El concepto de despertar espiritual en el enfoque psicoterapéutico Transpersonal

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EL CONCEPTO DE DESPERTAR ESPIRITUAL EN EL ENFOQUE PSICOTERAPÉUTICO TRANSPERSONAL 1 Alejandro Celis H. Introducción El mundo vive, desde mediados de los años 50 hasta el inicio de los 70 –pero especialmente en los 60- cambios profundos, radicales. En muchos planos, esto significa una brisa de aire fresco que cuestiona y sacude estilos de vida muy enraizados y perpetuados quizás únicamente por el valor asignado culturalmente a la tradición. Es la época de las grandes utopías, visiones esperanzadoras de un mundo mejor en el plano político y espiritual. La expresión artística, el sistema educacional y las relaciones humanas experimentan grandes transformaciones, algunas de las cuales se mantienen hasta nuestros días. La lucha de la comunidad negra por sus derechos civiles en EEUU, así como la lucha estudiantil por retirar a sus tropas de Vietnam sacude las raíces de las instituciones y creencias más conservadoras de ese país. El movimiento hippie de los países industrializados cuestiona también radicalmente las costumbres de sus antepasados. La aparición de la píldora anticonceptiva ayuda a la mujer a asumir un rol sexual tan activo como el del hombre, y a desarrollarse más allá de su limitado y pasivo papel de madre y dueña de casa. La educación también es sacudida profundamente por las revueltas estudiantiles en Europa y EEUU. En Chile, dos de los íconos más representativos del más radical conservadorismo se ven puestos en jaque cuando la Casa Central de la Universidad Católica es “tomada” por estudiantes que en su frontis cuelgan un enorme lienzo que dice: “Chileno: El Mercurio miente”. Las Universidades chilenas adoptan en ese entonces currículums flexibles y semestrales y derogan el examen final en cada curso. Es en ese clima que surge -principalmente en EEUU- la Psicología Humanista, nombre que une cantidad de corrientes originadas en forma independiente pero unidas por valores y conceptos muy similares, a través del esfuerzo académico e institucional de Abraham Maslow y Anthony Sutich. Se ven incluidas en esta nueva corriente la obra de 1 Investigación financiada íntegramente por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central de Chile, publicada como artículo en Revista Psicología y Sociedad, Año 1, Nº1, Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central, Santiago de Chile, 2002.

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EL CONCEPTO DE DESPERTAR ESPIRITUALEN EL ENFOQUE PSICOTERAPÉUTICO TRANSPERSONAL1

Alejandro Celis H.

Introducción

El mundo vive, desde mediados de los años 50 hasta el inicio de los 70–pero especialmente en los 60- cambios profundos, radicales. En muchosplanos, esto significa una brisa de aire fresco que cuestiona y sacudeestilos de vida muy enraizados y perpetuados quizás únicamente por elvalor asignado culturalmente a la tradición. Es la época de las grandesutopías, visiones esperanzadoras de un mundo mejor en el plano políticoy espiritual. La expresión artística, el sistema educacional y lasrelaciones humanas experimentan grandes transformaciones, algunas delas cuales se mantienen hasta nuestros días. La lucha de la comunidadnegra por sus derechos civiles en EEUU, así como la lucha estudiantilpor retirar a sus tropas de Vietnam sacude las raíces de lasinstituciones y creencias más conservadoras de ese país.

El movimiento hippie de los países industrializados cuestiona tambiénradicalmente las costumbres de sus antepasados. La aparición de lapíldora anticonceptiva ayuda a la mujer a asumir un rol sexual tanactivo como el del hombre, y a desarrollarse más allá de su limitado ypasivo papel de madre y dueña de casa. La educación también es sacudidaprofundamente por las revueltas estudiantiles en Europa y EEUU. EnChile, dos de los íconos más representativos del más radicalconservadorismo se ven puestos en jaque cuando la Casa Central de laUniversidad Católica es “tomada” por estudiantes que en su frontiscuelgan un enorme lienzo que dice: “Chileno: El Mercurio miente”. LasUniversidades chilenas adoptan en ese entonces currículums flexibles ysemestrales y derogan el examen final en cada curso.

Es en ese clima que surge -principalmente en EEUU- la PsicologíaHumanista, nombre que une cantidad de corrientes originadas en formaindependiente pero unidas por valores y conceptos muy similares, através del esfuerzo académico e institucional de Abraham Maslow yAnthony Sutich. Se ven incluidas en esta nueva corriente la obra de

1 Investigación financiada íntegramente por la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Central deChile, publicada como artículo en Revista Psicología y Sociedad, Año 1, Nº1, Facultad de CienciasSociales de la Universidad Central, Santiago de Chile, 2002.

Carl Rogers, Fritz Perls, el mismo Maslow, terapeutas corporalesinspirados en Wilhelm Reich –como Alexander Lowen y Pierrakos-, IdaRolf, una importante vertiente del psicodrama de Moreno y muchos otrosautores menos conocidos.

La Psicología Humanista se presenta como una corriente más “optimista”en relación a las posibilidades y potencialidades del hombre que lasque le asignaban el psicoanálisis y conductismo ortodoxos, imperantessin contrapeso hasta entonces. Surgen conceptos como “tendenciaactualizante”, “potencial humano”, “autorrealización”, “funcionamiento óptimo”, “valoraciónorganísmica”, “desarrollo personal”, “estados expandidos de consciencia”, “consciencia Unitaria”y otros de similar tono, todos los cuales implican una confianza básicaen los recursos innatos del individuo. A fines de los años 60, sinembargo, se unen los mismos Maslow, Sutich y el psiquiatra checoStanislav Grof para formar un movimiento que, sin negar los valores yprincipios de la psicología Humanista, deseaba ir más allá: elmovimiento Transpersonal o Cuarta Fuerza.

En esencia, los Transpersonales abogan por una concepción aún másexpansiva respecto a las posibilidades de realización del hombre, conlo cual los objetivos terapéuticos y la concepción de salud y defuncionamiento saludables se amplían aún más. La Asociación de PsicologíaTranspersonal surge de la unión de los aportes de la psicologíaoccidental y los de tradiciones espirituales como el Hinduísmo, elBudismo, el Taoísmo, el Zen, el Cristianismo esotérico, el Hassidismo oel Sufismo. El término trans alude a lo que se halla "más allá" y lopersonal es el ego, la personalidad, la estructura condicionada -la raízgriega de “persona” significa "máscara"-. A nivel individual, el interésde los Transpersonales es, entonces, aquello que se halla más allá delo condicionado: qué es este ser en lo esencial, qué es él aparte desus registros de condicionamientos.

En términos más globales, lo transpersonal alude a lo que comúnmente seconoce como "lo espiritual", aquello que trasciende nuestrasidentidades individuales, ese "orden universal", esa "unidad", ese"Origen único" de todo lo existente –Ken Wilber lo llama “el Sabor Único”(1999)-, lo que implica, por supuesto, validar esa dimensión alinterior de la psicología. Esta dimensión puede contactarse comoexperiencia subjetiva en estados expandidos de consciencia, no así através de la investigación empírica tradicional, por lo cual la cienciaortodoxa ha tenido dificultades en verificarla y/o aceptarla.

