él mismo lo que ocurrió y armar un relato donde tengan coherencia su actuar y el de Oriana. Algunas cosas no le constan y por eso las puso en duda, pero acerca de otras que sólo le parecen

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probables dijo que “pudo haber sido así”; sobre las que estaba se-guro hizo afirmaciones. Además, como comenté arriba, ha buscado información en fuentes hemerográficas y bibliográficas para cotejar su propia versión de los hechos. Me parece que para él también está claro que: “No olvidamos todo, evidentemente. Pero tampoco lo re-cordamos todo. Recordar u olvidar es hacer una labor de jardinero, seleccionar, podar. Los recuerdos son como las plantas: hay algunos que deben eliminarse rápidamente para ayudar al resto a desarrollar-se, a transformarse, a florecer”50.

Ante testimonios como el presente, el historiador debe recurrir a otras fuentes para tener elementos con los cuales contextualizar el relato. Lo interesante es que, en efecto, la hemerografía proporcio-na información que confirma lo narrado por Manuel. Miguel Ángel Martínez, reportero de Excélsior, se encontraba en el tercer piso del edificio Chihuahua aquel día y en una nota publicada el 3 de octu-bre describió lo que pudo observar mientras la policía desalojaba a los reporteros del lugar. Según Martínez, Oriana Fallaci “permane-ció cerca de una hora en la cama del departamento 210 del edificio Chihuahua”,51 sin ser atendida por un médico después de ser herida. De acuero con el reportero, a la periodista la alcanzaron las balas por-que permaneció en el piso tercero al no entender las indicaciones de la policía que desalojó a los periodistas del lugar. En este artículo es donde se consignó la expresión que posteriormente reprodujo Elena Poniatowska en La noche de Tlatelolco: “Entre frases cortas, nerviosas, de miedo, la periodista le pidió varias veces al reportero de Excél-sior: ‘Una ambulancia. Por favor, una ambulancia’”52. Por último, en la nota también se afirma que el piso del departamento estaba inundado porque las balas habían roto la tubería hidráulica.

50 . Marc Augé, Marc Augé, Las formas del olvido, traducción de Mercedes Tricas Preckler y Gemma Andujar, Barcelona: Gedisa, 1998, p. 11.51. Miguel Ángel Martínez, “Oriana Fallaci, famosa reportera herida a tiros”, Miguel Ángel Martínez, “Oriana Fallaci, famosa reportera herida a tiros”, Excélsior, 3 octubre 1968, p. 1 y 11a.52. Poniatowska, Poniatowska, op. cit., p. 322.

d. La detención y las declaraciones ante la policía

En este punto comenzó la segunda parte de la significativa experiencia vivida por Manuel. Es un testimonio que tiene profundas implicaciones para él porque se trata de cosas que vivió solo y que, de no haber existido su expediente en el archivo de la DFs, no tendría manera de cotejar.

Aquí viene ya otro capítulo. Llegamos al hospital Rubén Leñero. Cuando yo cuento eso todos se imaginan el hospital como cualquier hospital ahorita, no saben qué es una ciudad en estado de sitio53.Pero, bueno, entonces, llegamos a la Cruz Verde. Y yo, por única vez en mi vida quizá, me quedé solo (porque se la llevaron a ella a aten-derla, según esto) y estaba yo perfectamente tranquilo. Y, además, de joven a veces me paraba bien y todavía tenía mi voz impostada, bien (tuve buena voz de jovencito), y salí y vi el patio lleno de policías, los cuales, de repente, buena parte de ellos desaparecieron, porque dijeron: “¡La están encuerando!” O algo así, que se le veía algo, ¿no? Buenos mexicanos y ahí van todos a ver qué le veían. Y entonces quedan pocos. Y yo: “Posso usare il telefono?” En un pasillito había un teléfono de veintes. Yo no recuerdo si traía yo alguna moneda, pero recordaba el teléfono de información donde pedí el del emba-jador de Italia. La muchacha me sintió muy tenso o algo así: No se lo puedo dar, si no me da el nombre no se lo puedo dar, dígame el nombre. –No me acuerdo, es muy urgente, por favor señorita. –No le puedo dar, le voy a dar otro teléfono. Y unos policías junto a mí. Y yo: “¡Una moneta per favore!” El primer veinte.

En la tensión ocurren cosas extraordinarias: la moneda fue proporcionada por un policía. Pero después:

53. Algunos testimonios afirman que diversas instituciones hospitalarias de los alrededores, entre ellas el Hospital de la Cruz Verde Rubén Leñero, fueron notificadas sobre un posible alto número de ingresos por eventualidades el 2 de octubre. Tan sólo dicho nosocomio recibió alrededor de 600 heridos esa noche. Sin embargo, a partir de las 21 horas, los hospitales fueron intervenidos por la policía, generando un estado de tensión y miedo. También hay denuncias de detenciones arbitrarias de estudiantes en las instalaciones sanitarias. FemosPP. Informe General ¡Qué no vuelva a suceder! México, 2005. Disponible en la página web del National Security Archive: <http://www.gwu.edu/~nsarchiv/NSA EBB/NSAEBB209/index.htm#informe>. Consulta: octubre 2013.

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Y yo no recuerdo si el teléfono lo escribí en un papel o lo memoricé. No creo que trajera yo con qué escribir. Pero, como la situación era tan tensa, yo creo que lo recordé. Y marqué. Pronto me contestaron. Y yo: “La giornalista italiana Oriana Fallaci è ferita e si trova nel os-pedale Rubén Leñero, la Croce verde”. Y la respuesta fue: “Io no mi occupo di queste cose, le darò il telefono dil medico dell’ambasciata”. Era gente de la democracia cristiana, los de la embajada, reacciona-rios, y que una periodista italiana anduviera en eso era… Entonces no me ayudó ese imbécil, hasta que…Pero me dieron el número del médico de la embajada. Y entonces ahí también le grité: “¡La gior-nalista italiana è ferita e si trova...!” Y ya no alcancé a oír la respuesta porque el teléfono se encontraba enfrente de la oficina del Ministerio Público [mP] del hospital. Entonces sale la ministerio público y dice: “¡Agárrenlo, pendejos!” En la citada nota de Martínez, de Excélsior, también se apunta que “a las 21.30 horas, casi dos horas después de que fue abatida [Oriana], llegó al hospital el doctor Landnoci, de la embajada”54. Mientras la periodista era atendida, Manuel fue retenido en las ofici-nas del mP del hospital Rubén Leñero: Los policías reaccionaron y me llevaron de palomita55 adentro y ahí ya me tuvieron. Y empezaron a sacarme información y yo armé rá-pidamente mi esquemita y probablemente ahí empecé a decir lo que después repetí en la Policía Judicial: que era yo traductor del Instituto Italiano de Cultura y que, como tarea del instituto, de la embajada de Italia, tenía yo que traducirle [a Oriana]. Y ahí me tuvieron mucho tiempo. Luego ya me mandaron a la Policía Judicial, que estaba en la calle de Héroes (dónde ahora hay tribunales y cosas de ese tipo), Héroes cer-ca de Avenida Chapultepec56. Ahí hubo una escena muy interesante, debe haber fotos mías. Me retrataron. En la Policía Judicial querían que yo declarara que los estudiantes fueron quienes comenzaron a disparar. –No, señor, yo no dije eso. –¡Asiéntelo!, ¡Me lo dijo cuando

54. Martínez, Martínez, op. cit.55 . “Llevar de palomita” signifi ca cargar a una persona entre dos, tomándola por los “Llevar de palomita” significa cargar a una persona entre dos, tomándola por los brazos y por la espalda, de manera que se impide la movilidad y la posibilidad de huida.56. En la calle Niños Héroes, de la colonia Doctores, se encuentran parte de las En la calle Niños Héroes, de la colonia Doctores, se encuentran parte de las instalaciones de la Policía Judicial del Distrito Federal, lugar al que llevaron a algunos de los detenidos durante todo el desarrollo del movimiento estudiantil.

llegó! –No, señor, yo no dije eso. Bueno, para no hacer el cuento largo, llegó un momento en que yo ya firmé mi declaración. Por eso cuando fui a ver mi declaración al agn para ver qué firmé, me dio risa. Lo que ellos querían que yo dijera era que los estudiantes habían disparado y no estaba asentado así en el acta, sino que los disparos provenían de arriba. Eso es lo que a los idiotas se les ocurrió.

La historia del “asistente de Oriana” se construyó en ese mo-mento, cuando Manuel rindió su declaración. Fue un cuento que lo salvó de ir a la cárcel:

Esto de que yo fuera traductor, todo lo que yo inventé… Hubo un tipo –de apellido Hermosillo, por cierto– que me dice: “Mira güero, todo lo que estás diciendo no te lo cree nadie”. Claro que es una táctica también. Y me hicieron la táctica del bueno y el malo, del que “quiero ayudarte”, del que amenaza y lo clásico, ¿no? Pero, ya después de tanta tensión y todo, ya había pasado noches sin dormir, la segunda noche la pasé ahí en la Policía Judicial. Y lo único que necesitaba yo era cigarro. Pasaron muchas cosas: Italia iba a inaugurar una ex-posición para las Olimpiadas, en la olimpiada cultural, que se llamaba “El deporte en el arte clásico”. Traían piezas romanas, griegas, qué se yo… Yo no conozco todavía la información oficial, sería muy interesante conocer, pero el embajador de Italia se negó a inaugurar la exposición. Entonces en un tris las relaciones con Italia estaban súper tensas. Y Díaz Ordaz no se podía echar el tiro de romper relaciones con Italia por la razón esa de que medio les matan a una ciudadana italiana. La embajada tiene obligación de proteger a sus conciudada-nos. Eso fue algo que pudo haberme ayudado a mí. Otra cosa puede ser que hayan consultado con los italianos y que hayan dicho: “Sí, lo conocemos”, porque además sí me conocían. La gente de la embajada tiene la encomienda de dar las clases en la universidad en Letras Italianas, por ejemplo: Historia de la cultura italiana la da usted, doctor Fulanito. Entonces ellos

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iban a dar a cu esa clase. Eso pasa también con otras, como Letras Inglesas, de repente mandan a un inglés para que dé Shakespeare o lo que sea, ¿no? Entonces quizá haya obrado a mi favor que estas gentes hayan declarado. Otra cosa fue que el director de Relaciones Públicas de la Procuraduría era tío de una muchacha del Conservatorio. Se apellidan Estrada Unga ellos. Y uno de los hijos, hermano de mi compañera del Con-servatorio, es un pintor muy conocido, Enrique Estrada,57 que pinta muchos Zapatas. Y me conocían, habíamos estado en casa de ella muchas veces, Jennifer, y me conocían. Entonces era yo conocido, quizá ello me haya valido…

Aunque el entrevistado no tiene certeza de que alguien haya intervenido para que lo soltaran, después de tres días de permanecer aislado y de haber declarado en varias ocasiones, fue liberado. Sin embargo, al partir hacia su casa:

Venía yo en un trole58 por Eje Central,59 que tomé en Niño Perdido (así se llamaba la calle). El trole en que yo iba quisieron abordarlo por la fuerza, tenía las puertas cerradas y empezaron a patear la puerta de atrás. Y quizá fuera mi paranoia, pero yo me bajé por la puerta de adelante y me vine para mi casa. Y aquí enfrente me estaban esperan-do tres policías. Y ya nada más vi que había luz en la casa y enseguida me piscaron, me llevaron de palomita, entonces no puedes poner ninguna resistencia. Y me metieron a un coche y dije: “Ya, ahora sí éstos me van a matar, porque éstos no son federales, deben ser de la Dirección Federal de Seguridad”. Eran unos policías que actuaban por separado. La Federal de Seguridad eran los de Nazar,60 la tortura

57 . Manuel habla del pintor chiapaneco Enrique Estrada cuya obra ha sido reconocida Manuel habla del pintor chiapaneco Enrique Estrada cuya obra ha sido reconocida internacionalmente. 58 . “Trole” es la forma coloquial de nombrar a los autobuses del sistema de transporte “Trole” es la forma coloquial de nombrar a los autobuses del sistema de transporte público de la Ciudad de México cuya característica especial es que usan energía eléctrica para funcionar. El nombre completo es “trolebús”.59. El Eje Central Lázaro Cárdenas es otra de las avenidas más importantes de la capital de El Eje Central Lázaro Cárdenas es otra de las avenidas más importantes de la capital de México, la cual atraviesa la ciudad de Norte a Sur y la divide en Oriente y Poniente. 60. Miguel Nazar Haro era entonces el segundo hombre más importante en la Dirección Miguel Nazar Haro era entonces el segundo hombre más importante en la Dirección Federal de Seguridad, de la que llegó a ser titular en 1970. Fue uno de los policías más famosos del México contemporáneo por su conocida crueldad contra la disidencia; se le atribuyen decenas de torturas, secuestros, homicidios y desapariciones de personas.

total. Pero no, eran judiciales que iban por mí porque a un funciona-rio de la Judicial se le había olvidado regañarme. Me llevaron a toda velocidad en sentido contrario por Reforma, en tres coches, así, sin sirenas ni nada, sentido contrario. Me llevaron otra vez a la oficina: “A ver, señor, no vaya usted a decir que lo torturamos, no vaya a decir que lo maltratamos; vamos a estarlo vigilando”, etcétera, etcétera. Una regañadita. Y luego ya me dijeron: “A ver, llévalo a su casa”. En-tonces yo no me iba a resistir ni nada. Pues sí, me trajeron a mi casa.

Al llegar a su domicilio, Manuel se encontró con la noticia de que lo estaban buscando para que hiciera una denuncia pública:

Y ya cuando llegué a la casa vi que mi mamá que había estado en Tlatelolco y mi hermano también, aquí estaban; entonces yo empe-cé a temblar como conejo. Y luego ya llegó el tío de la compañera esa: Queremos que hagas tú una conferencia de prensa –La hago. Después que siempre no, ya no querían que hiciera la conferencia. –¿Puedo salir de la ciudad? –Sí, sí puedes. Me fui a Guanajuato con unos tíos, no podía salir a la calle, estaba todo el tiempo encerrado porque no podía salir a la calle; veía yo un auto, estaba seguro de que eran policías. Eso ya es un desorden mental.

Las consecuencias de la tensión y el miedo, después de todo lo vivido, fueron importantes para Manuel, quien por esa razón per-maneció algún tiempo recuperándose en casa de sus familiares de provincia. Allá tuvo noticia de lo publicado por la periodista italiana en su contra: “Esos tíos de Guanajuato, precisamente, me dijeron: ‘Salió algo de Oriana Fallaci, pero te llama el tipo del Conservatorio y dice que tú fuiste a denunciarla’. ¡Me dio una tristeza tan grande!” En ese entonces sólo supo de la noticia por la prensa. Posteriormente, consiguió el libro cuando estaba estudiando canto en Moscú. Desde entonces buscó aclarar lo sucedido:

Ahora bien, traté de comunicarme con Oriana Fallaci, lógicamente. Vivía en Nueva York. Tratamos por todos los medios, fuimos al Instituto Italiano de Cultura y el director del Instituto Italiano dijo: “Sí, sería muy interesante que viniera Oriana y diera una conferencia aquí en México”. […] Pero ella no admitía ni llamadas telefónicas ni se le podía mandar correspondencia, nada, cero. Y terminó en una posición política… con unas posiciones fascistas horrendas…

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e. La versión de las fuentes policiacas

Para cotejar el relato de Manuel ahora es posible consultar el expediente que, con reportes sobre sus actividades, elaboró la Direc-ción Federal de Seguridad. La declaración ante la Procuraduría Gene-ral de Justicia del Distrito Federal contiene el relato que el estudiante construyó con la idea que le dio Oriana Fallaci de presentarse como su intérprete. Las cinco páginas que componen el testimonio asien-tan que el declarante se encontraba en la Plaza de las Tres Culturas para servir de traductor a la periodista, versión que se propagó en los medios de comunicación y que sólo era una treta para poder salir con Oriana de Tlatelolco, pues, como se ha señalado arriba, Manuel no trabajaba para el instituto ni su labor en el lugar de los hechos era asistir a Fallaci. La ficha de resumen del expediente dice así:

gómez muñoz, Manuel.- De sus Declaraciones: mexicano, católico, originario y vecino del D.F.- Estudió Letras Italianas en la unam.- Aprendió el Italiano. Tie-ne contacto con el Instituto Italiano de Cultura donde le infor-maron que una periodista italiana que no habla español quería un intérprete y tenía deseos de asistir al mitin en la Plaza de las Tres Culturas, citada periodista es Oriana Fallaci. Se puso a sus órdenes y ella le preguntó datos históricos del lugar, de las inquietudes de la juventud. Que quiso subir a la tribuna y a pesar de indicarle lo peligroso del acto insistió, al llegar se identificó como periodista italiana y se le dio acceso a la tribuna. Le tradujo algunas pancartas. Después lo que decían los oradores. De cómo entraron civiles con pistolas en la mano, quienes ordenaron tirarse al suelo y luego se oía el tiroteo.- De cuando gritó sintiéndose herida. Del trato que re-cibió.- De sus bárbaros calificativos contra México, pues ni siquiera en Vietnam le había tocado presenciar algo igual61.

Es evidente que la declaración de Manuel fue manipulada y dirigida por la policía. Lo podemos observar en fragmentos donde se

61.Procuraduría General de Justicia del Distrito y Territorios Federales. Dirección de Procuraduría General de Justicia del Distrito y Territorios Federales. Dirección de Investigaciones. “Declaración de Manuel Gómez Muñoz ante el C. Comandante del Primer Grupo de la Policía Judicial del Distrito y Territorios Federales, C. Luis Portillo Sotomayor”. México, 3 octubre 1968. Archivo General de la Nación México, Dirección Federal de Seguridad, exp. 11-4-68, f. 1-2.

cuida mucho la imagen de la corporación y del Ejército, y la manera en que se acusa a la propia Oriana de imprudente por estar en el lugar de los hechos. Según el documento, la periodista se encontró con el estudiante en la Plaza de las Tres Culturas donde le manifestó su deseo de subir a la tribuna del tercer piso del Chihuahua y así lo hizo, a pesar de que su interlocutor le advirtiera que “era peligroso para su seguridad”,62 versión que sólo pudo haber sido cierta de haber sabido Manuel con anticipación lo que ocurriría esa tarde en Tlatelolco.

Posteriormente, la declaración consigna que, cuando inició la balacera, “unos hombres armados vestidos de civil”63 gritaron a quie-nes se encontraban en el pasillo del tercer piso que se tiraran al suelo y, más tarde, uno de ellos fue quien tomó a Fallaci del cabello y la lanzó contra la pared, a donde acudió Manuel a protegerla con su cuerpo. Después de ser herida de bala y trasladada al departamento del piso inferior, se dice que Manuel preguntó a la periodista algo que resulta absurdo en aquellas circunstancias:

Ya dentro del departamento donde fuimos atendidos, se colocó a la periodista sobre una cama, pudiéndome ya enterar del estado en que se encontraba la multicitada periodista, le pregunté si no se había dado cuenta de quién la había herido, a lo que me contestó que fue-ron unas balas que provenían de lo alto de los edificios circundantes, pues me manifestó que en la posición en que se encontraba al ser herida, únicamente podía ser alcanzada desde lo alto64.

Este fragmento es muestra de la intención que tenía la policía por dejar asentado que no fueron miembros de la corporación ni del Ejército quienes hirieron a la periodista italiana. No se incluyen en la declaración los malos tratos recibidos ni la larga espera para que Oriana fuera atendida por un médico. El documento concluye de la siguiente manera:

Ya en el hospital Rubén Leñero, se me observó que tenía una lesión en la frente, motivo por el cual se me atendió y en dicho lugar la periodista se negó a declarar aduciendo que había sido víctima de

62. Ibidem, f. 3-7.63. Ibidem.64. Ibidem.

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actos de salvajismo, que ni siquiera en el Viet-Nam [sic] le había to-cado presenciar, que había estado en muchas partes del mundo y en ningún sitio había sido tratada de la manera como aquí se le trató, agregó que el Ejército había disparado a los estudiantes, cosa que ella sabía muy bien era mentira, ya que ella se dio perfectamente cuenta de que los primeros disparos habían provenido de los edificios como ya aclaré. Calificó a México de país bárbaro, dijo también que ni si-quiera en la guerra se trataba a los heridos con tan poca humanidad. Un tiempo después se me presentó el Agente del Ministerio Público del Hospital Rubén Leñero para posteriormente rendir la presente declaración […]65.

Como se observa, el objetivo principal del documento era enfatizar la manera despectiva en que la periodista se refirió sobre México, omitir la participación del Ejército y la policía, evitar el se-ñalamiento de los responsables del tiroteo e incluso hacer notar que el Ministerio Público cumplía con su trabajo al “presentarse” con el estudiante para que éste proporcionara su versión de los hechos con las autoridades.

Conocer el contenido del documento fue importante para Ma-nuel, pues él no sabía cómo había quedado consignado su testimo-nio frente a la policía en aquellos momentos de tensión. Desde su punto de vista, no hay en lo dicho a las autoridades nada que pudiera haber sido utilizado en contra de Oriana Fallaci. Sin embargo, esto sí ocurrió. El Universal, en su edición del 5 de octubre, publicó una nota titulada: “Corresponsal italiana que denigra a México”66. En tal artículo se aludió a las declaraciones del estudiante sin citar la fuente de donde el medio impreso tomó la información. Es importante re-cordar que Manuel en ningún momento dio entrevistas a la prensa, por lo cual infiero que la información recabada por la Procuraduría fue filtrada a los medios de comunicación para contrarrestar la ver-sión que había divulgado la periodista en la prensa internacional. La nota del diario capitalino afirma que “Manuel Gómez Muñoz, a quien el Instituto Italiano de Cultura comisionó para que sirviera de intér-

65 .Ibidem.66. “Corresponsal italiana que denigra a México”. “Corresponsal italiana que denigra a México”. El Universal, 5 octubre 1968, primera plana y p. 9a.

prete a la italiana, dijo que ésta había estado lanzando improperios contra México, contra el Ejército y demás instituciones”. Además, “cuando se le comisionó le dijeron que la periodista había venido al país a cubrir la información de los Juegos Olímpicos, pero que cuan-do estuvo hablando con ella se pudo percatar de que sus intenciones eran otras muy distintas”67. La nota alude también a las declaraciones hechas a la prensa internacional por Fallaci y afirma que “su intér-prete” dijo que la periodista “se dedicó a injuriar frecuentemente a México, calificándolo de ‘país bárbaro’”68. Como corolario, el artículo cierra advirtiendo a los lectores: “Cabe decir también que Oriana ha estado enviando informes sobre la situación estudiantil en repetidas ocasiones y en todos los casos asentando falsedades”69.

Quizá la noticia publicada por El Universal fue la versión que conoció Oriana Fallaci sobre las declaraciones de Manuel. Aunque en la nota no dice que la periodista era comunista ni que instó a la violen-cia a los estudiantes, se comprende por el contenido que la intención del artículo era atacarla. No es posible saber si la comunicadora leyó la nota periodística de El Universal, pero probablemente tuvo conoci-miento de ella y esa fue una de las razones por las que se encontraba tan molesta cuando Elena Poniatowska acudió al Hospital Francés a recabar su testimonio. Esto fue lo que la comunicadora italiana dijo a la escritora:

No, no voy a dar ninguna entrevista, ninguna, no después de lo que me pasó; me han disparado, me han robado mi reloj, me dejaron desangrarme ahí en el suelo del Chihuahua, me negaron el derecho a llamar a mi embajada… Quiero que la delegación italiana se retire de los Juegos Olímpicos, es lo menos que pueden hacer. Mi asunto va a ir al Parlamento, el mundo entero se va a enterar de lo que pasa en México, de la clase de democracia que impera en este país, el mundo entero. ¡Qué salvajada! Yo he estado en Vietnam y puedo asegurar que en Vietnam durante los tiroteos y bombardeos (tam-bién en Vietnam señalan los sitios que se van a bombardear con luces de bengala) hay barricadas, refugios, trincheras, agujeros, qué se yo,

67. Ibidem.68. Ibidem.69. Ibidem.

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a donde correr a guarecerse. Aquí ni hay la más remota posibilidad de escape. Al contrario. Yo estaba tirada boca abajo en el suelo y cuando quise cubrir mi cabeza con mi bolsa para protegerme de las esquirlas un policía apuntó el cañón de su pistola a unos centímetros de mi cabeza: “No se mueva”. Yo veía las balas incrustarse en el piso de la terraza a mi alrededor. También vi cómo la policía arrastraba de los cabellos a estudiantes y a jóvenes y los arrestaban. Vi muchos heridos, mucha sangre, hasta que me hirieron a mí y permanecí tirada en un charco de mi propia sangre durante cuarenta y cinco minutos. Un estudiante junto a mí repetía: “Valor, Oriana, valor”. La policía jamás atendió a mi petición: “Avísenle a mi embajada, avísenle a mi embajada”. Todos se negaron, hasta que una mujer me dijo: “Yo voy a hacerlo”.He llamado a mi hermana que sale hoy en avión; he llamado a Lon-dres, a París, a Nueva York, a Roma. Hoy en la mañana cuando me llevaron a Rayos x unos periodistas me preguntaron qué hacía en Tla-telolco. ¿Qué hacía, Dios mío? Mi trabajo. Soy una periodista profe-sional. Tuve contacto con los líderes del Consejo Nacional de Huelga porque el movimiento es lo más interesante que sucede ahora en su país. Los estudiantes me hablaron el viernes a mi hotel y me dijeron que habría un gran mitin en la Plaza de las Tres Culturas el miércoles 2 de octubre a las cinco de la tarde. Como no conocía la plaza y sé que es un centro arqueológico, pensé en combinar las dos cosas. Por eso fui. Desde que llegué a México me llamó la atención la lucha de los estudiantes contra la represión policiaca. Me asombran también las noticias en sus periódicos. ¡Qué malos son sus periódicos, qué ti-moratos, qué poca capacidad de indignación! ¡Qué olimpiadas ni que nada! Apenas me den de alta en este hospital, me largo70.

II. La memoria desgarrada de Oriana FallaciConfrontar memorias para construir historias es un ejercicio

fructífero. He subtitulado este ensayo: “Una historia sobre el 2 de octubre de 1968, una batalla por la memoria”, porque considero que la versión que nos ofrece Manuel sobre los hechos de Tlatelolco es un ejercicio memorístico que responde a otro, el de Oriana Fallaci. Para comprender cómo es que los distintos discursos que construyen los

70. Poniatowska, op. cit., p. 328.

actores sobre un mismo proceso dialogan y coinciden o se oponen y discuten, recordemos un pasaje de Los marcos sociales de la memoria del sociólogo Maurice Halbwachs:

Nuestra memoria, sin duda, retoma, a medida en que avanzamos, buena parte de lo que parecía haberse escurrido, aunque de forma nueva. Todo sucede como cuando un objeto es visto bajo un ángulo diferente, o cuando es iluminado de manera diferente: la distribución nueva de las sombras y de la luz cambia a tal punto los valores de las partes que, reconociéndolas, no podemos decir que hayan permane-cido tal como eran71.En ese sentido quiero resaltar cómo la versión que Oriana Fa-

llaci presentó al mundo sobre los hechos de Tlatelolco tiene que ver con la resignificación que hizo de los procesos por ella vividos aquel año donde quizá sus reflexiones sobre la humanidad cobraron el sen-tido pesimista que caracterizó su obra escrita posteriormente. Es de-cir, la perspectiva de la periodista sobre el movimiento es diferente a la de Manuel por la experiencia que ella tuvo en la guerra.

Fallaci escribió varias obras con reflexiones sobre su trabajo como periodista alrededor del mundo. Una de ellas es su libro Nada y así sea, publicado en italiano el año de 1969. Entre los muchos temas que en él narra destacan sus impresiones sobre la guerra en Vietnam y la masacre de Tlatelolco en México. Es una obra donde se muestra una memoria dolorida al conocer de cerca la capacidad de destruc-ción y perversidad del ser humano. Una de las reflexiones que están presentes en todo el escrito es acerca de qué es la vida, pregunta que Oriana trata de responder a su hermana menor, Elisabetta. La respuesta que ofrece a lo largo de la obra se caracteriza por una gran pesadumbre y desesperanza. Éste fue el ángulo desde el que Fallaci vio los hechos del 2 de octubre de 1968 en México. En el momento en que ella escribió consideraba que su experiencia le aportaba ele-mentos suficientes para tener tal perspectiva:

Y no me digáis que el juicio de una periodista está deformado por acontecimientos excepcionales, que no se basa nunca en la normali-dad diaria. El destino del mundo ¿depende, en efecto, de la norma-

71 Halbwachs, op. cit., p. 107.

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lidad cotidiana o de los acontecimientos excepcionales de los que se ocupa un periodista? ¿La historia la hacen los buenos que pasan inadvertidos o los malos que se distinguen por sus crímenes legali-zados por las banderas? ¿La hacen los bulldozer que construyen las carreteras o los carros de combate que las destruyen? Yo sostengo que la hacen los carros de combate, porque no he sabido nunca que un hombre bueno hubiese cambiado la faz de la tierra. ¿Acaso la cambió Cristo? ¿Acaso la cambió Buda? ¿Sostienes que sí? Entonces explícame el Vietnam, Biafra, el Oriente Medio, Checoslovaquia, Shi-ran Shiran, los burgueses que protestan. Explícamelo, convénceme, y me vanagloriaré de haber nacido entre los hombres en lugar de entre los árboles, los peces o las hienas72.

Así comenzó el relato del verano del 68 en México. Lo inte-resante es que, conforme se desarrolla, la narrativa de la periodis-ta sobre aquellos hechos otorga a su propia participación un papel preponderante, casi el de una heroína, al descubrir el sentido de su propia vida cuando resultó herida en Tlatelolco:

Pero después sucede algo. Después viene el otoño con las olimpia-das en la ciudad de México, y llegas y aquella matanza, una matanza peor que cualquier matanza que hubiese visto en la guerra. Porque la guerra es una cosa en la que la gente armada dispara contra gente ar-mada; pensándolo bien la guerra tiene un fondo de corrección: tú me matas y yo te mato; en cambio, en una matanza se mata y nada más, y más de trescientos, y hay quien dice que mataron quinientos aquella noche. Chiquillos, mujeres embarazadas, niños: la matanza de Hero-des, Herodes que renace siempre para eliminar a Jesús antes de que se haga hombre. Y dentro de mí hubo tal convulsión que mi alma se ordenó. Y hallé la buena respuesta a Elisabetta. La encontré y la pagué con las tres cicatrices que ahora llevo encima. Replicarás: ¿qué significan tres cicatrices? Muy poco, estoy de acuerdo, poquísimo, y asiento si se añade que forman parte de mi oficio: cuando vas a don-de hay tiros, lo menos que puede sucederte es que antes o después te disparen. Pero mira, si no tuviera estas tres cicatrices me sentiría infinitamente más pobre, porque seguiría preguntándome para qué sirve nacer y para qué sirve morir, y la muerte de todos los hombres a quienes he visto morir por mano de los hombres me parecería inútil,

72. Oriana Fallaci, Oriana Fallaci, Nada y así sea, 6 ed., Barcelona: Noguer, 1979, p. 304.

y permanecería como una lagartija al sol, indiferente, inmóvil, atenta sólo a bostezar en mi letargia73.

Oriana narra el proceso con un tono dramático en el que in-cluye muchos detalles, algunos de los cuales son imprecisos. El relato sobre el 2 de octubre inicia con una descripción de la Plaza de las Tres Culturas y una crítica al sistema político mexicano:

Los estudiantes, los obreros, los maestros de escuela, en suma cual-quiera que tuviera el valor de protestar contra Herodes, que en Mé-xico se llama Partido Revolucionario Institucional y dice ser socialis-ta, pero no se comprende qué clase de socialismo desde el punto y hora que los pobres de México se encuentran entre los más pobres del mundo: en el campo ganan ochocientas liras a la semana y si protestan la policía los hace callar a tiros. Los estudiantes también protestaban por eso, porque no querían las Olimpiadas en México. Decían que las malditas Olimpiadas cuestan millones de millones y que es una vergüenza gastarlos en las Olimpiadas cuando el pueblo se muere de hambre74.

La comunicadora italiana explica en el libro que ya conocía la plaza porque, cuatro días antes, había asistido al mismo lugar a pre-senciar otro mitin de los estudiantes, quienes la habían conmovido porque el evento transcurrió durante la noche, bajo la lluvia, “en un cortejo de antorchas”75. Ahí fue donde escuchó las porras de la unam y del Politécnico. Señala que, al preguntar qué querían decir los coros cantados por los estudiantes, estos le respondieron: “No quiere decir nada, son nuestras canciones, son canciones de niños”,76 una explica-ción que sorprendería a cualquier mexicano, pero que al parecer venía

73. Ibidem, p. 305.74. Ibidem.75 . El 26 de septiembre de 1968 se realizó en la Plaza de las Tres Culturas un mitin del El 26 de septiembre de 1968 se realizó en la Plaza de las Tres Culturas un mitin del movimiento estudiantil en protesta por la toma de las instalaciones de la universidad y el politécnico por parte del Ejército. El evento concluyó al anochecer cuando cientos de asis-tentes encendieron velas y antorchas en señal de luto. Sin embargo, como se señaló arriba, Fallaci dijo a Elena Poniatowska, cuando ésta última la visitó en el Hospital Francés, que los estudiantes la habían invitado al mitin del 2 de octubre, al cual ella acudió porque, además de que tenía interés en observar de cerca el movimiento estudiantil, quería conocer el sitio arqueológico que se encuentra en el lugar que no conocía. 76 . Fallaci, op. cit., p. 306.

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bien a Oriana para armar el relato, pues continúa diciendo: “Porque en el fondo aquellos estudiantes, aquellos terribles estudiantes que ponían en peligro las Olimpiadas y el prestigio del gobierno mexica-no, eran niños. A mí, en efecto, me habían gustado porque eran niños con el entusiasmo de los niños y la pureza de los niños y la superficia-lidad de los niños, e hice amistad con ellos”77.

A partir de esa presentación del movimiento, la periodista es-cribe sobre sus amigos estudiantes. El primero que menciona no ha sido identificado aún en los testimonios de otros protagonistas del movimiento: “Mi primer amigo fue Moisés, que era un ferroviario inscrito en el Politécnico, pequeño, tímido y feo, con una camisa des-hilachada y una chaqueta llena de remiendos”78. Después habla de Ángel, un estudiante de Matemáticas, y de Mirthokleya González, a quien llama “Maribilla”: “que era una muchacha de dieciocho años, muy graciosa, si no hubiera sido por el labio leporino que le chupaba la cara, con dos ojuelos dulces y alegres y un gran deseo de vivir”79. También menciona a Sócrates, “que era un jovenzuelo con bigotes y rasgos de Emiliano Zapata, con el ardor del revolucionario dispuesto a cualquier sacrificio”80. Y por último describe a Gilberto Guevara, “quien era licenciado en Filosofía, silencioso y duro”81.

Oriana narra la entrevista que el miércoles 2 de octubre, por la mañana, hizo al general Luis Cueto Ramírez, jefe de la Policía Preven-tiva del Distrito Federal, quien le comentó que ya había dado permiso a los estudiantes para efectuar el mitin y le pedía a la reportera que no se preocupara “porque no pasaba nada”, y que no hiciera caso de los periodistas, ya que “siempre exageraban”82. Por la tarde, al llegar a la plaza y acceder al piso tercero del Chihuahua, Fallaci reconoció a al-gunos de los estudiantes amigos suyos: “Subí al balcón y allí encontré a Sócrates y a Guevara, a Maribilla y a Moisés y a otros cinco o seis muchachos a quienes no conocía. Uno estudiante del Conservatorio que hablaba italiano, otro con cabellos muy rizados y negros, otro

77. Ibidem.78. Ibidem.79. Ibidem.80. Ibidem.81. Ibidem.82. Ibidem.

con un suéter muy blanco que recuerdo que hizo que me fijara en él porque era tan blanco”83.

Mientras charlaba con los estudiantes, Fallaci observó una con-versación entre los dirigentes que comentaban la noticia dada por el citado Ángel, quien había llegado “jadeante y pálido” a informar que la plaza estaba rodeada por el Ejército y la policía, y que era necesario evitar la salida hacia el casco de Santo Tomás, en el Politécnico. Según su propia versión, Oriana instó a los líderes a avisar a la multitud para que estuviera prevenida. Mientras Sócrates conminaba a mantener la calma, la periodista vio el helicóptero y les advirtió que las bengalas lanzadas por éste eran la señal para un ataque, pero “los muchachos se encogieron de hombros” al oír esta explicación. La experiencia de Oriana en la guerra le permitió reconocer el peligro y asociar la aero-nave con una amenaza latente:

En aquel momento apareció el helicóptero. Era un helicóptero verde, del Ejército, idéntico a los que yo tomaba en Vietnam. Tenía abiertas las portezuelas y las ametralladoras apuntando, idénticas a las del Vietnam. Descendía en círculos concéntricos, cada vez más bajos, cada vez más familiares, como en Vietnam, y hacía un ruido cada vez más fuerte, cada vez más familiar, como en Vietnam. No me gusta, pensé, no me gusta. Y mientras pensaba en esto lanzó dos bengalas. Y eran las mismas bengalas que yo había visto durante meses en Vietnam, las macabras estrellas fugaces que descienden lentamente dejando una negra estela de humo. Y una estela descendió hacia nosotros y otra hacia la iglesia84.

En este punto la comunicadora narra lo que recuerda haber vis-to desde el piso tercero: la multitud corriendo al ver que los tanques se acercaban y que el Ejército rodeaba la plaza, personas que cayeron heridas por las balas cuando comenzó el tiroteo, francotiradores des-de la Iglesia y los edificios aledaños, cuerpos rodando por las escale-ras. Fallaci menciona que, debido al aturdimiento, no se pudo mover de aquel lugar para resguardarse y, cuando volvió en sí por los gritos que venían de abajo, ya no vio a su alrededor a sus amigos estudiantes. Entonces pensó que todos se fueron a poner a salvo dejándola sola.

83. Ibidem.84. Ibidem, p. 308.

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Según su testimonio, en ese momento fue cuando entraron al balcón unos veinte elementos del Batallón Olimpia, quienes apuntaron con sus armas “a Moisés y al tipo del Conservatorio y al muchacho con el suéter blanco y al de los rizos negros y dos periodistas alemanes y un fotógrafo mexicano85 de la Associated Press”.86 Los hechos se confunden en el relato porque Oriana afirma haber visto cómo a la primera persona que mataron de tres tiros fue “Maribilla”87. Después dice que uno de los hombres de guante blanco le gritó “¡Comunista, agitadora!”88 y tomándola de los cabellos la lanzó al piso del lado de la pared donde estaban los otros muchachos. Según su versión, a los otros periodistas los llevaron al piso de arriba, pero a ella no porque la habían confundido con la misma “Maribilla”.

La autora afirma que, mientras continuaba el tiroteo y obser-vaba la confusión de los miembros del Batallón Olimpia, vio cómo desde el helicóptero89 comenzaron a disparar con ametralladora hacia el balcón:90 “tardé en comprender que el objetivo éramos precisa-mente los del tercer piso, que dirigían los tiros por la abertura del balcón porque se destinaban a nosotros, pues nos creían los jefes de los estudiantes”91. Oriana también asevera haber visto morir a otros dos jóvenes y a una mujer del apartamento 306 que había salido a ver lo que ocurría.

En ese punto comienza una parte de la historia narrada por la periodista que obliga a detenerse y reflexionar. Se trata de la relación entre Oriana y Moisés, el joven a quien, como he mencionado, nin-guno de los miembros del movimiento que se encontraban en el ter-cer piso del edificio Chihuahua ha identificado. He buscado sin éxito obtener las referencias que permitan identificar a esta persona. En

85. Se refi ere al fotógrafo �esús Díaz. Se refiere al fotógrafo �esús Díaz.86. Fallaci, Fallaci, op. cit., p. 310.87. Ibidem.88 . Ibidem.89. Hoy en día se sabe, por diversos testimonios orales y videograbaciones, que, en efecto, Hoy en día se sabe, por diversos testimonios orales y videograbaciones, que, en efecto, hubo disparos desde el helicóptero, pero no hacia el piso tercero, sino hacia la multitud que se encontraba en la plaza. 90 . Recordemos que Manuel afi rma que las balas que cayeron en el balcón del tercer piso Recordemos que Manuel afirma que las balas que cayeron en el balcón del tercer piso rebotaban en el techo porque provenían de los militares que disparaban desde la plaza. 91. Fallaci, Fallaci, op. cit., p. 312.

consecuencia, mi conclusión al respecto es que Moisés fue una cons-trucción narrativa que la periodista encontró para dar coherencia a su relato, pues éste es el personaje que mejor ejemplifica la forma que Oriana eligió para dar consistencia a la narración donde finalmente ella aparece como mujer excepcional en un mundo desolador. La co-municadora cuenta en Nada y así sea que, tirada en el piso al lado de los estudiantes, conversó con Moisés, quien le pidió disculpas porque ella no debería estar padeciendo tales calamidades. En la confusión por el estruendo de las balas y los gritos del Batallón Olimpia, Fallaci dice que trató de salvar a Moisés, quien se encontraba herido en el cuello y en las manos. Mientras intentaba moverse hacia un lugar seguro, un miembro del Batallón le ordenó quedarse como estaba y entonces, según la periodista, las balas del helicóptero la hirieron. Consciente de que si se desangraba moriría, comenzó a pedir ayuda, al tiempo que escuchaba una voz que decía: “¡Por favor! Esta mujer está grave, se muere”. Debilitada por la pérdida de sangre, y a ratos dormida, pensó que debía salvar a su amigo: “Si me sacaran de allí sostendría a Moisés y lo sacaría afuera conmigo. Tenía que salvar a Moisés…”92.

Para la comunicadora, entre el caos y el aturdimiento ocurrió una desafortunada confusión:

Más tarde me dijeron que había estado más de hora y media per-diendo sangre. No lo sé. Recuerdo sólo al fotógrafo de la Associated Press que obtenía fotografías a escondidas, tendido en el suelo entre dos policías, y recuerdo una mano que me sostenía los cabellos y me sacaba a rastras mientras yo trataba de agarrar a Moisés, pero Moisés no comprendía y entonces agarré al tipo del Conservatorio y lo saqué afuera en lugar de Moisés93.

Después fue llevada al departamento del segundo piso. A pesar del malestar físico provocado por las heridas, recuerda que los solda-dos se burlaban de ella y que pudo observar a un hombre muerto a su lado,94 mientras un estudiante le gritaba: “¡Ánimo, Oriana!”. También dice haber visto, al ser trasladada hacia la ambulancia, cómo comen-

92. Ibidem, p. 316.93. Ibidem.94. Probablemente el herido del que habla Manuel. Probablemente el herido del que habla Manuel.

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zaron los bombardeos con bazucas en el edificio Chihuahua y cómo los asesinos degollaron a un niño y abrieron el vientre de una mujer embarazada. Cuando llegó al hospital vio a una joven que era aten-dida por una herida en medio rostro. Allí, un médico impresionado por el estado de los lesionados se le acercó a pedirle que no dejara de escribir lo que había visto. Después cuenta cómo un funcionario del gobierno le preguntó si era católica y su respuesta: “¡Mierda!”. En ese punto es donde la periodista italiana escribió lo siguiente:

Pero ya he contado estas cosas, más o menos. Lo que no he contado es que al tipo del Conservatorio lo puse a salvo hasta el hospital y él, para agradecérmelo, me denunció como “co-munista y agitadora”, de modo que los periódicos dijeron que yo había sido desenmascarada: estaba en el balcón del tercer piso para incitar a los estudiantes, etcétera95.

Enseguida afirma que los italianos fascistas de la Ciudad de México opinaron lo mismo y que, así como le llegaron flores y cartas de apoyo, al hospital le enviaron mensajes grotescos con malos de-seos. Todas esas reacciones no le fueron extrañas, pues para Fallaci “así están hechos los hombres”96. El hecho de que Manuel la hubiera denunciado, de que Sócrates hablara contra el movimiento, de que las Olimpiadas sí se hubieran realizado, todo ello era comprensible por la misma razón: “así están hechos los hombres”, repite varias veces en el escrito. Sin embargo, le quedaba una motivación para seguir cre-yendo en la humanidad, la inocencia de muchos que con su bondad rescatan a los demás, como Moisés:

Salvado por milagro de la matanza final en la terraza, Moisés había sido detenido y conducido a una prisión militar, donde le robaron el dinero, la documentación y los zapatos, y lo tuvieron encarcelado nueve días. Al noveno día, sin dinero, sin documentación, sin zapa-tos, lo echaron a la calle y durante tres horas caminó hacia la ciudad. Le sangraban los pies, tenía fiebre y la herida del cuello le supuraba y no podía mover la cabeza. Lloraba, y llorando pretendía parar a los automóviles para que lo llevaran, pero los coches no se detenían y el

95. Fallaci, Fallaci, op. cit., p. 317.96. Ibidem.

que conducía le decía que no. En esas condiciones fue a buscarme y me encontró. Yo estaba en el lecho, aturdida por el dolor y las me-dicinas, y soñaba que alguien me acariciaba una mano dulcemente, así, y abrí los ojos y alguien me acariciaba de verdad la mano: Moisés. Con la ropa hecha jirones, tumefacto, sucio. Con su cara de pobre nacido para sufrir, para ser siempre dejado de lado o golpeado o explotado, Moisés me acariciaba la mano y estaba contento por mí. –¡Miss Oriana! You alive! Tú viva!¡Cómo lo abracé! Apestaba mucho, recuerdo que el abrazarlo me ahogaba. Pero lo abracé como hubiese abrazado a la humanidad re-cobrada, y me avergoncé de la oración en la que durante algún tiem-po creí [el Padre Nuestro]97.De esta manera concluyó Oriana Fallaci su relato sobre el ve-

rano del 68 en México en su libro Nada y así sea. Es destacable la manera en que se presenta ella misma frente a los estudiantes, ya que, al mismo tiempo que le resultan conmovedores, también observa con distancia y desdén. Por otro lado, la figura que creó en la persona de Moisés fue útil, pues de ella se valió para explicar su propia audacia, en sintonía con la autoridad moral que se confiere a sí misma para descalificar a Manuel, acerca de quien se refirió en todo momento de una forma despectiva sin recordar su protección y acompañamien-to. Pese a lo anterior, hay que reconocer que en su propio esfuerzo memorístico, la periodista italiana argumentó contra la barbarie de la represión y la dio a conocer al mundo. Sus reflexiones acerca de la naturaleza de la humanidad son, en ese sentido, producto de la in-dignación experimentada en diversas ocasiones a lo largo de su labor profesional.

Al finalizar la obra a la que nos hemos referido, la comunica-dora volvió a reflexionar sobre el sentido de la vida. La última charla imaginaria con su hermana y con su amigo Fran�ois cierra el libro de la siguiente manera:

Recuerdo una frase que tú me dijiste Fran�ois: “La Luna es un sueño para quien no tiene sueños”. Y prefiero esta pelota verde y blanca y azul y hormigueante de bien, de mal y de vida que llamamos Tierra.

97. Ibidem, p. 318.

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Es una pelota envenenada, lo sé, y se muere tocándola y estando en ella, lo sé; la vida, Fran�ois, es una condena a muerte. Pero tienes razón en no decírmelo. Y precisamente porque estamos condenados a muerte hay que atravesarla bien. Llenarla sin malgastar un paso, sin dormirnos un segundo, sin temor de equivocarnos, de rompernos, nosotros que somos hombres, ni ángeles ni bestias, sino hombres. Ven aquí, Elisabetta, hermanita mía. Un día preguntaste qué es la vida. ¿Quieres saberlo? –Sí, ¿qué es la vida? –Es una cosa que hay que llenar bien, sin pérdida de tiempo. Aunque al llenarla bien, se rompa. –¿Y cuando se ha roto? –Ya no sirve para nada. Nada y así sea98.

Epílogo: del estudiante del Conservatorio Manuel Gómez Mu-ñoz a Oriana Fallaci

El historiador Tzvetan Todorov, en Los abusos de la memoria, afir-ma que: “Una manera –que practicamos cotidianamente– de distin-guir los buenos usos de los abusos consiste en preguntarnos sobre sus resultados y sopesar el bien y el mal de los actos que se pretenden fundados sobre la memoria del pasado”99. En ese sentido cabe volver al inicio de este ensayo y preguntarnos por qué las declaraciones de Oriana Fallaci resultaron tan hirientes para Manuel. Como entrevis-tadora, le manifesté mi inquietud de que la preocupación que él tenía por ver su declaración fuese en consonancia con alguna duda que conservara de haber efectivamente denunciado a Oriana. Entonces él contestó que sí, temía que algo así estuviera asentado en el acta, que por miedo a las amenazas hubiese declarado una cosa que no creía: “Yo lo que recuerdo es que sí firmé, que era lo que querían. No al-cancé a ver qué era lo que firmé. Tenía una angustia terrible. Cuando vi mi declaración me reí, ¡eran puras babosadas!”.

98. Ibidem, p. 323.99. Todorov Tzvetan, . Todorov Tzvetan, Los abusos de la memoria, traducción de Miguel Salazar, Buenos Aires: Paidós, 2000, p. 30.

Entonces, pensando en una posibilidad irrealizable material-mente, pero asequible para la imaginación, le pregunté a Manuel qué le hubiera dicho a Oriana Fallaci de haber tenido oportunidad de hablar con ella después de publicado su libro:

En primer lugar, darle las gracias. No sólo por mí, sino porque ella difundió en todo el mundo lo que pasó el 2 de octubre. Eso en pri-mer lugar. Y algunos cuestionamientos sobre la forma en que relató los sucesos de aquel día, si lo hubiera podido plantear con correc-ción, pues no se trataba de improperios. Entonces, todas las gracias, a nombre mío y a nombre de todos. Y le hubiera dicho que nadie la traicionó a ella, nadie la denunció y que nadie traicionó al movimien-to estudiantil del 68. El movimiento no fue traicionado por nadie. Muchos después se hicieron funcionarios del gobierno, lo que quie-ras, pero el movimiento fue muy limpio, eso le hubiera dicho.

Lo que el entrevistado vivió con Oriana es un proceso del cual se encuentra seguro, por eso la difamación es algo que le ha afectado y le ha pesado durante años no poder aclararlo. La razón por la que para él ha significado tanto esta historia es porque, en sus propias palabras, se trata de “la indefensión ante un señalamiento injusto, la impotencia ante la mentira”. Manuel ha pensado mucho el proceso, hay cosas que sabe que no puede afirmar, por eso necesitaba ver por sí mismo su declaración:

Y fíjate qué bobería, supón que yo hubiera dicho: “Esa mujer –y así me quitaba a la policía– es una comunista, agitadora y viene a desprestigiar a México”. ¿Qué? Pues si lo dije, me los quité de enci-ma. Supón que me hubieran torturado, a mí me torturan y en cinco minutos estoy denunciando a mi abuela. […] Por eso me puse muy alegre cuando vi mi declaración en el archivo. Pensé: “¿Esto es lo que dije? ¡Ay qué idiotez!”

Como podemos observar, en el testimonio de Manuel Gómez Muñoz se advierte la necesidad profunda de luchar contra el olvido para fortalecer su libertad de conciencia. De esa manera, su relato acerca de lo vivido con Oriana Fallaci es un ejercicio que sirve tanto para neutralizar el dolor como para liberarse de un cargo interno. Su interés tiene mucho qué ver con la imagen que él mismo se ha

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formado sobre el movimiento estudiantil y también con la necesidad de reinterpretar, para comprender, un pasado colectivo que marcó tanto su vida como la de muchos de sus amigos y compañeros de generación. De tal forma, la tristeza que experimentó el entrevistado cuando conoció la versión de la periodista no sólo tuvo que ver con la implicación personal de una calumnia, sino con la importancia que socialmente podía cobrar ésta en el contexto de una postura de vida asumida desde temprana edad y definida en gran medida por su par-ticipación en los procesos de 1968. El sentido que tuvo para Manuel el haber vivido aquellos hechos ha sido constantemente resignifica-do en el tiempo, por ello la respuesta a Oriana Fallaci que desde el presente hace en su relato es también una manera de reivindicar la memoria del movimiento como un proceso social caracterizado por la participación honrada de sus integrantes.

Por otro lado, la historia del estudiante del Conservatorio y la periodista italiana aporta elementos para reflexionar sobre el testi-monio de Oriana Fallaci acerca del movimiento estudiantil. Como se ha dicho, la versión de la comunicadora ha sido reproducida muchas veces sin ser previamente analizada. En el documental El Grito, por ejemplo, se retoma gran parte de lo narrado en el libro Nada y así sea, además de que la periodista participó en la redacción del guión. Si se busca en Internet, podemos encontrar cientos de notas donde se repiten los datos que aportó Fallaci, sin reflexionar sobre las impreci-siones que contienen. Por esas razones, me parece que el testimonio de Manuel sirve para revisar nuevamente uno de los tantos temas que faltan por discutir sobre el movimiento estudiantil de aquel año.

Por último, cabe destacar que la historia contada por Manuel es un esfuerzo memorístico que resignifica la importancia de aquel pro-ceso desde el presente, después de más de cuarenta años y con todas las implicaciones que ha tenido la discusión tanto académica como social y política sobre aquellos hechos que ahora son considerados parte fundamental de la historia mexicana reciente. En contraste, la versión de Fallaci se escribió pocos meses después del 2 de octubre sin que para ella el movimiento como proceso social adquiriera el sig-nificado que tuvo para Manuel. Entonces, este trabajo es un esfuerzo de confrontación de dos memorias que sirve para contextualizar las

ideas que acerca del mismo proceso histórico construyeron dos de las personas que lo vivieron. El objetivo es explicar por qué cada una de ellas lo recuperó de distinta manera. En ese sentido, me parece que la historia de Manuel y Oriana es una contribución al cúmulo de estudios, relaciones y anécdotas que se han elaborado acerca de ese hito histórico porque aporta elementos para comprender la forma en que un relato individual y subjetivo se significa en el contexto de un capítulo tan relevante de la historia contemporánea como lo fue el movimiento estudiantil de 1968 en México.

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“Nosotros teníamos no una experiencia vivida sino una experiencia por lo que nos

habían contado los que eran de aquellas épocas.” Tradición y cultura obrera en el testimonio de Beba

“We Had no Living Experience but Rather abd Experience that We Had been Told was From Those Times”.

Labor Culture and Tradition in Bebe’s Testimony.

aleJandra Pisani*

Resumen: El artículo propone el análisis de una historia de vida con el objetivo de rastrear las pautas culturales que subyacen, operan y estructuran el relato. Se trata de la historia de Beba quien nació en 1944 en Santa Lucía, Tucumán, proviene de una familia obrera ligada al trabajo en el azúcar e inició su trayectoria militante marco de las acciones contra las políticas socioeconómicas implementadas por la dictadura del general Juan Carlos Onganía a partir de 1966. Hacia principios de la década de 1970 participó de las luchas del Sindicato de Obreros Municipales de Famaillá donde se vincularía primero con el Peronismo de Base y luego con el Partido Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo.El análisis apunta a visibilizar una tradición obrera contestataria en el relato e identificar el rol desempeñado por esa tradición en los senti-dos que la entrevistada atribuye a su propia experiencia; se exploran de algunas de las pautas culturales que subyacen a la narración y el modo en que las mismas operaron en las opciones político-partida-

*Doctoranda en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, becaria CONICET. Correo-e: [email protected]ículo recibido: 04-12-12 Aceptado: 08-08-13Historia, Voces y Memoria 6 (2013) p. 89-118ISSN 1852-5369

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rias de la entrevistada y, finalmente, se indaga acerca de las estructuras de sentimiento que se configuran en y desde la tradición y las pautas culturales antes mencionadas.Esta propuesta se enmarca en el interrogante acerca de la relación entre la experiencia, la cultura y la conciencia de clase que guía una investigación en curso, cuyo objetivo es caracterizar la relación entre la clase obrera azucarera tucumana y el Partido Revolucionario de los Trabajadores en el proceso de lucha de clases desarrollado en Tucu-mán entre 1966 y 1975.Palabras clave: cultura; estructuras de sentimiento; conciencia; tradición.Summary: The purpose of this article is to analyze a life story in order to trace the cultural patterns operating within the life-story. This is the story of Beba, who was born in 1944 in Santa Lucia, Tucumán, in a working class family connected to the sugar industry. She began her activist career in 1966, in the context of the actions taken against economic and social policies that were implemented by the dictator-ship of General Juan Carlos Onganía. By the early 1970s, Beba parti-cipated in the disputes of the Municipal Workers Union of Famaillá, where she would first be linked with the Peronismo de Base and then with the PRT-ERP.This analysis aims to shed light on the contestatory worker’s tradition within the story and to identify the role that has been played through this tradition in accordance with what the interviewee attributes to her own experience. An analysis of some of the cultural patterns that underlie the story is carried out, as well as an inquiry on the way they influenced the political and partisan options of the interviewee. Finally, the structures of feeling that are configured in and from the tradition and the cultural patterns mentioned above are examined.This approach is part of the query on the relation between experien-ce, culture and class consciousness that guides an ongoing investiga-tion. The goal of said investigation is to characterize the relationship between the working class from the sugar industry in Tucumán and the PRT-ERP during the class warfare that took place in Tucumán between 1966 and 1975. Keywords: culture; structures of feeling; conscience; tradition.

Durante los últimos años han proliferado trabajos acerca del proceso de radicalización política ocurrido en la Argentina duran-te las décadas de 1960 y 1970 que, desde diferentes perspectivas y enfoques teóricos, han centrado la mirada tanto en las condiciones que hicieron posible el crecimiento de las organizaciones de izquier-da marxista como en las causas de su derrota. Uno de los problemas centrales que abordan estos escritos es el de la relación entre dichas organizaciones y la clase obrera. En este marco, la caracterización de la clase obrera en el período se ha ubicado como un punto nodal en los debates que ha operado tanto en la reivindicación como en la críti-ca de las organizaciones de izquierda marxista, en especial hacia aqué-llas que optaron por la lucha armada. Uno de los ejes fundamentales de las críticas al accionar de estas organizaciones es que no supieron interpretar de manera adecuada el nivel de conciencia alcanzado por la clase obrera argentina, lo que llevó a su aislamiento y a su posterior derrota1.

En relación con esta problemática es posible plantear un con-junto de interrogantes vinculados a la caracterización de la concien-cia de clase: ¿es posible hablar de “grados” o “niveles” sucesivos de conciencia o más bien habría que pensar en formas cualitativamen-te diferentes?; ¿se puede “medir” la conciencia de clase?; ¿es válido comparar las formas de conciencia de diferentes sectores de la clase obrera?; en este último caso ¿es conveniente establecer una grada-ción jerárquica de las diferentes formas de conciencia o resultaría más fructífero estudiar comparativamente los procesos que hicieron a la constitución del conjunto dinámico de significaciones que las cons-tituyen?

Sin pretender agotar este complejo problema y siguiendo los planteos centrales de la investigación en la que se enmarca2, la hi-pótesis general que guía el presente trabajo es que la conciencia de clase asume formas cualitativamente diferentes que pueden ser in-terpretadas en función de las pautas culturales a través de los cuales

1. Pozzi, Pablo. “Para continuar con la polémica sobre la lucha armada”, en Lucha armada en la Argentina, Año 2, Nº 5, 2006.2 . El presente trabajo fue realizado en el marco del Proyecto Ubacyt Cultura y política en la Argentina. Historia oral y radicalismo obrero, dirigido por el Dr. Pablo Pozzi.

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los trabajadores otorgan sentido a su propia situación en relación a la de otros grupos sociales. En otras palabras, consideramos que la cultura obrera, entendida como un proceso “ordinario” 3, puede ser pensada como una vía de acceso al estudio de la conciencia de clase en tanto constituye uno de los espacios que permite (o no) la reso-lución de las contradicciones estructurales en confrontación social. Desde esta perspectiva entendemos que sólo cuando la clase significa su situación objetiva como injusta, no natural y, por lo tanto, factible de ser modificada a través de la acción colectiva, la experiencia de ex-plotación que define estructuralmente a la clase puede dar lugar a una acción transformadora. En este sentido, consideramos que cualquier forma de conciencia, por incipiente que sea, supone la delimitación de un “nosotros” frente a un “otros” cuyos fundamentos primarios son la experiencia cotidiana de la clase y una percepción acerca de las diferencias entre sus propias condiciones de vida y las de los otros grupos sociales a los que está ligada su actividad.

Tomando como horizonte estas cuestiones, el presente escrito propone el análisis de un testimonio bajo el supuesto que la explora-ción de los procesos subjetivos de politización y la indagación acer-ca de las estructuras de sentimiento y las pautas culturales puestas en juego en dichos procesos pueden aportar a complejizar la mirada sobre el problema planteado. Se ha seleccionado el testimonio de Beba, utilizando como fuentes dos entrevistas realizadas por el Gru-po de Investigación sobre el Genocidio en Tucumán (GIGET)4 en el marco del trabajo que desde 2005 venimos desarrollando en el sur tucumano.

3. Williams, Raymond. Marxismo y literatura. Buenos Aires: Las cuarenta, 2009.4 . El GIGET es un equipo de trabajo interdisciplinario independiente creado en 2005. Ac-tualmente está integrado por Margarita Cruz, Psicóloga Social, miembro de la Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos desde su conformación; Ana Sofía Jemio, Lic. en Sociolo-gía. UBA/ CONICET; Ezequiel Monteros, Actor/Artista Visual; y Alejandra Pisani, Lic. en Sociología. UBA/ CONICET. Cuenta con el aval del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) y la Asociación de ex Detenidos-Desaparecidos. El trabajo del grupo está orientado a visibilizar el carácter genocida de las prácticas represivas desple-gadas en Tucumán durante el Operativo Independencia y la dictadura militar; a la recons-trucción histórica de las luchas locales a través de la voz de sus protagonistas y a analizar las formas de memoria actualmente vigentes sobre este proceso en las clases populares.

Beba nació en 1944 en Santa Lucía, Tucumán, proviene de una familia obrera ligada al trabajo en el azúcar. Su padre y su tío fue-ron dirigentes gremiales y participaron del proceso de lucha que dio lugar a la conformación de los sindicatos azucareros y de la Fede-ración Obrera Tucumana de la Industria Azucarera (FOTIA) hacia mediados de la década de 1940. Las primeras experiencias de lucha de la entrevistada se produjeron en el marco de las acciones contra las políticas de racionalización económica impulsadas por la dictadura del general Juan Carlos Onganía a partir de junio de 1966. La imple-mentación de estas medidas generó fuertes resistencias por parte de la clase obrera azucarera pero luego de un largo proceso que llevó al desgaste y a la fragmentación de la clase, produjo al cierre de 11 de los 27 ingenios que funcionaban en Tucumán generando un fuerte aumento de las tasas de desocupación y una profunda retracción del aparato productivo provincial.

Hacia finales de la década de 1960, Beba y su familia se trasla-daron a Famaillá donde ya estaba radicado su tío, Juan Olmos. Este último, luego del cierre del ingenio Mercedes donde trabajaba, con-siguió empleo en la Municipalidad de esa localidad. Allí encabezó el proceso de construcción del Sindicato de Obreros Municipales de Famaillá y las luchas en pos de la obtención de la personería gremial de dicho sindicato. A partir de fines de la década de 1960, y en el con-texto de un fuerte proceso de debilitamiento del movimiento obrero azucarero, este sindicato se convirtió en uno de los principales espa-cios de articulación de las luchas a nivel local. Beba inició su militan-cia política en este espacio, primero vinculada al Peronismo de Base (PB) y luego al Partido Revolucionario de los Trabajadores – Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP)

Entre 1973 y 1974, junto a un grupo de militantes peronistas nucleados en torno a este sindicato, estableció sus primeras vincula-ciones con el PRT-ERP. Cuando se instaló la Compañía de Monte Ramón Rosa Jiménez en la zona, este núcleo fue una importante base de apoyo a la guerrilla. Hacia 1974 ya había comenzado a operar la sección local de la Triple A, a través de la Juventud Peronista de la República Argentina en articulación con el entonces intendente Julio Saracho. A ellos se les atribuye el atentado que el 31 de octubre de

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1974 terminó con la vida de Juan Olmos, tío de Beba, por entonces secretario general del Sindicato de Obreros Municipales de Famaillá. Durante el mismo año, primero la Policía Federal y luego el Ejér-cito realizaron dos “operativos antiguerrilleros” en la zona. Según cuentan los vecinos, a partir de entonces la Policía Federal ocupó la Escuelita de Famaillá, que al año siguiente sería convertida en el pri-mer Centro Clandestino de Detención del país. A partir de 1975, se instaló en Famaillá la sede del Comando Táctico que dirigía el Ope-rativo Independencia. El Ejército desplegó en la zona un verdadero “escenario de guerra”, instaló al menos diez dispositivos militares, estableció un estricto control de circulación de personas y mercancías en la zona y asumió el control directo o indirecto de las principales organizaciones estatales y civiles del departamento. A partir de 1976, funcionó en el departamento la principal base militar de la zona sur de Tucumán y cabecera del circuito represivo de la misma zona: el ex ingenio Nueva Baviera.

A principios de la década de 1980, un grupo reducido de perso-nas –entre las que se encontraban familiares de Beba– tomó contacto con organismos de derechos humanos que funcionaban en la capital tucumana. A través de ellos se hicieron luego algunas denuncias ante la CONADEP5, la mayor parte de las cuales corresponden a casos de desapariciones forzadas. Luego de esa iniciativa, que duró poco tiempo e incluyó sólo a algunas familias, un fuerte manto de silencio se instaló en la población. Este silencio adquiere significación en el contexto pos-dictatorial de la provincia signado por la emergencia y consolidación del bussismo como fuerza política y la convivencia cotidiana con represores. Ambos factores tienen como condición de posibilidad la impunidad, y constituyen elementos centrales a la hora de pensar la persistencia del miedo sobre el cual se montó el silencio.

La primera de la entrevistas que utilizamos como fuente para este trabajo fue realizada en 2006, durante la primera etapa de trabajo de campo del GIGET en Famaillá, en un contexto en el que declina-

5. La Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP) fue creada por el Gobierno argentino en 1983 con el objetivo investigar las violaciones a los derechos humanos producidas durante la última dictadura militar en Argentina. Esta investigación dio origen al Informe “Nuca Más”, publicado en septiembre de 1984.

ción del bussismo como fuerza política en la provincia y la anulación de las leyes de impunidad6 favorecieron la puesta en palabra de las experiencias del pasado. Beba fue uno de nuestros primeros contac-tos en la zona y desde ese momento ha sido una persona clave para el desarrollo de nuestro trabajo. Nos abrió las puertas de su casa, facilitó el contacto con sus compañeros de militancia, familiares y vecinos para la realización de entrevistas y participó activamente en la organización de diversas actividades. Con el tiempo hemos cons-truido una relación de amistad y confianza. La segunda entrevista fue realizada en 2012 en el marco de las actividades realizadas por el GIGET en relación a la señalización del ex Centro Clandestino de Detención Escuelita de Famaillá. Este relato ha sido construido en un contexto muy diferente del anterior en el cual la señalización antes mencionada puede ser leída como la materialización de un proceso de visibilización de las luchas populares de las décadas de 1960 y 1970 y del carácter genocida de prácticas desplegadas durante el Operativo Independencia.

En ambos casos el relato de Beba tiene muchos matices, en al-gunos momentos piensa antes de responder a nuestras preguntas, ha-bla de modo pausado y hace un esfuerzo por recordar datos precisos, fechas y nombres; en otros momentos es enfática y pasional, se entu-siasma contando experiencias pasadas y criticando situaciones actua-les. Abundan las risas cómplices y las alusiones implícitas a hechos y situaciones narrados con el grabador apagado que no está dispuesta a referir explícitamente durante la entrevista. A lo largo de estos años, y como resultado de un complejo proceso en el que intervinieron múltiples factores, el relato de Beba se fue modificando. Quizás este cambio refleje el carácter dinámico de la memoria y su relación con los procesos sociales en el marco de las cuales se la convoca, quizás sea el resultado de la construcción de un vínculo de confianza con quienes la entrevistábamos o, más probablemente, sea el producto de una conjunción de ambos aspectos. Lo cierto es que entre la primera y la última entrevista podemos observar algunos cambios en la pers-

6 . Nos referimos a la anulación en 2004 de las leyes de Punto Final (1986) y Obediencia Debida (1987) que permitió la reapertura de los procesos judiciales a los responsables del genocidio.

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pectiva desde la cual narra algunos de los hechos más importantes de su vida y la de su familia, el más notable, aunque no el único, es el reconocimiento explícito de su vinculación con el PRT-ERP.

Existen también continuidades entre ambos relatos, una de las más significativas es la constante ida y vuelta entre la narración de procesos socio-históricos y de su propia experiencia subjetiva en el marco de estos procesos. Beba nos cuenta una historia “en perspecti-va” en la cual sus vivencias subjetivas adquieren sentido en el marco de procesos sociales generales y, al mismo tiempo, estos procesos son narrados y explicados desde una perspectiva centrada en su pro-pia experiencia vital. Otro elemento común a ambas entrevistas es la asunción de un punto de vista colectivo en el relato. La entrevistada responde a nuestras preguntas aludiendo a un “nosotros”, habla poco de ella en primera persona del singular. Este “nosotros” no siempre refiere al mismo colectivo, dependiendo del contexto puede funcio-nar como una referencia familiar, político partidaria o de clase e inclu-so, frecuentemente, estos sentidos aparecen superpuestos en el relato. Ambos aspectos aparecen expresados en el relato acerca de las luchas contra la política de cierre de los ingenios azucareros impulsada por la dictadura de Onganía en 1966, una experiencia a la que la entrevis-tada atribuye gran importancia en ambas entrevistas.

Beba: Esa es la historia de cómo comienzan a formarse los gremios en los inge-nios. Como bien se sabe, la historia ésta que se habla del familiar, de esas épocas, de los ingenios, que eran muy estrictos, muy restringidas las visitas familiares… A nosotros nos contaba mi papá que la forma en que se vivía era una forma totalmente, si se puede decir, de esclavitud. Y de ahí es que ellos, ya cansados de todos esos martirios… Incluso dicen que cuando una persona, un niño más que todo –porque siempre los niños son los que hacen las travesuras- se levantaba una caña eran castigados. En ese entonces dicen que a los padres ya los levantaban y los ponían en unos vagones, como del tren, y se los llevaban y los traían para el lugar ese de Acheral y los dejaban ahí… tengan o no como vivir. Fue una época bastante dura, bastante… Y de esa forma ya la gente comenzó a organizarse para formar los sindicatos. Contaban que de noche salían ellos, se iban de noche a veces. El viejito, que era el tío de mi papá, iba a caballo y los esperaba de noche y los montaba y los llevaba hasta que se reunían (…)

Pregunta: Usted viene de la historia de su papá…

Beba: Claro, ya de la historia esa… nosotros prácticamente no la hemos vivido, sino que nos la contaban. Nosotros ya teníamos en mente lo que era la vida dura, la vida de sacrificios, de tener que vivir así… una vida de esclavitud, así lo tomamos nosotros. Prácticamente uno no la ha conocido a esa vida… porque creo que en ese tiempo eran mis primeros hermanos. Nosotros somos siete hermanos, nosotros somos los tres últimos. Y después que ya se consiguieron los gremios, porque antes los gremios eran sagrados, se los respetaba… una vez que ya vino el gobierno de Perón –que fue del año ‘45– entonces, ahí, se puso la ley de tra-bajo, ya había leyes que por medio del gremialista se respetaban. Y el obrero era bastante… bastante que se lo respetaba. Le digo más, mi papá había trabajado en el ingenio de acá, él se fue porque… tenía mejores posibilidades allá, ya me imagino como habrán sido acá… Al poco tiempo, después que se organizan los gremios, todas esas cosas, ya la gente ha comenzado a tener la participación también… Porque al poco tiempo a él lo han empezado a ascender, le han dado mejores viviendas y una serie de cosas. Le digo más, mi papá después dejó el gremio. Cuando ya se ha comenzado, en el año ‘60, que se comenzó con la per-secución también… con los ingenios que se cerraban y esas cosas. Pero a él ya lo habían puesto como administrativo… Aparte de eso, él andaba ya enfermo, ya bueno… la lucha había sido dura también… Y bueno, él ahí, en esa parte ya estaba. Aparte de eso él era una persona… bastante inteligente. Ya la situación cambiante que había… Como él decía siempre, como todo padre “queremos lo mejor para nuestros hijos”, hoy hay muchas mejores posibilidades. Ahí él deja el gremio, incluso los mismos compañeros del gremio lo habían aconsejado que acepte lo que a él le correspondía, por su lucha, por su trabajo, porque era buen hombre. Y bueno, pasó a la parte administrativa, él se jubiló así. Pero ya había hecho… con los otros compañeros, ya habían hecho la lucha. Él ya había conseguido lo que él quería, no sólo para él… Porque después allá teníamos casas que no nos costaban. Todo, las viviendas gratis, teníamos luz, un bienestar, y todo se debía a la lucha esa que se había hecho. Y después comenzaron de vuelta en el año ‘60, sesenta y algo que se comenzaron a cerrar los ingenios. Ahí yo ya tengo algo… siendo joven pero ya tenía la concien-cia de lo que era la lucha, de lo que se luchaba, de lo que se sufría. Se comenzó también porque se los perseguía a los dirigentes… Incluso yendo a FOTIA –que se iban a reunir todos los de los ingenios– murió la compañera Hilda Guerrero7, en esa lucha por el cierre de los ingenios. Después ya viene… cuando lo teníamos de gobernador a Gelsi, él era radical… ya entonces estábamos con las luchas…

7. Se refiere a Hilda Guerrero de Molina, activista del sindicato del Ingenio Santa Lucía, asesinada por las fuerzas represivas el 12 de enero de 1967 en el marco de las acciones de protesta obreras contra el cierre de los ingenios azucareros.

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Vecino: En ese tiempo los han corrido con mangueras de agua a los cañeros chicos…

Beba: A todos, todos eran… eran épocas que ya la dureza comenzaba y ya la gente joven. Le digo más, nosotros, que nosotros teníamos no una experiencia vi-vida sino una experiencia por lo que nos habían contado los que eran de aquellas épocas. Entonces uno, como joven, temía volver a eso. Y a pesar que una era joven teníamos un bienestar, porque se había conseguido. Entonces temíamos nosotros por el futuro de nosotros mismos, de caer en lo anterior. Eso te daba fuerza, te daba fuerza a pesar de que eras joven, de decir “sí, yo me voy con aquellas referen-tes”. El caso de Hilda que era vecina de nosotros, una mujer con mucho temple, mucho espíritu… como que te contagiaba eso y te decía “vamos, nosotros vamos a decir que tenemos clase esto, o de la escuela o algo así” y nos íbamos caminando hasta la FOTIA, desde Santa Lucía dábamos vuelta y pasábamos por Bella Vista. Ahí había otros compañeros que nos esperaban. Éramos jóvenes, ni si-quiera nuestros padres sabían… Pero era eso, que nosotros no queríamos volver a lo que había antes, lo del perro familiar y toda esa historia. Y de ahí comienza… ya es, parece que… que ya eso… eso queda. Yo, por ejemplo, ahora… a mi hija le hablo mucho. Yo tengo una sola hija, a ella le converso, le explico, le cuento… No sé si ella lo siente o lo ve como yo lo he vivido, como yo lo he sentido y como a mí me ha atrapado eso… Yo tampoco la voy a exigir a ella, pero yo le cuento todo lo que ha sido antes y que si nosotros no cuidamos este valor divino que tenemos de la democracia podemos llegar a volver a ser lo que ha sido antes. Por eso yo –como les dije a ellos– sinceramente había dicho “yo política nunca más”… política… pero sí, he dicho “si yo tengo que estar… prefiero morir de parada en una lucha y no postrada en una cama” 8

En el relato de Beba el reconocimiento estatal de los sindicatos de ingenio y la promulgación de las leyes laborales durante el primer gobierno peronista aparecen como un punto de inflexión en las con-diciones de vida de los trabajadores. Este cambio es significado como una conquista de los trabajadores, como el resultado de un largo pro-ceso de organización y lucha que permitió el paso de una “vida de es-clavitud” a una vida de respeto para el obrero. La entrevistada cuenta que ella no vivió esa “vida dura” pero la conoció a través de lo que

8. Entrevista con Beba, Famaillá, Tucumán. Entrevistada por GIGET en febrero de 2006. Archivo Testimonial sobre el Operativo Independencia y la dictadura militar en Famaillá. Entrevista núm. 24.

su padre le contaba y que, a través de esos relatos, conoció también las luchas que llevaron a su transformación. En este “saber” la propia biografía, la historia familiar y la historia del sector de la clase obrera a la que pertenece aparecen profundamente articulados. El conoci-miento de las condiciones de explotación y sometimiento padecidas por su familia y por el resto de los trabajadores azucareros antes del reconocimiento legal de los sindicatos cobran relevancia entre los sentidos que atribuye a su propia acción: la defensa de las conquistas logradas por las generaciones anteriores aparece como el motor de la acción, como aquello que le “daba fuerzas” para participar de las medidas de lucha que se estaban llevando a cabo. Estas acciones, a su vez, son presentadas como un modo de no volver a la “vida de sa-crificios” que conocieron sus abuelos, padres y hermanos. De forma complementaria, la apropiación de la experiencia de lucha que llevó al fin de esa “vida de esclavitud” pareciera otorgar una noción de la pro-pia potencia transformadora. De este modo, la historia de vida que Beba va construyendo se inscribe en una historia que excede crono-lógicamente a la de su propia generación y en la cual las experiencias de lucha previas aparecen como una constatación de la posibilidad de transformar la realidad a través de la acción colectiva. Dentro de esta historia sus prácticas subjetivas adquieren sentido en el marco de un proceso de confrontación histórico en el cual las experiencias previas se asumen como propias y donde las acciones e iniciativas obreras de las décadas de 1960 y 1970 son presentadas como un momento en una historia de lucha que se remonta hasta antes del primer gobierno peronista y continúa hasta el presente.

Este modo de concebir la conformación y la historia del pro-pio campo produce, en el mismo movimiento, una historización de las fuerzas a las que se enfrentaron. En el fragmento antes citado esto se expresa en el establecimiento de una continuidad entre el so-metimiento del obrero a condiciones de opresión durante el perío-do previo al peronismo y la “persecución y asesinato de dirigentes gremiales” en la década del sesenta. En este sentido, la expresión “comenzaron de vuelta en el año sesenta” supone una equiparación entre los intereses encarnados por los distintos grupos sociales que, a lo largo de la historia, llevaron adelante estas prácticas.

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A través de estos elementos el relato va configurando una con-tinuidad temporal pasado-presente-futuro en la cual la trasmisión oral aparece como el hilo conductor de una tradición obrera asentada en valores y percepciones contestatarios. Cabe aclarar que, siguiendo los planteos de Raymond Williams,9 entendemos aquí que la tradición constituye un proceso irreductible a la mera supervivencia de un pa-sado inerte. Toda tradición supone una construcción activa que per-mite otorgar sentido a una serie de continuidades prácticas que son directamente experimentadas por los sujetos. En el testimonio que aquí analizamos esas continuidades están fuertemente ligadas a una experiencia cotidiana marcada por condiciones de clase. Esa expe-riencia es percibida y significada en términos de una contraposición entre los propios intereses y los de otros grupos sociales. Se configura así una noción de “nosotros contra otros” que permite establecer un sentido de continuidad entre la experiencia de lucha de la propia generación y la de las anteriores.

