Efectos de la violencia y la inseguridad en el desarrollo económico y social en Venezuela
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INDICE
TEMAS PÁG
1. Presentación y justificación…………………………………………………………………….. 3
1.2. Definición de objetivos……………………………………………………………....... 5
1.2.1. Objetivo general
1.2.2. Objetivos específicos
1.3. Operacionalización………………………………………………………………………… 6
1.3.1. Hipótesis
1.3.2. Tipo de Investigación
1.4. Conceptos clave……………………………………………………………………………. 6
2. Acercamiento al fenómeno de la delincuencia y la inseguridad en Venezuela…………………………………………………………………………. 8
2.1. Manifestaciones y evolución de la delincuencia
2.1.2 Criminalidad urbana y criminalidad rural
2.2. Los ámbitos objetivos y subjetivos de la inseguridad
3. El estado, la sociedad y el proceso de desarrollo……………………………………… 16
3.1 La formación del estado-nación y el desarrollo en Venezuela: procesos incompletos
4. Los efectos de la delincuencia sobre el desarrollo……………………………………. 19
4.1. La delincuencia como obstáculo al desarrollo humano
4.2. La delincuencia como obstáculo al desarrollo económico
5. Conclusiones……………………………………………………………………………………………. 22
6. Bibliografía………………………………………………………………………………………………. 23
3
1. INTRODUCCIÓN
1.1. PRESENTACIÓN Y JUSTIFICACIÓN
Uno de los fenómenos más dramáticos y que a su vez ha generado una importante cantidad
de estudios por parte de las ciencias sociales y jurídicas en los últimos 30 años en Venezuela
y en América Latina en general, es sin discusión alguna la delincuencia y la seguridad
ciudadana, no solo por los efectos que tiene sobre la sociedad, sino también sobre las
posibilidades reales de conseguir las metas de desarrollo que necesita el país y la Región
para vencer la pobreza y brindar mayores niveles de bienestar, siendo estos altos niveles de
inseguridad un lastre muy pesado en materia de productividad y competitividad.
Durante muchos años la academia vinculó la delincuencia y la violencia criminal a la
pobreza, pero la última década, donde Latinoamérica ha conseguido los mayores niveles de
crecimiento económico (11%) y disminución de la desigualdad ha desmitificado este
argumento demostrando que hay muy poca vinculación entre un fenómeno y otro, a su vez,
han emergido nuevas y variadas hipótesis sobre las causas de la delincuencia y su creciente
auge en las últimas décadas.
La incursión de nuevas modalidades y de nuevos patrones delictivos en Venezuela ha venido
de la mano de diferentes contextos históricos, en los ochenta la crisis económica no solo
significo el fin del boom petrolero (la llamada Venezuela saudí) que permitió la
consolidación de una clase media más o menos estable, sino también la profundización de
la pobreza y la desigualdad en más de la mitad de la población. Para finales de los 80 casi el
60% de la población vivía por debajo del umbral de la pobreza y de ese porcentaje más del
30% vivía en pobreza crítica, dicha situación provocó en 1989 el levantamiento popular
conocido como el “El caracazo”, en respuesta a las políticas neoliberales aplicadas por el
entonces presidente socialdemócrata Carlos Andrés Pérez e impuestas por el FMI. Todos
estos factores, aunado a una cada vez más pronunciada desintegración social, tuvieron una
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manifestación en el auge de la violencia y la criminalidad que se extendió a la década de los
90 y se maximizó con el inicio del nuevo siglo marcado por un nuevo boom petrolero.
El neo-rentismo venezolano permitió elevar las condiciones de vida –sobre todo materiales-
en Venezuela, los altos ingresos percibidos por los altos precios de las materias primas
permitieron a la mayoría de los países Latinoamericanos motorizar nuevos modelos de
inclusión que incidieron fuertemente en la disminución de la pobreza. En Venezuela, la
pobreza pasó de más 50% en la década de los 80 y 90 a menos del 35% para 2013. Sin
embargo, estos importantes avances no se tradujeron en disminución de la desigualdad y
mucho menos, en la reducción de los índices de criminalidad y de inseguridad ciudadana,
repercutiendo esto último, en un significativo aumento, no solo en modalidades, sino
también en violencia.
Ante el problema de la inseguridad, tanto informes del PNUD, como de otros organismos
hemisféricos (CEPAL, OEA) han destacado la debilidad del Estado y sus instituciones para
aplicar políticas públicas que reduzcan la delincuencia y disminuyan su multiplicación. La
administración de justicia y la policía son las instituciones que generalmente se analizan a
la hora de hablar del tema de la inseguridad ciudadana. En 1999 se aprobó por referéndum
popular una nueva Constitución que reformó el Poder Judicial y el Ministerio Público; y
durante la última década, se han realizado varias reformas de las leyes penales en un
intento de adaptar la legislación a la evolución de la delincuencia. Así mismo, en 2010, se
inició un proceso de reforma policial que abarcó una amplia consulta y que generó la
primera legislación en materia policial en la historia venezolana. A pesar de todos estos
esfuerzos institucionales, la ineficiencia de los tribunales y las distorsiones en el
funcionamiento de las policías nacional, estadal y municipal han hecho imposible la
contención del problema. Específicamente, en el tema policial y luego del proceso de
reforma mencionado anteriormente, en 2014 se inició un nuevo proceso de reforma con la
finalidad de adecuar el funcionamiento de las policías a la realidad del delito.
