Plata de ley, en Casaseca Casaseca, A.(dir.): La platería en la época de los Austrias Mayores en...

23

Transcript of Plata de ley, en Casaseca Casaseca, A.(dir.): La platería en la época de los Austrias Mayores en...

Comisario de la Exposición

Antonio Casaseca Casaseca

Coordinación

Servicio de Restauración del Patrimonio Histórico

CATÁLOGO

Edita

Junta de Castilla y León

Fotografías

Dfrccción T écnica

ÜKONO Cultura y Comunicación

Del Catálogo: Javier Ayarza, Santiago Santos y A. Casaseca. De los textos: los autores y A. Casaseca

Diseño y maquetac ión

OKONQ Cultura y Comu nicación

Fotomccánica y Fotocomposición

Focal S.L.

Imprime

Gráficas Varona

© De la edición: Junta de Castilla y León © Texto, de los autores

l.S.B.N. 8-J.-78-'6-8-12-0 lll .. s. 106-1999

Consejería de Educación y Culturn Monasterio de Nuestra Señora de Prndo

Avenida del Puente Colgante s/n Valladolid

19 de Febrero I 30 de Mal'zo

EXPOSICIÓN

Producción

Junta de Castilla y León

Proyecto de Exposición

O K O NO Cultura y Comunicac ión

Selección de obras

J. C. Brasas Egido M. Pérez Hernández A. A. Barrón García

E. Azofra Agustín A. Casaseca Casaseca J. Rivera de las Heras

Coordinación de Fabricación

Núñez López Ebanistas s.r..

Coordinación de Montaje

Feltrero. Divi sión Arte

Transporte

Feltrero

Seguros

La Vasco Navarra S.A.E.

Restauración

Antonio Zúñiga

Agradecimientos

Obispado de Astorga

Obispado de Ávila Arzobispado de Burgos

Obi spado de Ciudad Rodrigo Obispado de León Obi spado de Osma-Soria Obi spado de Palenc ia Obispado de Salamanca Obispado de Segovia Arzobispado de Valladolid Obispado de Zamora

Ayunlamiento de Salamanca Ayuntamiento el e Valladolid Ayuntamiento de Zamora

Univers idad de Salamanca

Caja Duero

Museo de los Caminos. Astorga Museo de la Catedral de Astorga Iglesia Parroquial de Jiménez ele Jamúz. D. de Astorga Igles ia Parroqui al el e Poibueno. D. ele As torga

Museo de la Catedral de Ávila

Mu seo ele la Catedral de Burgos Iglesia de San Pedro y San Felices . Burgos Igles ia de San Pedro. Santa Gadea del Cid. Archidiócesis de Burgos Iglesia de la Asunción de Ntra Se i'iora. Sanla María del Campo . A. de Burgos Monaslerio de Santo Domingo el e Silos. J\. de Burgos Igles ia de Santa María. Salas de Burcba. A. de Burgos

Museo de la Catedral de Ciudad Rodri go

Cofradía del Santís imo Sacramento. San Felices de los Gallegos. D. de Ciudad Rodrigo Iglesia Parroquial de San Pedro. Hinojosa de Duero. D. de Ciudad Rodrigo Igles ia Parroqui a l de San Julián. Monsagro. D. de Ciudad Rodri go

Museo de la Real Colegiata de San Is idoro. León

Museo de la Catedral de El Burgo de Osma Iglesia Parroquial de Tajahu erce . D. de Osm a-Soria Igles ia Parroquial de Boós. D. el e Osma-Soria Iglesia Parroquial de Chércoles. D. de Üsma-Soria Colegiata de Berlanga de Duero. D. de Üsma-Soria

Mu seo de la Catedral de Palencia Iglesia Parroquial. Ampudia. D. de Palencia Iglesia Parroquial de Antigüedad de Cerralo. D. de Palencia [glesia Parroquial de San Millán. Baltanás. D. de Palencia

Museo de la Catedral de Salamanca

Monasterio de Santa Clara. Salamanca Iglesia Parroquial. Cantalapiedra. Diócesis de Salamanca Igles ia Parroquial. Calzada el e Valdunciel. D. de Salamanca Igles ia Parroquial de La Alberca. D. de Salamanca Igles ia Parroqui al. Villarcs de la Reina. D. de Salamanca Igles ia Parroquia l. Yecla de Yeltes . D. de Salamanca

Museo de la Catedral de Segovia Iglesia de San Andrés. Segovia [glesia de San Martín. Segovia

Palacio Episcopal. Segovia Igles ia de Santa María. Fu entepelayo. Dióces is de Segovia

Museo de la Catedral de Valladolid

Colegiata de San Anlolín. Medin a del Campo. Archidiócesis de Valladolid Igles ia de San la María de Media vi lla. Medina de Rioseco. Archidiócesis de Valladolid Igles ia Parroqu ial. Nava del Rey. A. de Valladolid Iglesia ele Sta. María (en el Mu seo de San Anlolín) . Tordesillas. A. de Valladolid Iglesia Parroqui al. Villalón de Campos. A. de Valladolid

Museo de la Catedral de Zamora Igles ia de San Cipriano. Zamora Iglesia de San Pedro y San Ildefo nso. Zamora Iglesia Parroquial de Alcafüces. Dióces is de Zamora Iglesia Parroquial de San Marlín. Pinilla de Toro. D. de Zamora Igles ia de Santa María Magdalena. Tamame. D. de Zamora

Autores de las fichas del catálogo

E. A. A. A. A. B. G. J. B. CH. J. C. B. E. M. V. H. O. J. H. G. J. A. J. G. A. L.-Y. E. L. M. S . R.M.V. J. N.T. M. P. H. J. A. R. H.

Eduardo Azofra Agustín Aurelio A. Barrón García Julián Bláquez Chamorro José Carlos Brasas Egido María Victoria Herráez Ortega Javier Herrero Gómez Jesús Angel Jiménez García Amelia López-Yarto Elizalde Lorenzo Martín Sánchez Rosa Martín Vaquero José Navarro Talegón Manuel Pérez Hernández José Angel Rivera de las Heras

A. Casaseca Casaseca

]. A. Rivera de las Heras

M. Pérez Hernández

A. Barr6n García

Mª Victoria Herrdez Ortega

]. A. Jiménez García y l. Martín Sánchez

]. Blázquez Chamorro

A. Barr6n García

E. Azofra Agustín

Mª. Victoria Herráez Ortega

]. Herrero G6mez

]. C. Brasas Egido

M. Pérez Hernández

A. L6pez-Yarto

]. C. Brasas Egido

]. Navarro Talegón

13 Introducción

19 El esplendor de la Liturgia

57 La Cofradía de San Eloy

73 Plata de Ley

91 Los Arfe: teoría y praxis

E STADO DE LA CUESTIÓN

115 Diócesis de Astor ga

121 Diócesis de Á vila

127 Archidiócesis de Bur gos

153 Diócesis de Ciudad Rodrigo

165 Diócesis de León

181 Diócesis de Osma-Soria

191 Diócesis de Palencia

205 Diócesis de Salamanca

223 Diócesis de Segovia

231 Archidiócesis de Valladolid

247 Diócesis de Zamor a

CATÁLOGO

261 El banquete pascual del amor

285 Pan vivo bajado del cielo

369 Mirad el árbol de la cruz

415 A ti el honor y la g loria

447 El perfume de una vida santa, el encanto de las fo rmas

489 Platería civil

J. A. Jiménez García y l. Martín Sánchez 499 BTBLIOGRAFÍA

QVILATADOR DELA PLATA, ORO, Y PIEDRAS,

CO...Jv/'P V ESTO 1) O !f.. I Oc...A N f..Á R. 'P I:l E d~ Pillafoiie:ndtUritl de L1.'o:"Pezfno de va/J,,dol;d.

'ti lmpreífo en V alladolid,por A lonfo y Diego Fernádf'z cle Cor­dou.1,lmprcífores de f ul\'hgcfbde Año I\1. D. LXXU.

CON' P l(.IPI LLEGlO.