Esta oposición no es el resultado de una racionalización de la experiencia ni tiene el grado de articulación propio de una ideología formal, se trata más bien de una “estructura de sentimiento”, de va-lores y percepciones que se hallan “en solución”, que no necesaria-mente son resultado de una operación conciente pero que han tenido (y tienen) importantes consecuencias en los procesos de definición e identificación cultural, política y social de la entrevistada. Así parece expresarlo cuando al narrar sus primeros pasos en la militancia se refiere a algo “que queda” en alusión a la experiencia de su padre y abuelo o cuando, en otros momentos de las entrevistas, comenta que su predisposición a participar de las iniciativas y acciones obreras es “algo que viene de familia”. Si bien la entrevistada no atribuye un contenido definido a “eso” que queda, en el contexto del relato apa-rece asociado a un conjunto de valores y percepciones críticas que circulan a través de la trasmisión oral de las experiencias de lucha. Beba los recibió a través de los relatos de su padre y se los transmite a su hija al contarle su propia experiencia.

Estos valores y percepciones no necesariamente se plantean explícitamente, pareciera más bien que constituyen el sustrato des-

9 Williams, Raymond (Op. Cit.)

de el cual se estructura el relato, el marco de referencia a través del cual los hechos narrados adquieren sentido. Vistos de este modo, ese conjunto de valores y percepciones cambiantes tienen en común el hecho de proporcionar una clave de lectura de la realidad basada en la noción de “nosotros contra otros” antes mencionada. Esta noción, resignificada en función de los conflictos de cada coyuntura, permite establecer un sentido de continuidad entre las prácticas de lucha de las que la entrevistada formó parte y las conocidas por ella a través de la trasmisión oral. En otras palabras, ese sentido de continuidad se configura en torno a una noción de “nosotros contra otros” que opera fuertemente en el relato otorgando un marco de inteligibilidad común a los hechos del pasado y del presente que habilita la posibili-dad de pensar el futuro en términos de transformación.

En el relato de Beba es posible rastrear cómo estos elementos permiten articular un sentido de continuidad entre dos coyunturas di-ferentes: las luchas obreras contra el cierre de los ingenios azucareros a mediados de la década de 1960 y el proceso de conformación y las luchas llevadas adelante por el sindicato de Obreros Municipales de Famaillá durante la primera mitad de la década de 1970. En la narra-ción acerca del proceso de conformación de los sindicatos azucare-ros, como hemos visto, la noción de “nosotros contra otros” opera de modo tal que permite significar la promulgación de derechos obreros, el reconocimiento estatal de los sindicatos y el mejoramiento en las condiciones de vida de los trabajadores en términos de “conquista”, es decir, como resultado de un proceso de organización y lucha de larga data que hacia 1944 condensa en la constitución de la FOTIA y en una serie de transformaciones sustanciales en las condiciones de vida y de trabajo de los obreros azucareros. Esas luchas y conquistas aparecen en el relato como un elemento articulador de sentido de su propia experiencia:

Beba: Después de la muerte de Hilda, todavía estábamos en Santa Lucía, la persecución era como yo decía. Después volvemos acá 10, prácticamente fue en el año sesenta y… También era una lucha cultural, también había dos partes. Des-graciadamente siempre nos damos con que estábamos divididos en el peronismo. ¿Por qué? Porque siempre estaba la parte derecha y siempre estábamos los de la

10 . La entrevista se refiere a la ciudad de Famaillá.

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izquierda. Nosotros no aceptábamos la parte derecha. Acá en Famaillá estaba la señora esta… Soria, después estaba Sánchez Toranzo en San Miguel… que ésos eran, como se dice vulgarmente, “los capos”. Y aquí, la persecución que nosotros teníamos… Aquí cuando era la lucha, nosotros trabajábamos acá –en el tiempo de Saracho– con el gremio, con el sindicato de Juan Olmos, que era mi tío. Él ha sido un tipo muy luchador por sus compañeros, por la clase obrera. Él venía del ingenio Mercedes, aparte tenía un hermano, Desiderio, que también ha sido… prácticamente esto viene de familia, ya viene esto de familia. Y acá cuando él entra y… Porque ellos en la época de antes trabajaban por su cuenta. En esa época no había los camiones, las flotas de camiones… En ese entonces vivía mi abuelo, ellos tenían flotas pero de carros… después murió mi abuelo, pasaron cosas… y siempre él era un tipo de lucha… y bueno, se perdió todo eso…

Pregunta: ¿Cómo decide armar el sindicato Olmos?

Beba: Él viene para acá –como le cuento– cuando ya queda él sin eso, cuando cambia la situación, él se viene para acá. Le dan un trabajo en la municipalidad. Entonces, cuando él comienza a trabajar en la municipalidad, veía que las cosas de la municipalidad no eran como tenían que ser. Entonces el tipo comienza a hacer la organización, a organizarse como gremio. Creo que era en el año ‘60. Entonces él comienza a formar el sindicato… Había, sí que había pero eran sindicatos que estaban, como se dice vulgarmente, “al aire”, porque no tenían personería y no se hacían respetar como tenía que ser. Entonces el tipo comienza, entra a trabajar ahí, en la municipalidad. Él ha entrado como un peón, con la categoría mínima. Entonces el tipo ha comenzado la lucha, ha comenzado a ha-blarles a los compañeros. Había incluso compañeros que eran de allá, de donde él vivía, del campo, de Monte Grande, que lo conocían. Se organizaron, se luchó, se hicieron muchas cosas para conseguir sacar la personería… Estaba él, estaba el doctor éste… Román que era abogado. Así, gente, porque él siempre ha estado en el gremio. Incluso él… yo era más chica, pero sí sentía las conversaciones cuando él trabajaba en el campo, había viajado a Buenos Aires, que había estado con… bueno. Y de ahí él empieza a organizarse acá, en Famaillá. Por supuesto los compañeros lo apoyan y sale como secretario general. De ahí se comenzó a luchar por los derechos del trabajador, se formó. Él aparte del gremio, por supuesto, tam-bién iba inmiscuida la política. Entonces se hace una coordinadora –que ahí era donde estaba el doctor Anido– nos formamos ahí la juventud… Y estaban ellos y nosotros apoyábamos… bueno, apoyábamos lo que teníamos que apoyar y lo que no teníamos que apoyar, éramos bastante… a veces también había discordia, como en toda cosa, que a veces un mal entendido, bueno, discusiones.

Él fue una persona muy querida, fue muy humanitario, luchaba mucho por los obreros. Eso es lo que yo veía cuando hacían las tomas acá 11. Yo decía “¿cómo van a hacer una toma así? Armar una carpa, sufrir como estaban sufriendo, más de lo que ellos sufrían porque los manoseaban –hablemos así porque es la realidad–. Las tomas que se hacían eran tomas… Siempre había uno –como nos pasaba a nosotros en la lucha también– que decía “sí, yo estoy con ustedes” y resulta que era de la otra parte, llevaba lo que… Había una persona de esas, un infiltrado. Entonces decían “La entrada que ustedes tienen la van a hacer”… Nosotros hacíamos las tomas pasivas, pero eran tomas que nosotros íbamos, nos sentábamos en el escritorio del intendente y decíamos “señor intendente acá no va a entrar hasta que usted no cumpla con los derechos del obrero”. Y la otra parte, que estaba con ellos, ya venía con palos, con piedras, botellas rotas, pero nosotros estábamos ahí. Y así conseguíamos, así se conseguía y así eran las luchas. Aparte, había compañeros que estaban en muy mala situación y la casa de él estaba abier-ta. Lo mismo que nosotros, con mi hermano, mi papá nos apoyaba un montón a nosotros porque él ha sido un hombre de lucha12.La familia de Beba, como la mayoría de la familias obreras

tucumanas vinculadas al trabajo en el azúcar, sufrió el impacto de las políticas implementadas por la dictadura del general Juan Carlos Onganía a partir de junio de 1966. Este conjunto de medidas tenía como objetivo declarado la racionalización y diversificación de la in-dustria local pero, en los hechos, implicó una retracción forzada de la producción azucarera. La dictadura decidió intervenir y cerrar los ingenios en teoría menos eficientes, regular la producción de caña a partir de la expropiación de los cupos de producción a los pequeños productores, mantener cupos de producción por ingenio y poner en marcha un plan de incentivos fiscales para la radicación de nuevas industrias. Como consecuencia de estas políticas entre 1966 y 1968 se produjo el cierre de 11 de los 27 ingenios que funcionaban en la pro-vincia, una reducción de personal de los 16 ingenios restantes y una contracción del 41% del aparato productivo provincial que fue acom-pañada por un importante retroceso demográfico y por un aumento de las tasas de mortalidad infantil y de analfabetismo que afectaron especialmente a las áreas azucareras13.11. En referencia a una protesta protagonizada por empleados de la Municipalidad de Famaillá en 2005.12. Entrevista con Beba, 2006 (Op. Cit).13 Crenzel, Emilio. El Tucumanazo. Buenos Aires: UNT, Facultad de Filosofía y letras,

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En el relato de Beba la implementación de estas políticas es ubicada como un punto de inflexión respecto de las condiciones de trabajo de su familia y de las condiciones de lucha de la clase de la que ella formaba parte. Sin embargo, esta transformación no es sig-nificada como una clausura de la capacidad de organización y acción de los trabajadores sino como un cambio en las condiciones de su desarrollo. La entrevistada destaca esta continuidad en su descripción del proceso de constitución del Sindicato de Obreros Municipales de Famaillá a través del énfasis puesto en la trayectoria de lucha de su tío, �uan Olmos, en el ingenio Mercedes y cuando se refiere a los compañeros que conociendo la trayectoria de Olmos deciden apo-yarlo. A través de estos elementos el relato va configurando una línea de continuidad entre las luchas previas y posteriores al cierre de los ingenios que se estructura en torno a la figura de su tío. La experien-cia previa de Olmos pareciera jugar como un elemento que favoreció su capacidad organizativa, quizás porque le brindaba una perspectiva adecuada para percibir los problemas de los trabajadores y plantear alternativas de solución a esos problemas. Otro elemento que adquie-re relevancia en el relato es el énfasis puesto en el hecho de que Ol-mos ingresó a trabajar en la municipalidad con la “categoría mínima”, como “peón”, esta posición aparece asociada a la idea de honestidad, en este sentido Beba remarca una y otra vez a lo largo de la entrevista que tanto Olmos como el resto de su familia nacieron “pobres” y así permanecieron.

En el relato es posible observar además una segunda línea de continuidad vinculada a los objetivos de la lucha. La misma aparece expresada en la relación que se establece entre la necesidad de ob-tener la personería gremial del Sindicato de Obreros Municipales y la percepción acerca de que “las cosas en la municipalidad no eran como tenían que ser”. Esta última afirmación aparece asociada a la falta de respeto al obrero y a sus derechos, en este sentido contiene una valoración prescriptiva acerca de las funciones que competen al sindicato. Éste no funciona simplemente para garantizar el cumpli-miento de la normativa vigente en torno al trabajo sino que es visto 1997; Pucci, Roberto. Historia de la destrucción de una provincia. Tucumán 1966. Buenos Aires: Ediciones del pago chico, 2007.

implícitamente como el encargado de limitar el poder y los abusos de las clases dominantes garantizando así la dignidad del obrero en un ámbito pareciera exceder al del lugar de trabajo alcanzando al con-junto de la vida de los trabajadores. Así como sucedía en la narración acerca de la experiencia de los obreros azucareros, la conformación del Sindicato de Obreros Municipales de Famaillá y su reconoci-miento legal son presentados como una conquista obtenida por los trabajadores a través de una lucha. Esta lucha, si bien se desarrolla en condiciones diferentes a las que llevaron a la construcción de los sindicatos de ingenio, tiene en común con ella el hecho de enfren-tarse a los sectores que se beneficiaban negando a los obreros sus derechos. Esta última idea aparece reforzada en su caracterización del contexto en el que se desarrollan las acciones de los trabajadores municipales, cuando sostiene que al interior del peronismo “también había dos partes”: la derecha, a la que asocia las persecuciones sufridas por los trabajadores; y la izquierda, a la que reconoce como ámbito de pertenencia, describe como capaz de enfrentarse a sujetos poderosos como el intendente y asocia al “humanitarismo”, a la solidaridad y a la “lucha por los obreros”.

A través de estos elementos vemos reaparecer la noción de “nosotros contra ellos” a la que referíamos anteriormente, pero re-significada ahora en términos de izquierda versus derecha peronista. Esta oposición opera al mismo tiempo como clave de inteligibilidad de lo social y como elemento explicativo de las opciones políticas tomadas por la entrevistada:

Beba: … Prácticamente en esa época se forma ya la división esa, comienza ya la división… Ahí sacamos las garras y dijimos “nosotros somos de la izquierda y ustedes son de la derecha”. Ellos querían ser pasivos pero no era que eran pasivos sino que ellos tenían otra mentalidad.Vecino: De día organizaban la paz y de noche te sacaban de la casa. Beba: Claro, es lo mismo que al obrero. A pesar que estábamos en un gobierno de democracia lo mismo se los perseguía, era un señor que era temible. ¿Por qué? porque ellos estaban trabajando de otra manera. Sabían que Olmos tenía posi-bilidades de ganar, a pesar que nunca se postuló, él siempre ha sido gremialista, gremialista, gremialista. La lucha de él era el gremio, defender a sus obreros. Pero estábamos nosotros, estaba la otra parte donde estaba realmente el político.

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Cuando ellos ven eso comienzan a perseguirlo (…) Nosotros no luchábamos para el izquierdista sólo…Vecino: No estábamos con la Hoz y el Martillo, no estábamos con la teoría de Marx, estábamos con las reivindicaciones populares…Beba: …claro, en generalVecino: Y nos pintaban como que nosotros estábamos con el marxismoBeba: ExactamentePregunta: Entonces cuando aparece el Operativo Independencia ustedes estaban dentro de ese espectro político y social aquí en Famaillá. Beba: Claro, aquí en Famaillá. Nosotros nos organizamos… acá en Famaillá nace desde el gremio de Juan Olmos. Nos reuníamos en la casa de él, ahí nos reuníamos… e incluso nos daban, nos adoctrinaban pero siempre, siempre con la doctrina esa de que nos respetemos. No sólo la lucha era para nosotros, sino que nosotros luchábamos en general, entonces de ahí comienza. Por supuesto, Olmos ya tenía gente conocida… porque él –como digo siempre– ha sido un tipo que le gustaba la política a pesar de que nunca se ha postulado…Vecino: Venían a dar charlasBeba: Claro, daban charlas, daban… enseñaban todo. Todo, todo… defensa, enseñaban todo. Ellos venían y nos comenzaron a conversar –por supuesto– muy lento, primero, hasta que tomáramos conciencia. Entonces ¿qué pasa? Nosotros tomamos conciencia y decimos “¿Por qué? si decimos `somos peronistas´, hay un sólo líder ¿por qué estamos divididos?” y vemos la parte social y decimos “acá pasa esto”. Acá, para nosotros, ellos estaban utilizando el peronismo, vale decir, el fascismo lo utilizaba. Los que realmente estábamos luchando por el líder, con las ideas del líder, éramos nosotros que queríamos hacer la justicia social, la de-mocracia en general. En cambio ellos no, ellos querían su poder… Entonces ahí comenzamos, ahí comienza la juventud.Vecino: Ellos pensaban heredarlo a PerónBeba: Entonces decimos “No”. Cuando ellos nos hacen ver, nos hablan, y noso-tros nos ponemos a pensar y nos ponemos a ver desde la parte social y decimos “si ellos son gente que tienen el poder económico”. Ya tenían el poder también. Los jueces, como está ocurriendo ahora. Entonces ¿qué pasa? “Si nos dan una posibi-lidad para que nosotros luchemos y descartemos esto, bueno, vamos a esto, porque esto es lo nuestro”… Y más que nosotros teníamos la idea ésa de cómo era antes, en las épocas de los ingenios, no queríamos nosotros que eso vuelva. Sabíamos que acá había habido una lucha fuerte y dura para quienes habían echo esa lucha, pero lo consiguieron. Y nosotros decíamos “esa gente iba a caballo, los más viejos

iban a caballo y los más jóvenes a pie. Entonces ¿por qué no nosotros?”. Por supuesto que lo estudiamos bien a ver si era la realidad, si nos convenía. Cuando nosotros vimos que era la realidad lo que ellos nos estaban haciendo ver, veíamos nosotros que acá, siendo un pueblo chico, teníamos ya esas diferencias, entonces “No, vamos al frente, luchemos. No dejemos que la vida, que la sociedad retro-ceda, tenemos que avanzar”. Entonces ahí, cuando ya nosotros, nosotros, cuando ya nosotros sentimos, no que nos exigieron, cuando ya nosotros sentimos que que-ríamos luchar, que queríamos descartar esto, ese poder, bueno, nosotros dijimos “quiero ser un militante”. Ellos nos explicaron bien qué era lo que significaba hacerse militante, cual iba a ser y como iba a venir la cosa. Nosotros decidimos a conciencia, a nosotros nadie nos exigió, nadie nos obligó ni nadie nos engañó 14.Beba caracteriza el contexto en el que comienza su militancia

político-partidaria como un momento de agudización de las tensio-nes entre el peronismo de izquierda y el de derecha en el cual la exis-tencia de un régimen constitucional de gobierno no constituía una garantía del ejercicio de la democracia. Ubica esta coyuntura como un momento de definiciones políticas tanto a nivel colectivo como sub-jetivo, como un momento de “sacar las garras” y definir posiciones. Esta necesidad aparece directamente vinculada a su caracterización del comportamiento de los sectores vinculados a la derecha peronista que, según la entrevistada, “trabajaban de otra manera”, es decir, no asumían explícitamente sus objetivos. A través de estos elementos el relato va definiendo una diferenciación en la cual el propio campo aparece asociado a valores como la solidaridad, el respeto, la justicia social, la verdadera democracia; mientras que el peronismo de dere-cha es vinculado a la persecución de dirigentes gremiales, al fascismo y al poder económico. Uno de los principales elementos que opera en esta diferenciación son los objetivos de la lucha: mientras que en un caso se trataba de “una lucha en general” en la cual los intereses de los “izquierdistas” y los del campo popular coincidían, en el otro se trataba de una “utilización del peronismo” por parte de los sectores más poderosos de la sociedad que buscaban apropiarse del poder de Perón para utilizarlo en su propio beneficio. Este diagnóstico ad-quiere un lugar central entre las motivaciones que llevaron a Beba a la militancia político-partidaria que, a su vez, aparece como una vía

14. Entrevista con Beba, 2006 (Op. Cit).

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para hacer realidad los ideales “verdaderamente peronistas” detrás de los cuales se ocultaban los sectores vinculados al poder económico para implementar un proyecto hostil hacia los trabajadores. Otro ele-mento que opera fuertemente en este sentido es la recuperación de la experiencia de lucha pasada: la coyuntura es significada como una situación de amenaza para las conquistas logradas por las generacio-nes anteriores que sólo podía revertirse a través de la acción colectiva. Esta acción aparece como una forma de impedir que “la vida y la sociedad retrocedan”, de “avanzar” hacia nuevas conquistas, mien-tras que la historia de los trabajadores azucareros funciona como una demostración de que era posible lograrlo.

De este modo, la tradición a la que venimos refiriéndonos per-mite establecer una continuidad temporal que opera en diferentes niveles: atribuyendo un sentido histórico a la propia práctica de lucha que la ubica como un momento de una confrontación que trasciende a la propia experiencia subjetiva y generacional tanto hacia el pasa-do como hacia el futuro; otorgando sentido a esa práctica de lucha en términos de necesidad de defender las conquistas del pasado y avanzar en la obtención de otras nuevas; y como constatación histó-rica de la posibilidad de transformar la realidad a través de la acción colectiva. Esta continuidad se configura a través de la resignificación de ciertas pautas culturales que circulan de generación en generación contenidas en los relatos orales y encuentra anclaje en una percepción que ubica a la realidad como el resultado, siempre en devenir, de una confrontación entre grupos opuestos en sus intereses, valores y for-mas de vida.

Estos elementos están presentes también en las explicaciones de Beba acerca del proceso que la llevó a vincularse al PRT. En el relato de Beba ni el ingreso al PB ni el paso al PRT marcan un punto de inflexión en su vida. El relato no sigue una estructura lineal en el que la militancia partidaria se presenta como un corte o como un “antes y un después”. Lo que aparece es una continuidad en la cual la narración de las experiencias no se organiza en función del espacio de inscripción político-partidario en el que se desarrollaron, sino de ciertos cambios en las correlaciones de fuerza entre un “nosotros” y un “otros” definidos en los términos antes mencionados.

Beba: Claro… lo que yo me pongo a pensar ahora… porque te digo que nunca se me ha dado por decir “¿pero cómo?”… Sí, estábamos, nos reuníamos, todas esas cosas… pero nunca se me ha dado por decir “¿Cómo hemos empezado?”, de qué manera, cómo nos hemos insertado ahí… O sea, una forma de… el pillo de Juan Olmos nos iba mentalizando lentamente sin que nos diéramos cuenta… me pongo a ver yo ahora, porque sinceramente te digo, que venían los chicos de la universidad, qué se yo. Y a veces tenían sus reuniones que nosotros no participá-bamos, al principio. Después si, ya… ¿me entendés?... Entonces por eso te digo que para mí la infiltración ha venido por ahí [risas]. Y nos han trabajado, nos han mentalizado así, lentamente, que vos cuando te has dado cuenta decías “ya está”. Y yo lo que me acuerdo de este hombre, que no me puedo acordar como se llamaba, pero que había venido con Santillán. Que ha sido la primera vez que mi tío me hace orar a mí. Yo me acuerdo ahora de eso porque yo nunca… una sola vez me han hecho orar con un papel (INAUDIBLE). Y así, bueno, habla Santillán, habla el otro, después ha hablado… ¡Ah! Le tocaba a mi tío y mi tío dice: “No, yo no, ella ahora va a orar, por la juventud, del grupo la juventud”. Bueno, me agarró de sorpresa y me he largado. Y yo de ahí saco la conclusión que la cosa ha venido así, porque yo me acuerdo, debe ser que ya algo nos iban… con palabritas que… que no sé, en ese momento. Yo me acuerdo que ahí mi tío viene y me abraza y me dice “éste es mi pollo”. Yo me acuerdo que dije que no íbamos a permitir que con el sudor de los trabajadores rieguen el jardín los… los patro-nes… Entonces es porque ya estaba mentalizada algo, inconcientemente creo… yo me pongo a pensar ahora. Y de ahí ya mi tío me agarró de oradora… Yo de eso me acuerdo y digo, es la forma entonces… los primeros, cómo llegan ellos, es ahí, con los chicos de la universidad. Porque incluso ellos venían y estaban acá 15.

A nuestra pregunta acerca de sus primeros contactos con el PRT Beba respondió que nunca antes había pensado en eso. Esa in-quietud –importante para nosotros– no formaba parte del modo en que ella se pensaba a sí misma, en su historia la politización es vista como una prolongación de su experiencia de vida que sucede casi “naturalmente”. Responder a esa pregunta supuso entonces un cam-bio de perspectiva o, más bien, una forma diferente de evocación y de articulación de sus recuerdos. A partir de esta nueva forma de evocación la militancia aparece íntimamente asociada a los lazos fa-miliares y a un proceso de transformación de sus percepciones y con-ciencia que ocurrió de modo paulatino, “casi sin darse cuenta” hasta

15 . Entrevista con Beba, Famaillá, Tucumán. Entrevistada por GIGET en julio de 2012.

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que en un momento apareció condensada en un discurso. El sentido disruptivo de aquel discurso aparece asociado a la aprobación de su tío que, retrospectivamente, viene a resignificar lo que en aquel mo-mento apareció como una acción espontánea. Beba refuerza la idea de su politización como derivación de su experiencia cuando, entre risas, nos habla de una “infiltración”. Esta expresión no pareciera remitir a un acto engañoso sino más bien a un cierto modo de arti-culación entre la ideología formal y las prácticas del PRT y su propia subjetividad que operó en un nivel no del todo conciente para ella. Si en algunos momentos remarca que su decisión fue tomada “con-cientemente” es para dejar en claro que no fue producto de un enga-ño ni de una presión, sino la expresión de un “sentimiento”, de una necesidad de luchar para “descartar” las condiciones de opresión a la que estaban sometidos los trabajadores. De este modo, el testimonio pareciera indicar que el ingreso de la entrevistada al PRT fue menos el resultado de una decisión “racional” basada en un acuerdo con la ideología formalmente postulada por esta organización que un efecto del modo en que ciertas formas de interpelación ideológicas lograron anclar sobre las pautas culturales que formaban parte de su sentido común. En otras palabras, la incorporación al partido pareciera estar vinculada al modo en que ciertas prácticas desplegadas por el partido encontraron anclaje en estructuras de sentimiento clasistas forjadas en la experiencia y trasmitidas intergeneracionalmente a través de la oralidad. En relación con esto resulta significativo que la entrevistada refiera a la condición revolucionaria como algo vinculado a ciertos sentimientos que la acompañan desde el nacimiento.

Pregunta: Volviendo un poco más para atrás… vos estabas en el sindicato, de-cías que primero estaban en el PB y después que tu tío los iba como… formando digamos

Beba: Claro, claro, porque la formación ha salido de ahí.

Pregunta: Y también nos decías recién que en un momento se tuvieron que decidir para que lado iban, ¿por qué optaste por el PRT y no por el peronismo de izquierda?

Beba: Sinceramente te digo, nosotros… la izquierda ya venía de antes que es-

taba dividida… hasta de la época de Evita te podría decir, para mí ella ha sido izquierdista, o sea, revolucionaria. Entonces siempre uno ha tenido esa opción, porque peronista eras porque te lo inculcaban. Vos decías peronismo porque te lo inculcaban. Hemos comenzado trabajando con el PB, como peronistas. Pero siempre nosotros hemos tenido la inclinación esa, siempre hemos renegado de Pe-rón nosotros. Entonces cuando tenés como una oportunidad y cuando ya la mente tuya la trabajás vos y vos empezás a sentir tus sentimientos y no lo que te han inculcado o lo que has escuchado, entonces bueno, ahí ya tomás conciencia (…) Bueno y de ahí, esa tendencia ya la tenía dentro de… creo que cada individuo nace ya… si tenés todos los sentidos ya nacés con todo… Hay una edad que qui-zás vos no lo manifestás ni la desarrollás, cuando sos mandada acatás órdenes. Pero cuando vos ya tenés tu edad de desarrollar tu pensamiento, tu sentimiento y de decir “bueno, esto es lo mío”, es como la vocación que uno elige. Entonces bue-no, decís “esto es, acá estoy y de aquí nadie me saca, que sea lo que Dios quiera. ¿Por qué? Porque yo creo que ésta es la parte que realmente merecemos”. Los derechos, como personas, como seres humanos, saber hacer prevalecer los derechos, que hay que lucharlos a los derechos para que no te los arrebaten, y que si no luchas y te quedás con las manos cruzadas, bueno, no sólo uno te los va a venir a arrebatar. Entonces ¿qué es lo que tenés que hacer?, tenés que luchar, pelearla, discutirla, enfrentarla y eso es lo que te lleva. Entonces por eso te digo, yo creo que eso de decir “soy izquierdista”, “soy revolucionaria” ya nacés vos con eso, es una vocación más en tu vida, porque sino no lo harías 16.

En este fragmento la incorporación al PRT es presentada como un momento de rearticulación y de exteriorización de toda una serie de sentimientos y pensamientos latentes que se produjo a través de un distanciamiento respecto de la tradición familiar. En este sentido, pareciera ser presentada como una ruptura con ciertos mandatos que le habían sido “inculcados” condicionando sus primeras formas de identificación política hacia el peronismo. Sin embargo, esta idea de “ruptura” entra en tensión con otros elementos más generales en función de los cuales la entrevistada organiza el relato de su historia de vida. Como fue mencionado, la narración de Beba no sigue un orden lineal en el cual su militancia en el PB y en el PRT representan dos etapas claramente diferenciadas, más bien lo que aparece es un orden que encuentra anclaje en ciertos conflictos y en el que tienden a diluirse la fronteras entre sus diferentes espacios de militancia. De

16. Entrevista con Beba, 2012 (Op. Cit.).

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este modo, el testimonio pareciera indicar que el ingreso al PRT está más vinculado a la construcción de nuevos sentidos sobre la base de las estructuras de sentimiento compartidas que a un quiebre respecto de la tradición peronista de su familia. En otras palabras, la vincula-ción al PRT pareciera estar relacionada con una resignificación de la noción de “nosotros contra otros” que constituye el núcleo de la tradición contestataria familiar, producida en el marco de una nueva coyuntura sociopolítica que es percibida como un avance de la dere-cha que amenaza los derechos conquistados por la clase obrera.

En el relato existen algunos indicios que parecen avalar esta idea, uno de los más importantes está relacionado con ciertas “con-fusiones” entre las prácticas desplegadas por el PRT y por el PB. Muchas veces Beba responde a nuestras preguntas sobre el PRT re-firiendo a acciones desarrolladas por la organización peronista. Es probable que estas confusiones estén relacionadas con ciertas dificul-tades en la evocación de los recuerdos o con una decisión conciente por parte de la entrevistada destinada a evitar responder a nuestras preguntas, pero también parecen indicar la presencia de un sentido de continuidad entre ambas experiencias. Otro elemento que opera en este sentido es la fuerte presencia en el discurso de términos pro-venientes del marco ideológico del peronismo a la hora de dar cuenta de su experiencia en el PRT. Uno de los que aparecen con mayor frecuencia y siempre vinculado a los objetivos de la lucha es el de “justicia social”:

Pregunta: Si yo te preguntara ahora por qué era que luchaban, ¿vos que me respondés?Beba: Bueno porque queríamos un… Una, se luchaba por los derechos que nos estaban quitando. Otra, porque queríamos un Estado mejor, no sé si una Argentina mejor… por una mejora. Y para defender los derechos, porque nos los estaban quitando, si estaban quitando todo, como que han quitado… muchos derechos se han quitado, tanto del trabajador, como del estudiante, la juventud y todo, hasta de los niños… Entonces todas esas cosas había que pelearlas. ¿Vos viste que en la época de Eva estaban esas colonias de vacaciones, todo eso? Y todas las… Acá en los ingenios había gente de la misma fábrica que decían: “ah, sí, los ingenios se han

fundido porque la gente robaba”; pero porque la gente te saque un kilo de azúcar no va a quebrar una fábrica.Pregunta: ¿Ustedes sólo querían recuperar los derechos perdidos?Beba: Queríamos recuperar los derechos perdidos y se quería una justicia social… que haya una justicia social ya más colectiva, porque ya eso estaba disperso, ya se estaba viendo, ya había diferencias, ya se estaban notando las diferencias, entonces a eso no queríamos llegar… Te digo que sí, las luchas han sido… han sido luchas fuertes, luchas que… se quería luchar por los derechos, recuperar lo que te han sacado, las fuentes de trabajo. Ya se veía a la gente golondrinar, ya se estaba viendo, ya se notaba la pobreza (…) ya se estaba viendo eso, entonces vos como que te afligías y decías: “no, si acá nos quedamos todos sentados ¿qué va a pasar?, nos van a cavar un hoyo y nos van a tirar ahí, que respires si podés y si no podés respirar bueno, que Dios te ayude”. Entonces tenías que salir 17. Cuando le preguntamos acerca de los objetivos de la lucha, Beba

refiere a una defensa de los derechos amenazados y a la construcción de un Estado mejor. Estos objetivos eran encarnados no sólo por los trabajadores sino también por “la juventud” y “los estudiantes”. Este dato adquiere relevancia si tenemos en cuenta que en esa época los sectores universitarios del PRT habían logrado establecer contactos en la zona a través del Sindicato de Obreros Municipales de Famaillá. Se configura de esta manera un “nosotros” amplio que incluye a otros sectores además de los trabajadores y en el cual grupos de diferente extracción social se articulan en un colectivo a partir de una situación de amenaza compartida. De este modo, la militancia pareciera quedar presentada como una “reacción” común frente a la posibilidad de perder los derechos conquistados pero agrega: “se quería una justicia social”, aparece aquí uno de los términos provenientes de la ideología peronista a los que hacíamos referencia anteriormente para referirse a los objetivos de las acciones llevadas adelante en el marco de su mi-litancia en el PRT. Podríamos considerar que este tipo de alusiones, sumadas a la notable ausencia de referencias explícitas a conceptos vinculados a los contenidos programáticos marxistas del PRT, ex-presan un rechazo de esta ideología o un débil anclaje de la misma

17 . Entrevista con Beba, 2012 (Op. Cit.).

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en la conciencia de la entrevistada. Sin embargo, el sentido asociado a la idea de justicia social en el relato nos permite complejizar esta lectura. La noción de justicia social aparece vinculada a lo colectivo, es presentada como una superación de las diferencias sociales que no resulta de la intervención Estatal sino de una lucha en la cual el Estado muchas veces se presenta como antagonista. De este modo, el sentido que Beba atribuye a la noción de justicia social pareciera con-tradecir uno de los aspectos centrales atribuidos a esa idea desde la ideología peronista: su vinculación a la figura de un Estado capaz de garantizar el equilibrio entre los intereses del capital y los trabajadores a través de la moderación de los excesivos intereses de las clases18. En la misma dirección podemos interpretar su anterior afirmación acerca de que “siempre habían renegado de Perón” que en otras partes de la entrevista aparece vinculada fuertemente a la política asumida por el gobierno peronista en la gran huelga azucarera de 194919.

Estos elementos parecieran abonar la idea antes planteada acer-ca de que los procesos de identificación de la entrevistada en el plano político-partidario se jugaron en un nivel más amplio y más complejo que el de la adscripción racional a los contenidos programáticos de las organizaciones. En este nivel, la capacidad de las ideologías for-malmente postuladas y de las prácticas desplegadas por las organiza-ciones políticas para articularse con las pautas culturales construidas a través de la experiencia de clase se ubica como un aspecto central en el análisis de los procesos subjetivos y colectivos de identificación

18. James, Daniel. Resistencia e Integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina, 1946-1976. Buenos Aires: Siglo veintiuno, 2006, pág. 131.19. Nos referimos a la huelga general impulsada por la FOTIA y la FEIA (Federación de Empleados de la industria azucarera) el 14 de octubre y el 24 de noviembre de 1949. La acción fue llevada a cabo para exigir un aumento salarial del 100%. Durante el trascurso de la misma la Secretaría General del trabajo declaró ilegal e intervino ambos sindicatos y anuló su personería gremial; los locales de la FOTIA fueron cerrados y sesenta dirigentes fueron encarcelados. Tras un mes y medio de huelga la FOTIA levantó la medida de fuerza desgastada por las severas privaciones económicas provocadas por la paralización. A los pocos días de finalizada la huelga Perón anunció un aumento salarial del 60% y atacó a los dirigentes de la huelga acusándolos de traición y sabotaje. Muchos militantes peronistas fueron desplazados de sus cargos y expulsados del partido peronista. (Romano, Graciela del Valle: Benito, Azúcar y Sangre. FOTIA y la huelga azucarera de 1959, Buenos Aires: edición del autor, 2009; Salas, Ernesto. Uturuncos. El origen de la guerrilla peronista. Buenos Aires: Biblos, 2003).

político-partidarios. Desde esta perspectiva sería posible comprender el sentido de continuidad subyacente en el relato de Beba entre su vida cotidiana, su militancia en el peronismo y su posterior ingreso al PRT en términos de una persistencia de estructuras de sentimiento organizadas en torno a una noción de “nosotros contra otros” que, habilitando una lectura de la realidad en términos de antagonismo social, condensaron en diversas formas de identificación política.

Reflexiones finalesLos testimonios de Beba nos han permitido explorar algunos

aspectos de subjetividad: su visión acerca del proceso de lucha de clases desarrollado en Tucumán durante las décadas de 1960 y 1970, las significaciones atribuidas a su experiencia personal y familiar en ese proceso, y los sentidos atribuidos a su militancia. A través del análisis de su historia de vida hemos podido rastrear la presencia de una tradición contestataria configurada en torno a la persistencia de una noción de “nosotros contra otros” construida a lo largo de una experiencia colectiva anclada en condiciones de clase y trasmitida oralmente de generación en generación.

Como fue mencionado, esta tradición opera fuertemente en el relato permitiendo establecer una continuidad entre la propia expe-riencia y la de las generaciones anteriores cuya base es una percepción de la realidad como el resultado, siempre en devenir, de una confron-tación entre grupos opuestos en sus intereses, valores y formas de vida. De este modo, se configura un relato en el cual los sentidos atri-buidos a la experiencia histórica construyen, en el mismo movimien-to, un posicionamiento identitario de corte contestatario vinculado a la condición obrera.

Este posicionamiento opera en la narración en diferentes nive-les íntimamente vinculados entre sí. En un primer nivel, como punto de referencia en la significación de los procesos históricos narrados. Beba nos cuenta una “historia en perspectiva” en el cual los procesos generales son significados en y desde la alusión a una experiencia vital marcada por condiciones de clase y, al mismo tiempo, esos procesos tienen un peso importante en la construcción de sentidos sobre su

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experiencia subjetiva. De este modo, desde el punto de vista de la entrevistada, su propia historia es más que sólo suya, es parte de la historia de un colectivo más amplio y sólo puede comprenderse a través de la referencia a ese colectivo. De ahí quizás que para ha-blar de su experiencia subjetiva aluda en la mayoría de los casos a un “nosotros” y utilice pocas veces la primera persona del singular. En este punto, podemos preguntarnos acerca del valor del testimonio de Beba como vía de acceso a la subjetividad obrera de la época, en otras palabras, ¿es la suya una mirada individual o puede ser conside-rada como representativa de lo colectivo? Sin pretender agotar esta compleja cuestión, consideramos que una u otra respuesta dependen del punto de partida que adoptemos a la hora de analizar lo social. Si nuestro punto de partida es el individuo, entonces el testimonio de Beba constituye una mirada singular que sumada muchas otras nos va a permitir el acceso a la subjetividad social de la época. Si, en cambio, entendemos que el punto de partida es lo social y que los sujetos sólo se constituyen como tales a través de las relaciones con otros, enton-ces el relato se nos presenta como una visión particular de significa-ciones colectivas construidas en una experiencia compartida. Desde esta perspectiva, es posible pensar que el testimonio de Beba contiene rastros de esas significaciones colectivas y que es, en cierto sentido, representativo de las mismas.

En un segundo nivel, el conjunto de valores, intereses y formas de vida que definen el posicionamiento identitario antes mencionado operan en el relato configurando un sentido de continuidad entre la experiencia cotidiana, la militancia en el PB y su posterior ingreso al PRT. En este sentido, las pautas culturales asumen un lugar central en la explicación de sus opciones políticas. Estas opciones aparecen como el resultado de un proceso complejo e irreductible a la adhesión racional con los contenidos programáticos de las organizaciones, en el cual la capacidad de las mismas para anclar en las estructuras senti-miento que definen la posición identitaria de la entrevistada adquiere un lugar central. Estos elementos contribuyen además a comprender su particular lectura de los elementos que definen ideológicamente al peronismo y al PRT.

Finalmente, al estructurar una percepción de lo social en tér-minos de antagonismo, el posicionamiento antes mencionado per-mite establecer una continuidad histórica tanto en los objetivos de las luchas obreras como en las estrategias adoptadas por las clases dominantes. Por esta vía se torna posible una apropiación de la expe-riencia histórica de la clase que opera como clave de significación del presente y, de modo complementario, la construcción de una mirada crítica sobre el pasado que no supone una impugnación de los obje-tivos de la lucha. En este sentido, constituye una lectura del pasado y del presente que habilita la posibilidad de proyectar el futuro en términos de transformación porque, como dice Beba, “las batallas nunca terminan”

Beba: A veces nos ponemos y les digo “¿sabés lo que hubiese sido si hubiéramos ganado?”… Sí, sí me imagino… Capaz que sean imaginaciones, pero no, creo yo que no. Creo que no, ¿sabés por qué?, porque la gente que estaba en eso… por supuesto que no hacías un contrato con papel, ni con nada… pero creo que todos nos conocíamos los temples y se iba a hacer prevalecer la palabra… Porque antes de que vos digas “bueno, sí, yo estoy con vos” te tienen que decir también… por-que ya pensás hasta en eso, pensás en el ganar y en el perder… estaba claro. In-cluso te decían “si llegamos a perder no nos lamentemos, no nos desesperemos”… las batallas nunca terminan, tienen continuación de una manera o de otra (…) Entonces la palabra, lo hecho, todo lo que se ha pasado, no ha sido en vano, no ha sido en vano. Porque sino no hubiéramos salido… equivocados, como sea, no importa, pero hemos salido, se ha salido, se ha luchado 20.

20. Entrevista con Beba, 2012 (Op. Cit.).

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Relato de vida y cultura obrera: Miguel Burgas, el primer diputado

comunista argentino

Life Story and Worker Culture. Miguel Burgas, the First Communist Congressperson in Argentina

mariana mastrángelo

Resumen: El siguiente trabajo tiene como protagonista a Miguel Bur-gas, militante comunista de las primeras décadas del siglo XX, que lle-gó a ser el primer diputado de este partido en la provincia de Córdoba y en la Argentina. Su relato de vida echa luz sobre su proceso de po-litización, desde sus inicios en el hotel de sus padres en Jesús María, ciudad del interior cordobés, pasando por la militancia en el Partido Comunista, hecho que marcó su trayectoria política y de militancia.Palabras Claves: Relato de vida; memoria; militancia; cultura obrera.Abstract: The following paper is actor Miguel Burgas, Communist mi-litant in the first decades of the 20th century, who became the first member of this party in the province of Córdoba and the Argentina. His story of life cast light on its politicization process, since its begin-ning in the hotel from his parents in Jesús Maria, inland town Cordo-ba, passing through the militancy in the Communist Party, made that marked his political career and activism.Key words: Story of life; memory; activism; working culture.

*Investigadora del Programa de Historia Oral, Facultad de Filosofía y Letras de la Universi-dad de Buenos Aires. Correo-e: [email protected]ículo recibido: 06-06-13 Aceptado: 20-09-13Historia, Voces y Memoria 6 (2013) p. 119-132ISSN 1852-5369

Historia, Voces y Memoria . ISSN 1852-5369 . 6 (2013)

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Miguel Burgas fue el primer diputado comunista de América Latina en el año 1924. El relato de vida de este militante comunista es un micromundo, que puede ser tomado como una muestra o un indicio de otras biografías de militantes de izquierda que se politizaron en las primeras décadas del siglo XX en la Argentina. Según Daniel Ber-taux, la hipótesis central de la perspectiva etnosociológica sugiere que

“las lógicas que rigen el conjunto de un mundo social o mesocosmos, se dan igual-mente en cada uno de los microcosmos que lo componen. Observando con atención uno solo, o mejor varios de estos microcosmos, se deberían poder captar al menos algunas de las lógicas sociales del mesocosmos mismo” 1.

Siguiendo los lineamientos de la perspectiva etnosociológica, en este trabajo reconstruiremos la trayectoria de vida de este militante de izquierda. Su itinerario repasa sus primeros años de vida, marcados por las mudanzas que él, junto a su familia, experimentó en la ciudad de Buenos Aires y luego en el interior de la Argentina. Estos cambios geográficos lo nutrieron de nuevas relaciones y vivencias. En �esús María, una pequeña ciudad del interior cordobés, su familia adquirió un Hotel. En este lugar, Burgas comenzó su proceso de politización e ingresó a militar en un partido de izquierda. Pocos años después, se convirtió en el primer diputado comunista de la época. Recorrer la experiencia de vida de Miguel Burgas nos ayudará a comprender, por un lado, la entrada a la militancia, en este caso de izquierda, de genera-ciones de argentinos que de esta manera ingresaron a la política. Por el otro lado, su itinerario echará luz sobre los siguientes interrogantes: ¿Por qué las personas se politizan? Y ¿Qué los lleva a optar por un partido de izquierda? Estas preguntas serán el hilo conductor de esta pequeña biografía2 sobre Miguel Burgas, tomada de su relato de vida que la Colección Testimonios publicó en el año 19853.

Miguel Burgas nació en el barrio San Telmo, ciudad de Buenos Aires, en el año 1891. Su padre, José, era carpintero; y su madre, Ánge-

1. Daniel Bertaux. “Los relatos de vida. Perspectiva etnosociológica”, Barcelona: Edición Bellaterra, 2005, pág. 18.2. Véase sobre la escritura de biografías el interesante compendio de artículos sobre este tema en el libro de Alexandre de Sá Avelar y Benito Bisso Schmidt (comp.) Grafía da vida. Reflexóes e experiencias com a escrita biográfica, Sao Paulo: Letra e Voz, 2012.3. Miguel Burgas. El primer diputado comunista. Año 1924, Buenos Aires: Editorial Anteo, 1985.

la Bergéz era planchadora. La familia Burgas, en el transcurso de pocos años, se mudó primero de barrio. De este modo, la familia se cambió a la calle Corrientes y Pueyrredón y él concurrió a la escuela primaria del Círculo Católico de la Iglesia Balvanera, que no logró completar. Poco tiempo después, los Burgas se mudaron nuevamente, pero ya al interior del país. Según recuerda este militante comunista,

“la presión política del ambiente en donde se desenvolvían mis padres, sumado al deseo de progresar económicamente, llevaron a la familia a radicarse en la provin-cia de Catamarca, allá por el novecientos, donde compraron un modesto hotel” 4. Como expresa Burgas, sus padres no practicaban actividad po-

lítica ni entendían lo que eso significaba, en un contexto donde había ya un importante desarrollo de las tendencias socialista y anarquista. Veremos a lo largo de su narración cómo este recuerdo irá modifi-cándose, sin que él lo perciba ni note las contradicciones que surgen al respecto. Una de nuestras hipótesis iniciales plantea cómo influyen las tradiciones familiares o la “acumulación del pasado” 5 en las personas a la hora de ingresar a la militancia. Estas herencias familiares están presentes en los relatos de vida y su incidencia es imperceptible o inconsciente en ellas. Esto se hace visible a lo largo del testimonio de Burgas con pequeños indicios que van surgiendo y que pueden reconstruirse como un gran rompecabezas.

En la provincia de Catamarca la familia permaneció hasta el año 1909. Aquí, recuerda Burgas, tenían más comodidades. Además, él pudo continuar con sus estudios. Estudió hasta tercer grado de la Escuela Normal y luego su padre contrató a un profesor particular, Juan Grillot. Éste era anarquista y sabía un poco de todo, pero sobre todo, dominaba idiomas. Según Burgas, es probable que este profesor anarquista tuviera cierta influencia en su hermano mayor (que murió a causa de neumonía mientras cumplía el servicio militar), ya que éste

4. Miguel Burgas. Op. Cit., pág. 7.5. Este concepto lo hemos tomado de Eric Hobsbawm de su libro Gente poco corriente. El autor sugiere que desde la perspectiva histórica, el proceso de construcción de nuevas instituciones, nuevas ideas o nuevas teorías, pocas veces empieza siendo una tarea deliberada de ingeniería social. Los hombres viven rodeados por una amplia acumulación de mecanismos institucionales del pasado, y es natural que escojan los más convenientes y los adapten a sus propios fines. E. Hobsbawm. Gente poco corriente. Resistencia, rebelión y jazz. Barcelona: Editorial Crítica, 1999, pág. 57, año 1999.

119-132 . mastrángelo • Relato de vida y cultura obrera: Miguel Burgas

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frecuentaba el círculo de trabajadores catalanes de una colonia cata-marqueña y también había tomado contacto con literatura anarquista y marxista. Estos pequeños indicios dan cuenta de la presencia de la política en la vida familiar de estas personas. No habría sido casual que el profesor anarquista se cruzara con los Burgas. Seguramen-te algún conocido se los recomendó, o también, que fuera alguien cercano a sus padres. Lo cierto es que el profesor catalán tuvo más influencia en el hermano mayor de Burgas, y no así en él, ya que no le generaba confianza. Recuerda Burgas que años más tarde lo volvió a encontrar al profesor anarquista en el hotel que sus padres compra-ron en Jesús María, provincia de Córdoba, en momentos en que ellos fundaban el Centro Comunista. Según Burgas, se acercó a ellos de manera oportunista, buscando solo prestigio. Prueba de ello, conti-núa el relato, “es que aceptaba atender a los hijos Burgas porque tenían plata, pero a los hijos de Decanini, que era un pobre quintero ¡qué los iba atender! ‘A estos no ¡qué van aprender! ¡Solo sirven para trabajar el campo!” 6. Habría sido de nuevo el azar o la casualidad que el profesor anarquista apareciera años más tarde por el hotel de sus padres, en otra provincia, a cientos de kilómetros de distancia.

Como ya se adelantó en el párrafo anterior, en el año 1909, sus padres decidieron cambiar el hotel de Catamarca por otro en un lugar de veraneo, más concurrido. De esta manera la familia se trasladó a Jesús María, una ciudad de 12.000 habitantes, en el interior de la pro-vincia de Córdoba. En esa época, la ciudad de Jesús María se dedicaba básicamente a la producción de vino, y por esta razón, dependía de Colonia Caroya, ciudad vecina. Asimismo, era un centro turístico de nivel medio y también, constituía un lugar de reunión para los políti-cos de la zona.

En Córdoba, el hotel de sus padres era uno de los mejores en esos años. Allí la familia Burgas mantuvo relaciones con personajes importantes, incluso ministros y gobernadores. Recuerda Burgas que todos los diputados socialistas iban al hotel familiar. De esta manera, de muy joven, se afilió al Partido Socialista. Aunque desde el princi-pio le molestaba la actitud aristocratizante de sus dirigentes. Según Burgas, “no nos dirigían la palabra. Ellos iban a hablar con el jefe político que

6 . Miguel Burgas. Op. Cit., pág. 10.

comía en el hotel…Para el Partido Socialista la clase obrera existía en la medida en que podía aumentar su caudal electoral. Fuera de ello, nadie pensaba en los obreros” 7. Es interesante remarcar lo que Burgas expresa como la ac-titud aristocratizante del Partido Socialista. Esto revelaría la base social de este partido de izquierda, obreros calificados y sectores medios. Evidentemente, en este contexto, Burgas no se sentía representado.

Como puede observarse, en el hotel de Jesús María es más vi-sible la relación que la familia Burgas conservaba con la política. El hotel era un centro de reunión donde continuamente había políticos, funcionarios y sobre todo, el jefe político del Partido Socialista comía allí todos los días. También en el hotel, Burgas comenzó su proceso de politización. Un hecho puntual despertó en él el gusto por el de-bate y la discusión. Burgas narra que:

“Por entonces me apasionaba el proceso de la guerra imperialista de 1914. Leía todo lo referente a ella acompañado por un viejo radical; hasta reconstruíamos los planos estratégicos y todo lo concerniente al as-pecto militar. Con los demás parroquianos lo que hacíamos era discutir acaloradamente” 8.Aquí el proceso de la Primera Guerra Mundial y la lectura fue-

ron fundamentales en la relación que Burgas entabla con la política. Ahora él se siente protagonista, puede leer, discutir y defender su postura. Asimismo, es reconocido por sus interlocutores. Así fue que Burgas conoció en el hotel al sastre Santerini, que le dio un número de La Vanguardia, según Burgas le dijo: “si querés saber cosas de la guerra, tenés que leer esto” 9. De esta manera, en el hotel de sus padres, Burgas tomó contacto, a través de Santerini, con la base del Partido Socialis-ta. Allí conoció también a un zapatero remendón, de apellido Pafún. Burgas recuerda que “cuando me podía hacer una escapada del hotel, me corría hasta la panadería que quedaba a una cuadra y allí leía y comentaba con los demás los artículos de La Vanguardia. Corría el año 1916 y ya me sentía socialista” 10.

7 Miguel Burgas. Op. Cit., pág. 12.8 Miguel Burgas. Op. Cit., pág. 139 Miguel Burgas. Op. Cit., pág. 1310. Miguel Burgas. Op. Cit., págs. 13 y 14.

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Burgas ya se “sentía socialista” y sus pares también lo reconocían como tal. El zapatero Pafún, que según Burgas tenía una formación política superior a la del sastre Santerini, ya que había participado en el movimiento socialista italiano, le dijo un día: “Por qué no te afilias al Partido, si vos sabes más que nosotros, vos podrías ser socialista, leés e interpretás cosas que nosotros, socialistas, desconocemos” 11. Al tiempo, comenta Burgas, lo buscó a Santerini y le pidió que lo anotara. Recuerda que recibió el carnet el día 7 de julio de 1917.

Esta descripción que hace Burgas sobre su ingreso en la mi-litancia nos da pistas de cómo era el proceso de politización en las primeras décadas del siglo XX en la Argentina. Por un lado, como ya se mencionó con anterioridad, las tradiciones familiares juegan un rol importante en la formación y en la vida cotidiana de las personas. El padre y la madre de los Burgas creían en la educación y por todos los medios hicieron que sus hijos tuvieran una instrucción formal. Al punto que les contrataron un profesor particular, que era anarquis-ta. Si recordamos el lema de los anarquistas, la educación te hará libre, podemos entender la preocupación de los padres de Burgas sobre este tema. Asimismo, es probable que el padre tuviera vinculaciones o fuera cercano al anarquismo. Algunos indicios al respecto darían cuenta de ello. Su padre tenía presiones políticas según recuerda Bur-gas de su infancia, seguramente en su ambiente, socialistas y anar-quistas eran muy cercanos a la familia. Este sería el caso del profesor anarquista, que aparece en varios fragmentos del relato de Burgas. La última conjetura que tenemos sobre la presencia de la política en la fa-milia Burgas es el hotel de Jesús María. Allí, por lo que relata Burgas, se desenvolvía una constante actividad política. Era lugar de reunión de los jefes políticos de la zona, incluso, los del Partido Socialista, como ya se mencionó. También Burgas se reunía con sus parroquia-nos a discutir sobre los acontecimientos de la guerra, relacionándose con los socialistas Santerini y Pafún, personas muy importantes en la formación política de Burgas. Asimismo, su madre también tuvo un proceso de politización en el hotel familiar, recuerda que ella:

11. Miguel Burgas. Op. Cit., pág. 14.

“Era una mujer de convicciones católicas, pero la fuimos ganado con nuestro ejemplo militante. Ella no llegó a afiliarse, pero era una verdadera amiga de los compañeros a pesar de su edad. Todas las delegaciones contaban con su colabora-ción, incluso el mismo Rodolfo Ghioldi que pernoctó unos días en el hotel. Ella conocía toda nuestra actividad. Ella siempre nos decía: ‘cualquier cosa que necesi-ten, si llegan a hacer un acto, yo me encargo de la comida’… Cuando el hambre provocado por la guerra civil en la naciente Rusia Soviética, se nos planteó el problema de adoptar niños a distancia. Nuestro Centro tomó dos y mi madre uno de ellos. Ella pagó todos los meses la cuota convenida” 12.Como puede observarse, en la memoria de Burgas, su madre

también fue permeable a las nuevas ideas que él mismo iba experi-mentando. Si recordamos la novela La madre de Máximo Gorki, po-demos hacer una analogía de este mismo despertar a la política. Lo que vive el hijo es también vivenciado por su madre, sensible y de buen corazón. Asimismo su relato contiene una valoración positiva sobre la militancia en el partido. Los valores morales del partido eran fundamentales para este militante ya que en palabras de él, su madre: “en todo momento nos agradecía su reconocimiento por haberla ayudado a experi-mentar ese cambio en su modo de pensar y ver el mundo” 13.

Sin embargo, antes que su madre, él experimentó ese cambio en su percepción y en el modo de ver el mundo. La Gran Guerra fue el inicio de una toma de conciencia para Burgas. Este hecho puntual, el de la guerra, fue uno de los detonantes en la politización de militan-tes de izquierda de la época. Se suma al hecho de la guerra, la lectura en este proceso, como ya hemos indicado. Recuerda Burgas que “el material básico de nuestras lecturas era la prensa que llegaba al hotel, La Nación o La Prensa”. Luego se sumaría La Vanguardia que le pasaba el sastre Santerini. Asimismo, habían pedido el Manifiesto Comunista y otros li-bros, que según Burgas “leía con fruición metido detrás del mostrador”. Por el año 1918, recuerda Burgas escribió a París pidiendo un ejemplar de L’Humanité. Con el tiempo llegó a tener cuenta corriente con el pe-riódico del Partido Comunista Francés y cuando pedía un material se lo mandaban por correo. Asimismo tuvo que aprender francés para poder leer en ese idioma la prensa partidista y otras publicaciones que pedía por correspondencia.

12. Miguel Burgas. Op. Cit., págs. 17 y 18.13. Miguel Burgas. Op. Cit., pág. 18.

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En este momento del relato, Burgas se detiene y realiza una lla-mativa consideración: pide que se tome en cuenta que todo lo que na-rra ocurría en una pequeña comunidad del interior del país, tan lejos de Buenos Aires, en la década de 1920. Esta observación de Burgas tiene sentido ya que existía y subsiste en la actualidad una fuerte tra-dición que considera que el desarrollo de las tendencias de izquierda ocurrió sólo en los grandes centros urbanos, en este caso para la épo-ca, Buenos Aires, Rosario y Córdoba Capital en menor medida. Sin embargo, el desarrollo de la izquierda se dio contemporáneamente en el interior de la Argentina14. Jesús María era un microcosmos de esta realidad.

Uno de los factores a considerar en este proceso es el de la in-migración. A estos pueblos y ciudades pequeñas llegaban inmigrantes con experiencias de militancia y de lucha de sus países de origen. La vía del ferrocarril era un medio fundamental para que estas “tenden-cias” llegaran a lugares remotos. Se los encuentra en los informes policiales como “payadores” o “guitarreros” que en algunos casos sabemos que existieron ya que estas crónicas los tienen en sus fojas como “alteradores del orden público”. Otros inmigrantes llegaban con algún oficio, como el sastre Santerini o el zapatero Pafún, o el mismo profesor Grillot. Estas tradiciones que traían los inmigrantes al interior de la Argentina se fusionaron con una cultura criolla lo-cal, dando como resultado una cultura que denominamos izquierdista. Esta fusión hizo posible que en el año 1928, en la Estación Cañada Verde, provincia de Córdoba, saliera electo intendente el peón rural José Olmedo, por el Block Obrero y Campesino, fruto de una alianza entre el Partido Comunista y peones rurales criollos.

De esta manera, la confluencia de las tradiciones familiares, el hecho de la Gran Guerra, la lectura y también sus propias inquietudes personales, hicieron que Burgas se politizara y entrara a militar en un partido de izquierda, en una ciudad de 12. 000 almas del interior cor-dobés. Si tomamos el ejemplo de Miguel Burgas como una muestra o mesocosmos de lo que sucedía alrededor de él, podríamos proyectar su experiencia en otras prácticas de militantes de izquierda. A esto

14. Véase sobre cultura obrera en el interior Mariana Mastrángelo. Rojos en la Córdoba obrera, 1930-1940, Buenos Aires: Imago Mundi, 2011.

podemos comprobarlo si analizamos las memorias de obreros y mili-tantes de izquierda que tienen similares trayectorias en la misma épo-ca, como son los casos de los comunistas Jesús Manzanelli, Miguel Contreras o el anarquista Domingo Varone15.

El segundo interrogante que nos planteábamos era por qué optaron estas personas por la militancia en un partido de izquierda. Nuestra hipótesis sugiere que estos indicios que hemos menciona-do se aglutinaron en una cultura cuyas características son izquierdis-tas. Esta cultura se expresa no sólo en el arte o en las instituciones, sino también en el modo de percibir el mundo. De esta manera, diría Raymond Williams, se establecen estructuras de sentimiento que están implícitas en estas personas. Siguiendo al autor, estructuras del sentir son sinónimos de conceptos más formales como “concepción del mundo” o “ideología”. Definimos “estructura” como un conjunto de relaciones internas específicas, entrelazadas, y a la vez, en tensión. También estamos definiendo una experiencia social que todavía se halla en proceso16. En el caso de Burgas, su contexto social estaba embebi-do de estas estructuras de sentimiento. Su familia, las personas con las que se relacionaba en el hotel, sus propios camaradas. Cuando este militante afirmaba que se sentía socialista, estaba expresando una forma de ver el mundo que él consideraba correcta. Su pasaje a la mi-litancia de izquierda fue imperceptible para Burgas. Fue un proceso natural. Burgas en el siguiente párrafo narra cómo ingresó a militar en el Partido Comunista:

“También en Jesús María fue dibujándose internamente una fracción interna-cionalista dentro del socialismo. Pero, y esto es muy importante, esta fracción no recibió influjo alguno del movimiento que paralelamente se desarrollaba en Buenos Aires… Los opositores a la guerra llegamos a ser mayoría absoluta en el Centro Socialista local. De esta manera conquistamos la dirección del mismo, eligiendo como secretario a un compañero de apellido Decanini, que había sido

15. Miguel Contreras, Memorias, Buenos Aires: Ediciones Testimonios, 1978. Jesús Manza-nelli, La vida de un dirigente obrero comunista cordobés, Buenos Aires: Centro de Estudios Mar-xistas-Leninistas “Victorio Codovilla”, 1971. Domingo Varone, La memoria obrera, Buenos Aires: Editorial Cartago, 1989.16 . Raymond Williams. Marxismo y literatura, Barcelona: Ediciones Península, 1980, p. 154-155.

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quintero 17 en la estancia de Roca. Y aquí viene otra anécdota significativa. La policía se pone de parte de la minoría reformista desplazada del Centro y ordena a los flamantes dirigentes la devolución del local a aquellos. Los jóvenes dirigentes marchan entonces a Córdoba y allí establecen su primer contacto con el núcleo internacionalista del Partido Socialista. ‘Nosotros los apoyamos fraternalmente’, fue la respuesta del viejo [Pablo] López, patriarca y fundador del Partido Comu-nista… Así fue que cuando retornamos a Jesús María ya nos considerábamos in-tegrantes del Partido Socialista Internacional… ¡Que los reformistas se guarden el local! Nosotros somos el Centro Comunista de Jesús María. ¡Los verdaderos revolucionarios!” 18.

Como expresa Burgas, ellos se sentían “verdaderos revolucio-narios”. Esta connotación positiva sobre ellos mismos da cuenta de los valores morales y éticos que tenía Burgas en ese momento. Asi-mismo, porque el Partido Comunista en esos primeros años encarna-ba las mismas valoraciones de Burgas. Hernán Camarero, al analizar los periódicos de fábricas editados por los comunistas en la década de 1920 encuentra que:

“Aparecen una serie de valores y nociones, como la valentía, la honradez, la dignidad, la humillación que se sufre de los poderosos, el portador de la justicia, que operan a manera de construcciones imaginarias que conforman al ‘mundo de los obreros’; el atropello, el vocabulario soez y despectivo, la arbitrariedad, la alcahuetería, la discriminación racial, junto a la explotación, claro está, son las características del mundo de ‘ellos’, de los jefes y capitalistas” 19.

Siguiendo a Camarero, estos valores enaltecieron las caracte-rísticas del nuevo militante obrero comunista en la Argentina en la década de 1920. A diferencia de socialistas y sindicalistas que busca-ban márgenes de negociación con la patronal, los comunistas siempre pretendían enfrentarlo, convocando al despertar de la conciencia y llamando a comenzar o reiniciar la lucha20. En este sentido, la inac-ción y pasividad eran consideradas como valores innobles, una ex-presión de una mentalidad esclava. En cambio, la resistencia era vista

17. Un quintero es un pequeño productor agrícola.18 . Miguel Burgas. Op. Cit., págs. 16 y 17.19. Hernán Camarero. A la conquista de la clase obrera. Los comunistas y el mundo del trabajo en la Argentina, 1920-1935, Op. Cit., pág. 55.20. Hernán Camareo.. Hernán Camareo. Op. Cit., pág. 54.

como algo heroico. Como sugiere Raphael Samuel, la lucha de clases era al mismo tiempo una condición universal y también una absoluta buena moral; templaba el carácter; era la real educación de las masas; hacía de las clases subalternas el verdadero artífice de su propio des-tino21. Al respecto narra Burgas:

“Recuerdo la actuación pionera de destacados camaradas como el citado Decani-ni, también Del Soto y Varverde, apreciados en la población por su ejemplo de moral, combatividad y nivel político, ya que fueron en ese medio promotores del nacimiento de nuestro partido” 22.

A pesar del optimismo por un partido que estaba naciendo, Burgas sabía que era una tarea difícil la de ser comunista en esa época: “En el Centro seríamos unos diez o doce afiliados. Es que ser comunista no era nada fácil. Ya la policía había amenazado con meterlo preso a nuestro secretario”. Sin embargo, la represión no los amedrentaba. Se seguían reuniendo en la sastrería de Santerini a leer la prensa y a discutir. Concluía Bur-gas sobre este naciente proceso de politización: “En aquel rincón tan pequeño de Córdoba, nosotros hacíamos una vida realmente internacionalista, saturada de izquierda, de luchas, de marxismo. El Centro de Jesús María, por un tiempo, pasó a ser el único que funcionaba en la provincia” 23.

Desde este rincón de Córdoba, Burgas fue electo diputado. En el año 1924 hubo elecciones a diputados en la provincia de Cór-doba. El gobernador de la provincia, Julio A. Roca (h), había mo-dificado la Constitución provincial para que los radicales24 tuvieran mayoría absoluta. Como respuesta a esta reforma, el Partido Radical no presentó candidatos25. Se presentaron a elecciones los demócra-tas (conservadores), los católicos, los socialistas y los comunistas. El candidato por el Partido Comunista fue Miguel Burgas. En esa elección obtuvieron 400 votos, obteniendo un escaño. Los socialis-tas también alcanzaron tres diputados en estas elecciones. Recuerda

21. Raphael Samuel.. Raphael Samuel.. . The lost World of British Communism, London: Verso, 2006, Pág. 172.22 .Miguel Burgas. Op. Cit., pág. 17.23. Miguel Burgas. Op. Cit., pág. 19.24. Se refiere a los partidarios de la Unión Cívica Radical (UCR).25. Véase sobre este período en Córdoba Efraín Bischoff, Véase sobre este período en Córdoba Efraín Bischoff, Bischoff, Historia de Córdoba, Buenos Aires: Editorial Plus Ultra, 1979.

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Burgas que “este hecho tuvo una importante repercusión en la prensa cordo-besa en los diarios Los Principios y La Voz del Interior” 26. Asimismo, en el propio Partido Comunista la elección fue todo un suceso, al punto que Rodolfo Ghioldi viajó a Jesús María a felicitarlos.

Luego del triunfo, recuerda Burgas que se preguntaba:

“Para qué demonios servía ser diputado. Porque uno estaba preocupado en los problemas de la clase obrera y el pueblo, en sus luchas, en su organización. Y, viendo el ejemplo nada edificante de los diputados conservadores o socialistas, me decía ¿Qué tenía que hacer allí un representante obrero? ¿Qué pito toco yo en todo esto? ¿Qué discurso me toca hacer a mí? Era evidente que aún tenía mucho que aprender” 27.

Mudado a la ciudad Capital, de a poco fue aprendiendo por medio de lecturas sobre Lenin y los consejos de sus camaradas. Así llegó a elaborar un Proyecto sobre la condición de vida del campesi-nado. Su Proyecto planteaba la incorporación de los peones rurales en la jornada de ocho horas (Ley 2784). También buscaba la mejora en el alojamiento y en el salario mínimo del campesinado. En estas mismas elecciones, como ya se mencionó, el Partido Socialista obtu-vo los primeros tres diputados nacionales del interior del país: Ricar-do Belisle, Juan Remedi y Edmundo Tolosa, este último reemplazado por Isidro Oliver. Éstos, junto a Burgas, trabajaron conjuntamente para que se sancionaran en la provincia de Córdoba las leyes del des-canso dominical, la prohibición del trabajo nocturno en las panade-rías y el sábado inglés.

En sus ratos libres, cuando no había sesiones, Burgas iba a la imprenta del Partido, a ayudarle a Pablo López. De esta manera aprendió el oficio de gráfico. Recuerda Burgas que:

“Así me fui formando como obrero yo también… Y cuando llegaba al-guna persona con trabajo, solía decir López: ‘Se los da al diputado’ Si alguno se extrañaba, exclamaba el inolvidable camarada López’ ¿Y qué?’ ‘¿Acaso el diputado comunista no puede barrer, no puede limpiar?’ ‘Si los otros diputados no lo hacen, allá ellos. Pero si el diputado Burgas cree que

26. Miguel Burgas. Op. Cit., pág. 23.27. Miguel Burgas. Op. Cit., pág. 24.

debe ayudar al compañero López en el trabajo de hacer la prensa comunis-ta provincial, está bien hecho’” 28. Este último fragmento da cuenta de la estructura del sentir de

Burgas y de su camarada Pablo López. El trabajo era la única fuente de valor que tenían estos obreros comunistas. Su formación política y la militancia se fusionaban y era parte de sus vidas cotidianas. Una de las características de los militantes del Partido Comunista cordobés era que sus cuadros políticos eran obreros, de los más diversos ofi-cios, y combinaban la militancia y la tarea sindical con el trabajo. Nin-guno de los militantes de la época carecía de oficio, ni dejó de trabajar para militar. La militancia política venía después de las interminables jornadas de trabajo.

En las siguientes elecciones, los comunistas se volvieron a pre-sentar. Obtuvieron 900 votos, pero no lograron colocar un nuevo diputado en la Legislatura. Concluida su tarea como diputado, Burgas decidió mudarse a Buenos Aires y continuar allí con la militancia. En Buenos Aires se casó con Margarita Müller (hija de Enrique Müller, un reconocido militante comunista de la época), tuvieron una hija y continuó con el oficio de gráfico primero y luego ingresó al gremio de la construcción. Como obrero de la construcción, fue uno de los protagonistas de la huelga de la construcción en el año 1936, junto a Guido Fioravanti y Ángel Ortelli. Por organizar a los obreros de la construcción cayó preso. Así conoció, junto a dirigentes obreros como José Peter, Rubén Iscaro, la escuela de la cárcel como él mismo recordaba. Seis o siete meses estuvo preso, ya en libertad, fue uno de los encargados de organizar, desde el gremio de la construcción, la solidaridad para la Guerra Civil Española. De esta manera viajó a España y estuvo en el frente, peleando contra el avance franquista.

De regreso a la Argentina, continúo con su tarea sindical en el gremio de la construcción hasta 1943, año del golpe militar. En ese período llegó a conformarse la Federación Nacional de Obreros de la Construcción, ejemplo que se diseminó a otras grandes federaciones nacionales como la carne, metalúrgicos y madera, entre otras.

28. Miguel Burgas. Op. Cit., pág. 28.

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Hasta aquí llega el relato de vida de este militante comunista. Después de su labor sindical en el gremio de la construcción Burgas se volcó al trabajo partidario. Según recuerda “el resto del tiempo lo dedi-qué a cumplir las diversas tareas que me encomendó la dirección del Partido” 29. De esta manera concluye su testimonio. Miguel Burgas murió a los 80 años de edad en Brasil, al poco tiempo de que falleciera su compañera de toda la vida, Margarita.

El recorrido de esta biografía ha tenido como objetivo rescatar el relato de vida de Miguel Burgas como un microcosmos que deja entrever, a partir de su experiencia personal, cómo fue el proceso de politización de generaciones de argentinos que ingresaron a militar en un partido de izquierda en las primeras décadas del siglo XX. En la trayectoria de este militante comunista se entremezclan, como pu-dimos observar, las tradiciones familiares, la lectura, los valores éticos morales que enunciaba el Partido Comunista en sus primeros años y las estructuras del sentir que sintetizan el modo de percibir el mundo de uno de los militantes de izquierda más comprometido de la época.

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29 Miguel Burgas. Op. Cit. Pág. 56.

Aproximaciones necesarias: cultura obrera y clasismo.

Córdoba, 1969-1976

Necessary approximations: working-class culture and clasismo. Córdoba, 1969-1976

maría laura ortiz*

Resumen: En este artículo proponemos reflexionar sobre los sentidos asignados al clasismo a partir de aproximaciones a la noción de “cul-tura obrera”, apoyándonos en los aportes de algunos referentes del marxismo cultural británico. Procuraremos reflexionar sobre la expe-riencia histórica del clasismo en Córdoba (Argentina) a principios de la década de 1970, recuperando las tradiciones políticas que perviven y que se reinventan en las memorias obreras.

Palabras clave: clase obrera; cultura; clasismo; experiencia; tradiciones políticas.

*Doctoranda del Programa de Historia Oral de la FFyL-UBA, becaria del CONICET. Integrante del proyecto de investigación “Cultura y política en la Argentina. Historia oral y radicalismo obrero”, dirigido por Pablo Pozzi y subsidiado por UBACyT. Correo-e: [email protected]ículo recibido: 06-07-13 Aceptado:30-09-13Historia, Voces y Memoria 6 (2013) p. 133-154ISSN 1852-5369

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Abstract: In this paper we propose to reflect upon the meanings as-signed to clasismo from approaches to the notion of “working-class culture”, relying on the efforts of some referents of the British cul-tural Marxism. Endeavor to reflect on the historical experience of clasismo in Córdoba (Argentina) in the early 1970s, recovering political traditions that survive and reinvent themselves in memories workers.

Keywords: working class; culture; clasismo; experience; political tradi-tions.

Abordajes y definiciones sobre el clasismo en Argentina a comienzos de 1970

En la producción historiográfica argentina no existen defini-ciones unívocas sobre las causalidades del clasismo. Tampoco halla-mos acuerdos sobre las definiciones del fenómeno clasista, las que podemos agrupar en dos grandes sistemas de interpretación. Uno que ha definido al clasismo a partir del sentido ideológico de esta postura, como un salto cualitativo en la conciencia de clase, consi-derando que esta opción por la izquierda y el camino al socialismo ponderaba una ruptura con el tradicional peronismo. Otro grupo, en cambio, ha remarcado las limitaciones de esas aseveraciones cuando se las contrasta con los datos históricos. Según esta otra interpreta-ción, el clasismo es definido más por sus prácticas y su composición social que por sus definiciones ideológicas. Otros trabajos que in-dagan sobre el fenómeno clasista comparten premisas de estos dos sistemas de interpretación1.

1. Por razones de espacio en este artículo sólo enunciamos una serie de apreciaciones so-bre los trabajos previos, que tienen mayor profundidad en el trabajo de tesis doctoral. En el primer grupo de interpretaciones podemos agrupar el trabajo de Andrea Andújar. “Com-bates y experiencias: las luchas obreras en Villa Constitución (1974-1975)”. Taller. Revista de Sociedad, Cultura y Política. Vol. 3, N° 6, Buenos Aires, abril 1998, pp. 93-146; James Bren-nan. “El clasismo y los obreros. El contexto fabril del ´sindicalismo de liberación´ en la industria automotriz cordobesa, 1970-75”. Desarrollo Económico, v. 32, Nº 125, Buenos Aires, abril-junio 1992, pp. 3-22; Natalia Duval. Los sindicatos clasistas: SITraC (1970-1971). Córdo-

Una lectura minuciosa de estos antecedentes permite identifi-car una serie de suposiciones compartidas que no han sido suficiente-mente aclaradas, y que consideramos conveniente dilucidarlas.

La primera de ellas refiere a la idea de que los dirigentes cla-sistas tenían como característica distintiva haber surgido de las bases, pero al mismo tiempo se diferenciaban por sus adscripciones ideo-lógicas. Allí se evidencia una confusión entre las dirigencias sindi-cales y el activismo fabril, éste último atravesado por el proceso de politización e izquierdización de la década anterior, plasmado en lo que Mónica Gordillo llamó “cultura de la resistencia”2 y estimulado por el clima de efervescencia social del post Cordobazo que produjo el crecimiento de organizaciones de la llamada “Nueva Izquierda”3. Pero principalmente hay que considerar que a partir de este recorte dirigencias-bases, quedan afuera del fenómeno clasista todas aquellas expresiones obreras que no llegaron a dirigir sus espacios sindicales, e incluso quienes nunca pudieron siquiera formar una lista para presen-tarse a elecciones, y que se organizaron en una agrupación sindical.

ba: Fundación Pedro Milesi, 2º ed, 2001[1988]; Ruth Werner y Facundo Aguirre. Insurgencia obrera en la Argentina 1969-1976. Clasismo, coordinadoras interfabriles y estrategias de la izquierda. Buenos Aires: Ediciones IPS, 2009. En el segundo hallamos el trabajo de Leónidas Ceruti y Mariano Resels. Democracia directa y gestión obrera. El S.O.E.P.U., la Intersindical de San Lorenzo y la Coordinadora de Gremios. 1962 – 1976. Rosario: Ediciones del Castillo, 2006. Entre los trabajos que comparten partes de ambos, podemos mencionar a Mónica Gordillo. Córdoba en los ´60: la experiencia del sindicalismo combativo. Córdoba: Dirección general de publicaciones de la UNC, 1996; Mónica Gordillo. “Sindicalismo y radicalización en los setenta: las expe-riencias clasistas”, en Clara E. Lida, Horacio Crespo, Pablo Yankelevich (comps.). Argentina 1976: estudios en torno al golpe de Estado. Buenos Aires: FCE, 2008[2007], pp. 59-84; Daniel James. Resistencia e integración. El peronismo y la clase trabajadora argentina, 1946-1976. Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2005; Alejandro Schneider. Los compañeros. Trabajadores, izquierda y peronismo. 1955-1973. Buenos Aires: Imago Mundi, 2005.2. Mónica Gordillo. Córdoba en los ´60: la experiencia del sindicalismo combativo. Córdoba: Dirección general de publicaciones de la UNC, 1996, pp. 186-190.3. María Cristina Tortti define a la Nueva Izquierda (NI) como un sujeto socialmente heterogéneo y que oscila entre el movimiento social y el actor político renovador y contestatario. Dentro de ese espectro, que abarcaba a la clase obrera y a sectores medios, convivían distintas tendencias que tenían “un lenguaje compartido, un común estilo político, daban cierta unidad ´de hecho´ a grupos que provenían del peronismo, de la izquierda, del nacionalismo y de los sectores católicos ligados a la teología de la liberación”. María Cristina Tortti. “Protesta social y “nueva izquierda” en la Argentina del “Gran Acuerdo Nacional”. Taller. Revista de Sociedad, Cultura y Política, vol. 3, no. 6, Buenos Aires, abril 1998, p. 13.

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Segundo, que la clase obrera era naturalmente peronista y que con el clasismo los convirtió al marxismo. Esta idea presupone que la izquierdización de la clase obrera en la década del setenta fue un proceso ideológico que se debería haber desencadenado a partir de la comprensión del materialismo histórico en términos teóricos. En cambio, a partir del análisis de las memorias obreras4 se complejiza esa supuesta linealidad.

Tercero, las conclusiones sobre la adscripción obrera al pero-nismo traslucen la imagen de este movimiento como un monolito ideológico opuesto al marxismo. Esta premisa pareciera reproducir la idea trotskista del “bonapartismo” antes que analizar la experiencia generacional de los militantes izquierdistas de los ´60 y ´70 y las di-ferentes caracterizaciones que hicieron sobre el “hecho peronista”5.

