Los Franciscanos Conventuales en Valladolid y Palencia (siglos XIII-XV)

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1 LOS FRANCISCANOS CONVENTUALES EN VALLADOLID Y PALENCIA (SIGLOS XIII-XV) FRANCISCO JAVIER ROJO ALIQUE Publicado en Gonzalo Fernández-Gallardo (ed.), Los Franciscanos Conventuales en España. II Congreso Internacional sobre el Franciscanismo en la Península Ibérica. Barcelona, 30 marzo- 1 de abril 2005, Madrid, 2006, pp. 125-148. En las siguientes páginas nos aproximaremos a la vida en los conventos franciscanos de Palencia y Valladolid desde el momento de su fundación y consolidación en el siglo XIII hasta su incorporación a la regular observancia a lo largo del siglo XV 1 . Nos centraremos por tanto en el período de su historia que tradicionalmente se ha venido conociendo como "claustral" o "conventual". Utilizaremos aquí esos dos términos para designar a la forma de vida que mejor expresa la presencia de la familia franciscana en la Edad Media, y que se concretó en un modelo de organización, conocido como “convento”, compuesto por una comunidad religiosa urbana, con casa propia y sobre todo con una iglesia conventual, en la que se desarrollaba plenamente la función litúrgica y se ejercían sobre todo los ministerios de la predicación y de la penitencia 2 . Las palabras “claustral” y “conventual” aparecen ocasionalmente en las fuentes medievales para nombrar a los frailes menores palentinos y vallisoletanos. Sin embargo, en dichas fuentes esos dos términos no parecen tener casi nunca la intención específica de definir un estilo de vida, ni la de diferenciar a dichas comunidades de religiosos de otros grupos de su misma Orden 3 . Más bien parecen emplearse con su significado genérico de designar todo aquello que guarda relación con sus conventos 4 . Con ese mismo sentido en Valladolid los 1 San Francisco de Valladolid adoptó el régimen de vida de la regular observancia en la década de 1430. El convento de Palencia no lo hizo hasta el año 1496, tras un intento fallido en la década de 1440. 2 José GARCÍA ORO, Francisco de Asís en la España medieval, Santiago de Compostela, 1988, pp. 32, 65, 541. 3 Sobre las distintas definiciones del término "Conventual" aplicado a los franciscanos, v. Giovanni ODOARDI, "Frailes Menores Conventuales", y Lorenzo DI FONZO, "Frailes Menores", ambos en L. DI FONZO – G. ODOARDI – A. POMPEI, Los Frailes Menores Conventuales. Historia y vida: 1209-1976, Palmira, 2002, pp. 89-214 y 215- 234. 4 "Nos, el costodio e guardian e frayres e conuento del monesteryo de sennor San Françisco de la noble villa de Valladolit […], frayres conuentuales del dicho monesteryo (Valladolid, 13 de agosto de 1428. Archivo de los PP. Franciscanos de Valladolid, en adelante=ASFV, carp. 2, nº 23). En 1429 se presentaban ante el deán y cabildo de Palencia una serie de religiosos "conuentuales del monesterio de Sant Françisco" (Palencia, 16 de septiembre de 1429 (Archivo Capitular de Palencia, en adelante=ACP, Serie Histórica, nº 2172, fol. 4v). El sentido de "conventual" guarda aquí gran similitud al del término "convento" tal y como aparece en ejemplos como el siguiente: "yo, fray Sancho de Loranca, guardian del monesterio de los frayres menores de Sant Françisco de Valladolid, e nos los otros frayres del conuento del dicho monesterio (Valladolid, 20 de junio de 1391. ASFV, Carp. 2, nº 15).

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LOS FRANCISCANOS CONVENTUALES EN VALLADOLID Y PALENCIA (SIGLOS XIII-XV)

FRANCISCO JAVIER ROJO ALIQUE

Publicado en Gonzalo Fernández-Gallardo (ed.), Los Franciscanos Conventuales en España. II

Congreso Internacional sobre el Franciscanismo en la Península Ibérica. Barcelona, 30 marzo-

1 de abril 2005, Madrid, 2006, pp. 125-148.

En las siguientes páginas nos aproximaremos a la vida en los conventos franciscanos

de Palencia y Valladolid desde el momento de su fundación y consolidación en el siglo XIII

hasta su incorporación a la regular observancia a lo largo del siglo XV1. Nos centraremos por

tanto en el período de su historia que tradicionalmente se ha venido conociendo como

"claustral" o "conventual". Utilizaremos aquí esos dos términos para designar a la forma de

vida que mejor expresa la presencia de la familia franciscana en la Edad Media, y que se

concretó en un modelo de organización, conocido como “convento”, compuesto por una

comunidad religiosa urbana, con casa propia y sobre todo con una iglesia conventual, en la

que se desarrollaba plenamente la función litúrgica y se ejercían sobre todo los ministerios de

la predicación y de la penitencia2.

Las palabras “claustral” y “conventual” aparecen ocasionalmente en las fuentes

medievales para nombrar a los frailes menores palentinos y vallisoletanos. Sin embargo, en

dichas fuentes esos dos términos no parecen tener casi nunca la intención específica de definir

un estilo de vida, ni la de diferenciar a dichas comunidades de religiosos de otros grupos de su

misma Orden3. Más bien parecen emplearse con su significado genérico de designar todo

aquello que guarda relación con sus conventos4. Con ese mismo sentido en Valladolid los

1 San Francisco de Valladolid adoptó el régimen de vida de la regular observancia en la década de 1430. El convento de Palencia no lo hizo hasta el año 1496, tras un intento fallido en la década de 1440. 2 José GARCÍA ORO, Francisco de Asís en la España medieval, Santiago de Compostela, 1988, pp. 32, 65, 541. 3 Sobre las distintas definiciones del término "Conventual" aplicado a los franciscanos, v. Giovanni ODOARDI, "Frailes Menores Conventuales", y Lorenzo DI FONZO, "Frailes Menores", ambos en L. DI FONZO – G. ODOARDI – A. POMPEI, Los Frailes Menores Conventuales. Historia y vida: 1209-1976, Palmira, 2002, pp. 89-214 y 215-234. 4 "Nos, el costodio e guardian e frayres e conuento del monesteryo de sennor San Françisco de la noble villa de Valladolit […], frayres conuentuales del dicho monesteryo (Valladolid, 13 de agosto de 1428. Archivo de los PP. Franciscanos de Valladolid, en adelante=ASFV, carp. 2, nº 23). En 1429 se presentaban ante el deán y cabildo de Palencia una serie de religiosos "conuentuales del monesterio de Sant Françisco" (Palencia, 16 de septiembre de 1429 (Archivo Capitular de Palencia, en adelante=ACP, Serie Histórica, nº 2172, fol. 4v). El sentido de "conventual" guarda aquí gran similitud al del término "convento" tal y como aparece en ejemplos como el siguiente: "yo, fray Sancho de Loranca, guardian del monesterio de los frayres menores de Sant Françisco de Valladolid, e nos los otros frayres del conuento del dicho monesterio (Valladolid, 20 de junio de 1391. ASFV, Carp. 2, nº 15).

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frailes de San Francisco siguieron dándose a sí mismos la denominación de "conventuales"

incluso tras su incorporación a la regular observancia5.

Los documentos de los siglos XIII al XV presentan a los religiosos objeto de nuestro

estudio ante todo como miembros de la Orden de San Francisco6, formando parte de una

comunidad concreta (el "convento") que moraba en un espacio físico determinado (o

"monasterio")7. Únicamente en la década de 1440 encontramos en fuentes ajenas a la Orden el

uso del término "claustrales" para referirse a los frailes de San Francisco de Palencia que se

opusieron a la incorporación de su convento a las filas observantes8.

Una vez realizadas estas precisiones, comenzaremos nuestro recorrido por la Historia

de los conventos franciscanos de Valladolid y Palencia ocupándonos de su fundación.

1. FUNDACIÓN DE LOS CONVENTOS DE PALENCIA Y VALLADOLID

Durante el siglo XIII tanto Palencia como Valladolid eran núcleos urbanos en

expansión. Situadas en la zona más próspera y activa de Castilla, ambas poblaciones habían

5En un documento de 1473 se incluyen los nombres de una serie de religiosos del convento que, junto a "otros frayres conventuales del dicho monesterio" autorizan a su síndico la venta de unas casas (Valladolid, 28 de octubre de 1473. ASFV, Carp. 3, nº 6). 6 Para referirse al instituto religioso al que pertenecían, los franciscanos de estos conventos se presentaban como miembros de la Orden de San Francisco, como frailes menores o, en los documentos más antiguos como "frailes descalzos", sin más añadidos. Así, en un documento de 1272 figura "fray Diago Rois, doctor de los freyres menores de Palencia" (Atanasio LÓPEZ FERNÁNDEZ, La Provincia de España de los frailes menores: Apuntes histórico-críticos sobre los orígenes de la Orden Franciscana en España, Santiago de Compostela, 1915, pp. 343-344). En 1301 dos religiosos se presentaban en un documento como "freyres descalzos de sant Françisco, de Palencia" (Manuel de CASTRO Y CASTRO, El Real Monasterio de Santa Clara de Palencia y los Enríquez, Almirantes de Castilla, 2 vols., Palencia, 1982-1983, t. I, p. 18). En 1313, la reina María de Molina menciona por su parte al "Guardian y el Conventto de los Frailes descalzos de San Franzisco de Valladolid" (Fray Matías de SOBREMONTE, Noticias chronográphicas y topográphicas del Real y Religiossísimo Convento de los Frailes Menores Observantes de San Francisco de Valladolid, manuscrito del año 1660 conservado en la Biblioteca Nacional de Madrid (en adelante = BNE), Ms. 19351, fols.43v-44v). En 1395, junto a la abadesa de Santa Clara de Valladolid figuraban fray Juan de la Mota, fray Pedro de Villacreces y fray Alfonso de Aguilar, "dotores y frailes de la Orden de S. Françisco" (28 de mayo de 1395. Real Academia de la Historia. Madrid, en adelante=RAH, colección Salazar, 9/812, fol. 36). 7 Sirvan como ejemplo de ello los siguientes testimonios: en 1355 un documento habla de "frey Iohan Dias, guardiano del monesterio de la Orden de Sant Françisco de Valladolit e el conuento del dicho monesterio.” En otro de 1379 aparece "frey Toribio de Lieuana, doctor, guardiano del monesterio que la Orden de Sant Françisco ha esta dicha villa [de Valladolid]" (Valladolid, 11 de agosto de 1355 y 28 de julio de 1379. ASFV, carp. 2, números 12 y 14). Tres años antes, "Iohan Gonçales, guardian de los frayles del conuento del monesterio de Sant Françisco de aqui de Valladolid", entregaba en nombre de su convento un corral a Alfón Ferrandes, por su "deuoçion en la Orden de Sant Françisco" (Valladolid, 7 de mayo de 1376. ASFV, carp. 2, nº 10).

Sobre el uso de la palabra "convento" y "monasterio" en las fundaciones mendicantes v. José María MIURA

ANDRADES, Frailes, monjas y conventos. Las órdenes mendicantes y la sociedad sevillana bajomedieval, Sevilla, 1998, p. 134. 8 En las Actas Municipales de Palencia de los años 1443 y 1444 se hace referencia a los frailes "calostrales", "caustrales" de San Francisco de dicha ciudad, en contraposición a los religiosos "de la observancia" (Archivo Municipal de Palencia, en adelante=AMP, Libro de Acuerdos de 1421 a 1469, fols. 96r-98r, 102v, 104r-110v).

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experimentado un notable crecimiento demográfico y económico. Semejante prosperidad hizo

aumentar su importancia en la vida castellana, siendo cada vez más frecuente la presencia en

las mismas de la Corte y de los principales personajes del reino9.

