Los asuntos de Flandes. Las relaciones entre las cortes de la Monarquía Hispánica y de los Países...

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1 ÍNDICE ÍNDICE 1 ABREVIATURAS 4 INTRODUCCIÓN 7 Fundamentos metodológicos 7 La historiografía sobre la Revuelta. Estado de la cuestión 11 CRONOLOGÍA 24 CAPÍTULO 1- LA INTEGRACIÓN DE LAS ÉLITES FLAMENCAS EN LA CORTE DE CARLOS V Y DURANTE LOS PRIMEROS AÑOS DE REINADO DE FELIPE II 33 1.1.- La integración de las élites flamencas en el Imperio de Carlos V 1.1.1.- Flamencos y borgoñones en la Corte del emperador 1.1.2.- La integración de las élites flamencas en las instancias de poder de los Países Bajos. La articulación del territorio con Carlos V 33 1.2.- Las relaciones entre los Países Bajos y la Monarquía Hispana durante los primeros años del reinado de Felipe II 1.2.1.- Las luchas faccionales en la Corte de la Monarquía 1.2.2.- La ruptura de la integración de las élites flamencas en la Monarquía Hispana de Felipe II (1555-1566) 1.2.2.1.- La Corte del monarca 1.2.2.2.- La Corte de los gobernadores de los Países Bajos 1.2.3.- La situación en los Países Bajos durante los años previos a la Revuelta 1.2.3.1.- La cuestión religiosa durante el siglo XVI 1.2.3.2.- Las facciones políticas flamencas y sus conexiones con la Corte de Felipe II 56 CAPÍTULO 2- LA CONFESIONALIZACIÓN EN FLANDES: EL GOBIERNO DEL III DUQUE DE ALBA (1567-1573) 98 2.1.- Los avatares cortesanos en Madrid 98 2.2.- Facciones y grupos de poder en Bruselas 2.2.1.- La configuración de las facciones (1567-1571) 2.2.2.- La integración del séquito del duque de Medinaceli en la lucha faccional: los últimos años de gobierno (1572-1573) 108 2.3.- Las actuaciones del duque de Alba durante su estancia en los Países Bajos: su crucial papel en la política exterior de Felipe II 2.3.1.- La represión de la Revuelta y sus planes de Confesionalización 2.3.2.- El papel del duque de Alba en la política exterior de Felipe II durante esos años 127 CAPÍTULO 3- UNA SOLUCIÓN PROVISIONAL, DON LUIS DE REQUESENS (1573-1576) 150 3.1.- La elección de don Luis de Requesens como gobernador y los cambios cortesanos en Madrid 150 3.2.- Las facciones cortesanas en Bruselas durante el gobierno del Comendador Mayor 160 3.3.- La acción de gobierno de don Luis de Requesens: entre la solución pacífica y la bélica 164

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1

ÍNDICE

ÍNDICE 1 ABREVIATURAS 4 INTRODUCCIÓN 7

Fundamentos metodológicos 7 La historiografía sobre la Revuelta. Estado de la cuestión 11

CRONOLOGÍA 24 CAPÍTULO 1- LA INTEGRACIÓN DE LAS ÉLITES FLAMENCAS EN LA CORTE DE CARLOS V Y DURANTE LOS PRIMEROS AÑOS DE REINADO DE FELIPE II

33

1.1.- La integración de las élites flamencas en el Imperio de Carlos V 1.1.1.- Flamencos y borgoñones en la Corte del emperador 1.1.2.- La integración de las élites flamencas en las instancias de poder de los Países Bajos. La articulación del territorio con Carlos V

33

1.2.- Las relaciones entre los Países Bajos y la Monarquía Hispana durante los primeros años del reinado de Felipe II 1.2.1.- Las luchas faccionales en la Corte de la Monarquía 1.2.2.- La ruptura de la integración de las élites flamencas en la Monarquía Hispana de Felipe II (1555-1566) 1.2.2.1.- La Corte del monarca 1.2.2.2.- La Corte de los gobernadores de los Países Bajos 1.2.3.- La situación en los Países Bajos durante los años previos a la Revuelta 1.2.3.1.- La cuestión religiosa durante el siglo XVI 1.2.3.2.- Las facciones políticas flamencas y sus conexiones con la Corte de Felipe II

56

CAPÍTULO 2- LA CONFESIONALIZACIÓN EN FLANDES: EL GOBIERNO DEL III DUQUE DE ALBA (1567-1573)

98

2.1.- Los avatares cortesanos en Madrid 98 2.2.- Facciones y grupos de poder en Bruselas 2.2.1.- La configuración de las facciones (1567-1571) 2.2.2.- La integración del séquito del duque de Medinaceli en la lucha faccional: los últimos años de gobierno (1572-1573)

108

2.3.- Las actuaciones del duque de Alba durante su estancia en los Países Bajos: su crucial papel en la política exterior de Felipe II 2.3.1.- La represión de la Revuelta y sus planes de Confesionalización 2.3.2.- El papel del duque de Alba en la política exterior de Felipe II durante esos años

127

CAPÍTULO 3- UNA SOLUCIÓN PROVISIONAL, DON LUIS DE REQUESENS (1573-1576)

150

3.1.- La elección de don Luis de Requesens como gobernador y los cambios cortesanos en Madrid

150

3.2.- Las facciones cortesanas en Bruselas durante el gobierno del Comendador Mayor

160

3.3.- La acción de gobierno de don Luis de Requesens: entre la solución pacífica y la bélica

164

2

CAPÍTULO 4- EL TRIUNFO DEL PARTIDO “PAPISTA”: DON JUAN DE AUSTRIA EN LOS PAÍSES BAJOS (1576-1578)

172

4.1.- Roma en Madrid: el triunfo del partido “papista” 172 4.2.- El gobierno del Conseil d´État (1576) 175 4.3.- La situación faccional en Flandes durante el gobierno de don Juan: el intento de recuperación de la Casa de los gobernadores como elemento de integración de las élites

177

4.4.- La desafortunada estancia de don Juan de Austria en Flandes: su relevancia internacional

186

CAPÍTULO 5- AUGE Y DECLIVE DE UN PRÍNCIPE ITALIANO: EL GOBIERNO DE ALEJANDRO FARNESIO (1578-1592)

194

5.1.- El ascenso del “partido castellanista” y la institucionalización de la Monarquía: su plasmación en los asuntos flamencos

194

5.2.- La lucha faccional en Flandes durante el gobierno de Alejandro Farnesio (1578-1592) 5.2.1.- La configuración de las facciones cortesanas en sus años de esplendor (1578-1588) 5.2.2.- La caída: repercusiones faccionales de la Empresa de Inglaterra y de las intervenciones en Francia (1588-1592)

212

5.3.- La recuperación de la autoridad real en Flandes con Alejandro Farnesio 5.3.1.- Los años de “reconquista” y de preparación de las Empresas de Francia e Inglaterra (1578-1588) 5.3.2.- El crucial papel de Farnesio en la política exterior de la Monarquía, los años clave (1588-1592)

233

5.4.- El relevo 250 CAPÍTULO 6- A LA ESPERA DE GOBERNADOR (1592-1594) 259 6.1.- La llamada de Alberto a Madrid: el Dinasticismo y los cambios en el centro de la Monarquía

259

6.2.- Las pugnas entre el conde de Mansfeld y el de Fuentes en Bruselas. La intermediación de Esteban de Ibarra

268

6.3.- Las conversaciones con Ernesto y su Jornada a Flandes 281 CAPÍTULO 7- LA SOLUCIÓN IMPERIAL: EL ARCHIDUQUE ERNESTO EN FLANDES Y EL ÍNTERIN HASTA LA LLEGADA DE ALBERTO (1594-1596)

287

7.1.- El devenir de Flandes tras la llegada del archiduque Ernesto 7.1.1.- La integración de su séquito en las luchas faccionales 7.1.2.- Su acción de gobierno: el fracaso de las negociaciones con los rebeldes, la escasa actividad militar y la Junta de notables

287

7.2.- A la espera del archiduque Alberto (1595-1596) 304 7.3.- La sustitución del modelo católico hispano por el paradigma católico romano con Clemente VIII (1592-1605)

313

7.4.- La plasmación en Flandes y Francia del cambio de política de la Santa Sede con respecto a la Monarquía Hispana. La nueva preocupación del papado: liga contra los otomanos

321

CAPÍTULO 8- EN PUERTAS DE LA CESIÓN: EL GOBIERNO DEL ARCHIDUQUE ALBERTO (1596-1598)

334

8.1.- La elección de Alberto como nuevo gobernador de Flandes, la formación de su Casa y la Jornada hacia su nuevo destino político

334

8.2.- El desarrollo de sus años de gobierno 8.2.1.- El cambio de consejeros de cara a la Cesión

346

3

8.2.2.- Su acción de gobierno: enfrentamientos con la Santa Sede y paz con Francia 8.3.- La Cesión de los Países Bajos a los Archiduques 356 FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA 370 Introducción a las fuentes 370 Relación de fuentes documentales 373 Bibliografía 376 Fuentes primarias 376 Fuentes secundarias 379

4

ABREVIATURAS

Archivos y bibliotecas

Leg.: Legajo / Legs.: Legajos

Lib.: Libro / Libs.: Libros

Ms.: Manuscrito / Mss.: Manuscritos

Reg: Registro / Regs.: Registros

Vol.: Volumen / Vols.: Volúmenes

AGP: Archivo Palacio Real de Madrid

Descalzas: Fondo documental proveniente del monasterio de las Descalzas reales

Expediente: Personal, Expedientes

AGR: Archives Générales du Royaume/Algemeen Rijksarchief (Bruselas)

Audience: Papiers d´État et de l´Audience/Audiëntie

MD: Manuscrits Divers

SEG: Secretairie d´État et de Guerre/Secretarie van State en Oorlog

AGS: Archivo General de Simancas (Valladolid)

CC: Cámara de Castilla

CSR: Casa y Sitios Reales

DGT: Dirección general del Tesoro

E: Secretaría de Estado

EMR: Escribanía Mayor de Rentas

QC: Quitaciones de Corte

SP: Secretarías Provinciales

AHN: Archivo Histórico Nacional (Madrid)

E: Estado

ASV: Archivio Segreto Vaticano

Fiandra: Segretaria di Stato, Fiandra

Spagna: Segretaria di Stato, Spagna

AZ: Archivo Zabálburu (Madrid)

GD: Grupo documental

BA: Biblioteca Palacio da Ajuda (Lisboa)

BL: British Library (Londres)

BNM: Biblioteca Nacional, Madrid

BPRM: Biblioteca del Palacio Real de Madrid

BRB: Bibliothèque Royale Albert I (Bruselas)

IVDJ: Instituto Valencia de Don Juan (Madrid)

5

RAH: Real Academia de la Historia (Madrid)

Libros, revistas y recopilaciones documentales

BCRH: Bulletin de la Commission Royale d´Histoire

BIHBR: Bulletin de l´Institut Historique Belge de Rome

BIOGRAPHIE NATIONALE: Biographie Nationale publiée par l´Academie Royale des

Sciences, des Lettres et des Beaux-Arts de Belgique, Bruselas, 1866-1929, 25 vols.

CABRERA: L. CABRERA DE CÓRDOBA, Historia de Felipe II, Rey de España, Valladolid,

1998 (edición de J. MARTÍNEZ MILLÁN y C. J. de CARLOS MORALES)

Carlos V: J. MARTÍNEZ MILLÁN (dir.), La Corte de Carlos V, Madrid, 2000, 5 vols.

Configuración: J. MARTÍNEZ MILLÁN y C. J. de CARLOS MORALES (dirs.) Felipe II

(1527-1598). La configuración de la monarquía hispánica, Valladolid, 1998

CCG : Correspondance du Cardinal de Granvelle, 1565-1586 (dirs. E. POULLET y Ch. PIOT),

12 vols. Bruselas, 1877-1896

CFA: Don Francés de Álava y Beamonte. Correspondencia inédita de Felipe II con su

embajador en París (1564-1570) (dirs. P. RODRÍGUEZ y J. RODRÍGUEZ), San

Sebastián,1991

COMF: Correspondance d´Ottavio Mirto Frangipani. Premier nonce de Flandre (1596-1606).

(L. VANDER ESSEN y A. LOUANT (eds.), 4 vols., Roma, Analecta Vaticano-Bélgica, 1924

CPh. II : Correspondance de Philippe II sur les affaires des Pays-Bas (dir. J. LEFÈVRE), 4

vols. , Bruselas, 1940-1960

CODOIN: Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España

DBE: Diccionario Biográfico Español (en prensa)

DECA: Documentos escogidos del Archivo de la Casa de Alba (dir. Duquesa de Berwick y

Alba), Madrid, 1891

DDA: Discurso del Exmo. Sr. Duque de Berwick y de Alba para su ingreso en la Real

Academia de la Historia (Duque de Berwick y Alba), Madrid, 1919

EDA: Epistolario del tercer Duque de Alba (dir. Duque de ALBA), 3 vols., Madrid, 1952

Felipe II: J. MARTÍNEZ MILLÁN y S. FERNÁNDEZ CONTI (dirs.), La monarquía de Felipe

II: la Casa del Rey, Madrid, 2005, 2 vols.

Felipe III: J. MARTÍNEZ MILLÁN y M. A. VISCEGLIA (dirs.), La monarquía de Felipe III,

Madrid, 2008, 4 vols.

6

7

INTRODUCCIÓN

Fundamentos metodológicos

La política europea desde el siglo XIII hasta mediados del XVII se caracterizó

por la “visión personal” de los Príncipes sobre los gobernados, por el peso de la nobleza

feudal sobre la política y por la pretensión de la Iglesia de definir las normas políticas1.

El Estado Dinástico2, a pesar de que, a veces, pudo comportarse como burocrático e

impersonal, estaba orientado hacia la persona del Rey, quien concentró diferentes

formas de poder y de recursos materiales y simbólicos (dinero, honores, títulos,

indulgencias, monopolios,...) en sus manos. De esta manera, a través de una

redistribución selectiva de favores, los Monarcas pudieron mantener unas relaciones de

dependencia (clientelares) o, por mejor decir, de reconocimiento personal y así

mantenerse en el poder. El origen de esta composición sociopolítica se puede observar

en Castilla ya desde Alfonso X, que desplegó una gran actividad legislativa para

convertir al Monarca en la fuerza generadora del Reino y para ello investía al poder del

Rey como divino y negaba la subordinación a intermediarios como Pontífice,

Emperador o Comunidad.

Ahora bien, el lazo o dependencia feudal, precisamente por ser personal, se

extinguía a la muerte del Señor; por ello, las nuevas Monarquías tendieron a establecer

un poder que se perpetuara en el tiempo y no limitado a la vida de las personas, sino a

las instituciones3. Estas se encargarían de cumplir dos objetivos básicos: por una parte,

contribuyeron de manera esencial a establecer la paz social mediante la exigencia del

cumplimiento de las leyes que de ellas emanaban; por otra, no solo mantuvieron la

situación de privilegio de quienes las hicieron o se sintieron integrados en ellas, sino

que además permitieron que dichos grupos sociales trasmitieran su status en herencia

sin peligro de perderlo. De esta manera, la nobleza seglar y eclesiástica, las ciudades y

1 Son muchos los autores que han insistido en la separación del poder temporal y el espiritual como elemento que define la aparición del Estado Moderno, caso de E. W. BÖCKENFÖRDE, “The Rise of the State as a Process of Secularisation” en State, Society and Liberty. Studies in Political Theory and Constitutional Law, Nueva York/Oxford, 1991, pp. 26-46 o E. FASANO GUARINI, “Cristianesimo e potere: il ‘dualismo’ dell’Occidente”, Annali dell’ Istituto storico italo-germanico in Trento, 19 (1993), pp. 437-447. 2 El título y la estructura del trabajo de R. J. BONNEY, The European Dynastic States, 1494-1660, Oxford, 1991, resulta bastante expresivo. Ya había expresado esta idea en “Guerre, fiscalité et activité d’Etat en France (1500-1650): Quelques remarques préliminaires sur les possibilités de recherche”, en Ph. GENET y M. LE MENÉ (eds), Genèse de l’État moderne. Prélèvement et redistribution, París, 1987, pp. 194-195. 3 W. ULLMANN, Principios de gobierno y política en la Edad Media, Madrid, 1985, pp. 144-217, en donde describe la evolución de las monarquías inglesa y francesa.

8

las élites que las gobernaban, apoyaron el poder del Príncipe por encima de todos los

existentes en el Reino, ya que les aportaba lo más valioso: los fundamentos divinos y

legales lógicos que justificaban y respaldaban su preeminencia sobre el resto de la

sociedad4. Para ello, utilizaron las corrientes de pensamiento ya existentes desde el

Imperio Romano y la doctrina de la Iglesia sobre el poder, formulando una serie de

conceptos clave como “Soberanía”, “Bien Común” o “Corona”, al tiempo que

legitimaban la situación a través de la tradición y la costumbre, aunque, para lograrlo, a

veces tuvieran que falsificar los textos5.

La creación de instituciones generales emanadas de estos principios y capaces de

integrar toda la sociedad con el fin de gobernarla, esto es, de admitirlas como instancias

preeminenciales a las de cada sector o estamento, fue un proceso largo que ocupó buena

parte de la Edad Moderna. Para lograrlo, las Monarquías tuvieron que integrar a todos

los grupos sociales del Reino dentro de su campo de poder e influencia, articulando la

sociedad a través de una serie de redes de poder no institucionales. Es preciso insistir en

que este proceso se realizó por integración y que la fidelidad resultó ser un elemento

esencial para tejer dichas redes6.

El conocimiento de dichas redes resulta básico para poder comprender los

cambios experimentados en la época. Para ello, es necesario usar los estudios sobre

patronazgo y élites de poder, que tratan de explicar el dominio de una minoría o élite

sobre amplios sectores sociales basándose en relaciones personales, no institucionales ni

familiares7. Este sistema no se iniciaba con un compromiso escrito ni explícito, sino tras

solicitar algún favor o apoyo, interviniendo factores irracionales como emoción y

voluntad. Las relaciones entre “patrón” y “hechura” o “cliente” eran desiguales y

verticales, así como recíprocas y específicas, es decir, no universales, en una sociedad

4 O. von GIERKE, Teorías políticas de la Edad Media (Edición de F. W. Maitland), Madrid, 1995, pp. 134-149; W. ULLMANN, op. cit., pp. 121-154 y D. E. LUSCOMBE, “The formation of Political Thought in the West”, en J. H. BURNS (ed.), Medieval Political Thought (c. 350-c. 1450), Cambridge, 1991, pp. 157-173. 5 P. BUC, “Pouvoir royal et commentaires de la Bible (1150-1350)”, Annales, (1989), pp. 691-713 o W. ULLMANN, Historia del pensamiento político en la Edad Media, Barcelona, 1983, pp. 78 y ss. 6 D. QUAGLIONI, “Fidelitas habet duas habenas. Il fondamento dell’obbligazione politica nelle glosse di Bartolo alle costituzioni pisane di Enrico VII” en G. CHITTOLINI, A. MILHO, P. SCHIERA (dirs), Origini dello Stato. Processi di formazione statale in Italia fra medievo ed età moderna, Bologna, 1994, pp. 381-396 y P. PRODI, Il sacramento del potere. Il giuramento politico nella storia costituzionales dell’Occidente, Bologna, 1992. 7 Sobre este asunto, J. MARTÍNEZ MILLÁN, “Las investigaciones sobre patronazgo y clientelismo en la administración de la Monarquía hispana de la Edad Moderna”, Studia Historica. Historia Moderna, 15 (1996), pp. 83-106 y la introducción al libro colectivo, Instituciones y élites de poder en la Monarquía hispana durante el siglo XVI, Madrid, 1992, pp. 11-24.

9

donde primaba el privilegio. Era posible mantenerlas gracias a la fidelidad y a la

utilidad mutua y, muchas veces, con la ayuda de un “broker”, que era la persona

encargada de transmitir la influencia del patrón a sus clientes, aunque en su territorio se

mostrara como un verdadero patrón. Por lo tanto, nos encontramos con relaciones de

clientelazgo de varios niveles.

El camino inicial de la investigación debe ser un estudio prosopográfico de la

sociedad, que, a veces, se confunde con el propio estudio de las élites de poder. Según

esta interpretación, el estudio sobre las élites se reduce a (lo que se ha denominado) una

“historia social de la administración”; esto es, a una cuantificación de los factores y

cualidades comunes de los oficiales o “prosopografía”, al tiempo que se les concede un

papel primordial a los lazos familiares o de parentesco en la formación de estas redes o

élites de poder.

De manera muy distinta pensamos nosotros que se debe plantear el estudio de

dichas élites. En nuestra investigación partimos de la identificación del grupo de

personas que, junto a la fuente del poder central, tomaban las decisiones de gobierno y

que eran las que creaban las instituciones, de acuerdo a las necesidades y circunstancias

que dictaba el ejercicio del poder, al mismo tiempo que servían (las instituciones) de

barrera entre gobernantes y gobernados. En función de esto, podemos considerar que la

articulación social del poder se debió mas a relaciones personales (sistema de

“patronazgo” y “clientelas”) que a las instituciones que, desde un punto de vista

presentista, los historiadores hemos proyectado a esta época. Con la influencia y poder

que les confería tan privilegiada situación, este pequeño grupo ascendía a sus protegidos

o “clientes” a los puestos de responsabilidad de dichos organismos, estableciéndose las

relaciones de “patronazgo” que, a su vez, eran reproducidas por estos últimos.

Evidentemente, un análisis semejante requiere un minucioso y amplio estudio

prosopográfico del conjunto de personajes que ocuparon las instituciones de la Corte, no

tanto por saber las características comunes o las biografías de todos ellos, cuanto por

deducir los lazos y causas por los que ascendieron y su comportamiento una vez en el

cargo.

Esta estructuración política descentralizada nos mostraría que el poder real era

preeminencial y no absoluto y, por lo tanto, el Monarca necesitaba partidarios en los

diversos órganos para mantener su poder y estos, a su vez, precisaban del Rey, ya que

era la fuente de donde emanaba la gracia y el legitimador del poder, convirtiéndose la

Corte en el lugar donde convergerían todas esas relaciones.

10

La aparición de la misma resultó fundamental, no solo como lugar de encuentro

entre las élites del Reino y el Monarca, sino también como centro donde los letrados

elaboraban las leyes. Allí se comenzó a ensalzar la figura real a través de

manifestaciones culturales, al tiempo que una nueva forma de conducta se imponía

paulatinamente en los personajes cortesanos, ya que comenzaba a aparecer una forma

distinta de llevar la política.

En la historiografía de los últimos veinticinco años la Corte ha pasado a

constituir uno de los elementos esenciales para explicar los orígenes del denominado

Estado Moderno. Hasta entonces, había estado fuera del contexto político y

administrativo en los que la historiografía situaba la formación de dicho Estado,

limitándose a identificarla con un fenómeno meramente cultural y ceremonial.

El cambio de esta interpretación tradicional se ha producido desde un triple

punto de vista; por una parte, desde el campo de la sociología, que ha explicado el

comportamiento y las estructuras generadas para el disciplinamiento social; en segundo

lugar, desde la administración y la política, se ha pasado de estudiar el gobierno del

Príncipe y la fundación y actuación de las instituciones, a centrarse en la totalidad del

entorno del Rey, es decir, tanto el mundo doméstico (Casa Real) como su actuación

política; de esta manera, Corte y Estado han sido considerados complementarios. Por

último, desde la antropología y la historia cultural, que se ha centrado en los aspectos

simbólicos del poder8. Todas estas corrientes han coincidido, pese a sus diferentes

conclusiones, en que la Corte sería el núcleo de poder que articuló la organización de las

Monarquías Europeas a partir de la baja Edad Media. Por supuesto, la Hispana no fue

ajena a este fenómeno y optó por la Corte como forma de integración de los diversos

reinos que se le fueron uniendo por herencia, agregación o conquista.

Nosotros consideramos que el estudio de la Corte, como fenómeno de

articulación del poder en el reino, debe ser planteado desde las tres grandes áreas que

constituían la forma política de la Monarquía; es decir, el gobierno de las Casas Reales

(Casa Real), el de la Monarquía (Consejos y tribunales) y los cortesanos. Es

precisamente desde esta definición desde donde pretendemos explicar la integración de

las XVII provincias en el conjunto de la Monarquía durante el reinado de Carlos V y

como se produciría una ruptura del sistema con Felipe II que llevaría a la Revuelta.

8 Sobre las corrientes historiográficas y las investigaciones sobre la Corte, los trabajos de ID., “Un planteamiento del reinado de Carlos V desde la Corte” en Carlos V, I, pp. 36-41, “Introducción” en Felipe II, I, pp. 17-51 y “La Corte de la Monarquía Hispánica”, Studia Historica, 28 (2006), pp. 17-35.

11

La historiografía sobre la Revuelta, estado de la cuestión

La Revuelta de los Países Bajos ha sido, sin duda, uno de los temas que ha

generado mayor cantidad de bibliografía dentro de la historia moderna del continente

europeo. Los estudios elaborados hasta la década de los 60 del siglo XX, aunque

muchos de ellos son excelentes y aún hoy en día de obligatoria consulta, caían, en

general, en el mismo error, cual era partir de unas ideas predeterminadas y con el fin de

justificar diversos intereses decimonónicos forzaban la documentación y la bibliografía

para conseguir crear una historia que sirviera a ese propósito. Para ello, fueron

utilizados diferentes enfoques metodológicos, en los que predominó la visión de la

historia de una forma “presentista”, que trataba de explicar la historia moderna con los

parámetros de los estados actuales. Esto dejaba muchos aspectos por discernir, ya que

no se había tenido en cuenta que el gobierno de los siglos XVI y XVII se estructuraba

en otro tipo de relaciones más que en las meramente institucionales.

Así, se intentó buscar la causa de origen de la Revuelta mediante estudios

globales sobre la misma y centrándose, sobre todo, en tres motivaciones que, en muchas

ocasiones, se entrelazaban entre sí, aunque cada autor incidía en mayor o menor medida

sobre cada una de ellas. Las dos primeras vendrían derivadas de imágenes que

aparecieron en el siglo XVI y que se repetirían hasta la saciedad durante el XVII y

XVIII, como fueron la lucha por sostener la verdadera religión y la conservación de las

antiguas libertades y privilegios, y la tercera se manifestaría dentro de la historia

romántica del siglo XIX, como sería el nacionalismo tras la ruptura del Reino de los

Países Bajos en Bélgica, Holanda y Luxemburgo9.

El historiador que desarrolló con mayor vigor la visión calvinista fue G. Groen

van Prinsterer (1801-1876), que extrapoló la realidad holandesa de los años posteriores

a la disolución del Reino de los Países Bajos, es decir calvinista y con un Orange al

frente de la nación, a la de los tiempos de la Revuelta10. En ambas ocasiones, el pueblo

se había levantado con el propósito de censurar a un príncipe extranjero y para sostener

el calvinismo, convirtiéndose estos primeros protestantes en los fundadores de la

9 S. GROENVELD, “Image and reality. The historiography of the Dutch Revolt against Philip II” en H. de SCHEPPER y P. J. A. N. RIETBERGEN (eds.), España y Holanda. Ponencias de los coloquios hispano-holandeses de historiadores, 1984-1988, Madrid-Nimega, 1993, pp. 38-39. 10 Así lo expresa en su Handboek des geschiedenis van het Vaderland, La Haya, 1846 o en los prolegómenos de su monumental edición de los Archives ou correspondance inédite de la Maison d´Orange-Nassau, que se comenzó a publicar en Leiden en 1835 y que daría como resultado 5 series y 25 volúmenes que acabaron de aparecer en Utrecht en 1915.

12

República Holandesa11. Aunque esta teoría basada en la religión ha perdido fuerza, tiene

aún gran influencia y fueron destacados seguidores A. A. van Schelven (1880-1954) y J.

H. C. de Pater (1887-1971).

Robert de Fruin (1823-1899), por su parte, fue el principal adalid de la visión

“nacionalista” holandesa de la Revuelta o la de la lucha contra un poder extranjero12.

Partiendo del análisis de las fuentes, y no solo de la historia narrativa, señaló que en una

época de burocratización general de las Monarquías Europeas los reyes Habsburgo

trataron de hacer lo mismo en Flandes, chocando contra los antiguos privilegios de las

XVII provincias y la resistencia de los neerlandeses contra algo que consideraban

extranjero y antinacional. Sus teorías incidirían en menor medida en la religión, pero

resaltó igualmente la fuerza de los calvinistas, no por que existieran un gran número de

conversos, sino por las simpatías generales que suscitaron. John Lothrop Motley (1814-

1877), pese a no ser holandés, presentó como inevitable una Revuelta nacional en ese

momento, debido a la tiranía de unos dirigentes “extranjeros”, como eran Carlos V y

Felipe II, cuyos retratos deformó hasta el extremo13.

Algunos autores católicos nacionalistas criticaron las teorías de Fruin en cuanto

a los asuntos religiosos, ya que consideraban que muchos católicos neerlandeses habían

sido también buenos patriotas y habían luchado contra Felipe II. Además, los

protestantes habrían resultado negativos en el movimiento por su intolerancia religiosa y

autoritarismo político, lo que acabaría destruyendo la posibilidad de que el Norte y el

Sur de los Países Bajos pudieran haberse independizado juntos14. Sin embargo, estos

autores apenas hicieron mención a la falta de respuesta de la iglesia católica a las

demandas de reforma que la sociedad neerlandesa venía reclamando durante todo el

siglo XVI.

El nacionalismo de Fruin sería retomado, aunque con matices, por Pieter Geyl

(1887-1966), republicano y agnóstico que se dejaría llevar por la visión romántica de

unir nación e idioma (flamenco). Así, la Revuelta podría haber derivado en una entidad

unida bajo una misma lengua si no hubiera sido por la intolerancia de los calvinistas del

11 N. MOUT, "Reformation, Revolt and Civil Wars: The historiographic traditions of France and the Netherlands" en P. BENEDICT, G. MARNEF, H. F. K. van NIEROP y M. VERNARD (eds.), Reformation, Revolt and Civil War in France and the Netherlands 1555-1585, Amsterdam, 1999, p. 26. 12 Sus obras más importantes sobre la Revuelta serían Tien Jaren uit de 80 oorlog: 1588-1598, Leiden-Utrecht, 1857 y Het voorspel van den Tachtigjarigen Oorlog, La Haya, 1859. 13 Su principal obra sería The Rise of the Dutch Republic, Londres, 1856, 3 vols. 14 Entre ellos sobresalen W. F. J. NUYENS con su Geschiedenis der Nederlandsche Beroerten in de XVIe eeuw, Ámsterdam, 1865-1869 o L. J. ROGIER, cuya obra fundamental en este aspecto sería Geschiedenis van het Katholicisme in Noord-Nederland in de XVIe en XVIIe eeuw, Ámsterdam, 1945.

13

Norte y por la política que siguieron Alejandro Farnesio y Mauricio de Nassau15. Es

interesante este punto de vista, pues para él la separación de Norte y Sur sería una

consecuencia, y no una causa, de los acontecimientos de la Revuelta, subrayando que

durante la primera mitad del siglo XVII no se podrían establecer grandes diferencias

políticas, económicas y sociales entre los dos territorios16. Por último, resaltaría el

carácter social de la Revuelta, aunque consideraba que fue un movimiento de los

estamentos conservadores más que de los progresistas.

Sin duda, el aspecto social también sirvió como motivación para el estudio de la

Revuelta, siendo Reinier Cornelis Bakhuizen van den Brink (1810-1865), maestro de

Robert de Fruin, el primero que abordó esta visión, considerando que fue una revuelta

burguesa contra el feudalismo y el absolutismo17. Para ello partió de algunas premisas

liberales como la representación popular, la tolerancia y la libertad de conciencia,

considerando que el calvinismo también influyó, aunque no por motivos doctrinales

sino ideológicos, como sus aspectos “democráticos”. Fue, además, uno de los primeros

autores que trató de transmitir una imagen negativa de la nobleza, compartiendo los

presupuestos de Walter Ullmann, a la que consideró una clase “holgazana” y retrógrada

que frenaba los impulsos de progreso de la burguesía.

Esta visión de una nobleza negligente no se vería alterada hasta los trabajos de

Herman Arend Enno van Gelder (1889-1973) en la década de los 3018. En ellos, el autor

representa que los nobles fueron los encargados de encabezar la Revuelta, sobre todo,

tras verse desplazados de la toma de decisiones por extranjeros y juristas provenientes

de los centros de estudio, uniendo a ello motivos religiosos y criticando al mismo

tiempo el presunto sentimiento nacionalista de la Revuelta19. Posteriormente, se ha

seguido rehabilitando la imagen de la nobleza flamenca y prestigiando su papel,

señalando que mientras en las Provincias Unidas los nobles participaron como regentes

en el republicanismo, en el Sur el reforzamiento del absolutismo español significó que

15 Todas estas ideas quedan expresadas en su The revolt of the Netherlands (1555-1609), Londres, 1932, así como, de manera más sucinta, en la introducción que realizó a la obra de conjunto J. S. BROMLEY y E. H. KOSSMAN (Eds), Britain and the Netherlands, Londres, 1960. 16 A. W. WILLAMSEN, Geyl en Vlaanderen, Amsterdam, 1973. 17 Así lo observamos en su Studien over vaderlandsche geschiedenis, Ámsterdam-La Haya, 5 vols., 1863-1913. 18 Como vemos en su Histoire des Pays-Bas: du XVIe siècle a nos jours, París, 1936 o en algún artículo como “De Nederlandse adel en de Opstand tegen Spanje”, Tijdschrift voor Geschiedenis 43 (1928), pp. 1-20 y 138-159. 19 Su labor se vería reforzada por la edición de fuentes documentales de la época. Así, junto con J. S. THEISSEN editaron la Correspondance française de Marguerite d´Autriche, duchesse de Parme, avec Philippe II, 1565-1568, Utrecht, 3 vols., 1925-1942.

14

la alta nobleza perdiera su papel tradicional en el gobierno central, aunque manteniendo

el provincial y local20 y siendo el balance del poder real21. Sin duda, los trabajos de

Heink van Nierop, centrados principalmente en la provincia de Holanda, son los más

señalados en este campo22.

El desarrollo de la historia económica en el siglo XX modificaría el estudio de

las clases sociales y su influencia en la Revuelta, centrándolo en términos económicos y

materiales. Sin duda, el gran historiador belga Henri Pirenne (1862-1935) fue el

máximo exponente de la aplicación de la economía en la historia social, al hablar del

rápido desarrollo de la industria en los Países Bajos, sobre todo en Flandes, y, por tanto,

de la burguesía. Debido a ello, la Revuelta fue una revolución burguesa y calvinista para

deshacer los lazos políticos y sociales existentes23.

Estas teorías anunciaban la cercana aplicación a la Revuelta del materialismo

histórico marxista y su lucha de clases, siendo el primero que aplicó dichos

presupuestos el historiador alemán Erich Kuttner (1887-1942), utilizándolos para

explicar el movimiento iconoclasta de 156624. Como es de suponer, para este autor la

Revuelta sería un levantamiento del proletariado, sobre todo en las provincias

occidentales, que en los años 30 se habían convertido al anabaptismo y en los 60 al

calvinismo, y que tras el acceso de la burguesía a los magistrados urbanos se vio

abocado a la Iconoclastia. Estas teorías marxistas han seguido teniendo pábulo hasta

hace no muchos años25.

Todos estos enfoques que hemos expuesto hasta ahora insistían en dos

cuestiones fundamentales: que habían llegado a la raíz única de la insurgencia -diferente

según cada punto de vista- y que proporcionaban características válidas para todos los

20 Destacando su capacidad de patronazgo, como señala H. G. KOENIGSBERGER, "Patronage, Clientage and Elites in the Politics of Philip II, Cardinal Granvelle and William of Orange" en A. MACZAK, Klientelsysteme im Europa der Frühen Neuzeit, Oldenbourg, 1988, pp. 127-148. 21 N. MOUT, op. cit., p. 28. 22 Sobre todo su obra Van Ridders tot Regenten, Amsterdam, 1984, que se tradujo al ingles en 1993 por Martín Altee con la Cambridge University Press con el nombre de The nobility of Holland. From knights to regents, 1500-1650. Para el papel de la nobleza, en general, durante los comienzos de la Revuelta, destacan varios de sus artículos: "A Beggars" Banquet. The compromise of the nobility and the politics of inversion", European History Quarterly, 21 (1991), pp. 419-443; "Serving the king and resisting: dilemmas of loyalty and treason in the revolt of the Netherlands" en J. MARTÍNEZ MILLÁN (dir.), Felipe II (1527-1598). Europa y la Monarquía Católica, Madrid, 1998, I, pp. 567-578 o "The Nobility and the Revolt of the Netherlands: Between church and King, and Protestantism and Privileges" en P. BENEDICT, G. MARNEF, H. F. K. van NIEROP y M. VERNARD (eds.), op. cit., pp. 83-98. 23 Su expresión más acabada de estas teorías la encontramos en su monumental obra, Histoire de Belgique, Bruselas, 1900-1932, 7 vols. 24 Como expone en su Het Hongerjaar, 1566, Ámsterdam, 1946. 25 T. WITTMAN, Les Gueux dans les Bonnes Villes de Flandre, 1577-1584, Budapest, 1960.

15

territorios comprendidos en la Revuelta. Esta tendencia, sin embargo, quebraría a

comienzos de la década de los 60 del siglo XX, sobre todo a raíz de una famosa

conferencia que el profesor J. W. Smit pronunció en 1959 durante el congreso que daría

como fruto el sugerente libro Britain and the Netherlands citado anteriormente26 y en

cuyas ideas insistiría en posteriores ocasiones27. En ella, el autor señalaba novedosas

vías de estudio que desembocarían en nuevas teorías basadas en un particularismo que

procuraba demostrar que hubo numerosos partidos y fracciones en los movimientos

políticos y sociales, por lo que habría que estudiar las situaciones territoriales

específicas de cada provincia y sector social28.

Smit profundizaría en este camino, al buscar las precondiciones que habían

hecho posible el movimiento que desencadenó una revolución socio-política. Para él,

los Países Bajos antes de la Revuelta tenían un sistema político basado en un

entendimiento mutuo entre élites y soberano; los verdaderos focos de poder eran las

dinastías nobles y las ciudades, por lo que creía necesario llevar a cabo un estudio local

para ver qué sucedió en cada provincia, región y ciudad29. Carlos V fue capaz de

comprender el sistema y usar a magistrados de las ciudades y a Estados Provinciales

para sus fines, no rebelándose la alta nobleza por su papel preponderante en el gobierno.

Sin embargo, cuando su hijo Felipe intentó modificar el sistema provocó una fuerte

reacción desde diversos puntos. Junto a esta precondición de inestabilidad de la

estructura política, Smit introduciría otras, aunque de una forma mucho menos clara,

cuales fueron los cambios económicos, ideológicos, religiosos y sociales, compartiendo

varios puntos de vista con los marxistas al contemplar las luchas nobleza-burguesía. El

“nacionalismo”, para él, ocuparía un papel secundario.

Desde las propuestas formuladas por Smit, se han impulsado nuevos estudios

orientados hacia diferentes campos. En primer lugar, ha llamado poderosamente la

atención el estudio de las instituciones, no solo desde sus ordenanzas, sino también

desde su funcionamiento diario y los efectos de sus decisiones. Igualmente, se ha

tratado de discernir los fines que propiciaron la creación de nuevas instituciones durante

26 El nombre de la conferencia sería “The Present Position of Studies Regarding the Revolt of the Netherlands”, publicada en dicho libro en pp. 11-30. 27 La más conocida es su contribución al libro de conjunto recopilado por R. FOSTER y J. P. GREENE, Preconditions of Revolution in Early Modern Europe, Baltimore, 1970 (Yo he manejado la traducción española de Barcelona, 1975, Revoluciones y rebeliones de la Europa Moderna, siendo el título de su texto “La revolución en los Países Bajos”, pp. 29-65). 28 En este sentido, es paradigmático el título del libro de J. L. PRICE, Holland and the Dutch Republic in the Seventeenth Century: The Politics of Particularism, Nueva York, 1994. 29 Un buen ejemplo de este enfoque sería la tesis doctoral inédita de G. E. WELLS, Antwerp and the government of Philip II: 1555-1567, defendida en la Universidad de Cornell en 1982.

16

este periodo30. Por lo que respecta a los Consejos Colaterales, son ya clásicos los

complementarios estudios de Michel Baelde31 y de Hugo de Schepper32, aunando ambos

un profundo estudio interpretativo y un valioso trabajo prosopográfico. El Gran Consejo

de Malinas, por su parte, también ha recibido atención, tanto en lo referente a su

funcionamiento como a la documentación que generó33. Así mismo, los Stadholder o

gobernadores de provincia han sido objeto de estudio por parte, especialmente, de Paul

Rosenfeld en una interesante tesis doctoral34. Por supuesto, los Estados Provinciales35 y

Generales han recibido también su atención36, destacando el excelente estudio del

profesor H. G. Koenigsberger para estos últimos37. Sin duda alguna, la culminación de

estos esfuerzos de la historia institucional ha resultado ser el estudio publicado en dos

volúmenes, tanto en neerlandés como en francés, por los Archives Générales du

Royaume/Algemeen Rijksarchief38.

30 J. D. TRACY, Holland under Habsburg Rule, 1506-1566. The formation of a body politic, Berkeley, 1990. 31 De Collaterale raden onder Carel V en Filips II, 1531-1578. Bijdrage tot de geschiedenis van de centrale instellingen in de zestiende eeuw, Bruselas, 1965. 32 En su tesis doctoral inédita, defendida en Lovaina en 1972, De collaterale Raden in de Katolick Nederlanden van 1579 to 1609. Studie van leden intelligen en algemene politiek. 33 Entre numerosos trabajos, podemos citar el de J. van ROMPAEY, De Grote Raad van de hertogen van Bourgondië en het parlement van Mechelen, Bruselas, 1973 como estudio interpretativo y J. Th. de SMIDT, E. I. STRUBBE y J. van ROMPAEY (eds.), Chronologische lijsten van de gëextendeerde Sententiën en Procesbundels, berustend in het archief van de Grote Raad van Mechelen, Bruselas, 1966-1971, 2 vols., I (1465-1504) y II (1504-1531) por lo que respecta a la documentación. 34 The provincial gobernors in the Netherlands from the minority of Charles V to the revolt. Defendida en la Columbia University, permanece inédita aunque en 1989 se llevó a cabo una edición en Michigan por University Microfilms International. Un resumen de las conclusiones en su artículo "The provincial gobernors of the Netherlands from the minority of Charles V to the Revolt" en H. J. COHN (ed.), Government in reformation Europe, Londres, pp. 257-264. Es, asimismo, reseñable el trabajo de H. H. ROWEN, The princes of Orange. The Stadholders in the Dutch Republic, Cambridge, 1988. 35 Así, R. REITSMA, Centrifugal and centripetal forces in the early Dutch Republic. The States of Overijssel 1566-1600, Amsterdam, 1982 o J. W. KOOPMANS, De Staten van Holland en de opstand, de ontwikkeling van hun functies en organisatie in de periode 1544-1588, La Haya, 1990 entre otros. 36 J. GILISSEN, “Les États generaux des Pays de Par deça, 1464-1632”, Standen en Landen 33 (1965), pp. 261-321. 37 Monarchies, States Generals and Parliaments. The Netherlands in the Fifteenth and Sixteenth Centuries, Cambridge, 2001. En este trabajo, el autor agrupa sus numerosos estudios previos sobre el tema. 38 E. AERTS, M. BAELDE, H. COPPENS, H. de SCHEPPER, H. SOLY, A. K. L. THIJS y K. van HONACKER (eds.), De centrale overheidsinstellingen van de Habsburgse Nederlanden (1482-1795), Bruselas, 1994 para la versión en neerlandés y Les institutions du gouvernement central des Pays-Bas Habsbourgeois (1482-1795), Bruselas, 1996 para la versión francesa (traducción de C. de Moreau de Gerbehaye). Curiosamente, el mismo año que se publicaba en neerlandés esta macro-obra, la investigadora Micheline Soenen publicó una guía de los fondos de los Archives Générales du Royaume con el título de Institutions centrales des Pays-Bas sous l´Ancien Régime, pero hay que resaltar que ambos proyectos son independientes.

17

Junto al estudio sobre las instituciones, también se ha intentado depurar el

concepto de nacionalismo enunciado por Geyl. Así, se ha incidido en el deseo de los

neerlandeses del siglo XVI de pertenecer siempre a un cuerpo político o nación, pero no

como un todo o conjunto, sino incluyendo únicamente a la ciudad, pueblo, provincia,

gentes que la componían,... cercana a cada individuo y que estaba siendo atacada en su

antigua forma de vida y de organización por extranjeros39.

Se han consignado igualmente avances en la historia económica, añadiendo

nuevos estudios a los ya existentes. Estos estarían relacionados con la inflación, y

destacan los trabajos demográficos de C. Verlinden o E. Scholliers40 centrados en las

clases bajas con paupérrimos salarios, si es que tenían trabajo, y que se amotinarían

contra la riqueza o contra el gobierno central. Por su parte, Van der Wee y su discípulo

H. Soly se fijarían en la clase media (comerciantes, artesanos,...), que se levantaría

contra los aristócratas locales o contra Bruselas ante el miedo a perder su privilegiada

posición. Sin embargo, no irían mucho más allá y se centrarían solo en provincias con

desarrollo industrial como Flandes, Holanda o Brabante41.

Igualmente, se señaló la necesidad de situar la Revuelta en un contexto

internacional, ya que con anterioridad siempre se la había considerado de forma aislada

con respecto a su entorno42. Las guerras de religión francesas43 y las relaciones con

Inglaterra e Isabel I44 han ocupado un papel preeminente en este intento. Sin embargo,

39 Aquí son fundamentales los trabajos del historiador y psicólogo Eugen Lemberg como Nationalismus, Reinbek, 1964. 40 C. VERLINDEN, “Crises économiques et sociales en Belgique à l´époque de Charles Quint” en CENTRE NATIONAL DE LA RECHERCHE SCIENTIFIQUE (ed.), Charles Quint et son temps, París, 1959 o E. SCHOLLIERS, Loonarbeid en honger, Amberes, 1960. 41 H. van der WEE, “De economie als factor bij het bejín van de Opstand in de zuidelijke Nederlanden” en Bijdragen en Mededelingen van het Historisch Genootschap, 83 (1969), pp. 15-32 o H. SOLY, “Economische vernieuwing en sociale weerstand. De betekenis en aspiraties der Antwerpse middenklasse in de 16de eeuw”, Tijdschrift voor Geschiedenis, 83 (1970), pp. 521-535. 42 El único autor que había realizado importantes trabajos en este campo durante el siglo XIX fue JMBC Kervijn de Lettenhove con su Les huguenots et les gueux, Brujas, 1883-1885, 6 vols. o, junto a L. Gilliodts-Van Severen, Rélations politiques des Pays-Bas et de l´Angleterre sous le regne de Philippe II, Bruselas, 1882-1900, 11 vols. 43 La bibliografía es muy numerosa, pero destacan las obras de N. M. SUTHERLAND, The massacre of St. Bartholomew and the European conflict, 1559-1572, Londres, 1973 y M. P. HOLT, The duke of Anjou and the politique struggle during the wars of religión, Cambridge, 1986. Últimamente, la obra de conjunto, ya reseñada, de P. BENEDICT, G. MARNEF, H. F. K. van NIEROP y M. VERNARD (eds.). 44 En este sentido, es necesario resaltar la controversia suscitada entre R. B. Wernham (en sus obras Before the Armada: the growth of English foreign policy, 1485-1588, Londres, 1966, After the armada: Elizabethan England and the struggle for western Europe, 1588-1595, Oxford, 1984 y The return of the armadas: the last years of the Elizabethan war against Spain, 1595-1603, Oxford, 1994) y Charles Wilson (Queen Elizabeth and the revolt of the Netherlands, Londres, 1970). Mientras el primer autor sostiene que Isabel I siguió la misma

18

las conexiones con el Imperio45, aunque siempre se han recalcado las relaciones de la

nobleza flamenca con la alemana, y con el Papado no han atraído tanta atención.

Mención aparte merecen los trabajos encargados de relacionar los

acontecimientos acaecidos en Flandes con el decurso que siguió la Monarquía Hispana.

Geoffrey Parker demostró la imposibilidad de comprender a fondo este acontecimiento

sin tener presente el punto de vista “español”46, esto es, la estrategia de Felipe II. El

autor señala la existencia de tres revueltas diferentes, en las cuales predominó el

particularismo frente al nacionalismo y cuyo factor aglutinante fue la amenaza para las

libertades cooperativas que suponían las novedades del monarca. En concreto, la

primera tuvo lugar en 1566 y fue motivada por la presencia de guarniciones españolas

en la zona, el control de las decisiones políticas por Granvela, las nuevas diócesis y los

Placcards. La segunda tendría lugar en 1572 por los ataques del duque de Alba a los

privilegios y sus intentos por aplicar la alcabala. Por último, en 1576 se produjo un

nuevo levantamiento, destinado a evitar los motines de los soldados españoles que

podían acabar con la riqueza del país.

Siguiendo el estudio de la intervención española en el conflicto, han aparecido

diversos trabajos sobre las luchas faccionales en la corte madrileña y sus repercusiones

políticas en Flandes47 y J. H. Elliott llegó a señalar que el caso de los Países Bajos podía

resultar un modelo para saber qué hubiera podido suceder en otros territorios de la

Monarquía Hispana48. Aquí podríamos encuadrar, asimismo, el trabajo de Pierre

Chaunu, que conectaba el tráfico de metales preciosos de Castilla con las Indias con la

política seguida en Flandes, según el dinero que entrara en las arcas de Felipe II49. Tanto

Elliott como Parker criticaron dicha visión, sobre todo el último, que recalcaría las

necesidades de dinero de los ejércitos de la Monarquía, pero uniendo dichas carencias a

las guerras de Felipe II contra los turcos.

En los últimos 15 años, la historiografía internacional –especialmente la

anglosajona– ha subrayado con insistencia el papel y experiencia holandesa durante los

siglos XVI y XVII y se concentra particularmente en la individualización de un posible

política de balance europea que sus precedesores Tudor, el segundo cree que la reina improvisaba sin seguir ningún plan y llevada por miedos. 45 El trabajo más destacado es el de M. WEIS, Les Pays-Bas espagnols et les Etats du Saint Empire (1559-1579). Priorités et enjeux de la diplomatie en temps de troubles, Bruselas, 2003. 46 The Dutch Revolt, Londres, 1977 (hay traducción al español, España y la rebelión de Flandes, Madrid, 1986). 47 Sin duda, el mejor estudio es la tesis doctoral inédita de P. D. LAGOMARSINO, Court factions and the formulation of Spanish policy towards the Netherlands (1559-1567), defendida en Cambridge en 1973. 48 J. H. ELLIOTT, Imperial Spain 1469-1716, Londres, 1963. 49 P. CHAUNU, “Séville et la “Belgique”, 1555-1648”, Revue du Nord, 42 (1969), pp. 259-292.

19

carácter revolucionario de la Revuelta. Se ha visto, además, en la organización política y

en los fenómenos culturales de las Provincias Unidas un término de parangón esencial

para la comprensión de las naciones de hoy, el prototipo del estado capitalista, con una

economía fuertemente orientada hacia el mercado libre y la globalización y una

sociedad multicultural y tolerante50. Charles Tilly, por su parte, infiere que la Guerra de

los Ochenta Años fue un proceso de formación estatal “de intensidad de capital”. A

juicio de este autor, la Revuelta no debía ser considerada más una simple revuelta, sino

una verdadera revolución y, en concreto, el modelo de revolución burguesa europea51.

Evidentemente, esto conllevaba un análisis propio del concepto de revolución52 y

criticaba a J. Shennan que unos años antes había defendido lo contrario al hacer

referencia a que la Revuelta había sido un movimiento fundamentalmente conservador,

como ya había propuesto Geyl53.

Sin duda, el estudio de Jonathan Israel, The Dutch Republic. Its Rise, Greatness

and Fall (1477-1806), supone el más exhaustivo sobre el tema en los últimos tiempos54.

En él, el autor resalta las tensiones provocadas entre la nobleza y los juristas por el

proceso de burocratización producido desde 1522, fecha en que se nombró gobernadora

a Margarita de Saboya. Felipe II, tras abandonar los Países Bajos en 1559, decidiría

apoyarse en esos letrados dejando de hacerlo en los magnates locales, por lo que las

luchas Granvela-Nobles señalarían la ruptura entre las estructuras de poder y los

sistemas de patronazgo. Igualmente, el autor también incide en la necesidad de estudiar

las situaciones territoriales específicas de cada provincia y sector social55, subrayando

las diferencias existentes entre los territorios situados al norte de los ríos y los que lo

estaban al sur.

50 Véase, por ejemplo, J. KREJCI, Great Revolutions Compared, Nueva York-Londres, 1994. 51 C. TILLY, European Revolutions, 1492-1992, Oxford, 1993, p. 94. 52 Sobre este asunto, F. BEGNINO, Specchi della Revoluzione. Conflicto e identittà política nell´Europa moderna, Roma, 1999, M. RICCIARDI, Rivoluzione, Bolonia, 2001 o el número especial dedicado al tema en la revista Teoría Política, 2-3 (1989), con participación de Bobbio, Bertelli, Rovero,... 53 J. SHENNAN, The Origins of the Modern European State, 1450-1750, Londres, 1974. Estas ideas también fueron criticadas, además de por Tilly, por A. Tenentti en su Dalle rivolte alle rivoluzione, Bolonia, 1997. 54 Publicado en Oxford, 1995, resulta de especial relevancia el capítulo 7, “The breakdown of the Habsburg Regime, 1549-1566”, pp. 129-154. Resaltar, asimismo, S. GROENVELD, H. L. Ph. LEEUWENBERG, N. E. H. M. MOUT y W. M. ZAPPEY, De Tachtigjarige Oorlog. I. De Kogel door de Kerk? De opstand in de Nederlanden 1559-1609, Zutphen, 1990. 55 Este mismo sentir lo han seguido historiadores holandeses como H. F. K. van NIEROP en su “De Troon van Alba. Over de interpretatie van de Nederlandse Opstand”, Bijdragen en Medelingen betreffende de Geschiedenis der Nederlanden, 110 (1995), pp. 205-223 o belgas como G. JANSSENS, “Brabant en het Verweer”. Loyale oppositie tegen Spanje´s bewind in de Nederlanden van Alva tot Farnese 1567-1578, Kortrijk, 1989.

20

De la última investigación sobre el tema se desprenden las mismas ideas56: las

Provincias Unidas surgieron de una serie de acontecimientos, con frecuencia no

intencionados, que generaron una República del orden político, institucional y social

sustancialmente nuevo y diferente al precedente. Estas dos ideas de que la Revuelta fue

un acontecimiento bastante complejo y descomponible en numerosos fragmentos, pero

que en todo caso su salida fue revolucionaria, son las que dominan actualmente la

historiografía. Los análisis de la literatura y escritos de la época así lo demuestran57.

De vital importancia en este punto son los estudios de Catherine Secretan sobre

el concepto de libertad en la Revuelta58. La autora también sostiene que el

levantamiento fue una revolución y, en particular, subraya el pasaje del antiguo

significado del término “privilegio”, entendido como “exención”, en la moderna idea de

libertad individual, que se construye durante el siglo XVII a través de una serie de

reflexiones y que encuentran su más autorizada síntesis en la obra de Spinoza. Si el

volumen de Secretan tiene el mérito de haber reconstruido el contexto específicamente

holandés de los debates políticos durante la Guerra de los Ochenta Años, la monografía

más completa sobre el pensamiento de la Revuelta se debe a Martin van Gelderen59. El

autor, siguiendo la metodología conceptualista de Cambridge formulada por Q. Skinner,

analiza el contexto y significado de gran parte de la literatura panfletista de la época60.

Las interpretaciones propuestas por Secretan y Gelderen, que insisten en la

radicalidad y novedad del pensamiento político de los Países Bajos, han sido

recientemente puestas en crítica al volver a publicar la obra de E. H. Kossmann,

Political Thought in the Dutch Republic. Three Studies (Ámsterdam, 2000)61, donde el

autor señala la escasa relevancia teórica y sistemática de las concepciones políticas de

los rebeldes y cree que no se puede afirmar que se vea un “carácter revolucionario” en

el pensamiento político de los calvinistas holandeses62. Por último, conviene señalar el

56 G. DARBY (ed.), The origins and development of the Dutch Revolt, Londres, 2001. 57 Siempre con la leyenda negra como telón de fondo, destacar los últimos trabajos de Y. RODRÍGUEZ PÉREZ, De Tachtigjarige Oorlog in Spaanse ogen. De nederlanden in spaanse historische en literaire teksten (circa 1548-1673), Nimega, 2003 o I. SCHULZE SCHNEIDER, La leyenda negra de España. Propaganda en la guerra de Flandes (1566-1584), Madrid, 2008. 58 En particular su obra Les privilèges, berceau de la liberté. La Révolte des Pays-Bas: aux sources de la pensée politique moderne (1566-1619), París, 1990. 59 The Political Thought of the Dutch Revolt (1555-1590), Cambridge, 1992. 60 En esta misma línea, A. CLERICI, “La rivolta dei Paessi Bassi e la rivoluzione inglese. Propaganda e pensiero político nella Reppublica delle Provincie Unide (1642-1652)”, Annali di Storia Moderna e Contemporánea, 10 (2004), pp. 175-221 con una completa bibliografía. 61 Especialmente el artículo “Popular Sovereignity at the beginning of the Dutch Ancien Regimen”, originalmente aparecido en 1980. 62 Criticando algunas de las interpretaciones formuladas por Skinner en su Los fundamentos del pensamiento político moderno, México, 1982 (editado en inglés en 1978).

21

esfuerzo realizado por H. A. Enno van Gelder, y retomado años después por J. J.

Woltjer, por localizar en los Países Bajos un grupo político y religioso similar a los

moyenneurs o politiques franceses, encabezado por una serie de nobles que buscaban

una “vía media” y a los que se ha venido en denominar malcontents63.

Finalmente, he de señalar que los estudios sobre Confesionalización y

construcción del estado, surgidos en la historiografía europea reciente, han provocado

una línea de investigación muy fructífera que, en el caso holandés, ha buscado el influjo

de la confesión calvinista en el proceso revolucionario64.

Como hemos podido comprobar, la bibliografía sobre la Revuelta es ingente. Sin

embargo, este trabajo pretende darle un enfoque diferente, con la aparición de nuevos

elementos de juicio y la reinterpretación de la documentación a través de una nueva

metodología basada en el estudio de la Corte. Por lo tanto, la novedad del presente

estudio no reside tanto en el tema, estudiado ya en numerosas ocasiones, sino en la

orientación metodológica del mismo y en las nuevas vías de investigación que hemos

pretendido abrir.

************************************

El trabajo que aquí presento es una versión corregida y aumentada de mi tesis

doctoral, que presenté con el título de El manejo de los asuntos de Flandes, 1585-1598

en la Universidad Autónoma de Madrid el 24 de septiembre de 2004, y que recibió la

63 H. A. ENNO van GELDER, “Een historiese vergelijking. De Nederlandse opstand en de Franse godsdienstoorlogen” en Verslag van de Algemene Vergadering van het Historisch Genootschap (1930), pp. 21-42 y J. J. WOLTJER, Friesland in Hervormingstijd, Leiden, 1962 (donde el autor hace un estudio de esta provincia en la Revuelta, siguiendo las líneas de investigación imperantes en el momento). Ver también, del mismo autor, “Political Moderates and Religious Moderates in the Revolt of the Netherlands” en P. BENEDICT, G. MARNEF, H. F. K. van NIEROP y M. VERNARD (eds.), op. cit., pp. 185-200 y H. G. KOENIGSBERGER, “The organisation of revolutionary parties in France and the Netherlands during the sixteenth century” en su libro Estates and Revolutions. Essais in Early Modern European history, Ithaca (Nueva York), 1971, pp. 224-252. 64 Los trabajos son muy numerosos en los últimos 15-20 años, valga recordar H. SCHILLING, Civic Calvinism in Northwerstern Germany and the Netherlands. Sixteenth to Nineteenth Century, Ann Arbor, 1991; A. PETTEGREE, Emden and the Dutch Revolt, Oxford, 1992 o C. H. PARKER, The Reformation of Community. Social Welfare and Calvinism Charity in Holland, 1572-1620, Cambridge, 1998. Para entender la evolución del calvinismo en los Países Bajos, es preciso tener en cuenta sus antecedentes, W. E. KEENEY, Dutch Anabaptist Thought and Practice, 1539-1564, Nieuwkoop, 1968; P. CREW, Calvinist Preaching and Iconoclasm in the Netherlands, 1544-1569, Cambridge, 1978 o H. MECHOULAN, Ámsterdam au temps de Spinoza, París, 1990. Para las relaciones con otras comunidades calvinistas europeas e, incluso, americanas, resultan de especial interés la consulta de los volúmenes M. PRESTWICH (ed.), International Calvinism, 1541-1715, Oxford, 1985 y A. PETTEGREE, A. DUKE y G. LEWIS (eds.), Calvinism in Europe, 1540-1620, Cambridge, 1994.

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calificación de Sobresaliente “Cum Laude”. Algunas de las conclusiones reseñadas en

dicho estudio, han sido convenientemente revisadas al albur de las nuevas

investigaciones que he ido llevando a cabo.

Este libro no hubiera sido posible sin el apoyo, cariño y magisterio de numerosas

personas. En primer lugar, no puedo expresar con palabras el agradecimiento a alguien

que siempre está presente en mi pensamiento y que ha hecho posible en momentos

difíciles que continuara mi investigación. Tu atención a mis sueños, tantas horas

escuchando mis teorías e, incluso, acudiendo a los archivos conmigo, no pueden ser

compensados con unas simples líneas. Sara, espero poder devolverte en el futuro, al

menos, una pequeña parte de lo que me das. Y a vosotros Eloy y Alicia, espero que

dentro de unos años éste libro os ayude a comprender un poco mejor las inquietudes de

vuestro padre.

