CONSTITUCIONAL II 2º cuatrimestre
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DERECHO CONSTITUCIONAL II. SEGUNDO CUATRIMESTRE.
LECCIÓN 24: LAS CORTES GENERALES II.
1. LA CREACIÓN CONVENCIONAL O PACTADA DEL DERECHO: LOS
TRATADOS INTERNACIONALES.
Se trata de una fuente del derecho en todos los Estados,
resultado de un pacto entre dos o más Estados soberanos, que
viene a añadirse al derecho no convencional producido
exclusivamente por los órganos del Estado. La Constitución prevé
dos tipos de Tratados internacionales.
A) LOS TRATADOS DEL ART. 93 C.E.
Los Tratados previstos en el art. 93 CE son diferentes de los
tradicionales. Con ellos se trata de transferir a una instancia
supranacional la competencia para producir derecho, derecho que
a continuación sin ninguna mediación estatal ulterior va a tener
vigencia como derecho interno. Los Tratados del art. 93 CE
tienen una función de habilitación para la producción de
derecho.
Este artículo de la CE es el que ha servido de fundamento a
las diferentes leyes orgánicas. A través de dichas leyes
orgánicas las cortes generales han autorizado la incorporación
de un volumen muy importante de Derecho comunitario al derecho
interno y han dado su autorización a que se pueda crear un
Derecho interno directamente por instituciones supra estatales.
El Reglamento, la Directiva, la Decisión, los Acuerdos
internacionales de la Comunidad, los Principios Generales del
Derecho comunitario y la STC del tribunal de justicia de la
Comunidad, cada uno en su ámbito de competencia y con su manera
de operar específica, se han convertido en fuentes del
ordenamiento interno.
Aunque el procedimiento del art. 93 estaba previsto para
facilitar la incorporación de España a las Comunidades europeas,
ello no impide que pueda ser utilizado también para autorizar la
celebración de tratados a través de los cuales se atribuyan
competencias derivadas de la Constitución a otras organizaciones
o instituciones internacionales.
B) LOS TRATADOS INTERNACIONALES DEL ART. 94 CE.
Los tratados internacionales que responden a la idea
tradicional son los contemplados en el art. 94 CE. Con ellos se
pretende incorporar al ordenamiento interno una norma que ha
sido pactada por el Estado español con otro u otros Estados o
con alguna organización internacional.
En el art. 94 se distinguen dos tipos de Tratados, distinción
material que comporta una diferenciación formal. En el art. 94.1
CE se exige la autorización previa de las Cortes generales para
los Tratados de carácter político o militar, para los que
afectan a la integridad territorial del Estado o a los derechos
y deberes fundamentales reconocidos en el Título I, para los que
impliquen obligaciones financieras para la Hacienda pública y
para aquellos que supongan la modificación o derogación de
alguna ley o exijan medidas legislativas para su ejecución.
Para los demás tratados la CE se limita a afirmar que la
competencia para celebrarlos corresponde al Gobierno que
informará inmediatamente de la conclusión de los mismos al
Congreso y al Senado.
Las normas del Tratado se convierten de manera automática en
normas internas. Una vez incorporados al ordenamiento interno,
sus disposiciones sólo podrán ser derogadas, modificadas o
suspendidas en la forma prevista en los propios tratados o de
acuerdo con las normas generales del Derecho internacional.
C) CONTROL PREVIO DE CONSTITUCIONALIDAD:
Los Tratados internacionales con fuerza de ley pueden ser
residenciados ante el TC tanto por la vía del Recurso de
Inconstitucionalidad como para la de la Cuestión de
Inconstitucionalidad.
La Constitución en su art. 95 prevé una especie de control
previo de constitucionalidad de los Tratados internacionales en
los términos siguientes: la celebración de un Tratado
internacional que contenga estipulaciones contrarias a la
Constitución exigirá la previa revisión constitucional. El
gobierno o cualquiera de las Cámaras puede requerir al Tribunal
Constitucional para que declare si existe o no esa
contradicción.
Lo que se pide del TC es que indique qué pasos tienen que dar
las Cortes Generales para que el Tratado pueda incorporarse
válidamente al ordenamiento español: bien con reforma previa,
bien sin necesidad de ella.
La decisión del TC adopta en estos casos la forma de
Declaración, pero eso no quiere decir que no sea vinculante.
2. LA POTESTAD PRESUPUESTARIA.
El Estado económicamente hablando es el Gobierno. El Gobierno
absorbe el 99 por 100 de los recursos que se detraen de la
sociedad para la financiación del Estado.
Justamente por eso, es por lo que resulta imprescindible que
las Cortes Generales sean las que decidan, cómo se crean los
recursos con los que se va a financiar al Estado y aprueben
cuántos recursos la sociedad decide poner a disposición del
Estado, para que cumpla con las funciones que tiene
constitucionalmente encomendadas.
Y tiene que estarlo anualmente. Esta es la razón por la que
la lucha por la afirmación del principio de anualidad
presupuestaria ha sido una de las claves de la afirmación del
Estado constitucional. Fue la Constitución de 1812 la que
introdujo por primera vez en España y en el continente europeo
el principio de anualidad presupuestaria.
En los arts. 133 a 136 CE se contempla el momento de la
obtención de fondos por el Estado en el que entra en juego la
potestad de recaudar tributos y la facultad para conseguir
dinero a crédito , que precisan la previa autorización de las
Cortes generales. El segundo momento es la determinación de la
cuantía y destino que se va a dar. Para esto también es
necesaria la intervención de las Cortes generales mediante la
aprobación de los Presupuestos Generales del Estado de cada año.
Por último, puesto que los presupuestos son sólo una previsión
de ingresos y gastos, es preciso controlar si los presupuestos
se han cumplido efectivamente. Las cortes generales se sirven de
un órgano auxiliar, el Tribunal de cuentas.
A) CREACIÓN DE TRIBUTOS: RESERVA DE LEY:
Del art. 133 CE sólo nos interesa la reserva de ley, esto es,
el hecho de que la potestad originaria para establecer los
tributos corresponde exclusivamente al Estado, mediante ley.
Mediante ley distinta de la ley de presupuestos generales del
Estado.
Dado que los ingresos obtenidos a través de los tributos no
son suficientes para atender los gastos del Estado, es cada vez
más necesario complementar los ingresos tributarios con el
endeudamiento del Estado. Este modo de obtener recursos está
previsto en la Constitución, que exige la autorización de las
Cortes Generales mediante ley de toda emisión de deuda pública.
B) LA APROBACIÓN DE LOS PRESUPUESTOS:
Lo que caracteriza la regulación constitucional de la
potestad presupuestaria es el relativo debilitamiento de los
órganos legislativos en la tramitación de la Ley de presupuestos
y el correspondiente fortalecimiento del Gobierno. Al menos
desde una doble perspectiva fortalece la Constitución la
posición del Gobierno en la tramitación de los presupuestos:
- le concede en exclusiva la iniciativa legislativa ya que
le corresponde al Gobierno la elaboración de los
presupuestos generales del Estado y a las cortes
generales su examen, enmienda y aprobación. Tal
iniciativa tiene que ser ejercida como mínimos tres meses
antes de que termine el año y si no se hubieran aprobado
los Presupuestos antes del primer día del ejercicio
económico correspondiente, quedarán automáticamente
prorrogados los del año anterior.
- Limita la capacidad de presentación de enmiendas por
parte de los parlamentarios, ya que toda proposición o
enmienda que suponga aumento de los créditos o
disminución de los ingresos presupuestarios requerirá la
conformidad del gobierno para su tramitación.
La finalidad de todas estas disposiciones es la misma: las
cuentas tienen que cuadrar y el Parlamento debe ejercer un
control y decidir la aprobación de los Presupuestos, pero el
debate presupuestario no debe servir para hacer propuestas de
tipo demagógico que fuercen al Gobierno y la mayoría
parlamentaria a estar constantemente a la defensiva.
Un fenómeno singular es que la Ley de Presupuestos contiene
un grupo cada vez más numeroso de normas que muy poco tienen que
ver con los Presupuestos generales del Estado y sí con la
actividad económica del Estado en general.
La ley de presupuestos debe contener la totalidad de la
previsión de ingresos y la autorización de gastos del sector
público y no son posibles leyes de presupuestos parciales ni la
regulación mediante ley ordinaria de una parte de las
previsiones de ingresos y las autorizaciones de gastos.
C) CONTROL DE LA EJECUCIÓN DE LOS PRESUPUESTOS:
La CE en su art. 136 prevé la constitución de un órgano
auxiliar de las Cortes Generales para la fiscalización por parte
de éstas de la ejecución de los Presupuestos por parte del
Gobierno. Dicho órgano auxiliar es el Tribunal de Cuentas,
supremo órgano fiscalizador de las cuentas y de la gestión
económica del Estado. El tribunal de cuentas depende de las
cortes generales. El tribunal de cuentas ha de remitir a las
Cortes un informe anual público estatal y en el que comunicará
las infracciones o responsabilidades en que, a su juicio, se
hubiere incurrido.
3. EL CONTROL DE LA ACCIÓN DEL GOBIERNO.
La tercera de las funciones que la CE asigna a las CG es la
de controlar la acción del gobierno, que viene regulada en la
Constitución en el Título V: de las relaciones entre el Gobierno
y las cortes generales.
En este título de la CE incluye la regulación de cómo debe
reaccionar el Estado cuando se ha producido una ruptura
importante o muy importante de la normalidad. El art. 116
contempla la vida en la anormalidad.
En el resto del Título se contemplan las relaciones entre el
Gobierno y el Parlamento desde una doble perspectiva: desde la
perspectiva de la exigencia de responsabilidad política y desde
la perspectiva del control de la acción de gobierno.
Desde la primera se contemplan todos los mecanismos típicos
del Régimen parlamentario. En dicha exigencia de responsabilidad
política sólo interviene el Congreso de los diputados: tanto la
investidura, como la moción de censura y la cuestión de
confianza tiene lugar únicamente en el Congreso de los
Diputados.
El gobierno tiene que tener legitimidad de origen y
legitimidad de ejercicio. Las instituciones anteriores son
instituciones que constituyen las premisas indispensables de la
democracia parlamentaria. Justamente por eso no pueden operar en
la vida diaria y no pueden entenderse como instrumentos de
control de la acción del gobierno.
También es evidente que los mecanismos a través de los cuales
se expresa la confianza/desconfianza no pueden ser puestos en
práctica más que de manera muy excepcional. El Parlamento es un
órgano constitucional muy numeroso, que representa a los
ciudadanos pero que, por su propia constitución y modo de
funcionar no puede ser el instrumento de dirección política
ordinaria de la sociedad, teniendo que confiar esta tarea a un
Presidente del Gobierno y a un Gobierno designado por éste que
sí actúa de manera continua, utilizando una enorme cantidad de
recursos a través de la aprobación de los presupuestos generales
del Estado. De ahí la necesidad de que el Parlamento controle la
acción del gobierno y que la controle de manera continua.
Por eso, los mecanismos de control tienen que ser ágiles, que
permitan al Parlamento dar respuesta a la acción de gobierno. El
control parlamentario es una operación que se desarrolla
básicamente entre el Gobierno y la oposición.
A) LAS PREGUNTAS:
Están previstas en el art. 111 CE, que exige además que los
Reglamentos parlamentarios reserven un tiempo mínimo semanal
para las mismas. Las preguntas pueden consistir en una solicitud
de información o en la petición de que se aclare algún aspecto
concerniente al funcionamiento de la Administración pública, si
bien el Reglamento del congreso impone a la Mesa que no admita
las preguntas que sean del exclusivo interés personal de quien
la formula o de una persona singularizada, así como aquellas que
supongan una consulta estrictamente jurídica.
Cabe distinguir entre preguntas orales y escritas,
dependiendo de la forma en que se conteste. El Reglamento
establece la presunción de que la contestación será por escrito,
a menos que se indique lo contrario; y en el caso de que se
solicite la respuesta oral, se presume que ésta no tendrá lugar
en el Pleno, sino en la Comisión correspondiente.
Las preguntas con contestación oral en el Pleno son las más
importantes, en la medida en que son las que pueden dar lugar a
un debate parlamentario. Los tiempos de intervención están muy
limitados, dos minutos y medio por interviniente. La
flexibilidad temporal para su presentación es muy grande, de tal
manera que pueden presentar hasta el viernes anterior al Pleno,
pudiendo incluso, presentarse el lunes para que sean debatidas
el miércoles.
B) LAS INTERPELACIONES:
La interpelación puede dar lugar con posterioridad a una
moción. En realidad las interpelaciones no son sino preguntas
con dos características:
- que el objeto específico de la pregunta versará sobre los
motivos o propósitos de la conducta del ejecutivo en
cuestiones de política general, bien del Gobierno o de
algún departamento ministerial.
- Que estas interpelaciones pueden ser elevadas a mociones,
cuando el Grupo parlamentario interpelante quiera abrir
un debate sobre la cuestión a la que se refiere la
interpelación. Se trata de hacer participar en la
discusión a los restantes grupos parlamentarios.
Pueden formular interpelaciones diputados individualmente y
grupos parlamentarios y pueden estar dirigidas al Gobierno en
general o a uno de sus miembros.
El tiempo es igual que el régimen de las preguntas, es decir,
dos horas por semana, que en la práctica suele ser una tarde
entera.
En cuanto a los requisitos de forma son iguales que en las
preguntas, es decir, también se presentan por escrito ante la
Mesa del congreso que decide la admisión o rechazo y su
inclusión en el orden del día.
C) PROPOSICIONES NO DE LEY:
De índole semejante a las mociones son las proposiciones no
de ley, no contempladas en la CE pero sí en el reglamento del
congreso. Tienen un contenido positivo o constructivo. Sería una
función de orientación de la acción de gobierno, más que un
mecanismo de control en sentido estricto.
Las proposiciones no de ley son parecidas a las mociones en que
pueden derivar las interpelaciones, pero tienen un sentido más
constructivo. La iniciativa corresponde a los grupos
parlamentarios.
Se parece en cierto modo el objeto a las mociones porque
contienen una propuesta de resolución de la cámara donde se
intenta definir una pauta del gobierno en una determinada
materia. Serán la herramienta que de forma habitual utilice el
grupo parlamentario que sostiene el Gobierno. Las proposiciones
no de ley evitan el tono negativo de las preguntas e
interpelaciones.
En cuanto a los requisitos de forma impera la forma escrita
al igual que las preguntas y las interpelaciones. Y por todo lo
demás igual. La tramitación se realiza tanto en plenos como en
comisiones según haya formulado esta proposición no de ley el
grupo.
D) SOLICITUD DE INFORMACIÓN Y DE PRESENCIA DE LOS MIEMBROS
DEL GOBIERNO:
Los arts. 109 y 110 facultan genéricamente a las Cámaras para
que puedan recabar información del Gobierno así como para
reclamar la presencia de los miembros del Gobierno.
Se trata de instrumentos de información. Las sesiones
informativas se suelen transformar en debates parlamentarios.
El primer artículo establece la posibilidad de que las Cortes
puedan solicitar al Gobierno información de diferente índole. En
la práctica lo que ocurre es que una sesión informativa del
gobierno es un miembro del gobierno correspondiente quien acude
al Congreso y da esa información pero acaba convirtiéndose en un
debate parlamentario.
El segundo de los artículos nos comenta que no sólo puede
reclamara la presencia de miembros del congreso las cámaras,
sino que también miembros del Congreso pueden solicitar
comparecer. Si este instrumento estuviese sólo en manos del
Congreso pues le daría un instrumento a la oposición para
utilizarlo siempre en un sentido de acusación.
La comparecencia del Gobierno da más juego político. La
solicitud de comparecencia e iniciativa de las Cámaras o bien la
propia iniciativa del gobierno se da en pleno o en las
comisiones.
El objeto en principio se da en sesión de tipo informativo
de ámbito amplio o específico. En el caso de la comparecencia de
miembros del Gobierno no existe después votación alguna. El caso
más paradigmático de supuestos de comparecencia es el debate
sobre el Estado de la nación.
E) COMISIONES DE INVESTIGACIÓN:
Están previstas en el art. 76 CE. Tales comisiones son o
pueden ser un instrumento de extraordinaria importancia para el
control de la acción de gobierno. El Reglamento del congreso de
los diputados las ha desarrollado de una manera restrictiva,
haciendo depender la constitución de las mismas de la mayoría de
la Cámara.
Para la constitución de una Comisión de investigación el
Reglamento del congreso exige la iniciativa del gobierno, de la
mesa, de dos grupos parlamentarios o de la quinta parte de los
miembros de la Cámara, debiendo ser aprobada dicha iniciativa
por el pleno de la misma.
Lo que hace el trabajo de estas comisiones relevante es el
hecho de que pueden requerir que comparezca ante ellas cualquier
ciudadano o cualquier cargo público o funcionario.
Las conclusiones de la investigación tendrán que plasmarse en
un dictamen que tendrá que ser debatido y aprobado o no por el
pleno de la cámara. Si se aprueba, se publicará en el Boletín
oficial de las Cortes generales y se dará traslado del mismo al
Gobierno.
Tales conclusiones no serán vinculantes para los Tribunales. Los
efectos inmediatos de las Comisiones de investigación son
políticos.
LECCIÓN 25: EL GOBIERNO.
