[2013] Renovatio urbis: arquitectura, ciudad y poder hispánico en Milán , Nápoles y Palermo entre...

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ISBN 978-84-8021-938-9

XIX CEHA

LAS ARTESY LA

ARQUITECTURADEL

Poder

UNIVERSITAT JAUME I

VÍCTOR MÍNGUEZ

(ED.)

BIBLIOTECA DE LA UNIVERSITAT JAUME I. Dades catalogràfiques

Las artes y la arquitectura del poder / Víctor Mínguez (ed.) −−Castelló de la Plana : Publicacions de la Universitat Jaume I, D.L. 2013

p.; cm. Bibliografia. Recull de ponències presentades al XIX Congreso CEHA,

celebrat el 2012 a la Universitat Jaume IISBN 978-84-8021-938-91. Art – Espanya – Història – Congressos. 2. Arquitectura i Estat –

Congressos. 3. Art i Estat – Congressos. I. Mínguez, Víctor, ed. II. UniversitatJaume I. Publicacions. III. Congreso Español de Historia del Arte (19é.2012. Castelló de la Plana)

7(460)(063)72:321(063)7:321(063)

ACAMJP1DSE

© de esta edición: PUBLICACIONS DE LA UNIVERSITAT JAUME I, 2013www.tienda.uji.es • [email protected]

Corrección de textos: JUAN CHIVA BELTRÁN, DAVID MARTÍNEZ BONANAD

Y CRISTINA REVERT.Coordinación de la edición: M. CARME PINYANA I GARÍ

ISBN: 978-84-8021-968-6DOI: http://dx.doi.org/10.6035/Arte.XIX.CEHA.2013

DEPÓSITO LEGAL: CS-190-2013

IMPRESIÓN: GUADA IMPRESSORS - ALDAIA

IMAGEN DE PORTADA: Mathäus Seutter, Europäische MonarchienStatua Regum Europaeorum, hacia 1755, grabado calcográficocoloreado, 58,9 x 50,2 cm. Deutsches Historisches Museum,Berlín.

BIBLIOTECA DE LA UNIVERSITAT JAUME I. Dades catalogràfiques

Las artes y la arquitectura del poder / Víctor Mínguez (ed.) −−Castelló de la Plana : Publicacions de la Universitat Jaume I, D.L. 2013

p.; cm. Bibliografia. Recull de ponències presentades al XIX Congreso CEHA,

celebrat el 2012 a la Universitat Jaume IISBN 978-84-8021-938-91. Art – Espanya – Història – Congressos. 2. Arquitectura i Estat –

Congressos. 3. Art i Estat – Congressos. I. Mínguez, Víctor, ed. II. UniversitatJaume I. Publicacions. III. Congreso Español de Historia del Arte (19é.2012. Castelló de la Plana)

7(460)(063)72:321(063)7:321(063)

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Y CRISTINA REVERT.Coordinación de la edición: M. CARME PINYANA I GARÍ

ISBN: 978-84-8021-968-6DOI: http://dx.doi.org/10.6035/Arte.XIX.CEHA.2013

DEPÓSITO LEGAL: CS-190-2013

IMPRESIÓN: GUADA IMPRESSORS - ALDAIA

IMAGEN DE PORTADA: Mathäus Seutter, Europäische MonarchienStatua Regum Europaeorum, hacia 1755, grabado calcográficocoloreado, 58,9 x 50,2 cm. Deutsches Historisches Museum,Berlín.

Renovatio urbis: Arquitectura, ciudad y poder hispánico en Milán, Nápoles y Palermo entre Carlos V y Felipe IICARLOS PLAZA

UNIVERSITÀ DE FIRENZE / UNIVERSIDAD DE SEVILLA

Resumen: A partir de la observación del palacio Marino como importante obra arquitectó-nica de gran escala urbana en la Milán de mediados del siglo XVI, la presente refl exión se interroga sobre el papel del poder hispánico en la renovatio urbis que tiene lugar en los centros urbanos italianos más importantes de la Monarquía Hispánica de Carlos V y Felipe II.

Palabras clave: Renovatio urbis; Arquitectura y Ciudad del siglo XVI; Milán; Nápoles; Palermo.

Abstract: From the observation of the Marino palace as an important work of architecture, in Milan in the middle of XVI century, and considering it at the urban scale, this study refl ects on the role played by Spanish Monarchy in the renovatio urbis, which happened in the most important towns of Italy, under the control of Charles V and Philip II.

Keywords: Renovatio urbis; Architecture and City in the XVIth Century; Milan; Naples; Palermo.

En 1558 Galeazzo Alessi se establece defi nitivamente en Milán coincidiendo con el inicio de la construcción del palacio Marino. La residencia ciudadana de Tommaso Marino, el más importante de entre los fi nancieros de Carlos V según Federico Chabod, es una obra clave en la arquitectura civil milanesa que propone tanto un nuevo lenguaje arquitectónico como una nueva tipología de palacio urbano ajenos al modo lombardo, fruto de la plena madurez del arquitecto perugino. El proyecto de Galeazzo Alessi supera en gran medida la

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escala puramente arquitectónica convirtiéndose en una gran operación de reordenación de todo un área del centro ciudadano milanés que proseguía con creces la política de refunda-ción del «nuovo Milano» actuada desde la llegada de Ferrante Gonzaga al gobierno del ducado en 1546. La ambición de Tommaso Marino dota a la zona del centro urbano situada al norte del Duomo de un edifi cio que contribuye a un nuevo decoro ciudadano gracias a su ubicación con tres grandiosas y visibles fachadas que cualifi can y construyen nuevos y dife-rentes espacios urbanos en torno a él. El proyecto urbano se completa con una calle a modo de via triumphalis que conecta el frente principal del palacio con la zona ubicada entre la Pescheria Vecchia y el Broletto Nuovo, el corazón cívico y fi nanciero de la ciudad. La calle era destinada a convertirse en una de las más importantes arterias urbanas con más de doce metros de sección, cualifi cada con fachadas monumentales que confl uían al norte, a modo de quinte prospettiche, en el portal de la fachada sur del palacio Marino (fi g. 1). La gran opera-ción urbana y simbólica del banquero con estrechos lazos con el poder español en Milán no habría sido posible sin la más importante normativa edilicia vigente en Milán desde 1541 como expresión de un poder político que favorece el «laute aedifi care», como son los capí-tulos dedicados a la edilicia de las Novae Costitutiones promulgadas ese año por deseo de Car-los V como nuevo marco jurídico del Estado de Milán1. Operativamente, y relacionado sólo con las iniciativas privadas, el capítulo que trata sobre los aedifi ciis privatis favorece a aquellos propietarios interesados en construir o ampliar sus propios palacios para que con-tribuyan al nuevo decoro de la ciudad con una nueva monumentalidad arquitectónica que ya se ponía en acto mediante las construcciones públicas. A los comitentes interesados se les da la posibilidad de ampliar sus residencias mediante la expropiación forzosa de las construc-ciones contiguas con la obligatoriedad de invertir cuantiosas sumas de dinero en la fachada urbana de la nueva edifi cación. La normativa infl uye determinantemente en otros centros donde posteriormente se procederá a notables campañas de renovatio urbis como en la Floren-cia de Cosimo I, donde es promulgada una normativa análoga en 1551; en Palermo, donde el virrey español Juan de Vega promulga la conocida como Prammatica siciliana de 1555 y en la Roma de Pio V mediante la normativa edilicia de 15712.