Igualmente, me gustaría agradecer a mi familia toda la paciencia y apoyo que me

han brindado durante estos años para que pudiera finalizar lo que, esperemos, sea el

inicio de una vida dedicada a la investigación histórica. Quisiera hacer una mención

muy especial a mis padres, que son los que han hecho posible que hoy sea la persona

que soy. Agradezco, de igual manera, a mis abuelos, hermanos y Chelo la atención que

me han prestado durante las largas charlas donde intentaba explicarles todo aquello que

bullía, y bulle, en mi mente.

De igual manera, no puedo dejar de acordarme de todos los amigos que han

asistido durante nuestros años de amistad a este difícil “parto” y ya, por fin, tienen entre

sus manos el fruto del esfuerzo, que algunos pensaban que no llegaría nunca.

Por supuesto, mi mayor agradecimiento a José Martínez Millán, que ha

aguantado con paciencia mis titubeantes pasos desde el inicio de su magisterio y me ha

transmitido una parte del inmenso saber que atesora. El amor que ya sentía por la

historia se ha acentuado mucho más desde que tengo el enorme privilegio de trabajar

con él y con el equipo de investigación que dirige con sabia mano. La talla humana de

Manuel, Santiago, Carlos, Henar, Nacho, Félix y Alejandro es aún mayor que su

tremenda capacidad intelectual y valía profesional y espero responder a la confianza que

han depositado en mí.

Por último, aunque no en último lugar, me gustaría agradecer a todos los

facultativos de archivos y bibliotecas que he visitado durante mi periplo investigador,

con especial mención a doña Isabel Aguirre Landa (Archivo General de Simancas), su

profesionalidad y amabilidad, que me ha facilitado en grado sumo mi trabajo.

23

Espero no olvidar a ninguna de las personas que han facilitado la consecución de

esta obra y si esto, por desgracia, sucediera, pido desde aquí que sepan disculpar este

imperdonable error.

A todos ellos gracias.

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CRONOLOGÍA

REINADO DE LOS REYES CATÓLICOS (1474-1516) 1496- 08-21- Matrimonio en Lille de Juana de Castilla y Felipe de Borgoña. 1502- Primer viaje de Juana y Felipe a la Península Ibérica;

conocimiento en Castilla y Aragón de la Etiqueta Borgoñona e incorporación de la guarda de archeros de Corps a la Casa Real hispana.

1506- Segundo viaje de Juana y Felipe a la Península; primer uso de una Casa a la borgoñona como elemento de integración de las élites castellanas.

09-25- Fallecimiento de Felipe I. Regencia del Conseil Privé, con Margarita de Austria al frente (1507-03-

18/1515-01-06) 1512- 04-01- Institución de servicio propio para el archiduque Carlos. 1513- Elaboración y fracaso del Masterplan de Margarita.

Asunción del poder por el archiduque Carlos (1515-01-06/1517-09)

1515- 01-06- Mayoría de edad del archiduque. 10-25- Ordenanza de la Casa de Carlos; triunfo de la facción

profrancesa. 12-08- Ordenanza de la Casa de Margarita.

1515- h. 1517- Maximilianne de Lannoy, señor de Mingoval, capitán de los archeros de Corps de Carlos V.

1516- 1520- Chièvres como Contador Mayor de Hacienda. 1516- 1522- Adriano de Utrecht como Inquisidor General.

REINADO DE CARLOS V (1516-1555)

Gobierno de Margarita de Austria (1517-09/1530-11-30, hasta 1522 como presidenta del Consejo de Regencia)

1517- Promulgación de ordenanzas para el Consejo de Regencia. 1520- 1521- Revuelta de las Comunidades.

1520- 1538- Don Juan de Carniga, señor de Habbarcq, como capitán de la guarda de archeros de Corps de Carlos V.

1521- 03- Bando de Carlos V prohibiendo la impresión y circulación de las obras de Lutero en los Países Bajos.

1522- Creación Inquisición neerlandesa, Frans van der Hulst al frente. 1522- 1530- Preponderancia de la “vía flamenca” en la corte del emperador.

1523- Reforma de la Casa de Castilla del monarca e integración de hispanos en su Casa de Borgoña.

1523- 02-26- Creación del Consejo de Hacienda con Enrique de Nassau al frente.

1525- 03-01- Nueva ordenanza para la Casa de Margarita de Austria. 1526- Asentamiento del Consejo de Estado de Carlos V. 1527- 05-06- Inicio del Sacco de Roma. 1530- Inicio de la “vía imperial” en la Corte del emperador. 1530- 11-30- Muerte de Margarita de Saboya. Gobierno de María de Hungría (1531-07-06/1555-10-25) 1531- 10-01- Creación de los tres Consejos Colaterales en Flandes. 1531- 1540- Carondelet como Chef del Conseil d´État y del Conseil Privé. 1535- Instauración de Casa para el príncipe Felipe, al modo

castellano, separada de la de su madre y hermanas.

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1538- 1549- Jean de Montmorency, señor de Corrieres, capitán de la guarda de archeros de Corps de Carlos V.

1539- Publicación del Fondament-Boeck de Menno Simmons. 1540- 10-12/1548-12-25- Luis de Schore, Chef del Conseil d´État y del Conseil Privé. 1541- Nombramiento del III duque de Alba como mayordomo mayor

de la Casa de Borgoña de Carlos V. 1544- El Consejo de Estado de Carlos V decide que era menos

gravoso para la Monarquía perder Milán que los Países Bajos. 1545- 11-26- Creación de 11 nuevas bandes d´ordonnance. 1548- Asunción de la Etiqueta Borgoñona en la Corte de Carlos V.

Creación de una Casa de Borgoña para el príncipe Felipe, que se uniría a la ya existente de Castilla, con el duque de Alba como mayordomo mayor de ambos servicios.

1549- 01-01/1569-09-09- Viglius como chef del Conseil Privé. Tras morir su sucesor Tisnacq, volvió a ejercer de forma interina hasta 1575. Fue, así mismo, Chef del Conseil d´État de 1554 a su muerte en 1577.

1549- 1555- Charles de Brimeu, conde de Meghem, como capitán de la guarda de archeros de Corps de Carlos V.

1549- 1567- El conde de Horn como capitán de la guarda de archeros de Corps de Felipe II (hasta 1555 como príncipe Felipe).

1550- 04- Publicación del “Edicto Perpetuo”. 1555- 10-01- Despido de los componentes de la Casa de María de Hungría.

10-25- Abdicación en Bruselas de Carlos V como soberano de los Países Bajos.

11-28- Ordenanzas para la nueva Casa de María de Hungría. REINADO DE FELIPE II (1555-1598) Gobierno de Emmanuel Filiberto de Saboya (1555-10/1559-08-07) 1556- 1558- Resistencia de los Estados Generales a conceder aides a Felipe II. 1557- Charles de Lalaing gobernador interino, por ausencia de Saboya.

1559- 04-02- Tratado de Cateau-Cambresis. 05-12- Publicación de la bula Super Universas por el papa Pío IV para

certificar la reorganización de los obispados neerlandeses. 06-29- Capítulo del Toisón de Oro en la iglesia de San Bavón en

Gante. Gobierno de Margarita de Parma (1559-08-07/1567-09-30)

1559 08-07- Presentación de Margarita de Parma ante los Estados Generales como nueva gobernadora.

1559- 1569- Charles de Tisnacq como Guardasellos del Ministerio Colateral. 1561- 03-11- Publicación de las bulas Ex Injuncto y De Statu Ecclesiarum

sobre la circunscripción y dotación de las nuevas diócesis neerlandesas. 1562- Embajada de Montigny a Madrid. 1564- 03-13- Abandono de Granvela de la corte bruselense. 1565- 06-15/07-02- Vistas de Bayona.

01/04- Embajada del conde de Egmont a Madrid. 10-17 y 20- Cartas del Bosque de Segovia. 11-18- Firma del Compromiso o liga de la nobleza. 1566- Beeldenstorm o Iconoclastia en los Países Bajos.

04-05- Presentación a Margarita de Parma de la Petición de la liga de la nobleza.

04-10- Inicio de la embajada de Montigny y Berghes a Madrid. 08-23-Decisión de Margarita de suspender el reforzamiento de los Placards y de la Inquisición.

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10-29- Reunión del Consejo de Estado en Madrid, donde se ratificaba el envío de un ejército a los Países Bajos al mando de un general, a la espera de que hiciera acto de presencia allí el monarca.

1567- 07-17- Nombramiento de Gabriel de Zayas como Secretario de Estado para el Norte. 08-22- Llegada del duque de Alba a Bruselas. 09-20- Primera reunión del Conseil des Troubles, creado el día 5.

Gobierno de Fernando Álvarez de Toledo, III Duque de Alba (1567-09-30/1573-12-19)

1567- 09-30-Partida de Margarita de Parma de Bruselas, tras jurar Fernando Álvarez de Toledo como gobernador interino. 03-23- Tratado de Longjumeau. 04-23- Expulsión del embajador inglés, John Man, de Madrid. 06-05- Ajusticiamiento de Egmont y Horn en Bruselas.

08- Firma de Tratado de alianza mutua entre Orange, Condé y Coligny.

1569- Embajada del archiduque Carlos a Madrid. 06-29- Concesión por parte de los Estados Generales del centésimo por

una vez y la posibilidad de convocarlo de nuevo pasados 6 años. 03-08- Se decide realizar encabezamiento del décimo y el vigésimo por

dos años, con lo que el gobernador conseguía dos millones de florines.

08- Breve papal para la incorporación definitiva de las abadías a los obispados neerlandeses.

1569-1576- Hopperus como Guardasellos del Ministerio Colateral. 1570- 01- Llegada de Jerónimo de Roda a Bruselas. 01-28/1573-04-17- Tisnacq como Chef-président del Conseil Privé.

02-25- Publicación en Londres de la Bula Regnam in Excelsis. 07-16- Publicación del Perdón General en Amberes.

08-04- Paz de Saint Germain. 10-09- Publicación de las mercedes concedidas por Felipe II a los

nobles y letrados flamencos que habían permanecido fieles.

10-16- Muerte de Montigny en Simancas. 1571- 07-28/30- Negociaciones entre Carlos IX, los hugonotes y los Gueux.

07-31- Final del encabezamiento de los impuestos y Alba anuncia que se recaudaría el impuesto de manera forzosa.

11-13- Abandono de la Corte francesa por el embajador Francés de Álava. 1572- 01-21- Guerau de Spes, embajador de Felipe II en Inglaterra, embarca

en Dover para dirigirse hacia los Países Bajos tras ser expulsado por Isabel I. 04-01- Toma de Brielle por los Gueux. 04-22- Tratado de Blois.

05-20- Fallecimiento del secretario Jossé de Courtewille. 06-19- Llegada del duque de Medinaceli a Bruselas. 08-24- Matanza de San Bartolomé.

10- Aprobación por los Estados Generales de la abolición del décimo y vigésimo y la implantación de una cuota para tres años.

11-23- Marcha del duque de Medinaceli de Nimega a Gavre tras enfrentamientos con el duque de Alba

1573- 01-30- Nombramiento de Luis de Requesens como sucesor del duque de Alba. 03-15- Tratado de Nimega entre Isabel I y Alba por el que se normalizaba el tráfico mercantil. 04-04- Nombramiento de Arnould Dennetières como secretario del Ministerio Colateral en Madrid.

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04-17- Muerte de Charles de Tisnacq. 11-17- Llegada de Requesens a Bruselas. 11 (Finales)- Partida del duque de Medinaceli hacia Madrid. 12-19- Partida del duque de Alba hacia Madrid.

Gobierno de don Luis de Requesens, Comendador Mayor de Castilla (1573-12-19/1576-

03-05) 1574- 03- Nombramiento de Jerónimo de Roda como consejero de Estado en Flandes. 03-05- Muerte de Philippe de Sainte-Aldegonde, barón de Noircarmes. 06-06- Publicación de un nuevo Perdón General. 08-21- Tratado de Bristol

11- Creación de la Junta para tratar los asuntos de Flandes en Madrid. 1575- 03-03/07-13- Conversaciones entre el gobernador Requesens y los rebeldes

flamencos en Breda. 03- Expulsión de los refugiados ingleses de los Países Bajos y cierre del seminario de Douai para estudiantes de esa nacionalidad.

09-01- Declaración de bancarrota de las finanzas reales. 09-08/1576- Arnould Sasbout como Chef-président del Conseil Privé.

1576- 03-05- Muerte de Luis de Requesens. Gobierno del Conseil d´État (1576-03-09/11-03)

04- Ingreso del III marqués de los Vélez en la Junta de Flandes en lugar del fallecido Andrés Ponce de León. 05-06- Edicto de Beaulieu. 08-05- Rebelión en Bruselas, con el encierro de Julián Romero, Roda y Alonso de Vargas. 09- Estancia de don Juan de Austria en Madrid, previa a su marcha a los Países Bajos. 09-04- Arresto de todos los miembros de los Consejos Colaterales excepto Viglius y Aerschot. 11-03- Entrada de don Juan de Austria en Luxemburgo.

Gobierno de don Juan de Austria (1576-11-03/1578-10-01) 1576- 11-08- Pacificación de Gante. 12-15- Muerte de Hopperus.

1577- 02-11- Envío de Filippo Sega a los Países Bajos, con atribuciones de nuncio permanente. 02-12- Firma del “Edicto Perpetuo” y salida de los tercios de los Países Bajos. 05-01- Entrada de don Juan de Austria en Bruselas como gobernador. 05-13/27- Conferencia de St. Gertruidenberg entre emisarios de don Juan y del príncipe de Orange, sin llegar a acuerdo. 07-24- Don Juan abandona Bruselas camino del Castillo de Namur. Envío de su secretario Escobedo a Madrid para informar sobre la situación. 08- Retorno de los tercios a tierras flamencas. Aceptación del archiduque Matías del título de gobernador de los Países Bajos ofrecido por los nobles neerlandeses. 09-06- Orange hace su entrada triunfal en Bruselas. 10-28- Arresto del duque de Aerschot.

1578- 01-08- Envío de don Bernardino de Mendoza a Londres como embajador de Felipe II. 01-31- Triunfo de las tropas de don Juan de Austria en la batalla de Gembloux. 03-31- Asesinato de Escobedo. 04-08- Se produce la primera “reconciliación” de un noble neerlandés con el bando realista con el retorno a la obediencia real del señor de la Motte junto a la plaza fuerte de Gravelinas de la que era gobernador. 06-04- Muerte de Charles de Berlaymont.

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07- Reforma de los Consejos Colaterales por parte del gobernador. 08-13- Nombramiento del duque de Anjou como “Defensor de las libertades de los Países Bajos contra la tiranía española”. 10-01- Fallecimiento de don Juan de Austria. Alejandro Farnesio como sucesor, a expensas de la aprobación real.

Gobierno de Alejandro Farnesio (1578-10-01/1592-12-03)

1578- 1588- Charles de Tisnacq como gobernador de la guarda de archeros de Corps de Felipe II.

1579- 01-06- Unión de Arràs. 01-23- Unión de Utrecht.

04-06- Retorno al bando realista de los Malcontents tras el Tratado de St. Eloi. 05/11- Negociaciones de paz en Colonia. 05-17- Tratado de Arràs, por el cual las provincias firmantes de la Unión de la misma ciudad reconocían la autoridad de Felipe II sobre ellas. 07- Llegada del cardenal Granvela a Madrid para hacerse cargo de los asuntos durante la ausencia de Felipe II. Nombramiento de Juan de Idiáquez como Secretario de Estado.

1580- 03-24/10-10-1585- Jean Foncq Guardasellos del Ministerio Colateral. 06- Llegada de Margarita de Parma a Flandes e inicio de los enfrentamientos con su hijo por hacerse cargo del gobierno. 08-20- Nombramiento de Alonso de Laloo como secretario del Ministerio Colateral. 08-29- Tratado de Plessis-lès-Tours. 12-26- Apoyo público de Enrique III a la aventura de su hermano Anjou.

1581- 02-20/1592-01-21- Guillaume de Joigny, señor de Pamele, Chef-président del Conseil Privé. 03-15- Dimisión del archiduque Matías de su puesto de gobernador. 07-26- Acta de abjuración; por primera vez se rechazaba la soberanía Habsburgo en Flandes. 12-20- Comisiones para que Alejandro Farnesio fuera lugarteniente y gobernador general de Flandes sin límite de tiempo.

1583- 09-14- Marcha de Margarita de Parma de Flandes. 1584- 01- Marcha de Bernardino de Mendoza de la embajada de Inglaterra; meses

después sería nombrado embajador en Francia. 06-10- Muerte del duque de Anjou.

07-10- Asesinato de Guillermo de Orange. 12-07- Reglamento provisional para la guarda de archeros de Corps. 12-31- Firma del Tratado de Joinville.

1585- 05-01- Inicio del pontificado de Sixto V. 07-07- Tratado de Nemours. 08-20- Tratado de Nonsuch. 12-27- Entrada del conde de Leicester en La Haya como gobernador.

1586- 09-21- Muerte del cardenal Granvela. 1587- 12-31- Nombramiento de Martín de Idiáquez como Secretario de Estado para el

Norte. 1588- 01-07/1598-05-06- Funcionamiento del Consejo de Flandes en

Madrid con Nicolás Damant como presidente, Jean-Charles Schetz como consejero de asuntos eclesiásticos y Alonso de Laloo como secretario. 01/08- Primer gobierno interino de Pierre-Ernest Mansfeld durante los preparativos para la Armada. 08- Llegada a Brujas del jesuíta Antonio Crespo de Molina.

10- Final del régimen del conde de Leicester. 12-23 y 24- Asesinatos de Enrique de Guisa y del cardenal de Lorena. 1596- Philippe de Cröy, conde de Solre, como capitán de la guarda de archeros de Corps de Felipe II.

1589- 04-02- Publlicación de las Ordenanzas de la guarda de archeros de Corps.

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08-01- Asesinato de Enrique III que fue sustituído en el trono por el cardenal de Borbón, que se convirtió en Carlos X.

1590- 03-14- Derrota en Ivry del ejército de Felipe II comandado por el conde de Egmont, que fallece en el campo de batalla. 08/4-12- Primera incursión de Farnesio en Francia. Segundo interinazgo de Mansfeld. 08-24- Muerte de Sixto V.

08-30- Muerte del Comendador Moreo. 12-31- Bernardino de Mendoza abandona su embajada en París, siendo sustituído al año siguiente por Diego de Ibarra.

1591- 01-26- Llegada a Bruselas de Diego de Ibarra. 09- Llegada a Flandes del ejército pontificio enviado por Gregorio XIV con Jerónimo Matteucci como comisario general de la armada, cargo que ejercería hasta marzo de 1593. 11-15/1592-07- Segunda incursión de Farnesio en Francia. Tercer interinazgo de Mansfeld. 12-31- Redacción de las instrucciones para el II marqués de Cerralbo, donde se contemplaba el relevo de Farnesio por el cardenal Andrés de Austria.

1592- 01-30- Elección de Clemente VIII como nuevo pontífice. 03-28- Muerte del II marqués de Cerralbo en Italia. 06-16/1595-07-05- Jean van der Burch como Chef-président del Conseil Privé. 06- Envío del conde de Fuentes a completar la misión iniciada por el II marqués de Cerralbo, aunque con el archiduque Ernesto como futuro gobernador. 09-28- Instrucciones para Esteban de Ibarra. 10-14- Expulsión de Champagney de los Países Bajos por Farnesio y marcha de este al Franco Condado. 11-22- Llegada del conde de Fuentes a Bruselas. 12-03- Muerte de Alejandro Farnesio en Arràs.

Gobierno interino de Pierre-Ernest Mansfeld (1592-12-13/1594-01-30)

1592- 12-13- Notificación del conde de Fuentes a Mansfeld de su elección como gobernador interino.

1593- 01/1594-07- Expedición a Francia al mando de Charles Mansfeld. 01-26/06- Celebración de los Estados Generales en Francia para buscar un nuevo monarca, fracasando la reunión al no decidirse el nombre de ningún candidato. 02-26- Llegada a Bruselas de Inocencio Malvasía, comisario de la Armada Pontificia hasta septiembre de 1594. 03-05- Notificación al archiduque Alberto para que dejara Lisboa y el cargo de Virrey de Portugal y se dirigiera a Castilla para participar en el gobierno. 03-06- Notificación por parte de Fuentes al archiduque Ernesto de que había sido elegido como gobernador de los Países Bajos; inicio de las conversaciones con el Emperador para tal fín. 03-18- Llegada de Esteban de Ibarra a Bruselas, con lo que se implantaba la Secrétairie d´État et de Guerre. 03-26- Asesinato de Appio Conti por el coronel Boppart. 05-26- Enfrentamiento Mansfeld-Fuentes sobre quien debía ponerse al frente del ejército contra las acciones rebeldes. 07-12- Inicio de la Tregua de la Vallette entre Enrique de Navarra y la Monarquía Hispana, que se prolongaría hasta enero del año siguiente. 08/1594-06- Jornada de Antonio Crespo de Molina a Madrid para defender las posturas de Fuentes ante las de Mansfeld. 10-02- Dieta de Gratz en la que se aceptó que el archiduque Maximiliano relevara a su hermano Ernesto en el gobierno de Estiria y Carintia.

10-15- Inicio de las actividades del Tribunal de la Visita.

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Gobierno del archiduque Ernesto (1594-01-30/1595-02-20) 1594- 01-30- Llegada del archiduque Ernesto a Bruselas.

02-01- Reunión del Conseil d´État en la cual Ernesto decidió que Mansfeld y Fuentes tenían precedencia en el asiento sobre Aerschot, que optó por marchar a sus tierras. 02-15- Muerte de Louis de Berlaymont, arzobispo de Cambrai. 04-28- Diego de Ibarra hace su entrada en Bruselas tras finalizar su misión en Francia. 04- Envío del marqués de Havré y de Jean de Hattenstein a la Dieta de Ratisbona para buscar un consenso sobre la manera de actuar en la apertura de negociaciones con los rebeldes. 04/07- Embajada de Maximiliano de Dietrichstein, caballerizo mayor de Ernesto, a Madrid por encargo del Archiduque. 05/10-14- Estancia del duque de Mayenne en Bruselas. 06- Marcha de Mollart, camarero mayor de Ernesto, a la Dieta de Ratisbona para representar al Archiduque. 09-17- Cese de toda actividad militar del ejército pontificio en favor de la Liga Católica francesa y expedición del breve pontificio en que se reconocía a Malvasía como primer delegado ad latere en los Países Bajos. 09-29- Concesión del permiso a Cosme Masi para abandonar los Países Bajos.

1595- 01-17- Declaración de guerra de Francia a la Monarquía Hispana. 01-17/19- Celebración en Bruselas de la Junta de Notables convocada por Ernesto. 01- Nombramiento del almirante de Aragón como mayordomo mayor del archiduque Alberto. 02- Marcha de Charles Mansfeld a luchar contra los otomanos en Hungría, falleciendo el 14 de agosto. 02-20- Muerte del archiduque Ernesto.

Gobierno interino del conde de Fuentes (1595-02-20/1596-02-11)

1595- 02-20- Fuentes comienza a ejercer como gobernador interino. 04-22- Elección del archiduque Alberto como nuevo gobernador de Flandes. 06- Muerte de Jean vander Burcht, presidente del Conseil Privé. 06-16/1596-03- Campaña de las tropas hispanas, con Fuentes al mando de las mismas, contra las francesas. 08-26- Inicio de la Jornada del archiduque Alberto hacia Flandes. 09-01- Absolución de Enrique IV por Clemente VIII. 09-17- Nombramiento de Ottavio Mirto Frangipani como nuevo nuncio en Bruselas, aunque la confirmación no vendría hasta el 20 de abril del año siguiente. 10-06- Toma de Cambrai por las tropas de Fuentes; inicio del conflicto jurisdiccional con la Iglesia sobre el territorio. 10-28- Fin de las actividades de la Liga Católica.

12-11- Muerte del duque de Aerschot en Venecia. 12- Florent de Berlaymont en Madrid. Gobierno del archiduque Alberto (1596-02-11/final 1598) 1596- 02-11- Entrada del archiduque Alberto en Bruselas.

02- Formación y comienzo de las reuniones de la Junta de Hacienda. 03-28- Inicio de la Jornada de retorno del conde de Fuentes a Madrid. 06- Inicio de la Jornada de retorno de Esteban de Ibarra a Madrid.

09-15- Llegada de Ottavio Mirto Frangipani a Bruselas. 11- Tratado de Greenwich entre Francia, Inglaterra y Provincias Unidas. 11-29- Decreto de bancarrota de las finanzas reales.

1623- Jacques o Diego de Cröy, futuro marqués de Falces, capitán de la guarda de archeros de Corps de Felipe II y, posteriormente, de Felipe III.

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1597- 04-25- Breve pontificio aceptando la renuncia del archiduque Alberto al cardenalato. 05-15/1609-09-03- Jean Richardot como Chef-président del Conseil Privé, aunque ya ejercía de forma interina desde el fallecimiento de van der Burcht. 09- Inicio de la última campaña de la guerra contra Francia; Havré como gobernador interino en Flandes.

11/1598-07- Jornada del secretario Juan de Frías a Madrid. 12- Muerte del camarero pontifical Diego del Campo y final del conflicto de la abadía de Saint Aubert.

1598- 04-20- Elección de Andrés de Austria como gobernador interino en ausencia del archiduque Alberto. 05-02- Firma de la Paz de Vervins. 05-06- Renuncia de los Países Bajos de Felipe II en los Archiduques. 06-03- Muerte de Jean Sarrazin, arzobispo de Cambrai, tras ser elegido el 6 de marzo de 1596. 08-22- Ceremonia del juramento de los Estados Generales en Bruselas del nuevo status de los Países Bajos. 09-09- Inicio de la Jornada de la Casa del archiduque Alberto hacia la Península Ibérica para llevar a cabo los casamientos, aunque el soberano no lo haría hasta el 14. 09-13- Muerte de Felipe II. 11- Celebración en Ferrara de los matrimonios por poderes entre Felipe III-Margarita de Austria-Estiria y archiduque Alberto-Isabel Clara Eugenia. En abril del año siguiente se consumarían ambos en Valencia.

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CAPÍTULO 1

LA INTEGRACIÓN DE LAS ÉLITES FLAMENCAS EN LA CORTE DE

CARLOS V Y DURANTE LOS PRIMEROS AÑOS DE REINADO DE FELIPE II

1.1.- La integración de las élites flamencas en el Imperio de Carlos V

1.1.1.- Flamencos y borgoñones en la Corte del emperador

A lo largo de la Baja Edad Media, cada Príncipe estableció su estilo de servicio o

casa y, aunque se buscó la originalidad que diera forma e independencia a su entidad

soberana, todos siguieron pautas comunes. En general, las casas de los soberanos

europeos tuvieron las mismas secciones –capilla, cámara, oficios, caballeriza, caza y

guardas–, conforme a las distintas actividades del ejercicio del poder. Los soberanos se

sirvieron de estas divisiones para situar a los miembros de las élites sociales de sus

territorios y mantener integradas sus posesiones. Un ejemplo paradigmático de este

proceso es, sin duda, el ducado de Borgoña.

La condición histórica de su formación y complicada gestación, fruto de

herencias y matrimonios65, hizo que los Duques debieran crear una serie de instituciones

peculiares para reforzar su soberanía sobre esos heterogéneos territorios. La Etiqueta66 y

el ceremonial de la Corte67, junto con la Orden del Toisón de Oro68, fueron los medios

empleados para integrar a la nobleza en el proyecto de consolidación del Ducado69. El

éxito alcanzado en este proceso se demuestra por el hecho de que la Corte borgoñona

65 Sobre la historia de este ducado en relación con Flandes, W. BLOCKMANS y W. PREVENIER, The Promised Lands. The Low Countries under Burgundian Rule, 1369-1530, Philadelphia, 1999 (version neerlandesa de 1998). 66 La descripción más acabada la realizó Oliver de la Marche, mayordomo mayor y capitán de la guarda del duque Carlos el Temerario. Se conservan varias copias en castellano en la BNM, Mss. 907, 1080, 1094,... 67 Sobre la Corte borgoñona, su ceremonial y esplendor, C. A. J. ARMSTRONG, “The golden age of Burgundy. Dukes that outdid kings” en A. G. DICKENS (dir.), The Courts of Europe. Politics, patronage and royalty (1400-1800), Londres, 1977, pp. 55-75; W. PARAVICINI "The court of the dukes of Burgundy, a model for Europe?" en R. G. ASCH y A. M. BIRKE (eds.), Princes, patronage and the nobility. The court at the beggining of the modern age, Oxford, 1991, pp. 69-101 (entre sus muchos trabajos). 68 La bibliografía sobre esta orden es ingente y en diversos idiomas. Conviene destacar para esta época borgoñona P. COCKSHAW y C. van den BERGEN-PATENS, L´Ordre de la Toison d´or de Philippe le Bon à Philippe le Beau (1430-1505). Idéal ou reflet d´une société, Bruselas, 1996, F. DE GRUBEN, Les Chapitres de la Toison d´Or à l´époque bourguignonne (1430-1477), Lovaina, 1997 o Barón F.-A.-F. REIFFENBERG, Histoire de l´ordre de la Toison d´or depuis son institution jusqu´à la cessation des chapitres généraux, Bruselas, 1870. 69 A. ÁLVAREZ-OSSORIO, “Comer a la borgoñona. Ceremonial áulico y contienda política en las Cortes de Felipe I y Carlos V” en Carlos V, IV, pp. 17-18.

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fue considerada como un ejemplo por parte de las demás Cortes europeas, incluida la

hispana.

Esa perfección organizativa sorprendió y provocó una profunda admiración en

Castilla en 1502, cuando irrumpió allí la Casa del archiduque Felipe con motivo del

viaje que realizó junto a su esposa Juana para jurar como herederos de las coronas de

Aragón y Castilla tras la muerte del príncipe Juan. Además de este acontecimiento,

durante dicha Jornada se produjo otro que también marcaría el futuro de la nueva

entidad que se estaba gestando: la yuxtaposición de Casas Reales. A las preexistentes

castellana y aragonesa –operativas ambas en ese momento, con preponderancia de la

primera–, se unirían la borgoñona de Felipe y la de Juana, organizada a la castellana con

algunos servidores que la acompañaron en su viaje de 1496 a los Países Bajos, pero a la

que se había unido un hostel de flamencos seleccionados por Felipe y situados en

puestos clave70. Esta situación duró poco tiempo, pues enseguida partieron los herederos

hacia el Norte de Europa.

Tras la muerte de Isabel la Católica en 1504, ambos personajes se volvieron a

trasladar a Castilla para que doña Juana jurara como reina, con don Felipe como

consorte, en las Cortes de Valladolid en 1506. Siguiendo la tradición de sus territorios,

el archiduque buscó la adhesión de las élites castellanas mediante la introducción en su

Casa de Borgoña de una serie de personajes, que debían reemplazar en los puestos de

gobierno a los componentes del “partido fernandino” que apoyaban a su suegro. Felipe

utilizaría igualmente la orden del Toisón para integrar a esas élites, mediante una serie

de nombramientos estratégicos como fue el de don Juan Manuel.

Sin embargo, este proceso tuvo corta vida, pues don Felipe falleció el 25 de

septiembre del año siguiente y Fernando el Católico se hizo cargo del gobierno,

desapareciendo por tanto la Casa de Borgoña de Castilla y quedando únicamente Juana

con su servicio. Debido a ello, esta forma de organización palaciega no volvería a

aparecer en la Península Ibérica hasta 1517, fecha en que el príncipe Carlos vino a

hacerse cargo de su herencia. Detengámonos un momento en el proceso de gestación

que había sufrido la Casa del futuro Carlos V.

Como era de suponer, la vida del archiduque Carlos sufrió un vuelco

considerable tras la muerte de su padre. Tras descartarse la posibilidad de que fuera

nombrado rey de Castilla, se decidió nombrar regente de los territorios borgoñones a su

abuelo Maximiliano, que envió a su hija Margarita para jurar el cargo en su lugar y,

70 Sobre este proceso, J. MARTÍNEZ MILLÁN, “De la muerte del príncipe Juan al fallecimiento de Felipe el Hermoso (1497-1506)” en Ibídem, I, capítulo 1, pp. 45-72.

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posteriormente, ocupar la regencia71. Sin duda, la influencia de su tía sobre el decurso

futuro de la vida del archiduque fue muy importante, tal y como se mostraría en el

proceso de confección de su Casa72.

Durante los primeros años de la regencia, Carlos debió compartir servicio con

sus hermanos, pese a las frecuentes presiones de los nobles flamencos para que se le

pusiera Casa propia, lo que no sucedería hasta el 1 de abril de 1512. Aunque no se

conserva la ordenanza que daba origen al servicio, sabemos que siguió los usos

borgoñones, pese a las reticencias del emperador Maximiliano que quería eliminar

algunos como la costumbre de servir à demi an que no desaparecería hasta 1517, y que

en él se integraron, no solo, las élites flamencas, sino también algunos hispanos que se

encontraban en Flandes para poder situarse cerca de la futura fuente de gracia de un

Imperio inmenso. Entre ellos destacaron Ruiz de la Mota, obispo de Badajoz, como

limosnero mayor, el humanista Luis Cabeza de Vaca como maestro del Príncipe, o los

hermanos Diego y Pedro de Guevara, que ya estaban en la Casa de Felipe I cuando llegó

por primera vez a la Península.

Esta primigenia disposición no resolvió todos los problemas que planteaba un

servicio de tal enjundia y al año siguiente Margarita trazó un plan destinado a

modificarla, en cuya raíz subyacía su claro interés por relegar a ciertos señores que se

oponían a su política antifrancesa, sobre todo, los pertenecientes a las familias de Cröy o

Lalaing que tenían territorios e intereses en el reino vecino. Sin embargo, su

“Masterplan” fracasó y dicha reorganización no se llevó a cabo, por lo que el servicio de

Carlos siguió funcionando con la organización primigenia hasta su mayoría de edad.

Esta se hizo efectiva el 6 de enero de 1515 y supuso una merma considerable de

poder para la regente, ya que muchos “patronos” afectos a ese grupo profrancés se

acercaron al nuevo soberano aprovechando su servicio. Entre ellos sobresaldría

Chièvres, que procuró ubicar a personajes afines en posiciones clave, caso de Jean le

71 Para todo lo relacionado con la Casa de Carlos en Flandes, R. FAGEL, “Un heredero entre tutores y regentes. Casa y corte de Margarita de Austria y Carlos de Luxemburgo (1506-1516)” en Ibídem, I, capítulo 4, pp. 115-138. 72 Sobre Margarita de Saboya hay numerosos estudios, entre otros L. M. G. KOOPERBERG, Margaretha van Oostenrijk, landvoogdes der Nederlanden (tot den vrede van Kamerijk), Ámsterdam, 1908; M. BRUCHET, Marguerite d´Autriche, duchesse de Savoie, Lille, 1927; G. de BOOM, Marguerite d´Autriche-Savoie et la prérenaissance, París-Bruselas, 1935 o J. de IONGH, Margaret of Austria. Regent of the Netherlands, Cambridge, 1954, además de diversas publicaciones sobre su correspondencia. Para el aspecto cultural de su periodo como gobernadora de Flandes en Malinas, con una breve referencia a la composición de su Casa en 1525, D. EICHBERGER, "A Cultural Centre in the Southern Netherlands: The Court of Archduchess Margaret of Austria (1480-1530) in Mechelen" en M. GOSMAN, A. MACDONALD y A. VANDERJAGT (eds.), Princes and Princely culture, 1450-1650, Brill, Leiden, Boston, 2003, I, pp. 239-258.

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Sauvage, que fue nombrado canciller, Antoine de Lalaing, segundo chambelán, o

Adriano de Utrecht, responsable de finanzas. El triunfo de esta facción se plasmó en una

nueva Ordenanza de la Casa el 25 de octubre de 151573 y en la configuración del

servicio que acompañó a Carlos a la Península Ibérica en 1517, compuesto en su

mayoría por flamencos y en el que se integraron los principales linajes nobiliarios de

aquellas tierras.

Cuando el Príncipe desembarcó en Castilla, se encontró con dos Casas Reales

plenamente organizadas, tal y como habían quedado a la muerte de su abuelo: la de

Castilla, que se encontraba dividida para servir tanto a la reina Juana como al difunto

Fernando, y la de Aragón. Los principales cargos de ambos servicios salieron al

encuentro de Carlos para ofrecerse a entrar en su servicio, conscientes de cual era la

nueva fuente de poder y recelosos de que el entorno real estuviera ya estructurado y

ocupado por extranjeros. Pese a su insistencia, Carlos emplazó su respuesta a la

celebración de Cortes en Valladolid, donde debía jurar como nuevo soberano de

Castilla74. Una vez en la ciudad meseteña, los procuradores reiteraron esos miedos y

Carlos I se mostró dispuesto a buscar un concierto en las Casas Reales, aunque en su

pensamiento entraba únicamente la reforma de la Casa de Castilla y nunca la de

Borgoña, pues tenía muy claro que su entorno debía estar integrado por aquellos que le

habían rodeado desde pequeño. Con tal intención promulgó nuevas Ordenanzas para la

Casa de Castilla que permanecía en Tordesillas con Juana y decidió incorporar la otra

sección a su servicio para que le acompañara en sus viajes. Sin embargo, mientras esta

mitad había participado en la toma de decisiones en vida del Rey Católico, ahora se iba

a encontrar vetado el acceso al monarca y su papel reducido al de meros acompañantes,

pese a algún triunfo parcial como el que obtuvieron los monteros de Espinosa frente a la

unidad de archeros de Corps.

Este se produjo cuando Carlos intentó conceder a los archeros algunas de las

prerrogativas que se habían dado a los monteros en las Cortes de 1511 en lo referente a

la proximidad a la persona real y su cuidado durante la noche, pese a haber jurado el 7

de febrero de 1518 que iba a respetar lo establecido75. Los monteros no se plegaron y el

73 Publicada en español, junto a sus componentes, en Carlos V, V, pp. 137-168. 74 El tema ha sido estudiado por C. J. de CARLOS MORALES en “La llegada de Carlos I y la división de la Casa de Castilla” en Ibídem, I, pp. 166-176. 75 P. de la ESCALERA GUEVARA, Origen de los monteros de Espinosa, su calidad, exercicio, preheminencias, y exempciones, Madrid, 1632, pp. 150-156; J. del CASTILLO Y SORIANO, “Los monteros de Espinosa”, La Ilustración española, 1 (1877), pp. 15-16; R. de PEREDA Y MERINO, Los monteros de Espinosa, Madrid, 1917, pp. 239-240 y F. SÁNCHEZ-MORENO DEL MORAL, Los leales monteros de Espinosa, Burgos, 1992, p. 185.

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12 de agosto de 1519 en Barcelona solicitaron al mayordomo Juan de la Cueva que

hiciera información sobre el asunto, confirmando este las prerrogativas de los guardas

castellanos y ratificando el monarca sus derechos en La Coruña el 16 de mayo de

152076. Con este pequeño triunfo parcial los monteros encontraron su espacio, aunque al

mismo tiempo quedaron fuera de la lucha por una mejor posición en la Etiqueta, en la

cual los archeros alcanzarían una posición preeminente.

El malestar de esas élites castellanas apartadas del entorno del nuevo soberano se

agravaría al verse obligadas a sufragar los gastos generados por la Casa de Borgoña, lo

que, unido a la crisis económica del momento, provocó la rebelión de las Comunidades

(1520-21), aprovechando la ausencia del joven rey que había marchado de Castilla para

coronarse emperador. Sin duda, este movimiento tendría muchas similitudes con la

Revuelta que acaecería en Flandes poco más de 40 años después, en lo referente a la

ruptura de la integración de las élites77.

Tras el retorno de Carlos V a Castilla una vez derrotados los Comuneros, y con

la finalidad de evitar futuros conflictos, se inició un largo proceso de búsqueda del

modelo adecuado para poder articular los numerosos territorios que el soberano había

aglutinado en su persona. Al final del mismo, el emperador decidió respetar la

diversidad de cada territorio y renunció a dotar de instituciones comunes al conjunto de

sus estados, ya que las élites de cada reino deseaban influir en las decisiones reales pero

manteniendo su autonomía, tal y como habían demostrado las citadas Comunidades o

las Germanías en Aragón. Por lo tanto, Carlos V decidió que su Corte, en cuyo vértice

se encontraba él mismo, fuera el lugar donde convergieran las relaciones y redes de

poder, por lo que el gobierno se ejercería a través de relaciones no institucionales que

darían cohesión al Imperio. Asimismo, los reinos con mayor peso económico y político

se convirtieron en el eje en torno al cual se articularon el resto de territorios, requiriendo

sus élites la misma proporción en la distribución del poder.

Por lo que respecta a las Casas Reales, este proceso conllevaría la existencia de

forma separada, pero con relaciones recíprocas, de espacios cortesanos propios de cada

estado dinástico, aunque con preponderancia del ceremonial, estructura y etiqueta

borgoñón por ser la Casa de la Dinastía y tener una organización más acabada. Las

guardas palatino-personales de Carlos V representan como ninguna otra sección de su

servicio esta separación de espacios, pues coexistirían un cuerpo flamenco y borgoñón,

76 P. de la ESCALERA GUEVARA, op. cit., pp. 156-158 y R. de PEREDA MERINO, op. cit., p. 240. 77 Comparación que establecería unas décadas después Requesens en una misiva a Felipe II el 10 de octubre de 1574 (AGS, E., leg. 560, f. 23).

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uno imperial, uno hispano y uno propiamente castellano, con la preponderancia

ceremonial de los archeros de Corps78.

Dentro de esa adaptación a la nueva realidad, en enero de 1523 se decidió

reformar la Casa de Castilla incrementando los gajes de sus servidores y reconociendo

el protagonismo político que debía tener, al integrar algunos de sus módulos, en especial

la capilla, de manera activa en el servicio del emperador junto a los de la Casa de

Borgoña. Más importante aún, si cabe, fue la “hispanización” de esta última Casa con la

entrada en la misma de personajes de los diversos territorios hispanos, aunque en su

mayor parte castellanos, como habían solicitado las diferentes Cortes de cada reino79,

sin perjuicio de que las Casas de esos reinos se mantuvieran plenamente organizadas.

Esta transformación afectaría a todas y cada una de las secciones de la Casa, incluida la

guarda, ya que la unidad española pasó a formar parte de la Casa de Borgoña en 1524,

permaneciendo únicamente los monteros de Espinosa en la de Castilla. Por lo que

respecta a los oficios de mayor relevancia, estuvieron ocupados en su mayoría por

borgoñones hasta que en la década de los 30 la Casa se fue convirtiendo en un centro de

representación, integración y recompensa de las élites de todos los territorios de la

Monarquía80. Desde ese momento, aparecieron en la cúspide personajes de otras

nacionalidades, especialmente castellanos, siendo muy significativo el nombramiento en

1541 de don Fernando Álvarez de Toledo, III duque de Alba, como mayordomo mayor.

Fruto de este proceso fue que a finales del reinado de Carlos V su Casa de

Borgoña mostraba la preponderancia sobre el resto de dos territorios, Castilla y los

Países Bajos, de acuerdo a su importancia económica y política81. Valga como ejemplo

la “Lista de los gentileshombres de la boca y de la casa [de Borgoña] del emperador

nuestro señor, y de los costilleres esotros de todas naciones” elaborada por el secretario

Francisco de Eraso el 21 de octubre de 155582. En ella se relataba que había 27

gentilhombres de la boca hispanos (13 presentes y 14 ausentes), 62 de la casa (15 y 47)

y 13 costilleres. Mientras, los caballeros de boca flamencos y borgoñones serían 23 (7 y

78 Sobre las guardas de la Monarquía, nuestros artículos citados en la bibliografía. 79 C. J. de CARLOS MORALES, “La transformación de la Casa de Borgoña” en Carlos V, I, pp. 231-234 e ID., “La evolución de la casa de Borgoña y su hispanización” en Ibídem, II, pp. 67-77. 80 Para observar ese proceso, los volúmenes IV y V de Ibídem, donde aparecen listados ordenados alfabéticamente y cronológicamente de los servidores de las diversas Casas del emperador. 81 Como ya expresó Gachard en su Retraite et mort de Charles Quint au Monastere de Yuste, Bruselas, 1854, 3 vols., durante los últimos años del reinado del emperador, “había algunos borgoñones, pocos italianos y alemanes y más de las cuatro quintas partes eran españoles o belgas”. 82 AGS, CC, leg. 359 y E., leg. 510, f. 73.

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16), 49 de la casa (27 y 22) y 1 varlet servant. Por contra, el número de gentilhombres y

costilleres tudescos e italianos sería escaso. Por lo que respecta a los oficios de mayor

enjundia, los flamencos continuaban teniendo gran relevancia pues, entre otros, el

caballerizo mayor era Jehan de Henin-Liétard, conde de Boussu, Philibert de la Baume

y el señor de Vaulx eran mayordomos y 9 de los 11 gentilhombres de la cámara tenían

esa nacionalidad.

La abdicación de Carlos V como soberano de los Países Bajos en Bruselas el 25

de octubre de 1555 no supuso la disolución inmediata de su Casa de Borgoña, que no

llegaría hasta que en junio de 1556 se dispuso un pequeño contingente de 150

personajes, en su mayoría flamencos y borgoñones, que le acompañaría a su retiro en

Yuste83. En septiembre de dicho año, Carlos V se embarcó en Vlissingen junto a ellos

para pasar los últimos años de su vida en su retiro extremeño.

Por lo que respecta a los Consejos, segundo elemento que comprendía la Corte,

podemos considerar que el concepto de Consejo Real ya existía en la Castilla de

comienzos del siglo XVI, pero referido al conjunto de consejeros del monarca

“mandados juntar” para asesorar al soberano sobre determinados asuntos, pero sin tener

fijadas competencias ni jurisdicción. A lo largo de las primeras décadas de esa centuria,

esos consejeros comenzaron a recibir denominaciones específicas para sus actividades,

teniendo mayor influencia en este proceso el desarrollo de las pugnas faccionales que

las necesidades de los negocios afectados84. De este modo, podemos considerar que

hasta finales del siglo XVI estos no pasaron de ser juntas de consejeros del rey con

facultad asesora, pero cuya única gestión se limitaba al control que ejercían los

secretarios sobre el papeleo generado por cada asunto específico. Al no estar

supeditados a instituciones, dichos secretarios pudieron acceder a la Gracia Real y

algunos como Francisco de los Cobos alcanzaron posiciones relevantes en el gobierno

de la Monarquía.

Mientras, en los Países Bajos, los duques de Borgoña tenían desde los albores

del siglo XV un Consejo Ducal en donde se juntaban un número indeterminado de

nobles durante las ocasiones en que los Duques lo requerían, para todo tipo de asuntos y

83 Sobre los últimos momentos años del servicio de Carlos V, C. J. de CARLOS MORALES, “Los últimos años de las casas de Castilla y Borgoña del emperador” en Carlos V, II, pp. 259-266. 84 S. FERNÁNDEZ CONTI, Los Consejos de Estado y Guerra durante la época de Felipe II, Valladolid, 1997, pp. 25-26.

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bajo la dirección del Canciller de Borgoña85. De este Consejo, donde comenzarían a

ingresar como maîtres des requêtes algunos juristas especializados, se desgajaría el 8 de

diciembre de 1473 el Parlement de Malines, que desaparecería tras los sucesos de 1477

y que volvería a aparecer definitivamente en 1504 con el nombre de Grand Conseil de

Malines. A su vez, se fue separando otra sección, encargada de las finanzas, que

recibiría por primera vez el nombre de Conseil des Finances en 1487 con Maximiliano

de Austria86.

Este Consejo Ducal cobraría especial relevancia tras el fallecimiento de Felipe I

al convertirse en consejo de regencia, recibiendo oficialmente el nombre de Conseil

Privé en 1507. Al frente del mismo se colocó como presidenta a Margarita de Austria y

en él se procuró que estuvieran representadas las diferentes facciones de la Corte de

Malinas87. Poco a poco se fue separando del conjunto una nueva sección, compuesta

mayoritariamente por nobles, que se concentraría en los grandes asuntos de gobierno y

que acabaría recibiendo el nombre de Consejo Secreto.

Ambos Consejos, Privado y Secreto, acompañarían al príncipe Carlos en su viaje

de 1517. El conjunto estaba compuesto por 16 consejeros, 20 secretarios, capellán y 6

porteros aunque, como era costumbre en los usos de la época, el número era variable.

Todos ellos eran flamencos y borgoñones, ligados en su mayoría a la facción

profrancesa encabezada por Chièvres; nombres destacados eran los del canciller Jean

Sauvage, Adriano de Utrecht, Jean Carondelet o Gerard de la Plaine, así como el

secretario Philippe Haneton.

La evolución de ambos Consejos daría lugar a la creación del Consejo de Estado,

tras la transformación que sufrió el aparato consiliar del emperador durante el proceso

de reforma de la Corte acaecido tras las Comunidades. Esta fue inspirada en cierta

forma por Gattinara, buen conocedor de la realidad flamenca pues había sido canciller

de Margarita de Austria, que propuso a comienzos de 1523 la creación de un Consejo

Secreto de Estado que corrigiera las deficiencias de funcionamiento del sistema de su

predecesor en el oficio de canciller, Jean le Sauvage, que despachaba los asuntos

directamente con el emperador, pero debiendo recurrir en repetidas ocasiones a otros

85 Sobre esta evolución, M. BAELDE y R. VERMEIR, “Raad van State” en E. AERTS, M. BAELDE, H. COPPENS, H. de SCHEPPER, H. SOLY, A. K. L. THIJS y K. van HONACKER (eds.), op. cit., edición en neerlandés, I, pp. 265-266, edición en francés, I, pp. 257-258 y M. SOENEN, op. cit., pp. 39-41. 86 H. COPPENS y M. BAELDE, “Raad van financiën” en E. AERTS, M. BAELDE, H. COPPENS, H. de SCHEPPER, H. SOLY, A. K. L. THIJS y K. van HONACKER (eds.), op. cit., edición en neerlandés, II, pp. 497-498, edición en francés, II, pp. 497-498 y M. SOENEN, op. cit., pp. 122-125. 87 R. FAGEL, op. cit., pp. 118-120.

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consejeros ante la complejidad de los mismos. Este nuevo Consejo, según Gattinara,

debía estar inspirado en los consejos borgoñones, por lo que tendría primacía sobre el

resto y sería el eje regulador de todas las decisiones políticas. Por supuesto, el Canciller

no solo buscaba optimizar la gestión de la Monarquía, sino que también optaba a

presidir dicho Consejo para poder así ocupar el puesto del recién fallecido Chièvres y

convertirse en el filtro entre el soberano y la realidad castellana, como ya lo era de la

aragonesa. Este interés desdice en parte las teorías que le sitúan como arquitecto de las

reformas del aparato consiliar del emperador, ya que, además, la realidad faccional del

momento impidió que su plan avanzara y no sería hasta 1526 cuando se asentara este

Consejo de Estado y con atribuciones diferentes a las pretendidas por el letrado

piamontés al no concedérsele ese carácter superior88. Si no fue el Canciller quien

impuso sus ideas, ¿quién pudo hacerlo? Para responder a esta pregunta, se hace

necesario describir brevemente las pugnas faccionales que tuvieron lugar durante esos

años.

De entre los diversos grupos políticos que se fueron formando tras las

Comunidades y las Germanías, surgió uno cuyo objetivo era la imposición de los

intereses de Castilla sobre el resto de los reinos del Imperio de Carlos V89. Esta facción

estaría sustentada en una espiritualidad intelectual, que consideraba interpretaciones

heréticas las derivadas de la “observancia franciscana”, sospechosas de desviación a

otras como los “recogidos”, así como heterodoxas a todas las corrientes intelectuales

potenciadas por Cisneros y entroncadas, por lo tanto, con las ideas erasmistas. Este

grupo, al que se denominó “castellano”, se formó en torno a Francisco de los Cobos y

Juan Pardo de Tavera, personajes ambos procedentes del partido “fernandino” o

“aragonés”90, y para poder alcanzar el poder tuvo que librar batalla, una vez fallecidos

Sauvage y Chièvres, contra Gattinara y contra los componentes del antiguo partido

“felipista”.

Este último grupo practicaba una espiritualidad relacionada con la corriente

reformista de la “observancia”, que venía siendo utilizada como elemento integrador por

los duques de Borgoña desde el siglo XV. Lógicamente, tanto Felipe I como su hermana

Margarita, y por influencia de esta su sobrino Carlos, eran deudos de estas ideas.

88 M. RIVERO RODRÍGUEZ, Gattinara. Carlos V y el sueño del Imperio, Madrid, 2005, pp. 96-97. 89 J. MARTÍNEZ MILLÁN, “Corrientes espirituales y facciones políticas en el servicio del emperador Carlos V” en W. BLOCKMANS y N. MOUT (eds.), The World of Emperor Charles V, Amsterdam, 2004, pp. 103-126. 90 ID., “De la muerte del príncipe Juan al fallecimiento de Felipe el Hermoso (1497-1506)”, capítulo 1 de Carlos V, I, pp. 45-72.

42

Asimismo, la amistad de muchos de sus consejeros con Erasmo de Rotterdam les hizo

abrazar sus teorías humanistas. Una vez Felipe I llegó a Castilla, su entorno trabó

contacto con aquellos castellanos que propugnaban su misma espiritualidad,

apadrinados en su origen por Isabel la Católica y encabezados en su momento por

Cisneros. Por lo que respecta a sus ideas políticas, este grupo defendía un equilibrio en

el reparto de poder entre los reinos.

La lucha entre ambos grupos se vio reflejada en las reformas que estaba

sufriendo el aparato consiliar91. Fue el Consejo de Inquisición quien mostró de forma

más clara esas pugnas, pues el Inquisidor General don Alonso Manrique, ferviente

“erasmista”, entabló contacto con servidores de Cisneros como Francisco de Mendoza y

Hernando de Guevara para intentar plantar batalla a los partidarios de Valdés y Cobos92.

Sin embargo, el triunfo de estos últimos se hizo patente a finales de la década, como

sucedería también en el recién creado Consejo de Hacienda donde en 1525 dominaba

Cobos a través de sus “hechuras”, haciendo desaparecer a Enrique de Nassau como

presidente del mismo y, por lo tanto, a los flamencos de los asuntos hacendísticos

castellanos, en donde intervenían desde que en 1516 fuera nombrado Chièvres como

Contador Mayor de Hacienda93. Otros Consejos que sufrieron reformas durante esa

década, además del de Estado, fueron los de Guerra, que se consolidó al asignársele

unos oficiales propios y el secretario Zuazola94, el de Aragón, que en abril de 1522

recibió su pragmática de creación95, el de Navarra, donde la inspección del licenciado

Fernando de Valdés derivó en las ordenanzas del 13 de diciembre de 152696, el Real de

Castilla, donde se renovaron sus miembros y se designó a Juan Pardo de Tavera como

presidente97, el de Indias, con nuevos componentes y con el dominico García de Loaysa

al frente98, el de Órdenes, que recibió dotación permanente y precisó sus competencias

91 C. J. de CARLOS MORALES, “La adaptación de los Consejos a la nueva realidad política castellana” en Ibídem, pp. 221-225. 92 J. MARTÍNEZ MILLÁN, "Las élites de poder durante el reinado de Carlos V a través de los miembros del Consejo de Inquisición (1516-1558)", Hispania, 168 (1988), pp. 141-150. 93 Para su fundación y los primeros años de luchas faccionales, C. J. de CARLOS MORALES, El Consejo de Hacienda de Castilla, 1523-1602. Patronazgo y clientelismo en el gobierno de las finanzas reales durante el s. XVI, Valladolid, 1996, pp. 23-69. 94 S. FERNÁNDEZ CONTI, op. cit., pp. 27-28. 95 J. ARRIETA ALBERDI, El consejo Supremo de la corona de Aragón (1494-1707), Zaragoza, 1994, pp. 89-100. 96 J. J. SALCEDO IZU, El Consejo Real de Navarrra en el siglo XVI, Pamplona, 1964, pp. 61-65. 97 I. EZQUERRA REVILLA, El Consejo Real de Castilla bajo Felipe II. Grupos de poder y luchas faccionales, Madrid, 2000, pp. 21-27. 98 E. SCHÄFER, El Consejo Real y Supremo de las Indias. Su historia, organización y labor administrativa hasta la terminación de la Casa de Austria, Sevilla, 1975, I, pp. 41-44 (hay reimpresión de Valladolid, 2003).

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tras conceder Adriano VI en 1523 la incorporación perpetua de los maestrazgos a la

Corona, la Cámara, que recibió su primera definición institucional en 1528, y el de

Cruzada, que se instituyó como tal en 152999.

Por lo que respecta al Consejo de Estado, si lo tomamos como producto de la

evolución del Consejo Privado y del Secreto y como fecha de inicio julio de 1522,

momento en que Carlos V regresó a la Península, nos encontramos con que todos sus

componentes eran de origen flamenco, excepto el piamontés Gattinara y el saboyano

Gorrevod que, por otro lado, provenían de los Países Bajos donde fueron acompañando

a Margarita de Austria100. En concreto, estaba compuesto por Juan de Glapion, aunque

su servicio no fue muy largo pues falleció el 14 de septiembre de dicho año, Gerard de

la Plaine (1522-24), Charles de Lannoy (1522-26), Enrique de Nassau (1522-38) y

Charles de Poupet (1522-30), siendo el secretario Jehan Hannart (1522-24).

Posteriormente, ingresarían como consejeros Adrien de Cröy (1524-55), Louis de

Flandes o de Praet (1527-55) y Nicolás Perrenot (1528-50), procedente del Franco

Condado, mientras que Jehan Lallemand fue secretario desde 1524, en que sustituyó al

caído en desgracia Hannart, hasta 1528 en que, significativamente, fue relevado en el

oficio por Francisco de los Cobos.

Fuera de dicho Consejo, solo nos encontramos como consejeros flamencos y

borgoñones del emperador a Adriano de Utrecht en Inquisición como Inquisidor

General101 y a los citados Guillaume de Cröy, señor de Chièvres, como Contador Mayor

de Hacienda de Castilla y Enrique de Nassau como presidente del Consejo de Hacienda.

Si observamos las fechas detenidamente, comprobamos como no se produjo

ningún nombramiento de consejero flamenco, borgoñón o del Franco Condado desde el

de Perrenot en 1528 hasta el final del reinado del emperador y los únicos que

continuaron ejerciendo como tal eran aquellos nombrados con anterioridad. Sin duda, el

triunfo de la facción encabezada por Cobos y Tavera en los asuntos concernientes a los

reinos hispanos y el final de la llamada “vía flamenca” en el gobierno imperial pueden

explicarnos este cambio102.

99 J. MARTÍNEZ MILLÁN y C. J. de CARLOS MORALES, “Los orígenes del Consejo de Cruzada”, Hispania, 51 (1991), pp. 910-911. 100 Para el listado de los consejeros del emperador y sus biografías, el vol. III de Carlos V. 101 En concreto, fue Inquisidor General desde 1516 de Aragón y desde 1518 de Castilla y ejercería como tal hasta 1522 en que marchó a hacerse cargo de la tiara pontificia 102 J. MARTÍNEZ MILLÁN y M. RIVERO RODRÍGUEZ, “La coronación imperial de Bolonia y el final de la “vía flamenca” (1526-1530)” en J. MARTÍNEZ MILLÁN (coord.), Carlos V y la quiebra del humanismo político en Europa (1530-1558), Madrid, 2001, I, pp. 131-150.

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La “vía flamenca” había consistido en la monopolización de la política de

Estado, sobre todo en los asuntos italianos, por parte de flamencos y de sus clientes. Su

ideario, de clara influencia erasmista y de la “observancia”, estaba basado

principalmente en el mantenimiento de una relación cordial con los Valois franceses,

pese a los múltiples motivos que existían para el enfrentamiento, y la concertación con

el Papado sin necesidad de practicar el Cesaropapismo. El inicio de esta vía se sitúa en

la sustitución en 1522 del fallecido virrey de Nápoles Folch de Cardona, que había

llevado a cabo una política vinculada a la del partido “aragonés”, por el flamenco

Charles de Lannoy103; la presencia de los flamencos citados anteriormente en el Consejo

de Estado y la elección de Adriano de Utrecht como Pontífice la ratificaría. El fracaso

de la Paz de Madrid, cuyos términos fueron auspiciados por estos consejeros, llevó a

Carlos V a buscar nuevas opciones para su política imperial y se abrió un periodo de

indecisión. Solo así se puede explicar la actitud tan diferente que tuvieron los clientes de

Lannoy y el condestable de Borbón en sus entradas en Roma; mientras el 19 de

septiembre de 1526 el contingente armado comandado por Hugo de Moncada y los

Colonna, adeptos al virrey napolitano, accedieron a la Ciudad Eterna con el propósito de

hacer que el nuevo Papa Clemente VII corrigiera su política, el ejército al mando del

condestable de Borbón llevaría a cabo el famoso Sacco de Roma desde el 6 de mayo de

1527.

Este periodo mostró el agotamiento de la “vía flamenca” y la pujanza de la

nueva “vía imperial”, en cuya gestación teórica influyó decisivamente el canciller

Gattinara que, utilizando hábilmente las obras de Erasmo como justificación y no como

soporte104, hablaría de la búsqueda de una paz universal basada en la hegemonía

imperial y no en el equilibrio, debiendo supeditarse por tanto el poder espiritual al

temporal. El viaje a Italia de 1529 y la coronación de Bolonia de 1530 confirmaron el

cambio de tendencia.

En esta nueva orientación política no tendrían cabida los consejeros flamencos,

aunque Perrenot y Praet continuaran teniendo gran influencia hasta sus respectivos

óbitos, por lo que hubo que buscarles acomodo fuera de los Consejos imperiales.

Hábilmente, Carlos V aprovechó el acceso de su hermana María de Hungría al gobierno

de los Países Bajos en 1531 para llevar a cabo una serie de reformas institucionales que

103 C. HERNANDO SÁNCHEZ, “El reino de Nápoles y el dominio de Italia en el Imperio de Carlos V” en B. J. GARCÍA GARCÍA (dir.), El Imperio de Carlos V. Procesos de agregación y conflictos, Madrid, 2000, pp. 111-118. 104 “El proyecto de “Monarchia Universalis” del Gran Canciller Gattinara” en Carlos V, I, pp. 275-282.

