El papel del trabajo en la transformacion del mono en hombre

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Obra de Federico Engels (1876) en la que se examinan las leyes sociales que determinan la aparición del hombre y de la sociedad humana. Generalizando los datos recogidos por la biología la paleontología y la antropología, Engels muestra que en el proceso de la evolución biológica se crean premisas para pasar al trabajo (posición erecta, liberación de las extremidades anteriores al caminar, alto desarrollo de la psique de los monos antropomorfos antecesores del hombre). El trabajo adquiere rasgos de actividad específicamente humana cuando se empiezan a preparar instrumentos; ello conduce al nacimiento del lenguaje y del pensamiento, los cuales se desarrollan a medida que se van estableciendo las formas sociales de vida. El hombre subordina las fuerzas de la naturaleza. No sólo se aprovecha de ella como consumidor, cosa propia de los animales, sino que la obliga a servir a fines que ha señalado de antemano. El trabajo, el lenguaje, el pensamiento y la organización corporal del hombre se influyen mutuamente en el proceso de la formación del mismo. «El papel del trabajo...» constituye un manuscrito inconcluso que, según la idea inicial, debía ser una introducción a un amplio trabajo concebido por Engels sobre «Las tres formas capitales de la esclavitud». Ese ensayo vio la luz por primera vez, en alemán, en 1896. Posteriormente, fue incluido en la «Dialéctica de la naturaleza»

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Obra de Federico Engels (1876) en la que se examinan las leyes sociales que determinan la aparición del hombre y de la sociedad humana. Generalizando los datos recogidos por la biología la paleontología y la antropología, Engels muestra que en el proceso de la evolución biológica se crean premisas para pasar al trabajo (posición erecta, liberación de las extremidades anteriores al caminar, alto desarrollo dela psique de los monos antropomorfos antecesores del hombre). El trabajo adquiere rasgos de actividad específicamente humana cuando se empiezan a preparar instrumentos; ello conduce al nacimiento del lenguaje y del pensamiento, los cuales se desarrollan a medida que se van estableciendo las formas sociales de vida. El hombre subordina las fuerzas de la naturaleza. No sólo se aprovecha de ella como consumidor, cosa propiade los animales, sino que la obliga a servir a fines que ha señalado de antemano. El trabajo, el lenguaje, el pensamiento y la organización corporal del hombre se influyen mutuamente en el proceso de la formación del mismo. «El papel del trabajo...» constituye un manuscrito inconcluso que, según la idea inicial, debía ser una introducción a un amplio trabajo concebido por Engels sobre «Las tres formas capitales de la esclavitud». Ese ensayo vio la luz por primera vez, en alemán, en 1896. Posteriormente, fue incluido en la «Dialéctica de la naturaleza»

El papel del trabajo en la transformacióndel mono en hombre

El trabajo es la fuente de toda riqueza, afirman losespecialistas en Economía política. Lo es, en efecto,a la par que la naturaleza, proveedora de losmateriales que él convierte en riqueza. Pero eltrabajo es muchísimo más que eso. Es la condiciónbásica y fundamental de toda la vida humana. Y lo esen tal grado que, hasta cierto punto, debemos decirque el trabajo ha creado al propio hombre.

Hace muchos centenares de miles de años, en una época,aún no establecida definitivamente, de aquel períododel desarrollo de la Tierra que los geólogos denominan

terciario, probablemente a fines de este período,vivía en algún lugar de la zona tropical - quizás enun extenso continente hoy desaparecido en lasprofundidades del Océano Indico- una raza de monosantropomorfos extraordinariamente desarrollada. Darwinnos ha dado una descripción aproximada de estosantepasados nuestros. Estaban totalmente cubiertos depelo, tenían barba, orejas puntiagudas, vivían en losárboles y formaban manadas[2].

Es de suponer que como consecuencia directa de sugénero de vida, por el que las manos, al trepar,tenían que desempeñar funciones distintas a las de lospies, estos monos se fueron acostumbrando a prescindirde ellas al caminar por el suelo y empezaron a adoptarmás y más una posición erecta. Fue el paso decisivopara el tránsito del mono al hombre.

Todos los monos antropomorfos que existen hoy díapueden permanecer en posición erecta y caminarapoyándose únicamente en sus pies; pero lo hacen sóloen caso de extrema necesidad y, además, con sumatorpeza. Caminan habitualmente en actitud semierecta,y su marcha incluye el uso de las manos. La mayoría deestos monos apoyan en el suelo los nudillos y,encogiendo las piernas, hacen avanzar el cuerpo porentre sus largos brazos, como un cojo que camina conmuletas. En general, aún hoy podemos observar entrelos monos todas las formas de transición entre la

marcha a cuatro patas y la marcha en posición erecta.Pero para ninguno de ellos ésta última ha pasado deser un recurso circunstancial.

