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1 CAPÍTULO I: LA ORATORIA 1.1 Oratoria Para Villafuerte I. (2012: 13) La Oratoria tiene dos sinónimos de uso frecuente, la retórica que deriva de la palabra griega rhétor, la cual designa al arte del bien decir, de embellecer la expresión de los conceptos, de dar lenguaje escrito o hablado, la eficacia adecuada para deleitar, persuadir o conmover; y la elocuencia como la facultad de hablar o escribir de modo efectivo para encantar, inquietar y convencer a los demás mediante el manejo dialéctico de argumentos lógicos, para que asuman la conducta que se sugiere, de tal forma que no se sientan sometidos u obligados a hacer por la fuerza lo que se les dice, sino que lo realicen por propia voluntad, porque realmente lo quieran hacer, puesto que están convencidos de que así debe de hacerse. Según Verderber, R.F, (2004:2) La oratoria es persuasión, honradez y convicción. La manipulación mediante la palabra, el engaño y la intimidación, no es oratoria, es charlatanería, es falacia, ya que se tiene que convencer con la verdad, por consiguiente el auténtico orador hace de la palabra un instrumento de la verdad. “Todo por la fuerza de la razón; nada por la razón de la fuerza” Asimismo Ramos J. (2014:23)

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CAPÍTULO I: LA ORATORIA

1.1 Oratoria

Para Villafuerte I. (2012: 13)

La Oratoria tiene dos sinónimos de uso frecuente, la

retórica que deriva de la palabra griega rhétor, la cual

designa al arte del bien decir, de embellecer la expresión

de los conceptos, de dar lenguaje escrito o hablado, la

eficacia adecuada para deleitar, persuadir o conmover; y

la elocuencia como la facultad de hablar o escribir de

modo efectivo para encantar, inquietar y convencer a los

demás mediante el manejo dialéctico de argumentos lógicos,

para que asuman la conducta que se sugiere, de tal forma

que no se sientan sometidos u obligados a hacer por la

fuerza lo que se les dice, sino que lo realicen por propia

voluntad, porque realmente lo quieran hacer, puesto que

están convencidos de que así debe de hacerse.

Según Verderber, R.F, (2004:2)

La oratoria es persuasión, honradez y convicción. La

manipulación mediante la palabra, el engaño y la

intimidación, no es oratoria, es charlatanería, es

falacia, ya que se tiene que convencer con la verdad, por

consiguiente el auténtico orador hace de la palabra un

instrumento de la verdad.

“Todo por la fuerza de la razón; nada por la razón de la

fuerza”

Asimismo Ramos J. (2014:23)

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Dice que la oratoria es el arte de conmover y persuadir

por medio de un lenguaje bello y elegante. Originalmente

la oratoria era un sinónimo de retórica, más adelante

designo únicamente las composiciones pronunciadas a viva

voz. En occidente la oratoria ha sido un elemento muy

importante y trascendental para la política, la misma se

celebra con esplendor en un escenario; la religión que se

desarrolla básicamente en el pulpito y la praxis jurídica,

referente precisamente ante el tribunal o el foro.

1.2. Evolución histórica de la oratoria

La oratoria en la edad contemporánea: Grandes oradores

contemporáneos. Si la edad moderna comprende desde la toma

de Constantinopla hasta la Revolución Francesa (Fines del

siglo XVIII), entonces diremos que la edad contemporánea

corresponde a lo subsiguiente de la anterior hasta

nuestros días. Dijimos en anteriores oportunidades que la

oratoria es el arte de hablar con elocuencia; de deleitar

y persuadir por medio de la palabra. Para aclarar lo dicho

en pocas palabras, diremos que por elocuencia debemos

entender aquella facultad de hablar bien y de modo

convincente, gracias a la fuerza expresiva poseída por el

orador, en todos sus aspectos tanto internos como

externos; ahora bien debemos saber que, deleitar es causar

placer o agrado en el ánimo o los sentidos de los oyentes

y que persuadir significa convencer con razones a otra

persona, es decir es el hecho de inducir a uno a creer o

hacer algo.