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Las vivencias de expansión que dieron sustento a los orígenes de lacorriente mostraban aspectos de la experiencia humana que escapaban alos límites estrechos y limitados del condicionamiento individual:vivencias y percepciones profundas y trascendentes, unidad cósmica yotros fenómenos que cuestionaban, en lo esencial, el conceptoestablecido del ser humano, de la vida y de nuestra relación con lanaturaleza, así como la idea de que cada individuo se halla separadodel resto de la existencia. Todas estas experiencias y vivencias yahabían sido descritas siglos antes por religiones del Oriente. Cabeseñalar aquí que estas religiones –incluida la cristiana- tuvieron, ensu origen, un componente esencialmente experiencial: es decir, susfundadores enseñaron desde experiencias propias vividas por ellos. Conposterioridad, sus seguidores introdujeron la serie de rituales ydogmas que actualmente se conocen con el nombre de “religión establecida”. KenWilber distingue ambas fases con los nombres de “religión esotérica” y “religiónexotérica”, respectivamente, centrando todo su interés en la primera(Wilber, K., 1995).

Quizás podríamos decir que Víktor Frankl y Carl Gustav Jung fueron losprimeros psicólogos transpersonales. El interés del primero por “elsentido de la vida” es fácilmente traducido a la búsqueda de ladimensión espiritual, y el segundo se interesó tempranamente en elBudismo Tibetano. En la actualidad, los principales expositores de estalínea dentro de la psicología académica son -entre otros- FrancesVaughan, Roger Walsh, Stanislav Grof, Charles Tart, Claudio Naranjo yKen Wilber. Además de la información generada en el extranjero, existenen nuestro país intentos iniciales por ordenar los fundamentos (Bustos,S. y Román, F., 1992; Celis, A., 1995), filosofía (Celis, A., 1996) ytécnicas que en la práctica utilizan terapeutas que se adscriben a lacorriente Transpersonal (González, V., 1997).

Concepto de Salud y Enfermedad

Desde el advenimiento de la corriente Humanista –de la cual esta líneateórica es hermana- los psicólogos comenzamos a interesarnos másseriamente en la noción de salud, puesto que el énfasis de nuestraprofesión se hallaba anteriormente centrado en la enfermedad, eldesajuste y la neurosis. Previamente solíamos definir la salud como“ausencia de patología”. A través de una visión más expansiva de lasalud, Humanistas y Transpersonales buscaban que la persona –una vezsuperada cualquier patología- buscara niveles mayores de satisfacción,

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realización y felicidad. Como se dijo, rescataron para ello mapasprovenientes del Oriente, en donde esas culturas habían manifestadodesde siglos antes un marcado interés en esta área.

La corriente Transpersonal concibe al cuerpo, la mente y las emocionescomo intrínsecamente unidos, afectándose unos a otros. En este enfoque,hallamos en uno y otro autor que el concepto clave en términos desalud/enfermedad es la consciencia. Con el fin de clarificar la acepciónque aquí se utiliza, digamos que la palabra inglesa awareness ha sidocomúnmente traducida al español como “darse cuenta” o “consciencia”, yalude a la facultad -destacada especialmente por la línea Gestáltica-de vivenciar o percibir algo y ser, simultáneamente, capaces de serconscientes de estar vivenciando o percibiendo. La Gestalt trabajafundamentalmente el desarrollo de esta capacidad en las personas,puesto que establece una relación prácticamente lineal entre mayorconsciencia (o darse cuenta) y salud psicológica. Los enfoques místicoshablan, también, de niveles de consciencia: muy someramente, esteconcepto alude a que, dependiendo de nuestro grado o nivel de awarenesso darse cuenta, podemos experimentar una misma realidad de diferenteforma; esta percepción será más refinada y amplia y el estado subjetivodel receptor será más gratificante y saludable mientras más elevado elnivel de consciencia en que la persona se halle en ese instante. Esimportante destacar que el nivel de consciencia de cada uno de nosotrosno es estático: cambia según cómo nos afecta lo que ocurre fuera ydentro de nosotros. Sin embargo, a medida que nos responsabilizamos pornosotros mismos, descubrimos que también somos responsables del nivelde consciencia en que nos hallamos, momento a momento.

En general, el desajuste se concibe como un efecto del proceso decondicionamiento social, en el cual la persona reprime o aceptaaspectos de sí mismo en función de la aceptación que recibe de los quele rodean. Así, el individuo forma una personalidad que ha escindidoaquellos aspectos de los que ha aprendido a desconectarse –en otraspalabras, deja de ser consciente de esas partes-. En un artículoexcepcionalmente lúcido, el psicoterapeuta Max Hammer (1974) explicaasí lo que aquí ha ocurrido: "La psicopatología se inicia con la primera ocasión enque rechazamos en nuestro interior cualquier cosa que sea experiencialmente real".

Los estados expandidos de consciencia y el concepto de “despertar”

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La perspectiva transpersonal sostiene, entonces, la existencia de unamplio espectro de estados de consciencia, y que algunos de ellospueden realmente ser llamados estados "superiores". La visiónOccidental tradicional sostiene que sólo existe un espectro limitado deestos estados (por ejemplo, la vigilia, el sueño onírico, laintoxicación, el delirio) y considera que prácticamente todos losestados alterados son nocivos y lo óptimo es la “normalidad” (R. Walshy F. Vaughan, 1980). Esta percepción comienza a cambiar a fines de losaños 50, merced a los estudios con drogas sicodélicas –o como tambiénse les llama, drogas “que expanden la mente”- realizados por figurasrespetadas dentro del mundo literario o científico, como Aldous Huxley(1956), Claudio Naranjo (1973) o Stanislav Grof (1975).

Sin embargo, conscientes de que estas sustancias detonaban estadosnaturales al hombre –y, por tanto, potencialmente accesibles a travésde medios no químicos- diversos estudiosos exploraron dichos estadosmediante una variedad de técnicas, como trance o concentración dediversos tipos (Erickson, M., 1965), meditación (Naranjo, C. yOrnstein, R., 1971) y técnicas de respiración (Grof, S., 1999). Susinvestigaciones ampliaron notablemente, tanto el espectro de lastécnicas terapéuticas potencialmente útiles, como la magnitud de loslogros a que la psicoterapia podía aspirar.

El estudio de los estados expandidos de consciencia llevóinexorablemente a los occidentales a estudiar a los expertos en eltema: los místicos orientales.

