Teología y política de la libertad religiosa en Norteamérica
"Zoológicos en libertad: la tradición del bestiario en el Nuevo Mundo"
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Revista Canadiense de Estudios Hispánicos
Zoológicos en libertad: la tradición del bestiario en el Nuevo MundoAuthor(s): MARÍA LUISA FISCHERSource: Revista Canadiense de Estudios Hispánicos, Vol. 20, No. 3 (Primavera 1996), pp. 463-476Published by: Revista Canadiense de Estudios HispánicosStable URL: http://www.jstor.org/stable/27763310 .
Accessed: 05/08/2013 09:37
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MAR?A LUISA FISCHER
Zool?gicos en libertad: la tradici?n del bestiario en el Nuevo Mundo
En este art?culo se estudia la tradici?n del bestiario que se desplaz? al Nuevo Mundo con los historiadores y cronistas que describieron por vez primera la naturaleza del continente. Se intenta mostrar las adaptaciones y cambios de un g?nero fijado y establecido desde antiguo y, a partir de la profusi?n de descripciones del axolotl, bestia privilegiada por la imaginaci?n y la escritura, se analizan las reapariciones del g?nero en algunos textos po?ticos contempor?neos hispanoamericanos. Las
transformaciones del bestiario en el Nuevo Mundo demuestran la maleabilidad de un g?nero literario a la vez restrictivo y libertario que ense?a al lector a construir sentidos desplaz?ndose de texto en texto y atravesando per?odos literarios convencionalmente aislados.
Un bestiario, un zool?gico: espejos. ?sos que no
tenemos en nuestros cuartos de ba?o, pero en los que conviene mirarse de cuando en cuando.
El ep?grafe de Julio Cort?zar apunta a un interrogante acaso infinito que se ha formulado y respondido de diversas maneras a trav?s de la historia de los libros.
?Por qu? girar la cabeza para mirarse en figuras de animales, como en otro
espejo? ?Qu? nos dicen cuando escribimos acerca de ellos, cuando intentamos describirlos? ?Qu? descubrimos cuando los observamos y nos observamos en ellos? Estas preguntas tan generales han adquirido, felizmente, particularidad en un g?nero literario particular: los bestiarios. Como se sabe, el bestiario medieval brota de la compilaci?n an?nima conocida como Physiologus, cuya primera traducci?n latina se ubica alrededor del Siglo IV D.C.1 El t?tulo del volumen,
seg?n nos informan Michael J.Curley y Florence McCulloch,2 posiblemente hace referencia al compilador griego originario. El "fisi?logo" no era un "naturalista," como se afirma al traducir literalmente el nombre latino, sino un int?rprete de la naturaleza, un alegorizador moral (Curley xv). Cada uno de los 51 cap?tulos del volumen relata una costumbre o leyenda peculiar de un animal, recogiendo
REVISTA CANADIENSE DE ESTUDIOS HISP?NICOS Vol XX, 3 Primavera 1996
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versiones de, entre otros, Plinio, Arist?teles y Eliano, pero a diferencia de ?stos, en el Physiologtis el animal es ejemplo que ilustra el dogma cristiano. El bestiario latino pone frente a frente el texto de la naturaleza y el texto b?blico, con la certeza de que el mundo exterior se manifiesta como reflejo del orden del Creador. En el siglo XII, el t?rmino "bestiario" identificaba ya las compilaciones de descripciones de animales, incluyendo adem?s cap?tulos dedicados a plantas y piedras, y con variantes de 150 o m?s cap?tulos, cien m?s que el originario Physiologus. El g?nero hab?a alcanzado tal popularidad e influencia en el per?odo que el n?mero de versiones que circularon fue ?nicamente superado por las ediciones de la Biblia.3 El bestiario medieval absorbe el texto del Physiologus, elaborado a su vez por compilaci?n de diversas fuentes, y lo completa con la
palabra de los Padres de la Iglesia, el saber popular y el saber etimol?gico acu?ado por Isidoro de Sevilla.
Los bestiarios, vertidos a todas las lenguas romances, cumplieron diversas funciones. Dada la simpleza de su procedimiento ret?rico - las peculiaridades del mundo animal reflejan el orden divino - el g?nero fue usado como material de instrucci?n moral para los que se estimaban los m?s simples, ni?os y mujeres, o como exemplum en el serm?n eclesi?stico. El bestiario se utiliz? tambi?n como
procedimiento mnemot?cnico que permit?a referir, por analog?a, pasajes b?blicos completos, y en ocasiones, lleg? a ser material con que se practicaba la cr?tica social a partir de la moraleja que se desprend?a de la costumbre
zool?gica.4 La difusi?n y popularidad del bestiario comienza a decaer relativa mente en el Renacimiento.5 La descripci?n pseudo-cient?fica iba lentamente
desplazando a la alegor?a y la fantas?a medievales. La curiosidad por lo extra?o
y lo peculiar, una de las razones que explican la existencia de los bestiarios, es
ahora alimentada por los libros de viajes y luego por las noticias que del Nuevo Mundo inclu?an las historias, relaciones y cr?nicas del per?odo.