La renovación arquitectónica de numerosos asentamientos urbanos en la confl ictiva y belicosa temprana Edad Moderna italiana está frecuentemente ligada al proyecto político del poder recién establecido antes de que se convirtiese en ostentación del poder consolida-do en la ciudad contrarreformista o barroca. Es bien conocido como repúblicas, ciudades,

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1. La idea de unifi car la compleja legislación del Ducado de Milán en un único corpus se remonta al último período sforzesco aunque la empresa no pasó del inicial interés. Será Carlos V quien recupere el proyecto legislativo a par-tir de 1535 y que será publicado en Milán en 1541 como las Novae constitutiones dominii mediolanensis. Un profundo estudio sobre diferentes aspectos en Visconti, A., La pubblica amministrazione nello stato milanese durante il predominio straniero (1541-1796), Roma 1913. Los capítulos que implican una regulación del campo de la arquitectura y la ciudad pertenecen al libro IV: De Acquis et fl uminibus (cap. 12), De viis publicis muniendis et pontibus manutenendis (cap. 13) y De aedifi ciis privatis (cap. 14). Este último capítulo es publicado y comentado en Romby, G. C., La costruzione dell’architet-tura del Cinquecento: leggi, regolamenti, modelli, realizzazioni, Firenze 1982, pp. 18-19, 28-29.

2. Ibidem.

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príncipes, obispos o pequeños señores feudales proceden desde mediados del siglo XV al asentamiento de las bases de un poder territorial adquirido, o a la refundación de su antiguo poder y prestigio internacional, en paralelo a un programa de renovatio urbis en sus centros de poder que exprese un nuevo orden político y social en un panorama político italiano muy inestable. A veces, dichos proyectos urbanos están ligados a ideales humanistas pero el de-nominador común es la unión de los conceptos de decoro urbano público y racionalismo de la ciudad mediante la expresión y legitimación del propio poder y potencia política o mili-tar: tal actitud se demuestra en las intervenciones promovidas por Nicolás V, Pio II, Alfon-so II d’Aragona, Lorenzo el Magnífi co, Federico de Montefeltro o Alberto Pio da Carpi entre otros. Un ejemplo de ello relacionado con una gran ciudad es la renovación de la imago urbis veneciana de la época del doge Andrea Gritti (1523-1538) estudiada en profundidad por Manfredo Tafuri en sus múltiples implicaciones para la ciudad y el Estado. En esta época, la misma en la que se fraguan las Novae Costitutiones carolinas, la unión en Venecia entre arquitectura y debate político es especialmente profi cua en el ambiente urbano de la gran potencia internacional siendo ejemplifi cada por Tafuri mediante el tratado De bene instituta re publica de Domenico Morosini donde «progetto politico e istanze di renovatio urbana sono esplicitamente messi in relazione». Así pues, la propuesta política recogida en la obra de Morosini se traduce en un verdadero proyecto urbano y territorial de donde provienen, como refl ejo de un ambiente cultural, las normativas y las intervenciones que cambiarán la morfología del tejido urbano lagunar. La política de renovatio urbis de Gritti, como expresión de una gran parte del patriciado y dentro de una más amplia política de «rinascita» llevada a cabo en otros sectores de la vida pública, pretende recuperar la identidad y el prestigio internacional perdidos por Venecia a los ojos de las demás grandes potencias internaciona-les, fundamentalmente España, Francia y el Papado, siendo el nuevo decoro urbano la expre-sión visible de dicha unitaria política reformista3.

La infl uencia política española en Italia a partir de inicios del siglo XVI está concentrada en el sur y en la ejercida por la Monarquía Católica en la corte pontifi cia. A partir de los años Veinte es necesario añadir la alianza militar y fi nanciera con el patriciado genovés, la tutela imperial sobre el recién creado Ducado de Florencia y el dominio hispánico sobre el Ducado de Milán, una de las plazas más importantes desde el punto de vista económico, fi nanciero, político, religioso y cultural que tras la crisis de 1535 pasará defi nitivamente a control directo imperial. Con el control sobre la Lombardía, el Imperio de Carlos V gobier-na sobre algunos de los centros urbanos más importantes de la península itálica, Milán, Nápoles y Palermo, que a su vez son capitales de vastos estados. En ellos existen antiguos poderes ciudadanos y religiosos de diferente naturaleza y que coexisten con el gobierno político imperial. No obstante en cada uno de estos centros políticos se fortalece desde los

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3. Tafuri, M., «’Renovatio urbis veneciarum’: il problema storiografi co», en «Renovatio urbis»: Venezia all’età di Andrea Gritti (1523-1538), Roma 1984, pp. 36-37; Id., Venezia e il Rinascimento; religione, scienza, architettura, Torino 1985, pp. 157-158.

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años Treinta el papel del representante del Emperador en la fi gura del Marqués del Vasto en Milán, Ferrante Gonzaga en Palermo –y después en Milán– y Pedro de Toledo en Nápoles quienes proceden, de diferente manera como veremos, a poner en práctica radicales reformas de los sistemas políticos con mayor o menor éxito debido a la diversidad de las condiciones políticas de partida. En el presente estudio nos concentramos en uno de los aspectos de dichas radicales reformas llevadas a cabo en cada uno de los tres centros urbanos italianos más importantes bajo dominio hispánico, como son las políticas que conciernen la arquitec-tura y la ciudad siendo aceptado por la crítica la consistencia de las transformaciones urba-nas en dichas ciudades en este período pero faltando a día de hoy una visión de conjunto sobre la renovatio urbis puesta en acto en cada uno de dichos centros urbanos gobernados por un mismo poder político4.

