Estados Unidos y la dictadura militar en Guatemala: el derrocamiento de Miguel Ydígoras Fuentes en...

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1 Estados Unidos y la dictadura militar en Guatemala: el derrocamiento de Miguel Ydígoras Fuentes en 1963 1 En memoria del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán, Presidente precursor de la democracia en Guatemala (1951-1954) Julio César Pinto Soria Universidad de San Carlos de Guatemala Los antecedentes del golpe militar A finales de marzo de 1963 el coronel Enrique Peralta Azurdia encabezó un golpe militar que derrocó al entonces presidente de Guatemala, el general Miguel Ydígoras Fuentes (1958 1963). El golpe estaba en el ambiente desde las revueltas populares de marzo y abril de 1962, 2 que entonces estuvieron a punto de arrojar del poder a Ydígoras. 3 En los momentos álgidos de la crisis el golpe fue considerado por sectores del ejército, por los partidos de la derecha y por las cámaras empresariales. Víctor Manuel Gutiérrez, un alto dirigente del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), el partido de los comunistas guatemaltecos, registró el hecho: “En tanto que la oposición reaccionaria, que comprende a la camarilla del Partido Revolucionario, al Partido Demócrata Cristiano de Guatemala y al Movimiento de Liberación Nacional, los dos últimos partidarios que fueron de Castillo Armas, consolidan su unidad con vistas al derrocamiento de Ydígoras...” 4 La dispersión y las rivalidades en las fuerzas anticomunistas, incluyendo al ejército, dejaron entonces el golpe a medio camino. Al final no hubo golpe de Estado, pero sí un gabinete militar que cooptó la gestión administrativa de Ydígoras. Con excepción del Ministerio de Relaciones Internacionales , en manos de Jesús Unda Murillo, un oscuro anticomunista, todos los Ministerios quedaron en manos de militares. 5 Ydígoras, despojado de su poder, se convertiría prácticamente en una figura decorativa del ejército. El golpe de todos modos no fue descartado, sino pospuesto, esperando un momento oportuno al interior del ejército, una constelación propicia para los distintos intereses en juego. Peralta, Ministro de la Defensa de Ydígoras, permanecería la figura clave, desde entonces decidido ya a dar el zarpazo. Durante marzo y abril no se había sentido seguro de su liderazgo, al igual que él otros 1 Publicado en: García Ferreira, Roberto. (Coordinador), Guatemala y la guerra fría en América Latina 1947-1977. Guatemala: CEUR, USAC, 2010, pp. 173-205 2 Pinto Recinos, Ricardo Alberto, “El derrocamiento de Ydígoras Fuentes en 1963”. La Ermita Año 8 número 30 (abril junio 2003), p. 33. 3 “Marzo y Abril del 62 Jornadas Populares”. Ensayos / Testimonios / Fotografías. Revista Universidad de San Carlos No. 1 (1997), pp. 3 94. 4 Gutiérrez Garbín, Víctor Manuel, Guatemala contra Ydígoras. Guatemala: Asociación de Estudiantes Universitarios “Oliverio Castañeda de León”, 1984, p. 10. Este documento fue escrito probablemente poco después de las gestas populares de marzo y abril de 1962. 5 Villagrán Kramer, Francisco, Biografía política de Guatemala: Los pactos políticos de 1944- 1970. Guatemala / Costa Rica: FLACSO, 1993, p. 370. Buttrey, Jerrold S, The Guatemalan Military, 1944- 1963. An Interpretative Essay. Manuscrito. The University of Texas at Austin , 1967.

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Estados Unidos y la dictadura militar en Guatemala: el derrocamiento de Miguel Ydígoras Fuentes en 19631

En memoria del Coronel Jacobo Arbenz Guzmán,

Presidente precursor de la democracia en Guatemala (1951-1954)

Julio César Pinto Soria

Universidad de San Carlos de Guatemala Los antecedentes del golpe militar A finales de marzo de 1963 el coronel Enrique Peralta Azurdia encabezó un golpe militar que derrocó al entonces presidente de Guatemala, el general Miguel Ydígoras Fuentes (1958 – 1963). El golpe estaba en el ambiente desde las revueltas populares de marzo y abril de 1962,2 que entonces estuvieron a punto de arrojar del poder a Ydígoras.3 En los momentos álgidos de la crisis el golpe fue considerado por sectores del ejército, por los partidos de la derecha y por las cámaras empresariales. Víctor Manuel Gutiérrez, un alto dirigente del Partido Guatemalteco del Trabajo (PGT), el partido de los comunistas guatemaltecos, registró el hecho: “En tanto que la oposición reaccionaria, que comprende a la camarilla del Partido Revolucionario, al Partido Demócrata Cristiano de Guatemala y al Movimiento de Liberación Nacional, los dos últimos partidarios que fueron de Castillo Armas, consolidan su unidad con vistas al derrocamiento de Ydígoras...”4 La dispersión y las rivalidades en las fuerzas anticomunistas, incluyendo al ejército, dejaron entonces el golpe a medio camino.

Al final no hubo golpe de Estado, pero sí un gabinete militar que cooptó la gestión

administrativa de Ydígoras. Con excepción del Ministerio de Relaciones Internacionales,

en manos de Jesús Unda Murillo, un oscuro anticomunista, todos los Ministerios quedaron en manos de militares.5 Ydígoras, despojado de su poder, se convertiría prácticamente en una figura decorativa del ejército. El golpe de todos modos no fue descartado, sino pospuesto, esperando un momento oportuno al interior del ejército, una constelación propicia para los distintos intereses en juego. Peralta, Ministro de la Defensa de Ydígoras, permanecería la figura clave, desde entonces decidido ya a dar el zarpazo. Durante marzo y abril no se había sentido seguro de su liderazgo, al igual que él otros

1 Publicado en: García Ferreira, Roberto. (Coordinador), Guatemala y la guerra fría en América

Latina 1947-1977. Guatemala: CEUR, USAC, 2010, pp. 173-205

2 Pinto Recinos, Ricardo Alberto, “El derrocamiento de Ydígoras Fuentes en 1963”. La Ermita Año 8

número 30 (abril – junio 2003), p. 33. 3 “Marzo y Abril del 62 Jornadas Populares”. Ensayos / Testimonios / Fotografías. Revista Universidad de

San Carlos No. 1 (1997), pp. 3 – 94. 4 Gutiérrez Garbín, Víctor Manuel, Guatemala contra Ydígoras. Guatemala: Asociación de Estudiantes

Universitarios “Oliverio Castañeda de León”, 1984, p. 10. Este documento fue escrito probablemente

poco después de las gestas populares de marzo y abril de 1962. 5 Villagrán Kramer, Francisco, Biografía política de Guatemala: Los pactos políticos de 1944- 1970.

Guatemala / Costa Rica: FLACSO, 1993, p. 370. Buttrey, Jerrold S, The Guatemalan Military, 1944-

1963. An Interpretative Essay. Manuscrito. The University of Texas at Austin , 1967.

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altos oficiales soñaban también con el poder.6 Por ejemplo, el coronel José González Batres, Jefe de la Fuerza Aérea, quien a finales de noviembre de 1962 encabezaría un frustrado levantamiento militar contra Ydígoras.

El factor aglutinante, que presionaría un año después a dar el golpe, fue la

amenazante participación del ex presidente Juan José Arévalo en las elecciones presidenciales que debían celebrarse a finales de 1963. Arévalo había sido el primer presidente del período revolucionario (1945 – 1951) que inauguró la Revolución guatemalteca de 1944, abortado diez años después con la intervención estadounidense que derrocó al coronel Jacobo Arbenz Guzmán (1951 – 1954). 7

El temor que Arévalo ganara las elecciones y retomara el abortado proyecto

reformista del 44 planteó decisiones radicales en los distintos sectores de la derecha guatemalteca, puso en su lugar las piezas de la trama golpista. En este ambiente, combinando ambiciones por el poder y liderazgo anticomunista, Peralta ejerció cada vez más su hegemonía. La mayor parte del ejército coincidía que el golpe militar era la única manera de detener a Arévalo.8 Lo mismo pensaban partidos de la derecha como el Movimiento de Liberación Nacional(MLN) y las distintas gremiales del sector empresarial. También la alta jerarquía de la Iglesia católica. Una pieza decisiva en la constelación golpista era Estados Unidos, desde tiempo atrás descontento con el gobierno de Ydígoras.

El ex presidente Arévalo y el ejército

El golpe que encabezaría Peralta fue apoyado por militares partidarios de una

línea dura anticomunista, cuya formación se puede rastrear a lo largo de la década revolucionaria (1944 – 1954) hasta el levantamiento militar del 13 de noviembre de 1960 contra el gobierno de Ydígoras. También a través de militares emblemáticos, desde el coronel Francisco Javier Arana, ex triunviro de la Revolución de 1944, muerto en 1949 en una trama golpista, el coronel Carlos Castillo Armas, que encabezó la intervención norteamericana de 1954, los coroneles Élfego H. Monzón, los hermanos Francisco y Trinidad Oliva, etc. Y la nueva camada de militares anticomunistas conocida como el “grupo de Zacapa”, que destaca desde el golpe de Peralta (1963 – 1966),9 la presidencia de Julio César Méndez Montenegro (1966 – 1970), hasta las dictaduras militares de los años posteriores: el coronel Carlos Arana Osorio (1970 - 1974), el general Kjell Laugerud García (1974 – 1978) y el general Romeo Lucas García (1978 – 1982). Todos ellos militares sanguinarios y genocidas.

6 Ebel, Roland H., Misunterstood Caudillo Miguel Ydígoras Fuentes and the Failure of Democracy in

Guatemala. Tulane Studies in Political Science and University of America, Inc. Lanham. New York.

Oxford, 1998, p. 249 y siguientes. 7 Gleijeses, Piero, La esperanza rota. la revolución guatemalteca y los Estados Unidos, 1944 – 1954.

Guatemala: Editorial Universitaria, 2006.

8 Embajada Americana. Guatemala. A la Secretaría de Estado. Despacho 551 del 12 de marzo de 1963.

Se trata de un memorando de la conversación sostenida en la embajada norteamericana con el informante

Arturo Peralta, hermano de Enrique Peralta Azurdia. Para la traducción de los documentos

desclasificados se contó con el apoyo de Karina Méndez, del Instituto de Investigaciones Políticas y

Sociales (IIPS) de la Escuela de Ciencia Política. 9 McClintock, Michael, The American Connection. Volume 2.: State Terror and Popular Resistence in

Guatemala. London and New Jersey: Zed Books LTD., 1985, p. 83.

