El Origen de la Psicología Contemporánea

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CORRIENTES DE LA PSICOLOGÍA CONTEMPORÁNEA II Lic. Javier Iván Paul 1 UNIDAD 1 EL ORIGEN DE LA PSICOLOGÍA CONTEMPORÁNEA Lic. Javier Iván Paul 1. La Historia de la Psicología Corrientes de la Psicología Contemporánea II, es el espacio que tenemos que desarrollar este año y lo vamos a hacer en continuidad y a partir de lo que ustedes han estudiado en Corrientes de la Psicología Contemporánea I. Hay algo que es necesario aclarar y es que se trata de estudiar las “corrientes psicológicas” es decir, l as diferentes teorías, escuelas y sistemas del pensamiento psicológico pero desde una perspectiva histórica. Por ello, en Corrientes de la Psicología Contemporánea I empezaron con ese gran tema que es La Psicología en la Antigüedad y se remontaron a las ideas psicológicas presentes en los antiguos pensadores griegos y romanos. En algún momento supongo que ustedes se preguntaron: ¿y esto qué tiene de contemporáneo? De lo que estoy dando cuenta con esto es de un error de “nomenclatura” o, mejor dicho, de la arbitrariedad de la “nomenclatura”. La “nomenclatura” tiene que ver con el sentido del nombre que le damos a alguna cosa o materia, en este caso, se trata del nombre que le damos a un determinado espacio de conocimientos. En Corrientes de la Psicología Contemporánea todos los docentes entendemos que tenemos que empezar con la Psicología griega y después recién llegar a la Psicología Contemporánea, con lo que a veces sucede que todo lo que tiene que ver con lo antiguo de la Psicología, con lo no contemporáneo, con lo que se encuentra antes del nacimiento de la Psicología como ciencia moderna, se lo termine dando a las apuradas, como un dato más y sin detenerse a pensar demasiado porque el “tiempo” nos apura y hay que llegar a la Psicología Contemporánea. En este sentido creo que tenemos un temor de quedarnos en el “tiempo”, curricularmente hablando. Estamos ante un espacio curricular cuyos contenidos están organizados o pensados en un sentido muy distinto al sentido epistemológico que le da su título: Corrientes de la Psicología Contemporánea. Los contenido están pensados bajo la modalidad de un estudio histórico de la Psicología, es decir, pensados para hacer un desarrollo histórico de las ideas, de los principios, de las teorías y de las corrientes de pensamiento que fueron dando “origen” y se encuentran en la “génesis” de la Psicología contemporánea. Por el contrario, el sentido del título nos empuja a pensar en términos de corrientes de la Psicología, es decir, a centrarnos en una

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CORRIENTES DE LA PSICOLOGÍA CONTEMPORÁNEA II

Lic. Javier Iván Paul

1

UNIDAD 1

EL ORIGEN DE LA PSICOLOGÍA CONTEMPORÁNEA

Lic. Javier Iván Paul

1. La Historia de la Psicología

Corrientes de la Psicología Contemporánea II, es el espacio que tenemos que desarrollar

este año y lo vamos a hacer en continuidad y a partir de lo que ustedes han estudiado en

Corrientes de la Psicología Contemporánea I. Hay algo que es necesario aclarar y es que se

trata de estudiar las “corrientes psicológicas” es decir, las diferentes teorías, escuelas y

sistemas del pensamiento psicológico pero desde una perspectiva histórica. Por ello, en

Corrientes de la Psicología Contemporánea I empezaron con ese gran tema que es La

Psicología en la Antigüedad y se remontaron a las ideas psicológicas presentes en los

antiguos pensadores griegos y romanos. En algún momento supongo que ustedes se

preguntaron: ¿y esto qué tiene de contemporáneo?

De lo que estoy dando cuenta con esto es de un error de “nomenclatura” o, mejor dicho,

de la arbitrariedad de la “nomenclatura”. La “nomenclatura” tiene que ver con el sentido del

nombre que le damos a alguna cosa o materia, en este caso, se trata del nombre que le damos

a un determinado espacio de conocimientos. En Corrientes de la Psicología Contemporánea

todos los docentes entendemos que tenemos que empezar con la Psicología griega y después

recién llegar a la Psicología Contemporánea, con lo que a veces sucede que todo lo que tiene

que ver con lo antiguo de la Psicología, con lo no contemporáneo, con lo que se encuentra

antes del nacimiento de la Psicología como ciencia moderna, se lo termine dando a las

apuradas, como un dato más y sin detenerse a pensar demasiado porque el “tiempo” nos apura

y hay que llegar a la Psicología Contemporánea. En este sentido creo que tenemos un temor

de quedarnos en el “tiempo”, curricularmente hablando.

Estamos ante un espacio curricular cuyos contenidos están organizados o pensados en un

sentido muy distinto al sentido epistemológico que le da su título: Corrientes de la Psicología

Contemporánea. Los contenido están pensados bajo la modalidad de un estudio histórico de la

Psicología, es decir, pensados para hacer un desarrollo histórico de las ideas, de los principios,

de las teorías y de las corrientes de pensamiento que fueron dando “origen” y se encuentran

en la “génesis” de la Psicología contemporánea. Por el contrario, el sentido del título nos

empuja a pensar en términos de corrientes de la Psicología, es decir, a centrarnos en una

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corriente de pensamiento, en una escuela, en una teoría, etc., y desarrollarla en los contenidos

que la identifican y la diferencian de otras.

Y es aquí donde aparece el término “paradigmas” que en la Psicología, así como en todo

el campo de las Ciencias Sociales y Humanas, viene a dar cuenta de la incompatibilidad

semántica entre las diferentes teorías. Pero la idea de “paradigma” ha sufrido un mal uso y por

ello un vaciamiento de su semántica originaria, quedando reducido su sentido al de teoría,

enfoque o corriente de pensamiento. Cuando Thomas Kuhn introduce el término “paradigma”,

lo hace por encima de esta cuestión de diferencias semánticas y metodológicas entre teorías,

para señalar la dimensión “social” de las teorías –la comunidad científica– y la constitución

“histórica” de la normalidad científica. La semántica del concepto de “paradigma” hace

referencia al ejercicio de poder que una determinada comunidad de científicos ejerce sobre el

resto de la comunidad (en términos de exclusión y de expulsión) a partir de constituirse en

mayoría, tal y como lo sugiere la moderna idea de “consenso”. El “consenso” respecto de una

determinada teoría y metodología científicas constituye el movimiento de imposición

arbitraria y dogmática de la comunidad que le otorga validez al desplazar propuestas teóricas

y metodológicas alternativas.

Y este mal uso del término “paradigma” convierte a la Psicología contemporánea y a sus

corrientes de pensamiento psicológico en una especie de “góndola epistemológica” en la que

se genera la ilusión de que uno puede tomar lo que quiera y a su antojo sin que en ese echar

mano se jueguen algunas consecuencias de importancia, como por ejemplo, consecuencias

éticas. Ya que este mal uso del término “paradigma” nos ha introducido en el “Supermarket”

de las Ciencias Humanas, pensemos en que la lógica de mercado convierte todo en “objeto de

consumo” y reduce al sujeto a esa condición alienada de “consumidor” ciego, irreflexivo,

impulsivo. En la lógica de mercado, la ética no existe porque no existe el sujeto en tanto tal,

en tanto “otro”. Y no existe el sujeto porque se trata de hacer que desee y piense como

imprescindible el objeto que se necesita vender. Cuando la necesidad de vender y la idea de

“objeto de consumo” se transfieren al territorio “psi”, la psicología, la psicoterapia, los

psicofármacos entran en este juego de “Marketing” frente a la imaginación y el deseo del

sujeto. 1

1 El “Marqueting” se maneja con la idea de “posicionamiento” de los productos en el mercado. El objeto mejor posicionado en el mercado es aquel que en la mente del consumidor aparece

espontáneamente primero como objeto imaginado y, por ende, como objeto deseado.

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El concepto de paradigma en el campo de las Ciencias Sociales y Humanas parece haber

generado cierta idea pseudodemocrática en relación a las diferentes corrientes o teorías de

pensamiento. Y esta idea de pseudodemocracia parece originarse en la Psicología Académica,

es decir, en la Psicología que se enseña en los ámbitos académicos, fundamentalmente en las

Universidades y en los Institutos de Formación Docente. Idea que en lo concreto se manifiesta

en la ilusión de que se puede tomar “lo mejor” de cada una de las teorías como si los

elementos que las constituyen fueran independientes de los fundamentos epistemológicos,

antropológicos y éticos que las configuran en tanto totalidades semánticas.

Las Corrientes de la Psicología Contemporánea que este año vamos a desarrollar son

aquellas que hoy se encuentran vigentes en la “góndola” de la Psicología actual, salvo la

Psicología de la Gestalt, corriente con la que empezaremos a desarrollar este espacio y

respecto de la cual me gustaría trabajar la importancia psicológica del Estructuralismo

Alemán, siempre destinado al “exilio epistemológico” por la imposición dogmática del

Conductismo Americano. Otra “expulsión epistemológica”, mucho más significativa, es la

que se ha hecho respecto de la Psicología Soviética o Psicología Rusa que no la vamos a

encontrar ni mencionada ni desarrollada en los manuales de Historia de la Psicología , así

como tampoco contemplada en los planes de estudio de las Carreras de Psicología. La

Psicología Soviética se encuentra apenas tratada dentro de lo que se conoce como Teorías del

Aprendizaje y reducida erróneamente a una teoría “cognitiva”2 referida a Lev Seminov

Vigotsky. Vigotsky es excluido del campo de las Corrientes de la Psicología Contemporánea

porque plantea una teoría psicológica3 explícitamente fundada en los ideales del Comunismo

que, como es obvio concluir, se lleva a las patadas con el Positivismo y el Capitalismo

Occidental.

Retomando el extravío de la “nomenclatura”,4 Corrientes de la Psicología Contemporánea

debería llamarse Historia de la Psicología porque, de lo contrario, no se entiende que

Corrientes de la Psicología Contemporánea I comience con los orígenes de la Psicología en el

pensamiento griego de la filosofía antigua. Y aún cuando el sentido de “corrientes” pueda

llegar a entenderse como aquellas corrientes de pensamiento que dan origen a la Psicología

2 Allí donde el campo de las Teorías del Aprendizaje se encuentra dominado todavía por el Constructivismo y la Psicogénesis de Jean Piaget, cuyo psicologismo o subjetivismo epistemológico es a todas luces insostenible. 3 Teoría psicológica de una calidad epistemológica, antropológica y ética inigualable y que supera ampliamente la colección de reduccionismos que en la Psicología de Occidente se tienen por teorías psicológicas de avanzada. 4 Extravío que supera ampliamente las posibilidades de nuestra autonomía institucional para responder a una pregunta demasiado obvia: “Si tanto es así ¿por qué no se le cambia el nombre?”

