Desde Wittgenstein: apuntes para pensar la ética.

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Desde Wittgenstein: apuntes para pensar la ética en primera persona. Lic. Cristina Bosso - UNT “Pero es claro que la ética no se refiere al castigo o al premio en el sentido común de los términos.” (Ludwig Wittgenstein) Resumen: La ética es una muestra de la incesante aspiración del ser humano a trascender los límites del mundo de lo puramente material. Proponemos en este trabajo reflexionar sobre la ética a partir de algunos conceptos que encontramos en obra temprana de Ludwig Wittgenstein. A pesar de que su fama proviene fundamentalmente de sus indagaciones en el campo de la filosofía del lenguaje, la preocupación por la ética atraviesa tanto su pensamiento como su vida. Renunciando a la idea de construir un sistema, Wittgenstein nos convoca a pensar por otros mismos. Propone, así, un nuevo modo de hacer filosofía, que en lugar de elaborar teorías, apuesta a la resolución de problemas. Profundamente convencido de este planteo, no puede pensar a la ética como una teoría de los valores ni como la búsqueda de principios generales. Como veremos, Wittgenstein toma distancia de los planteos tradicionales para pensar la ética como una tarea personal, relacionada con la búsqueda del sentido de nuestra vida. 1

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Desde Wittgenstein: apuntes para pensar la

ética en primera persona.

Lic. Cristina Bosso - UNT

“Pero es claro que la ética no se refiere al castigo o al premio

en el sentido común de los términos.” (Ludwig Wittgenstein)

Resumen:

La ética es una muestra de la incesante aspiración del ser

humano a trascender los límites del mundo de lo puramente

material. Proponemos en este trabajo reflexionar sobre la

ética a partir de algunos conceptos que encontramos en obra

temprana de Ludwig Wittgenstein. A pesar de que su fama

proviene fundamentalmente de sus indagaciones en el campo de

la filosofía del lenguaje, la preocupación por la ética

atraviesa tanto su pensamiento como su vida. Renunciando a la

idea de construir un sistema, Wittgenstein nos convoca a

pensar por otros mismos. Propone, así, un nuevo modo de hacer

filosofía, que en lugar de elaborar teorías, apuesta a la

resolución de problemas. Profundamente convencido de este

planteo, no puede pensar a la ética como una teoría de los

valores ni como la búsqueda de principios generales. Como

veremos, Wittgenstein toma distancia de los planteos

tradicionales para pensar la ética como una tarea personal,

relacionada con la búsqueda del sentido de nuestra vida.

1

Desde este punto de vista, su tarea no será construir

sistemas sino inducirnos a trabajar sobre nosotros mismos.

Abstract:

Ethics is an example of the relentless human aspiration to

transcend the limits of the material world. We propose in this

paper reflect on ethics from some concepts found in early work of

Ludwig Wittgenstein. Despite his fame comes mainly from his

research in the field of philosophy of language, the concern for

ethics through both his thinking and his life. Renouncing the idea

of building a system, Wittgenstein invites us to think for

ourselves. Wittgenstein proposes a new way of doing philosophy,

instead of elaborating theories, betting troubleshooting . Deeply

convinced of this pose, Wittgenstein can not think of ethics as a

theory of values or as the search for general principles. As we

shall see , Wittgenstein takes away from traditional thinking, y

consider the ethics as a personal task related to the search for

meaning in our lives. From this point of view, your task is not

build systems but lead us to work on ourselves.

I- Las cuestiones más difíciles y las más importantes.

La ética es una de las áreas más difíciles de la

filosofía. Liberado del mandato de los instintos, el ser

humano desde sus orígenes se ha enfrentado a la necesidad de

encontrar un criterio que permita distinguir lo bueno de lo

malo, lo justo de lo injusto, y una razón que justifique

obrar de acuerdo a esta ley. Las diferentes propuestas que se

han elaborado a lo largo de la historia son el testimonio de

2

esta búsqueda, que con mayor o menor éxito han apelado a

diferentes instancias: a la razón, a la compasión, al deber,

a sistemas de premios y castigos, en el proyecto de construir

sistemas éticos que permitan poner en sintonía las conductas

de los hombres con el bienestar de una comunidad.

Apenas nos introducimos en el tema, advertimos que nos

enfrentamos a un abismo; tal es la naturaleza de las

dificultades que encontraremos cuando abordamos la reflexión

sobre la ética y la profundidad de sus problemas. Resulta,

sin embargo, un tema insoslayable ya que en ella se juega

nada menos que la pregunta sobre cómo debemos vivir, cuya

respuesta nunca es obvia. En efecto: la ética, por dar cuenta

de la necesidad propia de los seres humanos de poner en

cuestión nuestra propia vida, resulta una reflexión de

particular importancia. Imposible sustraernos a sus

problemas. Por ser la rama de la filosofía que más se vincula

con la esfera de la praxis, con las acciones y relaciones

humanas, encontramos en ella el espacio propicio para

reflexionar sobre nuestros propios supuestos y la incidencia

que estos poseen en nuestra conducta. Les propongo, por ello,

abordar algunos conceptos de Ludwig Wittgenstein que

considero oportunos para disparar la reflexión sobre este

tema.

