Mr Holmes/Mitch Cullin

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Estamosen1947.SherlockHolmesseretiródesulaborcomoinvestigadorhaceyamuchotiempo y ahora es un anciano de noventa y tres años. Vive en una granja remota, enSussex,consuamadellavesyeljovenhijodeesta.Cadadíaatiendeasusabejas,escribeensudiarioysedacuentadequevaperdiendo facultades.Aunquesiguenproponiéndoleque investigue algunos extraños casos, él está tan alejado de esa vida que no quiere niescucharlos.Sehaconvertidoenunhombregruñónyencerradoenlosrecuerdos.

A través de esos recuerdos llega a un momento de su vida en que tiene que plantearsepreguntasque,talvez,niélmismosabíaqueteníaqueresolver,yreflexionarásobrelavida,el amor, los límites de las habilidadesmentales y sobre lamuerte: la suya propia y la deaquellosquelerodean.

Mr.Holmesesuna recreaciónexcepcionalde losúltimosañosdeldetectivemásconocidodelmundoyunanovelaarrolladorasobrelosmisteriosdelasrelacioneshumanas.

«Extraordinario…nuestrohéroe(nuestroeternohéroe)nuncahasidomásheroico,nimáshumano».

TheVillageVoice

«Desgarradoraygenialmenteescrita».

SanFranciscoChronicle

«UnaambiciosanovelaqueexaminaaundebilitadoaunqueintelectualmentecuriosoHolmesmientrashacefrentealashumillacionesdelavejez».

PublishersWeekly

«UnodelosmejoreshomenajesaSherlockHolmes.Elaudazpasoadelantedeunescritorprodigioso».

KirkusReviews

«Unaobraencantadorayamable, llenadesutileza,debuenosmodalesydesentimientos.Esloquetodanoveladeberíaser».

TheWashingtonPost

«Unanálisisinteligenteyconmovedordelacondiciónhumana».

LosAngelesTimesBookReview

«ElHolmesdeestanovelaesunpersonajemermadoy tambiénenternecedor…Porque,apesardesugenialidad,sabequeelamoresloúnicoquenuncahaentendido».

TheNewYorkTimes

MitchCullin

Mr.HolmesePubr1.0

T it ivillus12.08.15

Títulooriginal:AslighttrickofthemindMitchCullin,2005Traducción:EvaGonzálezRosalesDiseñodecubierta:Titivillus(enbasealcarteldelfilmdirigidoporBillCondon,2105)

Editordigital:TitivillusePubbaser1.2

Paramimadre,CharlotteRichardson,aficionadaalosmisteriosyalasrutaspintorescasdelavida,

yparaeldesaparecidoJohnBennetShaw,quienmedejóacargodesubiblioteca.

«Estabaseguro,almenos,dequefinalmentehabíavistounrostroquedesempeñabaunpapelesencialenmivida,ydequeeramáshumanoeinfantilqueenmisueño.Sóloséeso,puesyahadesaparecidodenuevo».

MORIOKITA,Fantasmas

***

«¿Quéextrañavozcalladaesesaquehablaalasabejasynadiemáspuedeoír?»

WILLIAMLONGGOOD,Lareinadebemorir

1

Aquella tardedeverano, tras llegardesuviajeporelextranjero,entróensucaseróndepiedray

dejóelequipajejuntoalapuertadelanteraparaquesuamadellavesseocuparadeél.Enseguidaseretiró a la biblioteca, donde se sentó tranquilamente, feliz de encontrarse por fin rodeado por suslibrosyporlafamiliaridaddesuhogar.Habíaestadofueracasidosmeses,duranteloscualeshabíaatravesadolaIndiaenuntrenmilitar,habíanavegadoconlaArmadaRealhastaAustraliaydespuéshabíapuestopie,porfin,enlascostasdeunJapónocupadotraslaguerra.Paravolverhabíatomadolasmismasinterminablesrutasdelaida,normalmenteencompañíaderudoshombresdelejército,deentre los cuales pocos conocían al anciano caballero que comía o se sentaba junto a ellos (esevejestorio de lento caminar que buscaba en sus bolsillos una cerilla que nunca encontraba y quemascaba sin cesar un puro jamaicano sin encender). Aquellos rudos rostros sólo lomiraban consorpresa en las rarasocasiones en lasqueunoficial informaba sobre su identidad,y era entoncescuandosepercatabandeque,aunqueusabadosbastones,sucuerpopermanecíaerguido,ydequeelpasodelosañosnohabíaapagadolainteligenciadesusojosgrises.Sucabello,delcolorblancodelanieve,eratanfinoylargocomosubarba,quesiemprellevabaarregladaalestiloinglés.

—¿Escierto?¿Esusteddeverdad?—Muchometemoqueaúngozodetaldistinción.—¿EsustedSherlockHolmes?No,nomelocreo.—Nopasanada.Apenaspuedocreerloyomismo.Peroal final elviajehabíaconcluido,y le resultabadifícil recordar losdetallesde susdíasde

travesía.Susvacaciones,aunquelohabíanllenadocomounacomidasaciante,parecíanindescifrablesaposteriori, salpicadasdevez en cuandopor breves recuerdosquepronto se convertían envagasimpresionesyeraninvariablementeolvidadosdenuevo.Inclusoasí,teníalasintactashabitacionesdesugranja,losritualesdesuordenadavidacampestre,lafiabilidaddesucolmena.Paraesascosasnonecesitabatirardememoria;simplementehabíanidoarraigandoensuvidaalolargodedécadasdeaislamiento.Allíestabansusabejas:elmundoseguíacambiando,comolohacíaélmismo,peroellaspermanecían inmutables.Y después de que cerrara los ojos y su respiración se relajara, sería unaabeja la que le daría la bienvenida a casa; una obrera que se materializó en su pensamiento, loencontróenalgunaotraparte,seposósobresugargantaylepicó.

Porsupuesto,sabíaque,cuandounaabejatepicaenlagarganta,lomejoresbeberaguaconsal,para evitarmalesmayores.Obviamente, el aguijóndebería haber sido extraídode la piel antes, sipodía ser segundos después de la instantánea inyección del veneno.En sus cuarenta y cuatro añoscomo apicultor en la ladera sur de Sussex Downs, en los que había vivido entre Seaford yEstarbourne,conlapequeñaCuckmereHavencomopoblaciónmáspróxima,habíarecibidosietemilochocientasdieciséispicadurasdeabejasobreras, lamayoríaenlasmanosyenlacara,avecesenloslóbulosdelasorejas,elcuelloolagarganta.Lascausasyconsecuenciasdecadaunadeaquellaspicaduras habían sido estudiadas concienzudamente ymás tarde registradas en uno de losmuchos

librosdenotasqueteníaeneldespachodelático.Esas apenas dolorosas experiencias, con el tiempo, le habían hecho dar con una variedad de

remediosenfuncióndeenquépartesdelcuerpohubierasufridolapicaduraycuánprofundafuera.Porejemplo,salconaguafría,jabónlíquidomezcladoconsalydespuésmediacebollacrudasobrelazonairritada.Cuandolasensacióneraespecialmentedesagradable,arcillaobarrohúmedopodíansolucionarelproblema,siemprequeserepitieranlasaplicacionescadahorahastaladesaparicióndelahinchazón.Sinembargo,parapaliareldoloryprevenirlainflamación,lasoluciónmásefectivaera,cuantoantes,frotartabacohúmedosobrelapiel.

Sin embargo, en aquel momento (sentado en la biblioteca, durmiendo en su butaca junto a lachimeneaapagada),mientrassoñaba,entróenpánicoyfueincapazderecordarloqueteníaquehacertraslasúbitapicadurasobresunuezdeAdán.Sevioasímismoallí,enelsueño,depieenunextensocampodecaléndulas,agarrándoselagargantaconsuslargosyartríticosdedos.

Lainflamaciónyahabíacomenzadoysobresalíabajosusmanoscomounapronunciadavena.Elmiedo lo paralizó y se quedópetrificadomientras la hinchazón crecía hacia fuera y hacia dentro;mientraslaabultadaprotuberanciaseparabasusdedos,ysugargantasecerrabasobresímisma.

Y allí también, en aquel campo de caléndulas, se vio contrastando entre el rojo y el amarillodorado bajo sus pies.Desnudo, con su pálida piel expuesta sobre las flores, parecía un relucienteesqueletocubiertoporunafinacapadepapeldearroz.Habíadesaparecidolalanayeltweed[*][1]deluniformede su retiro, la solvente ropa que había llevado a diario desde antes de laGranGuerra,durante la segundaGranGuerra y hasta su nonagésimo tercer cumpleaños.Llevaba el cabello tancorto que dejaba ver el cuero cabelludo; su barba había quedado reducida a un bozo sobre suprominentemandíbulaysusdemacradasmejillas.Losbastonesqueloayudabanensucaminar(losmismosqueestabansobresuregazoenlabiblioteca)tambiénhabíandesaparecidoenelinteriordesusueño.Peroélpermanecíaenpie,apesardequesuconstreñidagargantabloqueabaelpasoyleimposibilitabarespirar.Sólosemovíansus labios,que tartamudeabanensilencioenbuscadeaire.Todolodemás(sucuerpo,lasflores,lasnubesdelcielo)parecíainmóvil,todosemanteníaestático,exceptoaquellostemblorososlabiosyunasolitariaabejaobreraquedeambulabaconsusatareadaspatitasnegrassobresufrentearrugada.

2

Holmes despertó con un jadeo. Abrió los párpados ymiró la bibliotecamientras se aclaraba la

garganta.Entoncessepercatódelainclinacióndelosmenguantesrayosdesolqueentrabanporunaventanaorientadaaloesteeinhalóprofundamente:laslucesylassombrassobrelasenceradaslamasdel suelo, que reptaban como manecillas de reloj justo lo suficiente para rozar el borde de laalfombrapersaqueseextendíabajosuspies,ledijeronqueeranexactamentelascincoydieciochodelatarde.

—¿Yasehadespertado?—lepreguntólaseñoraMunro,sujovenamadellaves,deespaldasaél.—Asíes—lecontestóHolmes,conlamiradafijaensudelgadasilueta,enelcabellolargoque

llevabarecogidoenunmoñodelquecaíantirabuzonescastaños,sobresuesbeltocuello,yenelnudotraserodesudelantal.

La mujer cogió la correspondencia (cartas con sellos extranjeros, pequeños paquetes, sobresgrandes)deunacestademimbrequehabíasobrelamesadelabibliotecay,talycomohacíaunavezporsemana,empezóaordenarlosenmontonessegúnsutamaño.

—Estaba haciéndolomientras dormía, señor. Ese sonido estrangulado…Estaba haciéndolo denuevo,igualqueantesdemarcharse.¿Letraigounvasodeagua?

—Nocreoqueseanecesario—ledijo,yagarrócasisindarsecuentalosdosbastones.—Comodesee,señor.Lamujersiguióordenandolacorrespondencia:lascartasalaizquierda,lospaquetesenelcentro,

los sobresgrandes a la derecha.Durante la ausenciadeHolmes, lamesa, quenormalmente estabavacía, se había llenado de inestables montones de correspondencia. Él sabía que habría regalos,objetos extraños enviados desdemuy lejos. Habría peticiones de entrevistas para alguna revista opara la radio, y súplicas de ayuda (una mascota extraviada, un anillo de bodas robado, un niñodesaparecido, un surtido de otras nimiedades desesperadas que era mejor no contestar). Tambiénestaríanlosmanuscritosenbuscadepublicación:engañosasyescabrosasobrasdeficciónbasadasensus aventuras pasadas, idealistas tratados de criminología, recopilaciones de misterio junto alisonjerascartasenbuscadepromoción,deuncomentariopositivoparaunafuturaportadao,talvez,una introducción al texto. Rara vez respondía a alguna de ellas, y nunca se dejaba enredar porperiodistas,escritoresogentequebuscabapublicidad.

Aun así, examinaba concienzudamente cada carta que recibía y revisaba el contenido de cadapaquete que le enviaban. Ese único día de la semana, sin importar el calor o el frío propio de laestación, trabajabaante lamesaalcalorde lachimenea,abriendosobresyexaminando lacartaencuestión antes de hacer una bola de papel y tirarla a las llamas. Los regalos, sin embargo, losapartabaylosdepositabacuidadosamenteenlacestademimbreparaquelaseñoraMunrolosdonaraa aquellos que organizaban obras benéficas en el pueblo. Pero, si una misiva abordaba un temaconcreto, si evitaba los halagos serviles y aludía inteligentemente a una fascinación mutua poraquelloquemásleinteresaba(elproyectodeproducirunareinaapartirdeunhuevodeobrera,los

beneficiosparalasaluddelajaleareal,quizásunanuevaperspectivasobreelcultivodeunahierbaaromática autóctona como el pimentero japonés, rarezas de la naturaleza procedentes de lugaresremotosque,comocreíaqueocurríaenelcasodelajaleareal,teníanlacapacidaddeapaciguarlaatrofia que azotaba las mentes y los cuerpos ancianos) la carta tenía bastantes posibilidades desalvarsedelaincineración.Enlugardeeso,terminabaenelbolsillodesuchaquetaysequedabaallíhastaquevolvíaaexaminarlaconmásatenciónensuescritoriodeldespachodelático.Aveces,esas«cartasafortunadas»lollevabanaalgunaparte:aunherbariojuntoaunaabadíaenruinascercadeWorthing, donde crecía un extraño híbrido de lampazo y acedera; a una explotación apícola a lasafuerasdeDublínquehabíaproducidoporazarunamielligeramenteácida,aunquenodesagradable,productodelahumedadquehabíacubiertolosbastidoresenunaestaciónespecialmentecálida;hacíapoco a Shimonoseki, una aldea japonesa cuya especialidad era la cocina en la que se empleabapimientadeSichuan,unaespeciaque,juntoaunadietadepastademisoysojafermentada,parecíaprolongar lavidade los lugareños.Lanecesidadde conocerydocumentardeprimeramanoesosextraños alimentos que posiblemente alargarían la vida era el objetivo principal de sus años desoledad.

—Sevaapasarunbuenratoentretodoestedesorden—dijolaseñoraMunro,señalandoconlacabeza losmontonesdecorrespondencia.Despuésdedejar lacestavacíaenelsuelo,sedirigiódenuevoaél—:Haymás,¿sabe?Enelarmariodelvestíbuloprincipal.Esascajasmeteníantodalacasadesordenada.

—Muybien,señoraMunro—lecontestóconsequedad,intentandoevitarcualquiercolaboraciónporsuparte.

—¿Traigoelresto?¿Oesperoaquehayaterminadoconesto?—Espere.Miróhacialapuertayleindicóconlosojosquepodíaretirarse.Peroellaignorósumiradayse

detuvoparaalisarsudelantalantesdecontinuar:—Hay un montón enorme… En ese armario del vestíbulo, ¿sabe? No se puede imaginar el

montóntanenormequees.—Esoheentendido.Creoque,porelmomento,meconcentraréenloquetengoaquí.—Yodiríaqueintentaustedabarcardemasiado,señor.Sinecesitaayuda…—Puedohacerlosolo,gracias.Miróhacialapuerta,fijamenteestavez,einclinólacabezaensudirección.—¿Tiene hambre? —le preguntó la mujer, y dio un paso vacilante hacia el haz de luz que

iluminabalaalfombrapersa.El ceño fruncido de Holmes la detuvo en seco, pero relajó un poco la expresión contrariada

cuandolamujersuspiró.—Enabsoluto—lecontestó.—¿Elseñorcenaráestanoche?—Si no queda más remedio, supongo que sí. —Por un momento, la imaginó trabajando

atolondradamenteenlacocina,derramandoasadurassobrelasencimerasotirandomigasdepanyunas buenas rebanadas de queso Stilton[2] al suelo—. ¿Pretende cocinar su insulso pudin desalchichas?

—Ustedmedijoquenolegustaba—lerespondió,sorprendida.—Ynomegusta,señoraMunro,deverdadquenomegusta…Almenosnosuversióndelplato.

Supasteldecorderoypuré,porotraparte,esexcepcional.Elrostrodelajovenseiluminó.Entoncesfruncióelceño,pensativa.—Bueno, veamos, tengo algo de ternera del asado del domingo. Podría usar eso, pero sé que

ustedprefiereelcordero.—Laterneraesaceptable.—Pastel de ternera y puré, entonces —dijo, con una repentina urgencia en la voz—. Ya he

deshechosuequipaje.Nosabíaquéhacerconesecuchillo tanextrañoqueha traído,asíque lohedejadojuntoasualmohada.Tengacuidadodenocortarse.

Elhombresuspiróexageradamenteycerrólosojosparahacerladesaparecerdesuvista.—Se llama kusun-gobu[3], querida, y le agradezco su preocupación. No me gustaría que me

apuñalaranenmipropiacama.—¿Quiénquerría?Buscó en un bolsillo del abrigo con lamano derecha y tanteó con los dedos los restos de un

jamaicanoamediofumar.Pero,parasuconsternación,habíaperdidoelpuroenalgunaparte.Talvezloextravióalbajarsedeltren,cuandoseinclinópararecuperarunbastónqueselehabíaresbalado…Esposible que el jamaicano hubiera escapadode su bolsillo entonces, que hubiera caído al andénparaterminaraplastadobajoalgúnpie.

—Quizá—masculló—.Oquizá…BuscóenotrobolsillomientrasescuchabalaspisadasdelaseñoraMunrodesdelaalfombrahasta

lapuerta:sietepasos,suficienteparasacarladelabiblioteca.Susdedossecerraronalrededordeuntubocilindricocasidelamismalongitudycircunferenciaqueelreducidojamaicano,aunqueporsupeso y firmeza se dio cuenta inmediatamente de que no era el puro.Y cuando abrió los párpadoscontemplóunvialdecristaltransparentesobresupalmaabierta.Alacercarloasusojos,mientraslaluzdelsolsereflejabaeneltapónmetálico,vioalasdosabejasmuertasselladasensuinterior,unasobre la otra, con sus patas entrelazadas, como si ambas hubieran sucumbido durante un íntimoabrazo.

—SeñoraMunro…—¿Sí?—lecontestóella,dandomediavueltaenelpasilloyvolviendoapresuradamente—.¿Qué

pasa?—¿DóndeestáRoger?—lepreguntó,yvolvióaguardarelvialensubolsillo.Lamujerentróenlabibliotecaycubriólossietepasosquehabíanseñaladosupartida.—¿Perdón?—Suhijo,Roger.¿Dóndeestá?Todavíanolohevisto.—Pero,señor,sifueélquienmetiósuequipaje.¿Nolorecuerda?Ustedledijoqueleesperaraen

lascolmenas,quelonecesitabaallíparaunainspección.Unaexpresiónconfusaseextendióatravésdesupálidorostrobarbudo;tambiénlanzósusombra

sobreélesedesconciertoqueocupabalosmomentosenlosquenotabalapérdidadecontrolsobresupropiamemoria.¿Quémásestabaolvidando?¿Quémásseescurriríacomolaarenaentresuspuñoscerrados? ¿De qué podría estar seguro a partir de entonces? Aun así, intentaba desechar suspreocupacionesbuscandounaexplicaciónrazonablealoqueleconfundíadevezencuando.

—Por supuesto, tiene razón. Ha sido un viaje agotador, ya ve. No he dormidomucho. ¿Hacemuchoqueespera?

—Unbuenrato.Nohatomadoelté,aunquenocreoqueaélleimporte.Desdequesefue,seha

preocupadomásporlasabejasqueporsupropiamadre,seloaseguro.—¿Enserio?—Sí,pordesgracia,sí.—Bueno—dijo,asiendodenuevosusbastones—,entoncessupongoquenopuedohaceresperar

másalchico.Selevantódelabutaca,ayudándosedelosbastones,ysedirigióalapuertacontandoensilencio

cadapaso(uno,dos,tres)mientrasignorabalaspreguntasdelaseñoraMunroasuespalda.—¿Quierequeloayude,señor?¿Puedeustedsolo?Cuatro, cinco, seis.No vio cómo fruncía el ceñomientras él avanzaba lentamente, ni tampoco

cómoencontrósucigarrojamaicanosegundosdespuésdequeélabandonaralahabitación.Seinclinóantelabutaca,cogiócondosdedoselmalolientepurodelcojíndelasientoylotiróalachimenea.Siete,ocho,nueve,diez.

Oncepasos lo llevaronhasta elpasillo; cuatropasosmásde loquehabíanecesitado la señoraMunroydosmásquesumediapersonal.

Porsupuesto,concluyómientrasrecuperabaelalientoenlapuertadelantera,ciertalentitudporsupartenosería inesperada;habíaviajadopormediomundoyhabíavuelto,yhabía renunciadoasuhabitual desayuno de pan frito untado de jalea real. La jalea, rica en vitamina B, contenía unaimportantecantidaddeazúcares,proteínasyácidosorgánicos,yeraindispensableparamantenersuenergíaybienestar.Estabasegurodeque,sinestenutriente,sucuerpohabíasufridodealgúnmodo,ytambiénsumemoria.

Unavezfuera,lavisióndelatierrabañadaporelsoldelatardeestimulósumente.Lafloranoleplanteabaningunadisyuntiva,lassombrasnoseñalabanlosvacíosdonderesidíanlosfragmentosdesu memoria. Todo se mantenía como había sido durante décadas, y también él. Paseódespreocupadamenteporelsenderodelcaminojuntoaloslechosdehierbasydenarcisossilvestres,juntoalasbuddlejaspúrpurasyloscardosquesealzabanenespiral.UnasuavebrisamecíalospinosyHolmesdisfrutabadeloscrujidosqueproducíansuspiesysusbastonesenlagravilla.Simiraraatrássobresuhombrojustoahora,sabíaquelahaciendaestaríaocultatrascuatroenormespinos.Lapuertadelanteraylosmarcosdelasventanasadornadosconrosalestrepadores,lostoldossobrelasventanas,losmontantesdeladrilloexpuestodelosmurosexteriores…,lamayorpartedeelloapenasvisibleentreaqueldensotejidoderamasyagujasdepino.Másadelante,dondeterminabaelcamino,seextendíaunapraderaenriquecidaporunaabundanciadeazaleas,laurelesyrododendrostraslaquesecerníaunbosquecilloderobles.Y,bajoestos,dispuestoenlínearectaengruposdedoscolmenas,estabasuabejar.

Enpocotiempocomenzóacaminarporelcolmenarmientrasel jovenRoger,deambulandodecolmenaencolmenasinveloyconlasmangassubidas,ansiosoporimpresionarleconlobienquehabían sido atendidas las abejas en su ausencia, le explicaba que después de que el enjambre seasentaraaprimerosdeabril,apenasunpardedíasantesdequeHolmessemarcharaaJapón,habíansacadototalmentelacerabasedelinteriordelosbastidores,habíanconstruidosuspanalesyhabíanllenado cada celda hexagonal.De hecho, para su deleite, el chico ya había reducido el número debastidoresanueveporcolmena,porloquelasabejasteníanespaciodesobraparaprosperar.

—Excelente —dijo Holmes—. Has cuidado de estas criaturas de un modo admirable, Roger.Estoymuy satisfecho con la diligencia que hasmostrado.—Entonces, para recompensar al chico,sacóelvialdesubolsilloyselomostróentreundedoencorvadoyelpulgar—.Estoesparati—

dijo,yobservócómoRogeraceptabaelenvaseymirabasucontenidoconapaciblesorpresa—.Apisceranajaponica…Oquizápodríamosllamarlas,sencillamente,abejasjaponesas.¿Quéteparece?

—Gracias,señor.El chico le ofreció una sonrisa yHolmes se la devolvió,mirando sus perfectos ojos azules y

revolviéndoleligeramenteelcabellorubio.Acontinuación,inspeccionaronlascolmenasjuntos,sindecirnadaduranteuntiempo.Unsilencioasí,enelcolmenar,siemprelesatisfacía;porelmodoenelqueRogersemanteníaasulado,creíaqueelmuchachocompartíasusatisfacción.Yaunqueraravezdisfrutabadelacompañíadelosniños,nopodíaevitarlossentimientospaternalesqueelhijodelaseñoraMunrodespertabaenél.«¿Cómoeraposiblequeaquelladispersamujerhubieraparidoaunjoventanprometedor?»,sepreguntabaamenudo.Pero,apesardesuavanzadaedad,leeraimposibleexpresarsuverdaderoafecto,especialmenteaunchicodecatorceañoscuyopadrehabíasidounadelas bajas del ejército británico en los Balcanes y cuya presencia, sospechaba, extrañabaprofundamente.Decualquier forma,siempreeraprudentemantenerciertadistanciaemocionalconlasamasdellavesysushijos;erasuficiente,sinduda,estarconelchicomientraselsilenciolodecíatodo, mientras examinaban las colmenas y estudiaban el balanceo de las ramas de los robles ycontemplabanlatardedandopasosutilmentealanochecer.

NopasómuchotiempoantesdequelaseñoraMunrollamaraaRogerdesdeelcaminodeljardínpara que la ayudara en la cocina. Entonces, a regañadientes, el chico y él atravesaron la praderaociosamente.Sedetuvieronaobservarunamariposaazulquerevoloteabaalrededordelasfragantesazaleas y, momentos antes del atardecer, entraron en el jardín. La mano del chico había estadosujetándolo con suavidad por el codo, y esa mismamano lo condujo a través de la puerta de lahaciendaysemantuvoasu ladomientrassubía lasescalerasyentrabaensudespachodelático.Yaunque subir las escaleras difícilmente podría considerarse una labor complicada, agradecía queRogersemantuvieraasuladocomounamuletahumana.

—¿Vengoaporustedcuandolacenaestélista?—Porfavor.—Sí,señor.Asíquesesentóantesuescritorioaesperaraqueelmuchacholoayudaradenuevoabajarlas

escaleras. Durante un rato, se entretuvo examinando las notas que había escrito antes de su viaje,mensajescrípticosgarabateadosentrozosdepapel(«Lalevulosapredomina,esmássolublequeladextrosa») cuyo significado se le escapaba.Miró a su alrededor y se dio cuenta de que la señoraMunrosehabíatomadociertaslibertadesensuausencia.Loslibrosquehabíaesparcidoporelsueloestaban ahora apilados. Había barrido el suelo, pero, tal y como Holmes había indicadoexpresamente,nohabíaquitadoelpolvoanada.Sentíacadavezmáslanecesidaddefumar,asíquecambiódesitio librosyabriócajonesconlaesperanzadeencontrarunjamaicanoo,almenos,uncigarrillo.Despuésdequesusesfuerzosresultaraninútiles,seresignóarevisarlacorrespondenciaquehabíaescogido.CogióunadelasmuchascartasqueelseñorTamikiUmezakilehabíaenviadosemanasantesdeembarcarseensuviajealextranjero:

Apreciadoamigo:

Mecomplacequehaya recibidomi invitacióncon tanto interésyquehayadecidido sermihuéspedaquí, enKobe. No es necesario decir que estoy impaciente por mostrarle los muchos jardines que albergan nuestrostemplosenestapartedeJapón,asícomo…

Estotambiénresultóserdifícil:tanprontocomosepusoaleer,susojossecerraronysubarbillasehundiógradualmentehaciasupecho.Unavezdormido,nonotóquelacartaresbalabadesusdedosni oyó la estrangulada emanación de su garganta. Y, al despertar, no pudo recordar el campo decaléndulasenelquehabíaestado,nielsueñoquelohabía llevadohastaallídenuevo.Enlugardeeso,sesobresaltóalveraRogerinclinadosobreél;seaclarólagargantaymirófijamenteelrostroirritadodelmuchacho.

—¿Mehequedadodormido?—preguntóconincertidumbreyvozronca.Elchicoasintió.—Entiendo…—Lacenaseservirápronto.—Sí,lacenaseservirápronto—murmuróelanciano,buscandosusbastones.Como antes, Roger lo ayudó cuidadosamente a levantarse de la silla y se mantuvo junto a él

cuando salieron del despacho. El chico caminó por el pasillo a su lado, bajaron las escaleras yentraronalcomedor,dondeHolmessesoltódesumanoysedirigióporsupropiopiealúnicositiodelaenormemesavictorianaderobledondelaseñoraMunrohabíapuestocubiertos.

—Cuando termine —dijo Holmes, dirigiéndose al chico sin mirarlo—, me gustaría discutircontigotodoloreferentealcolmenar.Quieroquemepongasaldíadetodoloquehaocurridoenmiausencia.Esperoquepuedasofrecermeuninformedetalladoalrespecto.

—Lointentaré—respondióelchicodesdelapuertamientrasHolmesapoyabasusbastonesenlamesaantesdesentarse.

—Muy bien—dijo Holmes finalmente, mirando a Roger—. Nos reuniremos en la bibliotecadentrodeunahora,¿deacuerdo?Suponiendo,porsupuesto,queelpasteldeterneradetumadrenohayaacabadoconmigoparaentonces.

—Sí,señor.Holmescogiólaservilletadobladaylasacudióparaabrirlaymeterunaesquinabajosucuello.

Seirguióenlasillaysetomóuninstanteparaalinearlacuberteríaydisponerlaenperfectoorden.Entoncesresoplóatravésdelasfosasnasalesyapoyólasmanospulcramenteacadaladodelplatovacío.

—¿Dóndeestáesamujer?—Yavoy—exclamóderepentelaseñoraMunro.AparecióuninstantedespuésdetrásdeRoger

conunabandejadecomidahumeante.—Aparta,hijo—ledijoalchico—.Asínoayudasanadie.—Perdón—dijoRoger,ymoviósudelgadafiguraparaqueellapudieraentrar.Cuandosumadrepasóapresuradamente,retrocedióunpaso,pocoapoco,luegootropaso,yotro

más, hasta quehubo salidodel comedor.Sabía quenopodía seguir holgazaneandoo sumadre loenviaría a casa o, como mínimo, lo obligaría a limpiar la cocina. Para evitarlo escapósilenciosamentemientrasellaservíaaHolmes,antesdequepudierasalirdelcomedorparagritarsunombre.

Peroelchiconosedirigióhaciaelcolmenar,talycomosumadrehubierasupuesto,nitampocofue a la biblioteca para preparar las respuestas a las preguntas queHolmes iba a hacerle sobre elabejar.Enlugardeeso,volvióasubirlasescalerasyentróenesahabitaciónenlaquesóloHolmesteníapermitidoenclaustrarse:eldespachodelático.Adecirverdad,durantelassemanasqueHolmeshabíaestadodeviajeenelextranjero,Rogerhabíapasadolargashorasexplorandoeldespacho.Al

principio había cogido de los estantes algunos viejos libros, polvorientas monografías ypublicaciones científicas y lo había leído todo atentamente, sentado en el escritorio. Cuando sucuriosidadquedabasatisfecha,colocaba losejemplaresdenuevoen laestanteríayseasegurabadequeparecieraquenadieloshabíatocado.EnunaocasiónhabíafingidoserHolmes,reclinadoenlasilladelescritorioconlaspuntasdelosdedosunidas,mirandoporlaventanaeinhalandounhumoimaginario.

Obviamente, sumadre no tenía ni idea de sus incursiones, porque de haberlo sabido lo habríaechadodelacasadeinmediato.Aunasí,cuantomásexplorabaeldespacho(tímidamentealprincipio,con lasmanosen losbolsillos)más temerariosevolvía,yhusmeabaenel interiorde loscajones,sacabacartasdesobresyaabiertosycogíarespetuosamentelapluma,lastijerasylalupaqueHolmessolía utilizar. Pasado un tiempo empezó a escudriñar lasmontañas de folios escritos amano quehabíasobrelamesaeintentódescifrarlasnotasylospárrafosincompletosdeHolmesprocurandonodejarningunamarcaidentificativaenlaspáginas.Casitodoescapabaasuentendimiento,yafuerapor la naturaleza de los apuntes de Holmes, que amenudo no tenían sentido, o porque el asuntotratadoerademasiadoclínicoocomplicado.Aunasí,habíaestudiadocadapáginadeseandoaprenderalgoúnicooreveladorsobreelcélebrehombrequeahorareinabaenelcolmenar.

Roger apenas descubrió nada que arrojara nueva luz sobre Holmes. Parecía que el mundo deaquel hombre era un universo de evidencias y hechos incontestables, de observaciones detalladassobreasuntosexternos,yraravezhabíaencontradounafrasereferenteasímismo.Aunasí,entrelosmuchosmontonesdenotasyescritosaleatorios, enterradobajo todoaquello,comosi lohubieranescondido, el chico se había topado finalmente con un artículo de verdadero interés: un brevemanuscritosinterminartituladoLaarmonicistadecristal.Elpuñadodepáginassemanteníaunidoporunagomaelástica.AdiferenciadelrestodelosescritosdeHolmesquehabíasobreelescritorio,elchicosediocuentadeinmediatodequeestemanuscritohabíasidoelaboradoconsumocuidado:laspalabras eran fácilmentedistinguibles, nohabía tachaduras, ni anotaciones en losmárgenes, niborronesdetinta.Loqueleyóentoncesatrajosuatención,yaqueeradefácillecturaydenaturalezapersonal.EraelrelatodeunaépocaanteriordelavidadeHolmes.Pero,paradesdichadeRoger,elmanuscritoterminabaabruptamentetrassólodoscapítulos.Suconclusióneraunmisterio.Apesardeello,elmuchacholosacabaunayotravezparareleerloconlaesperanzadedescubriralgoqueselehubieraescapadoanteriormente.

Y ahora, comohabía hecho durante las semanas en las queHolmes no había estado,Roger sesentóconnerviosismoanteelescritoriodeldespachoysacómetódicamenteelmanuscritodedebajodeaquelorganizadodesorden.Quitólagomaelásticaycolocólaspáginascercadelresplandordelalámpara demesa.Examinó elmanuscrito; esta vez comenzó por el final y revisó rápidamente lasúltimaspáginas, aunqueestaba segurodequeHolmesnohabía tenido laoportunidaddecontinuarconeltexto.Acontinuación,empezóporelprincipio;seencorvóparaleerypasópáginatraspágina.Siconseguíanodistraerse,estabasegurodequeterminaríaelprimercapítuloaquellamismanoche.Sólo cuando su madre lo llamó por su nombre levantó un momento la cabeza. Estaba fuera,buscándoloeneljardíndeatrás.Cuandosuvozsealejó,bajólacabezadenuevoyserecordóasímismoquenolequedabamuchotiempo;alcabodemenosdeunahora,loesperabanenlabibliotecaytendríaqueesconderelmanuscrito.Hastaentonces,deslizóundedoporlaspalabrasdeHolmes,susojos azules parpadearon repetidamente sin perder la concentración y sus labios se movieron sinsonido mientras las frases comenzaban a conjurar aquellas conocidas escenas en la mente del

muchacho.

3

LaarmonicistadecristalPreludio

Una noche cualquiera, un intruso podría subir la empinada escalera que conduce a este ático y

deambularduranteunosinstantesenlaoscuridadantesdellegaralapuertacerradademidespacho.Inclusoenesanegruraabsoluta,unatenueluzescaparíabajolapuertacerrada, justocomolohaceahora,yelintrusosedetendríaahí,pensando,preguntándose:«¿Quéclasedepreocupaciónmantienedespiertoaunhombrehastabienpasadalamedianoche?¿Quéesexactamenteloquepersisteensuinterior,mientraslamayoríadesusvecinosduermen?».Ysiintentaragirarelpomoparasatisfacersucuriosidad,descubriríaquelapuertaestácerradayquenopuedeentrar.Ysi,alfinal,seresignaraa escuchar a través de la madera, llegaría hasta él un leve rasguñar, representación del rápidomovimientode laplumasobreelpapel,de laspalabrasqueyaestánsecándosemientras llegan lossiguientessímbolos,acuosos,delamásnegradelastintas.

Sin embargo, por supuesto, no es un secreto que en este momento de mi vida permanezcovoluntariamente ilocalizable. Las crónicas de mis aventuras pasadas, aunque al parecer resultanfascinantesparaloslectores,nuncahansidogratificantesparamí.DurantelosañosenlosqueJohnescribió sobre nuestras muchas experiencias juntos, siempre consideré sus habilidosas (aunque aveces limitadas) descripciones excesivamente recargadas. En ciertas ocasiones, condené supredilecciónporlosgustosdelpopulachoylesolicitéquefueramásdiligenteconloshechosylaspersonas, sobre todo desde quemi nombre se convirtió en sinónimo de sus amenudomundanascavilaciones.Enrespuesta,miviejoamigoybiógrafomepidióqueescribieraunrelatopropio.

—Si cree que he cometido alguna injusticia con nuestros casos—recuerdo queme dijo en almenosunaocasión—,lesugieroquepruebeahacerloustedmismo,Holmes.

—Puedeque lohaga—ledijeyo—,yquizá leeráustedentoncesunrelatopreciso,unosin loshabitualesornamentosdelautor.

—Puesledeseosuerte—seburló—.Vaanecesitarla.Trasmiretiro,tuveporfinlaoportunidadylainclinaciónpara,finalmente,emprenderlatarea

queJohnmehabíasugerido.Losresultados,aunquenoimpresionantes,meresultaronreveladores,ya queme enseñaron que incluso una historia fidedigna ha de ser presentada de unamanera queentretenga al lector.Al adquirir tal certeza, abandoné el estilo narrativo de John después de haberpublicadosólodosrelatosy,enunabrevenotaqueenviéalbuendoctormásadelante,leofrecíunadisculpasinceraporlasburlasquehabíavertidosobresusprimerashistorias.Surespuestafuerápidayconcisa:«Susdisculpasnosonnecesarias,viejoamigo.Losroyalties loabsolvieronhaceañosy

continúanhaciéndolo,apesardemisprotestas.J.H.W.».Como Johnvuelve a estar enmis pensamientos,megustaría aprovechar esta oportunidadpara

señalar algo que me molesta sobremanera. Me he dado cuenta de que dramaturgos y supuestosnovelistasdemisteriohancolocadorecientementeamiantiguoayudantebajounaluzinjusta.Estosindividuos de dudosa reputación, cuyos nombres nomerecen sermencionados aquí, han intentadoretratarlo como poco más que un zafio, un torpe lerdo. No puede haber nada más alejado de larealidad.Esposiblequelaideadequeyoaceptaralacargadeuncompañerodepocosesoseacómicaenuncontexto teatral,peroconsideroesas insinuacionescomounserio insultohaciaJohnyhaciamí. Es posible que de sus escritos pueda surgir algún error interpretativo, ya que él fue siempregenerosoalsubrayarmishabilidadesymodestorespectoalassuyas.Inclusoasí,elhombreconelque trabajé mostraba una sagacidad y una astucia innatas que fueron valiosísimas para nuestrasinvestigaciones.Noniegosuesporádicaincapacidadparacaptarunaconclusiónobviaoparaelegirelmejorcursodeacción,peroraravezsemostrópocointeligenteensusopinionesyconclusiones.Además,fueunplacerpasarmijuventudencompañíadealguienquepodíasentirlaaventuraenloscasosmásmundanosyquien,consuacostumbradosentidodelhumor,pacienciaylealtad,consintiólas excentricidades de un amigo que, frecuentemente, era desagradable. Por tanto, si los expertostienen que escoger al más idiota de los dos, creo que, sin duda, deberían concederme a mí esadeshonra.

Porúltimo,deboseñalarquenoexisteenmílanostalgiaqueloslectoresparecensentirpormiantigua dirección de Baker Street. No echo de menos el bullicio de las calles de Londres ni eldiscurrirporloslaberínticoslodazalesobradeciertoscriminales.Másaún:mesatisfacelavidaquellevoaquí, enSussex,y lamayorpartede lashorasdeldía laspasoen la tranquila soledaddemidespachooentrelasmetódicascriaturasquehabitanmiscolmenas.Deboadmitir,sinembargo,quemi avanzada edad ha disminuidomi capacidad de retentiva, aunque todavía soy bastante ágil tantofísicacomomentalmente.Casitodaslassemanasdoyunpaseodesobremesahastalaplaya.Porlastardessiempresemepuedeencontrardeambulandopormis jardines,dondeatiendomis lechosdefloresyhierbas.Últimamente,heconsumidogranpartedemitiemporevisandolaúltimaedicióndemiGuíaprácticadeapiculturaydandolosúltimostoquesamiscuatrovolúmenesdeElartedeladeducción. Esta última ha sido una tediosa y laberíntica tarea, aunque será una colecciónindispensablecuandosepublique.

Sin embargo, he necesitado dejar mi obra maestra apartada por un tiempo para empezar atransferirelpasadoalpapel,noseaqueolvidelosdetallesdeuncasoque,poralgunainexplicablerazón,havueltoamimenteestanoche.Esposiblequepartedelorelatadoodescritodifieradecómosedijoosevioenrealidad,demodoquemedisculparédeantemanoporlaslicenciasqueusarépararellenar los vacíos o las zonas grises de mi memoria. Aunque añada cierto grado de ficción,garantizoque retrataré tanto el relato como los individuosque se vieron implicados tan fielmentecomomeseaposible.

IElcasodelaseñoraAnnKeller,deFortisGrove

Recuerdo que fue en la primavera de 1902, justo unmes antes del histórico vuelo en globo de

RobertFalconScottsobrelaAntártida,cuandorecibílavisitadelseñorThomasR.Keller,unjovenencorvadoyestrechodehombrosquevestíaelegantemente.ElbuendoctoraúnnosehabíamudadoaQueenAnneStreet,peroenaquelmomentoestabadevacaciones,relajándosealaorilladelmarconlamujerqueprontoseconvertiríaenlaterceraseñoraWatson.Porprimeravezenmuchosmeses,nuestroapartamentodeBakerStreeteratodomío.Comoeramicostumbre,mesentédeespaldasalaventanaeinvitéamivisitanteaquesesentaraenlasillaopuesta.Desdesupuntodevista,yoquedaríaoscurecido por la luz del exterior, pero desde el mío él estaría perfectamente iluminado. En unprincipio,elseñorKellerparecía incómodoenmipresenciaynoencontrabalaspalabras.Nohicenadaparaaliviarsuincomodidad,perouséaqueldesagradablesilenciocomounaoportunidadparaobservarlomásdetenidamente.Creoquesiemprevienebienquelosclientessesientanvulnerablesy,poreso,trasllegaraunaconclusiónsobresuvisita,explotéaquelsentimiento.

—Veoqueestámuypreocupadoporsuesposa.—Asíes,señor—mecontestó,visiblementesorprendido.—Sin embargo, su esposa suelemostrarse atenta con usted. Supongo, por tanto, que no es un

problemadeinfidelidad.—SeñorHolmes,¿cómosabetodoeso?Memiróconlosojosentrecerradosyunaexpresiónperpleja,intentandodistinguirme.Ymientras

miclienteesperabaunarespuesta,medediquéaencenderunodelosestupendoscigarrillosBradleydeJohn(habíarobadounbuennúmerodelalijoqueescondíaenelcajónsuperiordesuescritorio).Despuésdequeeljovenhubierameditadolosuficiente,exhalédeliberadamenteelhumoalosrayosdelsolpararevelarloqueeratanevidenteamisojos.

—Cuandouncaballeroentraenmidespachoentalestadodeansiedadydespuéssesientaantemíyjuegadeformainconscienteconsualianza,noesdifícilimaginarlanaturalezadesuproblema.Suropaesnuevayalamoda,peronohasidocortadaamedida.Seguramente,habránotadounaligeradesigualdaden suspuñoso,quizá,que lleva eldobladillode lapernera izquierda cosidoconhilomarrón,yeldeladerechacosidoconhilonegro.Pero¿sehadadocuentadequeelbotóncentraldesucamisa,aunqueesdecolorydiseñomuysimilar,esligeramentemáspequeñoquelosdemás?Estosugierequeesobradesuesposayquehasidoconcienzuda,apesardecarecerdelmaterialnecesario.Como he dicho, su esposa es atenta con usted. ¿Por qué creo que es una labor de costura de suesposa?Bueno,ustedesunhombrejoven,deposiblesmodestos,obviamentecasado,yhevistoensutarjeta que trabaja como contable en Throckmorton & Finley’s. Sería raro encontrar a un jovencontableconcriadayamadellaves,¿nocree?

—Noseleescapanada,señor.—Leaseguroqueno tengopoderes secretos, perohe aprendido aprestar atención a loque es

obvio.Aunasí,señorKeller,nocreoquehayaconcertadounacitaconmigoparaevaluarmitalento.¿Quésucedióelmartespasado,puesesloquelehatraídohastaaquídesdesuhogarenFortisGrove?

—Esto es increíble…—dejó escapar y, una vez más, una expresión sorprendida dominó sudemacradorostro.

—Mi querido amigo, cálmese. La carta que usted mismo me envió llegó a mi puerta ayermiércoles. En ella figuraba su dirección, y tenía fecha delmartes.No hay duda de que la carta laescribiódurante lanoche;deotromodo, lahabríaenviadoelmismodía.Comosolicitabaunacita

urgenteparahoyjueves,esobvioqueocurrióalgopreocupanteelmartesporlatarde.—Sí,escribílacartaelmartesporlanoche,despuésdellegarallímiteconlaseñoraSchirmer.

Nosólopretendeentrometerseenmimatrimonio,sinoquehaamenazadoconhacermearrestar.—¿Conhacerloarrestar?¿Deverdad?—Sí, esas fueron las últimas palabras que me dirigió. Esta señora Schirmer es una mujer

avasalladora.Tieneungrantalentoparalamúsicayesunabuenaprofesora,perosusmanerassonmuyintimidatorias.YomismohubierallamadoalapolicíadenohabersidopormiqueridaAnn.

—EntiendoqueAnnessuesposa.—Efectivamente.—Elhombresacóunafotografíadeunodelosbolsillosdesuchalecoymela

ofrecióparaquelainspeccionara—.Estaesella,señorHolmes.Me inclinéhaciadelante en la butaca.Conunamirada rápidavi las faccionesdeunamujer de

veintitrésañosconunacejalevantadayunasonrisareticente.Surostroerasevero,loquehacíaqueaparentaramásedaddelaquetenía.

—Gracias—dije,yapartélamiradadelafotografía—.Tieneunosrasgosextraordinarios.Ahoralesuplicoquemeexplique,desdeelprincipio,quéesloquedebosaberexactamentesobrelarelacióndesuesposaconestaseñoraSchirmer.

ElseñorKellerfruncióelceñocontristeza.—Lecontaréloquesé—dijo,yseguardólafotografíaenelbolsillodelchaleco—,yesperoque

logreencontrarlesentido.Verá,llevodesdeelmartessindejardedarlevueltasaesteproblema.Nohedormidodemasiadobienlosúltimosdosdías,asíqueseapacientesimispalabrasnoresultanlosuficientementeclaras.

—Intentarésertanpacientecomoseaposible.Fuemuyinteligentealavisarmeconantelación,yaque,sinohubieraesperadoqueelrelatodemi

cliente fuera, en su mayor parte, inconexo y confuso, me temo que mi irritación lo habríainterrumpido. Así que me recliné en la butaca, uní las yemas de los dedos y miré el techo paraescucharconlamayoratención.

—Puedeempezar.Eljoveninhalóprofundamenteantesdecomenzar.—MiesposaAnnyyonoscasamoshacedosaños.Ellaera laúnicahijadelcoronelBañe,que

habíamuertocuandoeratodavíaunaniña,abatidoenAfganistánduranteelalzamientodeAyubKhan.SumadrelacrioenEastHam,dondenosconocimoscuandotodavíaéramosunosniños.

Nopodíaimaginarseunamuchachamásencantadora,señorHolmes.Yaentoncesestabaprendadode ella y, con el tiempo, nos enamoramos… Ese tipo de amor que está basado en la amistad, elcompañerismoyundeseodecompartirlavida.Noscasamos,porsupuesto,yprontonosmudamosalacasadeFortisGrove.Duranteun tiempo,parecíaquenadapodríaalterar laarmoníadenuestropequeñohogar.Noexageroalafirmarqueformábamosunaparejaideal.Obviamente,pasamosporalgunosperiodosduros,comolaprolongadaenfermedaddemipadreylamuerteinesperadadelamadredeAnn,peronosteníamoselunoalotroyaquellomarcabaladiferencia.NuestrafelicidadseincrementócuandonosenteramosdequeAnnestabaembarazada.Seismesesdespués,elembarazosemalogró. Tras cinco meses más, se quedó encinta de nuevo, pero volvió a perder al bebé. Estasegundavez,sufrióunafuertehemorragiaquecasimelaarrebató.Enelhospital,nuestromédiconosinformó de que seguramente sería incapaz de llevar a término un nuevo embarazo; además, otrointentopodríamatarla.Apartirdeentonces,Annempezóacambiar.Seleagrióelcarácteryempezó

a obsesionarse con los abortos que había sufrido. En casa se mostraba taciturna, señor Holmes,abatidayapática.Segúnmedijo,perderaesosdoshijoserasumayortrauma.

»Miantídotoparatalmalfuequecultivaraunanuevaafición.Tantoporrazonesmentalescomoemocionales,penséqueseríabuenoquellenaraasíelvacíoquehabíaensuvida,vacíoquetemíaqueestuviera acrecentándose día a día. Entre las posesiones de mi padre, que había fallecidorecientemente,seencontrabaunaantiguaarmónicadecristal[4].Habíasidounregalodesutíoabuelo,que,segúndecíamipadre,habíacompradoelinstrumentoaEtienne-GaspardRobertson,elfamosoinventor belga.En cualquier caso, llevé la armónica a casaparaAnny, si bien enunprincipio semostróreticente,finalmenteaccedióadarlealinstrumentounaoportunidad.Nuestroáticoesbastanteespaciosoycómodo,habíamoshabladodeconvertirloenlahabitacióndenuestrohijo,asíqueeraellugar perfecto para una pequeña sala demúsica. Incluso pulí y restauré elmarco de la armónica:reemplacéelviejoeje,demodoqueelcristalgiraraconmayorseguridad,yarregléelpedal,quesehabía roto algunos años antes. Pero el poco interés que Ann había mostrado por el instrumentodesapareció rápidamente. No le gustaba estar sola en el ático y le resultaba difícil tocar elinstrumento.Tampoco le gustaban las extrañas notas que producían sus dedos al deslizarse por elbordedelcristal.Suresonancia,segúnmeexplicó,hacíaquesesintieratodavíamástriste.

»Pero no me rendí. Verá, yo creía que lo extraordinario de la armónica eran sus notas, quesuperaban en belleza el sonido de cualquier otro instrumento. Tocada adecuadamente, su músicaaumentaba o disminuía a voluntad con la presión de los dedos, y sus asombrosos tonos podíansostenerse todo el tiempo que se quisiera. No, no me rendí; sabía que, si Ann escuchaba elinstrumento tocado por otra persona, alguien con experiencia y habilidad, cambiaría de opinión.ResultóqueunodemissociosrecordabahaberasistidoaunrecitalpúblicodelAdagioyrondoparaarmónica, flauta, oboe, viola y violonchelo, de Mozart, pero sólo sabía con seguridad que larepresentaciónhabíatenidolugarenunpequeñoapartamentosobreunalibreríadeMontagueStreet,cercadelMuseoBritánico.Porsupuesto,nonecesitélaayudadeundetectiveparaencontrarellugar,yasí,sintenerquedarmeunagrancaminata,entréenLibrerosycartógrafosPortman.Elpropietariome dirigió a un tramo de escaleras que conducía al mismo apartamento donde mi amigo habíaasistido al recital de armónica. No sabe cuántome arrepiento de haber subido aquellas escaleras,señorHolmes.Sinembargo,enaquelmomentoestabaansiosoporsaberquiénmerecibiríacuandollamaraalapuerta.

El señor Thomas R. Keller parecía el tipo de hombre al que resulta tentador intimidar, pordiversión.Semostrabatímidoytitubeante,yceceabaligeramentealhablar.

—Yesaquídonde,presumo,entraenescenalaseñoraSchirmer—dijeantesdeencendermeotrocigarrillo.

—Exacto.Fueellalaqueabriólapuerta.Eraunamujerrecia,demanerashombrunas,aunquenoerademasiadocorpulenta.Yaunqueesalemana,miprimeraimpresióndeellafuebastantebuena.Meinvitóaentrarensuapartamentosinpreguntarmequéquería.Meofrecióasientoensusaladeestaryme sirvió té. Creo que había dado por sentado que quería tomar clases de música, ya que en lahabitaciónhabíainstrumentosmusicalesdetodotipo,incluidasdosarmónicastotalmenterestauradas.Fueentoncescuandosupequehabíadadoconellugarcorrecto.Estabaembelesadoporlaeleganciade laseñoraSchirmerysuevidenteamorporel instrumento,asíque lehicesaber la razóndemivisita.Lehablédemiesposa,delatragediadelosabortos;lecontéquehabíallevadolaarmónicaacasa para aliviar el sufrimiento de Ann y que el encanto de los cristales no había tenido influjo

alguno en ella. La señora Schirmerme escuchó pacientemente y, cuando terminé,me sugirió quellevara aAnn a sus clases.Yonopodía estarmás complacido, señorHolmes.Loúnicoquehabíadeseado, en realidad, era que Ann escuchara a alguien tocando bien el instrumento, así que susugerenciaexcedía loquehabíaesperado.Enunprincipio, acordamosque tomaríadiez lecciones:dosporsemana,losmartesylosmiércolesporlatarde.Elpagoserealizaríaporadelantado,perolaseñoraSchirmernoshizounpreciomejordebidoa,talycomomedijo,lasituaciónespecialdemiesposa.Todoestosucedióunviernes.Elmartessiguiente,Anncomenzaríasuslecciones.

»MontagueStreetnoestádemasiadolejosdedondevivo.Enlugardetomaruncarruaje,decidívolver a casa caminando para dar aAnn la buena noticia. Pero terminamos discutiendo, y habríacanceladolasclasesaquelmismodíasinohubieracreídoqueseríanbeneficiosasparaella.Lleguéacasa y me la encontré en silencio y con las cortinas cerradas. Llamé a Ann, pero no respondió.Después de buscar en la cocina y en nuestro dormitorio,me dirigí al estudio y allí fue donde laencontré, vestida toda de negro, como si estuviera de luto, de espaldas y mirando fijamente laestanteríamientraspermanecíainmóvil.Lahabitaciónestabaenpenumbrayellaparecíaunasombra.Cuandopronunciésunombre,nosegiróparamirarme.Estabamuypreocupado,señorHolmes.Enaquelmomento,penséquesuestadomentalestabaempeorandorápidamente.“Yaestásencasa—medijoconvozcansada—.Noteesperabatanpronto,Thomas”.Leexpliquéquehabíasalidoantesdeltrabajo por motivos personales. Después le dije adonde había ido, y le conté lo de las clases dearmónica.“Peronodeberíashaberhechoesosintenerencuentamiopinión.Desdeluego,nomehaspreguntado si yo deseo tomar esas lecciones”, me dijo. “Creí que no te importaría. Sólo puedehacertebien,estoysegurodeello.Noserápeorqueestartodoeldíaaquíencerrada”.

»Memiróy,enlaoscuridad,apenaspudevislumbrarsurostro:“Supongoquenotengoopción.¿Nosemepermitedecirnadaal respecto?”. “Por supuestoque sí,Ann. ¿Cómopodríaobligarte ahaceralgoquenodeseas?Pero¿asistirásalmenosaunalecciónydejarásquelaseñoraSchirmertoqueparati?Sidespuésnoquierescontinuar,noinsistiré”.

»Guardósilencioduranteunmomento.Segirólentamentehaciamíydespuésbajólacabezaparamirarelsuelo.Cuando,porfin,levantólamirada,vilaexpresióndealguienquehasidoderrotadoporcompleto,dealguienqueaccederíaacualquiercosa,apesardesusverdaderossentimientos.

»Medijo:“Deacuerdo,Thomas.Siquieresqueasistaaunaclase,nodiscutirécontigo,peronoquiero que esperes demasiado de mí. Es a ti, a fin de cuentas, a quien le gusta el sonido delinstrumento,noamí”.“Tequiero,Ann,yquieroquevuelvasaserfeliz.Ambosnosmerecemosalmenoseso”,ledije.“Sí,sí, losé.Últimamente,estoycausandomuchasmolestias.Debodecirte,sinembargo,quenocreoquepuedavolveraexperimentaralgoparecidoalafelicidad.Creoquetodostenemos una vida interior, con sus propias complicaciones, que a veces no puede expresarse pormuchoquelointentemos.Asíqueloúnicoquetepidoesqueseastoleranteconmigoyquemedeseltiempo que precise para entenderme a mí misma. Mientras tanto, asistiré a esa clase, Thomas, yrezaréparaqueesomesatisfagatantocomoséquetesatisfaráati”.

»Afortunadamente, o desafortunadamente, yo tenía razón, señorHolmes.Después de recibir laprimeraleccióndelaseñoraSchirmer,miesposaempezóaverlaarmónicadecristaldeunmodomáspositivo.Estabaencantadoconsunuevaactitudrespectoalinstrumento.Dehecho,enlaterceraocuarta lección ya se había obrado una maravillosa transformación en su estado de ánimo. Habíadesaparecido suaspectodecaído, así como laapatíaqueamenudo lahabíamantenidopostradaencama.Loadmito:duranteaquellosdías,veíaalaseñoraSchirmercomounángelenviadoporDios,y

lateníaengranestima.Así,cuando,mesesdespués,miesposamepidióincrementarlasclasesdeunaa dos horas, acepté sin dudarlo, sobre todo porque estaba mejorando mucho. Es más, estabaencantadoporlasmuchashoras,tardesynoches,aveceseldíaentero,quededicabaadominarlosvariados tonos de la armónica. Además de aprender elMelodrama, de Beethoven, desarrolló unaincreíblehabilidadparaimprovisarsuspropiaspiezas.Sinembargo,estascomposicionessuyaseranlasmásmelancólicaseinusualesquejamáshabíaoído.Estabancargadasdeunatristezaque,mientraspracticabaasolasenelático,impregnabantodalacasa».

—Todoestoesmuyinteresante,deunamaneraindirecta—dije,interrumpiendosurelato—.Pero¿cuáles,sinoleimportaqueleinsista,sonlasrazonesexactasporlasquehavenidoavermehoy?

Pudepercibirquemiclientesesentíaabatidoporlarudezademiinterrupción.Lomiréfijamentey después me serené de nuevo; volví a entornar los ojos y a unir las puntas de los dedos paraescucharloshechosrelevantesdesuproblema.

