El origen del nombre TORO

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1 TORO SUSTANTIVO IBÉRICO Enrique Cabrejas Iñesta © 2014 © 2012 Enrique Cabrejas Iñesta © 2012 e-nstitut ideal nol © 2012 fuentes gráficas de íbero Juan-José Marcos La investigación y estudio fija y recupera el origen etimológico del nombre común y propio de la lengua española TORO. Cabrejas Iñesta, Enrique (Enero 2013) KARUO - EL SECRETO ÍBERO - ISBN 978- 84-9030-665-9. Colección: Investigación. Editorial Círculo Rojo. Almería. DEPÓSITO LEGAL: A 1185-2012. Cabrejas Enric, 2014 Karuo the Iberian Secret (Book review). ISSN 2311-8822. Scientific Journal. Kiev. Future Human Image 1(4) 19 © International Society of Philosophy and Cosmology 2014 © Bazaluk O. A. (Ch. Editor), 2014 © Matusevych T. V. (Ch. Editor), 2014.

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TORO SUSTANTIVO IBÉRICO

Enrique Cabrejas Iñesta © 2014

© 2012 Enrique Cabrejas Iñesta

© 2012 e-nstitut ideal nol

© 2012 fuentes gráficas de íbero Juan-José Marcos

La investigación y estudio fija y recupera el origen etimológico del nombre común y

propio de la lengua española TORO.

Cabrejas Iñesta, Enrique (Enero 2013) KARUO - EL SECRETO ÍBERO - ISBN 978-

84-9030-665-9. Colección: Investigación. Editorial Círculo Rojo. Almería. DEPÓSITO

LEGAL: A 1185-2012.

Cabrejas Enric, 2014 Karuo – the Iberian Secret (Book review). ISSN 2311-8822.

Scientific Journal. Kiev. Future Human Image 1(4) 19 © International Society of

Philosophy and Cosmology 2014 © Bazaluk O. A. (Ch. Editor), 2014 © Matusevych T.

V. (Ch. Editor), 2014.

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TORO

Sustantivo ibérico Enrique Cabrejas Iñesta © 2014

Preámbulo

Verán, resultó ser que el Sábado 21 de Abril de 2012 alrededor de las 6h de la tarde

pude descifrar la escritura ibérica tras transcribir el texto completo de “El bronce de

Luzaga”, y para mi sorpresa descubrí que las tesis y publicaciones de los eruditos

avalados por toda la comunidad científica y que dieron validez a un supuesto origen,

ritos y lengua celta de los iberos y los celtíberos tuvieron que hacerlas sin la necesaria

comprobación. Son un AXIOMA. Advertí que no eran auténticas transcripciones sino

simplemente transliteraciones fonéticas sin significado. Como ustedes saben todo

idioma se sustenta en una filosofía del lenguaje que explica su mundo y también todos

los mundos posibles, por ello es tan triste perder un lenguaje porque todo un universo

explicado se extingue con él, y pude comprender que aun parezca sorprendente la

escritura de los iberos y los celtíberos se trata de escritura helena construida con

diversos alfabetos epichorikos, es decir que cada comunidad lingüística usaba caracteres

propios de su territorio y por esa razón los lingüistas jamás pudieron encontrar

coincidencias grafológicas en otro lugar que no fuera en ese territorio específico.

Esa escritura es anterior al alfabeto griego Milesio o de Mileto, pero no obstante se

trataba de la misma lengua hablada. Y pude comprobar que para los íberos

septentrionales (celtíberos) se trataba de una lengua pre griega, para ser más concreto

fonéticamente en sus modos: frigio-lidio-jonio-dorio y procedente de Anatolia. En

realidad, la lengua de los celtíberos y la lengua frigia es la misma lengua pero escrita de

otro modo, con otros caracteres. Pero lo más sorprendente se lo diré ahora, y a

continuación: Nuestras palabras, las que usamos hoy, pude comprobar que son las

mismas que usaban ellos. Naturalmente no están escritas con nuestros caracteres y

otras por supuesto se extraviaron en el tiempo, no son de uso corriente para nosotros y

no obstante podemos encontrarlas todavía en el griego antiguo, incluso muchas en

griego actual, lo cual no me digan no es sensacional, ahora bien, actualmente nosotros

las conocemos escritas con ortografía de patrón latino. ¡Sorprendente!