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Como veremos aquí, el problema de la delincuencia y la inseguridad personal no es solo un
tema del Estado, políticas públicas, tribunales y policías. La sociedad, las identidades, la
globalización y el propio modelo capitalista tienen un papel muy importante en la
estructuración del fenómeno de la delincuencia y la inseguridad ciudadana, sobre todo si
consideramos que estos factores configuran una determinada forma de ver el delito y
aquellas conductas que aunque no constituyen delitos –robos, homicidios, violaciones- si
representan conductas inmorales o ilegales (clientelismo, sobornos, entre otros).
El presente trabajo tiene la finalidad de analizar cómo se ha venido estructurando el
fenómeno delictivo en Venezuela, desde una perspectiva multidimensional y
multidisciplinaria vinculándolo con los efectos que esta problemática tiene sobre el proceso
de desarrollo económico y humano. Es indiscutible, y así lo expresan las diferentes
mediciones de percepción, que es la inseguridad la primera preocupación de las personas
en la mayoría de los países Latinoamericanos, por lo que se genera una emergencia de
estudios, esfuerzos institucionales y sociales destinados a identificar aquellos factores que
puedan generar soluciones definitivas y sistemáticas al fenómeno a esta problemática.
1.2. DEFINICIÓN DE OBJETIVOS
1.2.1. OBJETIVO GENERAL
Analizar los factores que configuran el fenómeno delictivo y de inseguridad ciudadana en
Venezuela y sus efectos en el proceso de desarrollo económico y social.
1.2.2. OBJETIVOS ESPECIFICOS
- Analizar la evolución de las modalidades del delito en Venezuela en su contexto urbano y
rural.
- Analizar la relación que hay entre la delincuencia y la inseguridad ciudadana con los
problemas en los procesos de desarrollo económico y social.
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- Identificar aquellos factores sociales, identitarios y modelo capitalista globalizador en la
configuración del fenómeno delictivo, como también en la reproducción y naturalización de
comportamientos anómicos, inmorales o antiéticos.
- Analizar el fenómeno de la economía del delito y su vinculación con los altos niveles de
delincuencia e inseguridad ciudadana en Venezuela.
1.3 OPERACIONALIZACIÓN
1.3.1 HIPOTESIS
- El fenómeno de la delincuencia y de la inseguridad ciudadana tienen efectos concretos y
directos en el proceso de desarrollo económico y social en Venezuela que repercuten en la
pobreza y en el pleno ejercicio de los derechos ciudadanos.
- El modelo capitalista, la globalización, las identidades sociales en crisis y la debilidad del
Estado-Nación son factores fundamentales en la evolución del fenómeno delictivo y de la
situación de inseguridad ciudadana en Venezuela.
- La economía del delito como expresión del capitalismo tiene una relación directa en la
multiplicación y fortalecimiento del fenómeno delictivo y la inseguridad ciudadana en
Venezuela.
1.3.2. TIPO DE INVESTIGACIÓN
Los objetivos de esta investigación son de tipo descriptivo y exploratorio. Para su
consecución se han empleado fundamentalmente fuentes secundarias de tipo documental,
estadística y bibliográfica de autores que hayan investigado los puntos clave a tratar
haciendo una presentación de hechos coherente.
1.4. CONCEPTOS CLAVE
Antes de empezar el desarrollo de la investigación me parece necesario hacer algunas
definiciones con el fin ayudar a una mayor comprensión de los contenidos expresados en el
presente trabajo y sobre el cual giran diversos tópicos tratados y para los cuales no
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podremos dedicar capítulos específicos, estos son: desarrollo humano, seguridad humana,
seguridad ciudadana y rentismo.
DESARROLLO HUMANO: “el desarrollo humano debe entenderse como el proceso de
ampliación de opciones, libertades y capacidades de las personas con el fin de que puedan
gozar de salud y bienestar, y tener acceso a los conocimientos y a los recursos necesarios
para una vida digna” (PNUD, 2013).
SEGURIDAD HUMANA: “la seguridad humana se define como la condición de vivir libre de
temor y libre de necesidad. Es un concepto amplio que contempla un abanico de amenazas
que pueden atentar contra la vida y contra el bienestar de las personas, desastres
ambientales, guerras, conflictos comunitarios, inseguridad alimentaria, violencia política,
amenazas a la salud y delitos” (PNUD, 2013).
SEGURIDAD CIUDADANA: “la seguridad ciudadana puede entenderse como una modalidad
especifica de la seguridad humana, relacionada con la seguridad personal y más
específicamente, con amenazas como el delito y la violencia” (PNUD, 2013).
RENTISMO: se puede denominar rentismo a la práctica económica de algunos países que
reciben recursos externos por la explotación de recursos del suelo, estos recursos
generalmente son administrados y distribuidos por los gobiernos. Lo importante de la
definición es que el rentismo no solo comprende una forma de ver la economía, sino
también condiciona la forma en que se comprende el funcionamiento del Estado y la
sociedad. En estos términos, el rentismo constituye un verdadero obstáculo para el
desarrollo económico y social de los países que lo padecen. Este término también puede
vincularse con el de Estado rentista o economía rentista.