—Sime lo hubiera permitido—tartamudeó—, estaba a puntode llegar a eso, señor.Comohedicho,desdequecomenzósusclasesconlaseñoraSchirmer,elestadomentaldemiesposamejoró…O eso parecía al principio. Empecé a notar cierto distanciamiento en susmaneras, una especie deensimismamientoeincapacidadparaentablarunaconversaciónprolongada.Enresumen,prontomedicuentadeque,aunquesuperficialmenteparecíaestarmejorando,algono ibabienensu interior.Creíqueloqueladistraíaerasuaficiónporlaarmónica,nadamás,ymantuvelaesperanzadequealfinalvolvieraensí.Peroesonoocurrió.

»Al principio, sólo me percaté de algunos detalles: los platos sin lavar, las comidas a mediococinaroquemadas,nuestracamasinhacer.Después,Annempezóapasarlamayorpartedeldíaenelático.Amenudomedespertabaconelsonidodelaarmónicadecristal,yelmismoruidomedabalabienvenidaacasacuandovolvíadeltrabajo.Aaquellasalturashabíaempezadoadetestarlasnotasdelasqueenelpasadohabíadisfrutado.Aexcepcióndelascomidas,quetomábamosjuntos,habíadíasen losqueapenas laveía; semetíaen lacamacuandoyoyamehabíaquedadodormidoy semarchaba al amanecer, antes de que yo despertara. Lamúsica estaba siempre presente, esos tonosquejumbrosose interminables.Estabaapuntodevolverme loco, señorHolmes.Aquellaaficiónsehabíaconvertidoenunaobsesiónmalsana,yculpoalaseñoraSchirmerdeello.

—¿Porquécreequeellaesresponsable?—lepregunté—.Seguramentenoestáalcorrientedelosproblemasdomésticosdesuhogar.Despuésdetodo,noesmásquelaprofesorademúsica.

—No,no,esmásqueeso,señor.Muchometemoqueesunamujerconcreenciaspeligrosas.—¿Creenciaspeligrosas?—Sí.Peligrosasparaaquellosquebuscancondesesperaciónunatisbodeesperanzayquetienden

acreerenfalaciasabsurdas.—¿Ysuesposaentraenesacategoría?—Sientodecirquesí,señorHolmes.Annsiemprehasidounamujerextremadamentesensibley

confiada.Escomosihubieranacidoparasentiryexperimentarelmundomásintensamentequelosdemás.Esaessumayorvirtudy,también,sumayordefecto;alguiendeintencionesperversaspodríaexplotarconfacilidadestadelicadacaracterística,yesoesloquehahecholaseñoraSchirmer.Porsupuesto,nomedicuentadeellodurantemuchotiempo;lodesconocía,dehecho,hastahacepoco.

»Verá,eraunanochenormal.Comosolíamoshacer,Annyyocenamostranquilamente.Despuésde probar apenas un par de bocados, ella se excusó de repente para ir a practicar al ático. Estotambiénsehabíaconvertidoenunacostumbre.Pero,pocodespués,ocurrióalgomás.Antes,aquel

mismodía,unclientemehabíaenviadoalaoficinaunavaliosabotelladevinoCometcomoregaloporhaber resueltoalgunascomplicacionesdesucuenta.Mi intenciónhabíasidosorprenderaAnnconelvinodurantelacena,pero,comolehedicho,selevantódelamesa,antesdequepudierasacarlabotella.Así quedecidí tomarlo con ella arriba.Subí las escalerasdel ático con la botellaydoscopas en la mano. Ella ya había comenzado a tocar la armónica y su sonido, sus notas graves,monótonasysostenidas,parecíanpenetrarenmicuerpo.

»Cuandomeaproximéalapuertadelático,lascopasqueteníaenlamanoempezaronavibrarylos oídos comenzaron a dolerme, aunque podía oír claramente. No estaba ejecutando una piezamusical ni estaba experimentando ociosamente con la armónica. No, aquello era un ejerciciodeliberado,señor…Unabrujeríadealgúntipo.Ydigo“brujería”porloqueescuchéacontinuación:lavozdemiesposadirigiéndoseaalguien,hablandodeunmodocasitangravecomolasnotasqueestabacreando.

—¿Deboentenderqueloqueustedoyónofueunacanción?—Ojalá,señorHolmes,peroleaseguroqueestabahablando.Noentendímuchasdesuspalabras,

pero loqueoífuesuficienteparahorrorizarme.Decía:«Estoyaquí,James.Grace,venamí.Estoyaquí.¿Dóndeoshabéisescondido?Deseoverosdenuevo…»

Levantéunamanoparasilenciarlo.—SeñorKeller,mipacienciaesalgomuylimitadoyestáapuntodellegarasufin.Enunintento

de dar viveza y color a su relato está prolongando continuamente la llegada al asunto que desearesolver.Siesposible,leagradeceríaquesecentreenloshechosimportantes:sonlosúnicosquemeserándeutilidad.

Miclientesequedómudoduranteunossegundos.Fruncióelceñoyapartólamirada.—Si nuestro hijo hubiera sido varón—dijo finalmente—, su nombre hubiera sido James. Si

hubierasidounamujer,sehabríallamadoGrace.Sedetuvo,sobrecogidoporunafuerteemoción.—Bueno, bueno —le dije—, no hay necesidad de hacer exhibiciones sentimentales en este

momento.Leruegoquecontinúedondelodejó.Asintióyapretóloslabios.Acontinuación,sepasóunpañueloporlafrenteyclavólamiradaen

elsuelo.—Despuésdedejarlabotellaylascopasenelsuelo,abrílapuertadegolpe.Sobresaltada,Ann

dejó de tocar inmediatamente yme lanzó unamirada oscura, con los ojosmuy abiertos. El áticoestabailuminadoporunasvelasdispuestasencírculoalrededordelaarmónicadecristal.Lamortalpalidez de su piel, bajo aquella parpadeante luz, hacía que pareciera un fantasma. Había algosobrenatural en ella, señor Holmes. Pero no fue sólo el efecto de las velas lo que me dio talimpresión.Fueronsusojos;elmodoenelquememiraban,sugiriendolaausenciadealgoesencial,de algo humano.Me habló con un susurro falto de emoción alguna. «¿Qué pasa, cariño?Me hasasustado»,medijo.

»Me acerqué a ella. “¿Por qué estás haciendo esto?—le pregunté—. ¿Por qué estás hablandocomosiellosestuvieranaquí?”Seapartólentamentedelaarmónicay,cuandomeacerquéaella,viunaligerasonrisaensublancorostro.“Todovabien,Thomas.Ahora, todovabien”.Lerespondí:“No lo entiendo. Estabas diciendo los nombres de nuestros hijos nonatos. Has hablado como siestuvieranvivosyenestamismahabitación.¿Quéestodoesto,Ann?¿Cuántotiempollevashaciendoesto?”.

»Ella me tomó suavemente del brazo y empezó a caminar, para que nos alejáramos de laarmónicadecristal.“Deboestarsolamientrastoco.Porfavor,respetaeso”.Meestaballevandohacialapuerta,peroyoqueríarespuestas.“Oye,novoyamarcharmehastaquemedesunaexplicación—ledije—.¿Desdecuándovieneocurriendoesto?Insisto.¿Porquélohaces?¿LaseñoraSchirmersabeloqueestáshaciendo?”

»Nopudoseguirmirándomealosojos.Eracomosilahubieranpilladoenunaterriblementira.Alfinal,unainesperadayfríarespuestatraspasósuslabios:“Sí—mecontestó—,laseñoraSchirmersabeperfectamenteloqueestoyhaciendo.Meestáayudando,Thomas…Túmismoteasegurastedequelohiciera.Buenasnoches,cariño”.

»Y,dichoesto,cerrólapuertayechólallavepordentro.»Estaba furioso, señorHolmes. Como puede imaginar, bajé las escaleras bastante alterado. La

explicación de mi esposa, aunque había sido ambigua, me condujo a una conclusión: la señoraSchirmer estaba enseñando aAnn algomás quemúsica o, almenos, estaba animándola a realizaraquelantinaturalritualenelático.Eraunasituacióndesconcertante,especialmentesimissospechaseran correctas, así quededuje que la únicamanerade conocer la verdad era a través de la propiaseñoraSchirmer.Miintenciónfuedirigirmeasuapartamentoaquellamismanocheparadiscutirelasunto. Sin embargo, intentando calmar mis nervios bebí demasiado vino, casi toda la botella deComet. Por tanto, no pude ir a visitarla hasta la mañana siguiente. Pero cuando llegué a suapartamento,señorHolmes,estabatansobrioydecididocomoesposibleestar.LaseñoraSchirmerapenashabíaabiertolapuertacuandolaabordéconmispreocupaciones.«¿Quésandeceshaestadoenseñandoamiesposa?—exigí saber—.Quieroquemedigaahoramismoporquéestáhablandocon nuestros hijosmuertos…Y, por favor, no simule que no sabe nada, porqueAnn yame lo hacontado todo». Ellame contestó: «Su esposa,herrKeller, es unamujer infeliz y desgraciada. Lasclasesqueleheimpartidonoleinteresanenabsoluto.Piensacontinuamenteenlosniños,noimportadequésetrate,siempresonlosniños,yeseeselproblema,¿no?Pero,porsupuesto, loúnicoqueusteddeseaesqueellatoque,yellaloquequiereesasushijos,asíqueloquehehechoessatisfacerlosdeseosdeambos,¿noescierto?Suesposatocaahoramaravillosamente.Ycreoqueesmásfelizque antes, ¿usted no?». «No lo entiendo. ¿Qué es lo que dice que ha hecho para satisfacernos aambos?»«Nadademasiadodifícil,herrKeller.Esaeslanaturalezadeloscristales,¿sabe?Losecosdeladivinaarmonía.Esoesloqueleheenseñado».Nopuedeimaginarlossinsentidosqueesgrimióalexplicarse.

—Oh, por supuesto que puedo—le dije—. Señor Keller, conozco superficialmente la inusualhistoria que rodea a este particular instrumento. Hubo una época en la que se atribuyeron ciertasalteracionesalamúsicadecristal.Estoprovocóelpánicoentreloseuropeosypropiciólapérdidadepopularidadde la armónicade cristal.Por esa razón, encontrar unode estos instrumentos, por nohablaryadealguienquesepatocarlo,esunaoportunidadúnica.

—¿Aquétipodealteracionesserefiere?—Desdeproblemasnerviososadepresiones,asícomodisputasdomésticas,partosprematurosy

cierto número de afecciones mortales. Incluso hubo casos de convulsiones entre los animalesdomésticos.NohaydudadequelaseñoraSchirmerdebeconocereldecretopolicialqueexistióenelpasadoenvariosestadosgermánicos,segúnelcualseprohibíalautilizacióndeesteinstrumentoporelbiendelordeny la saludpública.Naturalmente,ambossabemosque lamelancolíadesuesposaprecedíaalautilizacióndeesteinstrumento,porloquepodemosdescartarqueseaelorigendesus

males.»Sinembargo,hayotrocarizenlahistoriadelaarmónica,unoqueapuntólaseñoraSchirmeral

mencionarlos“ecosdeladivinaarmonía”.Hayalgunos,lospartidariosdelasreflexionesidealistasdehombres comoFranzMesmer,BenjamínFranklinyMozart, que creenque lamúsicade cristalpromuevelaarmoníadelahumanidad.Otrostienenlafervientecreenciadequeescucharlossonidosqueproduceelcristalpuedecurarmalessanguíneos,mientrasqueotros,ysospechoque laseñoraSchirmerseencuentraentreellos,sostienenquelasfirmesypenetrantesnotasviajandeestemundoalmásallá.Creenqueunmúsicoextremadamentedotadopodríainvocaralosmuertosyque,comoresultado,losvivospodríancomunicarsedenuevoconsusseresqueridosfallecidos.Fueesoloqueleexplicó,¿verdad?

—Fueexactamenteeso—mecontestómiclienteconexpresióndesorpresa.—Y,enaquelmomento,decidióprescindirdesusservicios.—Sí,pero¿cómo…?—Amigo mío, era previsible, ¿no? Usted creía que ella era responsable del comportamiento

ocultista de su esposa, así que la intención de despedirla, seguramente, ya estaba presente en supensamientoantesdeiraverlaaquellamañana.Encualquiercaso,sihubieraestadoaúncobrandodesu bolsillo, difícilmente le hubiera amenazado con llamar a las autoridades. Ahora, por favor,disculpeestasocasionales interrupciones.Sonnecesariasparaagilizar loquedeotramanera seríaredundanteparamimente.Continúe.

—¿Quéotracosapodríahaberhecho?No teníaopción.Siendocomosoy, justoyeducado,noinsistíenquemedevolvieraloabonadoporlasleccionesquerestaban,niellaseofrecióahacerlo.Sinembargo,mequedéperplejoporsucompostura.Cuandoledijequenoseguiríamosnecesitandosusservicios,ella sonrióyasintió.Medijo:«Miqueridoseñor, siustedcreequeestoes lomejorparaAnn,entoncesyotambiénlocreo.Despuésdetodo,ustedessumarido.Esperoquetenganunafelizylargavidajuntos».

«Debería haber desconfiado de su palabra. Creo que, cuando me marché de su apartamentoaquellamañana,ellayasabíaqueAnnestababajosuinfluenciayquenoibaaalejarsedeella.Ahoramedoycuentadequeesunamujermuymanipuladora.Todoestolohevistodespués:eldescuentoquemeofrecióalprincipiopor las lecciones, lasugerenciadeincrementar lashorasdeclaseparaobtenermásdinerodemibolsillocuandolapobreAnnyahabíacaídoensuinflujo.Mepreocupaquehayapuesto el ojo en la herencia queAnn recibió de sumadre, la cual, si bienno es sustanciosa,siguesiendounasumaconsiderable.Estoytotalmentesegurodeesto,señorHolmes».

—¿Ynoseleocurrióenaquelmomento?—lepregunté.—No—mecontestó—.MiúnicapreocupaciónerasabercómoresponderíaAnnalanoticia.Me

pasé todo el día inquieto, sopesando la situación ymeditando las palabras apropiadas con las quecontárselo.Trasvolveracasadeltrabajoaquellanoche,llaméaAnnamidespacho,lepedíquesesentaraytranquilamenteleexpliquéloquepensaba.Señaléquehabíaestadodescuidandosuslaboresy responsabilidadesúltimamente, y que suobsesiónpor la armónicade cristal estabaponiendo enpeligronuestromatrimonio.

Fuelaprimeravezquelocataloguéasí:obsesión.Ledijequeambosteníamosobligacionesparaconelotro:lasmíaseranproporcionarleunentornoseguroycómodo;lassuyaseranelcuidadoyelmantenimientodelacasa.Además,ledije,estabamuypreocupadoporloquehabíadescubiertoenelático,peronolaculpabaporsentirlapérdidadenuestroshijos.Acontinuación,lecontémivisitaala

señoraSchirmer.Le expliqué que no habríamás lecciones de armónica y que la señoraSchirmerhabía estado de acuerdo en que seguramente era lomejor. Tomé sumano ymiré directamente suinexpresivorostro.«Teprohíboqueveasaesamujerdenuevo,Ann—ledije—,y,mañana,sacarélaarmónicadeestacasa.Noquierosercrueloirracionalenesteasunto,peronecesitoquemiesposavuelvaamilado.Quieroquevuelvas,Ann.Quieroquetodoseacomoantes.Necesitamosponerenordennuestrasvidas».

»Empezó a llorar, pero eran lágrimas de remordimiento, no de ira. Me arrodillé a su lado.“Perdóname”,ledije,ylarodeéconmisbrazos.“No—susurróenmioreja—.Soyyolaquedeberíapedirteperdón.Estoymuyconfusa,Thomas.Mesientocomosiyanopudierahacernadabien,ynoentiendoporqué”.“Nodebespensareso,Ann.Confíaenmí;todovaasalirbien”.

»Entoncesmeprometió,señorHolmes,queintentaríaserunabuenaesposa.Yparecíadispuestaacumplir supalabra.Dehecho,nuncaanteshabíavistouncambio tan radical enella.Por supuesto,habíamomentosenlosquesentíaaquellasprofundascorrientespropagándoseensuinterior.Avecessuhumorsetornabamelancólico,comosialgoopresivosehubieracoladoensuspensamientosy,durante un tiempo al menos, dedicó una atención desorbitada a la limpieza del ático. Pero paraentonces la armónica de cristal ya no estaba allí, así que no me preocupé demasiado. ¿Por quéhubiera debido? Cuando volvía del trabajo, ella ya había terminado todas sus tareas. Después decenar, disfrutábamos de la compañía del otro, tal como hacíamos en los buenos tiempos; nossentábamosjuntosyhablábamosdurantehoras.Parecíaquelafelicidadhabíavueltoanuestrohogar.

—Mealegroporusted—dijedemanera insípidamientasencendíami tercercigarrillo—,peroaúndesconozcoporquéhadecididovenirahablarconmigo.Estáclaroqueesunahistoriaintrigante,pero parece intranquilo por algo más y no entiendo la razón. Creo que se puede ocupar de suspropiosasuntos.

—Porfavor,señorHolmes,necesitosuayuda.—No podré ayudarle sin conocer la verdadera naturaleza de su problema. En lo que me ha

contadonohayningúnpuzlesinresolver.—¡Peromiesposasiguedesapareciendo!—¿Siguedesapareciendo?Entiendo,entonces,quetambiénsiguereapareciendo.—Sí.—¿Cuántasveceshasucedido?—Cincoveces.—¿Ycuándocomenzaronestasdesapariciones?—Hacedossemanas.—Entiendo. Un martes, seguramente. A continuación, el jueves siguiente. Corríjame si me

equivoco,perolasemanasiguientesucediólomismo…Yestemartes,porsupuesto.—Exactamente.—Perfecto.Ahoraempezamosaavanzar,señorKeller.Esevidentequesuhistoriaterminaantela

puertadelaseñoraSchirmer,perocuéntemelo,detodosmodos.Podríahaberunoodosdetallesqueaún tengoquededucirpormímismo.¿Sería tanamabledeempezarcon laprimeradesaparición?Aunque,enrealidad,esinexactodescribirsuveleidaddeesamanera.

ElseñorKellermemirócontristeza.Acontinuación,dirigiósuatenciónhacialaventanayagitólacabezaconsolemnidad.

—He pensado mucho en esto —me indicó—. Verá, como a mediodía suelo estar bastante

ocupado,elchicodelosrecadoseselquemetraelacomida.Peroaqueldíatuvemenostrabajo,asíquedecidí iracasaparaalmorzarconAnn.Cuandodescubríquenoestaba, tampocomepreocupédemasiado. De hecho, últimamente la había animado a salir de casa con regularidad. Así pues,siguiendomiconsejo,habíaempezadoadarpaseos.Creíqueesoeraloqueestabahaciendo,asíqueledejéunanotayvolvíalaoficina.

—¿Yadóndesolíanllevarlaesospaseos?—Alacarniceríaoalmercado.Tambiéndisfrutabayendoalparquepúblicode laSociedadde

FísicayBotánica,dondedecíaquepasabahorasleyendoentrelasflores.—Efectivamente,seríaunlugaridealparaesetipodeactividad.Continúeconsurelato.—Aquellanoche,cuandovolvíacasa,descubríqueaúnnohabíavuelto.Lanotaquedejéenla

puertaprincipal todavíaestabaallí,ynohabíaningúnsignodequehubieravueltoacasa.Enaquelmomento,empecéapreocuparme.Miprimerpensamientofuesalirensubúsqueda,pero,tanprontocomotraspaséelumbral,Annatravesólaverja.Quécansadaparecía,señorHolmes.Alvermedudóunmomento.Lepreguntéporquévolvíatantarde,ymeexplicóquesehabíaquedadodormidaenlaSociedaddeFísicayBotánica.Eraimprobable,peroposible,asíquenoinsistímás.Sinceramente,mesentíaaliviadoportenerlaencasadenuevo.

»Dos días después, sin embargo, volvió a ocurrir lomismo.Regresé a casa yAnn no estaba.Llegópocodespuésymecontóqueunavezmássehabíaquedadodormidabajounárboldelparque.Lasemanasiguienteocurrióexactamentelomismo,sólolosmartesylosjueves.Silosdíashubieransidodiferentes,nohabríaempezadoadudartanrápido,nihabríaintentadoverificarmissospechaselpasadomartes.Comosabíaquesusantiguasclasesdearmónicaempezabanalascuatroyterminabanalasseis,memarchédeltrabajotempranoymeocultéenlacalledelalibreríaPortman.Alascuatroy cuarto, empecé a sentirme aliviado, pero, cuando estaba a punto de abandonar mi puesto devigilancia,lavi.CaminabadespreocupadamenteporMontagueStreet,enlaaceracontraria,conunasombrilla abierta que yo le había regalado por su cumpleaños. Mi corazón se hundió en aquelmomento.Mequedéallí,sinllamarlaniirtrasella,mirandocómocerrabalasombrillayentrabaenlalibrería.

—¿Suesposasuelellegartardealascitas?—Alcontrario, señorHolmes.Ella siemprehacreídoque lapuntualidadesunavirtud…Hasta

hacepoco,porsupuesto.—Entiendo.Siga,porfavor.—Puedeimaginarloalteradoqueestaba.Segundosdespués,subícorriendolasescalerashastael

apartamento de la señora Schirmer. Ya podía oír a Ann tocando la armónica de cristal… Esashorriblesydesagradablesnotas.Aquelsonidoalimentómiirayaporreélapuertaconfuria.«¡Ann!—grité—¡Ann!»

»Peronofuemiesposalaqueapareció,sinolaseñoraSchirmer.Abriólapuertaymemiróconlaexpresiónmásvenenosaquehevistonunca.Exclamé:“¡Quieroveramiesposa,inmediatamente!¡Séqueseencuentraaquí!”.

»Justoentonces, lamúsicacesóabruptamenteenel interiordelapartamento.“¡Vuelvaacasa siquiereverasuesposa,herrKeller!—medijoconvozgrave.Diounpasoalfrenteycerrólapuertaasuespalda—¡Annyanoesmialumna!”Teníaunamanoenelpomoysucorpulentafigurabloqueabalapuertaparaevitarmientrada.“Ustedmehaengañado—ledije, losuficientementealtoparaqueAnnpudieraoírme—.Ambaslohabéishecho,¡ynolovoyaconsentir!¡Esustedunapersonavily

ruin!”»LaseñoraSchirmersepusohechaunafuriay,dehecho,yomismoestabatanenfadadoquelas

palabrasquesalíandemibocaeranpuroveneno.Ahoramedoycuentadequemicomportamientofueirracional,apesardelengañodeaquellahorriblemujerydemipreocupaciónpormiesposa.“Yosólohagomitrabajo—medijo—,peroustednodejadecausarmeproblemas.Esustedunborrachoy,cuandoseacuerdedetodoestomañana,sesentiráabochornado.Novoyahablarmásconusted,herrKeller,asíquenoseleocurravolverallamaramipuerta”.

»Enesemomento,perdí losnervios,señorHolmes,ymetemoqueelevélavozmásalládelodebido.“¡Séquehaestadoviniendoaquí,yestoysegurodequeustedlasigueconfundiendoconsusdemoníacas supercherías! ¡No tengoni idea de lo que espera ganar con todo esto, pero, si lo quebuscaes suherencia, leaseguroqueharé todo lohumanamenteposibleparaevitarlo!Leadvierto,señora Schirmer, que hasta quemi esposa sea completamente libre de su influencia se encontraráconmigoencadaesquina.¡Novoyadejarquemeengañedenuevo!”

»Lamujerapartólamanodelpomoyapretóelpuño.Parecíaapuntodegolpearme.Comoyahedicho,esunamujergrandeyrobustaynodudoquepodríatumbarconfacilidadalamayorpartedelos hombres. Sin embargo, reprimió su hostilidad yme dijo: “La advertencia se la hago yo,herrKeller. Váyase y no vuelva jamás. ¡Si vuelve a aparecer por aquí dando problemas, haré que loarresten!”.

»Entoncessegiróyentróensuapartamento,cerrándomelapuertaenlasnarices.»Estabamuyalterado.Memarchédeallí inmediatamenteyvolvíamicasacon la intenciónde

reprender a Ann cuando volviera. Estaba seguro de que me había oído discutir con la señoraSchirmerymemolestabaquesehubieraquedadoescondidaenlasaladeestardeesamujer,enlugarde salir ami encuentro. Pormi parte, no podía negar que había estado espiándola; desde aquellatarde,debióde ser totalmenteconscientedeello.Sinembargo,parami sorpresa, ellayaestabaencasa cuando llegué. Y eso es lo que no me explico: era imposible que se hubiera marchado delapartamentodelaseñoraSchirmerantesqueyo,yaquesetratadeunasegundaplanta.Inclusosilohubiera conseguido de algún modo, difícilmente podría haber tenido la cena preparada cuandollegué.Estaba,ytodavíaloestoy,perplejoantetalhecho.EsperabaquemencionaramidiscusiónconlaseñoraSchirmerdurantelacena,peronodijounasolapalabraalrespecto.Ycuandolepreguntéqué había hecho aquella tarde,me contestó: “He empezado a leer una nueva novela, y antes di unbrevepaseopor los jardinesde laSociedaddeFísicayBotánica”.“¿Otravez?¿Notecansasde irsiemprealmismositio?”,lepregunté.“¿Cómopodría?Esunlugarprecioso”.“NotehasencontradoconlaseñoraSchirmerentuspaseos,¿verdad,Ann?”Ellalonegó:“No,Thomas,porsupuestoqueno”.

»Lepreguntésicabíalaposibilidaddequeseestuvieraequivocando,yella,visiblementeenojadapormiinsinuación,insistióenquenolahabíavisto.

—Entonces le está mintiendo—dije—. Algunas mujeres tienen un extraordinario talento paraconseguirqueloshombrescreanloqueyasabenqueesfalso.

—SeñorHolmes,nomeentiende.Annesincapazdepronunciarunamentiraconscientemente.Noesnaturalenella.Ysi lohubierahecho,yomehabríadadocuentay se lohubieradichoenaquelmomento.Pero, no, no estabamintiéndome.Lovi en su rostro; estoy convencidodequeno sabíanada demi trifulca con la señoraSchirmer.No sé cómo es posible, pero estoy seguro de quemiesposa estaba allí, tan seguro como estoy de queme dijo la verdad, y soy incapaz de encontrarle

sentido.Poresoleescribícontantapremuraaquellanoche,yporesolepidosuconsejoyayuda.Este fue el enigma que mi cliente me presentó. Insignificante y, sin embargo, interesante.

Comencéaeliminarconclusionesopuestasusandomiconocidométododeanálisislógicohastaquesóloquedóunasoluciónposible,yaqueparecíaquemuypocasposibilidadespodíanresolverelcaso.

—En esa tienda de libros y mapas—le pregunté—, ¿vio usted a algún empleado, aparte delpropietario?

—Sólo recuerdo al propietario, a nadiemás. Creo que lleva el negocio élmismo, aunque noparecedesenvolversemuybien.

—¿Quéquieredecir?—Merefieroaqueno tienepintadegozardebuenasalud.Sufreuna incesante tosquesuenaa

vecesmuygrave,yesevidentequelefallalavista.Laprimeravezqueentréallíylepreguntédóndeestabaelapartamentode laseñoraSchirmer,usóuna lupaparavermelacara.Yestaúltimaveznisiquierasepercatódequehabíaentradoenlatienda.

—Demasiados años encorvado sobre los libros bajo una lámpara, sospecho.De todosmodos,aunqueconozcobienMontagueStreetysusinmediaciones,deboadmitirqueestatiendaenparticularmeesmuypocofamiliar.¿Sabesiestábienabastecida?

—Sí,señorHolmes.Esunlugarpequeñoquecreoqueenelpasadofueunacasafamiliar,perocadahabitacióncontienehilera trashilerade libros.Losmapas, segúnparece, losguardanenotraparte.En laentradade la tiendahayuncartelque indicaque lasconsultas sobrecartografíadebenhacerse al señor Portman personalmente. De hecho, no recuerdo haber visto un solo mapa en latienda.

—Por casualidad, ¿no le preguntó al señor Portman, suponiendo que ese sea el nombre delpropietario,sihabíavistoasuesposaentrandoenlatienda?

—No fue necesario. Como he dicho, el hombre tiene muy mala vista. En cualquier caso, yomismolavientrarallí,ymivistaesbuena.

—No lopongoenduda, señorKeller.El casono tienenadadeespecial, aunquehayunpardecosasquedeberíaresolverenpersona.IremosahoramismoaMontagueStreet.

—¿Ahoramismo?—Esjuevesporlatarde,¿no?Tirédelacadenademirelojyviqueerancasilastresymedia.—Sisalimosahoramismo,podríamosllegaralalibreríaPortmanantesdequelohagasuesposa.

—Me levanté para coger mi gabán y añadí—: A partir de ahora debemos ser prudentes, ya queestamos tratando con los problemas emocionales de, cuando menos, una mujer trastornada.Esperemosquesuesposaseatanfiableycoherenteconsusaccionescomomireloj.Aunquepodríajugaranuestrofavorque,unavezmás,decidallegartarde.

Entonces, con cierta prisa, salimos de Baker Street y nos sumergimos en el bullicio de lasabarrotadascalleslondinenses.MientrasnosdirigíamosalalibreríaPortman,medicuentadequeelproblema que el señorKellerme había planteado tenía, trasmeditar sus detalles, poca o ningunaimportancia.Dehecho,elcasonisiquieraprovocaríalasreflexionesliterariasdelbuendoctor.Era,supe, el tipo de caso menor que me habría entusiasmado durante mis años de formación comodetective, pero que, en el crepúsculo de mi carrera, veía más apropiado para otros. A menudodesviabaesetipodepeticionesaalgunodelosjóvenesnuevostalentos(normalmenteaSethWeaver,Trevor de Southwark o Liz Pinner) que ya habían demostrado su buen hacer ante el gremio de

detectives.Sinembargo,deboconfesarquemiinterésenelcasodelseñorKellernoestabaenlaconclusión

desuaburridoy largo relato, sinoendospuntosque,apesardeno tener relaciónentreellos,mefascinaban:laadmiraciónquesentíaporlainfamearmónicadecristal,uninstrumentoqueamenudohabíadeseadoaprenderatocar,yelatractivoyextrañorostroquehabíavistoenlafotografía.Bastemencionar que puedo explicar el atractivo de unomejor que el del otro, y que desde entonces hedecidido quemi breve predilección por el bello sexo nació de lomucho que John insistía en losbeneficiosparalasaludquesederivabandelacompañíafemenina.Aunqueadmitotalesirracionalessentimientos, sigo sin comprender la atracción que sentí por la ordinaria fotografía de unamujercasada.

4

CuandoRoger le preguntó cómo había conseguido las dos abejas japonesas,Holmes semesó la

barbay,despuésdepensarlounpoco,mencionóelcolmenarquehabíadescubiertoenelcentrodeTokio.

—Loencontréporcasualidad…Sihubieraidoencocheconmiequipaje,nohabríadadoconél,perodespuésdehaberestadoenjauladoenelbarconecesitabaejercitarmisextremidades.

—¿Caminómucho?—Eso creo… Sí, efectivamente, estoy seguro de que así fue, aunque no recuerdo la distancia

exacta.Estabanenlabiblioteca,sentadosunofrentealotro.Holmesestabarecostadoyteníaunacopade

brandienlamano;Rogerestabainclinadohaciadelanteconelvialdelasabejasentrelasmanos.—Eraelmomentoperfectoparaunpaseo,¿sabes?Elclimaeraideal,muyagradable,yyoestaba

ansiosoporverlaciudad.Holmesestaba relajadoyanimado,ymirabaalchicoconatenciónmientras le relatabaaquella

mañanaenTokio.Omitiría,porsupuesto,losdetallesembarazosos,comoelhechodequesehubieraperdidoeneldistritocomercialdeShinjukumientrasbuscabalaestacióndetrenesyque,mientrasdeambulabaporlasestrechascalles,sunormalmenteinfaliblesentidodelaorientaciónloabandonóporcompleto.Nohabíarazónparacontarlequecasihabíaperdidoel trena laciudadportuariadeKobe o que, hasta que encontró el colmenar, fue testigo de los peores aspectos de la sociedadjaponesa de posguerra: hombres y mujeres viviendo en chozas improvisadas y en cobertizosconstruidosconcajasychapaenlaszonasmásconcurridasdelaciudad;amasdecasaconsusbebéscargados a las espaldas, formando interminables colas para comprar arroz y batatas; individuosapiñadosencochesarebosar,sentadossobreeltechodelosautobuses,agarradosalrastrillodelaslocomotoras;losincontablesasiáticoshambrientosquepasabanjuntoaélporlacalle,cuyosvoracesojosmirabandevezencuandoaaquelinglésdesorientadoquecaminabaentreellos,apoyadoendosbastonesyconsuconfusaexpresiónimposibledeleerbajoellargocabelloylabarba.

En definitiva, Roger sólo se enteró del encuentro con las abejas urbanas. El chico parecíatotalmentefascinadoporloqueestabaoyendoysusojosazulesnoseapartabandeHolmes.Surostropermanecíatranquiloytolerante,conlaspupilasfijasenaquellosvenerablesyreflexivosojos,comosiestuvieraviendolasdistanteslucesquetitilabanalolargodeunhorizonteopaco,unatisbodealgoparpadeante y vivo que estaba fuera de su alcance. Y, a cambio, los ojos grises que estabanconcentrados en él, penetrantes y amables almismo tiempo, se esforzaban por establecer un nexoentrelosañosquelosseparaban.Mientrasbebíaelbrandiasorbosyelcristaldelvialsecalentabaentrelassuavespalmasdelasmanosdelniño,aquellaveteranavozhacíaqueRogersesintiera,dealgúnmodo,mayorymuchomáscosmopolita.

MientrasseadentrabacadavezmásenShinjuku,leexplicóHolmes,unasobrerasqueforrajeabanyzumbabanalrededordeloslechosdefloresbajolosárbolesdelacalleyenlasmacetasjuntoalas

casasatrajeronsuatención.Entoncesintentóseguirlarutadelasobreras;avecesperdíaelrastrodeuna,peroprontoveíaaotra,yenseguidalocondujeronaunoasisenelcorazóndelaciudad:veintecolonias, según pudo contar, capaces de producir una cantidad de miel anual considerable. «Quécriaturas tan inteligentes», pensó. La zona de forrajeo de las colonias de Shinjuku variaba,seguramente,deestaciónenestación.Quizávolabanmayoresdistanciasenseptiembre,cuandohabíapocas flores, y recorrían una distancia muchomenor en verano y primavera porque, cuando loscerezosflorecieranenabril,estaríanrodeadasdealimento.Mejoraún,ledijoaRoger,puesunradiopequeñoincrementaríalaeficaciaenlabúsquedadecomidadelascolonias;así,teniendoencuentalamermada competencia por el néctar y el polen de los pobres polinizadores urbanos, como lossírfidos, las moscas, las mariposas y los escarabajos, las fuentes de alimento más rentables eranevidentementelasqueestabanubicadasapocadistanciadeTokio,enlugardelasperiféricas.

Sinembargo,lapreguntaqueRogerhabíahechosobrelasabejasjaponesasnorecibiórespuesta,y el chico era demasiado educado para insistir.AunqueHolmes no había olvidado la pregunta, larespuesta sehizoesperar, comounnombreatrapadode repenteen lapuntade la lengua.Sí,habíatraído las abejas de Japón. Sí, eran un regalo para el muchacho. Pero el modo en el que habíanllegadohastaHolmesnoestabaclaro:quizásenelcolmenardeTokio(aunquenoeraprobable,yaque en aquel momento estaba más preocupado por encontrar la estación de ferrocarril), o quizádurantesusviajesconelseñorUmezaki(yaquehabíancubiertomuchoterrenodesdesu llegadaaKobe).Temíaqueaquelevidentelapsusfueraelresultadodeloscambiosqueestabaproduciendolaedadensulóbulofrontal.¿Dequéotromodopodíaexplicarsequealgunosrecuerdossemantuvieranintactosmientrasotros sufrían importantesdaños?Eraextraño, también,quepudiera recordar contotal claridadmomentos aleatorios de su infancia, como la mañana en la que entró en la sala deesgrimademaîtreAlphonseBencin,aquelenjutofrancésquenoparabadeatusarseelbigotemientrasmirabaaltímidoydelgaduchochicoqueteníafrenteaél.Sinembargo,ahora,aveces,podíamirarsurelojdebolsilloyleresultabaimposiblenarrarloquehabíaocurridolasanterioreshorasdeldía.

Aun así, a pesar del conocimiento perdido, creía que todavía conservaba la mayoría de susrecuerdos. Y en las noches tras su regreso a casa se había sentado en su escritorio del ático y,alternandoel trabajoen suobramaestra inacabada,Elartede ladeducción, y en la revisiónde lanueva edición deBeach&Thompson de suGuía práctica de apicultura, que había sido publicadatreintaysieteañosantes,sumentevolvíadeformainvariablealoslugaresenlosquehabíaestado.Entonces no era imposible que se encontrara allí, esperando en el andén de la estación de Kobedespuésdellargotrayectoentren,buscandoalseñorUmezakiymirandoalosquepasabanasulado.Algunos oficiales y soldados norteamericanos deambulaban entre los lugareños, hombres denegociosy familias japonesas; la cacofoníadevocesdiferentesyde rápidospasos resonabaenelandénhastadesaparecerenlanoche.

—¿Sherlocksan?Comosihubieraaparecidodelanada,unhombredelgadoconunsombrerotirolés,unacamisa

blancadecuelloabierto,pantalonescortosyzapatillasdeportivasaparecióasulado.Ibaacompañadodeotrohombrealgomásjovenquevestíaexactamenteigual.Losdoshombreslomirabanatravésdeunas gafas demonturametálica, y elmayor de los dos (de unos cincuenta años, supusoHolmes,aunque en el caso de los hombres asiáticos era difícil decirlo), se detuvo ante él e hizo unareverencia.Elotroloimitódeinmediato.

—SospechoqueustedeselseñorUmezaki.

—Asíes,señor—dijoelmayor,aúninclinado—.BienvenidoaJapón,ybienvenidoaKobe.Esunhonorconocerloporfin.Noshonratenerlocomoinvitadoennuestrohogar.

YaunquelascartasdelseñorUmezakilehabíanreveladosudominiodelinglés,Holmesquedógratamentesorprendidoporelacentobritánicodelhombre,rasgoquesugeríaquehabíarecibidounaextensaeducaciónmásalláde laTierradelSolNaciente.Aunasí, loúnicoquesabíadeéleraquecompartíanunapasiónporelpimenterojaponésohiresansho,elnombreconelqueseloconoceenJapón.Eraesteinteréscomúnelquehabíadadoinicioaunaextensaycontinuadacorrespondencia;elseñorUmezaki le escribióuna cartadespuésde leerunmonográficoqueHolmeshabíapublicadoañosantes:ElvalordelajalearealylosbeneficiosdelapimientadeSichuan.Además,ensujuventudnunca había aprovechado la oportunidad de visitar Japón. Cuando recibió la invitación del señorUmezakisediocuentadequequizánotendríaotraocasiónparaexploraresosmagníficosjardinessobrelosquetantohabíaleídoopara,porunavezensuvida,contemplaryprobarlainusualplantaquelohabíafascinadodurantetantotiempo,unremediovegetalquesospechabaquepodíaprolongarlavidadelmismomodoquesuadoradajaleareal.

—Elhonoresmutuo.—Por supuesto —dijo el señor Umezaki, incorporándose—. Por favor, señor, permítame

presentarleamihermano.EsteesHensuiro.Hensuiroseguíainclinado,conlosojosmediocerrados.—Sensei…Hola,ustedesmuygrandedetective,muygrande.—Hensuiro,¿verdad?—Gracias,sensei,gracias,ustedesmuygrande.Quédesconcertanteleresultabaaquellaparejaderepente:unhermanohablabaingléssinesfuerzo

mientrasqueelotroapenassedefendía.Pocodespués,cuandosalíandelaestación,Holmesnotóunmovimiento peculiar en las caderas del hermanomenor, como si el peso del equipaje con el quecargabaHensuirolehubieraproporcionadodealgúnmodouncontoneofemenino.Concluyóqueeraalgonaturalynounapose,yaqueelequipaje,despuésdetodo,noeratanpesado.Cuandollegaronpor fin a la parada del tranvía, Hensuiro dejó lasmaletas en el suelo y le ofreció un paquete decigarrillos.

—Sensei…—Gracias—dijoHolmes,quecogióunoyselollevóaloslabios.Iluminadoporlaluzdelasfarolas,Hensuiroencendióunacerillaycubriólallamaconlamano.

Al inclinarse hacia la cerilla,Holmes vio las delicadasmanos salpicadas de pintura roja, la suavepiel,lasuñascortasaunqueunpocosucias:lasmanosdeunartista,decidió,ylasuñasdeunpintor.Acontinuación,mirólaoscuracallemientrassaboreabaelcigarrillo,lassiluetasalolejosdelagentequepaseabaporelbarrioiluminadoporlaslucesdeneón.Enalgunaparte,sonabamúsicadejazz,suaveperoanimada,yentrelascaladasdecigarrilloinhalóelfugazaromadelacarnequemada.

—Imaginoqueestaráhambriento—dijoel señorUmezaki,que sehabíamantenidoen silenciodesdequesalierondelaestación.

—Efectivamente—dijoHolmes—.Tambiénestoybastantecansado.—Enesecaso,¿porquénoseinstalaencasa?Estanoche,silodesea,cenaremosallí.—Unasugerenciaperfecta.Hensuirocomenzóahablaren japonésconel señorUmezaki.Noparabadegesticularconsus

delicadasmanosmientraselcigarrillosaltabaensuslabios:rozaronuninstantesusombrerotirolés

y después señalaron repetidamente una zona cerca de su boca. Hensuiro sonrió de oreja a oreja,asintióaHolmesehizounaligerareverencia.

—Mihermanosepreguntasihatraídoconustedsufamososombrero—dijoelseñorUmezakiconciertavergüenza—.Lagorraorejera,creoquesellamaasí.Ysupipa,¿lahatraído?

Hensuiro,queseguíaasintiendo,señalósusombrerotirolésysupropiocigarrillo.—No,no—contestóHolmes—.Metemoquenuncamehepuestounagorraorejeranihefumado

enpipa.Estonofueronmásqueadornosdeunilustradorquepretendíadarmeprestancia,supongo,yvenderrevistas.Notuvemuchoqueverenelasunto.

—Oh—dijoelseñorUmezakiconexpresióndesilusionada,expresiónqueenseguidacontagióaHensuirocuandosuhermanoselocontó.

Eljovenhizounareverenciarápidamente.Parecíaavergonzado.—Deverdad,estonoesnecesario—dijoHolmes,queestabaacostumbradoatalespreguntasy,la

verdadseadicha,obteníaciertasatisfacciónperversaaldisiparelmito—.Dígalequenopasanada,notieneningunaimportancia.

—Nolosabíamos—leexplicóUmezakiantesdecalmaraHensuiro.—Pocoslosaben—dijoHolmeslentamente,mientrasexhalabaelhumo.Al poco tiempo llegó el tranvía, traqueteando hacia ellos desde la zona de las luces de neón.

MientrasHensuirocogíaelequipaje,Holmesvolvióamirarlacalle.—¿Esoquesuenaesmúsica?—lepreguntóalseñorUmezaki.—Sí. De hecho, durante la noche, suele haber música en esta zona. No hay muchos puntos

turísticosenKobe,asíqueintentamoscompensarloconalgodevidanocturna.—¿Deverdad?—preguntóHolmes.Entornólosojosparaintentardistinguir,sinconseguirlo,los

brillantesclubsybarescuyamúsicasehabíaperdidoantelaclamorosallegadadeltranvía.Alfinalsubieronysealejarondelneón.Atravesaronundistritodetiendascerradas,acerasvacías

yesquinasoscuras.Segundosdespués,eltranvíaentróenunreinoenruinasdeedificiosincineradosydevastadosdurantelaguerra;unpaisajedesoladoquecarecíadefarolasycuyasderruidassiluetassóloestabaniluminadasporlalunallenasobrelaciudad.

Entonces,comosilasabandonadasavenidasdeKobehubieranacentuadosupropioagotamiento,lospárpadosdeHolmessecerraronysucuerposederrumbóenelasientodeltranvía.Finalmente,aquel largo día había podido con él.Minutos después, usaría la poca energía que le quedaba paradespertarysubirunacalleenpendiente.HensuiroibaencabezayelseñorUmezakilososteníaporelcodo.Mientrassusbastonesgolpeabanelsuelo,elcálidovientodelmarquetraíaconéllaesenciadelaguasaladalogolpeó.Inhalandoelairenocturno,visualizóSussexylahaciendaalaquellamabaLa Paisible («Mi lugar de sosiego» lo había llamado una vez en una carta dirigida a su hermanoMycroft),ylacostadeacantiladosdepiedracalizaqueseveíaatravésdelaventanadeldespachodelático.Queríadormiryviosuordenadahabitación,sucamaconlassábanasabiertas.

—Yacasihemosllegado—dijoelseñorUmezaki—.Tieneantesímipatrimonio.Justo enfrente, donde la calle terminaba, se alzaba una inusual casa de dos plantas. En un país

donde la costumbre eran las tradicionales casas tipo minka[5], la anómala residencia del señorUmezaki era claramente de estiloVictoriano.Estaba pintada de rojo, circundada por una cerca demadera,yconunpatioenlaentradamuyparecidoaunjardíninglés.Sibienlosalrededoresdelapropiedad estaban sumidos en una profunda oscuridad, un ornamentado foco de cristal talladoproyectaba su luz a lo largo del amplio porche, presentando la casa como un faro bajo el cielo

nocturno.PeroHolmesestabademasiadoexhaustoparacomentarnada,nisiquieracuandosiguióaHensuiro hasta un pasillo bordeado de impresionantes vitrinas con objetos de cristal de estiloartnouveauyartdéco.

—Coleccionamos piezas de Lalique, Tiffany y Galle, entre otros —dijo el señor Umezakimientrasavanzaban.

—Esevidente—comentóHolmesfingiendointerés.Pocodespués,comenzóasentirsecasietéreo,comosiestuvieravagandoatravésdeuntedioso

sueño. Más tarde no recordaría nada de esa primera noche en Kobe, ni lo que comió ni laconversaciónquemantuvieronnielmomentoenelque lemostraronaquellahabitación.TampocorecordabaquelehubieranpresentadoaunataciturnamujerllamadaMaya,aunquelesirviólacenaylabebiday,sinduda,deshizosuequipaje.

Tambiénfueellaquien,alamañanasiguiente,abriólascortinasylodespertó.Supresencianolosorprendió.Aunqueestabasemiinconscientecuandolaconoció,surostroleresultófamiliar,aunquemelancólico.

«¿SerálaesposadelseñorUmezaki?—sepreguntóHolmes—.¿Quizásunamadellaves?»Llevabaunquimonoyelcabellocanoenunrecogidooccidental;parecíamayorqueHensuiro,

pero no mucho mayor que el refinado Umezaki. Aun así, era una mujer poco atractiva, bastantefeúcha,concabezaredonda,narizchatayunosojosrasgadosqueerandosdelgadashendidurasyquehacíanqueparecieratancortadevistacomountopo.Sí,concluyó,debíadeserelamadellaves.

—Buenosdías—dijomientraslaobservabadesdelacama.Ellanolehizocaso.Abriólaventanaylabrisamarinainundólahabitación.Despuéssaliódela

estanciayvolvióaentrarconunabandejasobrelaquehumeabaunatazadetéjuntoaunanotaescritapor el señor Umezaki. Holmes murmuró un «ohayo[6]», una de las pocas palabras japonesas queconocía,mientras lamujer colocaba labandeja sobre lamesitadenoche.Lo ignoróunavezmás.Entróenelaseoylepreparóunbaño.Élsesentó,incómodo,ysebebióeltémientrasleíalanota:

Memarchoatrabajar.Hensuiroloespera.

Volverétarde.Tamiki

—Ohayo —se dijo a sí mismo, decepcionado y preocupado por si su presencia allí habíaperturbadoaloshabitantesdelacasa.

Era posible que no esperaran que aceptara la invitación, o que el señor Umezaki se sintieradecepcionadoporelpocoanimadocaballeroquehabíaencontradoesperandoenlaestación.CuandoMayasemarchódelahabitación,sesintióaliviado,peroelsentimientoquedóeclipsadoporlaideade tener que pasar el día conHensuiro y de verse obligado a gesticular cualquier cosa que fueraimportante:comida,bebida,aseo,siesta.NopodíaexplorarKobeporsucuenta,ysuanfitriónpodríasentirse insultado al descubrir que se había escabullido solo.Mientras se bañaba, la sensación demalestar aumentó.Aunque algunos lo consideraban cosmopolita, había pasado casi lamitad de suvidaaisladoenSussexDownsyahoranosesentíapreparadoparamanejarseenunpaístanextraño,especialmentesinunguíaquesupierahablaringlés.

Sinembargo,despuésdevestirseydereunirseconHensuiro,suspreocupacionesdesaparecieron.

—Bu…Buenosdías,sensei—tartamudeóHensuiroconunasonrisa.—Ohayo.—Oh,sí,ohayo.Bien,muybien.Después, mientras Hensuiro asentía repetidamente ante su habilidad con los palillos, Holmes

tomó un desayuno sencillo: té verde y arroz con huevo crudo. Salieron antes del mediodía ydisfrutarondeunahermosamañanabajoundoseldecieloazul.Hensuiroloacompañabasujetándoloporelcodo,comohacíaeljovenRoger;despuésdehaberdormidotanbienytonificadoporelbaño,veía Japón con otros ojos. A la luz del día, Kobe era una ciudad completamente diferente deldesoladolugarquehabíavistoatravésdelaventanilladeltranvía:losedificiosenruinasnoestabanalavista,lascallesestabanllenasdeviandantesylosvendedoresocupabanlaplazacentralmientraslosniñoscorreteaban.

Enel interiorde lospuestosde fideosbullían tanto lascharlascomoelagua.En lascolinasalnorte de la ciudad atisbo un vecindario completo de hogares de estilo Victoriano y gótico quesospechabaque,enunprincipio,habríanpertenecidoacomerciantesydiplomáticosextranjeros.

—¿Aquésededicasuhermano,sipuedesaberse?—Sensei…—Suhermano,¿aquésededica?¿Enquétrabaja?—Esto…No…Noentiendo,sóloentiendounpoquito,nomucho.—Gracias,Hensuiro.—Sí,gracias.Muchasgracias.—Apesardetuscarencias,eresunaexcelentecompañíaparadisfrutardeesteagradabledía.—Esocreo.Sin embargo, mientras paseaban, mientras doblaban esquinas y cruzaban calles abarrotadas,

Holmes comenzó a reconocer las señales del hambre a su alrededor. En los parques, los niñosdescamisados no corrían como los otros críos; estaban inmóviles, como marchitos, con suspronunciadas cajas torácicas rodeadas por huesudos brazos. Los hombres pedían delante de lastiendasde fideos, e inclusoaquellosqueparecíanbienalimentados (los tenderos, lospatronos, lasparejas)teníanexpresionessimilaresdehambre,aunquenotanevidentes.Entoncesleparecióqueeldevenirdelavidadiariaenmascarabaunadesesperaciónmuda:bajolassonrisas,losasentimientos,las reverencias y la educación generalizada acechaba algo más, algo que había nacido de ladesnutrición.

5

Aveces,durantesusviajes,Holmessentíaqueuninmensodeseosecolabaenlaexistenciahumana,

cuyaverdaderanaturalezanoacababadecomprender.Yaunqueesteinefableanhelohabíaesquivadosuvidaenelcampo,aúnlovisitabaavecesenelrostrodelosdesconocidosquecontinuamenteseadentrabanensupropiedad.Alprincipio, los intrusossolíanserunavariadamezcladeestudiantesborrachos que querían elogiarlo, investigadores deLondres que buscaban ayuda en un crimen sinresolver,losocasionalesjóvenesdeGables(unacélebreacademiasituadaaunkilómetrodelafincade Holmes) o familias de vacaciones. Todos acudían hasta allí con la esperanza de vermomentáneamentealfamosodetective.

—Losiento—lesdecíaatodossinexcepción—,peromiprivacidaddebeserrespetada.Lespidoqueabandonenmipropiedadinmediatamente.

LaGranGuerraleproporcionóalgodepaz,yaquecadavezmenosgentellamabaasupuerta;estoocurrió,también,mientraslasegundaGranGuerrasepropagabaporEuropa.Peroentreambosconflictos los intrusos regresaron en bloque y la vieja conglomeración fue gradualmentereemplazadaporotrogrupodegente:buscadoresdeautógrafos,periodistas,agrupacionesdelecturade Londres y de otras partes…Aquellos individuos gregarios contrastaban abruptamente con losveteranos tullidos, los cuerpos contorsionados confinados para siempre a sillas de ruedas, losengendros vivos o los amputados múltiples que aparecían como crueles regalos en su puertadelantera.

—Losiento…Losientodeverdad…Loquebuscabaelprimergrupo(conversación,unafotografía,unafirma)erafácildenegar;lo

quedeseabaelotro,sinembargo,erailógico,peromásdifícilderehusar:lasimpleimposicióndesusmanos,quizásunpardepalabrassusurradascomounaespeciedehechizocurativo,comosiélysóloélpudieraresolverlosmisteriosdesusmales.Inclusoasísemanteníafirmeensunegativayamenudo reprendía a los cuidadoresquedesconsideradamentehabían empujado las sillasde ruedasmásalládelosletrerosdeNOPASAR.

—Porfavor,salgandeaquíenestemismoinstante.¡Sinolohacen,meveréobligadoainformaralagenteAnderson,delapolicíadeSussex!

Recientemente había incumplido sus propias reglas y se había sentado un rato con una jovenmadreysuhijito.ElprimeroenverlahabíasidoRoger,agazapadatraselhuertomientrassosteníaasubebé,envueltoenunchaldecolorcrema,contrasudesnudopechoizquierdo.Elchicolocondujohastaella.Holmesgolpeóelcaminoconsusbastones,gruñendoparaquepudieraoírloydiciendoenvoz alta que la entrada en sus tierras estaba estrictamente prohibida. En cuanto la vio, su furia sedisipó,perodudóantesdeacercarsemás.Lamujerlomiróconunasampliasysedadaspupilas.Susucio rostro traicionaba su derrota; su abierta blusa amarilla, embarrada y rasgada, insinuaba loskilómetrosquehabíacaminadohastaencontrarlo.Entoncesextendióelchalhaciaélparaofrecerleasuhijoconsussuciasmanos.

—Vuelveacasa—ordenóaRogerenvozbaja—.LlamaaAnderson.Dilequeesunaemergencia.Dilequeestoyesperándoloeneljardín.

Sí,señor.Había visto lo que el chico no había atisbado: el pequeño cadáver que sostenían las manos

temblorosasdesumadre,susmejillaspúrpuras,loslabiosdeunazuloscuro,lasnumerosasmoscasquereptabanyrodeabanelchaltejidoamano.CuandoRogersepusoencamino,Holmesapartólosbastonesy,conciertoesfuerzo,sesentójuntoalamujer.Ellaleofrecióelchalunavezmás,asíqueaceptóelfardogentilmenteysostuvoalbebécontrasupecho.

ParacuandoAndersonllegó,Holmesyalehabíadevueltoalcrío.Sedetuvounmomentojuntoalagente,enelsendero,observandoelbultoquelamujersosteníacontrasupechomientrassusdedospresionabanrepetidamenteunpezóncontralosrígidoslabiosdelniño.Lassirenasdeunaambulanciaresonarondesdeeleste,acercándose.Finalmente,sedetuvieronjuntoalapuertadelahacienda.

—¿Creeustedquesetratadeunsecuestro?—susurróAndersonmientrasseacariciabaelcurvobigote,boquiabiertoyconlamiradacongeladasobreelpechodelamujer.

—No—contestóHolmes—,nocreoquesetratedeunactocriminal.—¿Deverdad?—contestóelagente.Holmesdetectódescontentoensuvoz,yaquenosetrataba

deungranmisterio,despuésdetodo,yelagentenoterminaríatrabajandoenuncasoconsuhéroedelainfancia—.Entonces,¿quécreequehapasado?

—Mire susmanos—le dijoHolmes—.Mire la tierra y el barro que hay bajo sus uñas, en sublusa, en su piel y en sus ropas.—Suponía que había estado arrodillada en la tierra. Suponía quehabía desenterrado algo—.Mire sus embarrados zapatos: casi nuevos y con pocas señales de uso.Aunasí,hacaminadounagrandistancia,peronomáslejosdeSeaford.Preguntesobrelatumbadeunniñoquefueabiertadurante lanocheycuyocadáverhadesaparecido…Ypreguntesi lamadretambiénlohahecho.PreguntesielnombredelniñopodríaserJeffrey.

AndersonmiróaHolmescomosilehubierandadounabofetada.—¿Cómosabeustedeso?Holmesseencogiódehombrosconpesar.—Nolosé.Almenos,noconcerteza.LavozdelaseñoraMunrollegódesdeelpatiodelacasa.Estabaindicandoaloshombresdela

ambulanciaadondedebíandirigirse.Anderson,queparecíatriste,levantóunacejamientrassetirabadelbigote.—¿Porquéhavenidohastaaquí?¿Porquéhaacudidoausted?Unanubepasósobreelsolyproyectóunalargasombrasobreelhuerto.—Buscaba esperanza, supongo —dijo Holmes—. Parece que soy famoso por encontrar

solucionesensituacionesdesesperadas.Nomerecelapenabuscarunarespuestamásallá.—¿YcómosabequesellamaJeffrey?Holmes se explicó: había preguntado el nombre del niñomientras sostenía el chal. «Jeffrey»,

creíaquelahabíaoídodecir.Lepreguntócuántosañostenía.Lamujermiróelsuelocontristezaynodijonada.Lepreguntódóndehabíanacidoelniño.Nocontestó.¿Veníademuylejos?

—Seaford—murmuró,yespantóunamoscadesufrente.—¿Tieneshambre?Nada.—¿Quierescomeralgo,querida?

Nada.—Creoquedebesdetenermuchahambre.Ycreoquenecesitasbeberunpocodeagua.—Yocreoqueestemundoesestúpido—dijofinalmente,ycogiódenuevoasuhijo.SiHolmeshubierasidosinceroconella,lehabríadichoqueestabadeacuerdo.

6

EnKobey,posteriormente,durantesusviajeshaciaeloeste,elseñorUmezakilehabíapreguntado

a veces sobre Inglaterra. Entre otras cosas, si Holmes había estado en el lugar de nacimiento delBardo[*]enStratford-upon-Avon,osisehabíaadentradoenelmisteriosocírculodeStonehenge,osihabíavisitadoelespectacularlitoraldeCornwall,quehabíainspiradoatantosartistasatravésdelossiglos.

