Salud en personas en situación de calle

142
Nº2, 2020; VOL. 60 ISSN 0716-1336 Salud en personas en situación de calle La vida social de los cuerpos muertos de personas en situación de calle Perspectivas en torno al “enfermo/a” en situación de calle Pacientes en situación de calle hospitalizados

Transcript of Salud en personas en situación de calle

Nº2, 2020; VOL . 60 ISSN 0716-1336

Salud en personas en situación de calle

La vida social de los

cuerpos muertos de

personas en

situación de calle

Perspectivas en torno

al “enfermo/a” en

situación de calle

Pacientes en situación

de calle hospitalizados

Las opiniones expresadas en los artículos son de responsabilidad de los autores.

COLEGIO MÉDICO DE Chile (AG)

Presidenta Dra. Izkia Siches PasténVicepresidente Dr. Patricio MezaSecretario General Dr. José Miguel BernucciProsecretario Dra. Inés GuerreroTesorero General Dr. Jaime Sepulveda

Editor Jefe Yuri Carvajal B. Médico Cirujano. Doctor en Salud Pública. Profesor Asistente, Universidad de Chile.

Editor Asociado Claudio Pérez O. Médico. Residente de Medicina Interna. Universidad de Santiago. Hospital San José

Comité Editor

María Paz Bertoglia Kinesióloga, Magíster en Epidemiología. Magíster en Bioestadística. Estudiante de docto- rado en Salud Pública. Escuela de Salud Pública. Universidad de Chile

Sebastián Godoy Rivas Sociólogo. Profesional Departamento de Salud Pública y Planificación Sanitaria, SEREMI de Salud Valparaíso.

Fabiola Jaramillo Castell Médico Psiquiatra, Magister de Salud Pública y Gestión sanitaria Universidad de GranadaCleofe Molina Alvarez Médico-Cirujano , Universidad de Chile, Especialista en Pediatría, especialista en Gerencia

para el Desarrollo , Flacso-Chile. Escuela de Medicina . Universidad de Santiago de Chile .Sebastián Moller Sociólogo. Doctorante en Ciencias Políticas y Sociales, Universidad católica de Lovaina,

Lovaina la Nueva, BélgicaCarlos Montoya-Aguilar Médico pediatra. Profesor Titular de Salud Pública, Universidad de Chile .Iv á n Serra Canales Médico Cirujano. Epidemiólogo. Profesor Titular de Salud Pública, Universidad de Chile.Jaime Sepúlveda Salinas Médico Pediatra, egresado Magister Sociología, Diplomado en Salud Ocupacional y en Gestión

en Salud. Dpto de Salud Pública, Consejo Regional Santiago. Colegio Médico de ChileRuth Urrutia Doctora en Ciencias de la Educación mención Educación Intercultural, Universidad de

Santiago. Magister en Gerencia y Políticas Públicas, Universidad Adolfo Ibáñez. Profesora de Filosofía, Universidad de Concepción.

Mirtha Parada Doctora en Ciencias Farmacéuticas, Universidad de Chile. Química Farmacéutica, repre-sentante Colegio de Químicos Farmacéuticos y Bioquímicos de Chile AG.

René Miranda Químico Farmacéutico, representante Colegio de Químicos Farmacéuticos y Bioquímicos de Chile AG.

Sebastián Villarroel González Médico Salubrista. Servicio de Salud del Reloncaví

Editor adjunto temático

Nelson Arellano-Escudero Universidad Academia de Humanismo Cristiano (UAHC): Instituto de Humanidades, NIDAS/DETLA.

Secretaría: Bibliotecaria Jocelyn Novoa [email protected]

Fotografía de portada Patricia García, ilustración de portada del libro Situaciones de Calle, editado por Fundación Gente de la Calle en 2019

Fotografías de interior Diego Silva Flores. Periodista en práctica Fundación Gente de la CalleSebastián Godoy Rivas. Editor CMS

Cuadernos Médico Sociales, revista de salud pública del Colegio Médico de Chile. Fundada en el año 1959. Publicación trimestral. Cuadernos Médico Sociales 2020; Vol 60, Nº2

Esmeralda 678, Santiago de Chile.

ProducciónPalco [email protected]

ImpresiónAndros Impresores

ESPACIO EDITORIAL

Presentación del editor invitado 5Nelson Arellano-Escudero

ARTÍCULOS ORIGINALESTEMA ESPECIAL: SALUD EN PERSONAS EN SITUACIÓN DE CALLE

Pacientes en situación de calle hospitalizados, un nuevo desafío para la política pública: Aportes desde trabajo social. 9

Paulina Valdés Cisterna

Tiempos Críticos. Análisis de la relación entre violencia y personas en situación de calle en contextos de “normalidad” y “excepción” 23

Gabriela Rubilar, Camila Santibáñez, Verónica Echeverría

Cambio climático: un fenómeno alimentado por la desigualdad 39Claudia Donoso

Significados que una persona en situación de calle atribuye a sus elecciones ocupacionales en base a su experiencia en un Programa Calle 49

Francisca Galdames, Noemí Henríquez, Marjorie Leiva, Constanza Toro, Pablo Olivares

Normatividad, normalización e inmunización. Perspectivas en torno al “enfermo/a” en situación de calle. 59

Carolina Llanos

Estado de excepción y fuerza de ley: La vida social de los cuerpos muertos de Personas en Situación de Calle (2008-2018) 69

Nelson Arellamo-Escudero

Muerte en situación de calle. Un ensayo sobre personas, pandemia y (des)protección 79Leonardo Piña Cabrera

DOSSIER PANDEMIA JUNIO 2020

Presentación 95Yuri Carvajal

La Pandemia por Covid2-2019 97Carlos Montoya-Aguilar

Un actor-una red: un actante. A propósito de la reflexión de Carlos Montoya… 101Fabiola Jaramillo, Esteban Figueroa

ÍNDICE

ISSN 0716-1336 Cuadernos Médico Sociales

2020; Vol 60. Nº2Acceso al texto completo en el sitio: http://cms.colegiomedico.cl

Reflexiones acerca del artículo de Dr. Carlos Montoya acerca del COVID2-2019 105Jaime Sepúlveda

La medicina, los Cuerpos de los Seres Humanos y el Coronavirus: un ensayo para pensar las implicancias éticas, políticas y económicas de una pandemia y futuro de los servicios sanitarios 109

Reinaldo Bustos Domínguez

Aplanar la curva... de los papers. Articulismo científico y extravíos del conocimiento en situación de crisis. 129

Nelson Arellano-Escudero

ENTREVISTAS

Conversatorio con Marie Andy Sanozier. Asesora legal laboral para inmigrantes Haitianos 133Fabiola Jaramillo

5

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 5-7

Presentación del Editor invitadoDr. Nelson Arellano Escudero1

1 Universidad Academia de Humanismo Cristiano (UAHC)

E n el año 2014 Fundación Gente de la Calle realizó un llamado público a con-cursar por un millón de pesos presen-

tando una tesis de cualquier tipo, de cualquier disciplina o profesión. El resultado, devastador, constató que nadie se presentó al concurso. Con esa experiencia a cuestas en 2016 se inició un proceso de convocatoria a investigadores e investigadoras de todas las profesiones y disci-plinas, intentando al mismo tiempo que cono-cer la situación de la investigación, promoverla. Como resultado de ello en 2019 fue publicado Situaciones de Calle.

Es en esta trayectoria que surgió la iniciati-va de elaborar un número especial de Salud y Personas en Situación de Calle para Cuadernos Médico Sociales en este año 2020. Ya en pleno siglo XXI los antiguos dramas del siglo XIX siguen aún muy presentes. Pero cuando empezamos con ello en Junio de 2019 no estaban en el hori-zonte de lo previsible ni la revuelta y el tumulto de Octubre ni que las noticias alarmantes de una epidemia en China pudieran alcanzar a la pobla-ción en Chile hacia Marzo de 2020. Todo esto ha producido importantes cambios no solo en los artículos, sino que también en el número com-pleto que aquí se presenta.

Con todo, y a pesar de la larga data del fenó-meno, hay indicios que apuntan al agravamiento de la situación en el futuro cercano, de ahí la ur-gencia permanente de insistir en que la calle no es un lugar para vivir y que tanto profesionales como el mundo académico debemos realizar un aporte contundente para concentrar ideas, es-fuerzos, recursos, energías, herramientas alinea-das en propuestas que materialicen lo que podría ser el fin de una era.

Este optimismo necesario, no obstante, no pue-de soslayar los crudos eventos que desde 2019 se han venido presentando en Chile como parte del escenario global. A ojos del siglo XX, el prome-tedor siglo XXI ha resultado más brutal y sufrido de lo que se debía hacer. El futuro esplendor con-tinúa siendo una utopía y las noticias del porvenir requieren un estudio detenido y detallado dadas las máximas complejidades a las que hemos arri-bado, en términos estructurales como sociedad, pero también en la dimensión personal de la mi-croescala, donde la idea de individuo occidental pareciera gobernarlo todo, además de toda la tra-ma institucional en que se articulan las agencias de las entidades humanas y no humanas.

En el dossier de Cuadernos Médico Sociales se han reunido las contribuciones de articulistas que respondieron al llamado a publicar. Al igual que sucedió con Situaciones de calle, la respuesta ha sido exclusivamente femenina. Esto no debe considerarse un dato espúreo o circunstancial pues está directamente asociado con la fenome-nología que señala Elena de la Aldea en Los cui-dados en tiempos de descuido y que constituye toda una interpelación a las lógicas patriarcales que gobiernan las instituciones.

En el plano profesional el llamado fue res-pondido desde el Trabajo Social, la Terapia Ocupacional, la Odontología y la Filosofía, aun-que, como se verá las aproximaciones tienen un interesante e inspirador talante interdisciplinario.

Para situar este número de CMS, tomaremos como referencia en estudios sociales acerca de Personas en Situación de Calle importantes con-tribuciones que emergieron en Santiago de Chile en la década pasada. Se trata de la compilación de Francisca Márquez y Patricio Toledo Vagabundos y

PRESENTACIÓNSalud en personas en situación de calle

6Arellano Escudero N.

Andantes. Etnografías en Santiago, Valparaíso y Temuco, y del Número 75 de la Revista de Trabajo Social de la Pontificia Universidad Católica de Chile, editada por Margarita Quezada.

Estos dos compendios representan a cabalidad los modos de orbitar que las ciencias sociales han generado para estudiar fenómenos sociales y que bien los explica Peter Burke desde la Historia Social: se trata de la dicotomía de las narrativas de lo estructural versus la de los acontecimientos.

Constatamos así que el tratamiento al fenómeno de la vida humana, cuyos cuerpos vivos han sido expulsados del ámbito privado y completamente entregados al campo de lo público, transita en una de las tantas dicotomías que no hacen sino desen-samblar un actor-red que por la fragmentación de su capacidad de agencia genera consecuencias que todavía ni siquiera somos capaces de dimensionar ni cuantitativa ni cualitativamente. Debe ser dicho que en Chile ninguna estadística es confiable ni ningún relato es comprehensivo, hasta ahora.

En este compendio presentamos 4 artículos y 2 notas de investigación que profundizan desde distintos ángulos la relación Salud y Personas en Situación de Calle. Paulina Valdés aborda la situación de pacientes hospitalizados con un trabajo de campo que desplegó una aproxima-ción cualitativa a partir de la cual fue posible concluir que resulta necesario implementar dis-positivos de cuidados post hospitalarios dadas las particularidades de la población en situación de calle.

En el siguiente artículo, Gabriela Rubilar, Camila Santibáñez y Verónica Echeverría abor-dan el caso de una familia en situación de calle y realizaron una exploración por la prensa nacio-nal para establecer una relación entre violencia, normalidad y estado de excepción, a partir de los eventos previos y posteriores al octubre chi-leno de 2019 y el estallido social. Este artículo aporta una mirada necesaria a la violencia es-tructural y simbólica que se ejerce en la cotidia-neidad de la calle y que en períodos de agitación agudizan sus efectos.

El tercer artículo, de Claudia Donoso, esta-blece la indagación necesaria y urgente entre los problemas que las poblaciones especialmen-te vulnerables deben y deberán enfrentar por efectos del Cambio Climático. Gracias a una síntesis conceptual didáctica la autora nos lle-va a conectar las dimensiones del Antropoceno con los efectos en la vida de las Personas en Situación de Calle, lo que se corresponde con aquellas miradas de la Salud Pública en donde

se anudan los elementos ambientales con el bienestar de una población, entre otras muchas reflexiones posibles.

Luego, Francisca Galdames, Noemí Herníquez, Marjorie Leiva, Constanza Toro y Pablo Olivares abordan desde las preguntas de la Terapia Ocupacional un caso de estudio gracias al cual podemos conocer algunos de los significados que una persona en situación de calle elabora en torno al complejo tema de la ocupación. Este trabajo destaca la complejidad de las trayectorias vitales y realza las capacidades existentes en la subjetividad de personas que, no obstante la violencia a la que se ven sometidas, articulan elementos que no solo implican un potencial de recuperación sino todo un proyecto vital con expectativas de desarrollo que requieren condiciones afectivas capaces de impulsar oportunidades anteriormente negadas.

El dossier se cierra con dos notas de investiga-ción que, desde las Humanidades complementan las aproximaciones anteriores desde las Ciencias Sociales, y una nota de la contingencia aporta-da gentilmente por Leonardo Piña.. Los tópicos de inmunización y reproducción son abordados por Carolina Llanos que problematiza desde la filosofía, pero con una óptica etnográfica, el complejo conceptual normatividad-normaliza-ción-Inmunización. Encontramos aquí elemen-tos para el análisis del enfermo en situación de calle.

En penúltimo lugar, la propuesta de aborda-je del estudio de la vida social de los cuerpos muertos de personas en situación de calle. Se trata de un proyecto de investigación, a cargo de Nelson Arellano, en desarrollo durante 2020 y 2021, cuyo planteamiento revela las dificultades para establecer criterios de verdad en un regímen de veridicción que se esfuerza por desdibujar o limitar los registros de la trayectoria de los cuer-pos de las personas en situación de calle una vez que han perdido la vida.

No obstante, contando todas estas importan-tes contribuciones, han quedado sin tocar áreas significativas, como la salud metal, la vida social en los centros asistenciales, morbilidad y morta-lidad en esta población extremadamente frágil en su corporalidad y francamente difusa en su ca-tegoría social. Entendemos que todo ello y más es un paso necesario para neutralizar y remontar un desconocimiento que alimenta los prejuicios y los estigmas no solo a nivel de la vida cotidiana sino también en el quehacer profesional.

Este año 2020, interdicto por el colapso polí-tico social del Chile de 2019 y el COVID-19, ha

7Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 5-7

traído también una brusca reconexión de la agen-da nacional con la Salud Pública, tal vez, dadas las comparaciones evidentes a nivel mundial para todos los Estados (Tian et al., 2020). Aquí desta-ca la contribución del Dr. Leonardo Piña Cabrera quien desde la antropología ofrece una descrip-ción densa de la afectación que las Personas en Situación de Calle han estado viviendo incluso hasta la muerte en este proceso doloroso de una gestión sanitaria deficiente que ha generado lo que Lévinas situó como sufrimiento inútil.

Resulta significativo que, en Chile durante las primeras semanas de expansión de una epidemia, que no deja de tener tintes polémicos (Martin, 2020), se haya connotado públicamente que la octava persona en morir producto de este virus y la más joven hasta ese momento haya sido una persona en situación de calle.

Aún cuando esta sensibilidad puede ser valora-ble, esta nueva irrupción del tema en los medios de comunicación refuerza y sostiene el deber de denunciar que los riesgos vitales a los que se ve sometida esta población son permanentes, y debe redoblar el llamado con que nos interpelan or-ganizaciones sociales dedicadas a la atención de estas personas: la calle no es un lugar para vivir.

REFERENCIAS

• Burke, P., & Carazo, J. (1993). La nueva historia socio-cultural. Historia social, 17, 105-114.

• De la Aldea, Elena (2019) Los cuidados en tiempos de descuido, Santiago de Chile, LOM editores.

• Márquez, Francisca y Toledo, Patricio (2010) Vagabundos y Andantes. Etnografías en Santiago, Valparaíso y Temuco, Santiago de Chile, Universidad Academia de Humanismo Cristiano.

• Martin, Hugo (2020) “Para un prestigio-so científico argentino, ‘el coronavirus no merece que el planeta esté en un esta-do de parate total’”, Infobae, sábado 28 de marzo de 2020, recuperado de internet el 21 de marzo de 2020: https://www.in-fobae.com/coronavirus/2020/03/28/para-un-prestigioso-cientifico-argenti-no-el-coronavirus-no-merece-que-el-pla-neta-este-en-un-estado-de-parate-total/

• Quezada, Margarita (2008) “Fenómenos sociales extremos: Las personas en situa-ción de calle” [Editorial], Revista de Trabajo Social [PUC], 75, 5.

• Huaiyu Tian, Yonghong Liu, Yidan Li, Chieh-Hsi Wu, Bin Chen, Moritz U. G. Kraemer, Bingying Li, Jun Cai, Bo Xu, Qiqi Yang, Ben Wang, Peng Yang, Yujun Cui, Yimeng Song, Pai Zheng, Quanyi Wang, Ottar N. Bjornstad, Ruifu Yang, Bryan T. Grenfell, Oliver G. Pybus, Christopher Dye (2020) “An investigation of transmission control measures during the first 50 days of the COVID-19 epidemic in China”, Science, Published Online 31 Mar 2020, DOI: 10.1126/science.abb6105

PRESENTACIÓNSalud en personas en situación de calle

9

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

Pacientes en situacion de calle hospitalizados, un nuevo desafío para la política pública:

Aportes desde trabajo socialPaulina Valdés Cisterna1

RESUMEN

E ste artículo se focaliza en la problemática de las personas sin hogar en contextos de pérdida de la salud, desde la perspectiva de sujetos de derecho. Se caracteriza la situación social de los pacien-tes en situación de calle hospitalizados en las condiciones de intervención profesional desde la

Unidad de Servicio Social. Se presentan los resultados de investigación social aplicada que se llevó a cabo durante el período abril del año 2015 a abril del año 2016. La investigación fue realizada en el área de aten-ción cerrada del Hospital Barros Luco. Concluye con la propuesta de levantar un dispositivo que otorgue a los usuarios de calle un lugar de atención para cuidados post hospitalarios con impacto en la descongestión de camas hospitalarias, asegurar atención adecuada de estos pacientes y favorecer su proceso de reinserción social.

Palabras clave: Personas en Situación de Calle - Hospital Barros Luco - Cuidados posthospitalarios.

1. INTRODUCCIÓN

En la actualidad ya no se habla de “vagabundos” para denominar a las personas que por diversas proble-máticas sociales y económicas se alojan en la calle, se adoptó el nombre de “personas en situación de calle” aludiendo a que es una “condición” y que por lo tanto esta puede revertirse, pues es una circunstancia y no algo estático.

El año 2004 el Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de Naciones Unidas (DAES) agrega la siguiente definición “sin hogar son aquellos, sin refugio, que caen fuera de lo considerado una vivienda. Tienen pocas posesiones, duermen en las calles, entradas de casas, muelles, o en otro espacio, de manera relativamente aleatoria” (Ministerio de Desarrolllo Social, 2012).

El año 2011 la Comisión Económica para la Conferencia de Estadísticos Europeos de las Naciones Unidas, identifica a los sin hogar bajo dos grupos amplios:

- Sin hogar (o techo) primarios. Esta categoría incluye a personas viviendo en las calles, sin refugio que pueda ser considerado una vivienda.

- Sin hogar secundario. Esta categoría puede incluir personas que no tienen una residencia habitual, que se mueven frecuentemente entre varios tipos de acomodación (incluyendo refugios e instituciones para personas sin hogar u otras viviendas) (Ministerio de Desarrolllo Social, 2012).

A nivel nacional, el Hogar de Cristo, es una Fundación que trabaja hace muchos años con esta minoría social y los define como “aquellas personas que se encuentran en un proceso de exclusión social e indigencia, con caren-cia de hogar, y ruptura de vínculos con sus familias y con las instituciones sociales”2. Cabe señalar que esta ins-titución es la que cuenta con la mayor trayectoria y experiencia en la problemática de personas de calle en Chile.

Recibido el 5 de diciembre de 2019. Aceptado el 2 de junio de 2020

1 Trabajadora Social, Magister en Trabajo Social. Correspondencia a: [email protected] Hogar de cristo. 2003. Documento de trabajo. Programa acogida. Santiago. Hogar de cristo. P.2.)

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 9-21

10Valdés Cisterna P.

Para efectos del censo para personas en situación de calle realizado el año 2005 en el país el 28 de julio, el Ministerio de Planificación Social (Mideplan), los ha definió como: Personas que se hallen pernoctan-do en lugares públicos o privados, sin contar con una infraestructura tal que pueda ser caracterizada como vivienda aunque la misma sea precaria. Personas que por carecer de alojamiento fijo, regular y adecuado para pasar la noche, encuentran residencia nocturna, pagando o no por este servicio, en alojamientos diri-gidos por entidades públicas, privadas o particulares y que brindan albergue temporal, encontrándose en esta categoría las personas usuarias de hospederías solidarias u hospederías comerciales. Por último, personas que, por encontrarse sin hogar o residen-cia, y sin apoyo de familiares u otros significativos, dependen de programas sociales que ofrecen resi-dencia permanente o por períodos importantes, con apoyo biopsicosocial3. En esta categoría se encuentra las personas en residencias solidarias, beneficiarios de alojamiento temporal como arriendo de pieza y los niños y niñas con trayectoria en situación de calle atendidos con financiamiento de Sename en COD, CERECO Y CDT.

La definición nacional actual planteada por el Ministerio de Desarrollo Social plantea la siguien-te definición: “Personas y/o familias, que carecen de residencia fija y que pernoctan en lugares, pú-blicos o privados, que no tienen las característi-cas básicas de una vivienda, aunque cumplan esa función (no incluye campamentos). Asimismo, aquellas personas que de conformidad con una reconocida trayectoria de situación de calle, según determine el ejecutor del programa eje, reciben alojamiento temporal o por períodos significa-tivos, provisto por instituciones que les brindan apoyo bio-psicosocial”.

En el caso norteamericano se define a la per-sona sin hogar (Homeless) como una persona que carece de una residencia permanente, ya sea que vive en calle, en un refugio o albergue, o en espacios abandonados o vehículo (Irrarazabal, 2008.).

De igual modo, el observatorio europeo de los sin techo, define a las personas en situación de calle como “todas aquellas que no pueden con-servar o acceder a un alojamiento adecuado, per-manente y que proporcione un marco estable de convivencia”4. (Capellini et al., 2012).

3 Ministerio de Planificación. Gobierno de Chile. 2005. Habitando la calle. Catastro Nacional de personas en situación de calle. Santiago. P11.4 Citado por Capellini, Cohen, Wolochin y Escobar, de Centro de documentación en políticas sociales: Los que duermen en la calle. Un abordaje de la indigencia extrema e la cuidad de Buenos Aires. Documento 19 Buenos Aires5 Política Nacional de Calle: una estrategia de inclusión para las personas en situacion de calle, Ministerio de Desarrollo Social 2014.

Al analizar la diferentes definiciones propuestas para personas en situación de calle, vemos como en todas las acepciones para entender el fenó-meno, se hace referencia no solo a la carencia de recursos materiales, sino que consideran aspectos globales y amplios que vinculan la problemática con la exclusión y la desvinculación social de este grupo, al considerar el quebrantamiento de los la-zos de estas personas con sus familias, los grupos y la sociedad en general.

CAUSAS DE LA SITUACIÓN CALLE

De acuerdo a lo señalado por el Ministerio de Desarrollo Social se han logrado identificar las causas5 que originan la situación de calle, re-conociéndose dos factores principales. (Min. Desarrollo Social, 2014).

Causas Estructurales: Se refieren a elementos del contexto país que propician o no individuos con más carencia o vulnerabilidades que pudiesen finalizar en situación de calle. Dice relación, en gran medida, a la oportunidad que tenga la pobla-ción a acceder a los servicios básicos, a las opor-tunidades que estos tengan, como por ejemplo la situación económica nacional, la estructura del mercado, de la vivienda y del trabajo, las caracte-rísticas de la legislación e institucionalidad social, y de las políticas de reinserción de los egresados de instituciones como hogares de protección, hospitales psiquiátricos y centros penitenciarios, entre otras.

Causas Biográficas: Se refiere a la historia personal de cada sujeto, por ejemplo los proble-mas familiares, los antecedentes de salud, la inser-ción al mercado laboral, a adicción a las drogas o el alcohol, todas situaciones que pueden o no condicionar la situación de calle, pero vinculadas a la biografía de cada persona.

En los catastros aplicados en Chile, se logró es-tablecer que en la mayoría de los casos presentan historias de vida caracterizadas por la pobreza y vulnerabilidad desde la edad temprana. Alrededor de un 83% de las personas en situación de calle ha experimentado “sucesos vitales estresantes” en su infancia y el 90% durante su vida adulta. Dentro de las causas biográficas las más comunes son:

- Ruptura de los vínculos familiares y perso-nales. Se trata de personas que no tienen una

11Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 9-21

relación habitual o no mantienen ya ningún con-tacto con su familia directa e indirecta. Entre las causas que producen el distanciamiento se encuentran el fallecimiento de uno o varios miembros, un problema familiar irreconciliable, consecuencia de una enfermedad o trastorno fí-sico o mental, o la distancia física que finalmente termina con los vínculos, otro de los principales factores son las adicciones.

- Ruptura de los vínculos laborales. Se trata de personas que no tienen un empleo o no tienen un empleo fijo que les proporcione ingresos estables.

- Ruptura de los vínculos sociales. Muchas de las personas en situación de calle pierden los lazos con sus amigos o pueden tener dificultades insti-tucionales o con la justicia.

Se ha demostrado que cuando se unen ambas causas en una misma persona (biográficas más causas estructurales), aumentan considerable-mente las posibilidades de iniciar el trayecto de la condición de calle.

TIPOLOGÍAS DE LOS “SIN HOGAR”

Con relación a la capacidad de autosuficien-cia y el deterioro psicosocial, Nicolás Rojas Pedemonte6, expone tres tipologías de personas en situación de calle, (en base a un análisis esta-dístico7 multidimensional y un modelo de vul-nerabilidad AVEO), las que a continuación se presentan:

Personas en Asistencia: Son personas con al-tos niveles de deterioro psicosocial, (enfermeda-des de salud mental y física) son personas con es-trategias de supervivencia menos autosuficientes, presentan una tendencia a no sobrellevar la condi-ción de calle por sí mismas. Con baja red de apoyo familiar y social. Mantienen los más bajos niveles de capital material. Por lo general se encuentran excluidas del mercado laboral, del crédito formal e informal, la mayoría de estos casos viviría de la beneficencia. Habitualmente se dedican a la reco-lección de desechos y a la mendicidad. Destacan en este grupo las mayores trayectorias en situa-ción de calle. Su cuerpo habitualmente se eviden-cia deteriorado, con problemas de discapacidad física y psíquica. Se encuentran muy expuestos a todo tipo de maltratos. En general este grupo

6 Rojas N. Revista de Trabajo Social PUC. Tipologías de personas en situacion de calle.7 Investigación estadística, realizada por la unidad de estudios de la Fundación Hogar de Cristo, año 2007, aplicado personas in-corporadas al proyecto Promueve. Cuyos objetivos fueron 1.- identificar los recursos y estrategias de supervievencia de las perso-nas en situacion de calle estudiadas, 2.- distinguir, entre las personas en situacion de calle, sus principales tipologías subyacentes, 3.- dilucidar posibles líneas de intervención.

se caracteriza por menor capital humano y social. Su participación social se limita a la asistencia de iglesias o templos, para la satisfacción de necesi-dades básicas y el acceso a medios de comunica-ción, pese a cercanía al catolicismo, presenta más grandes problemas de asociación y vinculación con sus pares o amigos, llamado también como “enclaustramiento individual”. Se encuentran ex-cluidas en el ejercicio de sus derechos, general-mente no recurren a los sistemas de seguridad social disponibles.

Personas en Autosuficiencia: Estas perso-nas presentan mayores niveles de autosuficiencia, muchas veces se encuentran categorizados como crónicos o refractarios por su resistencia a las in-tervenciones sociales, sin embargo, estas personas no requieren de la beneficencia para sobrevivir, tienen manejo y conocimiento de su cultura, ha-bitualmente con su trabajo cubren precariamen-te sus propias necesidades. Cuentan con mayor capital material, poseen medios materiales como carretones, bicicletas u otros o cuentan con traba-jos informales e ilegal, que si bien no les reportan elevados ingresos, les permiten invertir en merca-derías para comercializarlas de manera ambulante, sus actividades recurrentes son comercio ambu-lante y cuidado de autos, incluso algunos mantie-nen niveles de ingresos por sobre la línea de la indigencia y de pobreza, por lo que otros factores podrían explicar la permanencia en calle.

Estas personas no son las de mayor edad en su grupo, no obstante, presentan los mayores niveles de consumo de drogas y alcohol. Generalmente no presentan discapacidades físicas. Aunque no evidencian mayores problemas de salud mental, evidencian un profundo deterioro de su autoesti-ma y desesperanza aprendida, sin mayor proyec-ción hacia el futuro. En cuanto a capital social, son las menos desvinculadas a la familia, se vin-culan con otros, amigos o familiares, los cuales les reportan cierta red de apoyo y compañía. Son reacios a solicitar ayuda asistencial, se caracterizan por alojar en barrios con alta conectividad, por lo que no están aisladas territorialmente. Sin bien presentan una amplia trayectoria en calle, estas muchas veces son intermitentes. Muchos presen-tan disconformidad con continuar en condición de calle y con la vida que llevan.

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

12

Personas en Emergencia: Son personas con incipientes trayectorias de calle, con fracturas re-cientes de sus redes primarias, son los que más re-curren a las redes de seguridad social, sin embar-go, experimentan en esta emergente condición, grandes necesidades producto de la incipiente crisis que impulso esta condición. Se encuentran evidenciando recién las inclemencias de esta nue-va condición, siendo víctima de los procesos de exclusión social, por lo que tienen la necesidad de buscar resguardo y protección en un escena-rio desconocido, pues no manejan los códigos y dinámicas de la calle, encontrándose en un esta-do de profunda indefensión, en este escenario la principal red son las hospederías. Su capital mate-rial consiste principalmente en un poco de dinero, proveniente de su trabajo o gestión de préstamos que solicitan en su entorno.

La mayoría procura mantenerse trabajando, ge-neralmente en trabajos menos precarios a la situa-ción de calle estrictamente. Además cuentan con un capital educacional mayor que en los tipos an-teriores, lo que incluso les puede significar discri-minación por parte de sus pares. Habitualmente mantienen buena condición física y estado higié-nico, con consumo inicial de abuso de drogas y al-cohol, sin embrago muchos presentan patologías psiquiátricas identificadas antes de encontrarse en situación de calle.

Ellos acceden a los medios de comunicación, ejercen sus derechos y cuentan con amigos. Su capital espacio-temporal es muy reducido, a ve-ces incluso desconocen la cuidad donde habitan. Habitualmente estas personas son las que presen-tan mejor indicador de capital humano, con más alto autoestima, satisfacción vital y optimismo frente al futuro y conciencia de querer salir de la condición de calle.

CATASTROS DE PERSONAS EN SITUACIÓN DE CALLE (PSC)

Durante el Gobierno del presidente Ricardo Lagos se evidenció la primera voluntad política del parte del Estado de querer conocer la reali-dad de las personas en situación de calle y que-rer avanzar en acciones concretas para abordar la problemática, dejando en evidencia lo ausente que se encontraba este grupo no visualizado hasta entonces.

La aplicación del primer censo configura un evento que marca un hito histórico hacia una política dirigida hacia estas personas, pues pone

8 Ministerio de Desarrollo Social, Subsecretaria de Evaluación Social, Segundo Catastro de Personas en Situación de calle

a este grupo en la opinión pública. Problemática que anterior esa iniciativa, siempre habían sido abordadas precariamente por ONG, municipali-dad o particulares, destacando la labor visionaria del Hogar de Cristo.

El Primer Catastro Nacional de Personas en Situación de Calle en nuestro país tuvo lugar la noche del 28 de julio del año 2005, en 80 comunas del país, con más de 40 mil habitantes, alcanzado gracias al trabajo de cerca de cinco mil volunta-rios. Se trató de un hito importante debido a la amplia convocatoria de organizaciones y la amplia cobertura del proceso. (Ministerio de Desarrolllo Social, 2012).

El primer censo indicó que se trataba de 7.254 personas, las que se encontraban en situación de calle, de ese total un 4,7% vivía en la región me-tropolitana, se constata que el 85% se trata hom-bres y que el 78% tiene 30 y mas, con una edad promedio de 47 años. En relación a la situación educacional, más de 12% no sabe leer ni escribir y un 40% no terminó la enseñanza básica.

Según lo señalado por Andrés Jouannet, de la Pontificia Universidad Católica, los resultados del primer catastro indican que las PSC en Chile, se trata de un grupo minoritario y que por tanto las políticas dirigidas a este grupo deben ser a escala menor en términos presupuestarios, por otro lado el catastro demuestra una realidad compleja y va-riada para este grupo.

El Segundo Catastro Nacional de Personas en Situación de Calle tuvo lugar en 161 de las 346 comunas del país, se inserta dentro de un con-junto de acciones que buscan hacer de nuestro país un lugar en el que la participación, el pleno ejercicio de ciudadanía y la inclusión de todos y todas sean posibles. Esto supone la generación de nuevas oportunidades y seguridades para los ex-cluidos y vulnerables, entre los cuales se cuentan las personas en situación de calle. (Ministerio de Desarrolllo Social, 2012).

Las instituciones que trabajaron para llevar a cabo esta iniciativa fueron organizaciones que se dedican históricamente, a atender a las personas en situación de calle: Hogar de Cristo; Fundación América Solidaria; Fundación para la Superación de la Pobreza; Red Calle; Iglesia Anglicana de Chile; Vicaría de Pastoral Social; Caritas Chile; Comunidad de Organizaciones Solidarias; Fundación Desafío; además del Instituto Nacional de la Juventud y Servicio Nacional de Menores.

Según los datos aportados por el segundo Censo8 aplicado en Chile entre los días 15 y 21 de

Valdés Cisterna P.

13

agosto del año 2011, sabemos que existen 12.255 personas sin hogar a lo largo del país, de los cuales 725 son niñosy un 93% (10.781) nació en Chile.

“La distribución de las personas en situación de calle a nivel nacional es similar a la distribución de la población general, concentrándose un 47% (5.729) del total en la Región Metropolitana. Pese a esto, la densidad de la población en situación de calle presenta diferencias relevantes a lo largo del país, lo que da cuenta de realidades territoriales de diversa complejidad” (Ministerio de Desarrolllo Social, 2012)9.

De acuerdo a este censo el 84% corresponde a hombres y un 16% a mujeres, de los cuales el 59% (6.842) se declara soltero, un 12% declara es-tar casado (1.455) y un 14% (1.647) declara estar separado o divorciado.

En cuanto al promedio de años viviendo en situación de calle, la mayoría se estima en cinco años. El 28,5% (3.238) se encuentra en situa-ción de calle hace más de un año, pero un 37,9% (4.311) lleva cinco años o más viviendo en esta situación. A su vez, las personas que llevan me-nos de un año viviendo en situación de calle se distribuyen de manera homogénea entre los cen-tros techados y la calle. No obstante, conforme aumenta el tiempo que las personas han estado en situación de calle, disminuye la proporción de personas que pernocta en una hospedería, centro techado o albergue, aumentando el porcentaje que duerme a la intemperie.

Entre los motivos que los involucrados conside-ran que condicionaron esta situación, se encuen-tran que el 36,6% presenta problemas familiares, el 15,5 lo asocia a problemas de alcoholismo, un 13% a problemas económicos, un 12,8% a otro motivo, un 8,9 a dependencia de sustancia ilícitas, 4,6 a problemas de salud y un 1,8 a problemas con la justicia.

La mayoría de esta población pernocta en dis-tintos sitios de la vía pública y lugares precarios (56,2%) y un 43% se guarece en albergues de la red pública y privada, es decir bajo techo.

En relación a la autoevaluación de su felicidad o calidad de vida, Adicionalmente, Un 25% de ellos se declaró bastante o muy feliz, en oposición a un 12%, que sostuvo que era muy infeliz o infeliz.

En cuanto alguna de las principales estrategias de subsistencia. El 68% declaró desarrollar algún trabajo informal que le permitía percibir ingresos, lo que equivale a que 7.765 personas asumen al-guna actividad laboral. Entre las principales ac-tividades que estos realizan se encuentran, venta

9 En Chile Todos Contamos Ministerio de Desarrollo Social, 2012. Pag 47.

ambulante, servicios de aseo industrial o vía pú-blica, cuidado y estacionado de autos, cartoneo y recolección, trabajos esporádicos, carga y descar-ga, trabajos agrícolas y construcción.

En esta materia de hábitos de higiene y aseo personal, el 42% de las personas en situación de calle declara ducharse en las hospederías, un 14% lo hace en la calle o vía pública y el 6% en resi-dencias. Un 10% de las personas se ducha en los baños públicos o duchas pagadas de un mall, ter-minal o bomba de bencina. Adicionalmente para hacer sus necesidades fisiológicas un 36% declaró acudir a las hospederías.

Para efectos de cambiarse de ropa el 40% de las personas encuestadas se viste o cambia de ropa en hospederías. Respecto al lavado de su ropa, un 33% señaló hacerlo en las hospederías o alber-gues, el 19% indicó no lavarla y el 13% hacerlo en la vía pública.

Cuando se les consultó en relación a las alterna-tivas viables para poder dejar la situación de calle, un 44% sostiene que es imprescindible contar con una fuente laboral o al menos conseguir un mejor trabajo que el actual, un 8% afirma que el tener una casa y un 8% declara necesitar sentirse capaz de salir adelante.

En cuanto al lugar donde les gustaría vivir, un 57% declara en mi propia casa, seguido de un 14,3% que afirma que en una casa arrendada. Asimismo, una de cada diez personas señala que le gustaría seguir viviendo en situación de calle.

De acuerdo a lo investigado las diferencias entre el primer y el segundo catastro, es que este último consideró una mayor cobertura geográfica, ade-más de un mayor tiempo de aplicación y, en el caso de los niños y niñas, en esta oportunidad se aplicó una metodología especial, patrocinada por expertos en la materia.

Dentro de los principales logros de esta iniciati-va, se encuentran el consolidar el interés político y publico por estudiar en esta problemática, la cual hoy se entiende como un proceso, es decir como el resultado de una serie de disfunciones sociales, que generalmente se inician a muy temprana edad, donde niños y jóvenes experimentan experien-cias de maltrato, pobreza y abusos de todo tipo. Adicionalmente alcanzar una mayor rigurosidad en la metodología en la aplicación de las encuestas, así como en la interpretación de los datos, generó resultados con mayor confiabilidad, que hoy son fundamentales para confeccionar un diagnóstico veraz de la situación de las personas en situación de calle, que permita impulsar políticas públicas

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 9-21

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

14

tendientes a superar y mejorar la calidad de vida de estas personas.

Como señala agrega Sebastián Zulueta (2008), a partir de los datos estadísticos aportados por el segundo catastro de calle, se ha logrado levantar el debate respecto la situación de estas personas. “las personas en situación de calle, no han perdi-do su condición de ciudadanos, por lo tanto se les debiese respetar también sus derechos y deberes cívicos”. “El Pueblo de calle, ha sido histórica-mente invisibilizado en nuestro país, el que no ha-biendo tomado conciencia de la realidad que este pueblo vive, ni de las causas que lo llevan a ser parte de esta realidad. Se le ha negado su ciuda-danía y se les ha privado de sus derechos.” Siendo sujetos de incipientes programas que apuntan principalmente hacia el asistencialismo.

Con fecha 21 de septiembre del 2015, la sus-crita fue invitada por la Fundación Gente de la Calle a una reunión con el Ministro de Desarrollo Social, Marcos Barraza y el Diputado Daniel Melo Contreras. La intención de dicha reunión tuvo dos ejes centrales, por un lado “presentar al Ministro un proyecto de Ley tendiente a modificar el actual régimen de internación administrativa no volunta-ria de personas que padecen una patología mental y que representen un riesgo para sí mismas o para terceras personas, sustituyéndola por un proce-dimiento especial en los tribunales de Familia” (Francisco Lagos, 2015 ).

Un segundo eje, fue la solicitud de crear un dis-positivo que garantice a las personas en situación de calle, que egresen desde los hospitales, conti-nuidad de cuidados para casos de mediana y baja complejidad, así como dispositivos que asuman la atención de las patologías duales. Cabe señalar que lo solicitado en la oportunidad al Ministro, se enmarcó desde una perspectiva de derechos, vul-neración de estos y seguridad social, énfasis que la Fundación gente de la calle ha intentado relevar en la problemática.

El principal logro alcanzado, fue que el Diputado comprometiera el patrocinio de ambas iniciativas requeridas, para lo cual se presentó un proyecto de ley a la Comisión permanente de “Desarrollo social, pobreza y planificación” de la Cámara de Diputados en búsqueda de modificar la interna-ción voluntaria de personas que presentan una patología mental que representen un riesgo para sí o terceros, facultando a los tribunales de familia para que conozcan esta materia y puedan decretar ingreso a hogares protegidos cuando se configure el abandono de las mismas.

Paralelamente patrocinó un proyecto de

acuerdo, para informar a la Presidenta Bachelet sobre la urgencia de contar con dispositivos espe-cializados de salud para personas en situación de calle, particularmente una casa de cuidados post hospitalarios y otro para personas con patología dual.

Con el objetivo de facilitar la gestión de ambas iniciativas, la comisión solicito, hacer llegar la ma-yor información disponible sobre datos o cifras en relación a la problemática, especialmente en el área de salud, lo anterior para fundamentar la confección de ambos proyectos. De esta perspec-tiva, el presente trabajo de investigación desarro-llado, se constituyó en un aporte para sistematiza-ción de información respecto de la problemática.

2. HOSPITAL BARROS LUCO Y LOS PACIENTES EN CONDICIÓN DE CALLE

El Complejo Asistencial Barros Luco fue crea-do a través de la Junta de Beneficencia en 1899, con el apoyo del Presidente Ramón Barros Luco, en donde en el año 1911 se realizó la colocación de la primera piedra y en el año 1917 comienza con el funcionamiento como Policlínico.

Durante el año 1919 fallece el Presidente Ramón Barros Luco y la Junta de Beneficencia acuerda darle el nombre del presidente al Hospital. “En 1926 fallece la Sra. Valdez de Barros Luco, la cual deja especificado a la junta de Beneficencia como heredera de sus bienes, con la obligación que es-tos fueran puestos a disposición del Hospital y que este contara con religiosas católicas. En 1930 se construye la Comunidad y la Capilla. En 1934 se contratan las religiosas “Siervas del Espíritu Santo”, religiosas argentinas que revalidaron sus títulos de enfermeras en la Universidad de Chile.” (Velásquez, 2008).

“En el año 1947 se anexa el Hospital Trudeau, destinado a tratamiento de tuberculosis, y poste-riormente ambos se fundirán en un solo Hospital con todas las especialidades, destinado a ser el hospital base y de mayor complejidad para el mi-llón de habitantes de 11 comunas del área sur de Santiago”. (San Martin y Espinoza, 2007).

Este Centro de Salud está ubicado en Av. José Miguel Carrera Nº 3204 en la comuna de San Miguel y pertenece al Organismo del Ministerio de Salud, el Servicio de Salud es un organismo estatal, y cuenta con una Autonomía Relativa, esto quiere decir que el Hospital puede tomar de-cisiones cuando lo estime conveniente, pero igual debe cumplir con las políticas, normas que son

Valdés Cisterna P.

15

generados por el Estado, este organismo es su-pervisado por la Secretaría Regional Ministerial de Salud (Seremi de Salud).

El Hospital Barros Luco brinda aten-ción a Pacientes Ambulatorios, Urgencia y Hospitalizados, este centro de Salud es uno de los más grande del País y cuenta con la mayor cantidad de Especialidades Médicas del Servicio Metropolitano Sur. El complejo Asistencial atien-de los 365 días del año y sus principales pacien-tes son derivados de Consultorios y Hospitales que forman parte de la Red Asistencial del Área Sur de Santiago.

Durante el período de abril del 2015 a abril 2016, ingresaron al Hospital Barros Luco 57 pa-cientes identificados en condición de calle, lo an-terior tuvo un implicancia de 1700 días promedio de hospitalización, alcanzando un promedio de estadía de 30 días camas por cada uno, días que no siempre fueron justificados por tratamientos en curso, sino que se trató de estadías prolonga-das por su condición social, por cuidados post hospitalarios, que pudieron haberse desarrollado en otras instancias, pero que debido a la carencia de red de apoyo y dispositivos disponibles, debie-ron continuar en las dependencias del hospital, haciendo de estos centros su hogar.

A modo de ejemplo, en la situación menciona-da, un día cama intermedio promedio tiene un va-lor mínimo de $48.000 pesos, lo que en dinero la atención de estos 57 casos, habría significado una inversión para Minsal de $81.600.000 millones de pesos, considerando el costo mínimo de atención, sin contabilizar los costos asociados como recur-sos humanos, exámenes, materiales entre otros.

En la última década Chile ha logrado avanzar en materias de sensibilización y discusión pública en relación a las personas en situación de calle, prin-cipalmente producto del levantamiento de censos a nivel nacional que hoy nos aportan datos esta-dísticos respecto a este grupo minoritario, como su número total, que “alcanzaría” las 12.25510 per-sonas sin hogar a lo largo del país y que nos pro-porcionan una mejor compresión de los factores que determinan la condición de calle.

Por el contexto de vulnerabilidad social asocia-do, la mayoría de las personas en situación de ca-lle son pesquisadas desde los Servicios Sociales, en los Hospitales Públicos, donde es posible

10 Censo 2011. Ministerio de Planificación Social.11 Min. Desarrollo Social, 201412 Fundación Gente de la Calle. 2014. https://www.gentedelacalle.cl/13 Lagos F. 2012. Cooperativa.cl. Columna de opinión: “El Desalojo pendiente”. Recuperado de internet el 4 de junio de 2020: https://opinion.cooperativa.cl/opinion/sociedad/el-desalojo-pendiente/2012-08-28/201511.html

visualizar el complejo escenario interventivo con este tipo de pacientes.

A nivel de diagnóstico preliminar de la situación problema que abordó esta investigación se en-cuentran las características propias de la personas en situación de calle, cuyas historias de vida en su mayoría, se encuentran marcadas por la depen-dencias al alcohol, la falta de redes de apoyo y en ocasiones la resistencia a la intervención social.11 Por otro lado, se deben considerar las necesidades de la institución hospitalaria, la cual requiere que una vez finalizada la atención de salud, sea el pro-pio individuo y/o su entorno, quien por sus me-dios se proporcione la continuidad de cuidados indicados, evitando así los reingresos.

Esta situación se complejiza, entre otros fac-tores, porque las personas en situación de calle no cuentan siempre con redes de apoyo familiar o institucionales que apoyen la gestión post-hospi-talaria, por lo cual su estadía se prolonga, aumen-tando los costos de la intervención clínica y obs-taculizando el uso de las ya insuficientes camas en los hospitales.12

Este campo de acción, a veces antagónico, en-frenta al Trabajador Social y su equipo, a diver-sos dilemas éticos, como considerar la posibilidad del egreso de estos pacientes al lugar de origen (la calle) o la posibilidad de inserción en lugares informales donde son recibidos por voluntades individuales que no cuentan siempre con las con-diciones adecuadas.

Como señala el Gestor Social, Francisco Lagos, de Fundación Gente de la Calle, “Esto afecta gra-vemente la labor desempeñada por los servicios sociales de los hospitales, pues no cuentan con una red expedita para derivaciones, lo que suele generar salidas informales y de corto plazo, lo que a la larga, significa que las personas en situación de calle no concluirán sus tratamientos, generando una espiral de ingresos y salidas del sistema, atochando camas y horas disponibles”13 en los sistemas de salud, in-volucrando no solo pérdidas de recursos humanos y financieros a los servicios públicos, sino que se pone en riesgo la protección y derecho a la salud de estas personas, como legítimos ciudadanos.

Por la comunicación que mantenemos con la red calle, sabemos que se encuentran al tanto de la problemática de los pacientes con alta de los Hospitales, con requerimientos especiales, pero

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 9-21

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

16

que pese a las buenas voluntades y flexibilidades que en ocasiones otorgan para recibir a estos pa-cientes en los albergues, no es posible responder de forma adecuada a la demanda tal como se ex-presa en el siguiente extracto: “Durante 2013, la Fundación Gente de la Calle recibió más de 30 so-licitudes de información de apoyo para personas hospitalizadas que se encontraban en situación de calle y que requerían cuidados o reposo tras su in-ternación, a los que no siempre es posible dar una respuesta efectiva, pues la mayoría de las institu-ciones que otorgan servicios de habitabilidad no cuentan con los requerimientos básicos (humanos y materiales) para asegurar la permanencia diaria u otorgar cuidados especiales”.14

En este escenario, los Servicios Sociales del área de salud absorben una vasta información acerca de esta problemática, ya que son estos dispositivos los que se encargan de la pesquisa de las personas sin hogar con problemas de salud limitantes y realizan las primeras gestiones y articulaciones con el obje-tivo de contribuir a la calidad de vida de esta po-blación en estado de vulnerabilidad y marginalidad.

3. TESTIGO Y TESTIMONIO. NOTAS DE CAMPO DESDE EL TRABAJO SOCIAL.

Como Trabajadora Social me desempeño hace de trece años en el Complejo Asistencial Barros Luco, en el área de atención cerrada correspon-diente a pacientes hospitalizados, compartiendo el rol profesional con la Subjefatura de la Unidad. En mi desempeño profesional en el área de salud, me he percatado de la gran problemática socio sanita-ria que se desencadena con los pacientes en situa-ción de calle que pierden su estado de salud y como consecuencia de esto requieren ser hospitalizados para tratamiento. He sido testigo de los diversos factores intervinientes en esta problemática, el esta-do de vulnerabilidad de estos pacientes, sus necesi-dades insatisfechas, sus aspiraciones y las injusticias sociales a las cuales se ven enfrentados, así como la falta de herramientas públicas e individuales de las que disponen para favorecer su proceso de recupe-ración y revertir su situación de vida, evidenciando que, en la mayoría de los casos, la hospitalización no es más que el síntoma de historias de vida mar-cadas por la desigualdad social, de la que muchas veces estas personas han sido víctimas desde etapas muy tempranas de su vida.

Este escenario, ha sensibilizado mi atención

14 Fundación Gente de la Calle. 2014.15 Cabe señalar que la derivación de los casos a la Unidad de Servicio Social puede realizarse mediante interconsulta derivada por el equipo clínico y demanda espontánea realizada por el paciente o pesquisa por las Trabajadoras Sociales de la Unidad.

profesional respecto al trabajo en salud que se lleva a cabo con estos pacientes, gatillando mi inquietud por conocer de manera más profunda esta realidad, de modo de poder aportar a la discusión y concre-ción de acciones que mejoren su calidad de vida.

En este contexto en que confluyen, salud pú-blica y personas en situación de calle, creo que es fundamental lo que los Servicios Sociales puedan informar y compartir experiencias, aprovechando el conocimiento que estos dispositivos han ido construyendo en este campo de acción.

Con la información producida y analizada a partir de este estudio, se intenta contribuir no solo a profundizar en materias de salud y personas en situación de calle, sino que además se busca pro-porcionar un respaldo profesional teórico-prácti-co, que otorgue sustento a los procesos de sensi-bilización y negociación a nivel central respecto a estas materias.

Con todo ello esta aproximación tiene por obje-tivo caracterizar la situación biopsicosocial de los pacientes en situación de calle hospitalizados en el Complejo Asistencial Barros Luco y conocer la intervención profesional desde la Unidad de Servicio Social.

La presente investigación se puede definir como una investigación de carácter exploratoria pues: “el objetivo es examinar un tema o pro-blema de investigación poco estudiado o que no ha sido abordado antes” (Hernández, Fernández y Baptista, 1998:58), porque el conocimiento de la situación de vulnerabilidad social de los pa-cientes de calle en el área de atención cerrada en salud ha tenido escasa atención en la literatu-ra del campo, en la discusión académica y en la profesional. En este escenario, se abordan aspec-tos del fenómeno potencialmente significativos para el personal de la salud vinculado a las áreas sociales, que puedan apoyar la comprensión de este fenómeno y que signifiquen un insumo teórico reflexivo para futuras investigaciones y prácticas profesionales.

4. MÉTODO

El universo de estudio se constituyó con las personas en situación de calle que fueron hospi-talizadas en el Hospital Barros Luco entre abril del año 2015 y abril del año 2016, cifra que al-canzo los 57 casos en total15, siendo los datos extraídos de una muestra representativa de más

Valdés Cisterna P.

17

del 50% (27 de esos casos), que fueron aquellas personas dispuestas a participar del estudio y la mitad de los Trabajadoras Sociales que atienden la Unidad de Servicio Social, es decir, 10 profe-sionales participaron de la muestra, tras cumplir requisitos estipulados por la investigación.

La investigación aplicó un método mixto, com-binando procedimientos cuantitativos y cuali-tativos. En Metodología Cuantitativa, para las personas en situación de calle seleccionadas, la investigadora aplicó una encuesta semiestructu-rada, con preguntas cerradas, con alternativas de respuestas y un ítem de preguntas abiertas. Con este instrumento se pretendió indagar respecto las principales características de estos pacientes.

En cuanto a la Metodología Cualitativa, para la muestra de Trabajadoras Sociales seleccio-nadas, la investigadora aplicó entrevistas se-miestructuradas con preguntas abiertas. Con la técnica de la entrevista, se buscó capturar la percepción que tienen las trabajadoras sociales respecto la intervención social que se realiza a nivel hospitalario con los pacientes de calle, sus principales características, necesidades, proble-máticas y cuáles son las principales acciones profesionales que utilizan, en este campo espe-cifico de acción.

En la fase de producción de Información de Casos fue fundamental las gestiones previas realizadas para contar con las autorizaciones jerárquicas de la institución Hospitalaria que respaldaron la aplicación del proceso investiga-tivo al interior del establecimiento (Unidad de Investigación asistencial, Comité de Ética y de-partamento de Jurídica).

Durante esta fase se inició un proceso de sensibilización y difusión de la investigación a todos los integrantes de la Unidad de Servicio Social, de modo de establecer las estrategias de colaboración Profesional y flujos que permitie-ran el acceso a los pacientes y despertaran el in-terés de la Trabajadoras Sociales por participar del estudio.

Una vez derivados los pacientes con antece-dentes de situación de calle (por medio de in-terconsulta, demanda espontanea, o pesquisa en sala), la investigadora tomó contacto direc-to con ellos, para evaluar las posibilidades de participación en el estudio. En esta etapa fue fundamental lograr el consentimiento infor-mado de todos los participantes. En el caso de pacientes orientados este documento fue auto-rizado directamente por el paciente y en el caso de pacientes que presentaron compromiso de

conciencia, se solicitó autorización a su familiar o apoderado responsable y en el caso excepcio-nal de no contar con familiares u apoderados, se extrajeron los datos de los registros docu-mentales de la unidad y de sala.

CONSIDERACIONES ÉTICAS

Cabe señalar que la presente investigación so-cial, no se llevó a cabo hasta contar con las auto-rizaciones pertinentes del Complejo Asistencial Barros y Servicio de Salud, correspondientes a la Unidad de Estudios Asistencial, Comité de Ética y el Departamento de Jurídica, según lo establece el protocolo interno de la institución. Para efectos de análisis de este estudio, se man-tuvo confidencialidad de los datos personales de los participantes.

Durante el proceso de investigación se apli-caron consentimientos informados cuando co-rrespondía. Para lo cual se contó con el apoyo de un Ministro de Fe que viso este procedi-miento. Además se comprometió el reporte sis-temático de los consentimientos aplicados, a la Unidad de Estudios Asistenciales de Complejo Asistencial Barros Luco.

Admemás, se procuró la utilización de un lenguaje adecuado, comprensible y legible de acuerdo a la capacidad de los sujetos, respetan-do su comprensión de la realidad, lenguaje e in-tereses. Para reguardar la dignidad y privacidad del paciente, los instrumentos de recolección de datos no se aplicaron en sala en horarios de visita o actividades de higiene, procurando convenir con los involucrados el momento ade-cuado según su disponibilidad. Finalmente los datos obtenidos en esta investigación, fueron entregados a la Dirección del Hospital para su conocimiento.

5. RESULTADOS DE LA INVESTIGACIÓN

Para facilitar la compresión del contenido se presentan las conclusiones según los objetivos de la investigación. Cabe señalar que el punto 5.1 y 5.2 dan cuenta de resultados de objetivo N °1 Caracterizar la situación biopsicosocial de los pacientes en situación de calle hospitaliza-dos en el Complejo Asistencial Barros Luco, y el punto 5.3 y 5.4 se refieren a resultados de objetivo N°2 Conocer y visibilizar la interven-ción profesional desde la Unidad de Servicio Social.

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 9-21

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

18

5.1 Condiciones de salud, los aspectos personales, socioeconómicos y psicosocia-les de los pacientes en situación de calle hospitalizados

Los pacientes de calle hospitalizados en el hos-pital Barros Luco, presentan características simi-lares a los señalados en los dos últimos censos de personas de calle, realizados por el Ministerio de Planificación Social y posterior Ministerio de Desarrollo Social.

La mayoría de ellos se trata de hombres, adultos, con un promedio de edad de 34 años, solteros (52%), con enseñanza básica incompleta (48%), con historias de vida marcadas por la pobreza y la marginalidad desde una edad temprana, con un tiempo promedio estimado en calle de entre dos a seis años. Un 25% lleva menos de un año en calle (experiencia reciente), un 37% lleva entre 1 a 5 años, y solo tres casos reportan más de una década en situación de calle.

Lo que mayormente originó la condición de calle, se sustenta en el consumo problemático de drogas y alcohol, reconociendo un 41% de los casos haber iniciado la condición calle por esta razón, seguido o paralelo a conflictos familiares.

En cuanto al lugar de pernocte, un 48% declaro habitar puntos calle, deambulando la mayoría de for-ma intermitente en diversos lugares de la cuidad de Santiago, destacando la comuna de San Joaquín con la mayor cantidad a adherencia a los puntos calle.

En relación a la actividad laboral, la mayoría se desempeña en trabajos marginales, informales y mal remunerados, destacando tres actividades principa-les: Trabajos menores en ferias libres, Comerciantes ambulantes y Cuidadores de vehículo.

Tampoco reciben otro tipo de ingresos median-te programas de seguridad social u otros, 20 casos, lo que equivale a que un 74%,refirió no percibir ningún tipo de beneficio estatal y los que reciben se concentran en el pilar solidario, beneficiados con pensiones solidarias de invalidez (18%), evi-denciando a su vez, una discapacidad previa a la hospitalización.

En los pacientes entrevistados se evidencia un gran deterioro social y orgánico, producto de his-torias de vida marcadas por la desigualdad, la vida en calle y el poli consumo asociado, siendo el in-greso al hospital el síntoma del menoscabo en su estado de salud, causado por enfermedades cróni-cas o traumáticas.

La mayoría de los encuestados, es decir, un 30% ingreso al hospital traído por Sapu o Carabineros, encontrado en la vía pública, lo que evidencia el

estado de abandono en que se encontraban ante-rior a la hospitalización.

En cuanto a las patologías de ingreso, es-tas fueron de diversa etiología, destacando los Traumatismos encéfalo craneanos (TEC) por caí-das o golpes proporcionados por terceros, fractu-ras en extremidades, principalmente por acciden-tes de tránsito, en contexto de estado etílico del usuario y daño hepático crónico, enfermedad que es propiciada por el consumo excesivo de alcohol. Si bien las situaciones señaladas fueron las princi-pales causas de ingreso, en la mayoría de los casos se conjugan patologías.