Por último, el abordaje de la relación entre la izquierda y la clase obrera ha plasmado una imagen del trabajador de base como pasivo, mientras que la izquierda, representada en sus diferentes organizacio-nes partidarias, no sólo dio a los trabajadores el sentido de clase (su “conciencia”) sino que fue la responsable de su derrota. Dejaremos de lado la discusión sobre las causas de la derrota, que ya han sido abordados por otros autores6 y que quedan fuera de nuestros obje-tivos. Nos interesa remarcar que los sentidos de la clase obrera no sólo fueron “brindados” por la izquierda sino que la clase también expresaba sentidos propios.

4. La gran mayoría de las entrevistas fueron realizadas a ex activistas sindicales o sus fami-liares, quienes estuvieron de alguna manera identificados con el clasismo. También hemos realizado, aunque menos, entrevistas a ex operarios que no estaban identificados ni con el clasismo ni con la actividad sindical en general. En cualquiera de los casos, el análisis de los testimonios intenta registrar los sentidos y significados que circulaban en la cultura obrera, diferenciando, cuando ello es posible, las percepciones de mundo militante y activista de los del resto de los trabajadores. Retomamos las palabras de Pablo Pozzi, quien define a los activistas como aquellos individuos que se organizan en función de una organización social, mientras los militantes lo hacen en una agrupación política. Ellos son una minoría politizada, activa y fundamental dentro de la clase, sin los cuales, las movilizaciones, reivin-dicaciones y capacidad de acción colectivas quedarían reducidas a un accionar espontáneo y defensivo. Pablo Pozzi. La oposición obrera a la dictadura (1976-1982). Buenos Aires: Ed. Imago Mundi, 2008[1988], p. 12.

5 . Carlos Altamirano. Peronismo y cultura de izquierda. Buenos Aires: Siglo XXI Editores, 2011, p. 96.6 . Cfr. Pablo Ghigliani. “La noción de derrota en la historia reciente del movimiento obre-ro argentino”, en V Jornadas de Sociología de la UNLP, La Plata, 2008.

En las próximas páginas abordaremos estas cuestiones, reto-mando aportes teóricos de algunos referentes del marxismo cultural británico para interpretar –desde la noción de “cultura obrera”– al-gunos testimonios que dan cuenta de la complejidad del fenómeno clasista.

Cultura obrera y clasismo. Córdoba, 1969-1976A partir del análisis de las entrevistas realizadas accedimos a

una serie de nociones compartidas en la cultura obrera que hacía a la construcción de la identidad del “laburante”. Esa identidad, tanto para los hombres como para las mujeres, se elaboraba en primer tér-mino por la pertenencia a una fábrica. Así lo recuerda una de las ex delegadas entrevistadas:

P- ¿Vos no militabas en ninguna organización política?R- No milité nunca en ningún partido especial (…) Así que nosotros éramos independientes (…) Nosotras éramos de ILASA7.

Esa identificación primaria con el lugar de trabajo, con el he-cho de compartir la cotidianeidad, forjaba una trama de sentimientos que podían (o no) dar cohesión al grupo. Así lo expresaba otro de los activistas entrevistados, quien recordaba que al terminar sus es-tudios técnicos en Córdoba lo llamaron para ir a jugar en un equipo de fútbol en Mendoza. A pesar de estar allí en una buena situación económica, decidió volverse a Córdoba ante el llamado de la empre-sa Industrias Káiser Argentina (IKA) para que ingresara a trabajar. Cuando explica por qué tomó esa decisión apela a los sentimientos: “le tiraba la fábrica”, era una “cosa de amor”, el “compartir” su vida, sus problemas y alegrías, el sentimiento de compañerismo que se ge-neraba entre pares8.

7. Ana María. Delegada de la fábrica Industria Latinoamericana de Accesorios Sociedad Anónima (ILASA) y delegada paritaria, integrante del Movimiento de Recuperación Sindi-cal - Lista Marrón del Sindicato de Mecánicos y Afines del Transporte Automotor (SMA-TA). Entrevista realizada en Córdoba el 30/09/2010 por Laura Ortiz.8. “Bolita”. Delegado de la fábrica metalúrgica Tubos Transelectric, miembro de la Mesa de Gremios en Lucha; militante de Poder Obrero y Frente Antiimperialista y por el Socia-lismo. Entrevista realizada en Pilar, Córdoba el 26/10/2011 por Laura Ortiz y Ma. Paula Puttini.

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De manera que la identificación como clase no partía de una concepción ideológica si no, más bien, de sentimientos ligados al or-gullo y autoestima por “ser obreros”9. Se trata de estructuras de sen-timiento, según Raymond Williams10.

Con esto no queremos decir que la cultura obrera no contem-plara concepciones políticas, sino que tenía una manera particular de expresarlas. Según la interpretación de Richard Hoggart, las concep-ciones políticas en la clase obrera no se expresan en términos abs-tractos y teóricos sino concretos y en base a la experiencia propia11.

Aunque la identificación con la clase implique un grado relativo de cohesión, que a su vez genera una noción de comunidad (“noso-tros”) que se opone a lo extraño (“ellos”), Hoggart advierte que ello no necesariamente se traduce en una ideología política o religiosa12. Al contrario, dice este autor, “en el caso de que tengan alguna opi-nión sobre religión y política, esta no pasa de una serie de etiquetas transmitidas oralmente de generación en generación, y que incluyen prejuicios y verdades a medias, que han elevado al nivel de máxima cualquier frase popular. (…) Estas opiniones son con frecuencia con-tradictorias, aunque la contradicción no resalta, porque las opiniones nunca son totalmente explícitas”13.

9. Pablo Pozzi y Alejandro Schneider. “Resistencia, cultura y conciencia: el proletariado de las catacumbas”, en: Hernán Camarero, Pablo Pozzi y Alejandro Schneider. De la Revolu-ción Libertadora al Menemismo. Historia social y política Argentina. Buenos Aires: Imago Mundi, 2003[2000], pp. 306-308.10. Williams define a las estructuras del sentir como la instancia de relación entre las creen-cias sistemáticas y formalmente sostenidas (como “concepción de mundo” o “ideología”) con los significados y valores tal como son sentidos y vividos activamente. Raymond Wi-lliams. Marxismo y literatura. Barcelona: Ediciones Península, 2000[1977], pp. 154-155.11. Richard Hoggart. La cultura obrera en la sociedad de masas, México: Editorial Grijalbo, 1990[1957], pp. 101-104.12. Ibidem, pp. 69, 79.13. Ibidem, pp. 101-102. Más que contradicciones conviene pensar en términos de sincre-tismo cultural. Así se expresaba Antonio Gramsci en relación a la cultura popular, quien la pensaba como “una concepción del mundo no sólo no elaborada y asistemática, ya que el pueblo (esto es, el conjunto de las clases subalternas e instrumentales, de toda forma de sociedad hasta ahora existida), por definición, no puede tener concepciones elaboradas, sistemáticas y políticamente organizadas de los mismos, tanto por su desarrollo contradic-torio, sino que hasta múltiple; no sólo en el sentido de diverso, y yuxtapuesto, sino también en el sentido de una estratificación de lo más a lo menos rudimentario, hasta de todas las concepciones del mundo y de la vida que se han sucedido a lo largo de la historia; la mayor

Por ello retomamos a Eric Hobsbawm cuando previene que no debe analizarse la experiencia obrera como clase subsumida e iden-tificada con la historia del movimiento obrero organizado o incluso con una organización específica, partido e ideología14. Pero, aunque la adscripción obrera no era en sí misma una adscripción ideológica, implicaba un grado relativo de politicidad.

En ese sentido seguimos las conclusiones que expuso Robert Linhart,15 quien relató sus vivencias como un “proletarizado” en la fábrica Citroën en Francia a fines de los años 1960. A través de una diversidad de biografías personales, Linhart describe la idiosincrasia obrera como delimitada por la cadena de producción. Sin embargo, para este autor, esa división del espacio productivo no formaba de manera inmediata la conciencia de clase en sentido marxista tradicio-nal, pero si forjaba en las subjetividades una línea divisoria entre “no-sotros” y “ellos”. Y esa divisoria estaba marcada por la solidaridad.

Tanto en las entrevistas realizadas a obreros cordobeses, como en la prensa periódica de la época, hallamos un sinnúmero de ejem-plos del ejercicio constante de la solidaridad, no sólo simbólica sino también material. “Los nunca desmentidos sentimientos de solidari-dad de la clase trabajadora”16 eran reafirmados en muchísimas accio-nes concretas, como la ayuda para construirse una casa, el compa-drazgo de hijos, las colectas para ayudas escolares, para las familias de los presos y despedidos, para los compañeros que tenían un familiar enfermo o que, en el peor de los casos, fallecía. En el ámbito específi-co de las mujeres obreras, esa solidaridad tenía que ver con las “tareas de mujeres”, como ayudar a una compañera cosiendo o tejiendo el ajuar del bebé.

El ejercicio de la solidaridad no implicaba necesariamente un acuerdo ideológico, era más bien una práctica naturalizada por la tra-

parte de las cuales, más bien, se encuentran sólo en el folclore como documentos sobrevi-vientes mutilados y contaminados”. Antonio Gramsci. El materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce. Buenos Aires: Ed. Visor, 1971, p. 268.14 . Eric J. Hobsbawm “Labor history and ideology”. Eric J. Hobsbawm “Labor history and ideology”. Journal of Social History, 1974, 7 (4), p. 372. 15. Robert Linhart. De cadenas y de hombres. México: Ed. Siglo XXI, 2009[1978].16. La frase corresponde con el titular de una nota publicada en el diario Córdoba, 08/06/1972, p. 7.

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dición. Como tal, estaba más vinculado con las redes informales de sociabilidad17 que con las organizaciones sindicales o partidarias.

Estas redes eran clave en ese sistema de relaciones, donde la participación de vecinos y parientes era fundamental, sobre todo en momentos en que se profundizaba la represión policial, militar o para-militar. En los relatos sobre las distintas formas de clandestinización, siempre había familiares, vecinos y compañeros presentes, sin cuya intervención no hubiese sido posible, quizás, la supervivencia del en-trevistado. Así se evidencia en este testimonio, donde el entrevistado viene contando que luego del “Navarrazo”18 fueron a buscarlo en el domicilio que tenía declarado en la fábrica, que era el de sus padres.

Mi padre ahí nomás buscó un vecino del frente que tenía taxi y fue a mi casa a buscarme y me decía que me andaban buscando unos gru-pos parapoli… Entonces alzamos con mi mujer y la bebé que era, era chiquita y… bueno, así anduve como quince, veinte días durmiendo en casa de parientes, de amigos, no volví a la fábrica por supuesto por quince, veinte días19.

Luego de ese hecho, el entrevistado preparó un sistema para prote-gerse, sabiendo que tarde o temprano podría llegar otro allanamiento que, además de la detención, implicaría la tortura e incluso la muerte.

Yo para llegar a mí casa, yo había hablado con un vecino del lado que era, estaban, teníamos los sitios pegados, las dos casas. Teníamos un alambrado que dividía, al fondo él tenía, para el otro lado tenía un sitio

17. James Petras. “El terror y la hidra: el resurgimiento de la clase trabajadora argentina”, en Petras (et al). Clase, estado y poder en el Tercer Mundo. México: Fondo de Cultura Económica, 1986.18. El “Navarrazo” (28/02/1974) fue un golpe de Estado provincial encabezado por el Tte. Cnel. Domingo Navarro, Jefe de la Policía de la Provincia de Córdoba. Ese día Navarro derrocó al gobernador Ricardo Obregón Cano y al vicegobernador Atilio López, ambos del peronismo más progresista, electos democráticamente en abril de 1973. Cfr. María Laura Ortiz. “Recuerdos y olvidos sobre el terrorismo de Estado. Córdoba, Argentina, 1974-1976”. en: Robson Laverdi y Mariana Mastrángelo (comps.), Desde las profundidades de la historia oral: Argentina, Brasil y Uruguay. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Imago Mundi; RELAHO, 2013, pp. 81-107; Alicia Servetto. De la Córdoba combativa a la Córdoba militarizada, 1973-1976. Córdoba: Ferreyra editor, 1998; Alicia Servetto. 73/76. El gobierno peronista contra las “provincias montoneras”. Buenos Aires: Siglo XXI editores, 2010.19 . Carlos “Negro” Ríos. Tesorero del sindicato Perkins, integrante de la Lista Marrón de Perkins; militante peronista. Entrevista realizada en Córdoba el 17/06/2011 por Laura Ortiz.

baldío. Entonces yo llegaba de trabajar, cuando me tocaba el turno a la noche, que volvía a la casa a las once y media, a las doce y media de la noche; pasaba por la esquina de casa en bicicleta, me movilizaba en bicicleta. Miraba para la calle de casa, para los dos costados, si no había ningún auto o algo, o algunas personas paradas o… algo raro, viste. Recién ahí daba toda la vuelta a la manzana, entraba por el sitio baldío del vecino de al lado, allá al fondo, nosotros habíamos hecho una puertita, un alambrado, por ahí entraba yo a mi casa [sonrisa]20.

Como se expone en este último testimonio, y como está repre-sentado en muchos otros más, la solidaridad era el principio rector de los vínculos horizontales de clase. Para los obreros era algo natural darse paso entre cada lote o casa. Y esa naturalidad anclaba en la experiencia del compartir, no necesariamente por haber leído sobre la propuesta marxista de abolición de la propiedad privada. Con la misma naturalidad, vecinos y allegados se comprometían a llevar y traer noticias, esconder y proteger a los perseguidos.

Richard Hoggart describe la camaradería y la cooperación como una tradición en el vecindario y el hogar obreros. Para él, es-tas tradiciones eran el resultado de la percepción compartida de una imposibilidad de ascender verticalmente en la sociedad21. Aunque se exprese de esta manera sincrética, la solidaridad obrera es una eviden-cia elemental de la conciencia obrera.

Probar la existencia de una conciencia de clase no quiere decir que esta es lineal ni estática sino que, más bien, se expresa de manera contradictoria y dialécticamente. Pablo Pozzi y Alejandro Schneider han subrayado que en estos análisis conviene evitar los estudios en clave positivista, es decir, establecer si la conciencia avanza o retroce-de, si es socialista y revolucionaria o aburguesada y conservadora, o si es “verdadera” o “falsa”. Para estos autores la base material concreta de la conciencia es la experiencia vivida en el lugar de trabajo, en el vecindario y en la familia. Se articula, a través de pautas culturales a una interpretación de la realidad y de los problemas que rodean al trabajador22.

20. Carlos “Negro” Ríos, entrevista citada.21. Richard Hoggart. Richard Hoggart. op cit, p. 87.22. Pablo Pozzi y Alejandro Schneider. op cit, pp. 299-300.

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Sin embargo, muchas veces los sentidos que la militancia daba a la conciencia de clase no era el mismo que circulaba entre las masas obreras. Sobre este aspecto dice Eric Hobsbawm que hay que prestar atención a las tradiciones políticas y sociales que nutrían los rituales obreros. Las tradiciones políticas corresponden a una vanguardia de activistas y militantes; y no necesariamente a la masa de trabajadores cuya conciencia es expresada en las tradiciones sociales. Aunque en determinados momentos las tradiciones políticas y sociales eran in-separables, no eran lo mismo. En ocasiones los militantes políticos crearon las tradiciones del movimiento obrero, que no siempre repre-sentaban a sus votantes y seguidores y, a la inversa, la clase también podía crear sus propias tradiciones inventadas. Por ello la propuesta de Hobsbawm obliga a mirar más allá de la vanguardia obrera, y a analizar a la clase trabajadora como sujeto protagonista, no como un “submundo apolítico y estoico” que solo se movilizaba por sus estre-chos intereses económicos. Según este autor, aunque la conciencia de clase no pueda cuantificarse, existía en la experiencia y con las trans-formaciones de unos, sobrevino la transformación de los otros23.

En la Córdoba radicalizada de comienzos de los ´70, la ex-periencia de la clase obrera recuperaba una serie de tradiciones que traducían valores y conceptos éticos con fuertes significados ideoló-gicos, todo lo cual era expresado en el lenguaje24. En el caso de los obreros devenidos en militantes o activistas, se consideraban a sí mis-mos como protagonistas de una acción colectiva. Cuando hablaban, pensaban o actuaban lo hacían en nombre del conjunto de la clase. Así lo expresan algunos entrevistados que explican el comienzo de su activismo a partir de algún recuerdo que marcó un hito, el que gene-ralmente fue un enfrentamiento con el jefe, el capataz o un “burócra-ta”. En su propio lenguaje, se trataba de un momento en que se “saca la cabeza”, aludiendo con ello a la instancia de exponerse frente a los otros, tanto patrones como compañeros, aún sabiendo que “mostrar

23. Eric Hobsbawm. Gente poco corriente. Resistencia, rebelión y jazz. Buenos Aires: Crítica, [2013]1998, pp. 87-90. Eric Hobsbawm y Terence Ranger (eds.) La invención de la tradición. Barcelona: Crítica, 2002[1983], pp. 297-299.24. Pablo Pozzi y Alejandro Schneider. op cit, p. 306.

la cara” era un riesgo que podía implicar desde el despido hasta la persecución política25.

La combatividad como gesto heroico, como insignia del ac-tivismo sindical, hunde sus raíces en tradiciones sindicales que, ge-neralmente, están presentes en las memorias obreras. Casi todos los relatos de los activistas evocan a referentes familiares que les transmi-tieron enseñanzas sobre las delimitaciones del campo del “nosotros” vs. “ellos”. Así, un obrero que militó en la Juventud Obrera Católica recordaba a su padre, que era anarquista, participando en asambleas en su lugar de trabajo26. Otro entrevistado, que fue delegado fabril y militaba en un partido maoísta, recordaba que su familia estaba marcada por la devoción católica pero reconocía como referente a un tío socialista muerto en una huelga y que era la “oveja negra de la familia”27. En esos referentes ancla el sentido de pertenencia a la clase que excede los cortes verticales, es decir, partidarios. Así queda evidenciado en el recuerdo de este activista mecánico:

Mi viejo él fue siempre un luchador gremialista también, militó en el peronismo también, estuvo en la CGT, él era del gremio panadero (…) Yo vengo de una familia, prácticamente de un padre fundamen-talmente gremialista y peronista. Él siempre nos inculcó la conduc-ta… Él estaba dentro más bien del peronismo socialista de esa época, porque él viene con una tendencia de Palacios, un poco él viene de eso. Surge Perón, por supuesto, él cree que es una alternativa y ahí él empieza a militar como peronista. Por supuesto, dentro de la CGT porque él creía, como gremialista, que dentro de la CGT le estaba dando una herramienta para posibilitar la lucha que realmente necesitaba, que él las vivía en carne propia to-das las problemáticas del panadero. En esa época un panadero

25. Rubén Rognone. Obrero de Fiat Materfer. Entrevista realizada en Córdoba el 22/09/2011 por Florencia Céspedes, transcripta por Florencia Céspedes. Norma. Delegada del Sindicato del Vidrio. Entrevista realizada en Córdoba el 24/08/2011 por Laura Ortiz.26. Esteban “Sapo” Carranza, delegado y miembro de Comisión Directiva de Perkins, Presidente de la Juventud Obrera Católica. Entrevista realizada en Córdoba el 19/09/2011 por Laura Ortiz.27. Roberto Nágera. Delegado de Transax, miembro de la Comisión Directiva de SMATA y delegado paritario, militante de Vanguardia Comunista. Entrevista realizada en Córdoba el 16/07/2010 por Laura Ortiz.

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era peor que un albañil ahora. Entonces todas esas cosas, las “mama” él y un poco nos hace “mamar” a nosotros, funda-mentalmente yo, y un hermano mayor que falleció, que tam-bién… pero él no militó mucho, trabajó en Forja Argentina, se jubiló en Forja. Las primeras tomas, yo era muy chico, la viví una experiencia, así que yo imaginate vos tenía en ese momento doce, trece años (…) y poníamos los topos, volteábamos los topos, los topos son las cosas de los ferrocarriles que se hacen las ruedas, que son en crudo, digamos así el hierro crudo; los tirábamos a la calle para que no pasara la policía. Un poco, eso, una de las primeras experiencias mías con respecto en lo que ya me había dado mi padre. Y mi hermano por supuesto era un activista más que gremialista, era un activista acérrimo dentro de Forja28.Y son esos referentes familiares los que desde una forma u

otra marcan caminos en sus propias trayectorias a partir de una ex-periencia de lucha que comienza a muy temprana edad. “Mamar”, que es la expresión de este entrevistado en relación a las enseñanzas de su padre en la militancia gremial, refiere al primer alimento de un ser humano. Y la enseñanza es práctica, concreta, se “vivía en carne propia” y se ejercitaba en tomas, barricadas y enfrentamientos contra la policía.

Incluso cuando los referentes familiares no son coherentes con el perfil combativo que su vida adquirió en determinados momentos, sus argumentos tienden a explicar cómo esos contraejemplos sirvie-ron para reflexionar políticamente, como en el caso de este obrero de Renault cuyo hermano le había recomendado no afiliarse al sindicato “porque te lleva por mal camino”.

Ingreso a trabajar. Al principio, un poco de la mano de mi hermano: “hacé esto, no hagas esto otro, cuidado con esto, cuidate de esto otro”. Una de las recomendaciones que hizo “no te afilies al gremio porque el gremio te lleva por mal camino.” Reaccionario mi her-

28. CGT: Confederación General del Trabajo. Juan “La Mona” Delgado, delegado de Renault, miembro de la Agrupación “26 de Julio” y militante del Peronismo de Base. Entrevista realizada en Córdoba el día 05/08/2010 por Laura Ortiz.

mano, sigue siendo, se va a morir reaccionario, mi hermano mayor. “No te metas, no te afilies, porque de última después –y eso es terri-blemente despreciable– de última después a vos también te llega el aumento, aunque vos no estés”. A mí no me interesó eso, pero diga-mos le sentía mal olor a eso. Así que no me afilié. A pesar de que mis delegados y mis compañeros me insistían. Inclusive al principio era bastante carnero, tenía que analizar si el paro era justo, no era justo; si no había algún costado que me estuvieran usando o no; porque esas eran las cosas que me recomendaba mi hermano “te usan”. Bueno, finalmente, la vida y la realidad me fue transformando. Además tenía al lado un compañero que era trotskista, con lo cual me machacaba el seso todos los días. Charlábamos y, que yo siempre digo, invariable-mente él siempre tenía razón. Yo siempre me iba y elaboraba alguna cosita y venía y le retrucaba. Pero él siempre decía “tuc”, me largaba alguna palabrita, una respuesta, y me tiraba toda la estantería abajo y tenía que volver a rebobinar y a sacar [risas]. Bueno, pero realmente me enseñó mucho este compañero29.

Es lo que Hobsbawm llamó “acumulación del pasado”, cuan-do asegura que los “hombres viven rodeados por una amplia acu-mulación de mecanismos institucionales del pasado, y es natural que escojan los más convenientes y los adapten a sus propios (y nuevos) fines”30.

Esta evidencia nos obliga a poner en discusión la supuesta au-sencia de tradiciones sindicales en los trabajadores de Córdoba que sostiene Mónica Gordillo. Ella explica que, debido al proceso de in-dustrialización desarrollado en Córdoba en los tempranos años ´50, se produjo un flujo migratorio interno hacia la ciudad capital de la provincia mediterránea que atrajo principalmente a hombres jóvenes que carecían de una tradición sindical previa31. Este dato serviría para la explicación de la formación de “un nuevo tipo de obrero industrial” que forjaría una “nueva tradición sindical”32, ya que por ser migrantes

29. Nicolás Luis “Turco” Hadad. Delegado de Renault, integrante de la Agrupación “1° de Mayo” y del Movimiento de Recuperación Sindical - Lista Marrón del SMATA. Entrevista realizada en Córdoba el 13/09/2010 por Laura Ortiz.30. Eric Hobsbawm. Eric Hobsbawm. op cit, p. 57.31. Mónica Gordillo. Córdoba en los ´60: la experiencia del sindicalismo combativo. Córdoba: Dirección general de publicaciones de la UNC, 1996, pp. 39-55, 70.32. Ibidem, p. 72.

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se habían mantenido al margen de la lógica del sindicalismo peronista que en la década del ´60 que se dedicó a presionar para negociar33.

Al contrario, cuando analizamos las memorias obreras, obser-vamos una serie de valores en un pasado acumulado en la experiencia colectiva. Aunque para muchos era su primer trabajo industrial, no por ello su falta de experticia era sinónimo de falta de experiencia, transmitida en forma de tradiciones, que tenían que ver con cons-trucciones identitarias en términos políticas y, por lo tanto, también en lo sindical. Como toda tradición, no se transmite de generación en generación como copias exactas, sino que son tensionadas a par-tir de las problemáticas políticas y gremiales del momento específico. Esas tradiciones transmitían ciertos valores que fueron compatibles con el discurso izquierdista a principios de los años setenta; y que fue lo que dio sustento al clasismo. Pero también, esas tradiciones tenían un sentido de clase que no se ligaba directamente a una identificación partidaria o ideológica, ni peronista, ni marxista.

Varios investigadores del clasismo han contrapuesto al pero-nismo con la izquierda marxista, y a considerar que los dirigentes de algunos sindicatos eran clasistas pero no sus bases, que siguieron siendo “leales” al peronismo34.

Daniel James, que aborda esta cuestión, nos acerca a otra discu-sión en torno a la definición de clasismo que plantea dos presuncio-nes interrelacionadas. La primera de ellas conjetura que los clasistas fueron los dirigentes gremiales, mientras que los trabajadores de base acompañaban, sin comprender del todo los sentidos del clasismo. Esta noción deja trascender una imagen del trabajador de base como un actor pasivo e ignorante, o bien –desde una mirada más cruel– como un sujeto oportunista. En cualquiera de las dos maneras se estaría des-conociendo el sentido común que circulaba en la cultura ordinaria, parafraseando a Raymond Williams;35 que hemos reseñado más arriba.

33 . Mónica Gordillo “Sindicalismo y radicalización en los setenta: las experiencias clasis-tas”, en: Clara E. Lida, Horacio Crespo, Pablo Yankelevich (comps). Argentina 1976: estudios en torno al golpe de Estado. Buenos Aires: FCE, 2008 [2007], p. 82.34. Entre los primeros, el trabajo de Ruth Werner y Facundo Aguirre, op cit; Alejandro Sch-neider, op cit, p. 333. Entre los segundos, James Brennan, op cit, pp. 17-18; James Brennan y Mónica Gordillo, op cit, pp. 257-258; Daniel James, op cit, p. 310.35. Raymond Williams. “Culture is Ordinary”, en: Raymond Williams. “Culture is Ordinary”, en: Resources of Hope. London: Verso Books,

La segunda inferencia que atraviesa esta concepción, relaciona-da con la anterior, es que el clasismo era una corriente pro socialista opuesta al peronismo. Según esta presunción los dirigentes eran mar-xistas, mientras que las bases eran peronistas; y la clave para com-prender esas diferencias estaría en pensar quién se convirtió a qué.

Por ello proponemos aproximarnos a algunas tradiciones po-líticas que circulaban en la cultura obrera, para echar luz a esta espi-nosa oposición.

Por un lado, si se consideraba un problema de filosofía política, se hace foco en que ambos portaban dos banderas irreconciliables: la conciliación de clases y la lucha de clases. Pero en la pragmática social la experiencia se construía a partir de la conjunción entre, por un lado, las experiencias cercanas recolectadas a partir de la oralidad familiar y relatadas en tono épico y, por otro lado, las contradicciones que les planteaba el momento político en el que les tocaba ser prota-gonistas.

Sin embargo, la cultura política era mucho más diversa que la díada peronismo-marxismo. La izquierda convivía con una cultura de lo popular que contenía valores que se contraponían, como los reli-giosos por ejemplo, contradictorios con el anticlericalismo tradicio-nalmente izquierdista. Y también esta cultura convivía con la praxis histórica, que después del ascenso del peronismo como movimiento de masas en los años ´40 y ´50, asoció a la izquierda con el gorilismo y, por ende, con lo antipopular. Algunas de esas percepciones fueron cambiando para un sector del peronismo, que durante la “resistencia” comenzaron a vincularse a la izquierda36. O mejor dicho, comenzaron a tener una visión izquierdista de la doctrina peronista, pensaban en la Justicia Social como una mayor distribución de la riqueza37.

En los militantes izquierdistas cuyas tradiciones eran peronis-tas, a partir de experiencias de referentes familiares que vivieron los años ´40 y ´50; ser protagonista en los ´70 y su clima de izquierdiza-

1989 [1958], p. 39. 36. Carlos Altamirano, op cit., pp. 61-97; Pablo Pozzi y Alejandro Schneider. Los “setentistas”. Izquierda y clase obrera. (1969-1976). Buenos Aires: EUDEBA, 2000, pp. 6-7.37. María Cristina Díaz. Hija de Florencio Díaz secretario general del Sindicato de Tra-bajadores de Fiat Materfer (SiTraM). Entrevista realizada en Córdoba el 03/11/2011 por Agustín Cocilovo y transcripta por Agustín Cocilovo.

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ción, les implicaba reconocer lo positivo de la izquierda. Como recor-daba uno de ellos:

Yo he sido militante de joven, desde los 17 años. En el 53, mi papá Rubén Amaranto era el secretario general del sindicato de la Indus-tria del Cuero en barrio San Vicente, época de Perón. (…) De ahí me fui a otra fábrica chica de San Vicente (…) pero nunca dejé la militancia, como independiente dentro del peronismo. Con mi mamá íbamos al PC, al club Sarmiento, vendían el pan y la leche más ba-rato, mi papá se enojaba porque íbamos con los comunistas, pero él aprendió mucho de los comunistas en el barrio38.

Y es que en esas tradiciones circulaban algunas construcciones míticas que vinculaban al comunismo con lo demoníaco y monstruo-so, que favorecía a un temor con todo lo relativo a lo “rojo” y lo “bolche”; de manera que se trataba de evitar las identificaciones aun-que “por casualidad” se tuvieran los mismos objetivos de igualdad social39. Y estas construcciones no eran peronistas sino compartidas por otras afiliaciones políticas, como la demócrata de raíz católica y conservadora. Así se desprende de diferentes testimonios, en los que el mapa anecdotario que construye la tradición política contenía representaciones del comunismo como “esa cosa terrible que comía los chicos, que secuestraba niños”40.

Y ese tipo de construcciones, que podrían aparentar ser contra-dictorias con la izquierda, estaba empapado de sentires de clase que compartían algunos valores con la izquierda. Así sucede cuando una entrevistada recorre las adscripciones políticas de su núcleo familiar, que incluyen al peronismo, al radicalismo41 y al partido demócrata, con una fuerte impronta del catolicismo. 38. PC: Partido Comunista. Héctor Amaranto. Militante del PRT, esposo de Berta Elo-rriaga de Amaranto, activista de la rama del vidrio. Entrevista realizada en Córdoba el 22/12/2011 por Agustín Cocilovo y transcripta por Agustín Cocilovo.39. Santos Torres. Delegado y Secretario de Organización del Sindicato de Trabajadores de Fiat Concord (SiTraC). Entrevista realizada en Córdoba el 19/09/2011 por Agustín Coci-lovo y transcripta por Agustín Cocilovo.40. “Susy” Carranza, delegada de la fábrica Cindalux (Vidrio) y militante del Partido Socia-lista de los Trabajadores (PST). Entrevista realizada en Córdoba el 12/08/2011 por Laura Ortiz.41. Nos referimos al partido de la Unión Cívica Radical (UCR), no a la tradición radical asociada al socialismo de la que hablan los marxistas británicos.

Mi papá es radical. Murió radical. La familia se dividió en dos en el 55 (…) te diría que en el 52 cuando Perón entra a las iglesias. Mi abuelo venía del, era demócrata. Esteee… tenía un tío peronista, sindicalis-ta, que fue secretario gremial del Sindicato de Empleados Públicos con Ferreyra (…) y todo la, el ala joven digamos de la familia, los que eran los primos de mi madre, las hermanas de mi madre eran… (…) eran peronistas. Se habían convertido en peronistas. Mi abuelo, obrero del Molino Minetti, deja el, de ser demócrata para convertirse en peronista cuando ve el rol del peronismo con los obreros. Esteee, y se convierte en peronista mi abuela también. O sea, mi abuela era católica, apostólica y argentina; no romana pero… este, militante de la iglesia; fue militante de la iglesia hasta el día de su muerte. (…) Este la oveja negra de la familia seguía siendo mi padre radical. La familia de mi padre también, mis tíos radicales, un hermano y una hermana. Entonces este, ellos le decían, mi papá era morocho, le decían “el negro radical”. Y mi papá les decía que ellos eran unos revolcados porque ellos habían sido demócratas, partido que apoyaba los ricos, él no hablaba de la burguesía, él decía “partido que apoyó a los ricos, y ustedes eran demócratas y se hicieron peronistas con este milico que viene a darles”. La tenía re clara el viejo, yo la verdad es que hoy digo ¿cómo carajo era radical? 42

Y es que quien recupera esas adscripciones políticas, se incor-poró a la militancia trotskista en la década de 1970 y fue una activista sindical en una fábrica del vidrio. En su relato, las anécdotas subrayan lo clasista de sus tradiciones, tanto cuando rescata las críticas de su padre radical a los demócratas porque era el “partido de los ricos”, como cuando referencia al tío que optó por ser peronista debido a sus políticas en favor de los trabajadores. A su vez, hace suya la crí-tica a Juan Domingo Perón por su origen militar y porque “vino a darles” que quiere decir, aunque no use estas palabras, que era un referente de las clases dominantes. Ese clasismo que Susy rescata de sus tradiciones políticas familiares quizás la llevó a referenciarse con la izquierda, tanto así que no podía entender cómo su padre, con un pensamiento clasista, se identificara con la UCR.

Y es que el radicalismo también tuvo su activismo obrero, agrupado tanto en el Movimiento de Resistencia Radical de Córdoba

42. “Susy” Carranza, entrevista citada.

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como en el Movimiento Obrero Radical.43 Algunos de estos activistas se insertaron en distintos espacios sindicales, como Livio Palacios que se incorporó a la Lista Marrón del SMATA. Pero como su mili-tancia fabril no contaba con apoyos institucionales de la UCR, mu-chos fueron “acusados de zurdos por algunos políticos de turno de nuestro partido”44.

Reconocer esta diversidad de tradiciones políticas permite complejizar la imagen de que la mayoría obrera por naturaleza era pe-ronista. Incluso uno de sus principales referentes en Córdoba, Atilio López45, provenía de una familia muy identificada con la UCR, tanto así que su primer nombre fue Hipólito en honor a Yrigoyen. Él no era “naturalmente” peronista, sino que fue producto de decisiones y de coyunturas de época.

También es justo recordar que en la regional Córdoba del Sindicato de Luz y Fuerza, que públicamente se identificaba como marxista,46 incluía en su dirección a activistas de diversos lineamien-tos partidarios: los que representaban al peronismo como Tomás Di Toffino, los que venían de una militancia en el Partido Demócrata como Felipe Alberti, y los que se identificaban con el radicalismo como Naúm Sánchez y Ramón Contreras. Uno de los principales aliados de Tosco en el sector de los sindicalistas “independientes” de Córdoba, era el secretario general de la Unión Obrera Gráfica �uan Malvar, que en 1973 llegó a ser candidato a diputado por la UCR.

43. Córdoba, 18/01/1972, p. 1; Córdoba, 15/12/1973, p. 3; La Voz del Interior, 28/03/1974, p. 11; Córdoba, 06/05/1974, p. 3; Córdoba, 30/05/1974, pp. 1, 4; César Tcach. De la Revo-lución Libertadora al Cordobazo. Córdoba, el rostro anticipado del país. Buenos Aires: Siglo XXI, 2012, p. 217. 44 . Livio Argentino Palacios. Activista de IKA-Renault, primero de Lista Azul y luego de la Lista Marrón, militante de la UCR, entrevista realizada en Córdoba el 24/01/2012 por Agustín Cocilovo, transcripta por Agustín Cocilovo. El SMATA era el Sindicato Mecánico y Afines del Transporte Automotor. 45. Atilio López había sido dirigente de la Unión Tranviarios Automotor (UTA), fue uno de los que encabezó el Cordobazo en mayo de 1969, y llegó a ser vicegobernador de Cór-doba entre mayo de 1973 y febrero de 1974. En septiembre de 1974 fue asesinado por un comando de la Triple A en Buenos Aires.46. No era esa una autodenominación, sino que era parte de las percepciones de la cultura política del momento, especialmente del discurso dominante que veía en Agustín Tosco un “factor de disociación”. Córdoba, 04/10/1972, p. 5; Córdoba, 09/11/1972, p. 3; Córdo-ba, 11/11/1972, p. 3; Córdoba, 10/05/1973, p. 5; Córdoba, 10/10/1974, pp. 1-2; Córdoba, 16/12/1974, p. 1.

Analizar estas cuestiones nos permite también observar que aquella diversidad de tradiciones políticas fue puesta en tensión en el momento histórico que los atravesaba, pero sus conclusiones no se expresaron de manera sistemática y coherente. Sin embargo, esta variedad de adscripciones partidarias tradicionales se unificaron en una generación de militantes bajo banderas izquierdistas, que no ne-cesariamente eran marxistas.

Para muchos militantes izquierdistas, el peronismo era un obs-táculo en la conciencia obrera clasista, siempre y cuando se conside-rara al peronismo como un bloque homogéneo. Pero considerando las diversidades políticas que convivían conflictivamente dentro de él, algunas agrupaciones de la izquierda marxista establecieron impor-tantes vinculaciones con sectores del peronismo que se reivindicaban como revolucionarios o, al menos, antiimperialistas47. Sin embargo, a partir de los testimonios de militantes marxistas y peronistas de izquierda, encontramos que los contactos entre estas dos corrientes no se daban en el plano ideológico ni en lo teórico sino en la acción, en la práctica concreta:

Los peronistas [del Peronismo de Base] propiciaban el camino al socialismo desde el peronismo, con el peronismo. Yo creo que es válido eso, en tanto y en cuanto un tenga claro que el peronismo es pretendidamente conciliación de clases, lo cual es imposible. Pero lo discutíamos […] y acordábamos por lo me-nos, como decía Tosco, “Unidad en la lucha”; es decir vamos para adelante, luchemos, sigamos codo a codo y después vemos como se resolverá eso más adelante. Y con la práctica, que ade-más eso es un principio marxista muy afirmado. La práctica es la que te va a enseñar el camino. La dialéctica. Es decir, proba-mos, erramos, sacamos conclusiones, seguimos avanzando, erra-mos, acertamos, sacamos conclusiones, seguimos avanzando48.

Y era una práctica política historizada, que estaba obligada a reflexionar en base al proceso histórico que había transcurrido en los últimos años. Así razonaba un dirigente sindical clasista, cuyas tra-

47. James Brennan, James Brennan, op cit, p. 17. 48. Nicolás Hadad, entrevista citada.

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diciones políticas no eran peronistas pero reconocía lo resistente de ese movimiento, y por eso reflexionaba sobre la comunicación entre marxismo y peronismo:

Yo no venía del tronco peronista o sea que yo buscaba otras alterna-tivas viste. En ese tiempo y bueno y ahora sigo pensando lo mismo, yo era de los que me parecía que Perón impedía seguir hacia el so-cialismo, que era lo que era el objetivo que queríamos nosotros. (…) [Nosotros] levantábamos la bandera de la izquierda revolucionaria y… e incluso del peronismo revolucionario (…) Además porque no-sotros éramos combativos, porque la gente era combativa. Este… no entendía bien esto del socialismo (…) Entonces eh cuando vos le hablas de hacer una sociedad más justa, todo el mundo le gusta esto, ¿viste? Y, bueno, estaban todos de acuerdo. Estaban todos de acuer-do. Aunque la gente en ese tiempo era, era peronista o sea, era de Perón. De Perón y Evita. Pero por ejemplo a López Rega lo odiaban o algo... Pero era de Perón y Evita. A nosotros nos decían ´Ustedes zurdos son muy buenos para lo reivindicativo pero dejálo en política a Perón´ (…) Porque Perón, no es lo mismo que hubiese sido, hubie-se seguido siendo presidente con el desgaste de un montón de cosas que no le puede dar solución el capitalismo a un montón de cosas; y otra cosa es que lo hayan corrido. Lo corrieron, lo proscribieron, los metían en cana a los que gritaban “Viva Perón”49.

Es decir que para los marxistas, los peronistas revolucionarios o al menos progresistas, podían acordar con ellos en la necesidad de la búsqueda de una “sociedad más justa”: eso a “todo el mundo le gusta”, es decir, formaba parte de la cultura obrera. Pero se circuns-cribía a las reivindicaciones gremiales, no a las políticas; como les decían: “dejálo en política a Perón”. Porque si intentaban definir qué tipo de sociedad justa pensaba cada uno, seguramente diferirían entre la justicia social de la doctrina justicialista, el socialismo nacional; y la sociedad sin clases que anhelaba el marxismo.

Ese tipo de discusiones –que pertenecían al espacio del acti-vismo y la militancia, no de la clase– eran las que no les cerraban y

49. Juan Enrique Villa. Delegado y miembro de Comisión Directiva de Perkins, integrante de la Lista Marrón de Perkins; militante de Movimiento de Liberación Nacional (MLN, “MaLeNa”), El Obrero y luego, Poder Obrero. Entrevista realizada en Córdoba el 29/08/2011 por Laura Ortiz.

por eso decidieron que las alianzas deberían dejar ese tipo de debates para otra instancia, posterior a la instancia práctica. Las circunstancias históricas, en especial la acentuación del Estado terrorista, truncaron estos procesos.

Las tradiciones sociales y políticas de la clase obrera diferían, pero en la práctica eso no era puesto de manifiesto. Los cortes ver-ticales que remiten a diferentes filiaciones políticas, no fueron deter-minantes a la hora de cristalizar una noción de clasismo. En la clase el sentimiento de comunidad no surgía de una definición ideológica o simbólica sino que era producto de condiciones objetivas –la cadena de montaje en palabras de Linhart– y subjetivas, en tanto la práctica cotidiana los identificaba culturalmente en el campo del “nosotros, los laburantes” en oposición a “otros”. La experiencia histórica nutría una praxis clasista que no separaba lo peronista de lo marxista, ni lo liberal de lo conservador, o lo socialista de lo nacionalista, porque remitía a las prácticas tradicionales de la clase que, como ya dijimos, se expresaban de manera sincrética.

ConclusionesA lo largo de este recorrido hemos contrastado algunas nocio-

nes historiográficas sobre el clasismo en la Córdoba de los años pos-teriores al “Cordobazo” con un análisis de testimonios recogidos a los protagonistas del fenómeno. Para este abordaje, hemos retomado aportes de teóricos marxistas, principalmente británicos, que contri-buyeron al conocimiento de la cultura obrera.

De allí podemos colegir que para definir al clasismo debemos prestar atención a las tradiciones que nutren la cultura obrera. Lo obrero no necesariamente converge en una ideología particular, pero las tradiciones obreras si remiten directamente a intereses de la clase. Luego, hablar de conciencia de clase no implica pensar a la misma en términos positivistas, sino apuntalándola en la experiencia histórica de la clase, es decir, atravesando las coyunturas específicas de cada concreto histórico.

En el clima de radicalización e izquierdización del post Cordo-bazo, los trabajadores cordobeses desplegaron mecanismos de acu-mulación de su pasado, recuperando tradiciones políticas “mamadas”

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y dándoles nuevas dimensiones. Podemos discutir si estos mecanis-mos operaron en toda la masa de la clase o en un segmento activado en sentido político, reeditando viejas discusiones sobre niveles y esta-dios de desarrollo de la conciencia de clase o de qué determina el gra-do de conciencia. Pero compartimos con algunos autores reseñados en que esas mediciones caen en terreno yermo.

Nuestro análisis de las memorias obreras nos aproxima a una serie de tradiciones que representan valores propios, en los que se destaca la combatividad como un gesto heroico, la identificación como “laburante” en las actitudes cotidianas y formas de hablar, la defensa de lo obrero a partir del “compañerismo” y la solidaridad ejercida a partir de redes informales. Siempre lo obrero se asocia a lo positivo, y parece definirse como un grupo de gente en igualdad de condiciones y en igualdad de privaciones. En ese reconocimiento de los pares y, por lo tanto, los “otros”, circunda una comprobación del ejercicio del poder en sentido de clases y, al mismo tiempo, una oposición a esa dominación; que no comprendía en sí misma una propuesta alternativa más que el ejercicio de la solidaridad como la única posibilidad de hacerle frente.

En esa sedimentación de tradiciones aparentemente contradic-torias se compartían, en el contexto setentista, valores que eran de-clamados también por el izquierdismo militante, aunque desde enun-ciaciones más absolutas.

Nuestra propuesta apunta a pensar al clasismo como una tra-dición inventada antes que como una transformación ideológica del peronismo al marxismo. La invención no es ideológica y sistemática, aunque hable de socialismo y anticapitalismo. Es una invención que se desarrolló en una praxis propia de la clase y producto de la acumu-lación de un pasado seleccionado a partir de un presente de emergen-tes en la cultura política, todo lo cual nos remite a la politicidad de la clase, amarrada a sentires compartidos.

La regional cordobesa del Movimiento de Liberación Nacional (MLN):

un caso de radicalización política como producto de la agudización de la represión dictatorial (1966-1969)

The Cordoba Regional of Movimiento de Liberación Nacional (MLN): a Case of Politcal Radicalization as a Result of the

Intensification of Dictatorial Repression (1966-1969)

Julieta PacHeco*

Resumen: Las medidas represivas tomadas bajo la dictadura de Onganía no hicieron más que profundizar aquello que se quería evitar: la radicalización política de diferentes sectores sociales. Un hecho particular fue el de fracciones de la pequeña burguesía que se enfrentaron a las reformas educativas y a las intervenciones universitarias. El caso de la regional cordobesa del Movimiento de Liberación Nacional (1960-1969) nos permite dar cuenta de este proceso. Allí las medidas tomadas por el “onganiato” precipitaron el pasaje a la acción directa de un conjunto de estudiantes que se oponían a las resoluciones dictatoriales en el ámbito universitario. Este proceso desencadenó uno mayor, que excedió dicho ámbito y planteó algunos basamentos dentro del MLN para la discusión sobre las tareas necesarias para la transformación social en la Argentina. Este trabajo lo elaboramos a partir de la realización de entrevistas donde reconstruimos la experiencia de un grupo de estudiantes universitarios que militaron en la regional cordobesa del MLN.

Palabras claves: Revolución Argentina; MLN; pequeña burguesía; Córdoba.

* Becaria CONICET e Instituto de Investigaciones Gino Germani,Facultad de Ciencias Sociales-UBA; docente Facultad de Filosofia y Letras- UBA. Correo-e: [email protected] Artículo recibido: 10-10-2012. Aceptado: 20-02-2013Historia, Voces y Memoria 6 (2013) p. 155-184ISSN 1852-5369

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Abstract: The repressive measures taken under the dictatorship of Onganía deepened the political radicalization of different social sectors. A particular fact was the fraction of the petty bourgeoisie who faced educational reforms and interventions in university. The case of Cordoba´s regional of the National Liberation Movement (1960-1969) allows us to research this process. The measures taken by the “Onganiato” precipitated the passage to the direct action of a group of students who were opposed to dictatorial decisions on the university. This process triggered a larger one which exceeded this area and was important in the MLN during discussions about the tasks necessary for social transformation in Argentina. This work was elaborated with interviews to militants who reconstruct the experience of a group of university students who fought in the Cordoba region of MLN.

Keywords: Argentine Revolution; MLN; petty bourgeoisie; Córdoba.

Introducción

En junio de 1966, mediante un golpe de estado, la denomi-nada “Revolución Argentina” destituyó al presidente radical Arturo Illia. La instauración de esta dictadura formó parte de la política de la Doctrina de Seguridad Nacional impulsada desde Estados Unidos con el objetivo de controlar el posible desenlace de procesos revolu-cionarios en América Latina.

Al asumir, la Junta destituyó a los miembros del Poder Eje-cutivo Nacional, así como a los miembros de la Corte Suprema y las autoridades provinciales y municipales1. Junto con la prohibición de los partidos políticos se disolvieron las legislaturas provinciales y nacionales. La denominada “Revolución Argentina” designó a Juan Carlos Onganía para hacerse cargo del gobierno. Éste no presentaba plazos fijos para la finalización de su mandato, sino que se planteaba objetivos a cumplir en tres tiempos de duración indeterminada. El primero de ellos sería el “tiempo económico”, donde se intentaría

1. Rapoport, Mario . Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2003). Buenos Aires, editorial Emecé 2005; pág. 505-546 y O’Donnell, Guillermo. El Estado burocrático autoritario. Buenos Aires, Prometeo, 2009.

eliminar la inflación. Luego continuaría el “tiempo social”, donde se pretendía eliminar el conflicto social a través de la “distribución” de los beneficios obtenidos en el “tiempo económico”. Por último, en el “tiempo político” se daría lugar a la participación social dentro de las instituciones.

Sin embargo, para alcanzar la primera meta, debían clausurar-se los espacios de disputa política. Como parte de este proceso, el gobierno resolvió intervenir el ámbito universitario, apuntando a la eliminación de la autonomía universitaria, siendo el acontecimiento paradigmático de esta política, la denominada “Noche de los bas-tones largos”, cuando la policía reprimió a estudiantes y profesores dentro la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires. Su política represiva abarcó más que el avance sobre las uni-versidades. En este sentido, el Consejo Nacional de Seguridad (CO-NASE) y la Secretaria de Inteligencia del Estado (SIDE) gozaron de mayores atribuciones sobre la población civil a la hora de garantizar la seguridad nacional.

Pero, el aspecto económico también trajo un importante ma-lestar social, ya que el gobierno impulsó medidas de “racionaliza-ción” que afectaron en mayor medida a los sectores obreros. Esto puede verse en el caso de la huelga de los trabajadores portuarios o el cierre de los ingenios azucareros. Asimismo, este golpe represivo afectó de manera determinante a fracciones de la pequeña burguesía argentina que venían atravesando un proceso de radicalización co-menzado varios años atrás. La intervención de uno de los espacios (la universidad) en donde este sector social se reproducía como tal y las políticas represivas en general, junto a medidas económicas que condenaban a la quiebra a la pequeña industria y el comercio, llegaron a agudizar la radicalización política de los sectores señalados. En ge-neral, los sectores más afectados por la represión resultaron los más movilizados.

Un ejemplo puede observarse en el caso que desarrollaremos en este artículo: la regional cordobesa del Movimiento de Libera-ción Nacional (MLN-Malena). Allí, un conjunto de estudiantes se enfrentó a las medidas represivas y a las reformas impulsadas desde el gobierno, participando activamente de la lucha estudiantil desarro-

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lladas en las distintas facultades. En este caso, veremos un conjunto de militantes estudiantes, pertenecientes a fracciones pequeño-bur-guesas que, frente a la coyuntura de crisis política y la agudización de la represión, pasaron a la acción directa. Sin embargo, como veremos hacia el final del artículo, este pasaje no favorecerá al crecimiento de esta organización. Por el contrario la hará entrar en crisis, debido a la imposibilidad de capitalizar esta militancia activada y de proponer una respuesta a las tareas requeridas en la etapa.

En este artículo desarrollaremos la experiencia de la regional Cordobesa desde sus orígenes, centrándonos en el proceso iniciado hacia 1966. Para esto hemos realizado seis entrevistas a militantes de aquella regional y una a un miembro del Secretariado Nacional.

Si bien la experiencia del MLN fue reconstruida de manera completa a partir de fuentes escritas (prensa partidaria, de organi-zaciones afines y comerciales, documentos internos y documentos públicos, correspondencia, etc.) y fuentes orales (entrevistas a ex miembros del MLN: dirección, cuadros intermedios, base y también a simpatizantes y periferia de la organización), el caso aquí presenta-do se reconstruyó en base a entrevistas orales. Esto se debió a que la organización tenía una estructura nacional centralizada.2 De esta estructura dependían tanto su órgano de difusión oficial Liberación, así como los documentos publicados. Es decir, las publicaciones no te-nían un carácter regional, por lo que allí se le otorgaba a los temas de la coyuntura nacional e internacional una prioridad por sobre el resto de los tópicos. Esto no quiere decir que no se publicaran noticias lo-cales, por el contrario, pueden observarse el seguimiento de conflictos donde el MLN tenía participación a través de una agrupación propia. Pero allí no encontramos información sobre la huelga estudiantil de

2. Según los datos recopilados por las entrevistas realizadas a militantes, el MLN habría contado con alrededor de 500 integrantes en todo el país, cuatro Secretariados Regiona-les (Capital Federal, Rosario, Santa Fe y Córdoba) a los cuales se sumaba el Secretariado Nacional, y una Junta Nacional compuesta por todos los Secretarios Generales de cada regional. De esta Junta dependían la secretaria de prensa, Liberación y la edición de folletos y volantes. Cada Regional tenía un secretario general, uno político y uno de organización. Luego venían los grupos o células, compuestas por militantes que activaban en los diferen-tes frentes (la Agrupación Universitaria Liberación, sindicatos, actividades de propaganda y agitación, etc.)

mediados de 1966, que desarrollaremos en este artículo como uno de los puntos centrales que genera la disrupción entre la regional cordo-besa y el SN. Lo mismo sucede con los documentos. Asimismo, tam-poco contamos con volantes, folletos, etc. que los militantes cordobe-ses manifiestan haber repartido durante el conflicto. La única fuente escrita que nos permitió acceder a un mínimo de información sobre posiciones del MLN en el conflicto universitario fue el diario cordo-bés La Voz del Interior, donde encontramos comunicados firmados por la Agrupación Universitaria Liberación (AUL), frente universitario del MLN en las diferentes universidades nacionales.

Por este motivo es que la única forma de acceder al proceso por el cual atravesó esta regional fue por la vía de la entrevista oral. Éstas se realizaron con las precauciones metodológicas que nos per-mitieron discernir balances elaborados posteriormente de los corres-pondientes a la época que buscamos reconstruir. El trabajo con la oralidad implica, a su vez, atender a los sucesos que no son tenidos en cuenta por el entrevistado, siendo tan significativos como los mis-mos relatos. Atendiendo a estas cuestiones, procedimos a contrastar todas las entrevistas entre sí, buscando elaborar un relato coherente y verídico3. De esta manera, a partir de las coincidencias y de algunas contradicciones, pudimos ir reconstruyendo el complejo mapa que nos presenta el hecho de trabajar con la memoria y la subjetividad de las personas para abordar los procesos históricos.

Acerca del MLN4

El MLN fue una organización que se desarrolló durante los años 1960-1969. Como señalamos, tenía una estructura nacional don-

3. Los relatos de los integrantes de la regional cordobesa fueron también contrastados con testimonios de miembros del SN que no pertenecían a dicha regional, pero que intervinie-ron como miembros de la dirección en el conflicto. A su vez, la reconstrucción de los he-chos por parte de estos miembros del SN, que coincide particularmente con lo que relatan los militantes cordobeses, pudo ser corroborado con la prensa y documentos escritos, por lo que todos estos elementos nos permiten dar cuenta de lo fidedigno de los relatos con los cuales aquí trabajamos.4. Hemos desarrollado estos puntos con mayor detalle en Julieta Pacheco. Nacional y Popular. El MALENA y la construcción del programa de liberación nacional (1955-1969). Buenos Aires: Ediciones ryr, 2012.

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de funcionaba un Secretariado Nacional y una serie de regionales, como sus frentes de militancia: universitario, sindical, intelectual, ba-rrial y en colegios secundarios. Asimismo, editaba el periódico Libera-ción donde se desarrollaban temas nacionales e internacionales.

El MLN se fundó en 1960 como producto del proceso de ra-dicalización de un grupo de intelectuales antiperonistas provenientes de la pequeña burguesía. Este grupo se estructuró en torno a la re-vista cultural Contorno (1953-1959) y, algunos de ellos, liderados por Ismael Viñas, formaron parte del gobierno de Arturo Frondizi (1958) para luego renunciar y formar el MLN.

La organización desarrolló un programa de liberación nacional basado en una caracterización de la Argentina como país capitalista dependiente y deformado. El MLN era una organización ampliamen-te conocida a nivel nacional, como demuestran los testimonios y los debates desarrollados en Liberación. Esto se debía a las actividades de las cuales participaba en la universidad, la difusión de sus materiales escritos y a que Ismael Viñas y Ramón Alcalde, entre otros militantes, gozaban de un prestigio intelectual y político que los ubicaba como referentes. Esta situación fue la que permitió la difusión del programa de liberación nacional entre sectores de la pequeña burguesía que se arrimaron al peronismo de izquierda durante los ‘60.

Además, el MLN, una organización no armada, participó acti-vamente de las discusiones sobre cuál era la estrategia adecuada para la toma del poder en la Argentina. En este sentido, desde 1960 hasta 1969, batalló contra todos aquellos que defendían una estrategia ar-mada, campesina y rural como la vía revolucionaria para la Argentina. Muy tardíamente y a pesar de sus argumentos, terminó preso de sus propias contradicciones y defendiendo prácticas de propaganda arma-da, que se tornaron masivas a partir del ‘70. Pero, antes de llegar a esta situación, el MLN consideraba que la tarea inmediata en la Argentina era la formación de cuadros políticos profesionales capaces de inser-tarse con éxito en los grandes frentes de masas: sindicatos, barrios, universidades, etc. De allí la importancia otorgada por esta organiza-ción a la propaganda teórica y a las actividades de carácter intelectual: edición del periódico quincenal Liberación, de informes políticos y eco-nómicos, dictado de charlas, seminarios, participación en debates, etc.

La organización se disolvió luego de atravesar el Cordobazo, que dio lugar a una serie de discusiones donde sus máximos dirigen-tes sostuvieron la posición de que en la Argentina no había tareas nacionales pendientes, por lo que una organización llamada Movi-miento de Liberación Nacional no tenía razón de existir.

La formación de la regional cordobesa

En los primeros años de 1960 el MLN tenía una regional en Concepción del Uruguay que funcionaba como apéndice de la regio-nal de Rosario. Allí militaban “Chacho” Camilión, Horacio Poggio y un tercer militante. Al poco tiempo este grupo fue disuelto y sus mi-litantes pasaron a la regional de Córdoba. Esta regional, al igual que la de Rosario, se formó a partir de la iniciativa del SN, quien decidió trasladar a aquella ciudad a “Chacho” Camilión y a Horacio Poggio. Cristina Cárdenas, una militante de la regional cordobesa, cuenta que ésta se formó primero desde “arriba”, aunque luego tuvo un anclaje local: “después se empiezan a incorporar. Ellos empiezan la tarea de contactar a la primera gente que forma el MLN acá en Córdoba”5. Pedro Mondonio, quien formó junto a “Chacho” la regional desde los orígenes, cuenta que Camilión “traía todos los contactos que le habían suministrado [Ismael] Viñas, [Susana] Fiorito, [Ramón] Alcal-de […] de modo que teníamos una lista de contactos de gente que había estado, sí, dentro del radicalismo, del frondizismo”6. A su vez, sostiene que la tarea principal era la “búsqueda de militantes, gente joven, gente nueva, gente que de algún modo estaba dispuesta a bus-car un enfoque nacional dentro de la izquierda”7. También, explica que allí esperaron la llegada de Horacio Poggio y de su mujer, que era la hermana de “Chacho”, para comenzar a “trabajar políticamente y con la prensa del partido”8. En ese momento, sostiene Mondonio, eran sólo ellos, pero al poco tiempo fueron creciendo en número has-

5. Cárdenas, Cristina. Entrevista realizada el 30 de septiembre de 2010 en la Ciudad de Córdoba. Entrevistador: Julieta Pacheco. Archivo Oral del CEICS. 6 . Mondonio Pedro. Entrevista realizada el 30 de septiembre de 2010 en la Ciudad de Córdoba. Entrevistador: Julieta Pacheco. Archivo Oral del CEICS. 7. Ídem. 8. Íbidem.

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ta comenzar a realizar actividades políticas en los diferentes frentes y a trabajar con Liberación9. Señala que el crecimiento de la regional co-menzó primero por el desarrollo de una estructura interna, “porque cada grupo que se iba formando, los distintos grupos operaban como grupos de discusión y de acción política en cada lugar de trabajo o de estudio […] había necesidad de vincular a toda esa organización celu-lar, a la distribución del periódico, a la búsqueda de los recursos para trabajar políticamente […] así que yo [Pedro Mondonio] trabajaba como una suerte de encargado de organización”10.

En Córdoba, al igual que en el resto de las regionales, tam-bién se funcionaba a través de células, en universidad, en barrios, en sindicatos y en el Instituto de Estudios de Economía Argentina (IDEA)11. En términos organizativos, en el Secretariado de Córdo-ba ubicamos a un arquitecto como Secretario General, a “Chacho” Camilión como Secretario Político y a Horacio Poggio, trabajador en IKA-Renault y estudiante, como Secretario de Organización, luego reemplazado por otra militante. Pedro Mondonio ocupó car-gos en la dirección de la regional, al igual que el “Negro” Reyna, estudiante de Derecho y trabajador en el sindicato de prensa. Reyna formó y dirigió el frente universitario en esta regional y asistió a reuniones de Junta Nacional12. En esta regional también militaban doce estudiantes de Derecho, entre los que se encontraban Dardo Castro, Ángel Stival, Juan Iturburu, la maestra rural Cristina Cárde-nas, Juan Enrique Villa, Tomás Fresneda y catorce estudiantes de medicina, entre los que se encontraba Carlos “Catuco” Ahrensburg. A ellos hay que sumar tres estudiantes universitarios, una estudiante de filosofía, una estudiante de arquitectura, un profesor universitario

9. Íbidem. 10 . Íbidem. 11 . Este instituto había sido creado para desarrollar las actividades en el frente intelectual y cultural del MLN. IDEA fue organizado en 1963 y habría brindado cursos, conferencias y paneles con el objetivo de debatir sobre los problemas nacionales. En estas actividades, realizadas en Capital Federal, participaron, entre otros, Ismael Viñas, Pico Vazeilles, Celia Guevara, Eduardo Jozami, Rogelio García Lupo, Susana Fiorito, David Viñas, León Rozit-chner y Jorge B. Rivera. Ver: Pacheco, Julieta, op. cit. 12 . Osvaldo Pedroso. Entrevista realizada 30 de octubre de 2010 en la Ciudad de Buenos Aires. Entrevistador: Julieta Pacheco. Archivo Oral del CEICS.

de Historia, una arquitecta, “Bubi” Sánchez, trabajador de IKA-Re-nault, “El ojudo”, trabajador del SMATA y diecisiete militantes más.

En Córdoba, según una entrevista, llegaron a militar alrede-dor de “cien, doscientos... con periferia, movilizados más o menos doscientos”13. Dardo Castro explica que en Córdoba “había células y había círculos de estudio, […] Se estudiaba el marxismo, se es-tudiaba mucho. Se empezaba por el ¿Qué hacer? Había círculos de formación”14. También, Juan Iturburu señala que con el “Negro” Reyna “estudié por primera vez las Tesis sobre Feuerbach y los Manuscri-tos Económicos y filosóficos”15.

Ángel Stival nos cuenta que en esta regional la relación con el SN era directa, “pero después […] nosotros empezamos a funcionar cada vez con menos contacto directo.” Antes “ellos venían [y] tenía-mos reuniones.”16 Pedro Mondonio cuenta que con el SN “había una reunión cada dos meses, tres meses y había visitas de los dirigentes nacionales. Los principales para nosotros eran Ismael Viñas y Susana Fiorito.”17 Por su parte, el “Negro” Reyna señala que

“me acuerdo de haber participado en un congreso nacional, por el año ‘64 o en el ‘65 […] que se hizo en Buenos Aires […] yo sé que de acá iban los compañeros a reuniones y ellos, por lo general, venían bastante. Ismael y Susana Fiorito venían, y a veces [Pico] Vazeilles, venían con bastante asiduidad a Córdoba. Sobre todo, más o menos para el lado del ‘66, cuando Córdoba adquiere protagonismo desde [el asesinato de Santiago] Pampillón, de la huelga estudiantil, de todo eso, más o menos venían con cierta frecuencia”18.

13. Dardo Castro. Entrevista realizada el 17 de septiembre de 2010 en la Ciudad de Buenos Aires. Entrevistador: Julieta Pacheco. Archivo Oral del CEICS.14. Ídem. Esto es señalado por todos los entrevistados.15. Juan Iturburu. Entrevista realizada el 14 de octubre de 2010 en Paraná Entre Ríos. Entrevistador: Julieta Pacheco. Archivo Oral del CEICS. 16. Ángel Stival. Entrevista realizada el 29 de septiembre de 2010 en la Ciudad de Córdoba. Entrevistador: Julieta Pacheco. Archivo Oral del CEICS.17. Pedro Mondonio. 18. “Negro” Reyna. Entrevista realizada el 29 de septiembre de 2010 en la Ciudad de Cór-doba. Entrevistador: Julieta Pacheco. Archivo Oral del CEICS. Santiago Pampillón fue un estudiante de origen obrero asesinado por las fuerzas policiales durante una manifestación en Córdoba, en septiembre de 1966.

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Respecto del funcionamiento interno de la regional, Pedro Mondonio también señala que las reuniones de células eran “una vez por semana y después, para hacer acciones, todos los días”19. Ade-más, Ángel Stival afirma que se hacían las reuniones del secretariado regional, con quienes los militantes cordobeses tenían un “contacto fluido” y ahí sostiene que participaban “de las reuniones y transmitía-mos lo que había planteado”. Asimismo, Stival relata que el SN “nos decía esto está bien, esto está mal, porque, como corresponde había cinco o seis tipos que pensaban diferentes cosas”20.

En síntesis, a partir de la información brindada por los entre-vistados podemos observar que la regional cordobesa se formó en base a un objetivo planteado desde el SN. Esto puede verse en el señalamiento del proceso iniciado como “desde arriba” y en las tareas que se desarrollaban durante el proceso de formación de la regional. Como vimos, éstas tenían que ver con la construcción interna de la regional y con la formación política de los militantes. Es decir, eran tareas de consolidación interna y no de difusión del programa de la organización, lo cual nos evidencia el estado embrionario del desa-rrollo de la regional en sus comienzos. Asimismo, en base a lo rela-tado observamos un rápido crecimiento de la regional basado, ahora sí, en el trabajo de los primeros militantes. Esto le permitió al MLN implantarse con éxito en Córdoba, y, si bien se mantenía la estructura de dirección centralizada, ésta comenzaba a ocuparse y desarrollarse sobre las problemáticas específicas locales.

El MLN y la militancia universitaria

En esta ciudad la mayor presencia del MLN se dio a través de su la Agrupación Universitaria Liberación (AUL) que se creó en las facul-tades de Medicina y Derecho, donde llegaron a ser 30 ó 40 militantes21. Hasta el momento en que se produjo el golpe de Onganía, Ángel Stival y Dardo Castro relatan que la actividad de la AUL cordobesa consistía

19. Pedro Mondonio.20. Ángel Stival.21. Ídem. Como señalamos, las AUL eran agrupaciones universitarias que el MLN creaba para intervenir en dichos espacios.

en actividades “rutinarias: reuniones, juntar gente, ver si podíamos ha-cer algún quilombito en la facultad […] hacíamos muchas charlas”22.

Además, señala Ángel Stival que “el tiempo se nos iba en reu-niones, discusiones, conversaciones sobre temas de actualidad.” En ese momento los debates, según el entrevistado, eran sobre la “guerra de Vietnam, estaba la Revolución Cubana […]. Discutíamos, nos dife-renciábamos de la izquierda tradicional, del PC. Nosotros éramos una izquierda nacional, una nueva izquierda que interpretaba el fenómeno del peronismo de otra manera”23. Asimismo, sostiene que las activida-des “no tenía mucha repercusión”, tampoco “estábamos afiliados a la [Federación Universitaria de Córdoba] FUC” porque “nos parecía una entidad reformista por estructura a la que cuestionamos”24. Además, afirma que

“nosotros estábamos en contra del centro de estudiantes. Nosotros teníamos como línea no estar ahí, no participábamos de las eleccio-nes del centro ni de la FUC. Porque estábamos en contra de la es-tructura de la FUC. Para nosotros esta estructura correspondía a una universidad que necesitó ser liberal, las tres consignas de autonomía, gobierno tripartito, etc. Pero que no era suficiente para ésta etapa que requería tener en cuenta la sociedad total, no sólo la participación estudiantil en el gobierno de la facultad”25.

El MLN continuó creciendo en Córdoba centralmente a partir de la AUL. A tal punto que llegaron a tener dos células en Medicina, dos células en Filosofía, una en Derecho, una en Historia, una en In-geniería, una en Arquitectura, una en el Instituto de Matemática, As-tronomía y Física (IMAF) y una en Ciencias Químicas26. El “Negro” Reyna señala que los grupos “eran de cinco o seis […] esos mismos equipos funcionaban como grupo de estudio y también de planifica-ción de tareas, de evaluación, de todo ese tipo de cosas”27.

22. Stival y “Catuco”. Entrevista realizada el 30 de septiembre de 2010 en la Ciudad de Córdoba. Entrevistador: Julieta Pacheco. Archivo Oral del CEICS.23. Ángel Stival.24. Ángel Stival. “Catuco” y Reyna ratifican esta afirmación. 25. Ángel Stival. 26. “Catuco”. 27. “Negro” Reyna.

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Hasta aquí, en base a la información brindada por los ex mili-tantes, observamos que la actividad en el frente universitario tenía un carácter rutinario donde se apuntaba a organizar eventos con la inten-ción de “juntar” estudiantes, donde los temas de discusión parecían estar más vinculados a los problemas nacionales que a los problemas de la universidad. Es decir, pareciera que la política desarrollada para este espacio no apuntaba más allá del objetivo de ganar militantes para la organización. Sin embargo, como veremos en el próximo acá-pite, esta situación cambiará a partir de la intervención universitaria bajo el gobierno de Onganía.

La radicalización

En 1966, como ya señalamos, Onganía intervino las Univer-sidades Nacionales y la cordobesa no fue ajena a este proceso. Este hecho provocó un importante rechazo de todo el movimiento estu-diantil cordobés por lo que, como señala “Catuco”, “se da la prórro-ga de un mes para abrir la universidad, porque tenían miedo de que pasara lo que pasó en Buenos Aires.” Este entrevistado sostiene que

“hasta ese tiempo era muy importante la universidad de Córdoba porque no tenía examen de ingreso, entonces recibía una cantidad de gente que era muy cosmopolita. Venía gente de Jujuy, Salta, Tucu-mán, Rosario, Mar del Plata, sobre todo en Medicina porque en otras provincias tenían examen de ingreso y era muy difícil estudiar”28.

Además, “Catuco” explica la importancia del barrio Clínicas ya que manifiesta que allí “había más o menos seis mil estudiantes” viviendo ahí: “la universidad en ese momento tendría 56 ó 60 mil estudiantes y 6 mil viviendo ahí concentrados en un barrio chico es importante”29. Una vez estallado el conflicto en la universidad, se formó la Coordinadora Estudiantil en Lucha, compuesta por el In-tegralismo, la FUC izquierda y Franja Morada Liberal (ambas repre-sentantes de la corriente reformista), la AUL, las direcciones de los estudiantes del IMAF, de la Escuela de Artes y la Regional Cordobesa de la Universidad Tecnológica Nacional y la “Interbarrios”, nuclea-

28.“Catuco” 29. Ídem.

miento constituido después del golpe y conformado por estudiantes universitarios reunidos en torno a barrios, manzanas, etc.30

Las agrupaciones se nuclearon bajo la coincidencia de ocho puntos: la derogación de la Ley 16.912; la participación efectiva de los estudiantes en los organismos de gobierno de la universidad por intermedio de representantes libremente elegidos; la recuperación de la autonomía universitaria como el medio para luchar por una uni-versidad identificada con las aspiraciones del pueblo y los intereses nacionales; libertad de expresión y acción de todas las agrupaciones estudiantiles; absoluta libertad de cátedra; nombramientos efectua-dos por concurso; lucha contra medidas limitacionistas; renuncia del ministro del Interior e interino de Educación y renuncia del rector, deca-nos y delegados que integraban la Universidad Nacional de Córdoba31.

Como primera medida en repudio a la intervención, la Coordi-nadora decretó una huelga, que fue fuertemente reprimida. Días más tarde, la policía hirió al estudiante Luis Alberto Cerdá del Movimiento de Unidad Reformista (MUR), agrupación que dependía del Partido Comunista. Como medida de repudio, el estudiantado tomó el Barrio Clínicas, en cuyo hospital estaba internado el estudiante baleado. A modo de respuesta las fuerzas policiales reprimieron fuertemente a estudiantes, médicos y enfermeras32. Mientras el cuerpo médico y el estudiantado en general repudiaron este hecho a partir de un comu-nicado y una manifestación, los militantes integralistas comenzaron con una huelga de hambre en la Parroquia Cristo Obrero33. Por su 30. Roberto A. Ferrero. Historia Crítica del Movimiento Estudiantil en Córdoba. Buenos Aires, Editorial Alción, 2005, Tomo III; pág. 167.31. La Voz del Interior, 25/8/66, pág. 11. 32. Ferrero, op. cit. “Catuco” también relata este episodio. En un comunicado de la Coor-dinadora firmado por las agrupaciones que la componían, se manifestaba que, a pesar de la represión policial se continuaría con el paro y repudiaban tanto la represión mencionada como la prohibición por parte del gobierno de realizar la asamblea estudiantil. Ver: La Voz del Interior, 23/8/66, p. 11. 33. Ferrero, op. cit., pág. 167-168. Con la huelga de hambre, los estudiantes nucleados bajo el Movimiento Integralista manifestaban su repudio a la intervención universitaria. Con esta medida de lucha se buscaba la renuncia del Ministro de Interino de Educación Dr. Enrique Martínez Paz, del Rector Dr. Ernesto R. Gavier y los decanos de varias facultades. Se defendía, también, la participación efectiva de los estudiantes en los organismos uni-versitarios y exigían que los cargos de Rector y Decanos se cubrieran con profesores “con auntenticidad moral y autoridad universitaria y científica”. Ver: La Voz del Interior 19/08/66,

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parte, la Coordinadora realizó una asamblea estudiantil en la Facultad de Ingeniería donde decretó una huelga por 48 horas.

“Catuco” señala que la Coordinadora le permitió al MLN ac-tuar en igualdad de condiciones con el Partido Comunista y el pe-ronismo. Como destaca otro entrevistado, una vez que el “Negro” Reyna, un militante muy respetado, formó parte de la Coordinadora “ocupamos un lugar mucho más importante, crecimos mucho más, cada célula logró reunir contactos por todos lados”34. Además, los en-trevistados señalan que “se hizo un muy buen trabajo y por supuesto los integralistas [primero demócratas cristianos y luego peronistas] llevaron la huelga a todo o nada y no pudimos levantar el paro”35. Respecto de este punto, tanto Stival como “Catuco” señalan que el debate sobre el mantenimiento o no de la huelga por tiempo inde-terminado se llevó a cabo en una de las asambleas más importantes, donde habló “Chacho” Camilión en nombre de la AUL, sosteniendo el levantamiento de la misma debido a que

“una huelga general por tiempo indeterminado, no es un arma de lu-cha. Nosotros pensábamos que no había que cambiar al ministro de educación […] si no cambiar la universidad. Aparte los estudiantes tenían que estudiar. Los chicos que estaban acá, la carne que nosotros teníamos, eran chicos fundamentalmente que venía de afuera enton-ces, si había huelga se iban [y] la mayoría de los chicos se fueron, que venían de Catamarca, Salta, Jujuy, de la Rioja, de San Luis, del Chaco, muchos de Santiago del Estero. Nosotros queríamos mantener a la gente acá, para seguir trabajando. En cambio los integralistas querían seguir con la huelga. Ganaron ellos”36.Sin embargo, Cristina Cárdenas comenta que el MLN “sostenía

que había que seguir con la huelga y no presentarse a los exámenes y perdió”37. Concretamente los entrevistados están relatando lo sucedi-do en la segunda asamblea estudiantil realizada por la Coordinadora

pág. 11. Con el transcurso de los días la huelga de hambre se debilitó hasta levantarse sin conseguir los reclamos.34. “Catuco”.35. Ídem y Juan Iturburu.36. Ángel Stival y “Catuco”. Juan Iturburu también sostiene esta posición.37 .Cristina Cárdenas.

el 26 de agosto de 1966 en el Pabellón Argentina de la Ciudad Uni-versitaria38. Allí, según el trabajo de Ferrero, el Integralismo junto a la AUL habrían propuesto el mantenimiento de la huelga por tiempo indeterminado en contra de su levantamiento, moción sostenida por la FUC junto a Franja Morada. Finalmente, la asamblea resolvió man-tener la huelga luego de la intervención de un reconocido militante integralista, Luis Rubio. Por su parte, el eje reformista (FUC y Franja Morada) habría resuelto acatar esta moción39.

La contradicción que encontramos en los testimonios puede salvarse recurriendo a una de las pocas fuentes escritas disponibles sobre el tema: los comunicados de la AUL cordobesa en el diario la Voz del Interior. Las declaraciones allí vertidas nos permiten confirmar que el MLN estaba a favor de continuar con la huelga estudiantil40. Es posible que la confusión de los entrevistados respecto de la posición del MLN tenga que ver con que, si bien en ese momento la huelga continuó, a fines de 1966 la huelga efectivamente se levantó. Además, es una posibilidad que haya habido posiciones divergentes al interior del frente universitario del MLN, que confundan balances posterio-res. Esas divergencias pueden deberse a ciertas particularidades de la Facultad de Medicina, que concentraba al grueso de los estudiantes de otras provincias. En esa facultad, donde cursaba “Catuco”, hacia fines del proceso durante el mes de noviembre, el Integralismo (que a nivel provincial defendía la continuidad) se pronunció a favor de levantar la huelga41.

Luego de la asamblea del 26 de agosto la huelga continuó, así como las actividades relámpagos y manifestaciones. El 7 de septiem-bre la Coordinadora solicitó un permiso, que fue denegado por la

38. La Voz del Interior, 26/8/66, p. 11 y 27/8/66 p. 11. 39. Ferrero, op. cit., pág.. 169. Además de ratificar la huelga se resolvió armar una comi-sión para que se entrevistara con Gavier y los decanos de las siete facultades para pedir su renuncia y se acordó entrevistar al Gral. Onganía para solicitarle la derogación de la ley que modificaba el cogobierno universitario y para que sean respetadas las autoridades universi-tarias. Ver: La Voz del Interior, 27/8/66 p. 11 y 1/9/66, pág. 11. Días más tarde, el ministro de Interior e Interino de Educación y Justicia disolvió a varias agrupaciones universitarias cordobesas, entre las que se encontraba AUL, por realizar actividades políticas. Ver: La Voz del Interior, 30/8/66, p. 7. Efectivamente una delegación de estudiantes viajó a entrevistarse con Onganía pero no tuvo éxito. Ver: La Voz del Interior 1/9/66, pág. 11 y 4/9/66, pág. 15.40. Ídem. y 29/11/66, pág. 11.41. Ídem.

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policía, para realizar una asamblea. Sin embargo, declaró que sería realizada de todas formas en Plaza Colón42. La policía desplegó un operativo fuertemente represivo que tuvo como consecuencia el ase-sinato del militante estudiantil Santiago Pampillón. El movimiento estudiantil respondió tomando la zona del Clínicas y llamando a la realización de actos relámpagos.