1. LA POSICIÓN DEL GOBIERNO EN EL ESTADO CONSTITUCIONAL.
La distancia entre la importancia del Gobierno como órgano
del Estado y lo que la Constitución dice de él es tan enorme
que su exposición no puede no dejar una inmensa sensación de
vacío.
Estamos ante una institución decisiva sobre la que la
Constitución no dice casi nada. Por lo general, la Constitución
sólo sabe decir del Gobierno que existe y cuáles son sus
relaciones con el Parlamento.
Montesquieu hacía una referencia al aspecto estático y
dinámico de las formas políticas, a la diferencia que existe
entre la anatomía y la fisiología de las mismas, pero, sobre
todo, estaba poniendo el acento en lo que diferenciaba a la
Monarquía Absoluta del Estado constitucional.
Como ya se sabe, lo que caracterizaba a la Monarquía Absoluta
eran los poderes intermedios, subordinados y dependientes. La
monarquía absoluta tomaba como punto de partida la desigualad de
iure, enumerando y consolidando mediante su fijación formal las
diversas formas de manifestación de dicha desigualdad, los
diversos privilegios.
El poder político pre estatal es casi exclusivamente
naturaleza, no tiene apenas principio. El Estado, por el
contrario, es una forma política que supone la negación de todos
los privilegios y que se basa en la afirmación del principio de
igualdad como premisa de toda la organización social y política.
Por eso todas las obras de teoría política cuyo objeto es el
Estado dejan de ser descriptiva de la naturaleza para
convertirse en inquisidora del principio de la nueva forma de
organización del poder.
Frente a la complejidad y el desorden institucional del A.
Régimen la Constitución del Estado es un documento simple y
breve en el que lo fundamental de la misma se reduce a la
determinación de los órganos y de los procedimientos a través de
los cuales se va a expresar políticamente la sociedad.
Alguna tiene que tener. Consiste en la subordinación del
poder del Estado a formas jurídicas, en el control del Estado
por el Derecho, en lo que se ha venido a definir como Estado de
Derecho. La esencia de dicho Estado es el principio democrático
en la aprobación de la ley y en la formación del gobierno y el
control de todas las manifestaciones del poder por los
tribunales de justicia. La poca naturaleza que tiene el Estado
reside en los poderes legislativo y judicial.
Con el gobierno no es posible. El gobierno es el poder en el
que mejor se expresa la naturaleza principal del Estado. La
Constitución, al referirse al Gobierno sólo puede hacer dos
cosas: afirmar políticamente su presencia y debilitar
jurídicamente su posición. Es necesario un Gobierno con energía,
porque políticamente es un poder muy fuerte por el simple hecho
de existir y por los recursos que la sociedad pone a su
disposición, es por lo que jurídicamente hay que debilitarlo al
máximo, haciéndolo depender del poder legislativo y
controlándolo por el propio poder legislativo y sobre todo, por
el poder judicial.
2. EL GOBIERNO: EL ÓRGANO.
A. LA DEFINICIÓN CONSTITUCIONAL: EL GOBIERNO DE LA NACIÓN:
Al estudiar la Jefatura del Estado vimos que la CE es
tradicional e innovadora. En lo que al Gobierno se refiere, la
CE va a ser exclusivamente innovadora, sin respetar en lo más
mínimo la tradición.
La regulación del Gobierno es una consecuencia inmediata de
la regulación que se hace del Rey como órgano pero no como poder
del Estado. Esta es la razón por la que el constituyente de 1978
va a modificar de la manera más radical la regulación del
Gobierno respecto de lo que había sido la tradición española en
la materia.
Del Gobierno en el constitucionalismo monárquico se
diferencia por todo. Antes la figura del Rey era predominante,
por lo tanto el Gobierno y la Jefatura del Estado residían en
una misma persona. Del Gobierno en la Constitución de 1931 se
diferencia también porque se consagra un régimen diferente
propio y característico de los sistemas republicanos. Existe un
régimen dualista puro en el que el Gobierno no es exclusivo
titular del poder ejecutivo (Jefatura Estado en presidente
República y Gobierno que comporta un poder compuesto por el
presidente y los ministros).
El constituyente de 1978, por el contrario, va a configurar
al Gobierno como el titular único del poder ejecutivo del
Estado. Aunque formalmente el poder ejecutivo español es un
ejecutivo dualista, políticamente es un ejecutivo monista. El
Jefe del Estado no es un poder.
El Gobierno de la Constitución de 1978 ni es el Gobierno del
Rey del constitucionalismo monárquico español ni es el Gobierno
de nuestra experiencia republicana designado libremente por un
Presidente de la república que es el Jefe del Estado y
personifica a la Nación, sino que es directamente y de manera
exclusiva y excluyente el Gobierno de la Nación. Por eso tiene
que ser elegido siempre tras la celebración de unas elecciones
generales y tiene que ser elegido por el representante de la
soberanía nacional que reside en el pueblo español por el
Congreso de los Diputados.
Por primera vez en nuestra historia constitucional el órgano
del Estado Gobierno es constitucionalmente el Gobierno de la
Nación. Esta es la gran novedad de la Constitución de 1978 en la
ordenación del poder ejecutivo del Estado.
B. COMPOSICIÓN Y ESTRUCTURA DEL ÓRGANO.
a. el presidente del Gobierno.
La primera y más importante consecuencia de la definición del
poder ejecutivo por el constituyente de 1978 es el lugar que se
le asigna en la economía constitucional al Presidente del
Gobierno.
Para el constitucionalismo monárquico la figura del
Presidente del gobierno era jurídicamente impensable. El titular
del poder ejecutivo es el Rey y los Ministros son sus Ministros.
De la Constitución republicana se diferencia también porque
aunque ésta sí reconoce expresamente la figura del presidente
del Gobierno no convierte a dicha figura en el elemento central
del poder ejecutivo del Estado.
La Constitución de 1978 no sólo lo va a contemplar sino que
además va a reforzar la institución hasta el punto de
convertirla en el elemento decisivo tanto en la titularidad como
en el ejercicio del poder ejecutivo del Estado.
La Constitución parece partir de que el Gobierno es un órgano
colegiado de dirección política del país que tiene un
Presidente. Así el Título IV dedicado al Gobierno comienza con
un art., el 97 en el que se definen genéricamente las funciones
del Gobierno, para pasar inmediatamente en el 98.1 a decir que
el gobierno se compone del Presidente, de los Vicepresidentes en
su caso, de los Ministros y de los demás miembros que la ley
establezca. Además el Presidente dirige la acción del Gobierno y
coordina las funciones de los demás miembros del mismo.
La preeminencia del órgano unipersonal Presidente del
gobierno sobre el órgano colegiado Gobierno resulta abrumadora.
El Gobierno es el Presidente del gobierno, siendo los ministros
simples colaboradores del presidente en la dirección del país.
Esa preeminencia del presidente del gobierno se expresa en
múltiples arts. de la CE. Únicamente el presidente del gobierno
es investido parlamentariamente. Los ministros son nombrados
posteriormente por el presidente con total libertad, a fin de
que colaboren con él en la ejecución de dicho programa
presidencial de gobierno, que es el que ha obtenido la confianza
de la cámara. Este esquema se reproduce en el art. 113 CE al
regularse la Moción de censura constructiva.
En la CE de 1978 no hay más gobierno que el gobierno del
presidente del gobierno y en consecuencia, no hay otra forma de
exigir responsabilidad política que la de exigírsela al
Presidente del Gobierno y además, a través de la designación por
el Congreso de los Diputados de otro presidente del gobierno.
Desde la perspectiva de la responsabilidad parlamentaria no
existe nada más que el Presidente del gobierno.
Tal posición de preeminencia se ve reforzada en otros varios
arts. de la CE. Así en la relación con el cuerpo electoral es al
presidente a quien se atribuye la facultad de convocar el
referéndum, en relación con la Jefatura del Estado es también al
presidente a quien se atribuyen las facultades previstas, en
relación con el Congreso de los diputados es al presidente a
quien se atribuye la facultad de plantear la cuestión de
confianza y a quien se confía bajo su exclusiva responsabilidad
la facultad de disolver las Cámaras. Por último, en relación con
el TC es al Presidente del gobierno a quien se legitima para
interponer el Recurso de inconstitucionalidad.
Políticamente esa preeminencia procede de las condiciones en
que se desarrolla la confrontación política en las democracias
parlamentarias. La CE ha venido a traducir normativamente lo que
era una práctica política que se había venido imponiendo en los
últimos decenios en la vida de las democracias parlamentarias.
Así ha venido a reconocerlo la ley 50/1997 de 27 de noviembre
del Gobierno que dice que se destaca la importancia del
presidente dado que del mismo depende la existencia misma del
Gobierno.
Las funciones del presidente del gobierno figuran casi todas
en el propio texto constitucional. La ley 50/1997 dice que
corresponde al presidente del gobierno las siguientes funciones:
- representar al gobierno.
- Establecer el programa político de gobierno y determinar
las directrices de la política interior y exterior y
velar por su cumplimiento.
- Proponer al Rey.
- Plantear ante el Congreso de los diputados, previa
deliberación del consejo de ministros, la cuestión de
confianza.
- Proponer al rey la convocatoria de un referéndum
consultivo, previa autorización del congreso de los
diputados.
- Dirigir la política de defensa y ejercer respecto de las
Fuerzas Armadas las funciones previstas en la legislación
reguladora de la Defensa Nacional y de la organización
militar.
- Convocar, presidir y fijar el orden del día de las
reuniones del consejo de ministros.
- Refrendar los actos del Rey y someterle para su sanción,
las leyes y demás normas con rango de ley.
- Interponer el recurso de inconstitucionalidad.
- Crear, modificar y suprimir, por Real Decreto, los
departamentos ministeriales, así como las Secretarías de
Estado.
- Proponer al rey el nombramiento y separación de los
vicepresidentes y de los ministros.
- Resolver los conflictos de atribuciones que puedan surgir
entre los diferentes ministerios.
- Impartir instrucciones que puedan surgir entre los
diferentes ministerios.
- Ejercer cuantas otras atribuciones le confieran la
Constitución y las leyes.
b. el o los vicepresidentes y los ministros:
La CE no exige la presencia en el gobierno de uno o más
vicepresidentes, sino que admite la posibilidad de que los haya.
Lo que sí exige la CE es que haya Ministros. No dice cuántos ni
cuáles han de ser los departamentos ministeriales.
Posteriormente se ha procedido a la fijación del número y
competencias de los Ministerios mediante Real Decreto. El o los
vicepresidentes es una figura jurídicamente imprecisa, que no se
sabe qué papel desempeña en el Gobierno. En este terreno es la
práctica política y no la norma jurídica lo decisivo.
Esta indefinición constitucional de la figura del
Vicepresidente queda reflejada en la ley 50/1997 que se limita a
disponer lo siguiente: al vicepresidente o vicepresidentes,
cuando existan, les corresponderá el ejercicio de las funciones
que le encomiende el Presidente. El vicepresidente que asuma la
titularidad de un departamento ministerial ostentará, además, la
condición de ministro.
La única función que la ley le atribuye de manera expresa es
la suplencia del presidente en los casos de vacante, ausencia o
enfermedad. Más precisa, jurídicamente hablando, es la posición
de los Ministros, que sí tienen que formar parte necesariamente
del gobierno. La propia CE los configura como las cabezas de los
diferentes departamentos ministeriales que actúan con
competencia y responsabilidad directa en su gestión.
Hay una vinculación entre la figura del Ministro y el
departamento específico. Tal vinculación, sin embargo, no es
absoluta, ya que la ley 50/1997 contempla la posibilidad de que
existan ministros que no son titulares de ningún departamento a
los que se les atribuirá la responsabilidad de determinadas
funciones gubernamentales.
Los ministros son simultáneamente titulares de un
departamento ministerial y miembros de un órgano colegiado, del
gobierno. Tienen que desempeñar al mismo tiempo una tarea
político-administrativa y una tarea exclusivamente política. Los
ministros se convierten de esta manera en el punto de conexión
entre la dirección política general del país y la aplicación
diaria de dicha política a través de la acción administrativa.
Esta doble posición ha sido reconocida en la ley 50/1997 al
establecer las funciones que son:
- desarrollar la acción del gobierno en el ámbito de su
departamento, de conformidad con los acuerdos adoptados
en Consejo de ministros o con las directrices del
presidente del gobierno.
- Ejercer la potestad reglamentaria en las materias propias
de su departamento.
- Ejercer cuantas otras competencias les atribuyen las
leyes, las normas de organización y funcionamiento del
gobierno y cualesquiera otras disposiciones.
- Refrendar, en su caso, los actos del Rey en materia de su
competencia.
Todos son nombrados y cesados por el rey a propuesta del
presidente del gobierno. La Constitución no exige ningún
requisito para acceder a la condición de miembro del gobierno.
Tampoco lo hace la ley 50/1997 que se limita a establecer que
para ser miembro del gobierno se requiere ser español, mayor de
edad, disfrutar de los derechos de sufragio activo y pasivo, así
como no estar inhabilitado para ejercer empleo o cargo público
por sentencia judicial firme.
La CE en el art. 98.3 fija el régimen mínimo de
incompatibilidades para los miembros del Gobierno en los
términos siguientes: los miembros del gobierno no podrán ejercer
otras funciones representativas que las propias del mandato
parlamentario, ni cualquier otra función pública que no derive
de su cargo ni actividad profesional o mercantil alguna.
c. el órgano colegiado: el Consejo de Ministros:
Es el órgano más importante tanto en la titularidad como en
el ejercicio del poder ejecutivo en la CE. Una idea de la
importancia del órgano nos la dan las referencias constantes de
la CE en la parte orgánica de la misma ya que las referencias al
gobierno son permanentes.
El Gobierno ocupa un lugar de primer orden en la economía de
nuestro ordenamiento constitucional tanto política como
jurídicamente. Políticamente porque el Consejo de Ministros
cumple dos tareas de suma importancia: ser el máximo órgano
colegiado de elaboración política del que dispone el Presidente
del Gobierno para la dirección del país y la ejecución de su
programa y ser el órgano en el cual cada ministro como jefe de
su departamento tiene que dar razón de las decisiones políticas
de mayor trascendencia en el ámbito de su competencia,
justificando ante el colegio no sólo la bondad de las mismas
sino también su coherencia con el programa general de gobierno.
Institucionalmente es el punto de confluencia de la idea de
dirección política general del presidente del gobierno con la
ejecución de la misma por los diferentes departamentos
ministeriales.
Jurídicamente, ya que las competencias que la CE atribuye al
gobierno tiene que ser ejercidas a través de acuerdos del
consejo de ministros. Al consejo de ministros, como órgano
colegiado del gobierno le corresponde:
- aprobar los proyectos de ley y su remisión al congreso de
los diputados.
- Aprobar el proyecto de ley de los presupuestos generales
del Estado.
- Aprobar los reales decretos ley y los reales decretos
legislativos.
- Acordar la negociación y firma de tratados
internacionales, así como su aplicación provisional.
- Remitir los tratados internacionales a las cortes
generales.
- Declarar los estados de alarma y de excepción y proponer
al congreso la declaración del estado de sitio.
- Disponer la emisión de deuda pública o contraer crédito,
cuando haya sido autorizada por una ley.
- Aprobar los reglamentos para el desarrollo y la ejecución
de las leyes.
- Crear, modificar y suprimir los órganos directivos de los
departamentos ministeriales.
- Adoptar programas, planes y directrices vinculantes para
todos los órganos de la administración general del
estado.
- Ejercer cuantas otras atribuciones le confieran la CE,
las leyes y cualquier otra disposición.
La CE impone la intervención del Consejo de Ministros en el
ejercicio de competencias individualmente atribuidas al
Presidente del gobierno, como son la convocatoria del referéndum
consultivo, la prestación de la cuestión de confianza y la
disolución de las cámaras.
Respecto de las reglas de funcionamiento del Congreso de
Ministros la Constitución no dice prácticamente nada. La ley
50/1997 regula lo siguiente:
- Convocatoria y presidencia. El presidente del gobierno
convoca y preside las reuniones del consejo de ministros,
actuando como secretario el ministro de la presidencia.
- Las reuniones del consejo de ministros podrán tener
carácter decisorio o deliberante.
- El orden del día se fijará por el presidente.
- De las sesiones del consejo de ministros se levantará
acta en la que figurarán las circunstancias relativas al
tiempo y lugar de su celebración, la relación de
asistentes, los acuerdos adoptados y los informes
presentados.
Las deliberaciones del consejo de ministros serán secretas.
3. LAS DELIBERACIONES GUBERNAMENTALES.
La Ce define las funciones del Gobierno en el art. 97 en los
términos siguientes: el Gobierno dirige la política interior y
exterior, la administración civil y militar y la defensa del
Estado. Ejerce la función ejecutiva y la potestad reglamentaria
de acuerdo con la Ce y las leyes.
Además de estas funciones gubernamentales la CE y la ley
50/1997 atribuyen al Presidente del gobierno, a los ministros y
al gobierno una gran cantidad de competencias específicas.
Existe una conexión entre unas y otras. Las competencias que
la CE atribuye al Gobierno suelen ser instrumentales. El
gobierno tiene que disponer por tanto, del instrumento que le
permita tener una política legislativa. De lo contrario no puede
cumplir su función de dirección política.
Pero sería un error reducir gubernamentalmente al estudio de
las manifestaciones concretas de dichas funciones
gubernamentales en la forma de competencias a favor del Gobierno
a lo largo de todo el texto constitucional.