Por ello no resulta de extrañar que desde fecha muy temprana ambas poblaciones

fuesen vistas como lugares propicios para el asentamiento de comunidades de la recién creada

Orden Franciscana. Es más que probable que los frailes menores se instalaran en las

inmediaciones de Palencia y Valladolid en el primer tercio del siglo XIII. En 1238, el papa

Gregorio IX solicitaba al obispo y al deán de Palencia que no permitieran que se molestara a

los franciscanos y sus bienhechores, por lo que cabe suponer que en aquellas fechas estos

religiosos se encontraban ya presentes en la diócesis palentina10. En cualquier caso, sabemos

con toda seguridad que en 1246 los frailes se encontraban edificando sus propias iglesias y

otras dependencias conventuales en las afueras de la ciudad de Palencia y en Río de Olmos,

un paraje situado a media legua de Valladolid. En la década de 1250, con el firme apoyo de la

monarquía se inició el traslado de este último cenobio a las inmediaciones del núcleo urbano,

un proceso que no concluyó hasta 1275, cuando se consagró su nueva iglesia conventual11.

Por aquellos mismos años, el convento palentino ejercía las funciones de cabeza de custodia y

de sede de un studium generale12.

2. LAS CONSTRUCCIONES CONVENTUALES, REFLEJO MATERIAL DE UNA

NUEVA ESPIRITUALIDAD

En el último cuarto del siglo XIII las comunidades franciscanas ya se encontraban

firmemente implantadas tanto en Palencia como en Valladolid. Su consolidación en dichos

núcleos urbanos quedaba de manifiesto, en primer lugar, por la presencia física de sus iglesias

y demás construcciones conventuales. El nuevo espíritu que los frailes menores pretendían

introducir en las ciudades tuvo su reflejo material en la forma de levantar sus conventos, que

aparecían como los símbolos de unas formas de vida religiosa diferentes a las que existían con

9 Adeline RUCQUOI, Valladolid en la Edad Media. I: Génesis de un poder, II: El mundo abreviado (1376-1474), Valladolid, 1987. Para el caso de Palencia, v. Rafael MARTÍNEZ, La arquitectura gótica en la ciudad de Palencia (1165-1516), Palencia, 1989, pp. 21-22, y Julio GONZÁLEZ, "Siglos de reconquista", en Historia de Palencia, vol. I: Edades Antigua y Media, Palencia, 1995 (3ª ed.), pp. 155-195, p. 195. 10 Anagni, 9 de agosto de 1238 (ASFV, carp. 13, nº 11). 11 Sobre la fundación del convento de San Francisco de Palencia v. Cristóbal de ZEA, Fundazion y Notizia del Convento de N.P.S. Francisco de la Ciudad de Palencia, Ms. de 1732, conservado en la Residencia de los PP. Jesuitas de Palencia, fols, 3r-8v. Manuel de CASTRO, El Real Monasterio, t. I, p. 14. Para los orígenes de San Francisco de Valladolid, v. Francisco Javier ROJO ALIQUE, "El proceso de fundación del convento de San Francisco de Valladolid (h. 1220-1275)", Hispania Sacra 54 (2002), pp. 555-604. 12 José GARCÍA ORO, Francisco de Asís, pp. 186-187, 198-199.

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anterioridad. Sus construcciones, aunque sobrias y funcionales, resultaban al mismo tiempo

elegantes y aportaron a Valladolid y Palencia una nueva estética, la del arte gótico, tan

emparentada con el paisaje urbano medieval13.

De hecho, la construcción de estos conventos pudo responder a un deseo deliberado de

planificación del paisaje urbano. Junto a los demás monasterios mendicantes que se fueron

levantando en Palencia y Valladolid, los cenobios franciscanos se instalaron en la periferia de

ambas ciudades, en el linde del trazado de sus murallas, contribuyendo a acotar el territorio de

los núcleos de población y conformando un nuevo modelo urbanístico14. Las construcciones

de los frailes menores constituyeron el núcleo para el desarrollo de nuevos barrios dentro de

Valladolid y Palencia, y jugaron un importante papel en el proceso de desplazamiento del

centro de la vida oficial en ambas poblaciones, que acabó situándose precisamente en torno a

ambos conventos franciscanos. Dicho proceso se produjo más deprisa en el caso vallisoletano,

donde el traslado del convento de San Francisco a la Plaza Mayor de la villa contribuyó

decisivamente al desarrollo de dicha área ya desde finales del siglo XIII. El complejo

conventual se convirtió en el símbolo religioso y principal monumento de la zona, a la vez

que ayudó a transformar la urbanización del barrio en el que se ubicó15. El convento adquirió

y cedió los solares que se encontraban a su alrededor para que se construyeran casas16. Al

mismo tiempo influyó en la fisonomía externa de los edificios que lo rodeaban, al imponerles

limitaciones en su altura o en la apertura de vanos y azoteas17.

En el caso de San Francisco de Palencia se aprecia un proceso similar, aunque de

desarrollo más lento. En torno al convento franciscano fue surgiendo un núcleo de población,

que quedó englobado en el recinto urbano tras las ampliaciones de la muralla que se

13 Gratien de PARÍS, Historia de la fundación y evolución de la Orden de Frailes Menores en el siglo XIII, Buenos Aires, 1947, p. 164. Marta CUADRADO SÁNCHEZ, "Arquitectura franciscana en España (siglos XIII y XIV)". Archivo Ibero-Americano (en adelante=AIA) 51 (1991), pp.15-70, 479-552, pp. 543-544. 14 Marta CUADRADO SÁNCHEZ, "Un nuevo marco socioespacial: emplazamiento de los conventos mendicantes en el plano urbano", en Espiritualidad y franciscanismo. VI Semana de Estudios Medievales, Nájera, 31 de julio al 4 de agosto de 1995, Logroño, 1996, pp. 101-109, pp. 104-106. María Jesús FUENTE PÉREZ, La ciudad de Palencia en el siglo XV. Aportación al estudio de las ciudades castellanas en la Baja Edad Media, Madrid, 1989, pp. 114-117. Adeline RUCQUOI, Valladolid, t. I, p. 349, t. II, p. 282. 15 Federico WATTENBERG, Valladolid. Desarrollo del núcleo urbano de la ciudad desde su fundación hasta el fallecimiento de Felipe II, Valladolid, 1975, p. 49. Alejandro REBOLLO MATÍAS, La Plaza y Mercado Mayor de Valladolid, 1561-1595, Valladolid, 1989, pp. 37, 58, 341. José ALTÉS, La Plaza Mayor de Valladolid: El proyecto de Francisco de Salamanca para la modificación del centro de Valladolid en 1561, Valladolid, 1998, pp. 33-35. 16 Valladolid, 29 de enero de 1393 (ASFV, carp. 2, nos. 16-17). Valladolid, 2 y 6 de abril de 1396 (ASFV, carp. 24, nº 7, fol. 1v. ASFV, carp. 15, nº 1, fol. 2v). Valladolid, 18 de septiembre de 1396 (ASFV, carp. 2, nº 19). 17 Valladolid, 7 de mayo de de 1376 (ASFV, carp. 2, nº 10). Fray Matías de SOBREMONTE, Noticias, fols. 29r-36r.

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realizaron entre el siglo XIV y principios del XV. La presencia del monasterio de San

Francisco originó la presencia de espacios abiertos en torno a sus inmediaciones, que

acabaron configurándose como plazas o plazoletas con el posterior desarrollo urbano de

Palencia18. Entre dichos espacios ocupó un lugar destacado el llamado Campo del Azafranal,

que en 1529 los frailes cedieron a la ciudad para que se levantara allí la Plaza Mayor19.

Como era habitual entre los franciscanos, en los conventos de Palencia y Valladolid

las iglesias fueron las construcciones más importantes y las primeras en levantarse. La

tipología de estos templos era la habitual en muchas iglesias franciscanas de la época, con una

sola nave rectangular cubierta con techumbre de madera, crucero y cabecera poligonal20. Se

trataba de un modelo constructivo muy barato, que trataba de reflejar el lugar central que la

pobreza ocupaba en el ideal franciscano y que además se ajustaba a las necesidades de una

Orden que centraba sus objetivos en la evangelización y la predicación. Todo ello se adaptaba

asimismo a los usos y tradiciones constructivas locales, lo que contribuiría a identificar aún

más a los religiosos con las sociedades en las que buscaban insertarse21.

Las iglesias y las demás dependencias conventuales de los franciscanos de Palencia y

Valladolid se presentaban como recintos abiertos al mundo exterior, al servicio de las

18 Rafael MARTÍNEZ, La arquitectura gótica, pp. 24, 30. Ángel Luis MOLINA MOLINA, "La vida cotidiana en Palencia", en Cándido ANIZ IRIARTE, O.P. - Luis V. DÍAZ MARTÍN, Santo Domingo de Caleruega. Contexto cultural. III Jornadas de Estudios Medievales. Caleruega, 1994, Salamanca, 1995, pp. 257-290, p. 268. Rafael Ángel MARTÍNEZ GONZÁLEZ, "Origen y breve historia de la Plaza Mayor de Palencia", Publicaciones de la Institución "Tello Téllez de Meneses" (en adelante=PITTM) 65 (1994), pp. 9-60, pp. 18-19. 19 Francisco CALDERÓN, Primera parte de la Chronica de la Santa Provincia de la Purísima Concepción de Nuestra Señora, de la Regular Observancia de N.S.P.S. Francisco, (en adelante=Chronica) manuscrito de 1679, conservado en ASFV, carp. 3, nº 3, p. 215. 20 La iglesia gótica de San Francisco de Palencia aún se mantiene íntegra y abierta al culto. Una descripción de la misma puede encontrarse en Rafael MARTÍNEZ, La arquitectura gótica, pp. 91-93. Aunque sufrió grandes remodelaciones en los siglos XVI y XVII, todavía se aprecian en ella detalles de la construcción original.

Mucho más complicada resulta la descripción del templo de San Francisco de Valladolid, pues dicho convento fue demolido hasta en sus cimientos en 1837. Para aproximarnos a su estudio tenemos que acudir a las escasas noticias que pueden extraerse de las fuentes de época medieval, a los datos que aportan diversos cronistas de la Edad Moderna y a unos cuantos planos y testimonios gráficos que se conservan sobre el mismo. La descripción más completa del edificio fue la realizada en el siglo XVII por fray Matías de SOBREMONTE, Noticias. Basándose en gran medida en los datos aportados por dicho cronista, en época mucho más reciente han descrito la iglesia y del convento de San Francisco de Valladolid Francisco ANTÓN, "Obras de arte que atesoraba el monasterio de San Francisco de Valladolid", Boletín del Seminario de Arte y Arqueología (en adelante = BSAA) 4 (1935-36), pp. 19-45, y María Antonia FERNÁNDEZ DEL HOYO, Conventos desaparecidos de Valladolid. Patrimonio perdido, Valladolid, 1998, pp. 53-104. Una aproximación a la traza del convento vallisoletano y su iglesia en época medieval puede encontrarse en Francisco Javier ROJO ALIQUE, El convento de San Francisco de Valladolid en la Edad Media, Madrid, Universidad Autónoma, 2004 (tesis doctoral inédita), pp. 214-289. 21 Javier MARTÍNEZ DE AGUIRRE, "Espiritualidad franciscana y arquitectura gótica: del recelo a la revitalización", en Espiritualidad y franciscanismo.VI Semana de Estudios Medievales, Nájera, 31 de julio al 4 de agosto de 1995, Logroño, 1996, pp. 111-131, p. 125. Javier CASTÁN LANASPA, Arquitectura gótica religiosa en Valladolid y su provincia (siglos XIII-XVI). Valladolid, 1998, pp. 92-93. Vicente GARCÍA ROS, Los Franciscanos y la Arquitectura: de San Francisco a la exclaustración, Valencia, 2000, pp. 105-109.