En el presente trabajo me propongo explicar los cambios y adaptaciones que esta tradici?n gen?rica de la Antig?edad y la Edad Media sufri? al enfrentar el historiador o el cronista la fauna in?dita del Nuevo Mundo durante el per?odo del descubrimiento y la conquista. Me interesa, asimismo, observar las transformaciones y la vitalidad de un g?nero que reaparece luego en m?ltiples textos po?ticos contempor?neos que expl?citamente citan y reelaboran fuentes coloniales. Mi hip?tesis se?ala que son precisamente la plasticidad del g?nero -
parad?jicamente restrictivo y fijado desde la antig?edad -
y las adaptaciones a las que ha sido sometido, las que explican su insistente reaparici?n y
supervivencia en textos de la tradici?n hispanoamericana que responden todos de diversas maneras a los interrogantes con las que se inicia este ensayo. El
corpus a disposici?n del investigador para el examen del problema, tanto en lo
que se refiere a los textos historiogr?ficos coloniales como a los po?ticos contempor?neos, es numeros?simo.6 Es por esta raz?n que he elegido mostrar
las modalidades del g?nero en algunos textos historiogr?ficos coloniales que,
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gradualmente y con diversos grados de libertad, se basan y alejan del g?nero convencionalmente establecido. Finalmente, y partir de la Historia general de las cosas de Nueva Espa?a de Bernardino de Sahag?n que reemplaza, como se ver?
luego, la etimolog?a y referencias cl?sicas por la n?huatl, establezco la vincula ci?n con textos po?ticos contempor?neos, en particular a trav?s de la figura del
axolotl en poemas de los mexicanos Juan Jos? Arre?la, Jos? Emilio Pacheco y Octavio Paz.
De la supervivencia y transmisi?n textual del bestiario medieval en el Nuevo Mundo da testimonio la cita con variaciones que encontramos en la Historia de las Indias de fray Bartolom? de las Casas. Las Casas narra la sorpresa de Col?n frente a la abundancia de las que llama "ostias" en las costas del Caribe que
explorara el 10 de agosto de 1498, durante su tercer viaje a las Indias. A pesar de haber prometido transcribir ?nicamente las "palabras formales del Almirante," Las Casas narrador intercala un episodio descriptivo con el expl?cito intento de, como dice, "mezclar un poco de los secretos naturales que hay cerca del criar o nacer de las perlas, lo que no creo que ser? a los leyentes desagradable" (541). En el episodio, explica c?mo se forman las perlas en las ostras del mar Caribe:
En ciertos tiempos del a?o, cuando tienen la inclinaci?n y apetito de concebir, s?lense
a la playa y ?brense, y all? esperan el roc?o del cielo, cuasi como si esperasen y deseasen
marido. Reciben aquel roc?o del cual conciben y empre?an, y tales producen sus hijos,
que son las perlas y margaritas, cual fuere la calidad del roc?o ... si hay rel?mpagos o
truena antes que las conchas est?n cerradas y del todo est?n las perlas formadas,
s?bitamente de temor se afligen y aprietan y malparen. (Cap. CXXXV, 541)
Las Casas afirma m?s adelante que una de sus fuentes es el Physiologus (542) en
el cual el episodio correspondiente resulta ser una par?bola de la concepci?n de
Jes?s por intervenci?n divina, representados respectivamente por la perla y el roc?o. Meton?micamente, Mar?a es sustituida por la concha (Physiologus Y
120-21). Las Casas repite la perfecta f?bula, acaso contando con que la compe
tencia de sus "leyentes," como los llama, habituados a identificar en el libro de la naturaleza el libro divino, completar? el sentido aleg?rico impl?cito en el
fragmento. Es de notar que tanto la expl?cita referencia al deseo sexual de las ostras ("cuasi como si esperasen y deseasen marido") como el impl?cito vocabulario er?tico del texto (apretarse, abrirse y cerrarse), no aparecen con la claridad que encontramos en el fragmento reci?n citado en las obras que
constituyen las fuentes de Las Casas: las Etimolog?as de Isidoro de Sevilla,7 la Historia natural de Plinio8 y el Physiologus.9 Corresponden, por tanto, a la
imaginaci?n del sacerdote. El bestiario permite precisamente este g?nero de libertades: como residuo del proceso de adaptaci?n y selecci?n de fuentes diversas se entromete inadvertidamente la personalidad del que cita.