Y puesto que la posición erecta había de ser paranuestros peludos antepasados primero una norma, yluego, una necesidad, de aquí se desprende que poraquel entonces las manos tenían que ejecutar funcionescada vez más variadas. Incluso entre los monos existeya cierta división de funciones entre los pies y lasmanos. Como hemos señalado más arriba, durante latrepa las manos son utilizadas de distinta manera quelos pies. Las manos sirven fundamentalmente pararecoger y sostener los alimentos, como lo hacen yaalgunos mamíferos inferiores con sus patas delanteras.Ciertos monos se ayudan de las manos para construirnidos en los árboles; y algunos, como el chimpancé,llegan a construir tejadillos entre las ramas, paradefenderse de las inclemencias del tiempo. La mano lessirve para empuñar garrotes, con los que se defiendende sus enemigos, o para bombardear a éstos con frutosy piedras. Cuando se encuentran en la cautividad,realizan con las manos varias operaciones sencillasque copian de los hombres. Pero aquí es precisamentedonde se ve cuán grande es la distancia que separa lamano primitiva de los monos, incluso la de losantropoides superiores, de la mano del hombre,perfeccionada por el trabajo durante centenares demiles de años. El número y la disposición general de

los huesos y de los músculos son los mismos en el monoy en el hombre, pero la mano del salvaje más primitivoes capaz de ejecutar centenares de operaciones que nopueden ser realizadas por la mano de ningún mono. Niuna sola mano simiesca ha construido jamás un cuchillode piedra, por tosco que fuese.

Por eso, las funciones, para las que nuestrosantepasados fueron adaptando poco a poco sus manosdurante los muchos miles de años que dura el períodode transición del mono al hombre, sólo pudieron ser,en un principio, funciones sumamente sencillas. Lossalvajes más primitivos, incluso aquellos en los quepuede presumirse el retorno a un estado más próximo ala animalidad, con una degeneración física simultánea,son muy superiores a aquellos seres del período detransición. Antes de que el primer trozo de sílexhubiese sido convertido en cuchillo por la mano delhombre, debió haber pasado un período de tiempo tanlargo que, en comparación con él, el período históricoconocido por nosotros resulta insignificante. Pero sehabía dado ya el paso decisivo: la mano era libre ypodía adquirir ahora cada vez más destreza yhabilidad; y ésta mayor flexibilidad adquirida setransmitía por herencia y se acrecía de generación engeneración.

Vemos, pues, que la mano no es sólo el órgano deltrabajo; es también producto de él. Unicamente por el

trabajo, por la adaptación a nuevas y nuevasfunciones, por la transmisión hereditaria delperfeccionamiento especial así adquirido por losmúsculos, los ligamentos y, en un período más largo,también por los huesos, y por la aplicación siemprerenovada de estas habilidades heredadas a funcionesnuevas y cada vez más complejas, ha sido como la manodel hombre ha alcanzado ese grado de perfección que laha hecho capaz de dar vida, como por arte de magia, alos cuadros de Rafael, a las estatuas de Thorwaldsen ya la música de Paganini.

Pero la mano no era algo con existencia propia eindependiente. Era únicamente un miembro de unorganismo entero y sumamente complejo. Y lo quebeneficiaba a la mano beneficiaba también a todo elcuerpo servido por ella; y lo beneficiaba en dosaspectos.

Primeramente, en virtud de la ley que Darwin llamó dela correlación del crecimiento. Según ésta ley,ciertas formas de las distintas partes de los seresorgánicos siempre están ligadas a determinadas formasde otras partes, que aparentemente no tienen ningunarelación con las primeras. Así, todos los animales queposeen glóbulos rojos sin núcleo y cuyo occipital estáarticulado con la primera vértebra por medio de doscóndilos, poseen, sin excepción, glándulas mamariaspara la alimentación de sus crías. Así también, la

pezuña hendida de ciertos mamíferos va ligada porregla general a la presencia de un estómagomultilocular adaptado a la rumia. Las modificacionesexperimentadas por ciertas formas provocan cambios enla forma de otras partes del organismo, sin queestemos en condiciones de explicar tal conexión. Losgatos totalmente blancos y de ojos azules son siempreo casi siempre sordos. El perfeccionamiento gradual dela mano del hombre y la adaptación concomitante de lospies a la marcha en posición erecta repercutieronindudablemente, en virtud de dicha correlación, sobreotras partes del organismo.