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necesidades de la sociedad. Constituían espacios capaces de ofrecer a los fieles una

participación más activa en los actos religiosos, dentro de la línea pastoral de los mendicantes,

que tenía como objetivo aproximar su nueva espiritualidad a la población urbana. Ambos

cenobios poseían además un carácter de entes públicos o semipúblicos, abiertos a labores

asistenciales o a la acogida de todos aquellos actos políticos, institucionales o sociales dignos

del interés de la población en la que los frailes intentaban integrarse22.

Como muchas otras casas mendicantes, los conventos de Valladolid y Palencia

sirvieron, para empezar, como sede de reuniones municipales. A finales del siglo XIII el

concejo vallisoletano ya solía reunirse en San Francisco, una costumbre que perduró durante

toda la Edad Media. En 1338 los frailes menores cedieron un pedazo de patio frente a su

iglesia a las autoridades municipales, para que construyeran allí su propio salón de

reuniones23. En el caso de Palencia, aunque el concejo tenía la catedral como sede, en

determinadas épocas del año también acudía al cenobio franciscano para celebrar sus juntas

ordinarias24. San Francisco de Palencia sirvió además como escenario de asambleas

municipales extraordinarias, a las que se convocaba a todos los vecinos, en especial cuando

querían tratarse cuestiones al margen o en contra de los intereses del obispo, el señor de la

ciudad25. El convento franciscano de Valladolid acogió asimismo en algunas ocasiones las

asambleas de determinados linajes de la villa, y desde el siglo XIV fue probablemente el lugar

donde celebraban sus juntas los gremios locales26.

Las autoridades concejiles y otras personas e instituciones de Palencia y Valladolid

consideraban asimismo a los conventos franciscanos lugares seguros, donde se podían

depositar los archivos municipales u otros documentos y objetos de valor. En el siglo XV el

convento palentino albergó la documentación del concejo y un arca en la que se depositaban

los productos del arrendamiento y corta de leñas del monte de Palencia. En el caso de

22 Marta CUADRADO, "Arquitectura", pp. 534-535. 23 María del Rosario FERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Edificios municipales de la ciudad de Valladolid de 1560 a 1561, Valladolid, 1985, pp. 55-58, 77. Matías de SOBREMONTE, Noticias, fols. 25r-27v. Los testimonios más antiguos que hemos encontrado sobre reuniones del concejo vallisoletano en San Francisco datan del año 1297 (Fernando PINO REBOLLEDO, El Concejo de Valladolid en la Edad Media: Colección documental (1152-1399), Valladolid, 1990, nos. 62C-63). 24 María Jesús FUENTE PÉREZ, Palencia. Cien años de vida y gobierno de la ciudad (1421-1521) a través de las Actas Municipales, Palencia, 1987, pp. 97-106. Palencia, 14 y 29 de septiembre de 1422 (AMP, Libro de Acuerdos de 1421 a 1469, fols. 62v-65r). 25 Así, en 1483 alrededor de mil palentinos se congregaron en el convento de los frailes menores para elegir representantes que acudiesen ante los monarcas a protestar por los agravios que recibían del obispo y de los alcaldes de la ciudad (María Jesús FUENTE PÉREZ, Palencia, pp. 80, 107-108; La ciudad de Palencia, pp. 135, 402, 414-415). 26 Adeline RUCQUOI, Valladolid, t. I, p. 143. Matías de SOBREMONTE, Noticias, fols. 163v-164r.

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Valladolid, aunque no hemos encontrado testimonios similares para el período claustral,

sabemos que desde mediados del siglo XV se guardaba en el convento franciscano el arca

concejil, y además dinero y objetos de valor de determinadas cofradías27. Ambos conventos

ejercieron además la función de depósito de armas28.

Los cenobios franciscanos de Palencia y Valladolid acogieron además con relativa

frecuencia a los reyes y a la Corte, cumpliendo un papel político de primera línea. A finales

del siglo XIII y principios del XIV las comitivas reales utilizaron ambos conventos para

alojarse. La reina María de Molina eligió incluso San Francisco de Valladolid para pasar sus

últimos días y hacer testamento29. Tras la llegada al trono de los Trastámara, la presencia de

los reyes y de la Corte en Valladolid fue cada vez más frecuente. La casa franciscana de la

villa acogió a personajes cortesanos de manera habitual, y sirvió de lugar de reunión de

algunos órganos de la administración real, como la Audiencia, que en 1419 celebraba sus

sesiones en el refectorio de San Francisco30.

Ambos conventos franciscanos también fueron utilizados para solemnizar ciertos actos

políticos, como la constitución de las frecuentes tutorías reales en las minorías de los

monarcas31. En San Francisco de Palencia se celebraron además Cortes de Castilla y en el año

1388 tuvo allí lugar un acontecimiento eclesiástico de relieve, como fue el último Concilio

27 Rafael MARTÍNEZ, La arquitectura gótica, pp. 88-89. Adeline RUCQUOI, Valladolid, t. II, p. 176. Valladolid, 5 de febrero de 1502, 14 de febrero de 1508 (Archivo Municipal de Valladolid, en adelante=AMVA, Libros de actas de sesiones de pleno, L 1, fols. 10r, 339r). 28 En 1452 los alcaldes y regidores palentinos acordaron poner a buen recaudo en San Francisco una bombarda grande y un "engenio" que había traído a la ciudad un tal maestro Miguel, "lombardero" (Palencia, 13 de noviembre de 1452. AMP, Libro de Acuerdos de 1447 a 1481, fol. 82r). Por esos mismos años el arzobispo de Toledo don Alfonso Carrillo instaló un depósito de armas encima de la portada del convento de los frailes menores de Valladolid (Adeline RUCQUOI, Valladolid, t. II, pp. 327-329). 29 En 1311, Fernando IV se alojó durante una temporada en San Francisco de Palencia, donde cayó gravemente enfermo (Crónica de Fernando IV, XVIII, en Crónicas de los Reyes de Castilla: desde don Alfonso el Sabio hasta los Católicos don Fernando y doña Isabel, vol. I, Biblioteca de Autores Españoles, t. LXVI, Madrid, 1953, pp. 167-168). Sobre la estancia de María de Molina en San Francisco de Valladolid v. Enrique FLÓREZ, Memorias de las Reynas cathólicas, historia genealógica de la Casa Real de Castilla y de León, 2 vols., Madrid, 1770 (2ª), vol. I, pp. 601-603. Su testamento, firmado en el convento vallisoletano el 29 de junio de 1321 está publicado en Juan José MARTÍN GONZÁLEZ – Francisco Javier DE LA PLAZA SANTIAGO, Monumentos religiosos de la ciudad de Valladolid (Conventos y Seminarios), Valladolid, 1987, pp. 125-126. Algún cronista local vallisoletano afirma que San Francisco de Valladolid sirvió como escenario a las honras fúnebres de doña María, a las que asistieron los principales personajes de la Corte (Matías SANGRADOR V ÍTORES, Historia de la muy noble y leal ciudad de Valladolid, Valladolid, 1854 (ed. facsímil, Valladolid, 1979), p. 161). 30 San Francisco de Valladolid, 13 de octubre de 1419 (RAH, Colección Salazar, M-5, fols. 241v-242v). 31 José GARCÍA ORO, Francisco de Asís, p. 300. En 1313 fueron proclamados doña María de Molina y su hijo el infante don Alfonso fueron proclamados tutores y regentes del rey Alfonso XI en San Francisco de Palencia (Manuel de CASTRO, El Real Monasterio, t. I, p. 19). Un año más tarde se dio pública lectura en el convento franciscano de Valladolid de una bula por la que se levantaba el entredicho que había caído sobre el joven rey y sus tutores, en un acto al que asistieron importantes personajes del reino (Matías de SOBREMONTE, Noticias, fols. 23v-24r).

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Nacional congregado en el siglo XIV en la diócesis palentina, que estuvo presidido por el

cardenal Pedro de Luna y al que asistieron, entre otros, el rey Juan I de Castilla y los prelados

de las principales diócesis del reino32.

Sin embargo, el rasgo en el que mejor se apreció la apertura de los conventos a las

necesidades de las gentes de su entorno fue en su papel de lugar de sepultura y de espacio

para la construcción de las capillas privadas33. Desde la década de 1280, la capilla mayor de la

iglesia de San Francisco de Valladolid acogió los sepulcros de diversos miembros de la

familia real castellana, que ejercía el patronazgo sobre dicho convento34. En la iglesia de San

Francisco de Palencia se encontraban enterrados hacia el año 1300 Garci Fernández, Fernando

García y Alfonso Martínez de Olivera, descendientes del Cid35. Muy pronto muchos más

fieles solicitaron enterrarse en ambos conventos franciscanos, hasta el punto de que el espacio

de sus iglesias acabó por resultar insuficiente ante la demanda de capillas y sepulturas

privadas, provocando que éstas se extendieran a otras dependencias conventuales, sobre todo

en Valladolid36. Por su parte los frailes palentinos, al igual que los mendicantes de otros

muchos lugares, solían enterrar en su convento a gente de paso y a forasteros, además de a

muchos niños y a personas que morían sin testamento y sin haber elegido sepultura. Esta

costumbre debió privar de importantes ingresos al clero parroquial, y llevó al cabildo

palentino a exigir a los franciscanos el pago de la "quarta legítima" por ese tipo de entierros

en 142937.

32 Crónica de Alfonso XI, IV, en Crónicas de los Reyes de Castilla, vol. I, p. 176. José Antonio FUENTES

CABALLERO, Concilios y sínodos en la diócesis de Palencia: el sínodo de D. Álvaro de Mendoza. Año 1582, Palencia, 1980, p. 18. 33 Marta CENDÓN FERNÁNDEZ, "La elección de conventos dominicos como lugar de sepultura: Los Sotomayor en Tuy y Pontevedra", Archivo Dominicano 15 (1994), pp. 311-322, p. 313-316. 34 El primer miembro de la familia real castellana enterrado en San Francisco de Valladolid fue el infante don Pedro, hijo de Alfonso X y doña Violante de Castilla, fallecido en 1283. Tres años más tarde recibió sepultura en el convento vallisoletano el conde don Pedro Álvarez de Asturias, consuegro del infante don Alfonso, padre de la reina María de Molina. En 1303 se unió a dichas sepulturas la del infante don Enrique, hijo de Fernando III y de Beatriz de Suabia (Francisco Javier ROJO ALIQUE, El convento de San Francisco de Valladolid, pp. 237-240). 35 A través del testamento de Alfonso Martínez, firmado en 1302, conocemos la voluntad de éste de recibir sepultura en la iglesia de los franciscanos de Palencia, donde ya se encontraban enterrados su abuelo Garci Fernández y su tío Fernando García (Manuel de CASTRO, El Real Monasterio, t. I, p. 18). 36 Una lista detallada de las capillas que se levantaron en San Francisco de Valladolid durante la Edad Media y de las personas enterradas en las mismas puede encontrarse en Francisco Javier ROJO ALIQUE, El convento de San Francisco de Valladolid, pp. 258-269. 37 Palencia, agosto-septiembre 1429 (ACP, Serie Histórica, nº 2172). En dicho documento se describe cómo los frailes de San Francisco de Palencia enterraban en su convento a muchos niños y a otras quienes morían sin testamento y sin elegir sepultura, además de personas "que eran viandantes, que non tenian domicilio çierto", escolares y bachilleres que venían al estudio y "merçenarios e morauan a soldada". Sobre la costumbre de los mendicantes de enterrar en sus conventos a forasteros y marginados, v. Marta CENDÓN, "La elección de conventos", p. 315.

