All you need is a "bromance"

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Jorge Dueñas Villamiel

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Así comienza el primer Canto de La Ilíada, una

de las más antiguas historias escritas por la

civilización occidental. Si nos detenemos en

la tradicional plegaria al canto de las musas

descubriremos que la famosa epopeya homé-

rica no trata, como se suele afirmar, del res-

cate de Helena, la más bella de las mujeres,

secuestrada por Paris en la ciudad Troya, sino

que ella es tan sólo la excusa, el macguffin

de turno. La Ilíada narra en realidad la cólera

de Aquiles, el héroe griego que entra en ac-

ción tras la muerte de su compañero Patroclo,

dando lugar a una de las venganzas más épi-

cas y sangrientas de la historia de la ficción.

Patroclo, de mayor edad, fue el mentor y el

compañero de armas de Aquiles, y a pesar del

silencio de Homero al respecto, muchos fue-

ron los que pronto vieron una relación amoro-

sa y sexual implícita en la pareja.

Pero dejando al margen si la relación tenía o

no un carácter romántico o carnal, lo cierto

es que el binomio Aquiles y Patroclo repre-

senta uno de los arquetipos más repetidos en

la historia de la literatura, y por lo tanto del

cine, y en consecuencia de la teleficción, la

del “bromance”.

El término “bromance” es un acrónimo de

la palabra en inglés brother y romance, y se

utiliza para referirse a relaciones afectivas y

cercanas entre dos hombres, amigos que se

quieren como hermanos. El primer registro

conocido de este concepto lo encontramos en

la revista Big Brother Magazine, publicación

estadounidense para skaters de los años 90.

Dave Carnie, editor de la revista, utilizaba el

término para referirse a esos inseparables co-

legas skaters que llevaban una vida casi de

pareja sentimental.

Canta, oh musa, la cólera del pelida Aquiles;

cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y

precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes,

a quienes hizo presa de perros y pasto de aves.

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Don Quijote y Satur

Si Aquiles y Patroclo suponen el primer caso

de “bromance” en la historia cultural, el ejem-

plo más famoso de todos llegó muchos siglos

después, de la mano de un literato español,

estamos hablando por supuesto de Don Qui-

jote y Sancho Panza.

Aunque en un principio su relación estuviera

limitada por razones contractuales (Quijote

es el caballero andante y Sancho su humilde

escudero), pronto el afecto y la complemen-

tariedad hacen que ambos personajes se fun-

dan en un sólo concepto. Sancho es mucho

más que un simple contrapunto cómico, es su

amigo, su compañero, el que acompaña a Qui-

jote en su lecho de muerte.

Sancho forma junto con Quijote las dos caras

de la misma moneda: la del idealismo vs rea-

lismo, la de la nobleza vs lo popular, la de la

alta cultura vs la baja... Tan fuerte es la rela-

ción entre ambos que en ocasiones se inter-

cambian los papeles y en la segunda parte de

sus aventuras podemos ver puntualmente a

Sancho construyendo ficciones para tratar de

convencer a un realista y empírico Quijote.

El arquetipo Quijote-Sancho es una constante

en la producción cultural desde entonces has-

ta nuestros días, no nos costará mucho traba-

jo encontrar su referente en otros personajes

icónicos como Astérix y Obélix, el Gordo y el

Flaco, Tyrion Lannister y Bronn, Sam y Frodo,

Epi y Blas, Finn y Jake, Walter y Jesse o... el

patrio (y más evidente) Águila Roja y Satur.

“Pop Culture Buddies”. Dave Coolinson.

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Las variaciones

SherlockCon Sherlock Holmes Sir Arthur Conan Doyle

introdujo a Don Quijote en la modernidad. De

un lugar de la Mancha a Baker Street, el ca-

ballero de la triste figura se convirtió en el

detective más famoso del Londres decimo-

nónico, pero siempre acompañado de su in-

separable compañero, reconvertido ahora en

médico, pero con el mismo rol. Watson, como

Sancho, es el ancla realista de su ingenioso

amigo.

