(2012) Proyecto La Puntilla (Nasca, Ica, Peru) Campaña 2011. Excavaciones en las Terrazas...

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285 Proyecto La Puntilla (Nasca, Ica, Perú). Campaña de 2011. Excavaciones en las terrazas defensivas del Sudeste del Cerro de El Trigal Pedro V. Castro-Martínez Grupo ACAIA. Departamento de Prehistoria. Universidad Autónoma de Barcelona Juan Carlos de La Torre Zevallos Grupo ACAIA. Departamento de Prehistoria. Universidad Autónoma de Barcelona Trinidad Escoriza-Mateu Grupo ABDERA. Departamento de Historia, Geografía e Historia del Arte, Universidad de Almería Víctor Fernando Salazar Ibáñez Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Samy Lucan Yrazabal Valencia Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Julio César Zavala Vargas Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima Resumen La nueva campaña de excavaciones del proyecto se ha centrado en la ampliación del registro en la ladera Sudeste del Cerro de El Trigal (LP2). Se han docu- mentado una serie de terrazas defensivas, con mura- llas construidas con paredes de adobes sobre zócalos de piedra, cimentados en rellenos colocados en trin- cheras excavadas en la roca. Se trata de una técnica constructiva y de un sistema de fortificación desco- nocido en la Costa Sur de Perú en cronologías tan altas como las del primer milenio cal. a. C , momento en que podemos datar esta arquitectura defensiva. Se han identificado tres perímetros murados, y diversas terrazas defensivas. En las terrazas de las cotas más elevadas se ubican los depósitos de balas de honda, que confirman el empleo de estas armas en la defen- sa de las comunidades anteriores a la aparición del estado de Cahuachi en el valle de Nasca.

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Proyecto La Puntilla (Nasca, Ica, Perú). Campaña de 2011. Excavaciones en las terrazas defensivas del Sudeste del Cerro de El Trigal

Pedro V. Castro-MartínezGrupo ACAIA. Departamento de Prehistoria. Universidad Autónoma de Barcelona

Juan Carlos de La Torre ZevallosGrupo ACAIA. Departamento de Prehistoria. Universidad Autónoma de Barcelona

Trinidad Escoriza-MateuGrupo ABDERA. Departamento de Historia, Geografía e Historia del Arte, Universidad de Almería

Víctor Fernando Salazar IbáñezUniversidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima

Samy Lucan Yrazabal ValenciaUniversidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima

Julio César Zavala VargasUniversidad Nacional Mayor de San Marcos, Lima

Resumen

La nueva campaña de excavaciones del proyecto se

ha centrado en la ampliación del registro en la ladera

Sudeste del Cerro de El Trigal (LP2). Se han docu-

mentado una serie de terrazas defensivas, con mura-

llas construidas con paredes de adobes sobre zócalos

de piedra, cimentados en rellenos colocados en trin-

cheras excavadas en la roca. Se trata de una técnica

constructiva y de un sistema de fortificación desco-nocido en la Costa Sur de Perú en cronologías tan altas como las del primer milenio cal. a. C , momento en que podemos datar esta arquitectura defensiva. Se han identificado tres perímetros murados, y diversas terrazas defensivas. En las terrazas de las cotas más elevadas se ubican los depósitos de balas de honda, que confirman el empleo de estas armas en la defen-sa de las comunidades anteriores a la aparición del estado de Cahuachi en el valle de Nasca.

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Palabras Clave

Perú, Paracas, Nasca, terrazas defensvias, hondas.

Abstract

New excavations of the La Puntilla Project were ex-

tended in southeast slope of Cerro de El Trigal (LP2).

We documented a series of defensive terraces, with

walls of sun-dried bricks, stone baseboards and rub-

bles placed in trenches excavated at parent rock. Is a

constructive technique and a fortification system unk-

nown in the South Coast of Peru, at 1st millennium

cal. BCE, chronology for this defensive architecture.

There are three walled perimeters, and diverse defen-

sive terraces. In highest terraces were located sling-

bullets depots. This is an evidence of social use of

these weapons for the protection of the communities

of the Valley of Nasca, before the apparition of the

state of Cahuachi.

Keywords

Peru, Paracas, Nasca, defensive walls, slings.