—Efectivamente—solíaresponderantesdeextenderse.¿Ylasprincipalesciudadesanglicanashabíansobrevividoaladevastacióndelaguerra?¿Había

permanecidointactoelánimodelpuebloinglésdurantelosbombardeosaéreosdelaLuftwaffe?—Ensumayorparte,sí.Tenemosuncarácterindomable,¿sabe?—Lavictoriatiendeaenfatizaresetipodecosas,¿noleparece?—Supongoquesí.Cuando regresó a casa, fue Roger el que empezó a hacerle preguntas sobre Japón, aunque

preguntaba cosasmenos concretasque el señorUmezaki.Despuésdeuna tardequehabíanpasadoquitando la maleza alrededor de las colmenas, arrancando las malas hierbas para que las abejaspudieran ir y venir sin obstrucciones, el chico lo escoltó hasta el cercano acantilado, donde,prestando atención a cada paso, bajaron el largo y escarpado sendero que terminaba en la playa.Varioskilómetrosdesedimentosyguijarrosseextendíanencadadirección,interrumpidossóloporensenadaspocoprofundasypequeñaspocetasquesellenabandenuevoconcadacrecida,loquelasconvertíaenlugaresidealespararefrescarse.Alolejos,enlosdíasclaros,sepodíaverlapequeñacaletadeCuckmereHaven.

Aqueldíacolocaroncuidadosamentelaropasobrelasrocas,ytantoélcomoelchicosemetieronen su poceta preferida y se reclinaron mientras el agua subía hasta sus torsos. Cuando seacomodaron,conloshombros justoporencimadelaguayelsolde la tardecentelleandosobreelmar,Rogerlomiróy,protegiéndoselosojosconunamano,dijo:

—Señor,¿separeceelocéanojaponésalcanal?—Unpoco.Loquevideél,almenos.Elaguasaladaesaguasalada,¿no?—¿Habíamuchosbarcos?Holmesseprotegiólosojosconlamanoysediocuentadequeelchicoestabamirándolocon

curiosidad.—Eso creo—dijo, sin estar segurode si los numerososbuques, remolcadores y barcazas que

ibanaladerivaporsumemorialoshabíavistoenunpuertojaponésoenunoaustraliano—.Despuésdetodo,esunaisla—razonó—.Ellos,comonosotros,nuncasealejandelmar.

Elchicodejóquesuspiesflotaranenelaguayagitóociosamentesusdedosenlaespumadelasuperficie.

—¿Esciertoquesonmuybajitos?—Metemoqueesoestotalmentecierto.

—¿Comolosenanos?—No,másaltos.Demediasonmásomenoscomotú,chico.Rogerhundiólospiesysusdedosdesaparecieron.—¿Sonamarillos?—¿Aquéterefieresexactamente?¿Asupieloasucomplexión?—Asupiel.¿Esamarilla?¿Tienenlosdientestangrandescomolosdelosconejos?—Supiel es de un colormás oscuro que el amarillo.—Presionó un dedo sobre el bronceado

hombrodeRoger—.Deestecolor,¿ves?—¿Ysusdientes?Holmesserio.—No sabría decirte. Por otro lado, estoy seguro de que recordaría una predominancia de

incisivos lagomorfos,asíquecreoquepodemosafirmarquesusdientessoncomolos tuyosy losmíos.

—Vaya—murmuróRoger,ynodijonadamásporelmomento.Holmessuponíaqueelregalodelasabejashabíainflamadolacuriosidaddelchico:aquellasdos

criaturasenelvial, similaresaunquediferentesde lasabejas inglesas,sugeríanunmundoparalelodondetodoeracomparableperodistinto.

El interrogatorio se reanudó más tarde, cuando comenzaron a subir el escarpado sendero. Elchicoqueríasaberahorasilasciudadesjaponesasaúnmostrabanlascicatricesdelbombardeoaliado.

—Enalgunoslugares—contestóHolmes,queconocíalaobsesióndeRogerporlosaviones,losataquesylacrudezadelamuerte,comosilasoluciónaldestinofinaldesupadrepudieraencontrarseenlossórdidosdetallesdelaguerra.

—¿Viodóndecayólabomba?Se habían detenido a descansar. Estaban sentados en un banco amitad de camino del sendero.

Holmesestirósuslargaspiernashaciaelbordedelacantiladoymiróelcanal.LaBomba,pensó.Nodeltipoincendiarioniantipersona,sinolaatómica.

—Lallamanpika-don—lecontóaRoger—.Significa«explosióncegadora»y,sí,vidóndecayó.—Lagentedeaquellugar…¿parecíaenferma?Holmessiguiómirandoelmar,lasaguasgrisesruborizadasporeldescensodelsol.—No,lamayoríanoparecíaenferma.Sinembargo,algunossí…Esdifícildeexplicar,Roger.—Oh—replicóelchico.Parecíaligeramenteperplejo,peronodijonadamás.Holmespensóenelsucesomásdesafortunadoquepodíasufrirunacolmena:lapérdidarepentina

delareinacuandonohayposibilidadesdecriarunanueva.Pero¿cómopodíaexplicarelprofundosufrimientodeinexpresadadesolación,eseimprecisoataúdquelosjaponesesdeapieamparabanenmasa?Enaquellareservadagenteeraapenasperceptible,perosiempreestabaallí:vagandoporlascalles de Tokio y Kobe, visible de algúnmodo en los solemnes rostros jóvenes de los hombresrepatriados,enlasmiradasvacuasdelasmadresydelosniñosmalnutridoseinsinuadoporundichoquesehizopopularelañoanterior:«Kamikazemofukisokone».

LasegundatardequepasóconsusanfitrionesdeKobe,mientrastomabansakeenelinteriordeunabarrotadoestablecimiento,elseñorUmezakitradujoeldicho:

—«Elvientodivinoyanosopla».Esoesloquesignifica,básicamente.Había dicho esto después de que un cliente borracho, vestido desaliñadamente con un antiguo

atuendomilitar, se tambalearade forma incontroladademesaenmesay tuvieranqueescoltarloal

exteriormientrasgritaba:«¡Kamikazemofukisokone!¡Kamikazemofukisokone!¡Kamikazemofukisokone!».

Antes del arrebato del borracho habían estado conversando sobre el Japón de después de larendición.O,mejordicho, el señorUmezaki sehabíadesviadoabruptamentedeuna conversaciónsobresuitinerariodeviajeparapreguntaraHolmessiéltambiénconsiderabaquelaretóricasobrelibertadydemocraciade la ocupación aliadano encajaba con la continua represiónde lospoetas,escritoresyartistasjaponeses.

—¿Noleparecedesconcertantequetantosesténmuriendodehambreperoquenosenospermitacriticarabiertamentealasfuerzasdeocupación?Nopodemoslamentarjuntosnuestrasbajasnillorarjuntoscomonación,ni siquiera realizarpanegíricospúblicosparanuestrosmuertos,por si eso sepercibecomounensalzamientodelespíritumilitar.

—Sinceramente—admitióHolmesmientrasacercabaelvasoasuslabios—,sémuypocodeeseasunto.Lolamento.

—No, por favor. Siento haberlomencionado.—Umezaki, que ya estaba un poco colorado, seruborizó.Estabacansadoyunpocoborracho—.Bien,¿dóndeestábamos?

—EnHiroshima,creo.—Cierto,ustedestabainteresadoenvisitarHiroshima…—¡Kamikazemo fuki sokone!—comenzó a gritar el borracho, alarmando a todos los clientes,

menosaUmezaki—¡Kamikazemofukisokone!ElseñorUmezaki,impávido,sesirvióunvasoparaélyotroparaHensuiro,quesebebíaelsake

de un trago. Después de que echaran a aquel borracho escandaloso, Holmes examinó al señorUmezaki.Elhombre,conelsemblantemássombrío trascada trago,observaba lamesa,pensativo.Teníaelceñofruncido;sobresalíadesufrentecomoelmohíndeunniñoalquehanregañado,unaexpresiónde la que sehabía apropiadoHensuiro, cuyo semblantenormalmente alegre tenía ahoraunaexpresióntristeyabstraída.Alfinal,elseñorUmezakilomiró.

—Bien, ¿de qué estábamos hablando?Ah, sí, de nuestro viaje al oeste…Usted quería saber sipasaríamosporHiroshima.Bueno,creoquesí.

—Megustaríavisitarellugar,siestáusteddeacuerdo.—Desdeluego,amítambiénmegustaríavisitarlo.Silesoysincero,noheestadoallídesdeantes

delaguerra.Sólohecruzadolazonaentren.Sinembargo,HolmesnotóciertaaprensiónenlavozdeUmezaki,oquizáfuerasóloelcansancio

colmando su tono. Después de todo, el señor Umezaki con el que se había reunido aquella tardeparecía haber vuelto del trabajo agotado, al contrario del hombre atento y afable que lo habíarecibidoenlaestacióndeferrocarrileldíaanterior.

Ahora,despuésdehaberdormidounasatisfactoriasiesta, trasexplorarlaciudadconHensuiro,HolmesestabadesveladoyeraelseñorUmezakiquienparecíaagotado,undesfallecimientoquesehacíamenospesadoconlaingestaconstantedealcoholynicotina.

Holmes ya se había percatado de ello antes, cuando abrió la puerta del despacho del señorUmezakiyloencontrójuntoasuescritorio,perdidoensuspensamientos,conelpulgaryelíndicedeunamanopresionandocontra suspárpadosyunmanuscrito sinencuadernaren laotra.Comoaúnllevabasusombreroysuchaqueta,eraevidentequeacababadellegaracasa.

—Disculpe—dijoHolmes,quederepentesehabíasentidounintruso.Aquellacasatansilenciosa,dondesecerrabanlaspuertasynoeraposibleveruoíranadie, lo

inquietaba.Sinembargo,habíavioladosupropiocódigosinpretenderlo:siemprehabíacreídoqueeldespachodeunhombreeraunasuertedeterrenosagrado,unsantuarioparalareflexiónyelretirodelmundoexterior,concebidoparaeltrabajoimportanteo,almenos,paralacomuniónprivadaconlostextosescritosporotros.Portanto,eldespachodeláticodesuhogardeSussexeralahabitaciónquemás le gustaba y, aunque nunca lo dijera explícitamente, tanto la señoraMunro comoRogersabíanquenodebíanentrarsilapuertaestabacerrada.

—Nopretendíainterrumpirle.Parecequemiavanzadaedadmellevaaentrarenhabitacionessinningúnmotivoaparente.

ElseñorUmezakilevantólamirada.Noparecíasorprendido.—Alcontrario.Mealegrodequehayavenido.Pase,porfavor.—¿Deverdad?Noquisieramolestarle.—Creíaqueestabadormido;delocontrario,lohabríainvitadoyomismo.Entre,echeunvistazo.

Dígamequéopinademibiblioteca.—Si insiste…—dijoHolmes, y avanzó hacia los estantes de teca, que cubrían toda una pared,

mientras se fijaba en las actividades del señor Umezaki: dejó el manuscrito en el centro de ladespejadamesa,sequitóelsombreroylocolocócuidadosamenteencima.

—Discúlpemeporhabertenidoqueausentarme.Esperoquemicamaradasehayaocupadobiendeusted.

—Oh,sí,hemospasadoundíaestupendojuntos,barrerasdellenguajeaparte.Justoentonces,Mayallamódesdeelvestíbulo.Parecíamolesta.—Discúlpeme—dijoelseñorUmezaki—.Sóloseráunminuto.—Nosepreocupe—respondióHolmesantelasextensashilerasdelibros.MayavolvióallamaryelseñorUmezakicaminórápidamenteensudirección.Nocerrólapuerta

alsalir.Holmessiguióexaminandoloslibrosdurantealgunosminutos,deambulandoconlamiradade estante en estante. Lamayor parte eran ediciones de tapa dura con caracteres japoneses en loslomos, pero había un estante dedicado a las obras occidentales que estaban concienzudamenteorganizadasencategoríasseparadas:literaturanorteamericana,inglesa,teatroyunaenormeseccióndedicada a la poesía (Whitman, Pound, Yeats, varios libros de texto de Oxford sobre poetasrománticos).ElestantedeabajoestabadestinadoexclusivamenteaKarlMarx,aunque,alfinal,habíavariostomosdeSigmundFreudmetidosapresión.

Cuandosegiróymiróasualrededor,vioqueeldespachodelseñorUmezaki,aunquepequeño,estabaorganizadoeficazmente:unabutacadelectura,unalámparadepie,unpardefotografíasyloqueparecíaserundiplomauniversitarioenmarcadoycolgadotraselescritorio.EntoncesescuchóelincomprensibleparloteodelseñorUmezakiydeMaya.Suconversaciónfluctuabaentreunacaloradodebateyunrepentinosilencio.EstabaapuntodesalirparaecharunvistazodesdeelpasillocuandoelseñorUmezakiregresó.

—Hahabidounapequeñaconfusiónconelmenúdelacena,asíquemetemoquehoycomeremosmástardedelohabitual.Esperoquenoleimporte.

—Enabsoluto.—Mientras tanto, creo que podríamos ir a tomar una copa.Hay un bar nomuy lejos de aquí,

bastanteacogedor.Esunbuensitioparadiscutirnuestrosplanesdeviaje,sileparecebien.—Suenaestupendo.Asíquesalieronycaminarontranquilamentehastaelabarrotadoestablecimientomientraselcielo

seoscurecía.Sequedaronenelbarmuchomástiempodelquepretendíanynosemarcharonhastaqueellocalsellenóysevolviódemasiadoruidoso.Entoncestomaronunacenasencillaconsistenteen pescado, algunas verduras, arroz hervido y sopa de miso. Maya sirvió todos los platosbruscamenteenelcomedorysenegóacenarconellos.AHolmesledolíanlasarticulacionesdelosdedos cuando usaba los palillos y, tan pronto como los bajó, el señor Umezaki sugirió que seretiraranasudespacho.

—Simelopermite,hayalgoquemegustaríaenseñarle.Dichoesto,ambosseincorporaronysalieronjuntosalpasillo.Hensuiroterminódecenarsolo.SurecuerdodeaquellanocheeneldespachodelseñorUmezakiseguíasiendovivido,apesarde

que,enaquelmomento,elalcoholylacomidalohabíanabotargadobastante.Alcontrariodeloquehabíaocurridoantes,elseñorUmezakiestabamuyanimado.OfrecióaHolmessubutacadelecturaconunasonrisayencendióunacerillaantesdequepudierasacarunjamaicano.Unavezacomodado(conlosbastonessobresuregazoyelcigarroencendidoensuslabios),HolmesviocómoelseñorUmezakiabríauncajóndelescritorioysacabadelinteriorunlibrofinodetapadura.

—¿Quécreequeesesto?—lepreguntó,yseacercóparaentregarleellibro.—Esunaediciónrusa—contestóHolmes,quesepercatóinmediatamentedelemblemaimperial

que adornaba la cubierta desnuda. Examinó la encuadernación rojiza y la incrustación doradaalrededor del emblema, echó un vistazo breve a las páginas y concluyó que era una traducciónextremadamenteraradeunanovelamuypopular—.ElperrodelosBaskerville[7].Unaediciónúnica,sospecho.

—Sí—dijo el señor Umezaki con satisfacción—. Es una edición exclusiva para la colecciónprivadadelzar.Creoqueeraungranaficionadoasushistorias.

—¿Sí?—preguntóHolmes,yledevolvióellibro.—Mucho,sí—contestóelseñorUmezakimientrasregresabaasuescritorio.Volvióaguardarel

excepcionalvolumenenelcajónyañadió—:Comopuedeimaginar,esteeselvolumenmásvaliosodemibiblioteca…Aunquebienmereceelprecioquepaguéporél.

—Sinduda.—Usted debe de poseer un buen número de libros sobre sus aventuras, distintas ediciones y

traducciones.—Enrealidad,notengoninguno,nisiquiera lasendeblesedicionesenrústica.Lociertoesque

sóloheleídoalgunasdeellas,yfuehacemuchosaños.NuncaconseguíinculcaraJohnladiferenciabásicaentreinducciónydeducción,asíquedejédeintentarlo,ytambiéndejédeleersusfantasiosasversiones de la verdad porque sus imprecisiones me volvían loco. ¿Sabe?, yo nunca lo llamabaWatson; él era John, simplemente John. Pero era un buen escritor, por supuesto. Tenía muchaimaginación.Enmiopinión,seledabamejorlaficciónqueloshechos.

ElseñorUmezakiparecíadesconcertado.—¿Cómoesposible?—preguntó,ysesentóenelsillóndesuescritorio.Holmesseencogiódehombrosyexhalóelhumodesucigarrillo.—Metemoqueesaeslaverdad.Sin embargo, era lo que ocurrió a continuación lo que permanecía claramente en su mente.

Porque el señor Umezaki, aún colorado por la bebida, exhaló poco a poco, como si él tambiénestuvierafumandoysedetuvo,pensativo,antesdereafirmarse.Entonces,sonriendo,confesóquenolesorprendíademasiadodescubrirquelashistoriasnoerantotalmenteciertas.

—Su habilidad, o quizá debería decir, la habilidad de su personaje para sacar conclusionesdefinitivasdeobservacionesamenudopococonvincentessiempremepareciómuypococreíble.¿Noleparece?Quierodecir,ustednosepareceennadaalapersonasobrelaqueheleídotanto.¿Cómopodríaexplicarlo?Ustedparecemenosextravagante,menospeculiar.

Holmessuspiróreprobatoriamenteyagitólamanouninstantecomosiquisieradisiparelhumo.—Bueno,ustedserefierealaarroganciademijuventud.Ahorasoyunancianoyllevoretirado

desdequeustednoeramásqueunniño.Lavanidosasoberbiademijuventudahorameavergüenza.Asíes.¿Sabe?,lamentablemente,nosequivocamosenmuchoscasosimportantes.Pero¿quiénquiereleersobrelosfracasos?

Yo, desde luego, no. Sin embargo, estoy totalmente seguro de algo: aunque los éxitos puedenhabersidoexagerados,laspococreíblesconclusionesquemencionafueronreales.

—¿Deverdad?—ElseñorUmezakihizounapausamásparainhalar.Acontinuación,dijo—:Mepreguntoquésabedemí.¿Osutalentotambiénsehajubilado?

Eraposible,consideróHolmesmástarde,queelseñorUmezakinohubierausadoesaspalabrasexactas.Noobstante,recordabaquehabíaechadolacabezahaciaatrásparamirareltechoyquehabíacomenzadoahablarlentamentemientraselcigarrohumeabaensumano.

—¿Quésédeusted?Bueno,sudominiodelinglésindicaquehaestudiadoenelextranjero.PorlasviejasedicionesOxforddelosestantes,diríaqueestudióenInglaterra,yeldiplomaquehayenlapareddeberíademostrarqueestoyenlocierto.Supongoquesupadreeraundiplomáticoqueteníacierta afición por el mundo occidental. ¿Por qué otra razón habría elegido una casa tan pocotradicionalcomoesta?Supatrimonio,silamemorianomefalla.¿OporquéhabríaenviadoasuhijoaestudiaraInglaterra,unpaísconelquesindudaestaríavinculado?—Cerrólosojos—.Encuantoausted,miqueridoTamiki,séqueesunhombrecultoeinstruido.Enrealidad,essorprendentecuántopuededescubrirsesobrelagenteporloslibrosqueposee.Ensucaso,existeuninterésporlapoesía,sobre todoporWhitmanyYeats, loqueme indicaque legustaelverso.Sinembargo,no sóloeslectordepoesía;tambiénlaescribe.Demasiadoamenudo,dehecho,yaqueseguramentenosediocuentadequelanotaquemedejóestamañanaeraunhaiku.Cinco,siete,cinco,creo.Yaunquenopuedosaberlosinmirarlo,imaginoqueelmanuscritoquehaysobresuescritoriocontienesuobrainédita.Digo«inédita»porqueantestuvoelcuidadodeesconderlabajosusombrero.Esomellevaasu salida por trabajo. Si ha vuelto a casa con su manuscrito, y bastante desanimado, añadiría,sospechoqueselollevóconustedestamañana.

»Pero¿quéasuntorequierequeunescritorlleveconsigountextoinédito?¿Yporquévolveríaacasadeesehumor,coneltextoaúnenlamano?Presumoquehaacudidoaunareuniónconuneditoryquenolehaidobien.Aunquepodríaasumirsequeloqueimpidesupublicacióneslacalidaddesuobra,yocreoque se tratadeotra cosa.Piensoque loque sehacuestionadoesel contenidode suescrito,nosucalidad.¿Porquéotrarazónsemostraríaindignadoporlacontinuarepresióndelospoetas,escritoresyartistasjaponesesporpartedeloscensoresaliados?Perounpoetaquededicaunaampliaporciónde subiblioteca aMarxdifícilmentepuede ser defensordel espíritumilitaristadelemperador. Con toda probabilidad, señor, usted es un comunista teórico, lo que, por supuesto, leacarrealacensuratantodelasfuerzasocupantescomodeaquellosqueaúntienenalemperadorenaltaestima.ElhechodequesehayareferidoaHensuirocomosucamarada,unaextrañapalabraparareferirseaunhermano,daunapistasobresusinclinacionesideológicas,asícomodesuidealismo.Pero,porsupuesto,Hensuironoessuhermano,¿verdad?Silofuera,supadrelohabríaenviadosin

dudaparaquesiguierasuspasosenInglaterra,loquenoshabríaproporcionadoaambosellujodeunacomunicaciónmejor.

»Escurioso,entonces,queamboscompartanestacasa,quevistandeunmodotanparecidoyquecontinuamente usen “nosotros” en lugar de “yo”… Como suelen hacer las parejas casadas.Naturalmente, esto no es asunto mío, aunque estoy convencido de que usted es hijo único. —ElcarrillóndeunrelojderepisacomenzóasonaryHolmesabriólosojosyclavólamiradaeneltecho—. Por último, y le ruego que no se ofenda, me pregunto cómo ha conseguido mantener suconfortableniveldevidaenestaturbulentaépoca.Nomuestrasignosdepobreza,mantieneunamadellaves y está bastante orgulloso de su cara colección de cristalartdéco. Todo esto está un par deescalonesporencimadelaburguesía,¿noleparece?Porotraparte,queuncomunistacomercieenelmercadonegroesligeramentemenoshipócrita,sobretodosiofrecesusartículosaunpreciojustoyacostadelashordascapitalistasqueestánocupandosupaís.—Suspiróprofundamenteysequedóensilencio.Porúltimo,dijo—:Hayotrosdetalles,estoyseguro,quesemehanescapado.Yanotengotanbuenamemoriacomoantes,¿sabe?

Enesemomentobajólacabeza,sellevóelcigarroalabocayechóalseñorUmezakiunamiradacansada.

—Increíble.—Umezakisacudiólacabezaconincredulidad—.Absolutamenteincreíble.—Notanto,enrealidad.El señorUmezaki intentóparecer imperturbable.Sacóuncigarrillodesubolsilloy lo sostuvo

entresusdedossinmolestarseenencenderlo.—Apartedeunoodoserrores,mehadesnudadoporcompleto.Esciertoquetengounarelación

menorconelmercadonegro,perosólocomocompradorocasional.En realidad,mipadreeraunhombremuyricoyseaseguródeproveerasufamilia,peroesonosignificaquenosepaapreciarlateoríamarxista.Además,noesdeltodoexactoquetengaamadellaves.

—Lamíanopuededecirsequeseaunacienciaexacta,comobiensabe.—Detodasformas,hasidoimpresionante.SusobservacionessobremirelaciónconHensuirono

mesorprenden;nopretendoserdescortés,peroustedesunsolteroqueviviódurantemuchosañosencompañíadeotrosoltero.

—Nuestrarelaciónfuetotalmenteplatónica,seloaseguro.—Siustedlodice.—ElseñorUmezakisiguiómirándolo,porunmomentosindarcrédito—.Ha

sidoincreíble.Holmesteníaunaexpresiónperpleja.—Sinomeequivoco,lamujerquecocinayatiendesucasa,Maya,essuamadellaves,¿no?Aunque era evidente que el señorUmezaki había decididoquedarse soltero, le parecía extraño

queMayasecomportaramáscomounacansadaesposaquecomounaempleada.—Esunacuestióndesemántica,porsupuesto,peroprefieronopensarenmimadrecomounama

dellaves.—Desdeluego.Holmessefrotólasmanosyexpulsóelhumo,esperandodisimularloquehabíasido,enrealidad,

unameteduradepataentodaregla:habíaolvidadolarelaciónentreelseñorUmezakiyMaya,algoqueseguramenteledijeroncuandoselapresentaron.Opuedequeeldescuidofueradesuanfitriónyque no se lo hubiera dicho. De todos modos, no merecía la pena preocuparse. Era un errorcomprensible,yaquelamujerparecíademasiadojovenparaserlamadredelseñorUmezaki.

—Ahora,simedisculpa—dijoHolmes,sosteniendoelcigarroapocoscentímetrosdesuslabios—,estoybastantecansadoymañanasaldremostemprano.

—Sí, yo también me retiraré dentro de poco. Pero antes quería decirle que me sientoverdaderamenteagradecidoporsuvisita.

—Tonterías—dijoHolmes,apoyadoensusbastonesyconelcigarroenellateraldelaboca—.Soyyoelqueleestáagradecido.Queduermabien.

—Lomismodigo.—Gracias,loharé.Buenasnoches.—Buenasnoches.Dichoeso,Holmesatravesóelpasilloenpenumbraysedetuvoenelpuntoenelquelaslucesse

extinguíanytodofrenteaélestabasumidoensombras.Sinembargo,laluzseimponíaalaoscuridadysederramabaporunapuertaentreabiertamásadelante.Seencaminóhacialaluzysedetuvoanteesaentradailuminada.YalmirarelinteriordelahabitaciónobservóaHensuiromientrastrabajaba:sincamisa,enunsalónsinapenasmuebles,anteun lienzoque,desdeelpuntodevistadeHolmes,mostraba algo parecido a un paisaje de un intenso rojo contaminado por unamultitud de figurasgeométricas(líneasrectasnegras,círculosazulesycuadradosamarillos).Almirarmásdecerca,viocuadrosterminadosdedistintostamañosapoyadoscontralasparedesdesnudas.Predominabaelrojoy la desolación: edificios en ruinas, pálidos cuerpos blancos emergiendo del escarlata, brazosretorcidos,piernasdobladas,manosqueintentabanaferrarseaalgoycabezassinrostropresentadasenunvisceralmontón.Enelsuelodemaderaysobreelcaballetehabíaincontablesgotasymanchasdepinturaqueparecíansalpicadurasdesangre.

Más tarde, cuando se metió en la cama, meditó sobre la reprimida relación del poeta con elpintor:losdoshombressehacíanpasarporhermanos,perovivíancomounaparejabajoelmismotecho,sindudabajolasmismassábanas,juzgadosporlamiradacríticadeladisgustadaaunquelealMaya.No había duda de que era una vida clandestina, sutil y discreta. Pero sospechaba que habíatambiénotrossecretos,posiblementeunoodosasuntosdelicadosqueprontosaldríanalaluz,porqueahorasospechabaquelascartasdelseñorUmezakialbergabanmotivosmásalládelosevidentes.Lohabíanatraídoconunceboyélhabíapicado.Alamañanasiguiente,UmezakiyélsaldríandeviajeydejaríanaHensuiroyaMayasolosenlaenormecasa.«Conquédestrezamehasatraídohastaaquí»,pensó antes de dormirse.Entonces, por fin, se quedódormido, con los ojos entreabiertos.Y soñómientras,derepente,ungraveyfamiliarzumbidollegabaasusoídos.

7

Holmessedespertójadeando.¿Quéhabíapasado?

Estaba sentado en su escritorio.Miró la ventana del ático. Fuera, el viento rugía,monótono yfirme;tarareabacontraloscristales,soplabaatravésdeloscanalones,mecíalasramasdelospinosdel patio y, sin duda, levantaba las flores de sus parterres. Aparte de las ráfagas tras la ventanacerrada y de la emergencia de la noche, en su despacho todo seguía como había estado antes dequedarsedormido.Lascambiantestonalidadesdelatardecerqueseatisbabanatravésdelascortinashabíanquedadosustituidasporunanegraoscuridad,aunquelalámparadesumesalanzabaelmismohazdeluzsobresuescritorio.Yallí,extendidasdesordenadamenteanteél,estabanlasnotasescritasamanodeltercertomodeElartedeladeducción:páginatraspáginadepensamientos,amenudoconanotacionesgarabateadasalosmárgenes.Aunquelosdosprimerostomoshabíanresultadounatareabastante fácil (había escrito ambos simultáneamente en un periodo de quince años), este últimointentoseestabatopandoconsuincapacidadparaconcentrarse.Pocodespuésdesentarse,sequedabadormidoconlaplumaenlamano;osesentabaysequedabamirandoporlaventana,avecesdurantehoras;osesentabaycomenzabaaescribirunaerráticaseriedefrases,casisiempresinrelaciónnirestricciones,comosipudieradesarrollaralgopalpableapartirdeaquellamezcolanzadeideas.

¿Quéhabíapasado?Sepalpóelcuelloysefrotósuavementelagarganta.«Sólohasidoelviento»,pensó.Aquelrápidozumbidojuntoalaventanasehabíafiltradoensu

sueñoylohabíadespertado.«Sólohasidoelviento».Suestómagorugió.Yentoncessediocuentadeque,denuevo,sehabíasaltadolacena,elhabitual

asadodeterneraypudindeYorkshireconguarniciónquelaseñoraMunropreparabalosviernesydelqueseguramenteencontraríaunabandejaenelpasillo;laspatatassehabríanenfriadojuntoalapuertacerradadelático.

«QuéamableesRoger.Québuenchico»,pensó.Lasemanaanterior,mientrashabíapermanecidoaisladoensuático,olvidándosedelacenaydesusactividadeshabitualesenelcolmenar,labandejasiemprehabíahalladosucaminoporlasescalerasparaquelaencontraracuandosalieraalpasillo.

Esemismodía,Holmessehabíasentidounpococulpableporhaberdescuidadosucolmenar,asíque después de desayunar deambuló hasta el abejero y vio a Roger a lo lejos, ventilando lascolmenas.Elchicosehabíaanticipadoalcalory, ahoraqueelnéctar fluíaabundantemente,estabainclinando las bandejas superiores de cada colmena para que el aire pudiera entrar y salir. Estoayudaría al aleteo de los insectos que, además de refrescar la colmena, evaporaba el néctaralmacenadoenlaszonasaltas.Entonces,elsentimientodeculpadeHolmessedesvaneció,porquelasabejasestabanbiencuidadas.EraevidentequesufortuitotutelajedeRoger,apesardenohabersidodeliberado, había dado su fruto.Le complacía observar que el cuidadodel colmenar estaba en lasdiestrasyatentasmanosdeaquelchico.

Roger comenzaría pronto a recoger la miel (sacaría los bastidores con cuidado uno a uno,tranquilizaría a las abejas con humo y usaría una horca para levantar la cubierta de cera de lasceldas),quelossiguientesdíasfluiríaatravésdeuncoladordobleparacaerenuncubo,cadavezenmayorcantidad.Ydesdedondeestaba, enel senderodel jardín,Holmespodía imaginarseunavezmásenelcolmenarconelchico,enseñándoleelmodomássencillodeproducirmielenpanal.

Lehabíadichoque,despuésdecolocareltechosobreunacolmenaconcreta,eramejorusarochobastidores en lugar de diez, si el flujo de néctar era constante. Los dos cuadros restantes debíancolocarseenelcentrodeltecho,yhabíaqueasegurarsedeusarlabasesinarmazón.Sitodosehacíabien,lacoloniaextraeríalacerayllenaríalosdosbastidoresdemiel.Cuandoloscuadrosdemielenpanal se llenaran hasta el límite, debían ser inmediatamente reemplazados por otros; siempre ycuandoelflujofueraelesperado,porsupuesto.Encasodequeelflujofueramenordelodeseado,eraprudentereemplazarlabasesinarmazónporunabaseextractora.Estabaclaroquehabíaindicadoa Roger que las colmenas debían ser frecuentemente inspeccionadas para saber qué método deextraccióneraelapropiado.

Holmeshabíainstruidoalchicoylehabíamostradocadapasodelproceso.Sabíaque,cuandolamielestuvieralistaparalarecolección,Rogerseguiríasusinstruccionesalpiedelaletra.

—Si teconfíoesta tarea,muchacho,esporquecreoqueeres totalmentecapazde realizarla sinequivocación.

—Gracias,señor.—¿Tienesalgunapregunta?—No,creoqueno—replicóelchico.Elentusiasmodesuvozdabalafalsaimpresióndequeestabasonriendo,aunquesuexpresiónera

seriayatenta.—Muy bien —dijo Holmes, y dejó de mirar a Roger para observar las colmenas que los

rodeaban.No se dio cuenta de que el chico seguíamirándolo, con lamisma tranquila reverencia que él

reservaba al colmenar.En lugar de eso, reflexionó sobre las idas y venidas de losmoradores delapiario,sobrelasatareadas,diligentesyactivascomunidadesdelascolmenas.

—Muybien—repitióenunsusurroaquellatardedelpasadoreciente.Giróenelsenderodeljardínyregresólentamentealacasa.HolmessabíaquelaseñoraMunro

cumpliríaconsupartey llenaríacon lamiel sobrante tarro tras tarro,para llevaruna remesaa lavicaría, otra a la beneficencia y otra al Ejército de Salvación, cuando acudiera al pueblo a hacerrecados.Holmes, a través de estos regalos, creía que también estabahaciendo suparte: repartir elviscosoproductodesuscolmenas,algoqueélconsiderabaunsaludablederivadodesuverdaderointerés (la apicultura y los beneficios de la jalea real), entregándolo a aquellos que distribuiríanjustamente los muchos tarros sin etiqueta para que su nombre no se viera nunca asociado a ladonaciónyproporcionandounabeneficiosadulzuraalosmenosafortunadosdeEastbourney,conunpocodesuerte,deotraspartes.

—Señor,Dios le bendiga por lo que está haciendo—le dijo una vez la señoraMunro—.EstáclaroqueustedestásiguiendolavoluntaddeDiosparaayudaralosnecesitados.

—No sea usted ridícula —respondió Holmes con desdén—. Si acaso, es usted la que estásiguiendomivoluntad.EliminemosaDiosdelaecuación,¿deacuerdo?

—Comoquiera—lecontestóconbuenhumor—.Pero,simepregunta,yocreoquesetratadela

voluntaddeDios.—Nadielehapreguntado,miqueridaseñora.¿QuépodíasaberellasobreDios,despuésdetodo?La personificación de su Dios era, seguramente, la popular: un viejo omnisciente y arrugado

sentadosobreun tronodoradoquereinasobre lacreacióndesde lasesponjosasnubesyquehablagentilyautoritariamentea lavez.Sudios, sinduda, llevaríauña largabarba.AHolmes leparecíacuriosoqueelcreadordelaseñoraMunroseguramenteseparecieraaél,aunqueesediosexistíasóloensuimaginación,yélno(almenosnodeltodo,razonó).

Sin embargo, esporádicas referencias divinas aparte, la señora Munro no estaba afiliada aninguna Iglesiao religiónnihabíahechoesfuerzoalgunopor inculcar laexistenciadeDiosen lamentede suhijo.Estaba claroque el chico teníapreocupacionesmuy seculares.Adecir verdad, aHolmeslegustabaelcarácterpragmáticodelmuchacho.Demodoqueentonces,enaquellaventosanoche,sentadoantesuescritorio,escribiríaalgunaslíneasparaRoger,unascuantasfrasesquequeríaqueelchicoleyerapasadountiempo.

Colocóantesíunpliegonuevodepapel,inclinósurostrosobrelamesaycomenzóaescribir.

Noseráatravésdelosdogmasdearcaicasdoctrinascomoobtendráselmayorconocimiento,sinoatravésdelacontinuaevolucióndelacienciaydetussagacesobservacionesdelanaturaleza.Paraconocerteatimismo,quees lomismo que comprender elmundo entero, no necesitas buscarmás allá de las lindes de tu propia vida: elfloridoprado,losbosquesinexplorados.Siestenoseconvierteenelobjetivoprincipaldelahumanidad,nocreoquelleguenuncaunaépocadeverdaderailustración.

Holmesdejósuplumasobrelamesa.Repasódosvecesloquehabíaescrito;loleyóenvozalta,pero no cambió nada. A continuación, dobló el papel en un cuadrado perfecto y buscó un lugaradecuadodondeguardar la notamientras tanto; un lugar dondeno la olvidara, un lugar dedondepudierarecuperarlaconfacilidad.Loscajonesdelescritorioquedabandescartados,yaquelanotaseperdería rápidamente entre sus escritos. Guardarla en los desorganizados y sobresaturadosarchivadoresseríademasiadoarriesgado,asícomohacerloenlosintrincadosenigmasqueeransusbolsillos.Amenudoguardabaenellos,sinpensarlo,pequeñosobjetos:trozosdepapel,cerillasrotas,uncigarro,briznasdehierba,unapiedraounaconchainteresanteencontradaenlaplaya,lascosasinusuales con las que se topaba durante sus paseos; y todo ello acababa desapareciendomás tardecomoporartedemagia.Debíaencontrarunlugarfiable.Unlugarapropiado,fácilderecordar.

—¿Dónde?Piensa…—Miróporencimaloslibrosdelosestantesdeunadelasparedes—.No…Girólasillaymirólasestanteríasjuntoalapuertadelático.Entornólosojosparaobservarel

estantequeestabareservadoparasuspropiaspublicaciones.—Quizá…Momentos después, estaba ante aquellos primeros volúmenes y monografías. Trazó una línea

horizontal con el dedo índice sobre los polvorientos lomos: Sobre tatuajes, Sobre el rastreo dehuellas,Sobrelasdiferenciasentrelascenizasde140tiposdetabaco,Estudiosobrelainfluenciadela formade lamano en la elección de un oficio,Hacerse el enfermo,Lamáquina de escribir y surelación con el crimen, Mensajes secretos y cifrados, Sobre los motetes[8] polifónicos de Lassus,EstudiosobrelasraícesarameasdelantiguolenguajedeCornish,Elusodeperroseneltrabajodeldetective.Entoncesllegóalaprimeraobramaestradelosúltimosaños:Guíaprácticadeapicultura,conobservacionessobrelasegregacióndelareina.Quégrandeparecíaellibrocuandolosacódelaestantería,cuandoacunóelpesadolomoentrelaspalmasdesusmanos.

MetiólanotadeRogercomounmarcapáginasentreelcapítulocuatro(«Elpastoreodelaabeja»)yelcapítulocinco(«Propóleos[9]»),porquehabíadecididoqueaquellararaediciónseríaunregaloadecuadoparaelpróximocumpleañosdelchico.Porsupuesto,yaqueélraravezseinteresabaportales aniversarios, tendría que preguntar a la señora Munro cuándo era. ¿Había pasado ya o erainminente?Aunasí,imaginólaexpresióndesorpresaquesurgiríaenelrostrodeRogercuandoleentregarael libroydespuésvisualizó losdedosdelchicopasando lentamente laspáginasmientrasleíaa solasensudormitorio.Seríaallí, al final,dondedescubriríaaquellanotadoblada:unmodoprudenteypocosolemnedeentregarunmensajeimportante.

Segurodequelanotaestabaahoraenellugaradecuado,Holmesvolvióacolocarellibroenlaestantería. Mientras volvía al escritorio le aliviaba saber que podría volver a concentrarse en eltrabajo.Y,cuandosesentó,mirófijamentelaspáginasescritasamanoquecubríanlamesa,llenasdeunamultituddepalabrasapresuradamenteideadasydepersonajesqueparecíangarabatosinfantiles.Perojustoentoncesempezaronadesenmarañarse lashebrasdesumemoria;noestabasegurodeaquépertenecíanaquellaspáginas.Pronto,loshilosflotaronaladerivaydesaparecieroncomohojassacudidasdeloscanalonesy,duranteunrato,siguiómirandolaspáginassinpreguntarsenirecordarnipensarnada.

Sinembargo,aunquesumenteestabaperdida,susmanosseguíanocupadas.Susdedosvagabanporelescritorio,sedeslizabansobrelasmuchaspáginasqueteníadelanteysubrayabanoracionesalazar. Parecían buscar entre los montones de papeles sin motivo aparente. Era como si sus dedostuvieran voluntad propia y buscaran algo que habían olvidado recientemente.Apartaron páginas ypáginas, una tras otra, creando unmontón nuevo cerca del centro de lamesa, hasta que, por fin,dieron con elmanuscrito sin terminar que estaba sujeto por unagoma elástica:La armonicista decristal.Alprincipiosequedómirandoelmanuscritoconlamiradaperdida,alparecerindiferenteasu descubrimiento; tampoco sabía que Roger había leído repetidas veces el texto ni que se habíacoladovariasveceseneláticoparadescubrirsilahistoriahabíaavanzadooterminado.

Sinembargo, fueel títulodelmanuscrito loque finalmentealivióelestupordeHolmesehizoafloraruna interesadaymodestasonrisaensurostrobarbudo;porque,si laspalabrasnohubieranestadoescritasclaramenteenlapartesuperior,sobreelprimerpárrafo,habríapuestoelmanuscritoenelnuevomontón,dondeeltextohubieraquedadounavezmásocultobajoapuntesposterioresysinrelación.Susdedosquitaronlagomayladejaroncaersobrelamesa.Acontinuación,sereclinóen su silla y leyó la incompleta historia como si la hubiera escrito otra persona. No obstante,recordaba el caso de la señoraKeller con bastante claridad. Podía visualizar su fotografía. Podíarecordarfácilmenteasupreocupadomarido,sentadofrenteaélenBakerStreet.Incluso,sisedeteníaduranteunpardesegundosyclavabalamiradaeneltecho,podíatrasladarseeneltiempoysalirconel señorKellerdeBakerStreetparamezclarseenel estruendosobulliciode lascallesdeLondresmientras se dirigían a la librería Portman. Podía, aquella noche, ocupar el pasado mejor que elpresente,yasílohizo,mientraselviento,incesante,murmurabacontraloscristalesdelático.

8

IIElaltercadodeMontagueStreet

Exactamentealascuatroenpuntodelatarde,miclienteyyoestábamosjuntoaunafarolaalotro

lado de la calle de la librería Portman, pero la señora Keller aún no había llegado. Resultó queestábamosmerodeandocercadelashabitacionesquearrendéenMontagueStreetnadamásllegaraLondres,en1877.Porsupuesto,nohabíanecesidaddecompartirestainformaciónpersonalconmicliente,nidecontarleque la tiendadePortman,durantemiestancia juvenil enaquella zona,habíasidounapensiónfemeninadedudosareputación.Lazona,sinembargo,habíacambiadopocodesdeaquellaépoca:edificiosadosadosconlaplantabajacubiertadepiedrablanca,ylastresrestantes,deladrillo.

Y, sin embargo,mientrasmis ojos viajabande aquellas ventanas del pasado a las del presente,empecéaañoraraquelloquesemehabíaescapadoeneltranscursodelosaños:elanonimatodemiformación como detective, la libertad de ir y venir sin que nadie me reconociera y sin disfraz.Aunquelacalleseguíasiendolamisma,comprendíaquemiactualaspectoeradiferentedelqueteníaelhombrequehabíasidomientrasvivíaallí.Alprincipiosólousabalosdisfracescomounvehículoparapasardesapercibidoyobservar,unmododeintroducirmesinesfuerzoendistintaszonasdelaciudadmientrasrecababainformación.Entrelosnumerosospapelesqueasumía,habíaunmaleantecomún, un jovial fontanero llamado Escott, un venerable sacerdote italiano, un obrero francés,incluso una anciana. Sin embargo, al final demi carrera, había decidido llevar conmigo en todomomento un bigote falso y un par de gafas, con el único fin de esquivar a los seguidores de losrelatosdeJohn.Yanopodíadedicarmeamisasuntossinseridentificado,nicenarenpúblicosinqueun desconocido me abordara a mitad de la comida, deseando conversar conmigo y estrechar mimano, haciéndome preguntas intolerables sobre mi profesión. Por tanto, puede parecer unaimprudenciaquesalieraconelseñorKellerdeBakerStreetparaavanzarenelcasoolvidandohacerusodemialterego.MientrasnosdirigíamosalatiendadePortman,seacercóanosotrosuncordialeingenuoobreroalquetuvequedespacharconunpardepalabrascortantes.

—¿SherlockHolmes?—mepreguntó,yseunióanosotrosmientrascaminábamosporTottenhamCourtRoad—.Esusted,¿verdad?Heleídotodassushistorias,señor.

Le respondí con un gesto disuasorio de la mano. Pero el tipo no se dio por vencido; miróboquiabiertoalseñorKelleryledijo:

—YsupongoqueustedeseldoctorWatson.Sorprendido,miclientememiróconincomodidad.

—Quétontería—dijecondisimulo—.SiyofueraSherlockHolmes,¿cómopodríasereldoctorestecaballerotanjoven?

—Nolosé,señor,peroustedesSherlockHolmes.Yonosoyfácildeengañar,seloaseguro.—Perosíqueesunpocopesado,¿verdad?—No,señor,yonodiríaeso.—Parecíaunpocodubitativoyconfuso.Sedetuvoensecomientras

nosotros seguíamoscaminando—.¿Está trabajandoenalgúncaso?—gritópocodespuésanuestraespalda.

Volví a agitar la mano en el aire. Así solía ocuparme de la indeseada atención de losdesconocidos. Además, si el obrero era de verdad aficionado a los relatos de John, seguramentesabría que yo nuncamalgasto palabras ni revelomis pensamientosmientras investigo.Mi clienteparecíaconsternadopormibrusquedad,peronodijonada.ContinuamosensilencionuestrotrayectoaMontague Street. Tras ocupar nuestro puesto cerca de la librería Portman, comencé a preguntaralgoquehabíacruzadomimentemientrasestábamosdecamino:

—Tengounaúltimapreguntasobreelpagode…ElseñorKellermeinterrumpióconpremuramientrassusdelgadosyblancosdedosagarrabansu

solapa.—SeñorHolmes,esciertoquemisalarioesmodesto,peroharéloqueseanecesarioparapagarle

susservicios.—Queridoamigo,miprofesiónesmipropiarecompensa—dije,sonriendo—.Sideborealizar

algún gasto, lo cual no parece probable, es usted libre de costearlo en elmomento que considereadecuado.Yahora,sipuedecontenerseduranteunmomento,lesuplicoquemepermitaterminarlapreguntaqueestabaintentandohacer:¿cómopudopagarsuesposaporsusclasesclandestinas?

—Nosabríadecirle—merespondió—.Peroellatienesuspropiosmedios.—Serefiereasuherencia.—Sí.—Muybien—dije,mientrasvigilabaeltráficohumanoalotroladodelacalle.Mivisiónseveía

obstaculizada amenudo por carruajes, cabriolés y, como ya casi era habitual en aquellos días, almenosdosruidosostransportesdeclasealta:automóviles.

Creía que el caso estaba casi cerrado y esperaba expectante la aparición de la señora Keller.Después de variosminutos, empecé a pensar si no habría entrado en Portman antes de tiempo.Oquizás era, en realidad, totalmente consciente de las sospechas de sumarido y había decidido noaparecer. Cuando estaba a punto de sugerir esta última posibilidad, mi cliente entornó los ojos yasintió.

—Ahíestá—dijo,eintentósalirasuencuentro.—Quieto—leadvertí,ylosujetéporelhombro—.Porahoradebemosmantenernosadistancia.Yentoncesyotambiénlavi.CaminabadespreocupadamentehacialalibreríaPortman,unafigura

que semovía lenta y gradualmente entre corrientesmás rápidas.La alegre sombrilla amarilla queflotabasobreellanoencajabaconlamujerquehabíadebajo,porquelaseñoraKeller,unacriaturadiminuta, iba vestida con un convencional vestido gris de diario con una cintura en pico queacentuabalacurvadesucorpiñoylahacíaparecerunaausterapaloma.Llevabaguantesblancosyunpequeñolibromarrónenunadelasmanos.AlllegaralaentradadePortman,bajólasombrillaylacerró;selaguardóbajoelbrazoantesdeentrar.

Miclientesezafódemí,peroevitéquesalieracorriendoconunapregunta:

—¿Suesposaacostumbraallevarperfume?—Sí,lohace.—Excelente—dije. Lo solté y comencé a caminar ante él—.Veamos de qué va todo esto, ¿de

acuerdo?Missentidosson,comomiamigoJohnseñalóconacierto,extremadamenteagudos.Siemprehe

creído que la resolución rápida de un caso suele depender del inmediato reconocimiento de undeterminado perfume; por tanto, sería buena idea que los expertos aprendieran a distinguirlos. ElaromaquehabíaelegidolaseñoraKellereraunasofisticadamezcladerosascomplementadaporunapizcadeespecias,yestofueloquedetectéenlaentradadelatienda.

—ElperfumeesRosadeCamafeo,¿verdad?—lesusurréamicliente,peroélyamehabíadejadoatrásynorecibírespuesta.

Cuantomásavanzábamos,másfuerteeraelolor.Medetuveuninstanteparaintentarencontrarsurastro; laseñoraKellerdebíadeestarmuycercadenosotros.Recorríelabarrotadoypolvorientoestablecimientoconlamirada:destartaladasestanteríasqueseinclinabandeunextremodelatiendaalotro,contodoslosestantesllenosdetomos,quetambiénseamontonabandesordenadamenteporlos sombríos pasillos. Lamujer no estaba a la vista, y tampoco el anciano propietario, que habíaimaginadoqueestaríasentadotraselmostradordelaentradaleyendoalgúnextrañolibro.Dehecho,sinempleadosniclientes,teníalainquietantesensacióndequehabíanvaciadolalibrería;tanprontocomoaquelpensamientopasópormimentecomoparaenfatizarlainusualauradellugar,captéuntenuesonidoqueprocedíadelaplantadearriba.

—EsAnn,señorHolmes.¡Estáaquíyestátocando!Calificar aquella abstracción etérea como música era del todo inexacto, porque los delicados

sonidosquealcanzabanmisoídoscarecíandeforma,ritmoomelodía.Sinembargo,elmagnetismodelinstrumentoejercíasuefecto.Lasdiferentesnotasconvergíanenunaúnicaarmoníasostenidaqueeraalavezdiscordanteycautivadora.Miclienteyyonossentimosatraídosensudirección.ConelseñorKellerencabeza,pasamosentrelasestanteríasyllegamosauntramodeescalerascercadelapartedeatrás.

Sinembargo,mientrassubíamosalasegundaplanta,medicuentadequeelpenetrantearomadeRosadeCamafeonohabíaviajadomásalládelaprimera.Miréatrásyexaminélatienda,perounavez más no vi a nadie.Me encorvé para ver mejor y, sin éxito, intenté mirar por encima de lasestanterías.EstavacilaciónevitóquedetuvieraelfervorosoaporreodelseñorKelleralapuertadelaseñoraSchirmer, un brevemartilleo que resonó a través del pasillo y silenció el instrumento. Sinembargo,cuandolleguéallí,elcasoyasehabíacerrado,enciertosentido.Sabía,sinlugaradudas,quelaseñoraKellerhabíaidoaotraparteyquequienestabapracticandoconlaarmónicanoeraella.Ah, supongoquenodebería revelar tanto enmi relato, peroyonopuedoocultar laverdadcomohacía John, ni poseo el talento para retener los puntos relevantes y así crear una conclusiónsuperficialmentesignificativa,pordesgracia.

—Cálmese,hombre—lereprendíamicompañero—.Nohayrazónparaestecomportamiento.ElseñorKellerfruncióelceñoymirófijamentelapuerta.—Discúlpeme.—Nohaynadaquedisculpar, perodadoque su furorpuedeentorpecernuestro avance,deberá

dejarmehablarensunombreapartirdeahora.ElrápidosonidodelospasosdelaseñoraSchirmersustituyóalsilencioquesiguióalafuriosa

llamadademicliente.Lapuerta seabriódegolpeyapareció,conexpresión furiosayalterada, lamujermás fornidaque jamáshabíavisto.Antesdequepudierapronunciarunaairadapalabra,meadelantéyleentreguémitarjetadevisita.

—Buenastardes,señoraSchirmer.¿Tendríaustedlagentilezadeconcedernosunosminutos?Meechóunamiradainquisitivaycentrósuatenciónenmicompañero.—Le prometo que sólo serán unosminutos—continué, y golpeé con el dedo la tarjeta que le

habíaentregado—.Esposiblequemeconozca.—¡HerrKeller,novuelvaaveniraquí!—exclamólaseñoraSchirmerconbrusquedad,ignorando

completamente mi presencia—. ¡No voy a tolerar más interrupciones! ¿Por qué viene a crearmeproblemas?Y a usted le digo lomismo, señor—añadió,mirándome fijamente—. ¡Ya lo sabe!Esamigosuyo,¿no? ¡Puesváyaseconélynovuelvaamolestar! ¡Lagentecomoustedesmesacadequicio!

—Miqueridaseñora,porfavor—dije,quitándolelatarjetadelasmanosyponiéndoseladelantedelrostro.

Paramisorpresa,minombreprovocóunatenazsacudidadecabezaporsuparte.—No,no,ustednoesestapersona—medijo.—Leaseguro,señoraSchirmer,quesoyyo.—No,no,noloes.No,yohevistoaestapersonaamenudo,¿sabe?—¿Ypodríadecirmedónde?—¡Enlasrevistas,porsupuesto!Estedetectiveesmuchomásalto,¿sabe?Tieneelcabellonegro

yunagrannariz,ysiemprellevaunapipa.¿Entiende?Ustednosepareceennada.—¡Ah,lasrevistas!Setratadeunaintrigantetergiversación,enesoestamosdeacuerdo.Metemo

quenohagojusticiaamicaricatura.Ojaláelrestodelagentemeconfundieradeesemodo,señoraSchirmer.Milibertadseríatrasgredidaenmuchasmenosocasiones.

—¡Esustedridículo!—Y,dichoesto,arrugólatarjetaymelatiróalospies—.¡Lárguesedeaquíinmediatamenteollamaréalapolicía!

—NomeirédeaquíhastaquenoveaaAnnconmispropiosojos—intervinoelseñorKellerconfirmeza.

Nuestramolestaantagonistacomenzóadarpisotones.Elsonidoreverberababajonuestrospies.—¡Herr Portman! —gritó, y su rotunda voz resonó por todo el pasillo—. ¡Aquí va a haber

problemas!¡Llamealapolicía!¡Haydosraterosenlapuerta!¡HerrPortman!—SeñoraSchirmer,esinútil—ledije—.ParecequeelseñorPortmanhasalido.—Entoncesme

dirigíamicliente,queparecíamuydisgustado—.Sepausted,señorKeller,quelaseñoraSchirmerestá en su derecho, y que nosotros no tenemos autoridad legal para entrar en su apartamento. Sinembargo,elladeberíaentenderqueeslapreocupaciónporsuesposaloquedirigesusacciones.Meaventuroadecirque,sisenospermitieracharlartansólodosminutosenelinteriordelapartamento,acabaríamosdeunavezparasiempreconesteproblema.

—Suesposanoestáaquí—dijolaenojadamujer—.HerrKeller,yaselohedichomuchasveces.¿Porquésigueviniendoamolestarme?¡Voyahacerquelapolicíalodetenga!

—No hay razón para tal cosa—dije—. Soy plenamente consciente del hecho de que el señorKeller la ha acusado demanera injusta, señora Schirmer, pero la interferencia de la policía sólocomplicaríaloque,enrealidad,esunasuntobastantetriste.—Meacerquéaellaylesusurréalgunaspalabrasaloído—.¿Entiende?—dijecuandovolvíaapartarmedeella—.Suayudaseríamuyvaliosa.

—¿Cómopodríahaberlosabido?—gimió.Suexpresióndedesagradosehabíaconvertidoenunadearrepentimiento.

—Escierto—contesté,compasivamente—.Sientodecirquemiprofesiónes,aveces,unnegociomuytriste.

Mientrasmiclientememirabaconperplejidad,laseñoraSchirmersequedópensativauninstante,conlasmanosenlascaderas.Acontinuación,asintió,sehizoaunladoynosindicóquepodíamospasar.

—HerrKeller, leaseguroqueloquehaocurridonoesculpasuya.Entresideseacomprobarloporustedmismo.

Entramosenunasaladeestarsoleadayconescasadecoración,coneltechobajoylasventanasentreabiertas. Había un piano vertical en una esquina, un clavecín y una buena colección deinstrumentos de percusión en otra y, una junto a otra, dos impresionantes armónicas de cristalrestauradasjuntoalasventanas.Estosinstrumentos,rodeadosporvariassillasdemimbre,eranlosúnicosobjetosenloque,porlodemás,eraunahabitaciónvacía.ExceptoenunacuadradaalfombraWilton en el centro, las descoloridas lamas de madera del suelo estaban expuestas; las paredesblancastambiénestabandesnudasparapermitirqueelsonidoadquirieraunaresonanciaespecial.

Nofueron,sinembargo,lassingularescaracterísticasdelasalaloqueatrajoinmediatamentemiatención,nielaromadelasfloresdeprimaveraquesefiltrabaatravésdelaventanaabierta.Loquecaptómiinterésfuelasiluetainquietayenjutaqueestabasentadaanteunadelasarmónicas:unchicode no más de diez años, con el cabello pelirrojo y las mejillas llenas de pecas, que se moviónerviosamenteensuasientoalvernosentrarenlahabitación.Alveralniño,miclientesedetuvoenseco.SusojosrecorrieronlahabitaciónmientraslaseñoraSchirmerobservabadesdelaentradaconlosbrazoscruzados.Yo,porotraparte,meacerquéalchicoylehabléconmitonomásamistoso.