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El derrocamiento del levantamiento del 13 de noviembre de 1960, de cuyo aplastamiento emerge Peralta como Ministro de la Defensa, fue un momento culminante en la formación de este grupo militar anticomunista. La derrota de los alzados culminó con la purga de muchos militares jóvenes, descontentos con la situación del país, con el papel del ejército en la vida nacional, algunos de ellos izquierdistas: "Casi el 40 % de mi promoción estaba fuera del Ejército antes de ascender al grado inmediato superior; en las mismas circunstancias, sino peores, estaban las promociones 56, 57 y 58, también el grupo representado por los ex cadetes del 2 de agosto [de 1954]..." 10

Tres años después del levantamiento los militares del 13 de noviembre seguían

teniendo seguidores dentro de la institución armada. Se sabía, por ejemplo, que Luis Turcios Lima y Marco Antonio Yon Sosa, levantados en armas desde entonces contra Ydígoras, pernoctaban en ocasiones en la Base Militar de Zacapa, en el oriente del país, escenario del movimiento guerrillero de los años sesenta.11 Estas solidaridades y simpatías militares reflejaban hondos descontentos en el ejército y hacían temer un levantamiento de parte de oficiales jóvenes con inquietudes democráticas. Adelantarse a este grupo, considerado de tendencia radical, habría sido uno de los objetivos del golpe militar de Peralta.12

Según un autor, a principios de 1963 existían tres fuerzas en pugna al interior del ejército guatemalteco: a) las que apoyaban a Ydigoras, b) las que mantenían nexos con el ex presidente Arévalo y, c) las que toleraban a Ydígoras, siempre y cuando evitara el retorno de Arévalo a la presidencia.13 Arévalo, un hábil político, buscó ganarse al ejército, prometió luchar por su autonomía institucional, etc.,14 y si tuvo algún apoyo castrense, éste se encontraba entre los militares descontentos que menciona Pinto Recinos. Los cabecillas del 13 de noviembre habían pensado establecer un gobierno “al estilo del de Arévalo”. La separación del movimiento del coronel Carlos Paz Tejada se debió – se dice - a que se le consideraba un arbencista.15

El anticomunismo se había fortalecido al interior el ejército en los últimos años, adoptado cada vez más como su ideología frente aquellos que supuestamente buscaban su desaparición como institución. La sustitución del ejército batistiano por milicias populares, como había hecho la Revolución Cubana, parecía justificar estos temores que despertaba también la figura de Arévalo. Eduardo Taracena de la Cerda, miembro del Movimiento de Liberación Nacional (MLN) y antiguo secretario privado de Castillo Armas, informó a la embajada norteamericana, el 5 de noviembre del 62, que Arévalo contaba

10

Gramajo Morales, Héctor Alejandro, De la guerra... a la guerra. Guatemala: Fondo de Cultura Editorial,

1995, p. 458. El 2 de agosto de 1954 se registró en la ciudad de Guatemala un levantamiento de cadetes

contra la intervención estadounidense ocurrida en junio de ese año. 11

Macías, Julio César, La guerrilla fue mi camino. Epitafio para César Montes. Guatemala: Editorial Piedra

Santa, 1997. 12

Pinto Recinos, “El derrocamiento de Ydígoras”, p. 34. 13

Ebel, Misunterstood Caudillo, p. 237. 14

Arévalo, Juan José, Escritos complementarios. Guatemala: Cenaltex, Ministerio de Educación, 1988, pp.

355 - 356. 15

de León Aragón, Óscar, Memorias de un estudiante del 44. Guatemala: Editorial Universitaria, 2003, pp.

178 – 179.

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efectivamente con “algunos partidarios” en el ejército, pero que lo que predominaba era rechazo por las tendencias comunistas que se le atribuían.16

Es decir, a pesar de las divisiones, el grueso de la oficialidad le temía al

“comunismo” de Arévalo.17 Se le acusaba de la muerte del coronel Arana, de ser contrario al ejército, a lo que conllevaba cierto tono beligerante de Arévalo frente al ejército.18 En la víspera de su retorno hasta se fundó un Comité de Defensa de las Fuerzas Armadas. 19 A principios de 1963, como Ministro de la Defensa, obviando prácticamente a Ydígoras, Peralta había advertido que el ejército no permitiría: "... que ninguna persona sindicada como responsable directa o indirectamente con la muerte del coronel Francisco Javier Arana (acaecida el 19 de julio de 1949) llegue a la presidencia".20 El ejército, y Estados Unidos, eran entonces los principales obstáculos que enfrentaría Arévalo en la lucha por la presidencia, obstáculos que inútilmente trató de sortear.

El ejército había sido desde siempre el soporte de las tiranías en Guatemala.

Después de 1944, a pesar del triunfo de la Revolución de Octubre, se le seguía considerado el origen último del poder. Arévalo, para contrarrestar este poder, se apoyó en Arbenz, un militar de prestigio con simpatías entre los militares jóvenes, pero sin el poder del grupo que encabezaba el coronel Francisco Javier Arana, representante de los intereses tradicionales. Arana murió en una trama complotista, lo que permitió mayor control sobre el ejercito, aunque las fuerzas que lo apoyaban permanecieron vivas, esperando el momento oportuno. Arévalo, quien con el apoyo de Arbenz sobrevivió a una treintena de intentonas militares, recuerda en las memorias su relación conflictiva con el ejercito: "... la naciente reacción dentro del mismo ejército que blandía el argumento de que mi socialismo era incompatible con la tradición militarista del país. De todo ello fue brotando un `motín` antiarevalista en los cuadros superiores de la institución".21

La relación conflictiva con el ejercito, soterrada, se mantuvo viva durante la

presidencia de Arbenz. Salió a luz con la invasión norteamericana de 1954, cuando se le acusó de querer eliminar al ejército, suplantarlo por milicias populares.22 El rumor antimilitarista era parte de la conspiración de Estados Unidos contra el gobierno de Arbenz. Daniel James, el intelectual norteamericano que contribuyó a elaborar la leyenda negra de la Guatemala comunista, aseguró que el PGT, siguiendo el modelo de la China maoista, tenía planeado crear en el departamento de Escuintla un ejército campesino, que después marcharía sobre las ciudades.23 Ya a principios de 1953, el Newsweek había

16

Embajada Americana. Guatemala. A la Secretaría de Estado. Despacho A – 283. Noviembre de 1962.

Se trata de un memorando de la conversación sostenida en la embajada con Taracena de la Cerda el 5 de

noviembre de 1962. 17

Buttrey, The Guatemalan Military, p. 30. 18

Manuel Colom Argueta y Adolfo Mijangos López, políticos social demócratas, encontraban

contraproducente la actitud confrontativa que mantenía Arévalo frente al ejército y Peralta.

Comunicación personal de Francisco Villagrán Kramer.

19 Buttrey, Canción del Cuartelazo, p. 27.

20 Villagrán Kramer, Biografía política, p. 373.

21 Arévalo, Juan José, El Candidato Blanco y El Huracán 1944-1945. Escritos Autobiográficos. Guatemala:

Editorial Académica Centroamericana, S.A., 1984, pp. 610-611. 22

Villagrán Kramer, Biografía Política, p. 129 y siguientes. 23

James, Daniel, Red Design in the Americas: Guatemalan Prelude (1954). Citado por: Rey, Julio Adolfo,

“Revolution and Liberation: A Review of Recent Literature on the Guatemalan Situación”. Hispanic

American Historical Review XXXVIII, No. 2 (Mayo 1958), p. 240.

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informado que el PGT contaba con “tropas de asalto armadas en cada ciudad, pueblo y aldea”, y que “hordas de indios armados” estaban ocupando las fincas en todo el país. 24

Silvert consideró el proyecto revolucionario guatemalteco como el intento de crear

un sistema de partidos y organizaciones que fueran la base de un país moderno, de una sociedad civil fuerte como contrapeso al tradicional predominio del ejército: “La supremacía de las fuerzas armadas en la política interna ha sido desafiada frontalmente por otros cambios cuya importancia potencial no puede sobreestimarse. El crecimiento de una colección de partidos políticos...y el desarrollo de las agrupaciones laborales y capitalistas han creado organizaciones nacionales capaces de formular y expresar una oposición a un régimen completamente militar, lo que anteriormente ni siquiera hubieran sido capaces de reconocer”.25

El proyecto revolucionario fracasó dejando tras si una creciente crisis institucional,

un orden social cada vez más precario, que en poco tiempo le permitiría al ejército convertirse en el garante del status quo. Según Cruz Salazar, durante la caída de Arbenz, justificando la traición militar, al ejército le había tocado: ”solventar una situación política caótica”. 26 En este ambiente de inestabilidad, con la bandera del anticomunismo utilizada para derrocar a Arbenz, el ejército se convertiría en el verdadero poder del país, capaz de gobernar, de enfrentar situaciones que los civiles habían provocado o eran incapaces de controlar. Así explicó Cruz Salazar la creciente importancia del ejército en la vida política guatemalteca: “... la profusa participación militar en los asuntos de la vida nacional, ya fuera por razones de manifiesta incapacidad civil o por la dependencia que la autoridad constituida aceptó por propia conveniencia, especialmente en aquellos casos en que el Poder político no supo enfrentarse debidamente a las situaciones políticas precarias...”27

En este medio de “manifiesta incapacidad civil”, la vocación mesiánica del militar

guatemalteco, un hombre “cuyos destinos están íntimamente ligados a la subsistencia de la patria”,28 afloraría con toda su fuerza y encontraría en el mesianismo anticomunista, visceral, sangriento, su expresión más acabada. Los márgenes de autonomía del ejército continuaron creciendo, el ejército actuó cada vez más por cuenta propia, dejando atrás su antigua función de simple instrumento de mandatarios tiranos. c

Las situaciones caóticas se repetirían en el futuro, afirmándose la posición del

ejercito como la institución del orden. En 1957, con el asesinato de Castillo Armas, a la cúpula militar le tocó decidir la crisis de la sucesión presidencial. 29 Durante marzo y abril de 1962 sucedió algo similar. De cada una de estas situaciones de crisis la “unidad granítica” del ejercito saldría fortalecida, donde el golpe del 63 constituye un momento culminante. En el futuro los militares sortearían situaciones “caóticas” sin mayores dificultades, sobre todo sin tener que recurrir a los civiles. A partir de 1963, hasta la firma de la paz en 1996, en una u otra forma, el ejército gobernaría en Guatemala.

24

Gleijeses, La esperanza rota, p. 320.

25 Silvert, Kalman H., Un estudio de gobierno: Guatemala. Guatemala: Seminario de Integración Social

Guatemalteca, 1969, p. 95. 26

Cruz Salazar, José Luis, “El ejército como una fuerza política”. Estudios Sociales 6 (Abril 1972), p. 88. 27

Ibid, p. 74. 28

Ibid, p. 90. 29

Villagrán Kramer, Biografía política, p. 304.

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Los intereses detrás del golpe militar del 63

El año corrido de marzo y abril de 1962 a la fecha del golpe militar había mostrado

claramente que el ejército estaba en capacidad de gobernar sin necesidad de los civiles. Los políticos civiles de la derecha, Mario Sandoval Alarcón, Mario Méndez Montenegro, etc., estaban también de acuerdo con la función dirigente que asumiría el ejército. Por ello, además del apoyo del ejército, Peralta también contaría con las camarillas políticas del Movimiento de Liberación Nacional (MLN), del Partido Revolucionario (PR), de la Democracia Cristiana (DC), y con el sector empresarial. Y, para rematar, con la Iglesia católica, encabezada por el archianticomunista Mariano Rossell Arellano, arzobispo de Guatemala desde 1939.

Desde principios de 1960 los tres partidos mencionados habían suscrito un Pacto

Secreto con el fin de enfrentar la “peligrosidad” institucional que le atribuían al gobierno ydigorista. Después de los años de persecución del castilloarmismo, con su política de “borrón y cuenta nueva”, Ydígoras había abierto espacios para los perseguidos y descontentos, lo que fue visto por la derecha como peligroso, algo que podía llevar a la toma del poder por los “comunistas”. 30 Así lo afirmaba el Pacto Secreto de 1960: "el actual gobierno se ha significado por su ineptitud en el manejo de los negocios públicos, poniendo en grave peligro las instituciones democráticas garantizadas por la constitución de la república y colocando al país al borde de un colapso socioeconómico, propicio para el desarrollo del comunismo".31 La candidatura presidencial de Arévalo vino a alimentar esta visión tremendista sobre el país, una situación que sólo podía detener un golpe militar.32

Para los sectores empresariales el golpe militar eliminaba la candidatura

presidencial de Arévalo, la amenaza del retorno del comunismo; pero, además, eliminaba a Ydígoras, quien desde 1959 venía amenazando con un impuesto sobre la renta. Castillo Armas (1954- 1957), fiel servidor de sus intereses, también se había ganado la antipatía del sector empresarial cuando quiso tocar sus intereses fiscales.33 Para la Iglesia católica, convertida en un partido anticomunista más por el arzobispo Rossell Arellano, el golpe era también la única forma de mantener incólume el status quo, peligrosamente amenazado por la apertura política de Ydigoras.