Juan de Arfe. Qvi/atador de la plata, oro , y piedras. Valladolid, 1572

Plata de Ley

PLATA DE LEY

AUREUOA. B AR liÓN G.4RCÍA

Las ricas materias primas con las que trabajaban los plateros motivaron que las actividades de los orfebres estuvie­ran reguladas minuciosamente. Los miembros de los gremios de plateros tenían residencia fija y las autoridades municipales velaban por el cumplimiento de las ordenanzas. En los siglos medievales se alteró con frecuencia el valor intrínseco de las monedas -la liga o ley de los metales utilizados- y como los plateros las utilizaban en sus trabajos, se hizo necesario un sistema que controlara el peso y la calidad de la plata y oro empleados por los artífices. En Castilla, a partir del siglo XIV, surgieron los punzones de garantía, primero de localidad y, poco después, de marcador y de autor. La proliferación del marcaje en las obras de plata nos permiten datar las piezas y adjudicar las obras a sus autores, aunque no hayan sido documentadas. Todo ello, con una precisión que para sí quisie­ran los estudiosos de otras manifestaciones artísticas.

73

EL MARCO, LAS MONEDAS Y LA LEY DE LA PLATA

El intento de unificar los pesos y medidas del reino de Castilla fue muy temprano. Si la costumbre y la variedad de medidas locales hicieron que se avanzara lentamente en la unificación de los pesos y medidas de áridos, de líquidos y de longitud, para pesar el oro y la plata, el marco se impuso pronta­mente como unidad de medida. El 7 de marzo de 1261, Alfonso X otorgó a Toledo un privilegio que ordenaba los pesos y medidas. Mandaba que el oro, la plata y las monedas se pesaran conforme al marco alfonsí que debía de ser del mismo peso que el marco que después se llamó marco de Colonia o de Burgos. El sistema lo extendió a Castilla poco después. Así, el texto del privilegio a Toledo, pero con carácter general, se recoge en la ley 26 de las Cortes de Jerez del año 1268 que se envió a todos los lugares del reino.

El Ordenamiento de Leyes de Alcalá de Henares del año 1348 -dado por Alfonso XI­contemplaba un marco específico, el marco de Colonia, para pesar el oro, la plata y las monedas y el marco de Tría para pesar las demás mercancías: cobre, hierro, estaño, azogue, miel, aceite, lana ... En Castilla el marco de Colonia se denominaba también marco de Burgos, pues se guardaba en el Archivo de esta ciudad. Cuenta Arfe, en la segunda edición del Quilatador, que fue Alfonso XI quien ordenó guardar en Burgos, cabeza de Castilla, el marco de plata referencial. Al parecer el marco se había traído de Colonia para las Cortes de Alcalá del año 1348. Alfonso XI desempeñó un papel fundamental en la reorganización del gobierno municipal de Burgos. De 1345 data la Ordenanza que dio paso del Concejo al Regimiento. Burgos era cabeza de Castilla y Cámara Real. Alfonso XI llevó a cabo una importante labor organizadora en la última década de su reinado. Por entonces pudo dar la orden de guardar el marco de plata en esta ciudad, aunque como unidad de medida se usaba con anterioridad. Está comprobado que en Burgos, al menos desde 1288, se pesaba la plata según el marco de Colonia.

Hasta que en la segunda mitad del siglo XIX se impuso el sistema métrico decimal, se mantuvo el marco como unidad de medida. El

74

marco se dividía en 8 onzas y cada onza en ocho ochavas. A su vez cada ochava contiene 6 tomines y cada tomín incluye 12 granos. Las divisiones del marco permitían pesar con una precisión extraordi­naria que se podrá comprender si tenemos en cuenta que cada marco son 8 onzas, 64 ochavas, 384 tomines y 4.608 granos. Incluso estaban previstas pesas de medio grano, pues los Reyes Católicos ordenaron hacerlas.

10 '\\\\ ~

~1~ ' ~ ' ~

'

Juan de Arfe. Qvilatador de la plata, oro, y piedras. Pesas de romines y granos. Valladolid, 1572

Plata de Ley

Equivalencia, en gramos, de las divisiones del marco

1 marco 1 onza 1 ochava 1 tomín 1 grano

230 gramos 28,76 gramos 3,59 gramos 0,599 gramos 0,050 gramos

Al marco de Burgos se refirió Juan 11 como marco general de Castilla en 1435. Otro tanto sucede con respecto a la ley de la plata de la ciudad de Burgos, que era de once dineros y seis granos, aunque no sabemos exactamente desde cuando' .

Castilla, empleó durante la Baja Edad Media, un complejo sistema monetario. Fue Pedro I quien acuñó por primera vez el real de plata con un valor equivalente al que circulaba por otros países europeos y que tenía una liga de once dineros y cuatro granos. Esta moneda se mantuvo en adelante, pero se la sometió a todo tipo de manipu­laciones. Se acuñaron desde 66 a 70 reales por marco y la ley de las monedas descendió en ocasio­nes, según la documentación, hasta once dineros y se acuñaron otras de ínfima ley para atender urgencias de la Corona durante las guerras civiles. La manipulación fue exorbitante con las monedas de vellón, que vanamente se pretendió que fuera moneda fraccionaria del real. Hubo continuadas protestas en las Cortes y resistencia popular a aceptar las monedas por su valor nominal. Se alcanzó una situación caótica al final del reinado de Juan 11 y durante el reinado de Enrique IV, cuando se arrendó a particulares la acuñación de moneda. En 1471, Enrique IV intentó regular la situación mediante el Ordenamiento sobre fabricación y valor de las monedas, dado en las Cortes de Segovia. Limitó a seis el número de cecas y prohibió arrendar la acuñación. Reguló el funcionamiento de las Casas de la Moneda y fijó nuevos valores para las monedas viejas y para las que en adelante se acuñaran. Los reales de plata valdrían treinta y un maravedís y se acuñarían de once dineros y cuatro granos a razón de sesenta y siete piezas por marco, pero se entregarían al público sesenta y seis por los gastos de acuñación y ensaye. Los Reyes Católicos confirmaron el ordenamiento de Segovia pero aumentaron el valor del real a treinta y cuatro

Plata de Ley

maravedís. En adelante, la ley para las monedas de plata no se alteró hasta 1642. Desde 1476 el valor del real fue de treinta y cuatro maravedís, de modo que el marco se valoraba, en el tráfico entre plateros y clientes, a 65 reales o 2.210 maravedís.

En Castilla, los plateros tuvieron obligación de labrar plata de once dineros y seis granos desde que lo ordenara Juan 11 en las Cortes de Madrid en 1435. Juan II lo recordó en el Ordenamiento sobre el valor de la moneda de oro, otorgado en Vallado­lid el 6 de abril de 1442: "que el marco de la plata de marcar de once dineros e seis granos de ley que non va/a mas de quinientos e sesenta maravedis". Sin embargo, la ley de la moneda era menor: once dineros y cuatro granos.

No sabemos si la ley que obligaba a los plateros a labrar plata de ley superior a la de los reales se podía llevar a la práctica o si se dictó para evitar la fundición de monedas o para impedirles que obtuvieran beneficio del desarreglo del sistema monetario. Sin embargo, en la práctica, se labraba también plata de once dineros, como en Aragón. La plata pura, de mil milésimas en la equivalencia actual, contiene 12 dineros. Cada dinero se divide en 24 granos de ley, de modo que la plata de 11 dineros y 6 granos usada, en teoría, entre 1435 y 1476, contiene 937 milésimas, y la plata de 11 dineros y 4 granos, impuesta por los Reyes Católi­cos y usada en el siglo XVI, es de 930 milésimas.