—Hola,muchacho.—Hola—dijoelniñocontimidez.Miréamiclienteysonreí.—Presumoqueestejovencitonoessuesposa.—Yasabequenoloes—merespondióél,dolido—.Peronolocomprendo.¿DóndeestáAnn?—Paciencia,señorKeller,paciencia.Acerqué una de las sillas a la armónica y me senté junto al chico. Recorrí con la mirada el

instrumentoymemoricécadadetalledesudiseño.—¿Cómotellamas?—Graham.—Muybien,Graham—dijeyo,fijándomeenquelosviejoscristaleseranmásfinosenlaparte

deltipley,portanto,másfácilesdehacersonar—.¿TeestáenseñandobienlaseñoraSchirmer?—Esocreo,señor.—Ajá—dijepensativamentemientraspasabalapuntadeldedoporelbordedeloscristales.Nuncaantessemehabíapresentadolaoportunidaddeinspeccionarunaarmónica,sobretodoun

modeloentanbuenascondiciones.Lopocoquesabíadelinstrumentoeraquesetocabasentadojustodelantedeloscristales,quesehacíangirarconunpedalyquehabíaquehumedeceramenudoconunaesponja.Tambiénsabíaquesenecesitabanambasmanosparapoder tocardistintaspartesde lacomposiciónalavez.Sinembargo,mientrasestudiabadecercalaarmónica,descubríqueelcristalteníaformadehemisferioyquecadaunodeellosteníaunaranuraabiertaenelcentro.Elmásgrande

y agudo de los cristales era el correspondiente a la nota sol. Para distinguir los cristales, todosestabanpintadospordentroconunodelossietecoloresprismáticos.Así,doeradecolorrojo;re,decolornaranja;mi,decoloramarillo;fa,decolorverde;sol,decolorazul;la,decoloríndigo;si,decolorpúrpura.Yvolvíamosdenuevoalrojodedo.Lossemitonos,porsuparte,estabanpintadosdeblanco.Lostreintacristalesvariabandetamaño,yendodelmásgrande,deunosveintidóscentímetrosdediámetro,almáspequeño,deunossietecentímetrosymediodediámetro.Unejelosatravesabaatodosenunarmazóndeunosnoventacentímetrosqueseadaptabaalaformacónicadeloscristales,ytodoelloquedabasujetoatravésdebisagrasauncaballete.Eleje,queatravesabael instrumentohorizontalmente,eradehierroygirabasobreunassujecionesdebroncesituadasaamboslados.Enlapartemásanchadelarmazónhabíaunsalientedeformacúbicaunidoaunaruecadecaoba,yeraesta rueca laquehacíagirar loscristalesgraciasaunpedalque seaccionabaconelpie.La ruecaparecíatenerunoscuarentaycincocentímetrosdediámetroy,aunosdiezcentímetrosdeleje,unavara de ébano, en cuyo cuello había una cuerda que subía desde el pedal móvil para trasmitir elmovimiento,estabafijadaasusuperficie.

—Quéartilugio tan interesante—dije—.Elsonidoesmásclarocuandoelcristalgirasobre lapuntadelosdedos,ynoalrevés.

—Sí,asíes—dijolaseñoraSchirmerdesdeatrás.El sol comenzaba a inclinarse hacia el horizonte y su luz se reflejaba en los cristales de la

armónica.Grahamteníalosojosentornadosyelsonidodelospreocupadossuspirosdemiclienteseaprovechabadelabuenaacústicadelahabitación.Elaromadelosnarcisosllegóamisfosasnasalesdesdeelexterior,asícomounoloracebollayuntoquedemoho;nosoyelúnicoalquedisgustanlossutiles atributos de las flores, ya que también repelen a los ciervos.Tras tocar por última vez loscristales,dije:

—Silascircunstanciasfuerandiferentes,lepediríaquetocaraparamí,señoraSchirmer.—Esosiempresepuedearreglar,señor.Estoydisponibleparaaudicionesprivadas.Esoesloque

hagoaveces.—Porsupuesto—dije,ymelevantédelasilla.Dialchicounasuavepalmaditaenelhombro—.

Creoque ya hemos entorpecido lo suficiente tu lección,Graham, así que os dejaremos a ti y a tumaestraenpaz.

—¡SeñorHolmes!—protestómicliente.—SeñorKeller,aquínohaynadamásquehacer,exceptoasistiralasclasesqueofertalaseñora

Schirmer.Y,dichoesto,girésobremis talonesyatravesé lasaladeestar,con lamiradaestupefactade la

mujerclavadaenminuca.ElseñorKellerseapresuróparaunirseamíenelpasillo.Antesdecerrarlapuertadelapartamento,exclamé:

—¡Gracias,señoraSchirmer!Nolamolestaremosmás,aunqueesposiblequecontacteconustedmástardepararecibirunaodosclases.Adiós.

Pero,cuandocomenzamosacaminarporelpasillo,lapuertaseabrióysuvozmealcanzó:—Entonces,¿eracierto?¿Esustedeldelasrevistas?—No,querida,nolosoy.—¡Losabía!—replicó,ycerródeunportazo.No intenté tranquilizar a mi cliente hasta que llegamos a los pies de la escalera. Después de

encontrar al chico en lugar de a su esposa, parecía avergonzado y decepcionado. Tenía las cejas

arqueadasyunbrillocasiirracionalenlamirada.Susfosasnasalesestabandilatadasporelenfado,yparecíasentirsetanfrustradoporladesaparicióndesuesposaque,enconjunto,suexpresióneraunenormesignodeinterrogación.

—SeñorKeller, leaseguroquetodoestonoestangravecomoimagina.Dehecho,aunqueestáclaroquehaomitidodeliberadamentealgunascosas,suesposahasido,engeneral,sinceraconusted.

Laseriedaddesuexpresióndisminuyóunpoco.—Esevidentequeustedhavistomásenelapartamentodeloqueeravisibleparamí—medijo.—Esposible,peroapuestoaqueustedhavistoexactamente lomismoqueyo.Sinembargo,es

posiblequeyohayapercibidounpocomás.Encualquiercaso,debeconcedermeunasemanaparadarunaconclusiónsatisfactoriaaestecaso.

—Estoyensusmanos.—Muybien.AhoralepidoquevuelvainmediatamenteaFortisGrove.Cuandosuesposaregrese,

nodebemencionarlenadadeloquehaocurridoaquíhoy.Esimprescindible,señorKeller,quesigaalpiedelaletramiconsejo.

—Sí,señor.Harétodoloposible.—Excelente.—Peroantesmegustaría saberalgo, señorHolmes.¿Qué ledijoaloídoa la señoraSchirmer

paraquenosdejaraentrarensuapartamento?—Oh, eso —comenté con un movimiento rápido de la mano—. Una sencilla pero efectiva

mentira, una que he usado antes en casos similares; le dije que era usted unmoribundo al que suesposa había abandonado en su peor momento. El hecho de que se lo susurrara debería haberlebastadoparasaberqueeramentira,peroesunatretaqueraravezfalla.

ElseñorKellermemiróconunaexpresióndeligerodisgusto.—Venga,hombre—dijeyo,yledilaespalda.Cuando llegamos a la parte delantera de la tienda, nos encontramos por fin con su anciano

propietario, un tipo bajito y arrugado que había vuelto a ocupar su lugar tras el mostrador. Elhombre, encorvado sobreun libro conuna casacade jardineromanchadade tierra, sujetaba en sutemblorosamanounalupaqueestabausandoparaleer.Juntoaélhabíaunosguantesmarronesquealpareceracababadequitarseydejarsobreelmostrador.Eltipotosióásperamentedosvecesyambasnos sorprendieron, pero me llevé un dedo a los labios para que mi compañero permaneciera ensilencio.Aunasí,comoelseñorKellerhabíamencionadoantes,elhombreparecíaignorarquehabíaalguienen la tienda, inclusocuandomeacerquéamediometrodeély echéunvistazoal enormelibroqueteníaatrapadasuatención:unvolumensobrepodaornamental.Laspáginasquepodíaverestabanilustradasconpulcrosdibujosdearbustosyárbolespodadosconlaformadeunelefante,uncañón,unmonoyloqueparecíaserunvasocanope[10].

Salimos tansilenciosamentecomonosfueposible.Antesdepartir,bajoelmenguantesolde latarde,lepedíunaúltimacosaamicliente.

—SeñorKeller,hayalgoquepodríasermeútilduranteestasemana.—Notienemásquedecirlo.—Lafotodesumujer.Miclienteasintiódemalagana.—Porsupuesto.Buscóenelinteriordesuabrigoysacólafotografía,quemeofrecióconrecelo.

Melaguardéenelbolsillosinvacilar.—Gracias,señorKeller.Conestohemosacabadoporhoy.Ledeseoquepaseunabuenatarde.Y asíme despedí de él.Con la fotografía de su esposa enmi bolsillo, no perdí un instante en

marcharme.Lacalzadaestaballenadecamionesycarretas,cabriolésycarruajesquellevabanasusocupantesa sushogaresoadonde fuera,mientrasyoesquivabaa lospeatonesde lasacerasenmicaminohaciaBakerStreet.Unpardecarretasruralespasarondelargoconlosrestosdelasverdurasque habían llevado a lametrópolis al amanecer. En poco tiempo, yo lo sabía bien, las calles querodeaban Montague Street se volverían tan silenciosas e inanimadas como cualquier aldea alanochecer.Paraentonces,yoyaestaría reclinadoenmibutaca,mirandocómoelhumoazuldemicigarrilloascendíahastaeltecho.

9

Alamanecer,lanotaquehabíaescritoparaRogerhabíaescapadoporcompletodelaconscienciade

Holmes.Sequedódentrodellibrohastaque,variassemanasdespués,sacóelvolumenparahacerunacomprobaciónyencontrólahojadobladaentreloscapítulos(unextrañomensajedesupuñoyletra,aunquenorecordabahaberloescrito).Habíaotrasnotasdobladas,todasocultasenlosmuchoslibrosdelático,finalmenteperdidas:cartasurgentesquenuncaseenviaron,extrañosrecordatorios,listasdenombresydirecciones,asícomoalgúnpoemaocasional.No recordabahaberescondidounacartapersonal de la reina Victoria, ni un cartel publicitario que había estado guardado desde su brevecolaboración con la Compañía Shakesperiana Sasanoff (había interpretado a Horacio en unaproducción londinensedeHamleten1879).TampocorecordabahaberpuestoabuenrecaudoentrelaspáginasdeLosmisteriosde laapicultura,deM.Quinby,un toscoperodetalladodibujodeunaabejareina.EldibujolohabíarealizadoRogercuandoteníadoceañosyselohabíadeslizadobajolapuertadeláticodosveranosantes.

Detodosmodos,Holmeseraconscientedelacrecientefalibilidaddesumente.Creíaqueestaeracapazdemodificarincorrectamentehechospasados,sobretodosilarealidad

deaquellossucesosestabamásalládesualcance.Pero,sepreguntaba,¿quéhabíamodificadoyquéeracierto?¿Ycómopodía seguirestandosegurodealgo?Loqueeramás importante,¿quéhabíaolvidadoexactamente?Nolosabía.

Intentabaaferrarsealascosastangibles:sutierra,suhogar,susjardines,sucolmenar,sutrabajo.Disfrutabade sus cigarros, de sus libros, deuna copadebrandi devez en cuando.Legustaban labrisanocturnaylashorasantesdemedianoche.EstabasegurodequelaparlanchínapresenciadelaseñoraMunrolosacabadesuscasillasaveces,aunquesiempreagradecíalacompañíadesucalladohijo. Pero sus revisionesmentales también habían cambiado en este caso lo que era, de hecho, laverdad:queaquelchavaltímidoydesgarbadoquelomirabaconexpresiónhurañatraslasfaldasdesumadrenolehabíacaídobienalprincipio.Enelpasadohabíatenidolareglainquebrantabledenocontratarnuncaaunamadellavesconhijos,perohabíahechounaexcepciónconlaseñoraMunro,que acababa de enviudar, necesitaba un empleo fijo y tenía referencias. Además, encontrar a unapersonadefiarseestabaconvirtiendoenunatareadifícil(sobretodoestandoaisladoenelcampo),así que le había dicho claramente que podía quedarse siempre que las actividades del chico serestringieranalacasitadeinvitados,ymientrassusalborotosnoperturbaransutrabajo.

—Poresonodebepreocuparse,señor,seloprometo.MiRogernolecausaráningúnproblema.Yomeasegurarédeello.

—Entonces, ¿queda completamente claro?Aunque estoy retirado, sigo siendo un hombremuyocupado.Notolerarédistraccionesdeningúntipo.

—Sí,señor,haquedadoclarísimo.Nosepreocupeporelchico.—Noloharé,querida,aunquesospechoqueustedsí.—Sí,señor.

HolmesvolvióaveraRogercasiunañodespuésdeaquello.Unatarde,mientraspaseabaporlazonaoestede supropiedad, cercade la casitade invitadosdondevivía la señoraMunro, atisbo alchicoa lo lejos,entrandoen lacasaconuncazamariposasen lamano.Apartirdeentonces loviomásamenudo,atravesandoelprado,haciendo losdeberesenel jardín,examinando laarenaen laplaya.Peronohablóconéldirectamentehastaque loencontróante lascolmenas,examinandounapicaduraqueteníaenelcentrodelapalmadelamanoizquierda.Leagarrólamanoyusólauñaparasacarelaguijón.

—Hasidounasuertequenohayasintentadosacarelaguijón—leexplicó—.Silohubierashecho,seguramentehabríasvaciadoelsacodelvenenoenlaherida.Debesusarlauñaparaquitarlo,así,enlugardecomprimirelsaco.¿Locomprendes?Hellegadojustoatiempo.Mira,¿ves?Apenasseestáhinchando.Yoherecibidopicadurasmuchopeores,teloaseguro.

—Nomeduelemucho—dijoRogermirandoaHolmesconlosojosentrecerrados,comosielsolledieradellenoenlacara.

—Pronto lohará.Pero sólounpoco,espero.Siempeora,mójate lamanoenagua saladaoenjugodecebolla.Esonormalmentecuraelescozor.

—Oh.YaunqueHolmesesperabaqueelniñolloraraoquesesintieraavergonzadotrasserpilladoenel

colmenar, le impresionó la rapidezcon laquedejódeprestaratencióna laheridapara interesarseporlascolmenas.Parecíahechizadoporlavidadelasabejas,porlosgruposqueseformabanantesodespuésdelvueloenlasentradasdelascolmenas.Sielchicohubierallorado,sihubieramostradolamenormuestradecobardía,Holmesjamáslohabríaanimadoaacercarseconélaunacolmena.Nohabríavueltoapensarenélnihabríaconsideradoqueteníanalgoencomún.LevantóeltechoparaqueRogerpudieraverelmundodelinterior:laalzamelaríaconsusceldasdecerablanca,lasceldasmásgrandesenlasquesealmacenanlaslarvasdezángano,lasoscurasceldasdebajodondevivíanlas obreras. Holmes estaba convencido de que, a menudo, nacían niños excepcionales de padrescorrientes. Si Roger hubiera mostrado algúnmiedo, tampoco lo hubiera invitado a volver al díasiguiente,nihabríapermitidoquefueratestigodirectodelastareasdemarzo:elcálculosemanaldelpesodelacolmena,lacombinacióndelascoloniascuandounareinadejadefuncionarenunaylacomprobacióndequehaysuficientecomidaparalaslarvas.

Posteriormente,cuandoelchicopasódeseruncuriosoespectadoraunvaliosoayudante,RogerrecibiódeHolmes la ropaqueyanousaba (guantes de colores claros y ungorrode abejero convelo). Aquella se convirtió pronto en una cómoda e innata asociación. La mayoría de las tardes,después del colegio, el niño se reunía con Holmes en el colmenar. Durante el verano, Roger selevantaba temprano y trabajaba con las abejas cuando Holmes llegaba. Mientras atendían lascolmenasosesentabantranquilamenteenelprado,laseñoraMunrolesllevababocadillos,té,quizásalgodulcequehubieracocinadoaquellamañana.

Losdíasmáscalurosos,despuésdeltrabajo,sesentíanatraídosporlasrefrescantesaguasdelaspocetasybajabanelserpenteantecaminodelacantilado.RogercaminabajuntoaHolmesyrecogíapiedrasdelescarpadosendero,mirabaelocéanoysedeteníadevezencuandoparaexaminaralgoencontrado por el camino (trozos de conchas, un diligente escarabajo o un fósil incrustado en lapareddelacantilado).Elcálidoaromadelmarse incrementabaconsudescenso,como lohacíaeldeleite de Holmes ante la curiosidad del niño. Una cosa era fijarse en un objeto, pero un chicointeligente, comoRoger, teníaque inspeccionary tocar cuidadosamente las cosasque llamaban su

atención.Holmesestaba segurodequenohabíanadademasiado interesante enel camino,pero sedeteníaaobservarloquehabíaatraídoalniño.

Laprimeravezquerecorrieronjuntoselsendero,Rogermirólosextensosyescabrososplieguesquesecerníansobreellosypreguntó:

—¿Estosacantiladossondepiedracaliza?—Decalizayarenisca.Enlosestratosbajolacaliza,habíaarcillategulina,arenaverdeyarenaWealdcorrelativamente,

le explicó Holmes mientras seguían bajando; los lechos de arcilla y la delgada capa de areniscaestabancubiertosconcaliza,arcillaysílexañadidoduranteeonesporincontablestormentas.

—Oh—dijoRoger,ygiródistraídamentehaciaelbordedelcamino.Holmesdejócaerunodesusbastonesytiródeél.—Cuidado,chico.Debesmirardóndeponeslospies.Tomamibrazo.Elsenderoapenaseralosuficientementeanchoparaunadulto,ymenosaúnparaqueunanciano

yunniñocaminaranunojuntoaotro.Medía,másomenos,unmetrodeanchoyenalgunaszonaslaerosión lo había estrechado considerablemente. La pareja, sin embargo, avanzó sin demasiadosproblemas;Rogercercadelescarpadoborde,Holmesacentímetrosdelapareddelacantiladoconelchicoaferradoasubrazo.Despuésdeunrato,lasendaseampliabaenunpuntoenelquehabíaunmiradoryunbanco.AunqueHolmespretendíacontinuarhastaelfinal,porquesólopodíaaccedersealaspocetasduranteeldía (yaque lamareanocturnase tragaba toda laorilla), elbancoparecíaderepenteunlugarperfectodondedescansaryconversar.SesentóallíconRoger,sacóunjamaicanodesubolsilloydescubrióquenollevabacerillas.Mascóelcigarroysaboreólabrisamarinamientraselchicoobservabalasgaviotasquevolabanencírculo,caíanenpicadoygraznaban.

—¿Algunavezhaoídoaloschotacabras?Yolosoíanoche—dijoRoger,quelohabíarecordadoalescucharlosgraznidosdelasgaviotas.

—¿Deverdad?Quéafortunadoeres.—Aunquelagentelosllamechotacabras,yonocreoquesealimentendecabras.—Sealimentandeinsectos,principalmente.Atrapanasuspresasporlasalas,¿sabes?—Oh.—Aquítambiénhaybúhos.ElrostrodeRogerseiluminó.—Nunca he visto ninguno.Me gustaría tener uno comomascota, peromimadre dice que los

pájarosnosonbuenasmascotas.Yocreoqueseríaestupendoquehubierabúhoscercadecasa.—Bueno, entonces tal vez podamos atrapar un búho alguna noche. Tenemos de sobra en la

hacienda,asíquenadieloecharáenfalta.—Sí,meencantaría.—Porsupuesto,tendremosqueteneratubúhoenunlugardondetumadrenopuedaencontrarlo.

Midespachoesunaposibilidad.—¿Nomiraríaahí?—No,noseatrevería.Pero,silohiciera,yolepodríadecirqueesmío.Unasonrisapicaraaparecióenelrostrodelchico.—Austedlecreería.Estoyseguro.Holmes le guiñó el ojo para hacerle ver que no estaba hablando en serio respecto al búho.

Apreciaba laconfianzadelchicoyelhechodepodercompartirunsecretoconél.Aquellaalianza

encubierta,tanpropiadeunaamistad,lesatisfacíatantoqueterminóhaciendounofrecimiento:—Detodasformas,Roger,hablarécontumadre.Creoquetedejarátenerunperiquito.Y,pararemarcarsucamaradería,leprometióquesaldríantempranoaldíasiguienteparallegara

laspocetasantesdelcrepúsculo.—¿Quierequevayaabuscarlo?—lepreguntóRoger.—Claro.Podrásencontrarmeenelcolmenar.—¿Aquéhora,señor?—Conquequedemosalastresserásuficiente,¿nocrees?Esonosdejarátiempodesobraparala

caminata, el baño y el camino de vuelta. Me temo que hoy hemos partido demasiado tarde paraterminareltrayecto.

La menguante luz del sol y la creciente brisa del océano los envolvía. Holmes inhalóprofundamenteyentornólosojosparamirarlapuestadesol.Conlavistaborrosa,elocéanoparecíaunanegraextensiónbordeadaporunaenormeyferozerupción.

«Deberíamosempezarasubirelacantilado»,pensó.PeroRogernoparecíatenerprisa.TampocolateníaHolmes,quemiródesoslayoalniñoycontemplóaquelconcentradoyjovenrostroalzadohacia el cielo, aquellos claros ojos azules fijos en una gaviota que volaba en círculos sobre suscabezas.

«Unpocomás»,sedijoHolmesasímismo,ysonriómientrasveíacómoseseparabanloslabiosdeRoger en un inesperado gesto de fascinación, impertérrito bajo la radiantemirada del sol y elpersistenteazotedelviento.

10

Muchos meses después, Holmes se encontraba solo en el interior de la estrecha habitación de

Roger, la primera y última vez que puso un pie entre las pocas pertenencias del chico. AquellamañananubladaygrisentróenlasombríaviviendadelaseñoraMunro,dondenohabíanadie.Lastupidascortinasseguíancerradasylaslucesestabanapagadas;eloloramaderasilvestredelasbolasdealcanforescondíael restode losaromasque inhalaba.Sedeteníacada tresocuatropasosparaescrutar laoscuridady recolocar susbastones,comosiesperaraquealguna inimaginableydifusaforma saliera de las sombras. Después continuó avanzando (el golpeteo de sus bastones caía conmenorfuerzaymayorcautelaquesuspropiospasos)hastaqueatravesólapuertadeRogeryentróenlaúnicahabitacióndelacasaquenoestabatotalmenteselladaalaluzdeldía.

El cuarto estaba, de hecho,muy ordenado,muchomás de lo queHolmes había esperado: losdescuidadosyaleatoriossedimentosdelavibrantevidadeunniño,esedesorden.Elhijodeunamade llaves, concluyó, seguramente se sentiríamás inclinadoqueel restode losniñosamantener elespacioordenado;anoser,porsupuesto,queelamadellavestambiénseocuparadesuhabitación.Aunasí,comoelchavalerabastantemaniáticopornaturaleza,Holmesestabasegurodequehabíasidoélmismoquienhabíaordenadotanpulcramentesuscosas.Además,elinvasivooloranaftalinanosehabíafiltradoalahabitación,loquesugeríaquelaseñoraMunronopasabamuchoporallí.Enlugardeesohabíaunaromatérreo,húmedoaunquenodesagradable.

«Comolatierraduranteunabuenatormenta—seimaginó—.Comoelbarroentrelasmanos».Estuvounratosentadoenelbordedelapulcracamadelchico,mirandoloquelorodeaba: las

paredes pintadas de azul celeste, las ventanas cubiertas por cortinas de encaje transparente, losdistintos muebles de roble (mesita de noche, estantería, cajonera).Miró por la ventana que habíasobrelamesadeestudioysefijóenelentrecruzadodeesbeltasramasqueparecíancasietéreasbajola teladeencajeyquearañaban silenciosamente los cristales.Yentoncesdirigió suatencióna losobjetospersonales,lascosasqueRogerhabíadejadoallí:seislibrosdetextoapiladossobrelamesa,una combada cartera que colgaba del pomo de la puerta del armario, el cazamariposas apoyadocontraunaesquina.Alfinalse levantóymerodeócon lentitudporallí.Semoviódeparedaparedcomoalguienqueestávisitandorespetuosamenteunaexposiciónenunmuseo,ydespuéssedetuvounmomentoparaveralgunascosasmejor,aunqueseresistióatocarciertosobjetos.

Sinembargo,loqueobservónolesorprendióniledescubriónadanuevosobreelchico.Habíalibrossobreobservacióndepájaros,acercadeabejas,sobrecontiendasbélicas,variasdesvencijadasedicionesenrústicadecienciaficción,unbuennúmeroderevistasNationalGeographic (ocupabandosestantesy estabanordenadas cronológicamente)y rocasy conchasquehabía encontradoen laplaya,organizadasportamañoyparecido,yalineadasenhilerasdeigualnúmerosobrelacajonera.Apartedelosseislibrosdetexto,sobreelescritoriohabíacincolápicesafilados,tiralíneas,papelyelvialquecontenía lasabejas japonesas.Todoestabaordenado, todoocupabaun lugarapropiado,todoestabaalineado;tambiénloestabanlosobjetosqueocupabanlamesitadenoche:tijeras,unbote

depegamentolíquido,unálbumderecortesconlaportadanegraysinadornos.Noobstante, losqueparecían ser losobjetosmás relevantes estabancolgadosopegados en la

pared.ColoridosdibujosdeRogerenlosquesoldadosanónimosdisparabanriflesmarrones,tanquesverdes explotaban, violentos garabatos rojos estallaban como explosiones en los torsos o en lasfrentes de rostros de ojos bizcos, fuego antiaéreo amarillo subía dirigido hacia una flota debombarderos de color azul oscuro,monigotesmasacrados quedaban esparcidos por un campo debatallaensangrentadomientrasunsolnaranjasalíaoseponíaenelhorizonterosa.Tresfotografíasenmarcadas, retratosen tonossepias:unasonrienteseñoraMunroconsuhijopequeñomientraseljovenpadreposabaorgulloso a su lado, el niño con supadreuniformado enun andénde tren, elpequeñoRogercorriendohacialosbrazosextendidosdesupadre.Todaslasfotografías(unacercadelacama,otracercadelescritorioyotracercadelaestantería)mostrabanaunhombrerobustoyde aspecto fuerte, con el rostro cuadrado y rubicundo, el cabello rubio peinado hacia atrás y losbenevolentesojosdealguienqueyanoestáyaquienseechamuchísimodemenos.

Aunasí,detodaslascosasquehabíaallí,fueelálbumderecortesloque,alfinal,atrajodurantemástiempolaatencióndeHolmes.Sesentóenlacamadelniño,mirófijamentelamesitadenocheysopesó la cubierta negradel álbum, las tijeras y el pegamento.No, se dijo a símismo, no abriríaaquellibro.Nohusmearíamásdeloqueyalohabíahecho.

«Niseteocurra»,seadvirtióasímismomientrascogíaellibroderecortes;y,coneso,desoyósusmejorespensamientos.

Acontinuaciónpasódetenidamentelaspáginasysumiradasedetuvounmomentoenunaseriedecomplicadoscollages,formadosporfotografíasypalabrasrecortadasdedistintasrevistasydespuéshábilmentepegadas.Elprimer terciodel libromostrabael interésdelchavalpor lanaturalezay lavida silvestre. Osos pardos a dos patas deambulaban por los bosques cerca de leopardos queholgazaneabansobreárbolesafricanos;dibujosdecangrejosermitañosseescondíanconrugientespumasentreungrupodegirasolesdeVanGogh;unbúho,unzorroyunacaballaacechabanbajouncúmulo de hojas caídas. Lo que seguía, sin embargo, era cada vez menos pintoresco, aunque dediseño similar: la fauna se convertía en soldados británicos y norteamericanos, los bosques setransformabanenlasbombardeadasruinasdelasciudadesylashojaseran,ocadáveres,opalabrassueltas:DERROTADO,TROPAS,RETIRADA.

Lanaturalezacompletaenyporsímisma,elhombresiempreenluchaconelhombre;elyinyelyangdelavisiónqueteníaelchicodelmundo,segúncreíaHolmes.Porqueasumíaquelosprimeroscollages(losdelaspáginasinicialesdellibroderecortes)habíansidoterminadosañosantes,cuandoel padre de Roger aún estaba vivo. Eso lo sugerían los bordes curvados y amarillentos de lasimágenescortadas,ytambiénlafaltadeolorapegamento.Elresto,decidió,trasolfatearlaspáginasy examinar los bordes de tres o cuatro collages, había sido elaborado poco a poco durante losúltimosmeses,yparecíamáscomplicado,ingeniosoymetódicoensucomposición.

Aunasí,laúltimaobradeRogerestabasinterminar;enrealidad,parecíaestarreciénempezada,yaquesólohabíaunaimagenenelcentrodelapágina.

«¿O había sido esa su intención?», se preguntó Holmes. Una desolada fotografía en blanco ynegro flotaba en un negro vacío como una cruda y desconcertante conclusión a todo lo que laprecedía (el vital imaginario superpuesto, la fauna y la naturaleza, aquellos adustos y decididoshombresdeguerra).Lafotografíaensímismanoeraningúnmisterio;Holmesconocíaellugarmuybien, ya que lo había visto con el señor Umezaki en Hiroshima: aquel antiguo edificio de la

prefecturadelGobiernoreducidoaloscimientosporlaexplosiónatómica.«LaCúpuladelaBombaAtómica»,lohabíallamadoelseñorUmezaki.

Sin embargo, allí, solitario en la página, el edificio representaba la total aniquilación muchomejorqueen la realidad.Lafotografíahabíasido tomadasemanas,díasposiblemente,despuésdellanzamientodelabomba,yrevelabaunainmensaciudaddeescombros:sinhumanos,sintranvíasnitrenes, nada reconocible, excepto el espectral caparazón del edificio de la prefectura sobre aquelaplanadoycalcinadopaisaje.Loqueprecedíaa laobra final (recortes sinusar,páginasypáginasnegras) enfatizaba el inquietante impacto de aquella única imagen. Y, de repente, cuando cerró ellibro,Holmessesintióabrumadoporelhastíoquehabíallevadoconsigohastaaquellacasa.

«Algo no va bien en el mundo —pensó—. Algo ha cambiado en su esencia, y no consigoencontrarlesentido».

Ciertavez, el señorUmezaki lehabíapreguntado:«Entonces, ¿cuál es laverdad?¿Cómo llegahastaella?¿Cómodesentrañaelsignificadodeaquelloquedeseapermaneceroculto?».

—Nolosé—dijoHolmesenvozalta,allí,enlahabitacióndeRoger—.Nolosé—dijodenuevo,yserecostósobrelaalmohadadelniñoycerrólosojosconellibroderecortesapretadocontrasupecho—.Notengoniidea…

Holmes cayó dormido, aunque no en el tipo de sueño que nace del total agotamiento. No fuetampocounsueñoinquietoenelquelafantasíaylarealidadseentrelazan,sinomásbienunestadoletárgico que lo sumió en una inmensa quietud. Inmediatamente, ese amplio y profundo sueño lollevóaotraparte,lejosdeldormitoriodondesucuerpodescansaba.

11

Despuésdeportar el equipaje compartidoqueHolmesy el señorUmezaki llevarían abordodel

trendelamañana(losdoshombreshabíandecididollevarpocascosasasuviajeturístico),Hensuirolosdespidióenlaestacióndeferrocarril.CogióconfuerzalasmanosdelseñorUmezakiysusurrócon fervor al oído de su compañero. Después, antes de que entraran en el vagón, se detuvo anteHolmes,hizounapronunciadareverenciaydijo:

—Nosveremos…Denuevo.Muchodenuevo,sí.—Sí—dijoHolmes,divertido—.Mucho,muchodenuevo.Y cuando el tren salió de la estación, Hensuiro se quedó en la plataforma con los brazos

levantadosentreunamultitudde soldadosaustralianos.Su silueta inmóvil retrocedióvelozmenteydesapareció por completo. El tren cogió velocidad enseguida, en dirección oeste, y tantoHolmescomoelseñorUmezakisesentaronrígidosensusasientoscontiguosdesegundaclaseyobservarondecostadocómolosedificiosdeKobedabanpaso,deformagradual,alaexuberantegeografíaquesemovía,cambiabaydestellabaalotroladodelaventanilla.

—Haceunamañanaestupenda—señalóUmezaki,uncomentarioquerepetiríavariasvecesalolargodeaquelprimerdíadeviaje;laestupendamañanadiopasoaunaestupendatardey,finalmente,aunaestupendanoche.

—Verdaderamente—respondíatodoelratoHolmes.Al principio del viaje, los hombres apenas se dirigieron la palabra. Se mantuvieron callados,

reservados y distantes en sus respectivos asientos.Durante un rato, el señorUmezaki se entretuvoescribiendoenunpequeñocuadernorojo(máshaikus,suponía),mientrasHolmes,conunhumeantejamaicanoenlamano,contemplabaelborrosopaisaje.HastaquesalierondelaestacióndeAkashi,cuandoeltraqueteantemovimientodeltrenprovocóqueaHolmesselecayeraelpurodelosdedosyesterodaraporelsuelo,noseenzarzaronenunaverdaderaconversación,iniciadaporlacuriosidadgeneraldelseñorUmezakiyenlaquetocaronunsinfíndetemasantesdesullegadaaHiroshima.

—Permítame—dijoelseñorUmezaki,queselevantópararecuperarelpurodeHolmes.—Gracias—respondióHolmes,queya sehabía levantado,yvolvió a sentarsey a colocar los

bastonessobresuregazoenunánguloenelquenogolpearanlasrodillasdelseñorUmezaki.Sesentarondenuevoy,mientraslacampiñapasabarápidamentedelargo,elseñorUmezakitocó

lamaderateñidadeunodelosbastones.—Esuntrabajomuypulcro,¿verdad?—Oh, sí—dijo Holmes—. Han estado conmigo los últimos veinte años, si no más. Son mis

compañerosdeconfianza,¿sabe?—¿Siemprehacaminadoconlosdos?—Nohastahacepoco.Pocoparamí,porsupuesto.Losúltimoscincoaños,silamemorianome

falla.Entoncessintióeldeseodeexplicarsedetalladamenteylecontóque,dehecho,sólonecesitabael

apoyo del bastón derecho para caminar; el izquierdo tenía un doble y valioso propósito:proporcionarleapoyosiperdíaagarreconelderechoyservirderápidoreemplazosialgunaveznopodíarecuperarelotro.Porsupuesto,continuó,losbastonesnoleserviríandenadasiinterrumpíasusuplementodejaleareal,yaqueestabaconvencidodequeseveríaensucasoconfinadoaunasilladeruedas.

—¿Ustedcree?—Incuestionablemente.Yasícomenzósuconversación,yaqueambosestabanansiososporhablardelosbeneficiosdela

jalea,sobretododesucapacidadparadetenerocontrolarelprocesodeenvejecimiento.Resultóqueel señorUmezaki había preguntado a un herborista chino antes de la guerra sobre las cualidadesbeneficiosasdeesaviscosasecreciónblanca.

—Elhombrecreíafirmementequelajalearealpuedecurarlamenopausiaylaandropausia,asícomolasenfermedadesdelhígado,laartritisreumáticaylaanemia.

—Flebitis, úlcera gástrica, diferentes enfermedades degenerativas —añadió Holmes—, ydebilidad mental o física. También nutre la piel, elimina las manchas faciales y las arrugas, yprevienelossignosdeenvejecimientooinclusolasenilidadprematura.

Eramaravilloso,mencionóHolmes,queunasustanciatanpoderosa,cuyacomposiciónquímicaaúnnoseconocíaporcompletoyqueeraproducidaporlasglándulasfaríngeasdeunaabejaobrera,sirviera para crear reinas a partir de larvas ordinarias y para sanar unamultitud de enfermedadeshumanas.

—Pormuchoqueloheintentado—dijoelseñorUmezaki—,noheencontradoapenasevidenciasqueapoyensuutilidadterapéutica.

—Ah,pero lashay—replicóHolmesconunasonrisa—.Hemosestudiado la jalea realdurantemuchotiempo,¿verdad?Sabemosqueposeeunagrancantidaddeproteínasylípidos,ácidosgrasosycarbohidratos.Dichoesto,ningunodenosotroshasidocapazdedescubrirtodoloquecontiene,asíquedependodelaúnicaevidenciaqueposeo,quenoesotraquemipropioestadodesalud.Asumoqueustednoesunconsumidorhabitual.

—No. He escrito uno o dos artículos en revistas, pero mi interés es fortuito. Me temo, sinembargo,quemeinclinohaciaelladoescépticoenelasunto.

—Quépena—dijoHolmes—.Esperabaquepudieraproporcionarmeun tarroparamiviajedevueltaaInglaterra.Semeterminóhaceuntiempo,¿sabe?Nadaquenopuedaremediarunavezlleguea mi casa, pero me gustaría haberme acordado de incluir uno o dos tarros en mi equipaje, losuficientealmenosparaunadosisdiaria.Afortunadamente,hetraídojamaicanosmásquedesobra,asíquenocarezcodetodoloquenecesito.

—Todavíapodríamosencontraruntarroparausteddurantenuestroviaje.—Seríaunamolestia,¿noleparece?—Enabsoluto.—Enrealidad,tienerazón.Considerémosloelprecioquedebopagarporelolvido.Parecequeni

siquieralajalearealsirveparalainevitablepérdidadememoria.Yestofueuntrampolínmásensuconversación,porqueelseñorUmezakiseacercóaHolmesy,

envozmuybaja,comosi lapreguntafuerade lamayor importancia, lepreguntóporsusfamosasfacultades.Queríasaber,concretamente,cómohabíaconseguidodominarlahabilidadparapercibircontalfacilidadloqueaotrosselesescapaba.

—Conozco su creencia en la observación como herramienta para encontrar respuestasdefinitivas,peromedesconciertaelmodoenelque,enrealidad,contemplaunasituaciónconcreta.Porloqueheleído,asícomoporloqueheexperimentadopersonalmente,parecequeustednosóloobserva,sinoqueademásrecuerdasinesfuerzocasidemanerafotográfica…Y,dealgúnmodo,esasícomollegaalaverdad.

—«Pilatos le preguntó: ¿qué es la verdad?»[11]—dijoHolmes con un suspiro—. Francamente,amigomío, he perdidomi apetito por la verdad. Paramí, las cosas son sólo lo que son; llámeloverdad,si lodesea.Mejordicho,yhecomprendidoestoconel tiempo,observo loqueesobvioyreúno toda la información posible del exterior para a continuación sintetizarla en algo de valorinmediato.Lasimplicacionesuniversales,místicasoduraderas,queesquizádonderesidelaverdad,nomeinteresan.

—Pero¿ylosrecuerdos?—lepreguntóelseñorUmezaki—.¿Cómolosutiliza?—¿Paraformarunateoríaollegaraunaconclusión?—Sí,exactamente.De haber sidomás joven,Holmes le habría dicho que lamemoria visual es fundamental para

resolverciertosproblemas.Porquecuandoexaminabaunobjetooinvestigabaunaescenadelcrimen,todoseconvertíaalinstanteenprecisaspalabrasonúmerosquesecorrespondíanconlascosasqueobservaba. Cuando las conversiones formaban un patrón en su mente (una serie de oraciones oecuacionesespecialmentevividasquepodíapronunciaryvisualizar)loencerrabaensumemoriay,aunque podía mantenerse latente durante esas épocas en las que estaba ocupado con otras cosas,emergíadeinmediatosiemprequeconcentrabasuatenciónenlassituacionesquelohabíangenerado.

—Conel tiempomehedadocuentadequemimenteyanofuncionadeunmodotanfluido—continuóHolmes—.Elcambiohasidogradual,peroahorapuedoverclaramente ladiferencia.Mimétodo para recordar, las agrupaciones de palabras y números, ya no es tan sencillo como antes.MientrasviajabaporlaIndia,porejemplo,mebajédeltrenenalgunapartedelpaís,unaparadabreveenunlugardondenuncahabíaestadoantes,ymeabordóunmendigomediodesnudoquebailabapordinero, un tipo de lomás alegre.Antes habría observadominuciosamente todo lo que había amialrededor,laarquitecturadelaestación,losrostrosdelosviandantes,losvendedores,peroesoraravezocurreahora.Norecuerdoeledificiode laestaciónynopodríadecirsihabíacomerciantesogentecerca.Loúnicoquerecuerdoesunmendigobronceadoysindientesbailandofrenteamíconun brazo extendido para recibir un par de peniques. Lo que me importa ahora es que poseo esadeliciosavisión;dóndeocurrióno tiene importancia.Siestohubierapasadohacesesentaaños,meturbaría ser incapaz de recordar la ubicación y sus detalles. Pero ahora sólo retengo lo que esnecesario.Losdetallesmenoresnosonesenciales:loqueapareceenmimenteahorasonimpresionesrudimentarias,nosufrívoloentorno.Ymesientoagradecidoporello.

El señor Umezaki no dijo nada. Tenía la expresión distraída y pensativa de alguien que estáprocesandoinformación.Después,asintióconlacabezayrelajóelrostro.

—Esfascinante…Merefieroasumododedescribirlo—dijoconvacilación.Sinembargo,Holmesyanoloescuchaba.Lapuertadelpasillosehabíaabiertoyunadelgaday

jovenmujercongafasdesolhabíaentradoenelvagón.Llevabaunquimonogrisyunasombrillacerrada.Sedirigíaconvacilaciónhaciaellosysedeteníacadapocospasoscomopararecuperarelequilibrio; entonces, todavía en el pasillo, miró una ventana cercana y se quedó un instanteobservando el paisaje que se movía con rapidez. Al ponerse de perfil, mostró una amplia y

desfiguradoracicatrizqueloidequereptabacomotentáculosdesdedebajodesuropa;subíaporsucuelloysumandíbulahastaelladoderechodelacaraparadesvanecerseentresuimpecablecabellonegro.Cuando siguió avanzandoypasóde largo,Holmespensó: «Fuiste una joven seductora.Nohacemucho,fuistelamujermáshermosaquenadiehavistonunca».

12

LlegaronalaestacióndeHiroshimaaprimerahoradelatarde.Abandonaroneltrenyentraronen

unabulliciosayatestadazonacon tenderetes ilegales.El ruidodelparloteode los regateadores,elintercambio de artículos ilícitos y el ocasional berrinche de un niño cansado era atronador, perodespués del monótono traqueteo y de las constantes vibraciones inherentes a un viaje en tren, talclamorhumanoerabienvenido.Como le indicóel señorUmezaki,estabanentrandoenunaciudadreciénnacidaalosprincipiosdelademocracia.Justoaquelmes,elvotopopularhabíanombradoasualcaldeenlasprimeraseleccionestraslaguerra.

Noobstante,alatisbarlasafuerasdeHiroshimadesdeelvagóndepasajeros,Holmeshabíavistopocosindiciosdequecercadeallíhubieraunaanimadaciudad;enlugardeeso,sehabíafijadoenlasaldeasimprovisadas,enlosgruposdecasuchasdemaderalevantadascercaunasdeotrasyseparadassóloporlosamplioscamposdeambrosías[12].Cuandoeltrenaminorólavelocidad,alacercarsealaruinosaestación,sediocuentadequelaambrosía,quebrotabasobreunoscuroydesigualterrenodetierra calcinada y trozos de cemento y escombros, estaba, de hecho, floreciendo sobre la tierraquemada en la que anteriormente se habían alzado edificios de oficinas, distritos comerciales yvecindarioscompletos.

El señor Umezaki le contó entonces que las ambrosías, que normalmente eran detestadas, sehabían convertido en una inesperada bendición después de la guerra. En Hiroshima, la súbitaaparición de estas plantas había ofrecido esperanza y una sensación de renacimiento que habíadisipado lahasta entonces aceptada teoríadeque la ciudad seríaun lugar estéril durante almenossetentaaños.Allíyenelrestodeloslugares,suabundanciahabíaevitadoquelahambrunacausaraestragosenlapoblación.

—Lashojasylasfloressehanconvertidoenuningredientehabitualpararellenarlapasta—dijoUmezaki—.Nosabendemasiadobien,créame,losé,perolosquenopuedenseguirconelestómagovacíoselascomenparaaliviarelhambre.

Holmes había continuado mirando por la ventanilla, buscando indicios más evidentes de lacercaníadelaciudad,pero,cuandoeltrenentróenelpatiodemaniobras,sólopodíaverlascasuchasdemadera (cada vezmás, algunas con espacio vacío a su alrededor que habían transformado enmodestoshuertos)yelríoEnko,quecorríaparaleloalasvías.

—Nomeimportaríaprobaresapastarellenayomismo,yaquetengoelestómagovacío.Pareceunmejunjesingular.

ElseñorUmezakiasintió.—Essingular,sinduda,aunquenoenelbuensentido.—Aunasí,resultaintrigante.Sinembargo,aunqueHolmesesperabaunalmuerzotardíodepastarellenadeambrosía,fueotra

especialidad local la que finalmente lo atrajo: una tortita japonesa cubierta por una salsa dulce,rellena con lo que el cliente eligiera de una lista, que despachaban muchos de los vendedores

ambulantesyenlospuestosdefideosimprovisadosalrededordelaestacióndeHiroshima.—Se llama okonomiyaki —le explicó más tarde el señor Umezaki mientras, sentados ante el

mostradordeunatiendadefideos,veíancómoelcocineropreparabahábilmentesualmuerzosobreunaenormeplanchadehierro,cuyoschisporroteantesaromasflotabanhastaellosparaestimularaúnmássusapetitos.

Continuómencionandoquehabíaprobadoelplatoporprimeravezdeniño,mientrasestabadevacacionesenHiroshimaconsupadre.Desdeaquelviajeinfantil,habíavisitadolaciudadunpuñadode veces. Aunque normalmente sólo se quedaba lo suficiente para cambiar de tren, a veces habíaalgúnvendedordeokonomiyakienlaestación.

—Nunca he podido resistirme: elmero olorme lleva de nuevo a aquel fin de semana conmipadre.VinimosavisitareljardínShukkeien.Raravezpiensoennuestroviajejuntos,oennosotrosjuntosengeneral,sinelolordelokonomiyakienelambiente.

Mientrascomían,Holmeshizounapausaentrebocados,hurgóenelinteriordelatortitaconunpalilloyobservólamezcladecarne,fideosycol.

—Esunplatomuysencillo,peroexquisito.¿Noleparece?El señor Umezaki apartó la mirada del trozo de tortita que tenía entre sus palillos. Parecía

ocupadoenmasticarynorespondióhastahabertragado.—Sí—dijoalfinal—.Sí…Después, siguiendo las rápidas y confusas indicaciones del atareado cocinero, se dirigieron al

jardín Shukkeien, un retiro del siglo XVII que Umezaki sabía que a Holmes le gustaría visitar.Mientras cargaba con la maleta y dirigía el camino por aceras rebosantes de peatones, postestelefónicos y pinos torcidos, pintó un vivido retrato cuyos detalles estaba extrayendo de susrecuerdosinfantilesdellugar.Porqueeljardín,lecontóaHolmes,eraunpaisajeenminiatura.TeníaunestanqueinspiradoenelfamosolagoXiHudeChina,riachuelos,islotesypuentesqueparecíanmuchomásgrandesdeloqueeranenrealidad.Unoasisinimaginable,pensóHolmescuandointentóvisualizar el jardín, imposible de concebir en una ciudad asolada que intentaba emprender unareconstruccióncuyossonidoslosrodeaban:elgolpeteodelosmartillos,elrugidodelamaquinariapesada,losobrerosbajandolacallecargadosdemaderayeltraqueteodecaballosycoches.

Encualquiercaso,admitióelseñorUmezaki,laHiroshimadesujuventudyanoexistía,ytemíaque la bomba hubiera dañado el jardín. A pesar de todo, creía que parte de su encanto originalpermanecería intacto, posiblemente el pequeño puente de piedra que cruzaba el estanque, quizá lalinternadepiedraconlaimagenesculpidadeYangKweiFei[*].

—Supongoquelodescubriremospronto—dijoHolmes,ansiosoporcambiarlassoleadascallesporun entorno serenoy relajante, un sitio dondepudieradetenerseun ratobajo la sombrade losárbolesparasecarseelsudordelafrente.

Sinembargo,cuandoseacercaronalpuentequesalvabaelríoMotoyasu,eneldesoladocentrodelaciudad,elseñorUmezakisepercatódequehabíangiradomalenunaesquina,odequehabíanentendido mal las apresuradas instrucciones del cocinero. Aun así se sintieron obligados a nodetenerseyseguiradelantehacialoquelesesperaba:la«CúpuladelaBombaAtómica»,talcomolallamó Umezaki cuando señaló la cúpula de hormigón armado que había sido desnudada por laexplosión. Su dedo índice siguió subiendo hasta llegar al cielo azul. Y allí, reveló, se produjo laenorme y cegadora explosión, aquel inexplicable pika-don que se había tragado la ciudad en unatormentadefuegoyquehabíaprovocadovariosdíasde lluvianegra:radioactividadmezcladacon

lascenizasdelascasas,losárbolesyloscuerposquehabíansidoarrasadosporlaexplosiónyquehabíansubidoenremolinoshastalaatmósfera.

Mientrasseaproximabanaledificio,empezóasoplarunabrisaquellegabadelríoylacalurosatardeseenfrióderepente.Lossonidosdelaciudad,amortiguadosporlabrisa,eranmenosmolestoscuandosedetuvieronpara fumaruncigarro.ElseñorUmezakidejó lamaletaenel sueloantesdeencenderelpurodeHolmesyamboshombres se sentaron sobreunacolumnadecementocaídaacuyoalrededorcrecíandistintashierbasyfloressilvestres.Apartedeloqueparecíaserunpequeñogrupodeárbolesreciénplantados,enlazonanohabíanadaparecidoaunasombra;erauntrozodetierra en laquenohabíamásqueunamujermayor acompañadaporotrasdosmás jóvenesyqueparecíaunlitoraldesiertotraselpasodeunhuracán.Aunpardemetrosdedistancia,enlavallaquerodeabaeledificiode laCúpulade laBombaAtómica,vierona lasmujerescolocandoderodillasunaguirnaldadegrullasdepapelentrelasmilesdeguirnaldasquehabíayaallí.Mientrasfumabanyexpulsaban el humo entre sus labios fruncidos, miraron fascinados la estructura de cemento, unruinososímboloqueresistíacercadelazonacero,unintimidatoriohomenajealosmuertos.Despuésdelaexplosiónhabíasidounodelospocosedificiosquenohabíanquedadoreducidosaescombrosfundidos; la estructura de metal que conformaba el esqueleto de la cúpula se arqueaba sobre lasruinas y sobresalía contra el cielo, pero casi todo lo demás se había fragmentado, ardido ydesaparecido. En el interior no había suelo, ya que las ondas sísmicas lo habían arrasado tododejandoenpiesólolasparedes.

Aun así, a Holmes le dio la impresión de que aquel edificio transmitía esperanza, aunque noestaba seguro del porqué. Quizá, reflexionó, la esperanza se dejaba ver en los gorriones que seposabanenlasoxidadasvigasdeledificioyenlostrozosdecieloazulpresentesenelinteriordelacúpula hueca, o quizá, como resultado de aquella inconmensurable destrucción, la desafianteperseveranciadeledificioeraensímismaunheraldodeesperanza.Perovariosminutosantes,alverporprimeravezeledificio, lacercaníade lacúpula,quesugería tantasmuertesviolentas, lohabíallenadodeunprofundopesarporelcaminoalquelacienciamodernahabíaconducidofinalmenteala humanidad: aquella incierta época de alquimia atómica. Recordó las palabras de un médicolondinense al que había interrogado una vez, un individuo inteligente y razonable que, sin ningúnmotivoaparente,habíaasesinadoasuesposayasustreshijosconestricninaantesdeprenderfuegoasupropiacasa.Cuandolepreguntaronlasrazonesdesucrimen,elmédicosenegóahablar;alfinal,escribió tres frases en una hoja de papel: «Una gran carga está comenzando a presionar la tierradesdetodaspartesa lavez.Debidoaello,debemosdetenernos.Debemosparar;de locontrario, laTierrasedetendráporcompletoydejarádegiraralrededordelosquelahemosexprimido».Sóloentonces,muchosañosdespués,consiguióencontraralgodesentidoaaquellacrípticaexplicación,porpococonvincentequefuera.

—Notenemosmuchotiempo—dijoelseñorUmezaki.Tirólacolilladesucigarrilloylaaplastóconelpie.Echóunvistazoasureloj—.No,metemoquenonosquedatiempo.SiqueremosvereljardínytomarelferriaMiyajima,deberíamosirnosya;esdecir,siqueremosllegaralbalneariodeHofualanochecer.

—Porsupuesto—dijoHolmes,ypreparósusbastones.Mientrasselevantabadelacolumna,elseñorUmezakiseexcusóyseacercóalasmujerespara

obtener indicacionesprecisas sobrecómo llegaral jardínShukkeien; labrisa le llevó suamistososaludoysuvozinquisitiva.Todavíasaboreandosupuro,HolmesobservóalseñorUmezakiyalas

tresmujeres, sonrientes bajo el lúgubre edificio y el sol de la tarde. Lamujermás anciana, cuyoarrugadorostropodíaverconclaridad,estabasonriendoconunaalegríainusualquetraicionabalainfantil inocencia que a veces reaparece con la edad. Entonces, como si se hubieran puesto deacuerdo, las tres hicieron una reverencia y el señor Umezaki, tras hacer lo mismo, se alejórápidamentedeellasysusonrisasedisolviódeinmediatoenunaestoicaysombríaexpresión.

13

Al igualqueen laCúpulade laBombaAtómica,unaaltaverja rodeabael jardínShukkeienpara

impedirlaentrada.Sinembargo,elseñorUmezakiestabadecididoy,comoalparecerhabíanhechootros antes, encontró una grieta en la verja. Holmes sospechaba que la habían abierto con unosalicatesylahabíanensanchadousandounosguantes,paracrearunhuecolosuficientementegrandequepermitieraelpasodeunapersona.Alcabodepoco,estuvieronpaseandoporlosinterconectadosyenrevesadossenderos,queestabancubiertosdeunhollíngrisáceoyqueseenrollabanalrededordeoscurosestanquessinvidaodelosrestosdecerezosycirueloscarbonizados.Caminabandespacioyamenudosedeteníanparamirarlosfrágilesrestosquemadosdelhistóricojardín:losennegrecidosvestigios de las salas de té, un exiguo grupo de azaleas donde antes habían florecido cientos,posiblementemiles.

Sin embargo, el señor Umezaki se mantuvo en silencio ante todo lo que observaban y, paraconsternación de Holmes, ignoró todas las preguntas que le hizo sobre el antiguo esplendor deljardín. Además, parecía reacio amantenerse junto a Holmes; a veces caminaba Por delante, o serezagaba de repente mientras Holmes, ajeno a ello, continuaba caminando. De hecho, después depreguntar el camino a lasmujeres, el señorUmezaki se habíamostrado bastante taciturno, lo quesugería que había recibido alguna información indeseada. Seguramente, suponía Holmes, que eljardíndesurecuerdosehabíaconvertidoenuninhóspitolugardepropiedadprivada,alqueestabaprohibidoelpaso.

Sinembargo,prontodescubrióquenoeranlosúnicosintrusosallí.Caminandohaciaellosporelsendero, vieron a un hombre de aspecto sofisticado, de cincuenta y pocos años y con la camisaremangada,quesosteníalamanodeunalegreniñoquesaltabaasuladovestidoconunpantaloncitoazulyunacamisablanca.Cuandoseacercaron,elhombreasintióeducadamentealseñorUmezakiyledijoalgoenjaponés.Cuandolecontestó,asintiódenuevoconeducación.Parecíaquequeríadeciralgomás,peroelchicoletiródelamanoparaquecontinuara;asintióporúltimavezysealejó.

CuandoHolmeslepreguntóquélehabíadichoelhombre,elseñorUmezakinegóconlacabezayseencogiódehombros.HolmessabíaqueaquelbreveencuentrohabíatenidounefectoperturbadorenUmezaki.Suanfitriónparecíadistraído,nodejabademirarsobresuhombroyteníalosnudillosblancospor la fuerzacon laque sujetabael asade lamaleta;parecíaquehabíavistoun fantasma.Entonces,antesdeadelantarseunavezmás,dijo:

—Quéextraño…Creoqueacabamosdecruzarnosconmipadreyconmigomismo,aunquenosédóndeestabamihermanopequeño;merefieroamihermanodeverdad,noHensuiro.Comoustedestabaconvencidodequeerahijoúnicoy,dehecho,vivílamayorpartedemividasinhermanos,novi la necesidad de mencionárselo. Verá, mi hermano murió de tuberculosis… De hecho, fallecióapenasunmesodosdespuésdequerecorriéramosjuntosestemismosendero.—Miróatrásmientrasapresuraba el paso—. Qué extraño, Sherlock-san. Fue hace muchos años, y aun así parece queocurrióayer.

—Escierto—dijoHolmes—.Elirrespetuosopasadomeasaltaavecesconvividaseinesperadasimpresiones,momentosqueapenasrecordabahastaquevolvieronavisitarme.

Elcamino los llevóhastaunestanquemásgrandey securvóhaciaunpuentedepiedraque searqueaba sobre las aguas.Varias islas diminutas con restos de salas de té, casetas y otros puentes,salpicaban el lago. El jardín parecía, de repente, enorme y alejado de cualquier ciudad. El señorUmezaki se detuvo más adelante y esperó a que Holmes lo alcanzara; entonces ambos hombresmiraronduranteunratoaunmonjesentadoconlaspiernascruzadasenunadelasislas,erguidoytotalmenteinmóvil,comounaestatua,conlacabezaafeitadagachaenoración.

HolmesseagachócercadelospiesdelseñorUmezaki,cogióunguijarrodecolorturquesadelcaminoyselometióenelbolsillo.

—NocreoqueenJapónexistanadaparecidoaesoquellamandestino—dijoelseñorUmezakialfinal,conlamiradafijaenelmonje—.Traslamuertedemihermano,cadavezvimenosamipadre.Viajabamuchoenaquellaépoca,sobretodoaLondresyaBerlín.Habíaperdidoamihermano,quese llamabaKenji, y el dolordemimadre impregnaba toda la casa, así quedeseabacon todasmisfuerzasacompañarloensusviajes.Peroyotodavíaibaalcolegioymimadremenecesitabaasuladomásquenunca.Mipadre,sinembargo,meanimó:meprometióque,siaprendíainglésymeibabienenelcolegio,algúndíapodríaviajaralextranjeroconél.Asíque,comopuedeimaginarqueharíaunniñoilusionado,pasémishoraslibresaprendiendoaleer,escribiryhablaringlés.Supongoque,enciertosentido,aquellasolicitudavivómiresolucióndeconvertirmeenescritor.

Cuando comenzaron a andar de nuevo, el monje levantó la cabeza hacia el cielo. Estabaentonandoalgoenvozbaja,unguturalsonsonetequesepropagabaporelestanquecomoondas.