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El deseo de los fieles de enterrarse en los cenobios franciscanos contribuyó

decisivamente al engrandecimiento de los mismos. Tanto en Valladolid como en Palencia las

sociedades locales asumieron así los gastos de ampliación y mejora de los conventos

franciscanos, a los que consideraban como algo propio y como un motivo de orgullo para sus

poblaciones. De este modo, con el paso del tiempo ambos cenobios fueron adquiriendo un

aire monumental que dependería, más que de las necesidades y el deseo de los propios frailes,

de la voluntad de los distintos bienhechores de los conventos y de la propia evolución de la

sociedad, que convirtió a estos edificios en manifestaciones materiales de la consolidación de

la vida en las ciudades38.

Tras la llegada al trono de los Trastámara, dicho proceso de monumentalización fue

principalmente acometido por personajes de la nueva nobleza castellana, y en especial del

grupo de los "parientes reales". En 1370 el infante don Tello, señor de Aguilar y de Vizcaya,

ordenó en su testamento recibir sepultura en San Francisco de Palencia "en el mas onrrado

lugar que vieren" sus testamentarios, que acabó siendo la capilla mayor de la iglesia

conventual, para cuya reforma don Tello dejó mil doblas. Rafael Martínez González piensa

que el cumplimiento de la última voluntad del infante pudo tener como consecuencia una

remodelación a finales del siglo XIV de dicha capilla mayor, que afectó a toda la cabecera del

templo franciscano de Palencia39.

Pocos años más tarde una de las hijas de don Tello, doña María, y su marido Juan

Hurtado de Mendoza, mayordomo mayor del rey, recibieron a su vez el coro de la iglesia de

San Francisco de Valladolid para construir allí su panteón familiar. Aunque don Juan y doña

María fueron finalmente enterrados en Segovia, los Hurtado de Mendoza se convirtieron

desde entonces en patronos de facto del convento vallisoletano, al que hicieron beneficiario de

importantes ayudas. También reformaron la capilla mayor de su iglesia, donde diversos

descendientes de don Juan y doña María levantaron sus sepulturas en el lugar más céntrico y

vistoso40. A comienzos del siglo XV se levantó otra gran fundación en San Francisco de

Valladolid, que contribuyó a embellecer la zona de su claustro conventual. Se trató de la

denominada capilla de los Leones, mandada construir en 1412 por la infanta Leonor, hija

38 Wolfang BRAUNFELS, Arquitectura monacal en Occidente, Barcelona, 1975, pp. 202-203. Jill R. WEBSTER, Els Menorets: The Franciscans in the Realms of Aragon from St. Francis to the Black Death, Toronto, 1993, p. 278. 39 José GARCÍA ORO, Francisco de Asís, pp. 300-301. Rafael MARTÍNEZ, La arquitectura gótica, p. 92; "Testamento, muerte y sepultura de don Tello, señor de Vizcaya y de Aguilar", Actas del I Congreso de Historia de Palencia. Tomo I: Arte, arqueología y Edad Antigua, Palencia, 1987, pp. 123-137. 40 Valladolid, 2 de abril de 1396 y 4 de abril de 1409 (ASFV, carp. 15, nº 1, fols. 1r-5r). José GARCÍA ORO, Francisco de Asís, pp. 283-286.

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ilegítima del rey Enrique II de Castilla, para albergar el sepulcro de su madre y el suyo

propio. La capilla, que se encontraba adyacente a la iglesia, presentaba un aspecto

monumental y era considerada, incluso siglos más tarde, como una de las más importantes del

cenobio vallisoletano41.

El proceso de monumentalización de los conventos de Valladolid y Palencia, similar al

que experimentaron la mayor parte de los cenobios urbanos, nada tenía que ver con el

proyecto inicial que San Francisco tenía para las moradas de los frailes menores, donde la

pobreza debía ser el elemento predominante. Sin embargo, ello no debe llevarnos a hablar sin

más de un "fracaso" del espíritu franciscano reflejado en los edificios adoptados por dicha

Orden. Como ha observado Javier Martínez de Aguirre, el crecimiento de estos conventos

urbanos fue en gran medida consecuencia de la misión para la que los frailes se habían

instalado en las ciudades, que no era otra que la de atender a las necesidades religiosas de las

comunidades urbanas. Las hermosas construcciones que fueron surgiendo a lo largo de los

siglos XIV y XV no hacían sino pregonar el éxito de una espiritualidad que había calado

hondo y que había modificado la manera de entender la religiosidad en la sociedad

bajomedieval42.

3. LA ECONOMÍA DE LOS CONVENTOS DE VALLADOLID Y PALENCIA

El engrandecimiento de los conventos de Palencia y Valladolid reflejaba el éxito del

apostolado de sus frailes, pero también les exigía mayores recursos económicos. Los

religiosos necesitaban además adquirir libros, ornamentos litúrgicos y otros enseres para

poder llevar a cabo su misión y, por supuesto, no podían olvidarse de cubrir sus necesidades

básicas. Las comunidades objeto de nuestro estudio tuvieron por tanto que buscar unas

fuentes de ingresos que les asegurasen la existencia, pero que fuesen a la vez compatibles con

el espíritu de la Regla Franciscana, que establecía que los frailes menores no podían recibir

dinero ni disfrutar de ningún tipo de propiedad individual ni colectiva43. Por ello la primera

solución puesta en práctica por los religiosos de San Francisco de Valladolid y Palencia

consistió en acudir a la recepción de donativos y limosnas, una práctica que les permitió

41 Sevilla, 1 de julio de 1412 (Archivo Histórico Nacional, en adelante=AHN, Sección Clero, Valladolid, legajo 7912, s.n.). Matías de SOBREMONTE, Noticias, fols. 183r-186r. José GARCÍA ORO, Francisco de Asís, pp. 280-281. 42 Javier MARTÍNEZ DE AGUIRRE, "Espiritualidad franciscana y arquitectura gótica", p. 131. 43 Regla Bulada, 4, 1; 6, 1-6 (José Antonio GUERRA (ed.), San Francisco de Asís: escritos, biografías, documentos de la época, Madrid, 1985, pp. 112-113). Gratien de PARÍS, Historia, pp. 123, 178.

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levantar sus nuevos conventos a mediados del siglo XIII 44 y que continuó asegurándoles una

parte fundamental de sus recursos económicos a lo largo de la Edad Media, incluso después

de que a los frailes menores se les permitiera aceptar otras fuentes de ingresos45.

Al mismo tiempo, los franciscanos de Valladolid y Palencia obtuvieron una serie de

privilegios de carácter económico tanto de la autoridad apostólica como del poder real. Ya en

la década de 1240 Inocencio IV concedió cuarenta días de indulgencia a quienes ayudasen a

levantar sus conventos o les socorriesen con sus limosnas. Pocos años más tarde, Alejandro

IV autorizó a los franciscanos palentinos a recibir restituciones si no aparecían los dueños de

las mismas. El mismo papa prohibió mediante otra bula la construcción de edificios religiosos

a menos de trescientos pasos del nuevo convento franciscano de Valladolid, asegurándole de

esta manera la recepción de limosnas en un sector de la población46. En 1285 Sancho IV

otorgó un importante privilegio a los frailes menores de la provincia de Castilla que les

permitía, entre otras cosas, recibir libremente sepulturas en sus conventos, gozar de todo

aquello que les fuera entregado para cubrir sus necesidades y quedar exentos del pago de

ciertos tributos y del portazgo sobre productos de primera necesidad47. En 1313, la reina

María de Molina adaptó dicho privilegio a las necesidades concretas del convento de San

Francisco de Valladolid, al prohibir el control de las mercancías que le llegaban desde fuera

de la villa y declararle exento de cumplir una ordenanza municipal que prohibía introducir

vino en Valladolid. Un siglo más tarde los regentes de Castilla declararon excusados, es decir,

libres del pago de impuestos, a cuatro seglares que trabajaban para los frailes menores

vallisoletanos48.

El disfrute de privilegios constituía una práctica contraria a los ideales de San

44 El convento de San Francisco de Palencia se comenzó a construir antes de 1246 gracias a las limosnas de los fieles (Francisco de GONZAGA, De origine Seraphicae Religionis Franciscanae eiusque progressibus, Roma, 1587, p. 863). Los franciscanos también pudieron instalarse y consolidar su presencia en Valladolid gracias a la recepción de donativos y limosnas de muy diverso origen (Francisco Javier ROJO ALIQUE, "El proceso de fundación”, p. 564). 45 María Jesús FUENTE PÉREZ, La ciudad de Palencia, p. 238. En el caso de San Francisco de Valladolid, esta cuestión la estudiamos a fondo en Francisco Javier ROJO ALIQUE, El convento de San Francisco de Valladolid, pp. 319-329. 46 Los privilegios recibidos por los frailes de San Francisco de Palencia son recogidos en Francisco CALDERÓN, Chrónica, p. 213. De las bulas expedidas a favor de los franciscanos de Valladolid por Inocencio IV en Lyon, el 31 de enero y el 1 de noviembre de 1246 y por Alejandro IV en Anagni, el 24 de abril de 1260, aún se conservan los originales en ASFV, carp. 2, números 1, 2 y 3. 47 El texto de dicho privilegio, expedido en Ávila el 14 de mayo de 1285, puede encontrarse en Manuel RODRÍGUEZ PAZOS, "Privilegios de Sancho IV a los franciscanos de la provincia de Santiago (1284) y de Castilla (1285)", AIA 36 (1976), pp. 529-552. 48 Valladolid, 29 de junio de 1313, 20 de enero y 24 de abril de 1410 (Matías de SOBREMONTE, Noticias, fols. 43v-44v, 46r-47r).

12

Francisco, pero que con el paso del tiempo fue común entre los frailes menores.

Paradójicamente, parece que en los casos de Valladolid y Palencia las mercedes concedidas

sirvieron precisamente a los religiosos para facilitar la puesta en práctica de una forma de vida

basada en la pobreza y dependiente de la caridad de los demás. La concesión de excusados

parece asimismo testimoniar, más que un aumento de la riqueza o del poder de los frailes, un

cambio en su forma de vida, en la que los franciscanos dedicarían cada vez menos tiempo a la

práctica del trabajo manual. Debemos finalmente señalar que, al menos en San Francisco de

Valladolid, la recepción y disfrute de estas mercedes no fue una práctica exclusiva de la época

conventual, sino que sus frailes obtuvieron nuevos privilegios de la monarquía tras su paso a

la observancia49.