Equivalencia de la ley de la plata

Ley antigua

12 dineros

Sistema métrico decimal

11 dineros y 6 granos 11 dineros y 4 granos 11 dineros

1000 milésimas 937 milésimas 930 milésimas 916 milésimas

Las monedas, cuya ley se manipuló amplia­mente, no resultaban una referencia segura para la plata de marcar pues circulaban al mismo tiempo de diferentes ligas. Fue necesario recurrir a una ley fija, pues los clientes se podían ver defraudados por los plateros si les entregaban las obras con la misma plata fina que contenían las monedas más bajas de ley. En Burgos, al parecer, la ley de la plata estaba

7,j

fijada en once dineros y seis granos y esta ley fue adoptada por Juan II para toda Castilla. Como era una inveterada costumbre utilizar plata de la misma ley de la moneda, e incluso menor, y como quiera que la moneda no mantuvo una pureza tan elevada se hizo necesario rebajar la ley de la plata para marcar. Enrique IV ordenó que los plateros utiliza­ran plata de once dineros y cuatro granos, que era la del real de plata. A los plateros burgaleses les envió la orden en 1472, al año siguiente del ordenamiento sobre las monedas dado en Segovia. Para todo el reino de Castilla y León, lo confirmaron los Reyes Católicos en las Cortes de Madrigal de 1476 y en la pragmática de 1488.

La obligación de marcar la plata no era lo suficientemente firme ya que faltaban los sistemas adecuados de control. Pensamos que Juan II ordenó en 1435 que los plateros pusieran su sello personal no en todas las obras de plata sino en la plata que labraran de once dineros y seis granos, que era "la plata para marcar" o "plata de marcar". Con anterioridad, las leyes sólo obligaban a marcar con el punzón de la ciudad, como se sabe por las ordenanzas de Sevilla de 1376 y se deduce de las marcas encontradas en Burgos. Pero la legislación no prohibía labrar plata de menor ley, sino venderla como si fuera plata de la ley superior. Se trataba de evitar un fraude al comprador y conocer el nombre del responsable de las obras faltas de ley, indepen­dientemente de quién las vendiera. Así señaló "que, si alguna fuera de menor ley que la susodicha, sea sabido" . ¿Cómo? A simple vista. En el mismo sentido interpretamos las expresiones que se utilizan en los primeros nombramientos conocidos de marcadores de la ciudad de Burgos: en 1461 los miembros del Regimiento dieron licencia a Juan de San Juan el Viejo para que pudiese "abrir la arca de la marca e sacar la marca e marcar la plata que se labrase en la c;ibdad de la marca della".

Pensamos que no se trata tanto de fiscalizar y perseguir el oficio como de velar por el compra­dor; que los clientes supieran, por el simple hecho de estar marcada, que la plata era de buena ley, de la ley de la moneda con la que pagaban a peso.

Pero la norma no se cumplía. En muchas ciudades de Castilla se labraba "comunmente la plata de marcar" con ley de once dineros, según

76

dijeron los procuradores asistentes a las Cortes de Madrigal de 1476. Como los clientes pagaban en reales de once dineros y cuatro granos, los plateros se encontraban con una ganancia añadida a la hechura o trabajo de manos propiamente dicho.

Para poner remedio a esta situación, el rey Enrique IV, en 1472, al año siguiente a la publica­ción del ordenamiento sobre las monedas dado en Segovia, envió carta a Burgos para que los plateros labrasen plata de once dineros y cuatro granos, conforme con la ley de los reales, y sólo esa plata pudieran marcar. Esta carta señala el momento en el que legalmente se pasó de la ley de once dineros y seis granos a la ley de once dineros y cuatro granos que rigió hasta el siglo XVIII. Los Reyes Católicos, en las Cortes de Madrigal celebradas en 1476, extendieron a todo el Reino lo ordenado a Burgos por Enrique IV en 1472. Mandaron que en todos los lugares se labrara la plata de marcar de once dineros y cuatro granos "e que esta sea plata de marcar e se marque e no otra alguna, e el que plata de menos ley marcare e el platero que la vendiere por buena plata, que caya e yncurra cada uno en pena de falsario" .

En Madrigal no se expresó prohibición concreta de labrar plata de menor ley pero, en la práctica, resultó suficiente pues los clientes exigían marcar la plata y las ordenanzas de plateros harían otro tanto. Ahora bien, hay que esperar hasta la pragmática de 1488 para encontrar una prohibición expresa y tajante no sólo de marcar sino de labrar plata de menor ley que la de la moneda de plata: "ningund platero sea osado de aqui adelante de labrar ni labre plata de menos ley de la susodicha", tanto las obras mayores como las piezas menudas y de filigrana: "que no se labre ni marque plata alguna de vaxilla, ni de mac;oneria, ni brochas, ni sartales e cuentas e texillos e favor de filigrana, de jaezes e manillas, ni otras piec;as muyvles ni menudas de menos ley de los dichos honze dineros e quatro granos e los que tovieren ofic;io de marcar la dicha plata no la marquen de menos ley de los dichos honze dineros e quatro granos" .

Por tanto, a Burgos le cupo un papel de p1imer orden en el establecimiento de la ley de la plata e, igualmente, debió de ir por delante de otras ciudades castellanas en la exigencia y vigilancia del marcaje.

Plat,a de Ley

MARCADORES, CONTRASTES Y AFINADORES

Existen tres oficios que solían desempeñar plateros y que no siempre se han delimitado bien: marcador de plata, contraste y afinador de pesos y pesas.

En Burgos se distinguía de forma meridiana entre marcador, contraste y afinador. Los tres fueron cargos municipales y sus competencias estaban delimitadas con claridad. Los marcadores confirmaban la pureza de la plata utilizada por los propios plateros. El afinador se encargaba de los pesos y pesas que regulaban el intercambio de mercancías en el conjunto de la población. El contraste certificaba el peso de las compras de metales preciosos y negocios con moneda.

Tenemos la impresión de que no siempre se han matizado bastante las diferencias entre marcador y contraste. Conforme a la legislación emanada de los Reyes Católicos, debieron existir ambos cargos en otras ciudades castellanas. Tampoco se nos oculta la tendencia a fundir ambos oficios en uno sólo o a nombrar a un platero para ambos cargos.

El oficio de contraste fue creado por los Reyes Católicos mediante una pragmática, dada en Granada el 8 de agosto de 1499. A su cargo estaba el pesaje público de monedas de plata y oro y su certificación. También certificaba, a petición del comprador o vendedor, el peso de las obras de plata que se vendían. Pero para el estudio de la plata no tiene otro interés que el conocimiento de los plateros que lo sirvieron. En algunas ciudades, como Burgos, el contraste tuvo exactamente las competencias y características descritas en la pragmática, aunque, contra lo que los reyes ordena­ron, pasados los primeros años, se cobraban las certificaciones expedidas. En 1571, Suero de Argüello, contraste y marcador de León, cobró dos reales por pesar una cruz que había realizado Antonio de Oviedo1 .

Mandaba la pragmática que la persona elegida fuera hábil para el cargo y de buena fama. Debía ser nombrado, anualmente, por el Regimiento. El contraste debía atender el cargo, en persona, sin intermediario, durante un horario de invierno y otro de verano. El Regimiento le debía poner, a cargo de los propios del concejo, estanco

Pla ta de Ley

Juan de A1fe. Qvi/a1ador de la piafa, oro, y piedras . Vall ado lid, 1572

Balanza con guindalcla.

donde pesar -prox1mo al mercado-, las pesas y pesos del oficio y el salario que le pareciera. No podía tener cambio en la oficina ni ser cambiador.

Los afinadores se encargaban de afinar y marcar los pesos y pesas. En un principio, los fieles de la ciudad se encargaron del afinado y control de los pesos y pesas. Este oficio era muy antiguo y había existido en la España andalusí. Algunas ciudades conservaron la memoria de esta situación al permane­cer el nombre de fiel almotacén para denominar este cargo. Con posterioridad, surgió como oficio munici­pal en algunas ciudades antes de que se publicara la pragmática de 1488. Seguramente todas las ciudades con un mercado importante contaban con un afinador. Así sucedía en Burgos, en Sevilla, en Toledo, en León. Todavía en 1515 el Regimiento leonés nombraba a dos plateros distintos, uno para ocupar el contraste y otro para "referir e afinar e marcar" las pesas, pesos, marcos y balanzas2 . El cargo era antiguo en la capital de León pues sus funciones se designan con expresio­nes -como referir y potear los pesos y pesas- que no se recogen en la pragmática real.