Es reconocida por la historiografía el período de gobierno de Ferrante Gonzaga en Mi-lán, 1546-1554, como un gobierno cargado de proyectos urbanos que conforman la expre-sión visible de una nueva dialéctica de los espacios urbanos representativos milaneses debido al paso de un poder residente a uno remoto5. El historiador milanés Paolo Morigia nos da en 1592 un esclarecedor balance de la renovación arquitectónica puesta en práctica por Fe-rrante a partir de 1546 estando ya muy avanzada en 1548 con motivo de la visita del prín-cipe Felipe: en este período Ferrante «abelli grandemente la città» mediante numerosas medidas donde destaca el nuevo trazado de la plaza Duomo, la demolición de numerosas casas, pórticos, «loggie» y «palchi» «che offendevano la vista delle contrade», reformó la red de abastecimiento de aguas, «drizzò molte strade», reformó el palacio ducal con la in-tención de reunir «gli uffi ci pubblici in un luogo» y procedió a la construcción de la nueva cinta de murallas que englobaba los antiguos «borghi» dentro del nuevo perímetro elimi-nando así el perímetro medieval con sus antiguas puertas, fosos y puentes6. Antes de Fe-rrante Gonzaga se sucedieron cuatro gobernadores que residían en el llamado Palazzo Du-cale, o la Corte Vecchia, que también era la sede del Senato Milanese, sin conocerse su inte-

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4. Con un corte estrictamente histórico la política hispánica en estos estados ha sido analizada recientemente por diversos estudiosos dentro del volumen Dandelet, T.J., Marino, J. A. (eds.), Spain in Italy. Politics, society and religion 1500-1700, Leiden 2007: sobre el Ducado de Milán véase Álvarez-Ossorio Alvariño, A., «The State of Milan and the spanish Monarchy», pp. 99-135; para el Reino de Nápoles, Muto, A., «The Kingdom of Naples in the Spanish Imperial System», pp. 73-99 y centrado en el Reino de Sicilia, Benigno, F., «Integration and confl ict in Spanish Sicily», pp. 23-45. Sobre la política de Pedro de Toledo permanece aún de referencia, Hernando Sánchez, C. J., Castilla y Nápoles en el siglo XVI, el virrey Pedro de Toledo: linaje, estado y cultura (1532-1553), Salamanca 1994, y sobre Ferrante Gonzaga en Palermo, Bazzano, N., «La Sicilia di Ferrante Gonzaga (1535-1543: uno schizzo storiogra-fi co», en Signorotto, G. Ferrante Gonzaga. Il Mediterraneo, l’Impero (1597-1557), actas del congreso (Guastalla 5-6 de octubre de 2007), Roma 2009, pp. 119-138.

5. Ante la amplia bibliografía anterior véase la síntesis crítica y el comentario de las operaciones más importantes en Soldini, N., Nec Spe Nec Metu. La Gonzaga: architettura e corte nella Milano di Carlo V, Firenze 2007, pp. 257-260. Algunas refl exiones entorno a los «lugares del poder» español en Milán en Spiriti, A., «La corte dei governatori spagnoli a Milano», en Luoghi, spazi, architetture, Calabi, D., Svalduz, E. (eds.), Vicenza 2010, vol. 6 de Il Rinascimento italiano e l’Europa, pp. 367-381, en part. p. 369.

6. Paolo Morigia, Historia dell’antichità di Milano, Venezia 1592, p. 112; el texto es especialmente esclarecedor y por ello ha sido transcrito en Soldini, N., op. cit., 2007, p. 413.

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rés por grandes intervenciones urbanas o arquitectónicas7. En 1541 cuando se aprueban las Novae Costitutiones es gobernador Alfonso de Àvalos, el Marqués del Vasto (1538-1546), quien en sus primeros años de gobierno no descuida la efi ciencia de las fortifi caciones del ducado aunque si no se advierte un programa unitario ni un particular impulso a las cons-trucciones públicas ni al decoro de la ciudad que serán en cambio signo distintivo de la época de Ferrante8. Cualquier interés en ello por parte del Marqués, quien sí demuestra una gran sensibilidad por la cultura artística y literaria septentrional, debía en primer lugar enfrentar-se a la compleja situación jurídica del poder en el Milanesado donde la existencia de nume-rosos feudos, de indudable lealtad imperial pero con antiguos privilegios y jurisdicciones, hacían difi cil el gobierno del Ducado mediante un fuerte poder central. El marco jurídico era igualmente complejo en la ciudad por lo que se acentuaba el confl icto en cuestiones edilicias entre el poder ducal, la Municipalidad – el Senado - y el potente Arzobispado. Con la promulgación de la nueva constitución milanesa de 1541 se sientan las bases para una acción más efectiva del poder ducal en la ciudad y el dominio lombardo que con respecto a la ciudad se traduce en decisivas competencias en materia edifi catoria9. La falta de iniciati-vas de renovación arquitectónica de un centro urbano tan importante como Milán por parte de sus gobernantes se explica mediante la incertidumbre política que corre el Estado entre 1535 y 1546 cuando su papel dentro del Imperio es incierto hasta la confi rmación del pro-pio Emperador en 1546 de la investidura como Duque de Milán del príncipe Felipe. La decisión supone la expresa declaración de su interés por consolidar el poder imperial en la capital lombarda tras un período donde se barajaban diferentes hipótesis sobre su enfeudación10.

Ferrante Gonzaga da así expresión a partir de ese mismo año, 1546, a la nueva situación política mediante una operación de renovatio urbis tendente a un nuevo decoro urbano y a un buen funcionamiento de la ciudad sirviéndose de los plenos poderes adquiridos mediante la legislación carolina con la que sobrepasaba los poderes de las antiguas magistraturas, sobre todo en campo edifi catorio. Ferrante, al decir de Aurora Scotti, posee en Milán los poderes de un príncipe y está interesado en la creación de una propia corte pudiendo obrar en campo edifi catorio del mismo modo que en su feudo de Guastalla donde en este período procede

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7. Spiriti, A., op. cit., 2010, pp. 370-372.8. A. Scotti, «Per un profi lo dell’architettura milanese (1535-1565)», en Omaggio a Tiziano. La cultura artistica milanese

nell’età di Carlo V, catálogo de la exposición (Milano, palazzo Reale, 27 de abril -20 de julio 1977), Milano 1977, pp. 97-121, en part. pp. 98-99.

9. Mezzanote, G., «L’attività dell’Alessi nell’urbanistica milanese del Cinquecento», en Alessi e l’architettura del Cinque-cento, Genova 1975, pp. 449-459, en part. pp. 449-450.

