Depósito legal: B. 35.589- 2003

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Salvador Giner (coord.)

\,TEORIA SOCIOLÓGICA MODERNA ?

Ariel

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Diseño de la cubierta: Joana Gironella

1.a edición: octubre 2003

@ 2003: Fernando Aguia¡, Salvador Aguilar, Anna Alabart Vilá'

Antonio Ariño Villarroya, Miguel Beltrán Villalva, Henar Criado Olmos,

María Trinidad Bretones, Salvador Giner de San Julián, Xavier Godás Pérez,

Teresa González de la Fe, Francisco Herreros Yáz4lJlez, Emilio Lamo de Espinosa,

Cándido Monzón, Luis Moreno Ferniíndez, José Antonio Noguera, Manuel Pérez Yruela,

carlos Prieto, Daniel Raventós, José Enrique Rodríguez lbétñiez, Joaquim Sempere,

J. David Tábara y Cristóbal Torres Albero

Derechos exclusivos de edición en español

resewados para todo el mundo:' @ 2003: Editorial Ariel, S. A.

Avda. Diagonal, 662'664 - 08034 Barcelona

ISBN: 84-344-1704-9

l+¡,1

Í.3s44,6

Depósito legal: B. 35.589 - 2003

Impreso en España

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseñode la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida

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sin permiso previo del editor.

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CapÍruro 4

EL NEOESTRUCTURALISMO SOCIOLéGICO

por JosÉ ANroNro Nocuen¡

Durante los dos decenios siguientes a la Segunda Guerra Mundial, lavida intelectual de París había estado dominada por corrientes filosófi-cas como el existencialismo, el marxismo y la fenomenología. Pensadorescomo Sartre, Camus, Aron, Goldmann y Merleau-Ponty teorizaban y de-batían en torno a la subjetividad, la política, la libertad, el individuo, laconciencia humana, la historia, el capitalismo y el comunismo. A media-dos de los años 60 del siglo xx, sin embargo, una nueva corriente intelec-tual se aprestaba a desplazar toda esa problemáticay a operar un cambioradical en aquella escena. Era el estructuralismo.

El estmcturalismo en Francia venía gestándose hacía tiempo en la obrade Lévi-Strauss, Lacan y Barthes. Su aparición supuso un auténtico revulsi-vo para el mundo intelectual francés que, a lalarga, contagió en mayor omenor medida a buena parte de la vida académica y cultural occidental.

Versión definitiva de la ciencia social y humana para unos, pasajera ypomposa moda parisina para otros, el estructuralismo fue uno de losprincipales movimientos intelectuales surgidos en Europa durante el si-glo xx. Dejó indiferentes a pocos, obligó a posicionarse ante él a casi to-dos los grandes pensadores del último tercio del siglo, y algunas de susideas fuerza arraigaron profundamente incluso en muchos de quienes semostraban reticentes o escépticos. Su origen y ramificaciones se extien-den mucho más allá de la sociologíay la antropología, abarcando desde lalingüística hasta la epistemología, pasando por la psicología, la filosofía,la crítica literaria y la historia. Su influencia ha sido muy profunda en lateoría social contemporánea, y uno de sus herederos, el pensamientopostestructuralista, aún despierta pasiones en un buen número de univer-sidades en varios lugares del mundo.

¿Qué ofrecía el estructuralismo para generar tal revuelo? ¿Es todavíahoy sostenible una perspectiva estructuralista o postestructuralista enciencias sociales? A intentar responder estas y otras preguntas se dedicaráel presente capítulo, a través de una panorámica general de sus principa-les ideas y pensadores.

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96 TEoRÍA socIoLÓGIcA MoDERNA

1. Los supuestos teóricos del estructuralismo en ciencias sociales

La palabra (estructura> parece tener un origen arquitectónico que se

remontá al siglo xvrr, y r.ro s"ia hasta un siglo después- cuando alcanzaría

el significadoinas absiracto que hoy le damos, como el modo en que unas

purü, se organizan en un toido q.t-" lur abarca. Más allá de esta idea de

iondo, el estiucturalismo no es una (escuela), sino un conjunto de apor-

taciones heterogéneas que comparten unas ciertas <semejanzas de fami-

liar. Entre los súpuestos t"ó.i"oi fundamentales que encontramos en casi

todos los autores estructuralistas podemos enumerar los siguientes:

1) El estructuralismo es una teoría obietivista, puesto que- asume la

rediáad oU¡eti.ra de unas estructuras que son independientes de nuestra

"o".i"""iu y voluntad, y que determinan éstas; pero no es una teoría <po-

sitivista> nioempiristao. Los estructuralistas no darán tanta importanciaa la observación empírica, como más bien a la deducción teórica de unas

iiu"]urot subyacente.r que nos proporcionen un código de interpretación

del material empírico disponible. Sui pretensiones son ciertamente ambi-

ciosas: el estruóturalismb persigue la elaboración de una (superteoría>

universalmente aplicable a todila realidad social y humana, llegando a

iáentificar la perspectiva estructural con la perspectiva científica como tal(como hicierón Lévi-Strauss, el primer Foucault o Althusser). A Claude

Lérri-St.u.r.s debemos una céiebré frase que expresa todo esto a la perfec-

ción: ,,si hay leyes en alguna parte, debe haberlas en todaso'

2) El estructurahémo ér.ttta corriente claramente holista, quizálaq.r"

-hu llevado más lejos el holismo dentro de las ciencias sociales y

Érrrrurrus de hecho, puia.rn estructuralista <ortodoxor, explicar un fenó-

meno es hallarle un'lugar en una estructura de relaciones ocultas que sub-

yu""., a la realidad oüservable. En sociología y antropología,-el estruc-

íuralismo tiende a negar la relevancia dé la acción individual en laá"pii"""iO" de lo sociai Las partes o fenómenos concretos sólo se expli-

"u'n.gut¿o se ponen en relaóión con el todo, con la estructura profunda

de la que formán parte: se trata, por tanto, de un punto de vista antisus'tanciaiista, centraáo en las relaciones y no en los obietos relacionados, que

no existen ni son constituidos más que en virtud de esas mismas relacio-

nes dentro de la totalidad. Pero ésta, por el mismo motivo, es una totali-

iad dindmica, dado que el cambio en uno de sus elementos, cambia al

mismo tiempo todo él conjunto de relaciones, y por tanto la totalidadcomo tal.

3) En este sentido, el estructuralismo muestra un talante profunda-

menté antihumanisl¿ (como afirman sus propios representantes LouisAlthusser o Michel Foucault). Tal talante no se debe entender tanto en unsentido normativo como teórico: los seres humanos no serían sino mani-

festaciones de una estructura universal más profunda (por ejemplo,de lapsique), o meras intersecciones de determinaciones estructurales diver-,.s.'Bí'suma, los individuos son un efecto de la estructura, y no a la in-

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versa. El estructuralismo es entonces, si cabe, mueho más radical queotros determinismos sociológicos, pues su conclusión es, en palabras'deFoucault, la "rn¡¡grte del hombre, (como concepto teór:ieo, sé entiende);Lévi-Strauss también afi rmó explícitamente, poiejer,nplo, que Ia finalidaáde las ciencias humanas era la udisolución" áel ser humano para conver_tirlo en (pensamien-to objetivadoo. I-a conducta humana no es más queu¡ epifenómeno de la auténtica realidad estructural que yace oculta bl¡oefla. No hay Iugar aquí para un concepto de Ia libertad lirr*urru oo*oLldel existencialismo, ! para un_papel activo de la eonciencia como el q*epostula Ia fenomenologÍa. La libertad pertenece solamente al ámbito deIas creencias normativas o filosófico+norales sobre las que la ciencianada podrla decir, El lema de los estructuralistas es, así, que'e/ sujeto no esc on s t ituy ente sino, c on st ituídCI.

4) Al excluir las acciones conscientes e intencionales de individuosy grupos, el estructuralismo sólo admite como científicamente relevanteun concepto de causaliáad estructural, y no mecánica, intencional ni fun-cional. La compatibilidad o incompatibilidad entre una estructura y suselementos es Io que establece los lír,nites de Io empíricamente posiúle, ypor Io tanto lo explica, en lugar de la pura contingencia histórica o narra-tiva, o de rnecanismos causales más convenciona]es. Es la causalidad es*tructural así entendida Io que determina los fenómenos, mediante combi-naciones y permutaciones de elementos estructurales. Estudiando esasrelaciones, las ciencias humanas pueden reconstruir teóricament e el eód.i-go ocubo que explica la apariencia superfi.ci¿l de los fenómenos.

5) En coherencia con lo anterio4 a la perspectiva estructuralista leinteresa mucho más lo sincrónico que lo diacrónico: su obj:eto de estudiáes lo que permanece constante bajo la apariencia del cambio o de la evo-lución histórica; esa evolución noiería más que una pantalla de la autén-tica realidad- El estructuralismo es entonce" b¿ri"u*.nte antihistoricistay antihermenéutico. Es deci4 son las estructuras, no los sujetos ni la con-cíencia, Ias auténticas fuerzas m:otoras bajo los acontecidientos históri-cos observables. Y esta idea se aplica tanto a la mente hur,nana, comoal lenguaje, las instÍtuciones socüles, la cultura, las teorías científicaso el arte,.

_ ó) Llegamos, por último, a uno de los rasgos que mejor identificanla especificidad del estructuralismo dentro de laieoria sociál: allí donde elfuncionalismo hacía uso de un modelo,orgánico, el estructuralismo uá"o:tarála analogía tingüística como una de sui señas básicas de identidad. ialingüística estructural iniciada por Ferdinand Saussure permitirá enten-der Ia cultura y la sociedad comó un sistema de signos, un código rinsüis-tico que hay que descifrar y que hace nacer el senlido como tal.-a deJbro-zar esta idea se dedicará la siguiente sección,, tras una breve mención dela influencia de Durkheim enlos orígenes de la corriente intelectual quenos ocupa.