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Las primeras cr?nicas de Am?rica describen la naturaleza del Nuevo Mundo bas?ndose en la oposici?n, que Marco Polo ya hab?a aplicado en sus Viajes, entre "animales como los nuestros" y "animales diferentes de los nuestros."10 Gonzalo
Fern?ndez de Oviedo y Vald?s en la "Dedicatoria" al rey cat?lico del Sumario de la natural historia de las Indias aplica fielmente este principio y le pide al
monarca que mire s?lo "en la novedad de lo que quiero decir, que es el fin con
que a esto me muevo" (49). Comparar implica resaltar lo que tiene un car?cter
in?dito, novedoso. Pero adem?s de lo afirmado expl?citamente en la "Dedicato ria" del Sumario, el cronista real describe animales distintos de los de Europa no
s?lo por "el gusto de leer o entender cosas nuevas," sino para que, como dice en
la posterior Historia general y natural de las Indias, la labor evang?lica desarrolla da hacia los que llama "animales racionales" se complete al ocuparse ahora "destos otros animales irracionales" (28). El Libro XII dedicado a la descripci?n de los animales de las Indias se justifica porque "... con lo uno y lo otro y cuanto esta General Historia contiene, se puedan dar muchas gracias a Dios ...
y alabar y mejor conoscer al Criador e causa de ellas" (28). Aun cuando encontramos, tanto en la Historia general y natural como en el
Sumario, el inter?s por conocer y describir lo in?dito y distinto, el cronista real no puede evitar acudir en ocasiones a un argumento paralelo al que encontra
mos en los bestiarios tradicionales. Reafirma lo anterior el hecho de que en el "Proemio" al Libro XII de la Historia general y natural de las Indias y se?alando
expl?citamente la raigambre con la tradici?n gen?rica a la que apela, se justifique largamente que el libro dedicado a los animales no sea el n?mero VIII tal como lo es el correspondiente de la Historia natural de Plinio, sino el XII. Fern?ndez de Oviedo lista las historias sagradas que contienen el n?mero doce, enumeran do a los doce ap?stoles, los doce art?culos de la fe, "los doce peces con que el
Redemptor hart? cerca de cinco mil hombres," etc. (28). El retorcido argumento concluye al afirmar:
infiero deste n?mero duod?cimo, que es hermoso e sancto e di?o de no olvidarle alg?n
cat?lico, e que cuadra al libro de animales; pues que estas gentes destas Indias, aunque
racionales y de la misma estirpe de aquellas ocho personas de aquella sancta arca e
compa??a de No?, estaban ya fechas irracionales y bestiales con sus idolatr?as y sacrificios
y cerimonias infernales, y gozaba el diablo de sus ?nimas tantos siglos ha. (28)
Como ha se?alado Antonello Gerbi (227), es posible encontrar en nuestro autor
descripciones de animales que parecen extractadas de un bestiario medieval. Cuando Fern?ndez de Oviedo describe los peces voladores como testigo de vista
que ha sido al navegar "cerca de la isla Bermuda," dice:
vi un contraste de estos peces voladores y de las doradas y de las gaviotas ... las doradas
iban sobreaguadas, y a veces mostrando los lomos, y levantaban estos pescadillos
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voladores, a los cuales segu?an por los comer, lo cual hu?an con el vuelo suyo, y las
doradas persegu?an tras ellos a do ca?an; por otra parte, las gaviotas o gavinas en el aire
tomaban muchos peces voladores; de manera que ni arriba ni abajo ten?an seguridad; y
este mismo peligro tienen los hombres en las cosas de esta vida mortal, que ning?n
seguro hay para el alto ni bajo estado de la tierra; y esto s?lo deber?a bastar para que los
hombres se acuerden de esta segura folganza que tiene Dios aparejada para quien le ama
... (Sumario 171)
En el fragmento citado, la descripci?n de la naturaleza y la moraleja cristiana se
corresponden prolijamente hasta el punto que las acciones animales revelan detalladamente el orden moral impuesto por el Creador.11 Oviedo "descubre" el orden revelado en el Nuevo Mundo y este af?n modela su relato a pesar de
que afirme narrar como testigo de vista, hecho en el que descansa su autoridad de historiador y narrador, tal como la de muchos cronistas del per?odo. Fern?ndez de Oviedo narrador tiene conciencia, sin embargo, que la fabulosa f?bula implica un desv?o del prometido relato de experiencias. La conclusi?n del
fragmento muestra con claridad los principios contradictorios que informan la
descripci?n de la naturaleza en esta parte: por un lado, el cronista promete, consciente del car?cter disgresivo de la f?bula moralizante, "tornar a su historia"
y, por segunda vez, procede a situar geogr?ficamente los animales descritos, mientras, por otro, identifica a los animales como una "volater?a extra?a,"
calificaci?n que nos devuelve a la atm?sfera de bestiario que se respiraba en el total del fragmento.12
El g?nero del bestiario aparece asimismo en la Historia natural y moral de la Indias de Jos? de Acosta que nos informa que la naturaleza se ordena por correspondencias: "as? como los metales son como plantas ocultas de la tierra,