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En cuanto a estos aspectos diremos que la oratoria, como

arte y la elocuencia como fuerza expresiva, van juntas, ya

que no se posee el arte si no se tiene la fuerza vital de

esta. Referente al deleite y a la persuasión ambos son

consecuencias de las primeras, y es en estas donde estriba

el éxito de los oradores. La causa es la facultad del

orador y el efecto es la atención, entendimiento,

comprensión, convencimiento y los ánimos conseguidos en

los oyentes por parte del orador. La oratoria se encuentra

reflejada en el discurso, y el discurso en su conjunto

ofrece una trilogía, la cual en el presente periodo, han

sido tomados con más énfasis, ya que con ellos se pueden

alcanzar los objetivos trazados y los efectos deseados. El

discurso es el razonamiento extenso dirigido por una

persona a otra u otras, es la exposición oral de alguna

extensión hecha generalmente con el fin de persuadir, y

que ella como dijimos se encuentra conformada por tres

aspectos que son: Tema o contenido del discurso, Orador y

Auditorio.

El origen de la retórica está en Sicilia y, más

concretamente, en Siracusa, cuando, derrocados los tiranos

de ésta y el resto de ciudades sicilianas, los ciudadanos

libres, para recuperar sus propiedades ilegítimamente

confiscadas en el régimen anterior, promovieron numerosos

procesos civiles, práctica que animó a Tisias y a Córax a

redactar un tratado en el que se examinaban y exponían las

reglas de la elocuencia, o arte de la persuasión por medio

de la palabra. Algunas de estas normas eran, por ejemplo,

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la división del discurso en tres partes (proemio, centro y

epílogo), el uso de la argumentación a base de la

probabilidad, etc.

De una ciudad siciliana, concretamente de Leontinos, llegó

a Atenas como embajador en el 427 a. C. Gorgias, quien

pronunció un discurso que dejó maravillados a los

atenienses. Se instaló después en Atenas y se consagró a

la enseñanza de la retórica. Es considerado como el

verdadero padre de la prosa artística ática. Se añadieron,

además, otros rhetores y sofistas extranjeros, y también

maestros de Atenas.

El desarrollo de la oratoria en Atenas se debe a la

existencia de un régimen democrático. En él, la oratoria

era un arma esencial en la política y en los asuntos

legales; “rhetor” es, en Atenas, sinónimo de “político”.

Su desarrollo es paralelo al de la sofística, la

revolución cultural que se asienta en Atenas en el siglo V

a. C. y que hace surgir una nueva filosofía, una nueva

retórica.

La oratoria en Roma

El primer prosista y orador romano del que se tiene

noticia es Apio Claudio el Ciego, censor del siglo III a.

C. famoso por su carácter agrio, pero de amplios recursos

políticos. Cicerón, en cuya época circulaban aún sus

discursos, lo califica como notable orador.

Pero la oratoria comenzó a establecerse realmente en Roma

con la llegada de los rhetores griegos traídos por los

patricios para que educaran a sus hijos. Se produjo con

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ello un cambio fundamental en la enseñanza de los jóvenes

romanos, ya que se empezó a estudiar e interpretar la

literatura clásica griega bajo la disciplina fundamental

de la retórica. Apareció en este contexto toda una

corriente filohelénica en torno al Círculo de los

Escipiones (s. II a. C.), quienes difundieron la

literatura, la filosofía, el arte y la cultura griega en

general entre las capas altas de la sociedad romana. El

rhetor completaba la educación impartida por el

litterator y el grammaticus con ejercicios denominados

suasoriae y controversiae : las suasoriae eran consultas

ficticias hechas a personajes ilustres, que debían

explicar los motivos que les llevaban a tomar una decisión

en una situación concreta; las controversia e consistían

en ejercicios prácticos de nivel más avanzado con un

contenido preferentemente jurídico y un alcance dialéctico

elevado. El joven adquiría en el Foro la experiencia

necesaria para completar su preparación escuchando los

discursos de los oradores famosos. Todo ello suponía para

el alumno el desarrollo de su agilidad mental, la

adquisición de una mayor capacidad oratoria y la

disciplina necesaria para enfrentarse a las situaciones

políticas y jurídicas reales que se le iban a presentar en

su carrera.

La expansión de la influencia helénica encontró la

oposición de los romanos que defendían la superioridad de

la cultura y civilización propia; al frente de ellos se

situó

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Catón el Censor (234-149 a. C.), cuya xenofobia se hizo

famosa por sus manifestaciones públicas, impregnadas no

obstante de la técnica oratoria que comenzaba entonces a

influir en toda creación literaria. De Catón nos quedan

fragmentos de 80 discursos, pero Cicerón conocía más de

150. En ellos demuestra ingenio, sencillez y honestidad.

Según Catón, el orador es «un hombre de bien, experto en

el arte de la palabra» porque no debe buscar la eficacia

del discurso dejando a un lado el análisis de los

problemas morales. Catón concebía el discurso como un todo

en el que la expresión formal surge necesariamente del

contenido: remtene, verba sequentur, fija el tema, que las

palabras vendrán solas.

