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Presses Universitaires du Midi Los Quijano de Yucatán: entre la tradición y la modernidad Author(s): Laura MACHUCA GALLEGOS Source: Caravelle (1988-), No. 101, Sociabilitiés d'Amérique latine (Décembre 2013), pp. 57-86 Published by: Presses Universitaires du Midi Stable URL: https://www.jstor.org/stable/43863870 Accessed: 28-10-2019 20:21 UTC JSTOR is a not-for-profit service that helps scholars, researchers, and students discover, use, and build upon a wide range of content in a trusted digital archive. We use information technology and tools to increase productivity and facilitate new forms of scholarship. For more information about JSTOR, please contact [email protected]. Your use of the JSTOR archive indicates your acceptance of the Terms & Conditions of Use, available at https://about.jstor.org/terms Presses Universitaires du Midi is collaborating with JSTOR to digitize, preserve and extend access to Caravelle (1988-) This content downloaded from 104.244.125.2 on Mon, 28 Oct 2019 20:21:12 UTC All use subject to https://about.jstor.org/terms

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Presses Universitaires du Midi

Los Quijano de Yucatán: entre la tradición y la modernidadAuthor(s): Laura MACHUCA GALLEGOSSource: Caravelle (1988-), No. 101, Sociabilitiés d'Amérique latine (Décembre 2013), pp. 57-86Published by: Presses Universitaires du MidiStable URL: https://www.jstor.org/stable/43863870Accessed: 28-10-2019 20:21 UTC

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C.M.H.L.B. Caravelle

n° 101, p. 57-86, Toulouse, 2013

Los Quijano de Yucatán : entre la tradición y la modernidad

PAR

Laura MACHUCA GALLEGOS

CIESAS Veninsular

En este trabajo el objetivo es seguir la experiencia de una familia yucateca, los Quijano, cuyos miembros alcanzaron un enorme poder, al desarrollarse en varios ámbitos como el ayuntamiento de Mérida, las subdelegaciones, la iglesia, el ejército, entre otros.1 La temporalidad abarca de fines del siglo XVIII a la primera mitad del siglo XIX porque me parece que quedarse sólo en el período colonial no permite ver los reacomodos sufridos por las familias después de la independencia.

Hay dos razones, al menos, por las cuales esta familia se presenta particularmente interesante para el análisis histórico 1) El 22 de junio de 1792 fue asesinado el capitán general y gobernador de Yucatán Lucas de Gálvez; los historiadores que han estudiado el evento, que ha dejado miles de fojas, notablemente Lentz y Augeron, coinciden en que los autores intelectuales debieron ser los Quijano.2 Yo no profundizaré en los entresijos de este caso, aunque sí haré referencia a él, porque me interesa más la apropiación que hace la familia de varios puestos en el

1 Este artículo forma parte de una investigación más amplia titulada: «Poder y sociedad en Yucatán: el ayuntamiento de Mérida de 1785 a 1835». Agradezco a la Dra. Adriana Rocher Salas por sus comentarios, como siempre la responsabilidad del contenido del mismo es personal. A Carmen Méndez por su mirada atenta para corregir detalles.

2 Mickaël Augeron. Entre la plume et le fer. le personnel des intendances de la vice-royauté de Nouvelle Espagne 1785-1824. Pratiques de pouvoirs et réseaux soäaux en Amérique espagnole. 4 v. La Rochelle, Tesis de doctorado en Historia de Université de La Rochelle, 2000 y Mark Lentz. Assassination in Yucatan : Crime and Society, 1792-1812. Tesis de doctorado en Filosofía de la Universidad de Tulane, 2009.

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ayuntamiento de Mérida, fortaleciendo de esa forma su poder local 2) Los Quijano fueron una familia grande, 15 hermanos (16 pero uno murió pronto) y por tanto cada uno tuvo acceso a diferentes recursos, sus redes y trayectorias no siempre son coincidentes. Desde hace un tiempo me he dedicado a seguir la pista de familias,

primero comerciantes, luego hacendadas y ahora las cabildantes. La familia entendida como un grupo de personas ligadas por lazos consanguíneos y de afinidad, que incluye tanto a las de generaciones pasadas como a las que coinciden en vida y que además forman con otras extensas redes de parentesco.3 Pero la misma pregunta siempre me asalta, si ya existen variados y

muy buenos trabajos sobre familias, qué puede aportar un caso más. No obstante, creo que el ejercicio vale muy bien la pena por las siguientes razones: porque aunque nuestras familias comparten características con otras (y es lo que después nos permite generalizar) también presentan sus particularidades, resultado de los contextos en que se insertan. Además al estudiar «las estrategias» familiares e individuales, al mismo tiempo se pueden dilucidar variados aspectos de la sociedad en que les tocó vivir. Un texto interesante de Jean Paul Zuñiga ha remarcado que la palabra

«estrategia» conlleva una serie de problemas al aplicarlo a las familias4 : 1) Primero, creer que se tiene un conocimiento anticipado de que se va aplicar dicha estrategia y casi nunca sucede así; 2) El segundo punto se relaciona con el hecho de que una estrategia también implica cálculo económico y a la hora de dar dotes o decidir el destino de los hijos se nota que esto no estaba muy reflexionado; 3) Y un tercer punto, que me parece el más importante, es que muchos trabajos al analizar las relaciones familiares veían al conjunto muy homogéneo, el conflicto al interior era minimizado o simplemente no tomado en cuenta, cuando en la realidad esto puede resultar en análisis muy ricos. Para Zuñiga las familias deben ser estudiadas como un «lugar», un punto de observación de la complejidad. En ese mismo sentido, Zacarías Moutoukias recomienda ver a la familia como «un sistema de relaciones

interdependientes» y como «una trama de lazos exteriores», ya que es en el seno de ella donde se organiza la acción política y la actividad

3 Tomás Mantecón. «Les factions dans la famille "infanzona" de Cantabria d'Ancien

Régime » en Juan Luis Castellano y Jean Pierre Dedieu. Réseaux, familles et pouvoirs dans le monde ibérique à la fin de l' Anden Régime. CNRS, Paris, 1998, p. 67-88, y Michel Bertrand. Grandeur et misères de l'office. Les offices de finances de Nouvelle-Espagne. (XVIIe-XVIIIe siècles). Paris, Publications de la Sorbonne, 1999.

4 Jean Paul Zuñiga. «Clan, parentela, familia, individuo. Qué métodos y qué niveles de análisis?», Anuario dellHES , num. 15, 2000, p. 51-60.

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económica.5 En este trabajo además también me ha interesado comenzar a explorar el lazo fraternal, la relación entre hermanas y hermanos, inspirada sobre todo en el interesante análisis de Didier Lett.6

En cuanto al término estrategia, aunque Zuñiga no nos da la solución, creo que Bourdieu y Certeau nos ofrecen buenas soluciones.7 Pierre Bourdieu define a las familias como cuerpos que tienden a reproducir su ser social, con todos sus poderes y sus privilegios, ahí hablaríamos de estrategias de reproducción, de fecundidad, matrimoniales, de sucesión, económicas y educativas. Las estrategias serían todos los cálculos objetivos para salvaguardar los espacios de poder logrados por la familia. Pero como bien señala Zuñiga no todas son estrategias y en ese sentido resulta de utilidad el concepto de tácticas introducido por Certeau, quien explica que en la vida cotidiana existen las estrategias y las tácticas. Las primeras son un «calculo» o una «manipulación» con objetivos precisos. Por otro lado, están las tácticas, aplicadas generalmente por aquellos que no tienen o buscan poder, y que lejos de observar, medir, controlar y prever, viven al día y de la situación tal como se presente. Si tomamos en cuenta que dentro de las familias hay miembros débiles y fuertes, consenso y conflicto, entonces se facilita el uso de los dos conceptos.

Yucatán sin duda experimentó cambios a fines del siglo XVIII a raíz de las reformas borbónicas, a pesar de que se encontraba bastante alejada de los centros importantes de poder novohispanos. La encomienda entró en crisis tempranamente desde el siglo XVII (aunque duró hasta 1820) y fue necesario encontrar otras fuentes de recursos, además de los repartimientos de mercancías. Las estancias ganaderas devinieron haciendas en el transcurso del siglo XVIII hasta llegar a su máximo esplendor en el siglo XIX. El comercio también floreció, desde 1770 Yucatán obtuvo permiso para comerciar directamente con la Península (antes se hacía vía Veracruz y la Habana), hecho que alentó las carreras de los comerciantes que trataremos en este artículo.8

5 Zacarías Moutoukias, «Familia patriarcal o redes sociales: Balance de una imagen de la estratificación social» en Anuario del IHES, 2000, p. 151. Para el estudio de familia y redes sociales ver también: Michel Bertrand. Grandeur et misères de l'office y José María Imízcoz y Oihane Oliveri Korta. Economía doméstica y redes soäales en el Antiguo régimen. Madrid, Sílex, 2010.

6 Didier Lett, Histoire des frères et sœurs, Paris, La Martinière, 2004.

7 Pierre Bourdieu. Raisons pratiques. Sur la théorie de l'action. Paris, Seuil, 1994, p. 34 y p. 194 y Michael de Certeau. La invenáón de lo cotidiano 1. Artes de hacer. Luce Girad (edición). México, Universidad Iberoamericana-Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, 2000: Introducción.

8 Para más datos sobre esta época ver Pablo Emilio Pérez-Mallaina. Comerão y autonomía en la Intendenza de Yucatán. ( 1797-1814 ), Sevilla, Escuela de Estudios Hispano- Americanos,

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Se dice que Juan Esteban de Quijano y Dávila era el hijo de un gobernador de Yucatán llamado Antonio de Figueroa y de Isabel Avila Figueroa, quienes no pudieron casarse por las prohibiciones que había en torno a la figura de gobernador. Una prima de esta última casada con el coronel brigadier Juan Francisco Quijano habría adoptado al niño y éste crecido entonces en el seno de esta familia.9 Juan Esteban heredó el oficio de comerciante de su padre adoptivo, y llegaría a ser uno de los más pudientes de la Península. Ya sabemos que este oficio no iba solo, implicaba también adquisición de haciendas, tiendas, casas y actividades agiotistas y contrabandistas, entre otras. Para tener una idea del capital de Juan Esteban Quijano el siguiente

ejemplo es bastante ilustrativo. En la década de los setenta hubo cambio de moneda, se retirarían las macuquinas de martillo y las circulares por unas de nueva acuñación.10 Juan Esteban Quijano envió a Veracruz 19123 pesos de monedas macuquinas a don Antonio Moreno para que se las cambiara por monedas de nuevo cuño. Esta cifra representa el 6% del total existente de la moneda antigua en la Península. Además por la misma época hizo un préstamo de 30 mil pesos fuertes al real estanco del tabaco, con interés del 4%. Alicia Contreras resume así el papel de Quijano, uno de los tres comerciantes más importantes de la ciudad: «Por una parte tenía en su poder una gran cantidad de monedas acumuladas, lo que le permitía realizar transacciones de los considerables montos antes citados, y, por otra, tal disponibilidad le daba ventaja de efectuar tales movimientos en condiciones muy favorables para su economía».11 Otras actividades registradas son que él junto con sus hijos Juan Esteban y Mariano, actuaron como fiadores y ofrecieron en 1785, 12 mil pesos por el remate de los frutos decimales del partido de la Costa Alta y Baja durante cuatro años.12 Ese mismo año vendió un esclavo que había comprado en 1779, de los apresados en la expedición de Bacalar.13

1978 y sobre el desarrollo de la hacienda Laura Machuca Gallegos. Los hacendados de Yucatán (1785-1847). CIESAS/ Instituto de Cultura de Yucatán, 2011.