La recepción de limosnas, aun favorecida por la concesión de privilegios, se volvió

pronto insuficiente para mantener a unos conventos que tenían cada vez mayores necesidades

económicas. Por tal motivo los frailes menores comenzaron a buscar otros medios de

financiación. Empezaron así a aceptar donativos en pago a determinados servicios puntuales,

de carácter religioso o civil, cuya prestación no implicaba continuidad en el tiempo. A lo

largo del siglo XIV dicha práctica acabó por convertirse en una costumbre habitual entre las

comunidades franciscanas, que se especializaron sobre todo en la participación en servicios de

carácter funerario: misas de difuntos, responsos, acompañamiento de cadáveres, etc.50

En torno al año 1300, tanto los franciscanos de Palencia como los de Valladolid

cobraban por las honras fúnebres y los servicios religiosos que celebraban por las almas de los

fieles enterrados en sus respectivos conventos51. Pronto otras personas que no iban a recibir

sepultura en dichos cenobios requirieron de igual modo los servicios de sus religiosos a la

hora de la muerte52. En sus testamentos solicitaban que, a cambio del pago de una tasa

49 En 1460 Enrique IV declare a los frailes menores vallisoletanos exentos del derecho de posada (Matías de SOBREMONTE, Noticias, fols. 42v-43r). En 1481, la reina Isabel la Católica declaró exento del pago del portazgo y de otros impuestos al aguador que abastecía al convento de San Francisco de Valladolid (22 de marzo de 1481. ASFV, carp. 12, nº 1). 50 Antonio Luis LÓPEZ MARTÍNEZ, La economía de las órdenes religiosas en el Antiguo Régimen: Sus propiedades y rentas en el Reino de Sevilla, Sevilla, 1992, pp. 44, 96-98. John MOORMAN, A History of the Franciscan Order: From its Origins to the Year 1517, Oxford, 1968, pp. 354-355. 51 En su testamento, firmado el 25 de mayo de 1302 en Palencia, Alfonso Martínez de Olivera encargaba a los franciscanos de dicha villa que, durante un año, cada día dijesen una misa rezada de réquiem en el altar mayor y rezasen dos treintanarios sobre las sepulturas de su abuelo y de su tío, enterrados en San Francisco (Manuel de CASTRO, El Real Monasterio, t. I, p. 18). Al año siguiente, el infante don Enrique pedía en su testamento que, como pago por su entierro en la iglesia de San Francisco de Valladolid, se pagara una cantidad a sus frailes (Roa, 9 de agosto de 1303. ASFV, carp. 49, nº 1). 52 En 1307, Teresa Gil de Portugal dejó al testar a los frailes menores vallisoletanos dos mil maravedís a cambio de la celebración de misas por su alma (Adeline RUCQUOI, "Le testament de doña Teresa Gil", en Femmes, Mariages, Lignages. XIIe-XIVe siècles. Mélanges offerts à Georges Duby, Bruselas, 1992, pp. 305-323, p. 319).

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establecida, los religiosos de San Francisco acudiesen a los entierros y participasen en las

honras fúnebres junto a otros representantes del clero secular y regular. Esta costumbre se fue

generalizando a medida que avanzaba el siglo XIV, lo que parece indicar un paulatino

aumento de la integración social y de la popularidad de los frailes menores. En el caso de

Valladolid, Adeline Rucquoi ha podido comprobar cómo alrededor de un treinta por ciento de

los testamentos firmados entre los años 1370 y 1425 incluían mandas a favor del convento

franciscano de la villa53.

Los frailes de ambos conventos también fueron remunerados por su labor como

predicadores, confesores y consejeros de personajes ilustres, testamentarios o profesores de

universidad. Así, en la primera mitad del siglo XV el concejo de Paredes de Nava contrataba

de manera habitual a franciscanos de Palencia para que predicasen en dicha villa. En 1368, el

infante don Tello ordenó en una de las versiones de su testamento que se pagase al guardián

de San Francisco de Palencia por sus servicios como "cabezalero". En 1412 la infanta Leonor

dejó una cantidad de dinero al convento de San Francisco de Valladolid para remunerar los

servicios de carácter espiritual y temporal prestados por fray Juan, su confesor y director

espiritual, a quien hizo además beneficiario de otros cinco mil maravedís. Finalmente

sabemos que durante el siglo XV un franciscano, fray Fernando de San Martín Jaquete,

desempeñó el cargo de catedrático de Teología en la Universidad de Valladolid y percibió por

ello su correspondiente salario54.

Las limosnas y el cobro por los servicios prestados, que se efectuaban cada vez con

mayor frecuencia en metálico, permitieron a los franciscanos de Palencia y Valladolid ir

haciendo frente a sus necesidades y en ocasiones beneficiarse de importantes sumas de dinero.

Sin embargo, el carácter irregular de tales fuentes de ingresos obligó a los frailes a buscar

medios más estables de financiación. El más eficaz fue el recurso a las fundaciones, que

proporcionaban a los conventos una serie de ingresos y rentas fijas, la mayor parte de ellas en

metálico, a cambio de la celebración de ciertos servicios religiosos, de la fundación de

53 Adeline RUCQUOI, Valladolid, t. II, pp. 310-312. En efecto, al menos en Valladolid los frailes menores debían estar muy solicitados para este tipo de tareas. En un solo legajo del Archivo Histórico Nacional (el 7704 de la Sección de Clero), llegamos a encontrar hasta diez testamentos, fechados entre 1416 y 1428, en los que se reclama la presencia de los franciscanos en entierros y honras fúnebres. 54 Juan Carlos MARTÍN CEA, El mundo rural castellano a fines de la Edad Media. El ejemplo de Paredes de Nava en el siglo XV, Valladolid, 1991, pp. 386-387. Ángel URIBE, La provincia franciscana de Cantabria I: El franciscanismo vasco-cántabro desde sus orígenes hasta el año 1551, Oñate, 1988, pp. 130-132. Sevilla, 1 de julio de 1412 (AHN, Clero, Valladolid, legajo 7912, s.n.). Juan MESEGUER FERNÁNDEZ, "Documentos históricos diversos. Fernando de San Martín Jaquete, O.F.M., maestro en teología, profesor de la Universidad de Valladolid, 1440?-1473?", AIA 32 (1972), pp. 522-524.

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capillas o de la sepultura de los donantes dentro de los conventos55. Las fundaciones más

antiguas concedidas a San Francisco de Valladolid datan de la primera mitad del siglo XIV y

a lo largo del siglo siguiente fueron haciéndose más frecuentes56. En el caso de Palencia,

sabemos que a finales del siglo XV los franciscanos también percibían rentas anuales

procedentes de diversas capellanías57.

Al mismo tiempo, los conventos objeto de nuestro estudio fueron constituyendo

patrimonios, que según los cronistas observantes de la Edad Moderna llegaron a comprender

tierras, viñas, casas y, en el caso de los frailes vallisoletanos, molinos, tiendas e incluso el

señorío sobre la villa de Dueñas58. La documentación conservada sugiere, sin embargo, que

en realidad se trató de patrimonios mucho más modestos, formados principalmente por suelo

o inmuebles urbanos. En Valladolid, desde finales del siglo XIII los frailes de San Francisco

fueron convirtiéndose en propietarios de solares y casas dentro de la villa, adquiridos en su

mayor parte para la ampliación del recinto conventual y de su huerta, y en menor medida de

pequeñas propiedades agrícolas procedentes de donaciones pro anima. La explotación de

dicho patrimonio se realizó desde mediados del siglo XIV mediante la firma de contratos de

larga duración, que permitieron a los religiosos obtener rentas fijas, a la vez que librarse de

los gastos de conservación y mantenimiento de las propiedades59. Pensamos que el patrimonio

de los franciscanos de Palencia fue mucho más modesto que el de sus hermanos de hábito de

Valladolid. En la documentación medieval relativa al patrimonio de las comunidades

religiosas palentinas no se menciona al convento de San Francisco. A través de otras fuentes

sabemos, sin embargo, que los frailes menores dispusieron de algunas propiedades en la

55 Gratien de PARÍS, Historia, pp. 172-176. Antonio Luis LÓPEZ MARTÍNEZ, La economía, pp. 231-232. 56 La fundación más antigua que hemos encontrado a favor del convento franciscano de Valladolid es anterior a 1347 (Valladolid, 29 de septiembre de 1347. ASFV, carp. 2, nº 11). Un estudio más detallado de las fundaciones concedidas a San Francisco de Valladolid puede encontrarse en Francisco Javier ROJO ALIQUE, El convento de San Francisco de Valladolid, pp. 337-342. 57 Así, en 1483 el convento de San Francisco de Palencia llegaba a un compromiso con el cabildo de la ciudad para percibir la parte que le correspondía de una capellanía fundada por un canónigo (Palencia, 23 de julio de 1483. ACP, Serie Actas Capitulares, libro 31, fol. 19r). Dos años más tarde, el cabildo palentino ordenó que el convento franciscano de la villa recibiera 1400 maravedís anuales por la capellanía de cantores (Palencia, 20 de mayo de 1485. ACP, Serie Actas Capitulares, libro 32, fol. 7r.). 58 Según el P. Sobremonte, a principios del siglo XV el patrimonio de San Francisco de Valladolid abarcaba "tierras, viñas, casas, molinos, lonjas o tiendas; la villa de Dueñas con su jurisdiccion; montes, pues tenian montanero; y todos los bienes muebles y raizes, grangerias, y rentas que tienen y pueden tener las otras religiones monacales y mendicantes de propio en comun" (Matías de SOBREMONTE, Noticias, fols. 52v-53r). En términos muy parecidos se expresa para referirse a San Francisco de Palencia el P. Cristóbal de Zea, según el cual los frailes conventuales palentinos eran propietarios de "tierras, viñas, casas, granjerias" y "rentas como si fueran monacales" (Cristóbal de ZEA, Fundazion y Notizia, fol. 12v). 59 Un análisis más detallado del patrimonio de San Francisco de Valladolid puede encontrarse en Francisco Javier ROJO ALIQUE, El convento de San Francisco de Valladolid, pp. 293-311.

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ciudad, como una casa junto a la iglesia de San Lázaro, que el convento vendió en 1430.

Frente a la portería de su cenobio los frailes poseían asimismo el conocido como campo del

Azafranal, que en 1529 cedieron al municipio para que se levantara allí la Plaza Mayor60.

Como acabamos de apreciar, al igual que en muchos otros conventos franciscanos en

los de Palencia y Valladolid acabaron por imponerse una serie de costumbres, como el

manejo de dinero y la formación y explotación de patrimonios, que podrían considerarse

contrarias a las normas sobre pobreza contenidas en la Regla de su Orden. Debemos sin

embargo recordar que los religiosos estaban en su pleno derecho para actuar de esa manera,

pues desde finales del siglo XIII el Pontificado y las propias Constituciones de la Orden

fueron reconociendo a los franciscanos el derecho a tener y administrar propiedades, a poseer

determinados bienes personales y a recibir limosnas en metálico61. Tal evolución de las bases

económicas fue en cierta medida necesaria, obligada por las nuevas circunstancias que les

tocaron vivir a los religiosos. Resulta sin embargo innegable que algunas de las nuevas

prácticas que se fueron introduciendo, aunque tratasen en un principio de no romper con el

espíritu de pobreza de la Regla Franciscana, acabaron por abrir el camino a una forma de

entender la posesión de bienes bastante alejada del mismo.

De esta manera, a principios del siglo XV el modelo económico que seguían los frailes

de San Francisco de Palencia y Valladolid era bastante similar al de aquellos institutos

religiosos que habían optado por explotar los recursos que proporcionaba el medio urbano. Lo

anterior no debe llevarnos a pensar en estos conventos como grandes potencias económicas,

pues sus bienes, rentas y privilegios fueron siempre muy inferiores a los de las demás

comunidades regulares instaladas en dichas poblaciones y de ninguna manera comparables a

los de los cabildos locales62. Aun así, este modelo comenzó a ser cuestionado no por una

cuestión de riqueza o pobreza, sino porque se trataba de una estructura económica no

mendicante63. Por tal motivo, tras su paso a la observancia los frailes de San Francisco de

60 María Jesús FUENTE PÉREZ, La ciudad de Palencia, pp. 141, 159. Cristóbal de ZEA, Apuntaciones de los derechos de este convento de N. P. S. Francisco de la Ciudad de Palenzia, y notizias de los hijos que le han ilustrado en virtud y letras, ms. de 1721, conservado en la Residencia de los PP. Jesuitas de Palencia, fols. 1v-2r. Rafael Ángel MARTÍNEZ GONZÁLEZ, "Origen y breve historia de la Plaza Mayor de Palencia", pp. 19-21. 61 Duncan NIMMO , Reform and Division in the Medieval Franciscan Order: From Saint Francis to the Foundation of the Capuchins, Roma, 1995 (2ª), pp. 72, 211-219. El cambio de actitud hacia las propiedades y el uso del dinero queda recogido en Constituciones de la Orden Franciscana conocidas como Farinerianas, aprobadas en el Capítulo General de Asís de 1354. Su texto puede consultarse en Michael BIHL, "Statuta Generalia Ordinis edita in Capitulo Generali an. 1354 Assisii celebrato communiter Farineriana appellata", Archivum Franciscanum Historicum, en adelante=AFH, 35 (1942), pp. 35-112, 177-253. 62 Para el caso de Valladolid, v. Adeline RUCQUOI, Valladolid, t. I, pp. 260ss., t. II, pp. 332ss. Para Palencia, v. María Jesús FUENTE PÉREZ, La ciudad de Palencia, pp. 141-162. 63 Iluminado SANZ SANCHO, “Iglesia y religiosidad”, en José Manuel NIETO SORIA e Iluminado SANZ SANCHO,

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Valladolid renunciaron al derecho de posesión y explotación de su patrimonio inmobiliario,

recurriendo a la recepción de limosnas, al cobro por la prestación de servicios y las

fundaciones como fuentes principales de ingresos del convento64.