as? tambi?n podemos decir que las plantas son como animales fijos en un lugar" (217). Coherentemente con el sistema de correspondencias establecido, los
animales, explica enseguida el jesu?ta, exceden en valor a las plantas; est?n dotados no s?lo de movimiento sino tambi?n de sentido "para conocerle y descubrille" (217). Acosta describe los animales "propios de Indias y que no se hallan en Espa?a," (287) para conocer y descubrir su sentido espec?fico. De este
modo, en el cap?tulo dedicado a "los pacos y guanacos, y carneros del Pir?" y maravill?ndose que, como observa, "de balde sirvan a sus amos," colige que:
les provey? Dios [a los indios del Per?] de ovejas y de jumentos en un mismo animal, y como a gente pobre, quiso que ninguna costa les hiciese, porque los pastos en la sierra
son muchos, y otros gastos, no los pide ni los ha menester este g?nero de ganado. (303)
Las caracter?sticas de los "carneros del Pir?" que la observaci?n ajustada provee y el hecho de que sean para sus usuarios "ovejas y jumentos en un mismo
animal," se interpretan como engranaje del dise?o divino. El padre Acosta lee
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en la naturaleza, una vez m?s, la palabra del Creador, pero esta vez la descrip ci?n espec?fica de "los animales propios de Indias" asume la forma de un
bestiario m?s afincado en lo pr?ctico, donde raz?n biol?gica y econ?mica, por una parte, y raz?n evangelizadora, por otra, se re?nen para ilustrar la palabra de Dios en la naturaleza americana, seg?n una l?gica de correspondencias.
En la monumental y enciclop?dica Historia general de las cosas de Nueva
Espa?a redactada en un per?odo de casi cincuenta a?os por el franciscano Bernardino de Sahag?n, la forma del bestiario se transforma de manera radical. El Libro Und?cimo, dedicado a la historia natural y a "las propiedades de los
animales," a diferencia de los ejemplos estudiados anteriormente, no hace el inventario de ?stos para interpretarlos seg?n las ense?anzas b?blicas, sino a
partir del saber y las "antiguallas" de los pueblos nahuas, recogidos en los relatos de los informantes ind?genas congregados por el fraile en el Colegio de Santa Cruz de Tlatelolco. Como expl?citamente se declara en la Historia general a
Sahag?n lo mueven el af?n evangelizador y el deseo de que se conozca "el quilate de esta gente mexicana." "Es esta obra," nos dice, "como una red barredora para sacar a luz todos los vocablos de esta lengua con sus propias y metaf?ricas
significaciones y todas sus maneras de hablar, y las m?s de sus antiguallas buenas
y malas" (18). Un inter?s ling??stico que no podemos menos que calificar de moderno y la urgencia por conocer el mundo ind?gena nahua son, entre otras, las finalidades de la Historia general de las cosas de Nueva Espa?a. En la "Introducci?n al Libro Und?cimo," el padre ?ngel Mar?a Garibay ha reconstrui do la "minuta" o formulario de preguntas que el franciscano propuso a los indios viejos que fueron sus informantes, "inspirado en la Historia natural de
Plinio, que ciertamente conoci?, pues se hallaba en la Biblioteca del Colegio de Santa Cruz" (9). Sistem?ticamente, las descripciones de animales deb?an contener el nombre y raz?n de ?ste, su aspecto, cualidad y forma; donde se cr?a
y anda; su oficio; c?mo se proporciona alimento y c?mo se coge y caza; costumbres y particularidades dignas de conocerse y las historias populares en
que aparezca el animal (616). Analizar? a continuaci?n una de las descripciones de animales de Sahag?n,
organizada seg?n esta "minuta," y que nos servir? de puente para observar
algunos bestiarios contempor?neos. En el cap?tulo del libro de Sahag?n dedicado a "los renacuajos y otras sabandijas del agua" encontramos al misterioso axolotl13 que se describe como "animalejos del agua ... [que] tienen
pies y manos como lagartillas, y tienen la cola como anguila, y el cuerpo tambi?n; tienen muy ancha la boca y barbas en el pescuezo;... es comida de los se?ores" (647). Sahag?n resalta su car?cter ambiguo o neutro, y, tal como hace Fern?ndez de Oviedo cuando intenta clasificar a la escurridiza iguana, afirma
que "en ambos g?neros se compadece," (Historia general 32) es decir, es ser
acu?tico y terrestre. La ambig?edad de la identidad del axolotl, est? tambi?n
presente en la etimolog?a n?huatl que Sahag?n compila a continuaci?n: la
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palabra n?huatl significa "buf?n, transformista y monstruo del agua." En la
mitolog?a mexicana fue "una de las encarnaciones del dios X?lotl, gemelo de
Quetzalcoatl, deidad de las transformaciones y los bufones y gente de arte y diversi?n" (Diccionario Porr?a 46). X?lotl, dios de la dualidad, es el que, en uno de los mitos de regeneraci?n del sol, se niega a morir, en contraste con otros dioses que deseosos aceptan su suerte para as? mantener en movimiento el astro
solar. X?lotl huye de los dioses que buscan destruirlo y luego de sucesivas transformaciones - Sahag?n nos dice que se hizo "pie de ma?z," y que "convir ti?se en maguey" (434)
- adquiere finalmente la forma animal, y se refugia en
el agua.