Vamos a prescindir por lo tanto, de las competencias
gubernamentales para centrarnos en el estudio de las funciones
gubernamentales. El art. 97 refleja dos funciones diferenciadas:
1 dirección política y 2 ejecución de la ley. Todo lo demás no
es más que especificación de esas dos grandes funciones
gubernamentales.
A. DIRECCIÓN POLÍTICA.
Se trata de la fórmula en que mejor se expresa la naturaleza
principal del Gobierno en cuanto órgano constitucional de una
forma política de naturaleza asimismo principal como es el
Estado.
Nos encontramos antes la única ocasión en que la CE utiliza
el término política para definir una función de un órgano del
Estado. Y en la que utiliza el término en su sentido preciso,
esto es, referido a una actividad controlable a posteriori.
El término política afecta a la función gubernamental de
dirección de manera muy distinta a como afecta a las funciones
parlamentarias. La Constitución no define el contenido de los
actos del legislador, que goza de un margen de libertad para la
fijación del mismo muy amplio. Pero la CE sí circunscribe actuar
de manera precisa la forma en que el Parlamento tiene que actuar
para que su manifestación de voluntad sea válida y atribuye
además a otro órgano constitucional la interpretación de su
manifestación de voluntad y su traducción en actos ejecutivos de
la misma.
Por el contrario, cuando la CE dice que el Gobierno dirige la
política está definiendo la función gubernamental como una
función política con todas sus consecuencias, esto es, no
circunscribible jurídicamente a priori con un mínimo de
precisión. Justamente por eso es por lo que la CE debilita mucho
la posición jurídica del Gobierno de salida. El Gobierno es un
poder esencialmente político, enormemente resistente a la
juridificación y por eso es por lo que hay que limitarlo
jurídicamente al máximo a posteriori. Su posición política es
muy fuerte y por eso su posición jurídica tiene que ser muy
débil tanto respecto del parlamento como respecto del poder
judicial.
Fortalecimiento político y debilitamiento jurídico. Esta es
la definición constitucional del Gobierno. El Estado es
básicamente el Gobierno. Ahora bien, ¿en qué consiste la
dirección política? No puede ser definida jurídicamente, pero
además de esta caracterización en negativo, habrá que explicar
en positivo qué es lo que ha querido decir el constituyente al
redactar el art. 97 Ce en los términos en que lo ha hecho.
Si se reflexiona sobre las palabras empleadas son dos tipos
de función directiva claramente diferenciados los que se
contemplan en el art. 97 CE. En primer lugar se contempla la
dirección política de la sociedad y en segundo la dirección del
aparato del Estado. Esta función gubernamental no se entiende,
porque lo específico de ella es ser dirección de la sociedad. La
sociedad necesita escindirse en sociedad civil y sociedad
política a fin de poder dirigirse.
Quiere decirse que, el Estado no tiene sentido más que como
instrumento de dirección de la sociedad. Es lo que representa el
Estado y dentro del Estado lo que personifica el Gobierno. Por
eso, en el lenguaje de todos los días se hace responsable al
Gobierno de la marcha del país y no del aparato del Estado. Uno
de los criterios del éxito o el fracaso de un Gobierno es el
aumento o descenso del empleo.
Esta es la función de dirección política que la CE atribuye
al Gobierno. Se trata de una dirección hacia el interior a fin
de fortalecer a la sociedad de tal manera que pueda insertarse
en condiciones favorables en el concierto internacional.
Y por eso dicha función no consiste en que el Gobierno haga
muchas cosas, sino en que diagnostique las posibilidades que
existen en la propia sociedad y sea capaz de liderarla y
encauzarla en una dirección de progreso.
El Gobierno tiene que ser el intérprete político de la
sociedad, que potencie con su liderazgo y acción los elementos
positivos que hay en ella y elimine o reduzca el impacto de los
elementos negativos. Y esto no es definible jurídicamente.
La responsabilidad del Gobierno es una responsabilidad
política y el juicio sobre la forma en que ha cumplido su
función lo emite el cuerpo electoral políticamente a través de
las elecciones generales o políticas.
Para poder cumplir esta función el Gobierno tiene que
disponer de un aparato administrativo que esté a la altura de
las tareas en que una tal función se descompone. Esta es la
parte previsible y delimitable jurídicamente de la acción del
Gobierno. La Administración pública es el contrapeso de la
dirección política. Esta tiene que estar adaptándose a los
cambios que se producen tanto en el interior como en el exterior
del país. Hace falta, junto a ella, una Administración
despolitizada.
B. DIRECCIÓN DE LA DEFENSA:
Presenta tantas singularidades que es lógico que la CE la
mencione como una función gubernamental distinta de las
estudiadas. La mención constitucional de la Defensa del Estado
como función gubernamental específico no ha podido ser más
oportuna por:
- Porque en todo el constitucionalismo monárquico español
era una función atribuida expresamente al Monarca.
- Porque en el art. 62.h CE se atribuye al Rey el mando
supremo de las Fuerzas Armadas.
La CE ha tomado como principio cardinal en materia de defensa
el de la separación entre el poder civil y el poder militar,
atribuyendo facultades de dirección al elemento civil. Tal
solución organizativa comporta el aislamiento jurídico del
elemento militar, entendido como exclusión para los órganos de
las Fuerzas Armadas de la posibilidad de adoptar decisiones de
dirección que vinculen a la colectividad nacional.
A partir de esta decisión básica para la ordenación de la
defensa, la CE ha concretado una serie de principios respecto de
las Fuerzas Armadas adecuados a dicha decisión básica. Son:
- Carácter apolítico de las Fuerzas armadas, que se
concreta en la definición constitucional de las mismas,
en el que se les encomienda la misión de garantizar la
soberanía e independencia de España, defender su
integridad territorial y el ordenamiento constitucional.
Se prohíbe a los miembros de las Fuerzas armadas el
ejercicio del derecho de sindicación, el ejercicio
colectivo del derecho de petición y se les declara
inelegibles e incompatibles para ser Diputados o
Senadores.
- El ordenamiento militar debe ser conforme a la CE.
- Intervención de las Fuerzas Armadas a requerimiento del
poder político. La CE exige para la declaración del
Estado de sitio la decisión por mayoría absoluta del
Congreso a propuesta del Gobierno.
La LO 5/2005 atribuye al Presidente del Gobierno la dirección
de la política de defensa y la determinación de sus objetivos,
la gestión de las situaciones de crisis que afectan a la defensa
y la dirección estratégica de las operaciones militares en caso
de uso de la fuerza. Además confirma las funciones que la CE
atribuye al Rey, a las Cortes y al gobierno en esta materia y
establece un consejo de defensa nacional como órgano colegiado
coordinador, asesor y consultivo del presidente del gobierno en
materia de defensa.
La LO 5/2005 establece que la política de defensa tiene por
finalidad la protección del conjunto de la sociedad española.
Además tiene por objetivo contribuir a la preservación de la paz
y la seguridad internacional. Además ha actualizado la
descripción de las misiones de las Fuerzas Armadas.
C. LA FUNCIÓN EJECUTIVA: LA POTESTAD REGLAMENTARIA.
Dicha función ejecutiva es una tarea constante por parte del
gobierno y de cada uno de los departamentos ministeriales, que
tienen que adoptar las medidas oportunas para dar cumplimiento a
los mandatos legales. Dicha función es definida desde un punto
de vista jurídico, ya que se trata de una actividad vinculada a
una manifestación de voluntad superior.
Se trata de una tarea de importancia capital en el Estado
constitucional, ya que de la forma en que sea desempeñada
depende en buena medida la eficacia del mandato del legislador.
Dentro de la función ejecutiva destaca el ejercicio de la
potestad reglamentaria, ya que se trata de la forma de mayor
alcance a través de la cual el Gobierno ejerce dicha función
ejecutiva.
En nuestro ordenamiento la potestad reglamentaria está
prevista para realizar dos tareas distintas: una primera
consiste en la ejecución de una voluntad superior y otra segunda
consiste en el ejercicio de la facultad de auto organización.
En la primera la potestad reglamentaria se traduce en los
reglamentos ejecutivos. En la segunda, se traduce en los
reglamentos administrativos. Los primeros son los más
importantes. La CE no define el Reglamento como fuente del
derecho. Solo en dos ocasiones trata del tema potestad
reglamentaria. La primera, en el art. 97. La segunda en el art.
106.1 CE, en el que afirma que los Tribunales controlan la
potestad reglamentaria.
Hay un cierto paralelismo entre la forma en que el
constituyente se refiere al reglamento y la forma en que se
refiere a la ley. El constituyente no definía la ley, sino
simplemente el órgano, las Cortes Generales, a las que se
atribuía la potestad legislativa. Pues igual ocurre con el
reglamento. El constituyente define el órgano, el Gobierno y le
atribuye la potestad reglamentaria. El acto normativo de las
Cortes es la ley. El acto normativo del Gobierno es el
reglamento. La ley es norma primaria y el reglamento norma
secundario.
La decisión del constituyente es coherente con el proceso de
legitimación democrática del Estado. Las Cortes son el
representante del pueblo español y, en cuanto tal, pueden
manifestar su voluntad. El Gobierno no es representante de los
ciudadanos, sino agente de los mismos y, en consecuencia, sólo
puede actuar por ellos.
Por lo que a los reglamentos administrativos se refiere,
aunque la CE no dice nada expresamente sobre los mismos, no
parece que existan obstáculos constitucionales para admitir un
margen de libertad más amplio para el poder ejecutivo que en el
caso de los reglamentos ejecutivos o jurídicos.
Los reglamentos administrativos pueden ser dictados sobe la
base de una habilitación legal muy genérica e incluso sin una
habilitación legal previa en determinados casos. En este sentido
se ha pronunciado claramente el TS en la que tras distinguir
entre potestad reglamentaria que se ejerce ad entra llega a la
conclusión de que en el primer caso podrán dictarse los
denominados reglamentos independientes, que son aquellos que no
se fundan en una previa habilitación legal y rigen en el ámbito
interno o doméstico de la administración.
Existen varias formas de controlar que un reglamento no
incurra en peligro:
- Inaplicación singular del reglamento: lo que no significa
que el reglamento deje de existir en el ordenamiento
jurídico.
- Existencia de un recurso administrativo indirecto:
cuestión de ilegalidad del reglamento.
- Recurso contencioso administrativo directo: en este caso
si es el Reglamento lo que se ataca con el recurso y se
hace ante los Tribunales.
- TC: controla de alguna manera los actos porque el TC es
el juez de la constitucionalidad de la ley. La acción del
TC respecto a los Reglamentos tiene lugar en el reparto
de competencias entre Estado y CCAA.
4. PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA.
La Constitución en el art. 97 contiene una cláusula en la que
atribuye al Gobierno la dirección de la Administración. De esta
manera la Constitución coloca todo el aparato administrativo
bajo la dirección del Gobierno como órgano elegido y responsable
ante el Parlamento haciendo posible que el Gobierno haga frente
a su tarea de dirección política de la sociedad.
Ahora bien, si la Administración tiene que tener una
legitimidad de origen fundamentalmente política, consistente en
que es efectivamente dirigida por un Gobierno democráticamente
designado, también tiene que tener una legitimidad de ejercicio
fundamentalmente jurídica, consistente en que la actuación
diaria de la Administración tiene que estar presidida por
principios y normas jurídicas.
En este sentido, esto es una novedad, la Constitución de
1978 se ocupa expresamente de la Administración en la parte
final del Título IV dedicándole los arts. 103 a 107, además de
algunas otras referencias a lo largo del texto constitucional.
Los principios básicos que el constituyente destaca en
relación con la Administración Pública son los siguientes:
A) RESERVA DE LEY:
El gobierno dirige la Administración pública, pero la
Administración que dirige es la que ha definido previamente el
legislador tanto estructuralmente como desde el punto de vista
del personal a su servicio.
Según el art. 103.2 CE los órganos de la Administración del
Estado son creados, regidos y coordinados de acuerdo con la ley,
precepto que, no excluye por completo la habilitación al
Gobierno para que pueda actuar con su potestad reglamentaria,
aunque sí exige en todo caso dicha habilitación por parte del
legislador.
En lo que a la definición del elemento personal al servicio
de la Administración Pública se refiere sí configura el
constituyente una auténtica reserva de ley, imponiendo al
legislador la tarea de dictar personalmente las normas
reguladoras del estatuto de los funcionarios públicos, sin poder
habilitar al Gobierno para que haga uso de la potestad
reglamentaria.
La ley regulará el estatuto de los funcionarios públicos,
el acceso a la función pública de acuerdo con los principios de
mérito y capacidad, las peculiaridades del ejercicio de su
derecho de sindicación, el sistema de incompatibilidades y las
garantías para la imparcialidad en el ejercicio de sus
funciones.
La administración de nuestro Estado la dirige el Gobierno,
pero no la define. Es la CE la que la define en términos
generales en el art. 103.1: la administración pública sirve con
objetividad los intereses generales y actúa de acuerdo con los
principios de eficacia, jerarquía, descentralización,
desconcentración y coordinación, con sometimiento pleno a la ley
y al derecho.
Por último, hay que añadir que respecto de las Fuerzas y
cuerpos de seguridad del Estado la CE las incluye dentro de la
administración civil. Y en este sentido hay que resaltar la
definición de su misión constitucional: proteger el libre
ejercicio de los derechos fundamentales y las libertades
públicas y garantizar la seguridad ciudadana.
B) CONTROL JUDICIAL:
Íntimamente conectada con el anterior, este principio
formulado por el constituyente en el art. 106.1 CE dice que los
Tribunales controlarán la potestad reglamentaria y la legalidad
de la actuación administrativa, así como el sometimiento de ésta
a los fines que la justifican.
Se resaltan tres principios básicos:
- Que toda la actividad de la Administración pública puede
ser residenciada ante los Tribunales de justicia y es
controlable por éstos.
- Los Tribunales de justicia controlan no sólo la legalidad
de la acción administrativa, sino además si tal acción se
adecua a los fines que la justifican. Lo normal es que la
actividad administrativa sea una actividad discrecional,
esto es, una actividad definida por el legislador en lo
que a los límites dentro de los cuales ha de moverse la
autoridad administrativa se refiere, pero que deja a ésta
una cierta libertad de movimientos. Justamente por eso
resulta imprescindible que los Tribunales de justicia
puedan extender su control a la finalidad que la acción
administrativa debe perseguir. La acción administrativa
tiene que ser en muchos casos discrecional, pero no debe
ser nunca arbitraria. La jurisdicción contencioso-
administrativa ha desarrollado una serie de criterios
para controlar lo que técnicamente se conoce como
desviación de poder.
- Principio de responsabilidad de la administración por la
lesión que la acción administrativa pueda haber producido
en los bienes o derechos de los ciudadanos. Los
particulares tendrán derecho a ser indemnizados por toda
lesión que sufran en cualquiera de sus bienes y derechos,
salvo en los casos de fuerza mayor.
C) TRANSPARENCIA Y ACCESO DE LOS CIUDADANOS A LA
ADMINISTRACIÓN.
Se trata de otra novedad de la Constitución de 1978. El
constituyente ha considerado oportuno sentar algunos criterios
que deben presidir la relación entre la administración pública y
los ciudadanos. Entre ellos destaca:
- La audiencia de los ciudadanos, directamente o a través
de las organizaciones y asociaciones reconocidas por la
ley, en el procedimiento de elaboración de las
disposiciones administrativas que les afecten.
- El acceso de los ciudadanos a los archivos y registros
administrativos, salvo en lo que afecte a la seguridad y
defensa del Estado, la averiguación de los delitos y la
intimidad de las personas.
Una de las características de la sociedad contemporánea
consiste en que las distintas administraciones públicas van
acumulando información sobre los ciudadanos de forma permanente
y por los más variados conductos. Esta acumulación de
información puede incidir en la libertad personal y
consiguientemente en la seguridad jurídica del ciudadano de
manera extraordinaria. De ahí que el ciudadano tenga que tener
el derecho de saber qué es lo que las Administraciones saben de
él.
Este derecho de acceso de los ciudadanos a los archivos y
registros administrativos tiene que ser puesto en conexión con
el derecho a la autodeterminación informativa. Para que el
Gobierno tenga el asesoramiento adecuado que le permite
desempeñar sus tareas de una manera jurídicamente correcta la CE
contempla un órgano de asesoramiento, el Consejo de Estado,
definido como órgano consultivo del Gobierno.
Como órgano consultivo que es, los dictámenes del consejo de
estado no son vinculantes tanto cuando esos dictámenes son
preceptivos, esto es, vienen exigidos por la propia LO o por
alguna otra ley de manera expresa, como cuando son facultativos.
LECCIÓN 26: EL PODER JUDICIAL.
1. LA POSICIÓN DEL PODER JUDICIAL EN EL ESTADO
CONSTITUCIONAL.
La sociedad en cuanto tal es algo caótico que no puede
tener voluntad y por esto tiene que escindirse en sociedad civil
y sociedad política, tiene que constituirse en Estado. El Estado
es el instrumento del que la sociedad se dota para auto
dirigirse.
La sociedad sobre la que el Estado se eleva es una sociedad
innovadora dominada por el valor de cambio. De ahí que necesita
un Estado con capacidad de reacción ante los cambios. Se trata
de la primera función que el Estado tiene que cumplir y es una
función política.