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2. ACERCAMIENTO AL FENÓMENO DE LA DELINCUENCIA Y LA INSEGURIDAD EN VENEZUELA
2.1. MANIFESTACIONES Y EVOLUCIÓN DE LA DELINCUENCIA
2.1.2. CRIMINALIDAD URBANA Y CRIMINALIDAD RURAL
Como lo habíamos mencionado anteriormente, la delincuencia es uno de los factores que
generan mayor preocupación en la sociedad latinoamericana y Venezuela no es la
excepción, la encuesta Latinobarómetro 2014, expresa que el 61% de los venezolanos
considera como primera preocupación el problema de la delincuencia y de inseguridad
incluso por encima de los problemas económicos y políticos que se vienen desarrollando en
el país en los últimos años.
Pero la delincuencia en Venezuela no tiene una evolución lineal y su manifestación ha
tenido diversos matices a lo largo de los últimos 30 años. Los mayores niveles de
delincuencia siguen presentándose en las zonas urbanas de las grandes ciudades que a su
vez están rodeadas de amplias zonas empobrecidas o “cordones de miseria” donde se
concentran la mayoría de los grupos criminales y donde se generan la mayor diversidad de
modalidades delictivas. Las zonas rurales tampoco escapan de la situación de inseguridad,
la acción de grupos irregulares provenientes de Colombia, el narcotráfico y la delincuencia
común afectan gravemente el desenvolvimiento normal de las actividades agrícolas y
debilita la calidad de vida en dichos espacios.
En el contexto urbano, son el homicidio, el robo y el secuestro las manifestaciones
delictuales más comunes y que a la vez afectan a mayor cantidad de personas. El homicidio
es el delito que más preocupa a la sociedad y el que más llama la atención por su violencia
y por sus motivos cada vez más fútiles. En Venezuela, para el año 2014, según fuentes
extraoficiales, en el país hay 80 homicidios por cada 100.000 habitantes, lo que se tradujo
en el año aproximadamente en 24.000 muertes1, estas cifras ubican al país en el segundo
1 Las cifras mencionadas corresponden al Informe 2014 del Observatorio Venezolano de Violencia cuyas fuentes y
metodología de investigación no están validadas ni certificadas por ningún organismo nacional o internacional. El
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lugar entre los más peligrosos de América solo por detrás de Honduras. De 10 homicidios
en 1985 a aproximadamente 80 en el 2014, hay un crecimiento siete veces mayor de los
homicidios en 30 años considerando que la población venezolana pasó de 15 millones de
habitantes en los años 80 a 30 millones en 20102.
A pesar de las escandalosas cifras antes mencionadas, lo que genera mayor preocupación
son las razones cada vez más fútiles que impulsa a los delincuentes a cometer este tipo de
delito, el robo de un teléfono móvil, una discusión callejera o un accidente de tránsito son
motivos suficientes para que una persona pierda la vida en cualquier ciudad venezolana;
esto debe llevar a una profunda reflexión sobre el valor de la vida humana en nuestras
ciudades, este desprecio por la vida que asfixia a la sociedad la ha llevado a presenciar como
bandas criminales formadas sobre todo por menores de 18 años asesinan policías o
funcionarios militares solo con el fin de ganar el respeto de sus pares. Entre 2013 y 2014
hay hasta 80 funcionarios de cuerpos de seguridad del Estado asesinados por esta razón.
Tasa de asesinatos (asesinatos por 100,000 habitantes) desde 1998 hasta 2013. Fuente: OVV,27 28 PROVEA,29 30 UN29 30 31 * La línea de la ONU entre 2007 y 2012 son datos proyectados
problema con las cifras de delincuencia e inseguridad ciudadana se viene dando desde el 2012 cuando el Gobierno dejó de presentar las cifras oficiales sobre el tema, a partir de esta falta de información las cifras son víctimas de constantes manipulaciones y politización por parte de los actores políticos inmersos en un exacerbado clima de polarización. 2 Para la OMS, una tasa mayor a 10 homicidios por cada 100.000 habitantes se considera una epidemia.
10
Además del homicidio, el secuestro en sus diversas modalidades suscita gran preocupación
tanto para las instituciones como para la sociedad. Según el Cuerpo de Investigaciones
Científicas penales y Criminalísticas (CICPC) en Venezuela se presentaron en 2011, 1150
casos de secuestros a nivel nacional, no obstante, esta cifra puede ser mayor dado a que
aproximadamente un 70% de los casos no llegan a ser denunciados. Este dato se asemeja a
lo expresado en el Informe de Desarrollo Humano del PNUD 2013-2014, que ubica la cifra
negra de secuestros en un 62%. Resulta dramático estos datos, si se toma en cuenta que
para finales de los 80 en el país se presentaban solo 27 casos de secuestro a nivel nacional.
En este sentido, debemos destacar que en la evolución de este tipo de delito en particular,
tiene mucho que ver la intervención en el país de grupos vinculados con grupos guerrilleros
y paramilitares que operaban en Colombia y que tras los fallidos procesos de
desmovilización han mudado sus operaciones aprovechando el clima de impunidad
reinante en Venezuela.
Número de secuestros en Venezuela 1989 - 2011. Fuente: CICPC55 56 57 * Secuestros Express no están incluidos en los datos
11
Con respecto a los delitos de robo, la encuesta de victimización y percepción realizada por
el Instituto Nacional de Estadísticas (INE) expresa que para 2009, en Venezuela se
presentaron 1.057.332 casos de robos, lo que representa un promedio de incidencia de
5.075 casos por cada 100.000 mil habitantes. Como todos los demás delitos, el robo ha
tenido una tendencia al aumento y hoy es el delito más común en el país. En este sentido,
y tal como afirma el Informe de Desarrollo Humano del PNUD 2013-2014, el delito de robo
se ha convertido en un acto más cotidiano que excepcional en la Región.