10. La cuestión es sintetizada en Álvarez-Ossorio Alvariño, A. , op. cit., 2007, p. 108.

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a una completa remodelación bajo el proyecto de Domenico Giunti11. En 1554, Ferrante Gonzaga y su arquitecto abandonan Milán pero la actividad edilicia puesta en acto por el gobernador en sus escasos ocho años de gobierno ha transformado profundamente la ciu-dad. Su gobierno ha dado lugar a intervenciones urbanas que se extenderán más alla de su governatorato siendo posible observarla particularmente en algunos casos emblemáticos y, como amplia visual iconográfi ca, en la planta de Lafrery de 1573 (fi g. 2). La operación más importante de renovatio urbana se concentró en el centro neurálgico de la ciudad donde a la apertura de la nueva plaza del Duomo se unió la renovación del palacio Ducal, ambas obras encargadas por Ferrante a su arquitecto de confi anza a partir de 1547. En la plaza del Duo-mo se produce una racionalización del espacio urbano mediante una reconfi guración de todos los frentes caracterizados por preexistentes estructuras arquitectónicas medievales, demoliéndose numerosas «botteghe» así como el pórtico y la antigua iglesia de Santa Tecla; el nuevo espacio urbano está limitado por la fachada del Duomo al norte y el palacio ducal al este y simboliza el nuevo fl orecimiento de la ciudad bajo un nuevo orden político a la vista del ingreso del príncipe Felipe en 1548. Las demoliciones de Ferrante en un área donde surgían numerosas preexistencias medievales cargadas de simbología para la ciudadanía, como la insula de S. Tecla o el Portico dei Figini, sólo se pueden comprender gracias a los plenos poderes adquiridos por el gobernador con respecto a anteriores sistemas políticos y al interés de Ferrante «per fare ornamento alla Città et piazza»12. En paralelo se producía la reforma arquitectónica del palacio Ducal dirigida a dotar la sede medieval de dignidad casi real adecuando sus espacios a los modernos usos de la corte quinientista. A partir de docu-mentación contable se tiene noticia de los considerables trabajos de reestructuración arqui-tectónica y ornamentación del complejo palatino que a día de hoy es irreconocible en el actual palacio Real. Domenico Giunti demuele alas de la antigua «Corte Vecchia» para alzar pórticos que regularicen los patios del nuevo palacio, realiza obras de carácter monumental en el interior, como la construcción de la gran escalera y la reconfi guración arquitectónica de la «Sala Grande» y la más modesta reforma de la «Sala del Senato», así como añade nuevos edifi cios anexos de gran representatividad como las «Stalle Reali»13. Junto a la recon-fi guración arquitectónica de los espacios simbólicos de la ciudad el gobernador interviene en otros aspectos que infl uyen en el decoro de la nueva ciudad como la reordenación de las áreas mercantiles y los espacios para la venta de productos en pos de un concepto de ciudad ordenada, espaciosa y salubre que no sólo se concentraba en la intervención en torno al eje Duomo-palacio Ducal sino que, a través de la ampliación de la ciudad mediante la construc-

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11. Sobre Ferrante Gonzaga en Milán se han conducido numerosos estudios recientemente entre los que destaco Spiriti, A., «Ferrante Gonzaga, governatore di Milano (1546-1554/5): arte e architettura», en Ferrante Gonzaga. Un principe del Rinascimento, catálogo de la exposición (Guastalla 22 sept.-9 diciembre 2007), L. Olivato, G. Barbieri (eds.), Parma 2007; Spiriti, A., «Ferrante Gonzaga a Milano: le contraddizioni della regalità vicariale e della com-mittenza diretta», en Signorotto, G. (ed.), op. cit., 2009, pp. 383-404.

12. Sobre la intervención de la plaza del Duomo véase Soldini, N., op. cit., 2007, pp. 261-269, cit. en p. 267.13. Soldini, N, op. cit. 2007, pp. 272-275.

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ción de la nueva cinta amurallada, involucraba al proyecto de nuevas áreas urbanas y su ar-monización con los asentamientos preexistentes.

Aurora Scotti reconoce a Tommaso Marino (1475- 1572) como el heredero de la mag-nifi cencia de Ferrante Gonzaga a partir de sus últimos años de gobierno y del defi nitivo alejamiento del gobernador de la capital lombarda en 155414. El banquero genovés, de alta extracción social en su ciudad de origen, se establece en Milán en los primeros decenios del siglo XVI atraído por la actividad mercantil. A la llegada de Ferrante a Milán, Tommaso había amasado ya una gran fortuna mediante negocios con el gobierno del Ducado. Su es-trecha relación con el gobernador está bien documentada en la forma de cuantiosos présta-mos del genovés tanto para la tesorería ducal, en los momentos de máximo fervor edifi cato-rio del gobernador, como personales al propio Ferrante15. Desde 1533 Marino posee algu-nas casas en la zona donde surgirá el palacio, a inicios de 1557 se conocen los primeros documentos que indican que el proyecto de Galeazzo Alessi está tomando forma para el 4 de mayo inaugurarse ofi cialmente la construcción. Las obras prosiguen hasta 1560 cuando se produce una campaña de adquisiciones de las propiedades inmobiliarias adyacentes a las casas del banquero obteniendo así la disponibilidad de suelo para erigir el gran palacio16. La obra arquitectónica adquiere un gran valor social y representativo en la Milán de la época condicionando en gran medida la arquitectura milanesa posterior. Sus dimensiones superan las de la residencia privada de un ciudadano común y se conectan indudablemente con las políticas de renovatio ciudadana iniciadas por Ferrante sobre todo si tenemos en cuenta la excepcional iniciativa, fi nalmente no ejecutada, de apertura de la calle que completaba la recualifi cación arquitectónica de la zona. Sobre la empresa se conserva la súplica al Senado del propio Tommaso dirigida a Felipe II de 10 de mayo de 1560 donde el genovés declara como premisa la complementariedad del proyecto de la calle con el «lautissimum pallatium inchoavit» que ya contribuye al «civitati decus et ornamentum allatura sit»; con respecto a la apertura de la nueva calle la expropiación y demolición de las numerosas casas existentes se realizaría «per utilitatem publicam, urbisquem decorem» y por «nostrae civitatis orna-mento, decori et commodo hujus viae, et ab utraque parte uniformium hedefi ciorum extruc-tionem futuram»17. La calle no será fi nalmente llevada a cabo por la caída en desgracia política de Tommaso desde mediados de los años Sesenta mientras que el palacio pasará tras su muerte a propiedad de la Regia Camera di Milano.

Es reconocido por la crítica como el marco jurídico creado por las Novae Costitutiones en Milán a partir de 1541 haya confi gurado la base para la renovatio urbis de la ciudad y teniendo

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14. Scotti, A., op. cit, 1977, p. 103.15. Sobre la fi gura de Tommaso Marino, véanse Casati, M, «Nuove notizie intorno a Tomaso de Marini» en Archivio

Storico Lombardo, III, 1886, pp. 584-640 y Giannini, M. C., voz «Marino, Tommaso» en Dizionario Biografi co degli Italiani, LXX, 2008, pp. 532-535.