Ángel Stival continúa el relato sobre la huelga universitaria explicando que ésta ya “languidecía cuando lo mataron a Santiago Pampillón”43. Ahí, sostiene, “estalló una furia que llevó a que directa-mente no hubiera más clases en todo el año. Cerró la facultad, cerra-ron el comedor universitario”44. Como consecuencia de estos hechos, como señala Stival, al día siguiente se clausuró el comedor estudiantil y la universidad45. A raíz de esta situación, la Coordinadora instaló un comedor46 y realizó un llamado a profesores y ayudantes para que dictaran las clases allí47. Sobre el comedor, Stival afirma que “le pe-díamos a la gente que nos diera de comer y la gente nos llevaba a su casa, nos daba comida en los piquetes que hacíamos. Hacíamos ba-rricadas, cortábamos la calle, todo estaba permitido, la ‘cana’ no sabía qué hacer, nos reprimía cuando podía”48. En este contexto, señala que la AUL participaba

“tratando de tener delegados en todas las facultades, se trabajaba mu-cho en los lugares de concentración estudiantil, que seguían siendo comedores. Se había cerrado el comedor más importante que era el comedor de la universidad, pero en la calle Sol de Mayo tenía comedor el integralismo en la iglesia Cristo Obrero, donde habían hecho una huelga de hambre”49.

42 . La Voz del Interior 8/9/66, pág. 15 y pág. 20. 43 . Ángel Stival. Con motivo de este hecho la AUL cordobesa emitió un comunicado repudiando el hecho. Ver: La Voz del Interior 9/9/66, pág. 11, 10/9/66, pág. 15 y 13/9/66, pág. 11.44. Ángel Stival45 . La Voz del Interior 9/9/66, pág. 11.46. La Voz del Interior, 11/9/66, pág. 13, 12/9/66, pág.11, 13/9/66, pág. 11 y 14/9/66, pág. 11.47. La Voz del Interior, 16/9/66, pág. 11 y 19/9/66, pág. 11. 48. Ángel Stival. La Voz del Interior, 19/9/66, pág. 11 Luego, el 21 de septiembre la Coordi-nadora realizó una jornada de duelo y protesta estudiantil. La Voz del Interior, 19/9/66, pág. 1, 20/9/66, pág. 13, 21/9/66, pág. 11, 22/9/66, pág. 17 y 24/9/66, pág. 11.49. “Negro” Reyna.

Finalmente, durante el mes octubre y los primeros días de noviembre la Coordinadora ratificó la continuidad de la huelga,50 pero, según Ferrero, la corriente reformista habría ratificado su posición de levantar la huelga,51 como fue el caso de la Facul-tad de Odontología52 y de Ciencias Químicas53. Por su parte, la FUC, con excepción del Centro de Ciencias Económicas, tam-bién decidió suspender la huelga y continuar con otros métodos de lucha54. La misma posición fijó el MUR del Centro de Estu-diantes de Medicina y el Partido Reformista de Derecho, Fran-ja Morada55. Mostrando contradicciones hacia su anterior, en un nuevo comunicado de esta última agrupación sostenía que debía mantenerse la huelga allí y también en Medicina56. Como vimos anteriormente, la posición de la AUL fue la de mantener la huel-ga. Finalmente, el integralismo de Medicina decidió levantar la huelga, contrariamente a lo decidido por la Federación de Agru-paciones Universitarias Integralistas de Córdoba57. Por lo tanto, durante los últimos meses la huelga habría sido sostenida por el integralismo junto a otras fuerzas, pero, a fines de noviembre la FUC y Franja Morada se habrían retirado de la Coordinadora, rompiendo la unidad estudiantil58.

A partir de la intervención de la AUL en el conflicto universi-tario todos los entrevistados de Córdoba señalan que “hubo un creci-miento muy grande de la agrupación y de uno mismo como militante, porque se enfrentaba a una política de masas y había que proponer una política de masas”59. A partir de la huelga universitaria, Ángel Stival afirma que

50. La Voz del Interior, 6/10/66, pág. 13 y 30/10/66, pág. 13 y 11/11/66 , pág. 10.51. Ferrero, op. cit., pág. 173. Por su parte, los militantes integralistas iniciaron una marcha hacia Buenos Aires Ver: La Voz del Interior 1/11/66, p. 11. 52. La Voz del Interior, 14/11/66, pág. 11. 53. La Voz del Interior, 17/11/66, pág. 13. 54. La Voz del Interior, 19/11/66, pág. 11. 55. La Voz del Interior, 21/11/66, pág. 15. 56 . La Voz del Interior, 23/11/66, pág. 3. 57. La Voz del Interior, 24/11/66, pág. 17. Puede verse el comunicado de la agrupación integralista de medicina el 26/11/66, pág. 13.58. Ferrero, op. cit., pág. 173-17459. Ángel Stival.

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“pasamos de esta actividad de formación, de discusión interna a rea-lizar actividades como actos en el comedor universitario o en el cen-tro que terminaban siempre en la represión […] a partir del ‘66 cam-bia completamente la dinámica. Vos sentías que estabas cambiando la historia, que estabas haciendo algo. Una huelga que fue el primer deterioro serio que tuvo el gobierno de Onganía. Eso de matar un estudiante acá fue algo terrible para toda la ciudad. Éramos título de primera plana todos los días en el diario y salimos en los canales y en la radio. Cuando cerraron el comedor universitario hicimos una especie de llamamiento a la población y la población respondió. No-sotros disparábamos de la ‘cana’ y la gente nos abría las puertas de la casa. Era una pueblada. Nos sentíamos hijos de esta ciudad. Que estábamos haciendo justicia”60.

De todas formas, “Catuco” sostiene que a raíz de que la huelga se perdió y se perdió el año académico, “en el ‘67 no pudimos hacer nada. Lo aprovechamos para formarnos políticamente”61. Por su par-te, Stival señala que este crecimiento “no se capitalizó internamente en el MLN o en el AUL [lo que] generó una crisis de crecimiento”62.

Por su parte Catuco relata cómo habría beneficiado este proce-so a la formación de militantes, ya que los mismos habrían adquirido experiencia de lucha:

“teníamos una organización bastante aceitada […] teníamos una muy buena organización, además de que todo el movimiento estudiantil había tenido la experiencia de la lucha en el barrio Clínicas, no es que paró la huelga, nosotros peleábamos todo el día en la calle. Todo ese año eran combates callejeros contra la policía, después reprimieron, vino la gendarmería, vino la policía federal y no pudieron planchar-nos, hasta el verano que ya se apagó solo. Eso es muy importante porque va a permitir a todas las organizaciones tener desarrollo en guerrilla urbana, en pelear sublevaciones, puertas de fábricas, noso-tros veníamos trabajando bastante bien en eso. Aprendíamos que vos tenés que ir contra el tránsito, cosas elementales, nunca meterte en una casa, en una galería. Eso lo fue aprendiendo todo el estudianta-do. Era muy difícil para la policía a medida que iban pasando los me-

60. Ídem.61. “Catuco”.62 .Ángel Stival.

ses y la gente cada vez sabía más de esto, además que cada vez que se tomó el barrio Clínicas, cada 15 días se habrá tomado el barrio, por lo menos, la policía no podía entrar porque se hacían barricadas, se resistía con molotov, y ahí nosotros íbamos creciendo cada vez más, el MLN iba creciendo, la organización nuestra nos permitía crecer cada vez más”63.Podemos observar que, desde perspectivas diferentes, ambos

entrevistados están haciendo referencia al mismo proceso. En mo-mentos de alza de lucha de clases muchas organizaciones pueden atravesar lo que se conoce como “crisis de crecimiento”, ya señalado por Stival para el caso del MLN. Básicamente se trata de un proceso por el cual, a partir del la activación política, ingresan en el mismo momento muchos militantes a la organización y ésta no se encuen-tra en condiciones de retenerlos a todos. Esta sería la perspectiva manifestada por Stival. Asimismo, como la crisis de crecimiento se produce en momentos de gran agitación política, los militantes ad-quieren una experiencia en la práctica que antes no tenían. Esta sería la perspectiva presentada por Catuco. Además, la organización puede llegar a crecer de manera cualitativa y cuantitativa, sin necesidad de que los miembros de la dirección y la organización en su conjunto estén preparados para canalizar y contener este proceso.

El proceso de lucha estudiantil continuó con la reapertura de las Universidades. “Catuco” señala que con la imposición de los exá-menes de ingreso en todas las facultades cordobesas, se dictaba un “cursillo de ingreso […] en Luz y Fuerza y en la CGT, ahí iban algu-nos profesores que estaban en contra del golpe de Onganía”64. Para combatir esta restricción al ingreso libre, se confeccionó un operativo por parte de los estudiantes universitarios organizados. Según este entrevistado, el plan consistió en que los que estaban afuera de las aulas

“...teníamos que hacer lío, cuando hacíamos lío entraban dos y que-maban lo exámenes de ingreso. Se quemó en el [Alejandro] Carbo, en el Manuel Belgrano, en distintos sitios quemamos los exámenes

63. “Catuco”. 64. Ídem.

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y logramos quemar el 80% de los exámenes gracias a esa táctica que era hacer lío en un lado, hacer que la policía nos corra, entraban dos tipos con la molotov y ‘pum’ arriba de los exámenes y se prendían fuego. Así fue que entró toda la gente. Fue un triunfo para nosotros bárbaro. Los chicos […] del secundario que entraban a universidad […] se metieron todos en agrupaciones estudiantiles”65.

Con la acción llevada a cabo en contra de la implementación del examen de ingreso, “Catuco” sostiene que

“se entró masivamente, se politizó toda la universidad muchísimo. Yo me acuerdo que había frases del poder negro pintadas en el co-medor universitario, pintaba todo el mundo, consignas en la facultad en todos lados y se discutió en filosofía, se discutía muy abiertamen-te, si Trotsky sí, si Trotsky no, se discutía Lenin, Luxemburgo”66.

Como consecuencia de esta lucha, “Catuco” afirma que al MLN “entra toda la gente de los Colegios Mayores: Juancito Itur-buru, Carlitos Fessia. De los colegios mayores entran todos, crecimos muchísimo en organización, en lucha, en poder”67.

A partir del análisis de este proceso, reconstruido en base a la información brindada por sus protagonistas, observamos que la militancia del MLN previa al proceso de radicalización rindió sus fru-tos, hecho que se observa en la intensa actividad que tuvieron los miembros de la AUL cordobesa y la participación en espacios de conducción del proceso. Vimos también que a lo largo del recorrido de la militancia universitaria del MLN en Córdoba, la AUL pasó de la formación interna a la participación activa en la lucha, atravesan-do una etapa intermedia de organización de charlas y actividades sin demasiada repercusión. En este punto, observamos un crecimiento positivo de la organización y de su participación. Sin embargo, como analizaremos a continuación, este proceso no fue suficiente para fre-nar el avanzado estado de crisis en el cual se encontraba la organiza-

65. Ídem.66. Ídem. 67. Ídem. Los Colegios Mayores se desarrollaron en las provincias de Córdoba y Santa Fe y consistían en residencias estudiantiles que dependían del arzobispado. Allí se alojaban estudiantes, en su mayoría provenientes del interior de las provincias, mientras recibían formación religiosa y social.

ción a nivel nacional. En este sentido, encontramos en el caso de la regional de Córdoba una dinámica diferente a lo sucedido en Capital Federal y a nivel del SN. Allí sus dirigentes iniciaron una crisis que los llevaría a cuestionar el programa de liberación nacional. Nos ocupa-remos a continuación de este proceso, en donde el cuestionamiento de la regional de Córdoba al programa del MLN deriva en su escisión y en la conformación de la organización El Obrero68.

La regional cordobesa en crisis

En este acápite nos interesa observar cómo se dio el desarrollo de la crisis ideológica en esta regional. Como veremos, en este pro-ceso los diferentes cuestionamientos hacia el SN se pueden agrupar en dos críticas: al programa de liberación nacional y a la posición es-tratégica. Estas críticas no se dieron de manera explícita, sino que se manifestaron en cuestionamientos parciales. En el caso de la posición estratégica del MLN, su cuestionamiento por parte de los militantes adoptó la forma de críticas a la estructura organizativa.

El conflicto comenzó cuando un grupo de militantes manifes-tó su disconformidad con la manera en que el MLN había interveni-do en el proceso abierto con la huelga general estudiantil cordobesa.

En primer lugar, observamos que en el malestar que plantean los miembros de esta regional se encontraba una crítica al progra-ma de liberación nacional. Los militantes disidentes objetaron, en forma velada, un supuesto “seguidismo” del MLN a la CGT de los Argentinos69. Posteriormente, luego del Cordobazo y con los plan-

68. Esta organización tuvo un importante desarrollo en los sindicatos que participaron de la formación del clasismo cordobés. En 1974 pasaron a formar parte de la dirección de la Organización Comunista Poder Obrero (OCPO), donde se definieron por la implementa-ción de la estrategia armada a partir de la formación las Brigadas Rojas. Además de los mi-litantes de El Obrero, OCPO se nutrió de otras organizaciones: Movimiento de Izquierda Revolucionaria, Acción Comunista, Poder Obrero de Santa Fe, FAL de Rosario y Santa Fe, Lucha Socialista de La Plata y Filosofía/70 de Buenos Aires. OCPO fue una de las organi-zaciones más importantes en la formación de las Coordinadoras Interfabriles de junio-julio del ’75, en la zona norte de la Provincia de Buenos Aires. Ver: Löbbe, Héctor. La guerrilla fabril. Buenos Aires: Ediciones ryr, 2006.69. Juan Iturburu. El MLN apoyó desde un principio la formación de la CGT-A, política y materialmente. En términos políticos, coincidían en la necesidad de alianzas con fracciones

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teos de disolución por parte del SN, varios integrantes de la regional llegaron a la conclusión de que “esos planteos nacionalistas no daban respuestas a los problemas del país, a estas fuerzas nuevas que esta-ban surgiendo” porque, sostenían, el MLN “surge como respuesta a las posiciones clásicas del PC”70.

Se señalaba, entonces, el agotamiento de la experiencia del MLN como organización política y la necesidad de canalizar a las nuevas fuerzas, que quedaban por fuera de la estructura del MLN. En este punto es importante apuntar que, si bien algunos reconocían la posición del MLN frente al problema de la liberación nacional como un límite, otros señalaron que esta cuestión no había sido un verda-dero problema para esta regional, ya que consideraba que el MLN era marxista y la cuestión de la liberación nacional era un tema secun-dario en la organización71. Asimismo, “Catuco” cuenta que “eso fue siempre una contradicción. Lo del nacionalismo era una úlcera que sangraba de a tanto. No le cerraba a nadie.” Sin embargo, estos mili-tantes seguían en el MLN porque, afirman, “salvo el nombre atrás se planteaba otra cosa, era típico poner eso del nacionalismo.”

En segundo lugar, aparecieron las críticas a la estructura or-ganizativa del MLN. Sin tener una posición claramente establecida, estos militantes cuestionaron el funcionamiento “burocrático” de la organización. Además, señalaban que en Córdoba,

de la burguesía nacional, así como en las tareas necesarias para la transformación social en la Argentina. En términos materiales, el MLN, a través de diferentes militantes participó y colaboró con la edición del órgano oficial de dicha entidad, CGT. De todas formas, es importante señalar que el MLN manifestó sus críticas a esta entidad sindical, intentando aportar elementos para la superación de las deficiencias que identificaba.70. Cristina Cárdenas.71. “Catuco”. En este sentido, en una conversación con Dardo Castro sobre el carácter na-cionalista del MLN, “Catuco” le señala que este aspecto era una limitación ideológica. Por su parte, Stival sostiene que las posiciones del MLN frente al conflicto árabe-israelí habrían generado diferencias en la relación entre los militantes de Córdoba y el SN, ya que no acor-daban con el documento elaborado por estos últimos. En este comunicado el SN señalaba que estaba en contra de la guerra por no ser “antiimperialista” y que era necesario que las organizaciones de izquierda a nivel mundial trabajaran junto a las izquierdas y la clase obre-ra israelita. Sobre esta discusión, Stival sostiene que “fue un tema desgastante, absurdo, que jugó un rol fundamental con la disolución posterior.” Ver entrevista a Stival. Este malestar también es señalado por Mondonio. Por su parte, “Catuco” sostiene que estas posiciones le trajeron problemas en la regional debido a que ellos mantenían relaciones políticas con grupos sionistas revolucionarios.

“...se olía en el aire que iban a pasar muchas cosas. Y había una cues-tión nueva que era el conflicto dentro de fábrica que había alcanzado un nivel de desarrollo, la lucha económica había alcanzado un nivel que llegaba a lo político y anticipaba que iba a pasar otra cosa. Y yo tenía la sensación de que el MLN no daba cuenta de eso. Nosotros pensábamos que tenía una impronta pequeño burguesa”72.

Por su parte, Osvaldo Pedroso, miembro del SN e integrante de la organización desde sus comienzos, cuenta que luego del pro-ceso de la huelga general universitaria él y Pico Vazeilles, también miembro del SN y cofundador del MLN, viajaron a Córdoba para discutir con estos militantes los planteos que le hacían a la dirección. En este punto, lo que señala Osvaldo Pedroso es que confundían la AUL con el MLN, sin tener en cuenta que el SN consideraba a la or-ganización estudiantil como un espacio más laxo y amplio de partici-pación política sin implicar un compromiso con la organización. Por lo tanto, los militantes disidentes no verían la capacidad de acción de la organización en su conjunto. Lo que sucedía era que para el SN la AUL era un frente del MLN, que abarcaba al progresismo en general y al peronismo en particular. Además, era presentada ideológicamen-te como nacionalista revolucionaria y no como socialista, intentando generar contactos con un amplio espectro político. A partir de esta diferenciación, podemos entender que las disidencias que planteaban estos militantes se relacionaban, también, con un proceso de ruptura con el peronismo y una definición política más precisa, que la AUL no ofrecía, dada sus características de frente.

Esta discusión fue en vano porque estos militantes resolvieron abandonar la organización y pasar a un período de estudio y for-mación política, sin militancia política activa73. Luego, ya disuelto el MLN, se contactaron nuevamente con antiguos compañeros, “Cha-

72. Dardo Castro e Iturburu. Por su parte, Cristina Cárdenas recuerda que hacia 1968 se realizó un planteo en una reunión importante, a consecuencias de lo cual se fueron todos los militantes de la regional menos ella y Moluchi Baigorria. Esta situación se habría man-tenido por alrededor de 15 días “porque después vuelve toda la plana mayor al MLN [y] se quedan hasta la disolución”. En este punto no pudimos dilucidar cuál fue el “arreglo” entre la dirección de la regional y el SN para lograr el retorno de estos militantes.73. Dardo Castro y Osvaldo Pedroso.

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cho” Camilión y Cristina Cárdenas, con quienes formaron El Obrero. A pesar de que estos militantes abandonaron la organización, el con-flicto se mantuvo presente, ya que otros militantes tenían la misma percepción respecto de los límites del SN para canalizar el proceso abierto con la huelga estudiantil74.

Hasta aquí observamos un primer cuestionamiento, basado en una crítica de tipo anti-burocrática a la organización del MLN. La acusación apuntaba a que el MLN no se estaría adaptando a la di-námica de la lucha de clases, conservando prácticas militantes que no darían respuesta a las necesidades del movimiento de masas. Entonces, la organización aparecería con una estructura atrasada que no daba lugar a las discusiones e inquietudes que realizaban sus militantes. Esta no fue la primera vez que el MLN era golpeado por estos planteos. En 1962 y en 1966, en la regional de Capital Federal, varios abandonaron la organización para pasar a formar parte de organizaciones armadas. En el primer caso, el episodio se manifestó en las críticas que Marcos Szlachter realizó al tipo de militancia que practicaba el MLN, planteando la necesidad de formar “grupos de acción”. En el segundo, varios militantes de esta regional volvieron a cuestionar las actividades políticas de la organización. En ambos caso, al igual que lo que estaba sucediendo en Córdoba, se acusaba al MLN de mantener una estructura de funcionamiento “burocrá-tica” y de no dar respuesta a las necesidades que el movimiento de masas planteaba. En los tres casos, los militantes disidentes termi-naron integrando organizaciones que tenían una estrategia diferente a la planteada por el MLN: la lucha armada, en el caso de Szlachter y los militantes de Capital (que formaron la agrupación Fuerzas Ar-madas de Liberación-América en Armas), y la inserción en el mo-vimiento obrero con un posterior desarrollo de acciones armadas, en el caso de Córdoba75. Podemos inferir entonces que la crítica a la

74. Cristina Cárdenas, “Negro” Reyna y Ángel Stival. 75.Szlachter ingresó al Ejército Guerrillero del Pueblo (EGP), organización dirigida por Jorge Ricardo Masetti, que actuó en Salta durante los años 1963-1964. Por su parte, los mi-litantes de Capital, después de un proceso de discusión y formación interna, conformaron las Fuerzas Armadas de Liberación-América en Armas. Los militantes de Córdoba dieron vida a El Obrero, que se integró posteriormente a la Organización Comunista Poder Obre-ro (OCPO).

estructura organizativa del MLN escondía detrás un cuestionamiento a su posición estratégica.

Las contradicciones que el MLN mantuvo respecto de la lu-cha armada, según Cristina Cárdenas influyeron “mucho en los militantes”76. La discusión sobre la estrategia armada trajo inconve-nientes también en Córdoba, que se manifestó a partir de la partici-pación en la reunión de la Tricontinental en La Habana en 1966, en donde se fijó la línea general de la estrategia armada para los movi-mientos revolucionarios en todo el mundo. Allí el MLN mantuvo su posición histórica frente a este problema, pero, según Cristina Cárde-nas, el delegado de la organización (Vazeilles) volvió a Buenos Aires con la propuesta cubana de que el MLN “mande a dos militantes [para] ser formados”, lo que debe haber causado su impacto. Ade-más, afirma que la influencia de la estrategia armada en los militantes cordobeses se dio a partir de la lectura “del material del Che” y de la difusión de “una experiencia de un grupo armado, anterior al MLN, de compañeros que eran unos años más grandes que nosotros que habían participado del grupo Masetti en Salta”. De esta manera, sos-tiene que “se va conformado la nueva posición, es una suma de estas cosas” y así se iría “generando el cambio de posición política en el grupo Córdoba.”

Hasta aquí señalamos las críticas que algunos militantes de la regional cordobesa realizaron a la estructura organizativa del MLN, cuestionamientos que irán decantando en una crítica estratégica, a la hora de la formación de El Obrero. A continuación, nos detendre-mos brevemente para revisar el trabajo sindical de esta regional, de-bido a que El Obrero se construirá sobre la base de las embrionarias relaciones sindicales que los militantes cordobeses del MLN estable-cieron como parte de la política de la organización.

Cristina Cárdenas relata que en Córdoba el trabajo sindical del MLN se extendió a petroleros privados77 y “a Luz y Fuerza […]

76. Cristina Cárdenas. Las citas a continuación pertenecen a la misma entrevista. “Catuco” también señaló que en general había cierto malestar con respecto a esta cuestión. Por su parte, Reyna coincide en que el MLN mantenía una posición ambigua respecto del pro-blema de la lucha armada, ya que por un lado la planteaba en los documentos de manera teórica pero no era capaz de llevarla a la práctica. 77. Cristina Cárdenas. Las citas a continuación pertenecen a la misma entrevista.

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particularmente con [Felipe] Alberti, que era el segundo de Agustín Tosco”. Asimismo, relata que el MLN “trabajó en Renault”, a partir de Horacio Poggio. Pedro Mondonio señala que si bien no puede confirmar que el ingreso de Poggio a IKA-Renault haya sido por cuestiones políticas, sostiene que es probable que el contacto para ingresar “se hizo desde adentro”78. También, Cristina sostiene que “Bubi” Sánchez trabajó allí desempeñando la tarea en forja y que “El Ojudo” trabajó en el SMATA. Esta entrevistada sostiene tam-bién que varios miembros del MLN fueron delegados del SMATA. Varios militantes del MLN trabajaban en Ika-Renault, otros tenían una fluida relación con Agustín Tosco, a través de Susana Funes que militaba en el MLN79. También, algunos de estos integrantes tenían como actividad ir a volantear a las puertas de las fábricas y contactar a los delegados y dirigentes gremiales para acercarles las posiciones del MLN. Fue esta actividad previa la que les permitió ir construyendo un vínculo político que se profundizó en El Obrero80.

A pesar de las críticas anteriormente señaladas, en su mayoría, los integrantes de la regional cordobesa se mantuvieron en la orga-nización hasta que ésta fue disuelta desde el SN. Algunos de ellos se sintieron decepcionados al enterarse de esta decisión. Uno de ellos fue “Catuco”, quien sostiene que Viñas “debía de haber dado la dis-cusión desde adentro” y no enviar una carta diciendo que “el MLN se tenía que disolver porque era un movimiento pequeño burgués, na-cionalista, que lo único que hacía era impedir a la clase obrera tomar su conciencia proletaria, la lucha por el socialismo”81.

Esta decisión resultaba absurda para algunos. En ese momento, dice “Catuco”, “nosotros estábamos en plena levantada cuando de golpe no había más organización. Pasamos a ser un grupito”82. En este relato encontramos un planteo significativo: el MLN se encontra-

78. Pedro Mondonio.79. Sobre Susana Funes puede leerse: Silvia Licht. Agustín Tosco y Susana Funes, historia de una pasión militante. Buenos Aires, Biblos, 2004.80. Para un acercamiento al desarrollo estratégico de El Obrero ver: Guido Lissandrello. “La experiencia de El Obrero en Córdoba (1970-1973)”. Razón y Revolución, n° 21. Buenos Aires, 1° semestre de 2011.81. “Catuco”. 82. Ídem.

ría en su mejor momento, pero habría decidido disolverse, dejando en una especie de desamparo a los militantes que estaban participando del proceso político cordobés, generando una importante dispersión entre ellos. Luego del Cordobazo, el MLN entró en una crisis que terminó en su autodisolución unos meses más tarde. Sin embargo, los conflictos que estallaron a mediados del ‘69 no eran nuevos, sino que sintetizaban nueve años de crisis interna que había producido idas de militantes y reestructuraciones en la organización. Pudimos observar que el MLN vivió en estado de crisis permanente y que el conflicto suscitado en la regional cordobesa no fue una excepción.

Finalmente, hacia 1968 surgieron nuevos conflictos que dieron lugar al comienzo de la crisis final del MLN. En 1969 el Cordobazo provocó un nuevo estallido, a raíz del cual Viñas y Pedroso cuestiona-ron ahora el programa mismo de la organización, enfrentándose a la mayoría de los miembros de la dirección y proponiendo la disolución del Malena. Luego de que la fracción Viñas fuera desplazada, se im-puso la disolución y la dispersión de los militantes.

La reunión de disolución se llevó a cabo en la Provincia de Córdoba. Allí, según Cristina Cárdenas, la mayoría de los miembros de la regional cordobesa resolvieron ir con un planteo común, pero finalmente se presentaron dos posiciones: una “que aglutina a gente alrededor de Chacho” y por el otro la “que aglutina gente alrededor de Horacio [Poggio]”83. Afirma, también, que “ya disuelto el MLN salimos de ahí dos pequeños grupos en Córdoba. El nuestro es el que forma inmediatamente El Obrero, un grupo chico de entre diez o quince personas. No dejamos de militar […] el resto se desparra-ma”. El grupo que decide formar El Obrero se vuelca hacia el mar-xismo leninismo, abandonando el programa de liberación nacional que sostenía el MLN. Esta fue una de las posiciones que sostuvo la fracción de Viñas y Pedroso para disolver la organización. Y fue este, justamente, el planteo programático de El Obrero. Los militantes de la nueva agrupación no renegaron de la experiencia previa. Varios militantes acuerdan en señalar que fue en el MLN donde se formaron políticamente y que de allí mantuvieron la estructura de grupos de

83. Cristina Cárdenas. Las citas a continuación corresponden a la misma entrevista.

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estudio y un funcionamiento similar en el sentido organizativo84. Por su parte, la gente que se nuclea alrededor de Horario Poggio, mantu-vo una posición más obrerista, vinculándose a Tosco y al sindicato de Luz y Fuerza, para luego formar la agrupación trotskista Espartaco. En la misma línea, veremos a Susana Fiorito vincularse al Sindicato de Trabajadores Concord (Si.Tra.C.).

Conclusión

En este artículo pudimos reconstruir la experiencia de un gru-po de militantes universitarios cordobeses que atravesaron un proce-so de radicalización política que se aceleró a partir de la intervención de Onganía a las universidades en 1966. Este proceso se observa en la construcción y desarrollo de la regional cordobesa del MLN pasando de un estado de consolidación interna y la realización de actividades con escasa difusión, a una intervención directa y activa en el proceso de lucha estudiantil.

En el caso del MLN, observamos que este proceso de activa-ción política manifestado en la militancia universitaria no estuvo aje-no a los dos grandes problemas de la etapa: el lugar de la lucha arma-da dentro de los procesos de liberación nacional o revolucionarios, y qué tareas debían llevarse a cabo para lograr la transformación social.

Allí las críticas por parte de los militantes cordobeses hacia el SN, en última instancia, se referían a la imposibilidad por parte de éste de contener y canalizar el proceso abierto con el estallido de la huelga estudiantil, que se agravó frente a la imposibilidad de actuar frente al Cordobazo. Estas críticas se centraban en el programa y en la estrategia del MLN, que como señalamos, no fueran privativas de la regional cordobesa, ya que la organización sufrió en reiteradas oca-siones este tipo de cuestionamientos.

84. Juan Iturburu señala que el planteo de Viñas sobre la diferencia entre un partido re-volucionario y una organización revolucionaria “influyeron en el cuerpo teórico de Poder Obrero, son fundamentales.” Por su parte, “Catuco” señala que El Obrero tenía “un fun-cionamiento más horizontal y en el MLN era más vertical”.

Finalmente, observamos que las demandas que se hacían al SN eran producto de la aceleración de la crisis política en Córdoba pro-ceso del cual estos militantes estaban siendo protagonistas, desde la universidad y desde una embrionaria relación política con dirigentes gremiales de sindicatos combativos, que luego se transformó en el pilar de la organización El Obrero.

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* Licenciada y Profesora en Historia. Becaria de CONICET, auxiliar de 1° de la Cátedra Historia de América III, UNR. Correo-e: [email protected]** El trabajo aquí presentado forma parte de las líneas trabajadas en un capítulo de mi tesis doctoral –aún en proceso de escritura–: Juventud en dictadura. Representaciones, imágenes y experiencias juveniles, Rosario 1976/1983, que me encuentro realizando gracias a la beca otorgada por CONICET y bajo la dirección de Gabriela Águila.Artículo recibido: 10-10-2012. Aceptado: 20-02-2013Historia, Voces y Memoria 6 (2013) p. 185-209ISSN 1852-5369

Jóvenes y Gendarmería durante la última dictadura militar. Marchemos hacia las fronteras

como experiencia juvenil**

Youth and Gendarmerie during the last Military Dictatorship. Let us March to the Frontiers as Youthfull Experience.

laura luciani*

Resumen: En este artículo se analiza el operativo “Argentinos. Marche-mos hacia las fronteras” creado por Gendarmería Nacional en 1979. Se propone plantear los rasgos generales de este proyecto y recuperar la experiencia a partir de la participación de estudiantes pertenecien-tes a la Escuela Nacional N°1 y La Escuela Nacional de Títeres de Rosario. El objetivo es comprender las políticas de acercamiento de las FFAA a la sociedad en contexto de dictadura y cómo ellas fueron percibidas por los jóvenes que viajaron a la frontera. Palabras claves: dictadura; FFAA; jóvenes.Abstract: In this article we analyze the operative “Argentinos. Marchemos hacia las fronteras” created by National Gendarmerie in 1979. It proposes to raise the general caracteristics of this project and recovering the experience from the participation of students belong-ing to the school Nacional N°1 and school Nacional de Títeres of

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Rosario. The aim is to understand the policies of approximation of the Armed Forces to the society in dictatorship and how this policies were perceived by the young people who travelled to the border.Keywords: Dictatorship; Armed forces; young people.

En la última década han crecido significativamente los estudios sobre la dictadura militar Argentina de 1976/1983. Los investigado-res sociales se han preocupado por abrir nuevos frentes de indaga-ción que atienden a áreas menos exploradas o buscan matizar algunas de las miradas hegemónicas respecto de ese período1. En ese sentido se ha advertido, entre otras cuestiones, el interés por profundizar los análisis sobre los comportamientos y actitudes sociales así como las relaciones entre sociedad y Fuerzas Armadas tejidas en ese contexto2. Estos trabajos contribuyen a comprender el modo en que el régimen autoritario buscó generar cuotas de apoyo social en coyunturas es-pecíficas, abriendo además un debate en torno a cómo definir estos regímenes que, siendo autoritarios y represivos, se construyeron tam-bién sobre la gestación de cierto consenso social.

1. Para señalar sólo algunos ejemplos: Bohoslavsky, Ernesto; Lvovich, Daniel; Franco, Marina e Iglesias, Mariana (comp.) Problemas de Historia reciente en el cono Sur, Buenos Aires: UNGS-Prometeo, 2011, v.1 y 2. Rodríguez, Laura. Católicos, nacionalistas y políticas educativas en la última dictadura. Rosario: Prohistoria, 2011; Canelo, Paula. El Proceso en su laberinto. La interna militar de Videla a Bignone, Buenos Aires: Prometeo, 2009. También, Aguila, Gabriela. Dictadura, represión y sociedad en Rosario, 1976/1983. Un estudio sobre la represión y los comporta-mientos y actitudes sociales en dictadura, Buenos Aires: Prometeo, 2008. A ello pueden sumarse diversa cantidad de artículos publicados en revistas especializadas, y la realización de diver-sos dossier referidos a la temática como revista Páginas, n° 1, Rosario, 2008, el dossier de la revista Prohistoria n° 11, Rosario, 2007 o Entrepasados, n° 28, Buenos Aires, 2005.2. Un trabajo pionero en esa línea Corradi, Juan. “El método de destrucción. El terror en la Argentina”, en Quiroga, Hugo y César Tcach (comps.). A veinte años del golpe. Con memoria democrática. Rosario: Homo Sapiens, 1996, p. 89. Análisis más recientes pueden encontrarse en Lvovich, Daniel. “Actitudes sociales y dictaduras: las historiografías española y argentina en perspectiva comparada”, en Revista Páginas, n°1, mayo – agosto de 2008, pp. 29-49 [Con-sulta: 12-11-2012]. Disponible en http://web.rosario-conicet.gov.ar/ojs/index.php/RevPa-ginas/index, del mismo autor “Micropolítica de la dictadura: Poder Municipal y asociacio-nismo local, entre la aceptación y el distanciamiento”, en Bohoslavsky, Ernesto y Soprano, Germán (comps.). Funcionarios e instituciones estatales en la Argentina (desde 1880 a la actualidad), Buenos Aires, UNGS, 2008. También el libro de Gabriela Aguila ya mencionado.

Partiendo de estas premisas el artículo se propone analizar “Ar-gentinos. Marchemos hacia las fronteras”, como un proyecto gestado por Gendarmería Nacional y puesto en marcha en 1979 que preten-dió articular Fuerzas Armadas y sociedad a través de una experiencia específica, la convocatoria a jóvenes para viajar a las zonas de fron-tera del país. La propuesta no pretende constituirse en una mera des-cripción y detalle de las actividades sino que interesa señalar por qué se desarrolló específicamente en esa coyuntura, qué impacto tuvieron estas políticas en el marco social en que fueron impuestas y abrir algunas líneas de indagación para entender la trama entre Fuerzas Armadas y jóvenes en el marco de la dictadura.

En ese sentido este artículo aborda no sólo el proyecto tal como se definiera a nivel nacional sino que interesa recuperarlo a partir del estudio de caso de dos escuelas de Rosario, el Colegio Na-cional N°1 y la Escuela Nacional de Títeres, ya que fueron las únicas en la ciudad que participaron en el operativo. Asimismo se propone recuperar “Marchemos…” como experiencia juvenil a través de las voces y las memorias de jóvenes rosarinos que participaron en ella. El objetivo es ir más allá del proyecto en tanto gestación en el seno de Gendarmería y concebir como éste se transmutó en experiencia para quienes participaron en él.

En esa línea debe comprenderse el anclaje local y el uso de fuentes orales sobre los cuales se construye este artículo. En principio la elección del espacio acotado, la ciudad de Rosario y la participación de las dos escuelas de esta ciudad, permite analizar el operativo a par-tir de las instituciones y sus comunidades educativas, tejiendo en ese estudio la densa red de relaciones que se constituyen en ese ámbito3 entre Gendarmería, autoridades, docentes y estudiantes. El uso de fuentes orales se direcciona en el mismo sentido. En ese recorte local y específico, la selección de entrevistados permite recuperar el opera-tivo “Marchemos hacia las fronteras” desde quienes participaron en 3. Pons, Anaclet y Justo Serna, “Mas cerca, más denso. La historia local y sus metáforas”, en Fernández, Sandra R. (comp.) Más allá del territorio. La historia regional y local como problema. Discusiones, balances y proyecciones, Rosario: Prohistoria, 2007, p. 26. En la misma compilación puede consultarse un análisis de la dictadura en clave local. Ver Aguila, Gabriela “Dictadu-ra, sociedad y pasado reciente en un contexto regional: el Gran Rosario entre 1976 y 1983”, en Fernández, Sandra, op. cit.

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él. Cabe destacar que se han entrevistado a cuatro personas que fue-ron a regiones de frontera como parte del operativo. Tres estudiantes del Colegio Nacional 1 (Carlos R., Fernando K. y Marcelo P.) que a fines de 1979 viajaron con otros doce compañeros, un docente y un preceptor a la frontera jujeña y Meri A., docente de la escuela Nacio-nal de Títeres de Rosario, que viajó a la frontera entrerriana durante el verano de 1980 junto a otros dos docentes y un conjunto de estu-diantes de aquella escuela. Si bien el número de entrevistas realizadas es mínimo debe señalarse que no hubo una participación masiva de jóvenes rosarinos en el operativo y podemos suponer que entre estu-diantes y docentes participaron aproximadamente 30 personas4.

Gendarmería se hace cargo de los jóvenes5

En el libro Militares o ciudadanos, Máximo Badaró señala que a partir del golpe de estado de 1976 se renovaron las pretensiones de ingreso a la carrera militar en Argentina. Las cifras que el autor expone argumentan en este sentido. Si desde 1972 la cantidad de as-pirantes del Colegio Militar de la Nación había sido de 549, número que se mantendría constante hasta 1976; en 1977 hubo más de 1000

4 . Según el documento “Argentinos! Marchemos hacia las fronteras. Escuela n° 170, Suripujio, La Quiaca 15 al 25 de noviembre de 1979”, viajaron al norte catorce alumnos del Colegio Nacio-nal, detallándose allí sus nombres (no así el caso de los adultos acompañantes), agradezco a Carlos R., por facilitar este documento perteneciente a su archivo personal. Respecto de estos estudiantes algunos fueron contactados y no quisieron ser entrevistados, otros aún quedan pendientes. Respecto del docente y preceptor del Colegio Nacional que habrían participado del operativo, por diversos motivos no aceptaron ser entrevistados. En cuanto a los estudiantes de la Escuela Nacional de Títeres, fue, hasta el momento, difícil obtener datos fehacientes de los participantes. Sólo se ha podido corroborar los nombres de los tres docentes, de los cuales dos fallecieron. También se realizaron entrevistas a ex alumnos del Nacional N°1 que no participaron directamente del proyecto y autoridades y personal no docente y docente actual de ambas instituciones. Si bien en este último caso pocas han sido entrevistas grabadas se ha tomado nota de los comentarios y opiniones, especialmente de aquellas personas que tenían ya una larga trayectoria en la escuela.5. Los planteos generales presentados en este apartado fueron brevemente esbozados en un artículo anterior. Ver Laura Luciani, “Actitudes y comportamientos sociales durante la última dictadura militar en Argentina (1976-1983). Algunas consideraciones respecto de cómo analizar la compleja trama entre régimen y sociedad”. En Naveg@merica. Revista Elec-trónica de la Asociación Española de Americanistas [en línea], n° 3, 2009. Disponible en http://revistas.um.es/navegamerica, [consulta realizada el 20/09/2012]

aspirantes, manteniéndose ese promedio durante toda la dictadura6. El dato no es menor y da cuenta de varias cuestiones. En principio que las Fuerzas Armadas fueron, especialmente luego del golpe, de las instituciones más visibles y con mayor presencia en la sociedad. En segundo lugar, para muchos padres y también muchos jóvenes eran un espacio propicio para su formación. Pero esta visibilidad e imagen de formación no era una construcción reciente. El rol que habían ejercido las Fuerzas Armadas en los años previos a marzo de 19767 y la idea común de restauradoras del orden que se instaló con el golpe –junto al discurso emanado desde el Proceso de Reor-ganización Nacional–, abrieron un camino de convergencias entre sociedad y Fuerzas Armadas, al menos en algunos puntos. Al mis-mo tiempo estas proyectaron un conjunto de estrategias tendientes a construir puentes con la sociedad que estaban lejos de señalar su papel represivo en el marco de la dictadura y buscaban potenciar su legitimidad en ese contexto. Así, las Fuerzas Armadas mantuvieron y consolidaron algunos proyectos ya existentes – como los planes de Acción Cívica– y se generaron otros nuevos como la realización de torneos deportivos y certámenes culturales8 que tendían a vincularlas generalmente con los ámbitos educativos, sugiriendo la idea de que las propias Fuerzas Armadas se consideraban idóneas en el arte de la

6. Máximo Badaró, Militares o ciudadanos: La formación de los oficiales del ejército Argentino. Bue-nos Aires: Prometeo, 2009, p. 92. El libro es un interesante trabajo de investigación sobre la formación actual de los oficiales en el Colegio Militar Nacional. En el primer capítulo detalla la evolución del Colegio Militar Nacional en la historia argentina y cita algunos da-tos que merecen ser destacados, por ejemplo, las cifras ya señaladas. En esa reconstrucción sin embargo poco se señala de Colegio Militar durante los años de dictadura.7. Si bien las Fuerzas Armadas estuvieron presentes en la historia política de la Argentina desde varias décadas atrás, en los años previos al golpe de estado de 1976, la llamada guerra contra la subversión las había llevado a la primera plana. Ver Marina Franco, Un enemigo para la Nación. Orden interno, violencia y “subversión”, 1973 -1976. Buenos Aires: FCE, 2012, especialmente el apartado “Las Fuerzas Armadas en el centro de la escena”. Para una es-tudio sobre las Fuerzas Armadas en la historia Argentina ver Rouquié, Alain, Poder militar y sociedad política en la Argentina, Buenos Aires: Emecé, 1982. Para un balance historiográfico respecto de los estudios sobre las Fuerzas Armadas ver Soprano, Germán “Los militares como grupo social y su inscripción en el estado y en al sociedad argentina. Batallas intelec-tuales y políticas por la construcción de un objeto de estudio en las ciencias sociales”, en REDIU CMN, n° 22, año 8, 2010. Disponible en: http://rediu.colegiomilitar.mil.ar, [con-sulta realizada el 30/11/2012]8. Estas cuestiones están siendo abordadas en mi tesis de doctorado.

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educación de las generaciones futuras. Junto a esa idoneidad primaba además la concepción significativa de que ellas se nutrían de sangre joven y propiciaban actividades que los vincularan a la institución9.

En ese marco de articulación general con la sociedad –y con los ámbitos educativos en particular– puede inscribirse la realización del operativo “Argentinos, Marchemos hacia las fronteras”, gestado desde Gendarmería Nacional. Dicho operativo se inició hacia finales de 1979 y pretendió articular escuelas, fronteras y jóvenes. Que el proyecto surgiera del seno de Gendarmería debe comprenderse en la propia concepción que se tenía de la fuerza. Creada en 1938, estaba vinculada directamente al Ejército y fueron las leyes 18.711 de 1970 y 19.349 de 1972 aquellas que delimitarían sus funciones y estructura orgánica señalando como su condición principal ser policía de seguri-dad de la frontera sin descartar por ello su rol represivo10.

Gendarmería propició durante la dictadura, y bajo la dirección del General Antonio Domingo Bussi11, actividades que aun cuando no fueron de gran espectacularidad, tuvieron un impulso significativo y al menos parte de la sociedad se sumó –por diversos motivos– en

9. En septiembre de 1976 y en el marco de la realización de un torneo juvenil interprovin-cial gestado desde el III Cuerpo de Ejército, Menéndez ponía en palabras esta asociación: “Un primer aspecto de nuestra filosofía –añadió– se relaciona con el hecho de que el Ejército es una institución eminentemente joven, a nivel de juventud: nuestros soldados son jóvenes, nuestros cabos, nues-tros subtenientes. Pero además es una institución donde hay renovación permanente de promociones. Esto es común a las Tres Fuerzas. El viril ejercicio de las armas –prosiguió el general Menéndez– requiere hombres jóvenes y sanos. Estos torneos permiten reforzar el sentimiento nacional de nuestro pueblo en esta convivencia y participación de actos militares donde siempre se exaltan los símbolos y valores patrios”. Ver “Torneo Juvenil interprovincial”, La Capital (en adelante LC), 16/09/76, p. 12. El subraya-do es mío.10. Ver Ley 11871 Boletín Oficial, 23 de junio de 1970 y ley 19349 Boletín Oficial, 10 de enero de 1972. Actualmente Gendarmería depende de Ministerio de Seguridad. Para un estudio sobre las Fuerzas de Seguridad en el período democrático ver CELS. Seminario sobre control democrático de los organismos de seguridad interior de la República Argentina. Documentos de trabajo, 1997. Disponible en http://www.cels.org.ar [consulta realizada el 30/11/2012]11 . El General Bussi estuvo a cargo del Operativo Independencia desde fines de 1975, iniciada la dictadura fue además nombrado gobernador de Tucumán. En 1977 deja ambos cargos para ser el segundo comandante de Institutos Militares. Desde febrero de 1979 a diciembre de ese año fue director de Gendarmería para luego ocupar el mando del III y I Cuerpo de Ejército en 1980 y 1981 respectivamente. Según Paula Canelo, Bussi formaba parte de la línea de militares “politicistas”. Ver Canelo, Paula. El Proceso en su laberinto… op. Cit., p. 193.

esas propuestas. Una primera iniciativa realizada en el año 1979 por la institución castrense fue el convenio con el Consejo Nacional de Educación Técnica (CONET) para la realización tanto de cursos de oficios en puestos de Gendarmería como de “campamentos de traba-jo” con alumnos de escuelas técnicas bonaerenses (y en menor canti-dad estudiantes universitarios) implementados en zonas de frontera. El objetivo era colaborar con el mantenimiento y reparación de los edificios escolares, desinfección y el control sanitario de la pobla-ción12. Así en el invierno de ese año poco más de 150 jóvenes viajaron a las provincias de Chaco, Corrientes, Misiones y Formosa a cumplir dichas tareas13.

Este convenio fue, para Gendarmería Nacional, una experien-cia piloto que sirvió para plantear un proyecto de mayor envergadura desarrollado en las vacaciones de verano, el operativo “Argentinos. Marchemos hacia las fronteras”. Consistió en un plan de voluntaria-do de jóvenes estudiantes secundarios que iban a zonas de frontera con el fin de colaborar con las escuelas. En la experiencia participa-ron más de doscientas instituciones educativas seleccionadas por el Ministerio de Educación de la Nación que las habría escogido de una lista mayor de escuelas interesadas en formar parte del operativo14. En ese sentido cabe destacar el rol que cumplió la cartera educativa en la estructuración del mismo. Laura Rodríguez señala que entre los objetivos principales del Ministerio, especialmente durante la ges-tión de Llerena Amadeo, se planteaba el fomento de proyectos de educación en la zona de frontera. En esa línea la autora inscribe la cooperación de este Ministerio en Marchemos… a partir de los con-venios firmados con Gendarmería. Si bien es cierto que el Ministerio

12. Esta iniciativa se sumaría a otra propiciada simultáneamente, Gendarmería Infantil. Ver Daniel Lvovich, Daniel. “Estrategias movilizadoras del régimen militar destinadas a secto-res juveniles e infantiles”, XII Jornadas Interescuelas, Bariloche, 2009. También Daniel Lvo-vich y Laura Rodríguez, “La Gendarmería infantil durante la última dictadura”, en Quinto Sol, vol. 15, n° 1, La Pampa, 2011.13. Ver “Confines patrios”, LC, 04/07/79, p.6; “Juventud en las fronteras”, LC 13/07/79, p. 4; “Las fronteras: misión Fundamental pero no excluyente”; LC 28/07/79, p. 19 y “El General Bussi en Corrientes” y “Estudiantes y gendarmes en un plan de acción cívica”, LC, 28/07/79, p. 17.14 . Martyniuk, Claudio, ESMA: Fenomenología de la desaparición. Buenos Aires: Prometeo, 2004.

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de Educación formó parte del proyecto, debemos enfatizar que fue gestado desde Gendarmería e implicó la movilización de la propia es-tructura de la fuerza para su implementación, siendo el nexo directo entre los participantes y la región visitada15.

Respecto del operativo en sí, la convocatoria fue primordial-mente dirigida a varones, aunque en ocasiones se consideraba la in-corporación de mujeres. Quienes participaban eran seleccionados por las autoridades escolares con los criterios que ellas determinasen. Así, en el Colegio Nacional Buenos Aires, cuando un alumno interrogó al vicerrector respecto de la selección de los estudiantes para participar del proyecto, este señaló que se elegían a “los líderes naturales” de cada curso16. El financiamiento del viaje era costeado por los propios padres de los estudiantes o a través de colectas, venta de rifas, etc. El cuaderno de comunicaciones de una alumna de la Escuela Nacional de Comercio de Morón citaba:

“Sres. Padres: llamo a vuestro sentimiento de argentinidad y patrio-tismo para solicitar colaboración tan preciada para poder concretar el viaje de 20 de nuestros alumnos de 4° y 5° año al poblado de Bausacheta (sic) (…) para el cual nuestra escuela ha tenido el alto honor de ser elegida. El viaje debe ser costeado íntegramente por la buena voluntad que pongan todos aquellos argentinos que quieran colaborar con el mismo.(…) Descontando desde ya vuestra colaboración desinteresada agra-dezco en nombre de Gendarmería Nacional, de la Escuela y de todos aquellos que sentimos la imperiosa necesidad de defender lo que es nuestro”17.

En noviembre de 1979 cinco mil jóvenes se concentraron en el estadio de River para iniciar el viaje hacia los distintos poblados en los cuales junto a Gendarmería iba a realizar las tareas comunitarias. Claudio Martyniuk relata:

15. Rodríguez, Laura. Católicos, nacionalistas…, op. cit., capítulo 3. La participación del Mi-nisterio debe ser vista en todo caso como necesaria para su puesta en marcha.16. Garaño, Santiago y Werner Pertot, La otra Juvenilia. Militancia y represión en el Colegio Nacional de Buenos Aires, 1971 -1986. Buenos Aires: Biblos, 2002, p. 116.17. Cuaderno de Comunicaciones de Graciela Calvelo, alumna de la Escuela Nacional de Comercio de Morón, nota del 08/10/1979. Agradezco a Graciela la utilización de este material que es parte de su archivo personal.

“Cancha de River, 16 de noviembre de 1979, 10 y 30 horas, ingre-sa Videla y es saludado por un miembro de la Gendarmería Infantil. Se da inicio a una “espectacular fiesta cívico-militar”, llena de “fervor patriótico”. El Himno Nacional fue ejecutado por las bandas del Co-legio Militar de la Nación, de la Escuela de Gendarmería Nacional, del Regimiento de Granaderos a Caballo y del Regimiento Patricios y fue coreado por las autoridades y más de 50 mil jóvenes pertenecientes a escuelas secundarias (los estudiantes que no viajaban debían ocupar las localidades de la cancha). Tras el izamiento del emblema del ope-rativo, el provicario castrense, monseñor Victorio Bonamín, impartió una bendición al estudiantado. Dijo que ellos “conforman un ejército de amor que marcha hacia las fronteras”, poniéndose en guardia “para afianzar la paz”. Posteriormente habló la alumna de la Escuela Nacio-nal de Arte Dramático, Marisa Vilma Borda, quien expresó que “se inicia una aventura educativa, una experiencia de vida, una toma de conciencia con la realidad poco conocida del país: el espacio abierto, poco poblado de sus límites geográficos que significan Patria, Tradi-ción, Argentinidad”. Luego usó de la palabra el ministro de Cultura y Educación, doctor Juan Rafael Llerena Amadeo quien destacó que esta marcha de jóvenes hacia las fronteras “es un ensanchamiento del espacio geográfico y espiritual de la Nación”18.

La concentración de los viajeros en el estadio de fútbol seña-ló la única instancia de encuentro entre jóvenes que participaron de la misma experiencia, evidenciando que la convocatoria realizada no pretendió generar vínculos entre los participantes ni fomentar su mo-vilización masiva. Es decir, no se buscó la organización ni socializa-ción de jóvenes entre sí, sino tender lazos con escuelas específicas y su comunidad educativa. Como se ha señalado el acercamiento entre Gendarmería y escuelas implicaba estrechar lazos entre dos institu-ciones que eran las herramientas del régimen así como mostrar a la sociedad cómo aquellos valores construidos en torno al mito de la Patria y el ser nacional se hacían presentes a través del proyecto.

Por otra parte que el proyecto se gestionara en ese año no era casual. 1979 era un año de profundas crisis internas al interior de las Fuerzas Armadas a raíz de una multiplicidad de cuestiones. Los

18 . Martyniuk, Claudio, ESMA…, p. 32. La prensa de la época señala un número de jóve-nes mas creíble, cinco mil.

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efectos de la política económica implementada por Martínez de Hoz, las críticas internacionales en materia de derechos humanos, la visita de la CIDH, el conflicto del canal de Beagle se presentaron como algunos de los tópicos centrales que se dirimieron entre líneas duras y moderadas de la institución castrense en esa coyuntura. Si, como señala Canelo, el objetivo que había aunado a las Fuerzas Armadas –la lucha contra la subversión– perdía entonces vigencia19, es posible pensar que la necesidad tanto de cohesión interna como la generación de nuevas cuotas de legitimidad social llevaron a las diversas Fuerzas a implementar nuevos proyectos. En esa perspectiva, la realización del Mundial de fútbol20 y la euforia social que este convocó, abrió la posibilidad para que desde algunos sectores castrenses se plantease la posibilidad de generar convocatorias en su favor. Asimismo ya desde 1978, y en el marco del evento deportivo, se llevaban adelante las negociaciones por el canal de Beagle con Chile, momento de tensa relación con el país vecino donde, mas allá de las internas, el régimen necesitaba construir un marco de legitimidad y apoyo social frente a la política exterior21. Si bien para noviembre de 1979 la tensión había menguado y se iniciaban conversaciones diplomáticas entre ambos países la puesta en marcha del proyecto “Argentinos. Marchemos…” pretendía vincular aquellos extensos y lejanos territorios de frontera con la vida cotidiana de los y las argentinas a través de las escuelas.

19 . Canelo, Paula. El Proceso en su laberinto…, op. Cit., capítulo 2. También Novaro, Marcos y Palermo Vicente. La dictadura militar (1976 – 1983). Del golpe de estado a la restauración democrática. Buenos Aires: Paidós, 2003, p. 230 y ss. 20. La realización del Mundial de fútbol en Argentina fue sin dudas un hecho significativo en la relación tejida entre dictadura y sociedad y en el rol que tuvo éste en la construcción de consenso interno. Ver Corradi, Juan. El método de destrucción, op. Cit. También Roldán, Diego. “La espontaneidad regulada. Fútbol, autoritarismo y Nación en Argentina ’78. Una morada desde los márgenes”, en Prohistoria, n° 11, 2007, Rosario y Franco, Marina. “Dere-chos humanos, política y fútbol”, en Entrepasados, n° 28, 2005, Buenos Aires.21. Para un análisis del conflicto puede consultarse Novaro, Marcos y Palermo, Vicente. La dictadura militar (1976 – 1983), op. Cit, p. 247 y ss. También Alles, Santiago. “De la crisis del Beagle al Acta de Montevideo de 1979. El establecimiento de la mediación en un “juego en dos niveles”, en Estudios Internacionales, n° 169, 2011, Santiago. Disponible en http://www.iei.uchile.cl/publicacione [consulta realizada el 06/12/12]. Respecto de cómo fue editoria-lizado el conflicto en la prensa ver Díaz, César; Gimenez, Mario y Passaron, Marina “Dos dictaduras en el límite de la guerra. El testimonio editorial del conflicto del canal de Beagle (1977-1979)”, en Question, n° 6, 2005

Esa relación pretendía generar un marco interno de apoyo a las me-didas que el gobierno militar tomaba respecto de su política en zonas fronterizas22. En ese sentido el operativo puede pensarse como una instancia de generación de consenso social, entendiéndolo no como adhesión espontánea sino como estrategias vehiculizadas por el régi-men en tal sentido23.

Del operativo “Argentinos. Marchemos hacia las fronteras” participaron en su mayoría jóvenes pertenecientes a la ciudad de Bue-nos Aires y gran Buenos Aires, otorgando centralidad y visibilidad al proyecto, y haciendo que los medios nacionales realizaran una ra-diografía de las actividades desde los primeros preparativos hasta su culminación en los viajes24. Más allá de los visos de espectáculo que cobró la realización de “Marchemos…” en Buenos Aires, en otras grandes ciudades del país también se desarrolló la iniciativa, aunque sin tanta pompa e involucrando a un número reducido de escuelas y estudiantes. En la ciudad de Rosario dos escuelas participaron del operativo, ambas diferentes entre sí: el Colegio Nacional N° 1 y la Escuela Nacional de Títeres de Rosario. En ambos casos es posible pensar que las escuelas no se “anotaron” para participar del proyecto sino que fueron escogidas directamente por el Ministerio de Educa-ción, señalando así una diferencia respecto de las escuelas porteñas. Ahora bien, las razones por las cuales estas escuelas fueron las únicas elegidas en la ciudad son difíciles de precisar pero es posible plantear algunas hipótesis al respecto.

En el caso del Nacional N°1 varios factores incidirían en su se-lección. En principio era la escuela más antigua de la ciudad que había sido creada por Sarmiento en 1874 y hacía tan solo un lustro había conmemorado su centenario25. Ello no es sólo un dato, “ser la primera 22. Rodríguez, Laura. “Políticas educativas durante la última dictadura militar en Argentina (1976-1983). La frontera como problema”, Revista Mexicana de Investigación Educativa, [en línea] vol. 15, n° 47, 2010, pp. 1251-1273. Disponible en http://www.comie.org.mx [con-sulta realizada el 24/09/2012]23. En esa línea se retoma el planteo de Calvo Vicente, Cándida. “El concepto de consen-so y su aplicación al estudio del régimen franquista”. En Spagna Contemporánea. 1995, n° 7, pp. 141 -142.24. Según Laura Rodríguez fue especialmente el diario La Opinión donde más noticias se publicaron al respecto. Ver Rodríguez, Laura. Católicos, nacionalistas…, op. cit., p. 76-78. 25. Para una revisión sobre los orígenes y la historia de las primeras décadas del Colegio

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escuela de la ciudad” –como afirman personal no docente y autorida-des actuales de la institución– funcionaba en esos años en el plano simbólico como un elemento de prestigio y cohesionador tanto de la comunidad educativa en sí como en sus vínculos con la sociedad ro-sarina. A ello se sumaba que desde sus inicios había sido una escuela creada para varones y que aún cuando concurrían mujeres, estas tu-vieron una presencia minoritaria, incorporándose en mayor número hacia finales de la década del ’70 y los inicios del ‘8026. Por otra parte tenía una larga tradición de realización de campamentos y actividades al aire libre fomentada por diversos docentes de la institución en la cual participaban los estudiantes27.

La escuela Nacional de Títeres sin embargo no cumplía con ninguna de estas premisas: era una escuela joven gestada en1974, y si bien originalmente se pensó como una escuela con dos niveles, adolescentes y adultos, en 1976 se suprimió el primero por la escasa participación de los jóvenes mientras que el nivel “terciario” se man-tuvo y consolidó en los años siguientes. Así la escuela se caracterizó por tener alumnos adultos, en general con un título docente, que se formaban en el arte de títeres28. En este sentido es posible sugerir que la elección de esta institución por parte del Ministerio estaba defini-da por el carácter artístico que la escuela podía aportar al proyecto, situación que probablemente fuese tenida en cuenta en más de una

Nacional N°1, ver Carvalho, Eduardo y Colovini, Jorge. Colegio Nacional del Rosario. Oríge-nes, fundación y primeros tiempos, Rosario: Asociación cooperadora Colegio Nacional 1, s/f. También ver Kanner, Leopoldo. David Peña y los orígenes del Colegio Nacional, Rosario: Banco Provincia de Santa Fe, 1974.26. Esto puede rastrearse por ejemplo en el listado de ex alumnos desde sus inicios hasta 2002 que se publica en el libro Carvalho, Eduardo y Colovini, Jorge. Colegio Nacional del Rosario… op. Cit, pp. 344-372.27. Reconstruido a través de las diversas entrevistas realizadas y de comentarios de las autoridades de la institución en charlas informales. 28. La escuela Nacional de Títeres era una escuela nueva, creada en 1974 por la DINEA bajo el impulso de quien fue luego su primer director Alcides Moreno. Para reconstruir parte la historia de la escuela puede consultarse un trabajo de investigación que aun cuando es inicial –realizado por estudiantes de dicha institución- contiene un conjunto de informa-ción y documentación significativa respecto de la escuela. Borón, Adriana, Nora Cúneo y Ana M. Lopergolo, Escuela Nacional de Títeres. Investigación sobre su historia, Rosario, 1986. Ver también http://eptt.sfe.infd.edu.ar/sitio/ [consulta: 30/05/ 2012]

oportunidad29. Sin embargo una mirada distinta sugieren las palabras de nuestra entrevistada que fuera docente de esta escuela en aquellos años. Ella destaca que en el marco de la dictadura la escuela pasó de un lugar marginal en la ciudad a un edificio en la peatonal (centro de la ciudad): “Evidentemente a donde yo puedo pensar la película muchos años después, había habido algún tipo de acuerdo para que se permitiera llegar… con este gobierno militar a… una escuela de arte a Mitre y Córdoba. Evidentemente esto estaba, pero si estaba no lo sabía todo el mundo”. Recuerda además “y en algún momento… el chisme institucional fue vamos a las fronteras por bancos… por pupitres” 30. En este sentido, la participación en “Marchemos hacia las fronteras” habría implicado cierta negociación entre la institución y el Ministerio de Educación y Cultura que señalaba algunos benefi-cios como contraprestación de su participación.

Mas allá del modo en que fueron seleccionadas, es evidente que ambas aportaron características diferentes al proyecto y se vieron beneficiadas con tal participación, ya fuera materialmente o por el prestigio que implicaba haber sido escogida. Por otra parte, partici-par de “Marchemos…” no significaba simplemente ser elegidas del conjunto de escuelas nacionales de la ciudad sino que las obligaba a generar las condiciones para el viaje de los estudiantes. En el caso de los estudiantes del Nacional N°1 iniciaron una campaña de re-colección de útiles escolares que fueron luego donados a la escuela de frontera. En tal actividad participó la comunidad escolar en su conjunto e incluso se movilizó fuera del espacio institucional para conseguir los materiales. Se realizaron además sorteos, rifas para re-caudar los fondos necesarios para los pasajes de estudiantes y docen-tes que los acompañaban ya que “El auspicio era de Gendarmería pero en realidad toda… la… el concretar el viaje pagar el viaje, las cosas que conseguimos 29. Según Marcelo P., alumno del Colegio Nacional N°1 de Rosario y participante de Mar-chemos a las fronteras, en el viaje se relacionaron con estudiantes de una escuela de artes de la ciudad San Fernando, provincia de Buenos Aires, escuela que por otra parte llevó tanto a varones como mujeres. Entrevista a Marcelo P., 48 años, abogado. Fue estudiante en el Politécnico y a partir del año 1979 del Colegio Nacional 1. Terminados sus estudios secundarios en 1982 ingresó a la carrera de derecho en la UNR. Rosario, febrero de 2012. Entrevistadora: Laura Luciani. 30. Entrevista a Meri A., 54 años, psicóloga, antropóloga y titiritera. En ese entonces era docente de psicología en la Escuela Nacional de Títeres. Rosario, abril de 2012. Entrevistadora: Laura Luciani.

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para viajar fue una cosa personal nuestra con la escuela. Gendarmería nos dio el hospedaje y la movilidad en camiones UNIMOG allá en Yavi” 31. Asimismo durante todo el año ‘79 y frente a los preparativos, la escuela movilizó al conjunto de estudiantes que eran constantemente informados res-pecto del operativo32. Mas allá de que la mayoría de la población es-tudiantil no participó directamente del viaje, estuvo implicado en las actividades que generó, tanto en los preparativos como aquellas que se sucedieron luego del regreso de sus compañeros. La realización de este conjunto de actividades advierte que la puesta en marcha del operativo trascendió a los propios participantes involucrando a parte de la comunidad educativa y local. Es posible pensar entonces que si Marchemos… no fue realizado desde Gendarmería con el objetivo de gestar nuevas instancias de sociabilidad entre jóvenes, sí potenció las relaciones y lazos de sociabilidad existentes, especialmente al inte-rior de la comunidad educativa.

El viaje de los estudiantes del Colegio Nacional fue previsto a Suripujio en la región de Yavi, Jujuy. En un documento extendido por el Ministerio de Educación se planteaba: “Este operativo constituye una oportunidad muy especial que les permitirá adquirir una visión real y vigente del país y de la gente. Una vivencia que los enriquecerá porque les permitirá tomar contacto con jóvenes como ustedes, inmersos en una realidad diferente”. Por su parte las autoridades escolares le recordaban que era un “honor y gran responsabilidad” ser parte del contingente del colegio y que por tanto manifestaba que debía cuidar “el detalle y el buen nombre del establecimiento en el vestir, en el vocabulario y en todos tus actos” 33. Con esas recomenda-ciones catorce estudiantes y dos docentes se trasladaron a Suripujio. Según los propios entrevistados no hubo una selección de “líderes naturales” tal como pareciera ser el caso del Colegio Nacional Bue-nos Aires ya citado y según Marcelo P.: “y debe haber informado el celador o alguno de los profesores (…). No, no me eligieron, era libre, el que quería se anotaba, ehhh no había… no nos elegían”, comentario común entre los entrevistados.

31. Carlos R, 48 años, médico. Fue estudiante del Colegio Nacional 1 y participante de Marchemos a las fronteras. Rosario, noviembre de 2011. Entrevistadora: Laura Luciani32 . Reconstrucción realizada a partir de las diversas entrevistas relevadas.33. Documento “Argentinos! Marchemos hacia las fronteras…”

Los estudiantes de la escuela Nacional de Títeres viajaron a la frontera entrerriana en el verano de 1980, en la zona custodiada por Gendarmería entre Concepción del Uruguay y Gualeguaychú. En este caso la selección de los participantes estuvo signada por las obras de títeres que se montaron en donde se destacaba “Desde el Jardín” y “Las andanzas de Juan Zorro” junto a sketch tradicionales del arte titiritero. Como se ha mencionado era una escuela terciaria con lo cual quienes viajaron eran mayores de edad, en un rango etario entre los dieciocho y treinta años, junto a tres docentes de la institución. En este caso la comunidad escolar en su conjunto no parece haberse involucrado en el proyecto e inclusive los docentes que participaron no eran parte del núcleo central de la institución, sino que, como señala nuestra entrevistada, participaban en las actividades escolares desde los márgenes34.

El acto central de despedida de los estudiantes –donde se hi-cieron presentes efectivos y autoridades de Gendarmería, la Banda del Batallón de Comunicaciones 121 y un escuadrón de Gendarmería Infantil– se realizó en el patio central del colegio Nacional N°1 a fines de 1979 y estuvo a cargo la vice rectora de la institución, De-lia Wagner de Guever quien reflexionó sobre cómo era entendida la frontera: “Desde nuestra visión de habitantes de la ciudad, tal vez hallamos pen-sado muchas veces en la frontera como el lugar desolado donde finaliza la patria, pero Gendarmería ha invertido la perspectiva; frontera es el lugar donde la patria comienza” y señaló el sentido del operativo para los jóvenes:

“Este operativo se destina a la juventud, porque ella encierra el fu-turo de todo el país. Por eso es necesario que conozca lo que es la soledad, la labor cotidiana y abnegada de hombres, mujeres y jóvenes que cada mañana despiertan sabiendo que constituyen la presencia argentina en una realidad muchas veces hostil (…) De este conoci-miento, de esta convivencia surgirá la responsabilidad de hacer, un hacer entendido no sólo como apoyo moral y material sino como un compromiso de poblar, fecundar y construir (…). Para que en un

34 . Meri A. Los trabajos y documentación pertenecientes a la escuela refieren pocos datos respecto de la realización de este operativo, dando cuenta sólo de la fecha y la provincia a la cual viajaron así como los nombres de las obras puestas en escena. Borón, Adriana, Nora Cúneo y Ana M. Lopérgolo, Escuela Nacional de Títeres, op. Cit.

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futuro próximo no existan confines territoriales ni espirituales sino una Nación íntegra, plena y soberana”35. Se sumó con su discurso Alcides Moreno, director de la Escue-

la de Títeres (que junto a estudiantes de la institución participaron del evento), señalando el aporte del arte en el operativo: “Como artistas titiriteros hemos buscado siempre ahondar en las raíces de nuestra cultura (…). Los artistas argentinos sabemos mirar con amor hacia adentro de nuestra fron-tera y con respeto pero sin complejos, hacia afuera” 36. Por último el jefe de la División Noreste de Gendarmería arengó a los jóvenes viajeros: “No desmayéis ni un instante en esta hermosa y trascendente faena. Volcad y recibid para y de ellos lo mejor que tenéis como jóvenes y como estudiantes, vuestro corazón pleno de arrolladoras y sanas inquietudes”37. Los discursos de directivos y Gendarmería evidenciaban así una clara consonancia de objetivos, “Marchemos…” era un proyecto dedicado más a los jóvenes y a la sociedad en su conjunto que a las regiones de frontera donde ellos viajarían.

Argentinos. Marchemos hacia las fronteras, una experiencia de jóvenes

Hasta aquí se ha planteado el operativo señalando los objetivos de Gendarmería, la participación del Ministerio de Educación, el rol de las instituciones educativas y sus dirigentes, la reconstrucción de dicho acontecimiento en al ciudad de Rosario. No se ha indagado, sin embargo, “Marchemos…” como una experiencia juvenil, es decir no fue abordado desde las posibles significaciones que tuvo el operativo en aquellos jóvenes que formaron parte de esta propuesta. Entonces ¿qué significó para los jóvenes?, ¿por qué participaron?, ¿cómo se relacionaron con los pueblos de frontera, con los gendarmes y qué redes de sociabilidad abrió la experiencia?, ¿cómo se resignifica esa experiencia en la actualidad? Algunas reflexiones en este sentido se-rán abordadas a partir de los casos convocados.

35. “Significativo Acto en el Nacional 1”, La Tribuna (en adelante LT), 16/11/79, p. 8 y 9.36. “Estudiantes rosarinos marchan a al frontera”, LC, 16/11/79, p. 837. Ibíd.

Pensar la participación de jóvenes en el operativo obliga a se-ñalar que mas allá de cómo se realizó la selección de las escuelas, no hubo una imposición directa de qué estudiantes debían convocarse. Si bien es posible que en el caso de la Escuela Nacional de Títeres estuviese limitado por la escasa cantidad de alumnos y por las obras puestas en escena, lo cierto es que no hubo una orden explícita o implícita que incidiera en la decisión de los jóvenes, especialmente en los estudiantes secundarios. Por otro lado la participación no signifi-có ni la aceptación de los objetivos generales que desde Gendarme-ría se esgrimían ni un alineamiento ideológico definido respecto de ellos. Los entrevistados más bien indican una multiplicidad de mo-tivos que exceden al proyecto mismo. En ese sentido Fernando, un ex alumno del Colegio Nacional N°1 plantea que la decisión de ir a “Marchemos…” estuvo en gran parte determinada porque la escuela “cerraba” antes las notas de quienes participaran, era “mas por zafar” y en menor medida por ayudar a las escuelas rancho38. En el caso de Carlos, otro ex alumno de la institución señala: “no me acuerdo de donde salió esa idea (…). Me gustó el proyecto, me gustó el proyecto de hacer un viaje con la intención de entablar relación con una escuela alejada y muy humilde. Me gustó el proyecto”. Y Marcelo por su parte recuerda: “Y voy a mi casa y le digo vos sabés que vinieron y van a ir al norte. Y mi abuelo me dijo andá, andá a mí me gustaba viajar (…) yo fui por conocer, no por otra cosa, por conocer el norte que no lo conocía. Una cuestión turística”. Si bien no es posible men-surar cuántos de los participantes fueron por el proyecto y cuantos por otros motivos, lo cierto es que Marchemos hacia las fronteras no concitó desde el vamos el interés de los jóvenes, al menos no como fue definido por Gendarmería. Y en esta ocasión participar del viaje a un pueblo de frontera no implicó necesariamente un acuerdo o apo-yo explícito a los objetivos esgrimidos públicamente por el gobierno militar y Gendarmería Nacional, mas bien fue la concurrencia entre los intereses particulares de los participantes y los objetivos generales de las Fuerzas Armadas39.

38. Entrevista a Fernando K., 48 años, psicólogo, cineasta y documentalista. Había iniciado sus estudios secundarios en el Colegio Nacional Buenos Aires. En 1979 sigue sus estudios en el Nacional 1 de Rosario. La entrevista no fue grabada sino que se tomaron notas. Rosa-rio, octubre de 2011. Entrevistadora: Laura Luciani.39. En su análisis sobre el franquismo Cazorla Sanches señala la necesidad de resignificar el

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Ahora bien, diferente pareciera ser el caso de los docentes y preceptores quienes como parte de la institución y acompañantes fueron con los estudiantes. En el caso del Nacional N°1, a partir de las referencias de las autoridades y no docentes actuales de la insti-tución como de las propias impresiones de los estudiantes que par-ticiparon, quienes los acompañaron eran un docente y un preceptor vinculados al área de educación física, espacio donde se generaba la realización de campamentos u organizaban actividades que implica-ban cierta instrucción militar:

“El colegio tenía, tiene un área de educación física que eran dos can-chas… tiene el tamaño de dos canchas de básquet (…), y me acuerdo de un profesor, Mazzeti daba educación física que aparte de dar edu-cación física nos daba cierta instrucción militar básica que era forma-ción, caminar, giros y aquello digamos que éramos como soldaditos desfilando, nos sirvió (…) Nos enseñaban a marchar”40.

En charlas informales con las autoridades del colegio, se ha planteado la posibilidad de que la participación de la escuela en el operativo estuviese vinculada a la actuación de este grupo de docen-tes. Mas allá de cuan certero sea esta suposición, es posible pensar que la participación de los adultos que acompañaron a los estudiantes recayera en personas que aun cuando no propiciaran, participaron con entusiasmo del proyecto. En el caso de los docentes de la Escue-la Nacional de Títeres, su participación tendría otras características. Como se señaló no formaban parte del núcleo más cercano a las autoridades de la institución y para Meri, una de las docentes de la Escuela Nacional de Títeres, su inclusión en el viaje fue claramente un “castigo”:

“En ese marco, se muda la Escuela de Títeres, a Córdoba y Mitre, en lo que fue el sueño… EL SUEÑO (…) Y llegar a tener ese lugar después de tener las dos aulitas o las tres aulitas que teníamos a la noche en Las Heras fue un, así… como si hubiéramos alcanzado al

encuentro entre las expectativas particulares y los objetivos del régimen para comprender cómo se desarrollaron las adhesiones políticas al régimen. En esa línea se inscribe el plan-teo anterior. Ver Cazorla Sanches, Antonio. Las políticas de la victoria. La consolidación del Nuevo Estado franquista (1938-1953). Madrid: Marcial Pons, 200040. Entrevista a Carlos R.

cielo con las manos. Habíamos llegado al centro, a una gran vidrie-ra (…) Lo cierto es que esto sucede en un verano y ese marzo, o ese febrero, nos llaman a una plenaria y… a todo esto nos habían invita-do a formar parte de la mudanza y yo con mi habitual descuelgue no aparecí (…), y supongo de esto es parte de la razón por la que voy a la frontera (risas)”41.

Para la entrevistada la participación en “Marchemos…”, medida y mediada por las memorias, fue contradictoria:

“Yo tampoco soy alguien que si me dan la orden de hacer… este haber en una institución en la que participo hay una orden de que hay que ir, nada, forma parte de las reglas del juego. No me gus-taba mucho la escena, me angustiaba bastante (…) pero por otro lado no era marchar a cualquier frontera era marchar a la frontera de Entre Ríos. Frontera que no sólo yo conocía como la palma de mi mano sino que en realidad había sido una frontera amigable; por la frontera, compañeros se habían ido a Uruguay en lancha, se habían escapado. O sea que en realidad tampoco era una frontera… no lo sentía en ningún momento que me estuvieran mandando a un frente de batalla. Supongo que si no, no lo hubiera aceptado”.

La necesidad de Meri de deconstruir esa imagen de frontera que desde el discurso castrense pretendía imponerse necesita ser ana-lizada con detenimiento. Por un lado es cierto que siendo nativa de Entre Ríos, esta no aparecía en su imaginario como un espacio de frontera sino como parte de su vida cotidiana y es probable que fuera una frontera “amigable”. Para los lugareños la frontera no tenía la misma carga de sentidos: “si pensamos en Entre Ríos de esa época, en Entre Ríos no hubo acciones militares porque en Entre Ríos era campo de adiestramien-to. Entonces la gente no había vivido al escena… los problemas militares que tuvo rosario por ejemplo de militares contra militantes, de enfrentamientos en la esquina (…) el gendarme es el que te ayuda a parir. Para los pueblos es eso”42.

41. Entrevista a Meri A. Respecto de la selección de los otros docentes la entrevistada nos da algunas pistas: “no se por qué es personal lo de Alcides, él era jefe de tribu y yo no le terminaba de pertenecer a la tribu, me parece que es esa la película. Estaba pero no estaba. Yo creo que el sentía eso. Los otros dos profesores me parece que no casualmente eran gay, militantes gay…”42. Para Carlos, quien fue a Suripujio, la frontera tiene connotaciones que se alejan de los planteos de Meri, la frontera “tenía mas que ver con el tema contrabando. Que existía, siempre existió, pero no droga (…) Creo que los gendarmes justamente tenían una función mucho mas clara del

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Pero poniendo en perspectiva su narrativa, debe advertirse que hay una necesidad actual cargar de sentidos ese recuerdo y redefinir desde un lugar particular a la frontera recordándola como la frontera exilio, permitiéndole así resignificar también su propia participación en el operativo y construir desde ese lugar los fundamentos por los cuales esa no fue una experiencia disruptiva en su propia biografía.

Pero el viaje, para Meri, no sólo era un viaje a la frontera y con Gendarmes:

“Mi imagen de esto es la salida, yo tengo la salida, en la retina tengo la salida de un ómnibus con todos nosotros parados en calle Córdoba, adonde en realidad la escena de todo el mundo era ir como en una estudiantina. Vuelvo a hablarte de esto de parecer como una burbuja porque si uno lo mira a la distancia, no entiendo con que proceso… si entiendo con que proceso psíquico hicimos la escisión entre los militares a los que cuestionamos y los gendarmes a los que íbamos… pero evidentemente uno cuando esta en esta situaciones hace esas escisiones”.

