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IV Congreso Internacional.
“Zubiri en el siglo XXI”.
Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Instituto de Investigaciones Filosóficas “Luis Villoro”.
“Filosofía de la opción personal ante el carácter enigmático y dramático de la
realidad”.
Jorge de la Torre López.
Universidad de Guadalajara
ITESO
Universidad Panamericana, Campus Guadalajara
Morelia, México.
27-29 de agosto de 2014.
Abstract.
Creo que se puede hablar partiendo de Xavier Zubiri, no sólo de una
filosofía de la inteligencia, sino también de una filosofía de la opción personal. Así
como se puede hablar de animal de realidades, también se podría hablar de
animal de opciones.
Parafraseando a Marx con la 5a tesis sobre Feuerbach, para sustentar su
propuesta de una filosofía de la praxis. Diría que el problema de la filosofía no es
sólo de interpretación, (lo que yo llamo ‘El problema de la realidad enigmática’),
pero tampoco de transformación, (que también llamo ‘El problema de la realidad
dramática’), sino de algo más radical: el problema de la opción.
Lo humano, es lo opcional, por ello la conveniencia de hablar de una filosofía de la
opción personal.
A manera de mera insinuación filosófica, intentaré hacer una primera
aproximación, que pueda dar inicio, o que abra el horizonte de una posible filosofía
de la opción, que dé cuenta de no sólo de qué es la opción dentro de la filosofía,
sino en nuestras vidas, en nuestra sociedad, en nuestro mundo y en nuestro
tiempo.
¿Es posible abrir el horizonte de una filosofía de la opción personal desde la
filosofía de Xavier Zubiri?
Palabras clave:
Realidad, enigma, drama, opción, persona.
1. El distanciamiento primordial del hombre sobre las cosas.
Hay un distanciamiento primordial del hombre sobre la realidad, sobre las cosas,
no que no las conozcamos, sino que las cosas poseen un dinamismo o una
respectividad que nos rebasa. Todas las cosas, están en relación o en
respectividad en este mundo, pero no podemos conocer todas sus relaciones, la
total respectividad de las cosas; lo que conocemos, es poco, muy poco.
En este sentido, en el campo de lo humano, nada está escrito ni definido. No
sabemos qué es lo que pasará con nuestra vida y la vida de los demás. Por más
ciencia predictiva sobre el comportamiento individual y social que tengamos a
nuestro alcance, no podemos predecir qué realidad humana nos tocará o afectará.
Estamos en y nos movemos desde el misterio, nos enfrentamos a una realidad
que, por mucho, es más compleja de lo que podemos manipular con instrumentos
y métodos de medición para atraparla. No hay física social o física personal para
medir las implicaciones de la acción humana.
El proceder humano no está cabalmente definido y explicado; la realidad se
desborda más allá de los modelos teóricos y metodológicos para leer la realidad
humana.
El escenario humano siempre estará lleno de cavilación o incertidumbre porque no
sabemos bien a bien a qué atenernos.
Todo escenario que compete a la realidad humana en cuanto realidad personal y
social, se nos hace presente como un enigma, pues no sabemos a cabalidad
cómo es esta realidad y qué podemos esperar de ella porque no sabemos mucho
de ella, no la dominamos, sino más bien pareciera que nos es escurridiza, huidiza.
¿Qué instancias o qué recursos nos quedan para enfrentar su carácter enigmático
y dramático?
Lo único que podemos hacer humanamente, es realizar la opción personal.
La tarea más radical del hombre, es la de su opción personal, no es un problema
de interpretación, ni de transformación.
Kierkegaard, definía a la libertad como el sentimiento de angustia que se
experimenta antes de dar el salto existencial, el salto del espíritu al vacío, a la
nada. Para san Agustín, no se puede hablar de una realidad humana clara y
certera tampoco, última y definitiva: “En esta vida, que es toda ella prueba, nadie
debería estar seguro, no sea que igual que uno pudo hacerse de peor mejor, se
haga a su vez de mejor peor.” (San Agustín, Conf. X 32, 48).
2. El problema de la filosofía de interpretación. (El problema de la
realidad enigmática).