16. Sobre el palacio véase Houghton Brown, N. A., The milanese architecture of Galeazzo Alessi, New York, 1982, I, pp. 93-102, 209-259.

17. Biblioteca Ambrosiana di Milano, ms. C. 76, Inf., transcrito en Casati, M., op. cit., 1886, pp. 626-627.

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en cuenta la praxis con la cual Ferrante Gonzaga y Tommaso Marino la ponen en práctica se advierte la importancia del instrumento jurídico que permitía la expropiación privada o eclesiástica de inmuebles en favor del decoro ciudadano ya fuese para la construcción de una obra pública, para su demolición con el fi n de crear un espacio público, o para su adición a las propiedades de un ciudadano particular interesado en ampliar su propia residencia, como el propioTommaso Marino.

El caso napolitano presenta algunas analogías con cuanto ocurre en Milán no obs-tante una situación política bien diferente. Desde 1503 el Reino de Nápoles entra dentro de los territorios de la Monarquía Hispánica pero será sólo a partir de los años Treinta cuando tiene lugar la consolidación del dominio político sobre el Reino conformándose un moder-no estado del imperio de Carlos V. Dicha consolidación es tradicionalmente atribuida al gobierno del virrey Pedro de Toledo quien, a diferencia de sus antecesores, lleva a cabo una política unitaria de reformas que modifi carán profundamente el funcionamiento del Reino en todos sus aspectos. A las reformas en el plano jurídico y administrativo es de añadir el papel de Pedro de Toledo en la renovatio urbis de la metrópoli actuado en sus años de virrei-nato y que supone, al decir de Giulio Pane, «il più importante, se non l’unico, dei program-mi urbanistici realizzati nel viceregno» e incluso «il maggiore dopo l’antico impianto ippodameo»18. Su virreinato dura más de veinte años, desde 1532 hasta su muerte en 1553, y en él se produce un cambio sustancial de la forma urbis de la ciudad que incidirá en modo prevalente en la estructura urbana de los siglos posteriores. Levantanda en torno al 1560, siete años después de la muerte del Virrey, y publicada en 1566, la planta de Lafrery refl eja una ciudad de ordenada belleza con cualifi cados espacios públicos, fuentes, calles anchas y rectilíneas, y un tejido urbano que salda armoniosamente los numerosos nuevos asentamien-tos con el centro antiguo de la ciudad grecorromana. Desde un cierto punto de vista, la planta de Lafrery representa un digno epitafi o de la renovatio urbis impulsada por el Virrey (fi g. 3).

Antes de proceder a una visión de conjunto de las intervenciones a escala urbana promo-vidas por Pedro de Toledo es necesario, al igual que en el caso milanés, detenernos en las más importantes analizadas en profundidad por diferentes estudiosos, no obstante la exigüidad de las fuentes19. El ímpetu renovador del gobierno napolitano del Virrey se pone de mani-fi esto inmediatamente tras su llegada a Nápoles. Así pues, tres años después, coincidiendo con la visita a Nápoles de Carlos V en 1535 con su numeroso séquito, la ciudad aparece ya con importantes empresas constructivas en marcha. Una conocida crónica anónima de fi na-

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18. Los estudios sobre el «Virrey urbanista» han sido fundamentalmente conducidos por Roberto y Giulio Pane: Pane, R., Architettura e Urbanisitica nel Rinascimento, en Storia di Napoli, IV, Napoli 1974, pp. 317-446; Pane, G. «Pietro di Toledo vicerè urbanista», I-II, en Napoli Nobilissima, XIV, III, 1975, pp. 81-95 (I), cit. en p. 81 y XIV (V), 1975, pp. 161-182 (II); Pane, R., Il Rinascimento nell’Italia meridionale, Milano 1977, pp. 282-296. Dentro de la historia urbana napolitana véanse las intervenciones del Virrey en De Seta, C., Napoli, Roma-Bari, 1981, pp. 106-128.

19. Tras los estudios de G. y R. Pane, véase la síntesis, tras numerosos estudios precedentes del autor, en Strazzullo, F. Edilizia a Napoli dal ‘500 al ‘700, Napoli 1995, pp. 3-31.

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les del siglo XVI narra como Pedro de Toledo inició tras su llegada al gobierno una inspec-ción para conocer el estado del Reino: concentrándose en el tejido urbano napolitano «vide molte strade ch’erano strette e oscure, malinconiche per causa che stavano fatti banconi grandi e piccoli murati con fabrica e con tavoli e legnami confi cati davanti le botteghe degli artigiani, ed alli fondachi de li mercanti di panni e di drappi. E di più in alto erano tante le pennate delle botteghe, di astrachi, o di fabbriche, di imbrici, e di legnami coverti e di tavole. E di più per tutte le strade, di maniera che non si poteva veder lo cielo». Del mismo modo que la Milán que se encuentra Ferrante Gonzaga, la imagen de la ciudad napolitana, con las calles y las plazas abarrotadas de superfetazioni medievales, no gustó al virrey quien tras inte-resarse por el motivo de la ocupación abusiva e indecorosa del espacio público respondió a los artesanos, comerciantes y ocupantes en general que «La civida est de S. M. todas de alto e de bascio e del pubblico, e non vostra». En 1533 fue así emanado un edicto por el que «tutti li banchi si ritirassero dentro le botteghe, e che si sfrabicassero quelli che sono fabbri-cati [...] che tutti quelli fabbricati, come li astrichi di tetti e legnami, si debbono levare e buttarli per terra». Ante un inicial descontento ciudadano «lo Sig. Vicerè e molti Signori di Napoli ed Ispani, cavalcando per le strade della città, ammirarono la magnifi cenza e la larg-hezza delle strade, ch’erano luminose e chiare nelli luoghi tenebrosi, che mai sole avevano visto, e in cui ora lo sole vi si mostrava tutto lo dì. Vista e rivista la città per questo magni-fi cata in parte, ragionando col l’Alarcon e con Mosen Colle, parlarono con dire cose molto necessarie a questa città. La prima era la cautela a restaurar di muraglie, e levare le pietre delle selicate di Napoli e fare le mattonate tutte»20. Con estas iniciales medidas la visión urbana típica del tejido más denso de la ciudad del período aragonés comienza a mutar a favor de una nueva política de decoro urbano, ligada también a principios de salubridad y orden público. Las calles y las plazas son así liberadas de superfetazioni apareciendo más amplias, ordenadas y luminosas, y procediéndose inmediatamente después a la pavimentación de un gran número de ellas. A la llegada de Carlos V, la ciudad aparecía renovada a los ojos de cronistas contemporáneos pero ya antes, a partir de 1534, se iniciaron numerosas obras públicas y entre ellas destaca la «nuova murazione» o una completa reforma de las murallas de la ciudad21. El perímetro amurallado es completado allí donde había sido ya iniciado anteriormente o se encontraba en un penoso estado de conservación pero en gran medida fueron trazados nuevos lienzos de muralla construidos ex novo con respecto a un programa de crecimiento urbano y recualifi cación futura de la ciudad. La operación urbana de recon-fi gurar el recinto amurallado y su unión con el nuevo diseño de la ciudad es considerado por Roberto Pane «la maggiore realizzazione urbanistica che sia stata compiuta in Italia nell’etá del Rinascimento»22. La superfi cie de la ciudad creció durante el gobierno de Pedro de

