Revision sobre los criteros diagnosticos de los trastornos generalizados del desarrollo
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REVISIÓN SOBRE LOS CRITERIOS DIAGNOSTICOS DE LOS TRASTORNOSGENERALIZADOS DEL DESARROLLO (TRASTORNOS DEL ESPECTRO AUTISTA)
JOSÉ MIGUEL
FONG CASTELLANOS
UNIVERSIDAD DEL VALLE DE MÉXCOCAMPUS SAN RAFAEL
LICENCIATURA EN PSICOLOGÍAPSICOPATOLOGÍA DEL DESARROLLO
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TABLA DE CONTENIDO
1. Introducción..............................................3
2. Diagnóstico de TEA-Antecedentes...........................3
2.1 Síntomas Característicos del TEA......................3
2.1.1 Alteraciones cualitativas en la interacción social 3
2.1.2 Alteraciones cualitativas de la comunicación....3
2.1.3 Patrones restringidos de comportamiento, intereses y
actividades..............................................3
2.2 Pruebas aplicadas en TEA..............................3
2.3 Modelos de Intervención en Autismo....................3
3. Actualidad-Diagnostico en TEA.............................3
3.1 Criterios Según DSM-V.................................3
3.2 Controversia..........................................3
4. Conclusión................................................3
Referencias..................................................3
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1. Introducción
El término autismo se emplea generalmente, tanto en medios de
comunicación como en entornos profesionales o asociativos, para
definir sintéticamente a todos los trastornos incluidos en la
actualidad bajo la denominación de Trastornos Generalizados del
Desarrollo. De hecho no es un término que ya aparezca, como tal,
aisladamente, en las clasificaciones internacionales. Hay también
personas que utilizan el término autismo de una manera opuesta,
es decir, restrictiva, para describir exclusivamente el trastorno
autista contenido en los manuales clasificatorios, e incluso,
únicamente al trastorno identificado originalmente en 1943 –
llamándolo entonces autismo de Kanner–.
La clasificación utilizada según DSM y la clasificación CIE,
utilizan también el término Trastornos Generalizados del
Desarrollo, aunque luego su listado no sea idéntico al utilizado
en el sistema DSM. Fuentes et. Al (2004) menciona que, en realidad,
esta denominación no es estrictamente correcta, ya que el
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desarrollo no está afectado de manera generalizada en estas
personas.
En la actualidad, es mayormente utilizado el término
Trastornos del Espectro Autista. La experiencia acumulada en los
últimos años ha mostrado que existe una gran variabilidad en la
expresión de estos trastornos. El cuadro clínico no es uniforme,
ni absolutamente demarcado, y su presentación oscila en un
espectro de mayor a menor afectación; varía con el tiempo, y se
ve influido por factores como el grado de capacidad intelectual
asociada o el acceso a apoyos especializados (Fuentes et. Al, 2004).
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El concepto de TEA trata de hacer justicia a esta diversidad,
reflejando la realidad clínica y social que afrontamos. No es sin
embargo un término compartido universalmente, e incluye a los
mismos trastornos integrados en los TGD, a excepción del
Trastorno de Rett, que se entiende como una realidad diferente al
universo del autismo. El término TEA facilita la comprensión de
la realidad social de estos trastornos e impulsa el
establecimiento de apoyos para las personas afectadas y sus
familias, así como el notable aumento de conocimiento en este
campo.
El autismo se puede asociar con cualquier otra enfermedad o
trastorno del desarrollo, psicomotor, sensorial, emocional o del
comportamiento. De hecho las personas con estos trastornos tienen
mayor vulnerabilidad para otros problemas que la población
general. El origen de esta vulnerabilidad es doble: por un lado
existen ciertas enfermedades que afectan al cerebro que se
presentan con una mayor frecuencia de lo esperable. Por el otro,
el tener que adaptarse a un entorno que no comprenden o que no
está adaptado a sus necesidades influye a la hora de generar
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otros problemas: ansiedad, depresión, conductas violentas,
obsesiones, trastornos alimenticios o del sueño, etc. (Fuentes et.