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dieron origen a la aparición de los llamados Consejos Colaterales, en donde pudieron

refugiarse las nuevas generaciones de consejeros flamencos.

Sin duda, podemos considerar que la “edad dorada” del acceso de las élites

flamencas a la fuente prístina de gracia, que era Carlos V, había finalizado a comienzos

de la década de los 30 del siglo XVI. Mientras con anterioridad tuvieron posibilidad de

acceder al entorno del soberano, llegándolo a copar en ocasiones, desde ese momento se

lo encontraron restringido, aunque aún conservaran cierta cuota de poder tanto en la

Casa de Borgoña, que se había convertido en el elemento fundamental de integración de

las élites territoriales del emperador, como en otros ámbitos como el Toisón de Oro105.

Por contra, y hasta el final del reinado, conservarían todo su ascendente en los asuntos

referentes a sus territorios de origen.

1.1.2.- La integración de las élites flamencas en las instancias de poder de los Países

Bajos. La articulación del territorio con Carlos V

Para iniciar este punto, debemos aludir nuevamente a la herencia de los duques

de Borgoña, perfectos conocedores de la forma en que se articulaba el territorio de los

antiguos Países Bajos y capaces de usarlo en beneficio propio para afianzar su poder.

Desterrando la idea de la decadencia de la nobleza tardomedieval flamenca,

podemos considerar que el patronazgo de los aristócratas en sus respectivas posesiones

les permitió situarse como intermediarios entre la fuente de gracia, el Duque, y los

nobles provinciales, élites urbanas y Estados Provinciales y Generales, integrándose así

105 El número de flamencos siguió siendo importante, aunque comenzaran a tener cabida en ella de forma paulatina personajes de otras nacionalidades, especialmente desde la década de los 30. Es significativo el hecho de que en el capítulo del Toisón de 1531, celebrado en diciembre en la catedral de Tournai, fueron nombrados caballeros 9 flamencos - Reinaud III, señor de Brederode, Claude de la Baulme, Anthoine de Berghes, I marqués de Bergen-op-Zoom, Jean de Hénin, I conde de Boussu, el II conde de Lalaing, Louis de Praet o de Flandes, George Schenk, señor de Tautemberg, Philippe de Lannoy, vizconde de Sebourg y Philippe de Lannoy, señor de Molembais - por 13 “extranjeros” -el príncipe Felipe, Juan III de Portugal, Jacobo V de Escocia, Ferrante de Aragón, duque de Calabria, Pedro Fernández de Velasco, III duque de Frías, Philippe el guerrero, Príncipe Palatino del Rhin y de Baviera, George I el barbudo, duque de Sajonia, Beltrán de la Cueva y Toledo, III duque de Alburquerque, Andrea Doria, I príncipe de Melfi, Ferrante Gonzaga, I conde de Guatalla, Niklaus II, conde de Salm, Alfonso d´Avalos d´Aquino, II marqués del Vasto y Francisco de Zúñiga y Avellaneda, II conde de Miranda del Castañar- (Una descripción de este capítulo en L. P. GACHARD, Collection des voyages des souverains des Pays-Bas, Bruselas, 1874, II, p. 99). Carlos V era consciente de que era un elemento de integración fundamental para las élites de sus territorios y así se lo expresó a su hermano Fernando dos meses antes de este capítulo, cuando le solicitó el nombre de tres caballeros de su confianza y sin reproche para concederles el collar (Carlos a Fernando, 12 de octubre de 1531, W. BAUER (ed.), Die korrespondenz Ferdinands I, Becs, 1912, doc. 561).

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esas redes clientelares regionales en el sistema106. A cambio de dar apoyo político a su

patrón, este podía tomarles en su servicio, darles un grado militar en su bande

d´ordonnance cuando era el caso o permitirles administrar uno de sus estados. Esta

forma de articular el territorio suponía que la nobleza ocupaba de forma efectiva los

oficios más importantes e intervenía activamente en la toma de decisiones junto al

Gobernador General, cargo creado por los Habsburgo.

Una vez Carlos V fue reconocido como soberano en todos los territorios que

había heredado y fue investido con la púrpura imperial, se hizo patente que sus estancias

en los Países Bajos iban a ser esporádicas. De hecho, desde que abandonó Flandes en

1517 solamente estuvo 55 meses en su tierra natal, siendo las estancias más prolongadas

las que tuvieron lugar entre 1520 y 1522, entre enero de 1531 y enero de 1532, en 1539

y 1540 y desde septiembre de 1548 hasta mayo de 1550. Para evitar un posible vacío de

poder durante sus frecuentes ausencias, el emperador decidió nombrar un Gobernador

General, que ejercería a su vez como Capitán General, para que actuara como su

representante107. Dispondría de amplios poderes, aunque Carlos V se reservó para sí la

provisión de los cargos y prebendas más importantes, pudiendo los gobernadores

únicamente mediar en la distribución de la gracia, lo que, lógicamente, influyó en la

configuración de las relaciones de poder.

Desde un primer momento, el emperador tuvo claro que cargo tan elevado debía

recaer en miembros de su familia, ya que, de otro modo, las élites flamencas no lo

hubieran aceptado celosas de sus prerrogativas. Además, la presencia de personajes de

la familia real garantizaba a esas élites la posibilidad de integrarse en sus servicios

domésticos, con el prestigio y posibilidades de medro que ello suponía108. Con estas

premisas, quedaba claro que la candidata perfecta para ocupar el nuevo cargo era

Margarita de Saboya, que ya había ejercido como regente efectiva desde 1507 hasta

1515 y desde 1517 en adelante, por lo que tenía amplia experiencia en el manejo de los

negocios y en la búsqueda del complicado equilibrio entre facciones.

106 Como expresa muy gráficamente Koenigsberger en su Monarchies, States Generals..., p. 82, “Effective government depended on patronage and clientage to make its wheels go round”. Asimismo, lo han señalado otros autores como P. ROSENFELD, The provincial gobernors..., pp. 1-7 y 100-146; M. van GELDEREN, op. cit., p. 18; J. ISRAEL, op. cit., p. 29 o A. DUKE, “From King and Country to King or Country? Loyalty and Treason in the Revolt of the Netherlands” en ID., Reformation and Revolt in the Low Countries, Londres, 1990, p. 176. Por supuesto, H. F. K. van NIEROP, The nobility of Holland..., pp. 40-42. 107 Ya había antecedentes de esta contingencia y la primera vez que un soberano se fue de los Países Bajos sin saber si iba a volver sucedió con Maximiliano I, cuando en 1489 dejó a Alberto de Sajonia como gobernador (H. G. KOENIGSBERGER, Monarchies, States Generals..., p. 86). 108 A. DUKE, “From King and Country to King or Country?…, pp. 175-177.

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Cuando Margarita se desplazó a los Países Bajos como duquesa viuda de

Saboya, título al que habría que unir la cesión del Franco-Condado por parte de su padre

en 1508, disponía de su propio servicio, en el cual convivían personajes de diferentes

naciones -saboyanos, piamonteses, castellanos, flamencos y borgoñones-, entre los que

descollaban Gattinara, Gorrevod, Diego Flores o el secretario Marnix109. Esta Casa

estaba desligada del servicio del archiduque Carlos, por lo que la presencia de

numerosos “extranjeros” no suponía mayor problema, pues la Casa del soberano era

más relevante y en ella tuvieron cabida las élites flamencas.

La naturaleza del servicio de Margarita se transformaría cuando Carlos alcanzó

la mayoría de edad en 1515, pues al abandonar sus funciones de gobierno su Casa se

convirtió en la de una mujer de la alta nobleza con gran influencia, pero de inferior

posición a la que había disfrutado hasta ese momento. Esta nueva situación se plasmaría

en las Ordenanzas del 8 de diciembre de ese año, en las cuales se contemplaba una

reducción del número de servidores aunque manteniendo a aquellos más cercanos a su

persona110.

La situación trocaría nuevamente cuando Carlos inició sus periplos europeos y

Margarita fue nombrada Gobernadora General en 1522. Fruto de ello, su servicio

adquirió una relevancia superior a la que había tenido en momentos anteriores, lo que

implicaba, a su vez, que los principales oficios debían estar ocupados por flamencos y

borgoñones. Lógicamente, las protestas sobre la composición de su Casa que no habían

existido con anterioridad afloraron en ese momento111. La gobernadora fue rápidamente

consciente de la nueva realidad y procuró corregirla con unas Ordenanzas, cuyo proceso

de redacción se prolongaría hasta el 1 de marzo de 1525112, en las que se observa un

incremento notable en el número de servidores y la masiva entrada de flamencos, tanto

en los oficios principales como en los inferiores.

Dirigiendo la Casa como chevalier d´honneur nos encontraríamos a Antoine de

Lalaing, conde de Hooghstraeten, que se confirmaba de esta manera como el gran

patrón de la Corte de Margarita durante esos años. Su cercanía a la gobernadora le

permitió que su mujer Isabel de Culembourg, condesa de Hooghstraeten, fuera la dame

109 R. FAGEL, op. cit., pp. 122-140. En estas páginas aparece la estructura de su Casa desde el uso de un État journalier del 31 de diciembre de 1510. 110 Publicadas en E. de QUINSONAS, Matériaux pour servir à l´historie de Marguerite d´Autriche, Bruselas, 1860, pp. 241-252. 111 A. DUKE, “From King and Country to King or Country?…, p. 183. 112 Etat et ordonnance de la maison de Marguerite d´Autriche, duchesse douairière de Savoie à Bruxelles le 1 mars 1525 (AGR, Audience, reg. 31). Publicadas en E. de QUINSONAS, op. cit., pp. 281-290. En este texto aparece, además de la ordenanza, un listado de los servidores y las cantidades de comida y bebida necesarias para el ordinario y raciones de la Casa (pp. 290-328).

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d´honneur. La cámara estaría dominada por damas flamencas, al igual que la capilla a

cuyo frente se situaría como consejero, confesor y limosnero mayor a Jehan Carondelet,

futuro Chef del Conseil d´État y del Privé. Habría 4 mayordomos, Albert Bentmeli,

Jehan de Hesdin, Hugues de Balleux y Saint-Philippe de Souastre, así como un consejo

compuesto por 6 miembros, que eran el propio Carondelet, Nicolás Perrenot de

Granvela, Jehan Lallemand, Jehan de Namur, Guillaume des Barres y Claude Vartet.

Por supuesto, la guarda de archeros de Corps estaría gobernada por un flamenco como

François de la Marche.

Tras el fallecimiento de Margarita el 30 de noviembre de 1530, Carlos V hubo

de nombrar quien le sucediera en el cargo. La elegida fue su hermana María de

Hungría113, nombramiento que se gestó durante una reunión del propio emperador con

ella y con su hermano Fernando en Innsbruck, en la cual buscaron planificar una

estrategia familiar que persiguiera el fin de asentar la supremacía de los Habsburgo.

Aunque María no mostró mucho entusiasmo por la designación, acató la decisión de su

hermano y se trasladó desde el este de Europa a su nuevo destino político.

Una vez en los Países Bajos, donde juró como gobernadora ante los Estados

Generales el 6 de julio de 1531, María inició la configuración de su gobierno.

Consciente del momento crucial en el que se encontraba la integración de los flamencos,

Carlos V aconsejó a su hermana que introdujera en su Casa a personajes de dicha

nacionalidad, con los argumentos de que podían enseñarle las costumbres del país, de

que serían más leales al ser sus propias tierras y de que costarían menos dinero114. María

era buena conocedora de la realidad flamenca, pues había pasado allí sus primeros 9

años de vida, por lo que sabía lo celosos que eran los naturales de esas provincias de sus

prerrogativas y decidió seguir los consejos de su hermano. De este modo, dejó a la

mayoría de sus consejeros en Austria, muchos de ellos al cargo de su hermano

Fernando, para asentar su gobierno en las élites locales, acotando así también las

113 Sobre este personaje hay abundante bibliografía, T. JUSTE, Les Pays-Bas sous Charles V, vie de Marie de Hongrie, Bruselas-París, 1855; LVG GORTER-VAN ROYEN, Maria van Hongarije, regenten der Nederlanden, Hilversum, 1955; G. de BOOM, Marie de Hongrie, Bruselas, 1956; J. de IONGH, Mary of Hungary, second regent of the Netherlands, Londres, 1959; M. FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, María de Hungría y los planes dinásticos del Emperador, Madrid 1961; B. van BOOGERT y J. KERKHOFF, Maria van Hongarije: Konigin tussen keizers en kunstenaars 1505-1558, Zwolle, 1993 (especialmente el artículo, J. KERKHOFF "Het Hof van Maria van Hongarije", pp. 162-174) y L. van de KERCKHOVE, “Marie de Hongrie, Régente des Pays-Bas (1531-1555)”, Correspondance (Número especial 1994), pp. 78-90. Para su estancia en Hungría, W. STRACKE, Die Anfänge der Köningin Maria von Ungarn, Gottingen, 1940 y G. HEISS, Köningin Maria von Ungarn und Böhmen. Ihr Leben und ihre wirtschaflichen Interessen in Österreich, Ungarn und Böhmen, Viena, 1971, 2 vols. 114 H. G. KOENIGSBERGER, Monarchies, States Generals…, p. 125.

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tendencias erasmistas que la rodeaban, algunas rayanas en el protestantismo115; de

hecho, Lutero le había dedicado los comentarios de sus Cuatro Salmos116 y Erasmo su

Vidua christiana117.

No solo Carlos V se implicó personalmente en el proceso de formación de la

Casa, sino que también Fernando lo hizo. El intercambio de misivas entre los tres

hermanos fue muy intenso y, mientras María buscaba el apoyo de Fernando para

conseguir una mayor asignación118, este, a cambio, le solicitaba que favoreciera a sus

“hechuras”, tal y como él había hecho con sus antiguos servidores. María pugnó por ello

y consiguió que se aceptaran prácticamente todas sus proposiciones119, como fue el caso

de Enrique de Emericourt, que pasó de ser mayordomo de Fernando a serlo de María, o

de Blois, que fue nombrado écuyer. Las únicas peticiones que no fueron atendidas

fueron la de Hincaert, para el que pretendía la capitanía de los archeros que se dio a

Jehan de Northout120 aunque para él consiguió el oficio de gentilhombre de la boca, y la

de la condesa viuda de Salm, Isabel de Roggendorf, para quien Fernando pretendía el

oficio de dame d´honneur121. María defendió su candidatura, pero Carlos expresó

claramente que los requisitos necesarios para ocupar el oficio eran los de ser una

persona adulta, con experiencia y de “par-deçà”122. Debido a ello, se propuso el oficio a

Madame de Chièvres, esposa del fallecido consejero, que lo rechazó por su elevada

edad y por su incipiente sordera, de tal suerte que la elegida fue la siguiente candidata,

Margarita de Egmont, hermana del conde Charles.

Con estos condicionantes, estaba claro que los principales cargos de la Casa

estuvieron ocupados por flamencos, siendo el chevalier d´honneur Antoine de Cröy,

señor de Sempy, el mayordomo mayor Philippe de Lannoy, señor de Molembais, o el ya

115 J. de IONGH, op. cit., p. 141 y K. WALSH y A. A. STRNAD, “Eine Erasmianerin im Hause Habsburg: Königin Maria von Ungarn (1505-1558) und die Anfänge der Evangelischen Bewegung”, Historisches Jahrbuch, 118 (1998), pp. 40-85. 116 Ibídem, pp. 64-65. 117 En concreto, el título del libro sería Vidua christiana ad serenissimam pride(m) Hungariae Booemiaeque reginam Mariam. Pese a ello, nunca haría concesiones como gobernadora a los protestantes (L.-E. HALKIN, La réforme en Belgique sous Charles-Quint, Bruselas, 1957). 118 Carlos V le asignó 30000 florines anuales, mientras que los gastos del servicio subían a 67000 y María expresó su preocupación “sy je dois demorer icy longtemps” (María a Fernando, 29 de julio de 1531, W. BAUER (ed.), op. cit., doc. 524). 119 Por lo que Fernando lo agradecería a su hermana en la carta que le envió el 17 de agosto (Ibídem, doc. 531), “Madame, je vous mercie que aves sy bien provu mes serviteurs”. 120 A. HENNE, Histoire du regne de Charles-Quint en Belgique, Bruselas, 1858-1860, III, pp. 127-128. 121 Así, escribió a María el 17 de julio de 1531, “Et quant à la dame de honneur, je cuide bien que Madame de Schievres l´aceptara à grant paine. Et en sachant la conclusión touschant la cotesse de Salm, feray ce que vou dis à Lintz, quambien que say que ma fame la lessera fort envis” (W. BAUER (ed.), op. cit., doc. 517. La respuesta de María en el doc. 522). 122 Carlos a Fernando, 29 de julio de 1531, Ibídem, doc. 523.

50

citado Enrique de Emericourt como mayordomo. Junto a ellos encontraron también

acomodo algunos servidores imperiales y castellanos, aunque en número reducido123,

parámetros que no se verían alterados durante los años en que María ejerció como

gobernadora124.

Tras resistir los envites de Carlos V y de Felipe II en 1555 para que continuara

siendo gobernadora, María despidió a los miembros de su Casa el 1 de octubre, como

paso previo a la confección del séquito que le debía acompañar en el último viaje de su

vida a Castilla125. Posteriormente, y tras preparar la ceremonia de abdicación del 25 de

octubre, procedió a llevar a cabo la redacción de unas Ordenanzas para su Casa, que se

adecuaran a las nuevas circunstancias. Estas verían la luz el 28 de noviembre y en ellas

se contemplaba un servicio muy reducido126, como también lo fueron el de sus

hermanos Carlos y Leonor, compuesto en su inmensa mayoría por flamencos. Por lo

que respecta a la capilla, esta tendría únicamente limosnero, segundo limosnero,

capellán y clérigo de capilla. La cámara, por su parte, tendría dos mayordomos, 6

gentilhombres de la casa, dos varlets servants, trésorier et maître de la chambre aux

deniers, secretario, médico, cirujano, contralor, greffier del Bureo, gentilhombre de la

cámara, dos ayudantes de cámara, dos ujieres de cámara y dos de saleta. La sección

femenina de esta cámara también estaría dominada por flamencas, y constan en julio de

1556 como filles d´honneur Amie de Bernemicourt, mademoiselle de la Thieuloie,

Valeria Valrans y Marie y Françoise de Poitiers, como femines de chambre Felice

Duras, Isabel Leonarde y la petite Hatelne y como autres filles et femmes Marie

Craxembeghisine, Hèlene y María Rodrigo, única castellana127. Por lo que respecta a los

oficios, habría maestresala y guardarropa, ayuda de guardajoyas, sumiller de la

panetería y eschançonnerie con 4 ayudas, una cocina compuesta por 8 miembros y un

frutier con tres ayudas y dos mozos de oficio. La furriera tendría 16 miembros y, por

último, la caballeriza tendría un caballerizo mayor, 4 pajes de honor y otros 22

componentes entre palafreneros, lacayos y maestro de los pajes.

La primavera siguiente, María dejó los Países Bajos para permanecer los últimos

años de su vida en el castillo de Cigales en Valladolid.

123 Para los gastos de la Casa, en AGR, Audience, reg. 19, encontramos el “État des dépenses de bouche de la Maison de Marie, Reine douairière de Hongrie, de 1537 a 1555”. 124 Así, nos encontramos con que Claude Bouton, señor de Corbaron, fue caballerizo mayor, Jean de Failly caballerizo, Charles de Bernemicourt mayordomo, Marie de Bonnières de Souastre dama,... 125 J. de IONGH, op. cit., p. 266. 126 AGR, Audience, reg. 23. 127 Información extraída de las cuentas de la Casa de María de Hungría del año 1556, elaboradas por el tesorero Roger Patie, en AGS, CSR, legs. 32 y 377.

51

Por lo que respecta a los Consejos, tras la marcha de Carlos en 1517 quedó en

Flandes un Consejo de Regencia nuevamente presidido por Margarita, que debía

apoyarle en las tareas de gobierno y que recibió ordenanzas en ese año por primera vez.

La mayoría de sus componentes eran neerlandeses miembros de la facción antifrancesa

encabezada por la propia tía de Carlos V, con personajes tan destacados como Claude

Carondelet, que falleció el año siguiente, Robert de Aremberg, vizconde de Bruselas,

Louis de Praet o Frederic de Baden, obispo de Utrecht128, siendo el canciller Gattinara el

único extranjero. El número de consejeros se fue ampliando paulatinamente, sobre todo

a raíz del aumento de competencias de Margarita como gobernadora en 1522, pasando

desde ese momento a estar supeditado a ella y debiendo prestarle consejo a su

requerimiento.

Junto a estos cambios, y al igual que sucedía en Castilla y otros lugares de

Europa durante esos años, comenzó a hacerse patente el ascenso en la administración de

aquellos juristas y letrados provenientes de las Universidades que, a través del control

de los papeles de ciertos asuntos, fueron adquiriendo poder. Personajes como Marnix,

secretario de Margarita, Nicolás Perrenot o el propio Gattinara se consiguieron implicar

en mayor o menor medida en la toma de decisiones, lo que provocó tensiones con la alta

nobleza que entre 1530 y 1550 fue perdiendo paulatinamente su condición de poseedora

exclusiva de oficios129. Ya en marzo de 1527 los nobles flamencos escribieron a Carlos

V protestando por las preferencias que su tía mostraba hacia los abogados y técnicos,

agudizándose el conflicto en años posteriores y alcanzando toda su crudeza en los

enfrentamientos entre Granvela y los consejeros de Estado durante la regencia de

Margarita de Parma.

El fallecimiento de Margarita de Saboya presentó una inmejorable ocasión para

revisar el sistema de gobierno de los Países Bajos y adecuarlo a la realidad consiliar

existente en la Corte de Carlos V. Aprovechando su presencia en Bruselas, el emperador

ordenó dar forma a una situación que ya se venía produciendo de facto desde hacía unos

años, y a través de ordenanza del 1 de octubre de 1531 mandó escindir el antiguo

128 J. LAMEERE, C. LAURENT y H. SIMONT (eds.), Recueil des ordonnances des Pays-Bas 1506-1700. 2ª serie Règne de Charles-Quint (1506-1555), Bruselas, 1893-1922, I, p. 578. 129 Como han resaltado muchos autores, caso de M. van GELDEREN, op. cit., pp. 19-21, H. F. K. van NIEROP, The nobility of Holland..., p. 164, M. BAELDE, “Les conseils collatéraux des anciens Pays-Bas (1531-1794)”, Revue du Nord, 50 (1968), pp. 203-212, J. ISRAEL, op. cit., p. 129 o H. G. KOENIGSBERGER, Monarchies, States Generals…, pp. 73-77, entre otros.

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Consejo Privado de Margarita en los tres Consejos Colaterales que debían ayudar a la

nueva gobernadora130: d´État131, Privé132 y Finances133.

Las funciones del primer Consejo Colateral estarían asociadas al auxilio de la

gobernadora en la toma de decisiones relacionadas con los asuntos de alta política, tanto

interior como exterior, y la defensa del territorio. Sus componentes, 12 más la

gobernadora, provenían en su mayoría del Consejo Privado de Margarita134; a saber, dos

eclesiásticos, como eran el Chef Jehan Carondelet y el cardenal Erard de la Marck,

obispo de Lieja, 7 caballeros del Toisón, Phillipe de Cröy, marqués de Aerschot, Floris

de Egmont, conde de Buren, Jacques de Luxembourg, señor de Fiennes y conde de

Gavre, Adolphe de Bourgogne, señor de Bevres, Antoine de Lalaing, conde de

Hooghstraeten, Antoine de Cröy, señor de Sempy, y Jean de Berghes, otros dos nobles,

Antoine Berghes, señor de Wallain, y Phillipe de Lannoy, señor de Molembais, y los

letrados Jehan Hannart, señor de Liedekerke, y como secretario Jehan de Marnix; junto

a ellos serían miembros honoríficos los Stadholder o gobernadores de provincia y el

resto de caballeros del Toisón de Oro. Pese a este elevado número de miembros, solo 6

de ellos acudían con regularidad a las sesiones y en las reuniones con la regente solo 3 o

4 en presencia, la mayoría de las veces, de Nicolás Perrenot de Granvela, que

permaneció en los Países Bajos aconsejando a María de Hungría. Esta reducción en el

número de consejeros que tomaban parte activa en las decisiones atemperaba la ventaja

que los nobles poseían en este Consejo frente a los juristas -sobre todo porque los

letrados estaban presentes en casi todas las ocasiones, con especial relevancia para el

Chef Carondelet-. Además, en 1535 se decidió que algunos juristas del Conseil Privé

pasaron también a ser miembros ordinarios del Conseil d´État, lo que se confirmó

mediante ordenanza del 16 de diciembre de 1540, por lo que la alta nobleza retomó las

protestas sobre la promoción de los letrados iniciadas en tiempos de Margarita. Sin

duda, este proceso fue alentado tanto por la facción dominante de la Corte de Carlos V

130 En J. LAMEERE, C. LAURENT y H. SIMONT (eds.), op. cit., I, pp. 239-254, aparecen las tres ordenanzas que daban forma al nuevo gobierno con María al frente. 131 Sobre este Consejo, la Introducción del trabajo de M. THIEIEMANS, R. PETIT y R.BOUMANS, Inventaire des archives du Conseil d´État, Bruselas, 1954 y M. BAELDE y R. VERMEIR, “Raad van State”, op. cit. y M. SOENEN, op. cit., pp. 39-68. 132 P. ALEXANDRE, Histoire du Conseil Privé, Bruselas, 1894; H. de SCHEPPER, “Geheime Raad” en E. AERTS, M. BAELDE, H. COPPENS, H. de SCHEPPER, H. SOLY, A. K. L. THIJS y K. van HONACKER (eds.), op. cit., I, pp. 295-324 y versión en francés, I, pp. 287-317 y M. SOENEN, op. cit., pp. 69-121. 133 J. y P. LEFÈVRE, Inventaire des archives du Conseil des Finances, Bruselas, 1936; H. COPPENS y M. BAELDE, “Raad van financiën”, op. cit. y M. SOENEN, op. cit., pp. 122-162. Para los tres consejos en su etapa de formación el libro ya reseñado de M. BAELDE, De Collaterale raden... 134 ID., “Les Conseils Collateraux...”, p. 203.

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como por la propia gobernadora de los Países Bajos, que buscó controlar la petición de

aides a través de los contactos de estos juristas con los Estados Provinciales, lo que

ocasionó un aumento de las tensiones con dichas instancias.

Por lo que respecta al Conseil Privé, podemos considerar que fue reducto de los

letrados desde un principio, ya que sus funciones estaban relacionadas con la

administración de justicia. Su Chef era también Jehan Carondelet que aunaría, sin duda,

un gran poder al tener las presidencias de ambos consejos y un control absoluto sobre la

secretaría del Privado, del cual formaban parte el secretario de Estado y el audiencier.

Igualmente, asistiría en ocasiones puntuales a las reuniones del Conseil des Finances.

Esta unión de cargos se prolongaría con Carondelet hasta su muerte en 1540 y con Luis

de Schore desde esa fecha hasta 1548, momento en que se separaron ambos oficios135.

Habría, además, 6 consejeros, Pierre Tayspiel, George Themericq, Claude de Boissot,

Jehan Jonglet, señor de Metz, Jehan Autrives y Claude Merronez, señor des Chaunes,

un audiencier et premier secretaire, Laurens du Blioul, un controlador del sello, Jean de

Leschout, y 6 secretarios ordinarios, George de Espleghen, Jean de Grutere, Phillipe

Wautier, Loys Zoete, Mahieu Strijck y Gerard Herdinck.

Por último, el Conseil des Finances se encargaría de la administración de la

hacienda y tendría una composición mixta, ya que los tres Chefs eran siempre nobles de

cierta enjundia, mientras el resto de oficios estaban ocupados por letrados. Sin embargo,

las continuas ausencias de estos nobles en el ejercicio de sus tareas diplomáticas,

militares o de administración de sus territorios y gobiernos provocaron que, en muchas

ocasiones, los asuntos fueran llevados por los encargados de los papeles. En 1531 el

Consejo estaría integrado por los Chefs conde de Hooghstraeten y los señores de

Fiennes y de Molembais, el trèsorier general Jean Ruffault, los commis des finances

Hugues de Grammen y Vincent Cornelis Mierop, el receveur general Jehan Micault, el

greffier Anthoine Perrenin y como secretario el audiencier Laurens Du Blioul.

Además de en las Casas de las gobernadoras y en los Consejos Colaterales, la

nobleza flamenca basaba su posición preeminente en sus tierras de origen en el

acaparamiento de otros oficios de vital importancia para poder articular el territorio.

En primer lugar, conviene resaltar a los gobernadores de provincia, que recibían

el nombre de Stadholders en las provincias de habla flamenca y el de Lieutenants en las

135 H. de SCHEPPER, “El funcionariado y la burocratización en el gobierno y en las provincias de Flandes regio, siglos XVI y SVI”, Chronica Nova, 23 (1996), pp. 416-417.

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de francesa136. La división de los diferentes Stadholderates no estuvo plenamente

configurada hasta 1543, momento en que acabó la conquista del ducado de Güeldres,

apareciendo las definitivas XVII provincias, aunque con la existencia de solo 11

Stadholders: Frisia-Groningen-Overijssel-Drenthe, Artois, Flandes, Güeldres-Zutphen,

Limburgo, Luxemburgo, Holanda-Zelanda-Utrecht, Flandes francés, Hainaut, Namur y

Tournai. En las 4 últimas, además de cómo Lieutenant se les investía como grand o

souverain bailli, cargo que implicaba atribuciones judiciales. Por su parte, el gobierno

de Brabante iba unido al de Gobernador General de los Países Bajos.

La elección del ocupante del cargo era potestad del propio emperador, aunque

influído por la opinión de la gobernadora, ya que cuando había vacantes se enviaba

desde Bruselas a la Chancillería Imperial los posibles candidatos y sus méritos y una

vez elegido el idóneo recibía una comisión e instrucciones secretas. Estos cargos

estaban reservados a la alta aristocracia y ya Rosenfeld resaltó como entre 1503 y 1572

las 7 grandes familias de la nobleza neerlandesa -Cröy, Nassau, Egmont, Lalaing,

Berghes, Lannoy y Montmorency- obtuvieron casi la mitad de los nombramientos.

Debido a ello, las relaciones de los Habsburgo con esta alta nobleza determinarían la

evolución del oficio, ya que era una constante que los gobernadores provinciales

intentaran aumentar sus prerrogativas. Mientras con Margarita de Austria esto fue

posible con María fue más dificultoso, ya que trató en varias ocasiones de recortarles

atribuciones a través de medidas tales como prohibir la sucesión hereditaria de los

cargos para evitar dinastías paralelas, dejar vacantes algunos de ellos tras la muerte del

titular -como Flandes de 1532-1540 o de 1553-1559-, hacer nombramientos temporales,

obligar a los gobernadores a residir en su provincia o imponerles restricciones en el

ejercicio de su oficio, como fue el caso de Maximilian de Egmont, conde de Buren, al

ser nombrado Stadholder de Frisia, Groningen, Overijsel y Drenthe en 1540.

Pese a estas cortapisas, sus atribuciones siguieron siendo muy importantes,

siendo una de las fundamentales la de poder proveer ciertos oficios de magistrados de

las ciudades137, sus gobernadores y algunos oficios eclesiásticos. Sin duda, esto les

proporcionaba una herramienta de control fundamental dentro de las oligarquías

urbanas, en los Consejos Provinciales, en los cuales eran los agentes del soberano, y en

las abadías y les permitía articular mejor sus redes de poder. Por lo que respecta a sus

136 Además de las obras de Rosenfeld ya citadas, E. POULLET, “Les governeurs de province dans les anciens Pays-Bas catholiques”, Bulletin de l´Academie Royale de Belgique, 2ª serie, 35 (1873), pp. 362-437 y 810-921. 137 Sobre la organización de las ciudades flamencas y los oficios urbanos, J. ISRAEL, op. cit., pp. 119-128.

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atribuciones militares, tendrían bajo sus órdenes todas las tropas acantonadas en su

provincia, siempre y cuando no estuviesen allí presentes el Gobernador o el Capitán

General.

Otra instancia de poder nobiliario eran los oficios reservados a la jerarquía

eclesiástica. Por lo que respecta a los obispados, durante la primera mitad del siglo XVI

la organización diocesana de los Países Bajos era muy precaria y anticuada, ya que

existían únicamente 5 obispos en Utrecht, Arras, Tournai, Cambrai y Lieja, y mientras

los dos últimos pertenecían al arzobispo de Reims y de Colonia respectivamente,

muchos de los territorios del Norte como Frisia o Groningen estaban incluidos en el

obispado de Münster138. A esta complejidad que dificultaba su funcionamiento, se unió

el hecho de que la inmensa mayoría de nombramientos de obispos con Carlos V se dio a

hijos segundones de las grandes familias, sin apenas preparación teológica y con poco

interés por residir en sus sedes, con el descrédito que eso suponía de cara a los

feligreses139. Igualmente, los oficios pertenecientes a los capítulos catedralicios y a las

grandes abadías, verdaderos centros de poder económico y social de su entorno en casos

como la de Saint-Vaast, Egmont o Maroilles, se concedían de forma casi exclusiva a

nobles de diversa alcurnia.

Por último, también los cargos relacionados con el ejército estarían en manos de

los nobles a través de las bandes d´ordonnance140, únicas fuerzas militares permanentes

en los Países Bajos. Estas estaban al mando de un titulado que tenía a sus órdenes un

número determinado de hombres, que oscilaba entre 30 y 50, que se debían poner en

marcha cuando el Chef lo disponía y que estaban pagadas por Bruselas. Su uso estaba

muy extendido y baste como ejemplo que Carlos V creó 11 nuevas el 26 de noviembre

de 1545, reservándose una para él mismo. Hay que recordar que también algunos nobles

flamencos, caso de Lannoy o Egmont, alcanzaron elevadas cuotas de poder en los

ejércitos imperiales.

138 L.-E. HALKIN, op. cit. y J. ISRAEL, op. cit., pp. 74-75. 139 Resulta sintomática la unión del obispado de Cambrai a la familia Cröy, pues fueron obispos Jacques de Cröy de 1502 a 1516, Guillaume de Cröy de 1516 a 1519 y Robert de Cröy de 1519 a 1556. En otro obispado como Arras nos encontramos a François de Melun de 1510 a 1512, Philippe de Luxembourg de 1512 a 1515, Pierre Anconitan de 1515 a 1523, Eustace de Cröy de 1523 a 1538 y Granvela de 1545 a 1561 (G. GAZET, L´histoire ecclésiastique du Pays-Bas, Valenciennes, 1614 (he usado la reimpresión realizada por los AGR en Bruselas, 1996). La misma proporción de nobles encontramos en los otros tres obispados. 140 H.-L.-G. GUILLAUME, L´histoire des bandes d´ordonnance des Pays-Bas et l´infanterie wallonne sous la maison d´Espagne, Bruselas, 1873.

56

Como hemos podido comprobar, Carlos V consiguió integrar a las élites

flamencas en sus proyectos de gobierno y en su Corte a través de varios instrumentos

heredados de la tradición borgoñona, como fueron su Casa de Borgoña o la Orden del

Toisón de Oro, así como en otras instancias como las Casas de las gobernadoras, los

Consejos, tanto los de su Corte como los Colaterales en los Países Bajos, los

Stadholderates o los oficios eclesiásticos. Gracias a ello, la nobleza, y a través de ella

otras élites de poder imbuidas en sus redes de patronazgo, se mostraría como un

elemento fundamental en la articulación del territorio de los Países Bajos y cobraría un

gran peso en la toma de decisiones políticas.

Sin embargo, en los inicios de la década de los 30 comenzaron a aparecer ciertas

sombras en este sistema integrador tras el fracaso de la “vía flamenca” y el triunfo del

partido “castellano”. Esto provocó la salida de la mayoría de los consejeros flamencos

del entorno del emperador, así como la disminución de su poder dentro de la Casa de

Borgoña con la introducción en la misma de gentes de otros reinos, especialmente

castellanos, proceso ya iniciado en 1522. Asimismo, María de Hungría trató de reducir

el poder de los Stadholders y favoreció el ascenso de letrados en la administración,

cuestiones ambas que provocaron las protestas de la nobleza.

Sin embargo, estos conflictos no hacían vaticinar los acontecimientos que se

iban a desarrollar a lo largo de la década de los 60 y que desembocarían en la Revuelta

contra el poder real. ¿Qué pudo suceder para que se llevara a cabo la ruptura de esa

articulación e integración de las élites flamencas, fundamento sobre el que se sustentaba

la Monarquía en esas tierras?

1.2.- Las relaciones entre los Países Bajos y la Monarquía Hispana durante los

primeros años del reinado de Felipe II

1.2.1.- Las luchas faccionales en la Corte de la Monarquía

La hegemonía cortesana alcanzada hacia 1530 por el grupo “castellano”, obligó

a que los miembros de los grupos desplazados se tuvieran que refugiar en las Casas de

la emperatriz Isabel, del príncipe Felipe y de las infantas María y Juana, en las que se

seguía practicando la espiritualidad relacionada con la “observancia”141.

Debido a ello, el príncipe Felipe creció durante los primeros 7 años de su vida en

un ambiente de aceptación de las ideas erasmistas. Cobos y Tavera fueron conscientes

de este contratiempo y llevaron a cabo diversos movimientos encaminados a poder

controlar ese entorno, como fue la elección como maestro de Felipe de Siliceo,

141 J. MARTÍNEZ MILLÁN, “Corrientes espirituales y facciones políticas...”, p. 116.

57

personaje que tenía una mentalidad escolástica similar a la que ellos propugnaban142.

Estas maniobras aumentarían de intensidad cuando en 1535 se decidió poner Casa al

heredero, con un éxito relativo; aunque consiguieron que esta fuera al modo de Castilla

y no al de Borgoña y que se separara a Felipe de la Casa de la emperatriz, no pudieron

evitar que los servidores designados fueran de grupos ajenos a ese partido “castellano”.

Siliceo fue perdiendo poder y Juan de Zúñiga, ayo del príncipe, le sustituyó por el

humanista Juan Calvete de la Estrella en 1539. De este modo, el entorno del futuro

monarca siguió estando controlado por humanistas y en él se fue gestando un grupo

ajeno a las redes de Cobos y Tavera con sabor a alternancia política, que fraguaría años

más tarde.

A pesar de este inconveniente, la situación continuó estando controlada por el

grupo “castellano”, como quedó patente cuando en 1539 el emperador marchó hacia los

Países Bajos para atajar la revuelta de su ciudad natal y dejó a Felipe como regente.

Mientras en Castilla las riendas del gobierno las tendría Tavera, apoyándose en

personajes como Cobos, Fernando de Valdés, el duque de Alba o Juan de Zúñiga, junto

a Carlos V marcharon el regente Juan Rodríguez Figueroa como único consejero de

Cámara y Alonso de Idiáquez y Juan Vázquez de Molina como secretarios, siendo los

tres “clientes” de Cobos. Sin embargo, este último volvió pronto a Castilla por razones

de salud y su lugar lo ocuparía Francisco de Eraso, cambio que tendría una enorme

relevancia futura. Para la política exterior, Cobos consiguió establecer una entente

cordial con Nicolás Perrenot, mediante un reparto de las tareas; mientras el secretario

castellano se ocuparía de los asuntos mediterráneos, el del Franco Condado lo haría con

los del Norte de Europa.

Este esquema permanecería vigente durante algo más de una década, hasta que

fue destruído en dos años fatales para el grupo “castellano”, los transcurridos entre la

muerte de Tavera en 1545 y la de Cobos en 1547; en este tiempo fallecerían personajes

como Cifuentes, Loaysa, el conde de Osorno y Juan de Zúñiga, así como se produjo la

marcha al Imperio del duque de Alba. De este modo, únicamente quedó en Castilla un

consejero de cierta enjundia como Fernando de Valdés, personaje de ideas erasmistas

que trató de imponerse a las “hechuras” de Tavera aliándose con los secretarios que

Cobos había ido colocando en la administración y que se situaban bajo el influjo de

Juan Vázquez de Molina.

142 Sobre la pugna faccional durante los primeros años de la vida del príncipe Felipe, Configuración, pp. 31-43.

58

A su vez, el matrimonio de Felipe con María Manuela de Portugal en 1543

revitalizó el influjo portugués, que había comenzado con la llegada a Castilla de la

emperatriz Isabel y su servicio y que continuaría vigente tras la muerte de la princesa

portuguesa en 1545143 gracias a la entrada de muchos de sus servidores en otras Casas

Reales144; en concreto fueron 43, de los cuales 29 fueron a parar al servicio de las

Infantas, 10 a la Casa del príncipe Felipe, tres a la de Juana cuando se le puso casa

propia en 1549 y el acemilero mayor Antonio Sarmiento, que fue nombrado

gentilhombre de la Casa de Borgoña del emperador. Este círculo portugués sería el

germen del futuro partido “ebolista” tras unirse, a través de vías comunes de

pensamiento, con los “erasmistas”.

Tras los convulsos años finales de la década de los 40 quedaba claro que era

necesario reconstruir los grupos cortesanos, realidad que se mostró en toda su crudeza

durante los preparativos del Felicissimo viaje que el príncipe Felipe iba a realizar por las

posesiones de su futura herencia145. Entre las diversas medidas tomadas por el

emperador ante tan prolongada ausencia sobresalieron las de otorgar al príncipe una

Casa a la borgoñona y situar como regente en Castilla a su hermana María, casada con

el archiduque Maximiliano.

El periodo de regencia mostró que la reorganización faccional ya se había

llevado a cabo y que existían dos grupos cortesanos con ideas políticas y religiosas

contrapuestas; el “partido imperial”, dirigido por Valdés y Vázquez de Molina y

compuesto por hombres del emperador, y el “ebolista”, configurado por personajes del

entorno del príncipe y aún en proceso de formación. Fue el primero de ellos el que

disfrutó del patronazgo durante los años de gobierno de Maximiliano y María, aunque

con voces discordantes como las de Fernando Niño, enemigo declarado de Valdés, o

Juan Suárez de Carvajal. Mientras, el segundo grupo trataba de hacerse con el control

del séquito del príncipe Felipe, adquiriendo una influencia indudable, pese a que el

mayordomo mayor que se había puesto a la Casa del heredero era el duque de Alba,

contrario a las ideas que ellos propugnaban.

143 F. LABRADOR ARROYO , “La Casa de la emperatriz Isabel” en Carlos V, I, pp. 234-251. 144 ID., “Los servidores de la princesa María Manuela de Portugal” en Ibídem, II, pp. 121-125. 145 Que fue descrito minuciosamente por su maestro Juan Cristóbal Calvete de Estrella, en su El felicissimo viaje d´el muy alto y muy poderoso Príncipe Don Phelippe, hijo d´el Emperador Don Carlos Quinto Maximo, desde España a sus tierras dela baxa Alemana: Con la descripcion de todos los estados de Brabante y Flandes, publicado originalmente en 2 volúmenes en Amberes en 1552 y reeditado en Madrid en 1930 por la Sociedad de Bibliófilos españoles en 2 vols. y, otra vez en Madrid, en el 2000 por la Sociedad estatal para la conmemoración de los centenarios de Felipe II y Carlos V (ed. de P. CUENCA y estudios introductorios de J. L. GONZALO SÁNCHEZ-MOLERO, J. MARTÍNEZ MILLÁN, S. FERNÁNDEZ CONTI, A. ÁLVAREZ-OSSORIO ALVARIÑO y F. CHECA).

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La situación no varió en demasía durante los primeros años transcurridos tras el

retorno del príncipe a Castilla y, si acaso, se incrementó el poder de Valdés al fallecer

Niño el 16 de septiembre de 1552. Sin embargo, el trabajo callado de Éboli y sus

partidarios comenzó a rendir frutos, a través de la promoción de una serie de Visitas

dirigidas contra sus enemigos que aceleraron el erosionamiento del patronazgo de

Valdés y compañía. El avance de los “ebolistas” quedaría patente durante la Jornada de

Felipe a Inglaterra en 1554; no solo el entorno que acompañó al nuevo rey de dicho

reino estaba integrado mayoritariamente por personajes afines a Éboli, sino que como

regente en los reinos peninsulares quedaba la infanta Juana, deudora de sus mismas

ideas gracias a su educación humanística y a su defensa de la Compañía de Jesús146.

Sin duda, la estancia del príncipe en Inglaterra supuso el traspaso de poderes

tanto entre el emperador y su heredero como en las facciones cortesanas, a través, sobre

todo, de la acción consensuada de Éboli y Eraso. En primer lugar, buscaron dominar la

gracia a través de la Cámara, para lo cual Eraso atrajo a Pedro del Hoyo, oficial de

Vázquez de Molina, mientras se introducía en la misma a Menchaca, afín a Éboli.

Asimismo, Eraso consiguió reducir la influencia de Granvela, su enemigo acérrimo

desde que le acusara de apropiarse de un dinero de la hacienda real junto al barón de

Montigny147, con el regreso a Castilla de sus “clientes” Figueroa y Briviesca de

Muñatones. A continuación, trataron de hacerse con el control de los asuntos de Estado,

propiciando el envío del duque de Alba a Italia como gobernador de Milán y virrey de

Nápoles. El éxito en este campo no fue automático, aunque la reforma del Consejo de

Estado y los nuevos nombramientos de 1556 llevaron a Éboli a afianzar su

preponderancia. Eraso, por su parte, incrementó su poder al ser nombrado secretario de

los Consejos de Hacienda y de Órdenes en abril y escribano de Finanzas en mayo,

consolidándose aún más cuando en septiembre se le encomendó la supervisión de todos

los despachos enviados al monarca desde Castilla.

Mientras esto sucedía en el Norte de Europa, en la Península Ibérica se libraba la

misma batalla con idéntico resultado. Aunque Valdés y Vázquez de Molina aún

conservaron cierto poder en la administración, las Casas de Juana y del príncipe Carlos

quedaron bajo influencia de Ruy Gómez, gracias a ser deudos suyos los dos

mayordomos mayores, García Álvarez de Toledo y Antonio Rojas. Valdés, pese a ser

Inquisidor General, fue perdiendo poder dentro de la propia Inquisición y Felipe II le

conminó a que se dirigiese a su arzobispado sevillano tras negarse a apoyar 146 Sobre su espiritualidad, J. MARTÍNEZ MILLÁN, “Familia real y grupos políticos: La princesa doña Juana de Austria” en ID. (dir.), La Corte de Felipe II..., pp. 84-88. 147 P. D. LAGOMARSINO, op. cit., p. 23.

60

recaudaciones de dinero en Castilla para usarlas en las guerras contra Francia, al estar

éstas dirigidas por los “ebolistas”.

Su reacción, y con él la de todo el “partido imperial”, fue furibunda, y tras

negarse a obedecer la orden real organizó su defensa en base a un ataque a la raíz de la

que manaba el poder del partido predominante en la Corte, su espiritualidad, siendo el

primer damnificado de esta nueva estrategia el arzobispo de Toledo, el dominico fray

Bartolomé de Carranza148. Para poder llevar a cabo su plan, Valdés contó con la ayuda

del confesor real fray Bernardo de Fresneda que, pese a deber su ascenso cortesano a los

“ebolistas”, defendía unas ideas cercanas a la facción contraria y se había enfrentado

con Carranza por conseguir la cercanía al rey149. Tras la caída del arzobispo de Toledo,

se persiguió a algunos jesuitas como Francisco de Borja, que tuvo que huir a Portugal,

quebrando de esta manera su alianza con la regente Juana.

Pese a estos movimientos, el retorno de Felipe II a la Península Ibérica en 1559

parecía significar el afianzamiento de la hegemonía ejercida en la Corte por la facción

encabezada por Ruy Gómez, como se pudo apreciar en las Cortes de Toledo de 1560. El

alejamiento de la Corte de personajes contrarios a su política como el duque de Alba,

Granvela o Juan Vázquez de Molina así lo parecían indicar. Sin embargo, la realidad era

bien distinta, ya que sus ideas políticas y religiosas no eran las adecuadas para poder

implantar el nuevo rumbo político, social y religioso que Felipe II había decidido para la

Monarquía y que conocemos con el nombre de Confesionalización150.

La Confesionalización fue una revolución política e ideológica, que no finalizó

hasta pocos años antes de la muerte del monarca. Se basaba en aplicar un estricto

sistema de creencias sociales, para lo cual era necesario reformar y centralizar la

administración favoreciendo la configuración de la instituciones que la componían, y en

una rígida articulación y control del estamento eclesiástico por la Corona, lo que

implicaba la búsqueda de una reforma religiosa para evitar herejías en sus posesiones.

148 Sobre este personaje y su proceso hay multitud de bibliografía. Baste citar J. I. TELLECHEA IDÍGORAS, Fray Bartolomé de Carranza y el cardenal Pole. Un navarro en la restauración católica de Inglaterra (1554-1558), Pamplona, 1977 para estos años cruciales. 149 H. PIZARRO LLORENTE, “El control de la conciencia regia. El confesor Fray Bernardo de Fresneda” en J. MARTÍNEZ MILLÁN (dir.), La Corte de Felipe II..., pp. 149-169. 150 Configuración, pp. 81-98. Sobre la evolución histórica de este concepto, U. LOTZ-HEUMANN, “The Concept of “Confessionalization”: A Historiographical Paradigm in Dispute” en Memoria y Civilización: Anuario de Historia, 4 (2001), pp. 93-114 y J. I. RUIZ-RODRÍGUEZ e I. SOSA MAYOR, “El concepto de la “Confesionalización” en el marco de la historiografía germana”, Studia Historica. Historia Moderna, 29 (2007), pp. 279-305. Sin duda, el debate no está aún cerrado, como lo demuestra el monográfico que le ha dedicado la revista Manuscrits. Revista d´Historia Moderna, 25 (2008) con el título de “Confesionalización y disciplinamiento social en la Europa Católica (siglos XVI-XVIII)”.

61

Este proyecto ocasionó numerosos conflictos políticos en diferentes territorios de la

Monarquía y originó una dura pugna con Roma, que consideraba su jurisdicción

universal y no estaba dispuesta a ceder porciones de la misma fácilmente.

Sin duda, las ideas “ebolistas” no eran válidas para aplicar estos principios y

Felipe II tuvo que buscar otros personajes en quien apoyarse para poder llevarlos a

cabo. Llegados a este punto, conviene recapitular brevemente la visión que defendían

“ebolistas”151 e “imperialistas”, cuyo testigo ideológico tomarían los “albistas”, tanto de

la Monarquía como de las Casas Reales y de la religión.

El primer grupo defendía que la Monarquía debía ser “múltiple” o “compuesta”,

como había sucedido en varios momentos a lo largo del reinado de Carlos V, lo que

implicaba la ausencia de instituciones comunes a todos los reinos, que estarían unidos

únicamente por pertenecer al mismo príncipe y con la Corte como elemento integrador.

De esta manera, personajes de todos los reinos podrían acceder a la fuente de gracia,

que era el soberano, y ocupar cargos no solo en sus propios territorios sino también en

otros o en el propio entorno del monarca. Por el contrario, los “imperialistas” defendían

una monarquía “articulada” en la que la armonía del cuerpo político se fundamentara en

la jerarquía de los reinos, a cuya cabeza debía situarse Castilla. Por lo tanto, era

necesario rebajar la “independencia” de cada dominio a través de un proceso de

institucionalización que separara lo político (gubernaculum) de lo jurisdiccional

(jurisdictio)152.

Lógicamente, la postura de ambos partidos ante la configuración de las Casas

Reales estaba clara; mientras los “ebolistas” defendían la presencia en las mismas de

personajes de todos los reinos que componían la Monarquía para que, al igual que había

sucedido con Carlos V, la Casa de Borgoña sirviera como elemento integrador de todas

las élites territoriales, los “imperialistas” defendían que las Casas del rey debían estar

ocupadas por las principales élites castellanas, como correspondía al reino más

importante de la Monarquía. Un ejemplo perfecto de esta visión resulta el hecho de que

el duque de Alba, mayordomo mayor de la Casa de Borgoña del rey, no contempló en

151 Sobre este grupo, J. MARTÍNEZ MILLÁN, “Grupos de poder en la Corte durante el reinado de Felipe II: la facción ebolista, 1554-1573”, en J. MARTÍNEZ MILLÁN (Ed.), Instituciones y élites de poder..., pp. 137-197. 152 M. RIVERO RODRÍGUEZ, "El Consejo de Italia y la territorialización de la monarquía (1554-1600)" en E. BELENGUER CEBRIÀ (coord.), Felipe II y el Mediterráneo, Madrid, 1998, III, pp. 97-113.

62

ningún momento conceder oficio palatino alguno dentro de las mercedes que propuso en

1569-1570 para aquellos flamencos que no se habían rebelado contra Felipe II153.

En cuanto a la religión, los “ebolistas” defendían una espiritualidad “mística”,

que estudiaba la teología buscando una renovación de la fe y que propugnaba la oración

mental y la contemplación. De igual manera, abogaban por una reconversión pacífica al

catolicismo de aquellos lugares que habían renegado anteriormente, adoptando un

talante transigente y humanista. Sin duda, la Compañía de Jesús era la orden religiosa

que mejor se ajustaba a estos preceptos, como así defendieron tanto los miembros del

círculo portugués de la Corte de la Monarquía como varios miembros de la familia real

hispana, caso de doña Juana, don Juan de Austria, Margarita de Parma o Alejandro

Farnesio, y un numeroso grupo de nobles, entre los que podemos contar a los Mendoza,

a los de la Cerda o duques de Medinaceli, al marqués de Mondéjar, al conde de Feria,...

Por último, también entre el clero despertó simpatías la Compañía, comenzando por

Carranza y siguiendo con otros insignes religiosos como Gaspar de Quiroga, sucesor en

el arzobispado de Toledo del dominico navarro, el cardenal Espinosa al inicio de su

carrera o el propio cardenal Tavera en los últimos momentos de su vida. Una vez fueron

conscientes de que su religiosidad no se adaptaba a lo demandado por Felipe II para

llevar a cabo la Confesionalización, los jesuitas trataron de ajustar su espiritualidad y se

comisionó al padre mallorquín Jerónimo Nadal desde Roma para que procurara dejar

claras las diferencias entre la religiosidad de la Compañía y la de los “alumbrados” y

otras corrientes heréticas. Se reprendió a algunos místicos jesuitas, se revisaron los

libros existentes en sus bibliotecas y se fijaron las lecturas adecuadas, aunque no fue

suficiente154. Por el contrario, sus oponentes eran firmes defensores de la orden de los

dominicos y de todos aquellos que defendían una teología más intelectual y menos

vivencial, en donde las corrientes eran más fáciles de controlar y, por tanto, se ajustaban

mejor a las necesidades que implicaba esa Confesionalización. Debido a ello, hicieron

lo posible por suprimir las corrientes espirituales en las que dominaba el sentimiento y

la vivencia individual, proceso que comenzó en los últimos años de Fernando de Valdés

como Inquisidor General, no solo con las persecuciones a Carranza y los jesuitas, sino

también con la publicación del Catálogo de libros prohibidos de 1559, aunque no

debemos desligar estas actuaciones de sus intereses políticos. Sería Diego de Espinosa

153 Sobre este asunto, nuestro artículo, “La concesión de mercedes en los Países Bajos durante el gobierno del duque de Alba. La importancia del control del gobierno de las ciudades y de las provincias”, en J. BRAVO LOZANO (ed.), Espacios de poder: Cortes, ciudades y villas, Madrid, 2002, I, pp. 187-215. 154 Configuración..., p. 83.

63

quien culminara este proceso de implantación de una ideología ortodoxa con el que se

quebraba la transigencia ideológica y religiosa en la que se había criado Felipe II y que,

en algunos momentos, fue preponderante en su Corte155.

La nueva deriva ideológica de la Corte de Felipe II llevó a que la influencia

“ebolista” fuera decayendo tras la fijación de la capitalidad en Madrid en 1561, medida

que también podemos encuadrar dentro del proceso de Confesionalización, en

detrimento de un nuevo grupo de poder, apadrinado por el III duque de Alba, cuyas

ideas se adecuaban más a ese proceso. Los personajes asociados a Ruy Gómez

comenzaron a ser desplazados de los oficios y basten como ejemplos los del propio

Éboli, cuyo declive comenzó el 11 de agosto de 1564 al ser nombrado mayordomo

mayor de la Casa del príncipe don Carlos, lo que le relegó en el ámbito cortesano, o

Eraso, al realizarse una Visita al Consejo de Hacienda que él dominaba. La decisión,

tomada en abril de 1565, de enviar al duque de Alba al frente de la comitiva que debía

acompañar a la reina Isabel de Valois a reunirse con Catalina de Médicis en las vistas de

Bayona, certificó la mudanza cortesana. Sin duda, el triunfo de este grupo político

tendría un influjo decisivo en el estallido de la Revuelta de los Países Bajos.

1.2.2.- La ruptura de la integración de las élites flamencas en la Monarquía

Hispana de Felipe II (1555-1566)

1.2.2.1.- La Corte del monarca

Cuando Felipe II llegó al trono heredó una entidad política inédita y carente de

estructuras comunes en la cual los diferentes territorios se veían privados de la presencia

física de su Príncipe, máxime cuando el monarca decidió situar definitivamente la

capital en Madrid156. Para poder gestionar su herencia, el “Rey Prudente” decidió que

continuara en vigor el exitoso modelo que había utilizado su padre para mantener

unidos todos esos reinos, cual era integrar en su servicio a las élites territoriales de sus

diferentes dominios. Para ello, además de usar sus propias Casas de Castilla y Borgoña,

pudo valerse de otros servicios como los de sus hermanos don Juan de Austria y doña

Juana, su hijo don Carlos, su mujer Isabel de Valois y los diferentes Archiduques que se

vinieron a educar a Castilla.

Este panorama se alteraría a los pocos años, ya que pronto se impusieron en la

Corte las ideas de esas élites castellanas que propugnaban una hegemonía de lo

155 J. MARTÍNEZ MILLÁN, “En busca de la ortodoxia: el Inquisidor General Diego de Espinosa” en ID. (dir.), La Corte de Felipe II..., pp. 196-227. 156 Para este proceso, ID., “La integración de las élites ciudadanas castellanas en la Monarquía a través de la Casa Real”, en Felipe II, I, pp. 645-685.

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castellano en el conjunto de la Monarquía. Su triunfo supuso que los miembros de esas

élites pasaran a ocupar los principales oficios de las Casas del rey, mientras los servicios

de los demás miembros de la familia real quedaban para las facciones castellanas y de

otros reinos que no conectaban con las ideas que estos patrocinaban. Fruto de este

proceso fue la distorsión que se produjo en los fundamentos en los que se había basado

la construcción de la Monarquía con Carlos V y la aparición de una grave contradicción:

el modelo “oficial” de Casa era el de la Dinastía, casa de Borgoña, en vez de la del

reino, Castilla, que había contribuido a articularla.

Esa contradicción cobró especial relevancia en lo referente a las élites flamencas,

pues la ruptura en el acceso al monarca provocó malestar entre aquellos que habían

tenido contacto directo con el emperador pocos años antes. Junto a ese descenso

significativo de sus posibilidades de medro y de acceso a oficios palatinos, se les exigía

que contribuyeran financieramente a sostener unas guerras que les eran indiferentes en

muchas ocasiones e, incluso, que ayudaran a mantener un sistema que les excluía. Sin

duda, era muy difícil gobernar sin la ayuda de esas élites157 y esa ruptura puede ser

considerada como uno de los principales motivos del inicio de la Revuelta.

Ya el primer servicio que se puso al príncipe Felipe en 1535 se había formado de

acuerdo al modelo castellano y con una gran mayoría de servidores de ese reino,

recurriendo al consejo de Gonzalo Fernández de Oviedo, criado del príncipe Juan (hijo

de los Reyes Católicos) cuando se le puso servicio en 1496158, debido a la ausencia de

textos normativos. Pese a esta hegemonía de lo castellano, los grupos desplazados del

poder pudieron incluir parte de los protocolos borgoñones y portugueses en los usos

diarios del ceremonial, por lo que no se generaron demasiadas protestas159. Este primer

servicio era muy reducido y no sería hasta el fallecimiento de la emperatriz Isabel en

1539 cuando se constituyera la Casa de Castilla del heredero en todo su esplendor,

introduciéndose en ella algunos criados de su madre. Posteriormente, en concreto en

1543, se produjo una nueva reorganización de la misma ante la marcha de Carlos V de

Castilla, con la intención de reducir el gasto y algunos oficios superfluos. Pese a estos

ajustes, estaba claro que la dimensión del servicio se iba a tener que incrementar para

poder adecuarse a la relevancia que tenía el heredero de un imperio de tal magnitud; la

157 Como expresa H. KOENIGSBERGER en su artículo “Patronage, Clientage and Elites...”, p. 128, “The government of Philip II in the Netherlands, like all early modern governments, depended ultimately on the co-operation of the local elites”. 158 G. FERNÁNDEZ DE OVIEDO, Libro de la Cámara Real del Príncipe don Juan e offiçios de su casa e serviçio ordinario, Madrid, 1870. 159 S. FERNÁNDEZ CONTI, “La organización de la Casa del príncipe Felipe (1535-1546)” en Carlos V, II, pp. 97-121. El listado de los componentes de la misma en Ibídem, V, pp. 99-105.

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muerte el 27 de junio de 1546 de Juan de Zúñiga, ayo y mayordomo mayor desde 1539,

inició tal proceso.

La certidumbre del emperador de que el servicio a la castellana no iba a ser

aceptado por las élites del resto de sus reinos y la necesidad de superar el restringido

marco que este suponía, hicieron que a comienzos de 1548, y de cara al inminente viaje

que el príncipe Felipe iba a realizar por los territorios europeos, se decidiera establecer

una Casa de Borgoña para el príncipe. El encargado de tal tarea fue el propio

mayordomo mayor de la casa de Borgoña del Emperador, el insigne castellanista III

duque de Alba, que fue nombrado mayordomo mayor de las nuevas Casas del heredero

de Borgoña y de Castilla160. Desde esa importante atalaya, Fernando Álvarez de Toledo

intentó controlar los nombramientos, pero fue incapaz de construir en torno al heredero

una red de influencia suficiente que garantizara su acceso al futuro soberano, ya que

para ello necesitaba disfrutar de su gracia, pero, como hemos podido ver, era Ruy

Gómez quien gozaba de ella.