Las ordenanzas de Burgos, y seguramente las de otras ciudades de Castilla, mandaban que anualmente, en el transcurso de los dos primeros meses del año, se afinaran todo tipo de pesos y pesas. Quienes comerciaban en Burgos y su alfoz estaban obligados a pasar por la cámara de los fieles para la corrección y afinado de los pesos y medidas que utilizaban. Los fieles eran quienes organizaban y velaban por que se cumpliera lo ordenado. Ellos recibían el dinero que se debía pagar por el afinado de los pesos y era una fuente de ingresos para la ciudad.

En la cámara de los fieles, guardaban el sello con las armas de la ciudad y los patrones de las medidas: "la hanega y media hanega, y celemin y medio celemin, y el ar;umbre y medio ar;umbre, y el quartillo de vino y el quartal de pan, y el arrelde y medio arrelde, y la quarta y media quarta de carne, y libra y media libra, y el quintal y medio quintal, y la arroba y media arroba, y la vara y el marco, .. . otrosi el marco de Colonia, con que se ha de pesar el oro y la plata, y las balanr;as y medidas del azeyte y la forma y marco de la teja y ladrillo y tapiales y adobe y de madera y de las sullas y tratas, y carbon y paja"3.

En muchas ciudades de Castilla fueron las pragmáticas de los Reyes Católicos las que pusieron en marcha los oficios de marcador y contraste pero, en otras ciudades, algunas de las competencias de estos cargos eran desempeñadas desde antiguo por oficiales de nombramiento municipal. Por ello, se produjeron variadas situaciones de acomodo entre los oficios antiguos y los nuevos. Los Reyes Católicos tuvieron que recurrir a regular la situación con la publicación de pragmáticas sanciones, pues en las Cortes hubiera sido muy difícil acordar un nuevo ordenamiento general. Las pragmáticas limitaban las competen­cias de las ciudades y hacían peligrar una de las fuentes de ingresos municipales. Por si fuera poco, la creación del contraste originó un gasto a las ciudades ya que debían pagar, de los propios y rentas de las ciudades, un salario anual al nuevo oficial, prepararle, además, una oficina y abaste­cerle del instrumental necesario. Parece que algunas ciudades estuvieron interesadas en fundir en un sólo oficio el cargo de marcador de la plata, pesos y

78

pesas y el cargo de contraste. Puesto que, por el primer oficio, el platero que desempeñaba el cargo cobraba unos honorarios, las ciudades podían ahorrarse el gasto del contraste al adjudicar el oficio al mismo platero y al consentir que cobrara por las labores de contrastía. En los centros menores se sumó la imposibilidad de elegir, con garantías, plateros que desempeñaran ambos cargos. Como, además, se renovaban los cargos -el contraste anualmente y el marcador cada dos años, si hacemos caso a las pragmáticas-, muchas veces un mismo platero desempeñaría, en la práctica, ambos oficios. Por último, algunos plateros se ofrecerían a servir los oficios con menor salario, como sucedió en Burgos, o incluso sin ninguno, si se les proveía para el desempeño de ambos empleos.

Punzón de fiel comraste, de autor y marca de ciudad

EL MARCAJE DE LA

PLATA

Burgos organizó en fechas muy tempra­nas el sistema de triple marcaje caste­llano: localidad, mar­cador y autor. Fue Juan II quien, en la citada ley de 1435, ordenó a los plateros marcar con su punzón debajo del sello de la ciudad. La novedad era lo suficientemente

llamativa como para que, por los mismos años, se organizara en Burgos un nuevo sistema de marcaje e inspección; a menos que hubiera aparecido con anterioridad en Burgos y Juan II extendiera la norma al resto de Castilla. Desde el principio el nombramiento de marcadores fue prerrogativa del Regimiento de la ciudad. Los regidores guardaban bajo llave el punzón de la ciudad. Al menos desde 1472, del marcaje se encargaban dos marcadores simultáneamente. Este sistema lo adoptó Vitoria en 1480 y, posiblemente, también Valladolid, pues algunos de los marcadores del siglo XV punzonan con cuatro letras, al modo burgalés, que pueden

Plata de Ley

Diócesis de Burgos

Burgos-7 1500-1560

Castillo/RO Rodrigo del

Castillo

Diócesis de El Burgo de Osma

Marcas.

Plata de Ley

Aranda-1 1538-1565

Aranda-2 1570-1600

corresponder a dos marcadores: por ejemplo, el punzón 00/PA.

La norma legal que rigió durante la Edad Moderna el marcaje de la plata fue dada por los Reyes Católicos en Valencia el día 12 de abril de 1488 y tomó la forma de Pragmática Sanción.

Según el preámbulo de la pragmática, se pretendía remediar la disparidad en el peso de los metales y que se dejara de labrar plata de menor ley que la de la moneda, pues "ay grand deshorden e confusyon por la diferen<;ia y diversidad que ay en las pesas con que se paga el oro e en el marco con que se pesa la plata, syendo las pesas en una parte mayores y en otras partes menores de que muchos rer;iben engaño e agravio. E otrosy somos ynforma­dos que muchos de los plateros que labran plata en nuestras dichas r;ibdades y villas e lugares la labran de menos ley de los honze dineros e quatro granos que esta mandado y hordenado que se labre por la ley por nos fecha en las Cortes de Madrigal el año que paso de setenta e seys, con lo qua! las personas que compran la dicha plata rer;iben manifiesto agravio e daño".

Mandaron que las ciudades y villas, que fueran cabezas de partido, nombraran un marcador "con acuerdo e consentimiento" del Marcador Mayor. El marcador de las ciudades debía ser "abite e sufir;iente e de buena conr;iencia e que sepa conosr;er y ensayar la dicha plata". El Marcador Mayor le debía entregar un marco de ocho onzas y de dos marcos para que, a partir de él, afinara y marcara los marcos de pesar que se usaran en los lugares del partido.

Cada nombramiento no podría ser superior a dos años. A partir de la publicación de la pragmá­tica, el marcador que fuera elegido de nuevo por el concejo debía ser examinado por el Marcador Mayor. Este marcador debía jurar el cargo conforme a la fórmula que la pragmática incluía para el juramento del Marcador Mayor.

Ordenaron, conforme a la ley de 1435, que los plateros tuvieran "señal conosr;ida para poner debaxo de la señal que fiziere el marcador que toviese el marco de la (,-'ibdad o villa o logar donde se labrase la dicha plata e que! dicho platero notefi­case esta señal ante el escribano del conr;ejo porque se supiese qua! platero labro la dicha

79

plata" . También establecieron que, allí donde hubiera cambiadores o plateros, el concejo vigilara, el cambio y la platería, un día de cada mes, sin aviso previo. Podrían hacerse acompañar por el marcador y comprobarían si las pesas, el marco y la plata, que se hubiera vendido o estuviera para vender, eran conformes a las leyes.

La pragmática de 1488 dedica buena parte de su contenido a las pesas y monedas. Se ordenaba que el Marcador Mayor hiciera nuevas pesas de las monedas usuales. Dispusieron que las faltas de moneda se dejaran de pesar con granos de trigo y se hicieran pesas de latón de uno, dos, tres y seis granos -en octubre añadieron una pesa de medio grano que podía resultar superflua si no se pesaba en balanzas de extrema precisión y que estuvieran conservadas íntegramente-. Prescribieron que se hiciera un marco de ocho onzas nuevo y justo así como cajas de múltiplos del marco. El marco llevaría sus armas y las piezas la señal del Marcador Mayor. Con este marco se concertarían los demás marcos del reino y sólo con este marco y pesas se podría pesar el oro, la plata y las otras cosas que se pesaban por marco. Además, los plateros y cambia­dores pesarían las monedas con guindaleta para evitar la influencia del aire en el pesaje. La persona delegada por los Reyes repartiría pesas y marcos, a precios fijados, por todo el reino y guardaría en la Corte los troqueles de hacer y acuñar las pesas y marcos. Así, cuando alguien necesitara pesas o marcos debía acudir a la Corte y el Marcador Mayor le daría originales.