Dentro del contexto urbano, podemos mencionar otras modalidades delictivas que vienen
a completar el complejo y delicado panorama que presenta el país. El microtráfico se viene
extendiendo tanto en zonas pobres como en urbanizaciones y sectores de clase media y
alta, a pesar de que no se tienen cifras que permitan medir de forma más exacta el alcance
del fenómeno, no es menos cierto que cada vez más afecta a amplias capas de población
sobre todo de las más jóvenes de todos los sectores socioeconómicos. Esta modalidad está
directamente vinculada con amplias redes de narcotráfico que se generan en Colombia y
utilizan a Venezuela como mercado y como puente hacía Norteamérica y Europa. A pesar
de los esfuerzos de las autoridades en materia antidroga para detener el tráfico, la debilidad
del Estado, el clima de impunidad y la complicidad de autoridades corruptas hace aún más
difícil combatir este flagelo.
La proliferación de bandas delictivas es otra manifestación de la delincuencia que se
presenta sobre todo en las zonas urbanas de Venezuela, a diferencia de las subculturas que
tuvieron su mayor auge en los 80 y 90 y que respondían a diferentes patrones de exclusión
y socialización frustrada, en la formación de bandas criminales en la actualidad intervienen
otros factores que vale la pena mencionar, el más común parece ser, según los expertos, en
que estas organizaciones ofrecen a sus integrantes posibilidades de acceder a bienes y
recursos materiales por la vía fácil a través del delito aprovechando la impunidad y la
debilidad del Estado para castigar oportunamente las conductas delictivas. Esta situación,
se viene agravando a partir del auge del modelo de consumo y de mayores tasas de renta a
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la que accedió la población a partir del año 2003, la imagen de “éxito” y de “buena vida”
promovida por los medios de comunicación globalizados, la poca movilidad social, la
precariedad del trabajo sobre todo juvenil, la crisis en la familia y sobre todo la falta total
de identificación de los jóvenes con los valores del trabajo, el estudio y el esfuerzo como
principios para la construcción de una vida digna, han hecho que grandes cantidades de
jóvenes pasen a formar parte de estas bandas criminales.
Sobre esta materia, muchos expertos vienen destacando que en los países latinoamericanos
los análisis costo-beneficio que hacen los jóvenes antes de delinquir les presentan al crimen
como una actividad rentable y de poco riesgo, esto porque entienden que el Estado tiene
muy pocas herramientas para castigarlo por sus actos. Este es un punto fundamental para
entender porque un gran número de jóvenes se inician en la vida delictiva a edades
tempranas y porque conciben el crimen como forma de vida llegando a admitir incluso la
muerte como un costo asumible por su actividad criminal.
Pero dentro de la proliferación de bandas delictivas3, el proceso político ha generado una
nueva forma de agrupación denominada “colectivos”. Estos colectivos fueron promovidos
por el Gobierno del Presidente Hugo Chávez como mecanismo para la incorporación del
pueblo en las actividades de desarrollo comunitario, actualmente, la mayoría de estas
agrupaciones ha logrado niveles importantes de organización que han contribuido a
acceder a sus allegados a servicios públicos y servicios sociales básicos. No obstante, tras el
fallecimiento del Presidente Chávez en 2013, algunas de estas agrupaciones se han venido
moviendo en una delgada línea entre la acción comunitaria y política y conductas ilegales y
fuera de la ley, estos grupos han sido protagonistas en los últimos años de episodios de
violencia política y han venido siendo objeto de críticas por sus conductas paraestatales y
por la exhibición y utilización de armas de fuego sin ninguna respuesta por parte de las
3 Algunos expertos calculan que en Venezuela actualmente actúan aproximadamente 18.000 bandas criminales, existe una población reclusa de 60.000 personas, 72.000 personas están vinculadas a bandas criminales y aproximadamente 2.000 personas se encuentran solicitadas por los diferentes tribunales penales del país.
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autoridades que en algunas ocasiones han justificado las acciones ilegales y arbitrarias de
estos grupos a partir de su afiliación y apoyo al partido de gobierno.
Ahora bien, en cuanto al contexto rural, a los delitos antes mencionados se le anexa el de
extorción como los más comunes. En las últimas décadas los casos de extorción a
productores agropecuarios y campesinos sobre todo de los estados (provincias) cercanos a
la frontera con Colombia han sido constantes y sistemáticos, la incursión de grupos
guerrilleros y paramilitares que operan en Colombia y traspasan la frontera de manera
impune y sin respuesta contundente por parte del Estado ha generado un clima de
incertidumbre e indefensión sobre los productores y trabajadores del campo. En la última
década, los casos de extorción han venido creciendo sobre todo las modalidades de
extorción telefónica realizado incluso por criminales que se encuentran en las cárceles
desde cuyos centros llaman a las víctimas y las obligan a pagar altas sumas de dinero bajo
amenazas de represalias.