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20. La crónica, o conjunto de crónicas a modo de Zibaldone, es publicada en Salazar, D. (ed.), «Racconti di Storia Napoletana», en Archivio Storico delle Provincie Napoletane, XXXIII-XXXIV, 1908-1909, la parte concerniente a este episodio en XXXIII, 1908, pp. 717-719 y XXXIV, 1909, pp. 78-82.

21. Strazzulo, F., op. cit., 1995, p. 10.22. Pane, R. op. cit. 1977, p. 283.

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Toledo más de un tercio siendo planifi cadas numerosas nuevas áreas de crecimiento urbano favorecido por la reordenación de toda la red hídrica de la ciudad y el territorio circundante. A la ampliación de la ciudad intra moenia se añade el embellecimiento de la misma: a partir de 1537 el Virrey ordenó la construcción de numerosas fuentes públicas gracias a la prece-dente restauración llevada a cabo sobre el acueducto Claudio que suministraba agua en abundancia a la ciudad antigua y a las nuevas áreas urbanas. Recualifi cación urbana y refor-ma administrativa se unen nuevamente en la operación en torno al Castel Capuano iniciada en 1537. La gran reggia de Alfonso II junto a la porta Capuana es transformada radicalmente en pos de una completa recualifi cación del área. Castel Capuano se convierte en una sede unifi cada de los numerosos tribunales y otros organismos de gobierno del Reino; una parte de la residencia virreinal de La Duchesca y sus jardines es cedida a la ampliación de la plaza pública en torno a la Porta Capuana y posteriormente Pedro de Toledo los destina a la ur-banización de una nueva área de la ciudad intra moenia al sureste. Favoreció también, mediante un edicto de 1544, la bonifi cación de las marismas ubicadas en torno a antiguos arrabales. A inicios de los años Cuarenta encargó a su arquitecto de confi anza Ferdinando Manlio la construcción del nuevo palacio virreinal en parte del lugar donde hoy surge el palacio Real, completándose con un extenso y cualifi cado jardín donde antes se ubicaba el «parco arago-nese» junto a Castelnuovo, cuyo sistema defensivo fue completamente reconstruido. Como es bien conocido, una de las más importantes intervenciones es el trazado de la Via Toledo a partir de 1544 surgida gracias al derribo anterior de las murallas aragonesas en la parte oeste de la ciudad. La calle, con sus más de 16 metros de sección, estaba destinada a conver-tirse en el recorrido privilegiado de la nueva ciudad conectando la puerta Real con el espacio público en torno al nuevo palacio virreinal, el largo di palazzo. El trazado permite el desa-rrollo urbano de los llamados Quartieri Spagnoli en la falda de la colina donde se construyó poco antes castel Sant’Elmo; la nueva arteria conectaba así el antiguo centro ciudadano con áreas de nueva expansión. El trazado de esta vía de gran representatividad se completaba con el embellecimiento de otras como la via dell’Annunziata o Nolana y la via dei Tribunali que conformaban los recorridos principales de la nueva ciudad.

Es reconocido por la historiografía como la renovatio urbis de Pedro de Toledo posea im-portantes tintes políticos como fruto de una clara intención de crear un nuevo orden virrei-nal en la ciudad, expresión del poder hispánico. La nueva estructura urbana rivalizaría con el tejido de la ciudad grecorromana donde la confi guración urbana refl ejaba la jurisdicción de los antiguos órganos de gobierno político de la ciudad, los Seggi, y también las dinámicas de poder ligadas al poder religioso y a los cultos cívicos. Para Pedro de Toledo, considerado por Benedetto Croce el virrey de la «nuova politica assolutistica spagnola»23, la profunda mutación de los usos, costumbres y normativas que ha de acometer para introducir un nuevo orden político en la ciudad, como metrópoli del Reino, pasa en primer lugar por transfor-mar la antigua jerarquía y la valencia política de los espacios urbanos consolidados, una es-

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23. Croce, B., Storia del Regno di Napoli, Bari 1965, VI, p. 108.

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trategia que es claramente visible en la operación de la via Toledo donde ciudad antigua y nuevas aéreas urbanas se enfrentan en una nueva jerarquía que elimina la centralidad del corazón de la ciudad grecorromana.

Poder virreinal y renovatio urbis se entrelazan en la «rifondazione» que envuelve la ciudad de Palermo durante el siglo XVI y que produce, según Cesare de Seta y Leonardo di Mauro, «l’immagine urbana così come essa è conosciuta nell’età moderna»24. Dicha «rifondazione» urbana inicia, según la lectura de Marcello Fagiolo, con los preparativos de la visita de Car-los V en 1535 cuando el Emperador hace su entrada triunfal en la ciudad de vuelta de la campaña de Túnez25. Como sucede en Milán y Nápoles es una visita regia la que supone un punto nodal con respecto a las operaciones de renovatio urbis palermitanas que gracias a la visita del Emperador adquieren el beneplácito defi nitivo poniéndose en práctica, de acuerdo con el Senado de la ciudad, una política conducente a cambiar la forma urbis ciudadana como expresión de un nuevo orden político de la mano del nuevo Virrey, Ferrante Gonzaga (1535-1546)26.