La documentación arqueológica fundamental para el

Proyecto La Puntilla procede del yacimiento de El

Trigal (LP2). En el asentamiento ubicado en el Cerro

de El Trigal se han venido realizando excavaciones

en extensión desde el año 2005. En años anteriores

se habían excavado un total de 78 m2 en la Zona 1

(área habitacional de la ladera del cerro de El Trigal),

de 1.000 m2 en la ZCI (zona de la cima del cerro don-

de se localizan los edificios singulares con dos fases

arquitectónicas y cambio de funcionalidad) y de 129

m2 en la ZNC (zona de la necrópolis, con sepulturas y

evidencias de otras actividades, de fechas posteriores

al asentamiento del cerro).

En 2009 se completó la excavación del área del

llamado Edificio de los Patios, que constituye un edi-

ficio singular de 305 m2, de la Fase Trigal-Cerro II

del área de La Puntilla, de manera que se dispone

en este momento del registro de un área de espacios

y estructuras constructivas vinculadas a este conjun-

to arquitectónico, de 555 m2. Igualmente, en la mis-

ma área de los edificios singulares, el registro para

la Fase Trigal-Cerro I corresponde al Edificio de los

Almacenes, otro conjunto arquitectónico que alcanza

los 232 m2.

La campaña desarrollada en los primeros meses

del año 2011, ha permitido definir con precisión el

sistema de fortificaciones y de terrazas defensivas

ubicadas al Sur y Sureste del área de los edificios sin-

gulares de la Cima del Cerro de El Trigal. En esta área

se han ampliado las excavaciones en un área de 750

m2. Se trata del sector de terrazas defensivas del área

de acceso meridional al asentamiento.

La documentación obtenida en la ladera Sudeste

del Cerro de El Trigal nos permite ahora plantear que

el poblado contó desde sus inicios (Fase Trigal-Cerro

I) con una serie de perímetros amurallados, que pa-

recen cumplir claramente una función defensiva. Con

las evidencias obtenidas hemos definido en el sector

excavado en 2011 tres perímetros: Perímetro I, que

abarca la Terraza Defensiva 1 y la Terraza Defensi-

va 2, donde se ubicaron puestos de tiro con honda,

constatados por la existencia de despósitos y apila-

mientos de proyectiles para estas armas; Perímetro II,

con la Terraza Defensiva 3A y la Terraza Defensiva

3B; y Perímetro III, el más exterior documentado, con

la Terraza Defensiva 4.

La identificación de estructuras murarias defensi-

vas que no estaban visibilizadas en superficie exigió

una ampliación de las excavaciones en ésta área que

se extendió durante toda la campaña de trabajos de

campo. Manteniendo la metodología de excavación

en extensión, se proyectaron los trabajos de registro

realizando un seguimiento de las construcciones re-

conocidas, lo que obligó a ampliar hacia el Sureste el

área excavada, duplicando el espacio a intervenir que

se había previsto.

El resultado, sin embargo, ha sido de enorme inte-

rés, puesto que se ha podido documentar un elabo-

rado sistema arquitectónico de defensa del poblado,

conformado, en el sector donde hemos realizado el

registro, por los tres perímetros amurallados. Las lí-

neas de murallas cuentan en su interior hasta con

cuatro terrazas defensivas, ubicadas a diferentes co-

tas de la ladera y donde se han localizado restos de

suelos acondicionados sobre rellenos y sobre la roca

natural.

Además, se ha podido obtener una documenta-

ción inédita sobre su constitución técnica. Las estruc-

turas murarias defensivas se encontraban en un esta-

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do de conservación fragmentario, pero se ha podido documentar que estaban construidas por los siguien-tes elementos:

1. Trincheras excavadas en la roca natural.2. Rellenos de piedras y arena en el interior de la

trinchera.3. Zócalos de piedras, de doble paramento, con

disposición del aparejo a tizón, y relleno inte-rior de piedras pequeñas.

4. Alzado de adobes de pequeñas dimensiones, configurado, a su vez, por un doble paramento de adobes, y con un relleno, también de ado-bes, pero de menores dimensiones.

Los niveles de derrumbes de estos muros se han localizado a lo largo de las pendientes exteriores de las estructuras murarias, donde el material constructi-vo había quedado desplazado por la caída y desliza-miento de piedras y adobes.