9 José María Valdes Acosta. A través de las centurias. Historia genealógica de las familias yucatecas. 3 v. Mérida, Yucatán, 1926, vol. 2, p. 433-435.

^ Como bien señala Alicia Contreras las monedas macuquinas eran de baja denominación y sólo servían al interior de la península y acaso en la Habana. Ver Alicia del Carmen Contreras Sánchez, Economía natural-Economía monetaria: los empréstitos en Yucatán (1750-1811). Universidad Autónoma de Yucatán/Universidad Autónoma de Tabasco/ Plaza y Valdéz, 2011, p. 146.

11 Contreras, ibidem, p. 168-169.

12 Archivo General del Estado de Yucatán (en adelante AGEY), Archivo notarial, vol. 21, f. 119, 5 abril 1785.

13 AGEY, Archivo notarial, vol. 21, p. 760, 1786.

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No sólo fue comerciante y usurero, formó parte del ayuntamiento en diferentes años, en 1772 y 1788 como alcalde y 1786, 1788 y 1790 como síndico procurador, aunque nunca fue regidor (ver cuadro 3). Además fue juez general de bienes de difuntos y herencias, y síndico general de los franciscanos (por nombramiento del 18 de mayo de 1757); este último cargo no es menor si se considera que él era el responsable de administrar los ingresos de la orden y como bien lo ha hecho notar Adriana Rocher «el síndico tuvo pocos frenos para usar a su antojo los recursos recibidos de los religiosos»; el hecho de ser síndico además otorgaba inmunidad eclesiástica, otra fuente de prestigio reservada a unos pocos.14 Siguiendo en este mismo ámbito, Juan Esteban también procuraba actos de caridad, que aumentaban más su honor y, por si fuera poco, se le atribuye la construcción de la iglesia del barrio de San Sebastián. 15

Juan Esteban se casó con doña Petrona Zetina el 20 de abril de 1755, perteneciente a una familia de la alcurnia meridana descendiente de conquistadores, encomendera del pueblo de Sacalum, hija de don Francisco de Zetina y Bravo y Josefa de Lara y Carrillo de Albornoz. 1 6 Ella le trajo entonces el prestigio de unirse a una familia de renombre, pero en realidad sin dinero. El mismo Juan Esteban menciona en su testamento que él en ese momento poseía $49,709 pesos y que él mismo pagó la dote de dos mil pesos, pues ella no aportó más que $183 pesos y 6 reales que le dejó su padre en herencia. Sus 16 hijos están listados en el cuadro 1, con sus respectivos cónyuges.

Una familia tan grande llena muy bien las expectativas sociales que se esperan, guardan equilibrio de género, se trata de ocho hombres y ocho mujeres. Sólo el mayor murió quizá a edad temprana porque no he hallado referencia a él. Los siguientes tres fueron consagrados al ejército: Mariano, Miguel e Ignacio. Juan Esteban estudió en el Colegio de San Idelfonso de Mérida y después se dedicó a ocupar cargos públicos entre ellos secretario de gobierno y después regidor del ayuntamiento.

14 Para más datos ver Adriana Rocher, «Clero y élites en Yucatán durante el período colonial» en Laura Machuca Gallegos (coord.), Grupos privilegiados de la peninsula de Yucatán. Siglos XVIII j XIX. México, CIESAS/ Secretaría de Cultura de Yucatán, 2013 (En prensa) y también La disputa por las almas. Las órdenes religiosas en Campeche, siglo XVIII. México, CONACULTA, 2010, p. 114-124. Según esta autora el padre Juan Francisco Quijano también fue sindico particular de la iglesia de la tercera orden.

15 Valdes Acosta. A. través de las centurias, vol. 2, p. 451.

16 Ibidem , p. 439.

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Cuadro 1. Los hermanos Quijano y Zetina

Hermanos Oficio Cónyuges Quijano y Zetina

Josef Idelfonso +

Mariano (1753- Teniente de granaderos del batallón Josefa Cosgaya y Elizalde

Ignacio Francisco Coronel de los reales ejércitos Micaela Cosgaya y Elizalde (1757-1813)

Miguel José Brigadier, comerciante, procurador Soltero (1759-1820) síndico, hacendado.

Alcalde y alférez del ayuntamiento. Juez de bienes de difuntos.

Juan Esteban Escribanía mayor de gobernación, Soltero (1760- guerra e indios

Secretario mayor de gobierno

José Tadeo Presbítero, hacendado (1761- 1809)

Manuel José Presbítero, hacendado (1762-

María Josefa Encomendera y hacendada 1. Tomás Baldos Murciano (1764- 2. Fernando Quijano

Bustamante

3. Francisco del Castillo y López Varios amantes entre ellos

María Nicolasa Hacendada Anastasio Lara y Argaiz (1765-)

Joaquín Juez general de bienes de difuntos, Petrona Loza y Quijano (su (1766-1833) mandos y herencias ultramarinas. sobrina)

Alférez y alcalde del ayuntamiento

María Tomasa - José Boves (1769-

María Francisca Hacendada Francisco de Loza

(1772-

María Narcisa Hacendada José Boves (1773-

María Eduarda Monja (1774-

María Antonia Hacendada José María Rivas (1775-

José Nicolás Comerciante, hacendado María Valentina Parriga Demetrio Francisca Ortiz y Méndez (1776-184...)

Fuente: «Testamento de Juan Esteban Quijano», AGEY, Archivo notarial, vol. 25, 1788. Valdes Acosta menciona a otra hermana llamada María Josefa Ignacia nacida en 1771 pero Juan Esteban no la incluye en su testamento, seguramente murió.

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El siguiente hermano, Joaquín, incluso estudió en el Real Colegio de Vergara de Viscaya de la Real Sociedad Vascongada,17 en donde se especializó en matemáticas y cuando regresó se consagró a la administración pública. El más pequeño Nicolás siguió los pasos de su padre como comerciante. Por el lado de la Iglesia la cuota también estaba satisfecha, había dos clérigos: Tadeo y Manuel. Todos eran dueños de haciendas y se dedicaban en menor o mayor grado al comercio. Josefa y Mariano además eran encomenderos, pues su madre Petrona Zetina igualmente lo había sido.

En cuanto a las mujeres, la mayoría tenía haciendas. Eduarda se hizo monja. Ya les dedicaremos un apartado. Sin duda alguna, cuando hablamos de los Quijano nos referimos a una familia totalmente patriarcal: dice una fuente que cuando los hijos crecieron y cada quien tenía su casa, tenían «todos la costumbre de juntarse todas la noches en casa de su padre a besarle la mano».18

Relaciones de Juan Esteban Quijano

En el cuadro 2 dedicado a las relaciones de Juan Esteban Quijano realizado a partir de las menciones en su testamento, se observa que él entabló negocios con varias personas de Mérida, por ejemplo la Condesa Idelfonsa Bermejo,19 quien era además su comadre, le debía la nada despreciable suma de 14 mil pesos, pero también con intermediarios en los partidos de la Península como Romualdo Valiente de Tekax o el capitán Belsunza del Camino Real. Sobresalen otros lazos interesantes y externos con comerciantes en Cádiz, Puebla, México y Veracruz. En particular con el arzobispo de Santa Fe de Bogotá y virrey de Nueva Granada desde 1782, Antonio Caballero y Góngora, quien le debía poco más de 11 mil pesos. Caballero y Góngora había sido obispo de Yucatán

17 Este colegio fue fundado en 1776 por el conde de Peña Florida bajo los auspicios de la Real Sociedad Bascongada de los Amigos del País, la pensión anual para ser aceptado era de 300 ducados, unos 750 pesos en el siglo XVIII. Jesús Fuentes Langas «Real Seminario Patriótico Bascongado de Bergara» en Enciclopedia Auñamendi Esko, ver http:/ / www.euskomedia.org/ aunamendi/ 1 24800

18 Archivo General de la Nación (en adelante AGN), Criminal, vol. 484, f. 42 v. 5 de marzo de 1801.

19 Debemos hacer notar que ella estaba casada con el conde Santiago Calderón de la Helguera, estos Calderón eran los únicos poseedores de un título de nobleza en Yucatán.

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dos años entre 1776 y 1777, suficientes para que abriera su línea de crédito con Quijano.20 En México su contacto era Domingo de Rábago (conde de Rábago) y

su hermano José Francisco, pertenecientes al consulado de México. De hecho Domingo, quien era de origen cantabrés, había empezado como comerciante de Cádiz desde 1752.21 Otro de sus contactos importantes estaba en Cádiz: George Araurrenechea, originario de Ciga en Navarra y matriculado en Cádiz desde 1753; ignoramos cómo empezó su relación con Quijano, quien decía haberle remitido productos en varias embarcaciones de Campeche y por vía de Veracruz.22 De hecho, su hijo Miguel en sus viajes a España también se encargaba de tratar con este comerciante y quizá otros. Que tuviera negocios directamente en Cádiz nos habla de ciertas cualidades que ya resaltaba un contemporáneo suyo: «Para ampliar los comercios ultramarinos no solo se necesita valor y constancia sino caudales grandes».23 En cuanto a sus relaciones en Veracruz, menciona a José Ruiz y a Pedro Moreno. De éste último se sabe que era criollo, y uno de los comerciantes que solicitó la creación del consulado desde 1781, hecho que se logró hasta 1795.24

20 Para más datos sobre el obispo ver Crescendo Carrillo y Ancona, El obispado de Yucatán historia de su fundación y de sus obispos. Desde el siglo XVI hasta el XIX. 1 ed. 1895 Fondo Editorial Yucatán, Mérida, 1979: II, 894-903.