Tras la visita de Carlos V, donde son desplegados aparatos all’antica de gran valor simbó-lico, las disposiciones de reforma de Palermo puestas en acto por Ferrante inician, al igual que en Nápoles y Milán, con una completa reforma del sistema defensivo mediante la cons-trucción, sobre el antiguo trazado normando, de nuevas murallas que incluyen los más modernos avances en la práctica de la arquitectura militar27. Tras Ferrante Gonzaga son nombrados virreyes Juan de Vega (1546-1557) y Juan de la Cerda y Silva (1557-1565) bajo cuyo mandato no se inician importantes intervenciones urbanas hasta la llegada al gobierno de García de Toledo, IV marqués de Villafranca del Bierzo, I duque de Ferrandina e hijo de Pedro de Toledo. Educado entre Castilla y Nápoles durante la época de gobierno de su pa-dre, llega a Sicilia tras su experiencia como virrey de Cataluña (1556-1564) y Capitán Ge-neral del Mar donde ha sustituido en el puesto a Andrea Doria28. Entre otras intervencio-nes menores se debe a García la operación en torno a la posteriormente llamada via Toledo y la reestructuración del Molo Nuovo. Como señala Cesare de Seta, en el trazado de la via Toledo infl uyó el modelo de la homónima calle napolitana teniendo en cambio ambas in-tervenciones notables diferencias debido a que la nueva arteria palermitana surge de la am-pliación y rectifi cación del eje central de la ciudad antigua, el Cassaro, reconfi gurando por lo tanto un espacio urbano ya central en el tejido ciudadano y de gran valor simbólico para

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24. Entre la vasta bibliografía sobre la historia urbana de Palermo destaco De Seta, C., Di Mauro, L., Palermo, Roma-Bari 1980 (2ª ed. 1988), cit. en p. 61; en part. pp. 56-77 (perídodo aragonés y virreinal español).

25. Fagiolo, M., Madonna, M.L., Il teatro del sole. La rifondazione di Palermo nel Cinquecento e l’idea della città barocca, Roma 1981, pp. 11-12; la entrada se profundiza en el Ap. III, pp. 216-217.

26. Viscuso, T., «Carlo V e Ferrante Gonzaga a Palermo», en Vincenzo degli Aziani da Pavia e la cultura fi gurativa in Sicilia nell’età di Carlo V, catálogo de la exposición (Iglesia de Santa Cita, Palermo, 21 de sept.-8 de noviembre 1999), Id. (ed.), Siracusa 1999, pp. 25-37.

27. Las iniciativas del período palermitano de Ferrante Gonzaga en Soldini, N., op. cit., 2007, pp. 239-252.28. A la espera de la publicación de la voz Toledo Osorio, García del Diccionario Biográfi co Español véase Hernando Sánchez,

op. cit., 1994, pp. 94-95, 158-173.

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la colectividad29. El «Privilegio della Strada Toledo» es dado por Felipe II en julio de 1567 iniciándose las expropiaciones de las edifi caciones necesarias para aumentar la sección de la calle y convertir su trazado en rectilíneo desde la plaza de la Catedral hasta la plaza della Marina. La operación tiene lugar entre 1567 y 1572 y tras ella se ubicarán, en las nuevas alineaciones viarias, algunos de los más importantes palacios de la nobleza palermitana, como el palacio Castrone, que contribuyen al decoro de este nuevo espacio urbano cuya amplia visual rectilínea era confi nada entre dos puertas ciudadanas de nueva construcción, la puerta Nuova y la puerta Felice30. En la parte central de la nueva arteria, cerca de donde medio siglo más tarde serán construidos I Quattro Canti, la operación de renovatio de los principales espacios urbanos palermitanos promovida por García se completa con la inter-vención en la simbólica plaza Pretoria donde el espacio urbano se renueva para acoger la gran fuente de origen fl orentino comprada por el Senato de Palermo a Luis de Toledo por intercesión e interés de su hermano el Virrey31. En 1553, el virrey Juan de Vega traslada la sede virreinal palermitana del Castello a mare al palacio de los reyes normandos iniciándose una radical operación de restauración y reestructuración arquitectónica de la antigua reggia que prosegurían los sucesivos virreyes, incluido el propio García; la mudanza de la sede vi-rreinal y su reconfi guración arquitectónica es leída recientemente por Maria Sofi a Fede como una forma de representación del poder hispánico dentro del conjunto de operaciones ya llevadas a cabo en la ciudad32.

Durante el siglo XVI Palermo no aumenta su superfi cie y no crece su número de habitan-tes. Por ello, las operaciones de recualifi cación urbana de la ciudad se concentran en la ciu-dad consolidada y no son proyectadas nuevas zonas de asentamiento urbano. Al igual que en otras ciudades italianas, como el caso de Florencia, el perímetro amurallado de la ciudad medieval palermitana superaba en gran medida la extensión del centro urbano a mediados del siglo XVI, por lo que el nuevo trazado amurallado no interfi ere con un tejido urbano extra moenia confi gurando una neta separación entre la ciudad y el campo circundante. En ninguna ciudad del panorama italiano se producen operaciones de escala urbana parangonables a las que tienen lugar en Milán, Nápoles y Palermo en este período. En Roma, aún si interven-ciones urbanas singulares se suceden desde fi nales del siglo XV promovidas por cada pontí-fi ce, será sólo a partir del pontifi cado de Gregorio XIII en 1572 y la publicación de una

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29. De Seta, C., op. cit., 1981, p. 75.30. Casamento, A., La rettifi ca della strada del Cassaro a Palermo. Una esemplare realizzazione urbanistica nell’Europa del Cinquecento,

Palermo 2000; sobre el palacio Castrone véase F. Scaduto, Architettura, committenza e città nell’età di Filippo II: il palazzo Castrone a Palermo, Palermo 2003.

31. Sobre la fuente Pretoria en Palermo véase Pedone, S., La Fontana Pretoria a Palermo, Palermo 1986; su origen fl oren-tino ligado a la residencia fl orentina de Luis de Toledo en A. Rinaldi, «Dal ‘Casone’ di Don Luigi di Toledo al ‘Palazzo e Villa’ dei Guadagni. Vicende di una residenza suburbana tra Cinquecento e Seicento», en Opus Incertum, III, 2007, pp. 31-39.

32. Di Giovanni, V., «Il vicerè Don Garzia de Toledo e le nuove fabbriche del R. Palazzo di Palermo nel secolo XVI», en Archivio Storico Siciliano, 1887, pp. 229-236; Di Fede, M. S., Il Palazzo Reale di Palermo tra XVI e XVII secolo (1535-1647), Palermo, 2000.