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98 TEORÍA SOCIOLÓGICA MODERNA

I 2. Orígenes y precedentes del estructuralismo

2.1. Le HeRENcIA DE DURKHEIM Y su EScUELA

El influjo decisivo de Émile Durkheim (1858-1917) y sus seguidores(como Marcél Mauss o Maurice Halbwachs) en la perspectiva estructura-ii.tu hu sido señalado en múltiples ocasiones. Si bien es cierto que la obra

de Durkheim se separa en algunos aspectos clave del punto de vista es-

iructuralista (por eiemplo, "t1.t idea más convencional de la causalidad,

en su atención a Ia historia y en su defensa de un cierto individualismoÁoral), también lo es que lo prefigura en dos importantes sentidos: Enprimei'luga4 en la conJepciónholista de Ia sociedad, por ll Cue este autorLlari"o asérreraba que loi fenómenos sociales debían estudiarse como untodo estructurado y como algo irreductible a fenómenos psicológicos o

biológicos. En segundo lugar, en la idea durkheimiana -desarrollada so-

Ur" t|¿o en Las ior*ot elementales de la vida religiosa (1912)- de que

existe uraa homoiogía estructural enttela organízación social y nuestras

categorías y represántaciones mentales (de forma que, por ejemplo, nues-

trasldeas érpuliot"*porales o muchas dicotomías conceptuales respon-

den a las estructutut á" nuestra cultura y nuestra sociedad). Hay, sin em-

bargo, un matiz de diferencia entre Durkheim y los estructuralistas en

",ruito a la dirección en la que se da tal homología estructural: en Durk-

heim las creencias y la estmótura de nuestras categorías mentales imitan ala estructura de la sociedad; en Lévi-Strauss, como veremos, Ia estructurasocial y cultural es una manifestación o emanación de la de nuestras cate-

goriu."-"tttales (que lo son a su vez de la estructura del mundo natural)'" T.u, los pasó de Durkheim, su discípulo y sobrino Marcel Mauss(1872-1950) óntribuyó a establecer el hábito estructuralista de concebirüs hechos iociales "o*o

un código de representaciones simbólicas, donde

lo importante es la relación entre los elementos más que la sustanciade los mismos (como muestran sus célebres análisis sobre la reciprocidad

en su Ensayo sobre el don). También la sociología estructural-funcionalis-ta norteamericana de teóricos como Talcott Parsons o Robert K. Mertonhiro.rn prolífico uso de las nociones estructurales provenientes de Durk-heim, analizando la sociedad como una estructura de roles institucionali-zados. Aun así, los precedentes representados por la tradición durkhei-miana y por el estruttural-funcionalismo, con ser importantes, no son sin.mbargo tan significativos como el de la lingüística estructural de Saus-

sure, que examinamos a continuación.

2.2. LR coNcBpcIóN ESTRUcTuRAL DEL LENGUAJE EN SAUSSURE

Y SU APLICACIÓN A LA SOCIEDAD

Ferdinand de saussure (1857-1911) revolucionó la lingüística tradi-cional con su concepción estructuralista del lenguaje (publicada póstu-

EL NEOESTRUCTURALISMO SOCIOLÓGICO 99

mamente en 1915.en sucurso de lingüística general, transcripción de susclases en Ginebra). contra la idea dé qqe luí putub.*

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conceptos inalterables, universales e indepenáientes a" h le"Á"i a;;r:sure sostuvo que cada lengua estructura el mundo de forma aiJti"iu y.r-pecífica (de otro m9do, argüía, no existirían nunca probl"*u, de traduc-ción). Por otro lado, frenle a la concepción de qu" la explicacion Jetsignificado de las palabras estaba en la ñistoria dJlas *irrrr.r, saussuremantuvo

_una explicación típicamente estructural: el significado de lástérminos lingüísticos dependía de sus relaciones dentro áa "orr;,rrrt;ñ;constituye una lengua (lo cual, evidentemente, suponía sustituii el anáh_

sis diacrónico-históric9 por uno sincrónico); .l l";d;j" es una estructu_ra, donde cada parte sólo cobra sentido en relaciónion el todo.

una distinción esencial en la concepción de Saussure es la que sepa-r?habla (parole) y lengua (Iangue): la primera hacíareferencia al uso realde las palabras en la vida cotldiana, á las manir"rl*i1"", concretas dellenguaje en el discurso habituar (analizables diacrónicámente), mientrasque la segunda tenía que ver con ras regras o propied.adei estructurales co-munes que subyacen a (y posibilitan) tódos .ior'rr.o, diacrónicos del len_guaje. La lengua forma_una especie de infraestructura común, profundao inco'sciente que explica nuestro uso del lenguaje; los rudimentos delanálisis estructuralista de la sociedad y la cultuia i"ri¿"" ya en esta sen_cilla idea.

una segunda distincióntrazadapor Saussure es aún más importantepara las ciencias sociales: la que r. .ltabl".e entre .t irgrrpi."o;;;; ;l;;;nificado, como las dos caras o.aspectos {e un *rr-",i!"o. El siúifi;;-te es la expresión lingüística (poi ejemplo, la palabru "-p".ro,¡, ñrientrasque el significado es el c-onc,epto o idea-qu" a".ig"", lrráárta rigua"; "raexpresión (en este caso, la idea de urr perro). Lo importarri"

", .l:,r" la rela-ción entre ambos es totalmente arbiiaria: cuarqui",,ig"iri"."t; ;J;áperfectamente tener un significado diferente del q"" li""?,,"f"ri.r. u;gocompletamente distintg !a palabra (perro) podri, perfáctamente utili-zarse para significar la idea de un gató); esto Ls, hayLn vínculo no racii_nal entre las expresiones ringüktic{y qq!"u2 q"; d;;igrn, entre t"rgro¡i ymundo. La tesis .rrsrurea.,.a de la árbitrrriei.d d;l-;ú; tiene implica_ciones difícilmente menospreciables para la

"pirt.Áái8!ia y tas "iá.iu.sqciales (y su vertiente más irracionálista será ilevada Jextremo por elpostestructuralismo): lo que viene a decirnos es que el seitido a" ri"riÁexpresiones discursitas no nace de su relación coi el áunio, sino d.e su re_lación con otras expresiones de esa misma t"ig"o,, y quáiá?entidad de uns.rgng depende por tanto del coniunto d" d.tfíreniár:d; .eparan de rosdemás, de la misma forma q,r" ,,rru jugadá d; ;j"d.É; ,áio ti"rr" sentidopor referencia a las demás pósibles roür" el tablL.o. nr, ,,r*u, la arbitra_riedad.del signo supone aceptar que eI t""t¡ii-ii-i¡li)"s2ntido, y que erlenguaje ¿.s, en el fondo, autorreferánt.e y autocontenido:las relaciones quelo componen son arbitrarias en sí mismas, y er ,.rrii¿o ".

p.oarr"to de unsistema de representación, no de la relación de ese sistemJcon el mundo.

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Sin embargo, y pese a su arbitrariedad, el lenguaje- es un hecho social en

sentido ¿"i*réi*iano, es coer:citivo y (externoo, dado que sus reglas nopueden ser reinventadas por ningún individuo particular. (Como diríalvittgenstein más tarde, désde una perspectiva intelectual muy distinta,no puede haber "lenguajes

privadosu.)puede verse ahoia qre-de la tesis de la atúitrariedad del signo a la tesis

de Ia arbitrariednd de la óultura hay sólo un paso, que es el que darán mu'chos científicos y teóricos sociales estructuralistas. Toda la sociedad y la

cultura pueden ser estudiadas como sistemas de signos: desde el menú de

un resta'urante, hasta el código de circulación, pasando por los mitos, el

matrimonio, la economía o lás formas de vestido y trato social; la estruc-

tura de la so'ciedad puede ser entendida como la estructura de un lenguaie o

ciiig, profundo que subya.e a los fe,nómenos observables, y que puede

ser c"ientíficrmertte descifrado. Pero el sentido que así reconstruiremos no

existe más allá de esa estructura. De ahí que lo importante científicamen-te sea el aspecto sincrónico, la relación entre los elementos y las partes, yno su conienido mismo, del mismo modo que en la estructura de unmenú lo importante es la relación entre primeros platos, segundos y pos-

tres, y no los alimentos concretos que puedan estar en cada posición -en

una ócasión determinada: tanto las palabras en el lenguaje, como los pla-

tos en un menú o los elementos de una práctica social están en relaciones

sintagmáticas -de combinatoria- y paradigmáticas -de oposición ysustitución- entre sí.

3. La antropología estructural de Lévi-Strauss

El primer científico social que advirtió con rotundidad el potencialde aplióación de la lingüística estructural al estudio de la sociedad y lacultüra fue Claude Lévi-Strauss (1908), fundador de la Antropología es-

tructural, hasta tal punto que llegó a identificarse, en ocasiones, el puntode vista estructuralista con su propia obra.

Para Lévi-Strauss las estructuras que explican Io social son en últimainstancia estrlrcturas mentales o psicológicas (que tienen a su vez una base

natural o neurofisiológica, .uttque la trasciendan): bajo la apariencia de

la diversidad personafy cultural existiría una estructura universal de lamente humani, invariable, presocial, y que funciona en base a oposicio'nes b inarias (como sagrado-profano, crudo-cocido, natural-cultural, hom-bre-muje6 frío-caliente, permitido-prohibido, arriba-abajo). Esa estructu-ra es profunda, inconsóiente, y por tanto no directamente observable:p"ro ál análisis estructural puede deducirla y reconstruirla a partir de sus

irranifestaciones en los fenémenos concretos, a partir de lo que todos és-

tos guardan en común (de los universales culturales qle, de otro modo,seríá imposible explicar). Se ha dicho con acierto queel análisis estructu-ral vendiía . ".tl'*u suerte de npsicoanálisis de la cultura), como la teo-ría de Freud lo era de la psique humana. Podríamos añadir que la ciencia

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social queda así configurada, más,que como una psicología oprofundan,como una auténtica investigación lgeicq (si no ontológicalsobie lo que eiestructuralmente posible como realiáad sociocultural]

Aunque pudiera parecer que el énfasis en las estructuras mentalesdiese cierto protagonismo al ináividuo o al ser humano concreto, lo ciertoes que el resultado de la antropología estructural fue exactamente el con_trario:- la desaparición del individio y su sustitución por una estructuramental humana universal e impersonal que determina en la somb.", f",así decirlo, sus creencias, representaciónes y prácticas. Esta tesis de launidad psíquica de la humanidad era defendiáa por Lévi-strauss en obrascomo El pensamiento salvaje (1962); contrariamente a la interpretaciónque esa tesis podría recibir hoy en ciertos contextos intelectuales y políti-cos (postmodernosu, la intención de Lévi-Strauss era radical*áit on_tietnocéntrica: contra la tesis de la superioridad de nuestra cultura sobrelas demás, su obra pretendía mostrar-que ésta era reducible a estructurasy oposiciones binarias similares a las de cualquier otra cultura. Los mitosprimigenios estudiados por Lévi-Strauss, pof ejemplo en sus Mitológica.s(1964-1971), eran expresiones de la mente humana exactamente del mis-mo modo-en que lo es la ciencia moderna; al estudiar las estructuras pro-fundas subyacentes a esos mitos emergía una racionalidad q,r.