La oratoria alcanzó su mayor desarrollo en el marco de las

luchas sociales que caracterizaron la historia de Roma

del último siglo de la República. En este sistema político

se daban las condiciones de libertad suficientes para que

los ciudadanos se pudieran manifestar públicamente y,

además, el sistema judicial tenía cierta independencia.

Así, el conocimiento de los mecanismos de la oratoria era

el medio más eficaz para convencer a los demás y tener la

mayor influencia sobre un público generalmente de menor

preparación. De esta forma, la oratoria se convirtió en un

arma política, ya que con ella se podían conseguir los

votos de los ciudadanos y el apoyo de los miembros del

senado. Además, la oratoria era un recurso imprescindible

en las causas judiciales, en las que el abogado debía

inclinar en favor de su cliente la voluntad de los jueces.

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De esta época y hasta la aparición en escena de Cicerón,

la figura culmen de la oratoria romana, debemos citar a

algunos políticos que destacaron en el campo de la

oratoria impulsados por la necesidad de defender sus

ideas: de los hermanos Graco, líderes de la reforma

agraria del 133, destaca Cayo, descrito por Cicerón como

un gran erudito de oratoria vehemente, pero que no sabía

rematar bien sus discursos. También debemos citar a los

que Cicerón consideraba sus maestros: Marco Antonio

(abuelo del famoso triunviro) y Lucio Licinio Craso,

cónsul en el 95, cuyos discursos seguían las reglas de la

oratoria griega. Contemporáneo y antagonista de Cicerón en

juicios importantes como el de Verres (70) fue Hortensio,

abogado brillante de oratoria ampulosa que fue eclipsado

por rival, lo que no impidió que elogiara su oratoria en

dos de sus obras. También es ensalzado por Cicerón Julio

César, al que considera el más ingenioso y dialéctico de

los oradores romanos. Como en la Atenas de finales del

siglo IV, durante la época imperial romana cambiaron las

condiciones sociales y políticas y la oratoria ya no se

practicaba en contacto directo con las asambleas o los

tribunales, por lo que se convirtió en puro artificio y

pasó a ser un ejercicio literario practicado sólo en el

marco de las escuelas.

1.3. La oratoria forense

Para Ramos J. la oratoria forense es la que tiene lugar en

el ejercicio de la ciencia jurídica. Se le conoce también

como Oratoria Judicial y es utilizada en exclusiva, en el

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ámbito de la jurisprudencia para exponer con claridad y

precisión los informes orales de jueces, fiscales y

abogados.

Según Ramos J. la oratoria forense es la que tiene por

objeto, que el abogado defensor y el de la parte civil,

cada uno dentro de lo que le corresponde ilustre a los

vocales, sobre la situación jurídico-social de sus

patrocinados. “En el día y hora señalados, presentes el

fiscal, el acusado, en los casos en que sea obligatoria su

concurrencia, y defensor, el presidente del tribunal

declara abierta la audiencia, la que continuara durante

las sesiones consecutivas que sean necesarias, hasta su

conclusión”.

Así mismo, para Bautista J. la oratoria forense es la

exigida o practicada ante los tribunales de justicia, en

las vistas o audiencias en que, lista para sentencia la

causa, las partes, o con mayor frecuencia sus letrados,

resumen ante el juez o los magistrados los hechos, las

pruebas y los fundamentos de derecho que apoyan su tesis y

su petición de condena o absolutoria.

1.4 La importancia de la oratoria forense

El orador como sostenía los clásicos, su arte no es pues

enteramente liberal lo que se presume si era antes es hoy

una mezcla entre lo útil y lo dulce. Esto es, lo real y

lo ideal. Es sugerente, que el orador debiera disponer de

una vez agradable, haciendo uso de una mínima adecuación;

ayuda a la expresividad y sugestión del discurso que en

todas las circunstancias hace mucha falta. Según el

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pensamiento idealista, el orador requiere tener cualidades

físicas, porque el público asentado en el auditorio

necesario verlo en el proceso discursal que realiza. Sin

embargo, lo determinante en el orador de hoy consideramos

nosotros es ostentar las cualidades intelectuales que no

deben de faltar en el discursista u orador.