Ahora bien, la sociedad que se constituye en Estado no deja
por eso de ser sociedad civil, al contrario. Es el Estado el que
existe para la sociedad. Y para una sociedad que es
individualista, que son titulares de derechos subjetivos y por
tanto ciudadanos.
Entre individuos definidos de esta manera la única forma de
relación es el contrato. Por eso la sociedad sobre la que el
Estado se eleva es una cadena ininterrumpida de relaciones
jurídicas.
Fácilmente los individuos que entran en esas relaciones de
intercambio recíproco necesitan un mínimo de previsibilidad.
Dicha previsibilidad y confianza es la que los juristas
definimos con los términos de seguridad jurídica. El tráfico de
personas y mercancías exige seguridad jurídica.
Tal seguridad jurídica es el resultado de dos operaciones
complementarias: una en la definición del marco jurídico que ha
de presidir las relaciones entre los individuos y otra que en
ese marco jurídico esté garantizado en su aplicación individual.
Ambas operaciones están conectadas y no tienen sentido la
una sin la otra. Si hasta ahora hemos visto el Estado desde la
perspectiva de la sociedad como un todo, ahora tenemos que pasar
a examinarlo desde la perspectiva individual y por tanto desde
un punto de vista jurídico.
En el Poder Judicial nos encontramos ante un poder
exclusivamente jurídico, que ni interviene ni debe intervenir en
el proceso político y para el cual el momento político pertenece
al pasado, terminó en el momento en el que el Parlamento dictó
la ley.
El poder judicial es un poder del Estado y por eso su
existencia remite al mundo de la política. Y no lo es al mismo
tiempo, ya que su actuación queda confinada en el mundo del
derecho. Es, pues, un poder internamente contradictorio.
Este carácter internamente contradictorio del Poder
Judicial es el que tenía en la cabeza Montesquieu al utilizar el
término nulo para definirlo. El carácter nulo del poder judicial
es un desiderátum, es lo que el poder judicial debe ser, no
porque sea un poder nulo, sin importancia, sino porque es un
poder terrible, que puede constituirse en una amenaza para la
libertad de los ciudadanos.
Esto es lo que quiere decir nulo. El poder judicial debe
ser un poder indivisible, nulo, precisamente porque es un poder
terrible, de todos los días, de todos los instantes. Y es un
poder con estas características por la propia naturaleza de la
sociedad sobre la que se eleva el Estado.
La función política del poder judicial es la de aplicar el
derecho creado por los órganos democráticamente legitimados. Por
eso es un poder nulo y por eso también es un poder todopoderoso
para defender y socorrer a las personas y a los derechos. Su
carácter apolítico es el fundamento de su fortaleza jurídica.
Desde 1870 la posición del poder judicial en el Estado
constitucional español quedaría definida. Dicho modelo ha sido
perfeccionado por la CE de 1978 y en desarrollo de la misma por
la LO 6/1985
2. PRINCIPIOS CONSTITUCIONALES RELATIVOS AL
PODER JUDICIAL.
El constituyente de 1978 optó desde el primer momento por
la fórmula Poder judicial, que es la que ya aparece en el primer
Anteproyecto de Constitución. Pero en todo caso, lo importante
es el contenido de dicho Título, en el que el constituyente
define la posición del poder judicial y su función en el Estado
de manera más completa y acertada que en nuestras constituciones
históricas anteriores.
A. LEGITIMACIÓN DEMOCRÁTICA: SUMISIÓN A LA LEY:
Tradicionalmente se suele iniciar la exposición del poder
judicial por el principio de independencia. En cierta medida ésa
parece ser también la opinión del constituyente español. El
primer apartado del primer art. Del Título VI, el 117.1 dice que
la justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey
por jueces y magistrados integrantes del poder judicial,
independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente
al imperio de la ley.
El tenor literal de este apartado constitucional se advertirá
que aunque el principio de independencia figura antes que el de
sumisión a la ley, todos figuran detrás del principio de
legitimación democrática formulada en el art. 1.2. de la CE.
Todos los poderes del Estado tienen que tener una
legitimación democrática. Si no hay legitimación democrática no
hay poder.
Dicha legitimación democrática opera de manera distinta
respecto de las Cortes generales y el Gobierno que respecto de
los jueces y magistrados. Respecto de los poderes políticos la
legitimación democrática es visible. En lo que al poder jurídico
se refiere, la legitimación democrática es invisible. Los
ciudadanos no intervenimos en la designación de los miembros del
poder judicial. Puede parecer que tal legitimación democrática
no existe. Y sin embargo, la justicia emana del pueblo.
La sumisión a la ley es la forma en que constitucionalmente
se hace realidad el principio de legitimación democrática del
poder judicial. Se trata del principio en el que se fundamente
la independencia del juez. El juez es independiente porque está
únicamente sometido a la ley. Es la fuerza de la ley y el hecho
de estar sometido únicamente a ella lo que posibilita que pueda
afirmar su independencia frente a los demás poderes públicos o
privados que pretendan influir sobre él. Dependencia de la ley e
independencia del juez son las dos caras de la misma moneda.
Con esta referencia simultánea al pueblo y a la ley a la que
el juez está sometido el constituyente subraya qué tipo de
legitimación democrática tiene que tener el poder judicial y en
qué se diferencia dicha legitimación de la de los poderes
legislativos y ejecutivo.
El poder judicial tiene una legitimación política en la
medida en que no tiene una voluntad propia, sino que aplica la
voluntad general, tal como se ha objetivado en la ley. Tal
legitimación democrática es objetiva y pretérita. Esto es lo
específico de la legitimación democrática del poder judicial.
A través de la exigencia constitucional de la motivación de
las sentencias la legitimación democrática del poder judicial no
presume nunca. Tiene que ser demostrada, de manera explícita y
razonada, cada vez que actúa. A ello responde la exigencia de la
motivación. A diferencia de los poderes legislativo y ejecutivo
el poder judicial tiene que exteriorizar cada vez que actúa cuál
es el fundamento democrático en que su poder descansa.
Y tiene que demostrarlo por referencia a la ley. No por
referencia a la CE. Legitimación a partir de la CE sólo la
tienen las Cortes generales y el TC.
Ésta es la razón de que el principio de legitimación
democrática a través de la sumisión del juez a la ley sea el que
domine por completo el ejercicio de la función jurisdiccional,
tanto por cada juez individualmente considerado como por el
poder judicial globalmente contemplado.
En efecto, el poder judicial, a diferencia de los poderes
legislativos y ejecutivos es un poder desconcentrado, integrado
por miles de jueces y magistrados repartidos por todo el
territorio del Estado, ya que tienen que dar respuesta a los
centenares de miles de conflictos que se plantean como
consecuencia de esa cadena ininterrumpida de relaciones
jurídicas en que la sociedad consiste. Tales jueces y
magistrados son individualmente independientes. No existe entre
ellos una relación de dependencia jerárquica como la que existe
en el interior del poder ejecutivo. Cada juez es titular del
poder judicial a título individual.
Quiere decirse que siendo muchos los jueces y una ley, puede
darse una contradicción en la interpretación y aplicación de la
misma. Tal posibilidad no es eliminable a priori. Por eso, si la
posibilidad no es eliminable a priori sí tiene que ser
corregible a posteriori. De ahí el sistema de recursos en
general, y en particular, el procedimiento de declaración de
inconstitucionalidad.
La cuestión de inconstitucionalidad traduce la exigencia de
sumisión absoluta de todo el poder judicial a la ley. Es por
tanto un instrumento de imposición desde el exterior. Por el
contrario, el recurso de casación traduce la exigencia de
unificación de la jurisprudencia en el interior del poder
judicial.
La única razón de la separación orgánica de ambas exigencias
y su atribución una a la jurisdicción constitucional y otra a la
jurisdicción ordinaria es una razón histórica.
Pero sea como sea, en nuestro ordenamiento ambas exigencias
están separadas. Y ello conduce a que el poder judicial en su
conjunto no pueda ser nunca juez de la ley. El juez tiene que
aplicar la ley y no puede dejar de aplicarla aunque al considere
anticonstitucional. Si ocurre esto último, el juez tiene que
plantear la cuestión de inconstitucionalidad ante el TC.
El juez es libre para formarse un juicio sobre la
constitucionalidad o no de la ley, pero no para decidir sobre la
anticonstitucionalidad de la misma. Su juicio tiene que
limitarse a generar la duda. De no hacerlo el juez habrá roto la
cadena de legitimación democrática del Estado.
El recurso de casación es una exigencia que se manifiesta en
el interior del poder judicial y tiene por finalidad unificar la
jurisprudencia dictada por jueces y tribunales ordinarios en la
aplicación de la ley.
En España el recurso de casación se impondría en la década de
1850. La ley de enjuiciamiento civil de 1855 extendería dicho
recurso al de la propia doctrina sentada por el TS en su
jurisprudencia. Desde entonces se ha mantenido en nuestro
ordenamiento habiéndose producido la generalización de la
casación en todos los sectores del ordenamiento. El recurso de
casación cabe por infracción de las normas del ordenamiento
jurídico o de la jurisprudencia que fueran aplicables para
resolver las cuestiones objeto de debate.
Esta es la cadena de legitimación democrática del Estado
definida en la CE. Y esta es la razón de que el principio de
legitimidad democrática sea el que domine por completo el
ejercicio de la función jurisdiccional tanto por cada juez
individualmente como por el poder judicial globalmente
contemplado.
B. EL PRINCIPIO DE INDEPENDENCIA:
La afirmación del principio de independencia se hace respecto
del poder judicial y no respecto del juez. Por eso el principio
de independencia se formula de manera muy enérgica en la forma
del principio de exclusividad.
Por lo que al Juez individualmente considerado respecta, lo
que preocupa a los constituyentes es la fijación de determinados
instrumentos que garanticen su independencia en la práctica. En
todos los países occidentales fue a través de la vinculación de
los principios de inamovilidad y responsabilidad como se
intentó garantizar la independencia del juez.
La CE de 1978, cuyo art. 117.1 reconoce expresamente los
principios de independencia, inamovilidad, responsabilidad y
sumisión únicamente a la ley, añadiendo algunas garantías
adicionales en desarrollo del principio de inamovilidad en el
apartado 2 del mismo art: los jueces y magistrados no podrán ser
separados, suspendidos, trasladados ni jubilados sino por alguna
de las causas y con las garantías previstas en la ley.
La independencia del juez es absoluta. Por eso la LOPJ
prohíbe expresamente que se pueda dar instrucciones de ningún
tipo a jueces y magistrados en el ejercicio de su función
admitiéndose únicamente la vía de los recursos legalmente
previstos para corregir la aplicación del derecho realizada por
un órgano judicial.
Estas garantías de la independencia del juez son garantías
naturales en la medida en que son compartidas por todos los
países de nuestra área jurídico-política. Junto a ellas nuestra
CE ha introducido otra, que podríamos calificar de artificial en
el sentido de que no existe en todos los países y es el Consejo
General del Poder Judicial.
C. EL PRINCIPIO DE IMPARCIALIDAD:
El principio de imparcialidad no aparece expresamente
recogido en la Constitución Española. Ello no quiere decir que
tal principio no esté reconocido en la CE. Como el TC diría el
derecho a un juez imparcial constituye una garantía que, aunque
no se cita de forma expresa en la CE debe considerarse incluida
entre ellas, ya que es un elemento organizativo indispensable en
la Administración de justicia de un Estado de derecho.
El principio de imparcialidad está conectado con el principio
de independencia. El principio de independencia tiene sentido en
función de la tarea que el Juez tiene constitucionalmente
encomendada. El principio de imparcialidad no es más que el
principio de independencia considerado desde una perspectiva
funcional.
El principio de independencia es el presupuesto del principio
de imparcialidad. Sin independencia no es posible la
imparcialidad. Ello no quiere decir que el juez independiente
sea automáticamente imparcial.
El principio de imparcialidad exige que el juez esté sometido
únicamente al imperio de la ley y que no tenga una especial
relación con las partes o con el objeto del proceso, que pueda
influir en su ánimo a la hora de administrar justicia.
En un Estado de Derecho el principio de imparcialidad tiene
mucha más relevancia práctica que el principio de independencia,
que hace referencia a la anatomía del poder judicial y queda
resuelta con la configuración constitucional y legal del mismo.
Un Estado de Derecho que no reconociera el principio de
independencia sería un Estado deforme.
Con el principio de imparcialidad no ocurre lo mismo. La
parcialidad es la corrupción en la práctica del principio de
independencia. La parcialidad es una de las formas de
manifestación de la corrupción judicial. Justamente por eso, la
vulneración del principio de imparcialidad tiene que ser
alegada. La imparcialidad del juez se da por supuesta.
La abstención y la recusación están reguladas en el Capítulo
V del Título III del libreo III de la LOPJ. Se trata de las dos
caras de la misma moneda, una configurada como deber y otra como
derecho. El juez tiene el deber de abstenerse cuando concurra
causa legal para ello. En el caso de que el juez no cumpla con
su deber el ciudadano tiene el derecho a recusarlo.
Únicamente en aquellos supuestos previstos en la ley es
posible que el juez se abstenga o que el ciudadano lo recuse. Si
no concurre causa legal, el juez no debe abstenerse y el
ciudadano no tiene derecho a recusar.
Las reglas que presiden la atribución del conocimiento de los
asuntos a los órganos judiciales son unas reglas objetivas,
indisponibles tanto para los jueces y magistrados como para los
ciudadanos.
Las causas de abstención y recusación están contempladas en
la LOPJ y son:
- El vínculo matrimonial o situación de hecho asimilable y
el parentesco por consanguinidad o afinidad dentro del
cuarto grado con las partes o el representante del
Ministerio Fiscal.
- Ser o haber sido defensor judicial o integrante de los
organismos tutelares de cualquiera de las partes, o haber
estado bajo el cuidado o tutela de alguna de éstas.
- Haber sido sancionado disciplinariamente en virtud de
expediente incoado por denuncia o a iniciativa de alguna
de las partes.
- Ser o haber sido denunciante o acusador de cualquiera de
las partes.
- Etc.
La regulación actual del procedimiento para hacer efectivas
la abstención y la recusación proviene también de la reforma
llevada a cabo por la ley orgánica 19/2003, que se ha dirigido a
introducir cautelas en el procedimiento de recusación para
intentar evitar el uso abusivo de aquella por las partes en el
juicio.
Si concurre alguna de las causas anteriores el juez o
magistrado debe abstenerse del conocimiento del asunto sin
esperar a que se le recuse. El magistrado comunicará la
abstención a la sección o sala de la que forme parte o al órgano
judicial al que corresponda la competencia funcional para
conocer de los recursos contra las sentencias que el juez dicte.
La comunicación de la abstención se hará por escrito razonado
tan pronto como sea advertida la causa que la motiva. La
abstención suspenderá el curso del proceso hasta que se resuelva
sobre ella o transcurra el plazo previsto para su resolución.
En el caso de que el Juez o magistrado no cumpla
espontáneamente con su deber de abstenerse, si concurre causa
legal para ello, podrán recusar a dicho juez o magistrado, en
los asuntos civiles, sociales y contencioso-administrativo las
partes y el Ministerio Fiscal si bien este último sólo cuando se
trate de un proceso en el que deba intervenir y en los asuntos
penales el Ministerio fiscal entre otros.
La recusación deberá proponerse tan pronto como se tenga
conocimiento de la causa en que se funde, pues no se admitirá a
trámite. Se inadmitirán las recusaciones cuando no se propongan
en el plazo de diez días desde la notificación de la primera
resolución por la que se conozca la identidad del juez o
magistrado que se quiera recusar.
Formulada la recusación se dará traslado a las demás partes
del proceso para que manifiesten si se adhieren o se oponen a la
causa de recusación propuesta o si conocen alguna otra causa de
recusación. La parte que no proponga recusación en dicho plazo
no podrá hacerlo con posterioridad. Dentro del mismo día en que
finalice el plazo pasará el pleito o causa al conocimiento del
sustituto.
En el día hábil siguiente a la finalización del plazo
previsto el recusado habrá de pronunciarse sobre si admite o no
la causa o causas de recusación formuladas. Si aceptare se
resolverá el incidente sin más trámites. En caso contrario, se
decidirá el incidente por parte del tribunal competente. Contra
dicha resolución no cabrá recurso alguno. La resolución puede
ser desestimatoria o estimatoria.
Hasta aquí lo que dice la LOPJ, pero con ella no se agota la
cuestión, ya que lo previsto por el legislador tiene que ser
completado con la interpretación por parte del TC. Y en este
sentido hay que resaltar que la imparcialidad del juez incluida
entre las garantías del art. 24.2 de la CE no es sólo la
imparcialidad subjetiva, sino también la objetiva.
D. EL PRINCIPIO DE RESPONSABILIDAD:
El juez debe sentirse seguro en el desempeño de su tarea. De
ahí la inamovilidad que se ha añadido desde siempre a la
independencia como garantía de esta última. Sin seguridad el
juez no puede ser independiente.
Sin independencia no hay responsabilidad. Pero sin
responsabilidad tampoco hay independencia. La independencia del
juez es funcional. El juez debe ser independiente para poder
cumplir con la obligación que la CE le impone de administrar
justicia.
La responsabilidad del juez tiene que ser real y efectiva. Un
poder sin responsabilidad no puede no acabar siendo un poder
corrompido. Por responsabilidad se entiende en el ejercicio de
su función jurisdiccional. Dicha responsabilidad está regulada
en el título III de la LOPJ, que lleva por rúbrica de la
responsabilidad de los jueces y magistrados.