No es mi intención reconstruir aquí la concepción

wittgensteiniana de la ética, ya que esto traicionaría el

núcleo mismo de su modo de pensar. En efecto: Wittgenstein ha3

renegado de los grandes sistemas teóricos, de las

explicaciones y definiciones, para proponer un modo diferente

de hacer filosofía. Por eso, como en cualquiera de los temas

que aborda, no encontraremos en él una teoría de los valores

o un tratamiento sistemático de la ética, tampoco soluciones

ni recetas. Veremos, por lo tanto, en el próximo apartado

algunas consideraciones acerca de su modo que concebir la

filosofía que iluminarán su concepción sobre la ética.

Este tema ocupa un lugar de gran importancia tanto en la

vida como en la obra de este pensador; no podía ser de otro

modo para un individuo interesado casi obsesivamente en

alcanzar la perfección moral.1 Sus afirmaciones sobre el

tema, sin embargo, son escuetas y en muchas ocasiones,

incluso enigmáticas. Ocurre que la ética pertenece, para él,

a la región de lo inexpresable, al espacio de lo no dicho.

Por eso sólo encontraremos a lo largo de su obra a lo sumo

algunos indicios, destellos que descubren nuevas direcciones

para el pensar, que nos permiten vislumbrar una concepción de

la ética tan potente como original; no en vano ha atraído

recurrentemente la atención de grandes pensadores.

Abordaremos por ello luego las causas que llevan a

Wittgenstein a expulsar a la ética de los límites del

lenguaje significativo.

1 Como relata Monk, su implacable veracidad hace que sea tan respetadocomo temido, llegando a enumerar las veces en las que no había conseguidoser honesto. Busca siempre mejorarse a sí mismo a tal extremo que sienteel deber de ser un genio y el deber de ser un santo. Monk, Ray, El deber deun genio, Editorial Anagrama, Barcelona, 1994

4

A pesar de la brevedad de sus sentencias, en la obra de

Wittgenstein el tema abre espacio a un amplio espectro de

problemas, en ocasiones de insondable profundidad.

Encontraremos a lo largo de su obra innumerables hilos a

seguir, que nos conducen en diferentes direcciones. Dejo de

lado por ahora el abordaje de algunas aristas importantes que

se abren en el tratamiento de este tema, que quiero dejar

señaladas: por un lado la identificación entre ética y

estética que asume Wittgenstein2, sumamente sugerente pero

para nada obvia; por otro la región en que la ética roza los

límites del silencio místico. Ambos son temas de gran

densidad que dejamos para abordar en otra ocasión.

En este caso me interesa detenerme en la concepción de

la ética como una tarea personal, relacionada con el sentido

de nuestra vida. Como veremos, Wittgenstein toma distancia de

los planteos tradicionales, que entienden a la ética como una

teoría general de los valores, como un conjunto de reglas

generales o pautas para la convivencia, como un conjunto de

normativas o prescripciones, o cómo la búsqueda de

fundamentos para la moral. Lejos de esto, para Wittgenstein

la ética es la investigación de lo que hace que la vida

merezca la pena de ser vivida, relacionada intrínsecamente

con la búsqueda de la felicidad. Nos centraremos en esto en

los dos últimos puntos de este trabajo.

2 “(Estética y Ética son lo mismo)” Ludwig Wittgenstein, Tractatus logico-philosophicus (1921), Madrid, Editorial Alianza, 1979, 6.421. (En adelante TLP)

5

Nos detendremos en nuestra búsqueda en las obras

tempranas de Wittgenstein, ya que se revela allí con mayor

nitidez una profunda preocupación por estos asuntos, que en

el segundo período de su obra avanza hacia otras direcciones.

II- Wittgenstein: ética, filosofía y pasión.

Desde un comienzo, Wittgenstein se sintió atraído hacia

la filosofía por una compulsiva tendencia a resolver

cuestiones para las cuales no encontraba respuestas

satisfactorias. La filosofía era para él una cuestión vital;

experimentaba los dilemas y enigmas filosóficos como

cuestiones indeseables que lo mantenían cautivo, y se sentía

incapaz de seguir adelante con su vida cotidiana si no los

disipaba con soluciones satisfactorias. Relata Bertrand Russellen varias ocasiones el profundo impacto que le produce el

temperamento de Wittgenstein, en el que convive la mentalidad de

un lógico con el ejercicio apasionado de la filosofía que no le da

descanso, al punto de llegar irrumpir en su cuarto y despertarlo

en mitad de la noche para discutir problemas que literalmente le

quitaban el sueño. Wittgenstein es, por ello, para Russell, lapersonificación del modelo del filósofo, “quizás el más perfecto

ejemplo de un genio tal como se lo concibe tradicionalmente:

apasionado, profundo, intenso y dominante”, dice Russell3.

Resulta evidente que Wittgenstein no podía sentirse

cómodo con el ejercicio de la filosofía al modo tradicional,

con sus ansias de generalidad y la búsqueda de principios

3 Monk, Ray, El deber de un genio, Editorial Anagrama, Barcelona, 1994, pág. 58.6

universales, con el dogmatismo en el que tan fácilmente

caemos al filosofar. La filosofía no puede ser para él un

mero ejercicio teórico sino una cuestión vital que abraza con

pasión Se alejó, por ello, de los grandes sistemas teóricos,

de las explicaciones y definiciones, para postular la

filosofía como una práctica compleja en la cual es necesario

ejercitarse.