CAPITULO II: CUALIDADES DEL ORADOR FORENCE

2.1 Cualidades del orador forense

Sean cuales fueran las tareas específicas que el orador

deba realizar en una disertación y aunque muchas de ellas

puedan parecer mecánicas o rutinarias, no puede pasarse

por alto la importancia de la posición que ocupa como

comunicador social y/o líder de opinión. Por ello, en el

orador no sólo se valora la aptitud para el desempeño de

las funciones como expositor sino también la idoneidad a

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través de una serie de cualidades que a nuestro entender

debe poseer un orador de éxito y que a continuación

presentamos.

2.2 cualidades endógenas del orador forense

Cualidades intelectuales:

Estas cualidades están relacionadas con la facultad para

conocer, comprender y razonar; implican un conjunto de

características inherentes que todo orador debe

desarrollar y utilizar con eficacia. Estas cualidades

propias de la actividad mental, están al alcance de todos

y sólo requieren de decisión para aplicarlas.

Memoria: El poder recordar nombres, rostros, situaciones y

la ubicación exacta de documentos o cosas, constituye un

requisito indispensable en la labor del orador, ello le

permite evocar con facilidad, información que se necesita

en lo inmediato. El llamar a las personas por su nombre,

luego de haberlos reconocido, constituye una muestra de

especial deferencia hacia el público con el que tratamos.

Recordar la ubicación de documentos y cosas, nos permite

realizar las labores con mayor rapidez. La memoria se

ejercita a través de la observación minuciosa, la

retención y la evocación.

Imaginación: Consiste en la facultad de reproducir

mentalmente objetos ausentes; de crear y combinar imágenes

mentales de algo no percibido antes o inexistente. El

término imaginación, incluye dos características básicas:

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la renovación o "re experimentación" de lo ya vivido

(memoria), y la creación de imágenes mentales que antes no

existían (imaginación). Los psicólogos distinguen entre

imaginación pasiva, que recupera imágenes previamente

percibidas por los sentidos y la imaginación activa,

constructiva o creativa, mediante la cual la mente produce

imágenes de sucesos o de objetos poco o nada relacionados.

Sensibilidad: Es la facultad de sentir física o moralmente

los sentimientos de alegría, pena, dolor, compasión y

ternura. Es una cualidad propia de los seres humanos, pero

no por ello todos los tienen desarrollados en la misma

medida. Existen algunos oradores que parecieran

insensibles al dolor ajeno, dan la impresión de no

interesarles para nada los sentimientos de sus congéneres.

A la larga, estas personas se hacen odiar y son

públicamente vilipendiadas. En cambio, un orador que

demuestre sensibilidad en su trato y en sus acciones se

ganará el cariño y estima de las personas con las que

trata.

Iniciativa: Es el ideal que nos mueve a realizar algo por

voluntad propia sin que nadie nos lo diga, ordene o

motive. Involucra la acción de adelantarse a los demás en

hablar u obrar, es una cualidad personal que inclina a las

personas a realizar acciones para alcanzar una ventaja

competitiva. En la mente de todo orador debe estar

presente siempre la frase: «la iniciativa es del

interesado», si anhelamos lograr un objetivo, no podemos

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confiar sólo en la voluntad divina o en la buena voluntad

de las personas; sino que, como interesados, debemos

intervenir directamente para su concretización.

Cualidades morales

La moral está relacionada a las costumbres y a las normas

de conducta de una determinada sociedad. Por extensión,

podemos decir que es el conjunto de normas de

comportamiento que debe cumplir un orador, para que exista

congruencia entre lo que predica y hace, en el ejercicio

de su labor profesional.

Honradez: Es una cualidad que involucra un proceder recto

y honesto de parte de un orador. Actuar con honestidad

significa, no apartarnos de los cánones morales

establecidos por la profesión ya que muchas veces suelen

presentársenos oportunidades o propuestas nada decentes,

que bien podríamos aprovechar en beneficio nuestro. La

falta de honradez significa una falta moral hacia nuestra

profesión y el desprestigio para nuestra persona. Un

orador que no sea honrado, poco tiempo durará en su

trabajo, pues las exigencias de su labor demandan de él,

un proceder recto y honesto.