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sustancial a la estructura psíquica humana como tal.Racional o irracional (de hecho, Lévi-Strauss busca en el fondo disol_

ver esa dicotomía),lo cierto es que existiría una homología estructural en-tre mente, mundo y sociedad; las estructuras de lo sociál reproducen lascategorías del pensamiento humano, que a su vez tienen ru bu." en la na-tyralev2. Ello supone un nuevo golpe ála relevancia del ser humano aisla-do o del sujeto individual, por óuanto podríamos deciq

"orrro hace Lévi-

Strauss en sus Mitológicas, que no son lós hombres quienes piensan en losmitos, sino a la inversa, son pensados por ellos sin-advertirlo, mientrasque los mitos use pie¡san> entre ellos, eitán estructurados por códigos desegundo orden, siendo a su vez la mitología o estudio de los mitos de Lévi_strauss un c-ódigo de tercer orden. Ello ei así desde el momento en que nopodemos aplicar conscientemente las reglas estructuá"r 1"" deteririnann restro pensamiento, del mismo modo que no aplicamos conscientemen_te la gramática o la sintáctica cuando hábhmor, u,rrrq.r" rrublemos deter-minados por sus reglas: de ahí la idea sostenida p* rá.urr, Derrida oBarthes de que uel lenguaje nos habla a nosotros> y no a la inversa.

Así, el comportamiento humano no "" "on..bido

por Lévi-strauss,como en el funcionalismo, como resultado de una red dé instituciones so_ciales o de valores y normas interiorizados, sino como Á"i¿"u¿o po..rrr.¡9ri9 dq reglas de juego estructurales e inconscientes, por un <repertorioideal, de elementos_mentales que limitan las p"ribilidááes de diversidadcultural, tal y como la tabla peñódica de los .f"*""i;; q;l;icos limita laestructura de la materia. Las oposiciones binarias que ionstituyen la es_tructura profunda de la mente humana dan lugar u-q"" instituciones so-ciales como el parentesco, la religión, la mitololir o l. L.árro-iu puedan

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también ser entendidas como sistemas de signos, como textos que se pue-

den leer lJrravez se conoce su lenguaje. Lévi-Strauss identifica tres siste-

mas básicos de intercambio (por tanto, tres ncódigos) estructurales) que

conforman cualquier sociedad: eI intercambio de mensajes (lenguaje), elde mujeres (que iorma la base del parentesco) y el de bienes y servicios (o

economía). En el fondo, los hechos históricos concretos no son más que

recombinaciones de esos elementos estructurales; no son razones o cau-sas de los fenómenos, sino manifestaciones de una ley oculta a un nivelmás profundo. Dado que una modificación en un elemento supone, como

".r rm tablero de ajediez, una modificación en la posición relativa de to-

dos los demás, si cónocemos el sistema de relaciones entre esos elementos

-la estructura- podremos predecir sus reacciones a cualquier variaciónde posición en uno ellos.

Un ejemplo del razonamiento de Lévi-Strauss es su explicación de Ia

prohibición áel incesto en Las estructuras elementales del parentesc-o

itgqr. La universalidad del tabú del incesto era puesta en relación nada

¡nenos que con el origen de la cultura y la sociedad. La prohibición del in-iésto nó podía ser explicada por causas biológicas, por creencias totémi-cas, o poi d"t"r*inaáas secuencias históricas, pues éstas no podían ha-berse producido de idéntica manera en todas las culturas; por tanto -yaquí entraba en juego la .causalidad estructuralr- sólo podía ser la ma-nifestación de laexiitencia de una nley, más profunda, universal y omni-presente, de la naturaleza humana. Esa prohibición, argumentaba Lévi-^St..rr.r,

era en el fondo el hecho social básico, pues su "corolario'estructural, es el intercambio de mujeres con otras familias u otras tri-bus. El parentesco, en el fondo, no es más que un sistema de alianzas me-

diante él ittt.t.t*bio y Ia reciprocidad, que son la esencia de la vida so-

cial: de hecho, la prohibición del incesto no es tanto una prohibición comouna obligación de entregar las propias mujeres a hombres de otras tribus o

familiasl el matrimonio se convierte así en donación e intercambio: el in-cesto, antes que moralmente malo, es simplemente absurdo, pues conduceal aislamiento. La prohibición del incesto no es entonces para Lévi-Straussni natural ni cultural, sino precisamente el punto en el que se Llnen naturale-1ay cuburq el paso de la una ala ofra; es una precondición para la cultura,y lo es de forma estructural; pero es ya cultura, pues impone unas relacio-nes de intercambio que trascienden las coerciones de la naturaleza biológi-ca. A partir de aquí, Léü-Strauss podía reconstruir cualquier sistema de pa-

rentesco como una estructura de oposiciones binarias, según relaciones de

" sustitución y combinación de los mismos elementos.

4. El postestructuralismo, la crisis del sujetoy la cuestión del discurso

A finales de los años 60 del siglo xx el estructuralismo alcanzó eIauge. Al mismo tiempo algunos teóricos empezaban a calibrar la posibili-

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dad de llevarlo mucho más allá de saussure o Lévi-strauss. La desapari-ción del sujeto, la autonomía del discurso respecto del mundo, o la iirter-pretación de la cultura como un sistema de signos eran ideas que autorescomo Foucault, Derrida, Deleuze y Baudrillard desarrollaron [asta un ex-tremo difícilmente imagjnable para Lévi-Strauss. Todo este conjunto deaportaciones

-de entre las cuales la de Foucault es sin duda la más rele-vante para la teoría social- ha recibido en numerosas ocasiones la deno-minación de upostestructuralismou. De nuevo hay que decir que no noshallamos ante una escuela ni un movimiento teórióo Loherente iprobable-mente ninguno de los autores citados se hubiese reconocido u-.í -ir*ocomo postestructuralista), sino ante una serie de intervenciones quem-uestran preocupaciones y motivos comunes, y que comparten un ciertotalante intelectual. La influencia del postestructurulir*o ein el pensamien-to actual es, en este sentido, bien patente (tanto en la teoría social comoen la filosofia,la historia, el psicoanálisis, el feminismo, la teoría literariay la crítica de arte, o los llamados oestudios culturalesu). Según sostienePerry Anderson en Tras las huellas del materialismo históricá (19g3), fueesta corriente teórica lq erle consiguió, a principios de los g0, desplazar almarxismo del centro de la atención teórico-social en el continente eu-ropeo. En esta sección nos limitaremos a valorar algunos de sus motivosprincipales, para evaluar después lo que ha represetrt.do en la teoría so-cial la obra de Foucault.

Inspirándonos libremente en los análisis de Anderson, podemos enu-meJar como sigue los principales rasgos diferenciales del pensamiento so-cial postestructuralista:

1) La exorbitancia del lenguaje y del discurso: el postestructuralismolleva hasta el extremo la analogía lingüística del estruóturalismo. ya no setrata únicamente de que Ia sociedad o la cultura se puedan entender comoun sistema de signos o un discurso, es que lo ton, y, en cierto modo, lo esla realidad como tal. Es más, lo qn" unrlir. esos díscursos es también undiscurso lingüístico, de manera ![ue nunca podemos acceder o tener con-tacto con una realidad extradiscursiva (nno hay nada fuera del textou,dirá Derrida): no podemos situarnos en posición d. rr"r la realidad *desdefuera" dellenguaje. De este modo, la reaiidad -y no sólo la social o cultu-ral- queda disueha en el discurso. Éste sería constitutivo de nuestrasprácticas, creencias e instituciones, hasta el punto de que la propia dife-renciación entre discu¡so y realidad nopodríá sostenerJe por mái tiempo(de ahí las boutade.s de Baudrillard ro6r" los medios de comunicación,que le llevaron a afirmaq por ejemplo, que ula guerra del Golfo no ha exis-tido,). El discurso no es un resultado de la actñridad consciente de sujetosya constituidos, sino el sistema que produce y constituye los sentidoJ, lossujetos, y el propio mundo.

2) La disolución del sujeto: la tendencia antisubjetivista, ya presenteen el estructuralismo, es acentuada por los postestrulturalistas hasta ha-cer del sujeto y del individuo únicamente un efecto de determinados dis-

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104 TEORÍA SOCIOLÓGICA MODERNA

cursos. El ,.you es una ficción del lenguaje, no es más que un ,.uso" lin-güístico como cualquier otro (es el lenguaje el que unos hablan); no es

iólo qn" el sujeto individual sea una construcción histórica y social (algoque podían asumir sin problemas teóricos como Durkheim, Marx oMead), sino que es simplemente una construcción discursiva que no se re-fiere a nada (en el mundor. Esta desaparición del sujeto tiene dos conse-cuencias principales: en primer lugaq la tendencia a estudiar todo lo que

rompe con el sujeto oracional, moderno, como |a locura, Ia depravación,y,

"n su*u, nlo otro, delarazóny de la subjetividad; y, en segundo ltgq.,

ia disolución de toda objetividad, pues no queda ya sujeto alguno que lapueda constituir como tal.- 3) Ladisolución delahistoria: no existe ulao historiapara los post-es-

tructuralistas, sino únicamente las nhistoriaso superpuestas de los discur-sos olegítimoso frente a todos los discursos oexcluidos)) o relegados alolvido. El estudio de estos discursos -que Foucault, por ejemplo, em-prenderá sistemáticamente- pretenderá mostrar que la historia no es

más que una acumulación de sentidos discontinuos sin una línea narrati-,ra .oñerente. La historia queda reducida a puro accidente legislado, a puracombinación fortuita de elementos sincrónicos.