La pragmática introducía muchas noveda­des y no se cumplieron todos sus extremos. Los plateros burgaleses, que estaban bien organizados, protestaron las tasas que la pragmática permitía cobrar por el marcaje. Protestaron también que sólo se nombrara a un marcador y no a dos, como era usual en Burgos: "que por quatro ojos se veen las cosas mejor que por dos ojos e especialmente segund es la vista de la plata que quiere grand entender". El Regimiento les dio la razón y acordó que se nombraran dos marcadores según la costumbre de la ciudad.

Otros aspectos de la pragmática tampoco se vieron cumplidos. La vigilancia de los plateros, que el Regimiento debía realizar todos los meses, se

80

produjo en contadas ocasiones. El nombramiento bienal de los marcadores sólo se cumplió en los grandes centros plateros: Burgos, Valladolid, Segovia ... En algunos lugares existía un número tan limitado de plateros que hacía inviable la medida. Incluso en los grandes centros, pasados los primeros años, se acabó nombrando marcadores "por el tiempo que fuera la voluntad de la ciudad", en la práctica a perpetuidad aunque la ciudad se reservaba poderlos destituir a voluntad "con razón o sin ella". Aparte queda la dificultad práctica de realizar el ensaye de la plata que, en teoría y según la pragmática, todos los marcadores debían conocer. Uno de los más insignes plateros castella­nos, Juan de Arfe, escribió un tratado dirigido a sus compañeros de oficio para instruirles en los métodos de pesar y ensayar la plata. Si damos crédito al prólogo de la primera edición del Qui/atador de la plata , oro y piedras, no eran muy satisfactorios los conocimientos de sus colegas sobre aspectos que debían ser dominados por los marcadores, por ejemplo el afinado y ensaye de la plata. También hemos señalado que, en algunas ciudades, se fundieron los oficios de marcador y contraste. Así en Palencia o en León. En 1593, Antonio Muñoz, Marcador Mayor, nombró a Juan Pérez Quijano como marcador de la plata y de los

Juan de A1fe. Qvilatador de la plata, oro, y piedras. Valladolid. 1572 Pesas del marco.

Plata de Ley

pesos y en la ciudad actuaba también como contraste; en 1596, Hernando de Argüello fue nombrado "contraste, marcador y aferidor de pesos y pesas". En Burgos se arrebató a los marcadores de la plata la facultad de mantener y marcar los pesos y pesas. En 1489, sólo un año después de la publicación de la pragmática, el Regimiento burgalés separó el marcaje de la plata y el afinado de los pesos y pesas. Para realizar esta última función se creó un nuevo oficio: el de afinador o, mejor, se volvió a la situación que en Burgos existía antes de 1488 para que los fieles de la ciudad siguieran controlando todo el sistema de pesas y medidas de los mantenimientos y abasto de la ciudad. En adelante el afinador se encargó de "referrar los pesos e los enderer;ar e justificar".

El marcador, tal y como se define en la pragmática de 1488, tenía uno de sus principales cometidos en el marcaje de las pesas y pesos, muy por encima del marcaje de las piezas de plata ya que afectaba a la generalidad de los productos con los que se comerciaba.

Las pragmáticas y las ordenanzas ciudada­nas contemplaban las diversas cantidades que se debían pagar por el afinado o realización de nuevas pesas y pesos de todos los tipos y medidas con que se traficaba. En Burgos, los ingresos los recibían los fieles de la ciudad y estos debían pagar al afinador (Ordenanzas de 1557). En todas las ciudades de Castilla sucedía otro tanto. Se le denominaba marcador en unas partes y afinador o contraste en otras. Siempre hubo una cierta equiva­lencia en las denominaciones. Así, en las Cortes reunidas de 1592 a 1598, unas veces se refieren a Juan de Ayala como marcador mayor y otras como contraste general.

Algunas ciudades tenían arrendado el oficio de marcador de pesos y pesas. A Segovia le reportaba una renta de doscientos ducados anuales, según declaró su procurador en Cortes el año 1597. Durante el tiempo en que fue Marcador Mayor Juan de Ayala -había sucedido a su padre en 1553- el marcaje de los pesos y pesas estuvo delegado, en la práctica, en los marcadores de las respectivas ciudades -o contrastes y afinadores según los casos­Sólo se acudía a Ávila, donde residieron Diego y Juan de Ayala, a confrontar el peso original y a

Plata de Ley

tomar los marcos; aun ésto no debía de cumplirse de modo sistemático.

En 1585 se abrió un proceso contra los ensayadores de las Casas de la Moneda pues se habían encontrado monedas escasas de ley -algunas incluso con diez granos de menos-. El proceso afectó a los marcadores y/o contrastes. Unos y otros justificaron las diferencias en la diversidad de los procedimientos de ensayar. En 1596 el Consejo acordó que en adelante hubiera un estilo único de ensayar y que se nombrase un Ensayador Mayor que examinase a los demás 1 •

Durante los años del proceso, los marcado­res mayores intentaron, con la ayuda del Rey y del Consejo, retomar la iniciativa y recuperar las prerrogativas que les otorgaba la pragmática de 1488. Enviaron, por todo el Reino, delegados para revisar los pesos y pesas, visitar las platerías y averiguar la situación real del marcaje. Simultáne­amente se celebraron Cortes en Madrid -una sesión desde 1592 a 1598 y otra de 1598 a 1601- en donde los procuradores de las ciudades afectadas por las visitas de los delegados del Marcador Mayor llevaron a cabo una persistente labor para conseguir revocar los nuevos nombramientos y reducir el cargo a las funciones que tenía en tiempos de Juan de Ayala.

Que sepamos, el cambio de actitud en los marcadores mayores se produjo mientras usaba del oficio el platero Antonio Muñoz, aunque tal vez se iniciara con Pedro de Reinaltes, al establecerse el Marcador Mayor en la Corte madrileña. El 11 de febrero de 1593 se trató del asunto por primera vez en las Cortes. Nombraron una comisión para que viera el título del Marcador, expedido por el Rey, y lo confrontaran con las leyes del reino , con el propósito de que cesaran "las molestias y vexacio­nes" producidas por las personas que nombraba el marcador ya que andaban por todo el reino y denunciaban los pesos y medidas que encontraban desajustados.

Cuando Felipe de Benavides fue nombrado Ensayador y Marcador Mayor, volvió a suscitarse el problema en las Cortes y cada vez con mayor intensidad. El 17 de agosto de 1596 aprobaron un informe en el que solicitaban que no se expidiera el título a Benavides -estaba ya

81

despachado y sólo faltaba la firma del Rey- o que no lo usara. El 13 de enero de 1597, las Cortes elevaron un memorial para solicitar la reducción del título a la situación anterior.

Las Cortes encontraban excesivas algunas facultades del Marcador Mayor que juzgaban como novedades: la posibilidad de visitar todo tipo de pesas y medidas en cualquier lugar y tiempo y a cualquier persona que las tuviera; los derechos por marcar concedidos eran muy superiores a los que se cobraban comúnmente; la suspensión a los marcadores locales de la facultad de marcar, refundir y ajustar durante el tiempo que durase la visita y, como ésta era de tiempo indeterminado, podía ser que "saliendo uno entrara otro, de manera que continuamente" hubiera visita.

El sistema minaba una fuente de ingresos segura y periódica de las ciudades. En el memorial se hablaba de agravios y excesos cometidos por los delegados, pero ellos mismos se dieron cuenta de la generalidad de la acusación y acordaron que los procuradores escribieran a sus ciudades para que se abrieran averiguaciones y denuncias contra los delegados del Marcador Mayor. A su vez, las ciudades con voto en Cortes se comprometieron a escribir a las villas que eran cabeceras de su jurisdicción. Finalizaron las Cortes sin obtener ninguna concesión sobre el tema. Sólo Segovia señaló, en las condiciones para aceptar el servicio de los quinientos millones solicitados, que se respetara el derecho de poner marcador de pesas y medidas para su ciudad y su tierra (condición 13)2 .