Desde tiempos remotos han existido registros de experiencias deexpansión de la consciencia, en que la misma realidad física quepercibimos todos los días se vivencia de un modo enteramente diferente.Esta idea era, hasta hace poco, casi enteramente ajena a nuestracultura occidental, quizás a excepción del famoso estudio de A. Maslow(1959) respecto de las personas autorrealizadas y sus “experienciaspeak”. Maslow había estudiado estas experiencias desde los años 40,pero el temor a la ridiculización de sus colegas dilató casi en veinteaños que publicara sobre el tema. Sus estudios fenomenológicos lepermitieron caracterizar dichas experiencias como “vivencias que incluían unamomentánea desorientación temporo-espacial, sentimientos de maravilla y asombro, unaprofunda felicidad y una completa pero también momentánea desaparición del temor frente ala grandiosidad del Universo” (en Hoffman, E., 1998).

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Maslow (1959) también notó que estas experiencias dejan con frecuenciaun efecto profundamente transformador en las personas, “haciendodesaparecer -a veces para siempre- ciertos síntomas neuróticos”. Hoffman (1998), porsu parte, estudió más de 250 reportes de este tipo de experienciasvividas antes de los 14 años de edad, confirmando que "...muchos de nosotros-quizás más de lo que creemos- hemos experimentado tremendas experiencias peak –inclusoexperiencias místicas- durante nuestra infancia. A este respecto, la psicología convencional y lasdisciplinas asociadas han pintado un cuadro seriamente incompleto de la infancia”.

En este mismo sentido, Maslow también observó que “existen múltiples registrosde este tipo de experiencias en la Historia humana, pero hasta donde yo sé, aún no producenningún interés en psiquiatras o psicólogos” (Maslow, A. 1959). Esta observaciónfue posteriormente compartida por otros autores de la corrienteTranspersonal: “Respecto a la psicología de la liberación, no tenemos nada. ( ) De hecho,las Obras Completas de Freud contienen más de 400 referencias respecto a la neurosis yninguna respecto a la salud" (R. Walsh y F. Vaughan, 1980); “Exceptuando el nivelsupremo de la Unidad, el espectro de la consciencia es un espectro de la patología” (Wilber,K., 1982).

Si bien Maslow –quien aparentemente no poseía mayores conocimientos delas religiones comparadas o de la “filosofía perenne”-, no llevó másallá sus hallazgos, existían dos textos clásicos dentro de laliteratura psicológica contemporánea que se refieren al tema: CosmicConsciousness, del médico y psicólogo canadiense Richard M. Bücke (1901),y Varieties of Religious Experience, de William James (1961). En el plano de losmísticos, por otro lado, existían abundantes registros: cristianos (SanFrancisco, San Juan de la Cruz, Santa Teresa de Ávila, Juana de Arco,Santa Catalina de Siena, etc), mahometanos (Mevlana Jelal’uddin Rumi,Omar Khayyam, Ibn Il Arabi, Rabiya y otros), del Buda, maestros Zen, demaestros Taoístas (Lao Tsé, Chuang Tzu), y otros místicos del pasadoreciente o enteramente actuales, como Emmanuel Swedenborg, RamanaMaharshi, Meher Baba, Jiddu Krishnamurti, Paul Lowe, BernadetteRoberts, Franklin Merrell-Wolff y otros. Interesantes aportes al tematambién lo constituyen las compilaciones realizadas por John White, Laexperiencia mística (1979) y ¿Qué es la iluminación? (1989).

Dentro del ámbito de la psicología, sin embargo, estas experiencias nose han visto validadas con facilidad. Los expositores delpsicoanálisis, especialmente, han tendido a confundirlas conmanifestaciones psicopatológicas o, en el mejor de los casos, comoregresiones a una etapa pre-verbal: "De allí que se haya interpretado la conscienciaeterna como una mera regresión a los modos de conscienciamiento instintivo, oceánico y

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primitivo. Dios, en este sistema (el psicoanálisis), no es más que un síntoma infantil que necesitadesesperadamente ser curado. ( ) Esta confusión existe debido a que la diferencia entre pre ytrans no se comprende con claridad" (Wilber, K., 1988, pág 128); “...por ejemplo, elque Freud considerase la experiencia oceánica como un mero reflejo del desamparo infantil, ladescripción de Alexander de la meditación como una catatonia auto-inducida, la descripción delos místicos hecha por el Grupo por el Avance de la Psiquiatría (The Group for the Advancementof Psychiatry) como psicóticos borderline. Sin embargo, el modelo transpersonal intentaproporcionar, por primera vez, un marco de referencia psicológico que pueda abarcar ycomprender las experiencias y disciplinas religiosas” (Walsh, R. y Vaughan, F.,1980a).

Ken Wilber, uno de los pilares centrales de este enfoque y que hacontribuido en forma importante a su desarrollo teórico, concluyó losiguiente de su revisión exhaustiva de las psicologías occidentales:“Los modelos del hombre y de su evolución pueden agruparse en tres tipos: de pre-personal apersonal a transpersonal (Wilber, K., 1982, 1998), los que se ven reflejados en diversascorrientes psicoterapéuticas”. Esta conclusión implica que las diversas teoríasestudian diferentes niveles de los fenómenos: algunas estudian a lapersona antes que ésta forme una identidad (fase pre-personal), unsegundo grupo la estudia en la expresión de su personalidad (fasepersonal) y un tercero estudia los niveles en que esta personalidad setrasciende (fase transpersonal). De este modo, Wilber valida todas lasteorías psicológicas, pero les otorga niveles diferentes, en donde losmás básicos son incluidos por los más abarcativos.

La experiencia mística: niveles y características

En la revisión de la literatura sobre el tema, a poco andar es fácilobservar que parecen existir experiencias místicas de diferentes gradosde profundidad. Los occidentales no disponemos de términos muyespecíficos para este ámbito, por lo cual parecemos haber utilizado lostérminos “experiencia mística” o “experiencia peak” para prácticamentetoda la variedad de estados posibles, los que en el Oriente recibennombres diferentes, según su naturaleza. En la revisión de laliteratura, encontramos términos como kensho, satori, moksha, samadhi, nirvikalpasamadhi, nirvana, etc.

Parece ser que el tipo de experiencia descrito por Maslow y otroscorresponde al tipo más básico, que en Oriente recibe el nombre desatori. Además de los casos descritos por Maslow, el ser experienciasrelativamente comunes nos produce una cierta familiaridad con ellas, ya

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sea que las conozcamos a través de la literatura, nuestra experienciadirecta o la de personas conocidas. Daré algunos ejemplos ilustrativos:

El primero es de R.M. Bücke (citado por A. Watts, 1989):

De repente, sin previo aviso, me encontré envuelto en una nube roja. Por un momento pensé enun incendio, en una inmensa conflagración que tenía lugar en alguna parte cercana a la granciudad. Supe entonces que el fuego estaba dentro de mí. Poco después, tuve una sensación dejúbilo, de una inmensa alegría, seguida de una iluminación intelectual que era imposibledescribir. Entre otras cosas, -aunque no podía creerlo- vi que el universo no está compuesto demateria muerta, sino que, por el contrario, es una Presencia viva. Llegué a sentir dentro de mí lavida eterna. No pensé que tendría la vida eterna, sino que tuve la consciencia de que en aquelmomento la poseía; vi que el hombre es inmortal; que el orden cósmico es tal que, sin dudaalguna, todas las cosas funcionan al unísono para el bien de cada una y de todos; que elprincipio fundamental del mundo, de todos los mundos, es lo que llamamos amor y que lafelicidad de cada uno y de todos es, a la larga, absolutamente cierta. Tuve esta visión duranteunos segundos y luego desapareció, pero lo que recuerdo de ella y el sentido de la realidad queme mostró perduran en mi recuerdo desde hace un cuarto de siglo.