Meri era docente de psicología, su participación se fundamen-taba en que era mujer e iba para “cuidar” a las alumnas, aun cuando ella era una de las más jóvenes del grupo de mujeres que viajaron “en realidad la joda era vos vas a cargo de las chicas, no podés traer a ninguna emba-razada esta era la joda de los demás profesores que se quedaban (…) pero además como si el problema hubiera sido que viniesen embarazada”.

La mirada de unos y otra se construyen desde lugares distintos. Tanto respecto del lugar y sentido de ese viaje como sobre la expe-riencia misma. En esa línea es interesante consignar que la mirada de los jóvenes estudiantes sobre Gendarmería (en tanto parte de las Fuerzas Armadas) era benigna y no implicó en la mayoría de los casos una reflexión exhaustiva sobre el sentido del proyecto ni su partici-pación en él. Aun cuando Fernando señala que por su propia expe-riencia familiar no desconocía lo que estaba pasando –tenía ya para ese año un familiar desaparecido– e iba con ciertas prevenciones a la frontera, lo cierto es que en el resto esos recaudos estaban ausentes y la imagen general –inclusive en Fernando– es que los gendarmes eran

cuidado de la frontera”.

“piolas” y que el último día los gendarmes lloraban por su partida. Carlos R. señala: “Recuerdo una excelente relación con los gendarmes… par-tido de fútbol con los gendarmes en una cancha de fútbol que era… estaba a 45 grados (…) comida con los gendarmes, una fiesta de despedida que nos hicieron a nosotros. Yo durante un tiempo me carteé con el capo de la Gendarmería que estaba ahí (…), ellos se encariñaron mucho con nosotros (...) Era gente que vivían aislados.(…) Yo calculo que los mas grandes tendrían 40 años, una cosa así, eran muy jóvenes”. Asimismo en el caso de los estudiantes del Nacional N°1, aun cuando señalan el recibimiento de los lugareños y las fiestas en que participaron, los recuerdos más significativos están asociados con los gendarmes donde el vínculo pareciera haberse estrechado. Tal es así que en el viaje de regreso los acompañó uno de los oficiales e inclusive realizaron una comida en su honor donde asistieron quienes viajaron junto a sus familiares. Marcelo P. recuerda: “a los dos días que vinimos… él se quedó [refiere al oficial] y la verdad que nos habían tratado tan bien que hicimos una cena y comimos en el Club Tiro Suizo (…) porque para nosotros fue muy bueno… la comunidad que se dio entre nosotros, como jóvenes”. El recuerdo del “Subteniente Blanco” para algunos, “Gomez” para otros es mencionado en todas las entrevistas y es quien los acompaña en el regreso. Mas allá de las apreciaciones personales, que involucran los modos en que se reconstruyen las memorias, pareciera haber sido la única persona con la cual todos asocian algún posicionamiento ideológico político. Fernando recuerda que el subteniente Blanco se jactaba de haber estado en el Operativo Independencia y que cuando le preguntó si había matado a alguien se puso incómodo y le dijo que “de esas cosas no se hablaban”. Marcelo señala que de política no se hablaba: “el único que nos hablo fue este Blanco (…) habló de Bussi, y él era de Tucumán también. Y entonces habló de Bussi (…), decía que iba a ser, ya se comentaba, 79 que podía haber un cambio en la cúpula militar y él lo tiraba como el próximo presidente de los argentinos”. Más allá del recuerdo de este oficial que los acompañó de regreso e incluso mantuvo correspon-dencia con uno de los jóvenes, todos coinciden en que no hubo “la-buro ideológico” 43.

43. Fernando K. Es interesante además que aunque todos coincidan en este planteo recuer-den los comentarios del oficial mencionado.

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La mirada de Meri sin embargo contrasta significativamente con las anteriores:

“Dormíamos en una barraca todas las chicas juntas y todos los varo-nes juntos pero no con los conscriptos (…) Los jóvenes comían en un lugar que no sé cual era y nosotros comíamos en la mesa de los oficiales. Esa es la otra escena que tengo. De un grado de locura tal, adonde mis dos compañeros engullían la comida sin decir palabra y era muy evidente que no estábamos… a ver era excesivamente evi-dente que eran dos mundos que no tenían intención de tocarse. (…) Yo comía en una mesa donde todos los otros eran varones. (…) De qué hablaba no me acuerdo, pero de nada… si sé, esta es la sensa-ción que tengo de que no se hablaba de nada, se hablaba del tiempo, de Entre Ríos...”

En lo cotidiano el silencio y las palabras medidas regulaban las relaciones con los gendarmes. Ser de dos mundos distintos, como se-ñala, implicaba no sólo lo diferente de sus roles sino la perturbación a la cual la experiencia la obligaba. Pero Meri plantea una cuestión que no es menor, los docentes comían en la mesa de los oficiales, señalando una diferencia con el resto de los estudiantes y un rango de autoridad que separaba a unos de otros. Esta diferencia comple-jiza aún más su narrativa, las diferencias no se construían en un solo plano entre viajeros y gendarmes, sino entre quienes detentaban un rol de autoridad y quienes no. Esta distinción sin embargo contrasta significativamente con el relato de los jóvenes que van a Suripujio. Asimismo los recuerdos más felices de Meri están construidos en torno al vínculo con las poblaciones a las cuales visitaban y donde se ponían en escena las obras de títeres: “También había después un momento en el que después íbamos a barrios mas bien marginales, a armar un retablo (…) con chicos que no habían visto títeres en su vida (…). Los pibes se fascinaban”.

El regreso a Rosario, sin embargo tiene ciertas similitudes ya que ambos contingentes fueron recibidos por las autoridades con beneplácito. Meri señala: “Cuando volvimos nos recibió… así, habíamos sido brillantes como habíamos vuelto” 44 y Marcelo recuerda que inclusive

44. Unos meses después de este viaje Meri fue cesanteada, en el marco de las cesantías que sufrieron varios docentes de la institución y que alcanzaría tiempo después al propio direc-tor Alcides Moreno. En 1981 entraría nuevamente a la escuela pero ahora como alumna,

fueron al estudio de uno de los canales locales a contar su experiencia y para Carlos “el grupito chico”, es decir a aquellos que eran compa-ñeros de división, “nos quedó la cuestión del viaje durante bastante tiempo” pero “después nos dispersamos”. Por otra parte el colegio Nacional N°1 se mantuvo el “espíritu” del operativo y en los años sucesivos gestó nuevos vínculos con las Fuerzas Armadas. Ejemplo de ello es la reali-zación del certamen “El joven Argentino que quiero ser”, realizado por el Comando de Instrucciones Militares del Ejército Argentino en el año 198045 y la entrega de la Bandera de los Andes que la escuela recibió como obsequio.

Consideraciones finales

En el artículo se ha abordado el operativo “Argentinos. Marche-mos hacia las fronteras” como parte de una política específica de las Fuerzas Armadas en su intento de estrechar vínculos con la sociedad, señalando como un contexto propicio para su realización la coyuntura del año 1979, luego del Mundial de fútbol y en el marco del inicio de las relaciones diplomáticas por el conflicto del canal de Beagle.

El operativo señaló una instancia de visibilización del rol co-munitario de las Fuerzas Armadas. Se llevó adelante con la presencia y participación del gobierno de facto y utilizando como herramientas el propio aparato estatal y se construyó a partir de su articulación con los ámbitos educativos, cuestión que no era, por otra parte, pura coincidencia ya que ambas son históricamente portadoras de prácti-cas, símbolos y ritos que colaboran en el proceso de reconstrucción permanente de la identidad nacional, de los valores y el deber ser argentino. Asimismo el vínculo con la escuela permitió a las fuerzas estrechar relaciones con los jóvenes estudiantes.

La participación en “Marchemos hacia las fronteras” tuvo en los casos estudiados aquí significaciones distintas y las miradas ac-

según señala, la experiencia de puesta en escena del arte titiritero en Marchemos… la llevó por ese camino. 45. La realización de dicho certamen es una de las anécdotas recurrentes de quienes cursaron en aquellos años especialmente porque dos estudiantes fueron sancionados por no cumplir con la realización del “certamen patriótico literario”. Ver libro de Actas del Colegio Nacional N°1, resolución s/n, octubre de 1980, p. 35.

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tuales son reconsideradas también en forma diferente en uno y otro caso, si bien no se ha analizado las narrativas en el proceso de cons-trucción de sentidos de memoria, ya que no es objetivo de este ar-tículo, es evidente que la resignificación actual de la experiencia no tiene las mismas connotaciones en los y la entrevistada, los recorridos personales posteriores permean la mirada sobre ese pasado46. Para los jóvenes estudiantes del Nacional N°1 no implicó situaciones con-tradictorias, ambiguas o conflictivas, fue una experiencia que aunó a un grupo de jóvenes de la escuela en un contexto específico, eran, en su propia percepción y narrativa, tan sólo estudiantes que viajaron a Suripujio. A su regreso mantuvieron entre sí algunos lazos más estre-chos aunque estos fueron diluyéndose con el paso del tiempo. La ex-periencia es recordada con nostalgia y cariño, como un buen recuerdo y sin implicancias ideológicas47. Para Meri relatar ese pasado es más complejo, no era estudiante sino docente, imponiendo ese lugar un rol de autoridad que aun cuando ella deslinda, señalaba una diferencia con la realidad del resto de los entrevistados.

A partir de lo explicitado en el artículo puede plantearse que mas allá de lo que pretendiese concitar Gendarmería con este proyec-to, los jóvenes lo transitaron sin que ello implicara un alineamiento con los objetivos definidos desde la institución castrense. Probable-mente no haya modificado su vida a largo plazo, ni tuvo un impacto significativo en la comunidad rosarina mas allá de ese verano. Enton-ces, ¿qué sentidos adquiere reflexionar en torno a ello desde las expe-riencias juveniles? Si “Marchemos…” es considerada en este trabajo como una política específica que buscó ahondar lazos con los jóve-nes, diseñada y puesta en marcha por Gendarmería, podría plantearse que tuvo poca efectividad y no modificó la vida de estos jóvenes que

46. Respecto de la construcción de las narrativas y las memorias en el marco de las en-trevistas puede consultarse Portelli, Alessandro. “El tiempo de mi vida. Las funciones del tiempo en la historia oral”, en Acerves, Jorge (Comp.). La Historia oral, México: UAM, 1993.47. Las entrevistas a los estudiantes del Nacional N°1 se llevaron a cabo entre finales de 2011 y principios de 2012. El dato no es casual ya que las promociones de alumnos que participaron en Marchemos a las fronteras cumplieron en esos años su 30 aniversario e implicó distintas instancias de rencuentros que motivó a recuperar anécdotas e historias de estudiantes, entre ellos el recuerdo de la participación en este operativo.

participaron ni la de sus compañeros, tampoco sus miradas sobre el régimen. Quizás sería posible pensar que “Marchemos…” fue para el régimen y sobre todo para Gendarmería una estrategia que colaboró en el proceso de mostrarse socialmente, visibilizar su rol comunitario, más allá de sus alcances verdaderos o relativos al tiempo que fue un modo de manifestar vínculos con un sector de la sociedad, en este caso los jóvenes. Todo ello en un contexto donde las fronteras eran un problema vivido con cotidianeidad inclusive en las grandes ur-bes. Por otra parte no debemos desconocer que la realización de este proyecto se gestó a nivel nacional e implicó la participación y organi-zación del viaje de miles de estudiantes siendo para fines de 1979 el proyecto de mayor envergadura gestado por Gendarmería.

Respecto de la experiencia en Rosario, podemos señalar ade-más que no tuvo continuidad a lo largo de los años, participaron solo dos escuelas, una de ellas terciaria y el número de estudiantes que viajaron no superó las treinta personas. Sin embargo empalmaba la experiencia particular de estas escuelas con ese proyecto nacional que fue ampliamente difundido en los medios nacionales y locales, permitiendo conectar el espacio local con políticas más generales que tenían su mayor epicentro en la ciudad de Buenos Aires. Mas allá de todo eso no podemos dejar de reconocer que por lo menos para el caso del Nacional N°1, el viaje de catorce estudiantes a la frontera activó significativamente la vida de la comunidad escolar, de docen-tes, autoridades, estudiantes y sus familiares durante los años ‘79 y ‘80. Probablemente en retrospectiva esa participación no sea hoy un antecedente tan significativo48, sin embargo es posible pensar que en ese contexto participar del operativo constituyó para las instituciones educativas cierto prestigio, cierto acompañamiento de un proyecto. Significó mucho más que mandar a los chicos al norte. El viaje no sólo sirvió para refrendar o gestar vínculos entre estudiantes, sino también para estrechar lazos entre Fuerzas Armadas y escuela.

48. Deberíamos preguntarnos si este es un “olvido” casual de las actuales autoridades escolares.

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Intelectuales y política en el Chile de los 60 y 70: entrevista con Cristóbal Kay

Intellectuals and Politics in Chile in the 60s and 70s: an Interview with Cristobal Kay.

ivette lozoya lóPez*

Resumen: El presente texto es una entrevista escrita realizada al eco-nomista y sociólogo experto en temas agrarios Cristóbal Kay en abril del 2013. El objetivo es indagar en las características del ambiente y las discusiones intelectuales desarrollada en los largos años 60 en Chi-le, cuyo término fue el golpe de estado perpetrado por Augusto Pino-chet en Septiembre de 1973 y que no solo derrotó la experiencia de la Unidad Popular, sino también, a la experiencia creadora, intelectual y de debate político existente en el país previo a la dictadura. El texto se presenta con una introducción y algunas anotaciones aclaratorias que espero contribuyan a la caracterización del periodo y no entorpezcan el importante testimonio y la reflexión que en torno a él realiza Kay.

* Magister en historia de Chile, Doctora en Estudios Americanos por el Instituto de Estudios Avan-zados (IDEA) de la Universidad de Santiago de Chile. Entrevista realizada en el marco de la investig-ación doctoral “Pensar la Revolución. Intelectuales y pensamiento latinoamericano en el MIR chileno 1965-1973” y parte del proyecto FONDECYT 1130323 Contexto histórico y dinámicas políticas de la insur-gencia armada en Chile (1978-1994).Correo-e: [email protected]ículo recibido: 10-05-13. Aceptado: 8-10-13

Historia, Voces y Memoria 6 (2013) p. 211-231ISSN 1852-5369

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Palabras clave: Chile; intelectuales; política; Unidad Popular; golpe de estado.

Abstract: This text is a written interview conducted by economist and sociologist Christopher agricultural expert at Kay in April 2013. The aim is to investigate the characteristics of the environment and intel-lectual discussions developed in 60 long years in Chile, whose term was the coup perpetrated by Augusto Pinochet in September 1973 and defeated not only the experience of the Unidad Popular, but also, experience creative, intellectual and political debate in the country prior to the dictatorship. The text is presented with an introduction and some explanatory notes which I hope will contribute to the char-acterization of the period and not to hinder the important testimony and reflection around it makes Kay.

Key words: Chile; intellectuals; politics; Popular Unity; Military Coup.

Cristóbal Kay y el periodo

Los años 60 y 70 en Chile no solo van a ser intensos y estimu-lantes en términos políticos sino también en términos intelectuales. El desarrollo de las ciencias sociales iba a la par de las transforma-ciones políticas que se estaban dando en el país. La búsqueda de un camino propio y el rol que asumieron los cientistas sociales en la detección de los problemas para el desarrollo en el continente y las recomendaciones para su superación, los instala como protagonistas en estos años.

Cristóbal Kay1 realiza sus estudios y primeras investigaciones, en el período más productivo y brillante del desarrollo intelectual la-

1. Actualmente es profesor emérito del International Institute of Social Studies (ISS) en La Haya, Países Bajos y profesor asociado de la Universidad de Londres y de FLACSO Sede Ecuador.

tinoamericano y que tenía como centro neurálgico a Chile. Estudió en la Universidad de Chile y fue parte de un importante grupo de intelectuales que trabajaron como investigadores en el CESO (Centro de Estudios Socio-Económicos) de la misma universidad, ahí com-partió con intelectuales de la talla de Theotonio Dos Santos, Vania Bambirra, Ruy Mauro Marini, Tomas Vasconi, André Gunder Frank y Marta Harnecker entre otros muchos.

Su tesis de licenciatura, defendida en 1967, estuvo dedicada a un modelo de programación agrícola2 y dentro de sus publicaciones posteriores podemos destacar el análisis y balance del proyecto de la unidad Popular en el ámbito de su experticia, el campo3. Los análisis de Kay establecen una relación entre estructura agraria, sujetos socia-les y condiciones históricas4. Becado por el CESO Kay sale del país a realizar su doctorado en la Universidad de Sussex en Inglaterra y se reincorpora a la institución en 1971.

El Santiago de Chile que recibe a Kay luego de su doctorado en Inglaterra se había convertido en núcleo del pensamiento latinoa-mericano. Esta realidad comenzó a configurarse desde la instalación de la CEPAL en 1948 cuya sede estará en esta ciudad. Más tarde, en 1957 por encargo de la UNESCO, va a comenzar su funcionamiento la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), esto en paralelo con el desarrollo a nivel local de las ciencias sociales cuyas cátedras de economía y sociología se difundían por todo el país y que terminarán dando origen a las respectivas escuelas de sociología. Es-tas facultades de Ciencias sociales o escuelas de sociología van a sig-nificar un importante avance ya que implica saltar de las cátedras de ciencias sociales a la investigación en esos ámbitos. Si bien la reflexión

2 . Cristóbal Kay. “Un modelo de programación agrícola regional: aplicación al programa lineal al área Maipú. Universidad de Chile, 1967.3. Chile: an appraisal of popular unity´s agrarian reform, Glasgow Scotland, Institute of Latin American studies: University of Glasgow, 1974.4. “Política Económica: Alianza de clases y cambios agrarios en Chile”. Revista Economía, Volumen III, N°5, Junio 1980; “Hacia una teoría del cambio agrario en Chile”. Santiago, Gea, 1986; Editor junto a Patricio Silva del libro “Developmen and social change in the chilean countryside; from the pre-land reform period to the democratic transition”, Am-sterdam, Netherlands: CEDLA, 1992.

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y la discusión entre intelectuales, política y administración del estado se desarrolló en toda América Latina, Chile se vio especialmente be-neficiado de la instalación de las instituciones de carácter continental que tuvieron cede en el país y de los profundos cambios políticos experimentados que instalaron en el gobierno a dos proyectos de transformación: la Revolución en Libertad de Eduardo Frei (1964-1970) y la vía chilena al Socialismo de Salvador Allende (1970-1973).

En este contexto general de transformaciones profundas y de espacios institucionalizados para el desarrollo de las ciencias socia-les, Chile se hizo muy atractivo para muchos intelectuales latinoa-mericanos y del resto del mundo que se instalaron en las diferentes universidades y centros de estudio o que realizaron largas estadías en el país. En definitiva, Chile contaba con espacios concretos donde recibirlos, estos eran las instituciones vinculadas a las Naciones Uni-das, las escuelas de sociología y los distintos centros de estudios que desarrollan investigación.

Sin embargo las exigencias para los intelectuales en el Chile de los 60 y 70 no son solo en términos profesionales, la profunda poli-tización del periodo insta a los cientistas sociales a definirse ideológi-camente y muchas veces a adscripciones partidistas y compromisos concretos con los proyectos en pugna. Por otro lado es un periodo donde la izquierda prácticamente hegemonizaba las visiones de futu-ro y el marxismo, en sus diferentes lecturas, proporcionará el marco conceptual básico para el análisis de la realidad.

La relación entre Intelectuales y sociedad durante los años 60 se invirtió, ya no eran los intelectuales los que tensionan a la sociedad a través de sus análisis cuestionamientos y propuestas desde la supe-rioridad del saber, sino que fue la sociedad (desde los espacios mili-tantes) los que tensionan a los intelectuales exigiéndoles definiciones políticas y compromisos concretos.

Chile, durante los gobiernos de Frei y Allende se convierte en un laboratorio para los cientistas sociales, los intelectuales no ob-servan desde lejos la realidad sino que participan activamente de las transformaciones sociales, debaten, adscriben a los partidos y reali-zan actividad social comprometida.

No obstante esta riqueza intelectual estimulada por los profun-dos cambios políticos que se estaban sucediendo, las interpretaciones que se han impuesto sobre esos convulsos años 60 y 70 tildan a sus protagonistas como aventureros y evalúan o pretenden explicar los intentos de transformación profunda y revolucionaria en los que el país estaba inmerso, como si esta época hubiese sido una especie de borrachera juvenil.

Hay también desde el presente, una crítica negativa respecto a la relación entre intelectuales y política, se alude a la supuesta in-dependencia que los centros de saber y los intelectuales deben tener para producir investigación de calidad ¿cómo explicarse entonces que la época de máxima brillantez en términos intelectuales sea la épo-ca de adscripciones militantes por parte quienes elaboraban conoci-miento desde Santiago de Chile?

Una vez instalada la dictadura en Chile, la relación entre in-telectuales y política se rompe, la mayoría de los centros de estu-dios se cierran, las ciencias sociales y humanidades son miradas con sospecha, muchos de los intelectuales se exilian y continuarán sus investigaciones y reflexiones fuera del país. Quienes quedan, por una cuestión de sobrevivencia, dejan de pensar los grandes proyecto so-cietales y se sumergen en sus investigaciones. El intelectual, como síntesis entre la opinión pública y el saber experto dejó de existir y dio paso a los políticos profesionales que gobiernan y los profesionales del saber que investigan, ambos espacios, en apariencia, transitan por carriles separados.

Desde las movilizaciones estudiantiles del 2011en Chile, los in-telectuales tímidamente han vuelto a la tribuna pública, varios de ellos jóvenes y mayores, se atreven a salir de las cifras que demuestren esto o aquello y comienzan a proponer –haciendo síntesis entre su saber experto y sus anhelos como ciudadanos– algunas alternativas para la construcción de un país más justo, al parecer estamos asistiendo a la resurrección de los intelectuales.

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Entrevista Con Cristóbal Kay

I.L ¿Cuáles eran las discusiones teóricas que se daban en las ciencias sociales durante los años 60, había una verdadera opo-sición a las teorías marxistas? ¿Cuáles eran los espacios de cada una?

C.K Para entender el contexto de mis respuestas vale una primera aclaración. Yo estuve fuera de Chile desde fines de septiembre 1967 hasta mediados de marzo 1971 realizando mis estudios de doctorado en Inglaterra. Por tanto mis respuestas tienen ese vacío ya que no estuve presente durante el quiebre del Partido Demócrata Cristiano (PDC), las elecciones presidenciales de 1970, el asesinato del General Schneider y los primeros meses del gobierno de Allende. Además cuando yo hablo de período o época me refiero generalmente a los años de los gobiernos de Frei Montalva y de Allende; aunque hay un quiebre fundamental entre ambos gobiernos y por ello en algunas de mis respuestas trato de especificar más concretamente si me refiero al período de Frei y/o al de Allende.

Sí, había otras visiones fuera de la marxista pero la mayoría de los cientistas sociales de renombre eran de izquierda (aunque no necesa-riamente marxistas, por ejemplo Osvaldo Sunkel), influenciados por el marxismo (por ejemplo Fernando Henrique Cardoso) o marxistas (por ejemplo Ruy Mauro Marini). Respecto a André Gunder Frank muchas personas lo consideraban un marxista pero él mismo nunca se declaró marxista5. Otros autores se declaraban marxistas pero en

5 . Respecto a los intelectuales nombrados: Osvaldo Sunkel economista Chileno adscrito dentro de la teoría estructuralista latinoamericana, miembro de la CEPAL en el periodo analizado, su obra más conocida es, en Colaboración con Pedro Paz “Subdesarrollo Latino-americano y Teoría del Desarrollo”, siglo XXI, México, 1970. Fernando Henrique Cardoso: Sociólogo brasileño, luego del golpe militar contra el presidente Joao Goulart en 1964 Cardoso se radica el Chile desempañándose académicamente en FLACSO y subdirector del ILPES (Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social) en algunos escritos es catalogado como post marxista. Ruy Mauro Marini: Economista y sociólogo brasileño, llega a Chile en 1968 y forma parte, hasta 1973 del Centro de Estudios socioeconómicos (CESO) dependientes de la Universidad de Chile. André Gunder Frank: Economista, Alemán, fue profesor en la Universidad de Brasilia y formará a varios de los brasileños que más tarde llegarían a Chile. Se incorpora al CESO en Santiago en 1968 donde va a ejercer como investigador hasta 1973.

realidad tenían poco conocimiento del marxismo o lo utilizaban muy superficialmente. Además había diferencias entre los marxistas.

Recuerdo que en mi época de estudiante en la Escuela de Econo-mía de la Universidad de Chile (1962-1966) la revolución cubana tuvo una enorme influencia sobre los debates y la formación política de nosotros. También se formaban grupos de estudios sobre el marxis-mo ya que durante mi periodo de estudiante no había cursos sobre teoría marxista en la Escuela de Economía. Discutíamos en especial el Capital y los Manuscritos Económico y Filosóficos de Marx6. El libro de Regis Debray sobre ¿Revolución en la Revolución?, inspirado por la revolución cubana, generó también intensos debates entre los marxistas. Yo participé de un grupo de personas que analizábamos conjuntamente en varios reuniones dicho libro y discutíamos su rele-vancia para Chile.

Otro debate importante era sobre feudalismo o capitalismo en América Latina, o sea cómo caracterizar el modo de producción (o la formación socio-económica) de América Latina. El gran medida este debate fue provocado por el artículo de A. G. Frank sobre el ‘desarro-llo del subdesarrollo’ publicado en la revista Monthly Review en 1966 y después con su libro “Capitalismo y Subdesarrollo en América Latina”7. Este era un debate más bien dentro de la izquierda ya que la carac-terización de América Latina como feudal o capitalista tenía claras implicaciones políticas para los partidos y movimientos de izquierda. Yo analizo este tema en mi libro sobre las teorías latinoamericanas del desarrollo y subdesarrollo (capítulo 5)8. En cierto modo los libros de Debray y Frank se complementan y ambos reflejan la trascendencia y el impacto de la revolución cubana sobre los debates de la época9.

6. En el periodo, los grupos de estudios del Capital proliferan por toda América Latina, el Propio Che Guevara fue precursor de uno de estos en los que participaron personas de distintos países. En Chile estos grupos de discusión tenían distintas orientaciones, uno de ellos era el que dirigía Marta Harnecker quien bajo la influencia de Althusser analizaba la obra de Marx. 7. La primera edición de este libro en español se publicó en 1970 en Buenos Aires por Ediciones Signos y posteriormente fue publicado en una versión ampliada en Buenos Aires y México por la editorial Siglo XXI. El libro fue publicado originalmente en inglés en 1967.8 . Kay, Cristóbal: “Latin American Theories of Development and Underdevelopment”, Londres y Nueva York: Routledge, 1989.9. Ver mis artículos sobre Frank: “André Gunder Frank (1929-2005): pionero de la teoría

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Otros debates giraban en torno a la Tercera Vía y la Vía No Ca-pitalista o Comunitaria sobre el desarrollo, especialmente entre los militantes o simpatizante más radicalizados del PDC influenciados por los escritos de Julio Silva Solar y Jacques Chonchol10 y de otros, algunos de los cuales posteriormente dieron origen a la Teología de la Liberación. Dichos debates influenciaron el quiebre que se produjo en el PDC dando origen a fines de los 60 al Movimiento de Acción Popular Unitario (MAPU) y que formaron parte de la coalición de partidos de la Unidad Popular (UP) cuyo candidato Salvador Allende fue elegido presidente.

Había también debates sobre temas como la marginalidad. Tal como explico en mi libro mencionado anteriormente (capítulo 4)11 había un debate sobre la marginalidad entre aquellos que estaban cer-canos a la teoría de la modernización (influenciados por la sociología del desarrollo y específicamente por Gino Germani) y aquellos in-fluenciados por el marxismo que tenían otra interpretación sobre la problemática de la marginalidad12.

El “Gran Debate” de la época fue, sin duda, el debate sobre la teoría de la dependencia. Su centro estuvo en Santiago de Chile aun-que se dio en todos los países de América Latina en mayor o menor medida. Es importante recalcar que hubo varias corrientes en dicho debate y generó muchas polémicas tal como se puede apreciar en mi libro (especialmente en los capítulos 5 y 6). Aunque en el debate pre-dominaron los economistas y sociólogos tarde o temprano casi todas

de la dependencia y de la mundialización”, Revista Mexicana de Sociología, Vol. 68, No. 1, 2006 y “André Gunder Frank: ‘Unity in Diversity’ from the development of underdevelop-ment to the world system”, New Political Economy, Vol. 16, No. 4, 2011.(Nota de Cristóbal Kay).10 . Autores del libro “ Autores del libro “El Desarrollo de la Nueva Sociedad en América Latina”, Santiago: Edito-rial Universitaria, 1965.(Nota de Cristóbal Kay).11. Kay, Cristobal: “ Kay, Cristobal: “Latin American Theories of Development and Underdevelopment”, Routedge, 1989.12 . El máximo exponente de la teoría latinoamericana de la marginalidad fue Roger Ve- El máximo exponente de la teoría latinoamericana de la marginalidad fue Roger Ve-kemans, sociólogo jesuita, belga, llega a Chile en 1957. Creador y director de la escuela de Sociología de la Universidad Católica, funda la DESAL (Centro para el Desarrollo Social de América Latina) y colabora en la fundación del CISOC (Centro de Investigaciones so-cioculturales). Ligado a la Democracia Cristiana su teoría va a ser la base para las políticas de Promoción Popular bajo el gobierno de Eduardo Frei Montalva.

las ramas de las ciencias sociales estuvieron involucradas, incluso los historiadores, los teólogos de la ‘teología de la liberación’ y los pen-sadores de la cultura.

Había una serie de debates sobre otros temas pero quizás no te-nían el nivel teórico de los que he mencionado. Por ejemplo, sobre la reforma agraria, educación13, integración nacional y pobreza. Co-mienzan o ganan mayor espacio los estudios sobre la realidad na-cional con una nueva visión desde las ciencias sociales (y no de la historia conservadora de los grandes héroes nacionales). No es una casualidad que tanto el CEREN como el CESO fueron fundados a mediados de los 1960s, los dos centros de investigación más repre-sentativos de la época de los gobiernos de Frei y Allende14.

También es importante recalcar los debates ausentes en la época en Chile tales como la cuestión indígenas (la emergencia de los pue-blos indígenas aunque dicho debate no estuvo ausente en México, Perú y otros países en América Latina.), la ecología y las relaciones de género.

Durante el gobierno de Allende se intensifica el debate sobre la transición al socialismo. El CESO junto con CEREN organizaron en 1971 una conferencia internacional sobre el tema15. Otro centro importante era CEPLAN que organiza varias conferencias y semi-narios sobre las experiencias de los países socialistas y en especial la búsqueda de un nuevo socialismo enfatizando las experiencias au-

13. El movimiento estudiantil universitario durante el gobierno de Frei Montalva generó El movimiento estudiantil universitario durante el gobierno de Frei Montalva generó intensos debates sobre la educación superior y las protestas resultaron en la reforma uni-versitaria que democratizó aspectos de la gestión administrativa del sistema y logró ciertos cambios curriculares. Entre los líderes estudiantiles en la PUC destacaban Manuel Antonio Garretón y José Joaquín Brünner, entre otros. .14. Respecto a las instituciones señaladas: el Centro de Estudios socioeconómicos (CESO) Respecto a las instituciones señaladas: el Centro de Estudios socioeconómicos (CESO) dependiente de la Universidad de Chile, fue fundado en 1964 por el sociólogo chileno Eduardo Hamuy. El CEREN (Centro de Estudios de la Realidad Nacional) dependiente de la Universidad Católica, Creado en 1968.15. Ver el libro “Transición al Socialismo y la Experiencia Chilena” (Santiago: PLA, 1972); un libro poco conocido pero emblemático. El libro recoge las presen-taciones de personalidades internacionales marxistas tales como Lelio Basso, Rossana Rossanda y Paul Sweezy. Entre los participantes residentes en el país se puede mencionar a Marta Harnecker, José Antonio Viera-Gallo, Pedro Vuskovic, Alberto Martínez, Ruy Mauro Marini, Jacques Chonchol, Franz Hinkelammert y Theotonio Dos Santos. (Nota de Cristóbal Kay).

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togestionarias16. También se puede mencionar el CIDU, otro centro interdisciplinario que realizaba estudios sobre la problemática urbana y los movimientos de pobladores.

Volviendo a la pregunta planteada: la oposición a las teorías mar-xistas siempre la hubo pero se intensifica durante el gobierno de Allende17. Por ejemplo, en 1973 (¿o quizás ya en 1972?) se publica un libro (no recuerdo su título) dedicado casi por completo a atacar al CESO – fue un preludio a lo que iba a pasar con el CESO después del golpe. No es por casualidad que la extrema derecha tenía en su mira al CESO. Creo que el libro fue escrito por alguien de Patria y Libertad18 o desde un punto de vista similar. Los debates y los conflictos eran cada vez más intensos hasta tal punto que, por ejemplo, la Facultad de Economía y Administración de la U. de Chile se divide en dos. La de izquierda adquiere el nombre de Facultad de Economía Política aun-que no todos los miembros de dicha Facultas eran necesariamente de izquierda, quizás había un pequeño grupo de demócratas cristiano en algunos de los centro e institutos adscritos a dicha Facultad. Es posi-ble que conflictos similares se dieran en otras facultades del sistema universitario del país.

En resumen y simbólicamente: cuando yo ingresé a la Escuela de Economía de la U. de Chile en 1962 había debates entre las diferentes tendencias políticas por ejemplo una mesa redonda sobre la realidad nacional y estrategias de desarrollo en la cual había un representante de cada partido político. Con el tiempo dichos debates eran cada vez

16. El Centro de Estudios de Planifi cación Nacional (CEPLAN) fue creado como un El Centro de Estudios de Planificación Nacional (CEPLAN) fue creado como un centro interdisciplinario en 1970 por la Universidad Católica de Chile bajo la dirección de Alejandro Foxley. Entre los conferencistas invitados del extranjero figuraban personali-dades como Alec Nove un especialista de renombre sobre los países socialistas de Europa oriental de la época. (Nota de Cristóbal Kay).17. En 1973 El CEREN y CESO organizan otro seminario con el título “Estado y En 1973 El CEREN y CESO organizan otro seminario con el título “Estado y Derecho en un periodo de transformación” Las conclusiones de dicho seminario se en-cuentran en: Cuadernos de la Realidad Nacional, Centro de Estudios de la Realidad Nacional (CEREN), Santiago de Chile 1973, n° 16, abril de 197318. El Frente Nacionalista Patria y Libertad fue una organización de ultraderecha chilena El Frente Nacionalista Patria y Libertad fue una organización de ultraderecha chilena fundada en 1971 como oposición al gobierno de Salvador Allende, su fundador fue el abogado Pablo Rodríguez Grez y desarrolló una serie de acciones de sabotaje y violencia hasta el golpe militar de 1973 cuando se autodisolvió. Pese a su apoyo al golpe militar, las expectativas nacionalistas de Patria y Libertad fueron desestimadas cuando la dictadura dio el giro hacia el neoliberalismo.

menos frecuentes y durante el gobierno de Allende los debates eran paralelos, o sea la izquierda tenían sus debates y la derecha los suyos. Los espacios de comunicación e intercambio de ideas entre diferentes paradigmas se hicieron cada vez más reducidos al mismo tiempo que los debates al interior de la izquierda se hicieron cada vez más inten-sos. La polarización y politización del país tuvieron su contraparte en la academia. Eran disputas por el poder.

I.L ¿Cómo evalúa los espacios de creación y debate intelectual de la época?

C.K Los “espacios” de creación (como los llama) eran extraordina-riamente favorables en dicha época en Chile. Universidades apoyadas por el Estado (incluyendo a las privadas) con un presupuesto relati-vamente generoso. Yo siempre me sentí muy privilegiado haber reci-bido una excelente formación profesional en la U. de Chile. Además las condiciones de trabajo eran bastante buenas: comencé como ayu-dante de investigación en el Instituto de Economía y Planificación de la U. de Chile durante mis últimos años de estudio (por ello el cargo era sólo de media jornada). Después recibí una beca de la U. de Chile vinculado al CESO para realizar estudios de postgrado en el extran-jero con la obligación de que por cada año de beca debía trabajar tres años en el CESO (una situación ideal ya que yo quería trabajar en la academia). En breve, los estudiantes de la época éramos una élite, es-pecialmente aquellos que lograban graduarse y titularse. No tengo la cifra exacta pero estimo que alrededor del 5 % de los egresados de la escuela secundaria ingresaban a la universidad en 1962 y hoy día dicha cifra bordea el 45 % considerando además que hoy en día una pro-porción mayor de estudiantes completan la secundaria. O sea, hubo un crecimiento explosivo en el número de estudiantes universitarios y se masificó la educación universitaria con sus ventajas y, lamenta-blemente, también con sus desventajas debido a la mercantilización de la educación.

El debate intelectual de la época era riquísimo, muy estimulante y generalmente del más alto nivel justamente por su internacionali-zación, tal como queda evidente en la próxima pregunta y respuesta.

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Chile se benefició enormemente con los exiliados políticos de las dic-taduras en varios países latinoamericanos que enriquecieron el pensa-miento social en Chile y en América Latina. Las universidades chilenas tuvieron el buen criterio de abrirles las puertas, por ejemplo Theoto-nio Dos Santos llegó a ser Director del CESO19. Muchos de los aca-démicos exiliados latinoamericanos que llegaron a Chile durante el pe-ríodo lograron un empleo en las universidades chilenas o en las varias instituciones internacionales de las NNUU establecidas en Santiago.

Con el gobierno de Frei Montalva también comenzaron a llegar a Chile algunos profesores-investigadores atraídos por el reformismo y muchos estudiantes de postgrado del extranjero, principalmente de EEUU, para realizar su trabajo de campo en Chile para sus tesis de PhD ya que la ‘revolución en libertad’ los atraía. Entre algunos aca-démicos extranjeros (no exiliados) de renombre (muchos de ellos al llegar a Chile durante los años 60 eran todavía desconocidos) se pue-de mencionar a Armand Mattelart (PUC20), Manuel Castells (PUC), Alain de Janvry (PUC), Norbet Lechner (PUC), Franz Hinkelam-mert (PUC) y el ya mencionado André Gunder Frank (U. de Chile). Dicho flujo aumentó mucho más con la ‘transición al socialismo con empanadas y vino tinto’. Su intercambio con los estudiantes e inves-tigadores chilenos y sus tesis de doctorado también enriquecieron los debates de la época (y posteriormente). Uno de esos estudiantes era Frank Teruggi de EEUU quien estaba asociado como estudiante al CESO ya que su tesis era sobre la dependencia y recibía consejos de los dependentistas del CESO, Junto con Charles Horman (ambos eran ‘compinches’) fue asesinado algunos días después del golpe por los militares en el Estadio Nacional21.

En breve, en lo personal mi libro sobre las teorías del desarrollo y subdesarrollo es un homenaje a los espacios creativos y los debates intelectuales de la época22.

19. Theotonio Dos Santos llega a Chile en 1968 debido a la persecución política sufrida Theotonio Dos Santos llega a Chile en 1968 debido a la persecución política sufrida en Brasil durante la dictadura, se integra al CESO y en 1973 es nombrado director de ese centro de estudios luego de la firma del decreto presidencial que autorizaba a un extranjero a ocupar dicho cargo.20. Pontifi cia Universidad Católica de Santiago de Chile. Pontificia Universidad Católica de Santiago de Chile.21. Ver la película Missing de Costa Gravas, 1982. (Nota de Cristóbal Kay) Ver la película Missing de Costa Gravas, 1982. (Nota de Cristóbal Kay)22. Ver el prefacio del Libro (Nota de Cristóbal Kay) Ver el prefacio del Libro (Nota de Cristóbal Kay)

I.L En el periodo funcionaban en Santiago, la Flacso, el Ceso, la CEPAL. ¿Había un flujo de intelectuales entre dichos espacios? ¿Había un debate entre quienes integraban estos espacios?

C.K: Además funcionaban en Santiago una serie de otras institucio-nes internacionales como la FAO, ILPES, CEDEM, etc. o chilenas pero con apoyo internacional tales como ESCOLATINA, ICIRA, etc. que atraían profesionales de alta calidad de América Latina y de otras partes del mundo. En ICIRA había varios exiliados brasileños que con el retorno a la democracia ocuparon altos cargos en los go-biernos, varios de ellos incluso llegando a ser ministro tales como Paolo Freire y Almino Affonso23. Yo escribí un breve artículo sobre el director internacional de ICIRA, Solon Barraclough24.

Sin duda que había un flujo de intelectuales entre dichos espacios. Por ejemplo, el CESO invitó a Fernando Henrique Cardoso, que en esa época trabajaba en ILPES, para que diera un ciclo de charlas sobre teoría sociológica (Marx, Durkheim y Weber) en el CESO. También se invitó a personas como Aníbal Quijano (creo que estaba adscrito al ILPES pero pudo ser también la CEPAL) a dar charlas en el CESO sobre marginalidad y dependencia y a Cardoso (un brillante expositor) sobre dependencia, entre otros investigadores de la CEPAL, ILPES y FLACSO. Varios profesores de ESCOLATINA (postgrado de eco-nomía para estudiantes de toda América Latina adscrito al Instituto de Economía y Planificación de la Universidad de Chile con finan-ciamiento internacional) y también de la Escuela de Economía de la misma universidad eran funcionarios de la CEPAL (Aníbal Pinto, Os-valdo Sunkel, entre otros). Sunkel también fue profesor en la PUC por algunos años. Solon Barraclough de ICIRA dio un curso sobre cues-tiones agrarias en ESCOLATINA y varios profesores de la Universi-dad de Chile y otras universidades también trabajaban para ICIRA25.

23. Pablo Freire educador brasileño vivió en Chile desde 1965 a 1973 colaboró con el Pablo Freire educador brasileño vivió en Chile desde 1965 a 1973 colaboró con el gobierno de Allende en el ministerio de educación. Almino Affonso funcionario de la OIT, adscrito a CIRA 24. Kay, Cristóbal. “Refl exiones sobre la contribución de Solon L. Barraclough a los estu- Kay, Cristóbal. “Reflexiones sobre la contribución de Solon L. Barraclough a los estu-dios rurales algunas impresiones personales. Cuadernos de Desarrollo Rural, N° 56, 2006.25. Sobre las instituciones mencionadas: FAO (Organización de las Naciones Unidas para Sobre las instituciones mencionadas: FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación) la oficina regional funcionaba en Chile desde 1952; IL-

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También había contactos personales y académicos entre los bra-sileños, por ejemplo, que trabajaban en varias de estas instituciones. Lo mismo se repite entre los bolivianos, peruanos, argentinos, etc. en Santiago de Chile. También a nivel personal afectivo: por ejem-plo Inés Reca, la esposa de Tomás A. Vasconi (CESO) trabajaba en FLACSO. También había algunos intelectuales (orgánicos, políticos) que pasaron por varias instituciones o estaban ligados simultánea-mente a varias de éstas. Por ejemplo, Ricardo Lagos Escobar fue profesor en la Escuela de Economía y en la Escuela de Derecho e investigador del Instituto de Economía y Planificación (todas de la Universidad de Chile) y después fue director del Consejo Latinoa-mericano de Ciencias Sociales (CLACSO). Algunos investigadores y profesores de universidades en Santiago después pasaron a trabajar o simultáneamente realizan consultorías o cursos en la CEPAL, ILPES, ICIRA, etc. Por ejemplo, Ricardo Ffrench-Davis que era profesor de la Escuela de Economía y Administración de la PUC y profesor de la Escuela de Economía y de ESCOLATINA de la Universidad de Chile también enseñaba en la CEPAL e ILPES y después pasó a CEPLAN; Alejandro Foxley y Oscar Muñoz eran investigadores del Instituto de Economía y Planificación de la Universidad de Chile y Muñoz además era profesor de ESCOLATINA, ambos después se trasladan a CEPLAN en la PUC.

En breve, y es importante recalcarlo, que antes del golpe militar era muy común un flujo y reflujo de profesores e investigadores de las universidades a cargos importantes en los gobiernos de turno y viceversa. También algunos profesores estaban vinculados simultá-neamente a más de una universidad, tenían tareas con el gobierno y realizaban consultorías para las organizaciones internacionales. Al-gunos profesores pasaron de una universidad a otra y de vuelta, o sea había un constante flujo inter-institucional, especialmente de las personalidades más destacadas.

PES (Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social) vincu-lado a la CEPAL funcionaba en Chile desde 1952 y su misión era formar a través de cursos cortos a los economistas latinoamericanos; CEDEM (Centro de Estudios Demográficos), ESCOLATINA (Estudios Económicos Latinoamericanos - Programa de Economía para Graduados), ICIRA (Instituto de Capacitación e Investigación en Reforma Agraria) insti-tución establecida por el Gobierno de Chile con el Programa de las NNUU para el Desar-rollo (PNUD) y la FAO.

En cuanto a debates creo que éstos se dieron fundamentalmente cuando había un evento, conferencia, seminario, etc. ya sea nacional (por ejemplo, el organizado por el CESO y CEREN ya mencionado anteriormente) o internacional (por ejemplo el Congreso Internacio-nal de ALAS – la Asociación Latinoamericana de Sociología – que se realizó en Santiago creo que en 1972). No hay que olvidar tampoco el flujo de personalidades intelectuales que visitaban Chile, especial-mente durante el gobierno de Allende para ver de cerca o analizar la experiencia novedosa de una transición democrática al socialismo. Por ejemplo, Alain Touraine con frecuencia visitaba Chile (también por razones personales ya que su esposa es chilena) y siempre venía al CESO para someter sus ideas al debate en un seminario con los in-vestigadores del CESO. También visitó Chile el historiador británico Eric Hobsbawm y él realizó un conversatorio en el CESO26.

Hay que recordar que en el Chile de la época se cultivaba más bien el debate político antes que el debate académico. Muchos de los inte-lectuales eran, en mayor o menor medida, intelectuales orgánicos que estaban comprometidos con los procesos de cambio de la economía y sociedad chilena ya sea en un sentido u otro. Antes de Frei y Allende había algunas revistas científicas en ciencias sociales en Chile pero no tenían mucho influencia ya que no existía, a mi juicio, una cultura de revistas científicas. Por ejemplo, las bibliografías de los cursos univer-sitarios en ciencias sociales rara vez contenían artículos de revistas ya sea internacionales o nacionales; en su mayoría eran textos de libros (muchas veces traducciones de libros publicados originalmente en in-glés). Con Frei y especialmente con Allende surgieron revistas como los Cuadernos de la Realidad Nacional (publicada por CEREN), Sociedad y Desarrollo (publicada por CESO), Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales (publicada por FLACSO, sede Chile), entre otras. Contenían artículos muy buenos, a mi juicio, pero reflejaban más bien una posi-ción de izquierda con mayor o menor influencia de ideas marxistas27. 26. Es muy probable que tanto Touraine como Hobsbawm hayan tenido contacto con Es muy probable que tanto Touraine como Hobsbawm hayan tenido contacto con otras instituciones académicas y organizaciones. Pero yo escribo estas líneas recordando mi experiencia personal durante esos años en Chile. La gran mayoría de las personas mencionadas las conocí personalmente en aquella época. Algunos eran mis profesores o/y fueron después mis colegas en la universidad. (Nota de Cristóbal Kay). 27. Los Cuadernos de la Realidad Nacional del CEREN se comienzan a publicar en septiembre

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Había algunos pocos debates en dichas revistas pero casi ningunas entre posiciones ideológicas opuestas. Una de las excepciones es el debate entre David Lehmann y Raúl Urzúa (PUC) en los Cuadernos de la Realidad Nacional sobre el campesinado, su conciencia y moviliza-ción social-política que se dio a raíz de una reseña de libro y que por tanto, figuraba en las últimas páginas de la revista. En Chile, especial-mente en dicha época, no había una cultura de reseñas de libros como en EEUU y Europa. Dichas reseñas ofrecen espacios de críticas, de enfrentamiento de diferentes interpretaciones, de debate y diálogo. Es sintomático que la persona que reseñó el libro de Urzúa era un inglés donde las revistas científicas reseñan en cada número de la re-vista entre media docena a varias docenas de libros, mientras que en las revistas en Chile de la época o no existían reseñas o se reseñaban sólo algunos pocos libros, menos de media docena (y muchas veces las reseñas eran más bien descriptivas antes que analíticas y críticas).

Después del golpe militar varios de los académicos de las univer-sidades que no se exiliaron o que después regresaron a Chile encon-traron refugio en FLACSO (José Joaquín Brünner, Manuel Antonio Garretón, Sergio Gómez, Julieta Kirkwood, Tomás Moulian, etc.), PREALC28 (Ricardo Lagos, Emilio Klein, por ejemplo), Universidad Academia de Humanismo Cristiano y en las ONGs tales como SUR (Gabriel Salazar y José Bengoa, entre otros) y CIEPLAN (Corpora-ción de Investigaciones Económicas para América Latina) con Ale-jandro Foxley, Ricardo Ffrench-Davis, Oscar Muñoz, René Cortázar, Ernesto Tironi, entre otros, y que se funda en 1975 al dejar de existir CEPLAN.

de 1969 era una revista trimestral. El CESO tenía varias publicaciones, una de ellas eran los Cuadernos del CESO que era una publicación monográfica dedicada a un investigador en cada número se publicaban 4 números al año, otra de sus publicaciones era el Boletín del CESO que tenía como objetivo dar a conocer los avances de investigación del centro, era de mayor volumen que los cuadernos y en él se publicaban varios artículos de diferente autoría. La revista Sociedad y Desarrollo se comienza a editar en enero de 1972, es trimestral; La Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales editada por FLACSO desde 1971. 28. Programa Regional de Empleo para América Latina y el Caribe. Institución dependi- Programa Regional de Empleo para América Latina y el Caribe. Institución dependi-ente de la OIT.

I.L: Una de las críticas a los intelectuales de los años 60 es que su militancia o su adscripción a determinados proyectos polí-ticos los condicionaba, los limita, sin embargo si uno observa la realidad de la producción intelectual de la región, esta fue su época de oro ¿qué comentario le merece esto?

C.K: Algunos de mis comentarios vertidos en mi respuesta a la ante-rior pregunta tienen relación también con esta pregunta.

Históricamente los intelectuales en Chile y América Latina han tenido una influencia sobre los asuntos políticos quizás mayor que en países como en Europa Occidental y EEUU. Con los procesos de transformación de la “revolución en libertad” del gobierno de Frei M. y de la “vía chilena al socialismo” del gobierno de Allende se ex-pande y profundiza el compromiso socio-político de los intelectuales, especialmente con los más jóvenes. El Estado se expande enorme-mente con los procesos de reforma que requieren más profesionales y muchos intelectuales ingresan a las tareas del gobierno de turno (ya sea como asesores, funcionarios, etc. y por períodos variables –algu-nas veces muy cortos por circunstancias políticas). Dicha adscripción a determinados proyectos políticos llega a su punto álgido durante el gobierno de Allende, ya sea para apoyar la “vía chilena al socialismo” o para oponerse férreamente a ésta (por ejemplo, el grupo de econo-mistas neoliberales que secretamente redactan el “Ladrillo”)29.

Estoy de acuerdo con su apreciación que fue una “época de oro” no sólo referido a la década de los años 60 como Ud. menciona pero especialmente durante los años del gobierno de Allende. No sabría decir si también fue una “época de oro” para la región (que entiendo que Ud. se refiere acá a la A.L.), pero ciertamente lo fue para Chile.

29. El ladrillo: Bases de la Política Económica del Gobierno Militar Chileno es un texto de El ladrillo: Bases de la Política Económica del Gobierno Militar Chileno es un texto de de propuesta económica liberal elaborada por un grupo de economistas chilenos formados en la escuela de economía de Chicago. El texto tiene origen en 1969 y fue concebido como una respuesta al modelo desarrollista imperante. Las propuestas que contemplaba eran la apertura económica, la eliminación de prácticas monopólicas, la liberación del sistema de precios, la modificación del sistema tributario, la creación y formación de un mercado de capitales, la generación de un nuevo sistema previsional, y la protección de los derechos de propiedad. Según algunos de sus autores el plan económico debía ser implementado radicalmente y en corto plazo condición que pudo ser materializada con el golpe de estado de 1973.

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Matizando, se puede afirmar que fue una época de oro en el sen-tido de producción intelectual en cuanto a número de publicaciones (libros, artículos), cantidad de foros, conferencias, seminarios, pre-sentaciones públicas incluyendo en radio y televisión, comentarios en semanarios y diarios, etc. ¿Cómo explicar la paradoja que muchos intelectuales dedicaban más tiempo a reuniones de partido o del gru-po político, marchas y campañas políticas, etc. y a su vez realizaban más actividades académicas-científicas? Creo que se debe a que en el caso de los cientistas sociales no hay mayor incentivo, estímulo, opor-tunidad y satisfacción de realizar investigaciones que en una sociedad que está experimentando cambios sociales rápidos y profundos en un clima de relativa paz social que permite el funcionamiento de las ins-tituciones académicas universitarias. Chile se transformó en un gran laboratorio social con proyecciones internacionales que atrajeron la atención del público mundial y en especial de sus intelectuales y po-líticos. Había una enorme efervescencia, dedicación y compromiso. Como consecuencia los intelectuales (orgánicos, comprometidos o como quiera llamárselos) trabajaban a sobretiempo y además con ma-yor intensidad que antes por las razones indicadas. (Como sabemos ello tuvo en algunos casos consecuencias familiares ya que se “des-cuidó el frente interno” como me lo expresó una vez un compañero años después, o sea se descuidó a la familia lo que llevó en algunos casos a separaciones o divorcios de la pareja).

Los intelectuales (y la sociedad chilena) se enfrentaban a constan-tes desafíos productos de las movilizaciones sociales y los procesos de transformación que requerían encontrar respuestas y acciones hoy día antes que mañana. Nunca durante mí ya larga vida académica de casi medio siglo he podido participar y observar una situación de tanta actividad intelectual (en su sentido amplio) como la que viví durante dicho período, especialmente los años del gobierno de Allen-de. Para mí en lo personal los años en que estuve en la Universidad de Chile, primero como estudiante y después como profesor –in-vestigador, o desde el 1962 al 1973, fueron determinantes para mi propia producción académica-científica. Dicha experiencia colocaron la semilla, fertilizándola y nutriéndola, de mi propia producción inte-lectual primero en Chile y después del golpe militar en el extranjero.

En otro sentido, también se puede afirmar que la lucha por el poder en la academia creó ciertas distorsiones y cerró ciertos espa-cios de diálogo y debate que existían anteriormente. Pero debido a la pluralidad existente en el país cada grupo político logró un espacio de control en las universidades. Ya mencioné la división de la Facul-tad de Economía y Administración. Algo similar a diferente escala se daba al interior de cada universidad. Tal centro o instituto era de iz-quierda y tal otro de la derecha, etc. Había una economía de izquierda y otra de derecha; una sociología de izquierda y otra de derecha y así sucesivamente. Se construyeron mundos apartes con cada vez menos relación entre éstos. Como ya mencionaba, la academia llegó a refle-jar la división del país. No es una situación ideal pero era el contexto histórico de la época. Pero esta situación no logró menoscabar la gran producción intelectual de esta “época de oro”. Como autocrítica se podría afirmar que dicha compartimentación llevó a no percatarse de cierto cambios que se estaban produciendo (subterráneamente al-gunos), a una falta de realismo en ciertas propuestas de cambio, a un sobrevaloración del potencial revolucionario y subvaloración de la capacidad reaccionaria, etc. Esta falta de intercambio de ideas y contactos cara a cara entre personas con diferentes ideologías pro-dujo visiones parciales de los cambios (cierta ceguera y sordera con respecto “al otro”). Ello posiblemente también dificultó la búsqueda de consensos sociales y políticos (aunque quizás no era posible lo-grarlos) que hubiera evitado la tragedia del golpe militar y la dictadura en Chile. Los intelectuales, al igual que los políticos, (en algunos casos ambos se fusionaban) tienen que asumir su responsabilidad sobre el quiebre democrático que se dio en Chile.

I.L: ¿Fue usted un intelectual Allendista? ¿Podría comentarme al respecto?

C.K: Si, se podría decir que fui un “intelectual Allendista”. Apoyé plenamente la vía chilena al socialismo sin necesariamente pertenecer a un partido o movimiento político determinado. Me sentí muy rea-lizado como investigador-profesor en el CESO. Había profesionales de gran calidad de varias nacionalidades, especialmente brasileños, y

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de variadas disciplinas tales como sociólogos, economistas, cientistas políticos, historiadores, geógrafos y filósofos. Siempre he buscado una interpretación interdisciplaria de las transformaciones nacionales y mundiales. El CESO fue quizás el centro más activo en la creación de la teoría (o visión) de la dependencia y posteriormente en el enfo-que de la mundialización (aunque en menor medida). También había en el CESO debates de alto nivel sobre el marxismo y sobre la transi-ción chilena al socialismo. Muchos (probablemente la mayoría) de los investigadores-profesores del CESO eran miembros de algún partido de izquierda o del MIR30. (Aunque había una que otra persona que tenía una posición más cercana al PDC.)31 El sectarismo político no se manifestó mayormente en el CESO aunque sí hubo otras unida-des, institutos o centros universitarias en que lamentablemente tuvo mayor incidencia durante el gobierno de Allende. Por cierto que no todo era color de rosa y el CESO no está exento de críticas. Ojalá que algún día se escriba la historia completa y objetiva, en la medida de lo posible, del CESO y de otras centros interdisciplinarios de la época32.

En mis investigaciones he tratado de utilizar elementos del ma-terialismo histórico con el fin de contribuir a la construcción de un mundo más justo, equitativo y sin pobreza. Contribuir de alguna ma-nera a lo que en mi época se denominaba superar el subdesarrollo

30. Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) organización político militar de iz- Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) organización político militar de iz-quierda formada en 1965. Se origina en la confluencia de sectores escindidos del Partido Socialista, trotskistas y sindicalistas.31. Hay que tener presente que hubo bastante cambios en el personal del CESO. Cuando Hay que tener presente que hubo bastante cambios en el personal del CESO. Cuando yo ingresé al CESO en 1967 se puede mencionar entre los investigadores más destacados a Mario Góngora, Eduardo Hamuy, Marcello Carmagnani, Gonzalo Izquierdo, Sergio Aranda, Pío García, Theotonio Dos Santos, Tomás Vasconi Y Vania Bambirra, entre otros. Entre los investigadores jóvenes estaban Orlando Caputo, Sergio Ramos, Roberto Pizarro, Clarisa Hardy y otros. A mi regreso al CESO en 1971 los primeros cuatro investigadores senior ya no estaban y se habían incorporado nuevos investigadores: Marco Aurelio Gar-cía, Marta Harnecker, José Valenzuela Feijó, Julio López, Emir Sader y José Bengoa, entre otros. Posteriormente también ingresó al CESO Gonzalo Arroyo, s.j. (Nota de Cristóbal Kay)32. José Joaquín Brünner publicó dos libros que cumplen parcialmente con dicha tarea, ver José Joaquín Brünner publicó dos libros que cumplen parcialmente con dicha tarea, ver “El caso de la sociología en Chile. Formación de una disciplina” (Santiago, FLACSO, 1988) y “La sociología en Chile. Instituciones y practicantes” (Santiago, FLACSO, 1988). Pero como indican los títulos se refiere sólo a la sociología y se centra en la PUC y su análisis sobre el CESO sólo cubre ciertos aspectos de su historia y contribución a las ciencias so-ciales. (Nota de Cristóbal Kay).

y la dependencia a través de una transición al socialismo en Chile y América Latina. Nuestras visiones, ambiciones e ideales casi no te-nían límite en aquel período histórico. Respecto a mis estudios e in-vestigaciones agrarias en Chile durante el período de Frei y Allende apoyaba la reforma agraria y la transición al socialismo en el campo (ver mis artículos al respecto)33.

Un comentario final: hace falta escribir la historia de la contribu-ción a las ciencias sociales de los exiliados chilenos y latinoamericanos que vivieron en Chile y que después del golpe militar formaron una diáspora en otras partes de A.L. y del mundo (especialmente Europa y EEUU) donde muchos de ellos se exiliaron o se radicaron volunta-riamente después del 11.09.1973 (algunos exiliados por segunda vez en el caso de los que no eran chilenos). Algunos de ellos volvieron a Chile (casi exclusivamente los chilenos ya que los pertenecientes a otros países latinoamericanos volvieron en algunos casos a sus países de origen), habiendo realizado estudios de postgrado en el extranjero en varios casos, enriqueciendo los estudios y debates en ciencias so-ciales (y otras ciencias) en Chile con la experiencia adquirida durante el exilio (ya sea forzado o voluntario)34.

Abril 08 del 2013

33. C. Kay y Peter Winn, “La reforma agraria en el gobierno de la Unidad Popular”, C. Kay y Peter Winn, “La reforma agraria en el gobierno de la Unidad Popular”, C. Kay y Peter Winn, “La reforma agraria en el gobierno de la Unidad Popular”, Sociedad y Desarrollo, (Santiago: CESO), No. 3, pp. 524, 1972; C. Kay, “La participación campesina” en David Alaluf, ed., La Economía Chilena en 1971, Instituto de Economía y Planificación, Universidad de Chile, Santiago, 1972, pp. 537556, este capítulo también fue publicado como artículo con el título de “La participación campesina bajo el gobierno de la Unidad Popular en Chile”, Revista Mexicana de Sociología, Vol. 36, No. 2, pp. 27995, 1974; C. Kay, “Agricultura y transición al socialismo”, Documento de Trabajo, Departamento de Estudios Socio-Económicos, Facultad de Economía Política, Universidad de Chile, 1973. He publicado más trabajos sobre la cuestión agraria en Chile pero éstos fueron escritos después del golpe militar en el extranjero.(Nota de Cristóbal Kay)34 . Quiero agradecer a Ivette Lozoya López por haber tenido la gentiliza de invitarme a Quiero agradecer a Ivette Lozoya López por haber tenido la gentiliza de invitarme a responder algunas preguntas formuladas por ella en relación a su proyecto de investigación. Su petición la recibí por correo electrónico de manera inesperada. Sus preguntas me in-centivaron a reflexionar sobre mi período estudiantil y mis primeros años como profesor e investigador universitario. Estas reflexiones son una visión personal subjetiva y no pretend-en ser producto de una investigación científica. La mayoría de las personas mencionadas las conocí personalmente durante dicha época y los comentarios emitidos son de mi exclusiva responsabilidad. Es posible que mi memoria no siempre sea la más certera en cuyo caso pido las disculpas del caso a las personas afectadas.

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De la lucha contra Pinochet a la “Democracia cartucha”.

Representaciones y semblanza histórica e historiográfica del Mapu Lautaro

From the struggle against Pinochet to the “Conservative democracy”. Representations and Historical resemblance

of the Mapu Lautaro party

Pedro rosas a.

Resumen: El Partido MAPU o MAPU Lautaro, surgió al calor de la lucha contra la dictadura de Pinochet protagonizando innumerables acciones políticas y militares desplegándose especialmente entre la juventud popular de las principales ciudades del país. La organización utilizó formas insurreccionales embrionarias sumando a sus acciones a grupos de masas organizadas, prolongando su accionar durante los primeros años de la transición política pactada entre un sector de la oposición y la dictadura. La acción y discurso del Lautaro cuestionó el modelo económico, político y social impuesto con el golpe de es-tado de 1973. La prensa, el poder judicial y las autoridades políticas,

* Doctor Estudios Americanos USACH, Magister en Historia U ARCIS, Profesor de Historia y Geo-grafía, Ex militante del MIR, preso político entre 1993 y 2005, autor de Rebeldía, subversión y prisión políti-ca. Crimen y castigo en la transición chilena. LOM 2005, Del suplicio a la rebeldía en el mundo popular. Genealogías de un pasado que no pasa. Editorial Ayun, 2011. Director de la Escuela de Historia y Ciencias Sociales de la Universidad ARCIS, docente de la Escuela de Historia de la Academia de Humanismo Cristiano. Correo-e: [email protected]ículo recibido: 10-08-13. Aceptado: 12-10-13

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en dictadura y luego en democracia, los catalogaron como delincuen-cia subversiva o lumpen y expresión de una violencia posmoderna y descarriada.

Palabras clave: Chile; MAPU; dictadura; representaciones; postdictadura.

Abstract: The Mapu or Mapu Lautaro party, started due to the heat of the struggle against Pinochet’s dictatorship being responsible for innumerable political and military actions and specially attracting the young population of the main cities of the country. The organization used embryonic and insurrectional ways, adding to their actions groups of organized people, extending them during the first years of political change agreed by part of the opposition and the dictatorship. The action and speech of Lautaro party put into question the economic, politic and social model imposed with the coup of 1973. The press, the judicial power and the authorities, first under the dictatorship and the in democracy labeled them as subversive deliquency or underclass and the vivid expression of a post-modern violence. This paper highlights its historical intervention and resemblance.

Keywords: Chile; MAPU; dictatorship; representations; postdictatorship.

MAPU Lautaro entre la dictadura y la “democracia cartucha”

Al inicio de la transición política en Chile, una de las preocupa-ciones fundamentales del primer gobierno democrático era derrotar a la delincuencia terrorista. El país salía de una dictadura con críme-nes horrendos, desapariciones, una generación sin futuro y aún gol-peado por una crisis recesiva, agravada, por una política económica, entregada al capital transnacional. Con una declarada imposibilidad de hacer justicia más allá de lo posible y con una constitución heredada del antiguo régimen, el odiado dictador, del día anterior, se sentaba ahora, en la comandancia en jefe del aparato armado del Estado y luego en una butaca reservada para él en el Congreso Nacional como

Senador vitalicio. El desmantelamiento de 100 años de conquistas sociales, seguía su curso, la identidad sociopolítica, de una población activa y movilizada, en las peores condiciones, se desvanecía ahora en la anemia plácida de un apoliticismo infantil. Y el problema de chile, era la delincuencia terrorista.

La nueva democracia y su administración se movían estric-tamente en los marcos que la constitución establecía. No se podía cuestionar ni el sistema político ni el modelo económico heredado. Si las campañas que la habían llevado al triunfo llamaban al futuro, a esa alegría que ya venía, el paisaje actual, en ese instante, era el de una fotografía. Se pactó con los dirigentes sindicales, se coopto a los movimientos sociales y se subsidió la política territorial de base entregándola a los profesionales en la administración de pobres. Los mantras conceptuales eran tres palabras claves: estabilidad, goberna-bilidad y sustentabilidad para atraer las inversiones internacionales.

Se levantó así, un país de escenografía, afirmado en los anda-mios de una transición pactada. En esa fragilidad de matrimonio arre-glado, los llamados de la oposición hacia las FF.AA. para participar en el control del terrorismo y la acusada permisividad debían dar rápidos frutos. El gobierno, El Mercurio (periódico de derecha) y el CEP (cen-tro de estudios de la derecha) con la ayuda de un alcalde Neoyorkino (Raul Giuliani), comenzaron a diseñar tempranamente un modelo de pacificación que sólo pudo expandirse en plenitud tras el secuestro de Cristian Edwards (hijo del dueño de El Mercurio) y la muerte a manos del FPMR de Jaime Guzmán (Senador de la derecha pinochetista) en 1991. Entre caricaturas de golpismo y utopismo la democracia se de-claró pragmática, reconciliadora y presentista, decretando, en pos de la unidad de la Familia Chilena, el desahucio del viejo pueblo y el arribo de la nueva gente. La sociedad se mostraba así reconciliada, sin con-flicto, higienizada y con una elegante mezcla de memoria y aparente olvido para no perturbar a nadie. Un paraíso que el Mapu Lautaro llamó eunuco y cartucho.

El accionar del Lautaro había sido parte de la multiforme resis-tencia a la dictadura. Como muchos, aspiraban a un cambio sistémico integral, lo querían rápido, profundo y permanente, eran revolucio-narios. Como muchos, también eran declaradamente anticapitalistas

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y luchaban por un Chile Popular como llamaban a su versión del socia-lismo. Sin embargo, la lucha de este actor, como otros, no se quedó en la espera de tiempos mejores y cuestionó fuertemente el diálogo, los acuerdos y la transición misma, al representar la última fase de la institucionalización del régimen y desarmar la contradicción subjetual pueblo/dictadura, cuya dialéctica histórica, debía desembocar en la lucha por una democracia avanzada.

El accionar político militar del MAPU Lautaro en dictadura, se domicilió en un sector social (la juventud popular), emergió de una tradición política (la izquierda allendista de la U.P.), resintió fuerte-mente el golpe y realizó un balance histórico (se planteó el problema del poder), se identificó con un sujeto histórico (el gigante popular sur-gido en las protestas) formuló una estrategia de lucha de masas (la insurrección), se concentró en un espacio territorial de realización como punto de partida de su crecimiento (la Zona Sur de Santiago) y elaboró una teoría a partir de su praxis (teoría concepción) alineándose en el marco internacional de la revolución (internacionalismo de los pueblos).

Desde allí, la dialéctica de la confrontación operó contra el sis-tema con independencia de los marcos institucionales de su adminis-tración. Para el MAPU Lautaro, la lucha continuaba porque el sistema continuaba. Sin embargo, su respuesta política y su accionar fueron marcadamente reactivos a las políticas específicas de la concertación. Incluso se constata un impasse que contemplaba la apreciación de la actitud que las masas podían tener ante las nuevas autoridades. El Lautaro, hasta avanzado el año 89 aún no declaraba a la anterior “oposición burguesa” como sus enemigos. Mediante llamados, encuen-tros y emplazamientos, esperaron infructuosamente, que el resto de la izquierda y el centro político se opusieran, al itinerario institucional dictatorial. Ellos mismos ofrecían una plataforma mínima que diera satisfacción a las demandas del pueblo y tuviera una base de susten-tación política y social lo más amplia posible; en torno a un gobier-no provisional y una Asamblea Constituyente. Lo único intranzable, hasta ahí, eran dos cuestiones: la centralidad del sujeto popular en el proceso (La Toma), las aspiraciones populares (económicas y socia-les) y la justicia (en materia de derechos humanos) a la síntesis de sus objetivos la llamaron La Felicidad.

La Concertación, entendida como heredera de la dictadura, radicalizó el discurso, la acción y el blindaje del imaginario y la sub-jetividad del Lautaro. Hasta 1989 habían buscado un acuerdo con la izquierda para lograr establecer una hegemonía política que arrastrara a la socialdemocracia, teniendo como elemento de sugestión no sólo la “Fuerza Propia”, claramente escasa, sino el capital político y social que el pueblo en llamas (grandes movilizaciones populares expresadas en 22 protestas nacionales populares) podía representar. Siempre plantearon la necesidad de construir un Bloque Popular Revoluciona-rio y levantar una imprescindible Dirección Política del Pueblo donde se expresara la voluntad del Gigante.

Ya instaladas las administraciones civiles, la imagen pública y la construcción emblemática que la sociedad tuvo respecto del Lautaro era aquella que se erigía, desde los medios y la autoridad. La imagen que la sociedad veía proyectada en el espejo de la “realidad” que los medios construían no era la de un partido que tuviera una propuesta política. Se trataba de un grupo terrorista carente de objetivos po-líticos y sin fundamento ante la llegada de la democracia (frágil, de consensos, ejemplar). Eran delincuentes subversivos, descarriados, fanáticos del sexo y la violencia, drogadictos, anárquicos y lumpen, “rotos de baja estofa” (Ministro Corte de Apelaciones de Santiago Ar-noldo Dreyse). Delincuentes Terroristas fuera de todo eje de articulación política. La encarnación de los males sociales dejados por la dictadura y que la democracia debía resolver quirúrgicamente “al Lautaro le va-mos a cortar las manos y la cabeza” (Ministro del Interior Enrique Kraus).

En perspectiva histórica, el despliegue de las intervenciones políticas del Partido MAPU, del Movimiento Juvenil Lautaro y en las acciones de las Fuerzas Rebeldes y Populares Lautaro en su origen, desarrollo y objetivos, lo fundamental fue fundamentalmente lo po-lítico y no lo puramente militar. Lautaro no planteó, no se imaginó, no diseñó ni anunció la derrota militar del ejército. No existe ningún documento ni testimonio en tal sentido. En Chile, otras organizacio-nes de la izquierda, incluso que nunca llegaron a empuñar las armas, se arrogaron la derrota militar del ejército en guerras hipotéticas en base a lecturas teóricas de la guerra.

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En la dinámica de la confrontación política entre el Lautaro y sus antagonistas (Estado Policial, Grupos Económicos, Imperia-lismo) evidentemente lo militar pasó a ocupar, especialmente entre 1988 y 1994, un papel muy relevante y en contrapartida en el sub-periodo de los años 1992-1994 la actividad de tipo social y política en la cual se habían instalado y proyectado en el tiempo, no vinculada a lo militar, prácticamente desapareció. Eso significó no sólo un costo político sino además impactó en la perdida de una retaguardia estra-tégica en términos de base social de apoyo.

El sustrato ideográfico y la fundamentación ético política de su militancia y dirigencia tuvieron como núcleo central la idea de la Feli-cidad. Ella se constituyó en el supuesto desde donde se miró y se actuó en la política lautarina y en toda su cosmovisión. El utopismo propio de la modernidad, encarnada en la cultura de la izquierda política e in-telectual del siglo XX se sintetizó en ese “mirar” a la felicidad y desde la felicidad. Esta episteme, más que teoría, se originó políticamente en su Tercer Congreso de 1988 como visión de país, continente y como proyecto de transformación social, pero fundamentalmente como concepto de sujeto.

La revolución, en la representación política del Lautaro pero, igualmente en la subjetividad militante, no se hace en la vida cotidiana, es la vida cotidiana. La traducción era vivir y hacer, aquí y ahora. La re-flexión y su accionar político derivaron en un tipo particular de teoría que se vinculó y derivó, de su propia praxis: “la toma de lo cotidiano y la política de las cosas concretas y útiles para el pueblo”.

En síntesis esa “forma de ser y vivir” como ellos definieron a su praxis política y experiencia fue una teoría en acto. Esa política lauta-rina se definió tributaria e inspirada en el marxismo-leninismo, pero fundamentalmente se imbuyó de las experiencias de otros pueblos victoriosos y en lucha como Cuba, Vietnam, Nicaragua, El Salva-dor, Guatemala, Libia, Iran y de la historia del movimiento popular chileno que identificaron con la lucha libertadora del líder mapuche Lautaro y especialmente con el ejemplo de Salvador Allende. Su mirada a la historia no fue idílica, repararon en las derrotas y en los avances y enjuiciaron el pasado de la izquierda duramente, hablaron de un “corte histórico” y por supuesto se colocaron ellos en la línea de la superación dialéctica de esas debilidades.

Concretamente el origen político-histórico de la llamada “teoría concepción” de Lautaro, que vendría a zanjar la cuestión más crucial de la izquierda chilena (la ausencia de una teoría que resolviera el proble-ma del poder) se originó en el seno e irrupción del ciclo de violencia política popular correspondiente a las protestas de 1983-1987. Más que una dilatada y sesuda disquisición teórica, se impuso una teoría de la práctica concreta, de la emergencia y de la ruptura con la dic-tadura y de una proyección de su lucha por construir el socialismo a partir de una coyuntura que desataría las demandas populares hacién-dolas explotar en furia proyectiva. Ese fue el período –dramático y feliz al mismo tiempo– en el cual se habría producido, según ellos, el “corte histórico” con la irrupción de un nuevo tipo de sujeto: el “pueblo en llamas”. Este momento histórico de corte, que para algunos sociólogos fue de deterioro, anomia y desintegración, habría establecido la dife-renciación entre lo ‘antiguo’ y lo ‘nuevo’ en la política de la izquierda.

Lautaro nació y creció en la juventud popular, expresando tam-bién la irrupción y el reventón histórico de los años ‘80, dando cauce y lugar al expresionismo popular (lo sensual) del pueblo en la calle, manifestando corporalmente su descontento y su demanda. Al surgir Lautaro, en esa coyuntura, en esa territorialidad y en esa generación, se representó a sí mismo como hijo del Pueblo en Llamas. Un hijo del Gigante. Ahí emergió una estética contestataria e iconoclasta sostenida por una ética rebelde.

Muchos identificaron en ellos a delincuentes desquiciados y con una fuerte carga mesiánica que les llevó a imponerse a si mismos un deber ético y moral para la continuidad de la lucha en las peores condiciones. La matriz cristiana –católica-protestante– y el huma-nismo de Marx presente explícitamente en los primeros fundadores, alimentó la resiliencia de los más jóvenes en los momentos más difí-ciles de la cacería y la muerte. Para la prensa, la justicia, el resto de la izquierda y el poder, fueron fanáticos. La historiografía chilena tiene aún páginas en blanco sobre esa experiencia que no ha tenido una voz en plenitud.

En la definición de la política del Lautaro, respecto de la vio-lencia, esta fue inscrita como de un proceso inevitable en la confron-tación con el sistema. La violencia se representó, política y subjetiva-

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mente, como una realidad o condición inherente, que no fue apor-tada por las vanguardias o por responsabilidad de los destacamen-tos rebeldes y menos aún por la sola existencia y acción del Lautaro como organización. La violencia, y en eso se apegaron al catecismo marxiano, arrancó de la alienación y la exacción del trabajo y de la división mundial de la apropiación ampliada de la plusvalía. Los pro-cesos de acumulación primaria de capital, hasta los acomodos del Es-tado de compromiso, mostraban para ellos esa violencia estructural y los impactos en la vida que ellos también vivieron. La violencia era consustancial al capitalismo y las contradicciones que éste generaba. El diagnóstico no era privativo del Lautaro, la acción sin embargo los hizo habitar, en el imaginario del periodo, la frontera entre la revolu-ción y la exclusión política absoluta.

Contexto, discurso y representaciones del MAPU Lautaro.

La investigación sistemática sobre las organizaciones rebeldes y subversivas se ha incrementado de manera sustanciosa desde el año 2000 en adelante. Si bien sobre el MIR y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez ya existían decenas de libros y estudios, sobre el Mapu- Lautaro sólo existen –hasta hoy– Trabajos aislados o parciales. De allí que el reconocimiento del discurso, la acción política y la histo-riografía del Mapu-Lautaro, permita identificar aspectos relevantes y parcialmente conocidos de un actor de nuestra historia reciente que concita de modo creciente el interés académico.

Las definiciones de la política nacional, sus definiciones sobre el escenario internacional y la valoración del cambio ocurrido al tér-mino de la guerra fría hablan de una organización política que logró configurar su propio imaginario respecto del sentido y el carácter de la revolución chilena y el papel que jugaba el derrocamiento de la dictadura en ese camino.