Pese al deterioro multiorgánico que presentaron los encuestados, llama la atención que finalizados los tratamientos durante la hospitalización, la ma-yoría recuperaba su nivel de autonomía básica, un 56% de ellos, se encontraba autovalente para rea-lizar actividades básicas de la vida, sin embargo otros usuarios sufrieron daños irreparables como amputaciones en un 15%, y un 7% de ellos quedó en condición de paciente postrado.

Por su favorable evolución, muchos de ellos, el 83%, no requirió del apoyo de ayudas técnicas para su desplazamientos, solo siete casos requirie-ron de silla de ruedas y tres de catre clínico entre otros insumos clínicos, como un caso con motor de aspiración por traqueotomías.

En este contexto de fragilidad social, los pa-cientes asumen en su mayoría una postura distinta a la mantenida en calle. Al preguntarles sobre su deseo de querer cambiar su condición, asumen abiertamente la necesidad de querer recibir ayuda externa, así como la disposición interna de querer salir de la condición de calle, pues perciben duran-te la hospitalización sus propias limitaciones físi-cas y/o psicológicas. Por lo que la mayoría de los casos, equivalente al 89% de la muestra (24 casos) manifestó intención de salir de la condición de ca-lle, aspecto muy relevante ya denota la intención de estos a cambiar su situación, escenario que re-leva la importancia del rol de las redes de apoyo.

Durante la hospitalización, surgen entonces nuevas necesidades tanto afectivas como econó-micas. La mayoría luego de un proceso de hospi-talización requiere realizar un proceso de rehabili-tación de adicciones -reconocida como una de sus principales obstáculos de crecimiento personal-, además refieren al ámbito del trabajo como uno de sus principales objetivos hacia una reinserción social una vez terminado su proceso de salud en-fermedad, verbalizando intención de querer vo-luntariamente ingresar a centros de rehabilitación y/o reinsertarse laboralmente.

Valdés Cisterna P.

19

Pese a que se evidenció escasez de proyección concreta hacia el futuro, la mayoría respondió que su proyecto ideal al salir del Hospital era la re vin-culación con su familia y reinsertarse laboralmen-te, manifestando como necesidad sentida, el reci-bir por parte del estado apoyo para una solución habitacional, por medio de subsidio o asignación directa para arriendo.

En el caso de los pacientes secuelados, se evidencia la necesidad imperiosa de contar con pensiones de invalidez, todas alternativas econó-micas, para resolver la necesidad de obtener un refugio u hogar de acogida.

5.2 Destino de egreso de los pacientes y las redes de apoyo y programas que se utilizan.

Se evidencia que estos pacientes no cuentan con red familiar de apoyo familiar y en muchos casos esta es inconsistente. Desgastados los vínculos, muchas veces por el propio contexto de consumo que poseen algunos de estos pacientes, debido a la desesperanza aprendida.

Más de la mitad de los entrevistados, 59%, re-portó no contar con red de apoyo familiar pre-sente y un 56 % declara que el único apoyo que reciben es de instituciones externas públicas y/o privadas principalmente de carácter religioso, las cuales les aportan elementos básicos de sobrevi-vencia como vestuario y alimentación.

El 67% de ellos no contaba con ninguna lugar de egreso al alta, que contara con las condiciones mínimas de habitalidad acorde a su estado de sa-lud, siendo esta una de las mayores necesidades de factor de estrés para los pacientes.

Por lo anterior, el lugar de egreso fue diverso, siendo la acogida familiar y los centros de reha-bilitación los predominantes. En ambos casos la Intervención de Trabajo Social, fue fundamental para concretar dichas posibilidades de reinserción social, como uno de los objetivos fundamental del Trabajo Social.

Especialmente en los casos que perdieron su capacidad total o parcial de autonomía, asumen la necesidad primaria de un lugar adecuado de egreso al momento del alta médica, encontrándo-se conscientes que luego de la hospitalización, la calle no es un lugar apto para su sobrevivencia.

Es por esto que durante la hospitalización cuando se carece de red familiar, son princi-palmente algunos voluntariados internos del hospital o externos de corte cristiano/evangé-lico, quienes generalmente los visitan y asisten en los hospitales.

En este escenario donde confluye situación de calle y discapacidad, el paciente hospitalario que-da al margen de los dispositivos de apoyo de la red calle, ya que las instituciones de beneficencia y/o gubernamentales disponibles, no logran sol-ventar la demanda, por las características parti-culares de estos pacientes, ya que se entrecruza no solo la condición de calle, sino que también se suma la falta de autonomía con limitaciones leves a moderadas.

Sin la ayuda de estas instituciones, que previo al ingreso sostenían su sobrevivencia en calle y la evidente carencia de red de apoyo familiar, estos pacientes quedan en estado de absoluto abando-no en los hospitales públicos de nuestro país. La mayoría de los casos una vez terminados sus trata-mientos médicos se configuran para las estadísti-cas de salud pública como casos socios sanitarios.

5.3 Metodologías de intervención, técnicas y acciones profesionales del Servicio Social.

En relación a la metodologías utilizadas por las Trabajadoras Sociales con usuarios en situación de calle, destacan la atención en crisis, por lo agudo de la enfermedad y el alto grado de vulnerabilidad del paciente, así como el modelo asistencial debi-do a las múltiples carencia con las que ingresan, que movilizan al Profesional a ejercer acciones básicas como, gestión de redes intra y extra red para obtención de identidad, cedula de identidad y adquisición de vestuario, acciones que parecen básicas, pero que son parte esencial para iniciar un proceso de reinserción trasversal, que les per-mita acceder a los beneficios básicos de seguridad social disponibles.

En relación a los aspectos facilitadores preva-lece el trabajo interdisciplinario entre los equipos clínicos y las unidades de apoyo (Enfermeras, Matronas, Médicos, Psicólogos, Técnicos de en-fermería, Trabajadoras Sociales, etc.). Se observa-ron que en equipos donde existía mayor partici-pación del Trabajador Social prevalecía una mayor sensibilidad respecto las problemáticas sociales de estos pacientes dadas las experiencias y acer-camiento de los a esta realidad, lo que propicia resultados más efectivos y eficientes.

La mayor sensibilidad en torno a la problemáti-ca, se ha ido desarrollando en el último tiempo, a partir de los censos y noticieros, ha contribuido a la generación de mayor conciencia social en todos los niveles jerárquicos hospitalarios.

A su vez el mayor interés profesional y levan-tamiento de información a niveles centrales,

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 9-21

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

20

respecto la intervención con personas en condi-ción de calle, ha facilitado la intervención social con dichos usuarios.

Fundamental ha sido el apoyo de programas gu-bernamentales como noche digna e instituciones no gubernamentales y los voluntariados existentes, los cuales llevan la temática como bandera de lucha desde la perspectiva de sujeto de derechos, fomen-tando la educación de los profesionales vinculantes.

Sin duda, el mejor facilitador, radica en el interés y motivación que tenga el paciente en relación a recibir ayuda externa para generar mejoras en su calidad de vida, así como los pro-pios recursos humanos con los que este cuenta y capacidad de autonomía; en este sentido es fundamental la prevención del deterioro de esta población.

En relación a los obstaculizadores se identifi-ca el rechazo del propio paciente a la interven-ción social por su carencia de conciencia de en-fermedad y falta de motivación para adherir a tratamientos.

Otro obstaculizador, que en la mayoría de los casos se encuentra presente es la falta de red de apoyo familiar, debido principalmente al desgas-te familiar y desesperanza aprendida frente a la posibilidad del cambio del paciente.

La carencia de una política pública que abor-de la temática de las personas de calle en estado de enfermedad, tal como se ha señalado ante-riormente es evidente que uno de los principales obstaculizadores a la intervención social.

5.4 Valoración, presencia de dilemas éti-cos y desafíos que enfrentan los trabajadores Sociales.

Para la Unidad de Servicio Social, el paciente de calle, es sujeto de atención prioritario, consi-derado según la definición del propio MINSAL como el usuario de más alto riesgo socio sanitario.

Por lo anterior el espíritu del trabajo que se realiza a interior de la unidad, apunta a consi-derarlos como sujetos de derechos, cumplien-do un rol fundamental el Trabajador Social al interior del equipo, contribuyendo a una mayor sensibilización y comprensión social sobre la problemática.

Uno de los principales dilemas éticos, es respetar a estos pacientes como sujetos de derechos, resguardando su capacidad de auto-determinación y al mismo tiempo no dejar de protegerlos, ya que muchos de ellos por su es-tado de vulnerabilidad clínica, no se encuentran

en condiciones de tomar decisiones por sus propios medios.

Otro dilema ético dice relación con la escasez de lugares de egreso y la necesidad del sistema para evacuar pacientes al momento del alta, por lo que muchas veces se opta por egresos a dispositi-vos que no siempre cuentan con las condiciones óptimas que requieren estos usuarios para la con-tinuidad de su atención.

6. CONCLUSIONES

Luego de aplicados los instrumentos de pro-ducción de datos y entrevistas con expertos en el área, este estudio concluye la importancia de levantar un dispositivo que otorgue a los usuarios de calle un lugar de atención para cuidados post hospitalarios, para lo cual se hace imprescindi-ble una política pública intersectorial entre dife-rentes actores como MIDESO MINSAL entre otros que absorba estas demandas mediante una respuesta residencial donde se considere, a dife-rencias de los ya existentes, la condición de calle, sumado al factor discapacidad, ya sea esta transi-toria o permanente.

Esta instancia debiese contar entre otras carac-terísticas con el recurso humano capacitado e ins-truido en esta problemática, considerado que el presencia aquí es fundamental del Trabajo Social por su experiencia en el tema, para paralelamente realizar un trabajo profesional con las familias de estos usuarios, mediante intervenciones efectivas que faciliten su reubicación familiar y laboral, una

Valdés Cisterna P.

21

vez finalizados los tratamientos post hospitala-rios, así como la potenciación y fortalecimiento de sus capacidades de gestionar sus propios recursos humanos.

La creación de un centro de cuidados post hos-pitalarios desde este punto de vista contribuiría a tres grandes objetivos, la descongestión de camas hospitalarias a nivel central, asegurar atención adecuada de estos pacientes y lo más relevante fa-vorecer su proceso de reinserción social.

Cabe destacar que a partir de la socialización de los datos del presente estudio, se constituyeron mesas de trabajo intersectorial, entre la unidad de Servicio Social, la Dirección del Servicio de Salud Metropolitano Sur y el Ministerio de Desarrollo Social, en las cuales trabajamos para poder ge-nerar un dispositivo de egreso post hospitalario, comprometiéndose colaboración mutua para la obtención de autorizaciones pertinentes y recur-sos financieros y humanos a un mediano o largo plazo.

7. REFERENCIAS

• Arellano S. (2012). Presentación resultados segundo Catastro Personas en situación de calle. Ministerio de desarrollo Social. http://www.ministeriodesarrollosocial.gob.cl/plancalle/docs/En_Chile_Todos_Contamos.pdf

• Barros, de Los Ríos, Torche. (1996). “Lecturas sobre exclusión Social” Edición OIT.

• Capellini, Cohen, Wolochin, Escobar. (2012). Internación de pacientes en situa-ción de calle: estrategias de intervención desde el trabajo social. Revistas Margen Nº 67. Buenos aires.

• Castel R. (2004). Las trampas de la exclu-sión. Trabajo y utilidad social. Edición Buenos Aires.

• De los Ríos, D. (1999). Exclusión social y política social en OIT. Exclusión social en el mercado del trabajo. El caso de Chile. Edición OIT.

• Gobierno de Chile (2012). En Chile todos

contamos, segundo Catastro Nacional de personas en situación de calle. Ministerio de desarrollo social.

• Gobierno de Chile (2005). Habitando la calle, primer Catastro Nacional de per-sonas en situación de calle. Ministerio de Planificación Social.

• Hernández, Collao y Lusio. (2006). “Metodología de la investigación”. McGraw-Hill. México 4ª Edición.

• Hogar de Cristo. (2003). Documento de trabajo. Programa acogida. Santiago. Hogar de Cristo.http://www.hogardecristo.cl/wpcontent/files_mf/1453483254Memo-ria2014_8MG.pd

• Lasic S. y Hirsch N. (2005). Revista ¿Qué respuesta se les da a las personas que viven en la calle? Argentina. http://trabajoso-cial.sociales.uba.ar/wp-content/uploads/sites/13/2016/03/23.pdf

• Márquez E. y Rojas N. (2006). Reflexiones acerca de las personas en situación de calle, Santiago de Chile. http://www.redcalle.cl/descripdecla.asp?ImageID=299

• Ministerio de planificación, Gobierno de chile. (2002). Síntesis de los principales en-foques, métodos y estrategias para la supe-ración de la pobreza. Gobierno de chile

• Programas Calle (2010). Gobierno de Chile. www.chilesolidario.gob.cl./programa calle. Gobierno de Chile

• Trabajo con personas en situación de ca-lle. (2010). Panorama y propuestas para el trabajo con personas en situación de ca-lle. http://www.redcalle.cl/descripdecla.asp?ImageID=303

• Valerio J. (2006). “Las representaciones Sociales de la calidad de vida en personas en situación de calle”. Universidad de Chile. Santiago.

• Zulueta, Sebastián (2008) “Políticas públi-cas y privadas para personas en situación de calle”, Revista Trabajo Social [PUC], 75, 27-35.

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 9-21

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

23

Tiempos Críticos. Análisis de la relación entre violencia y personas en situación de calle en

contextos de “normalidad” y “excepción”Critical times. An analysis of the relation between violence and homeless

people in contexts of “normality” and “exception”Gabriela Rubilar1

Camila Santibáñez2

Verónica Echeverría 3

RESUMEN

E ste artículo analiza y problematiza las nociones de normalidad y excepción en el caso de las perso-nas en situación de calle. Se asume la premisa que, en el estado de excepción, la situación de las per-sonas que viven en la calle se extrema, producto de la violencia y la invisibilidad de su acontecer. Sin

embargo, la excepcionalidad en la normalidad ofrece un espacio privilegiado para observar las distintas for-mas de violencia a la que estas personas se ven expuestas y los modos como ellas gestionan su cotidianeidad.

A través del caso de estudio de una familia asistida por el programa Vía Solidaria, testimonios y registros de prensa obtenidos tras el estallido social de octubre de 2019 se describe la violencia en tiempos “normales”. Los resultados del análisis permiten iluminar y oscurecer algunos de los debates en torno a intervención con personas en situación de calle, así como las estrategias seguidas por organismos público/privados para la erra-dicación de esta problemática en el país. El trabajo concluye con algunos desafíos y proyecciones en torno al tema y la forma como las personas víctimas de esta situación pueden visibilizar sus derechos, en conjunto con las demandas y exigencias de una ciudanía que aboga por transformaciones y cambios societales.

Palabras clave: Normalidad, emergencia, crisis, personas en situación de calle, derechos.

ABSTRACT

This article analyzes and problematizes the notions of normality and exception in the case of homeless people. The study rests on the premise that, in a state of exception, the situation of homeless people beco-mes extremely hard due to the violence around them and their invisible existence. However, exceptionality in normality supplies a prime location for observing the multiple forms of violence to which these people are exposed and the ways in which they manage their quotidian life.

The article employs a case study to describe how violence is observed in “normal times” and also con-siders personal testimonies and press stories collected during the social eruption of October 2019. The social eruption is defined as a privileged setting to observe exceptionality and its tensions regarding how control, social cohesion, and people’s experiences with violence are perceived in times of uncertainty. The results of the analysis enable us to illuminate and darken some of the debates on interventions aimed at homeless people as well as the strategies adopted in Chile by public and/or private organizations to eradi-cate this issue. Finally, the article presents some challenges and projections regarding what is to come and

Recibido el 1 de abril de 2020. Aceptado el 2 de junio de 2020

1 Trabajadora Social, académica Departamento Trabajo Social Universidad de Chile, doctora en metodologías de investigación. Correspondencia a [email protected] Estudiante Trabajo Social Universidad de Chile, integrante Núcleo I+D Innovaciones efectivas en Políticas Públicas.3 Estudiante Trabajo Social Universidad de Chile, integrante Núcleo I+D Innovaciones efectivas en Políticas Públicas.

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 23-37 ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

24

the way in which people affected by homelessness can make their demands and rights visible in con-nections with the requirements and demands of citizens who expect societal changes.

Key Words: Normality, crisis, emergencies, homeless peo-ple, rights

1. INTRODUCCIÓN

De acuerdo con la información proporciona-da por el Ministerio de Desarrollo Social 15.163 personas se encontraban en situación de calle en octubre de 2019. La mayor parte de estas perso-nas son hombres que se ubican en centros urba-nos de las regiones de Valparaíso, Metropolitana y Bio-Bio, un tercio llevan entre 4 y 5 años vi-viendo en la calle y sus edades se concentran en torno a los 30 y 50 años (MDS, 2019). Si bien hay debate y algunas controversias en torno a las cifras de personas que actualmente viven en la calle4, hay consenso en reconocer que la crisis social desencadenada en octubre de 2019 afec-tó particularmente a estas personas, cuyas ruti-nas se vieron alteradas producto de situaciones como: estado de excepción, toque de queda, ac-ciones de control social de manifestaciones y di-suasión de marchas, cierre de espacios o lugares de atención o de asistencia, transformación de sus lugares habituales de pernoctación, violencia y detenciones, entre otros.

Este artículo indaga en algunos de los efectos que ha tenido esta crisis social y política en la vida de estas personas, al mismo tiempo que dis-cute la forma como se concibe la violencia en los espacios urbanos. Se utiliza como premisa que la violencia vivida en los días post-estallido, es la violencia a la que cotidianamente se enfrentan las personas en situación de calle. Una norma-lidad vivida en tiempos de excepción, diremos para entender la clave de este artículo, donde la relación de los sistemas sociales y las institucio-nes, así como con autoridades y los mecanismos de control social de los más pobres se amplían a otros grupos sociales y a los ciudadanos de a pie, quienes concurren a las salas de espera de cen-tros de salud, a las comisarías, a los juzgados con diversas demandas o requerimientos de atención producto de lesiones, denuncias y atropellos a sus derechos (INDH, 2019), experimentado en primera persona una realidad cotidiana para las personas en situación de calle.

4 Las cifras fluctúan entre 12 mil y hasta 43 mil personas, considerando todas las fuentes como el Registro Social de Hogares, Hogar de Cristo, programas ministeriales permanente, personas en programas invierno y otros (Ibáñez, 2019)

Uno de los propósitos de este artículo es tensio-nar las concepciones y los discursos sobre norma-lidad y excepcionalidad, analizando los medios y mecanismos por los cuales la violencia es ejercida hacia los más pobres, vulnerando sus derechos e invisibilizando sus demandas (Bauman, 2002; Wacquant, 2001). Para ello se desarrolla un aná-lisis basado en un estudio de caso (Stake, 1998)sumado la recopilación de testimonios de perso-nas en situación de calle durante la crisis social de fines de 2019, que entre otras consecuencias ha dejado en evidencia mecanismos de exclusión, aporafobia y criminalización de los más pobres.

La normalidad en el caso de las personas en si-tuación de calles es muchas veces la excepciona-lidad vivida en los últimos meses de 2019, donde la incertidumbre, el temor hacia los demás y los enfrentamientos se vuelven habituales. Violencia que para quienes viven en la calle es estructural y paradójicamente cotidiana.

El estallido social puso de manifiesto el es-tado de irritación de las relaciones sociales (Araujo, 2019), a partir de una sumatoria de tensiones que se fueron acumulando y contri-buyeron a un “malestar” general que ya había mostrado algunas de sus expresiones a nivel político y social.

1.1 Violencia, Normalidad y Excepción

Para contextualizar la discusión se expone el vínculo entre dispositivos de control social del Estado y su relación con la estructura de la asis-tencia y los derechos, dando cuenta de algunas contradicciones o tensiones, en el sentido pro-puesto por Bergalli (1998) y Garland (2015). En la construcción de este apartado se toma como referente los modelos clásicos de control social (Merton, 1964), incluyendo las teorías de la ano-mia (Durkheim, 1985/1897), teorías de desvia-ción (Becker, 1971; Varela y Álvarez-Uría, 1989) y los modelos de etiquetamiento (Goffman, 1970; Alvira, 1975), que dan cuenta del proceso de estigmatización de los más pobres (Álvarez-Uría, 1979) y particularmente de quienes enfren-tan las peores formas de exclusión.

Así mismo se abordan algunas aproximaciones más contemporáneas en torno al castigo de la po-breza (Wacquant 2001 y 2009; Fassin, 2016 y 2017), especialmente cuanto esta se desarrolla en grandes centros urbanos (Cabrera, 2000) dando origen a fe-nómenos como segregación espacial y aporafobia

Rubilar G., et al.

25

(Cortina, 2018). Es en este contexto, donde los imaginarios de la violencia dan pie al concepto de una “ciudad blindada o imaginada” que se sitúa al lado de la ciudad real, más desigual y desagrada-ble que la ciudad soñada (Améndola, 2000: 309), lo que nos permite hablar de inclusión/exclusión en el mismo espacio territorial, como ocurre por ejemplo con las personas en situación de calle que habitan en ciudades como Santiago, Valparaíso y Concepción, o la propia noción de Chile como un oasis en el contexto Latinoamericano5.

Los límites de esta ciudad o de este país imaginado se construye a partir de estas desigualdades y en su capacidad de distinguirse o diferenciarse de los de-más, desarrollando una postmoderna paranoia ante lo que se considera extraño o ajeno (Barreiro, 2004), categoría que incluye por cierto a las personas en si-tuación de calle, a los migrantes, a los extranjeros.

El temor a la violencia es uno de los princi-pios ordenadores de esta ciudad contemporánea, que aboga por formas de control de los cuerpos desviados, o marginalizados. Las formas de or-ganización entre vecinos ante las amenazas de otros, es tan antigua como la misma ciudad, pero va adquiriendo nuevas significaciones a partir del desarrollo de tecnologías y dispositivos de con-trol, intensivos en el uso de Tic’s, que incluyen sistemas de seguridad con televigilancia y que permiten el desarrollo de una industria de segu-ridad activa y pasiva a nivel de hogares y vecin-darios (Roitman, 2003).

La seguridad personal queda en manos de priva-dos, mientras que el Estado asume principalmen-te el control urbano de aquellos espacios que se consideran públicos, donde habitan las personas sin hogar y los intersticios que la propia ciudad segmentada genera “entre” barrios integrados y/o excluidos, como ocurre por ejemplo con las auto-pistas urbanas, los parques públicos, algunos cen-tros comerciales, las plazas de estacionamiento.

Lo anterior, da cuenta que la crisis de la seguri-dad está intrínsecamente relacionada con la crisis global del Estado, y puede ser entendida como el resultado de la ruptura de los equilibrios garanti-zados por el pacto social (Améndola, 2000). Algo se ha quebrado y esa falta de integración o cohe-sión social, es vista como amenaza de bienestar para quienes sienten que sus demandas se dispu-tan o tensionan con los requerimientos de otros.

Es importante connotar que la geografía del peligro en la ciudad no sólo hace referencia a

5 Así lo expresó Alejandro Aravena a CNN a propósito de la convivencia humana en las ciudades y la segregación https://www.cnnchile.com/programas-completos/alejandro-aravena-arquitecto-la-acumulacion-de-privilegios-lamentablemen-te-es-a-costa-de-los-privilegios-de-otros_20191027/ [26 de octubre de 2019]

los espacios físicos o urbanos, sino también a las personas que son connotadas como peligrosas o sospechosas, lo que da origen a una respues-ta institucional que controla y gestiona a los más pobres, conteniéndolos en residencias, centros de día, espacios de acogida, albergues u otros dispo-sitivos que eviten su propagación física y social. Las teorías criminológicas de contagio delictivo y de otras formas de desviación que relacionan el delito con la condición social de las personas, pro-pias de las formas de intervenir la pobreza en el siglo XIX (Ponce de León, 2012), encuentran te-rreno fértil en estas aproximaciones, tal cual como la anunciara el intendente de Santiago Benjamín Vicuña Mackenna en 1872, cuando hace referen-cia a un Santiago en dos ciudades, uno moderno y próspero y otro decadente y atrasado.

1.2 Violencia en contextos de “normalidad” y personas en situación de calle

Vivir en la calle es una experiencia violenta, lími-te y extenuante en términos físicos y psicológicos, implica gestionar diariamente servicios y bienes básicos como alimentación, alojamiento y abrigo. La violencia está presente en las distintas fases de las trayectorias que siguen las personas en situa-ción de calle, y es particularmente evidente en el caso de las mujeres quienes han sido víctimas de episodios sistemáticos de violencia intrafamiliar, abuso y falta de protección (Núñez, 2013).

La violencia se vuelve una “normalidad”, dire-mos en este artículo y las personas en situación de calle aprenden a administrarla usando recursos personales o institucionales que minimizan o com-pensan sus efectos. La violencia no disminuye, sino que se hace más sutil, se metamorfosea en otros formatos menos evidentes como la sensación de indignidad que se vive al momento de “la espera” para la obtención de beneficios, de asistencia o atención. La espera de los pobres es un fenómeno ampliamente estudiado por Auyero (2013) y obser-vado en estudios etnográficos que ponen atención en las burocracias, las formas de atención a la po-breza y las prácticas de asistencia (Dubois 2018, Rojas, 2019), en este artículo no profundizamos en esta dimensión, pero conectamos esta espera con la obediencia o sumisión no conciliada, que es vivida como un tipo de violencia o amenaza a la dignidad personal (Araujo, 2016).

El modelo de desarrollo impulsado en Chile

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 23-37

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

26

en las últimas décadas ha puesto énfasis en las lógicas de gestión de la pobreza y en el empren-dimiento de los propios pobres en las formas de asistencia de un estado social (Rojas, 2019), que suele enfatizar deberes por sobre el recono-cimiento de los derechos. Lo anterior es coinci-dente con lo planteado por Jouannet (2008) en su análisis respecto a las personas en situación de calle, donde las necesidades de subsistencia son progresivamente reemplazadas por otras necesidades como: la identidad, la libertad y también la dignidad. Elemento que ha estado especialmente presente en los malestares que desencadenaron la crisis política y social de oc-tubre de 2019 (Araujo, 2019) y en los análisis que las propias personas en situación de calle hicieron de su situación (Círculos calle, 2019).

El reconocimiento de la vulneración de la iden-tidad incluye expresiones como “miedo de la so-ciedad al diferente (…) auto-estigma, vergüenza y orgullo que no les permite regresar a su fami-lia (…) prejuicios de que las personas de la calle son ladrones lo que genera rechazo social (…) discriminación socioeconómica por no pertene-cer a una clase social y “segregación social física espacial (no vemos al otro)” (Zulueta, 2008: 30). Siguiendo la línea de la indignidad en la cotidia-neidad de los pobres, observamos que resulta violento contar con una identidad estigmatizada (Goffman, 1970) y con ausencia de reconoci-miento por parte de una institucionalidad que los invisibiliza o subregistra.

En este sentido, el reconocimiento de las perso-nas en situación de calle y su visibilización como problemática societal emerge como una responsa-bilidad mínima para poder garantizar sus derechos y resguardar una vida digna. Desde este punto de vista, la demandas que sustentaron la crisis social de finales de 2019 representan una oportunidad de transformación de los “contenidos de la dig-nidad tanto en términos de las provisiones mate-riales como de las oportunidades sociales básicas” (Araujo, 2019: 20).

La invisibilidad de las personas en situación de calle en los registros y estadísticas censales ha sido una expresión de esta falta de reconocimiento (Jouannet, 2008:10). En los últimos 15 años ha habido un esfuerzo de la sociedad civil y de or-ganismos públicos por catastrar e identificar a las personas afectadas por esta situación6, la cuanti-ficación y caracterización estadística es una for-ma de visibilizar la magnitud y complejidad de esta problemática social, al mismo tiempo que

6 Catastro 2005 y 2011; Registro social de hogares y Censo 2017.

se impulsa el desarrollo de una oferta mínima de atención y asistencia social básica. También per-mite evidenciar algunas brechas, especialmente significativa en los temas de salud física y mental, atención sociosaniaria y la pertinencia o necesidad de adecuación de algunas intervenciones.

Al respecto, se constata que un tercio de las personas en situación de calle del país padecen enfermedades crónicas, más de la mitad presenta consumo de alcohol y tabaco; un cuarto de ellas consumo problemático de otras drogas como pasta base y marihuana, además de manifiestas dificulta-des para ver, dormir, caminar, trabajar, estudiar y recordar (MDS, 2019). El 74% de las PSC presenta algún tipo de dificultad (en una escala de dificultad extrema/severa/moderada), que no se encuentra suficientemente atendida por los dispositivos de salud. La salud y la reparación de situaciones que afectan la calidad de vida (malnutrición, violencia intrafamiliar, enfermedades crónicas, consumo de drogas y alcohol), es uno de los aspectos que des-tacamos en este artículo, ya que encuentra sintonía con la línea editorial de la Revista y su propuesta de una “nueva salud pública”, en el sentido expresado por Crispi, Franz y Viveros (2018) y Alarcón (2018) en sus trabajos sobre discriminación por género en salud y victimización secundaria de víctimas de agresiones sexuales.

Enfatizamos que la violencia es una constante en las experiencias de las mujeres que viven en la calle (Núñez, 2013), ello incluye violencia fí-sica y simbólica, muchas veces experimentada con anterioridad a esta situación (Eissman, 2019) y reproducida en algunas de sus formas en sus trayectorias. La calle es violenta para las personas que viven en esta situación y es particularmente violenta para las mujeres, los más jóvenes y los más ancianos.

En este sentido, al referirnos a las expresio-nes de violencias en torno a vivir en la calle, es importante reconocer las diferencias de gé-nero que se observan en esta situación. Las mujeres en calle representan el 16% del total (MDS, 2019), para la mayor parte de ellas, el origen de su situación de vida en la calle se debe a experiencias de abuso o maltrato, su-mado al no tener casa donde llegar (Núñez, 2013: 192). Progresivamente el componente de género ha comenzado a visibilizarse en el trabajo desarrollado por algunas instituciones y organismos, así queda en evidencia en las aproximaciones desarrollada por profesiona-les de la Fundación Gente de la Calle donde

Rubilar G., et al.

27

se enfatiza la relación entre la violencia intra-familiar y la situación de calle7.

La dependencia económica de las mujeres respecto de sus parejas, la precarización del em-pleo, la presencia de doble jornada laboral, su-mada a las fallas en los sistemas de protección y atención de víctimas de abusos y mal trato, así como la falta de pertinencia de programas de in-tervención según de género8 aparecen como los elementos que gatillan estas situaciones, donde vivir en la calle termina siendo una “alterativa”, más segura que el hogar o la vivienda de origen9 . Lo anterior es coincidente con lo señalado por Alarcón, a propósito de las víctimas de violencia sexual quienes acuden a los servi¬cios de salud en condiciones de alta vulnerabili¬dad (…) es-perando ser atendidas de una manera digna y humana que les permita recuperar el control de sí (…) debe ga¬rantizar un trato digno y conte-nedor (Alarcón, 2018: 58).

1.3 Estados de excepción, estados de nor-malidad y control del riesgo

En este eje se analiza cómo se presenta la violencia en un estado de excepción, para ello se recogen algunos elementos de la noción Foucaultiana de violencia como dispositivo de control y poder. Foucault define al dispositivo como una relación entre diferentes compo-nentes o elementos institucionales que incluye artefactos como discursos, leyes, medidas ad-ministrativas, entre otros. Para este autor el dis-positivo mismo es la red que se establece entre

7 Ver noticias y notas web Fundacion Gente de la Calle:https://www.gentedelacalle.cl/mujeres-en-situacion-de-calle-la-lucha-de-cada-dia/ [8 de marzo de 2017], http://www.gentedelacalle.cl/que-ocurre-con-las-mujeres-que-viven-en-la-calle/ [28 de marzo de 2017], http://www.gentedelacalle.cl/video-mujeres-situacion-calle-una-realidad-invisible/ [11 de julio de 2018 ], http://www.gentedelacalle.cl/miradas-urgentes-so-bre-mujeres-en-situacion-de-calle-en-la-2o-version-de-comunicacion-cultura-y-calle/ [10 de diciembre de 2018], http://www.gentedelacalle.cl/audio-tratan-los-medios-la-violencia-mujeres-situacion-calle/ [22 de noviembre de 2018], http://www.gentede-lacalle.cl/personas-en-situacion-de-calle-dejaron-carta-de-denuncia-en-el-servicio-nacional-de-la-mujer/ [9 de mayo de 2019]https://www.gentedelacalle.cl/el-ministerio-de-desarrollo-social-no-cuenta-con-una-oferta-especializada-para-mujeres-en-situa-cion-de-calle/ [16 de marzo de 2019], https://www.gentedelacalle.cl/el-femicidio-y-la-situacion-de-calle-dos-escenarios-catastro-ficos-que-devienen-de-las-violencias-hacia-las-mujeres/ [28 de noviembre de 2019]8 Ver opinión de María Isabel Robles, directora ejecutiva de Rostros Nuevos en El Mercurio. Disponible en https://www.hogardecristo.cl/noticias/mujeres-en-situacion-de-calle-cronica-de-un-desconocimiento/9 En 2018 el Ministro de Desarrollo Social señalaba que “el sistema público de salud es muy deficitario, y el problema son las esperas, la lentitud. Cuando uno habla de tratamiento de salud mental no es una cosa de visitar una vez a un especialista, se requiere de permanencia, continuidad. Mayores antecedentes sobre la situación de mujeres en Calle se puede revisar en reportaje El drama de las mujeres que viven en la calle de canal 13 https://www.youtube.com/watch?v=Es79DOsCRUE [09 de julio 2019]10 Hemos utilizado la traducción incluida en el texto de Agamben por su claridad y el apartado de Atiles-Osoria por la forma como se usa el concepto para los fines de este artículo.11 Perspectiva coincidente con lo señalado por el Senado de Chile (2019), donde se define el estado de excepción constitucio-nal como un mecanismo en el cual se ven alteradas las situaciones de normalidad y regularidad de los derechos y las libertades que tienen las personas garantizadas por la constitución política. Este se aplica en casos o hechos extraordinarios que acontecen dentro de un país y tiene como finalidad el proteger otro bien mayor. https://www.senado.cl/appsenado/index.php?mo=trans-parencia&ac=doctoInformeAsesoria&id=391 [15 diciembre 2019]

estos elementos, no es algo externo a la socie-dad (Fanlo, 2011).

En este sentido, el Estado de excepción es un dispositivo provisional para situaciones de peligro que debiera ser usado como medio y no como fin. En contexto de excepcionalidad, la “normalidad” se ve afectada al momento en que se suspende el orden jurídico, siendo tam-bién la forma legal de lo que no puede tener, porque es incluido en la legalidad a través de la exclusión (Agamben, 2005). Benjamin se re-fiere a un estado de excepción verdadero que forma parte esencial de una racionalidad y/o un modo de comprender la política, no es el fin de la política, sino que es un dispositivo a través del cual la justicia hace su entrada en la vida despolitizada por el derecho (en Atiles-Osoria, 2018)10.

Para Ávila (2013) el soberano es el que tie-ne el monopolio para tomar decisiones, deter-minando qué situaciones quedan dentro del derecho y cuales queda constituidas como ex-cepcional. La diferencia surge en contextos de incertidumbre o de alta inestabilidad, donde las reglas informales ya no existen y se transgreden los límites. Ricci (2010) plantea que la excep-ción implica la suspensión del ordenamiento vigente, el derecho queda suspendido frente al derecho de intentar sobrevivir. En esta línea ar-gumental un estado de excepción se ubica entre el derecho público y el hecho político, y entre el orden jurídico y la vida (...) se presenta como una forma legal de lo que no puede tener forma legal (Carvajal, 2006: 197)11.

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 23-37

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

28

En este contexto Beyer (2019) va a plantear que en la excepción suelen proliferar formas de vio-lencia. La suspensión de los derechos fundamen-tales se ve reflejada en los medios utilizados para ejercer la violencia en la medida que se impulsan procedimientos mediante los cuales se asegura la distribución espacial de los cuerpos individuales y la organización, a su alrededor, de todo un cam-po de visibilidad (Foucault, 1976: 219). En esta-dos de excepción se intenta lograr incrementar la fuerza mediante el ejercicio o el adiestramiento de los dispositivos de control esto a su vez recibe un nombre de “tecnología disciplinaria”, “Sistema de vigilancias, jerarquías, inspecciones, escrituras, in-formes” (Foucault, 1976: 223).

Podemos notar que “la normalidad es una res-puesta a una normatividad jurídica y/o social, la cual puede estar directamente ligada a los pa-rámetros legales o enmarcarse bajo pautas de conducta institucionalizadas, que responden a un dominio, socialmente construido” (Matus y Haye, 2015:137) como ocurre por ejemplo con el orden público. Es decir, “responden a un domi-nio, donde la normalidad imaginada es sostenida por instituciones, discursos y prácticas específicas (…) señala Davis esta opera como una ideología, en donde se encauzan las formas para definir y diagnosticar al “desviado” (Davis, 2013 en Matus y Haye, 2015:137), de ahí la concepción de anor-malidad desde las teorías de desviación o anomia.

La emergencia de la vigilancia como forma de control social y corrección de la desviación viene proliferando cada vez con mayor en las institu-ciones productoras de bienestar (Estado, merca-do y la sociedad civil) engendrado nuevas formas de entablar relaciones de poder y coerción social (Flores, Manríquez y Monroy, 2011).

El control de los cuerpos de los desviados tiene señas evidentes, se detectan a través de disposi-tivos que bloquean el acceso, controlan los flu-jos y segmentan a las personas. Como ocurre por ejemplo con los mecanismos de control de acceso biométrico, que en un primer momento fueron implementados para controlar a los desviados y que ahora se han incorporados a los procesos de gestión de beneficios sociales, prestaciones públi-co/privadas, acceso a derechos.

Este primer ejercicio individual de poder y con-trol suele ser seguido por procesos colectivos, que observados desde los enfoques biopolíticos son analizados a partir del concepto de endemias, en tanto “la naturaleza, la extensión, la duración, la intensidad de las enfermedades reinantes en una población, enfermedades más o menos difíciles

de extirpar y que no se consideran como las epi-demias como concepto de causa de muerte más frecuente” (Foucault, 1976: 21). La biopolítica no solamente comienza a influir los procesos de gestión de los pobres y desviados en instituciones asistenciales, sino que se encuentra en mecanis-mos más sutiles de protección social como segu-ros y sus declaraciones de riesgo, ahorro indivi-dual, coberturas, exclusiones y restricciones en un léxico de especialistas que da cuenta de una suerte de privatización de las condiciones de vida y de un aumento de la incertidumbre (Castel, 2015).

¿Alguna vez existió la normalidad en la vida de las personas en situación de calle? ¿Cuál es la dignidad dentro de esa “normalidad” de quienes se ubican en los extremos? Son algunas de las interrogantes que impulsaron el desarrollo de este artículo, y que indagan en las relaciones y tensiones que se gene-ran entre las nociones de normalidad y excepción.

Al estar al margen de la “normalidad” o en sus extremos (de la línea de pobreza), la cotidianidad de las personas en situación de calle se puede ob-servar como la “ausencia de derechos (...) traduci-da en exclusiones sociales persistentes de sistemas funcionales tales como, familiar, habitacional, sa-lud, económico y garantías estatales para resolver-las” (Fuentes, 2008: 68). Entendida de esta for-ma, la idea de “normalidad” busca reencauzar el funcionamiento social, vincular a los sujetos des-viados, marginalizados o excluidos a los sistemas de forma tal que pueda retomar un modo de vida y producción social esperada. Lo anterior, nos de-vuelve al concepto de la intervención social como dispositivo normativo, que se tensiona con prác-ticas de resistencia y proceso de ciudadanización de sujetos y colectivos que reivindican derechos al mismo tiempo que denuncian y acusan graves vulneraciones a los derechos humanos.

2. MATERIALES Y MÉTODOS

Este artículo fue desarrollado a partir de dos procedimientos principales. El primero consta de una revisión bibliográfica y documental de estu-dios e investigaciones relacionados con los ejes de análisis presentados en la introducción.

Estos materiales se construyen a partir de dos fuentes principales: 1) un estudio de caso y segui-miento de proceso de intervención de una fami-lia en situación de calle (desarrollado entre abril y septiembre de 2019) y 2) testimonios o relatos de personas en situación de calle tras la crisis social de octubre de 2019 (desarrollado entre octubre y diciembre de 2019).

Rubilar G., et al.

29

El caso de intervención fue trabajado por las autoras de este artículo en el marco del programa Vía Solidaria que desarrolla la Fundación Gente de la Calle. Se optó por una aproximación de caso único, en el sentido propuesto por Stake (1998) como una forma de identificar las situaciones de violencia en tiempos de normalidad.

Las situaciones de violencia en tiempos de ex-cepción fueron documentadas a partir de dos fuentes principales: un seguimiento de prensa a las noticias publicadas en el periodo y recopilación de testimonios de violencia institucional obtenido a partir de registros de la Fundación Gente de la Calle, el trabajo de la Comisión Octubre 2019 y la presentación “Estado de excepción y personas en situación de calle” elaborada por la Comunidad de Organizaciones solidarias y Movidos por Chile ante el Alto Comisionado de Derechos Humanos en noviembre de 2019.

Se optó por analizar los materiales empíricos des-de las directrices de los estudios cualitativos-inter-pretativos, siguiendo con ello la tradición de otros estudios o trabajos desarrollados por las autoras (Rubilar, 2013). Los materiales empíricos del regis-tro de prensa, testimonios y estudio de caso fueron codificadas en forma abierta, y estas agrupaciones fueron posteriormente discutidas a la luz del marco teórico construido para este trabajo.

Los resultados de esta aproximación abierta a futuras indagaciones nos permiten plantear una serie de desafíos y cuestiones en torno a las cuales continuar profundizando, con especial énfasis en temas de violencia y control social en situaciones de “normalidad” y en estados de excepción. Esto se vuelve especialmente relevante ante el esce-nario actual, dado que el 18 de marzo de 2020 el país vuelve a declarar Estado de Excepción Constitucional como una forma de afrontar la pandemia de COVID-19. Las personas en situa-ción de calle se enfrentan nuevamente a los efectos de una crisis sociosanitaria que los hace especial-mente sensible a sus consecuencias dado los bajos niveles de protección social que poseen o están ubicados en espacios segregados o en lugares de exclusión (Cabrera, 2002) que en contextos de ex-cepcionalidad como los vividos en Chile (estallido social de octubre 2019 y pandemia COVID-19 en marzo 2020) les ha dejado especialmente expues-tos a la violencia y sus expresiones estructurales, institucionales y simbólicas12.

12 Ver: https://www.indh.cl/indh-se-querella-contra-carabineros-por-tratos-crueles-inhumanos-y-degradantes-a-persona-en-si-tuacion-de-calle/ [18 de abril 2020]13 Este artículo se terminó de escribir cuando el subsidio había finalizado y por lo mismo, plantea algunas interrogantes acerca de seguimiento de esta familia y sus proyecciones para 2020 una vez concluida la “excepcionalidad” de esta asignación.

3. RESULTADOS

Violencia en tiempos de “normalidad” y “ex-cepción”: el caso de la familia Muñoz

Se escoge a una familia como un caso índice o típico de un grupo de personas que se encuentra en situación de calle y que comparten redes fami-liares y de reciprocidad. Esta familia, cuyo apelli-do ha sido cambiado, lleva aproximadamente 20 años viviendo en situación de calle, está compues-ta por cuatro integrantes, un hombre de 64 años con epilepsia; su pareja, una mujer de 48 años; una mujer del ruco en el que habitaban quien se integró al grupo familiar de 59 años con una dis-capacidad visible pero no diagnosticada, y un me-nor de edad de 15 años que estudia.

La familia Muñoz, llega a la Fundación Gente de la Calle como caso “de contingencia”, dada las particularidades de su composición y la condición de vulneración de los derechos de las personas que componen este grupo familiar. Durante el año 2019, a través del programa Vía Solidaria se asigna una subvención para financiar el pago de un arriendo a esta familia hasta por 12 meses.13

En sus distintas fases de acompañamiento, el proceso de intervención no estuvo exento de problemáticas asociadas a la institucionalidad y la burocracia. Y ha permitido a las autoras de este artículo desentrañar los instrumentos, los disposi-tivos y las formas de intervenir que se encuentran contenidas en las prácticas de asistencia de los po-bres (Rojas, 2019; Dubois 2018). Zulueta señala que, para evitar que se vulneren los derechos de las personas en situación calle, además de realizar servicios directos para una mejor intervención, también se deben analizar las actuales políticas, siendo la situación calle un barómetro de la cali-dad de las políticas públicas (Zulueta, 2008) y del sistema de protección social del país.

En la historia de esta familia Muñoz se puede testear este barómetro desde el punto de vista de la vulneración de derechos y la falta de reconoci-miento, en diferentes ámbitos: educación, vivien-da, trabajo y salud (ver tabla 1).

Así ocurre por ejemplo con el joven integrante de esta familia quien cursa segundo año de edu-cación media en condiciones “normales”, pese a haber vivido toda su vida en situación de calle. El colegio al cual asiste este estudiante no está informado de su condición de vulneración, las

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 23-37

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

30

razones para ello obedecen a los prejuicios que la comunidad educativa tiene sobre los más pobres y el riesgo de discriminación de los demás. En ese sentido el establecimiento no es visto como una red protectora o un recurso de apoyo, lo que plan-tea interrogantes acerca de la posibilidad de conti-nuidad y el término de los estudios de este joven. Lo anterior es coincidente con los resultados de un estudio que indica que el 74% de personas en situación calle declaran no haber terminado la en-señanza media (Zulueta, 2008: 32).

La salud es un problema especialmente com-plejo en el caso de los integrantes de este gru-po familiar mayores de edad. Su vinculación al CESFAM es parte del proceso de intervención del Programa, al igual que la gestión para la de-claración de discapacidad de las dos mujeres con procesos de espera e informes médicos requerido. Al vivir en la calle, el control de la salud de la fa-milia era nulo, no existía historial ni ficha clínica por lo que la asociación con el sistema básico de salud también resultó compleja, dado que implicó el aprendizaje de procedimientos burocráticos y administrativos (Dubois, 2019) que no estaban en el repertorio familiar, ni en los dispositivos de in-tervención del centro de atención primaria.

Como elemento de contexto, la protección so-cial en Chile se ve directamente vinculada al traba-jo formal (Castel, 2015), en el caso de las personas en situación de calle, al no poseer ingresos for-males, la pensión básica solidaria les aporta cuyo monto no es suficiente para satisfacer las necesi-dades de subsistencia, el acceso a los medicamen-tos (Saavedra, et al., 2018) y los cuidados de salud para los adultos mayores. Situación que se eviden-cia especialmente problemática para esta familia con dos integrantes mayores de 60 años y dos personas en situación de discapacidad funcional

En cuanto a la vivienda, el término del subsi-dio entregado a través del Programa Vía Solidaria inició una serie de gestiones con la Municipalidad para obtener un beneficio equivalente para el año 2020, situación que mantiene a la familia y los profesionales de apoyo del proceso de interven-ción en incertidumbre y con la constante amenaza de tener que “volver a la calle”.

El acceso a la vivienda en este caso de estudio se constituye en una “excepción” en compara-ción con su cotidianeidad que sería la situación de calle. La excepción supone la inclusión de los integrantes de este grupo familiar a los sistemas de asistencia social, educación y salud, así como el acceso a la vivienda, que no es una condición garantizada para esta familia, sino más bien una

estacionalidad cuya fecha de caducidad deja en in-certidumbre la continuidad del proceso de inter-vención y las proyecciones que se pueden realizar en materia económica y laboral. (Tabla 1)

La situación de excepcionalidad de esta fami-lia (subsidio de arriendo), les permite la seguri-dad temporal de tener un lugar donde pernoctar, pero no soluciona las deficiencias institucionales que ha vivido a lo largo de su trayectoria. La in-certidumbre sobre el futuro (2020 en adelante) se entrecruza también con los procesos de restitu-ción de derechos y reconexión a redes de salud y de protección social, lo que supone el desarrollo de un dispositivo de intervención y de acompaña-miento de mediano plazo, que involucre a otros actores e instituciones.

4. VIOLENCIA EN TIEMPOS VIOLENTOS Y LAS PERSONAS EN SITUACIÓN DE CALLE DURANTE LA CRISIS SOCIAL DE OCTUBRE DE 2019

El 18 octubre del 2019, se declara estado de excepción en algunas ciudades de Chile, produc-to de una crisis social y política que tiene como preludio el movimiento de evasión de estudiantes secundarios ante el alza de los pasajes del metro. El establecimiento del estado de emergencia en distintas ciudades del país permitió a la autoridad gubernamental “restringir los derechos de reu-nión y movilización de la ciudadanía mediante la declaración de un toque de queda nocturno que duró una semana” (Valenzuela, 2019: 216)

Según lo explicitado por Williams, Trufello y Álvarez (2019) un estado de emergencia no se puede extender por más allá de 15 días, en ese periodo se pueden restringir las libertades de lo-comoción y reunión, se designa a un Jefe de la Defensa Nacional quien queda a cargo de las Zonas afectadas. En los días de estado de emer-gencia de octubre de 2019 se observaron restric-ciones a la libertad de locomoción y circulación de las personas, y detenciones arbitrarias que die-ron paso a violaciones de los derechos humanos durante este período.

Particularmente el toque de queda nocturno y las restricciones a la libre circulación plantean in-terrogantes respecto de las personas en situación de calle. La complejidad de la situación de calle se ve agravada ante la falta de procedimientos de actuación y la invisibilidad de sus trayectorias, así queda en evidencia al observar la falta de proto-colos existentes al momento de “toque de que-da” y el imperativo de solicitar un salvoconducto

Rubilar G., et al.

31

a la policía para poder transitar en horario noc-turno. La indefensión y la vulnerabilidad queda en evidencia en el testimonio de un hombre de Valparaíso, quien en su trayecto nocturno a la hospedería fue golpeado e insultado por la policía a pesar de tener un “salvoconducto” (Testimonio, Hogar de Cristo, 7 de diciembre 2019).

En esta crisis social las personas en situación de calle se enfrentaron al toque de queda y a las medidas de control de población en el uso de los espacios públicos, quedando expuestos al criterio de las autoridades a cargo, ante la falta de meca-nismos o repertorios previstos con anterioridad. En este contexto distintas organizaciones de la sociedad civil activaron protocolos y actuaciones de emergencia ante esta “excepcionalidad” con el propósito de hacer visible la situación de estas personas, los medios de prensa prestaron colabo-ración al respecto con noticias, reportajes y segui-mientos de casos14.

El Hogar de Cristo fue una de las instituciones que prestó su red de centros y asistencias para alojar a las personas durante el toque de queda,

14 Ver https://www.biobiochile.cl/noticias/nacional/chile/2019/10/23/los-olvidados-del-toque-de-queda-personas-en-situa-cion-de-calle-no-tienen-plan-y-denuncian-golpizas.shtml [23 de octubre de 2019]15 Ver https://www.hogardecristo.cl/noticias/asi-viven-el-toque-de-queda-las-personas-en-situacion-de-calle/ [octubre de 2019]16 Ver http://www.gentedelacalle.cl/declaracion-publica-personas-en-situacion-de-calle-y-toque-de-queda/ [22 de octubre de 2019]

aumentando cupos y visibilizando la situación a la cual quedaron expuestas quienes no tienen un lugar donde resguardarse en toque de queda15. Posteriormente en alianza con otras organizacio-nes de la sociedad civil se organizó una serie de reuniones a nivel nacional y se inició un proceso de discusión que culminó en un encuentro na-cional el 7 de diciembre de 2019. En paralelo, la Fundación Gente de la Calle emitió un comuni-cado debido a la falta de transparencia y difusión del protocolo para el resguardo de las personas en situación de calles, manifestando: “Sabemos que existe un protocolo de actuación y resguardo para las personas en situación de calle que no se ha hecho público”16.

El protocolo al cual hacen mención fue diseña-do por el Ministerio de Desarrollo Social en coor-dinación con las organizaciones de la sociedad civil con posterioridad a la declaración de Estado de Emergencia del día 19 de octubre. Al final del documento se indicaba que: 1) No se podrá hacer control de identidad en todos los casos, se solici-ta especial consideración con la condición en que

Tabla 1: Resumen características y vulneracionesÁmbito Tiempos de normalidad

(situación de calle - 20 años)Tiempos de excepción (arriendo con subsidio - 2019)

Dinamicafamiliar

El núcleo familiar se compone por 3 inte-grantes con vínculos de parentesco más la compañía de una vecina en situación de discapacidad.

La dinámica familiar de la familia Muñoz se ve amenazada debido a conflictos entre el arrendatario y parte de su familia que vive en el mismo lugar arrendado, en donde existían prácticas de hurto de especies y violencia intrafamiliar.

Educación Hombre de 64 años con educación básica incompleta.Mujer de 59 años tiene educación media incompleta.Mujer de 48 años con educación media completa.Adolescente de 15 años con educación básica completa.

Hombre de 64 años con educación básica incom-pleta.Mujer de 59 años tiene educación media incompleta.Mujer de 48 años con educación media completa.Adolescente de 15 años inicia su educación media, asistiendo a primer año medio durante 2019.

Habitabilidad La familia vivía en dos rucos en una plaza de carga y descarga de arena y ripio.

Subsidio de arriendo de 12 meses financiado de Vías Chile (gestionada a través del programa Vía Solidaria de la Fundación Gente de la calle).

Ingreso (por trabajo o subsidios)

La familia no posee ingresos laborales. Asignación bono por hijo (menor de edad) y Pensión de discapacidad de una de las integrantes.

Ingresos producto de la actividad de comercializa-ción informal de frutas y verduras. Actividad suspen-dida por orden de arrendatarioAsignación bono por hijo (menor de edad) y Pensión de discapacidad de una de las integrantes .

Salud Sin vínculos con el sistema de salud. Vinculación al centro de salud (CESFAM)Inasistencia a controles de salud, producto del esca-so manejo administrativo y burocrático del sistema.

Fuente: Elaboración propia en base a seguimiento de caso.

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 23-37

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

32

se encuentran las personas en situación de calle (PSC). 2) Si una PSC se encuentra en su “Ruco” se puede considerar como un lugar de pernocta-ción y no se debe obligar a salir de ahí. 3) En caso de que personas en situación de calle se encuen-tren en sectores de enfrentamientos o peligro, se solicita al personal el traslado de estas personas a albergues o comisarías para que pasen la noche. 4) Existe una lista oficial de personas en situación de calle en la región metropolitana y las Fuerzas Armadas e Intendencia pueden chequear los RUT en este listado17.

No obstante, durante los primeros días de es-tado de excepción y toque de queda de 2019 se comenzaron a reportar situaciones de abusos y violencia física hacia personas en situación de ca-lle. El 23 de octubre Movidos por Chile en coor-dinación con el INDH levantaron un formulario especializado para recibir denuncias y canalizar estas situaciones. En un periodo de 5 días (del 23 al 28 de octubre de 2019) se recibieron en total 8 denuncias que involucraron a un total de 13 per-sonas en situación de calle en hechos de violencia perpetrados por Carabineros o militares quienes emplean uso excesivo uso de fuerza y represión (Ibáñez, 2019)18.

Posteriormente, durante el primer mes de la cri-sis social, se contabilizaron 32 casos de personas en situación de calle agredidas19. Violencia que, de acuerdo con la premisa de este trabajo, sería expresión de una relación más bien habitual con la institucionalidad y las fuerzas de control del orden.

Esta visión es coincidente con el informe ela-borado, a finales de octubre de 2019, por la Comunidad de Organizaciones Solidarias donde se evidencia que “la mantención del toque de que-da exacerbó la vulnerabilidad de las personas en situación de calle (…) además se dificultó seria-mente la alimentación: vieron alteradas sus rutinas laborales y de sobrevivencia (…) lo cual aumentó la angustia y miedo de estar en las vías públicas durante el toque de queda (Ibáñez, 2019).

Los siguientes relatos obtenidos a través de se-guimiento de prensa y seguimiento de redes socia-les dan cuenta de esta situación

“El 21 de octubre, en el contexto de estado de excepción, Guillermo D. C. (43) recibió un

17 Ver https://www.theclinic.cl/2019/10/26/13-personas-en-situacion-de-calle-denuncian-maltrato-durante-el-toque-de-que-da/ [26 de octubre de 2019]18 Ver Comunicado de Prensa de Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) condenando uso excesivo de la fuerza y rechazando toda forma de violencia en el marco de las protestas sociales en Chile http://www.oas.org/es/cidh/prensa/comunicados/2019/270.asp [23 de octubre de 2019]19 Ver https://www.elmostrador.cl/noticias/pais/2019/11/21/presentaran-querella-contra-carabineros-por-disparo-a-perso-na-en-situacion-de-calle/ [21 de noviembre de 2019]

perdigón de acero afuera de su ruco en la comu-na de Lo Espejo. Inmediatamente fue socorrido por sus vecinos, y tras ser atendido en un centro de salud, es devuelto al mismo lugar donde fue víctima de la agresión. La situación ocurrió en el contexto del estado de emergencia que decretó el Presidente Sebastián Piñera el 18 de octubre pasa-do” (El mostrador, 2019)

“A los de la calle nos están pegando. Nosotros somos la sombra de la misma oscuridad. Y con nosotros se desquitan porque no nos creen, por-que vivimos en la calle”. Señaló en un video una persona en situación de calle que asegura haber sido golpeado por militares durante el toque de queda (Biobío Chile, octubre 2019).

“Han llegado los milicos y han tirado sus bue-nos balazos. Ahora fui a buscar un poco de pan y me voy a acostar, porque uno no puede hacer nada más”, dice Francisco desde dentro de su ruco, ubicado en avenida General Velásquez a pasos de Alameda” (Nota de prensa Hogar de Cristo, octubre 2019).

“Yo estaba durmiendo y uno de ellos me des-pertó a golpes diciéndome que no tenía que estar ahí porque estaba en toque de queda”, relata un hombre en situación de calle de Renca que asistió el pasado jueves a dependencias de la Fundación Gente de la Calle para recibir comida de parte de la organización y constatar abusos de parte de las fuerzas del Estado” (Fundación Gente de la Calle, 2019).

Esta conexión entre control y violencia trabaja-da en el marco teórico de este artículo se expresa con mucha fuerza en los relatos anteriores, quie-nes como respuesta al temor evitan los espacios con presencia de autoridades y se hacen menos visibles dentro de su invisibilidad. La idea es pa-sar desapercibido en un paisaje social que ha sido alterado y cuyo hábitat “la calle” ha sido ocupada por otros.

Una visión más crítica y en algún sentido anti-cipatoria de esta crisis se encuentra contenida en el testimonio de dos jóvenes en situación de calle, quienes relatan la forma como se vinculan con las policías en tiempos de “normalidad”:

“… Esto fue antes que pasara el toque de queda si, como 5 días antes, los pacos nos habían agarra-do y nos subieron al carro, a ese carro que andan

Rubilar G., et al.

33

en las marchas y nos empezaron a pegar con los electroshocks (…) nos llevaron a la comisaria, nos pegaron y nos soltaron (…) llegó un sargento y dijo: “¿y estos de adonde vienen?” Na’ estos son de acá dijo (de la calle quien los tenía retenidos), “suelta altiro a esos cabros chicos, va a venir cual-quier gente a dar jugo”, porque ya hemos ido an-tes. Ya nos han llevado antes a la 3ra (Comisaría) y por eso damos siempre jugo cuando se llevan a uno, vamos todos, porque la calle es entera chica y aparte todos los pacos se ponen así, con puras lumas tapando la puerta” (Joven género mascu-lino en situación de calle, testimonio Comisión Octubre 2019).