2.2 LOS ÁMBITO OBJETIVO Y SUBJETIVO DE LA INSEGURIDAD
El aparte anterior nos permitió ver de una forma muy resumida a través del análisis de los
principales y más comunes delitos, los alcances de la delincuencia y de la inseguridad que
vive Venezuela, tomando en cuenta la situación planteada, es posible preguntarse ¿Qué
efectos concretos tienen estos fenómenos en la sociedad? Tanto expertos como
organismos nacionales e internacionales concuerdan en que la inseguridad ciudadana está
compuesto por dos ámbitos bien definidos, un ámbito objetivo y uno subjetivo.
Ámbito objetivo de la inseguridad: el ámbito objetivo de la inseguridad vendrían a ser los
hechos delictivos reales en contra de personas o bienes, este ámbito debe respaldarse en
las mediciones periódicas hechas por las autoridades que permiten su valoración, su
estudio, y la identificación de los factores que originan cada fenómeno delictivo. Este
ámbito objetivo tiende generalmente a diferir del ámbito subjetivo ya que en este último
intervienen otros factores como ya veremos a continuación.
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Ámbito subjetivo de la inseguridad: Cuando hablamos del ámbito subjetivo de la
inseguridad hablamos estrictamente de percepción. Según el Informe de Desarrollo
Humano del PNUD 2013-2014, en Venezuela más del 70% de los ciudadanos teme caminar
solo en la noche por las calles de la ciudad, siendo el 50% la media en la Región. En general
los latinoamericanos se muestran temerosos ante el fenómeno de la inseguridad, el informe
Latinobarómetro “La seguridad ciudadana el problema principal de América Latina” 2012,
comenta sobre el estado de temor los siguiente:
“Sabemos que la percepción del temor e inseguridad no tiene correlación significativa en general con los grados de victimización… los elementos que podrían generar mayores niveles de temor varían desde desconfianza en las policías, percepción de abandono estatal, aumento de los delitos, limitada cohesión social, entre otros factores que lentamente la investigación aplicada ha ido relevando en la región. Si bien en un primer momento se pensó que el temor estaba directamente vinculado con los niveles de criminalidad en un determinado lugar, poco a poco se ha ido confirmando su autonomía. En efecto, estos datos confirman que el fenómeno tanto de la percepción del temor como de los grados de delincuencia percibida no son para nada manifestaciones mono causales sino más bien altamente complejas”. (Latinobarómetro, 2012)
Lo expresado anteriormente por el informe Latinobarómetro nos da un marco claro sobre
cómo se configura ese estado de temor y su relación con el ámbito objetivo de la
inseguridad. Igualmente, nos permite observar que existen diversos factores tanto internos
como externos que intervienen e interactúan con los sujetos sociales que pueden configurar
un estado de miedo que tampoco es geográficamente homogéneo. En el caso Venezolano,
podemos referirnos al dato anterior pero con la salvedad de que no es el mismo nivel de
temor que experimenta un habitante de Caracas del que puede experimentar un habitante
de la ciudad de Mérida cuyos índices de inseguridad varían sustancialmente (Occidente del
país).
Tal como lo afirma el informe del PNUD, la percepción de temor está relacionada con
múltiples factores que incluyen la cobertura noticiosa del delito, los relatos de los
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ciudadanos y la falta de confianza interpersonal y en las instituciones. A este respecto, dicho
informe identifica 5 factores que inciden en la percepción de temor por parte de los
ciudadanos: a) Los medios de comunicación; b) La caja de resonancia de la clase media; c)
Los relatos de los ciudadanos; d) Los espacios desordenados y e) La desconfianza
interpersonal y en las instituciones.
Resulta interesante observar, que en el tema de los medios de comunicación y su influencia
en los estados de miedo e inseguridad percibidos por la sociedad la opinión no es unánime.
Mientras el PNUD afirma que los medios juegan un papel importante en la percepción de
inseguridad, Latinobarómetro no le reconoce tal rol, ya que afirma que los medios llenan
un vacío provocado por la falta de liderazgos que llenen la agenda política y conduzcan a la
opinión pública; en otras palabras, esta Organización prefiere centrar el tema de la
percepción del miedo y la inseguridad en los “climas de opinión”4 . Sobre el tema se afirma
lo siguiente: “Podemos decir entonces que América Latina pasa por un Clima de Opinión
donde es difícil encontrar un ciudadano que diga que la delincuencia no es importante,
independiente del número de víctimas que ese ciudadano perciba. Se trata de una región
“capturada” por el clima de opinión de que el crimen, la delincuencia, se ha tomado la
agenda informativa y domina las comunicaciones sociales” (Latinobarómetro, 2012).
Por último, no podemos dejar de mencionar que en Venezuela el estado de temor e
inseguridad ha sido altamente influenciado por el debate político y la polarización. La
mediatización de la delincuencia o su invisibilización se hace a conveniencia de los intereses
políticos a los que sirve el medio y esto ha evitado que el fenómeno de la delincuencia y de
la inseguridad haya podido ser abordada como un tema de Estado donde participen actores
4 Con respecto al concepto de “Clima de opinión” el Informe Latinobarómetro explica: El “Clima de Opinión” es un estado
de ánimo societal que se instala, incluso a veces a pesar de la evidencia contraria. Hay varios tipos de clima de opinión, en general se puede decir que el clima de opinión se instala incluso cuando nadie lo conduce, es decir hay vacíos que se llenan. Son los medios de comunicación los que llenan los vacíos, cuando no hay conducción política, fijando agenda informativa. Por el contrario cuando hay liderazgo político, la agenda se llena con la conducción de esos liderazgos.
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de variadas tendencias que enriquezcan el debate y permitan hallar las soluciones
necesarias para una sociedad asfixiada por la criminalidad.