El segundo ejemplo lo experimentó el autor de este artículo:

En 1982, estaba participando con otra docena de personas en un taller de zazen –práctica demeditación de origen budista-. Durante los cinco días de duración del taller, las únicasactividades aparte de dormir y comer –cuyos horarios eran estrictamente reducidos- erancontemplar un muro blanco y caminar muy lentamente en círculos, mirando el suelo. Durantelas dos actividades, la indicación era “ser un testigo de los propios pensamientos”. Al tercer ocuarto día, recuerdo haber estado irritado porque los conductores nos hacían caminar afuera,donde hacía frío. En algún momento, sin embargo, se compadecieron de nosotros y nosindicaron caminar en la sala interior. Había recién comenzado a caminar cuando sentí que algoextraño estaba ocurriendo. Mi percepción era diferente, de una forma que no podía precisar...Después de un rato me di cuenta de lo que era: ¡la mente –aquella del diálogo internoincesante- no estaba por ningún lado!

Instantes después me di cuenta de que eso no era estrictamente cierto: podía oírla aún, pero lasensación era similar a oír vagamente la radio de algún vecino, a una cuadra de distancia: algodistante que no alcanza a interferir. Funcionaba por sí sola, sin control, en un diálogointerminable consigo misma, pero yo estaba desconectado y ajeno, sintiendo y percibiendo loque me rodeaba, por una vez sin la interferencia de la mente mecánica. Podía pensar, pero no através del descontrolado e incontrolable flujo de cháchara que había aprendido a llamar“pensamiento”: recuerdo haber pensado, “Así debo haber vivido las cosas cuando niño”.

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Tenia una sensación de maravilla, como si cada objeto, persona o elemento de la naturalezafuese en sí fascinante y nuevo. Examinaba todo con curiosidad, y el hecho de que los demás nose diesen cuenta de que me sentía enteramente diferente y que los viera a ellos de un modoigualmente diferente me causaba muchísima gracia. Este estado perduró durante varias horas.Meses después me inscribí en un taller similar, en la creencia de que viviría la mismaexperiencia: allí descubrí que las experiencias místicas no son programables y son únicas, puesobviamente no viví –ni he vuelto a vivir- nada parecido. He tenido experiencias tanto o másinteresantes, pero siempre diferentes a ésta.

Un tercer caso lo constituye el de una mujer anónima de sesenta añosque le escribió a Aldous Huxley (1990):

Tenía unos quince o dieciséis años; me encontraba en la cocina haciendo tostadas para el té y,súbitamente, en una oscura tarde de noviembre, todo el lugar se inundó de luz y durante unminuto estuve sumergida en ella y tuve el sentimiento de que, de una manera inexpresable, elUniverso se encontraba bien. Esto me ha afectado para el resto de mi vida: he perdido todotemor a la muerte, tengo pasión por la luz pero no tengo miedo alguno de la muerte, porqueesta experiencia luminosa ha sido una especie de convicción de que, en cierto modo, todo estábien para mí.

Como vemos, estas experiencias son un arrobo momentáneo en el cual lapersona tiene la sensación de ver un nivel más profundo de la realidad;o, dicho de otro modo, la realidad “más como realmente es”. Hayvivencias de júbilo, de certeza respecto a lo que se ve y de hallarseen casa en el mundo. Otro elemento –que desafía enteramente nuestralógica- es que cada una de estas experiencias parece ser única eirrepetible, y –lo que resulta aún más difícil de comprender- noparecen tener un detonante claro; es decir, no logramos definir por quéocurrieron en una ocasión y no en otra, o por qué a una persona y no aotra.

Según Ken Wilber (1982), a través de su propia experiencia y su extensarevisión de la literatura, concluyó que “...existen al menos dos niveles diferentesdentro del ámbito transpersonal, o, poniéndolo de otro modo, dos niveles diferentes detrascendencia. El nivel inferior es el del testigo trascendente: ( ) la propia consciencia trasciendela mente, el cuerpo, el ego y el centauro2, y se transforma en un mero testigo de esos ámbitos –la experiencia que Maslow llama experiencia “peak”, y los hindúes, savikalpa samadhi-. Peromás allá ( ) existe un estado radical y supremo en el cual uno ya no es un testigo de la realidad,sino que uno se transforma en la realidad ( ), y ésa es la Suprema Identidad (bhava samadhi)”.

2 Wilber llama “centauro” al yo integrado, en que mente y cuerpo existen unidos armónicamente.

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Este segundo nivel de realización constituye lo que se conocepopularmente como “iluminación”. Parece tratarse de un saltocualitativo y más radical de consciencia. He recogido dos descripcionesde primera mano de esta vivencia. El primero es el del conocido místicoindio contemporáneo, Jiddu Krishnamurti. Su experiencia ocurrió enOjai, California, en el mes de Agosto de 1922 (Lutyens, M., 1997):

“... descubrí que me estaba tornando más sosegado y más sereno. Toda mi perspectiva de lavida había cambiado. Entonces, el 17 de Agosto, sentí un dolor agudo en la base de la nuca ytuve que reducir mi meditación a 15 minutos. El dolor, en vez de mejorar como había esperado,empeoró. El clímax fue alcanzado el día 19. No podía pensar, no era capaz de hacer nada, y misamigos de aquí me obligaron a permanecer en cama. Luego quedé casi inconsciente, aunqueme daba muy bien cuenta de lo que estaba sucediendo a mi alrededor. Volvía en mídiariamente cerca del mediodía.

El primer día, mientras estaba en ese estado, y más consciente de las cosas que me rodeaban,tuve la primera y más extraordinaria experiencia. Había un hombre reparando la carretera: esehombre era yo mismo; yo era la picota que él sostenía; la misma piedra que él estabarompiendo era parte de mí; la tierna hoja de pasto era mi propio ser y el árbol junto al hombreera yo. Casi podía sentir y pensar como el hombre que reparaba la carretera, podía sentir alviento pasando a través del árbol, y a la pequeña hormiga sobre la hoja de hierba. Los pájaros,el polvo y el mismo ruido eran parte de mí. Justo en ese momento pasaba un auto a ciertadistancia: yo era el conductor, la máquina y las llantas; conforme el auto se alejaba, yo tambiénme alejaba de mí mismo. Yo estaba en todas las cosas o, más bien, todas las cosas estaban enmí, las inanimadas así como las animadas, las montañas, el gusano y toda cosa viviente. El díaentero permanecí en esta bienaventurada condición. No podía comer nada, y otra vez alrededorde las seis empecé a perder mi cuerpo físico y, naturalmente, el elemental físico hizo su gusto:yo estaba semi-consciente.