John O. Bell, el embajador de Estados Unidos en Guatemala, era quien en

resumidas cuentas había detenido hasta el momento el golpe militar. Temía que conllevara a la división del ejército, a un caos que resultara beneficiando a los comunistas.

Como John Peuriofy - el diplomático criminal que con la CIA orquestó el derrocamiento de Arbenz -, Bell era el típico embajador de la Guerra Fría, temeroso de que la caída de Ydígoras desembocara en un gobierno popular, para él automáticamente comunista.34 A lo largo de 1962, ante el creciente descontento político y social, su mayor preocupación era que se repitieran los levantamientos populares que en marzo y abril habían sacudido

30

Pinto Soria, Julio César, “El dilema de la democracia en Guatemala: ubicando a Miguel Ydígoras

Fuentes”. Política y Sociedad, Instituto de Investigaciones Políticas y Sociales Escuela de Ciencia

Política No 40. (Año 2002), pp. 93- 107. 31

Citado por Villagrán Kramer, Biografía Política, p. 356. 32

Ebel, Misunterstood Caudillo , p. 240. 33

Pinto Soria, Julio César, El Estado y la violencia en Guatemala (1944 – 1970). Guatemala: Centro de

Estudios Urbanos y Regionales –CEUR-, Universidad de San Carlos de Guatemala, 2004. 34

Ebel, Misunterstood Caudillo, p. 249.

7

al país.35En marzo y abril, ante la posible caída de Ydígoras, fuerza militar estadounidense había permanecido alerta en Panamá; de todos modos, para mayor seguridad, fueron enviados dos destructores a las aguas del golfo de Honduras.36

Si Bell hasta entonces había detenido el golpe, a partir de enero de 1963, después

que el presidente Kennedy diera su aprobación, 37 se convertiría en uno de sus principales orquestadores. La otra figura clave era desde luego Peralta. Desde siempre había sido un anticomunista rematado, destacando entre los militares que le dieron la espalda a Arbenz. En agosto de 1953 una fuente lo ubica informando diligentemente a la embajada norteamericana sobre el control riguroso que mantenía la institución armada sobre los líderes comunistas.38

Conocido entre sus compañeros de armas como "el pollino", Peralta se había

caracterizado como un militar oscuro, con la tendencia a pasar desapercibido. Así ocultaba las enfermizas ansias por el poder, el hombre ambicioso que en realidad era. Desde la década revolucionaria, tras bambalinas, venía ejerciendo influencias. Según un autor, Peralta fue uno de los militares a quien Arbenz sondeó para encabezar el levantamiento militar de 1944.39 Lo cierto es que estuvo siempre cerca del poder, que éste lo atraía como la llama a la mariposa. Lo reconoció en una ocasión ante la embajada norteamericana, cuando se refirió a sus sueños secretos por la presidencia durante las campañas electorales de 1944 y 1950.

En las elecciones de 1957, después del asesinato de Castillo Armas, Peralta fue

considerado como candidato presidencial por la Democracia Cristiana, el Partido de Unificación Anticomunista (PUA), y otros partidos menores. Su candidatura fue desechada en favor del coronel José Luis Cruz Salazar.40 Éste militar, uno de los miembros de la Junta que sucedió a Arbenz en el poder, era el candidato de los Estados Unidos, para cuya campaña electoral le proporcionaron medio millón de dólares.41 Las elecciones del 57 fueron anuladas. Los liberacionistas, a través del fraude electoral, quisieron imponer como presidente a Miguel Ortiz Pasarelli, el antiguo Ministro de Gobernación de Castillo Armas, lo que provocó la ira popular. En la repetición del evento electoral, a principios de 1958, que terminó ganando Ydígoras, la candidatura de Peralta volvió a mencionarse de parte del MDN y el PUA.42 Ydígoras, a cambio de su retiro de la campaña, le ofreció el Ministerio de Agricultura, cargo que ocupó hasta el levantamiento del 13 de noviembre de 1960, cuando por su papel relevante en su aplastamiento pasó a dirigir el Ministerio de la Defensa.

35

Embajada Americana. Guatemala. CA – 236. Plan de Defensa Interior para Guatemala. 36

Figueroa Ibarra, Carlos, Paz Tejada, Militar y Revolucionario. Guatemala: Editorial Universitaria, 200,

p. 357. 37

Arévalo, Escritos, p. 111. 38

Handy, Jim, Revolution in the Countryside. Rural Conflict & Agrarian Reform in Guatemala, 1944-1954.

Chapel Hill: The University of North Carolina Press, 1994, p. 189. 39

Pinto Recinos, “El derrocamiento de Ydígoras”, p. 35. 40

“Los Partidos Políticos y el Estado Guatemalteco desde el 44 hasta nuestros días”. Política y Sociedad

Reimpresión Número Extraordinario Abril 1978 (Año 1999), p. 37. Cospin, Miguel Angel, Ydígoras

Fuentes ante la faz de sus contemporáneos. México: Talleres de B. Costa – Amic, 1970, p. 313. 41

Figueroa, Paz Tejada, p. 326. 42

“Los Partidos Políticos”. Ebel, Misunterstood Caudillo, p. 98.

8

Peralta volvió a emerger como posible candidato presidencial en 1962. Según un documento desclasificado de este año, Peralta veía en las elecciones de 1963 la última oportunidad para llegar a la presidencia. En las tres ocasiones anteriores, en 1944, 1950 y 1957, no se había sentido del todo seguro, como afirmó. Ahora, en 1962, lo estaba. Sin embargo, en la convención del Partido Redención de Ydígoras, celebrada a principios de

1963, su precandidatura fue rechazada en favor del empresario Roberto Alejos Arzú.43 Esto exacerbó los resentimientos de Peralta contra Ydígoras, lo acicateó a dar el golpe. Las ambiciones de Peralta se verían al final colmadas con el golpe de 1963, aunque no para siempre. En 1978 volvería intentar el ascenso a la presidencia, esta vez a través de la contienda electoral.

Por esta carrera política, marcada por la tortuosidad y la traición, Peralta sería

visto por los allegados a Ydígoras como un hombre enigmático, de “mente satánica”, un “resentido político y castrado mental”.44 Sin embargo, por su posición clave dentro del ejército, Peralta había salvado al régimen ydigorista en sus distintas crisis políticas, como con el levantamiento del 13 de Noviembre. La de marzo y abril de 1962, al encabezar el gabinete militar que debía cuidar que Ydígoras culminara su período presidencial - el lobo de nuevo cuidando las ovejas -, reafirmó su poder dentro del ejército. Después del golpe, según relata Flores Avendaño, Peralta justificó su deslealtad frente a Ydígoras con el argumento de que: “... el general no se dejó ayudar”; es decir, no impidió la candidatura de Arévalo, por consiguiente, tuvo “que actuar”.45

A Peralta nunca le simpatizaron las sociedades pluripartidistas, la contienda

electoral, campo donde fue un fracasado. El rechazo a los regímenes democráticos se remontaba a los tiempos de la dictadura ubiquista, cuando fungió como Jefe Político y Comandante de Armas en Totonicapán. Mientras otros funcionarios y militares terminaron rechazando la dictadura, Peralta la vio como un modelo para gobernar. Admiró la relación entre “orden” dictatorial y fachada legalista, el control del poder a través de un partido único, como lo hacía Jorge Ubico (1931 – 1944) y antes Estrada Cabrera (1898 – 1920). Por ahí iban los intereses de Peralta. A Ubico le permaneció fiel. A mediados de 1963, en uno de sus actos como gobernante, repatrió sus restos con honores militares.

La crisis de marzo y abril de 1962

La crisis de marzo y abril de 1962 fue en muchos sentidos bastante similar a la

que culminó con la caída de la dictadura de Ubico en 1944. El movimiento popular contra la dictadura se inició a principios del año, coincidiendo e inspirado en los principios libertarios de las luchas contra el fascismo alemán. También fue influyente la caída de la dictadura del general Maximiliano Hernández Martínez en El Salvador, en abril de 1944,

el movimiento que desconcertó a Ubico 46 y alentó a militares como Arbenz en los afanes conspirativos. Con altibajos, encabezado por el estudiantado y los maestros,47el movimiento guatemalteco se extendió por casi cinco meses, donde destacan los

43

Cospin, Ydígoras Fuentes, p. 353. 44

Cospin, Ydígoras Fuentes, p. 355. 45

Flores Avendaño, Guillermo, Memorias (1900-1970). Dos tomos. Guatemala: Editorial del Ejército,

1974, tomo II, p. 503. 46

Gleijeses, La esperanza rota, p. 22. 47

De estos dos sectores saldrían los partidos más importantes de la década revolucionaria, Renovación

Nacional (RN), considerado el partido de los maestros, y el Frente Popular Libertador (FPL), el partido de

los estudiantes.

9

momentos culminantes de la renuncia de Ubico a principios de julio y la caída de Ponce Vaidez, el 20 de Octubre. Cerrando el ciclo revolucionario, “14” estudiantes formarían parte del levantamiento cívico – militar que finalmente, desde la Guardia de Honor, provocó la caída de la dictadura. Como escribió orgulloso uno de los estudiantes un año después: ”la universidad se había unido al Ejército”.48

El movimiento popular antiydigorista de principios del 62 tuvo características

similares. El movimiento, encabezado por el estudiantado - donde la secundaria tendría ahora un papel central -, se inició a finales de febrero y se extendió por más de dos meses. Como en el 44, alimentado por un fuerte descontento popular capitalino, el movimiento terminó planteando la renuncia de Ydígoras, la implantación de reformas socioeconómicos. Según la embajada norteamericana, de la Revolución de Octubre a la fecha, el movimiento antiydigorista era el más peligroso que conocía el país. Tan era así, que la embajada temía que pudiera repetirse, debido al creciente descontento de los sectores populares, de la clase media – sobre todo el estudiantado –, también golpeada por la crisis. Todo esto en medio de la frustración general que había dejado la intervención norteamericana de 1954. La capital, por otro lado, reflejaba el malestar prevaleciente a lo largo y ancho del país. 49

Continuando con las comparaciones, el 20 de Octubre del 44 fue la culminación

de un movimiento cívico – militar encabezado por oficiales progresistas como Arbenz, por civiles y estudiantes que se atrincheraron en la Guardia de Honor, que se confundieron con la tropa rebelde en los combates sostenidos en las calles y avenidas de la capital. La chispa que unió a militares progresistas y a estudiantes rebeldes quedó encendida desde entonces. El 13 de noviembre del 60 universitarios y militares jóvenes volvieron a estrechar filas: “... se había logrado juntar en el proyecto a la juventud militar con la universitaria, como se había hecho en 1944”.50 De esta efervescencia revolucionaria surgirían figuras míticas de la protesta social, como Luis Turcios Lima y el Chino Marco Antonio Yon Sosa, antiguos rangers convertidos en jefes guerrilleros, junto a universitarios

como Manuel Colom Argueta y Edmundo Guerra Teilheimer, todos ellos caídos en la vorágine de sangre que vivió Guatemala después de 1954.

El derrocamiento de Arbenz dejó una profunda frustración que abarcaba a los

sectores medios y populares, como también a miembros del ejército, heridos en sus sentimientos nacionalistas, frustrados por no haber peleado contra el invasor. El levantamiento de los Cadetes del 2 de agosto del 54, el “Día de la Dignidad Nacional”, intentonas como el 13 de noviembre de 1960, son producto de este descontento general. Algunas intentonas militares estaban alimentadas por profundas inquietudes sociales y nacionalistas, como la de enero de 1955, encabezada por el coronel Francisco Cosenza Gálvez:“... un digno sustituto del coronel Arbenz, quien por su pasado nos infundía absoluta confianza”.51 Otras, simplemente sedientas de poder, nadando en el río revuelto del caos político. El golpe de Peralta neutralizaría o acabaría con estos militares descontentos. Así se forjó, en torno al anticomunismo de militares como Peralta, la famosa “unidad granítica” del ejército guatemalteco de la segunda mitad del siglo XX.