La LOPJ no define la conducta del juez merecedora de sanción
penal, sino que se limita a regular quiénes y de qué manera
pueden ejercer la acción penal contra jueces y magistrados. Tal
posibilidad se convierte en obligación para el TS, las demás
autoridades judiciales y el consejo general del poder judicial,
el Gobierno u otro órgano o autoridad del Estado o de una CCAA
cuando tengan conocimiento de algún acto de jueces y magistrados
realizado en el ejercicio de su cargo que pueda ser constitutivo
de delito.
Pero es en el Cp donde se contempla la forma específica de
manifestación de la responsabilidad penal de jueces y
magistrados. El cp contempla cuatro formas de prevaricación,
escalonándolas de más graves a menos graves:
- Dictar a sabiendas sentencia o resolución injusta.
- Dictar sentencia o resolución injusta por imprudencia
grave o ignorancia inexcusable.
- Negarse a juzgar sin alegar causa legal, o so pretexto de
oscuridad, insuficiencia o silencio de la ley.
- Retardo malicioso en la administración de justicia.
La responsabilidad civil sólo es exigible cuando el juez o
magistrado causare daño o perjuicio en el ejercicio de sus
funciones, incurriendo en dolo o culpa. La responsabilidad
disciplinaria es la que más pormenorizadamente está regulada en
la LOPJ. La LOPJ clasifica las posibles faltas que pueden
cometer los jueces y magistrados en el ejercicio de sus
funciones en faltas muy graves, graves y leves.
Para la imposición de la sanción de advertencia son
competentes el Presidente del TS, el de la Audiencia Nacional y
los de los Tribunales superiores de justicia. Para la de multa o
de advertencia y multa son competentes las sales de gobierno del
TS, de la Audiencia nacional y de los tribunales superiores de
justicia.
Para la imposición de sanciones por faltas graves es
competente la comisión disciplinaria del consejo general del
poder judicial. Para las muy graves, el pleno del Consejo
general del poder judicial. La sanción de advertencia se impone
con la audiencia del interesado. Las demás tienen que ser
impuestas siguiendo el procedimiento regulado en la propia ley.
Contra todas ellas cabe la interposición de recurso contencioso-
administrativo.
E. EL PRINCIPIO DE EXCLUSIVIDAD:
El ejercicio de la potestad jurisdiccional en todo tipo de
procesos, juzgando y haciendo ejecutar lo juzgado, corresponde
exclusivamente a los juzgados y tribunales determinados por las
leyes según las normas de competencia y procedimiento que las
mismas establezcan. Además los Juzgados y tribunales no
ejercerán más funciones que las señaladas y las que le sean
atribuidas por ley en garantía de cualquier derecho.
Dicho principio fue objeto de interpretación por el TC.
Asimismo en reiterada jurisprudencia el TC ha resaltado que son
los jueces los que únicamente administran justicia y que ni
siquiera el TC puede hacerlo porque no es poder judicial.
F. EL PRINCIPIO DE UNIDAD JURISDICCIONAL:
En la actualidad el principio de unidad jurisdiccional es una
concreción del principio de exclusividad. Si la justicia tiene
que ser administrada única y exclusivamente por jueces y
magistrados integrantes del poder judicial no puede haber ni una
sola manifestación del ejercicio de la potestad jurisdiccional a
este principio.
El principio de exclusividad no está reñido con el principio
de especialización material, sino que lo exige. Con lo que sí
está reñido es con la existencia de tribunales especiales. El
principio de unidad jurisdiccional es la base de la organización
y funcionamiento de los tribunales.
En la práctica el único problema que se ha planteado en
relación con la vigencia del principio de unidad jurisdiccional
ha sido el resultante de la creación de los juzgados centrales
de instrucción y la audiencia nacional, a fin de perseguir a
través de ellos determinados tipos de delincuencia.
La única excepción que nuestra CE prevé al principio de
unidad jurisdiccional es la existencia de la jurisdicción
militar, que es contemplada en los siguientes términos: la ley
regulará el ejercicio de la jurisdicción militar en el ámbito
estrictamente castrense y en los supuestos de estado de sitio,
de acuerdo con los principios de la CE.
Por último, hay que añadir en relación con este principio de
unidad jurisdiccional que la CE prohíbe expresamente los
Tribunales de excepción. Esta relación de dependencia-
independencia es exclusiva del poder judicial y de ahí deriva la
exclusividad jurisdiccional en el doble sentido de que
únicamente los jueces pueden administrar justicia y de que no
pueden hacer otra cosa que eso.
3. ESTRUCTURA DEL PODER JUDICIAL.
La Constitución no dice nada respecto de la estructura del
poder judicial. Es una materia que el constituyente deja al
legislador dentro del respeto a los principios que acabamos de
ver.
La estructura del poder judicial no resulta imprescindible
para la definición constitucional del mismo. Por eso la
Constitución no la contiene. Pero la definición constitucional
del poder judicial sí resulta imprescindible para la comprensión
de la estructura de dicho poder. de ahí la necesidad de su
estudio, aunque sea de forma muy elemental.
El hecho de ser poder y no serlo al mismo tiempo es lo
único que nos permite explicar de una manera coherente la
organización del poder judicial. En cuanto poder del Estado, el
poder judicial tiene que ser un poder único. Sin embargo, como
no es poder, políticamente hablando, no puede concentrarse en un
órgano único del Estado, sino que tiene que desconcentrarse en
múltiples órganos extendidos por todo el territorio. Es la
combinación de su carácter único y múltiple lo que explica su
peculiar estructura.
Poder judicial no hay más que. En las CCAA radican órganos
del poder judicial único del Estado. La territorialización del
Estado no le afecta en nada en cuanto poder judicial. Sin
embargo, al no ser propiamente un poder, el poder judicial no
puede actuar hacia el exterior como un poder único, a diferencia
de lo que ocurre con los poderes legislativos y ejecutivos. El
poder judicial está desconcentrado en millares de órganos
judiciales.
El poder judicial es, por tanto, un poder funcionalmente
único y orgánicamente múltiple. Unidad funcional y multiplicidad
orgánica son las dos caras de la misma moneda, siendo ambas las
características que presiden la organización del poder judicial.
A. ESPECIALIZACIÓN MATERIAL:
Dicha especialización material está prevista en la LOPJ que
divide la función jurisdiccional en cuatro grandes órdenes
jurisdiccionales: la civil, la penal, la contencioso-
administrativa y la social.
Junto a esta gran división hay que mencionar la jurisdicción
militar con una Sala de lo militar en el TS. Y los juzgados de
lo mercantil, de violencia sobre la mujer, de menores y de
vigilancia penitenciaria.
B. DISTRIBUCIÓN TERRITORIAL:
La LOPJ dispone que el territorio del Estado a efectos de la
organización del poder judicial se divide en municipios,
partidos judiciales, provincias y CCAA. Con la excepción del
partido judicial, que es una unidad territorial exclusivamente
judicial, las demás coinciden con la división administrativa del
territorio. La demarcación judicial sólo opera en relación con
el partido judicial, ya que las demás están definidas por la
Constitución.
A partir de la definición de las diferentes demarcaciones
territoriales se definen los órganos judiciales que les
corresponden a cada una de ellas. A los municipios que no son
capitales de partidos judiciales les corresponde un Juzgado de
Paz; a los partidos judiciales uno o varios juzgados de primera
instancia e instrucción y uno o más juzgados de violencia sobre
la mujer; a las provincias una audiencia provincial y uno o más
juzgados de lo mercantil, de lo penal, de lo social, de
vigilancia penitenciaria y de menores; a las CCAA un Tribunal
superior de justicia.
Además encontramos el TS y la Audiencia Nacional.
C. ORDENACIÓN JERÁRQUICA:
Más que jerarquía habría que hablar de sucesión temporal en
el conocimiento de los mismos asuntos. Los órganos judiciales
superiores lo son porque puedan dar instrucciones a los
inferiores, que es algo que está expresamente prohibido sino
porque a través del sistema de acuerdos previsto en el
ordenamiento pueden revocar, modificar o confirmar las
decisiones tomadas por los órganos inferiores.
Tal función exige un proceso de verificación de tal suerte
que se excluyan los errores en la medida en que ello es posible
en los asuntos humanos. De ahí la doble instancia y el sistema
de recursos.
4. EL GOBIERNO DEL PODER JUDICIAL: EL CONSEJO
GENERAL DEL PODER JUDICIAL.
A las garantías naturales de la independencia del poder
judicial la CE ha añadido una garantía artificial que es el
consejo general del poder judicial. El constituyente español no
podría haber dejado de incluir el art 117.1 y 2 en la CE,
mientras que sí podía haber dejado fuera el art. 122.2 y 3 CE.
A. NATURALEZA JURÍDICA:
La CE define al Consejo General del Poder judicial como
órgano de gobierno de dicho poder. de esta definición
constitucional sólo se derivan dos exclusiones:
- exclusión de la competencia del Gobierno para intervenir
en materias que pudieran perturbar de alguna manera la
independencia del poder judicial.
- Exclusión también del autogobierno del poder judicial.
El Consejo general del poder judicial es un órgano diseñado
por el constituyente más en negativo que en positivo. Lo único
que resulta de esa regulación es que ha querido crear un órgano
autónomo que desempeñe determinadas funciones, cuya asunción por
el Gobierno podría enturbiar la imagen de la independencia
judicial, pero sin que de ello se derive que ese órgano sea
expresión del autogobierno de los jueces.
Como ha dicho el TC, el Consejo es una solución posible en un
Estado de derecho, aunque no es una consecuencia necesaria. A
partir de la definición del Estado constitucional como forma
política y de la posición que ocupa en el mismo el poder
judicial no es posible definir la naturaleza de un órgano como
el consejo general del poder judicial. Por eso es un órgano
artificial y no natural.
B. COMPOSICIÓN:
El consejo general del poder judicial estará integrado por el
presidente del TS, que lo presidirá y por veinte miembros
nombrados por el Rey por un período de cinco años. de éstos,
doce entre Jueces y magistrados de todas la categorías
judiciales, en los términos que establezca la ley orgánica;
cuatro a propuesta del congreso de los diputados y cuatro a
propuesta del senado, elegidos en ambos casos por mayoría de
tres quintos de sus miembros, entre abogados y otros juristas,
todos ellos de reconocida competencia y con más de quince años
de ejercicio de su profesión.
El actual sistema de elección de los miembros del Consejo que
deben ser elegidos entre jueces y magistrados está regulado en
el art. 112 de la LOPJ. Este procedimiento recogido en este
artículo sólo se aplica entre jueces y magistrados. Los ocho
miembros que deben ser elegidos entre abogados y otros juristas
de reconocida competencia con más de quince años de ejercicio
serán elegidos libremente, cuatro por el Congreso de los
diputados y cuatro por el senado, por mayoría de tres quintos de
los miembros de ambas cámaras.
Los miembros del Consejo son designados por un período de
cinco años. No podrán ser reelegidos. La renovación del consejo
se tendrá que producir por unas cámaras distintas de las que lo
eligieron.
Los miembros del consejo eligen al presidente del TS que lo
es también del consejo. Es el único miembro del consejo que
puede ser reelegido por una sola vez.
C. FUNCIONES:
El Consejo tiene competencia exclusiva en las siguientes
materias:
- Nombramiento de jueces y magistrados.
- Ascensos de los mismos.
- Inspección y vigilancia de juzgados y tribunales.
- Decisiones relativas a la situación administrativa de
jueces y magistrados.
- Potestad disciplinaria: las sanciones correspondientes a
faltas graves o muy graves son competencia exclusiva de
la comisión disciplinaria y del pleno del consejo general
del poder judicial respectivamente.
D. OTRAS COMPETENCIAS:
La competencia adicional más importante que el Consejo
general del poder judicial tiene atribuida es la designación de
dos miembros del TC. Tiene atribuida además la competencia de
informar sobre otros nombramientos, como el del Fiscal general
del Estado, y la de emitir informes sobre determinados
anteproyectos de leyes o de disposiciones generales.
E. CONTROL DE SU ACTIVIDAD:
La LOPJ sólo prevé que dicho órgano eleve anualmente a las
Cortes generales una memoria sobre las actividades y
funcionamiento del propio consejo y de los juzgados y
tribunales.
Las cámaras pueden debatir la memoria, solicitar la
comparecencia de su presidente y en su caso, adoptar
resoluciones en los términos previstos en sus reglamentos.
5. LA PARTICIPACIÓN DIRECTA DE LOS CIUDADANOS EN
LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA: EL JURADO.
A. DEMOCRACIA DIRECTA Y FUNCIÓN JURISDICCIONAL:
La función jurisdiccional en el Estado constitucional es
tributaria de varias circunstancias:
- Lo es de la transformación de todas las relaciones
sociales en relaciones jurídicas. La universalización de
las relaciones sociales como relaciones jurídicas es una
consecuencia directa de la afirmación del principio de
igualdad. Sin igualdad no hay derecho.
- De la universalización de una respuesta de naturaleza
jurídica a cualquier conflicto que pueda plantearse en
las relaciones sociales.
- De la creciente complejidad del ordenamiento precisamente
por su carácter universal.
El poder del Estado constitucional tiene que dar respuesta a
los conflictos jurídicos sea un poder técnico, especializado o
profesional.
B. NATURALEZA Y CARACTERÍSTICAS DE LA PARTICIPACIÓN CIUDADANA
EN LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA.
Ahora bien, el hecho de que los ciudadanos no puedan ejercer
directamente la potestad jurisdiccional no quiere decir que no
puedan participar en el ejercicio de la misma.
En primer lugar, es una garantía frente al sistema
profesionalizado de administración de justicia. La participación
directa de los ciudadanos es una inestimable salvaguardia contra
el acusador corrupto o excesivamente celoso y contra el juez
acomodaticio, parcial o excéntrico.
Supone, en segundo lugar, una extensión de la democracia de
la esfera política a la estrictamente jurídica.
A esta idea es a la que responde la institución del jurado,
que es el instrumento a través del cual en los países de nuestra
cultura jurídica se hace efectiva la participación de los
ciudadanos en la función jurisdiccional.
En cuanto instituto de administración de justicia, el
tribunal del jurado se diferencia del poder judicial desde una
triple perspectiva: desde un punto de vista subjetivo el jurado
se caracteriza por estar integrado por ciudadanos no
profesionales del mundo del derecho, desde un punto de vista
objetivo por tener una competencia limitada a los asuntos
expresamente atribuidos por el legislador, y desde un punto de
vista funcional por el carácter limitado de su respuesta al
conflicto: el jurado pronuncia veredictos, pero no dicta
sentencias.
El jurado por sí sólo no puede administrar justicia, sino que
necesita un poder judicial. El poder judicial, por el contrario,
si puede administrar justicia sin la participación del jurado.
C. LA DEFINICIÓN CONSTITUCIONAL DEL JURADO:
Tres son las características que definen la decisión del
constituyente respecto del jurado:
- es una posibilidad que la CE prevé y no una institución
que necesariamente tiene que formar parte del sistema de
administración de justicia en España.
- Es una institución limitada a los procesos penales.
- Es una institución constitucional cuya configuración es
dejada por el constituyente. Se trata de una institución
constitucional de configuración legal.
La regulación del jurado no llegó hasta 1995, a través de la
LO 5/1995 de 22 de mayo, del Tribunal del Jurado.
D. LA CONFIGURACIÓN LEGAL DEL JURADO:
Aquí basta indicar que el legislador define el jurado desde
una triple perspectiva: material, subjetiva y funcional.
Desde una perspectiva material el jurado es un órgano de
competencias enumeradas y expresamente asignadas por el
legislador. Sólo si hay una atribución expresa de competencia
puede intervenir.
En la concreción del mandato del constituyente, el legislador
ha seguido una doble técnica. Ha fijado, en primer lugar, la
rúbrica genérica de los delitos susceptibles de ser enjuiciados
a través del jurado y ha concretado, cuáles de los delitos
incluidos en dichas rúbricas se someten real y efectivamente al
conocimiento del jurado.
El Tribunal del jurado tendrá competencia para el
enjuiciamiento de los delitos atribuidos a su conocimiento y
fallo por ésta u otra ley respecto de los contenidos en las
siguientes rúbricas: delitos contra las personas, el honor, la
libertad y la seguridad, homicidio, etc.
Desde una perspectiva subjetiva la ley establece que el
Tribunal del jurado se compondrá de nueve jurados, ciudadanos
mayores de edad, en pleno ejercicio de sus derechos políticos,
que sepan leer y escribir, que sean vecinos de la provincia en
que el delito se hubiera cometido y que no estén afectados por
discapacidad física o psíquica que impida el desempeño de la
función y un magistrado de la audiencia provincial, que lo
presidirá.
Los jurados serán seleccionados aleatoriamente a través de un
doble sorteo.
Funcionalmente, la actividad del Tribunal del jurado se
limita a emitir un veredicto declarando probado o no el hecho
justiciable que el magistrado-presidente haya determinado como
tal y proclamando la culpabilidad o no de cada acusado.
La decisión tendrá que ser probada mediante votación nominal.
La mayoría exigida es de siete votos, cuando los hechos
declarados probados fueran contrarios al acusado o cuando el
veredicto fuera de culpabilidad y sólo de cinco cuando fueran
favorables al acusado o cuando el veredicto fuera de
inculpabilidad.
En el caso de que el veredicto sea de inculpabilidad, el
magistrado-presidente dicta en el acto sentencia absolutoria.