4) La omnipresencia del poder y la disolución de Ia razón: retomandoun tema claraménte nietzscheano -el de la uvoluntad de poder"-, lospostestructuralistas niegan a la racionalidad cualquier fuerza o eficaciapropia, y la reducen a una pura estrategia de poder y represión como otraóualquióra en la historia. La razón moderna sería inherentemente totali-taria, estaría dirigida a excluir todo lo que no puede encajar en sus mol-des, y así lo pretenden demostrar los estudios históricos de Ia prisión, elmanicomio, la psiquiatría,la medicina, la sexualidad moderna o la ubio-polítican. Larazón moderna se define más por lo que excluye que por loque dice ser: es ella Ia que crea lo "irracional, (ia personalidad nfemeni-nar, la locura, la criminalidad, la desviación, la perversión sexual...). Po-der y conocimiento van estrechamente unidos: los discursos pretendida-mente racionales de la ciencia y las diversas tecnologías sociales sondiscursos de dominación. Una consecuencia política de este punto de vis-ta es que cualquier proyecto de emancipación social queda reducido a undiscurso de poder más: no hay posibilidad de "liberación" (como inge-nuamente creían ilustrados o marxistas).

5) El relativismo y la disolución de la verdad: evidentemente, la lógi-ca autorreferencial del lenguaje, la separación del sentido respecto delmundo, y la disolución posterior de ese mundo -con sujetos incluidos-en el discurso producen un relativismo y un antirrealismo radicales. ParaFoucault, por ejemplo, la distinción entre uverdaderoo y ufalso, no es másque otro efecto del poder en el discurso.

Todas estas ideas van a jugar un papel central en una de las obrasmás provocadoras de la teoría social del siglo xx: la de Michel Foucault'A valorar sus aspectos más relevantes dedicamos la siguiente sección deeste capítulo.

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EL NEOESTRUCTURALISMO SOCIOLÓGICO

5. Arqueología, genealogía y subjetividad: la obra de Foucault

Michel Foucault (1926-1984) es el mejor representante del talantepostestructuralista en la teoría social contemporánea, y uno de los teóri-cos sociales franceses más notables entre Lévi-Strauss y Bourdieu. Fou-cault fue ante todo un teórico del pode4 y más específicamente de las re-laciones entre discurso, poder y subjetividad. unió a un enfoque teóricoinnovador la erudición del historiador y la tenacidad y precisión investi-gadora del entomólogo. sus detalladas historias de algunos de los aspec-tos menos conocidos de la institucionalización social del proyecto ra.io-nalista moderno pertenecen ya al acervo común de la ciencia social. DeNietzsche, M?o y Freud heredó una <epistemología de la sospechan, querompía con el sentido común (inspirándose también en la idea de la rup-tura epistemológica propuesta por autores como Bachelard, canguilhemo Dumézil), y un afán por descubrir los condicionantes ocultos dé la sub-jetividad humana.

Dado que su obra puede dividirse, tanto conceptual como cronológi-camente, en tres etapas (como él mismo hizo en el artículo sobre sí mis-mo que, bajo el seudónimo de Maurice Florence, publicó en 1984, año desu prematura muerte), abordaré cada una de ellas por separado. sin em-bargo, puede ser conveniente partir de algunas idéas ya presentes en suprimera obra, la Historia de Ia locura en la época clásica (196l), que resu-men su talante y su proyecto general.

En efecto, la historia de la locura es tambiénpara Foucault la dela raz6n moderna y su plasmación discursiva y social, que ha supuesto laocultación, la reclusión y el silenciamiento de todo lo pr-esuntamente irra-cional. I,-o que afirma Foucault es que históricamentJha sido el proyectoracionalista el causante y el productor de la locura tal y como h énténde-mos en nuestra sociedad. Y ello a un triple nivel (que prefigura los intere-ses respectivos de las tres etapas de su obra):

l) En primer lugaq, produciendo unos determinados discurso.s quepasan por conocimiento y que producen efectos de verdad: el estudio mé-dico y <científico" de los <trastornos mentales>, así como los discursos ju-rídicos sobre su tratamiento social o penal establecen códigos de clasifióa-ción como (sano/enfermo), que recuerdan claramente a las oposicionesbinarias de Léü-strauss, y cuyo estudio Foucault profundizaríá en El na-cimiento de la clínica (1963).

2) -E! segundo lrgrr, generando prácticas de poder y de disciprina-miento de los locos, al confinarlos en instituciones éspecíficas y someter-los a toda una serie de hábitos y controles que se u"ábun inteiiorizandopor los propios enfermos. Esto, a su vez, creá toda una serie de institucio-nes, prácticas burocráticas y grupos de uprofesionales, dedicados a ges-tionarlas.

3) I finalmente, construyendo una subjetividad propia y específicadel loco o del enfermo, por contraste con la cual la subjetiüdad dé los de-

106 TEORÍA SOCIOLÓGICA MODERNA

más es construida como (sana>, como situada dentro de un perfil de

"normalidado (lo que daba pie a prácticas de ohigiene socialn como la eu-genesia, o a determinadas operaciones cerebrales como las lobotomías).

Lo que le interesa a Foucault es mostrar cómo todos estos efectos noson en modo alguno (consecuencias perversas) o desviaciones no queri-das del proyecto racionalista moderno, sino parte integrante y esencialdel mismo.

5.1. DrscuRso y socrEDAD: LA AReuEoLocfA DEL sABER

Durante la década de los 60, Foucault dedicó sus energías al estudiode los discursos del conocimiento tenido por legítimo, a cómo se produ-cen en esos discursos los ,.efectos de verdad, en función de ciertas reglassubyacentes.

Este punto de vista fue generahzado por Foucault en Las palabras ylas cosas (1966), una de sus obras más sugerentes y enigmáticas a untiempo -y de la cual In arqueología del saber (1969) constituye una suertede apéndice metodológico-. Aquí acuña el autor su concepto de episteme,como sistema de discurso -o de producción de discursos- dominanteen una determinada época, que establece las condiciones del conocimien-to posible, en una palabra, los límites de lo pensable, unos horizontes cate-goriales irrebasables (horizontes que, contra Kant, o contra Lévi-Strauss,dependen de una constelación histórica de elementos estructurales fortui-tay azarosa, no de la estructura universal e innata de la mente humana).La cita de Borges que abre l-as palabras y las cosas listando una clasifica-ción de animales hallada en una enciclopedia china, y la incomodidadque nos causa pensarla, es una buena muestra de qué significa para Fou-cault decir que todos partimos de una determinadaepisteme.

La tesis de Foucault es que hay una discontinuidad radical entre lasdistintas epistemes históricas (algo similar a la oinconmensurabilidad,que existe entre los paradigmas científicos de Thomas Kuhn). Así como laepisteme renacentista se había basado en una imagen del mundo ordena-da por criterios de afinidad o analogía (un botánico era más alguien quedibujaba plantas que alguien que estudiaba sus principios estructuralesde constitución), en cambio la moderna inaugura la representación abs-tracta del mundo mediante signos no fundados en un orden previo de lascosas, esto es, mediante un sistema discursivo autorreferente y oarbitrario,(como Io es, de hecho, el lenguaje en sí: aquí Foucault sigue a Saussure). Elproblema delaepistem¿ moderna es que necesita unsujeto trascendental deesa representación abstracta: con ello nace la idea de uel hombre), asícomo unas disciplinas, las ,,ciencias humanas', que le estudian en sus tresaspectos fundamentales: trabajo (la economía política), vida (la anatomía yla biología) y lenguaie (la gramática y las ciencias del lenguaje).

Aunque la episteme moderna llegue a conceptos como el suieto tras-cendental kantiano, lo que nunca podrá ser representado, dice Foucault,

m

EL NEOESTRUCTURALISMO SOCIOLÓGICO

esla representación misma (y esto es lo que expresa genialmenteYeláz-quez en Ins menina.s, como Foucault se encarga de ilustrar en Su Sugeren-

i-e interpretación del célebre cuadro). Dicho de otro modo, la representa-ción miima,la constitución del sujeto que se representa el mundo, no es a

su vez representable dentro delaepisteme rrloderrra. Es necesario, paraFoucault, dar el paso a otra episteme qúe disuelva ese sujeto de represen-tación para quedarse con el discurso en su total autonomía, con unas re-glas de constitución de discursos que son a su vez las que constituyen a

ios sujetos: resulta evidente que esta nueva episteme tiene mucho que vercon l; propuesta estructuralista y postestructuralista dentro de las cien-

cias humanas. Así, según la bella metáfora de Foucault, una nueva cienciacomo ésa acabará poi borrar de lo pensable Ia imagen del ser humano taly como las olas borran en la orilla del mar un rostro dibujado en la arena.

Lr cnNrlrocfA DEL PoDER Y LA SEXUALIDAD

r07

Sin embargo, el peligro que planeaba sobre esa idea foucaultiana era

el del relativismo: si-sorilas epiitemus las que posibilitan los efectos de

verdad y falsedad, entonces ellas mismas -y los discursos sobre ellas,

como "id"l propio Foucault- no pueden a su vez ser verdaderas o falsas,

con lo q,t" tu afrrmación no encontraría base alguna. En la segunda efapa

de su oü.a, situada entre los años 1970 y I976 -con textos como Vigllal t

castigar (1,975) o el primer volumen cle su Historia de la sexualidad(iqi6l-,'foucault'0. u du, un paso iinportante que le distancia del grue-

i" deÍ pensamiento postestructuralista: el de admi,tir una realidad socialextradiscursiva e iniluso prediscursiva,la realidad del poder. Éste no se

ejerce sólo a través del diicurso, sino también de forma material, física,rbbt" el cuerpo y a través del cuerpo (como las terribles descripcionesde los castigoi físicos a los condenados enVigilar y castigar se encargan de

mostrar "o-tt

todo lujo de detalles). El estudio del poder, cree Foucault,debe por tanto preceáer e incluir al del discurso: el poder produce efectos

de veidad en loi discursos, pero también produce sujetos y prácticas coti-dianas. La genealogía hístórlca (inspirada en la que Nietzsche llevó a cabocon la moial) es para Foucault la herramienta metodológica que nosmuestra cómo te hatt constituido prácticamente unos determinados regí-menes de upoder-saberr. Sin embargo, conforme Foucault fue avanzandoen sus estuáios genealógicos, se le hizo evidente la necesidad de enfocar lacuestión del poder desde otro punto de vista que el tradicional.

En primer lugar, el poder no es para Foucault únicamente una ins-tancia represiva, sino también creativa: es, de hecho, el medio por el que

todo sucéde en el mundo social e histórico (la constitución de prácticas,instituciones, discursos, conocimientos, sujetos, placeres). Debemos libe-rarnos de una representación jurídico-política o reglamentista del poderIigada al racionalismo liberal, que sólo lo concibe como algo_con efectosnñegativoso (prohibiciones o limitaciones). Si así hacemos, habrá una cla-

108 rEoRfA socrolócrcA MoDERNA

ra implicación política: la de abandonar Ia promesa de la "liberacióno, deuna ,.situación sin poder'r, que hacen algunas ideologías; el poder siem-pre genera resistencias, pero esas resistencias son a su vez una forma deejercerlo.