48

de León Aragón, Memorias, p. 304. 49

Embajada Americana. Guatemala. Despacho 629. Plan para la Defensa Interior de Guatemala. 50

de León Aragón, Memorias, p. 179. 51

Ibid, p. 145.

10

Las protestas populares de marzo y abril, lo que no sucedió en 1944, terminaron desbordando la ciudad capital, se extendieron a ciudades importantes del interior como Quetzaltenango y Escuintla. En la capital el desbordamiento causó pavor en los sectores tradicionales, pues las masas populares, inspiradas en la Cuba revolucionaria y socialista, entonces “territorio libre de América”, declararon varios barrios capitalinos "territorios libres", lugares donde el gobierno había perdido el control. Militantes de izquierda quisieron retomar las tradiciones cívico militares del 44. El levantamiento guerrillero de Concuá, de marzo de 1962, en la Baja Verapaz, denominado Movimiento 20 de Octubre y encabezado por el coronel Carlos Paz Tejada, un militar de Octubre, iba en esta dirección. 52

La crisis de marzo y abril estaba emparentada con los objetivos revolucionarios de

1944, pero también con el fracaso del 54, lo que la revestía de rasgos más agudos, planteando exigencias socioeconómicas y políticas que permitieran enfrentar la crisis a fondo, salir del atolladero en que había hundido la ambigüedad de Ydígoras con su apertura de espacios políticos, corrupción y fraude electoral.53 La solución de la crisis debía permitir retomar el camino de la democracia, la liberación económica y la dignidad nacional, sólo que ahora, para algunos sectores, en una perspectiva socialista, como planteaba la Revolución Cubana. En el otro extremo estaban los que defendían el sistema a sangre y fuego, que no permitían la menor de las reformas. En este medio, exacerbado por la paranoia anticomunista, la oligarquía, el ejército y los Estados Unidos se unirían en la defensa de un régimen caduco, más oprobioso e injusto que nunca. Arévalo, retomando la bandera de las reformas de Octubre, creyó tener la solución.

Arévalo busca la presidencia

El ex presidente Juan José Arévalo venía destacando como líder popular desde el

54, cuando fustiga la intervención norteamericana con encendidos escritos y la denuncia a lo largo del continente.54 Al contrario de Arbenz, quien se consideraba y lo consideraban el principal responsable de la caída de la Revolución, Arévalo se sentía con nuevos bríos, capaz de retomar la bandera del 44. En la correspondencia que sostiene con Cardoza por estos años campea este entusiasmo: “Cartas de Charnaud MacDonald y de Cardoza y Aragón me indicaban la necesidad de que yo me trasladara a México para actuar como jefe de la emigración. Estando Arbenz en México ellos habían admitido que la `bandera` de la revolución guatemalteca quedaba caída y que Arbenz ya no tenía autoridad para levantarla...Un poco más adelante el propio Arbenz me envió un mensaje valiéndose de otra persona, en el que me decía que si yo tomaba la jefatura de la emigración, él, Arbenz, se ponía a mis órdenes como soldado”. 55

Arévalo, envalentonado por intelectuales como Cardoza,56 asumiría la dirección

del derrotado movimiento octubrista guatemalteco. Cardoza había hecho un balance

52

Figueroa, Paz Tejada, p. 365. 53

“Marzo y Abril del `62 Jornadas Populares”. 54

García Ferreira, Roberto, “`El caso de Guatemala`: Arévalo, Arbenz y la izquierda uruguaya, 1950-

1971”. Mesoamérica 49 (2007), pp. 25 - 58. 55

Arévalo, Escritos, p. 37. 56

El 23 de octubre de 1959 Cardoza le escribe a Arévalo: “Puedes ser el catalizador que reúna nuestras

dispersión, nuestra diáspora. Tú tarea es primordial”. En el mismo tono le venía escribiendo desde 1954.

En adelante Cardoza y Aragón y Arévalo. Correspondencia del exilio, 1954 – 1967, a publicarse

próximamente por la Editorial Universitaria de Guatemala.

11

elogioso de la presidencia de Arévalo,57 la que calificó de Seis años de primavera en el país de la eterna tiranía,58 que quedaría en el imaginario popular guatemalteco como la década primaveral en el país de la eterna dictadura. Arévalo, según Cardoza, reunía las condiciones para reconquistar Guatemala, “país ocupado” por Estados Unidos.59 Su liderazgo, sin embargo, tenía que abarcar a todas las fuerzas políticas descontentas, es decir, Arévalo debía frenar sus tendencias anticomunistas, como le advirtió en varias oportunidades.60 La correspondencia, y la amistad, se interrumpiría en los años sesenta cuando Arévalo asume abiertamente posiciones anticomunistas.

En la medida que Guatemala se hunde en la crisis y la frustración crecería la

popularidad de Arévalo. Las reformas implantadas durante su gobierno, el Seguro Social, el Código de Trabajo, etc., constituían los principales logros de los sectores populares a lo largo de su historia. A principios de 1963, en las vísperas del retorno de Arévalo, la embajada norteamericana comentó molesta que en Guatemala existía:“un nostálgico como pervertido recuerdo de que las cosas eran mejores durante su régimen”.61 Con un tono populista y ególatra, a Arévalo le gustaba hacer gala de su popularidad. En 1959, en Cuba, recién triunfada la Revolución, declaró que regresaría a Guatemala y que sería recibido con la misma euforia que Napoleón a su retorno de la Isla de Elba.62

Pasaría algún tiempo antes de que Arévalo entrara de lleno al ruedo político, que

sería a partir de la muerte de Castillo Armas, a mediados de 1957, y de la elección presidencial de Yígoras, el año siguiente. Es a principios de 1962 que Arévalo se radica en México, para desde aquí organizar la campaña presidencial del 63. Las gestas populares de marzo y abril del 62 lo retuvieron el resto del año en México, desde donde siguió los acontecimientos con ojo avizor. Dio la consigna de apoyar al gobierno de Ydígoras, de oponerse al golpe militar que le cerraba el paso a la presidencia, como realmente sucedió.

En marzo de 1963, en campaña por la presidencia, siempre desde México, dio a

conocer una Carta Política, que por su ambigüedad fue recibida con escepticismo por sus seguidores. Ya a finales de 1961 había anunciado que el arevalismo podía: “... ir a una entente con el ydigorismo”.63 Por esta actitud frente a Ydígoras Arévalo sería calificado de oportunista por sectores de la de izquierda. La derecha, por su lado, lo acusaría de maquiavelismo: “Fue el clásico intelectual medio que gusta coquetear con el filo mismo de la revolución proletaria, de cuyos elementos se sirve y a cuyos elementos se debe más tarde”.64

57

Cardoza y Aragón, Luis, “El Gobierno del Presidente Juan José Arévalo”. Revista de Guatemala, 1.

Segunda Época (Guatemala, abril-junio de 1951), pp. 7-40. 58

Así inicia su prefacio al libro de Enrique Muñoz Meany: El Hombre y la encrucijada. Guatemala:

Tipografía Nacional, 1950. 59

“El problema es reconquistar Guatemala, liberarla. Hoy es un país ocupado. Y tu puedes tener un gran

papel, acaso el más valioso de tu vida”. Carta de Cardoza a Arévalo del 22 de agosto de 1958. 60

“No desesperes por injusticias, incomprensiones, molestias calculadas o simples idioteces para

provocarte y ver si te lanzas por el despeñadero del `anticomunismo`”. De la misma carta del 22 de

agosto de 1958. El 20 de diciembre de 1958 Arévalo le responde a Cardoza que es “inmune” al

anticomunismo. 61

Embajada Americana. Plan de Defensa Interior para Guatemala. 19 de marzo de 1963. 62

Ebel, Misunterstood Caudillo, p. 183. 63

Villagrán Kramer, Biografía política, p. 361. 64

Heredia, Manuel D., Atención, Guatemala. (El General Ydígoras Fuentes y la realidad histórica de

Guatemala). Madrid: Editorial Prensa Española, S.A., 1962, p. 121.

12

El eclecticismo, o la ambigüedad para los políticos, era una de las características

del pensamiento político y filosófico de Arévalo, en alguna forma corriendo parejas con los altibajos de su carrera política: “El socialismo ´espiritual` de Arévalo es un conjunto de posiciones amalgamadas en un todo expositivo, en el que, como el propio Arévalo dice, se notan los precedentes de las filosofías clásicas y sin que este socialismo `espiritual` dé de sí una concreción precisa..., no dando base, en ningún momento, para entender ni definir una línea clara de la conducta política”.65

Durante su gobierno Arévalo había dado muestras de anticomunismo, un

anticomunismo especial, ni beligerante ni represor, más que todo doctrinario, como se refirió José Manuel Fortuny,66 un alto dirigente del PGT. En 1947 expulsó del país a políticos de esta tendencia, pero después permitió su retorno.67 Había actuado, además, bajo la presión de Elfego Monzón, su Ministro de Gobernación,68 el coronel anticomunista que tuvo un papel decisivo en la caída de Arbenz.69 En una oportunidad, el Departamento de Estado le presentó listas de supuestos comunistas en puestos importantes del gobierno, que debían ser vigilados y destituidos, a lo que Arévalo se negó en forma rotunda.70 Sin embargo, en la medida que la Guerra Fría agudiza la polarización entre comunismo y anticomunismo, Arévalo tendió al segundo polo. Sobre todo a partir de la década de los sesenta, cuando el retorno a la presidencia fue cada vez más posible y el san benito comunista era un acompañante molesto.

En los afanes por la presidencia, tratando de borrar el estigma comunista que le

había etiquetado Estados Unidos y la derecha guatemalteca,71 Arévalo se distanciaría en forma pública de la Revolución cubana y de Arbenz. Llegó a asegurar que el coronel Francisco Javier Arana, muerto en 1949 en un complot militar contra su gobierno, había sido su amigo hasta el último momento, y que el responsable y beneficiado por el hecho había sido Arbenz. 72 Esto no se lo creyó nadie. Los acontecimientos de julio de 1949 estaban todavía frescos, cuando Arbenz, entonces su Ministro de la Defensa, lo había salvado en más de una ocasión del derrocamiento. 73

Arévalo no logró quitarse el señalamiento comunista, al menos no entonces. Flores

Avendaño lo acusó de presentarse como “arcangélica figura”, pero que era un comunista

65

Ibid, p. 118. 66

Flores, Marco Antonio, Fortuny: un comunista guatemalteco. Guatemala: Editorial Universitaria

/Editorial Oscar de León Palacios, 1994, pp.174-175. 67

Silvert, Un estudio de gobierno, p. 168. 68

Cruz Salazar, “El ejército como una fuerza”, p. 90. 69

Sierra Roldán, Tomás, Diálogos con el coronel Monzón. Guatemala: Editorial San Antonio, 1958. 70

Cullather, Nick, PBSUCCESS La operación encubierta de la CIA en Guatemala 1952 – 1954.

Guatemala: AVANCSO, 2002, p. 15. 71

“El calificativo de ´comunistas´ y de ´agentes al servicio de Moscú´, había caído sobre todos nosotros,

indiscriminadamente, por el delito de haber iniciado una revolución democrática en un país feudal”.

Arévalo, Escritos, p. 116, 72

Ibid, p. 130. Buttrey, Jerrold S, Canción del Cuartelazo. The Guatemalan Coup of 1963 Manuscrito, The

University of Texas at Austin, 1966, p. 30. 73

Pellecer, Carlos Manuel, Arbenz y Yo. Guatemala: Artemis & Edinter, 1997, p. 83. El mismo Arévalo

confirma el papel relevante de Arbenz defendiendo su gobierno: Arévalo, Juan José, Despacho

Presidencial. Obra Póstuma. Guatemala: Editorial Oscar de León Palacios, 1998, p. 399. También:

Vilanova de Arbenz, María, Mi esposo, el presidente. Guatemala: Editorial Universitaria, 2000, p. 41.