La "red barredora de vocablos" que es la Historia general de las cosas de la Nueva Espa?a coge al axolotl, sabandija ambigua del agua y la tierra, para describirlo a partir de los mitos y de la raz?n etimol?gica nahuas. En Sahag?n, la etimolog?a griega y latina que aliment? el bestiario desde Isidoro de Sevilla es
reemplazada por las antig?edades mexicanas y el idioma n?huatl; el bestiario tradicional adopta y se adapta a las tradiciones del territorio americano.
El axolotl reaparece, como un fantasma, en diversos textos hispanoamerica nos contempor?neos que se nutren directamente de la tradici?n colonial. El mexicano Juan Jos? Arre?la en Bestiario dedica un cap?tulo al "ajolote," en el cual celebra su extra?eza. El narrador afirma que "s?lo dispongo de dos informaciones dignas de confianza. Una: el autor de las Cosas de la Nueva
Espa?a [sic]; otra: la autora de mis d?as" (40-41). Arre?la cita un pasaje de
Sahag?n que no he podido localizar en la Historia general y superpone un nuevo sentido al ya establecido para el animalillo, reemplazando el mito de origen nahua por una versi?n del maravilloso cotidiano, tal como se ha reemplazado la ortograf?a n?huatl por un "ajolote" que se enuncia con un mexicanismo.
Seg?n Sahag?n, en la cita de Arre?la: "estos pejes ven?an de una dama principal que estaba con su costumbre, y que un se?or de otro lado la hab?a tomado por fuerza y ella no quiso su descendencia, y que se hab?a lavado luego en la laguna que dicen Axoltitla, y que de all? ven?an los ajolotes" (40).
En la misma vena, se presenta el informe seguramente oral de la otra fuente citada en el texto. La autora de los d?as del narrador, asegura que "trat? a una se?ora que estaba mortalmente pre?ada de ajolotes" (40). El ajolote proteico de Arre?la surge de una mujer pre?ada, y adem?s, "padece el ciclo de las cat?strofes
biol?gicas m?s o menos menstruales"14 (41). Su monstruosidad a peque?a escala
surge de las m?ltiples asociaciones que se establece con lo femenino (la violaci?n, la pre?ez no deseada, el aborto, la menstruaci?n). En el pr?logo de
Bestiario, que expone el tipo de analog?a entre orden animal y humano que el libro propone, se impreca al lector con quien se dialoga permanentemente, proponi?ndole: "ama al pr?jimo maloliente, vestido de miseria y jaspeado de
mugre. Saluda con todo tu coraz?n al esperpento de butifarra que a nombre de la humanidad te entrega su credencial de gelatina, mientras te confronta con
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mirada de perro" (9). El orden de correspondencias entre los universos animal
y humano comparados sigue a ultranza la convenci?n que impone el g?nero: la bestia refleja lo humano pero, acaso como efecto de la correspondencia, ?ste se
confunde monstruosamente con lo animal.15 Arre?la elabora un bestiario
marcado por una cierta violencia que, de acuerdo a una po?tica irreverente y
cr?tica, es reflejo amargo y juguet?n de la mujer (y el hombre) malolientes y no
de un orden tenido por superior, como en el bestiario tradicional.16 En un poema de Jos? Emilio Pacheco, quien ha incluido repetidamente
bestiarios en sus vol?menes de poes?a con la certeza de que "los animales saben"17 volvemos a encontrar, reelaborados para comentar acerca de
situaciones contempor?neas, los sentidos que el fraile Sahag?n establec?a al
explicar el origen y caracter?sticas del axolotl n?huatl. Si Arre?la utiliza la forma del bestiario y recurre a sus fuentes para imprecar al lector a reconocer su
inc?moda cercan?a con la bestia figurada, para Pacheco el bestiario es una llave
para interpretar la historia. En el poema en cuesti?n, del volumen El reposo del
fuego, se imagina la historia de M?xico, all? donde "el mito abre las alas todav?a," (49) como una realidad dividida en dos y contradictoria: se habla de una ciudad sobre otra que se esconde bajo la superficie; de un lago seco que tuvo a su vez dos aguas: saladas y dulces; de la serpiente del mito que es ?guila: ser del aire y volador, y simult?neamente, de la tierra y reptante. La historia de contradiccio nes que define al M?xico del poema se asume como un fen?meno colectivo,
se?alado en el texto por un "nosotros," a quien el axolotl representa:
H axolotl es nuestro emblema: encarna
el temor de no ser nadie y replegarse a la noche perpetua en que los dioses
se pudren bajo el lago y su silencio
es oro - como el oro de Cuauht?moc
que Cort?s invent?. (50)