Al, 2004)
2. Diagnóstico de TEA-Antecedentes.
El diagnóstico se establece cuando se observan los síntomas
característicos. No hay un test o prueba médica que diga si una
persona tiene o no autismo. El diagnóstico se hace observando la
conducta de la persona, conociendo su historia del desarrollo y
aplicando una batería de pruebas médicas y psicológicas para
detectar la presencia de los signos y síntomas del autismo.
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A pesar de que el juicio clínico se basa en la observación del
niño, los actuales criterios internacionales utilizados tienen la
fiabilidad suficiente para asegurar, en mayor medida que en otros
trastornos psiquiátricos infantiles, la validez del diagnóstico.
Aunque obviamente se persigue hacer el diagnóstico lo antes
posible, esto no es limitación para que pueda hacerse más
tardíamente, como en adultos que no han sido previamente
diagnosticados; en casos especialmente complejos, en los que se
debe esperar a valorar su evolución; o en el trastorno de
Asperger que se suele manifestar más claramente al inicio de la
edad escolar.
2.1 Síntomas Característicos del TEA
2.1.1 Alteraciones cualitativas en la interacción social
Las alteraciones sociales son el principal síntoma del
autismo. Estas personas encuentran difícil ajustar su
comportamiento al de los demás, ya que no entienden muy bien las
convenciones y normas sociales. Suelen tener problemas para
compartir el mundo emocional, el pensamiento y los intereses.
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Tampoco les resulta sencillo apreciar las intenciones de los
demás, desarrollar juegos y hacer amigos. En consecuencia, el
mundo social se torna complicado, no despierta interés en ellos,
ante el cual muestran aislamiento. Estas limitaciones sociales
son especialmente marcadas en la infancia.
2.1.2 Alteraciones cualitativas de la comunicación
Los primeros estudios realizados en el autismo identificaban
que un 50% de los personas afectadas no desarrollaban lenguaje
hablado funcional a lo largo de su vida
Frecuentemente, aquellos que desarrollan el habla lo hacen con
ciertas características peculiares: ecolalia, perseveración,
inversión pronominal, entonación anormal, etc. Lo más
característico es el que el lenguaje no es utilizado de manera
social para compartir experiencias y vivencias; presentando
dificultad para iniciar o mantener una conversación recíproca;
comprender sutilezas, bromas, ironía o dobles intenciones. Este
fallo de la comunicación verbal se acompaña además de pobreza o
ausencia de la comunicación no verbal: gestos, posturas o
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expresiones faciales que acompañan normalmente al habla o la
sustituyen.
2.1.3 Patrones restringidos de comportamiento, intereses y
actividades
Las personas con autismo presentan intereses especiales, que
no son frecuentes en otras personas de su edad (fascinación por
partes de objetos, piezas giratorias, letras o logotipos, etc.),
aunque lo más característico es que no comparten sus intereses
con los demás. Pueden aparecer movimientos corporales
estereotipados (aleteos, giros sobre uno mismo, etc.). El juego
tiende a ser repetitivo y poco imaginativo.
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Muchas personas presentan ansiedad ante los cambios de sus
rutinas y/o del entorno (horarios, objetos, postura, etc.). En
las personas con mayor capacidad intelectual sus intereses
restringidos son más sofisticados y pueden incluir el hacer
colecciones, listados, recopilar datos sobre temas específicos.
En todo caso, normalmente no están interesados necesariamente en
compartir su conocimiento de manera recíproca.
El autismo es un trastorno del desarrollo infantil. Es un
trastorno que se manifiesta en los primeros tres años de la vida
y que se caracteriza porque no aparecen –o lo hacen de modo
claramente desviado de lo esperable– algunos aspectos normales
del desarrollo: las competencias habituales para relacionarse,
comunicarse y jugar o comportarse como los demás.
No todos los niños presentan todos los síntomas previamente
descritos como clásicos y ninguno de ellos es decisivo.
Consecuentemente, la ausencia de cualquiera de ellos no es
excluyente del diagnóstico de autismo.