En líneas generales, la estructura de esta nueva Casa de Borgoña del príncipe

coincidía con la adaptación que el emperador había realizado de la suya. De hecho, se le

incorporaron cuerpos propios de las tres guardas de la Casa de Borgoña, lo cual

constituyó una novedad, pues hasta ese momento el príncipe y otros miembros de la

familia real con servicio propio habían usado los cuerpos pertenecientes a la Casa del

emperador, excepto la guarda de Corps que solo protegía al soberano, en especial la

Guarda Vieja, sección de la guarda Española. El problema vino cuando Felipe II

accedió al trono, ya que se tuvieron que fusionar su guarda y la de su padre, quedando

muchos de sus miembros fuera de esta unificación. Desde ese momento, se decidió que

ese desdoblamiento no se iba a volver a producir, medida que fue favorecida por la

decisión de establecer de manera permanente la capital en Madrid y la consiguiente

reducción de las Jornadas reales.

La Casa de Castilla, por su parte, vio disminuidas sus atribuciones y número de

servidores en detrimento de la de Borgoña, pero no se apreciaron quejas de las élites

castellanas, pues esta última sufrió, al igual que había sucedido años antes con la de

Carlos V, una fuerte “hispanización”.

La masiva entrada de hispanos en la Casa de Borgoña del príncipe provocó que

el número de servidores flamencos resultara muy bajo, incluso tras la incorporación de

algunos nuevos durante su estancia en los Países Bajos, lo que no se correspondía con 160 Sobre el proceso de formación, S. FERNÁNDEZ CONTI, “La introducción de la etiqueta borgoñona y el viaje de 1548-1551” en Ibídem, II, pp. 210-225. En cuanto a los componentes de la misma, Ibídem, V, pp. 105-115.

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las pautas que habían regido el servicio de Carlos V. Así, nos encontramos con 7

gentilhombres de la boca, sobre un total de 73, como eran Louis de la Troilliere,

Baudoyn de Blois, Adrien de Bailleux, Jean de Beaufremont, Antoine de Rubemprey,

François de la Baume, Maximilian Longueval y posiblemente lo fuera también Jacques

de Chaerhon. En cuanto a gentilhombres de la casa, solo 8 de 86 eran de los Países

Bajos, a saber, Charles Pinelot, Philippe de la Douve, Francisco de Haeften, Jerónimo

de Mol, Charles vander Noot, Jehan de Gilley, Geri de Brecht y Juan de Verluzey. En la

caballeriza, por su parte, estaría Claude Morillon como heraldo de armas siguiendo la

tradición borgoñona de este oficio, como costilleres Philippe Schoonhoven y Adrien de

Berghes y como pintor Cristiano de Amberes. En los oficios llama la atención la cocina,

pues eran flamencos el cocinero mayor Periquín Faschet y los tres cocineros Gil de

Mes, Juan de Myedes y Nicolás Jamart, así como el bujier Hernando de Haller. Junto a

ellos, en la cava aparece como sota ayuda Miguel de Namur y en la botica como

boticario Juan Jacques Arigón y como ayuda Juan Arigón. Por lo que respecta a la

cámara, como gentilhombre estaría Jehan de Glymes, II marqués de Berghes, como

ayuda Jacques de Vandenese, como ujier Francisco Lallemand y el contralor Jehan de

Vandenese. Por último, como criado de la furriera nos encontramos a Juan Sigoney. Es

decir, un total aproximado de 32 flamencos más los pertenecientes a la guarda de Corps,

integrada por 50 archeros, capitán, teniente, capellán, furrier y trompeta, que eran

íntegramente de dicha nación por sus especiales connotaciones. Sin duda, el porcentaje

sobre el total de servidores era muy pequeño y con presencia inexistente en secciones

como la capilla, en donde se dio preponderancia a la Casa de Castilla. Además, estos

flamencos no aparecían en los cargos superiores de la casa, siendo el conde de Horn

como capitán de los archeros y el marqués de Berghes como gentilhombre de la cámara

quienes tuvieron los más destacados.

Estas carencias se intentaron subsanar durante los meses que siguieron al acceso

de Felipe al trono, a través de la incorporación de una serie de criados flamencos a su

servicio, algunos de los cuales provenían de la casa de su padre mientras que otros eran

de nuevo cuño161. Especial relevancia en este proceso tendría la capilla162, en la cual el

161 Para los componentes de la Casa de Borgoña de Felipe II, Felipe II, II, pp. 521-566. 162 Sobre la capilla de los Austrias, J. J. CARRERAS y B. J. GARCÍA GARCÍA (eds.), La Capilla Real de los Austrias: música y ritual de Corte en la Europa moderna, Madrid, 2001. Así mismo, E. VANDER STRAETEN, La musique aux Pays-Bas avant le XIX siècle, 8 vols., Bruxelles, 1867-1888, ed. facsímil en 4 vols., New York, 1969, P. BECQUART, Musiciens néerlandais à la cour de Madrid. Philippe Rogier et son école (1560-1647), Bruselas, 1967, L. ROBLEDO ESTAIRE, "La Capilla Real entre Felipe el Hermoso y Felipe II: su influencia en la música española" en W. THOMAS y R. A. VERDONK (eds.), Encuentros en Flandes, Lovaina,

67

sector borgoñón era el más afamado de Europa debido al prestigio que conservaba la

música franco-flamenca gracias a la excelencia de sus cantores y compositores, por lo

que tendría una mayor entidad cuando se produjo la unión de las Casas de Castilla y

Borgoña de Carlos V y del príncipe Felipe. La capilla flamenca del emperador mantuvo

hasta cierto punto su personalidad, pues fue registrada sistemáticamente como “capilla

flamenca” en los roolos, diferente a la “capilla española” proveniente de la Casa de

Borgoña del príncipe Felipe. Sin duda, la presencia de flamencos en esta sección fue

importantísima durante todo el reinado de Felipe II, pero se produjeron una serie de

cambios que influyeron notablemente en su relevancia.

El personal de la capilla debía proceder de las élites de los reinos que estaban

comprometidos con la ideología religiosa que se intentaba propugnar, ya que esta

sección de la Casa imponía la conducta que debía seguirse en la Corte163. Entre 1556-

1561 se produjeron numerosos nombramientos de capellanes y predicadores apoyados

por los grandes patronos cortesanos, recogiendo las diversas corrientes espirituales

existentes para así integrar la herencia recibida. Sin embargo, los cambios cortesanos

que tuvieron lugar durante esos años propiciaron que los nuevos nombramientos

recayeran en familiares de los letrados castellanos que ocupaban cargos en los Consejos

y personal relacionado con la Inquisición, para así poder llevar a cabo el proceso de

Confesionalización. De esta manera, los flamencos fueron quedando relegados al sector

musical y a sus diferentes oficios como maestro de capilla, tenientes de maestro de

capilla o cantorcicos. Es significativo en este proceso el relevo de limosnero mayor,

cargo que estaba supeditado al de capellán mayor pero que era el responsable directo de

la capilla en todos los asuntos cotidianos, que tuvo lugar en julio de 1556 cuando Oudart

Bersacques, procedente de la Casa de Carlos V, fue sustituido por Lupercio de

Quiñones. De igual manera, tendió a disminuir el número de flamencos que sirvieron

como capellanes de altar, siendo superados por los hispanos unos años más tarde.

Fuera de la guarda y de la capilla, observamos que otro núcleo importante de

flamencos se encontraría entre los gentilhombres de la boca. Procedentes de la casa del

príncipe estarían los 7 que ya ejercían como tal, aunque Baudoin de Blois solo lo hizo

en 1556, más la incorporación de Adrien de Berghes tras ser ascendido desde el oficio

de costiller. Jean de Ligne, conde de Aremberg, se incorporaría al servicio desde la Casa

del emperador y de nuevo cuño aparecerían Pierre de Peloux, señor de Vercel, Philippe

2000, pp. 291-310, donde hace referencia a bibliografía sobre el asunto, y L. ROBLEDO ESTAIRE y H. PIZARRO LLORENTE, “La capilla” en Felipe II, I, pp. 143-225. 163 J. MARTÍNEZ MILLÁN y H. PIZARRO LLORENTE, “La capilla real: integración social y definición de la ortodoxia religiosa” en Ibídem, I, pp. 517-544.

68

de Lannoy, el conde de Luxemburgo, Charles de Lannoy, señor de Mingoval, Antoine

de Lalaing, conde de Hooghstraeten, Maximilien de Gante, barón de Rassinghien,

Fredèric Perrenot, señor de Champagney, y Jehan de Sainte-Aldegonde, señor de Selles

–en este caso por su condición de teniente de la guarda, a la que iba aparejada siempre

una plaza de gentilhombre de la boca-.

Como gentilhombres de la casa nos encontramos a un nutrido grupo de

servidores que habían tenido el mismo oficio en la Casa del príncipe, caso de Philippe

de la Douve, Juan de Verluzey, Charles vander Noot, Jerónimo de Mol, Francisco de

Haeften, Geri de Brecht y Jehan de Gilley, siendo ascendido Philippe Schoonhoven

desde el oficio de costiller. Procedentes de la Casa del emperador, y que habían ocupado

en ella el mismo oficio, estarían Jehan de Mol, Andrés de Wassenaar, Charles de

Amerstorf y Philibert de Chassey, mientras que Pierre de Morbecque había sido

gentilhombre de la boca y Charles de Longastre y Jehan Baptiste Dandelot costilleres.

Por último, de nuevo cuño serían Gerard de Watteville, Arnould de Groninghen,

Godefroy de Warembourg, Philippe van den Merre, Philippe de Wignacourt, Prospère

de Lalaing y Jehan van Steeweghe.

En la caballeriza nos encontramos como correo mayor a Raimundo de Tassis, a

Venant du Bois como correo, a Michiel de Hun y Estienne la Jonchiere como maceros,

a Pedro de Vernoys y Claude Marion como reyes de armas, a Henry Colin como

frenero, a Juan y Daniel de Malinas como armeros y a Cristiano de Amberes, que seguía

siendo el pintor. Por lo que respecta a los pajes, oficio que tenía cierta importancia para

el futuro de la Casa pues en él se ocupaban jóvenes de entre 10 y 20 años que se

dedicaban al aprendizaje cortesano y al servicio y acompañamiento de los reyes fuera de

palacio y en la capilla especialmente, significativamente solo aparece Gilbert Villain,

barón de Rassenghien, entre los 25 poseedores de ese cargo que conocemos. La

promoción natural de los pajes solía ser al oficio de costiller, donde aparecen 4

flamencos que ya habían ejercido como tales en la Casa del emperador, a saber, Juan de

Brancion, Philippe de Chasteau, Arnould de Binielsberg y Frèderic Papenham.

Por lo que respecta a los oficios, como ayuda de la panetería estaría Cornelio

Clerhaghen, Jehan Renault como panadero, Miguel de Namur como sota ayuda de la

cava, Hernando de Haller como bujier y luego aguador, Pierre de Loncourt como

pastelero, Juan Arigón como ayuda de botica, Jehanin Nicolay como tapicero, Gery

Jehan como mozo de tapicería, François de Valere como ayuda de guardajoyas y tres

ayudas de cocina. Hugues Cousin, por su parte, sería aposentador de la casa. La furriera

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estaría dirigida por François Hannart y en ella aparecerían algunos servidores flamencos

pero en número reducido.

Por último, en la cámara habría un gentilhombre, el marqués de Berghes que ya

había ejercido como tal en la Casa del príncipe, el cirujano Frank van Utrecht, los

contralores Jehan de Vandenesse y Jehan Sigoney, que fue grefier con anterioridad, el

ayuda Jacques de Vandenesse y el ujier Jehan Baudoin.

Sin duda, el número y porcentaje de personajes flamencos y borgoñones se había

incrementado con respecto a los que habían formado parte de la Casa del príncipe,

especialmente en los oficios de gentilhombres de la casa y de la boca y en la capilla. Sin

embargo, si observamos detenidamente sus nombres y oficios nos encontramos con dos

cuestiones que llaman poderosamente la atención y que suponían una ruptura

importante con respecto a lo acaecido en época de Carlos V; en primer lugar, no había

apenas flamencos en oficios de relevancia, sobresaliendo únicamente el capitán de la

guarda de Corps, que siempre debía ser flamenco, y un gentilhombre de la cámara pero

sin aparecer ningún mayordomo, limosnero mayor, sumiller de corps, caballerizo,... En

segundo lugar, se dejó fuera del servicio del nuevo monarca a significativos nobles

flamencos que habían ocupado cargos relevantes en el servicio de Carlos V, por lo que

casi toda la flor y nata de la aristocracia de aquellas tierras quedaba fuera del acceso a la

fuente prístina de gracia. Este fue el caso, entre otros, de los caballerizos mayores Jehan

de Hénin-Lietard, conde de Boussu, y del señor de Dandelot, del capitán de la guarda

Charles de Brimeu, conde de Meghem, de los gentilhombres de la cámara Orange,

Lamoral de Egmont o Floris de Montmorency, señor de Hubermont, del de la boca

Pierre-Ernest de Mansfeld o del de la casa Henry de Brederode.

Es cierto que la idea del príncipe era la de fundamentar su reinado en nuevos

personajes y clientela propia para tratar de evitar la influencia de los consejeros de su

padre, pero resulta significativo que ningún flamenco formara parte de esa nueva clase

dirigente. Aunque se trató de contentar a estos personajes con otra serie de mercedes, se

estaba cortando uno de los principios básicos sobre los que se habían organizado los

heterogéneos territorios de Carlos V: el uso de su Casa de Borgoña como pieza

fundamental de integración de las élites territoriales.

La situación se agravaría aún más tras la marcha de Felipe II de los Países Bajos

en 1559, ya que en los años anteriores a la Revuelta hubo escasos nombramientos de

flamencos para la Casa del monarca, destacando únicamente los del gentilhombre de la

boca Oudart de Bournonville, antiguo paje de Carlos V, el de la casa Philippe de

Lalaing y otros oficios menores.

70

Tras los primeros momentos del levantamiento flamenco, se intentó paliar esta

situación con nuevas incorporaciones en los cargos de gentilhombres de la casa, de la

boca, costilleres y pajes, aunque nunca de forma sistemática ni en los oficios más

importantes. Especialmente relevantes fueron los nombramientos en 1567164 tras

comprobar la actitud de obediencia de estos personajes, y, aunque esta medida no acabó

con la Revuelta, permitió ir generando una clientela que, a la larga, permanecería fiel al

monarca165.

Mención especial merece la evolución durante estos años de la guarda de

archeros de Corps, por representar como ninguna otra sección de la Casa la nueva

situación que se estaba viviendo. Desde su incorporación a la Casa de los monarcas

hispanos en 1502 había ejercido una triple función: defensa e integridad de la persona

real, participación en el complejo entramado que suponía la aparición pública del

monarca y, como no, espacio integrador de las élites territoriales flamencas en la Casa

Real166.

Los archeros, según las ordenanzas de 1589167, debían ser “nobles vasallos

nuestros originarios de nuestros Estados de los Payses Bajos y Condado de Borgoña y si

aconteciere que alguno de los que pretenden plaça en la dicha compañía no fuese noble,

siendo hijo de padres honrados, y sin nota de infamia, dispensamos a que sea admitido

habiéndonos primero servido por lo menos seis años en la guerra”. Además, “Que de

aquí adelante no sea admitido en la dicha Compañía ningún oficial mecánico, o vil, y se

procurará todo lo posible, que los que se recibieran demás de las calidades arriba dichas,

sean de buena presencia, sanos de miembros, y sin falta en sus cuerpos, ni cobardes, ni

ayan recibido afrenta alguna, y que sean de edad de veinte y cinco a quarenta años”. Sin

embargo, ya estas ordenanzas no obviaban la realidad que estaba viviendo el cuerpo y

164 Aunque hay dificultades para conocer los componentes exactos de la casa entre 1559 y 1567 y sus fechas de ingreso, hay casos de nombramientos en 1567 que he podido comprobar como el de Charles de Tisnacq, Gilles de Berlaymont, Gerard de Watteville o Guy de Brecht. 165 Aunque hay que tener en cuenta que la pertenencia al servicio del monarca no eximió a algunos flamencos de participar en la Revuelta, como fue el caso de Horn, del gentilhombre de la cámara marqués de Berghes, de los de la casa Jehan de Mol y Charles vander Noot o del ayuda de cámara, y cliente de Éboli, Jacques Vandenesse. 166 Sobre la evolución de las funciones de la guarda de Corps, nuestra artículo “La “Noble Guarda de Archeros de Corps” en el contexto de la Casa Real de los monarcas Austrias Hispanos” en R. VERMEIR, R. FAGEL y M. EBBEN (eds.), Agentes e identidades en movimiento: España y los Países Bajos, siglos XVI-XVIII, Madrid, 2011, pp. 191-230. 167 Publicadas en Felipe II, II, pp. 830-832. Para un análisis pormenorizado de estas ordenanzas, así como de las de 1626 y 1634, E. MARTÍNEZ RUIZ, "Presencia de Borgoña y de los Países Bajos en la Corte madrileña: la compañía de archeros de la guarda de Corps (1589-1635 aprox.)", Madrid, revista de arte, geografía e historia, 5 (2002), pp. 52-64. No hay constancia de unas ordenanzas anteriores.

71

que iba a tomar un cariz mucho más preocupante en años posteriores: la pérdida de

lustre y de condición social de sus miembros168.

Aunque el conocimiento de los integrantes de la guarda durante el reinado de

Carlos V es mucho más complicado que para los años posteriores al no conservarse más

que roolos sueltos169, mientras que desde 1553 en adelante se conservan prácticamente

íntegros170, podemos considerar que su condición social, en general, fue mucho más

elevada de lo que sería posteriormente.

Por lo que respecta a los capitanes, nos encontramos con que durante el reinado

de Felipe I fueron personajes nobles pero que no pertenecían a las familias de mayor

alcurnia de Flandes y tampoco gozaban de una gran importancia política como fue el

caso de Roddick, bastardo de Antoine de Lalaing, Claude de Salins o Louis de Vauldry.

El puesto, sin embargo, se revalorizó con Carlos V, que nombró a algunos capitanes

procedentes de las grandes familias flamencas que utilizaron en muchas ocasiones el

puesto como trampolín para su ulterior vida cortesana. Este fue el caso de Maximilianne

de Lannoy, el señor de Corrières o Charles de Brimeu, conde de Meghem, aunque otros

fueron de menor alcurnia como el señor de Habbarcq. Perteneciente a una familia de

menor entidad que los Brimeu o Lannoy era Philippe de Montmorency, conde de

Horn171.

Por lo que respecta a los tenientes, desconocemos la fecha de creación de este

cargo y el primero del que tenemos constancia es el señor de Archmont, que lo fue

durante la capitanía del señor de Corrieres (1538-1549) aunque ignoramos en qué

168 En concreto, trata el asunto en su artículo 11, “Y porque entre los cien Archeros que ay de presente en la dicha guarda, ay algunos que no tienen las calidades que se requieren, mirar se ha en que poderles ocupar para acomodarlos fuera de la dicha Compañía, en la qual es nuestra voluntad, que se reciba de nuevo Archero alguno que no tenga las calidades y partes arriva dichas, y que preceda siempre la información dicha”. 169 Así, los publicados por Gachard, en su Collection des voyages..., de 1517 (II, pp. 509-510), 1521 (II, pp. 517-518) y 1534 (III, pp. 395-396) o su listado de lo que quedó a deber a personajes de la Casa desde 1520 a 1531, donde aparecen varios archeros (III, pp. 313-314). De igual manera, se conserva el de 1523 (AGR, MD, 391/17), el del 24 de septiembre de 1532 (AGR, Audience, reg. 24) o desde 1543 hasta el final del reinado de Carlos V en el “Roolle des seigneurs, gentilzhommes, officiers et autres persones qui estoient competes par les escroez de la maison de l´empereur Charles Cinquieme de ce nom, Roy des espaignes, Archiduc d´Austrice, duc et conte de Bourgoigne, etc. Le premier jour de janvier XVCXLIII, et de ceulx qui ont estez depuis receuz, et aussi cessez, fut par mort ou autrement jusques au jour” publicado en Carlos V, V, pp. 248-257. 170 Los roolos de la guarda de Corps se encuentran en AGP, Reg. 5729 (abarca de 1553 a 1580), 5730 (1584-1621), 5731 (1622-1666) y 5732 (1666-1693). 171 Sobre los capitanes de la guarda de Corps de los Austrias, sus biografías e influencia en la guarda, nuestro artículo “Una élite flamenca en el servicio del monarca: los capitanes de la guarda de archeros de Corps” en E. SORIA MESA y J. M. DELGADO BARRADO (eds.), Las élites en la época moderna. La Monarquía Española, Córdoba, 2009, III, Economía y poder, pp. 107-124.

72

fecha172. Eran nobles de segundo orden que se encargaban del funcionamiento de la

unidad cuando el capitán estaba ausente y eran elegidos, en un primer momento, por los

propios capitanes que, lógicamente, se valían de sus “hechuras”; tal fue el caso de

Guillaume de Flory, promocionado por el conde de Meghem, o Louis de la Troilliere,

“hechura” del conde de Egmont que le recomendó al de Horn. Sin embargo, al retirarse

al capitán la potestad de nombrarlos durante el reinado de Felipe II se produjeron

enfrentamientos y pugnas entre ambos cargos.

En cuanto a los furrieres, su importancia durante el reinado de Carlos V fue muy

inferior a la que adquiriría posteriormente173. Aunque desconocemos sus funciones

exactas debido a esa ausencia de textos normativos, estas estuvieron vinculadas desde el

principio a controlar el día a día de la guarda y a encargarse de esos pequeños asuntos

con los que no se “molestaba” al capitán y, posteriormente, al teniente. Entre estas cabe

destacar la de pasar revista a los archeros, sus vestimentas y enseres, informar a sus

superiores de las faltas en el servicio, alojarles en el cuartel que le indicaran los

aposentadores e, incluso, ejercer como escribano y secretario de la guarda. Sin embargo,

no sería hasta finales del siglo XVI cuando se potenciaría su cargo y se especificaran

sus funciones, en concreto durante las capitanías del I conde de Solre y del V marqués

de Falces. En estos primeros momentos apenas se diferenciaban de sus compañeros, ya

que vestían igual que ellos, cobraban sus mismos gajes, que de las 9 placas iniciales

pasaron a 12 en 1545 y a 18 en 1598, y debían cumplir los mismos requisitos para

ingresar en la guarda que el resto.

Por lo que respecta a los capellanes, eran personajes de procedencia diversa,

aunque nos consta que muchos de ellos pertenecieron previamente a la capilla

borgoñona de Carlos V y Felipe II como Jacques Alardi, capellán des basses messes de

la petite chappelle del emperador, y Jehan Moufflin, que estuvo en el cargo más de 30

años desde que en 1554 entrara a servir en la guarda del príncipe Felipe.

Los archeros, por su parte, fueron los que más variarían su extracción social de

un momento a otro. Es difícil marcar una pauta general sobre su composición durante el

primer periodo ante la escasez de fuentes, pero, sin embargo, hay un hecho que llama la

atención: el elevado número de hijos bastardos de familias nobles que ingresaron en el

172 AGS, SP, leg. 2539, s. f. 173 Sobre el oficio de furrier y los integrantes de la familia Wissenacken que ocuparon el cargo, nuestro artículo “El uso de las guardas reales como posibilidad de medro familiar: los Wissenacken y la guarda de archero de Corps” en J. J. BRAVO CARO y S. VILLAS TINOCO (eds.), Tradición versus innovación en la España Moderna, Málaga, 2009, II, 669-687.

73

cuerpo174. Así, encontramos cerca de 30 durante el reinado de Carlos V, lo que supone

un número considerable teniendo en cuenta las lagunas temporales de la documentación.

De esta manera, podemos deducir que la guarda de Corps se mostraba como una

excelente salida para hidalgos, segundones y baja nobleza, como fue también el caso del

borgoñón señor de Montclaire, que podían medrar en el servicio real a través de su

servicio en esta compañía. Por supuesto, también era importante para poder ingresar en

la guarda contar con el beneplácito del capitán, que tenía la potestad de poder elegir a

los nuevos archeros lo que les permitía disponer de una importante fuente de prebendas

para premiar a sus “hechuras”, o de algún poderoso cortesano que pudiera impulsar su

carrera175. En cuanto a su procedencia geográfica, nos encontramos con miembros de

todas y cada una de las XVII provincias, aunque era posible que se colara de forma

esporádica algún integrante de origen “extranjero” pero siempre de una categoría social

no desmerecedora de tan prestigioso cuerpo176.

La función integradora de la guarda comenzaría a desaparecer a raíz de los

acontecimientos que tuvieron lugar durante los primeros años del reinado de Felipe II y

la muestra más notoria sería su capitán Philippe de Montmorency, conde de Horn177.

Este noble flamenco ostentaba el cargo desde que don Felipe pasó por sus tierras en

Weert en 1549 y se lo ofreció gracias a la buena relación que mantenía con Eraso. Tras

escoltar al heredero por sus diferentes viajes europeos, ejerció como plenipotenciario en

las negociaciones del Tratado de Cateau-Cambrésis en 1559 y acompañó al monarca a

Castilla, donde permanecería a su lado hasta que se estableció la capital en Madrid. El

motivo de su abandono de la Corte en otoño de ese año resulta muy clarificador, pues

según Geoffrey Parker se le había prometido ser superintendente para los asuntos de los

Países Bajos, pero se dio cuenta de que se tomaban las decisiones importantes sin

consultarle178. Tras quejarse de la actuación de Granvela por acaparar los puestos y

decisiones en Flandes, se le permitió marchar a Bruselas, no sin antes nombrar como

archero a su secretario Alonso de Laloo, que debía bregar por sus gajes e informarle

sobre todo lo que sucediera en la guarda y que estuvo a caballo entre Flandes y Castilla

174 Aunque a Gachard se le plantean dificultades, pues en los roolos de 1517 y 1521 los denomina bastardos, mientras en el de 1534 los identifica como barones. Nosotros nos inclinamos por la primera opción. 175 Como es el caso de Fery de Guyon, servidor de Luis de Praet. 176 Así aparecen p. e. los italianos Anthoine Vacquet, Michel Apuviyet, Moris de la Motte, Jacques Pourat (nombres afrancesados), Mando de Saboya o Francisco de Gattinara o “Le breton”, conocido así en la guarda por su origen. 177 La bibliografía sobre este personaje y su papel en la Revuelta es ingente, por lo que solo destacamos T. JUSTE, Les Pays-Bas au XVI siecle: Le comte d´Egmont et le comte de Hornes (1522-1568), Bruselas, 1862, pp. 21-25 donde aparecen sus principales datos biográficos. 178 G. PARKER, op. cit., p. 51.

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hasta que el primer tercio de 1568 pidió permiso para dejar el oficio y no volvió a servir

como tal179. Como es bien sabido, las circunstancias hicieron que Horn no retornara de

Flandes y que acabara siendo ajusticiado junto al conde de Egmont el 5 de junio de

1568 tras su participación en los comienzos de la Revuelta.

Sin duda, la ausencia de Horn supuso el primer revés serio para la compañía,

pues fue el inicio de una grave crisis del cargo de capitán. Tras decidirse su destitución

en 1567, se planteó la posibilidad de elegir a un sucesor pero la decisión final se

postergó debido a la ausencia de la corte madrileña del duque de Alba, mayordomo

mayor, que se encontraba en Flandes para tratar de sofocar la Revuelta180. Cuando el

“Gran Duque” retornó a Castilla en 1574 había caído en desgracia y tampoco pudo

proceder al efecto. Este retraso, unido a la decapitación de Horn, hizo que la figura del

capitán de la guarda de archeros de Corps quedara en entredicho y perdiera durante un

tiempo su prestigio. La Revuelta hacía muy difícil conseguir a hombres de confianza

para que ocuparan puesto tan insigne dentro del ceremonial y de la Casa Real, por lo

que el cargo quedó vacante hasta comienzos de 1588. Esta incertidumbre provocó un

grave daño a la compañía, que comenzaría a vivir un periodo de descontrol.

En efecto, la crisis del cargo de capitán fue el primer síntoma de que algo no

funcionaba y de que la Revuelta estaba influyendo en el decurso vital de la unidad con

la pérdida de la función integradora de unas élites flamencas que fueron perdiendo

interés en la guarda, debido a que muchos nobles se posicionaron en contra del bando

realista mientras que los afectos tenían mejores perspectivas de medro y de obtención de

mercedes en el ejército. De esta manera, el lustre de la compañía y la extracción social

179 Nacido en Middelburg en 1533, su primer oficio de importancia fue el de secretario del conde de Horn. Como tal, una vez se nombró a su señor capitán de la guarda de archeros de Corps del príncipe Felipe le acompañó durante los viajes del heredero y, posteriormente, nuevo monarca. Se separarían en 1561 cuando el Conde retornó a Flandes, quedando él, tras ser nombrado archero, como supervisor de la compañía en ausencia de su señor y encargado de reclamar sus gajes. Así, el secretario estuvo a caballo entre Flandes y Castilla hasta que en el primer tercio de 1568 dejó la guarda tras ser detenido tras el apresamiento de su señor. Parece ser que colaboró en las pesquisas reales sobre Horn, por lo que fue rápidamente liberado y retornó a Flandes buscando un nuevo patrón. El duque de Alba le recomendó para el puesto de Greffier en Holanda en 1574 pero, sin embargo, consiguió la plaza de contador del nuevo gobernador Requesens. Tras fallecer este, ingresó como secretario en el Conseil Privé, oficio en el que permanecería hasta su nombramiento como secretario del “Ministerio Colateral” en 1580. Posteriormente, en 1588, se le designó como secretario del nuevo Consejo de Flandes, ejerciendo como tal hasta 1598 en que marchó a Bruselas tras la Cesión. Allí serviría como secretario de Estado hasta su muerte en 1608 (P. M. WYNANTS, Histoire du Conseil suprême d´État étably pour les affaires des Pays-Bas près de la personne royale de Sa Majesté, s. d., BRB, Ms. 10491, parte 2ª, capítulo V, s. f.; R. VERMEIR, De Hoge Raad voor de Nederlanden en Bourgondië te Madrid onder Filips II (1588-1598), Universidad de Gante, memoria de licenciatura inédita, 1990, pp. 112-115; Configuración, p. 415 y AGP, Reg. 5729). 180 Alba a Felipe II, 1 de septiembre de 1568, EDA, II, p. 82.

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de sus miembros decayó y, aunque capitanes y tenientes siguieron siendo nobles de

cierta enjundia, la unidad fue perdiendo paulatinamente su función integradora para

pasar a desempeñar una nueva desde la década de los 80 del siglo XVI, como sería la de

representación de la nación flamenca en la corte de la Monarquía.

En efecto, la guarda de Corps se convirtió en representante de su comunidad

nacional en la Corte, por lo que su configuración social comenzó a responder a la

realidad de los flamencos en la misma. Las vías de acceso al cuerpo se fueron

ampliando con respecto a las que habían servido para el reinado de Carlos V, aunque

otras como la cercanía al capitán de la compañía continuaron existiendo181. Así, hubo

numerosos archeros que ingresaron provenientes del ejército182 y otros que lo hicieron

por la tradición familiar de servicio a la Monarquía183, habiendo sido este servicio

algunas veces en la propia guarda184 o en alguna de las Casas Reales185. De igual

manera, la concesión del oficio se convertiría en una forma de premiar a flamencos que

hubieran realizado algún servicio previo de importancia a la Monarquía y que, gracias a

esta merced, conseguían su entrada en la Casa Real, así como la posibilidad de poder

introducir en el cuerpo a otros miembros de su familia186. Por supuesto, su interés en

servir como guardas era mínimo y sus condiciones físicas y sociales para cumplir en un

cargo de esta índole eran, en muchos de los casos, cuanto menos dudosas, algo que fue

181 Albrecht vanden Duengue, por ejemplo, fue paje de lanza del marqués de Falces y llevó el guión de la compañía en la Jornada de los casamientos de Felipe III y el archiduque Alberto antes de ingresar en la unidad por intermediación del capitán. Pierre Renier, por su parte, tenía una relación estrecha con el marqués de Falces, tanta que este fue uno de los testigos de su boda con Juana de Legasa en 1619. 182 Valgan como ejemplo Lázaro Galvaleto, que sirvió en Flandes durante 15 años, Guillaume Briens, al servicio de Farnesio durante 6 años, o Nicolaes du Prie, que sirvió 10 años en la infantería española en Portugal y Nápoles. 183 Hay numerosísimos casos como el de Gilles Block, primo de Hans Block que fue camarero y administrador del secretario Antonio Pérez, o Alonso Huerta, hijo del furrier de la capilla Juan Huerta. Un caso singular es el de los tapiceros flamencos de la Casa Real, que merced a su servicio pudieron colocar a varios miembros de sus familias en la guarda; tal es el caso de Antonio de Utrech, hijo del tapicero real Pedro de Utrech, y, sobre todo, de Frederick y Guillaume de Pannemaker, pertenecientes a la famosa familia de tapiceros. 184 Igualmente, los casos son abundantes, comenzando por los Wissenacken y siguiendo por los Bellet, los Groeninghen, los Molinet, los Mollenghien, los Valrans, los Vassecourt, los Warendorp o los Wauters. 185 Entre estos nos encontramos a Jacob van Weymelen, que había servido en la guarda alemana desde, al menos, el segundo tercio de 1579 hasta el primer tercio de 1585 en que pasó a la guarda de Corps, Martín de Apont, que estuvo en el guardajoyas del rey desde 1596 hasta 1612 en que pasó a la guarda, o Jehan Jouy, que estuvo desde 1599 hasta 1606 en la compañía de arcabuceros a caballo españoles de la guarda del archiduque Alberto en Flandes. 186 Los casos más famosos fueron los de Jehan Llhermite, Hendrick Cock o los pintores Paulo van Mullen o Juan vander Hamen, que también ingresó por ser su padre archero. Sin embargo, nos encontramos con otros personajes como Ferdinandus van Aerschot, Jehan de Damhouder o Adriaen Coolbrant que habían realizado oficios de papeles antes de incorporarse a la guarda y se les premió con el ingreso en la misma.

76

posible gracias a que se comenzaron a falsear y a pasar por alto las limpiezas de sangre.

Años más tarde, se llegaría incluso a permitir el ingreso en la guarda de oficiales

manuales y mercaderes, lo que prohibían expresamente las ordenanzas187. Por todo ello,

podemos considerar que desde finales del siglo XVI entraron a servir en el cuerpo

flamencos que no reunían las cualidades deseadas, lo que provocó que se ocasionaran

algunos incidentes internos y de orden público que se incrementarían con el paso del

tiempo.

Por lo que respecta a los Consejos del monarca, se confirmó el proceso iniciado

en tiempos de Carlos V y las élites flamencas se encontraron cerradas las puertas de los

mismos.

Sin duda, el proceso de Confesionalización y la fijación de la sede de la Corte en

Madrid consolidaron esta tendencia, ya que estas decisiones se vieron acompañadas de

ciertas medidas encaminadas a propiciar en la medida de lo posible que el Soberano

estuviera presente en cada uno de sus estados pese a no poder estar allí físicamente188.

Felipe II fue consciente de la necesidad de dar organicidad a su patrimonio y, dejando

atrás el modelo compuesto de Monarquía que propugnaban los “ebolistas”, siguió el

principio de que la armonía del cuerpo político se fundabamentaba en la jerarquía y

desigualdad de los territorios con Castilla al frente. Al articular los Consejos

ordenadamente, se dotaría de corporeidad a la Monarquía y se reduciría la

“independencia” de cada dominio, aunque este proceso fue largo y hasta que no hubo

distinción entre lo político y lo jurisdiccional, lo cual no se produjo hasta los últimos 15

años del siglo, difícilmente se pudo dar curso a una organización espacial de la

Monarquía.

Lógicamente, esta nueva concepción hacía casi imposible que flamenco o

borgoñón alguno pudiera acceder a los Consejos del rey, excepto al de Flandes cuando

este se fundó en 1588. Únicamente Antonio Perrenot de Granvela, nacido en el Franco

187 Es significativo el aumento de mercaderes en la guarda de Corps desde el reinado de Felipe IV, que utilizarían su puesto en la unidad para mejorar sus negocios y asegurar su futuro y el de sus hijos. Sobre este asunto, M. D. RAMOS MEDINA, "Los 'archeros de la guardia de Corps de su majestad católica' en la Corte de los últimos Austrias. Una aproximación a su estudio" en P. FERNÁNDEZ ALBALADEJO (ed.), Monarquía, Imperio y pueblos en la España Moderna, Alicante, 1997, I, pp. 793-806 y A. ESTEBAN ESTRÍNGANA, “Provisiones de Flandes y capitales flamencos. Crónica de un encuentro anunciado en la primera mitad del siglo XVII (1619-1649)” en C. SANZ AYÁN y B. J. GARCÍA GARCÍA (eds.), Banca, crédito y capital. La Monarquía Hispánica y los antiguos Países Bajos (1505-1700), Madrid, 2006, pp. 233-274. 188 Sobre este proceso, M. RIVERO RODRÍGUEZ, "El consejo de Italia y la territorialización...”.

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Condado, fue consejero de Estado, pero su nombramiento fue algo excepcional y ligado

a dos cuestiones fundamentales: la labor de su padre y sus ideas políticas189.

Tras su etapa de formación, Antonio fue nombrado obispo de Arras en 1538 y

comenzó a colaborar con su padre en los negocios que el emperador le encomendó. Esa

acumulación de experiencias le dio la oportunidad de ser enviado como delegado

imperial al Concilio de Trento en 1545 y tomar el relevo de su padre, tras fallecer este

en 1550, tanto en el séquito de Carlos V como en la confianza de María de Hungría. El

letrado del Franco Condado colaboró con la hermana del emperador en la consecución

del matrimonio inglés, que trataba de retrasar el acceso del príncipe Felipe al trono,

siguiendo la línea que propugnaba el “partido imperial” al que se vinculó durante esos

años. Esta opción no se debió únicamente a su fidelidad a su protectora, sino también al

intento de conservar la sólida posición de patrono cortesano que había adquirido y que

peligraba si los hombres de Felipe accedían al trono. Su cercanía a la gracia se

demostraría cuando Carlos V decidió que tuviera la responsabilidad de hablar en su

nombre a los Estados Generales de los Países Bajos en la ceremonia de abdicación del

25 de octubre de 1555. Pese a sus temores, con el cambio de administración no se le

expulsó del entorno cortesano, gracias a su saber acumulado, y se le nombró consejero

de Estado e intervino en las negociaciones del Tratado de Cateau-Cambresis. Fue allí

donde entabló una amistad con el duque de Alba que se estrecharía en los años

venideros, en contraposición a la influencia que iba consolidando el príncipe de Éboli.

Las argucias del principal patrón cortesano del momento consiguieron que Granvela

quedara en Flandes cuando Felipe II marchó a Castilla, lo que fue considerado su

relegamiento, pese a que en las instrucciones que se dejaron a Margarita constaba como

principal consejero. Desde ese momento, adquiriría una influencia notable en los

acontecimientos acaecidos en Bruselas, así como en el tratamiento de los asuntos de

esas tierras en Madrid.

Esto fue posible en la medida en que los ministros que viajaron con el Monarca

en 1559 para conformar lo que José Manuel Rabasco Valdés vino en llamar el

“Ministerio Colateral”190, encargado de tratar los asuntos referentes a los Países Bajos

189 M. van DURME, op. cit. y una pequeña biografía en Configuración, pp. 455-458. Sobre su actuación en las décadas de los 50 y 60, M. J. RODRÍGUEZ-SALGADO, “King, bishop, pawn? Philip II and Granvelle in the 1550´s and 1560´s” en K. de JONGE y G. JANSSENS (eds.), La famille de Granvelle et les anciens Pays-Bas. Liber doctori Mauricio van Durme dedicatus, Lovaina, 2000, pp. 105-134. 190 J. M. RABASCO VALDÉS, "Una etapa del Consejo de Flandes y de Borgoña: Del "Ministerio Colateral" a las Ordenanzas de 1588" en Anuario de Historia Moderna y Contemporánea de la Universidad de Granada, 1979, pp. 59-81.

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en la Corte de Felipe II hasta la aparición del Consejo de Flandes, fueron “hechuras” de

Viglius y por tanto, a su vez, del letrado del Franco Condado. Así, habría un

guardasellos, que era Charles de Tisnacq191 hasta que fue sustituido por Joachim

Hopperus en 1569192, y un secretario, Josse de Courtewille hasta que viajó con Alba a

Flandes en 1567193, permaneciendo el oficio vaco hasta que lo ocupó Arnould

Dennetières en 1573194.

Por último, me gustaría resaltar como tampoco la concesión de la Orden del

Toisón de Oro o de órdenes militares hispanas a flamencos fue utilizada de forma

sistemática como herramienta de integración de esas élites195.

191 Jurista, empezó su carrera nada más finalizar sus estudios universitarios y en 1527 era ya consejero extraordinario en el consejo de Brabante y en 1545 abogado fiscal del mismo. El 3 de enero de 1550 fue promocionado a Conseiller et Maître des Requêtes del Consejo Privado y de ahí pasó al de Estado. En junio de 1559 fue nombrado Guardasellos y marchó con el monarca a Castilla. En 1562 se le nombró Trésorier del Toisón y se barajó su nombre para la presidencia del Consejo de Estado, aunque no tuvo efecto el llamamiento. Sus últimos años en Madrid se vieron ensombrecidos por la desconfianza de Felipe II hacia él. Según parece, advirtió a Egmont, Horn y Orange de las acusaciones hechas contra ellos por Fray Lorenzo de Villavicencio y Alba también le denunció por hacer públicos dos despachos del rey: uno sobre Inglaterra y otro sobre el Perdón General. Volvió a los Países Bajos, donde murió el 17 de abril de 1573 tras haber ejercido como Presidente del consejo Privado (Biografía en el DBE). 192 Joachim Hopperus, Sneek (Frisia), nació el 11 de noviembre de 1523 y murió en Madrid el 15 de diciembre de 1576. Sus padres fueron Suffrid Hopperus y Tixtia Feico a Piersma. Profesor en Lovaina y consejero en el Gran Consejo de Malinas, en 1565 llegó a la cúspide de su carrera con su nombramiento como guardasellos cerca del rey, gracias, sobre todo, a la influencia de su tío Viglius, cargo que ejercería hasta su fallecimiento (Ibídem). 193 Nacido en Bailleul (Francia), fue Greffier del Toison de Oro desde el 21 de septiembre de 1561 y secretario de los consejos de Estado y Privado. Con fecha del 10 de diciembre de 1556 fue nombrado secretario de los asuntos de los Países Bajos por Felipe II y le acompañó en 1559 a su retorno a Castilla. Allí permanecería hasta que en 1567 retornó a los Países Bajos con el duque de Alba, con el que tuvo una conflictiva relación. Falleció el 20 de mayo de 1572 (Ibídem). 194 Tras concluir su formación académica, Dennetières fue contratado como oficial del secretario de la Casa de Borgoña de Carlos V, Jossé Bave, desde 1551 hasta finales de 1556, momento en que pasó a servir a Adrián van der Burch que había sido nombrado Guardasellos en noviembre. Sin embargo, su nuevo superior falleció el 1 de julio del año siguiente, con lo que su oportunidad de ascenso se vio truncada y le obligó a quedarse en su tierra natal donde serviría, de nuevo como oficial, a Viglius. Dennetières permaneció en Flandes hasta que fue reclamado por Hopperus, que había sido nombrado Guardasellos en Madrid, en 1565 para que le acompañara y ejerciera como su secretario en la Corte. Tras fuertes luchas con el duque de Alba y sus partidarios, fue nombrado secretario del “Ministerio Colateral” el 4 de abril de 1573 y llevó los asuntos flamencos en Madrid desde la muerte de Hopperus en 1576 hasta 1580, momento en el que se cubrió el oficio de Guardasellos por Jean Foncq. Tras el nombramiento como secretario en 1582 de Laloo retornó a Flandes donde se le concedió la secretaría del Conseil d´État con honores en diciembre de 1584, falleciendo poco después (Ibídem). 195 Aunque todavía es necesario profundizar más en este asunto, una primera e interesante aproximación, la cual sigo en este punto, en F. FERNÁNDEZ IZQUIERDO, "Los flamencos en las órdenes militares españolas. Algunas notas sobre la integración en el sistema nobiliario de la Monarquía Hispánica" en A. CRESPO SOLANA y M. HERRERO SÁNCHEZ (coords.), España y las 17 provincias de los Países Bajos. Una revisión historiográfica (XVI-XVIII),

79

Por lo que respecta a la Orden del Toisón, Felipe II convocó capítulo en la

iglesia de San Bavón en Gante pocos meses antes de partir de los Países Bajos, en

concreto el 29 de junio de 1559, siendo el último que se celebraría en las “tierras bajas”.

Acto seguido, el monarca decretó que los oficiales encargados de administrar la Orden,

como el grefier o el tesorero, debían viajar con él a Madrid, por lo que el centro de la

misma se desplazaba desde Flandes a Castilla. Igualmente, Felipe II decidió suspender

los capítulos y pasó a conceder arbitrariamente los collares, lo que disgustó

profundamente a los caballeros flamenco-borgoñones de la Orden que, pese a recibir

nuevos nombramientos en años sucesivos, caso de Charles de Ligne, François de Vergy,

Florent de Berlaymont o Charles de Cröy, se dieron cuenta de que habían perdido su

preeminencia en la Orden y de que esta se internacionalizaba con la entrada de

numerosos caballeros extranjeros. Por si esto fuera poco, la revocación de los

privilegios de Egmont y Horn para poder llevar a cabo su ajusticiamiento, vino a

confirmar que la concesión de un collar de dicha Orden había perdido gran parte de su

razón de ser, aunque continuara siendo una merced codiciada.

En cuanto a las órdenes militares hispanas, nos encontramos con que únicamente

6 flamencos, que tengamos localizados, recibieron un hábito, en concreto de Santiago,

durante el reinado de Carlos V; estos fueron Albret de Lorbes, Jacques de Harbes, Rose,

Maximiliano de Marcilla y Villa, aunque el origen de su familia era hispano, y los más

reseñados Raimundo de Tassis, correo mayor del emperador, y el secretario Jehan

Hannart.

Felipe II no modificaría esa estrategia y no concedió nuevos hábitos hasta que el

cardenal Granvela le sugirió que esta merced podría ser una buena solución para

complacer a unas élites cada vez más revueltas196. Esto se plasmó en, al menos, 5

hábitos, como fueron los de Calatrava para el secretario Josse de Courtewille,

Maximiliane de Longueval, señor de Baux, y el señor de Baos, el de Santiago para

Ferdinand de Lannoy, conde de la Roche, y el de Alcántara para Thomas Perrenot,

señor de Chantonay. Observando nombres y número, podemos imaginar que esta

estrategia no alcanzó notables resultados, ya que fueron escasos y, además, los

agraciados eran letrados o baja nobleza y estaban ligados al propio Granvela.

Córdoba, 2002, I, pp. 101-136. Añado nuevos datos, aunque no son, ni mucho menos, definitivos. 196 A. DUKE, “From King and Country…”, p. 182. Curiosamente, y pese a que iba en contra de su ideario político, también propuso que se concediera el oficio de virrey de Sicilia a Orange. Sin duda, el alejamiento de su enemigos políticos resultaba fundamental para poder llevar a cabo sus planes.

80

Unos años después, el duque de Alba en su ejercicio como gobernador en

Flandes retomaría la idea, aunque incorporando una sustancial novedad, cual era que en

lugar de incorporar a flamencos a las órdenes hispanas se crearan en los Países Bajos

tres órdenes militares en lengua francesa y flamenca, que se unirían a la del Toisón, y

que se dotarían con los bienes confiscados a los rebeldes por el Conseil des Troubles197.

Así mismo, pretendía que dichas órdenes no dependieran de la jurisdicción eclesiástica,

aunque deberían erigirse por bula.

Velasco y Hopperus fueron los personajes más implicados en el estudio del

proyecto en Madrid198, llegando a la conclusión de que lo mejor era incorporar lo

confiscado a la Hacienda del monarca para después erigir las encomiendas, añadiendo

siempre la idea de secularidad tras el nombre del santo y con el rey como Maestre199.

Finalmente, se propuso crear una única orden bajo la advocación de San Andrés en

lugar de las tres propuestas, concediendo las encomiendas tanto a esta orden como a la

del Toisón de por vida pero sin derecho a que sus herederos las continuaran disfrutando.

Se contempló la provisión de 30 encomiendas, 3 de 3500 florines de renta, 3 de 2000, 3

de 1500, 3 de 1200, 3 de 1000, 6 de 800 y 9 de 600, proponiendo el duque de Alba para

ellas a personajes que habían permanecido fieles al monarca. En concreto, para las de

3500, que el “Gran Duque” no quería llamar mayores, habló de Ferdinand de Lannoy,

Noircarmes y el señor de Baos, para las de 2000 propuso al señor de Beauvois, al de la

Cressonnière y al de Grosbeeck, para las de 1500 a George de Lalaing, al hermano de

Guillaume Van Den Bergh y a Eustache de Cröy, para las de 1000 a los señores de

Beaurain, Semeries y Brias, para las de 800 al señor de la Troillière, Adriaen de

Oignies, Eustache de Cröy, el señor de Oignies, el de Largilla y el de Mouscron y para

las de 600 a los señores de Licques, Treslong, Moriametz, Bre, Betencurt, Inchy, Ligny

y Capres y al barón de Aubigny.

Pese a lo avanzado del plan, la propuesta no se llevó finalmente a cabo por la

caída en desgracia del duque de Alba200 y se procedió a otorgar nuevos hábitos dentro

197 Ya traté este asunto en mi artículo “La concesión de mercedes en los Países Bajos...”, pp. 189-192, 196-197 y 209-211. 198 “Parecer de Operus sobre la erection de las encomiendas en flandes”, s. d., AGS, E., leg. 544, f. 101 o “Apuntamientos de Velasco y Hopperus”, 17 de junio de 1570, Ibídem, f. 96 (la minuta en sucio en f. 97). 199 “Lo que se podría aplicar al Denario de su Magestad de lo confiscado en Flandes”, s. d., Ibídem, f. 103. Hace una relación de los territorios que se podrían incluir en el tesoro real. 200 Ya la primera reunión de importancia del Consejo de Estado para tratar las peticiones iniciales de Requesens desde Flandes, el 24 de febrero de 1574 (AGS, E., leg. 561, f. 25), nos indicaba que el asunto se iba a diferir sine die, “Tambien ha de ver V. Majestad si se ha de hazer todavía la erection de la nueva orden y encomiendas, y si se ha de embiar agora la scriptura para la publicar anticipadamente como se avia platicas, o si se ha de dexar o diferir para adelante,

81

de las órdenes militares hispanas durante los primeros años de la década de los 70,

aunque con escasos resultados al no hacerlo de forma sistemática. En concreto, fueron

nombrados caballeros de Santiago Maximiliano de Villain, conde de Issenghien,

Philippe de Lannoy, señor de Beauvais, Juan Bautista de Tassis, Charles de Largilla y

Jehan de Bernemicourt, así como Noircarmes de Alcántara.

Finalmente, la “reconciliación” de Farnesio con algunos nobles trajo

significados nombramientos, sobre todo el de Valentín Pardieu de Pre, señor de la

Motte, como caballero de Santiago en 1581. Otros flamencos premiados durante esos

años fueron Adriaen de Gommicourt, también de Santiago en 1582, Charles de

Longueval, Calatrava en 1586, Gilbert de Villain, Santiago en 1587, Charles de

Tisnacq, Calatrava en 1590, y Diego de Cröy, Santiago en 1592.

1.2.2.2.- La Corte de los gobernadores de los Países Bajos

La quiebra de la integración de las élites flamencas en las instancias de poder de

la Monarquía no se dejaría notar únicamente en la Corte madrileña, sino también en sus

propias tierras, certificando así la ruptura de su acceso, no solo, al monarca, sino

también a los Gobernadores Generales de Flandes. De hecho, una de las principales

instancias donde vieron reducida su presencia fue en las Casas de los representantes del

monarca.

En concreto, el primero que inició esa tendencia fue Emmanuel Filiberto de

Saboya201, que en el momento de tomar posesión del título estaba rodeado de personajes

de su confianza de origen, en su mayoría, italiano, como el gentilhombre de la boca

Andrea Doria. Desde un primer momento, el gobernador fue consciente de que debía

reformar su servicio para intentar influir en las duras batallas faccionales que tenían

lugar, pero la sensación de provisionalidad que envolvía su gobierno y la presencia en

Flandes durante los primeros meses del mismo de los servicios de Carlos V, Felipe II,

María de Hungría y Leonor retrasaron la toma de decisiones. Pasada la incertidumbre

incial, varios flamencos ingresaron en su Casa, llegando algunos de ellos a ocupar

cargos de cierta enjundia como el marqués de Renty, caballerizo mayor, el señor de

Binche, gentilhombre de la cámara, los señores de Grandmont, Mol o Souastre,

gentilhombres de la boca, o el tesorero Gaspar de Schetz. Sin embargo, esta

que a la verdad si de las confiscaciones no ay mas hazienda de la que paresçe, no haura mucha para las encomiendas”. 201 Sobre su gobierno, H. VANDERLINDEN, "Emmanuel Philibert de Savoie, gouverneur général des Pays-Bas (1555-1559)", Bulletin de l´Académie Royale de Belgique, 28 (1942), pp. 123-139.

82

nacionalidad no llegó nunca a alcanzar una clara mayoría en la Casa del gobernador y

tuvo que compartir cuotas de poder con hispanos, como el gentilhombre de la boca

Vargas, tudescos, como el mayordomo Christophe Haller, y franceses, como el

mayordomo mayor señor de Montjean, además de los reseñados italianos202.

Margarita de Parma, por su parte, hizo su entrada en los Países Bajos en octubre

de 1559 con un servicio compuesto, casi en su totalidad, por personajes originarios de

sus tierras patrimoniales203. Para intentar paliar esta situación, durante los primeros

meses de su estancia en Bruselas se produjo el ingreso en el mismo de algunos

flamencos, gracias a lo cual la capilla pasó a estar, a semejanza de la del monarca,

ocupada por naturales de esas tierras casi en su totalidad, con Pierre de Hot como maître

y Jean Ghery como predicador y confesor de Margarita. La única excepción a esta

“flamenquización” de la capilla la constituyó don Salvagno Cantelli, que constaba como

capellán des basses messes en 1560 y como limosnero mayor en 1566.

Sin embargo, los neerlandeses no tuvieron tanta fortuna en otras secciones. Así,

los mayordomos serían el italiano conde Prospero Tedesco y el flamenco François de

Bernemicourt, señor de la Thieuloie, incorporandose posteriormente al servicio un

tercero, Robert de Trazegnies. El inefable secretario Tomás de Armenteros dominaría el

escritorio, compuesto en su mayoría por hispanos e italianos, a través de su título de

primer secretario y, posteriormente, consejero. Por lo que respecta a las damas, que

estarían dirigidas por la condesa de Sansecondo y con Leonor Pallavicini como

gobernante, serían en su totalidad de ascendencia italiana, con apellidos tan ilustres

como Gonzaga, Malaspina o Aldobrandini. Habría, además, varias ayudas de cámara y

7 filles d´honneur, constando únicamente en toda la sección dos flamencas que servían

en este último oficio. En cuanto a los gentilhombres, nos encontramos con que algo más

de la mitad eran flamencos, caso de vander Noot, el barón de Aubigny, el señor de

Lundre, el señor de Largilla o el señor de Souastre, aunque la presencia italiana e

hispana era también muy numerosa con personajes como el señor Flores, el conde de

Laselati, Juan Bautista Calco,... La caballeriza estaría dirigida por el marqués de

Leccacorvo, secundado como gentilhombre y consejero por el también italiano Gabriel

202 Se conserva un listado de los miembros de su Casa del 15 de junio de 1557 en AGR, Audience, reg. 33/4, ff. 15 r.-23 r. Otra copia del mismo en Ibídem, reg. 23, ff. 146 r.-155 v. 203 Un estado de su Casa en enero de 1560 en Ibídem, reg. 33/4, ff. 24 r.-27 v. (otra copia en el reg. 23, ff. 156 r.-159 v.), que debía conservarse también en los Archivos de los Farnesio en Nápoles antes de su destrucción parcial por las tropas alemanas en la II Guerra Mundial. Comenta este listado, junto a otro de 1566, L. VANDER ESSEN, "État de la "maison" de Marguerite de Parme gouvernante des Pays-Bas, 1560-1566. Analyse de documents inédits des Archives Farnésiennes de Naples", BCRH, 125 (1959), pp. 287-294.

83

Boccabarille, y destaca el hecho de que todos los pajes, cuyo maestro era el capellán

don Lorenzo, procedían de la Península Itálica. Por último, y sorprendentemente, la

guarda de Corps, compuesta por 25 archeros, tenía ocupados sus dos cargos principales

por italianos, caso del capitán conde Antonio y del teniente Julio Thores.

Aunque la entrada de flamencos en oficios menores fue bastante abundante -

podemos destacar a Odet Viron, “hechura” de Granvela, como contralor- estaba claro

que los puestos principales de cada sección estaban ocupados por “extranjeros” y

únicamente los dos mayordomos de los Países Bajos alcanzaron un oficio de relevancia,

lo que generó las lógicas protestas de las élites flamencas. Sin embargo, Margarita no

rectificó produciéndose, además, una serie de modificaciones en oficios de relativa

importancia que vinieron a reforzar esta percepción; el auditeur des comptes Henri

Dubois fue reemplazado por Nuccio Sirigatti, el tapicero Cursy por Cristoforo Calce y

se nombró como maréchal des logis o aposentador mayor al capitán Francesco di

Marchi.

Por lo que respecta a los Consejos Colaterales, los problemas que se plantearon

en los mismos no estuvieron relacionados con el ingreso de “extranjeros” y, de hecho,

ninguno fue nombrado consejero desde la abdicación de Carlos V hasta el inicio de la

Revuelta. Sin embargo, la pugna en torno a la distribución del poder entre nobles y

letrados, sobre todo en el Consejo de Estado, continuó estando presente.

La proporción de juristas en el principal Consejo Colateral, así como su

capacidad de influencia sobre los gobernadores, se fue incrementando durante los

primeros años del reinado de Felipe II y con Emmanuel Filiberto de Saboya pasaría a

estar formado por 8 nobles -Charles de Lalaing, Reinoud de Brederode, Charles de

Berlaymont, Guillermo de Orange, Lamoral de Egmont, Jean de Glymes, marqués de

Berghes, Jean de Hénin-Liétard, conde de Boussu, y Philippe de Stavele, señor de

Glajon- y 5 letrados -Granvela, Viglius, Simón Renard, Philibert de Bruselas y Charles

Tisnacq-.

El conflicto se agravaría con Margarita de Parma, pues el Conseil d´État se

vaciaría de contenido político al constar en las instrucciones de la hermanastra de Felipe

II que debía gobernar de acuerdo a una “Consulta” compuesta por Viglius, Berlaymont

y Granvela, que se convirtió en el principal consejero al deberle su ascenso cortesano

los otros dos consejeros. Estos tres personajes despacharían directamente con la

gobernadora y tendrían una decisiva influencia en la distribución de honores y

beneficios, así como en la hacienda a través del puesto de Chef des finances que

ocupaba Berlaymont tras la renuncia de Orange en 1556. A esta realidad, habría que

84

unir el hecho de que el secretario Armenteros gozara igualmente de una privilegiada

situación cerca de la gobernadora. La mezcla de todo ello provocó que personajes como

Orange o Egmont, que habían sido apartados del entorno del monarca, se vieran

también relegados de la toma de decisiones en los Países Bajos, ante lo que elevaron sus

quejas solicitando la inversión de fuerzas en el Consejo de Estado así como que se

retornara a la situación consiliar de los tiempos de los duques de Borgoña.

La privilegiada posición de esa alta nobleza fue asimismo atacada en sus

condición exclusiva de poseedora de los cargos eclesiásticos, como veremos

posteriormente, y de Stadholders, pues Margarita, influída por Granvela, continuó la

política iniciada por María de Hungría. Su principal herramienta para aplicar esa

estrategia fue el Conseil Privé, que trató de recortar las prerrogativas de esos

gobernadores, sobre todo, en lo referente a la concesión de beneficios para evitar la

consolidación de “clientelas” alternativas en cada provincia. Además, el obispo de Arrás

trató de dividir las provincias, de no suplir los cargos tras fallecer el titular e incluso de

realizar nominaciones temporales, aunque el monarca rechazó esto último. Estos

ataques provocaron que muchos de los ocupantes de dichos oficios los fueran

abandonando y en 1568 solo 4 de los 10 stadholders que Felipe II había nombrado en

1559-1560 seguían en su puesto204, contando entre los que habían renunciado personajes

como Orange, Egmont o Montigny205. Granvela alentó a Alba en esas fechas para que

continuase revisando las prerrogativas de estos gobernadores, pero el “Gran Duque”

optó por nombrar a personajes adeptos a su gobierno como Noircarmes en Hainaut,

Rassenghien en el Flandes Francés, Boussu en Holanda o Hierges en Zutphen206.

Como hemos podido observar, el sistema de integración de las élites flamencas

en la Monarquía, en especial de su alta aristocracia, había prácticamente quebrado y con

ello los fundamentos en que se sustentaba la misma en los Países Bajos. Esto hizo

generar un clima de tensión y malestar que se dejaría notar en la lucha faccional durante

esos años y que, unido a problemas de otra índole como los religiosos, acabaría

derivando en la Revuelta. Veamos qué sucedió durante los años previos a su estallido.