Se desprenderá de este sentimiento una nueva propuesta,

un nuevo modo de hacer filosofía, que en lugar de elaborar

teorías, apuesta a la resolución de problemas. La filosofía

se le presenta, así, como una terapia que permite calmar la

angustia que le produce enfrentarse a cuestiones

irresolubles. No pretende, entonces, proponer una nueva

teoría sino ejercitar una tarea de elucidación y

clarificación, que le permita disolver los problemas que lo

mantienen cautivo.

Desde este punto de vista la filosofía no puede ser

entendida como una ciencia o un sistema de conocimiento, ni

su función la de construir esquemas generales del

pensamiento. Lejos de la concepción tradicional, no entiende

a la filosofía como una teoría, o un conjunto de tesis y

postulados que podemos estudiar, comprender y repetir, sino

como la tarea de esclarecer nuestro pensamiento. Se trata de

una práctica, cuya destreza no puede adquirirse simplemente

7

oyendo conferencias o leyendo textos: es necesario

ejercitarse, por eso discusión es esencial.4

Renunciando a la idea de proponer un sistema,

Wittgenstein nos convoca a pensar por otros mismos. Por ello

en alguna ocasión afirma que un tratado filosófico podría

constar exclusivamente de preguntas, sin respuestas. Creo

que es en este sentido donde más profundamente advertimos la

relevancia de su insistente afirmación de que la filosofía no

es una teoría sino una práctica.

“Sólo quiero mostrarles que hay otras formas posibles

de pensar” les dice Wittgenstein a sus alumnos en clase con

aparente modestia5; tras la lectura de sus obras, sin

embargo, la filosofía se nos aparece como una posibilidad de

transformación radical, que requiere mucho más que la

comprensión de sus textos, para poner en cuestión nuestra

vida misma. La tarea de la filosofía se nos aparece así desde

una dimensión inminentemente ética, que no se orienta hacia

la adquisición de conocimientos sino hacia una transformación

integral de nuestra persona.

4 Tal vez lo que Wittgenstein más amaba era la discusión de ideas.Tenemos innumerables obras que reproducen las interminablesconversaciones y discusiones con sus amigos. Incluso sus clases nuncaestaban organizadas en base a la discusión de un texto sino a laexposición y discusión de ideas.

5 Wittgenstein, Ludwig, Lecciones y conversaciones sobre estética, psicología y creencia religiosa, Barcelona, Paidós, 1992

8

Significativamente, en un aforismo de 1931 sostiene que

la filosofía consiste, fundamentalmente, en trabajar sobre uno

mismo. En la comprensión de uno mismo. En la propia manera de

ver las cosas, y en lo que uno exige de ella.6 Wittgenstein

señala aquí una de las funciones más productivas de la

filosofía, que en su función terapéutica nos permite

cuestionar nuestros supuestos, ejercer la crítica sobre nuestros

propios prejuicios, romper el hechizo, quitarnos las gafas

para mirar el mundo de otra manera.

No se trata entonces de comprender grandes sistemas o

de ser capaces de repetir ideas, no importa lo brillantes que

éstas sean; se trata de una tarea personal: se trata de

pensar por nosotros mismos. Esta es una idea que Wittgenstein

mantiene a lo largo de toda su vida a pesar de los vaivenes

de su pensamiento. En efecto, tanto en el prólogo del Tractatus

como el de Investigaciones Filosóficas alude esta tarea; el primero

comienza afirmando que "sólo podrán comprender este libro

aquellos que por sí mismo han pensado lo mismo o parecidos

pensamientos a los que aquí se expresan"7 y en el de

Investigaciones: "No quisiera con mi escrito ahorrarles a otros

6 Wittgenstein, Ludwig, Aforismos. Cultura y valor, Madrid, Editorial EspasaCalpe, 2007, pág. 55. Las cursivas son del autor.

7 Wittgenstein, Ludwig, Tractatus logico-philosophicus (1921), Madrid, Alianza,1979.

9

el pensar, sino, si fuera posible, estimular a alguien a

tener pensamientos propios"8.

Wittgenstein no pretende enseñarnos nada, sólo disparar

la reflexión, mostrarnos que es posible pensar de otra

manera. Así lo dice repetidamente a sus alumnos, y escribe:

"Yo debo ser sólo el espejo en el que mi lector vea su propio

pensamiento con todas sus deformaciones y con esta ayuda

pueda corregirlas".9 Profundamente convencido de este

planteo, no puede pensar a la ética como una teoría de los

valores ni como la búsqueda de principios generales; su

destino no será construir sistemas sino inducirnos a trabajar

sobre nosotros mismos.

A pesar de que su fama proviene fundamentalmente de sus

indagaciones en el campo de la filosofía del lenguaje, la

preocupación por la ética atraviesa tanto su pensamiento como

su vida. Declara en numerosas ocasiones a que a ética

constituye la más importante de las cuestiones. El proyecto de su

primera obra, el Tractatus Logico-Philosophicus10, sin embargo,

8 Wittgenstein, Ludwig, Investigaciones Filosóficas, Madrid, Editorial Crítica, 1988.9 Wittgenstein, Ludwig, Aforismos. Cultura y valor, Madrid, Editorial EspasaCalpe, 2007, pág.57.

10El Tractatus Logico- Philosophicus, su única obra publicada en vida, introduce uncambio radical en el modo de concebir el lenguaje que produce unaprofunda revolución en el pensamiento contemporáneo, ya que a partir delimpacto de sus ideas se concreta un viraje que transformará lafilosofía. En sus escasas ochenta páginas se tratan temas de lógica,teoría del conocimiento, principios de la física, ética y mística, todosellos pensados desde una nueva óptica: el análisis del lenguaje.