El axolotl como emblema del "nosotros," reencarnaci?n del dios X?lotl en el mito de origen que nos entregara Sahag?n, se enhebra en Pacheco con el pasado de la Conquista de M?xico y se convierte en un ser emblem?tico de la identidad
presente, caracterizada por "el temor de no ser nadie." La definici?n del axolotl
biol?gico y etimol?gico, como se dijo anteriormente, refuerza este sentido: la
zoolog?a nos dice que es animal que sobrevive, se desarrolla y reproduce en un estado larval permanente con un organismo dispuesto para la respiraci?n acu?tica y terrestre. Larva es nombre proveniente del lat?n larva que quiere decir
espectro, m?scara fantasmal o fantasma, sentido con que lo usa por ejemplo,
Quevedo18 (Corominas 587). La ambig?edad del "nosotros" y su emblema, el temor de replegarse y "no ser nadie" se expresan en la ?ltima estrofa del poema con un dubitativo pero deseoso llamado al lector a enfrentar desde el presente
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las contradicciones de la historia que el emblema encarna. El lector es compelido por la falta de puntuaci?n y los bruscos cambios de la enunciaci?n a proveer al
poema de un ritmo personal, a leerlo como un llamado que lo incluye:
Abre esa puerta
prende la luz ac?rquense ya es tarde
nos vamos se hizo tarde ya es muy tarde
hay tiempo todav?a hoy o ma?ana
dense la mano no se ve est? oscuro
dame la mano por favor
nos vemos (50)
En el poema, el m?ltiple animal se ha transformado hasta llegar a ser, como lo caracteriza Octavio Paz en "Salamandra," un "puente colgante entre las eras,"
(76) puente colgante que a?na textos diversos y saber - etimol?gico, biol?gico, mitol?gico
- proveniente de diversos ?mbitos. Si en Pacheco la bestia interpela
la historia de M?xico, en Paz la bestia es todos los seres, eslab?n de una continua cadena de correspondencias que se sucede al margen de la historia. En el poema de Paz, la criatura sigue de cerca a la descrita en el Physiologus19
- es un "nombre
antiguo del fuego" y tambi?n, "su ant?doto" (72) - en el que basa en parte su
imaginer?a. "Salamandra" es, adem?s, "a series of glosses on the symbolism and definition of this amphibian" (Fein 55), una de las cuales re?ne a la salamandra del bestiario tradicional con el axolotl del mito de origen n?huatl, recurriendo una vez m?s a la Historia general de Sahag?n (Libro vil, Cap. II, 431-32). Paz ubica frente a frente a la bestia de la tradici?n con la del mito mexicano, y a
trav?s de ella enhebra im?genes centrales a su po?tica20 (Xirau 185). La estrofa
que relata el mito ind?gena est? ubicada en un sitial destacado pero separada del total del poema, es decir, como observa Fein, "the two traditions are merged in the poem, and yet separated by the form" (56). De la fricci?n entre ambas
tradiciones, emerge el sentido del texto. El animal-emblema no se interpreta seg?n un texto ?nico tenido como
superior; en Arre?la, Pacheco y Paz irrumpe un sujeto plural que definidamente se identifica, enreda y refleja en el bestiario, no para descubrir analog?as perfectas, sino para crear un animal vital y animado en la espesura del papel, obra de una elaboraci?n metaf?rica, como la "red barredora de vocablos"
propuesta por Sahag?n. El medievalista Arnold Clayton Henderson, enfatizando la creatividad de las
m?ltiples recensiones de los bestiarios, afirma que "process, not inventory, generates new meanings and keeps the old alive ... Use the old process on new
elements of the narrative or on new realms of application in the world, and you
produce new meanings, yet new meanings genuinely drawn from the old material"21 (46). Los bestiarios que navegaron al Nuevo Mundo, reelaborados
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en textos contempor?neos, permanecen y cambian demostrando la vitalidad de una forma que se resiste a mantenerse aprisionada en los espacios estancados de
un g?nero o de un per?odo literarios, o de una tradici?n determinada. Tal como el axolotl-narrador del cuento hom?nimo de Cort?zar que traspasa el cristal que divide un reino del otro y descubre desde la orilla opuesta "otra manera de
mirar," (423) los bestiarios, los de moral expl?cita o impl?cita, aqu?llos tras los cuales el narrador se esconde o se despliega, los de hoy como los de ayer, nos ense?an a leer transcurriendo de texto en texto - como de bestia en bestia -
para no enjaular sus sentidos. Los bestiarios, reelaborados en el Nuevo Mundo hasta
hoy, nos ense?an una manera de leer los g?neros literarios y la tradici?n
hispanoamericana.