13

a quien el pueblo guatemalteco le daría su merecido.74 Para la oligarquía guatemalteca entre arevalismo y arbencismo no habían diferencias. El segundo simplemente había sido continuación del primero:“... Arévalo no sólo no interfería las actividades comunistas, sino que, posteriormente, se apoyó en significados elementos del partido, para lo cual tuvo que cooperar a la expansión de los comunistas criollos y abrir las puertas de Guatemala de par en par a los extranjeros”.75 En síntesis, arevalismo y arbencismo era la misma fuerza que había introducido el comunismo en Guatemala.

Las continuidades entre los gobiernos de Arévalo y Arbenz eran ciertas, como

también la amistad, la identificación entre ambos. Arévalo se distanciaría después de Arbenz, de las posiciones de izquierda, pero hasta principios de los sesentas lo que destaca es la identificación. En el tiburón y las sardinas, escrito en 1956,76

compara a Arbenz con José Madriz Rodríguez, quien en 1910 se vio obligado a renunciar a la presidencia en Nicaragua para evitar la intervención militar de Estados Unidos. Arbenz, como Madriz Rodríguez, son para Arévalo dos héroes, dos victimas del imperialismo estadounidense. En su libro Guatemala: la democracia y el imperio,77 escrito en los días del derrocamiento de Arbenz, culpó a Estados Unidos de ser el autor de la Guerra Fría, de

la cual la Unión Soviética, como los demás países, era una simple víctima.78 A principios de 1959 le escribió a Cardoza que América Latina necesitaba gobernantes con mentalidad “latinoamericanista”, no políticos “proyanqui”. 79

Al decreto 900 sobre la Reforma Agraria de Arbenz, considerada el parteaguas

entre los dos gobiernos, 80 Arévalo solamente le criticó convertir al Presidente de la nación en la autoridad judicial superior que decidía aspectos controversiales a la hora de su aplicación.81 Al dejar la presidencia, en su calidad de Embajador Extraordinario Plenipotenciario sin sede de Guatemala, se mostró orgulloso del proceso revolucionario guatemalteco, de haber sido el primer presidente latinoamericano que se atrevió a declarar persona “non grata” a un embajador estadounidense.82 En 1951, recién dejada la presidencia, escribió a su paso por la Argentina: ”Para Perón y sus líderes la extraordinaria importancia que atribuían a Arévalo era el haber sido el primer presidente en el Mar Caribe que gobernó sin someterse a Washington”.83

A la caída de Arbenz Arévalo se unió a la amplia campaña de denuncia

antiimperialista, que dio por resultado una treintena de libros, donde destacan el de Guillermo Toriello84 - el más brillante según Aldo Rey–, el de Cardoza,85 el Week – End en Guatemala de Asturias, entre otros. Se trataba de mostrar la responsabilidad de

74

Flores Avendaño, Memorias, tomo II, p. 417. 75

Heredia, Atención, Guatemala, p . 120. 76

Arévalo, Juan José, Fábula del Tiburón y las Sardinas. América Latina estrangulada. Tercera Edición.

México, D.F.: Editorial América Nueva, 1956. 77

Arévalo, Juan José, Guatemala: la democracia y el imperio. Buenos Aires: Editorial Renacimiento, 1955. 78

Rey, “Revolution and Liberation, p. 243. 79

Carta de Arévalo a Cardoza del 31 de enero de 1959. 80

Gleijeses, La esperanza rota, p. 493. 81

Arévalo, Escritos, p. 23. 82

Ibid, p. 11. 83

Ibid, Escritos, p. 14. 84

Toriello Garrido, Guillermo, La Batalla de Guatemala. Guatemala: Editorial Universitaria, 1997. La

primera edición es de 1955. 85

Cardoza y Aragón, Luis, La Revolución Guatemalteca. Guatemala: Editorial del Pensativo, 1994. La

primera edición salió en México en 1955.

14

Estados Unidos en el derrocamiento de Arbenz, negada sistemáticamente después del 54;86 como también contrarrestar la leyenda negra de la Guatemala bajo el control del comunismo internacional, una difamación cocinada por intelectuales norteamericanos pagados por la CIA y alimentada por el propagandista criollo.87 La leyenda negra tendría su segunda parte con los crímenes y arbitrariedades que se le atribuyeron al gobierno de Arbenz.88 Según Aldo Rey, nunca antes un golpe militar, como el orquestado en Guatemala, había producido tanta literatura en América Latina. La mayor parte de los escritos provenían de los derrotados y descansaban sobre bases más sólidas y articuladas. 89

Arévalo escribiría varios libros que rápidamente conocieron varias reimpresiones, 90

que destacaron por su mensaje de denuncia, “siempre antiimperialista”.91 La democracia y el imperio lo escribió durante la primera semana de la invasión de Castillo Armas y lo

concluyó el 27 de junio, el día de la renuncia de Arbenz. Fue publicado ese año en Santiago de Chile y conoció de inmediato varias reimpresiones. Como Toriello, en el derrocamiento de Arbenz Arévalo culpó al Departamento de Estado, a la Unitet Fruti Company (UFCO). La critica consideró el libro un “ataque furioso” a Estados Unidos. 92 Estos libros, las beligerantes actitudes públicas, le dieron a Arévalo fama de rematado anti norteamericano:“Por toda su obra se advierte que Arévalo es, ante todo, un antinorteamericano, a cuyo pueblo y sus instituciones detesta por estimarlas la culminación máxima del imperialismo en América”.93 Después, cuando trató de ganarse la confianza de Kennedy, estas posiciones serían un obstáculo.

En resumen, en el aciago año de 1963 Estados Unidos no tenía mayores motivos

para considerar a Arévalo un político de su confianza. Un informe de principios del año lo señala como:“antinorteamericano empedernido ...erráticamente izquierdista, ciegamente antiestadounidense”.94 Era el resultado de las criticas de Arévalo al intervencionismo norteamericano en América Latina, que en el Tiburón y las Sardinas rastrea hasta mediados del siglo XIX. También de las relaciones conflictivas durante su gobierno con Estados Unidos, que llevaron a la expulsión de un diplomático norteamericano. A la fecha, sin embargo, Arévalo había asumido por completo posiciones anticomunistas, al extremo de asegurar que él, como lo hacia entonces Ydígoras, también se habría colocado del lado estadounidense:”El actual gobierno de Guatemala se ha colocado del lado de los Estados Unidos de América. Si yo estuviera en el poder en Guatemala, yo habría hecho exactamente lo mismo”. 95

Por un buen tiempo, de la segunda mitad de 1962 al momento del golpe en marzo

del 63, Estados Unidos y Arévalo estuvieron jugando al gato y el ratón. Arévalo venía

86

Gleijeses, La esperanza rota, p. 493. 87

Samayoa Chinchilla, Carlos, El Quetzal no es rojo. México: Arana Hermanos, 1955. Hay varios libros en

el mismo tono. 88

El Calvario de Guatemala. Guatemala: Tipografía Nacional, 1955. 89

Rey, “Revolution and Liberation”, p. 239. 90

La Fábula del Tiburón y las Sardinas fue publicada en Chile en 1956; en 1960 salió en Cuba la sexta

edición. 91

Arévalo, Escritos, p. 29. 92

Rey, “Revolution and Liberation”, p. 243. 93

Heredia, Atención, Guatemala, p. 118. 94

Embajada Americana. Guatemala. CA- 236 Plan de Defensa Interior para Guatemala. 95

Arévalo, Escritos, pp. 72 -73.

15

coqueteando con Estados Unidos por lo menos desde 1960. Recién iniciado Kennedy en la presidencia, trató de ganárselo insistiendo en su distanciamiento de Arbenz, de la Revolución Cubana, en su anticomunismo. Hizo pública su admiración por los proyectos de la Alianza para el Progreso, por los nuevos políticos norteamericanos, que encabezados por su presidente, sepultaban el viejo imperialismo e iniciaban una nueva era en las relaciones con América Latina: “Por otra parte, yo antiimperialista, era un admirador del Presidente Kennedy, quien era a su vez antiimperialista”.96 Casi el retorno a la política del Buen Vecino de Roosevelt de los años cuarenta, a quien Arévalo siempre admiró, una política en la que creyó más de un revolucionario guatemalteco. Cardoza, por ejemplo, le dedicó a Roosevelt su Retorno al futuro. 97

En los coqueteos con Estados Unidos, dándole alas, Arévalo se reunió en México

más de una vez con Teodoro Moscoso, uno de los hombres de la Alianza para el Progreso, y con funcionarios del Departamento de Estado, quienes: “... vinieron a México por su propia cuenta, para aplaudir mis planes de retorno al poder”.98 Animado por estos acercamientos, Arévalo retornaría a Guatemala a finales de marzo. Se trataba, sin embargo, de la vieja política del imperio con el traspatio latinoamericano. La misma sórdida y vieja historia de siempre, que Arévalo, cegado por la presidencia, no vio o no quiso ver. Igual táctica estaba utilizando Kennedy con Ydígoras, a quien dos semanas antes del golpe todavía le ofreció todo su apoyo en Costa Rica. Tres meses atrás, sin embargo, convencido por el embajador Bell, Kennedy había ya dispuesto el derrocamiento de Ydígoras, decidiendo con ello también la suerte de Arévalo.

Ydígoras se queda solo

El golpe de 1963 se enmarca en un momento de inflexión en la política exterior

estadounidense, cuando se desechan, abonando en el sendero de las polarizaciones, las propuestas reformistas de la Alianza para el Progreso. El corte lo define la presidencia de Lyndon Johnson (1963- 1969), pero el gobierno de John F. Kennedy (1961 - 1963) había ya encaminado en tal dirección con la invasión cubana de 1961. En otras palabras, con la implantación del Estado contrainsurgente como estrategia global, Estados Unidos se inclinaba abiertamente hacia una salida derechista y militarista de la crisis guatemalteca. Según la Doctrina de Seguridad Nacional, la doctrina del imperio norteamericano durante la Guerra Fría, países subdesarrollados y “revoltosos” como Guatemala estaban mejor y más seguros bajo la férula de regímenes militares.99

En estas circunstancias, a pesar de su trayectoria como general ubiquista, del

vehemente discurso anticomunista, Ydígoras resultó un ejecutivo algo reacio y caótico para los nuevos dictados del imperio, no el sumiso Castillo Armas que siempre deseó Estados Unidos. Ydígoras, con las inquietudes democratizantes, las ambivalencias, se convertiría en un escollo para la implantación del Estado contrainsurgente con sus terribles escuadrones de la muerte. Dificultó la formación de los aparatos de inteligencia, los cursos de capacitación anticomunista y antisubversiva para el ejército y las distintas policías, etc. En otras palabras, si se quería tener éxito en las políticas contrainsurgentes,

96

Ibid, p 74. 97

Cardoza y Aragón, Luis, El Río Novelas de Caballería. México: Fondo de Cultura Económica, 1986, p.

645. 98

Arévalo, Escritos, p. 101. 99

Tapia Valdés, Jorge, “La Doctrina de Seguridad Nacional y el rol político de las fuerzas armadas”. Nueva

Sociedad Caracas, marzo / abril 1980 (47), pp. 23 – 46.

16

los militares debían asumir directamente el control del Estado. Este fue el principal motivo de la intervención norteamericana en el golpe de 1963.