Cuando sea de culpabilidad el presidente dictará STC en forma
ordenada. Luego concretará a existencia de prueba de cargo
exigida por la garantía constitucional de la presunción de
inocencia.
LECCIÓN 27: EL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL.
1. TRIBUNAL CONSTITUCIONAL Y DIVISIÓN DE PODERES.
El TC no debería existir, ya que n o debería haber más de
tres poderes. No pueden ser explicados de manera lógica sino que
tienen que ser explicados históricamente.
El TC responde a una anomalía histórica presente y con
proyección de futuro. La anomalía que está detrás de él es una
anomalía en el proceso de transición a la democracia de
determinados países. Por eso el TC no existe en todos los países
europeos.
A cambio, es una institución vigorosa. En los países que
tienen TC la historia de la democracia y la de la justicia
constitucional han ido juntas. Ésta es la razón por la que el TC
es una institución de sólido prestigio, con una aceptación muy
amplia.
El modelo de justicia constitucional europeo es una
especialidad de países de trayectorias constitucionales
distintas pero que tienen dos rasgos en común:
- que en todos ellos el monarca siguió jugando un papel
importante en el proceso político.
- Que en todos se produjo la destrucción del régimen
constitucional en el período de entreguerras.
El TC europeo es el resultado de una doble anomalía
histórica: de una excepcional resistencia del Antiguo Régimen a
su parlamentarización y de una excepcional resistencia del
Estado liberal a su democratización.
La justicia constitucional no es, pues síntoma de buena salud
constitucional. El TC existe, en principio, para evitar que se
haga lo que no se debe hacer. Su función está determinada por el
carácter negativo de la experiencia histórica.
La justicia constitucional desempeña la función de una
protección eficaz de la minoría contra el avasallamiento de la
mayoría, cuyo dominio sólo es soportable en la medida en que se
ejerce jurídicamente.
El TC nace como:
- Un órgano único.
- Un órgano jurisdiccional.
- Su composición tiende a reflejar el compromiso entre la
mayoría y la minoría que presidió la aprobación de la CE.
- Su competencia básica consiste en el control de
constitucionalidad de la ley.
El TC europeo es un órgano artificial inventado por el
constituyente para completar la división tripartita clásica de
poderes ante la insuficiencia de esta última para controlar el
ejercicio del poder del Estado y evitar su desnaturalización
autoritaria. Donde la CE se ha respetado no ha hecho falta un
TC.
2. EL TC ESPAÑOL: COMPOSICIÓN Y ORGANIZACIÓN.
A. COMPOSICIÓN:
El TC es un órgano menos legitimado democráticamente que va a
controlar e imponer su voluntad a un órgano más legitimado desde
ese punto de vista. La despolitización total de la institución
es imposible. Un órgano único en el Estado que puede anular la
ley aprobada por el Parlamento no puede dejar de tener el mismo
un cierto componente político.
Y sin embargo para tener legitimidad ese componente político
tiene que difuminarse lo más posible. La preocupación del
constituyente al definir la institución es la de despolitizar al
máximo el TC. Si la composición no es la correcta, la
institución nace herida de muerte y es imposible que sea
aceptada por la sociedad.
Para que un TC pueda desempeñar adecuadamente sus tareas hace
falta:
- El órgano no debe ser muy numeroso.
- La extracción de sus miembros debe ser lo más homogénea
posible.
- La designación de los mismos debe ser el resultado de un
compromiso político muy amplio, de tal manera que sea
necesario la participación en el mismo tanto de la
mayoría como de la minoría parlamentaria.
- Los magistrados deben tener una notable preparación
técnica.
- Su designación debe hacerse por un período de tiempo
amplio, de tal manera que esté desvinculado su
nombramiento del mandato de los órganos políticos del
Estado.
Inicialmente el TC se componía de 11 magistrados, a fin de
que no pudiera producirse un empate en las votaciones, y en el
TC definitivo serán 12 los miembros, concediéndose al Presidente
un voto de calidad en caso de que el Tribunal se divida por
igual en la resolución de un asunto.
El art. 159. 1 de la CE dispone que: el TC se compone de 12
magistrados nombrados por el Rey: de ellos, cuatro a propuesta
del congreso por mayoría de tres quintos de sus miembros, cuatro
a propuesta del senado con idéntica mayoría, dos a propuesta del
Gobierno y dos a propuesta del Consejo General del poder
judicial.
Se trata del TC menos numeroso de todos. Hay que resaltar que
para que cualquiera de las cámaras pueda designar un magistrado
tiene que generar un consenso similar al que hace falta para
reformar la Constitución. Es la mejor de las garantías que
pueden exigir y la que mejor ha funcionado hasta el momento en
los países que conocen este órgano.
Para mayor garantía, la CE no deja libertad absoluta en la
designación a los órganos del Estado a los que encarga esta
tarea, sino que les impone que la elección se lleve a cabo entre
determinadas categorías de ciudadanos.
Además los magistrados propuestos por el senado serán
elegidos entre los candidatos presentados por las asambleas
legislativas de las CCAA en los términos que determine el
reglamento de la Cámara. Esta previsión trata de hacer del
Senado el cauce a través del cual las CCAA puedan participar.
La LO 6/2007 ha previsto, junto a la anterior, que los
candidatos propuestos por el Congreso y por el Senado deberán
comparecer previamente ante las correspondientes Comisiones en
los términos que dispongan los respectivos reglamentos. Se abra
una vía para que los candidatos tengan que explicar en el
congreso y en el senado sus posiciones sobre temas de interés
constitucional y sus proyectos sobre la forma en que ejercerán
sus cargos como magistrados del TC.
Una vez fijada la composición del TC, así como la de quienes
son electores y elegibles, por decirlo de manera gráfica, la CE
se ocupa de garantizar la independencia de los magistrados en el
ejercicio de su función. Y para ello regula los siguientes
extremos:
- Duración del mandato: los miembros del TC serán
designados por un período de nueve años y se renovarán
por terceras partes cada tres. La LOTC prohíbe la
reelección de manera inmediata, salvo que hubiera ocupado
el cargo por un plazo no superior a tres años.
- Incompatibilidades: todo mandato representativo, cargos
políticos o administrativos, funciones directivas en un
partido político o sindicato o el empleo al servicio de
los mismos, ejercicio de las carreras judicial y fiscal y
cualquier actividad profesional o mercantil.
- Inamovilidad: los miembros del TC serán independientes e
inamovibles en el ejercicio de su mandato.
B. ORGANIZACIÓN:
El TC dispone de un poder reglamentario propio. De tal poder
reglamentario del TC ha hecho uso en términos generales el
Reglamento de organización y personal y también en
circunstancias particulares, cuando ha estimado oportuno que
tenía que dictar normas relativas a la tramitación de
determinados asuntos cuya resolución se le confiaba.
Tal poder reglamentario no es decisivo para el conocimiento
de la institución.
→ Presidente y vicepresidente:
El TC está presidido por uno de los magistrados que la
componen. Es nombrado por el Rey a propuesta de los propios
magistrados por un período de tres años, reelegible por otros
tres.
Para la elección es necesaria la mayoría absoluta en la
primera votación y la simple en la segunda. En caso de empate le
corresponde la presidencia al candidato con mayor antigüedad y
en caso de igualdad al de mayor edad. Por el mismo procedimiento
se designa al vicepresidente.
Las funciones del presidente son: convocar y ordenar las
sesiones del pleno, ordenar el trabajo del TC, ejercer su
representación y jefatura administrativa… el Vicepresidente
sustituye al Presidente en caso de vacante o ausencia.
→ Pleno, Salas y Secciones:
El TC actúa en Pleno, en Sala o en Sección. El Pleno y las
Salas constituirán Secciones. La LOTC ha introducido importantes
modificaciones en el reparto de funciones entre el Pleno, la
Sala y las Secciones, tendentes a reforzar los dos últimos
órganos, con el fin de agilizar el funcionamiento del TC.
El Pleno, integrado por los doce magistrados y presidido
por el Presidente, conoce de todos los asuntos atribuidos al TC,
salvo del Recurso de amparo. El pleno puede atribuir a las salas
en el trámite de admisión el conocimiento de los recursos de
inconstitucionalidad. También puede reservarse conocer de
determinadas cuestiones de inconstitucionalidad y deferir las
demás a las Salas según un turno objetivo. El pleno puede acabar
teniendo conocimiento de los recursos de amparo por iniciativa
de la sala o por iniciativa propia.
Las Salas resuelven los recursos de amparo, los de
inconstitucionalidad de mera aplicación de doctrina y las
cuestiones de inconstitucionalidad cuyo conocimiento les
atribuya o defiera el pleno. Hay dos salas, presidida la primera
por el presidente y la segunda por el vicepresidente.
Las Secciones son cuatro, compuesta cada una por tres
magistrados, que deciden mediante Auto sobre la admisibilidad de
los recursos.
Para la adopción de acuerdos es necesaria la presencia de
dos tercios de los miembros. Las decisiones de toman por
mayoría. Los magistrados pueden manifestar su discrepancia con
la mayoría mediante la formulación de un voto particular.
3. LAS COMPETENCIAS DEL TC.
Con estas competencias el constituyente democrático ha
pretendido hacer frente a los tres grandes problemas políticos y
jurídicos, que se han presentado en la construcción de la
democracia en nuestro país:
- La consideración de la CE como documento exclusivamente
político. La primera preocupación del constituyente al
regular el TC fue asegurar la primacía de la CE en cuanto
norma jurídica y garantizar la estabilidad del sistema de
fuentes constitucionalmente definido.
- La falta de respeto por los DDFF Y LLPP de los ciudadanos
y la inexistencia de garantías jurídicas para hacer
frente a una vulneración de los mismos y reponer a los
ciudadanos en el ejercicio de tales derechos y
libertades.
- Las resistencias autoritarias a la distribución
territorial del poder y a la consiguiente
descentralización política del Estado.
Estos eran los tres grandes problemas políticos y
constitucionales a los que se enfrentaba la construcción del
Estado democrático. Y de ahí que el constituyente del 78
definiera las competencias del TC en función de los mismos.
El art. 161.1 de la CE establece: el TC tiene jurisdicción en
todo el territorio español y es competente para conocer:
- Del recurso de inconstitucionalidad contra leyes y
disposiciones normativas con fuerza de ley.
- Del recurso de amparo por violación de los derechos y
libertades referidos en el art. 53.2 CE.
- De los conflictos de competencia entre el Estado y las
CCAA o de éstas entre sí.
Si bien, no cierra con dicha enumeración las atribuciones al
mismo ya que se prevé una posible ampliación de la misma a
través de la propia CE o mediante ley orgánica.
En la CE sólo se añade una competencia a estas tres: una
especie de control previo de constitucionalidad de los Tratados
Internacionales. Mediante leyes orgánicas se han producido
cuatro ampliaciones de competencia: el conocimiento del
conflicto de atribuciones entre los órganos del Estado, dos
tipos de recursos de amparo y el conocimiento del conflicto en
defensa de la autonomía local.
El art. 161 de la CE tiene un apartado 2 en el que se
atribuye una competencia adicional al TC. Las competencias del
TC son cuatro.
4. EL CONTROL DE NORMAS: EL TC COMO GARANTE DE LA PRIMACÍA DE
LA CE.
El control de normas es la única competencia que tienen todos
los TC sin excepción. El TC nace para garantizar la supremacía
de la CE frente a la ley. Si no fuera por eso, el órgano no
existiría.
Tal competencia está definida en la CE. Ambos constituyen lo
que la LOTC define en el encabezamiento de su título II como
procedimiento de declaración de inconstitucionalidad.
A. ELEMENTOS COMUNES DE LOS PROCEDIMIENTOS DE DECLARACIÓN DE
INCONSTITUCIONALIDAD:
Varios son los elementos en los que coinciden el Recurso y la
Cuestión en cuanto procedimiento s de control de normas. Su
estudio debe preceder a las diferencias que los separan.
En primer lugar, coinciden en la finalidad que ambos
persiguen. Mediante los procedimientos de declaración de
inconstitucionalidad regulados en este título, el TC garantiza
la primacía de la CE y enjuicia la conformidad o disconformidad
con ella de las leyes, disposiciones o actos impugnados.
En segundo lugar, coinciden en el monopolio del TC en el
ejercicio de esta función. el control de constitucionalidad de
la ley es un control concentrado.
En tercer lugar, las normas susceptibles de ser declaradas
anticonstitucionales son las mismas por ambos procedimientos y
son las siguientes: los estatutos de autonomía y demás leyes
orgánicas, las demás leyes, disposiciones normativas y actos del
ESTADO con fuerza de ley, los tratados internacionales, los
reglamentos de las cámaras y de las cortes generales, las leyes
y demás con fuerza de ley de las CCAA y los reglamentos de las
asambleas legislativas de las CCAA.
Sólo son susceptibles de impugnación a través de estos
procesos las normas anteriormente indicadas cuando hayan quedado
perfeccionadas. En el caso de los decretos legislativos el TC
debería controlar únicamente la ley de delegación. Sin embargo,
la solución adoptada en nuestro ordenamiento confía al TC el
conocimiento en exclusiva de la ley y la posibilidad de conocer
también el decreto legislativo.
En cuarto lugar, coinciden en el canon de constitucionalidad
de la ley además de la CE prevé dos adiciones como criterio
mensurador de la constitucionalidad de la ley:
La primera está reservada para el control de normas que
incidan en la distribución de competencias entre el Estado y las
CCAA.
La segunda está destinada a clarificar las relaciones entre
la Ley orgánica y la ley ordinaria.
En quinto lugar, hay que indicar que tanto la interposición
del recurso como el planteamiento de la cuestión no suspenden la
vigencia de la ley ni la aplicación de la misma.
B. EL RECURSO DE INCONSTITUCIONALIDAD:
El Recurso de inconstitucionalidad es un control abstracto.
Con él se posibilita el enjuiciamiento por el TC del acto del
legislador directamente. Lo que se solicita del TC es una
desautorización de la manifestación de voluntad de los órganos
legislativo.
Están legitimados:
- Para interponer el recurso de inconstitucionalidad, el
Presidente del Gobierno, el Defensor del Pueblo,
cincuenta diputados, cincuenta senadores, los órganos
colegiados ejecutivos de las CCAA y en su caso, las
Asambleas de las mismas.
La legitimación está pensada para proteger:
- A la minoría parlamentaria frente a posibles
extralimitaciones de la mayoría.
- Para preservar la distribución de competencias entre el
Estado y las CCAA en las dos direcciones posibles. La
LOTC redujo la legitimación de los órganos de las CCAA a
la interposición del recurso contra leyes que pudieran
afectar a su propio ámbito de autonomía.
- Ante la inexistencia de una legitimación individual, como
la que preveía la CE de 1931, auténticamente demencial
dicho sea de paso, la CE legitima al Defensor del pueblo.
El legislador tiende a ser también muy estricto en la
fijación del plazo para la interposición de recurso de
inconstitucionalidad. La LOTC fija en tres meses desde la
publicación de la ley. En el caso de la ley de una CCAA que se
publica tanto en el BOE como en el boletín oficial de la
comunidad, el plazo empieza a correr desde el momento en que se
produce la primera publicación.
Este plazo de tres meses puede ser ampliado a nueve, si el
recurso se interpone por el presidente del gobierno o por los
órganos colegiados ejecutivos de las CCAA, cuando, con la
finalidad de evitar la interposición del recurso, se cumplen los
siguientes requisitos:
- que se reúna la Comisión bilateral de cooperación entre
la administración general del estado y la respectiva
CCAA, pudiendo solicitar su convocatoria cualquiera de
las dos administraciones.
- Que en el seno de la mencionada comisión bilateral se hay
adoptado un acuerdo sobre la iniciación de negociaciones
para resolver las discrepancias, pudiendo instar, en su
caso, la modificación del texto normativo.
- Que el acuerdo sea puesto en conocimiento del TC por los
órganos mencionados dentro de los tres meses siguientes a
la publicación de la ley, disposición o acto con fuerza
de ley y se inserte en el BOE y en el diario oficial de
la CCAA.
Se trata de evitar la interposición de recursos ante el TC.
La tramitación del recurso se inicia mediante escrito del órgano
o fracción de órgano que está legitimado en el que se concentra
la disposición que se impugna así como los motivos del recurso.
Admitida la demanda, se da traslado de la misma al congreso,
al senado, al gobierno y en el caso de que la norma impugnada
sea de una CCAA, a la asamblea legislativa y al gobierno
correspondiente. Quienes lo consideren oportuno pueden
personarse y formular alegaciones en el plazo de 15 días. A la
vista del recurso y de las alegaciones el TC dicta sentencia.
C. LA CUESTIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD.
La cuestión de inconstitucionalidad es una tarea adicional
que el TC tiene que asumir como consecuencia de que la CE otorga
al poder judicial el monopolio de la administración de justicia
y simultáneamente le prohíbe que pueda ser juez de la
constitucionalidad de la ley.
La cuestión de inconstitucionalidad es el resultado de la
acción combinada de dos monopolios: el de administrar justicia a
favor del poder judicial y el del control de constitucionalidad
a favor del TC. A través de esa acción combinada es como se da
respuesta a la exigencia de que se administre justicia sobre la
base de normas inequívocamente constitucionales.
→ Órgano competente.