—Más omenos un año después—continuó el señorUmezaki—,mi padreme envío un librodesde Londres, una cuidada edición deEstudio en escarlata[13]. Fue la primera novela que leí deprincipioafineninglés,ytambiénmiintroducciónalosrelatosdeldoctorWatsondesusaventuras.Lamentablemente, no tuve la oportunidadde leer la edición inglesa de sus otros libros durante untiempo, hasta que salí de Japón para asistir a la universidad en Inglaterra.Mimadre, debido a suestadomental,senegóapermitirqueennuestrohogarseleyeraningúnlibrorelacionadoconustedoconInglaterra.Dehecho,selibródeeseejemplarquemehabíaenviadomipadresinmipermisodespués de encontrarlo escondido. Por suerte, había terminado de leer el último capítulo la nocheanterior.

—Unareacciónuntantoexageradaporsuparte—dijoHolmes.—Sí—concedióelseñorUmezaki—.Estuvedossemanasenfadadoconella.Meneguéadirigirle

lapalabrayacomerloquecocinaba.Fueunaépocadifícilparatodos.Llegaronaunaslomassituadasenlaorillanortedelestanque,donde,másalládeloslímitesdel

jardín,unríocercanoylaslejanascolinasproporcionabanunahermosavista.Habíaunarocacercaque habían colocado para que hiciera de banco natural, ya que sumitad superior estaba pulida yaplanada.HolmesyelseñorUmezakisesentaronparadisfrutardelasvistasdeljardín.

Holmessesentíatanerosionadocomoaquellaviejapiedraquedescansabaentrelaslomasyqueresistía, aun cuando todo lo demás estaba desvaneciéndose o desapareciendo. Al otro lado delestanque,enlaorillaopuesta,sedivisabanlasextrañassiluetasdelosárbolescaídos,lasretorcidasyestériles ramas que ya no ocultaban el jardín de las bulliciosas calles y casas de la ciudad. Sequedaronunratoallí,contemplandolasvistassinapenashablar,hastaqueHolmes,quehabíaestadomeditandoenloqueUmezakilehabíacontado,dijo:

—Esperonopecardecurioso,peroasumoquesupadreyanovive.—Cuando se casaron, doblaba la edad a mi madre—dijo el señor Umezaki—, así que estoy

bastantesegurodequehafallecido,aunquedesconozcocuándoodóndeocurrió.Silesoysincero,esperabaqueustedmelodijera.

—¿Cómopodríasaberloyo?El señorUmezaki se inclinó hacia delante, unió las yemas de los dedos ymiró aHolmes con

decisión.—Durantenuestracorrespondencia,¿noleresultófamiliarmiapellido?—No,nopodríadecirtalcosa.¿Deberíahabérmelosido?—Elnombredemipadre,entonces:UmezakiMatsuda,oMatsudaUmezaki.—Metemoquenolocomprendo.—ParecequeustedtuvorelaciónconmipadremientrasestuvoenInglaterra.Nohesabidocómo

abordarelasuntoporquetemíaquecuestionaramisrazonesal invitarleamicasa.Supongoquediporsentadoqueustedmismoestableceríalarelación.

—¿Ycuándoseprodujoesteencuentro?Porqueleaseguroquenolorecuerdo.Umezakiasintióyabrió lamaletaquehabíadejadoa suspies.Buscóentre su ropay sacóuna

cartaquedesdoblóyentregóaHolmes.—Estollegóconellibroquememandómipadre.Eraunacartaparamimadre.Holmesacercólacartaasurostroylaexaminó.

—Fue escrita hace cuarenta, tal vez cuarenta y cinco años, ¿verdad? Observe cómo hanamarilleadolosbordesdelpapelycómosehaazuladolatintanegra.—Holmesledevolviólacarta—.Sucontenido,desafortunadamente,escapaamientendimiento.Asíquesimehicieraelfavor…

—Haré lo que pueda. —Con expresión distante y alterada, Umezaki empezó a traducir—:«DespuésdeconsultarloconelgrandetectiveSherlockHolmes,aquíenLondres,mehedadocuentade que lo mejor para todos es que permanezca en Inglaterra indefinidamente. Como podrás

comprobar en el libro, es un hombre sabio e inteligente, y no deberíamos tomar a la ligera suopinión en este asunto. Ya he dispuesto que mis propiedades y mis finanzas queden a tu enteradisposición hasta que Tamiki pueda hacerse cargo de esas responsabilidades como adulto».—ElseñorUmezakicomenzóadoblarlacartayañadió—:Lacartatienefechadel23demarzo.Elañoera1903,loquesignificaqueyoteníaonceaños,yél,cincuentaynueve.NuncavolvimosasaberdeélnidescubrimosporquésesintióobligadoaquedarseenInglaterra.Enotraspalabras,estoes todoloquesabemos.

—Lolamento—dijoHolmesmientrasUmezakivolvíaaguardarlacartaenlamaleta.Enaquelmomento, no podía decirle que creía que su padre era un mentiroso, pero podía aprovechar sudesconcierto para explicarle que no estaba seguro de que esa reunión se hubiera producido—.Esposiblequeloconociera,ytambiénquenolohiciera.Noseimaginacuántagenteacudíaanosotrosen aquella época, literalmente miles. Y, aun así, pocos perduran en mi mente, aunque creo querecordaríaaunjaponésenLondres,¿noleparece?Sinembargo,nopuedoasegurárselo.Losiento,porqueséqueestonoleesdemuchaayuda.

El señor Umezaki agitó la mano para quitarle importancia y eso, casi por voluntad propia,provocóqueselibraradelagravedaddesusemblante.

—No merece la pena —dijo con despreocupación—. Mi padre no me importa demasiado;desaparecióhacemuchotiempo,¿entiende?Estáenterradoenmiinfanciajuntoamihermano.Teníaquepreguntárselopormimadre,porqueellasiempreselohapreguntado.Hoyendía,sigueconesaagonía.Séquedeberíahaberlehabladodeestoantes,peroeradifícilhacerloensupresencia,asíquedecidícontárseloduranteelviaje.

—Sudiscreciónysudevociónporsumadresonencomiables.—Gracias —respondió Umezaki—. Y, por favor, este Pequeño asunto no debe empañar las

verdaderas razones por las que usted está aquí.Mi invitación fue sincera, quiero dejar eso claro.Tenemosmuchoqueverydeloquehablar.

—Naturalmente—dijoHolmes.Sinembargo,nosedijonadadeinterésduranteunbuenratodespuésdeaquellacharla,apartede

algunasbrevesgeneralidadespronunciadasporelseñorUmezaki.—Deberíamosirnosoperderemoselferri.Ninguno de los dos hombres se sintió inclinado a iniciar una conversación, ni cuando se

marcharondel jardín, ni cuando subieron a bordodel ferri que los llevaría a la islaMiyajima, nicuandovieronelenormetorii[14]rojoquesealzabasobreelmar.Suembarazososilencionohizomás que aumentar y se quedó con ellos mientras viajaban en autobús hasta Hofu y mientras sepreparabanparapasarlanocheenelbalnearioMomijiso,unlugardonde,segúnlaleyenda,unzorroblancosehabíacuradounapataheridaen lascurativasaguas termalesydonde, sumergidoenunabañeradelascélebresaguas,unopodíaverelrostrodelzorroflotandoentreelvapor.Elsilenciosedisipójustoantesdelacena,cuandoelseñorUmezakimiróaHolmesdirectamenteysonriódeorejaaoreja.

—Haceunatardeestupenda.Holmesledevolviólasonrisasinentusiasmo.—Verdaderamente—respondió,conciso.

14

Sinembargo,aunqueelseñorUmezakihabíacerradoelasuntodeladesaparicióndesupadreconunademán,HolmesestabapreocupadoporeldilemadeMatsuda.Porqueahoraestabaconvencidodeque el nombre le sonaba. ¿Era posible que esta sensación estuviera provocada porque ya estabafamiliarizadoconelapellido?Yporeso,durantesusegundanochejuntos,mientrascomíanpescadoy bebían sake en una posada deYamaguchi, preguntó al señorUmezaki por su padre. Su primerapreguntaprovocóunalargaeincómodamirada.

—¿Porquémepreguntaesoahora?—Sientodecirquemicuriosidadmesupera.—¿Sóloeso?—Metemoquesí.ElseñorUmezaki,cuyaefusividadibaaumentandocopatrascopa,respondióamablementeasus

preguntas.Cuandoambosestuvieronborrachos,Umezakisedeteníaavecesenmitaddeuna frase,incapazdeterminarloqueestabadiciendo.SequedómirandoaHolmessinpoderevitarlo,conlosdedosapretadosalrededordelvaso.ProntodejódehablaryfueHolmes,porunavez,quienloayudóalevantarseyacaminar.Enbreveseretiraronasusrespectivashabitaciones.Alamañanasiguiente,mientras visitaban tres aldeas y santuarios cercanos, nomencionaron la conversación de la nocheanterior.

El tercer día fue elmomento cumbre del viaje paraHolmes.Tanto el señorUmezaki como élestabanmuyanimados,aunquesufríanlasdesagradablesconsecuenciasdehaberbebidodemasiado,yera un hermoso día de primavera. Su conversación saltó de tema en tema natural ydespreocupadamentemientrasviajabanenautobúsatravésdelacampiña.HablarondeInglaterraydeapicultura;conversarondelaguerraydelosviajesqueamboshabíanhechoensujuventud.Holmesse sorprendió al descubrir que el japonés había estado en LosÁngeles y que había estrechado lamano a Charles Chaplin;Umezaki, por su parte, quedó fascinado por el relato deHolmes de susaventurasenelTíbet,dondehabíavisitadoLhasayhabíapasadoalgunosdíasconelDaláiLama.

Aquellaamistosayanimadacharlacontinuóhastalatarde.VisitaronunmercadodondeHolmescompróunabrecartasideal,unaespadacortakusun-gobu,yfuerontestigosdeuninusualfestivaldela fertilidad en otra aldea, donde charlaron discretamente mientras una procesión de sacerdotes,músicos y aldeanos vestidos comodemonios desfilaban por la calle. Los hombres sostenían faloserectosdemaderay lasmujeres llevabanpenesmáspequeños, talladosy envueltos enpapel rojo,mientrasquelosespectadorestocabanelextremosuperiordelosfalosparaasegurarlabuenasaludasushijos.

—Quéinteresante—comentóHolmes.—Supusequeestolegustaría—dijoelseñorUmezaki.Holmessonrióladinamente.—Amigomío,creoqueestoesmuchomásdesuinterésquedelmío.

—Supongo que tiene razón—asintió el señor Umezaki, y sonriómientras extendía los dedoshaciaunodelosfalos.

Sinembargo,lanochefuecomolaanterior:otraposada,cenajuntos,rondasdesake,cigarrillosypuros,ymáspreguntassobreMatsuda.YaqueeraimposiblequeUmezakilosupieratodosobresupadreyquelaspreguntasdeHolmesibandelogeneralaloconcreto,susrespuestaseranamenudoindefinidas, o se limitaba a encogerse de hombros o a decir «No lo sé». Aun así, no se negó aresponder ni siquiera cuando las preguntas despertabanmomentos infelices de su infancia y de laagoníadeldolordesumadre.

—Destruyómuchascosas…Casitodoloquemipadrehabíatocado.Prendiófuegoanuestracasadosveceseintentóconvencermeparaquemesuicidaraconella.Queríaquenosmetiéramosjuntosenelmarparaahogarnos;habríasidosuvenganzaporeldañoquenoshabíahechomipadre.

—Supongo,entonces,quesumadrealbergaunagranantipatíahaciamí.Labuenamujerapenaspuedecontenersudesprecio;medicuentaalpocodellegar.

—No,noletienedemasiadoaprecio,pero,silesoysincero,ellanoletienedemasiadoaprecioanadie,asíquenodeberíatomárselocomoalgopersonal.ApenastoleraaHensuiroydesapruebaelcaminoquehetomadoenlavida.Nomehecasadoyvivoconmicompañero;ellaculpaamipadredeello.Creequeunchiconopuedeconvertirseenunhombreamenosqueunpadreleenseñeloqueesosignifica.

—¿Nofuiyo,supuestamente,crucialenladecisióndeabandonarlos?—Ellacreequesí.—Entoncesdebotomármelocomoalgopersonal.¿Cómopodríanohacerlo?Esperoqueustedno

compartasuopinión.—No,deningunamanera.Mimadreyyopensamosdeunmododistinto.Yonoleguardoningún

rencor.Ustedesparamí,simepermitedecirlo,unhéroeyunnuevoamigo.—Mehalaga—dijoHolmes,ylevantóelvasoenunbrindis—.Porlosnuevosamigos.Aquella noche, había en el rostro del señorUmezaki una expresión atenta y confiada.Holmes

percibió esperanza en ella: Umezaki, al hablar de su padre, al relatar lo que sabía, creía que eldetectiveretiradoarrojaríaunaluzsobresudesaparicióno,almenos,queproporcionaríaunanuevaperspectivacuandoelinterrogatorioconcluyera.Mástarde,cuandoestuvoclaroqueHolmesnoteníanadaquerevelar,aparecióunaexpresióndistintaensurostro,tristeyunpocomalhumorada.

«Cancrosis ymelancolía», pensóHolmes después de que el señor Umezaki reprendiera a unacamareraquehabíaderramadoporaccidentesakesobrelamesa.

Posteriormente, durante la última etapa de su viaje, hubo momentos de introspeccióninterrumpidos sólo por las exhalaciones de humo de tabaco. A bordo del tren que se dirigía aShimonoseki,elseñorUmezakiescribíaensucuadernorojo,yHolmes(ocupadoconloquesabíasobre Matsuda) miraba por la ventana siguiendo el curso de un estrecho río que bordeaba lasabruptasmontañas.Aveces,eltrenpasabacercadecasasdecampoqueteníanunbarrildesetentaycinco litros juntoa laorilladel río;enel lateraldecadabarrilponía, según lehabíaexplicadoelseñorUmezaki,«Aguaparalaextincióndeincendios».Tambiénvio,porelcamino,pequeñasaldeasrodeadasdemontañas.Suponíaque llegara lacimadeaquellasmontañaseracomoestar sobre laprovincia, ante una imponente vista de todo lo que se extendía debajo: los valles, las aldeas, laslejanasciudades,quizátodoelmarinterior.

Mientras examinaba aquel panorama, Holmes reflexionó sobre todo lo que Umezaki le había

contadoacercadesupadre.Teníaenlamenteunretratodeldesaparecido,alguiencuyapresenciacasiparecíaconjurarelpasado:losrasgosfinosylaaltaestatura,laformacaracterísticadesudelgadorostro, la perilla de un intelectual deMeiji. Sin embargo,Matsuda fue también un diplomático yestadistaquesirviócomoministrodeAsuntosExterioresdeJapónantesdequeladesgraciaacortarasumandato.Inclusoasíeraconsideradounpersonajeenigmático,conocidoporsuhabilidadparalalógicayeldebate,yporsuextensoconocimientodelapolíticainternacional.Elmásimportantedesusmuchos logros era un libro que documentaba la guerra entre Japón yChina, escritomientrasvivía enLondres y quedetallaba, entre otras cosas, la diplomacia secreta que tuvo lugar antes delestallidodelaguerra.

Ambiciosopornaturaleza,lasaspiracionespolíticasdeMatsudasurgierondurantelarestauraciónMeiji, cuando entró al servicio del Gobierno, a pesar de los deseos de sus padres. Aunque loconsiderabanunadvenedizo,porquenoestabaasociadoconningunodeloscuatroclanesdeloeste,sus habilidades eran tan impresionantes que al final le ofrecieron la dirección de un grupo deprefecturas.Mientrasocupabaesecargo,en1870,realizósuprimeravisitaaLondres.Cuandoestabaa punto de dimitir de su puesto gubernamental, fue elegido para unirse alMinisterio de AsuntosExteriores,perosuprometedoracarrerafinalizótresañosdespués,cuandoelGobiernolodescubrióconspirandoafavordesuderrocamiento.Estecomplotfracasadolocondujoaunalargaestanciaenprisión, donde, en lugar de consumirse tras los barrotes, siguió haciendo un importante trabajo,como su traducción al japonés de Introducción a los principios de la moral y la legislación, deJeremyBentham.

Trassalirdeprisión,Matsudasecasóconsujovenesposay,coneltiempo,tuvierondoshijos.Mientras, pasó varios años viajando al extranjero, entrando y saliendo de Japón con frecuencia ytomandoLondres como base enEuropa, aunque también viajaba con frecuencia aBerlín yViena.Aquel fueun largoperiododeestudiopara él, enelque se centróenelderechoconstitucional.Yaunqueeraconsideradouneruditoconunprofundoconocimientodeoccidente, sus ideales fueronsiemprelosdeunautócrata.

—No se equivoque —le había dicho el señor Umezaki en aquella segunda noche deinterrogatorio—.Mipadrecreíaqueunúnicopoderabsolutodebíagobernarasugente.Creoquepor eso prefería Inglaterra a EstadosUnidos. También creo que sus ideales dogmáticos le hacíandemasiado impaciente para tener éxito en la política, y mucho menos para ser un buen padre omarido.

—¿YcreequesequedóenLondreshastasumuerte?—Eslomásprobable.—¿Yustednuncalobuscó,mientrasestuvoestudiandoallí?—Duranteunbrevetiempo,sí,peroencontrarloresultóimposible.Silesoysincero,mibúsqueda

no fue exhaustiva, porque era un joven encandilado conmi nueva vida ymis nuevos amigos; nosentía una necesidad urgente de contactar con el hombre que nos había abandonado hacía tantotiempo.Alfinaldesistíyesadecisiónmehizosentirliberado.Paraentoncesélyapertenecía,despuésdetodo,aotromundo.Éramosunosdesconocidos.

Sinembargo,elseñorUmezakileconfesóque,décadasdespués,sehabíaarrepentidodeaquelladecisión.Porqueahorateníacincuentaycincoaños(sólocuatroañosmenosquesupadrelaúltimavez que lo vio) y albergaba un creciente vacío en su interior, un espacio negro dondemoraba laausencia de su padre. Además, estaba convencido de que su padre debía haber compartido aquel

mismoespaciovacíopor lafamiliaquenuncahabíavueltoaver; traselfallecimientodeMatsuda,aquella oscura y vacua herida había encontrado de algún modo el camino hasta su único hijosuperviviente y se había enconado en su interior como una fuente frecuente de desconcierto yangustia,unproblemasinresolverenuncorazónenvejecido.

—Entoncesnoessóloporsumadreporloquebuscarespuestas—dijoHolmes,consuspalabrasmancilladasporelalcoholyelcansancio.

—No,supongoqueno—contestóelseñorUmezakiconciertogradodedesesperación.—Busca laverdadporustedmismo,¿noescierto?Dichodeotromodo,necesitadescubrir los

hechosparasupropiobienestar.—Sí.—Umezakireflexionóduranteuninstantemientrasobservabaelinteriordesuvasodesake,

antesdevolveramiraraHolmes—.¿Ycuáleslaverdad?¿Cómollegahastaella?¿Cómodesentrañaelsignificadodeaquelloquedeseapermaneceroculto?

MantuvolamiradasobreHolmes,alaesperadequeaquellaspreguntasprovocaranunareacción;sirespondía,ladesaparicióndesupadreyeldolordesuniñezempezaríanaresolverse.

Pero Holmes estaba callado, como perdido en sus pensamientos. Su expresión introspectiva,mientraspensaba,trajounapunzadadeoptimismoalseñorUmezaki.NohabíadudadequeHolmesestabaconsultandoelamplioíndicedesumemoria.Comoelcontenidodeunacarpetaenterradaenlomás profundo de un archivador olvidado, los detalles recordados que rodeaban el abandono porparte deMatsudade su familia ypaís natal daríanpaso, cuando fueranpor fin recuperados, a unaincalculablecantidaddeinformación.

LosojosdeHolmes se cerraríanpronto (Umezaki estaba segurodeque lamente rumiantedelviejodetectiveya estaba llegando a los rinconesmásoscurosde ese archivador) y, casi de formaimperceptible,sedejaríaoírunleveronquido.

15

FueHolmes,despuésdedespertarseanteelescritoriodesudespachocon lospiesentumecidosy

saliradarunpaseoparaactivarsucirculación,quienencontróaRogeraquellatarde.Elchicoestabamuy cerca del colmenar, parcialmente oculto entre las altas hierbas de la pradera, tumbado bocaarribaconlosbrazosenloscostados,descansandoymirandolaslentasnubes.Y,antesdeacercarsemás o pronunciar su nombre, Holmes también pensó en aquellas nubes y se preguntó qué seríaexactamenteloquehabíaatrapadolaatencióndelniño,yaqueallínohabíanadaextraordinarioquever, nada excepto la gradual evolución del cúmulo[15] y las amplias sombras de las nubes, quedebilitabandeformaperiódicalaluzdelsolysemovíanporlapraderacomoolassobrelacosta.

—Roger,muchacho—dijoal finalHolmes,mientrasvadeaba lahierbacon lamiradagacha—,pordesgracia,tumadretenecesitaenlacocina.

Holmesnohabíatenidointencióndeacercarsealcolmenar.Sólohabíaplaneadounbrevepaseoporlosjardinesparaexaminarsusplantas,arrancarlasmalashierbasoaplastarlatierrasueltaconunbastón.PerolaseñoraMunrolollamócuandopasójuntoalapuertadelacocinay,mientrassequitabalaharinadeldelantal,lepreguntósipodíabuscaralchicoporella.AsíqueHolmesaceptó,aunquenosinciertadesgana,porqueaúnteníatrabajoporhacereneláticoyporqueunpaseomásalláde los jardinesseconvertiría inevitablementeenuna largaperobienvenidadistracción.Estabaseguro de que, una vez pusiera el pie en el apiario, se quedaría hasta el atardecer mirando lascolmenas,reordenandolacámaradecríaoquitandocuadrosinnecesarios.

Algunosdíasdespués,sinembargo,sedaríacuentadequelapeticióndelaseñoraMunrohabíasidotristementefortuita:siellamismahubieraidoabuscaralchico,nohabríallegadomásalládelcolmenar,almenosnoenunprincipio;nohabríavistoel rastro recienteentre lasaltashierbasni,trasrecorreraquelestrechoycurvadotrayecto,habríavistoaRogeryaciendoinmóvil,conlavistaclavadaenlassólidasnubesblancas.Sí,habríagritadosunombredesdeelcaminodeljardín,pero,alno recibir respuesta, habría pensado que estaría en alguna otra parte (leyendo en la casita,persiguiendo mariposas en el bosque, quizá recogiendo conchas en la playa). No se habríapreocupado de inmediato. La inquietud no se habría extendido por su rostromientras sus piernasbifurcabanlahierba,mientrasseacercabaaélyrepetíasunombre.

—Roger —dijo Holmes—. Roger —susurró, de pie junto al chico, mientras presionabasuavementesuhombroconunbastón.

Más tarde, encerrado de nuevo en su despacho, sólo recordaría los ojos del chico (aquellasdilatadaspupilasfijasenelcieloquetrasmitíanunciertoarrebatamiento)ypensaríapocomásenloquehabíavistoentrelastemblorosashierbas:loslabios,lasmanosylasmejillashinchadasdeRoger,lasincontablesronchasdelaspicadurasqueformabanpatronesirregularesenelcuello,elrostro,lafrenteylasorejasdelniño.Tampocopensóenlaspocaspalabrasquepronunciócuandosearrodillójunto aRoger, las serias palabras que, si las hubiera oído alguien, habrían sonadomás que frías,muchomásqueinsensibles.

—Completamentemuerto,muchacho.Muertodeltodo,metemo…Pero Holmes estaba habituado a la desagradable llegada de la muerte, o al menos eso quería

creer, y sus inesperadas visitas ya difícilmente lo sorprendían. Durante su larga vida se habíaarrodillado junto amultitud de cadáveres (mujeres, hombres, niños y animales por igual, a vecesdesconocidos,otrasno)paraobservarelmododefinitivoenelquelaparcahabíadejadosutarjetadevisita:moratonesazuladosa lo largodeunladodelcuerpo,pieldescolorida,dedosrígidosporelrigor,aquelnauseabundoolorquellegabahastalasfosasnasalesdelosvivos;múltiplesvariacionesdel mismo e indiscutible tema. Como escribió una vez: «La muerte, como el crimen, es algoordinario.Lalógica,porotrolado,esunbienextraño.Porlotanto,mantenerunamentalidadlógica,sobretodoalenfrentarsealamortalidad,puedeserdifícil.Sinembargo,essiempreenlalógica,enlugardeenlamuerte,enloquehayquereflexionar».

Yasí,tambiénentrelasaltashierbas,fuelalógicalaqueselanzócomoelescudodeunabrillantearmadurapararepelereldesgarradordescubrimientodelcuerpodelchico,apesardelligeromareoquesintió,deltemblordesusdedosodelaconfusaangustiaqueestabaempezandoaflorecerensumente.Enesemomento,queRogerhubieramuertonoeraloimportante,sedijoparaconvencerse.LoqueimportabaeracómohabíallegadoRogerasufin.Pero,inclusosinexaminarelcadáver,sinnisiquieraencorvarseparaestudiaraquelrostrohinchadoeinflamado,elescenariodelamuertedelniñoestabaclaro.

El chico había sido picado por las abejas, por supuesto. Repetidas veces. Holmes lo supo alprimer vistazo. Antes de que Roger pereciera, su piel habría adquirido una tonalidad rojiza,acompañadadeundolorabrasadoryunpicorgeneralizado.Puedequehuyeradesusatacantes.Encualquiercaso,caminódesdeelcolmenarhastalapradera,probablementedesorientado,perseguidopor el enjambre. No había rastros de vómito en su camisa ni alrededor de sus labios y barbilla,aunque seguramente había sufrido calambres abdominales y náuseas. Su presión sanguínea habríacaídoenpicado,haciendoquesesintieradébil.Lagargantaylabocaselehabíanhinchado,sinduda,impidiéndoletragaropedirayuda.Acontinuación,habríasufridoalteracionesdelritmocardíaco,asícomo dificultad para respirar y, posiblemente, la noción de su inminente muerte (era un chicointeligente,habríapresagiadosudestino).Después,comosicayeraatravésdeunatrampilla,sehabíaderrumbadoenlahierba,inconsciente,paramoririnusualmenteconlosojosabiertos.

—Anafilaxia[16]—murmurómientraslimpiabadesuciedadlasmejillasdelchico.Unagravereacciónalérgica,concluyó.Demasiadaspicaduras.Elextremodelespectroalérgico,

unamuerterelativamenterápidaydesagradable.Alzósutristemiradaalcieloyobservóelprogresodelasnubes,sabedordequeelanochecerseibaabriendopasoalfinaldeldía.

«¿Qué había ocurrido? —se preguntó finalmente mientras luchaba con sus bastones paramantenerseenpie—.¿Quéhabíahechoelchico?¿Quéhabíaprovocadoelataquedelasabejas?»

Porque el colmenar parecía tan tranquilo como siempre; cuando cruzó el abejero, buscando aRogeryllamándolo,Holmesnohabíavistoningúnenjambre,ytampocounaactividadinusualenlaentradadelascolmenas,nadafueradeloordinario.Además,nohabíaunasolaabejacercadeRoger.Sinembargo,tendríaquehacerunexamenmásprofundodelascolmenas,unainspecciónapropiada.Necesitaríaunmono,guantes,unsombreroyunvelo,nofueraqueundestinosimilaraldelchicoleesperara a él. Pero primero tenía que informar a las autoridades y a la señoraMunro, y debíanllevarseelcuerpodeRoger.

Elsolyaestabahundiéndoseporeloestey,trasloscamposylosbosques,elhorizonteteníaun

tenueresplandorblanco.HolmesseapartódeRogerconpasovacilanteycruzóelprado,formandosupropiocaminotorcidoparaevitarelcolmenaryatravesandolahierbahastaquellegóalagravilladelcaminodeljardín;allísedetuvoparamirareltranquiloapiarioasuespaldayelpuntoentrelashierbasdondeseocultabaelcuerpodelniño,amboslugaresbañadosahoraenladoradaluzdelsol.Justo entonces habló en voz baja y la trivialidad de sus quedas palabras hizo que se sintierainmediatamenteaturullado.

—¿Qué estás diciendo? —dijo de repente en voz alta mientras golpeaba la gravilla con susbastones—.Qué…estás…

Unaabejaobrerapasóvolandoporallí,seguidadeotra,ysuzumbidolocohibió.La sangre había abandonado su rostro y susmanos temblabanmientras sujetaban los bastones.

Inhaló profundamente, intentando recuperar la compostura, y después se dio la vuelta hacia lahacienda,rápido.Peronopudocontinuarporquetodoloquehabíaanteél(losparterresdeljardín,lacasa,lospinos)eravagamentetangible.Porunmomento,sequedóinmóvildeltodo,perplejoporloquehabíaasualrededoryanteél.

«¿Cómo es posible—se preguntó— que haya terminado en una propiedad que no es lamía?¿Cómohellegadohastaaquí?»

—No—dijo—.No,no…Estásequivocado…Cerró los ojos y llenó su pecho de aire. Tenía que concentrarse, no sólo recuperarse, sino

también disipar aquella sensación de desconocimiento, porque él mismo había diseñado tanto elcamino como el jardín.Había narcisos silvestres cerca, e inclusomás cerca estaban las buddlejaspúrpuras. Estaba seguro de que, si abría los ojos, reconocería sus cardos, vería sus macizos dehierbas.Y,alfinal,alsepararlospárpados,violosnarcisos,lasbuddlejas,loscardosylospinosmásallá.Entoncesobligóasuspiernasacontinuarylohizoconunalúgubredeterminación.

—Porsupuesto—murmuró—.Porsupuesto…Aquellanoche,Holmessedetendríaantelaventanadeláticoymiraríalaoscuridad.Decidiríano

examinarlosmomentosqueprecedieranasuretiradaaldespacho,losdetallesdetodoloquesedijoyexplicó,labreveconversaciónconlaseñoraMunrocuandoentróenlacasa.

—¿Lohaencontrado?—lepreguntólamujerdesdelacocina.—Sí.—¿Yyaestáencamino?—Metemoquesí.—Yaerahora.O la susurrada llamada telefónica en la que notificó aAnderson el fallecimiento del chico, le

contódóndepodríaencontrarelcuerpoyleadvirtióquesemantuvieralejosdelcolmenar.—Algonovabienconmisabejas,asíquetengacuidado.Siustedseocupadelniñoeinformaa

sumadre,yomeocuparédelasabejasyleinformarémañanadetodoloquedescubra.—Estaremosallíenseguida.Lamentosupérdida,señor,deverdadquelosiento.—Deseprisa,Anderson.Se reprochabahaber evitadoa la señoraMunroen lugarde enfrentarse a elladirectamente, su

incapacidadparaexpresarsusremordimientos,paracompartirpartedesuagoníaconella,paraestarasuladocuandoAndersonysushombresentraranenlacasa.Enlugardeeso,aturdidoporlamuertedeRogeryporlaideadeenfrentarsealamadredelniñoconlaverdad,habíasubidolasescalerashastasudespachoyhabíacerradolapuerta.Seleolvidóvolveralcolmenar,comohabíaplaneado.

Sesentóensuescritorioyredactónotatrasnota,apenasconscientedelsignificadodeaquellasfrasesescritasapresuradamente.Estabapendientedelasidasyvenidasdelacasa,delrepentinodolordelaseñoraMunroquellegabadeabajo,desusalaridosguturalesysussollozosjadeantes,unaprofundaaflicciónqueatravesólasparedesylossuelos,queresonóenlospasillosyterminótanabruptamentecomohabíacomenzado.Minutosdespués,Andersonllamóalapuertadeldespacho.

—SeñorHolmes…Sherlock…AsíqueHolmeslepermitiólaentradademalagana,aunquesóloporunmomento.Sinembargo,

los detalles de su conversación (las cosas queAnderson sugirió, las cosas con las queHolmes semostródeacuerdo)nocalaronenél.

Y en el silencio posterior, una vez queAnderson y sus hombres semarcharon de la casa y sellevarona laseñoraMunroenunvehículoyalniñoenunaambulancia,seacercóa laventanadelático desde la que no se podía vermás que una completa oscuridad. Pero, aun así, percibió algo,aquellaperturbadoraimagenquenopodíaborrarcompletamentedesumemoria:losojosazulesdeRoger en el prado, aquellas enormes pupilas que parecían mirar absortas, aunque estabaninsoportablementevacías.

Volvió a su escritorio y descansó durante un rato en su silla, encorvado hacia delante con lospulgarespresionadoscontralospárpados.

—No—murmuró.Negóconlacabeza—.¿Esasí?—preguntóenvozalta,levantandolacabeza—.¿Cómoesposible?

Abriólosojosymiróasualrededorcomosiesperaraencontraraalguiencerca.Peroestabasoloen el ático, como siempre, sentado ante su escritorio con una mano buscando distraídamente supluma.

Su mirada se posó sobre el trabajo que tenía delante, los montones de páginas, las pilas denotas…Yesemanuscrito sin terminaratadoconunagomaelástica.Las siguienteshorasantesdelalbanopensaríamuchoenRoger;nunca llegaría a saberqueel chico sehabía sentadoenaquellamismasillaparaestudiardetenidamenteelcasodelaseñoraKellerydesearqueterminaralahistoria.Y, aun así, aquella noche, se sintió obligado a terminar su relato, a buscar folios en blanco paraescribir, a empezar a confeccionar una conclusión para sí mismo donde previamente nada habíaexistido.

Entonces fue como si las palabras se adelantaran a sus propios pensamientos y las páginas sellenaronconfacilidad.Laspalabrasempujabansumanohaciadelantemientraslollevabanaélhaciaatrás,atrás,atrás…AantesdelosmesesdeveranoenSussex,antesdesurecienteviajeaJapón,antesdelasdosguerras,hastaunmundoqueflorecióentreelocasodeunsigloyelnacimientodeotro.Nopudodejardeescribirhastaelamanecer.Nopudopararhastaquelatintacasisehuboacabado.

16

IIIEnlosjardinesdelaSociedaddeFísicayBotánica

Como John documentó en algunos breves esbozos, amenudomemostraba poco escrupuloso al

trabajarenuncaso,ymisaccionesnosiempreerandesinteresadas;porque,aquí,serhonestosobremis intenciones respecto a la fotografía de la señora Keller hubiera sido confesar que no lanecesitaba en absoluto. De hecho, el caso estaba cerrado antes de que nos fuéramos de Portmanaquellatardedejueves,ypodríahaberloreveladotodoalseñorKellersielrostrodeaquellamujernome hubiera seducido de aquelmodo.Aun así, al prolongar el final, sabía que podría verla enpersonadenuevo,perodesdeunaperspectivamejor.Queríalafotografía,además,pormispropiasrazones, así comopor cierto deseo de que permaneciera entremis posesiones comopago.Ymástardeaquellanoche,sentadosolojuntoalaventana,lamujersiguiópaseándosesinesfuerzoatravésdemispensamientos(consusombrillaabiertacontraelsol,comosiquisieraprotegerlablancuradealabastrodesupiel)mientrassuapocadaimagenmemirabadesdemiregazo.

Sinembargo,pasaronvariosdíasantesdequetuvieralaoportunidaddeproporcionarletodamiatención.Duranteesetiempo,empleémisenergíasenunasuntodesumaimportanciaquemehabíaencargadoelGobiernofrancés,uncasomuysórdidoqueteníaqueverconunpisapapelesdeónicequehabíasidorobadodelamesadeundiplomáticoenParísyque,finalmente, terminóescondidobajo las tablas de un escenario delWest End. Aun así, la imagen de la mujer continuaba en mispensamientos y semanifestaba de unmodo cada vezmás original, lo que, aunque todo era demiinvención, era tan tentador como desconcertante. Sin embargo, era consciente de que miscavilacionesestabanbasadasenlafantasíay,portanto,eranseguramenteimprecisas,peronopodíanegar los enrevesados impulsos que surgían cuando estaba ocupado en tan tontas imaginaciones,porquelaternuraquesentíaestaba,porunavez,extendiéndosemásalládemirazón.

Asíqueelmartessiguientemedisfracéenconsecuencia,despuésdepensarbastanteenlapersonaque mejor encajaría con la inefable señora Keller. Me decidí por Stefan Peterson, un intachablebibliófilo de mediana edad, bondadoso y un poco afeminado; un personaje miope y con gafas,vestidoconundesgastadotrajedetweedyqueteníalacostumbredepasarsenerviosamentelamanoporsudespeinadocabellomientrastirabadesucorbataazuldeunaformadistraída.

—Disculpe,señorita—dije,mirandoconlosojosentornadosmireflejoenelespejo.SuponíaqueaquellasseríanmisprimeraseducadasytímidaspalabrasalaseñoraKeller—.Disculpe,señorita…Leruegoquemedisculpe…

Meajustélacorbataymedicuentadequelaaficiónalajardineríademipersonajecompetíacon

su pasión por todo aquello que florecía.Me atusé el cabello, seguro de que su fascinación por laliteraturarománticanoteníaigual.Élera,despuésdetodo,unávidolectorquepreferíaelimparcialconsuelodeunlibroporencimadelamayoríadelasinteraccioneshumanas.Aunasí,ensuinterioreraunhombresolitario,alguienque,almadurar,habíaempezadoavalorarunalealcompañía.Paraterminarhabíaestudiadoelsutilartedelaquiromancia,máscomounmododeentrarencontactoconlosdemásquecomométodoparadivulgarsucesosfuturos;si lapalmaadecuadallegabaareposarbrevementesobresumano,imaginabaquesufugazcalidezsequedaríaconéldurantemeses.

Yentoncesyanopude seguir pensando enmímismocomoalguien escondidobajomipropiacreación; en lugar de eso, cuando recuerdo los momentos de aquella tarde, me siento totalmenteajenoaaquelasunto.FueStefanPetersonquiencaminóbajoladecrecienteluzdeldía,cabizbajoyloshombrosencorvados,unaindecisaylastimosacriaturaquedeambulabatímidamenteendirecciónaMontagueStreet.Nadiesequedómirándolo,ninadiesepercatódesupresencia.Era,paraaquellosquepasabanjuntoaél,alguienaquienolvidaríandeinmediato.

Sinembargo,estabadecididoallevaracabosumisiónycaminóhastalatiendadePortmanantesdequellegaralaseñoraKeller.Entróenlatiendaypasósilenciosamentejuntoalmostrador,donde,comolavezanterior,elpropietarioestabaleyendounlibro,conlalupaenlamanoylacarapegadaaltexto.NosepercatódelapresenciadeStefan,que,mientrasvagabaporunpasillo,empezóadudardelacapacidadauditivadelanciano,yaquenohabíaoídoelchirridodelasbisagrasnielsonidodelletrerodeABIERTOalgolpearelcristaldespuésdequecerraralapuerta.Caminóporlosveladospasillosdeestanteríasyatravesólasmotasdepolvoquesearremolinabanentrelosescasosrayosdesol;cuantomásseadentrabaenlatienda,descubrió,másoscurasevolvíaesta,hastaquetodoloquehabíaanteélquedóocultoporlassombras.

Llegó a la escalera, subió siete peldaños y se puso en cuclillas; desde allí podría observarclaramentelaentradadelaseñoraKellersinqueloviera.Laslastimerasvibracionesdelaarmónicallegaron de la planta de arriba cuando los dedos del chico comenzaron a deslizarse sobre loscristales;minutosdespués,lapuertadelatiendaseabrióy,comohabíahecholosanterioresmartesyjueves, la señora Keller entró desde la calle con su sombrilla bajo un brazo y un libro en susenguantadasmanos.Sinprestaratenciónalpropietario (niélaella)seadentróen lospasillosysedetuvovariasvecesparaexaminarlosestantesyrozarloslomosdevariostomoscomosisusdedossehubieranvistoobligadosahacerlo.Permanecióvisibleunrato,aunquesiempredeespaldasaél;laobservó acercarse poco a poco a los rincones más oscuros, cada vez menos visible. Finalmente,desapareciódesuvistaporcompleto,peronoantesdevercómocolocabaellibroquellevabasobreunestantesuperiorylocambiabaporotroquealparecerhabíaescogidoalazar.

«Túnoeresunaladrona—sedijoasímismo—.No,lociertoesquetomasloslibrosprestados».Cuandodesapareciódesuvista,nopudomásquesuponersulocalizaciónexacta;cerca,sí,yaque

percibía su perfume.Lo que ocurrió a continuación no le sorprendió, aunque sus ojos no estabantotalmente preparados: un repentino resplandor blanco iluminó la parte trasera de la tienda,inundandolospasillosmomentáneamenteconsubrillantezydesapareciendotanrápidocomohabíasurgido.Bajóenseguidalospeldaños,conelfulgordeaquellaluzquesabíaquehabíaenvueltoalaseñoraKeller,aúngrabadaensuspupilas.

Atravesóunestrechopasilloentreunadoblehileradeestanteríasmientrasinhalabalospoderososvapores de su fragancia y se detuvo en las sombras junto a la pared opuesta.Mientrasmiraba elmuro,susojoscomenzaronaadaptarseasuentornoysusurróenvozbaja:

—Justoaquí,enningúnotrositio.Elsonidoapagadodelaarmónicadecristalseguíaresonandoensusoídos.Miróasuizquierday

sólo vio libros precariamente amontonados; a la derecha, más montones de libros. Y allí, justodelantedeél,estabaelportalporelquesehabíamarchadolaseñoraKeller:unasalidatrasera,unapuertacerradaenmarcadaporlamismaluzquehabíacegadosuvisión.Diodospasoshaciadelanteyempujó la puerta.Necesitó todo su autocontrol para evitar salir corriendo tras ella.Con la puertaabierta,laluzvolvióaderramarseenelinteriordelatienda.Aunasí,dudóentraspasarelumbraly,con cautela, mientras miraba con los ojos entornados las enredaderas que cubrían un pasillo depérgola,avanzógradualmenteconpasocautelosoyreservado.

Los fragantes aromasde los tulipanes y los narcisos ocultaronpronto el perfumede lamujer.Entonces se obligó a no ir más allá del final de la pérgola, desde donde miró a través de lasenredaderasdelacelosíaycontemplóeldiminutojardíndeelaboradodiseño:parterresquecrecíanjuntoaundensosetopodadoconformaoblicuayplantasperennesyrosasquecubríanelperímetrovallado.ElpropietariohabíacreadounoasisidealenelcorazóndeLondres,unoqueapenaspodíaverse desde la ventana de la señora Schirmer. El viejo hombre había adaptado aquel jardín a losdistintosmicroclimasdesupatiotrasero,seguramenteenlosañosanterioresasupérdidadevisión:allídondeel tejadodeledificioevitabalosrayosdelsol,habíaplantadounfollajemulticolorpararesaltar las zonasmásoscuras; en el resto de los lugares, los lechos perennes alojabandedaleras,geraniosylirios.

Uncaminodegravaderíosecurvabaendirecciónalcentrodeljardínyterminabaenunazonacuadradadecéspedrodeadaporunsetodeboj.Sobreelcéspedhabíaunpequeñobancoy,juntoaél,unaenormeurnadeterracotapintadadecolorcobre.Ysentadaenelbanco,conlasombrillasobresuregazoyellibroquehabíaelegidoentrelasmanos,estabalaseñoraKeller,leyendoalasombradeledificiomientraselsonidodelaarmónicadecristalflotabadesdelaventanahastaeljardíncomounaenigmáticabrisa.

«Porsupuesto,porsupuesto»,pensó.Enesemomento,lamujerapartólavistadellibroyladeólacabezaparaescucharconatención

mientras lamúsicadisminuíaun instantey, al final, se elevabadeunmodomás refinadoymenosdisonante.Estabasegurodeque la señoraSchirmerhabía relevadoaGrahamfrentea laarmónicaparamostrar al chico cómo debíanmanipularse los cristales adecuadamente. Ymientras aquellosdiestros dedos extraían notas exquisitas del instrumento, transformando el mismo aire con suarrulladoratextura,estudióalaseñoraKellerdesdelejos:elsutilarrebatamientodesuexpresión,lasuaveexhalacióndesurespirarentresuslabiosseparados,suposturarelajada,susojoscerrándoselentamenteylasecretapresenciadeunatranquilidadinteriorqueemergía,aunquefueraporalgunosminutos,acordeconlamúsica.

Esdifícilrecordarcuántotiempopermanecióallí,observándolatraslacelosía,porqueéltambiénestabacautivadoportodoloqueenriquecíaaqueljardín.Suconcentraciónserompiófinalmenteconelchirridodelapuertatraseraseguidoporunaviolentatosqueacompañóalpropietarioalcruzarelumbral.Elancianoentróenlapérgolaconelblusónmanchadodetierra,losguantesmarronesyunaregadera;pocodespuéspasójuntoalanerviosafiguraqueestabaagazapadatraslacelosíaysalióaljardínsinprestaratenciónasusintrusos.Llegóalosparterresdefloresjustocuandosedisipabanlasúltimasnotasde la armónica; la regadera se escapóde sumano, cayóde ladoy sevaciócasiporcompleto.

Enaquel instante, terminóelhechizo: laarmónicadecristalhabíaenmudecidoyelpropietarioestaba ante sus rosales tanteando la tierra en busca de su regadera. La señora Keller recogió suspertenencias y se levantó del banco para acercarse al anciano con su ya conocida ociosidad; seencorvóantelasmanosextendidasdelviejoparaenderezarlaregadera,yeste,sindescubrirsuetéreapresencia,agarróelasay tosió.Entonces,comolasombradeunanubepasandosobre la tierra, lamujersedirigióaunapequeñapuertadeforjaquehabíaenlapartededetrásdeljardín.Allígirólallave que había en la cerradura y abrió la chirriante puerta lo suficiente para pasar.Y entonces lepareció que ella nunca había estado ni en el jardín ni en la tienda; su presencia estaba, en ciertosentido,nublosaensumente,ydisminuyóhastadesaparecercomolasnotasfinalesdelinstrumentodelaseñoraSchirmer.

Enlugardesalir trasella,semarchóatravésdela tienda.Alatardecer,subiólospeldañosqueconducían ami apartamento.Aunasí,mientras ibade camino,maldijo su indecisión,que lohabíamantenidoescondidoeneljardín.Sólomástarde(despuésdequitarseeldisfrazdeStefanPeterson,doblarlopulcramenteyguardarloenmicómoda)fuiconscientedelalcancedeaquelfracaso.¿Cómoeraposiblequeunhombretanversadoyeruditocomoélsehubierasentidodesconcertadoanteunamujerde ingenio tanmodesto?Porque el pasivo semblantede la señoraKeller revelabapocoquefuera excepcional en ella. ¿Es que el aislamiento y el desinterés que habían rodeado su vida deestudio, las solitarias horas que había pasado estudiando el comportamiento y el pensamientohumano,nolehabíanproporcionadolaperspicaciaqueserequeríaenaquelmomento?

«Debesserfuerte—queríarecalcar—.Debespensarmáscomolohagoyo.Ellaesreal,sí,perotambiénesimaginaria,undeseoproductodetupropianecesidad.Estástansoloquetehasdecididoporelprimer rostroqueha llamado tuatención.Podríahabersidocualquiera,¿sabes?Despuésdetodo,miqueridoamigo,eresunhombre;ellasóloesunamujer,yhaymilescomoellarepartidasporestagranciudad».

Tenía sólo un día para preparar el plan de acción de Stefan Peterson. Decidí que el juevessiguiente esperaría fuera de la tienda de Portman hasta que ella entrara en la tienda; en aquelmomento,élseacercaríaalcallejóntraseljardíndelpropietarioyesperaría,oculto,aqueseabrieralapuerta trasera.La tarde siguiente,miplan sedesarrolló sincontratiempos:a lascincoenpunto,aproximadamente,laseñoraKellersalióporlapuertatraseraconsusombrillayunlibro.Comenzóacaminarinmediatamenteyéllasiguióadistancia.Aunquequeríaacercarsemás,algolomanteníaaraya. Aun así, sus ojos podían ver las horquillas que recogían su espeso cabello negro y lainsignificantecurvadesuscaderas.Devezencuando,sedeteníaparamirarelcielo,yesolepermitíaversuperfil:lalíneadesumandíbula,lacasitransparentesuavidaddesupiel.Entoncesparecíaqueestabahablando envozbajay suboca semovía sin sonido.Cuando terminabadehablar, volvía amirarhaciadelantey seguíacaminando.AtravesóRussellSquare,bajóGuilfordStreetygiróa laizquierda enGray’s InnRoad, en dirección a la intersección deKing’s Cross. Caminó durante uncortoespaciodetiempoporunacallecontigua,donde,trasdesviarsedelaacera,empezóacaminarjuntoalasvíasdelferrocarrilcercadelaestacióndeSaintPaneras.Eraunrecorridoenrevesadoeindirecto,pero,ajuzgarporsupasodecidido,aquelnoeraunsimplepaseo.Ycuando,finalmente,atravesó las grandes puertas de forja de la Sociedad de Física y Botánica, la tarde ya habíacomenzadoatransformarseennoche.

Elparqueenelqueseencontródespuésdeseguirlamásalládelosaltosmurosdeladrillorojocontrastabanotablementeconaquellapartedelaurbe.Fuera,enunaampliaarteriaqueacogíatodoel

tráfico de la ciudad, la carretera bullía en cualquier dirección y las aceras estaban atestadas depeatones;pero tras laspuertasdeforja,donde losolivossealzabanentre lossinuososcaminosdegravillaylosparterresdehierbasyflores,habíaveinticincomilmetroscuadradosdeunfrondosoybucólico terrenoque rodeabauna casa solariegaque, en1722, sirPhilipSloanehabía legado a lasociedad. Allí, a la sombra de aquellos árboles, paseaba la señora Keller mientras hacía rotarociosamentesusombrilla.Giróa laderechadelcaminoprincipalpara tomarunestrechosendero.Pasójuntoaalgunasviborerasyatropabelladona,juntoacoladecaballoyartemisa,ysedetuvodevezencuandoparatocarlevementelasfloresysusurraralgo.Éltambiénestabaallíconella,peronose decidía a acortar la distancia que los separaba, aunque era consciente de que eran las únicaspersonasquecaminabanporaquellasenda.

Continuaron paseando junto a los lirios y los crisantemos, uno tras el otro, hasta que, por unmomento,laperdiódevistaenunpuntoenelqueelcaminosecurvabatrasunaltoseto.Sólopodíaverlasombrilla,queflotabasobreelfollaje.Entoncesestatambiéndesapareció,ysuspasossobrelagravilla dejaron de oírse. Y cuando él dobló la esquina, ella estaba mucho más cerca de lo queesperaba.Sesentóenunbancoquemarcabaunabifurcaciónenelcamino,colocólasombrillasobresu regazo y abrió el libro. Él sabía que el sol se ocultaría pronto tras las murallas del parque,tiñéndolotododetonosmásoscuros.

«Debesactuarahora.Ahora,mientrasaúnhayluz»,sedijoasímismo.Seacercóconnerviosismoalamujermientrasseajustabalacorbata.—Disculpe…Le preguntó por el libro que estaba leyendo, ya que, según le explicó educadamente, era

coleccionistayunávidolector,ysentíasiempreunagrancuriosidadporsaberquéleíanlosdemás.—Acabodeempezarlo—lecontestó,ylomiróconcautelamientrasélsesentabaasulado.—Maravilloso—ledijoconentusiasmo,comoparaocultarsupropiaincomodidad—.Esteesun

lugarencantadorenelquedisfrutardealgonuevo,¿noleparece?—Asíes—lecontestóellaconvozserena.Tenía las cejas gruesas, casi tupidas, lo que le daba a sus ojos azules una expresión severa.

Parecía molesta por algo. ¿Era por su presencia, o sólo era la natural reticencia de una mujerprudenteyrecatada?

—Simepermite…—dijo,señalandoellibroconlacabeza.LaseñoraKellerdudóuninstanteantesdeofrecerleellibro.Él,trasseñalarlapáginaqueestaba

leyendoconsudedoíndice,mirólacubierta.—Ah, Vísperas de otoño, de Menshov. Muy bueno. Yo también siento predilección por los

escritoresrusos.—Yaveo—dijoella.Sehizounlargosilencio,rotoporelmedidotamborileodesusdedossobrelacubiertadellibro.—Unabuenaedición…Laencuadernaciónestábiencosida.Lamujer lomirómientras le devolvía el libro y él quedó impactado al ver su extraño rostro

asimétrico, la ceja levantadayesamedia sonrisa forzadaque tambiénhabíavisto en la fotografía.Entoncesseincorporóycogiósusombrilla.

—Disculpe,señor,perodeboirme.Le había parecido poco atractivo. ¿Cómo si no podría explicarse su marcha justo después de

llegaralbanco?

—Losiento.Lahemolestado.—No,no—dijoella—,enabsoluto.Peroseestáhaciendotardeymeesperanencasa.—Porsupuesto—contestóél.Había algo sobrenatural en sus ojos azules, en su pálida piel y en su conducta en general: los

lentosyserpenteantesmovimientosdesuspiernasalalejarse,elmodoenelquedeambulaba,comounaaparición,porel sendero.Sí,habíaalgoaleatorio,equilibradoe incognoscible,estabaseguro,mientrassealejabadeélyrodeabaelseto.Ahoraqueelcrepúsculoreptabasobreelparque,sesentíaperdido. Aquello no debía acabar tan abruptamente; se suponía que debía de haberle parecidointeresante,especial,quizásunespírituafín.Entonces,¿quéhabíapasado?¿Quélefaltaba?¿Porqué,cuandoparecíaquecadamoléculadesuserloatraíahaciaella,sehabíamarchadotanrápidamente?¿Yquéfueloque,justoentonces,lehizoseguirlaporelsendero,aunqueparecíaqueloconsiderabaunamolestia?Nolosabía,nocomprendíaporquésumenteysucuerpoestaban,enaquelmomento,en desacuerdo: uno actuaba con más juicio que el otro, pero el más racional de los dos parecíatambiénelmenosdeterminado.

Aunasí,elindultoloesperabamásalládelseto,porqueellanosehabíadadoprisaenalejarse,comoélhabíacreído;enlugardeeso,estabaagachadajuntoaloslirios.Habíadejadoellibroylasombrillaaunlado,enelsuelo,yeldobladillodesuvestidogrissearrastrabaporlagravilla.Estabatanconcentradaenlallamativaflorquehabíaatraídoalcuencodesumanoquenosediocuentadequeélsehabíaacercadoy,debidoaladecrecienteluz,tampocoviosusombracuandosedetuvoasuespalda.Ymientrasestabajuntoaellaobservóconatencióncómosusdedospresionabansuavementelaslinealeshojas.Entonces,cuandoretirólamano,descubrióqueunaabejaobrerasehabíaposadoensuguante.Peroellanoseasustó,nosacudióelguanteparaespantaralacriaturanilaaplastóconel puño.Una ligera sonrisa se extendió por su rostromientras examinaba a la abeja de cerca conaparentereverenciaylesusurrabapalabrasdeafecto.Laobrera,acambio,sequedósobresupalma(sininquietarsenienterrarsuaguijónensuguante),comosilaconsiderarasuigual.

«Quécomunióntaninusual»,pensó,puesjamáshabíasidotestigodealgoigual.Alfinal,lamujerliberóa lacriaturaposándolasobre lamismaflordedondehabíasalidoycogió lasombrillayellibro.

—Iris significa «arcoíris»—tartamudeó, aunque ella no se sorprendió al descubrirlo allí. Lomiróconexpresiónimpasibleyélescuchóladesesperacióndesupropiavoz,peronopudoevitarseguirhablando—:Es fácildeducirporqué,yaquecrecendemuchoscolores.Azulesypúrpuras;blancos y amarillos, como estos; rosas y naranjas;marrones y rojos; incluso negros.Es una florresistente,¿sabe?Consuficienteluzpodríacrecerenregionesdesérticasoenelfríoylejanonorte.

Suexpresiónausentediopasoaunadepermisividady,alempezaracaminar,dejóespacioparaqueélavanzaraasuladomientraslecontabatodoloquesabíasobrelaflor.Iriseraladiosagriegadelarcoíris,lamensajeradeZeusyHeracuyalaboreraconducirlasalmasdelasmujeresmuertashastalosCamposElíseos.Poreso,losgriegosplantabanliriosvioletasenlastumbasdelasmujeres;losantiguosegipciosadornabansuscetrosconunlirioquerepresentabalafe,lasabiduríayelvalor;losromanoshonrabanaladiosaJunoconlaflorylausabanenlasceremoniasdepurificación.

—PuedequeustedyasepaqueelliriodeFlorencia,IlGiaggiolo,eslafloroficialdeesaciudad.Y,sialgunavezhavisitadolaToscana,sindudahabráolidolosliriosmoradosquesecultivanentrelosmuchosolivosdeallí.Esunaromamuyparecidoaldelasvioletas.

Ahoralomirabaconatención,fascinada,comosiaquelencuentrofortuitohubierasidoelmejor

momentodeunaaburridatarde.—Talcomolodescribe,parecerealmenteagradable—dijoella—.Pero,no,nuncahevisitadola

Toscana.NoheestadoenItalia.—Oh,puesdebería,querida,debería.Nohaylugarmejorquesuregiónmontañosa.Entonces,eneseinstante,noseleocurriónadamásquedecir.Laspalabras, temía,selehabían

agotado,yhabíapocomásqueañadir.Ellaapartólosojosymiróhaciadelante.Élesperabaqueelladijeraalgo,peroestabasegurodequenoloharía.Asíque,porfrustraciónoporpuraimpaciencia,decidióliberarsedelinterminablepesodesuspropiospensamientosyhablarsinpensarantesenelsignificadorealdeloqueibaadecir.

—Megustaríasaber,sino lepareceuna indiscreción,qué leatraedealgo tancomúncomounlirio.

Lamujer inhaló profundamente el templado aire de primavera y, sin ninguna razón aparente,negóconlacabeza.

—¿Quémeatraedealgotancomúncomounlirio?Esalgoquenuncamehabíapreguntado.—Aspiró profundamente de nuevo y sonrió para sí misma—. Supongo que florece incluso en lascondicionesmásadversas,¿no?Ylos liriosperduran:despuésdehabersemarchitadoapareceotroigualparaocuparsulugar.Eneseaspecto,lasflorestienenunavidabreveperopersistente,asíquesospecho que se ven menos afectadas por lo maravilloso u horrible que ocurra a su alrededor.¿Respondeesoasupregunta?

—Enciertosentido,sí.Llegaronalpuntodondeelcaminoseuníaconelpaseoprincipal.Élaminoróelpaso,mirándola.