Lafayette College
NOTAS
1 El Physiologus ha sido atribuido, entre otros, a Arist?teles, Salomon y a los Padres de la
Iglesia San Ambrosio, Jer?nimo y Juan Cris?stomo.
2 Ver Michael J. Curley, "Introduction," en Physiologus, y Florence McCulloch, Medieval
Latin and French Bestiaries.
3 Ver especialmente para este punto, "Appendix: Manuscripts of Western Medieval Bestiary Versions" en el que se listan y describen las numeros?simas versiones medievales del
bestiario. Willene B. Clark and Meradith T. McMunn eds., Beasts and Birds of the Middle
Ages. The Bestiary and its Legacy. 4 Arnold Clayton Henderson, "Medieval Beasts and Modern Cages: The Making of the
Meaning in Fables and Bestiaries."
5 Para la presencia del bestiario en el barroco espa?ol, ver Rafael Osuna, "Bestiarios
po?ticos en el barroco espa?ol" y Jos? Lara Garrido, "Episteme y est?tica: la conformaci?n
del bestiario po?tico barroco."
6 Para una revisi?n de la historia del bestiario en la tradici?n hisp?nica, ver Demetrio
Gazdaru, "Vestigios de Bestiarios medievales en las literaturas hisp?nicas e
iberoamericanas." Cons?ltense adem?s las siguientes antolog?as que ayudan a delimitar el extenso corpus a disposici?n del investigador: Alberto M. Salas, Para un bestiario de
Indias; Martha Paley de Francescato, Bestiarios y otras jaulas; y en una veta diferente,
Margarita Aguirre y Jorge Luis Borges, Manual de zoolog?a fant?stica. 7 "De quibus tradunt hi qui de animantium scripsere naturis [eo] quod nocturno tempore
litora appetant, et ex caelesti roce margaritam concipiunt; unde et oceloe nominantur"
Etimolog?as, Tomo II, too. ("Los que han tratado de la naturaleza de los animales dicen
que estos moluscos abordan los litorales durante las horas de la noche y, con el roc?o del
cielo, conciben en su interior la perla; por ello se las llama oceloe!') 8 Las ostras "... has ubi genitalis anni stimulavit hora, pandentes se quadam oscitatione
impleri roscido conceptu tradunt, gr?vidas postea eniti, partumque concharum esse
margaritas, pro qualitates roris accepti" {NaturalHistory, Vol. III, Book IX, 235). ("... cuando son estimuladas durante el per?odo de gestaci?n anual, se abren como si fueran
rociadas con la pre?ez del roc?o, y despu?s paren perlas que corresponden a la calidad del roc?o que han recibido")
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9 "Quomodo autem nascitur margarita pronuntiabo: est lapis in mari qui uocatur sostoros; et uenit a mari matutino ante lucanum; et aperit conchas (id est os suum), et degluttit celestem rorem, et radium solis et lune que sursum sunt siderum; et sie nascitur margarita de superioribus astris" (Physiologus F120). ("Dir? c?mo nace la perla. Hay una piedra en
el mar llamada la ostra. Sale del mar antes de la luz en la ma?ana y, abriendo su concha
(es decir, su boca), traga el roc?o celestial y los rayos del sol y la luna y la luz de las estrellas. As? nace la perla, de los astros del cielo"). La descripci?n es seguida de la extensa
par?bola cristiana (120-21). Curley en su "Introduction" se?ala que "perhaps no other
chapter better ilustrates the tendency in the later versions ... of Physiologus to turn the
originally laconic text into a verbose and meandering collection of sermons" (81). 10 De este mecanismo clasificatorio b?sico surgen los equ?vocos en la nominaci?n de
m?ltiples especies, por ejemplo: el puma se hace le?n; el pavo, gallina; el manat?,
imaginaria sirena. V?ase Antonello Gerbi, Nature in the New World, 4-8 y un ejemplo concreto del tipo de equ?vocos que provoc? el sistema clasificatorio en la descripci?n de la in?dita iguana, 418-22.