En la mañana siguiente (el 20) ocurrió casi lo mismo que el día anterior, y no podía tolerar ademasiadas personas en la habitación. Podía sentirlos de una manera más bien curiosa, y susvibraciones irritaban mis nervios. Esa tarde, casi a la misma hora (las seis) me sentí peor quenunca. No quería a nadie cerca de mí, ni que nadie me tocara. Me sentía extremadamentecansado y débil. Creo que sollozaba de puro agotamiento y falta de control físico. Mi cabezaestaba bastante mal y en la coronilla sentía como si me clavaran innumerables agujas.Mientras me hallaba en ese estado, sentí que la cama en la cual descansaba –la misma del díaanterior- estaba sucia e inmunda más allá de toda imaginación y que no podía permaneceracostado en ella. De súbito me encontré sentado sobre el piso, mientras Nitya y Rosalind mepedían que volviera a la cama. Les rogué que no me tocaran y grité que la cama no estabalimpia. Continué así por algún tiempo hasta que, eventualmente, salí a la galería y me senté porunos momentos, exhausto y algo calmado. Empecé a volver en mí y, finalmente, Mr. Warrington

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me pidió que fuera bajo el pimentero que está cerca de la casa. Allí me senté con las piernascruzadas en la postura de meditación. Cuando había estado así por algún tiempo, sentí que mesalía de mi cuerpo, y me vi sentado abajo con las tiernas y delicadas hojas del árbol encima demí. Estaba de cara al Oriente. Frente a mí estaba mi cuerpo y sobre mi cabeza vi la Estrella,brillante y clara. Pude entonces sentir las vibraciones del Buda, contemplé al Maitreya y alMaestro Kuthumi. Era muy dichoso, estaba en calma y en paz. Aún podía ver mi cuerpo, y yoflotaba suspendido cerca de él. Había una calma muy profunda, tanto en el aire como en mímismo, la calma que existe en el lecho de un lago profundo e insondable. Como el lago, yosentía que mi cuerpo físico, con su mente y sus emociones, podía ser agitado en la superficie;pero que nada, absolutamente nada, podía ya turbar la quietud de mi alma.

La presencia de los poderosos Seres permaneció conmigo por algún tiempo, y despuésdesaparecieron. Yo era supremamente bienaventurado por haberlos visto. Ya nunca nadapodría ser igual. He bebido en las puras y transparentes aguas que manan de la fuente de lavida, y mi sed fue aplacada. Nunca más podría estar sediento, nunca más podría hallarme en latotal oscuridad. He visto la Luz. He tocado la compasión que cura todo dolor y sufrimiento; ellono es para mí mismo, sino para el mundo. He estado en la cumbre de la montaña y hecontemplado fijamente a los poderosos Seres. Nunca puedo ya estar en completa oscuridad: hevisto la gloriosa Luz que cura. Me ha sido revelada la fuente de la Verdad, y las tinieblas hansido disipadas. El Amor, en toda su gloria, ha embriagado mi corazón; mi corazón nunca podrácerrarse. He bebido en la fuente de la Felicidad y de la eterna Belleza. Estoy embriagado deDios”.

El segundo ejemplo es del místico Eckhart Tolle (1997):

Una noche, poco después de mi vigésimonoveno cumpleaños, desperté al amanecer con unasensación de total pavor. Había despertado con una sensación similar en muchas otrasocasiones, pero esta vez se trataba de algo más intenso que nunca antes. El silencio de la noche,los contornos difusos de los muebles en el cuarto oscuro, el sonido lejano de un tren a lo lejos...todo parecía tan ajeno, tan hostil y tan carente de sentido que me generaron un profundohastío y repugnancia hacia el mundo. Lo más abominable de todo, sin embargo, era mi propiaexistencia. ¿Qué sentido tenía seguir viviendo con este sufrimiento? ¿Para qué seguir en estacontinua lucha? Podía sentir un anhelo profundo por desaparecer, por dejar de existir, queestaba comenzando a ser más fuerte que mi instinto por sobrevivir.

“No puedo seguir viviendo conmigo mismo” –ése era el pensamiento que se repetía una y otravez en mi mente-. De pronto me di cuenta de lo extraño que era ese pensamiento. “¿Soy acasouno o dos? Si no puedo vivir conmigo mismo, debo ser dos: “yo mismo” y “aquél con el cual nopuedo vivir”. “Quizás” –me dije a mí mismo- “sólo uno de los dos es real”.

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Quedé tan asombrado con este repentino insight que mi mente se detuvo. Estaba totalmenteconsciente, pero ya no había pensamientos. Entonces me vi atraído hacia lo que parecía ser unremolino de energía, cuyo movimiento era lento al principio y luego se aceleró. Me invadió unintenso temor, y mi cuerpo comenzó a temblar. Oí las palabras “No te resistas a nada”, como sisurgiesen desde el interior de mi pecho. Me sentí succionado hacia un vacío, sintiendo que esevacío se hallaba más bien en mi interior que en el exterior. De pronto, el temor desapareció, yme dejé caer a ese vacío. No tengo ningún recuerdo de lo que ocurrió después de eso.

Me despertó el trino de un pájaro en la ventana. Nunca antes había oído un sonido como ése.Mis ojos aún se hallaban cerrados, y vi la imagen de un diamante. Sí... si un diamante podíaemitir un sonido, sería algo similar a lo que estaba oyendo. Abrí los ojos. La primera luz del albase filtraba a través de las cortinas. Sin ningún pensamiento, sentí, supe, que la luz esinfinitamente más compleja de lo que nos damos cuenta. Esa suave luminosidad que se filtrabaa través de las cortinas era el amor mismo. Me vinieron lágrimas a los ojos; me levanté ycaminé por el cuarto. Reconocía el cuarto, y sin embargo, supe que nunca lo había realmentemirado antes. Todo era nuevo y prístino, como si recién hubiese comenzado a existir. Tomécosas en las manos: un lápiz, una botella vacía, maravillándome de la belleza y vitalidad detodo.

Ese día caminé por la ciudad, completamente asombrado por el milagro de la vida en la tierra,como si recién hubiese nacido a esta Tierra.

Durante los siguientes cinco meses, viví en un estado de profundo e ininterrumpido éxtasis ypaz. Después de eso, su intensidad disminuyó, o quizás simplemente fue lo que me pareció,puesto que esto se había transformado en mi estado natural. Podía seguir funcionando en elmundo, aún cuando me di cuenta de que nada de lo que pudiese “hacer” podía agregar nada alo que ya tenía.