Cuandodejódecaminar,ellatambiénlohizo.Pero¿quéeraloquequeríadecirleentonces,mientrasexaminaba su rostro? ¿Qué había sido, en la tenue luz del crepúsculo, lo que había provocado sudesesperaciónunavezmás?Lamujermirósusimperturbablesojosyesperóaquecontinuara.

—Tengoundon—seescuchódecirasímismo—.Megustaríacompartirloconusted,simelopermite.

—¿Undon?—Másbienunaafición,enrealidad,aunqueharesultadoserbastantebeneficiosaparaotros.Verá,

soyunaespeciedequirománticoaficionado.—Nolocomprendo.Extendióunbrazohaciaellaylemostrósupalma.—Aquípuedoverelfuturoconbastanteprecisión.Podíamirarlamanodecualquierdesconocido,leexplicó,ydescifrarelcursodesuvida:si le

esperaba un verdadero amor, un matrimonio feliz, el número de hijos que tendría, suspreocupacionesespiritualesysidisfrutaríadeunalargavida.

—Simepermiteunmomento,megustaríamuchoofrecerleunademostracióndemitalento.Cuándespreciablesesintióyquésibilinotuvoqueparecerleaella.Laexpresióndesconcertada

delamujerlehizoestarsegurodequeibaarechazarsuofrecimientoeducadamente,pero,enlugardeeso(aunqueseguíateniendoesaexpresión),searrodilló,dejólasombrillayellibroasuspies.Acontinuación,seincorporó.Sinrastrodeduda,sequitóelguantederechoy,clavandosusojosenlosdelhombre,extendiósumanodesnudaconlapalmahaciaarriba.

—Muéstremelo.—Muybien.

Éltomósumanoentrelassuyas,apesardequeeradifícilvislumbraralgoalaluzdelatardecer.Seencorvóparavermejoryloúnicoquepudodistinguirfuelablancuradesucarne,lapálidapielapagadaporlassombras,laoscuridaddelfinaldeldía.Nadasedistinguíaensusuperficie:nohabíalíneasclarasnimuescaspronunciadas.Nohabíanadamásqueunasuaveypuracapa;loúnicoquepodíapercibir en supalmaera su faltade textura.Estaba impolutamásalládecualquiermedidaycarecíade lasdelatorasmarcasde laexistencia,comosi,dehecho,ni siquierahubieranacido.Untrucodelaluz,razonó.Unefectovisual.Perounavozinterioracosabasuspensamientos:estaeslamanodeunamujerquenuncallegaráaseranciana,quenuncatendráarrugasnisetambalearáalirdeunahabitaciónaotra.

Aunasí,ensupalmahabíaotrotipodeclaridad,unoqueconteníatantoelpasadocomoelfuturo.—Suspadreshanmuerto—ledijo—.Supadrefalleciócuandoustederaniña,sumadremurió

recientemente.Lamujerno semovióni contestó.Él lehablóde sushijosperdidos,de lapreocupaciónde su

esposo por ella. Le dijo que era querida, que recuperaría la esperanza y que, con el tiempo,encontraríaunagranfelicidad.

—Hacebienencreerqueformapartedealgomásgrande—ledijo—,dealgobenevolente,comoDios.

Yallí,bajolassombrasdelosjardinesydelosparques,estabalaafirmaciónquebuscaba.Allíera libre,estabaa salvode lasbulliciosascallespordondepasabacarruaje trascarruaje,donde laposibilidad de la muerte estaba siempre acechando, y donde los hombres fanfarroneaban,proyectandosuslargasyambiguassombrastrasellos.Sí,podíaverlosobresupiel:sesentíavivayprotegidacuandoseaislabaenlanaturaleza.

—No puedo decir nada más, ya que está oscureciendo. Pero estaría encantado de continuarcualquierotrodía.

Lamanode lamujerhabíacomenzadoa temblar.Negócon lacabeza,consternada,yseapartóinesperadamente,comosilasllamasestuvieranlamiendosusdedos.

—No,losiento—respondió,atribulada,mientrassearrodillabapararecogersuspertenencias—.Tengoqueirme,deverdad.Muchasgracias.

Entonces,comosinoestuvieraasulado,lamujersegiróycorrióporelcaminoprincipal.Perola calidez de su mano persistía entre las suyas; su fragancia seguía allí. No intentó llamarla niabandonarel jardínensucompañía.Erajustoquesefuerasinél,yhabíasidounatonteríaesperaralgomásdeellaaquellanoche.Seguramenteeralomejor,pensómientraslaobservabaalejarse.Loqueocurrióacontinuación,sinembargo,eraapenascreíble;mástardeinsistiríaenqueaquellonohabíaocurridocomolorecordaba,quelohabíaimaginado.Porquelamujersedesvanecióantesusojos,disolviéndosecomounanubedelétermáspuro.Peroloquequedó,flotandocomounahojaenel aire, fueelguantequehabía sostenidoa laabeja.Atónito, corrióhastaelpuntoenelquehabíadesaparecido y se agachó para coger el guante. Mientras regresaba a Baker Street, volvió acuestionarlaprecisióndesurecuerdo,aunqueestabasegurodequeelguantesehabíaalejadodeél,comounespejismo,hastaquetambiénquedófueradesualcanceydesapareció.

Y pronto, como la señora Keller y el guante, Stefan Peterson también se desmaterializaría,perdidoparasiempreconelcambiodecaracterísticasfaciales,trasdespojarmedelaropaydoblarlacuidadosamente.Cuandoterminé,mehabíaquitadodeloshombrosunainmensacarga.Y,aunasí,noestabatotalmentesatisfecho,porquehabíamuchascosasenaquellamujerqueseguíanatrayéndome.

Amenudopasabadíassindormircuandoteníaalgunapreocupación,repasandolasevidenciasunayotravez,yexaminandoelasuntodesdecadaángulo.Asíque,conlaseñoraKellermerodeandopormispensamientos,medicuentadequeeldescansomeevitaríaduranteuntiempo.

Aquellanochedeambulépormisaposentosenmilargobatínazulyreuní lasalmohadasdemicamayloscojinesdelsofáydelasbutacas.Entoncesconstruíunaespeciededivánimprovisadoenlasaladeestar,sobreelquemerecostéconunabuenaprovisióndecigarrillos,unacajadecerillas,ylafotografíadelamujer.Alfinalconseguíverla,bajolaparpadeanteluzdelalámpara,atravesandoelvelo de humo azul con lasmanos extendidas haciamí,mirándome fijamente a los ojos, y yomequedé inmóvil,conelcigarrillohumeandoentremis labios,hastaque la luzalumbrósussuavesydefinidos rasgos. Entonces fue como si su apariencia resolviera los laberintos que estabanacosándome; había venido, había rozadomi piel y, en su presencia,me sumí con facilidad en unsosegadosueño.Medespertéalgúntiempodespuésparadescubrirqueunsoldeprimaverailuminabala habitación. Todos los cigarrillos estaban consumidos y la bruma del tabaco aún flotaba en eltecho…Peronohabíanirastrodeella,másqueaqueldistanteypensativorostroaprisionadotrasunaláminadecristal.

17

Lamañanallegó.

Suplumacasisehabíaquedadosintinta.Losfoliosblancoscasisehabíanacabado,yelescritorioestabacubiertoporelfebrilempeñonocturnodeHolmes.Alcontrarioquelasdesordenadasnotassinsentido,habíasidouna labormásconcentrada laquehabíaestimuladosumanohastaelamanecer;aquellacontinuaciónde lahistoriadeunamujera laquehabíaconocidohacíadécadasyque,poralgunarazón,sehabíacoladoalafuerzaensuspensamientosdurantelanoche,volviendoaélcomoun vivido espectromientras descansaba en su escritorio, con los pulgares presionados contra suspárpadoscerrados.

—Nosehaolvidadodemí,¿verdad?—lepreguntóladifuntaseñoraKeller.—No—susurró.—Yotampoco.—¿Deverdad?—inquiriómientraslevantabalacabeza—.¿Cómoesposible?Ella, como el joven Roger, había caminado a su lado entre las flores y por los senderos de

gravilla,amenudodiciendomuypoco(suatenciónerrabadeacáparaallá,hacialosobjetoscuriososqueseencontrabaporelcamino)y,comoelchico,supasoporlavidadeHolmeshabíasidoefímeroy lohabíadejadodesconsoladoy sin rumbo tras supartida.Por supuesto, ellanuncahabía sabidonadasobresuverdaderaidentidad,nohabíatenidoniideadequeeraunfamosoinvestigadorquelaseguía, usando un disfraz; en lugar de eso, siempre lo conoció como un tímido coleccionista delibros, un hombre apocado que compartía su pasión por la jardinería y la literatura rusa… Unextrañoalquehabíaconocidoundíaenelparque,unhombreamablequesehabíaacercadoaellanerviosamentemientrasestabasentadaenunbanco,parapreguntarleconamabilidadsobrelanovelaqueestabaleyendo.

—Disculpe,nohepodidoevitarfijarme,¿estáustedleyendoVísperasdeotoño,deMenshov?—Asíes—respondióellaconvozserena.—El estilo es excepcional, ¿no le parece? —continuó él con entusiasmo, como si intentara

esconder supropia incomodidad—.Tiene susdefectos,por supuesto…Peroenuna traducción loserroressepuedenesperarysupongoquesonperdonables.

—Noheencontradoninguno.Enrealidad,acabodeempezaraleerlo…—Aunasí,loshay—dijoél—.Esposiblequenosehayadadocuenta,esfácilpasarlosporalto.Cuandosesentóasulado,lomiróconcautela.Suscejasoscuraseranmuygruesas,casitupidas,

loquedabaasumiradaazulunaaparienciasevera.Parecíamolestaporalgo.¿Eraporsupresenciaoerasólocosadelareticencianaturalenunamujercautelosayrecatada?

—¿Mepermite?—dijo,señalandoconlacabezaellibroqueteníaentrelasmanos.Despuésdeuninstantedesilencio,lamujerseloentregó,yél,marcandolapáginaconsudedoíndice,buscóentrelasprimerashojasdellibro—.¿Ve?Aquí,porejemplo.Alprincipiodelahistoria,losestudiantesdelgimnasio iban descamisados, por lo que Menshov escribe: «El imponente hombre puso a los

muchachos de torsos desnudos en fila, yVladimir, sintiéndose expuesto junto aAndréi ySerguéi,pegósuslargosbrazosasuscostados».Mástarde,sinembargo,enlamismapágina,escribe:«Trasdescubrir que el hombre era general, Vladimir se colocó las manos a la espalda y se abrochódiscretamentesuspuñosantesdecuadrarsusestrechoshombros».PuedeencontrarmuchosejemplosdeestetipoenlasnovelasdeMenshov…Oalmenosenlastraduccionesdesuobra.

Ensurelato,Holmesnohabíaconseguidorecordarlaconversaciónexactaquehabíainiciadosurelación,sóloquelehabíapreguntadoporellibroyquelehabíadesconcertadolalargamiradaqueellalehabíadedicado(elextrañoatractivoasimétricodesurostro,lacejalevantadayaquellamediosonrisa reacia que había visto por primera vez en su fotografía, era propio del tipo que habríacalificado como«heroína imperturbable»).Había algo sobrenatural en aquellos ojos azules, en supálidapielyensuconductaengeneral:loslentosyserpenteantesmovimientosdesusextremidades,el modo en que deambulaba, como un fantasma, por los senderos del jardín. Algo aleatorio,equilibradoeincognoscible;algoaparentementeresignadoyfatalista.

Dejó su pluma a un lado y volvió a la cruda realidad de su despacho. Llevaba ignorando susnecesidadesfísicasdesdeelamanecer,peroteníaquesalirdelático(pormuchoquetemieralaidea)para vaciar su vejiga, beber agua y, antes de comer nada, investigar el colmenar a la luz del día.Reunió cuidadosamente las páginas sobre su escritorio, las ordenó y las organizó en unmontón.Despuésbostezóysedesperezóarqueandolaespalda.Supielysuropaolíanatabaco,rancioyacre,y se sentía mareado después de haber pasado la noche trabajando con la cabeza y los hombrosencorvadossobreelescritorio.Colocósusbastonesyseimpulsóparalevantarsepocoapoco.Giróycomenzó a caminar hacia la puerta, ajeno al crujir de los huesos de sus piernas, a los suaveschasquidosdelasarticulacionespuestasenmovimiento.

Entonces,mientras sus impresiones sobreRogery la señoraKeller semezclaban en sumente,Holmessaliódesulugardetrabajollenodehumoybuscócasiporinstintolabandejaconlacenaque el chico solía dejar en el pasillo, aunque sabía incluso antes de cruzar el umbral que allí nohabríanada.Atravesóelpasillo,siguiendolarutaquelohabíallevadotristementehastasudespacho.Sinembargo,elestuporde lanocheanteriorhabíadesaparecido; lahorriblenubenegraquehabíaembotadosussentidosyquetransformóunaagradabletardeenlamásoscuradelasnochessehabíadisipado,yHolmesestabapreparadopara la tareaque leesperaba:bajaraunacasavacía,vestirsecorrectamente y caminar con indolencia hasta los confines del jardín, desde donde se acercaría alcolmenarvestidodeblanco,comounfantasmaescondidotrasunvelo.

Sinembargo,sequedójuntoalaescaleradurantemuchotiempo,comosiesperaraaqueRogeracudiera para ayudarlo a bajar. Cerró sus cansados ojos y el muchacho subió rápidamente lasescaleras.Mástarde,elniñosematerializóenotraspartes,enloslugaresdondelohabíavistoenelpasado: sumergido en las pocetas que creaba la marea con el pecho erizado por el agua fría;corriendoatravésdelahierbaconsucazamariposasextendidoyunacamisadealgodónsinremeteryremangada;colgandounalimentadorcercadelascolmenas,enunpuntosoleado,paralascriaturasalasquetantocariñohabíatomado.Curiosamente,cadafugazatisbodelchicoeraenprimaveraoenverano.Aunasí,Holmessentíaelfríodelinvierno;podíaimaginar,derepente,alniñobajotierra,enterradobajolafrígidatierra.

Laspalabrasde la señoraMunro loencontraronentonces:«Esunbuenchico—ledijocuandoentróa trabajar comoamade llaves—.Es introvertido,bastante tímido…Muy tranquilo, comosupadre.Noseráunacargaparausted,seloprometo».

Sin embargo, ahora sabía que el niño se había convertido en una carga, en una carga muydolorosa.Almismotiempo,sedecíaasímismoque todas lasvidas teníanunfinal,ya fuera ladeRogeroladecualquierotro.Ycadaunodelosmuertosjuntoalosquesehabíaarrodilladohabíatenido una vida. Fijó su vista al final de la escalera y,mientras comenzaba su descenso, volvió arepetirselaspreguntasquellevabaplanteándosesinéxitodesdesujuventud:

—¿Cuáleselpropósitodetodoesto?¿Paraquésirveestecírculodemiseria?Debedeteneralgúnfin,pueslocontrariosignificaríaqueeluniversoestágobernadoporelazar.Pero¿quéfin?

Cuando llegóa la segundaplanta, dondeusó el excusadoy se refrescó la caray el cuello conaguafría,Holmesoyó,duranteuninstante,eltenuecantodeloqueimaginóqueseríauninsectoounpájaro,ypensóenlosgruesostallosenlosqueseguramenteseresguardaba.Porqueningúntallooinsectotomabaparteenlamiseriadelahumanidad.Quizá,meditó,aquellaeralarazónporlaque,alcontrarioquelagente,ellospodíanvolverunayotravez.Sólomástarde,cuandollegóalaprimeraplantadelacasa,sediocuentadequeelcantoprocedíadelinterior:unsuavesonsonete,esporádicoyhumano,quealegrabalacocina;eralavozdeunamujerodeunniño,sinduda,aunqueestabaclaroquenoeraladelaseñoraMunroy,contodacerteza,tampocoladeRoger.

Mediadocenadepasosligeroslollevaronalaentradadelacocina,desdedondevioelvaporquesubíadeunaollahirviendosobreelhornillo.Entoncesentróylavioenlatabladecortar,deespaldasa él mientras pelaba una patata y tarareaba de forma inconsciente. Pero fue su largo y onduladocabellonegroloqueloinquietóinmediatamente:elcabellonegroysuelto,lapielrosadayblancadesusbrazos,aquelladiminutasiluetaque le recordabaa lapobreseñoraKeller.Sequedósinhabla,incapazdeasimilaraquellaaparición,hastaque,alfinal,separóloslabiosyhablócondesesperanza:

—¿Porquéhasvenido?El tarareo terminóy la aparición giró de forma abrupta la cabeza para revelar a una chica de

aspectoordinario,unaniñanomayordedieciochoaños:ojosgrandesyapacibles,yunaexpresiónamabley,posiblemente,estúpida.

—Señor…Holmesseacercóparadetenerseanteella.—¿Quiéneres?¿Quéestáshaciendoaquí?—Soyyo,señor—respondió,sincera—.SoyEm…SoylahijadeTomAnderson.Creíqueusted

yalosabía.Sehizoelsilencio.Lachicabajólacabezaparaevitarsumirada.—¿LahijadelagenteAnderson?—preguntóHolmesenvozbaja.—Sí,señor.Nopenséquequisieradesayunar,asíqueestabapreparandoelalmuerzo.—Pero¿quéestáshaciendoaquí?¿DóndeestálaseñoraMunro?—Estádormida,lapobre.Lachicanoparecíatriste,másbiencontentaporteneralgoquecontar.Mantuvolacabezabaja,

como si se dirigiera a los bastones que estaban junto a sus pies, y, mientras hablaba, emitía unpequeñosilbido,comosisoplaralaspalabrasatravésdesuslabios.

—El doctor Baker ha estado con ella toda la noche, pero ahora está durmiendo. No sé quémedicamentolehabrádado.

—¿Estáenlacasadeinvitados?—Sí,señor.—Entiendo.¿YAndersontehaenviadoaquí?

Parecíaapabullada.—Sí,señor—dijo—.Creíaqueustedlosabía…Creíaquemipadrelehabíadichoqueibaavenir.HolmesrecordóentoncesqueAndersonhabíallamadoalapuertadeldespacholanocheanterior.

Elagentelehizoalgunaspreguntasydijoalgunascosastrivialesmientraslecolocabaunacariñosamanoenelhombro,perotodoestabaentrebrumas.

—Porsupuesto—dijo,ymiró laventanasobreel fregadero,elsolque iluminaba laencimera.Inspirócondificultadymiródenuevo,unpococonfuso,alachica—.Losiento,hansidounashorasmuydifíciles.

—Notienequedisculparse,señor.—Levantólacabeza—.Loquenecesitaahoraescomeralgo.—Creoquesólotomaréunvasodeagua.Apáticoporlafaltadesueño,Holmesserascólabarbaybostezó.Lachicalesirviórápidamente

subebidaconunasonrisasatisfechayagradecida.—¿Algomás?—No—dijo,ycolgóunbastóndesumuñecaparatenerunamanolibreypoderaceptarloquele

ofrecía.—Tengolaollahirviendoconelalmuerzo—ledijomientrasvolvíaasupuestofrentealatabla

decortar—.Sicambiadeideasobreeldesayuno,hágamelosaber.La chica levantó un cuchillo demondar de la encimera. Se encorvó despreocupadamente para

cortaruntrozodepatatayseaclarólagargantamientrashacíadadosconelcuchillo.Y,despuésdequeHolmesvaciaraelvaso, locolocóenel fregaderoycontinuó tarareando.Asíque ladejóysemarchódelacocinasindecirnadamás.Recorrióelpasilloysalióporlapuertadelanteramientrasescuchaba aquel vacilante tarareo tan pocomelodioso que lo acompañó durante un rato (hasta elpatio,haciaelcobertizodeljardín)inclusocuandoyanopodíaoírlo.

Sin embargo, la voz de la chica se alejó revoloteando como las mariposas a su alrededormientrasseaproximabaalcobertizo,reemplazadoporsuspensamientossobrelabellezadesujardín:lasfloresmirandoeldespejadocielo,elaromadelaltramuzenelaire,lospájarosgorjeandoenlospinoscercanosylasabejaszumbandoportodaspartes,posándoseenlospétalosydesapareciendoenelinteriordelasflores.

«Obrerascaprichosas.Insectosdehábitosvolátiles»,pensó.Miróelcobertizodemaderadeljardín;elconsejodeunantiquísimoescritorromanoacudióasu

cabeza.No recordaba sunombre, pero el anticuadomensajedel hombre semovió con facilidad atravésdesumente:«Nodebessoplaroexhalarsobreellas,nihaceraspavientosasualrededor,nitampocodefendertecuandocreasquevanaatacarte.Enlugardeeso,muevelamanocuidadosamenteanteturostroyapártalasconsuavidad;yalfinaldejarásdeserundesconocidoparaellas[17]».

Quitóelcerrojoyabriólapuertadelcobertizototalmente,paraquelaluzdelsolloprecedieraenlasombríaypolvorientacabaña.Susrayos iluminaronlasestanteríasrepletasdebolsasde tierraysemillas,depalas,cultivadoresymacetasvacías.Tambiénestabaallílaropadobladadeunabejeronovato.Colgósuabrigoenunrastrilloqueestabaapoyadoenunaesquinaylodejóallímientrasseponíaelmonoblanco,losguantesclaros,elsombrerodealaanchayelvelo.Alpocotiempo,saliódeallítransformado.Examinóeljardíndesdedetrásdelagasadelveloycaminóarrastrandolospiesporelsenderoyatravésdelapraderahastaelcolmenar,conlosbastonescomoúnicamarcavisibledesuidentidad.

Sinembargo,cuandoHolmesdeambulóentresuscolmenastodolepareciónormal;derepente,se

sintióincómodoenaquelincómodotraje.Miróeloscurointeriordeunacolmena,ydespuésdeotra,y vio las abejas entre sus ciudades de cera: limpiándose sus antenas, frotando sus patas delanterasvigorosamente sobre sus ojos compuestos, preparándose para salir volando. En aquel primerexamen,todolepareciónormalenelmundodelasabejas(lavidacasimecánicadeaquellascriaturassociales, aquel constante y armonioso zumbido) y no había rastro alguno de que una rebeliónestuviera fraguándose entre la ordenada rutina de aquella comunidad[*] de insectos. En la terceracolmenaencontrólomismo,comoenlacuartayenlaquinta.Todaslasreservasquehabíaalbergadose evaporaron rápidamente, reemplazadas por los sentimientos de humildad y asombro por lacomplejacivilizacióndelacolmenaalosqueyaestabahabituado.Cogiósusbastonesdedondeloshabíaapoyadodurantesuinspecciónyloinvadióunasensacióndeinvulnerabilidad:

«Vosotras no me haréis daño —fue su tranquilizador pensamiento—. No hay nada aquí quedebamostemer».

Sin embargo, mientras se encorvaba para levantar el techo de la sexta colmena, una ominosasombracayó sobreél.Seasustóymiróa los ladosa travésdelvelo;primerovio ropanegra (unvestidodemujerconencajes),despuésunbrazoderechocuyosdelgadosdedossosteníanunbidónrojo. Pero fue el estoico rostro que estabamirándolo fijamente lo que le preocupómás: aquellaspupilasdilatadas,sedadas,queexpresabansudoloratravésdelainsensibleausenciadeemoción,lerecordaronalajovenquehabíaacudidoasujardínconsubebémuerto,peropertenecíanalaseñoraMunro.

—Noestoyconvencidodequeestelugarseaseguro—ledijomientrasseincorporaba—.Deberíavolverdeinmediato.

Lamiradadelamujernocambió;nisiquieraparpadeó.—¿Mehaoído?—ledijo—.Nopuedoasegurarqueestaraquíseapeligroso,peropodríaserlo.Ellasiguiómirándolo fijamente.Sus labiossemovieron,sindecirnadaporelmomento,hasta

quepreguntaron,enunsusurro:—¿Vaamatarlas?—¿Qué?Estavezhablóunpocomásalto.—¿Vaadestruirasusabejas?—Por supuesto que no —respondió, sin dudar. Aunque la compadecía, tuvo que ignorar la

crecientesensacióndequeestabaentrometiéndose.—Deberíahacerlo—dijo—,oloharéyo.Ya se había dado cuenta de que era gasolina lo que llevaba (porque el bidón era de él, que lo

usabaparaquemar lamaderasecadelbosquecercano).Además,acababadever lacajadecerillasque lamujer llevaba en la otramano, aunque en su estado no creía que pudiera reunir la energíasuficiente para incendiar las colmenas. Aun así, había decisión en lamonotonía de su voz, ciertaresolución. Holmes sabía que, a veces, a los afligidos los poseía una poderosa y despiadadaindignación.Aquella señoraMunro (impávida, fría, pasiva, enciertomodo)no teníanadaqueverconlacharlatanaysociableamadellavesalaqueconocíadesdehacíaaños;aquellaseñoraMunro,adiferenciadelaotra,hacíaquesesintieraindecisoytímido.

Holmessealzóelveloylemostróunaexpresióntancontenidacomolasuya.—Estáalterada,miqueridaniña,yconfusa.Leruegoquevuelvaalacasita.Lediréalamuchacha

quellamealdoctorBaker.

Nosemovió.Noapartósumiradadeél.—Voy a enterrar ami hijo dentro de dos días—le dijo claramente—.Me iré esta noche, y él

vendráconmigo.IráaLondresenunacaja.Noesjusto.UnhondopesarseapoderódeHolmes.—Losiento,querida.Losientotanto…SuvozsealzósobreladeHolmes.—Nisiquieratuvoladecenciadedecírmelo.Seescondióensuáticoparanoverme.—Losiento…—Creoqueesunviejoegoísta.Ycreoqueeselresponsabledelamuertedemihijo.—Tonterías—dijo,peroloúnicoquesentíaeralaangustiadelamujer.—Lo culpo a usted tanto como a esosmonstruos que cría. De no haber sido por usted, él no

habríaestadoaquí,¿verdad?No,habríasidoustedelquehabríaacabadomuerto,ynomichico.Esenoerasutrabajo,¿no?

Élnodeberíahaberestadoaquí…Élnodeberíahaberestadoaquí,asolas.Holmes examinó su solemne rostro (las mejillas hundidas, los ojos inyectados en sangre) e

intentóencontrarlaspalabrasadecuadas.—Peroélqueríaestaraquí.Ustedlosabe.Sihubieracreídoqueexistíaalgúnpeligro,¿creeusted

quehabríadejadoqueseocuparadelascolmenas?¿Sabecuántomeduelesupérdida?Tambiénsufroporusted.¿Esquenosedacuenta?

Unaabejarodeólacabezadelamujeryaterrizóuninstanteensucabello,peroteníalaspupilasfijasenHolmesynoprestóatenciónalacriatura.

—Entoncesmátelas—dijo—.Sileimportamos,destrúyalas.Hagaloquedebehacer.—No,querida.Esonoharíaningúnbienanadie,nisiquieraalchico.—Entoncesloharéyo,yustednopodrádetenerme.—Ustednovaahacernada.Lamujerpermanecióinmóvily,durantevariossegundos,Holmespensóensusposibilidades.Si

conseguíatirarloalsuelo,podríahacerpocoparaevitaraquelladevastación.Ellaeramásjoven;éleradébil.Perosiélatacaraprimero,sipudieragolpearlelabarbillaoelcuelloconunbastón,ellapodríacaer…Ysicaía,podríagolpearladenuevovariasveces.Mirósusbastones,ambosapoyadoscontralacolmena.Acontinuación,lamiróaella.Losminutospasaronensilenciosinqueningunodelosdossemovierauncentímetro.Alfinalellaserindióynegóconlacabeza.

—Ojalánolohubieraconocidonunca,señor—dijoconvoztemblorosa—.Ojalánomehubieraencontradoconusted…Noderramaréunasolalágrimacuandofallezca.

—Porfavor—leimploróélmientrascogíasusbastones—,este lugarnoesseguroparausted.Vuelvaalacasa.

Sinembargo,laseñoraMunroyasehabíagiradoycaminabalentamente,comosianduvieraensueños. Para cuando llegó al límite del colmenar ya había soltado la lata de gasolina y la caja decerillas.Después,mientrasatravesabaelpradoydesaparecíade lavista,Holmesoyósullanto,sussollozoscadavezmás intensosaunquemás tenuesamedidaque sealejabaporel caminohacia lacasa.

Sedetuvodelantedelacolmenaysiguiómirandoelprado,lasaltashierbasquesemecíanenlaesteladelaseñoraMunro.Lamujerhabíaperturbadolatranquilidaddelcolmenar,ahoraunpradosereno. Tenía trabajo importante que hacer, quería gritar, pero se contuvo porque lamujer estaba

devastadapor la tristezayél sólopodíapensaren la tareaque teníaentremanos: inspeccionar lascolmenasyencontraralgodepazenelabejero.

«Tienerazón—pensó—.Soyunviejoegoísta».Aquellaidealehizofruncirelceñoconpreocupación.Apoyósusbastonesdenuevoysesentóen

el suelo mientras una sensación de vacío crecía en su interior. Sus oídos recogieron el grave yconcentradomurmullode lacolmena,el sonidoque,enaquelmomento,senegabaaconvocar losañosdesatisfacciónyaislamientoquehabíapasadocuidandoelcolmenar;enlugardeeso,expresabalainnegableyprofundasoledaddesuexistencia.

El vacío lo habría consumido por completo y hubiera comenzado a sollozar como la señoraMunro de no haber sido por la solitaria intrusa amarilla y negra que se posó en el lateral de lacolmenayatrajosuatención.LacriaturasedetuvoeltiemposuficienteparaqueHolmespronunciarasunombre,vespulavulgaris, antes de que echara a volar de nuevo, zigzagueando, en dirección allugardelamuertedeRoger.Cogiósusbastonesylaperplejidadarrugósufrente:¿ylosaguijones?¿Habíaaguijonesenlaropadelchico,ensupiel?

EvocóelcadáverdeRogeryloúnicoqueconsiguiórecordarfueronlosojosdelniño.Aunqueno podía estar seguro, probablemente habría advertido a Roger sobre las avispas, le habríamencionadoelpeligroquesuponíanparaelcolmenar.Lehabríaexplicado,casicontodaseguridad,quelaavispaeralaenemiganaturaldelaabeja,capazdeaplastarabejatrasabejaconsusmandíbulas(algunas especiesmataban casi cuarenta abejas porminuto) y de arrasar una colmena entera pararobarsuslarvas.Seguramentelehabíacontadoalchicoladiferenciaentreelaguijóndeunaabejayel de una avispa: el de la abeja tiene forma de anzuelo y se engancha en la piel, destripando a lacriatura;eldelaavispaapenaspenetraenlapiel,porloquepuederetirarloyusarlovariasveces.

Holmessepusoenpie.CruzóelcolmenarrápidamenteyseadentróenlasaltashierbassiguiendouncaminoparaleloalqueRogerhabíacreadopreviamente,conlaesperanzadetrazareltrayectodelniñodesdeelabejarhastaellugardesumuerte.

«No,noestabashuyendodelasabejas—razonó—.Noestabashuyendodenada,todavíano».ElcaminodeRogersecurvabaabruptamenteenlamitadparadesviarsehaciaelpuntoquehabía

ocultado el cadáver, el callejón sin salida donde el chico había caído: un pequeño claro de calizarodeadodehierba.Allí,Holmesviodossurcosartificialesqueseextendíandesdeel lejano jardín,pararodearelcolmenar,yqueconducíanalclaro(unocreadoporAndersonysushombres,elotropor Holmes tras encontrar el cadáver). Entonces se preguntó si debía seguir forjando su propiosenderoporlapraderaenbuscadeloquesabíaqueseguramenteencontraría.Perocuandosegiróymirólahierbaaplastada,cuandosefijóenlacurvaquehabíallevadoalchicohastaelclaro,volviósobresuspropiospasos.

SedetuvocercadelacurvaymiróelrastrodeRoger.Lahierbahabíasidoaplastadaregularydeliberadamente,loquesugeríaqueelchico,comoélmismo,habíacaminadopocoapocodesdeelcolmenar.Miróelclaro.Lahierbaestabaaplastadaaintervalos,loquesignificabaquehabíacorridoporallí.Mirólacurva,aquelcambiodedirección,aquellaabruptapartida.

«Caminastehastaaquí—pensó—,ycorristeapartirdeaquí».Avanzóhastadetenersesobreelrastrodelchico.Miróentrelahierbajustomásalládelacurva.A

variosmetrosdedistancia,vioundestelloplateadoentrelosgruesostallos.—¿Quéeseso?—sedijoasímismo,buscandoelcentelleodenuevo.No,nosehabíaequivocado:algobrillabaentrelahierba.Seacercóparavermejoryabandonóel

rastrodelchicoparadescubrirquehabíaentradoenotrosenderomenosobvio,unadesviaciónquehabíallevadoalchico,pasoapaso,hastalazonamásdensadelprado.Impaciente,Holmesapresuróelpaso,aplastandolazonaporlaqueelchicohabíacaminadotancuidadosamente,ajenoalaavispaquemontabaensuhombro…Yalrestodelasavispasquesobrevolabansusombrero.

Diounpardepasosmás, encorvado,yencontró la fuentedel extrañobrillo.Erauna regaderacaídadelado,unaquepertenecíaasujardín.Suboquilla,aúnhúmeda,saciabalaseddetresavispas.Obrerasnegrasyamarillasibanyveníanalrededordelaregaderaenbuscadealgunagota.

—Unamaladecisión,muchacho—dijo,golpeandolaregaderaconelbastónmientraslasavispas,sorprendidas,levantabanelvuelo—.Unterribleerror.

Antesdeseguir,sebajóelvelo,untantopreocupadoporlaavispaquepasóvolandofrenteaélcomouncentinela.Porquesabíaqueestabacercadesuavisperoy,también,quenopodíanhacernadaparadefenderse.Despuésdetodo,élestabamejorequipadoparasudestrucciónqueelchico,asíqueterminaríaloqueRogernohabíaconseguidohacer.Pero,mientrasexaminabaelterreno,vigilandocadapasoquedaba,sesentíallenoderemordimientos.Apesardetodoloquelehabíaenseñadoalchico, se había olvidado de un hecho de vital importancia: que verter agua en un avispero sóloserviríaparaacelerarlairadelosinsectos.Holmesdeseóhabérselodicho:eracomousargasolinaparaapagarunfuego.

—Pobre niño—dijo,mirando un agujero del suelo que parecía una boca abierta—.Mi pobreniño—repitió,yhundióunodesusbastonesjustoalladodelosbordesdelagujero.

Seacercóparaexaminar lasavispasqueestabanaferradasaél (sieteuochocriaturasalteradasporlaviolacióndelbastónqueexplorabanfuriosamentelacircunferenciadesuatacante).Sacudióelbastónparadispersara lasavispas.Entoncesmiróelagujero, losembarradosbordespordondeelaguasehabíaderramado,yvio laoscuridaddesu interior tomandoforma,retorciéndosemientrasavispa tras avispa comenzaban a despegar desde la abertura.Muchas subían directamente, algunasaterrizabanenelvelo,otrassearremolinabanalrededordelagujero.

«Asíqueestofueloqueocurrió—pensó—.Así,mipobreniño,fuecomoteatraparon».Holmes retrocedió, sin miedo, y se dirigió con tristeza al colmenar. Más tarde llamaría a

Anderson y pronunciaría exactamente lo que el forense local estaba a punto de registrar en suinforme,algoquelaseñoraMunrodescubriríaeneldictamendeaquellatarde:nohabíaaguijonesenlapielnienlaropadelniño,loqueindicabaqueRogerhabíasidovíctimadeavispas,nodeabejas.Además,Holmesdejóclaroqueelchicohabíaintentadoprotegerlascolmenas.Nohabíadudadequehabía visto avispas en el colmenar, que había intentado encontrar el nido y que, cuando intentóerradicaralascriaturasahogándolas,provocóunataqueagranescala.

Holmes compartiómás cosas conAnderson, varios detallesmenores. El chico había huido endirección contraria al colmenar mientras le picaban, quizás intentando alejar a las avispas de lascolmenas.Antesde llamaralagente, sinembargo,cogióelbidóndegasolinay lascerillasque laseñoraMunrohabíadejadocaer.Dejóunbastónjuntoalcolmenary,conelbidónenlamanolibre,atravesó de nuevo la pradera y vertió gasolina en el agujero mientras las empapadas avispasintentabaninútilmentesalir.Unaúnicacerillaterminóeltrabajo.Lallamaatravesólatierracomounamechaeinflamólaentradaconunsiseo.Seprodujounafugazerupcióndefuegoentrelosbordesdela tierra que terminó en un instante con la reina, los huevos fecundados y lamultitud de obrerasatrapadasenelinteriordelacolonia;nadaescapódelinteriordespués,exceptounavolutadehumoque se disipó sobre la impertérrita hierba. El amplio e intrincado imperio revestido por el papel

amarillodelnidodesaparecióenundestello,comoeljovenRoger.«Hastanunca»,pensóHolmesmientrasvolvíaatravésdelahierba.—¡Hasta nunca!—dijo en voz alta, con la cabeza levantada hacia un cielo sin nubes y con la

visióndistorsionadaporlallanuradeéterazul.Y,trasdeciresaspalabras,loembargóunainmensamelancolíaportodoslosquesoportabanla

vida,portodoslosquevagaban,habíanvagadoyalgúndíavagaríanbajoaquellaperfectaysiemprepresentequietud.

—Hastanunca—repitió,ycomenzóallorarensilenciotraselvelo.

18

¿Por qué brotaban las lágrimas? ¿Por qué estaban húmedas las puntas de sus dedos después de

tocarse labarba(mientrasdescansabaenlacama,cuandocaminabaporeldespacho,cuandofuealcolmenaralamañanasiguienteylamañanadespuésdeaquella),aunqueningúndevastadorsollozoointensolamentooparálisistransfigurarasurostro?Enalgúnlugar,quizásenunpequeñocementerioa las afueras de Londres, estaba la señoraMunro con sus familiares, todos vestidos con ropa tansombríacomolasnubesgrisesquerumiabansobreelmarylatierra.¿Estaríaellallorando,también?

¿OhabríaderramadotodassuslágrimasduranteelsolitarioviajeaLondres?¿Sehabríaapoyado,alllegaralaciudad,enlafuerzadelafamilia,enelconsuelodelosamigos?

«Esoes irrelevante.Ellaestáenotrositioyyoestoyaquí,ynopuedohacernadaporella»,sedijoasímismo.

Aunasí, sehabíaesforzadoporayudarla.Antesdesupartida,pordosvecesenvióa lahijadeAndersonconunsobrequeconteníadinerodesobraparaelviajeylosgastosfunerarios.Lachicaleinformóambasveces,congestoapocadoaunqueamable,dequelamujerhabíarechazadoelsobre.

—Nohaqueridocogerlo,señor…Ytampocohaqueridohablarme.—Estábien,Em.—¿Quierequelointentedenuevo?—Mejorno.Nocreoquesirvieraparanada.Ahora estaba solo en el colmenar. En su rostro había una expresión abstraída, estricta y

consternada, como si él también estuviera entre los asistentes al entierro de Roger. Incluso lascolmenas (las blancas hileras de cajas, las sobrias formas rectangulares que se elevaban sobre lahierba)parecíanmonumentosfunerariosensuhonor.Esperabaqueaquelpequeñocementeriofuerasimilar al colmenar. Un lugar sencillo, bien cuidado y verde, sin malas hierbas, sin edificios nicarreteras visibles cerca, sin el ajetreo de los automóviles o de los humanos perturbando a losmuertos.Un lugar tranquilo en la naturaleza, un buen sitio donde el chico pudiera descansar y sumadrepudieradespedirsedeél.

Pero¿porquéestaballorandocontantafacilidadperosinemoción,comosilaslágrimastuvieranvoluntad propia? ¿Por qué no podía llorar a lágrima viva, sollozando contra las palmas de susmanos?¿Yporqué,cuandomurieronsusseresqueridosyeldolorfuetanintensocomoelquesentíaahora,evitóasistirasusfuneralesy jamásderramóunasola lágrima,comosieldolorfueraalgomalvisto?

—Noimporta—murmuró—.Esinútil.Noseesforzaríaporencontrar lasrespuestas,almenosnoaqueldía,ni llegaríaacreerquesu

llantopodía ser el resultadoconcentradode todo loquehabíavisto, conocido,querido,perdidoycontenido a través de las décadas: los fragmentos de su juventud, la destrucción de las grandesciudadeseimperios,lasgrandesguerrasquehabíancambiadolageografía,ydespuéslalentaatrofiade sus queridos compañeros y de su propia salud, memoria e historia personal; todas las

complejidades implícitas en la vida, cada profundo e influyente momento condensado en unasustanciasaladaquebrotabadesusojoscansados.En lugardeeso,sesentóenelsuelosinpensarnada más, como una estatua de piedra que ha sido inexplicablemente colocada sobre la hierbacortada.

Habíaestadoallísentadoanteriormente,enaquelmismolugarcercadelcolmenar.Cuatropiedrasquehabíanllevadodesdelaplayadieciochoañosantesmarcabanaquelpunto,piedrasdecolornegrogrisáceoquehabíansidopulidasyaplanadasporlamareayqueencajabanperfectamenteenlapalmadesumano.Estabancolocadasalamismadistancia(unafrenteaél,otradetrás,unaalaizquierda,otra a la derecha) formando una discreta y modesta zona que, en el pasado, había refrenado yensordecidosudesesperación.Eraunsencillotrucomental,unaespeciedejuego,aunqueamenudoresultababeneficioso:dentrodelazonadelimitadaporlaspiedras,podíarecordarypensarentodosaquellosquesehabíanmarchado;mástarde,cuandosalieradelaparcela,eldolorquehabíallevadohastaaquelespaciosequedaríaallí,aunquefueraduranteunbreveespaciodetiempo.«Menssanaincorpore sano» era el mantra que pronunciaba cuando entraba en el espacio entre las rocas y querepetíaalsalir.«Todovieneencírculo,inclusoelpoetaJuvenal[18]».

Primero en 1929 y después en 1946, había usado habitualmente aquel punto para entrar encontactoconlosmuertosyparamoderarsuaflicciónenlaprivacidaddelcolmenar.Pero1929casifuesuperdición,unperiodomuchomásdolorosoqueelactual,porquelaancianaseñoraHudson(suamadellavesycocineradesdesuépocadeLondres,laúnicapersonaquelohabíaacompañadoalagranjadeSussex trassu retiro)secayóen lacocinayse rompió lacadera, lamandíbulayperdióvarios dientes y la conciencia. Era probable, según supomás tarde, que la cadera se le fracturaraantes de la letal caída, ya que sus huesos se habían vuelto demasiado frágiles para su sobrepeso.Fallecióenelhospitaldebidoaunaneumonía.«Unfinalapacible»,leescribióWatsondespuésdequelecomunicaransudefunción.«Laneumoníaes,comobiensabe,unabendiciónparalosagónicos,unligeroempujónparaaquellosancianosquenoterminandepartir».

Sin embargo, tan pronto como archivó la carta del doctorWatson (y el sobrino de la señoraHudsonrecogiósuspertenenciasycontratóaunanuevaeinexpertaamadellaves),aquelcompañerode sus muchos años, el buen doctor, murió inesperadamente por causas naturales. Aquella nochehabía disfrutado de una agradable cena con sus hijos y nietos: se había bebido tres copas de vinotinto,seriodeunchistequesunietomayorlesusurróaloídoy,alasdiez,deseóbuenasnochesatodos.Murióantesdemedianoche.LadolorosanoticiallegóenuntelegramaqueleenviólaterceraesposadeWatsonyquelajovenamadellaves,laprimeradelasmuchasmujeresquepasaronporlahaciendayque,trassoportarasuirascibleseñor,terminabandimitiendoantesdeunaño,leentregósinceremoniaalguna.

En los días que siguieron, Holmes deambuló por la playa durante horas, del amanecer alanochecer,contemplandoelmary,durante largosperiodos, lasmuchaspiedrasquehabíabajosuspies.NohabíavistonihabladodirectamenteconWatsondesdeelveranode1920,cuandoeldoctorysuesposapasaronunfindesemanaconél.Aunasí,habíasidounavisitaincómoda,másparaHolmesque para sus invitados; no se llevaba demasiado bien con la tercera esposa, a la que encontrabaaburridaycontroladoray,despuésderecordaralgunasdesusaventurasjuntos,sediocuentadequeyano teníademasiadoencomúnconeldoctorWatson.Susconversacionesnocturnas sedisolvíaninevitablementeenincómodossilenciosquerompíalafatuanecesidaddelaesposademencionarasushijososuamorporlacocinafrancesa,comosielsilenciofuerasuenemigodeclarado.

Sinembargo,HolmesconsiderabaaldoctorWatsonpartedesufamilia,asíquelasúbitamuertedeaquelhombre,unidaalarecientepérdidadelaseñoraHudson,fuecomosiunapuertasecerrarade golpe sobre todo lo que lo había definido previamente. Ymientras paseaba por la playa o sedeteníaparaobservarlasolasquesecurvabansobresímismas,comprendióloperdidoqueestaba.Encuestióndeunmeshabíadesaparecidotodoloquelouníaconsuantiguoser,peroélpermanecía.Entonces,elcuartodíadesuspaseosporlaplaya,empezóaexaminarlaspiedras:selasacercabaalacara y descartaba alguna en favor de otra, hasta que finalmente decidió las cuatro que más legustaban. El más diminuto guijarro, él lo sabía, contenía los secretos del universo. Además, laspiedras que subieron la colina en el interior de sus bolsillos eran anteriores a su vida; habíanesperado en la orilla, inmutables, mientras él era concebido, mientras nacía, crecía y envejecía.Aquellascuatropiedrascomunes,comolasdemásporlasquehabíacaminado,estabanimbuidasdetodosloselementosquedabanformaalahumanidad,acadacriaturaposible,acadacosaimaginable;poseían, sin duda, rastros rudimentarios tanto del doctor Watson como de la señora Hudson y,evidentemente,tambiéndesímismo.

Así que Holmes dejó las piedras en un lugar concreto y se sentó entre ellas con las piernascruzadasparalimpiarsumentedeaquelloquelepreocupaba:eldesordenprovocadoporlaausenciapermanentededospersonasqueleimportabanmucho.Aunasí,decidió,sentirlaausenciadealguientambién era, en cierto sentido, sentir su presencia. Mientras respiraba el aire del otoño en elcolmenar,mientrasexhalabasuremordimiento(«tranquilidaddepensamiento»,erasumantramudo,«tranquilidaddelamente»,justocomohabíaaprendidodeloslamaístasdelTíbet),notabaeliniciodelfinparasímismoyparalosmuertos,comosiestuvierandisipándosegradualmente, intentandopartirenpaz,permitiéndoleporfin levantarseyseguiradelanteahoraquesuefímerodolorestabacontroladoentrelasvenerablesrosas.«Menssanaincorporesano».

Durante la segundamitad de 1929, se sentó en aquel lugar en seis ocasiones diferentes. Cadameditacióneramásbrevequelaanterior: treshorasydieciochominutos,unahoraydosminutos,cuarentaysieteminutos,veintitrésminutos,nueveminutos,cuatrominutos.Alañosiguiente,yanonecesitaba sentarse entre las piedras, y la poca atención que le dedicó desde entonces fue paramantenerlo limpio (quitar las malas hierbas, cortar el césped y presionar las piedras firmementecontrala tierracomohacíaconlasquedelimitabanelsenderodel jardín).Pasaríancasidoscientosmesesantesdequesesentaraallídenuevo,pocashorasdespuésdequeleinformarandelamuertedesu hermano,Mycroft.Era una gélida tarde de noviembre y el vapor de su respiración se disipabacomounavisiónetérea.

Sinembargo,eraenunavisióninteriorenlaqueestabaconcentrado,unadehacíacuatromesesqueestabaya tomandoformaensumenteydándole labienvenidaalSalóndeForasterosdelClubDiógenes[19], donde Holmes había tenido su última reunión con el único familiar vivo que lequedaba.Ambosdisfrutarondeunpuromientrassebebíanunbrandi.Mycroftteníabuenaspecto(lamiradaclarayunpocodecolorensusrollizasmejillas),aunquesusaludestabadecayendoyhabíaempezadoaperderfacultadesmentales.Sinembargo,aqueldíaestuvoincreíblementelúcidoynarróalgunasdesushazañasbélicas,encantadodecontarconlacompañíadesuhermanomenor.YaunqueHolmes acababa de empezar a enviar tarros de jalea real alClubDiógenes, creía que la sustanciaestabayamejorandoelestadodeMycroft.

—Nisiquieracontuimaginación,Sherlock—habíadichoMycroft,apuntodeecharseareír—,podríasrecrearelmomentoenelquesalíagatasdeunabarcazadedesembarqueconmiviejoamigo

Winston.«SoyelseñorCamachuel—dijoWinston,yaqueeseerasunombreenclave—.HevenidoaverconmispropiosojoscómovanlascosasporelnortedeÁfrica».

Sin embargo,Holmes sospechabaque lasdosgrandesguerrashabían sidouna terrible tensiónpara su brillante hermano. Mycroft había continuado en servicio hasta bien pasada su edad dejubilación; aunque rara vez abandonaba su butaca del Club Diógenes, era indispensable para elGobierno.Unhombremisterioso,unadelasfigurasmásimportantesdelServicioSecretoBritánico,suhermanomayorsehabíamantenidoenactivodurantesemanas,sindormirdeformaadecuadayconsiguiendolaenergíaengullendovorazmente,mientrassupervisabaunamultituddeintrigas,tantonacionales como internacionales.No le sorprendióque, al final de laSegundaGuerraMundial, lasaluddeMycroftdecayerarápidamente;tampocoleasombróobservarunamejoraenlavitalidaddesuhermanoque,estabaseguro,eraproductodelusocontinuadodelajaleareal.

—Mehealegradodeverte,Mycroft—ledijoHolmescuandoselevantóparamarcharse—.Unavezmástehasconvertidoenlaantítesisdelletargo.

—¿Comountranvíaporuncaminorural?—apuntóMycroft,sonriendo.—Algoasí, sí—respondióHolmesmientrascogía lamanode suhermano—.Me temoquehe

dejadopasardemasiadotiempodesdelaúltimavez.¿Cuándonosveremosdenuevo?—Metemoquenovolveremosahacerlo.Holmes estaba encorvado sobre la butaca de su hermano y tenía la suave y pesada mano de

Mycroft bajo la suya.Si nohubiera visto sumirada, en claro contraste con su sonrisa, se hubierareído.Unoconfusoyelotro resignado,mantuvieron lamiradamientrassecomunicaban lomejorquepodían:«comotú,parecíandecir,hecaminadoendossiglosdiferentesymitrayectoestáapuntodefinalizar».

—Querido Mycroft—dijo Holmes, golpeando suavemente la espinilla de su hermano con elbastón—,metemoquehascometidounerrordecálculo.

Pero,comosiempre,Mycroftnoseequivocó.UnacartaanónimaenviadadesdeelclubDiógenescortóelúltimolazodeHolmesconelpasado.Noleofrecíansuscondolencias;sólolecomunicabanque suhermanohabíamuerto enpaz elmartes 19denoviembreyque, cumpliendo con suúltimavoluntad,elcuerposeríasepultadoanónimamenteysinceremonias.

«QuépropiodeMycroft»,pensómientrasdoblabalacartayladejabajuntoalrestodelospapelesdesuescritorio.

«Cuánta razón tuviste», reflexionómás tarde sentado entre las piedras, aquella fría noche, sinpercatarse de que Roger lo espiaba desde el jardín ni de que la señora Munro lo reprendió aldescubrirlo.

—Déjaloenpaz,hijo.Hoyestáraro,Diossabráporqué.Por supuesto, Holmes no le comunicó a nadie la muerte de Mycroft, ni tampoco habló del

segundo envío que recibió del club Diógenes, justo una semana después de la carta: un pequeñopaqueteenlospeldañosdeentradaalacasaquecasipisóalsalirparadarunpaseomatutino.BajoelpapelmarrónencontróunaviejaedicióndeElmartiriodeunhombre,deWinwoodReade.

Eralamismacopiaquesupadre,Siger,lehabíadadoparalalargaconvalecenciaquepasóenlahabitacióndeláticodelacasadecampoqueteníanenYorkshire.Ellibroibaacompañadoporunabreve nota deMycroft. Era una novela deprimente, pero había causado una gran impresión en eljovenHolmes.Yalleerlanota,alsostenerellibrodenuevo,unrecuerdoquehabíasuprimidohacíamuchosalióalasuperficie,porquehabíaprestadoellibroasuhermanomayoren1867,insistiendo

enqueloleyera.—Cuandotermines,deberáscompartirconmigotuopinión.Quierosaberquéteparece.«Muchas reflexiones interesantes, aunque un poco largo para mi gusto. He tardado años en

acabarlo»,fuelabreveevaluacióndeMycroftsetentayochoañosdespués.Nofuelaúnicavezquelosmuertosleofrecieronsuspalabras.HabíanotasquelaseñoraHudson

habíaescritoparasímisma,posiblementerecordatorios,enlosmueblesdelacocina,enelarmariodelasescobas,repartidasporlacasitadelamadellaves…Susustituíalasencontrabadecasualidadyse las entregabaaHolmes, siemprecon lamismaexpresiónperpleja.Guardó lasnotasduranteuntiempo,comosifueranpiezasdeunpuzledisparatado,peroalfinalnoconsiguióencontrarsentidoasus mensajes, ya que todos consistían en sustantivos: sombrerera, zapatillas; cebada, jaboncillo;girándula, mazapán; sabueso, chapucero; calendario, plancha; zanahoria, bata; fruto, anticipación;traqueida, plato; pimienta, bollito. Las notas, concluyó sin sentimiento, debían terminar en lachimeneadelabiblioteca.LoscrípticosgarabatosdelaseñoraHudsoncayeronpresadelasllamasundíadeinviernojuntoavariascartasenviadaspordesconocidos.

Anteriormente,tresdiariosinéditosdeldoctorWatsonhabíancorridolamismasuerte,yporunabuena razón. De 1874 a 1929, el doctor había registrado su vida diaria casi al detalle en losincontablesvolúmenesquesealineabanen lasestanteríasdesudespacho.Pero los tresdiariosquelegóaHolmes(quecubríanelperiodocomprendidoentreel16demayode1901yfinalesdeoctubrede1903)erandenaturalezamássensible.Ensumayorparterelatabancientosdecasosmenores,unpar de hazañas notables y una anécdota especialmente graciosa sobre el robo de unos caballos decompetición(Cagaleraen las carreras[20]), pero junto a lo trivial y lodignode atenciónhabíaunpuñadodeasuntossórdidosypotencialmentedañinos:variosdeslicesdeparientesdelafamiliareal,undignatarioextranjeroaficionadoalosmuchachosnegrosyunescándalodeprostituciónquehabíaamenazadoconexponeracatorcemiembrosdelParlamento.

AsíquefueprudentequeeldoctorWatsonledonaraesostresdiarios,nofueraquecayeranenlasmanos equivocadas. Además, Holmes decidió que los diarios debían ser destruidos; en casocontrario,lostextosdeldoctorsepublicaríantrassumuerte.Suponíaquetodolodemás,sinohabíasido ya publicado como relatos de ficción, merecía desaparecer para mantener los secretos deaquellosquehabíanbuscadosuconfidencialidad.Evitóhojearlosyseresistióinclusoaecharlesunbreve vistazo antes de lanzarlos a la chimenea de la biblioteca, donde el papel y las cubiertashumearonabundantementeantesdelairrupcióndelasllamasazulesynaranjas.

Sinembargo,muchosañosdespués,mientrasviajabaporJapón,Holmesrecordóladestruccióndeaquellosdiariosconciertasdudas.SegúnlahistoriadeUmezaki,supadrehabíaacudidoapedirleconsejo en 1903, lo que significaba que (si la historia era cierta) los detalles de aquel encuentroseguramente habían quedado reducidos a cenizas. Mientras descansaban en una posada deShimonoseki,HolmesvolvióaverlosdiariosdeldoctorWatsonardiendoenlachimenea:aquellasbrillantes ascuas en las que había estado grabado el pasar de los días se desintegraron de formagradual y subieron por la chimenea para flotar hasta el cielo como almas ascendentes que esimposible recuperar. El recuerdo embotó su mente; tumbado en el futón, con los ojos cerrados,experimentó una sensación de vacío, de inexplicable pérdida. Esa intensa y desesperada sensaciónregresóaélmesesdespués;loencontrósentadoentrelaspiedrasenaquellamañananubladaygris.

Y mientras Roger estaba siendo enterrado en alguna parte, Holmes no pudo percibir nicomprendernada,nipudodeshacersedelaasfixiantesensacióndehabersidodespojadodealgo;sus

mermadas facultades viajaban ahora por una región inhabitada, desterrado de todo lo que le erafamiliar,pocoapocoysinposibilidaddevolveralmundonormal.Y,aunasí,unaúnicalágrimaloresucitó.Bajóhasta subarba, sedeslizóhasta sumandíbulay sequedócolgandodeunpelode subarbilla.

—Deacuerdo—dijoenunsuspiro.Abriósusojoshinchados,miróelcolmenarysusdedosselevantarondelahierbaparaatraparla

lágrimaantesdequecayera.

19

Allí,cercadelcolmenar(ymástardeenotrolugar:laluzdelsolaumentóylanubladamañanade

verano se convirtió en un ventoso día de primavera), en otra costa, en aquella lejana tierra.Yamaguchi-ken,elpicomásoccidentaldeHonshudesdeelquepodíaverselaisladeKyushu,alotroladodelestrecho.

—Ohayogozaimasu—dijo la rolliza camareramientrasHolmes yUmezaki se sentaban en lasesterasdetatami.

Ambos llevaban un quimono gris y habían ocupado una mesa con vistas al jardín. EstabanhospedadosenShimonosekiRyokan,unaposadatradicionaldondeseproporcionabaunquimonoacadahuéspedydondese leofrecía laoportunidad,apetición,deprobar lacomidalocalquehabíasurgidoaraízdelahambruna(unavariedaddesopas,bolasdearrozydiferentesplatosconcarpacomoingredienteprincipal).