21 Para más datos ver Christiana Renate Borchart de Moreno. Los mercaderes y el capitalismo en la äudad de Mexico: 1759-1778. Trad. Alejandro Zenker. Mexico, Fondo de Cultura Econòmica, 1984, passim. Julián Ruiz Rivera. El consulado de Cádi% Matrícula de comeräantes. 1730-1823. Cádiz, Diputación provincial de Cádiz, 1988, p. 197.

22 Ruiz Rivera, ibidem, p. 138.

23 Stanley Stein, «Francisco Ignacio de Yraeta y Azcárate, almacenero de la ciudad de México, 1732-1797. Un ensayo de Microhistoria» en Historia Mexicana, vol. 199 (3), enero-marzo, 2001, p. 489.

24 Ver Matilde Souto Mantecón. Mar abierto, ha política y el comerão del Consulado de Veracruņ en el ocaso del sistema imperial. México, El Colegio de México/ Instituto Mora, 2001, p. 310

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Cuadro 2. Relaciones comerciales de Juan Esteban según su testamento

Nombre de la persona Ocupación/relación Cantidades

Jacinto Palomo

Juana de la Cámara

Romualdo Valiente

Idelfonsa Bermejo Condesa de Miraflores, 14000

Josefa Isabel Rodríguez de la Gala Su vecina

Bienes Mateo de la Cámara

Difunto Mateo Méndez

Juana de la Cámara Tía 550 + Bienes de su marido Josef Lara

Diego Castro y su yerno - 4 mil Francisco del Pino y Sosa

Clemente Belsunza

Antonio Caballero y Góngora

Pedro Moreno

George Araurrenechea

Pedro Josef y don Nicolás Josef Vecinos de Puebla Remisión Uriarte

El conde de Rábago y su hermano Ciudad de México Remisión de Francisco Antonio de Rábago

Manuel García Rejón Mérida Le cedió su

Josef Ruiz (relación x 1755)

Fuente: «Testamento de Juan Esteban Quijano», AGE Y, Archivo notarial, vol. 25, 1788.

Aunque el testamento sólo ofrece una imagen parcial de sus lazos, nos damos cuenta que el éxito de Juan Esteban Quijano fue tener contactos claves en las principales ciudades, tanto de Nueva España como fuera de ésta, y no restringirse tan sólo al ambiente peninsular. Sus contactos no eran los comerciantes de los más altos niveles, pero quizá eran eficientes brockers (intermediarios) y con eso le bastaba. Quizá sus negocios no fueron tan espectaculares como los de sus contemporáneos, Juan Fermín de Aycinena en Guatemala,25 o Francisco Ignacio de Yraeta en la Ciudad de México,26 pero no cabe duda que hacía mover el comercio de la Península.

25 Sobre este personaje ver Richmond F. Brown. Juan Fermín de Ajänena. Central American Colonial Entrepreneur. 1729-1796. Oklahoma, University of Oklahoma Press/ Norman and London, 1997.

26 Stanley Stein, «Francisco Ignacio de Yraeta y Azcarate», p. 459-512.

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No obstante, los mejores aliados de Juan Esteban fueron sus hijos y en particular Miguel y Juan Esteban. En términos de Michel Bertrand, hablamos de su círculo de sociabilidad más básico que es el de la familia.27 Ellos además de ser también comerciantes, tienen otras características que los distinguen, por ejemplo nunca se casaron, por tanto se consagraron totalmente a su padre y sus negocios. De Miguel hay una anécdota que refiere Valdes Acosta y es interesante porque da una idea de la riqueza y el poder que había acumulado: «Estando de cacería y sintiéndose apurado por la sed, llegó a una valiosa finca de campo, en demanda del refrescante líquido, y como preguntase quién era el propietario de la heredad, su sorpresa no tuvo límites cuando se le dijo: del Brigadier D. Miguel de Quijano y Cetina!»28 Se puede afirmar que él era uno de los hombres más ricos de Yucatán. De hecho, Juan Esteban padre en su testamento declaró que cuando Miguel se fue a España a tratar de ser admitido por el comercio de allá, le dio treinta mil pesos de adelanto de su herencia, además de esto lo favoreció con el tercio de sus bienes: «Para descargo de mi conciencia por la fidelidad amor y eficacia con que me ha servido, ayudándome al aumento de mi caudal...» En cuanto al hijo Juan Esteban además de la parte que le correspondiera de herencia le donó 4 mil pesos: «En consideración a que igualmente me ha servido con fidelidad y amor en las tareas del comercio desde que lo saqué del colegio, en viaje que hizo a Veracruz en tiempo de guerra y otro a Campeche cuyas utilidades que adquirió se refundieron entre mis bienes».29

En diciembre de 1801 Juan Esteban Quijano padre agregó una cláusula a su testamento y nos proporciona más datos acerca de su hijo Miguel. En 1783 se fue a Cádiz a tratar de matricularse como comerciante, con el apoyo de fray Antonio Ballester y de Jacinto Palomo, vecino y comerciante de Cádiz y correspondiente del padre para que lo ayudara en sus trámites allá.30 Se fue con cartas de recomendación del padre y como responsable de sus caudales depositados en España que según él eran «de bastante consideración», después precisa que fueron 30 mil pesos, de los cuales Miguel sólo tomó $20943 pesos, con sólo la condición de que le entregase una serie de productos para surtir su tienda. No logró su cometido. De hecho, si vemos el número de

27 Michel Bertrand. «De la familia a la red de sociabilidad» 'Revista Mexicana de Soáología. Vol. 61, No. 2, abril-junio 1999:107-135.

28 Valdes Acosta. A través de las centurias , II, 436.

29 «Testamento de Juan Esteban Quijano», AGEY, Archivo notarial, vol. 25, 1788.

30 «Suplemento de cláusula testamentaría: Juan Esteban Quijano», AGEY, Archivo notarial, vol. 41, 1801, p. 906-911, 7 diciembre 1801. Sobre Palomo ver también Julián Ruiz, El Consulado de Cádi% p. 71.

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comerciantes indianos matriculados en Cádiz de 1750 a 1820 sólo eran

56 y entre ellos no se encontraba Miguel Quijano. El investigador Julián Ruiz afirma que no es muy claro si esta escasa presencia era por dificultades legales y burocráticas o simplemente por lejanía;31 con Miguel pudo aplicar cualquiera de los dos casos. Volvió a Mérida, pero años después regresaría a Cádiz fortalecido.

Los matrimonios

Sin duda alguna, donde sí existió una estrategia determinada fue en los matrimonios, salvo Josefa que se casó tres veces y tuvo varios amantes. En lo demás se notan ciertos patrones. De los 15 sobrevivientes, cinco se mantuvieron solteros. La documentación no permite vislumbrar las razones por las cuales Miguel Quijano, uno de los hombres más ricos de su época, y su hermano Juan Esteban, no se casaron. Quizá el padre se lo prohibió, quizá sus gustos eran otros, quizá decidieron no dividir más su patrimonio, sólo quizá. Lo que sí se observa es una fuerte endogamia: Mariano e Ignacio se casaron con dos hermanas, las Cosgaya Elizalde, hijas de Diego de Cosgaya y Solís y de Idelfonsa Elizalde Melendez.

Ignacio aportó 30 mil pesos a su matrimonio y su esposa Micaela nada por haberlo cedido a su madre Idelfonsa Elizalde.32 Ellos tuvieron nueve hijos.33 La mayor María Encarnación se casó con su primo Felipe Baldos Quijano, el único hijo legítimo de Josefa Quijano (ya veremos que tuvo otros) y de su primer marido Tomás Baldos Murciano. Felipe Baldos en la documentación aparece más ligado a sus tíos Ignacio y Joaquín tanto por este matrimonio como por negocios, así que no sabemos la clase de relación que guardó con su madre.34

31 Julián Ruiz, El Consulado de Cádit^ p. 49-51.

32 «Testamento de Ignacio Quijano y Micaela Cosgaya», AGEY, Archivo notarial, vol. 80, 1813, f. 650-657.

33 María Encarnación, Manuela Antonia, María del Carmen, José Julián, Juan Esteban, Ignacio, José María, Manuel Arcádio y Manuel Benito. Manuela se unió a Simón Palomeque y Carmen a Pedro Casares y Armas, ambos hacendados, comerciantes y alguna vez regidores en el ayuntamiento de Mérida.

34 En cuanto a los hijos varones de Ignacio, dos de ellos se casaron con dos primas: Ignacio se casó con Pilar Ignacia Elizalde y Escudero, hija de Pedro Elizalde e Ignacia Escudero y José Julián con Josefa Escudero de la Rocha, hija de Pedro Escudero y Antonia de la Rocha. Para más datos de la familia Escudero ver Laura Machuca Gallegos «Estrategias de una familia de la élite yucateca: los Escudero» en Laura Machuca Gallegos (coord.), Grupos privilegiados de la península de Yucatán).