4. LAS ACTIVIDADES DE LOS FRAILES

La escasez de testimonios documentales apenas permite vislumbrar cómo era la

existencia cotidiana de los religiosos de Valladolid y de Palencia. Para empezar señalaremos

que estas comunidades no actuaban como entidades independientes entre sí, sino como parte

de una institución internacional y centralizada como era la Orden Franciscana. La vida de

dichos conventos se desarrolló así dentro del marco jurisdiccional que ofrecían las provincias

y custodias de su Orden65. Los frailes palentinos y vallisoletanos mantenían frecuentes

contactos entre ellos y con sus hermanos de hábito de otros lugares y, a la hora de tomar

decisiones importantes, consultaban siempre con los superiores de su provincia, la de Castilla,

o de su custodia, que desde 1260 tenía su sede en San Francisco de Palencia. Ambos

conventos recibían también el apoyo de su Orden ante cualquier dificultad66.

Los frailes se dedicarían sobre todo al trabajo pastoral y la cura de almas, actividades

que durante la Edad Media se concretaban en la celebración de los sacramentos de la

Eucaristía y la Penitencia, en la asistencia espiritual a los fieles y sobre todo en la

predicación67. Contamos con muy pocos testimonios que nos permitan conocer cómo

desarrollaban estas tareas los franciscanos de Palencia y Valladolid durante la Baja Edad

Media. Pensamos que se le daría una gran importancia al ejercicio de la predicación, que

siempre fue una actividad característica de los franciscanos. Ya hemos comentado cómo

ambas comunidades levantaron iglesias que reunían unas condiciones idóneas para dicha

práctica. La labor de los frailes como predicadores se vería sin duda facilitada por el ya

mencionado privilegio que en 1285 concedió el rey Sancho IV a los frailes menores de

Castilla, en el que se les garantizaba el derecho a predicar y confesar por todo el reino68.

La época medieval: Iglesia y cultura, Madrid, 2002, pp. 13-273, p. 214. 64 Francisco Javier ROJO ALIQUE, El convento de San Francisco de Valladolid, pp. 365-366. 65 José GARCÍA ORO, Francisco de Asís, pp. 545-547. Marta CUADRADO, “Arquitectura”, p. 22. 66 Diversos ejemplos de esos contactos se pueden encontrar en Francisco Javier ROJO ALIQUE, El convento de San Francisco de Valladolid, pp. 382-394. 67 Kajetan ESSER, "Ministerio pastoral y apostolado en el espíritu de San Francisco", en Temas espirituales, Oñate, 1980, pp. 189-208, pp. 190-192. John MOORMAN, A History of the Franciscan Order, p. 363. Jill R. WEBSTER, Els Menorets, p. 192. 68 José María MOLINER, Espiritualidad medieval. Los mendicantes, Burgos, 1974, pp. 393-396. John MOORMAN, A History of the Franciscan Order, p. 363.

17

Como recuerda José García Oro, San Francisco de Palencia fue un convento capaz de

ofrecer predicadores de fama69. Algunos de ellos eran incluso reclamados para ejercer dicho

ministerio en otros lugares. En la primera mitad del siglo XV, el concejo de Paredes de Nava

invitaba a los franciscanos palentinos a predicar en dicha villa de manera periódica,

principalmente en tiempo de Cuaresma o en la festividad de la Ascensión70. Dentro de la

ciudad de Palencia la actividad predicadora de los frailes menores también debía tener una

importante repercusión. Así parece sugerirlo la sentencia que en 1429 puso fin a un pleito que

se entabló después de que los franciscanos rompiesen la cruz procesional de los canónigos

palentinos. En ella se obligó a un religioso de San Francisco a predicar en un acto al que

asistirían todos los miembros de su comunidad y los componentes del cabildo. Tras finalizar

su sermón, dicho fraile debía, en nombre de su convento, pedir públicamente perdón por las

injurias causadas, en voz alta para que lo pudieran oír los asistentes71.

Carecemos de noticias sobre la actividad predicadora de los frailes de San Francisco

de Valladolid hasta la implantación en dicho convento de la regular observancia. Sabemos sin

embargo que entre 1418 y 1422 fray Pedro de Villacreces acudía periódicamente a ejercer el

ministerio de la palabra a Valladolid desde el cercano eremitorio de El Abrojo. En la iglesia

de San Francisco fray Pedro predicó a sus hermanos de hábito, tratándoles de explicar por qué

no quería incorporar su movimiento de reforma a las filas observantes. Hubo también

ocasiones en las que Villacreces predicó a auditorios más amplios. Siguiendo la tradición

franciscana, en estos casos sus sermones tendrían una temática fundamentalmente penitencial,

como parece demostrar el número elevado de personas que pedían ser escuchadas en

confesión tras escucharle72.

La actividad predicadora de los franciscanos, centrada en la llamada a la conversión,

estaba por tanto muy vinculada a la administración del sacramento de la Penitencia73. Aunque

apenas disponemos de noticias sobre la práctica de la confesión en los conventos de

Valladolid y Palencia, pensamos que en ambos lugares los religiosos de San Francisco

gozaron de gran estima en este campo. De hecho, en la época Trastámara diversos frailes

69 José GARCÍA ORO, Francisco de Asís, p. 299. 70 Juan Carlos MARTÍN CEA, El mundo rural, pp. 386-387. 71 Palencia, 3 de septiembre de 1429 (ACP, Serie Histórica, nº 2172, fol. 3r). 72 Las reformas en los siglos XIV y XV: introducción a los orígenes de la Observancia en España, AIA 17 (1957), en adelante = AIA, Las reformas, pp. 332-333, 367, 382. 73 Julio MICÓ, Vivir el Evangelio: la espiritualidad de Francisco de Asís, Valencia, 1998, pp. 342-343. Gratien de PARÍS, Historia, pp. 138-139.

18

vinculados con ambos conventos desempeñaron el cargo de confesor real74.

La predicación y el apostolado hicieron necesaria la dedicación de los hermanos

menores al estudio. El interés por el trabajo intelectual resulta especialmente apreciable en

San Francisco de Palencia, donde la actividad académica fue importante desde fecha muy

temprana. Es posible que los frailes menores llegasen a Palencia atraídos por la presencia en

dicha ciudad del único Estudio General del reino de Castilla75. La Universidad palentina tuvo

una existencia precaria y acabó por ser disuelta en la segunda mitad del siglo XIII. Para aquel

entonces, sin embargo, los franciscanos ya habían creado en su convento un studium generale.

Entre sus maestros pudo encontrarse fray Diego Ruiz, un religioso que en la década de 1270

aparece en diversos documentos como “doctor de los freyres menores de Palencia”. Según la

tradición, durante los siglos XIV y XV el Estudio de San Francisco de Palencia vivió su

período de mayor esplendor. Aparte de los lectores ordinarios, siete u ocho maestros

graduados impartían allí clases de Teología, Artes y Gramática76.

Por su parte, en la comunidad franciscana de Valladolid desde el año 1296 se

documenta la presencia de un “doctor”, posiblemente un lector77. A medida que fue

avanzando el siglo XIV, la presencia de frailes con grados académicos fue cada vez mayor en

el convento vallisoletano. Tal fenómeno se debería, entre otras razones, al prestigio que

Valladolid había ido adquiriendo como foco intelectual durante dicha centuria, sobre todo tras

la transformación de su Universidad en Estudio General en 1346. Dicho florecimiento

intelectual y, sobre todo, la creación de una cátedra de Teología en la Universidad

vallisoletana durante el reinado de Enrique III de Castilla (1393-1406), animarían a la

fundación de un nuevo centro de estudios en San Francisco de Valladolid, en el que se

impartirían lecciones de Teología, Filosofía y Lógica. Entre los frailes vallisoletanos

figuraban además maestros de la talla de fray Fernando de San Martín Jaquete, quien fue

74 Tales fueron los casos, por ejemplo, de fray Alfonso de Argüello, fray Alfonso de Aguilar o fray Alonso de Espina, religiosos vinculados a los conventos franciscanos de Palencia y Valladolid (José Manuel NIETO SORIA, "Franciscanos y franciscanismo en la política y en la Corte de la Castilla Trastámara (1369-1475)”, Anuario de Estudios Medievales 20 (1990), pp. 109-131). 75 Cristóbal de ZEA, Fundación y Noticia, fol. 5v. Sobre la Universidad de Palencia v. Gonzalo MARTÍNEZ DÍEZ, “La Universidad de Palencia. Revisión crítica”, en Actas del II Congreso de Historia de Palencia, t. IV, Palencia 1990, pp. 155-191. 76 Manuel de CASTRO, El Real Monasterio, t. I, pp. 15-16. Francisco CALDERÓN, Chronica, p. 214. Cristóbal de ZEA, Fundacion y Notizia, fol. 2v. 77 Valladolid, 21 de diciembre de 1296 (Manuel MAÑUECO V ILLALOBOS – José ZURITA NIETO (eds.), Documentos de la Iglesia Colegial de Santa María la Mayor de Valladolid, 3 vols., Valladolid, 1917-1920, t. III, nº 129, p. 305).

19

durante más de treinta años catedrático de Teología en la Universidad de Valladolid78.

Tras la situación creada por el Cisma de Occidente, que impedía la asistencia de los

castellanos a la Universidad de París, aumentaría el número de alumnos de los centros de

estudio franciscanos de Palencia y Valladolid. Así parecen demostrarlo casos como el de fray

Alfonso de Navarrete, un franciscano del convento de Úbeda que en 1421 recibió la

autorización del papa Martín V para acceder al título de maestro en los estudios generales de

Salamanca o Valladolid, o en otros centros de estudio de su Orden, entre los que se menciona

el palentino. En ese mismo año Martín V daba permiso al franciscano fray García de

Astudillo para conceder el grado de maestro en teología a tres religiosos de su Orden que

hubiesen obtenido el grado de bachiller en algunos de los estudios generales de España, entre

los que se citaban los de Valladolid y Palencia. Cuatro años más tarde, fray Juan de Logroño

obtuvo permiso para graduarse en Valladolid, Tolosa o Salamanca al no poder acudir a París

por causa de la guerra79.

Sin embargo, en la década de 1430 la actividad académica en San Francisco de

Valladolid se vio alterada por el paso de dicho convento a la regular observancia. La

documentación de la época deja patente la renuncia de sus religiosos a los grados

académicos80. Es asimismo probable que durante algunos años desapareciera el centro de

estudios franciscano de Valladolid, como consecuencia del abandono de la ciencia

característico de las primeras generaciones de frailes observantes81.