La cuestión de inconstitucionalidad está a disposición del
poder judicial. Únicamente los jueces y tribunales pueden
plantearla. En el desarrollo del art. 163 de la CE por el 35 de
la LOTC se admite que la cuestión sea planteada de oficio o a
instancia de parte. Ahora bien, el hecho de que las partes
puedan instar del órgano judicial del planteamiento de la
cuestión, no quiere decir que exista un derecho de las partes a
que tal cuestión se plantee, sino que la decisión de plantearla
o no es una decisión discrecional del órgano judicial, no
recurrible por las partes.
→ Objeto de la cuestión:
Para que el juez o tribunal pueda plantear la cuestión de
inconstitucionalidad existen cuatro supuestos:
- normas con rango de ley.
- Aplicable al caso.
- De cuya validez dependa el fallo.
- Que pueda ser contraria a la CE.
La decisión de los órganos judiciales es discrecional pero
tiene que ser una decisión motivada que se tome en el curso de
un proceso y que contenga un juicio de relevancia lo
suficientemente consistente como para justificar la intervención
del TC. Es decir, la cuestión de inconstitucionalidad la prevé
el constituyente para ayudarle a administrar justicia por eso el
TC debe no admitirla si no está suficientemente motivada.
→ Tramitación:
La CE apenas dice nada sobre la tramitación de la cuestión
de inconstitucionalidad. El órgano judicial sólo podrá plantear
la cuestión una vez concluso el procedimiento y dentro del plazo
para dictar sentencia, lo cual es lógico, ya que únicamente en
ese momento se puede tener la certeza sobre la relevancia de la
norma para resolver el caso.
Antes de dictar el Auto, el órgano judicial ha de oír a las
partes y al Ministerio Fiscal, que disponen de un plazo común e
improrrogable de diez días para alegar sobre la pertinencia de
plantear la cuestión de inconstitucionalidad o sobre el fondo de
esta. A partir de ese momento el órgano judicial tiene tres días
para dictar el Auto de formalización de la cuestión, contra el
que no cabe recurso alguno.
Una vez formalizada la cuestión el TC debe decidir sobre la
admisión a trámite de dicha cuestión, admisión que puede ser
rechazada mediante Auto, sin otra audiencia que la del Fiscal
general del Estado.
Admitida a trámite la cuestión, se producen dos efectos.
Por un lado, el proceso judicial permanecerá suspendido hasta
que el TC la resuelva definitivamente. Por otro lado, se abre un
procedimiento similar al del Recurso de inconstitucionalidad,
concediéndose un plazo común e improrrogable de quince días al
Congreso, al senado, al gobierno y en el caso de que la cuestión
afectara a una ley o disposición con fuerza de ley dictadas por
una CCAA, a la Asamblea Legislativa y al Consejo de gobierno de
aquella, para que aleguen lo que estimen oportuno. Quienes sean
parte podrán personarse ante el TC dentro de los quince días
siguientes a su publicación, para formular alegaciones.
→ La auto cuestión de inconstitucionalidad.
No está prevista en la CE, sino únicamente en la LOTC como
consecuencia de la estimación por el TC de un recurso de amparo
por violación de un derecho fundamental directamente imputable a
la aplicación de una ley.
El recurso de amparo cabe contra actos no normativos de las
cortes generales. Si se produce una lesión de un derecho
fundamental por parte de cualquier poder público como
consecuencia directa de la aplicación de una ley, el responsable
es el legislador cuya norma ha sido aplicada por el órgano
administrativo o judicial de que se trate.
La sala, o en su caso, la sección del TC está obligada a
elevar al Pleno la cuestión de inconstitucionalidad a fin de que
el pleno se pronuncie con los efectos propios de las sentencias
sobre declaración de inconstitucionalidad sobre la ley de la que
el recurso de amparo trae causa.
D. LA SENTENCIA EN LOS PROCEDIMIENTOS DE DECLARACIÓN DE
INCONSTITUCIONALIDAD.
La STC en estos procedimientos es una decisión negativa
mediante la cual el TC constata que la interpretación inicial de
la CE efectuada por el legislador al aprobar la ley no es
correcta y que está en contradicción con la voluntad manifestada
en su día por el constituyente al aprobar el texto
constitucional.
El TC es el máximo intérprete de la CE y sus decisiones
vinculan a todos los poderes públicos. La STC del TC es una
simple no aceptación de la interpretación de este último. Todas
las características de la decisión del TC no son más que
manifestación del mismo:
- Publicación en el BOE: las STC del TC se publicarán en el
BOE.
- Publicación de los Votos particulares.
- Supresión de la VACTIO LEGIS: tienen valor de cosa
juzgada desde el día siguiente de su publicación.
- Inexistencia de recurso alguno: la STC estimatoria de la
anticonstitucionalidad de la ley lo que hace es o anular
toda la ley o parte de la misma.
- Plenos efectos frente a todos.
- Subsistencia de la ley en la parte no afectada por la
inconstitucionalidad.
- Nulidad de los preceptos impugnados.
- Irretroactividad de las sentencias.
- Corrección de la jurisprudencia: el juez está sometido a
la ley y esa ley ha dejado de existir, es evidente que
toda la jurisprudencia recaída sobre la misma tiene que
ser corregida.
5. EL CONFLICTO DE COMPETENCIAS: EL TC COMO GARANTE DE LA
DISTRIBUCIÓN DE COMPETENCIAS ENTRE EL ESTADO Y LAS CCAA.
El conflicto de competencias únicamente se puede producir
cuando se suscita una controversia entre el Estado y una CCCAA o
entre dos CCAA entre sí, acerca de la titularidad de una
competencia ejercida a través de una disposición sin fuerza de
ley o a través de una resolución o simple acto administrativo.
Los conflictos de competencias pueden ser de dos tipos:
positivos y negativos.
A. CONFLICTOS POSITIVOS:
Son casi los únicos que se han planteado. El conflicto
positivo se produce cuando tanto el Estado como la CCAA
reivindican como propia la competencia en disputa. O cuando la
disputa se produce entre dos CCAA.
La legitimación para plantear este tipo de conflicto la
tienen exclusivamente el Gobierno del Estado y los Gobiernos de
las CCAA. La posición del Estado y la de las CCAA no es la
misma:
- mientras que el gobierno de la nación puede o formalizar
directamente el conflicto ante el TC o requerir a la CCAA
previamente para que derogue o anule la disposición,
resolución o acto causante del conflicto, el Gobierno de
la CCAA tiene que requerir obligatoriamente al Estado y
si no recibe satisfacción por esta vía, puede formalizar
el conflicto ante el TC.
- Mientras la disposición del Estado no se suspende en
principio durante la tramitación del conflicto, la
disposición de la CCAA sí queda en suspenso, teniendo el
TC en un plazo de cinco meses que acordar si se confirma
o se levanta dicha suspensión.
El plazo para plantear el conflicto o para requerir es el de
dos meses a partir de la publicación de la disposición por
cualquier parte viciado de competencia. Aunque la LOTC no
contempla la posibilidad de inadmitir conflictos positivos de
competencia porque no se cumplan los requisitos legalmente
establecidos, el TC no ha admitido algún conflicto.
Tras la formalización del conflicto, la comparecencia de las
partes y la formulación de las alegaciones que se estimen
pertinentes, el TC dicta STC. Las STC en los conflictos de
competencia son decisiones que tienen una vertiente negativa: la
anulación de la disposición y otra positiva: la atribución de la
competencia controvertida a la parte recurrente.
B. CONFLICTOS NEGATIVOS:
Son conflictos que surgen cuando ninguna Administración ni
estatal ni autonómica se considera competente para resolver una
pretensión de una persona física o jurídica.
El origen del conflicto es una acción de un ciudadano. La
tramitación es ante todo que el interesado tendrá que dirigirse
a un órgano de la administración que él considere competente
formulándole su pretensión. Si dicho órgano se declara
incompetente y tal declaración de incompetencia es confirmada en
la resolución del recurso que el interesado tiene que
interponer, a fin de agotar la vía administrativa, el ciudadano
tiene que dirigirse a la otra administración que se le indica
que es la competente, teniendo ésta que aceptar o declinar la
competencia en el plazo de un mes. Si ocurre esto último, el
interesado puede acudir al TC en el plazo de un mes.
El TC, si entiende que la inhibición de las administraciones
central y autonómica responde a una diferencia de interpretación
de preceptos constitucionales o de los estatutos de autonomía o
de leyes orgánicas u ordinarias que delimiten los ámbitos de
competencia entre el Estado y las CCAA, declarará planteando el
conflicto. Da un plazo de un mes para alegaciones. Y dicta STC
declarando cuál es la administración competente.
Junto a este conflicto negativo propio hay otro conflicto
negativo impropio en el que el Estado a través del gobierno
puede requerir al órgano ejecutivo de una CCAA para que ejerza
una competencia que el Estado considera que es de titularidad
autonómica. Si el requerimiento no es atendido, el Gobierno
puede formalizar el conflicto ante el TC, que resuelve
declarando bien que la titularidad de la competencia es de la
CCAA y que tiene que atender el requerimiento del gobierno del
Estado o que no es así.
6. EL CONFLICTO DE ATRIBUCIONES: EL TC COMO GARANTE DE LA
SEPARACIÓN DE PODERES.
Únicamente contemplan los conflictos entre los órganos
constitucionales del Estado. Lo que se pretende con esta
atribución de competencia es que el TC garantice, en caso de
conflicto, la separación de poderes requerida por el
consentimiento.
El conflicto únicamente puede producirse entre: gobierno,
congreso, senado y consejo general del poder judicial y por
tanto, únicamente estos órganos están legitimados para
iniciarlo.
La tramitación es muy simple. Cualquiera de los órganos
recién mencionados, mediante acuerdo de su pleno se lo hará
saber al órgano presuntamente invasor, solicitando la revocación
de la o las decisiones adoptadas.
Si el órgano requerido afirma que ha actuado dentro de sus
atribuciones constitucionales, queda abierta la vía a la
formalización del conflicto ante el TC. Este una vez oído si lo
estima oportuno, dicta STC determinando a qué órgano
constitucional corresponde la atribución controvertida.
7. EL CONFLICTO EN DEFENSA DE LA AUTONOMÍA LOCAL: EL TC COMO
GARANTE DE LA AUTONOMÍA MUNICIPAL.
A. NATURALEZA JURÍDICA: ¿CONFLICTO O RECURSO?:
La CE y la LOTC no previeron instrumento alguno para la
defensa por parte de los entes locales de la autonomía. La ley
orgánica 7/1999 de 21 de abril ha intentado remediar este vacío.
Dicho instrumento ha sido calificado en la ley como conflicto
en defensa de la autonomía local. Lo característico de este
nuevo conflicto es que únicamente puede plantearse contra leyes
del Estado o de las CCAA, pero no contra disposiciones,
resoluciones o actos del primero o de las segundas. Podrán dar
lugar al planteamiento de los conflictos en defensa de la
autonomía local las normas del Estado con rango de ley o las
disposiciones con rango de ley de las CCAA que lesionen la
autonomía local constitucionalmente garantizada.
El conflicto en defensa de la autonomía local no es un
conflicto. Tampoco es un recurso de inconstitucionalidad, aunque
se asemeja mucho más a él que al conflicto de competencias. Es
un procedimiento de control de normas y no un conflicto de
competencias lo que a través de él se está instrumentando.
El conflicto en defensa de la autonomía local es pues un
recurso. Los municipios no entran en conflicto con la ley
estatal o autonómica. Simplemente la recurren.
B. OBJETO DEL CONFLICTO:
Como ya se ha dicho, únicamente se puede interponer contra
leyes del Estado o de la CCAA. Pero no contra cualquier ley del
primero o de las segundas, sino exclusivamente contra leyes que
lesionen la autonomía local constitucionalmente garantizada.
Para determinar qué es la autonomía local constitucionalmente
garantizada, que supone el canon con el que habrá que
confrontar, y que habrán de respetar, las leyes objeto de este
conflicto, habrá que valorar cuáles son las facultades mínimas y
esenciales que debe poseer un ente para ser autónomo en el marco
específico de la gestión de los intereses locales.
Se trata de una garantía institucional que incluye los
elementos esenciales del autogobierno de los entes locales
territoriales, si bien, al mismo tiempo, tales elementos mínimos
admiten diferentes regulaciones por parte de la ley. Por esto
último, la ley de bases del régimen local no integra el bloque
de la constitucionalidad a estos efectos ni puede constituir
canon de validez de otras leyes estatales en este proceso.
C. LEGITIMACIÓN:
Está regulada de la manera siguiente:
En primer lugar, puede formalizar el conflicto un único
municipio o una única provincia, si son los destinatarios en
exclusiva de la ley que entienden que lesiona su autonomía
local.
Entre los municipios legitimados se incluyen las ciudades
autónomas de Ceuta y Melilla, pero no equiparable al de las CCAA
dadas las especificidades de su organización, su carencia de
competencias legislativas y su falta de legitimación para
presentar el recurso de inconstitucionalidad.
En segundo lugar, puede hacerlo un número de municipios que
supongan al menos un séptimo de los existentes en el ámbito
territorial de aplicación de la ley y que representen como
mínimo un sexto de la población.
En tercer lugar, un número de provincias que supongan al
menos la mitad de las existentes en el ámbito de aplicación de
la ley y representen como mínimo la mitad de la población.
D. FORMALIZACIÓN DEL CONFLICTO:
Se siguen los siguientes pasos:
- el procedimiento se inicia con la adopción del acuerdo
por el órgano plenario de las corporaciones locales
legitimadas, que tiene que ser adoptado por la mayoría
absoluta de los miembros de un derecho de las mismas.
- Solicitarse dictamen, preceptivo pero no vinculante, al
Consejo de Estado o al órgano correspondiente de la CCAA
si lo tuviere. Si la ley afecta a corporaciones que
pertenecen a más de una CCAA el dictamen se solicita al
Consejo de Estado.
- La solicitud de dictamen tiene que hacerse dentro de los
tres meses siguientes al día de la publicación de la ley
que se entienda lesiona la autonomía local.
- Dentro del mes siguiente a la recepción del dictamen, los
municipios o provincias legitimados podrán formalizar el
conflicto ante el TC, acreditando el cumplimiento de los
requisitos mencionados y alegando los fundamentos
jurídicos que estimen pertinentes.
E. RESOLUCIÓN DEL CONFLICTO:
Una vez formalizado el conflicto el TC puede hacer dos cosas:
Acordar la inadmisión por falta de legitimación u otros
requisitos exigibles y no subsanables, o por considerarlo
notoriamente infundado. O admitirlo a trámite, dando traslado a
los órganos legislativos y ejecutivo de una CCAA dando un plazo
de veinte días para la personación y formulación de alegaciones.
El TC resolverá dentro de los quince días siguientes al
término del plazo de las alegaciones. La stc declarará si existe
o no vulneración de la autonomía local, lo que procediere sobre
las situaciones de hecho o de derecho creadas en lesión de la
autonomía local.
La declaración de inconstitucionalidad de la ley que haya
dado lugar al conflicto requerirá nueva stc si el pleno decide
plantearse la cuestión tras la resolución del conflicto. El
conflicto en defensa de la autonomía local es una especie de
recurso de amparo contra leyes que se pone a disposición de los
municipios y provincias.
Dicho en pocas palabras: el proceso constitucional
introducido en nuestro ordenamiento por la ley orgánica 7/1999
viene a completar el diseño de protección de la estructura
descentralizada del Estado de que se inició con la aprobación de
la CE. Una vez estabilizado el Estado de las autonomías y
definida la posición que le corresponde a las provincias y
municipios. Es un amparo contra leyes y no un conflicto.
LECCIÓN 28: FORMAS DE ESTADO. EL ESTADO FEDERAL.
1. LAS FORMAS DE ESTADO.
Ha sido la forma de imposición territorial del poder el
criterio que se ha utilizado para la clasificación de las formas
de Estado. La división vertical del poder por su relación con el
territorio es el criterio a través del cual se definen las
formas de Estado.
Ha sido la estructura territorial interna del Estado el
elemento del que se ha servido la doctrina para clasificar las
formas de Estado, distinguiendo dos grandes tipos como puntos de
referencia: el Estado unitario y el Estado federal.
En realidad, para hablar con precisión no deberíamos tomar el
Estado federal como punto de referencia, sino que deberíamos
partir del Estado políticamente descentralizado. Las razones por
las que hemos decidido proceder de esta manera son variadas:
En primer lugar, porque el primer Estado políticamente
descentralizado que se constituyó en el mundo frente a la
tradición europea del Estado unitario fueron los Estados Unidos
de América y en dicho país la descentralización política tomó la
forma de un Estado federal.
En segundo, porque fue la descentralización política federal
americana la que sirvió de modelo a los primeros países europeos
que se constituyeron también como Estados políticamente
descentralizados en la forma de Estados Federales: Suiza y
Alemania.
En tercero, porque el Estado federal se ha convertido desde
entonces en el punto de referencia de la descentralización
política y no a la inversa.
2. EL ESTADO UNITARIO COMO PUNTO DE PARTIDA.
El Estado unitario es el Estado que se afirma en la parte más
occidental del continente europeo a partir de y frente a la
Monarquía absoluta. Es una forma política que nace a través de
un proceso de concentración y unificación de los poderes
intermedios, subordinados y dependientes característicos del
Antiguo Régimen.
Su imposición práctica implica un triple proceso de
unificación:
- Unificación del poder.
- Unificación de la población.
- Unificación del territorio.
