All you need is a "bromance"
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Así comienza el primer Canto de La Ilíada, una
de las más antiguas historias escritas por la
civilización occidental. Si nos detenemos en
la tradicional plegaria al canto de las musas
descubriremos que la famosa epopeya homé-
rica no trata, como se suele afirmar, del res-
cate de Helena, la más bella de las mujeres,
secuestrada por Paris en la ciudad Troya, sino
que ella es tan sólo la excusa, el macguffin
de turno. La Ilíada narra en realidad la cólera
de Aquiles, el héroe griego que entra en ac-
ción tras la muerte de su compañero Patroclo,
dando lugar a una de las venganzas más épi-
cas y sangrientas de la historia de la ficción.
Patroclo, de mayor edad, fue el mentor y el
compañero de armas de Aquiles, y a pesar del
silencio de Homero al respecto, muchos fue-
ron los que pronto vieron una relación amoro-
sa y sexual implícita en la pareja.
Pero dejando al margen si la relación tenía o
no un carácter romántico o carnal, lo cierto
es que el binomio Aquiles y Patroclo repre-
senta uno de los arquetipos más repetidos en
la historia de la literatura, y por lo tanto del
cine, y en consecuencia de la teleficción, la
del “bromance”.
El término “bromance” es un acrónimo de
la palabra en inglés brother y romance, y se
utiliza para referirse a relaciones afectivas y
cercanas entre dos hombres, amigos que se
quieren como hermanos. El primer registro
conocido de este concepto lo encontramos en
la revista Big Brother Magazine, publicación
estadounidense para skaters de los años 90.
Dave Carnie, editor de la revista, utilizaba el
término para referirse a esos inseparables co-
legas skaters que llevaban una vida casi de
pareja sentimental.
Canta, oh musa, la cólera del pelida Aquiles;
cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y
precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes,
a quienes hizo presa de perros y pasto de aves.
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Don Quijote y Satur
Si Aquiles y Patroclo suponen el primer caso
de “bromance” en la historia cultural, el ejem-
plo más famoso de todos llegó muchos siglos
después, de la mano de un literato español,
estamos hablando por supuesto de Don Qui-
jote y Sancho Panza.
Aunque en un principio su relación estuviera
limitada por razones contractuales (Quijote
es el caballero andante y Sancho su humilde
escudero), pronto el afecto y la complemen-
tariedad hacen que ambos personajes se fun-
dan en un sólo concepto. Sancho es mucho
más que un simple contrapunto cómico, es su
amigo, su compañero, el que acompaña a Qui-
jote en su lecho de muerte.
Sancho forma junto con Quijote las dos caras
de la misma moneda: la del idealismo vs rea-
lismo, la de la nobleza vs lo popular, la de la
alta cultura vs la baja... Tan fuerte es la rela-
ción entre ambos que en ocasiones se inter-
cambian los papeles y en la segunda parte de
sus aventuras podemos ver puntualmente a
Sancho construyendo ficciones para tratar de
convencer a un realista y empírico Quijote.
El arquetipo Quijote-Sancho es una constante
en la producción cultural desde entonces has-
ta nuestros días, no nos costará mucho traba-
jo encontrar su referente en otros personajes
icónicos como Astérix y Obélix, el Gordo y el
Flaco, Tyrion Lannister y Bronn, Sam y Frodo,
Epi y Blas, Finn y Jake, Walter y Jesse o... el
patrio (y más evidente) Águila Roja y Satur.
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Las variaciones
SherlockCon Sherlock Holmes Sir Arthur Conan Doyle
introdujo a Don Quijote en la modernidad. De
un lugar de la Mancha a Baker Street, el ca-
ballero de la triste figura se convirtió en el
detective más famoso del Londres decimo-
nónico, pero siempre acompañado de su in-
separable compañero, reconvertido ahora en
médico, pero con el mismo rol. Watson, como
Sancho, es el ancla realista de su ingenioso
amigo.
En los últimos años hemos visto muchas va-
riaciones de los personajes de Conan Doyle
en la literatura, el cine y la televisión. Pero en
todas ellas la relación entre la pareja prota-
gonista ha estado siempre en el centro de la
trama, jugando incluso con la ambigüedad de
una posible relación homosexual entre ellos.
La versión de la BBC es la que mayor parti-
do saca a los rumores homosexuales, aunque
siempre en clave de comedia, como en la es-
cena en la que la señora Hudson, dueña del
21 bis de Baker Street, se sorprende enorme-
mente de que Watson vaya a casarse... con
una mujer.
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“Solo son muy buenos amigos. Si
Sherlock es gay, y quién sabe si
lo es, no creo que estuviera inte-
resado en John.”
Stephen Moffat
(Guionista de Sherlock)
En House M.D., versión hospitalaria de Sher-
lock, la relación entre los dos amigos se con-
vierte en un punto fundamental de la histo-
ria, sobre todo al final, cuando el doctor más
carismático de la tele decide fingir su propia
muerte y escapar con su inseparable Wilson
en ese plano final que tanto recuerda a la cé-
lebre huida de Thelma y Louise.
Incluso en Elementary, versión que traslada la
acción de Londres a Nueva York y convierte a
Watson en una mujer (Lucy Liu), la complici-
dad entre esta y el famoso detective se lleva
el gran peso de la serie. Curiosamente, a pesar
de lo que todos esperábamos al saber que en
este caso la pareja sería de ambos sexos, no
existe intención por parte de los guionistas
de sugerir ninguna tensión sexual entre ellos.
Finalmente, Hannibal, una serie donde quizás
la referencia no es tan evidente, pero donde
el arquetipo Sherlock-Watson podemos verlo
reflejado (en un espejo deformado) en Hanni-
bal Lecter y Will Graham. A pesar del odio y la
psicopatía, la admiración mutua entre ambos
personajes se torna en pulsión pasional en
alguna escena, una ambigüedad intencional-
mente buscada por los creadores de la serie:
“Creo que Hannibal Lecter y
Will Graham están teniendo un
romance heterosexual. Tienen
mucho amor el uno por el otro, y
se comportan de una forma que
sugiere que hay un nivel de in-
timidad para el que se requiere
cierta cantidad de pasión.”
Bryan Fuller
(Showrunner de Hannibal)
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The Bro Code
En la mayoría de las sitcoms que podamos re-
cordar, la búsqueda del amor es siempre uno
de los motores principales. Sin embargo, y ahí
reside parte de la comedia, los intentos de
encontrar pareja siempre resultan frustrados
hasta el capítulo final, el grueso de la serie
se sostiene gracias a los inseparables amigos.
Todos hemos pensado que la mejor pareja de
Friends era sin duda la de Joey y Chandler, la
de Cómo conocí a vuestra madre, la de Ted y
Barney o la de Ted y Marshall, y la de Scrubs,
la de J.D. and Turk.
Las hilarantes situaciones que viven, las confi-
dencias entre ellos y el apoyo mutuo constan-
te hacen que las relaciones de amistad entre
estos personajes sean mucho más fuertes que
sus relaciones amorosas de pareja. Podemos
imaginar un final para The Big Bang Theory sin
que Leonard y Penny acaben juntos (de he-
cho me cuesta imaginar lo contrario), pero no
nos cabe en la cabeza un final con Leonard y
Sheldon separados. Los amores vienen y van,
empiezan y acaban, pero un amigo, un “bro”,
es para siempre.
“Todo colega antepondrá sus
amigos delante de las mujeres.
Es como una pirámide de priori-
dades, los amigos lo primero.”
Barney Stinson
The Bro Code - Artículo 2
@sickmonkeys