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Cabe mencionar que de Mariano se tiene muy poca información, salvo que cayó «fatuo». Antes de su enfermedad se unió a Josefa Cosgaya y al parecer sólo tuvo tres hijos: Mariano, Joaquina, y Antonio.35 Joaquín Quijano se unió a su sobrina en mayo de 1809, Petrona Loza y Quijano, hija de su hermana María Francisca, quien se había casado con Francisco Loza, ayudante mayor del ejército. Loza, en realidad, no era un «prominente», quizá Juan Esteban Quijano padre lo consideró por ser parte del ejército. Sabemos por su testamento que Joaquín aportó 25 mil pesos en giros de comercio y su sobrina nada. Sólo tuvieron tres hijos: José Miguel (quien no figura en ningún lado), María Emilia y Juana Fidelia.36 La última se casó a su vez con su primo Antonio de Lara y Quijano y Emilia con el otro hermano y primo Juan, ambos hijos de su tía Nicolasa quien se había casado a su vez con su primo Anastasio de Lara y Argaiz. Nicolás, el hijo menor, fue el que salió de la endogamia familiar para casarse y él lo hizo fuera tres veces con mujeres que ni siquiera eran de la élite (ver el cuadro 1). En cuanto a las mujeres y dada la solvencia de la casa Quijano, el

padre Juan Esteban, en realidad no buscó matrimonios ventajosos para sus hijas, aunque tampoco se olvidaba de los criterios básicos de notabilidad y algo de riqueza. Al parecer todas las que se casaron recibieron una dote equitativa, unos 5 mil pesos cada una, más una hacienda. La casa Quijano era capaz de casar a todas las hijas por igual: «Son la riqueza, la posición, el honor de la casa y las relaciones que establece con su medio quienes determinan finalmente la cuantía de las dotes».37

María Antonia se casó con el comerciante José María Rivas. De hecho, se cuenta con la carta dotal del 16 de junio de 1801, en la que consta que ella aportó a la unión 5640 pesos, tres reales, que incluía varias joyas (entre los que se encontraban una sortija con nueve diamantes, un anillo de diamantes, varios aretes y cadenas) y 4699 en

35 Los tres hicieron más bien su vida en Campeche. Mariano el hijo llegó a ser coronel y se casó con la campechana María Pilar García y Marcin. Joaquina se casaría nada menos que con Pedro Sainz de Baranda, un importante político y militar campechano, en cuanto a Antonio fue un importante presbítero«México, bautismos, 1560-1950,» index, Family Search (https://familysearch.Org/pal:/MM9.l.l/NBJl-J41: accessed 16 Jul 2013), Joaquina Quijano in entry for Maria Joaquina Eduarda de la Santísima Trinidad Baranda Quijano, 13 Octubre 1836». «Diligencias matrimoniales del coronel don Mariano Quijano, con María Pilar García y Marcin, de Campeche», AGN, Bienes Nacionales, vol. 24, exp. 7, 1833.

36 «Testamento de Joaquín Quijano y Zetina» en AGEY, Archivo notarial, vol. 131, f. 207-212, 16 de julio de 1832.

37 Para este tema ver Oihane Oliveri Korta, Mujer y herenáa en el estamento hidalgo guipuņcano durante el antiguo Régimen (siglos XVI-XVIII). Guipúzcoa, Diputación Federal de Guipuzcoa, 2001, p. 145.

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plata.38 María Nicolasa se había casado ya desde 1790 con su primo materno también dedicado al comercio Anastasio de Lara y Argaiz.

Dos de sus hijas le causaron verdaderos dolores de cabeza a Juan Esteban, primero Tomasa, quien insistió en casarse con José Boves, un asturiano instalado en la península. El hecho sucedió por 1791 e ignoro las causas por las cuales el padre se opuso a dicha unión,39 se cuenta que incluso se corrieron los rumores de que Miguel había pagado para que asesinaran a Boves. Sería precisamente el gobernador Lucas de Gálvez quien daría la razón a Boves.40

De todas formas Boves se hizo de toda una reputación dentro de la Península, pero se fue a Campeche, en donde incluso llegó a ser regidor del ayuntamiento. Quijano padre tuvo que soportar que Tomasa fuera la primera esposa y no vivió para ver que cuando ésta murió la otra hermana Narcisa ocupó su lugar, contrayendo nupcias con el viudo, ya tardíamente el 31 de agosto de 1 816.41 De hecho, Narcisa ya había recibido de su padre en 1801 la parte que le correspondía de herencia, la hacienda Misme y joyas con valor de $1135 pesos, lo que hacía un total para ella de $5355 pesos.42

Quien le causó más dolores de cabeza al viejo Juan Esteban fue Josefa. Ella había contraído primeras nupcias con el peninsular Tomás Baldos Murciano, y como a las demás hermanas, tuvo de dote cuatro mil pesos, más mil pesos que pagó por la encomienda que le donó,43 es decir unos cinco mil pesos. Con él sólo tuvo un hijo, Felipe Baldos. Por los documentos se infiere que Baldos Murciano hacía negocios en otros lados y se ausentaba largas temporadas de Mérida. Hecho que Josefa aprovechó para empezar su relación con Castro. Como veremos más adelante, la acusación de Castro contra los Quijano (acerca de que ellos fueron los asesinos intelectuales de Lucas de Gálvez) fue consecuencia de haberle negado el padre la mano de su hija. Al contrario del caso de Boves, nadie intervino por él para apoyarlo y su estrategia de intimidar a

38 AGEY, Archivo notarial, vol. 48, 1801, p. 481-82, 16 junio 1801.

39 «. . .Que ni conocía ni trataba a los Quijanos hasta el año de noventa y uno en que por habérsele ofrecido a don Juan Esteban el viejo, un pleito sobre el casamiento de una hija suya con don Joseph Bovis, vio al declarante para que lo defendiera como lo hizo...» «Testimonio de Manuel Antolin», AGN, Criminal, vol. 330, f. 78 v, marzo de 1801.

40 Ver Lentz, Assasination , p. 268.

41 «Mexico, matrimonios, 1570-1950,» index, FamilySearch (https://familysearch.org/ pal:/MM9.1.1/JZZL-MTJ : accessed 16 Jul 2013), Joseph Antonio Boves and Narcisa Quixano, 31 Aug 1816.

42 AGEY, Archivo notarial, vol. 48, 1801, p. 829-831.

43 «Testamento de Juan Esteban Quijano, ítem 54», AGEY, Archivo notarial, vol. 25, 1788.

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la familia resultó fallida. La idea de casarse por amor es muy moderna,44 quizá Josefa estaba lejos de pensar que el matrimonio en el caso de ella y su familia era para «asegurar la pervivencia de la casa y el mantenimiento de su estatus y rango social, patrimonial y honorífico. En consecuencia, se hace necesario establecer alianzas matrimoniales con casas de igual rango, de manera que el matrimonio no suponga una pérdida de estatus.»45 En todo caso, en 1812 ya la encontramos casada con Fernando Quijano Bustamante, quizá un primo peninsular, enviudó en algún momento porque años después en 1829 aparece como esposa de Francisco del Castillo y López, que trabajó en la Contaduría de Campeche y Mérida y fue oficial tercero en el Congreso.46 Se ignora en qué año murió Josefa y las otras hermanas.

Su papel en el ayuntamiento

Coincidentemente fue con Lucas de Gálvez que pudieron ingresar por primera vez a una regiduría. El hermano de Juan Esteban padre, Juan Francisco Quijano y Dávila accedió a una en 1791, pero murió al siguiente año, y seguramente para entonces ya había renunciado al cargo en su sobrino. Juan Esteban hijo pagó 600 pesos por ella, el mismo Gálvez le confirmó el título el 11 de abril de 1792.47

El mismo año que los hermanos Quijano fueron enviados a la cárcel en 1801 (ya se verá más adelante), Miguel ocupó el cargo de alcalde del primer voto que había dejado José Castillo, un enemigo acérrimo de la familia. Nombramiento que no estuvo libre de controversia ya que la acusación de que ellos eran los autores intelectuales del asesinato de Lucas de Gálvez se encontraba en su cénit.48

44 Ver Stephanie Coontz. Historia del matrimonio. Cómo el amor conquistó el matrimonio , Gedisa, Barcelona, 2006, cap. 1 .

45 Oliveri, Mujer y herenda, p. 161.

46 Casi no se tienen referencias de estos dos maridos, del segundo se ha encontrado la siguiente nota: «Representación de don Francisco del Castillo, vecino de Mérida, solicitando al gobernador pase su informe al congreso del estado, en apoyo a su solicitud de una colocación en la secretaría de dicho congreso», AGEY. Poder ejecutivo, gobernación, vol. 3, exp. 43, 1831.

47 «Se declara caduco el oficio de regidor llano del ayuntamiento de la ciudad de Mérida, cuyo propietario Juan Esteban Quijano lo permutó con Manuel José del Castillo y Aguirre», AGN, Oficios vendibles y renunciables, vol. 39, exp. 14, 1816, f. 393-432.

48 Bolio escribió que: «el año pasado contradije la elección de igualdad de votos de don José Miguel Quijano que resultó nombrado junto con don José Joaquín Brito por hallarse indiciado en la criminal acérrima muerte del señor don Lucas de Gálvez y sin oírme lo posesionó lisa y llanamente tratándome con aspereza y de sujeto lleno de animosidad», AGN, Historia, vol. 135, exp. 22, 23 enero 1802.

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La oportunidad de llegar al alferazgo la tuvieron cuando murió el alférez Bernardino del Castillo y éste lo heredó su hijo Manuel, el cual se dice sufría «problemas mentales» y por tanto su tío José del Castillo lo creía incapaz de poder tomar tal decisión por sí mismo. Juan Esteban Quijano hijo y Manuel renunciaron mutuamente su puesto, el segundo además recibió mil pesos por el intercambio que a toda vista era muy desigual. Con este acto los Castillo perdieron el alferazgo en el cual habían estado desde 1704. Esta permuta no estuvo libre de problemas pues había otros actores interesados en el puesto como el hermano del alférez muerto, el alcalde en 1800 José del Castillo quien quería hacer valer el segundo lugar que ocupaba en la terna hecha por su hermano. El fue uno de los principales sostenedores de la teoría de que los Quijanos mandaron asesinar a Lucas de Gálvez. Le convenía porque así se desembarazaba y podría ocupar el puesto que creía merecer.

Cuadro 3. Puestos en el ayuntamiento

Nombre

Juan Esteban Quijano y Alcalde ordinario y de la Santa Hermandad, 1772, Dávila 1788

Síndico Procurador, 1786, 1788, 1790

Juan Francisco Quijano y Alcalde ordinario 1785-1786, 1791-1792+ Dávila Regidor 1791-1792 (+1792)

Miguel José Quijano y Zetina Procurador síndico, 1789 Alcalde ordinario, 1789, 1801 Regidor perpetuo, 1804-1808 Alférez real, 1808-1810

Juan Esteban Quijano y Regidor perpetuo, 1792-1805, 1809-1815 Zetina Alcalde, 1794-1795 (+1815)

Joaquín Quijano y Zetina Procurador síndico, 1809 Alcalde del ayuntamiento, 1810, 1822 Regidor perpetuo, 1809-1815, 1813 (constitucional), 1821

Felipe Baldos Quijano Regidor, 1815-1820 (hijo de Josefa, su tío Ignacio es su suegro también)

Ignacio Quijano Cosgaya Regidor, 1825 (hijo de Ignacio)

Fuentes: Actas del Cabildo de Mérida, Ignacio Rubio Mañe. Alcaldes de Menda Yucatán . (1 542-1 941 ). Salvador Rodríguez Losa (presentación y edición). Mérida, Yucatán, Universidad Autónoma de Yucatán, 1992.