Si en el conjunto de la izquierda latinoamericana y chilena, el fin de la bipolaridad y la caída del socialismo real, derivaron en giros y reposicionamientos políticos, discursivos y simbólicos, en el caso del Mapu-Lautaro ellos definieron con más fuerza el apego a una concepción del cambio político que en su sentido y forma (llamada

por ellos “Teoría Concepción de la revolución chilena”) apuntó en las dos últimas décadas del Siglo XX, al cambio estructural mediado por un cambio cultural expresado en categorías como “Ser y vivir” “aquí y ahora” para la “Felicidad Plena”, que expresaban la unicidad entre estra-tegia y táctica y entre la dimensión política pública y subjetiva personal del ser social. El proceso de producción y cambios en la historicidad, que durante casi cien años, había sido reclamada por la izquierda bajo parámetros estructurales, paso a ser impulsado en la concepción lau-tarina por un sujeto histórico redefinido y de marcado simbolismo expresionista: “El Pueblo” o “El Gigante Popular” eran para el Lau-taro, el motor de la revolución.

El núcleo del sujeto fue identificado con los llamados segmentos de avanzada y proclives a la transformación revolucionaria. Se trataba de la “Juventud Popular” y los “Los 500 mil sectores avanzados” que habitaban una específica territorialidad que podía ser física o simbóli-ca: los “Territorios Bastión” que albergaban la resistencia con su lucha en tomas, poblaciones, liceos y luego las cárceles. Estos “Bastiones” equivalentes a una potencial fuerza social revolucionaria se concebían como el sustento de una vanguardia revolucionaria que explícitamente rechazaba la noción vanguardista del partido único. La conducción re-volucionaria debía estar en manos de un Bloque Popular Revoluciona-rio o BPR que trascendía a la organización y estaba compuesto por la unidad entre pueblo y organizaciones sociales y políticas convocadas a derribar la dictadura y construir el “Chile Popular”.

En ese bloque de vanguardia el Mapu Lautaro aspiró a instalar una idea fuerza que buscó construir hegemonía o “Posición Trinche-ra Subversiva” en torno a la continuidad del régimen de Pinochet sin Pinochet y su proyección por parte de la coalición gobernante de-venida del proceso transicional (la Concertación de Partidos por la Democracia). Esa coalición fue calificada por la agrupación lautarina como “Eunucos” e “Impotentes”, exponentes de la “Alegría Triste” en directo cuestionamiento a la consigna que señalaba que con el plebiscito y las elecciones “La alegría ya viene”.

Para el Lautaro nada cambió con el triunfo del NO en el plebis-cito de 1988 contra Pinochet y el triunfo electoral de Patricio Alylwin en las elecciones de 1989. Para la organización insurgente, la reconfi-

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guración de un nuevo escenario político estaba marcado por el neo-liberalismo, un “capitalismo salvaje” que no se restringía al ámbito económico y alcanzaba la vida toda. Frente a esa constatación la or-ganización proclamó una particular mixtura entre táctica y estrategia que en muchos sentidos fundía tradiciones de corte insurreccional y de lucha guerrillera aplicada al ámbito urbano y que excedía (por lo menos en la formulación teórica) el ámbito de acción de un parti-do o una vanguardia. Se trata de la Guerra Insurreccional de Masas (GIM) definida como una revolución que venía a ser, en sus propias palabras, un “enloquecimiento de pueblos” que armados de “ganas” serían capaces de “tomarse todo”. La integralidad de la concepción programá-tica de la organización apareció sintetizada en la expresión “Toda la patria para el pueblo”.

Lautaro reconocía y reclamaba para sí la pertenencia a una tra-dición y cultura de lucha de la izquierda chilena. El pasado unía pero se hacía necesario romper el anclaje a la memoria del dolor vinculada al golpe y los horrores de la dictadura. Los golpes recibidos no po-dían para ellos inhibir la historicidad futura. El futuro proyectivo, la interpretación de la historia reciente, el régimen de memoria y la sub-jetividad política militante les distanciaban explícita y voluntariamen-te de los enunciados de la izquierda inmersa en el proceso transicional pactado con la dictadura. La tradición historicista de la izquierda fue disputada abiertamente por una nueva generación de revolucionarios.

En la construcción lautarina, desde el programa hasta el dis-curso, desde el diagnostico y la consigna dibujada en los territorios destacaba la actitud y forma irreverente que resultaba subversiva en dictadura y desestabilizadora en la naciente y frágil democracia.

La legitimidad interna del discurso y la continuidad de la lucha no arrancó de una arbitrariedad puramente teórica. La oralidad lauta-rina muestra una línea de continuidad entre su producción y el “fenó-meno subversivo” nacido durante el periodo de las “Protestas Nacio-nales” y su rápida conversión en “Protestas Populares” entre 1983 y 1986. El movimiento popular territorializado contaba con repertorio propio y los grupos revolucionarios que en él se desplegaron, remi-tían todos a una tradición de acción e intervención política que se había caracterizado por una acción directa y contestataria vincula-da al surgimiento de una movilización marginal urbana desplegada a

partir de la década del 60 que combinó formas legales y semilegales (impulsadas inicialmente por el MIR) y que fue la base social de la iz-quierda revolucionaria y de la proliferación y supervivencia posterior del Mapu-Lautaro.

El surgimiento del Movimiento Juvenil Lautaro el 12 de di-ciembre de 1982 y su transformación en el Partido MAPU o Com-plejo Mapucista Lautarino en 1987, así como su desarrollo y crisis terminal, no fue un fenómeno aislado del devenir del movimiento popular chileno. Se asocia a su crecimiento y la expansión de las de-mandas al Estado, a las críticas a la llamada izquierda tradicional y/o los proyectos llamados reformistas y etapistas de cambio social y al contexto revolucionario de América Latina. Como en el resto de la izquierda, antes que ellos, la sinergia entre discurso, acción y contexto derivó en formas de vida contestatarias en que los proyectos indivi-duales se subordinaron radicalmente a aquellos formulados y soste-nidos colectivamente por grupos humanos empeñados en el cambio revolucionario en los más diversos rincones del mundo.

La dictadura militar en Chile potenció esas apuestas radicales, pero no explica por sí misma el fenómeno de la subversión ni menos la permanencia del Mapu-Lautaro en la escena nacional más allá de la transición política formal pactada entre un sector de la oposición y el régimen saliente. El Mapu-Lautaro expresaba un proyecto de cambio revolucionario vinculado con una tradición y unas trayectorias polí-ticas (de sus fundadores militantes emigrados del MAPU (un partido de izquierda, mesocrático escindido de la Democracia Cristiana du-rante el último año del Gobierno de Eduardo Frei) y al mismo tiem-po una tensión y ruptura con lo que llaman una “experiencia trunca” (la del fracaso de la “Vía Chilena” al socialismo) que –en su perspectiva– debía ser retomada y transformada en victoria por la vía de las armas. El camino tomado fue la Guerra Insurreccional de Masas GIM (de-clarada en 1987) presentada como una mixtura típicamente chilena –y popular a su juicio– donde se encontraron el marxismo leninismo, la insurrección sandinista, el pensamiento del Che y las experiencias de lucha latinoamericana y del tercer mundo1.

1. “Con el pueblo, las armas y las ideas. La toma de Chile Va. III Congreso Partido MAPU”, Marzo 1988, Pp.42-44. Los antecedentes de esta política se encuentran en un documento de enero

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“Entendemos nuestra revolución como parte de un proceso Continental, par-ticularmente del Cono Sur, de enfrentamiento y derrota del Imperialismo y su sistema de dominación. Vemos la Liberación y construcción de la nueva Patria estrechamente coordinadas con procesos similares con el Pueblo argentino, bolivia-no, peruano, etc. Somos además, vitalmente solidarios con las luchas de todos los Pueblos y vemos en los países socialistas particularmente la revolución cubana, aliados probados con nuestra lucha. Planteamos el impulso de una política de con-certación, debate, solidaridad mutua de los Pueblos del Cono Sur de América” 2.

La crisis terminal del Mapu-Lautaro (1994) y el trágico saldo para las vidas de sus militantes, expresó el término de un ciclo de lucha del movimiento popular en una de sus vertientes y al mismo tiempo el costo histórico de una lucha armada llevada a cabo por gru-pos cada vez más reducidos y aislados. Las organizaciones político-militares transformadas en grupos operativos aislados, no lograron sobrellevar una dinámica de enfrentamiento y persecución en que la velocidad y profundidad de los golpes represivo fue superior a su disminuida capacidad de reproducción en un movimiento popular progresivamente atomizado, sin proyecto visible y desarticulado.

El impacto de estas tendencias se apreció nítidamente en la caí-da del reclutamiento lautarino. Entre 1990 y 1996 ya no se registraron nuevos ingresos procediendo a partir de 1994 a una reorganización desde la cárcel, provocándose, entre 1995 y 1996, la constatación de la eventual derrota estratégica. La salvaguarda final de una fuerza re-clusa y sin base social los llevó a concentrarse en una expresión mí-nima de su concepto de “Bastión”. La Cárcel de Alta Seguridad se convirtió en su único espacio de resistencia y vida política: el “CAS Bastión” que obligó a un “cambio de pista” orientado a reconstruir el partido desde la prisión y a buscar la libertad por la vía de la fuga que nunca logró concretarse. La desconfianza en la dirección y la eviden-cia de la derrota, en un horizonte de prisión perpetua, desgranaron la orgánica y concentraron la acción en cuestiones de régimen interno y

de 1986 que reproduce la publicación una entrevista a Guillermo Ossandon “Diego Carva-jal” del año anterior realizada por una periodista peruana y reproducida en Chile denomi-nada “Luchamos por un Chile Popular. Nuestro camino es la Guerra Insurreccional de Masas”.2. “Síntesis de Nuestra Propuesta”. Mapucistas, con la rebeldía popular: la toma de Chile, va! Junio de 1983.

la posterior búsqueda de una salida política al problema orientando la acción al trabajo abierto y de solidaridad en Chile y el exterior3.

Aunque la intervención de Lautaro fue eminentemente militar después de las protestas populares de mediados de los años 80, fue relevante la búsqueda de una articulación entre lo político y lo social como factor de sustentabilidad estratégica de su proyecto político de cambio. La fragilidad de la política militar del Mapu-Lautaro no fue un fenómeno puramente operativo o técnico, fue un problema polí-tico que se amplificó a otras organizaciones del período y que tuvo un correlato en el resto de América Latina. Las consignas del avance de la lucha guerrillera por América Latina de la década de los 70 y 80 cedieron el paso al termino de la guerra fría a las transiciones pacta-das, las desmovilizaciones insurgentes, la inclusión en los sistemas políticos y el aislamiento de aquellos que continuaron la lucha armada en un contexto internacional y local que ya no la legitimaba ni menos respaldaba.

El devenir de las relaciones del Mapu-Lautaro con otros gru-pos y sus vínculos internacionales dan cuenta de esos cambios y re-sultan coincidentes con el distanciamiento de otros sectores de la izquierda con quienes compartió su lucha contra la dictadura. La per-manencia de las acciones lautarinas plantea la posibilidad de un efecto residual, pero al mismo tiempo, una lectura política crítica y anticipa-da respecto del nuevo ciclo democrático restringido o de democracia tutelada. Esta lectura resulta relevante al comprometer mecanismos hermenéuticos y de inteligencia social y no sólo de resistencia que el movimiento popular (del que formaban parte los grupos rebeldes) había desplegado largamente.

El discurso lautarino no sólo fue contrario al sistema político y el modelo económico neoliberal, también apuntó a sus aspectos so-cioculturales. Su discurso político antisistémico, fue severo y despec-tivo con la izquierda institucional y fue claramente distante y utilitario con quienes llamaban la izquierda revolucionaria tradicional. Su idea de sujeto histórico se centró gradualmente en los marginales urbanos y jóvenes, apartándose progresivamente de categorías estructurales

3. Pedro Rosas, Rebeldía, subversión y prisión política: Crimen y castigo en la transición chilena 1990 – 2004, Ed. LOM, Santiago, 2004.

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como la clase obrera o el campesinado. Este paradigma político y su noción de sujeto constituyeron el centro de la “Teoría Concepción de la Revolución Chilena” y en buena medida contribuyó a blindarles frente a los acontecimientos internacionales que en otros casos mo-vilizaron revisiones, ajustes y deserciones del campo de la izquierda.

Tanto la documentación como los relatos orales, la observa-ción crítica de las dinámicas de trabajo militar y político, los cambios políticos de la post-guerra fría y las transiciones en América Latina, no lograron imprimir un cambio drástico al sentido de la praxis lau-tarina. Por el contrario, parecen haberla arrinconado entre la voluntad y un desalojo histórico inevitable.

“El período de mayor despliegue de la política Mapucista Lautarina coincide con el primer gobierno de la Concertación. Es donde se logran las mayores síntesis políticas y donde el accionar político militar se hace más efectivo. La ‘política de las cosas concretas y útiles para el pueblo’, junto con los copamientos territoriales y las acciones relámpago de las FRPL ponen en despliegue todo el arsenal político y orgánico del ‘complejo partidario’ y llevan al gobierno y la clase dominante a poner el problema del terrorismo como la tarea prioritaria a resolver por la democracia. Todos los medios y fuerzas dispuestas a tal fin dan por resultado un intenso proceso de cerco y captura de gran parte de la militancia y de la totalidad de su dirección”4

Aunque para muchos observadores el MAPU Lautaro fue un “pájaro raro” de la izquierda chilena, la dinámica lautarina no fue una excepción en el acontecer de la política del período. Con el inicio de la transición, varias organizaciones que enfrentaron a la dictadura, per-manecieron activas en su accionar propagandístico y militar. Respon-diendo a ese accionar, el discurso de los gobiernos de la concertación les negó su condición de actores políticos situándolos en las coorde-nadas de la delincuencia y el terrorismo. Con la resignificación públi-ca y el desplazamiento desde lo político al ámbito de lo puramente delictivo y anómico, se transitó a una dinámica criminalizadora en la cual se les sindicó, persiguió y juzgó como delincuentes subversivos o terroristas, diseñándose un modelo de “pacificación” que contempló

4 . Carlos Silva Duncan, 52 años, arquitecto, ex-lautarista, Santiago, septiembre de 2001. Entrevistado por Pedro Rosas, 2004.

elementos jurídicos, políticos y comunicacionales, para el encuadre y captura de los insurgentes5.

La década de los 90’, se inició en Chile con el traspaso de la banda presidencial entre Pinochet y Patricio Aylwin y significó un año determinante en la relación entre el Estado y el MAPU Lautaro. Sin detallar cada una de estas acciones, las escuadra de las FRPL, el MJL y combinadas, realizaron más de 45 acciones entre asaltos a bancos (9), expropiaciones y asaltos a tiendas (15), ataques a unidades de carabi-neros (4), iglesias mormonas (4) y sedes de partidos políticos de dere-cha (3), además de propaganda armada en escuelas (5). Sólo ese año.

Para la joven democracia, protegida por la constitución de Pi-nochet y las Fuerzas Armadas, no era fácil lidiar con los disconfor-mes y menos aún establecer las formas de su control radical. Se debía demostrar que los métodos de la dictadura habían terminado y que el bien superior de la estabilidad era una necesidad intransable.

Se estableció un mecanismo de control político-jurídico especí-fico amparado en lo que el ex Ministro de �usticia del primer gobier-no de la concertación Francisco Cumplido llamó “leyes especiales”. Este dispositivo se apoyó en la creación de una agencia especial de seguridad (Oficina de Seguridad Pública), en la aplicación de la Ley Antiterrorista, de Seguridad Interior del Estado, de Control de Ar-mas y de Arrepentimiento Eficaz a lo que se sumó una política de aislamiento y castigo, mediante la construcción de una Cárcel de Alta Seguridad, con un sistema de segregación máxima del exterior y un régimen disciplinario de castigo en el interior hasta entonces inédito en Chile.

En ese contexto el Mapu-Lautaro desarrolló la última etapa de su vida política, en los términos que lo habían caracterizado, constre-ñido ahora al espacio de la supervivencia, disgregado y acotado a la lucha por salir de la cárcel que de “bastión de dignidad” podía mutar en la cripta perpetua de una nueva “revolución trunca”. El control

5. Para una visión del proceso político de aislamiento sobre la acción política rebelde y sobre la construcción de un imaginario de “Seguridad Ciudadana” ver Hugo Fruhling, El estado frente al terrorismo, Ed. Atena/Centro de Estudios del Desarrollo, Santiago, 1995. Pp. 91-182. y Marcela Ramos, Juan Guzmán de Luigi, La guerra y la Paz ciudadana, Ed. LOM, Santiago, 2000. Pp. 55-156.

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de la insurgencia tenía nuevos bríos y nuevos conceptos que venían a nutrir, nuevamente desde la mirada internacional las necesidades del control social emanadas del término de la guerra fría y de las expe-riencias de los EEUU en el control de su inseguridad urbana.

La política integral de seguridad, imitó experiencias desarro-lladas en Alemania, Francia, Italia y España en materia antiterrorista. A la Doctrina de Seguridad Nacional se sumó en la temprana transi-ción la Seguridad Ciudadana levantada por la NYPD de Nueva York (William Bratton) y el alcalde Rudolph Giuliani y la lectura criolla del “desorden comunitario” que en un escenario de problemas sociales no resueltos, insurgencia activa y simpatía de la población requerían urgente solución.

En un contexto de renovaciones y giros, el repertorio político y la genealogía del Mapu Lautaro, ha llevado a considerarlos igualmen-te como expresión de una renovación de la política tradicional. Una renovación “por la izquierda” del proceso de renovación socialista vivido por una parte de la izquierda a fines de los 70 y comienzos de los años 80. Esta renovación implicó primero la ruptura desde un sector de la comisión militar del MAPU y sectores de la Zona Sur de Santiago de orientación insurreccionalista en 1982 para crear el Movimiento Juvenil Lautaro MJL y luego la construcción del complejo partidario con el MAPU-Lautaro (el partido), el Movimiento Juvenil Lautaro (referente juvenil) y las Fuerzas Rebeldes y Populares Lauta-ro (referente militar).

Fue en el marco de las “Protestas Nacionales” o “Protestas Populares” de la década de los años 80 cuando desde el interior del MAPU surgió y creció la idea de levantar un movimiento que diera espacio a la rebeldía juvenil dando origen al Movimiento Juvenil Lautaro MJL. Un aire de ambigüedad y oportunismo en un partido derrotado por el golpe de 1973 y seducido con la renovación so-cialista en curso, generó el insospechado espacio para que entre la dirigencia de una comisión especial, destinada a canalizar la rebeldía juvenil, emergiera otro tipo de renovación política y de uso para la energía social de la juventud golpeada por la dictadura. La inserción en la masa, la política emergida ahora desde el mundo popular mo-vilizado y la definición del pueblo rebelde como sujeto desembocaron en el surgimiento de una nueva organización política.

La “renovación” de este sector no buscó la negociación, sino la insurrección. Con un fuerte asidero en lo poblacional el MJL fue también una nueva expresión de la izquierda centrándose, para algu-nos historiadores, más en el hacer que en la teoría. “El Pueblo Rebelde, será la síntesis renovadora del sujeto popular autónomo que existía en la retórica mapucista desde mediados de los años 70”6.

Ciertamente se les podía considerar “renovadores”, pero no en el sentido que la renovación tuvo en Chile para el resto de la izquier-da. Lo fueron en el sentido de ver la lucha contra el estado desde el enfrentamiento cotidiano e integral que, a la larga, se sintetizó en la idea del “vivir y hacer” la revolución como modo de vida. Contra toda renovación que implicara aceptación de cualquier parcialidad del sis-tema buscaron tempranamente vínculos y contactos con dos de los referentes que encarnaban para ellos el imaginario revolucionario: la juventud popular y la revolución cubana. Primero desde el interior de la organización de la cual fueron su estructura juvenil y luego como organización independiente.

“En el instante en que nace Lautaro, se plantea la idea de la Toma de Nuestras Vidas, ósea, somos una generación que no quiere morir en dictadura… somos una generación popular, queremos la revolución y queremos jugárnosla por eso. Eso era en términos generales… se trataba entonces de dejar el toples, la garrafa y… porque era un poco los vicios que identificábamos en ese tiempo, porque querían cagarse a la juventud; dejar de estar arrinconados en la veredas, en la puerta de nuestras casas y bajar en piño a la calle… Inicialmente Lautaro no se plantea como una fuerza militar, la cuestión militar se empieza a desarrollar después. Pero si empezamos a usar las armas… como instrumento, la estructura no era una estructura guerrillera. Todo este proceso lo hicimos nosotros, este gru-po, ratificado y recreado por la estructura de la Comisión (Comisión Nacional Juvenil del Mapu). No tuvo ninguna participación nadie más de la dirección y Garretón tuvo un papel de espectador, nosotros le íbamos contando, él nunca tuvo injerencia en nada de esto, esa absolutamente nuestro. Y empezamos a tomar también, a partir de ese momento una relación, por vía directa con los comunistas cubanos” 7.

6 Moyano, Cristina. Microhistoria de la renovación socialista en el Mapu. Un partido, unos sujetos, nuestra transición a la democracia.1073-1989. Tesis doctoral en Historia, Facultad de Filosofía y Humanidades, Universidad de Chile, enero 2007, P. 413.7. Ossandón, Guillermo; Colectivo Lautarino en Prisión. Memorias del Mapu Lautaro. Edi-ción propia, Santiago, 1994.

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Si la izquierda anticipaba sus distanciamientos con el campo socia-lista en un movimiento marcadamente pendular o mantenía convenien-tes vínculos, para los fundadores del MAPU Lautaro en 1986 se trataba de una coincidencia y referencialidad eminentemente política:

“nosotros tenemos una definición de respeto, valoración y de tremenda conside-ración de lo que se llama el campo socialista”, como un “avance de la lucha de todos los pueblos”. “Allí se encuentra muy claramente establecido el principal frente de contención y de enfrentamiento al imperialismo norteamericano. Es claro de que allí también se encuentra la principal fuente de solidaridad, de apoyo y de surgimiento de experiencias de las cuales se van nutriendo además el conjunto de los movimientos revolucionarios y populares. Y, por lo tanto, en este plano y con estas consideraciones, nuestra definición es absolutamente clara y nítida: es respeto, valoración y amistad. Nosotros pensamos que allí, en esos países, en esos pueblos, en sus respectivas vanguardias, se encuentran importantes hermanos de nuestra revolución, de nuestro pueblo y de nuestro partido” 8.

De este modo, en el plano de sus influencias y relaciones inter-nacionales, el MAPU Lautaro marcó una diferencia con el resto de la izquierda. Fue la concepción de sujeto revolucionario o más amplia-mente, su Teoría Concepción, la que determinó la dimensión internacio-nal de la organización y no las necesidades logísticas. Es ilustrativo lo que los actores en 1986 declaraban: “no vamos a pensar nuestra política internacional en términos de ‘pasar el sombrero’, en términos de ver en qué lugar es posible que nos apoyen más o menos… lo que a nosotros nos interesa vitalmente es la relación y el intercambio político” 9.

Lo nacional y lo internacional como contexto, marcarían más que la adhesión a bloques o campos, eran horizontes y planos de la confrontación. Para el naciente MAPU Lautaro y durante toda su his-toria la dimensión internacional y no solo las “relaciones” indicaban el camino a seguir: Cuba, Nicaragua, El Salvador y el derrocamiento

8. “Lucharemos por un Chile Popular, nuestro camino es la insurrección de masas. Entrevista a Diego Carvajal”. Secretario General del Partido MAPU, Santiago de Chile, Enero de 1986. P. 49. Esta entrevista fue realizada por una periodista sin identificar perteneciente a un medio de circulación nacional y entonces colaboradora del Lautaro, el contenido de la misma fue editado por la dirección del Lautaro para generar un producto colectivo de esa instancia de allí el nombre Diego Carvajal para representar esa Dirección Colectiva.9. Ibíd, p. 52.

del Sha de Iran eran ejemplos de pueblos en armas y de insurreccio-nes victoriosas. Para el MAPU Lautaro la revolución era asunto de pueblos y no de armas ni guerrilleros profesionales.

Si bien la acción de las organizaciones rebeldes chilenas había comportado ribetes de espectacularidad demostrando la vulnerabili-dad de la dictadura y alentando formas de lucha más radicales en los sectores populares, la dimensión típicamente operativa o el impulso de estrategias de enfrentamiento, continuaba siendo patrimonio de “cuadros”, de “revolucionarios” que podían despertar simpatía, adhe-sión o crítica, ser tildados de extremistas o aventureros inoportunos, ser acusados de operadores locales de la guerra fría y sus veleidades, ser “útiles” o incluso “tontos útiles” pero eran –para todos– parte del paisaje político. Extrañamente el imaginario construido sobre los rebeldes situó al MAPU Lautaro en los márgenes de ese paisaje.

En contexto, las tesis insurreccionales, como bloque e identi-ficadas con un campo revolucionario internacional, disputaban con aquellas que articulaban movilización y negociación con referentes y vinculaciones internacionales equivalentes tanto o más significativas gracias a la expansión de la renovación y una revalorización creciente de la democracia. Estos escenarios no ordenaron el imaginario de modo simple y claro: la calidad de renovados o retrógrados, militaris-tas o moderados, intransigentes, pactistas y traidores se repartían de-mocráticamente al interior de la izquierda y en el interior de cada par-tido. La dictadura había logrado imponer un itinerario y un orden, a diestra y siniestra, que se prolongaría más allá de su denostado orden.

En los márgenes. Lautaro aún no era otra cosa. Considerados “rara avis” para el resto de las cúpulas de la izquierda durante la dicta-dura, no eran una preocupación en el conjunto de la marea de orga-nizaciones, grupos, movimientos sociales, activistas aislados y orga-nizaciones políticas que se debatían entre la ruptura y la negociación; entre el que se vaya y el derrocamiento.

La historiografía e imaginario sobre el MAPU LautaroSi se excluye una tesis y un libro escrito desde el interior de la

Cárcel de Alta Seguridad por el autor de este artículo entre 1993 y 1995, la escasa producción en torno al Lautaro fue inaugurada en la

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historiografía académica y trabajos de investigación sociológica re-cién en 1996 consagrando en texto la representación más habitual sobre la organización insurgente y las características de sus militantes que se difundían en medios masivos. En base a fuentes periodísticas y declaraciones judiciales la tesis de periodismo “Lautaro, los Hijos des-carriados de la izquierda” de Domínguez y Larraín dio rango científico a un sentido común construido por la dictadura y avalado por la propia izquierda cuando la acción del Lautaro incomodó el itinerario tran-sicional.

Nadie cuestionó las fuentes sobre las cuales se reconstruían los propósitos de la organización que frecuentemente era aludida como banda terrorista, delictual o secta formada por personajes desquicia-dos. Durante más de una década no llamó la atención que se em-plearan sin crítica fuentes compuestas por declaraciones judiciales y extrajudiciales obtenidas mediante amenazas y tortura de parte de las policías y bajo el sistema judicial chileno previo a la Reforma Procesal Penal; que establecía un sistema inquisitorial en el que el juez acusaba, desarrollaba la investigación y dictaba sentencia sobre los anteceden-tes entregados por las policías de Carabineros e Investigaciones de Chile.

La mirada de los propios actores estuvo completamente ausen-te y la imagen de la organización y sus militantes respondieron al rei-terado reflejo de las líneas editoriales de los medios de comunicación y a la versión del aparato de inteligencia del Estado. La metodología empleada excluyó a los sujetos que protagonizaron los acontecimien-tos y de paso encubrió la permanencia de la tortura en democracia.

“Cuando me detienen yo no quería creer... (Yo) en manos de ellos en ese momen-to... fueron más de 10 días con ellos. Caímos 4 compañeros en esos días, fue muy duro, muy violento, nos golpearon en la cabeza, en las piernas y en los testículos... estuve varios días amarrado, sin comer, sin agua, sin baño, sometimiento absolu-to... un montón de amenazas con mi familia, que iban a traer a mi hermana y tenían a compañeros con su hija, a uno le partieron la cabeza de un fierrazo. Se hicieron eternos, realmente… eternos esos días”10.

10 . Luka, militante, Santiago, febrero 1994, entrevistado por Pedro Rosas en la Cárcel de Alta Seguridad. Luka fue detenido en febrero de 1994 por la Brigada de Inteligencia Poli-

Mayoritariamente las investigaciones de naturaleza periodística sobre el Mapu-Lautaro se instalaron y tomaron como fuentes y opi-niones válidas dichos que estaban marcados por prejuicios y mitos provenientes del propio Estado y los mismos medios de comunica-ción, que desde los años 80 y 90, se fueron divulgando sobre el grupo. Primero que se trataba de una organización anárquica, sin sustentos teóricos, que desarrollaban acciones de carácter terrorista y que sus miembros pertenecerían al lumpen con “dirigencia burguesa”.

En el caso el Poder Judicial de Chile este la denominó, por fue-ra de toda tipología jurídica, como “una organización cuyo método de acto criminal se caracteriza por utilizar procedimientos socialmente peligrosos, ruines y egoístas”, que “enrola en sus filas a soñadores, torpes de pocas luces y pícaros de baja estofa” 11 , poseyendo “una prestancia o compostura paramilitar integrada de incitante erotismo, [siendo] permanente y reiterativo, [con] una severa jerarquía de mando, [y que] actúa de acuerdo a planes percibidos por cerebros sui generis” 12.

El Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconcilia-ción de 1991, llamado Informe Retting, aún reconociendo que no te-nía información mayor sobre el grupo planteaba que “La racionalidad política de las acciones de este grupo es aún más difusa e incompresible que en el caso de los anteriores siendo patente la mayor crueldad de ellas. Quizás lo anterior se pueda explicar por lo heterogéneo de sus militantes, la escasa preparación de éstos y la indeterminación de sus fines, debiendo reconocerse, eso sí, el escaso cono-cimiento interno que hay sobre él”13.

Lo anterior es muy significante para dimensionar las fuentes de investigación dados el valor social y prestigio del informe y debido a que, hasta principios de los 90, sólo existían un par de artículos que alimentaban dichos mitos, originados al interior del mismo par-tido del cual se había escindido el MAPU Lautaro, convirtiéndose

cial de Investigaciones. Publicado en Pedro Rosas “Jóvenes, rebeldes y armados. Una mira-da a la identidad y la memoria militante durante la transición chilena, 1990-2004” en Pro-blemas de la historia reciente del Cono Sur Vol. I; Ernesto Bohoslavsky, Marina Franco, Mariana Iglesias, Daniel Lvovich (Comp), Ed. Universidad Nacional General Sarmiento/ Prometeo Libros, Buenos Aires, 2010. Pp 213-237.11. Proceso MAPU –Lautaro. Corte de Apelaciones de Santiago, Ministro Sr. Arnoldo Dreyse, Santiago de Chile, a Fjs. 8. 1991.12. Ibíd. A Fjs. 11.13. Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación, Santiago, Febrero 1991. P. 668.

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posteriormente en fuentes muy validadas. Nos referimos a revistas opositoras a la dictadura como Análisis, Cal y Canto y el derechista diario El Mercurio. Las publicaciones de izquierda Revista Punto Final y Página Abierta fueron las únicas se interesaron y lograron obtener entrevistas de dirigentes nacionales de Mapu Lautaro. A comienzos de los años 90 personalidades políticas manifestaban con frecuencia, en medios masivos o en publicaciones, que el mayor problema de la estabilidad política democrática era la delincuencia terrorista14 y no el evidente predominio de las Fuerzas Armadas, aunque en reiteradas ocasiones el ejercito se manifestó públicamente de modo beligerante y en dos ocasiones con movilización ostensible de fuerzas militares en el centro de la capital. La contradicción del argumento esgrimido contra Lautaro era obvia ¿grupo de lumpen o peligro para la demo-cracia? La construcción del otro, surgida desde la autoridad infiltró de prejuicios la investigación durante largos años.

Los hijos descarriados de la izquierda. Entre la novedad y el mito.

La particularidad atribuida al MAPU Lautaro por la historiografía y la sociología transicional ha minimizado su historicidad al inscribirla como el efecto perverso de la división del MAPU en 1983. Gaspar Domínguez y Paz Larraín indicaban que: “el proceso de Convergencia So-cialista no caminaron, lineal y mecánicamente, en esa dirección. Fue el resultado de una larga pugna al interior de la alianza y de cada partido integrante, cuya resolución –en gran medida– explica la formación del MAPU-Lautaro” 15.

Dicha tesis, indicaba que el MAPU (dirigido por Manuel Anto-nio Garretón), vivía un álgido conflicto entre “dos ópticas políticas (…) mientras un sector pugnaba por la lucha directa contra el régimen militar, otra tendencia se planteaba hacer de la lucha política y de las alianzas con el centro el eje de su proyecto renovador” 16. Diez años después, la historiadora Cris-tina Moyano, en su tesis doctoral sobre la renovación socialista y el

14. Luís Maira, ex dirigente de la Izquierda Cristiana, fue dos veces diputado, ex emba-jador en Argentina y México señalaba a mediados de los años 90 que una prioridad de la transición era terminar con la delincuencia subversiva, ver Hernán Vidal, El tabú del conflicto armado en Chile, Ed. Mosquito, Santiago 1995, p. 135.15. Domínguez; Larraín, 1996. Op.cit. p.54.16. Ibíd. P 57.

MAPU, asoció la emergencia del Lautaro como parte de ese proceso de renovación de la izquierda: “la autonomía movimientista con la que nace el Lautaro, se entiende bajo las construcciones teóricas especificas de la renovación socialista en el MAPU, quien en su conjunto había participado de otra construc-ción suprapartidaria como lo era la Convergencia Socialista. El Lautaro entronca también con la propuesta localista de la insubordinación territorial que estaba en las propuestas de resistencia del conglomerado” 17.

Un planteamiento similar surgió de la investigación de Eyleen Faure sobre el MAPU- Lautaro, asociándose sus génesis a un contex-to de revisión y crítica frente a los desafíos de la coyuntura donde “la diferencia esencial entre los dos sectores que se habían formado dentro del MAPU era la de avalar o no la lucha armada en el contexto de la dictadura militar de Pinochet” 18. Entre sus fuentes se encontraba el reportaje de la citada revista Página Abierta y una entrevista dada por su Secretario General Guillermo Ossandón el año 2004 tras una década de reclusión en la Cárcel de Alta Seguridad:

“Un lote de gente que era del MAPU encontrábamos que había una nueva generación popular que estaba en los territorios luchando, y empezamos a pensar digamos una cosa diferente… sobre todo porque nos dimos cuenta de que en lo que creíamos que estábamos ya no tenía sentido… nosotros queríamos pelear contra la dictadura, pelear contra el miedo. Y empezamos a juntar ganas y ahí nació Lautaro…. y salió del MAPU, de la estructura juvenil del MAPU, yo estaba a cargo de la Comisión Política del MAPU en esa época. Entonces, no fue un asunto ‘desideológico’, yo diría que fue un problema de definición de recorridos, es decir, se produjo esto en la historia chilena donde salieron una cantidad de inventos raros, engendros, cuestiones de cambio distinto… y nosotros buscábamos otra cosa y por ahí salió po”.19

Del testimonio de Ossandon y en la reiteración de esos dichos expuestos en otros momentos por él y otros miembros del núcleo

17. Moyano, 2007. Op.cit., P. 268. La autora analiza el surgimiento y desarrollo del Lautaro en el capítulo IX de su libro El MAPU durante la dictadura. Saberes y prácticas políticas para una microhistoria de la renovación socialista en Chile, Ediciones Universidad Alberto Hurtado, Santiago, 2010.18. Faure, 2006. Op.cit. P. 22.19. Guillermo Ossandón, Santiago, 14 de octubre 2004. Entrevistado por Eyleen Faure, 2006. Op.cit.

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fundador podemos rastrear un aspecto no analizado y obviado en muchas investigaciones respecto de los orígenes sociales del surgi-miento del Mapu Lautaro y de su sentido refundacional: la juventud popular organizada en parroquias y poblaciones a comienzos de los años ochenta.

Para el Premio Nacional de Historia Gabriel Salazar el MJL, fue fundado por una confluencia de jóvenes de extracción poblacional y marginal, pero con “un porcentaje considerable de jóvenes que provenían de otros estratos sociales. Muchos de ellos se habían iniciado en comunidades cristianas y en los grupos de base parroquial” 20. “La cultura rebelde del MJL fue, sin duda, un producto típicamente juvenil, típicamente chileno y típico de los ’80, que se situó en las antípodas de la adulta y dramática ‘cultura leninista de la rebelión’” 21.

La investigación del historiador Nicolás Acevedo, con amplio respaldo de la historia oral, cuestionó que el Lautaro fuera resulta-do de la renovación socialista. En tanto actor político del período emergía como expresión de sectores populares juveniles organizados. Estos, como protagonistas de las extensas 22 jornadas de protestas nacionales, no sólo tenían como señaló Salazar, un caudal “cultural”, evidenciaban una proyectividad política que evidentemente no surgía de la nada. Se amalgamaban en un sustrato político compuesto por la experiencia de la Unidad Popular y su recuerdo en la memoria colectiva, la resistencia a la dictadura y el trabajo político de militan-tes asentados y/o “refugiados” en los territorios populares junto a la experiencia propia de una generación de jóvenes comprometidos en el trabajo social y catequista para quienes la participación política (proscrita) era parte de su práctica evangelizadora.

Esteban Valenzuela, ex mapucista y ex diputado durante los primeros gobiernos de la transición, señaló en su tesis doctoral que el Lautaro era una mixtura entre la existencia de un movimiento ju-venil popular y un proceso político de oposición a la Convergencia Socialista en la que participaba la dirección del MAPU. “una disidencia contra la renovación socialista, no lo veo como parte de la renovación (…) Porque la renovación, recordemos que era, critica, autocritica de la UP, reconciliar el

20 . Ibíd. P. 255.21. Ibíd. P. 256.

socialismo de mercado, estoy hablando como analista, el abandono del marxismo, en cambio el Lautaro es una búsqueda dentro del Marxismo” 22. La emer-gencia del Lautaro y de un nuevo MAPU fue la combinación de dos factores: la mezcla entre el “iluminismo de Ossandón, pero también no sólo de Ossandón, es una realidad histórica especifica del MAPU de la zona sur, y particularmente (población) Caro Ochagavía y muy particularmente (pobla-ción) Joao Goulart” 23.

Mayoritariamente las fuentes documentales sobre el Mapu Lau-taro, empleadas en artículos y tesis correspondieron al Fondo Documen-tal Eugenio Ruiz-Tagle de FLACSO y a los artículos ya individualizados. Dichos trabajos, menos prejuiciosos, no profundizaron en los relatos de vida y se construyeron excluyendo muchas veces la oralidad de los involucrados extrañándose la construcción discursiva y la interven-ción política con severas omisiones de aspectos relevantes del grupo como su trabajo social territorial y su génesis en poblaciones, comu-nidades cristianas, católicas y evangélicas.

Entre los primeros trabajos que intentaban develar el “miste-rio” de Lautaro, se encontraban los trabajos de dos historiadores con-sagrados y de reconocida trayectoria de izquierda como Luis Vitale y Gabriel Salazar. Vitale hizo un breve resumen en el compilado “De Martí a Chiapas”, planteando que el Movimiento Juvenil Lautaro fue “la base de las acciones armadas” de una fracción del MAPU, comparán-dolo con el rol que jugó para el Frente Patriótico Manuel Rodríguez el PC en su creación24, obviando los orígenes de su formación. Salazar, en Historia Contemporánea de Chile, atribuyó al Mapu Lautaro un aire “novedoso” y de “rechazo total” a la tradición de izquierda.

Para el Premio Nacional de Historia y precursor de la Nue-va Historia, el Movimiento Juvenil Lautaro destacó por el grado de

22. Esteban Valenzuela, Santiago, 30 de julio de 2012, entrevistado por Nicolás Acebedo. El entrevistado fue presidente de la Juventud del MAPU al que se integró a mediados de los años 80 en la Universidad Católica, fundador y Secretario General del PPD fundador del Partido Progresista, académico, ex diputado (2002-2006 / 2006-2009) y ex alcalde de Rancagua (92-96). 23. Ibíd. Se refiere a Guillermo Ossandón, miembro de la Comisión Política del MAPU desde 1976 hasta que en 1983, es funda junto a otros dirigentes nacionales e intermedios del mismo partido, el Partido MAPU-Lautaro. 24. Vitale, Luis. De Martí a Chiapas. Editorial Síntesis- Cela, Santiago de Chile, 1995. Pp. 218-219.

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autonomía de su militancia: “ancho y descentralizado. Por eso, los núcleos lautaristas tenían un importante grado de autonomía, mayor que el que, en teoría, el MIR asignaba a sus ‘frente de masa’” 25. Su relato colaboró tangencial-mente a comprender el fenómeno apoyándose en fuentes preferente-mente secundarias. Ambas referencias al Mapu Lautaro se incluyeron en estudios de carácter amplio dedicados a las organizaciones revo-lucionarias de América Latina (Vitale) y sobre la juventud en el Chile contemporáneo (Salazar).

La historiadora Cristina Moyano, en el año 2007, situó al Lau-taro en línea de continuidad y ruptura con la izquierda enfocándose en el MAPU como espacio de surgimiento e identidad del Mapu Lau-taro, situándolo dentro del proceso de renovación socialista. Su perfil político se habría derivado de la continuidad de la línea insurreccional existente en el MAPU y la influencia de elementos “exógenos” que influenciaron la reflexión de los líderes del movimiento en sus inicios. Se desplazó así el influjo de una praxis y reflexión surgida desde la militancia popular que, según la oralidad de los militantes, fue parte fundamental en su historia.

“Desde el plano más general, la fundación del Lautaro también se entiende con los giros en torno a las consideraciones sobre la violencia que estaba dando el Partido Comunista, pero por sobre todo, el impacto que generó la revolución sandinista en Nicaragua y su triunfo en 1979. La idea de un pueblo combatien-te, donde la violencia es parte de la propia forma de relación con los otros y que conviene con la solidaridad y los proyectos de la transformación, se entremezclaron novedosamente hacia 1982” 26.

En la misma línea se estableció como elementos exógenos las influencias troskistas, maoístas y una práctica y concepción imitativa respecto del Partido Comunista Peruano Sendero Luminoso.

“La propuesta de una revolución continua, permanente y prolongada, reúne cla-ramente los influjos troskistas y maoístas en una interesante combinación, que los lautaros denominaran como “marxismo leninismo mapucista lautarino”, en la

25. Salazar, Gabriel; Pinto, Julio, 2002. Op.cit. P. 257.26. Moyano, 2007. Óp.cit. P. 266.

una nítida imitación a las formas que por esos mismo años formalizaran la retó-rica del Partido Comunista Peruano en el Sendero Luminoso de JC Mariategui, con su “marxismo leninismo-maoísmo, pensamiento Gonzalo” 27.

Tanto los testimonios como los documentos de la organización cues-tionan la existencia de esa “imitación”. En ningún documento interno, en-trevista pública o en conversaciones privadas en el marco de este y otros tra-bajos o en la convivencia en prisión durante 11 años del autor de estas líneas con la militancia del Mapu Lautaro, ningún dirigente o cuadro medio de esa organización señaló jamás tal influencia, por el contrario en el documento “La toma de lo Cotidiano. Entrevista a Diego Carvajal” el entonces Secretario General Guillermo Ossandón Cañas señalaba que eran otros, la prensa y un sector político, quienes los comparaban con Sendero Luminoso.

“la similitud la buscan, digámoslo así, en lo exótico… Hasta aquí la simili-tud y aquí mismo empiezan las diferencias y las particularidades… resaltan de inmediato diferencias sustantivas en la concepción de la política, en la forma de hacer las cosas, sobre todo en la relación con el pueblo…es difícil encontrar coincidencias en ese plano. No tenemos, nunca la hemos tenido y no está tampoco dentro de nuestras prioridades de relación con fuerzas revolucionarias de América Latina” 28.

Sobre la influencia Troskista y Maoísta, Ossandón señaló en la misma entrevista que: “estamos tremendamente orgullosos de ser marxistas-leninistas. Somos revolucionarios y estamos contentos de serlo” 29.

Las características, que dotan al Mapu Lautaro de una singula-ridad, si bien provienen de su origen en el MAPU como lo identificó acertadamente Moyano, arrancan fundamentalmente de sus cuadros militantes, jóvenes y populares, que provienen de las parroquias y organizaciones sociales de los sectores populares de la zona Sur de Santiago.

Otro elemento que ha caracterizado la representación política del Mapu Lautaro se relaciona con “herencias intelectuales” deriva-

27. Ibíd. P.274.28. Mapu, La toma de lo cotidiano. La política de las cosas concretas y útiles para el pueblo. Febrero 1990. P.18.29. Op.cit., P.23.

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das del MAPU y de sus cuadros dirigentes. En tal sentido la política del “sexo nuestro” del Lautaro habría sido una expresión de la reno-vación intelectual del MAPU. Las historias de vida y las entrevistas en profundidad que hemos realizado indican que la propuesta sobre la sexualidad y las acciones de propaganda, como repartición de anti-conceptivos y condones durante los asaltos a bancos o en propagan-das armadas, que realizaba el Mapu Lautaro no provienen de lecturas de Michel Foucault ni de los debates intelectuales del MAPU, como señalaron artículos de prensa y algunas tesis, sino de planteamientos y modos de vivir que los jóvenes populares tenían y que se deseaban proyectar como parte de una política que incorporara esa subjetivi-dad. La organización tomó, muy puntualmente, los debates de sus jóvenes militantes y la interpretación que hizo el Mapu Lautaro de la respuesta que dieron miles de jóvenes al Papa Juan Pablo Segundo en el Estadio Nacional cuando preguntó“quieren dejar la tentación del sexo” y respondieron “NO” masivamente. El autor francés sólo fue leído en los años 90 en prisión.

Otro elemento frecuente en la historiografía del Mapu Lautaro fue el abordaje parcial de su historia y una continuidad de su política que no consideraba todos los periodos y sus características distintivas como la “fundación del MJL y del partido”, “Insurreccional de ma-sas”, o “Político militar”. Producto de diversas razones los trabajos producidos en la última década sobre el Mapu-Lautaro no han podi-do reconstruir el carácter integral de dicha organización.

Eyleen Faure, rastreó desde 1982 hasta 1995 sin contemplar el periodo de Resistencia, desde el mismo golpe de Estado hasta la for-mación de MJL, fundamental para entender los orígenes del grupo o su etapa final con la Ley de Indulto General del 2004. Aunque recurre a fuentes orales, estudió el origen del MJL con entrevistas posteriores a 1994 a ex-militantes que no habían participado de la fundación ig-norando la evolución del pensamiento lautarino30.

Héctor Ordenes realizó un estudio desde 1990 hasta 1994 apo-yándose y destacando más el trabajo de prensa, que la reconstrucción

30. Faure, Eyleen. Los locos del poder. Aproximación histórica a la experiencia del Movimiento Juvenil Lautaro. (1982-1997). Informe de Seminario de Grado para optar al Grado de Licenciado en Historia. Universidad de Chile, 2006.

histórica. Ordenes identificó el fin de la organización con la detención de Guillermo Ossandón31 pasando por alto la continuidad en prisión durante diez años más. El año 2004 el mismo Ossandón señaló que con su caída del año 94 la guerra había terminado y que en adelante se concentrarían en la lucha política no armada. La investigación de Órdenes permitió apreciar cómo fue percibida la organización desde la prensa, los sectores políticos (como la izquierda tradicional), los grupos económicos y el Estado.

“El Lautaro nace esencialmente como una organización de raigambre social, que deviene en un grupo político-militar” 32 que a partir del año 1990 se fue ale-jando de las masas. “A partir de aquel momento, la organización marcharía sola en el derrotero por la búsqueda de la ‘victoria popular’, pero paradójicamente careciendo de ‘lo popular’, hacia el establecimiento de un conflicto político-militar abierto” 33. Para Ordenes, desde 1990 en adelante, el Lautaro “pierde poder efectivo, aquel poder que le otorgaba ser parte de los sectores populares y del cual se alimentaba, que puede ser mucho, puede ser poco, pero era poder al fin y al cabo” 34.

Tanto en Faure como en Ordenes los marcos conceptuales parten de la violencia política, planteando la primera que su teoría política no tiene precedentes en la historia de Chile: “El discurso lau-tarino intentaba fusionar lo político y lo militar con lo social. Esto se lograba, en la práctica, mediante la integración de actividades de diversa índole durante las operaciones militares. En lo discursivo, la inclusión –o más bien, la explicitación– en la política de conceptos que siempre se habían mantenido ajenos al ámbito de lo “político”, da cuenta de esta mixtura” 35. Además sostienen, en coinci-dencia con los documentos de la organización, que el Mapu Lautaro “incorporó a su teoría política conceptos que se relacionan con la cotidianeidad de los seres humanos: la felicidad, el sexo, la alegría, el placer”.

31. Ordenes, Héctor, ‘Jóvenes, rebeldes y armados’. El MAPU Lautaro y su accionar en la década de los 90 (1990-1994). Tesis para optar al grado de Licenciatura en Historia. Universidad de Chile, Diciembre 2007.32 . Ordenes, 2007. Op.cit. P. 110.33. Ibíd. P. 131.34. Ibíd.35. Faure, Op.cit. P.86.

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Igualmente se ha sostenido que existía una “interpretación poco ortodoxa del marxismo” 36 y que la desarticulación y crisis del Lautaro, se debió a que a partir de su radicalización y al ser los únicos, entre otros grupos en continuar después de los 90 con la lucha armada, se hicieron vulnerables a la persecución del Estado que logró desarti-cularlos y provocar su crisis interna entre 1996-97. “Desde el punto de vista histórico, consideramos que el Lautaro ya no existe. El MJL nació en un momento histórico específico que no se repetirá. (…) Al agotarse su momento his-tórico, la organización entró en una crisis profunda, que lo alejó de sus horizontes políticos. Las tensiones que condujeron a la dispersión del MJL se produjeron al interior del CAS; sin embargo, el comienzo de su debilitamiento puede encontrarse a comienzos de la década de 1990” 37. La clave de dicha crisis, para Faure y Órdenes, fue el alejamiento de las masas y de los sectores populares desde donde surgieron.

Es el historiador Nicolás Acevedo quien estudia los orígenes de dicha organización entre 1978 y 1985 desde dos sectores concre-tos de alta relevancia: La Granja (comuna) y Caro Ochagavía (sector) logrando reconstruir la formación del MJL, su rol dentro del mapa político y los aportes dentro de lo que él denominó la transición hacia nuevas formas de hacer política. Lamentablemente su estudio llegó hasta 1985 dejando pendiente el desarrollo del posterior del proceso38. Los tres textos descritos recogieron en distintos grados prensa, documen-tos y testimonios orales, pero con distintos enfoques.

Dos investigaciones profundizaron los elementos discursivos y el imaginario del Mapu Lautaro trabajando con fuentes orales, docu-mentos internos y prensa. Javiera Poblete y Valentina López, inves-tigaron la Agrupación de Madres Guacoldas y Mauricio Garay y Víctor Manríquez La sensualidad en el MJL en donde “la exploración del campo de los sentidos es lo central”.

Estos trabajos se concentraron en teorías y enfoques socioló-gicos trasladando la historicidad del Mapu Lautaro al campo del aná-

36. Ibíd. P. 87.37. Ibíd. P. 89.38. Acevedo, Nicolás. Fuera Pinochet, Chile Popular. El MAPU- Lautaro en las protestas popula-res, 1978- 1985. Seminario para optar al grado de Licenciado en Historia y Ciencias Socia-les. Universidad Arcis, 2006.

lisis biopolítico, de la gubernamentalidad y del análisis del discurso pero utilizando una hermenéutica lautarina desarrollada en el último periodo de prisión por algunos militantes. No contrastaron sus fuen-tes testimoniales y no abordaron el problema de la resignificación que la memoria emblemática de los militantes y ex militantes producían luego de salir de la prisión.

Lautaro en la prensa de la transición

Antes que la historiografía, la prensa y revistas culturales de-dicaron extensos espacios a señalar la intervención militar y la dis-cursividad del grupo especialmente en lo relativo a asaltos bancarios simultáneos, asaltos a zapaterías y tiendas de ropa, reparticiones de víveres, medicamentos y condones.

Entre los artículos de prensa más citados en trabajos de in-vestigación se encuentra “Lautaro”: Fanáticos del sexo y la violencia”39 que destaca el lenguaje desenfado que mezcla el sexo, la música y ciertas demandas sociales: “un grupo de fanáticos”, ejecutores de hechos delictuales compuesto por “sujetos reclutados entre el lumpen y una eli-te con instrucción paramilitar llamada Fuerzas Populares y Rebeldes Lautaro (FPRL)” 40.

En una mirada más sociológica y con pretensión psicoanalítica se encuentra el artículo de Gonzalo de la Maza, “Los Lautaro: una violencia post moderna”41 indicando que “El lautarismo es un fenómeno más amplio que encuentra arraigo ente jóvenes chilenos” caracterizándolo como un grupo que se encontraba arraigado en la juventud poblacional, solitario, confrontacionales y “expulsados de la familia… por la acciones armadas que realizan, se está ante la duda entre sí están infiltrados o se han vuelto locos… forma parte del ambiente cultural postmoderno en que vivimos… son hijos de la dictadura”.

Con posterioridad a este artículo se publicó en el Diario La Épo-ca un reportaje de tres páginas dedicado al Mapu Lautaro dedicado a los orígenes, influencias y formas de actuar de la organización ca-

39. Reportaje Diario La Tercera, 10 de junio de 1990. Pp. 10-11.40. Se refiere a las Fuerzas Rebeldes y Populares Lautaro (FRPL).41. De la Maza, 1988. Op.cit. Pp. 26-30.

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racterizada como delictual y lumpenezca, con una formación de 500 militantes y de la cual la policía tenía información precisa de 120. Se indicó que su orientación se inspiró en la guerrilla salvadoreña y que su dirigencia era “una banda delictual con fines de lucro personal de una cúpula elitista” sin trasfondo político que reclutaba a una “juventud desca-rriada” atraída por el dinero para “costear cigarrillos, trago o marihuana”, portadores del “síndrome de Robin Hood” y que su líder apodado Diego Carvajal no existía42.

La subjetividad y la política de los “descarriados”

Transcurridos varios años de encierro para la militancia y diri-gencia lautarina, además de investigaciones académicas, emergieron también nuevos artículos de prensa y publicaciones que revisiviliza-ron al MAPU Lautaro en el marco del proceso de transición pactada que ahora aparecía cuestionado por todos. Paradojalmente los villa-nos del ocaso de la dictadura y de la naciente democracia, reaparecían con un aura profética que tardíamente implicó el reconocimiento de una politicidad que antes les había sido negada.

Por la profundidad e intimidad del relato, fue significativa la entrevista realizada por Nelly Richard al Secretario General del Ma-pu-Lautaro Guillermo Ossandón. En el año 2004 fue publicada en la Revista de Crítica Cultural un artículo y una entrevista titulada “In-conformistas sin vuelta. El vértigo del grupo Mapu-Lautaro” allí se vuelcan antecedentes de la fundación, la ruptura con el MAPU, la resistencia a Pinochet, la represión en el periodo de la concertación, los elementos teóricos de la organización y la vida en prisión. La entrevista, realiza-da tuvo la virtud de presentar un balance histórico y personal de un de fundador y emblemático militante de la organización.

Elementos como el aislamiento del MAPU Lautaro, la autocrí-tica de los resultados, la definición de sus conceptos, la revisión res-pecto de una noción mitificada del pueblo, su lectura del marxismo, la elaboración grupal y personal de la muerte de militantes y el com-

42. Diario La Época, “El pasado y presente del Mapu Lautaro. Policía de Investigaciones tiene identificados a 120 miembros del movimiento y los busca intensamente”, 14 de octu-bre de 1990. Pp. 14-16.

promiso de dejar las armas para obtener el indulto fueron aspectos abordados en esa conversación desarrollada entre la celda y el patio del módulo H-Sur de la Cárcel de Alta Seguridad durante una visita especial.

Desde una perspectiva comprensiva, del surgimiento y el im-pacto del Mapu Lautaro en la política chilena, el ex ministro de Allen-de y de dos gobiernos de la Concertación, Jorge Arrate43 en su Memo-ria de la izquierda de chile, hace un balance del contexto, orígenes y ob-jetivos del Mapu Lautaro asociándolo a un agudo proceso que afectó a la izquierda y que se expresó cuando en el MAPU “que dirige Garretón se ha escindido la juventud. También el sector que, bajo la dirección de Virginia Rodríguez, ha alcanzado ciertos niveles de preparación político-militar. Tiempo después… en franca ruptura con su dirección central el nuevo referente preconiza en sus inicios una ‘movilización insurrecional de masas’ para ‘irse apropiando del país, tomarse Chile, partiendo por los territorios populares (…) hasta llegar a cul-minar con la toma del poder’, como anuncia uno de sus documentos estratégicos”.

Respecto de sus concepciones y estrategia Arrate indicaba que el MAPU Lautaro:

“defiende la idea de un ‘pueblo en armas’, una ‘fuerza guerrillera de carácter irregular’ cuyo desarrollo urbano se considera indispensable para la dimensión de masas de las acciones que emprenderá… basado en la multiplicación del armamento casero que, se supone, le resulta accesible… a partir de su inserción poblacional. Liderado por el ex dirigente de la juventud mapucista Guillermo Ossandón, el Mapu- Lautaro se desarrolla como una organización clandestina que se especializa en reclutar combatientes en el ‘lumpen proletariado’… combina populismo y marxismo-leninismo, privilegia objetivos inmediatos de redistribu-ción de la riqueza y lucha antiimperialista… destina sus cuadros y acciones a lo que llama ‘recuperaciones’, asaltos de pequeños negocios de alimentos y vestimen-tas cuyo botín distribuye enseguida en sectores populares” 44.

43. Jorge Arrate, abogado, economista y escritor, fue ministro de Minería de Salvador Allende (72), Ministro de Educación en el gobierno de Patricio Aylwin (92-94), Ministro del Trabajo y Previsión Social (94-98) y Secretario General de Gobierno durante la admi-nistración de Eduardo Frei Ruiz-Tagle (98-99), ocupó el cargo de embajador en Argentina durante el Gobierno de Ricardo Lagos (2000-2003).44. Arrate, Jorge; Rojas, Eduardo. Memoria de la izquierda chilena. Tomo II (1970-2000. Javier Vergara Editor, Santiago de Chile, 2003.

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Una perspectiva más cercana a la comprensión del fenómeno que al prejuicio es la que en Arrate permite hacer un dibujo más integral de aquello que para él es un fenómeno político, vinculado a un proceso que vivió la izquierda, a necesidades no resueltas del mundo popular y especialmente de una juventud marginalizada que él, desde su lugar de enunciación, identificó como ‘lumpen proletariado’ sin la carga que la expresión había tenido durante más de diez años.

Un análisis de la criminalización y las políticas de seguridad ciudadana fue elaborado por Claudia Farfan en El silencio forzado de los presos políticos en democracia, del año 2006. La periodista entrevistó a ex-Ministros de Justicia de la Concertación, directores de Investigacio-nes de Chile y al ex-Ministro de Planificación de Frei y ex-embajador en Francia del gobierno de Ricardo Lagos: Marcelo Schilling quien fuera Secretario ejecutivo de la Oficina de Seguridad Pública que fue el organismo de inteligencia de la Concertación.

Si la historia oral y el trabajo documental, con fuentes de los propios actores, habían permitido rescatar la identidad rebelde del secuestro de los medios y del imaginario transicional gobernante, fue la forma y la dilatada duración del disciplinamiento y el castigo lo que dio un giro inesperado a la historia del MAPU Lautaro. El dispositivo creado para su extinción termino siendo efectivamente un “Territorio Bastión” en el que la organización dio su última y más larga batalla. Nuestros trabajos “Rebeldía, subversión y prisión política: Crimen y castigo en la transición chilena 1990 – 2004”, “Jóvenes, rebeldes y armados” y “Una mirada a la identidad y la memoria militante durante la transición chilena, 1990-2004” publicados en Chile y Argentina respectivamente han contribuido, junto a otros ya citados, a valorar de manera aún incipiente la oralidad de los actores, sus testimonios, memoria e histo-ricidad como parte del proceso político y la historia reciente del país, develando la historia más allá del mito.

El desarrollo de la historia oral en Chile: de los talleres de educación popular a

los estudios multidisciplinarios (1980- 2013)

Oral History in Chile: from Popular Education Workshops to Multidisciplinary Studies (1980-2013)

nancy nicHolls loPeandía*

Sumario: El presente artículo aborda la trayectoria de la historia oral en Chile desde mediados de la década del ochenta en la que se sitúa su inicio, hasta la actualidad. Se establece que su origen estuvo en las iniciativas de elaboración de historias locales que grupos de pobla-dores con el apoyo de educadores populares, realizaron en contexto de dictadura. Se analiza como la historia oral a lo largo de estas tres décadas ha ido complejizando sus objetivos, temáticas, usos teóricos y metodológicos, diversificándose en diferentes espacios de produc-ción que van desde los organismos no gubernamentales arraigados en la sociedad civil hasta las universidades. Se finaliza reflexionando en torno al sello de la historia oral chilena así como sus desafíos en el siglo XXI.

* Se ha especializado en las temáticas de memoria, historia del tiempo presente, y derechos humanos, utilizando entre otras, la metodología de la historia oral. Actualmente participa como co-investigadora en el Proyecto Fondecyt Regular ‘Antropología e historia de la industria ballenera en Chile (1935-1983)’, dirigido por Daniel Quiroz. Participa, en calidad de asesora e investigadora, del proyecto de creación del ‘Archivo Testimonial de víctimas de la Represión, 1975-1990’, de la Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas, FASIC.Correo-e: [email protected]ículo recibido: 10-08-13. Aceptado: 12-10-13

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Palabras clave: historia oral; Chile; desarrollo; usos; educación popular.

Abstract: This article deals with the development of oral history in Chile from the mid 1980s to the present. It posits that its origins can be found in the study of local histories carried out by different shan-tytown dwellers with the support of popular educators during the Pinochet dictatorship. Over the past three decades Oral History has been diversifying in terms of goals, themes, theoretical and method-ological uses, and has been used in varied spaces of production from NGOs to universities.

Keywords: Oral History; Chile; development; uses; popular education.

I. El surgimiento de la historia oral: resistencia e identidad en el Chile de Pinochet (1980-1990)

No es fácil determinar un tiempo exacto que corresponda al surgimiento de la historia oral en Chile; ello requeriría un estudio acucioso sobre sus orígenes, que en nuestro país, resta como una tarea pendiente para los historiadores1. Sin embargo, es claro que las primeras elaboraciones significativas basadas en historia oral fueron las historias locales de poblaciones2, fundamentalmente de Santiago, pero también de otras ciudades y poblados del país como Valparaíso y Viña del Mar. Estas primeras historias locales fueron desarrolladas en los años ochenta en contexto de dictadura militar por los pro-pios pobladores guiados por educadores populares, en muchos casos historiadores, que trabajaban en diversas organizaciones no guber-namentales. Estas, que en su mayoría, eran financiadas por agencias

1. En este sentido, este artículo constituye un primer intento de sistematización del sur-gimiento y desarrollo de la historia oral en Chile, que necesita ser complementado en el futuro con nuevas indagaciones.2 . Poblaciones en Chile son los asentamientos populares urbanos que fueron surgiendo en las principales ciudades del país a partir de la década del 50 del siglo pasado. Las poblacio-nes tuvieron dos orígenes: por un lado, la toma de terreno y por otro, la creación por parte del estado.

internacionales, actuaban como instancias de resistencia y de apoyo a las víctimas de persecución política.

El historiador Mario Garcés dirigió varios talleres de educación popular en los que los pobladores como protagonistas, escribían sus historias locales, de manera muy semejante a como Raphael Samuel lo había impulsado en los años 70 y 80 en los History Workshops en Gran Bretaña. Garcés relata que hacia fines de la década del 70, él junto a otros estudiantes de Licenciatura en Historia de la Universi-dad Católica de Chile, confeccionaron un diaporama titulado La His-toria del Movimiento Obrero en Chile. Este material, había sido solicitado por el Programa de Educación de la Vicaría Zona Oeste de Santiago, perteneciente a la Iglesia Católica, y estaba destinado a capacitar a sectores populares, que pese al tiempo transcurrido desde el golpe de estado, se preguntaban por las razones que habían llevado al fracaso del gobierno socialista de Salvador Allende. Garcés junto al histo-riador Pedro Milos, se contactaron con la ONG ECO, Educación y Comunicaciones, para realizar el diaporama, que salió a la luz a prin-cipios de la década del 80. El material, comenzó a ser utilizado y di-vulgado en el mundo popular, de acuerdo a los objetivos de la Vicaría Oeste, de modo que la historia del movimiento obrero se convirtió, a juicio de Mario Garcés, en un ‘campo de reservas ético-políticas’3, donde se buscaban los valores, prácticas y componentes ideológicos que habían guiado a la clase obrera en su luchas reivindicativas a lo largo del siglo XX.

Como explica Garcés, lo que ocurrió fue que el diaporama so-bre el movimiento obrero en Chile, llevaba a que los participantes de los talleres en donde se exhibía y luego se comentaba, comenzaran a rememorar ellos mismos, sus propias experiencias de obreros y po-bladores, en el periodo de la Unidad Popular, luego en el golpe de estado y finalmente en la dictadura militar. También la rememoración se remontaba a los orígenes de las comunidades donde habitaban, a sus barrios, de modo que así comenzó a surgir la idea de generar historias locales4.

3 . Mario Garcés. Entrevista realizada el 30 de Agosto de 2007 en Santiago. Entrevistadora: Nancy Nicholls.4 . Mario Garcés. Entrevista realizada en Junio de 2009 en Santiago. Entrevistadora:

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Reconstruir las historias de las poblaciones, tenía en dictadura, un sentido político además de social. Por un lado, permitía a los gru-pos de pobladores que participaban de la experiencia re-articular su identidad personal y social, en un contexto, en que las poblaciones, mayoritariamente conformadas por quienes habían sido partidarios del gobierno socialista de la Unidad Popular, fueron objeto de repre-sión y persecución, desde los primeros tiempos de la instalación de Pinochet en el poder. A la represión y persecución, se unió la con-dena de todo acto de protesta o de resistencia, de todo germen de rebelión e incluso disidencia que pudiera surgir en el ámbito pobla-cional. De modo, que fue lugar común que la dictadura practicara una explícita negación de lo popular; a los jóvenes populares por ejemplo se los detenía en la vía pública sólo por su condición de tales, más aún si su apariencia y vestimenta denotaba algún rastro de la estética que había caracterizado los movimientos culturales de la Unidad Popular. De modo que el ejercicio de rememoración que implicó la elabo-ración de las historias locales, permitía a los pobladores entenderse como sujetos con historia, afirmando su capacidad de acción y su condición de actores sociales, en el acto de levantar hábitats urbanos. Ello, no sólo significó un giro importante en términos de la valora-ción propia de los sujetos populares, sino también en términos de la orientación que había tenido la historiografía chilena, sobre todo bajo dictadura militar. De acuerdo a esta orientación, la historia la confi-guraban las grandes elites del país, y de esa forma, habían sido estas mismas las que habían quedado plasmadas a través de sus acciones, en la historiografía. Excepción a ello, había sido la historiografía de izquierda desarrollada a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y la elaboración destinada a la difusión popular bajo el gobierno de Salvador Allende, a través de la editorial Quimantú, con colecciones como ‘Nosotros los chilenos’ que mostraba a grandes rasgos las vi-das de la gente ‘común y corriente’ incluyéndolas en la historia. Así, el ejercicio de elaboración de memoria individual y colectiva que iba surgiendo en diferentes barrios populares fue configurando un nue-vo tipo de historia en Chile, la historia local, que se erguía como una historia desde abajo, de los sujetos populares que no tenían cabida en

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la historia de las elites, de los héroes patrios y de las personalidades; ciertamente esta historia era además una historia oral.

La gran mayoría de estas primeras historias locales se centra-ban en los orígenes de las poblaciones, es decir en la toma de terre-nos, cuando fue el caso, o en la entrega por parte del Estado de los terrenos o casas a los pobladores. El momento fundacional, pasó a convertirse en un momento decisivo revestido de gran importancia, en un hito, sobre todo en aquellas poblaciones donde sus habitantes habían conseguido sus casas a través de la toma de terrenos, tanto así, que fue visto por algunos cientistas sociales de la época como la cons-titución de un ‘mito fundacional’5. Los relatos, por lo tanto resaltaban la llegada en medio de la noche, sigilosamente, a los terrenos que se ocupaban, la organización dentro de los terrenos ya ocupados para garantizar la alimentación, el cuidado de los niños, y evitar la llegada de más gente, que hubiese podido poner en riesgo la toma. Al llegar el momento de enfrentamiento con Carabineros, los relatos, tomaban un giro épico y de ese modo, este momento junto a los múltiples es-fuerzos desplegados por los pobladores por ocupar un espacio para habitar la ciudad, otorgaban un motivo de orgullo que constituía la base para una conformación de identidad comunitaria. En la gran mayoría de las tomas de terrenos realizadas en las décadas del 50 y 60, los pobladores eran reprimidos por las fuerzas policiales, pero también eran apoyados por parlamentarios del Partido Comunista o Socialista, quienes intercedían ante el ejecutivo para que la toma fuera reconocida. Sin embargo, se vivían momentos tensos, que quedan claros en los testimonios y relatos de los protagonistas, grabados en la memoria de los pobladores porque envolvían situaciones trágicas.

Luis Moulian y Lydia de Wolf, por ejemplo, resaltaron en su historia de ‘Herminda de la Victoria’ cómo la represión se había ma-terializado en la toma luego que Salvador Allende, por ese entonces Senador de la República, se había retirado del lugar. Los autores refie-ren a cómo los carabineros lanzaban golpes de bastones, gases lacri-

5. En tanto, muchas historias resaltaban de manera tan elocuente los aspectos positivos que caracterizaron el movimiento de la toma, como la organización, la solidaridad, la resistencia frente a la represión y a las condiciones ambientales, que se llegaba a narraciones épicas e incluso de componentes fantasiosos.

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mógenos, derribaban las carpas de los pobladores e incluso quema-ban los enseres que se les habían arrebatado. Señalan textualmente:

Muchos pobladores recuerdan que varios de ellos cayeron a la ace-quia escapando de la acción policial y que, en medio del desalojo, carabineros, al dar de patadas a una carpa, volcó un brasero donde se calentaba agua. De esta acción resultó quemada una niñita que dormía cerca de ese brasero6.

Pero la población es recordada y significada sobre todo, por el incidente trágico que dio lugar a su nombre. Relatan los autores:

El 17 de marzo, un hecho trágico une a los pobladores para seguir adelante en su objetivo. Una guagua7 de nueves días de vida fallece en la Posta Central producto del frío, las bombas lacrimógenas y la situación estresante que vive su madre. Sus funerales parten de la toma, luego de bautizar a la criatura; sus padrinos fueron Gladys Marín y Luis Neira. Le pusieron por nombre Herminda. Camino al cementerio, junto a los pobladores la vigilancia se hizo presente en forma desafiante. Fue un entierro impactante por la se-ñal de muerte que anunciaba, mezclándose con la lucha por la vida dada por los pobladores, consiguiendo un sitio para tener donde le-vantar una casa.El dirigente poblacional Juan Araya propone a los pobladores po-nerle a la población naciente ‘Herminda de la Victoria’, en homenaje a la criatura muerta y lo de Victoria por el triunfo alcanzado por los pobladores al conseguir permanecer en los terrenos tomados8.

Resulta interesante destacar de los párrafos citados, dos aspec-tos que a nuestro juicio revelan el sentido de las historias locales en el contexto de dictadura. En primer lugar, el hecho de que sus autores no sean ellos mismos pobladores; se trata de un historiador y de una misionera vinculada al mundo poblacional de los 80, lo que revela el 6. Luis Moulian y Lydia De Wolf, ‘Herminda de La Victoria: Aspectos históricos’, en: Ana María Farías et. al., Historias locales y Democratización local. Ponencias, debate y sistematización sobre Historia Locales organizado por ECO, Santiago: ECO, 1993, p. 37.7. Vocablo chileno que significa ‘bebé’.8 . Moulian y De Wolf, op. cit., p. 37.

compromiso de profesionales y religiosos con la organización surgi-da de las bases populares urbanas. Desde dos ámbitos diferentes, los autores confluyen para rescatar la memoria de los sujetos populares golpeados por la represión y por la crisis económica desatada a me-diados de la década. Es ampliamente conocido, que el ejercicio de elaboración de memoria se realiza desde un presente, y ese presente, (que incluso podría extenderse y denominarse más bien como el fu-turo del hecho rememorado) de un modo importante, contribuye a darle forma a los recuerdos.

Los recuerdos que emergen de la relación dialógica entre los autores –y probablemente también entrevistadores– y los propios pobladores, marcan la represión de las fuerzas policiales como un elemento central de la toma, probablemente, como una forma indi-recta de denuncia de la represión, a mucho mayor escala por cierto, que se estaba cometiendo en dictadura por los aparatos represivos de ‘inteligencia’. De este modo, habría que leer esta historia no sólo como una historia local de los orígenes de un barrio popular de fines de los años 60, sino también como una forma de resistencia, tanto de sus autores no-pobladores, como de los pobladores mismos, en cuyos testimonios está basada.

En segundo lugar, el recurso a una narrativa basada en un he-cho, sin duda, trágico, pero que en tanto narración está cargado de simbolismos: por un lado, la tragedia, que implícitamente se atribuye al no reconocimiento de la toma por parte del Estado, a las condi-ciones materiales absolutamente deficientes sumadas a la dureza del clima, así como a la acción de las fuerzas policiales, y por otro lado, la lucha activa de los pobladores ‘por la vida’ que incluso con ‘una señal de muerte’ en el horizonte logran desafiar la adversidad y salir victoriosos. No es extraño, que el dirigente Juan Araya sugiriera a los protagonistas de la toma bautizar a la población con el nombre de ‘Herminda de la Victoria’, pero tampoco lo es que, en el contexto de los 80, interese rescatar la tragedia de Herminda en medio de la toma, porque es precisamente la victoria en un contexto de suma ad-versidad, lo que llena de orgullo a los primeros pobladores, marcando un hito en su identidad social, que se proyecta hasta el contexto de dictadura.

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Las historias locales al ser rememoradas, elaboradas, puestas en el papel, relatadas y compartidas, permitían la apropiación y articula-ción de un discurso entre los pobladores que actuaba como refuerzo y acicate importantes para el trabajo comunitario de base expresado en organismos de derechos humanos, organizaciones de subsistencia como las ollas comunes y los ‘comprando juntos’, grupos juveniles, comunidades cristianas y un sinnúmero de otras organizaciones de base que bajo el alero de la Iglesia Católica, funcionaba en las áreas populares urbanas.

Lo interesante es que estas organizaciones, que no eran políti-cas por definición, en el contexto de dictadura de las décadas de los 70 y 80, actuaron como instancias donde se dio forma de alguna ma-nera la a resistencia, ya sea porque fortalecieron el tejido comunitario que la dictadura impedía a toda costa, porque las bases de los partidos políticos en clandestinidad participaron de aquellas restableciendo de alguna manera el vínculo entre lo social y lo político a nivel local, que sería clave para la acción opositora en las jornadas de protesta inicia-das en 1983.

Las historias locales tuvieron todos estos significados. Fueron elaboraciones del mundo popular, sin lugar a dudas, pero recibie-ron el apoyo decisivo de los educadores populares, muchos de ellos además historiadores, que como Mario Garcés y Pedro Milos, parti-cipaban de organizaciones no gubernamentales orientadas al trabajo de educación popular9. Sin duda, se puede afirmar entonces que la historia oral, de la mano de la historia local, surgió fuera del mundo académico chileno, que en esa época se encontraba muy distante de ésta como de otras corrientes y metodologías historiográficas.

Hacia fines de los años ochenta, cuando ya se dibujaba el cami-no de transición hacia la democracia y el país estaba conmocionado expectante por cómo realmente se produciría ésta, las historias lo-cales seguían su desarrollo. Paralelamente, en algunas universidades

9 . Dentro de las historias locales producidas en este periodo pueden nombrarse: Luis Morales Herrera, Voces de Chuchunco, Santiago: Ediciones Centro Esperanza, 1989; Manuel Paiva, Pasado: Victoria del presente, Santiago: Vicaría Zona Oeste, 1989; Varios autores, Cons-tructores de Ciudad. Nueve Historias del primer concurso ‘Historia de las poblaciones’, Santiago: SUR Ediciones, 1988; Varios autores, Quinchamalí, un pueblo donde la tierra habla, Santiago: Edicio-nes TAC, 1987.

comenzaba a saberse algo más de la historia oral como disciplina. Por ejemplo entre algunos alumnos de la carrera de Licenciatura en Historia de la Pontificia Universidad Católica, era conocido el clásico libro de Paul Thompson, La voz del pasado. Historia oral. Por su parte, el historiador Leopoldo Benavides, desde la FLACSO, editaba do-cumentos de trabajo sobre esta metodología y a la vez dictó algunas clases para los alumnos de Licenciatura de Historia de la universidad que se mostraban interesados en ella10. Para la generación de historia-dores que realizó sus estudios universitarios bajo dictadura, la historia oral no era enseñada como parte del currículum, y por lo tanto, la única forma de recibir una incipiente formación en ella, fue recurriendo a los conocimientos existentes fuera del ámbito académico universitario.

A mediados de los años ochenta retornaba de su exilio en In-glaterra el historiador Gabriel Salazar, fundador junto a otros his-toriadores chilenos en el extranjero, de la Nueva Historia Social11. Salazar, contribuiría a que la historia oral se difundiera en Chile como metodología para la investigación histórica al poner de relieve al sujeto popular, en tanto portador de un proyecto social pero de componentes políticos, expresado desde los orígenes de la historia de nuestro país, a veces de manera muy espontánea, otras de forma más organizada, y que se oponía al proyecto de las elites políticas y económicas, dirigentes del país. La teoría salazariana tuvo una gran influencia entre muchos jóvenes estudiantes de historia o egresados de las carreras de Licenciatura en Historia y en proceso de realizar sus tesis de grado. Salazar se insertó en la ONG SUR Profesionales, des-de donde investigaba pero además apoyaba las iniciativas de historias

10. Véase: Leopoldo Benavides, La Historia oral en Chile, Material de discusión, Programa FLACSO, nº107, Santiago, Diciembre 1987. 11. En el año 1980, historiadores como Gabriel Salazar, Julio Ortega y Leonardo León, exi-liados políticos, fundaron la Asociación de Historiadores Chilenos en Gran Bretaña. Estos historiadores se encontraban realizando sus estudios de doctorado y crearon dicha organi-zación como una instancia de producción, debate y comunicación de sus investigaciones, todas centradas en la historia de Chile. En 1981 publicaron la Revista Nueva Historia. La Asociación, pero sobre todo Gabriel Salazar, creó y difundió lo que se denominó ‘la Nueva Historia Social’, una historiografía crítica de lo que hasta ese momento se venía haciendo en Chile. En lo fundamental, postulaba que históricamente, los sectores populares, situados en posición de marginalidad y opresión, habían sido portadores de un proyecto político que sin embargo había sido constantemente aplastado por las elites oligárquicas del país.

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locales que se habían venido desarrollando desde la segunda mitad de los ochenta en Chile. Salazar, sin duda, establecía la historia oral como una metodología útil para la investigación en historia, en tanto esta hacía posible la creación de fuentes para historizar a esos suje-tos populares marginales, que no necesariamente se organizaban en partidos políticos y no siempre pertenecían al proletariado industrial, aquellos que no dejaban evidencias de su acontecer histórico.