“… O te cargan y te mandan en cana, si son bastardos a veces...si les creen dicen y no sé de dónde sacan las w… (se refiere a cuchillos, cor-taplumas u otros objetos) pa cargar a la gente, la otra vez a un cabro chico de 14 años lo querían cargar con una pistola y 3 balas, son así por ser de la calle no más” (Joven género femenino en situación de calle, testimonio Comisión Octubre 2019).

5. DISCUSIÓN

El estallido social de octubre de 2019 dejó en evidencia las fracturas de un Chile desigual, mos-trando el malestar de los ciudadanos ante la falta de integración y las justicias de un modelo que reproduce desigualdades al mismo tiempo que resta dignidad a los más pobres. Las personas en situación de calle son producto de este modelo (Bauman, 2002) y la forma como son tratados da cuenta de la falta de atención y de reconocimiento de derechos de sus cuerpos y trayectorias.

Su visualización como problemática social es un primer paso en el camino del reconocimiento de su condición de persona, pero por cierto insufi-ciente. Que sus vidas cuenten, y que sean censa-dos o catastrados es una forma de romper con esta invisibilidad al mismo tiempo que se evidencian otras situaciones que requieren ajustes y transfor-maciones. La falta de pertinencia y continuidad de los programas de asistencia, la necesidad de pers-pectiva de género o de atención a la diversidad sexual, el perfeccionamiento de las prácticas de atención (buen trato) de los funcionarios del esta-do y de programas sociales que desarrollan accio-nes de trato directo son algunos de los elementos que requieren ser ajustados y revisados para que esta normalidad no termine siendo más violenta que la propia falta de reconocimiento.

Asimismo, se observan aspectos de esta

“normalidad” que requieren ser revisados y trans-formados, como ocurre con las situaciones de violencia que cotidianamente afectan a las per-sonas en situación de calle, la restricción en el acceso a los espacios públicos y la definición de una oferta de servicios sociales básicos garanti-zado o no condicionado a la capacidad de pago de los usuarios. Esto es especialmente elocuen-te cuando se observan las largas listas de espera que deben enfrentar los más pobres para acceder a prestaciones de salud especializadas, vivienda digna y/o educación de calidad. La “espera” de las personas en situación de calle y de los pobres (Auyero, 2003) merece ser revisada no sólo desde una perspectiva cronológica, sino desde el punto de vista de la pertinencia y calidad de la oferta tras esa espera.

Los resultados de este artículo nos permiten mostrar que las personas en situación de calle ha-cen uso de una oferta de servicios públicos y de mínimos sociales que muchas veces se ubica en la línea de su dignidad o en el límite de su condi-ción de persona. Sus derechos son escasamente resguardados y en ocasiones directamente vul-nerados por las agencias y los actores responsa-bles de su seguridad. La seguridad de los otros aparece como prioritaria ante la “amenaza” y la “inseguridad” que se ha construidos como imagi-nario en torno a las personas en situación de calle. La presencia de un mendigo o de un vagabundo en un barrio es visto como una alerta, que activa dispositivos de control y de saneamiento de esta situación. La cronicidad de la situación de calle o la existencia de otras problemáticas asociadas suelen ser connotadas como factores de contagio, que justifican la separación y la exclusión social.

En tiempos de “excepcionalidad” estos elemen-tos a veces se exacerban y en otras se mezclan con otras demandas o situaciones como ocurrió tras lo acontecido en octubre de 2019. Al cierre de este artículo observamos un escenario similar, a partir de la declaración de estado constitucional de excepción como medida de ante la pandemia de COVID-19 y la falta de protocolos o meca-nismos para promover una cuarentena efectiva en personas que no pueden quedarse en casa, precisamente porque carecen de ella. Este es un aspecto que este artículo busca transformar, rom-piendo los prejuicios y las estigmatizaciones que les atribuyen de manera individual toda la respon-sabilidad por la situación que les afecta a las per-sonas en situación de calle.

Las sociedades son responsables de la produc-ción de sus sujetos sociales y de las diferencias

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 23-37

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

34

que se construyen entre sujetos. Las experiencias de desviación o de anomia requieren ser analiza-das desde estos parámetros de construcción de relaciones sociales y no sólo desde las teorías de contagio, que suponen la separación y la segmen-tación de los cuerpos inempleables, inútiles o des-cartados (Bauman, 2002). La crisis social de oc-tubre 2019 afectó especialmente a este grupo de personas, lo anterior nos permite aventurar que el COVID-19 también tendrá efectos en aquellos que no pueden llevar a cabo las medidas de higie-ne y confinamiento que sugieren las directrices de la política sanitaria.

Es así como la idea de “normalidad” propuesta en los antecedentes se discute y resuena a la luz de los elementos que la propia experiencia de “ex-cepcionalidad” ofrece como un espacio privilegia-do para observar modos de producción social y sus posibilidades de transformación de prácticas y formas de relación que se han ido tensando (Araujo, 2019).

La experiencia de la familia Muñoz ilustra lo an-terior y expone los desafíos de pensar los proce-sos de intervención más allá de las contingencias, de desarrollar acciones que interrumpan el daño ocasionado por la falta de pertinencia de otras ac-tuaciones y que por sobre todo permita romper con el determinante de una trayectoria que hoy en día parece irrevocablemente trazada.

Se logra dilucidar una débil respuesta estatal frente a las necesidades y complejidades que las personas en situación de calle presentan, viéndose reflejado en la fragmentación de la oferta, inicia-tivas de la sociedad civil que no logran hacer eco en actuaciones más institucionales y la ausencia de políticas públicas orientadas a este grupo que operen en clave de reconocimiento y restitución de derechos.

Los testimonios recogidos tras el estallido social de octubre nos permiten observar cómo la violen-cia se acompaña en estos casos con faltas a la dig-nidad, expresadas en malos tratos y abusos injus-tificados. Las personas en situación de calle están expuestas cotidianamente a ofensas, intimidacio-nes, amenazas y hostigamiento, esto que ocurre en tiempos “normales” se exacerba en contextos de “excepción” dando origen a situaciones de ma-yor gravedad que a nuestro juicio requieren ser revisadas y denunciadas. El tiempo excepcional de pandemia que hoy nos toca vivir por la presencia del COVID-19, se constituye en un espacio rele-vante para aportar nueva evidencia en torno a esta

20 En junio de 2020, la Fundación Gente de la Calle en conjunto con la Corporación 4 de Agosto elaboraron un Protocolo para la detección y reacción ante vulneraciones de derechos humanos a personas en situación de calle.

cuestión y sus efectos sobre aquellas personas que enfrentan condiciones de salud precarizadas y sin espacio para vivir su cuarentena.

No obstante, la mayor parte de las personas en situación de calle no denuncian este tipo de si-tuaciones por miedo o temor a represalias. Este es un aspecto ya estudiado en otros países que han desarrollado campañas contra la aporafobia (Cortina, 2018) y los delitos de odio (Hatento, 2015). En el trabajo desarrollado por Ibáñez en el contexto del estallido social de Chile (2019) se evidencia que a las personas en situación de ca-lle “les costó mucho atreverse y usar el canal de denuncia, por medio a represalias y al estado de indefensión que sienten permanentemente y que se agudizó en Estado de Emergencia”.

Si bien las evidencias empíricas y los testimo-nios construidos para este análisis son acotados, la mayor parte de ellos muestran coherencia en los temas de violencia y personas en situación de calle, aspecto a seguir profundizando. En este sentido este estudio se presenta como un primer aporte al debate y discusión en torno a violencia que viven estas personas en tiempos de “normali-dad” y “excepcionalidad”, observando que la nor-malidad vivenciada por las personas en calle es en varios sentidos similar a la excepcionalidad vivida por el resto de los ciudadanos tras el estallido so-cial de octubre de 2019 o la crisis sociosanitaria que se derivará del COVID-19.

El miedo, la imprevisión, la falta de seguridad y la incertidumbre sobre el futuro, parecen ser sen-timientos compartidos entre sujetos en distintos tiempos sociales (tiempos de estallido, tiempos de pandemia). Su visibilización como problemática nos permite evidenciar estas vulneraciones, evi-tar su propagación y desarrollar mecanismos de reparación de los efectos de la violencia sobre los cuerpos físicos y sociales. Los protocolos de ac-tuación en tiempos de excepción20 nos proporcio-nan algunas pistas en este sentido, especialmente a la hora de pensar que la excepcionalidad inclu-ye otras situaciones potencialmente catastróficas necesarias de abordar prospectivamente como: desastres naturales y cambio climático, conflictos armados, desplazamientos forzados, entre otros.

Una preocupación que surge de manera más inmediata tiene que ver con las transformaciones de los espacios de pernoctación de las personas en situación de calle. El plan invierno había cul-minado 2 días antes del estallido social, y si bien se abrieron plazas adicionales en hospederías y

Rubilar G., et al.

35

centros de atención, se constataron casos de per-sonas no pudieron concurrir a tales lugares por falta de información, dificultades de desplaza-miento en la ciudad, anticipación de los horarios de toque de queda, entre otros. Ante la pandemia de COVID-19 se adelanta el plan invierno con el propósito de brindar alojamiento a quienes no lo poseen y se habilitan residencias sanitarias para los periodos de cuarentena, tal vez sea momento de hacer de estas medidas excepcionales sistemas más normalizados de asistencia y apoyo para los tiempos que estamos viviendo.

En este sentido, la existencia de planes de con-tingencia ad hoc para situaciones excepcionales similares se presenta como un desafío en el diseño de políticas y planes de asistencia de los más po-bres, especialmente atingente resulta el desarrollo de iniciativas de salud pública y medicina social ante escenarios de catástrofes o crisis como los vividas en el país en los últimos meses, de forma tal que los más pobres y las personas en situación de calle no sean los últimos en llegar y/o en reci-bir atención.

6. CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS Los elementos presentados en este artículo

tensionan a la institucionalidad y a los sistemas de protección social en tiempos de normalidad y más aún en tiempos de excepcionalidad. ¿Qué desafíos supone este tiempo para los procesos de intervención y erradicación de la situación de calles? es la pregunta con la que se cierra este ar-tículo, sugiriendo algunas alternativas y caminos de abordaje para los tiempos de incertidumbre y transformación.

Como se señaló en este trabajo la estigmatiza-ción y el no reconocimiento son factores relevan-tes de atender en los procesos de intervención dirigidos a la situación de calle. El abordaje de estas dimensiones supone incorporar activamente en los diseños de política y programas sociales un componente que resguarde derechos y restituya la dignidad de los sujetos, con independencia de la situación en la que ellos se encuentren.

En este sentido la acción pública orientada a este tipo de situaciones adquiere una dimensión ciudadana y un sentido político que reconoce la existencia de fracturas, segmentaciones y separa-ciones entre sujetos sociales, al mismo tiempo que aboga por su eliminación. Los procesos adminis-trativos y burocráticos que forman parte de es-tas actuaciones pueden revisarse a la luz de estos principios, simplificando trámites y favoreciendo

la articulación de actores y agencias involucradas, lo anterior evita la revictimización y la exposición de las personas vulneradas.

La crisis social y política vivida en Chile en el último trimestre de 2019 ofrece una posibilidad para repensar las prácticas de asistencia y atención de las personas en situación de calle, desarrollar mecanismos para su protección en caso de excep-cionalidad y trasformar su violenta normalidad con el propósito de dignificar las relaciones que la sociedad establece con ellas.

Al cierre de este artículo surgen algunas interro-gantes acerca del futuro que está por venir y cómo se resguardan los avances logrados hasta ahora en este campo. Las demandas ciudadanas son múl-tiples tras el estallido y por lo mismo se corre el riesgo de invisibilizar (nuevamente) la situación de los menos favorecidos, entre ellos las personas en situación de calles y sus violencias cotidianas.

En este sentido, es necesario continuar inves-tigando en esto a este tema, divulgando los re-sultados de los trabajos y ofreciendo espacios de discusión y debate como los proporcionados por este número especial de la Revista Cuadernos Médico Sociales.

REFERENCIAS

• Agamben, G. (2005). Estado de excepción: Homo Sacer ll, l. Argentina: A. Hildalgo editores.

• Alarcón, C. (2018) Implementación territo-rial de las salas de acogida para la atención a víctimas de violencia sexual: ¿Es posible que las instituciones médicas reduzcan la victimización secundaria? Cuaderno Médico Sociales vol.58 (2), 57-62.

• Álvarez-Uría, F. (1979) De la policía de la pobreza a las cárceles del alma. El Basilisco 8, 64-71.

• Alvira, F. (1975). La teoría de la etiqueta y el concepto de conducta desviada. Revista Española de Opinión Pública 39, 75-87.

• Améndola, G. (2000) La ciudad postmo-derna. Madrid: Celeste ediciones.

• Atiles-Osoria, J.M. (2018). Walter Benjamin y el estado de excepción verdadero: apro-ximaciones a una teoría de justicia. En Piedrahita, C., Vommaro, P. e Insuansi, X. (Ed.) Indocilidad reflexiva: el pensamien-to crítico como forma de creacion y re-sistencia (pp.41-50). Clacso. Obtenido de https://www.jstor.org/stable/j.ctvn5tzs8.6

• Araujo, K. (ed) (2019). Hilos tensados para

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 23-37

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

36

leer el octubre chileno. Santiago de Chile: Editorial USACH.

• Auyero, J. (2013). Pacientes del Estado. Buenos Aires: Edudeba.

• Ávila, M. (2013). Estado de excepción y campos de concentración en Chile. Una aproximación biopolítica. Sociedad Hoy 25, 65-78.

• Barreiro, F. (2004). Los nuevos vecinos. Metropolización, exclusión social y segre-gación urbana en las grandes ciudades. Boletín Ciudades para un Futuro más sos-tenible 34: 1-10. Disponible en: http://polired.upm.es/index.php/boletincfs/article/view/2315/2397

• Bauman, Z. (2002). Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias. Barcelona: Paidós

• Bergalli, R (1998) ¿De cual derecho y de qué control social me habla? En Young (ed.) Sistema penal e intervenciones socia-les (pp.13-33). Barcelona: MJ Bosh.

• Becker, H. (1971). Los extraños. Sociología de la desviación. Buenos Aires: Tiempo contemporáneo.

• Beyer, N. (2019) ¿La encarnación de una exigencia contradictoria? Algunas reflexio-nes en torno a la violencia policial. En Araujo, K. (ed). Hilos tensados para leer el octubre chileno. (pp. 353-368). Santiago de Chile: Editorial USACH.

• Bravo, R. (2008) Personas en situación de calle y trabajo. Revista Trabajo Social 75, 43-48.

• Cabrera, P. (2000) Exclusión, deviación, po-breza. En RAIS (ed.) Miradas en el encuen-tro: acortando distancias, construyendo relaciones (pp. 15-21). Madrid: Fundación Rais, Fundación Caja Madrid.

• Cabrera, P. (2002). Cárcel y Exclusión. Revista del Ministerio del Trabajo y Asuntos Sociales 35, 83-120.

• Castel, R. (2015). La inseguridad social ¿Qué es estar protegido? Buenos Aires: Manantial.

• Carvajal, I. (2006). Agamben, Giorgio, Estado de Excepción (homo sacer II, 1). Revista chilena de derecho, 33(1), 197-205.

• Cortina, A. (2018). Aporafobia, el rechazo al pobre. Un desafío para la democracia. Santiago de Chile: Paidos.

• Crispi, F., Franz, N. y Viveros, G. (2018). “En Salud También”: Acoso sexual y discri-minación de género en la práctica médica.

Cuaderno Médico Sociales vol.58 (2), 17-22.• Dubois, V. (2018). El burócrata y el pobre.

Relaciones administrativas y tratamiento de la miseria. Valencia: Alfons el Magnànim.

• Durkhein, E. (1985) El suicidio. Madrid: Akal. Original de 1897.

• Eissman, I. (2019). Pathways to home-lessness of homeless women in Chile. Dissertation Proposal, documento sin publicar.

• Fassin, D. (2016). La fuerza del Orden. Una etnografía del accionar policial en las pe-riferias urbanas. Buenos Aires: Siglo XXI editores.

• Fassin, D. (2017). Castigar. Buenos Aires: Adriana Hidalgo Editora.

• Fanlo, L. (2011) ¿Qué es un dispositivo?: Foucault, Deleuze, Agamben. Revista de Filosofía A Parte Rei 74, 1-8. Disponible en: http://serbal.pntic.mec.es/~cmu-noz11/fanlo74.pdf

• Flores, N., Monroy, P., Manríquez, D., Agüero, J. (2011) La ciudad vigilada: una aproximación discursiva desde los habi-tantes de la Población La Pincoya frente al fenómero de la vigilancia pública en el sector. Tesis para optar al titulo de soció-logo, Academia de Humanismo Cristiano, disponible en: http://bibliotecadigital.aca-demia.cl/handle/123456789/130

• Foucault, M. (1976). Defender la Sociedad: Curso en el Collège de France (1975-1976). Buenos Aires: FCE.

• Fuentes, L. (2008). Diferenciando la com-plejidad: Tipologías de personas en situa-ción de calle e intervención social de cali-dad. Revista Trabajo Social, (75), 67-82.

• Garland, D. (2015) Castigar y asistir. Una historia de las estrategias penales y sociales del siglo XX. Buenos Aires: Siglo XXI.

• Goizueta Vertiz, J. (2016). Los estados de excepción en América Latina: Los controles desde el derecho internacional. Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, (98), 183 - 215.

• Goffman, E. (1970). Estigma: La identidad deteriorada. Buenos Aires: Amorrotou.

• Hatento (2015). Los delitos de odio con-tra las personas sin hogar. Observatorio de Delitos de Odio contra las Personas Sin Hogar, Revista de Servicios Sociales 59, 79-92.

• INDH (2019) Informe anual sobre la situa-ción de los derechos humanos en Chile en

Rubilar G., et al.

37

el contexto de la crisis social. 17 de octu-bre al 30 de noviembre. Santiago: Instituto Nacional de Derechos Humanos.

• Ibáñez, M.A. (2019) Presentación Estado de excepción: Personas en situación de calle. Santiago: Comunidad de Organizaciones Solidarias - Proyecto Juntos en la Calle. En Reunión de la sociedad civil con ACHNUR, Santiago de Chile: CEPAL.

• Jouannet, A. (2008). Personas en situación de calle: Una oportunidad para nuestro país. Revista Trabajo Social 75, 9-16.

• Matus, C.; y Haye, A. (2015). Normalidad y diferencia en la escuela: Diseño de un proyecto de investigación social desde el dilema político-epistemológico. Estudios pedagógicos, 41, 135-146.

• Merton, R. (1964). Teoría y estructuras so-ciales. México: Siglo XXI.

• MDS (2017). Registro Social Calle. Presentación de resultados. Fase imple-mentación. Santiago de Chile: Ministerio de Desarrollo Social, Gobierno de Chile.

• MDS (2019) Registro Social personas en si-tuación de calle, octubre de 2019. Santiago de Chile: Ministerio de Desarrollo Social.

• Núñez, C. (2013). Mujeres en situación de calle más allá del andar cotidiano. Revista Sociedad y Equidad 5, 188-212.

• Ponce de León, M. (2012). Gobernar la pobreza. Prácticas de caridad y beneficen-cia en la ciudad de Santiago, 1830-1890. Santiago de Chile: Editorial Universitaria.

• Ricci, E. (2010). Historia y Análisis Jurídico de los Estados de Excepción Constitucional en Chile. El Rol de las FF.AA. Revista Marina, 127(916), 219-231.

• Roitman, S. (2003). Barrios cerrados y segregación urbana. Scripta Nova Vol.7 146(118). Disponible en: http://www.ub.edu/geocrit/sn/sn-146(118).htm

• Rojas, C. (2019). Ayudar a los pobres.

Etnografía del Estado social y las prácticas de asistencia. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado.

• Rubilar, G. (2013) Imágenes de Alteridad. Reflexiones y aportes para el trabajo so-cial en contextos de exclusión. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Católica.

• Saavedra, I.; Jara, N.; Ireland, H.; Vargas, P. (2018). Acceso de los chilenos a medi-camentos y a Farmacia. Cuadernos Médico Sociales, 58 (2), 99-106

• Stake, (1998). Investigación con Estudios de Casos. Madrid: Morata.

• Valenzuela, M. (2019). “La marcha más grande de Chile”. Un viernes 25 de octu-bre de 2019 en la plaza Italia. En Araujo, K. (ed). Hilos tensados para leer el octubre chileno. (pp. 315-322). Santiago de Chile: Editorial USACH

• Varela, J. y Álvarez-Uría, F. (1989). Sujetos frágiles. Ensayo de sociología de la desvia-ción. México: FCE.

• Wacquant, L. (2001) Parias urbanos. Marginalidad en la ciudad a comienzos del milenio. Buenos Aires: Manantial.

• Wacquant, L. (2009) Castigar a los pobres. El gobierno neoliberal de a inseguridad so-cial. Barcelona: Gedisa.

• Williams O., Truffello G., Álvarez D; y Wilkins, J. (2010). Causales para decretar el estado de excepción constitucional de emer-gencia. Asesoría Técnica Parlamentaria, Biblioteca del congreso nacional de Chile. Santiago de Chile: Biblioteca del Congreso https://www.bcn.cl/obtienearchivo?id=re-positorio/10221/27946/1/BCN_estado_de_emergencia_02.pdf

• Zulueta, S. (2008). Políticas públicas y pri-vadas para personas en situación de calle. Revista Trabajo Social, 75, 27-35.

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 23-37

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

39

Cambio climático: Un fenómeno alimentado por la desigualdad

Climate Change: a phenomenon fueled by inequality

Claudia Donoso S.1

RESUMEN

A ctualmente el cambio climático antropogénico –comprendido como la manifestación más difun-dida del Antropoceno– es catalogado como el mayor desafío de nuestro tiempo, debido a los impac-tos que sobre el bienestar y funcionamiento de las comunidades y los ecosistemas tiene el aumento

anormal de la temperatura ambiental. Sin embargo, en este escenario no todos los países ni todas las personas se hallan expuestas al mismo tipo y grado de riesgo. Al respecto, la literatura es enfática en sostener que los efectos del cambio climático reproducen las desigualdades entre ricos y pobres, pues los grados de vulnerabilidad, ca-pacidad de adaptación y mitigación expresan una relación inversamente proporcional a la riqueza de los países y las personas. Esta es la razón por la cual las personas más precarizadas, y dentro de estas, las personas de la calle, son quienes experimentan con mayor rigurosidad los efectos derivados de este fenómeno.

Palabras clave: Cambio climático, Antropoceno, desigualdad, pobreza.

ABSTRACT

Currently, the anthropogenic climate change –understood as the most widespread manifestation of the Anthropocene- is classified as the greatest challenge of our time, due to the impact that the abnormal rise in environmental temperature has on the well-being and running of communities and ecosystems. However, in this situation, not all countries nor all people are exposed to the same type and degree of risk. In this regard, the literature is emphatic in upholding that the effects of climate change reproduce the inequalities between rich and poor since the degrees of vulnerability, adaptability, and mitigation express an inversely proportional relationship to the wealth of countries and people. This is why the most precarious people, including the homeless, are those who experience the effects of this phenomenon with greater rigor.

Keywords: climate change, Anthropocene, inequality, poverty

1. UN ESCENARIO QUE SE APROXIMA

Doce de diciembre, año 2100. La humanidad no fue capaz de detener el avance del calentamiento global y la temperatura media del planeta sobrepasó con creces los 2°C.

En este escenario, las olas de calor y los incendios forestales son cada vez más frecuentes (IPCC, 2018). Las precipitaciones extremas azotan con especial rigor las latitudes altas del hemisferio Norte, del este de Asia y de América del Norte. En tanto la sequía se convierte en la nueva normalidad en Europa meridional, Centroamérica y el Norte de África (IPCC, 2018). Simultáneamente los océanos continúan su proceso de calentamiento, el hielo marino del Ártico prácticamente ha desaparecido y el nivel del mar se incrementa en varios metros (IPCC, 2018).

Recibido el 1 de abril de 2020. Aceptado el 2 de junio de 2020

1 Cirujano-Dentista, Mg en Bioética, Mg en Filosofía, profesora conferenciante Facultad de Ciencias de la Salud. Universidad de Talca. Correo electrónico: [email protected]

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 39-47 ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

40Donoso C.

La crisis alcanza cada vez mayor complejidad. Hay poca agua, especialmente en las regiones se-cas subtropicales, y los conflictos por la apropia-ción de los escasos recursos hídricos disponibles marcan pauta a nivel internacional. El calor, la fal-ta de agua, los eventos meteorológicos extremos, las inundaciones y la alteración de los ecosistemas han afectado directamente la productividad de los cultivos, y con ello la estabilidad de los precios. Las enfermedades por vectores aumentan ex-ponencialmente, tanto así, que solo en América Latina se registran 8 millones más de casos anua-les de dengue. La gente, más pobre y vulnerable primero, como siempre, comienza a perecer, ya sea porque no soportó el calor, no logró escapar de los incendios, o de la inundación según sea el caso, no contó con el dinero suficiente para comprar alimento y agua o, simplemente, porque contrajo una enfermedad derivada de las condi-ciones precedentes. Los y las migrantes ya no se movilizan exclusivamente debido a los conflictos bélicos desarrollados en sus países, sino también porque el cambio climático volvió inhabitable los territorios o, peor aún, el mar se apropió de estos (IPCC, 2018). Por su parte, las distin-tas regiones sujetas a movimientos nacionalistas exacerbados, escasez de recursos hídricos y ali-mentarios, crisis económicas y sobrepoblación no querrán hospedarlos. La tensión crece día a día, y finalmente se desata la guerra. ¿Nuclear?, posiblemente.

Contrariamente a lo que pudiera imaginarse, este relato no corresponde a la sinopsis de una película hollywoodense de corte apocalíptico, sino a las proyecciones estimadas por parte del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC por sus siglas en inglés), ante los fracasos en el control de las emisiones. Sin embargo, y a pesar de lo que pudiera suponerse, este panorama no peca de alarmista, por el contrario, la cautela es la rúbrica que guía el diseño de tales estimacio-nes. De hecho, investigaciones recientes sostie-nen que dichos modelos podrían estar subesti-mando el real alcance del calentamiento, ya que las temperaturas, en razón de los procesos de re-troalimentación, podrían incrementarse en torno a los 4 y 5 grados celcius para fines de este siglo (Wallace-Wells, 2019, p.23).

En este contexto, es claro que no todos los países ni todas las personas se hallarán expuestas al mismo tipo y grado de riesgo. Al respecto, la literatura es enfática en señalar que los peligros asociados al cambio climático profundizan las

desigualdades entre ricos y pobres, pues los gra-dos de vulnerabilidad, capacidad de adaptación y mitigación tienen una relación inversamente pro-porcional a la riqueza de los países y las personas. En pocas palabras, a mayor pobreza mayores riesgos, dada la menor capacidad técnica y fi-nanciera de las partes para enfrentar los daños y las pérdidas. Por ejemplo, de los diez países más afectados por las consecuencias del cambo climático entre los años 1999 y 2018, siete son países en desarrollo de ingreso bajo o medio bajo; dos son países de ingreso medio alto, y solo uno es una economía avanzada de ingre-so alto (Eckstein, Künzel, Schäfer & Winges, 2020, p.4).

De esta manera el cambio climático antropó-geno en particular, así como la crisis ecológica en general, nos enfrenta directamente con el or-den político, social, económico y ecológico que sustenta y se alimenta de la desigualdad (Piketty, 2019).

2. ANTROPOCENO Y CAMBIO CLIMÁTICO: FENÓMENOS AMPLIFICADORES DE LA DESIGUALDAD

Corría el año 2000, y los científicos Paul Crutzen y Eugene Stoermer publican un breve artículo, de solo dos páginas, titulado “The Anthropocene”. Mediante el neologismo introducido en este tra-bajo los autores buscaban dar cuenta de una nue-va época geológica caracterizada por el impacto de las actividades humanas sobre el globo (pp.17-18). Concretamente, el Antropoceno corresponde a una nueva época terrestre “dominada por las ac-tividades humanas y sus consecuencias (…) fue-ra de los márgenes de variabilidad climática que vieron crecer y propagarse a la especie humana” (Gallardo, 2016, p.2).

Al respecto es importante señalar que si bien la abundante literatura científica dedicada al estudio del Antropoceno ubica su origen a fines del siglo XVIII, esta datación aún carece de las condicio-nes que las ciencias estratigráficas reclaman para el establecimiento de una nueva época geológica. Por lo tanto, pareciera que el Antropoceno más que encontrar su fundamento en el registro es-tratigráfico, lo halla en la observación directa de los impactos sobre el Sistema Terrestre (Finney & Edwards, 2016, p.4). Sin perjuicio de lo ante-rior, es necesario destacar que recientemente la subcomisión de Estratigrafía Cuaternaria de la Sociedad Geológica de Londres recomendó, pero

41

solo preliminarmente, establecer el 16 de julio del año 19452 como fecha de inicio del Antropoceno (Ruddiman, Ellis, Kaplan & Fuller, 2015, p.38). Mas, dicha recomendación no acaba con las dis-crepancias, pues al analizar el asunto desde otra perspectiva, se presenta la problemática en torno al hecho de ubicar al Antropoceno como una épo-ca situada a continuación del Holoceno, o bien, como una nueva edad dentro del Holoceno, con propuestas de origen que van desde finales de la última glaciación hasta inicios de la década de los años 60 (Helmuth, 2017, p.48; Lewis & Maslin, 2015, p.171).

En esta misma línea, Lewis y Maslin sostienen que esta falta de congruencia respecto a las con-diciones necesarias para reconocer una nueva época geológica, o para establecer sus orígenes, puede tener implicancias más allá de lo discipli-nar o académico. “Por ejemplo, definir una fecha de inicio temprano podría, en términos políticos, ‘normalizar’ el cambio global del ambiente; mien-tras que un acuerdo de inicio tardío relacionado a la Revolución Industrial podría, por ejemplo, ser usado para atribuir responsabilidad histórica de las emisiones de dióxido de carbono a países o regiones en particular durante la era industrial” (2015, p.171). De hecho, olvidar los orígenes históricos del Antropoceno, asignando a este un principio de naturalización, implica por una parte, reconocer una suerte de inevitabilidad en su des-pliegue y, por otra, negar las relaciones de poder determinantes de las condiciones naturales y las vulnerabilidades diferenciadas. Específicamente, conceptualizar el Antropoceno como una era coextensiva al Holoceno asienta la idea de que esta nueva época no es más que una suerte de “gradualización” de la precedente. Esto quiere decir que el Antropoceno ya no es comprendido como una ruptura, causada principalmente por la quema de combustibles fósiles, sino como un fenómeno progresivo resultado de la expansión incremental de la influencia humana sobre el pai-saje (Malm & Hornborg, 2014, pp.5-6; Hamilton & Grinevald, 2015, pp.8-9).

En este mismo sentido, el rol de la humanidad en el despliegue de esta nueva época, o edad geo-lógica, no debiera ser comprendido de manera

2 Momento correspondiente al día en que se realizó la primera prueba de la bomba nuclear en Nuevo México, y cuyos subpro-ductos isotópicos dejaron un registro distintivo en los núcleos de hielo, suelo, sedimentos oceánicos y lacustres (Ruddiman et al, 2015, p.38).3 Segundo periodo del Antropoceno (1945-2000), caracterizado por la notoria amplificación que experimentaron los distintos indicadores asociados al crecimiento económico (Steffen, Crutzen & McNeill, 2007, p.618).4 Si los países que conforman la Unión Europea son considerados en su conjunto, aquella ocuparía el tercer lugar con un 9% de las emisiones. No obstante, si la lectura se realiza analizando los países individualmente, India queda ubicada en la tercera posición (EPA, 2020).

unitaria, ya que ello supone pasar por alto las des-igualdades que han de tenerse en cuenta si se quiere efectuar un análisis integral del asunto (Brondizio et al., 2016, p.322). Por ejemplo, la misma palabra Antropoceno da cuenta de esta situación, pues el anthropos detonante de esta nueva época no es la civilización que emerge hace 12.000 años, sino la desarrollada a partir del siglo XVIII, más concre-tamente la que irrumpe desde la segunda mitad del siglo XX (Gran Aceleración)3, y en especial la de los últimos 25 años (responsable de la mitad de todas las emisiones producidas durante la historia humana). La misma que, por adquirir la condición de agente geológico, fue capaz de disolver irrevo-cablemente la distinción entre historia natural y humana (Chakrabarty, 2009, p.57, Wallace-Wells, 2019, p.83).

De igual manera dicha civilización (la del siglo XXI) tampoco ha de ser conceptualizada como una fuerza geológica actuando como un todo, pues de ser así se esperaría una yuxtaposición entre las tasas de crecimiento poblacional y las emisiones, cuando más bien dichas estimaciones han demostrado la existencia de relaciones inver-samente proporcionales.

Lo anterior, porque una parte de la humani-dad –coincidente con la más pobre que registra a su vez las más altas tasas de crecimiento po-blacional– no participa de la economía de los combustibles fósiles, ya que “la distribución de las tecnologías que depende de los combustibles fósiles coincide, en gran medida, con el poder adquisitivo” (Malm y Hornborg, 2014, pp.3-4). De igual manera, el incremento en las tasas de emisones registradas a partir de los primeros años del siglo XXI por parte de los países po-bres y emergentes –ejemplo de ello es la actual posición detentada por China (30%) como el mayor emisor mundial de gases de efecto in-vernadero, superando a Estados Unidos (15%) ubicado en el segundo lugar, seguido por India (7%) que registra el tercer lugar4 en el ran-king (United States Environmental Protection Agency, 2020)– hallan su origen en la mayor producción de bienes exigidos por parte de los países desarrollados (Steffen, Grinevald, Crutzen & McNeill, 2011, pp.853-854).

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 39-47

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

42

En este sentido, la “profunda desigualdad global distorsiona la distribución de los beneficios de la Gran Aceleración y confunde los esfuerzos para lidiar con los impactos en el Sistema Terrestre” (Steffen, Broadgate, Deutsch, Gaffney & Ludwig, 2015, p.91). Como tal, el Antropoceno podría entenderse como un fenómeno ocasionado fun-damentalmente por los países del norte, resulta-do “de una particular historia de arreglos econó-micos y políticos”. Esta es la razón por la cual resulta perentorio comprender el Antropoceno ya no solo desde una perspectiva antropogénica, sino también desde una visión sociogénica5, a fin de volver la mirada hacia las diferencias en las relaciones de poder que resultan cada vez más relevantes en la determinación de las condicio-nes naturales, así como en las vulnerabilidades diferenciadas. De hecho, olvidar los orígenes históricos del Antropoceno, asignando a este un estatus de naturalización, implica reconocer una suerte de inevitabilidad en su despliegue, blo-queando así las perspectivas de cambio (Malm & Hornborg, 2014, pp.5-6). Ello pone en evi-dencia la importancia que reviste la integración de los distintos saberes y narrativas como condi-ción para el abordaje efectivo de este fenómeno (Brondizio et al., 2016, p.319).

3. POBREZA Y CAMBIO CLIMÁTICO

En este escenario, el cambio climático6 antropó-geno –comprendido como el aumento anormal de la temperatura ambiental y posicionado como la manifestación más conocida del Antropoceno– no ha hecho otra cosa más que profundizar las cargas sistemáticamente impuestas sobre aquellos y aquellas hombres y mujeres incapaces de parti-cipar del competitivo juego de bienes y servicios. En el entendido de que si el cambio climático en particular, así como la crisis ecológica en gene-ral, es el resultado del crecimiento desmesurado de una economía que ubica al anhelo como pilar de la realidad (Bauman, 2007), aquel no ha de ser comprendido como una simple externalidad liga-da al funcionamiento de la economía de mercado contemporánea, sino más bien como un asunto directamente relacionado al funcionamiento del

5 Asimismo, se ha propuesto pensar en términos de Econoceno, a la luz de los efectos de la globalización de la actividad econó-mica. Otras propuestas acuñan los neologismos Capitaloceno y Tecnoceno (Malm & Hornborg, 2014, p.6).6 Cambio climático “cambio de clima atribuido directa o indirectamente a la actividad humana que altera la composición de la atmósfera mundial y que se suma a la variabilidad natural del clima observada durante períodos de tiempo comparables”. Por efectos adversos del cambio climático se entienden “los cambios en el medio ambiente físico o en la biota resultantes del cambio climático que tienen efectos nocivos significativos en la composición, la capacidad de recuperación o la productividad de los eco-sistemas naturales o sujetos a ordenación, o en el funcionamiento de los sistemas socioeconómicos, o en la salud y el bienestar humanos” (ONU, 1992, p.3).

modelo que ha pauperizado la vida de millones y expulsado a otros tantos a las calles, o sea, de lo que hablamos cuando hablamos de cambio cli-mático y su abordaje (o cuando nos referimos a la crisis ecológica) es de nada más y nada menos que de un asunto de justicia social de alcance global.

Es por ello que la implementación de los arreglos necesarios para lograr una adaptación profunda a los efectos adversos del cambio cli-mático, nos enfrenta directamente con las des-igualdades que hemos desarrollado y normaliza-do como sociedad. Porque es claro que “para producir una sociedad desigual hay que ‘hacer’ algo, no es un resultado natural. Es igual de na-tural producir una sociedad muy desigual que una muy igualitaria. Por tanto, se gasta energía (dinero, poder) en producir desigualdad” (Mayol, 2012, p.74), y violencia en mantenerla.

En relación a la cuestión de la violencia, es im-portante señalar que a diferencia de la decapita-ción característica de la sociedad de la soberanía dominada por la figura de la sangre; y en contras-te, a la deformación presente en la sociedad disci-plinaria dirigida por la ortopedia social; la depre-sión es la forma que toma la violencia en la actual sociedad del rendimiento. Una, en la que cada su-jeto compitiendo compulsivamente consigo mis-mo, gracias a la internalización de una coacción autoimpuesta disfrazada como libertad, desarrolla una relación consigo que toma rasgos autodes-tructivos (Han, 2016, pp.11, 21, 55, 61, 136). En consecuencia, y considerando que al día de hoy nadie escapa a la figura violenta de la “positividad del poderlo-todo” (Han, 2016, p.124), pareciera que:

“En la actualidad todos nos hemos convertido en zom-bies de rendimiento. Las víctimas de esta violencia sisté-mica no son los excluidos Homines sacri, sino el sujeto de rendimiento integrado en el sistema, que, como soberano, como empresario de su yo, no está sometido a nadie, y en este sentido es libre, pero a la vez es el Homo sacer de sí mismo” (Han, 2016, p.123).

Sin embargo, hay algunos, a saber, los pobres, y en especial quienes habitan las calles, los que ni siquiera pueden ser categorizados bajo la figu-ra del zombie del rendimiento, o sea, individuos

Donoso C.

43

“demasiado vivos para poder morirse, y demasia-do muertos para poder vivir” (Han, 2016, p.197). Por el contrario, aquellos serán conceptualizados como puro Homine sacri, seres completamente desechables, “pura vida expuesta a la muerte”, ya que la mercantilización absoluta del mundo “ex-pulsa y aniquila todo lo que no sea trabajo, be-neficio, capital, eficiencia y rendimiento” (Han, 2016, p.187). Todos estamos mal, pero pareciera que hay algunos y algunas especialmente mal, o mejor dicho trágicamente mal, a saber, los que ex-perimentan con todo la violencia objetiva, ya en sus formas sistémica o simbólica7, impuesta por el capital8 (Žižek, 2017, pp.9-10).

Luego, esta violencia generada y normaliza-da, no solo produce ganadores y perdedores de bienes y servicios, sino que también ganadores y perdedores de las consecuencias ecológicas que la provisión desmesurada de productos, orientados al mejoramiento constante del capital personal, trae consigo, es decir, un Homine sacri doblemente expuesto a la muerte, porque

“Los más pobres son quienes viven en las marismas, las zonas pantanosas, los terrenos inundables, los lugares que reciben una irrigación insuficiente con la infraestructu-ra más vulnerable; en conjunto, un inadvertido apartheid medioambiental (…). Aquellos con menor PIB serán los que más se calienten. Y eso a pesar de que, hasta la fecha, buena parte del sur global no ha contaminado tanto la atmósfera del planeta” (Wallace-Wells, 2019, p.36).

Efectivamente, los países más ricos del globo, coincidentes con los que históricamente reportan las más altas tasas de emisiones, mejor capacidad

7 La violencia simbólica corresponde a la “encarnada en el lenguaje y sus formas”, en tanto, la violencia sistémica corresponde a las “consecuencias a menudo catastróficas del funcionamiento homogéneo de nuestros sistemas económico y político” (Žižek, 2017, pp.9-10).8 Luego, “la esencia de la violencia no tiene nada que ver con la violencia óntica, el sufrimiento, la guerra, la destrucción, etc.; la esencia de la violencia reside en el carácter violento de la imposición/fundación real del nuevo modo de la Esencia – revelación del ser comunitario– en sí misma” (Žižek, 2017, p.71).9 Situación que también se presenta al interior de países que, pese a ser desarrollados, presentan importantes situaciones de des-igualdad. Ejemplo de ello es lo ocurrido el año 2015 en Nueva Orleans a causa del huracán Katrina. A partir de tal experiencia se acuñó el término “refugiado climático”, es decir, “una persona en situación de fuga a causa de un suceso climático. Se estima que unos 250 mil ex habitantes de Nueva Orleans no regresaron a la ciudad tras la evacuación”. Este suceso sirve para ejemplificar la ceguera de la autoridad frente a las advertencias que, desde hace bastante tiempo, se venían formulando respecto al riesgo de inundaciones que podía experimentar esta ciudad (Welzer, 2010, pp.48-49).10 Tales como: sequías, alteración de la frecuencia de precipitaciones, avance de la desertificación, disminución de fuentes de agua dulce, degradación de los suelos, afectación en el rendimiento de los cultivos, incremento en la ocurrencia de fenómenos meteorológicos extremos, propagación de enfermedades infecciosas, etc.11 Tales como: migraciones masivas, resurgimiento de nacionalismos, tensiones étnicas, genocidios, guerras por recursos esca-sos, guerras civiles, conflictos limítrofes, protestas sociales al alza, violencia estatal y extraestatal, terrorismo, etc.12 Las catástrofes, los desastres y las emergencias se definen de acuerdo al nivel de respuesta social que generan. Por ello el con-cepto semántico de catástrofe natural no corresponde, porque la naturaleza no es sujeto y como tal no puede experimentar una catástrofe. En estricto rigor solo puede ser considerada como un detonante. Por lo mismo, las consecuencias, por ejemplo, de un huracán o un terremoto dependerán del nivel de organización social. De hecho, el cambio climático no ha de ser considerado como un detonante natural, sino más bien como un proceso antropogénico, pues los procesos de desequilibrio son de origen humano (Welzer, 2010, pp.49, 52).

de adaptación y mitigación, son, a la fecha, los menos perjudicados. Por el contrario, los países más pobres del planeta, cuyas tasas de emisiones constituyen solo una pequeña fracción de la de los países desarrollados, ven significativamente afectadas sus condiciones de supervivencia9 –bas-te para ello atender la plaga de langostas que a inicios de año afectaba a Kenia, Etiopía y Somalía, cuyos trece millones de personas se encontraban, tanto por la plaga como por la vulnerabilidad climática que ya venían experimentando (lluvias escasas, sequías), al borde de la hambruna. De he-cho, el aumento de la temperatura en los océanos fue lo que permitió el incremento en la frecuencia de los ciclones que a su vez creó las condiciones favorables para que la plaga se reprodujera (ONU, 2020)–, mas ello, no solo por las consecuencias físicas directas del cambio climático10, sino tam-bién por las crisis políticas11 propiciadas en países con una estructura institucional deficiente, o sea, el clima ha de ser entendido como la chispa que detona el conflicto, ya que son precisamente estas catástrofes las que colocan en evidencia la rela-ción funcional o disfuncional de una sociedad12 (Welzer, 2010, p.50).

Y son también estos mismos pobres quienes habitarán por obligación las llamadas zonas de sacrificio. Curiosa palabra la empleada para dar cuenta de una realidad que habla lisa y llanamen-te de cuerpos desechables y sacrificables. ¿Será que el Estado entiende a estos cuerpos a la ma-nera de una ofrenda ritual otorgada a la divini-dad ya en su forma de utilidad, modernización, capital o progreso?, ¿una especie de relato de Abraham en pleno siglo XXI?

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 39-47

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

44

“Toma ahora tu hijo [le dice el capital al Estado] (…) a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré. Y Abraham se levantó muy de mañana, y enalbardó su asno [tomó las industrias], y tomó consigo dos siervos suyos [en la forma de legislaciones convenientes al “desarrollo”], y a Isaac su hijo [ciudadanos y ciudadanas]; y cortó leña para el holocausto, y se levantó, y fue al lugar que Dios le dijo [el más conveniente, donde la gente sea pobre, y por lo mismo, con escaso poder político y económico]” (Génesis, 22:2-3).

El asunto, es que aquí la historia cambia, porque no lle-gó ningún ángel a impedir el sacrificio. No existió ninguna orden que dijera: “Abraham, Abraham (…) no extiendas tu mano sobre el muchaho, ni le hagas nada” (Génesis, 22:11-12). Ilustremos de mejor manera este asunto.

La región de Valparaíso en Chile, incluye dos localidades ubicadas a solo dos horas de Santiago llamadas Quintero y Puchuncaví. En este sector operan algunas de las industrias más grandes y su-cias, existiendo alrededor de 20 instalaciones in-dustriales “construidas como parte de los planes estatales para impulsar la producción”. Mismas que haciendo caso omiso de las advertencias re-lativas a los impactos que sobre las personas y los ecosistemas tiene su funcionamiento, provocaron un proceso de contaminación tan alta que la natu-raleza y las personas han terminado por ser expul-sadas de los territorios. Un lugar donde “el medio ambiente se rompe sin reparación (…) y la gente es sacrificada” (Larsson, 2020). Así, ya

“A finales de los años 60 hubo informes de muertes de ganado vacuno y caballos, con tierras cada vez más infér-tiles. Hoy la gente cuenta historias que se han vuelto casi mitológicas, como los ‘hombres verdes’ que trabajaron en la refinería de cobre y luego murieron de cáncer. Según los informes, sus órganos tenían pigmentaciones verdes debi-do a la contaminación. En 2013, los cuerpos de cuatro trabajadores fueron exhumados; metales pesados como el arsénico y el mercurio se detectaron en sus huesos (…) Las alergias están muy extendidas. A veces, los escolares no pueden pasar sus descansos para almorzar en el patio de recreo porque los niveles de contaminación son demasiado altos. También hay frecuentes accidentes industriales, in-cluidos tres grandes derrames de petróleo que afectaron la bahía en los últimos seis años” (Larsson, 2020).

De hecho, el nivel de contaminación desarro-llado en el “barrio industrial de la costa norte de

13 Al respecto, además de la existencia de una amplia literatura que estudia las contaminaciones en Puchuncaví-Quintero, ver Cuadernos Médico Sociales, Vol 59, N° 2: http://cms.colegiomedico.cl/wp-content/uploads/2020/01/CuadMedSocChi-le2019592.pdf. Nota del Editor.

Valparaíso” es tal, que organizaciones medioam-bientales identifican al sector de Quintero-Puchuncaví como el Chernóbil chileno (Larsson, 2020).13

Al respecto, baste recordar cómo las noticias del martes 24 de agosto del año 2018 mostraban a más de 40 estudiantes, funcionarios, funcionarias y transeúntes ingresando a los centros asistenciales de Quintero con claros signos de intoxicación. En este escenario, el gobierno junto a declarar alerta amarilla decidió suspender las clases, pero no pa-ralizar el funcionamiento de las fábricas, que por un lado anuncian su compromiso con el medio ambiente, y por otro, lavan sus pecados en países que consideran, prudente y oportuno, sacrificar unas cuantas vidas en nombre del tan anhelado crecimiento y progreso económico. Precisamente en un país que, años más tarde, se posicionaba como el anfitrión de la fallida COP 25.

O sea, es justamente el mismo modelo produc-tivo que luego de empujar hacia los márgenes a los cuerpos incapaces de participar del competi-tivo juego económico, el que, más temprano que tarde, los grava con los resultados ecológicos de su “progreso”. En otras palabras, los precari-za doblemente, primero, cuando los excluye del juego financiero, impidiéndoles muchas veces el acceso a bienes básicos ampliamente privatizados, y luego, cuando los grava con las consecuencias directas de la crisis ecológica asociada al desarro-llo del modelo, logrando de esta manera que la vulnerabilidad deje de ser un riesgo para consti-tuirse en un hecho, es decir, ya no serían cuer-pos vulnerables sino lisa y llanamente vulnerados. Recordemos que la precariedad:

“Designa una condición impuesta políticamente merced a la cual ciertos grupos de la población sufren la quiebra de las redes sociales y económicas de apoyo mucho más que otros, y en consecuencia están más expuestos a los daños, la violencia y la muerte” (Butler, 2019, p.40).

¿O acaso no es esto lo que nos ha enseñado la pandemia? De hecho, los escenarios que hoy en día, ya por obligación o ya por temor, nos en-contramos habitando, podrían ser comprendidos como una suerte de etapa preparatoria para el sufrimiento que el cambio climático traerá con-sigo. Ya a fines del año pasado más de 11.000 científicos y científicas de todo el mundo advirtie-ron, explícitamente, que la emergencia climática

Donoso C.

45

tiene altas probabilidades de llevar a la “huma-nidad a un sufrimiento indecible” (Ripple, Wolf, Newsome, Barnard & Moomaw, 2019). Y, al igual que la pandemia, este fenómeno no será ni demo-crático ni igualitario. En la primera línea estarán todas aquellas personas sin la capacidad técnica y financiera para enfrentar los daños y las pérdi-das; las que carecen de los medios para proveer de sustento a sus familias; las que se albergan en viviendas sin las condiciones mínimas que garan-ticen la seguridad de quienes las habitan; las priva-das del poder político y económico necesario para exigir el cumplimiento de los acuerdos climáticos firmados por las partes. Asimismo, al interior de este conglomerado, existirá un grupo que expe-rimentará con especial rigor las inclemencias del modelo y del clima, a saber, las llamadas personas de la calle. Porque serán estas, las que sin poder refugiarse en un ambiente adecuado, morirán por el calor, ahogadas por una inundación, víctimas de un diluvio, presas de un incendio o un tornado, afectadas por una enfermedad derivada, directa o indirectamente de las condiciones precedentes, o simplemente al borde de la inanición.

Lamentablemente, y pese a la abundante evi-dencia científica, los cambios societarios no pare-cen producirse con la celeridad y magnitud reque-rida. Ello, debido a que el año 2019 fue el año más caluroso desde que se tienen registros, los gases de efecto invernadero, así como el contenido de calor del océano y el nivel global del mar volvie-ron a aumentar alcanzando cifras récord. Además, el “Informe especial sobre el océano y la criósfera en un clima cambiante” del IPCC (2019) fue lapi-dario al respecto, al sostener que los cambios en los océanos ya son irreversibles y continuarán al alza. Por consiguiente, de seguir una trayectoria de emisiones como la actual, posiblemente las zo-nas de sacrificio dejarán de ser la excepción para convertirse en la norma. Un escenario donde la gente de la calle ya no será la que se quedó sin casa resultado del perverso juego económico, sino a la que lisa y llanamente se le inundó el territorio. Un panorama en el cual Manhattan, Londres, Miami, Bangkok, Shangai, Bombay podrían transformar-se en las Atlántidas del siglo XXI, si la plataforma de hielo de Groenlandia continúa su nivel de de-rretimiento (actualmente se derrite a una veloci-dad diaria de 1000 millones de toneladas de hielo). Seis metros es la elevación estimada en el nivel del mar en caso de ocurrir el fenómeno antes menta-do. ¿Y si subimos la temperatura a tres grados? El nivel del mar podría elevarse hasta 50 e incluso 80 metros. Aquí el mundo se vuelve irreconocible:

Montreal, Florida, Delaware, Luisiana, New Jersey, Carolina del Sur, Rhode Island, Maryland, San Francisco, Sacramento, Nueva York, Filadelfia, Providence, Houston, Seattle, Virginia Beach, Manaos, Buenos Aires, Asunción, Dublín, Bruselas, Ámsterdam, Copenhague, Estocolmo, Riga, Helsinki, San Petesburgo, Estambul, Doha, Dubai, Karachi, Calcuta, y de Bagdad hasta Pekín quedarán sino total, al menos parcialmente su-mergidas. En este escenario, quién podrá recibir tal cantidad de contingente humano, el asunto se vuelve simplemente surrealista. Al respecto Naciones Unidas proyecta 200 millones de refu-giados climáticos para el año 2050, ubicando el extremo superior de lo que es posible en torno a los 1000 millones o más (Wallace-Wells, 2019, pp.18, 80, 83-84).

La decisión es simple y, a la vez, colmada de complejidades: el capitalismo o el clima. Imagino que la gran mayoría de nosotros y nosotras elegirá el clima. Es imperioso que los Estados, con ur-gencia, elijan pronto en favor de este, porque “lo que el cambio climático nos tiene preparado (…) no es una Gran Recesión o una Gran Depresión, sino una Gran Agonía (Wallace-Wells, 2019, p.137): muertes por calor, incendios, falta de agua, inundaciones, conflictos bélicos, nacionalismos extremos, aire irrespirable, plagas, hambre, colap-so económico, colapso energético, terrorismo y un gran etc., y todas ellas distribuidas, como era de esperar, desigualmente. Una desigualdad que ubicará a los pobres y a la gente de la calle en la primera línea de la eventual catástrofe.

REFERENCIAS

• Bauman, Z. (2007). Vida de consumo. México: Fondo de Cultura Económica.

• Brondizio, E., O’Brien, K., Bai, X., Biermann, F., Steffen, W.,

• Berkhout, F., (…) Chen, CT. (2016). Re-conceptualizing the Anthropocene: A call for collaboration. Global Environmental Change, 39, 318-327.

• Butler, J. (2019). Cuerpos aliados y lucha política: hacia una teoría performativa de la asamblea. Buenos Aires: Paidós.

• Chakrabarty, D. (2009). Clima e historia: cuatro tesis. Critical lnquiry, 35, 51-68.

• Crutzen, P. & Stoermer, E. (2000). The “Anthropocene”. Global Change Newsletter. The International Geosphere-Biosphere Programme, 41, 17-18.

• Eckstein, D., Künzel, V., Schäfer, L., Winges,

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 39-47

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

46

M. (2020) Global Climate Risk Index 2020: Who suffers most from extreme weather events? Weather-related loss events in 2018 and 199 to 2018. Berlín: Germanwatch.

• Finney, S. & Edwards, L. (2016). The “Anthropocene” epoch: Scientific decision or political statement? Geological Society of America Today, vol. 26(3-4), 4-10.

• Gallardo, L. (agosto, 2016). Antropoceno en Chile y oportunidades para un desarro-llo sostenible y resiliente. Una contribu-ción a la tercera sesión del ciclo de charlas “Reforma Constitucional y Protección del Medio Ambiente: un debate pendiente” organizada por la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile, el Centro de Derecho Ambiental, el Centro de Derechos Humanos y el Centro de Ciencia del Clima y la Resiliencia.

• Hamilton, C. & Grinevald, J. (2015). Was the Anthropocene anticipated? The Anthropocene Review, 1-14.

• Han, B-C. (2016). Topología de la violencia. Barcelona: Herder.

• Helmuth, T. (2017). El Antropoceno, ¿un concepto geológico o cultural, o ambos? Desacatos. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social Distrito Federal, México. 54 (mayo-agosto), 40-57.

• Intergovernmental Panel of Climate Change. (2019). Summary for Policymakers. In Pörtner, H.O., Roberts, D.C., Masson-Delmotte, V., Zhai, P., Tignor, M., Poloczanska, E., Mintenbeck, K., Nicolai, M., Okem, A., Petzold, J., Rama, B., Weyer, N. (Eds.). IPCC Special Report on the Ocean and Cryosphere in a Changing Climate, 42pp.

• _______________ (2018). Summary for Policymakers. In Masson-Delmotte, V., P. Zhai, H.-O. Pörtner, D. Roberts, J. Skea, P.R. Shukla, A. Pirani, W. Moufouma-Okia, C. Péan, R. Pidcock, S. Connors, J.B.R. Matthews, Y. Chen, X. Zhou, M.I. Gomis, E. Lonnoy, T. Maycock, M. Tignor, and T. Waterfield (Eds.), Global Warming of 1.5°C. An IPCC Special Report on the impacts of global warming of 1.5°C abo-ve pre-industrial levels and related global greenhouse gas emission pathways, in the context of strengthening the global respon-se to the threat of climate change, sustai-nable development, and efforts to eradicate poverty, 32pp.

• Larsson, N. (2020, 24 february). The bru-tal reality of inside one the world’s most polluted cities. The Wire. Recuperado de: https://www.wired.co.uk/article/chile-quintero-pollution

• Lewis, S. & Maslin, M. (2015). Defining the Anthropocene. Nature, vol. 519, 171-180.

• Malm, A. & Hornborg, A. (2014). The geology of mankind? A critique of the Anthropocene narrative. The Anthropocene Review, XX(X), 1-8.

• Mayol, A. (2012). El derrumbre del mode-lo: la crisis de la economía de mercado en el Chile contemporáneo. Santiago de Chile: LOM.

• Organización de las Naciones Unidas (2020, 10 de febrero). La plaga de langos-tas del desierto pone en riesgo la alimen-tación de millones de personas. ONU. Recuperado de: https://news.un.org/es/story/2020/02/1469391

• _______________ (1992). Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático. Recuperado de: http://unfccc.int/portal_espanol/informacion_basica/la_convencion/items/6196.php

• Piketty, T. (2019). Capital e ideología. Buenos Aires: Paidós.

• Reina-Valera. (1960). Santa Biblia. Sociedades Bíblicas Unidas.

• Ripple, J., Wolf, C, Newsome, T., Barnard, P., Moomaw, W. (2019). World Scientists’ Warning of a Climate Emergency. BioScience, 70(1), 8-12.

• Ruddiman, W., Ellis, E., Kaplan, J. & Fuller, D. (2015). Defining the epoch we live in is a formally designated “Anthropocene” a good idea? Science, 348(6230), 38-39.

• Steffen, W., Broadgate, W., Deutsch, L., Gaffney, O. & Ludwig, C. (2015). The tra-jectory of the Anthropocene: The Great Acceleration. The Anthropocene Review, 2(1), 81-98.

• Steffen, W., Grinevald, J., Crutzen, P. & McNeill, J. (2011). The Anthropocene: conceptual and historical perspectives. Philosophical Transactions of The Royal Society A: Mathematical, Physical and Engineering Sciences, 369, 842-867.

• Steffen, W., Crutzen, P. & McNeill, J. (2007). The Anthropocene: Are humans now overwhelming the great forces of na-ture? Ambio, 36(8), 614-621.

• United States Environmental Protection

Donoso C.

47

Agency. (2020). Global Greenhouse Gas Emissions Data. Recuperado de: https://www.epa.gov/ghgemissions/global-greenhouse-gas-emissions-data

• Wallace-Wells, D. (2019). El planeta inhóspito: la vida después del calentamiento. Barcelona: Debate.

• Welzer, H. (2010). Guerras climáticas: por qué mataremos (y nos matarán) en el siglo XXI. Buenos Aires: Katz Editores.

• Žižek, S. (2017). Sobre la violencia. Barcelona: Paidós.