1.2.3.- La situación en los Países Bajos durante los años previos a la Revuelta

204 Estos eran nobles que no se rebelaron contra el monarca, caso de Meghem en Güeldres, Mansfeld en Luxemburgo, Berlaymont en Namur y Jehan Oostfrisland en Limburgo. 205 P. ROSENFELD, The provincial gobernors…, pp. 270-271. 206 Sobre el proceso de elección de Stadholders durante los primeros años de estancia de Alba en Flandes, nuestro artículo, “La concesión de mercedes en los Países Bajos...”.

85

1.2.3.1.- La cuestión religiosa durante el siglo XVI

El Humanismo Cristiano surgió en los Países Bajos en las décadas de los 70 y 80

del siglo XV207. En concreto, las primeras manifestaciones se dieron en las remotas

provincias de Groningen y Overijssel, que estaban preparadas para recibir la nueva

filosofía por la importancia que allí tenía la Devotio Moderna, que potenciaba la

religiosidad interior pero respetando la teología del momento. Rudolph Agrícola fue uno

de sus primeros impulsores, tras haber sido educado en la Devotio en Groningen y

completado sus estudios en Italia. A su retorno a los Países Bajos en 1479, ya era

famoso y tras rechazar diversos trabajos se asentó en su tierra natal, donde fundó el

humanismo noreuropeo. Su influencia, junto con la de Cornelius Aurelius, se dejaría

notar en generaciones posteriores, a las que abrió camino.

Gracias a estos intelectuales, Erasmo de Rotterdam pudo desarrollar con mayor

profundidad su labor, no solo humanística, sino, sobre todo, de unión del nuevo aparato

escolar con la filosofía cristiana tradicional proveniente de la Devotio. El filósofo de

Rotterdam localizó tres peligros en la Cristiandad del momento, de los cuales los

intelectuales debían proteger a la sociedad: evitar que los nuevos intereses por la

antigüedad clásica y la literatura derivaran en paganismo, tratar de que no se impusiera

la preeminencia del ritual que proponían los judíos frente a la Piedad interior que él

propugnaba y evitar un Cisma.

La precaria organización de la Iglesia en los Países Bajos toleraba gran cantidad

de abusos, pero su fortaleza era aún considerable y si entre 1490 y 1520 el Humanismo

caló con fuerza en los Países Bajos, sobre todo en la Corte de Margarita y Carlos208,

también continuaron teniendo gran importancia la escolástica, las peregrinaciones y el

arte pío. Pese a ello, la debilidad diocesana permitió que las influencias de Lutero

calaran profundamente en Holanda y desde ahí en otras zonas neerlandesas. Erasmo, por

su parte, aunque recelaba del lenguaje combativo del agustino alemán no lo condenó,

por lo que en 1521 dejó los Países Bajos para buscar refugio en Basilea209. Podemos

considerar que desde ese momento, se daría en Flandes el mayor enfrentamiento de

207 En este punto sigo principalmente a J. ISRAEL, op. cit., capítulos 3, “Humanism and the origins of the Reformation, 1470-1520”, pp. 41-54 y 5, “The early Dutch Reformation, 1519-1565”, pp. 74-105. En menor medida, A. DUKE, “The ambivalent Face of Calvinism in the Netherlands, 1561-1618” en M. PRESTWICH, op. cit., pp. 109-134 y J. POLLMANN, Religious choice in the Dutch Republic. The reformation of Arnoldus Buchelius (1565-1641), Manchester, 1999, pp. 1-25. 208 Su influencia se prolongaría durante largo tiempo, J. LAMBERT, "Viglius van Aytta et Erasme" en Miscellanea historica in honorem Alberti de Meyer, Lovaina, 1946, II, pp. 812-824. 209 Pese a esta huída, sus enseñanzas se propagarían por toda Europa e, incluso, en los reinos hispanos, M. BATAILLON, Erasmo y España, Madrid, 1979.

86

Europa entre la autoridad pública y la Reforma, ya que mientras las nuevas ideas

cobraban gran importancia entre la sociedad, su desarrollo trató de ser bloqueado con

dureza por el gobierno.

La primera reacción de Carlos V al avance luterano fue el bando de marzo de

1521 en el que se prohibían la impresión y circulación de sus obras210; edicto de

compleja aplicación, pues el tráfico de estos libros fue mayor que en otras zonas

europeas como Francia, Inglaterra o Escandinavia. Pese a ello, el emperador creó un

formidable sistema de represión, fundando en 1522 la Inquisición neerlandesa con Frans

van der Hulst al frente. Esta persecución no silenció el protestantismo, pero atacó a las

élites intelectuales, lo que provocó una ruptura entre convicción y práctica. De este

modo, la Reforma en los Países Bajos carecería durante décadas de una estructura

institucional que la guiara, lo que a su vez evitó la fragmentación entre los

criptoprotestantes pese a la influencia de Bucero y Zwinglio. Únicamente se separarían

del resto, y por voluntad propia, los anabaptistas, verdadera vanguardia de la Reforma

en los Países Bajos desde su creación en la década de los 30 hasta el arraigo de los

calvinistas en la de los 50.

Esta confesión tuvo sus inicios cuando Melchior Hoffman llegó en junio de 1530

a Emdem y formó una comunidad, desde la cual se expanderían los Melchioritas, sobre

todo, en Holanda, Frisia y Groningen. Su crecimiento fue mucho más rápido y profundo

que en Alemania o Suiza, debido a que la frustración producida por la persecución solo

se podía paliar con el ingreso en los anabaptistas, único grupo organizado. Tras la caída

de Münster en el verano de 1535 el movimiento entró en crisis y se dividió en 5 grupos,

de entre los cuales el Davidista, compuesto por seguidores de David Joris y antiguos

Melchioristas, fue el más numeroso. Sin embargo, la dura persecución de la que este

grupo fue objeto pese a su orientación pacífica, hizo crecer a los Mennonistas o

seguidores de Menno Simmons.

Sin duda, podemos considerar que este personaje fue el más importante de la

Reforma neerlandesa. Tras seguir a Lutero y Zwinglio se convirtió al anabaptismo,

aunque no rompiera formalmente con la Iglesia Católica hasta 1536, lo que representa

un ejemplo de evolución personal típico de los reformados en esas tierras. Rechazaba la

violencia y su arma era la escritura, destacando entre sus numerosas obras el

Fondament-Boeck (1539). Apoyado por Dirk Philips, creó un cuerpo de predicadores

fuertetemente jerarquizado que les permitió expandirse por los Países Bajos y el

210 Sobre la actuación del emperador en los Países Bajos para frenar a la Reforma, L.-E. HALKIN, op. cit., passim.

87

Imperio. Sin embargo, solo consiguieron la conversión de una pequeña parte de la

población, que en su mayor parte continuó siendo católica211, quedando fuera de su

iglesia humanistas, poseedores de oficios y regentes, así como integrando a escasos

mercaderes y estudiosos.

Esto no resultaba extraño, pues muy pocos personajes de las élites abjuraron del

catolicismo y entre los grandes nobles solo Brederode y Culembourg desafiaron

abiertamente al poder real, una vez estaban fuera de la gracia del monarca y sintiéndose

relativamente seguros en sus señoríos. La mayoría de las élites optaron por una vía

media, que no siempre aunó política y religión, y cuyo seguidores han sido conocidos

como los malcontents o Politiques212.

Asimismo, surgió gran variedad de estrategias intelectuales y espirituales, que

daban más importancia a la educación individual que a la lucha católicos-protestantes.

Dentro de estas corrientes cobró gran importancia el movimiento de los Familistas o

Familia del Amor (Familia Charitatis) creado en 1540 por Hendrik Niclaes, para el que

la Fe era un proceso personal de comunicación directa con Dios213. Entre sus seguidores

descollaron mercaderes importantes de Amberes, uno de los principales focos de la

Reforma en Flandes214, como Luis y Marcos Pérez, así como intelectuales de la

importancia de Plantino, Ortelius, Justus Lipsius y Benito Arias Montano.

Durante esos años, Carlos V, insatisfecho con los resultados de su lucha contra

la herejía, estableció una serie de tribunales regionales de la Inquisición similares a los

castellanos y capaces de llevar a cabo más detenciones, siendo el más activo el de

Flandes, a cuyo frente se colocó Pieter Titelmans215. Su instalación fue lenta y sufrió

muchas trabas, entre ellas el boicot de algunos Consejos Provinciales a las leyes

religiosas o Placcards, pese a la publicación en abril de 1550 del Edicto Perpetuo para

211 Sobre la actitud de los católicos en el Norte, su escasa resistencia a la Reforma y la Confesionalización que recibieron a través de textos, J. SPAANS, "Catholicism and Resistance to the Reformation in the Northern Netherlands" en P. BENEDICT, G. MARNEF, H. van NIEROP y M. VERNARD (eds.), op. cit., pp. 149-163. 212 Recordar la bibliografía citada en la introducción. 213 Un resumen de la bibliografía sobre este movimiento y la unión de Plantino con el mismo en B. REKERS, Benito Arias Montano, Madrid, 1973 (Versión española de Ángel Alcalá del original en neerlandés publicado en Groningen, 1961), capítulo 4, “La Familia del Amor”, pp. 101-143. 214 G. MARNEF, “The changing face of Calvinism in Antwerp, 1550-1585” en A. PETTEGREE, A. DUKE y G. LEWIS (eds.), op. cit., pp. 143-159. Pese a los intentos de represión que se llevaron a cabo en la ciudad desde 1550-1566 y de 1567-1577, siempre hubo base para el calvinismo en la ciudad, lo que originó de 1577 a 1585 una República Calvinista y el contacto constante con otras iglesias calvinistas extranjeras. 215 Sobre este proceso, A. DUKE, “Salvation by Coercion: The Controversy surrounding the “Inquisition” in the Low Countries on the Eve of the Revolt” en ID., Reformation and Revolt…, pp. 152-174.

88

reforzar la lucha. Sin embargo, los encargados de la persecución eran conscientes de

que no era suficiente y el teólogo Sonnius propuso en la segunda reunión del Concilio

de Trento (mayo 1551-abril 1552) una reorganización de los obispados, que se aplicaría

años más tarde.

Sin duda, estas nuevas medidas tenían también en cuenta el desarrollo que había

ido teniendo durante el reinado del emperador una confesión protestante que adquiriría

una notable relevancia en los Países Bajos en los años venideros: el calvinismo.

Calvino, natural de una modesta familia de la Picardía, se dedicó desde pequeño

a la vida eclesiástica216. Tras estudiar primeras letras en el Colegio Montaigú en París y

derecho en la Universidad de Orleáns, en 1533 tuvo que huir a Angulema por su

cercanía a las ideas reformistas. Desde allí marchó a Basilea, donde se estableció en

1535 y publicó al año siguiente su Institutio Christianae Religionis, convirtiéndose así

en el heraldo de la Reforma en Francia. Básicamente, Calvino defendería la salvación a

través de Cristo y la autoridad absoluta de la Biblia, con igual peso para el Antiguo y

Nuevo Testamento, así como la Providencia.

El teólogo francés, sin embargo, no quería circunscribir sus ideas únicamente a

su reino natal y decidió marchar a Ginebra, paso que resultó fundamental para

expandirlas de una manera más universal. Tras una fallida estancia en la ciudad en

1536, se establecería en ella de forma definitiva desde 1541 hasta su muerte 23 años

después. Una vez reformada la iglesia de la ciudad suiza, venció las herejías internas y

se lanzó a la ofensiva contra sus adversarios y para reconciliar las iglesias protestantes.

Así, en 1549 llegó al Consensus Tigurinus con Bullinger, sucesor de Zwinglio, y unió

ambas confesiones, aunque fracasó en sus intentos de acercamiento con anglicanos y

luteranos. Con la fundación de la Academia de Ginebra en 1559, cuya dirección encargó

a Beza, preparó a una serie de predicadores y teólogos que difundieron rápida y

firmemente sus ideas prácticamente por toda Europa Occidental.

Esta expansión tendría lugar en los Países Bajos tras 1550, fecha en que era

minoritario excepto en ciudades como Valençiennes y Tournai por influencia de los

hugonotes franceses. Sin embargo, su espectacular desarrollo no vendría de Francia,

sino de los refugiados neerlandeses en Inglaterra y el Imperio, sobre todo en Emden217,

en la diáspora provocada por las persecuciones católicas.

Aprovechando sus avances en Francia, Inglaterra y el Imperio, así como la

ruptura del poder Habsburgo en los Países Bajos durante la década de los 60 del siglo 216 Aunque existe abundante bibliografía sobre este reformado francés, un buen resumen de su vida y pensamientos en R. STAUFFER, “Calvin” en M. PRESTWICH (ed.), op. cit., pp. 15-38. 217 H. SCHILLING, op. cit., especialmente los capítulos 3 y 4, pp. 69-161.

89

XVI, el calvinismo absorbió gran parte del protestantismo desestructurado y mostró las

enormes posibilidades que tenía de jugar un papel predominante en la zona, gracias a

gozar de una firme estructura que permitía su crecimiento. Asimismo, la formación de

lo que se ha venido en llamar “Calvinismo Internacional”, o solidaridad entre las

diferentes comunidades calvinistas europeas, permitió que sus conexiones tuvieran gran

influencia en los acontecimientos políticos de la segunda mitad del siglo XVI218.

Sin duda, la complicada situación religiosa no provocó por sí misma los

importantes movimientos que tuvieron lugar durante la década de los 60. Sin embargo,

si debemos considerar que contribuyó a fundamentar las bases ideológicas de algunos

grupos contrarios a los cambios que hemos observado que se iban produciendo durante

esos años en la organización de la Monarquía.

1.2.3.2.- Las facciones políticas flamencas y sus conexiones con la Corte de Felipe II

Durante la ceremonia en que Carlos V abdicaba de sus posesiones flamencas

para entregárselas a su hijo Felipe el 25 de octubre de 1555, dos personajes descollaron

sobre el resto: Granvela y Orange. Sin duda, y como muchos autores han señalado,

ambos representaban opciones políticas diferentes, pero la ruptura entre las facciones

que ellos iban a defender no tendría lugar hasta unos años más tarde y, de hecho, sus

relaciones fueron excelentes hasta 1561. De este modo, los primeros años del reinado de

Felipe II resultaron ser de configuración de esas futuras facciones.

Unos días antes de esta transferencia de poderes, se había producido el

nombramiento de Emmanuel Filiberto de Saboya como Gobernador General, tras

preferirse su candidatura a la de Orange y Ferrante Gonzaga e influído Felipe II por la

opinión de Éboli219. Sin duda, esta decisión se antojaba provisional, ya que el noble

italiano estaba decidido a abandonar el puesto en cuanto recuperara sus tierras

patrimoniales y, además, sus relaciones con los nobles flamencos no eran las mejores.

De hecho, Emmanuel Filiberto expresó su negativa a permanecer allí en solitario en el

momento en que Felipe II se disponía a abandonar los Países Bajos a mediados de 1556,

por lo que se propuso el retorno de María de Hungría. Esta rechazó el ofrecimiento en

218 M. PRESTWICH, “The changing face of Calvinism” en ID. (ed.), op. cit., pp. 1-14 y A. DUKE, “Perspectives on European Calvinism” en A. PETTEGREE, A. DUKE y G. LEWIS (eds.), op. cit., pp. 1-20. 219 M. J. RODRÍGUEZ-SALGADO, Un imperio en transición. Carlos V, Felipe II y su mundo, 1551-1559, Barcelona, 1992 (traducción al español de Juan Faci del original publicado en inglés en Cambridge, 1988), p. 198. La autora recalca que, tras la negativa de los estados de Brabante a tener a un extranjero como regente, se le dio el título de lugarteniente general de los Países Bajos.

90

un primer momento, aunque tras varios tiras y aflojas lo aceptaría; sin embargo, cuando

preparaba su Jornada a Bruselas falleció220.

Estos acontecimientos, unidos a las luchas contra los ejércitos franceses,

obligaron a Felipe II a permanecer más tiempo del deseado en los Países Bajos y la

yuxtaposición de ambas Cortes durante esos años nos impide conocer con exactitud

cuales eran los focos de poder. Pese a ello, sabemos que Charles de Lalaing, antiguo

patrón de la Corte de María de Hungría, fue el dominador del Conseil d´État flamenco

durante los años posteriores a la abdicación del emperador y llegó a ser gobernador

interino en 1557 al marchar Saboya al frente221. Durante ese tiempo, sus

enfrentamientos con Granvela fueron constantes, fruto de sus diferentes visiones sobre

la política exterior de la Monarquía, pero su vida tocaba a su fin y falleció el 21 de

noviembre de 1558. De esta manera, el futuro cardenal se quitaba de encima a un

importante opositor y se destacaba como la principal figura del gobierno de Flandes

ante la nueva situación que se iba a producir en 1559.

Una vez firmada la paz de Cateau-Cambrésis, Felipe II decidió que era necesario

nombrar un nuevo gobernador, pues Emmanuel Filiberto regresaba a sus tierras

patrimoniales, que le habían sido devueltas merced a dicho tratado. La primera opción

que se le presentó al monarca fue la de Isabel de Valois, que podría disponer de un

fuerte Consejo que la ayudara en las tareas de gobierno y con la posibilidad de tener un

hijo en los Países Bajos que sería ese “príncipe natural” que satisfaría a los flamencos.

Además de su esposa, el monarca sopesó otras posibilidades, como la del príncipe don

Carlos, la de su hermana Juana y la de sus primos imperiales; sin embargo, Felipe II

descartó todas ellas y redujo sus preferencias a su prima Cristina de Dinamarca, duquesa

viuda de Lorena, y a su hermanastra Margarita de Parma222. Sin duda, la afinidad

espiritual que esta última mantenía con los “ebolistas”, así como el apoyo del cardenal

Granvela, ayudaron a que su candidatura fuera escogida.

La creación del Consejo reducido y cercano a la gobernadora que era la

“Consulta” auguraba, sin duda, que se iban a producir fuertes enfrentamientos con

aquellos consejeros que habían quedado fuera de ella. A ello habría que unir la

existencia de graves problemas que habían quedado irresolutos, siendo el más acuciante,

220 Ibídem, pp. 306-309. 221 Sobre sus relaciones con el gobernador, A. LOUANT, "Charles de Lalaing et les remonstrances d´Emmanuel-Philibert de Savoie (Juillet et Novembre de 1556)", BCRH, 97 (1933) pp. 155-169. 222 M. J. RODRÍGUEZ-SALGADO, Un imperio en transición..., pp. 518-522. Sobre las dudas generadas por el papel de los Países Bajos en la Monarquía durante esos años, capítulo 9, “Epílogo: ¿España o los Países Bajos?, pp. 505-531.

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sin duda, el financiero, provocado por la resistencia mostrada por los Estados Generales

de los Países Bajos a entregar dinero a Felipe II para las campañas en Italia y Francia

desde marzo de 1556 hasta 1558. La actitud de esos Estados Generales hizo que Felipe

II decidiera acelerar la puesta en marcha del plan de reforma de los nuevos obispados, lo

que iba a agitar aún más el clima político en Bruselas.

El plan inicial de Sonnius se había visto frenado por los enfrentamientos de

Carlos V con el papa Julio III, así como por la guerra con Francia223. Tras finalizar esta,

Felipe II relanzó la idea por consejo del cardenal Granvela, que aprovechó como canal

de comunicación con el monarca al confesor real Fresneda una vez se hubo separado de

la facción “ebolista”. La reforma de los obispados se antojaba una medida fundamental

para poder llevar a cabo los planes de Confesionalización, aunque debía ser

complementada por otras de índole religioso como la Junta previamente convocada para

analizar el ambiente religioso de Lovaina y el tráfico de literatura herética procedente

del Imperio, y que estuvo compuesta por Viglius, Granvela, el deán de Lovaina Ruano

de Tapper, el franciscano Pacheco, el dominico Carranza, Fresneda y algunos de los

inquisidores neerlandeses224.

Tras diversas gestiones ante la Corte Papal, el papa Pío IV promulgó la bula

Super Universas el 12 de mayo de 1559, certificando de este modo la reorganización. El

siguiente paso fue la fijación del número y los límites geográficos de los obispados,

decidiendose crear 18 con el de Malinas como metropolitano. Dependientes de su

archidiócesis estarían Yprès, Amberes, Bois-le-Duc, Brujas, Gante y Roermod. Por su

parte, estarían adscritos a la de Utrecht los obispados de Middelbourg, Leeuwarden,

Groningen, Deventer y Haarlem y en la archidiócesis franco-valona se integrarían

Cambrai, que era arzobispado, St. Omer, Tournai, Arrás y Namur.

Una vez fijados los límites, se decidió crear un plan de dotación económica con

fuertes implicaciones políticas, pues permitía a los nuevos prelados introducirse en los

Estados Provinciales al unir a sus cargos los de abades de las principales abadías, que

además tenían derecho de voto225. La elección de estos nuevos obispos recayó en el

223 No es nuestra intención desarrollar aquí todo el proceso de creación de los obispados, ya que existe numerosa bibliografía al respecto, sobre todo, del profesor M. Dierickx (De oprcihting der nieuwe bisdommen in de Nerderlanden onder Filips II. 1559-1570. Amberes-Utrecht, 1950 y Documents inedits sur l´erection des noveaux diocèses aux Pays-Bas (1521-1570), 3 vols., Bruselas, 1960-1962), sino insertar el proceso dentro de la Confesionalización general de la Monarquía y observar sus implicaciones faccionales. 224 Sobre esta Junta y la erección de los nuevos obispados, H. PIZARRO LLORENTE, “El control de la conciencia regia...”, pp. 157-175. 225 M. van DURME, op. cit., pp. 29-30. En las bulas Ex Injuncto y De Statu Ecclesiarum del 11 de marzo de 1561 sobre la circunscripción y la dotación de las nuevas diócesis, la abadía de

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propio Granvela, nuevo arzobispo de Malinas, que junto con Viglius, y aceptando

algunas de las sugerencias de Margarita de Parma, redactó una primera nómina en

marzo de 1560. La bula fundacional recogía que los obispos nominados debían ser

doctores en teología, entorpeciendo seriamente el tradicional acceso de los nobles

flamencos a dichas dignidades.

Sin duda, este proyecto era de un enorme calado, pues no servía únicamente para

aplicar con mayor firmeza los Concilios de Trento y para llevar a cabo con mayor

eficacia la persecución de los herejes y la Confesionalización, sino que significaba la

salida casi total de la aristocracia de esta fuente de poder, prestigio y dinero y

consolidaba el patronazgo de Granvela a través de las nominaciones y de la entrada en

los Estados Provinciales, donde se reduciría notablemente la oposición a las peticiones

reales226.

Por supuesto, la resistencia a su aplicación fue feroz y algunos consejeros de

Estado protestaron fuertemente por no haber participado en la elaboración de este plan y

por verse desplazadas sus familias de la posible ocupación de esos nuevos obispados. La

excusa perfecta para canalizar dichas quejas era que la incorporación de dos

inquisidores en cada obispado, coordinados por un organismo inquisitorial central, y la

unión de las abadías iba en contra de lo establecido por la Blijde Inkomst o Joyeusse

Entrée de Brabante y de otras provincias227.

Sin embargo, la base de las protestas no radicaba ahí, sino en la ruptura del

acceso a la toma de decisiones de aquellos que estaban acostumbrados a influir en las

mismas en momentos no tan pretéritos. Estos nobles decidieron movilizar a sus

clientelas locales y los panfletos contra Granvela y la Inquisición inundaron aquellas

zonas de los Países Bajos gobernadas por personajes no afectos al cardenal. Esta

oposición provocó que algunos obispados no pudieran ver ocupadas sus cátedras hasta

que el duque de Alba llegó a Flandes, como fue el caso de Brujas, que no tuvo a

Remigius Driutius hasta 1569, Roermond, Guillaume van der Linden no fue consagrado

Saint-Bernard-sur-l´Escaut pasó al obispado de Amberes, la de Tongerlo a Bois-le-Duc, y la de Affligem y la Prebostía de Saint-Rombaut a Malinas. Como abad de Affligem, Granvela pasó a ser el Chef del primer miembro de los Estados de Brabante, donde Felipe II solía tener mucha oposición. La abadía de Saint-Amand también se uniría al arzobispado de Malinas, tras renovar el Papa en diciembre de 1562 el indulto de 1515 de Leon X a Carlos V que le daba el derecho a nominar a los abades y priores. 226 Si observamos los candidatos escogidos, comprobamos que excepto Federico Schenck van Toutenberg en Utecht y Maximilien de Berghes, que fue sustituido por Louis de Berlaymont a su muerte en 1570, eran todos juristas. Así, Martín Rithovius en Ypres, Sonnius en Bois-le-Duc, Cornelius Jansenius en Gante o Nicolás de Castro en Middelburg. 227 G. WELLS, op. cit., pp. 230-275.

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hasta el 11 de mayo de 1569 pese a estar elegido desde 1563, o Groningen, donde Jean

Knyff tomó posesión de su cargo en 1568.

Sin duda, este asunto mostró con toda crudeza que ya existían en Bruselas dos

facciones enfrentadas entre sí y que pugnaban por conseguir la cercanía a la

gobernadora228. A mi juicio, estas facciones nunca pueden identificarse con flamencos y

“l´Espaigne”229, como muchos historiadores han pretendido, porque estuvieron

compuestas por personajes de diferentes procedencias, que tenían sus conexiones con

los movimientos cortesanos que tenían lugar en Madrid. Además, la presencia de

hispanos en Flandes en puestos de importancia tras la marcha de Carlos V y de Felipe II

era escasa, aunque algunos tuvieran mucho poder como Tomás de Armenteros, los

contadores Castellanos o del Canto o Arias Montano.

Por un lado, nos encontramos con la facción dirigida por Granvela, cuyas ideas

políticas y religiosas estaban relacionadas con el “partido imperial” y, posteriormente,

con las del “albista”. Sin duda, su comunión de intereses con el duque de Alba,

complementada con la correspondencia mantenida con los componentes del “Ministerio

Colateral” y con el confesor Fresneda hasta que este cayó en desgracia, garantizaba a

Granvela que su voz iba a ser escuchada en Madrid cuando surgieran los

enfrentamientos, aunque la hegemonía “ebolista” le impidió llevar a cabo muchos de

sus planes.

El nuevo arzobispo de Malinas disponía en los Países Bajos de toda una red

clientelar de secretarios y letrados, encabezada por Viglius, que compartía sus

presupuestos, aunque solicitaba su entrada en la gestión de los asuntos referentes a sus

territorios naturales. Defendían, además, la implantación de los acuerdos de Trento en

materia religiosa y, por tanto, la instauración de los nuevos obispados. Sin embargo,

esta postura no era exclusiva de esta red de letrados, sino que también fue apoyada

durante esos años por algunos nobles flamencos como Aerschot, Aremberg o

Berlaymont y, en menor medida, Mansfeld o Meghem; es decir, considerar que toda la

aristocracia flamenca estaba en contra de las posturas políticas y religiosas de Granvela

no resulta plausible.

Enfrentados al grupo encabezado por Granvela nos encontramos a una serie de

nobles, y algunos letrados como Simon Renard que se había enemistado con su antiguo

patrón, cuyo mayor interés era poder influir en las instancias de gobierno. Personajes

como Orange, que había estado al lado del emperador cuando este abdicó, Egmont, que 228 En este punto sigo, en general, el estudio de P. D. LAGOMARSINO, op. cit., pp. 38 y ss. 229 Expresión que utilizó repetidamente Morillon en sus cartas, p. e. la del 8 de julio de 1568 a Granvela (CCG, III, nº 98, p. 295).

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había comandado los ejércitos imperiales y de Felipe II en repetidas ocasiones, o

Brederode, el noble más poderoso de Holanda, no comprendían ni compartían el hecho

de quedar fuera del acceso a la Corte del nuevo monarca y, además, quedar relegados a

un mero papel decorativo en lo referente a sus propios territorios. Aunque Felipe II

distribuyó ciertas mercedes entre ellos antes de partir -gobiernos, castellanías, toisones

de oro o bandes d´ordonnance-, este grupo fue consciente de que se les estaba

apartando y que esas mercedes y nombramientos estaban vacíos de significado

político230. Igualmente, Horn, Montigny, Hooghstraeten o Berghes se opondrían al

cardenal, al que también reclamaban que había influido en el nombramiento de

Margarita como gobernadora en lugar de la duquesa de Lorena, opción preferida por

ellos.

Por supuesto, este grupo consideraba que el mejor sistema de gobierno era una

monarquía “compuesta”, donde ellos pudieran tener cabida en las principales instancias

de poder. Por lo que respecta a sus ideas religiosas, aunque el grupo no tenía una

espiritualidad definida debido a las especiales circunstancias de los Países Bajos y a las

influencias erasmistas, profesaba sin duda una mayor tolerancia a las ideas reformadas

que la facción contraria231. Esta postura política y religiosa les acercaba, más por

necesidad que por convicción, a la facción “ebolista”, llevando a cabo sus contactos con

este grupo cortesano madrileño a través de los contadores del sueldo Alonso del Canto y

Cristóbal Castellanos, “hechuras” de Eraso. Conviene reseñar que las opiniones del

primero, junto con las del famoso teólogo Fray Lorenzo de Villavicencio, fue la

principal fuente de información de Felipe II sobre la situación religiosa de los Países

Bajos durante esos años. Sin embargo, el grupo “ebolista” fue incapaz de absorber

plenamente a este grupo de descontentos y no pudo evitar su desafección al servicio real

durante los primeros momentos de la Revuelta232.

230 Orange, por ejemplo, fue nombrado consejero de Estado y Chef des finances, caballero del Toisón y Stadholder de Holanda, Zelanda y Utrecht. Igualmente, participó en las conversaciones de Cateau-Cambresis y en la embajada de Felipe II para recoger a Isabel de Valois y llevarla a Castilla (Sobre estos años, P. JANSSENS, “Willem van Oranje aan het Brussels Hof, 1549-1559", Spiegel Historiael, 19 (1984), pp. 174-180). Egmont, por su parte, fue también plenipotenciario en Cateau-Cambresis, consejero de Estado de Margarita y Stadholder de Flandes y de Artois, por citar dos de los ejemplos más significativos. 231 Baste como ejemplo que Orange llegó a defender un cierto grado de libertad de conciencia en el Conseil d´État ya en 1561 y en 1566. Asimismo, siendo superintendente de la ciudad por nombramiento de Margarita, dejó tres puestos de prédica para protestantes en Amberes (G. E. WELLS, op. cit., p. 237 y G. MARNEF, op. cit. p. 157). 232 Tal y como explica L. GEEVERS en su Gevallen vazallen: de integratie van Oranje, Egmont en Horn in the Spaans-Habsburgse monarchie (1559-1567), Amsterdam, 2008.

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La ofensiva del segundo grupo contra Granvela se inició cuando Egmont y

Orange escribieron a Felipe II el 23 de julio de 1561 reclamando que se les consultara

en asuntos tan cruciales como el de los obispados. La crispación fue in crescendo y no

pudo ser resuelta por la embajada de Montigny a Madrid de 1562, por lo que Egmont,

Orange y Horn solicitaron al año siguiente la dimisión de Granvela. Margarita, que hay

que recordar que era deudora de unas ideas políticas y religiosas diferentes a la del

cardenal pese a la buena relación que ambos mantenían, apoyó dicha moción y envió a

su secretario Armenteros a Castilla para solicitarla. El balance faccional del momento

favoreció la misión del secretario, decidiéndose la marcha honrosa de Granvela de los

Países Bajos durante la estancia de la Corte en Monzón. De este modo, el cardenal

abandonó Bruselas el 13 de marzo de 1564 con la excusa de ir a visitar a su madre

enferma en su tierra natal, donde permanecería durante algo más de un año hasta que el

cambio faccional que se produjo en Madrid le permitió ser destinado a Roma. Aunque

nunca más retornaría al Norte de Europa, su influencia en los asuntos flamencos

continuó siendo de gran importancia a través de su red de “hechuras” y su opinión fue

considerada como voz autorizada, siempre y cuando la situación cortesana le fuese

favorable233.

Las decisiones de Monzón marcaron el triunfo de los “ebolistas” en la gestión de

los asuntos flamencos y, tras solicitar Eraso a los nobles neerlandeses que se

reincorporaran al Consejo, estos lo hicieron. Sin embargo, su lucha no cesó y trataron de

apartar a Viglius del lado de Margarita, lo que consiguieron al poco tiempo. Desde esa

posición privilegiada, la nueva facción dominante pugnó por retrasar la aplicación de

los acuerdos de Trento y por conseguir una mayor tolerancia religiosa, decidiendo

comisionar al conde de Egmont para que expusiera sus ideas al monarca. El 23 de enero

de 1565 se le extendieron unas instrucciones, que defendió en la Corte madrileña el 24

de marzo, en las cuales se contemplaba que para evitar los acuciantes problemas de los

Países Bajos se debería certificar la preeminencia del Conseil d´État sobre los otros dos

colaterales, al tiempo que se incorporaban 4 nobles más al mismo –proponían a

Noircarmes, Montigny, Berghes y Meghem-, dividir las presidencias de los Consejos de

Estado y Privado tras la dimisión de Viglius, investigar los abusos en los Consejos de

Hacienda y Privado y en el gobierno provincial y moderar los Placcards o leyes contra

la herejía.

233 Sobre la relación de Granvela en los asuntos flamencos en años posteriores, G. JANSSENS, “Cardinal Granvelle and the revolt of the Netherlands. The evolution of his thought on a desirable political approach to the problem, 1567-1578” en K. de JONGE y G. JANSSENS (eds.), op. cit., pp. 135-156.

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Sin embargo, la misión de Egmont presentaba serias complicaciones por las

fuertes luchas que se estaban produciendo en la Corte madrileña y que anticipaban la

merma de poder de Éboli y Eraso, principales apoyos en Madrid de los nobles

flamencos. Pese a ello, Egmont partió con ciertas esperanzas de la Corte el 6 de abril,

después de que el monarca le despidiera con buenas palabras y promesas de estudiar la

situación. Las famosas cartas del Bosque de Segovia del 17 y 20 de octubre de ese año

mostraron que no estaba en lo cierto, ya que en ellas Felipe II ratificaba una política de

dureza en lo político y en lo religioso al revocar la decisión del comité de sabios y

teólogos convocados por Margarita de sustituir algunas condenas a muerte de “herejes”

por el envío a galeras, y de que no se ajusticiara a aquellos que habían transgredido los

Placcards pero no se habían adherido a la herejía. En las misivas reales se contemplaba

incluso que los anabaptistas arrepentidos fueran ajusticiados y que se debiera

reemplazar a los jueces que no aplicaran las leyes con rigor234.

Las cartas llegaron a Bruselas el 5 de noviembre y Margarita, preveyendo sus

funestas consecuencias, esperó a enseñarlas en el Conseil d´État hasta el 14, para evitar

que hubiera revuelo durante la celebración de la boda de su hijo Alejandro con María de

Portugal que se estaba llevando a cabo en esos días235. La respuesta a estas misivas fue

inmediata, aunque no tuvo como primeros protagonistas a los principales nobles

opositores sino a otros de la media y baja nobleza que firmarían el día 18 en el Palacio

de Culembourg el llamado Compromiso o Liga de la Nobleza, donde atacaban la

implantación de la Inquisición y pedían la abolición de los Placcards contra la herejía.

Dicho texto, que no se publicaría hasta enero del año siguiente, fue redactado por

Marnix de Sainte-Aldegonde, calvinista que había estudiado en la Academia de

Ginebra, y entre sus firmantes destacarían Brederode, Louis de Nassau, hermano de

Orange, y Charles de Mansfeld236. Orange, Egmont y Horn, por su parte, dejaron el

Conseil d´État y Berghes y Meghem sus gobiernos provinciales y se lavaron las manos

en los acontecimientos. El siguiente paso de la Liga de Nobles fue presentar el 5 de abril

234 J. WOLTJER, “Political Moderates and Religious Moderates…”, p. 189. 235 La descripción de dicha boda en F. DE MARCHI, Narratione particolare del Capitan Franceso e´Marchi da Bologna, delle gran feste, e trionfi fatti in Portugallo, e in Fiandra nello sposalitio dell´Illustrissimo&Eccellentissimo Signore, il Signore Alessandro Farnese, Prencipe di Parma, e Piacencia, e la Sereniss. Donna Maria di Portogallo, Bolonia, 1566. 236 El texto se encuentra publicado en inglés en H. H. ROWEN, The Low Countries in Early Modern Times. A documentary history, Londres, 1972, pp. 29-33 y E. H. KOSSMAN y A. F. MELLINK (eds.), Texts concerning the revolt of the Netherlands, Londres, 1974, pp. 59-62. Sobre los firmantes de este Compromiso, H. F. K. van NIEROP, "A Beggars" Banquet...”.

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de 1566 la Petición237, donde se ratificaban en sus opiniones, así como movilizar a sus

redes clientelares provinciales. Margarita envió el nuevo texto al monarca y decidió de

motu proprio el 23 de agosto suspender el reforzamiento de los Placcards y de la

Inquisición, así como conceder libertad de culto en los lugares donde ya se predicara el

calvinismo, y cedió el gobierno al Consejo de Estado.

Visto el nuevo giro de los acontecimientos, Orange, Egmont y compañía

decidieron volver a negociar con el monarca, enviando al marqués de Berghes y a

Montigny de nuevo a Madrid. Sin embargo, la misión estaba condenada al fracaso, pues

Felipe II conoció al mismo tiempo tanto la Petición y la capitulación de Margarita como

la Iconoclastia o Beeldenstorm. Estaba claro que las políticas conciliadoras de los

partidarios de “Éboli” habían fracasado y su tolerancia religiosa había quebrado con la

quema sistemática de imágenes por parte de los calvinistas, modificando el propio Fray

Lorenzo de Villavicencio sus primeras opiniones sobre la situación para pasar a

sustentar las tesis “albistas”. El monarca volcó todo su apoyo en este nuevo grupo y se

inició un proceso de febril deliberación, que culminaría en la famosa reunión del

Consejo de Estado del 29 de octubre238.

En dicha sesión se decidió que era necesaria la marcha del monarca a los Países

Bajos para finalizar la rebelión, aunque debía ser precedido por un general que, al

mando de un potente ejército, prepararía su llegada. Tras decantarse por esta última

opción, se discutió el nombre del encargado de comandar dicho ejército y aunque Éboli,

Berghes y Montigny solicitaron que fuera el conde de Feria, afín a sus ideas, la realidad

faccional del momento no invitaba a ello. Tras las renuncias de los duques de Parma y

Saboya, quedó claro que la única candidatura posible era la del propio duque de Alba.

Su aceptación el 29 de noviembre significaba, al mismo tiempo, el triunfo político de la

facción que él mismo encabezaba y su fracaso personal, pues se le obligaba a marchar

de la Corte, con lo que eso suponía de dificultad para poder seguir ejerciendo su

patronazgo a esa distancia.

La marcha del “Gran Duque” se dispuso para la primavera siguiente, abriéndose

desde este momento una nueva época en las relaciones entre Flandes y el resto de la

Monarquía.

237 El texto en E. H. KOSSMAN y A. F. MELLINK (eds.), op. cit., pp. 62-65. El nombre de los firmantes estuvo íntimamente ligado a las redes clientelares de algunos nobles, como fue el caso de Brederode que con su influencia consiguió que uno de cada cuatro nobles adultos holandeses suscribieran el texto (H. F. K. van NIEROP, The nobility of Holland..., p. 186). 238 Sobre esta reunión hay varias descripciones, como la de L. P. GACHARD, Don Carlos y Felipe II, Madrid, 2007 (traducción del original francés), pp. 256-258 o P. D. LAGOMARSINO, op. cit., pp. 254-255.

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CAPÍTULO 2

LA CONFESIONALIZACIÓN EN FLANDES: EL GOBIERNO DEL III DUQUE

DE ALBA (1567-73)

2.1.- Los avatares cortesanos en Madrid

Tras la marcha del duque de Alba a los Países Bajos, el futuro de la facción

cortesana que este encabezaba quedaba hipotecado ante la ausencia de su patrón. Esta

tesitura fue aprovechada por un personaje que aunaba las condiciones ideales para

desarrollar los planes de Confesionalización que Felipe II pretendía y que pronto

adquiriría la condición de “privado” del monarca: el cardenal Espinosa239.

Tras ser nombrado presidente del Consejo de Castilla en 1565, la confianza que

le mostró Felipe II le permitió orientar la gracia real, con lo que pudo favorecer el

ascenso de su propia red clientelar que, en buena medida, llegaría a coincidir con la

administración de la Monarquía240. Para formar esta red, Espinosa recurrió a sus

amistades adquiridas durante su periplo como estudiante en Salamanca, oidor en Sevilla

y regente en el Consejo de Navarra y reformó numerosas instituciones como los

Consejos de Castilla, Hacienda, Cruzada o Indias, con el fin de que su entorno tuviese

cabida en ellos.

Gracias a estas actuaciones, Espinosa fue capaz de hacer desaparecer el

bipartidismo de años anteriores, pese a haber contado con el favor del partido “ebolista”

para su ascenso y coincidir ideológicamente en muchos puntos con el “albista”, y lo

aprovechó en beneficio propio. Sin embargo, el cardenal tuvo dos carencias

significativas para consolidar su poder, cuales eran la falta de oficio palatino y de red

clientelar en política exterior, derivadas ambas de su condición social no nobiliaria. Este

déficit era muy complicado de subsanar y el cardenal ni siquiera intentó abordar su

acceso a la Casa del monarca, aunque sí trató de intervenir en los Consejos de Estado y

Guerra para aumentar su influjo en política exterior, aunque con relativo éxito. Así, tras

ser nombrado consejero de Estado, pretendió darle a dicho Consejo un rígido control

operativo reuniéndolo a veces en su casa y con escaso número de miembros ante las

numerosas ausencias de consejeros, pero tuvo muchas dificultades para controlar sus

actuaciones. Por lo que respecta al Consejo de Guerra, su condición de eclesiástico le

impidió ser nombrado consejero, pero consiguió deslindarlo del de Estado y le dio 239 Sobre la privanza de Espinosa, Configuración, pp. 99-213. 240 Sobre su red clientelar, J. MARTÍNEZ MILLÁN, “Un curioso manuscrito. El libro de gobierno del cardenal Diego de Espinosa (1512?-1572)”, Hispania, 53 (1993), pp. 299-344.

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jurisdicción propia dedicada al ámbito castrense. Asimismo, dividió la Secretaría de

Estado y concedió a Zayas, ligado al duque de Alba, la del Norte y a Antonio Pérez,

“hechura” de Éboli, la de Italia. Estas actuaciones se verían complementadas con un

firme intento por mantener buena correspondencia con los personajes que ostentaban

cargos importantes en los reinos de la periferia, caso del duque de Alba, el de

Alburquerque, Granvela o Juan de Zúñiga, por lo que las relaciones exteriores con otras

potencias del momento vendrían marcadas por dichos personajes241. Por último, trató de

proyectar su red clientelar en la administración de los reinos, caso de Hernández de

Liévana en Italia, y para ser informado de los posibles candidatos a los diferentes

oficios recurrió a presidentes de audiencias, corregidores y obispos.

Por lo que respecta a sus actuaciones en el proceso de Confesionalización,

homogeneización y control de la sociedad en los diferentes reinos, Espinosa trató de

identificar a los gobernantes con la confesión católica y llevó a cabo una serie de

reformas en diversos ámbitos, como las órdenes religiosas. Igualmente, trató de aplicar

rigurosamente los acuerdos tridentinos y promovió concilios provinciales en toda la

Monarquía, como el de Cambrai en los Países Bajos en 1566, o favoreció la

reorganización de los obispados, caso de Flandes donde relanzó a través de Alba el plan

que ya había iniciado Granvela.

Sin embargo, ese proceso de Confesionalización encontraría un grave

inconveniente en la catequización y conversión de los moriscos, especialmente en las

Alpujarras. Esa reforma tan drástica provocó levantamientos, cuyo apaciguamiento se

retrasó por las disensiones surgidas dentro del Consejo de Estado, lo que entorpeció las

operaciones militares. Tras fracasar el marqués de Mondéjar en la represión, se tuvo que

encargar don Juan de Austria de acabar con la revuelta al mando de un numeroso y caro

ejército y tras varios años de lucha. Sin duda, el fracaso granadino, que conllevó la caída

del presidente de la chancillería de Granada Pedro Deza, “hechura” de Espinosa, unido

a las ingentes cantidades de dinero que requería el duque de Alba en Flandes,

provocaron que Felipe II decidiera buscar nuevos caminos para resolver los problemas

que se le planteaban. De esta manera, Espinosa cayó en desgracia y vio mermada su

autoridad poco antes de su fallecimiento, acaecido en 1573, apareciendo así un nuevo

panorama desde el punto de vista faccional.

Por lo que respecta a la situación cortesana del duque de Alba durante su

gobierno en Flandes, y por lo tanto su facilidad para poder poner en práctica su

programa político, podemos inferir que estuvo íntimamente ligada a la del cardenal

241 S. FERNÁNDEZ CONTI, Los Consejos de Estado y Guerra..., p. 103.

100

Espinosa. Así, su comunión de intereses en cuanto a la necesidad de llevar a cabo la

Confesionalización en los Países Bajos, permitió al “Gran Duque” disfrutar de cierta

comprensión en Madrid, al menos, durante los primeros años de su gobierno.

Su principal interlocutor en la Corte era su “hechura” Gabriel de Zayas242, que

procuró por todos los medios contrarrestar el influjo de los enemigos del duque. Para

ello, contó con el apoyo del cuñado de Alba, el prior Antonio de Toledo243, y con la

cercanía al cardenal Espinosa, al doctor Martín de Velasco244, que era el encargado de

supervisar las peticiones de mercedes provenientes de Flandes, y al contador Francisco

de Garnica245, de los que se acabaría distanciando por sus diferencias ideológicas246.

Por supuesto, los principales enemigos del gobernador de Flandes en Madrid

eran los componentes de la facción “ebolista”, que no perdieron la ocasión de minar la

242 Nacido en 1526, estudió en Alcalá de Henares y en 1548 se dice que ya era oficial de Gonzalo Pérez, comenzando casi al mismo tiempo la carrera eclesiástica y la administrativa. Estuvo con Felipe II en Inglaterra en 1554-55 y se fue adueñando de los papeles de la secretaría de Estado, incluso antes de que muriera Gonzalo Pérez, aunque compartiendo escena con su hijo Antonio Pérez. Desde el 19 de octubre de 1566 ambos acudían a las sesiones del Consejo de Estado, aún sin poseer los títulos, que se les concedieron el 17 de julio de 1567. Zayas era amigo de Mateo Vázquez y del duque de Alba, por lo tanto émulo de Antonio Pérez, lo que conllevó su relegamiento durante la hegemonía cortesana de este. En 1579 se le destinó a la secretaría de Italia donde sirvió hasta su muerte el 13 de julio de 1593 (CFA, pp. 99-112 y P. RODRÍGUEZ, “Gabriel de Zayas (1526-1593). Notas biográficas”, Espacio, Tiempo y Forma, serie IV, HªModerna, 4 (1991), pp. 57-70). 243 Hijo del III conde de Alba de Aliste y hermano de María Enríquez, esposa del duque de Alba. En 1548 fue nombrado caballerizo mayor del príncipe Felipe gracias a la influencia de su cuñado, mayordomo mayor de dicho servicio. Con el ascenso de Felipe II al trono, se le ratificó en dicho oficio y se le nombró consejero de Guerra y de Estado. Fue uno de los baluartes de su cuñado en la Corte pero su apocado carácter le impidió intervenir con mayor decisión en las duras luchas faccionales. Su apogeo lo alcanzó entre 1573 y 1576, aprovechando el vacío de poder, pero con el ascenso de la facción “papista” se vio de nuevo relegado y falleció el 13 de marzo de 1579 (Configuración, pp. 488-489). 244 Tras sus estudios en el colegio salmantino de Oviedo, dio el salto al oficio de oidor de la chancillería de Granada en 1537 permaneciendo en ella hasta que en 1542 pasó a la de Valladolid con el mismo cargo. El emperador conoció de su saber y se le fue dedicando a asuntos religiosos, llegando en 1552 a ser consejero de Castilla gracias a sus vínculos en el círculo del príncipe Felipe. Amplió su poder durante la regencia de doña Juana, ingresando en la Cámara y en el Consejo de Hacienda, así como aconsejando a la hermana del príncipe en asuntos de estado. Se unió al cardenal Espinosa en su ascenso, al defender las mismas ideas confesionalistas, y tras la muerte de este se llegó a especular con que Velasco le sucedería pero no fue así y comenzó su declive, falleciendo el 13 de septiembre de 1573 (Carlos V, III, pp. 456-458 y Configuración, pp. 508-509). 245 Formado bajo la protección de Francisco de Eraso desde 1547, ocupó el oficio de contador de relaciones en mayo de 1558 y lo ocupó hasta que fue nombrado teniente de la Contaduría mayor interino en enero de 1564, alcanzando la titularidad en dicho oficio en 1566. Su importancia en asuntos hacendísticos fue creciendo hasta que en 1578 comenzó el declive de la facción “papista” que le arrastró. Permanecería en la corte hasta 1587 pero fue perdiendo paulatinamente su importancia y falleció apartado, aunque con grandes riquezas (Ibídem, p. 382). 246 Zayas a Alba, 6 de abril de 1569, CODOIN, XXXVIII, p. 62, "Que Velasco también está en Valladolid, y Garnica en Guadalupe, que son dos personajes que nos ayudan bien".

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posición del nuevo gobernador, ya incluso antes de que partiera hacia Italia en 1567247.

Para ello, buscaron aprovechar la misión de Gaspar de Robles, barón de Villy248,

enviado por Margarita de Parma para evitar la puesta en marcha de la expedición de

Alba al remitir los movimientos revolucionarios. Aunque el enviado llegó a la Corte

cuando el noble castellano ya había partido, no dudó en entorpecer su misión y pugnó

por conseguir que el enviado real esperase en Milán para ser precedido en los Países

Bajos por Éboli, que iría en calidad de mayordomo mayor del príncipe don Carlos que

sería el nuevo gobernador. Aunque el monarca rechazó el plan, los enemigos del duque

consiguieron que se redujera enormemente el tamaño de la armada y que Felipe II fuera

posponiendo su viaje a Flandes, algo que Alba nunca olvidaría.

Pese a estas trabas, los triunfos militares y políticos de Fernando Álvarez de

Toledo y la protección de Espinosa consiguieron acallar las voces críticas y le

permitieron llevar a cabo sus planes durante sus primeros años de gobierno. Sin

embargo, la situación tornaría hacia 1570, una vez que la rebelión de las Alpujarras

afectó a la credibilidad de Espinosa, y las conversaciones con el papa Pío V para formar

la Liga Santa contra el turco así lo parecieron demostrar. El duque de Alba defendía que

ese dinero que se iba a gastar en formar una armada capaz de parar a la potente flota

otomana debía usarse para reforzar los ejércitos de Flandes, en previsión de una posible

invasión de los hugonotes franceses. Sin embargo, su opinión no fue escuchada y el

duque fue consciente de que su situación cortesana se iba debilitando, lo que pudo

247 P. D. LAGOMARSINO, op. cit., pp. 267-288. 248 Perteneciente a una familia portuguesa de luenga tradición en el servicio a los monarcas hispanos, fue paje de la emperatriz Isabel desde el 2 de diciembre de 1530 hasta la muerte de la misma, de René de Nassau-Chalons, príncipe de Orange, desde ese momento hasta su fallecimiento en 1544 y del emperador desde el 1 de enero de 1547 hasta el 1 de septiembre del mismo año. En ese momento fue promovido a costiller, oficio que desempeñó hasta el 3 de diciembre de 1549 en que fue nombrado gentilhombre de la casa, cargo que desempeñaría hasta que en 1556 dejó de serlo con el nuevo rey. A su vez, comenzó a servir en el ejército al nombrársele capitán de caballos ligeros y se trasladó a Flandes donde ya viviría prácticamente el resto de su vida. Su papel político se incrementó con el comienzo de los tumultos, permaneciendo siempre vinculado a las ideas “ebolistas” debido a la ayuda que el príncipe de Éboli le prestó para conseguir en 1561 el hábito de Santiago. Aunque tenía relación con los nobles firmantes del Compromiso, siempre permaneció del lado de la gobernadora, utilizando su influencia para atraer a nobles hacia el bando realista y en 1567 Margarita le envió a Madrid para explicar sus últimas victorias y certificar que no era necesario el envío del duque Alba a Flandes. Esta oposición a las ideas del duque de Alba se notaron en las tensas relaciones entre ambos pero Fernando Álvarez de Toledo era, ante todo, un gran militar y fue consciente de la valía de Robles por lo que decidió enviarle como coronel a la campaña de Frisia. Allí quedó al frente de las tropas de Felipe II durante varios años y la recompensa a su lucha fue el gobierno de Frisia en 1573. Serviría en Flandes hasta que falleció durante el sitio de Amberes en 1585 por la explosión de la máquina de Giambelli contra el puente que Farnesio había mandado levantar (Biografía en el DBE).

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corroborar en dos asuntos de vital importancia y ligados entre sí: el viaje de la

archiduquesa Ana a contraer matrimonio con Felipe II y su relevo.

La muerte de la reina Isabel de Valois el 3 de octubre de 1568 se unió a la del

príncipe don Carlos, acaecida el 24 de junio del mismo año, situación que dejó a Felipe

II sin herederos. Sus dos hijas, Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela, eran aún muy

jóvenes y no se pensaba en ellas como posibles sucesoras, por lo que el monarca agilizó

las conversaciones con su primo Maximiliano II para contraer matrimonio con su

sobrina Ana de Austria249. El duque de Alba vio el traslado de la archiduquesa a Castilla

como una gran oportunidad para retornar a Madrid, por lo que utilizó toda su influencia

para que dicha Jornada transcurriera por Flandes y no por Italia como estaba previsto en

un principio. A raíz de ello, se produjo un intenso debate en Madrid sobre el nombre del

posible sucesor250 pero el rey no encontró a nadie capaz de poder controlar a las

revueltas élites flamencas251, por lo que decidió que Alba debía continuar en Bruselas,

aunque mantuvo sus esperanzas al insinuarle la posibilidad de regresar a Castilla junto

al séquito de la archiduquesa.

Mientras esto sucedía en Madrid, el embajador de Felipe II en el Imperio,

Chantonay, ultimaba los preparativos del viaje, que concluyeron a comienzos de mayo

de 1570. Ana iría con su padre a la dieta de Spira y desde allí a los Países Bajos, donde

el duque de Alba determinaría su ruta hasta la costa cantábrica. El 4 de mayo tuvo lugar

la boda por poderes en la catedral de Praga, en presencia de Chantonay y Venegas,

embajador extraordinario, los emperadores, el nuncio papal, el duque de Mecklemburgo

y los embajadores de Polonia y Venecia y con el archiduque Carlos de Estiria, que ya 249 Sobre este matrimonio, L. PÉREZ BUENO, “Del casamiento de Felipe II con su sobrina Ana de Austria”, Hispania, 7:28 (1947, jul-sep), pp. 372-416. 250 Alba a Felipe II, 26 de marzo de 1570, EDA, II, n. 1081, pp. 352-353. En ella comentaba Alba que la duquesa Cristina de Lorena le había enviado un emisario y le había propuesto como gobernador de los Países Bajos al duque de Baviera, aunque el noble castellano creía que era una propuesta encaminada a conseguir el oficio para la propia duquesa; ID., 26 de agosto de 1570, Ibídem, nº 1125, p. 410, Chantonay le había comunicado que Maximiliano II quería el puesto de gobernador para el archiduque Rodolfo, aunque Alba pensaba que realmente lo codiciaba para su hermano Carlos. Felipe II, al margen, comentaba que Alba lo que quería realmente era pasar el puesto a su hijo Fadrique; se habló incluso del prior Hernando como relevo del duque, Pradilla a Lope de Acuña, 31 de mayo de 1570, RAH, 9-67, f. 321 v.,"De creer es que avia dado en que entender la yda de la Reyna por esos estados como lo hizo aqui quando tuvimos la nueva de pasar por este, pero todo travajo se puede tolerar por el favor, y aca se tiene que el señor duque dalva la acompañara a España y que quedara en su lugar el señor prior". 251 G. PARKER, "1567: The End of the Dutch Revolt" en A. CRESPO SOLANA y M. HERRERO SÁNCHEZ (coords.), op. cit., I, pp. 274-275. Parker resalta que al comienzo del gobierno de Alba el rey propuso a su hermano don Juan de Austria como posible relevo, pero el duque se negó, debido a su pertenencia a la facción cortesana contraria, y el rey no insistió. Juana y María, hermanas de Felipe II, así como don Carlos, su hijo, tampoco eran candidatos adecuados por diversas razones.

103

había regresado de su visita a Castilla, en representación de Felipe II. Estaba presente

igualmente el duque de Osuna, don Pedro de Acuña y Téllez-Girón, enviado por el

monarca para acompañar a la reina en su viaje.

Felipe II informó del desposorio a Alba a finales de junio, al tiempo que le

comunicaba que no iba a ser posible llevar a cabo su relevo en ese momento252. Pese a

alabar su labor, el monarca creía que aún tenía asuntos pendientes por resolver en

Flandes, de tal suerte que no era bueno que viajara con la futura reina, ya que se

perdería todo lo realizado si salía de Bruselas antes de que llegara su sucesor que,

además, aún no había sido elegido. En su lugar, Felipe II designó al prior Hernando,

hijo ilegítimo del propio duque, como acompañante de su esposa253.

Sin duda, la noticia fue un golpe muy duro para el “Gran Duque”, que se mostró

iracundo por una decisión que achacaba, sin duda de forma acertada, a la acción de sus

enemigos en Madrid254. Aunque las protestas de Alba no le permitieron realizar el viaje

con la futura reina, que llegó a Santander el 3 de octubre y contrajo matrimonio poco

después en Segovia255, parece que si influyeron en el ánimo de los encargados de tomar

la decisión sobre el relevo, ya que el cardenal Espinosa comunicó su decisión al

gobernador el 16 de septiembre256. La elección había recaído en el duque de Medinaceli

y aunque la noticia de tener un sucesor alivió a Fernando Álvarez de Toledo, tal y como

comunicó a Espinosa257, estaba claro que la situación le iba a comportar nuevos

problemas, pues el elegido era deudo del partido “ebolista”258.

Se ha dicho que la partida de Medinaceli hacia Flandes se retrasó de manera

deliberada por las dudas de Felipe II y de sus consejeros, así como por la espera en el

desarrollo de la situación en las Alpujarras e Inglaterra. Una vez se produjeron el final

252 Felipe II a Alba, 30 de junio de 1570, AGS, E., leg. 544, f. 122. 253 ID., 4 de julio de 1570, Ibídem, f. 164. 254 ID., 12 de agosto de 1570, EDA, II, nº 1122, pp. 406-408. 255 J. BÁEZ DE SEPÚLVEDA, Relación verdadera del recibimiento que hizo la ciudad de Segovia a la majestad de la reyna nuestra señor doña Anna de Austria, en su felicísimo casamiento que en la dicha ciudad se celebró, edición de Segovia, 1998. 256 Granvela a Morillon, 11 de mayo de 1573, CCG, IV, nº 138, p. 557, “Ceulx qui dient que le cardinal Spinosa fist le choix, ont raison”. 257 Alba a Espinosa, 27 de septiembre de 1570, EDA, II, nº 1153, p. 433. 258 Juan de la Cerda y Silva, IV duque de Medinaceli, accedió a los estados de su casa en 1553 y un año más tarde comenzó su carrera política al formar parte del séquito del príncipe Felipe en su viaje a Inglaterra. Durante ese viaje se acercó a Éboli, bajo cuya influencia estaría hasta su muerte. Gracias a él, el primer favorito de Felipe II pudo controlar asuntos italianos pues Medinaceli fue Virrey y Capitán General de Sicilia desde 1557 hasta 1566. El cambio faccional le supuso ser de nuevo alejado de la Corte en 1567 con el nombramiento de Virrey de Navarra, aunque también recibió los títulos de consejero de Estado y Guerra y una encomienda de la orden de Santiago. Fue reclamado en 1570 para marchar como gobernador a los Países Bajos, aunque no zarparía hasta 1572 (Configuración, p. 347).

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de la revuelta granadina y el fracaso del complot de Ridolfi, así como el arresto del

duque de Norfolk, se aceleró el viaje259. En nuestra opinión, habría que añadir a estas

circunstancias la débil posición cortesana del duque de Alba, que sus enemigos

aprovecharon para conseguir que permaneciera más tiempo en Flandes, conscientes de

que ello haría decaer su influencia y autoridad260. Pese a los intentos de apremio por

parte de Alba y de Zayas, el título de Medinaceli no fue expedido hasta el 24 de

septiembre de 1571261 y su partida, prevista en un principio para finales de 1570, no se

produjo hasta mayo de 1572.