2.2 Pruebas aplicadas en TEA.
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Como tal, no existe una prueba fehaciente que mediante su
aplicación pueda indicar si una persona presenta TEA o no. Tal
como fue mencionado anteriormente, es un conjunto de síntomas que
pueden presentarse en la infancia temprana. No obstante, las
pruebas disponibles fungen como gran herramienta para otorgar un
diagnostico más preciso:
1. (Checklist form Autism in Toddlers) (Baron-Cohen y cols.,
1992. 1996).
Este cuestionario se diseñó para detectar el autismo en niños
a partir de los 18 meses de edad. Es un instrumento que requiere
15 minutos para su aplicación y combina las respuestas de los
padres en dos secciones: una primera parte de reactivos con
respuestas sí/no y una segunda parte que consiste en una
observación semiestructurada del niño. Estos dos componentes
proveen niveles de funcionamiento en tres áreas principales
(señalamiento protodeclarativo, monitoreo de la mirada y juego
simbólico). Con este instrumento se han evaluado muestras
comunitarias grandes (Baron-Cohen y cols., 1996, 1992); tiene una
elevada especificidad (99.9%), sensibilidad moderada (21.3%) y un
valor predictivo positivo aceptable (58.8%). Estos resultados
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fueron obtenidos de una muestra de 16000 niño s elegidos entre la
población general.
2. Cuestionario para el autismo en niños preescolares modificado (CHAT M).
En 2001, Robins, Fein, Barton y Green modificaron la lista y
aumentaron los reactivos de nueve a 23, conservando el mismo
formato sí/no. Según los autores, esto aumenta la capacidad de
discriminación entre el autismo y los problemas del desarrollo.
La muestra para validar esta versión modificada fue de 11225
niños elegidos de la consulta pediátrica, y 171 niños dentro de
un programa de tamizaje. Por medio del uso del análisis
discriminante, el instrumento CHAT M clasificó correctamente a 33
de los 38 niños diagnosticados como autistas y clasificó
incorrectamente sólo a ocho de los 1196 niños. La sensibilidad
del estudio fue de 0.87, la especificidad de 0.99 y el poder
predictivo positivo de 0.80.
El CHAT M promete ser un buen instrumento de escrutinio, pero
tiene el inconveniente de que, a diferencia del CHAT, no contiene
una sección para el observador, es decir, contempla únicamente el
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informe del padre. Además, la muestra fue pequeña en comparación
con el estudio que dio origen a la primera escala. Debido a su
reciente introducción no se cuenta con estudios suficientes de
sus propiedades psicométricas.
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3. La Escala de evaluación del Autismo Infantil (The Childhood Autism
Rating Scale, CARS) (Schopler y cols., 1980; Schopler,
Reichler, DeVellis y Daly, 1988, retomado en Albores Gallo,
2008)
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Es una escala diseñada para estructurar observaciones del niño
en la escuela, la casa o el hospital y se puede aplicar a
cualquier niño mayor de 24 meses de edad. Fue diseñada antes de
la publicación del DSM-IV y por ello no contiene criterios para
diferenciar entre los distintos grupos de problemas del
desarrollo (Klinger, 2000). Asimismo, consta de 15 reactivos,
organizados en una escala tipo lickert de cuatro puntos, que
exploran conductas comúnmente observadas en los niños autistas.
El puntaje total permite distinguir entre el autismo grave,
moderado, leve y no-autista. Su aplicación requiere un tiempo
aproximado de 30 a 45 minutos. CARS tiene una confiabilidad
prueba- reprueba de 0.88 y una consistencia interna de 0.94; la
confiabilidad interevaluador fue de 0.88 aunque en evaluaciones
independientes se encontraron cifras más bajas que 0.71 (Garfin,
1988). Esta escala de observación está ampliamente reconocida y
se usa como un instrumento confiable para el diagnóstico y
evaluación de la gravedad del autismo. El inconveniente que
tiene, es que diagnostica con autismo a niños de dos años de edad
que presentan retraso mental; no obstante este problema disminuye
en la medida en que la edad de los niños es mayor (Lord, 1995).
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Resultados de otros estudios ponen en duda la utilidad del CARS
para el diagnóstico en preescolares. A pesar de estos
inconvenientes es la escala más usada en el diagnóstico del
autismo.