Sabía, por supuesto, que me había ocurrido algo profundamente significativo, pero no locomprendía en lo absoluto. No fue hasta varios años más tarde, después de leer textosespirituales y estado con maestros espirituales, que me di cuenta de que aquello que todosestaban buscando, a mí ya me había ocurrido. ( ) Más adelante ( ) ...viví estados de éxtasis tanindescriptible ( ) que incluso la experiencia original palidece en comparación ( ) Pasé casi dosaños sentado en bancos de plazas, en un estado de intensa felicidad ( ) Pero aún las máshermosas experiencias vienen y van. Más fundamental, quizás, que cualquier experiencia, es lacorriente subterránea de paz que no me ha abandonado desde entonces”.

En la revisión de la literatura se hallaron otros relatos deexperiencias directas igualmente interesantes, que no se incluyen porobvias razones de espacio: entre otros, Merrell-Wolff, F. (1973);Cohen, A. (1997); Roberts, B., (1985); Wren-Lewis, J. (1988); Hixon, L.(1995); Nadeen, S. (1996) y Robinson, J. (1998).

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¿Cuál es la importancia de esta experiencia? En palabras de FranklinMerrell-Wolff (1973): “Yo situaría a este tesoro muy por encima de lo que fuera quepudiera obtenerse en cualquier área del mundo habitual –tales como logros en el gobierno, enlos negocios, en la ciencia, la filosofía, las matemáticas o las artes-. Todos estos ámbitos, encomparación, resultan muy inferiores a los valores superiores que surgen de la RealizaciónFundamental”. Según el enfoque transpersonal, la “sanación final” ocurrecuando la persona alcanza el “despertar”, lo que implica unatrascendencia del sufrimiento interno. Gautama el Buda describió esteestado precisamente como “el cese del sufrimiento”. C. G. Jung dice alrespecto: "...la aproximación a lo numinoso3 es la única terapia real y, a medida que sealcanzan las experiencias numinosas, uno se va aliviando del tormento de la patología" (Jung,C.G., 1975).

Ciertos místicos se inclinan por creer que buscar este estado es elpropósito de la existencia: es decir, afirman que ésta tiene, comoúnica meta, el "despertar". Wilber lo resume así: "...el quehacer del alma enesta vida consiste en recordarse a sí misma y descubrir su unidad con el espíritu absoluto. Lostérminos budistas smriti y sati-pathana, el hindú smara, el sufi zhikr, la reminiscencia de Platóny la anamnesis de Cristo son, todas ellas, expresiones que pueden traducirse como recuerdo".(Wilber, K., cit. en Vaughan, F., 1990). La misma F. Vaughan dice:"Tanto la psicología profunda como las principales tradiciones espirituales subrayan lanecesidad de esta búsqueda interna. El cristianismo dice, "El Reino de Dios está dentro de ti", elBudismo, "Mira en tu interior: tú eres Buda"; el siddha yoga: "Dios mora en tu interior como tú";el hinduísmo: "Atman (la consciencia individual) y Brahman (la consciencia universal) son uno;el Islam: "Quien se conoce a sí mismo conoce a su Señor" (Vaughan, F., 1990).

Dificultades y obstáculos

¿Por qué este tipo de experiencia es obviamente tan escasa, si –comoafirma la mayoría de los místicos-, todos tenemos un acceso natural aella, puesto que corresponde a nuestra naturaleza más íntima?

El gran motivo parece deberse a nuestro condicionamiento. No tenemosmodelos que nos inspiren a buscarlo ni se menciona como un estadoposible de alcanzar o incluso deseable. Es más: el tema como tal esalgo enteramente ajeno e incluso extraño para nuestros esquemas o3 "Numinoso es un término que describe personas, cosas o situaciones que tienen una profundaresonancia emocional, psicológicamente asociado con experiencias del sí mismo" (Sharp, D., 1994). El símismo es, para Jung, sinónimo del ser interno. Lo numinoso sugiere una impresión directa, una reacciónespontánea frente a una potencia que posteriormente, podrá ser considerada misteriosa e inclusosobrenatural.

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paradigmas reinantes, en los cuales las cosas se validan en términos deutilidad, rentabilidad... pero, por sobre todo, si son o nocomprensibles para nuestra mente. Y claramente el fenómeno deldespertar no lo es. Tanto en Oriente como en Occidente, y a través detoda la historia de la Humanidad, siempre ha sido una proporción mínimala de aquellos que se interesan por buscar esa consciencia superior, ycon ello la realización de su máximo potencial: el “despertar” o la“iluminación”. Según Ken Wilber (1999b), “Es una creencia bastante extendida queel Oriente ha estado simplemente inundado de una espiritualidad auténtica y transformadora..( ) y, aún cuando algo de eso es cierto, la situación real es bastante menos halagüeña, tantopara Oriente como para Occidente. ( ) En primer lugar, aún cuando es cierto que el Oriente hatenido más personas auténticamente realizadas, la verdad es que el real porcentaje de lapoblación oriental que se ha involucrado en una espiritualidad en verdad transformadora es –ysiempre ha sido- lastimosamente pequeño. Una vez le pregunté a Katigiri Roshi ( ) cuántosmaestros Ch'an y Zen realmente grandes han habido. Sin vacilar, me respondió “Quizás unosmil en total”. Le pregunté a otro maestro Zen cuántos maestros Zen japoneses realmenteiluminados estaban vivos hoy, y me respondió, "No más de una docena".

“Supongamos que ésas son respuestas acertadas. Aún si decimos que sólo han existido un billónde chinos (una estimación en extremo baja) eso significa un 0.0000001 % de la población total.Y eso significa, con toda seguridad, que el resto de la población estuvo -y está- involucrada (enel mejor de los casos) en diversos tipos de ( ) prácticas mágicas, creencias míticas, oraciones yruegos egóticos, rituales mágicos, etc ( ) así por tanto, sin minimizar en nada el asombrosoaporte de las gloriosas tradiciones orientales, el punto es bastante claro: la espiritualidadradical y transformadora es extremadamente escasa, en cualquier momento de la historia y encualquier parte del mundo (las cifras para el occidente son aún más deprimentes)”.

Parece ser una realidad que es mínima la proporción de aquellos quebuscan transformarse de verdad. Los que no se conforman con los ritos ydogmas de las religiones establecidas –las que rara vez transforman-son escépticos o nihilistas o bien, por ejemplo, caen en diversasconfusiones respecto a lo que es la verdadera espiritualidad. Porejemplo, se suele confundir una mayor consciencia y el despertar confenómenos que podrían incluirse dentro de lo que llamamosparasicológicos –lo que a mi entender abarca las capacidades psíquicaspara las que aún no tenemos explicación-. Existen muchos fenómenos queprobablemente lleguemos algún día a considerar “normales” –como latelepatía, la telekinesia, la percepción de otras realidades, etc- que,si bien son fascinantes y misteriosos, sólo nos muestran un panoramamás amplio de lo que son, en realidad, nuestras capacidades... pero queguardan tan poca relación con la expansión de consciencia y eldespertar como la habilidad mecánica o matemática.