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TORO

Así pues advertí y comprendí que el término TORO no derivaba del latín TAURUS

como se ha venido sosteniendo hasta hoy y porque se decía que era así como llamaban

los romanos a este animal. Ciertamente la traducción de la palabra española Toro al latín

indudablemente será Taurus o mejor Taurum, que el latín tomó del griego ταύρο

“Tauro”, sin embargo nuestro nombre “TORO” no proviene de taurus ni de Taurum,

tampoco del latín incluso por muy sorprendente que parezca siquiera del griego. Verán,

se da por cierto que nuestro léxico deriva del latín, y esa creencia persiste en nuestros

días todavía. Lo que sucede es que las procedencias etimológicas y los significados en

general se han extraviado, por desgracia. Ese lapsus llegó con los romanos y de la mano

del latín a nuestra península. Y es que nosotros que tuvimos una escritura antigua, con la

llegada del latín ganamos una nueva ortografía y en cambio perdimos nuestras

funciones del lenguaje. Sí, se desconoce que perdimos la función emotiva por otra

nueva. Perdimos la función conativa por otra nueva. Perdimos la función poética por

otra nueva. Perdimos la función fática por otra nueva. También la función

metalingüística se vio afectada y lo que es peor, perdimos toda la función referencial y

para siempre. ¿Para siempre? No, verán, la he recuperado y soy capaz de fijarla de

nuevo. Y es que nadie lo hubiera sospechado, siquiera yo mismo pero soy el fundador

de una sensata y juiciosa metodología científica y les diría a la vez que fructífera e

inagotable nueva línea de investigación. Todo esto no podrán leerlo ni aprehenderlo en

los libros, diccionarios, enciclopedias, etc., hasta que no se enmiende como es debido.

Así pues, averigüemos hoy la procedencia del término “toro” y esta vez hagámoslo

desde su origen legítimo y verdadera etimología.

Miren, ahora será necesario cuestionarse de nuestros antiguos iberos y celtiberos ¿Cómo

denominaban las cosas? Anteriormente esto se desconocía por completo pero a partir

del año 2012 adquirí los conocimientos precisos y diseñé una metodología para leer y

entender su ignoto idioma y puedo explicarlo con todo detalle aunque ahora eso no nos

ocupa, sólo digamos que su idioma era de extremada complejidad y tan pleno de

significado como el que más. Si les hablo con franqueza, les alegaría que a mi modesto

modo de ver, incluso es más cultivado que el nuestro y les diré por qué. Cuando ellos

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hablaban, sus palabras no eran únicamente palabras sino que eran nuestras raíces

significadas. Ellos conocían esos significados mientras que nosotros los abandonamos

hasta el punto de llegar a ignorar su identidad, y no quisiera admitir a la vez que

también la nuestra. Ellos declinaban las palabras en siete casos distintos porque su

idioma era una lengua flexiva. Era una lengua helena de la época frigia para los iberos

septentrionales y la auténtica etimología de TORO se la indicaré a continuación, miren,

TORO deriva de una raíz pre griega para definir la “perforación” que es: τορ “tor” y

aprovecho ya para dejarla aquí apuntada para que se añada a la larga lista de las otras

etimologías: Tornado, torno, tornillo, etc., porque sepan que con la expresión TORO se

viene a significar a quien es el “PERFORADOR”, en otra de sus múltiples acepciones el

“CLAVADOR” y que esa es su auténtica etimología y no la que está presentada hasta

hoy. Miren, “Toro” se trata de un nombre singular masculino en su modo vocativo.