LIBRO

82

~y G faltaré rr .dineros y i 7.granos, es la ley de vellon de 7. granos, que es la de los quar­tos viejos,y las blancas de aora..

Y de dl:a manera fe entender a de qualquier valor que falga: y íi fuere baxa mas que la ley de Efp-ai1a,a fr de affinar,y ligar con cobre.

Juan de A1je. Qvi/awdor de la plata , oro, y piedras . Valladolid,1572 Platero ensayando en el horno.

Plata de Ley

Abiertas las Cortes ese mismo año, volvie­ron a presentar al Rey, el 27 de febrero de 1599, el memorial comentado. Se referían ahora a los delegados de Juan Beltrán de Benavides, que había sido elegido nuevo Ensayador Mayor a la muerte de su padre.

Las Cortes aprobaron, como condición general a la contribución de millones, vincular con el voto favorable al servicio el compromiso de que el oficio de Marcador Mayor se resumiera a como lo ejercía Juan de Ayala. Añadieron que sólo las cabezas de partido estuvieran obligadas a acudir por el marco a la Corte y que las demás ciudades y villas pudieran dirigirse, de manera indistinta, al Marcador Mayor o al marcador de la ciudad que fuera cabeza de su partido.

El Rey aceptó la condición y se publicó en Ampudia, el 21 de enero de 1602, una pragmática que recortaba las atribuciones del Marcador Mayor a las que había ejercitado Juan de Ayala.

Los delegados del Marcador Mayor fueron, por lo que se sabe, mal recibidos. Ponían en entredi­cho la autoridad municipal y, lo que es tan importante, hacían peligrar una fuente de ingresos sustanciosa. Las continuas visitas que podían realizar y las penas previstas disuadirían de tomar a renta el afinado de las pesas. La oposición de Segovia fue frontal y sus representantes desempeña­ron un papel relevante en las quejas formuladas en Cortes. En febrero de 1597, Toledo sólo recibió al visitador -Esteban de Pedrera, visitador sustituto de Felipe de Benavides- después de que mediara una provisión real. Toledo había alegado que "la ciudad tenía contraste y fieles, que de tiempo inmemorial ajustaban los pesos y medidas por el marco antiguo, que se guardaba en su Archivo, y co11forme a este marco estaban todas las pesas de la ciudad, su tierra, jurisdicion y montes" 3 . También Burgos alegó la costumbre local para seguir nombrando marcadores y afinadores de pesas. El 8 de enero de 1598 la ciudad volvió a nombrar afinador a Pedro Femández del Moral el Joven "por quanto a la r;iudad a pertene~·ido y pertener;e el nombramiento de afinador de pesos y medidas de tiempo antequi­simo e ynmemorial a esta parte, y asile a nombrado y nombra y Pero Fernandez del Moral platero, ve~·ino desta ~·iudad que a usado y exerr;ido el dicho

Pfa/;a de Ley

ofi~·io de tal afinador de pesas y medidas de algunos años a esta parte por ser persona abil y sufi~'iente y capaz para el dicho ofir;io y agora de nuebo nombraban y nombraron por tal afinador de los dichos pesos y medidas por este presente año de quinientos y nobenta y ocho al dicho Pero Fernan­dez del Moral y para el demás tiempo que fuere la boluntad de la r;iudad" 4.

De los términos del nombramiento se deduce que los regidores eran conscientes de que se habían producido novedades que, a propio intento, eludieron a la vez que reafirmaban su prerrogativa y recordaban el derecho supuestamente inmemorial que les asistía. De todas formas, Pedro Femández del Moral el Joven presentó, en septiembre de 1598, aprobación y título de tal afinador y marcador expedido en Madrid por Juan Beltrán de Benavides con fecha de 20 de agosto de 1598. El título le daba facultad "para que en la dicha r;;iudad y su partido, como tal marcador e afinador, requiera , concierte y marque todos los pesos e pesas con que se pesan el oro e plata y todos los mantenimientos y otras cosas que no son oro ni plata".

En Burgos, el nombramiento de los marcadores se hacía a propuesta de los plateros y era el prior quien comunicaba los nombres propues­tos por la corporación. Una vez elegidos por el Regimiento, debían presentarse a jurar sus cargos según la fórmula que se insertaba en la pragmática de 1488. Sin embargo, incluso en Burgos desde 1593 -o tal vez desde algunos años antes-, los marcadores y el afinador disponían de nombra­miento del Marcador Mayor. Primero eran nombra­dos por la ciudad y, a posteriori, buscaban refrendo del Marcador Mayor. Así lo hizo Lesmes Femández del Moral. Fue nombrado por el Regimiento, junto con Gregario de Abaunza, en marzo de 1593. El 12 de junio del mismo año, obtuvo nombramiento de Antonio Muñoz, Marcador Mayors.

En otras ciudades se produjo en fechas más tempranas la intervención del Marcador Mayor en el nombramiento de marcadores . El primer Marcador Real, Pedro Vigil, pudo verse desbordado por las múltiples obligaciones que tuvo que acometer y el acento principal parece que lo puso en la renovación de los pesos y pesas. La pragmá­tica de 1488 ordenaba que las ciudades que fueran

83

cabeza de partido nombraran un marcador "con acuerdo e consentimiento" del Marcador Mayor y "siendo examinado" por él. Los sucesores de Vigil, Diego de Ayala y Juan de Ayala, intervinieron en el nombramiento de marcadores. Por propia iniciativa o a petición de plateros, que aspiraban al oficio de marcador de sus ciudades respectivas, examinaron y nombraron marcadores de la plata y de las pesas, conforme a la facultad de que estaban investidos por los reyes. Quienes eran examinados, aprobados y nombrados marcadores por el Marcador Mayor se presentaban ante el corregidor de sus localidades para que refrendara el título real. Estos nombra­mientos originaron frecuentes polémicas, al chocar con la voluntad de las ciudades o con las cofradías de plateros, allí donde proponían al Regimiento el nombre de los marcadores.

En 1534, Diego de Ayala nombró marcador y afinador de León a Rodrigo Álvarez y la ciudad pleiteó ante el Consejo Real pues había otro marcador municipal con nombramiento del Regimiento. En Sevilla fue la cofradía de los plateros, con Diego Becerra en primer lugar como marcador municipal, quienes se opusieron a que Alonso Gutiérrez, con nombramiento de Juan de Ayala, ejerciera el oficio de marcador de pesos y pesas en la ciudad6.

La creciente intervención de los marcado­res mayores se acentúa con los sucesores de Juan de Ayala. Durante los mandatos de Pedro de Reinaltes y Antonio Muñoz fueron cada vez más numerosos los nombramientos de marcadores aprobados como tales y nombrados por ellos. En el último cuarto del siglo XVI, los marcadores de las ciudades suelen tener aprobación del marcador mayor. Solía suceder

Medina del Campo */LOPE

que todavía los marcadores con nombramiento de las ciudades acudían al Marcador Mayor para que les examinara y les extendiera título. La tendencia que los marcadores mayores pretendieron imponer fue la inversa a la habitual: plateros con nombra­miento suyo solicitaban ser nombrados por el Regimiento, aunque la oposición municipal fue muy fuerte y durante mucho tiempo precedía el nombramiento municipal al del Marcador Mayor, con excepciones naturalmente.

Las provisiones sobre el marcaje, dadas en 1632 y 1635 por Felipe IV a Andrés de Pedrera -la primera como Teniente de Ensayador puesto por su padre, Esteban de Pedrera, y la segunda cuando era Ensayador Mayor-, reablieron la polémica sobre las competencias centrales y municipales en el nombra­miento de marcadores. Volvían a recordar la prohibi­ción de vender piezas de plata sin marcar por el platero que las hubiera hecho y por el marcador de la ciudad correspondiente. Recordaban y mandaban que ningún marcador de plata ni tocador de oro de ninguna ciudad pudiera usar su oficio sin estar examinado y aprobado por el Marcador Mayor, aunque tuvieran nombra­miento de la ciudad correspondiente.