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 39-47

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

49

Significados que una persona en situación de calle atribuye a sus elecciones ocupacionales en base a su

experiencia en un Programa CalleEngagement in a Programa Calle. Meanings that a homeless person assigns

to their occupational choice regarding their experience in a “Programa Calle”

Francisca Galdames Baumann1 Noemí Henríquez Garrido2

Marjorie Leiva Castro3

Constanza Toro Molina4

Pablo Olivares5

RESUMEN

E l presente estudio de caso tuvo por objetivo indagar en los significados que una Persona en Situación de Calle otorga a sus elecciones ocupacionales, con relación a su experiencia de vida y en el contexto de participación en un Programa Calle. Se utilizó una metodología cualitativa, con

un enfoque fenomenológico para el análisis, a partir de la aplicación de 3 entrevistas semiestructuradas. Los principales hallazgos apuntan a la importancia que se da a la posibilidad de poder desempeñar ocupaciones en espacios seguros y a la articulación en el apoyo desde diversas redes. Como conclusión, se comprende que los significados de sus elecciones ocupacionales son importantes para su motivación y la intervención del programa es coherente con su historia de vida.

Palabras Clave: Personas en situación Calle, Elección Ocupacional, Programa Calle.

ABSTRACT

Objective: To look into the meanings that a homeless person assigns to his occupational choices, regar-ding his experience and participation in a Programa Calle. Method: A qualitative research, with a phenome-nological approach and 3 semi structured interviews. Findings: Our main findings lies in the importance that the interviewed person assigns to the possibility of being able to perform in significant occupations within safe spaces and the articulation of several support networks around him. Conclusion: The mea-nings of his occupational choices are important to his motivation and the intervention is coherent with his background.

Keywords: Homeless people, Occupational Choice, Programa Calle.

Recibido el 1 de abril de 2020. Aceptado el 2 de junio de 2020 (acorde a formato de otros artículos)

1 Estudiante de Terapia Ocupacional, Universidad de Chile, [email protected] Estudiante de Terapia Ocupacional, Universidad de Chile, [email protected] Estudiante de Terapia Ocupacional, Universidad de Chile, [email protected] Estudiante de Terapia Ocupacional, Universidad de Chile, [email protected] Sociólogo, académico de la Escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad de Chile, e-mail: [email protected]

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 49-57 ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

50Galdames F., et al..

1. INTRODUCCIÓN

Durante la década de 1970 se produjo un cam-bio en el contexto económico e ideológico a nivel internacional, transitando a un Estado benefactor en países más desarrollados y a uno neoliberal en países con menor desarrollo (Huerta, 2005). En Chile, con la dictadura militar, surge una reestruc-turación estatal que da paso a un estado subsidia-rio, que por una parte focaliza el gasto social a personas más desfavorecidas, y por otra privati-za ciertas áreas de la política social como vivien-da, salud, educación y previsión, traspasando a la propiedad privada y al mercado su asignación (Mideplan, 1991). Esto se tradujo en un bajo aporte de gasto social y un régimen basado en la capacidad individual, donde las políticas públicas relacionadas con la exclusión social pasan a tener un enfoque me-ritocrático (Mota & Vidal, 2005), lo que implica que el sistema de protección no sea universal e igualita-rio, y que se deleguen responsabilidades que se en-contraban en manos del Estado.

Estas políticas meritocráticas, llevadas al mar-co nacional en cuanto a Personas en situación de Calle (en adelante PsC), poseen un enfoque de “Modelo escalera”, que busca erradicar la situa-ción de calle a través del avance progresivo de eta-pas dentro de las intervenciones, siendo el primer eslabón “la calle” (Cabrera y Bachiller, 2017). En dicho modelo, los usuarios deben ir progresando, recibiendo acompañamiento terapéutico y acep-tando los objetivos que dicte el programa, hasta llegar a convertirse en una persona preparada para conseguir y mantener una vivienda permanente. Bajo esta forma de trabajar, el techo deja de ser considerado un derecho para convertirse en una recompensa al mérito y los usuarios son vistos como incapaces para hacer frente a una vivienda autónoma (Busch-Geertsema, 2012).

De acuerdo con la Política Nacional de Calle (Ministerio de Desarrollo Social, 2014), PsC es toda aquella que pernocte en lugares públicos o privados, sin contar con una infraestructura que pueda ser caracterizada como vivienda. Tirado & Correa (2009), por otra parte, proponen al habi-tante de la calle como aquella persona de cualquier edad que generalmente ha roto en forma definiti-va los vínculos con su familia y hace de la calle su espacio permanente de vida. La situación de calle también se plantea como una cultura alternativa, compleja y sinérgica en su naturaleza (Roszak, 1968), que implica dificultades inmensas y mul-tidimensionales, las que las personas que están saliendo de la situación de calle deben enfrentar

al verse con la cultura tradicional de las personas “con techo” (Ravenhill, 2003). Además de ser un problema social, es un problema en salud y sobre-todo en salud mental, llegando a observarse en esta población altas tasas de abuso de sustancias y trastornos mentales como la esquizofrenia y el trastorno bipolar (Folsom, et al., 2005).

El Programa Calle, desarrollado por el Ministerio de Desarrollo Social (2014), aborda el problema de la exclusión social y vulnerabilidad, brindando acompañamiento especializado a PsC mayores de 18 años durante dos años, en las áreas psicosocial y sociolaboral. Tiene por objetivo que estas personas mejoren su bienestar en ámbitos de salud, vincula-ción, vivienda, entorno, ingresos, educación, traba-jo y seguridad social, y es ejecutado por un equipo profesional multidisciplinario (trabajadores/as so-ciales, psicólogos/as, entre otros), en municipalida-des y organizaciones sin fines de lucro (Ministerio de Desarrollo Social, 2020).

Pese al gran avance en esta temática, existen va-riados aspectos por mejorar, como menciona la Política Nacional Calle 2018, ya que se encuentran significativas problemáticas en el marco legal en cuanto a la coordinación de las acciones del Estado y privados hacia esta población, lo que provoca que estas acciones sean aisladas, sin propósito común y descoordinadas. Además, se entiende que los pro-gramas existentes no incluyen soluciones perma-nentes, ni tienen metas asociadas a la eficacia del sistema de atención a estos sujetos.

Una de las estrategias para comprender y cuan-tificar este fenómeno, y que a la vez sirvió de insu-mo para la creación del Programa Calle en Chile, fue la implementación de 2 catastros naciona-les. El primero fue realizado por el Ministerio de Planificación el año 2005 y contabilizó 7.250 perso-nas que habitaban en las calles, en tanto, el segun-do, llevado a cabo por el Ministerio de Desarrollo Social el año 2012, contabilizó 12.255. En com-plemento, el año 2016, surge un apartado “Calle” en el Registro Social de Hogares, para caracterizar en una base de datos a esta población, registrán-dose 10.610 PsC (Ministerio de Desarrollo Social, 2017). Un informe publicado por el ministerio de Economía en el 2019 estima que la población de personas en situación de calle asciende a 17.722 (Impacta Consultores Spa, 2019).

Dada la gran cantidad de personas que forman parte de la cultura de calle, la escasez de evidencia en primera persona en el contexto nacional y la continua necesidad de incorporar los intereses de

51

las PsC en los programas ejecutados por la políti-ca nacional se hace indispensable levantar conoci-miento desde un enfoque cualitativo que, contem-plando las experiencias de los protagonistas de este fenómeno, incluya una mirada desde la cien-cia de la ocupación. Este tipo de estudios pueden permitir complementar la Política Nacional de Calle existente, en específico al Programa Calle, con un enfoque centrado en los protagonistas del fenómeno. Es por lo expuesto anteriormente, que en la presente investigación se realizó un estudio de caso, profundizando en la experiencia de vida de una PsC y los significados que atribuye a sus elecciones ocupacionales mientras participa de un Programa Calle.

Desde un análisis ocupacional, un concep-to central a trabajar es la elección ocupacional. Mientras que Bourdieu (2002) habla de habitus, Martínez (2017) lo desarrolla como un conjunto de principios de percepción, valoración y actua-ción, consecuencia de la socialización generada en el origen y la trayectoria social de una persona o comunidad. Galvaan (2012), describe elección ocupacional como una situación compleja, influi-da por una variedad de factores que van desde lo particular del individuo, como sus habilidades, a lo global o extrapersonal, que se vincula con la disponibilidad de recursos del entorno. Rolack, Triviños & Troncoso (2015) añaden que el con-texto social, económico, político y las elecciones ocupacionales interactúan de maneras dinámi-cas, lo que va a determinar si esta va a permitir o restringir la participación, produciéndose de la última manera una situación de injusticia ocupa-cional, que Galvaan (2012), identifica como una falta de oportunidades en la elección de ocupacio-nes. Cabe destacar, que las PsC en general tienen sus elecciones ocupacionales limitadas (Thomas, Gray & McGinty, 2011).

Analizar la situación de calle, y todas las decisio-nes y procesos que este fenómeno conlleva, per-mite tener una visión más crítica, lo que diversi-fica y facilita su comprensión. Este conocimiento en términos generales busca aportar a la política pública sobre calle, promoviendo que los progra-mas enfocados en la situación de calle aborden esta problemática de manera integral, consideran-do aquellos factores de la estructura social que inciden en ella.

Es importante que estos programas otor-guen oportunidades y condiciones a cada per-sona para ocuparse, promoviendo la justicia

ocupacional (Townsed & Wilcock, 1993) a tra-vés de la satisfacción de necesidades, y no sólo planteen abordajes con el fin de hacer desertar a las personas de la calle o lograr una reinser-ción laboral.

A partir de los antecedentes y la problemática expuesta, se planteó como objetivo general de esta investigación: Indagar en los significados que la PsC otorga a sus elecciones ocupacio-nales, con relación a su experiencia y participa-ción en un Programa Calle. A su vez, los obje-tivos específicos son: Por un lado, conocer la historia de vida de una PsC y los significados atribuidos a estas elecciones ocupacionales, y por otro, conocer la experiencia de la PsC en un Programa Calle del sector poniente de la Región Metropolitana.

2. MÉTODO

Se utilizó un método cualitativo de investiga-ción, desde un paradigma interpretativista, pues se pretende encontrar sentido a los fenómenos en función de los significados que las personas les otorguen (Hernández, Fernández y Baptista, 2014, p.9). Esto permite abordar la problemática desde la perspectiva de los propios involucrados, permitiendo una mejor comprensión del fenó-meno, con un acercamiento fenomenológico a la subjetividad de la persona (Hernández, Fernández y Baptista, 2014).

Se utiliza la técnica de entrevista semiestructu-rada, la cual se caracteriza por ser flexible y no directiva, lo que nos permite conocer e indagar en la historia de vida del sujeto y en su experien-cia en un Programa Calle, centrado en sus elec-ciones ocupacionales, por otro lado, nos entrega la posibilidad de adaptarnos a ellos (Díaz-Bravo, Torruco-García, U., Martínez Hernández, M., Varela-Ruiz, M., 2013). Dicha entrevista fue reali-zada a una persona con los siguientes criterios de inclusión: un rango de edad de 20 a 50 años, que haya participado de algún Programa Calle (o que esté participando en uno desde hace más de un año), que no presente un consumo problemático de drogas y/o una situación de salud mental que dificulte de sobremanera el curso de la entrevista. También se realizaron entrevistas exploratorias a una Terapeuta Ocupacional (T.O) y a un Psicólogo del centro con la finalidad de comprender el fun-cionamiento y la logística de los Programas Calle.

Los criterios de ética considerados en este

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 49-57

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

52

trabajo fueron acordados con las personas invo-lucradas a través de consentimientos informados, que explicitan las implicancias de participar en esta investigación, la cual no conlleva ninguna respon-sabilidad que comprometa a la persona (desistir es libre y voluntario en cualquier etapa del proceso), respeta por mantener anónima la identidad de los y las participantes (así como los lugares específi-cos en los que se obtuvo la información), no colo-ca en riesgo la integridad en ningún sentido, y sus resultados serán devueltos a quienes participaron brindando información para este artículo.

3. RESULTADOS

Con el fin de resguardar el anonimato del en-trevistado, se utilizará el pseudónimo E.L. para hacer referencia a este. A partir de los criterios de inclusión, se invitó a E.L. a participar de este estudio de caso. Es un hombre santiaguino de 53 años. Se encontraba participando en la etapa final de un Programa Calle al momento de la entrevis-ta (2019). Además, trabajaba de manera indepen-diente y dedicaba gran parte de su tiempo al arte, la poesía, el canto y el teatro.

A lo largo de la entrevista se abordaron distintas temáticas, las cuales fueron separadas en catego-rías de análisis. Estas son: Elección Ocupacional, Experiencia en el Programa Calle, Historia de vida y finalmente una Categoría Emergente que aborda críticas hacia la realidad social y actualidad.

3.1 Elección Ocupacional Según las experiencias narradas por E.L., se

puede decir que sus elecciones ocupacionales estuvieron condicionadas por distintos facto-res, algunos, producto de influencias personales, otros, del entorno. Aunque estas prácticas sean concebidas como decisiones libres por parte del actor social, desde el punto de vista del análisis sociológico, éstas se conciben como limitadas por su posición y momento social (Martínez, 2017). Decisiones como: dónde dormir, comer, asearse, trabajar esporádicamente y tener una ubicación durante la noche, pasaron a ser las tareas que, des-de el abandono, la soledad y la exclusión, tuvo que enfrentar (Montecino, 2008).

“El dinero que tenía solamente después me servía para comer. O comía o pagaba el lugar donde quedarme”

6 Plantea la ocupación como un aspecto central de la experiencia humana. Debate que la ocupación cumple con necesidades humanas básicas esenciales para la supervivencia, provee mecanismos para que las personas desarrollen y ejerzan capacidades innatas de naturaleza biológica, social y cultural, para adaptarse a cambios ambientales y prosperar como individuos.

Aquí se muestra uno de los aspectos crudos del vivir en calle, momento en que E.L. tiene que de-cidir entre dos actividades básicas de la vida diaria, comer o dormir bajo un techo, porque no contaba con el dinero suficiente para cubrir ambas.

El entrevistado menciona que cuando se encon-traba en situación de calle vendía productos, lo que le permitió conocer a distintas personas y lugares. Así como refiere Wilcock (1993) en su teoría6, esta exploración despertó en él una mayor necesidad de ocuparse (no solo laboralmente) para lograr sa-tisfacción personal, lo que le permitió indagar en sus intereses, desarrollar habilidades y participar en actividades significativas para él. Así descubre el teatro, que, junto con la poesía, fueron experiencias gratificantes que le brindaron contención y sentido, motivo que le llevó a continuar desenvolviéndose y expresándose a través del arte.

Se considera la calle como un ámbito proble-mático para el desenvolvimiento de la PsC, debi-do a que no cumple los requerimientos mínimos necesarios que permitan considerarla un lugar de habitación que reporte bienestar y calidad de vida (Tirado & Correa, 2009). Pese a estos escenarios a los que se vio enfrentado, para E.L. la calle fue un lugar donde exploró y se desenvolvió en ocu-paciones diferentes, conociendo además personas y lugares, donde adquirió aprendizajes que hoy en día manifiesta agradecer.

3.2 Experiencia en el Programa Calle

En cuanto a su participación dentro del Programa Calle, E.L. lo menciona como un lugar acogedor. Desde que llegó a la organización, le brindaron apoyo y proporcionaron información sobre el pro-grama y albergues a los que podía acceder para dor-mir, algunos de ellos gratuitos. Se transformó en un espacio seguro, de confianza, el cual le permitió explorar nuevas ocupaciones y, por ende, llevar a cabo nuevas elecciones ocupaciones.

Bajo el mismo lineamiento, E.L. destaca que desde el Programa apoyaron y validaron su in-terés por el teatro y la poesía, inclinaciones que habían sido postergadas a lo largo de su vida escolar. Desde la organización consideraban y potenciaban las motivaciones en cada uno de los participantes, además de validar los tiem-pos personales, lo que les facilitaba mantener jornadas en algunos trabajos esporádicos y/o distribuir su tiempo según sus ocupaciones. Por

Galdames F., et al..

53

su parte, E.L. recalca que se sentía visto como una persona adulta, capaz de tomar sus propias decisiones, con contención y libertad de elegir aquellas ocupaciones más afines a sus intereses, lo cual le otorgó herramientas que aumentaron su autorrealización.

“Lo bueno es que a mí me recibieron bien, no tengo nada que decir... son muy contenedores, escuchan, te guían... no te imponen nada, uno toma la decisión, y ellos te ponen como un abanico de posibilidades”

Lo anterior se vuelve fundamental, ya que cada persona tiene experiencias de vida distintas, por lo que sus intereses no son los mismos. Además, el estar en situación de calle induce la adquisición de nuevas pautas de funcionamiento social que, en mayor o menor proporción, dependiendo de cada vivencia particular, sustituyen los mode-los propios de ámbitos “familiares” (Saucedo & Taracena, 2011), por lo que indagar en esto es un modo de encarar el mundo de la interioridad de los sujetos sociales y de las relaciones que se es-tablecen entre los contextos y con otros actores sociales (Galeano, 2004).

Es importante tener en cuenta que la pérdida de significado en las ocupaciones diarias puede llevar a severas crisis existenciales, ya que son poderosos agentes que nos ayudan a organizar nuestras vidas, les dan significado y crean iden-tidad (Gómez, 2003). Es por esto, que se torna esencial reconocer la importancia de un abordaje desde la ocupación (entiéndase ocupación como actividad con sentido, propósito y significado), en donde los y las terapeutas ocupacionales pueden crear ambientes y oportunidades que faciliten el compromiso ocupacional de la PsC (Roy, 2017). Es decir, que su rol como acompañantes en este proceso de reestructuración de rutinas y explora-ción de ocupaciones, favorecerá la reorganización de la cotidianeidad de la persona.

Las crisis existenciales dejan en desventa-ja y pueden llegar a privar a la persona de una exploración ocupacional. Ante esto, se vuelve importante considerar la justicia ocupacional como un elemento clave, pues impulsa la faci-litación de oportunidades y recursos, teniendo en cuenta las diferencias individuales resultan-tes de la interacción biológica y humana con su medioambiente natural (Kronenberg, Simó & Pollard, 2006). Por esto, los/as profesionales se convierten en una red de apoyo fundamental

7 Las experiencias de vida corresponden a las vivencias que dejan huella en una persona, influyendo, de alguna u otra manera, en su desarrollo (Vygotsky, 1996).

en el proceso de vida de la persona, y deberían ser facilitadores/as de esta construcción de sig-nificados, brindando herramientas y oportuni-dades para desenvolverse en la sociedad, tal y como hace alusión E.L:

“Y estos muchachos, todos los que trabajan en [institu-ción], todos amorosos, como contenedores”

En resumen, es fundamental recalcar la impor-tancia de los/as profesionales que trabajan interdis-ciplinarmente para favorecer el proceso de las PsC. Son facilitadores de la red de apoyo y contención, así como de la exploración de ocupaciones durante los dos años que se extiende el programa.

3.3 Experiencias/historia de vida

En esta categoría se abordaron tres aspectos: las vivencias que fueron dejando huella en E.L., el significado que este atribuye a su estancia en calle y cómo estas experiencias desembocan en su panorama actual.

En relación con su experiencia de vida7, dentro del relato se aborda su sentir y cómo este recorri-do, desde su infancia hasta su situación actual, se fue forjando en torno a situaciones de privación de derechos e injusticia ocupacional. En sus palabras, su infancia y juventud estuvieron marcadas por las escasas muestras de afecto por parte de su familia:

“Yo estaba estudiando y no se acercaban a decirme ¿qué te falta? ¿cuadernos? Nunca. O “No tengo dinero, pero salgamos, caminemos a la plaza” Nunca, ¿Entiende? yo encuentro que me faltó amor”

A partir de su relato se rescata que la familia tie-ne un papel fundamental en el desarrollo cognitivo y socioemocional durante la niñez (Divulgación Dinámica, 2018), por lo que cuando se ve afecta-da puede convertirse en un factor de riesgo para el desenvolvimiento del niño/a en las distintas ocu-paciones propias de la edad (juego, exploración de roles y vínculo con la familia). Es en este contexto donde se establecen las primeras relaciones inter-personales y donde tienen lugar las primeras per-cepciones que generan de sí mismos y del entorno.

En cuanto al significado de su experiencia en calle, sus vivencias desencadenaron en él un sentimiento de pena y angustia, ya que se vio forzado a subsistir en su día a día. Sin em-bargo, fueron estas experiencias, junto con el

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 49-57

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

54

teatro y las artes en general, las que le entre-garon mucho aprendizaje para su crecimiento personal:

“Me da angustia, me da pena lo que he vivido, pero bue-no, en este momento me siento fortalecido, esa es la realidad de lo que viví y que ahora no me cuentan cuentos de vivir así esa experiencia extrema, ahora yo elijo vivir en paz, vivir tranquilo, y con el teatro, el arte, cantar”

A lo largo de la vida de una persona hay múlti-ples factores, humanos, ocupacionales y ambien-tales que pueden alterar su calidad de vida, afec-tando la realización independiente o funcional de las ocupaciones y repercutiendo en las distintas áreas en las que ésta se desempeña (Universidad de Pamplona, 2011). En la narración de E.L. se aprecian problemáticas que influyeron en su bien-estar y le produjeron estados de inestabilidad, pero que también fueron su motivación para ex-plorar en actividades significativas, formando una manera particular de comprender su vida.

Gracias al apoyo de distintas redes (entre ellas el Programa Calle y una institución benéfica pú-blica), logró acceder a un curso de formación de guardia de seguridad, donde le entregaron apoyo monetario por asistir y posteriormente un empleo en un centro comercial de la capital. Esto, sumado a sus trabajos esporádicos en venta de productos, le permitió acceder al arriendo de una pieza en una comuna del sector sur de Santiago.

Además de experimentar ocupaciones conside-radas como normativas, pudo explorar distintas áreas de conocimiento, como primeros auxilios, legislación relacionada a la seguridad, habilidades blandas y defensa personal. En este proceso tam-bién fue fundamental el arte, ya que, en coheren-cia con lo que señalan Thomas, Gray & McGinty (2011), este tiene el potencial de incrementar las habilidades interpersonales y la participación so-cial, además provee medios para expresar signifi-cado en la PsC. Las ocupaciones artísticas aportan un punto de partida para la participación en co-munidad y promueve la construcción de nuevas identidades, roles y rutinas por parte de la PsC.

3.4 Categoría Emergente: Críticas hacia la realidad social y actualidad

Esta categoría surge espontáneamente, sin ha-ber sido considerada en la construcción de la en-trevista. Se da cuenta de la visión del entrevistado sobre la realidad social, la concepción del Estado y las medidas preventivas que deben resguardar la

Seguridad Social de las personas desde la niñez.En el relato se destaca la importancia de la en-

trega de herramientas y promoción de diversos estilos de aprendizaje y gamas de intereses desde la niñez, con énfasis en la prevención de situacio-nes de vulnerabilidad en la infancia para detener los ciclos de transmisión de riesgos y fortalecer habilidades consideradas blandas, como “el amor, el compañerismo, la unión de la familia y trabajar desde el interior de la persona, no desde fuera” (E.L.)

En cuanto al rol del Estado, lo posiciona como una figura alejada de lo cotidiano y del impacto directo en la vida de las personas, más bien lo en-tiende como un ente frío que asigna recursos y apoyos monetarios. En contrapartida, E.L. resalta la importancia del papel que juegan lo comuni-tario y la familia en el desarrollo de una persona, entregando contención, cariño y empatía.

“Tiene que ser mucho más profundo, el Estado claro… puede dar una casa, un lugar donde vivir, una habitación, algo digno, ellos van a ver en ese sentido, porque el Estado es una entidad, y algo frío. Yo hablo más desde el corazón, de la perspectiva del corazón”

En esta línea, existiría la posibilidad de utilizar los Programas Calle como espacios seguros y dotados de oportunidades para promover la participación comunitaria. Así como dar la posibilidad a la PsC de ser actores sociales en sus propios términos, re-levando la importancia de los lazos y por qué no, la familia formada en la calle. Por otra parte, la acción de un Estado o un Ministerio se percibe como leja-na, fría, sin relaciones concretas con la realidad del individuo. Con esto, se da cuenta que no se perci-be de qué manera, en el actual modelo de Estado subsidiario, se ejecuta la bajada de la acción de un Ministerio, a la seguridad social en concreto. Dicha seguridad social debería proveer un piso mínimo de dignidad y estabilidad a los/as ciudadanos/as y familias. Asegurando esto se podría proporcionar mayor estabilidad y lazos familiares seguros. Así opera la prevención que E.L. cree tan importan-te para evitar situaciones de riesgo y promover las fortalezas de cada individuo.

4. CONCLUSIONES

Los significados que le otorga la PsC entrevista-da a sus elecciones ocupacionales, es el desarrollo de su propia identidad y proyectos vitales a través de estas actividades significativas que realiza, al te-ner oportunidades disponibles para involucrarse

Galdames F., et al..

55

en las ocupaciones que él desea (relacionadas al arte, al teatro y la poesía, por ejemplo), además de apoyo de índole socioeconómico, como pensio-nes y viviendas a precios accesibles.

Vivir en calle afectó profundamente la visión de vida de E.L. Con el apoyo psicosocial y vinculación de diversas instituciones y actores sociales, logró cuestionar y reflexionar sobre su vida en retrospec-tiva y asimilar vacíos afectivos que acarreaba desde su infancia. Junto al soporte de estas organizacio-nes y sus propias habilidades, logró adoptar nue-vos patrones de comportamiento y eventualmente salir de la situación de calle. Cabe mencionar que es en la articulación de todas las redes y no en el actuar individual de cada una por sí misma, como el Programa Calle, que se logra mejorar la calidad de vida de la persona, proceso en el cual puede o no ser un fin dejar de vivir en calle, validando las metas que la persona, en coordinación con las redes y la comunidad, va colocando para su vida.

En relación a esto último, y según Galvaan (2012) escoger ocupaciones es un asunto comple-jo y situado socioculturalmente, en el que mientras menos variedad hay en el abanico de oportunida-des de ocupaciones en las que se puede desempe-ñar un individuo, más cerca se está de la injusticia ocupacional. De acuerdo con esto, cuestiones de equidad en el acceso y justicia deben ser tomados en cuenta en cualquier discusión sobre qué es la elección ocupacional y cómo ocurre.

Dentro de los factores que limitan los resultados de esta investigación, se puede mencionar la dificul-tad que tuvo la persona entrevistada para dimensio-nar la cantidad de tiempo que estuvo en cada lugar durante su vida en la calle, por las características mis-mas que tiene ese estilo de vida en lo cotidiano, en el que a veces perdía la noción del tiempo.

Como proyección se propone seguir profundi-zando en la temática con una mirada cuantitativa, pues los estudios mixtos tienen un alcance más in-tegral y coherente con la realidad (Muñoz, 2013). Además, reflexionar alrededor de lo distinto que son las experiencias de ser mujer y hombre en calle, y la importancia de profundizar en esta área con enfoque de género, “ser mujer y estar en calle es ultra violento y vulnerado por todas partes” (T.O).

REFERENCIAS

• Bourdieu, P. (2002). Questions de sociolo-gie. Paris: Les éditions de miuit.

• Busch-Geertsema, V. (2012). The Potential of Housing First from a European Perspective. European Journal of

Homelessness, 6 (2), 209-216.• Cabrera y Bachiller (2017). “Informe

Nacional Chile. Diagnóstico, recomenda-ciones y sugerencias” de Red Calle.

• Díaz-Bravo, L., Torruco-García, U., Martínez Hernández, M., Varela-Ruiz, M. (2013). La entrevista, recurso flexible y diná-mico. Departamento de Investigación en Educación Médica, Facultad de Medicina, Universidad Nacional Autónoma de México, México D.F, México.

• Divulgación Dinámica. (2018). Divulgación dinámica, The Education Club. Obtenido de https://www.d i v u l g a c i o n d i n a m i c a . e s / b l o g /la-familia-primer-agente-socializacion/

• Folsom, DP., Hawthorne W., Lindamer L., Gilmer T., Bailey A., Golshan S., … Jeste, D., et al. Prevalence and risk factors for ho-melessness and utilization of mental health services among 10,340 patients with serious mental illness in a large public mental heal-th system. Am J Psychiatry 2005; 162 (2): 370-6. DOI: 10.1176/appi.ajp.162.2.370

• Galeano, M. (2004). Significados de la sa-lud para los niños de la calle en Medellín (Colombia). Index de Enfermería, 20(3), 147-150. http://dx.doi.org/10.4321/S1132- 12962011000200002.

• Galvaan, R. (2012). Occupational choice: The significance of socio-economic and political factors.

• Gómez, S. (2003). La Ocupación y su Significado Como Factor Influyente de la Identidad Personal. R e v i s t a Chilena de terapia Ocupacional, N°3, Recuperadode: http://web.uchi-le.c l/v ignet te/terap iaocupac iona l/CDA/to_completa/0,1371,SCID=617 6%26ISID=290,00.html

• Hernández, R., Fernández, C. y Baptista, P (2014). Metodología de la investigación. Santa Fe, México: McGRAW-HILL / Interamericana Editores, S.A. DE C.V.

• Huerta, M. (2005). Política y Cultura. El neoliberalismo y la conformación del Estado subsidiario. (24),121-150. ISSN: 0188-7742.

• Impacta Consultores SpA (2019). Estudio de factibilidad de la implementación de un Contrato de Impacto Social para la Superación de la Situación de Calle. Recuperado de: ht-tps://www.economia.gob.cl/wp-content/uploads/2019/08/Informe-de-Factibilidad-CIS-Situaci%C3%B3n-Calle.pdf

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 49-57

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

56

• Kronenberg, F., Simo, S. & Pollard, N. (2006). Terapia ocupacional sin fronteras: Aprendiendo del espíritu de sobrevivien-tes. [Catalogación en Publicación de la Biblioteca Nacional] https://books.google.cl/books?id=0ZsCYHlLWgIC&printse-c=frontcover&hl=es&source=gbs_ge_summary_r#v=onepage&q&f=false

• Martinez, J. (2017). Revista Internacional de Sociología. El habitus. Una revisión analítica. Universidad de la Laguna, España.75 (3).

• Mideplan (1991). Evaluación de las políticas sociales en Chile, 1920-1991. Documentos Sociales. Santiago: MIDEPLAN.

• Ministerio de Desarrollo Social (2012). En Chile Todos Contamos. Segundo Catastro Nacional de Personas en Situación de Calle. Recuperado de: http://www.ministeriodesarrollosocial.gob.cl/btca/txtcompleto/midesocial/en-chletodosconta mos-2catastrocalle.pdf

• Ministerio de Desarrollo Social - Oficina Nacional de Calle. (2014). Política Nacional de Calle, Una estrategia para la inclusión de las personas en situación de calle. Recuperado de: http://www.desarrollosocialyfamilia.gob.cl/btca/txtcompleto/midesocial/politnac_calle.pdf

• Ministerio de Desarrollo Social y Familia. (2018). Política Nacional de Calle. desarro-llosocialyfamilia.gob.cl/btca/txtcompleto/midesocial/politnac_calle.pdf

• Ministerio de Desarrollo Social y Familia. (2020). Chile Seguridades y Oportunidades. Recuperado de: http://www.chilesegurida-desyoportunidades.gob.cl/programa-calle

• Ministerio de Desarrollo Social y Familia. (2019). Registro Social de Hogares. Recuperado de: http://www.registrosocial.gob.cl/

• Ministerio de planificación (2005). Habitando la calle. Catastro Nacional de Personas en Situación de Calle. Chile. http://www.nochedigna.cl/wp-con-t en t/up loads/2017/03/1 .P r imer_Catastro_Nacional_Perso nas_Situacion_Calle_2005.pdf

• Mota, R., Vidal, F. (2005): Cuadro 1. Tipología multidimensional de regímenes de bienestar. Sesión 2ª: Diversidad y rees-tructuración regímenes de bienestar.Curso Tendencias actuales en política social, XIII Escuela de Verano Cáritas.

• Muñoz, C. (2013). Métodos mixtos: Una

aproximación a sus ventajas y limitaciones en la in-vestigación de sistemas y servicios de salud. Revista Chilena de Salud Pública, Vol. 17 (3): 218-223.

• Ravenhill, Megan Honor (2003) The cultu-re of homelessness: An ethnographic study. PhD thesis, London School of Economics and Political Science, United Kingdom.

• Rolack, S., Triviños, V & Troncoso P. (2015). Revista Chilena de Terapia Ocupacional. La influencia del sistema neoliberal en las elecciones ocupacionales y el impacto en la salud y bienestar desde una perspectiva cua-litativa. Vol. 15 (2).

• Roszak, T. (1968). El nacimiento de una Contracultura. Barcelona: Kairós.

• Roy, L. (2017). Occupation-based practices and homelessness: A scoping review .Canadian Journal of Occupational Therapy , 98-110.

• Saucedo, I. A., & Taracena, B. E. (2011). Habitar la calle: pasos hacia una ciudadanía a partir de este espacio. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, 1(9), 269-285.http://bibl ioteca.c lacso.edu.ar/Colombia/alianza-cindemz/20140402011822/art.IvanAlejandroSaucedo.pdf

• Tirado, A. & Correa, M. (2009). Accesibilidad de la población habitante de calle a los programas de promoción y prevención establecidos por la resolución 412 de 2000. Pereira : AREANDINA. Fundación Universitaria del Área Andina.

• Thomas, Y., Gray, M., & McGinty, S. (2011). Homeless adults engagement in art: first steps towards identity, recovery and social inclusion. Australian Occupational Therapy Journal, 429-36.

• Townsed, E & Wilcock, A. (2004). Canadian Journal of occupational therapy. Occupational justice and client-centred practice: A dialo-gue in progress. Vol 71 (2), 75-87.

• Universidad de Pamplona. (2011). Obtenido de Línea de Investigación: Universidad de Pamplona. (2020). Obtenido de http://www.unipamplona.edu.co/unipamplona/portalIG/home_59/recursos/01gene-ral/15082012/linea.jsp#

• Vygotsky, L. (1996). La crisis de los siete años. En Segarte, A. (comp.) Psicología del desarrollo. Selección de lecturas. Tomo I. Editorial Félix Varela. La Habana.

• Wilcock, A. (1993). A theory of the hu-man need for occupation. Journal of Occupational Science, 1(1), 17-24, DOI: 10.1080/14427591.1993.9686375

Galdames F., et al..

59

Normatividad, normalización e inmunización. Perspectivas en torno al “enfermo/a”

en situación de calleRegulations, normalization and immunization.

Perspectives around the “sick person” on the street

Carolina Llanos1

RESUMEN

E l siguiente escrito, corresponde a una nota de investigación que pretende dar cuenta de un proce-so en curso, iniciado en la Fundación Gente de la Calle, acerca de la salud y enfermedad en este grupo de personas. Tal proceso, pretende alcanzar una fundamentación teórica en clave biopolíti-

ca, que permita una mayor profundidad en el conocimiento de la problemática en términos estructurales, y que pueda materializarse en una mejoría en las herramientas de trabajo para quienes se vinculan con los en-fermos en situación de calle. En el presente texto, se esboza una primera aproximación a tal investigación, que través de tres nudos críticos, expone el problema de la invisibilización de la enfermedad como una condición de “normalidad” de la vida en calle, así como también, la exclusión que viven estas personas. A partir de esto, se propone hablar de “enfermo/a” en situación de calle considerando: la normatividad biológica y la normalización biopolítica, para posteriormente posicionar el tema de la enfermedad de las personas en situación de calle como un problema social que ha sido abordado desde el paradigma de la inmunización.

Palabras clave: Enfermo/a en situación de calle, normatividad, normalización - inmunización

El desafío de tal ejercicio de fundamentación, radica en que éste debe presentar cohesión entre las vivencias empíricas que las y los trabajadores de la FGC y otras instituciones enfrentan al momento de relacionarse con las PSC; así como también, una cohesión consistente respecto de las experiencias que las mismas PSC van reportando cuando recurren a tales espacios. En ese sentido, este proceso reflexivo inten-ta constituirse como un puente entre la perspectiva que por una parte, proviene desde la institucionalidad médica sumada a aquella otra, de quienes trabajan acompañando a la vida en situación de calle; y por otra, la de los mismos sujetos que viven en calle.

La valoración de la perspectiva biopolítica por sobre otros enfoques, responde principalmente a dos elementos. En primer lugar, la elección se sustenta en el hecho de que en la biopolítica hay un abordaje de la imbricación que se establece entre la vida y la política (Lemke, 2017), que permite referir a dinámicas de carácter estructurales que impactan en la salud, por ejemplo, el Estado subsidiario en la Constitución de 1980 y el derecho a elección entre los sistemas de salud público y privados (Goyenechea, 2019). Elementos como estos, que requieren ser considerados a través de una matriz crítica, acerca de cómo operan las re-laciones de poder mediante la gubernamentalidad y la institucionalidad en la sociedad (Foucault, 1995), nos desafían a abandonar estructuras represivas y disciplinarias, para aproximarnos a otras formas de organización, que cuiden y respeten la vida de las personas (De la Aldea, 2019), justamente lo que las PSC parecieran necesitar.

Recibido el 1 de abril de 2020 . Aceptado el 3 de junio de 2020

1 Área de Estudios Fundación Gente de la Calle. Correspondencia a: [email protected]

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 59-67 ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

60Llanos C.

En segundo lugar, hay que considerar para la elección de este enfoque, que en la historia de la aparición del concepto biopolítica, el léxico de la inmunización de vertiente médica y los temas vin-culados con el inicio y fin de la vida (Esposito, 2005; 2011), posicionan a la medicina como un factor elemental para comprender tales perspecti-vas, donde eugenesia, higienismo, natalidad, mor-tandad, control de la población, entre otros, se vuelven nociones fundamentales. En ese sentido, el cruce entre la dimensión médica y jurídica que ofrece el paradigma de la inmunización, posibilita un abordaje profundo de la problemática en tor-no a la salud y enfermedad de las PSC.

La mirada biopolítica, posibilitaría entonces considerar cómo el concepto de salud contie-ne en sí una larga historia, donde disposiciones específicas, van configurando a los sujetos, sus cuerpos y sus subjetividades, insertos en un am-biente natural, cultural y político, que será deter-minante para su desarrollo vital, de manera que la biopolítica2 y la gubernamentalidad en sentido foucaultiano, donde la primera alude a grandes rasgos a un control de los procesos vitales de la población (Foucault, 2006b, p. 148) y esta última corresponde a una técnica de gobierno que inci-de en las conductas de los sujetos y que al mismo tiempo opera como una racionalidad que posibilita un nuevo orden propio de las sociedades discipli-narias (Foucault, 2006b), adquiere una notable ma-terialidad en el caso de las personas en situación de calle, implantándose así un nuevo régimen de veredicción donde según Preciado interpretando a Foucault “la tarea misma de la política es fabricar un cuerpo” (2020, p.164).

En lo que sigue, se presentarán tres nudos críticos que operan como motor reflexivo para desarrollar la investigación que en este texto se anuncia, así como también, sus respetivas hi-pótesis de trabajo y decisiones metodológicas. Dado que este proceso investigativo se encuen-tra en un estadio inicial, su presentación no utilizará una estructura rígida. Contrariamente, se desarrollará en vistas de una exposición de carácter reflexivo y problematizador que invi-te a la reflexión, donde la hipótesis que siem-pre se pretende abordar, señala que las PSC son

2 Biopolítica en un concepto de amplio desarrollo en la obra de Foucault, que podría leerse en al menos cuatro sentidos desde la interpretación que realiza Edgardo Castro. Se puede considerar a la biopolítica como una consecuencia del surgimiento de una medicina social, como una especie de transformación de la guerra de razas, desde la voluntad de saber como la soberanía respecto de hacer vivir-dejar morir o como la gubernamentalidad liberal. Ver Castro, E (2008) Biopolítica de la soberanía al go-bierno. En Revista Latinoamericana de filosofía, vol xxxiv, N°2. Estas diferentes perspectivas en torno a la biopolítica, aparece-rían de un modo asistemático y fragmentario a lo largo de la obra de Foucault, debido a la positividad de su análisis. Esa misma lógica de análisis es la que se pretende rescatar para los efectos de la investigación que aquí se propone, a partir de la considera-ción de prácticas específicas en la temática de salud y enfermedad, acerca de las personas en situación de calle.

normalizadas en su condición de vida en calle como enfermo-as, donde tal condición provoca una respuesta “inmunizante”, por parte de la co-munidad en su totalidad.

2. PRIMER NUDO CRÍTICO: ATISBOS DE LA EXCLUSIÓN, LA NORMATIVIDAD Y LA NORMALIZACIÓN

Cuando Canguilhem profundizaba el vínculo entre cultura y medicina en su obra Lo Normal y lo patológico (2011), no sospechaba la fuerza y claridad de expresión que tal afirmación alcan-zaría desde la óptica de Foucault. El maestro y el discípulo, ocupados en una profunda reflexión sobre la vida, que inicia con una clara intención epistemológica, pero que se desarrolla en cla-ve ética, ponen el foco en cómo la cultura en Cangilhem y la política en el caso de Foucault, abordan la vida desde el enfoque médico.

En la medida que Canguilhem va analizando di-versas teorías entre lo que en medicina se conside-ra “normal” y “patológico”, va esbozando cómo estos términos se definen en función de la varia-bilidad de un viviente en relación con el medio en que se desenvuelve, afirma:

“‘La medicina, dijo Sigerist, es una de las cosas más estrechamente vinculadas con el conjunto de la cultura, puesto que toda transformación en las concepciones médicas está condicionada por transformaciones en las ideas de la época’ [107,42]. La teoría que acabamos de exponer – al mismo tiempo médica, científica y filosófica- verifica perfec-tamente esta proposición” (2011, p 74).

Idea que aparece constantemente a lo largo del texto, cuando señala que, además de poner énfasis en la relación que se da entre medicina y la cultura de su época, Canguilhem refiere a la enfermedad de un modo diferente al paradig-ma previamente dominante, de carácter monista, que proponía a la enfermedad desde una prima-cía de lo cuantitativo por sobre lo cualitativo, como una variación del estado fisiológico de sa-lud, con lo que Canguilhem (2011) abre una nue-va perspectiva sobre la consideración del estado

61

patológico. Ya no se trata de una variación del estado normal, idea que surge como consecuen-cia de considerar la medicina desde el racionalis-mo de Broussais -quien señala que no existe una realidad del mal- sino que se trata de entender que estar enfermo “significa verdaderamente para el hombre vivir una vida diferente inclu-so en el sentido biológico de la palabra” (p.60), con lo que la enfermedad debe entenderse como otro estado del viviente, que existe por sí mismo y no como variación.

Si bien, en perspectiva de Canguilhem es di-fícil afirmar que existen ciencias encargadas de estudiar lo normal y lo patológico, el autor re-conoce que en el plano empírico, todas operan bajo alguna preconcepción de lo que se entiende como normal o sano, donde justamente estarían actuando de manera imbricada, contenidos mé-dicos y culturales. Por lo tanto, precisa que lo normal, es un concepto equívoco que puede defi-nirse como aquello conforme a la regla o norma, lo que debe ser promovido, o lo que mantiene su justo medio. En medicina, refiere a una con-dición ideal a la que se aspira, un valor, lo que se diferencia de normatividad en la medida que “En el pleno sentido de la palabra, normativo es aquello que instituye normas. Y en ese senti-do, nos proponemos precisamente hablar de una normatividad biológica” (2011:92).

En razón de esto, Canguilhem observa que la vida es un estado de lucha que siempre tiende a la normalidad específicamente en términos biológicos (aquí se apoya en Bichat) -- pues hay patología biológica y no química o física-- por lo que concluye que biológicamente la vida es la prolongación de esa lucha por alcanzar un estado positivo, y por consiguiente, se mueve no desde una indiferencia biológica, sino que desde una normatividad vital, donde lo normal es aquello capaz de ser normativo de darse la norma. Resulta así posible afirmar, que no exis-te un hecho normal o patológico propiamen-te tal, puesto que la normalidad o lo normal, proviene de su normatividad. Entonces cabe la pregunta ¿Cómo opera el concepto de normati-vidad biológica en el ámbito cultural y como esto afecta al viviente en situación de calle? Foucault lo explica refiriendo a los procesos de normalización desde la relación saber-poder, por ejemplo, en El

3 El Nacimiento de la clínica es uno de los primeros trabajos de Foucault y es rescatado aquí en tanto pone en evidencia la in-fluencia que recibe de Canguilhem, aunque puede apreciarse con matices en otras de sus obras. Esto es muy relevante para la re-cepción biopolítica de su obra. Según Adán Salinas, es posible afirmar que la recepción foucaultiana se desarrolla principalmente en las líneas de los estudios de gubernamentalidad del ámbito anglosajón y la recepción biopolítica realizada por autores italianos pero con difusión mucho más amplia y traducciones a diversos idiomas, donde precisamente ésta se vincula con la inmunización. Ver Salinas, A (2014) La semántica Biopolítica. Foucault y sus recepciones. Viña del Mar, Cenaltes ediciones.

nacimiento de la clínica publicado en 1963 (2001), puede ya encontrarse la idea de que el lenguaje opera como un dispositivo de poder en la institu-cionalidad médica, que posteriormente se extra-pola a lo social. En La historia de la locura (1993), también puede encontrarse mecanismo que van configurando desde el saber, como se delimita lo “anormal” y en Seguridad, territorio y población (2006b) afirma:

“La disciplina fija los procedimientos de adiestramiento progresivo y control permanente y por último, y a partir de ahí, distingue entre quienes serán calificados como ineptos e incapaces y los demás. Es decir que sobre esa base hace una partición entre lo normal y lo anormal. La normalización disciplinaria consiste en plantear ante todo un modelo, un modelo óptimo que se construye en función de determina-do resultado y la operación de normalización disciplinaria pasa por intentar que la gente, los gestos y los actos se ajus-ten a ese modelo, lo normal es precisamente, lo que es capaz de adecuarse a la norma y lo anormal, lo que es incapaz de hacerlo” (p. 75)

Esta normatividad que se establece por una tendencia específica de la vida biológica en Canguilhem, opera de un modo diferente en la vida cultural, y podríamos decir política, en pers-pectiva de Foucault. La normatividad es en este contexto una normalización siempre disciplina-ria, que opera como aquello a lo que la norma tiende, pero ya no en clave biológica, sino que conforme a una voluntad de poder que instaura sentido (Foucault, 1995), delimitando aquello que debe entenderse por normal-anormal, y que es puesto en marcha a través del ejercicio del poder mediante las instituciones, estableciendo todo un régimen de veredicción.

En la Historia de la sexualidad (2006a), escri-to trece años más tarde que el Nacimiento de la clínica3, Foucault explica con gran lucidez la progresión que hay desde un tiempo históri-co donde la sexualidad se vivía libremente, a la instauración de una censura que procede por “blanqueamiento del discurso”, eliminando del lenguaje todo aquello relacionado con la sexuali-dad. Posteriormente, a partir del siglo XVIII se implementa un movimiento contrario que tiene la forma de una “proliferación de los discursos”, que corresponde a la incitación institucional,

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 59-67

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

62

de carácter racional, al hablar de sexualidad, no para producir un efecto liberador, sino que con la finalidad de conocer, “saber”, cómo se vive la sexualidad en la población y desde ahí, establecer normas, conceptos y categorías que delimitan y disciplinan las conductas que deben tomarse como “normales” y aquellas que deben consi-derarse como “patológicas” o “desviadas” como ocurrió con la homosexualidad, donde opera la misma censura, pero esta vez transfigurada (2006a:34). Este ejercicio genealógico sobre lo que el autor denomina La historia de la sexua-lidad, revela como la estructura de poder-saber, opera en distintos ámbitos de la sociedad, don-de el discurso se posiciona como mecanismo de disciplinamiento, constituyendo así, campos de inclusión de lo normal y exclusión de lo anor-mal, delimitando sentidos y transmitiéndolos hasta la aceptación de su condición de norma por toda la población.

La normatividad biológica explicada por Canguilhem, alcanza una dimensión política con la normalización en sentido foucaultiana, que mediante el ejemplo de la sexualidad, deja ver un control de los cuerpos y las subjetivida-des, mediante la gestión del género y la especie. Tres ideas fuerza podemos extraer del binomio normatividad-normalización aplicado al enfer-mo-a en situación de calle, además de una im-portante tarea.

En primer lugar hay que pensar y re-pensar, el estatuto ontológico del enfermo-a en situación de calle. Así como curre con la enfermedad, conce-bida en principio como variación y por ello desde una no entidad o no existencia; ocurre también con el enfermo-a en situación de calle invisibili-zado ¿existe el enfermo-a en situación de calle? ¿Qué elementos respaldan su condición? Al pa-recer no es suficiente plantear el problema en tér-minos de dignidad humana por lo que al menos se debe pensar en ¿cómo se visibiliza el enfermo-a en calle desde el campo de la medicina? ¿Con pro-tocolos de intervención, estudios de mortandad y/o conocimientos respecto de sus enfermedades predominantes?

Tanto la enfermedad como la categoría en-fermo-a en situación de calle, poco a poco van apareciendo como una condición que debe abor-darse por sí misma y no únicamente como des-viación de la norma relegada al campo de la ano-malía; donde la normatividad biológica en tanto lucha por la vida, es a su vez la forma de vida como constante lucha que sostienen las PSC, lo que se expresa en:

“La enfermedad es aún norma de vida, pero es una norma inferior en el sentido de que no tolera ninguna desviación de las condiciones en las que vale, puesto que es incapaz de transformarse en otra norma. El ser vivo enfermo está normalizado en condiciones de existencia de-finidas y ha perdido la capacidad normativa, la capacidad de instituir diferentes normas en condiciones diferentes” (Canguilhem, 2011, p.139).

Son entonces pertinentes las preguntas acerca de si la enfermedad es un estado normal, pero inferior del viviente, donde éste ha perdido la capacidad de normatividad ¿quién normaliza al enfermo-a en situación de calle? Estar enfermo-a es la normalidad de los sujetos en calle, su lucha constante y su estatuto ontológico inferior, por tanto, la enfermedad es potencial de crítica y una fisura respecto de como el saber-poder disciplina a estos sujetos ¿Existe conocimiento médico-so-cial que se dirija al entendimiento de tal situación? ¿Ese conocimiento se instituye desde la exclusión o profundización de la problemática? ¿Cuáles son los elementos u omisiones que desde la medici-na van excluyendo al enfermo-a en situación de calle? ¿Son efectivamente elementos médicos u otros que exceden el campo de lo médico? En este punto es importante reconocer que las accio-nes y exigencias de los médicos al vincularse con los enfermo-as en situación de calle y los recla-mos provenientes desde la sociedad civil a favor de ellos, constituyen acciones de visibilización que desde sus posibilidades, demandan un trato digno para los sujetos. Tales acciones se posicio-nan como una especie de resistencia a la estruc-tura de la implementación de política de salud en Chile, que es de carácter altamente excluyente y selectiva, y que además mercantiliza los derechos básicos de las personas, de una mera tan radical, que lo político mismo pareciera diluirse.

A la consideración del estatuto ontológico y la lucha por la vida del enfermo-a en situación de ca-lle, hay que agregar el desplazamiento que sufren estas personas, en cuanto quedan excluidas pro-ducto de un proceso de normalización en sentido foucaultiano, donde las PSC forman parte de la sociedad, pero relegadas a un ámbito muy especí-fico, el de lo enfermo, lo anormal, lo “insalubre” e “indeseado”. En este punto surge el peligro o situación límite respecto del abordaje de la cate-goría del enfermo-a en situación de calle, puesto que siempre puede resultar contraproducente el nombrar y abrir líneas de acción que, más que fo-calizar la enfermedad como una constante de la situación de calle con la finalidad de trabajar por

Llanos C.

63

la restitución de derechos de tales sujetos, opere como un elemento estigmatizador. Más que una nueva normalización, en este caso, el saber debe estar orientado al potencial uso que reporta desde una mirada socio-educativa, puesto que abre pers-pectivas en torno a qué hace una fundación, un albergue, un cesfam, un-a trabajador-a social ante un “enfermo-a en situación de calle” con especial atención en su condición.

Tal perspectiva se explica con mayor claridad, al mirar el contexto macroestructural en que se dan las relaciones entre el enfermo-a en situación de calle y el médico o funcionario con que el sujeto se vincula y aquí es donde el bíos de la biopolítica se expresa con fuerza: el enfermo-a en situación de calle, es una persona en una especial condición de vulneración, en tanto sus derechos no han sido garantizados por el Estado, al mismo tiempo que presenta una fragilidad vital dada por su estado pa-tológico, donde todo lo que ocurra desde que el sujeto se percibe enfermo y acude a algún centro hospitalario, hasta que recibe el cuidado pos hos-pitalario y mejora su estado de salud, son fragili-dades que fácilmente pueden caer en el maltrato y las violencias. En otras palabras, visibilizar la con-dición de enfermo-a en situación de calle, obliga a la personas que se relaciona con él a comprender que ambos están inmersos en una relación de po-der en la cual se puede actuar como represor desde perspectivas excluyentes, o como agente capaz de generar una ruptura humanizante, en medio de tal entramado de exclusión normalizada.

El enfermo-a en situación de calle, es profun-damente vulnerado cuando su condición no se reconoce ni visibiliza, porque hay que considerar que en su trayectoria vital ha sido disciplinado-a por una burocracia que muchas veces le niega la atención médica o el trato digno, introyectando en su subjetividad, la creencia de que es mejor resol-ver tal situación por sí solo, sin recurrir a la ins-titucionalidad médica, donde se va construyendo la imagen de que él es el único responsable de su situación y que la gran cantidad de personas en-fermas en situación de calle, no corresponde a un problema del ámbito social.

En la relación de poder, el enfermo-a en situa-ción de calle es el débil. La tarea se dirige enton-ces, a la identificación de aquellas acciones prove-nientes de la institucionalidad médica y jurídica, que construyen al enfermo-a en situación de calle como excluido y responsable de su situación, tan funcional para el contexto neoliberal. El desafío metodológico en este punto, es lograr la integra-ción de teoría y praxis, a través del reconocimiento

de aquellas acciones que afirman esos procesos excluyentes de normalización en la construcción del “enfermo-a en situación de calle”. Tal acción deja ver además un escorzo ético, en tanto auto-res como Agamben y su concepto de nuda vida entendida como “vida desprotegida a la que cual-quiera puede dar muerte” (2006:18) o Améry, tor-turado en Auschwithz, señalan que la sistematici-dad de prácticas violentas a las que son sometidos los sujetos bajo ciertas condiciones, pueden llevar a la destrucción o vaciamiento total de su volun-tad, de su subjetividad, reduciéndoles a materiali-dad pura, en palabras de Améry: fui obligado a ser lo que no era (2013).

3. SEGUNDO NUDO CRÍTICO ¿CUÁNDO LA ENFERMEDAD EN SITUACIÓN DE CALLE CONSTITUYE UN PROBLEMA SOCIAL? EL PARADIGMA DE LA INMUNIZACIÓN

A fines de 2019 se realizó la primera sesión de trabajo del grupo de estudios de la FGC, focali-zada en esa ocasión en la temática de salud y en-fermedad en situación de calle. De entre todos los testimonios entregados por los trabajadores, dos ideas se reiteran y conducen el diálogo: “de todas las áreas en que he trabajado colaborando con PSC, la salud siempre es problemática, siempre presenta algún conflicto…” y por otra parte, “es diferente cuando las PSC van solos a hacer algún trámite o a pedir medicamentos, no lo consiguen. Cuando los acompaña un trabajador social es distinto”.

Entre algunos de los casos que se problema-tizaron, destaca el de una persona enferma en situación de calle en la localidad de Curacaví, donde por acción de terceros, es ingresada a un centro médico. Según registros de la institución, la persona es atendida, “evidencia lucidez ab-soluta”, pero posteriormente se fuga del lugar. En el momento en que las trabajadoras de la Fundación acuden al lugar, encuentran a la PSC, sin identificación, desorientado, con “alteracio-nes en su estado de salud mental”, movilidad re-ducida y en condiciones de insalubridad que son evidenciadas por la Trabajadora social del centro médico: “la persona está hedionda” . El pro-blema que surge, es que al momento de reunir la información, van apareciendo relatos contra-dictorios por parte de carabineros, la trabajadora social y otros funcionarios de la institución, que finalmente conducen a levantar una sospecha acerca de lo ocurrido con esa persona, donde la credibilidad del sujeto en situación de calle

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 59-67

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

64

parece no tener ninguna relevancia en el asunto. Finalmente, no se esclarece si recibió atención o si efectivamente se fugó del lugar.

La complejidad de esta situación, radica en que ella no es un hecho aislado, mas bien, se constituye como el reflejo de toda una institucionalidad que muchas veces abandona a las personas en situa-ción de calle. Sea por falta de recursos, de conoci-mientos, de respaldos legales, de incumplimiento del trabajo, de empatía, etc. Los enfermos-as en situación de calle, ven mermadas sus oportunida-des de acceso a salud primaria de calidad.

Una hipótesis fuerte en relación con la atención médica y las decisiones institucionales de carác-ter político respecto de las PSC, es que tras este tipo de acciones u omisiones, estaría operando el paradigma de la inmunización, considerado como una profundización o radicalización del binomio normatividad-normalización.

La inmunización corresponde a una categoría que se alimenta tanto de un léxico biológico-mé-dico, como de uno jurídico-político y se expresa mediante relación entre ley y violencia, donde al peligro que amenaza lo común en el sentido de co-munitario (Esposito, 2012), le corresponde la de-fensa cada vez más concreta de lo inmune, puesto que la inmunización tiene la figura dialéctica de la exclusión incluyente, en tanto afirma negando. Es una estrategia, una metodología que aparece como una reacción, más que una propia fuerza y opera como un contragolpe que impide a su contrario manifestarse. Por lo tanto, presupone la existen-cia de aquello que debe confrontar, como un mal, en este caso la situación de calle que nadie quie-re padecer; se reproduce en forma controlada ese mal del que se debe proteger, avanzando en una confrontación que no es frontal sino que procede desde el rodeo y la neutralización. Esto significa que existe un carácter estructuralmente aporético del procedimiento inmunitario, pues no alcanza su objetivo de manera directa, donde el enfermo-as en situación de calle, es depositario de esa exclusión y normalización estigmatizadora antes mencionada, donde se le construye como un “mal” una inmuni-zación exagerada y de connotación negativa.

En el caso de las PSC, tanto en salud como en otras dimensiones de su vida, como por ejem-plo la seguridad social o el acceso a la vivienda, es posible apreciar que existe una instituciona-lidad que opera a través de medidas que van gestionando la vida de estas personas, pero que finalmente no trabaja por la erradicación de tal situación, más bien “soporta” la existencia de tales sujetos como aquella negatividad antes

aludida. Es en este sentido en que es posible afirmar que los problemas de los enfermos-as en situación de calle, si bien se relacionan con la medicina fisiológica, trascienden a este campo para insertarse en el ámbito político-social de la praxis médica. De esta manera y más allá del caso de “abandono” en la atención del hombre antes mencionado, la enfermedad en las PSC se posiciona como un tema de interés público, únicamente cuando genera otros problemas o amenaza la vida en “común”, es decir, que se actúa no por ellos, si no por los otros.

Un caso ejemplificador es el hecho de que a ini-cios del año 2019, hubo una proliferación de car-pas como mecanismo de refugio que utilizaban y utilizan al día de hoy las PSC, particularmente en el sector de la “Alameda”. A partir de esto, se ge-neraron una serie de acciones que tenían por obje-tivo que las PSC salieran de ese lugar. Claramente no para promover su bienestar, sino que la razón se encontraba fundamentalmente, en los proble-mas que generaban a la comunidad, entre ellos in-salubridad y suciedad. Esta situación, interpretada desde el paradigma de la inmunización, señala que cuando la vida en comunidad es insostenible o se encuentra en peligro, “debe ser esterilizada pre-viamente contra su inherente contenido relacio-nal. Inmunizada contra el munus que la expone al contagio con aquello que la sobrepasa desde su propio interior” (Esposito, 2012:24), de esta manera se intenta “eliminar” a las PSC, pero no “erradicar la situación de calle”, clara expresión de la perversión de una inmunización radicalizada.