Sin embargo, ésta acción aún está tan poco estudiadaque aquí no podemos más que señalarla en términosgenerales. Mucho más importante es la reacción directa-posible de demostrar- del desarrollo de la mano sobreel resto del organismo. Como ya hemos dicho, nuestrosantepasados simiescos eran animales que vivían enmanadas; evidentemente, no es posible buscar el origendel hombre, el más social de los animales, en unosantepasados inmediatos que no viviesen congregados.Con cada nuevo progreso, el dominio sobre lanaturaleza, que comenzara por el desarrollo de lamano, con el trabajo, iba ampliando los horizontes delhombre, haciéndole descubrir constantemente en losobjetos nuevas propiedades hasta entoncesdesconocidas. Por otra parte, el desarrollo deltrabajo, al multiplicar los casos de ayuda mutua y de

actividad conjunta, y al mostrar así las ventajas deésta actividad conjunta para cada individuo, tenía quecontribuir forzosamente a agrupar aún más a losmiembros de la sociedad. En resumen, los hombres enformación llegaron a un punto en que tuvieronnecesidad de decirse algo los unos a los otros. Lanecesidad creó el órgano: la laringe poco desarrolladadel mono se fue transformando, lenta pero firmemente,mediante modulaciones que producían a su vezmodulaciones más perfectas, mientras los órganos de laboca aprendían poco a poco a pronunciar un sonidoarticulado tras otro.

La comparación con los animales nos muestra que éstaexplicación del origen del lenguaje a partir deltrabajo y con el trabajo es la única acertada. Lo pocoque los animales, incluso los más desarrollados,tienen que comunicarse los unos a los otros puede sertransmitido sin el concurso de la palabra articulada.Ningún animal en estado salvaje se siente perjudicadopor su incapacidad de hablar o de comprender ellenguaje humano. Pero la situación cambia por completocuando el animal ha sido domesticado por el hombre. Elcontacto con el hombre ha desarrollado en el perro yen el caballo un oído tan sensible al lenguajearticulado, que estos animales pueden, dentro delmarco de sus representaciones, llegar a comprendercualquier idioma. Además, pueden llegar a adquirirsentimientos desconocidos antes por ellos, como son el

apego al hombre, el sentimiento de gratitud, etc.Quien conozca bien a estos animales, difícilmentepodrá escapar a la convicción de que, en muchos casos,ésta incapacidad de hablar es experimentada ahora porellos como un defecto. Desgraciadamente, este defectono tiene remedio, pues sus órganos vocales se hallandemasiado especializados en determinada dirección. Sinembargo, cuando existe un órgano apropiado, éstaincapacidad puede ser superada dentro de ciertoslímites. Los órganos bucales de las aves se distinguenen forma radical de los del hombre, y, sin embargo,las aves son los únicos animales que pueden aprender ahablar; y el ave de voz más repulsiva, el loro, es laque mejor habla. Y no importa que se nos objetediciéndonos que el loro no entiende lo que dice. Claroestá que por el solo gusto de hablar y porsociabilidad con los hombres el loro puede estarrepitiendo horas y horas todo su vocabulario. Pero,dentro del marco de sus representaciones, puedetambién llegar a comprender lo que dice. Enseñad a unloro a decir palabrotas, de modo que llegue a teneruna idea de su significación (una de las distraccionesfavoritas de los marineros que regresan de las zonascálidas), y veréis muy pronto que en cuanto loirritáis hace uso de esas palabrotas con la mismacorrección que cualquier verdulera de Berlín. Y lomismo ocurre con la petición de golosinas.

Primero el trabajo, luego y con él la palabraarticulada, fueron los dos estímulos principales bajocuya influencia el cerebro del mono se fuetransformando gradualmente en cerebro humano, que, apesar de toda su similitud, lo superaconsiderablemente en tamaño y en perfección. Y amedida que se desarrollaba el cerebro, desarrollábansetambién sus instrumentos más inmediatos: los órganosde los sentidos. De la misma manera que el desarrollogradual del lenguaje va necesariamente acompañado delcorrespondiente perfeccionamiento del órgano del oído,así también el desarrollo general del cerebro valigado al perfeccionamiento de todos los órganos delos sentidos. La vista del águila tiene mucho másalcance que la del hombre, pero el ojo humano percibeen las cosas muchos más detalles que el ojo deláguila. El perro tiene un olfato mucho más fino que elhombre, pero no puede captar ni la centésima parte delos olores que sirven a éste de signos paradiferenciar cosas distintas. Y el sentido del tacto,que el mono posee a duras penas en la forma más toscay primitiva, se ha ido desarrollando únicamente con eldesarrollo de la propia mano del hombre, a través deltrabajo. El desarrollo del cerebro y de los sentidos asu servicio, la creciente claridad de conciencia, lacapacidad de abstracción y de discernimiento cada vezmayores, reaccionaron a su vez sobre el trabajo y lapalabra, estimulando más y más su desarrollo. Cuando