En la medida que Estados Unidos se distancia de Ydígoras se acercaría al

ejército, un fenómeno de larga data y doble vía. En las postrimerías del régimen ydigorista el alto mando del ejercito, encabezado por Peralta, urgió a la embajada norteamericana por las asesorías contrainsurgentes, el adoctrinamiento anticomunista. En los meses de noviembre, diciembre de 1962 y enero del año siguiente varios equipos militares estadounidenses llegaron a Guatemala para iniciar un curso de entrenamiento antisubversivo en la fuerza aérea. Peralta, la principal figura detrás del programa, declaró que el curso se extendería al resto del ejército. 100

Los mismos programas contrainsurgentes se estaban implantado en el resto del Continente, a tono con el proceso de derechización que encabezan los ejércitos latinoamericanos. Golpes militares en Brasil y Bolivia en 1964, a los que antecede el guatemalteco, consolidaran el gorilato militar en el Continente por lo menos hasta los años ochenta. El ejército guatemalteco, formando parte de estos procesos, temeroso de su destino ante la suerte que había corrido la institución armada batistiana con la Revolución Cubana, evolucionaba a todas luces hacía un anticomunismo duro, que terminaría en sangriento. Al extremo de desechar, en la paranoia anticomunista, la alternativa populista que planteaba la presidencia de Arévalo, que pudo haber reencausado el camino de Guatemala por la democracia partidista.

Arévalo era entonces cualquier cosa menos un hombre de tendencias comunistas.

Seguía considerando a Guatemala un país semi feudal, cuyos problemas podían corregirse con un orden democrático burgués.101 El proyecto reformista de la Alianza para el Progreso encajaba en esta visión desarrollista. El pensamiento social demócrata, el evidente el distanciamiento de la Revolución Cubana, hubieran llevado a Arévalo a implantar un régimen de centro / derecha, la forma de gobierno que - según Silvert – rechazó la extrema derecha guatemalteca desde los años de la Revolución de Octubre.102 Se impondría así la línea dura anticomunista, contraria no solamente a los proyectos de la izquierda militante, sino también a las tendencias de centro derecha de la social democracia que representaban políticos como Arévalo.

A finales de noviembre de 1962, después de que el Congreso aprobara finalmente

el impuesto sobre la renta, que entraría en vigor el año siguiente, se dio un levantamiento de la Fuerza Aérea. El levantamiento, encabezado por el coronel González Batres, uno de los principales instigadores del complot durante la crisis de marzo y abril, formaba parte del proyecto militar que debía detener la candidatura de Arévalo, sólo que no logró el apoyo del resto del ejército.103 La embajada estadounidense estuvo informada sobre este golpe militar, inspirado en parte por el temor ante el arrastre popular de Francisco Villagrán Kramer como candidato de la izquierda en las elecciones municipales capitalinas de noviembre de 1962, considerado un arevalista.104

100

Embajada Americana. Guatemala. Plan de Defensa Interior para Guatemala. 19 de marzo de 1963. 101

El término era común entonces, pero era de cuño izquierdista, utilizado a menudo por el PGT. 102

Silvert, Un estudio de gobierno, pp. 158-159. 103

Ebel, Misunterstood Caudillo, p. 262 y siguientes. 104

Embajada Americana. Guatemala. Despacho. A – 283.

17

Como informó Taracena, en el intento golpista de noviembre estaban involucrados, aunque después dieron marcha atrás, además de la Fuerza Aérea, el Mariscal Zavala, la Guardia de Honor y otros cuarteles. A la fecha, según Ebel, Peralta aún no se sentía listo para darle la espalda a Ydígoras. 105 El golpe también contaba con políticos derechistas como Mario Méndez Montenegro, Mario Sandoval Alarcón y Abundio Maldonado, entre otros.106 A partir del intento de noviembre se intensificó la actividad complotista contra Ydígoras, al extremo que Peralta le condicionó la lealtad con la exigencia de que no permitiría el retorno de Arévalo, de lo contrario, como informó Bell, “ el ejército actuaría”.107

El coronel Cruz Salazar se mantuvo alejado de este complot, en compensación,

eso sí, pidió una embajada. Desde 1954, cuando traicionó a Arbenz,108 venía con este juego como máxima de su carrera política: la presidencia, fondos financieros o por lo menos un cargo diplomático.109 En 1954, en reconocimiento de que abandonaba la junta de gobierno en favor de Castillo Armas, le dieron la embajada de Washington, y una fuerte cantidad de dinero.110 No era el único que actuaba así. El coronel Juan Francisco Dubois, quien también abandonó dicha junta a favor de Castillo Armas, fue recompensado con un cargo diplomático y "... una generosa cantidad de dinero".111 A principios de 1958, por dejarle libre el camino a Ydígoras a la presidencia, Cruz Salazar exigió 180,000 dólares. No obtuvo la cantidad, pero se le garantizó un cargo diplomático. Terminó ocupando el Ministerio de Comunicaciones y Obras Públicas.

Escasamente dos semanas antes del golpe - el 12 de marzo - el licenciado Arturo

Peralta, hermano del coronel Enrique Peralta y uno de los tantos "confidentes" de la embajada norteamericana, ya lo había anunciado a ésta. En círculos militares, informó, se consideraba el golpe como la última forma de detener a Arévalo.112 Después del golpe una Junta gobernaría por un año, tiempo en que un régimen de austeridad militar impondría orden y limpiaría la escena política prohibiendo cualquier actividad de partidos políticos. En noviembre del año anterior, Taracena había presentado a la embajada información más precisa sobre la Junta que asumiría el poder al consumarse el golpe,113 que encaja mejor con el tipo de gobierno que implantó después Peralta.

A diferencia de Arturo Peralta, el grupo complotista que representaba Taracena

aseguró no necesitar de ninguna ayuda, “ni un centavo ni un cartucho”. La Junta, también con el fin de “sanear” la escena política, gobernaría por dos años, el tiempo que Peralta estuvo en el poder. Los alcaldes del país serían sustituidos por Intendentes nombrados por el gobierno, tal y como durante la dictadura ubiquista. El viejo emelenista remachó en los fines anticomunistas y represivos del golpe, completamente alineado a Estados Unidos y el “mundo libre”, en total beligerancia con Fidel Castro y la Unión Soviética. Al

105

Ebel, Misunterstood Caudillo, p. 263. 106

Embajada Americana. Guatemala. Despacho. A – 283. 107

Ebel, Misunterstood Caudillo, pp. 281. 108

Jugó un papel central en la caída de Arbenz, estuvo al lado de Peurifoy en todas las maniobras que

llevaron a Castillo Armas al poder. Gleijeses, La esperanza rota, pp. 481 - 482. 109

Embajada Americana. Guatemala. Despacho. A – 283. 110

Gleijeses, p. 482, apunta la cifra de 100, 000 dólares. 111

Dubois, Juan Francisco, La historia de un coronel. Guatemala: Centro Impresor Piedra Santa, 1996, p.

105. Dubois recibió los mismos 100, 000 dólares que Salazar. 112

Embajada Americana. Guatemala. Despacho. 551. 12 de marzo de 1962. . 113

Embajada Americana. Guatemala. Despacho. A – 283.

18

tomar el poder se aplicarían con todo rigor las leyes anticomunistas vigentes desde el 54 y se restringirían los derechos políticos y civiles. Es decir, las practicas represivas del Estado contrainsurgente, la principal preocupación de Estados Unidos en el golpe, y que Peralta y su grupo cumplirían al pie de la letra. 114

El hermano de Peralta informó que la decisión de dar el golpe se había tomado

en marzo, después de que Ydígoras decidiera apoyar la candidatura de Roberto Alejos Arzú, el empresario que había financiado su campaña presidencial en 1958. Esta decisión acrecentó el rencor de Peralta contra Ydígoras, pues la postulación de Alejos Arzú había sido a costa de la suya. A Ricardo Peralta no le quedaba la menor duda que Alejos Arzú sería fácilmente derrotado por Arévalo. El apoyo del desprestigiado gobierno ydigorista, y de su fragmentado partido Redención serían, afirmó, “el beso de la muerte” para Alejos Arzú. El empresario era un hombre desprestigiado por sus negocios "turbios", sin ninguna popularidad. En sectores del ejército era también mal visto, pues había prestado su finca Helvetia - ubicada en la Costa Sur - para el entrenamiento de las fuerzas mercenarias anticastristas derrotadas en Bahía Cochinos a principios de 1961.115

A la embajada norteamericana tampoco le agradó la decisión de Ydígoras de

apoyar a Alejos Arzú. Sobre Guatemala la embajada lo sabía todo, y estaba enterada de los negocios fraudulentos del candidato presidencial. Carlos Alejos, hermano del candidato, era el embajador de Guatemala en Washington, el principal intermediario de Ydígoras con Estados Unidos, a quien en parte se vinculaba con la incapacidad ydigorista para poner en marcha los programas de la Alianza para el Progreso. En síntesis, como aseguró la embajada, la decisión de Ydígoras colocaba a Guatemala en la infeliz disyuntiva de elegir: "...entre Arévalo [comunista] y Alejos como continuación ydigorista". Puestas así las cartas, a Estados Unidos no le quedaba otra alternativa que el golpe militar: salvaba del “comunismo” de Arévalo y ponía fin al continuismo ydigorista en la desprestigiada figura de Alejos Arzú. 116

Estados Unidos se distanciaría en forma rápida de Ydígoras, cuyo gobierno fue

calificado abiertamente de caótico, un obstáculo para los proyectos de la Alianza para el Progreso, sobre todo para los programas vinculados con la implantación del Estado contrainsurgente. El punto determinante del distanciamiento estadounidense fue la insistencia de Ydígoras en realizar las elecciones presidenciales, que nadie dudaba ganaría Arévalo. En forma irónica, la embajada atribuyó la situación embarazosa que vivía Guatemala: "al complejo democrático de Ydígoras", quien a como diera lugar quería ser siempre: "el maestro del circo político".117

La confidencia de Arturo Peralta fue vista por Bell como un mensaje del hermano,

quien en esa forma sondeaba la actitud estadounidense hacia los golpistas, el eventual apoyo financiero.118 A la fecha, informó el confidente, Peralta empezaba a sentirse inseguro en su puesto como Ministro de la Defensa, situación que agravaba unas

114

Mijangos López, Adolfo, "La constitución guatemalteca de 1965". Alero, Segunda Época No, 1

(Septiembre de 1971), pp. pp. 51 - 59. 115

Embajada Americana. Guatemala. Despacho. 551. 12 de marzo de 1962. 116

Embajada Americana. Guatemala. Despacho 236. Plan de Defensa Interior para Guatemala. 19 de marzo

de 1963. 117

Ibid. 118

Ibid.