Se trata, por lo tanto, de un elaborado sistema que configuraba una organización defensiva donde los

muros exteriores conformaban parapetos y definían terrazas y pasillos. En estos espacios no se ha docu-mentado ningún elemento de uso social in situ, con la única excepción de proyectiles para hondas. Esto per-mite sugerir que se trataba de estructurar un sistema de fortificación cuyos espacios solo se utilizarían para la defensa y la movilidad de miembros de la comunidad.

Solamente las dos terrazas defensivas superiores, pertenecientes al Perímetro I, cuyo registro había-mos iniciado en la campaña de excavaciones de 2008 (Castro-Martínez; de la Torre Zevallos, y Escoriza-Ma-teu, 2009), han continuado ofreciendo un importan-te y numeroso registro de proyectiles para hondas, con centenares de guijarros formando acumulaciones apiladas sobre el suelo, o contenidas en depósitos excavados en la roca. Se trata de cantos rodados de procedencia aluvial, obtenidos con seguridad del cer-cano lecho del río Aja. Su selección se basaba en su peso y dimensiones, puesto que existe una tendencia a una regularidad en sus dimensiones y sus pesos.

La localización de las reservas de balas de hon-da en las terrazas defensivas del Perímetro I resulta

Figura 1. Vista general del Cerro de El Trigal desde el Sudeste. Fotografía: Nina Castillo.

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coherente con el hecho de que el lanzamiento de las balas desde una posición de mayor altura facili-ta la velocidad y la distancia a la que podían llegar

los tiros. Con ello, la táctica defensiva debía concen-

trar el uso de las armas arrojadizas en esas terrazas

superiores, dejando las murallas y terrazas inferiores

del Perímetro II y del Perímetro III como elementos

arquitecónicos que dificultarían la accesibilidad y fa-

cilitarían la acción defensiva de las hondas, proba-

blemente junto con otras armas arrojadizas, como los

dardos lanzados mediante un propulsor, con puntas

de obsidiana, que han sido bien documentadas en los

espacios interiores de la cima del Cerro de El Trigal.

El trazado de muros defensivos de los perímetros,

no se ha podido seguir más que en una longitud

máxima de 25 m, pero parece tener continuidad a

lo largo de las laderas este-noreste y oeste-suroeste,

conformando, si es correcta la hipótesis, recintos con-

céntricos que deberemos esperar a definir mejor en

futuras excavaciones. En este sentido, la definición

estructural de espacios diferenciados dentro de cada

perímetro, a partir de las estructuras visibles en su-

perficie en la ladera norte y en la ladera este del ce-

rro, parece sugerir que estos anillos amurallados son

la base arquitectónica para diferenciar políticamente

diferentes espacios en el interior del asentamiento,

una sugerencia que deberemos contrastar con los

usos sociales y los grupos a los que podamos vincular

las edificaciones de cada uno de los recintos, cuando

continuemos con las excavaciones.

El conjunto defensivo de muros concéntricos que

hemos documentado en las excavaciones de este año,

y a los que hemos denominado perímetros, constitu-

ye una novedad en la arqueología de la Costa Sur

del Perú, sobre todo en las cronologías del primer

milenio cal. a. C., en las que debemos situar su cons-

trucción y utilización. Teniendo en cuenta la técnica

constructiva, encontramos que las fortificaciones pre-

Figura 2. Planimetría de las edificaciones del Cerro de El Trigal (LP2). Fase Trigal-Cerro I.

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sentan las mismas características que el Edificio de

los Almacenes, en la zona central de la cima, y que

podemos datar hacia 700-450 cal. a. C., en la Fase

Trigal-Cerro I. Únicamente en la zona de la Costa

Centro-Norte de Perú podemos encontrar un sistema

de muros concentricos para la defensa, en el núcleo fortificado de Chankillo, aunque allí presenta unas características muy diferentes, ya que protege un área de edificios singulares (Ghezzi, 2006), muy diferente al núcleo poblacional del Cerro de El Trigal.

También constituye una novedad en la arquitectu-ra de la región del valle de Nasca el empleo de mu-rallas de adobes en estas cronologías. Quizás el des-conocimiento en general de los asentamientos del IIº y Ier milenios antes de nuestra era en la zona es lo que permite que la documentación sistemática que esta-mos obteniendo en las excavaciones en extensión de El Trigal esté proporcionando resultados inéditos.