También como segunda y tercera persona del singular de un verbo que es conjugado

aoristo y a la vez como un adjetivo y es totalmente demostrable todavía en la actualidad

y porque ustedes lo podrán verificar si lo desean también a través del griego jónico

como τόρος “toros”, τορέω “toreo”. En dialecto ático como τορεύς “toreos” y además

como adjetivo τορός “toros”, es decir el que presenta la cualidad que “perfora”. A la vez

tanto como sustantivo como adjetivo plural en caso nominativo, que es exactamente

como en lengua española denominamos a “LOS TOROS” y que igualmente es un

sustantivo dicho en plural, y por si fuera poco también en la declinación del modo

vocativo y dativo y es absolutamente verificable si se contrasta con los dialectos griegos

incluso ático, dorio y eolio. Así pues que queda claramente demostrado que en el caso

de la lengua española TORO no procede del latín sino de la propia expresión ibérica

TORO.

TORO es exactamente como lo decimos nosotros para referirnos y definir al mamífero

rumiante bóvido y que es macho, de cuerpo robusto, con cabeza gruesa provista de dos

cuernos, hocico, papada en el pecho y cola con un prominente mechón en el extremo; y

que se destina al toreo. De él se aprovechan su carne y también su piel. Apelamos así

incluso a quien está fuerte y es corpulento. También en nuestra época lo aplicamos al

vehículo de una plaza provisto de motor eléctrico y con un par de ganchos en su parte

frontal, y que usualmente sirve para transportar mercancías en palés. Por otro lado el

término da la patronímica a la ciudad de Toro que es un municipio español perteneciente

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a la provincia de Zamora, en la comunidad autónoma de Castilla y León. También es la

onomástica para Villatoro en Ávila y que es un acrónimo VILLA · TORO, etc. Estas

poblaciones cuentan con reliquias arqueológicas con sendos monumentales Toros de

piedra, y que los expertos desconocen su ignoto y mistérico significado. Les diré que

son sencillas representaciones de lo que era una realidad poderosa pero cotidiana de

convivencia para ellos. Nuestros antepasados ibéricos en ningún caso tenían al toro

como un dios en una liturgia religiosa en el aspecto sagrado de darle culto, más allá de

una relación con una bestia que pudiera mostrarse peligrosa si se la molestaba, o bien

dentro del respeto enfrentarse a un amenazador morlaco en una suerte de lidia o fiesta

de la mitología antigua y que por supuesto para ellos no era en absoluto desconocida.

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LAS TRADICIONES TAURINAS

La cuestión es que durante todos estos años, nuestra lengua ibérica y que es la nuestra,

ha sido primero ocultada e ignorada después. Lapidada por sus oponentes y por los

interesados en hacer recaer en otra foránea y que no fuera propiamente la ibérica toda la

excelencia de nuestra antigua lengua, cuando justamente nuestros antepasados tenían en

el concepto del “Are·té” aquello que significa el talento y la aptitud excepcional. Y la

prueba más evidente de que la palabra “Toro” viene del mismo lexema Toro y no de su

metonímico Tauro es que a pesar de que el término “tauromaquia” que proviene del

sintagma en idioma griego ταῦρος y μάχομαι y que se refiere a lo relativo a la práctica

de lidiar toros, cuando ustedes si así lo deciden acuden a “LOS TOROS” no van a ver

“LOS TAUROS”. Ni se imaginan lo mucho que me duele tener que estar corrigiendo

todos los desatinos que he leído sobre los iberos y los celtíberos, y que todo indica que

seguiré leyendo durante bastante tiempo todavía. Sí, efectivamente éste es un arte que

los celtíberos (y que sin duda alguna no eran celtas) practicaron y que trajeron consigo a

nuestra península. En las monedas que acuñaron los podemos ver como lanceros a

caballo.