19

recientes declaraciones "ambiguas" de Ydígoras sobre las elecciones.119 Las medidas de Ydígoras contra Arévalo tampoco convencían al ejército. Una simple orden oral, no escrita, a las compañías aéreas para que no tomarlo como pasajero a Guatemala, lo consideraba el ejército insuficiente y lo mantenía receloso.120 Se sabía, además, que Ydígoras mantenía contactos frecuentes con Arévalo. En la proclama golpista del 31 de marzo se señalaba la complacencia de Ydígoras con Arévalo, con los comunistas, “... a quines se apronta ya a entregar el mando de la nación...”121

No sólo el ejército dudaba de Ydígoras. En las últimas semanas las actitudes

ambiguas del presidente habían incrementado la desconfianza de los sectores anticomunistas del país. En más de una ocasión Ydígoras se había proclamado el campeón del anticomunismo en América Latina. Al inicio de su gobierno, por ejemplo, le aseguró a John Foster Dulles, el Secretario del Departamento de Estado, que su gestión administrativa sería totalmente anticomunista, “cinco pasos más adelante” que la estadounidense. 122 Mantuvo la palabra. Guatemala fue el primer país latinoamericano que rompió relaciones diplomáticas con Cuba. Ydígoras también puso a disposición el territorio guatemalteco para la fracasada invasión de Bahía Cochinos de principios del 61. Poco tiempo atrás, sin embargo, Ydígoras había declarado que dejaba su puesto en la vanguardia latinoamericana contra Fidel Castro para garantizar la tranquilidad de las elecciones de finales del año.123

Ydígoras permanecía el viejo anticomunista de siempre, sólo que no tan obtuso

como Peralta, sin acudir a la represión sangrienta a que recurrió Peralta y los presidentes criminales que le sucederían en el poder. La actitud democatizante era motivo más que suficiente para que el anticomunismo le diera la espalda a Ydígoras. Después de consumado el golpe, a tal extremo había llegado la aversión contra Ydígoras, el arzobispo Mariano Rossell Arellano ofició una solemne misa de acción de gracias en la catedral metropolitana en celebración de su derrocamiento.124

La embajada lamentaría después que el triunfo norteamericano hubiera sido a

costa de sacrificar una frágil democracia:“...eliminar al régimen de Ydígoras y a Arévalo no ha resuelto nuestro objetivo básico a largo plazo de promover el desarrollo de una sociedad democrática vital y progresista en Guatemala, con un gobierno que sea amistoso y coopere con los Estados Unidos. Cualesquiera que sean las ventajas inmediatas aparentes, éstas se han conseguido por medio del trastorno de la constitucionalidad y de la sustitución de uno elegido libremente por un gobierno autoritario...”125

Eran lágrimas de cocodrilo. La determinación de apoyar el golpe había sido

tomada desde enero por el propio Kennedy. La acción del ejército, por otro lado, se justificó en la incapacidad de los políticos derechistas para presentar un frente electoral

119

Embajada Americana. Guatemala. Despacho. 551. Plan de Defensa Interior para Guatemala. 120

Embajada Americana. Guatemala. Despacho 236. Plan de Defensa Interior para Guatemala. 121

Villagrán Kramer, Biografía Política, p. 379. 122

Heredia, Atención, Guatemala, p. 92. 123

Embajada Americana. Guatemala. Despacho 236. Plan de Defensa Interior para Guatemala. 124

Calder, Bruce, Crecimiento y Cambio de la Iglesia Guatemalteca 1944 – 1966. Guatemala: Editorial José

de Pineda Ibarra, 1970, p. 159. 125

Grandin, Greg (Compilación y comentarios), Denegado en su totalidad Documentos estadounidenses

liberados. Guatemala: Avancso, 200, p. 59.

20

contra la “extrema izquierda arevalista”, una de las recomendaciones de la embajada. La acusación era cierta, desde el principio, conscientes de su impopularidad – en las elecciones para la Alcaldía capitalina de noviembre de 1962 sólo obtuvieron el 20% del voto - 126 los partidos anticomunistas se aglutinaron más en torno al golpe militar que en la formación de un frente electoral antiarevalista. Se tenía la certeza de que aún uniéndose no lograrían derrotar a Arévalo.127 La candidatura de Alejos Arzu sólo vino a dificultar aún más una posible unidad entre los partidos anticomunistas.

Taracena evaluó las perspectivas electorales de la derecha guatemalteca a partir

de los resultados de las elecciones municipales capitalinas de noviembre del año anterior, que se consideraban un termómetro para todo el país. Con muy poco margen las había perdido el izquierdista Francisco Villagrán Kramer frente al candidato independiente Francisco Montenegro Sierra, apoyado por la población de las áreas marginales. Se trataba de la gente más pobre de la capital, y estos - aseguraba Taracena – votarían, como en el interior del país, sin la menor duda por Arévalo. Por consiguiente, a Arévalo sólo lo detenía el golpe militar.128

El golpe militar

A finales de marzo - el 27 - en forma subrepticia y valiente, corriendo todos los riesgos de una situación de suspensión del orden constitucional, Arévalo se presentó en Guatemala para propulsar su candidatura presidencial. Así se lo escribió al venezolano Diego Córdoba: "Me voy a cumplir la parte brava del mandato popular. La suspensión de garantías es una treta más, para impedir la borrascosa experiencia popular que iba producirse el 31 llegando yo públicamente. Entraré de todos modos. Veré si salvo la vida a manos de esta cuadrilla de delincuentes que gobierna Guatemala. Si no, habré salvado el honor de un pueblo que es todavía mucho más".129

La eminente llegada de Arévalo a Guatemala era un secreto a voces. La embajada

sabía que la esposa y los hijos se encontraban ya en Guatemala.130 Desde el 24 de marzo se había declarado el estado de sitio e implantado un riguroso control militar de las fronteras del país. Ydígoras, aparentemente, trató de evitar el arribo de Arévalo prohibiendo a las líneas aéreas que lo transportarán a Guatemala.131 Sin embargo, a través de emisarios, desde tiempo atrás había existido un intenso cabildeo entre ambos, y parece que hubo cierto arreglo con Ydígoras respecto a la llegada Arévalo. Arévalo, al final, pues consideró varías opciones, se decidió por un vuelo privado organizado por amigos y correligionarios, que lo llevaría a las cercanías de Retalhuleu,132 a relativos pocos kilómetros de la capital guatemalteca.

Ya en la capital, el 29 por la noche, en la casa de José Alfredo Palmieri, un

político cercano a Ydigoras, dio una conferencia de prensa donde hizo pública su candidatura. Fue la última señal para el ejército. El día siguiente por la noche Peralta dio el golpe, echando por tierra los sueños presidenciales de Arévalo: “El ministro, coronel

126

Villagrán Kramer, Biografía Política, pp. 371 – 372. 127

Embajada Americana. Guatemala. Despacho 236. Plan de Defensa Interior para Guatemala. . 128

Embajada Americana. Guatemala. Despacho. A – 283. 129

Cardoza, El Río, p. 730. 130

Embajada Americana. Guatemala. Plan de Defensa Interior para Guatemala. 19 de marzo de 1963. 131

Arévalo, Escritos, p. 100. 132

Ibid, p. 105 y siguientes.

21

Peralta, se convirtió en jefe de gobierno de facto. Se suspendieron las garantías constitucionales y se capturaron en el primer día unos cien arevalistas notables...¡Ya no habría elecciones! Y se ordenó que el ejército y la policía buscaran a Arévalo y lo

capturaran sin contemplaciones.¡Un derrumbe!”.133

El golpe tuvo efecto el 31 de marzo, al filo de la media noche fuerzas de la

Guardia de Honor sitiaron la Casa Crema presidencial exigiendo la renuncia inmediata de Ydígoras. El coronel Enrique López Moraga, que participó en los hechos, relata que Ydígoras se resistió al principio, echándole en cara a los golpistas que la misión del ejército no era: “...tumbar presidentes”.134Un tanque derribó entonces una de las puertas de la Casa Crema, lo que no inmutó a Ydígoras, quien respondió que resistiría hasta haberse: “...disparado el último cartucho”.Y como prueba de que iba en serio, le anunció a su esposa que esa noche se quedaba viuda. Llamó todavía a varios cuarteles, así como a los presidentes del congreso y del poder judicial, pero estos también lo habían abandonado.

Poco tiempo antes Ydígoras había asegurado que primero sería: “un presidente

muerto que un presidente destituido”.135Con un tanque frente a las narices, los golpistas le dieron todavía dos minutos. Entonces Ydígoras lo pensó mejor, y aunque no aceptó renunciar,136 dejó que lo trasladaran a la Fuerza Aérea, de donde partió hacia a Nicaragua, al exilio. Ydígoras ya había vivido momentos difíciles como los de esa noche, y la serenidad o terquedad que se le atribuye era cierta. En 1920, durante el derrocamiento de Estrada Cabrera, su terca adhesión a la dictadura estuvo a punto de costarle la vida a través del linchamiento, como la perdieron otros esbirros al servicio del tirano.137

Arévalo se informó posteriormente sobre el papel de Estados Unidos en el golpe

militar:“... en un libro de la señorita Georgie Anne Geyer Idas y venidas de nuestra política en Guatemala se denuncia que a principios de enero de 1963 se reunieron en la Casa Blanca cuatro personajes: un señor Elms, jefe de la CIA; John Bell embajador en Guatemala; Edwin Martin Saberio, del Departamento de Estado, y Teodoro Moscoso, de la AID. Al principio estuvo presente el presidente Kennedy. El embajador Bell previno a Kennedy de la inminente victoria de Arévalo, acusado de “comunista”. Moscoso defendió a Arévalo. De pronto, Kennedy los invitó a pasar a otra sala porque él tenía que recibir a varias personas. Ya sin Kennedy, por tres votos contra 1 tomaron la resolución de derrocar a Ydígoras e impedir las elecciones. Y Kennedy dio la orden de hacerlo...Bell volvió a Guatemala con ese encargo”.138 La participación norteamericana en la caída de Ydígoras es confirmada por otras fuentes. 139

133

Ibid, , p. 109. 134

“El Cuartelazo”, artículo aparecido en el Diario Miami Herald el 7 de abril de 1963. Citado en Cospin,

Ydígoras Fuentes, p. 315. 135

Heredia, Atención, Guatemala , p. 205. 136

Pinto Recinos, “El derrocamiento de Ydígoras”. 137 Arévalo Martínez, Rafael, Ecce Pericles La tiranía de Manuel Estrada Cabrera en Guatemala. Costa

Rica: EDUCA, 1982. 138

Arévalo, Escritos, p. 111. Arévalo se basa en Cospin, Ydígoras Fuentes, p. 82. 139

Ebel, Misunterstood Caudillo, p. 285. También: Vinegrad, Anna, Guatemala 1963-1970: The Limits to

Democratisation. London: Tesis inédita de Doctorado, University of London, Queen Mary and Westfield

College, 1996, p. 86. McClintock, The American Connection, p. 51.

22

Poco después del golpe, enterado de que Arévalo abandonaba la lucha política, Yon Sosa, levantado en armas contra Ydígoras desde tres años atrás, le pidió su apoyo para la causa de la guerrilla: ”Yon Sosa supo que yo me retiraba de la política, y desde las montañas de Zacapa me mandó un mensaje. Me pedía que yo hiciera declaración pública indicando a los arevalistas que se sumaran a las guerrillas. Con el mismo mensajero le envié mi respuesta: el arevalismo es una fuerza civil y no podemos tomar las armas contra el ejército. Guatemala se volvería un lago de sangre y un vasto cementerio”.140

Guatemala vivía un momento trascendental donde se estaba decidiendo la historia

de las próximas décadas, que podía ser como fue, un régimen militar que ensangrentó el país, o la opción que presentara el pueblo guatemalteco defendiendo sus derechos. No sólo Yon Sosa esperaba una reacción de Arévalo frente al golpe militar, que como el mismo percibió, determinaría la suerte de Guatemala para “muchos años". Cardoza también le reprochó no haberse apoyado en el descontento popular, en los miles de partidarios que ojos vistas lo seguían, con lo cual le pudo haberle dado otro curso a la historia guatemalteca.141 Para apoyar su posición cita al ex presidente mexicano Lázaro Cárdenas, amigo de ambos desde los tiempos de la Revolución de Octubre: "Fue y no salvó su propio honor. Comprometido a dar la vida por la libertad de Guatemala, debió quedarse y correr la suerte con sus partidarios ante la dictadura militar que estableció el propio Ydígoras en manos del coronel Peralta".142

A Arévalo se le achacó inconsecuencia, cobardía. Las razones últimas de su

comportamiento las sabría sólo el mismo. Durante su gobierno contribuyó a crear la Legión del Caribe para derrocar regímenes dictatoriales como el de Leonidas Trujillo en la República Dominicana. Recién establecida la Revolución Cubana le escribió a Cardoza que el pueblo guatemalteco también tenía derecho a recurrir a las armas para defender sus intereses. Después, tal vez asustado por la Revolución Cubana, que no sólo emprendería un rumbo socialista sino que ordenaría el ajusticiamiento de señalados esbirros del régimen bastistiano, Arévalo se distanciaría de actividades políticas que pudieran desembocar en actos de violencia. Taracena aseguró que Arévalo estaba dispuesto a recurrir a la violencia si el ejercito y Estados Unidos se empeñaban en impedirlo el retorno a la presidencia. La embajada, que conocía bien a Arévalo, que sabía que anteriormente había disuadido a sus seguidores de practicas golpistas, consideró poco probable que ahora estuviera dispuesto a “tal acción”. 143

Las vidas de Arbenz y Arévalo, independientemente de las suertes finales, Arbenz

muere en el exilio, abandonado por todos, considerando su presidencia un fracaso, la tragedia de su vida,144Arévalo en su país, reconocido y agasajado por las dictaduras militares, los oropeles y fanfarrias del poder a los que nunca fue indiferente, comparten los mismos fracasos o tragedias en que culminan los sueños por construir un nuevo país en Guatemala. Este paralelismo está presente en el 54 y en el 63. Arbenz renuncia a la presidencia para evitar el baño de sangre, “las masacres, represiones, matanzas” en que

140

Arévalo, Escritos, p. 112. 141

Cardoza , El Río, p. 728. 142

Cardoza, El Río, p. 730. 143

Embajada Americana. Guatemala. Despacho. A – 283 a la Secretaría de Estado. noviembre de 1962. . 144

Cehelsky, Marta, “Habla Árbenz”. Su juicio histórico retrospectivo. Entrevista a Jacobo Árbenz Guzmán,

por Marta Cehelsky. Suiza, 1968. Revista Alero. No. 8 – Tercera Época (septiembre Octubre, 1974), pág.