Ante esta dura situación, Albornoz, secretario de Alba, contempló la posibilidad

de cambiar de patrón en la corte madrileña. El candidato ideal era el aún “privado”

Diego de Espinosa, al que pretendía acceder a través de Mateo Vázquez, secretario del

cardenal, con el que inició una correspondencia orientada a sustituir a la que mantenía

con Zayas262. El momento no era el más propicio, toda vez que Albornoz procuraba

conseguir un obispado en América para su hermano Jerónimo y el secretario Zayas le

ayudaba a gestionar el asunto en la Corte. Con todo, el secretario escribió en febrero de

1571 a Nicolás de Ovando para que le pusiera en contacto con Mateo Vázquez263 y

requirió los servicios del doctor Milio264, que se convirtió en uno de sus referentes en la

Corte265. Estas “infidelidades” molestaron enormemente al Secretario de Estado266,

aunque las relaciones entre ambos no finalizaron por conveniencia política267 y por el

259 A. W. LOVETT, “A new Governor for the Netherlands: the Appointment of Don Luis de Requesens, Comendador Mayor de Castilla”, European Studies Review, I, 2 (1971), p. 91 e ID., Philip II and Mateo Vázquez de Leça: the government of Spain (1572-1592), Génova, 1977, p. 40. 260 Así lo apreciaba Arias Montano en un memorial muy extenso que envió a Zayas el 5 de febrero de 1571, CODOIN, XLI, pp. 200-235. 261 Patente de gobernador de Medinaceli en francés, 25 de septiembre de 1571, CODOIN, XXXV, pp. 430-435. 262 Albornoz a fray Jerónimo de Albornoz, 16 de febrero de 1571, EDA, II, nº 1212, p. 506. 263 Albornoz a Nicolás de Ovando, 18 de febrero de 1571, Ibídem, nº 1215, pp. 510-511. 264 Párrafo de carta del doctor Milio a Alba, 3 de febrero de 1571, DECA, p. 103. Era administrador del Priorato de la orden de San Juan de Jerusalén que ostentaba Hernando de Toledo (S. FERNÁNDEZ CONTI, “El Prior Don Hernando de Toledo, Capitán de Felipe II y de sus Consejos de Estado y Guerra”, en Marcelo Fontani. Il perfetto capitano. Immagini e relata (secolo XV-XVII), Roma, 2001, p. 101). 265 Albornoz a Milio, 7 de junio de 1571, EDA, II, nº 1343, pp. 628-630. En ella, el secretario demandaba nuevas sobre la Cámara, la proximidad de Espinosa a Éboli o sobre quien llevaba los negocios de Estado. 266 Zayas a Albornoz, 6 de julio de 1571, AGS, E., leg. 547, f. 57, "Aunque con invidia de ver al Milio mas regalado de Vuesa Merced que yo”. 267 Albornoz a Zayas, 5 de agosto de 1571, EDA, II, nº 1397, p. 701, "Por los respectos que diré abajo, no quiero consentir que v. merced me diga que ni a mi padre ni Millio tengo en primer lugar, porque éste tiene y terná, mientras yo viviere, mi señor Gabriel de Zayas, a quien yo amo más tiernamente que a todos cuantos hay en el mundo”.

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deterioro de la relación de Albornoz con Milio al no concederse a este último la saca del

doblón268.

Estas maniobras del secretario de Alba no encontraron respuesta por parte del

cardenal Espinosa, ante lo que Albornoz recurrió a la mediación de su patrón, que

escribió una extensa misiva al cardenal269. En dicha carta se observan las diversas

quejas que el gobernador de Flandes tenía sobre el tratamiento que se le dispensaba en

Madrid; así, solicitaba que se acelerara su sustitución, que se hiciera un uso correcto de

la hacienda y que se compensara el maltrato que había recibido su hijo, Hernando de

Toledo, por parte del duque de Feria y de Martín de Velasco cuando llegó a Madrid tras

acompañar a Ana de Austria. La reacción del primero era esperada al ser uno de sus

principales enemigos, pero no la del segundo, al que Alba consideraba un personaje afín

y que, sin embargo, le había tenido engañado270.

Estos intentos no obtuvieron fruto y solo sirvieron para observar que la suerte

del “Gran Duque” estaba echada y que su situación cortesana, así como su relación con

el cardenal, estaba fuertemente deteriorada. La disparidad de criterios con Espinosa se

haría aún más patente cuando el “privado” del rey llegó a plantear la posibilidad de

llevar a cabo una Visita a Flandes, tal y como había promovido en otros reinos de la

Monarquía, por medio de Andrés Ponce de León, aprovechando el viaje del duque de

Medinaceli a esas tierras. Esta actuación, lógicamente, no era del agrado del de Alba y

aunque Ponce de León rechazó, finalmente, el encargo271, el simple hecho de haberse

sugerido la misma plasma perfectamente la tensión existente entre los partidarios y los

contrarios al duque; tensión que, por otro lado, no se circunscribía únicamente a los

consejeros castellanos, sino que también atañía a los flamencos del “Ministerio

Colateral”.

Las desavenencias entre estos y el duque se venían produciendo desde 1567 pero

las discusiones para la aplicación del Perdón General mostraron los primeros

enfrentamientos serios. Mientras el gobernador pretendía acabar con la rebelión antes de

promulgarlo, tanto Hopperus como Tisnacq aconsejaban que se publicara lo antes

268 Albornoz a Antonio de Lada, 27 de agosto de 1571, Ibídem, nº 1409, p. 716, "El doctor Milio no tiene razón de tener por disfavor el no habérsele dejado gozar de la saca del doblón, porque fuera una mala introducción y a estos señores del Consejo paresció que no convenía que se dijese que en tiempo del Duque se hubiese comenzado”. 269 Alba a Espinosa, 21 de febrero de 1571, Ibídem, nº 1223, pp. 521-523. 270 Alba a Antonio de Lada, 21 de mayo de 1571, Ibídem, nº 1311, pp. 602-603, “Y vos habéis conocido mejor que yo el término y palabras del personaje, el cual me ha tenido engañado hasta de pocos meses a esta parte, que he caído en la cuenta que en negocio mío, chico ni grande, desde que entró en aquel lugar, ha hecho cosa que me pueda loar de ella, antes tantas al revés y con contados desgustos que ninguno de mis enemigos se atreviera a hacerlas de esta manera”. 271 Configuración, p. 460.

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posible con el fin de aplacar la Revuelta. Alba, aprovechando que aún disfrutaba de

cierta fortaleza cortesana, actuó contra ellos criticando su poca discreción en los

asuntos272 y consiguió que Charles de Tisnacq fuera enviado a Bruselas como presidente

del Conseil Privé, quedando Hopperus como nuevo guardasellos273.

Esta sustitución no acabó con los enfrentamientos y la discusión sobre la

sucesión del secretario Josse de Courtewille, que en 1567 había retornado a Flandes en

la comitiva del nuevo gobernador, los reavivó. Para suplirle, los consejeros del

“Ministerio Colateral” barajaban el nombre de dos clientes de Viglius: Arnould

Dennetières, secretario de Hopperus en Madrid, y Jean Mesdat, secretario del Conseil

des Troubles274. Alba, si bien reconoció la necesidad del nombramiento de un nuevo

secretario, se negó a que fuera ninguno de los propuestos275. A esta disparidad de

criterios se unieron otras, como el relevo del presidente de la cámara de cuentas de

Brabante276, la petición que hizo Courtewille a Alba para que una pensión que quedaba

272 Alba a Felipe II, 29 de junio de 1569, CODOIN, XXXVIII, pp. 148-149. Alba recordaba que cuando él estaba en Madrid se leían los despachos a los flamencos, se les preguntaba su parecer y luego decidía por su cuenta el Consejo de Estado. En ese momento, sin embargo, parecía que las decisiones las tomaban directamente los flamencos del “Ministerio Colateral”. 273 Billete de Zayas a Hopperus, s. d., (hacia septiembre 1569), AGS, E., leg. 542, f. 191, "Supplico a V. S. me avise que officio es el que agora tiene mos de Tisnach y con que salario y provechos y que otra cosa tiene de su Majestad". Esta petición de información, seguramente, anticipaba la marcha de Tisnacq, que Zayas confirmó a Alba el 2 de septiembre de 1569, Ibídem, f. 64, "Y en esto y en la facilidad y del despacho de los negoçios, haura mejor orden y mas diligençia quando quede solo Operus, que sera presto, porque ya Su Majestad ha dado comission al Duque de Feria que trate con Tisnach de su partida y de lo que se ha de hazer con el. Assi que V. Excelencia podrá estar contento que buena ayda se le embio para que alivie de los negoçios destado". 274 Felipe II a Alba, 14 de julio de 1571, Ibídem, leg. 547, f. 160, "Hallandose Curtevila tan impedido, que paresçe se puede perder la esperança de que aya de bolver mas por acá, me ha hecho dezir Hopperus por Çayas, que convernía a mi servicio y a la auctoridad de mis negoçios, que Dennetieres que reside en su compañia, y es secretario desse mi consejo privado, refrendasse las expediçiones en que yo pongo la mano, teniendo por desconveniençia (y çierto con razon) que firmandolas yo aqui, se lleven a refrendar alla, y que esto se podria hazer dando yo al dicho Dennetiers, cinquenta escudos al mes para su sustento, y Curtevila la mitad de los derechos de las expediçiones que despachare el Dennetiers, y lo uno y lo otro durante su ausençia, que de otra manera se haura deyr a su casa, segun dize Hopperus, y que no conviene dexarle, porques bien nasçido, y sufficiente, por haver estado çinco años en el escriptorio del Secretario Bave, y muchos en compañia del Presidente Viglius, y despues en la suya, continuando siempre esta exerçiçio con fidelidad y abilidad, teniendo a su cargo la cifra y todo lo importante, y porque me paresçe que es necessario dar en esto alguna buena orden, sera bien que vos mireis en ello, y me escrivais lo que se os offresçiere y la traça que os paresçiere se podria tomar en esto”. 275 Alba a Felipe II, 6 de mayo de 1571, EDA, II, nº 1283, pp. 577-578. 276 Este era Ronald Longin, que se quería retirar y recibir una pensión, lo que Alba aprobó (Alba a Felipe II, 23 de marzo de 1571, Ibídem, nº 1240, p. 545 y Alba a Zayas, 27 de agosto de 1571, Ibídem, nº 1408, pp. 714-715). El asunto se despachó con la concesión de dicha merced, pero sin la posibilidad de que la pasara a su hijo como el presidente pretendía. Alba mostró su enfado, no por la decisión, sino porque Dennètieres transmitió los despachos a los interesados

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vacante se pudiera dar a un deudo suyo277 o la concesión del cargo del administrador

general de seguros para Diego González Gante278.

Ante esa cadena de desavenencias, el duque de Alba se vio obligado a enviar a

Felipe II una misiva, en la cual diseccionaba perfectamente sus relaciones con el grupo

encabezado por Viglius, así como los personajes que él prefería para ocupar los cargos

en disputa:

“Mándame V. Majestad, en una de las cartas de 14 del pasado, que acuso en

otra de las mías que va con ésta, le avise de lo que me paresce de la persona de Denetiers, que es el que hace agora los negocios con Hopperus, para dalle título de secretario. Si V. Majestad no ha rasgado una carta que le escribí a los 6 de Mayo, de mi mano, en el principio de ella verá particularmente lo que a esto toca y cómo le tengo por derramado y que, por su medio, se saben aquí muchas cosas; pero todavía diré a V. Majestad lo que acerca de ello se me ofresce, así ligeramente, porque es uno de los puntos que yo tengo puesto en memoria para dar cuenta a V. Majestad de él. Si Courteville pudiera ir allá, ninguna cosa convenía tanto como sacarle de aquí, porque ha dado en ser protector de la patria por medios tan ruines que ha sido necesario enviarle a decir dos palabras y mostralle el camino que ha de tener, y si no se enmienda, aunque estoy el pie en el estribo, no me contentaré con esto, y no me maravillo, porque como ha un año que éstos me cuentan por ido, tiénenme respeto como Duque de Alba y no como a Gobernador, de quien pueden esperar bien o mal.

Los negocios de Flandes se han enderezado este tiempo con tan gran fuerza, que me cuestan mucho trabajo por ser yo solo el que los he de sustentar contra los ministros de V. Majestad y después contra todo el país. V. Majestad sea cierto que no hay cosa más perjudicial a su servicio que los consejeros que aquí están mostrados a lo viejo, los cuales no pueden tomar en paciencia el nuevo gobierno, y para tener tomados todos los caminos y guiar al Duque de Medina por el que ellos quisieren, procuran meter a V. Majestad delante del dicho Denetiers para su correspondencia, por donde verá V. Majestad que lo que le escribí en la dicha mi carta no fue sin fundamento. Lo que me parece conviene al servicio de V. Majestad sería saber de Courteville si, no embargante que está impedido, quisiere ir, y si quisiere, que vaya, no embargante que está de ningún provecho, y en caso que no, llevar al secretario Berti en su lugar, que es hombre de bien y suficiente, que ha muchos años que sirve y tiene inteligencia en estos países patrimoniales y en los conquistados, porque ha sido oficial en ellos y que, en su lugar, entrase el secretario Vanderaa, hijo del viejo Vanderaa, que sirve agora en el Consejo Privado, y le envié yo por secretario a la Dieta; es muy buen hombre y muy hábil, y, de esta manera, estaría lo de allá y lo de acá muy bien proveído. Y si V. Majestad mandare le avise quién podrá entrar en Consejo Privado, en lugar de Vanderaa, miraré hombre para ello, y cuanto al oficial de Scharemberghe, llamado Lorenzo, no tengo noticia de él, pero informarme he, como V. Majestad me lo manda, y siendo el que conviene, le llevaré conmigo279”.

sin que él los hubiera recibido antes (Alba a Hopperus, 24 de diciembre de 1571, Ibídem, nº 1517, p. 817). 277 Alba a Zayas, 24 de diciembre de 1571, Ibídem, nº 1498, p. 807. Alba propuso, en cambio, que se diera a Josse Ravenstein, delegado inquisidor en Flandes. 278 Aunque Alba disimulaba agradeciendo a Hopperus su apoyo en este asunto (Alba a Hopperus, 24 de diciembre de 1571, Ibídem, nº 1517, pp. 817-818), en realidad achacaba la dilación en el nombramiento al propio consejero flamenco (Alba a Zayas, 24 de diciembre de 1571, Ibídem, nº 1498, pp. 807-808). 279 Alba a Felipe II, 3 de agosto de 1571, Ibídem, nº 1386, pp. 677-678. La reproducimos aquí por su indudable interés.

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Como se puede observar, el duque de Alba pretendía que secretarios como Berty

y Vander Aa ocuparan dichos puestos, más que por afinidad a su persona, eran clientes

de Granvela no suyos, por su maleabilidad y por no estar relacionados con Viglius. Del

mismo modo, abogaba por la salida de Courtewille de Flandes, al igual que Tisnacq lo

había hecho de Madrid, discusión que sólo finalizaría con su repentino óbito el 20 de

mayo de 1572. Sin embargo, este fallecimiento hizo que se retomara con más brío por

parte de Hopperus el ascenso de su secretario Dennetières a dicho oficio, lo que provocó

un deterioro aún mayor de las relaciones entre el guardasellos y Alba, que llegó a acusar

al primero, aunque no públicamente, de manejos con los rebeldes a través de familiares

suyos280. Finalmente, Dennetières recibiría el título de secretario del “Ministerio

Colateral” el 4 de abril de 1573.

Este nuevo fracaso de Alba nos muestra como su posición en la Corte madrileña

era ya irreversible, pese al fallecimiento de grandes patronos como Espinosa, Feria y

Éboli entre 1571 y 1573, ya que sus antiguos apoyos habían desaparecido –Espinosa-,

perdido poder –Zayas- o se distanciaban de él -Prior Antonio de Toledo–. Esta situación

permitía anticipar que el noble castellano no iba a disfrutar de la confianza real cuando

retornara, como en efecto sucedió.

2.2.- Facciones y grupos de poder en Bruselas

2.2.1.- La configuración de las facciones (1567-1571)

Tras su confirmación como gobernador, el duque de Alba fue consciente de que

iba a tener que permanecer durante una larga temporada en Bruselas y de que debía

configurar su propio equipo de gobierno para poder aplicar sus ideas y modelo político.

Fruto de esta búsqueda fue que todos los cortesanos presentes en Bruselas llevaron a

cabo movimientos orientados a conseguir el favor del duque, que desembocarían en la

configuración de dos grupos o facciones cortesanas que acabaron siendo antagónicas y

enfrentandas entre ellas281.

Los pilares de este equipo de gobierno resultaron ser los secretarios Juan de

Vargas282, que controlaría los aspectos religiosos a través de su presencia en el Conseil

280 Alba a Zayas, 16 de abril de 1573, CODOIN, LXXV, pp. 199-200. 281 Para profundizar en el conocimiento de las biografías de los diferentes personajes, así como su relación con el duque de Alba en los primeros años de su gobierno, nuestro artículo, “La estancia del prior de Castilla, don Hernando de Toledo, en la Corte de Bruselas (1567-1570). Las luchas cortesanas” en F. RUIZ GÓMEZ y J. M. MOLERO GARCÍA (eds.), La orden de San Juan entre el Mediterráneo y la Mancha, Alcázar de San Juan (Ciudad Real), 2009, pp. 327-350. 282 Nació en 1517 en Madrid, en el seno de una familia de la alta nobleza muy ligada al poder desde hacía generaciones. Su abuelo estuvo en la corte de Enrique IV y su padre Francisco fue

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des Troubles, y, sobre todo, Juan de Albornoz283, secretario personal del duque que

adquirió gran influencia en asuntos hacendísticos y de estado. Su consolidación en la

cúspide se produjo en detrimento de otros castellanos como Jerónimo de Curiel284 y

Francisco de Ibarra285, que perdieron la confianza del gobernador y en su intento por

recuperarla protagonizaron uno de los momentos más oscuros del gobierno de Alba,

consejero de Hacienda, del Consejo Real de Castilla y del de Estado, entre otros títulos, tanto con los Reyes Católicos como con Carlos V (Su biografía en Carlos V, III, pp. 442-445). Desde muy joven se dedicó al estudio y tras licenciarse en derecho en el Colegio Mayor del Arzobispo de la Universidad de Salamanca fue corregidor de Guipúzcoa antes de ir a la Chancillería de Valladolid como alcalde y, posteriormente, oidor. Fue expulsado de la Chancillería tras algunos escándalos y pasó a integrar el Consejo de Italia como regente de Nápoles. Juró el cargo 16 de mayo de 1567 en Madrid y se hizo amigo de Albornoz y Espinosa, llegando llegó a participar en las reuniones privadas en Madrid referentes a Flandes antes de partir a esas tierras. Puede que el rey quisiera alejarle de Castilla, al acusársele de tres delitos cometidos durante su estancia en la Chancillería de Valladolid, y por ello acompañó al duque de Alba. El 22 de agosto de 1567 llegó la comitiva a Bruselas y el 6 de septiembre estaba ya en el Consejo de los Tumultos, donde pronto comenzó a destacar. Debido a su intento de aplicar rigurosamente la voluntad real se enfrentó a todos los consejeros, adquiriendo una fama de hombre cruel y conflictivo (J. VERSELE, Louis del Rio (1537-1578): reflets d´une période troublée, Bruselas, 2004, pp. 33-36). 283 Natural de Cuenca, era el primogénito del secretario Antonio de Albornoz Nieto. Comenzó su servicio al duque de Alba como mozo de cámara gracias a la protección del secretario Zayas pero su personalidad le permitió granjearse rápidamente el aprecio del noble castellano, que le nombró su secretario personal en 1565. Así, cuando Felipe II decidió que el duque de Alba se encaminara en 1567 hacia los Países Bajos, Albornoz realizó el viaje con él y lo aprovechó para ganarse aún más su confianza. Tras el gran poder que alcanzó en Flandes fue detenido en su retorno a Castilla en 1574 mientras se examinaban las acusaciones de corrupción presentadas en contra suya aunque, finalmente, se le perdonó (Biografía en el DBE). 284 Nacido hacia 1530, se especializó desde joven en el mundo de los negocios por lo que adquirió una gran influencia en la corte, primero en la de Madrid y después en la de Bruselas. Gracias a sus contactos con el secretario Eraso en 1560 fue nombrado factor de Felipe II en Amberes y su riqueza e influencia en el ámbito hacendístico de Flandes alcanzó su cénit durante el gobierno de Margarita de Parma. Sin embargo, la situación dio un giro radical con la llegada del duque de Alba a los Países Bajos, ya que el nuevo gobernador comenzó a apoyarse en otros personajes. Esto llevó a Curiel a sentirse relegados en la toma de decisiones y a aliarse con Francisco de Ibarra, pese a que se habían visto enfrentados anteriormente, para intentar atacar al secretario Albornoz a través de la elaboración de unas informaciones en otoño de 1569 que enviarían a Castilla. Sin embargo, los acontecimientos impidieron que pudieran llevar a cabo sus intenciones ya que Curiel fue acuchillado una noche. Afortunadamente, el factor sobrevivió al ataque pero nunca se supo quien había ordenado el apuñalamiento. Este asunto significó su caída en desgracia definitiva ante el gobernador, como lo demuestra el hecho de que no se investigara en profundidad. La situación de Curiel empeoró y en 1570 hizo bancarrota y se le retiró la potestad que tenía de pagar a los embajadores de Felipe II en el Imperio, Francia e Inglaterra y a punto estuvo de que se le quitara el puesto de factor de Amberes, pero lo impidió la caída en desgracia del duque de Alba en Madrid. Desde ese momento, desaparecen las noticias sobre Curiel hasta el año 1578 en que nos lo encontramos en París como agente del rey (Biografía en el DBE). 285 Era uno de los sirvientes más antiguos del duque de Alba. Proveedor general de las armadas y escuadras del Rey, estuvo en Italia para aprovisionar la armada que marchaba con el nuevo gobernador a Flandes y fue el comisario de la expedición de Alba desde Cartagena a Flandes (CCG, III, p. 337, nota 1).

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como fue el apuñalamiento de Curiel286. A raíz del incidente, este último desaparecería

de los asuntos públicos durante varios años, mientras Francisco de Ibarra recibió el 3 de

agosto de 1570 una sentencia de destierro que le obligó a marchar de Bruselas a

Madrid287, donde llegó en enero del año siguiente288.

Esta entente formada por Albornoz y Vargas necesitaba el apoyo de una

importante red de personajes afines, por lo que Albornoz fue estrechando lazos con

Philippe de Sainte-Aldegonde, primero señor y posteriormente barón de Noircarmes289,

con don Fadrique de Toledo290, hijo del “Gran Duque” y al que instruyó su padre como

sucesor291, y con Jacques de la Cresonnière292 para los asuntos militares y de estado, así

286 El asunto ha sido tratado en W. MALTBY, El Gran Duque de Alba: un siglo de España y de Europa, 1507-1582, Madrid, 1985 (traducción del original en inglés publicado en Berkley en 1983), pp. 182-184 y en S. FERNÁNDEZ CONTI, “El Prior Don Hernando de Toledo,...”, p. 102, así como en nuestro artículo sobre Hernando de Toledo citado anteriormente. 287 “Copia del mandato y sentencia del Duque mi señor contra Franciso de Ibarra y a favor de el Secretario Albornoz” (IVDJ, Envío 37, caja 49, doc. 54). Esa sentencia condenaba a Ibarra a estar ausente por tres años de Flandes y de la Corte de Madrid si no recibía el perdón de Felipe II. 288 Diego de Córdoba a Alba, 1 de Febrero de 1571, DECA, p. 99-103, "Francisco de Ibarra se vino á Villaverde, donde ha estado. Ha diez ó quinze dias se le hordenó entrase aqui. Oy me vino a ver. Está humildísimo, y alabandose todo de V. Excelencia y diciendo mill buenas cosas, y que no ha de ser su voluntad mas de lo que la de V. Excelencia fuere. Si debajo del sayo ay algo, no me meto ni en estas cosas ni en otras, sino en lo que V. Excelencia me mandare. No entra en Palacio, ni a besado las manos al Rey, hasta que el Cardenal, segun oy me dezia, le hordenase lo que avia de hazer, que asi dize le ha dicho le avisará." 289 Era hijo de Jean y de Marie de Rubempré. El primer periodo de su vida es poco conocido y su actividad comenzó al ser nombrado gentilhombre de la boca de la Casa de Borgoña del emperador el 24 de octubre de 1543, ejerciendo en dicho oficio hasta que el 1 de marzo de 1548 fue promocionado a gentilhombre de la cámara. En la época de los tumultos no definió claramente su posición, aunque parece cercana a los confederados y enemigo acérrimo de Granvela. Poco después, cambió sorpresivamente de bando y fue nombrado bailli y capitán de St. Omer y el 1 de julio de 1566 fue investido provisionalmente como grand bailli y gobernador de Hainaut y de la capitanía del castillo de Cambrai en ausencia del marqués de Berghes. Tuvo un importante papel militar y el duque de Alba, merced a sus servicios, le nombró miembro del Consejo de los Tumultos, lo que unió a su condición de consejero de Estado. Alcanzó una notoria posición durante el gobierno del “Gran Duque”, falleciendo al poco de salir este de Flandes, en concreto en el asedio de Utrecht el 5 de marzo de 1574 (Biografía en el DBE). 290 Duque de Huéscar, gentilhombre de la cámara del monarca, gran comendador de la orden de Calatrava e hijo mayor del duque de Alba. Se le envió al exilio en Orán tras contraer matrimonio sin permiso real pero se le conmutó la pena en febrero de 1568, aunque se le obligó a marchar a los Países Bajos. Llegó allí en julio y se encontró con su padre en Groningen, que le declaró general de infantería (CCG, III, p. 366, nota 4 y W. MALTBY, op. cit., p. 172). 291 J. G. C. de WOLF, "Burocracia y tiempo como actores en el proceso de decisión. La sucesión del gran duque de Alba en el gobierno de los Países Bajos", Cuadernos de Historia Moderna, 28 (2003), p. 103. 292 Aparece siempre en las cartas de Alba como la Cresonera. Fue lugarteniente de la artillería, gobernador y capitán de Gravelinas y murió en el sitio de Haarlem el 28 de diciembre de 1572 (A.-L.-P. ROBAULX DE SOUMOY, Considérations sur le gouvernement des Pays-Bas en Collection de Mémoires relatifs à l´histoire de la Belgique, Bruselas, 1873, III, p. 87, nota 2). Estuvo muy unido tanto a Fadrique de Toledo como a Noircarmes.

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como con el consejero Gaspar de Schetz, señor de Grobendocq293, el pagador Francisco

de Lixalde294 y los contadores Miguel de Mendívil y Alonso de Alameda para los

hacendísticos. Vargas, por su parte, recibiría el sostén de Luis del Río dentro del

Conseil des Troubles295 y de Alonso de Contreras, confesor del gobernador296, en otros

asuntos de índole religiosa hasta su fallecimiento en diciembre de 1569. A menor nivel,

pero también gozando del favor de los privados del duque, se situaron el comendador

don Hernando de Toledo297, Maximiliane de Hénin-Lietard, conde de Boussu298,

293 Hijo de Erasmo Schetz, primer señor de Grobbendoncq de su familia, y de Ide de Rechtengehem, de quienes heredó la señoría. Fue nombrado factor real en Amberes en noviembre 1555 y tesorero general de finanzas en 1561, tras recomendación de Margarita de Parma. Fue también un importante poeta en latín. Murió el 9 de noviembre de 1580 (CCG, I, p. 90, nota 2). 294 Aunque es un personaje muy tratado por la historiografía sobre la Revuelta de los Países Bajos, nunca se hace mención a su fecha de nacimiento o lugar de origen. La primera referencia sobre su vida es su intervención en la tesorería de Felipe II en Inglaterra de 1555-1560, ocupándose sobre todo de los sueldos y pensiones del personal de la Casa del "Rey de Inglaterra". Durante esos años, Lixalde fue estrechando lazos con el duque de Alba y su entorno, lo que le valió el 27 de diciembre de 1566 el nombramiento de pagador general del ejército que iba a marchar a Flandes con el “Gran Duque” para aplacar la rebelión. Lixalde ejercería dicho oficio desde 1567 hasta su muerte diez años después, teniendo una vida plácida hasta que a finales de 1573 el duque de Alba tuvo que salir de los Países Bajos y Requesens llegó allí como nuevo gobernador. Los partidarios del antiguo gobernador desaparecieron de la escena política y Lixalde fue apartado y hostigado al decidirse que se le visitara. Esta visita se prolongaría hasta 1612, 35 años después de su muerte, cuando sus herederos fueron obligados a pagar 13000 ducados por irregularidades en las cuentas y por haberse quedado con parte de la limosna para los hospitales que se deducía de las pagas de los soldados (Biografía en el DBE). 295 De origen hispano, nació en Brujas para marchar a Castilla a servir. Su oportunidad para retornar a su tierra natal se produjo cuando el duque de Alba le reclamó para que marchara con él a su jornada en Flandes, colocándosele en el Consejo de los Tumultos nada más llegar a Bruselas. Fue también miembro del Consejo Privado y guarda-cartas del Condado de Flandes (J. VERSELE, op. cit., passím). 296 Tras participar en el Concilio de Trento, se unió a la comitiva del duque en Italia en su camino hacia Flandes como su nuevo confesor. La labor más importante que le encargó su patrón fue la de reformar la orden de los Cartujos, como había instado Felipe II a Alba antes de partir de Madrid. Su fallecimiento y las dificultades del momento le impidieron llevar a cabo completamente dicha misión (W. MALTBY, op. cit., pp. 141 y 213). 297 Hijo natural del duque de Alba, su carrera estuvo siempre marcada por el devenir cortesano de su padre. Desde 1545 participó en sus campañas militares y le acompañó en las Jornadas de Inglaterra en 1554 y de Italia en 1555. A finales de los 50 su padre le consiguió el priorato de Castilla de la orden de San Juan, que unificaría al de León en 1579 cuando falleció su pariente Antonio de Toledo. Tras su estancia en Flandes de 1567 a 1570 fue nombrado Virrey de Cataluña, cargo que ejerció hasta que en 1580 se le reclamó a Portugal, por intercesión de su padre, y asistió a su muerte en 1582. Tras ella quedó desamparado en términos de patronazgo, aunque los cambios acaecidos tras 1585 en la Monarquía a favor del grupo afín de los “castellanistas” le valió su nombramiento en marzo de 1587 como consejero de Estado y de Guerra, oficio en el que permanecería hasta su muerte el 21 de octubre de 1591 (S. FERNÁNDEZ CONTI, “El Prior Don Hernando de Toledo,..., pp. 87-134, Configuración, p. 489 y nuestro artículo citado anteriormente). 298 Stadholder de Holanda, Zelanda, Utrecht y OostFrisland de 1567-1573, hasta que se rindió a los rebeldes. Murió en Amberes el 21 de diciembre de 1578 (G. MARTIN, Histoire et généalogie de la maison de Croy, La Ricamarie, 1980, p. 61).

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Charles de Brimeu, conde de Meghem299, el italiano Chiappin Vitelli300, marqués de

Cetona, y secretarios como Jean-Baptiste Berty301 o Urban von Scharenberg302.

Tras unos años de relativa tranquilidad faccional, los intentos de aplicación de la

alcabala y la política de excesiva dureza que llevaba el duque de Alba, así como la

merma de la influencia de este en la Corte madrileña, hicieron que hacia 1571 todos

aquellos personajes que se habían visto desplazados de la toma de decisiones y del

entorno del gobernador comenzaran a mostrar su latente descontento y se fueran

acercando entre ellos para formar una alternativa de gobierno.

Dentro de este grupo se situarían, sorprendentemente, todos aquellos secretarios

vinculados al cardenal Granvela. Su poder radicaba en su presencia en los Consejos

Colaterales, tribunales en los que Alba trató de situar a personajes afínes, al tiempo que

los trataba de vaciar de contenido político; debido a ello, estos secretarios se sintieron

desplazados del poder, por lo que comenzaron a discrepar sobre las acciones del duque

y de sus consejeros más cercanos. Este grupo estaba encabezado por Viglius303,

presidente del Consejo de Estado, y tendría entre sus filas a consejeros destacados como

299 Hijo de Eustache y de Barbe de Hillary. Su primer oficio de importancia fue el de capitán de la guarda de archeros de Corps de Carlos V, que ejercería desde el 1 de diciembre de 1549 hasta la abdicación del emperador. Al llegar Felipe II al trono dejó la guarda pero recibió a cambio varias prebendas como un collar del Toisón, el cargo de chef y capitán de una bande d´ordonnance y stadholder, capitán general y gran cazador de Güeldres y Zutphen. Falleció en Zwolle el 8 de enero de 1572 (Su biografía en J. E. HORTAL MUÑOZ, “Una élite flamenca en el servicio del monarca...). 300 Gentilhombre florentino que había servido al duque de Toscana antes de pasar como maestre de campo al servicio de Felipe II. Fue un importante hombre de guerra y diplomático y destacó su misión a Inglaterra a finales de 1569 para lograr las restituciones. Se especuló con que sería el comandante del ejército de invasión a Inglaterra durante esos años pero se hartó de esperar merced de Felipe II y volvió a los Países Bajos, donde murió en Zirickzée en el año 1576 (W. MALTBY, op. cit., pp. 175 y 236). 301 Greffier del Consejo de Güeldres que se convirtió en secretario ordinario del Consejo Privado en diciembre de 1565 y adjunto del secretario de Estado van der Aa llevando la correspondencia. Así mismo, el 2 de marzo de 1566 fue nombrado tesorero y guarda de cartas sobre los asuntos de los Países Bajos. Fueron muy famosas sus notules para el archivo del Consejo de Estado (J. LEFÈVRE, "Les notules du Conseil d´État", Archives, Biblioteques et Musées de Belgique, 1952 (23), pp. 13-24). Murió el 13 de marzo de 1579. 302 Se le cita de diversas formas, Escarambergue, Scharambergue o Scharberger. Nació en la Alta Austria y fue nombrado Secrétaire d´Estat en langue allemande o Secrétaire aulx affaires d´Allemaigne el 24 de diciembre de 1553, asociado al Consejo Privado (E. AERTS, M. BAELDE, H. de SCHEPPER et alíi, op. cit., I p. 397). 303 Viglius van Zuichem, (tb. Viglius Zuichemius van Aytta, Señor de St. Bavón), nació en Barthuize (cerca de Leeuwarden) el 19 de octubre de 1507 y murió el 8 de mayo de 1577. Nombrado presidente del Consejo Privado el 6 de enero de 1549 en Bruselas, tuvo una gran importancia en los gobiernos de María de Hungría, Emmanuel Filiberto de Saboya, Margarita de Parma y Alba (F. POSTMA, Viglius van Aytta als humanist en diplomaat 1507-1549, Zutphen 1983, passím).

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Christophe de Assonleville304 u Odet Viron305, así como a los componentes del

“Ministerio Colateral” en Madrid, entre los que descollaría Hopperus, sobrino de

Viglius.

Esta situación afectaría a las excelentes relaciones que habían mantenido hasta

ese momento el duque de Alba y el cardenal Granvela, que había apoyado firmemente

el envío del noble castellano al mando de un fuerte ejército a los Países Bajos, así como

sus primeras actuaciones en dichas tierras, como fueron la implantación definitiva de los

obispados, su idea de castigar firmemente a los instigadores de la Revuelta -aunque

pidió que se respetaran todos los derechos de personajes como Egmont o van Straelen-,

la concesión de un Perdón General o la construcción de guarniciones en varios sitios

como Amberes, Groningen o Amsterdam; el cardenal, incluso, mostró su aprobación a

la inicial idea del duque de implantar el pago de la alcabala en los Países Bajos. Sin

embargo, las informaciones que le mandaban sus “hechuras”, con Maximilien Morillon

como principal confidente306, hicieron mella en el cardenal e iniciaron su

distanciamiento307.

Este temporal divorcio político no se produjo únicamente por la falta de

confianza del duque en las “hechuras” de Granvela, si no también por las maniobras que

el duque de Alba realizó para estorbar la incorporación de las abadías de Afflighem,

Tongerloo y St. Amand al arzobispado de Malinas que Granvela detentaba. La intención

304 Señor de Hauteville y Barón de Bouchaut. Nacido en Arrás en 1528, consiguió el doctorado en derecho y casó con Marguerite Scheyve, hija de Jean, canciller de Brabante. Trabó contacto con Granvela, que consiguió que ingresara como consejero del Consejo Privado. Fue, igualmente, diplomático y participó en diversas misiones como en Inglaterra en 1563 o en la Conferencia de Brujas de 1565-66. Llegó a ser tesorero del Toisón y por patentes del 7 de abril de 1574 miembro del Consejo de Estado. Murió en Bruselas el 10 de abril de 1607 (Biografía en el DBE). 305 Antiguo controlador de finanzas de Leonor de Austria, viuda de Francisco I, en 1556 fue nombrado consejero y maître en la cámara de los condes de Brabante y, unos años después, maître des comptes del consejo de Luxemburgo. En ese momento comenzó su acercamiento a Granvela y desde la partida de este en 1564 se convirtió en administrador de sus bienes en los Países Bajos (CGG, I, p. 57, nota 3). 306 Nacido en Lovaina hacia 1517, era hijo de Guy Morillon, hombre culto amigo de Erasmo y secretario de Carlos V y de su hermana Leonor. Estudió derecho y teología en Lovaina y gracias a los contactos de su padre entabló relación con Granvela que le nombró canónigo de Arrás y director de las escuelas del capítulo. Así mismo, fue nombrado Preboste de Aire en 1559 y cuando Granvela llegó a ser arzobispo de Malinas le hizo archidiácono y vicario general, llevando la dirección de la diócesis en ausencia del titular. Fue, además, uno de lo ejecutores testamentarios de Viglius. Su mayor dignidad la alcanzó cuando en 1583 se le nombró obispo de Tournai, ocupando la silla episcopal hasta su muerte en mayo de 1586 (M. Ch. WEISS, Papiers d´État du Cardinal de Granvelle d´après les manuscrits de la bibliothèque de Besançon, 9 vols., París 1841, I pp. XXXV-XXXVI; P. D. LAGOMARSINO, op. cit., p. 129 y CCG, I, p. 12). 307 G. JANSSENS, “Cardinal Granvelle...”, pp. 139-142 y J. VERSELE, op. cit., pp. 50 y ss.

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del gobernador de Flandes, tal y como expresó al monarca el 21 de junio de 1568308, era

obviar la bula Super Universas de 1559 y utilizar en beneficio propio el acuerdo al que

había llegado Margarita de Parma con los abades de Brabante tras la marcha de

Granvela de los Países Bajos, mediante el cual se cancelaba su unión al arzobispado.

Para ello, las abadías deberían pagar un porcentaje de la dote de los obispados y estos

debían prometer que devolverían los bienes muebles que les habían tomado

anteriormente. De este modo, Alba pretendía conseguir un control absoluto sobre las

voluntades de obispos y abades, que le podrían prestar su apoyo en la aprobación de los

nuevos impuestos que iba a solicitar en los Estados Generales.

El cardenal Granvela, tras enterarse de los planes de Alba, reaccionó ante lo que

consideró un ataque a su hacienda309, y reclamó la ayuda de sus partidarios y de

Margarita de Parma. La intención del gobernador de Flandes no era atacar a su antiguo

aliado y la incorporación se llevó a cabo sin mayor dificultad mediante breve papal en

agosto de 1569; sin embargo, el daño estaba ya hecho y desde este primero, los

desencuentros entre ambos personajes se sucederían. Así, polemizaron en torno a la

aplicación de la alcabala, que Granvela quería evitar pagar en su arzobispado310, en la

proclamación del Perdón General -mientras Alba proponía dar mercedes procedentes de

las propiedades que se habían confiscado a los personajes levantiscos, Granvela creía

que se debían devolver una vez se hiciera público el Perdón-, o en la actitud de Alba

ante el señor de Chantonay, hermano del cardenal311. El brutal saqueo de Malinas a

comienzos de septiembre de 1572 fue la gota que colmó el vaso y provocó el

alejamiento de ambos consejeros y de sus respectivas clientelas durante el resto de

tiempo en que Alba fue gobernador en Flandes.

308 EDA, II, nº 754, pp. 63-66. 309 Granvela a Felipe II, 10 de agosto de 1568, CCG, III, p. 312, “Mas como hay todavía algunos que quieren favorecer y congraciarse con los Estados, por haber tractado con ellos, y que, como temo, se han dexado interesar en los negocios de las abadías y obispados, van proponiendo las vías oblicas que V. Magestad habrá entendido (...) Y querria que los que dan estos expedientes contrarios me dixiessen si hay mas inconveniente en que los obispos tengan esta hacienda, ó que la tengan frayles hechos abbades que la consumen inútilmente viviendo con sus parientes, la mayor parte villanos y rusticos que comen el monasterio”. 310 Felipe II a Alba, 28 de octubre de 1570, AGS, E., leg. 544, f. 31, hace referencia a que Granvela había pedido estar exento del pago, así como estaban los consejeros y los del Toisón, en carta del 7 de septiembre (CCG, IV, nº 12, pp. 32-35). 311 El cardenal no aprobó los manejos del gobernador de Flandes con respecto al destino que se le debía dar a su hermano, el señor de Chantonay, que tras ejercer como embajador en el Imperio pidió su retiro. Sin embargo, Alba consideraba que le sería más útil en el gobierno de Amberes y consiguió, a base de artimañas, que se le enviara allí. Pese a que el hermano de Granvela falleció durante el viaje, cuando el cardenal se enteró de las maniobras del duque se sintió engañado (J. E. HORTAL MUÑOZ, “Las relaciones entre Flandes y el Imperio tras el comienzo de la Revuelta de los Países Bajos (1567-1571): el entendimiento entre el III duque de Alba y Thomas Perrenot, señor de Chantonay”, Miscelánea Comillas, 62 (2004), pp. 151-156).

115

Junto a las “hechuras” de Granvela, también algunos nobles flamencos leales se

vieron relegados del poder, siendo el principal afectado Charles de Berlaymont312, cuyo

alejamiento del entorno de Alba vendría marcado por el ascenso paralelo de

Noircarmes.

Nada hacía presagiar el fulgurante ascenso de este último en la confianza del

gobernador, al que se encontraba enfrentado por la incompatibilidad que se le

demandaba respecto a los cargos que se le habían concedido de Chef del Conseil des

Finances y de lieutenant de Hainaut, reclamándosele que renunciara a alguno de

ellos313. El noble flamenco trató de posponer la discusión sobre el asunto aduciendo su

precario estado de salud pero, una vez recuperado, se vio imposibilitado de retener

ambos cargos por más tiempo y mostró su disposición a desprenderse de uno de ellos,

siempre y cuando su tierra de Noircarmes fuese erigida en condado, lo que chocaba con

el deseo de Berlaymont de obtener una mejora en su título nobiliario314. Esta concesión

fue demorada por Felipe II, a petición de Alba, a la espera de que se confirmara el

abandono de Noircarmes del cargo de finanzas315, lo que se resolvió en octubre de 1571.

Tras su renuncia, el noble flamenco quedó como gobernador de Hainaut y de la

ciudadela de Cambrai, aunque seguiría controlando el Conseil des Finances a través de

varios de sus componentes como Schetz, Jacques Reyngouts316 y Henry Sterck317.

Una vez resuelto este asunto, la relación de Noircarmes con Alba mejoró

ostensiblemente y el noble flamenco se convirtió en uno de sus más fieles seguidores,

gracias a su buena relación con Fadrique de Toledo, así como a su predisposición a

312 Barón de Berlaymont, de Hierges, de Peruwelz, de Beaurain, señor de Floyon, de Haultepenne, etc, en favor del cual Felipe II erigió en condado en 1574 la tierra de Berlaymont. Nacido en 1510 era hijo de Michel y de Marie de Barrault. Caballero del Toisón desde 1556, chef de una bande d´ordonnance desde 1561, gobernador, baillí, capitán y grand veneur de la villa, castillo y condado de Namur por patentes de 1554. Fue, asimismo, Chef des finances desde la época de Carlos V y consejero de Estado desde 1555. Integrante del Conseil des Troubles, a él se le imputa la creación del mote de Gueux cuando presentaron su petición a Margarita el 5 de abril de 1566. Murió en Namur el 4 de junio de 1578 (S. THOMAS, Charles de Berlaymont et son rôle pendant la révolution du XVI siecle, 1510-1578, Bruselas, 1946, passím). 313 J. E. HORTAL, “La concesión de mercedes en los Países Bajos,...”, op. cit., pp. 198-199. 314 Felipe II a Alba, 5 de agosto de 1571, AGS, E., leg. 547, f. 164, "En quanto alo del titulo de conde que dessea Barlaymont, aveis de saber que me pide lo mismo Norcarmes, y que me ha hablado y supplicado por ambos Hopperus, pero en ninguno dellos me he resuelto hasta escriviros esto para que mireis en ello y me aviseis de lo que os paresçe”. 315 ID., 17 de octubre de 1571, Ibídem, f. 41, "Pues os paresce que se deve diferir el dar el título de Conde á Mos de Norcarmes hasta ver en que para su indisposiçion, converna que tambien se difiera el de Berlemon, pues si agora se le diesse a el, y se negasse al Norcarmes, es claro que lo sentiria mucho, y que lo tomaria por disfavor, y assi se entreternan ambos con igualdad”. 316 Consejero y commis de finanzas desde 1568. 317 También conocido como Stercke, era receveur général desde la reunión de los Estados Generales del 4 de octubre de 1540 (L. P. GACHARD, Collection des voyages…, II, p. 162).

116

obedecer órdenes aunque fuera contrario a ellas, caso de la aplicación de la alcabala318.

Alba se prodigaría en favores y recomendaciones hacia Noircarmes, intercediendo ante

Felipe II para permitir que permutara unas tierras suyas en Francia por otras que tenía

en Flandes el francés duque de Longueville319, o para que obtuviera alguno de los

múltiples cargos que quedaban vacantes tras el fallecimiento del conde de Meghem el 8

de enero de 1572320. Sin embargo, aún le quedaba a Noircarmes un importante escollo

que salvar para consolidar su influencia, como era imponerse a Charles de Berlaymont.

El conflicto que le enfrentó a su hijo Louis fue una muestra evidente de la batalla que se

estaba librando por el poder.

Louis de Berlaymont había sido nombrado arzobispo de Cambrai tras la muerte

de Maximilien de Berghes y gracias a unas gestiones diplomáticas que abarcaron las

Cortes de Bruselas, Madrid y Roma321. Una vez confirmado su nombramiento, Alba

quiso que Noircarmes, como gobernador de Hainaut, le ayudara a instalarse. El noble

flamenco cumplió con el encargo, pero pocos meses después comenzaron a surgir

conflictos de competencias entre ambos, que cada vez se fueron haciendo más fuertes.

El caso es que Charles de Berlaymont fue siendo consciente de que Noircarmes

le iba ganando la partida y para intentar revertir la situación buscó apoyos,

encontrándolos en aquellos personajes enfrentados con su émulo como eran el duque de

Aerschot322, su hermano Havré323 o Jean de Scheyfve324. De igual manera, se atrajo el

318 Morillon a Granvela, 13 de enero de 1572, CCG, IV, nº 39, pp. 86-87, "Monsr de Noircarmes demeure en son opinion, et m´at dict qu´il ne la changera pour rien; mais que, comme bon ministre, il ferat tout ce que luy serat commandé par son maître ou par le Duc d´Albe soubz sa signature. Il dit avoir dit au filz qu´il se souviègne qu´il luy at prédit que ung jour le Duc se pelleroit la barbe poil a poil pour le Xe. Quod non credo ab eo sic esse dictum”. 319 Alba a Felipe II, 14 de enero de 1572, EDA, III, nº 1532, pp. 12-13. 320 La descripción de los mismos la efectúa Alba en su carta a Felipe II el 14 de enero de 1572, Ibídem, nº 1535, pp. 16-17. Finalmente, la recomendación no surtió efecto, ya que Felipe II decidió que los gobiernos de Frisia y Güeldres quedaran reunidos bajo la persona de Hierges y el puesto de artillería fuera a parar a manos de Ferdinand de Lannoy (E. POULLET, “Les gouverneurs de province…”, pp. 890 y 915). 321 Sobre este asunto, W. BRULEZ, “L'élection de Louis de Berlaimont comme archevêque de Cambrai en 1570”, Revue belge de philologie et d´histoire, XXXI (1953). 322 Fue el tercer duque de Aerschot, nieto del famoso consejero de María de Hungría primero del nombre. Nacido el 10 de julio de 1526, sus primeros servicios a Felipe II fueron en la diplomacia cuando en 1557 se le envió como embajador ante Fernando I o cuando en 1562 acudió a la Dieta de Franckfurt. Se hizo con un puesto y nombre importante durante la Revuelta al gobernar en ausencia de Alba, como jefe de los “malcontents”, aunque su decurso político estuvo siempre marcado por la polémica (G. MARTIN, op. cit., pp. 31-32). 323 Desde muy pequeño gozó del favor real, como lo demuestra el hecho de que sus padrinos en el bautizo fueran Carlos V y Felipe II de los que recibió sus nombres. Esto le sirvió para poder desarrollar una fructífera carrera en el ejército, alcanzando su verdadero ascenso en el escalafón militar durante el gobierno de Requesens al nombrársele coronel de 20 enseñas valonas y 100 caballos ligeros y otorgarle la bande d´ordonnance vacante por la muerte de Noircarmes en 1574, y el de don Juan de Austria. Al fallecer este se pasó al bando rebelde pero al año siguiente

117

favor de un descontento Granvela a través de su confidente Morillon325, así como a

Viglius y con él todos los secretarios que le estaban vinculados. No hay que olvidar a

Jerónimo de Roda326 que, ante el miedo a quedar aislado tras enfrentarse a Vargas y

Albornoz327, decidió apoyar las acciones de este heterogéneo grupo opositor.

Este clima de enfrentamiento se complicaría aún más cuando se produjo la

llegada del que se suponía iba a ser el nuevo gobernador, el duque de Medinaceli.

2.2.2.- La integración del séquito del duque de Medinaceli en la lucha faccional: los

últimos años de gobierno (1572-1573)

Durante las negociaciones acaecidas en Madrid para acelerar la marcha del

duque de Medinaceli a Flandes, el secretario Zayas solicitó que se garantizara la

retornó al bando realista durante la “reconciliación de Farnesio”. Sin embargo, su papel político descendió notablemente y solo recuperaría algo de poder durante el periodo de los Archiduques al recibir el Toisón de Oro en 1599, el título de chef des finances el 22 de octubre del mismo año y de primer chef des finances el 18 de junio de 1603, cargo que ostentaría hasta su muerte en 1613 (Biografía en el DBE) . 324 Nacido en Amberes en 1515, estudió en Lovaina a la vez que Granvela. Doctor en derecho, su carrera en la administración comenzó como echevin de su ciudad natal y, posteriormente, de burgomaestre. En 1548 fue nombrado consejero y maître des requêtes del Consejo Privado, concediéndosele en 1553 su misión de mayor importancia al partir en la embajada de apoyo a María Tudor a Inglaterra en 1553. El 17 de febrero de 1557 fue nombrado canciller de Brabante gracias al apoyo de diversos caballeros del Toisón, sobre todo Orange, y en dura pugna con Nicolay y Tisnacq, lo que nos certifica su sólida posición cortesana. Sin embargo, en 1561 se enemistó con Granvela, sobre el que llegó a escribir un panfleto en 1580, al renovar el magistrado de Amberes y se acercó a Egmont y Orange. Pese a esto, permaneció fiel al monarca durante la Revuelta pero su tibieza y peticiones de indulgencia ante los sublevados le hicieron enemistarse con Alba, que le apartó y en 1576 tomó posición por los rebeldes. Fallecería en Amberes el 13 de junio de 1581 (BIOGRAPHIE NATIONALE, XV, pp. 707-710). 325 Morillon era consciente de que Berlaymont no era partidario de la vuelta de Granvela a Flandes, pero aún así le ofreció su apoyo para derrocar a los personajes que se habían ganado la confianza de Alba (Morillon a Granvela, 21 de abril de 1572, CCG, IV, nº 60, pp. 190-191). 326 Originario de Murcia, estudió en el colegio de Cuenca y se licenció en derecho como oidor de la chancillería de Valladolid. “Hechura” del futuro presidente del Consejo de Castilla Diego de Covarrubias, consiguió que el cardenal Espinosa le comisionara en 1569 para ir a Bruselas a ayudar en tareas de justicia y religión y relevar a Vargas al frente del Conseil des Troubles. Sus ideas políticas no se ajustaban demasiado a la política de Confesionalización pretendida por el cardenal y por el duque de Alba, por lo que sus enfrentamientos con este y sus consejeros fueron frecuentes desde su llegada en enero de 1570. A su retorno a Castilla en 1577, ocuparía la presidencia de la Chancillería de Granada en lugar de Pedro Deza y se encargó de desmontar todo el aparato represivo que esta había dispuesto. En 1578 se le concedió la presidencia de la de Valladolid, aunque la disfrutó poco tiempo pues falleció el 16 de noviembre de ese año (J. VERSELE, “Gerónimo de Roda” en Nouvelle biographie nationale, Académie Royale des sciences, des lettres et des beaux-arts, Bruselas, VII, 2003, pp. 119-121). 327 Roda fue muy bien recibido a su llegada a Bruselas el 10 de enero de 1570 y se le aumentó en 1000 escudos su, ya de por si, elevado salario (Felipe II a Alba, 16 de febrero de 1570, AGS, E., leg. 544, f. 24). Sin embargo, pronto comenzó a mostrar signos de decepción, ya que el gobernador seguía mostrando confianza en Vargas y el frustrado regreso a Madrid de este junto al duque de Alba y Ana de Austria les llevó al enfrentamiento (Vargas a Felipe II, 7 de octubre de 1570, Ibídem, f. 83).

118

precaria situación de su patrón cuando coincidieran ambos personajes en Flandes y que

se evitaran las emulaciones328. Sin embargo, la decisión de Medinaceli de llevar consigo

a una serie de personas para que ocupasen los cargos principales, algo que chocaba con

las ideas de Alba que quería mantener en dichos oficios a su clientela, pronosticaba que

los enfrentamientos se iban a producir.

El primero se produjo a raíz de la información que llegó a oídos de Alba de la

intención de Medinaceli de quitar el puesto de castellano de Amberes a Sancho Dávila,

lo que originó su inmediata protesta329. Por supuesto, este no iba a ser el único caso,

como queda claro en el listado que el secretario Zayas consultó con el doctor Velasco el

14 de agosto de 1571, referente a los nombres de los personajes que el duque de

Medinaceli pretendía que le acompañaran330. Tras observar la relación, se puede

comprobar que los cambios que se aventuraban iban a ser numerosos.

En primer lugar, Medinaceli quería llevar consigo a sus hijos Sancho y Antonio

de la Cerda. Por supuesto, quería quitar a Sancho Dávila la tenencia del castillo de

Amberes para dársela a su hermano Hernando o, si este no acudía a Flandes finalmente,

a Juan de Mendoza Sarmiento. Juan Hurtado de Mendoza, por su parte, era propuesto

como Veedor General del ejército si Hernán Tello no lo aceptaba. Por el contrario, no

quería llevar consigo al conde de Cifuentes, su yerno, y al duque de Montalto, su

hijastro, aunque quería que se les concediera merced. En asuntos religiosos, pedía la

presencia de Hernando de la Cerda y en temas jurisdiccionales expresó su deseo de

contar con el licenciado Castillo.

Respecto a los personajes que estaban en Flandes en el ejército y que podrían

continuar sirviendo, nos encontramos con los maestres de campo de los 4 tercios

españoles: el de Sicilia, con Julián Romero al mando, el de Nápoles, con Rodrigo de

Toledo, el de Lombardía, con Hernando de Toledo hermano del Prior, y el de Flandes,

al mando de Gonzalo de Bracamonte. Junto a ellos contaba con Robles, Mondragón,

Jerónimo de Salinas y Sancho Dávila, así como con Bernardino de Mendoza.

Igualmente, le gustaría contar con Enrique Enríquez y Gabrio Cervellon, que ya habían

estado en los Países Bajos, pero que en ese momento no servían allí y podían retornar.

328 Billete de Zayas a Hopperus hacia mediados de 1571, AGS, E., leg. 542, f. 199, "Supplico a V. Señoría me mande avisar que orden lleva el duque de Medinaçeli en quanto a lo del govierno, quiero dezir si lleva entendido que ni ha de tomar la posesión ni empacharse en el hasta que sea partido el de alva, como paresce que conviene, pues lo contrario seria confusión". 329 Alba a Zayas, 7 de junio de 1571, EDA, II, nº 1332, pp. 618-619; Zayas a Albornoz, 6 de julio de 1571, AGS, E., leg. 547, f. 57 y Zayas a Alba, 14 de julio de 1571, Ibídem, leg. 546, f. 189. 330 Zayas al doctor Velasco, 14 de agosto de 1571, CODOIN, XXXV, pp. 405-411.

119

En lo referente a los letrados, pretendía que tanto Juan de Vargas como Jerónimo

de Roda y Luis del Río pudieran continuar sirviendo por su utilidad. Como teólogos no

hacía falta llevar a ninguno, pues Arias Montano ya se encontraba allí y acudiría

también Villavicencio. En hacienda servirían Isunza, el secretario Prado y Mendívil, se

mantenía a los dos pagadores, Alameda y Lixalde, y se podría destinar allí un tercero,

Navarrete. Los secretarios Esteban Prats y Miguel Prado, que estaban casados con

flamencas, podrían promocionar al Conseil des Finances o a alguna de las Chambres

des Comptes. Como mercaderes españoles destacaba a Pedro de Isunza, Hernando de

Sevilla, Marcos Núñez y Luis Pérez. Por último, junto a sus peticiones referentes a

personajes, Medinaceli entregó otro memorial sobre los asuntos que quería conocer

antes de tomar posesión de su nuevo oficio331.

La respuesta de Felipe II a estas peticiones se produjo en septiembre332. El rey

decidió que Hernando de la Cerda, Montalto y Cifuentes no marcharan con Medinaceli,

yendo en su lugar Juan de Mendoza Sarmiento y Juan Hurtado de Mendoza, así como

Sancho y Antonio de la Cerda. Respecto a Juan Osorio de Ulloa, cuyo nombre había

aparecido en el periodo comprendido entre la petición de Medinaceli y la contestación

de Felipe II, quedaba a expensas de la decisión de Espinosa, que fue, finalmente, la de

darle una ayuda de costa pero que no marchara333. En lo referente a militares españoles,

Julián Romero marcharía con Medinaceli, mientras Gaspar de Robles y Mondragón

recibirían una merced que les sería comunicada por el nuevo gobernador, aplazándose la

decisión sobre Sancho Dávila. Con respecto a los italianos, tanto Vitelli como Gabrio

Cervellon permanecerían en Flandes sin volver a su tierra natal como habían solicitado,

mientras que con los flamencos se estaba a la expectativa de la opinión de Hopperus. En

hacienda, por su parte, se decretó que Juan de Isunza retornara a Madrid, quedando el

contador Castellanos en Flandes, amén de ir también allí su hermano. Por su parte, el

contador Alameda, que se encontraba en Castilla, debería acompañar a Medinaceli

como contador del ejército que iba a llevar en su Jornada y tanto Mendívil como

Navarrete no serían empleados en la expedición, pese a haber solicitado Medinaceli sus

servicios. Igualmente, se decidió que los secretarios Esteban Prats y Juan Miguel de

331 “Cosas que quiere Medinaceli”, s.d. (hacia septiembre de 1571), AGS, E., leg. 547, f. 8. El duque, en concreto, quería saber quienes eran las personas en quien más confiaba Felipe II en Flandes, tanto públicas como privadas, así como en Alemania, Francia, Inglaterra y otros países. Preguntaba también sobre la hacienda y los castillos de Flandes y pedía poder comunicar él personalmente las mercedes y perdones que faltaban para conseguir la gracia y proveer los oficios que aún no tuvieran dueño. 332 “Consulta de Zayas a Felipe II”, 6 de septiembre de 1571, CODOIN, XXXV, pp. 412-417. 333 Felipe II a Medinaceli, octubre de 1571, Ibídem, p. 440.

120

Prado permanecieran sirviendo en Flandes y que como teólogos ejercieran Arias

Montano y Villavicencio, pese a que Alba intentó retrasar su nombramiento por su

tormentoso pasado en esas tierras334.

El duque de Medinaceli emprendió la marcha hacia Laredo tras finalizar estas

deliberaciones y casar a su hija con el conde de Cifuentes. En dicha localidad cántabra,

el noble “ebolista” mantuvo un intenso intercambio epistolar con Felipe II sobre los

preparativos del viaje, al tiempo que Zayas, que se mantenía al corriente de los

acontecimientos de la fuerza expedicionaria a través de su “hechura” Juan de

Canales335, pugnaba por que el monarca advirtiera a Juan de la Cerda de que debía

colocarse a la sombra del antiguo gobernador mientras este permaneciera en los Países

Bajos para no socavar su autoridad336. El secretario de Estado trató igualmente de

acelerar los preparativos del viaje, pero numerosos percances retrasaron la partida de la

expedición hasta finales de mayo de 1572.

Tras diversos problemas en el Canal de la Mancha con los Gueux, Medinaceli

llegó a Sluis hacia el 10 de junio y el 19 a Bruselas, donde los opositores a Alba le

esperaban con los brazos abiertos, como lo demuestra el apodo que se le puso de

Medicina Celi o Coeli (medicina del cielo)337. Sin embargo, la situación de los Países

Bajos había dado un brusco giro, ya que la noche del 1 al 2 de abril de 1572 los Gueux

al mando de Guillaume de la Marck, señor de Lummen, habían tomado Brielle y Alba

decidió que no abandonaría el gobierno hasta haber acabado con la nueva revuelta. Esta

decisión llevaría irremisiblemente al enfrentamiento entre los dos duques.

La situación faccional que se encontró Medinaceli en Bruselas era la de dos

grupos definidos y enfrentados y con el secretario Albornoz al frente de todo el aparato

administrativo. Así, Berlaymont y Morillon se quejaban de que tanto en el Consejo de

334 Alba a Felipe II, 27 de agosto de 1571, EDA, II, nº 1406, p. 713; Alba a Zayas, 27 de agosto de 1571, Ibídem, nº 1408, pp. 714-715 y Felipe II a Alba, 14 de septiembre de 1571, CODOIN, XXXV, p. 420. 335 Por ejemplo, Canales a Zayas, 2 de diciembre de 1571, Ibídem, pp. 460-462. Canales era secretario del propio duque de Medinaceli, según J. LEFÈVRE, La Secrétairerie d´État et de guerre sous le régime espagnol (1594-1711), Bruselas, 1934, pp. 22-24. 336 Felipe II se lo recordó a Medinaceli en carta del 30 de abril, Ibídem, pp. 10-11. Por su parte, el memorial anónimo “Consideraciones en respecto del gobierno de los duques dalba y Medinaceli”, s. d. (hacia marzo de 1572), Ibídem, pp. 532-535) se encargaba de buscar soluciones para evitar las “emulaciones” entre ambos gobernadores. Proponía que no se desautorizara al primer gobernador y que el relevo fuera rápido, aunque como el gobernador saliente conocía el país sería una buena solución al principio que el nuevo se retirara a un monasterio cercano a Bruselas por un tiempo, y, mientras, el rey se debía preocupar de aleccionar a los ministros de Flandes y a los dos gobernadores sobre la buena relación entre ambos. 337 De lo que se hace eco Morillon en una carta a Granvela, 9 de junio de 1572, CCG, IV, nº 73, p. 249.