La historia oral había dado sus primeros pasos en Chile, sin embargo habría que esperar todavía algunos años para que, en un nuevo contexto político, el mundo académico comenzara a validarla e incorporarla en las mallas curriculares de las carreras de historia y en los proyectos de investigación.

II. Historia oral y transición hacia la democracia. La vigencia de las historias locales cuando la ‘alegría no llega’12 (1990- 2000)

Hacia mediados de los años 90, Julia Paley, una investigado-ra estadounidense, afirmaba que contrariamente a lo que se hubiese pensado, las historias locales en los primeros años de transición, se-guían siendo producidas y dotadas de sentido por sus protagonis-tas, los pobladores13. Ocurría, que si bien el estado dictatorial había desaparecido, la transición hacia la democracia lejos de reconocer al sujeto popular como un actor social, lo marginalizó. La transición, en efecto, se llevó a cabo por la clase política y siguió el itinerario traza-do en la Constitución de 1980, dictada por Pinochet. Fue negociada por arriba, desconociendo la movilización de los actores sociales y políticos de base, como los pobladores y los estudiantes en el ciclo

12. La franja televisiva de la campaña del NO para el plebiscito del año 1988 permitida por la dictadura después de quince años de censura y que decidió si Pinochet continuaba o no en el poder hasta 1997, vaticinaba al país, ‘la alegría ya viene’. Ello, si ganaba el NO y se retornaba a la democracia. Para muchos, esa alegría prometida nunca llegó ya que si bien la transición hacia la democracia fue una realidad, esta no incorporó a los vastos sectores de la sociedad civil que habían luchado por derrocar a la dictadura, ni a la militancia de base, y de esa manera, siendo una transición pactada por arriba con la dictadura saliente, no proyectaba en su agenda cambios estructurales al sistema económico neoliberal, base de la profunda brecha social del país. 13. Véase: Julia Paley, ‘Historias locales en Chile: Alternativas populares a la integración nacional’, en: Daniel Mato (ed.), Teoría y política de la construcción de identidades y diferencias en América Latina y el Caribe, Caracas: UNESCO y Edit. Nueva Palma, 1994.

de protestas populares de 1983 a 1986. De modo que las historias locales siguieron cumpliendo su rol de dispositivos articuladores de identidad poblacional, sobre todo cuando la memoria y la historia del pasado reciente eran más bien negadas por un importante sector de la clase política en el poder en un intento fallido por lograr la recon-ciliación entre los chilenos.

Desde las ONG que trabajaban con el mundo popular, surgie-ron diversos materiales destinados a capacitar, sobre todo metodo-lógicamente, a los pobladores que reconstruían su memoria comu-nitaria. En 1992, CIDE, ECO y JUNDEP editaron Voces de identidad. Propuesta metodológica para la recuperación de la historia local14 en tanto que SUR Profesionales publicaba en formato de libro, Constructores de ciu-dad. Nueve historias del primer concurso ‘Historia de las poblaciones15. En el año 1993, ECO organizó un Seminario sobre Historias Locales, en que convocó a varios autores, entre los cuales había pobladores, pro-fesionales pertenecientes a ONG, historiadores y estudiantes de his-toria. El seminario, tenía como finalidad reflexionar sobre el sentido de lo que había sido desarrollado hasta ese momento en el ámbito de las historias locales a través de la historia oral, además de hacer confluir a quienes de manera relativamente aislada estaban produ-ciéndolas. Tal vez uno de los aspectos más relevantes del encuentro fue la reflexión realizada por la historiadora María Angélica Illanes, quien destacó la importancia histórica que revestía para su primeros habitantes la constitución de las poblaciones16, pero junto a esta lec-tura de corte más historiográfico, fue evidente la fuerte motivación que aún animaba a los autores de las historia locales.

Recién iniciada la década del 90, no obstante, la historia oral aún era una materia desconocida por las escuelas de historia de las universidades chilenas; se la consideraba una metodología poco fiable

14. Mario Garcés, Beatríz Ríos y Hanny Suckel, Voces de identidad. Propuesta metodológica para la recuperación de la historia local, Santiago: CIDE, ECO, JUNDEP, Fondo para el Desarrollo de la Cultura y las Artes, Fondec/Mineduc, 1993.15. Varios autores, Constructores de ciudad. Nueve historias del primer concurso ‘Historia de las pobla-ciones’, Santiago: Sur Ediciones, 1988.16 . María Angélica Illanes, ‘La cuestión de la identidad y la historiografía social popular’, en: La persistencia de la Memoria Popular. Historias locales, historias de vida, Santiago: ECO, Fon-dart, LOM, 2012, pp. 134-135. (Este artículo fue publicado en el año 1993 y reeditado en el 2012.)

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por el carácter falible de la memoria y sobre todo por su condición de subjetividad. Pero habría que señalar que más que la desconfianza hacia la historia oral, esta prácticamente no se utilizaba porque se conocía muy poco sobre su desarrollo en el resto del mundo. Este desconocimiento estaba relacionado con la desconexión casi absoluta que hubo entre las universidades chilenas en periodo de dictadura y los nuevos conocimientos y prácticas que se realizaban en otras lati-tudes. El paradigma de la objetividad, además, aún era preponderante en el área de las ciencias sociales en la academia chilena, y en particu-lar en la historiografía. Sin embargo, hay que recordar además que la historia oral había surgido en los espacios poblacionales, rescatando la memoria de aquellos que no tenían voz al no haberla dejado regis-trada en documentos escritos, y por lo tanto estaba asociada a una historia de izquierda, a la historia desde abajo, o a la Nueva Historia Social. La academia chilena, en términos generales, también era por aquellos años reacia a estas corrientes de la historiografía.

Hasta aquí el desarrollo de la historia oral en Chile, tiene varias semejanzas con las primeras elaboraciones de historia oral en Italia. En este país, al cual pertenecen destacados e influyentes historiadores orales como Luisa Passerini y Alessandro Portelli, la disciplina sur-gió fuera del ámbito universitario, donde se había venido practicando una historiografía ‘claramente idealista que privilegió el nivel ‘ético-político de las élites e instituciones’17. De modo que, la historia oral se practicó en sus inicios en oposición a las instituciones oficiales y a los historiadores que pertenecían a ellas18.

Sin embargo, en Chile, a diferencia de la experiencia en Italia, la historia oral fue ingresando a las facultades, escuelas o institutos de historia de varias universidades chilenas, precisamente porque a dife-rencia de lo ocurrido en ese país de Europa, aquellos historiadores que habían trabajado en organismos no gubernamentales en época de dictadura apoyando las experiencias de elaboración de historias locales, fueron ocupando puestos en las universidades tradicionales y en las nuevas, de carácter privado, que se forjaron en el periodo.

17. Alessandro Portelli, ‘25 años de Historia Oral-IV, Raíces de una paradoja: la historia oral italiana’, en: Historia, Antropología y Fuentes Orales, nº 17, Barcelona, 1997, p. 113.18. Idem.

Gabriel Salazar, por ejemplo, pasó a formar parte del cuerpo docente del Departamento de Ciencias Históricas de la Facultad de Humani-dades de la Universidad de Chile, además de haber sido profesor en la Universidad de Santiago de Chile y en la Universidad de Artes y Ciencias Sociales, Arcis. En tanto Mario Garcés, pionero en la utili-zación de fuentes orales para la elaboración de historias locales, pasó a ser profesor de la Universidad de Artes y Ciencias Sociales, Arcis, y luego de la Universidad de Santiago de Chile. De modo que para una parte de la generación que realizó sus estudios universitarios de historia a medida que la década del 90 se desplegaba, la historia oral, enseñada por profesores de reconocido prestigio y larga trayectoria, fue una metodología situada en un mismo nivel que otras, y la fuente oral, una fuente más para el trabajo historiográfico. La historiadora Cristina Moyano, quien ha realizado investigaciones históricas sobre la militancia y la cultura política en el MAPU y sobre la renovación socialista utilizando fuentes orales, rememora con mucha precisión su experiencia de formación en historia oral en dicho periodo:

Para nosotros tener clases con Mario (Garcés), Pedro (Milos), con Julio Pinto, con Pato Quiroga, con Samaniego, con Lucho Ortega, ya nos ponía en un pie de debate distinto, entramos al conocimiento de la historiografía ahorrándonos una serie de…no porque los des-conociéramos, sino que no era tema acá, aquí no se hacía historia tradicional. Y eso nos permitió a nosotros acercarnos a la oralidad y a otras fuentes con muchos menos resquemores que los que podía haber en otras escuelas historiográficas, entonces para nosotros por ejemplo el conocer…yo recuerdo con Mario nosotros conocimos a Portelli, conocimos a Thompson y una serie de otros historiadores que discutían este tema de la oralidad y que lo ponían en el tapete y eso fue clave en el ámbito formativo mío, o sea para mí ese es el piso, no es…no fue como para Mario el quiebre en su manera de hacer historia, para mi eso es el piso, ahí hay un cambio generacional importante porque si bien para Mario, Portelli y Thompson hizo un quiebre en su manera de ver la historia, para mi ese fue el paso inicial sobre el cual yo he comenzado a hacer historia19.

19. Cristina Moyano. Entrevista realizada en Junio de 2009 en Santiago. Entrevistadora: Gabriela Gacitúa. Transcriptora: Nancy Nicholls.

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III. La historia oral y el boom de la memoria: del aula universi-taria a los sitios de conciencia (2000-2013)

A lo largo de la década del 2000 y hasta nuestros días, la histo-ria oral ha sido incorporada a la formación universitaria de los estu-diantes en historia de escuelas de muy diversa formación y tradición historiográfica. Esta expansión de la historia oral en el medio univer-sitario en parte se explica por el hecho de que algunos historiadores jóvenes habían recibido formación teórica y metodológica en histo-ria oral desde muy temprano, por lo general en sus pregrados, sien-do reforzada en estudios de posgrado en universidades nacionales o extranjeras, de modo que cuando algunos de ellos se incorporaron como docentes e investigadores al medio universitario, no dudaron en promover su enseñanza.

El historiador Claudio Barrientos, conoció los fundamentos y las técnicas de la historia oral cuando cursaba su Magíster en la Uni-versidad de Santiago de Chile. Ahí, en el año 1994, fue alumno de la cátedra que Gabriel Salazar impartía sobre esta relativamente nove-dosa metodología historiográfica y leyó los trabajos de Mario Garcés y Sergio González, que utilizaban como fuentes, testimonios orales. Con posterioridad, Barrientos realizó sus estudios de doctorado en la Universidad de Wisconsin-Madison, Estados Unidos, donde adqui-rió conocimientos teóricos y metodológicos en técnicas etnográficas. Como ayudante de investigación del proyecto del historiador esta-dounidense Steve Stern, The Memory Box of Pinochet’s Chile conoció su trabajo con fuentes orales y memoria, así como el de Florencia Mallon, basado en gran medida en entrevistas orales. Además formó parte del Núcleo de Estudios sobre Memoria encabezado por la so-cióloga argentina Elizabeth Jelin. Una vez de vuelta en Chile, formó parte del equipo que creó la malla curricular para la Licenciatura en Historia mención Estudios Culturales, de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Dentro de la línea de talleres, se contem-pló un Taller de Etnografía, Historia Oral y Memoria, el cual ha sido impartido desde el año 2006 hasta el presente. Con posterioridad, Claudio Barrientos, ingresó a la Facultad de Ciencias Sociales e His-toria de la Universidad Diego Portales, ocupando el cargo de director de la Escuela de Historia; en esta facultad se estaba creando la malla

de Licenciatura en Historia, proceso en el cual también tuvo un rol relevante; dicha propuesta curricular incluye los cursos Antropología de la Memoria y Antropología Sociocultural, el primero centrado en el uso de testimonios y memorias en general, y el segundo focalizado en la etnografía como metodología de investigación.

En el año 2008 el Instituto de Historia de la Pontificia Uni-versidad Católica comenzó a impartir un Seminario electivo titulado Historia y Memoria: una aproximación a la historia del tiempo presente. Este curso bimestral, contempla la lectura y debate de teoría básica sobre memoria y su relación con la historia, para luego concentrarse en metodología de historia oral; durante el segundo semestre, los alum-nos aplican los conocimientos teóricos y metodológicos aprendidos en una investigación con fuentes orales sobre una temática histórica de su elección20. Además de las escuelas señaladas, en la actualidad la Universidad de Artes y Ciencias Sociales, Arcis, en su carrera de Licenciatura y Pedagogía en Historia y Ciencias Sociales incluye un curso sobre Metodología de Historia Oral y Local.

Es importante considerar en el recorrido de la historia oral en Chile, el inédito desarrollo de la memoria del pasado reciente, inaugu-rado sobre todo a partir del nuevo milenio. Por un lado, ha ocurrido en nuestro país lo que Annette Wieviorka ha apuntado tan aguda-

20. EL Instituto de Historia de la Universidad Católica de Chile ofrece la posibilidad de que los mejores trabajos de los Seminarios de Investigación sean postulados por sus res-pectivos profesores al denominado Concurso Simon Collier, que se ofrece cada año. A los ganadores del concurso, que en total no superan los seis alumnos por año, se les publica sus artículos en una revista, del mismo nombre, editada por el Instituto de Historia de la Universidad Católica de Chile. En el año 2009, fueron publicados los trabajos de Amparo Fontaine, El circo chileno. Una aproximación histórica a través de testimonios orales y de Daniela Serra, Vírgenes a medias. Historia de la sexualidad y el amor en Chile, 1952-1964. En el año 2010, el artículo titulado Sewell, el paraíso de los niños, 1940-1970, de Elisa Salinas y el 2011, El ‘Mi-lagro de los Andes’: Reflexiones sobre el proceso de creación de memorias colectivas, de Gabriela Robles. El presente año obtuvo el primer lugar del concurso, el trabajo La vida no era pa’estar en la casa sino pa’estar en la calle. Olla común y tensiones de género en la población La Victoria, 1980-1989, de Francisca Espinosa, siendo también seleccionado ‘Una broma en serio’: Caridad UC y la nueva participación política universitaria, de Alejandra Silva, los cuales serán publicados en la versión 2013 de la revista Simon Collier. Todos estos artículos fueron realizados en el ‘Se-minario de Historia Oral y Memoria. Una aproximación a la historia del tiempo presente’ y utilizaron fuentes orales. Resulta interesante reparar en la variedad y a la vez especificidad y delimitación de las temáticas escogidas por los estudiantes de historia de dicha universidad, que en su gran mayoría se enmarcan en la historia cultural y social.

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mente en su libro La era del testigo, explicando cómo el testimonio en el mundo occidental se ha convertido en el dispositivo por excelencia para acceder a ciertos eventos históricos, en razón de la posición que ocupa el testigo para dar cuenta de lo experimentado21. De esta ma-nera, en un contexto en que el país ha ingresado en los acelerados tiempos de la globalización, la urgencia por entrevistar a una gran variedad de testigos del pasado, se ha impuesto de manera imperiosa. Desde viejos sindicalistas de la llamada sociedad industrial hasta los primeros pobladores de los asentamientos urbanos populares, pero también los sobrevivientes de los centros de detención y tortura de la dictadura, e incluso, a ciertos victimarios que en los últimos años, han empezado a contar algo de su historia.

Este boom de la memoria, a nuestro juicio, se relaciona con la influencia que han tenido en el círculo académico chileno, los estu-dios de la memoria a nivel internacional, sobre todo luego de la caída de los socialismos reales, pero también con el hecho de que tras más de veinte años de finalizada la dictadura militar chilena, la necesidad no sólo de conocer y develar lo ocurrido, sino también de hacerlo inteligible se ha vuelto más evidente. Al hablar de eventos y proce-sos pasados, estamos pensando en el tiempo corto –que se extiende desde los años 60 con la Revolución en Libertad de Frei, la influencia de la Revolución Cubana en el país y la radicalización de la izquierda chilena– hasta nuestros días, no obstante lo cual la proliferación de estudios de la memoria se concentra en dictadura.

El boom de la memoria en Chile, se manifiesta en el desarrollo de los más diversos trabajos sobre el pasado reciente, en variados soportes y desde miradas disciplinares también muy heterogéneas, dentro de las cuales destacan la psicología social, el periodismo, en menor medida la historiografía, y, de manera muy prolífica las artes. La literatura, el cine y el video documental, así como el teatro, han marcado una presencia relevante en el medio nacional, en términos de representación sobre todo de temáticas relacionadas con la repre-sión dictatorial, lo cual ha permitido un debate que hace diez años era impensable22. Se ha comenzado a discutir por ejemplo, los efectos

21. Véase: Annette Wieviorka, Véase: Annette Wieviorka, The era of Witness, New York: Cornell University Press, 2006.22 . En el año 2011 se exhibió por Televisión Nacional de Chile Los Archivos del Cardenal,

tanto a nivel individual como social, de una de las formas más abe-rrantes de represión cometidas por la dictadura, la detención-desapa-rición de personas. Se ha indagado también en la compleja zona de resistencia clandestina de los grupos armados de izquierda develando que a cuarenta años del golpe, es un riesgo siempre latente reducir el análisis histórico a la división entre buenos y malos. Se ha debatido además en torno al papel que juegan y ‘debieran jugar’ en el presente, los llamados sitios de memoria, centros de la dictadura equipados con capital humano e infraestructura para la aplicación de tortura, en gran parte de los casos con resultado de muerte. Se ha ido penetran-do de manera acotada, pero creciente, en el estudio de ‘otros’ sujetos implicados en los eventos de los últimos cuarenta años, como los que fueron niños en los 70 y 80; en las terceras generaciones, que sin haber vivido bajo dictadura, han sido afectados por las consecuencias que ha tenido en sus padres y abuelos23, la represión; en los relega-dos hacia distintas localidades perdidas en el paisaje chileno. Se han hecho puntuales ‘visitas’ al terreno de los victimarios, atisbando que del mismo modo como se ha demostrado para el universo concentra-cionario nazi durante la Segunda Guerra Mundial, la realidad admite zonas grises entre las figuras extremas de la víctima y del victimario24.

una serie basada en casos de defensa a la violación a los derechos humanos cometida por el Estado dictatorial, que la Vicaría de la Solidaridad llevó a cabo desde su creación en 1976 hasta el fin de la dictadura militar. La serie causó gran impacto en la opinión pública y dio lugar a una interesante polémica en los medios de comunicación que revela las distancias que aún existen entre los chilenos en términos de sus percepciones, memorias y juicios sobre la dictadura de Pinochet. En el ámbito teatral han sido varias las puestas en escena que se han enfocado en la historia y memoria del pasado reciente. Dentro de las más sig-nificativas, a nuestro juicio, en los últimos tres años, están: Villa+Discurso del dramaturgo y director, Guillermo Calderón, estrenada en 2011; Oratorio de la lluvia negra de Juan Radrigán, puesta en escena por Rodrigo Pérez, en el año 2012; El año en que nací, dirigida por Lola Arias y puesta en escena con la colaboración de los actores y el equipo artístico también en el año 2012; Escuela de Guillermo Calderón y finalmente Acción Armada 42° 26’ S/73° 35’W, de Andrés Kalawski, dirigida por Ramón López, ambas del 2013. 23. Ximena Faúndez, Transgeneracionalidad del trauma psicosocial en nietos de ex presos políticos de la dictadura militar chilena 1973-1990: transmisión y apropiación de la historia de prisión política y tortura, tesis doctoral, Escuela de Psicología, Pontifica Universidad Católica de Chile, 2013. Esta tesis será prontamente publicada en formato de libro por el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.24. Al momento de escribir este artículo, Alejandro Flores, documentalista, se encontraba en la etapa final de un proyecto que tenía como finalidad la escritura de un guión para un

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Los estudios de la memoria también han penetrado el ámbito universitario o académico, sobre todo a través de diplomados dicta-dos por universidades o instituciones vinculadas a las temáticas de memoria, pasado reciente y derechos humanos. Desde el año 2010, la Fundación Henry Dunant, América Latina, ha dictado el Diplo-mado en Derechos Humanos, Pedagogía de la Memoria y Políticas Culturales. El año 2011, IDEA, Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile y la Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi comenzaron a impartir el Diplomado en Demo-cracia y Políticas de la Memoria, a los cuales se suma el Diplomado en Educación, Memoria y Derechos Humanos, destinado a profesores de enseñanza media, dictado desde el 2011 por la Facultad de Huma-nidades de la Universidad de Chile y el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos.

Un hito en términos de la producción de memoria sobre golpe de estado y la dictadura militar fue la creación del Museo de la Memo-ria y los Derechos Humanos, por iniciativa de la presidenta Michelle Bachelet, inaugurado en Enero del 2010. El museo expone la viola-ción de los derechos humanos cometida por el Estado dictatorial des-de el golpe de Estado hasta 1990 con el fin del régimen, basándose en las narrativas del Informe de la Comisión Nacional de Verdad y Reconciliación (Informe Rettig) y del Informe de la Comisión Nacio-nal sobre Prisión Política y Tortura (Informe Valech)25.

Desde su creación, e incluso antes, cuando era sólo un proyec-to anunciado, el museo ha venido provocado en la opinión pública

futuro documental, sobre el fusilamiento de 11 trabajadores ferroviarios de la Maestranza de San Bernardo en el Cerro Chena, el 6 de octubre de 1973 por parte de efectivos del Ejército. El proceso de investigación que culminará con la escritura del guión, se ha basado en gran medida en los testimonios de sobrevivientes, familiares directos de los fusilados, ex conscriptos y militares vinculados con el hecho, lo cual ha permitido atisbar la complejidad –o los grises– de los hechos de violación a los derechos humanos cometidos por la dicta-dura militar. chilena. Alejandro Flores, Testimonio: Hasta que nos encontremos de nuevo, Proyecto Fondart, Folio 12797, 2013. 25 . El testimonio está constantemente presente en la exhibición permanente del museo, en formato audiovisual o dispositivo escritural; en algunos casos se trata de testimonios enun-ciados en el periodo de dictadura, en otros, de testimonios creados en la post dictadura. En ambos casos el testimonio pone al visitante de cara a la vivencia subjetiva de la dictadura, en variadas facetas: la organización solidaria de las ollas comunes en las poblaciones, la tortura, la ausencia de un padre prisionero político, por poner algunos ejemplos.

un debate que ha alcanzado puntos bastante álgidos por momentos, confrontando la memoria y la interpretación de la historia reciente de diversos actores, testigos del periodo, e incluso generaciones que nacieron con posterioridad a los hechos narrados.

Uno de los temas centrales de debate es el punto de partida de la lectura histórica que ofrece el museo. Para sus detractores, el museo debiera haber incluido en su relato a la Unidad Popular, es decir al gobierno socialista de Salvador Allende entre 1970 y 1973, porque sin ella, la interpretación que pueda hacer el visitante será parcial y más aún no podrán ser comprendidos ni el golpe ni la dictadura. Para los defensores de la muestra del museo, incluir la Unidad Popular, sería en cierto modo justificar la violación a los derechos humanos, que es injustificable, independientemente del contexto donde surja. Por supuesto, hay varias estaciones entre el recorrido entre una postura y otra; hay quienes sostienen que sin ánimo de justificar, las gene-raciones jóvenes no conocen necesariamente la historia reciente y esta no parte abruptamente con el golpe de estado; hay otros que piensan que el museo es una instancia de producción y elaboración de la memoria de la violación a los derechos humanos cometida por el Estado entre 1973 y 1990, y no es un museo histórico, por lo tanto lo relevante es evidenciarla, no interpretar el contexto en el cual fue realizada; hay incluso posturas que señalan que si bien el museo es un paso importante, no refleja a las víctimas en toda su dimensión, por ejemplo al despojarlas de su condición de militantes políticos o sociales. Esta polémica, está lejos de cerrarse, y de tiempo en tiempo emerge con fuerza, lo cual constituye a nuestro juicio, uno de los ele-mentos más positivos de la constitución del museo.

Lejos de ser un gran edificio gris e inerte, el museo cobra vida permanentemente a través de este tipo de debates originados en la opinión pública, en que se involucran actores políticos, agentes socia-les, intelectuales y público en general. El museo además recibe a dia-rio visitas de estudiantes secundarios y universitarios, de extranjeros, de otros tantos chilenos, levanta exposiciones temporales, invita a conferencistas de la talla de Tzvetan Todorov y Steve Stern, organiza coloquios y talleres, recibe estudiantes universitarios en sus pasan-tías y ofrece concursos de diversa índole relacionados todos con la

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memoria y los derechos humanos de nuestra historia reciente. Sería deseable, desde nuestro punto de vista, que un museo de la memoria sobre eventos históricos traumáticos, integrara la posibilidad de que el visitante tuviese opciones de reflexión más que una elaboración de memoria finalizada y tal vez cristalizada; ello por supuesto sin caer en la más mínima relativización de la violación a los derechos humanos. No obstante, el museo –con toda su gama de acciones– ha contri-buido a que la sociedad comience a confrontar el disenso, a debatir sobre los hechos acaecidos, a recordar y a enunciar ese recuerdo. Por supuesto que no ha sido solo una contribución del museo, ha habido múltiples organismos y acciones de la sociedad civil que también ac-túan en el sentido de elaborar la memoria del pasado, pero contar con un museo de la memoria, no es un paso que todas las sociedades que han vivido eventos traumáticos a nivel social han dado, por lo menos de forma tan temprana.

Los llamados sitios de memoria, ex centros de detención, tor-tura y desaparición de personas implementados por la dictadura mi-litar, se han trasformado en los últimos años, en lugares simbólicos que desde perspectivas diferentes han contribuido a la elaboración de la memoria traumática de la dictadura. Dentro de los más emblemáti-cos que han además constituido organizaciones a cargo de mantener viva la elaboración de la memoria del pasado reciente, están la Corpo-ración Parque por la Paz Villa Grimaldi, Estadio Nacional, Londres 38 y Casa Memoria José Domingo Cañas. Todos fueron centros de detención y tortura implementados como tales y administrados por los agentes de seguridad de la dictadura. Dos de estos tres sitios de memoria, han inaugurado en los últimos años, archivos orales com-puestos por los testimonios de quienes fueron las víctimas, sus fami-liares cercanos, u otras personas vinculadas a sus historias.

La Corporación Parque por la Paz Villa Grimaldi, tiene actual-mente un archivo oral, en formato audiovisual –lo cual permite no sólo el registro de las voces, sino también del lenguaje kínésico de los testimoniantes– compuesto por cien testimonios. Por su parte, Londres 38, dispone de un archivo audiovisual integrado por testi-monios de diversos protagonistas vinculados a la historia del centro. En ambos casos, la constitución de los testimonios se llevó a cabo en

democracia26. Se trata por lo tanto de una memoria significada desde un presente mediado por el contexto de la post dictadura. En con-traste, el Archivo Testimonial de la Represión de FASIC (Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas)27cuenta con un registro de 175 testimonios en papel, autorizados por sus enunciantes para for-mar parte de un archivo de carácter público aún no inaugurado, de las voces de hombres y mujeres que vivieron la represión bajo dictadura. La particularidad de este archivo es que da cuenta de la elaboración de memoria de experiencias traumáticas a muy poco tiempo de haberlas experimentado y en contexto de dictadura. Por ello, son testimonios relatados desde un presente mediado por la vigencia de la represión, y por ende en muchos casos corresponden a militantes empoderados de un discurso de resistencia y lucha antidictatorial, muy marcado por la ideología, en tanto en otros, reflejan el temor y las secuelas de la represión en sujetos que buscan una reparación al daño causado por la persecución, la prisión y la tortura.

Estos archivos que no tienen muchos años de vida, han comen-zado a ser consultados con fines de investigación por profesionales preferentemente del ámbito de las ciencias sociales, pero también del arte, así como por estudiantes en proceso de realización de tesis de pre-grado y de posgrado. El año 2012, por ejemplo, un equipo multidisci-plinario del Laboratorio Teatral de la Pontificia Universidad Católica, dirigido por el actor y director teatral, Francisco Albornoz, consultó el material del archivo con la finalidad de utilizarlo para la elabora-ción de un texto teatral. El equipo recurrió a la llamada práctica como investigación, ‘que centra su estudio en el proceso mismo de creación, siendo éste el que determina las estrategias de trabajo a utilizar’28. La lectura dramatizada de los fragmentos escogidos del archivo, con la cual finalizó el laboratorio teatral, fue un acercamiento desde la perfor-mance para indagar en nuevos dispositivos de comprensión de zonas

26. El Archivo Oral de Villa Grimaldi comenzó con un plan piloto implementado en el año 2006.27. FASIC es una organización no gubernamental de carácter ecuménico creada en el año 1975 para apoyar con diversos programas a las víctimas de la represión dictatorial.28. Francisco Albornoz, Constanza Ambiado, Pablo Greene, Mariana Hausdorf, Renata Puelma y Álvaro Valdebenito, Los archivos y las voces: memoria y dramaturgia en el Chile de la Dic-tadura. Laboratorio de Investigación Teatral ETUC, texto inédito, Santiago, 2012, p. 14.

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altamente complejas como es la vivencia de la represión. La prolife-ración de los trabajos de memoria ha sido también estimulada por instituciones como el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos y el Instituto Nacional de Derechos Humanos que ofrecen concursos para tesistas que investiguen en temáticas relacionadas con la memoria del pasado reciente, teniendo como eje los derechos humanos29.

De modo que, en el ámbito universitario, los últimos diez años han sido muy prolíficos en investigaciones basadas en la fuente oral. La variedad de temas es asombrosa: el pentecostalismo en Chile, la música y poesía popular, la medicina intercultural, transformaciones sociales en temporeros del vino, el cine chileno en el siglo XX des-de la óptica del espectador, migraciones centroamericanas a Estados Unidos, el movimiento hip hop en Chile, la identidad mapuche en la cuidad de Santiago a principios del siglo XXI. El abanico va desde la historia cultural hasta la historia política, pasando por la historia social. Sin embargo, podría decirse que las investigaciones de los es-tudiantes se concentran en cuatro áreas: historia local, identidad y cultura; historia política desde una óptica socio-cultural y centrada en colectividades clandestinas que han dejado poca documentación escrita; historia cultural y por último historia social. Los periodos pri-vilegiados son dictadura militar y post dictadura.

IV. El sello de la historia oral chilenaLa historia oral chilena se inició en tanto tal en el ámbito no

académico, más aún en el ámbito poblacional, en un contexto de dic-tadura. Fue, sin lugar a dudas una historia de los sujetos populares,

29. El Museo de la Memoria y los Derechos Humanos ha lanzado por dos años consecutivos el Concurso de Tesis 2013, ‘orientado a promover la utilización del patrimonio tangible e intangible del Museo en la investigación sobre derechos humanos y memoria’. Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, www.museodelamemoria.cl, página visitada el 4 de marzo, 2013. El instituto Nacional de Derechos Humanos también ofrece desde el 2012 un concurso titulado Cuenta tu Tesis en Derechos Humanos ‘que invita a participar a estudiantes, egresados/as o titulados/as de carreras de pregrado de universidades chilenas (…) que hayan realizado su tesis sobre derechos humanos en cualquier área de las artes, ciencias o humanidades. La invitación se extiende también a las tesis de las escuelas matrices de las Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad Pública’. Instituto Nacional de Derechos Humanos, www.indh.cl, página visitada el 4 de Agosto, 2013.

de los sujetos marginados no tan sólo de la vida pública dado el mo-mento histórico que se vivía sino también marginados de la historia oficial. Partió sin mayor soporte teórico y en tanto metodología, sin los recursos que la disciplina ya había desarrollado largamente tanto en Europa como en Estados Unidos y algunos países de América La-tina. Anecdótico pero relevante para la comprensión de sus orígenes resulta el hecho que sus primeros gestores desconocieran la historia oral como disciplina o metodología dentro de la historia, cuando a mediados de los 80 comenzaron a practicarla, por intuición, y sobre todo por el convencimiento que era necesaria social y políticamente tanto para los sectores populares como para generar los cambios para restablecer el orden democrático.

Sin embargo, por el hecho de constituirse como una historia local que se entendía debía ser recuperada por la comunidad, fue ne-cesario desde un primer momento establecer una metodología que permitiera que ese objetivo se cumpliera. Basada en muchas de las técnicas utilizadas por la educación popular, ‘la recuperación de me-moria’ fue articulándose a través de los dispositivos sencillos de un periodo en que recién comenzaba a asomarse el desarrollo tecnoló-gico que caracteriza nuestro presente o definitivamente aún no se manifestaba. Las líneas de tiempo dibujadas en papelógrafos donde los pobladores señalaban los hitos en la historia de la población, un primer texto que debía ser la expresión del conjunto de los partici-pantes en la iniciativa de recuperación de memoria, fueron dos de los recursos más utilizados. Así, por ejemplo, un material de CIDE, de mediados de los años 90, destinado a la capacitación para la creación de historias locales, proponía lo siguiente:

Para la creación del clima adecuado, sugerimos el uso de técnicas que faciliten la reunión. Se dibuja la línea del tiempo y los participantes evocan experiencias y momentos importantes de la población, las anotan en la LÍNEA. También se puede usar la Línea del Tiempo en la entrevista individual, para ayudar a la persona a ordenar sus recuerdos30.

30 . ¡Y ahora…A RECUPERAR LA HISTORIA DE LA POBLACIÓN!, El Mensajero, Boletín del Programa de Educación Popular, CIDE, nº 72, octubre, 1994. (sin autor). Años más tarde, Mario Garcés precisaba a propósito de esta técnica como ejercicio individual, que: ‘Una vez que el entrevistado ha marcado en la línea del tiempo los hechos o sucesos rele-

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Como hemos visto, la elaboración de historia oral de las loca-lidades populares en Chile, significó un acto de resistencia contra la dictadura, a través del cual se pudo reformular la identidad popular, lo cual tuvo además de efectos en los propios individuos, una dimensión política. En la post dictadura, el sentido de las historias locales varió, en tanto la dimensión política comenzó a desperfilarse en ausencia de una dictadura opresora, no obstante lo cual mantuvo su carácter de recurso identitario31.

Las historias locales fueron el punto de partida para un reco-rrido que llevaría eventualmente a una reflexión historiográfica sobre el sentido y las implicancias de los asentamientos populares para las ciudades en las cuales se desarrollaron, pero lo que es más impor-tante sobre el significado para los propios pobladores. Tal vez sea la historiadora María Angélica Illanes, exponente de la Nueva Historia Social, quien como lo señaláramos anteriormente, lo haya expresado de manera más clara y lucida:

¿Qué ocurre e los años 60? Ocurre un salto cualitativo en este no-estar de los sectores populares en aquella su no-urbe: dan un salto cualitativo a través de la ocupación colectiva y organizada de terre-nos (…) esto va a significar un cambio cualitativo en el modo de ser y estar del mundo popular urbano y no tan urbano: se produce el asentamiento de los sectores populares nómades, podríamos decir, informales, marginales; de los que vivían en los márgenes de lo reco-nocido. Al pasar a ocupar los sitios y construir su casa propia, estos grupos populares disgregados se auto-reconocen ahora mutuamente

vantes de su vida, se inicia una conversación abierta sobre los hechos anotados. Habitual-mente, esta técnica ofrece muy buenos resultados, ya que es el propio entrevistado el que se convierte en historiador de su vida.’ Mario Garcés, Recreando el pasado: Guía metodológica para la memoria y la historia local, Santiago: ECO, 2002, p. 28.31. En la capacitación para la recuperación de historias locales de El Mensajero, se con-cluía: ‘La Historia de la población puede tener varias utilidades: material pedagógico en las escuelas del sector; en talleres de formación de dirigentes, marco teórico en celebraciones comunitarias’. ¡Y ahora…A RECUPERAR…op.cit., Garcés además señalaba que: ‘Contar la historia colectivamente, en un taller, reanima a un grupo y le devuelve más confianza en sus capacidades, ya que la propia historia se les presenta como un espejo en el cual obser-var sus logros y también sus frustraciones, ya no sólo como individuos, sino como grupo, como comunidad, como sujeto colectivo’. Mario Garcés, op. cit., p. 24.

en el acto y proyecto común de asentamiento en la ciudad, pasando a constituirse en lo que llamaremos la ‘clase poblacional’32.

Una de las características fundamentales de las historias locales en sus orígenes fue su propósito de dar voz a los sin voz –no porque no la tuvieran sino porque estos nunca habían sido interpelados a na-rrar sus historias. De ese modo, lo más importante era el relato de los protagonistas a través de lo que se llamaba el ‘rescate de su memoria’. Hablar del ‘rescate de la memoria’ o de la ‘recuperación de la historia local’ supone una aproximación no problematizadora de la memoria y del trabajo del historiador oral, ya que sugiere que la rememoración consiste en el ejercicio de recuperar lo perdido u olvidado, como si esto fuese un trozo de materialidad que del pasado se trae intacto al presente. Es así como los primeros sentidos del trabajo de historia oral en Chile se asemejan a los que habrían surgido en la que Philippe �outard clasificó como la segunda generación de historiadores orales, hacia fines de los años 60 en Europa y América Latina33. Para esta ge-neración, alejada del mundo académico, la historia oral no conducía a la creación de una mera fuente complementaria que podía aportar en la indagación de los vacíos o zonas oscuras de la historia; era más bien, otra historia, la del pueblo, que en tanto tal, gozaba de un status superior, esto es, de verdad34. Del mismo modo que ocurrió con la generación de los 60, en Chile, dos décadas más tarde, las historias locales y orales eran piezas narrativas no intervenidas por la voz del historiador o cientista social. Las voces eran en la mayoría de los ca-sos las de los protagonistas y testigos, esto es, pobladores, y por lo tanto constituían una memoria que entraba de manera muy escueta en diálogo con la historia.

Sin lugar a dudas, las historias locales dejaron una huella en los desarrollos posteriores que tuvo la historia oral en Chile, en tanto ha sido un área que ha continuado con mucha fuerza desde diversos ám-bitos, ya no tan solo locales, su recorrido. Resulta ilustrativo de este

32. María Angélica Illanes, op.cit., p. 135. 33. Philippe �outard, ‘La historia oral: balance de un cuarto de siglo de reflexión metodoló-gica y de trabajos’, en: Historia, Antropología y Fuentes Orales, nº 15, Barcelona, 1996, p. 157.34. Idem.

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fenómeno el hecho de que la primera organización de historia oral en el país, la Asociación Chilena de Historia Regional y Oral, fundada el 2011, defina su objetivo como:

…el rescate de la memoria histórica de los sucesos contemporáneos desde la perspectiva de la ciudadanía, ya sea en su calidad de partí-cipe u observador. Este “rescate” tiene como fin, la interpretación y construcción de la Historia de nuestro país desde el ciudadano, sujeto social no integrado ni estudiado a cabalidad por parte de la historiografía oficial, la cual se ha contentado hasta el presente, con crear una Historia “Nacional” oficial, la cual por desgracia, ha igno-rado la existencia de sensibilidades, sucesos, y grupos sociales regio-nales, que presentan una identidad influenciada profundamente por su territorio (…) Debemos destacar que, la ACHRO fundamenta su accionar en torno a tres ejes principales: el Patrimonio, la Historia Oral y la Historia Local, considerados éstos, como elementos de pri-mer orden en la construcción de una memoria histórica de carácter local o regional35.

Las historias locales tienen además un espacio ganado dentro de los intereses de los estudiantes universitarios, pero lo que es todavía más significativo no han dejado de ser impulsadas por organizaciones surgidas fuera del mundo académico y oficial. En esta línea destacan las iniciativas creadas a lo largo de los años tanto en Valparaíso como en Viña del Mar, ciudades del litoral de la quinta región. La ONG EKOSOL, Educación y Cultura, impulsada por Luis Vildósola en el sector de Achupallas en Viña del Mar en el 2003, cuenta con una línea permanente de historia local y memoria, que está sustentada en el reconocimiento de ‘la importancia y legitimidad de la construcción de un saber popular, del cual no dan cuenta las universidades o los centros de investigación’36; el Centro Cultural INDUS fundado en el año 2010 y coordinado por Andrés Cabrera ha venido realizando un proyecto de investigación tanto sobe el sindicato de la Indus, Com-

35. Nacimiento de la Asociación Chilena de Historia Regional y Oral, www.relaho.org/in-dex. php?... asociacion-chilena…historia…oral, página visitada el 26 de Julio, 2013.36. EKOSOL surgió de CIDPA, Centro de Investigación y Difusión Poblacional de Achu-pallas creado hacia fines de la década de los 80. EKOSOL. Memoria e Historia Local, Revista Docencia, www.revistadocencia.cl/pdf/20100731221028.pdf, página visitada el 26 de Julio, 2013.

pañía Industrial, como sobre la población de sus obreros instalada en uno de los cerros de Viña del Mar. Producto de la investigación sobre el poblamiento propiamente tal, en agosto del año 2013 el centro en conjunto con la Facultad de Humanidades de la Universidad de Valparaíso y la Universidad Popular de Valparaíso, realizará el lan-zamiento del libro Identidad, Memoria e Historia de la Población Indus, la invitación al lanzamiento señala:

…nuestra exploración se nutre de variadas experiencias inves-tigativas que han enfatizado la necesidad de indagar en sucesos his-tóricos que aún siguen permaneciendo en la penumbra, en gran me-dida, eclipsados por el tono oligárquico, de “guante blanco y salón”, asociado al pasado de nuestra ciudad jardín (…) Esta vez dejamos de lado la grandilocuencia de “los Álvarez o Vergara” para concentrar-nos en el estudio de la vida de aquellas mujeres y hombres ex-cluidos de las páginas que se han escrito sobre nuestra historia. Y lo hacemos, no para negar la existencia de los primeros, sino, tan sólo, para reconocernos en los segundos37.

Siguiendo este recuento, debemos mencionar al Archivo Oral de la Maestranza Cerro Barón de Valparaíso, que ha reunido los tes-timonios de ex ferroviarios así como de sus organizaciones, en for-mato audiovisual, centrándose en dos ejes: las memorias del trabajo y el paisaje industrial de la ciudad de Valparaíso. Este archivo, coor-dinado por Erick Fuentes y Carolina Paredes, que es el resultado de un proyecto iniciado en el año 2009 y que piensa hacerse público en el corto plazo, ha sido motivado por la necesidad de poner en valor la identidad local de la ciudad puerto, sobre todo tras su declaración de Patrimonio de la Humanidad, hace ya diez años38. Finalmente, des-taca el Centro de Documentación de la Cultura Popular del Fondo de las Artes de la Universidad de Playa Ancha, coordinado por Erick Fuentes, un proyecto interdisciplinario que hace confluir la memoria, los estudios culturales y la antropología visual, teniendo como obje-

37. Invitación electrónica a lanzamiento del libro Memoria e Historia de la población Indus, el 25 de Agosto del 2013, en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Valparaíso.38. El ciudadano. Realizan talleres sobre memoria obrera ferroviaria en Valparaíso, www. El ciudadano.cl/../realizan- talleres-sobre-memoria-obrera-ferroviaria…, página visitada el 26 de Julio, 2013.

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tivo la conservación y creación de documentos orales y gráficos del movimiento estudiantil del 67, de los movimientos sociales de los 80 y del movimiento estudiantil del 2011.

Si bien la impronta de la historia local en la historia oral chilena es indiscutible, también lo es el hecho de que esta haya explorado otros rumbos, definiendo nuevas temáticas, novedosas aproximacio-nes metodológicas y sobre todo incorporando perspectivas analíticas ampliamente desarrolladas en el ámbito internacional, lo cual no ne-cesariamente ha significado un traspaso acrítico. En esta ampliación de los desarrollos de la historia oral cabe preguntarse por la natu-raleza de esta; para la escuela británica, la historia oral, tal como la concibió Paul Thompson y Raphael Samuel era una nueva forma de hacer historia. Paul Thompson explicó esta fuerza transformadora de la siguiente manera:

…la historia oral ciertamente puede ser un medio para transformar tanto el contenido como el propósito de la historia. Puede ser utili-zada para modificar el foco de la historia misma y abrir nuevas áreas de investigación; puede echar abajo barreras entre profesores y estu-diantes, entre generaciones, entre las instituciones educacionales y el mundo exterior; y en la escritura de la historia –sea en libros, museos, radio o cine– puede devolverle a la gente que hizo y experimentó la historia, un lugar central, a través de sus propias palabras39.Ciertamente, para la corriente que relaciona la historia oral con

la identidad tanto de los barrios populares, como de las localidades re-gionales y de los sujetos subalternos, olvidados por la historia oficial, la premisa de Thompson es absolutamente aplicable a los desarrollos que esta ha tenido en nuestro país. Puede, por lo tanto, entenderse no sólo como una metodología sino también como una corriente dentro de la historiografía que se sitúa en el reverso de la historia clásica, de corte más bien positivista, que legitima el estudio de las elites políticas y económicas. Pero, las nuevas formas de aproximación a la historia oral en Chile, han puesto en duda que esta pueda entenderse como una corriente específica dentro de la historia y que tenga sentido y valor en si misma. Reflexiona la historiadora Cristina Moyano:

39. Paul Thompson, Paul Thompson, The Voice of the past. Oral History, 3a. ed., Oxford University Press, 2000, p. 3. La traducción es nuestra.

Yo no sé si la historia oral alcanza para construir un área disciplinaria, ¿para qué vas a hacer historia oral por hacer historia oral?, yo me defino a mi misma como una historiadora política que ocupa la testi-monialidad y la oralidad como una fuente clave para poder hacer mi análisis histórico40.

Ha sido precisamente Cristina Moyano, entre otros historia-dores, quien ha explorado de manera fructífera en la historia polí-tica a través de la historia oral, pero desde una perspectiva analítica socio-cultural que se aleja de los análisis clásicos41. No sólo ha sido la historia política reciente la que se ha visto enriquecida por las nuevas perspectivas y metodologías que tienen como eje, la utilización de la oralidad. Podría decirse que los estudios de la memoria en tanto tales, han ido penetrando en el medio académico, de tal modo que la fuente oral ha llegado en algunos ámbitos de investigación, a situarse como un dispositivo central para el conocimiento y la representación de determinados procesos y eventos históricos, y no como una mera fuente complementaria a la documental (escrita), ilustrativa en mu-chos casos pero con poco valor de prueba. Sin duda, en esta nueva locación que en Chile ha recibido la fuente oral entre las múltiples fuentes primarias para la elaboración historiográfica, han influido los trabajos de historiadores como Alessandro Portelli, y en menor me-dida Enzo Traverso y Luisa Passerini. La obra de Alessandro Portelli, historiador oral italiano, ha sido bastante difundida. Historia y Memo-ria. La muerte de Luigi Trastulli y sobre todo La orden ya fue ejecutada. Roma, Las Fosas Ardeatinas, La Memoria42, han sido leídas y analizadas por estudiantes universitarios de pre y posgrado, aplicando su óptica analítica a sus estudios. De acuerdo a esta, la memoria se entiende no sólo como el dispositivo que permite reconstruir un evento histórico cuando las fuentes documentales no abundan, sino que se concibe

40. Entrevista a Cristina Moyano citada.41. En libros como: Mapu o la seducción del poder y la juventud. Los años fundacionales del parti-do mito de nuestra transición (1969-1973), Santiago: Ediciones Alberto Hurtado, 2009 y, El MAPU durante la dictadura. Saberes y prácticas políticas para una microhistoria de la renovación socia-lista en Chile, Santiago: Ediciones Alberto Hurtado, 2010. 42 . Alessandro Portelli, La Orden ya fue ejecutada. Roma. Las Fosas Ardeatinas, La Memoria, Buenos Aires: FCE, 2004 y Alessandro Portelli, ‘Historia y Memoria. La muerte de Luigi Trastulli’, en: Historia y Fuente Oral, nº1, Barcelona, 1989, pp. 5-32.

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como un evento histórico en si mismo. La distinción del autor en tér-minos metodológicos de establecer dos niveles de indagación, aque-llo que ha ocurrido y aquello que ha sido narrado43, ha implicado la utilización de un nuevo lente para mirar el pasado, entendiendo que la forma cómo los sujetos experimentan la historia, cómo la signifi-can y la representan, son tan relevantes como los hechos y proceso históricos mismos. La estructura narrativa del testimonio, producto del acto de rememoración que surge en la relación dialógica de la en-trevista, pasa a ser un elemento central de análisis de la memoria, ya que es a través de esta que pueden llegar a atisbarse los simbolismos, los imaginarios, incluso ‘los sueños ucrónicos’44 presentes en la histo-ria. A la influencia de las obras de estos historiadores, debe sumarse la gran producción de memoria en el mundo occidental, sobre todo teórica, que en gran medida, pero no completamente, ha surgido de los Estudios del Holocausto.

De modo que la historia reciente de Chile ha comenzado a entenderse en su doble dimensión de historia y memoria, dejando en evidencia que hay amplias capas de historia que no son accesibles sino es a través del testimonio oral. Ello, sobre todo, ha empezado a vislumbrarse en la indagación de la represión de la dictadura y sus efectos tanto en los individuos como en la sociedad en su conjunto. A través del uso de las fuentes orales, se ha podido atisbar la figura de la víctima desde una posición que no signifique su reducción a esa sola condición, sino que aborde los múltiples significados de su experien-cia, dentro de los cuales se recuperan los sentidos de las militancias y las particularidades otorgadas por el género. Se ha hecho posible ade-más penetrar en el macizo universo concentracionario implementado en dictadura, lo que ha permitido sugerir, tal vez como Primo Levi lo estableció para Auschwitz45, que la realidad chilena admite una tona-lidad de grises, que van desde el victimario cruel y sin piedad hasta la víctima que se quiebra por la tortura, pasando por los profesionales

43. Alessandro Portelli, ‘El uso de la entrevista en la historia oral’, en: Historia, memoria y pasado reciente, Anuario 20, Escuela de Historia, UNR, 2003/2004, p. 43.44 . Véase: Alessandro Portelli, ‘Uchronic dreams. Workings- class memory and posible Véase: Alessandro Portelli, ‘Uchronic dreams. Workings- class memory and posible worlds’, en: Raphael Samuel y Paul Thompson (eds.), The myths we live by, Londres: Rout-ledge, 1990. 45 . Primo Levi, Trilogía de Auschwitz, México: El Aleph Editores, 2006.

que colaboraban con la maquinaria de represión y los pocos subalter-nos o conscriptos que tuvieron ‘gestos humanitarios’.

Nuevos desarrollos teóricos y metodológicos han acompañado la producción más reciente de la historia oral chilena. Tal vez uno de los aspectos más relevantes de la reflexión teórica sobre la memoria aplicada al trabajo de historia oral ha sido el de la alteridad del re-cuerdo, concepción según la cual ‘el recuerdo es algo diferente del acontecimiento pasado’46. Ello ha permitido, aceptar la ‘naturaleza ficcional’ de las narraciones testimoniales47, concebir el recuerdo en tanto elaboración del pasado cuyos sentidos pertenecen al presente; dar un lugar en el análisis hermenéutico a los silencios y ‘bloqueos’ de la memoria, reflexionar sobre el lugar de enunciación del testimonio. A la vez, se ha incorporado de manera creciente el registro audiovi-sual de las entrevistas bajo la premisa de que a través de este se puede ‘retornar a la imagen creíble, la del testigo, la del rostro del hombre y la mujer que cuentan su historia’48. Todo ello ha permitido que la historia oral vaya adoptando un prisma cada vez más crítico y por ende, vaya complejizando el análisis y las interrogantes con las cuales se aproxima al pasado.

V. A modo de conclusión: proyecciones y desafíos

A más de una década del inicio del siglo XXI, la historia oral chilena se ha diversificado en su producción, no obstante lo cual, sigue siendo muy fuerte su tradición de historia local, lo que dio una impronta al quehacer historiográfico basado en fuentes orales49. Si

46. Joël Candau, Antropología de la memoria, Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión, 2006, p. 33.47. Véase: Irene Klein, La ficción de la memoria. Las narraciones de historias de vida, Buenos Aires: Prometeo, 2008. 48. Alejandro Baer, EL testimonio audiovisual. Imagen y memoria del Holocausto, Madrid: CIS, Siglo XXI, 2005, p.12049. Un trabajo que recoge la tradición de las historias locales, pero incorporando una mirada de género es el proyecto actualmente en ejecución de las historiadoras Paula Raposo, Ana López y María Graciela Acuña, Habitando el Montijo Sur. Historias de vida de mujeres pobladoras, Proyecto Fondart Regional- Conservación y Difusión del Patrimonio Cultural, 2013, Patrimonio Inmaterial, Folio 7537. Señalan las autoras: ‘Comprender el trazado actual de la comuna, implica conocer la historia del lugar por donde se circula cotidianamente, desde la voz de aquellas que participaron activamente en su creación,

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bien, la historia oral chilena ha recogido la amplia producción teórica internacional sobre memoria y oralidad, este no ha sido un proceso impuesto desde afuera sin la mediación de los saberes internos pro-venientes de esa tradición anclada en lo local y en la construcción identitaria. Es por ello que pareciera del todo necesario estimular el diálogo entre la producción de carácter académico y aquella que se elabora en las organizaciones ciudadanas surgidas en su mayoría de las bases sociales. Si bien, ambas áreas han estado relacionadas en alguna medida50, se hace necesario un vínculo más fuerte que permi-ta un diálogo y un aprendizaje recíproco de las iniciativas de ambos campos. Solo recientemente, se ha impulsado la creación de una red de historia oral, iniciativa surgida del Museo de la Memoria y los De-rechos Humanos y de la Escuela de Historia de la Universidad Aca-demia de Humanismo Cristiano; en su primera reunión participaron representantes del Archivo de la Represión de FASIC, Fundación de Ayuda Social de las Iglesias Cristianas, del Archivo Oral de Londres 38, del Archivo Audiovisual Voces de la Shoá, perteneciente a Fun-dación Memoria Viva, de la Universidad de Valparaíso, además de los convocantes, que representaban al Archivo Oral del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, a la Escuela de Historia de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano y al Centro de Do-cumentación de la Universidad de Playa Ancha.

A simple vista podría parecer que la historia oral en Chile ha sido plenamente aceptada y legitimada en la academia y fuera de ella, pero lo cierto es que junto a los desarrollos desplegados por casi

incentivando el reconocimiento de la experiencia colectiva de habitar El Montijo y Cerro Navia, como mujer pobladora.’50. Por ejemplo, la organización no gubernamental ECO, Educación y Comunicaciones, ha ejecutado el programa Memorias del Siglo XX por solicitud de DIBAM, Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, el cual tiene como finalidad ´promover –entre las comunidades de las bibliotecas y museos vinculados a la DIBAM- procesos participativos orientados a la elaboración, producción, apropiación y uso del patrimonio cultural y de las memorias locales’. ‘Memorias del siglo XX, DIBAM ECO ONG, www.ongeco.cl, página visitada el 26 de Julio, 2013. Por su parte, Mario Garcés, pionero en la producción de historias locales, y actual director de la ONG ECO, ha combinado su trabajo como autor de historias locales y como facilitador del proceso de elaboración de memoria popular local, con su trabajo de investigación historiográfica y docencia en la Universidad de Santiago de Chile.

tres décadas, subsiste en el ámbito de la producción historiográfica chilena una cierta desconfianza hacia una fuente, que como es lugar común entre los detractores de la oralidad, es considera poco fiable. De este modo, aún hay sectores de historiadores en el mundo uni-versitario chileno que o la ignoran por completo o bien aceptan su uso en tanto fuente subsidiaria, complementaria. Probablemente lo que no le perdonen a la oralidad es su carácter subjetivo, que de ese modo no permitiría reconstruir con certezas y de manera plausible el pasado, sirviendo sólo cuando su contenido se cruza con los otorga-dos por la documentación escrita. Desde este ángulo no se aceptan las posibilidades que otorga para el oficio del historiador el trabajo con la subjetividad humana en tanto esta ofrece una inmersión en las vivencias, sentidos, significados, representaciones, simbolismos, uto-pías y sueños de la gente. Esta perspectiva de análisis historiográfico tampoco entiende a la fuente oral, en su condición de texto, como un dispositivo que es susceptible de un análisis formal que enriquece la comprensión de los eventos históricos estudiados. De este modo, el análisis lingüístico propio de los estudios de memoria e historia de la escuela italiana, que incluye el cómo se narran los hechos, las figuras literarias que se utilizan, los discursos disponibles a los que se echan mano y el análisis de los silencios o de aquello que no se dice, no se consideran parte del trabajo estrictamente historiográfico. Todo ello, probablemente se deba al predominio de una historiografía nacional en gran medida conservadora, celosa de sus particularidades disci-plinares, poco dispuesta al diálogo interdisciplinario y anclada en el paradigma positivista como garantía de cientificidad y, por ende, se-riedad de los trabajos históricos.

El diálogo interdisciplinario resta como un desafío para la his-toria oral chilena, específicamente con disciplinas que o bien tienen elementos en común, o bien que han desarrollado tempranamente temáticas de memoria e historia reciente como la psicología social, la antropología, la lingüística y por cierto el mundo del arte, entre los que destacan el teatro, el cine y el video documental. Del diálogo interdisciplinario pueden surgir elementos interesantes en términos metodológicos y teóricos. En lo que concierne a cómo la historia oral puede beneficiarse del aporte de otras disciplinas, veamos un

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ejemplo. En el año 2008, se desarrolló en la Escuela de Teatro de la Pontificia Universidad Católica un proyecto interdisciplinario en el que participaba una analista teatral, una directora de teatro, (con formación en psicología y semiótica) y una historiadora51. Este pro-yecto tenía como finalidad conocer cómo había sido la vida cotidiana de niños entre 5 y 10 años bajo dictadura militar que no hubiesen experimentado la represión directa, ni ellos ni sus familias. El pro-yecto contempló la realizaron de entrevistas de historia oral a trece adultos que hubiesen tenido la edad señalada en dos ‘momentos de la dictadura’: el golpe de estado de1973 y los años que se extienden entre 1983 y 1986, periodo de las llamadas Protestas Nacionales. Los testimonios obtenidos fueron utilizados para una puesta en escena de tipo experimental titulada Pajarito Nuevo la lleva y para un artículo que analizó los resultados de la investigación desde el teatro y la his-toria52. Lo interesante del proyecto, para efectos de este artículo, fue la confluencia que se produjo entre las perspectivas provenientes de las distintas aproximaciones disciplinares al objeto de estudio. Así, la obra experimental se nutrió de los testimonios orales para elaborar los recursos escénicos dando como resultado un formato inédito: los espectadores presenciaban la puesta en escena escuchando a través de audífonos, fragmentos de los testimonios. Por su parte el trabajo de historia oral propiamente tal se vio enriquecido por la incorpora-ción de preguntas en la pauta que tenían que ver con el estímulo del recuerdo a través de lo sensorial, destacando, la vista, el olfato y el gusto. Lo sensorial puede gatillar un recuerdo muy lejano y tal vez perdido en el registro mnemónico –como lo hace la magdalena en la infusión de té de Proust– de una manera magistral. El sabor y el olor, en este caso, llevan a un recuerdo de infancia de manera involuntaria sin que haya habido un esfuerzo de rememoración, un trabajo de memoria. En un plano diferente, la memoria de lo sensorial puede

51. El proyecto fue financiado por el concurso Cultura y Creación Artística (VRAID nº 15/2008) y por el Laboratorio Teatral 2008 de la Escuela de Teatro, ambos de la Pontificia Universidad Católica de Chile.52 . María José Contreras, Milena Grass y Nancy Nicholls, ‘Pajarito nuevo la lleva. Teatro e Memória. Estrategias de representa�ao e elabora�ao cénica da memória traumática infantil’, en: Aletria, Revista de estudos de literatura, nº 17, Belo Horizonte, 2008.

remitir a eventos decisivos y altamente significantes en la vida de las personas, como también a lo trivial, lo cotidiano, incluso lo banal.

A Roberto, uno de los testimoniantes, se le preguntó cómo definiría su niñez con un gesto y responde: ‘cara de asustada, mi her-mana recuerdo, pero muy asustada (…) ella debe haber tenido 17 años para el golpe’. Sin embargo, Roberto no vincula la expresión de miedo dibujada en la cara de su hermana mayor con su propio miedo, ese que lo llevaba a orinarse cuando escuchaba balazos; su miedo no fue verbalizado, explicado, elaborado, ‘quedó ahí’. ‘No recuerdo que mi familia me haya tomado, mimado, me haya acurrucado…sentía la protección del punto de vista que yo no salía a la calle, pero no recuerdo…eso quedó ahí’53.

Si bien la memoria es histórica, es necesario puntualizar que ella elabora a partir del presente en el que se realiza el ejercicio de rememoración, por tanto los significados están anclados en ese pre-sente y en términos generales, como lo expone Joël Candau, en el fu-turo del hecho rememorado54. La memoria de estos trece adultos que fueron niños en dictadura, nos hablan de tres elementos esenciales: el silencio que se impuso desde muy temprano en la propia dictadura, fomentado en la transición democrática y finalmente naturalizado; en segundo lugar, de la latencia de recuerdos fragmentarios tanto co-tidianos y triviales como profundos y excepcionales, pero que en la gran mayoría de los casos comparten el no haber sido elaborados, y en tercer lugar, del rol que la memoria sensorial tiene en la interpre-tación del pasado.

La memoria sensorial hace posible leer las huellas de las viven-cias experimentadas, leer entre líneas aquello que no fue totalmente comprendido, que no fue verbalizado ni elaborado, ‘que quedó ahí’, como dice uno de los entrevistados en su testimonio. Indagar a través del hilo de la memoria sensorial nos puede llevar a representaciones, imaginarios, y sentidos que complementan el análisis de los eventos y procesos históricos de alta densidad, o incluso que permiten una lectura más fina y matizada. Es una indagación que se sitúa en un re-

53 . Roberto Cofré. Entrevista realizada el 1 de Septiembre de 2008 en Santiago. Entrevis-Entrevis-tadora: Nancy Nicholls.54 Joël Candau, Joël Candau, op.cit., p. 23.

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gistro vivencial y subjetivo: presupone una perspectiva histórica que valoriza los comportamientos, reacciones, formas de vida de indivi-duos y colectividades interpelados por la ‘gran historia’ socio-política; no implica necesariamente adoptar la mirada de la historia desde aba-jo, sino más bien, la de una historia interdisciplinaria, que busca en las dimensiones psico-sociales de la memoria, una hebra de análisis.

Restan aún múltiples historias de nuestro pasado reciente que ‘no han sido contadas’. Ahí donde los documentos han sido elimina-dos o nunca han existido, la historia oral tiene un amplio horizonte de exploración. Pero también, el amplio territorio de la subjetividad humana se abre como una posibilidad de indagación muy fructífera para la representación de nuestro traumático pasado reciente. No to-dos los historiadores del tiempo presente están convencidos de aque-llo, pero finalmente cabe preguntarse ¿fue más importante conocer con exactitud cuántas chimeneas explotaron en el alzamiento de Aus-chwitz o cómo vivieron la múltiple explosión los sobrevivientes?55

55. Dori Laub, ‘Bearing Witness or the Vicissitudes of Listening’, en: Shoshana Felman y Dori Laub, ‘Bearing Witness or the Vicissitudes of Listening’, en: Shoshana Felman y Dori Laub, Testimony. Crises of Witnessing in Literature, Psychoanalysis, and History, Gran Breta-ña: Routledge, 1992, pp. 59-63.

ENSAYOS Y DEBATES

“Grandes chilenos de nuestra historia”Rápidas reflexiones a propósito de un programa

de televisión, la historia y la memoria

“Great Chileans in Our History”. Reflections on a Television Program, on History, and Memory

sergio grez toso*

La noche del 17 de septiembre de 2008 cientos de miles de telespectadores siguieron expectantes el desenlace del programa “Grandes Chilenos de Nuestra Historia” del Canal estatal Televisión Nacional de Chile (TVN). La versión original de este programa, “Great Britons”, ha tenido 18 réplicas en el mundo: en Gran Bretaña los televidentes eligieron como “el más grande” al ex primer ministro conservador Wiston Churchill; en Estados Unidos, al ex presidente Ronald Reagan; en Alemania al canciller de la post-guerra mundial Konrad Adenauer; en Francia al general y ex Presidente de la Repúbli-ca Charles De Gaulle; y en India, a la religiosa Teresa de Calcuta.

La versión chilena de este programa –adaptación de una licen-–adaptación de una licen-adaptación de una licen-cia de la cadena británica BBC (British Broadcasting Corporation)– provocó grandes controversias. Desde los más variados sectores se formularon críticas los procedimientos de selección de los person-ajes, sus contenidos, la falta de profundidad en el tratamiento de los temas, la frivolidad “mediática” o “farandulesca” con que fueron trat-ados los problemas históricos, la mezcolanza de figuras de distintas

* Doctor en Historia, profesor de la Universidad de Chile.Correo-e: [email protected], Voces y Memoria 6 (2013) p. 303-310ISSN 1852-5369

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áreas (héroes guerreros, políticos, artistas, etc.), el sistema de votación y, sobre todo, la validez del “veredicto popular” como criterio de le-gitimidad histórica1.

Para realizar la selección previa de personajes el canal estatal convocó una comisión asesora compuesta de dieciocho intelectu-ales, quienes designaron a 60 personajes ya fallecidos. A partir de esa muestra extensa, estudiantes y profesores de enseñanza básica, media y superior de todo el país escogieron diez nombres como finalistas. En una tercera etapa el concurso se abrió a todos quienes quisieran participar. Las votaciones del público se extendieron desde el 8 de julio –fecha de inicio de las transmisiones semanales de documentales con la vida y obra de los personajes en competencia– hasta el 17 de septiembre, última emisión en la que se dio a conocer el resultado del concurso. Varios cientos de miles de “electores” expresaron sus pref-erencias a través de la telefonía y por Internet (cada persona podía votar hasta tres veces por día).

Durante las últimas semanas se estableció una cerrada compe-tencia entre los partidarios de los dos personajes que se vislumbra-ban como los posibles vencedores: el capitán de Marina Arturo Prat Chacón, héroe de la Guerra del Pacífico, y el ex Presidente socialista Salvador Allende Gossens. Aunque en cierto momento Prat parecía seguro vencedor porque aventajaba a Allende por 8% o más de los sufragios del público, la distancia entre ambos personajes se fue acor-tando progresivamente. Los cómputos que entregaba TVN refleja-ban que en los últimos días una ventaja ínfima separaba a ambos per-sonajes: en un momento aparecía Prat a la cabeza del concurso, poco después Allende, y así sucesivamente. Finalmente, la noche del 17 de septiembre –cuando se iniciaban los largos festejos de Fiestas Pa-

1. En mi opinión, por sus relevantes aportes en el plano de la cultura, de la política o de la organización social, podrían haber figurado en la lista de “finalistas” personajes como Benjamín Vicuña Mackenna, José Manuel Balmaceda, Luis Emilio Recabarren y Clotario Blest, entre otros. En cambio, a pesar de su fulgor, Lautaro, el jefe mapuche que resistió brillantemente la invasión española en el siglo XVI, difícilmente podría ser considerado como “chileno”. En aquella época Chile era solo una expresión geográfica, no existían los “chilenos”. Solo una alambicada operación historiográfica y política del siglo XIX, al servicio de la construcción imaginaria de la “chilenidad”, lo ha incluido como parte de esta nacionalidad. Lautaro era mapuche, no chileno, y así lo recuerdan los integrantes actuales de ese pueblo originario.

trias- la conductora del programa televisivo anunció el estrechísimo resultado definitivo de los más de cuatro millones de votos emitidos por los televidentes: Salvador Allende 38,81%, Arturo Prat 38,44%. Luego venían, muy abajo, en orden decreciente: el sacerdote jesuita Alberto Hurtado, declarado santo por la Iglesia Católica; el cantau-tor Víctor Jara, torturado y asesinado pocos días después del golpe de Estado de 1973; el político y guerrillero independentista Manuel Rodríguez; el militar y cabeza de uno de los primeros gobiernos patri-otas durante la “Patria Vieja”, José Miguel Carrera; el jefe mapuche Lautaro; los poetas Pablo Neruda y Gabriela Mistral, ambos gana-dores del Premio Nobel de Literatura; y, finalmente, cerrando la lista de “elegidos”, la cantautora popular Violeta Parra.

La victoria simbólica de Allende pocos días después de cumplirse 35 años de su muerte y en el año del centenario de su nacimiento, causó un impacto innegable. Rápidamente los medios de comunicación difundieron la noticia por todo el mundo y las reac-ciones de partidarios y detractores del que fuera la principal figura de la izquierda chilena del siglo XX no se hicieron esperar. Unos feste-jando esta victoria simbólica, otros restándole validez, importancia y legitimidad.

Más allá de las múltiples interpretaciones que pueden hacerse sobre este programa de televisión, en tanto ciudadano e historiad-or, debo constatar con preocupación el gran abismo que separa al grueso de la comunidad de los historiadores de las preocupaciones y sensibilidades ciudadanas respecto de la Historia y de los problemas históricos. Aunque es evidente que esta “votación popular” no podía constituirse en un “tribunal de la Historia” (porque los juicios históri-cos son por definición cambiantes y porque es evidente que todos los televidentes no disponían de los elementos para emitir opinio-nes bien informadas), creo que en torno a este programa se generó una situación interesante en términos de lo que se ha denominado la “batalla por la memoria”. Los diez personajes seleccionados por profesores y alumnos de la enseñanza media y universitaria ponen en evidencia el desfase existente entre la historia oficial (omnipresente en los manuales escolares, en los medios de comunicación de masas y en la historiografía tradicional), por un lado, y la memoria popular,

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por el otro. Grandes íconos de esa enseñanza, símbolos de una visión de Estado y sociedad, no fueron considerados por nuestros conciu-dadanos llamados a constituirse en jurados. Los sectores más conser-vadores de la sociedad chilena vieron con sorpresa y malestar que en esa selección final no quedaron figuras como Bernardo O’Higgins, Diego Portales, Manuel Montt, Arturo Alessandri Palma, Carlos Ibáñez del Campo o Augusto Pinochet, “padres fundadores” o “re-fundadores” de la institucionalidad nacional, siempre al amparo de la fuerza armada. Sobre este punto cabe agregar que prácticamente to-dos los elegidos, a pesar de sus grandes diferencias, tienen en común el ser personajes caracterizados por la firmeza de sus convicciones, su honestidad, el heroísmo o la sensibilidad artística y, en muchos casos, un final digno a la vez que trágico. En este sentido, las más altas may-orías de este programa de televisión deben ser interpretadas como el reflejo de cierta legitimidad histórica en la conciencia de los chilenos de comienzos del siglo XX.

El triunfo de Allende significa, entre otras cosas, que la sistemática labor de desprestigio y denigración de su figura realiza-da por la dictadura y las fuerzas sociales y políticas que le dieron sustento, así como el ocultamiento vergonzante de su obra que han realizado las fuerzas en el gobierno desde 1990, no han dado resul-tado. Allende ganó a pesar del muy deficiente programa que le con-sagró TVN en el marco de este concurso. Dicho programa fue el resultado de una cuidadosa operación política destinada a proyectar una imagen edulcorada del líder socialista, acorde con las necesidades políticas actuales del bloque en el gobierno. Así, por ejemplo, se hizo un sugerente silencio sobre la campaña presidencial de 1964, ganada por Eduardo Frei Montalva con el apoyo de la derecha, el concurso millonario de los Estados Unidos y una campaña del terror contra el “comunista Allende”. Es evidente que para la Concertación gober-nante, especialmente para la Democracia Cristiana (que no logró co-locar a ninguna de sus figuras entre los “diez grandes”), Allende es incómodo y molesto. Cabe señalar que, como quedó consignado en un reportaje publicado en La Nación Domingo (del 14 al 20 de septiem-bre), el equipo asesor de estos programas estuvo conformado exclu-sivamente por historiadores de centro y de derecha de la Pontificia

Universidad Católica, y que el programa consagrado a Allende fue revisado tres veces por Daniel Fernández, director ejecutivo del canal estatal, quien diagnosticó que su final era muy “utópico” y “sugirió” un cambio para “contemplar otra visión de la crisis institucional de 1973”. De esta manera, se le agregó elementos que lo “equilibraran”. ¡Una laboriosa construcción a la medida de las necesidades del poder!

Aunque muchos chilenos ignoran aspectos esenciales de su trayectoria, es evidente que –como dijo el propio Allende en su dis-curso de despedida– la semilla que él y otros sembraron no ha po-dido ser arrancada de la “conciencia digna de miles y miles de chile-nos”. La actualidad, vigencia y popularidad de Allende en el Chile de nuestros días debe explicarse no solo por su muerte heroica sino también porque numerosos compatriotas siguen alentando sueños y proyectos de profundo cambio social que rescatan muchos de los elementos del allendismo de las décadas de 1950, 1960 y 1970. Reconocer o incluso valorar este fenómeno, no implica que los histo-riadores debamos acreditar los mitos que desde distintos segmentos sociales han surgido sobre la figura de Allende2 –al igual que sobre cualquier personaje histórico descollante– sino, simplemente, situar los hechos y fenómenos que percibimos en una justa perspectiva que reconoce convergencias, cruces, desencuentros y tensiones entre his-toria (o más precisamente historiografía), memoria y política3.

2 . Un excelente ejemplo de desmontaje de mitos y manipulación de la realidad histórica por parte de diferentes actores políticos, lo encontramos en el libro de Hermes H. Bení-tez, Las muertes de Salvador Allende. Una revisión crítica de de las principales versiones de sus últimos momentos, Santiago, RIL Editores, 2006. Aunque Benítez es filósofo, en esta obra se revela como un eximio historiador.3. Véase, Sergio Grez Toso, “Historiografía y memoria en Chile. Algunas consideraciones a partir del Manifiesto de Historiadores”, en Bruno Groppo y Patricia Flier (compiladores), La imposibilidad del olvido. Recorridos de la memoria en Argentina, Chile y Uruguay, La Plata, Edi-ciones Al Margen, 2001, págs. 209-228. Publicado en formato electrónico, entre otros, en los siguientes sitios web: http://www.historiaviva.cl/wp-content/uploads/2008/05/sergio-grez-historiografia-y-memoria.pdf http://www.historia-actual.com/HAO/Volumes/Volume1/Issue16/esp/v1i16c16.pdfSergio Grez Toso, “Historiografía, memoria y política. Observaciones para un debate”, en Cuadernos de Historia, Nº24, Santiago, marzo de 2005, págs. 107-121. Publicado en formato electrónico, entre otros, en: http://www.sepiensa.net/edicion/index.php?option=content&task=view&id=630&Itemid=40http://www.cyberhumanitatis.uchile.cl/CDA/texto_simple2/0,1255,SCID%253D21039%

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De igual forma, el alto score obtenido por Arturo Prat debe ser leído en clave política. Prat también es una figura heroica, pero a diferencia de Allende, que fue un héroe de la lucha por la emancipación social, Prat es un héroe patriótico en la fase final de la expansión del Estado nacional. Sin haber sido conservador, sino más bien liberal, este oficial de la Armada chilena fue enarbolado en esta votación como el símbolo de los sectores conservadores de nuestros días para evitar un nuevo triunfo, esta vez simbólico, de Allende. Por Internet circularon profusamente mensajes de sectores de derecha y de militares en retiro (y al parecer también en servicio activo) llamando a votar por el héroe naval para impedir el triunfo del “marxista Allende”. Esos sectores conservadores –a diferencia de algunos militantes y académicos de izquierda que miraron con olímpico desdén el concurso televisivo– entendieron bien el contenido político del enfrentamiento y movilizaron todas sus fuerzas para ganar esta batalla simbólica. A su favor contaban además con la influencia de los manuales escolares donde Prat ocupa un sitial destacadísimo, a diferencia de Allende cuya figura y obra son casi siempre atacadas, deformadas o minimizadas.

Lo ocurrido con este programa televisivo –de una complejidad mucho mayor de que la que puede reflejarse en estas breves líneas– nos remite a la estrecha relación entre historia, memoria, ciudadanía y política, a la cual me he referido en otras oportunidades. No obstante el evidente vínculo existente entre estas cuestiones, gran parte de los historiadores de nuestro país son reacios a establecer una relación muy explícita entre ellas, optando por separar la labor historiográfica –concebida como puramente académica y “objetiva”– de sus propias preocupaciones y definiciones políticas y ciudadanas. En ello reside probablemente el desprecio o la indiferencia que manifestaron por el ejercicio de ciudadanía historiográfica que durante dos meses y medio realizaron cientos de miles de chilenos, especialmente jóvenes, a través

2526ISID%253D730,00.htmlPablo Aravena Núñez, “Historiografía, ciudadanía y política. Conversación con Sergio Grez Toso”, en Analecta. Revista de Humanidades, N°2, Viña del Mar, dic. 2007. Versión electrónica, entre otros, en: http://www.uvm.cl/educacion/publicaciones/analecta/2/grez-aravena.pdf http://www.rebelion.org/docs/64871.pdf

de los medios más modernos y masivos de comunicación (teléfono, televisión e Internet). Aunque, evidentemente, el juicio histórico de las personas es el fruto de muchos elementos condicionantes –como la influencia de la enseñanza escolar, de los medios de comunicación de masas y de las fuerzas sociales y políticas en disputa, además de sus propias experiencias personales y colectivas– ello no invalida las posibilidades de relecturas de la historia que las personas realizan permanentemente en función de los problemas planteados en la sociedad. Estas interpretaciones ciudadanas de la historia pueden o no coincidir con la historia erudita que elaboramos los historiadores (a decir verdad, ello ocurre raramente), pero tienen el valor de constituirse en explicaciones del mundo en las que se apoyan los hombres y mujeres comunes y corrientes para dotarse de identidades colectivas y proyectarse hacia el futuro en comunidad. Pienso que los historiadores deberíamos asumir a esta realidad en vez de despreciarla, tratando de que nuestra obra sea comprensible y atractiva para sectores mucho más vastos que los escasos contingentes de la cofradía historiográfica y de las disciplinas aledañas. De esta manera nuestro trabajo podría aportar a los ciudadanos ciertos elementos de reflexión crítica que la historiografía tradicional, patriótica o institucional es incapaz de proporcionar4.

Por último, cabe destacar que, pese a los reparos de todo tipo que pueda formular la academia, el “veredicto” de estos cientos de miles de “jurados” es coincidente con el juicio universal de los “ciudadanos de a pie” del mundo entero. ¿Cuál es el “más grande de los chilenos? La respuesta ha sido dada hace mucho tiempo a escala planetaria. ¿Cuál es el chileno más conocido, valorado y honrado en todo el mundo? ¿Cuál es el más “universal”? Basta salir de Chile o simplemente hacer una búsqueda rápida en Internet para saberlo. La respuesta es aplastante: Salvador Allende Gossens es, en términos de su impacto y valoración histórica, “el más grande”, si estoy obligado a ocupar este término que como historiador me cuesta mucho avalar.

4. Sobre la historiografía institucional, patriótica e institucional, véase Marc Ferro, L’histoire sous surveillance, Paris, Calmann-Lévy, 1987. Sobre la relación entre historia y política, véase también, Jacques Le Goff, Histoire et mémoire, Paris: Éditions Gallimard, 1988, especialmente págs. 341-352.

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En todo el mundo hay miles de calles, plazas, hospitales, monumentos y hasta localidades que llevan su nombre. Igualmente se cuentan por miles los libros, artículos y documentales centrados en su vida y obra. Ninguno de los otros personajes de la lista del comentado programa de televisión tiene ese eco universal. Varios de ellos son conocidos solo en Chile o, a lo sumo, en algunos círculos restringidos de los países vecinos, no solo por una cuestión mediática sino porque su acción no tuvo mayor trascendencia fuera de las fronteras nacionales. A diferencia de otros personajes de la historia nacional y mundial, la figura de Allende no se ha empequeñecido luego del término de su ciclo vital. Al contrario, se ha mantenido y crecido, a pesar de la “caída de los muros” y del “fin de la historia” anunciado por algunos exégetas de la sociedad actual.