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Contemporánea, el sentido de “historia” es mucho más explícito y señala de entrada el

carácter variable de la Psicología no solo respecto de sus “orígenes” sino respecto de su

presente y su futuro como Ciencia Social o Humana.

2. La inscripción de la Psicología en el campo de las Ciencias Naturales.

“Las raíces de la civilización occidental se remontan a los mundos antiguos de Grecia y Roma. Específicamente en dos de los más importantes campos del conocimiento –la filosofía y las ciencias

naturales– se originaron en la obra de los pensadores griegos y romanos. Dado que la Psicología surgió como una disciplina independiente de la Filosofía y adoptó gradualmente los métodos de las ciencias, conviene examinar los antiguos fundamentos de las dos disciplinas de las que desciende.” (Hothersall, p. 1).

Así comienza el capítulo 1 de la Historia de la Psicología de David Hothersall, cuyo título

es La Psicología en la antigüedad. En el texto citado encontramos esta idea fundamental

según la cual la Psicología se constituye en ciencia –en sentido moderno– cuando se

independiza de la Filosofía y adopta “gradualmente” los métodos de las Ciencias Naturales.

Es respecto de esta constitución de la Psicología como ciencia independiente del discurso de

la Filosofía que voy a plantear un doble nacimiento de la Psicología. Si ustedes quieren y si

no se hacen mucho la idea de un doble nacimiento al menos piensen en un nacimiento y en un

posterior bautismo.

¿Qué significa Psicología? Como ustedes ya saben, la etimología del término “psicología”

nos remite a un compuesto de dos términos de origen griego: ψυχή (psijé) que significa

“alma” y λόγος (lógos) que significa “palabra” y que nosotros solemos traducir como

“estudio”. Así, desde un punto de vista etimológico, la Psicología es el estudio del “alma” y

remite al objeto de la Psicología tal y como ha sido concebido al interior del discurso de la

Filosofía antigua y medieval. Si yo les pregunto cuál es el objeto de la Psicología, ustedes me

van a responder que es la “conducta” y no el “alma”. Y quiero que nos detengamos a

reflexionar en esa distancia epistemológica que existe entre el “alma” y la “conducta” como

objeto de estudio de la Psicología, porque entre el “alma” de la Psicología Clásica y la

“conducta” de la Psicología Contemporánea se desarrolla todo el sentido de la historia de la

Psicología. Así como también, en esa tensión entre el “alma” y la “conducta” vamos a

encontrar el sentido del futuro de la Psicología como ciencia.

¿Cuál es el objeto de estudio de la Psicología? Ustedes responden y dicen “es la

conducta”. Y es lo que ustedes tienen que responder porque están estudiando Psicología y la

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Psicología, en los ámbitos académicos como los nuestros, se define de esta manera. Estamos

dentro de lo que se conoce como Psicología Académica, es la Psicología que se enseña en las

Universidades y en los Institutos de Formación Docente. Pero también, es la Psicología que se

escribe en los libros de texto que intentan hacer algún tipo de Introducción a la Psicología en

general. En la práctica, la Psicología así en general no existe, es un constructo acadé mico. Les

voy a citar uno de estos textos introductorios para que veamos a qué me estoy refiriendo:

“Podemos hacer una primera aproximación a lo que entendemos por Psicología: Es la ciencia de la

conducta del hombre y de los animales inferiores a él. Ya hemos hablado de la ciencia, ahora nos abocaremos a precisar lo que entendemos por “conducta”. Como ya hemos visto, este término constituyó la bandera del Conductismo a principio de siglo, pero no debe asustarnos dado que dicho término si bien lo heredamos de esta escuela, ha sido reformulado, encontrando una notable ampliación de su significado. Por lo tanto nos compete preguntarnos sobre qué es la conducta. A ello respondemos de manera provisoria: La conducta es el autodesplazamiento de un organismo desde una localización espacial hacia otra.” (Beláustegui, 1999, p. 66).

Tal vez no sea el término conducta lo que en realidad “asuste”, sino más bien la manera

inquietante con que algunos autores comienzan a definirlo. De hecho que este autor después

desarrolla muchas otras cuestiones ligadas a la conducta entendida de una manera más

compleja y centrada en el comportamiento específicamente humano. 5 Pero lo que más me

interesa de este texto es el reconocimiento explícito de que el concepto de “conducta” es una

herencia del Conductismo. Y a mi entender, lo que la Psicología Académica ha heredado del

Conductismo del siglo XIX es algo más que un inocente término o concepto. Lo que hoy

entendemos por objeto de estudio de la Psicología nos remite directamente al Conductismo

del Siglo XIX, con todo lo que ello significa en términos epistemológicos y metodológicos.

Porque más allá de que se intente ampliar fenomenológicamente el alcance del término

“conducta”, esa misma ampliación reproduce una y otra vez la convicción epistemológica de

su origen y se agota en la imposibilidad de establecer una ruptura epistemológica con el

esquema conductista originario. 6

La pregunta de una Historia de la Psicología, frente a esta distancia epistemológica entre

el concepto de “alma” y el de “conducta”, es la que interroga respecto de lo que sucedió en el

5 Cuestiones que, por otra parte, ustedes han estudiado en Fundamentos de Psicología y Cultura de la mano de un interesante texto de José Bleger llamado “Psicología de la Conducta” y que ha tenido una gran influencia en la Psicología Académica Argentina. 6 No debemos subestimar esta cuestión ya que es la misma que deben enfrentar las nuevas generaciones de psicólogos conductistas a partir de que se dan cuenta de que ya no se puede sostener más el “antimentalismo” que le dio origen. La actual Psicología Cognitiva es, por decirlo de una manera sarcástica, “un conductismo con mente” y tal aberración no es más que el resultado de la imposibilidad epistemológica de abandonar una creencia fundamental: el positivismo lógico. Abandonar el “antimentalismo” psicológico sin abandonar el “positivismo” epistemológico, que es el que en definitiva le dio origen, es dejar la tarea a medio hacer.

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medio, en un intento por comprender el estado actual de la Psicología tal y como nosotros la

hemos recibido. Pues, entonces, hagámonos esa pregunta: ¿Qué sucedió en el medio?

“En 1910, apenas 30 años después de que Wilhelm Wundt fundara el primer laboratorio de

investigación psicológica en 1879, Hermann Ebbinghaus comentó que la Psicología tenía «un largo pasado pero apenas una breve historia» (Ebbinghaus, 1910, p. 9). En comparación con las ciencias establecidas (astronomía, anatomía, física, química y fisiología), la Psicología ciertamente tiene una «breve historia», pero a ésta la compensaba, como señala Ebbinghaus, un «largo pasado»; muchas de las interrogantes e inquietudes de la Psicología se remontan a las civilizaciones antiguas de Egipto, Grecia y Roma.” (Hothersall, D., 2005, Introducción).

En 1876, la Universidad de Leipzig en Alemania le asigna a Wilhelm Wundt una

habitación para que guardara su instrumental experimental que es el que utilizaría para

desarrollar un curso de Psicología Fisiológica en esa misma universidad. Wundt estaba

convencido que esta “nueva rama de la ciencia” debía ser objetiva y experimental. Como le

resultaba muy incomodo transportar constantemente el instrumental de experimentación desde

la habitación asignada para guardarlo hasta el aula donde daba el curso, terminó realizando

sus experimentos y demostraciones en esa habitación, convirtiéndola así en un laboratorio al

que asistían sus estudiantes para tomar sus clases. Con el paso del tiempo, Wundt seguía

adquiriendo más aparatos para sus experimentos con lo que necesitó pedir otras habitaciones

para guardarlos y en 1879 inició algunos experimentos psicológicos que no formaban parte de

su curso de Psicología Fisiológica. Estos experimentos independientes significaron para

Wundt el establecimiento formal de su laboratorio de Psicología y, por ello, los historiadores

han aceptado considerar el año 1879 como la fecha de fundación del laboratorio y el

consecuente surgimiento de la Psicología como una ciencia experimental independiente de la

Filosofía (Cfr. Hothersall, 2005, pp. 112-113).

Sea que se tome como referencia el año 1876 o 1879, el nacimiento de la Psicología como

ciencia experimental o ciencia natural objetiva se indica a partir de la creación de un

laboratorio que, en lo esencial, consiste en un espacio físico necesario para instalar y usar el

instrumental y los aparatos de medición para realizar los experimentos cuya finalidad es la

investigación científica. No existe una preocupación por el objeto de estudio en sí mismo,

sino por el modo o el procedimiento experimental en el que se realiza su estudio. Sea lo que la

Psicología estudie lo debe hacer en términos experimentales como lo hacen todas las otras

ciencias en esta época. Por “Psicología Fisiológica”, Wundt entiende una Psicología en la que

se utilizan “técnicas experimentales análogas a las empleadas en la fisiología” (Hodersall,

2005, p. 114) que es una de las tantas ciencias naturales ya establecidas.

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Primer nacimiento de la Psicología como ciencia: La psicología tiene un primer acto de

nacimiento como Ciencia Experimental y que los historiadores de la Psicología han aceptado

señalar a partir de la creación del primer laboratorio de Psicología Experimental en Leipzig

por obra de Wilhelm Wundt entre 1876 –año de la asignación de la habitación de

almacenamiento del instrumental experimental– y 1879 –año de realización de los

experimentos independientes al curso de Psicología Fisiológica–. Para poder entender este

primer acto de nacimiento de la Psicología tenemos que pensar que el objetivo fundamental es

el de independizar a la Psicología del campo de la Filosofía e inscribirla en el campo de las

Ciencias Naturales.7

Hay una preocupación metodológica, respecto de la cual, el problema de la naturaleza del

objeto de estudio de la Psicología va a quedar, por un tiempo, relegada a un segundo plano.

Pero esta imposibilidad de poder pensar las cuestiones relativas al objeto de la Psicología es la

que va a sostener las controversias metodológicas que se van a ir produciendo a partir de este

primer acto fundante en torno a la Psicología Experimental de Wundt. Tengamos en cuenta

aquí que lo que rige al momento de la fundación de la Psicología como ciencia independiente

de la Filosofía, es el principio epistemológico según el cual todas las Ciencias de la

Naturaleza se identifican en el método y se diferencian por su objeto. Esta afirmación tiene

por efecto que no se piense el objeto de la ciencia en inmediata relación con el método que

pretende estudiarlo. Tendremos que esperar el desarrollo de las Ciencias Sociales y Humanas

para que esta relación pueda volverse un problema, en estos momentos de la historia de las

ciencias la cuestión del objeto no es un problema en sentido estricto.