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Castillo incluso alegó que su sobrino Manuel no era apto ni para regidor llano y que la regiduría de Juan Esteban había caducado al haberse ausentado éste de Mérida en 1801 cuando debió ir a México a

ver por sus hermanos. A esto Juan Esteban Quijano contestó que: «Ya por que Don José no es parte para oponer la caducidad de mi oficio ni hay mérito para ello, puesto que yo vine a esta capital con el correspondiente permiso a asuntos muy graves, personales y de mi familia, como es público y que antes de venir estaba ya concertada la permuta cuyo éxito se suspendió por el injusto litigio que emprendió y perdió Don José.»49 Como sea la real hacienda lo declaró apto para el cargo y le libró el título de alférez formalmente el 5 de noviembre de 1805. Manuel del Castillo nunca ocupó la regiduría.

En agosto de 1804, Miguel Quijano llegaría a ser regidor, ocupando el puesto de otro Castillo: Angel, primo de los anteriores. Juan Esteban sólo estuvo en el alferazgo hasta 1808 cuando lo cedió a Miguel. Cabe mencionar que éste era el cargo más importante y prestigioso dentro del Ayuntamiento, pues el alférez portaba el pendón real, y por tanto se consideraba el representante más cercano a la figura del rey. El puesto exigía una gran inversión, pero también daba las mayores preeminencias. Por ejemplo, en la fiesta del 4 de agosto en que se proclamó fidelidad a Fernando VII, al alférez Miguel Quijano le tocó el «derecho a proclamar, levantando por tres veces la voz de viva el rey de España e Indios». . .

y presentándose el prenotado alférez real, el dicho señor presidente con las voces y expresiones de ceremonia puso en sus manos el real pendón, tomando la derecha y su teniente auditor la izquierda, los reyes de armas don Juan Ramón Ancona y don Miguel Bolio enseguida, y demás capitulares por su antigüedad en forma de cuerpo, bajando de este modo con las masas y clarines y dirigiéndose con el séquito y acompañamiento referido al primer tablado subieron los nominados alférez real y reyes de armas, asistidos de mi el escribano. 50

Joaquín llegó a ser alcalde primero en 1809 y 1810, y a fines de 1809 asumió la regiduría que había dejado su hermano Miguel. Después, en 1810 Miguel se fue a Cádiz y el alferazgo fue retomado por Joaquín. Este último entonces transfirió su puesto de regidor a su sobrino José Felipe Baldos, el hijo legítimo de Josefa, quien además -ya mencioné antes, se

49 «Permuta que hacen de sus oficios de alférez real y regidor llano de don Juan Esteban Quijano y Manuel de Castillo de la ciudad de Mérida en que se comprometen a pagar las cantidades que les corresponden y solicitárseles envíen sus respectivos títulos», AGN, Oficios vendibles y renunciables, vol. 38, exp.8, fs. 393-402. Carta de 7 de diciembre de 1803.

50 Biblioteca Yucatanense (en adelante BY), Actas de Cabildo, vol. 12, f. 38 v y f. 43v-44, 1809.

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había casado con su prima, una hija de Ignacio. Sólo que Felipe Baldos no pudo ocupar su lugar hasta 1815, una vez pasado el periodo constitucional (que duró de fines de 1812 a mediados de 1814). Si observamos la lista de miembros del cabildo para los años 1809 y 1810 notamos que los Quijano eran la familia mejor situada. Tres de los hermanos formaban parte del ayuntamiento, pasando por alto todas las prohibiciones concernientes al parentesco.51

Cuadro 4. Composición del ayuntamiento de Mérida en 1809 y 1810

Regidores

Juan Josef Domínguez Miguel Quijano Manuel Joaquín Quijano Miguel Bolio y Paz Espínola Manuel García José de Mendicuti y Vergara Juan Ramón Ancona José Joaquín Rendón Antonio Carvajal José Joaquín Brito y Rubio Juan Esteban Quijano Joaquín Quijano

Juan Josef Domínguez Miguel Quijano Manuel Joaquín Quijano Miguel Bolio y Paz Espínola Joaquín Chacón José de Mendicuti y Vergara Juan Ramón Ancona José Joaquín Rendón Antonio Carvajal José Joaquín Brito y Rubio Joaquín de Quijano Juan Esteban Quijano

Fuente: Biblioteca Yucatanense, Actas del cabildo, vol. 12.

Un detalle: Joaquín Quijano fue el único miembro del Ayuntamiento tradicional que participó en el Constitucional en 1813. Cabe mencionar que en octubre de 1812 se dio a conocer en Mérida la Constitución de Cádiz, la cual marcaba en uno de sus artículos que deberían realizarse elecciones para elegir nuevos regidores. Lo anterior coincidía con varias demandas hechas en los años anteriores por varios vecinos, quienes solicitaban que el cabildo dejara ser coto de unos cuantos privilegiados. El cabildo tradicional mostró todo su regalismo y se mantuvo bastante al margen todo 1813 y hasta mayo de 1814 en que Fernando VII volvió al

51 El rey Felipe III desde el 15 de mayo de 1603 había expedido la siguiente cédula: «Mandamos a los Justicias, Cabildos y Regimientos que no consientan ni den lugar que en las elecciones de oficios se elijan ni nombren padres a hijos, ni hijos a padres, ni hermanos a hermanos, ni suegros a yernos, ni yernos a suegros, ni cuñados a cuñados, ni los casados con dos hermanas, que así es nuestra voluntad.» Apud Constatino Bayle. Los cabildos seculares en la América Española. Madrid, Sapientia S.A. de Ediciones, 1952, p. 121.

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poder y suspendió la constitución. La pregunta es qué llevó a Joaquín a querer entrar al nuevo orden constitucional, cuando por su posición y siguiendo a sus homólogos, la actitud esperada era de repudio. ¿Estrategia o táctica? Lo cierto es que fue en esta etapa en que tuvo su acercamiento al principal comerciante de la época Pedro José Guzmán, también regidor, en 1813 ambos fungieron de fiadores para la introducción de la primera imprenta en la península.52 Sólo sería el principio de una larga colaboración, por ejemplo, los dos serían fiadores del cuñado de Joaquín (casado con su hermana María Antonia), José María Rivas, quien lo relevó en la subdelegación de la costa de 1810 a 1814.53

La persecución fue muy dura para las constitucionalistas, pero por alguna razón Joaquín no fue tocado, pudo volver a su regiduría en 1815 sin que las críticas lo alcanzaran e incluso, terminar como alférez hasta 1820. Seguro su alianza con Guzmán fue crucial. La colaboración entre las dos familias quedó sellada con el matrimonio en julio de 1821 de Juan Esteban Quijano Cosgaya (hijo de Ignacio) y la hija de Pedro José Guzmán, María Manuela. Sería el principio de la compañía comercial Guzmán & Quijano, en la que seguramente Joaquín tenía alta participación.

El cabildo tradicional se acabó en 1820, pero Joaquín todavía pudo tener presencia como regidor en 1821 y como alcalde en 1822. Más adelante veremos que su hermano Miguel no pudo integrarse de la misma forma al nuevo orden decimonónico. En cuanto a Juan Esteban, su título de regidor se declaró caduco en 1816, pero éste también ya había muerto un año antes, así que su lugar fue adjudicado al mejor postor. La familia prácticamente dejó de tener presencia en el ayuntamiento después de 1825, sólo Ignacio Quijano Cosgaya llegaría a ser regidor y alcalde en 1825, y repetiría en éste último puesto en 1843, en realidad serían otros ámbitos en donde se desarrollarían. Como se

pudo observar, la estrategia fue ocupar la mayor parte de puestos en el ayuntamiento -o al menos los permitidos- y rolarlos entre la familia según las diferentes coyunturas. La familia se aferró a tener presencia en esta institución, que les otorgaba todo el poder local que requerían. Constatino Bayle incluye en su libro un poema dedicado a la familia Castro de Guayaquil, pero creo que podría aplicar muy bien a los Quijano (y a otras familias):

52 Marcela González Calderón, «El ayuntamiento de Mérida en tiempos de Lorenzo de Zavala, 1812-1814» en en Laura Machuca Gallegos, Ayuntamientos y soáedad en el tránsito de la época colonial al siglo XIX. Reinos de Nueva España y Guatemala. CIESAS, en prensa.

53 Luisa Zanolli, La alborada del liberalismo yucateco. El primer ayuntamiento constituáonal de Mérida, Yucatán. 1812-1814 , tesis de maestría, Facultad de Filosofía y Letras-UNAM, 1993, p. 249-250.

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LOS QUIJANO DE YUCATÁN 75

Los Castros son los notarios

los Castros son regidores Castro alguaciles mayores y un Castro alcalde ordinario Otro Castro es comisario

de la Hermandad; y si apura, otro Castro hace de cura, y otro es alférez mayor, y otro fiel ejecutor, y otro ejerce la procura

La vida es así muy dura. . ..54

El asesinato de Lucas de Gálvez

Mickaël Augeron en su estudio sobre los subdelegados ha profundizado en las causas de este asesinato.55 Según su hipótesis Lucas de Gálvez se ganó la enemistad de las élites de Mérida al aliarse a las elites municipales de Campeche, quienes incluso fungieron como sus fiadores. Pero sembró más rencores con medidas que afectaban a los comerciantes como la supresión del repartimiento de mercancías. Gálvez y la familia Quijano, al parecer, tuvieron varios diferendos sobre asuntos de comercio e incluso personales (Gálvez dio la venia para el matrimonio de José Boves con Tomasa Quijano, cuando el padre de ella se oponía). Ignacio Quijano estaba a punto de ser procesado por un desfalco encontrado en su compañía del ejército. Juan Esteban Quijano hijo incluso era su secretario de gobierno y se molestó con Gálvez porque éste le prohibió usar bastón y respaldo en su asiento, símbolos visibles de su posición.56

Según la versión del intérprete de indios Esteban de Castro (amante de la hija Josefa y supuesto asesino material del gobernador), la idea de matar a Gálvez habría venido del cura Tadeo y de un miembro de la clientela de la familia Miguel Antolin, subdelegado del partido de la Costa, su materialización hecha posible el 22 de junio de 1792, previa promesa de pago de dos mil pesos, por Esteban de Castro, Bernardo Rejón y el pintor Manuel López. Los primeros años la sospecha recayó

54 Bayle, Los cabildos seculares, p. 119.

55 Mickaël Augeron. Entre la plume et le fer, vol. 2, p. 760-771.

56 Jorge Castillo Canché menciona que Gálvez incluso preparaba un expediente para enviarlo al rey donde exponía sus conflictos con los Quijano: ver «La justicia criminal en Yucatán a fines de la época colonial: el homicidio del gobernador e intendente Lucas de Gálvez (1792-1804)» 2012, manuscrito. Valdes Acosta. A través de las centurias, II, p. 437. Augeron, Untre la plume et le fer, vol. 2, p. 766.