121

Estado como en el de Guerra dominaba el secretario del duque, acompañado de la

Cresonnière, Fadrique de Toledo y Noircarmes338, al que el propio hijo del gobernador

denominaba Chef del de Guerra339. Berlaymont, Viglius, Tisnacq o Assonleville apenas

aparecían en las reuniones, ya que las decisiones estaban tomadas de antemano tras la

consulta a boca de Albornoz con Alba, cuyo resultado comunicaba el secretario

posteriormente a Fadrique y este a Noircarmes limitándose el resto de consejeros a

asentir. Mientras, Vargas permanecía en la sombra esperando su regreso a Madrid y

ocupándose de los asuntos religiosos.

. Al día siguiente de arribar a la capital flamenca, Medinaceli recibió la visita de

Morillon y Odet Viron, momento en que tuvieron el primer contacto con uno de los

personajes más importantes del séquito del duque, como era su secretario italiano Cintio

Calvo. Este les transmitió que su patrón era muy aficionado a Granvela, y por ende a

Champagney340, Berlaymont, Tisnacq, Assonleville y Viglius, resultando ser el primer

paso de una relación que se estrecharía con el tiempo.

El viejo presidente Viglius, por su parte, se revitalizó tras la llegada de

Medinaceli, aunque mostró reticencias respecto a su entereza. Morillon compartía dicha

opinión y apuntó dos problemas que podrían estropear su gobierno341, fatídica

predicción que se acabaría cumpliendo; el primero hacía referencia a su tardanza en

338 ID., 17 de junio de 1572, Ibídem, nº 77, p. 259. 339 Al no estar institucionalizado, no existe estudio alguno sobre el Consejo de Guerra en los Países Bajos durante el siglo XVI, pero se venía convocando desde los tiempos de María de Hungría para momentos de crisis. En concreto, la primera reunión tuvo luga en 1536 para la guerra contra Francia. 340 Frèderic Perrenot, señor de Champagney, nació en Barcelona el 3 de abril de 1536. Era el quinto hijo de Nicolas y cuando murió su padre no había acabado aún los estudios. Comenzó así a hacer carrera en el ejército, participando en campañas en Italia y en la Jornada de Renty (1554), recibiendo, además, el título de gentilhombre de la cámara del Rey. Quedó en Flandes y tras la marcha de su hermano, el cardenal Granvela, se unió a la llamada Unión de nobles (1566) aunque sin suponer el objetivo final de esta liga. Con la llegada del duque de Alba marchó a Borgoña donde permanecería hasta 1571 en que se le nombró gobernador de Amberes, aunque enseguida buscó su dimisión de dicho cargo. En enero de 1576 se le envió a Londres para tratar de persuadir a Isabel I de que dejara de enviar ayudas a los rebeldes flamencos y tras el saqueo de Amberes en noviembre del mismo año se puso en duda su lealtad al rey. Así, el 6 de septiembre de 1577 fue uno de los diputados enviados a Orange por los Estados Generales para que acudiera a Bruselas para pacificar el país, por lo que don Juan de Austria decidió que se secuestraron todos sus bienes. Orange le nombró miembro del Consejo de Flandes pero no pudo tomar posesión al ser extranjero y como contrapartida se le concedería el título de Chef des finances. Su doble juego se vio desmontado cuando el hermano del rey le hizo encerrar en Gante, donde permanecería durante seis años pese a los esfuerzos de su hermano por acortar su condena. Tras ser liberado se le dejó permanecer en los Países Bajos pero sin devolverle sus bienes y se adhirió al partido de los “malcontents”, significándose en las intrigas contra Alejandro Farnesio por lo que en 1592 se le ordenó regresar a Borgoña. Allí ocupó el cargo de chevalier d´honneur del parlamento de Dôle, que se le había concecido en 1573, hasta su muerte en 1602 (Biografía en el DBE). 341 Morillon a Granvela, 23 de junio de 1572, CCG, IV, nº 80, pp. 272-273.

122

llegar a Flandes, lo que había hecho perder mucha credibilidad a Alba y demorar las

soluciones a tomar, y el segundo a que el recién llegado no hubiera tomado

directamente el mando de la administración, cuando podía haber dejado solo los asuntos

de guerra en manos del antiguo gobernador342. Esta indecisión sobre quien estaba

realmente al mando no se aclaró desde Madrid, al enviarse a ambos duques todos los

despachos tocantes a asuntos de gobierno, como fue el caso de la minuta del nuevo

Perdón General343.

Con el paso del tiempo, se fue haciendo patente que los remedios apuntados

desde la Corte de Felipe II para evitar la emulación no habían surtido efecto y la

confrontación se fue haciendo inevitable, sobre todo, cuando los opositores a Alba

fueron siendo conscientes de que la llegada del nuevo gobernador no había supuesto la

panacea que esperaban y de que los asuntos seguían en manos de las mismas personas.

Todo ello, junto al aparente deseo que mostró el de Medinaceli de contar con aquellos

flamencos alejados de la toma de decisiones para su gobierno344, conllevó el

acercamiento definitivo de los servidores de Juan de la Cerda a la facción opositora al

duque de Alba.

Un documento fundamental para constatar dicha aproximación lo encontramos

en una misiva de Granvela a Medinaceli del 15 de julio de ese año345. En ella, el

cardenal expresaba su punto de vista sobre las actuaciones a realizar en Flandes y dejaba

claro que para gobernar bien a los naturales se debía ser “dueño de su corazón”, para lo

cual había que hacer uso de consejeros flamencos pertenecientes, lógicamente, a su

clientela, como los dos presidentes, Viglius y Tisnacq, así como Berlaymont y Blaesere.

Así mismo, recomendaba a Assonleville, Champagney, Ferdinand de Lannoy, Vander

Aa, Berty, Esteban Prats y Nicolás Polweiller. Medinaceli aceptó los consejos de

Granvela y el contacto entre ambos se mantuvo a través de las visitas que

periódicamente realizaría Cintio Calvo a Morillon.

El reforzamiento de los lazos entre ambos grupos produjo un enconamiento de

los enfrentamientos con los consejeros cercanos a Alba, siendo Juan de Mendoza

Sarmiento el servidor de Medinaceli más combativo. Sus antecedentes -este

gentilhombre de la boca del monarca mantenía correspondencia con Éboli y una buena

relación con Jerónimo de Roda- mostraban claramente que defendía posturas muy

342 W. MALTBY, op. cit., p. 282. 343 Instrucción a Alba y Medinaceli, 21 de julio 1572, CODOIN, XXXVI, pp. 89-92. 344 Morillon a Granvela, 13 de julio de 1572, CCG, IV, nº 86, p. 302. 345 Granvela a Medinaceli, 15 de julio de 1572, IVDJ, Envío 47, f. 31. Desgraciadamente, solo se conserva una carpeta con el extracto de la carta original, hoy en día desaparecida.

123

alejadas de las del entorno de Alba, siendo los desencuentros más sonados los que

mantuvo con el secretario Albornoz346.

Lógicamente, el grupo que detentaba el poder trató de apartar al opositor de las

decisiones importantes, pese al acercamiento que se produjo cuando Juan de Vargas

solicitó a Granvela, a través de Morillon, que ayudara a Fadrique en los problemas que

le había originado faltar al matrimonio que tenía prometido con la hija de García de

Toledo. Morillon aceptó realizar la intermediación, solicitando a cambio que se

concedieran a Didier van T´Sestich algunas peticiones que este había realizado347. Sin

embargo, esta aproximación se vio cortada de raíz con el duro saqueo de Malinas a

comienzos de septiembre de 1572, suceso que provocó una indignación tal en los

contrarios al duque de Alba que les llevó a exigir el relevo inmediato del gobernador.

Desde ese momento, la tensión fue in crescendo, hasta alcanzar su máxima cota

a finales de octubre y principios de noviembre. En esas fechas, Medinaceli no podía

ocultar ya su enfado por el modo en que se llevaban las cosas y el 29 de octubre se negó

a dar su voto para conceder a Fadrique el mando del ejército que debía recuperar

Zutphen, desestimando, además, asistir a un banquete que se celebraba en honor del

duque de Holstein. Aunque Alba intentó limar asperezas a través de Antonio de la

Cerda no lo pudo conseguir y pocos días después, concretamente el 5 de noviembre, el

conflicto se hizo público durante una reunión del Consejo de Estado en la que se

encontraban presentes Alba, Fadrique, Sancho de la Cerda, Berlaymont, Noircarmes,

Hierges, la Cresonera, Albornoz, Berty y Scharemberg junto a Medinaceli348. Este

expresó su rechazo a la intención de Alba de no dirigir el ejército que debía ir a

Holanda, ya que su permanencia en Flandes se había vinculado a su experiencia como

general, y amenazó con separarse de su lado si no tomaba el mando.

Albornoz expresó su convicción de que detrás de dicha decisión estaba la mano

de sus enemigos de Madrid y la del duque de Aerschot “que le gobierna a vaqueta”. Por

supuesto, sus sospechas se hacían extensibles a varios miembros del séquito de

Medinaceli, "tiene un Secretario italiano (que es un buen hombre, á lo que todos dicen),

346 Albornoz a Zayas, 2 de septiembre de 1573, EDA, III, nº 1978, p. 517, "Don Juan de Mendoza, alias Juan de Salvatierra, es una fina pieza. Yo, señor, le ordené, de parte de S. E., saliese de los Estados dentro de ocho días y de Bruselas dentro de cuatro horas, porque entraba en cierta casa a festejar una señora que se ha de embarcar, la cual dice S. E. hará encaminar en la forma que S. M. lo manda y a mí me escriben de Bruselas lo que v. m. verá por esa cartilla. El dicho Salvatierra es hombre de poca sustancia”. 347 Morillon a Granvela, 17 de agosto de 1572, CCG, IV, nº 101, pp. 378-379 e Ibídem, 26 de agosto, nº 106, p. 400. 348 Albornoz a Zayas, 6 de noviembre de 1572, CODOIN, LXXV, pp. 250-254.

124

por quien se gobierna; pero á éste gobierna otro que dicen Juan Andrea Cigoña349, muy

gran vellaco, á quien el Duque ha querido castigar aquí, porque siendo comisario del

regimiento del conde de Mega, difunto, pasaba en cada compañía del dicho regimiento

no sé cuantas plazas”350. Medinaceli, por su parte, intentó defender su posición ante

Felipe II y se ratificó en su idea de abandonar la Corte si Fernando Álvarez de Toledo

no cumplía con su obligación militar351. Pese a ello, no cumplió su amenaza de

inmediato y permaneció junto a Alba hasta que un nuevo enfrentamiento el 22 de

noviembre precipitó los acontecimientos.

El día anterior, el “Gran Duque”, a través de Albornoz, había comunicado a

Medinaceli que se iba a reunir de nuevo el Consejo y este accedió a acudir. Así, se

reunieron Berlaymont, Berty, Albornoz y Sancho de la Cerda, ya que Noircarmes, la

Cresonera y Fadrique se encontraban en la guerra y Viglius enfermo. Tras las primeras

intervenciones se planteó de nuevo la guerra en Holanda, ratificándose ambos duques en

sus opiniones, por lo que Medinaceli salió de la sala pese al intento de intercesión de

Berlaymont352. Esa misma noche, Juan de la Cerda ordenó recoger sus pertenencias y al

día siguiente partió hacia Gavre, desde donde escribió al rey confirmándole que

esperaría en esa ciudad hasta que Alba no rectificara353. Fernando Álvarez de Toledo,

por su parte, escribió también a Felipe II para ofrecerle su versión excusando, de forma

ciertamente hipócrita, el comportamiento de Medinaceli, que actuaba así por tener gran

celo en el servicio real354. Esta táctica fue utilizada por Alba durante un tiempo, como

podemos observar en la misiva que dirigió un mes después a Felipe II, reflejándole que

no había podido proveer el puesto de Veedor General porque quería consultarlo con

Medinaceli y éste se encontraba aún ausente355.

La decisión del duque de Medinaceli significó, sin duda, el final de su aventura

en los Países Bajos ya que, por voluntad propia, se había apartado de la toma de

decisiones y su candidatura a gobernador perdió todo su peso. En Madrid todos

apoyaron a Alba; desde amigos como el Prior Antonio de Toledo o Zayas hasta

enemigos acérrimos como Éboli, aunque se le pidió que mostrara clemencia hacia su

émulo356, y solo Hopperus se mostró abiertamente a favor de Juan de la Cerda357. Felipe

349 Un memorial sobre su vida en AGR, Audience, leg. 190, f. 164. 350 Relación de consejos, 5 de noviembre de 1572, CODOIN, XXXVI, pp. 119-130. 351 Medinaceli a Felipe II, 12 de noviembre de 1572, Ibídem, pp. 130-132. 352 Relación de consejos, 27 de noviembre de 1572, Ibídem, LXXV, pp. 119-123. 353 Medinaceli a Felipe II, 27 de noviembre de 1572, Ibídem, XXXVI, pp. 134-135. 354 Alba a Felipe II, 28 de noviembre de 1572, EDA, t. III, nº 1715, pp. 252-253. 355 Alba a Felipe II, 19 de diciembre de 1572, Ibídem, nº 1720, p. 259. 356 Zayas a Albornoz (12 de diciembre de 1572, AGS, E., leg. 547, f. 61) o a Alba (26 de diciembre de 1572, CODOIN, XXXVI, pp. 142-143).

125

II, por su parte, no perdonó la acción, ya que había transmitido a los rebeldes la falta de

unidad existente entre los servidores reales, y decidió nombrar a Luis de Requesens

como nuevo gobernador en enero de 1573.

Ya Mateo Vázquez había aconsejado al duque de Medinaceli antes de su partida

de Castilla que escuchara las quejas contra Alba pero que no las apoyara358, cosa que no

cumplió al transmitir periódicamente desde Flandes los puntos de vista de los enemigos

de Alba, haciendo su parcialidad inviable su candidatura como sucesor359. El propio

Luis de Requesens pudo constatar el enconamiento de Medinaceli contra Alba cuando

llegó a Flandes y en su correspondencia con Ponce de León relató el grave

enfrentamiento que tuvo con Champagney, cuando descubrió que la facción contraria a

Alba había ganado para su causa a Medinaceli y lo habían utilizado “como a un

muñeco”360.

Lógicamente, los componentes del séquito de Medinaceli, como Cintio Calvo,

Juan Andrea Cigoña y Juan de Mendoza Sarmiento perdieron, junto con su amo, toda

posibilidad de acceso al poder y las maniobras que intentaron para revertir la situación

fueron en vano. Así, el primero de ellos intentó acercarse a Albornoz pero lo único que

consiguió fue el enfado de su patrón361.

El distanciamiento voluntario de Medinaceli no provocó el fin de las pugnas

cortesanas y un nuevo motivo de lucha se produjo cuando Alba retomó su interés por

reorganizar el Conseil Privé, y seguir así vaciando de contenido a los Consejos

Colaterales, tras presentársele una ocasión propicia con la muerte del Chef Tisnacq el 17

de abril de 1573. Alba propuso ir sustituyendo a los consejeros flamencos por

castellanos, para así poder acabar con la “liga” que formaban los contrarios a su gestión:

"Y esta secta antigua (que no la quiero llamar de otra manera) es menester

extirparla y que los dogmatizadores de ella se acaben, o por muerte o por sacarlos de los Consejos. El cabrón de todos es Viglius, y el que les da la ley y muestra el camino por donde han de caminar, y como tiene cabe V. Majestad a su sobrino, dale acá grandísima

357 Hopperus a Felipe II, 28 de diciembre de 1572, AGS, E., leg. 551, f. 6. 358 A. W. LOVETT, Philip II and Mateo Vázquez de Leça..., pp. 41-45. 359 ID., “A new Governor for the Netherlands,…”, p. 91. 360 ID., “The Governorship of Don Luis de Requesens, 1573-76. A Spanish view”, en European Studies Review, II, nº 3 (1972), p. 196. 361 Albornoz al Cardenal Pacheco, 7 de abril de 1573, EDA, III, nº 1763, p. 316, "El de Medina se está en Bolduque a su placer y holgar. No tiene tal vida el Rey; dicen le envían a Nápoles. Cualquiera cosa hará muy bien, porque es muy sospechoso, y tiene aquí cerca de Su Excelencia dos espías y otras en el campo, y en Roma tiene quien le avisa de cuanto allá pasa, y a su Secretario, porque es mi amigo, ha quitado los papeles y dice que éstos se han de tratar con irse por las calles en calzas y jubón con una raqueta en la mano y no de otra manera, que son buena gente, y no quiera v.s.i. más sino que no hay hombre de partes que le vea ni le oiga, con ser su futuro Gobernador, como ellos dicen”.

126

autoridad con ellos que, faltando éste, y no viendo acá su sobrino que V. Majestad tiene allá, y sacando él Asonvila, en cualquiera manera que sea, con los otros dos que quedan no son gente para hacer estorbo ninguno, y de un golpe podrá V. Majestad ordenar este Consejo y poner, como digo, españoles y italianos que V. Majestad quisiere meter, serán los que gobiernen el Consejo, y en cuanto a la provisión del Presidente de agora, V. Majestad no le puede poner por el presente sino de los Estados, y si se pone estando allí los que digo, nunca V. Majestad acabará de arrancar esta mala secta, y para esto se me ha ofrecido un medio, que es poner por el presente en aquel lugar al Presidente de Flandes (Jacques Martens) que he tratado yo, porque le tuve conmigo muchos días en el Consejo de rebelión y halléle muy buen hombre y inclinado al bien, no de tal suficiencia que si no tuviera la cualidad que ahora diré, aconsejara yo a V. Majestad le pusiera en aquel lugar, que es ser muy viejo, que nunca pensé que pudiera ser de buena cualidad para nada, sino para lo que yo pretendo en esto que no puede mucho vivir y no es hombre para hacer daño por el camino que estotros, y debajo de él podrá V. Majestad formar su Consejo de las personas que le pareciere y después de puestos allí, pasados algunos días, podráse haber habilitado algunas personas de las nuevas, que sacándole de él para Presidente no lo habrán por cosa nueva”362.

Con todo, el asunto quedó en suspenso hasta la llegada de Requesens, ya que sus

peticiones eran pospuestas en Madrid y se paralizaban constantemente los asuntos que

interesaban al gobernador. Debido a ello, el duque se dejó llevar durante los últimos

momentos de su estancia en Flandes, por lo que Felipe II le tuvo que reprender363, ya

que solo se centró en la guerra y en conseguir mercedes para algunos de sus clientes,

como Chiappin Vitelli, en previsión de los nuevos tiempos. Por todo ello, cuando Luis

de Requesens llegó a Bruselas el 17 de noviembre de 1573 se encontró con un

complicado panorama.

El 19 de diciembre, apenas un mes después de la llegada del Comendador

Mayor, el duque de Alba partió hacia Madrid. Sus ansias por abandonar unos territorios

que en tiempos del emperador le habían otorgado tanta gloria militar, pero que habían

significado su tumba política durante sus años de gobernador, le llevaron a realizar la

Jornada en pleno invierno y de forma apresurada; premura demostrada por el hecho de

que durante el camino fuera escribiendo periódicamente al nuevo gobernador sobre

asuntos que habían quedado pendientes364, y de que parte de su séquito marchara más

tarde ante la falta de tiempo material para partir con él365.

El noble castellano abandonó Flandes convencido de que su labor había

resultado satisfactoria para Felipe II y las cartas del rey no hacían prever lo contrario366.

362 Alba a Felipe II, 15 de mayo de 1573, Ibídem, pp. 400-401. 363 Felipe II a Alba, 21 de octubre de 1573, CODOIN, CII, pp. 323-324. 364 Así, le escribió el 22 de diciembre (EDA, III, nº 2034, pp. 567-568), el 26 (Ibídem, nº 2036, p. 569),... 365 Para los entretenidos de Alba durante su estancia en Flandes, AGR, Audience, reg. 33/4, ff. 29 r.- 30 v. En cuanto a su capilla, “Nómina de sueldos de la capilla del Duque de Alba en Bruselas a 31-12-1573”, DDA, pp. 121-127. Para los gastos de su servicio desde 1568 a 1574, AGR, Audience, reg. 33/2, nº 59. 366 Felipe II a Alba, 9 de diciembre de 1573, AGS, E., leg. 554, f. 51.

127

Sin embargo, la situación era muy diferente y Alba, una vez en Madrid, fue consciente

de que su momento había pasado y de que su estancia en Flandes había cortado

prácticamente de raíz su acceso a la gracia real. Desde ese momento, Fernando Álvarez

de Toledo fue relegado al ostracismo, recuperando solo cierta importancia política y

militar durante la campaña de anexión de Portugal en 1580 para fallecer en 1582.

Sus más estrechos colaboradores siguieron su misma suerte. Juan de Vargas tuvo

que alejarse de la Corte madrileña al llegar a ella, ante la evidencia de su pérdida de

favor. Albornoz, por su parte, permaneció aún por un tiempo en Flandes procurando

influir en Requesens para conseguir ciertas mercedes367 y aún estaba allí cuando se

produjo el asesinato de Juan de Mendoza en las calles de Amberes por dos

delincuentes368, hecho ante el que mostró una fingida pena369. A su vuelta a Madrid fue

investigado por sus manejos en la hacienda y, aunque se le perdonó, tuvo que

permanecer apartado de la Corte durante el resto de su vida.

Con la partida de Bruselas del secretario, se habían cerrado casi 7 años de luchas

faccionales en Flandes y se abría una nueva etapa, bajo los auspicios del nuevo

gobernador.

2.3.- Las actuaciones del duque de Alba durante su estancia en los Países Bajos: su

crucial papel en la política exterior de Felipe II

2.3.1.- La represión de la Revuelta y sus planes de Confesionalización

La expedición militar comandada por el duque de Alba partió de Cartagena en

abril de 1567 y, tras hacer escala en Italia, marchó a Flandes370, dando origen dicho

trayecto a lo que fue conocido posteriormente como “El camino español”371. Como

sabemos, el objetivo de esta Jornada era finalizar con los movimientos revolucionarios y

tratar de normalizar la situación para que cuando el monarca se presentara en los Países

Bajos pudiera dar por zanjados los levantamientos. Sin embargo, la realidad iba a

resultar bien distinta.

Cuando el duque hizo su entrada en Bruselas el 22 de agosto, la situación era

muy diferente a la que se hubiera podido encontrar el año anterior. Todos los nobles,

excepto los más radicales como Culembourg o Brederode, habían trocado su pasiva

367 Albornoz a Requesens, 23 de diciembre de 1573, IVDJ, Envío 47, caja 2, f. 210. 368 Relación de la muerte de Juan de Mendoza, 20 de enero de 1574, AGS, E., leg. 550, f. 22. 369 Albornoz a Jerónimo de Arceo, 18 de enero de 1574, EDA, III, nº 2045, p. 580. 370 Sobre su Jornada, B. de VARGAS, Breve relación de la jornada que ha hecho el señor Duque de Alba desde España hasta los Estados de Flandes, Amberes, 1568. 371 G. PARKER, El ejército de Flandes y el Camino Español, 1567-1659, Madrid, 1976 (traducción del original en inglés publicado en Londres en 1972).

128

posición de los primeros momentos de la Iconoclastia y se estaban empleando

firmemente en sofocarla, consiguiendo a mediados de mayo la práctica finalización de

sus actividades y la restricción casi total del culto público calvinista. Pese a ello,

algunos de esos nobles fueron conscientes de que el duque de Alba les iba a hacer pagar

su actitud anterior y comenzaron a buscar tropas, apoyos y dinero en Francia, Inglaterra

y el Imperio, con la clara intención de internacionalizar el conflicto desde su inicio.

Desde un primer momento, los desencuentros entre el enviado real y Margarita

de Parma fueron duros y los reproches constantes, en lo referente a las políticas que

pensaban aplicar uno y otra372. Así, una de las primeras medidas que tomó el duque fue

licenciar las tropas que la gobernadora había reclutado en 1566-1567 y poco después, en

concreto el 9 de septiembre, ordenó el arresto de Egmont y Horn junto a otros señores y

al antiguo burgomaestre de Amberes van Straelen, librándose Orange de la cárcel al

rechazar la llamada y refugiarse en Dillembourg junto a otros nobles. El 20 se reunió

por primera vez el tristemente famoso Conseil des Troubles, que ya había sido creado

en secreto el día 5, cuya misión consistía en juzgar a los rebeldes y condenar a los

culpables, tanto si estaban presentes como ausentes, además de confiscar sus bienes373.

Margarita, contraria a todas esas medidas, se encontró en una situación insostenible y

decidió dejar los Países Bajos para partir a sus tierras patrimoniales el 30 de septiembre,

no sin antes tomar juramento a Alba como su sucesor interino.

Desde ese momento, Fernando Álvarez de Toledo, consciente de que la llegada

de Felipe II se iba a retrasar374, se concentró en reforzar las medidas represoras y en

mantener listo el ejército para un presumible ataque de los rebeldes neerlandeses desde

el exterior. En efecto, Orange -que había quedado como líder indiscutible de los

opositores a Felipe II tras las muertes en los meses anteriores de Egmont, Horn,

Brederode y Berghes-, había planeado invadir los Países Bajos desde 4 lugares

diferentes; un ejército hugonote debía entrar desde Francia, otro invadiría desde

Inglaterra y dos desde el Imperio, por Limburgo y por Frisia. La dificultad de coordinar

372 ID., España y la rebelión de Flandes..., pp. 98-115. 373 Sobre este consejo, los libros de A. L. E. VERHEYDEN, Le Conseil des troubles. Liste des condamnés (1567-1573), Bruselas 1961 y Le Conseil des troubles, Flavion, 1981 en la colección "Histoire du protestantisme en Belgique et au Congo belge", 11. 374 G. PARKER, "1567: The End of the Dutch Revolt…", pp. 284-290, donde el autor reproduce una misiva de Felipe II al duque del 7 de agosto de 1567 en que le indicaba que su ida a Flandes se iba a retrasar, al menos, durante ese año.

129

los 4 ejércitos y la falta de apoyo de las ciudades desbarataron el plan y la victoria de

Alba en Jemmingen el 21 de julio de 1568 marcó el final de la ofensiva rebelde375.

Tras estas victorias y la ejecución de los condes de Egmont y Horn el 5 de junio,

el gobernador pretendió dar por finalizada su misión en Flandes376. Sin embargo, el paso

de los meses le disuadió de la ineficacia de sus peticiones de relevo377, que realizó

periódicamente a través de su secretario.

Ante esta situación, Alba, apoyándose en el equipo de gobierno que había ido

formando, trató de poner en práctica su programa político basado en la

Confesionalización. Para ello, promulgó en Flandes los decretos establecidos en el

Concilio de Trento, relanzó la implantación de los obispados, llevó a cabo una feroz

persecución de rebeldes y herejes y puso en marcha diversas medidas para controlar las

instituciones flamencas a través de personajes afines, siendo la más habitual dejar sin

proveer las plazas que iban quedando vacantes por fallecimiento o deserción, a la espera

de que surgieran candidatos que él considerara adecuados.

Su objetivo principal fueron los Consejos Colaterales378 y es significativo

resaltar como el monarca comenzó a contemplar, ya en estas fechas, la posibilidad de

crear en Madrid un Consejo con autoridad sobre ellos y que se encargara de velar por la

jurisdicción real en aquellas tierras379; proyecto que, como sabemos, se retrasaría aún

dos décadas, ya que la Monarquía aún no había conseguido todavía llevar a cabo la

división de jurisdictio y gobernaculum.

Junto a los Colaterales, el gobernador se planteó también la reforma de los

oficios de justicia y de gobierno de las ciudades. Sin embargo, este proyecto requería

una enorme paciencia, pues era necesario realizar gran cantidad de Visitas, como la que

375 Sobre la guerra en Frisia, L. P. GACHARD, Correspondance du Duc d´Albe sur l´invasion du Comte Louis de Nassau en Frise en 1568 et les batailles de Heyligerlée et de Germmingen, Bruselas, 1850. 376 En una carta al monarca del 9 de junio (EDA, II, nº 748, p. 62), el duque daba por finalizada la Revuelta. 377 Como le confirmaba el propio monarca en una misiva del 16 de agosto (CODOIN, XXXVII, p. 342). 378 Alba a Felipe II, 5 de mayo de 1570, EDA, II, nº 1095, p. 369. Alba recalcaba que Aerschot era el más viejo de los consejeros y no valía, “los otros todos es gente mediana y poco menos que mediana, moços, mochachos que no han visto el modo viejo, sino que se han de criar en lo que agora ven, de fuera, no hay otra cabeza que la del Príncipe d´Oranges, que está tan salido”. El gobernador propuso que los Consejos Colaterales fueran perdiendo poco a poco su función, lo que llegó a oídos de los consejeros que comenzaron a movilizarse. Así, Berlaymont y Noircarmes decidieron escribir a Felipe II de forma conjunta el 18 de junio de 1570 (AGS, E., leg. 544, f. 37), proponiendo como solución que Alba eligiera a las personas adecuadas para los cargos en vez de reformar los consejos. 379 Felipe II a Alba, 5 de abril de 1570, Ibídem, f. 154.

130

se llevó a cabo en el parlamento de Dôle380, que se complicaban en aquellos lugares que

no se regían por Placcards, de los que ordenó una recopilación, sino de forma

consuetudinaria381.

Para intentar mitigar el descontento que provocaron estas medidas entre las élites

flamencas, el euque utilizó dos vías, cuales fueron la publicación del Perdón General y

la concesión de mercedes. Lo primero se llevó a cabo el 16 de julio de 1570 tras

numerosas gestiones entre las cortes de Bruselas y Madrid382; sin embargo, desde esa

misma fecha el duque fue consciente de que el efecto producido no había sido el

ansiado por el retraso en su publicación respecto al final de su redacción, 16 de

noviembre del año anterior, y por ser un Perdón parcial383. El mismo efecto de

desencanto surtió la tardía publicación de las mercedes concedidas384, que se llevó a

cabo en los primeros días de octubre del mismo año, por lo que se perdieron gran parte

de los beneficios que podían haber producido e hizo descender aún más el crédito de

Alba en Flandes.

Ambas medidas iban también encaminadas a reducir la resistencia de las élites

locales a uno de sus proyectos estrella, cual era la implantación de un impuesto

permanente que pretendía conseguir la autofinanciación de los Países Bajos y de los

ejércitos que era necesario mantener en ellos para no cargar dichos gastos en la

Hacienda Real y así conseguir esa homogeneización de los reinos planteada por la

Confesionalización385. El plan del Gobernador General consistía en la aplicación de la

380 Tras fallecer en 1567 el presidente del parlamento, y tras rechazar Felipe II al vicepresidente Colin que había propuesto Alba (Alba a Felipe II, 21 de junio de 1568, CODOIN, XXXVII, pp. 283-284), se centró la lucha entre Pierre Asset, presidente de Artois, y Claude Bélin, teniente de Ammon. Ambos eran clientes de Granvela y Alba, que no quería a ninguno de los dos, propuso llevar a cabo una Visita para aplazar la decisión. Tras muchas discusiones se encargaron de ella el consejero Blaesere, al que Alba quería alejar de Bruselas, y el letrado milanés Mezzabarba, que fue impuesto por el cardenal Quiroga. 381 Alba a Felipe II, 5 de mayo de 1570, EDA, II, nº 1095, pp. 370-371. 382 “Relación de lo subçedido en la publicación del Perdón General en la villa de Amberes a los 16 de Jullio 1570”, IVDJ, Envío 6, carpeta 1, ff. 318-319. 383 En general, sobre este asunto, V. SOEN, Geen Pardon, zonder Paus. Studie over de complementariteit van het koninklijk en het pauselijk general pardon (1570-1574) en over pauselijk inquisiteur-generaal Michael Baius (1560-1576), pp. 81-133. Agradezco a la autora la posibilidad de consultar el texto antes de su inminente publicación por la Koninklijke Vlaamse Academie van België voor Wetenschappen en Kunsten. 384 Sobre este asunto, nuestro artículo, “La concesión de mercedes en los Países Bajos...”. 385 Hay numerosa bibliografía sobre este asunto, sobre todo, F. H. M. GRAPPERHAUS, Alva en de tiende penning, Deventer-Zutphen, 1982 y “El Décimo de Alba en los Países Bajos. Un fracaso de importantes consecuencias” en C. SANZ AYÁN y B. J. GARCÍA GARCÍA (eds.), op. cit., pp. 105-179. Igualmente reseñables los artículos de J. CRAYBECKX, "Aperçu sur l´histoire des impôts en Flandres et au Brabant au cours du XVIe siècle", Revue du Nord, 29 (1947), pp. 87-108, "Alva´s Tiende Penning, een Mythe", BMHG, 76 (1962), pp. 10-42 o "La portée fiscale et politique du 100e denier du duc d´Albe", Acta Historiae Bruxellensia, Bruselas,

131

alcabala ya existente en Castilla y otros territorios de la Monarquía Hispánica, así como

otros dos impuestos, el centésimo y el vigésimo, con un carácter fijo, evitando de esta

manera tener que pedir dinero de forma ordinara a los Estados Generales, encargado

tanto de conceder las aides como de aprobar una medida de esta índole. Para conseguir

dicho objetivo era necesario vencer la resistencia de este tribunal, que ya había

mostrado en 1556-1558 que no iba a dar su brazo a torcer fácilmente.

El primer paso de este plan fue el nombramiento como Chef del Conseil des

Finances de Noircarmes -que se mostró dispuesto a apoyarlo, en contraposición a

Berlaymont que se oponía a él-, aprobando dicho tribunal el 4 de noviembre de 1568

tanto el centésimo como el décimo. El siguiente paso, y sin duda el más difícil, era

presentar esta propuesta a los Estados Generales, para lo cual el duque buscó el apoyo

de nobles y financieros a través de los cuales pretendía llevar a cabo la recaudación. Sin

embargo, ¿cómo iban a aceptar las élites flamencas la creación de un sistema impositivo

que iba en contra de sus privilegios y de su hacienda y que, sobre todo, iba a servir para

consolidar un sistema político que les excluía del acceso al poder y a la toma de

decisiones? Como era de suponer, estas élites movilizaron sus redes clientelares para

conseguir que los Estados Generales se resistieran firmemente a la aprobación del plan.

Sin embargo, el “Gran Duque” era tenaz y dedicó mucho tiempo y recursos a encontrar

la mejor manera de presentar su proyecto386, así como a ganar adeptos en dichos

Estados Generales con maniobras como las llevadas a cabo con abadías y obispados.

La petición en firme se realizó finalmente el 20 de marzo de 1569387,

constatándose desde el primer momento que la medida despertaba enormes recelos tanto

1967, I. Dos visiones generales en W. MALTBY, op. cit., pp. 210-224 y G. PARKER, España y la rebelión de Flandes…, pp. 112-115. 386 Alba a Felipe II, 23 de junio de 1568, CODOIN, XXXVII, pp. 285-290. En esta misiva, el gobernador daba 4 opciones para la convocatoria de los Estados: 1º juntar a los Estados donde él estuviere y hablarles sin darles oportunidad a comunicarse entre ellos, 2º hablar él personalmente a los de Holanda y Brabante en Bois-le-Duc y enviar a los gobernadores a que lo propusieran en su gobierno, 3º llamarles donde él estuviera pero avisándoles en fechas diferentes y 4º llamar a algunos de esta manera y a los de poca importancia avisar a los gobernadores. 387 Una descripción de dicha reunión en Morillon a Granvela, 20/21 de marzo de 1569, CCG, III, nº 161, p. 522, "L´on at tenu ce jour d´huy les Estatz, en la grande salle, avec bien bonne grâce et ordre. Son Excellce n´at voulu que aulcung Espaignol l´accompagnast ou s´y trouvast. Il y avoit quattre chevaliers de l´ordre. Bruxella (Philibert de Bruselas) feict la proposition avec bonne grâce, et demanda le centiesme dernier de tous biens meubles et immeubles, et le dixieme de tot ce que se vend,à la charge du vendeur, que son les alcabalas d´Espaigne. Le duc parla après ledict Bruxella, bien aussi longtemps comme il avoit faict, et fort bien. Ce fust en Espaignol, que fust cause qu´il n´at esté entendu. L´on at demandé copie et temps pour déliberer. Demain se doibt faire la proposition en particulier aux députez de chascung pays".

132

en los propios Países Bajos como en su entorno388. Tras duras negociaciones, Alba

anunció a Felipe II el 29 de junio que los Estados habían concedido el centésimo por

una vez, así como también la posibilidad de convocarlo de nuevo si había otra guerra

pasados 6 años389. En cuanto al décimo y el vigésimo, el 3 de agosto se decidió un

encabezamiento por dos años, lo que proporcionó al gobernador dos millones de

florines y un periodo de cierta estabilidad económica, aunque siempre teniendo en

cuenta que esta concesión no era más que una tregua sin carácter fijo.

En los meses siguientes la negociación se trasladó a los Estados Provinciales

correspondientes pero no se llegó a acuerdo alguno, ya que estos mostraron que jamás

aprobarían dichos impuestos de forma permanente, y el 31 de julio de 1571, fecha en la

que expiraba el encabezamiento, Alba se vio obligado a decretar la recaudación del

impuesto de manera forzosa a partir del día siguiente. Sin duda, las imposiciones que le

llegaban desde Madrid para que iniciara el cobro de manera urgente, hicieron que el

“Gran Duque” tuviera que llevar a cabo esta huída hacia adelante. La oposición fue

generalizada y apenas se pudo recaudar dinero, consiguiendo únicamente alimentar el

clima de descontento que regía en muchas capas de la sociedad y que podían ser

agitadas fácilmente por ciertas élites, entre ellas eclesiásticos como Granvela o Nicolás

de Castro, obispo de Middelburg, que, curiosamente, debían haber sido uno de los

principales sostenes de la recaudación390. Finalmente, los estados reunidos en Bruselas

aprobaron en octubre de 1572 una cuota para tres años y el décimo y el vigésimo fueron

abolidos. Alba, acuciado por las necesidades pecuniarias ante el nuevo ataque rebelde,

había claudicado y tuvo que posponer sus reivindicaciones ante la falta de apoyos.

Tras la toma de Brielle y otras ciudades holandesas por los Gueux, Alba tuvo

que reiniciar las acciones armadas, llevando a cabo una lenta reconquista de las tierras

holandesas, aunque con algunos fracasos sonados como el sitio de Haarlem391. Su

avance en este frente se vió dificultado por la necesidad de retirar tropas del mismo para

llevarlas al sur, en previsión de una posible invasión desde Francia que se acabaría

produciendo, y al este, para evitar la entrada de Orange y su ejército desde el Imperio.

388 Guerau de Spes a Alba, 10 de agosto de 1569, AGS, E., leg. 541, fol. 72, “Aquí se dan a entender que la demanda del alcavala perpetua ha de alterar a los pueblos desos payses”. 389 CODOIN, XXXVIII, pp. 141-142. 390 Estos se querían beneficiar de la misma moratoria que se había concedido a los caballeros del Toisón, a los ministros de finanzas o a las órdenes teutónica y de Malta y no apoyaron las intenciones del gobernador. 391 El desarrollo de la campaña en G. PARKER, España y la rebelión de Flandes..., pp. 125-154.

133

Como complemento a esta acción armada, el duque inició el proyecto de

redacción de un nuevo Perdón General, para lo cual elaboró una propuesta junto a su

Conseil d´État que se envió a Madrid; esta se basaba en extender a Groningen, Zutphen,

Brabante, Flandes, Hainaut y Malinas las concesiones que ya había otorgado de motu

proprio a Frisia, Overijssel y Güeldres. Sin embargo, numerosos consejeros en Madrid

–Hopperus- y en Flandes -Aerschot, Viglius, Tisnacq o Assonleville- se declararon

contrarios a dicho plan, que no se llegó a discutir hasta la llegada de Luis de Requesens

a Flandes.

Estaba claro que el margen de maniobra del gobernador era mínimo y lo siguió

siendo hasta el final de su gobierno. Sin embargo, su intervención en la política exterior

de la Monarquía continuaría siendo de crucial importancia hasta que abandonó los

Países Bajos.

2.3.2.- El papel del duque de Alba en la política exterior de Felipe II durante su

estancia en Flandes

Desde el mismo momento en que se anunció que el duque de Alba iba a marchar

con un poderoso ejército hacia los Países Bajos, saltaron las alarmas de las principales

potencias europeas de la zona. Un movimiento de tropas de esa magnitud, al mando de

uno de los ministros y generales más reputados de Felipe II, auguraba, sin duda, una

honda repercusión en la política de la Monarquía, idea que se reforzaba con el hecho de

que el cardenal Espinosa confiara en el criterio de los gobernadores de los territorios

periféricos. Debido a ello, Alba dispondría de amplia autonomía y tendría gran peso a la

hora de tomar las decisiones diplomáticas y militares que atañieran a unos vecinos, que

eran, ni más ni menos, que Francia, Inglaterra y el Imperio. Por supuesto, las relaciones

que se entablaran con estas potencias iban a repercutir decisivamente en el desarrollo de

la Revuelta, por lo que es imposible entender su evolución si no consideramos su

contexto internacional.

El primer problema diplomático que originó la marcha de un ejército de 66000

hombres era la ruta que iba a seguir. El propio duque desechó desde el inicio el paso por

Francia, pese a que había paz con ese reino desde 1559, por la complicada situación en

que este se encontraba y por sus propias ideas políticas, que propugnaban que el

enemigo principal era Francia y que la política exterior de la Monarquía debía ir

orientada a arrinconarla; para ello, era necesaria la paz en el Imperio y con Inglaterra, lo

que permitiría que la rebelión de Flandes fuera rápidamente derrotada.

134

Ya Felipe II venía interviniendo en Francia para intentar controlar el calvinismo

desde el fallecimiento de Enrique II en las celebraciones del Tratado de Cateau-

Cambresis392, fatídico acontecimiento que provocó una crisis en la corona francesa que

se prolongó durante décadas. Su modus operandi fue prestar ayuda financiera a la

familia Guisa, defensora del catolicismo, en detrimento de los Montmorency y los

Borbón, que sustentaban a los hugonotes393. Durante el breve reinado de Francisco II los

Guisa consiguieron controlar el Consejo, pero el repentino fallecimiento del monarca y

el advenimiento de la regencia de Catalina de Médicis en diciembre de 1560 durante la

minoría de edad de su hijo Carlos IX, truncaron esa hegemonía. La reina madre

reorientó la política real a través de la búsqueda de equilibrio entre las diversas

facciones394, decisión que encrespó los ánimos de Felipe II y de su embajador

Chantonay, hermano de Granvela, que desde su llegada a París en 1560 hasta su partida

en 1564 tuvo numerosos enfrentamientos con la soberana.

La política de tolerancia de la reina madre se plasmaría en el edicto de Saint

Germain del 3 de enero de 1562 y tanto Felipe II como el papa Pío IV decidieron que

era hora de tomar parte de forma activa en las pugnas internas del reino francés, aunque

discreparon en la forma de hacerlo. Mientras desde Roma se defendía una intervención

abierta, el monarca hispano prefería prestar apoyo financiero a los católicos para que se

produjera una guerra civil, consiguiendo así que los franceses no intervinieran en

Escocia e Inglaterra y que la influencia calvinista no llegara a los Países Bajos. Esta

última opción fue la escogida, siendo una de las principales razones del inicio de la

primera guerra de religión francesa, que finalizaría con la paz de marzo de 1563 en la

que se disminuía el grado de tolerancia que había dispuesto el edicto del año anterior395.

392 Sobre la evolución del pensamiento calvinista en Francia, M. PRESTWICH, “Calvinism in France, 1555-1629” en ID (ed.), op. cit., pp. 71-107 y M. YARDENI, "French Calvinist Political Thought, 1534-1715" en Ibídem, pp. 315-337. 393 Sobre las relaciones de Felipe II con Francia en los años previos a la Revuelta, N. M. SUTHERLAND, op. cit., passím; ID., “The Massacre of St. Bartholomew and the Problem of Spain” en A. SOMAN (ed.), The massacre of St. Bartholomew. Reappraisals and Documents, La Haya, 1974, pp. 15-24 (también publicado en ID, Princes, Politics and Religious, 1547-1589, Londres, 1984, pp. 173-181); M. A. OCHOA BRUN, op. cit., pp. 52-84 y V. VÁZQUEZ DE PRADA, Felipe II y Francia (1559-1598). Política, religión y razón de estado, Pamplona, 2004, pp. 101-201. 394 La monarquía francesa exploró caminos que Felipe II nunca llegó a utilizar, al permitir en varias ocasiones que convivieran en el mismo reino dos confesiones; O. CHRISTIN, "From Repression to Pacification: French Royal Policy in the Force of Protestantism" en P. BENEDICT, G. MARNEF, H. van NIEROP y M. VERNARD (eds.), op. cit., pp. 201-214. 395 Como es bien sabido, la bibliografía sobre las guerras de religión francesas es ingente y no pretendemos aquí exponer toda. Baste recordar uno de los estudios de conjunto más conocidos como M. P HOLT, The french wars of religion 1562-1629, Cambridge, 1995.

135

Sin duda, uno de los consejeros que más había presionado a Felipe II para que

actuara con dureza en el reino vecino era el duque de Alba, sustentando Éboli la tesis

contraria al intentar defender cierto grado de tolerancia, en sintonía con lo pretendido

por Catalina de Médicis. Debido a ello, el embajador francés Saint Sulpice trabó

contacto con el noble portugués para intentar mitigar la influencia de Alba; sin embargo,

su acción conjunta fue en balde, pues el “Gran Duque” acudió en representación real a

los encuentros de Bayona que tuvieron lugar entre el 15 de junio y el 2 de julio de 1565.

Dicho encuentro no sirvió para llegar a acuerdo alguno, pero permitió al noble

castellano estrechar lazos con los líderes católicos franceses lo que, posteriormente, le

sería de gran utilidad.

Ya en esos meses era palpable el miedo de los protestantes a que se pudiera

formar una liga católica multinacional, encabezada por Felipe II y por el Papa, cuyo fin

último sería la desaparición de las confesiones diferentes a la católica. Los católicos, por

su parte, sufrieron un miedo similar, ante la posibilidad de que se formara una liga

protestante que pretendiera la libertad de conciencia en Europa. Felipe II era, sin duda,

uno de los líderes más inquietos, ya que dicho problema religioso podría afectar a sus

propios territorios; los contactos de Montigny con su primo Coligny y los hugonotes

durante el viaje que realizó a Madrid en 1566 así lo apuntaban y se verían plasmados en

un tratado de alianza mutua firmado por Orange, Condé y Coligny en agosto de 1568396.

La llegada del duque de Alba a Flandes significó el desencadenamiento de una

nueva crisis en Francia, ya que desde Madrid se contempló como única alternativa a la

guerra en los Países Bajos la guerra civil en el reino vecino y los hugonotes comenzaron

a temer el envío de tropas del Papa o de Felipe II a su reino. De este modo, se

produjeron la segunda y tercera guerras de religión francesas, que tuvieron lugar de

septiembre 1567 a marzo 1568 y de septiembre de ese año a agosto de 1570. En ambas

jugaría un papel fundamental el ascendente que el cardenal de Lorena tomó sobre el

joven Enrique, duque de Anjou, que había adquirido especial relevancia desde que el 12

de noviembre de 1567 fuera nombrado lugarteniente general, recobrando así los

católicos un líder que no tenían desde el asesinato de Guisa en 1563.

Las hostilidades se iniciaron el 26 de septiembre de 1567 y a mitad de octubre se

confirmaron los temores hugonotes, pues Aremberg y Meghem se pusieron en camino

con 4000 hombres y 1500 caballos solicitados por el cardenal de Lorena, maniobra que

iba encaminada también a evitar una invasión de los Países Bajos por el sur como ya

había planificado Orange. La situación pareció estabilizarse con el Tratado de

396 Sobre esas conversaciones, G. PARKER, España y la rebelión de Flandes..., pp. 90-91.

136

Longjumeau el 23 de marzo de 1568 pero, sin embargo, a finales de junio un ejército de

3000 hugonotes al mando del señor de Cocqueville entraba en Artois. Aunque la

ofensiva fracasó por falta de apoyo en las ciudades, retornando el ejército a Francia

donde las tropas de Carlos IX lo aplastaron el 18 de julio en St. Valéry, la invasión

reforzó la idea de Alba de que el verdadero foco de peligro en el exterior estaba en

Francia y era allí donde debía concentrar sus esfuerzos.

Su mejor informante en la Corte francesa era el nuevo embajador de Felipe II en

París, Francés de Álava397. De ideología afín a la del duque de Alba, su relación fue de

estrecha colaboración durante los primeros años, pero la francofobia de su patrón y el

desacuerdo que mostró por la dura política que llevaba el duque en Flandes derivó en

diversos enfrentamientos. Estos fueron especialmente crudos con Albornoz, que hizo lo

imposible por que Francés de Álava dejara de percibir su salario398. Este pago siempre

se había llevado a cabo a través de Jerónimo de Curiel, pero su derrota cortesana a

manos de Albornoz le había despojado de tal función y este dejó de efectuar los

libramientos, de tal suerte que cuando el embajador se decidió a escribir a su émulo en

agosto de 1569 para que se reanudara el pago ya llevaba 28 meses sin cobrar399. Ante tal

situación, Francés de Álava solicitó en numerosas ocasiones el relevo, pero este no se

produjo hasta finales de 1571, abandonando París el 13 de noviembre sin despedirse de

la Corte y dejando al cargo de la embajada a su secretario Aguilón400. En su camino a

397 Hijo segundo de Fernando de Álava y Magdalena de Beaumont y Navarra, se dedicó a la carrera militar y de 1546 a 1548 estuvo en el Imperio al cargo de la infantería española y durante los últimos años del reinado de Carlos V sirvió en Flandes en las guerras contra Francia. En 1562 empezó su etapa diplomática con un par de misiones especiales a Francia, experiencia que le sirvió para sustituir a Chantonay cuando este dejó el oficio. El 12 de febrero de 1564 llegó a París, aunque en un primer momento como embajador interino, donde serviría hasta finales de 1571. Tras su retorno a Castilla, asesoró al Consejo de Estado sobre Francia a la espera de que se le concediera nuevo oficio, que le llegaría el 17 de mayo de 1572 al ser nombrado Capitán General de la Artillería de los Reinos y Coronas de Castilla y Aragón, dándosele entrada en el Consejo de Guerra. Su labor sería administrativa hasta que en 1580 volvió al campo de batalla en la conquista de Portugal, realizando su última Jornada a Monzón, durante la cual falleció (CFA, pp. 4-89). 398 Francés a Zayas, 23 de diciembre de 1568, Ibídem, p. 96, "Vuestra merced le asegure que cuando yo me vea a sus pies, entenderá que con fundamento tengo razón de haberle sido tan importuno en esto. Yo no quiero andar con el Duque en demandas y respuestas en ninguna manera, sino alexarme dello cuanto pudiere, ni tampoco sufro que me apriete más el cordel, especialmente no siendo en servicio de Dios ni de S. M., y cierto conviene que la persona que esté aquí le agrade; yo me conozco que nunca lo podré hacer, porque nunca me dexa de repelar con rapaces, como algunos que tiene cabe sí (como Albornoz), que vuestra merced conosce, a quien suplico haga este oficio enteramente con S. M. y no me meta más en esta plática con el Duque”. 399 Francés a Albornoz, 14 de agosto de 1569, BNM, Ms. 18672, fol. 81. 400 Pierre Aguillon, aunque siempre se le nombra como Pedro Aguilón, fue secretario privado de Granvela durante su estancia en los Países Bajos y cuando este fue expulsado le mantuvo

137

Castilla, el embajador pasó por los Países Bajos, donde confrontaría opiniones con el

gobernador y otros personajes que le sirvieron para redactar sus famosos

Advertimientos, donde criticaba a Alba, a sus “hechuras” y a su política401.

Sin duda, el relevo de embajador había sido propiciado por Espinosa y Éboli,

encargados de los asuntos franceses tras la caída en desgracia de Alba, que consideraban

necesario un acercamiento a la corona francesa para coordinar esfuerzos402.

Evidentemente, el nuevo embajador encargado de llevar a cabo esas pretensiones no iba

a compartir las ideas del “Gran Duque” y, de hecho, se obviaron sus candidatos Juan de

Ayala y Gonzalo Rodríguez de Salamanca, siendo escogido, finalmente, Diego de

Zúñiga403.

Todas estas dificultades entorpecieron la posible colaboración católica entre

París y Bruselas para arrinconar eficazmente a los hugonotes, pese a que el de Alba

envió tropas en diversas ocasiones a sus partidarios franceses, como los 1500 caballos

que comandó Pierre-Ernest de Mansfeld404 en 1569. Esto produjo que los católicos no

pudieran imponerse en la guerra y la firma de la Paz de Saint Germain el 4 de agosto de

1570 fue un duro golpe para su causa, ya que significó el fracaso de la política de

eliminación de los hugonotes del cardenal de Lorena, que cayó en desgracia junto a los

Guisa a los que se apartó de las decisiones durante dos años, y se les daba posibilidad de

informado sobre los diferentes sucesos hasta que en 1568 se instaló en Francia (G. JANSSENS, “Cardinal Granvelle and the revolt in the Netherlands...”, p. 137). 401 Los redactó en Alcobendas, con fecha del 4 (CODOIN, XXXV, pp. 494-504) y 5 de enero de 1572 (Ibídem, pp. 504-513. Tb. parte en M. LAFUENTE, Historia de España, Madrid, 1869, XIII, pp. 546-550 y completa en AGS, E., leg. 549, f. 126). En ellos presentaba una situación muy deteriorada y las numerosas protestas de personajes como Noircarmes, Berlaymont, Hierges, Vitelli, Viglius y Tisnacq contra la alcabala. Remataba sus advertimientos recalcando la necesidad imperiosa de acelerar la llegada de Medinaceli a Flandes. 402 S. FERNÁNDEZ CONTI, Los consejos de Estado y Guerra..., p. 117 y nota 58. 403 M. A. OCHOA BRUN, op. cit., p. 85. 404 Nació en Luxemburgo el 20 de julio de 1517 como segundo hijo de Ernesto de Mansfeld y de Dorotea de Solms. Con 11 años fue recibido como paje en la corte de Fernando de Austria y sus primeras armas las hizo en 1535 en la conquista de Túnez. Permaneció al lado del emperador hasta recibir en 1545 el Toisón de Oro y el gobierno de Luxemburgo. Defendiendo dicha tierra fue hecho preso por los franceses en 1552 y permaneció cautivo hasta 1557. Durante la Revuelta, permaneció siempre fiel a Felipe II y en 1569 fue encargado de comandar las tropas de refuerzo para Carlos IX en Francia. Requesens le hizo consejero de Estado y en 1592, tras la muerte de Farnesio, ocupó interinamente el cargo de gobernador general hasta la llegada de Ernesto. Murió el 22 de mayo de 1604 en su tierra de Luxemburgo (J. MASSARETE, La vie martiale et fasteuse de Pierre-Ernest de Mansfeld, 1517-1604, París, s. d. (1930), 2 vols.). La celebración de la capitalidad cultural europea de Luxemburgo en 2007 incrementará, sin duda, de forma notable los estudios sobre este fundamental personaje de la historia de la Monarquía Hispánica, injustamente poco tratado en la historiografía hasta la fecha, durante la segunda mitad del siglo XVI. Resaltar la obra J.-L. MOUSSET y K. de JONGE (eds.), Un prince de la Renaissance, Pierre-Ernest de Mansfeld (1517-1604), Luxemburgo, 2007, 2 vols. donde aparecen diversos ensayos y el catálogo de la exposición sobre el personaje.

138

culto en algunos lugares así como las 4 fortalezas de La Rochelle, Cognac, Montarbón y

La Charité.

Por supuesto, esta paz también supuso un serio revés para Alba, que llegó a

calificarla como del “demonio”405, que contempló seriamente la posibilidad de invadir

el reino vecino por temor a sufrir un ataque desde esas tierras, aunque no llegó a llevarlo

a cabo por miedo a despertar a los príncipes alemanes de su letargo o alterar la situación

en Flandes. Sus temores ante una posible invasión estaban fundados y, nada más acabar

la guerra civil, Nassau, hermano de Orange, comenzó a recaudar fondos en varios países

y entabló conversaciones con los hugonotes franceses y con Carlos IX para efectuar el

ataque. Estas tuvieron lugar entre el 28 y el 30 de julio de 1571 y estuvieron a punto de

cristalizar, llegándose incluso a hablar del reparto que harían Francia, el Imperio e

Inglaterra de los Países Bajos y pensionando la Corte francesa a Nassau y Orange con

2000 y 1000 escudos anuales respectivamente. Afortunadamente para los intereses

hispanos, Anjou rechazó el matrimonio que se le había ofrecido con Isabel I de

Inglaterra y la alianza contra Felipe II no se llegó a formalizar pese al Tratado de Blois,

firmado el 22 de abril de 1572, en que Francia abandonaba la causa de María Estuardo

en Escocia.

En esas fechas llegaron rumores a oídos del duque de Alba sobre una posible

invasión de los Gueux desde Inglaterra, pero, sin embargo, su mayor temor seguía

estando en Francia y por ello reforzó las tropas en ese sector y envió a Adrien

d´Oignies, señor de Ulliverval, a París para certificar las intenciones de Carlos IX. Este

decidió, sorpresivamente, retirar su apoyo a Nassau y desarmar los barcos de Orange

presentes en sus puertos. La matanza de San Bartolomé del 24 de agosto de 1572

corroboró el cambio de política de Carlos IX y la potenciación de los católicos en su

Corte.

Aunque nunca se ha podido demostrar la actuación directa de la Corona en la

matanza, la libertad de acción que dejó a los Guisa, permitió que estos hicieran

desaparecer a su principal enemigo, Coligny, y a gran cantidad de líderes hugonotes

destacados. El duque de Alba fue, sin duda, el gran beneficiado por la masacre, ya que

no tuvo que volver a preocuparse hasta el final de su gobierno de un posible ataque

desde Francia y, una vez hubo controlado la invasión de Nassau, que había logrado

ocupar Valençiennes y Mons, se pudo dedicar a intentar expulsar a los Gueux de

Holanda. Sin embargo, esos meses de distracción habían resultado cruciales y

405 Alba a Francés de Álava, 3 de septiembre de 1570, EDA, II, nº 1132, p. 418.

139

permitieron que la invasión en el Norte se consolidara y que se estableciera una

avanzadilla que el duque ya no pudo eliminar.

Este cambio en la política exterior francesa no puede entenderse sin contemplar

el resto del panorama internacional y, en especial, las relaciones que la Monarquía

mantuvo con Inglaterra durante esos años.

El duque de Alba era proclive a conservar la amistad, o al menos conseguir la

neutralidad, de Inglaterra para conseguir aislar a Francia, aunque su reina Isabel I fuera

“hereje”. Esta visión chocaba frontalmente con la del Papado y la del partido “ebolista”

-encarnada sobre todo en el duque de Feria, antiguo embajador en la isla y casado con la

inglesa Jane Dormer-, que creía necesario apoyar fervientemente a los católicos ingleses

para derrocar a la reina. Este esquema previo iba a mediatizar, sin duda, las relaciones

entre la Monarquía e Inglaterra durante los años en que Alba fue gobernador de Flandes.

Podemos considerar que la relación mantenida por Felipe II e Isabel I durante los

diez primeros años de reinado de la inglesa, que accedió al trono en 1558, había

resultado excelente, pese a la renuncia de Isabel a esposarse con Felipe o el archiduque

Carlos. Así, el monarca hispano le ayudó en dos ocasiones ante los envites del Papa; la

primera tuvo lugar en 1561 cuando la reina rechazó recibir la visita de un Nuncio Papal

y la segunda en 1563, con apoyo del emperador, al no llevar a cabo la excomunión

decidida contra ella en Trento406. Esta situación parecía augurar que el duque de Alba

podría mantener una buena relación con Inglaterra sin excesivos problemas, pero la

Revuelta de los Países Bajos había modificado significativamente la situación

estratégica de todo el Norte de Europa y afectó inevitablemente a las relaciones

anglohispanas.

Los primeros síntomas de empeoramiento de la situación vendrían con la

expulsión del embajador inglés en Madrid, el protestante John Man, en 1568, por

iniciativa de Feria que tuvo fuertes enfrentamientos con él407. Resulta sintomático que

esta medida se tomara únicamente cuando el duque de Alba ya había partido hacia

Flandes, ya que mientras estuvo en Madrid fue uno de sus pocos defensores en aras de

seguir manteniendo buenas relaciones con Inglaterra. De igual importancia para el

enturbiamiento de las mismas fue la sustitución del embajador hispano Diego Guzmán

de Silva, que disfrutaba de un excelente cartel en la corte inglesa, por Guerau de

406 P. O. de TÖRNE, Don Juan d´autriche et les projets de conquête de l´angleterre. Étude historique sur dix années du zeiziéme siècle. 1568-1578, Helsingfors, 1915, I, pp. 1-20. 407 J. RETAMAL FAVEREAU, Diplomacia anglo-española durante la Contrareforma, Santiago de Chile, 1981, pp. 23-52.

140

Spes408, afín al partido “ebolista” y, por tanto, enemigo de las actuaciones de la reina

inglesa. A este deterioro habría que sumar, por último, la situación de María Estuardo,

prisionera de su prima Isabel desde mediados de junio de 1568 tras ser derrocada de su

reino escocés por su hermanastro Murray, que buscó la protección de los monarcas

católicos como Felipe II y el Papa. De esta manera, podemos considerar que 1568 fue

un año crítico para las relaciones entre ambos reinos, que ya no volverían a ser tan

amistosas como antaño.

El duque de Alba debía jugar un papel primordial en la recomposición de las

mismas, pero su primer contacto con Isabel I, pese a sus buenas intenciones, no pudo ser

más desafortunado, ya que no informó a la reina de su nombramiento hasta siete meses

después de producirse, lo cual enfureció a la soberana. A este desencuentro se uniría el

ocasionado por los refugiados de una y otra parte, así como las cuitas comerciales

surgidas en 1563-1564 cuando Granvela cortó el tráfico con la isla por una epidemia y

los ingleses reaccionaron llevándolo al Imperio; la Conferencia reunida en Brujas en

1565 para estudiar el caso no consiguió llegar a acuerdos de ningún tipo409.