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Pienso que, producto de todo este panorama de confusión e ignorancia,simplemente no buscamos el despertar –el encuentro con nuestraverdadera naturaleza-, y dedicamos nuestras limitadas energías a lograrel éxito material o profesional y a reproducir esquemas heredados denuestra cultura, lo que incluye un determinado nivel de expectativas –limitado, a mi entender- respecto a nuestra salud y realización.

Una dificultad adicional la representa el hecho de que estasexperiencias no son aprehensibles por nuestra mente lógica. El antiguolibro de sabiduría china, el Tao te Ching, lo dice así: “El Tao que puede serexpresado no es el verdadero Tao”. Esto podría entenderse como la verdad quepuede expresarse en palabras no es la verdad misma. Se dice que Gautamael Buda dedicó una charla de horas de duración a precisar lo que estarealidad no es –al asumir la imposibilidad de poder expresar lo que síes-. Meher Baba, otro místico contemporáneo, renunció a hablar en algúnpunto de su trayectoria.

Hay una anécdota que ilustra el asunto: un maestro despierto de laIndia, Ramakrishna, intentó en una ocasión describir los detalles de suexperiencia a sus discípulos más cercanos. Dijo: "Hoy les diré todo y noguardaré nada en secreto". Apuntando al punto situado entre las cejas, dijo:"El Yo supremo es conocido en forma directa y el individuo experimenta el samadhi –el éxtasissupremo– cuando la mente se dirige aquí. Allí permanece entonces sólo una delgada pantallatransparente que separa el Yo supremo del yo individual. El aspirante experimenta entonces... "y en ese momento se sumergió en el samadhi. Cuando éste llegó a su fin,intentó nuevamente describir la realización del Yo supremo y nuevamenteentró en samadhi, estado desde el cual claramente no podía articularpalabra alguna.

Después de varios intentos sin éxito, estalló en llanto. "De veras deseocontarles todo... sin ocultar nada de nada", pero era incapaz de hablar: "¿Quiénhablaría? La separación misma entre yo y tú desaparece; cada vez que intento describirles eltipo de visiones que experimento cuando se va más allá del ámbito en que podemoscomunicarnos consensualmente y pienso qué tipo de visiones estoy teniendo, la mente se elevade inmediato y resulta imposible hablar". En el centro final "es destruida la distinción entre elsujeto y el objeto de la consciencia. Es un estado en el cual la identidad del yo y el campo de laconsciencia se unen en un todo indisoluble". (Mookerjee, A., 1991).

Dada la naturaleza enteramente subjetiva de la experiencia –cualquierotra persona que se halle presente no experimenta ese momento de igualforma- ocurren dos cosas: primero, que el observador puede interpretarla

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de acuerdo a sus propios esquemas mentales; segundo, la experiencia, sibien es absolutamente real para la persona que la vivencia, no es, comovimos, fácilmente transmisible, de modo que se producen múltiplesconfusiones en los oyentes o lectores de la experiencia. Esto da pie aun tercer hecho: a través de la historia, se han presentado múltiplesfalsos “profetas”, brujos o videntes que, aprovechándose de lanaturaleza inverificable del fenómeno, engañan a los demás con el finde obtener algún tipo de beneficio. Es así que basta con simular elrecibir un “mensaje divino” o entrar en “un trance místico” paraexplotar la credulidad de personas ingenuas con fines personales. Porcierto que esto no ha facilitado la posibilidad de una apertura de laspersonas al fenómeno, sino que, por el contrario, ha dado pie a unafuerte desconfianza frente a todo aquello que no sea verificable –y yavimos que esta experiencia simplemente no lo es-.

Considerando esta dificultad para transmitir una definiciónsatisfactoria y aprehensible, los místicos han intentado transmitir suexperiencia a través de su ejemplo y a través de ejercicios ydisciplinas que desafían nuestras concepciones habituales. Consecuenciade esto, sin embargo, ha sido un desconocimiento más bien generalizadode la verdadera naturaleza de estos fenómenos y también una serie deprejuicios o mitos al respecto. Por ejemplo, existe el muy extendidoprejuicio de que aquellos que se hallan en contacto con este nivel sonseres aburridos que jamás sienten nada “conflictivo” –como ira, deseo,pasión sexual, pena: todo lo que llamamos “terrenal”-. Para la mente –adicta como es a la excitación sensorial- este nivel puede,efectivamente, parecer limitado y carente de atractivo. También sesupone que el individuo “despierto” emite un brillo visible a los ojosde cualquier observador, y una supuesta “elevación moral” que da pábuloa cualquier tipo de proyecciones –y, obviamente, también permite ladescalificación inmediata de la persona evaluada si no se comporta deacuerdo a nuestros estándares-.

Un factor que dificulta aún más las cosas es que, aún cuando se esperade las personas despiertas que sean “perfectas” –de acuerdo a nuestrasproyecciones de lo que es la perfección- éstas son seres normales cuyavida privada en muchos casos se aleja de lo intachable (Wren-Lewis, J.,1994; Gordon, J. S., 1987). Este último autor señala, “Si el Maestro se veseducido por su poder sobre sus discípulos o por la devoción que le dispensan ( ), se volverá undictador y un impostor. Los discípulos, engreídos e intoxicados con fantasías transferenciales, sevolverán incautos y víctimas de engaños”. Confundido con la conducta de personasiluminadas que en algún momento se comportaron muy por debajo de sus

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expectativas, Gordon comenta, “leyendo acerca de otros Maestros, me di cuenta de quela iluminación en sí es una experiencia de momento en momento, sujeta a las mismas leyes delcambio que cualquier otro estado. Requisitos continuos” (para mantener el estado)“son una disposición a aceptar las propias limitaciones y un continuo estado de alerta”(Gordon, J. S., 1987).

¿Cómo acceder al despertar?

A través de la historia, son muchas las propuestas que aseguran elalcanzar la iluminación. Algunos han llegado a garantizarla si sesiguen ciertos procedimientos (Fields, R., 1976). El maestro rusoGeorge Gurdjieff señala, a propósito del tema: “Una de las mejores maneras dedespertar el deseo de trabajar en ti mismo es darte cuenta de que puedes morir en cualquiermomento. Pero primero debes aprender a recordar eso”.

Este factor de intensidad en la intención de ser más consciente tambiénes destacado por el místico Paul Lowe (1998), quien sugiere que laforma es “una consciencia continua, minuto a minuto”. Sin embargo, también agregaque “eso es prácticamente imposible con la cantidad de condicionamiento que tenemos”.Franklin Merrell-Wolff (1973) sugiere que existen los siguientesrequerimientos para alcanzar el despertar: “lo primero es desearlo. El deseo debeestar presente, aún cuando sea poco claro o poco comprendido por la persona misma; y losegundo es tener un gurú. Esta presencia tiene el sentido de representar una inspiración y unejemplo para el buscador, y puede tratarse de una presencia física o de las palabras escritas dealgún maestro despierto que nos resuene”.