Los dos grandes Estados europeos de cuyas experiencias
políticas procede la imposición del Estado constitucional como
forma general de organización del poder en prácticamente todo el
mundo, Inglaterra y Francia, han sido desde sus orígenes hasta
nuestros días Estados Unitarios.
Todas las formas políticas que entran en contacto con el
Estado inglés o francés van a tener que reorganizarse
profundamente y dar paso a la formación de Estados
constitucionales. En esta reacción algunos países se
constituirán como Estados unitarios y otros lo harán con una
configuración territorial distinta con el nombre de Estado
Federal.
El Estado Federal en sus orígenes se constituye para
equipararse al Estado Unitario. Es en la articulación
territorial en lo único en lo que el Estado federal se va a
diferenciar del Estado unitario. Y por las circunstancias
históricas en las que se produjo la afirmación de dicho Estado
federal.
El Estado federal se impone en la práctica y por eso el
concepto de Estado federal es un concepto mucho menos preciso
que el concepto de Estado unitario. Definir el Estado federal no
es posible. Sí se puede describir el Estado federal mediante una
serie de elementos estructurales comunes en todos los
ordenamientos constitucionales analizados bajo este concepto en
la teoría del Estado, el Derecho constitucional y la ciencia
política:
- un Estado federal es un Estado articulado en unidades
territoriales.
- Estas unidades poseen una Autonomía considerable.
- Dichas unidades participan en la formación de la voluntad
de la Federación a través de una Segunda Cámara del
parlamento federal.
- Estos elementos están garantizados en una Constitución
rígida.
- Existe un mecanismo organizado de soluciones de
conflictos, en particular mediante decisión judicial de
los conflictos federales.
El Estado federal comparte con el Estado unitario la mayor
parte de sus elementos esenciales.
3. DE LA CONFEDERACIÓN DE ESTADOS AL ESTADO FEDERAL.
Las confederaciones de Estados que desembocaron en Estados
Federales fueron experiencias de transición. Nacidas como
consecuencia del enfrentamiento con un Estado unitario de formas
políticas emparentadas entre sí. Se trata en todos los casos de
una respuesta provisional e inestable al conflicto.
A. LA TRADICIÓN AMERICANA: LA INVENCIÓN DEL ESTADO FEDERAL:
La experiencia federal más relevante ha sido la de las trece
colonias inglesas en América del norte que acabarían
constituyendo los Estados unidos de América. De dicha
experiencia nacería el Estado Federal.
En la experiencia colonial americana había elementos que
propiciaban la formación de un Estado común para todas las
colonias: la población era bastante homogénea tanto en lo que a
la lengua y costumbres se refiere así como también en lo
relativo a cultura jurídica y política y estructura económica.
Pero también había muchas cosas que las separaban. Desde el
clima, la religión, intereses comerciales e industriales
diversos y ausencia de comunicación entre ellas.
→ Los artículos de la Confederación:
El primer documento constitucional común a todas las
colonias fueron los artículos de la Confederación redactados en
1776 aprobados por el Congreso Continental en 1777 y ratificados
por todos los nuevos Estados a continuación.
El sistema previsto en los artículos en la confederación se
caracteriza por dos notas esenciales:
- el poder político estaba concentrado en la periferia.
- En los Estados el poder estaba concentrado en las
asambleas legislativas sin prestar mayor atención al
principio de la separación de poderes.
En realidad, la Confederación fue configurada como un
expediente temporal exigido por la guerra. De ahí que al cesar
las hostilidades el único órgano de la Confederación, deviniera
virtualmente impotente, recuperando los Estado el poco poder que
se habían visto obligados a ceder durante los años de guerra.
Como no podía ser de otra manera, el resultado fue un vacío
de poder en el centro, que condujo a que los Estados empezaran a
comportarse como suelen hacerlo los Estados soberanos.
Ahora bien, si grave era el vacío de poder en el centro, no
menos grave era la concentración del poder en la periferia. La
forma de gobierno que respondía en las antiguas colonias a lo
que se llamó tras la independencia la política de la libertad
era aquella en la que gobernaba una asamblea elegida por el
pueblo, sin otro control que el que ejerciera la propia
población a través de elecciones frecuentes. De ahí que las
constituciones de los Estados durante la vigencia de los
artículos de la Conferencia previeran elecciones legislativas
anuales. Al mismo tiempo las Constituciones imponían mecanismo
rotatorios muy rigurosos, fijando de manera muy estricta el
tiempo que un individuo podía ocupar un escaño en la Asamblea.
Una vez concentrado el poder legislativo y el ejecutivo en el
mismo órgano, la invasión por parte de éste del poder judicial
era inevitable. Fue el ejercicio incontrolado del poder por
parte de las Asambleas de los Estados el que provocó un
resentimiento notable en la población y una sensación de
inseguridad creciente, que alteró la percepción que se tenía en
los Estados acerca de lo que era una forma de gobierno libre.
→ La Constitución Federal:
La Constitución federal se va a caracterizar ante todo por
invertir los dos principios básicos que habían presidido los
artículos de la confederación:
- supondrá el triunfo del centro sobre la periferia, aunque
sin anular políticamente a esta última.
- Supondrá el triunfo de la división de poderes sobre el
principio de la supremacía del poder legislativo o de
cualquier otro poder del Estado.
Ahora bien, para conseguir la imposición en la práctica de
tales principios el constituyente americano tenía que resolver
el problema de la soberanía. El genio del constituyente
americano consistirá en desplazar el lugar de residencia de la
soberanía, convirtiendo la soberanía parlamentaria inglesa en
soberanía popular y explicando a partir de esta última la
organización del Estado en su integridad. La afirmación de la
soberanía popular es un resultado del enfrentamiento de los
Federalistas con los Anti federalistas a fin de encontrar una
justificación para el Estado federal frente a la Confederación.
Bajo la nueva Constitución ni las Asambleas de los Estados ni
el Congreso de los EEUU serán soberanos. Así pues, las asambleas
legislativas de los Estados no pueden perder su soberanía con la
nueva Constitución, porque nunca la han tenido. Sólo el pueblo
puede decidir cuánto poder tendrá cada uno de los gobiernos a
los que decida confiar una parte del mismo.
Ésta es la justificación de la soberanía que acabaría
imponiéndose y que serviría de base a la Constitución federal de
los EEUU. De esta exigencia nacerá la primera afirmación de la
soberanía popular y de ella el Estado federal.
Desde un punto de vista lógico la argumentación anti
federalista era de una notable coherencia. La Constitución
federal americana descansa en el argumento más unitario que
imaginarse pueda. La soberanía es una y reside en el pueblo de
los EEUU. Por eso, la Constitución tenía que ser ratificada en
convenciones populares y no por las Asambleas de los Estados.
Una vez resuelto el problema de la soberanía de esta manera y
sorteado el obstáculo de las asambleas de los Estados, lo que
quedaba por resolver eran problemas técnicos.
B. LA TRADICIÓN EUROPEA:
La tradición europea es distinta a la tradición americana. La
formación de confederaciones de Estados en Europa y su
transformación ulterior en Estados federales fue un proceso más
dilatado en el tiempo, más tortuoso y mucho menos transparente
que el que condujo a la formación de los Estados Unidos de
América.
En Europa los Estados federales van a ser el resultado del
proceso de descomposición del antiguo régimen al contacto con la
revolución francesa y de la correlativa imposición del Estado
constitucional en competencia con el Absolutismo.
La ordenación de unidades políticas independientes en los
territorios de los futuros Estados federales europeos era
extraordinariamente alto en el momento en el que se inicia el
proceso constituyente del Estado en el continente europeo.
Tales unidades independientes habían estado relacionadas
entre sí desde hacía muchos siglos. Pero la evolución que se
produjo en los siglos XVII y XVIII fue la inversa de la que se
produjo en los grandes países occidentales europeos como España.
Mientras en éstos la Monarquía absoluta inicia un proceso de
unificación del país, haciendo cada vez más sólidos los vínculos
tanto entre las poblaciones como entre los territorios, en
aquéllos va a ocurrir lo contrario.
Es el Estado unitario francés el que está en el origen del
Estado federal europeo. La exportación de la revolución mediante
las guerras napoleónicas será la que modifique el panorama
político de toda Europa.
La Revolución Francesa es el punto de partida del proceso
constituyente del Estado en el continente europeo. El proceso
condujo en la mayor parte de Europa a la formación de Estados
unitarios. Pero en Suiza y Alemania conduciría a la
Confederación primero y al Estado federal después.
La experiencia alemana fue una experiencia más unitaria que
la suiza. La experiencia es distinta en todos los casos. Lo
único que tiene en común es el tránsito de la confederación a la
federación, es decir, un proceso de unificación que les permita
competir con los Estados unitarios. En todo lo demás cada
experiencia es única. Protagonismo social y afirmación de la
soberanía popular en América. Proceso democrático radical en
Suiza como defensa frente a la centralización. Proceso
antiparlamentario y hegemónico prusiano como elemento
aglutinador.
Hay que resaltar que mientras que el federalismo americano y
suizo se constituirán sobre la base del principio de la
soberanía popular y por tanto como Estados democráticos desde
sus orígenes el federalismo alemán será en sus inicios un
federalismo antidemocrático. De ahí que los dos primeros no
tuvieran problemas de supervivencia en el siglo XX, en tanto que
el alemán tendría que refundarse en dos ocasiones sobre bases
democráticas, con la constitución de Weimar y con la Ley
fundamental de Bonn. Es este último el federalismo relevante
para nosotros hoy.
Junto a este proceso de constitución del Estado federal a
partir de la Confederación de Estados tanto en el proceso de
descolonización iberoamericano como en el de descolonización
inglés un buen número de Estados acabaron optando por una
configuración federal.
También en Europa se produjeron algunos otros casos de
formación de Estados federales con el constitucionalismo
posterior a la primera guerra mundial.
4. PROBLEMAS POLÍTICO-CONSTITUCIONALES DEL ESTADO FEDERAL.
Entre los principios unitarios hay que destacar los siguientes:
- La Constitución federal: el documento a través del cual
se constituye políticamente y se organiza jurídicamente
el Estado federal es una Constitución y detrás de un
Estado federal hay siempre un poder constituyente único.
- Ciudadanía federal: los derechos fundamentales son
federales, sin que pueda haber una diferencia sustancial
en el ejercicio de los mismos dependiendo de la unidad
territorial en que se resida.
- Homogeneidad político-constitucional en la organización
de las unidades territoriales que se federan respecto de
la organización federal.
Entre los principios diferenciadores se deben mencionar los
siguientes:
- la existencia política de las unidades territoriales que
se integran en el Estado federal. El territorio es el
soporte físico de una voluntad política autónoma respecto
de la voluntad política de la Federación.
- Poder legislativo propio. La creación del derecho tiene
que ser plural.
- Autonomía económica: las unidades territoriales que se
integran en la federación tengan un poder tributario
propio o unas fuentes de recursos constitucionalmente
garantizadas.
En lo que a la titularidad se refiere, el Estado Federal es
un Estado unitario, residiendo el poder en el pueblo como
conjunto de todos los ciudadanos de todos los territorios que se
integran en la Federación sin distinción alguna. En lo que al
ejercicio del poder atañe, el Estado federal es un Estado
políticamente descentralizado.
Los problemas político-constitucionales del Estado federal
son problemas técnicos derivados de la necesidad de articular
dos poderes que coinciden parcialmente en su ejercicio sobre la
misma población y el mismo territorio.
Los problemas político-constitucionales a los que el Estado
federal haya tenido que hacer frente han sido los siguientes:
- distribución de competencias legislativas entre la
federación y las unidades territoriales en ella
integradas con previsión expresa de la competencia
residual.
- Distribución de recursos tributarios de tal manera que
tanto la federación como las unidades territoriales
federadas tengan garantizada una vida económica autónoma
no dependiente de la voluntad de la otra.
- Participación de las unidades territoriales en la
formación de la voluntad de la federación.
- Vigilancia federal sobre las unidades territoriales.
- Rigidez constitucional federal.
- Establecimiento de una instancia de resolución de
conflictos federal para resolver las disputas entre la
Federación y las unidades territoriales federadas o las
de éstas entre sí.
5. LA ORDENACIÓN JURÍDICA DEL ESTADO FEDERAL.
La constitución federal tiene que dar respuesta a dos grandes
problemas: DDFF y división de poderes. En lo que a los DDFF se
refiere, la constitución federal opera como si fuera la
constitución de un Estado unitario. Los derechos
constitucionalmente reconocidos son derechos de todos los
ciudadanos, independientes de dónde residan y vinculan a todos
los poderes públicos federales o no. Es por tanto, un elemento
unitario que opera uniformemente en todo el territorio del país.
En lo que se distingue la Constitución federal de la
Constitución del Estado unitario es en la respuesta que da a la
separación de poderes. Mientras que las constituciones unitarias
sólo prevén una separación horizontal de poderes, la
constitución federal tiene que prever una separación horizontal
en el ámbito de la federación y otra vertical para las
relaciones entre la Federación y los demás miembros.
La ordenación jurídica del Estado federal comporta tres
fases:
A. UNIFICACIÓN DEL PODER.
B. DISTRIBUCIÓN DEL PODER:
Es la fase esencial de la ordenación jurídica del Estado
federal.
→ Distribución de competencias:
Las constituciones federales suelen seguir como criterio
general enumerar las materias que son competencia de la
federación, quedando las demás reservadas a la competencia de
los Estados miembros.
En la articulación concreta de las competencias entre la
federación y los Estados miembros se suelen utilizar dos
criterios:
- el criterio de las materias exclusivas, esto es, aquel
por el cual se atribuye la competencia sobre una
determinada materia de manera alternativa, bien a la
federación bien a los Estados miembros. Tal criterio
tiene diversas modalidades de aplicación:
o materias de competencia exclusiva de la federación.
o Materias de competencia exclusiva de los estados
miembros.
o Materias cuya legislación corresponde a la federación
y la ejecución a los Estados miembros incluyendo el
desarrollo legislativo por vía reglamentaria.
o Materias cuya legislación corresponde a los Estados
miembros y la ejecución a la federación.
- el criterio de las materias concurrentes, consistente en
que se puede producir la regulación de una materia tanto
por la Federación como por los Estados miembros. También
son posibles diversas modalidades de aplicación:
o habilitación a los Estados miembros para que regulen
una determinada materia.
o Materias cuya regulación está confiada a los Estados
miembros.
→ Distribución del poder tributario:
Tal financiación depende de la evolución de la economía
nacional e internacional, del peso del sector público dentro de
la misma, de la existencia de crisis bélicas o económicas, etc.…
El esquema de financiación ideal sería aquel en el que se
diferenciaran claramente las fuentes de ingresos de la
federación y de los Estados miembros. Pero tal sistema no pudo
sobrevivir a las crisis bélicas y económicas del siglo XX
coincidentes con y posteriores a la primera guerra mundial. El
extraordinario aumento del gasto público a lo largo de todo el
siglo ha sido fundamentalmente un gasto federal y no estatal y
de ahí que hayan sido las fuentes de ingreso de la federación
las que se hayan fortalecido de manera notable en todos los
países federales.
Todos los sistemas de financiación federales de nuestros
días son unos sistemas en los que se produce una muy intensa
concurrencia de fuentes fiscales, con determinación menos
precisa en términos jurídicos de la participación de cada una de
las esferas de poder en el rendimiento de tales fuentes, como
ocurre en EEUU o con una determinación más precisa, como ocurre
en Alemania.
En términos porcentuales la participación de la federación
y de los estados miembros en el rendimiento de todas las fuentes
de ingreso no suele ser distinta en los países federales más
estabilizados.
C. COORDINACIÓN ENTRA LA FEDERACIÓN Y LOS ESTADOS
MIEMBROS:
Se pueden distinguir dos tipos de relaciones:
→ Relaciones de supra y subordinación:
- supremacía de la Constitución federal. Se trata de la
norma que sirve de criterio mensurador de todo el derecho
producido en la federación sea de origen federal o
estatal.
- Prevalencia del derecho federal sobre el estatal en caso
de conflicto. Hay que observar que tal principio es una
simple presunción que admite prueba en contrario.
- Vigilancia federal sobre los Estados miembros.
- Ejecución federal en caso de notorio incumplimiento por
parte de los Estados miembros de la Constitución o de las
leyes federales.
- Existencia de una Administración de justicia federal que
entiende de los asuntos suscitados por la aplicación del
derecho federal y existencia de un TC o Supremo con
jurisdicción constitucional que resuelve los conflictos
de la federación con los Estados miembros así como los de
éstos entre sí.
→ Relaciones de inordinación:
- participación de los Estados miembros en la formación de
la voluntad de la federación. El instrumento diseñado
para ello ha sido la segunda cámara de naturaleza
territorial. Tanto la composición de la cámara como el
procedimiento de designación de sus miembros varía
muchísimo. Por lo que a la designación de los miembros de
la cámara se refiere, se siguen varios criterios.
- Participación de los Estados miembros en el procedimiento
de reforma de la Constitución. Suelen exigir una mayoría
amplia y compuesta.
Este es el Estado federal que ha sido la primera experiencia
de Estado descentralizado conocida en la historia, en la que se
han inspirado de alguna manera todas las formas de
descentralización política que se han ido imponiendo en el mundo
con posterioridad. Por eso su conocimiento era indispensable
como punto de referencia para el análisis de la
descentralización política constitucionalizada en España en
1978.