En segundo luga6 el poder tal y como lo entendemos en la Moderni-dad ha enmascarado su encarnación en los cuerpos y su interiorizaciónpor parte de los individuos. Envigilar y castigar (197s), Foucault estudiacómo en la época moderna el poder funciona más disciplinando a los indi-vidrros qrre sometiéndolos mediante la violencia, normalizándolos y con-trolándolos más que castigándolos o imponiéndoles leyes, difuminándoseen la sociedad e incorporándose a los propios individuos más que ejer-ciéndose desde el Estado. La disciplina y Ia vigilancia han ido suslituyen-do al ejercicio del poder en forma de representación pública ejempiari-zante, y ello tanto en la prisión y el tratamiento de los criminales, comoen la escuela, la fábrica, o el hospital psiquiátrico: se trata de un ejerciciodel poder que elimina el dolor y el castigo físico a cambio de la privaciónde libertad, de una disciplina correccional que estructura rígidámente laviday el cuerpo. Esta forma del poder es mucho más sutil y secreta, peromucho más eficaz, por cuanto es interiorizada e incorporada por los pro-pios individuos (por ejemplo, en la motivación por el trabajo, o por unavida ordenaday previsible). Para ello resulta esencial el desarrollo de todotipo de técnicas de vigilancia (de las que el npanópticou de Bentham fuesólo el principio), así como de una serie de discursos e instrumentos jurí-dicos, administrativos y estadísticos que permitan supervisar y gestiónaresos controles.

En esta misma línea, en el primer volumen de su rfisloria de la sexua-lidad (1976), Foucault combate la que denomina nhipótesis de la repre-siónn (claramente referida a Freud), según la cual, la sexualidad habríaestado fuertemente reprimida en la sociedad burguesa por una moral vic-toriana y puritana. Por el contrario, dice Foucault, la sociedad burguesamoderna (pone en discurso, el sexo como ninguna otra en la historia: lositúa como objeto de investigación y escrutinio, lo estudía, categoriza yjuzga,lo convierte en una de las instancias centrales de la vida y aé u toi-mación de la identidad individual. una vez rnás, el poder ejercido sobre ya través del sexo no es sólo represivo, sino creador y polimorfo. y el dis-curso sobre el mismo se aproxima más a una scientii sexualis que a unaars erotica más propia de la Antigüedad; en efecto, el nacimiento de losdiscursos modernos

_y científicos sobre Ia sexualidad (entre ellos el psico-

análisis de sigmund Freud) obliga a los individuos al autoexamen y laconfesión, a decir a sí mismos y a los demás quiénes son en términos se-xuales; sitúa el sexo como un tema de interés público, que se debe regulare intervenir políticamente; crea nuevas categorías de^sujetos (comá loshomosexuales, que son una invención moderna) y de conductas (como las(perversiongs") que se oponen a la conducta <sana>. En definitiva, lo quese-acaba cons'truyendo es una biopolítica, una forma de ejercer el poáersobre los seres humanos como seres vivos; sobre su.rrerpo,-su dieta,-su hi-

I

EL NEOESTRUCTURALISMO SOCIOLÓGICO 109

giene o su sexo; sobre la población, su reproducción, y sus prácticas sani-tarias. En el fondo, la ,.sexualidad" misma aparece como un efecto del po-der, una construcción que sólo existe en la época rnoderna (y que en otrasépocas se hallaba dividida tanto en elementos anatómicos como en con-ductas sociales, morales o sensitivas, que ahora aparecen todas agre- -'

gadas). ' -'\Todo esto es posible porque, para Foucault, el poder no es sólo un

conjunto de instituciones, reglas y aparatos, sino una multiplicidad de re-laciones de fuerza que son inmanentes a la propia relación social, consti-tutivas de la misma.\El poder no es tanto una relación como una situa'ción, y una situación omnipresente que se produce a cada instante en losmás variados campos de la vida social. !

5.3. Le coNsrnucclóN DE LA suBJETfvrDAD Y LAS (TEcNotocÍAS DEL Yo>

En la tercera y última etapa de su obra -comprendida

básicamenteentre 1977 y su muerte en 1984, y plasmada en el segundo y tercer volú-rnenes dela Historia de la sexualidad, ambos de ese mismo año, así comoen otros artículos póstumos-, Foucault efectúa una cierta ruptura conlas anteriores, al imprimir a su trabajo un giro hacia la subjetividad y laspreocupaciones propiamente éticas. Sus estudios sobre el poder y sobre lasexualidad le impulsan a plantearse cómo los sujetos se autoconstituyenhistóricamente a través de diversas técnicas del yo, qué papel juega elcuerpo en esa constitución, y qué implicaciones éticas tiene todo ello. Lapregunta que se hace es cómo ejercen el poder los sujetos sobre sí mis-mos, y cómo, al hacerlo, se constituyen como tales. Para responderla se

remonta Foucault a un estudio erudito de las diferentes artes de la existen-cia enlos textos de la Antigüedad clásica griega y romana.

La tesis fundamental que se extrae de este último Foucault es que,mientras la Antigüedad clásica configuró la construcción de la subjetivi-dad como un arte, como una cuestión estética, y el cristianismo tendió aconvertirla en un problema de rigor ético, en cambio la modernidad la haplanteado como un trabajo técnico. La rnoral sexual moderna,las técnicasde la llamada autoayuda, del ucrecimiento personalo y la legión de profe-sionales y terapias con la misión de ayudar a formar el yo moderno se ba-san más en el autocontrol técnico de acuerdo con objetivos instrumenta-les que en la automodelación estética de la propia vida como una obra dearte. La supuesta liberación del individuo en Ia época moderna queda asísumamente relativizada por el análisis foucaultiano.

Con todo, paradójicamente, pareciera que Foucault hubiese queridocerrar su obra con una puerta abierta a una esperanza ético-estética: mu-cho de ello se advierte en su simpatía implícita hacia una ética del cuida-do de uno misrno, inspirada en las artes de la existencia antiguas, queabandone y supere la autorrenuncia y la intervención técnica sobre el yo.Irónicamente, Foucault habría cerrado un cÍrculo: habría vuelto al indivi-

ii:

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110 TEORfA SOCIOLÓGICA MODERNA

duo y su subjetividad como fuentes y medios posibles de una cierta no-ción normativa de libertad y de üda buena.

6. El neomalxismo estructuralista de Althusser

contemporáneamente a Foucault, el filósofo francés Louis Althusser(1918-1990) desarrolló, durante los años sesenta y setenta del pasado si-glo, una peculiar y original versión del marxismo encuadrada en un mar-co conceptual claramente estructuralista. La obra de Althusserhizo fortu-na como escuela de pensamiento entre muchos marxistas de la época, yextendió su influencia a otros países y disciplinas; pensadores y Cientifi-cos sociales como Nicos Poulantzas, Marta Harnecke6 Maurice Godeliery Góran Therborn podían considerarse incluidos en su estela. En esta sec-ción daremos cuenta de las líneas generales de su propuesta teórica.

6.1. Los "nos MeRx> y EL <ANTIHUMANISMo teóruco> oE Arrnusssn

- El punto de partida de la aportación de Althusser fue sin duda su pe-culiar interpretación de la naturaleza y significado de la obra de Marx enPour Marx (19ó5, traducido al castellano como La revolución teórica deMarx). Su intención principal era separar con precisión quirúrgica lo queen esa obra había de "ideológicou y de <científicor, teni,endo él terminonideologíau un significado claramente peyorativo: ideología era discursofalso o bien valorativo y moralista, y por tanto acientífico. Esta separa-ción tendía además a tomar la forma de una frontera cronológicaln laobra de Marx: sus escritos de juventud serían todavía la obra de un filóso-fo idealista de la izquierda hegeliana, imbuido aún de los ideales huma-nistas de la burguesía ilustrada; por el contrario, el Marx posterior a lg46habría realizado únaruptura. epistemológlca (concepto toinado de Bache-!ard), que le lleva a depurar su perspectiva de hegelianismo y humanismoburgués, para convertirla en una aportación purámente científica: el ma-terialismo histórico, que habría descubierto por vez primera los determi-nantes ocultos de la historia y de la acción humana en la forma de unasreyes estructurales, atemporales y necesari¿s, que, como tales, estab anfue-ra de la historia. En esta idea puede verse claiamente la influencia dei es-tructuralismo en Althussel así como su rechazo de todo historicismo(como el que Lukács, por ejemplo, representaba dentro de la teoría mar-xista).

La postura de Althusser estaba también muy marcada por el antihu-manismo teórico, Este término era la manera que Althusser tenía de aplicar al marxismo el descentramiento del sujeto humano típico de la párs-pectiva estructuralista: no era ya el ser humano lo explicativo sino ló quehabía

-que explicar, puesto que éste no era más que ui osoporte, involim-

tario de relaciones sociales y de leyes estructuiales que éscapaban a su

EL NEOESTRUCTURALISMO SOCIOLÓGICO 111

conciencia.ElohumanismoteóricooquecentraSuatenciónenlossereshumanos es por tanto una ideología

-burguesa, subjglivista y moralista

para Althurrér, prr". implica juicioi de-valor sobre la libertad ysobre qué

Ls uhumanoo y qué no (y el llamado ohumanismo socialista> de autores

como Erich Fiomm no era entonces más que una ndesviación pequeño-

b"rg"";r; .r, "l

*.oismo). El marxismo débia ser un discurso científico,

"á-irár.r, y pu.. ello debía odisolver al ser humanor, esto es, concebirlo

;;*" ";'"i"ito de Ia intersección de diversas causalidades estructurales. Pa-

r.¿.ji..Á!",e, sólo se podía conocer algo sobre el ser humano si se aban-

donába el umito burgués e idealista" del ser humano'

6.2. oAuroNomÍA RELATIVA> Y (SOBREDETERMINACIÓN> ESTRUCTURAL

Al igual que el resto de los marxistas occidentales, Althusser era an-

tieconomicista, y.onrid"ruba que la determinación econ'ómica de la con-

;l;;"ü e" la qrré hablaron Marx y Engels era en todo caso tnadetermina-ción en ritt¡*á instancia, de tal modo que las superestructuras tenían una

autonomía relativarespecto de la base éconómica constituida por las fuer-

ru, prodn"tivas y las rllaciones de producción. Para Althusser existían en

todá sociedad ties niveles o totalidad¿s interconectadas, cuya relación y

¡eraiquización podía ser históricamente cambiante: la estructtra econó- '

"*¡i")t" jurídicá-política y la ideológica. Así, la determinación uen últimainstancia' consistía

"n qú", en cadá época histórica -o en cada modo de

producción- era la estructura económica la 9!g "decidíau qué estructura

Lparecía como dominante,llegando incluso a desplazarse a sí misma en

.se pap.l: por ejemplo, en el elipto antiguo era la estructura ideológica- la

qrr"-uprr"óia cómo dominanté, iorno lo era la política en las sociedades

feudales. De este modo, la estructura económica puede ser desplaza-d1de

," prpa determinante, aunque siga sjendo la condición fundamental ("s¡últimá instancia>) de toda vida social.