Se produjo un forcejeo entre las ciudades y las competencias de los marcadores mayores que no se resolvió a favor de éstos hasta el siglo XVIII, pues Felipe IV concedió, el 27 de julio de 1632, una condición al servicio de millones según la cual las ciudades con voto en Corte podían comprar el oficio de marcador de la ciudad.

Los marcadores cobraban una pequeña cantidad que, como se ordenaba en la pragmática de 1488, era pagada a medias por el cliente y vendedor. Son muchas las noticias que hemos recogido sobre

CU E/LLAR Lope de Rosales 1515-1525

Fernando de Cuéllar

84

Medina de Rioseco Hacia 1580

Diócesis de Valladolid. Marcas.

GRº/DEEA Rodrigo de Espinosa

Plata de Ley

ello. Incluso se estipulaba en los contratos o se daba por sabido, pues tenía carácter legal. Por citar dos ejemplos distanciados: en 1531 la iglesia de Ameyugo pagó dos reales a los marcadores de la custodia que había pesado once marcos; en 1609, la iglesia de Fuencivil abonó doce reales a los marcadores de una cruz que había pesado veintio­cho marcos.

Con frecuencia, las obras están ensayadas y presentan buriladas como resultado de haber extraído con un punzón una pequeña viruta para averiguar la calidad de la ley empleada. En las obras más antiguas, la burilada es exterior, como si se quisiera hacer saber al público. Incluso se observa en la copa de los cálices, o en sitios semejantes, de modo que daña parcialmente las piezas. Sin embargo, muchas buriladas se ocultan o se practi­can en el reverso de las obras. Suelen estar próximas a los punzones , pero no existe norma fija, como tampoco en la colocación contigua de los punzones de marcador y ciudad que unas veces se constata y otras no.

EL MARCAJE DE LA PLATA EN CASTILLA Y LEÓN

Hemos señalado que en el siglo XV comenzó a utilizarse en Castilla, en Burgos en primer lugar, un sistema triple de marcaje: localidad, marcador y aitífice. Este procedimiento fue sancionado en las Cmtes de Madrigal de 1476 y en la pragmática de 1488, pero no se cumplía con la misma asiduidad en todos los lugares. En los centros plateros menores, las piezas de plata se marcaban esporádicamente, con frecuencia solo se empleaba el punzón de localidad. En otras ocasiones se sellan las obras con las marcas de

~ FBO 1515-1520

Valladolid Aº/GRZ

localidad y autor. El marcador no añadía la suya propia, pues debía de resultar superflua: si en una ciudad, pequeña o grande, se había confiado el marcaje en un platero a perpetuidad, podía parecer innecesario que añadiera su nombre pues poseía en exclusiva -sin alternancia con otros- el punzón de la localidad y la presencia de esta marca en una obra presuponía el sellado del marcador, conocido de todos.

La situación real del marcaje castellano y leonés del siglo XVI es variada, aunque se constata una creciente extensión de la norma del triple marcaje a medida que avanza el siglo XVI.

De Astorga se conocen pocas marcas del siglo XVI. El punzón de la ciudad recuITe a la palabra "rama" que identifica el atributo heráldico de la ciudad. Parece que no hubo punzón de marcadores en Astorga y sólo se han publicado punzones aislados de plateros.

La ciudad de Ávila usó sistemáticamente el triple marcaje castellano. Fue residencia de Diego de Ayala y Juan de Ayala, marcadores mayores que desempeñaron el cargo desde comienzos del siglo XVI hasta bien avanzada la segunda mitad del siglo. El primer marcador conocido, Pedro, funde la marca de localidad con la suya propia al disponer su nombre de pila bajo las murallas y el castillo heráldico de la ciudad. Sus sucesores colocan muy próxima, o parcialmente superpuesta, su marca personal a la de la ciudad para poder averiguar mejor que están actuando de marcadores.

En El Burgo de Osma, ciudad de señorío episcopal, no hubo marcadores ni la ciudad usó de sello específico. Sólo se emplearon marcas persona­les de autor. El señorío eclesiástico impidió el desaITollo de las instituciones urbanas. El provisor

AN/TONIO ¡;Jfii'O\ ~) Antonio de San Miguel

i) {~~l Alonso Gutiérrez e ARFE

(GRZ ) Antonio de Arfe 1550-1560

~ Valladolid )_A~ Aº/GREZ

~ Alonso Gutiérrez Villoldo 'REAL) REAL

1560-1600

Diócesis de Valladolid. Marcas.

Plata de Ley 8.5

del obispado nombraba al único tasador que peritaba las obras. No había contraste ni marcador en la ciudad. Se encargaba a cualquier platero, nombrado tasador por las partes interesadas, certifi­car el peso de la plata utilizada. No se ocupaba de verificar la ley de la plata empleada, pues no se practicaban buriladas.

Por el contrario, en Aranda de Duero y Soria, ciudades localizadas en las zonas occidental y oriental del obispado, existieron marcas de localidad. Aranda, que formaba parte de la provin­cia civil de Burgos, se incorporó, desde 1538, a las ciudades con triple marcaje, aunque debió de ser resultado del establecimiento en la localidad, a finales de 1537, de un nutrido grupo de plateros burgaleses.

En Burgos, donde había surgido el triple marcaje castellano, se marcaron las obras con una regularidad superior a la de cualquier otro centro. Los marcadores eran dos, desde 1472 aproximada­mente, y usaban un punzón de tres o cuatro letras que recogía los caracteres iniciales y finales de Jos nombres o apellidos de los marcadores. Aunque la ciudad siempre mantuvo la prerrogativa de nombrar dos marcadores, en el último tercio del siglo XVI hubo marcadores que punzonaron con su sello propio y, seguramente, disponían de nombramiento del Marcador Mayor. Así Lesmes Fernández del

El Burgo de Osma

Moral, que había sido nombrado marcador por la ciudad, en 1593, obtuvo también nombramiento de Antonio Muñoz.

El territorio burgalés conoció un extraordi­nario desarrollo de la platería. Residieron plateros en lugares menores de la provincia. Nos hemos referido a Aranda de Duero, se debe añadir Santa María del Campo, Roa, Melgar de Fernamental. Covarrubias usó sello de localidad que se puede suponer que estampaba un marcador local, a menos que Gonzalo Calahorra y Mateo Revenga, además de artífices de las piezas que ostentan sus punzones, fueran marcadores. Si estamos en lo cierto, Andrés López, platero de Poza de la Sal, funde en un punzón la inicial de su nombre propio con la palabra Poza que designa a su localidad de residen­cia. A fines del siglo XVI, el triple marcaje se extendió a Medina de Pomar.

En León no se marcó la plata con regulari­dad y las obras punzonadas en la primera mitad del siglo pueden mostrar marca de autor, en solitario, o de localidad. Desde que, en 1571, Suero de Argüello se ocupara del marcaje se normalizó el triple sellado en la plata leonesa.

Palencia alternó un castillo y una cruz flordelisada en su punzón. En la segunda mitad del siglo, con marcadores examinados y nombra­dos por el Marcador Mayor, fue cada vez más

GOIANES Marcos Díez de Goyanes 1572-1581

& a

Aranda de Duero 1538-1565

,...JML_ M/LOIS ~ Lois Martínez

1538-1550

O/FRA Francisco de Pancorbo

Aranda de Duero 1570-1600

1 Soria 1530-1570

Diócesis de Osma-Soria. Marcas.

86

IVº/GLEZ Juan González el Joven 1570-1580

Pº/MO/RAN/TE Pedro Morante

·DA(. 0*1/LOPIS lOPI S Diego López

Plata de Ley

frecuente el triple marcaje, aunque alguna vez se presentan tres marcas -localidad y dos plateros­por ser obras de colaboración. Para la adjudica­ción de las piezas se debe tener en cuenta una circunstancia más. Algunos plateros, tal vez forzados por sus comitentes, llevaban sus obras a tasar a Burgos o Valladolid. Valladolid formó parte de la diócesis palentina hasta 1574. Algunas obras de plateros palentinos presentan los punzones de localidad y marcador vallisoletano pues allí se tasaron y marcaron. La cruz de Fuentes de Nava, obra del platero palentino Felipe de Córdoba, lleva el punzón del artífice y los de Valladolid y Alonso Gutiérrez Villoldo, marcador de esta última ciudad.