Lacamarerafuedelsalónalacocinaydelacocinaalsalóncargadadebandejas.Eraunamujergruesacuyabarrigasobresalíadelfajíndesucintura;lostatamisvibrabancuandoseaproximaba.ElseñorUmezakisepreguntóenvozaltacómoeraposiblequesiguieratangordaconlapocacomidaquehabíaenlaregión.PerolamujerseinclinabacontinuamenteantesushuéspedessinentenderelinglésdeUmezaki,yendoyviniendodelsalóncomounperroobedienteybienalimentado.Cuandotodosloshumeantescuencosyplatosestuvieronsobrelamesa,elseñorUmezakisequitólasgafasycogiólospalillos.YHolmes,queexaminabaeldesayunomientrascogíacuidadosamentelospalillos,bostezó para despojarse de lo que había sido un sueño irregular, ya que el viento había estadosacudiendolasparedeshastaelamanecerysuaterradorlamentolohabíamantenidomediodespierto.

—¿Quésuelesoñarporlasnoches,sinoleimportaquelepregunte?—lepreguntóderepenteelseñorUmezakimientrascogíaunaboladearroz.

—¿Quésueñoporlasnoches?Estoysegurodequenosueñonadaenabsoluto.—¿Cómoesposible?Debedesoñardevezencuando.¿Nolohacetodoelmundo?—Deniño soñaba…Estoybastante segurode eso.No sé cuándodejé dehacerlo, seguramente

despuésde la adolescencia,o talvezmás tarde.Encualquier caso,no recuerdo losdetallesde lossueñosquehayapodidotener.Talesalucinacionessoninfinitamentemásútilesaartistasycreyentes,¿noleparece?Paraloshombrescomoyo,sinembargo,sonunamolestiapocoimportante.

—Heleídosobrepersonasqueafirmannosoñar,peronuncalohecreído.Siemprehedadoporsentadoque,poralgunarazón,tienenlanecesidaddesuprimirsussueños.

—Bueno, es posible que sueñe, pero que me haya acostumbrado a ignorarlo. Pero ahora lepreguntoyo,amigomío:¿quépasaporsucabezaporlanoche?

—Multituddecosas.Missueñospuedensermuyconcretos,¿sabe?Lugaresenlosqueheestado,rostros cotidianos, a menudo situaciones mundanas… Otras veces se trata de remotas ydesconcertantes escenas: mi infancia, amigos muertos, gente a la que conozco bien pero que noparecelamisma.Avecesmedespiertoconfuso,sinsaberquiénsoyoquéhevisto.Escomosime

encontraraenalgunaparteentrelorealyloimaginado,aunquesóloporunbrevemomento.Holmes sonrió y miró por la ventana. Más allá del salón, en el jardín, la brisa mecía los

crisantemosrojosyamarillos.—Conozcoesasensación.—Creoquemissueñossonfragmentosdemimemoria—dijoelseñorUmezaki—.Lamemoria

mismaescomoeltejidodelaexistencia.Yocreoquelossueñossonconexionesrotasconelpasado,comobordesdeshilachadosquesedesvíandeltejido,peroquesiguensiendopartedeél.Puedequeseaunaideafantasiosa,nosé.Aunasí,¿nocreeustedquelossueñossonunaespeciederecuerdo,unaabstraccióndeloquefue?

Holmescontinuómirandoporlaventanaunmomento.—Sí, es una idea un tanto fantasiosa. En lo que a mí respecta, mi piel ha mudado y se ha

regenerado durante noventa y tres años, así que esas hebras sueltas de las que habla deben de sermuchas.Y,aunasí,estoysegurodequenosueñonada.Otalvezseaqueeltejidodemimemoriaesextremadamenteresistente;deotromodo,segúnsumetáfora,estaríaperdidoeneltiempo.Detodasformas,nocreoque lossueñosseanunaabstraccióndelpasado;podríansersímbolosdenuestrosmiedosodeseos,talcomosugirióeldoctoraustríaco.

Con los palillos, Holmes cogió una rodaja de pepinillo de un cuenco. El señor Umezaki loobservómientrasselallevabalentamentealaboca.

—Los miedos y los deseos —dijo Umezaki— también son productos del pasado, aunquecarguemosconellos.Perolossueñossonmuchomásqueeso,¿no?¿Noparecequeocupemosotraregiónmientrasdormimos,unmundoconstruidoconlasexperienciasquetenemoseneste?

—Notengolamásremotaidea.—¿Cuálessonsusmiedosydeseos?Yotengomuchos.Holmes no contestó, a pesar de que el señor Umezaki guardó silencio y esperó su respuesta.

Mientrasmiraba el cuencodepepinillos, una expresiónprofundamentepreocupada apareció en surostro.No,noresponderíaalapregunta,nidiríaquesusmiedosydeseoseran,enciertosentido,unoyelmismo:lapérdidadememoriaqueloacosabacadavezmásamenudo,quelodespertabadurantelavigilia,jadeando,conlasensacióndequelofamiliar,loseguro,seestabatornandoensucontra,dejándoloindefensoyexpuestomientrasintentabaseguirrespirando;elolvidoquetambiénatenuabala desesperación de sus pensamientos, que enmudecía la ausencia de aquellos a los que jamásvolveríaaveryqueloanclabaalpresente,dondetodoloquequeríaonecesitabaestabaalalcancedesumano.

—Discúlpeme—dijoelseñorUmezaki—.Nopretendíaincomodarle.Debimoshaberhabladodeestoanoche,cuandofuiaverle,peronomeparecióelmomentoapropiado.

Holmesbajólospalillos.Cogiódosrodajasdelcuencousandolosdedosyselascomió.Cuandoterminó,selimpiólosdedosenelquimono.

—MiqueridoTamiki,¿piensaacasoqueanochesoñéconsupadre?¿Esesalarazónporlaquemehaceestaspreguntas?

—Noexactamente.—O fue usted quien soñó con él y ahora desea contarme la experiencia, de manera velada,

mientrasdesayunamos.—Hesoñadoconél,sí,aunquehacemuchotiempo.—Comprendo—dijoHolmes—.Entonces,dígame:¿aquévienetodoesto?

—Losiento.—ElseñorUmezakiinclinólacabeza—.Lepidodisculpas.Holmes se dio cuenta de que estaba siendo brusco, pero era irritante que le pidieran

constantemente una respuesta que no poseía. Además, aún estaba molesto por la intromisión deUmezakiensuhabitaciónlanocheanterior.Cuandoelzumbidoquejumbrosoylastimerodelvientoenlasventanaslodespertó,encontrólaborrosasiluetadelhombrearrodilladajuntoalfutón.

Secerniósobreél,comounanubenegra,ylepreguntóenunsusurro:«¿Estábien?Dígame,¿quélepasa?»,porquenopodíapronunciarpalabra,nopodíamoverlosbrazosnilaspiernas.Quédifícilhabíasidoenaquelmomentorecordardóndeestabaexactamente,comprenderlavozquesedirigíaaélenlaoscuridad:«Sherlock,¿quélepasa?Puedecontármelo».

Sólo cuando el señor Umezaki atravesó en silencio la habitación y abrió y cerró el paneldeslizante que separaba sus habitaciones, Holmes volvió en sí. Se puso de costado y escuchó elmelancólicoestruendodelviento.

Tocóeltatamiquehabíabajoelfutónypresionólosdedoscontralaestera.Entoncescerrólosojos y pensó en lo que el señor Umezaki le había preguntado, asimilando por fin sus palabras:«Dígame,¿quélepasa?

Puede contármelo». PorqueHolmes sabía que, a pesar de todo lo que había dicho antes sobredisfrutardesuviajejuntos,elseñorUmezakiestabadecididoadescubriralgosobresupadre,aunquepara ello tuviera que hacer guardia junto a su cama. ¿Por qué otro motivo habría entrado en suhabitación? ¿Qué otra explicación cabría esperar? Holmes también había interrogado a personasdormidasenalgunaocasión(ladrones,adictosalopio,sospechososdeasesinato).Lohabíahechodeun modo similar, susurrándoles al oído para reunir información de sus murmullos ahogados,somnolientasconfesionesquemástardesorprendíanalosacusadosporsuexactitud.Nodesaprobabaelmétodo,perohubieradeseadoqueUmezakidejaraelmisteriodesupadrealmenoshastaquesuviajefinalizara.

Holmeshabríaqueridodecirlequeaquelloshechospertenecíanalpasadoyquenoganabanadapreocupándose por ello ahora. Era posible que las razones por las queMatsuda abandonó Japónfueranjustificables,yqueelbienestardesufamiliafueraunfactordepeso.Sinembargo,entendíaquesesintieraincompletosinhabertenidonuncaunpadrepresente.Y,apesardetodoloquepensóaquellanoche,enningúnmomentoconsideróquelabúsquedadelseñorUmezakifuerairrelevante.Todo locontrario;Holmessiemprehabíacreídoquemerecía lapena investigar losenigmasde lapropiaexistencia.Pero,enelcasodeMatsuda,sabíaquecualquierpistaquehubierapodidoofrecerle(si existía alguna) había sido destruida en la chimenea años antes; el recuerdo de los diariosquemadosdeldoctorWatsonloangustió,embotósumenteyleimpidióseguirpensando.Nisiquieracontinuóoyendoelvientoquesurcabalascallesrajandoelpapeldelasventanas.

—Soyyoelquedeberíadisculparse—dijoHolmeseneldesayuno,yextendiólamanosobrelamesaparadarunapalmaditaalamanodelseñorUmezaki—.Hepasadounamalanocheporculpadeltiempoymehelevantadoconelpieizquierdo.

ElseñorUmezaki,conlacabezaaúninclinada,asintió.—Essóloqueestoypreocupado.Creíoírlellorarmientrasdormía…Eraunsonidoterrible.—Porsupuesto—dijoHolmes, llevándole lacorriente—.¿Sabe?Hecaminadoporpáramosen

losqueelvientodabalaimpresióndeseralguiengritando,unplañidoogemidodistante,casicomoungritodeayuda.Unatempestadpuedeengañarasusoídos;yomismohecaídoenesatrampa,seloaseguro.

Retirólamano,sonriendo,yacercólosdedosalcuencodepepinillos.—Entonces,¿creequemeequivoqué?—Esposible,¿no?—Sí—dijoelseñorUmezaki,levantandolacabezaconalivio—.Esposible,supongo.—Muybien—dijoHolmes,sosteniendounarodajaantesuslabios—.Estoponefinaesteasunto.

¿Podemosdarcomienzoaldía?¿Quéplanestenemosparaestamañana,otropaseoporlaplaya?¿Odeberíamosdedicarnosanuestropropósitoinicial,labúsquedadelapimientadeSichuan?

Sinembargo,HolmesnotóqueelseñorUmezakiparecíaperplejo.¿Cuántasveceshabíanhabladosobre las razones por las queHolmes estaba de visita en Japón (el deseo de probar alguna recetapreparada con pimienta de Sichuan o de observar el arbusto en su estado silvestre), y sobre sudestino, que los conduciría, más tarde aquel día, a una rústica izakaya junto al mar (una versiónjaponesadeunpubinglés,segúndescubrióHolmesnadamáspasarelumbral)?

Cuandoentraronenlaizakaya,losparroquianoslevantaronlascabezasdesusvasosdecervezaosakeconciertadesconfianza.Habíauncalderohirviendoylaesposadelpropietarioestabacortandohojas de pimentero. Aun así, desde la llegada de Holmes, ¿cuántas veces había hablado el señorUmezakidelpastelquevendíanenlaizakaya,esequesecocinabaamasandoelpolvodelosfrutosylassemillasdelpimenterojuntoalaharina,paradarlesabor?¿Ycuántasveceshabíanmencionadolacorrespondencia que habían mantenido durante meses, cuyo contenido siempre versaba sobre suinteréseneldensoarbustodecrecimientolento(nutridoporlaexposiciónalsalitre,elsolyelcálidoviento)quequizásalargabalavida?Niuna,parecía.

La izakaya olía a pimienta y pescado. Se sentaron a una mesa, bebieron té y escucharon lasruidosasconversacionesasualrededor.

—Esosdossonpescadores—dijoelseñorUmezaki—.Estándiscutiendoporunamujer.Elpropietariosalióinmediatamentededetrásdeunacortinaymostrósusdesdentadasencíasal

sonreír.Saludóentrerisasalosclientesalosqueconocía,convozautoritariaycómica,yfinalmenteseacercóasumesa.Elhombreparecíaencantadodecontarconlapresenciadelancianoinglésydesurefinadocompañero;diounapalmadaalseñorUmezakienelhombroyguiñóunojoaHolmes,como si fueran todosbuenos amigos.Se sentó a lamesaymiró aHolmesmientras decía algo alseñorUmezaki en japonés, un comentario quehizoque todos los de la izakaya se rieran, exceptoHolmes.

—¿Quéhadicho?—Ha tenido gracia —le dijo Umezaki—. Me ha dado las gracias por traer a mi padre a su

establecimiento.Dicequesomosdosgotasdeagua,peroqueustedesunpocomásguapo.—Estoydeacuerdoconesoúltimo—dijoHolmes.ElseñorUmezakitradujoelmensajealpropietario,queestallóencarcajadasyasintió.Cuandoterminósuté,HolmesledijoaUmezaki:—Me gustaría echar un vistazo a ese caldero. ¿Le importaría preguntarle a nuestro amigo si

puedo?Dígalequemeencantaríavercómosecocinaconlapimienta.Cuandolehizollegarlapetición,elpropietarioselevantódeinmediato.—Dicequeselomostrarágustoso—ledijoelseñorUmezaki—,peroessuesposalaquecocina.

Ellaeslaúnicaquepuedemostrarleelproceso.—Maravilloso—dijoHolmes,levantándose—.¿Vieneconmigo?—Enunmomento,encuantoacabemité.

—Esunaoportunidadúnica,¿sabe?Esperoquenoleimportesinoleespero.—No, en absoluto—dijo el señorUmezaki, aunquemiró aHolmes con aspereza, como si de

algúnmodoestuvieradesertando.Pronto,sinembargo,ambosestabananteelcalderoconhojasdelarbustoenlasmanosmientras

mirabancómolaesposaremovíaelcaldo.Después les indicarondóndecrecíaelpimentero:enunpuntoalejadodelaplaya,entrelasdunas.

—¿Podríamosirmañanaporlamañana?—preguntóelseñorUmezaki.—Noesdemasiadotardeparairahora.—Estábastantelejos,Sherlock-san.—¿Podríamoshacerpartedelcamino?Almenoshastaqueempieceaanochecer.—Comoquiera.Echaronunaúltimaycuriosamiradaalaizakaya,alcaldero,alasopayaloshombresantelos

vasos,antesdesaliryempezaracaminarporlaarenaendirecciónalasdunas.Alatardeceraúnnohabíanencontradoni rastrodelarbusto,asíquedecidieronvolverparacenaren laposada.Ambosestabancansadosporlacaminatayseretirarontemprano,enlugardequedarsebebiendocomoerahabitual. Pero, aquella noche (la segunda de su estancia en Shimonoseki), Holmes se despertó amedianoche trasunsueño intermitente.Alprincipio le sorprendiónooírelviento,como lanocheanterior.Despuésrecordóloquehabíaestadopensandominutosantesdecaerdormido:ladecadenteizakayajuntoalmar,lashojasdepimenterohirviendoenuncalderodesopadecarpa.Estababajolasmantas,mirandoeltechoenlapenumbra.Despuésdeunratosintiósueñoycerrólosojos,peronodurmió;enlugardeeso,pensóeneldesdentadopropietario,denombreWakui,yencuántosehabíadivertidoelseñorUmezakiconsuscomentariosgraciosos,entreellosunchistedemalgustosobreelemperador:

—¿PorquédicenqueelgeneralMacArthureselombligodeJapón?Porqueestáporencimadelcapullo[21].

PeroningúncomentariohabíagustadomásaUmezakiqueladivertidabromasobrequeHolmesfuerasupadre.Aúltimahoradelatarde,mientrascaminabanjuntosporlaplaya,volvióarecordarlaanécdota.

—Esextrañopensarlo…Simipadreviviera,apenasseríaunpocomayorqueusted.—Supongo—dijoHolmesmirando lasdunas,buscandoalgún rastrodelarbustoen laarenosa

tierra.—Ustedserámipadreinglés,¿quéleparece?—CogiósinprevioavisoelbrazodeHolmespara

caminarasulado—.Wakuiesuntipodivertido.Megustaríavisitarlomañana.Sóloentoncessediocuentadequehabíasidoelegido,aunquequizánoconscientemente,como

sustituto deMatsuda.Era obvioque tras lamadurez y prudencia del señorUmezaki acechaban lasheridaspsíquicasde la infancia,peroel restonofueevidentehastaquerepitió lafrasedeWakuiyagarrósubrazoenlaplaya.Entoncesquedóclaroderepente:«Laúltimavezquesupistedetupadrefuelaprimeravezquesupistedemí—pensóHolmes—.Matsudadesaparecedetuvidayllegoyo,enformadelibro;unoreemplazaalotro».

Por eso las cartas desdeAsia, la posterior invitación trasmeses de genial correspondencia, elviajea travésde lacampiña japonesa, losdíasquehabíanpasado juntos,comounpadreyunhijorecuperando el tiempo perdido tras muchos años separados. Y si Holmes no podía ofrecerlerespuestasconcretas,quizá sucercanía (alhacerun largoviajeparaconoceral señorUmezaki, al

dormiren lacasade la familiaenKobeyembarcarseenunviajealoesteparavisitarel jardíndeHiroshimaadondeMatsudahabíallevadoaUmezakidepequeño)leproporcionaríaunasolución.LoquetambiénhabíaquedadoclaroeraquealseñorUmezakileimportabapocoelpimenterojaponés,la jalea real y cualquier otra cosa de la que habían hablado en aquellas inteligentes cartas. Unaestratagema simplepero efectiva: había investigado cada tema, lo había articulado en sus cartas y,seguramente,despuéslohabíaolvidado.

«Estoschicosdepadresausentes»,pensóHolmes,imaginandoalseñorUmezakiyaljovenRogermientrascaminabaporlasdunas.«Estaépocadealmassolitariasyanhelantes»,pensómientraslosdedosdesuanfitriónsetensabansobresubrazo.

Sinembargo,alcontrarioqueelseñorUmezaki,Rogerentendíaeldestinodesupadreycreíaquelamuertedelhombre,aunquetrágicaenlopersonal,habíasidoverdaderamenteheroica,desdeunpuntodevistamásgeneral.Umezaki,sinembargo,nopodíarefugiarseennadaparecido,asíquelohacíaenelfrágilancianoinglésalqueacompañabaporlosarenososmontículosjuntoalaplaya,yalque,enrealidad,seaferraba,enlugardeguiarlo.

—¿Nodeberíamosvolver?—¿Sehacansadodebuscar?—No,estabapreocupadoporusted.—Creoqueestamosdemasiadocercaparaabandonarahora.—Estáoscureciendo.Holmes abrió los ojos ymiró el techo de nuevomientras sopesaba el problema. Porque para

satisfaceralseñorUmezakitendríaquerevelaralgoquedebíaserengendradoapartirdeunaverdad,comoeldoctorWatsoncuandotrabajabaenlatramadeunrelato,razonó,mezclandoloqueerayloque nunca había sido en una única e incuestionable creación. Sí, su relación conMatsuda no eraimposible,ysí, ladesaparicióndelhombrepodíaexplicarse,aunqueseríanecesariaunaminuciosaexplicación. ¿Y dónde se conocieron? Quizás en la Sala de Forasteros del Club Diógenes, porpeticióndeMycroft.Pero¿porqué?

«Silalabordeundetectiveselimitaraarazonardesdeestahabitación,Mycroft,túseríaselmejorcriminólogoqueha existidonunca.Sin embargo, eres totalmente incapazde realizar el trabajodecamponecesarioparapoderdecidirsobreunasunto.Supongoquemehasllamadoporeso[22]».

Se imaginó aMycroft en su butaca.A su lado estabaT.R. Lamont, (¿o eraR. TLanner?), unhombre severo y ambicioso de ascendencia polinesia, miembro de la Sociedad Misionaría deLondres,quehabíavividoen la islaMangaia,enelPacífico,yque,mientrasejercíadeespíaenelServicioSecretoBritánico,manteníaunarígidasupervisiónpolicialsobrelapoblaciónindígenaennombre de la moralidad. Con la esperanza de ayudar a las ambiciones expansionistas de NuevaZelanda,aLamontoLannerselehabíatenidoencuentaparaunpapelmásimportante:eldesúbditobritánico, una posición que le permitiría negociar con los jefes de las islas Cook para allanar elcaminodelaanexióndelasislasaNuevaZelanda.

¿OtalvezeraJ.R.Lambeth?No,no,recordóHolmes,eraLamont,seguroqueeraLamont.Encualquiercaso,era1898o1899…¿Oera1897?YMycrofthabíallamadoaHolmesparapedirlesuopiniónsobreLamont.«Comosabes,puedoemitirunaexcelenteopinióncomoexperto,perorecabarlos detalles del verdadero valor de alguien no es mi métier[*]», le escribió su hermano en untelegrama.

—Debemos jugar bien nuestras cartas —le explicó Mycroft, conocedor de la influencia de

Francia en Tahití y en las islas de la Sociedad—. Naturalmente, la reina Makea Takau quiereanexionarsusislas,peronuestroGobiernosiguesiendounadministradorreacio.ElprimerministrodeNuevaZelanda,porotrolado,yalehaechadoelojo,asíqueestamosobligadosaayudarentodoloquepodamos.YviendocómoserelacionaelseñorLamontconlosnativos,conquienescompartemásdeunparderasgosfísicoscomunes,creemosquepodríasernosútil.

Holmesobservóaaquelreservadoindividuodebajaestaturaqueestabasentadoaladerechadesuhermano.Mirabaelsueloatravésdesusgafas,conelsombreroenelregazo,empequeñecidoporlaenormefiguraasuizquierda.

—Apartedeti,Mycroft,¿aquiénterefierescuandodices«nos»?—Eso,queridoSherlock,comotodoloquesecomentaenmipresencia,essecretoynovieneal

casoenestemomento.Loquenecesitamosestuconsejoeneldilemadenuestrocompañero.—Entiendo…PeronoeraaLamont,oLanner,oLambeth,aquienHolmesveíaahorajuntoaMycroft,sinoala

altafiguraderostroalargadoyperilladeMatsudaUmezaki.Lespresentaronenaquelsalónprivado.Holmessepercató inmediatamentedequeelhombreencajabacon losrequisitosdelpuesto.PorelexpedientequeMycroftlehabíafacilitado,eraevidentequeMatsudaeraunhombreinteligente(autorde varios libros notables, uno de ellos sobre diplomacia secreta), competente como agente (suhistorialenelMinisteriodeAsuntosExteriores japonés loconfirmaba),unanglófilodesencantadoconsupropiopaísydispuestoaviajar,siemprequefueranecesario,desdeJapóna las islasCook,despuésaEuropa,yacontinuacióndevueltaaJapón.

—¿Creesqueeselhombreadecuado?—lepreguntóMycroft.—Efectivamente—dijoHolmesconunasonrisa—.«Creemos»queeselhombreperfecto.Porque, como Lamont, Matsuda sería discreto y mediaría por la anexión de las islas Cook

mientrassufamiliapensabaqueestabaestudiandoderechoconstitucionalenLondres.—Ledeseosuerte,señor—dijoHolmesalestrecharlamanodeMatsudadespuésdelaentrevista

—.Estoysegurodequesumisiónirácomolaseda.Seencontraronunavezmásenelinviernode1902o,mejoraún,aprincipiosde1903(dosaños

despuésdeliniciodelaocupacióndelasislasporpartedeNuevaZelanda),cuandoMatsudafueenbusca del consejo de Holmes sobre los problemas en Niue, una isla anteriormente asociada conSamoa y Tonga que fue ocupada un año después de la anexión. Una vez más, habían acudido aMatsudadebidoasuposicióndeinfluencia,aunqueahoraenbeneficiodeNuevaZelanda,enlugardeInglaterra.

—Admitoqueesunaoportunidadmuyjugosa,Sherlock…QuedarmeindefinidamenteenlasislasCook para suprimir las protestas en Niue y conseguir ponerla bajo la jurisdicción de unaadministraciónindependientemientrassupervisolamejoradelasinstalacionespúblicasdelrestodelasislas.

Estaban sentados en la sala de estar deHolmes, enBakerStreet, hablandomientras bebíanunabotelladeclaret.

—¿TemequesulaborseveacomounatraiciónalWhitehall[*]?—lepreguntóHolmes.—Enciertamanera,sí.—Yonomepreocuparía,amigomío.Hacumplidoconsumisiónadmirablemente.Supongoque

ahoraeslibredeutilizarsutalentoenotraparte,¿porquéno?—¿Deverdadlocree?

—Porsupuesto,porsupuesto.Y, comoLamont,Matsuda ledio lasgracias aHolmesy lepidióque su conversaciónquedara

entreellos.Terminósucopaantesdemarcharseehizounareverenciamientrassalíapor lapuertaprincipalhacialacalle.VolvióalasislasCookinmediatamenteyviajódeislaenislaparaconoceralos cinco jefes nativosmás importantes y a los sietemenores, planificó sus ideas para un futuroconsejolegislativoy,finalmente,setrasladóaErromango,enlasNuevasHébridas,dondefuevistoporúltimavezmientrassedirigíahacialasregionesinteriores,unlugarqueraravezvisitabanlosforasteros,unreinoaisladoyexuberanteconocidoporsusenormestótemsdecráneos,asícomoporsuscollaresdehuesoshumanos.

Por supuesto, la historia tenía lagunas. Holmes temía confundir detalles, nombres, fechas yalgunas minucias históricas si el señor Umezaki lo presionaba. Además, no podía ofrecer unaexplicaciónadecuadaalhechodequeMatsudahubieraabandonadoasufamiliaparavivirenlasislasCook.Pero, teniendoencuenta lodesesperadoqueestabaporencontrar respuestas,Holmesestabasegurodequelahistoriaseríasuficiente.LasrazonesdesconocidasquehabíanempujadoaMatsudaacomenzarunanuevavidanoeranasunto suyo,yaque talesmotivosestarían, sinduda,basadosenconsideraciones personales o privadas, unas que no conocía.Aun así, lo queUmezaki descubriríasobresupadrenoerapocacosa:MatsudahabíadesempeñadounpapelcrucialenlaprevencióndelainvasiónfrancesadelasislasCook,asícomoenlasupresióndelasrevueltasenNiue.Y,antesdesudesaparición en la jungla, había intentado arengar a los isleños para que algún día formaran supropioGobierno.

—Supadre—lediríamástardeaUmezaki—eraunhombrealqueelGobiernobritánicoteníaenaltaestima,peroparalosancianosdeRarotongayaquellosdelasislascontiguaslosuficientementemayorespararecordarlo,sunombreeralegendario.

Alfinal,ayudadoporelsuaveresplandordelalámparaencendidajuntoalfutón,Holmescogiósusbastonesyselevantó.Despuésdeponerseelquimono,cruzólahabitaciónintentandonotropezar.Cuandollegóalpaneldepapelsedetuvouninstante.EnlahabitacióndeUmezakiseoíanronquidos.Golpeóelsueloligeramenteconunbastónsindejardemirarelpanel.Entoncesoyóloqueparecíaunatosseguidadesuavesmovimientos(elcuerpodeUmezakialcambiardepostura,elsusurrodelassábanas).Escuchóunpocomás,peronooyónada.Alfinaltanteóelpanelenbuscadeunpomo,peroloúnicoqueencontrófueunaranuraqueloayudóadeslizado.

LahabitaciónadyacenteeraunduplicadodeladeHolmes:iluminadaporlatenueyamarillentaluzdeuna lámpara, conun futón en el centrode la estancia, un escritorio empotradoy, apoyadoscontraunapared, loscojinesqueseusabanparasentarseoarrodillarse.Seaproximóal futón.LassábanasestabantiradasenelsueloyapenaspodíaveralseñorUmezaki,quedormíamediodesnudo,boca arriba, inmóvil y en silencio, sin aparentar siquiera estar respirando. A la izquierda delcolchoncillo,juntoalalámpara,habíaunpardezapatillas.YcuandoHolmessearrodilló,elseñorUmezakisedespertóderepente,hablando,atemorizado,enjaponés,mientrasmirabalaoscurafiguraqueestabajuntoaél.

—Debohablarconusted—ledijoHolmes,ycolocólosbastonessobresuregazo.ElseñorUmezakiseincorporósindejardemirarlo.CogiólalámparaylalevantóparailuminarelsobriorostrodeHolmes.—¿Sherlock-san?¿Estáustedbien?Holmesentornó losojos ante el resplandorde la lámpara.Posó lapalmade sumano sobre la

manodeUmezakiyapartólalámparacuidadosamente.Después,desdelassombras,habló:—Sólolepidoqueescucheyque,cuandotermine,novuelvaainsistirenelasunto.—Umezakino

contestó,asíqueHolmescontinuó—:Conlosañosheconvertidoenunareglaelhechodequenunca,bajo ninguna circunstancia, hablo sobre los casos que fueron estrictamente confidenciales o queinvolucraron el interés nacional. Espero que lo comprenda; hacer excepciones a esta regla podríaponerenriesgovidasycomprometeríamibuenasituación.Peroahoramedoycuentadequesoyunhombreviejo,yesjustodecirquemisituaciónesirreprochable.Creoquetambiénesjustodecirquelagentecuyaprivacidadhemantenidodurantedécadasyanoestáenestemundo.Enotraspalabras,hesobrevividoatodoloqueunavezmedefinió.

—Esonoescierto—replicóelseñorUmezaki.—Por favor,nome interrumpa.Sinodicenadamás, lehablarédesupadre.Verá,megustaría

explicarle loquesédeélantesdeolvidarlo,y loúnicoquequieroesqueescuche.Ycuandohayaterminadoyabandonesuhabitación,lepidoquenovuelvaahablarmedelasunto.Porqueestanoche,amigomío,ustedserálaprimeraexcepciónaunareglaquemehaacompañadotodalavida.Ahora,porfavor,dejequeproporcionepazanuestrasmentes,siesquepuedo.

Dicho esto, Holmes empezó a relatar su historia con un tono lento y susurrante, casi onírico.Cuandosussusurrosconcluyeron,losdoshombressequedaronmirandouninstante,sinmoversenidecirunapalabra,dosformasindistintassentadascomosifueraneloscuroreflejounadelaotra,conlascabezasocultasenlassombrasyelsueloiluminadobajoellas…HastaqueHolmesselevantó,sindecirnada,yarrastrólospieshastasuhabitación,cansado,caminodelacama,mientrassusbastonesresonabansobrelasesteras.

20

DesdesuregresoaSussex,HolmesnuncahabíapensadodemasiadoenloquelecontóaUmezaki

aquellanocheenShimonoseki,nihabíareflexionadosobreelobstáculoquehabíasupuestoparasuviajeelenigmadeMatsuda.Enlugardeeso,cuandoseencerrabaeneldespachodeláticoysumentelollevabahastaallí,seimaginabalaslejanasdunasporlasqueelseñorUmezakiyélhabíanpaseado.Enconcreto,seveíaasímismodirigiéndoseaellasdenuevo,caminandoporlaplayaconUmezakihastaqueambossedeteníanparaobservarelocéanoolaspocasnubesblancasqueflotabansobreelhorizonte.

—Québuentiempohace,¿verdad?—Oh,sí—asintióHolmes.ErasuúltimodíadevisitaenShimonosekiy,aunqueningunohabíadormidobien(Holmeshabía

dormidointermitentementeantesdeacudiralahabitacióndeUmezaki,yUmezakisequedódespiertomuchodespuésdequeHolmessemarchara),estabandebuenhumoryhabíanreanudadolabúsquedadel pimentero japonés. Aquella mañana, el viento había cesado y el cielo era el propio de unespléndido día de primavera. La ciudad también parecía reanimada cuando salieron de la posadadespuésdeundesayunotardío:lagentesalíadesuscasasotiendasparabarrerelsueloqueelvientohabíaensuciado;enelsantuariobermellóndeAkama-jingu,unaparejadeancianosentonabasutrasbajoelsol.Alacercarsealacosta,vieronraquerosenlaorilla,unadocenademujeresyancianoshurgandoentrelosdespojosdelmar,recogiendocrustáceosolosobjetosútilesquehubierallevadolamarea:algunosllevabanmaderadeacarreoenlaespalda,otrosgruesosfardosdealgashúmedasalrededordelcuellocomoandrajosasysuciasboas.Prontoestuvierondeambulandojuntoaaquellaspersonas, avanzando por el estrecho sendero que conducía a las dunas y que se ampliabagradualmentehastaconvertirseenelúnicoybrillanteterrenoasualrededor.

Lasuperficieonduladadelasdunas,salpicadadehierbas,trozosdeconchasopiedras,ocultabalavista del océano. Los inclinadosmontículos parecían extenderse sin fin por la costa; ascendían ycaíanhacialalejanacordilleraalesteohaciaelcieloenelnorte.Aunquenohacíaviento,laarenasedesplazabamientrascaminabanysearremolinabaensusestelas,espolvoreandolospernilesdesuspantalonesconunpolvosalado.Trasellos,lasimpresionesdesuspisadassedesvanecíanlentamente,comosiunamanoinvisible lasestuvieraborrando.Delante,dondelasdunasseencontrabanconelcielo, un espejismo titilaba como si la tierra desprendiera vapor. Todavía podían oír las olasrompiendo contra la orilla, los raqueros gritándose unos a otros, las gaviotas graznando sobre elmar.

ParasorpresadeUmezaki,Holmesseñalódóndehabíanbuscadolanocheanteriorydóndecreíaquedebíanbuscarahora:alnorte,juntoaaquellasdunasquecaíanenpendientecercadelmar.

—Veráque laarenaestámáshúmedaallí, loqueconvierte lazonaenun lugardecrecimientoidealparanuestroarbusto.

Siguieroncaminadosindetenerse,conlosojosentrecerradosparaevitarelsolyescupiendola

arenaquesepegabaasuslabios.Lasdunassetragabanavecessuszapatos;otras,HolmesestabaapuntodeperderelequilibrioyerarescatadoporlamanofirmedelseñorUmezaki.Alfinal,laarenaseendurecióbajosuspiesyelocéanoaparecióaunosmetrosdedistancia.Llegaronaunáreaabiertacuajadadehierbassilvestres,variosgruposdematojosyunúnicoyvoluminosotrozodemaderaqueseguramente había pertenecido al casco de un barco pesquero. Se detuvieron un instante pararecuperarelalientoyquitarselaarenadelaspernerasdelospantalones.Después,elseñorUmezakise sentó en el troncoy se secó conunpañuelo el sudor que goteaba de su frente y bajaba por surostrohastalabarbilla,mientrasHolmes,quesehabíallevadounjamaicanoencendidoaloslabios,comenzabaaexplorarconatenciónlashierbassilvestresyelfollajecercano.Finalmente,sedetuvojunto aun enormearbusto cubiertodemoscas; laplaga sobrevolaba laplantay se reunía engrannúmerosobrelasflores.

—Asíqueaquíestás,amigo—exclamóHolmes,ydejóaunladosusbastones.Tocósuavementelostallos,queestabanarmadosconparejasdeespinascortasenlabasedelas

hojas. Se fijó en las flores masculinas y femeninas en plantas distintas (flores en agrupacionesaxilares; unisexuales, verdosas, diminutas, de unos dos centímetros de largo, entre cinco y sietepétalosblancos).Las floresmasculinas teníanunoscincoestambres; las femeninas, cuatroocincocarpeloscondosóvuloscadauno.Mirólassemillas,redondas,brillantesynegras.

—Bellísimo—dijo,dirigiéndosealpimenterocomosifueraunconfidente.El señorUmezaki se agachó junto al arbusto, dio una calada a su cigarrillo y exhaló el humo

sobrelasmoscas,quesedispersaron.Peronoeraelpimenteroloquehabíaatraídosuatención,sinolafascinacióndeHolmesporlaplanta.Lasligeraspuntasdesusdedosacariciabanlashojasmientrasmurmurabapalabrasquerepetíacomounmantra:

—Compuestopinnado,de tresacincocentímetrosde largo…Elejeprincipalangostoyalado,espinoso,detresasieteparesdefolíolos,máselfolíolofinal,brillante…

Laligerasonrisayelbrilloensumiradanodejabandudassobrelasatisfacciónyelasombrodelanciano.

YcuandoHolmesmiróaUmezaki,vioenélunaexpresiónparecida,unaquenohabíaadvertidoenelrostrodesucompañeroentodoelviaje:unaexpresiónsinceradealivioyaceptación.

—Hemosencontradoloquebuscábamos—dijo,mirandosupropioreflejoenlasgafasdelseñorUmezaki.

—Sí,creoquesí.—Séqueesunacosamuysimple,peromeemociona,ysoyincapazdedecirporqué.—Compartosusentimiento.ElseñorUmezakihizounareverenciayseenderezócasiinmediatamente.Entoncesfuecomosi

tuvieraalgourgentequeexpresar,peroHolmesnegóconlacabezaparadisuadirlo.—Saboreemosestemomentoensilencio,¿deacuerdo?Nuestrasexplicacionespodríannohacer

justiciaaunaoportunidadtanexcepcional,ynoqueremoseso,¿verdad?—No.—Bien—dijoHolmes.Despuésdeeso,nohablaronduranteuntiempo.Umezakiterminósucigarrilloyseencendióotro

mientrasHolmesmiraba, sentía e investigaba el pimentero japonés ymascaba incansablemente sujamaicano.Cerca, lasolasrodabansobresímismasyseoíaacercarsea losraqueros.Aunasí, fueaquelacuerdodesilencioelque,mástarde,dejaríaunavividaimpresiónenlamentedeHolmes:los

doshombres juntoalocéano, juntoalpimentero,en lasdunas,enunperfectodíadeprimavera.Siintentaba visualizar la posada donde se habían hospedado, las calles por las que habían caminadojuntos o los edificios junto a los que habían pasado, apenas conseguía recordar nada. Aun así,aquellas imágenesde losmontículos de arena, delmar, del arbustoydel compañeroque lo habíaatraído hasta Japón se habían grabado en su memoria. Recordaba su breve silencio y el extrañosonido que llegaba desde la playa (débil al principio y cada vez más fuerte, la voz atenuada ymonótonadeunosbruscosacordes)yqueterminóconsusilenciomutuo.

—Esunmúsicodeshamisen—dijoelseñorUmezakitrasponerseenpieparamirarporencimadelashierbasquelehacíancosquillasenlabarbilla.

Holmescogiósusbastones.—¿Unmúsicodequé?—Deshamisen.Escomounlaúd.El señorUmezaki lo ayudó amirarmás allá de la vegetación.Vieron una larga procesión de

niñosqueavanzabalentamentehaciaelsur,endirecciónalosraqueros;alacabezaibaunhombredecabelloalborotado,vestidoconunkimononegroyque tocabaun instrumentode trescuerdasconunapúagrande,mientraspinzabalascuerdasconeldedoíndiceycorazóndelamanocontraria.

—Ya había visto esto antes —dijo Umezaki después de que la procesión pasara—. Sonvagabundosquetocanporcomidaodinero.Lamayoría lohacebien,yen lasciudadesgrandesesposibleencontrarmuybuenosmúsicos.

Comoaquellosniñoshechizadosporel flautistadeHamelín, estos seguíanalhombredecercamientras cantaba y tocaba. La procesión se detuvo cuando llegó hasta los raqueros, y también lamúsicayelcanto.Elgruposedispersóylosniñossesentaronenlaarenaalrededordelmúsico.Losraqueros desataron sus fardos y se despojaron de sus cargas. Algunos se sentaron y otros searrodillaron entre la chavalería. Cuando todo el mundo estuvo acomodado, el músico empezó acantarconunestilolíricoaunquenarrativo,intercalandosuagudavozconunosacordesqueemitíanunaespeciedevibracióneléctrica.

ElseñorUmezakiladeóperezosamentelacabezamientrasmirabalaplaya.Entonces,comosiseleacabaradeocurrir,dijo:

—¿Quierequevayamosaescucharlo?—Creoquedeberíamos—contestóHolmes,mirandolareunión.Sin embargo, no dejaron las dunas inmediatamente, porqueHolmes tenía que echar un último

vistazo al arbusto.Arrancó varias hojas y se las guardó en un bolsillo, aunque lasmuestras se leperdieronenalgúnmomentodel regresoaKobe.Antesdecruzar laplaya,susojossedemoraronunossegundosmásenelpimenterojaponés.

—Nunca había visto uno como tú—dijo a la planta—, y mucho me temo que no volveré ahacerlo.No…

Entonces pudomarcharse.Atravesó las hierbas silvestres con el señorUmezaki, camino de laplaya,dondesesentaronjuntoa losraquerosy losniñosparaescucharalmúsicodeshamisen (unhombreparcialmenteciegoqueviajabaapieporJapón,segúndescubriómástarde)mientrascantabasushistoriasypulsabalascuerdas.Lasgaviotasplaneabanyselanzabanenpicadosobresuscabezas,animadasalparecerpor lamúsica,mientrasunbarcoarañabaelhorizonte endirecciónalpuerto.Holmespodíavertodoestoconclaridad(elcieloperfecto,laaudienciafascinada,elestoicomúsico,laextrañamelodíayeltranquiloocéano),porqueaquellaescenahabíasidolaagradablecúspidede

su viaje. El resto, sin embargo, pasaba por su mente como parpadeantes atisbos de un sueño: laprocesiónquevolvióaformarsealfinaldelatarde,conelmúsicociegoalacabezaguiandoasusseguidores por la playa entre piras ardientes demadera de rescate.Al final, el cortejo entró en laizakayacontechodepajaquehabíajuntoalmar.Wakuiysuesposalosrecibieronenelinterior.

Laluzdelsoliluminabalasventanascubiertasdepapel;lassombrasdelasramasdelosárbolesestaban borrosas y difuminadas. «Shimonoseki, último día, 1947», había escrito Holmes en unaservilletaqueacontinuaciónseguardócomorecuerdodeaquellatarde.AligualqueUmezaki,ibayaporsusegundacerveza.WakuilosinformódequesehabíanquedadosinelpastelespecialhechodepimientadeSichuan,pero,detodosmodos,permanecieronallípararefrescarseenelinteriordelaizakaya. Holmes había disfrutado de un par de copas para celebrar su descubrimiento.Allí, aquelúltimodía,mientrasbebíaconelseñorUmezaki,rememoróelsolitarioarbustoquecrecíamásalládelaciudad,cubiertodeinsectos,espinoso,carentedebelleza,pero,aunasí,únicoyútil;enciertosentido,nomuydistintodesímismo,pensóconhumor.

Losparroquianosempezabanallenarlaizakaya,atraídosporlamúsicadeshamisenquesonabaalfondodelbar.Losniñosvolvíanasuscasas,conlascarasenrojecidasporelsolylaropallenadearena,ysedespedíandelmúsicoconlamanomientrasledabanlasgracias.

—Se llamaChikuzanTakahashi.Viene aquí cada año, segúnme ha dichoWakui.Los niños sepeganaélcomomoscas.

Peroyanoquedabapastel,asíquehubocervezaysopaparaelmúsicoambulante,ytambiénparaHolmesyelseñorUmezaki.Losbotesestabandescargandosuscapturas.Lospescadoresatravesabanla calle, cansados, hasta la puerta abierta del establecimiento, atraídos por el seductor aroma delalcohol que llegaba hasta ellos como una consoladora brisa. El sol poniente estaba llamando a lanoche y Holmes experimentaba una sensación de plenitud, inefable pero completa; era como elgradualdespertardeunanochede sueño reparador. ¿Eraproductode su segunda, terceraocuartabebida,deldescubrimientodelpimenteroodelamúsicadeundíadeprimavera?

ElseñorUmezakibajósucigarrillo,seinclinósobrelamesaydijo,tanquedamentecomopudo:—Simelopermite,megustaríadarlelasgracias.HolmesmiróaUmezakicomosifueraunincordio.—¿Porqué?Deberíaseryoquienledieralasgraciasausted.Hasidounaexperienciaespléndida.—Perosimepermitiera…Ustedhaarrojadoluzsobreunodelosdilemasdemivida.Esposible

quenohayarecibidotodaslasrespuestasquebuscaba,peroustedmehadadomásquesuficiente,yledoylasgraciasporayudarme.

—Amigo mío, le aseguro que no tiene ni idea de lo que está hablando —dijo Holmes conobstinación.

—Necesitabadecírselo,esoestodo.Leprometoquenovolveréahablardeello.Holmesjugueteóconsuvaso.—Bueno, si tanagradecidoestá,podríademostrarlo llenándomeelvaso,porquepareceque se

estáacabando—dijoalfinal.EntonceselseñorUmezakilemostrósugratitud(enmásdeunsentido,porquerápidamentepidió

otra ronda, y otra poco después, y otra) sonriendo durante toda la velada sin razón aparente,haciéndolepreguntassobreelpimenterocomosi,derepente,leinteresara,expresandosualegríaalosclientesquelomiraban,inclinándose,asintiendoylevantandosuvaso.Aunqueborracho,sepusoenpie rápidamenteparaayudaraHolmesa levantarsecuando terminarondebeber.Y,a lamañana

siguiente,mientrasviajabanentrenaKobe,eljaponéssemantuvosociableyatento,relajadoensuasiento,sonriendo,sin,alparecer,verseafectadoporlaresacaqueacosabaaHolmes.Señalabalasvistasqueseibanencontrando(untemploescondidotraslosárboles,unaaldeadondehabíatenidolugarunafamosabatallafeudal)y,devezencuando,preguntaba:

—¿Sesientebien?¿Necesitaalgo?¿Quierequeabralaventana?—Estoy bien, gracias—refunfuñaba Holmes; cómo extrañó, en aquel momento, las horas de

introspecciónquehabíancaracterizadosusanterioresviajes.Aunasí,sabíaquelosviajesdevueltasiempreeranmástediososquelosdeida,yaquealsalir

todoesmaravillosamentesingularycadanuevodestinoofreceunamultituddedescubrimientos.Porlo tanto, durante la vuelta, lo mejor es dormir todo lo posible, descansar mientras se restankilómetrosyelcuerpoinconscientesedirigeacasa.Perocadavezquedespertaba,alentreabrirlospárpados y bostezar en sumano, ahí estaba aquel rostro excesivamente atento, de aquella infinitasonrisajuntoaél.

—¿Sesientebien?—Estoyperfectamente.HolmesnuncahabríaimaginadoquesealegraríadeverlaimplacableexpresióndeMayaoque,

al llegar aKobe, el normalmente afableHensuiro lemostraríamenos entusiasmoque el excesivoUmezaki.Sinembargo,apesardelasmolestassonrisasydelinverosímilvigor,Holmessospechabaque las intenciones del señorUmezaki eran, comomínimo, honorables: para crear una impresiónfavorabledurantelosúltimosdíasquepasaríaallísuinvitado,paraeliminarelauradesuscambiosde humor y de su infelicidad, queríamostrarse como un hombre cambiado, como alguien que sehabíabeneficiadode laayudadeHolmesyqueleestaríaeternamenteagradecidopor loqueahoracreíaqueeralaverdad.

Estecambio,sinembargo,novariólaopinióndeMaya.¿LehabríacontadoUmezakiloquehabíadescubierto,olosabíaynoleimportaba?,sepreguntóHolmes.Evitabaalancianosiemprequeleeraposibleyni siquiera lomiraba;cuandosesentabaa lamesa, refunfuñabacondesdén.Enrealidad,dabaigualsilamujersehabíaenteradoonodelrelatodeHolmessobreMatsuda,yaquelanoticianosupondríaningúnalivioparaella.Comofuera,lamujercontinuabaculpándolo,aunqueesehechoteníapocasconsecuencias,naturalmente.Además,aquellasúltimasrevelacionessugeríanqueHolmeshabía enviado, sinquerer, aMatsudaparaque fuera canibalizadoy, como resultado, suúnicohijohabíaperdidoasupadre,ungolpedevastadorparaelchicoque,ensumente,lohabíadesprovistodeuna figura paterna y lo había alejado del amor de unamujer que no fuera ella. Sin importar quémentiraeligiera(elcontenidodeunacartaqueMatsudahabíaenviadoañosantesolahistoriaqueélhabía contado a Umezaki aquella noche), Holmes sabía que podía contar con su desprecio; eraabsurdoesperarlocontrario.

Inclusoasí,susúltimosdíasenKobefueronagradablesaunquetranquilos:diolargospaseosporlaciudadconel señorUmezakiyHensuiro,bebierondespuésde lascenasyse fueronprontoa lacama.Habíaolvidadolosdetallesdeloquesehabíadicho,hechoodialogado,yeranlaplayaylasdunas lo que llenaba ese vacío. Y aunque recelaba de las atenciones deUmezaki, se fue deKobesintiendoverdaderoafectoporHensuiro,eljovenpintorqueloagarródelcodosinningúnmotivoocultoparainvitarloasuestudioymostrarlesuspinturas(loscielosrojos,lospaisajesnegros,losretorcidoscuerposgrisesyazulados)mientrasmirabaconmodestiaelsuelosalpicadodepintura.

—Sonbastante,nosé…,modernas,Hensuiro.

—Gracias,sensei,gracias.Holmes examinó un lienzo sin acabar: unos desoladores dedos huesudos salían de entre los

escombrosdesesperadamente;enelfondohabíaungatoatigradodecolornaranjaarrancándosesupropiapata amordiscos.Entoncesmiró aHensuiro, sus sensibles y casi tímidosojos castaños, surostroamableeinfantil.

—Unalmatangentilyunaperspectivatanáspera;esdifícilreconciliarambascosas.—Sí,gracias…Sí.Sinembargo,entrelasobrasterminadasqueseapoyabancontralasparedes,Holmessetopócon

unapinturaque eradistinta del resto: un retrato formal deun atractivo jovendeunos treinta añosposando sobre un fondo de oscuras hojas verdes y vestido con un quimono, unos pantaloneshakama[*],unachaquetahaori[*],calcetinestabi[*]yzuecosgeta[*].

—¿Quién es? —le preguntó Holmes, que no sabía si era un autorretrato o incluso el señorUmezakiensujuventud.

—Esmihermano—dijoHensuiro,yleexplicólomejorquepudoquesuhermanohabíamuerto,peronodebidoalaguerraoporalgunatragedia.No, le indicómoviendoundedoíndicesobresumuñeca:suhermanosehabíasuicidado—.Lamujerqueamabatambién.—Volvióacortarsumuñecaconeldedo—.¿Sabe?,miúnicohermano…

—¿Undoblesuicidio?—Sí,creoquesí.—Comprendo—dijo Holmes. Se encorvó para vermejor el rostro del sujeto, coloreado con

óleos—.Esunaobramagnífica.Megustamucho.—Hontoniarigatogozaimasu,sensei.Gracias.Más tarde,minutos antes de su partida deKobe,Holmes sintió la extraña necesidad de darle a

Hensuirounabrazodedespedida,peroseresistióahacerloysedespidióconunasentimientoyungolpecitodebastóncontralaespinilladeljoven.FueelseñorUmezaki,sinembargo,quienseacercóaélenelandéndelaestacióndeferrocarril,lecolocólasmanosenloshombrosyseinclinóenunareverencia.

—Esperamosvolveraverlealgúndía…TalvezenInglaterra.Talvezpodríamosiravisitarle.—Talvez—dijoHolmes.Despuéssubióaltrenysesentójuntoalaventanilla.ElseñorUmezakiyHensuiroseguíanenel

andén, mirándolo, pero Holmes (a quien le disgustaban las despedidas sentimentales, aquella, amenudo, ansiosa necesidad de aprovechar almáximo los últimosminutos) evitó susmiradas y seentretuvo en colocar sus bastones y en estirar las piernas. Más tarde, cuando el tren comenzó amoverse,miróbrevementehaciadondehabíanestadoyfruncióelceñoaldescubrirqueyasehabíanmarchado.Nodescubriólosregalosquehabíanintroducidoensecretoenlosbolsillosdesuabrigohasta que estuvo a punto de llegar aTokio: un pequeño vial de cristal que contenía una pareja deabejasjaponesasyunsobreconelnombredeHolmesescrito,yencuyointeriorhabíaunhaikudelseñorUmezaki:

Medesveloyalguienlloraensueños.Respondeelviento.

Lasdunasocultan,sinuosas,arteras,

elpimentero.

Unshamisen.Elabrazonocturnodelosárboles.

Elcalorllega.Elamigoseva.Dudasresueltas.

Aunqueelorigendelhaikuestabaclaro,Holmessesintiódesconcertadoporelvialquesosteníaantesu rostro.Contempló lasdosabejasmuertasselladasensu interior:unasobre laotra,con laspatasentrelazadas.¿Dedóndehabíasalido?¿DelcolmenarurbanodeTokio?¿Dealgunaotraparte,mientrasviajabaconelseñorUmezaki?Nolosabíaconseguridad,comotampocopodíaexplicarlaprocedencia de lamayor parte de los artículos que terminaban en sus bolsillos, pero tampoco eracapaz de imaginar aHensuiro cogiendo las abejas y colocándolas con cuidado en el vial antes deintroducirlodisimuladamenteensubolsillo,desdedondeacecharíanentretrozosdepapelybriznasdetabaco,unaconchaazulygranosdearena,elguijarrodecolorturquesadeljardínShukkeiyunaúnicasemilladepimentero.

—¿Dóndeosheencontrado?Piensa…Pormuchoque lo intentó, no consiguió recordar cómohabía conseguido el vial.Aun así, era

evidentequehabíarecogidoaquellasabejasmuertasporunarazón;seguramenteparaexaminarlas,quizácomorecordatorioo,posiblemente,comoregaloparaeljovenRoger,unregaloporocuparsedelcolmenarensuausencia,porsupuesto.

Y,denuevo,dosdíasdespuésdelfuneraldeRoger,Holmessevioasímismoleyendoelhaikuescritoamanotrasdescubrirlobajolosmontonesdepapelesdesuescritorio.Sevioconlasyemasdelosdedossobrelosarrugadosbordes,inclinadohaciadelanteensusilla,conunjamaicanoentreloslabiosyelhumoascendiendoenespiralhaciaeltecho.Yunpocodespuéssevioaldejarelpapel:diounacaladaalpuro,exhalóatravésdelasfosasnasalesymirólaventanayelnebulosotecho.Vioelhumoflotandocomovolutasdeéter.Entoncessevioasímismoenaqueltren,conelabrigoylosbastonessobreelregazo,dejandoatráselcampo,dejandoatrásTokio,bajopuenteslevantadossobrelas vías de ferrocarril. Se vio en un barco de la Armada Real, entre soldados que lo miraban,mientrasestabasentadoocomíaa solas,comouna reliquiadeunaerapasada.Sevioevitando lasconversaciones,aunquelacomidadeabordoylamonotoníadelviajeerandifícilesderecordar.Sevio regresando a Sussex y el momento en el que la señora Munro lo encontró, dormido en labiblioteca,antesdeiralcolmenaryentregaraRogerelvialdelasabejas.

—Esto es para ti.Apis cerana japónica. Las llamaremos, para simplificarlo, abejas japonesas.¿Quéteparecen?

—Gracias,señor.Se vio despertándose en la oscuridad, escuchando sus propios jadeos, sintiéndose como si la

mentelohubieraabandonado,peroencontrándolaintactaalaluzdeldía,cuandosepusoenmarchacomounaparatoobsoleto.YcuandolahijadeAndersonlellevóeldesayunodejalearealsobrepanfritoylepreguntó:

—¿SabealgodelaseñoraMunro?Sevioasímismonegandoconlacabezaydiciendo:—Noherecibidonoticias.

«Pero ¿y las abejas japonesas?—reflexionómientras cogía sus bastones—. ¿Dónde las habíaguardadoelchico?»

Seincorporó,miróporlaventanayviolamañananubladaygrisquehabíaseguidoalanoche,sofocandoelamanecermientraséltrabajabaensuescritorio.

«¿Dóndeoshapuesto?»,pensócuandosaliódelahacienda,conlallavederepuestodelacasadeinvitadosapretadacontralapalmadelamanoqueagarrabaunodesusbastones.

21

Mientraslasnubesdetormentaseextendíansobreelmarysupropiedad,Holmesabriólavivienda

de la señoraMunroy entró lentamente enunahabitaciónque tenía las cortinas cerradas, las lucesapagadas y en la que el olor amadera silvestre de las bolas de alcanfor escondía el resto de losaromas.Sedeteníacadatresocuatropasosparamirarlaoscuridadyrecolocarsusbastones,comosiesperara que una silueta difusa e inimaginable saltara sobre él desde las sombras. Continuóavanzando (el golpeteo de sus bastones caía con menor fuerza y mayor cautela que sus propiospasos)hastaqueatravesólapuertadeRogeryentróenlaúnicahabitacióndelacasaquenoestabatotalmenteselladaalaluzdeldía.Estaba,porprimerayúltimavez,entrelaspocaspertenenciasdelchico.

Se sentó en el borde de la pulcra cama deRoger ymiró a su alrededor. La cartera del chico,colgada del pomo de la puerta. El cazamariposas, apoyado en un rincón. Al final se levantó ymerodeólentamenteporlaestancia.Loslibros.LasrevistasNationalGeographic.Laspiedrasylasconchassobrelacómoda,lasfotografíasyloscoloridosdibujosdelasparedes.Losobjetossobresumesadeestudio:seislibrosdetexto,cincolápicesafilados,tiralíneas,papelenblanco…Yelvialconlasdosabejas.

—Vaya—dijo,ylevantóelvialparamiraruninstanteelcontenido.Lascriaturaspermanecíanimperturbablesensuinterior,comoloestabancuandolasencontróen

el trendeTokio.Colocóelvial sobre lamesayseaseguródedejarloexactamentecomo lohabíaencontrado.Quémeticuloso había sido el chico, qué preciso: todo estaba ordenado, alineado. Losobjetos sobre sumesita de noche también estabanordenados con cuidado: unas tijeras, unbote depegamentolíquido,unálbumderecortesconlaportadanegraysinadornos.

YprontofueelálbumderecortesloqueHolmestuvoensusmanos.Sesentódenuevoenlacamaypasódetenidamentesuspáginas.Examinó loscomplicadoscollagesque representaban la faunaylos bosques, los soldados y la guerra, y por últimoposó sumirada sobre la desolada imagendelantiguoedificiode laprefectura256delGobiernoenHiroshima.Cuandoterminóconelálbumderecortes,elhastíoquehabíaarrastradodesdeelamanecerloatrapóporcompleto.

Fuera,ladifusivaluzdelsolseatenuóderepente.Lasdelgadasramasdelosárbolesarañabanloscristalesdelasventanascasisinhacerruido.—No lo sé—murmuró incomprensiblemente, allí, en la camadeRoger—.No lo sé—dijode

nuevo,yse recostósobre laalmohadadelniñoycerró losojos,conel libroderecortesapretadocontrasupecho—.Notengoniidea.