el hombre se separa definitivamente del mono, estedesarrollo no cesa ni mucho menos, sino que continúa,en distinto grado y en distintas direcciones entre losdistintos pueblos y en las diferentes épocas,interrumpido incluso a veces por regresiones decarácter local o temporal, pero avanzando en suconjunto a grandes pasos, considerablemente impulsadoy, a la vez, orientado en un sentido más preciso porun nuevo elemento que surge con la aparición delhombre acabado: la sociedad. Seguramente hubieron depasar centenares de miles de años -que en la historiade la Tierra tienen menos importancia que un segundoen la vida de un hombre[*]- antes de que la sociedadhumana surgiese de aquellas manadas de monos quetrepaban por los árboles. Pero, al fin y al cabo,surgió.

¿Y qué es lo que volvemos a encontrar como signodistintivo entre la manada de monos y la sociedadhumana? Otra vez el trabajo. La manada de monos secontentaba con devorar los alimentos de un área quedeterminaban las condiciones geográficas o laresistencia de las manadas vecinas. Trasladábase de unlugar a otro y entablaba luchas con otras manadas paraconquistar nuevas zonas de alimentación: pero eraincapaz de extraer de estas zonas más de lo que lanaturaleza buenamente le ofrecía, si exceptuamos laacción inconsciente de la manada, al abonar el suelocon sus excrementos. Cuando fueron ocupadas todas las

zonas capaces de proporcionar alimento, el crecimientode la población simiesca fue ya imposible; en el mejorde los casos el número de sus animales podíamantenerse al mismo nivel. Pero todos los animales sonunos grandes despilfarradores de alimentos; además,con frecuencia destruyen en germen la nueva generaciónde reservas alimenticias. A diferencia del cazador, ellobo no respeta la cabra montés que habría deproporcionarle cabritos al año siguiente; las cabrasde Grecia, que devoran los jóvenes arbustos antes deque puedan desarrollarse, han dejado desnudas todaslas montañas del país. Esta «explotación rapaz»llevada a cabo por los animales desempeña un granpapel en la transformación gradual de las especies, alobligarlas a adaptarse a unos alimentos que no son loshabituales para ellas, con lo que cambia lacomposición química de su sangre y se modifica poco apoco toda la constitución física del animal; lasespecies ya plasmadas desaparecen. No cabe duda de queésta explotación rapaz contribuyó en alto grado a lahumanización de nuestros antepasados, pues amplió elnúmero de plantas y las partes de éstas utilizadas enla alimentación por aquella raza de monos que superabacon ventaja a todas las demás en inteligencia y encapacidad de adaptación. En una palabra, laalimentación, cada vez más variada, aportaba alorganismo nuevas y nuevas substancias, con lo quefueron creadas las condiciones químicas para la

transformación de estos monos en seres humanos. Perotodo esto no era trabajo en el verdadero sentido de lapalabra. El trabajo comienza con la elaboración deinstrumentos. ¿Y qué son los instrumentos másantiguos, si juzgamos por los restos que nos hanllegado del hombre prehistórico, por el género de vidade los pueblos más antiguos que registra la historia,así como por el de los salvajes actuales másprimitivos? Son instrumentos de caza y de pesca; losprimeros utilizados también como armas. Pero la caza yla pesca suponen el tránsito de la alimentaciónexclusivamente vegetal a la alimentación mixta, lo quesignifica un nuevo paso de suma importancia en latransformación del mono en hombre. El consumo de carneofreció al organismo, en forma casi acabada, losingredientes más esenciales para su metabolismo. Conello acortó el proceso de la digestión y otrosprocesos de la vida vegetativa del organismo (esdecir, los procesos análogos a los de la vida de losvegetales), ahorrando así tiempo, materiales yestímulos para que pudiera manifestarse activamente lavida propiamente animal. Y cuanto más se alejaba elhombre en formación del reino vegetal, más se elevabasobre los animales. De la misma manera que el hábito ala alimentación mixta convirtió al gato y al perrosalvajes en servidores del hombre, así también elhábito a combinar la carne con la dieta vegetalcontribuyó poderosamente a dar fuerza física e