10

excluye explícitamente a la ética de los límites del lenguaje

significativo. Veamos entonces algunas consideraciones que

nos permitan entender cuál es el lugar que ocupa para él.

III- La ética, más allá de los límites del lenguaje

Influenciado por William James, Tolstoi y Schopenhauer,

Wittgenstein muestra una profunda vocación hacia la

reflexión sobre la ética. Hertz, Boltzman, Frege y Russell

alimentan, en cambio, su tendencia lógico-científica. El

escepticismo de Mauthner lo alerta sobre las limitaciones del

lenguaje. El Tractatus es el producto de la tensión entre estos

polos, por eso encierra dos obras en una: es a la vez, un

libro de lógica y un libro de ética, y permite a la vez ambas

lecturas.

En el prólogo del Tractatus Wittgenstein resume el núcleo

central de su obra: clarificar el lenguaje y fijar un límite

para el significado. Claridad o silencio es la disyuntiva que

nos propone el Tractatus. En este camino, el absoluto queda

restringido al espacio de lo indecible. Ocurre que en su

propuesta lo que hace que el lenguaje sea significativo es la

posibilidad de poner en correlación su estructura con la

estructura del mundo. Las proposiciones son, para él, figuras

del mundo. La función del lenguaje es describir el mundo,

referirse a los hechos, al modo en que suceden las cosas. Las

proposiciones de la ética, la estética y la metafísica

transgreden los límites del significado, ya que pretenden11

trascender los hechos del mundo para hacer afirmaciones sobre

valores, y éstos no pertenecen al mundo. Afirma Wittgenstein

en el Tractatus: “El sentido del mundo debe quedar fuera del

mundo. En el mundo todo es como es y sucede como sucede: en

él no hay ningún valor, y aunque lo hubiese no tendría ningún

valor” (TLP 6.41) y también: “Es claro que la Ética no se puede

expresar. La Ética es trascendental.”11 (TLP, 6.421)

Esta idea se aclara en gran medida si la relacionamos

con lo que dice en la “Conferencia sobre ética”. Wittgenstein

afirma allí que se utiliza un lenguaje descriptivo cuando

hablamos de lo bueno en un sentido relativo: “Este vino es

bueno”, por ejemplo, “ésta es la carretera correcta”, o

“este hombre es un buen corredor”. En estos casos estamos

hablando de objetos que satisfacen ciertos criterios, lo que

permite que los evaluemos como apropiados. Pero estas

expresiones carecen de sentido cuando pretendemos hacer

afirmaciones acerca de valores absolutos, en la medida en que

intentamos afirmar que el vino, un camino o el niño se

encuentran en relación con un bien absoluto. Para Wittgenstein

reside en ello el error de la a ética, que al igual que la

estética y la metafísica, pretenden ir más allá de los

hechos del mundo para hacer afirmaciones sobre valores

11 Aunque Wittgenstein no lo explicita, creo que en este planteo le cabe ala ética y a la lógica la caracterización de trascendental en sus dossentidos: en el uso clásico, como aquello que se encuentra más allá delmundo, y en el uso kantiano, como condición de posibilidad. Tanto laética como la lógica están más allá del mundo fáctico, y ambasconstituyen condición de posibilidad.

12

absolutos. Abandonamos, allí, el terreno de las

descripciones: el Bien, lo Bello, claramente no se encuentran

en el mundo objetivo, por lo tanto no podemos hablar de ellos

como hablamos de otros objetos del mundo.

Bien, Belleza y Verdad, como ya lo afirmaron los

escolásticos, son trascendentales, es decir, se encuentran

fuera del mundo de los hechos. La novedad que introduce

Wittgenstein consiste en asumir que se encuentran fuera de

nuestro alcance: no podemos acceder a ellos, no podemos

hablar de ellos con sentido. El absoluto se revela

inaccesible al lenguaje. Si pudiéramos conocerlos y

expresarlos, resultaría fácil ponernos de acuerdo. El bien

absoluto, –dice– si es un estado de cosas descriptible, sería

aquel que todo el mundo, independientemente de sus gustos e

inclinaciones, realizaría necesariamente.”12 Para Wittgenstein el

bien absoluto, el que todo el mundo necesariamente tendría que

producir, el que todo el mundo reconocería como una necesidad

lógica, es una quimera. Ningún enunciado de hecho puede

implicar un valor absoluto.

Wittgenstein condena al silencio la pretensión de hablar

de algo que no está más allá del mundo de los hechos; el

absoluto pertenece por eso para él a la región mística de lo

inexpresable13. En aras de liberar el lenguaje de confusiones,12 Wittgenstein, Ludwig, “Conferencia de ética”, en Ocasiones filosóficas, Madrid, Editorial Cátedra, 1997.13 “Hay, en verdad, lo inexpresable. Ello se muestra; es lo místico (TLP, 6.522).El concepto de lo místico aparece en numerosas ocasiones en los escritostempranos de Wittgenstein; se trata de un tema muy caro para él, que

13

la ética queda fuera del ámbito de las proposiciones

significativas. Pero aunque pretenda hacerlo, no puede

liberarse de la pregunta por el sentido de la existencia; una

actitud mística se cuela por ello en algunas afirmaciones del

Tractatus. Como veremos en lo siguiente, en las que Wittgenstein

desatiende su propio llamado al silencio, y se las arregla

para dar una concepción de la ética, como agudamente señala

Russell en la introducción de esa obra. Encuentra el modo de

decir una buena cantidad de cosas sobre aquello de lo que

nada se puede decir, sugiriendo al lector escéptico la

posible existencia de una salida.