La nueva actitud hacia el estudio de los frailes observantes de Valladolid se vería con

preocupación desde el cercano convento de Palencia, donde la función académica seguía

siendo muy respetada y el studium franciscano seguía funcionando con normalidad, prestando

sus servicios a los religiosos conventuales del área circundante. En la década de 1440, cuando

se intentó la incorporación del convento palentino a la regular observancia, se temió por la

suerte de su centro de estudios. Los conventuales temían que la vida académica desapareciese

78 Adeline RUCQUOI, Valladolid, t. II, p. 294-296. Francisco Javier ROJO ALIQUE, El convento de San Francisco de Valladolid, pp. 421-423. 79 Roma, 3 de septiembre de 1421 (Vicente BELTRÁN DE HEREDIA, Bulario de la Universidad de Salamanca (1219-1549), 3 vols., Salamanca, 1966-1967, vol. 2, nº 630, pp. 164-165). Isaac VÁZQUEZ, “Repertorio de franciscanos españoles graduados en teología durante la edad media”, en Repertorio de Historia de las Ciencias Eclesiásticas de España 3: siglos XIII-XVI, Salamanca, 1971, pp. 235-320, nos. 201, 311, pp. 265, 280. 80 Para el período 1430-1518, sólo uno de los frailes del convento vallisoletano cuyos nombres conocemos incluye junto a su nombre el título de bachiller. 81 Así parece indicarlo el caso de fray Alfonso de Olmedo, franciscano observante, quien tras tomar el hábito en Valladolid en la década de 1420 recorrió, con permiso de sus superiores, otros conventos de la Orden para dedicarse al estudio de la Teología, quizás, podríamos aventurar, porque ya no le era posible dedicarse a dicha actividad en su convento de origen (Roma, 3 de noviembre de 1457. Bullarium Franciscanum ... Nova series, en adelante=BF ns, 4 vols. (años 1431-1492), Grottaferrata (Roma), 1929-1990, t. II, nº 393, p. 200).

20

en San Francisco de Palencia por la falta de preparación y de voluntad de los observantes de

dedicarse a los estudios, y consiguieron finalmente que el obispo de la ciudad detuviera el

proceso de reforma del convento franciscano82. Tras este sobresalto, la actividad académica

pudo continuar en San Francisco de Palencia sin interrupción, incluso tras la implantación

definitiva en dicho convento de la regular observancia en el año 149683.

Una parte muy importante de la jornada conventual de los frailes de Palencia y

Valladolid estaba reservada a la liturgia, y en especial al rezo de las Horas canónicas84. Como

ya mencionamos al ocuparnos de la economía de ambos conventos, los franciscanos

participaron además con frecuencia en otras ceremonias litúrgicas por encargo, entre las que

tenían especial importancia aquellas relacionadas con los difuntos. La participación en las

honras fúnebres debió ocupar una porción cada vez mayor del tiempo de estos religiosos y

pudo quitar tiempo a otras tareas como el estudio o la predicación. Quizás por tales motivos

los frailes menores vallisoletanos abandonaron la práctica de acudir a los entierros tras su

paso a la observancia85.

Por otra parte, en Valladolid los frailes menores también se ocuparon de atender a las

necesidades espirituales y temporales de las religiosas de Santa Clara, establecidas en la villa

desde la primera mitad del siglo XIII86. Los religiosos de San Francisco de Palencia también

se ocuparon del culto y de cumplir las memorias establecidas en el monasterio de clarisas que

se fundó a finales del siglo XIV en su ciudad. Dicha colaboración continuó hasta mediados de

la centuria siguiente, cuando la comunidad palentina de Santa Clara adoptó el régimen de

Tordesillas y fue puesta bajo la dependencia de un visitador, quedando fuera de la jurisdicción

82 Roma, 20 de junio de 1444 (BF ns t. I, nº 798, pp. 377-378). José GARCÍA ORO, Francisco de Asís, pp. 299, 302-303. 83 A finales del siglo XV, cuando el convento palentino pasó definitivamente a manos de los observantes, éstos estaban ya convencidos de la necesidad de contar con centros de estudio para formar a los religiosos (Isaac VÁZQUEZ JANEIRO, En busca de un nombre para el traductor del Carro de las Donas de F. Eximénez, Madrid, 1981, pp. 25-26). En el siglo XVII, el cronista fray Francisco Calderón menciona la existencia en San Francisco de Palencia de un estudio de Teología, que contaba con tres lectores y "numero de estudiantes", tanto religiosos como seglares, y donde se enseñaba la doctrina escotista. Dicho centro de estudio estaba también dotado de una buena biblioteca (Francisco CALDERÓN, Chronica, pp. 216-217. 84 La primera mención al rezo del Oficio Divino en San Francisco de Valladolid se encuentra en un documento fechado en Viterbo, el 25 de septiembre de 1266 (Matías de SOBREMONTE, Noticias, fols. 16v-17v). Fray Lope de Salazar también describe ciertos aspectos del rezo de las Horas en el convento vallisoletano hacia el año 1420 (AIA, Las reformas, p. 879). 85 Sobre la participación de los frailes menores de Valladolid en honras fúnebres, v. Francisco Javier ROJO

ALIQUE, El convento de San Francisco de Valladolid, pp. 440-445. 86 Modesto SARASOLA, El siglo XIII en Valladolid. Origen del Convento de Santa Clara, Valladolid, 1960. Francisco Javier ROJO ALIQUE, El convento de San Francisco de Valladolid, pp. 433-436.

21

del custodio de Palencia87.

La asistencia a los pobres, bien de forma directa o mediante la atracción de los laicos a

los mismos, constituyó una parte importante del trabajo pastoral de los mendicantes, que

resulta difícil de conocer con precisión88. En el caso de Valladolid, sabemos que los

franciscanos acogieron en su convento a “niños y apaniaguados fasta en catorce años”,

posiblemente huérfanos89. A finales del siglo XIV, los frailes menores vallisoletanos donaron

además unos solares a Juan Hurtado de Mendoza para que fundase un hospital para pobres

peregrinos, de cuya gestión se encargaría una cofradía. Los lazos entre la cofradía y el

hospital de Juan Hurtado y los frailes de San Francisco fueron muy estrechos: el guardián del

convento era uno de los patronos de la institución hospitalaria y los frailes menores

participaban en las celebraciones litúrgicas que organizaba la citada cofradía90.

No debemos tampoco olvidar que los frailes dedicaban buena parte de su tiempo y de

sus energías a tareas que no eran propiamente litúrgicas ni pastorales. En primer lugar, los

religiosos tenían que ocuparse de garantizar la subsistencia de sus comunidades y de

satisfacer sus necesidades materiales más básicas, comenzando por su alimentación. Los

franciscanos debían estar en cualquier momento dispuestos al trabajo manual en la casa o en

la huerta de su convento y a recorrer la ciudad o sus alrededores en busca de limosnas91. Ya

hemos comentado cómo los frailes menores de Valladolid consiguieron, gracias a un

privilegio del papa Alejandro IV, asegurarse una parte del espacio urbano para pedir limosna

sin la competencia de otras órdenes religiosas establecidas en la villa. Por otra parte, la

llegada a los conventos de Valladolid y Palencia de donativos y limosnas del exterior de

ambas poblaciones también parece demostrar, aunque sea de forma indirecta, el fruto de la

labor de los frailes limosneros de ambos conventos92.

Finalmente, algunos franciscanos de Palencia y Valladolid desempeñaron en ocasiones

87 José GARCÍA ORO, Francisco de Asís, pp. 187, 302. 88 Michel MOLLAT, Pobres, humildes y miserables en la Edad Media. Estudio social, México, 1988, p. 117. 89 Valladolid, 20 de octubre de 1374 (ASFV, carp. 19, nº 7). Pensamos que se refieren a estos niños las menciones a los “moçuelos pequennos” y los “fraylezillos pobres” de San Francisco de Valladolid que aparecen en diversos testamentos de las primeras décadas del siglo XV (Adeline RUCQUOI, Valladolid, t. II, p. 464. Sevilla, 1 de julio de 1412. AHN, Clero, Valladolid, leg. 7912, s.n., fol. 5v). 90 ASFV, carp. 24, nº 7. Matías de SOBREMONTE, Noticias, fols. 154r-v. 91 Jill WEBSTER, Els Menorets, pp. 192, 200. John MOORMAN, A History of the Franciscan Order, p. 360. 92 Anagni, 24 de abril de 1260 (ASFV, carp. 2, nº 3). A comienzos del siglo XIV, los franciscanos de Valladolid recibían del exterior de la villa limosnas de pan, vino y pescado para su manutención (Matías de SOBREMONTE, Noticias, fols. 43v-44r). El convento de San Francisco de Palencia recibía ayudas de los vecinos y el concejo de Paredes de Nava para atender a distintas necesidades (Juan Carlos MARTÍN CEA, El mundo rural, pp. 386-387, 401).

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tareas de índole civil o política, que poco o nada tenían que ver con su vocación religiosa,

pero que demuestran la alta estima social de la que gozaban los moradores de estos conventos.

Desde fecha muy temprana encontramos a los frailes menores de Palencia participando en

actos públicos y solemnizando jurídicamente acuerdos de importancia en su ciudad93. Por otra

parte, sabemos que algunos miembros de la alta nobleza y de la Familia Real recurrían a sus

confesores franciscanos no sólo para pedirles su consejo en temas espirituales, sino también

en cuestiones temporales94. Por ello no resulta de extrañar que a la hora de la muerte estos

personajes designaran como testamentarios a sus confesores franciscanos o a otros miembros

de su Orden95. Ya en el año 1275 el doctor de San Francisco de Palencia fray Diego Ruiz

aparece en la documentación como albacea de doña Mencía López de Haro, antigua reina de

Portugal96. Un siglo más tarde, el infante don Tello también recurrió a diversos frailes

menores vinculados al convento palentino para convertirlos en sus testamentarios97.

Algunos franciscanos de Palencia y Valladolid también acabaron por desempeñar

misiones de carácter político, debido a la confianza que inspiraban y a su capacidad de

influencia sobre los fieles. A modo de ejemplo, señalaremos cómo en 1307 el guardián del

convento vallisoletano fue enviado por la reina doña María de Molina en calidad de emisario

ante su hermana doña Juana, para concertar una entrevista entre ambas que pusiera fin a un

pleito que había surgido sobre el señorío de Vizcaya98.

5. LA PROYECCIÓN SOCIAL DE LOS FRANCISCANOS DE PALENCIA Y 93 En el último cuarto del siglo XIII encontramos en diversos documentos a los superiores de los conventos dominico y franciscano de Palencia validando con sus sellos diversos documentos de importancia. En otras ocasiones, algunos frailes de San Francisco figuran como testigos cualificados en instrumentos de menor solemnidad (ACP, Serie Histórica, nº 289. Manuel de CASTRO, El Real Monasterio, pp. 15-18. José GARCÍA

ORO, Francisco de Asís, p. 300). 94 . En 1412, la infanta Leonor, que recibió sepultura en San Francisco de Valladolid, dejó en su testamento una generosa cantidad de dinero a su confesor fray Juan de Lebrija “por muchos buenos seruiçios que me fiso e me faze de cada dia asy en lo espiritual commo en lo tenporal” (Sevilla, 1 de julio de 1412. AHN, Clero, Valladolid, leg. 7912, s.n). 95 En 1303, el infante don Enrique, que recibió sepultura en San Francisco de Valladolid, nombró como testamentario a su confesor fray Pedro Ruiz porque se trataba de la persona que “save mas de la mi fasienda, y que es lo que mas aprobecha a la mi alma” (Roa, 9 de agosto de 1303. ASFV, carp. 49, nº 1). 96 Manuel de CASTRO, El Real Monasterio, t. I, pp. 15-16. Ángel URIBE, La provincia franciscana de Cantabria, t. I, p. 81. 97 En su testamento, luego revocado, que firmó en 1368 el infante nombraba sus testamentarios al maestro fray Juan Díaz y al guardián de San Francisco de Palencia (Cuenca de Campos, 9 de agosto de 1368. Ángel URIBE, La provincia de Cantabria, p. 132). En la versión definitiva del testamento de don Tello figuran como testamentarios el citado fray Juan Díaz, por aquel entonces provincial franciscano de Castilla, fray Diego López y fray Alfonso Rodríguez de Palencia (Mérida, 11 de octubre de 1370. Rafael MARTÍNEZ, “Testamento, muerte y sepultura de don Tello”, pp. 129-132). 98 Crónica de Fernando IV, XVIII, en Crónicas de los Reyes de Castilla, vol. I, pp. 150-151.