independencia al hombre en formación. Pero donde másse manifestó la influencia de la dieta cárnea fue enel cerebro, que recibió así en mucha mayor cantidadque antes las substancias necesarias para sualimentación y desarrollo, con lo que superfeccionamiento fue haciéndose mayor y más rápido degeneración en generación. Debemos reconocer -yperdonen los señores vegetarianos- que no ha sido sinel consumo de la carne como el hombre ha llegado a serhombre; y el hecho de que, en una u otra época de lahistoria de todos los pueblos conocidos, el empleo dela carne en la alimentación haya llevado alcanibalismo (aún en el siglo X, los antepasados de losberlineses, los veletabos o vilzes, solían devorar asus progenitores) es una cuestión que no tiene hoypara nosotros la menor importancia.

El consumo de carne en la alimentación significó dosnuevos avances de importancia decisiva: el uso delfuego y la domesticación de animales. El primeroredujo aún más el proceso de la digestión, ya quepermitía llevar a la boca comida, como si dijéramos,medio digerida; el segundo multiplicó las reservas decarne, pues ahora, a la par con la caza, proporcionabauna nueva fuente para obtenerla en forma más regular.La domesticación de animales también proporcionó, conla leche y sus derivados, un nuevo alimento, que encuanto a composición era por lo menos del mismo valorque la carne. Así, pues, estos dos adelantos se

convirtieron directamente para el hombre en nuevosmedios de emancipación. No podemos detenernos aquí aexaminar en detalle sus consecuencias indirectas, apesar de toda la importancia que hayan podido tenerpara el desarrollo del hombre y de la sociedad, puestal examen nos apartaría demasiado de nuestro tema.

El hombre, que había aprendido a comer todo locomestible, aprendió también, de la misma manera, avivir en cualquier clima. Se extendió por toda lasuperficie habitable de la Tierra siendo el únicoanimal capaz de hacerlo por propia iniciativa. Losdemás animales que se han adaptado a todos los climas-los animales domésticos y los insectos parásitos- nolo lograron por sí solos, sino únicamente siguiendo alhombre. Y el paso del clima uniformemente cálido de lapatria original, a zonas más frías donde el año sedividía en verano e invierno, creó nuevas necesidades,al obligar al hombre a buscar habitación y a cubrir sucuerpo para protegerse del frío y de la humedad. Asísurgieron nuevas esferas de trabajo y, con ellas,nuevas actividades que fueron apartando más y más alhombre de los animales.

Gracias a la cooperación de la mano, de los órganosdel lenguaje y del cerebro, no sólo en cada individuo,sino también en la sociedad, los hombres fueronaprendiendo a ejecutar operaciones cada vez máscomplicadas, a plantearse y a alcanzar objetivos cada

vez más elevados. El trabajo mismo se diversificaba yperfeccionaba de generación en generaciónextendiéndose cada vez a nuevas actividades. A la cazay a la ganadería vino a sumarse la agricultura, y mástarde el hilado y el tejido, el trabajo de losmetales, la alfarería y la navegación. Al lado delcomercio y de los oficios aparecieron, finalmente, lasartes y las ciencias; de las tribus salieron lasnaciones y los Estados. Se desarrollaron el Derecho yla Política, y con ellos el reflejo fantástico de lascosas humanas en la mente del hombre: la religión.Frente a todas estas creaciones, que se manifestabanen primer término como productos del cerebro yparecían dominar las sociedades humanas, lasproducciones más modestas, fruto del trabajo de lamano, quedaron relegadas a segundo plano, tanto máscuanto que en una fase muy temprana del desarrollo dela sociedad (por ejemplo, ya en la familia primitiva),la cabeza que planeaba el trabajo era ya capaz deobligar a manos ajenas a realizar el trabajoproyectado por ella. El rápido progreso de lacivilización fue atribuido exclusivamente a la cabeza,al desarrollo y a la actividad del cerebro. Loshombres se acostumbraron a explicar sus actos por suspensamientos, en lugar de buscar ésta explicación ensus necesidades (reflejadas, naturalmente, en lacabeza del hombre, que así cobra conciencia de ellas).Así fue cómo, con el transcurso del tiempo, surgió esa