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sobre otro personaje, Toribio de Mazo, sobrino del obispo Piña y Mazo y quien competía en amores con el intendente.57 Además de 1793 a 1800 tuvieron la suerte de contar con todo el apoyo del intendente Arturo O'Neill, quien incluso nombró a Juan Esteban hijo como su secretario. Las cosas se destaparon el 15 de septiembre de 1800 cuando Esteban de Castro pidió la mano de Josefa, al haber quedado ésta viuda. La demanda parece natural si tomamos en cuenta que ella ¡ya había parido tres hijos de él! Además en los archivos notariales he encontrado que Castro sí tenía relación con la familia (hecho que ellos negaron cuando se formalizó la acusación), el padre le había prestado $200 pesos en 1786 y él había dejado como garantía su estancia llamada Preta. Quizá ahí fue la primera vez que pudo acercarse a Josefa.58 El padre Quijano le negó su demanda y el hijo Miguel justificó la

negativa de la siguiente manera, la cual nos muestra la imagen que la familia tenía de sí misma:

En esta virtud a que a Vuestra Señoría le consta como jefe principal de la provincia, los honoríficos empleos que obtiene toda mi familia, y lo que el mismo mi señor padre ha obtenido en repetidas ocasiones, ha sido alcalde ordinario y de la santa hermandad, como de procurador, síndico general de esta capital, mis hermanos don Ignacio, don Mariano, don Juan Esteban y don Joaquín, el primero empleado de teniente coronel de los reales ejércitos, el segundo de teniente de granaderos del batallón de Castilla, el tercero regidor perpetuo y el último de juez general de bienes de difuntos, mandos y herencias ultramarinas, cuyo empleo obtuve también antes, como el de procurador, síndico general, al mismo tiempo que este mozo [Esteban de Castro] además de que se empleó de intérprete, es nada visible, es también tenido por un hombre humilde y de baja esfera.5^

Miguel plantea claramente la existencia de dos mundos. Los de arriba, de las altas esferas, los notables, con empleos honoríficos, es decir ellos, y los otros nada visibles, humildes y de baja esfera. Castro en represalia prometió contarlo todo, primero acudió con el alcalde segundo del ayuntamiento Anastasio Lara, que era cuñado de los Quijano, y después aconsejado por dos fuertes enemigos de la familia, Miguel Bolio y José

57 Para datos pormenorizados ver la tesis de Marc Lentz. Assassination in Yucatan. Sobre la historia pasional en torno a la misma mujer peleada por el subdelegado y del Mazo, ver Jorge Castillo Canché, «La justicia criminal en Yucatán».

58 AGEY, Archivo notarial, vol. 22, 1786, f. 348, también en archivo notarial, vol. 25, f. 345, 5 mayo 1788.

5 9 «Testimonio de la denuncia hecha por don Esteban de Castro, contra el agresor del homicidio perpetrado en la persona del señor don Lucas de Gálvez y diligencias hechas sobre la averiguación», Archivo General de la Nación, Criminal, vol. 484, cuaderno 2, f. 2 v. 16 de septiembre de 1800.

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LOS QUIJANO DE YUCATÁN 77

del Castillo y Aguirre, que en 1800 fungía de alcalde primero. Justo el sobrino de éste último, Manuel del Castillo, estaba por permutar el cargo de alférez, que había heredado, por el de regidor de Juan Esteban Quijano, perdiendo así la familia Castillo este privilegio que había durado varias generaciones. Así que la acusación de Castro le caía como anillo al dedo a José del Castillo, quien había levantado proceso para que fuera él a quien se le adjudicara el alferazgo, con el argumento de que su sobrino Manuel era un enfermo mental. El regidor Miguel Bolio también atizó la llama, otro enemigo por razones que desconocemos, aunque según Castro él se expresaba así de los Quijanos: «de que mientras fuese regidor, no se había de sentar don Esteban primero que él y que si se diese el caso de faltarle semanero que sirviese al dicho don Miguel le quitaría el suyo a don Esteban por ser primero que él».60

Justo un día antes de dejar el cargo de gobernador y capitán general, el 18 de octubre de 1800, Arturo O'Neill escribió una carta a favor de los Quijanos donde afirmaba que «todo el cuento es una maquinación y complot» de Castro, «y por la de los otros como son el alcalde Castillo y regidor Bolio, por resentimientos que tienen contra dichos Quijanos, que no refiero porque son públicos y notorios..., los que acabaron de precipitar a este hombre incauto; siendo de advertir que siempre que se ha producido así ha estado cargando de licor».61 De hecho, cabe mencionar que el mismo Esteban de Castro se dio cuenta que había llevado las cosas demasiado lejos y se desdijo de su acusación, incluso ya estando preso lo negó, aunque el mal ya estaba hecho.62

O'Neill permaneció fiel a los Quijano, de hecho sus últimos días en Mérida los pasó en casa de su secretario de gobierno Juan Esteban, y por si fuera poco los fiadores para su juicio de residencia fueron el coronel Ignacio Peón y el capitán de urbanos Miguel Quijano.63 Sin contar que además este último era uno de sus albaceas testamentarios, no queda duda de la relación de amistad que los unía al gobernador.64

Pero como bien lo indica Augeron, el siguiente intendente Benito Pérez, al menos al principio, no fue condescendiente con la familia, aunado a que los enemigos de los Quijano no se reducían a los Castillo y a los Bolio sino incluían también a otras familias como los Cepeda, los

60 AGN, Criminal, vol. 484, cuaderno 2, f. 52, 1 6 de octubre de 1 800.

61 AGN, Criminal, vol. 484, cuaderno 2, f. 56 v.

62 Agradezco a Adriana Rocher que me hiciera esta remarca en torno a la posición de Castro, pues ella ha consultado otros volúmenes del mismo proceso.

63 BY, Actas de Cabildo, vol. 8, f. 21 y 29 de agosto de 1799.

64 AGEY, Archivo notarial, vol. 48, 1801, p. 514.

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Badillo, los Duran y los Sandoval, quienes tenían sus razones para querer la desgracia de los Quijanos.65 A partir de este momento ya no hubo estrategias, sólo tácticas y la

primera fue mantenerse unidos. Un testimonio del mismo Esteban de Castro me parece claro de esta táctica seguida:

de suerte que todos están instruidos sin duda de cuanto ha sucedido sobre el homicidio del señor Gálvez, excepto el padre de todos don Juan Esteban el viejo, el clérigo don Manuel, las hijas doncellas y don José Nicolás que es chico y el menor de todos; y don Mariano que ha mucho tiempo se halla fatuo advirtiendo asimismo para descargo de su conciencia que el culpado directamente es el presbítero don Joseph, pues los demás lo que han hecho después ha sido procurar ocultar el delito por ser hermanos.66

Es decir, en esta situación de gravedad, el hecho de ser hermanos los obligaba a guardar absoluta fidelidad los unos a los otros. Lo que también sale a colación de lo anterior es que sí en efecto Tadeo fue el asesino intelectual, lo habría hecho a espaldas del padre, quien creía tener el control total sobre su familia. Había simplemente acontecimientos que no estaban bajo su égida. Además, todo parece indicar que los hermanos no se imaginaban lo que se avecinaba. Pero como sea, todos se mantuvieron unidos. Tal como lo afirmó Bourdieu la familia es un lugar de conservación y de reproducción de diferentes capitales, y en época de crisis la sobrevivencia depende de la diversificación de los miembros y la unidad que mantengan (no importa que después se estén matando), pues de esa forma pueden restaurar su capital colectivo.67 A consecuencia de la denuncia, Tadeo y Josefa fueron encarcelados y

sus bienes embargados. Ellos junto con Manuel Antolin, Esteban de Castro, Bernardo Rejón, Manuel López y otros fueron remitidos a San Juan de Ulúa a donde se les encuentra ya desde marzo de 1801. De ahí, se dio la orden de trasladarlos a Perote el 16 de mayo de 1801, después en febrero de 1802 llegaron a Teotihuacán rumbo a México. El padre Juan Esteban Quijano y Dávila no se quedó con los brazos cruzados y envió a México a su hijo Juan Esteban en representación de toda la «casa» «a sanear el honor de que se sienten lastimados».68 El mismo Juan Esteban, Miguel, Joaquín e Ignacio nombraron como sus representantes en Madrid a Francisco Suarez Valdez, coronel del ejército y caballero de la orden de Calatrava y en México al licenciado José María de Santelices,

65 Augeron, Entre la plume et le fer ; p. 767.

66 «Testimonio», doc. cit, AGN, Criminal, vol. 484, exp. 2, f. 42 v, 26 de marzo de 1801.

67 Bourdieu, faisons pratiques, p. 34.

68 AGEY, Archivo notarial, vol. 48,1801, f. 60-60v, 22 enero 1801.

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a José María Beltrán y a Ignacio Covarrubias. Como Juan Esteban viajaría a Mexico pasando por Veracruz y este viaje siempre se consideraba peligroso, aprovechó para dictar su testamento, por eso se sabe que nombró a sus hermanos sus albaceas y a su padre como único heredero de sus bienes, con excepción del tercio que quedaría a beneficio de su alma.69 Todavía en septiembre de 1803, Juan Esteban padre solicitó que se sacara de la cárcel a su hijo Tadeo y se les desembargaran sus bienes.70 Al desistirse Castro de su denuncia, Tadeo y Josefa pudieron regresar a casa quizá hacia 1804-1805.

Aunque bajo el mando del capitán general y gobernador Benito Pérez Valdelomar, los hermanos Quijano fueron encarcelados, pronto pudo comprobar que le convenía más tener a la familia como aliada que como enemiga. Sobre todo, dio todo su apoyo a Joaquín, a quien propuso como subdelegado de la Costa y a quien defendió ante el virrey cuando éste se negó a darle el puesto: «que es en mi concepto, por ser muy joven cuando la muerte del señor Gálvez como por su carácter no podía tener complicidad en ella, aún en el caso de que la tengan sus hermanos.»71 Logró su propósito dos años después, el 25 de marzo de 1804, justo cuando Joaquín devino también su agente de negocios e Ignacio su compadre. Como lo menciona Augeron resulta bastante significativo que fuera la misma subdelegación que había dejado Manuel Antolin, un cliente fiel de la familia y que murió en San Juan de Ulúa.72 De Castro se sabe que todavía continuaba en la cárcel en 1813.73 El prestigio de la familia y, sobre todo, el capital que manejaba el padre fueron significativos para que sus miembros pudieran ir lavando su imagen y aunque salieron avante, después del escándalo en que se habían visto inmersos algo se fracturó dentro de ella.