Gordon (1987) aclara la función que para él tiene el gurú: “A fin decuentas, el propósito del maestro es ayudar a sus discípulos a encontrar el mismo tipo delibertad que él ha hallado”. En este sentido, en el Evangelio apócrifo de Tomás(Pagels, E., 1988) se menciona una frase muy reveladora de Jesús: “Quienbeba de mi boca se volverá como yo”. ¿Qué querría decir? Es probable que serefiriese a que quien siga sus enseñanzas alcanzará su mismo estado deconsciencia. Agrega Gordon: “... al Buda le gustaba comparar al Maestro con unbote. Una vez que el discípulo ha cruzado el río, el bote deja de ser necesario”. Sin embargo,J. Krishnamurti advierte: “Uno nunca debe entregarle a otro ser humano la propiamanifestación suprema de la consciencia: tu habilidad de decidir por ti mismo. ( ) …ningúnhombre tiene poder fuera de aquél que le entregan sus seguidores” (Milne, H., 1986)

Eckhart Tolle presenta en su libro (1997) un análisis extremadamentelúcido y práctico para ayudar al lector a acceder a ese ámbito del quelos maestros han hablado por siglos: “Hablo de una profunda transformación de

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consciencia: no como una posibilidad distante en el futuro, sino disponible ahora –sin importarquién seas o dónde estés-”. Luego, respecto al concepto de “iluminación”, nosdice: “La palabra ‘iluminación’ transmite la idea de algún logro sobrehumano -y al ego legusta verlo así- pero no se trata de otra cosa que de tu conexión sentida con el Ser”.Entiendo que destaca el aspecto sentido porque obviamente no basta consaber intelectualmente que estamos conectados con el Todo o nuestraesencia –o “Ser” como lo llama Tolle-, sino que es necesario sentirefectivamente esa conexión ahora. Y luego transmite la esencia de sumensaje: "No te esfuerces por comprenderlo. Sólo puedes conocer esa dimensión cuando lamente está quieta. Cuando estás presente, cuando tu atención está enfocada plena eintensamente en el presente, puedes sentir al Ser, pero nunca podrás comprenderlo a nivelmental. Retomar la consciencia del Ser y morar en esa ‘sensación-realización’ es la iluminación”.

El concepto de presencia es, entonces, clave. Místicos y poetas handestacado, de uno u otro modo, la importancia de estar en el presente,aunque esa idea –como muchas- ha sido desvirtuada e incomprendida. PaulLowe (1998) también otorga gran importancia a este concepto, y lodefine así: “Estar presente es un estado que lo incluye todo y no formula elecciones.Incluyes el estado del cuerpo, de la mente y de las emociones, así como la situación tal como laves en la otra persona y en lo que te rodea. Incluyes todas esas cosas y, si permaneces abierto yno te identificas con ninguna parte de este todo, entonces ocurren elecciones a través de ti –sinque tú las realices-”. Y lo ejemplifica así: “Imaginemos una situación en la cualusualmente creemos que debemos elegir algo. Imagina que te ofrecen dos trabajos, y que unode ellos parece representar más dinero y prestigio que el otro. En la situación habitual, te irías atu mente y examinarías los pro y los contra de las dos posibilidades. Pero si no intentas decidir,y si no te contraes ni te focalizas con la voluntad en el resultado ni en el futuro, -si simplementete quedas allí- una elección surgirá por sí sola. Es muy frecuente que ésta no sea lógica. Puedeque se trate del trabajo con menor sueldo, y la mente insistirá: ‘Pero el otro empleo te dará másdinero y prestigio. Elige ése’. Cuando entras en el estado de ‘no-elección’, entras en un espacioen el que el tiempo no existe. ( ) Lo que dije acerca del ‘no elegir’ también se aplica a lapresencia. La presencia es estar en este momento con aceptación, incluyendo todos los hechos ydesconectándose de ellos. Y entonces algo te elige a ti. Probablemente no lo entiendas. Puedeque no te sientas seguro o a salvo y es poco lo que podrás predecir, pero habrá algo allí. Laintuición, una sensación interna, te estará ofreciendo información”.

Consultado en una ocasión respecto a la naturaleza del Reino de losCielos del que tanto hablaba, Jesús replicó: "En el Reino de los Cielos, el tiempono existirá”. Una frase gloriosa en su profundidad, aunque es poco probableque su interlocutor le haya comprendido, y ciertamente no a través dela mente. ¿Cuándo desaparece la noción del tiempo? En las escasasocasiones en que dejamos de escuchar a la mente, cuando estamospresentes, cuando nuestra atención está tan volcada a los diversos

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estímulos internos y externos de este momento que no nos dejamosdistraer por la incesante conversación mental. Quien más ha exploradoeste concepto en la psicoterapia fue Fritz Perls, quien urgíaconstantemente a sus pacientes a “dejar la mente y volver a los sentidos”. A travésde su técnica del “continuo del darse cuenta” (Stevens, J., 1976) Perlsreprodujo en forma didáctica los principios básicos de la meditación,la técnica clásica para estar presente.

Para terminar, quisiera mencionar que desde tiempos antiguos, ya seapor vía oral o escrita, desde los Vedas de la India, pasando por losmísticos cristianos y musulmanes del medioevo hasta los místicos,poetas y escritores de la actualidad, siempre han existido reportes deesta realidad. Por las dificultades anteriormente expuestas, quieneshan encontrado ese estado en sí mismos se han expresado a veces enparábolas y metáforas, pues aseguran que cualquier descripción no podráser comprendida por nuestra mente racional. Hablan de “el Tao” (LaoTsé), o del “Reino de los Cielos” (Jesús), o de la “Armonía Oculta”(Heráclito). Como dice Gordon (1987) “La palabra iluminación está obviamenteasociada con la luz. El concepto es Budista, pero tanto el concepto como la imagen de la luztrascienden con mucho la tradición Budista. Los Hindúes hablan de un equivalente de “realizara Dios”; en el Zen, hablan de kensho; algunas sectas neoplatónicas y cristianas han utilizado lapalabra gnosis, o conocimiento”.

Algunos han elegido permanecer simplemente en silencio, mientras otroshan intentado expresar este estado a través de poesías; entre éstos, elgran poeta y místico norteamericano Walt Whitman (1986): "Yo existo tal comosoy, y eso es suficiente. Si ningún otro ser en el mundo está consciente, estaré sentado ysatisfecho. Y si todos y cada uno están conscientes, estaré sentado y satisfecho. Los soles queveo y los que no puedo ver se hallan en su lugar. Lo tangible y lo intangible se hallan en sulugar. Y nunca habrá una mayor perfección que la que existe ahora, ni más paraíso o infiernoque el que existe ahora”.

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