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4. Lista de síntomas del niño de 1.5-5 (Child Behavior Checklist, CBCL/
1.5-5) (Achenbach y Rescorla, 2000, retomado en Albores
Gallo, 2008).
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Esta no es un instrumento específico para autismo, evalúa
psicopatología general y comorbilidad. Sustituye a la forma del
CBC 2-3 ya que cubre un rango de 18 meses a cinco años de edad.
Consta de 100 reactivos de problemas emocionales y conductuales,
además contiene una escala denominada LDS (Language Delay
Survey), para valorar atrasos en el lenguaje expresivo del niño a
partir del informe de los padres, así como un cuestionario para
la identificación de factores de riesgo. Los resultados de este
instrumento se agrupan en los siguientes síndromes: Reactividad
emocional, depresión, ansiedad, quejas somáticas, problemas de
atención, conducta agresiva y un síndrome de problemas del sueño.
Además, se califican los problemas totales, los externalizadores
e internalizadores para ambas subescalas. Las escalas orientadas
del DSM que le han sido introducidas son: problemas afectivos,
problemas de ansiedad, problemas del desarrollo, problemas de
atención e hiperactividad, problemas de oposición y de conducta
desafiante. La CBCL/1.5-5 es uno de los pocos instrumentos que
evalúa la comorbilidad más frecuente en los trastornos del
espectro autista. Puede ser usada en la escuela para estudios
epidemiológicos y como tamizaje en el ambiente clínico. La
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consistencia de la escala es muy alta, de .95 y la confiabilidad
test–retest fue de .90.
5. Entrevista de Diagnóstico de Autismo (Autism Diagnostic Interview,
ADI) (Le Couteur y cols. 1989; Rutter Lord & Le Couteur,
1990, retomado en Albores Gallo, 2008). .
Es una escala estructurada para que un clínico con experiencia
entreviste a los padres. Está diseñada para recoger
información detallada de las conductas necesarias para
establecer el diagnóstico de autismo. Cubre el rango de edad
desde cinco años hasta la vida adulta. En 1989, la entrevista
se basó en los criterios diagnósticos del CIE-10 y del DSM-
III-R. Las preguntas de este instrumento tienen como objetivo
distinguir el autismo de otros problemas de retraso en el
desarrollo. Debido a que es una entrevista muy larga se
desarrolló una versión más corta denominada ADI/ R.
2.3 Modelos de Intervención en Autismo
Mulas et al. (2010), describe los modelos de intervención en
niños con autismo:
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a) Intervenciones psicodinámicas. No suelen usarse en la
actualidad.
b) Intervenciones biomédicas:
Medicación, se tratan las enfermedades o síntomas
asociados con TEA: epilepsia, trastornos de conducta
(TDAH) o del sueño,
Medicina complementaria: dietas de exclusión, suplementos
vitamínicos, etc., no está clara su eficacia.
c) Intervenciones psicoeducativas:
Intervenciones conductuales, se basan en enseñar a los
chicos con TEA nuevas conductas y habilidades: Programa
Lovaas, análisis aplicado de la conducta8 (re-fuerzos
positivos), etc.
Intervenciones evolutivas, centradas en la enseñanza de
técnicas sociales/comunicación y en desarrollar
habilidades para la vida diaria, todo ello en ambientes
muy estructurados,
Intervenciones basadas en terapias (sobre dificultades
específicas): intervencio-nes centradas en la
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comunicación, sensorio-motoras (audición, integración
sen-sorial),
Intervenciones basadas en la familia: proporcionan
entrenamiento a todos los miembros de la familia del niño
afecto de TEA,
Intervenciones combinadas: programa TEACCH9 (por ejemplo)
Por último apuntar que los servicios de orientación
educativa, y los maestros especialistas en Educación
Especial, están para apoyar al maestro de Educación
Primaria en aquellas intervenciones que escapan a su
formación generalista.
3. Actualidad-Diagnostico en TEA
3.1 Criterios Según DSM-V
En el DSM-V (APA, 2013) la categoría TGA pasa a denominarse
Trastorno del Espectro Autista (TEA) e incluye cuatro de los cinco
trastornos anteriores, el trastorno de Rett desaparece en TEA, de
esta forma se eliminan cuatro categorías diagnósticas y queda
únicamente el, ya citado, Trastorno del Espectro Autista (Autism
Spectrum Disorder).