3. EL ESTADO, LA SOCIEDAD Y EL PROCESO DE DESARROLLO
3.1 LA FORMACIÓN DEL ESTADO-NACIÓN Y EL DESARROLLO EN VENEZUELA: PROCESOS INCOMPLETOS La intención de insertar este punto en el presente trabajo, es porque se intenta reconocer
que Venezuela arrastra una serie de deficiencias en las bases estructurales del Estado-
Nación que se remontan desde el mismísimo proceso independentista del siglo XIX. Dichas
debilidades explicarían los problemas que se han tenido para construir instituciones
confiables cuyas deficiencias hoy dan pie al exacerbado clima de violencia, delincuencia e
inseguridad que agobia a la sociedad, además de otros muchos problemas que nos ubican
aún como un país subdesarrollado.
Los procesos de independencia llevados a cabo tanto en Venezuela como en el resto de
América Latina no implicaron una descolonización de las relaciones entre las clases,
compuestas por blancos, mestizos, indios y negros. Los blancos lejos de ser la clase
mayoritaria asumieron las estructuras de poder heredadas de la colonia española, esta
nueva configuración en las relaciones sociales de las nuevas repúblicas estuvo signado por
una reconfiguración de la colonialidad del poder eurocéntrico, esta vez encarnada en los
blancos criollos. Al respecto Quijano explica: “…el hecho era que, en la casi totalidad de los
nuevos países la fauna dominante no era siquiera una proporción amplia de la población,
como ocurría por ejemplo en Estados Unidos, donde las víctimas de la colonialidad del
poder eran una minoría. En América Latina, los dominantes, los beneficiarios de las
relaciones coloniales de poder eran una muy pequeña minoría. El nuevo Estado era, por lo
tanto, el de una de las razas, no el del conjunto de la población, ni siquiera de una parte
mayoritaria, no podía ser, en consecuencia, nacional” (2000, pág. 86).
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Esta colonialidad del poder subordinada a las potencias centrales del capitalismo europeo
en principio y luego norteamericano condicionaron no solo la forma en que las nuevas
clases dominantes criollas construyeron el Estado y sus bases nacionales y morales, sino
que también condicionó la forma en que se implementó el modelo de desarrollo.
Para el caso específico de Venezuela, Santos explica:
“…en nuestras naciones la institucionalidad jurídica es el soporte en que se afinca la sociedad política para ejercer el dominio sobre la sociedad civil. El caso venezolano es un ejemplo claro de esa situación y ello se explica porque a lo largo de su "inserción en la historia moderna", no ha logrado construir un proyecto que traduzca los intereses de la voluntad general; al contrario, al fusionar los intereses públicos con los de los grupos privados, profundizó su separación con la esfera civil e impidió generar tanto la base material para la realización de la igualdad de los individuos, como el cuerpo de valores, normas y símbolos con el cual la sociedad pudiere identificarse a la vez que legitimar el ordenamiento socio-cultural” (1985, pág. 35)
En resumen, podemos afirmar que la construcción del Estado-Nación venezolano ha
estado signado por los intereses de las élites políticas y económicas, siendo las
instituciones meros instrumentos para garantizar sus privilegios y el control de la
población. Ante un Estado cuyas instituciones se encuentran cooptadas por intereses
de clase, la delincuencia no es otra cosa que la consecuencia de complejos procesos
de exclusión de grandes sectores sociales que no encuentran más respuestas que la
violencia y las conductas anómicas para asegurar su subsistencia.
La existencia de un Estado débil e incapaz de mediar entre los ciudadanos para
promover la convivencia y el respeto de los derechos del “otro” ha provocado que la
sociedad legitime tanto la violencia como la “justicia por propia mano” para resolver
los conflictos. Según el Informe Latinoabrómetro, las sociedades cada vez se perciben
más violentas, en Venezuela sin embargo, las mediciones hechas en el año 2008 y
citadas en el informe 2012, expresa que en una escala del 1 al 10 los ciudadanos
perciben que el nivel de violencia ronda en una escala de 4.8, este dato es interesante
si se comparan con los índices de inseguridad reflejados en los puntos anteriores.
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Conjuntamente con la asimilación de la violencia como forma de resolver conflictos
de diversos tipos, la asimilación y justificación de algunas conductas se vuelven más
aceptables en la medida en que crece la desconfianza en las instituciones. El Informe
de Desarrollo Humano del PNUD 2013-2014, refleja que en algunos países de la
Región entre el 10% y el 20% de los ciudadanos justifica pagar un soborno a
funcionarios públicos. Esta situación acentúa aún más el conjunto de problemas y
tensiones entre la sociedad y el Estado e imposibilita la construcción de nuevas
identidades, valores y símbolos capaces de contrarrestar la violencia, la delincuencia
y la inseguridad.
Con respecto al modelo de desarrollo, podemos decir que Venezuela desde su
independencia ha basado su economía en la renta de la tierra, a inicios del siglo XX,
con el descubrimiento del petróleo y el inicio de su explotación, el país pasa de ser
una economía agrícola semi-feudal, a una economía rentista petrolera. Estos cambios
radicales en el modelo productivo, encontraron al país sin un Estado-Nación
consolidado -con toda la carga identitaria, de valores y simbólico que ello implica- ni
un modelo económico especifico por lo que el crecimiento y modernización pasó por
un proceso caótico al mismo tiempo que eran tiempos de grandes conflictos políticos
e inestabilidad social. Ante tal situación, el rentismo como práctica y lógica
económica, política e institucional se fue consolidando sobre todo en la década de
los 70, cuando el petróleo fue nacionalizado durante el mandato del presidente
Carlos Andrés Pérez.