Holmes cayó dormido a continuación, aunque no en el tipo de sueño que nace del totalagotamiento,nisiquieraenunsueño inquietoenelque la fantasíay la realidadseentrelazan,sinomásbienenunestadoletárgicoquelosumióenunainmensaquietud.Inmediatamente,eseamplioyprofundosueñolollevóaotraparte,lejosdeldormitoriodondesucuerpodescansaba.Estuvofueramás de seis horas; su respiración permaneció constante y suave, sus extremidades cambiaban de

posturaoseencogían.Nooyólostruenosalmediodíanipercibiólatormentaquegolpeósustierras,que hizo que las altas hierbas se inclinaran abruptamente hacia el suelo,mientras las punzantes ydurasgotasdelluviahumedecíanlatierra.Cuandolatormentapasó,nooyóquelapuertadelanteraseabría,ninotólaráfagadelairerefrescadoporlalluviaqueatravesólasaladeestaryelpasillohastalahabitacióndeRoger.

Sinembargo,Holmessintióqueelfríoleacariciabalacarayelcuello,ydespertócomosiunasgélidasmanosrozaransuavementesupiel.

—¿Quiénestáahí?—murmuróaldespertar.Abriólospárpadosymirólamesitadenoche(tijeras,pegamentolíquido).Acontinuación,oteó

el pasillo: aquel oscuro pasaje entre la iluminada habitación del niño y la puerta abierta, donde,despuésde algunos segundos, se dio cuenta deque alguien lo esperaba en las sombras, inmóvil ymirándolo; se podía ver la silueta por la luz que venía desde atrás. Las ráfagas de aire agitabansuavementesuropa,haciendoondeareldobladillodeunvestido.

—¿Quiénes?—preguntó,incapazdeincorporarse.Ysólocuandolafiguraretrocedió(deslizándosehaciaatrás,parecía,hastaatravesarelumbral)

se hizo visible. La observó mientras arrastraba una maleta antes de cerrar la puerta delantera ydevolverlaoscuridadalacasa.

—SeñoraMunro…Lamujer apareció, como si se sintiera atraídahacia lahabitacióndelniño,mientras su cabeza

flotabacomounaesferablancasinformaenelcentrodeunfondonegro.Aunasí,laoscuridadnoeraunaúnicasombra,sinoqueparecíafluctuaryagitarse:lateladesuvestido,sospechabaHolmes;eltrajedeluto.Dehecho,llevabaunvestidonegrocontirasdeencajeydediseñoaustero;teníalapiel pálida y ojeras azuladas bajo los ojos. El dolor había apagado su juventud, tenía la caradescompuesta y susmovimientos eran torpes y lentos.Atravesó el umbral y asintió sin expresióncuandoseacercóaél,sinrastrodelaagoníaquehabíaoídoeldíaenquemurióRoger,nilairaquehabía mostrado en el colmenar. En lugar de eso, era algo benigno lo que sentía en ella, algocomplacienteysedado.

«Nopuedesseguirculpándomeamí,niamisabejas.Noshasjuzgadomal,queridaniña,ytehasdadocuentadetuerror»,pensó.

Extendiólaspálidasmanoshaciaélylequitóelálbumderecortesdelosdedos.Evitósumirada,pero Holmes vio sus amplias pupilas y reconoció en ellas el mismo vacío que había visto en elcadáverdeRoger.Sindecirnada, lamujervolvióacolocarelálbumsobrelamesitadenoche, talcomoelchicolohabríahecho.

—¿Por qué está aquí? —le preguntó Holmes después de poner los pies en el suelo paraimpulsarsesobreelcolchónysentarse.

Aloírsupropiavoz,surostroenrojeciódevergüenza,porqueellalohabíapilladodurmiendoensu casa, abrazado al álbum de recortes de su hijo muerto. Debía ser ella quien preguntara. Sinembargo,laseñoraMunronoparecíamolestaporsupresencia,yesohizoquesesintieramuchomásincómodo.Miróasualrededoryviosusbastonesapoyadoscontralamesitadenoche.

—Noesperabaquevolviera tanpronto—seoyódecirasímismomientras intentabacoger losbastones—.Esperoqueelviajenohayasidodemasiadoduro.

Avergonzadoporlosuperficialdesuspalabras,sucarasepusoaúnmásroja.LaseñoraMunroestabadelantedelamesadeestudio,deespaldasaél,mientrasHolmesseguía

sentadosobrelacama,deespaldasaella.Habíadecididoquelomejorparaellaeraestarensucasa,le explicó. Cuando Holmes escuchó la voz tranquila con la que se dirigió a él, su inquietuddesapareció.

—Tengomucho que hacer aquí—dijo ella—. Asuntos que debo resolver. Asuntos míos y deRoger.

—Debedeestarhambrienta—ledijo,preparandosusbastones—.Pediréalachicaqueletraigaalgo.¿Otalvezquerríacenarconmigo?

SepreguntabasilahijadeAndersonhabríavueltoyadehacersuscomprasenlaciudad.Mientrasselevantaba,laseñoraMunrolecontestó:

—Notengohambre.Holmessegiróhaciaella.Lamujerlomirabadesoslayoconunosojosreaciosyvacíosqueno

llegabanaconcentrarseenél.—¿Hay algo que pueda hacer por usted? —Eso fue lo único que se le ocurrió preguntar—.

¿Deseaalgo?—Nosepreocupepormí,gracias—lecontestó,evitandosumirada.EntoncesHolmescomprendiólaverdaderarazónporlaquehabíavueltotanpronto.Almirarla

(observando losobjetosdelescritorio,descruzando losbrazos),vioelperfildeunamujerquenosabíacómocerraraquelcapítulodesuvida.

—Vaamarcharse,¿verdad?—lepreguntóabruptamente.Laspalabrassehabíanescapadodesubocaamitaddeunpensamiento.

Losdedosdelamujersedeslizaronporlamesa,acariciaroneltiralíneasyelpapelenblanco,ysedetuvieronuninstantesobrelapulidasuperficiedemadera,ellugardondeRogerhabíaterminadosusdeberes, dondehabía elaborado los complicadosdibujosde lasparedesy, seguramente, dondehabíareflexionadosobresusrevistasylibros.Aunqueestuvieramuerto,lamujerhabíavistoalchicosentadoallímientrascocinaba,limpiabayseocupabadelastareasdelacasa.Ytambién

HolmeshabíaimaginadoaRogerenlamesadeestudio,inclinadohaciadelante,comoélmismo,mientras el día se convertía en noche y la noche en día. Quería compartir aquella imagen con laseñoraMunro, decirle lo que creía que ambos imaginaban, pero, en lugar de eso, semantuvo ensilencio,esperandolarespuestaquefinalmenteatravesóloslabiosdelamadellaves:

—Sí,señor.Dejolacasa.«Porsupuesto»,pensóHolmes,comosientendierasudecisión.Aunasí,sesintiótanheridopor

lafirmezadesurespuestaquetartamudeó,comoalguienquesuplicaraunasegundaoportunidad.—Porfavor,notomedecisionesprecipitadas.Notienequedecidirloahora,enestemomento.—Peronoha sidounadecisiónprecipitada, ¿sabe?Hepasadohoraspensandoenelloymees

imposiblehacerotracosa.Aquínomequedanadadevalor…Sóloestascosas,nadamás.—Cogióunaplumarojaylahizogirarpensativamenteentrelosdedos—.No,nohasidoprecipitada.

Derepente,labrisaresonóenlaventanasobrelamesadeRogerylasramasarañaronelcristal.El viento se intensificó súbitamente, agitando el árbol y provocando que sus ramas golpearan lospaneles con mayor fuerza. Abatido por la respuesta de la señora Munro, Holmes suspiró conresignación.

—¿Yadóndeirá,aLondres?¿Quéserádeusted?—Silesoysincera,nolosé.Nocreoqueimporte.Su hijo habíamuerto. Sumarido habíamuerto.Hablaba como alguien que ha enterrado a sus

seresmásqueridosyquesienteque,alhacerlo,unapartedesuserhaquedado tambiénsepultada.Holmesrecordóunpoemaquehabíaleídoensujuventud,aquelúnicoversoquehabíaobsesionadosuniñez:«Iréalmásallásolo,asíquebuscadmeallí».Abrumadoporlacomplacientedesesperacióndesuamadellaves,seacercóaella.

—Porsupuestoqueimporta.Abandonarlaesperanzaesabandonarlotodo,yustednodebehacereso,querida.Encualquiercaso,tienelaobligacióndepersistir;sinolohace,suamorporelchiconoperdurará.

«Amor»eraunapalabraquelaseñoraMunronuncalehabíaoídopronunciar.Lomiródesoslayoylodetuvoconlafrialdaddesumirada.Entonces,comosiquisieracambiardetema,miródenuevolamesadeestudioydijo:

—Heaprendidomuchosobreellas.Holmesvioquesereferíaalvialdelasabejas.—¿Deverdad?—lepreguntó.—Sonjaponesas…Insectosamablesytímidos,¿verdad?Nocomoesassuyas.Pusoelvialenlapalmadesumano.—Estáenlocorrecto.Veoquesehainformado.LesorprendíaquelaseñoraMunrosupieratanpocascosas,perofruncióelceñocuandolamujer

notuvonadamásquedecir.Sumiradaseguíaclavadaenelvial,concentradaenlasabejasmuertasdelinterior.

—Sonunascriaturasexcepcionales—dijoHolmes, incapazde soportar el silencio—.Tímidas,comoustedhadicho,aunqueincansablescuandotienenqueexterminaraunenemigo.

Lecontóqueelavispónjaponésgigantecazabadistintasespeciesdeabejasyavispas.Cuandounavispóndescubríaunnido,dejabaunasecreciónparamarcarel lugar;esa secrecióneraunaseñalparaqueelrestodelosavisponesdelazonasereunieranyatacaranlacolonia.Lasabejasjaponesas,sin embargo, podían detectar la secreción del avispón, lo que les permitía prepararse para elinminenteasalto.Cuandolosavisponesentrabanenlacolmena,lasabejasrodeabanalosatacantesylos envolvían con sus cuerpos para someterlos a una temperatura de cuarenta y siete grados(demasiadoparaunavispón,perfectoparaunaabeja).

—Sonrealmentefascinantes,¿noleparece?—concluyó—.MetopéconuncolmenarenTokio,¿sabe?Fueunasuertepoderobservaraesascriaturasconmispropiosojos.

Los rayos del sol atravesaron las nubes e iluminaron las cortinas. Justo entonces, Holmes sesintiómezquino por haber pronunciado aquel discurso en unmomento tan inapropiado; la señoraMunroacababadeenterrarasuhijoyloúnicoqueélpodíaofrecerleeraunsermónsobrelasabejasjaponesas. Apesadumbrado por su incapacidad, negó con la cabeza. Y, mientras pensaba en unadisculpa,lamujerdejóelvialsobrelamesa.

—Notienesentido,noeshumano—dijoconvoztemblorosayemocionada—.Elmodoenelquehabla…Nohaynadahumanoenello,sólocienciaylibros,cosasmetidasenbotellasycajas.¿Quésabeustedsobrequereraalguien?

Holmesseestremecióanteaqueltonohirienteyllenodeodio,anteelafiladoydesdeñosoénfasisdesuvoz,yseobligóacalmarseantesdecontestar.Entoncessediocuentadequeteníalosbastonesagarradoscontantafuerzaquesusnudillossehabíanvueltoblancos.

«Notienesniidea»,pensó.Lanzóunsuspiroexasperado,relajólasmanosycaminóhastalacamadeRoger.

—Nosoytaninflexible—dijomientrasintentabasentarsealospiesdelacama—.Almenos,esoquieropensar.Pero¿cómopodríaconvencerladelocontrario?¿Ysiledigoquemipasiónporlasabejasnosurgiódeningunaramadelaciencianidelaspáginasdeunlibro?¿Lepareceríamenosinhumano?

Lamujernorespondiónisemovió.Seguíamirandoelvial.—SeñoraMunro, temo quemi avanzada edad ha causado cierta disminución demimemoria,

comoustedsindudasabe.Amenudo,olvidodóndehedejadolascosas,mispuros,misbastones,aveces mis propios zapatos, y encuentro objetos en mis bolsillos que me desconciertan. Essorprendenteyhorripilantealmismotiempo.Hayépocas,además,enlasquenorecuerdoporquéheido de una habitación a otra, o en las que ni siquiera puedo desentrañar las frases que acabo deescribir.Perootrasmuchascosasquedangrabadasdeunmodoindelebleenmiparadójicamente.Porejemplo, recuerdo la época en la que tenía dieciocho años con una claridad absoluta… Era unestudiantedeOxfordmuyalto,solitarioypocoagraciadoquepasabalastardesenlacompañíadelcatedráticoquedabaclasedematemáticasy lógica,unhombreremilgado,exigenteydesagradableque residía enChristChurch, como yo. Es posible que usted lo conozca por el nombre deLewisCarroll, pero para mí era el reverendo C. L. Dodgson, inventor de la matemática recreativa, dealgunasparadojasyjuegosdecálculo,algoquemeinteresabainfinitamente.

Sus juegos demanos y sus trucos de papiroflexia están ahora tan vividos enmimente comoentonces.Delmismomodo,puedoverelponiqueteníadepequeñoyamímismomontándoloenlospáramosdeYorkshire,perdiéndomeenunocéanodeolascubiertasdebrezo.

Sonmuchas las escenas como estas que perduran enmi cabeza, y puedo acceder fácilmente atodasellas.Peronoséporquéunaspermanecenyotrasno.

»Dejequelecuentealgomásdemí,porquecreoqueesimportante.Cuandomemira,creoquevea un hombre incapaz de sentir. De eso tengo yomás culpa que usted, querida. Usted sólome haconocido en mis años de decadencia, enclaustrado en esta hacienda y en el colmenar. Si decidohablar,normalmenteesdeesascriaturas.

Asíquenolaculpoporpensartanmaldemí.Encualquiercaso,hastamiscuarentayochoañosapenasmeinteresólaapicultura;sinembargo,aloscuarentaynuevenopodíapensarenotracosa.¿Cómoesposible?—Inhaló,cerrólosojosunsegundoycontinuó—:Verá,estabainvestigandoaunamujer.Erajoven,extrañaperoatractiva.Mesentíaatraídoporella…Esalgoquejamáshellegadoacomprendertotalmente.Eltiempoquepasamosjuntosfuebreve,menosdeunahora,enrealidad,yella no sabía nada sobremí y yo no sabía nada sobre ella, excepto que le gustaba leer, pasear yentretenerseentrelasflores,asíquepaseéconella,¿sabe?Entrelasflores.Losdetallesdelcasonotienenimportancia,másalládelhechodeque,alfinal,desapareciódemividay,porinexplicablequeparezca,sentíquehabíaperdidoalgoesencialquehabíadejadounvacíoenmi interior.Y,aunasí,ella empezó a aparecer en mis pensamientos, primero en un momento de lucidez que fue taninsignificantecomonuestroencuentro,perodespuésvolvióapresentarse…,ydesdeentoncesnomehaabandonado.

Sequedóensilencio,conlosojosentornadoscomosiestuvieraconjurandoelpasado.LaseñoraMunrolomiróconunaligeramueca.—¿Porquémecuentaesto?¿Quétienequeverconnada?Cuando habló, su tersa frente se llenó de arrugas; aquellas profundas líneas eran la única

expresión que había en su rostro. PeroHolmes no estabamirándola; sus ojos seguían fijos en el

suelo,absortosporalgoquesóloélpodíaver.—Notuvoninguna importancia—dijomientras laseñoraKellerse leaparecía,extendiendosu

manoenguantadaa travésdel tiempo.Allí,enelparquede laSociedaddeFísicayBotánica,habíaacercadosusdedosalaviborerayalaatropabelladona,alacoladecaballoyalaartemisa,yahorateníaunlirioenelcuencodesumano.Alretirarlamano,descubrióqueunaobrerasehabíaposadoensuguante.Peroellanoseasustó,nosacudióelguanteparaespantaralacriaturanilaaplastóconel puño; en lugar de eso, la examinó atentamente, con aparente reverencia y una sonrisa curiosa,mientras le susurraba palabras de afecto. La obrera, a cambio, se quedó sobre su palma (sininquietarsenienterrarsuaguijónensuguante),comosilaconsiderarasuigual.

»Esimposibledescribirconprecisiónunacomunióntaníntima,nohevueltoaverotraigual—dijoHolmes, levantando lacabeza—.En total, el episodiodurócomomuchodiez segundos,estoysegurodequenofueronmás;entoncesdecidióliberaralacriaturaylaposósobrelamismaflordedondehabíasalido.Aunasí,estebreveysencillointercambioentrelamujer,sumanoylacriaturaalaquesosteníasindesconfianza,melanzódecabezaaloquesehaconvertidoenmimayorafición.Comove,nosetratadeunacienciaexactaycalculada,querida,ytampocoestanabsurdacomoustedhasugerido.

LaseñoraMunromantuvosusojossobreél.—Peroesonopuedeconsiderarseamor,¿no?—Noentiendodeamor—contestócontristeza—.Nuncahedichoquelohiciera.Y, a pesar de quién o qué hubiera originado aquella fascinación, sabía que la búsqueda de su

solitariavidadependíaporcompletodelosmétodoscientíficos,quesusideasyescritosnoestabandirigidosalossentimientosdelhombrecomún.Aunasí,allíestabalamultituddorada.Elorodelasflores.Elorodelpolvodepolen.Elmilagrodeunaculturaquehabíamantenidosumododevidasiglo tras siglo, era tras era, eón tras eón, demostrando la pericia con la que su comunidad habíasuperadolosproblemasdelaexistencia.Laautosuficientecomunidaddelacolmena,enlaqueniunasoladescorazonadaobreraconfiabaenladispensahumana.

La relación entre el hombre y las abejas sólo la disfrutaban aquellos que se ocupaban de laperiferiadelmundodelacolmenayquesalvaguardabanlaevolucióndesucomplejoreino.Lapazdescubierta en la armonía del murmullo de los insectos calmaba la mente y le proporcionabaseguridad ante la confusión de un planeta cambiante. Roger había experimentado y valorado elmisterio,elasombroyelrespeto,acentuadosporelsoldelatardequeimpregnabalacolmenacontonosamarillosynaranjas;noteníaningunaduda.Másdeunavez,mientrasestabanjuntosentrelascolmenas, Holmes había reconocido la fascinación en el rostro del niño, y entonces lo habíaconsumidounasensaciónquenopodíaexpresarfácilmente.

—Algunostalvezlollamaríanamor.—Suexpresiónmezclótristezaydesaliento.La señora Munro se dio cuenta de que Holmes estaba llorando casi imperceptiblemente. Las

lágrimashabíaninundadosusojosycaíanporsusmejillashastasubarba.Sinembargo,cesarontanrápidocomohabíancomenzadoyHolmesseenjugólahumedaddelapielconunsuspiro.Alfinal,seoyóasímismodecir:

—Megustaríaqueloreconsiderara.Paramísignificaríamuchoquesequedara.PerolaseñoraMunrosenegóahablarysiguiómirandolosdibujosdelaparedcomosiélno

estuvieraallí.Holmesbajólacabezadenuevo.«Melomerezco»,pensó.Laslágrimascomenzaronabrotar;despuéssedetuvieron.

—¿Loechademenos?—lepreguntóelladerepente,rompiendoporfinsusilencio.—Porsupuestoquesí—respondióenseguida.Lamujerseguíamirandolosdibujos.Sumiradasedetuvoenunafotografíaensepia:Roger,de

pequeño,ensusbrazos,mientrassujovenmaridoposabaorgullosoasulado.—Leadmiraba.¿Losabíausted?—Holmeslevantólacabezayasintióconaliviomientrasellase

girabaparamirarlo—.FueRoger quienmehabló de las abejas del tarro.Me explicó todo lo queustedlehabíacontadoalrespecto;merepetíatodoloqueusteddecía.

Eltonosarcásticoydespectivohabíadesaparecido.La repentina necesidad de la señora Munro de dirigirse a él directamente, la suavidad de su

melancólica voz y sumirada fija en la deHolmes hicieron que este se sintiera como si, de algúnmodo, lo hubiera absuelto. Y, aun así, sólo pudo escuchar y asentir mientras la mirabainflexiblemente.

Lamujer,sindudaangustiada,examinóeltaciturnoyarrugadorostrodeHolmes.—¿Quésesuponequedebohacerahora,señor?¿Quésoyyosinminiño?¿Porquéhatenidoque

morirasí?Sinembargo,Holmesnopodíapensarennadaquelesirvieracomorespuesta.Aunasí,susojos

le imploraban como si quisieran recibir algo de valor, algo determinado y beneficioso. En aquelmomento,dudóquehubieraunestadomentalmásdespiadadamentecruelqueeldeseodeencontrarsignificado a circunstancias que carecían de una respuesta útil o definitiva. Además, sabía que nopodíainventarseunamentiraconvenienteparaaliviarsusufrimiento,comohabíahechoconelseñorUmezaki, ni tampoco llenar los vacíos y crear una conclusión satisfactoria, como había hecho amenudoeldoctorWatsonalescribirsushistorias.No,laverdaderademasiadoevidente:Rogerhabíamuertovíctimadelinfortunio.

—¿Porquétuvoquepasar,señor?Debosaberporqué…Hablaba como tantos otros lo habían hecho antes que ella, aquellos que lo habían buscado en

Londres,aquellosque,añosdespués,habíaninvadidosupropiedadenSussexparapedirsuayudayrogarlequealiviarasusproblemasyquerestauraraelordendesusvidas.

«Ojaláfueratanfácil—pensó—.Ojalátodoslosproblemastuvieransolución».Entonces, laperplejidadqueprecedíaaaquellosperiodosen losquesumentenopodíaretener

suspropiospensamientosproyectósusombrasobreél,perointentóexpresarselomejorquepudoydijosolemnemente:

—Parece,omejordicho…Avecesocurrencosasqueestánmásalládenuestroentendimiento,ylainjustarealidadesqueesossucesos,quesontanilógicosparanosotrosyqueparecencarecerderazones,sonexactamenteloquesony,pordesgracia,nadamás.Ycreo…,deverdadcreoqueestaeslanociónmásduraconlaquetenemosquevivir.

LaseñoraMunrolomiróduranteuninstantecomosinotuvieraintencióndecontestarle.—Sí,loes—ledijofinalmenteconunasonrisaamarga.Enelsilencioquesiguió,mirólamesa

de estudio de nuevo (los lápices, el papel, los libros, el vial) y ordenó todo lo que había tocado.Cuando terminó, se dirigió a Holmes—. Disculpe, pero necesito dormir. Han sido unos díasagotadores.

—¿Se quedará conmigo esta noche?—le preguntó Holmes, preocupado e impulsado por unasensación que le advertía que no debía quedarse sola—. La chica de Anderson se ocupa de lascomidas,aunquesucocinanoesdemasiadoapetitosa.Yestoysegurodequehaysábanaslimpiasen

eldormitoriodeinvitados.—Estoybienaquí,señor.Gracias.Holmespensóeninsistir,perolaseñoraMunroestabayamirandoeloscuropasillo.Sucuerpo,

decididoyencorvado;susdilatadaspupilas,negrasyrodeadasportenuescírculosazules,ignorabanya su presencia. Como había entrado en la habitación de Roger sin hablar, Holmes suponía quesaldríadelmismomodo.Aunasí,cuandolamujersedirigióalapuerta,laagarródelamanoyevitóquecontinuaraavanzando.

—Hijamía…Ellanoseapartó,yélno intentó retenerla.Sostuvosumanoyella leagarró la suya, sindecir

nadanimirarseelunoalotro;palmacontrapalma,secomunicaronconlasuavepresiónmutuadesus dedos, hasta que, tras asentir una vez, la señora Munro se soltó y cruzó el umbral. ProntodesaparecióenelpasilloyHolmestuvoquecaminarsoloenlaoscuridad.

Despuésdeunmomento,elancianoselevantóy,sinmiraratrás,saliódelahabitacióndeRoger.Usó sus bastones para tantear en la oscuridad del pasillo, como si fuera un ciego. A su espaldaquedaba la luz de la habitación del niño; ante él estaba la penumbra de la casa y, en alguna parte,estabalaseñoraMunro.Cuandollegóalapuerta,buscóelpomo,loagarróy,conciertoesfuerzo,abrió. Pero la luz del exterior lo cegó durante un instante y evitó que siguiera avanzando; y fuemientrasestabaallí,conlosojosentornados,inhalandoelairesaturadodelluvia,cuandorecibiólallamadadelsantuariodelcolmenar,delatranquilidaddesuapiario,delaserenidadquesentíacuandosesentabaentreaquellascuatropiedras. Inhalócondecisiónantesdepartirysedirigióal senderoconlosojosaúnentornados.Sedetuvoporelcaminoparabuscarunjamaicanoensusbolsillos,perosóloencontróunacajadecerillas.

«Nopasanada»,pensó,ycontinuócaminandomientrassuszapatoschapoteabansobreelbarroylashierbasacadaladodelcaminobrillabanacausadelahumedad.

Cerca del colmenar, unamariposa roja revoloteó junto a él.Otramariposa la seguía, como siestuviera persiguiéndola, y otra más. Cuando la última mariposa pasó, sus ojos examinaron elcolmenaryseposaronsobrelashilerasdecolmenasydespuésenelpuntoentrelahierbadondeseescondíanlascuatropiedras.Todoestabamojado,empapadoysometidoporlasgotasdelluvia.

Asíquecontinuóhaciadelante,hastadondesupropiedadseencontrabaconelcieloylaescarpadatierrablancacaíaperpendicularmentepordebajodelagranja,losjardinesdefloresylacasadelaseñoraMunro. Sus estratosmostraban la evolución del tiempo y quedaban al descubierto junto alexiguosenderoquellevabaalaplaya;cadacapaindicabaelirregularprogresodelahistoriaysustransformaciones,gradualesaunquecontinuas,confósilesyraícespresionadasentreellas.

Cuandoempezóadescenderporel sendero,consuspiernasansiosaspor seguiradelantey lashuellasdesusbastonespunteandolatierracalcáreayhúmeda,escuchólasolasquerompíancontralaorilla,aquelrugidodistanteseguidodeunsiseoydeunbrevesilencio,comosifueraeldialectodelacreaciónantesdequelavidahumanafueraconcebida.Labrisadelatardeyelsonidodelocéanosemezclaronenconsonanciamientrasobservaba(másalládelacosta,akilómetrosdedistancia)elsol reflejándose en el agua y ondulándose entre las corrientes. El resplandor del océano seincrementabaconcadaminutoquepasaba;el solparecíasurgirdesusprofundidadesy lasolasseenroscabanendilatadostonosnaranjasyrojos.

Sin embargo, todo parecíamuy lejano, abstracto y ajeno a él.Cuantomásmiraba elmar y elcielo,másalejadosesentíadelahumanidad.Esaeralarazón,reflexionó,porlaquelahumanidad

estabaenconflictoconsigomisma;aqueldesapegoeraelsubproductoinevitabledeunaespeciequecaminabamuypordelantedesuscualidadesinnatas,yesehecholoconsumíaconuninmensopesarque apenas podía contener. Aun así, las olas rompían, los acantilados se alzaban, la brisa traíaconsigo el aroma del agua salada y las secuelas de la tormenta atemperaban el calor del verano.Mientrasbajabaelsendero,despertóensuinterioreldeseodeserpartedeloriginalordennatural,deescapar de las ataduras de la gente y del absurdo clamor que era el heraldo de su egolatría. Esteanheloseincrustóensuinterior,rebasandotodoloquevalorabaocreíaqueeracierto(susmuchosescritosyteorías,susobservacionessobreunamplionúmerodecosas).Elcielotitubeabamientraselsoldecaía.La luna tambiénocupabael cielo: allí colgada,oculta, reflejaba la luzdel sol comounsemicírculo transparente en el firmamento azul oscuro. Pensó brevemente en el sol y la luna, enaquellacegadoraestrellayenel fríoe inerte semicírculo,y se sintió satisfechoporcómoviajabacada uno en su propia órbita, aunque ambos fueran, de algúnmodo, esenciales para el otro. Laspalabrasbrotaronensumente,aunquenorecordara la fuente:«Noprocedequeelsolalcancea laluna, ni que la noche se adelante al día[23]».Y, al final, justo comohabía ocurrido una y otra vezcuandocaminabaporaquelserpenteantesendero,elcrepúsculollegó.

Cuandosedetuvoamitaddecamino,elsolseestabahundiendohaciaelhorizonteyderramabasus rayos sobre las pocetas y la arena,mezclando su luz con las profundas y alargadas sombras.Despuésdesentarseenelbancodelmiradordejósusbastonesaunladoymiró laorilla, luegoelocéano y, a continuación, el infinito ymutable cielo. Todavía había un par de nubes de tormenta,rezagadas en la distancia, que destellaban de forma esporádica como luciérnagas.Varias gaviotas,queparecíangritarleaél,volabanalrededorunasdeotrasyoscilabanhábilmenteconlabrisa;bajoellas,lasolasanaranjadasyturbiastambiénresplandecían.Dondeelcaminosetorcíaendirecciónalaplayavionuevosgruposdehierbasyzarzas,peroerancomoproscritosexpulsadosde la tierrafértil de arriba. Entonces creyó oír el sonido de su propia respiración (una cadencia grave ysostenida,nomuydiferentedelzumbidodelviento).

¿O era otra cosa, algo que provenía de un lugar cercano? Quizá, reflexionó, era el tenuemurmullo de los acantilados; las vibraciones de aquellas inconmensurables costuras de tierra; laspiedras,lasraícesyelbarroanunciandosupermanenciasobreelhombre,comohabíasidosiempreatravésdelossiglos.Yeracomosieltiempoestuvieradirigiéndoseaél.

Cerrólosojos.Relajó el cuerpo. El cansancio atravesaba sus extremidades, impidiendo que se levantara del

banco.«No temuevas—se dijo a sí mismo—, y visualiza las cosas que perduran en el tiempo. Los

narcisos silvestres y los lechosdehierbas.El susurrode la brisa entre los pinos, tal comoexistíadesdeantesdetunacimiento».

Comenzó a notar una hormigueante sensación en el cuello, un tenue cosquilleo en su barba.Levantóunamanodesdesuregazo,lentamente.Loscardossealzaron,serpenteantes.Lasbuddlejaspúrpuras estaban en flor.Había llovido y la propiedad estabamojada; el suelo, empapado.Al díasiguientevolveríalalluvia.Latierraeramásfragantetraselchaparrón.Lasazaleas, loslaurelesylos rododendros se estremecían en la pradera. ¿Y qué es esto? Su mano atrapó la sensación; elcosquilleopasódesucuelloasupuño.Contuvolarespiración,pero,detodosmodos,abriólosojos.Allí, en el despliegue de sus dedos, revoloteaba, con los caprichososmovimientos de unamoscacomún, una solitaria obrera con las corbículas llenas de polen; una rezagada de la colmena que

estabaforrajeandosola.«Quéadmirablecriatura»,pensó,mirándolamientrasdanzabasobresupalma.Entoncesagitóla

manoy laenvióalaire, envidiosode suvelocidadyde la facilidadcon laqueechóavolarhaciaaquelmundomutableeinconsistente.

22

Epílogo

Despuésde todo este tiempo,me abrumaunagran tristezamientras tomo la plumapara escribir

estosúltimospárrafossobrelascircunstanciasenlasquelavidadelaseñoraKellerfuecercenada.Heintentadorelataralgunosdetallesdemiextrañaconexiónconlamujer(desdelaprimeravezquevi su rostro en una fotografía hasta la tarde que, por fin, me ofreció una visión fugaz de susemblante)deunmodo inconexoy,ahoraestoyseguro,poco fidedigno.Siempre fuemi intencióndetenerme ahí, en la Sociedad de Física yBotánica, y no narrar nada sobre el suceso que creó elextrañovacíoenmimente,esequecuarentaycincoañosdespuéstodavíanohasidoapaciguadoodesterrado.

Sinembargo,miplumasehavistoobligada,enestaoscuranoche,pormideseodedaraconocertantocomoseaposible,noseaquemivacilanteretentivadecida,sinmiconsentimiento,desterrarlapronto.Temoque sea inevitabley sientoqueno tengomásopciónquepresentar losdetalles justocomo ocurrieron. Según recuerdo, hubo una breve acotación en la prensa pública el viernes quesiguióasumarchadelparquedelaSociedaddeFísicayBotánica;aparecióenunaediciónmatinaldelEveningStandard.Parecía,porsuubicaciónenelperiódico,queelsucesocarecíadeimportancia,ydecíalosiguiente:

Estatarde,tuvolugaruntrágicoaccidenteferroviarioenlasvíascercadelaestacióndeSt.Paneras,enelquesehavistoinvolucradaunalocomotorayquehatenidocomoresultadolamuertedeunamujer.ElmaquinistaIanLomax,deLondon&NorthWesternRailway,sesorprendióalveraunamujerconunasombrillacaminandohaciael ferrocarrila lasdosymedia. Incapazdedetener la locomotoraantesdequeesta laalcanzara,elmaquinistaintentó darle aviso utilizando el silbato, pero la mujer permaneció en las vías, sin intentar apartarse, y fuefinalmenteatropellada.Lafuerzadelimpactodestrozóelcuerpodelajoven,quefuelanzadoabuenadistanciadelasvías.ElexamendelaspertenenciasdeladesafortunadamujerlaidentificócomoAnnKeller,deFortisGrove.Su desconsolado esposo no ha hecho todavía ninguna declaración oficial sobre las razones por las que podríahaberse acercado a los raíles, aunque la policía está realizando una investigación para intentar determinar esasposiblesrazones.

EstossonlosúnicoshechosconocidossobrelatrágicayviolentamuertedelaseñoraAnnKeller.Aunqueesterelatoyaessuficientementeextenso,deboprolongarlounpocomásparamencionarque(lamañanadespuésdedescubrirsumuerte)mepusemidisfrazdegafasybigotefalsoconmanostemblorosas,yrecobrélacomposturamientrasmedirigía,apie,desdeBakerStreethastalacasadeFortis Grove, donde la puerta delantera se abrió, lentamente, para mí.Más allá sólo pude ver ellánguidosemblantedeThomasR.Kellerencuadradoporlaoscuridadquesecerníaasuespalda.Noparecíaconsternadonianimadopormillegada,ymidisfraznoprovocóningunamiradainquisitivaenél.EnseguidadetectéunpenetranteolorabrandideJerez(LaMarqueSpeciale,paraserpreciso)

queemanódeélcuandodijocondesgana:—Porfavor,entre.Sin embargo, lo poco que deseaba compartir con aquel hombre se quedó sin decir por el

momentoyloseguíensilencioatravésdevariashabitacionesconlascortinascerradas,juntoaunaescalera,ydespuéshastaelinteriordeundespachoiluminadoporunaúnicalámpara.Suresplandoralumbrabadosbutacasy,entreellas,unamesaauxiliarcondosbotellasdelmismolicorqueyohabíaolidoensualiento.

YaquíescuandoextrañoaJohnmásquenunca.Condetalles inteligentesygrandeshipérbolespodía convertir una historia mundana en una de interés, que es como se demuestra el verdaderotalentodeunescritor.Apesardequeestoyescribiendomipropiahistoria,notengolahabilidadrealdepintarcontrazostangenerososcomorefinados.Sinembargo,harétodoloquepuedapordibujarun retrato tanvivido como seaposible de la palidezy el pesar quehabían caído sobremi cliente.Porque,cuandomesentéasuladoyleexpresémismásprofundascondolencias,nodijocasinadaenrespuesta,sinoquesemantuvoinmóvil,consumentónsinafeitarsobresupecho,sumidoenelmásprofundoestupor.Sumirada,inanimadayvacía,estabafijaenelsuelo;conunamanoseaferrabaalbrazo de la butaca y con la otra asía con fuerza el cuello de una botella de brandi, aunque en sudebilitadoestadoeraincapazdelevantarlabotellaparallevarladesdelamesaauxiliarhastasuboca.

ElseñorKellernosecomportabacomoyoimaginabaqueharía;noparecíasentirseculpableporsumuertey, cuandoabsolví a su esposade cualquier acto inmoral,mispalabras sonaronvacías einsignificantes.¿Quéimportabayaquenoestuvieraasistiendoensecretoaclasesdearmónica,oquela señoraSchirmerhubiera sido injustamente juzgada, oque su esposahubiera sido, en casi todo,sinceraconél?Aunasí, lehicesaberlapocainformaciónqueellalehabíaocultadoylehablédelpequeñojardínsecretodePortman,deloslibrosquetomabaprestadosdelasestanterías,delasclasesde música que tenían lugar mientras ella leía. Le mencioné la puerta trasera que la conducía alcallejóntraslatienda.Lecontésuserráticospaseos(porsenderos,porestrechasavenidas,juntoalasvíasdeltren)ycómoconseguíaorientarsehastallegaralaSociedaddeFísicayBotánica.Aunasí,nohabíanecesidaddesacaracolaciónaStefanPeterson,nideseñalarquelaesposademiclientehabíapasadoelfinaldelatardeencompañíadealguiencuyasintencionesnoeranprecisamentenobles.

—Peronolocomprendo—dijoél,agitándoseensubutacaymirándomecontristeza—.¿Porquélohizo,señorHolmes?Noloentiendo.

Yo me había hecho esa misma pregunta repetidamente y había sido incapaz de encontrar unarespuestafácil.Lediunacariñosapalmadaenlapierna.Despuésmirésusojosinyectadosensangre,que,comosimimiradalosdañara,seclavarondenuevoenelsuelo.

—Nopodríadecirloconexactitud.Realmentenopodría.Eraposiblequeexistieranvariasexplicaciones,peroyo lashabíapuestoapruebaenmimente

unaaunasindarconnadaconvincente.Unaexplicaciónposibleeraqueeldolorporlapérdidadesushijosnonatoshubierasidounacargademasiadopesadaparaella.Otraeraqueelsupuestopoderdelasnotasdelaarmónicadecristalhubieraejercidoalgúncontrolsobresufrágilpsique,oquesehubieravueltolocaporlasinjusticiasdelavida,oquetuvieraalgunaenfermedaddesconocidaquelehubieraprovocadola locura.Nopudeencontrarningunaotrasoluciónquefueraadecuada,asíqueaquellasseconvirtieronenlasexplicacionesquepaséhorasrepasandoyevaluandosinllegaraunaconclusiónsatisfactoria.

Durante un tiempo, decidí que la locura era la explicaciónmás plausible. La febril y obsesiva

aficiónporlaarmónicadecristalsugeríauntrastornodenaturalezapsiconeurótica.Elhechodequeenelpasadoseencerraraeneláticodurantehorasydequecrearamúsicaparainvocarasushijosreforzaba la ideade la locura.Porotraparte, lamujerque leía literatura romántica enbancosdelparqueyquemostrabaunagranempatiaporlasfloresylascriaturasdelosjardinesparecíaenpazconsigo misma y con el mundo que la rodeaba. No era imposible, sin embargo, que alguienperturbadomentalmentemostrara comportamientos contradictorios.Aun así, no había evidenciadoseñalalgunadelocura.Dehecho,nohabíanadaenellaquedieraaentenderqueeraunamujercapazdecaminarimprudentementehaciauntrenenmovimiento;porque,siesehubierasidoelcaso,¿porquéhabíamostradotalpasiónportodoloquevivía,florecíaycrecíaenprimavera?Unavezmás,noconseguíllegaraunaconclusiónquedierasentidoaloshechos.

Quedaba, sin embargo, una última teoría que parecía bastante plausible. El saturnismo era, enaquellaépoca,unmalbastantefrecuente,yaqueelplomoseencontrabaenloscubiertosyutensiliosdecocina,enlasvelas,enlascañeríasdelagua,enlasventanas,enlapinturayenlosvasosdeestaño.Tambiénpodíaencontrarseplomo,sinduda,enlascopasdecristaldelaarmónicayenlapinturaqueseaplicabaacadacuencoparadiferenciarlasnotas.Hesospechadosiemprequeesteenvenenamientocrónico fue la causa de la enfermedad, sordera y muerte de Beethoven, porque también él habíadedicadohorasaldominiodeloscristalesdelaarmónica.Portanto,lateoríaerabastantesólida,tansólidaqueestabadecididoademostrarsuvalidez.PeroprontoquedóclaroquelaseñoraKellernomostrabaningunodelossíntomasdelsaturnismoagudoocrónico:nosetambaleabaalcaminar,nitenía ataques, ni cólicos, ni se había reducido su capacidad intelectual. Y aunque habría podidoenvenenarsesinllegaratocarunaarmónica,sabíaqueelmalquehabíaexperimentadopreviamentehabíasidoaliviadoporelinstrumento,ynoagravadoporeste.Además,susmanosdescartaronesasospechainicial;noteníanlasmanchasniladecoloraciónazuladaquedebíahabermostradocercadelapuntadelosdedos.

No, había concluido al final, ella no había perdido la cabeza ni había estado enferma odesesperada hasta ese punto de locura. La joven, por razones desconocidas, se había extraído a símismadelaecuaciónhumanay,sencillamente,habíadejadodeexistir.Eraposiblequehubierahechojustolocontrariodesobrevivir.Einclusoahoramepreguntosilacreaciónesdemasiadohermosaydemasiado horrible a la vez para un puñado de almas perceptivas, y si la comprensión de estadualidad opuesta puede ofrecerles más opción que marcharse por voluntad propia. Más allá, nopuedodarotraexplicaciónquepuedaacercarsemása laverdad.Aunasí,nuncaheencontradounaconclusiónquemeproporcionealgodepaz.

EstabaterminandoesteanálisissobresuesposacuandoelseñorKellerseinclinóhaciadelanteenlabutaca.Sumanosedeslizó,mustia,porlabotella,hastadescansarpalmaarribaenunaesquinadela mesa auxiliar. Pero su rostro sombrío y ojeroso se había apaciguado por fin y una suaverespiraciónelevabasupecho.Demasiadodolorymuypocosueño,estabaseguro.Demasiadobrandi.Así quemequedéun ratoyme serví una copadeLaMarqueSpeciale, ydespuésotra, y sólomelevantéparairmecuandoellicorsonrojómismejillasyembotólamelancolíaquehabíasaturadomiser.Prontocruzaríalashabitacionesdelacasabuscandolaluzdelsolqueseveíaligeramentebajolosbordesdeaquellascortinascerradas,aunquenohastaquesaquélafotografíadelaseñoraKellerdeunbolsillodemigabány,conciertadesgana,lacoloquéenlapalmadelamanoextendidademicliente.Después de eso, salí sinmirar atrás, atravesando el espacio entre la oscuridady la luz tanrápidamentecomomefueposible,ymelancéaunatardequepersisteenmimemoriatanbrillante,

azulydespejadacomolofueaqueldíatanlejano.Sin embargo, aún no deseaba volver aBaker Street. En lugar de eso, aquella soleada tarde de

primaveramedirigíaMontagueStreetysaboreélaexperienciadepasearporlascallesquelaseñoraKellerhabíaconocidotanbien.YdurantetodoelcaminoimaginéquemeestaríaesperandocuandoentraraeneljardíndePortman.Pocodespués,trasatravesarlatiendavacíayrecorrerlossombríospasilloshastalapartedeatrás,lleguéalcentrodeljardíndondeestabaelpequeñobancorodeadoporelsetodeboj.Medetuveaadmirarlasvistasyexaminéloslechosdeplantasperennesylasrosasalolargodelperímetro.Corríauna ligerabrisay,cuandomirémásalládel seto,vi lasdedaleras, losgeraniosy los liriosbalanceándose.Mesentéenelbancoyesperéaque laarmónicacomenzaraasonar. Había llevado conmigo varios de los cigarrillos Bradley de John y, tras sacar uno de michaleco,comencéafumarmientrasescuchabalamúsica.Yfuemientrasestabaallí,mirandoelsetoydisfrutando de las esencias del jardín que semezclaban agradablemente con el aroma del tabaco,cuandounatangiblesensacióndeañoranzaydesolacióncomenzóaagitarseenmiinterior.

Labrisaempezóasoplarconmásfuerza,perosóloduranteunmomento.Elsetoseestremecióincontrolablemente; lasperennesoscilarondeunladoaotro.Labrisaamainóy,enelsilencioquesiguió,medicuentadequeaquellamúsicanoeraparaeldisfrutedelagentecomoyo.Quépenaqueaquelatractivoinstrumento,cuyoscompaseserantandominantes,tanemblemáticos,noconsiguieraseducirmecomoantes.¿Cómopodríavolveraserlomismo?Ellasehabíaquitadolavida,sehabíaido.¿Yquéimportabasi,alfinal,todoseperdíaodesaparecía,osinoexistíaningunarazón,patróno lógicadefinitivapara todo loquesehacíaen laTierra?Porqueellanoestabaallí,yaunasí,yopermanecía. Nunca había sentido un vacío tan incomprensible en mi interior. En aquel momento,mientrasmicuerposelevantabadelbanco,comencéacomprenderlosoloqueestabaenelmundo.Asíquemientraselcrepúsculoseacercabarápidamente,nomellevénadamásdeljardínqueaquelvacío imposible, aquella ausencia interiorque tenía elpesodeotrapersona,unhuecoque tenía laformadelasingularyextrañamujerqueniunasolavezcontemplómiverdaderoser.

Agradecimientos

Gracias, por su apoyo, información, consejo, amistad e inspiración, a: Ai, John Barlow, Coates

Bateman, Richard E. Bonney, Bradam, Mike y Sarah Brewer, Francine Brody, Joel Burns, AnneCarey, Anthony Bregman y Ted Hope, Neko Case, Peter I. Chang, losChristian (Charise, Craig,Cameron, Caitlin), John Convertino, mi padre, Charles Cullin, Elise D’Hane, John Dower, CarolEdwards,DemetriosEfstratiou,ToddField,MaryGaitskill,eldoctorRandyGarland,HoweySofieGelb (),TerryWilliam,JemmaGómez,elcolectivodelAbuelito,TonyGrisoni,TomHarmsen, lafamilia Haruta (cuya ayuda para la realización de este libro siempre será muy apreciada), laencantadora Kristin Hersh, Tony Hillerman, Robyn Hitchcock, Sue Hubbell, Michele Hutchison,ReikoCaigo,PattiKeating,SteveyJesiahKing,RobertoKoshikawa,OceanLam,TomLavoie,PattyLeMay y Paul Niehaus, Russell Leong, Werner Melzer, John Nichols, Kenzaburo Oe, HikaruOkuizumi,DaveOliphant,losParras(Chay,Mark,Callen),HillPatterson,ChadyJodiPiper,KathyPories, Andy Quan,Michael Richardson, Charlotte Roybal, Saito Sanki, Daniel Schacter,Marty yJudy Shepard, Peter Steinberg, Nan Talese, Kurt Wagner y Mary Mancini, Billy Wilder yI.A.L.Diamond,LuluWuyWilliamWildeZeitler.

UnsaludoespecialparaWilliamS.Baring-GouldysuexcelenteSherlockHolmesofBakerStreet(BramhallHouse,1962),unodemislibrosfavoritosdesdeminiñezyqueharesultadodeunvalorincalculablealahoradeescribirestanovela.LamencióndeMycrofta«suviejoamigoWinston»hasidotomadadirectamentedeesaedición.

MITCHCULLINnacióenSantaFe,NuevoMéxico,en1968.Esescritor, fotógrafoyproductordedocumentales, descendiente de escoceses, irlandeses y cherokees. Junto con autores como SalmanRushdie y Amy Tan es cofundador de la página web Red Room, dedicada a la promoción de laescritura.HavividoenTokioyenlaactualidadresideenArcadia,California.

Es autor de seis novelas entre las que se encuentra Tideland, que fue llevada al cine por TerryGilliam.Mr.HolmeshasidoasimismoadaptadaalcineamanosdeloscarizadoBillCondonyconelprestigiosoactorsirIanMcKellenencarnandoalmagistraldetective.

Notas

[*]Laanteriorediciónespañoladeestanovela, tituladacomo:«Unsencillo trucomental» (igual aloriginal inglés), tienecomotraductora lamismaque lapresenteedición,EvaGonzálezRosales.Apesarde ello lasdos edicionesdifierenbastante encuantoa la traducción, conteniendonumerosasvariaciones sintácticas y de de vocabulario. Ello afecta de modo singular a las NOTAS, que en laanterioredicióneranmásnumerosasyaclarabanconceptosqueenestaediciónsehaneludido,enalgunos casos con cierta justificación por la variación en la traducción, en otros simplementeeliminados.

En esta EdiciónDigital se ha optado por una fusión de las notas de ambas ediciones, con algunapequeñavariaciónoexplicaciónalrespecto.

Lasnotasnumeradassondelatraductora(enalgunas,conlaadicióndealgunaaclaracióndeEditorDigital).Lasseñaladasconasterisco([*])sonexclusivasdelEditorDigital.<<

[1] Paño escocés de lana, rayón o algodón, cálido, fuerte y resistente, que rechaza el agua por lapelusaquetieneensusuperficie.(N.delaT.delaediciónanterior.Enlaactualedicióndepapelsehasuprimidoestainformación).<<

[2] Tipo de queso inglés. (N. de la T. de la edición anterior. En la actual edición de papel se hasuprimidoestainformación).<<

[3]Untanto,oarmademanojaponesa,deveintitréscentímetrosdelargo.<<

[4] La armónica de cristal es un instrumento idiófono inventado por Benjamin Franklin en 1762.Consiste en una serie de platos o boles de cristal de diferentes tamaños superpuestos y alineadoshorizontalmente,atravesadosporunejeconectadoporcorreaaunpedalqueloshacegirarmientrassetoca,alamaneradeunaviejamáquinadecoser.Actualmentetieneunregistrodecuatrooctavas.Setocamojandolosdedosligeramenteytocandolosplatosmientrasgiran,loqueproduceunsonidocristalino. (N. de la T. de la edición anterior. En la actual edición de papel se ha suprimido estainformación).<<

[5]Casatípicaruraljaponesacompuestadeunasolaplanta.<<

[6]Enjaponés,«buenosdías».<<

[*]En la anterior ediciónde esta novela la traductora introduce aquí unapintorescanota quedice:«Como comúnmente se le llama al lugar de nacimiento de Shakespeare, municipio situado enStratford-upon-Avon,WarwickshirealsurdeBirmingham».Enlapresenteediciónnoponenotaalgunayasíevitarepetireldisparatede“aclarar”queconelapelativode«elBardo»sedenominaallugar de nacimiento deWilliamShakespeare, en vez de al dramaturgomismo, a quien se le suelecitartambiéncomo«ElcisnedelAvon»[NotadelE.D.]<<

[7]UnadelasmásfamosasaventurasdeHolmes,enlaqueinvestigalosasesinatoscometidosporunfantasmagórico perro. (N. de la T. de la edición anterior. En la actual edición de papel se hasuprimidoestainformación).<<

[8]Cánticomedievalcompuestoporelsonidodevariasvoces.(N.delaT.delaediciónanterior.Enlaactualedicióndepapelsehasuprimidoestainformación).<<

[9] Sustancia resinosa que las abejas obtienen de las yemas de los árboles y que tiene un efectoantibióticonatural.(N.delaT.delaediciónanterior.Enlaactualedicióndepapelsehasuprimidoestainformación).<<

[10]Utensilioutilizadoparaguardarlasentrañasdelosfaraonesmuertos.(N.delaT.de laediciónanterior.Enlaactualedicióndepapelsehasuprimidoestainformación).<<

[11]EvangeliodesanJuan,18:38.<<

[12]LasespeciesdeAmbrosiasonhierbasoarbustospocoaltos,aunqueenalgunaespeciealcanzanloscuatrometros.Tienentalloserectosehíspidos,quesepresentanenmatasdensasdehastamediometrodediámetro,conramificacionesbasales.(N.delaT.delaediciónanterior.Enlaactualedicióndepapelsehasuprimidoestainformación).<<

[*] Personaje histórico con ciertos tintes legendarios y dramáticos. Fue la concubina favorita, conrangode«princesaconsorte»,delemperadorHsuanTsung(sigloVIII).Araízdeunarebelióncontraelemperador fueacusadade instigarlayelsoberano tuvoqueaccedera laspresiones,aceptado laejecucióndesuamada(otrasversioneshablandesuicidio).Sinpoderolvidarla,HuangTsungintentóencontrarsucuerpo.Alnoconseguirlo,levantóenXi’anunmausoleoensumemoria.

Suvidahasidoglosadaenunpoemaclásicochinoytrascendióinclusoalaculturajaponesa,enelGenjiMonogatarideShikibu(sigloXI).ElgrancineastanipónKenjiMizoguchi trasladóalcinesuhistoriaenelfilm«LaemperatrizYangKweiFei»de1955.[N.delE.D.]<<

[13]Estudio en escarlata es la primera obra de Arthur Conan Doyle en la que aparece SherlockHolmes.<<

[14]Untorii(enjaponés鳥居)esunarcotradicionaljaponésquesueleencontrarsealaentradadelossantuariosShinto(Jinja),marcandolafronteraentreelespacioprofanoyelsagrado.Consistededoscolumnas sobre las que se sustentan dos travesaños paralelos, frecuentemente coloreados detonalidades rojas o bermellonas. (N. de la T. de la edición anterior, más completa que la de lapresente).<<

[15] La nube cumulus (Cu) o cúmulo es una nube que comienza un proceso para ser de clasealgodonosa,contúmulosy/otorres,debaseachatada,contopesqueseparecenacoliflores.(N.delaT.delaediciónanterior.Enlaactualedicióndepapelsehasuprimidoestainformación).<<

[16]Laanafilaxiaesunareaccióninmunológicageneralizadadelorganismo,unadelasmásgravescomplicacionesypotencialmentemortales,anteelcontactoconunalérgenoconelqueanteriormenteya había tenido contacto. (N. de la T. de la edición anterior. En la actual edición de papel se hasuprimidoestainformación).<<

[17]LacitaperteneceaColumela,escritorromanoexpertoenagricultura.<<

[*]EnlanovelaoriginalMitchCullinemplealaexpresión«commonwealth»,quelatraductora,enlaediciónanterior,respeta,añadiendolasiguientenota:

«La Mancomunidad Británica de Naciones (en inglés, Commonwealth of Nations,antiguamenteBritishCommonwealthofNations)esunaorganizacióncompuestapor53paísesindependientesque,conlaexcepcióndeMozambiquecompartenlazoshistóricosconelReinoUnido».

Enestaediciónhaoptadoportraducirsimplementecomo«comunidad»[NotadelE.D.].<<

[18]ReferenciaaElvalledelterror, laúltimanoveladeSherlockHolmesescritaporConanDoyle:«Todovieneencírculo,inclusoelprofesorMoriarty».Lacitasehamantenidotalcomoapareceenlaversiónespañola.Vieneasignificarqueelcírculosecierraenelmismopuntoenelqueseabre,quehaterminadoyempezadounciclo.

Lacita se refiereal relato«SherlockHolmesdiscurre»,Capítulo II.En traducciónde JoséManuelIbeas,sería:

«Todoocurreenciclos,inclusoelprofesorMoriarty»

[N.delE.D.].<<

[19]ClubdecaballerosficticiodelqueMycroftHolmesfuecofundador.<<

[20]Juegodepalabrasconlosdossignificadosde«thetrots»:diarreaytrotes.

Enlaanteriorediciónla traductoraincidemejorenlaexplicacióndel juegodepalabras,yaqueelrelatomencionadoera«Uncasoaltrote»,nolaordinariezquehaempleadoahorayquedifícilmentehubiesepodidofigurarconsemejantetítuloenelCanonsherlockiano[N.delE.D.].<<

[21]Comocomandantesupremode lasfuerzasaliadasenJapónsuautoridadestabaporencimadelemperadorShōwa.

AlusióndespectivahaciaHiro-Hito,elemperadorjaponésdeladinastíaShōwadurantelaIIGuerraMundial.Enlaanterioredicióndelanovela,latraductoraempleaeltérmino«pepino»,unodetantossinónimospopulares(opopulacheros)parareferirsealmiembroviril.[N.delE.D.].<<

[22]FragmentodeElintérpretegriego,elprimerrelatodondeapareceMycroft.

EnlatraduccióndeMaríaEngraciaPujals,delaedicióndeJesúsUrceloy:«TodoSherlockHolmes»,esacitavienecomosigue(HolmeshablandoconWatson):

«Sielartedeldetectiveempezarayterminaraenelrazonamientodesdeunsillón,mihermanosería elmejor agente que haya existido nunca. Pero no tiene ambiciones ni energía.No semovería para verificar sus propias soluciones y preferiría que pensaran que estaba en unerror a tomarse la molestia de demostrar que tenía razón. Una y otra vez le he planteadoproblemas, obteniendo siempre una explicación que más tarde me demostraría que era laacertada.Y,sinembargo,fueabsolutamenteincapazderesolverlaparteprácticaalaquetieneunoquededicarseantesdepoderexponerelcasoanteunjuezounjurado».[N.delE.D.].<<

[*]Labor,enfrancés.(N.delaT.delaediciónanterior.Enlaactualedicióndepapelsehasuprimidoestainformación)

(«métier»setraducetambién—yquizáspreferentemente,enestecaso—como«trabajo»,«profesión»u«oficio»[N.delE.D.].).<<

[*] El Palacio deWestminster, centro gubernamental del Reino Unido. (N. de la T. de la ediciónanterior.Enlaactualedicióndepapelsehasuprimidoestainformación)(Enlaediciónanteriornofigurabacomo«Whitehall»,sinocomo«SalónBlanco».[N.delE.D.].).<<

[*]Pantalónlargoconpliegues(cincopordelanteydospordetrás).Eratradicionalmentellevadoporlosnoblesjaponesesenlaépocamedieval,especialmenteporlossamuráis.(N.delaT.delaediciónanterior.Enlaactualedicióndepapelsehasuprimidoestainformación[N.delE.D.].).<<

[*]Unachaquetalarga,abiertapordelante,sinbotones,conelmismolargoqueelkimono.(N.delaT.de laediciónanterior.En laactualedicióndepapel sehasuprimidoesta información [N.delE.D.].).<<

[*]Calcetinestradicionalesjaponesesqueutilizabanindistintamentehombresymujeres.(N.de laT.delaediciónanterior.Enlaactualedicióndepapelsehasuprimidoestainformación[N.delE.D.].).<<

[*]Zuecosdehierro.(N.delaT.delaediciónanterior.Enlaactualedicióndepapelsehasuprimidoestainformación[N.delE.D.].).<<

[23]Corán,36:40.<<