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En DSM-IV, el TGD se caracteriza por perturbación grave y
generalizada de:
a) las habilidades para la interacción social,
b) las habilidades para la comunicación, y
c) la presencia de comportamientos, intereses y actividades
estereotipados.
En DSM-V, estas tres áreas se convierten en dos:
a) ‘socio-comunicativa’, y
b) ‘intereses fijos y conductas repetitivas’.
El objetivo de estos cambios es el de poder ‘situar’ en un
continuo referido a las dos áreas anteriores a los sujetos afectados
de TEA (Kupfer, Kuhl y Regier, retomados en Perez, 2013) en lugar de
eti-quetarlos con su correspondiente ‘trastorno específico’.
Así pues ya no consideramos que un sujeto está afecto de autismo
o que sufre el síndrome de Asperger, consideramos que esa persona
tiene un TEA y que está en un punto deter-minado de un continuo
referido a las dos áreas citadas anteriormente.
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En el DSM-V, los 12 síntomas que aparecen en el DSM-IV se
reducen a 7, no es que se eliminen sino que se fusionan aquellos
criterios que describen características semejantes.
Se añade que todos estos síntomas se deben presentar en la
primera infancia pero que pueden no llegar a manifestarse por
diversos motivos, y que todos ellos hacen que el sujeto no pueda
‘funcionar’ en el día a día de una forma más o menos ‘normal’.
3.2 Controversia
Martin, retomado en Hijosa, (2013) destaca las ventajas de
este nuevo manual para un diagnostico más eficiente y enfatizó en
la necesidad de una nueva clasificación, de las cuales resaltan:
Las cinco categorías establecidas en el DSM-IV son
arbitrarias dado que no diferencian entre comorbilidades,
por lo que la misma persona puede cambiar de diagnóstico a
lo largo de su vida. En este sentido, el DSM-V es más
flexible y reconoce que la persona con Autismo pueda
presentar también otras patologías añadidas como depresión,
ansiedad, déficit cognitivo, convulsiones, etc.
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Se da una importante inconsistencia entre diferentes
ciudades y se ha comprobado que el primer lugar donde se
realiza el diagnóstico predetermina la categoría diagnóstica
ya que, cada lugar, ha desarrollado su estilo. Por todo
ello, se requiere de una clasificación diagnóstica más
universal y más concreta.
Según Martin, Con el DSM-V las diferencias entre pacientes van
a ser más cuantitativas que cualitativas, se va a recalcar mucho
el nivel de severidad y, así mismo, vamos a encontrar que a
partir de ahora se hablará de las limitaciones sociales y de la
comunicación como un único conjunto de dificultades y no como de
dos ámbitos separados del desarrollo, con lo que se logrará
también un lenguaje menos redundante y más empírico, teniendo en
cuenta además que las limitaciones en el lenguaje no son
específicas del Autismo.
Miller, retomado en Glicksman (2012) menciona que
independientemente del nuevo modelo de clasificación, la
prevalencia y el nuevo registro de datos donde ha sido
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diagnosticado el TEA se debe a los nuevos padres y la detección
temprana del trastorno.
Hanson, revisado en Glicksman (2012) participo en diversos
estudios debido al polémico nuevo modelo de clasificación de TEA.
Los datos recolectados sugieren que el remover estos subtipos se
logran diagnósticos más consistentes y precisos.
Matson et al. 2012, retomado en Giraldo, (2013), compararon
los dos sistemas diagnósticos en un grupo de 2.721 niños,
encontrando que 47 % menos niños serian diagnosticados con el
DSM-V.
McPartland, Reichow, & Volkmar 2012, revisado en Giraldo
(2013) compararon los dos sistemas diagnósticos en un grupo de
963 sujetos, encontrando que el 60% serian diagnosticados con el
DSM-V.
Algunos expertos consideran que los nuevos criterios del DSM
V necesitan un umbral más elevado para los síntomas, algunos
estudios indicaron que pacientes que previamente cumplían con los
criterios para el diagnóstico de Trastorno del Espectro Autista
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del DSM-IV podrían, con las modificaciones del DSM V, quedar
fuera del este diagnóstico.