De todos modos, más allá de que la preocupación epistemológica no se centre todavía en

la pregunta por la naturaleza del objeto de la Psicología, el objeto de estudio es pensado

científicamente aunque no epistemológicamente. Es decir, El Estructuralismo Alemán que se

va a establecer a partir de las ideas y del método experimental de Wundt –la introspección o

autoobservación controlada– tiene como objeto de estudio la “mente” o, más específicamente,

la “conciencia”. Dicho así en términos genéricos, ya que Wundt consideraba que la Psicología

tenía por objeto de estudio los “procesos conscientes” o “experiencia inmediata”, es decir, la

“percepción”.8 Es Edward Bradford Titchener, en realidad, quien define a la Psicología como

la “ciencia de la mente” en un sentido Estructuralista, como el estudio de los elementos

7 El tiempo que va de 1876 a 1879 es el tiempo epistemológico que a Wundt le lleva independizar sus experimentos de las clases que todavía lo asociaban al campo académico de la Filosofía. 8 Ya volveremos sobre esta cuestión de la “experiencia inmediata” y la “percepción” cuando abordemos la Psicología de la Gestalt en la Unidad 2.

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simples que conforman la estructura de la conciencia. Y el método apropiado para este

“estudio analítico” de la mente es el de la Introspección. Ustedes ya saben que esta cuestión

del método de la introspección va a traer más problemas que soluciones, pero no deja de ser

un intento interesante de convertir a la mente en un objeto de observación como el resto de los

objetos de las Ciencias Naturales.9

Tietchner es nativo de Inglaterra, se va a estudiar dos años (1890 a 1892) Psicología

Fisiológica con Wundt en Leipzig (Alemania) y después termina dando clases en la

Universidad de Cornell (Estados Unidos). Esto es necesario saberlo para poder entender de

qué manera el Estructuralismo alemán aterriza en la cuna del “pragmatismo” norteamericano.

Tietchener era una autoridad en materia de Psicología, sus clases eran verdaderamente

magistrales pero los psicólogos americanos no veían con buenos ojos las ideas de la

Psicología Alemana. Tiechner era un fiel discípulo de Wundt, ortodoxo seguidor de sus ideas

y es el que desarrolla el Estructuralismo Alemán pero lo hace en territorio americano. Reitero

esto porque en realidad necesito que se hagan la idea de que el Estructuralismo de Tietchner

va a ser derrotado por el Conductismo de Watson allí donde Watson juega de “local” y

Tietchner es un “visitante” siempre mal recibido. Por otra parte, el funcionalismo tenia mayor

popularidad en territorio americano que el estructuralismo alemán (Cfr. Marx, M. H. y Hillix,

W. A., 1983, p. 95).

La definición que el estructuralismo de Titchener da de la Psicología es:

“El estudio analítico de la mente humana, adulta, normal, generalizada, que se lleva a cabo mediante la introspección.” (Marx, M. H. y Hillix, W. A., 1983, p. 105).

La Psicología es el estudio analítico de la mente humana. Por “estudio analítico” debe

entenderse “estudio científico” en referencia a la metodología experimental de las ciencias

naturales que para estudiar una estructura compleja de la realidad la divide en partes más

9 Existe en Wundt la doble convicción de que la Psicología debe utilizar el método experimental como cualquier otra ciencia natural y que el método experimental debe ser adaptado al objeto de la Psicología, que es la “mente”. Y allí es donde se le ocurre esto de la “auto-observación” que define lo

esencial de la Introspección. Hay que entender a Wundt porque es alemán y sólo a un psicólogo alemán podría ocurrírsele ponerse a “observar” las ideas de la mente o pretender hacer de las ideas algo “observable”. Una idea puede ser pensada pero no observada y, mucho menos, medida en

términos cuantitativos. Pero la genialidad de Wundt tiene que ver con este torcimiento que hace del método experimental –tan naturalmente orientado hacia los objetos del mudo exterior– al intentar

reorientarlo hacia el interior de la “mente” misma. Por ello, el método de la Introspección de Wundt implica ya una intuición del carácter diferencial del objeto de la Psicología respecto del objeto de las Ciencias Naturales.

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simples y luego da una explicación del todo a partir de la suma de las partes. Este “estudio

analítico” de la mente va a ser cuestionado fuertemente por la Psicología de la Gestalt al

interior del Estructuralismo Alemán a partir de la idea de que “el todo es algo más que la

suma de sus partes”.

Por otra parte, este estudio analítico de la mente humana debe cumplir con algunos rasgos

particulares:

- Humana: se excluye a los animales del foco de interés de la Psicología, aunque la

especificación de que la Psicología es el estudio de la “mente humana” debe ser

entendida de manera positiva. Como la mente es entendida en términos de conciencia

y pensamiento es esto justamente lo que se niega a los animales, sobre todo por la

ausencia del lenguaje que, por otra parte, los hace incapaces de la introspección.10

- Generalizada: esto significa que el ideal estructuralista de la Psicología no se interesa

por las diferencias individuales y esta idea la comparten tanto Titchener como Wundt.

De todos modos es entendible que el estudio analítico o experimental excluya las

diferencias individuales y las ubique por fuera del interés de la mente como

“estructura”. Esta cuestión de la exclusión de la “singularidad” como objeto de estudio

de la Psicología en nombre de la universalidad científica es un punto nodal de nuestra

disciplina.11

- Normal: se excluye el estudio de las mentes perturbadas o enfermas. La Psicología

moderna, que busca un posicionamiento en el campo de las Ciencias de la Naturaleza,

no se interesa por la “enfermedad mental” ya que ésta va a quedar a cargo de la

Medicina y, en particular, de la Psiquiatría –especialización médica–. Cabe señalar

que en esta concepción de la mente como una “estructura” se excluye de entrada toda

posibilidad de conflicto, enfermedad, padecimiento o sufrimiento.12

10 Según Titchener, los animales no hablan “porque no tienen nada que decir (…) si los animales pensaran, sin duda podrían utilizar sus órganos vocales para hablar; y, dado que no hablan, ni siquiera pueden pensar” (Titchener, 1916, p. 267). Citado en Hodersall, D., 2005, p. 143. 11 Recordemos las palabras de Filloux: “La característica esencial del hombre resulta ser, entonces, su individualidad (…) Si el conocimiento psicológico no tuviese por intención fundamental llegar al conocimiento del individuo, dejaría de ser conocimiento psicológico.” (Filloux, J-C., 1996, p. 8) 12 Solo para aclarar y adelantar algunas cuestiones terminológicas podemos advert ir aquí que “patología” es un término cuya raíz griega es πάθη (páte) y πάθημα (pátema), sustantivos que significan “padecimiento”, “sufrimiento” o “pasión”. El sentido de la raíz griega de “patología” como padecimiento es justamente este lugar de “pasividad” en que queda el sujeto que “sufre” o “padece” algo sin poder hacer nada frente a ese sufrimiento.

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- Adulta: se excluye a los niños o mentes infantiles y podríamos decir que por las

mismas razones que se excluyen las mentes perturbadas: las dificultades o la

imposibilidad de aplicar el método de la introspección. Si bien se piensa la mente

como una “estructura”, el Estructuralismo no dice nada respecto de si la estructura

tiene una “génesis” o no.13

En lo personal, creo que todos estos aspectos ligados a lo que el Estructuralismo entiende

por Psicología y por su objeto de estudio no adquieren verdadero sentido sino por su

enfrentamiento y contraste con el Conductismo. Es respecto del surgimiento del Conductismo

en la Psicología Americana –radicalmente determinada por el positivismo– por parte de John

Burrus Watson, que voy a señalar un segundo nacimiento de la Psicología como ciencia

natural o experimental. Creo que es necesario reconocer en Watson una verdadera reflexión

epistemológica respecto del objeto de la Psicología, aún cuando esa reflexión esté

determinada por un convencimiento –mucho más radical que en Wundt– de que la Psicología

debía utilizar el método experimental para constituirse en ciencia e independizarse de la

Filosofía. Con la definición de la “conducta” como objeto de estudio de la Psicología por

parte del padre del Conductismo, John B. Watson, la Psicología va a quedar inscripta

definitivamente dentro del campo de las Ciencias Naturales.

Segundo nacimiento de la Psicología como ciencia. La idea de hablar de un “doble

nacimiento” es con el simple objetivo de fragmentar algo que no puede ser pensado sino como

una unidad. Lo que quiero decir es que hablar de un “doble nacimiento” es imposible de ser

imaginado y, en ese mismo sentido, imposible de ser pensado. Pero en la medida en que el

pensamiento y la reflexión se juegan más allá de la imaginación, la razón humana puede

operar con abstracciones. Para ayudarles a cubrir la falla de la imaginación les tiré la idea más

simple de pensar en un “nacimiento” y un posterior “bautismo” respecto de la constitución de

la Psicología como ciencia o de su inscripción como ciencia en el campo de las Ciencias

Naturales.

La creación del primer laboratorio de Psicología Experimental en Leipzig (1876-1879)

constituye el primer nacimiento de la Psicología como Ciencia Experimental a partir de una

reflexión epistemológica respecto del método de la Psicología que da como resultado la

Introspección de Wund bajo la idea de la “auto-observación”. Respecto de este primer acto

13 La relación entre “estructura” y “génesis” es un tema que va a analizar Jean Piaget constituyendo una corriente Neo-estructuralista de la Psicología esta vez en Francia.

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del nacimiento de la Psicología hay que tener en cuenta que se haya literalmente referido a la

utilización de un espacio físico como laboratorio para estudiar la mente humana. Por otra

parte, la publicación del Manifiesto conductista (1913) de John B. Watson, marca el segundo

acto del nacimiento de la Psicología como Ciencia Experimental al señalar que es la

“conducta” el verdadero objeto de estudio de la Psicología, rechazando la mente y

constituyéndose así bajo su rasgo más particular: el antimentalismo.

En una publicación de 1919, Psychological From the standpoint of a behaviorist, J. B

Watson plantea algo que se acerca más a la idea de un primer tiempo fallido de constitución

de la Psicología como Ciencia Experimental:

“[La Psicología] tuvo un comienzo en falso con Wundt (…) porque no enterró su pasado. Trató de aferrarse a la tradición con una mano, mientras empujaba hacia la ciencia con la otra. Antes de que la Astronomía pudiera progresar, hubo que enterrar a la Astrología; la Neurología debió enterrar a la Frenología, y la Química a la Alquimia. Pero las ciencias sociales, la Psicología, la Sociología, las Ciencias Políticas y la Economía, no han enterrado aún a sus «brujos» (Watson, J. B., 1929, p. 3).” Citado en Marx, M. y Hillix, W., 1983, p. 163.