Xavier Zubiri, ya desde el comienzo de su carrera filosófica planteó este problema
del carácter enigmático de la realidad al abordar el tema de la esencia. Lo que
intentaba Zubiri era responder de una manera nueva al problema ya planteado por
la metafísica occidental, sobre el ser de las cosas. Si se preocupa por la realidad
de las cosas, lo que las cosas son, es porque están presentes como misterio,
como algo no resuelto.
En Sobre el problema de la filosofía (1933), obra preliminar a Sobre la esencia
(1962), ya señalaba el discurrir de este problema, al hablar de los horizontes
dentro de la filosofía.1
El primer horizonte, el griego, señala la importancia de lo móvil, de lo que pasa, de
lo transitorio. Se busca en la naturaleza un principio, o un fundamento, que dé
cuenta de este proceso; se quiere comprender la realidad, en su carácter
transitorio, fugaz y escurridizo. El ser aparece como un enigma. Dice Heráclito que
a la naturaleza le gusta esconderse. 1 Cf. Dávalos Sánchez, Jorge Manuel, sj. Inteligencia sentiente y praxis: una elaboración del
concepto de praxis desde la filosofía de Xavier Zubiri. Tesis doctoral. Universidad Pontificia Comillas, Madrid, 1998. pp. 26-33; También se puede confrontar las obras de Zubiri: “Los problemas fundamentales de la metafísica occidental”. Alianza Editorial, Madrid; 1994, “Sobre el problema de la filosofía. Ed. Fundación Xavier Zubiri, Madrid; s/d”.
En el segundo horizonte, el cristiano, señala la relevancia de una realidad creada,
desde san Agustín hasta Hegel la reflexión filosófica es dar cuenta de esta
realidad en cuanto existente, le llama el horizonte de la nihilidad. Lo que se busca
es darle una explicación plausible a la existencia y su carácter fugaz o transitorio,
desde lo permanente e invariable. El ser como máximo problema filosófico sigue
siendo un enigma.
En el tercer horizonte, el con-temporáneo, señala el carácter de lo histórico. El ser
ya no sólo representa un enigma en su carácter ontológico, tanto en su dimensión
movible o fija, sino que el ser en tanto deviniente, se articula con el flujo continuo
de la temporalidad, el misterio que se va revelando en el tiempo.
El horizonte griego, el cristiano y el contemporáneo señalan, según Zubiri, la
pretensión de explicar el ser en sus distintas manifestaciones; sin embargo, para
Zubiri, la realidad es más radical que el ser, no puede haber ser sin realidad, por lo
que la realidad es lo más primario. Aun así, el carácter enigmático y dramático del
ser pasa a ser el carácter enigmático y dramático de la realidad.
En el escenario post-hegeliano, diferentes propuestas filosóficas se las tienen que
ver con el carácter enigmático de la realidad. Ya se habló de Kierkegaard y el
naciente existencialismo, en donde el individuo en tanto individuo se enfrenta a la
nada y ante ella se juega su eternidad, ser un héroe trágico o ser el padre de la fe,
refiriéndose a Abraham en Temor y temblor. Nietzsche hablará de suprimir
nuestras veneraciones, es decir nuestra metafísica decadente y nihilista, la
civilización apolínea que esconde a Diónysos, la voluntad de poder.
Marx hablará de una realidad oculta en las relaciones de producción, esta
propuesta que llega a nuestros días con la teoría crítica y la escuela de Frankfurt,
especialmente con Habermas, sigue señalando el carácter oculto de la realidad a
la conciencia y a la práctica de los ciudadanos en lo que este ha llamado la
‘colonización del sistema de vida’.
La realidad social es un enigma que los científicos sociales tratarán de descifrar.
Dentro de los pensadores sociales actuales, destaca Pierre Bourdieu, quien buscó
demostrar la oculta interacción entre la conciencia del individuo y su acción como
sujeto dentro de la dinámica social, con sus conceptos de habitus, campo y
capital.
Así pues, retomando la frase de Heráclito acerca de la naturaleza de las cosas,
podemos decir que también, a la naturaleza de las relaciones sociales y de toda
acción social, le gusta esconderse.
Husserl y la escuela fenomenológica también señalaban la necesidad de develar
el carácter oculto y huidizo de las cosas apelando a la conciencia de los sujetos.