Esta idea de Althusser dejaba suficiente espacio para un juego recí-

proco entre los diversos nivells estructurales y sus respectivos efectos,

pero sin renunciar a los principios estructuralistas: las estructuras esta-

Lun y. dadas atemporalniente, io que podía variar e1..a:u recombinaclón y

artiálació.r, de foima que dieran lugar a efectos distintos; pero el buen

científico marxista siempre debía ser capaz de descomponer los aconteci-

mientos históricos concietos de forma que aislase la peculiar recombina-ción de efectos estructurales que los próducía como tales. De este modo,

eran las relaciones entre las estructuras las que constituían eI auténtico<:suieto de Ia historiar,, y rro los seres humanos o las clases sociales (como

ocurría en Lukács o Gramsci). La historia era un <proceso sin sujeto

ni fines".Adicionalmente,la contradicción fundamental que establecía el mar-

xismo entre fuerzas productivas y relaciones de producción no se encon-

traba nunca, para Alihusseq en ,.éstado puro>, sino siempre determinada

1,12 TEORfA SOCIOLÓGICA MODERNA

por la peculiar combinación de efectos estructurales de cada situaciénhistórica; esto impiicaba, evidentemente, que las superestructuras podíaninfluir y cambiar la forma en que es. cont.adiccián se manifesd; at;fuese política o ideológicamentJ). Es más, para que esa contradicción díe-se lugar a una situación revolucionaria, eia precisa ,,na acumulación decontradicciortes que la hiciesen activarse.o*t tal y .,estallaro: nunca unacontradicción social se resolvía por sí misma, sino [ue debía ser influida ydeterminada por otras. A este pioceso daba AlthusJer el nombre de sobrá-determinación.

concepto-de "sobredeterminación> permitía que la perspectiva deAlthusser fuese d¿terminista respecto de ros'actore, piro noiespicto de lasestructuras (con lo que se situaba ya a medio camino entre el estructura-lismo y el postestr-ucturalismo). gl libre juego de las estructuras influyen-do unas sobre otras, y "sobredeterminándoie)), era lo que podía explíc.apor ejemplo, que, contra todo pronóstico <ortodoxou, ia primera revolu-ción socialista hubiese tenido éxito en un país agrario .ó*" Rusia; o loque daba cuenta del hecho de que-ninguna éxplotición capitalista p.rái"r"funcionar sin un marco polítióo-legaiprevioque permitiese estructural-mente la compraventa de lafuerza de trabajo. La-sobredeterminación noera (corno muchos marxistas habían creído) la excepción, sino la norma:frente a una interpretación "purista, o simpie ¿et *ateriáismo histórico,las contradicciones económicas estaban siempre usobredeterminadasnpor las políticas e ideológicas. No había u., ceritro ni un origen fijo paralos efectos estmcturales en la historia.

6,3. Le Dsolocfe y los (ApARAros lopotóclcos or,r EsrAoou

uno de los análisis de Althusser que mayor aceptación sociológicaencontró fue el de la ideol ogía, y concietamente su articulación a trívésde los llamados (aparatos iáeológicos del Estador,

"orr".pto que suscitó

numerosas_aplicaciones concretas en el cgmpo de la socioiogia de la edu-cación o del derecho. La ideología era definiáa por Althusser como un sis_tema de representaciones que, én general, .,r*il. unafunción estructuralen una determinada sociedad; esá función

", b¿ri"u- ente prd.ctica, noteórica como la de la ciencia: la ideorogía no ayuda a entendei el munáo oa descubrir sus ley-es, sino a vivir en él y a reproducirlo; pu.ti"rrlurmente,a reproducir las relaciones de produccián dominantes.

' ^

una de las tesis lapidarias de Althusser rezaba así: la ideología no tie-ne historia; con esto quería decir que la ideologí;

";-;;;i;el estructuralesencial a cualquier sociedad, no un accidentJhistorilo farticular. paraargumentar esta tesis, Althusser daba un rodeo algo enrávesado: en pri_mer luga6, partía de que la ideología consistía en,rtr""orrl.rnto de ,"pr.r*rr-taciones ilusorias de la realida{ aue expresaban la relaci¿r, imagiiaria delos seres humanos con sus condic^iones^reales de existerrcia. Ahoia bien, iáexistencia de esas representaciones era algo inmutable .n la ,".i"ááJ;

EL NEOESTRUCTURALISMO SOCIOLÓGICO

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113

la función eterna de la ideología erala de actuar como (cemento social),ligando a los seres humanos isus posiciones estructurales pero de formaque ellos no fueran conscientes de ia relación real que les ligaba u lu, *ir-mas. Dicho de otro modo, en ürtud de la ideolo gía'las estructuras socialesson necesariamente opacas para los seres humanos. Laideología convierteentonces a los individuos en <sujetos imaginaüo.s)), que creeñ ser parcial-mente libres cuando sólo están *"g.rrrttáo necesid'ades o funciénes es-tructurales (en este sentido, afirmabá Althusser que (la ideología ilt.rp;_la a los individuos como sujetosn).

_ Pero la ideología no opera sólo mediante representaciones: para Alt-husser se trata de algo que existe materialmeüá, enunos determinadosaparatos y sus prácticas. Dado que Ia ideología tiene la función de repro_ducir las relaciones de produccién, deben exlstir unos aparatos que se en-carguen de asegurar ese efecto: se trata de los aparatos ideotagic;s d"¡ E;-tado,los cuales, a diferencia de los meramente represivos (conio el ejércitoo la p_olicía), no funcionan mediante la coerción física, sino que están es-pecíalizados en administrar la ideología, en reproduclr ideoiógic;;;;;las relaciones de producción. Althusser enumeia muchos d"

"río" ;p;;

tos: familia4 jurídico, político, sindical, religioso, de información, iultu-1al; pero uno de ellos destaca sobre los demái en su función reproductora:la escuela. Elaparato escolar es esenciar para la reproducción de las rela-ciones de producción porque en él se .,eicenificao-de algún modo ü d"serán esas relaciones durante la vida adulta; en él se éstablecen j.rur_gu¡a!, se premia el ,.mérito,> individual, o se aprenden toda rrrr. ,"ii" d"habilidades gue_son funcionales para el procéso de proáuc"io" ."pit*lista (como la obediencia, la disóiplinu,

-"1 t..b.io éfi.u, o las buenas

maneras).tas tesis de Althusser buscaban evidenciar que el poder de la clase

burguesa no se ejerce sólo -ni_siquiera fundam"titul-.it.- en el proce-

so de producción, sino en muchal otras instituciones sociales q..";p;;;cen como desconectadas de éste, como pertenecientes al ámbit";;;;;;a la nsociedad civilu. Con su denominaóión de aparatos de estadó, Althus-ser quería enfatizar el carácter central, estructuial, que estas institucionesdesempeñan en la dominación política y económicá, n5of¡s¿eterminán_dolau de formas muy_variadas. y quería"derivar d"r i*;Éaciones políti-cas: en primer luga4, la lucha por el poder del estado rio necesariamentecoincide con la conquista de los (aparatos> del mismo, q,-,e pued.n seguirimponiendo-su lógica estructural por encima de la acción coyunturai decualq*ier gobierno;.en segundo hgra y dado que los.p*"t""i¿""tági"á,son algo estructural, cualquier *ódo de producio'o irruiqrrier sociedaddispondrá necesariamentJde algunos de ellos p; dd* ieproducir lasr9l.aci91e¡ de producción dominántes; así, la teiis á"-.rrr. oorible udisolu-ción del_ Estadon que muchos marxistas habían

"o"t"rriáo'qrredaba comopoco más que otra fantasía idealista.

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1.14 TEORÍA SOCIOLÓGICA MODERNA

7. Evaluación crítica

7.1 . LRs cnÍrrces AL EsTRUCTURALISMo cI-ÁsIco

Durante los últimos quince o veinte años, la propuesta estructuralistaha sufrido un severo escrutinio crítico que cuestiona seriamente su vigen-cia. Apuntaremos a continuación algunas de las que, a nuestro juicio,constituyen limitaciones sustanciales de esta corriente teórica:

1) En primer luga4 la ncausalidad estructuralo no es causalidad pro-piamente dicha ni constituye explicación alguna de un fenómeno si pre-tende ser algo diferente de una causalidad basada en (causas eficientesn ohistóricas. En este sentido, el estructuralismo es en gran medida responsa-ble de la nefasta práctica -por ejemplo, en sociología del conocimiento-de buscar .homologías estructurales' entre los fenómenos, sin especificarlas relaciones causales convencionales entre los mismos; como han vistoautores como Jon Elster, ese tipo de análisis, al ignorar los microfunda-mentos que requiere toda explicación científica, aporta bien poca cosa in-teligible y suele ser compatible con cualquier estado del mundo.

La idea de una "causalidad estructural" diferente de la convencionales por tanto una idea metafísica, que a nuestro juicio constituye uno delos principales motivos del descrédito actual de la perspectiva estructura-lista. El ejemplo de la explicación del tabú del incesto por Lévi-Straussnos servirá para ilustrarlo: a pesar de su aparente sencillez, la tesis deLévi-Strauss esconde una vez más la evitación de una explicación propia-mente causal, evitación que es típica de todo pensamiento teleológico o fi-nalista: en el fondo, Lévi-Strauss estaba mezclando causa y condición enuna peculiar tautología, pues, en efecto, ¿cómo podía explicarse el tabúdel incesto por su consecuencia de generar la cultura y la sociedad?, o aúnmás, ¿cómo, si ese tab:ú equivalía al origen de la sociedad, podía quedarexplicado por sí mismo? Al igual que la existencia de oxígeno es condiciónpara la vida humana, pero no se explica por la existencia de ésta, tampocoel tabú del incesto podía quedar explicado por su supuesto papel (estruc-turalo en el origen de lo social.