Debemos suponer en Watson –a partir del contenido de sus escritos– una mayor

conciencia respecto del valor de sus definiciones en relación a darle a la Psicología un

verdadero estatuto científico al interior del campo de las Ciencias Naturales. Es decir, a

Wundt seguramente ni se le pasó por la mente que sus experimentos independientes en el

laboratorio de Leipzig iban a ser tomados como punto de nacimiento de la Psicología como

ciencia moderna. Y es justamente porque en la modernidad un hecho histórico –como puede

ser la creación del laboratorio experimental– no tiene el mismo valor que la publicación de un

texto científico como lo es el Manifiesto conductista de Watson.

Se llama Manifiesto conductista a la primera publicación de J. B. Watson titulada La

Psicología tal como la ve el conductista de 1913 en la que propone:

“La Psicología, tal como la ve el conductista, es una rama puramente objetiva y experimental de la ciencia natural. Su meta teórica es la predicción y el control de la conducta. La introspección no constituye una parte esencial de sus métodos, y el valor científico de sus datos no depende de que se presten a una interpretación fácil en función de la conciencia. En sus esfuerzos por obtener un esquema unitario de la respuesta animal, el conductista no reconoce ninguna línea divisoria entre el hombre y el bruto [animal]. La conducta del hombre, con todo su refinamiento y complejidad, no es más que una

parte del esquema total de investigación del conductista (…) Parece haber llegado el momento de que la Psicología descarte toda referencia a la conciencia; de que no necesita ya engañarse al creer que su objeto de observación son los estados mentales. (Watson, J. B., 1913b, p. 158).” Citado en Marx, M. y Hillix, W., 1983, p. 162.

Si tenemos en cuenta el efecto de expansión y globalización que el Conductismo va a

tener en toda la Psicología occidental y el efecto de inhibición que va a producir en el resto de

las corrientes –funcionalismo y estructuralismo– yo consideraría a este texto de Watson como

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un texto fundante14 de la Psicología moderna. Se trata de un texto cargado de significaciones y

me gustaría que consideremos a esas significaciones como aquellas que constituyen el

fundamento epistemológico e ideológico subyacente al término “conducta”. Los términos y

las palabras que usamos en la ciencia no son simples términos vacíos de contenido que

nosotros podemos significar a nuestro antojo. Justamente, donde estamos haciendo una

Historia de la Psicología no podemos dejar por fuera la historia de los conceptos psicológicos,

es decir, preguntarnos por sus orígenes. Y el Manifiesto Conductista de Watson es

verdaderamente fundante en tanto y en cuanto el término “conducta” es el que ha sido

acuñado por la Psicología Académica para definir a la Psicología y a su objeto de estudio.

El término “conducta” le permite a Wundt inscribir a la Psicología en el campo de las

Ciencias Naturales en la medida en que remite a algo susceptible de ser observado en

términos objetivos y sometido al control experimental. Dicha objetividad y control permite

formular como meta teórica la “predicción” y el “control” de la conducta respondiendo así al

espíritu cientificista de la época y al pragmatismo de la comunidad científica americana. De

esta manera, sustituye y rechaza la instrospección de Wundt y Titchener por el dudoso valor

de los datos que arroja y por referirse como objeto a algo que no permitía una ruptura

definitiva con la Filosofía: la conciencia y la mente.

El conductismo es antimentalista. Es decir, niega la mente. Pero con esta negación

inscribe a la Psicología en el campo de las Ciencias Naturales. No podemos dejar pasar por

alto la paradoja epistemológica que esto significa para la Historia de la Psicología, en la

medida en que toda historia es determinante del presente. ¿Cuál es esa paradoja? La

Psicología se constituye en Ciencia en el mismo movimiento en el que deja de ser Psicología.

Una Psicología sin Conciencia, sin Mente, sin Alma, sin ψυχή (psijé) deja de ser Psicología.

Si ustedes quieren y dicho en términos epistemológicos un poco más rigurosos, la Psicología

se constituye en ciencia al mismo tiempo en que pierde de vista su objeto de estudio. La

Psicología se constituye en ciencia negándose como Psicología y ese es el precio que nos hace

pagar el cientificismo en Psicología. El cientificismo positivista es la negación de la

Psicología misma. Esta cuestión tiene consecuencias éticas sumamente delicadas al ser

14 El concepto de “texto fundante” para una historia de las ciencias lo estoy tomando de Berón, Eliseo (1993) La semiosis social: Fragmentos de una teoría de la discursividad . España: Gedisa, pp. 27-35. En el planteo del nacimiento de la Psicología como ciencia a partir de un “doble nacimiento” sigo en lo esencial la teoría discursiva de Eliseo Verón respecto del surgimiento de una determinada práctica de producción de conocimientos. Su teoría de las fundaciones como proceso sin fundador distingue los “comienzos” de las “fundaciones” a partir de la idea de “texto fundante”.

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planteadas en relación a todos los ámbitos en los que la Psicología se aplica. Una Psicología

sin “alma”, cuando se aplica, cuando se encuentra con las personas concretas, tiene

consecuencias muy serias y ahí ya pasamos al terreno de la Ética.

Volvamos al antimentalismo conductista. Hay diferentes maneras de ser antimentalista.

Lo que quiero decir es que esta cuestión de las Psicologías sin “alma” es un problema ético

vigente en la actualidad tanto en las teorías como en las prácticas psicológicas en sus

diferentes campos de aplicación. No es una cuestión que remite al Conductismo y nada más

porque el Conductismo no es la única Psicología sin “alma”, es la primera sí, pero no la única.

Estamos rodeados de Psicologías sin “alma”, una especie de “vampirismo” en la Psicología.

Decía que hay diferentes maneras de ser antimentalista y dentro del Conductismo hay dos

posibilidades:

a) El Conductismo Metodológico: su fundamento epistemológico es un “positivismo

moderado”, es decir, aquél que solo afirma que lo que no es observable no puede ser

estudiado por la ciencia. ¿Por qué es “moderado”? Porque no se pronuncia sobre lo

que no es observable, no lo niega, solo dice que no se puede estudiar científicamente.

El conductismo “metodológico” es antimentalista en este sentido, es decir, niega la

mente como objeto de estudio de la Psicología por una imposibilidad metodológica.

b) El Conductismo Metafísico: su fundamento epistemológico es un “positivismo

radical”, es decir, aquél que sostiene que lo que no puede observarse no existe. ¿por

qué es “radical”? Porque se pronuncia sobre la inexistencia de lo que no es observable,

sólo lo observable existe. El Conductismo “metafísico” es antimentalista en este

sentido más radical, no se limita a decir que la conciencia no puede ser objeto de

estudio de la Psicología, sino que va más allá y niega su existencia.15

Si comparamos la definición de Psicología de Watson16 con la de Titchener17 podemos ver

una diferencia central y que va a ser definitoria cuando tengamos que plantear la inscripción

de la Psicología en el campo de las Ciencias Sociales y Humanas. Me refiero a que Watson no

reconoce ninguna línea divisoria entre el comportamiento humano y el comportamiento

animal. Una cuestión claramente ubicable en el Estructuralismo de Titchener y en el

15 Para un desarrollo más extenso de estas dos formas de conductismo, sus reacciones al interior de la Psicología Americana y sus consecuencias en la Psicología en general consultar Marx, M. H. y Hillix, 1983, pp. 179-187. 16 Ver en p. 11 17 Ver en p. 8

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Pensamiento de Wundt es el hecho de que la Psicología es una ciencia de lo humano. Es esto

lo que debemos leer e interpretar cuando definen como objeto de estudio la “conciencia

humana”. Es una segunda cuestión que tenemos que tener en cuenta después de considerar el

antimentalismo y es el hecho de que el Conductismo, en todas sus formas, implica un

retroceso antropológico encubierto en un pseudo-progreso científico. Y es esta idea de

progresismo cientificista el caballito de batalla de toda manifestación del conductismo o neo-

conductismo hasta en sus formas actuales en la Psicología Cognitiva. Este retroceso

antropológico es consecuencia de la necesidad de inscribir a la Psicología en el campo de las

Ciencias Naturales, con lo que como consecuencia va a traer muchas dificultades a la hora de

reinscribir a la Psicología en el campo de las Ciencias Sociales y Humanas.18

3 – Inscripción de la Psicología en el campo de las Ciencias Sociales y Humanas

Hemos planteado la Historia de la Psicología Contemporánea a partir de sus movimientos

fundantes como ciencia exprimental y como ciencia de la Conducta y con ello su inscripción

dentro del campo de las Ciencias Naturales. Pero la Psicología es una Ciencia Humana.

¿Debemos considerarla como una Ciencia Natural o Como una Ciencia Social y Humana?

Habíamos señalado que del Estructuralismo al Conductismo hay un retroceso en términos

antropológicos y que tiene que ver con ese borramiento de la diferencia cualitativa entre la

vida animal y la vida humana, consecuencia directa del antimentalismo. La negación de la

mente o la conciencia y su reemplazo por la idea de “conducta” en tanto objeto de estudio,

metodológicamente permite realizar estudios experimentales con el comportamiento animal y

utilizar los resultados para explicar el comportamiento humano. Por otra parte, este

borramiento de lo específicamente humano hace circular en las Ciencias Sociales otros

18 En la medida en que los fenómenos psicológicos han quedado en muchos aspectos reducidos a cuestiones funcionales de la mente así como a expresiones comportamentales, se va a instalar una gran dificultad para explicar las relaciones mente-cuerpo. Esta cuestión no ha mejorado en la actualidad sino que se ha agravado y las tendencias biologizantes en la Psicología, que son uno de los modos de negación de lo mental o una de sus consecuencias, son cada vez más fuertes y predominantes. Las Neurociencias y la Psicofarmacología son un claro ejemplo de este pseudo-avance de la ciencia que se realiza a costa de la negación de lo específicamente humano. Pero si reducimos la cuestión a lo estrictamente epistemológico vemos que afecta al lugar que se le va a dar a la Psicología en el campo de las ciencias ya que no queda claro su estatuto de Ciencia Humana. Por ello, nos podemos encontrar con autores que cuando tienen que ubicar a la Psicología dentro del cuadro de clasificación de las ciencias lo hacen literalmente “a caballo” entre las Ciencias Naturales y las Ciencias Sociales (Cfr. Beláustegui, 1999, pp. 53-54). Lo que, por otra parte, es de una brutalidad epistemológica considerable ya que quien lo hace de ese modo no entiende muy bien el sentido de la nomenclatura de la clasificación de las ciencias como tampoco el de cualquier tipo de intento clasificatorio.