San Fermines en Pamplona, San Sebastían de los Reyes en Madrid, Cuellar en Segovia,

Medina del Campo en Valladolid y en definitiva numerosos pueblos de España son

sinónimo de la fiesta nacional, corridas de toros y encierros de toros. En el entorno

ibérico, cada festejo y cada pueblo tiene sus propias señas de identidad y tenemos los

encierros de toros, las sueltas de toros y vaquillas, capeas, espantes, los toros ensogados,

los toros embolados o de fuego, recortadores, también lidia de los forcados portugueses

o las corridas vasco-landesa y la camarguesa en Francia, casi ná. Todo ello tiene su

origen en la caza del toro que practicaban los celtíberos en toda la península ibérica. Es

una costumbre ancestral y por tanto no exenta de polémica entre sus conservadores

versus sus detractores, pero en cualquier caso aquí no se discute eso sino lo que se

dirime es su procedencia, y es claro que los rituales taurinos han expresado y aun

expresan la antiquísima costumbre de correr toros, tanto desafiándolos como asumiendo

un riesgo a cuerpo limpio. También el lanceo se fundó tanto en la tauromaquia popular

cómo de los ejercicios y los entrenamientos militares por parte de la nobleza celtíbera

corriendo toros a caballo, y en sus monedas podemos perfectamente apreciarlo.

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LOS TOROS DE LIDIA

Veamos que dicen al respecto de los “Toros de Lidia” y concretamente de su existencia:

“La respuesta es sencillamente NO, y podemos dar argumentos al respecto... No existen

caracteres morfológicos propios de los toros de la hipotética raza de lidia,... No

conocemos ni una sola descripción científica de los caracteres diferenciadores de la

hipotética raza de lidia. Y ello a pesar de haber consultado una muy amplia

bibliografía. La razón es sencilla: no puede ser descrito lo que es inexistente... La

afirmación de que no existe la raza de lidia, no es evidentemente sólo nuestra...” ¡Huy!

parece que ya lo tienen claro, y entonces ¿qué les digo yo ahora? Ciertamente todo lo

tienen perfectamente argumentado y muy bien razonado si no fuera por el nimio detalle

de que los toros de lidia sí que existen, sólo que para comprobarlo deberán tomarse la

molestia de buscarlos un poco lejos de los ruedos de España. Justo en el lugar de los

orígenes de los celtíberos y que son quienes los trajeron a nuestro país en sus

imponentes navíos. A los toros de Lidia podrán verlos estampados en la extraordinaria

cerámica de la región de λυδια “Lydia”. Pero también podrán verlos ser toreados en

Valladolid ¡Ay! Antes de seguir casi se me olvida ¿dónde se fundó la ciudad de Lydia?

Nada menos que en ταῦρος, es decir el “Monte Taurus” de la península de Asia Menor.

Miren los TOROS DE LIDIA son tan de Lydia como los Vallisoletanos lo son de

VALLADOLID y que sorprendentemente también son de Lydia porque son realmente

descendientes de los antiguos Lidios, aunque ellos piensan que son una feroz tribu celta

llamada Vacceos en lugar de tenerse por antiguos Helenos como en realidad eran.

Naturalmente lo creen porque es lo que la historiografía oficial ha determinado para

ellos pero están mal informados. Es un desatino que me deja exánime. La ciudad de

Valladolid a pesar de todo lo que se pudiera pensar tiene un nombre Heleno. Lo que

sabemos es que su nombre fue Vallis Tolitum para los romanos. Pero ¿quieren conocer

su significado? Verán, se trata de BAL · LEDO · LID y dicho en otras palabras: “LETO

– Madre de los gemelos Apolo y Artemisa, esposa de Zeus – La Señora de Lydia”. Se

trata de un acrónimo. Es la sintaxis común ibérica.

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ETIMOLOGÍA IBÉRICA

Todo eso es TORO y resulta que también es como se ha venido diciendo generación tras

generación desde que los iberos y los celtíberos pisaron y poblaron las que son ahora

nuestras tierras. Toro siempre fue Toro, no derivó de nada, no varió desde ninguna otra

palabra aunque la desvariaran y desvirtuaran etimológicamente hasta hoy y tanto como

lo están también los mismos términos de “perforar”, etc. Toro es una palabra genuina y

puramente ibérica, lo es primigenia en el este y luego de uso también en el oeste. En

realidad, en griego antiguo era preceptivo que hubiera sido acentuada aguda: τορός

“Torós” para el plural, pero hay que entender que nuestros ibéricos septentrionales

hablaban pre griego y además con acento propio. Pronunciaban con el acento cario de