23

VALLADOLID

Lo que llevamos expuesto hasta el momento y otros datos que aporta la

documentación, y que no incluimos aquí por falta de espacio, parecen indicar que las

propuestas de los religiosos de San Francisco encontraron muy buena acogida entre la

población de Palencia y Valladolid. Los frailes menores ocuparían pronto un lugar destacado

en la trama estamental y urbana palentina, como atestigua su ya mencionada presencia en

actos públicos de relieve y la atracción del entorno hacia su iglesia conventual. Los

franciscanos tardarían más tiempo en alcanzar una posición similar en Valladolid, pero no

cabe duda de que con el paso del tiempo la consiguieron: a finales del siglo XIV, uno de cada

cuatro testamentos firmados en dicha villa incluía mandas a favor del convento de San

Francisco. Los motivos del éxito de los franciscanos quizás deban encontrarse en los valores

que estos religiosos defendían y en el contenido de su mensaje, que encajaban bien con las

inquietudes de la población99.

Al igual que ocurrió en otros lugares, la principal aportación de los frailes menores a

las sociedades locales de Palencia y Valladolid sería el fomento del espíritu comunitario y de

lazos de cohesión social. El ideal franciscano de fraternidad favoreció aún más esa función

integradora, esencial por otra parte al cristianismo y que la Iglesia hace extensiva a cualquier

sociedad en la que vive y participa100. En los casos que nos ocupan, los frailes de San

Francisco llevaron a cabo dicho papel de integración de formas muy diversas. Ya vimos cómo

el espacio de sus iglesias y conventos no sólo estaba abierto para la celebración de

sacramentos y de otras celebraciones litúrgicas, sino también para recibir la sepultura de los

fieles y para cualquier acontecimiento de público que fuese de interés para la comunidad.

Los frailes también cuidaron las devociones específicas de las sociedades locales101 y

difundieron otras nuevas, generalmente las mismas que su Orden estaba extendiendo por

todas partes. Respondiendo a la marcada inspiración cristocéntrica de la espiritualidad

franciscana, se promovió en primer lugar el culto a Jesucristo, por medio de la difusión del

culto eucarístico y sobre todo mediante el fomento de devociones que recordasen su

99 José GARCÍA ORO, Francisco de Asís, p. 300. Adeline RUCQUOI, Valladolid, t. II, pp. 310-312. Iluminado SANZ SANCHO, La Iglesia y el Obispado de Córdoba en la Baja Edad Media (1236-1426), 2 vols., Madrid, 1989, p. 906. 100 Iluminado SANZ SANCHO, “Las parroquias en la sociedad urbana cordobesa bajomedieval”, en Las ciudades andaluzas (siglos XIII-XVI): Actas del VI Coloquio Internacional de Historia Medieval de Andalucía, Málaga, 1991, pp. 313-318, p. 313. Michel MOLLAT , Pobres, p. 116. 101 En la iglesia de San Francisco de Valladolid existían, por ejemplo, altares dedicados a Santa Catalina y San Andrés, santos muy apreciados por la población local (Adeline RUCQUOI, Valladolid, t. I, p. 356, t. II, pp. 383-385).

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humanidad, en especial de aquellas relacionadas con su pasión y muerte102. También se dio

una gran importancia a la piedad mariana, destacando en este campo la difusión del culto a la

Inmaculada Concepción103. Los franciscanos asimismo fomentaron la devoción a los santos

de su propia familia religiosa, comenzando por San Francisco y Santa Clara104.

La función integradora promovida por los franciscanos se aprecia asimismo en su

apoyo a la fundación de asociaciones religiosas de diversos tipos promovidas por laicos, en

especial de instituciones asistenciales y cofradías105. El fomento del espíritu comunitario y de

fraternidad propuesto por los frailes no se limitaría sólo a este mundo, sino que trataría de

prolongarse en el más allá, mediante el establecimiento de hermandades espirituales con la

población y el uso del hábito franciscano como mortaja por parte de muchos fieles106. Las

prácticas anteriores se complementaron además, como ya hemos podido apreciar, con una

dedicación activa de los religiosos de San Francisco a la enseñanza de la doctrina cristiana y a

la dirección de conciencias, en especial mediante el ejercicio de la predicación y de la

confesión.

Todas estas propuestas encontraron una buena acogida entre las capas medias y

populares de las sociedades urbanas de Palencia y Valladolid y de sus áreas rurales

102 Así, en San Francisco de Valladolid existía un sagrario al menos desde el último cuarto del siglo XIV (Valladolid, 28 de junio de 1379. ASFV, carp. 2, nº 14). En ese mismo convento se fomentó el culto a la pasión de Cristo por medios muy diversos: un gran crucifijo presidía la fachada del atrio del convento, lugar obligado de paso al interior del cenobio y de su iglesia. A la Santa Cruz estaba asimismo dedicada una de sus capillas más antiguas e importantes (Francisco Javier ROJO ALIQUE, El convento de San Francisco de Valladolid, pp. 520-522). Por su parte, los franciscanos de Palencia fomentaron la devoción a la Pasión del Señor mediante la creación de cofradías penitenciales como la de la Santa Vera Cruz, que ya funcionaba en el siglo XV (Ángel Luis MOLINA MOLINA, La vida cotidiana en la Palencia medieval, Palencia, 1998, pp. 62-63). 103 Sabemos que una de las dos capillas que se encontraban situadas en el testero de la iglesia de San Francisco de Valladolid estaba dedicada a Santa María. En las iglesias de los dos conventos existían además en el siglo XV altares dedicados a la Inmaculada Concepción (Francisco CALDERÓN, Chronica, pp. 222-223. Francisco Javier ROJO ALIQUE, El convento de San Francisco de Valladolid, pp. 523-525). 104 El culto a San Francisco ya se encontraba extendido por Palencia y sus alrededores a mediados del siglo XIII. En 1302, en la parroquia palentina de San Miguel se encontraba asimismo un altar dedicado a Santa Clara (Manuel de CASTRO, El Real Monasterio, t. I, pp. 13, 18). La otra capilla que flanqueaba la cabecera de la iglesia de los frailes menores de Valladolid estaba dedicada a San Francisco (Valladolid, 6 de agosto de 1420. AHN, Clero, carp. 3502, nº 5). 105 Aparte de los ya mencionados hospital y cofradía de Juan Hurtado, en San Francisco de Valladolid tenían su sede en el período de nuestro estudio las cofradías de San Francisco y de Santa Catalina (Francisco Javier ROJO

ALIQUE, El convento de San Francisco de Valladolid, pp. 528-532). De inspiración franciscana serían también las cofradías de San Francisco y de la Santa Vera Cruz de Palencia, que ya existían en el siglo XV. En 1495 se creó en dicho convento una cofradía de la Inmaculada Concepción (Ángel Luis MOLINA MOLINA, La vida cotidiana, pp. 62-63, Francisco CALDERÓN, Chronica, p. 222). 106 Ejemplos de estas prácticas en Valladolid pueden encontrarse en Francisco Javier ROJO ALIQUE, El convento de San Francisco de Valladolid, pp. 526-528. Para el caso de Palencia sabemos, por ejemplo, que el infante don Tello recibió sepultura vestido con el hábito franciscano (Rafael MARTÍNEZ, “Testamento, muerte y sepultura de don Tello”, p. 124).

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circundantes, que aportaron numerosas vocaciones para la Orden Franciscana107. Al mismo

tiempo, los religiosos de San Francisco establecieron una buena sintonía con los estratos

superiores de la sociedad, fruto de la necesidad mutua: para mantener su forma de vida

mendicante, los frailes necesitaban del auxilio de estos grupos sociales, cuyos miembros

encontraban a su vez una vía de salvación incorporando a sus vidas el programa franciscano

de pobreza voluntaria o protegiendo a las personas que intentaban ponerlo en práctica108. No

todos los sectores de la sociedad vieron con tan buenos ojos la creciente influencia de los

religiosos de San Francisco: tanto en Palencia como en Valladolid existieron tensiones entre

los frailes menores y el clero secular, que en ocasiones consideró a los franciscanos como una

amenaza a la estructura y al derecho tradicionales de la Iglesia, y como unos competidores

que alejaban a los fieles de las parroquias109.

La creciente proyección de los frailes menores no pasó desapercibida a los poderes

civiles, que les brindaron su protección porque consideraban su actividad de provecho para la

sociedad110. Esa protección no parece, sin embargo, que produjera un sometimiento del

franciscanismo al control de las elites dominantes111. Tampoco parece que su inserción en la

sociedad urbana significara una acomodación de los religiosos de San Francisco a la misma.

Podemos más bien pensar, como hace Antonio Rigon, en unas relaciones basadas en la

existencia de intercambios y, al mismo tiempo, de autonomía. Las situaciones concretas de

Palencia y Valladolid sin duda influyeron en la vida de sus respectivas comunidades

107 María Jesús FUENTE PÉREZ, La ciudad de Palencia, p. 238. Francisco Javier ROJO ALIQUE, El convento de San Francisco de Valladolid, pp. 372-381, 495. 108 Anna I. GALLETTI , “Insediamento e primo sviluppo dei frati minori a Perugia”, en Francescanesimo e società cittadina: l'esempio di Perugia, Spoleto, 1992, pp. 1-44, pp. 7-8, 19. Antonio RIGON, “Hermanos Menores y sociedades locales”, en VV.AA. Francisco de Asís y el primer siglo de historia franciscana, Oñate, 1999, pp. 289-315, pp. 299-301. 109 Un ejemplo de estas tensiones en el caso de Palencia puede encontrarse en ACP, Serie Histórica, nº 2172. Para el caso de Valladolid, v. Francisco Javier ROJO ALIQUE, El convento de San Francisco de Valladolid, pp. 499-503. 110 En Valladolid las autoridades municipales comunicaron a la reina Violante que les parecía bien el traslado del convento franciscano a las inmediaciones de la villa porque así “sse siruirien de los ffreyres los de la villa et de la tierra mas en aquel logar que en otro ninguno” (Sevilla, 27 de abril de 1263. ASFV, carp. 2, nº 4). Sabemos además que el concejo vallisoletano hizo beneficiario al convento de San Francisco de continuas “ayudas e vienes”, que los religiosos agradecieron en 1338 con la cesión a las autoridades municipales de un trozo de su patio para levantar su sala de reuniones (Matías de SOBREMONTE, Noticias, fols. 25r-27v). Los frailes de San Francisco de Palencia también se beneficiaron de ayudas municipales. En 1481, por ejemplo, el concejo palentino entregaba a los franciscanos 300 maravedís como limosna para levantar nuevas tapias al convento (Palencia, 1 de junio de 1481. AMP, Libro de Acuerdos de 1481 a 1499, fol. 7v). 111 A modo de ejemplo, podemos señalar que en la década de 1480 los frailes de San Francisco de Palencia, al mismo tiempo que recibían limosnas del concejo, acogieron en su convento una reunión de vecinos que protestaban por los agravios recibidos de las autoridades municipales (María Jesús FUENTE, La ciudad de Palencia, p. 519).

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franciscanas, pero no es menos cierto que éstas a su vez aportaron a las sociedades

bajomedievales expectativas de renovación, inquietudes y esperanzas propias del

inconformismo tan característico del ideal franciscano112.

112 Antonio RIGON, “Hermanos”, pp. 311-313.