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términos de raigambre biológica como los de “organismo”, “adaptación” y “medio ambiente”.

Términos íntimamente ligados al de “conducta” tal y como podemos ver en las primeras

acepciones dadas a dicho término:

“Adoptamos, como punto de partida, las definiciones que da Lagache sobre conducta, como «el conjunto de respuestas significativas por las cuales un ser vi vo en situación integra las tensiones que amenazan la unidad y el equilibrio del organismo»; o como «el conjunto de operaciones (fisiológicas, motrices, verbales, mentales) por las cuales un organismo en situación reduce las tensiones que lo

motivan y realiza sus posibilidades». En el ser humano este conjunto de operaciones tiene una estructura muy compleja que iremos distinguiendo en el curso de nuestra exposición.” (Bleger, 1994, p. 26).

Es notable que la especificación del “comportamiento humano” no queda establecida

inicialmente y que sólo puede ser ubicada por medio de un largo rodeo posterior en el que se

va a intentar darle al término un sentido “ampliado” para poder dar cuenta de lo

específicamente humano. Pero esta opción por el término conduc ta no es una apuesta de la

Psicología solamente, sino que se trata de un referente conceptual común a todas las Ciencias

Sociales de la modernidad:

“El término conducta se ha convertido así, en la actualidad, en patrimonio común de psicólogos, sociólogos, antropólogos, sin que por este solo empleo se esté filiado en la escuela del behaviorismo [conductismo]; inclusive se ha convertido en un término que tiene las ventajas de no pertenecer ya a ninguna escuela en especial y de ser lo suficientemente neutral como para constituir o formar parte del lenguaje común a investigadores de distintas disciplinas, campos o escuelas .” (Bleger, 1994, p. 26).

Bleger escribe esto en 1973, cuando dice “en la actualidad” tenemos que entender que se

trata de la actualidad de 1973. En ese momento, el término común a todas las Ciencias

Sociales era el de “conducta”. Pero, tal como vimos el año pasado en Problemas

Epistemológicos de la Psicología, las Ciencias Sociales debían adecuarse al modelo científico

de las Ciencias Naturales sobre todo en cuestiones ligadas al método científico. Pero esta

exigencia no se reduce solamente a las cuestiones metodológicas, sino que también se

extiende al uso de la terminología científica. Y, en la actualidad –en nuestra actualidad–, ya

no podemos sostener esta idea de la “neutralidad” de los términos usados en nuestro lenguaje

y poder dar cuenta de sus orígenes nos permite entender cuáles son los esquemas de

pensamiento que utilizamos para pensar las Ciencias Humanas y, en particular, la Psicología:

“El término conducta o comportamiento ha sido incorporado a la Psicología desde otros campos del conocimiento; fue ya anteriormente empleado en la Química –y lo sigue siendo aún– para referir o dar cuenta de la actividad de una sustancia, un cuerpo, un átomo, etcétera. Posteriormente, Huxley lo introduce en Biología para referirse también a las manifestaciones de la sustancia viva: célula, núcleo,

etcétera; y Jennkins, en psicología animal. En todos estos campos, el término se refiere al conjunto de fenómenos que son observables o que son factibles de ser detectados, lo cual implica la consigna metodológica de atenerse a los hechos tal cual ellos se dan, con exclusión de toda inferencia animista o vitalista. Esta posición antimetafísica y antimentalista tiende en todas las ciencias a un mayor rigor científico, describiendo y explicando todos los fenómenos en función de los fenómenos mismos, sin

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tener necesidad de recurrir a potencias o fuerzas ajenas y distintas a los sucesos naturales. En el estudio del ser humano también se aplicó el término a todas las reacciones o manifestaciones exteriores, tratando así de que la investigación psicológica se convierta también sistemáticamente en una tarea objetiva, y –por lo tanto– la Psicología en una ciencia de la naturaleza.” (Bleger, 1994, p. 23).

El término “conducta” posee dos determinantes fundamentales: el positivismo y el

biologismo. No es un término neutral, porque todo lo que se intente decir a partir de él va a

estar determinado o limitado por estos dos reduccionismos. Los intentos de algunos autores

como Bleger son, a todas luces, dignos de reconocimiento y deben ser ubicados

históricamente a fin de poder comprenderlos en el contexto epistemológico en que fueron

escritos. Si ustedes retoman a Bleger y lo vuelven a leer desde esta perspectiva van a poder

apreciar que su gran mérito es este esfuerzo por hacerle decir al término conducta algo que

por sí mismo no puede decir.

¿Qué es lo que el término “conducta” no puede decir? Lo que dicho tér mino no puede

decir es lo específicamente humano. Y partir de un concepto que no puede ubicar de entrada

la cuestión antropológica, constitutiva de las Ciencias Sociales y Humanas, impide su

inscripción en un campo propio diferente al de las Ciencias Naturales. ¿En qué consiste lo

específicamente humano? Se trata de una pregunta filosófica y ustedes saben muy bien que la

Psicología se constituye en ciencia a partir de la independización de la Filosofía.19 Esta

independización constituye a la Psicología como ciencia natural pero hay algo que con ello se

pierde. Se pierde la pregunta antropológica por lo específicamente humano. Trataremos aquí

de recuperar algo de este orden, recuperaremos la pregunta antropológica. Tengamos en

cuenta, por otra parte que, independientemente de los intereses y problemas antropológicos de

la Psicología, la Antropología Filosófica tiene sus propios extravíos que tienen que ver con el

hecho de que clásicamente se ha definido a lo humano a partir de la racionalidad.

En 1944 Cassirer publica un librito en el que rectifica la definición clásica del hombre

como animal racional y propone definirlo como animal simbólico:

“Es obvio que este mundo [el humano] no constituye una excepción de esas leyes biológicas que gobiernan la vida de todos los demás organismos. Sin embargo, en el mundo humano encontramos una característica nueva que parece constituir la marca distintiva de la vida del hombre. Su círculo funcional

no solo se ha ampliado cuantitativamente sino que ha sufrido también un cambio cualitativo. El hombre, como si dijéramos, ha descubierto un nuevo método para adaptarse a su ambiente. Entre el sistema

19 A partir de nuestra idea central de darle doble origen al surgimiento de la Psicología contemporánea, debemos sostener que esta independización de la Filosofía se realiza también en ese doble movimiento que va de la creación del primer laboratorio experimental en 1879 al manifiesto conductista de 1913. De todos modos, la idea de independización de la Filosofía es una ilusión más que una realidad ya que el “Positivismo” que constituye a la Psicología contemporánea es una corriente filosófica que en el campo de las Ciencias Sociales fue introducido por Auguste Comte, que es un filósofo.

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receptor y efector, que se encuentran en todas las especies animales, hallamos en él como eslabón intermedio algo que podemos señalar como «sistema simbólico». Esta nueva adquisición transforma la totalidad de la vida humana. Comparado con los demás animales el hombre no sólo vive en una realidad más amplia sino, por decirlo así, en una nueva dimensión de la realidad. Existe una diferencia innegable entre las reacciones orgánicas y las respuestas humanas. En el caso primero, una respuesta directa e

inmediata sigue al estímulo externo, en el segundo la respuesta es demorada, es interrumpida y retardada por un proceso lento y complicado de pensamiento. A primera vista semejante demora podría parecer una ventaja bastante equívoca; algunos filósofos han puesto sobre aviso al hombre acerca de este pretendido progreso. El hombre que medita, dice Rousseau, «es un animal depravado»: sobrepasar los límites de la vida orgánica no representa una mejora de la naturaleza humana sino su deterioro. Sin embargo, ya no hay salida de esta reversión del orden natural. El hombre no puede escapar de su propio

logro, no le queda más remedio que adoptar las condiciones de su propia vida; ya no vive solamente en un puro universo físico sino en un universo simbólico. El lenguaje, el mito, el arte y la religión constituyen parte de este universo, forman los diversos hilos que tejen la red simbólica, la urdimbre complicada de la experiencia humana. Todo progreso en pensamiento y experiencia afina y refuerza esta red. El hombre no puede enfrentarse ya con la realidad de un modo inmediato; no puede verla, como si dijéramos, cara a cara. La realidad física parece retroceder en la misma proporción que avanza su

actividad simbólica. En lugar de tratar con las cosas mismas, en cierto sentido, conversa constantemente consigo mismo. Se ha envuelto en formas lingüísticas, en imágenes artísticas, en símbolos míticos o en ritos religiosos, en tal forma que no puede ver o conocer nada sino a través de la interposición de este medio artificial. Su situación es la misma en la esfera teórica que en la práctica. Tampoco en ésta vive en un mundo de crudos hechos o a tenor de sus necesidades y deseos inmediatos. Vive, más bien, en medio de emociones, esperanzas y temores, ilusiones y desilusiones imaginarias, en medio de sus

fantasías y de sus sueños. «Lo que perturba y alarma al hombre –dice Epícteto–, no son las cosas sino sus opiniones y figuraciones sobre las cosas».” (Cassirer, 1982, pp. 46-48).

Cassirer rechaza la “racionalidad” como rasgo definitorio de lo humano porque considera

que hace referencia a uno solo de los componentes que constituyen lo humano: las ideas, lo

racional, la mente, el pensamiento y su lógica. Pero, con ello, se deja de lado otros aspectos

propiamente humanos como la irracionalidad, los afectos, las emociones y sus modos de

expresión o inhibición, la imaginación, el lenguaje poético, etc.20 Ubicar este par conceptual

mente-afecto, y la relación entre ambos, es fundamental en Psicología y después nos vamos a

preguntar qué es lo que hace con esta cuestión cada una de las teorías psicológicas

contemporáneas.21 Por lo pronto, Cassirer nos permite ubicar lo humano en lo que él llama

Universo Simbólico. Estamos señalando algo del orden de la estructura y ya no nos

encontramos en tiempos del antimentalismo conductista como para rasgarnos las vestiduras.