En los últimos años hemos visto muchas va-

riaciones de los personajes de Conan Doyle

en la literatura, el cine y la televisión. Pero en

todas ellas la relación entre la pareja prota-

gonista ha estado siempre en el centro de la

trama, jugando incluso con la ambigüedad de

una posible relación homosexual entre ellos.

La versión de la BBC es la que mayor parti-

do saca a los rumores homosexuales, aunque

siempre en clave de comedia, como en la es-

cena en la que la señora Hudson, dueña del

21 bis de Baker Street, se sorprende enorme-

mente de que Watson vaya a casarse... con

una mujer.

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“Solo son muy buenos amigos. Si

Sherlock es gay, y quién sabe si

lo es, no creo que estuviera inte-

resado en John.”

Stephen Moffat

(Guionista de Sherlock)

En House M.D., versión hospitalaria de Sher-

lock, la relación entre los dos amigos se con-

vierte en un punto fundamental de la histo-

ria, sobre todo al final, cuando el doctor más

carismático de la tele decide fingir su propia

muerte y escapar con su inseparable Wilson

en ese plano final que tanto recuerda a la cé-

lebre huida de Thelma y Louise.

Incluso en Elementary, versión que traslada la

acción de Londres a Nueva York y convierte a

Watson en una mujer (Lucy Liu), la complici-

dad entre esta y el famoso detective se lleva

el gran peso de la serie. Curiosamente, a pesar

de lo que todos esperábamos al saber que en

este caso la pareja sería de ambos sexos, no

existe intención por parte de los guionistas

de sugerir ninguna tensión sexual entre ellos.

Finalmente, Hannibal, una serie donde quizás

la referencia no es tan evidente, pero donde

el arquetipo Sherlock-Watson podemos verlo

reflejado (en un espejo deformado) en Hanni-

bal Lecter y Will Graham. A pesar del odio y la

psicopatía, la admiración mutua entre ambos

personajes se torna en pulsión pasional en

alguna escena, una ambigüedad intencional-

mente buscada por los creadores de la serie:

“Creo que Hannibal Lecter y

Will Graham están teniendo un

romance heterosexual. Tienen

mucho amor el uno por el otro, y

se comportan de una forma que

sugiere que hay un nivel de in-

timidad para el que se requiere

cierta cantidad de pasión.”

Bryan Fuller

(Showrunner de Hannibal)

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The Bro Code

En la mayoría de las sitcoms que podamos re-

cordar, la búsqueda del amor es siempre uno

de los motores principales. Sin embargo, y ahí

reside parte de la comedia, los intentos de

encontrar pareja siempre resultan frustrados

hasta el capítulo final, el grueso de la serie

se sostiene gracias a los inseparables amigos.

Todos hemos pensado que la mejor pareja de

Friends era sin duda la de Joey y Chandler, la

de Cómo conocí a vuestra madre, la de Ted y

Barney o la de Ted y Marshall, y la de Scrubs,

la de J.D. and Turk.

Las hilarantes situaciones que viven, las confi-

dencias entre ellos y el apoyo mutuo constan-

te hacen que las relaciones de amistad entre

estos personajes sean mucho más fuertes que

sus relaciones amorosas de pareja. Podemos

imaginar un final para The Big Bang Theory sin

que Leonard y Penny acaben juntos (de he-

cho me cuesta imaginar lo contrario), pero no

nos cabe en la cabeza un final con Leonard y

Sheldon separados. Los amores vienen y van,

empiezan y acaban, pero un amigo, un “bro”,

es para siempre.

“Todo colega antepondrá sus

amigos delante de las mujeres.

Es como una pirámide de priori-

dades, los amigos lo primero.”

Barney Stinson

The Bro Code - Artículo 2

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