IV - El mundo ético.

Como acertadamente señala Roberto Rojo, la densidad de

la idea de mundo que opera en Tractatus es irreductible al

mundo de los hechos. En efecto, coexisten en él dos ideas de

mundo: a la par del mundo de los hechos, encontramos

también un mundo ético.

El primero – el mundo objetivo– es el que guarda relaciones

con la lógica y con la índole figurativa del lenguaje. Éste

es susceptible de ser descripto por las proposiciones de las

ciencias naturales, ya que la estructura del lenguaje guarda

resulta sumamente sugerente. No lo abordaremos en este caso ya que setrata de un concepto de gran complejidad, que merece un artículo enespecial para abordarlo. Digamos, por ahora, que Wittgenstein postula laexistencia de valores absolutos pero siente que por encontrarse fuera delos límites del mundo pertenecen a la región de lo inexpresable. Paraeste tema ver: Pierre Hadot, Wittgenstein y los límites del lenguaje, AlejandroTomasini Bassols, Lecciones wittgensteinianas, Roberto Rojo “La idea de mundo enel Tractatus” y “¿Era religioso Wittgenstein? En Laberintos wittgensteinianos.

14

una relación figurativa con la estructura de los hechos. Sus

proposiciones, por lo tanto, pueden ser verdaderas o falsas.

Se trata de un concepto impersonal del mundo, en el que todos

los hechos poseen igual valor, ya que, como señalamos antes,

no hay hechos buenos o malos en sí mismos.

Transgrediendo los límites del mundo de los hechos, el

sujeto instaura un mundo ético, vinculado con los valores, el

sentido de la vida, lo estético y lo religioso. Éste excede

el mundo de los hechos: es el mundo humano, constituido por

una constelación de valores y sentidos irreductibles al mundo

objetivo. Como sostiene Rojo, a su espacio semántico

pertenecen los conceptos de vida, muerte, felicidad, los

valores y la voluntad, ninguno de los cuales constituye

objeto del mundo fáctico.14 Esto nos permite dar cuenta de

una constante en la vida de los hombres: nuestra natural

tendencia de trascender los límites del lenguaje y del mundo

para hablar de algo que se encuentra más allá del mundo de

los hechos; inevitablemente pretendemos hablar de lo que no

se puede hablar; por ello la ética –al igual que la lógica–

es para Wittgenstein trascendental.

Creo que podemos coincidir con Wittgenstein en que en el

mundo de los hechos no hay valores: el mundo en sí mismo es

éticamente neutro; es el sujeto quien introduce las

valoraciones, las preferencias, las jerarquías. Lo valioso,

14 Rojo, Roberto, Laberintos wittgensteinianos, San Miguel de Tucumán, EDUNT, 2011.

15

lo que realmente importa, el significado de la vida o de

aquello que hace que la vida merezca vivirse no se encuentra

en el mundo externo, en el mundo de los hechos, en el mundo

que puede ser descripto; ciertamente pertenecen a un ámbito

diferente. Es el hombre quien introduce esta dimensión, que

trasciende la mera descripción de los hechos para añadir en

el mundo algo que no estaba en él. Como señala Tomasini

Bassols, los valores hacen su aparición expresando la

posición del sujeto frente al mundo.15

Esto da cuenta de la incesante aspiración del ser

humano a trascender el mundo de lo puramente material, de

construir un mundo nuevo de sentidos, para ajustarlo a

nuestra medida, para hacerlo habitable, para crear un mundo

al lado del mundo. Como dice Cristina Bulacio, “Desear desde

lo más íntimo poner en palabras esa extraña conjunción de lo

relativo y lo absoluto, lo finito con lo infinito, el tiempo

y la eternidad, es contradictorio, inconsistente; la lógica

lo ha prohibido, pero el hombre lo hace con insistencia, sin

claudicaciones ni agotamientos”16. La ética es, por esto, para

Wittgenstein, el testimonio de una tendencia propia del

espíritu humano. El mundo ético, podemos decir ahora, es el

mundo propiamente humano.

15 Alejandro Tomasini Bassols, Explicando el Tractatus, Bs. As., Editorial Gramma, 2011, pág. 121.16 Cristina Bulacio, “Poética y sentido. Borges y Wittgenstein”, en Theoria,revista del Departamento de Filosofía, N° especial en homenaje aWittgenstein, Tucumán, Facultad de Filosofía y Letras, 2006, pág.24.

16

A diferencia del mundo de los hechos, el mundo ético es

un mundo personal: es el espacio propio del hombre; en él se

juega el sentido de la vida y la felicidad humana. En tanto

el mundo de los hechos es independiente de mi voluntad, el

mundo ético depende de ella. Es un mundo dinámico, cuyos

límites dependen de la voluntad: ésta es capaz de cambiar la

configuración de mi mundo, en tanto depende de ella el

sentido de mi vida17. Los valores éticos y estéticos no

alteran el mundo de los hechos, pero sí mi vida, su

configuración; y, con ello, los límites de mi mundo.