Yo puedo decir que lo simbólico se expresa en la conducta pero voy a caer en un forzamiento

conceptual, fruto del positivismo metodológico en el que el término conducta me deja

extraviado y que me va a llevar al callejón sin salida de preguntarme cómo hago del universo

20 Cfr. Ibid, p. 48. 21 En Psicología Profunda, en la primera unidad, estamos abordando esta cuestión con la hipótesis de la “representación patógena” y el complemento de “la hipótesis auxiliar”. Representación mental y monto de afecto o cantidad constituyen los dos elementos necesarios para establecer la represión como movimiento constitutivo y constituyente del inconsciente, por un lado, y del sujeto, por el otro. La “intencionalidad” del sujeto es la característica definitoria de la conciencia –en Psicología es Piaget quien plantea la “intencionalidad” como esencial a la “inteligencia”, tal y como ustedes lo estudiaron en Psicología del Desarrollo I–. Pero lo que queda del lado del inconsciente, carece de toda referencia objetiva a un sujeto, es decir, carece de intencionalidad.

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simbólico algo “observable”. Cuando en definitiva, lo primero que tenemos que poder

comprender es que este Universo Simbólico se constituye en el horizonte de estudio de las

Ciencias Sociales y Humanas. Y en términos metodológicos, el desafío epistemológico

consiste en ubicar de manera precisa cuál es el camino para acceder a las estructuras

simbólicas que dan cuenta de lo humano. Es decir, cuál es el método para acceder a las

estructuras simbólicas.

Si ustedes no lo han sospechado todavía, mi propuesta va en la dirección de recuperar el

planteo estructuralista en Psicología, es decir, el volver a preguntarnos por la mente y su

estructura. Wundt y Titchener extraviaron el camino al pretender objetivar la mente por medio

de la observación. Lo que ahora tenemos es la mente concebida como una estructura

simbólica y allí nos hacemos la pregunta por el método. Y en este intento por recuperar cierto

estructuralismo vamos en la dirección de poder inscribir a la Psicología en el campo de las

Ciencias Sociales y Humanas. Y digo esto porque la mayoría de las Ciencias Humanas tienen

esta cuestión más o menos clara, pero en Psicología me parece que estamos un poco

atrasados.

Para este planteo de inscribir a la Psicología en el campo de las Ciencias Sociales y

Humanas nos hacemos la siguiente pregunta: ¿Cuál es el término común a todas las Ciencias

Sociales y Humanas que la Psicología debería asumir para poder inscribirse conceptualmente

en ese campo discursivo compartido? Ya vimos que para la época en que Bleger escribía, ese

término del discurso común a las Ciencias Sociales era el de “conducta”, pero desde esa época

a la nuestra las cosas han cambiado. ¿Cuál sería “hoy” esa terminología común que constituye

a las Ciencias Sociales y Humanas como campo discursivo? Porque a fuerza de ser

epistemológicamente sinceros, el término “conducta”, si inscribe, inscribe más en el campo

discursivo de las Ciencias Naturales que en el de las Sociales. La Sociología, la Pedagogía, la

Antropología Cultural, entre otras, poseen y desarrollan un lenguaje común a partir del cual

intentan abordar, desde diversas perspectivas e intereses, esa realidad que a partir de Cassirer

denominamos Universo Simbólico.

Cuando yo les hice este planteo por primera vez, una de ustedes trajo a colación los

planteos de Filloux, esta cuestión de que la Psicología no es Psicología si no se interesa por el

individuo. Intuición brillante por parte de Filloux –quien escribe en 1959– porque sosteniendo

el rasgo antropológico de la “individualidad” como esencial y definitorio de lo humano,

plantea el problema de la incompatibilidad entre la finalidad de la Psicología, como estudio

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19

del individuo, y la finalidad de la ciencia, como establecimiento de leyes generales. Les

recomiendo que vuelvan a leer el Capítulo Primero, “Aproximación teórica”, de La

Personalidad de Jean-Claude Filloux para que puedan detenerse en este planteo de Filloux

que es muy agudo e, incluso, vigente hoy en día en todo el campo de las Ciencias Sociales y

Humanas. El punto sería que no puede haber ciencia de lo singular, hacer ciencia implica

necesariamente construir “universales”, pero la Psicología –tal como lo plantea Filloux– se

interesa por el individuo, es decir, sería una ciencia de lo “individual”. ¿Cómo hacemos para

sostener una ciencia de lo individual o lo “singular” si sólo puede haber ciencia de lo

“universal”? Filloux plantea que no habría contradicción entre la finalidad específica de la

Psicología y la finalidad general de toda ciencia. Veamos lo que dice:

“Por cierto, sólo existe –se dice– ciencia de lo general; no hay, en consecuencia, ciencia de lo particular.

Es jugar con las palabras y limitar arbitrariamente el campo de la investigación científica. En efecto, de ningún modo resulta en principio contradictorio considerar que el individuo, en su condición de tal, es e l objeto real de la investigación y admitir al mismo tiempo que, para explicarlo y comprenderlo, conviene referirse a leyes que su comportamiento actualiza hic et nunc [aquí y ahora]; supuesto que el individuo exprese siempre, en su conducta singular, relaciones de comportamiento que pueden ser generalizadas y que, en estas condiciones, se deban conducir principalmente los esfuerzos hacia el descubrimiento de

leyes, no es menos cierto que la ciencia así adquirida solo encuentra su justificación definitiva cuando sirve para aclarar las razones de ser de tal conducta en tal individuo.” (Filloux, 1994, p. 9).

Esta cuestión de los “universales” en el campo de las Ciencias Sociales y Humanas es un

problema complejo pero, en definitiva, nos debería ayudar lo que aprendimos de Cassirer, es

decir, esta cuestión que nos remite a cierto estructuralismo, el Universo Simbólico. Lo que sí

es verdad –tal y como lo plantea Filloux– es que el orden de lo individual o lo singular en el

ser humano debe permanecer vigente ante los “universales” de las ciencias. Aclarada esta

cuestión general pasemos a discrepar en algo. En principio, sí hay contradicción, en el ámbito

de lo humano, plantear que para explicar o comprender el comportamiento del individuo haya

que referirse a “leyes” que el mismo actualiza y aquí hasta el mismo término “individuo”22 se

nos torna sospechoso. En esto no podemos seguir a Filloux, salvo que queramos afiliarnos al

partido del Positivismo. Como brillantemente cuestionó una de ustedes cuando trabajamos

este texto: ¿qué leyes? Y digo que esta pregunta es brillante porque yo hubiese dado todo un

rodeo para decir lo mismo y como no siempre los rodeos son necesarios, la pregunta es

brillante por lo lapidaria: ¿de qué leyes estamos hablando?

“Las leyes generales de la conducta, vale decir, las relaciones uniformes y necesarias que se dan en toda una clase de fenómenos, en este caso, los fenómenos psicológicos.” (Filloux, 1994, p. 7).

22 “Individuo” es lo in-diviso. Es toda sustancia diferenciable por su unidad o consistencia estructural y diferenciada de cualquier otra sustancia. En este sentido, un individuo es un plato o una jirafa tanto como lo puede ser un ser humano. La palabra “individuo” ubica lo humano individual solo en un sentido coloquial y en un uso extracientífico del lenguaje.

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20

Lo que aquí no se me debe pasar por alto es que “leyes generales” tiene que ver con esto

que se supone que se da en “toda clase de fenómenos” dentro de los cuales se incluyen o se

encuentran los “fenómenos psicológicos”. Digo, lo que no se nos puede pasar por alto es el

borramiento de lo específicamente humano, cuestión que no queda saldada en Psicología

diciendo que se centra en el “individuo”, más allá de que sea un primer paso hacia la

“singularidad” de lo humano, que es otra cosa. Se trata aquí de leyes naturales. Y esto

significa que epistemológicamente nos mantenemos en el plano de la “naturaleza”, en el

ámbito de las Ciencias Naturales. Cuando vimos a partir de Cassirer esta cuestión del

Universo Simbólico, allí nos encontramos en el plano de la “cultura” y en el ámbito de las

Ciencias Sociales y Humanas. Tal vez sería interesante poder ubicar algo del orden de la Ley

en esto que llamamos Universo Simbólico. Y es allí donde será Claude Lévi-Straus quien

señale que es la ley de la Prohibición del Incesto un rasgo común a todas las culturas y el

sostén y la garantía de la cultura misma.23 Pero aquí estamos hablando de otro tipo de leyes

que no son las que explican “cualquier tipo de fenómenos”, así como tampoco se trata de

“leyes generales”, y mucho menos estamos hablando de las “leyes naturales” a las que tan

acostumbrados nos tiene la ciencia experimental.

Más allá de nuestra discrepancia con Filloux en este punto, habíamos dicho que la idea de

que la Psicología debía interesarse por la individualidad nos aproximaba a la “singularidad”

del fenómeno humano en su especificidad. Y es en relación a este orden singular de lo

humano que nos hacemos esta pregunta respecto del término común al campo de las Ciencias

Sociales y Humanas que deberíamos asumir en Psicología para poder inscribirnos de pleno

derecho en ese mismo campo. Es en la Psicología de la Personalidad donde vamos a

encontrar desarrollada fuertemente esta idea del estudio de la singularidad de lo humano junto

al objetivo de poder señalar algo común a todos los individuos como “estructura de la

personalidad”. El término “personalidad” deriva originariamente del griego προσόψιον

23 Estoy citando aquí una obra fundamental de Lévi-Straus: Antropología Estructural (Antropologie structurale) publicada en Francia en 1974. “En esta obra, Claude Lévi-Strauss expone y lleva a la práctica el método estructural a cuyo desarrollo va íntimamente unido su nombre. Al abordar los grandes problemas de la Antropología Social –de las reglas de parentesco y del matrimonio a la prohibición del incesto y la exogámia, pasando por los ritos y prácticas de la magia–, el texto analiza los problemas metodológicos que plantea el estructuralismo, y define e ilustra la ambición del autor respecto a plantear un verdadero análisis científico de los fenómenos humanos sin traicionarlos, es decir, sin hacerles perder nada de su riqueza ni de los sutiles matices derivados de su diversidad. De ahí que, junto a aspectos de la realidad social –tan complejos que el observador debe contentarse con describirlos–, haya otros que el análisis estructural logra alcanzar y cuya regularidad pone de manifiesto. De este modo, la etnografía –ayudada por la historia, la lingüística, la sociología, la psicología y el psicoanálisis– contribuye a introducir métodos rigurosos al amparo de los cuales quizás un día las ciencias humanas logren la categoría de ciencias de pleno derecho.” (Comentario editorial de contratapa en Lévi-Strauss, Claude (1987) Antropología estructural. España: Paidós).

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21

(prosópsion) que significa “bien visible” y del latín per sonare que significa “sonar a través

de” o “resonar”. En ambos casos se refiere a las “máscaras” usadas por los actores en el teatro

griego y al efecto de “resonancia” que en su diferencia permitía la caracterización del

personaje. De este modo, “personalidad” haría referencia a la caracterización del personaje, a

la representación acabada de un personaje.