Puntualidad: Es la cualidad de hacer las cosas con

prontitud, diligencia y a su debido tiempo. Es ser exactos

en hacer las cosas a su tiempo y de llegar a los sitios

convenidos en la hora establecida. Napoleón Bonaparte

solía decir: «la hora es la hora... cinco minutos antes de

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la hora, no es la hora... cinco minutos después de la hora

tampoco es la hora.» y concluía diciendo: «puedo perder

una batalla pero nunca un minuto; las batallas se

recuperan, el tiempo jamás» La puntualidad es en esencia,

una cualidad que todo orador debe practicar e interiorizar

en su subconsciente.

Sinceridad: Es el modo de expresarse libre de fingimiento

y mentiras. Involucra hablar con veracidad y sin doblez.

En la boca del mentiroso todo se hace dudoso; en cambio,

en los labios de una persona sincera, todo es creíble y

aceptado con confianza. Un orador debe ser sincero tanto

en lo que dice como en lo que hace; existen ocasiones en

las que se ve al orador fingiendo, descaradamente, estados

de ánimos que no siente para tratar con personas o

públicos que no les agrada. Piensa que el fingimiento no

se nota, pero es evidente y causa serios problemas en la

interrelación con nuestros semejantes.

Congruencia: Es la relación que existe entre el pensar y

el actuar, relación que muchas veces no es armoniosa, pues

a menudo no hacemos lo que predicamos. Un orador puede

manifestar en una exposición empresarial, que los

cigarrillos son perjudiciales para la salud y que por

consiguiente no debemos fumar, pero al terminar su

exposición, en el hall del auditorio, compra una cajetilla

para fumarlos delante de su sorprendido público. Todo lo

que decimos debe tener su contraparte en la acción, caso

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contrario corremos el riesgo de caer en la demagogia o

cháchara barata.

Lealtad: Es la cualidad de ser leal; es decir, convertirse

en una persona incapaz de traicionar la confianza

depositada en uno, o ser incapaz de engañar a quien le ha

brindado su consideración. Se entiende por leal a la

persona que pese a los graves problemas que se suscitan,

no abandona jamás al compañero, jefe o institución para la

que trabaja. Dícese, que la lealtad inspira la realización

de acciones nobles, altruistas y hasta de sacrificio. Más

que una cualidad, es una virtud que todo orador debe

practicar a diario como parte de su comportamiento ético y

moral.

2.3 cualidades exógenas del orador forense

Cualidades físicas

Estas cualidades tienen que ver con la apariencia personal

del orador, no involucra que sea hermoso o de físico

impresionante. Implica el cumplimiento de una serie de

pautas sencillas que le permitan resaltar su personalidad,

de tal forma que constituya un conjunto armonioso y

estético ante los ojos de los demás.

El aseo personal: Es la limpieza, cuidado, compostura y

buena disposición de nuestro cuerpo. Ello transmite una

agradable impresión a través del sentido visual y

olfativo. El acicalamiento en nuestro peinado, maquillaje

y perfume permiten un buen acercamiento de los oyentes

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hacía nosotros. El no bañarse o no cepillarse los dientes,

a la larga van produciendo un hedor insoportable o un

aliento nada agradable que pondrá una barrera entre

nosotros y las personas con las que tratamos. Es

recomendable el baño diario, el cambio de ropas con la

misma frecuencia, el corte de uñas y de cabello en forma

periódica.

El vestido: Es la cubierta que nos ponemos en el cuerpo

para abrigo o adorno. Involucra el conjunto de piezas que

sirven para cubrir nuestro cuerpo, pueden ser formales o

informales según la ocasión en la que tengamos que

utilizarlo. Constituye la prenda exterior completa de una

persona y en el caso de los oradores constituye su

uniforme de trabajo; esta vestimenta debe ser la adecuada

para cada reunión oratoria debiendo primar los principios

de elegancia, limpieza y una correcta combinación de

prendas y/o colores. Recordemos que el vestido resalta

nuestra personalidad, formalidad y pulcritud.

La actitud mental positiva: Es la condición subjetiva de

nuestra mente; ésta nos permite tener una actitud mental

positiva que nos impulsa a realizar lo anhelado o en su

defecto, una actitud mental negativa que sólo apunta a

buscar excusas para no realizar lo deseado. Estas

actitudes tienen que ver, principalmente, con nuestros

pensamientos ya que nuestras acciones son el reflejo de

ellos. Por ello, todo orador debe estar imbuido de actitud

mental positiva para realizar sus exposiciones con

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entusiasmo y mucho optimismo; ello se logra a través de la

autosugestión y del correcto uso de las técnicas de

respiración y de relajamiento.