concepción idealista del mundo que ha dominado elcerebro de los hombres, sobre todo desde ladesaparición del mundo antiguo, y que todavía lo siguedominando hasta el punto de que incluso losnaturalistas de la escuela darviniana más allegados almaterialismo son aún incapaces de formarse una ideaclara acerca del origen del hombre, pues esa mismainfluencia idealista les impide ver el papeldesempeñado aquí por el trabajo. Los animales, como yahemos indicado de pasada, también modifican con suactividad la naturaleza exterior, aunque no en elmismo grado que el hombre; y estas modificacionesprovocadas por ellos en el medio ambiente repercuten,como hemos visto, en sus originadores, modificándolosa su vez. En la naturaleza nada ocurre en formaaislada. Cada fenómeno afecta a otro y es, a su vez,influenciado por éste; y es generalmente el olvido deeste movimiento y de ésta interacción universal lo queimpide a nuestros naturalistas percibir con claridadlas cosas más simples. Ya hemos visto cómo las cabrashan impedido la repoblación de los bosques en Grecia;en Santa Elena, las cabras y los cerdos desembarcadospor los primeros navegantes llegados a la islaexterminaron casi por completo la vegetación allíexistente, con lo que prepararon el suelo para quepudieran multiplicarse las plantas llevadas más tardepor otros navegantes y colonizadores. Pero lainfluencia duradera de los animales sobre la

naturaleza que los rodea es completamente involuntariay constituye, por lo que a los animales se refiere, unhecho accidental. Pero cuanto más se alejan loshombres de los animales, más adquiere su influenciasobre la naturaleza el carácter de una acciónintencional y planeada, cuyo fin es lograr objetivosproyectados de antemano. Los animales destrozan lavegetación del lugar sin darse cuenta de lo que hacen.Los hombres, en cambio, cuando destruyen la vegetaciónlo hacen con el fin de utilizar la superficie quequeda libre para sembrar cereales, plantar árboles ocultivar la vid, conscientes de que la cosecha queobtengan superará varias veces lo sembrado por ellos.El hombre traslada de un país a otro plantas útiles yanimales domésticos modificando así la flora y lafauna de continentes enteros. Más aún; las plantas ylos animales, cultivadas aquéllas y criados éstos encondiciones artificiales, sufren tales modificacionesbajo la influencia de la mano del hombre que sevuelven irreconocibles. Hasta hoy día no han sidohallados aún los antepasados silvestres de nuestroscultivos cerealistas. Aún no ha sido resuelta lacuestión de saber cuál es el animal que ha dado origena nuestros perros actuales, tan distintos unos deotros, o a las actuales razas de caballos, también tannumerosas.

Por lo demás, de suyo se comprende que no tenemos laintención de negar a los animales la facultad de

actuar en forma planificada, de un modo premeditado.Por el contrario, la acción planificada existe engermen dondequiera que el protoplasma -la albúminaviva- exista y reaccione, es decir, realicedeterminados movimientos, aunque sean los más simples,en respuesta a determinados estímulos del exterior.Esta reacción se produce, no digamos ya en la célulanerviosa, sino incluso cuando aún no hay célula deninguna clase. El acto mediante el cual las plantasinsectívoras se apoderan de su presa, aparece también,hasta cierto punto, como un acto planeado, aunque serealice de un modo totalmente inconsciente. Lafacultad de realizar actos conscientes y premeditadosse desarrolla en los animales en correspondencia conel desarrollo del sistema nervioso, y adquiere ya enlos mamíferos un nivel bastante elevado. Durante lacaza inglesa de la zorra puede observarse siempre lainfalibilidad con que la zorra utiliza su perfectoconocimiento del lugar para ocultarse a susperseguidores, y lo bien que conoce y sabe aprovechartodas las ventajas del terreno para despistarlos.Entre nuestros animales domésticos, que han llegado aun grado más alto de desarrollo gracias a suconvivencia con el hombre, pueden observarse a diarioactos de astucia, equiparables a los de los niños,pues lo mismo que el desarrollo del embrión humano enel claustro materno es una repetición abreviada detoda la historia del desarrollo físico seguido a

través de millones de años por nuestros antepasadosdel reino animal, a partir del gusano, así también eldesarrollo mental del niño representa una repetición,aún más abreviada, del desarrollo intelectual de esosmismos antepasados, en todo caso de los menos remotos.Pero ni un solo acto planificado de ningún animal hapodido imprimir en la naturaleza el sello de suvoluntad. Sólo el hombre ha podido hacerlo.Resumiendo: lo único que pueden hacer los animales esutilizar la naturaleza exterior y modificarla por elmero hecho de su presencia en ella. El hombre, encambio, modifica la naturaleza y la obliga así aservirle, la domina. Y ésta es, en última instancia,la diferencia esencial que existe entre el hombre ylos demás animales, diferencia que, una vez más, vienea ser efecto del trabajo[**].