“Todos los autores concuerdan en afirmar que el significado primitivo de esta palabra era máscara. Esta etimología es tal vez del agrado de los que prefieren definir la personalidad por el efecto exterior.” (Allport, 1986, 44).

Generalmente se plantea de manera negativa esta cuestión ligada a la máscara en la

dramaturgia griega ya que se la interpreta desde una visión racionalista de la obra de arte.

Desde esta perspectiva la máscara es vista como algo superficial que oculta la verdadera

personalidad. Pero si rectificamos el extravío racionalista apelando a una visión hermenéutica

de la obra de arte, la máscara griega y su resonancia nos permiten comprender el valor

ontológico de la representación como puesta en escena, es decir, como “realización” de la

obra y sus personajes. El personaje “existe” en la representación del actor a partir de la forma

y la resonancia de la máscara. Y, de este modo, rescatamos el sentido positivo de la “máscara”

griega para referirnos a la “personalidad” en tanto singularidad que se manifiesta y se hace

presente o visible en el escenario de la vida.24

La articulación del término “personalidad” con el de “conducta” van a permitir establecer

una relación entre lo “externo” observable y lo “interno” inobservable de la personalidad,

según las exigencias cientificistas del Positivismo Lógico. La diferencia entre el término

“personalidad” y el de “conducta” es que el de “personalidad” es de una significación mucho

más rica como vimos a partir de la máscara y su resonancia. Por otra parte, personal iza el

objeto de la Psicología, se refiere específicamente a una psicología humana, rescata la

dimensión de la singularidad más allá de la búsqueda de constantes estructurales. Si pasamos

a considerar sus aspectos negativos, lo primero que tendríamos que señalar es que su

construcción a partir de la raíz “persona” lo asocia a un término ligado a una Filosofía o

Antropología clásica, carente de significación para el estado actual de las Ciencias Sociales y

Humanas. Pero el gran problema ligado al término “personalidad” es su conceptualización.

24 Estoy siguiendo en este punto la Hermenéutica de Hans-Georg Gadamer y su estudio de la ontología de la obra de arte. La “imagen”, “la representación”, “la puesta en escena”, “el aparecer”, “la narración literaria”, son considerados como estructuras ontológicas que traen a la existencia realidades que de otro modo no podrían acceder a ella o que no podrían lograr un acceso pleno a la existencia. También recupera –retomando a Aristóteles– la función de “catarsis” que la tragedia tiene para el “espectador” en su identificación con los personajes que encarnan el drama. Véase Gadamer, Hans-Georg (1999) Verdad y método. 8º edición. Salamanca: Sígueme, pp. 143ss.

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Tomemos un referente obligado en Psicología de la Personalidad cuando se trata de definirla,

me refiero a Gordon W. Allport:

“Personalidad es la organización dinámica en el interior del individuo de los sistemas psicofísicos que

determinan su conducta y sus pensamientos característicos [cuyas funciones son la adaptación y la acción sobre el medio].” (Allport, 1986, pp. 47-49).

“La personalidad es la organización dinámica, dentro del individuo, de aquellos sistemas psicofísicos que determinan sus ajustes únicos a su ambiente. (Allport, 1965, p. 63).

Si sabemos leer epistemológicamente o hacer “metateoría”, podemos darnos cuenta de

que el concepto “personalidad” se sostiene de otros como “conducta”, “adaptación” y “medio

ambiente”. Además, aparece mencionada esta oposición entre “interno” y “externo” que no

implica más que una referencia física en un intento de ubicar a lo mental “adentro” del

organismo. Esta cuestión de lo “interno” para referirse a lo “psíquico” ha extraviado a toda la

Psicología contemporánea en los callejones sin salida del empirismo y del racionalismo,

cuando se trata de construir una teoría de la mente. Pero la clave de toda esta cuestión es el

concepto de “adaptación”:

“Este concepto de adaptación, científico en el terreno de la Biología, pasa a ser una noción ideológica cuando es trasladado a la Psicología y a la Sociología, donde el medio al cual se está o no adaptado ya

no es el medio natural de los organismos biológicos, sino el medio social de los seres humanos, y adaptación pasa a significar integración, aceptación de las normas vigentes en una determinada estructura social (…).” (Braunstein y otros, 2000, p.188)

“La personalidad es concebida pues, como una estructura jerárquica que integra distintos niveles de complejidad. La noción de integración (al igual que la de adaptación en los enfoques conductistas) es tomada en préstamo de la Biología en un uso analógico: así como en Biología las células se unen para integrar tejidos y órganos, los distintos niveles de la estructura individual deben «integrarse» para asegurar la unidad de la persona.” (Ídem, p. 303).

Teniendo en cuenta la red semántica en la que se encuentra significado el término

“personalidad” se constituye en el sustituto del término “organismo”, conservando la lógica y

los esquemas explicativos de la Biología. Desde este punto de vista podemos apreciar

claramente la falta de especificación de lo humano en los presupuestos básicos que

constituyen la conceptualización de la “personalidad”. La concepción de la personalidad

como “organización”, “síntesis”, “integración” y “adaptación” reproduce los esquemas

explicativos y funcionales del organismo vivo y, por ello, mantiene inscripta a la Psicología

en el campo de las Ciencias Naturales.

“Las ciencias sociales son llamadas también humanas, del espíritu, de la cultura o del hombre. Comprenden la historia, la psicología, la antropología, la sociología, la economía, la lingüística, la criminología y todas aquellas disciplinas científicas que delimitan su campo de estudio en torno al hombre; no al hombre como ser biológico, sino como individuo poseedor de libertad, de lenguaje, de cultura. (Díaz y Heler, 1987, p. 158).

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“Las características más peculiares del hombre y que lo diferencian de otros objetos científicos –animales, partículas, plantas, entre otros– son su cultura, su lenguaje, su capacidad de pensamiento racional, la posibilidad de tomar decisiones, las manifestaciones de su inconsciente, sus valores [la historicidad del hombre].” (Díaz, 2007, p. 221).

No se puede lograr la inscripción de la Psicología en el campo de las Ciencias Sociales y

Humanas sin el obligado pasaje lógico y terminológico de la naturaleza a la cultura. Así como

tampoco se puede pertenecer a un grupo de disciplinas científicas que constituyen una unidad

interdisciplinaria sin compartir un mismo lenguaje. Insisto nuevamente con la pregunta: ¿cuál

será esa terminología común a las Ciencias Sociales y Humanas que la Psicología tendría que

adoptar para inscribirse de pleno derecho en el campo semántico y explicativo de las mismas?

En las publicaciones más recientes en relación al desarrollo de la Psicología Académica es

Fernando Gonzáles Rey quien explícitamente escribe sus obras de Psicología25 utilizando una

semántica común a todas las disciplinas del campo de las Ciencias Sociales y Humanas e

introduciendo explícitamente en el horizonte del objeto de estudio de la Psicología ese

término común del que tanto les he venido hablando. En una de sus obras, Investigación

cualitativa en Psicología: Rumbos y desafíos,26 en el capítulo primero, en donde desarrolla

una introducción a la investigación cualitativa en la Psicología, el anteúltimo título de ese

capítulo, en la página 24, hay un título que transcribo: Características de la subjetividad como

objeto de la investigación psicológica. Bien, el término del que les venía hablando es éste,

“subjetividad”, y Gonzáles Rey lo ubica en el horizonte del objeto de estudio de la Psicología

porque ya en las primeras líneas del capítulo aclara que “lo cualitativo, como concepto

alternativo a las formas de cuantificación que han predominado en el desarrollo de las

ciencias sociales y, de forma particular, en la Psicología es vía de acceso a dimensiones del

objeto inasequibles al uso que en nues tra ciencia se ha hecho de lo cuantitativo” (González

Rey, 2000, p. 1).

Hay una cuestión ontológica que está muy clara en la epistemología cualitativa de

González Rey y es que no se trata de una mera discusión metodológica entre lo cualitativo y

25 Cfr. GONZÁLEZ REY, Fernando L. (2002). Sujeto y subjetividad: Una aproximación histórico cultural. 1º edición. México: International Thomson Editores. En esta obra se dedica al rastreo histórico de la subjetividad en la historia de la Psicología y la conceptualización de la subjetividad en diferentes corrientes del pensamiento psicológico contemporáneo. 26 Es la única obra que yo encontrado que trabaje la investigación cualitativa en la Psicología. Ustedes pueden encontrar –de hecho lo están estudiando en los Talleres de Investigación Educativa– una gran variedad de autores y de obras que trabajan la investigación cualitativa en Educación, en Sociología y en Antropología Social, hay una vasta producción bibliográfica en ese sentido y en una fuerte lucha con los todavía fuertes resabios de las tendencias cuantitativistas o positivistas. Pero en Psicología, la literatura antipositivist a, interpretativista, hermenéutica y cualitativa es escasa por no decir casi inexistente.

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lo cuantitativo, sino de una opción epistemológica en la que se juega la definición ontológica

del objeto de estudio de la Psicología. Y es aquí donde les vengo a proponer, junto con

González Rey –porque yo no soy ningún loco suelto– la sustitución del término conducta por

el de subjetividad. De una Psicología de la Conducta a una Psicología de la Subjetividad, esa

es la propuesta.

“En nuestra opinión, la subjetividad es un sistema complejo de significaciones y sentidos subjetivos producidos en la vida cultural humana, y ella se define ontológicamente como diferente de aquellos elementos sociales, biológicos, ecológicos y de cualquier otro tipo, relacionados entre sí en el complejo proceso de su desarrollo. Hemos definido dos momentos esenciales en la constitución de la subjetividad:

individual y social, los cuales se presuponen de forma recíproca a lo largo del desarrollo. La subjetividad individual es determinada socialmente, pero no por un determinismo lineal externo, desde lo social, hacia lo subjetivo, sino en un proceso de constitución que integra de forma simultánea las subjetividades social e individual. El individuo es un elemento constituyente de la subjetividad social y, simultáneamente, se constituye en ella.” (González Rey, 2000, p. 24).

Hay un término que viene inmediatamente asociado al de “subjetividad” y es el de

“constitución”. Con el concepto de subjetividad aplicado a la semántica de la Psicología

estamos poniendo en el centro de su discursividad al “sujeto”. No puede haber una Psicología

sin alma, les había dicho párrafos atrás, ahora les digo: no puede haber Psicología sin Sujeto.