11 Se?al de la correspondencia exacta entre los dos ?mbitos referidos en el fragmento, es la
imposibilidad de cortar, sin violencia, la cita.
12 La cita completa es la siguiente: "Tornando a mi historia, estas aves eran de la isla Bermuda que he dicho, y cerca de all? vi esta volater?a extra?a, porque aquestas aves no se
apartan mucho de tierra, ni pod?an ser de otra tierra alguna" (171). El tono y la atm?sfera de un fragmento como el citado son los rescatados en las lecturas de las cr?nicas que hacen los novelistas hispanoamericanos contempor?neos. Ver a este respecto, Humberto E. Robles, "First Voyage Around the World: From Pigafetta to Garc?a M?rquez."
13 As? lo califica la Enciclopedia de M?xico. Tomo 1,143. Francisco }. Santamar?a, por su
parte, en Diccionario de mejicanismos, intercala la siguiente oraci?n en el centro de una
descripci?n cient?fica: "Es ya algo raro" 48.
14 La asociaci?n del axolotl con la mujer menstruante s? aparece en P. Francisco Javier
Clavijero, Historia de M?xico, Tomo 1,122.
15 Sobre el tema de los monstruos en los textos coloniales en conexi?n con el Barroco
espa?ol se consultar? con provecho, Roberto Gonz?lez Echevarr?a, "Calder?n s La vida es sue?o. Mixed-(Up) Monsters," 101-03 especialmente.
16 Como afirma Yulan M. Washburn "Arre?la was true to the allegorical tradition of the
bestiary in that, even though he could not share the theological stances of his precursors, he did see all his beasts as walking analogies, analogies of some condition of man [and woman]" ("An Ancient Mold for Contemporary Casting" 296).
17 Este es el nombre de la secci?n dedicada a los animales del poemario de Pacheco No me
preguntes c?mo pasa el tiempo. 18 La acepci?n de "fantasma" se explica, seg?n Corominas, "porque el insecto est? en la larva
como disfrazado. Derivado 'larvado,' propiamente 'enmascarado.'" Diccionario cr?tico
etimol?gico castellano e hisp?nico, Vol. III, 587. La proliferaci?n de historias alrededor del axolotl comprueba que, como asegura Borges, "la zoolog?a de los sue?os es m?s pobre que la zoolog?a de Dios," en Manual de zoolog?a fant?stica, 8.
19 En el cap?tulo correspondiente del Physiologus, denominado "De saura id est
salamandra," y despu?s de describir las propiedades del animal, se afirma que:
"Physiologus dixit de saura que dicitur salamandra, quoniam si introiuit in camino ignis uel fornace balnearum, omnis ignis extinguitur; talem naturam habet. Quanto melius, qui secundum iustitiam extinguerunt uirtutem ignis, obturauerunt ora leonum [Heb.n:33]" (Carmody 132). ("El Fisi?logo dice del lagarto llamado salamandra que si se pone entre las ascuas de una fragua o en el fog?n de los ba?os, todo el fuego se extinguir?; ?sa es la
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naturaleza de la salamandra. Tanto mejores son aqu?llos que a trav?s de la justicia han
extinguido el poder del fuego y detenido las fauces de los leones"). 20 Seg?n Ram?n Xirau en el poema se encuentra "la presencia de los dobles, (axolotl,
X?lotl);... las metamorfosis de un s?lo ser en todos los seres; m?s claramente, todav?a, las
correspondencias entre todos los seres" (185). 21 A una conclusi?n paralela llega Julio Cort?zar, que no fue medievalista pero s? un lector
perspicaz, en un texto escrito para acompa?ar el Bestiario del grabador suizo Aloys Z?tl.
Pregunt?ndose si el grabador usar?a modelos vivos o l?minas o simplemente su
imaginaci?n para componer sus figuras, decide que la pregunta misma no viene al caso y lo que importa es la etapa final del proceso: "la l?mina en que el creador ejercita soberanamente su libertad. Siempre me ha parecido que ?se es el rasgo distintivo de los
bestiarios medievales; si la aceptaci?n acr?tica de autoridades y la mentalidad escol?stica
dirigen las operaciones, los resultados van m?s all? de la mera transmisi?n de errores o
traducciones enga?osas; pronto se presiente a los Z?tl en acci?n, su especial?sima manera
de dar acceso a la fantas?a y al misterio (cuando no a la sonrisa y la fascinaci?n por la
inocencia y el erotismo) hasta ir creando una realidad paralela" ("Paseo entre las jaulas" 42).
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