Después de la muerte del padre

Juan Esteban Quijano padre murió en 1808 y su hijo el cura Tadeo en 1809 y el otro cura Mariano poco después. Con estas muertes se abre un nuevo capítulo en la familia, que se puede caracterizar por la separación de los hermanos y una férrea lucha por las herencias. Quijano el viejo los había dejado bien afianzados, así que siguieron por vía segura en el

69 AGEY, Archivo notarial, vol. 48, 1801, f. 60 v-64 v, 22 enero 1801.

70 AGEY, Archivo notarial, vol. 1803, f. 694-696, 12 septiembre 1803.

71 AGN, Historia, vol. 132, exp. 36, 16 octubre de 1802.

72 Augeron, Entre la plume et le fer, p 768-769.

73 AGN, Cárceles y Presidios, vol. 7, exp. 12, 1813.

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comercio, en el ejército y el fomento de haciendas, ámbitos que conocían bien.

Joaquín es el caso más claro de éxito, lo más importante es que supo adaptarse muy bien a los nuevos tiempos, ya vimos como en 1812 se declaró constitucional, en 1820 volvió a jurar la constitución, de tal forma que todavía pudo seguir un año más siendo regidor bajo el nuevo régimen. A diferencia de otros regidores cuya carrera acabó después de la independencia, la de él se abrió a nuevas perspectivas. Líneas más abajo se verá el caso de Miguel, pero puedo adelantar que ambos siguieron rumbos políticos completamente distintos. Joaquín después de 1822 se dedicó al comercio, con su sobrino Juan Esteban y Pedro José Guzmán. Además se asoció con otro de los personajes más prominentes de la época el comerciante y hacendado Alonso Luis Peón. De hecho, el hijo de éste, Lorenzo Peón y Cano, se casó con Venancia Losa y Quijano, hija de su hermana Francisca y de Francisco Losa.74 Hay que recordar que él se había casado con su sobrina Petrona Losa, así que esta unión sellaba la colaboración de dos de las familias más prominentes y no en vano Joaquín cuando la ocasión se presentaba sacaba a relucir este lazo que lo unía con Peón. Joaquín Murió hasta 1833, por su testamento se sabe que tenía algún negocio en Cádiz con Joaquín de la Vega, que era uno de los acreedores para la construcción del muelle de Sisal junto con Jaime Tinto y Pedro José Guzmán y que éste último, ya muerto para esta época, le había quedado a deber «una cantidad considerable de pesos».75 Los mismos pasos de comercio siguió su hermano Nicolás, el más joven de todos, él falleció hasta la década de los cuarenta y tuvo además oportunidad de contraer matrimonio tres veces. Mariano, como bien dice una fuente, tuvo alguna enfermedad y quedó «fatuo», aunque en 1810 seguía recibiendo 1360 pesos por la renta de una encomienda, lo mismo que Josefa, sólo que ella nada más recibía 373 pesos.76 Al parecer Nicolás y Josefa fueron los últimos hermanos en morir. Manuel, el otro presbítero, murió en algún momento entre 1808 y

1809, pues el padre todavía lo mencionó con vida en su testamento de 1808, pero Tadeo ya lo reportó muerto cuando él redactó el suyo en dos

74 Sobre su relación con Peón ver «Causa promovida por Joaquín Quijano contra Manuel José Mugartegui, por el delito de falsificación de firmas. 17 febrero 1832 a 30 junio 1833» AGE Y, Justicia, penal, vol. 8, exp. 13. f. 71. 1832-33. «Autos promovidos por Joaquín Quijano contra Manuel Mugartegui por la presunta suplantación de la firma del primero» AGEY, Justicia, penal, vol. 8 exp. 18, 1832.

75 «Testamento de Joaquín Quijano y Zetina» en AGEY, Archivo notarial, vol. 131, f. 207-212, lòde julio de 1832.

76 AGN, Tributos, vol. 7, exp. 14, 1810.

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partes entre el 23 y 24 de junio de 1809, él moriría un mes después.77 Llama la atención que Tadeo nombrara como su única heredera a su cuñada Micaela Cosgaya y Elizalde, la esposa de su hermano Ignacio, «en justa remuneración de haber vivido en mi compañía desde que vino a esta ciudad y de haberme asistido en todas mis enfermedades con el amor, esmero y cuidado de madre sirviéndome en el dilatado espacio de más de diez y nueve años sin haber visto en mis continuos achaques a otra persona que a la dicha». El testamento salió a colación en 1812 cuando Josefa denunció a su hermano el coronel Ignacio quien, como albacea de Tadeo, se negaba a entregarle la Quinta Miraflores que por supuesta donación le pertenecía, pero en el documento citado Tadeo sólo mencionó a su hermana Josefa para afirmar que él llevó la administración de su hacienda Laca.78

Todo indica que una vez que regresaron a Mérida, y después de su penosa trayectoria por varias cárceles en Veracruz y México, Tadeo y Josefa se separaron definitivamente. Ignacio por alguna razón desconocida se negó a abrir el testamento de su hermano Tadeo hasta 1812, pero sí cobró a su hermana a través de su nuevo marido Fernando Quijano los réditos de Miraflores, por lo que la donación de Tadeo sí podría haberse efectuado en algún momento, pero sólo verbalmente, reservando la total sorpresa en el testamento. El descontento no se dejó esperar: Fernando Quijano, el nuevo esposo de Josefa, incluso propuso que se debía anular el testamento de Tadeo y poner en entredicho los bienes, sin dar lugar a ninguna traslación para que se sacaran a licitación y se dividieran por partes iguales entre los hermanos. Ignacio puso como pretexto para no actuar su fuero militar y sólo argüyó que expondría el caso al capitán general.79

Un año después, el 20 de octubre de 1813 murió Ignacio. Desde 1811 había redactado testamento conjunto con su esposa Micaela Cosgaya. 80 Llama la atención que ambos indicaron claramente como sus bienes la herencia de Tadeo. Quedan como herederos sus hijos y como albacea Felipe Baldos Quijano, su sobrino y yerno incondicional.

Baste mencionar que todavía en 1820 la familia firmó un poder para poder arreglar la testamentaría de todos los fallecidos: Juan Esteban Quijano, Petrona Zetina, Juan Esteban, Ignacio y Tadeo. Faltaba Miguel

77 El Testamento se encuentra en los siguientes dos expedientes: AGEY, Colonial, Tierras, vol. 1 exp. 13, 1812 y AGEY, Archivo notarial, vol. 68, 1809, p. 284-300.

78 AGEY, Colonial, Tierras, vol. 1, exp. 13, 1812. 79 Ibidem.

80 «Testamento de Ignacio Quijano y Micaela Cosgaya», AGEY, Archivo notarial, vol. 80, 1813, f. 650-657.

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quien murió ese mismo año y su fortuna nada despreciable también estuvo en el centro de las disputas familiares.81 He dejado al final a Miguel porque considero que él cierra con broche

de oro esta saga familiar, que en realidad no tiene fin ya que podríamos seguir hasta el porfiriato. El 15 de junio de 1810 en sesión extraordinaria se reunió el ayuntamiento de Mérida con las principales autoridades a escoger al diputado que representaría a Yucatán en las Cortes de Cádiz, salió electo el licenciado Miguel González Lastiri. Días después, éste manifestó su deseo de ser acompañado por una persona de su confianza, para lo cual salió elegido Miguel Quijano.82 Así que Miguel dejó el cargo de alférez a su hermano Joaquín. Desde la instalación de la Junta de Sevilla (en 1808), mantenía con sus recursos, $1000 pesos mensuales, una compañía en el ejército de España; en agradecimiento recibió el grado de Capitán del Regimiento de infantería inmemorial del Rey, lo que significaba que podía portar perpetuamente uniforme. Poco después, se le premió con el título de Brigadier, uno de los rangos más altos en el ejército y que también había ostentado su abuelo Juan Francisco. Debido a lo anterior ya en Cádiz, el diputado Martínez Lastirí recomendó ampliamente el mérito de Quijano y varios diputados incluso propusieron que se le declara «Benemérito de la patria».83 Quijano estuvo en Cádiz incluso para la segunda legislatura, quizá regresó a Mérida después de 1815 ya que habían vuelto a la «normalidad»

81 «Nos Fernando Quijano Bustamante como marido y conjunta persona de doña Josefa Quijano, don Felipe Baldos por don Mariano Quijano por mí y por mi esposa doña Encarnación Quijano, heredera del coronel finado don Ignacio Quijano y del presbítero don José Tadeo Quijano, don José Espinosa como marido de doña Dolores Loza y Quijano. Don Simón Palomeque como marido de doña Manuela Quijano heredera del citado coronel y el prbo. José Tadeo, don Pedro José Guzman como curador de los 4 menores don Ignacio, don José María, don Manuel Arcádio y don Manuel Benito Quijano, también herederos del mentado señor coronel y del prbo José Tadeo, don Pedro Cámara y Armas como marido de María del Carmen Quijano heredera del citado coronel y el prbo José Tadeo y don José Julián Quijano como hijo del citado coronel y heredero del prbo. Tadeo nombran como representante a José Antonio Boves, regidor de Campeche para entender en las testamentaría Juan Esteban Quijano, su esposa Petrona Zetina, Juan Esteban, Ignacio y Tadeo Quijano Zetina. (difuntos)», AGEY, Archivo notarial, vol. 97, p. 225, 16 marzo 1820. Para el asunto de las testamentarías véase también: «Reparos que invalidan la sentencia que pronunciaron en la testamentaria de D. Juan Esteban Quijano Dávila, y en sus incidencias, los arbitros arbitradores Dr. D. Domingo López de Somoza y D. Joaquín García Rejón. Mérida de Yucatán», Imprenta encargada a Antonio Seguí, 14 de junio de 1830, BY, Fondo Reservado, 1-1814. 27.

82 Para más datos del papel de Miguel en las Cortes de Cádiz ver Laura Machuca Gallegos. «Diputados yucatecos y campechanos en Cádiz y su idea sobre la Península de Yucatán, 1810-1814» en Anuario de Estudios Hispanoamericanos , vol. 69, 2 junio-diciembre de 2012.