2) El razonamiento estructuralista peca asimismo de un cierto hipe-rracionalismo: no se busca únicamente una explicación de los fenómenos,sino el significado de su existencia, plasmado en su carácter de manifesta-ciones de alguna ley profunda y oculta; el sentido de lo existente es así in-dependiente de los significados humanos, es suprahumano y supra-indivi-dual. De este modo se acaba muchas veces excluyendo la posibilidad delazar y la contingencia, y cayendo en lo que Elster denominó "la búsquedaobsesiva del significado": se tiende a suponer de entrada que hay un <sen-tido oculto> estrlrctural que enlaza todos los fenómenos üsibles de formacoherente, esto es, que hay una misteriosa "lógica, profunda en los fenó-menos más allá de su explicación causal. El estructuralismo, con todas suspretensiones de objetividad y cientificidad, nos acaba llevando muy cerca,

EL NEOESTRUCTURALISMO SOCIOLÓGICO 115

en el fondo, de las teodiceas y las visiones metafísicas y trascendentes de larealidad (y deahíquizásla fascinación que produce inicialmente): persigueel sueño irrealizable de una (nueva unidad" bajo la diversidad dé lo réal.

3) El estructuralismo tiende a:un determinismo mucho más radicalque el de otras escuelas sociológicas, al asumir que no son las estructurassociales, sino algo mucho más primordial, lo que determina nuestra ac-ción y nuestro propio pensamiento. De hecho, las motivaciones de los su-jetos y la racionalidad individual quedan reducidas, contra toda eviden-cia, a-_meros epifenómenos de las leyes estructurales de la mente humana;y si ello resulta totalmente contradictorio con Ia evidencia pragmática co-tidiana, el estructuralista responderá a golpe de uruptura epistemológi-ca". En este sentido, el estructuralimo no sólo suprime dogmáticamenl"al indiüduo y a la racionalidad individual como fáctor eficiénte en la his-toria: suprime también la propia historia, que acaba por ser sólo una ilu-sión diacrónica en un mundo de estructuras sincrónicas (ilusión de laque, por cierto, sólo el científico estructuralista se libra en virtud de algu-na extraña cualidad).

4) Así como laanalogíalingüística era la principal seña de identidadde la propuesta estructuralista, así también constituye uno de sus talonesde Aquiles, máxime desde el momento en que se asume sin más su extra-polación a cualquier fenómeno cultural o social. ¿puede, en efecto, toda lasociedad entenderse según el modelo del lenguaje o de un código de sig-nos? Entre otros autores, Anthony Giddens o perry Anderson han mostrá-{o que esta analogía adolece de al menos dos limitaciones decisivas, quetienen que ver con dos características del lenguaje humano que no pue-den predicarse de gran parte de los fenómenosiociales: a) su escasa movi-lidad en el tiempo (la lengua castellana no es tan diferente estructuralmen-te de la latina como la sociedad española actual de la romana clásica); b) laausencia de restricciones materiales al cambio (para cambiar las reglas deun lenguaje bastaría con una decisión convencional de sus hablantes]no asípara cambiar la estructura de una sociedad). La analogía lingüística, ade-más, udesmateñaliza" totalmente los fenómenos socialei y culturales, redu-ciéndolos a puras manifestaciones de estructuras formaies, y descartandosu especificidad histórica y sus contenidos sustantivos.

, En el fondo, por tanto, el modelo lingüístico de los estructuralistasacaba extrapolando a la realidad social unás peculiaridades que son espe-cíficas únicamente del lenguaje: esto lastraráieriamente el inlento estruc-turalista de oleero la cultura como un discurso, y producirá consecuenciasirrealistas y relativistas en el postestructuralismo.

7.2. Lrs epoRÍrs DEL posr-ESTRUCTURALTsMo y DE LA oBRA op, FoucRur_r

-Al igual que el estructuralismo clásico, también el postestructuralis-mo ha sido ya sometido a críticas devastadoras. Su inusitado prestigio ha

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f16 TEORÍA SOCIOLÓGICA MODE,RNA

decaído algo desde que Alan Sokal y Jean Bricmont publicasen Irnpostu-ras intelectuales (1998), un riguroso, divertidísimo y aniquilador ataque ala palabrería pomposa -típica de cierto ensayismo francés- y a las sobe-

ranas vaciedades de algunos pensadores postestructuralistas. Me centraréa continuación, sin embargo, en las limitaciones de la obra de Foucault,que resumen bastante bien las de toda esta corriente intelectual.

1) En primer lugar, Ia disolución foucaultiana del sujeto no resultaconsistente: ¿quién desarrolla estrategias de poder si no hay sujeto?;

¿quién es entonces el sujeto de la genealogía o de la arqueología?; ¿noóónfunde Foucault, como ha notado Giddens, una historia sírr suieto tras-

cendental con una historia sin suietos humanos conscientes, sin agentesintencionales que saben hasta cierto punto lo que hacen?; ¿no deja esto

las estrategias Lmpíricarnente constatables de individuos y grupos totaf-mente fueia de su análisis, en favor de unas misteriosas (estrategias de

poder' cuyo origen y sostén permanece siempre oscuro tras los juegosde palabras foucaultianos?' 2) Foucault nos arroja a un cierto relativismo *si no antirrealis-mo-, ante cuyos problemas lógicos y pragmáticos no siempre sabe reac-cionar de forma intellgibte. En efecto, como notó Habermas en la extensa

crírica que le dedicó en El discurso filosófico de la Modernidad (1985), hay,rna coritradicción insostenible en la obra de Foucault: la de cómo escribirIa histaria de olo otro>> de Ia raZón desde fuera de la raZón rmisma. Haber-mas concluye que Foucault cae en laautoneferencialidad propia del relati-vismo: si todos los discursos responden únicamente a estrategias de po-del entonces cabe preguntarse qué hace válido el discurso genealógico de

Foucault, y por qué debemos aceptarlo como una ciencia más convincen-te que la que trata de sustituir. Como observó Charles Tuylo.' nocionescomo verdad o libertad son consustanciales precisamente al concepto depoder. Y es que el relativismo de Foucault no es sólo epistemolégico, sinoiambién normativo, plano éste en el que sufre de similares aporías: en sucrítica del "último Foucaultrr, Thomas McCarthy mostró las contradiccio-nes de una ética del "cuidado de sí> esteticista, de-socíalizada, y ciegafrente a las cuestiones de justicia distributiva.

3) Elconcepto de poder de Foucault puede también ser cuestionado,pues ¿no es ese concepto tan indiferenciado que acaba lindando con una,raga es"ncia metafísica?; ¿tiene algo que envidiar eL npoder" foucaultianoal usujeto trascendental" kantiano?; ¿no es el reduccionismo del podertan erróneo como el económico o el normativista? A juicio de Habermas ode Giddens, hay en Foucault un concepto asociológico de poder, que se

aplica por igual a unos juegos sexuales que a la coerción de una cadena demontaie. Foucault nunca concreta una definición mínimamente sistemá-tica y consistente de lo que quiere decir con la expresión opodero. Sin em-bargo, hay un punto más problemático aún con este concepto: para Fou-cault las relaciones de poder no son subjetivas, pero sí "intencionales> ofinalistas, esto es, responden a nobjetivos> concretos; esta idea -que ha

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heredado, por ejemplo, Bourdieu en su concepto de habitus- resulta aduras penas inteligible y reproduce los peores razonamientos teleológicosdel funcionalismo clásico. Foucault, como muchos estructuralistas, buscaaquí un sentido ofi.nalidad obietiva en la realidad, no impuesta por la sub-jetividad de individuo o mente alguna, sino por una supuesta nlógica delas cosas> o por unos misteriosos "designios" sin suieto. Pero nuevarnen-te, ¿cómo puede surgir y ejercerse el poder independientemente de lasorientaciones de acción e interpretaciones de los sujetos?

4) Por último,la interpretación que hace Foucault de la moderni-dad occidental resulta parcial y sesgada. ¿No es un formalismo excesivo elacentuar las similitudes entre instituciones como la prisión, la escuela ola fábrica, obviando sus evidentes diferencias?; ¿no hay también aspectospositivos y liberadores para los sujetos en el proyecto moderno? Si Fou-cault permanece ciego ante todo esto es porque, vnavez más, es víctimade una teleología objetiva que hace aparecer a la modernidad toda cornouna vasta conspiración al servicio de la opresión de los individuos y de}control de sus cuerpos. Tal tesis no sólo es lógica y teóricarr,rente defectuo-sa (por implicar finalidades independientes de un sujeto o sujetos), sinotambién históricamente implausible: hace caso omiso de las estrategiashistóricas de individuos y grupos, y de otros aspectos de la Modernidadque han supuesto ganancias en el control de los indiüduos sobre sus pro-pias vidas, en su reflexividad y en su autonomía individual.

7.3. Les cpÍrrcns AL MARXTsMo ESTRUCTURALTsTA

Pero es sin duda el marxismo de Althusser la versión del estructura-lismo que peor ha resistido el paso del tiempo. Su crisis puede datarse yaa principios de los años 80 (coincidiendo con el suicidio de Poulantzas yla reclusión de Althusser en una clínica psiquiátrica tras haber estrangu-lado a su esposa). Sin embargo, la disolución y olvido de su escuela no seprodujo sin antes dar lugar a algunos de los debates más enconados delmarxismo del siglo xx (corno por ejemplo el que involucró al propio Alt-husser y a los historiadores marxistas británicos E. F. Thompson y perryAnderson). Lo cierto es que políticamente, su rechazo frontal del stalinis-rno (abrazando confusamente algunas difusas esperanzas del somunisrnochino) podía verse como aire fresco o novedoso sólo por quienes descono-ciesen la obra de marxistas como Gramsci o Ia Escuela de Frankfurt (y enla Francia de rnediados de los 60, valga decirlo, eran legión).