La amplitud de las excavaciones acometidas en la campaña de 2011 ha supuesto, al mismo tiempo, que con los registros obtenidos en anteriores campañas (2005-2009), podamos ahora considerar que ya he-mos documentado un porcentaje de aproximadamen-te un 35% de la superficie total del asentamiento del Cerro de El Trigal. Con ello el avance de los trabajos de esta última campaña suponen un importante im-pulso para el registro completo del yacimiento.

En el interior del Perímetro I, el Edificio de los Patios, queda definido como un edificio de 305 m2, de planta aproximadamente rectangular irregular, y delimitado por muros de piedra de doble paramento. Dichos muros se han conservado de manera satis-factoria en diversos tramos, pero no así en las áreas de mayor pendiente, donde se han desarticulado. No obstante, han quedado suficientes indicios en forma de restos murarios y de recortes de roca, como para poder definir con seguridad el contorno de la edifica-ción. El conjunto arquitectónico consta de dos gran-des patios, de tres recintos, y de una gran área de circulación en la parte de la entrada del asentamien-to. Los dos patios (Patio 1 y 2), constituyen áreas de trabajo abiertas, por los registros de los que dispone-mos, básicamente de trabajo artesanal. Hacia el Su-deste de los patios se localiza un recinto de grandes dimensiones (Recinto I) y otros dos de pequeño ta-maño, adyacentes a plataformas elevadas dispuestos a ambos lados del anterior (Recinto II y III). El Área de Entrada ofrece varios espacios de circulación, bor-deando afloramientos de roca, que comunican una única entrada, abierta en la esquina sudoeste del edi-ficio, con los recintos a través de un acceso escalo-nado. El acceso a los patios exigiría el paso previo por los recintos. El Edificio de los Patios ofrece una disposición en eje longitudinal, de manera que las

Figura 3. Dispersión de balas de honda por el área exterior del Perímetro I

del Cerro de El Trigal. Fotografía: Nina Castillo.

Figura 4. Depósito de balas de honda (EDP-27). Cerro de El Trigal. Fotogra-

fía: Nina Castillo.

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diferentes dependencias interiores se disponen a lo largo de los 33 m de longitud del conjunto arquitec-tónico. La anchura máxima es de 10 m.

La construcción del edificio parece haber estado condicionada por las estructuras preexistentes (Edifi-cio de los Almacenes de la Fase Trigal-Cerro I). Así, se puede apreciar que la disposición del Patio 1 en un extremo (noroeste) y del Área de Entrada en el otro (sudeste), parece haber sido la base de la definición del resto de dependencias, y estar constreñidas por la arquitectura previa. De esa manera, los ajustes de los muros de los distintos espacios muestran cierta precariedad, debido a que no se trata de un diseño ex novo, sino de un aprovechamiento de obras pre-vias sobre las que se edificó. El resultado es que se aprecian trazados irregulares y junturas de muros de escaso ajuste. Aún así, los trazados murarios del edi-ficio son mayoritariamente de nueva construcción. Y se observa la construcción de rellenos arquitectónicos

para crear una cimentación adecuada de los muros.Las características, ubicación y evidencias de uso

social del Edificio de los Patios responden claramente a una unidad singular, sin duda vinculada a la gestión económico-política de la comunidad instalada en el asentamiento. En este sentido, el posicionamiento del edificio en la entrada al poblado no deja lugar a du-das. De la misma manera que un modelo de edificio como éste parece alejado de las características del resto de unidades del asentamiento, con lo que pare-ce poco probable que se puedan detectar recurren-cias propias de las actividades de grupos domésticos.

Alrededor del Edificio de los Patios parecen existir algunos corredores adosados a los paramentos exte-riores del muro perimetral. Estos corredores se acon-dicionaron mediante rellenos para nivelar los huecos de las construcciones de la fase precedente, y crearon unas superficies de circulación de una anchura entre 1 y 2,5 m. Así se ha podido observar tanto junto al

Figura 5. Guijarros seleccionados como balas de honda (EDP-27). Cerro de El Trigal. Fotografía: Nina Castillo.

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muro oeste-sudoeste, como junto al muro norte-no-roeste, y quizás, con menor elaboración, también a lo largo del muro este-noreste.