La pregunta investigativa se dirige nueva-mente hacia el reconocimiento de aquellos ele-mentos, que tanto en la praxis médica, como la experiencia vital del enfermo-a en situación de calle, coincidan en su interpretación desde la inmunización, lo que exige un profundo cono-cimiento tanto de los testimonios de los sujetos en calle, como del funcionamiento más concre-to de los centros hospitalarios que se relacionan con enfermo-as en situación de calle.

Finalmente, es relevante enunciar en este se-gundo nudo crítico, que el ejemplo más claro de inmunización hacia los enfermos-as en situación de calle, particularmente en Chile, es observa-ble en tiempos de pandemia, puesto que, en caso de que exista una preocupación médica por la condición de salud y enfermedad de las PSC ¿se trata de un intento por mejorar sus condiciones de vida o más bien de una medida de protección del resto de la sociedad en tanto operan como foco o vectores de contagio?

Llanos C.

65

Considerados estos puntos, es posible poner de relieve cómo la salud pública tiene una tre-menda potencialidad para que desde su cono-cimiento y praxis, pueda contribuir a las mejo-rías en las condiciones de salud de los sujeto-as enfermo-as en situación de calle, a partir de la incidencia y posicionamiento de la temática, como un asunto de interés público, reconocien-do que la raigambre del problema es de corte político y de carácter urgente.

Metodológicamente, y para efectos de la inves-tigación en curso, el cruce entre los testimonios de los enfermo-as en situación de calle, de los trabajadores que realizan acompañamientos y de la institucionalidad médica, se constituye como un diálogo que ayuda a transparentar las condi-ciones reales de inmunización en que se encuen-tran inmersos los sujetos que viven, enferman y mueren en calle, entendiendo que en el actual contexto de neoliberalismo, se presenta una radi-calización de factores des-humanizantes en des-medro de aquellos gestos de humanidad.

4. TERCER NUDO CRÍTICO ¿DE QUÉ HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE SALUD Y ENFERMEDAD EN LAS PSC?

Sin duda que al plantear el tema de la salud y enfermedad en las PSC estamos refiriendo a los sujetos y a una dimensión vital en ellos de carácter fisiológica, más específicamente. No obstante, es importante destacar que tales sujetos se encuen-tran en una condición particular de precarización de su vida, por lo que no enferman como enfer-mamos todos, ni mueren como morimos el co-mún de las personas que no vive en la calle. Estas particularidades, como un mínimo gesto ético e inclusive como un recurso médico a la hora de realizar la atención, deben ser visibilizadas4 y res-tituida la salud como derecho.

Una constante que aparece tanto en los testi-monios de las PSC, como en el de los trabajado-res de la FGC, es que aunque se reconozca que la situación de calle es un fenómeno complejo y multicausal, la salud puede constituirse como una causa de llegar a encontrarse en situación de calle, específicamente cuando se trata de enfermedades catastróficas de otros, a quienes se debe cuidar y que reportan grandes gastos económicos; o en casos como cuando se habla de adicciones y pro-blemas vinculados a la salud mental, pero la salud

4 En esta línea, la Fundación Gente de la Calle propone caracterizar complejidades y diferenciar vulnerabilidades. Ver https://www.gentedelacalle.cl/wp-content/uploads/2017/11/Propuesta-Nacional-Erradicaci%C3%B3n-Situaci%C3%B3n-Calle-Fun-daci%C3%B3n-Gente-de-la-Calle-Octubre2017.pdf

no es solo eso, a la enfermedad física y mental, así como también a los cuidados.

Al mismo tiempo, es reiterativo el hecho de que vivir en situación de calle en estado de enferme-dad, es un elemento que dificulta salir de ella, ya sea porque le resta autonomía los sujetos, les difi-culta el ejercer trabajo y el acceso al empleo e in-clusive, porque limita las posibilidades de ingreso a residencias o albergues; a partir de lo que resulta posible constatar, cómo la enfermedad va fijando y cronificando a las personas en tal condición. De esta manera, se reafirma la idea de que la enferme-dad en situación de calle o la enfermedad como causa de ella, se constituye como un hito decisivo en la vida de estas personas y se expresa como una constante, evidenciando una asociación “casi constitutiva” entre vida en calle y estado patoló-gico, en palabras de Canguilhem, la enfermedad es la norma sin normatividad biológica y norma-lizada socialmente. A lo que agregamos luego de abordar los nudos críticos anteriores: desde un perspectiva de la cual es necesario inmunizarse, lo que es asumido por la PSC con una profundi-dad tal, que muchas veces se expresa en el hecho de que la preocupación del día, gira en torno a la posibilidad de conseguir medicamentos o acceso a la atención, configurándole el sentido vital del día al enfermo-a.

Según los datos que arroja el Registro Social Calle (en adelante RSC), encontramos que en su actualiza-ción vía transparencia a mayo del 2019, de las 14.239 PSC entrevistadas, el 53,27% de los encuestados se-ñala que posee alguna dificultad física permanente, de los cuales el 42% no recibió tratamiento en los últimos 12 meses. Cuando se trata de enfermedades crónicas, el 39,7% indica no haber recibido trata-miento en los últimos 12 meses y al abordar el tema de salud mental, sólo el 17,4% señala que recibe tra-tamiento (MIDESO, 2019). A estas cifras que ayu-dan a construir una visión sobre los estados de salud y enfermedad en calle, pero que deben ser revisadas, hay que sumar otros factores que dificultan la vida de las PSC, como por ejemplo el consumo proble-mático de alcohol y otras drogas duras, las adversida-des que presenta la temporada de invierno, la situa-ción de los adultos mayores, el caso de las mujeres y el embarazo y anticoncepción en situación de calle, la prostitución, la cronificación en calle, las escasas condiciones de higiene y deficiente alimentación, etc. De esta manera, es posible observar que aunque el concepto de salud se ha ampliado y enriquecido

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 59-67

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

66

para la mayoría de los ciudadanos, en el caso de las PSC sigue limitándose a la enfermedad, pero de un modo complejo, en tanto el problema de la salud y enfermedad en las PSC, no se reduce a lo fisiológico ni puede abordarse de un modo individualizado, ya que se encuentra entramado con muchos otros ele-mentos propios de las dinámicas de la situación calle y de la organización social.

Tales cifras, apoyan la idea de que estas perso-nas viven la mayor parte de su vida desde estados de enfermedad. Por esta razón, surge la necesidad de trabajar con la categoría de “enfermo-a en si-tuación de calle” tal como aquí se ha presenta-do, poniendo énfasis en el estado patológico, en cuanto en ella hay un reconocimiento y afirma-ción de que éste corresponde a la constante de la vida en calle. Esta categoría, no es tomada de las ciencias sociales ni del paradigma de la inmuniza-ción, tampoco de estudios que aluden a la proble-mática calle, más bien, se propone como uno de los desafíos que intenta abordar la temática, desde la visibilización de la precariedad en que sobre-viven tales sujetos, valorando el nombrar la en-fermedad, por sobre la ambigüedad o positividad que pudiese representar el apelativo “situación de calle”, que finalmente se traduce en la atenuación de los problemas que se están evidenciando, en torno a la salud. De manera que la categoría “en-fermo-a en situación de calle” invita a que al me-nos contemos con una caracterización objetiva y consistente del sujeto en cuestión.

El hecho de reconocer la particularidad de la vida en calle desde la categoría “enfermo-a” en situación de calle, opera por otra parte, como un reposicionamiento compensatorio, que busca visibilizar y valorar la dignidad de las PSC como sujeto-as de derechos, específicamente en mate-rias de salud pública y valorando a la medicina en su praxis ética, en tanto “es un arte destinado a responder al llamado de un viviente humano en estado de desamparo” (Lecourt, 2008, p.49).

Ahora bien ¿cómo se construye esa categoría? Es el desafío que viene. Se propone que su abor-daje corresponde a una tarea que debe realizarse siempre analizando como mínimo dos ejes: por una parte reconociendo tanto los elementos que son externos al sujeto y que van configurado su construcción “social”, como por ejemplo el

5 Ver Memoria 2011 “La Fundación Gente de la Calle inició en el transcurso del año 2010 un esfuerzo de acercamiento con al-gunos servicios públicos de salud con el objeto de facilitar el acceso de sus usuarios a diversas prestaciones en medicina general, geriátrica, enfermedades respiratorias, VIH, salud mental, desintoxicación y otras urgencias. Entre otros, con el Instituto José Horwitz Barak, el Instituto Nacional del Tórax, la Posta Central de Santiago, el Consultorio de Recoleta, el Consultorio Padre Orellana de Santiago y el Complejo Hospitalario San José. En este contexto, se constató la presencia de Personas en Situación de Calle, no sólo en las inmediaciones y dependencias de algunos servicios, sino también, como pacientes hospitalizados, lo que, en ambos casos, tenía múltiples implicancias tanto para las Personas en Situación de Calle como para los propios centros de salud”.

conjunto de factores dados por el saber médico, las leyes, las políticas públicas y las atribuciones del entorno social; por otra parte, valorizando la autopercepción de las PSC, desde la configura-ción de sus subjetividades, vinculando esto con un tercer insumo, dado por el análisis crítico de quienes constantemente se relacionan con ellos como trabajadores. Esto implica reconstruir un tejido de significaciones múltiples mediante un ejercicio de valoración del testimonio como una especie de memoria o vivencia que expre-sa y construye realidades, donde la subjetividad del enfermo-a en situación de calle, no es in-troyectada desde el exterior. Tal decisión meto-dológica, opera como una estrategia de visibi-lización de la situación concreta de la salud en situación de calle, que valoriza la materialidad de los sujetos, en contraposición a una perspec-tiva de carácter más institucional, que no menos importante, se posiciona como predominante.

El enfoque anterior, que podría señalarse como de carácter metodológico, se apoya en el linea-miento que desde hace algunos años viene tra-bajándose en la FGC y que en algunos casos es tendencia a nivel regional (Arellano, 2019), que consiste en acompañar y promover experiencias que potencien procesos de empoderamiento de los sujetos, con la finalidad de promover la au-tonomía de las personas en situación de calle, en vistas de autopercibirse como sujetos de dere-chos, donde el trabajo se desarrolla bajo una pers-pectiva no tutelar ni asistencialista (Di iorio en Arellano, 2019). Las principales líneas de acción, estarían constituidas en este punto por el rescate y sistematización de relatos de PSC, así como tam-bién, por la experiencia que los trabajadores de la FGC, particularmente el área socio jurídica y el voluntariado Fraternidad, comenzaron a realizar en conjunto con centros hospitalarios desde al año 20105 (FGC, 2011).

5. CONSIDERACIONES FINALES

Si bien, la vida de las PSC es una materialidad que en muchos aspectos se resiste en su aborda-je, con lo señalado anteriormente se adelanta la relevancia de al menos pensar la enfermedad en calle desde una perspectiva biopolítica orientada

Llanos C.

67

al reconocimiento de la lógica inmunitaria, como afirma Preciado en su reflexión a propósito de la pandemia por covid-19:

“Roberto Esposito nos enseña que toda biopolítica es inmunológica: supone una definición de la comunidad y el establecimiento de una jerarquía entre aquellos cuerpos que están exentos de tributos (los que son considerados inmu-nes) y aquellos que la comunidad percibe como potencial-mente peligrosos (los demuni) y que serán excluidos en un acto de protección inmunológica” (2020, p. 165).

La perspectiva biopolítica inmunitaria, es una de las lecturas posibles tras la recepción biopolíti-ca foucaultiana, que nos posibilita develar la vio-lenta estructura que subyace a la sociedad en que vivimos y el sentido desde el cual configuramos la comunidad y todos sus elementos constitutivos, donde es necesario reconocer que la exclusión in-clusiva a la que están sometidas las PSC, ocurre en la lógica de una violencia estructural que urge ser cuestionada y revertida, en tanto “Comunidad e inmunidad comparten una misma raíz, munus, en latín el munus era el tributo que alguien debía pagar por vivir o formar parte de la comunidad” (2020:165). Trabajar sobre la categoría del enfer-mo-a en calle, su normalización en sentido polí-tico y su exclusión inmunizadora, constituye una posibilidad de abordaje crítico en el entramado de la institucionalidad médica y de la biopolítica que hoy está aconteciendo desde su cariz más negativa.

REFERENCIAS

• Agamben, G. (2006) Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida. Valencia: Editorial Pre-textos.

• Améry, J. (2013) Más allá de la culpa y la ex-piación. Tentativas de superación de una víctima de la violencia. Valencia, editorial Pre-textos.

• Arellano, N. (2018) Situaciones de calle. Abandonos y sobrevivencias miradas desde la praxis. Chile, Argentina, Costa Rica, México. Santiago de Chile: Ril editores.

• Cangilhem, G. (2011) Lo normal y lo patológi-co. Madrid, Siglo XXI editores.

• (2005) Ideología y racionalidad en la historia de

las ciencias de la vida. Madrid, Amorrortoru Editores.

• Castro, E. (2008) Biopolítica de la sobera-nía al gobierno. En Revista Latinoamericana de filosofía, vol xxxiv, N°2.

• De la Aldea, E. (2019) Los cuidados en tiempos de descuido. Santiago de Chile, LOM.

• Espósito, R. (2005) Inmunitas Protección y ne-gación de la vida. Buenos Aires, Amorrortoru Editores.

• (2011) Bíos Biopolítica y filosofía. Buenos Aires, Amorrortoru Editores.

• (2012) Comunitas Origen y destino de la comuni-dad. Buenos Aires, Amorrortoru Editores.

• Foucault, M. (2001) El nacimiento de la clínica. Buenos Aires, Siglo XXI editores.

• (1985) La microfísica del poder. Buenos Aires, Siglo XXI editores.

• (1993) Historia de la locura I. México, Fondo de cultura económica.

• (2006a) Historia de la sexualidad. La voluntad de saber. Madrid, Siglo XXI.

• (2006b) Seguridad, territorio y población. Buenos Aires, Fondo de cultura económica.

• Fundación Gente de la Calle (FGC) (2011) Memoria Institucional. Chile. Recuperado de internet el 20 de marzo de 2020: http://www.gentedelacal le.c l/wp-content/uploads/2014/12/Memoria_2011.pdf

• Goyenechea, M. (2019) Estado subsidiario segmentación y desigualdad en el sistema de salud chileno. Cuadernos médico sociales, 59, 2, 7-12.

• Lecourt, D. (2008) Georges Canguilhem. Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión.

• Lemke, T. (2017). Introducción a la biopolítica. México D. F., Fondo de cultura económica.

• Ministerio de Desarrollo Social (MIDESO) (actualizado Mayo 2019) Registro social Calle. Chile.

• Preciado, P. (2020) Aprendiendo del virus. En Sopa de Wuhan Pensamiento contemporáneo en tiempos de pandemia. ASPO.

• Salinas, A. (2014) La semántica Biopolítica. Foucault y sus recepciones. Viña del Mar, Cenaltes ediciones.

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 59-67

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

69

Estado de excepción y fuerza de ley: La vida social de los cuerpos muertos de

Personas en Situación de Calle (2008-2018)1

State of emergency and force of law: the social life of the dead bodies of Homeless Persons (2008-2018)

Nelson Arellano Escudero2

RESUMEN

E l problema de las vidas en estado de excepción y sometidas a la violencia de la fuerza de ley nos si-túa en la necesidad de dimensionar y conocer en primer lugar el alcance y magnitud de unas muer-tes que quedan subsumidas en estadísticas que no prestan atención a la peculiaridad del modo

de vida de las PSC, tal como tampoco lo hacen los censos nacionales que, desde el siglo XIX, insisten en eliminar evidencia de su existencia. Se abre aquí la pregunta por la vida social de los cuerpos muertos de las PSC y la necesidad de retratar un proceso mortuorio y funerario que no ha sido abordado. Combinamos elementos del estudio de los ritos relativos a la funebria con una historiografía cementerial sostenidos por una lectura de la historia social e historia de la ciencia y la tecnología.

El estudio es de carácter exploratorio-comprensivo y recurre a la triangulación de métodos cuantitativos, cualitativos y de humanidades para responder al objetivo general que persigue describir los flujos de los cuerpos muertos de personas en Situación de calle en Chile, del que se desprenden 2 objetivos específicos: 1. Conocer el volumen de Personas en Situación de Calle fallecidas en el periodo 2008-2018 en Chile según los criterios de Fundación Gente de Calle y de acuerdo a las bases de datos disponibles; y, 2. Identificar el tránsito y destino de los cuerpos de las personas en situación de Calle fallecidas entre 2008 y 2018. El Plan de Análisis requiere de la participación de múltiples actores para reunir estadígrafos, producción de información a través de entrevistas y juicio experto de la sociedad civil.

Los resultados de esta investigación podrán colaborar a la sensibilización académica, del ámbito público y la sociedad en general acerca de una temática de difícil tratamiento y respecto de la cual parece posi-ble una reivindicación que vincule el quehacer universitario con la constitución de lo político a través de las personas cuyos derechos han sido conculcados al punto de su invisibilización, incluso después de su muerte.

Palabras clave: Personas en Situación de Calle – Estado de Excepción – Muerte – Chile.

2. MUERTE EN CALLE Y EL TRÁNSITO DE LOS CUERPOS.

En la labor de la Fundación Gente de la Calle han emergido variados temas asociados a los problemas de sustentabilidad de las ciudades, en Santiago de Chile, Valparaíso, Concón, Curicó, Rancagua, entre otras, lo que representa un aspecto de los conflictos urbanos en los que el fenómeno de la situación de vida en la calle expresa la complejidad de la configuración social del Chile del siglo XXI.

Recibido el 1 de abril de 2020. Aceptado el 2 de junio de 2020

1 Proyecto N° 2019-02-05 Fondos Institucionales de Investigación y Creación (FIIC) de la Universidad Academia de Humanis-mo Cristiano (UAHC) a ejecutarse en el período 2020-2021. 2 Universidad Academia de Humanismo Cristiano (UAHC): Instituto de Humanidades, NIDAS/DETLA. Correo: [email protected]

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 69-77 ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

70Arellano Escudero N.

Entre otros aspectos, el de la muerte es una di-mensión que ha cobrado relevancia dada la fre-cuencia con se presentan situaciones en las que la ruptura del lazo social produce la activación de una serie de enlaces institucionales para atender el problema de la disposición de los cuerpos muer-tos de personas en situación de calle. Una arista de ello, por ejemplo, ha sido el Proyecto Dignidad de Fundación Gente de la Calle, que busca cons-truir un mausoleo en el Cementerio General de Santiago de Chile destinado a PSC(PSC). Este proyecto ha considerado un catastro por par-te de la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile, que ha revelado dos datos importantes: aproximadamente un cen-tenar de cuerpos de un total de 222 se encuentran dispersos en diversas tumbas y que, dado que la mayoría entra allí en condición de gratuidad, la permanencia máxima de los cuerpos es de 2 años, luego de lo cual son destinados a la fosa común. Sin embargo, no existe información sistemática al respecto.

Un proyecto de investigación acerca de la vida social de los cuerpos muertos de las personas que en vida entraron en un estado de excepción, como es la vida urbana en situación de calle, requiere la comprensión de dos elementos: la justicia con respecto a esas personas sometidas a la tanatopo-lítica y las políticas de la muerte con su funebria. Esto es también un problema de sustentabilidad que podemos categorizar como metabolismo ur-bano (Díaz, 2014) y problemas de desigualdad (González Meyer, 2008).

La mayor parte de los estudios nacionales recien-tes, según scielo.cl, acerca de la muerte y ritos fune-rarios ha tenido un carácter arqueológico (Muñoz, 2012 y 2017; López et al., 2017; Osorio, 2014; Rojas, 2016; Umire, 2013, Romero et al., 2004; Andrade et al., 2018). Benavente (2006) realiza una incursión antropológica con énfasis simbólico esta-bleciendo un recorrido temporal colonial-republi-cano para concluir que la muerte en Chile adquirió un carácter científico durante el siglo XX. Por otra parte, constatamos que la situación específica de la muerte de las PSCha sido materia de investigación fuera de Chile (Alfonso, 2019).

En Chile la investigación acerca de PSC ha sido bastante acotada y presenta un carácter antropo-lógico si seguimos los proyectos financiados por FONDECYT (Montecino, 2007; Piña, 2014; Rojas, 2000) y una acotada producción académica o asi-milable (Arellano, 2019; Piña, 2010a y 2010b). Esta situación revela la amplia brecha de investigación en un tema social sensible que ha sido silenciado u

obliterado en el patrón de la vía chilena a la recon-ciliación (Lira y Loveman, 1999 y 2000).

En el plano empírico Fundación Gente de la Calle ha presentado antecedentes que demuestran la necesidad de focalizar interés en el problema de la muerte de Personas en Situación de Calle, reportando a Servicios Públicos cifras que de-ben ser corroboradas: un 20% de 1000 personas atendidas en 4 años fallecieron y el promedio de vida llegó a los 44 años, teniendo el conjunto de las personas una esperanza de vida 20 años me-nor que el estándar nacional (Monreal, Saldivia y Bravo, 2015).

Emerge entonces la pregunta que nos guía: ¿Cuál es la vida social de los cuerpos muertos de las PSCen Chile? La propuesta busca elucidar el problema de la justicia en una funebria generada por la tanatopolítica desplegada en la década de 2008 a 2018, como pasado reciente.

2.1 Justicia.

Siguiendo a Borja Castro en su análisis de “Fuerza de ley” de Derrida (1997), podemos sos-tener algunas distinciones acerca de los modos en que persiste la violencia en el Estado a través del derecho y la aplicación de la ley (la forma abstrac-ta de querer ser justo), aunque obviamente se dis-tingue de la violencia que es anterior a la del dere-cho, aquella con la que se suele explicar el origen del Estado, que sería el nacimiento de la autoridad fundada en el piso del derecho.

No obstante, Derrida distingue a la justicia, de toda aplicabilidad de la fuerza de la ley y su vio-lencia, “sea directa, indirecta, física o simbólica, exterior o interior, brutal o sutilmente discursiva –o incluso hermenéutica-, coercitiva o regulativa, etc.” (p.16). En síntesis, cuando se pregunta por la justicia, no cabe sino un cuestionamiento y dis-tinción, al igual que Esposito, respecto al sujeto de derecho, al sujeto de la moral, lo que termina estableciendo un gesto deconstructivo hacia el de-recho y la política que lo sostiene. Pareciera que la justicia se traiciona al querer ser justo, y es el derecho el que podría operar pragmáticamente.

Ese gesto complejo nos hace pensar que se puede intentar diferenciar las leyes (o la cuestión del derecho) de la justicia, lo que permite com-prender que se requiere de otra institucionalidad, incluso otro marco democrático, para pensarla (p. 27-29-32). Dicho de otro modo, nada garantiza la justicia, por lo mismo, es que requerimos también pensar otro tiempo y otro entramado institucio-nal para la justicia, pues existiría un silencio en el

71

“golpe de fuerza” que implica el derecho y la apli-cación de la ley, y ese silencio sería un fundamento místico de una autoridad que se requiere para fun-dar este tipo de institución (p.32-33), implicando una violencia sin fundamento. De este modo, para Derrida, lo único deconstruible/criticable es la ‘justicia como derecho’, lo que puede abrir una oportunidad política en tanto se comprende que la justicia en sí no es abordable de forma abstracta y universal (p. 35-36) como lo hace el derecho.

2.2 Tanatopolítica y funebria

Según se ha establecido en Fundación Gente de la Calle (Arellano, 2019) en 2016 hizo un recuen-to de personas atendidas entre los años 2011 y 2015. El resultado fue un número cercano a las 1.000 personas. La cifra ya es estruendosa, si se piensa que esta es solo una de una de las docenas de instituciones que brindan apoyo y asistencia a las personas que no tienen hogar en Santiago de Chile. Pero fue todavía peor cuando descubrieron que 222 de esas personas habían fallecido. Las edades además muy por debajo de la esperanza de vida que les correspondía. Quedó consignado entonces que vivir como gente de la calle es letal.

Desde luego es un problema urbano acrecenta-do en las metrópolis y megápolis y que es una no-ticia bien conocida que no requiere de una extensa presentación en tanto la opinión pública cuenta con suficiente información acerca de la existencia del fenómeno en una escala internacional e inter-continental (Barreiro, 2017) En la contingencia del 2020 dada la pandemia de COVID-19 esto ha vuelto a ser parte de la agenda nacional de Chile luego que se confirmara por parte de las autori-dades de salud que: “La octava persona fallecida es una mujer de 44 años de la región del Maule, 270 kilómetros al sur de la capital, “en situación de calle que llegó grave al Hospital de Curicó” (EFE, 2020) Además, muchos episodios trágicos se vienen sucediendo desde el siglo XIX, como el que provocó los hechos de la llamada “Isla de los caníbales” en la entonces Unión Soviética (Geyer, & Fitzpatrick, 2009) que dejan en evidencia la obsesión oligárquica y plutocrática por la elimi-nación de los/as sin casa del paisaje de las ciuda-des. La aspiración es común a todas las formas de gobierno, lo que cambia son sus métodos, don-de a través del tiempo se han venido reuniendo las fuerzas de la historia en el darwinismo social, el higienismo y la eugenesia (Leyton y Huertas, 2012; Leyton, Palacios, & Sánchez, 2015). La re-unión de las humanidades, ciencias sociales, artes

y las disciplinas de la comunicación dejan en evi-dencia la existencia de una población local que se encuentra en una posición de frontera interna pero que ninguna cartografía podría graficar de una manera lineal o modélica.

Al estudiar este lado, el del control, no es difí-cil adentrarse en las analogías con el arquetipo de Auschwitz-Birkenau y la industria del exterminio (Agamben, 1998, 2000 y 2003). Es que se trata ya no sólo del problema del gobierno de la vida, la biopolítica que señalara desde Francia Paul-Michel Foucault, o, a la chilena, el gobierno de la pobreza (Illanes, 2001a 2001b, 2006, 2009 y 2010; Ponce de León, 2011). La muerte de, o el verda-dero proceso de exterminio de, las personas en si-tuación de calle, podemos considerarlo un evento de la imposición de la tanatopolítica, es decir, de la administración de la muerte que impulsan las mentalidades del higienismo social y cuyo queha-cer no solo es producto de acciones, sino también de una parte más amplia y mucho menos estudia-da del comportamiento humano que es la inac-ción. El universo de los/as habitantes de la calle es, entre otras cosas, un resultado de las rupturas de los lazos sociales o, en los términos radicales de la Nuda vida, la pérdida de valor político de la vida biológica y, por lo tanto, su restricción o reducción a la condición ya no de interdicto/a si no a la de sin voz reconocible.

La existencia de este fenómeno en su conjunto puede ser entendido como un trauma social severo, uno que provoca silencio, desconcierto y complici-dad en la negación. Su existencia puede despertar sentimientos y emociones de vergüenza e indigna-ción, pero ello no altera el curso de los aconteci-mientos. Esto es necesariamente una muestra de la violencia de la que es capaz el terrorismo de Estado y la connivencia de la nación.

En las reglas de hablar y callar que la sociedad del espacio territorial chileno se ha dado encontramos un hecho que no puede quedar en el silencio: la aca-demia, aunque no ha dejado de prestarle atención a este complejo fenómeno que es la vida sin casa en la ciudad, en Chile no ha llegado a constituir un corpus capaz de acompañar las labores de quienes intentar paliar o revertir el sufrimiento inútil, según Emmanuel Lévinas, de las personas que han sido arrojadas al pozo de los sin derechos.

Aún cuando la producción académica ha existi-do, el diálogo entre los actores sociales y el apor-te que allí pudiera ser fructífero, más bien parece que está por iniciarse simplemente porque no ha habido la densidad de interacción que se requiere. El Estado ha realizado inversiones en la labor de

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 69-77

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

72

comprender el fenómeno de aquellos/as a quienes ya no queremos llamarles vagabundos ni torrantes , mendigos o pordioseros y que, aunque estigma-tizados/as, sabemos no son delincuentes, pero cuya categoría social resulta esquiva y equívoca.

Como ya fue descrito, en este estado de calami-dad rutinaria, tramitada por burocracias somno-lientas y expuestos a la intemperie bajo el sambe-nito de la condena social que se impone a los y las fracasados/as es que se propone reunir diversas aproximaciones de disciplinas de lo social y la in-tervención social, cuyo lugar de trabajo de trin-chera les otorga un lugar que aunque doloroso no dejar de ser privilegiado. Son testigos Terstis, en clave de Giorgio Agamben. Son testigos terceros. En cierta medida, son Superstes, sobrevivientes a los eventos de los que han sido parte, en tanto no se puede ocultar el hecho que situarse en la zona de habitabilidad de las PSCconlleva riesgos labo-rales, generalmente nunca asumidos, pero que en realidad no tienen el mismo nivel de amenaza que para los y las verdaderos/as sobrevivientes, que son las personas despojadas de acceso a propie-dad privada para dormir y almacenar enseres.

Un punto de partida de ello es el resumen eje-cutivo del informe Evaluación programas guber-namentales (EPG), del Programa noche digna del Ministerio de desarrollo social, Subsecretaría de servicios sociales (Monreal, Saldivia y Bravo, 2015) se incluye el Oficio Ordinario número 2607 del 11 de septiembre de 2015, rotulado como “Respuesta a Informe Final de evaluación al pro-grama noche digna de DIPRÉS”, en el que el Ministro Marcos Barraza Gómez se dirige al di-rector de Presupuestos, Sergio Granados Aguilar. En este documento se consigna:

“En relación al número de PSCfallecidas, el Ministerio ha desarrollado acciones para determinar la cantidad con exactitud. Desde el inicio del programa, los datos fueron registrados a partir de las notas de prensa que reportaron fallecimientos en la vía pública, no obstante, este proce-dimiento se modifica en 2014. A partir de esa fecha se realiza un recuento de fallecidos de acuerdo a la informa-ción registrada en el Sistema Integrado de Información Social (SIIS), lo que permite justificar la variación de la cifra. Bajo la misma línea, se generará un protocolo de registro y sistematización de las PSCfallecidas y causas de muerte, para comprobar con ello, el impacto concreto del programa”.

Este campo institucional interesa tensionarlo en relación al marco analítico que aglutina una con-dición de Análisis Social Multicriterio (Arellano,

2014). Hasta donde ha sido posible pesquisar, las medidas anunciadas en el oficio 2607 de 2015 no han sido implementadas, aunque existen bases de datos con las cuales sería posible organizar el re-gistro de personas atendidas por programas so-ciales orientados a PSCque hayan fallecido en el rango de 2008 a 2018.

El problema de la vida social de los cuerpos muertos en el caso de las Personas en Situación de Calle, como ha quedado establecido, constitu-ye un campo de investigación no tratado respecto del cual cabe concentrar atención.

La pregunta que esta investigación quiere res-ponder es: ¿Cuál es la vida social de los cuerpos muertos de las PSC en Chile? La respuesta a esta pregunta será capaz de comprender el proceso mortuorio y funerario de PSC. Se combinan aquí elementos del estudio de los ritos relativos a la fu-nebria con una historiografía cementerial sosteni-dos por una lectura de la historia social e historia de la ciencia y la tecnología.

3. CONOCER UNA VIDA SOCIAL SILENCIADA.

La combinación interdisciplinaria desde una sensibilidad etnográfica con un encuadre socioló-gico en términos de sujeto-Sociedad, abrirá paso a la interpretación herméutica de la construcción heurística de los datos, lo que es posible armoni-zar en el registro clave de Peter Burke y su Formas de hacer historia, donde la historia oral y la historia desde abajo aportan herramientas analíticas y pro-cedimentales capaces de gestionar los objetivos que emanan de la pregunta de investigación.

El propósito de conocer la vida social de los cuerpos muertos de las PSCpretende describir los flujos esos cuerpos muertos en Chile, por lo que se requiere conocer el volumen de PSCfallecidas en el periodo 2008-2018 en Chile según los crite-rios de Fundación Gente de Calle y de acuerdo con las bases de datos disponibles en el país. Así, con la información anterior se pretende identi-ficar el tránsito y destino de los cuerpos de las PSCfallecidas entre 2008 y 2018.

Para responder a la pregunta de investigación a través de los objetivos de investigación se ha pre-visto un diseño de 3 fases:

3.1 Fase Cuantitativa:

Se buscará el acceso al Sistema Integrado de Información Social (SIIS), bases de datos del pro-grama Chile Solidario que cubren rangos temporales

Arellano Escudero N.

73

distintos. SIIS desde 2006 a 2018 y Chile Solidario desde 2015 a 2018, aunque en realidad existe una continuidad entre las bases de datos que debe ser esclarecida. El propósito de estas bases de datos, no obstante, define también ciertos alcances y limitacio-nes, en tanto su diseño estaba orientado a generar medios de verificación para el control de gestión de organismos colaboradores del Estado.

En contrapartida a lo anterior, y de mane-ra algo paralela, se mantiene el Registro Social de Hogares y también del Registro Nacional de personas en situación de calle, acotado a las personas que han sido atendidas por programas sociales abocados a la atención de Personas en Situación de Calle. Se estima que esta informa-ción tiene carácter público y, por tanto, puede ser accesible, entre otras vías gracias a la Ley de Transparencia de la Función Pública y de Acceso a la Información de la Administración del Estado (Ley 20.285). Se estima que podría haber un total de 40.000 casos pertinentes para los fines de esta investigación.

No obstante lo anterior, si esta fuente de in-formación registrase algún tipo de impedimento, Fundación Gente de la Calle podrá disponer de una base de datos con cerca de 4.000 casos y se estima que otras organizaciones de la Sociedad Civil interesadas en los resultados de esta inves-tigación podrían llegar a suministrar datos de 15.000 casos. Estas coberturas apuntan a la tota-lidad del territorio nacional, pero principalmente en Santiago de Chile.

En esta fase de la investigación una dosis re-levante de tiempo se debe destinar al análisis de la información que suele distorsionar los datos: por ejemplo, se sabe que los registros de perso-nas que mueren en albergues, en ocasiones son consignadas como domiciliadas por cuanto falle-cieron bajo techo, a pesar de no tener hogar. Otro caso es el de las personas no identificadas y que, por lo tanto, se les rotula como “NN”, que es un grupo donde tanto puede haber PSC como no. La corrección de estos datos exigirá una revisión manual para su aclaración.

3.2 Fase Cualitativa

La producción de datos cuantitativos que per-mitan establecer el volumen de PSCfallecidas entre 2008 y 2018 es un excelente referente para establecer categorías relativas a un mues-treo estructural intencionado en el que se com-binen indicadores como sexo, edad a la fecha de muerte, ubicación geográfica, escolaridad, causa

y lugar de muerte, además de otras variables.Este perfil podrá permitir la selección de un

rango de 10 a 20 casos en los que se pueda es-tudiar: Lugar de fallecimiento, levantamiento del cuerpo, recorrido del cuerpo por las institucio-nes mortuorias y el destino final del cuerpo.

El seguimiento de estos casos permitirá esta-blecer no solo la trazabilidad sino los códigos y significados que operan en torno a la situación de Estado de Excepción que se constituyó en el cuerpo de la persona en situación de calle y la Fuerza de Ley que operó en los procedimientos institucionales de administración de la vida so-cial de su cuerpo una vez muerto.

La fase cualitativa se orienta por una lógica in-ductiva de integración de fuentes de información primaria y secundaria capaz de contrastar la histo-ria oral a través de entrevistas a informantes cla-ve con el análisis de archivo y/o prensa, registros gráficos o visualidades en general, que permitan la restitución de la memoria social contrastada con la regulación de las defunciones según las leyes asi-milables al tema: Código Sanitario, Reglamento de Cementerios, Decreto Ley N° 3.500 (Sistema de Pensiones de Vejez, de Invalidez y Sobrevivencia), Ley N° 20.255 (Seguridad Social; Reforma Previsional) y Ley N° 19.451 sobre trasplante y donación de órganos.

La producción de estos datos se reconoce como información sensible y, por tanto, requiere un tra-tamiento de confidencialidad y apego a las con-venciones de ética de investigación.

3.3 Triangulación para conocer los flujos de los cuerpos muertos de PSCen Chile.

Esta tercera fase, no consecutiva, comenzará con el hito de un Workshop transdisciplinar en el que participen el equipo de investigación, in-vitados de organizaciones de la Sociedad Civil dedicadas al tema de PSCy personas naturales que se estime oportuno invitar en función de su conocimiento y/o experiencia en el tema.

En la oportunidad se presentará un informe de primeros resultados que articule la discusión y al mismo tiempo se pueda establecer una vi-gilancia en el desempeño ético del equipo de investigación.

Uno de los hitos con que concluirá la investi-gación es la edición de un libro que compendie los principales resultados para favorecer su di-vulgación y, desde luego, promover la profun-dización en el estudio de este tema complejo y difícil.

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 69-77

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

74

REFERENCIAS

• Agamben, Giorgio (1998) Homo sacer. El poder soberano y la nuda vida, Pre-Textos. Valencia, Traducción: Antonio Gimeno Cuspinera.

• Agamben, Giorgio (2000) Lo que queda de Auschwitz. El archivo y el testigo. Homo Sacer III. Pre-Textos. Valencia, Traducción: Antonio Gimeno Cuspinera.

• Agamben, Giorgio (2003) Estado de ex-cepción. Homo sacer II, 1, Pre-Textos. Valencia 2003. Traducción: Antonio Gimeno Cuspinera.

• Alfonso, R., Óscar, A., Barrera, R., Bernal Forero, P. I., Camargo, D., & Garzón, L. (2019). El ciclo mortal de los habitantes de calle en Bogotá. Teorías, olvidos, políticas y desenlaces fatales, Revista de Economía Institucional, 21(41).

• Andrade, Pedro Et Al. (2018) Patrones Funerarios E Imposición Colonial En El Biobío: El Caso De La Misión San José De La Mocha, Concepción (Siglos Xvii Al Xix). Atenea (Concepc.), Dic., no.518, p.133-149. ISSN 0718-0462

• Arellano, Nelson (2019) Situaciones de ca-lle: abandonos y sobrevivencias. Miradas desde las praxis. Chile - Argentina - Costa Rica - México. Santiago de Chile, RIL Editores.

• Arellano, Nelson (2014) Análisis social multicriterio: reflexiones en torno a la ins-titucionalidad ambiental en la región de Valparaíso, Chile. Trabajo Social [UNC], 16(16), 175-186.

• Barreiro, Ramiro (2017) “Cómo sobreviven al frío los sin techo de Buenos Aires. El in-vierno marca temperaturas bajo cero y en la capital argentina 4.400 personas viven en la calle”. El País (España), Buenos Aires 20 JUL 2017

• Benavente Aninat, M. A. (2005). La con-cepción de la muerte y el funeral en Chile, Revista Chilena de Antropología. Nº 18, 2005-2006. pp. 93-104.

• Castro-Serrano, Borja (2019) “De violen-cias e instituciones: por otros ajustes tem-porales”, Seminario Filosofía y Trabajo Social, 11 y 12 junio 2019, UNAB-UAH, Santiago de Chile.

• De la Aldea, Elena (2008) “Capítulo I. La importancia de pensar la violencia en su multiplicidad”, La violencia, las violencias.

• Reflexiones, experiencias e intervenciones, Viña del Mar, Sangría Editores, 21-42.

• Derrida, J. (1997). Fuerza de ley El fundamen-to místico de la autoridad. Madrid: Technos.

• Díaz Álvarez, C. J. (2014). Metabolismo ur-bano: herramienta para la sustentabilidad de las ciudades. Interdisciplina, 2(2) 1-16.

• EFE (2020) “Los casos de COVID-19 ro-zan los 2.500 en Chile y se registra la octava muerte”, Agencia EFE Edición Amériva, Santiago de Chile, 30 de mazo de 2020. Recuperado de internet el 1º de Abril de 2020: https://www.efe.com/efe/america/sociedad/los-casos-de-covid-19-rozan-2-500-en-chile-y-se-registra-la-octava-muer-te/20000013-4208724#

• Falabella, Gonzalo (1970) Desarrollo del capitalismo y formación de clase: el to-rrante en la huella, Revista Mexicana de Sociología, 32, 1, Memorias del IX Congreso Latinoamericano de Sociología, 2 (Jan. – Feb.) 87-118.

• Geyer, M., & Fitzpatrick, S. (2009). Beyond totalitarianism: Stalinism and Nazism com-pared. Cambridge University Press.

• González Meyer, R. (2010). Economía, po-lítica y cultura de la desigualdad de ingresos en Chile. Revista de Economía del Caribe, (1), 184-215.

• Illanes, María Angélica (2001b) “Ella en Lota-Coronel: poder y domesticación: el primer servicio social industrial de América Latina”, Mapocho, 49, 1, 141-148;

• Illanes, María Angélica (2001a) En el nom-bre del pueblo, del estado y de la ciencia: historia social de la salud pública Chile 1880/1973: hacia una historia social del si-glo XX. Santiago de Chile, segunda edición. Ministerio de Salud;

• Illanes Oliva, M. A. (2006). Cuerpo y san-gre de la política. La construcción históri-ca de las Visitadores Sociales (1887-1940). Santiago de Chile: LOM Ediciones;

• Illanes, M. Angélica (2009) “Alicias ante el espejo. Trabajadoras sociales en busca de la participación. Chile en los sesenta.” Nomadías, 9, 61-91.

• Lepin, Cinthya y Montecino Soto, Lésmer (2010). La delincuencia en el discurso de PSCde Santiago de Chile. Literatura y lingüística, (22), 93-102. https://dx.doi.org/10.4067/S0716-58112010000200007

Arellano Escudero N.

75

• Leyton, César, y Huertas, Rafael (2012). Reforma urbana e higiene social en Santiago de Chile: La tecno-utopía libe-ral de Benjamín Vicuña Mackenna (1872-1875). Dynamis, 32(1), 21-44.

• Leyton, C., Palacios, C., & Sánchez, S. D. (Eds.). (2015). Bulevar de los pobres: racis-mo científico, higiene, y eugenesia en Chile e Iberoamérica siglos XIX y XX. Ocho Libros; Claudia Araya, César

• Leyton, Marcelo López, Cristián Palacios, Marcelo Sánchez (2016) República de la salud. Fundación y ruinas de un país sani-tario. Chile siglos XIX y XX, Ocho Libros Editores.

• Lira, Elizabeth y Brian Loveman, Las sua-ves cenizas del olvido. Vía chilena de re-conciliación política 1814-1932, Santiago, LOM Ediciones-Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, 1999, 350;

• Lira, Elizabeth y Brian Loveman, Las ar-dientes cenizas del olvido. Vía chilena de reconciliación política 1932-1994, Santiago, LOM Ediciones-Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, 2000, 601.

• López M, Patricio et al. Pequeñas Tumbas En La Colina: Aportes Al Conocimiento Del Período Alfarero Temprano En El Valle De Mauro (31° S) Desde La Funebria. Estud. atacam., 2017, no.54, p.65-84. ISSN 0718-1043

• Monreal, Verónica; Saldivia, Sandra; y Bravo, Javiera (2015) “Resumen Ejecutivo Evaluación Programas Gubernamentales (EPG). Programa Noche Digna”, Ministerio De Desarrollo Social, Subsecretaría De Servicios Sociales. Enero – Agosto.

• Muñoz Ovalle, Iván. Agua y Monumentalidad En El Valle De Azapa: Indicadores Del Uso Del Espacio En Las Poblaciones Alto Ramírez, Período Formativo, Norte De Chile. Chungará (Arica), 2012, vol.44, no.4, p.571-591. ISSN 0717-7356

• Muñoz Ovalle, Iván. Espacios Fúnebres, Prácticas Mortuorias y Cronología En El Cementerio Azapa-115: Aproximaciones En Torno A La Estructura Social De Los Agricultores Prehispánicos Del Período Medio. Estud. atacam., 2017, no.54, p.5-36. ISSN 0718-1043

• Osorio Gálvez, Camilo and Guerrero Lira, Cristián Exequias dedicadas el día 4 de Noviembre de 1817 por el Supremo Gobierno de Chile a la Ilustre Memoria de los Mártires de la Libertad en la Sangrienta Batalla del 1 y 2 de Octubre de 1814 en la Ciudad de Rancagua. Cuadernos de Historia, Dic 2014, no.41, p.175-188. ISSN 0719-1243

• Panizo, Laura Marina (2016) “Cuerpos muertos, violencia y sacrificio: diferen-tes sentidos en el marco de la Guerra de Malvinas”, Amerika [En ligne], 15, mis en ligne le 25 décembre, consulté le 04 juin 2020: http://journals.openedition.org/amerika/7698

• Piña Cabrera, L. (2010a). Calle y escritura como espacio y campo de acción: El testi-monio de Carolina María de Jesús, mujer, negra y cartonera. Polis (Santiago), 9(25), 487-513;

• Piña Cabrera, L. (2010b). Calle y casa: Aprontes teóricos para una comprensión de la situación de calle desde sus actores. Polis (Santiago), 9(26), 315-336.

• Ponce de León, Macarena (2011). Gobernar la pobreza. Prácticas de caridad y benefi-cencia en la ciudad de Santiago, 1830-1890. Santiago de Chile: Editorial Universitaria, DIBAM, Centro de Investigaciones Diego Barros Arana;

• Rojas Bahamonde, Pablo. El Rito Fúnebre Mapuche Del Descanso: De La Muda Ontológica Al Árbol De Los Ancestros. Chungará (Arica), Dic 2016, vol.48, no.4, p.657-678. ISSN 0717-7356

• Romero G., Álvaro et al. Túmulos, Idelogía Y Paisaje De La Fase Alto Ramírez Del Valle De Azapa. Chungará (Arica), Set 2004, vol.36, suppl.espect1, p.261-272. ISSN 0717-7356

• Umire Álvarez, Adán. Rasgos Funerarios Chinchorro En La Costa Del Extremo Sur Peruano. Chungará (Arica), 2013, vol.45, no.2, p.209-235. ISSN 0717-7356

• Werth, Nicolas (2007) Cannibal Island: Death in a Siberian Gulag. Trans, from the French, Rendall Steven. Foreword, Jan T. Gross. Human Rights and Crimes against Humanity. Princeton: Princeton University Press.

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 69-77

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

76

PROYECTOS FONDECYT

El Discurso de las Personas en Situacion de Calle en Santiago de Chile. Autor: Montecino-Soto, Lesmer Año: 2007, N° de proyecto: 1071094

Pupilas Vacías, o el acto de observar puertas adentro de la calle. Un Estudio Comparativo de Fotografía Participativa, Representaciones Sociales y Situación de Calle, Autor: Piña-Cabrera,

Leonardo Año: 2014 N° de proyecto: 11140871 Institución Responsable: Universidad Alberto Hurtado;

Lustrabotas, corteros y vendedores: El traba-jo infantil en las calles. Chile, 1900-1950. Autor: Rojas-Flores, Jorge Año: 2000 N° de proyecto: 1000085

Arellano Escudero N.

79

Muerte en situación de calle. Un ensayo sobre personas, pandemia y

(des) protección1

Death in homelessness.An essay on people, pandemic and (dis) protection

Leonardo Piña Cabrera2

RESUMEN

A partir del fallecimiento de una persona en situación de calle el pasado mes de abril en la ciudad de Coyhaique, en este artículo se reflexiona acerca del lugar que en nuestras sociedades ocupa esta población, más aún en momentos de crisis como los actuales. Ocurrida precisamente en la

calle, en él se ensaya una perspectiva crítica con respecto al tipo de atención que se le brinda –estacionaria y sensacionalista–, sosteniéndose que es la muerte, más que la vida, el foco de dicho interés. La pandemia, en tal sentido, no señalaría ninguna gran diferencia sobre aquella preocupación, quedando a la vista no solo el doble vínculo de dicha relación, sino el efecto dos veces precarizante de esa construcción: como objeto de violencia, por una parte, y como sujetos de una singular ciudadanía no agencial, por la otra.

Palabras clave: Personas en situación de calle, muerte, vida, covid.

1. LLEGAR TARDE

«Los marginales no tienen nombre»(Carolina María de Jesús)

Llegamos tarde, dice no sin pesar, el jefe de Operación Social del territorio Aysén del Hogar de Cristo (El Desconcierto 2020, abril 21). Llegamos tarde, vuelve a argumentar, y en ello alude no solo a la institución de que es parte, sino al conjunto de actores que pudieron/debieron hacerlo antes de la tragedia que estaba por ocurrir. Llegamos tarde, resuena en la escucha, y la muerte de Juan Carlos Aguilar, antiguo residente de la hospedería de calle Simpson en la ciudad de Coyhaique, termina de concretarse como un hecho consu-mado y cuya responsabilidad nos interpela y cabe a todos.

Ocurrida en las afueras del albergue que solía ocupar, las palabras de uno de los referentes del lugar sitúan en el entramado local, y a través suyo de las políticas intersectoriales, la responsabilidad de su falleci-miento. En cuarentena preventiva las hospederías de la institución por más de dos semanas ante la amenaza de la pandemia, esa misma determinación lo dejó fuera del umbral de la protección una vez que, como se informa por el mismo funcionario, decidiera romperlo para salir (ibid). Sin poder reingresar, lo siguiente es historia conocida y su nombre uno más, que en poco tiempo olvidaremos.

Recibido el 2 de Junio de 2020. Aceptado el 20 de junio de 2020

1 El presente ensayo constituye una ampliación de una columna de opinión publicada en el diario electrónico El Desconcierto, el 10 de mayo de este año, bajo el título Llegar tarde (https://www.eldesconcierto.cl/2020/05/10/llegar-tarde/). Reproducida con ligeras variaciones en el apartado uno, es su texto el que se emplea acá, como pretexto, para reflexionar acerca del lugar que en nuestras sociedades ocupan las personas en situación de calle, especialmente en momentos de crisis como los actuales.2 Antropólogo social, Profesor Departamento de Antropología Universidad Alberto Hurtado, Doctor en Antropología, [email protected].

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 79-91 ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

80

Llegamos tarde, reflexiono, aunque quizá no es tan así sino a la misma hora de siempre: la que cada año, muerte tras muerte, cobra la vida de esta población. Esa hora que a golpe de reloj, y de la mano de una preocupación que es solo estacional y a veces ni siquiera eso, hemos terminado por na-turalizar como la acostumbrada. O la hora negra, como podría decir Vallejo: las 09:31 en este caso; cualquier otra, en todos los demás.

Ni un minuto antes, ni un minuto después, decir que fue tardía nuestra llegada, o que su muerte estuvo más allá de lo realizable, puede llamar a engaño, sin embargo, al diluir la responsabilidad de cada uno de los interpelados. De nadie, al em-plazarse en todas y en ninguna parte, su compar-tida responsabilidad ya no lo es ni lo parece; lo mismo la efectividad de su llamado de atención al no estar exactamente dirigido, ni ser posible de desandar, y esto es lo terrible, en lo que todavía no acaba de ocurrir.

¿Qué hora es esa, empero, que conocida no puede ser mejor esperada por quienes han de dar-se cita al son de su campanilla? ¿Podría serlo si, como ya se sabe, tendrá el mismo resultado donde sea que fuese, y por la razón que sea?

«Tres personas en situación de calle han muerto en La Araucanía en las últimas 48 horas», titula Cooperativa, en su página de regiones, el pasado 24 de abril (Cooperativa 2020, abril 24). «Persona de 44 años y en situación de calle es el octavo fallecido por COVID-19 en Chile», por su par-te informa el portal de noticias 24 Horas, el 30 de marzo (24 Horas 2020, marzo 30). «Hombre en situación de calle fue atacado en Parque Los Reyes: está grave», a su vez escribe La Nación, durante la mañana del último martes (La Nación 2020, mayo 6).

El listado, que tristemente podría ser más largo, es solo una muestra de lo que cada año en la esta-ción de invierno, o en cualquier momento en ri-gor, se prevé que sucederá. No mejor preparados, el arribo a nuestro país de la actual crisis sanitaria que atraviesa el planeta, no solo no varía las cosas en su habitual número y curva de reacciones, sino que las puede empeorar más al sobre exponer a estas personas: primero, a la posibilidad del conta-gio mismo y, después, a la respuesta del resto de la población y a las medidas que sobre el particular toma o pudiese tomar el Estado.

El caso de una persona que estando en esta si-tuación fue desalojada de la iglesia evangélica en que residía por resultar covid positiva, en la co-muna de Pedro Aguirre Cerda el 8 de abril, es uno de estos lamentables ejemplos (24 Horas 2020,

abril 8). El toque de queda del actual estado de excepción constitucional también, al restringir su movilidad durante la noche, que es cuando mu-chos de ellos se dedican al trabajo de recolección o reciben la compañía de las organizaciones que les visitan, en los llamados recorridos solidarios.

Sin esa posibilidad, o muy disminuida en la práctica, la apertura de 130 refugios adicionales para esta población a partir del miércoles 15 de abril (Cooperativa 2020, abril 10), veintidós días después de que se hiciera conocida una carta pública que así lo solicitaba al gobierno (Diario UChile 2020, marzo 24), parece a lo menos tar-día, máxime si se tiene que para esa fecha ya se había producido el fallecimiento en la VII Región, referido más arriba (24 Horas 2020, marzo 30), y otro en la vecina Región de Ñuble, el 4 de abril siguiente (Cooperativa 2020, abril 4).

Con 44 y 39 años de edad, respectivamente, que entre las medidas adoptadas la línea de prioriza-ción se fijara en los 60 años tampoco resulta muy entendible, si se ha dicho y hasta repetido, que la calle adelanta el envejecimiento en unos veinte años como promedio, o que actúa como un ace-lerador entrópico en lo biológico, social y psico-lógico (Ruiz 2013). Preocupante, igualmente lo es la tardanza del protocolo con recomendaciones para la prevención y atención del COVID-19 en los centros del Programa Noche Digna, difundi-do catorce días después de detectarse el primer caso en el país, tal como se lee en la señalada carta de la Fundación Gente de la Calle (2020).

Tardías como medidas de urgencia, y tardías también como señal de atención, el dolor que expresa la declaración con que se inicia esta re-flexión no puede sino compartirse. Llegamos tarde. Todos lo hicimos. Una constatación terri-ble, un verbo implacable en su conjugación: yo lo hice, tú lo hiciste, nosotros lo hicimos... Solo él o ella muere.

2. ESPERAR FUERA

«Afuera es el fin del mundo»(Grafitti, Santiago)

Con más de quince años en la calle, según la nota de El Desconcierto (2020, abril 21), Juan Carlos había suscrito motu proprio la cuarentena adopta-da en la hospedería que muchas veces le abrió las puertas, tanto para salir como para volver a entrar. No el caso la noche de ese día lunes, su búsqueda de alojamiento no logró traspasar el umbral de su anterior decisión, y la calle, como otras veces, fue

Piña Cabrera L.

81

la encargada de recibirlo. La sucesiva concurrencia, en distintos momentos de esa jornada, del perso-nal de turno del lugar, carabineros y el servicio de atención médica de urgencia, solo acompañó lo que después, y no antes ni tampoco entonces, ter-minaría por llamar nuestra atención.

El lamento de su hermana, que por su parte reproduce un medio local, no solo testimonia el dolor de su pérdida, sino una cierta sensación de impotencia ante lo que se concibe como in-evitable. Dicha sensación, que de otra forma es de indignación por la inefectividad hasta del es-tado de catástrofe recientemente dictado, deja a la vista el adelgazamiento de nuestros sistemas de protección (Castel 2004) y de muchas de las deter-minaciones que en la urgencia se han venido to-mando: «Nadie hizo nada por él, ni Carabineros, ni los militares, ni la PDI, así que no sé qué pasó habiendo toque de queda, cómo no lo fueron a levantar y lo llevaron a otro lado. Eso me indigna» (El Divisadero 2020, abril 28).

¿Cómo pudo ocurrir, entonces, si todo lo hacía o debería haberlo hecho imposible? ¿Cómo una decisión que era de resguardo, terminó por des-vestir el mismo sentido que la había impulsado? ¿Por qué el llamado contexto de la protección esa noche no lo fue, para quien hoy día nos llena de interrogantes?

Sin casos activos al 19 de abril en la ciudad, de acuerdo al Décimo Informe epidemiológico del Ministerio de Salud, y tan solo tres acumulados hasta entonces (Minsal 2020a), Coyhaique ni toda la región de que es cabecera administrativa registran decesos a la fecha (Emol 2020, mayo 22). Tampoco consecuentemente al momento de decretarse el confinamiento (Minsal 2020b), tal determinación resultó, a la postre, contraria a lo que se quería evitar. ¿Podría haber sido de otro modo? La pregunta, que a todas luces es imposi-ble de responder, sí puede ayudar a la reflexión, por ejemplo la relativa a los usos que se da a la excepcionalidad constitucional o a la confianza que suscita el manejo de los datos, dos aspectos de la crisis que apenas se abordan en los medios masivos de comunicación.

Cuestión de mirada, o de estar ahí para verlo, el diario electrónico El Mostrador (2020, mayo 20) y el portal 360 Noticias (2020, mayo 20) re-producen las imágenes que, desconcertados, veci-nos y paseantes registran del desalojo que de esta población hiciera la municipalidad de Santiago y carabineros, el pasado miércoles 20 de mayo. Con camiones de aseo y bajo la primera lluvia del año, es la autoridad local y policial la que expulsa a una

población señalada tantas veces como vulnera-ble, y a la que, por el contrario, no ofrece nada a cambio. Arrojando literalmente sus pertenencias y comida a la basura, su mensaje no es sino el de lo desechable, doble práctica tanto en su tipo de violencia material y simbólica, como en el carácter del vínculo que les dedica.

Tampoco una práctica nueva, esa suerte de pri-vatización del espacio público que está en uno de sus fondos, ya ha sido observada antes en lo hecho por Rescate Social y otros municipios (The Clinic 2006; T13 2019; Delpin 2019), tanto dentro como fuera del país (Bachiller 2008; Bufarini 2010; Piña 2013). Sea en lógica privada o pública, y con cargo a ese (Público 2012; Presidencia 2019) u otro afán (Alexandri, González & Hodkinson 2016), de su escasa discusión y abordaje por los medios se po-dría decir que es responsable recursiva de que siga ocurriendo; y en días de crisis como estos, cuando la protección debería ser más que una declaración, no ofrecer alguna alternativa bajo techo (léase, no cautelar el derecho a la vida), hasta podría ser constitutivo de delito al faltar, a lo menos, a las convenciones internacionales que sobre el parti-cular se han suscrito.

«¿Cómo no les da vergüenza, cómo no se mue-ren de la vergüenza, venir a sacar a las personas que están viviendo en la calle?», observa en este sentido una conmovida vecina de la comuna de Santiago, que más tarde sería conducida a una comisaría por no contar con un permiso indivi-dual que la autorizase a estar fuera de su casa (El Mostrador 2020, mayo 20). «¿A dónde se van a ir con esta lluvia? ¿Ustedes les van a ofrecer un lugar donde ir?», insiste, trayendo a colación el rol, más allá de lo policial, que la autoridad debería cumplir.

Fuera del alcance de una cámara, y también re-presentativo de este doble accionar, otras cuatro personas que están en esta situación en la comuna de Providencia refrendan lo anterior, cuando se les pregunta por sus necesidades y la relación que a este efecto han mantenido con la alcaldía o alguna otra autoridad sanitaria: «el otro día no más vinie-ron a sacarnos, con camiones y los pacos [jueves 21 de mayo]. Después volvimos, siempre es así» (Comunicación personal, mayo 23 de 2020). Con poco más de dos meses instalados en ese lugar, en el caso de una de las dos parejas consultadas por no poder pagar el arriendo una vez decretado el toque de queda, su testimonio es indicativo de las dos caras del Estado, puesto que no hacía mucho les habían venido a visitar para vacunarlos contra la influenza.