Heidegger también buscó revelar el ser que se escondía en la cosas. De fondo la
tarea heideggeriana y de otras propuestas hermenéuticas como la de Gadamer es
la de enfrentarse al enigma de la realidad porque la realidad no nos está dada,
sino que se nos revela de forma problemática y entreverada por el lenguaje y los
símbolos. Se necesita del arte de la interpretación para revelar el significado oculto
y misterioso de las cosas ante las cuales el hombre tiene que hacer su vida desde
lo enigmático de la realidad.
En general, y de forma muy esquemática, hemos visto cómo el problema que
planteamos, es un problema que se ha presentado a lo largo de toda la historia de
la filosofía y del pensamiento social, que ha querido dar cuenta de la acción
humana.
Se podría decir para concluir, que ya desde Platón y su famoso episodio de la
caverna, en la que los hombres moran en la oscuridad confundiendo las cosas, y
desde donde se explicita la tarea de la filosofía de revelar la realidad, apelando a
lo que son las cosas en ‘realidad’; el hombre ha tenido y tiene la necesidad de
develar el carácter enigmático de la realidad.
Es ella, la cosa misma la que es ambivalente: por un lado es ‘inmersión’ en sí misma, y por otro es ‘expansión’ es más que sí misma; es a una y formalmente ‘su’ irreductible realidad y presencia de ‘la’ realidad. Y esta ambivalencia es real; realmente toda cosa real, en cuanto real, es así (…) La cosa real en cuanto real es esta extraña imbricación ambivalente de ser ‘esta’ realidad y de ser presencia de ‘la’ realidad. Esta imbricación estructural es lo que formalmente llamamos
‘enigma’ de la realidad. Decir que toda cosa real es enigma consiste formalmente en decir que la realidad tiene aquella ambivalencia estructural. Y recíprocamente, decir que la realidad tiene esta estructura ambivalente consiste en afirmar que la realidad es estructuralmente enigmática.2
Ahora paso a definir brevemente porque el hombre no sólo se enfrenta al enigma
de la realidad, sino al drama de la realidad.
3. El problema de la filosofía de la transformación (la realidad dramática
o paradójica).
La realidad personal y social, es dramática porque es una realidad inquieta, no
determinada, o enclasada, siempre se puede esperar más de una situación, de un
contexto, de un proceso; es parte de la estructura abierta de una esencia
dramática, una sustantividad paradójica que al mismo tiempo que es, no es; que
es absoluta y relativa al mismo tiempo.
El hombre es una fluencia. Y una fluencia en que no puede ser nunca
el mismo sino justamente no siendo nunca lo mismo. El hombre no
puede ser persona sino personalizándose. Y este personalizarse es un
siempre no ser lo mismo en ningún instante de su existencia. La
manera de ser el-mismo no siendo nunca lo-mismo es configurar
justamente su propio ser, el ser de su realidad sustantiva.3
Es dramática o paradójica, en el sentido de que ante el carácter optativo de la
realidad, el hombre al no tener un elenco definido de respuestas y ser realidad
abierta, no se puede saber qué acción elegirá.
Si toda realidad, desde el punto de vista de su actualidad en el mundo,
es una realitas in essendo, en el caso de la persona humana este in del
in essendo es justamente una inquietud. El dinamismo de la suidad es
2 Cf. Zubiri, Xavier. El hombre y Dios. Ed. Alianza Universidad, Madrid, 1998. pp. 144-145.
3 Cf. Ibid.
pura y simplemente el dinamismo de la realidad innovante inquieta en
ser.4
Drama y misterio se asoman en la obra teológica zubiriana para dar cuenta del
proceso de personalización y fundamentación del Yo personal. Un Yo personal
que se ve envuelto en la oscuridad del enigma, que no sabe qué es toda la
realidad porque no la alcanza a ver, sino que acaso ve muy poco de ella, que le
deja en estado de tensión y angustia por la realidad que no alcanza a descifrar y a
entender, y que; sin embargo, está allí como flotando por encima de sí mismo,
pero sin llegar todavía a ser parte de él; sino un proyecto, un esbozo, una
posibilidad, una tentativa, un riesgo ante el cual, el hombre se entregará o bien,
rechazará, desde el ámbito de lo que podemos llamar su opción personal; la cual
se acrecienta o se manifiesta en todo su esplendor en lo que Zubiri llama la
dimensión teologal del hombre.