Sin embargo, no nos dejemos llevar del entusiasmo antenuestras victorias sobre la naturaleza. Después decada una de estas victorias, la naturaleza toma suvenganza. Bien es verdad que las primerasconsecuencias de estas victorias son las previstas pornosotros, pero en segundo y en tercer lugar aparecenunas consecuencias muy distintas, totalmenteimprevistas y que, a menudo, anulan las primeras. Loshombres que en Mesopotamia, Grecia, Asia Menor y otrasregiones talaban los bosques para obtener tierra delabor, ni siquiera podían imaginarse que, al eliminarcon los bosques los centros de acumulación y reserva

de humedad, estaban sentando las bases de la actualaridez de esas tierras. Los italianos de los Alpes,que talaron en las laderas meridionales los bosques depinos, conservados con tanto celo en las laderasseptentrionales, no tenía idea de que con ellodestruían las raíces de la industria lechera en suregión; y mucho menos podían prever que, al procederasí, dejaban la mayor parte del año sin agua susfuentes de montaña, con lo que les permitían, alllegar el período de las lluvias, vomitar con tantamayor furia sus torrentes sobre la planicie. Los quedifundieron el cultivo de la patata en Europa nosabían que con este tubérculo farináceo difundían a lavez la escrofulosis. Así, a cada paso, los hechos nosrecuerdan que nuestro dominio sobre la naturaleza nose parece en nada al dominio de un conquistador sobreel pueblo conquistado, que no es el dominio de alguiensituado fuera de la naturaleza, sino que nosotros, pornuestra carne, nuestra sangre y nuestro cerebro,pertenecemos a la naturaleza, nos encontramos en suseno, y todo nuestro dominio sobre ella consiste enque, a diferencia de los demás seres, somos capaces deconocer sus leyes y de aplicarlas adecuadamente.

En efecto, cada día aprendemos a comprender mejor lasleyes de la naturaleza y a conocer tanto los efectosinmediatos como las consecuencias remotas de nuestraintromisión en el curso natural de su desarrollo.Sobre todo después de los grandes progresos logrados

en este siglo por las Ciencias Naturales, nos hallamosen condiciones de prever, y, por tanto, de controlarcada vez mejor las remotas consecuencias naturales denuestros actos en la producción, por lo menos de losmás corrientes. Y cuanto más sea esto una realidad,más sentirán y comprenderán los hombres su unidad conla naturaleza, y más inconcebible será esa ideaabsurda y antinatural de la antítesis entre elespíritu y la materia, el hombre y la naturaleza, elalma y el cuerpo, idea que empieza a difundirse porEuropa a raíz de la decadencia de la antigüedadclásica y que adquiere su máximo desenvolvimiento enel cristianismo.

Mas, si han sido precisos miles de años para que elhombre aprendiera en cierto grado a prever las remotasconsecuencias naturales de sus actos dirigidos a laproducción, mucho más le costó aprender a calcular lasremotas consecuencias sociales de esos mismos actos.Ya hemos hablado más arriba de la patata y de susconsecuencias en cuanto a la difusión de laescrofulosis: Pero, ¿qué importancia puede tener laescrofulosis comparada con los efectos que sobre lascondiciones de vida de las masas del pueblo de paísesenteros ha tenido la reducción de la dieta de lostrabajadores a simples patatas, con el hambre que seextendió en 1847 por Irlanda a consecuencia de unaenfermedad de este tubérculo, y que llevó a la tumba aun millón de irlandeses que se alimentaban

exclusivamente o casi exclusivamente de patatas yobligó a emigrar allende el océano a otros dosmillones? Cuando los árabes aprendieron a destilar elalcohol, ni siquiera se les ocurrió pensar que habíancreado una de las armas principales con que habría deser exterminada la población indígena del continenteamericano, aún desconocido, en aquel entonces. Ycuando Colón descubrió más tarde América, no sabía quea la vez daba nueva vida a la esclavitud, desaparecidadesde hacía mucho tiempo en Europa, y sentaba lasbases de la trata de negros. Los hombres que en lossiglos XVII y XVIII trabajaron para crear la máquinade vapor, no sospechaban que estaban creando uninstrumento que habría de subvertir, más que ningúnotro, las condiciones sociales en todo el mundo, yque, sobre todo en Europa, al concentrar la riqueza enmanos de una minoría y al privar de toda propiedad ala inmensa mayoría de la población, habría deproporcionar primero el dominio social y político a laburguesía y provocar después la lucha de clases entrela burguesía y el proletariado, lucha que sólo puedeterminar con el derrocamiento de la burguesía y laabolición de todos los antagonismos de clase. Perotambién aquí, aprovechando una experiencia larga, y aveces cruel, confrontando y analizando los materialesproporcionados por la historia, vamos aprendiendo pocoa poco a conocer las consecuencias sociales indirectasy más remotas de nuestros actos en la producción, lo

que nos permite extender también a estas consecuenciasnuestro dominio y nuestro control.