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 79-91

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

82

Concordante con lo señalado por Bourdieu (2002) cuando habla de las dos manos del Estado, una que busca contener y otra detener, de otra forma también lo es de lo dicho por Butler (2006) cuando apunta a la construcción del sujeto vulne-rable como una condición que siendo primaria, descubrirá a unos y a otros en desigualdad para enfrentarla. Vital dicha vulnerabilidad, en sus pa-labras «algunas vidas estarán muy protegidas y sus exigencias de inviolabilidad bastarán para mo-vilizar a las fuerzas de la guerra. Otras vidas no tendrán un amparo tan rápido ni tan furioso, y ni tan sólo serán consideradas como merecedoras del duelo» (p. 44). Con ello, el desigual acceso a las formas de significación, o a su control en la lógica saber/poder, emerge como plausible en la consideración de sus pertenencias como una no pérdida, cada vez que les son arrebatadas y ter-minan en un vertedero; lo mismo sus vidas, que vistas fuera de los marcos aceptados, incluso se las llega a tener como menos reales y verdaderas:

«A nivel del discurso algunas vidas no se consi-deran en absoluto vidas, no pueden ser humaniza-das; no encajan en el marco dominante de lo hu-mano, y su deshumanización ocurre primero en este nivel. Este nivel luego da lugar a la violencia física, que, en cierto sentido, transmite el mensaje de la deshumanización que ya está funcionando en nuestra cultura» (p. 45).

En camino de ‘desrealización’ sus vidas, en el decir de esta autora (p. 48), el aumento en las ci-fras de fallecimiento de esta población durante la temporada de invierno, no obstante el relativo in-terés mediático que eventualmente pueda cobrar, no ha supuesto ningún gran impacto en términos de ocurrencia y reacción. Año a año básicamente las mismas, en 2012 por ejemplo, y tras producirse una segunda muerte por hipotermia en una misma semana (Cooperativa 2012a, julio 5), el entonces capellán del Hogar de Cristo afirma que sumar catorce decesos debería ser motivo de duelo na-cional (Cooperativa 2012, julio 6), un día después, precisamente, que el ministro de Hacienda de la época confesara estar conmovido por lo mismo (Cooperativa 2012b, julio 5).

Apuntando, este último, al esfuerzo que en el ámbito social debía hacerse –«para mí, es un tra-bajo que debemos hacer. Hay toda una política del Gobierno, de estimular, de entregar recursos a las instituciones de ayuda social, de la gente que

3 Señalado a propósito de las cajas de mercadería anunciadas por la Presidencia para la población más vulnerable (El Desconcierto 2020, mayo 19), su crítica a esta medida pone en relación la actual crisis con la experimentada desde el 18 de octubre pasado, en su argumentación, «porque deja al vulnerado en una situación de dependencia, de inferioridad, endureciendo esa asimetría clasista que hoy comienza a dar asco y que está en la raíz del ‘estallido social’» (La Tercera 2020, mayo 26).

vaya a albergues y que no pase a la intemperie» (ibid)–, la aludida autoridad pública nada dice de la desigualdad que está detrás, o los dos países que seríamos, a que sí se referiría el otro: «construi-mos dos Chiles. Un país súper inequitativo. Es un desafío a la manera de entender el desarrollo» (Cooperativa 2012, julio 6). Sin aludir, asimismo, a la alimentación de la vulnerabilidad que por ese camino se produciría, lo suyo aparece muy lejos de entender la ‘precaridad’ como una condición políticamente inducida de la ‘precariedad’, tal como Butler (2010) desarrolla al distinguir ambos conceptos:

«La precaridad [precarity, en inglés] designa esa condición políticamente inducida en la que ciertas poblaciones adolecen de falta de redes de apoyo sociales y económicas y están diferencialmente más expuestas a los daños, la violencia y la muer-te. Tales poblaciones se hallan en grave peligro de enfermedad, pobreza, hambre, desplazamiento y exposición a la violencia sin ninguna protección. La precaridad también caracteriza una condición políticamente inducida de la precariedad [preca-riousness], que se maximiza para las poblaciones expuestas a la violencia estatal arbitraria que, a menudo, no tienen otra opción que la de apelar al Estado mismo contra el que necesitan protec-ción. En otras palabras, apelan al Estado en busca de protección, pero el Estado es, precisamente, aquello contra lo que necesitan protegerse» (pp. 46-47).

Sí recogido en lo actual por el ya referido ex capellán, su reconocimiento del asistencialismo como un acto de vulneración que no dignifica (La Tercera 2020, mayo 26)3, señala a toda la situa-ción, su estadística y sistemática repetición, como marcas de un accionar difícilmente no calificable como violento. Igual cosa con la indolencia de la autoridad, lo sucedido en otras latitudes, en par-ticular Uruguay donde se ha llegado a pedir la re-nuncia de la titular del ministerio respectivo tras producirse el fallecimiento de seis personas en 2011 por efecto del frío (El País 2011, julio 11), pone en cuestión la normalizada ocurrencia de es-tas muertes, más todavía si un año después se or-dena la habilitación de la residencia presidencial, y otros bienes de la infraestructura pública, en caso de ser insuficiente la oferta de alojamientos (26 Noticias 2012, junio 6).

Sujetos de derecho en grado inédito para los

Piña Cabrera L.

83

estándares de nuestro país, tal escalada y natu-ralización –que en 2010 llegó a 150 fallecimien-tos según el entonces ministro de Planificación (Cooperativa 2011, junio 23)–, tampoco ha estado exenta de relativo debate y atención, en especial en casos como el de Juan Carlos: al alcance de la acción de alguna institución; fuera de las puertas, por lo tanto, de la denominada protección social.

El 26 de abril de 2010, por ejemplo, un hom-bre de 60 años, aproximadamente, es encontra-do muerto a pocos metros de la ex Posta Central, en Santiago (Cooperativa 2010a, abril 26). Desconociéndose su identidad, la nota de pren-sa que da cuenta de este hecho indica que habría llegado hasta el recinto asistencial en la madru-gada de ese día, en busca de atención y un lugar para pernoctar, sin ser admitido por el personal de seguridad. Tal circunstancia, que es desmen-tida horas después por la institución al asegurar que en sus registros no había nada en ese sentido (Cooperativa 2010b, abril 26), no es muy distinta de la que se produciría en el Hospital San José, algunos meses más tarde, con la muerte de Luis Salgado, un hombre de 40 años de edad (Emol 2011, enero 11); en las afueras de la Clínica Santa María, pasado un par de años, con un hombre de 80 años tampoco identificado (Cooperativa 2014, junio 2); o bien en las afueras de la Fundación Las Rosas, hacia junio de 2011, con otro adulto mayor sin identificación (Cooperativa 2011a, junio 22).

Tras una espera de más de tres horas en la ur-gencia, el primero, y sin que funcionara el teléfo-no de emergencia dispuesto para la eventualidad, en el caso del segundo, ambos son representativos de un tipo de atención preferente, más declarado que efectivo. La catalogación de ‘escasa gravedad’ en una urgencia colapsada, en uno, y la imposibi-lidad de conseguir auxilio a través del dispositivo que se había previsto, en el otro, levantan serias dudas, además, acerca de la capacidad de acción de nuestro sistema de protección, situación doble-mente preocupante en momentos de crisis como los que actualmente estamos viviendo. Y que en el caso del último, y que luego también desmentiría la institución aludida (Cooperativa 2011b, junio 22), remarca a su acontecimiento como un hecho, más que sucedido en la calle, ocurrido afuera de uno de los techos de la protección.

La ejemplificación, que otra vez podría ser interminable, muestra en todos los casos la

4 En ningún caso privativo de los medios, el mismo tipo de tratamiento se puede observar en varias campañas de sensibilización acerca del tema –Sin tu ayuda volvemos atrás, en nuestro país por ejemplo, o La indiferencia mata, en Francia–, cuyo mensaje actúa como amplificador de esta representación dominante, en concordancia con lo dicho por Romaní (1996) cuando habla de las retóricas de la marginación como coproductoras de los fenómenos de que tratan.

dramática persistencia, más que de la muerte, que de cualquier modo es parte de la vida, de un tipo de tratamiento por los medios que enfatiza la des-protección de la calle y de esta población4. Cierto de muchas terribles maneras, el hecho que siga ocurriendo no puede ocultar que siempre suceda fuera de alguna puerta, y que en ello dicha imagen es corresponsable de que se fomente la espera y la acción por parte de un tercero, valga decir, la desatención (la de todos). Adelantado en un es-tudio hecho en Inglaterra (Hodgetts, Hodgetts & Radley 2006), su representación como una po-blación distinta de la domiciliada, pero también como «personas enfermas, pasivas, sin voz y que son sobre dependientes de la asistencia y el ma-nejo de instituciones de caridad» (p. 498), algo dice al respecto, igualmente que se les represente como seres unidimensionales que «llevan consigo la desventaja social y cuyos problemas deben ser explicados, prevenidos y curados por las organiza-ciones de caridad, los profesionales de la salud y el gobierno» (p. 498).

Objeto de un tipo de ciudadanía asistida o por mano de un tercero que se estima autorizado, tal efecto se puede observar, de un modo muy terri-ble, en el deceso de Eduardo Kifafi, ocurrido en octubre del año 2010, en un conocido paseo pea-tonal de la ciudad de Puerto Montt (El Llanquihue 2010, octubre 27). Que así fuese, y que sucediera durante las horas de mayor afluencia de público, enfatiza aún más ese estado de desprotección, en este caso porque el hecho muestra sin ambages su doble cualidad de invisible e inevitable: «él murió frente a los transeúntes y nadie se dio cuenta», al respecto dice el asistente social que lo encontró; «llegó en la mañana y se acomodó, incluso le tra-jeron un té», por su parte informa un comerciante del lugar, precisando que después «se quedó dor-mido y falleció en el sueño» (ibid).

Consumado aún antes de llegar a producirse, tal hecho, y que a través suyo se logren apreciar responsabilidades de diferente tipo, además de re-levar la naturaleza compleja del mismo, hace ma-nifiesto lo equivocado de pensarlas en un único lugar. No privativas de la autoridad o alguna ins-titución en particular, el reclamo o sorpresa que eventualmente se pueda ocasionar cada vez que esto ocurre, muestra ese corrimiento o pérdida de lazo social, pero ya no en esta población como mucha de la literatura de la desafiliación insiste,

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 79-91

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

84

sino en el conjunto de la sociedad que deja de ac-tuar y movilizarse al respecto. O que lo hace, por el contrario, pero para manifestar su inconformi-dad por su presencia en la ciudad.

Observado hacia 2007 a propósito de la nega-tiva de los vecinos del barrio Rondizzoni, en la ciudad de Santiago, a que se abriera una hospede-ría en el sector luego de expirar el contrato entre la Intendencia Metropolitana y Chiledeportes, en orden a seguir ocupando el estadio Víctor Jara para ese efecto (La Nación 2007, agosto 12); ello mismo puede verse en infinitud de notas y repor-tajes que a la vez que informan y alimentan dicho rechazo, acentúan al factor individual como res-ponsable directo del fenómeno (Chilevisión 2015, junio 27). Siendo esta población la causante de su situación, y habiéndose cristalizado ello como esa suerte de teoría del sentido común que son las re-presentaciones sociales (Moscovici 1979; Jodelet 2008), lo siguiente es la naturalización de la ex-pulsión como sui generis solución de aquello que se entiende (solo) como problema (El Llanquihue 2008, julio 26; El Llanquihue 2009, abril 21). Lejos de acá o no en mi patio trasero, como se ha lla-mado a este tipo de reacción, tal fórmula no solo simplifica su complejidad sino que está a la puer-ta, como desentendimiento (El Mercurio 2015, enero 26), de hacer cierto lo dicho tras la muerte de Juan Carlos: llegamos tarde, no era nuestra esa responsabilidad.

3. MORIR Y MORIR EN LA CALLE

«La muerte no es democrática»(Byung-Chul Han)

Siempre afuera de una puerta, o con alguien dentro que no la abrió o siquiera se enteró, la muerte se ha venido instalando como otro más de los elementos que caracterizan la vida en si-tuación de calle (Cooperativa 2020, mayo 16). No muy diferente en contexto de pandemia, que a pe-sar de su alarma sanitaria no ha impactado sobre esa ecuación, la estrecha relación entre una y otra salta a la vista con la lentitud, si no indolencia, de la respuesta destinada a esta población. El caso de dos personas que tuvieron que seguir durmiendo en la calle no obstante ser diagnosticadas con la enfermedad, en la comuna de Providencia, mues-tra la escasa importancia que reviste, más todavía si se tiene que no fue a ellos a quienes se les comu-nicó el resultado de sus exámenes (El Ciudadano 2020, mayo 23; El Desconcierto 2020, mayo 24). Trasladados varios días después a un centro

hospitalario, según informa un ex funcionario de gobierno especialista en el tema (Comunicación personal, mayo 27), tal conjunto de cosas eviden-cia el tipo y muy secundario lugar que en la escala de la ciudadanía se les confiere:

«Ayuda!! Somos un grupo de amigos que asisti-mos a personas en situación de calle del sector de Providencia (donde hay muchísimas personas sin techo). Con mucho dolor e impotencia nos en-teramos que dos de ellos están contagiadas con COVID (con examen probatorio), nos llamaron ayer del CESFAM Alessandri para que ‘nosotros les fuéramos a avisar y que no se desplazaran mucho para evitar la propagación del contagio’ [...] Han pasado las horas y, a pesar de saber que eran POSITIVOS al COVID (autoridades mé-dicas y municipales ya que ellos NO FUERON NOTIFICADOS) los dejaron dormir en la calle [...] Realmente estamos desesperados, impotentes pero haremos lo imposible porque reciban una atención digna… Al parecer no hay ambulancias ni helicópteros para todos. ¿Deberá ser normal morir en la calle?» (Romero 2020).

Sin una respuesta oportuna y ellos mismos des-plazados de la cadena decisoria, su no inclusión como población prioritaria, y lo parcial, no espe-cializado y otra vez tardío actuar del llamado plan Protege Calle COVID-19, no hace muy esperan-zador el resultado de lo que acá pudiese ocurrir. Poco auspicioso al centrarse en la realidad intra hospederías, de acuerdo a una de las críticas de la Fundación Gente de la Calle (Diario UChile 2020, marzo 24), lo mismo cabría decir de la no dispo-sición de residencias sanitarias y la insuficiente oferta de camas país para hacer frente a la even-tualidad. La colisión, asimismo, entre los distintos accionares del Estado que mientras avanza de un modo retrocede de otros, lo hace aún menos ha-lagüeño, pero ahora por la desconfianza que todo ello coadyuva a alimentar.

Por otra parte, y aunque los albergues 24/7 emergen como alternativa por la gestión del ries-go que ahí se puede hacer, lo ocurrido en ellos también los muestra vulnerables a los peligros que se experimentan fuera. El caso de la hospedería Padre Lavín, en la comuna de Santiago, donde el 90% de sus ocupantes llegó a estar contagiado (El Mostrador 2020, mayo 21), no solo remarca la alta transmisibilidad del virus sino lo permea-ble, y por tanto expuesta, que es esta población. Con escasa información, sin embargo, de lo que está ocurriendo en otros albergues del país, lo vi-vido en el exterior ayuda a poner en relación y dimensionar el alcance de estas determinaciones.

Piña Cabrera L.

85

En el Gran Buenos Aires, por ejemplo, el rápido aumento de los contagios al interior de uno de sus centros de inclusión social, también llamados paradores (Tiempo 2020, mayo 11), ha obligado al cierre temporal y traslado de sus ocupantes al sistema extra hospitalario, como extrema medi-da de protección ante lo que ello podría suscitar (Tiempo 2020, mayo 12).

Con 79 de los 92 usuarios contagiados, en el caso del parador de Retiro, y a la espera de co-nocerse el resultado del margen restante (ibid), lo ocurrido en dicho dispositivo es paradigmático de lo complejo que es, y puede llegar a ser, el aborda-je sanitario de la emergencia. En este sentido, las palabras de uno de los representantes comunita-rios del lugar resultan muy iluminadoras de dicha complejidad, más aún por tratarse de un profe-sional de la salud que pone el foco no solo en la dimensión biológica de la situación:

«Las personas en los paradores tienen mucho miedo. Por un lado a la enfermedad y por otro a que no sean atendidos a tiempo. A que los aban-donen. Desde que empezó la pandemia de esta enfermedad nueva, de la que los médicos incluso estamos estudiando e investigando, de lo único que se tenía certeza era de que los lugares de hacina-miento son los que garantizaban contagio, y estas altas tasas de positividad se están haciendo eviden-tes en paradores y barrios populares. El gobierno porteño debería haber puesto prioritariamente su mirada y acción en ellos» (Tiempo 2020, mayo 11).

Apuntando a la aglomeración como factor de contagio, pero también a la desconfianza en la atención como su aspecto quizá más crítico, la apertura de nuevas plazas para esta población no resulta, en opinión de este comunero, en una al-ternativa que por sí sola o automáticamente vaya a ser frente al problema5. Más bien lo contrario, y extrapolado ya a toda la situación, la crisis que actualmente estamos viviendo a la vez que lo agu-diza, deja en evidencia lo indispensable de una acción articulada y de conjunto. Una transforma-ción de perspectiva donde esta población no solo comience a ser reconocida y tenga algo que decir, sino donde las dos manos del Estado, más que dejar de oponerse en sus lógicas, avancen tam-bién en la no precarización de su situación: «Estar protegidos contra la violencia del Estado-nación es estar expuestos a la violencia ejercida por el

5 Poco tiempo antes de esta situación, la prensa trasandina había informado de la apertura de 960 plazas en ocho nuevos centros, que sumados a los 2.099 de los 32 ya existentes, esperaban ser una respuesta a las 1.146 personas en situación de calle contabili-zadas, según la Dirección General de Estadísticas del Gobierno, o las 7.251 de acuerdo al Censo Popular, un relevamiento hecho por la Presidencia de la Auditoría General de la Ciudad, el Ministerio Público de la Defensa porteño y organizaciones sociales (Clarín 2020, abril 30).

Estado-nación; así pues, basarse en el Estado-nación para protegerse contra la violencia es, pre-cisamente, cambiar una violencia potencial por otra» (Butler 2010, p. 47).

Insoluble de muchas formas en lo habitual, por qué tendría que serlo menos en tiempos de crisis. ¿Los ventiladores mecánicos y las camas críticas, como antes la vivienda y la mirada justa, serán más asequibles ahora si la lógica de la escasez, entién-dase ganancia, sigue detrás y organiza muchas de las decisiones que en materia sanitaria se adoptan? ¿Por qué, de otra manera, tendría que ser menos complejo el tema y más simple su solución; o sus muertes, a las que nos hemos habituado, motivo de llanto en medio de esa danza de números a que cada mañana asistimos, con la esperanza, quizá, de verlos bajar y que no sean los nuestros los lla-mados a engrosarlos?

«Aquellos cuyas vidas no se ‘consideran’ suscepti-bles de ser lloradas, y, por ende, de ser valiosas, es-tán hechos para soportar la carga del hambre, del infraempleo, de la desemancipación jurídica y de la exposición diferencial a la violencia y a la muerte», a este efecto reflexiona Butler (p. 45). Tal destino, que se corresponde con el que marca esta pandemia en sus cifras, como dice Byung-Chul Han (Efe 2020, mayo 12), es el de los socialmente más débiles, aque-llos cuyas vidas elevan los costos de la política social y reducen las ganancias de la apropiación privada:

«La vulnerabilidad o mortalidad humanas no son democráticas, sino que dependen del estatus social. La muerte no es democrática. La Covid-19 no ha cambiado nada al respecto. La muerte nun-ca ha sido democrática. La pandemia, en parti-cular, pone de relieve los problemas sociales, los fallos y las diferencias de cada sociedad. Piense por ejemplo en Estados Unidos. Por la Covid-19 están muriendo sobre todo afroamericanos. La si-tuación es similar en Francia. Como consecuencia del confinamiento, los trenes suburbanos que co-nectan París con los suburbios están abarrotados. Con la Covid-19 enferman y mueren los trabaja-dores pobres de origen inmigrante en las zonas periféricas de las grandes ciudades. Tienen que trabajar. El teletrabajo no se lo pueden permitir los cuidadores, los trabajadores de las fábricas, los que limpian, las vendedoras o los que recogen la basura. Los ricos, por su parte, se mudan a sus casas en el campo» (ibid).

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 79-91

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

86

Con la sobrevivencia, entonces, como el estado que parece imponerse tanto en su diaria búsqueda de sostenimiento como en su más amplio escape a la muerte, las palabras de este filósofo relevan la creciente pérdida de soberanía personal al situar, cada vez más, en el saber médico y en el poder político el control de la vida. Con ello, y siendo algunas vidas más iguales que otras, como irónica-mente nos dejara Orwell (2003) para indicar exac-tamente lo contrario, la posibilidad de responder positivamente a las preguntas de más arriba se reducen dramáticamente al mínimo. ¿Por qué ten-dría que ser distinto si, tal como parece decir la institucionalidad económica global, el valor de la vida es caro en contraposición al de la muerte?6 ¿De qué manera una vida en situación de calle, por duro que pueda ser, podría escapar a los cál-culos de tan excluyente racionalidad?

Concentrados los poderes médico y político, y remarcada la segregación de las poblaciones como consecuencia también de la pandemia, la pregunta por el gobierno de la muerte como un accionar biopolítico, e incluso tanatopolítico, no debiera extrañar a nadie. Que sea una que se le-vanta acá, siguiendo a Adorno (2010) a propósi-to de su resonancia con la fórmula ‘hacer vivir y dejar morir’ de la modernidad, aún menos dadas las estadísticas mortuorias que se acumulan con o sin COVID-19 al interior suyo. Abandonados a su suerte de muchos modos, siendo expulsados y no priorizados, tal razonamiento no parece tan descabellado, es decir que sea «una política que, en la medida que debe gestionar la vida, optimizarla, hacerla productiva, garantizar, si se puede decir así, su buena salud, no puede ignorar la necesidad de sacrificar una parte de la población» (p. 443).

El hecho que no pare de ocurrir, como el fa-llecimiento de un hombre en las afueras del me-tro estación Santa Lucía, en la ciudad de Santiago (Cooperativa 2020, junio 1), no hace sino sostener su posibilidad. Que la nota no incluya identifica-ción y la causa de muerte esté por establecerse, todavía más.

REFERENCIAS

• 24 Horas (2020, abril 8). «Expulsan a hom-bre en situación de calle con COVID-19 po-sitivo de un templo evangélico». 24 Horas, Nota de prensa. <https://www.24horas.cl/

6 «El FMI pide bajar pensiones por ‘el riesgo de que la gente viva más de lo esperado’», titula El País (2012, abril 12), en una nota que llama a no perder de vista los costos del aumento de la esperanza de vida: «‘Vivir más es bueno, pero conlleva un riesgo finan-ciero importante’. ‘Nos va a costar más como individuos, a las corporaciones y a los Gobiernos. Por eso debemos preocuparnos ahora por los riesgos de la longevidad, para que los costes no nos atosiguen en el futuro’».

coronavirus/expulsan-a-hombre-en-situa-cion-de-calle-con-covid-19-positivo-de-un-templo-evangelico-4086180> Consultado 06/05/20.

• 24 Horas (2020, marzo 30). «Persona de 44 años y en situación de calle es el octavo fa-llecido por COVID-19 en Chile». 24 Horas, Nota de prensa. <https://www.24horas.cl/coronavirus/persona-de-44-anos-y-en-si-tuacion-de-calle-es-el-octavo-fallecido-por-covid-19-en-chile-4059960> Consultado 06/05/20.

• 26 Noticias (2012, junio 6). «Ante la ola de frío en Uruguay, Mujica alojará a indigentes en la residencia presidencial. Medida para pasar el invierno». 26 Noticias, Nota de prensa. <http://www.26noticias.com.ar/ante-la-ola-de-frio-en-uruguay-mujica-alo-jara-a-indigentes-en-la-residencia-presiden-cial-152863.html> Consultado 06/06/12.

• 360 Noticias (2020, mayo 20). «En ple-na lluvia alcalde Alessandri ordena ex-pulsar decenas de indigentes y lanzan sus cosas a la basura». 360 Noticias, Nota de prensa. <https://360noticias.cl/en-ple-na-lluvia-alcalde-alessandri-ordena-expul-sar-decenas-de-indigentes-y-lanzan-sus-co-sas-a-la-basura/> Consultado 21/05/20.

• Adorno, Francesco (2010). «Poder sobre la vida, política de la muerte: sobre las for-mas de resistencia al biopoder en Foucault». Michel Foucault: neoliberalismo y biopolí-tica. Ediciones UDP, Santiago de Chile (V. Lemm, Ed.), pp. 433-452.

• Alexandri, Georgia; González, Sara & Stuart Hodkinson (2016). «Geografías del desplazamiento en el urbanismo de América Latina». Revista INVI, 31, 88, 9-25.

• Bachiller, Santiago (2008). Exclusión social, desafiliación y usos del espacio. Una etno-grafía con personas sin hogar en Madrid (Tesis doctoral). Universidad Autónoma de Madrid, Madrid.

• Bourdieu, Pierre (2002). «La mano izquier-da y la mano derecha del Estado». Revista Colombiana de Educación, 42.

• Bufarini, Mariel (2010). «Las personas sin hogar en Rosario. Consideraciones so-bre los usos del espacio público urbano». CUHSO, 19(1), 67-74.

Piña Cabrera L.

87

• Butler, Judith (2006). Deshacer el género. Paidós, Barcelona.

• Butler, Judith (2010). Marcos de guerra. Las vidas lloradas. Paidós, Ciudad de México.

• Castel, Robert (2004). La inseguridad so-cial. ¿Qué es estar protegido? Manantial, Buenos Aires.

• Chilevisión (2015, junio 27). «Plaza tomada en Santiago». Chilevisión, Reportaje perio-dístico de A. Valenzuela y A. Palacios.

• Clarín (2020, abril 30). «La situación social. Coronavirus en Argentina: 835 personas que vivían en la calle hacen la cuarentena en los ocho nuevos paradores de la Ciudad». Clarín, Nota de prensa. <https://www.clarin.com/ciudades/coronavirus-argen-tina-835-personas-vivian-calle-hacen-cua-rentena-nuevos-paradores-ciudad_0_Vn-_i9hbn.html> Consultado 13/05/20.

• Cooperativa (2020, junio 1). «Hombre en situación en calle murió afuera del Metro Santa Lucía». Cooperativa, Nota de pren-sa.<https://www.cooperativa.cl/noticias/pais/policial/hombre-en-situacion-en-calle-murio-afuera-del-metro-santa-lu-cia/2020-06-01/212438.html> Consultado 01/06/20.

• Cooperativa (2020, mayo 16). «Hombre en situación de calle fue encontrado muerto en Temuco: SML investiga presencia de Covid-19». Cooperativa, Nota de prensa. <https://www.cooperativa.cl/noticias/so-ciedad/salud/coronavirus/hombre-en-si-tuacion-de-calle-fue-encontrado-muer-to-en-temuco-sml/2020-05-16/132215.html> Consultado 17/05/20.

• Cooperativa (2020, abril 24). «Tres per-sonas en situación de calle han muerto en La Araucanía en las últimas 48 horas». Cooperativa, Nota de prensa. <https://www.cooperativa.cl/noticias/pais/re-gion-de-la-araucania/tres-personas-en-si-tuacion-de-calle-han-muerto-en-la-arau-cania-en-las/2020-04-24/093235.html> Consultado 24/04/20.

• Cooperativa (2020, abril 10). «Adelantan Plan Invierno para prevenir contagios de Covid-19 en personas en situación de calle». Cooperativa, Nota de prensa. <https://www.cooperativa.cl/noticias/sociedad/salud/coronavirus/adelantan-plan-invier-no-para -preven i r-contag ios -de-co-vid-19-en-personas/2020-04-10/182424.html> Consultado 10/04/20.

• Cooperativa (2020, abril 4). «Una per-sona en situación de calle falleció por el Covid-19 en Ñuble». Cooperativa, Nota de prensa. <https://www.cooperativa.cl/noticias/sociedad/salud/coronavirus/una-persona-en-situacion-de-calle-fallecio-por-el-covid-19-en-nuble/2020-04-04/204752.html> Consultado 04/04/20.

• Cooperativa (2014, junio 2). «Indigente murió en las afueras de la Clínica Santa María». Cooperativa, Santiago de Chile, Nota de prensa. <https://www.cooperati-va.cl/noticias/pais/policial/indigente-mu-rio-en-las-afueras-de-la-clinica-santa-ma-ria/2014-06-02/222204.html> Consultado 02/06/14.

• Cooperativa (2012, julio 6). «Capellán del Hogar de Cristo: las muertes por frío dan para duelo nacional». Cooperativa, Nota de prensa. <https://www.cooperativa.cl/no-ticias/pais/tiempo/capellan-del-hogar-de-cristo-las-muertes-por-frio-dan-para-due-lo/2012-07-06/084429.html> Consultado 11/06/12.

• Cooperativa (2012a, julio 5). «Indigente es la segunda víctima fatal del frío esta semana en Santiago». Cooperativa, Nota de prensa. <https://www.cooperativa.cl/indigente-es-la-segunda-victima-fa-tal-del-frio-esta-semana-en-santiago/prontus_nots/2012-07-05/095426.html> Consultado 05/07/12).

• Cooperativa (2012b, julio 5). «Ministro Larraín manifestó estar conmovido por muerte de indigentes a causa del frío». Cooperativa, Nota de prensa. <https://www.cooperativa.cl/ministro-larrain-ma-nifesto-estar-conmovido-por-muer-te-de-indigentes-a-causa-del-frio/pron-tus_nots/2012-07-05/194932.html> Consultado 06/07/12.

• Cooperativa (2011, junio 23). «Ministro Kast: 150 compatriotas murieron en la ca-lle por frío en 2010». Cooperativa, Nota de prensa. <https://www.cooperativa.cl/ministro-kast-150-compatriotas-mu-rieron-en-la-calle-por-el-frio-en-2010/prontus_nots/2011-06-23/080937.html> Consultado 23/06/11.

• Cooperativa (2011a, junio 22). «Ola de frío cobró la vida de indigente en Independencia». Cooperativa, Nota de prensa. <https://www.cooperativa.cl/ola-de-frio-cobro-la-vida-de-indigen-

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 79-91

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

88

te-en-independencia/prontus_nots/2011-06-22/102106.html> Consultado 22/06/11.

• Cooperativa (2011b, junio 22). «Fundación Las Rosas: El indigente que falleció no está en nuestros registros». Cooperativa, Nota de prensa. <https://www.cooperativa.cl/fundacion-las-rosas-el-indigente-que-fa-llecio-no-esta-en-nuestros-registros/prontus_nots/2011-06-22/134026.html> Consultado 23/06/11.

• Cooperativa (2010a, abril 26). «Las bajas temperaturas cobraron su primera víctima fatal del año en Santiago». Cooperativa, Nota de prensa. <https://www.cooperativa.cl/las-bajas-temperaturas-cobraron-su-pri-mera-victima-fatal-del-ano-en-santiago/prontus_nots/2010-04-26/102812.html> Consultado 26/04/10.

• Cooperativa (2010b, abril 26). «Posta Central descartó cualquier responsabili-dad en muerte de indigente». Cooperativa, Nota de prensa. <https://www.cooperati-va.cl/posta-central-descarto-cualquier-res-ponsabilidad-en-muerte-de-indigente/prontus_nots/2010-04-26/173314.html> Consultado 26/04/10.

• Delpin, Felipe (2019, abril 11). «Hoy rea-lizamos un operativo de retiro de las personas en situacion de calle en con-junto con Concesionaria ruta maipo» [Publicación de estado]. Facebook. <ht-tps://es-la.facebook.com/felipe.delpin/posts/2512369395462320?__tn__=-R> Consultado 11/04/19.

• Diario UChile (2020, marzo 24). «Personas en situación de calle y COVID-19: la ur-gencia de medidas para garantizar cui-dados e información». Diario UChile, Nota de prensa de Andrea Bustos. <ht-tps ://rad io.uchi le.c l/2020/03/24/personas-en-situacion-de-calle-y-co-vid-19-la-urgencia-de-medidas-para-ga-rant izar-cuidados-e- infor macion/> Consultado 25/03/20.

• EFE (2020, mayo 12). «Byung-Chul Han: Viviremos como en un estado de guerra permanente». Agencia EFE, Entrevista de Carmen Sigüenza y Esther Rebollo. <https://www.efe.com/efe/espana/destacada/byung-chul-han-viviremos-co-mo-en-un-estado-de-guer ra-per ma-nente/10011-4244280?fbcl id=IwA-R3azzXroKtFTiMIgL-2HvsqgQwF-

j6O91xv77ERrHLja932MAcA41fhaazc> Consultado 14/05/20.

• El Ciudadano (2020, mayo 23). «Providencia: Denuncian que dos personas sin techo con-tagiadas con Covid-19 siguen en la calle». El Ciudadano, Nota de prensa.<https://www.elciudadano.com/chile/providencia-de-nuncian-que-dos-personas-sin-techo-con-tagiadas-con-covid-19-siguen-en-la-ca-lle/05/23/> Consultado 24/05/20.

• El Desconcierto (2020, mayo 24). «Providencia: Dos personas sin techo con-tagiadas con COVID-19 llevan tres días sin ser admitidos en una residencia sanitaria». El Desconcierto, Nota de prensa. <ht-tps://www.eldesconcierto.cl/2020/05/24/p r ov i d e n c i a - d o s - p e r s o n a s - s i n - t e -cho-contag i adas -con-cov id-19- l l e -van-tres-dias-sin-ser-admitidos-en-una-re-sidencia-sanitaria/> Consultado 24/05/20.

• El Desconcierto (2020, mayo 19). «Caja de mercadería anunciada por el gobierno: Entérate qué contiene, quién la recibe y cuándo se entrega». El Desconcierto, Nota de prensa. <https://www.eldesconcierto.cl/2020/05/19/caja-de-mercaderia-anun-ciada-por-el-gobierno-enterate-que-contie-ne-quien-la-recibe-y-cuando-se-entrega/> Consultado 19/05/20.

• El Desconcierto (2020, abril 21). «‘Llegamos tarde como institución’: Hogar de Cristo se lamenta por muerte de indi-gente afuera de una de sus residencias en Coyhaique». El Desconcierto, Nota de prensa de Carolina Ceballos. <https://www.eldesconcierto.cl/2020/04/21/llegamos-tarde-como-institucion-ho-gar-de-cr is to-se- lamenta-por-muer-te-de-indigente-afuera-de-una-de-sus-re-sidencias-en-coyhaique/> Consultado 22/04/20.

• El Divisadero (2020, abril 28). «Hermana de Juan Carlos Aguilar: ‘Nadie hizo nada por él’». El Divisadero, Nota de pren-sa. <http://www.eldivisadero.cl/noti-cia-56678> Consultado 05/05/20.

• El Llanquihue (2010, octubre 27). «El ‘se-ñor de los perros’ falleció en Paseo Talca. Indigente murió en medio de transeúntes y nadie se percató». El Llanquihue, Nota de prensa, p. A10.

• El Llanquihue (2008, julio 26). «Dramático caso a metros de Intendencia. Indigente soporta el frío y la lluvia en el cerro de

Piña Cabrera L.

89

calle O’Higgins a 50 metros de la casa del Gobierno Regional». El Llanquihue, Nota de Marcelo Galindo, p. A11 y portada.

• El Llanquihue (2009, abril 21). «Peladeros, drogas y alcohol. Ranking de los sitios eria-zos en Puerto Montt». El Llanquihue, Nota de prensa de Luis Toledo, p. A11.

• El Mercurio (2015, enero 26). «Ex Posta Central prohíbe que indigentes duerman en recintos». El Mercurio, Nota de prensa de S. Salazar, p. C6.

• El Mostrador (2020, mayo 21). «Los con-trastes de vivir en una hospedería con y sin COVID-19». El Mostrador, Nota de prensa. <https://www.elmostrador.cl/no-ticias/pais/2020/05/21/los-contrastes-de-vivir-en-hospederia-con-y-sin-covid-19/> Consultado 21/05/20.

• El Mostrador (2020, mayo 20). «Santiago: Desalojan a personas en situación de calle en plena crisis sanitaria». El Mostrador, Nota de prensa de Nicolás Bravo. <https://www.el-mostrador.cl/noticias/pais/2020/05/20/santiago-desalojan-a-personas-en-situa-cion-de-calle-en-plena-crisis-sanitaria/> Consultado 21/05/20.

• El País (2012, abril 12). «El FMI pide ba-jar pensiones por ‘el riesgo de que la gen-te viva más de lo esperado’». El País, Nota de prensa de Sandro Pozzi. <https://elpais.com/economia/2012/04/11/ac-tualidad/1334133453_457282.html> Consultado 31/05/20.

• El País (2011, julio 11). «Remueven a Ana Vignoli del Mides; la sustituye Olesker». El País, Nota de prensa. <http://www.elpais.com.uy/110711/ultmo-579117/ultimo-momento/remueven-a-ana-vig-noli- del-mides-la-sustituye-olesker/> Consultado 06/06/12.

• EMOL (2020, mayo 22). « El dispar presen-te entre la Región de Valparaíso que superó los 2 mil casos y la de Aysén que cumple 15 días sin contagios». EMOL, Nota de prensa de Juan Peña. <https://www.emol.com/noticias/Nacional/2020/05/22/986929/Valparaiso-contagios-covid19-Aysen.html> Consultado 22/05/20.

• EMOL (2011, enero 11). «Hombre murió tras esperar por más de tres horas aten-ción médica en Hospital San José». EMOL, Nota de prensa. <https://www.emol.com/noticias/nacional/2011/01/11/457695/hombre-murio-tras-esperar-por-mas-de-

tres-horas-atencion-medica-en-hospital-san-jose.html> Consultado 11/01/11.

• Fundación Gente de la Calle (2020). Carta Humanitaria para enfrentar la Crisis Sanitaria. Carta pública, PDF.

• Hodgetts, Darrin; Hodgetts, Andrea & Alan Radley (2006). «Life in the shadow of the media: Imaging street homelessness in London». European Journal of Cultural Studies, 9/4, 497-516.

• Jodelet, Denise (2008). «El movimien-to de retorno al sujeto y el enfoque de las representaciones sociales». Cultura y Representaciones Sociales, Revista Electrónica de Ciencias Sociales, 3(5), 32-63.

• La Nación (2007, agosto 12). «Blanca mi-seria». La Nación, Columna de opinión de Rafael Cavada, p. 22.

• La Nación (2020, mayo 6). «Hombre en situación de calle fue atacado en Parque Los Reyes: está grave». La Nación, Nota de prensa de Patricia Schüller. <http://lana-cion.cl/2020/05/06/hombre-en-situacion-de-calle-fue-atacado-en-parque-los-reyes-esta-grave/> Consultado 06/05/20.

• La Tercera (2020, mayo 26). «¿Por qué llora la señora de la tele?». La Tercera, Columna de opinión de Pablo Walker. <https://www.latercera.com/opinion/noticia/por-que-llora-la-senora-de-la-teleKIHDD-4QXXNDHFKHTZRWBFP3U6Q/> Consultado 26/05/20.

• Minsal (2020b). Informe epidemiológi-co No 4 Enfermedad por SARS-CoV-2 (COVID-19) Chile 06-04-2020. Ministerio de Salud, Departamento de Epidemiología, Santiago de Chile.

• Minsal (2020a). Informe epidemiológi-co No 10 Enfermedad por SARS-CoV-2 (COVID-19) Chile 20-04-2020. Ministerio de Salud, Departamento de Epidemiología, Santiago de Chile.

• Moscovici, Serge (1979). El psicoanálisis, su imagen y su público. Huemul, Buenos Aires.

• Orwell, George (2003). Rebelión en la gran-ja. Ed. Destino, Barcelona.

• Piña, Leonardo (2013). Calle y casa. La si-tuación de calle como fenómeno de fron-tera. Puerto Montt, avances para una com-prensión desde sus actores (Tesis doctoral). Universidad de Tarapacá y Universidad Católica del Norte, Arica.

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 N°2: 79-91

ORIGINALES:Salud en Personas en Situación de Calle

90

• Presidencia (2013, agosto 22). El Poder Ejecutivo promulgó Ley sobre Faltas y Conservación de Espacios Públicos. Uruguay Presidencia. <http://www.presi-dencia.gub.uy/Comunicacion/comunica-cionNoticias/ley-de-faltas-promulgada> Consultado 02/04/19.

• Público (2012, abril 28). «Hungría crimina-liza a los ‘sin techo’ con penas de hasta 6 meses de cárcel». Público, Nota de prensa.

• Romaní, Oriol (1996). «Antropología de la marginación. Una cierta incertidumbre». Ensayos de antropología cultural. Ariel, Barcelona, pp. 303-318.

• Romero, Caro (2020, mayo 23). « Ayuda!! Somos un grupo de amigos que asistimos a personas en situación de calle» [Publicación de estado]. Facebook.<https://m.fa-cebook.com/story.php?story_fbid=10220930048296690&id=1105111522> Consultado 24/05/20.

• Ruiz, Alí (2013). La velocidad de la muerte. La intervención institucional con jóvenes en situación de calle como desaceleración de la entropía (Tesis doctoral). Universidad Nacional Autónoma de México, Ciudad de México.

• T13 (2019, abril 3). «Estación Central:

cursarán multas de hasta $240 mil a quie-nes instalen carpas en la alameda y plazas». T13, Nota de prensa. <https://www.t13.cl/noticia/nacional/estacion-central-cur-saran-multas-240-mil-quienes-insta-len-carpas-alameda-y-plazas> Consultado 03/04/19.

• The Clinic (2006, junio 15). «¡Se llevaron al Anticristo! Municipalidad lo internó en una clínica siquiátrica». The Clinic, Nota de prensa de Leo Marcazzolo, pp. 6-7.

• Tiempo (2020, mayo 11). «Preocupa la crecida de casos de covid en parado-res de CABA». Tiempo, Nota de prensa de Gustavo Sarmiento. <https://www.tiempoar.com.ar/nota/preocupa-la-creci-da-de-casos-de-covid-en-paradores-de-ca-ba> Consultado 13/05/20.

• Tempo (2020, mayo 12). «Cierran el pa-rador para gente en situación de calle de Retiro por 79 casos de coronavirus». Tiempo, Nota de prensa. <https://www.tiempoar.com.ar/nota/cierran-el-pa-rador-para-gente-en-situacion-de-ca-lle-de-retiro-por-79-casos-de-coronavirus> Consultado 13/05/20.

Piña Cabrera L.

DOSSIER JUNIO 2020; VOL . 60 ISSN 0716-1336

Especial PandemiaLa Pandemia por

Covid2-2019

Un actor-una red: un

actante. A propósito de

la reflexión de Carlos Montoya…

Muerte en situación de

calle. Un ensayo sobre

personas, pandemia y

(des)protección

95

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 (Suplemento 1)

PresentaciónYuri Carvajal Bañados1

1 Director Cuadernos Médico Sociales

E ste segundo dossier sobre pandemia es-peramos sea señal de cierre de este ciclo monográfico editorial. Algunos países

que entraron en el ciclo epidémico próximos a no-sotros, siendo más poblados que Chile, salen ya de la crisis con un balance escueto de 102 muertos.

Mientras la edad promedio de la gripe española fue de 28 años, aún no logramos saber cuál es la edad media de los muertos por sexo y comuna de nuestro país, ni la sobremortalidad comunal por otras causas, ni la proporción de seropositivos por comunas. Hasta hace dos meses todo el afán en salud era por eficiencia. Hoy ni siquiera sabemos la efectividad de las medidas tomadas.

La incertidumbre es parte de la realidad, pero podría ser menor. Todo el resto de las cuestiones pueden ser sobrellevables, sobre todo para aque-llos que ni siquiera hemos tenido un coriza. Pero cifras serenas, estables, construidas con voluntad de componer un espacio público nos han hecho falta quizás más que las palabras.

En la incapacidad de ser parte del eslabón de lo cuantitativo, nos quedamos con las sabias pa-labras de nuestros articulistas. La propuesta alter-nativa de Carlos Montoya, apretado resumen de más de 6 décadas de trabajo salubrista. O la eru-dita apertura de Reinaldo Bustos. La primera nos ha servido para un diálogo sostenido por Fabiola Jaramillo, Esteban Figueroa y Jaime Sepúlveda. El segundo texto queda presentado como una invi-tación a un diálogo mayor. Nelson Arellano nos hace remirar la figura de nuestras ciencias tercer-mundistas para hacer frente a un problema real, de nuestras instituciones y de nuestro saber.

No es fácil trabajar editorialmente en estas con-diciones. Mientras producíamos este número, he-mos palpado la generosidad enorme de los equi-pos de salud de hospitales y atención primaria, una tenacidad increíble frente a las dificultades.

Sin embargo, ni las personas ni las ideas pueden dejar de ser tocadas por tanto encierro.

DOSSIER PANDEMIA

97

La pandemia por COVID2-2019Dr. Carlos Montoya-Aguilar1

E stá siendo difícil dominar el fenómeno en Chile, en este 2020. Hay dos problemas graves: (A) una colisión con el enorme centralismo o macrocefalía (ausencia mórbida de planificación territorial). La otra, (B) un intento de manejo de la epidemia por la vía casi exclusiva de la

administración sanitaria. El centralismo dificulta la participación de la gente y el actuar de los responsables locales; fortalece la

autoridad técnica única. El empleo de la gestión fuerte para manejar la epidemia está resultando en que el virus maneja la situación, y no los gestores. La autoridad centralizada –Ministerio- dice en voz alta que los chilenos tienen hoy un intenso temor a la muerte, que alcanza a los niños y que durará por generaciones. Que aumenta la pobreza. Que la necesidad económica impide el cuidarse y cuidar. Destaca la violencia. ¿en aumento? Que hay o habrá guerra – por ventiladores, por las futuras vacunas. El ministro formula una analogía con un rumor de apocalipsis: Radek, Sarajevo. Los éxitos, aparentes en un momento, se esfuma-ron con la semana santa (abril 10) y se justifica el pesimismo. La población chilena no ve cuándo ni cómo terminará el túnel en que estamos, con una cantidad de infectados igual a la de China y sin visos de bajar. No percibe que, en España, que llegó a tener miles de fallecidos, los nuevos positivos bajaron a fines de mayo a apenas 132; y según los expertos “es muy probable que en dos o tres semanas más el patógeno sea absolutamente marginal, y las mascarillas sean innecesarias” (infectólogo de Barcelona, 25.05.2020) y que se abran las playas.

Falta en Chile la aplicación y difusión suficiente del pensamiento epidemiológico: comprender la epide-mia, el agente y el sustrato. Y hacerlo con participación local y con leguaje tranquilo. El gerente pone los recursos donde están los pacientes, y es lógico. El epidemiólogo, en cambio, formula preguntas, y busca respuestas con las personas, con el espacio y el tiempo.

En reuniones locales, a lo largo de Chile, nos preguntaríamos:¿Qué ocurre? ¿Qué problemas afectan a la población, al grupo? ¿Cuál es su importancia relativa? ¿Qué

subgrupos (con qué características) son afectados por cuáles subproblemas? ¿Dónde ocurren los proble-mas y cuándo (con qué frecuencia)? ¿Dónde está el mayor impacto? ¿Cómo evitar nuevos casos, aquí? ¿Qué iniciativas locales están resultando Y por qué? ¿Están siendo publicitadas? Las preguntas apuntan a la formulación de hipótesis acerca de las causas y factores probables del problema o problemas, y sobre soluciones.

Estas hipótesis se conversarían con la población en cada localidad y en conjunto se contrastarían con los hechos observados. Se procesarían los datos recogidos: registros, tests, mapas, gráficos temporales (curvas), tasas, perfiles de salud local.; esta información indicará cuándo y dónde introducir o intensificar o suspender medidas de control, como el aislamiento, medidas de higiene personal o vacunas.

Este enfoque también puede servir para motivar a voluntarios para que ejecuten actos de control de la trasmisión y sus rutas, y de identificación de casos de riesgo (p.ej. cuidadores de enfermos, personas con otros riesgos laborales, gente indiferente, alcohólicos, gente sometida a hacinamiento, migrantes); de via-jeros, de comerciantes, de conductores de camiones o de trenes, O puede servir también para organizar campañas de emulación entre comunas y distritos que logren mantenerse libres de nuevos casos.

Una fuente de conocimiento a la vez gerencial y epidemiológica es el grado y modo de utilización de los consultorios públicos (atención primaria) y privados y de las farmacias, a donde pueden (o no) acudir personas con sus síntomas y sus contactos, con sus necesidades, sus actitudes y sus conductas.

La epidemia y los esfuerzos por controlarla nos han brindado un repaso vivo de la epidemiología de las

1 Médico pediatra. Profesor Titular de Salud Pública, Universidad de Chile .

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 (Suplemento 1) DOSSIER PANDEMIA

98Montoya Aguilar C.

enfermedades infecciosas causadas por virus de alta transmisibilidad y de los modos más o menos efectivos de orientar dichos esfuerzos.

La gestión centralizada pone énfasis en el temor. El ministro de salud había explicado en una entre-vista del 23.05, “tal vez nos calmamos, dejamos de asustar a la gente”, y el 27 de mayo, luego de reco-nocer, con franqueza encomiable, que “sus pro-yecciones se han derrumbado” y que desconocía la magnitud de la pobreza y del hacinamiento de la población de Santiago, da lugar a que el diario La Tercera diga que “el jefe del Ministerio sí parece haber dado en el blanco en que, dada la conducta de la ciudadanía, tal vez sea mejor apelar al miedo de la población”.

El Mercurio del 24 de mayo refuerza la alar-ma al titular “Casos de covid-19 en la Región Metropolitana podrían ser 7,6 veces más de los que ya han sido detectados”, “según un estudio realizado por la Universidad DD”, “estudio que aún no está terminado” pero a partir del cual un académico de otra Universidad privada deduce que “vamos a tener que seguir aumentando los testeos, y si se detectan más personas positivas, se debe tener más capacidad para aislarlos”. Y el aislamiento es lo más difícil de imponer y de mantener.

El 29 de mayo se supo por la prensa que el mi-nistro de salud había contratado – con sueldos de hasta $ 900 mil - a 800 personas adicionales para reforzar la tarea de trazar a los contactos de los casos positivos para el virus. Hasta ahora eran 80 los funcionarios encargados de esta labor y evi-dentemente no daban abasto. Al día siguiente, al-gunos alcaldes ya reclamaban por el retraso en la entrega de las cajas de alimentos prometidas por el gobierno central para paliar el recrudecimiento de la pobreza, vinculado al aislamiento simultáneo decretado para millones de personas.

Cabe insistir en que este y otros problemas hu-bieran sido menores si, desde un comienzo, se hu-biera utilizado el pensamiento epidemiológico-so-cial y se hubiera convocado a la participación de la atención primaria y de los organismos y dirigen-tes de la comunidad, debidamente informados y motivados, a actuar, en uso de su conocimiento y relaciones locales, en el control de la pandemia.

Las cifras publicadas diariamente por el Ministerio de Salud relatan bien el proceso de contagios y de fallecimientos por el Covid-19, ocurridos a partir del 4 de marzo del 2020 en Chile. Como producto de la estrategia nacional, los incrementos cuotidianos no han sido “explo-sivos” como en Italia, Francia, España y Estados

Unidos. Vale la pena discutir esas cifras en las localidades: ¿con qué sucesos coincidieron? Un análisis epidemiológico puede ayudar a trazar las rutas del virus, identificar factores pronósti-cos y evaluar las medidas de control que se han ejecutado.

Para ponderar la situación relativa de dicha pan-demia en Chile – y supongo que la misma preocu-pación ha asaltado a otros salubristas de la Región – quise ver qué pasa con las demás causas de mor-bilidad y mortalidad. No encontré cifras recientes en los sitios web del Ministerio. Al formular la demanda en inglés aparecieron en internet, en el sitio de una empresa privada (Statista.com) las ci-fras más recientes de muertes por grandes grupos de causas de Chile (2017). Sumaban “más de 106 000”. Lo importante es que en este período de la pandemia –y así lo ha apreciado el ministro (El Mercurio, 23.04-2020), han disminuido las con-sultas y controles por esas grandes causas y las de carácter preventivo que corresponden a niños y gestantes. Es tarea de los responsables de los res-pectivos programas promover que la población no postergue – por el “factor coronavirus”, que desordena nuestras actividades-- tales consultas y los exámenes pertinentes. De lo contrario, apare-cerá en el futuro próximo un empeoramiento de nuestros indicadores de salud y una sobrecarga de trabajo del sector público del sistema de atención de salud, que se sumará a la demanda incremen-tada por las secuelas físicas y psicológicas de la epidemia.

Es muy importante el lenguaje que emplean los gobiernos. Por ejemplo, el Presidente López Obrador, que da una conferencia diaria al pueblo de México, llama a no relajar la “sana distancia”; pero les dice “ya vamos de salida”, y también, “el 1 de junio se informará sobre cómo se reiniciará la apertura gradual del país, según el semáforo por regiones…se informará sobre la posibilidad de re-greso a clases en algunas regiones, de acuerdo con maestras, maestros, padres de familia y autorida-des locales. Hay un plan para reactivar 2 millones de empleos para fines de 2020. A partir del 01.06, nueva normalidad”.

¿CÓMO SACAR PROVECHO DE ESTA EXPERIENCIA PARA LA POST PANDEMIA?

Por ejemplo, en la campaña contra el virus, he-mos aceptado la importancia de definir distritos y sus poblaciones para adoptar medidas como cuarentenas o cordones sanitarios. Estas áreas

99Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 (Suplemento 1)

podrían ser autosustentables y autogobernadas en varios sentidos. Gente que nunca se había recono-cido antes y ahora enfrenta un enorme problema común se ven obligadas a discutir y tomar deci-siones: a gobernarse. Los mecanismos pueden llamarse cabildos, comités, talleres, grupos de trabajo. En cuanto al cuidado de su salud física y mental habrán de ver cómo cumplir con eficacia y eficiencia las directivas técnicas del ministerio, y cómo adaptarlas si fuese necesario.

En las demás materias, cada distrito semi-ais-lado muy pronto deberá resolver los temas de la producción y del empleo, precisamente a cau-sa del aislamiento relativo al que la pandemia obliga.

¿Qué producir? La respuesta depende de los recursos con que se cuente localmente: recursos humanos, materiales, financieros, técnicos, lega-les, patrimoniales/históricos.

Pueden producirse tejidos, ropa, cerámica, máquinas, textos, mobiliario, programas infor-máticos, edificios, caminos, puentes, parques, defensas contra incendios, según lo que se necesite.

Para diversificar su capacidad, cada distri-to debería ser urbano y rural. Con el objeto de facilitar su administración, debería estar sectorizado.

En Regiones con un millón de habitantes, los distritos (o silos: sistemas locales), tendrán

aproximadamente cien mil residentes, con sectores de quince mil habitantes o cinco mil hogares.

En los cabildos o talleres de autogobierno parti-cipativo, los participantes pensarán lo que es posi-ble hacer y lograr poniendo TODOS los recursos locales en juego. Estos se asignarán a las activida-des según criterios lógicos consensuados. El re-sultado de comerciar los productos se distribuirá según criterios económicos: inversión, consumo, necesidad, mérito.

Como se ve, estamos en la Utopía de Moro, o en la Isla del Sol, de Campanella; siempre ha sido éste un paso intelectual inevitable, al pensar en el progreso social. Pero es una utopía corregida por la dura experiencia: el “estallido social”, los “procesos constituyentes”, la “evaluación de los avances y retrocesos de la pandemia”.

Nos moveremos hacia objetivos compartidos, sin desviarnos mucho del principio de la partici-pación inteligente, del uso de TODOS los recur-sos locales para efectuar TODAS las actividades productivas en forma planificada.

La pandemia, como el estallido social, será, ya es, un actor más de los distritos o Silos.

DOSSIER PANDEMIA

101

Un actor-una red: un actanteA propósito de la reflexión de Carlos Montoya …

Fabiola Jaramillo Castell1

Esteban Figueroa Oliva2

A ratos pareciera que se ha liberado un malvado de “mal genio” entre nosotros, desarticulando nuestras certezas y llevándonos a nuevos escenarios ontológicos. Los esfuerzos técnicos, polí-ticos, económicos se presentan débiles frente a la nueva realidad social; mientras que el empleo

de la gestión fuerte para manejar la epidemia no está entregando el resultado esperado y devolver a los gestores el control de la situación.

El salto ontológico ocurre en un momento en que los seres humanos hemos dado por sentado muchos de los procesos de nuestro contexto inmediato. La sociedad y la producción de conocimiento funcionan como una caja negra donde a pesar de desconocer el funcionamiento de las complejidades nos confor-mábamos con identificar datos de entrada y datos de salida bajo principios de linealidad, causa – efecto y, principalmente desde una posición de privilegio en la que diferenciamos y separamos la realidad entre “objeto y sujeto”.

La emergencia del virus SARS-COV-2 (COVID-19), destruye la caja negra, la descompone y aquello que estaba invisibilizado e irreconocible emerge rebelándose del esencialismo simplista. Aquí parece in-teresante comprender el ruido que se produce al desensamblar la silenciada complejidad contenida en la caja; transformar el ruido hacia una resonancia con sentido será solo posible si encontramos una forma de reensamblar las piezas del mecanismo, actualmente dispersas.

Aproximaciones como la Teoría del Actor Red (TAR) puede permitir apreciar la complejidad y dinamis-mo de la realidad, que difícilmente serían captados por aproximaciones metodológicas que buscan aproxi-maciones causales para su estudio.

DESDE UNA MIRADA DEL TIEMPO NO LINEAL:

La TAR nos resulta especialmente útil para entender fenómenos no lineales cuando el foco no se sitúa en las personas y/o las tecnologías sino en todo aquello (humano y no humano) que da soporte a la presta-ción sanitaria (equipo, equipamiento, dispositivos, infraestructura, etc.), así como también en lo que éstos se convierten como resultado de su posición en la red (ontología relacional), generando la emergencia de entidades con poder de agencia, resultado de la configuración dinámica de actores humanos y no humanos. El diseño espacio temporal de las entidades que se relacionan entre sí son para (Latour, 2007) una red “más flexible que la noción de sistema, más histórica que la de estructura, más empírica que la de complejidad”. Latour, citado por Moreira (2011) da cuenta que, esta red heterogénea será precisamente el actor-red, la entidad indeterminada a ser estudiada. Se trata de dar cuenta acerca de cómo aquellos entramados de investigaciones y tecnologías forman parte de una red sociotécnica, que no es ni tecnología, ni ciencia, ni sociedad por separado, sino una nueva entidad.

Para Latour (2007) cualquier entidad que produzca una relación o adquiera valor de significación será un actante. El actante se definirá por la capacidad de producir una acción dentro de una trama y de pasar rápidamente de un estatus a otro siendo precaria su determinación (Tirado & Domènech, 2005); para la TAR la trama será el propio el actor-red. Dicho esto podemos observar en la gestión de esta crisis el rol

1 Médica Psiquiatra, Máster en Salud Pública y Gestión Sanitaria, Doctoranda en Economía. Correspondencia a: fabiolaj77@ gmail.com2 Antropólogo, Magíster Gestión en Salud

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 (Suplemento 1) DOSSIER PANDEMIA

102Jaramillo Castell F.

predominante de los actantes no humanos (test, los ventiladores mecánicos, los equipos de ima-genología, etc.) y ciertos actores humanos como personal sanitario de los hospitales y clínicas; sin embargo están totalmente ausentes de este ma-nejo los actantes humanos que conforman la APS, comunidad organizada, comunidad científi-ca, entre otros y otros no humanos que nombra Montoya como datos, registros y mapas elabora-dos con datos gubernamentales; esto se une a otro actante que menciona Montoya: la información, la gran cantidad de información y la cuestionable ca-lidad, de la misma. Se define como Infodemia la excesiva cantidad de información sobre un tema (tanto la fiable y creíble como la falsa y manipula-da). Aquí merece la pena detenerse a pensar en la intención detrás de ésta, cuando es abiertamente falsa para generar confusión (Fake-News) tanto como cuando la credibilidad de la información esta tan desacreditada, como es el caso de varios gobiernos en este contexto.