A principios del siglo XVI debió de residir en Dueñas un platero excepcional que también trabajó en Santa María del Campo. Punzona las obras con su nombre que hemos propuesto denominar Juan Lorenzo mientras no aparezca documentación.

Escasos punzones se han encontrado en la platería salmantina, que tan importante desarrollo alcanzó en el siglo XVIII, momento en el que se pudieron renovar muchas obras antiguas. En el siglo XVI se usaba el punzón de la localidad, que recurre a las armas de Salamanca y a las letras inicial y final del vocablo.

Segovia empleó, en las primeras décadas del siglo XVI, un peculiar método de marcaje triple. Bajo el acueducto, coronado por un busto femenino, el marcador disponía su nombre de pila: Diego, Alonso, Lope, Francis(co). Con posteriori­dad se realizó otro sello de localidad sin referencia alguna al marcador y, más tarde, otro que bajo el acueducto alude al comienzo de la palabra Segovia. No sabemos si el arriendo del cargo de marcador de pesas, asunto al que nos hemos referido más arriba, afectó al marcaje de la plata. Hasta el siglo XVII no se volvió al método del triple marcaje.

El marcaje triple fue tan frecuente en Valladolid como en Burgos. Hacia 1476, Valladolid adoptó el triple marcaje de la ciudad de Burgos que quedó sancionado en las Cortes de Madrigal. Como en Burgos, los primeros marcadores punzonaron con cuatro letras que deben de aludir a dos marcadores. El punzón del marcador puede ir asociado al de localidad o bien se sellan muy

Plata de Ley

próximos, para identificar claramente que se trata del marcador, como hemos comentado que sucede en Ávila. Los primeros marcadores vallisoletanos se renuevan a un ritmo rápido, cada dos o pocos más años -igual que en Burgos- y conforme a las instrucciones de la pragmática de 1488. Pero, a medida que avanza el siglo XVI, el mandato de los marcadores se prolonga. A mediados del siglo, con Alonso Gutiérrez, el oficio de marcador parece ejercerse a perpetuidad y aun encontramos que le sucede su hijo en el cargo.

Otras localidades vallisoletanas contaban con plateros entre sus vecinos. Al amparo de las ferias, y de los ricos templos y mercaderes, se disparó la actividad del centro artístico de Medina del Campo. Especialmente destacaba un numeroso grupo de plateros de oro. La plata se marcaba con tres punzones: bajo los roeles de las armas locales, punzonaba el platero que en cada momento ostentaba el cargo de marcador. A partir de 1570, como las ferias, la platería entró en un prolongado período de postración y decadencia.

Pocas piezas se conservan de Medina de Rioseco que fue saqueada por las tropas francesas durante la Guerra de la Independencia. De todas formas, el señorío de los Enríquez pudo dificultar el desarrollo de los oficios urbanos. Se marcaba la plata con uno de los elementos heráldicos de la localidad: la cabeza de un caballo.

Algunos plateros residieron en Peñafiel. Las obras que realizaban se marcaban con su sello personal. Ahora bien, como en otras localidades semejantes -Melgar de Fernamental, Roa, ... -, los contratantes podían acordar llevar a tasar las obras a otra localidad con marcador. Así, en 1570 Cristóbal Romero, platero de Peñafiel, al contra­tar la realización de unos cetros, acordó llevarlos a tasar a Valladolid, Segovia o Burgos. También acudían a Aranda y, en cualquiera de estos lugares, aparte de la tasación, se podía averiguar el peso y calidad de la plata empleada que era uno de los aspectos fundamentales de cualquier valoración de obras de plata.

Excepcional fue la situación del marcaje en Zamora. Recurrió a la norma del marcaje triple, pero el primer marcador conocido, Diego de Medina, disfrutó del oficio de marcador a perpetuidad por

87

nombramiento real. Diego de Medina había sido represaliado durante la guerra civil castellana ocurrida en los inicios del reinado de Isabel la Católica. Ocurrió que se había negado a labrar moneda para el rey de Portugal y, por ello, fue herido y hecho prisionero. Al concluir las hostilida­des, el rey Femando le hizo merced del oficio de "marcador e veedor de plata y oro y pesas" a perpetuidadt. El oficio lo heredó, en 1501 y también a perpetuidad, Sebastián de Medina que alegó ante el rey los servicios de su padre y su suficiencia profesional por tener aprobación de Pedro Vigil, Marcador Mayor. La ciudad de Zamora había protestado los inconvenientes de usar el cargo con carácter vitalicio, pero hay que esperar a 1539, al morir Sebastián, para que se normalicen los nombramientos con intervención municipal.

88 Plata de /,ey

NOTAS

El marco, las monedas y la ley de la plata l. La ley de la plata y las unidades de medida las estudiamos

con mayor detalle en, Barrón García, A.A.: La época dorada de La platería burgalesa, 1400-1600. Burgos, 1998, t. I, pp. 23-62. Para el presente estudio hemos tomado muchas noticias de la bibliografía que se cita al final. No puedo dejar de mencionar algunos títulos: Brasas Egido, J.C.: La platería vallisoletana y su difusión. Valladolid, 1980. Cruz Valdovinos, J.M. : Los plateros madrileños. Estudio histórico jurídico de su organización corporativa. Madrid, 1983. Esteban Lorente, J.F. : La platería de Zaragoza en los siglos XVll y XVlll. Madrid, 1981. Esteras Martín, C.: 01febrería de Teruel y su provincia. Siglos X/11 al XX. Teruel, 1980. Fernández, A .. Munoa, R. y Rabasco, J.: Enciclopedia de la plata espaiiola y virreinal americana. Madrid, 1985. Herráez Ortega, Mª V.: Arte del Renacimiento en León. 01jebrería. León, 1997. Sanz Serrano, Mª J.: El gremio de plateros sevillano. 1344-1867. Sevilla, 199 1.

l. Herráez Ortega, Mª V.: Arte del Renacimiento en León. 01febrería. León, 1997, p. 37.

2. Herráez Ortega, Mª Y.: Enrique de Arfe y la 01jebrería gótica en León. León, 1988, p. 214. Ídem: Arte del Renacimiento en León. Orfebrería. León, 1997, p. 38.

3. Las ordenanr:;as que se han hecho en esta ciudad de Burgos. Burgos, 1557, por Phelipe de Junta.

El marcaje de la plata l. Femández del Castillo, J.: Tratado de Ensayadores. Madrid,

1623, p. 25v. 2. Actas de las Cortes de Castilla. Madrid, 1889, t. XV y XVI. 3. Burriel, A.M.: Informe de la imperial ciudad de Toledo al

Real y Supremo Conse¡o de Castilla sobre igualación de pesos y medidas. Madrid, 1758, p. 367. Ramírez de Arellano, R.: Estudio sobre la historia de la 01jebrería toledana. Toledo, 1915, p. 328.

4. Archivo Municipal de Burgos, Actas 1598, fols. 84 y 239r-244 5. Pérez Pastor, C.: "Problema histórico-artístico. Carta abierta

dirigida al Sr. D. José Martí y Monsó", en RABM, año V, mayol901 , p. 288. Archivo Histórico Provincial de Madrid, Francisco Quintana, prot. 1002, fol. 435.

6. Herráez 01tega, Mª Y.: Arte del Renacimiento en León. 01jehrería. León, 1997, p. 38. Sanz Se1Tano, M" J. : El gremio de plateros sevillano. 1344-1867. Sevilla, 1991 , pp. 40-42.

El marcaje de la plata en Castilla y León l. Navarro Talegón, J. : Plateros zamoranos de los siglos XVI y

XVlf. Zamora, 1985, s/p.

Plata de Ley 89