Gozar de buena salud física: Un orador con dolor de muela,

dolor de cabeza o fuerte dolor de vientre, no podrá

realizar con eficacia sus exposiciones, el dolor lacerante

lo pondrá de mal humor o lo indispondrá para sus tareas.

Lo recomendable es que periódicamente se acuda al médico

para un chequeo general y evitar desagradables sorpresas.

La labor un tanto estresante, conlleva a padecer de una

serie de dolencias que al no ser atendidas o al ser mal

curadas, pueden convertirse en crónicas y mortales. Se

debe combinar una buena dieta con ejercicios matutinos

para evitar el sedentarismo y las enfermedades

psicosomáticas.

Gozar de buena salud psíquica: La mente también se enferma

y puede producir lamentables estados de distorsión de la

personalidad; paranoia, esquizofrenia y aún, psicopatía.

Lógicamente una persona con desbarajustes mentales no

podrá realizar a satisfacción su labor como orador, casi

siempre tendrá problemas con sus superiores, compañeros de

trabajo y más aún, con el público oyente. Una visita al

psicólogo o psiquiatra es recomendable, pues a diferencia

de las enfermedades físicas estas no se manifiestan

pasivamente, sino a través de un accionar desequilibrado

que perjudica el buen desempeño del orador.

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CONCLUSIONES

1. La discusión verbal es el laboratorio del jurista y, por

tanto, del abogado.

2. Importancia capital del informe oral como expresión del

lenguaje jurídico hablado.

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3. El informe oral representa una puesta en situación del

abogado ante el asunto, en presencia del contradictor y

ante los que han de decidir.

4. La preparación personal en la oratoria forense está

marcada por el hábito y la propia experiencia del abogado

más que por el aprendizaje.

5. La improvisación, a veces –pocas- oportuna, es mala

compañera de la oratoria forense.

6. La preparación de la intervención debe aspirar a ser

minuciosa y completa

7. El informe forense debe aspirar a ser cortés, preciso,

conciso y claro.

8. El lenguaje jurídico ha de ser lo suficientemente claro y

preciso para no ofrecer dificultades a la comprensión de

la mayoría de los miembros del grupo social a quienes va

dirigido.

9. Ante el Jurado, la especificidad del lenguaje jurídico ha

de ser expresada de forma más cuidadosa, teniendo en

cuenta el escaso conocimiento jurídico de sus miembros.

10. Toda narración ante el Jurado puede ir acompañada de

notas emotivas.

11. El lenguaje jurídico ante el Tribunal del Jurado es

diferente, pero su exposición requiere por parte del

orador la intuición receptiva de los miembros que lo

componen.

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SUGERENCIAS

A los docentes de la Escuela de derecho ULADECH

Que en la medida de sus posibilidades en el (los)

curso(s) que imparten traten de desarrollar habilidades

discursivas en sus estudiantes, realizando más

exposiciones orales.

A los estudiantes de la Escuela de derecho ULADECH

Tener presente que el arte de hablar en público

representa un reto para el comunicador social, una

oportunidad de transmitir en un momento específico un

mensaje, con el fin de convencer, persuadir o influir en

un público. Por lo que es necesario procurar dominar este

arte.

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Al Coordinador de Extensión de la Escuela derecho ULADECH

Tomar en cuenta la propuesta del curso de oratoria,

incluida en esta tesis para ser implementada y poder así

desarrollar la habilidad discursiva de los estudiantes de

derecho ULADECH

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

1. Irma Candelaria Villafuerte coello Oratoria Tercer

Milenio

21

2. Verderber, Rudolph F., Comunicación Oral Efectiva,

Editorial Thomson, 11ª. Edición, México, 2004,p.23

3. Antonio Hernández Gil. “Conceptos jurídicos

fundamentales” Obras completas. Tomo I. Espasa Calpe S.A.

1987

4.  Antonio Fernández-Galiano y Benito de Castro Cid.

“Lecciones de teoría del Derecho y Derecho Natural”.

Editorial Universitaria, S.A. Madrid, 1993.

5. “Lenguaje administrativo y lenguaje jurídico”. Cuadernos

de Derecho Judicial.

6. A. Hernández Gil. “Peculiaridad de la expresión oral”.

O.C. pág.653

7. Carles Duarte Monserrat. “Lenguaje administrativo y

lenguaje jurídico”. Cuadernos de Derecho Judicial