Y el sujeto no es un “dado” de la naturaleza como tampoco un producto “adquirido” de la

cultura. El sujeto se “constituye”, esto quiere decir que o hay sujeto o no lo hay y que no se

puede ser más o menos sujeto. Por ello el término sujeto introduce a la Ética en la Psicología

y, justamente, no puede haber Psicología sin Ética porque la Psicología apunta al

conocimiento y al abordaje del sujeto. Y como la Psicología deviene práctica social en la

aplicación clínica e institucional de su discursividad, las consecuencias éticas de dichas

prácticas son determinantes para los sujetos sobre los cuales recae.

¿Qué significa que la subjetividad se “constituye”? El sujeto no se desarrolla, tampoco

crece, tampoco madura, tampoco evoluciona. Sé que les estoy creando un conflicto cognitivo

bastante complejo con esto pero se lo van a tener que bancar por el momento y yo se que

pueden hacerlo porque las subjetividades de cada uno de ustedes se los permite. Hay un texto,

que ustedes estudiaron en Psicología del Desarrollo I el año pasado, escrito por Claudio

Urbano y José Yuni cuyo título es Psicología del desarrollo: Enfoques y perspectivas del

curso vital. La parte II, tiene como título El proceso de constitución subjetiva y su contenido

se corresponde con el capítulo 3: La constitución psíquica del sujeto. Es el único texto que yo

conozco, dentro de la Psicología del Desarrollo, que aborda este tema. Allí los autores

plantean que la constitución de la subjetividad se produce por el “devenir de individuo a

sujeto”, lo van a encontrar como subtítulo en la página 40.

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“La noción de individuo proviene de la Biología, que concibe a la especie como el patrón general a partir del cual salen ejemplares particulares: los individuos. El hombre se ubica como un individuo dentro de la especie humana (…)

“El de-venir de individuo humano a sujeto supone como condición necesaria pero no suficiente, la dotación de un cerebro especializado y la aparición de un sistema nervioso que le permita ampliar los dominios de interacción entre el organismo y el medio; ello a partir de la diversificación de configuraciones sensomotoras, lo que hace posible la aparición del lenguaje y la autoconsciencia. No obstante, la especialización cerebral no responde a un plan madurativo intrínseco, sino que requiere del concurso de la cultura. Con lo cual el proceso mismo de complejización biológica

requiere de la interacción con otros seres humanos y la participación/inclusión en un sistema de significados y significaciones culturales.

“(…) El individuo humano al ser introducido en la trama de significaciones culturales, debe

subordinar sus características que lo inscriben a un orden natural -como individuo perteneciente al linaje humano- para ligarse a un orden cultural y simbólico, que lo sitúa como sujeto y le provee de códigos culturales que a través de procesos adaptativos se terminarán inscribiendo en los códigos genéticos de la especie. (Urbano y Yuni, 2005, pp. 40-41).

Y a partir del subtítulo “La constitución del sujeto” en la página 42:

“(…) Plantear la temática de la constitución del sujeto supone partir de la premisa que no nacemos sujetos sino que nos hacemos sujetos. Esta transformación es realizada a través del proceso de socialización, que se hace efectivo a través del ejercicio de la función materna, la intromisión de la función paterna y del campo social; todos ellos representantes de un orden social, cultural y simbólico

particular, situado y contextualizado en ciertas coordenadas históricas. Por socialización se entiende el proceso a través del cual la sociedad imprime sus matrices sobre la estructura del individuo humano; matrices que suponen el atravesamiento de lo meramente natural por estructuras construidas a partir de lo simbólico.”

Existe una relación dialéctica entre los pares individuo humano/naturaleza, sujeto/sociedad, de cuya interacción depende la posibilidad de devenir sujeto. El individuo humano, como organismo vivo, circula en el interjuego fundante entre la necesidad y la satisfacción de esa necesidad. La necesidad es un elemento de orden biológico que emerge del intercambio de materia del individuo con su medio. La

necesidad es innata del ser vivo. Tanto la necesidad como la satisfacción se dan en el interior del individuo; pero la fuente de gratificación de esa necesidad es exterior al ser vivo, lo que promueve la relación del individuo con el mundo exterior. Así, en los momentos iniciales de la vida, el bebé experimenta necesidades bio-fisiológicas para cuya satisfacción depende de un otro y de un contexto que le provea los recursos para alcanzar la gratificación.

“Acceder a la posición de sujeto supone superar la condición de ser vivo, ser en estado de naturaleza pura; ser de pura necesidad y, a la vez, de suma indefensión para poder satisfacer sus necesidades por sí mismo. Para poder realizar ese pasaje de ser de la naturaleza a sujeto psíquico y social, se requiere de la

asistencia de un otro que se sitúe como portavoz de un lenguaje que no le es propio, sino que es propio de una estructura social y cultural más amplia de la que forma parte. Este lenguaje es transmitido a través de los códigos particulares de la lengua construida a partir de la pertenencia a un grupo social al que el sujeto se adscribe mediante el habla.

“(…) Ingresar a un mundo constituido por palabras, símbolos y actos portadores de significados implica acceder al universo de la nominación; el lenguaje al nominar al cachorro humano lo sitúa en una red particular de significaciones y, de ese modo, le asigna/otorga un signo portador de sentido que revela su lugar en la trama vincular (…)

“El cachorro humano, al decir de Piera Aulagnier (1988), nace y se constituye dentro de un universo habitado por otros, semejantes y próximos, sin cuya asistencia no sobreviviría. (Ídem, pp. 42-43).

La noción de “constitución” de la subjetividad define al sujeto como una “posición”

singular al interior del universo simbólico de la cultura. Allí se encuentra este pasaje del

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estado de naturaleza al estado de cultura en el cual el orden de la necesidad, propiamente

biológica, se “desarticula” para “rearticularse” en el orden del “deseo”, propiamente humano,

a partir del encuentro con el “otro” que ofrece los objetos de la satisfacción significados por la

cultura. De este encuentro entre la necesidad y el objeto ofrecido –o denegado– por la cultura

a partir de la intervención del otro humano ya constituido en sujeto, depende la subsistencia –

o no– del individuo al mismo tiempo que su inscripción –o no– como sujeto en un singular

entramado de significantes.

Subjetividad, constitución de la subjetividad, pasaje del estado de naturaleza al estado de

cultura y posición del sujeto como significante en un entramado de significantes, son algunas

de las nociones que constiuyen esta particular semántica a partir de la cual se juega esta

inscripción –o no– de la Psicología Académica27 en el campo propio de las Ciencias Sociales

o Humanas en la actualidad y de cara a sus futuros desarrollos.

Ya hemos ubicado la cuestión del “objeto” de la Psicología en torno a la noción de

“subjetividad”. Nos queda por abordar ahora la cuestión del “método”. La única manera de

acceder a la subjetividad de un sujeto es a partir de su propia “narrativa”. Por ello, voy a decir

que el método de una Psicología de la Subjetividad no puede ser otro que la “narrativa”. La

subjetividad debe ser buscada justamente en el registro en que ella se encuentra y que es el

registro del lenguaje como “discurso” o “relato”. Por supuesto que aquí es la metodología de

la entrevista la que adquiere relevancia y centralidad, pero bajo el modo de la entrevista

antropológica o entrevista en profundidad. ¿Por qué? Porque solo la entrevista no estructurada

es la que permite al sujeto construir un relato en tanto narrativa historizante de sí mismo. La

observación quedará reformulada bajo este modelo de la narrativa y seleccionará como objeto

de observación “unidades simbólicas” en tanto modalidades “visibles” o “audibles” de la

narrativa del sujeto. La observación se volverá mirada perspicaz y escucha atenta a las

narrativas de los sujetos. La “narrativa” tiene múltiples formas de expresión pero podemos

27 Insisto nuevamente en que se trata de la Psicología que enseñamos en los ámbitos académicos de las instituciones destinadas a la formación de profesionales y, en nuestro caso, a la formación de profesionales de la educación allí donde vamos pensando y planteando conjuntamente las consecuencias de esta Psicología en la práctica pedagógica. Mi insistencia en resaltar la ética de la Psicología es justamente porque la Psicología que enseñamos y aprendemos es la que después incide directamente en las prácticas escolares cuyos destinatarios son sujetos muy particulares, niños, niñas y adolescentes a quienes, como adultos que somos, debemos toda nuestra responsabilidad y ética profesional. Al mismo tiempo, mi insistencia en la Psicología Académica y en sus determinantes metateóricos o epistemológicos es una forma de abordar esa naturalizada dicotomía entre la teoría y la práctica que afecta la profesionalidad de la docencia en la actualidad. Y la necesidad de establecer fundamentos conceptuales de la praxis pedagógica es, además de la única posibilidad de llevar adelante una verdadera práctica, una responsabilidad ética profesional.

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señalar tres variantes fundamentales: el discurso hablado, el texto escrito y la expresión

gráfica, entre otras. En el campo de las Ciencias Sociales y Humanas es la Hermenéutica la

disciplina metodológica que se encarga de estudiar y definir la estructura de cada una de estas

expresiones narrativas de la subjetividad y constituye a la “interpretación” como el método

propio de las disciplinas de este campo.

Estas cuestiones ligadas a la narrativa, el discurso, el relato, el simbolismo, etc., las

retomaremos en el segundo cuatrimestre de este mismo año en Metodología de la

Investigación Psicológica para trabajarlas con un poco más de profundidad. Por el momento,

podemos decir que “subjetividad”, “narrativa” y “Hermenéutica” serían los tres conceptos que

articularían el tema metodológico en una Psicología de la Subjetividad.

Del alma a la conciencia –mente– y de ésta a la conducta, marcamos el camino de

inscripción de la Psicología en el campo de las Ciencias Naturales. Por otra parte, señalamos

que esta naturalización de la Psicología tuvo como correlato su independización de la

Filosofía y con ello la pérdida de la especificación de lo humano. Que la Psicología se

constituya en Ciencia en el mismo momento en que se niega como Psicología, es el fenómeno

más interesante que se pueda estudiar en la Historia de la Psicología como el itinerario de un

largo extravío epistemológico, antropológico, metodológico y ético. La idea de recentrar la

Psicología bajo el concepto de subjetividad, sostiene la propuesta de una inscripción

semántica en la discursividad propia de las Ciencias Sociales y Humanas. El replanteo

metodológico centrado en la narrativa y la Hermenéutica nos recuerda la dependencia de todo

método respecto de la ontología propia del objeto de estudio. Rectificación epistemológica,

antropológica y metodológica que restituye, al mismo tiempo, la relación innegable de la

Psicología con múltiples problemáticas filosóficas y que introduce la reflexividad ética desde

el plano de la teoría psicológica misma para delatar todo lo que de ella se convierte práctica

social determinante de los destinos de muchas formas de subjetividad en nuestra sociedad

actual.–

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