En total se han documentado seis edificaciones anexas, formando un anillo alrededor del Edificio de los Patios. Falta clarificar si estos edificios anexos es-taban plenamente integrados dentro del Perímetro I. Se han excavado cinco de ellas, una ya registrada en 2007 (Anexo 1) y otras cuatro excavadas en 2009 (Anexo 2, Anexo 3, Anexo 4 y Anexo 6). Presentan plantas de formas muy irregulares, que van desde el óvalo al trapecio, y muestran tamaños que varían en-tre los 9 m2 (Anexo 4) y los 16 m2 útiles del Anexo 3. Se observa también una gran heterogeneidad en los muros empleados en la construcción, ya que en-contramos desde muros de doble paramento de gran anchura (Anexo 2, Anexo 3), hasta la reutilización de muros de la fase anterior, o el empleo de muretes de mampostería de un solo paramento. Podríamos señalar que la construcción de estas unidades estuvo supeditada a las condiciones de las terrazas donde se edificaron y a la existencia de afloramientos de roca o de muros antiguos, que fueron reconstruídos allí donde era factible, como se aprecia en el Anexo 2. No podemos plantear todavía si se trata de unidades domésticas, o bien si se trata de unidades destinadas a actividades especializadas y, quizás, complementa-rias de las realizadas en el Edificio de los Patios.

En la delimitación de los muros perimetrales y de los corredores exteriores se han podido corroborar la construcción de un elevado número de cubículos para almacenaje, recortando la roca y delimitando los depósitos con muretes, tanto al Norte-Noroeste, como junto al Patio 1 y debajo del Patio 2. Estos conjuntos de depósitos corresponden al Edificio de los Alma-cenes, de la Fase Trigal-Cerro I. Aunque deberemos esperar a concluir el procesado por criba del sedi-mento, destinado a obtener el material carpológico, y al estudio del mismo para determinar la especificidad de los contenidos de los diferentes depósitos.

Hemos confirmado la existencia de dos fases de ocupación en el Cerro de El Trigal, materializadas en dos edificios singulares ubicados en la zona de la cima (ZCI), diferenciados de las áreas habitacionales de las laderas. En una fase inicial (Trigal-Cerro I) el Edificio de los Almacenes, apunta a unas prácticas de almacenamiento centralizado. En ese momento se creó el sistema de protección del asentamiento, basa-do en terrazas defensivas, que formaron los períme-

tros amurallados, que se apoyarían en el empleo de hondas y otras armas arrojadizas. Por tanto, las ins-tancias político-ideológicas de la comunidad asentada en el poblado inician su funcionamiento, que perdu-raría hasta el obligado abandono del emplazamiento con la inflexión histórica que representa la fecha de c. 150-100 cal. a. C. y la emergencia del centro político de Cahuachi.

El ámbito de interés del Proyecto La Puntilla invo-lucra la etapa comprendida entre 1400 cal. a. C. y 350 cal. d. C, fechas correspondientes al Periodo Formati-vo y al comienzo de los Desarrollos Regionales de la periodización de los Andes Centrales formulada por L.G. Lumbreras. La periodización del área arqueoló-gica de La Puntilla, sobre la que podemos formular las hipótesis sociales que guían el proyecto, incor-porando la documentación empírica obtenida en las nuevas excavaciones, mantiene el esquema que ya fue formulado con anterioridad (Castro-Martínez et al. 2009).

– Fase I: c. 1400-700 cal. a. C. No existen pruebas concluyentes sobre la ocupación del territorio de La Puntilla en estas fechas. Entre esas evidencias, contamos con la presencia ítems erráticos en la zona de la necrópolis de El Trigal, que alcanzarían fechas de finales del segundo milenio cal. a. C., si son correctas las aproximaciones cronotipológicas a materiales de otros yacimientos con series radio-métricas confirmadas (Pernil Alto en Palpa).

– Fase II: c. 700/600 a 450/400 cal. a. C. Esta etapa corresponde a la Fase Trigal-Cerro I, y supone la construcción del complejo arquitectónico de la cima de El Trigal, donde el Edificio de los Almacenes es un edificio singular destinado al almacenaje y, quizás procesado, de alimentos, mientras que el sistema de terrazas defensivas ya estaba plenamente operativo. La evidencia de la importante inversión de trabajo en la arqui-tectura de fortificación del asentamiento resul-ta coherente con una organización comunitaria autónoma, que reforzaba su independencia me-diante esas obras, al igual que en la construcción de edificios singulares desde donde se gestiona-ba la economía y la política de la comunidad.