La Caría. En realidad lo que sucedió es que nuestros antepasados llamaban al animal

con el nombre de “TOROS” y que era afín a ser el – PERFORADOR –. Y es que

alegóricamente sus CUERNOS y TORO se igualaban. Ellos llamaban al TORO

describiendo aquello que el animal podía representar. También era “toro” por una razón

lógica, de sentido común, y es que ellos relacionaban a ese bóvido con algo que le era

tan singular como peculiar, y al mismo tiempo propio de su imagen: “esa puntiaguda

cornamenta”. En cualquier caso no piensen que se trata de una excepción, bien al

contrario, ellos llamaban así a las cosas, por su apariencia, simbolismo o representación.

Así pues era algo que se desconocía anteriormente pero hoy les presento las evidencias

de que el nombre toro no deriva del latín sino que viene directamente de la misma

palabra neta ibérica τόρο “toro”. Miren ¿han oído alguna vez como se pronuncia esta

palabra τόρο? Se vocaliza /toro/. Nosotros, sus descendientes, lo hacemos del mismo

modo y porque verdaderamente heredamos su lengua. El latín era una lengua extranjera

romana y hoy lamentablemente es una lengua muerta también. Nadie la hablaba en la

península excepto para su uso oficial, literario o administrativo. Y el latín que es una

lengua extraordinaria y hermosa, es un éxito de la tipografía antigua y también de la

moderna, no obstante lo cierto es que tomó la ortografía alfabética de nuestra lengua

ibérica y la sustituyó por su abecedario de patrón latino. Es nuestra lengua curiosamente

quien provee etimológicamente al latín y no al revés. Pues la nuestra ibérica era una

lengua pre griega, y saben que el latín siquiera existía cuando la lengua de los iberos y

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los celtíberos llenaba de significado todas las placas y estelas de la península ibérica.

Esto y que no es nada fácil de ver, ahora les pondré otro ejemplo por el cual lo verán

claro y lo entenderán mucho más fácil. Miren, así pues hoy les presento las evidencias

de que el nombre de TORO no viene del latín pero también es que otro animal épico

como es el caso del LOBO tampoco. Y es que el Lobo no deriva de Lupus ni del latín

sino que viene directamente de la misma palabra λοβο “LOBO”. Miren, es el mismo

caso que “toro” pero ¿Han oído alguna vez como se pronuncia esta palabra λοβο? Se

vocaliza /Lovo/ con “v” pero ¿Por qué nosotros no lo hacemos igual? Es que eso es tal

como se pronunciaría en griego y nuestros antepasados como dije hablaban pre griego y

con su propio acento y entonces vocalizaban la palabra Lobo con “B”. Nosotros, sus

descendientes, lo hacemos del mismo modo y porque verdaderamente heredamos su

idéntica fonética, no lo vocalizamos con “v”. Y sin duda un lobo tiene muchas cosas que

lo caracterizan pero si ustedes se encontrasen en los albores de los tiempos de nuestros

antepasados iberos y celtíberos, y se sintieran amenazados por la presencia de un animal

depredador como es el lobo, y tuvieran que hacer que alguien de su familia o clan lo

identificase rápidamente para salvar sus rebaños ¿cómo lo harían? ¿Qué les llamaría la

atención?

Verán, aunque todo esto quedase velado desde un ancestral pasado hasta nuestros días,

ahora tengo el placer y también el honor de explicárselo, y resulta que esa tangible

realidad ayer cuando se hace prueba evidente hoy, es tan sorprendente que uno se

pregunta cómo pudo pasar esa retrospectiva de generación en generación sin alterarse.

Pero es que hay algo milagroso en la memoria de nuestros pueblos homéricos y que se

ha conservado en la tradición oral. Miren, siempre tuvimos la explicación precisa con

nosotros y justo en nuestras propias expresiones, pero nunca le prestamos atención.