Para empezar,la interpretación que Althusser hizo de la obra deMarx

-algunos de cuyos escritos básicos confesó desconocer en su libroautobiográftco Et porvenir es largo (1992)- no se avenía con un estudioen profundidad de la misma (pues por ejemplolas Grundris.se, escritos enla época de madurez de Marx, recuperaban muchos de los ternas de losescritos de juventud; e incluso en El capital se hablaba de las experienciashumanas de alienación, privación y explotación). La concepción althusse-

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118 TEOÚA SOC]OLÓGICA MODERNA

riana del marxismo fue considerada también como demasiado cientifista,por intentar excluir cualquier componente normativo de la teoría, además deasumir una idea excesivamente objetivista de la ciencia social. El elevadogrado de abstracción de las argumentaciones de Althusser

-acusado mu-

chas veces de uteoricistau- fue también atacado, y relacionado con su olüdode la lucha de clases y de los sujetos humanos en favor del juego recíproco delas estructuras. Raymond Aron, en su aún hoy refrescante libro I-os marxis-mos imaginarios (1.969),llegó a decir que el marxismo estructuralista <noaporta nada que sea simultáneamente verdadero, original e importante".l

Lafuerza del esquema althusseriano era probablemente su debilidad:al huir de todo determinismo por lo que hace a las estructuras, el purojuego de la sustitución, transformación y recombinación arbitraria de suselementos permitía al teórico interpretar prácticamente cualquier situa-ción de acuerdo con estas categorías; dicho de otro modo, el poder infor-mativo de la teoría era muy cercano a cero, de modo que podía utilizarsefácilmente para justificar cualquier interpretación teórico-política quefuese conveniente. El problema es que el esquema de Althusser no podíaexplicar la variedad de ideas en confrontación que existen en cualquiersociedad capitalista, pues su perspectiva antihumanista se había prohibi-do a sí misma razorrar en términos de motivos, deseos o intenciones desujetos humanos, que nos llevarían a su juicio a una problemática ya (su-peradar. Como le ocurrió también a los postestructuralistas, Althusser se

enfrentó, a la postre, a la siguiente paradoja: si se suprime el sujeto y seodesestructura> a la propia estructura que supuestamente lo constituye,¿qué queda como asidero del conocimiento y qué evita caer en el relativis-mo teórico y el oportunismo práctico-político?

8. Balance final

Los estructuralistas -como los funcionalistas- intentaron elaborar

un principio sociológico que sin duda es fundamental, utilizando paraello la analogía lingüística: el de que los individuos actúan siempre dentrode determinados marcos de los que no son necesariamente conscientes yque escapan a su control voluntario (como las reglas de una lengua). Sumayor error quizás estribase en pretender que tal principio pudiese expli-car de modo universal todos los fenómenos socioculturales. Otros teóri-cos del siglo xx (como Mead, Habermas o Wittgenstein) seguirán situan-do al lenguaje en el centro de la vida social, pero sin caer en la sencillageneralización analógica que lastró la perspectiva estructuralista.

Por su parte, las aportaciones más duraderas de Foucault residen sinduda en sus estudios históricos concretos sobre instituciones como la pri-sión, el derecho penal, o los hospitales psiquiátricos, que constituyen un

1. Aron, R. (19ó9), p. 8.

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EL NEoESTRUcTURALISMo socrorócrco t19

recordatorio permanente de los peligros y tentaciones del proyecto racio-nalista moderno. Sus limitaciones teóricas, sin embargo, muestran las delpropio postestructuralismo, en su intento de seguir hacia adelante sin ha-ber tomado nota de los problemas profundos del estructuralismo: su fun-cionalismo subyacente, su búsqueda obsesiva de coherencia en lo real, suformalismo, o su exclusión del sujeto y de la racionalidad individual. Laparadoja de esta tradición es la de haber acabado produciendo su propiocontrario: de buscar fundamento para una ciencia "objetiva" del ser hu-mano, pasó a generar un pensamiento que se regocija en la ausencia defundamento alguno al que asirse. Este paso no se dio por casualidad: tie-ne que ver con una teoría defectuosa del significado por la cual se haceposible que los significantes fluyan libremente sin ninguna relación con laexperiencia práctica de los agentes en el mundo.

En cuanto al estructuralismo marxista, debido a esas y otras causas,tuvo un auge relativamente efímero, de duración casi inversamente propor-cional a su intensidad y ambición (pues se presentaba como la interpreta-ción definitiva deI marxismo, así como el estructuralismo en general habíapretendido ser la concepción definitiva de las ciencias humanas). Aun así, suinfluencia

-sobre todo en el mundo anglosajón- se dejó sentir hasta mu-

cho más tarde en campos como la teoría del Estado y de la ideología, o la so-ciología de la educación. Resulta no obstante irónico que las corrientes quedentro de la tradición crítico-marxista tomaron el relevo a la de Althusser enla escena teórica internacional ----el marxismo analítico y la teoría crítica ha-bermasiana- encarnaran a la perfección los peores demonios de éste.

Bibliografía

Existen numerosos libros introductorios al estructuralismo, la mayoría escri-tos durante los años sesenta y setenta; algunos de los más útiles en castellano sonlos de Jean Piaget, El estructuralismo (Barcelona, Orbis, 1985; original de 1968) yJean-Marie Auzias, El estructuralismo (Madrid, Alianza, 19ó9; original de 1967).Textos particularmente afortunados son los de Anthony Giddens, <El estructura-lismo, el post-estructuralismo y la producción de la culturan, en el libro compila-do por el propio Giddens y Jonathan Türner, La teoría social, hoy (Madrid, Alian-za, 1990); el de Tom Bottomore y Robert Nisbet, <Estructuralismou, en lacompilación de los mismos autores Historia del análisis sociológico (Buenos Aires,Amorrortu, 1988; original de 1978); y el primer capítulo del libro de Patrick Baert,La teoría social en el sigJo rx (Madrid, Alianza,2001; original de 1998).

Una buena edición castellana del Curso de lingüística general de Saussure esla de Alianza (Madrid, 1983).

Sobre Lévi-Strauss existe una bibliografía ingente. En cuanto a sus propios es-critos, los más accesibles quizás sean los ensayos contenidos en Antropología estruc-tural (Barcelona, Paidós , 1,987; original de L967). Otras obras (mayores> son sindl;.da Ins estructuras elementales del parentesco (1949; traducción en Paidós, 1991,),Tristes trópicos (1955; también traducido por Paidós, 1997); El pensamiento salva-ie (1962; traducción en Fondo de Cultura Económica, 1964), o el primer volumen de

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stts Mitológica.r, titulado Lo crudo y lo cocido (1964; traducción en Fondo de culturaEconómica, l9ó8). En cuanto a los estudios sobre su obra, merece mención espe-cial, por reciente, riguroso y exhaustivo, el de Luis v. Abad Márquez, In mirada áis-tante sobre lévi-Strauss (Madrid, Centro de Investigaciones Sociológicas, 1995).También resulta muy útil el de c. R. Badcock, Lévi-strauss, el estructuralismo y lateoría sociológica (México, Fondo de cultura Económica, 1979; original de 1975).

Perry Anderson lleva a cabo un excelente análisis crítico de las tesis postes-tructuralistas en Tras las huellas del materialismo histórico (Madrid, Siglo XXI,198ó; original de 1983). La devastadora crítica que Alan sokal y Jean Bricmonthacen a algunos postestructuralistas, Imposturas intelectuales, está traducida enPaidós (Barcelona, 1999).

Foucault es un autor difícil de leer: resulta conveniente echar un vistazo a al-gunos de los textos breves incluidos en sus Obras esenciales (3 volúmenes, edita-dos por Paidós en 1999); en el tercer volumen se encuentra su artículo de 1984 so-bre sí mismo, uFoucaultr. Sólo después es aconsejable adentrarse en textos comoIns palabras y las cosas (Madrid, Siglo XXI, 1986; original de 19óó) o Historia dela locura en la época clásica (México, Fondo de cultura Económica, 19ó7; originalde 1961). Sin embargo,Vigilar y castigar (Madrid, Siglo XXI, 1996; original de1975) y el primer volumen de la Historia de la sexualidad (Madrid, Siglo XXI,1995; original de I976) son menos crípticos y más interesantes para el científicosocial. Una buena y reciente introducción a Foucault es la de Julián Sauquillo,Para leer a Foucault (Madrid, Nianza,2001). Textos críticos realmente interesan-tes sobre su obra pueden hallarse en la compilación de David couzens Hoy, Fou-cault (Buenos Aires, Nueva visión, 1988). La crítica de Habermas a Foucault seencuentra en El discurso filosófico de la Modemidad (Madrid, Taurus, 1989; origi-nal de 1985), y la ha desarrollado Thomas McCarthy en un excelente artículo: <Fi-losofía y Teoría crítica en los Estados unidos: Foucault y la Escuela de Franc-fort", en la revista Isegoría, n." I (1990). La crítica de Giddens se halla en el textoya citado y en "Foucault, Nietzsche y Marxu, incluido en su política, sociología yteoría social (Barcelona, Paidós, 1997).

En su, por tantas cosas, impagable libro de 1983, Uvas amargas (traducidomediocremente por Península en 1988), Jon Elster dedica un cierto espacio ala crítica de algunos vicios estructuralistas, mencionando específicamente aFoucault.

Finalmente, Althusser no es tampoco un autor fácil: quizás un buen texto in-troductorio sea la compilación Polémica sobre marxismo y humanismo (México,siglo XXI, 19ó8), aunque si el ánimo acompaña se puede explorar In revoluciónteórica de Marx (también de Siglo xxr, lg7 4, traducóión del pour Marx de I 965) oel texto de 1970 nldeología y aparatos ideológicos de Estadoo, incluido enPosicio-nes (Barcelona, Anagrama, 1980). Su autobiografia El poruenir es largo (Barcelo-na, Destino, 1992) dajugosas claves sobre su trayectoria intelectual. La flamíge-ra crítica de Edward P. Thompson Miseria de la teoría cuenta con una buena tia-ducción en crítica (Barcelona, 1981); el mismo debate es continuado por perryAnderson en Teoría, política e historia (Madrid, Siglo XXI, 1985). Finalmente,otras dos buenas críticas del marxismo estructuralista son la de Salvador Ginery Juan salcedo, <La práctica ideológica de San Nicos poulantzas: instancias, su-pradeterminaciones y sociologíau, en José Jiménez Blanco y carlos Moya (eds.),koría sociológica contemponinea (Madrid, Tecnos, rgTB), y la del siempre sensa-to Raymond Aron, ros marxismos imaginarios: De sartre a Althusser (caracas,Monte Ávila, 19eg).