83 Valdes Acosta. A través de las centurias , II, p. 452-453 y Congreso de los Diputados. Madrid, Imprenta J.A. García, 1870, p. 2201 y 2207 (Versión en disco compacto).

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las cosas, es decir que la constitución de Cádiz había sido prohibida. Quijano era un regalista moderado y no vio con buenos ojos los cambios que hubo después que se publicara la constitución en octubre de 1812, cuando el poder estuvo en manos de los sanjuanistas, a quien se encargó de criticar en una carta escrita junto con los otros diputados por Yucatán, el cura Pantiga y Martínez de la Pedrera.84 Sin embargo, tampoco llegó a los niveles del cura Pantiga que se unió al grupo de los Persas, encargado de promover entre otras cosas el regreso de Fernando VII.

Sus últimos años en Mérida no fueron los mejores y su final más bien inesperado. 1820 fue un año de cambios.85 En mayo volvió a entrar en funciones el ayuntamiento constitucional de 1814 hasta convocar nuevas elecciones. Además se volvió a jurar la Constitución como se había hecho a fines de 1812. En ese momento Miguel siguió una muy mala estrategia. El 12 de mayo tocó el turno a los oficiales del ejército. Parece que por oficio de un día anterior se negó a ponerse al frente de las armas «con poco acatamiento... cuando la tranquilidad pública necesitaba de un jefe». En este documento él decía estar enfermo y reconocía, por el momento, como comandante interino a Mariano Carrillo de Albornoz. Además algunos testigos, como el cura de Hecelchakán Francisco de Paula Villegas, afirmaron después que les constaba que Quijano era un anticonstitucionalista (bueno, el cura también lo había sido) y que había sido parte de varios complots.86 En junio, la Diputación provincial y el ayuntamiento depusieron al gobernador y capitán (1815-1820) capitán general Miguel Castro y Araos, con el argumento de su avanzada edad (se murió en agosto) y se nombró a Mariano Carrillo como comandante general de las Armas en toda la provincia, a Juan Rivas Vertiz como jefe superior político y al contador Pedro Bolio, como encargado de la intendencia. Sin embargo, era a Quijano a quien le hubiera correspondido por gradación la comandancia, pero él había sellado su destino desde mayo. Miguel reclamó el mando militar de la provincia, del Ayuntamiento se le contestó que «en las atribuciones que designa la constitución y decretos nacionales a los

84 Archivo General de Indias (en adelante AGI), México, vol. 3097a, 29 enero 1814.

85 Para un artículo que resume bien esta época ver Manuel Ferrer Muñoz. «La coyuntura de la independencia en Yucatán, 1810-1821», en Ana Carolina Ibarra (coord.), La independenrìa en el sur de Mexico, Mexico, Facultad de Filosofía y Letras, Instituto de Investigaciones Históricas, Dirección general de Asuntos del Personal Académico, Universidad Nacional Autónoma de México, 2004, 343-394.

86 «Sumaria contra el brigadier Miguel de Quijano, por demostraciones públicas de oposición al restablecimiento del sistema constitucional», AGEY, Colonial, judicial, vol. 7, exp. 1, 1820.

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ayuntamientos, no encuentra uno que le conceda esta prerrogativa»,87 además se ganó ser encarcelado en la ciudadela mientras se le levantaba proceso por ser anticonstitucional. Atrás habían quedado los años en que como alférez de la ciudad era respetado y admirado y también los días en que incluso se le pensó llamar benemérito. Ya a poco de morir Miguel escribió una carta a su hermana Nicolasa,

quien de hecho quedó como albacea de sus bienes y quizá la única que le atendió en sus últimos meses de vida, en la que le encargaba que lo reivindicara, pues cuando el golpe de estado al capitán general (que ya estaba a punto de morir) y al no poder el teniente de rey remplazado, era él quien debía ocupar el puesto y no Mariano Carrillo.88 El boticario Ceferino Gutiérrez da cuenta en su diario de la muerte de Miguel Quijano:

Lunes 6 de noviembre, a las dos de la madrugada falleció en esta ciudad, de un tumor canceroso en la espalda, el Alférez Real que fue del Antiguo Ayuntamiento, D. José Miguel de Quijano, Brigadier de los Ejércitos nacionales, cuya graduación alcanzó en premio de haber mantenido en España una compañía de soldados durante la guerra contra Napoleón, en que invirtió gran parte de su caudal, cuya generosidad digna de alabanza se la premió D. Mariano Carillo con ponerlo preso en el Castillo, por haber reclamado el mando militar que le correspondía por ordenanza después que falleció el Sr. Castro. Esta prisión o atropellamiento le fue muy sensible al Brigadier, tanto que sólo tuvo de vida dos meses desde aquel arresto.8^

Consideraciones finales

La familia Quijano resulta de gran interés por varias razones. La primera es que al haberles tocado vivir la coyuntura de las reformas borbónicas, la constitución de Cádiz y la independencia se puede observar las decisiones tomadas por sus diferentes miembros. El asesinato del capitán general e intendente Lucas de Gálvez sin duda hizo que la familia se uniera para enfrentar mejor el hecho, pero no salieron bien librados y cada uno tomó rumbos distintos. Por un lado, Ignacio se unió a su hermano Tadeo con su sobrino y yerno Felipe Baldos, hijo de Josefa. Por otro, Miguel cerró lazos con su hermana Nicolasa, a quien incluso nombró su albacea. Otro grupito lo constituyen Joaquín con su

87 BY, «Actas de Cabildo», vol. 1 5, f. 230 1 1 de agosto 1 820.

88 «Representación don José Miguel Quijano», AGI, México, vol. 3043, f. 253-283.

89 Edmundo O'Gorman. «Efemérides de Mérida de Yucatán por Ceferino Gutiérrez (1798-1822)» en Boletín del Archivo General de la Nación. Tomo XII, núm. 4, octubre- diciembre 1941, p. 684.

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LOS QUIJANO DE YUCATÁN 85

hermana Francisca, desposando incluso a su sobrina. Aunque su testamento muestra que apoyó a todos sus sobrinos por igual, varios de ellos tenían deudas. Josefa al parecer fue por su lado.

Lo anterior también me lleva a otro detalle. El alto nivel de

endogamia, no era propio de ellos, en otras familias de la elite yucateca también se ha encontrado comúnmente la unión con los primos, de dos hermanos con dos hermanas de otra familia, que dos hermanas, una vez muerta una, se casen con el mismo señor (en una especie de sororato); pero en los Quijanos encontramos un poco más acentuado estas prácticas. De hecho, existe el caso de Manuel Díaz Baladón a quien se le prohibió casarse con su sobrina Mercedes Díaz por el estrecho grado de parentesco, pero Joaquín sí pudo hacerlo con su sobrina, y sin duda aquí debió pesar un fuerte grado de influencia. Sólo Josefa y Nicolás, el hijo pequeño, romperían con esta endogamia, que continuaría con la siguiente generación.

Juan Esteban Quijano y Dávila, el patriarca de esta familia, fue uno de los hombres más influyentes de su tiempo. Su red de relaciones nos muestra a un hombre con contactos claves en las principales ciudades del reino. Son precisamente estos lazos los que hicieron que este hombre de la periferia estuviera plenamente integrado al sistema económico mundial. Pero como todos los hombres con cierto poder, sus contactos eran tanto verticales como horizontales. Esta influencia, el respeto y el honor que gozaba en la Mérida de finales del siglo XVIII, herencia que también había dejado a sus hijos, fueron uno de sus principales sostenes cuando vino la crisis del asesinato de Lucas Gálvez. No cabe duda que manejó el asunto de la mejor manera, la familia triunfó, aunque no salió indemne. Incluso ahora todavía queda la duda de cuál fue la verdadera participación de los Quijano en el asesinato del gobernador.

El ayuntamiento fue coto de los Quijanos. Su presencia en realidad es tardía pues apenas data de 1790, pero lograron desplazar a familias que llevaban años en el mismo, incluso se apropiaron del cargo más prestigioso, el alferazgo y al menos de dos regidurías al mismo tiempo. Esta institución era el trampolín para llevar a cabo su principal actividad que era el comercio. Pero como ha quedado demostrado para otros lugares, su presencia en todos los ámbitos era necesaria, incluso pudieron controlar una de las subdelegaciones importantes, lo que les daba presencia fuera de Mérida. Los Quijano nos han permitido acercarnos a la Mérida de la transición y la trayectoria de los hermanos, comprobar las diferentes formas en que los actores sociales se enfrentaron a la época y a los cambios que les tocó vivir.

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RESUMEN - En este trabajo el objetivo es seguir la experiencia de una familia yucateca, los Quijano, cuyos miembros alcanzaron un enorme poder local, al desarrollarse en varios ámbitos como el ayuntamiento de Mérida, las subdelegaciones, la iglesia, el ejército, entre otros. Seguimos sus trayectorias desde fines del siglo XVIII a las primeras décadas del siglo XIX. Se pretende profundizar en las estrategias y tácticas utilizadas por esta familia, compuesta de 1 5 hermanos, además de establecer sus redes de sociabilidad, para entender las diferentes respuestas que tuvieron ante las coyunturas que les tocó vivir.

PALABRAS CLAVES : Familias, Redes de sociabilidad, Comercio, Siglos XVIII y XIX, Yucatán.

RÉSUMÉ - Dans ce travail, l'objectif est de suivre l'expérience d'une famille du Yucatan, les Quijano, dont les membres ont atteint une puissance locale énorme dans plusieurs domaines tels que la municipalité de Merida, les sous-délégations, l'église, l'armée, entre autres. On suit leur trajectoire de la fin du XVIIIe siècle aux premières décennies du XIXe siècle. On approfondit les stratégies et les tactiques utilisées par cette famille, composée de 15 enfants, en plus d'établir leurs réseaux de sociabilité, afin de comprendre leurs différentes réponses aux situations qu'ils ont vécues.

MOTS-CLÉS : Familles, Réseaux de sociabilité, Commerce, XVLIIe et XIXe siècles, Yucatán.

ABSTRACT - In this work the goal is to draw the experience of a Yucatecan family, the Quijano, whose members reached enormous local power, developing in several areas such as the city of Merida, sub-delegations, Church, Military, among others. We follow their trajectories since the late eighteenth century to the first decades of the nineteenth century. We analyze the strategies and tactics used by this family, comprising 15 children, and establish their networks of sociability, to understand the different responses to the situations that had they lived.

KEYWORDS : Families, Networks of sociability, Trade, Eighteenth and nineteenth centuries, Yucatán.

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