Escuchen, por favor, ¿han oído en alguna ocasión el célebre refrán? “ver las orejas al

lobo”. Pues, ahí lo tienen, todo. No necesitan mucho más para comprender qué y cómo

sucedió hace miles de años para que un animal amenazador terminase llamándose para

ellos y también para nosotros el LOBO. Esta expresión de “ver esas orejas y justo

encontrarse frente al peligro” es EL LOBO. Ha llegado el “orejas” y metafóricamente

es el LOBO. Ya que “Lóbulo” y “Lobo” era connatural a su perfil, intrínsecamente lo

mismo, y es que era así como nominaban los iberos y los celtíberos, por su apariencia,

representación y con un gran simbolismo de las cosas. Al desconocer de qué modo lo

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hacían nuestros antepasados para denominar aquellas cosas que formaban parte de su

entorno, lamentablemente se tomaron otras líneas etimológicas y desde presupuestos

interesados o lo bastante, como fue derivar “toro” o “lobo” desde el latín.

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LA RESPUESTA ESTÁ EN UN BRONCE

Verán, en Abril de 2012 ocurrió un hecho sin precedentes en nuestra historia universal.

Descubrí que El Bronce de Luzaga escrito en íbero septentrional tenía su origen en una

lengua proto-griega, concretamente en la frigia. Una antigua lengua proto-indoeuropea

de Asia Menor. Los celtíberos grabaron el texto usando un alfabeto epichorikos, quiere

decirse y en este caso - uno ibérico propio - y los vocablos guardan perfecto significado

con el griego frigio e incluso con el antiguo lidio, jonio y dorio contenido en las raíces

del griego Koiné. Son ellos mismos quienes nos confirman al geógrafo Heródoto, y yo

asombrado sólo doy testimonio de ello. Me resulta sumamente emocionante, como es

natural. Son ellos y no otros quienes nos dicen ser: ëlaF… Cquo : &wF – ΕΛΑΣ...

ΚΑΡΥΟ: ΤΕΚΕΣ –. Es decir “Helenos, Cario de Anatolia” ¡Sorprendente! Pero éramos

analfabetos de la escritura ibérica y no lo pudimos siquiera sospechar. Era un debate

abierto durante siglos y que los historiadores no pudieron resolver. Lo denominaron el

problema insoluble de LAS DOS IBERIAS pero la cuestión quedó resuelta en el instante

que pude leer una lámina ibérica: “El bronce de Luzaga”. Entonces pude constatar que

¡Sí! era cierto, que las dos Iberias estaban relacionadas entre sí y que entre esas dos

Iberias se fundó Europa. El mundo quedó listo para recibir la llegada de los nuevos y

modernos conquistadores.

Y anteriormente di y reparé otras palabras, nombres, ríos, territorios, ciudades actuales y

antiguas y en el futuro preveo recuperar muchas más, ciertamente resultará difícil

enmendarlas todas pero mi compromiso y gran determinación es fijarlas, recuperarlas y

a poder ser en su totalidad. Tengo la plena convicción, que con la ayuda de todos,

llegarán a tener y ocupar su correcto y también digno lugar en nuestra hermosa lengua

castellana por ende española.

En Barcelona a día 6 de Septiembre de 2014 recuperé la etimología de nuestro nombre

común y propio TORO.

Enrique Cabrejas Iñesta.

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Referencias

Cabrejas Enric, 2014 Karuo – the Iberian Secret (Book review). ISSN 2311-8822. Scientific Journal.

Kiev. Future Human Image 1(4) 19 © International Society of Philosophy and Cosmology 2014 ©

Bazaluk O. A. (Ch. Editor), 2014 © Matusevych T. V. (Ch. Editor), 2014.

Cabrejas Iñesta, Enrique (Enero 2013) KARUO - EL SECRETO ÍBERO - ISBN 978-84-9030-665-9.

Colección: Investigación. Editorial Círculo Rojo. Almería. DEPÓSITO LEGAL: A 1185-2012.

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Εξωτερικοί σύνδεσμοι

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El Diccionario Griego-Español (DGE) del Instituto de Lenguas y Culturas del Mediterráneo y Oriente

Próximo (ILC) del Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS) del CSIC (Madrid)