Estas consideraciones permiten explicar, en gran

medida, la sorprendente afirmación de Wittgenstein según la

cual el Tractatus es un libro de ética, lo cual no resulta en

modo alguno evidente, ya que su enfoque es preeminente

lógico. Sin embargo, una vez que atravesamos la máscara de

impersonalidad con que trata de cubrir su rostro en el

Tractatus, nos encontramos, por detrás del implacable lógico,

con un fino analista capaz de descubrir las sutilezas y

complejidades del fenómeno humano, interesado por las

cuestiones más personales de nuestra existencia.

V – La ética como investigación acerca del significado de la

vida.

17 Para Wittgenstein ética y estética se encuentran intrínsecamenterelacionadas, al punto de llegar a afirmar que son lo mismo. “Ética yestética son lo mismo”, dice, TLP, 6.421.Aunque esto suene extraño, ambasse vinculan con la subjetividad humana, con el sentido de la vida, con lafelicidad.

17

Wittgenstein ha relegado al absoluto al espacio de lo

indecible, pero a la vez siente que la ética es lo más

importante para la vida del hombre. Si está vedado hablar del

absoluto, nos queda pensar la ética desde el punto de vista

de la experiencia humana; la ética se nos aparece así bajo

una luz completamente diferente.

Fuertemente marcado por el pensamiento estoico e

influenciado por León Tolstói –Los evangelios– y William James –

Las variedades de la experiencia religiosa–; marcado por la experiencia

de la cercanía de la muerte en el frente de batalla, la ética

no es para Wittgenstein un conjunto de reglas para la acción

ni una teoría sobre los valores; se trata de un sentimiento,

una experiencia personal, una cuestión existencial, no una

doctrina, una costumbre sin vida, ni mucho menos una

institución normativa.

Como vimos, la ética no puede ser una ciencia, porque no

trabaja con objetos empíricos. Wittgenstein la considera

ajena a toda especulación cognoscitiva y reacia a todo

tratamiento científico, ideológico o dogmático. Sus conceptos

no tienen validez científica, ya que no dicen nada sobre el

mundo objetivo. Sin embargo resultan significativos –y más

aún, imprescindibles– para la vida humana. La ciencia no

puede proporcionarnos respuestas para estas cuestiones. Es

que la ética no es objeto de conocimiento; atiende a

cuestiones de otra índole. Como afirma en el Tractatus,

“Sentimos que incluso si todas las posibles cuestiones científicas

18

pudieran responderse, el problema de nuestra vida no habría

sido más penetrado” (TLP 652)

A la ética le corresponde abordar el problema del

sentido de nuestra vida: irresoluble cuestión con la que

irremediablemente tarde o temprano nos enfrentamos. Muy

lejos de Kant, quién la entiende como la búsqueda de una ley

universal, para Wittgenstein se trata de una cuestión

interna, existencial. En la “Conferencia sobre ética” deja

bastante en claro esta idea; la ética se nos aparece allí

como la investigación sobre lo valioso o lo que realmente importa, la

investigación acerca del significado de la vida o de aquello que hace que la vida

merezca vivirse.18 Wittgenstein no parece estar buscando un núcleo

trascendental, una ley necesaria ni un fundamento universal.

Dejando de lado el plano de la teoría y de las abstracciones,

su propuesta se orienta en otra dirección: la ética, como la

filosofía, es una cuestión vital.

Lo que le interesa es el aspecto humano de la ética, no

las controversias dogmáticas sobre el bien o los valores, ni

la búsqueda de reglas, sino la posibilidad de dar cuenta de

un aspecto del fenómeno humano, de reflexionar sobre un

sentimiento que es íntimo y personal, lejano de cualquier

posibilidad de sistematización. Es por eso que la ética es

lo más importante, ya que se relaciona con el sentido de

nuestra vida, con la decisión de lo que yo quiero para ella.18 Dictada el 17 de noviembre de 1929, publicada por primera vez en 1965en Philosophical Review y reproducida con algunas aclaraciones en PhilosophicalOcasiones.

19

Desde este punto de vista, más que con el deber o con el

mandato de seguir una regla, la ética se relaciona con la

posibilidad de encontrarnos con nosotros mismos.

El propósito de ser fiel a sí mismo ha sido la

exigencia que lo ha acompañado a lo largo de toda su vida. De

hecho, Wittgenstein así lo asume en su vida personal,

practicando una moral de tipo weinengeriano, que implica el

deber de ser auténtico consigo mismo. Sus rígidas

convicciones morales lo llevan al extremo de considerar la

posibilidad de suicidarse si no es capaz de descubrir el

sentido de su vida. Se alista, por ello, en el ejército con

la esperanza de que la cercanía de la muerte en el campo de

batalla lo ilumine acerca del valor y el significado de la

vida.

La ética consiste, para él, justamente en la indagación

de lo que hace que la vida merezca vivirse. Se trata por lotanto de una respuesta que sólo podemos encontrar en el interior

de nosotros mismos: la acción ética es el resultado de seguir

nuestro mandato interior. Se encuentra por ello muy próxima de

la felicidad en la concepción wittgensteiniana, tan cerca que

parecen ser dos caras de la misma moneda: un acto bueno

genera felicidad. Ética y felicidad se identifican en la

medida en que el camino que conduce a ambas es el mismo: ser

fieles a nosotros mismos.