– Fase III: c. 450/400 a 150/100 cal. a. C. Correspon-de a la Fase Trigal-Cerro II. En la cima de El Trigal se construyó el Edificio de los Patios, destinado al trabajo artesanal, donde se gestionaron materiales

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alóctonos (obsidiana, conchas de Spondylus), que se corresponden con una pujante economía ges-tionada mediante mecanismos de centralización comunitaria, que mantuvo el sistema de protec-ción comunitaria basada en terrazas defensivas. En las laderas alrededor del Edificio de los Patios se construyeron varios edificios anexos de tamaño y características constructivas variadas, cuyo uso social aún no podemos precisar. Se inicia la ocu-pación de La Puntilla-1. Esta etapa muestra una presencia relevante de cerámicas estilísticamente vinculadas a Ocucaje 8, consideradas tradicional-mente representativas de la Cultura Paracas.

– Fase IV: c. 150/100 cal. a. C. a 50/100 cal. d. C. Este horizonte corresponde a la fase de ocupa-ción mejor representada en las excavaciones de 2001 en La Puntilla-1. Parece indicar la continui-dad de este asentamiento, cuando El Trigal ya ha sido abandonado, en los años de desarrollo de una configuración territorial del valle de Nasca, jerarquizada por el núcleo de Cahuachi. No obs-tante, el final de esta fase conllevó el abandono, probablemente, de las comunidades residuales de la etapa previa, y también La Puntilla-1 se abandonó hacia 50 cal. d. C.

– Fase V: c. 50/100 a 350/400 cal. d. C. Los asenta-mientos en los cerros han sido abandonados. En esta etapa se realizaron la mayoría de los enterra-mientos en la necrópolis de El Trigal, aunque pu-dieron iniciarse en la etapa previa. Las evidencias de empobrecimiento que muestran las tumbas su-gieren que la comunidad se vio forzada a transferir una parte destacable de la riqueza producida a una clase dominante emergente, con centro político-ideológico en Cahuachi. Esa etapa se corresponde a la coexistencia entre indicadores tradicionales de Paracas-Necrópolis y de Nasca Temprano.

– Fase VI: 350/400 a 1200/1250 cal. d. C. Durante esta etapa no existe ninguna prueba de ocupa-ción en los yacimientos de La Puntilla excava-dos, de manera que se podría concluir provisio-nalmente que se produce un abandono de las comunidades de la etapa anterior. Sin embargo, la constatación de que parece que es entonces cuando se construyeron acueductos en la zona (puquios), apunta a una reestructuración del terri-torio que queda por aclarar.

– Fase VII: c. 1200/1250 a 1400/1450 cal. d. C. Tras un milenio de abandono, volvemos a tener evi-dencias de ocupación de los cerros de La Pun-

tilla-1 y de El Trigal, en los siglos anteriores a la conquista imperial, primero inka y luego espa-ñola. Las periodizaciones tradicionales denomi-nan a esta etapa Intermedio Tardío. En el cerro de El Trigal las frecuentaciones de esta etapa se muestran en una serie de hogares ubicados so-bre los derrumbes (Patio 2) o reacondicionando algunos espacios específicos (Anexo 4).

– Fase VIII: siglos XVI-XX. Se documenta el acondi-cionamiento de establos y refugios para ganado ovicaprino. Igualmente se constatan episodios de saqueo (huaqueo) intenso, sobre todo en la necrópolis de El Trigal.

Una última línea de investigación del Proyecto La Puntilla que destacaremos aquí, se centra en las condiciones de reproducción social en los distintos horizontes temporales. Es decir, en determinar las re-laciones entre colectivos en cuanto a las condiciones materiales de la vida social. El trabajo centralizado en edificios singulares, un sistema de protección comuni-taria de los poblados, la circulación intracomunitaria de productos y el acceso a productos de procedencia lejana que hemos documentado en El Trigal sugieren un fuerte componente comunitario en la región del río Nasca, al menos hasta alrededor del año 100 cal. a. C. Podemos señalar que las políticas comunitarias, asentadas en grupos domésticos y en redes de paren-tesco cuya naturaleza deberemos clarificar, podrían estar configuradas en función de intereses colectivos, pero no podemos descartar la existencia de sectores sociales beneficiados por la gestión de la producción material. De la misma manera, la política y la ideo-logía con la que se organizaron las comunidades a escala local, debe aún ponerse en relación con las políticas supracomunitarias, y aunque las evidencias indican una importante autonomía político-económi-ca de comunidades como El Trigal, deberá determi-narse como se construyeron los territorios políticos en la región.