La lógica de la llamada Venezuela saudí5, se trasladó del Estado a la sociedad,
surgiendo conductas y prácticas orientadas a la ganancia fácil y al consumismo, en
este sentido Santos comenta:
5 La “Venezuela saudí” se denominó la etapa del boom petrolero que se inició a mediados de los 70, gracias a la crisis en Medio oriente y que supuso que el Gobierno de turno contara con un presupuesto de más 40 mil millones de dólares, esta cantidad de recursos permitió a amplios sectores de la población a acceder a grandes cantidades de dinero que permitieron que sobre todo las clases medias accedieran a mejores estándares de vida y se elevara sustancialmente el consumo.
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“La ideología pragmática e inmediatista ha impuesto el valor de que cualquier medio es bueno para conseguir el fin. De este modo la astucia, el engaño, la viveza, entre otros, se han constituido en los más efectivos medios para alcanzar las metas del éxito económico y el prestigio social. Sobre el origen y significado de la cultura venezolana de los antivalores Ernesto Mayz Vallenilla expresa "...en el culto de todos estos antivalores —trocados en valores y virtudes por obra de un extendido y soterrado mecanismo— se ocultan y encarnan los síntomas y señales de una profunda, alarmante y avanzada corrupción social. Esta corrupción de la sociedad —como puede verse— no sólo atañe a los aspectos económicos y materiales, sino que se infiltra y socava los estratos más hondos de la ética del comportamiento ciudadano, de la actitud ante el país y de las relaciones con los integrantes de nuestra comunidad" (1985, pág. 38)
En definitiva, podemos observar claramente que al hablar de delincuencia, violencia e
inseguridad existen elementos objetivos que intervienen de forma tan directa e importante
como la pobreza o la desigualdad. Estos elementos antropológicos, históricos y culturales
constituyen un todo de cuya comprensión dependen las políticas necesarias para
transformar la realidad social y orientar los esfuerzos en concretar un proceso de desarrollo
sostenible capaz de otorgar mayor calidad de vida y bienestar a la población venezolana.
4. LOS EFECTOS DE LA DELINCUENCIA SOBRE EL DESARROLLO
4.1. LA DELINCUENCIA COMO OBSTÁCULO AL DESARROLLO HUMANO
El PNUD afirma en su informe de Desarrollo Humano 2013-2014, que la seguridad
ciudadana es un bien público, lo que centra la principal responsabilidad de garantizar la
seguridad ciudadana en el Estado, seguridad que valga el comentario es considerada un
derecho de todos los ciudadanos.
La garantía de este derecho a la seguridad ciudadana es la única manera de que las
personas puedan alcanzar mayores niveles de desarrollo humano. En este sentido, el
informe antes citado insiste en que: “sin seguridad ciudadana, que protege un núcleo
básico de derechos, las personas no pueden desarrollar plenamente sus capacidades ni
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contribuir con todo su potencial a mejorar a sus familias, sus comunidades y las
instituciones” (PNUD, 2013).
Los efectos de la delincuencia, según este informe, pueden analizarse a partir de tres
dimensiones vinculadas al desarrollo humano: a) La dimensión individual; b) la dimensión
social y c) La dimensión institucional. Los impactos que ocurren en cualquiera de estas
dimensiones afecta directamente el desempeño de los otros ámbitos de forma tanto
individual como colectiva.
Es muy importante entender, que desde la perspectiva del desarrollo humano, la seguridad
ciudadana debe entenderse “como la planeación, la organización y la ejecución de políticas
integrales y participativas de distinta índole, cuyo fin no sea sólo disminuir el delito, sino
contribuir a la creación y al fortalecimiento de instituciones más efectivas y sostenibles para
el desarrollo humano” (PNUD, 2013). Para lograr estas metas, cada vez se hace más
importante una intervención oportuna y eficaz por parte del Estado, la confianza en las
instituciones es clave para la construcción de espacios democráticos que incentiven la
participación activa de los ciudadanos en la definición de sus opciones y perspectivas de
vida, así como la ampliación de sus capacidades para incidir en las decisiones políticas.
Cada vez se hace más importante que los Estados tomen mayor conciencia sobre la
importancia de garantizar la seguridad ciudadana y tomarla en cuenta como un
componente fundamental del desarrollo humano. Los altos índices delictivos y de
inseguridad que viene presentando Venezuela en las últimas décadas pone en riesgo
cualquier posibilidad de lograr estados de bienestar y desarrollo, sin mencionar los graves
efectos que esta situación tiene sobre las familias, los jóvenes y la comunidad. La evolución
del fenómeno delictivo y de inseguridad ha demostrado también ser independiente de los
tiempos de bonanza económica y de altos precios de las materias primas, esto quiere decir,
que la solución del problema no solo pasa por asegurar mayor renta per cápita, sino
garantizar mejores servicios públicos, mejor seguridad, mejor salud, mejor educación, etc.
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4.2. LA DELINCUENCIA COMO OBSTACULO AL DESARROLLO ECONÓMICO
Son indiscutibles los efectos que la delincuencia y la inseguridad tienen sobre las personas.