El sesgo de sobre confianza que supone asumir que las enfermedades infecciosas estaban supera-das, nos llevaba paradójicamente a insistir en las estrategias de abordaje farmacológicas de las en-fermedades crónicas no transmisibles, asumiendo que las infecciosas se limitaban a una clase social empobrecida o a otros países, usándose incluso de excusa xenofóbica a la migración desde países pobres. Supondría también asumir que el aborda-je exclusivamente hospital céntrico respondería adecuadamente. El antídoto a la sobre confianza parece ser la conexión con el territorio y las nece-sidades de respuestas locales.

La TAR ayuda a conceptualizar como diferen-tes realidades son experimentadas por diferentes actores, estableciendo un dibujo más nítido de sus relaciones dinámicas, algo fundamental dado el carácter continuamente cambiante de la atención sanitaria, en especial con iniciativas de cambio establecidas por las organizaciones sanitarias que generan también cambios en las posiciones de po-der. Frente al abordaje de la emergencia sanitaria, la fragmentación entre autoridad sanitaria y redes en el ministerio supone importantes efectos en la falta de coordinación entre los distintos niveles y dispositivos de atención, con la correspondiente duplicación de servicios (la vigilancia epidemioló-gica, por ejemplo) y donde las prestaciones se rea-lizan en el lugar menos apropiado, generalmente en los hospitales. Implicando un encarecimiento de los costos y lo que aún es más grave, el aumen-to del riesgo para las personas que hacen uso de los servicios de salud.

El científico de la TAR (Moreira, 2011) estudiará a las asociaciones de actantes, trazando las redes que éstos configuran (siendo estos propios actantes redes conectadas que conforman otras redes o actor-red). Su objetivo será la descripción del funcionamiento de dichos co-lectivos: Diversos elementos, metas, acciones da-das en otros tiempos y diferentes espacios coexis-ten comprimidos, plegados, en un único actante. Callon y Latour (1990) citados por (Moreira, 2011) abogan por el abandono de las nociones de naturaleza y sociedad como principios de explicación, dejando entrever la emergencia de una nueva entidad, la socio-natural, una red de asociaciones que liga humanos y no humanos.

EL ESPACIO-TIEMPO EPIDEMIOLÓGICO:

Es una mezcla de relaciones de elementos hu-manos y no humanos. Una entidad mediadora con capacidad de agencia como el Virus SARS-COV-2 COVID 19 es capaz de producir trans-formaciones y cambios en los demás actantes de la red, siendo estos humanos y no humanos. En definitiva, (Palacio, 2015) es importante conocer quienes a través de su acción inciden en los terri-torios, con quién, dónde y cuándo llevan a cabo sus acciones y que alianzas y conflictos (contro-versias) emergen de ellos. Para Latour (2007), las controversias nos señalan las ocasiones que las distintas entidades tienen para establecer contac-to. Hay que reconocer que la complejidad socio técnica requiere de la historicidad, y de una com-prensión diferente a la linealidad del tiempo.

Ilustración 1: Representación de la complejidad sociotécnica en la respuesta sanitaria, en el te-rritorio. Cada nodo y sus relaciones constituyen actantes que al relacionarse dan forma a nuevas entidades. Siguiendo procesos no lineales. Ela-borado por E Figueroa y Fabiola jaramillo, con GEPHI 1.2 (Jaramillo, 2019)

103

EN RESPUESTA A LA PREGUNTA CRUCIAL DE CARLOS DE ¿QUÉ PRODUCIR?

Un camino autárquico local parece razonable pero quizá la respuesta debería pasar por preservar y proteger lo humano, en un entorno donde los actantes no humanos cada vez son más determi-nantes. Algo que parece sumamente complejo, en una crisis que paradójicamente, es esencialmente humana: donde los que mueren son humanos, los que cuidan y atienden también lo son, los que vi-ven las cuarentenas, tanto los que se pueden que-dar en casa como para los que aquello es un lujo inalcanzable. Latour (2007) nos propone una nueva constitución3 alternativa a la constitución moderna. A esto Latour (Moreira, 2011) agrega: 1) la no se-parabilidad de la producción de las sociedades y las naturalezas, 2) asumir la transcendencia de la natu-raleza y la inmanencia de la sociedad, pero sin se-pararles, 3) la redefinición de la libertad entendida como una capacidad de selección de combinacio-nes de híbridos que no depende de un flujo tem-poral homogéneo y 4) la producción de híbridos explícita y colectiva en tanto objeto de una demo-cracia ampliada. Esta alternativa es la explicitación política de la TAR que sin lugar a duda redimensio-na el propio concepto de política.

3 (Moreira, 2011) Ésta se postula en cuatro garantías, a saber, a) el carácter trascendente de la naturaleza pero movilizable, por tanto inmanente, b) el carácter inmanente de la sociedad pero que nos supera, por tanto trascendente, c) la distinción entre na-turaleza y sociedad, de ahí la negación de la relación entre el trabajo de purificación y el de mediación y d) la ausencia de un dios que no obstante sigue regulando las dos ramas del gobierno, la naturaleza y la sociedad.

REFERENCIAS

Francisco Tirado, M. D. (2005). Asociaciones Heterogéneas y Actantes: EL giro Postsocial de la teo-ría actor red. Madrid: Revista de Antropología Iberoamericana . Obtenido de https://www.re-dalyc.org/pdf/623/62309905.pdfJaramillo, F. (2019). Teoria del Actor Red: una posi-bilidad de análisis de la integración, en la red de salud mental en la Provincia de Palena (Servicio de Salud del Reloncaví, Chile) tras la implementación del Modelo de Redes Integradas de SAervicios de SAlud (RISS). Trabajo Fin de Máster (TFM), Escuela Andaluza de Salud Pública, Granada.Latour, B. (2007). Nunca fuimos modernos. Siglo veintiuno editores Argentina S.A.Moreira, G. M. (2011). El concepto de mediaciópn técnica en Bruno Latour. Montevideo: Facultad de Psicología Universidad de la República.Palacio, D. C. (2015). Redes, actores y gobernanza desde un enfoque relacional. (P. Ungar, Ed.) Hojas de ruta, Guía pare el estudio socioecológico de la alta mon-taña en Colombia.

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 (Suplemento 1)

DOSSIER PANDEMIA

105

Reflexiones acerca de artículo de Dr Carlos Montoya acerca del COVID2-2019

Dr. Jaime Sepúlveda1

03/06/2020

E l documento resume la mirada de un salubrista de larga trayectoria, lo que en principio garantiza el rigor epidemiológico social con el cual el autor se acerca a la temática en cuestión. En líneas generales se hace un cuestionamiento al centralismo de las decisiones técnico administrativas en

el manejo de la epidemia y las dificultades que esto supone a la participación de la gente y el actuar de los responsables locales. Llama la atención al discurso un tanto catastrofista de la autoridad sanitaria que se repite en los medios de comunicación, buscando disciplinar la conducta de la gente y atrayendo la atención a la preparación para una respuesta asistencial ante la presión de una demanda inevita-ble. Reclama la aplicación y difusión suficiente del pensamiento epidemiológico razonado y actuado desde la realidad local con la participación de la población y en un lenguaje tranquilo. Al respecto se refiere a problematizar la situación a nivel regional y local, con un buen manejo de la información e incorporando a todos los actores (consultorios públicos y privados, farmacias). Subraya el análisis del comportamiento del brote epidémico que ayude a trazar las rutas del virus e identificar factores que puedan influir su curso y las medidas de control a ejecutar. También hace mención a cuidar el no postergar acciones sanitarias que atienden regularmente las necesidades de la población (control de salud, manejo de crónicos, etc.)

Habla de aprovechar de la experiencia de la campaña, considerar, por ejemplo, la importancia de de-finir distritos (Silos) y sus poblaciones para adoptar medidas como cuarentenas, cordones sanitarios. A respecto sugiere pensar en la autosostenibilidad y autogobierno de los territorios con amplia parti-cipación de la gente, para lo cual dice podría promoverse la conformación de comités, talleres, grupos de trabajo. En su momento estima que estos distritos, cuasi aislados por el avance de la pandemia, deberían plantearse el tema de la producción y al respecto la sitúa dependiendo de lugar, recursos, giro de la economía local, etc.

En síntesis, en estos cabildos o talleres de autogobierno participativo se desarrollaría una gestión integral, descentralizada y planificada del control de la pandemia, relevando el principio de la partici-pación inteligente y el uso de todos los recursos locales.

Mi comentario a la propuesta: Me parece acertado el enfoque que pone el énfasis en la gestión socio sanitaria descentralizada, a nivel territorial, incorporando la participación de los actores locales e incluyendo todos los recursos. Comparto la exigencia de un pensamiento epidemiológico amplio, aplicado en función de una planificación estratégica de los recursos disponibles. Sin embargo, -en-frentar condiciones muy adversas, sumado a que no se han entregado respuestas oportunas frente al agresivo avance del virus- hace temer un pronóstico no auspicioso2.

En este sentido y con criterio de factibilidad de una propuesta, estimo que no debe quedar fuera el análisis sociopolítico de las circunstancias históricas en que se desenvuelve la pandemia: Hegemonía de un modelo de sociedad que presenta desigualdades estructurales que impactan las condiciones de vida y salud de un elevado porcentaje de la población, concentración del poder económico y político, ideología donde permea el individualismo, la insolidaridad, el consumo, con un Estado sub-sidiario que ha llevado a la precarización de los bienes públicos, mercantilización de la salud, en

1 Médico Pediatra, egresado Magister Sociología, Diplomado en Salud Ocupacional y en Gestión en Salud. Dpto de Salud Pública, Consejo Regional Santiago. Colegio Médico de Chile2 El día 4 de junio Chile registraba 118.292 casos, 6.192 por millón de hab., proporcionalmente la cifra más alta de las Américas.

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 (Suplemento 1) DOSSIER PANDEMIA

106Sepúlveda J.

particular. Ciudadanía despolitizada y carente de organización.

Resultado de esto y en la coyuntura de la pandemia: grandes sectores de población en si-tuación de pobreza multidimensional, elevada precarización del empleo, marginalidad, etc , todo lo cual la lleva a ser población muy vulne-rable al contagio. Por otra parte, un modelo de salud fragmentado, hospitalocéntrico, fuerte-mente privatizado, con una Atención Primaria postergada, falta de recursos y de capacidad de resolución. No planificación sanitaria en la asig-nación de los recursos. Debilidad del poder lo-cal municipal (inequidades en la distribución de recursos entre municipalidades de altos y de ba-jos ingresos) y, sobre todo, ciudadanía restada

en su capacidad de autodefensa de sus derechos y carente de una férrea organización a nivel lo-cal, que asegure se pueda responder oportuna y efectivamente ante el desafío de la pandemia. En este escenario, el problema está en poder hacer factible el actuar con urgencia, reorien-tando acciones y recursos al nivel local convo-cando y logrando una protagónica presencia de la ciudadanía en la autodefensa de su salud.

Todo lo anterior, entre otras razones, me lleva siendo realista a pensar la necesidad de fórmu-las más complejas que contengan la dimensión socio-política sanitaria con visión estratégica, que nos permita soñar y hacer factible la utopía a la que nos invita el Dr. Montoya.

109

La medicina, los Cuerpos de los Seres Humanos y el Coronavirus: un ensayo para pensar las implicancias

éticas, políticas y económicas de una pandemia y futuro de los servicios sanitarios

Dr. Reinaldo Bustos Domínguez1

I.- INTRODUCCIÓN:

M irada en una perspectiva histórica, el cuerpo de los seres humanos siempre ha estado expuesto al contagio o la expresión de la enfermedad como individuos o como sociedad. La medicina, ha sido la respuesta cultural a la incertidumbre y caos que implica la aparición del sufrimiento,

la enfermedad y la muerte en todas las sociedades humanas conocidas. La historiografía moderna abunda en estudios que dan cuenta de las interrelaciones de la salud individual y colectiva y los sistemas de cono-cimientos y valores desde la antigüedad hasta los recientes brotes epidémicos y pandémicos de comienzos del siglo XXI. En la Grecia clásica, para considerar un punto de referencia relativamente conocido, los escritos hipocráticos dan cuenta de la justificación moral y espiritual de cuerpos higiénicos y ambientes limpios. Sin que exista un desarrollo histórico lineal de las prácticas de curación y provisión de servicios sanitarios para los indivi-duos, los grupos sociales o las poblaciones en el largo período que se ancla en la antigüedad hasta nuestros días, se sabe que la práctica política de contar con médicos para la atención pública era una realidad en las ciudades-es-tados griegas imitada y expandida en el proceso de helenización del Imperio Persa y más tarde en el Imperio Romano hasta fines del siglo XX de nuestra era en oriente y occidente. En distintos momentos de este recorrido, hubo reformulaciones políticas, económicas y administrativas muy definitorias e importantes. Ocurrieron en pe-ríodos diferentes de la historia tanto durante el apogeo de la medicina islámica entre los siglos VII y XIII, como posteriormente durante la Revolución Francesa, la Segunda Guerra Mundial en Inglaterra con el origen de un Sistema Nacional de Salud, que fuera duplicado en nuestro país en 1952, que definió una estructura política-ad-ministrativa sanitaria a escala geográfica espacial para toda la población del territorio nacional, el SNS.

Con el objetivo de dar cuenta de las complejas interrelaciones entre la salud individual y colectiva en sus di-mensiones políticas, económicas y morales con ocasión de la pandemia de Coronavirus (COVID-19), en este breve ensayo, hemos considerado que un esbozo genealógico de la categoría del cuerpo humano2, --de como este se ha construido como referencia de la medicina y se ha transformado en un espacio de saber-hacer de las políticas sanitarias en su relación con la economía y las técnicas de gobierno en la actualidad,-- es de gran utilidad y potencialidad explicativa de las implicancias éticas y de sentido para la medicina y la política en el siglo XXI.

II.- DE LOS CUERPOS CÓSMICOS AL CUERPO MOLECULAR

En todas las tradiciones antiguas de pensamiento, el cuerpo de los individuos formaba parte de la natura-leza y estaba sujeto a las influencias de los fenómenos naturales y mágico-religiosos en todos sus procesos de salud y enfermedad. Los textos pre-hipocráticos3 que se conservan testimonian la presencia de relacio-nes y analogías, correspondencias e influencias de fenómenos climáticos sobre la salud y enfermedad de los

1 Psiquiatra. Magister en Sociología U.C de Chile. PhD en Salud Pública-Bioética U.C. Lovaina2 “Contemporary sociology has little to say about the most obvious fact of human existence, namely that human beings have, and to some extent are, bodies”, Cf. Turner, B.S. The Body & Society. Explorations in Social Theory, 3rd Edition, SAGE Publi-cations Ltda, Londres, 2008.3 Cf. Hippocrates in contex. Papers read at the Collloquium University of Newcastle upon Tyne, 27-31 august 2002. Edited by Philip J. van der Eijk, Brill-Leiden-Boston, 2005

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 (Suplemento 1) DOSSIER PANDEMIA

110

cuerpos en relación con el sistema humoral y los ciclos de vida, estacionales, cualidades primarias de los frio y lo caliente, y los cuatro elementos de la naturaleza4 que, al mismo tiempo proveen los elementos representacionales para el tratamiento curativo de los males. Asimismo, las relaciones del medio interno con el ambiente exterior enfatizan la homeostasis y los regímenes profilácticos de la dieta o los regímenes de abstinencia frente a los excesos, dentro de un sistema amplio de co-per-tenencia del cuerpo y la naturaleza en su conjunto que afirma la relación entretejida de los cuerpos al cosmos y a las divinidades.

Posteriormente, el Corpus Hipocraticum, con-junto de textos compilados por varios autores de la comunidad médica griega, absorben los cono-cimientos anteriores y desarrolla prácticas que se asocian a escuelas de pensamiento (empirismo y dogmatismo), en su visión del conocimiento mé-dico y terapéutico en cada uno de los aspectos relevantes de la relación entre teoría y práctica, el lugar de los pacientes y médicos, los significados de la enfermedad, los tipos de terapia, etc., siendo la interpretación de los síntomas especialmente sugestiva de las diferencias5. También, las tesis de fondo sobre la correspondencia estructural entre el carácter del hombre, sus enfermedades y el me-dio ambiente, recogidos en el “Tratado sobre los aires, las aguas y los lugares”6 que forman parte del Corpus Hipocraticum, tienen una sorpren-dente actualidad a juzgar por las representaciones que los hombres contemporáneos tienen de sus procesos de salud y enfermedad7, y dicen relación con el hecho de que al hombre se le considera dentro de un conjunto de circunstancias a las que

4 Nutton, V. 2004. Ancient Medicine. London / New York: Routledge, pp. 24-255 En términos breves, se circunscriben a que los dogmáticos consideran los síntomas como efectos directos o causas próximas y los empiristas la visión opuesta, es decir los síntomas son tal como se presentan a la observación directa. La primera, la dog-mática, en cuya lógica se reconoce una mirada de superficie, el cuerpo exterior visible, que remite a un cuerpo interior, invisible, donde yacen las causas de las enfermedades, los humores, comprende un momento diagnóstico y un razonamiento causal, origen del pensamiento de la medicina que se desarrollará como representación hegemónica en occidente. Por ello, el postulado diagnóstico es la delineación de la cadena causal del fenómeno patológico en medicina hasta hoy y herencia en sus comienzos de la comprensión de la lógica silogista de Aristóteles que permitió a los dogmáticos una clasificación elemental de las enfermeda-des, las que se podrían deducir de la expresión de sus síntomas externos.6 Cf. Greek Medicine from Hippocrates to Galen. Select papers by Jacques Jouanna. Brill, Leiden-Boston, 2012, pp 155 y ss.7 Cf. Herzlich, C., Pierret, J. Malades d’hier, malades d’aujourd’hui: de la mort collective au devoir de guérison. Payot, Paris, 1984. También; Laplantine, E., Anthropologie de la Maladie. Payot, Paris, 19868 Línea de pensamiento que se actualiza con desarrollos como los de la epigenética actual. Cf How biology became social, and what it means for social theory. Cf. Maurizio Meloni. The Sociological Review, Vol. 62, 593–614 (2014) DOI: 10.1111/1467-954X.121519 Cf. Jouanna, Jacques. 2012g. ‘The Legacy of the Hippocratic Treatise The Nature of Man: the Theory of the Four Humours’. In Philip Van der Eijk, ed., Greek Medicine from Hippocrates to Galen. Selected Papers (Leiden / Boston: Brill, 2012), pp. 335-59.10 Cf. Jordi Crespo. New Lights on the Anonymus Londiniensis Papyrus, Saumell Università degli Studi di Cagliari doi.org/10.11606/issn.1981-9471.v11i2p120-150, 2017, consultado marzo, 202011 Nutton, V. Cap. 5 Hippocratic theories12 Cf. Volker Langholf. Medical Theories in Hippocrates Early Texts and the ‘Epidemics’. Walter de Gruyter · Berlin · New York, 1990

pertenece naturalmente y que configuran el am-biente en que vive, desde las estaciones del año al lugar físico donde habita, todas influyendo sobre su salud o enfermedad8.

En el “El tratado sobre la naturaleza del hom-bre”9, que pertenece al Corpus, se articulan las nociones señaladas en el sistema humoral que co-difica de manera paradigmática la naturaleza del cuerpo humano constituido por sangre, flema, bilis y atrabilis, que en armonía de propiedades, mezclas y cantidades produce salud, y enferme-dad cuando se pierde la proporción, todo en co-rrespondencia con las cuatro estaciones del año y las propiedades del calor y el frío, lo seco y lo húmedo. Esta correspondencia entregaba las ba-ses de un tratamiento racional para la enfermedad que buscaba restaurar la homeostasis interior del cuerpo, fin último de la terapéutica. Con la publi-cación del Anonimus Londinensis10 papyrus en 1893, se ha podido comprender mejor la medicina hipocrática, sobre todo en relación a los factores causales de la enfermedad, las cuales pueden ser producidas por residuos, productos patológicos o secreciones naturales del cuerpo o cambio de sus elementos, explicaciones enteramente naturales, la que según Vivian Nutton11, fueron aceptadas prácticamente por todos los médicos de las distin-tas escuelas médicas de la Grecia clásica, aunque pudieran diferir en sus interpretaciones.

Las observaciones climatológicas contenidas en la serie de libros que forman “Las Epidemias”12, abundan en consideraciones sobre la variación de los vientos y sus efectos en diversas manifestacio-nes patológicas.

En general, los médicos hipocráticos explican

Bustos Domínguez R.

111

las enfermedades como el resultado de trastornos del sistema de fluidos y conductos corporales, en correspondencia con las variaciones cósmicas o geográficas, lo que sugiere que sin que haya ha-bido una práctica sistemática de disección de los cuerpos referida en el Corpus, hubo una compren-sión básica del funcionamiento y su organización interna, como queda de manifiesto en la pruebas ofrecidas por el autor de la enfermedad sagrada, para sustentar su teoría de que la epilepsia era el producto del exceso de flema en las cavidades ce-rebrales13 observaciones quizás obtenidas de au-topsias o extrapoladas de disecciones en animales.

Por el contrario, un cuerpo sano era aquel don-de los fluidos se encontraban en armonía o si-metría, en una combinación “buena”, conocida como eucrasia, pero la salud era siempre un es-tado precario, afectada por el aire circundante y las formas de vida que pueden generar cambios, los que a su vez pueden predecir la aparición de la enfermedad, la que puede ser prevenida con una adecuada profilaxis14.

La vitalidad intelectual de la medicina hipocrá-tica y su variedad, ampliamente documentada en Nutton que habla de la complejidad y desarrollos posteriores de ramas que se desprenden de las dos escuelas antes señaladas como por ejemplo los es-cépticos, también registra una rica práctica tera-péutica que cura por la dieta (dietética), fármacos (farmacología) o por las manos (cirugías).

Si volvemos la mirada a nuestro continente nos encontramos, por ejemplo, con los nahuas en-tre los que se encontraban los mexitin o aztecas, agrupaciones de hombres que llegaron a consti-tuir el estado más poderoso de Mesoamérica en los siglos XV y XVI, y desarrollaron la existencia de conceptos teóricos, procesos curativos mági-cos o supuestas enfermedades de entidades aní-micas muy generalizados no sólo en el periodo clásico, sino a partir de épocas que no pueden pre-cisarse y que se prolongan hasta nuestros días15.

13 Idem, Nutton, p. 7714 Idem, Nutton, p.83.15 Cf López Austin “Textos de medicina náhuatl” Alfredo López Austin (compilación e introducción) Cuarta edición México Universidad Nacional Autónoma de México Instituto de Investigaciones Históricas 199316 O. Lewis, Tepoztlán. Un pueblo de México, México, Editorial Joaquín Mortiz, S. A., 1968, 224 p., íls., p. 61. Cit. En López Austin, p. 14 y ss17 Foster, G. “Relationships between Spanish and Spanish-American folk medicine”, Joumal of American Folklore, v. 66, n. 261, July-September, 1953, p. 201-217, p. 205), También Isabel Kelly, Héctor García Manzanedo y Catalina Gárate de García, Santiago Tuxtla, Veracruz. Cultura y salud, edición mímeográfíca, abril de 1956, v-160 p., p. 83. Ambos citados en López Austin, Op. Cit.18 Cf López Austin. Op cit. P.17 y ss.19 Richard L. Currier en “The hot-cold syndrome and symbolic balance in Mexican and Spanish-American folk medicine”, Ethnology, Pittsburgh, v. V, n. 3. July, 1966, p. 251-263, p. 252. p.17.20 Cf. Diana Ryesky, Folk medicine in Huixquilucan, thesis for the degree of Master of Arts (Anthropology) at the University of Wisconsin, 1969,Ryesky, op. cit., p. 150. Cit. En López Austin

Los escritos rescatados, escasos y fragmentarios, hablan con claridad de una polaridad fría/caliente en la clasificación y terapéutica de las enfermeda-des, que las asemeja a las interpretaciones de la medicina griega presocrática16.

En el cuerpo humano del mundo nahualt el equilibrio es la salud, y la ingestión de alimentos apropiados significa la conservación de la ar-monía. Una dieta sana obliga en cada comida la inclusión de productos fríos y calientes, que uni-dos se neutralizan. En la misma forma, cuando el cuerpo humano no se encuentra equilibrado, es necesario suministrar al enfermo alimentos o medicamentos de calidad contraria a la del mal, que restablecerán el orden. Esta adecuación, sin embargo, no es tan sencilla como pudiera creerse, porque en algunas ocasiones la regla tiene excep-ciones y prescribe el uso de hierbas que a primera vista pueden parecer contraindicadas17. Respecto de su etiología, las enfermedades frías “por regla general, se producen por la intrusión de la calidad fría”18 que puede llegar al organismo por medio de una corriente de aire en el momento en que el hombre se encuentra débil, o por la ingestión de algún alimento frío. Estas enfermedades se presentan como fenómenos de incapacidad, que aminoran o anulan las funciones sensoriales y mo-toras19. Las enfermedades de naturaleza caliente, en cambio, se generan en el interior mismo del cuerpo o provienen de la exposición prolongada a los rayos solares20.

Esta división dual de la enfermedad, de los ali-mentos y las medicinas se extiende a la comunidad y al mundo concebido en una polaridad de frío y calor, constituyendo un conjunto equilibrado por el transcurso de los días (calientes) y las noches (frías), en un sistema de pensamiento indígena americano que algunos suponen derivado “de la doctrina hipocrática de los humores, basando su dicho en una sospechosa homogeneidad que existe en la medicina popular actual, desde México hasta

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 (Suplemento 1)

DOSSIER PANDEMIA

112

Chile21 y otros suponen auténticamente originaria22 basándose precisamente de la gran difusión de es-tas ideas en suelo amerindio23 (p. 27-28). Sin ánimo de dilucidar esta duda, si es importante señalar las sorprendentes imbricaciones de las relaciones pre-hispánicas, “como las de humedad, lluvia, enfer-medades frías, posesiones de seres sobrenaturales acuáticos, remedios por calor de fuego o de aguas termales, con las supuestas de la medicina hipocrá-tica son demasiado sospechosas. La “chipilez”, mal en el que se cree, con toda certeza, desde los tiem-pos prehispánicos, se explica actualmente causada por el cambio de naturaleza de la leche materna, que suponen se hace caliente debido a un nuevo embarazo”24. ¿Carecía esta enfermedad de una teo-ría sustentante? O caso contrario, ¿perdió su teoría para cambiarla por la europea? No es verosímil se-gún López Austin. Más aún, si existen registros de las discrepancias prácticas en la cura de las enfer-medades entre los indígenas y españoles que testi-monia una cosmovisión diferente de conquistados y conquistadores, dual de los primeros, cuádruple de los segundos. De este modo, queda la impresión que culturas indígenas como la nahualt, más allá del origen divino, humano o natural de las enfermeda-des, desarrollaron una teoría médica y terapéutica, un pensar sobre el diagnóstico y el pronóstico de los males del cuerpo humano, reveladores de las complejas relaciones culturales de la medicina con su entorno, pero semejante a la medicina humoral de los griegos. Algo similar a lo anterior se encuen-tra en la medicina guaraní 25, mucho más al sur de la tierra azteca, donde la relación del cuerpo humano y la cultura, la salud y la enfermedad responden a una cosmovisión semejante como lo recoge el ma-nuscrito del Poha Ñana26. Algo parecido encontra-mos en nuestra cultura mapuche27.

En una cosmovisión diametralmente distinta se encuentra la relación del cuerpo y la medicina en la China tradicional, como lo encontramos en el li-bro de Kuriyama28. En este texto en que se explora la divergente geografía corporal de la imaginación

21 Foster, G. “Relationships between Spanish and Spanish-American folk medicine”, Joumal of American Folklore, v. 66, n. 261, July-September, 1953, p. 201-21722 Isabel Kelly, Folk practices in North Mexico. Birth customs, folk medicine, and spiritualism in the Laguna :wne, Austin, Texas, Institute of Latin American Studies, The University of Texas Press, 1965, viii-166 p., p. ll823 López Austin, pp. 27-2824 Idem, pp 29.25 F. Obermeier. (ed.) Jesuit colonial medicine in South America. A multidisciplinary and comparative approach., Kiel 201826 Angélica Otazú Melgarejo, « Contribución a la medicina natural: Pohã Ñana, un Manuscrito inédito en Guaraní (Paraguay, S. XVIII) », Corpus [En línea], Vol 4, No 2 | 2014, Publicado el 22 diciembre 2014, consultado el 27 marzo 2020. URL: http://journals.openedition.org/corpusarchivos/1301 ; DOI : https://doi.org/10.4000/corpusarchivos.130127 Bustos M., D. salud, enfermedad y etnicidad: representaciones sociales en mapuches urbanos migrantes. Tesis de psicología, PUCV, 200828 The Expressiveness of the Body and the Divergence of Greek and Chinese Medicine. Kuriyama, Shigeshi. 1999. New York: Zone Books.

médica en dos culturas comparadas como lo son Grecia y la China antiguas, que gira fundamental-mente en torno a las diferencias en la percepción que reflejan modos distintos de sentir y de apre-hender la corporalidad, se ilustra de manera clara las diferencias culturales en las respuestas alterna-tivas a la identidad de un individuo en un lugar de-terminado, y sus diferentes modos de hablar y es-cuchar que conforman el modo de representación y de habitar el cuerpo, como ha quedado expuesto tanto para el mundo nahualt como para el guaraní o incluso, para nuestro propio pueblo mapuche. La manera de tomar el pulso es para el autor la forma de aprehender el lenguaje de la vida sana y enferma, y es la manifestación de cómo se revelan las distin-tas perspectivas, que, en el caso de la griega, nos permitirá después alumbrar el desarrollo histórico del cuerpo de la medicina occidental.

Los médicos griegos y chinos conocían el cuer-po de forma diferente porque lo sentían de manera diferente y de esta manera se empieza a distinguir con claridad el “porqué” en la tradición occiden-tal se impone el razonamiento y el juicio, lo que no significa superioridad lógica si no simplemente una manera diferente de percibir y hablar.

Pero las diferencias en la percepción del cuerpo y sus implicancias para la medicina no se detienen aquí. Otras fuentes que permiten conocer el cuer-po provienen de la acción externa a ellos, tanto del medio ambiente que varía con el aire, los lugares y los vientos, o la influencia de los alimentos en par-ticulares circunstancias, ¿Por qué se desarrolló la visión de un cuerpo anatómico en una cultura y se desdeñó en otras como la amerindia azteca, donde los cuerpos sacrificados brindaban una oportuni-dad única para el conocimiento de la interioridad del cuerpo? La evidencia histórica parece sustentar que todas las culturas tuvieron la motivación para conocer sus secretos, pero no todos vieron lo mis-mo ni lo hicieron de la misma manera. Se desarro-lló en distintas culturas un estilo visual particular, quizás basados en fines distintos. La mirada médica

Bustos Domínguez R.

113

que describirá Foucault para el nacimiento de la clínica moderna obviamente remite a la exhaustividad del conocimiento del objeto en sí, en ver para conocer y usar ese conocimiento para actuar médicamente. Sin embargo, el mundo antiguo no tenía esa urgen-cia, pues la terapéutica de la enfermedad estaba ra-dicada en el manejo de la dieta, las purgaciones o la sangría.

En la miríada de observaciones de Kuriyama se analizan otras similares a la demostración de la re-latividad del pulso, como formas diversas de expre-sión del cuerpo en dos tradiciones culturales que lo lleva a preguntarse por .los comienzos, ¿porque por ejemplo, si la medicina antigua occidental y asiática surgió de la misma fusión de religión, espiritualidad y proto-ciencia y las representaciones e ilustracio-nes anatómicas del cuerpo reflejan estructuras si-milares, los énfasis fueron tan distintos?¿cómo se desarrolló el cuerpo anatómico en occidente que se recoge en las ilustraciones del Tratado de Vesalio que documenta detalladamente sus formas muscu-lares? ¿Qué motivó al conocimiento de la muscu-latura humana si la medicina se guiaba por prin-cipios humorales que no requerían ese detallado conocimiento? ¿qué motivó a los antiguos médicos griegos a la disección anatómica? En el Corpus Hipocraticum, de acuerdo a García Ballester29, no se encuentra una sistematización de conocimientos anatómicos concretos, sino solamente rudimentos de saberes sin una orientación definida con datos que si bien fueron reapropiados posteriormente, no reconocieron una terminología científica ni re-cogidos con una metodología suficiente, así como tampoco integrados a un esquema ordenador que pudiera servir de núcleo a la estructuración de los datos, falencia de los médicos post-aristotélicos que no supieron incorporar a la medicina la obra morfológica de Aristóteles, con consecuencias que extienden más allá de Galeno. Si la anatomía en sí misma no fue una finalidad del conocimiento mé-dico griego, aunque si formó parte de la motiva-ción científica e intelectual de Aristóteles y algunos médicos de Alexandría, el desarrollo de la disección la encuentra Kuriyama en el arte. Curiosamente el renacimiento del interés por el cuerpo surge en el Siglo XV-XVI en occidente por el arte.

Evidentemente, la medicina china, egipcia, ayurvédica como la amerendia, incluyendo a los griegos, no necesitaron de la anatomía para desa-rrollar una rica práctica diagnóstica y terapéutica. En un momento de la historia antigua, surgió sin

29 Cf García Ballester, L. Los orígenes del saber anatómico occidental. Revista de estudios históricos informativos de la Medici-na. Barcelona, junio de 197330 Cf. Bustos, R. Las enfermedades de la Medicina (El sacrificio del sujeto en las prácticas médicas modernas). CESOC, 1998

embargo entre los últimos una curiosidad espe-cial por comprender la estructura somática de los cuerpos, más allá de la compartida inspección en búsqueda de relaciones divinas o mágicas de las enfermedades o afecciones humanas.

En el Renacimiento, como período histórico, ya con un marcado acento en la función o en el espacio, Leonardo pintó la musculatura del brazo en distintas posiciones, pero el deseo de disecar para conocer los cuerpos, que concedió a la ana-tomía una autoridad y preeminencia en occidente a diferencia de la civilización china o del antiguo México basada en un estilo visual diferente, con claro interés médico, fue un proceso lento y com-plejo. Nuestra hipótesis es que tal desarrollo surge en el contexto del tránsito del orden medieval a la modernidad, debido a la gran crisis de autoridad que sufre la Iglesia tanto en el orden intelectual como político y la necesidad del hombre de cons-truir un tipo de pensamiento radicalmente distin-to, que por sí mismo debe ser capaz de proveerse de sus propias fuentes de legitimidad. Fue necesa-ria la aparición de la filosofía moderna en conti-nuo diálogo con la ciencia para sentar las bases de un conocimiento cierto. La noción de espacio in-vita al descubrimiento y la investigación del mun-do que se abre a lo infinito. El mercado y las leyes económicas aparecen como él espacio donde se verifican los intercambios de bienes y servicios, constituyéndose el dinero como el medio gene-ralizado de intercambio y también el cuerpo hu-mano, como una preciosa máquina, que se debe cuidar y curar, en cuanto rentabiliza con su fuerza de trabajo los bienes de capital. Con la ayuda de la ciencia, el mundo moderno desarrolla un ideal del progreso humano, gracias a la posibilidad de verificar ciertos hechos de la realidad, que tendrá a la medicina, como una tecnología-madre, como un soporte al servicio de la construcción de un orden social por oposición el caos que representa la enfermedad en el espacio social30.

CAMINOS QUE SE BIFURCAN: LA LENTA CONSTRUCCIÓN DEL CUERPO PARA LA MEDICINA EN OCCIDENTE

Si en todas las tradiciones antiguas de pensa-miento, el cuerpo poroso de los individuos for-maba parte de la naturaleza y estaba sujeto a las influencias de los fenómenos naturales y mági-co-religiosos en todos sus procesos de salud y

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 (Suplemento 1)

DOSSIER PANDEMIA

114

enfermedad, la modernidad, al contrario, impone una necesidad práctica de conocer la anatomía y fisiología corporal: uno de los fenómenos más dramáticos en la historia de la humanidad que in-fluye en la mentalidad científica y médica es la aparición de la peste bubónica a fines de la edad media (año 1348 D. C) que estimuló una variedad de respuestas sociales desde brutales persecucio-nes a iniciativas en prevención de la enfermedad y activo compromiso gubernamental en la cons-trucción de certidumbres esenciales para la vida colectiva, que conocemos hasta hoy. De acuerdo a Siraesi31, surge en las principales Universidades de la Baja Edad Media un interés por el conocimien-to médico del cuerpo. Y también un fenómeno de proto-medicalización de la sociedad. ¿Cómo par-ticipa la medicina del nuevo orden social emer-gente en el mundo moderno? El proceso gradual de su inserción en la gestión política del orden social se verificará plenamente en el siglo XVIII y XIX, pero comienza a perfilarse ya en el siglo V AC, con los desarrollos de las doctrinas del humo-ralismo, naturalismo y la racionalización del co-nocimiento científico, médico y anatómico de los griegos, enriquecido por las raíces árabes de nues-tra medicina, que a través de Toledo y Córdoba se expanden a toda Europa a fines de la edad media. Tomará dos formas que describiremos brevemen-te. La primera, de la cual es ampliamente tributa-ria la Salud Pública como rama de la medicina, se remonta a la noción hipocrática de Hipócrates de polución del aire que produce pestilencias, reafir-mada por Galeno en la forma de una generalizada corrupción atmosférica que produce la corrup-ción de los cuerpos, y retomada por Fracastoro en 1546 en su obra “On Contagion, Contagius Diseases and their Treatment”32. La segunda, cuya inspiración se puede reconocer en Descartes33 , otras figuras del renacimiento italiano y el desa-rrollo del conocimiento anatómico con Harvey y Vesalio, reforzado con la revolución científica y filosófica del siglo XVII con figuras tan extraordi-narias como Galileo, Bacon, Newton, para seguir mutando cualitativamente en el siglo XVIII con

31 Siraisi, N. History, Medicine, and the Traditions of Renaissance Learning. Ann Arbor: University of Michigan Press, 2007.32 Cf. Henríquez Garrido, R. J.j. El problema de la transmisión a distancia de las enfermedades contagiosas en el De Contagio-ne de Girolamo Fracastoro. Ludus Vitalis 24(45):75-100 · June 2016. También Nutton, V. The Reception of Fracastoro’s Theory of Contagion: The Seed That Fell among Thorns? Osiris Vol. 6, Renaissance Medical Learning: Evolution of a Tradition (1990), pp. 196-23433 Cf.- Canguilhem, C. Descartes e a técnica. Trad. de Lígia Fraga Silveira. Trans/Form/ Ação, São Paulo, 5: 111 -122, 1 982.34 Cf. Foucault, M. La naissace de la clinique. PUF, Paris, 196335 Cf. Keel, Othmar, 2001, L’avènement de la médecine clinique moderne en Europe. 1750-1815, Genève, Georg éditeur, Presses Universitaires de Montréal36 Cf. Alexandre Klein. Du corps médical au corps du sujet. Etude historique et philosophique du problème de la subjectivité dans la médecine française moderne et contemporaine.. Histoire, Philosophie et Sociologie des sciences. Université de Lorraine, 2012

Bichat y Claude Bernard, que terminan por con-solidar a la medicina como ciencia positiva, des-plegándose soberanamente en el espacio social como una eficaz aliada del orden. La clave de este proceso fue la construcción del cuerpo anatomo fisiológico. Nos ocuparemos más detenidamente de ésta última vertiente, expresión hegemónica de la medicina actual, que se ha caracterizado como una medicina biológica y molecular.

Este cambio paradigmático de pensamiento hacia una forma científica fue desarrollándose gradualmente durante varios siglos y culminó de forma brillante con las aportaciones de la escue-la francesa como lo destaca Michael Foucault34 y Othman Keel, con matices35. Este camino iniciá-tico será el que transitemos hasta sus ramificacio-nes finales para dar cuenta de las aporías y dilemas políticos y bioéticos de la medicina actual, ya a dos décadas de iniciado el siglo XXI.

La medicina, de acuerdo a Klein36 se enfrenta a fines del Siglo XVIII a un doble desafío para ser una disciplina que aspire a participar activamen-te en el orden moderno naciente; primero, debe ser capaz de integrarse a las normas epistemoló-gicas y ontológicas del nuevo mundo, y segundo, producir un modelo de hombre, el hombre “nor-mal”. No será un proceso fácil. Para comprender-lo será necesario recorrer el camino que inaugu-raron anatomistas como Morgagni hasta llegar a Bichat, Pinel y otros médicos y filósofos de ese tiempo, culminando con Claude Bernard; ir desde la visibilidad del cadáver hasta la invisibilidad del tejido, elemento común que une la anatomía con la fisiología, unificando la muerte y la vida en una sola concepción de los seres vivos, es decir una nueva antropología: así se constituyó la positivi-dad de la medicina a la altura de la física que inau-gura Newton. Se trata de comprender entonces, el proceso de ruptura epistemológica de la medi-cina moderna con el modelo escolástico y la teoría aristotélica de las cuatro causas.

Al primer desafío responde Morgagni, que im-pulsó el cambio de paradigma que permite pasar de los signos y síntomas a las manifestaciones

Bustos Domínguez R.

115

morfológicas de la enfermedad en un proceso histórico bajo varias modalidades de pensamien-to. La primera modalidad dice relación con la idea de “solidismo”, término acuñado para sostener que la enfermedad es una manifestación primaria de los órganos corporales, que se constituirá en la razón clave para el origen de la anatomía pato-lógica como una ciencia clínica. La segunda mo-dalidad obedece al cambio en la concepción de le enfermedad desde los síntomas y signos a las lesiones corporales subyacentes, lo que creó las condiciones para hacer de la anatomía patológi-ca una ciencia básica. Sin embargo, las observa-ciones anatómicas no bastan por sí mismas para sostener un conocimiento suficiente para fundar una nueva ciencia, ya que la persistencia de la teoría humoral constituía un obstáculo, todavía la sola idea mediante la cual se interpretaban los hallazgos anatómicos en una simple respuesta causal de la muerte, bajo la tradicional y general teoría humoral.

La tercera modalidad, de la mano de Morgagni, consistió en establecer correlaciones sistemáticas entre las observaciones anatómicas de enfermedad y manifestaciones clínico-pa-tológicas. No obstante, la explicación de los síntomas y signos de la enfermedad basada en gruesas referencias anatómicas deberá esperar a una conjunción de otros elementos que serán desarrollados por la Escuela de Paris, en el con-texto de la Revolución Francesa que proveyó las condiciones epistemológicas, ontológicas e institucionales para el desarrollo de una me-dicina cualitativamente distinta y una moder-na concepción de enfermedad. Esta reflexión ontológica y epistemológica para hacer creíble una medicina para todos nace con Pinel y su obra publicada en 1797 “Nosographie philo-sophique ou la methode de l’analyse appliqué a la médicine”, al proponer un método analí-tico que orientará a la medicina hacia la cien-tificidad y la experimentación a la manera de la metodología científica de las ciencias natu-rales y matemáticas, descomponiendo el todo en sus partes con la finalidad de comprender el funcionamiento orgánico, comparando los elementos observados y estableciendo relacio-nes y analogías, regularidades y diferencias. Es el método cartesiano en su esencia, que rompe explícitamente con la escolástica y la teoría aris-totélica de las cuatro causas. El énfasis se situa-rá en la cadena causal más que en las causas, y en un concepto de temporalidad que unifica la enfermedad y permite pensar las relaciones

sintomáticas sin ruptura, como formando par-te de una sola y misma enfermedad. El méto-do analítico es fundamentalmente un proceso inductivo que permite la emergencia de casos particulares desde leyes generales, permitiendo el vínculo entre la observación de las lesiones por la anátomo-patología y la observación de los signos vitales por la clínica, en opuesta po-sición al método sintético del neo-hipocratismo anterior. Las leyes que vinculan las afecciones orgánicas a las manifestaciones vitales se fun-dan en la repetición de la correlación entre dos tipos de observación, y a partir de ellas invertir el proceso para ir desde las manifestaciones vi-sibles (clínicas) a las lesiones patológicas invisi-bles (lesiones orgánicas).

Para ello es necesario encontrar un vínculo en-tre los visible y lo invisible, el cadáver y el hombre enfermo, la vida y la muerte. La complejidad y el esfuerzo de este proceso reposa en las ideas fi-losóficas y científicas de la ilustración, de lo que será más adelante un saber-hacer capaz de ofrecer un principio de certidumbre que oponer a aquella parte del caos que representa la enfermedad, el sufrimiento y la muerte para el hombre moderno.

Las sucesivas formaciones discursivas de la medicina a través de los siglos continúan trans-formándose con el conocimiento anatómico y su mapeo iconográfico del cuerpo, que busca comprender su organización y funcionamiento interior.

UN CUERPO PARA LA MEDICINA CLÍNICA

El eslabón central, a juicio de Klein, que requie-re la medicina moderna para continuar constru-yendo su cientificidad es el de una pato-fisiolo-gía que explique las lesiones vitales que están a la base de la enfermedad, sus verdaderas causas, ya que tanto las lesiones orgánicas y los síntomas son sólo la expresión de sus efectos, ¿Cómo ha-cerlo? ¿Cómo corregir la anátomo-patología de Morgagni, medicina basada en los hallazgos ca-davéricos sin verdadera correlación con la clínica de los seres vivos? ¿cómo construir una epistemo-logía coherente que permita a la anatomo clínica configurarse como una medicina de los hombres vivos? Si las lesiones orgánicas son sólo los efec-tos de una lesión más profunda y los síntomas su expresión más visible, será necesario un cambio de escala y buscar en otro nivel de organicidad aquella causa que permita comprender el modo de afección de los órganos y su expresión vital. La

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 (Suplemento 1)

DOSSIER PANDEMIA

116

solución surge de los estudios histológicos37 al re-velar que los diferentes órganos del cuerpo están constituidos de ciertos tipos de membranas o teji-dos que pueden explicar por qué en una enferme-dad, dos o más órganos pueden alterarse simultá-neamente. La noción de tejido permitirá pensar el cuerpo como un espacio, donde la enfermedad encontrara su lugar no en referencia a órganos es-pecíficos sino a una cartografía tisular que implica reconocer otro tipo de alteraciones y lesiones que dependen de la similitud de los tejidos y, al médi-co, comprender el porqué, en algunas afecciones existen alteraciones parciales de los órganos, se-parados unos de otros. Esta es la obra de Bichat. Su gran mérito no sabría reconocerse en una lec-tura tradicional, lineal de sus descubrimientos que comienzan con Morgagni y Haller, y se prolon-gan más allá de su existencia sino se incluye en la revolución epistemológica que se produce en medicina y el desarrollo de su cientificidad en el contexto de un programa de trabajo que introdu-ce al conocimiento médico de le enfermedad den-tro de un marco fisiológico sistémico y positivista, con importantísimas repercusiones que unen en el tiempo nombres como Claude Bernard, Comte, Watson y Creek, hasta llegar a la biomedicina mo-lecular contemporánea, cuyas características y consecuencias abordaremos posteriormente.

La primera forma de medicina anotada se re-monta a Hipócrates y se apropia del cuerpo indi-vidual para cubrir un cuerpo social, (y se constitu-ye en los orígenes de la Salud Pública moderna). Para lograrlo se requiere el esfuerzo intelectual de producir un modelo de hombre, el hombre “nor-mal”. Este proyecto toma concreción en medici-na con la reforma iniciada por Vicq d’Azyr38 en Francia, que consideró tanto las instituciones hos-pitalarias como el avance de las ciencias médicas, cuyas posibilidades son desde entonces, ejemplo de una indefinida perfectibilidad. Cabanis39, su cercano colaborador, ejemplifica la imagen del médico que, más allá del puro conocimiento de los cuerpos, intenta extender las relaciones físi-cas y morales al interior de las posibilidades éti-cas y políticas de una futura ciencia médica como

37 Cf. Bichat, X. Traité des membranas en général et de diverses membranas en particulier. Paris, 1816. Source gallica.bnf.fr / Bibliothèque H. Ey. C.H. de Sainte-Anne. Recuperado marzo 2020. También, Keel O. John Hunter et Xavier Bichat: les rapports de leurs travaux dans la constitution de la pathologie tissulaire. En: 27 Congreso Internacional de Historia de la Medicina. Acta, 2. Barcelona 1981, 535-549./39038 Cf. Peumery JJ. Vicq d’Azyr et la Révolution française. Hist Sci Méd. 2001; 35:263-70.39 Cf. Cabanis, P.J.G., Rapports du physique et du moral de l’homme et lettre sur les causes premières (1993), Gallica. BNF.fr. También, Naomar Almeida-Filho, Mariano Di Pasquale. El impacto de la reforma Cabanis en la formación histórica de la universidad argentina y en la educación superior en salud. Salud Colectiva | Universidad Nacional de Lanús | ISSN 1669-2381 | EISSN 1851-8265 | doi: 10.18294/sc.2019.2106, Recuperado marzo 202040 Cf. Foucault, M. La naissance de la médicine social. Dits et écrits II, 1976-1988. Paris, Gallimard, 2001, pp 207-228

herramienta indispensable para naturalizar la so-ciedad y combatir aquella parte del caos que re-presenta la enfermedad en el nuevo orden social. Es lo que después conoceremos como medicali-zación de la sociedad, regulación de los cuerpos en el tiempo y el espacio ahora mediados por el conocimiento médico emergente, desplegando el cuerpo anátomo-fisiológico al todo social, un cuerpo colectivo necesario de cuidar.

¿Cómo se concreta un desarrollo de un saber unificado del hombre y la relación con su cuer-po, una antropología del hombre normal, nece-saria a la nueva medicina social? Ya se ha dicho que la positividad del saber médico implica una ruptura con los métodos de la medicina antigua, donde Condillac aparece como el padre del mé-todo analítico, que funciona según la inducción sintética apto para hacer aparecer casos particu-lares de leyes generales al vincular las lesiones observadas por la anatomo-patología a la obser-vación de los signos vitales por la clínica, la esen-cia de un procedimiento científico.

Pero el nuevo método tiene otras exigencias que deben ser satisfechas para una epistemología médica que debe permitir comprender las rela-ciones entre la vida y la muerte en una fisiopato-logía coherente que explique el vínculo sistemá-tico y eficiente de como la enfermedad alcanza al ser vivo y puede dar origen a las lesiones vitales que se representan finalmente en lesiones orgá-nicas y signos recogidos con el método anato-mo-clínico. La idea de tejido con Bichat, hemos visto, permite resolver el problema. El tejido re-presenta una organización de las funciones de los vivos al mismo tiempo que el desarrollo de una ontología explicita que adquiere la forma de una antropología fisiológica que desembocará en el asentamiento del individuo sobre la distinción de lo normal y lo patológico, la que abre simul-táneamente la vía a una ciencia médica de lo in-dividual y de lo colectivo. Foucault lo explica en su obra “El Nacimiento de la Clínica” y en la serie de conferencias dictadas en Brasil40, donde desarrolla los temas de la emergencia de la me-dicina social en Francia, Inglaterra y Alemania,

Bustos Domínguez R.

117

para destacar el desarrollo de una medicina de la epidemias, donde aparece una nueva concepción de la enfermedad basada en la idea de afección de un grupo de individuos, que implica una for-ma cuantitativa de manifestación mórbida que se distribuye geográficamente y que desplaza el ras-go de la esencia o naturaleza de la enfermedad hacia sus determinantes ambientales y sociales, que dará origen a un aparato burocrático de ges-tión y vigilancia, al origen de la salud pública y la medicalización de la sociedad.

Así, para Bichat, si la salud es equivalente a la vida como realización libre de las funciones vi-tales y plena posesión de sus fuerzas, la enfer-medad es solo una variación de la vida: ya no hay naturalezas distintas entre salud y enferme-dad sino simples desplazamientos cuantitativos. Las enfermedades como la salud son parte de la vida, expresiones vitales que aparecen en la naciente modernidad separadas por “lo normal y lo patológico” donde el individuo es pensado como historia natural en equilibrio dentro de un mundo acósmico, necesario para desarrollar la idea de caso clínico, es decir, un modelo abs-tracto para la ciencia médica, que desprovisto de singularidad y contenido cualitativo, inscribe al enfermo en un espacio observable para la medi-cina, una función reducida a la objetividad de un caso accidental de la enfermedad que lo habita, construido sacrificando la subjetividad del sujeto singular41, al servicio de una espacialidad mayor, la población de los vivos: es la gran paradoja de la medicina moderna que hace de la enfermedad una abstracción que no existe sino que en fun-ción de la multitud de otros casos que permite su reconocimiento y tratamiento como caso clínico individual, y al mismo tiempo ofrece un cuerpo abierto a todo tipo de colonizaciones, apto para el despliegue de una geometría masiva en el decir de Foucault. Este autor nos ofrece una “caja de herramientas” conceptuales tales como biopo-der42, biopolítica43 y población44, para visualizar

41 Cf. Bustos, R. O p. Cit.42 Cf. Castro, E. El vocabulario de M, Foucault. Biopoder: A partir del siglo XVII, el poder se ha organizado en torno de la vida, bajo dos formas principales que no son antitéticas, sino que están atravesadas por un plexo de relaciones: por un lado, las disciplinas (una anatomo-política del cuerpo humano), que tienen como objeto el cuerpo individual, considerado como una má-quina; por otro lado, a partir de mediados del siglo XVIII, una biopolítica de la población, del cuerpo-especie, cuyo objeto será el cuerpo viviente, soporte de los procesos biológicos (nacimiento, mortalidad, salud, duración de la vida) (HS1, 183)43 Cf Idem. Biopolítica: Hay que entender por “biopolítica” la manera en que, a partir del siglo XVIII, se buscó racionalizar los problemas planteados a la práctica gubernamental por los fenómenos propios de un conjunto de vivientes en cuanto población: salud, higiene, natalidad, longevidad, raza44 Cf. Idem. Población: El problema mayor que la modernidad planteó a las tecnologías del gobierno ha sido la acumulación de individuos… La población se convertirá, entonces, en el objetivo último del gobierno: “mejorar la suerte de la población, aumentar sus riquezas, su duración de vida, su salud …”45 Cf. Bustos, R. op. Cit; Kottow, M. Cf. Kottow, M. “From Justice to Protection. A Proposal for Public Health Bioethics”. Springer Briefs in Public Health, 2012

el intervencionismo médico en función de la política, la economía o la tecnología, originando serios cuestionamientos bioéticos y aporías de sentido de nuestra medicina45.

EL CUERPO MOLECULAR: SUS RELACIONES CON LA GUBERNAMENTABILIDAD CONTEMPORÁNEA

El desarrollo anterior nos ha permitido cono-cer la construcción de un cuerpo sólido para la medicina, en el marco de las relaciones de saber y poder que juega un rol doble: un cuerpo fisioló-gico que da sustento y credibilidad de la medicina como ciencia positiva que en sucesivas fases de transformación del conocimiento conserva una misma base epistemológica desde el órgano al te-jido, desde el tejido al medio interno de Bernard y desde ahí pasando por la inmunología hasta llegar a la genética y la molécula como estructura última que explica la enfermedad. Y en el otro extremo, un cuerpo que desdoblado espacialmente cumple el rol de un sujeto-ciudadano que se cruza con la población que le permite a la medicina y la salud pública cumplir con un rol disciplinario y norma-lizador, al servicio del orden social y la ideología política económica que lo sustenta. Ambos, sin embargo, participan de una dinámica compleja ensamblados a los desarrollos biotecnológicos, económicos y de gobernabilidad actuales, recon-figurando constantemente lo normal y lo patoló-gico. Por razones de claridad, nos detendremos primero en el momento culminante de la evolu-ción del cuerpo anatomo-fisiológico, el cuerpo que Rose ha definido como molecular, y luego, en las implicancias de esta opción metodológica de la medicina moderna en sus relaciones con la dimensión política y económica en la cultura contemporánea.

Nikolas Rose es un sociólogo ingles que ha trabajado desde fines de la década del 90 en una

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 (Suplemento 1)

DOSSIER PANDEMIA

118

línea que se reconoce ampliamente tributaria de M. Foucault, focalizándose en temas vinculados a la salud en aspectos que llama “de la vida misma o de la vida en sí”46. De acuerdo a su interpretación, la mirada tecnocientífica en medicina ha alcanza-do un nivel molecular, es decir el último umbral conocido de la materia viva. Esto le permite ex-tender la discusión a un ámbito contemporáneo de las relaciones “biopolíticas” del poder moder-no en todo lo que dice relación con la salud hu-mana e intervención sobre la vida en un momento histórico donde prima una racionalidad guberna-mental diferente a las analizadas por Foucault. El objetivo de la medicina molecular en esta fase tar-día del desarrollo económico-social, deja de ser la relación binaria salud/enfermedad para construir un espacio complejo de problematización donde lo central es la intervención sobre los cuerpos buscando una transformación cuanti-cualtitativa de los procesos vitales con objetivos de maximi-zar las capacidades humanas (y en beneficio de un neo capitalismo). Así se desprende de la lec-tura de su texto47 que sugiere que la biopolítica actual ha entrado en una fase de transformación profunda, donde la biología y las ciencias funda-mentales están empeñadas en una empresa que puede cambiar la naturaleza y la significación de la vida humana. Esto en relación a que el sistema de regulación antes centrada en el Estado (medicina liberal del siglo XIX hasta 1970 del siglo XX), se ha fragmentado al igual que el cuerpo humano, en un campo de estrategias y prácticas diversas que responden a autoridades heterogéneas, (llámense mercado, intereses científicos, del complejo bio-tecnológico, gubernamentales, a veces conver-gentes o a menudo con intereses contrapuestos). Reelaborando los conceptos foucaldianos, entien-de el biopoder como una perspectiva o más bien una herramienta teórica para hacer comprensible o coherente el conjunto de prácticas y relaciones de poder que tiene por objetivo las características vitales de la vida humana.

Por lo tanto, el campo de la biopolítica, se ex-presa en Rose en una intervención sobre los cuer-pos humanos a un nivel que alcanza la estructura genética y, en este sentido molecular de la vida, otorgar una posibilidad a la tecnociencia médica, que pretende estratégicamente diluir el riesgo in-herente a la vida, haciendo de la salud y el bienes-tar de los individuos y de la sociedad en su con-junto, un objetivo a dominar. Lo anterior, dado que el cuerpo, desde un punto de vista cultural o

46 Cf. Rose, N. (2012). Políticas de la vida. Biomedicina, poder y subjetividad en el siglo XXI..Ed. Universitaria La Plata47 Idem. Rose, N. op. Cit, p 3

político, es una entidad viviente marcado con una cierta dualidad: funciona como un objeto social en cuanto dice relación con la sociedad, pero al mismo tiempo retiene un estatuto subjetivo como disposición del self. La biopolítica que engloba el desarrollo de la medicina biotecnológica es así un campo constituido por lo molecular de los cuer-pos y el riesgo inherente a la vida, cruzado por las implicancias éticas y políticas que se desprenden de la intervención sobre estos elementos, estimu-lados sobre todo por la racionalidad económica de una gubernamentalidad neoliberal.