No cabe duda de que, con el cambio de era, la información arqueológica en la cuenca del río Nasca señala la existencia de una sociedad estatal, con un fuerte componente militar y un aparato ideológico legitimador que se materializa en centros monumen-tales (Cahuachi), así como de una clase dominan-te beneficiaria del trabajo social que se muestra en sepulturas donde se amortizó un elevado volumen de riqueza (Cahuachi, Los Molinos). Y esa situación

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social, vinculada a la Cultura Nasca de las síntesis tradicionales, se manifiesta en El Trigal, donde des-taca la pobreza de ajuares funerarios, pero aún así la existencia de derechos hereditarios que apuntan a la existencia de clases sociales propietarias.

Además, la aparición en El Trigal de individuos des-membrados, decapitados o heridos por armamento re-fuerza las evidencias ya conocidas de que la oligarquía del estado de Cahuachi, al menos entre c. 100-350 cal. d. C., instauró una política de violencia y terror. Hace tiempo que se conocen en el valle de Nasca, las llama-das “cabezas-trofeo” (por ejemplo en Cahuachi), pero las pruebas de El Trigal señalan que las prácticas de vio-lencia física eran variadas y estaban arraigadas. Si todo ello es resultado de acciones militares, castigos penales o prácticas ceremoniales aún no se puede responder con seguridad. Pero en cualquier caso, esas prácticas violentas, muy frecuentes en la iconografía de la ce-rámica Nasca, como confirman las excavaciones en la necrópolis, eran prácticas reales que pudo utilizar la oligarquía para consolidar su dominio en la región. Un dominio que representó el obligado abandono de los establecimienos de tipo El Trigal y de la formación eco-nómico-social organizada entorno a edificios de gestión comunitaria centralizada.

Agradecimientos

El Proyecto La Puntilla ha sido financiado por el Mi-nisterio de Cultura, dentro de su Programa de Proyec-tos Arqueológicos en el Exterior, en las convocatorias de 2005 a 2010. Se ha podido disponer del soporte logístico y las infraestructuras científicas de la Uni-versitat Autònoma de Barcelona y de la Universidad de Almería. Quede constancia de nuestro agradeci-miento al apoyo inestimable de la Sra. Olga Cabarga, la Sra. Beatriz Larrotcha, la Sra. Soledad Cabrera y el Sr. Roberto Santos de la Embajada de España en Perú y de la Sra. Elisabeth de Fabrega del Consulado Ge-neral del Perú en Barcelona. Según es preceptivo, la última campaña de excavaciones ha sido autorizada por el Ministerio de Cultura del Perú, y agradecemos las atenciones ofrecidas por el Director de Arqueo-logía de esta institución, el Sr. Héctor Walde Salazar, la Directora Regional de Ica, Sra. Susana Arce, y el inspector regional Sr. Rubén García.

El equipo de investigación durante la campaña en Nasca ha estado formado por arqueólogos y arqueó-

logas del Grup de Recerca ACAIA de la UAB y del Grupo de Investigación ABDERA de la UAL. Las labo-res técnicas han estado a cargo de José Luis Hermoso Alvarado (dibujo y registro planimétrico), Victor Sala-zar Ibáñez (coordinación de laboratorio y procesado de sedimentos), Nina Castillo Sánchez (fotografía y video), Julio César Zavala Vargas (coordinación de registro de campo), Jimmy Ponce Campos (registro topográfico), Samy Yrazabal Valencia (análisis líti-cos y registros de campo), Manuel Gorriti Manchego (análisis malacológicos), Gabriela Bertone, Jessica Li Jing-Na y Fanny Moutarde (análisis arqueobotánicos), Heydi Lopez Mancilla (soporte de laboratorio) y Alex Penagos Cabestany e Iván Ortiz Domingo (soporte de campo y registro).

Finalmente, Severiano Aybar Antaya, Gregorio Chicnes Achamiso, Miguel Ángel Contreras Medina, Marcelino Espinoza Poma, Joel E. Ortega Camargo, José Luis Rojas Ferreyra, Marcos Rojas Ferreyra y Ka-ren Riveros Rojas han proporcionado la imprescindi-ble aportación de su trabajo en las excavaciones.

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