De acuerdo al Informe de Desarrollo Humano del PNUD 2013-2014, el 40% de los
venezolanos han limitado sus lugares de recreación y el 15% ha pensado en cambiar de
lugar de residencia. Para la economía la situación no es distinta, para 2009, Venezuela tuvo
una pérdida de 12,1% de PIB por causas relacionadas a la inseguridad, así mismo, para este
mismo período el Estado solo invertía el 2% del PIB para combatir este flagelo.
Los impactos sobre sectores específicos de la economía son evidentes, tales son los casos
de la industria, el comercio, la agricultura y el turismo cuya incidencia en el PIB del país es
considerable y su perdida genera grandes distorsiones en la economía nacional. En el área
del turismo donde la confianza es clave para atraer visitantes, los altos niveles de
inseguridad que presentan las principales zonas turísticas han hecho que merme de forma
importante la actividad de este sector. De la misma forma, la actividad industrial y agrícola
se ven gravemente afectados en la medida de que se ven obligados a cambiar sus patrones
de conducta al igual que se ven obligados a ocultar sus ingresos por temor a ser presa de
los delincuentes.
En lo que se refiere al comercio, los altos índices de inseguridad han repercutido
negativamente ya que muchos comerciantes se han visto obligados a abandonar sus
negocios o a restringir los horarios de apertura de los locales, ante la incertidumbre y la
falta de garantías de seguridad ciudadana por parte de las autoridades nacionales y locales.
Aunque los efectos económicos de la delincuencia y la inseguridad ciudadana son difíciles
de calcular con exactitud –y existen diversos criterios al respecto-, tal y como lo señalamos
aquí, hay hechos que son evidentes y que nos permiten observar cómo se viene
manifestando estos fenómenos en la realidad y podemos llegar a la conclusión de que en
la medida de que haya mayor inseguridad y delincuencia menor es la posibilidad de lograr
mayores niveles de diversificación y desarrollo económico.
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Es claro, que la economía resiente los efectos de la delincuencia sobre todo en las áreas
mencionadas, el asunto que afecta y disminuye aún más las posibilidades de dar con
soluciones efectivas, es precisamente la cultura rentista que domina tanto al Estado como
a la sociedad. Esta lógica, impide reconocer la importancia real que tiene, la industria, la
agricultura, el turismo y el comercio para el desarrollo sostenible del País. Gobierno tras
gobierno se comete el error de creer que importando todos los bienes que necesitamos,
aprovechando los altos precios de los hidrocarburos podemos garantizar niveles de
bienestar a la población. La actual crisis por la que atraviesa la economía venezolana da
cuenta de lo equivocado de esta suposición y lo alejado que está aún el país y su sociedad
de emprender un proceso de desarrollo diferente y transformador.
5. CONCLUSIONES
Lo tratado en el presente trabajo prueba la veracidad de las hipótesis planteadas en cuanto
a los efectos directos de la delincuencia y la inseguridad en el desarrollo económico, así
como la incidencia directa de factores culturales, históricos y antropológicos en la
construcción del Estado-Nación y en sí de las instituciones cuya debilidad acarrea las
situaciones de impunidad que facilitan el auge delictivo.
La situación de inseguridad y delincuencia en Venezuela a pesar de suscitar gran
preocupación e interés, no deja de estar mediatizado por el conflicto político, el manejo
doloso, sesgado y parcializado de las cifras hacen un flaco favor a una sociedad agobiada
por una delincuencia cada vez más violenta y diversificada, es necesario rescatar el tema
ubicándolo en su justo contexto de manera que puedan surgir las soluciones necesarias
para garantizar no solo el desarrollo de la actividad económica, sino lo más importante el
desarrollo humano.
La configuración de un Estado con instituciones débiles, además de una sociedad que cada
vez más se percibe como violenta y susceptible de legitimar conductas ilegales o anómalas
son un caldo de cultivo para la reproducción de los fenómenos delictivos. Es imprescindible,
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que desde el propio Estado se promuevan nuevos valores, símbolos y comportamientos
capaces de lograr nuevas identificaciones, nuevas prácticas que ayuden a la reconstrucción
del tejido social, a la superación de la desconfianza interpersonal, así como la construcción
de mayores niveles de convivencia y cohesión en el ámbito comunitario.
A la luz de este trabajo me queda claro que los efectos económicos de la delincuencia y la
inseguridad quedan en segundo plano, ya que lo realmente importante es la vida y la
integridad de las personas, por lo cual es donde se deben centrar las políticas públicas. No
obstante, parece claro, que si Venezuela pretende emprender un proceso de desarrollo
sostenible obligatoriamente debe superar aquellas distorsiones internas y externas que
impiden lograr esta meta.
6. BIBLIOGRAFIA
Latinobarómetro, C. (2012). La Seguridad Ciudadana el Problema Principal de América Latina. Lima:
Corporación Latinobarómetro.
PNUD. (2013). Informe Regional de Desarrollo Humano 2013-2014: Seguridad Ciudadana con Rostro
Humano. Panamá: PNUD.
Quijano, A. (2000). El Fantasma del Subdesarrollo en América Latina. Revista Venezolana de
Economía y Ciencias Sociales, Vol. 6 N° 2, 73-90.
Santos, T. (1985). Algunas Notas Exploratorias Sobre los Vinculos entre Delincuencia y la Crisis Actual
Venezolana. Capitulo Criminologico, 31-48.