20

Dice Wittgenstein: “El primer pensamiento que surge

cuando se propone una ley ética de la forma “tú debes” es: ¿y

qué ocurre si no lo hago? Pero es claro que la ética no se

refiere al castigo o premio en el sentido común de los

términos… Sí que debe haber una especie de premio y de

castigo ético, pero deben encontrarse en la acción misma”

(TLP, 6.422.)

La acción ética es el resultado de seguir nuestro

mandato interior, es la que hará al hombre feliz, es la que

hace que la vida merezca ser vivida. El castigo o el premio

de nuestras acciones es el sentimiento de vivir o no de

acuerdo a nuestras propias reglas; por eso, para Wittgenstein

el hombre feliz vive en un mundo diferente al del hombre

infeliz.

En este punto Wittgenstein parece otorgarle mucha

importancia a la subjetividad; en ocasiones relaciona la

ética con “el sentimiento de sentirse absolutamente seguro”.

Desandando el largo camino de búsqueda de objetividad que

caracterizó a la filosofía de occidente, Wittgenstein rescata

la esfera de la subjetividad, para dar cuenta de los

sentimientos íntimos e intransferibles. También este ámbito

nos revela inaccesible al lenguaje, reticente a ser puesto en

palabras. En este territorio de la inviolable individualidad

es dónde se decide lo más importante de nuestras vidas: somos

o no felices. Nos enfrentamos allí con nuestro premio o

21

nuestro castigo. Filosofía y vida se nos aparecen así

anudadas de la manera más radical posible.

En tanto numerosos filósofos han buscado diversas

teorías sobre la felicidad y la ética, Wittgenstein cree que

sólo la encontraremos cada uno dentro de nosotros mismos. Por

eso no da recetas ni admite mandatos externos; la fuerza de

un imperativo moral, al igual que la respuesta a la pregunta

por el sentido de la vida sólo puede provenir de una decisión

personal. Por eso la ética, así como la felicidad, sólo puede

ser pensada en primera persona. Entendida de este modo, la

ética orienta nuestra reflexión no hacia una ley general sino

hacia nosotros mismos, hacia la primera persona del singular.

VI- La ética: una filosofía en primera persona.

En toda ética subyace explícita o implícitamente un

posicionamiento particular con respecto al modo de concebir

al hombre. En términos generales, podemos señalar dos grandes

líneas: una pesimista, de corte hobbessiano, que considera alhombre cargado de atributos negativos por naturaleza. Considera,

por lo tanto, que necesitan ser entrenados bajo rígidas normas

morales para controlar sus impulsos. La otra, a la que llamaremos

optimista, cercana a la concepción socrática, confía en que el

hombre es capaz de darse a sí mismo normas morales, de encontrar

por sí mismo el camino. La primera desemboca necesariamente en la

imposición de normas desde afuera, la segunda confía en que cada

uno las encontrará dentro de sí mismo, por lo cual apuesta con

22

fuerza a la libertad interior. Wittgenstein, sin dudas, elige la

segunda opción, abonando una concepción positiva del ser humano

que lo hace renegar de la necesidad de leyes y mandatos

universales para confiar en que cada uno encontrará la

dirección ética solo con escuchar su mandato interior.

Como hemos venido argumentando hasta aquí, la

perspectiva de Wittgenstein apunta hacia una filosofía en

primera persona; esto resulta bastante evidente en el Tractatus,

en el que el énfasis está puesto en el sujeto, y no hay

consideraciones de índole social o histórico. Desde su punto

de vista, la integridad personal es previa cualquier cuestión

social y política. En la “Conferencia sobre ética” vemos

reforzada esta dirección: Wittgenstein toma distancia allí la

propuesta de Moore, para quien la ética es la investigación

general acerca de lo que es bueno. “En lugar de decir que la

ética es la investigación sobre lo bueno, podría haber dicho

que la ética es la investigación sobre lo valioso, o lo que

realmente importa. O podría haber dicho que la ética es la

investigación acerca del significado de la vida, o de aquello

que hace que la vida merezca la pena ser vivida”19, dice. Esto

nos permite advertir que su concepción de la ética se

desarrollará en base al contraste con la idea de

"investigación general" que propone Moore, para orientarse,

en cambio, hacia la pregunta por el significado de la vida.

19 Wittgenstein, Ludwig, “Conferencia de ética”, en Ocasiones filosóficas, Madrid, Editorial Cátedra, 1997.

23

Wittgenstein entiende la ética como una cuestión

personal, no una teoría o un conjunto de normas o principios

que requieren de fundamentaciones externas. De esto da cuenta

Russell en su diario, en el que se refiere a Wittgenstein

diciendo: "Abomina de la ética y la moral en general; es una

criatura de impulsos y piensa que es así como se debe ser."

Como sostiene Monk, Russell no comprende que el énfasis que

Wittgenstein pone en la integridad personal no es opuesto a

la moral, sino que constituye un modo diferente de entender

la moralidad. Dice Monk: "Era típico de Wittgenstein insistir

en la posibilidad de mantenerse incorrupto apoyándose

solamente en su propio yo, sobre las cualidades que

encontraba en su interior. Si el alma de uno era pura,

entonces no importaba lo que le sucediera a uno externamente,

nada podía sucederle al propio yo. De este modo, no son las

cuestiones externas las que deben causarnos la mayor

preocupación, sino las del yo." 20

Como vimos, esta idea ya aparece prefigurada en el

Tractatus, en donde diferencia del mundo de los hechos, el mundo

ético aparece como un mundo personal: es el espacio propio

del hombre, en el que está en juego el sentido de la vida y

la felicidad humana. En efecto, la perspectiva del Tractatus es

estrictamente individual, no cabe en ella la preocupación por

la comunidad, la sociedad o la historia.