La complejidad que alcanza su visión de la biopolitica contemporánea en torno a los proce-sos vitales requiere que nos detengamos en los aspectos centrales mencionados. Primero, so-bre el aspecto molecular de la biopolítica actual. Para comprender esto se requiere retrotraerse a la constitución del cuerpo fisiopatológico del si-glo XVIII que estudiáramos a propósito del naci-miento de la medicina científica y los desarrollos epistemológicos de las ciencias de la vida, especí-ficamente de la biología. Como sabemos, con el advenimiento de la biología moderna basada en la división orgánico/inorgánico, ser vivo/no vivo, se superó la etapa clasificatoria según caracterís-ticas observables, propia de la historia natural. A esa nueva etapa de comprensión orgánica de la vida, Foucault la denomino epistemología de la profundidad donde las leyes subyacentes a la superficie corporal determinan los procesos vita-les, reproduciendo lo que había sostenido en el Nacimiento de la Clínica, centrada en el funciona-miento tisular de órganos y sistemas corporales. Para Rose, una nueva transformación epistemo-lógica se produce en el siglo XX, mediados por la tecnología médica que permite recoger bajo una mirada submicroscópica fenómenos vitales antes inaccesibles al ojo clínico y sus prolongaciones técnicas vigentes. El desarrollo de la microsco-pia electrónica permite ahora conocer la vida en términos de transcripción y expresión genética, reconocimiento de neurotrasmisores o proteínas de base, lo cual lo lleva a nominar como “vida molecular” el fundamento de la vida biológica. Ello también implica una nueva forma de com-prensión de la vida misma, concebida ahora como un código o trasmisión de información a la mane-ra de la lingüística en la medida que es el código genético, el genoma humano, su punto de referen-cia. Esta nueva profundidad que alcanza la mirada médica científica, cuyos modelos explicativos se

Bustos Domínguez R.

119

sustentan en procesos de regulación, expresión y transcripción de genes, son tan avanzados que se está frente a la posibilidad abierta por el nuevo conocimiento tecno-médico que permite el aisla-miento y manipulación de los diversos elementos del cuerpo a nivel molecular, alcanzar un grado de intervención inédito de procesos vitales, que van desde la reproducción, (fragmentada en diver-sos momentos o fases), hasta la intervención del material genético, (que se puede ser almacenado en bancos y ser objetos de transformación). Sin duda, con ello aparece la posibilidad abierta a la biopolítica contemporánea de manipular la vida a esos niveles de determinación, lo que implica un cambio ontológico del cuerpo humano que obli-ga a una reflexión política y ética profunda, más allá de una bioética funcional a sus desarrollos. De hecho, la tecno ciencia médica parece ciega frente a sus propios desarrollos que buscan, sobrepasan-do lo propiamente terapéutico, controlar proce-sos vitales del cuerpo y de la mente48.

En general, esto significa que la medicina ha abandonado su rol tradicional de restauración de la salud combatiendo las enfermedades y los fac-tores de morbilidad que pueden afectar el equi-librio propio de un hombre en salud, es decir la capacidad del individuo de mantener sus propias normas de funcionamiento. Las nuevas posibilida-des biomédicas, irán más allá de esta búsqueda de equilibrio en la medida que buscan instaurar otra normatividad, ya no naturales de procesos vitales corporales y también mentales. Precisamente, a esta capacidad de redefinir la normatividad bio-lógica mediante esta panoplia de capacidades téc-nicas, instrumentos, discursos y relaciones, Rose la llama tecnologías de la vida, entendidas funda-mentalmente en una dimensión de optimización, ya sea de identificación y tratamiento de patolo-gías susceptibles de aparecer (riesgos predictibles) en el horizonte vital de los individuos (medicina predictiva y terapia génica, nanomedicina) o, de maximización o extensión de capacidades corpo-rales o psíquicas. En el entrecruce de estas posi-bilidades se encuentra la investigación científica, la práctica médica y el mercado bajo el signo de la esperanza, el bienestar o el rendimiento en un mundo completamente abierto hacia el futuro, utopía ahora posible y soñada a comienzos de la modernidad por Condorcet49.

En este contexto utópico, además de la

48 Por ejemplo, un análisis biopolítico de la fertilización humana de tipo artificial o de la incipiente medicina genómica, estre-chamente vinculada a incentivos económicos, sería muy necesarios de desarrollar.49 Cf Taguieff, P-A. L’idée de progrès. Une approche historique et philosophique. Les cahiers du CEVIPOF, Setembre 2002/32

capacidad de intervención a nivel molecular, las tecnologías de la vida operan en colusión con el mercado y una nueva definición antropológica del hombre contemporáneo, el “homo económicus”, que siendo empresario de sí mismo busca mejorar sus posibilidades en un mundo pleno de compe-tencias. De aquí la transformación en consumi-dores de productos biotecnológicos, por ejemplo, vía supermercados y revistas de publicidad, donde se definen las necesidades médicas de la pobla-ción. Pero en esta transformación se juega tam-bién la identidad y el sentido de la medicina y la práctica médica actual.

El análisis de Rose sobre el carácter molecu-lar de la biopolítica contemporánea es sin duda un fértil campo de cuestionamientos bioéticos y propiamente políticos de la medicina, en la medi-da que las posibilidades técnicas de transformar la vida en si misma conlleva una redefinición de quienes somos. En la medida que la biomedicina profundiza la mirada en un cuerpo cada día más expuesto a la colonización, uso y abuso biopolí-tico de estos que se apoya en el deseo de los se-res humanos como expresión de la subjetividad post-moderna y estimulado por el neuromarking, la “vida misma” será un continuo de riesgo y transformación perpetua.

Pero esta ilusión de control voluntario de la en-fermedad que moviliza esperanzas e inversiones se ha revelado limitada. La pandemia de COVID-19 y la impotencia biotecnológica de dominarla, se constituye como un límite real a la perspectiva profundamente reductora que la sustenta. Pero hay otro límite que surge de la propia biología: la epigenética. Su conocimiento nos permitirá esbo-zar las implicancias éticas, políticas y sociales de la biopolítica que conduce el desarrollo actual de nuestra medicina.

LA EPIGENÉTICA: DE VUELTA A LOS COMIENZOS

El desarrollo de la genética en el siglo XX que

culmina con la decodificación del genoma huma-no hacía creer que los procesos vitales estaban controlados por los genes, y la transferencia de DNA era una explicación definitiva para explicar la herencia biológica de los seres vivos. La téc-no-ciencia molecular posibilitaba el diagnóstico predictivo de enfermedades y las alternativas de la

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 (Suplemento 1)

DOSSIER PANDEMIA

120

terapia génica alumbró la medicina genómica y las esperanzas puestas en las terapias personalizadas de todos los males: un viejo sueño moderno.

Varios fenómenos sustentados en hechos bioló-gicos y genéticos se oponen a esta visión lineal del desarrollo médico-científico. Primero, una gran parte de los genes no se expresan y sus funciones permanecen ocultas a la mirada del investigador; segundo, la mayoría de las enfermedades no son determinadas por un solo gen y un solo gen pue-de codificar varias expresiones fenotípicas; terce-ro, la expresión de los genes puede ser modificada por el medio ambiente y además esas expresiones pueden ser hereditarias: este fenómeno nuevo constituye una revolución científica y ha recibido el nombre de epigenética.

¿Qué es la epigenética? Este nuevo campo de investigación y conocimiento tiene una vida breve que nace con el siglo XXI, con una historia que se remonta a 1942 en relación a estudios de biología evolutiva en el cruce de la embriología, la genética y la ecología. Conrad Waddington50, llamó epige-nética a los procesos biológicos que permiten el paso de lo genotípico a lo fenotípico que se pro-duce durante el desarrollo o el curso de la vida. En otros términos, revelaría los mecanismos cau-sales de este tránsito que permitiría comprender los procedimientos por las cuales las células del organismo biológico son orientadas a cumplir una función precisa, luego de ser diferenciadas. La vi-sión de Waddington, de naturaleza geno-céntrica, se ha modificado en estas dos décadas del siglo XXI.

En una revisión de la literatura51 encontramos que desde los años 90 del siglo pasado, el con-cepto de epigenética se ha usado para señalar los fenómenos no genéticos de la herencia a lo largo de las divisiones celulares y más recientemente entre organismos. Simultáneamente, la definición de la epigenética se ha transformado desde la ori-ginaria concepción de Waddintong, para destacar un carácter persistente de modificaciones inhabi-tuales del epi-genotipo, lo que pone de relieve las implicancias que tienen los mecanismos epigené-ticos en la regulación de la expresión de los ge-nes, mediante su activación o represión selectiva. De esta manera, una definición más precisa sería la entregada por Holliday52, de cambios en la ex-presión genética que traducido en términos con-cretos debe entenderse y reducirse a cambios que

50 Cf. Maurizio Meloni (2015) Epigenetics for the social sciences: justice, embodiment, and inheritance in the postgenomic age, New Genetics and Society, 34:2, 125-151, DOI: 10.1080/14636778.2015.103485051 Para una completa revisión de la epigenética en medicina, Cf. Trygve Tollefsbol. Medical Epigenetics. Academic Press, 2016.52 Cf Holliday R., 1994. Epigenetics: an overview. Dev. Genet. 15: 453–457.

no se explican por la secuencia del DNA. Otros autores importantes agregan que no solamente el cambio epigenético se produce en la fase mitóti-ca de las células somáticas, sino que también en la fase meiótica, es decir, luego de la producción de gametos por las células reproductoras, lo que permite concebir la posibilidad de que exista una trasmisión directa de las variaciones adultas a los hijos. ¿Cómo se producen estos cambios? Entre los tipos de mecanismos epigenéticos estudiados y mejor comprendidos destacan dos: 1) la metila-ción del ADN y 2) Las modificaciones post-tra-ducionales de las histonas.

METILACIÓN DEL ADN

La metilación es una reacción bioquímica que se produce en el ADN celular. Recordemos bre-vemente que el genoma humano es el alfabeto en que inscribe la memoria genética de los seres humanos, cuya información se empieza a develar con el desarrollo del Proyecto Genoma Humano, esfuerzo científico mundial que concluyó con la secuenciación de todos los genes el año 2003, es decir, el conocimiento de las secuencias de bases de los 23 pares de cromosomas que tiene el nú-cleo de las células de cada ser humano. El ADN es la molécula básica empaquetada dentro de los cromosomas que contiene esa información. Tiene una estructura química constituida por una doble hebra que adquieren la forma de una escalera de dos brazos de tipo helicoidal, unida por peldaños constituidos por bases nitrogenadas en parejas unidas por un puente de hidrogeno. Estas bases (adenina, guanina, citosina y timina) son altamen-te específicas y complementarias, dispuestas en secuencias en una hebra lo que permite descifrar la secuencia de la otra hebra de la molécula que está orientada en sentido opuesto, dado este prin-cipio de complementariedad. Su estructura única permite su autocopiado durante la división de las células mediante un proceso de separación tem-poral de cada una de sus hélices. Cuando se trata de fabricar una proteína que debe cumplir una función vital específica, un fragmento específico del ADN sirve como plantilla. De esta manera se construye todo el cuerpo humano. Ahora, desde el punto de vista epigenético y sin alterar las se-cuencias de las bases del ADN, los genes pueden alterarse en su expresión o represión selectiva. La

Bustos Domínguez R.

121

metilación es uno de los mecanismos que posibi-lita esta alteración y consiste en una reacción bio-química que forma un vínculo covalente, con una gran fuerza de activación, difícil de quebrar, por lo tanto, de gran estabilidad. Esta metilación pue-de aparecer en una de las hebras del ADN, pre-cisamente sobre las bases nucleotídicas citosinas, formando una agrupación que se agrega a una ex-tremidad de esta base, formando una estructura química que se posa en la región promotora de un gen, rico en cortas secuencias de bases C-G. Si la región promotora de este gen está muy metilada, la maquinaria celular encargada de la activación del gen queda paralizada, lo que implica la repre-sión del gen, silenciándolo. Este es un mecanismo común en los cuerpos humanos, que permite el control de la producción de proteínas a lo necesa-rio a la función propia de cada una de las células somáticas. Cuando este mecanismo natural falla, se produce el cambio epigenético.

2) Las modificaciones post-traduccionales de las histonas.

Este es otro mecanismo epigenético que parti-cipa activamente en la modulación de la estructu-ra tridimensional de la cromatina celular y en la expresión de los genes. Son grupos de diferente naturaleza (químicos o proteicos) que se agregan a la proteína con la ayuda de algunas enzimas como las quinasas o las metiltransferasas. Estas modificaciones influencian las características de una proteína, modulando sus funciones celulares. Regularmente, las modificaciones no son estáti-cas, sino que dependientes del contexto celular. De esta manera, las células pueden hacer uso de las proteínas para producir respuestas y adecuarse rápidamente a cualquier estimulo.

Este proceso no hace intervenir el ADN, sino que se localizan en las colas N-terminales de las histonas, que son pequeñas proteínas estructura-les que tiene la forma de un octómero, alrededor de las cuales se enrrolla el ADN. Al modificar bio-químicamente las histonas se altera la carga elec-troestática del nucleosoma, y con ello condensar o detener el ADN en el espacio del núcleo celular, impidiendo que los genes próximos puedan ex-presarse, por ejemplo, para suprimir la expresión de tumores.

Considerándolas en conjunto, estos dos tipos de modificaciones epigenéticas principales se re-agrupan en tres clases en función de su depen-dencia al genotipo: la primera agrupa las marcas

53 Cf.Nikolas Rose, Joelle M. Abi-Rached, ‘Neuro: The New Brain Sciences and the Management of the Mind. Princeton, 2013

epigenéticas previstas por el genotipo de un in-dividuo, es decir obligatorias, la segunda agrupa aquellas funciones facilitadas por el genotipo, y la tercera, independientes del genotipo, hacen su aparición de forma aleatoria o a consecuen-cias de diversas formas de exposición ambiental. Asimismo, poseen también propiedades únicas que las distinguen de las mutaciones genéticas. Pueden ser, por ejemplo, gatilladas por el medio ambiente en un periodo social corto, como una hambruna, y también reinvertidas por acciones humanas a través de cambios en los hábitos de vida o a consecuencias de políticas de salud, as-pectos que analizaremos posteriormente por las importantes implicancias políticas y éticas que conllevan. Con todo, lo que interesa subrayar es el carácter plástico, modificable y flexible de estos cambios. Estos fenómenos, que no responden a la lógica mendeliana clásica de transmisión here-ditaria a despertado un interés teórico e investiga-tivo en el campo de las ciencias humanas, junto a la explicación molecular de tipo epigenético que hemos esbozado, que permite un nuevo diálogo entre las ciencias biológicas y sociales, entre la na-turaleza y la cultura.

IV. LOS CUERPOS POROSOS: IMPLICANCIAS SANITARIAS, ÉTICAS, POLÍTICAS Y ECONÓMICAS

Con las evidencias recogidas en la investigación epigenética, los cuerpos de los seres humanos re-velan una biología porosa, expuesta y sensible a los cambios medioambientales y las experiencias culturales, a un nivel de registro molecular. Con ello, aparece la posibilidad de reescribir un desti-no antes considerado natural. Problematizar este cambio epistémico se revela hoy, a la luz de una pandemia mundial, una urgencia intelectual

Desde los años 2000 se viene acumulando un cuerpo de evidencias de que no solamente el ce-rebro es un órgano plástico y abierto a lo externo, sino que también el microbioma y el epigenoma es moldeable por el impacto de los alimentos, los estilos de vida, el estrés, las toxinas químicas y los factores socio-económicos53. En este sentido, la epigenética ambiental y social reconoce un interés emergente en la corporeización de la experien-cia social y la apreciación de un poder del medio externo que ingresa en el cuerpo constituyendo cuerpos post-genómicos, con límites borrosos o estructuras porosas. El ambiente exterior no es un mero contenedor donde se expresa el material

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 (Suplemento 1)

DOSSIER PANDEMIA

122

genético de los individuos, sino una fuerza pro-ductiva de cambios biológicos. En medicina y patología humana, se reconoce desde entonces el impacto de las modificaciones epigenéticas en nu-merosas enfermedades que previamente se pensa-ban atribuibles a factores propiamente genéticos. Un resumen de la literatura muestra que todos los sistemas corporales pueden ser afectados o in-fluenciados por procesos epigenéticos provocan-do patologías médicas o sufrimientos humanos.

Los cambios epigenéticos comprometen la salud humana desde los comienzos. Esto es así por la vulnerabilidad de la especie a las influen-cias externas desde la gametogénesis y temprana embriogénesis que provocan cambios epigenéti-cos que se mantienen durante la división celular somática54. Una vez establecidas, las marcas epi-genéticas se mantienen de forma estable en todas las divisiones de células somáticas. Durante la ma-duración de las células germinales, se lleva a cabo la desmetilación del ADN en todo el genoma, se-guida de la re-metilación antes de la fertilización. La embriogénesis temprana se caracteriza por una segunda onda de desmetilación del genoma com-pleto, y los patrones de metilación se restablecen después de la implantación. Es probable que las fases de desmetilación y re-metilación durante el período posterior a la fertilización desempeñen un papel en la eliminación de las modificaciones epigenéticas adquiridas que pueden estar influen-ciadas por factores genéticos y ambientales indivi-duales. En los humanos, la ventana de plasticidad del desarrollo epigenético se extiende desde la preconcepción hasta la primera infancia. Algunas modificaciones se pueden extender a lo largo de la vida y producir cambios patológicos evidenciados en estudios de asociación del epigenoma.

Estudios de cohorte proporcionan evidencia de los efectos de la desnutrición en el primer estadio del desarrollo en la salud posterior de los sujetos.

54 Cf. Cunliffe, V. T., WIREs Systems Biology and Medicine, Volume 7, Issue 2. Overview “Experience-sensitive epigenetic mechanisms, developmental plasticity, and the biological embedding of chronic disease risk”, 201555 L.H. Lumey, Aryeh D. Stein, and Ezra Susser. Prenatal Famine and Adult Health. Annu. Rev. Public Health 2011. 32:237–62 First published online as a Review in Advance on January 3, 2011. Recuperado marzo 2020.56 Vaiserman AM, Khalangot ND, Strele I, Lumey LH. Early-life exposure to the Ukraine famine of 1933 and type 2 diabetes in adulthood. In: Lumey LH, Vaiserman AM, editors. Early life nutrition and adult health and development. Lessons from chan-ging diets, famines, and experimental studies. Hauppauge, New York, USA: Nova Science Publishers; 2013. p. 145–60.57 Li Y, Jaddoe VW, Qi L, He Y, Wang D, Lai J, Zhang J, Fu P, Yang X, Hu FB. Exposure to the Chinese famine in early life and the risk of metabolic syndrome in adulthood. Diab Care 2011;34:1014–8.58 Tobi EW, Slieker RC, Stein AD, Suchiman HE, Slagboom PE, van Zwet EW, Heijmans BT, Lumey LH. Early gestation as the critical time-window for changes in the prenatal environment to affect the adult human blood methylome. Int J Epidemiol 2015; 44:1211–23.59 Perera F, Tang WY, Herbstman J, Tang D, Levin L, Miller R, Ho SM. Relation of DNA methylation of 59-CPG is-land of ACSL3 to transplacental exposure to airborne polycyclic aromatic hydrocarbons and childhood asthma. PLoS One 2009;4:e4488.60 Hossain MB, Vahter M, Concha G, Broberg K. Low-level environmental cadmium exposure is associated with DNA hypo-methylation in Argentinean women. Environ Health Perspect 2012;120:879–84.

El ejemplo más conocido es el de las consecuen-cias producidas por la hambruna sufrida por la población holandesa durante la segunda gue-rra mundial en los años 1944-5, donde 50 años después se pudo comprobar que la exposición prenatal a esa hambruna se asoció con diversos trastornos metabólicos y riesgos de obesidad y enfermedades cardiovasculares, así como a de-presión y esquizofrenia55. Estudios realizadas en poblaciones ucranianas56 y chinas57 sometidas a hambrunas, muestran resultados similares que identifican la exposición prenatal a las carencias nutritivas correlacionadas con niveles decrecien-tes de metilación del factor de crecimiento (IGF 2) similar a la insulina, que cumple un rol sustan-cial en el desarrollo y crecimiento humano. Un estudio reciente demuestra que los efectos mórbi-dos están concentrados en aquellos que sufrieron deprivación nutricional en el primer trimestre de la gestación58, la etapa mas vulnerable del periodo gestacional. El asma, enfermedad que se consti-tuye en un factor de riesgo relevante de gravedad para las personas en la pandemia de coranovirus, también se correlaciona con la polución ambien-tal en el período pre y post natal inmediato. Recién nacidos cuyas madres habían sido sometidas a al-tas concentraciones de hidrocarburos policíclicos aromáticos, presentaron hipermetilación de una sustancia involucrada en la patogénesis del asma, en el DNA de la sangre del cordón umbilical59. Lo que ocurre con la exposición que sobrepasa a los niveles naturales de metales pesados como el cadmio en el medio ambiente y sus efectos en la salud renal y ósea mediados por cambios epige-néticos ha sido demostrado en un estudio argen-tino60. La exposición al arsénico ingerido en ali-mentos o en el agua se han encontrado en la orina de mujeres gestantes, y se correlaciona con me-tilación del DNA del cordón umbilical de recién nacidos, en mayor proporción de hombres que

Bustos Domínguez R.

123

mujeres provocando disfunciones placentarias61. La exposición al plomo en el aire o los alimen-tos y sus consecuencias derivadas de neurotoxi-cidad es bien conocida. La exposición prenatal y el deterioro en el desarrollo neurológico y déficits cognitivos, es un campo de análisis epigenético necesario en nuestro país.

El efecto del uso de alcohol y otras drogas du-rante el embarazo, clínicamente relacionadas con el Síndrome Alcohólico Fetal, dado que se conoce que esta sustancia cruza la barrera hematoence-fálica, se ha encontrado capaz de desarrollar un amplio rango de anormalidades del desarrollo, es-pecialmente en el periodo de pre-implantación y gastrulación, especialmente sensible a los efectos teratogénico de su uso. Incluso, algunos estudios demuestran que el uso crónico de alcohol en hom-bres se asocia a hipometilación encontrada en el esperma de estos en comparación con individuos no bebedores, lo que lleva a suponer mecanismos epigenéticos paternos pre-concepcionales en la vida posterior de sus hijos62

En el campo de nuestra especialidad, la psi-quiatría63, también a desarrollado una línea de investigación consistente con los cambios epigenéticos subyacentes a las principales pa-tologías: esquizofrenia, trastornos bipolares y depresión. Estos trastornos son altamente complejos y heterogéneos, resultados de inte-racciones genéticas y ambientales, dónde los mecanismos epigenéticos aparecen como me-diadores de cambios a distinto nivel, desde lo molecular a lo funcional. Sin hacer una revisión exhaustiva sólo destacamos que los mecanis-mos epigenéticos juegan un papel relevante en el desarrollo del cerebro durante la diferencia-ción celular neural y glial, como asimismo en regulación de la neuroplasticidad, formación de la memoria, regulación emocional y neurogéne-sis en la etapa adulta.

Con lo sostenido, estamos en condiciones de hacer un balance de la importancia éti-ca y política de estos nuevos desarrollos del

61 Broberg K, Ahmed S, Engström K, Hossain MB, Jurkovic Mlakar S, Bottai M, Grandér M, Raqib R, Vahter M. Arsenic exposure in early pregnancy alters genome-wide DNA methylation in cord blood, particularly in boys. J Dev Orig Health Dis 2014;5:288–98.62 Ouko LA, Shantikumar K, Knezovich J, Haycock P, Schnugh DJ, Ramsay M. Effect of alcohol consumption on CpG me-thylation in the differentially methylated regions of H19 and IG-DMR in male gametes: implications for fetal alcohol spectrum disorders. Alcohol Clin Exp Res 2009;33:1615–27.63 Cf: Kundakovic, M. Epigenetics of Psychiatric Disorders. En Trygve Tollefsbol. Medical Epigenetics. Academic Press, 2016, c. 19.64 Cf. Cooper, M, “Life as Surplus Biotechnology and Capitalism in the Neoliberal Era” University of W a s h in g t on Press, Seattle and London, 200865 Cf. Biomedicalization: Technoscientific Transformations of Health, Illness, and U.S. Biomedicine Author(s): Adele E. Clarke, Janet K. Shim, Laura Mamo, Jennifer Ruth Fosket, Jennifer R. Fishman Source: American Sociological Review, Vol. 68, No. 2 (Apr., 2003), pp. 161-194

conocimiento, tanto desde el punto de vista de la medicina como de la perspectiva crítica social.

A nuestro juicio, la ciencia médica puede eng-lobar estos conocimientos de la epigenética en el marco de desarrollo de dos líneas de acción:

1.- En la de una ultraespecialización de la me-dicina y continuar extremando una pretensión utópica de control de las patologías humanas a través de una neo-medicalización social siguiendo el análisis de Rose, que destaca el ensamblaje en-tre industria, economía neoliberal, determinación de factores de riesgos y los deseos del “homus economicus”, y que desarrolla Cooper64. En este texto se pone de manifiesto que en la medida que los ámbitos de la biología y la acumulación del ca-pital se mueven juntas, se hace difícil pensar en las ciencias de la vida sin invocar simultáneamente los conceptos tradicionales de economía política: producción, valor, crecimiento, crisis, resistencia y cambio. Al mismo tiempo debe considerarse que la expansión de los procesos comerciales en torno “a la vida misma”, los transforma cualitativamen-te. Esto lo podemos apreciar al hacer una sumaria distinción entre la medicina liberal y post-liberal 65que se ha desarrollado con fuerza en EEUU y se ha extendido a los países de la perisferia, entre ellos Chile, después de la privatización de los ser-vicios sanitarios que identifica cinco procesos de transformación histórica:

• La reconstitución política económica del vasto sector de la biomedicina;

• El enfoque en la salud a nivel de la vida mis-ma (de tipo molecular) y la elaboración de categorías de riesgo y vigilancia al mismo nivel;

• La naturaleza cada vez más tecnológica y científica de la biomedicina;

• Transformaciones en cómo se producen, distribuyen y consumen los conocimientos biomédicos, y en la gestión de la informa-ción médica;

• La transformación de las identidades

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 (Suplemento 1)

DOSSIER PANDEMIA

124

corporales individuales y colectivas como expresión del control de los cuerpos a tra-vés de técnicas de medicalización.

2.- De posibilitar, abriendo un campo de sana crítica de tipo ética y política, una reflexión que considere coherentemente la historia y la biología del cuerpo que hemos sintéticamente expuesto, en una perspectiva no dicotómica de la medicina y de las prácticas médicas.

Esta dimensión es la que nos interesa comentar:

Siguiendo a Meloni66, es sorprendente que es desde el año 2000, se hayan producido una im-presionante rehabilitación de ideas que solo hace tres décadas encontraríamos inaceptables: básica-mente, que podría haber algo más que la trans-misión de ADN en la herencia biológica. Estos puntos de vista postgenómicos ya están dando forma a reflexiones antropológicas o económi-cas sobre la raza y el capital humano, a menudo mediadas por programas de investigación como el del estudio del origen del desarrollo de la salud y la enfermedad (DOHaD, de la U. Cambridge)67 .

En esta línea de pensamiento es necesario re-cordar la relación colusiva que puede acompañar a la ciencia y a las disciplinas tributarias de ella como la medicina con las ideologías en boga, cuando no se somete a una crítica desde las cien-cias sociales o la política en un sentido amplio. En su libro Political Biology, Meloni presenta una completa exposición del impacto ideológico de los conceptos de la herencia humana desde sus orígenes hasta la aparición de la epigenética, en torno a las tensiones entre una genética dura de tipo mendeliana y una suave de tipo lamarckia-na, que desembocó trágicamente en las políticas eugénicas nazi, como ejemplo paradigmático de la instrumentación de la ciencia por parte de la ideología. Lo mismo está ocurriendo en otro sen-tido en muchos países, entre los cuales se incluye Chile, por el uso abusivo de la ideología económi-ca neoliberal en las políticas de salud. Por ello, y reiterando la necesidad de apropiarse de un marco reflexivo amplio, queremos relevar el aporte his-tórico del estudio del cuerpo, junto a los avances en el campo de la epigenética y la constatación de la impotencia médica frente a una pandemia viral como lo es la COVID-19, que seguramente como

66 Meloni, M. Political Biology: Science and Social Values in Human Heredity fron Eugenics to Epigenetics. Palgrave, 201667 Cf Developmental Origins of Health and Disease (DOHaD). Programa de investigación de la U de Cambridge68 Fauci AS, Morens DM (2012) The perpetual challenge of infectious diseases. NEJM 366:454–46169 Aucante, V. “Descartes, Écrits physiologiques et médicaux, présentation, textes, traductions, notes et annexes” , Paris, PUF, coll. Épiméthée , 2000

desde los tiempos de la peste en Atenas, pasando por la peste negra medieval, la mal llamada gripe española y la actual, seguirá asolando a la huma-nidad68, marcando los límites a nuestra utopía de progreso indefinida que sustenta la visión “mole-cular” de la biomedicina.

Desde nuestro punto de vista, y sin ignorar la importancia del avance científico en medicina, quisiéramos destacar algunas dimensiones a con-siderar en el desarrollo de nuestra medicina y los servicios sanitarios.

IMPLICANCIAS ÉTICAS Y POLÍTICAS DE LOS CUERPOS POROSOS

Los conocimientos de los efectos epigenéticos del medio-ambiente sobre el cuerpo humano, do-cumentados a nivel molecular, implican lógicamen-te un cambio epistemológico de importancia. Si re-trocedemos al comienzo de la medicina moderna, encontramos a Descartes quién radicalizó el dua-lismo filosófico que venía desarrollándose desde la filosofía griega clásica, separando mente y cuer-po, el cuerpo que tenemos y el cuerpo que somos. Descartes no es ajeno a la medicina. De acuerdo a V. Aucante69, los escritos médicos de Descartes ocupan un lugar importante de su obra total, con referencias a la fisiología, anatomía y embriología. Al comparar el cuerpo humano a una máquina y dialogando con la ciencia y la anatomofisiología de su época (Fernel, Willis, Vesalio, Galileo, etc.) inte-gra el conocimiento adquirido en un esquema fun-cional que excluye toda fuerza oculta, separándose de la escolástica aristotélica, de la cual no se pudo alejar Harvey en su explicación del descubrimiento de la circulación sanguínea en la misma época. Su método analítico que insta a descomponer lo com-plejo para comprender lo simple, es claramente el camino seguido por la ciencia positiva que nos ha conducido a la medicina del cuerpo molecular.

Con la epigenética, de una manera opuesta, el cuerpo humano se revela permeable tanto al medio ambiente físico-químico (mecánico natural) como al psicosocial (cultural) poniendo en duda este radi-cal dualismo que separa mente y cuerpo, naturaleza y cultura. Es lo que hemos evidenciado antes, en relación a las enfermedades humanas (mentales y orgánicas) derivadas de cambios en su epigenética. Por lo tanto, aparece una integración mayor, una

Bustos Domínguez R.

125

imbricación de lo biológico y lo cultural en la ex-presión de la salud y enfermedad de los cuerpos concebidos como unidades abiertas. En suma, los sistemas biológicos son complejos, organizados en multicomponentes a distintos niveles, con variadas dependencias no lineales. A ello se suma, que tales sistemas no se pueden disociar del medio ambiente.

También la epigenética complejiza las teorías de la causalidad de los fenómenos mórbidos, ex-plicados antes en una linealidad mecánica. Con la epigenética nace una reevaluación de las etapas de la vida, gestacional, de la adolescencia, de la vida adulta, definidas por sus tasas de metilación, en razón de los efectos del tiempo y los impactos ambientales que se inscriben en el cuerpo como lo hemos anotado. El impacto sobre las políticas públicas es el corolario obligado, si se considera por ejemplo la importancia que tiene el primer trimestre del embarazo en las consecuencias de la carencia alimentaria. Con ello se hace necesa-ria una reflexión epistemológica nueva sobre el carácter del cuerpo, la apropiación de los nuevos conocimientos y la aplicación que se puede hacer de ellos que escapa a nuestro propósito actual.

Una de las consecuencias de la investigación en epigenética y la etio-patogenia de las enfermeda-des que antes se ha revisado permite sustentar con fuerza el impacto del medio ambiente en la géne-sis de la salud y enfermedad, tales como la expo-sición a ambientes tóxicos. El derecho a vivir en un medio libre de tóxicos se traduce una exigencia de justicia ambiental (caso de Quintero). En otro contexto surge la demanda de justicia social en la medida de que la existencia de factores socio-am-bientales nocivos para los individuos vinculados a las desigualdades históricas se traducen en ries-gos estructurales para ciertas poblaciones. Las desigualdades socio-económicas frente a salud o a la posibilidad de enfermar y morir es un tema antiguo en salud pública70. La justicia distributiva debe ser rediscutida a la luz de estos avances en investigación epigenética71. Otro, es el problema de la equidad en el acceso a servicios sanitarios

BIOÉTICA Y POLÍTICAS DE SALUD

La bioética es una disciplina que nace contem-poráneamente a la biología molecular y la gené-tica, y en respuesta a dos grandes categorías de

70 Rothstein, M., Cai, Y. & Marchant, G. Ethical implications of epigenetics research. Nat Rev Genet 10, 224 (2009). https://doi.org/10.1038/nrg256271 Meloni, M. Epigenetics for the social sciences: justice, embodiment, and inheritance in the postgenomic age. New Genetics and Society, 34 (2), 2015, pp. 125-15172 Cf. Ley 20.584, “REGULA LOS DERECHOS Y DEBERES QUE TIENEN LAS PERSONAS EN RELACIÓN CON ACCIONES VINCULADAS A SU ATENCIÓN EN SALUD”. Ultima Publicación del 13-dic-2019

problemas: la evolución de las ciencias y las tec-nologías bio-médicas y, la evolución de la socie-dad que se pueden sintetizar en tres indicadores de cambios principales vinculados a los derechos civiles, el surgimiento de un pluralismo moral y la actitud frente a la muerte. Organizada en Centros de Investigación (Hasting Center, por ejem-plo), Comisiones Nacionales (como el CNNE francés), o grupos institucionales de Colegios Profesionales, se han dado a la tarea de discutir y proponer criterios éticos para el desarrollo de la investigación científica y aplicación del conoci-miento, y particularmente en el caso europeo, in-tentando uniformar la legislación de los distintos países miembros. El nuevo término de bio-medi-cina es muy adecuado para dar cuenta del desafío de la bioética: responder a desarrollos actuales de la actividad médica en el marco de los estrechos vínculos que se tejen entre la biología y la medici-na, por un lado, y el desarrollo de las ciencias y las teconologías biomédicas por el otro. La amplitud de este desarrollo es de tal magnitud, que se pue-de hablar de una revolución biomédica en curso como lo ha detallado Rose y Clarke, que sobre-pasan ampliamente técnicas y descubrimientos a los que estábamos habituados, para transformar o modificar los componentes propios de los or-ganismos humanos, sus genes o su cerebro, y no simplemente objetos exteriores al cuerpo huma-no. Todo esto estimulado por el mercado y la ra-cionalidad gubernamental de tipo neoliberal.

Hasta el momento, las respuestas que ha entre-gado la bioética no son necesariamente suficientes y satisfactorias. Particularmente en nuestro país, la referencia bioética más concreta es la que ha sido incorporada a la ley No 20.584 del año 2012, que “Regula los derechos y deberes que tienen las personas en relación con acciones vinculadas a su atención en salud”72, complementadas con otras disposiciones legales y normativas, dónde se des-tacan referencias en relación a la práctica clínica de la medicina, relevando el respeto a la autonomía de las personas en su atención en salud y su dere-cho a la información reservada, oportuna y nece-saria que le permita ejercer dicha autonomía. Sin duda, el esfuerzo ético-legal está dirigido en esta perspectiva a responder cuestiones referidas a las decisiones, incertidumbres, conflictos de valores y dilemas que surgen frecuentemente en relación a

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 (Suplemento 1)

DOSSIER PANDEMIA

126

un caso clínico en particular, de ahí que el método más utilizado en nuestro medio es el de la bioéti-ca clínica y el texto usado sea el Beauchamp and Childress. Pero, de acuerdo a lo desarrollado antes, los cambios tecno-científicos de la biomedicina comprometen los valores y las creencias de toda la sociedad y, los progresos logrados en el campo de la quimioterapia o el desarrollo de técnicas de prolongación de la vida, transplantes de órganos, la reproducción, el consejo genético y la medicina predictiva tienen un alcance colectivo y de bien común que dice relación con la promoción de un bien común. La pandemia de COVID-19 es reve-ladora de esta dimensión: de la necesidad de pen-sar en instituciones sociales como la educación o los sistemas sanitarios en su conjunto, que es algo más que la estructura material (hospitales o clíni-cas), sino que en la función y el orden que deben ocupar en la sociedad, donde la bioética sea algo más que una ética aplicada a una situación parti-cular. En una reciente publicación73, se analizan importantes tópicos sociales acerca de derechos reproductivos, explotación, comodificación, in-vestigación médica, protección del medio ambien-te entre otros temas de indudable interés, pero su enfoque conceptual está fundamentalmente defi-nido por una orientación liberal y basado en los derechos individuales. Cuando se observa la ex-periencia inédita de países como España e Italia, enfrentados a la pandemia de COVID-19, defi-niendo hacer vivir/dejar morir, para retomar una fórmula de Foucault que caracteriza la biopolítica contemporánea, de sistemas sanitarios en proceso de privatización (pese a pertenecer a países con una cultura política que aprendió tempranamente a comienzos del siglo XX que la desigualdad so-cial y económica creciente como producto de la industrialización de sus países debía compensar-se con dos sistemas “buffer”: salud y educación de acceso universal y a bajo costo, pensamos que este problema es un problema bioético necesario de discutir en nuestro país, más allá de aspectos de gestión u económicos-administrativos, que han caracterizado las discusiones de reforma al sistema sanitario en Chile. Un principio de equi-dad y de justicia “real” para todos los ciudadanos debiera presidir la estructura del servicio sanita-rio, que debiera caracterizarse por su globalidad,

73 Cf Eduardo Rivera-López • Martin Hevia Editors “Controversies in Latin American Bioethics”, Springer, 201974 “Health and health care gradients and disparities are on the rise, fueled by an epidemiological turn from infectious to chronic degenerative diseases that are associated with socioeconomic determinants and aggravated by man-made risks, such as accidents, ecological deterioration, violence, health disrupting life styles, and unwholesome individual behavior. The reassessment of cultural and personal values indicates the need for applied ethical perspectives to become incorporated into the deliberations of public policies, thus bringing to the forefront the development of bioethics in public health”. Cf. Kottow, M. “From Justice to Protection. A Proposal for Public Health Bioethics”. Springer Briefs in Public Health, 2012.

universalidad y accesibilidad independientemente de los medios con los que cuente el individuo. Los medios técnicos y de gestión deben subordinarse a los fines de la organización. En Chile, el trabajo académico de M. Kottow74, debe considerarse un esfuerzo sistemático de pensar la bioética en este sentido.

V.- CONCLUSIONES

La genealogía del cuerpo en medicina nos per-mite extraer varias conclusiones que requieren un estudio y profundización mayor.

1.- La categoría analítica “cuerpo” es central a la medicina en el contexto de su desarrollo cultural e histórico, como también a la teoría social para comprender las interrelaciones sociales, políticas y económicas de la práctica médica

2.- En general, a lo largo del desarrollo histórico y cultural de la medicina, podemos distinguir tres concepciones del cuerpo, que remiten a diferen-tes formas de gobernar sus procesos de salud y enfermedad:

• El cuerpo cósmico: propio de la medicina griega clásica y de otras culturas, que se extiende hasta el siglo XVIII en occiden-te, incluso con ramificaciones actuales. Su fisiología humoral inestable y en equilibrio precario en constante relación y poroso al medio externo, exigía a la práctica médica una constante vigilancia y monitoreo de los signos y síntomas de las enfermedades, lo que permite construir una rica fenomeno-logía clínica y desarrollar una terapéutica compleja para recuperar el balance necesa-rio a un cuerpo saludable, en estrecha rela-ción con una filosofía natural. El resultado fue una medicina a nivel micro-político (de los individuos) que llamaba a la auto-mode-ración a través de varios regímenes sanita-rios que ofrecían guías de comportamiento físico y moral y en general invitaban a la temperancia como prevención de la enfer-medad o prescripción de una vida saludable.

Bustos Domínguez R.

127

• El cuerpo anátomo-fisiológico: El despla-zamiento del cuerpo cósmico-humoral a una forma corporal sólida fue un proceso largo y difícil que remonta a los griegos (Herófilo, Erisestrato), a la filosofía aristo-télica y posteriormente (vía la medicina ára-be) llega a occidente con el Renacimiento italiano y los primeros artistas-anatomistas, entre ellos Leonardo, Harvey y Vesalio. La revolución científica del siglo XVII (Galileo, Newton), en conjunción con la filosofía moderna naciente (especialmente Descartes), permitió la idea de espaciali-zación del cuerpo y de una nueva mirada anatómica y clínica, sustentada en una aná-tomo-fisiología tisular que da respuesta a la etiología de la enfermedad, y facilitando el reconocimiento de regularidades y relacio-nes entre la clínica y las lesiones subyacen-tes para dar origen a una medicina científi-ca y positivista, que conocemos hasta ahora como eficaz reguladora del desorden social que implica la enfermedad. Paralelamente, la irrupción del mercado y las leyes eco-nómicas y filosóficas de tipo liberal, reco-nocen los cuerpos como cuerpos valiosos, necesarios de cuidar y preservar en salud, lo que permite el despliegue del cuerpo ana-tómico como cuerpo colectivo que fija es-tándares de normalidad y anormalidad apli-cable a todos los seres humanos y en todos los tiempos, dando origen a una disciplina médica y a una proto medicalización social, una especie de Salud Pública incipiente, que se desarrollara plenamente en el siglo XX, como políticas preventivas y políticas pú-blicas, con el reconocimientos de derechos individuales y colectivos a la salud asocia-dos a una macro-política regulada por la economía.

• El cuerpo molecular: es el que preside el desarrollo de la medicina bio-tecnológica actual que considera a la genética y el cono-cimiento molecular como el último umbral conocido de la vida, y la fuente de certi-dumbre o verdad del gobierno de la salud y enfermedad. En estrecha relación con una

forma de desarrollo neocapitalista y una filosofía fundada en el “homus economi-cus”, que estimula el deseo y el consumo de salud, incorporando a la medicina en un complejo mundo de intereses e inversiones que desvirtúa sus fines.

3.- El desarrollo de un nuevo campo de conoci-mientos, --la epigenética—, pone en duda la posi-ción central del cuerpo molecular en el desarrollo de la medicina y salud pública actual, asociada a la individualización y al mercado neoliberal, y pone de relieve un cuerpo poroso, permeable a las con-diciones ambientales y sociales que explican des-igualdades y vulnerabilidades a la enfermedad y la muerte. Paralelamente, la aparición de una nueva pandemia viral (COVID-19), además de ratificar las influencias del medio externo a la corporali-dad, ha revelado las insuficiencias y disparidades de acceso a una atención sanitaria, que tiende a la privatización y responsabilización individual del riesgo en momentos de desastres epidemiológi-cos, donde la medicina molecular es impotente de controlar el caos que implica la enfermedad. Una nueva epistemología de la medicina se hace necesaria.

4.- La bioética, como respuesta al desarrollo bio-político en medicina, ha quedado atrapada en una bioética clínica, funcional a un pensamiento individual propio de una filosofía liberal que exa-cerba la autonomía de la voluntad como principio regulador de las relaciones de la medicina con los individuos, en detrimento de una bioética pública que dé cuenta de las desigualdades e iniquidades de las políticas públicas de orientación neolibera-les frente a la enfermedad y el riesgo que revela la epigenética molecular y la aparición de pandemias como la de COVID-19.

5.- Finalmente, la genealogía del cuerpo en sus relaciones con la medicina, la política y la econo-mía, hace necesaria una discusión profunda sobre los fines de la medicina y las prácticas médicas contemporáneas.

Santiago, 30/3/2020

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 (Suplemento 1)

DOSSIER PANDEMIA

129

Aplanar la curva... de los papers. Articulismo científico y extravíos del conocimiento en situación

de crisisNelson Arellano-Escudero1

En la página web de revista Science Magazine Jeffrey Brainard (2020) es reconocido como editor asociado de noticias en 2017. Aclaran que cubre una variedad de temas y edita la sección Breve en la revista impresa. El 13 de Mayo de 2020 fue publicado su artículo-post: “Scientists are drowning

in COVID-19 papers. Can new tools keep them afloat?”.El viejo problema del iceberg de la producción de literatura vuelve a encarar al Titanic de la ciencia. El

llamado de atención de Brainard acerca de que los/las científicos/as se están ahogando en los artículos producidos en relación a COVID-19 busca una respuesta en las nuevas herramientas para mantenerlos a flote.

Pero, tal como nos enseña Elena de la Aldea (2019) y ella con Ignacio Lewkovic (2014) la urgencia, esa tramposa, tiene una doble faz en esta ocasión. Una de las urgencias por la crisis de 2019-2020 y otra por el cruce del río Leteo: las formas del olvido (1998) en relación al problema de la producción de conocimiento.

Brainard destaca que en Enero 2020 las estimaciones calcularon 23.000 artículos relacionados con COVID19 y que cada 20 días esta cifra se duplicaba. Aparentemente una proyección alarmista que hablaba de millones de artículos científicos para mediados de 2020 fue eliminada de esta publicación (esto quizás asociada a esta correción: “*Correction, 15 May, 10 a.m.: This story has been updated to remove an inco-rrect statement that the CORD-192 data set holds exclusively English-language papers.”)

Las cifras, de cualquier manera, son abrumadoras y, como se señala allí, para algún especialista signifi-caba enfrentarse a una producción de 4.000 artículos por semana. Desde luego, simplemente imposible de procesar, pero, la otra faceta del problema es la calidad de esa información. Esto es un asunto de data mayor y revela que la contingencia se ve prisionera de un problema estructural: al menos el 20% de las publicaciones se encuentra bajo barreras de pago, es decir, un conocimiento científico que no es gratuito.

Añadamos a ello, que la pesquisa necesaria para ratificar la calidad de la producción de conocimiento es un desafío de gran alcance y de larga data (Brainard & You,2020).

El problema en Chile ha tenido otro carácter que ni siquiera llega a tocar los aspectos de vigilancia epis-temológica o metodológica, sino que refiere al complejo y difícil campo del manejo político de los datos, los aspectos políticos de la ciencia y la ciencia en la política (Mechanic, 1974), en lo que podremos incluir subcampos como el de la diplomacia y la ciencia (Turekian & Neureiter, 2012).

Agrupaciones como Ciencia con Contrato (2020), red de Investigadoras (2020), entre otras3, muestran no solo las constantes en las formas de discriminación y menoscabo a las comunidades científicas, sino que en estos meses han dejado en evidencia las complejas relaciones de poder en las formas de manejo de dato en situaciones de crisis (Gutiérrez, 2020).Son, también, las consecuencias que nos dejan autoridades que juegan a construir castillos de naipes.

1 Universidad Academia de Humanismo Cristiano (UAHC): Instituto de Humanidades, NIDAS/DETLA. Correspondencia a:[email protected] Open Research Dataset Challenge (CORD-19)3 De manera plural se deben considerar voces como las provenientes de: Redes Chilenas (RECH), Asociación Nacional de Investigadores de Postgrados (ANIP), Asamblea por el Conocimiento (ACI), Frente por el Conocimiento (FPC), Asociación de Artes y Humanidades (AyH), Más ciencia para Chile (+Ciencia), Las asambleas de postgrado de las distintas universidades y las asociaciones de funcionarios, sin que este listado sea exhaustivo.

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 (Suplemento 1) DOSSIER PANDEMIA

130Arellano-Escudero N.

REFERENCIAS

• AUGÉ, Marc (1998) Las formas del ol-vido, Barcelona, Gedisa. Les formes de l’oubli, París, Editions Payot, 1998

• Brainard, Jeffrey (2020) “Scientists are drowning in COVID-19 papers. Can new tools keep them afloat?”, May. 13, 2020 , 12:15 PM, Posted in: Scientific Community Coronavirus doi:10.1126/science.abc7839

• Brainard, Jeffrey & You, Jia (2020) “What a massive database of retracted papers reveals about science publishing’s ‘death penalty’”, Oct. 25, 2018 , 2:00 PM Posted in: Scientific Community doi:10.1126/science.aav8384

• Ciencia con Contrato (2020) cuenta de Twitter @CienciaContrato, recuperada de internet el 27 de mayo de 2020: ht-tps://twitter.com/CienciaContrato?ref_src=twsrc%5Egoogle%7Ctwcamp%5E-serp%7Ctwgr%5Eauthor

• De La Aldea, Elena y Lewkovic, Ignacio (2014) Cuidar al que cuida. Subjetividad

• Heroica. Buenos Aires: Editorial Los Talleres.

• De la Aldea, Elena (2019) Los cuidados en tiempos de descuido. Santiago de Chile: LOM editores.

• Gutiérrez, Claudio (2020) Gobierno y datos del Covid-19: secretismo, mani-pulación y democracia, publicado en CIPER-Chile el 21.04.2020, recuperado de internet el 27 de mayo de 2020: ht-tps://ciperchile.cl/2020/04/21/gobier-no-y-datos-del-covid-19-secretismo-ma-nipulacion-y-democracia/

• Mechanic, D. (1974). Politics, medicine, and social science (pp. 271-278). New York: Wiley.

• Red de Investigadoras (2020) Quienes Somos, recuperado de internet el 27 de mayo de 2020: https://redinvestigadoras.cl/

• Turekian, V. C., & Neureiter, N. P. (2012). Science and diplomacy: The past as prologue. Chemistry in Australia, (Dec 2012), 26.

133

Conversatorio con Marie Andy Sanozier. Asesora legal laboral para inmigrantes Haitianos

Buenas tardes,

Mi nombre es Marie Andy Sanozier de nacionalidad Haitiana, con 34 años, pronto cumpliré 4 años aquí en Chile. Soy asesora social laboral, trabajo como relatora de idiomas, imparto clases de español para mi-grantes haitianos y Kreyòl, hispanohablantes.

Hoy quiero hablar de los migrantes durante la pandemia. No soy nadie para hablar en nombre de “todos los migrantes”, pero si por las experiencias vividas como asesora socio laboral que trabaja directamente con migrante. Durante la pandemia, con un grupo de amigos, nos unimos para poder brindar un poco de apoyo a algunas personas con un poco de comida que han sido donadas a por algunos empresarios. Gesto que agradecemos con el alma, ya que muchos en este momento están pasándolo mal debido a varios sucesos, uno de ellos el Covid-19 a nivel mundial, el estallido social en Chile que también nos dejó con mucho dolor de cabeza, sobre todo a las personas migrantes que perdieron sus empleos, son personas que trabajan para ayudar a sus familiares tanto acá como en sus países.

Desde el principio del mes de marzo apareció en Chile el Covid-19 que trajo consigo muchos cambios que ha perjudicado al mundo entero, pero también a nosotros los migrantes, sobre todo los que estamos en Chile. La tan rápida expansión de dicho virus causó además de la crisis sanitaria, ha afectado la econo-mía y la estabilidad emocional de las personas. Todos los migrantes que están, -para no generalizar- pero gran parte de los migrantes están en otro país trabajamos para mejorar nuestro futuro y el de nuestra familia

En Chile ha sido súper complicado la obtención de la cedula de identidad para muchos. La pandemia demostró que había forma de agilizar los procesos de solicitud. Los extranjeros han tenido que soportar desde madrugadas bajo cero grado hasta meses de espera para solicitar el pago de una multa. Tantas penurias solo para poder conseguir un pequeño plástico, sin eso, uno no es nadie. El tenerlo tampoco garantiza una estabilidad ya que algunos lo tienen pero tampoco pueden conseguir un empleo debido a las tantas brechas que existe en el sector empresarial.

La incertidumbre y la angustia de no saber cuándo acabara todo eso, perturbado emocionalmente y económicamente a todos.

Con la resolución n° 34 que salió unos meses atrás, muchos extranjeros creyeron haber visto la luz al final del túnel. Se suponía que sería de gran ayuda para los que tienen meses sin poder trabajar esperando que se le otorgue el nuevo documento. En Chile la temporaria dura un año y después hay que postular para la visa definitiva, o postular para otra temporaria, depende de la que obtuvo al principio. De lo mencionado anteriormente, no ha sido respetado por ninguna institución, sobre todo las públicas, yo creo que la única institución -donde yo he escuchado- que reciben ese documento es en la AFC y los bancos (en algunos bancos), para las empresas y el mismo SENCE, no está permitiendo que las personas puedan capacitarse para poder obtener mayor posibilidad.

Encuentro súper injusto, súper mal pensado, muy inhumano hacer que una persona dependa en estos momentos de crisis de un plástico -de verdad-, sabiendo que hay muchas personas pasando hambre, mu-chas personas que no tienen cómo pagar el arriendo, que están durmiendo en la calle de hecho porque no tiene cómo pagar el arriendo... porque tuvieron que desalojar donde estaban viviendo y si solicitan un empleo, lo condicionan a un plástico,

De verdad no entiendo hasta donde llega la maldad, la mala fe de las personas ver o escuchar a las perso-nas que te digan “mi empleador me despidió”, “mi empleador me obligó a firmar mi renuncia”, conozco personas haitianas quienes han sido despedidas u obligadas a firmar su auto despido sin conocimiento de

Cuad Méd Soc (Chile) 2020, 60 (Suplemento 1) DOSSIER PANDEMIA

134Andy Sanozier M.

lo que están firmado. Encuentro que es un crimen de parte de algunas personas.

El viernes lloré demasiado, lloré lloré... lloré, tuve mucha rabia! Ver que nadie está hablando de eso, es cierto que estamos en momentos de crisis, pero está también la necesidad de las personas, que no se llenan con una simple caja, de qué sir-ve tener una caja de alimentos si no hay gas para poder cocinar, de qué sirve tenerla y no poder

disfrutarla porque donde vive el dueño le ha dado fecha para desalojar, sin saber para donde va ir, y no tiene otro lugar para vivir ni dinero para regre-sar a su país.

Son temas muy importantes que se deberían visibilizar para que podamos tener una mejor sociedad.

Muchas gracias.

INSTRUCCIONES A LOS AUTORES

ALCANCE Y POLÍTICA EDITORIAL

Cuadernos Médico Sociales publica trabajos originales sobre Salud Pública y Medicina Social, en español, inglés o portugués, en cuatro números al año (marzo, junio, septiembre, diciembre).

Dentro de los objetivos de Cuadernos Médico Sociales se encuentra estimular la reflexión y la in-vestigación científica en el ámbito de la Salud Pública y de la Medicina Social, difundir temas relevantes a estas áreas del conocimiento, donde se integren quienes estudian o trabajan en las distintas disciplinas (ciencias naturales, biológicas, sociales y/o de la conducta, humanidades médicas y otras) e instituciones relacionadas con la salud colectiva. Hacer llegar a las autoridades, dirigentes, profesionales y estudiantes de postgrado aquellas experiencias, análisis y resultados de investigaciones que contribuyan a desarrollar una concepción integral de la salud y de la atención de salud.

Se preferirá resultados de investigaciones y/o experiencias en torno a ámbitos específicos de la Salud Pública y de la Medicina Social, tanto de metodología cuantitativa como cualitativa, que contribuyan a desarrollar una concepción integral de la salud y de la Atención de Salud. Se publican también Notas, Comentarios, Reseñas y Cartas al editor.

Los trabajos que cumplan con los requisitos formales, serán sometidos a revisión por expertos. La nó-mina de revisores consultados se publica una vez al año. La revista se reserva el derecho de hacer modifi-caciones de forma al texto original.

FORMA Y PREPARACIÓN DE MANUSCRITOS

Un Manuscrito en proceso de revisión en Cuadernos Médico Sociales no podrá ser enviado a otro me-dio de publicación para los mismos fines. Se sugiere que los trabajos enviados se ajusten a las siguientes instrucciones:

1. 1. La extensión máxima será de 20 páginas a espacio sencillo1, tipo Arial 11 con un margen de 3 cm., incluyendo tablas y gráficos. Las ilustraciones y tablas deben enviarse en páginas separadas, indican-do claramente el título, Tabla xx o Figura xx. En el caso de los cuadros en su parte superior y de las figuras en su parte inferior, numeración, fuentes y el sitio en que serán intercaladas; deben venir en el archivo original y no ser insertados como “objetos”. No se usarán colores. Las notas al texto deben venir al final de cada página con números correlativos. Las tablas no deben contener grises en su interior, ni líneas verticales. Una línea horizontal sobre los títulos de las columnas y otra debajo. La tabla termina con una línea horizontal. No incorpore más líneas en su interior.

2. Los artículos de investigación deben dividirse en las siguientes secciones:a. Título y autores. El título puede tener hasta 84 caracteres, incluyendo los espacios entre las palabras y además debe estar traducido al inglés. Los autores figurarán con el nombre y apellido; en nota al pie se consignará la profesión, cargo y principal grado académico. Se colocará la dirección electrónica del autor a cual deberá dirigirse la correspondencia.b. Resumen. No debe tener más de 250 palabras, con los objetivos, métodos, resultados y conclu-siones principales. Agregar una versión en inglés. Colocar entre dos y seis palabras clave (descripto-res), según la nomenclatura consignada en: http://decs.bvs.br/E/homepagee.htmc. Introducción. Describa brevemente el objetivo de la investigación y explique su importancia. d. Material y Métodos. Describa los procedimientos y materiales utilizados, incluyendo los deta-lles necesarios que permitan repetir la experiencia en futuras investigaciones. e. Resultados. Presente sus resultados en secuencia lógica. No repita en el texto todos los datos presentados en tablas o ilustraciones. Enfatice o resuma solamente las observaciones importantes.f. Discusión. Enfatice los aspectos nuevos e importantes del estudio y las conclusiones derivadas de ellos. Incluya en esta sección las implicancias de sus hallazgos, tanto como sus limitaciones. Evite detalles ya presentados en las secciones Introducción y Resultados. g. Conclusiones y perspectivas

1 Los autores que deseen enviar trabajos más extensos, serán recibidos por el comité, para una evaluación especial.

h. Referencias. Limite las referencias (citas bibliográficas) idealmente a 30. Incluya las referencias aparecidas en revistas chilenas, incluyendo las publicaciones pertinentes aparecidas Cuadernos Médico Sociales. Las eferencias deben seguir formato APA. Incluirlas en el texto con el apellido del pirmer autor entre paréntesis.

Además cada autor deberá especificar Institución de afiliación, si trabaja en más de una, especificar la principal o la que el autor desea que aparezca. Indicar además ciudad y país.

ENVÍO DE MANUSCRITOS

Los artículos deben enviarse al correo electrónico de la secretaría de Cuadernos Médico Sociales al co-rreo-e: [email protected]

Cada autor tendrá derecho a un ejemplar del número en que aparece su artículo, sin costo. Los apartados deberán solicitarse al momento de enviar el trabajo; su costo será de cargo del autor.

Autoría

RESPONSABILIDAD DE AUTORIA

El siguiente documento debe ser completado por todos los autores de manuscritos.

TITULO DEL MANUSCRITO:

DECLARACION: Certifico que he contribuido directamente al contenido intelectual de este manuscrito, a la génesis y análisis de sus datos, por lo que estoy en condiciones de hacerme públicamente responsable de él y acepto que mi nombre figure en la lista de autores.

Conflicto de intereses: NO: SI: (Explique):

NOMBRE Y FIRMA DE CADA AUTOR CODIGOS DE PARTICIPACION

Mail para correspondencia:

Cuadernos Médico Sociales, revista de salud pública del Colegio Médico de Chile.Fundada en el año 1959.

Publicación trimestral. Cuadernos Médico Sociales

2020; Vol 60, Nº2

Fotógrafía de portada: Patricia García, ilustración de portada del libro Situaciones de Calle, editado por Fundación Gente de la Calle en 2019

Fotografías de interior: Diego Silva Flores. Periodista en práctica Fundación Gente de la CalleSebastián Godoy Rivas. Editor CMS

Esmeralda 678, Santiago de Chile.