Sin embargo, para llevar a cabo este control serequiere algo más que el simple conocimiento. Hacefalta una revolución que transforme por completo elmodo de producción existente hasta hoy día y, con él,el orden social vigente. Todos los modos de producciónque han existido hasta el presente sólo buscaban elefecto útil del trabajo en su forma más directa einmediata. No hacían el menor caso de lasconsecuencias remotas, que sólo aparecen más tarde ycuyo efecto se manifiesta únicamente gracias a unproceso de repetición y acumulación gradual. Laprimitiva propiedad comunal de la tierra correspondía,por un lado, a un estado de desarrollo de los hombresen el que el horizonte de éstos quedaba limitado, porlo general, a las cosas más inmediatas, y presuponía,por otro lado, cierto excedente de tierras libres, queofrecía cierto margen para neutralizar los posiblesresultados adversos de ésta economía positiva. Alagotarse el excedente de tierras libres, comenzó ladecadencia de la propiedad comunal. Todas las formasmás elevadas de producción que vinieron despuéscondujeron a la división de la población en clasesdiferentes y, por tanto, al antagonismo entre lasclases dominantes y las clases oprimidas. Enconsecuencia, los intereses de las clases dominantesse convirtieron en el elemento propulsor de la

producción, en cuanto ésta no se limitaba a mantenerbien que mal la mísera existencia de los oprimidos.Donde esto halla su expresión más acabada es en elmodo de producción capitalista que prevalece hoy en laEuropa Occidental. Los capitalistas individuales, quedominan la producción y el cambio, sólo puedenocuparse de la utilidad más inmediata de sus actos.Más aún; incluso ésta misma utilidad -por cuanto setrata de la utilidad de la mercancía producida ocambiada- pasa por completo a segundo plano,apareciendo como único incentivo la ganancia obtenidaen la venta.

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La ciencia social de la burguesía, la EconomíaPolítica clásica, sólo se ocupa preferentemente deaquellas consecuencias sociales que constituyen elobjetivo inmediato de los actos realizados por loshombres en la producción y el cambio. Esto correspondeplenamente al régimen social cuya expresión teórica esesa ciencia. Por cuanto los capitalistas aisladosproducen o cambian con el único fin de obtenerbeneficios inmediatos, sólo pueden ser tenidos encuenta, primeramente, los resultados más próximos ymás inmediatos. Cuando un industrial o un comerciantevende la mercancía producida o comprada por él y

obtiene la ganancia habitual, se da por satisfecho yno le interesa lo más mínimo lo que pueda ocurrirdespués con esa mercancía y su comprador. Igual ocurrecon las consecuencias naturales de esas mismasacciones. Cuando en Cuba los plantadores españolesquemaban los bosques en las laderas de las montañaspara obtener con la ceniza un abono que sólo lesalcanzaba para fertilizar una generación de cafetos dealto rendimiento, ¡poco les importaba que las lluviastorrenciales de los trópicos barriesen la capa vegetaldel suelo, privada de la protección de los árboles, yno dejasen tras sí más que rocas desnudas! Con elactual modo de producción, y por lo que respecta tantoa las consecuencias naturales como a las consecuenciassociales de los actos realizados por los hombres, loque interesa preferentemente son sólo los primerosresultados, los más palpables. Y luego hasta semanifiesta extrañeza de que las consecuencias remotasde las acciones que perseguían esos fines resulten sermuy distintas y, en la mayoría de los casos, hastadiametralmente opuestas; de que la armonía entre laoferta y la demanda se convierta en su antípoda, comonos lo demuestra el curso de cada uno de esos ciclosindustriales de diez años, y como han podidoconvencerse de ello los que con el «crac»[3]han vividoen Alemania un pequeño preludio; de que la propiedadprivada basada en el trabajo de uno mismo se conviertanecesariamente, al desarrollarse, en la desposesión de

los trabajadores de toda propiedad, mientras toda lariqueza se concentra más y más en manos de los que notrabajan; de que [...][***].

Traducido del alemán.