20 Monk, Ray, El deber de un genio, Barcelona, Anagrama, 1994, pág. 57

24

Acertadamente sostiene Tomasini Bassols que en el

Tractatus no existe ni remotamente la posibilidad de recurrir a

criterios objetivos, modelos ideales, valores impersonales o

principios divinos que puedan garantizar que hemos actuado

bien. "La moralidad que nos incumbe es la moralidad de la

primera persona, en el sentido más estricto de la expresión",

dice. A causa de esto, una vez que entendemos que de lo que

estamos hablando es de la vida de cada quien, requerimientos

como los de universalización simplemente resultan

irrelevantes o totalmente fuera de lugar.21

Ningún estado de cosas tiene el poder cohercitivotivo de

un juez absoluto, dice Wittgenstein en la Conferencia sobre ética.

Y da con esto en la tecla de una clave de la existencia

humana. Por eso, la fuerza del imperativo moral no puede

venir nunca desde el mundo externo; su fuerza proviene de que

yo mismo quien la imponga. En efecto, el carácter apodíctico

del mandato sólo puede provenir de una resolución interior,

de la convicción personal. El acto moral, en donde se

despliega la mayor libertad, consiste en actuar de modo

acorde a las propias convicciones.

Wittgenstein piensa al hombre en su soledad, librado a

su propio destino: apuesta a la potencia de lo individual, a

un hombre capaz de darse sus propias reglas, al cual, lejos

21 Tomasini Bassols, Alejandro, “Notas sobre la felicidad”, en Del espejo alas herramientas. Ensayos sobre el pensamiento de Wittgenstein, Alfonso Florez, MagdalenaHolguín (compiladores), Colombia, Universidad Nacional de Colombia,2003. Pág. 77.

25

de mandatos externos, ni mucho menos sobrenaturales, le cabe

el deber de construir su propia moral, su propio sentido de

la vida, su propio destino. Se enfrenta a una búsqueda casi

desesperada del sentido de la vida, signada por la convicción

de que éste debe encontrarse en el interior de cada uno, no

en recetas o prescripciones, no en mandamientos o normas

impuestas desde fuera. Lejos de convencionalismos sociales,

Wittgenstein nos llama a ensayar nuestro propio camino.

A pesar de la distancia que los separa, la propuesta de

Wittgenstein se aproxima en este punto a la socrática.

También para el griego la ética es algo personal, lo que lo

lleva a buscar las normas en su interior. En el pensamiento

de Wittgenstein la máxima socrática "conócete a ti mismo"

parece poder ser reemplazada por "mejórate a ti mismo", que

es algo que él frecuentemente les decía a sus amigos, y en lo

que se afanaba diariamente.

Consecuente en la práctica con esta concepción,

Wttgenstein nunca se interesó por la tradición y la historia

de la filosofía; su proyecto se centró siempre en pensar por

sí mismo. Significativamente afirma en las “Notas de las

conversaciones con Wittgenstein” recogidas por Waismann: “Al

final de mi conferencia de sobre ética hablé en primera

persona. Creo que esto es completamente esencial. Aquí ya no

se puede establecer nada más, sólo puedo aparecer como

26

personalidad y hablar en primera persona” dice22. Este hablar

en primera persona revela todo un posicionamiento y nos

induce a descubrir algunos matices que quedaron inadvertidos

en los sistemas filosóficos tradicionales, ocupados en la

búsqueda de pautas generales y fundamentos universales.

Extrañamente, después de la “Conferencia sobre ética”

Wittgenstein no vuelve a tratar estos temas en su obra

escrita: sólo hallamos referencias a estos en la recopilación

de notas de sus alumnos publicadas bajo el nombre de Lecciones y

conversaciones sobre estética, psicología y creencia religiosa. Su segunda

filosofía propondrá una perspectiva diferente orientada hacia

niveles prácticos en la que se transformará la idea de límite

y el modo de concebir el lenguaje, el mundo y las

relaciones entre ambas. Su retorno a la filosofía estará

marcado por la ruptura del muro de silencio que construyó en

el Tractatus, lo que le permitirá expandir el dominio del

lenguaje significativo para abarcar todas las áreas del

quehacer humano y dar cuenta de nuestro modo de estar en el

mundo. Se amplía con ello el marco de análisis para

incorporar la vida en sociedad y cobra mayor importancia la

praxis. Pero el pensamiento de Wittgenstein siempre es un

pensamiento en 1° persona; si en el Tractatus se centra en la 1°

persona del singular, su obra posterior se extiende a la 1°

22 Ludwig Wittgenstein, “Conferencia sobre ética”, edición electrónica de la Universidad Arsis con “Notas de las conversaciones con Wittgenstein” de Frederich Waismann y y “A cerca de la concepción wittgensteiniana de la ética” de Rush Rhees. http://www.philosophia.cl/biblioteca/Wittgenstein/conferencia.pdf

27

persona del plural: se transforma en nosotros, incluye la

comunidad, pretende una descripción de nuestra forma de vida.

Pero esto es objeto de otro trabajo.

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