120. Gleijeses, La esperanza rota, pp. 534 - 537.

23

terminaría la invasión norteamericana si se negaba a dejar la presidencia.145 La decisión de Arbenz, como la de Arévalo años después, no evitarían el baño de sangre. Guatemala se convertiría de todos modos en "un vasto cementerio".

En la misma forma como había llegado, tomando todo tipo de precauciones, Arévalo abandonó Guatemala rumbo a Tapachula, México. Tres años después, cuando retoman la correspondencia, le escribiría orgulloso a Cardoza sobre lo que llama su más bella aventura: “Entre a Guatemala en la más bella aventura `suicida` que puedas imaginar, y volví a salir intacto a los doce días. Cumplí los compromisos contraídos como candidato y me negué a provocar una guerra civil sangrienta e inocua, porque siempre estuve seguro de que el poder volvería a manos del pueblo por vías pacíficas”.

La carta es del 12 de mayo de 1966 y julio César Méndez Montenegro el civil que

dos meses atrás había ganado las elecciones presidenciales contra el régimen militar establecido por Peralta. Arévalo auguraba que el ejercito retornaría a sus cuarteles, bajo una “poderosa acusación pública en materia de robos y crímenes”. Se equivocaba nuevamente. La presidencia de Méndez Montenegro (1966 – 1970) se convirtió en la fachada civil del ejército, que detentaría el poder las tres décadas siguientes. Las arbitrariedades del régimen militar, los robos, los miles de muertos y desaparecidos, que se incrementarían a los niveles del horror, hasta hoy nunca enfrentarían a ningún a la “poderosa acusación pública”. 146

Los significados del golpe militar

Después de consumado el golpe la embajada norteamericana informó que sus

objetivos se habían cumplido. Se había eliminado el peligro de Arévalo y se le puso fin a una historia frustrante en los trabajos de cooperación con Guatemala: “Como ha dado ciertos resultados beneficiosos inmediatos, es tentador describir el golpe militar del 30 de marzo en Guatemala como `progreso`, en términos de nuestro IDP [Programa de Defensa Interna]. Al eliminar la amenaza de que Arévalo volviera a llegar al poder por medio de las elecciones programadas para 1963, se alcanzó el objetivo principal inmediato de nuestro IDP. Asimismo, al remover a Ydígoras del poder, se puso fin a nuestra experiencia cada vez más frustrante de cooperar efectivamente con una administración tan inepta y desacreditada, para alcanzar nuestros objetivos del IDP ".147

Los frutos del golpe se mostraron de inmediato en las relaciones entre Estados

Unidos y el ejército guatemalteco. Por ejemplo en los montos de la asistencia militar. Hasta 1957 el Programa de Ayuda Militar (MAP) estadounidense para Guatemala había sido de 750 000 dólares. En enero de 1963 ascendió a 1, 667, 000, en los dos meses siguientes al golpe aumentó de manera sorpresiva a 2,524,000.148 Durante el gobierno de Peralta el ejército guatemalteco creció en cantidad como en calidad. Se le agregó la policía militar ambulante, compuesta por más de 1,000 miembros. Los comisionados militares, pieza clave en la lucha contrainsurgente, aumentaron de 300 en tiempos de

145

Del discurso de la renuncia de 1954. Flores, Fortuny, p. 238. 146

Carta de Arévalo a Cardoza del 12 de mayo de 1966. 147

Greg, Denegado en su totalidad, p. 59. 148

McClintock, The American Connection, p. 56. Adams, Richard, Crucifixion by Power: Essays on

Guatemalan National Social Structure, 1944-1966. Austin & London: University of Texas Press, 1973 ,

p. 264.

24

Ydígoras a 9,000 con Peralta.149 En los tiempos de Ydígoras el ejército regular se componía de cerca de 8,000 miembros, un informe de la embajada de abril del 63 lo calculaba en 11,500 hombres, incluyendo fuerzas paramilitares, es decir, las distintas policías.

Aunque después Estados Unidos se mostraría contrario a algunas practicas

autoritarias de Peralta, como la militarización de la justicia, su régimen reflejaba a cabalidad lo que buscaba el famoso Plan de Defensa Interior para Guatemala; es decir, que el ejercito, centralizando bajo su mando a las distintas policías, fuera el único responsable de la seguridad en el país. A Estados Unidos, no le interesaba la democracia en Guatemala, sino preservar sus intereses políticos, tal y como sucedía en cualquier otra parte del planeta.

Con el golpe militar culmina un largo y tortuoso proceso en que se consolida el

poder del grupo militar de línea dura anticomunista que encabezaba Peralta. El golpe no había sido un hecho fortuito o apresurado, sino cuidadosamente preparado y apoyado por todos los comandantes de las distintas zonas militares del país. La proclama de los golpistas enfatizaba en el carácter institucional de la acción militar. Es decir, no se trataba de una acción personal de Peralta, sino la respuesta de la institución armada a una situación “extraordinaria”, como escribe Cruz Salazar. El ejército se constituía en el “nuevo gobierno de la República”. 150 Peralta, como Ministro de la Defensa, asumía el poder en nombre suyo.

Arévalo, un observador agudo, percibió el carácter trascendental de la acción

militar que le impedía el retorno a la presidencia: "…yo consideré que lo sucedido en Guatemala era algo que agrietaba los cimientos constitucionales para muchos años".151 El golpe, un engendro de las fuerzas más oscurantistas del país, con la benevolencia de los no menos oscuros intereses estadounidenses, echaría por la borda, como expresó la embajada norteamericana, las últimas posibilidades para establecer una democracia participativa en Guatemala.

Según la proclama de los golpistas, las “soluciones de tipo de democrático”

habían fracasado en Guatemala, señalando las elecciones del 63 como la plataforma para implantar un “régimen comunista”.152 En esa forma resurgía el cuadrante ideológico de Peralta de los años cuarenta, reforzado ahora con la exacerbación de las posiciones anticomunistas. Con el golpe de 1963 se echaron las bases de un régimen de dominación unipartidista al estilo de los tiempos de Ubico. La coalición partidista formada por el Partido Institucional Democrático (PID) – fundado por Peralta - con el MLN y el Partido Revolucionario (PR), aportaría la fachada civil legalista de la dictadura militar que se entroniza en Guatemala por lo menos hasta la firma de la paz de 1996.

Durante los tres años que Peralta estuvo en el poder, de los cuales veinte meses

fueron bajo estado de sitio,153 se echaron las bases de un régimen totalitario y macabro,

149

Vinegrad, Guatemala 1963-1970, p. 78. MacClintock, The American Connection, p. 56.

150 Cruz Salazar, “El ejército como una fuerza”, pp. 94 - 95. Villagrán Kramer, Biografía política, pp. 379-

380. 151

Arévalo, Escritos, p. 109. 152

De la proclama militar, Villagrán Kramer, Biografía Política, pp. 379 – 380. 153

Buttrey, Canción del Cuartelazo, p. 36.

25

como lo reconoce el propio Cruz Salazar: “... el Coronel Peralta Azurdia, en su calidad de Jefe de Estado, hizo del Estado de sitio un principio de gobierno, suprimiendo todas las garantías individuales incluyendo el derecho de amparo y el de exhibición personal...no deja de ocurrírsenos que el Gobierno militar no fue sino un simple marco que Peralta le llegó a poner a un gobierno absolutista...”154

No se trataba solamente de la supresión de los derechos civiles y políticos de los

guatemaltecos, sino también del derecho elemental a la vida. El adversario político, anteriormente condenado a prisión, al exilio, ocasionalmente a la muerte, fue ahora etiquetado, como estipulaba la Doctrina de Seguridad Nacional, como el “enemigo interno” que debía ser exterminado. A partir de Peralta Guatemala ya no tendría prisioneros políticos, la eliminación física del adversario se convirtió en la práctica diaria del Estado, política que culminaría en los años ochenta con las masacres y el genocidio indígena.

Cruz Salazar enfoca su análisis sobre el ejército guatemalteco en los años de

1944 a 1972 y su visión, por el carácter testimonial, es esclarecedora y valiosa, aunque incompleta y definitivamente parcial. La causa central del caos político, de donde el ejército emerge como “fuerza política”, no la remite a la crisis general que provoca la Revolución de Octubre del 44 al cuestionar las estructuras tradicionales, a la contienda por establecer una sociedad moderna, formas de dominación de orden democrático. Tampoco menciona el papel del anticomunismo, ni la responsabilidad de la intervención norteamericana rescatando el régimen oligarca guatemalteco, apoyándolo hasta con el crimen político.

La responsabilidad de Estados Unidos como factor político determinante no es

mencionada por Cruz Salazar una sola vez, nada más ni nada menos, porque había sido parte de esa ignominiosa historia que vivió Guatemala después de 1954. Su artículo lo escribió hacia 1972, cuando el régimen del general Carlos Arana Osorio ensangrentaba el país, lo que no le impidió, amparándose en una causa “superior”, que no era otra cosa que el anticomunismo, justificar la dictadura militar:“La vida social del país ha caído dentro de un margen de anormalidad y consecuentemente los políticos civiles han cedido terreno en favor de la politización militar en la solución del problema que a todos nos aqueja. Existe, pues, ahora, un motivo superior que unifica criterios y voluntades... para que el Ejército sea una fuerza política.”155

Peralta ascendió al poder amparado en el golpe militar, en la traición, nada nuevo

en un país como Guatemala, pero lo abandonó cometiendo una felonía mayor, sentando un terrible precedente en las prácticas represivas. Antes de entregar el poder a Méndez Montenegro, el presidente electo, ordenó fríamente el asesinato de 28 altos dirigentes de la izquierda guatemalteca, que en ningún momento y en ninguna forma representaban un peligro para el ejército. 156 La decisión, por otro lado, no había sido sólo de Peralta, sino compartida con la camarilla militar que en ese momento se arrogaba el derecho a decidir por el ejército y por Guatemala. Si de Peralta se tratara, todo hubiera culminado en 1966. Peralta formaba parte de un proyecto de dominación militar que entonces recién se iniciaba. A la par de la camarilla militar había también una camarilla civil, encabezada por el presidente Méndez Montenegro, que fue la que aceptó y cumplió el papel de fachada

154

Cruz Salazar, “El ejército como una fuerza”, p. 96. 155

Ibid, p. 96. 156

Macías, La guerrilla fue mi camino, p. 127.

26

del ejército. En el hecho se señala, además, la ingerencia de la embajada norteamericana.157 Una historia oscura que todavía está por escribirse.

157

Vinegrad, Guatemala 1963-1970, pp. 158- 159.