RESEÑAS

alain caillé Teoría anti-utilitarista de la acción. Fragmentos de una sociología general.

Buenos Aires: Waldhuter Editores, 2010. 224 páginas.

¿Manual de sociología general? ¿Apuntes para una filosofía política? ¿Texto estrictamente teórico? ¿Manifiesto político? Estas y otras características más se desprenden de Teoría anti-utilitarista de la acción. Fragmentos de una sociología general, la primera obra del sociólogo francés Alain Caillé en ser traducida al castellano.

Este libro con una gran densidad teórica, nos introduce en los debates de uno de los movimientos intelectuales y culturales más importantes de Europa: la Escuela Anti-utilitarista. Constituida en el año 1981, en Francia, esta corriente de pensamiento es heredera intelectual de Marcel Mauss, quien con su obra más famosa, Ensayo sobre el Don [1925] (2009)1, sentara las bases de una teoría del don. Ins-pirado en él, Alain Caillé fundó la Revista M.A.U.S.S (Mouvement Anti Utilitariste dans les Sciencies Sociales2) dando comienzo a esta Escuela de la cual han participado pensadores reconocidos de todas las áreas en Ciencias Sociales3.

Pero el anti-utilitarismo, y en este caso la obra de Caillé, no sólo expresa una posición teórica e intelectual sino también una posición política. A partir del rescate del don, Caillé elabora una crítica al uti-litarismo en ciencias sociales, y en especial al utilitarismo económico, reflexionando, además, sobre las limitaciones y fracasos de estas dis-ciplinas.

De esta forma, su crítica lo lleva también a cuestionar los fun-damentos del liberalismo y el neoliberalismo, tradiciones que impreg-naron fuertemente a nuestras disciplinas y que se han expresado a tra-vés diversas teorías (teoría de la acción racional, teoría de los juegos, por solo nombrar algunas) que solo se diferencian por su nombre pero que poseen el mismo basamento filosófico.

1. Esta obra ha sido reeditada en 2009 por Katz Editores. 2 . Movimiento Anti-utilitarista en Ciencias Sociales.3. No obstante, existen muchos pensadores que cuestionaron el utilitarismo dentro de la tradición intelectual francesa como Georges Bataille quien es retomado por Caillé.

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En oposición a ello, el anti-utilitarismo, o mejor dicho, una teo-ría anti-utilitarista de la acción, tiene como objetivo poner de ma-nifiesto la insostenibilidad, simplismo y debilidad de aquellos argu-mentos que se fundan en una axiomática del interés y que reducen la acción de los individuos al egoísmo, a las motivaciones del yo y que se expresa en la figura del Homo Oeconomicus. Sin embargo, el autor deja en claro que una teoría anti-utilitarista de la acción no es a-utilitarista porque no niega el papel que cumplen las motivaciones ni la fuerza del interés.

Ahora bien, ¿de qué manera se organiza Teoría anti-utilitarista de la acción? Básicamente, el libro se divide en dos grandes secciones integradas por varios capítulos cada una. Ambas partes se centran en temas diferentes pero que, paralelamente, se articulan a través de una de las bases constitutivas de los argumentos de Caillé: la teoría del don.

Así, la obra se compone de una breve “Introducción”, donde Caillé realiza algunas preguntas disparadoras a fin de abrir la discu-sión (¿Qué impulsa a los sujetos sociales? ¿Qué nos impulsa a actuar? ¿Qué es un sujeto?) y comenzar a dilapidar al utilitarismo, planteando que los seres humanos aspiran a ser reconocidos más que a acumular.

Luego, el autor da comienzo a la primera sección denominada “Hacia una teoría anti-utilitarista de la acción”, la cual se compone de cinco capítulos. En el primero, “Algunas Razones para desprenderse del discurso del interés. Tipología de la acción (I)”, Caillé da las ra-zones por las cuales hay que desprenderse del utilitarismo. A modo de síntesis, podemos destacar tres motivos fundamentales: que las teorías basadas en una axiomática del interés remiten a un solo tipo de interés (por lo general un interés de tipo egoísta); que sus explica-ciones presentan un carácter tautológico que no termina por explicar nada; y algunas variantes del utilitarismo caen en argumentaciones deterministas.

Por otra parte, y dentro de este mismo capítulo, Caillé com-plejiza la noción de interés observando la existencia de, al menos, cuatro tipos de interés que le posibilitarán construir una tipología tetradimensional de la acción (y del don): el interés por sí mismo, el interés por los otros –que el autor reconceptualiza con el nombre de amancia–, la libertad y la obligación.

En los subsiguientes capítulos, “Como representar y figurar la acción” Variaciones de escala y dialectización. Tipología de la acción

(II)”, “Los resortes de la acción (I). Interés por sí mismo, amancia, simpatía y empatía”, “Los resortes de la acción (II). Obligación y Libertad”, el autor complejiza su tipología tetradimensional, señalan-do que los cuatro polos –que recién mencionáramos– están siempre imbricados, son irreductibles (son primarios, ninguno puede dedu-cirse de los otros) y reversibles (cada uno puede transformarse en su opuesto y así como lo contiene). Asimismo, cada uno de estos polos presentan gradaciones. Al respecto, nótese la influencia de Max Weber pero también de la Escuela de los Annales, es especial de Durkheim.

Un aspecto interesante de este libro es que Caillé, para desacre-ditar los argumentos de las teorías utilitaristas y fortalecer los suyos, recurre a estudios biológicos y etiológicos con el objetivo de brindar ejemplos concretos de conducta animal en donde se producirían ac-ciones con características similares a las de la clasificación tetradi-mensional. Esa ejemplificación demostraría que los cuatro polos de acción –y sus gradaciones– no serían exclusivamente humanas. Así, Caillé pone en cuestionamiento aquellos argumentos biologicistas que atribuyen ciertos comportamientos humanos a supuestas carac-terísticas inherentes a la especie.

Finalmente, en el capítulo 5 “Teoría de la acción y del sujeto”, el sociólogo francés desarrolla unas líneas bastante complejas sobre la noción sujeto, análisis que articula con el concepto de acción. De este modo, el sujeto despliega su acción en torno a estos cuatro cam-pos y la formación de su self (sí mismo), se conforma y se piensa for-jado de manera simultánea e interdependiente, primero en el mundo del estar juntos y de la intersubjetividad en acto y en presencia y de las representaciones de las demás posiciones posibles (yo, tu, él, no-sotros, ustedes, ellos). En otras palabras, el sujeto no habla ni actúa exclusivamente como un individuo que se relaciona sólo consigo mis-mo, sino también como una persona involucrada en una serie de re-laciones interpersonales a través de todo tipo de vínculos, condición (ciudadano, creyente, miembro de una sociedad) o como ser humano genérico.

Con posterioridad, Caillé da comienzo a la segunda sección del libro, denominada “El (cuasi) sujeto colectivo. Lo político y lo religio-so”, la cual se compone de tres capítulos “Lo político-religioso”, en donde brinda definiciones de ambos términos; “La incrustación (em-beddedness) en lo político. Pensamiento de los órdenes y pensamiento del contexto”, donde se propone analizar el concepto de embeddedness

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y su vinculación con lo político; y “Lo político, o la contextualidad general”, acápite que tiene continuidad con el anterior y en donde el autor articula el pensamiento estructuro-funcional (el orden) y la intersticialidad multidimensional (el contexto).

En el capítulo “Lo político-religioso”, Caillé distingue entre lo religioso (las relaciones que la sociedad –de seres humanos– establece con los vivos visibles y las entidades invisibles) y la religiosidad (las for-mas en que los individuos experimentan lo religioso).

Luego, relaciona lo religioso con lo político por medio de la categoría político-religioso, concepto que refiere a aquello a través de lo cual una sociedad establece su estructura, su manera de mostrarse, haciéndose visible para ella misma y para los otros. También, instaura sus límites simbólicos, una identidad y una alteridad determinada e indeterminada.

Sobre esta base, Caillé señala que así como la sociedad se crea políticamente a través del modo de ad-asociación y del don que trans-forma a los enemigos en amigos –y viceversa ante la ausencia de don–, la gran sociedad de humanos y no humanos se edifica a través de rituales del don, de conflicto y de alianza con las entidades invisi-bles. De este modo, el don representa el medio específico del institu-yente político-religioso. Siguiendo este análisis, contemplamos una nueva aparición del don, el don de la alianza que vincula sujetos y grupos, que reduce la violencia pero que también puede constituir su opuesto.

Sin embargo, Caillé va más allá y relaciona su reflexión con lo que él denomina religiones seculares (por ejemplo, el comunismo) las cuales demuestran signos de hostilidad frente a las otras religiones aunque también veneran entidades invisibles (pero no trascendentes): Lenin, Engels, Mao, Marx, etc. Lo interesante de ello, es que concep-tos que tienen un origen religioso han adoptado una connotación política y viceversa.

Con este análisis, el autor cierra su acápite diciendo que ningu-na sociedad, ningún movimiento, ninguna comunidad política podrá constituirse sin ofrecer bienes de salvación, sin otorgar un lugar al recogimiento y la exaltación, sin normalizar creencias compartidas que se dan por sentado.

En el capítulo 7, “La incrustación (embeddedness) en lo político. Pensamiento de los órdenes y pensamiento del contexto”, Caillé exa-mina el concepto de embedded (incrustado). Este término, que remite a la presencia o, mejor dicho, a la incrustación de un determinado orden

de la práctica social en otro (por ejemplo lo económico incrustado en las relaciones sociales en su conjunto), presenta, para el autor, limita-ciones porque transmite la idea de que un orden podría estar o ser ab-sorbido por otro y porque existe una relación de incertidumbre entre el concepto de incrustación y la definición de los diferentes órdenes entre los cuales, supuestamente, se encontraría la relación de incrus-tación. Ante esto, Caillé se pregunta si no sería mejor plantear que un determinado orden se apoya sobre las relaciones entre personas o grupos o, incluso, que es una modalidad del vínculo interpersonal.

Si bien las dudas sobre este concepto no son resueltas en el tex-to, las reflexiones del autor nos permiten poner en cuestionamiento el uso de categorías científicas que han sido universalizadas y que sólo son válidas para la sociedad que las creó. De esta manera, el concepto de embeddedness tiene esta connotación pero los términos política, eco-nomía, arte y religión, por solo nombrar algunos ejemplos, también. En este sentido, ¿con qué criterio se plantea que una sociedad de ca-zadores recolectores tiene una economía más incrustada que en una sociedad capitalista? E inclusive, ¿en estas últimas, la economía está realmente desincrustada? ¿Cuáles son los límites de las órdenes de la práctica social? ¿No cabría hablar en términos relacionales?

En el último capítulo 8, “Lo político, o la contextualidad ge-neral”, Caillé retoma algunas ideas del apartado anterior y manifiesta que las sociedades viven del orden y del caos, de la estructuración y la indeterminación, en sistemas ordenados y en contextos, o sea que un orden no se puede reducir a otro, no es funcional, sino que depen-de de una decisión “política”, entendiendo el término en el sentido de lo político, es decir, como la forma en que la sociedad se relaciona consigo misma, como modo de vínculo entre los diversos órdenes. En cambio, la política es definida como sistema de poder instituido y como objetivo del monopolio de la violencia legítima.

Pero el autor nos desafía un poco más y compara el don con lo político ya que este último marcaría la división entre un nosotros y un otros y el don, que forma las relaciones primarias, sellaría las amistades y las comunidades. Es decir que Caillé, siguiendo a Mauss, presenta una teoría política del don, el cual es el operador político pri-migenio y la base de la socialidad primaria. De ello se infiere que para el autor, la esencia de la sociedad es política, es previo a todo lo demás porque no se puede emprender nada si antes no se ha definido un sujeto colectivo capaz de identificarse a sí mismo y lograr autonomía.

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Después de este recorrido sin pretensiones de exhaustividad por Teoría anti-utilitarista de la acción, llegamos a la “Conclusión”, en donde Caillé deja en claro que su obra no pretende cerrar ninguna discusión sino por el contrario proponer un sistema de preguntas más que de respuestas, intentando establecer una serie de genera-lidades sobre algunos fenómenos sociales y brindar complejidad a un conjunto de representaciones y conceptos –pero sin perderse en ello– destacando la dimensión del sujeto y de su vínculo conjunto consigo mismo y con los demás. Finalmente, señala que la verdadera pertinencia de las concepciones desarrolladas en el escrito será su capacidad de reevaluar los conceptos para construir de manera siste-mática tipos ideales.

No obstante, Caillé nos sorprende con la incorporación de tres anexos posteriores a la conclusión: “La búsqueda de reconocimien-to”, en donde aborda la problemática del reconocimiento desde la perspectiva de la identidad y de la teoría del don. “Individualismo y holismo metodológicos ¿Mas allá de la controversia?”, en donde retoma la clásica discusión en ciencias sociales entre individualismo y holismo, tratando de brindar una respuesta superadora (afirmar la trascendencia mutua y emergente de la totalidad con relación al indi-viduo y viceversa); y “Nota sobre la idea de sociedad”, en donde el autor problematiza sobre el objeto de estudio de la sociología –que por una cuestión de espacio y siguiendo Caillé resumiremos en el concepto de sociedad– sugiriendo que la disciplina no debe limitarse a la macro-sociología.

De esta manera, llegamos al final de Teoría anti-utilitarista de la acción, obra que aspira a ser solo una introducción (aunque nosotros consideramos que supera ampliamente esta aspiración), que cumple con el objetivo de plantear nuevos interrogantes y que excede a la sociología ya que nos permite adentrarnos –y actualizar– en algunos debates de las ciencias sociales de los últimos años, así como poner en cuestionamiento las teorías, representaciones y conceptualizaciones de nuestras disciplinas. En este sentido, Caillé no pretende cerrar la discusión sino abrirla y buscar tentativas soluciones para superar las limitaciones de estas disciplinas.

Paula D. Fernández HellmundCONICET/UNS/UBA/CEISO

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Paula FernánDez HellmunD (Comp.). Nicaragua: problemas, estudios y debates de la historia reciente, 1979- 2011.

Bahía Blanca: Ediciones del CEISO/ Centro de Estudios de América Latina Contemporánea, 2012.

Los artículos compilados por la antropóloga Paula Fernández Hellmund en esta obra que versa sobre la historia reciente de Nica-ragua (1979-2011) forman parte de una serie de aportes académicos que apuntan al desarrollo de la investigación y al debate político y social de la actualidad y la historia reciente de Centroamérica.

Este libro, prologado por el historiador y coordinador del Cen-tro de Estudios sobre América Latina Contemporánea (CEALC) Gustavo Guevara, transita por una revisión sumamente crítica de temas específicos relacionados con el proceso encabezado por el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), la revolución ni-caragüense (1979), y las consecuencias que se desataron en Nicaragua luego de la derrota electoral del FSLN y el cierre de la experiencia revolucionaria en 1990.

Guevara expresa claramente las complejidad del sandinismo y las profundas transformaciones y contradicciones que han reconfigu-rado, hasta el presente, a este movimiento, y se detiene en dos consi-deraciones importantes para la realización de un estado de la cuestión sobre el tema: primero, no hay un vacío bibliográfico de estudios sobre Nicaragua en las esferas de la comunidad académica argentina, sino un vasto desarrollo coartado por las persecuciones de la última dictadura militar; y segundo, que las teorías generales acerca de la re-volución pueden aportar un marco específico de comprensión sobre las formas de desarrollo de un estado social, brindando elementos de análisis para la construcción de una explicación histórica. Se cuestio-na, en el fondo, la relevancia de las posturas anti-historicistas y trata de establecer una interacción más fluida entre teoría e historia.

Las contribuciones de este prólogo permiten adentrarse al pro-pio libro desde una mirada que invita a reconstruir las continuidades y rupturas entre distintos períodos de la historia de Nicaragua (desde 1980 hasta la actualidad), brindando las claves heurísticas para su in-terpretación.

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En una primera aproximación al universo de análisis, la com-piladora describe y explica las principales condiciones objetivas en términos económicos y sociales en las cuales se contextualiza la si-tuación de Nicaragua y menciona sintéticamente los acontecimientos históricos desde el somocismo hasta la re-reelección de Daniel Orte-ga en 2011. En este apartado aparecen los nuevos sujetos sociales que irrumpirán en la estructura social nicaragüense y que serán la base del descontento social y de la revolución: la guerrilla rural, la Asociación de los Trabajadores del Campo, las mujeres y las organizaciones femi-nistas, los estudiantes y los movimientos católicos.

El trabajo de Paula Fernández Hellmund y Fernando Romero Wimer aborda el contexto de surgimiento del movimiento estudiantil en Nicaragua y caracteriza las luchas de los estudiantes por el 6 % y la autonomía universitaria durante el gobierno de Violeta Barrios de Chamorro. Por un lado, se observa cuáles fueron los alcances de las acciones y planteos estudiantiles en la experiencia de lucha, con-siderando los elementos tácticos y estratégicos desarrollados por el propio movimiento, así como los procesos de confrontación entre distintas fuerzas sociales y políticas. A su vez, se definen herramien-tas teóricas para conceptualizar al propio movimiento estudiantil y el espacio universitario.

Siguiendo con la obra, el politólogo Héctor Cruz Feliciano analiza la formación de cuadros dentro del FSLN comparando este fenómeno durante el gobierno revolucionario de 1980 con el llamado gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional que accedió al poder en 2006. El autor se cuestiona hasta qué punto el Frente Sandinista ha perdido gradualmente sus lineamientos ideológicos que lo identifi-caban con aspectos guevaristas y la reivindicación del hombre nuevo para terminar diluyéndose en pos de aspiraciones electoralistas, y de qué forma se producen ciertas ambigüedades discursivas y en la prác-tica a la hora de retornar al poder en 2006.

El análisis de Cruz Feliciano parte de una serie de entrevistas realizadas a militantes del FSLN. Los entrevistados revisan su forma-ción previa a la revolución de 1979 y aclaran sobre la fuerte incidencia de la organización sandinista sobre los aspectos morales –donde se resalta lo colectivo por sobre lo individualista–, la educación política y de otras materias en el desarrollo del propio militante.

La erosión de los valores dentro del FSLN surge de determi-nados fenómenos que el autor señala como contradictorios con sus propios orígenes: los privilegios de la dirección del Frente Sandinista, la derrota electoral de 1990, el pacto con Arnoldo Alemán –ex presi-dente de Nicaragua y miembro del Partido Liberal Constitucionalis-ta–, los acomodos de ciertos sectores privilegiados dentro del FSLN y el impulso del propio partido en los últimos años de estrechar alian-zas con sectores como la Iglesia Católica o las grandes multinaciona-les a través del Tratado de Libre Comercio República Dominicana, Centroamérica, Estados Unidos (CAFTA- RD). La mística del hom-bre nuevo comienza a cambiarse por un culto a la personalidad del líder en este caso del propio Ortega.

La investigadora estadounidense Karen Kampwirth presenta un artículo específico sobre las luchas del movimiento feminista y de la comunidad LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgéneros) y sus relaciones con el Frente Sandinista. Según su análisis, las contra-dicciones manifiestas por el FSLN con respecto al feminismo tienen antecedentes que se remontan a la revolución nicaragüense: el deseo de varios dirigentes sandinistas de movilizar a las mujeres –siempre que lo hicieran por el partido– y el temor al feminismo fueron aspec-tos que motorizaron las luchas de las propias organizaciones feminis-tas por reivindicar un lugar y un espacio a sus demandas. El caso del movimiento por la diversidad sexual (LGTB) tuvo mayores inconve-nientes para constituirse y fue constantemente rechazado.

La derrota electoral del partido de la revolución (FSLN) en 1990 significó para las mujeres organizadas la pérdida de un aliado estratégico en el gobierno y el retroceso de muchas leyes y progra-mas que habían propiciado el camino hacia la igualdad de género. No obstante, se liberaron de los frenos que la dirección del Frente había intentado usar para limitar el activismo feminista, fomentando el fe-minismo autónomo.

Con las elecciones del 2006 y la derogación de la ley del derecho al aborto terapéutico, el FSLN dio un giro inesperado a las relaciones que tenía con el feminismo, manifestándose en abierta oposición al movimiento. Sin embargo, y por diferentes razones, el gobierno de Ortega comenzó un proceso de apertura y reivindicación del movimien-to LGBT con la idea de cooptar y enfrentar ambas organizaciones.

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La historiadora Marcela Cabrera nos acerca un estudio donde reflexiona sobre las formas en que el “ideario sandinista” ha sido re-significado a través del tiempo y consolidándose como referencia histórica de las definiciones políticas actuales en Nicaragua. Aunque las posiciones actuales del FSLN lo ubican más centrado en las dis-continuidades que en los preceptos tradicionales que la conforma-ban, Cabrera trata de observar el escenario complejo de la sociedad nicaragüense sin caer en un análisis simplista que atribuya las caracte-rísticas contemporáneas del sandinismo a cambios en el nivel político y a relaciones clientelares.

Indagando sobre la memoria de cinco sandinistas que ocupaban altos cargos durante el gobierno del Frente Sandinista, la historiadora parte de un análisis sobre tres cuestiones importantes a considerar que se correlacionan con la historia de luchas del propio Sandino: la defensa de la soberanía contra el imperialismo, la transformación económica y la democracia popular.

Concluyendo con la compilación, la antropóloga Paula Fernán-dez Hellmund nos ofrece un trabajo de su autoría donde analiza en clave socio-antropológica la solidaridad argentina con Nicaragua du-rante los años de 1980, en particular la solidaridad del Partido y de la Juventud Comunista de la Argentina, y los vínculos que se establecie-ron entre estas organizaciones y el FSLN y su ala juvenil, la Juventud Sandinista 19 de julio (JS19J).

Las teorías anti-utilitaristas y la teoría del don enfatizan aspec-tos antropológicos que cuestionan las interpretaciones neoclásicas de la economía y el intercambio formal a través del mercado como un elemento ahistórico y de manera homogénea para todas las culturas. Es por ello que desde los estudios de Marcel Mauss (1925) se habla de ciertos intercambios donde aparece el don, una prestación de ser-vicios y bienes realizada sin garantía de devolución con el objetivo de crear, mantener o reconstruir el vínculo social.

En una situación de profundos cambios dentro del propio Par-tido Comunista de la Argentina (PCA) –que salía de una autocrítica profunda (XVI Congreso del PCA en 1986) y comenzaba un viraje hacia posiciones latinoamericanistas– surgió la iniciativa de apoyar a la revolución nicaragüense a través del Movimiento de Brigadistas Libertador General de San Martín.

Los jóvenes comunistas argentinos dieron este paso fundamen-tal, al igual que muchas otras naciones y organizaciones del mundo, solidarizándose con una revolución que estaba siendo afectada por la guerra desatada por los Contras y los Estados Unidos (EEUU). De esta manera, el PCA y su juventud enviaron, entre 1984 y 1990, contingentes de militantes de la Federación Juvenil Comunista (FJC) a trabajar en la cosecha de café.

Fernández Hellmund analiza cuáles fueron las relaciones que se mantuvieron entre sandinistas y comunistas, cómo estas organizacio-nes desarrollaron relaciones de amistad y cuáles fueron los objetivos y consecuencias en materia de política exterior. La solidaridad inter-nacionalista, pensada como una práctica similar al don que permi-tió construir determinadas relaciones sociales, posibilitó una alianza concreta entre ambas partes, con el fin de luchar contra un enemi-go común (EEUU- Imperialismo), pero buscando desde el lado del donante (PCA- FJC) renovar la imagen partidaria, acercarse a otros sectores sociales y construir una nueva reconfiguración de fuerzas al interior del partido.

De esta forma y desde un enfoque crítico y basado en docu-mentación histórica, Nicaragua: problemas, estudios y debates de la historia reciente, 1979-2011 contribuye a profundizar los estudios so-bre el presente y la historia reciente de Centroamérica, y Nicaragua en particular, los movimientos sociales, las experiencias revolucionarias y los debates en torno a su propia práctica y continuidad, dejando un espacio abierto a la problematización y la reflexión teórica.

Cuatro son los ejes de análisis que podemos resaltar en toda la obra y que sintetizan sus principales conclusiones: 1) el carácter de-pendiente de Nicaragua y la influencia del imperialismo en este país, contrarrestado por toda una lucha social revolucionaria que perdió su vigencia en la etapa neoliberal; 2) los cambios y las discontinuidades del principal partido revolucionario, el FSLN, las prácticas de poder para mantenerse y el personalismo de su dirección; 3) el surgimiento de nuevos movimientos y sujetos sociales en la escena política; y 4) la utilización de la memoria y la historia oral como abordaje metodoló-gico en la reconstrucción histórica.

Pablo Ariel Becher

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victoria novelo. “La cultura obrera, una contrapropuesta cultural”.

México: Nueva Antropología, Vol. VI, Nº 23, 1984.

¿Es posible que la clase obrera desarrolle una cultura propia no obstante estar sujeta a la hegemonía y la cultura de la clase dominan-ante estar sujeta a la hegemonía y la cultura de la clase dominan-te?, ¿cuáles son los rasgos que definen a esa cultura?, ¿cómo se crea y recrea esa cultura a través de la experiencia vital de la clase? son algu-nas de las preguntas que se despliegan a lo largo del artículo “La cul-tura obrera, una contrapropuesta cultural” de la antropóloga mexica-na Victoria Novelo, cuyo aporte central es rescatar la importancia del estudio de la cultura obrera en los análisis sociohistóricos y brindar un marco analítico-conceptual para el abordaje de esta problemática.

El artículo comienza recuperando la perspectiva marxista so-bre el proceso histórico de conformación de las clases sociales y so-bre la centralidad que adquiere la imposición de modelos de vida y de pensamiento que naturalicen las relaciones sociales capitalistas en la reproducción del orden social burgués. Sin embargo, sostiene la auto-ra, tal imposición no ha sido infalible tal como queda demostrado por el desarrollo de proyectos alternativos de sociedad que no involucran la propiedad privada ni la explotación del hombre por el hombre; la experiencia histórica de la clase obrera pone en evidencia que la fun-ción de las ideologías dominantes en la reproducción del orden social no se realiza sin fisuras. Es precisamente en la existencia de estas grie-tas donde el texto ubica la relevancia del estudio de la cultura obrera en tanto espacio de creación de valores y visiones de mundo anclados en la experiencia vital de la clase obrera sin los cuales sería imposible la construcción de proyectos alternativos de sociedad. Según Novelo, el concepto de cultura involucra conjuntos de valores incorporados a modelos de comportamientos y referidos a formas de vida que se practican en el presente y que, como aspiración, se plantean para el futuro. Estos valores, reconocidos por la colectividad que en ellos se identifica, no son algo que simplemente se reproduce por tradición, la cultura contiene elementos de creación y de cambio cuya dinámi-ca es indisociable de las condiciones materiales de existencia de los sujetos.

Desde esta perspectiva, el artículo sostiene que los procesos culturales las sociedades capitalistas no solo reflejan la división social de clases sino que la reproducen constantemente en un proceso con-tradictorio en el cual las clases dominantes imponen por múltiples vías su manera de pensar al resto de la sociedad y, al mismo tiempo, quienes viven bajo la dominación construyen otros modos muchas veces contrarios de explicación, debido a su experiencia de vida di-ferente. La construcción de la cultura obrera supone, así, un proceso que es al mismo tiempo de resistencia frente a la ideología dominante y de construcción activa de valores propios y de proyectos de socie-dad basados en esos valores. Esta mirada no niega que los trabajado-res puedan participar en diferentes grados de la cultura burguesa, ni que la cultura obrera puede contener elementos adaptados de otras culturas o participar de tradiciones originadas fuera de la clase obrera. El objetivo, en palabras de Novelo, es subrayar la existencia de una posición cultural que se desarrolla a partir de los intereses de clase como una visión del mundo que desafía el poder capitalista.

La autora destaca además que la formación de esa posición cul-tural no sigue un desarrollo lineal y evolutivo, sino que se despliega a través de una dinámica contradictoria anclada en la experiencia con-creta de la clase. En este sentido, afirma, se trata de un proceso hete-rogéneo basado en desarrollos objetivos y subjetivos desiguales que no admite generalizaciones ni puede plantearse en términos absolutos. El texto proporciona además algunos lineamientos para el estudio de la cultura obrera destacando la importancia que asumen los procesos de trabajo como la base material de la construcción de percepciones y valores opuestos a las de la clase dominante. La autora pone énfasis en que estos valores y percepciones no se derivan mecánicamente de la ubicación de los obreros como asalariados, sino que involucran una serie de mediaciones variables históricamente y relacionadas con las condiciones materiales concretas en las cuales se desarrolla la expe-riencia de la clase. De este modo, en el proceso de formación de la cultura obrera intervienen un sinnúmero de instituciones, además de experiencias y reflexiones pasadas y presentes que será necesario tener en cuenta a la hora de abordar el estudio de la cultura obrera. Entre estas mediaciones, se destaca la importancia de las instancias de orga-nización sindicales y políticas de los trabajadores.

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De este modo, el artículo proporciona una mirada que da cuen-ta de la importancia de los condicionamientos estructurales en el pro-ceso de formación de la cultura obrera sin por ello caer en visiones deterministas que obturan la complejidad de dicho proceso. En este sentido, una de las principales virtudes de la propuesta de Novelo es brindar una clave de interpretación de la cultura obrera superadora de dos de los obstáculos más importantes a los que nos enfrentamos a la hora de abordar estas cuestiones: las visiones mecanicistas que conciben a la cultura como un mero epifenómeno de las contradic-ciones estructurales y las visiones relativistas que, tras la pretensión de rescatar el carácter activo y creador de los sujetos en la cultura, acaban por diluir (o negar) el potencial del concepto de clase social para el estudio de los fenómenos culturales.

Alejandra PisaniUniversidad de Buenos Aires

marina Franco. Un enemigo para la nación.

Orden interno, violencia y “subversión”, 1973-1976. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2012. 352 p.

El libro de Marina Franco estudia la faz represiva del gobierno justicialista de 1973 a 1976 procurando rastrear el aporte específico de este período constitucional en la compleja trama histórica que hizo posible la instauración de un plan sistemático de exterminio en el país. Este planteo implica el desafío de identificar tanto las continui-dades históricas como las líneas de heterogeneidad que atraviesan el largo ciclo represivo que se inicia, al menos, con la dictadura de 1966 y que culmina con el ciclo dictatorial de 1976-1983.

El libro está dividido en dos partes: la primera examina las prácticas represivas y autoritarias implementadas por la fuerza polí-tica en el gobierno; la segunda analiza los discursos dominantes en

torno al “problema de la violencia”. La puesta en relación de ambas dimensiones permite a la autora afirmar que en el período 1973-1976 “un entramado de prácticas y discursos fueron constituyendo progre-sivamente una lógica político-represiva centrada en la eliminación del enemigo interno” (p. 17). En este sentido, el golpe de Estado de 1976 se perfila como parte de un proceso y no como su mera interrupción.

En la sección “El peronismo en el poder: Estado, partido y Seguridad Nacional”, la autora examina las políticas represivas oficia-les, exponiendo su articulación con las prácticas intrapartidarias que apuntaban a la “depuración interna” del peronismo y con las acciones paraestatales desarrolladas por la Triple A y otras organizaciones. La reconstrucción cronológica de este entramado de prácticas permite demostrar la escalada represiva que caracterizó al gobierno justicialis-ta (luego del breve intervalo del gobierno de Cámpora) y la sistemati-cidad de la “cara legal” de esa escalada represiva.

Este avance represivo se hizo en nombre de un complejo de significados muy cercanos a la doctrina militar de la seguridad nacio-nal que caracterizó a los regímenes dictatoriales de 1966 y 1976. La existencia de un enemigo interno, “la subversión”, que significaba una amenaza a la nación y que debía ser eliminado fue también el argumento central a través del cual el peronismo en el gobierno justi-ficó la implementación de las medidas represivas.

La segunda parte del libro demuestra que este universo de sen-tidos no fue privativo de la fuerza política en el gobierno sino que, progresivamente, se fue instalando como discurso hegemónico en una multiplicidad de actores políticos. A través de un relevamiento de la prensa porteña de tirada nacional, la autora expone un proceso paulatino de desplazamiento en las explicaciones del “problema de la violencia”. Desde la noción de dos violencias enfrentadas (la de izquierda y la de derecha), los discursos viraron hacia la identificación de la “subversión” como única responsable de tal violencia y de las Fuerzas Armadas como el único actor capaz de enfrentarla.

El principal nudo argumental que permite a la historiadora tra-zar las líneas de continuidad entre el gobierno constitucional peronis-ta y las dictaduras militares previa y posterior se basa en el concepto de “estado de excepción”. Esta interpretación no apunta a plantear la equivalencia entre regímenes democráticos y dictatoriales ni des-

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conocer las diferencias entre ambos sino a evidenciar el punto en el que coinciden. En el régimen dictatorial de 1976 –y en el de 1966–, la suspensión de las garantías del Estado de derecho se produjo a partir de la ocupación del aparato estatal por la institución militar. Durante el régimen constitucional (1973-1976), se produjo a través de la creciente “excepcionalidad” de sus medidas legales, que lleva-ron a la anulación de las garantías constitucionales en nombre de la “necesidad” de “salvar la democracia en peligro”. Esta erosión del Estado de Derecho “desde adentro” fue, a criterio de Franco, la que abrió el espacio para que la institución castrense retomara el control del juego político.

En este sentido, la autora evita explicar las medidas del go-bierno constitucional como el resultado de la “creciente presión cas-trense” y recupera la relativa autonomía del régimen peronista en la implementación de las políticas represivas. La reconstrucción de las prácticas estatales le permite fundamentar que la suspensión de las garantías del Estado de derecho y la convicción de la necesidad de eliminar al enemigo interno estaban firmemente arraigadas a fines de 1974, antes de que las Fuerzas Armadas se transformaran en la figura central de la escena política. Y por ello sostiene que existió una “relativa autonomía e iniciativa del Ejecutivo y, en última instancia, una coincidencia con los objetivos militares (…) para definir políticas inmersas en el universo de la seguridad nacional” (p. 171). En todo caso, la autonomización de las Fuerzas Armadas se alimentó y fue posible en el marco de ese proceso.

En la misma línea, Franco argumenta que la rápida apropiación del universo de sentidos vinculados a la seguridad nacional se produ-jo con una relativa autonomía del actor castrense. Y que la efectividad de esos significados debería rastrearse, quizá, en la existencia de cier-tas bases sociales, amplias y difusas, ligadas a un discurso nacionalista de fuerte raíz cristiana e integrista, que facilitaron la apropiación del universo de sentido subversivo/antisubversivo. La construcción de un “consenso antisubversivo” fue, entonces, una condición de posi-bilidad del régimen dictatorial y no su consecuencia.

Con un excelente trabajo historiográfico basado en una multi-plicidad de fuentes, el libro de Franco constituye un aporte a un de-bate sensible y poco transitado. No sólo porque involucra la tradición

e historia del movimiento de masas más importante de la historia ar-gentina, sino también porque expone el vínculo entre violencia y de-recho que sigue siendo constitutivo de los Estados contemporáneos.

Ana Sofía JemioCentro de Estudios sobre Genocidio - UNTREF / CONICET

[email protected]

mónica toussaint ribot. Antonio de Icaza: la alegría de servir.

México: D.F.: Secretaría de Relaciones Exteriores, Instituto Matías Romero, 2009. 423 p.

Esta obra es del proyecto de “Historia Oral de la Diplomacia Mexicana”. Como tal, luego de una breve introducción, donde se ex-plica el propósito y la realización de la entrevista, junto con una bre-vísima biografía del entrevistado, el libro consta de la transcripción del testimonio del embajador Antonio de Icaza. En esa introducción se aclara que la entrevista fue corregida por el mismo entrevistado y cotejada con el Acervo Histórico Diplomático de la Secretaría del Servicio Exterior de la República de México. El testimonio del Em-bajador De Icaza, uno de los más destacados diplomáticos de su país, abarca su extensa trayectoria desde la década de 1950 hasta finales del Siglo XX.

La obra es un deleite para el lector. El testimoniante, además de evidenciar un nivel cultural y un cierto sentido del humor apreciable, es claro, concreto, y tiene una inmensa capacidad para abarcar puntos nodales de su labor. En particular, la narración de sus comienzos, tan-to en cuanto a los criterios como al relato en torno a los problemas y los conflictos de la diplomacia mexicana en las décadas de 1950 y 1960, son fascinantes. El entrevistado se esfuerza permanentemente por derivar lecciones y enseñanzas de sus propias experiencias, de manera que a uno le queda la sensación de que su principal esfuerzo es por forjar un legado para los futuros diplomáticos de su país.

Al mismo tiempo, hubiera sido interesantísimo (aunque no se hasta dónde sería posible preservando los derechos del entrevista-

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do) realizar un análisis de lo que se narra. Claramente el Embajador “construye” una memoria con el objetivo de forjar una historia deter-minada de la diplomacia mexicana. Mi suposición es que la intención de la autora fue no tanto “hacer” esta historia sino más bien brindar una fuente pasible de ser estudiada y analizada por otros. De ahí que la impresión que queda (posiblemente injusta) es cierta idea de que “porque es el testimonio de lo vivido, lo que se narra es verdad”. Más aun, uno de los aspectos más remarcables es que los matices y los claroscuros de los comienzos de la carrera de Icaza se van per-diendo a medida que avanza la narración para centrarse en los detalles diplomáticos (la problemática en torno a tratados y negociaciones), y una cierta tendencia a presentar personajes históricos complejos de forma un poco superficial. Esto es muy notable en los capítulos sobre Centroamérica y Egipto, donde el entrevistado evita cuidadosamente críticas o los matices que deben haber existido en su labor frente a personajes como los Somoza, Sadat o José Napoleón Duarte.

Es evidente que la autora ha hecho una labor encomiable con una inmensa capacidad de investigadora para construir una fuente histórica (oral) maravillosa y fascinante. Es de esperar que la parte analítica, cuando esta sea encarada, debería también tener la misma importancia que la fuente para construir una historia de la diplomacia mexicana en profundidad y lograr una comprensión acabada y pro-funda de lo que es, indudablemente, una de las políticas exteriores más activas y complejas del continente.

Pablo PozziUniversidad de Buenos Aires

mayo cuauHtémoc murrieta salDívar. Por el milagro de aferrarse. Tierra y vecindad en el valle del Yaqui.

México: Seminario de Historia Oral Mexicana, El Colegio de Sonora, 2012. 361 p.

Este estudio es una serie de entrevistas y testimonios con inte-grantes de 57 familias que habitan en la tierra del valle del Yaqui. Estas abarcan distintos sectores sociales, franjas etarias, y también incluyen desde inmigrantes hasta pueblos originarios de la zona. A través de

los relatos se va articulando una imagen de la historia de la zona, del tipo “Rashomón”, o sea con visiones distintas de hechos similares. El autor ha transcripto y corregido los distintos testimonios, de manera que el relato fluye con facilidad, y hay partes que son muy atrapantes y emocionantes. Sin ser un conocedor de la historia del Valle, me inte-resaron particularmente las distintas visiones sobre la reforma agraria cardenista y el conflicto entre lo individual y lo colectivo.

El libro cuenta con una cortísima introducción (de cinco pági-nas) y una cronología al final que podría ser útil para contextualizar los testimonios. Aquí reside parte del problema con la obra. Ya sea en la introducción o en un apéndice, el autor podría haber presentado un análisis de los testimonios y una breve síntesis de la zona que permi-tiera comprender mejor lo que se discute entre los entrevistados. Más aun: ¿cómo fueron seleccionados? ¿Hubo algunos ejes concretos en las preguntas? ¿Fue una sola entrevista o hubo repregunta? El autor parece desarrollar un criterio or el cual los testimonios hablan “por si solos” y el lector debe contrastarlos para comprender la historia. Mi opinión es que hubiera sido más útil una cierta guía por parte del autor (por ejemplo, una buena introducción a cada testimonio seña-lando la utilidad, los problemas, algunos contrastes con los otros), y también especificar algunos de los problemas de la memoria, los cri-terios de verdad utilizados, y los posibles condicionantes para las en-trevistas (por ejemplo, ¿cuándo fueron hechas las entrevistas ya que el momento puede marcar las respuestas?). En la introducción el autor señala alguno de estos temas, y se basa en el concepto de “habitus” para remarcar que “el orgullo campeño, rural, fue trasegado por una urbe nacida espontánea y sin amarras”. Ambas ideas son interesan-tísimas, y hubiera sido mejor si a través de los testimonios (y existen muchas formas de poder hacer esto sin necesariamente interrumpir el flujo de los testimonios o su frescura… por ejemplo, analizarlos ya sea por tema o por grupo temático para remarcar los contrastes). De hecho, y si bien es una obra bastante lograda, podría haber sido mucho mejor tomando las entrevistas no tanto como un reflejo de la realidad, sino más bien como fuentes históricas pasibles de un análisis más acabado y profundo.

Pablo PozziUniversidad de Buenos Aires

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El rol de la Historia Oral. Una experiencia de reconstrucción integral de la memoria histórica de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA durante las

últimas dictaduras militares (1966-1983)

graciela daleo

marcela cabrera

samanta casareto

alba lombardi andrea Pico

Compartiendo experiencias. Los ejes centrales del proyecto

En el año 2006 iniciamos desde la Cátedra Libre de Derechos Humanos la tarea de reconstruir la memoria histórica de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires (FFyL-UBA) y la incidencia que en ella tuvieron las políticas implementadas por los gobiernos militares. El marco temporal que acordamos fue el que se extiende desde junio de 1966 a diciembre de 1983. Partimos del supuesto de una constante que atraviesa este período: el intento por parte de los poderes del Estado de reorganizar al país en razón de nuevos valores, provocando a la vez movimientos de resistencia a esas políticas.

En principio nos propusimos reconstruir las historias de vida de los compañeros detenidos, desaparecidos y asesinados que habían transitado los pasillos de la Facultad. Sin embargo este objetivo se complejizó en la medida que nuestra intención se hallaba en reconstruir su vida más que su desaparición. Nos planteamos entonces introducirnos en sus cotidianos, relevar sus luchas, sus participaciones y sus relaciones dentro de uno de los ámbitos que los albergó durante estos años.

Debíamos entonces dar cuenta de quiénes eran estos compañeros, quiénes habían sido estudiantes, quiénes se habían graduado, quiénes de ellos se habían integrado como docentes y quiénes lo habían hecho

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en otros espacios sumando a aquellos que habían sido trabajadores de esta Facultad por lo que abordamos los archivos de la. Relevamos la documentación de los legajos y la digitalizamos conformando un universo de compañeros que habían dejado sus huellas en nuestra Facultad. Pero “la reconstrucción de vida” debía ser, a nuestro parecer, integral por lo que decidimos también abordar otros espacios que nos ayudaran a entender los porqué, para ello previmos una etapa de entrevistas a familiares, a compañeros y amigos de todos ellos. En ese camino comenzamos a complejizar nuestros objetivos. Si nuestros compañeros iban a ser traídos a la memoria desde la vida, desde la acción también debíamos reconstruir la propia dinámica de la Facultad. Muchas preguntas nos asaltaron de pronto: ¿Qué se debatía por esos años? ¿Qué temas eran los que llamaban la atención en las discusiones? ¿Qué lecturas acompañaban a nuestros compañeros? ¿Cómo pasaban sus horas en la Facultad y cómo sus ratos libres? ¿Cómo se conformaba su grupo de amigos, su grupo de estudios? ¿Quiénes eran sus compañeros de militancia? ¿Qué profesores marcaron las discusiones de esos momentos según las diferentes disciplinas a las que ellos pertenecían? En síntesis, nos vimos en la necesidad de reconstruir “los pasillos” de esa Facultad de Filosofía y Letras que por otro lado y para sumar complejidad se nos presentó muy diferente a la que conocemos hoy en día.

¿Cómo rescatar de manera integral esa historia reciente? ¿Cómo lograr encontrarnos con esas dinámicas cotidianas en un ámbito que, a primera vista, no parece haber querido conservar demasiado registro de este trágico momento? Eugenia Meyer habla de los “asesinos de la memoria”, aquellos que se obstinan en crear formas y olvidos oficiales. Claro que en nuestro estudio fueron asesinos mucho más que de la memoria. La desaparición física simboliza en nuestro caso uno de los ataques más siniestros a esta memoria, a esos recuerdos vivenciales y que intenta de alguna manera institucionalizar contrariamente los olvidos.

Con todo esto, iniciamos el camino de recuperar la memoria en un sentido amplio. No sólo recuperar a quienes hoy ya no están y fueron víctimas de este proceso. Nuestro objetivo es ir más allá, recuperarlos a ellos dentro de los debates, de las cursadas, de los cafés, de las discusiones políticas tanto como otros momentos más distendidos. Recuperar sus poesías, sus canciones, sus juegos. Queremos rescatarlos de manera

plena como también a la Facultad, que es también nuestra Facultad pero que al mismo tiempo es otra, es distinta. Ella conlleva su propia historia y a la de nuestros compañeros. Nuestra propuesta es que sea la propia institución quien nos cuente su historia junto con todos aquellos que de una u otra manera dejaron su marca en los compañeros tanto como en la misma institución.

Esta experiencia es justamente la que queremos compartir hoy con ustedes. Una experiencia que alberga marchas y contramarchas, interrogantes tanto como certezas, aciertos al mismo tiempo que seguramente muchos errores. Queremos compartir el camino transitado y el que todavía nos queda por andar en pos de recuperar la memoria histórica institucional de esos años y en ella principalmente poder reparar las historias de vida de cada uno de aquellos que hoy no están pero que dejaron sus marcas en cada uno de los pasillos de la Facultad. Es un poco también invitarlos a reflexionar con nosotros acerca de las posibilidades que nos brinda el desarrollar un trabajo histórico integral en el marco de un proceso de reconstrucción de memoria colectiva.

La tarea realizada. La construcción de “dispositivos” que auxilian a la memoria

El largo proceso histórico sobre el que decidimos focalizar nuestro trabajo dejó como fatídico testimonio en la Facultad de Filosofía y Letras más de 400 estudiantes, graduados, docentes y no docentes asesinados y desaparecidos. Dos métodos capitales fueron utilizados por el Terrorismo de Estado para implementar sus políticas: la desaparición sistemática de miles de activistas y militantes populares y un feroz y persistente ocultamiento de la verdad. La verdad, junto con la memoria y la identidad, se constituyeron como amuletos peligrosos; la impunidad, el olvido y el silencio devendrían, desde ese momento, en eficaces políticas de Estado.

Ahora bien, ¿cómo desentrañar entonces ese proceso intentando revalorizar la vida, restableciendo la idea del compromiso y de la mili-tancia como elementos centrales en la dinámica colectiva de esos años? Como primer tarea nos abocamos a confeccionar una nómina proviso-ria que luego fue contrastada con los datos existentes en la Dirección de Alumnos y en la Dirección de Personal donde relevamos los legajos del personal docente, no-docente y estudiantes de esta Facultad al mismo

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tiempo que realizamos una tarea de conservación de estos materiales. Posteriormente se digitalizaron los documentos relevados. Esta tarea fue esencial para consolidar una nómina de compañeros.

Relacionado con lo anterior nos planteamos el problema de la futura accesibilidad de los datos. Para ello elaboramos un proyecto de resolución que fue aprobado por el Consejo Directivo reglamentando la accesibilidad a los datos personales y sensibles que contuvieran los Legajos, de acuerdo con la Ley Nacional que los resguarda. Finalmente con la nómina cotejada nos propusimos realizar un nuevo mural en el aula 108. Este fue colocado sobre el que ya existía y que, si bien con-tenía algunas imprecisiones, fue el producto de un homenaje que se hizo en la Facultad y cada nombre fue pintado en ese momento por los mismos familiares. Por el valor “cuasi arqueológico” que posee también como elemento de reconstrucción de la memoria es que hasta el día de hoy permanece intacto debajo del nuevo mural que se inauguró el 6 mayo del 2011, en el marco de la clase inaugural de la Cátedra Libre de Derechos Humanos. En él está registrado cada compañero: la foto, el nombre, carreras, la fecha de desaparición y la edad de los no-docentes, docentes y estudiantes de las carreras que hoy se dictan en la Facultad de Filosofía y Letras. En el mismo acto se entregó a sus familiares y com-pañeros copia de la documentación existente en los Archivos de nuestra Facultad. Sabemos que a nuestros compañeros no los desaparecieron por su relación con esta Facultad, pero seguramente, a la construcción de las utopías de la que formaron parte, también aportó Filosofía y Le-tras, e indudablemente ellos aún hoy marcan su huella en este espacio.

En este acto cada uno tuvo la posibilidad de manifestar sus ideas, pensamientos y experiencias a micrófono abierto. Así, nos acompañaron a lo largo de la tarde anécdotas, memorias y el recuerdo constante de los 30.000 compañeros detenidos desaparecidos por el accionar terrorista.

En los años 60 y 70 la Facultad de Filosofía y Letras estaba confor-mada por las siguientes carreras: Antropología, Artes, Bibliotecología, Filosofía, Geografía, Historia, Ciencias de la Educación, Sociología y Psicología. Las dos últimas hoy no funcionan de manera conjunta como tampoco sus archivos. Sin embargo, hay legajos de compañeros de las carreras de Sociología y Psicología que están en los archivos de Filosofía. Concluimos, entonces, que la documentación existente podría no estar completa y que pueden encontrarse en otros edificios algunos

legajos correspondientes a lo que es hoy Filosofía y Letras. Entre tanto, trabajamos sobre todo el material ubicado, tomando en cuenta todos aquellos legajos que están hoy en la Facultad y nos proponemos el rel-evamiento de la Facultades de Ciencias Sociales y Psicología.

En razón de que nuestro punto de partida es la construcción col-ectiva y sabiendo que una huella clara del accionar del Estado Terrorista es la separación de las carreras de Sociología y Psicología, estamos con-vencidos de que para reconstruir nuestra historia tenemos que trabajar en conjunto. Por esa razón invitamos al acto a las autoridades de las Facultades de Ciencias Sociales y Psicología, Dr. Sergio Caletti y Prof Lic Nélida Cervone, para poder, por un lado, compartir la copia digital de la documentación de los detenidos desaparecidos de Sociología y Psicología que están en el Archivo de la Dirección de Alumnos y de Personal de nuestra Facultad y, por el otro, proponerles una actividad conjunta de investigación.

Este acto tuvo además otra impronta, el acercamiento a la histo-ria oral desde una manera diferente. No ya desde el uso tradicional que de ella se hace como una exclusiva fuente de datos e información sino como una relación dialéctica. Tanto el acto de homenaje, como el en-cuentro y rencuentro que allí tuvo lugar entre unos y otros, se instalaron como dispositivos de recuerdos que contribuyeron a disparar la memo-ria subjetiva. Resignificaron para cada uno de los presentes las ausencias de sus seres queridos pero sobre todo lo hicieron desde la vida, desde esas cosas que los restablecían en un espacio compartido en el que ellos dejaron su marca.

Syra, la madre de Adriana Franconetti, al ver el legajo de su hija recuperó una parte de ella que nunca había tenido y dijo: “Creo que el trabajo que mi hija hizo como alfabetizadora no fue solamente enseñar a leer y escribir. Fue también esclarecer conciencias, enseñar el derecho que todos tenemos a hacer valer nuestros derechos. Y no fue un destino cruel lo que llevó a la aniquilación de tantas voluntades sino seres con nombre y apellido, con uniforme y de traje que utilizaron todos los me-dios a su alcance para implementar una política de eliminación masiva y no perder privilegios perversamente adquiridos. Gracias por este acer-camiento. Están registradas las materias que cursó, cómo fue calificada, ¡está la planilla de inscripción escrita por ella misma!” Así los legajos se convierten también en esos disparadores. Se recupera la historia de los

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hijos y en cierta medida una lectura también de la historia del país, la que intentamos recorrer al principio de este artículo.

Andrea, la hija de Ana María Caruso y de Roberto Carri, trazó la línea que une a los abuelos desaparecidos con los nietos que no los conocieron: “La mayor satisfacción la vi en los ojos de mis sobrinos recorriendo los documentos, Mateo justificando su repitencia de grado por un aplazo que le encontró a papá, justo en diciembre del 63, cuando yo nací...”. Vaya recuperación de memoria. La hija descubre también a su padre de una manera que probablemente no había hecho hasta ese momento. Las huellas que están en esos documentos disparan también en su memoria otros recuerdos y por qué no a la vez otros olvidos re-significando al mismo tiempo su propia historia.

De esta manera lo concreto de los documentos nos permite avan-zar en esa reconstrucción integral a la que queremos arribar recuperan-do lo abstracto de los sentimientos y fundamentalmente de esas voces tanto tiempo silenciadas. Devolverles a las familias ese retazo de sus vidas impulsa nuevos recuerdos que por ahí estaban perdidos en algún lugar de la memoria al mismo tiempo que nos ayudan a combatir esos olvidos impuestos. Olvidos construidos desde las propias instituciones, podríamos decir en este caso incluso desde la propia Facultad de Fi-losofía y Letras. Ellos nos permiten a la vez hacernos nuevas preguntas llevándonos así también a interpelar a la propia institución, en este caso a nuestra Facultad.

Por último no podemos dejar de destacar como otro dispositivo importante el propio mural. Con posterioridad al acto de entrega de legajos comenzamos con la etapa de entrevistas y muchas de ellas fue posible hacerlas en la Facultad. Casi como una rutina preguntamos si quieren ir a ver el mural y ahí, frente a todas las fotos y los nombres surgen recuerdos. La memoria del familiar, del amigo o compañero se entrelaza con otros. Así se reconstruyen los grupos de estudio o de ami-gos, se reviven discusiones o debates, se recuerdan juegos inventados para pasar el rato o simplemente momentos compartidos.

Uno de los entrevistados exclama al revisar los nombres del mu-ral: “¡Uy…! ¡mirá quién está! Él venía a casa y se quedaba a comer, mi vieja hacía fideos y cuando terminaban de estudiar jugábamos a un juego que habíamos inventado...”. Así la construcción dialógica entre entrevistado y entrevistador claramente se encuentra mediatizada por

un disparador. Un disparador que no sólo nos permite recabar una in-formación diferente sino restablecer sensaciones. El entrevistado rein-terpreta desde otro lugar su historia y construye un relato diferente que lo posiciona a él también de otra manera. Sin embargo muchas veces estos dispositivos aportan información nueva para el entrevistado, que puede llegar ser o no bienvenida, por lo que esto también debe ser un punto a tener en cuenta por nosotros como investigadores.

Muchos padres tienen por primera vez a su alcance la historia de su hijo como estudiante. La cantidad de materias aprobadas, las no-tas de cada una de ellas pueden estar demostrando cosas disímiles, que en la interrelación con el entrevistado nos permiten darles un sentido más acabado. Puede estar diciendo que le dedicaba mucho tiempo a la militancia o bien dar señales de sus preferencias o de sus dificultades. Rápidamente esta información ni bien es recepcionada se asocia a otras que están guardadas en la memoria y dan cuenta de una nueva resignifi-cación y por qué no una nueva reconstrucción de la historia individual que inmediatamente en este caso se vuelve colectiva.

El descubrir, por ejemplo, que un compañero estudiaba una car-rera diferente a la que la familia tenía conocimiento, o que había cursado materias que implicaban otras definiciones que no habían surgido hasta ese momento, también restablecen la percepción de un nuevo recuerdo que se entrelaza con otros que aportan ese nuevo significado a los mo-mentos compartidos en otros tiempos. No vemos en este camino otra forma de combatir esos olvidos construidos e impuestos que recuperar la historia desde estas reinterpretaciones permanentes del pasado, en-trecruzadas de sensaciones viejas y nuevas que nos brindan la posibi-lidad de restablecer la historia institucional como una historia viva de lucha y compromiso. Recuperar la vida dentro de este proceso histórico es también poder devolverle a la misma institución parte de su historia perdida.

La conformación de un Centro de Documentación y un Archivo Oral como elementos centrales para la reconstrucción de la memoria histórica institucional.

En el marco del Programa Universidad y Dictadura dos son hoy los objetivos centrales de nuestro trabajo. El primero de ellos tiene que

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ver con la conformación de un Centro de Documentación. Sobre este último punto debemos destacar que los mismos son creados atendi-endo a las necesidades específicas del proyecto y buscan “organizar del modo más funcional posible la información... suministrando docu-mentos... para lo cual interpreta los requerimientos de los usuarios.” (Sanchez Lihon, 1983: 61).1 Se forman intencionalmente “por reunión y acumulación de información con pretensiones de exhaustividad, de acuerdo con una especialización” (Heredia Herrera, 1995: 166) 2 y son ordenados en función de las necesidades de los usuarios o siguiendo los objetivos y lineamientos temáticos del Centro, a diferencia de los Archivos, cuya ordenación es de acuerdo al principio de procedencia y se forman de manera natural como sedimentación de las actividades de una persona o institución. Por ello entendemos que la mejor manera de poner a disposición de los usuarios la información recopilada será creando un Centro de Documentación en el que se incluya tanto la documentación de tipología textual, como las entrevistas orales.

Dentro de la estructura del Centro, la documentación cumple “una función social importante, al permitir que un sector asimilado al quehacer intelectual... disponga de los recursos de información necesa-rios para el desempeño de su trabajo y además posibilita que el vasto público pueda acceder a los conocimientos haciéndolo partícipe de los nuevos aportes y de las orientaciones que va aportando el área de su competencia.” Por eso pretendemos unificar criterios metodológicos y técnicos para que la documentación recopilada sea organizada y alma-cenada, facilitando su posterior recuperación y permitiendo la difusión; teniendo siempre entre los objetivos crear una base de datos que nos permita compartir y construir colectivamente dentro del sistema uni-versitario argentino, e incluso fuera del mismo.

Todo el material seleccionado y gestionado de acuerdo a los pro-cesos técnicos propios de un Centro de Documentación, será recop-ilado de manera digital, siguiendo criterios comunes de almacenamiento e identificación de las imágenes. Entendemos que la digitalización es la mejor forma de reunir la documentación sin alterar la integridad de los fondos o colecciones y es, además una herramienta para facilitar la accesibilidad y garantizar su preservación. De la documentación se-leccionada se obtendrá una copia en formato digital, que si bien será ordenada temáticamente para responder a los objetivos del Proyecto,

dará referencia del productor del material custodiado en archivos y bib-liotecas. Los usuarios podrán consultar la documentación por medio de una copia de acceso disponible en la Sala de lectura de la Biblioteca de la Facultad de Filosofía y Letras (cumpliendo, previamente, con el proced-imiento de acceso anteriormente mencionado) y, además se conservará otra copia de seguridad para el resguardo del material. La digitalización también será una herramienta útil si tenemos en cuenta los intereses comunes que nos ligan con otras Universidades o Instituciones con las cuales podemos compartir material.

El otro de los objetivos se centra en la creación de Archivo Oral que de cuenta de aquello que los documentos escritos no pueden. Doc-umento oral es “el término referido a grabaciones sonoras de palabra, entendiendo el concepto oral o la oralidad como el modo de transmis-ión en el momento de los hechos y datos recogidos por la memoria de la personas, en íntima relación con sus propias trayectorias existenciales. De esta manera, el hecho crucial no se encuentra en que sea grabada una voz humana, sino que sea una voz humana que en el momento pos-terior a los acontecimientos nos hable de ellos” Por ello, pretendemos recoger los testimonios de los familiares y compañeros de los detenidos desaparecidos de la Facultad así como también de los docentes, no do-centes y estudiantes que transitaron las aulas y los pasillos de la Facultad con el objetivo de reconstruir las historias de vida pero también los sucesos, debates teóricos, discusiones políticas, las luchas populares y sociales que se dieron en el marco de la Universidad de Buenos Aires entre 1966 y 1983. Este Archivo estará entonces en constante creci-miento teniendo como eje central las implicancias del Terrorismo de Estado y las historias de vida de los detenidos desaparecidos y asesina-dos que transitaron la misma. Hasta el día de hoy ya llevamos recabadas más de 30 entrevistas las cuales serán incorporadas a este Archivo y puestas al mismo tiempo a disposición de los investigadores junto con el resto de la documentación recabada.

Para la recuperación de la información, el Archivo Oral contará con una base de datos en la cual se registren los datos del entrevistado así como su vínculo con el compañero desaparecido o bien la relación con la institución durante el período abordado. Este auxiliar descriptivo contará además con un breve resumen de la entrevista, que permita al usuario detectar los principales temas abordados en la entrevista y una

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enumeración de las personas nombradas en la misma a fin de simplifi-car las búsquedas realizadas por los usuarios. De esa manera, se podrá asociar la entrevista oral con las historias de vida de los compañeros detenidos desaparecidos, con el período temporal específico y con la vida dentro de la Facultad en su conjunto. En la misma base de datos se indicarán datos de carácter técnico, tales como la fecha o fechas en la cual fue obtenida la entrevista, la duración de la misma, quién fue el entrevistador, si la entrevista es en audio o en video y si se cuenta con una transcripción.

El Archivo Oral fomentará en todos los casos que la accesibilidad a las entrevistas sea total y por ello, es indispensable que todos los testimonios sean acompañados por una expresa autorización del entrevistado en la cual se acepta dar publicidad a la mencionada entrevista.La información para confeccionar la base de datos en la cual se cataloguen las entrevistas, estará plasmada también en otras dos herramientas en soporte papel:

• Ficha de datos personales que completa el entrevistador antes, durante o al final de la entrevista

• Formulario de autorización del entrevistado

En ambos casos, aunque contemos con la información volcada al catálogo se guardarán también los instrumentos en soporte papel. El Archivo planea realizar principalmente grabaciones digitales de audio que serán guardadas en formato Mp3; en el caso de realizarse una entrevista audiovisual, la misma será almacenada en formato Mp4. Todas las entrevistas serán guardadas en el Servidor del Centro de Documentación y, además habrá una copia de resguardo en un disco rígido externo. Todo el material recabado, tanto sean las entrevistas como los documentos digitalizados serán tratadas de la misma manera al ser incorporadas al Centro de Documentación, y serán archivadas y puestas a la consulta con la misma reglamentación. La intención de la recolección es entonces conformar un instrumento abierto y a disposición de futuras investigaciones por lo que nuestra pretensión se inscribe en la realización de una búsqueda sistemática y exhaustiva del total del universo de entrevistas posibles.

ConcluyendoSi bien nuestra tarea se inició en el año 2006, ella retoma de todos

modos experiencias previas. Los antecedentes que podemos mencionar son: la “Semana de la Resistencia” de mayo de 1984 –organizada por el Cefyl y apoyada por diversas agrupaciones políticas–, durante la cual se puso una placa recordatoria de estudiantes y docentes desaparecidos y asesinados; la creación de la Cátedra Libre de Derechos Humanos que hoy nos alberga, en 1994; la colocación de una nueva placa en 1995 con 99 nombres relevados a esa fecha; la formación de la Comisión Voces, que en el año 2000 inició una investigación para completar la lista y la reconstrucción de algunas historias de vida; la realización en mayo de 2001 de las “Jornadas por la Memoria, la Verdad y la Justicia en homenaje a los desaparecidos de Filosofía y Letras” –junto al Cen-tro de Estudiantes, esta Cátedra Libre y la Cátedra Abierta de Estudios Americanistas–, cuando se pintó el mural que hoy se encuentra debajo del actual. Todos jalones que nos preceden y dan base a este trabajo.

Nuestro proyecto viene a insertarse en el esbozo previo de estas cuestiones de la misma manera que intenta a la vez profundizar esas experiencias. De igual manera al partir y considerar cada una de ellas se construye asimismo en un trabajo colectivo que revaloriza a este as-pecto como uno de los ejes centrales del Proyecto. En consecuencia, definimos que tres son los ejes fundamentales sobre los que se apoya nuestra tarea:

•Relevamiento y digitalización de las series documentales que se encuentran en los Archivos de la Facultad de Filosofía y Letras (legajos personales, actas de examen, fichas académicas, registros de tesis de licenciatura, reglamentaciones, resoluciones del Consejo Directivo o de las intervenciones al mismo, documentación de los departamentos, etc.). Conformación de una base de datos que permita la accesibilidad a los mismos, así como también la posibilidad de compartirlo con otras instituciones.

•Reconstrucción de la Facultad de Filosofía y Letras desde la concepción de “Memoria histórica”: no se trata de “memoria a secas”, ni de un repaso de hechos o un simple devenir historicista. Hablamos de “memoria histórica” entendiéndola como un

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movimiento que se despliega hacia el pasado para producir herramientas de análisis y acciones ligadas con el presente.

•Carácter “colectivo”, puesto en juego no tanto centrado en los mo-mentos de trabajo y producción, sino en las formas en que bus-camos desplegar nuestra propuesta. Un espacio pensado como ámbito de encuentro y “puesta en común”. Esta idea va mas allá de las paredes de nuestra Facultad, intenta proyectarse hacia la Uni-versidad de Buenos Aires y el resto de las universidades nacionales argentinas. Para ello pensamos, para empezar, en la propuesta de unificar criterios técnicos y metodológicos con las Facultades de Ciencias Sociales y de Psicología, así como también con el resto de la Universidad de Buenos Aires, e intentar un camino de relaciones con otras Universidades, buscando acuerdos y colaboraciones mu-tuas para futuros trabajos conjuntos.

Como desarrollamos en el cuerpo de la presente comunicación, hemos concluido ya la primer parte de lo planificado, nuestro camino ahora es justamente recuperar esa “vida institucional”. Nuestro objetivo se centra en este segundo paso en el rescate de esa memoria histórica a la que hacíamos referencia, en la reconstrucción integral de la memoria de la Facultad de Filosofía y Letras. Para ello la Historia Oral es nuestra aliada incondicional. Ella, como herramienta nos brinda la posibilidad de poder deconstruir la historia oficial y construir esa nueva historia. Una nueva historia de la FFyL-UBA pero al mismo tiempo también una nueva historia de cada uno de los que pasaron por ella durante el período que abordamos y, por qué no también una nueva historia para los que hoy en día transitamos aún sus pasillos.

Vale tal vez la aclaración: nuestro abordaje no es ingenuo. La experiencia que presentamos en esta oportunidad está sesgada por nuestras subjetividades, como todos los estudios históricos, pero es además claramente un compromiso político. Un compromiso con nuestros compañeros, con la historia de nuestro país y fundamental-mente con la idea de hacer justicia. Relevar las voces silenciadas por tanto tiempo no es para nosotros otra cosa más que hacer justicia. Y es nada más y nada menos que el compromiso que creemos debe tener la historia como disciplina.

Coloquio: la Liga Comunista 23 de septiembre como problema histórico: el método y la memoria histórica

El programa de la Liga fue expresión de la lucha contra el capital-ismo en los años setenta y como tal tiene sus límites y sus virtudes. Así lo señaló el maestro Arturo Alonzo profesor-investigador de la Escuela Nacional de Antropología e Historia en la ponencia titulada Memoria e Historia. La falsa neutralidad del positivismo presentada en el marco del Coloquio La Liga Comunista 23 de Septiembre como problema Histórico: El Mé-todo y la Memoria Histórica que tuvo lugar los días 23 y 24 de junio en el Auditorio I de la Unidad Iztapalapa de la UAMI

Este evento organizado por los historiadores Angel Escamilla Rodríguez y el doctor Enrique Canudas reunió a periodistas, investiga-dores y exmilitantes estudiosos de este tema de la historia reciente de México. En esta actividad se dieron a conocer las diferentes problemáti-cas teóricas y metodológicas que enfrentan los historiadores actuales para reconstruir la historia de esta y otras organizaciones del México en los años setentas del siglo XX, así como testimonios de exmilitantes de la Liga Comunista 23 de Septiembre fundada hace 40 años.

Alonzo, especialista en historia de México en el siglo XX, señaló que es frecuente que al referirse a la Liga Comunista 23 de Septiem-bre proliferen los calificativos negativos -sobre todo de quienes fueron miembros del extinto Partico Comunista Mexicano- y no los estudios serios sobre su vertiente programática y su actividad política. Dijo que esta organización que reivindicó el leninismo fue una expresión de lo que se conoció a fines del siglo XX como La Nueva Izquierda o Iz-quierda no Tradicional para diferenciarla del Partido Comunista y su antecedente inmediato fue la Organización Partidaria donde se gestó su programa político.

Señaló que el programa político de la Liga refleja una ruptura de la izquierda mexicana y el alejamiento de los jóvenes militantes de la izquierda tradicional ubicada principalmente en el Partido Comunista Mexicano. Informó que el PCM se fractura sobre todo a partir de 1958 cuando en opinión de algunos de sus militantes, fue incapaz encabezar la lucha de los trabajadores, a partir de ahí vendrán varias escisiones la primera de ellas encabezada por José Revueltas. En este proceso de rup-turas, dijo, un momento clave será la Reunión Nacional de la Juventud

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Comunista realizada en 1970 cuando Raúl Ramos Zavala, uno de los fundadores de la Liga, encabezará la disidencia interna y romperá con el PCM .

Este coloquio inició con la conferencia magistral de periodista Laura Castellanos egresada de la UAM-Xochimilco quien presentó el texto Recogiendo pedazos de la historia: La Liga Comunista 23 de Septiembre. Acto seguido dio inicio con la mesa Orígenes y Escenario el doctor Enrique Condés Lara, historiador e investigador de la Universidad de Puebla con la ponencia Orígenes y Contexto de la Liga Comunista 23 de Septiembre, continuó el licenciado Manuel Aguilar Mora, docente de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México quien ofreció Una visión crítica fraternal de la 23, y concluyó la mesa el maestro Fernando Octavio Hernández de la UAMI quien presentó Una visión general sobre la Guerra Fría en América Latina

Archivos e Historia fue el tema de la segunda mesa en la que par-ticiparon: el doctor Sergio Arturo Sánchez de la Universidad de Sinaloa con el texto Violencia Política en Sinaloa. El caso de los Enfermos de la UAS: 1972-1978, continuó el doctor Alberto Guillermo López Limón histo-riador de la Comisión de la Verdad del Estado de Guerrero quien se re-firió a la Problemática en torno a las Fuentes y Archivos para reconstruir la Ver-dad Histórica de la Guerra Sucia en el Estado de Guerrero; Pequeños hallazgos: Un cuestionamiento a la versión echeverrista fue la ponencia del historiador Ángel Escamilla, egresado de la UAMI y finalmente, la participación del maestro Arturo Alonso de la ENAH.

En la mesa relativa a la Propuesta y Teoría de la Liga participó el exmilitante Eladio Torres y el maestro Arturo Alonzo que abordaron los aspectos organizativos y los límites y virtudes del programa de la Liga Comunista, respectivamente. De igual forma participaron con su testimonio los exmilitantes Álvaro Mario Cartagena y José Luis Esparza quienes se refirieron a su actividad política y a la detención por parte de las fuerzas policiacas, respectivamente.

En este coloquio también se presentó el libro Estudiantes en Ar-mas. Una historia política y cultural del movimiento estudiantil de Los Enfermos, escrito por el doctor Sergio Arturo Sánchez Parra, historiador y docente de la Universidad de Sinaloa por parte de los historiadores Edna Ovalle y Ángel Escamilla.

A lo largo de este evento se mostró que los estudios sobre el tema de las organizaciones político-militares mexicanas apenas comienza, sin embargo, se realiza cada vez más por parte de historiadores y otros profesionales de las ciencias sociales interesados en la historia social del siglo XX en México.

eDna ovalle roDríguez, Universidad Autónoma Metropolitana Iztapalapa

Informe sobre el Primer Encuentro de la Red Ibero-americana de Resistencia y Memoria

28 y 29 de junio de 2013 – Lisboa

Llevado a cabo los días 28 y 29 de junio de 2013 en la Facultad de Humanidades de la Universidad Nueva de Lisboa, el Primer Encuentro de la Red Iberoamericana de Resistencia y Memoria reunió a colegas de América Latina y la Península Ibérica en dos jornadas que sirvieron para dar cuenta de los avances en investigación en materia de revisión del pasado reciente a ambas orillas del Atlántico. Además de los numerosos colegas españoles y portugueses, de América Latina participaron colegas de Argentina, Brasil, Colombia, México y Uruguay cuyos trabajos primordialmente se centraron en aspectos relacionados con las memorias de las distintas dictaduras que asolaron el continente en los años 60 y 70.

De los fructíferos intercambios una asamblea de los asistentes acordó la concreción de la Red Iberoamericana de Memoria y Resistencia y se debatió acerca de cómo dar continuidad al Primer Encuentro celebrado en Lisboa por lo que se resolvió entre otras cuestiones:

1) La organización del Encuentro de manera bianual intercalando los espacios geográficos a un lado y otro del Atlántico.

2) Se acordó que el próximo encuentro sería en 2015 en América Latina, por lo que la historiadora uruguaya, Clara Aldrighi

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postuló a Montevideo como sede de la mencionada reunión académica.

3) Se acordó continuar discutiendo algunos aspectos de continuidad de la Red entre los que se destacan la incorporación por invitación de nuevos miembros, la publicación conjunta sea de libros o revistas científicas, tanto digitales como en papel, la construcción de un sitio web que permita entre otras cosas, fortalecer los intercambios entre los miembros de la Red.

4) Finalmente se acordó posibilitar la publicación de una selección de los trabajos presentados en este Encuentro, luego de su correspondiente evaluación.

Normas de publicaciónHistoria, Voces y Memoria es la Revista del Programa de Historia Oral, Instituto Inter-disciplinario de Estudios e Investigaciones de América Latina, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. Publica artículos de investigación, reseñas biblio-gráficas, comunicaciones y ensayos de discusión científica vinculados con temas de memoria e historia oral. Se aceptan trabajos en lengua española, portuguesa e inglesa. Los trabajos para publicación deben ser enviados por correos:

Dr. Pablo A. PozziDirectorPrograma de Historia OralFacultad de Filosofia y LetrasUniversidad de Buenos AiresPuán 480, 4º piso, oficina 452C1406CQJ – Buenos Aires, Argentina

Con una copia enviada por archivo attacheado a Programa Historia Oral:[email protected]

Normas de publicación

1. Los manuscritos que se sometan a evaluación para ser publicados deberán ser preferente-mente inéditos. También pueden aceptarse originales o traducciones de artículos aparecidos en publicaciones de poca difusión en el Cono Sur de América Latina, que el Comité Editorial considere importantes y relevantes en el campo de la historia oral. Todo artículo o comunica-ción recibida será evaluado por el Comité Editorial que podrá referirlo a evaluación externa. Las evaluaciones externas serán realizadas por dos personas idóneas que serán seleccionadas por el Comité Editorial. Esta publicación depende de la Subsecretaría de Publicaciones y del Consejo Editor de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires cuyo dictamen y opinión son determinantes y finales en cualquier evaluación.

2. Cada trabajo debe presentarse con una copia electrónica en CD o vía e-mail en programa Word, RTF o ASCII y dos copias impresas en papel carta, mecanografiado en una carilla a doble espacio y en hojas numeradas. Si hubiera cuadros, gráficos o mapas, éstos se incluirán en hojas separadas del texto. Las notas de los artículos deben presentarse al final. No se reciben manuscritos de más de 60.000 caracteres con espacios y notas incluidas.

3. El trabajo debe acompañarse con un abstract o sumario en español e inglés de no más de diez (10) renglones. Asimismo se precisarán entre 3 y 5 palabras claves en español e inglés.

4. Las notas deben enumerarse correlativamente al final del trabajo. Las referencias biblio-gráficas deberán contener los datos correspondientes en el siguiente orden: i. Si son libros:Nombre y apellido del autor. Título en itálica o bastardilla. Lugar, casa editora y fecha de edición; volumen, tomo, etc.; número(s) de página(s) [pág.] (en caso que corresponda).

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Ellen Meiksins Wood. The retreat from class. A new ‘true’ socialism. Londres: Verso Books, 1986, pág.97.

ii. Si son artículos de revistas:Nombre y apellido del autor. Título del artículo entre comillas. Título de la revista en itálica o bastardilla; volumen, número, año. Lugar, fecha de edición; número(s) de página(s) (en caso que corresponda).

Daniel �ames. "The Peronist Left, 1955-1975". Journal of Latin American Studies, Vol. 8, Nº 2. Londres, noviembre 1976.

iii. Si son artículos de libros:Nombre y apellido del autor. Título del artículo entre comillas; en nombre y apellido del compilador/editor/coordinador. Título del libro en itálica o bastardilla. Lugar, casa editora y fecha de edición; volumen, tomo, etc.; número(s) de página(s) [pág.] (en caso que corres-ponda).

Stuart Hall. "Notas sobre la deconstrucción de 'lo popular'"; en Raphael Samuel (ed.). Historia Popular y Teoría Socialista. Barcelona: Crítica, 1984.

iv. Si son entrevistas:a. Si la transcripción fue realizada por el mismo entrevistador:Entrevistado. Fecha y lugar de la entrevista. Entrevistador.

Julián Ostrovsky. Entrevista realizada el 11 de diciembre de 1996 en la Ciudad de Buenos Aires. Entrevistador: Adriana Kornblihtt.

b. Cuando hay más de un entrevistado:Antonio Espósito y Raúl Gómez. Entrevista realizada el...

c. Si la transcripción no fue realizada por el entrevistador:Entrevistado. Fecha y lugar de la entrevista. Entrevistador. Transcriptor.

Oscar Pijuán. Entrevista realizada el 24 de septiembre de 1996 en Lanús (Provincia de Buenos Aires). Entrevistador: Laura González. Transcriptor: Jorge Martínez.

d. Si la entrevista forma parte del acervo de un Archivo Oral:Entrevistado. Fecha y lugar de la entrevista. Entrevistador. (Transcriptor, si no fuera el entrevistador). Nombre del Archivo. Referencia de la entrevista.

Alberto Lais. Entrevista realizada el 11 de diciembre de 1996 en Villa Maipú (Pro-vincia de Buenos Aires). Entrevistador: Daniel Plotinsky. Archivo Oral del Archivo Histórico del Cooperativismo de Crédito. Entrevista Nº 30.

En todos los casos, puede agregarse algún dato del entrevistado que ayude a contextualizar su testimonio:

Danilo Gobbi. Dirigente de Caja de Crédito Bahiense Cooperativa de Crédito Ltda. (Bahía Blanca, Provincia de Buenos Aires). Entrevista realizada el 15 de diciembre de...

e. En caso que el entrevistado no autorice a publicar su nombre, se lo registrará con sus iniciales o alguna otra referencia que lo identifique en el contexto del trabajo en cuestión.

J.C. Entrevista realizada el 15 de.... oEntrevistado 1. Entrevista realizada el....oDocente, 57 años. Entrevista...

5. En general no se acepta bibliografía en artículos. En caso excepcional y de ser necesario, la bibliografía irá al final del artículo y se hará en orden alfabético siguiendo las normas establecidas anteriormente.

6. Toda palabra extranjera utilizada en el texto debe ir en itálica o bastardilla.7. Todo trabajo deberá contener, en hoja aparte, los datos personales del o de la autor(a), in-cluyendo teléfono, dirección de correos, y dirección de correo electrónico. Asimismo, deberá traer un breve resumen del currículum del autor de no más de media página (15 renglones).8. Será rechazado sin recurrir a evaluación todo trabajo presentado que no se someta a las normas de publicación.

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