El hombre, velis nolis, al hacer su Yo con las cosas reales en cuanto
reales, está haciendo su Yo en Dios (ultimidad), con Dios (posibilitante)
y por Dios (impelente). Este ‘hacia’ transcurre en una tensión dinámica
teologal ‘entre’ Dios y el hombre, una tensión a la vez personal y
histórica.5
Al abordar la problematicidad del momento del optar, al decidir-se por una
determinada realidad puesta como meta o proyección de vida, telos o destino, es
decir, tanto como fundamento y finalidad, estamos haciendo una indagación sobre
la opción personal y su relevancia para la vida de la persona, para la formación y
el contenido de una vida.
Solamente en esa articulación entre pensar en las cosas futuras y
pensar en el futuro es cuando se va dibujando, a la luz de lo que se
llama precipitadamente realidad, como faro de realidad, la distinción
entre lo que es urgente hacer y lo que es importante, entre la urgencia
y la importancia. Con todos estos elementos el hombre resuelve. Y esa
4 Cf. Ibid.
5 Cf. Ibid. p. 182-183.
resolución es renuncia. Tienen que renunciar para vivir, y tiene que
entregarse a lo que ha aceptado. La articulación entre renuncia y
entrega es lo que da a la realización de la vida humana el carácter de
riesgo. Así se va estableciendo la figura propia, modulando la realidad
que se ha proyectado ser.6
Hablar de la opción personal, supone hablar de un querer real, un querer fundado
en la más profunda de las convicciones personales, y que se nos presenta como
un problema de entrega-donación de la persona hacia su propia realidad como
proyecto, como promesa.
En su vertiente positiva, es un compromiso radical y auténtico consigo mismo
como deviniente, es la elección de sí, la entrega del yo a mi propia circunstancia
de donde resultará la configuración de mi propio yo.
En su vertiente negativa como renuncia, la opción personal es la negación de una
realidad posible, Zubiri lo llama, ‘nolición’, querer la realidad del no. Es decir,
podemos ver con mayor claridad aquello que no queremos y nuestra opción
personal puede moverse en función de esa realidad no querida.
Esta disyunción de dos posibles alternativas, nos muestran en toda su plenitud el
carácter dramático y paradójico de la vida de la persona, la cual está obligada
constantemente a tener que renunciar a una realidad y entregarse a otra distinta,
abrir unas posibilidades y clausurar otras.
La vida es autodefinición de la figura que se quiere ser (…) La
autodefinición es autorrealización, autoposesión. Vivir como
autodefinirse es autoposeerse, y por eso es vida cuando hay en lo que
el hombre hace (…) El decurso vital consiste en ir realizándose en una
figura determinada conforme a lo que en cada instante el hombre
quiere ser efectivamente.7
6 Cf. p. 657.
7 Cf. Ibid. pp. 661-664.
Conclusión.
En el hombre, la forma de realidad humana va a ser algo creado, es decir, el
mismo hombre se dará el contenido de lo real, el hombre mismo se da el
contenido de su existencia individual y particular, es una existencia real creada
que en todo momento se va dando el ser en la medida que el hombre va optando
y eligiendo, es una opción por la apropiación de unas posibilidades de vida.
La opción, en efecto es ‘apropiación’ y la apropiación no es un
fenómeno meramente intencional sino que es psíquicamente real.
Quiero decir que, al apropiarme una posibilidad, aquello en lo que me
voy realizando me va cualificando en mi realidad psico-orgánica. Esto
es, la nota apropiada queda incorporada a mi sistema psico-orgánico.
Es la naturalización de lo apropiado. Y esta naturalización cuenta
esencialmente en muchos de los rasgos que constituyen lo profundo
del psiquismo, y con ello, en el tipo de humanidad en que se va
desplegando la especie.8
Bibliografía:
AGUSTÍN, San. Obras Completas de San Agustín XL. Escritos varios (2o). Ed.
BAC, Madrid; 1995.
DÁVALOS, Sánchez, Jorge Manuel, sj. Inteligencia sentiente y praxis: una
elaboración del concepto de praxis desde la filosofía de Xavier Zubiri. Tesis
doctoral. Universidad Pontificia Comillas, Madrid, 1998.
ZUBIRI, Xavier. El hombre y Dios. Ed. Alianza Universidad, Madrid, 1998.
ZUBIRI, Xavier. “Los problemas fundamentales de la metafísica occidental”.
Alianza Editorial, Madrid; 1994.
8 Cf. Ibid. pp. 513-514.