Un estudio publicado en JAMA Psychiatry se dispuso a probar esta
hipótesis e investigar el impacto que podrían tener estos nuevos
criterios en personas diagnosticadas con TEA.
Los autores aplicaron los nuevos criterios del DSM V a datos de
pacientes que habían recolectado en la Autism and Developmental
Disabilities Monitoring Network.
Esta red tenía los datos de 6577 niños de 8 años que habían
sido diagnosticados con el DSM-IV como TEA. Con los criterios del
DSM V solo el 81% (5339 niños) se mantendrían con el mismo
diagnóstico.
El estudio también aplicó los criterios para estimar cuántas
personas fueron diagnosticadas con TEA en el año 2008. Bajo los
criterios del DSM-IV, 11,3 personas de 1000 cumplían criterios
para TEA, mientras que con el DSM V, 10 personas de 1000 lo
cumplían.
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Marco (2013) presenta un estudio donde tomo como muestra 30
niños de edades comprendidas entre 30 y 42 meses de edad
diagnosticados con TEA por el servicio de valoración y dianostico
de Psicotrade. El objetivo de este estudio fue el confirmar
cuantos de estos niños seguían manteniendo criterios suficientes
(según DSM V) para un diagnostico de TEA. Los resultados
obtenidos en la reevaluación reflejan que un 93.33% de los casos
con diagnostico temprano de TEA, en la reevaluación continuan
puntuando dentro del algoritmo diagnostico para este tipo de
trastornos. .
4. Conclusión
Los futuros cambios en la forma en que el TEA será evaluado
y reportado podrían contrarrestar lo siguiente:
a) Las estimaciones de prevalencia del trastorno del espectro
autista probablemente serán inferiores bajo el DSM V en
comparación con los criterios diagnósticos del DSM-IV-TR,
aunque este efecto podría ser atenuado por la adaptación de
las prácticas de diagnóstico y documentación de los
comportamientos que se adaptan a los nuevos criterios.
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b) Las nuevas normas incluidas en DSM V, fuerzan al profesional
de la salud a realizar un detenido análisis antes de
diagnosticar TEA, lo cual, podría tanto repercutir en tiempos
de diagnostico y tratamiento de TEA, como propiciar
herramientas que fortalezcan el diagnostico del mismo.
c) Así pues, bajo el antecedente de que TEA busca ser
diagnosticado en edad temprana, se debe descartar mediante una
evaluación neuropediatrica, patologías de origen neurológico
y/o sindromito que cursen con rasgos propios de un TEA (Marco,
2013)
d) Será necesario emplear baterías estandarizadas que permitan
establecer de una forma lo más ajustada posible la edad de
desarrollo del niño y las características conductuales de TEA
(Marco, 2013). Es común la coexistencia con otros problemas
psiquiátricos como el déficit de atención, la depresión, la
ansiedad, hipomanía, tics y el trastorno obsesivo compulsivo.
Por este motivo es recomendable que los niños sean evaluados
con instrumentos de banda ancha que permitan identificar estos
problemas.
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e) Resulta importante señalar que el grado de adaptación
psicosocial debe evaluarse en los niños con este padecimiento
debido a que no siempre hay una correlación entre la gravedad
del autismo y la adaptación, ya que la mayor parte de los
instrumentos para medir este trastorno no evalúan la
adaptación psicosocial, por lo que deben elegirse instrumentos
apropiados.
f) A pesar de los esfuerzos realizados, los instrumentos actuales
están dirigidos al personal especializado para la evaluación
de niños con problemas del desarrollo; muchos de ellos
requieren de entrenamiento exhaustivo para el uso clínico de
los instrumentos, la investigación y su capacitación, la cual
a menudo debe limitarse al personal asociado a la
investigación por lo que se eleva el costo y se limita el uso
de las diferentes escalas para la valoración del autismo.
Resulta evidente la necesidad de instrumentos y entrevistas de
diagnóstico menos costosos, sencillos, confiables, accesibles
y universales (Albores Gallo, et al. 2008)
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