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nueva constitución edilicia cuando tendrá lugar un programa unitario de intervención a gran escala que favorece la actividad edifi catoria, involucrando a otros agentes además del pontí-fi ce y que tiene continuidad con Sixto V. La operación en torno a la genovesa Strada Nuova no posee las características de una intervención a gran escala urbana involucrando sólo una zona destinada a la oligarquía fi nanciera. A partir de los años Cincuenta tiene lugar en la Florencia de Cosimo dei Medici una extraordinaria actividad edifi catoria que renueva la ciudad en pos del nuevo orden político instaurado y legitimado por Carlos V. En la ciudad toscana no se trazan nuevos espacios urbanos debido a la consolidada dimensión cívica de la forma urbis fl orentina adquirida durante los siglos anteriores. En cambio, la ciudad medie-val es revestida de una nueva facies que celebra con un nuevo lenguaje arquitectónico el res-taurado poder medíceo. Esta particular estrategia edilicia de Cosimo I es defi nida por Man-fredo Tafuri como una instauratio urbis donde la ciudad medieval republicana se convierte en la escena áulica de la dinastía33. Cosimo I, tras tímidas iniciativas del anterior Duque, como la de 1532 «sugli sporti», renueva la ciudad consolidada con operaciones arquitectónicas de gran simbología política y favoreciendo, a escala ciudadana, la recualifi cación urbana de nuevos recorridos privilegiados que se convierten en parte del nuevo ceremonial áulico de la corte. Dentro de la instauratio urbis posee especial relevancia la operación de la Fabbrica dei XIII Magistrati, los Uffi zi; una gran intervención arquitectónica de escala urbana que en su valencia política y su función de centralización del aparato burocrático estatal es precedida por cuanto realizado por Ferrante Gonzaga en Milán y Pedro de Toledo en Nápoles, como señala Claudia Conforti sólo en relación al caso napolitano pero teniendo una mayor analo-gía en la operación en torno al palacio ducal milanés34. Cosimo I involucra a la gens nova cortesana, nacida con el nuevo orden político y social fl orentino, en el proceso de recualifi -cación de la ciudad y con el fi n de favorecer la construcción de suntuosas residencias priva-das promulga una ley en 1551 que propone literalmente el capítulo relativo a los edifi cios privados de las Novae Costitutiones milanesas de 154135. Está consolidado por la crítica como esta legislación haya favorecido ampliamente la renovación arquitectónica de la ciudad me-diante el impulso, a través de un efectivo marco jurídico, a la construcción de suntuosos palacios por parte del patriciado de la ciudad36. En Milán es reconocido el carácter deter-minante de las Novae Costitutiones en la renovación urbanística de la ciudad pero es menos conocido su papel como instrumento extendido de recualifi cación arquitectónica de las re-sidencias privadas, más allá del caso de palacio Marino.

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33. Tafuri, M., L’architettura dell’Umanesimo, Bari, 1969, p. 172, cfr. Conforti, C., «Cosimo I e Firenze», en Storia dell’Ar-chitettura Italiana. Il Secondo Cinquecento, Milano 2001, pp. 130-165: 130-132.

34. Conforti, C., Giorgio Vasari, Milano 1993, p. 160. 35. La legislación de Cosimo de 1551, Legge Dell’Illustrissimo et Eccellentissimo S. Il S. Duca di Fiorenza, in commodo di quelli che

volessino edifi care [...], en Cascio Pratilli, G., Zangheri, L. (eds.), Legislazione medicea sull’ambiente, Firenze 1994, I, pp. 74-77, comentada en ROMBY, G. C., op. cit., 1982, pp. 81-101.

36. Sobre el tema destaco Romby, G.C., op. cit., 1982, pp. 99-100 y las consideraciones en Conforti, C., op. cit., 2001, pp. 130-138.

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El conocido y ampliamente documentado caso fl orentino se confi gura como un ejemplo de proceso de renovatio – o instauratio - urbis que se hace explícito en la promulgación de legis-lación edilicia y que eleva al poder establecido a un papel relevante en las iniciativas de reno-vación de la ciudad consolidada en unos años donde el Ducado de Florencia mantenía es-trechos lazos políticos con la Monarquía Hispánica y en particular con la familia del Virrey, apoyo político del Duque en la corte de Carlos V37. Entre los tres centros urbanos analiza-dos, Milán, Nápoles y Palermo, la renovatio urbis adquiere signifi cados particulares y se adapta a las diferentes condiciones de partida con las que cada ciudad inicia los primeros decenios del siglo XVI y rinde cuentas a los equilibrios de poder internos en la ciudad y el estado. En Milán y Nápoles el embellecimiento y renovación de la ciudad consolidada se confronta con una extensión de los límites ciudadanos que obliga a construir un nuevo recinto amurallado fruto del sustancial crecimiento demográfi co de los decenios centrales del siglo XVI en am-bos centros. En cambio, en Palermo, ante un exiguo crecimiento demográfi co, las interven-ciones promovidas por los representantes del poder español se concentran en la creación de nuevos espacios que instauran una nueva dialéctica de los espacios urbanos donde se desa-rrolla la vida de la colectividad y se despliega la nueva imagen del poder, del mismo modo que ocurre en Milán en la ciudad consolidada. La nueva arquitectura moderna del primo Cinquecento, difundida ya en toda Italia en los decenios iniciales del siglo XVI, necesita nuevos espacios urbanos dentro de la ciudad. En estos centros adquiere especial relevancia la recon-fi guración arquitectónica, o la nueva construcción en el caso de Nápoles, de una nueva sede representativa del poder hispánico, la consiguiente creación o reconfi guración del espacio urbano adyacente y su relación con la ciudad consolidada. La racionalización y embelleci-miento de la ciudad medieval, la creación de nuevos polos urbanos y la apertura de nuevos recorridos privilegiados dentro de la ciudad caracteriza en modo unitario las intervenciones en estos centros bajo dominio hispánico donde la manifestación de un mismo poder políti-co tiene en las políticas de renovatio urbis un efi caz vehículo de difusión como expresión de radicales reformas estatales a nivel político, jurídico y administrativas.

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37. Sobre la alianza Medici-Toledo en el sistema imperial véase Hernando Sánchez, C. J., «Naples and Florence in Charles V’s Italy. Famliy, Court and Italy in the Toledo-Medici alliance», en Dandelet, T.J., Marino, J. A. (eds.), op cit., 2007, pp. 135-180; C. J. Hernando Sánchez, Los Medici y los Toledo: familia y lenguaje de poder en la Italia de Felipe II, en G. Di Stefano, E. Fasano Guarini, A. Martinengo (eds.), Italia non spagnola e monarchia spagnola tra ‘500 e ‘600; politica, cultura e letteratura, Firenze 2009, pp. 55-82.

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Fig. 1. Planta del centro urbano de Milán en la segunda mitad del siglo XVI, con indicación de la calle proyectada entre el palacio Marino y la Pescheria Vecchia, autorizada por la Municipalidad en 1560 (en Mezzanotte, G., op. cit.,

1975, f. 304).

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Fig. 2. Pianta di Milano, 1573, Antonio Lafrery (ed.).

Fig. 3. Pianta di Napoli, 1566, Antonio Lafrery (ed.), Étienne Dupérac (grab.).

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Fig. 4. Pianta di Palermo, 1581, en G. Braun, F. Hogenberg, Civitates orbis terrarum, IV (1581) Colonia, 1572-1618.

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