Como podemos observar, las condiciones no eran las mejores para lograr un

entendimiento, por lo que Alba solicitó que el embajador de Spes pasara por Flandes

durante su viaje a hacerse cargo de su embajada, con el fin de consensuar una estrategia.

La reunión tuvo lugar en Bois-le-Duc el 20 de agosto de 1568 y ya en ese encuentro el

duque pudo comprobar que no podría contar con el apoyo del embajador en su idea de

suavizar las relaciones con el reino insular, debido lo agresivo de sus planteamientos

que se vieron reforzados cuando entró en contacto con el consejero Assonleville,

encargado de llevar los asuntos ingleses en el Conseil d´État, que defendía los mismos

presupuestos. Desde su llegada a Inglaterra, y pese a las advertencias de Alba, el

embajador procuró estar al tanto de las numerosas conspiraciones acaecidas en la Corte

londinense, apoyándolas decididamente.

La situación adquiriría un clima prebélico durante los últimos días del año, tras

el conocido suceso de la confiscación en el puerto de Plymouth y otros de los

408 Natural de Lérida, sus padres eran Jaime de Spes, gentilhombre de Fernando el Católico, y doña María del Valle. Tras completar su educación, en la que aprendió latín y francés, en 1564 fue admitido en la Orden de Calatrava. Al año siguiente inició su carrera diplomática con su primera misión en el extranjero, en concreto en Francia para un asunto de una abadía. Posteriormente se le encargaron otras misiones, sobre todo en el Imperio, hasta que acudió a Inglaterra. Su experiencia no era demasiada, por lo que debemos asociar su nombramiento a su cercanía al “partido ebolista”. Sobre su actividad en Inglaterra, L. M. SANTAMARTA LOZANO, Don Guerau de Spes en la Corte Isabelina: La Documentación Diplomática y el Conflicto Anglo-Español en la segunda mitad del siglo XVI (1568-1571), Tesis doctoral inédita defendida en la Universidad de Oviedo en 2001. 409 M. A. OCHOA BRUN, op. cit., pp. 165-166.

141

alrededores de cinco navíos que iban cargados de crédito para pagar los ejércitos que

estaba utilizando Alba para sofocar la Revuelta410. Pese a que un primer momento Isabel

I mostró su intención de dejarles partir, revocó la orden posteriormente y expresó su

idea de adquirir el crédito que iba en ellos. La respuesta de Alba fue secuestrar los

bienes de ingleses en territorios flamencos el 28 de diciembre, ante lo que Isabel I

decretó la detención de personas y bienes hispanos y el arresto domiciliario de Guerau

el 6 de enero del año siguiente. Desde esa fecha, el embajador no volvería a ser recibido

por la reina inglesa y se convirtiría en el aglutinante de los diversos grupos

descontentos, tras recibir las adhesiones de partidarios de María Estuardo, de

Northumberland, del famoso Ridolfi y de otros disidentes ingleses, irlandeses y

escoceses.

El duque de Alba decidió enviar a Assonleville a negociar, lo que fue visto por

muchos coetáneos como un error táctico, pues debían haber sido los ingleses los que

dieran el primer paso al haber arrestado ellos los barcos. Sin embargo, el “Gran Duque”

creía necesario resolver el asunto, ante las opiniones que comenzaba a mostrar Felipe II

sobre la posibilidad de atacar Inglaterra y la conveniencia de poner a María Estuardo en

el trono. La misión del consejero flamenco, que partió el 9 de enero y el 20 llegó a

Inglaterra, fue un rotundo fracaso, pues ni siquiera fue recibido.

Pese a ello, Alba volvió a expresar que “me parecería mejor tomar el camino de

la blandura”411 y su entendimiento con el cardenal Espinosa le permitió conseguir que

Felipe II continuara apoyando la búsqueda de soluciones pacíficas a través del envío de

otros ministros que no fueran Assonleville. A tal efecto, el monarca le concedió el 19 de

julio de 1569 unos poderes suficientes para negociar en su nombre la solución al

conflicto412, y con estos documentos en la mano el duque decidió enviar como nuevo

emisario a Chiappin Vitelli acompañado del letrado Jean Foncq413. Esta acción

diplomática se vería complementada con el apoyo a las aventuras de algunos

410 Una descripción de este asunto en L. M. SANTAMARTA LOZANO, op. cit., pp. 70-80. 411 Alba a Felipe II, 10 de marzo de 1569, CODOIN, XXXVII, pp. 570-572. 412 Felipe II a Alba, 19 de julio de 1569, Ibídem, XXXVIII, pp. 161-168. 413 Jean Foncq, conocido también como Fonchius, Funquio, Junglo o Funglo, era natural de Amersfort. Doctor en derecho, residió en Roma durante 15 años como revisseur des suppliques de justice a los comienzos de su carrera. Después consiguió varios oficios como los de preboste de las iglesias colegiales de Notre-Dame de Utrecht, St. Severin y de Notre Dame ad gradus en Colonia, abad secular de Notre-Dame de Namur o canónigo de Namur, de Tournay y de S. Lambert en Lieja. En 1570 fue nombrado consejero del Consejo Privado, gracias a la intercesión de su patrón Granvela, y en 1579 se le llamó a Castilla como guardasellos, recibiendo el título el 24 de marzo de 1580 y en 1581 el de canciller del Toisón de Oro. Murió en Monzón el 10 de octubre de 1585, cuando se preparaba para volver a los Países Bajos a tomar el puesto de obispo de Gante (Biografía en el DBE).

142

comerciantes italianos como Tommaso Fiesco o Ridolfi, que se encargarían de negociar

las restituciones con Isabel I, y con intentos por desacreditar a Guerau de Spes para

aislarle de las negociaciones414.

Pese a estos esfuerzos, la misión de Vitelli estaba predestinada al fracaso, porque

los consejeros más cercanos a Isabel I comenzaron a conocer los detalles sobre la

preparación de una revuelta comandada por el duque de Norfolk en el Norte de

Inglaterra, siendo apresado el cabecilla el 8 de octubre e identificando a Guerau como

uno de los que estaba al corriente. Fruto de ello fue la detención de Vitelli en la frontera

por unos días y, cuando se le permitió la entrada en el país, solo pudo hacerlo

acompañado de Foncq y unos pocos criados. La primera audiencia que se le concedió el

22 de octubre demostró que Isabel I no iba a negociar nada con él, aduciendo la excusa

de su falta de poderes para tratar asuntos de ese calado415. Vitelli fue recibido otras tres

veces, el 26 de octubre y el 6 y el 17 de noviembre, pero se encontró siempre con la

misma respuesta y retornó a Flandes sin resultado alguno416.

Mientras, en Flandes, el duque de Alba trataba de mantenerse al margen de los

complots, pese a la insistencia papal para que se implicara en ellos. Así, el envío en

marzo de Carlos de Éboli a Bruselas con la excusa de conceder al duque una espada y

una toga bendecidas417, no tenía más finalidad que realizar el primer acercamiento del

Papado a Felipe II para conseguir desterrar a Isabel I del trono de Inglaterra y colocar a

algún católico en el mismo. El duque difirió la comunicación de esta noticia a su

monarca hasta el 11 de diciembre y, cuando lo hizo, insistió en la necesidad de no

romper con Inglaterra418.

Estos retrasos propiciaron que la revuelta del Norte y la de Léonard Dacres en

febrero de 1570, que estaba aún peor preparada, fueran aniquiladas419. El apoyo papal

plasmado en la publicación el 25 de febrero de 1570 de la bula Regnam in excelsis,

414 Zayas a Alba, 2 de septiembre de 1569, AGS, E., leg. 542, fol. 64, "Y el Mare Magnum de las de Don Guerau, que cierto, si escriviesse tanta substancia como palabras el se da buena maña en no comer el pan de balde, que por françia y por Bilvao ha venido otro mundo dellas estos dias, y aca setiene la misma opinion que V. Excelencia que le engañan y traen embelesado, como a ministro nuevo, aunque con los advertimientos, que V. Excelencia le embio, en las dos postreras cartas que le escrivio, puede tomar tan grande liçion, que si se aprovecha dellas, sacara mas fructo que de toda la philosophia que ha leydo". 415 Como describió el propio Vitelli a Alba en una carta del 23 de octubre (CODOIN, XXXVIII, pp. 200-205). 416 J. RETAMAL FAVEREAU, op. cit, pp. 149-151. 417 “Relación del recibimiento del estoque y sombrero que el Papa envió al Duque de Alba”, AGS, E., leg. 8340, f. 199, junto al breve pontificio. 418 Alba a Felipe II, 11 de diciembre de 1569, CODOIN, IV, pp. 519-521. 419 P. O. DE TÖRNE, op. cit., pp. 73-93 ; J. RETAMAL FAVEREAU, op. cit., pp. 151-162 y L. M. SANTAMARTA LOZANO, op. cit., pp. 116-172.

143

donde hablaba de los fallos de Isabel I y desligaba a los católicos ingleses de su

juramento excomulgando a los que se relacionaran con ella, llegaba demasiado tarde y

con el rechazo, además, de Felipe II, Carlos IX y Maximiliano II, a los que Pío V no

había consultado. La publicación de la Bula salpicó también a de Spes, pues aunque la

comisión inglesa que estudió el caso reconoció que ni Francia ni la Monarquía andaban

detrás de la publicación, si pudo demostrar que fue un capellán del embajador quien

mostró una copia de la bula a Felton, caballero del duque de Norfolk, quien la colocó en

la puerta del palacio del obispo de Londres el 15 de mayo420.

Pese al fracaso de los levantamientos, Pío V continuó negociando con un Felipe

II cada vez más proclive a ello. Sin duda, los cambios faccionales que se estaban

produciendo en Madrid favorecieron el nuevo rumbo, así como la preocupación que se

comenzó a sentir por el acercamiento de Isabel I a Francia tras la Paz de Saint Germain,

que se plasmó en el cambio de embajador inglés, Walshingham por Norris, y en el

inicio de las negociaciones para el matrimonio con el duque de Anjou421.

El miedo a que Inglaterra se echara en manos de los franceses también

preocupaba, y mucho, a Alba, pero su estrategia para evitarlo era la de eludir la ruptura

con el gobierno de Isabel I. Para ello, procuró encauzar las conversaciones entre Felipe

II y el Papado por medio de su persona, aprovechando las excelentes relaciones que

mantenía con el embajador filipino en Roma, Juan de Zúñiga, a través del cual procuró

hacer desistir a Pío V de la empresa de la invasión de Inglaterra, ya que para poder

llevarla a cabo eran necesarios “medios humanos y no solo divinos”422. Igualmente,

trató de convencer a Felipe II de que podía fomentar y patrocinar a los rebeldes, pero sin

declararse abiertamente en guerra.

El miedo al acuerdo con Francia no era patrimonio exclusivo de la Monarquía e

Isabel I también temía que Felipe II pudiera hacerlo, ante lo cual decidió enviar a

Flandes a tres emisarios, los primeros tras el secuestro de los barcos, que fueron Thomas

Cobham, Jhon Marsh y Henry Cobham acompañados del mercader Tomas Fiesco. Pese

a que llegaron anunciando que Isabel I iba a proceder a la restitución, en las

negociaciones con Viglius, Noircarmes, Assonleville y Schetz no se consiguió llegar a

ningún acuerdo válido423. Dichos enviados expusieron, igualmente, que la reina no

enviaría embajador alguno a Madrid mientras continuara Guerau en Inglaterra,

420 J. RETAMAL FAVEREAU, op. cit., pp. 171-172. 421 Ibídem, pp. 184-185. 422 Alba a Zúñiga, 4 de diciembre de 1569, CODOIN, IV, pp. 516-519. 423 Alba a Felipe II, 30 de abril de 1570, EDA, II, pp. 361-365.

144

exigencia que aprovechó el duque de Alba para solicitar abiertamente por primera vez

su relevo.

Tras este primer acercamiento se produjo el envío de Cobham a Madrid en junio

de 1571, con la firme intención de poder resolver las diferencias. Sin embargo, esas

conversaciones en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial tampoco llegaron a

buen puerto, excepto en la decisión de que Guerau de Spes saliera de Inglaterra, debido

al auge de los partidarios de una política agresiva hacia Inglaterra, así como a la especial

relación que se mantenía con el Papado tras la creación de la Liga Santa contra los

turcos424. Solo así se puede explicar que el “Rey Prudente” decidiera apoyar el famoso

complot de Ridolfi, proyecto que tenía unas bases claramente inestables y arriesgadas.

Estas se habían puesto durante el viaje que inició el mercader italiano en marzo

de 1571425. Su primera escala fue Flandes, donde Alba no le tomó en serio, para pasar

después a París, donde cometió sus primeras indiscreciones, y Roma, donde se

entrevistó con Pío V que acogió su plan con entusiasmo, pese a los intentos de Juan de

Zúñiga por desprestigiarle. Camino de Castilla hizo escala en Florencia, donde cometió

nuevas indiscreciones que el duque de Toscana se encargó de transmitir a Isabel I. Una

vez en Madrid, donde llegó a finales de junio, se entrevistó con don Juan de Austria,

que apoyó entusiasmado el proyecto, con Zayas, que intentó oponerse a los planes, con

el nuncio y con Felipe II, que decidió sustentar la idea el 3 de julio. En virtud del

acuerdo, el monarca envió a Alba una provisión de 200000 escudos para usar en la

empresa y ordenó que fuera Chiappin Vitelli quien dirigiera la armada para una posible

invasión. Los intentos del gobernador de Flandes por evitar la acción de Ridolfi fueron

vanos y tuvo que iniciar los preparativos, aunque el rápido descubrimiento del complot

en septiembre, lo cual supuso el retorno a prisión de Norfolk el 7 de ese mismo mes y la

detención del obispo de Ross el 13426, permitió que Alba pudiera interrumpirlos

rápidamente, a la vez que azuzaba los comentarios contra el fracasado conspirador427.

El principal afectado por el fracaso del complot fue el embajador Guerau de

Spes. El 14 de diciembre se le convocó a un Consejo, donde se le comunicó que en tres

424 S. FERNÁNDEZ CONTI, Los Consejos de Estado y Guerra..., pp. 118-122. 425 Las cartas sobre su viaje por Roma, Flandes y España en IVDJ, Envío 5, nº 103-121 y un estudio sobre el mismo en J. RETAMAL FAVEREAU, op. cit., pp. 207-213. 426 Una descripción de los acontecimientos en P. O. DE TÖRNE, op. cit., I, pp. 102-126 y L. M. SANTAMARTA LOZANO, op. cit., pp. 274-358 entre otros. 427 Albornoz a Zayas, 4 de noviembre de 1571, AGS, E., leg. 546, fol. 21, "Perdoneselo dios a aquel vaziado de Ridolfi que por hazerse hombre de negocios y va derramando por todo el mundo su comission el es yaydo y hadexado hecho buen negocio" o Alba a Zúñiga, 25 de febrero de 1572, IVDJ, Envío 6, carpeta 1, ff. 336-338, transcrita en el 337, en que el gobernador recalca que el mercader italiano habría hecho bien en dedicarse a sus mercaderías antes de dejar enlodados a tantos hombre en Inglaterra.

145

días debía salir de la Corte a la vez que Isabel I se excusaba ante Felipe II por echarle,

recalcando que era por cargos contra el embajador y no por enemistad con él y que

estaría dispuesta a recibir a un nuevo enviado de la Monarquía. Guerau embarcó en

Dover el 21 de enero de 1572 con dirección hacia los Países Bajos, donde permaneció

unos meses hasta que emprendió viaje a Castilla. Su nombre volvería a aparecer

vinculado a Flandes al inicio del gobierno de Luis de Requesens como posible Veedor

General, pero su fallecimiento impidio que el nombramiento se llevara a cabo428.

En su lugar en Inglaterra, se decidió que permaneciera como embajador

provisional François de Hallewyn, señor de Zweveghein, que había acudido a las islas

por encargo del duque de Alba el 2 de marzo de 1571 con el fin de seguir negociando

sobre las restituciones, tarea en la que fracasó. No lo haría Antonio de Guaras,

encargado de los papeles de la embajada, que consiguió retomar los contactos con Isabel

I gracias a sus excelentes relaciones con el secretario Cecil y el 15 de marzo de 1573 se

firmó en Nimega un tratado por el que se normalizaba el tráfico mercantil y se

formalizaba una tregua por diez años, donde comisarios de ambos bandos se reunirían

para tratar las diferencias429. Felipe II, sin embargo, no apoyaría de manera explícita

dicho acuerdo, que sería visto en la Corte madrileña como un simple tratado comercial

entre Alba e Isabel I.

Pese a que se había conseguido volver a encauzar las relaciones anglo-hispanas

durante los últimos años del gobierno de Alba, la puerta al conflicto entre ambas

potencias se había abierto y este llegaría no muchos años después. Aunque Isabel I aún

no apoyaba abiertamente a los Gueux se podía intuir, sin duda, que lo hacía de forma

soterrada, ya que le eran útiles como medio de estorbar a los gobernadores hispanos de

los Países Bajos y distraer así tropas de Felipe II. De esta manera, cuando cerró en abril

de 1572 sus puertos a los Watergeuzen, que por ello tuvieron que atacar Brielle, no hizo

nada por evitar que cientos de flamencos con material salieran de su reino en dirección a

la cabeza de playa ocupada por los rebeldes, incrementándose su intervención en los

asuntos flamencos de forma notable en años sucesivos430.

Por último, conviene mencionar el papel del duque de Alba en las relaciones

entre Felipe II y el Imperio, que se antojaban de vital importancia para poder

428 Hay varias referencias al asunto en AGS, E., legs. 559 y 560. 429 M. A. OCHOA BRUN, op. cit., pp. 171-172. 430 Ch. WILSON, op. cit., pp. 26-27 y W. T. MaCCAFFREY, Queen Elizabeth and the Making of Policy, 1572-1588, Princeton, 1981, pp. 164-166.

146

contrarrestar las numerosas voces que se alzaron en los territorios imperiales contra la

política de excesiva dureza que el nuevo gobernador pretendía aplicar431.

Ya desde 1566, Felipe II fue gestando un discurso diplomático con respecto a la

Revuelta y a la dureza con la que se iba a tratar de reprimir que se iba a mantener en los

años siguientes, siendo redactada la primera misiva al efecto el 22 de agosto432.

Margarita de Parma paralizó el envío de esa carta y redactó una nueva, con fecha del 10

de octubre, en donde exponía su propio ideario político, solicitando que la contestación

no fuera dirigida al monarca hispano sino a ella. Como es de suponer, las respuestas de

los príncipes fueron muy diversas y algunos luteranos, caso del elector Palatino,

abogaron por la libertad religiosa. Sin embargo, sus opiniones no fueron escuchadas y

las siguientes cartas de Felipe II estuvieron encaminadas a anunciar la marcha a Flandes

del duque de Alba y la posterior del monarca.

Pese a haber preparado el terreno sobre las medidas que iba a tomar el nuevo

gobernador, el impacto que causaron las detenciones de los nobles, algunos de los

cuales tenían tierras y familia en el Imperio, fue brutal. El emperador, cercano a la

Reforma, y otros príncipes intentaron interceder por ellos, caso del elector de Maguncia,

que escribió en defensa de Hornes en octubre de 1567, o de Henri de Brunswick-

Wolfenbüttel, que lo hizo en marzo de 1568 por Egmont, pero fue en vano433. Las

ejecuciones del 5 de junio de 1568, como era de esperar, provocaron una riada de

protestas, que Felipe II intentó mitigar a través de una nueva misiva con fecha 24 de

mayo en la cual desmentía el bulo que se estaba corriendo referente a la configuración

de una alianza antiprotestante liderada por él. Sin embargo, el discurso propagandístico

que Felipe II trató de elaborar para justificar sus acciones tuvo escaso éxito.

El duque de Alba, por su parte, pretendía mantener la paz en el Imperio para

poder sofocar la Revuelta y su principal herramienta para conseguir ese fin fue la buena

relación que mantenía con el embajador de Felipe II en Viena desde 1565, el ya

conocido Thomas de Perrenot, señor de Chantonay434. Podemos considerar que el

entendimiento entre ambos personajes fue total durante los años que coincieron en sus

respectivos cargos y solo se torcería al final de la estancia de Chantonay en Viena en

431 Recordar el trabajo de M. WEIS, Les Pays-Bas espagnols et les Etats... para las relaciones entre el Imperio y los Países Bajos; por lo que respecta a las del Imperio con la Monarquía, el clásico trabajo de B. CHUDOBA, Spain and the Empire, Chicago, 1952. 432 Sobre la correspondencia oficial de Felipe II con los príncipes alemanes en la Revuelta, M. WEIS, Légitimer la répression des Troubles. Les correspondances du pouvoir espagnol avec les princes allemands au début de la révolte des Pays Bas (1566-1568), Bruselas, 2003, passím. 433 M. A. OCHOA BRUN, op. cit., pp. 117-119. 434 Sobre la relación entre ambos, nuestro artículo ya citado, “Las relaciones entre Flandes y el Imperio tras el comienzo de la Revuelta de los Países Bajos (1567-1571)...”.

147

1570, por las discusiones sobre su nuevo destino político y por el deterioro que estaban

sufriendo las relaciones que Alba mantenía con su hermano Granvela. Su ayuda fue, por

tanto, fundamental para que el gobernador de Flandes pusiera en práctica sus planes,

toda vez que la emperatriz María, que podía haber sido otro gran apoyo, era deudora de

ideas políticas y religiosas muy diferentes.

Tras las primeras medidas tomadas por Alba, Chantonay se disculpó ante

Maximiliano II y solicitó su ayuda para aplacar la rebelión. Sin embargo, el emperador

declaró que no podía hacer nada por ayudar a su primo, aunque prometió no interceder

por los rebeldes si el duque de Alba no ingresaba en el Imperio en su lucha por destruir

los ejércitos rebeldes que Orange y sus partidarios llevaban meses formando. Esto no

era lo pretendido por el gobernador, ya que contaba con poder entrar en territorio

imperial para reducir a sus enemigos435, o, si el emperador no lo permitía, que, al

menos, no dejara unirse a las tropas de Orange en Clèves y que castigara a los condes de

Frisia Oriental que ayudaban al rebelde436. Esa política de “neutralidad” pretendida por

Maximiliano II había sido pergeñada por su principal consejero en estos asuntos, Lazare

Schwendi, y, por supuesto, no agradó en nada a Alba y Chantonay.

Fue este consejero, sin duda, uno de los que más insistió al emperador para que

enviara a su hermano, el archiduque Carlos, a Madrid para intentar negociar una

tregua437. La iniciativa había partido de los electores eclesiásticos de Colonia, Maguncia

y Trèveris, recelosos del despliegue de tropas de la Monarquía Hispana en los Países

Bajos. Dichos príncipes se reunieron en Bacharach en julio, uniéndose a ellos los

electores del Palatinado y de Sajonia, y, una vez celebrada la reunión, comisionaron a

sus embajadores a Viena para solicitar al emperador que enviara un representante a

Madrid con el objeto de conseguir que Alba restableciera la paz en Flandes. Este aceptó,

aún a sabiendas de que la razón estaba de parte de Felipe II, por lo que tuvo que ocultar

el verdadero motivo de la embajada y expuso que la razón de la misma era tratar los

matrimonios de las archiduquesas con los reyes francés y portugués438.

Junto a esta decisión, los embajadores de los 5 principados decidieron enviar al

conde Carlo de Zoon a Alba como comisario para buscar la paz, mientras que el barón

de Vinemburg acudiría a entrevistarse con Orange439, iniciativa que irritó

profundamente al gobernador de Flandes, que se negó en rotundo a ser considerado de

435 Alba a Felipe II, 19 de agosto de 1568, CODOIN, XXXVII, pp. 345-346. 436 Alba a Maximiliano II, 20 de agosto de 1568, EDA, II, nº 772, pp. 74-78. 437 Dicha embajada en M. A. OCHOA BRUN, op. cit., pp. 119-123. 438 Dietrichstein a Felipe II, 23 de agosto de 1568, CODOIN, XXXVII, pp. 358-363. 439 Chantonay a Alba, 8 de octubre de 1568, Ibídem, pp. 453-561.

148

la misma manera que el rebelde flamenco. Los esfuerzos diplomáticos realizados por

Felipe II, Alba y Chantonay para que no se llevara a cabo dicha misión fueron en vano y

el gobernador de Flandes, temeroso de que el asunto fuera llevado por personajes

contrarios a sus ideas, escribió al cardenal Espinosa para que se ocupara de todo440.

El 19 de noviembre, el archiduque Carlos desembarcó en Cadaqués y se dirigió

hacia Madrid, donde se entrevistó con Felipe II en varias ocasiones durante los últimos

días de diciembre de 1568 y los primeros de enero de 1569. La respuesta del monarca

hispano se produjo el 20 de enero y fue absolutamente negativa para todas las peticiones

imperiales441, ya que representó que lo único que se había realizado era castigar a unos

rebeldes y que la comisión del archiduque se había realizado solo por calumnias. Los

únicos puntos positivos de la embajada fueron que abrió la puerta para el futuro

matrimonio de Felipe II con su prima Ana, así como la posible creación de una liga

defensiva de los Países Bajos con algunos estados imperiales, que sería la futura Liga de

Lanszperg.

El archiduque abandonó la Corte el 4 de marzo y el 20 partió de Aranjuez a

Valencia, embarcando, finalmente, en Barcelona. Una vez en Viena, hizo entrega a su

hermano de la respuesta real, encontrándose este con la imposibilidad de presentar

dicho texto a los electores imperiales que habían solicitado la comisión, por resultar

ofensivo. Debido a ello, intentó modificarlo y requirió la ayuda de los dos embajadores

hispanos, el ordinario, Chantonay, y el extraordinario, Luis Venegas, que prestaron su

colaboración, lo que enfadó enormemente a Felipe II que les obligó a rectificar su

comportamiento, ante lo cual Maximiliano II decidió no dar ninguna respuesta a los

príncipes que se la habían reclamado442.

Por otro lado, la actitud ante los rebeldes flamencos no era el único punto de

tensión entre el Imperio y Flandes y existían otros dos asuntos harto conflictivos. El

primero de ellos era que Maximiliano II había comenzado a reclamar el pago de las

contribuciones atrasadas que correspondían a los Países Bajos para la defensa contra el

turco, según se había decidido tras la transacción de Augsburgo el 25 de noviembre de

440 Alba a Espinosa, 22 de noviembre de 1568, EDA, II, nº 824, p. 114. Seguramente, el papel que envió el duque al cardenal con la información es el que hace mención M. A. OCHOA BRUN, op. cit., p. 120, que lleva el título de “Lo que poco más o menos se puede collegir de la Comisión de los comisarios que el Emperador embia a mi y al Principe de Oranges y de la yda del archiduque Carlos en España, sacado de los despachos de su Majestad Cesárea y de Chantone”, que se encuentra en BL, Additional, Ms. 18789, ff. 88-95. 441 Respuesta de Felipe II a su comisión de 1569 en AGS, E., leg. 8340, f. 207. Está publicada y comentada en varios lugares, ver M. A. OCHOA BRUN, op. cit., p. 121, nota 577. 442 Ibídem, pp. 121-122.

149

1548443. El segundo conflicto, por su parte, estaba derivado de la concesión por parte

del emperador de la Confesión Augustana a los nobles de la Baja Austria, lo que

significaba en la práctica la libertad de conciencia, algo que no podía tolerar Felipe II444.

Pese a estas dificultades, el duque de Alba trató siempre de llegar a acuerdos con

el emperador, actitud que permitió que las relaciones Flandes-Imperio superaran a

mediados de 1569 la crisis sufrida en la segunda mitad del año anterior y la primera del

corriente. Ese acercamiento se vio ratificado por el acuerdo al que llegaron ambas

Cortes en lo referente a las contribuciones en diciembre de 1569, por el cual los Países

Bajos pagarían 146000 escudos al Imperio, con la revocación de la Confesión

Augustana por parte de Maximiliano II y con el matrimonio de Ana de Austria con

Felipe II. Estas medidas fueron complementadas con la atracción de ciertos señores

imperiales a través de pensiones, como fue el caso del conde Otto de Hebrestain o de

Jorge de Franisperg, así como con el relevo de Chantonay por las desavenencias que

mantenía desde hacía unos años con Maximiliano II.

El nuevo embajador don Francisco Hurtado de Mendoza y Fajardo, conde de

Monteagudo445, fue el gran favorecido por el cambio de rumbo de las relaciones entre

las dos ramas Habsburgo, que desembocaría en una actitud más favorable del

emperador a la Monarquía en los asuntos flamencos.

443 J. de IONGH, Mary of Hungary…, pp. 226-228. 444 M. A. OCHOA BRUN, op. cit., p. 113-114. 445 Sobre su embajada, Ibídem, pp. 124-126.

150

CAPÍTULO 3

UNA SOLUCIÓN PROVISIONAL,

DON LUIS DE REQUESENS (1573-1576)

3.1.- La elección de don Luis de Requesens como gobernador y los cambios

cortesanos en Madrid

Nacido el 25 de octubre de 1528 en Barcelona, don Luis era hijo de don Juan de

Zúñiga y Avellaneda y de doña Estefanía de Requesens, de la cual tomó el apellido446.

Inició su carrera en la Corte muy joven, pues en 1535 entró a servir como paje del

príncipe Felipe, del cual era ayo su padre. Tras fallecer su progenitor en 1546, Carlos V

le concedió la encomienda mayor de Castilla de la orden de Santiago, pasando a ser

conocido desde ese momento como el comendador mayor. Acompañó al emperador

durante su estancia en los Países Bajos y Alemania entre 1547 y 1549, periodo durante

el cual entabló una estrecha relación de amistad con Granvela, teniendo que retornar a la

Península Ibérica en la última fecha, tras fallecer su madre. Una vez puso en orden sus

asuntos familiares, regresó a la Corte de Carlos V, donde fue promovido al mando de

las galeras de la orden de Santiago, oficio que abandonó en 1556 tras los pleitos que

mantuvo con don Bernardino de Mendoza, capitán general de las galeras de España.

Durante los primeros años del reinado de Felipe II, Requesens no desempeñó

cargo alguno, fruto de su escasa cercanía al hegemónico partido “ebolista”, y no

regresaría a la arena cortesana hasta 1561, fecha en que fue nombrado embajador en

Roma. Su presencia en la Corte pontificia fue muy breve, pues, ante el conflicto de

precedencias con los embajadores franceses, decidió ausentarse de la misma,

conservando su acreditación ante la Santa Sede pero no ante el Pontífice; de este modo,

evitaba reconocerle como príncipe temporal. El embajador no regresaría a Roma hasta

que falleció Pío IV en 1565, influyendo en el consiguiente cónclave para que fuera

nombrado Pío V, afecto a la Monarquía Hispana.

Durante sus años de estancia en la “Ciudad Eterna”, Requesens supo ganarse la

confianza de Diego de Espinosa, al favorecerle en la obtención del capelo cardenalicio,

lo que le reportaría suculentos réditos políticos casi de inmediato. Así, en 1568 fue

nombrado lugarteniente de don Juan de Austria, nuevo capitán general de la mar,

446 Para su biografía, Configuración, pp. 468-469.

151

consiguiendo, a su vez, que su hermano menor Juan de Zúñiga447 le relevara como

embajador ante el Papa.

Sus años de convivencia con el hermano del rey estuvieron marcados por duros

enfrentamientos, debidos a las antagónicas visiones que ambos propugnaban para la

Monarquía, por lo que Requesens solicitó insistentemente su relevo. Éste se le

concedería en 1571, cuando, tras fallecer el gobernador de Milán, el duque de

Alburquerque, pasó a ocupar su puesto.

Desde la ciudad lombarda, Requesens dirigiría de una forma casi autónoma los

designios de Italia junto a su hermano Zúñiga en Roma, Granvela en Nápoles y el duque

de Terranova en Sicilia448, aprovechando tanto la crisis del Consejo de Italia como la

forma en que Espinosa organizó la política exterior de la Monarquía durante su

privanza. Sin embargo, tuvieron un fuerte enfrentamiento por la excesiva autonomía con

la que pretendía trabajar Requesens, por lo que se acabarían enemistando durante los

últimos meses de vida de Espinosa449.

A finales de 1572, tomó cuerpo en Madrid un rumor que situaba próximo el

retorno de Requesens a Castilla para hacerse cargo de forma efectiva del puesto de

consejero de estado que ostentaba desde 1568; sin embargo, el noble catalán se mostró

reacio a creer en dicha posibilidad450. No estaba exento de razón nuestro personaje, ya

que, si bien era cierto que se le iba a conceder un nuevo destino, éste no era retornar a la

Corte, sino acudir como gobernador a los Países Bajos, tal y como se decidió el 30 de

enero del año siguiente451.

Felipe II había decidido conceder finalmente al duque de Alba el tan ansiado

relevo y, para suplirle, barajó diversos nombres, siendo el marqués de Mondéjar el que

sonó con más fuerza, aunque el monarca se decantara finalmente por Luis de

Requesens. Se desconoce el nombre de los consejeros que influyeron en Felipe II para

que el comendador mayor fuera escogido, aunque, según parece, fue el Prior Antonio de

447 Su biografía en Ibídem, pp. 519-521. 448 Zúñiga a Requesens, 4 de enero de 1573, CODOIN, CII, p. 11, “Yo voy cada día perdiendo amigos en Roma por estar V. E. en ese gobierno, y el Cardenal de Granvela en Nápoles, porque piensan que con entrambos puedo lo que quiero, y yo deseo más que cada uno haga bien su oficio que no tener muy contentos á los que piden sinrazones”. 449 En general, para la situación en Italia durante este periodo, M. RIVERO RODRÍGUEZ, Felipe II y el gobierno de Italia, Madrid, 1998, capítulos IV, “La reforma de los letrados (1565-1572), pp. 95-119 y V, “El legado de Espinosa (1573-1578)”, pp. 121-140. 450 Requesens a Zúñiga, 21 de enero de 1573, Cfr. J. M. MARCH, El Comendador Mayor de Castilla. Don Luis de Requesens en el gobierno de Milán 1571-1573, Madrid, 1943, p. 313. 451 Ibídem, p. 309; A. W. LOVETT, “A new governor for the Netherlands,…”, pp. 93-94 y W. MALTBY, op. cit., p. 305.

152

Toledo el que le propuso452; sin duda, el cuñado de Alba había adquirido una notable

influencia y pudo inclinar la balanza hacia un personaje cercano a sus ideas políticas453.

Igualmente importante fue la opinión de Benito Arias Montano, personaje que tenía en

alta estima al duque de Alba, pero que creía más conveniente situar a don Luis como

nuevo gobernador454.

El caso es que, una vez tomada la decisión, se le comunicó al interesado, aunque

solicitándole que la mantuviera en secreto hasta que se hiciera oficial. La recepción de

la noticia fue un duro golpe para Requesens455, sensación que se agravaría con la

incertidumbre que le provocó el hecho de que no se especificara en el nombramiento si

la elección era temporal o definitiva, ya que se le indicaba que el marqués de Ayamonte

ejercería como gobernador de Milán durante su ausencia456. El noble catalán dejó la

contestación de las cartas de Felipe II a su hermano, al no encontrarse con la

tranquilidad espiritual suficiente para hacerlo457, labor que Zúñiga realizaría hasta mayo,

momento en que Requesens creyó ver que Felipe II había descubierto el juego458.

Las tres primeras cartas de réplica, con fecha de 20 de febrero, se destinaron a

responder al despacho real del 30 de enero459. En la primera de ellas, Requesens se

declaraba incapaz de aceptar el cargo, debido a su nulo conocimiento de los problemas

flamencos, al tiempo que rechazaba convertirse en juez de residencia de Alba, como se

especulaba en la Corte, o adoptar un poder bicéfalo junto a Medinaceli o el cardenal

Granvela, porque ya se había demostrado que era un fracaso. La solución que nuestro

personaje propuso fue la de enviar a los Países Bajos a dicho cardenal, perfecto

conocedor de la realidad flamenca, junto a algunos hispanos e italianos para los cargos 452 Alba a Antonio Lada, 7 de junio de 1573, EDA, III, nº 1865, pp. 417-418. 453 Aunque otros autores sostienen versiones diferentes, como J. VERSELE que en “Las razones de la elección de don Luis de Requesens como gobernador de los Países Bajos tras la retirada del duque de Alba (1573)”, Studia Historica. Historia Moderna, 28 (2006), pp. 259-276, argumenta que los motivos que impulsaron a Felipe II a su nombramiento fueron su falta de carisma, su neutralidad faccional y su amistad con conocedores de Flandes como el cardenal Granvela o Arias Montano. 454 J. G. C. de WOLF, op. cit., pp. 116-117. Sobre este religioso y su estancia en Flandes, L. MORALES OLIVER, Arias Montano y la política de Felipe II en Flandes, Madrid, 1927; H. SCHUBART, Arias Montano y el Duque de Alba en los Países Bajos, Santiago de Chile, 1962 y B. REKKERS, op. cit. 455 Requesens a Zúñiga, 15 de febrero de 1573, Cfr. J. M. MARCH, op. cit., pp. 314-316; DDA, p. 111. 456 A. W. LOVETT, “A new governor for the Netherlands,…”, p. 98. 457 J. M. MARCH, op. cit., p. 312 y CODOIN, CII, p. 35. 458 Requesens a Zúñiga, 4 de mayo de 1573, IVDJ, Envío 81, doc. 1280. En general, sobre esta correspondencia, J. M. MARCH, op. cit., pp. 309-330 y J. LEFÈVRE, "Les débuts du gouvernement de Don Louis de Requesens" en Miscellanea historica in honorem Leonis van der Essen, Bruselas, 1947, I, pp. 515-522. 459 Las tres misivas se encuentran en CODOIN, CII, pp. 35-38, 38-39 y 39-42 (ésta última puede ser del 20 o del 26, aunque el CODOIN se inclina por el 20).

153

de guerra y, si era necesario que acudiera finalmente, solicitaba poder elegir a su propio

equipo y tener las instrucciones antes de llegar a Flandes. En la segunda carta, por su

parte, se quejaba del perjuicio que le habían ocasionado aquellos ministros del rey que

habían estorbado su retorno a la Corte y conseguido que se le otorgara el cargo en

Flandes. Por último, en la tercera, abundaba en la inconveniencia de su nombramiento y

solicitaba un permiso para poder pasar por la Península Ibérica a poner sus asuntos en

orden, antes de partir a su nuevo destino. Como podemos observar, Requesens recurrió

a toda clase de argumentos para evitar ocupar su nuevo cargo, pero fue en vano.

Pese a las peticiones de discreción que Felipe II le había hecho, la noticia del

nombramiento se hizo pronto de dominio público, lo que enfadó aún más a Requesens

que, aunque había revelado a algunos amigos la noticia460, se había visto obligado a

mentir en varias ocasiones461. Las reacciones al nombramiento fueron diversas; mientras

Alba y Zayas trataron de apremiar su partida462, don Juan de Austria procuró

estorbarla463 y Granvela se felicitó por ello, ya que era bueno para él tener en Flandes a

alguien afín y permeable a sus planteamientos464.

Tras la negativa real a su sustitución por otro candidato, Requesens intentó, al

menos, diferir el nombramiento465. Así, en los primeros días de abril todavía tenía

esperanza de que el rey le excusara de realizar la Jornada, ya que había cesado la prisa

con que se le había mandado partir y pensaba que, al menos, podría acudir a Madrid

para tratar el casamiento de su hijo con Luisa de la Cerda, de la familia de Medinaceli.

Sin embargo, en julio fue consciente de que la situación era insostenible y de que debía

aceptar el cargo, cuyas instrucciones y nombramiento le fueron enviados el 17 de

agosto466.

En dicho mes inició los preparativos para su marcha el nuevo gobernador,

aunque la excomunión a la que fue sometido por sus problemas con el cardenal

Borromeo, y la posterior negociación para su absolución, lo retrasaron467. De esta

manera, la Jornada no se inició hasta octubre, recibiendo durante el transcurso de la

460 Zúñiga a Pedro Manuel, 27 de marzo de 1573, Ibídem, pp. 62-63. 461 Zúñiga al duque de Sessa, 9 de marzo de 1573, Ibídem, p. 47. 462 Alba a Antonio de Lada, 7 de junio de 1573, EDA, III, nº 1865, pp. 417-418 o Zayas a Albornoz, 17 de julio de 1573, AGS, E., leg. 554, f. 67. 463 Juan de Austria a Felipe II, 25 de marzo de 1573, CODOIN, CII, p. 61. 464 Granvela a Zúñiga, 18 de julio de 1573, IVDJ, Envío 47, f. 102. 465 Ver dos cartas de Requesens a Felipe II del 28 de marzo de 1573, CODOIN, CII, p. 64 y pp. 64-65. 466 Circunstancia que Zayas comunicó a Alba (AGS, E., leg. 554, f. 55). 467 Sobre los problemas de Requesens con la Santa Sede, M. A. OCHOA BRUN, op. cit., pp. 197-210.

154

misma los despachos sobre su nuevo gobierno expedidos en Madrid el 21 de ese mes468.

Así mismo, Felipe II aprovechó el momento para advertir del relevo a Consejos y

Estados de los Países Bajos, así como a los príncipes vecinos469. El camino de

Requesens transcurriría a través de Saboya, Borgoña y el Franco Condado, donde pudo

comprobar la labor del nuevo presidente de Dôle470.

Mientras, en Bruselas, el duque de Alba aguardaba con impaciencia su llegada e

intentaba disponer el relevo de la mejor manera posible, aunque a veces se impacientara

por la tardanza471. Ante su intranquilidad, Felipe II le reclamó paciencia y le aconsejó

sobre la mejor manera de efectuar la mudanza para evitar emulaciones, conviniendo con

el “Gran Duque” en la necesidad que había de informar al recién llegado sobre el estado

de la cuestión antes de retornar a Castilla472.

Fue en esos precisos momentos cuando se conoció en los Países Bajos el nombre

del nuevo gobernador. La sensación generalizada fue que la persona elegida no era la

adecuada para solventar una crisis de tal magnitud y toda la esperanza que había

precedido la llegada del duque de Medinaceli, aunque luego no se viera compensada, se

transformó en escepticismo y en graves ataques contra Requesens. Así, se le acusaba de

ser un gobernador a préstamo, de no tener entidad suficiente para un cargo tan

complicado y de lo inoportuno del matrimonio de su hijo473. Sin embargo, los ataques

que más daño le hicieron fueron los referentes a que era “hechura” del duque de Alba y

que “se había criado en su casa como un buñuelo”474. Sin duda, la relación de

Requesens con el “Gran Duque” era cordial y de afinidad en muchos aspectos475, pero el

468 Felipe II a Alba, 21 de octubre de 1573, AGS, E., leg. 554, ff. 1-2; estos despachos, de indudable interés, se encuentran en AZ, carpeta 93; doc. 31, “Descripción de los Países Bajos”; doc. 32, “Instrucción particular”; doc. 33, “Instrucción”; doc. 34, “Sobre los consejos” y doc. 35, “Gobierno de la gente de guerra y otras cosas”. Los principales puntos en que hacían hincapié eran en el uso y recuperación de los Consejos Colaterales y en no ceder en los aspectos religiosos. 469 Felipe II a los Consejos Colaterales y a los Estados, 19 de octubre de 1573, CODOIN, CII, pp. 318-319 y a Carlos IX, Ibídem, pp. 319-320. 470 Requesens a Felipe II, 4 de noviembre de 1573, AGS, E., leg. 554, f. 149. En esta carta podemos observar su visión sobre la situación en Borgoña y el Franco Condado, donde alababa la labor de Jean Froissard de Broissia, nuevo presidente de Dôle y cliente de Granvela. 471 Como podemos comprobar en Alba a Felipe II, 22 de octubre de 1573, EDA, III, nº 1993, pp. 531-532 o al Prior Antonio de Toledo, 23 de octubre de 1573, Ibídem, nº 2005, pp. 545-546. 472 Felipe II a Alba, 21 de octubre de 1573, CODOIN, CII, pp. 322-325. 473 Requesens a Jerónima (su mujer), 6 de agosto de 1573, Cfr. J. M. MARCH, op. cit., pp. 325-326. 474 Requesens a Pedro Fajardo, marqués de los Vélez, CODOIN, CII, pp. 350-351 y a Zúñiga, 15 de noviembre de 1573, Ibídem, pp. 353-354. 475 Como podemos apreciar en su correspondencia, p. e. Requesens a Alba, 14 de enero de 1573, AGS, E., leg. 8340, f. 233.

155

comendador mayor, siguiendo los consejos del cardenal Granvela476, tenía claro que

debía evitar que los flamencos le asociaran con él, para no heredar el resquemor que

había contra sus procedimientos. Unos meses después, Requesens supo que estos

rumores habían sido divulgados por el grupo de los “malcontents”, lo que provocó un

fuerte enfrentamiento con ellos.

Finalmente, el nuevo gobernador llegó a Bruselas el 17 de noviembre y fue

recibido por Fadrique de Toledo, ya que su padre se encontraba en cama con gota477.

Desde el mismo momento de su llegada, se pudo intuir que la situación se podía

complicar, ante la indefinición mostrada por Madrid sobre el momento de llevar a cabo

el relevo478. Además, el comendador mayor no sabía apenas nada de la situación en

Flandes y necesitaba imperiosamente el consejo de Alba, aunque era consciente de que

su relación se deterioraría en cuanto el antiguo gobernador viera que no iba a obedecer

fielmente sus directrices479.

Para evitar la incertidumbre y los posibles conflictos a ella asociados, el propio

duque de Alba decidió marcar los tiempos del relevo y, aunque el comendador mayor

declaró que prefería esperar un tiempo hasta conocer bien la situación480, el “Gran

Duque” le comunicó que permanecería en Flandes únicamente el tiempo imprescindible

para instruirle, tal y como le había pedido Felipe II, y partiría hacia Castilla lo antes

posible. Requesens trató denodadamente de evitar que Alba le remitiera los asuntos, ya

que de ese modo la gente confirmaría su impresión de que era su “hechura”, pero fue

inútil y se tuvo que hacer cargo del gobierno el 29 de noviembre en una ceremonia en la

que se encontraron presentes Aerschot, Viglius y Berlaymont481. La pronta partida del

duque de Alba el 19 de diciembre, cercenó toda posibilidad de enfrentamiento.

Otro asunto que se debía solventar con prontitud era el futuro del duque de

Medinaceli. Ya Felipe II había decido que retornara a Madrid, y así se lo comunicó

durante el verano de 1573, con el pretexto de que su presencia era requerida para

476 Granvela a Zúñiga, 15 de noviembre de 1573, IVDJ, Envío 47, f. 104, “Mala obra han hecho los que han procurado de antes ahí de su llegada disminuir su auctoridad con pasión, yo con quantos he podido he hecho oficios porque conocieran su qualidad y partes y el crédito que con su Majestad necesariamente tiene”. 477 Para el periodo de convivencia entre ambos, A. W. LOVETT, “The Governorship of Don Luis de Requesens...”, pp. 187-192. 478 Como así mostró el comendador mayor a sus allegados el 22 de noviembre de 1573, como su hermano (CODOIN, CII, pp. 373-375) o Granvela (AZ, carpeta 97, doc. 1). También se encuentran en este último documento cartas a don Juan de Austria y al conde de Monteagudo. 479 A. W. LOVETT, “A new Governor for the Netherlands,…”, p. 102. 480 Zúñiga a Felipe II, 6 de noviembre de 1573, CODOIN, CII, pp. 339-341. 481 Alba a Felipe II, 2 de diciembre de 1573, EDA, III, nº 2025, pp. 561-563.

156

conocer de primera mano la gravedad de la situación482. Juan de la Cerda retrasó su

retorno hasta finales de noviembre, ya que buscaba favorecer a sus “hechuras” en su

pugna por ocupar oficios ante el inminente cambio de gobernador y, para tal fin, se

reunió en repetidas ocasiones con los adversarios de Alba. Cuando, finalmente,

emprendió la marcha, llevó consigo gran cantidad de memoriales contrarios a la gestión

de su émulo483, entre los cuales destaca el presentado por Champagney, que destilaba

rencor hacia todo lo relacionado con el antiguo gobernador y, sobre todo, hacia el

secretario Albornoz484.

Medinaceli partió de los Países Bajos con resquemor, no solo, hacia Alba, sino

también hacia el propio Requesens por dos cuestiones: que le arrebatara el puesto de

gobernador y que su sobrina, Luisa de la Cerda, casara con el hijo del comendador, ya

que Medinaceli pretendía desposarla con su propio vástago. Pese a los ataques del

duque, Requesens hizo lo posible por no romper con él y favoreció a los miembros de

su séquito que quedaron en Bruselas, caso del polémico Juan de Mendoza485, pero tuvo

escaso éxito, ya que Medinaceli seguiría expresando opiniones negativas hacia el nuevo

gobernador.

Juan de la Cerda partió hacia Madrid sin conocer aún su destino y en medio de

una cascada de rumores sobre el mismo486. Una vez en la Corte, se encontró con un

inesperado premio, ya que Mateo Vázquez le ayudó a que se le concediera el importante

oficio de mayordomo mayor de la reina Ana. Tomaría posesión del mismo el 23 de

marzo de 1574, sustituyendo al marqués del Adrada fallecido el 7 de febrero, con unos

elevados gajes de un “cuento” (millón) de maravedíes de ración y quitación ordinaria

cada año, más otro cuento como ayuda de costa487. Medinaceli ejercería dicho oficio

hasta su fallecimiento el 1 de agosto de 1575, periodo durante el cual siguió recibiendo

correspondencia de los asuntos de Flandes a través de Assonleville o Champagney,

482 A. W. LOVETT, “A new Governor for the Netherlands…”, p. 98. 483 “Relación de los memoriales que el duque de Medinaceli ha dado a Su Majestad”, s. d., CODOIN, XXXVI, pp. 198-204. 484 Memorial de Champagney a Felipe II en A. L. P. de ROBAULX DE SOUMOY (Ed.), Mémoires de Frédéric Perrenot, sieur de Champagney, 1573-1590, Bruselas-La Haya, 1860, pp. 221-250. 485 Requesens a Zayas, 2 de diciembre de 1573, AGS, E., leg. 559, f. 140. 486 Como podemos apreciar en una carta de Granvela a Zúñiga del 15 de noviembre de 1573 (Ibídem, f. 104), en la cual el letrado del Franco Condado indicaba que Hopperus y Zayas le habían escrito sobre la posibilidad de que Medinaceli fuera a Nápoles, donde sustituiría a Granvela que, a su vez, iría a Roma. 487 El título de este oficio en su expediente personal en AGP, Expediente, Caja 661/15.

157

información que luego transmitía a Felipe II. A su muerte, su hijo Sancho de la Cerda

continuó con dichos intercambios epistolares488.

La diferente fortuna sufrida tanto por el duque de Alba como por el de

Medinaceli tras su retorno a Madrid, sirve para ilustrarnos sobre los cambios que se

estaban produciendo en la Corte de Felipe II como fruto del proceso de

Confesionalización. Éste tuvo una serie de consecuencias tanto dentro de la Monarquía -

donde se sentaron las bases para un desarrollo institucional del gobierno a través de las

Juntas, que permitieron el desarrollo político de los secretarios-, como con respecto a

otros poderes de la Cristiandad, sobre todo Roma, que buscó fomentar un grupo político

dentro de la Corte madrileña489. Así mismo, se produjo una recomposición de las

relaciones de poder, que vinieron marcadas por la ausencia de grandes patronos, tras el

fallecimiento de Espinosa, Éboli y Velasco, así como la caída en desgracia del duque de

Alba.

Entre 1573 y 1575 tanto Antonio Pérez como Mateo Vázquez, surgidos a la

sombra de Espinosa, pero con una nueva mentalidad, aprovecharon el vacío político y el

nuevo funcionamiento administrativo de la Monarquía para tomar posiciones. Los

partidarios del cardenal Espinosa fueron perdieron fuerza, mientras el antiguo partido

“ebolista” se rehizo; toda vez que su patrón había fallecido en 1573, la denominación no

puede ir más allá de esa fecha y pasaremos a denominarlo partido “papista”.

Desde el final del Concilio de Trento, el Papado había buscado crear un partido

en la Corte hispana para defender sus intereses y, a tal fin, Pío V envió a Luis de Torres

a Castilla, con la misión de intentar instaurar ese espíritu de cruzada que él propugnaba,

en lugar del liderazgo hispano que pretendía Felipe II, al tiempo que recurría a los

componentes del partido “ebolista”. Su sucesor, Gregorio XIII, continuó dicha

iniciativa, basando su acción en tres pilares: sostén a la Compañía de Jesús, vinculación

con la familia real –tras fallecer doña Juana de Austria en 1573 pasaron a ser sus

protectores don Juan de Austria y Alejandro Farnesio– y la actividad del secretario

Antonio Pérez. Hacia finales de 1575, podemos considerar que este grupo se había

impuesto en la lucha faccional.

Enfrentado a la ideología que esta facción propugnaba se fue formando un

partido, que denominamos “castellanista”, surgido de la herencia clientelar de Espinosa

y que, por tanto, arrastraría durante sus años de gestación los problemas derivados de la 488 A. W. LOVETT, Philip II and Mateo Vázquez de Leça..., pp. 47-48. 489 S. FERNÁNDEZ CONTI, Los Consejos de Estado y Guerra,..., pp. 142-151 y Configuración, pp. 150-157.

158

aplicación de la Confesionalización que habían originado la caída en desgracia del

cardenal. En un principio, estuvo compuesto por viejos letrados unidos en torno al

secretario Mateo Vázquez, que procuró acercarse a otros personajes como el II conde de

Chinchón, aunque no recogería sus frutos hasta unos años después.

Sin duda, esta nueva situación cortesana tuvo hondas y negativas repercusiones

en la acción de gobierno de Requesens, pues era más cercano ideológicamente a la

opción política “castellanista”, como había podido demostrar en sus enfrentamientos

con el Papado durante su estancia como embajador en Roma.

Una semana antes de que el noble catalán realizara su entrada en Bruselas,

Felipe II decidió potenciar la acción del Consejo de Estado, casi paralizada por el

cardenal Espinosa, con el nombramiento de nuevos consejeros, ante el escaso número

que quedaba tras los sucesivos óbitos acaecidos. En concreto, los elegidos fueron el II

conde de Chinchón, el IV marqués de Aguilar, Gaspar de Quiroga, Antonio de

Covarrubias y Andrés Ponce de León, que se unieron a los miembros preexistentes

como el Prior Antonio de Toledo, el duque de Francavilla y los secretarios Antonio

Pérez y Gabriel de Zayas, así como al duque de Medinaceli tras su retorno de Flandes.

Esta mudanza en el Consejo, anunciaba nuevas vías en la configuración de la

política exterior de Felipe II. Con respecto a Flandes, ya la primera reunión monográfica

que trató sobre el tema, tras conocer las impresiones iniciales de Requesens, mostró ese

cambio de rumbo490. Ésta fue convocada el 24 de febrero de 1574 en Aranjuez y el

primer punto del día fue la posibilidad de promulgar un nuevo Perdón General, ya que

el de época del duque de Alba no había surtido el efecto deseado. Los 5 consejeros

reunidos -Andrés Ponce, el obispo de Cuenca Quiroga, los duques de Francavilla y

Medinaceli y el presidente Covarrubias-, mostraron su clara predisposición a la

redacción de un nuevo Perdón General, destacando la opinión de Ponce de León, que

hablaba de la necesidad, con respecto a los flamencos, de “ganarles los coraçones y

atraerlos por amor”. Por lo que respecta al décimo, todos ellos se mostraron favorables a

aceptar los dos millones de encabezamiento, aunque el presidente recalcara que no era

una medida injusta. En cuanto al Conseil des Troubles, Ponce comparó el respeto a sus

privilegios de los flamencos con el de los aragoneses, por lo que creía que era necesario

deshacerlo, opinión a la que se adhirieron el resto de consejeros. Chinchón, ausente de

la reunión, mostró su posterior acuerdo a todas las decisiones de sus colegas, aunque

recomendó el envío de fuertes sumas de dinero para el ejército, con el fin de no mostrar

“blandura” ante los rebelados.

490 El acta de dicha reunión en AGS, E., leg. 561, f. 25.

159

Toda vez que dentro de ese nuevo Consejo comenzaron a descollar Antonio de

Toledo, lastrado en los asuntos flamencos por su estrecha relación con su cuñado, como

el propio Chinchón, fue la opinión de éste último la que prevaleció. Por lo tanto, las

nuevas directrices de actuación en Flandes se basarían en modificar la agresiva política

del duque de Alba, aunque manteniendo el envío frecuente de dinero y armas para no

dar sensación de falta de recursos y así poder negociar con los rebeldes en una posición

de fuerza. Sin embargo, la aplicación de estas ideas, que estaban a medio camino entre

las posturas más intransigentes y las más laxas de la Corte, iba a resultar complicada,

debido a los problemas financieros que azotaban a la Monarquía y que imposibilitaban

sufragar al mismo tiempo las luchas en Flandes y en el Mediterráneo.

Sin duda, ese fue el principal motivo que provocó la creación de una Junta

especial para tratar los asuntos de Flandes en noviembre de 1574491. Dicha asamblea se

compuso de 5 miembros pertenecientes al Consejo de Estado, con lo que se sustrajo del

propio tribunal la deliberación diaria sobre los asuntos flamencos. Los elegidos fueron

Gaspar de Quiroga, el marqués de Aguilar, el conde de Chinchón y Andrés Ponce de

León, así como Gabriel de Zayas como secretario; poco después, se permitió la entrada

de Hopperus, pero solo de manera testimonial, ya que los asuntos relevantes se trataban

durante su ausencia. Como podemos comprobar, la estructura faccional de la Junta no

estaba del todo definida, al estar aún en proceso de recomposición los grupos políticos,

por lo que Requesens trató de que sus opiniones tuvieran cierto peso en la misma,

intensificando su intercambio epistolar con algunos de sus integrantes, caso de Ponce de

León o de Hopperus492.

De las deliberaciones de esta Junta saldrían los llamados “Verdaderos

Remedios”, pensados para aplicarlos en los “XV estados no rebelados”493, los cuales no

coincidían, en absoluto, con las medidas tomadas por Alba para acabar con las

revueltas. Con ellos, se buscaba crear un ambiente de cordialidad e intentar volver a la

forma de gobierno utilizada en época de Carlos V, a través de diversas medidas como

nombrar un gobernador de la sangre, retirar los soldados extranjeros, suprimir el Conseil

491 Sobre esta Junta, H. PIZARRO LLORENTE, Un gran patrón en la corte de Felipe II: Don Gaspar de Quiroga, Madrid, 2004, pp. 405-430. 492 Requesens a Hopperus, 4 de diciembre de 1573, CODOIN, CII, pp. 442-423 o a Andrés Ponce el mismo día, Ibídem, pp. 418-420. 493 Se pueden consultar los memoriales de Hopperus sobre estos “Verdaderos Remedios” en AGS, E., leg. 2842 y sus revisiones en la Junta de Flandes en Ibídem, leg. 568, ff. 47, 49, 66 y 69.

160

des Troubles, crear un Consejo de Flandes cerca del rey o completar los Consejos

Colaterales con naturales de los Países Bajos494.

Antes de intentar aplicar los remedios, se tuvo conocimiento de los primeros

contactos de Requesens con los rebeldes y se decidió adoptar la negociación como

nueva vía de solución del conflicto495. El fracaso de las conversaciones y la declaración

de bancarrota, dejaron a Requesens sin posibilidad de maniobra y llevaron al

gobernador a una vía muerta, que solo abandonaría con su fallecimiento.

3.2.- Las facciones cortesanas en Bruselas durante el gobierno del comendador

mayor

Tras la partida de Bruselas del duque de Alba, Requesens trató de recabar

información sobre la situación real de la Corte a través de cauces distintos a los usados

por su predecesor, para, de este modo, poder hacerse una idea clara del equipo humano

del que iba a disponer para poder llevar a cabo su acción de gobierno. En concreto,

recurrió a una serie de memoriales que se le habían ido remitiendo desde que se conoció

su nombramiento496. Todos ellos coincidían en su negativa impresión sobre el modo en

que había llevado los asuntos el gobernador anterior, y en especial sobre los personajes

en los que se había apoyado para poner en práctica sus ideas, y abogaban por la elección

de don Juan de Austria como nuevo representante real.

Tras este sondeo preliminar, el comendador mayor se impuso como primera

tarea la de intentar formar su propio equipo de gobierno, siendo su tendencia natural

favorecer a los clientes de Granvela, el cual era su principal informador sobre la

494 Sin duda, las principales aspiraciones de los flamencos iban por ese camino, tal y como podemos observar en uno de los memoriales que presentó Hopperus a dicha Junta en 1574 (Ibídem, leg. 557, f. 13), el cual se hacía eco de las principales quejas con respecto a la mudanza de gobierno con Felipe II en los siguientes puntos; 1º con los príncipes de la sangre había blandura y con los nuevos gobernadores rigor; 2º los negocios habían dejado de tratarse por lo ordinario para hacerse por lo extraordinario con “extranjeros” y criados de las Casas de los gobernadores; 3º de la búsqueda del bien común se había pasado a hacerlo sólo de la grandeza de una casa nobiliaria, al tiempo que se trataba a los Países Bajos como una provincia y no como fundamento del Imperio; 4º se habían sustituído los Consejos Colaterales por el Conseil des Troubles; 5º se habían contravenido los privilegios de las provincias; 6º se producían numerosas injusticias; 7º se dejaba permanecer en Flandes a los soldados de los Tercios, aún en tiempos de paz y 8º habían metido mano los “extranjeros” en la Hacienda. Con posterioridad, trataba otros asuntos menores, cómo la afrenta que suponía para la Joyeuse Entrée el ingreso de bastardos en oficios, la venalidad,... 495 La primera mención explícita a la posibilidad de llegar a un acuerdo con los rebeldes que le hizo Felipe II a Requesens data del 31 de marzo de 1574, en una misiva que conservamos en Ibídem, leg. 561, f. 37. 496 “Discurso” de Fadrique Furió Ceriol, s. f. (hacia finales 1573), CODOIN, CII, pp. 473-476; “Memorial de remedio” (anónimo), s. f. (hacia finales de 1573), AGS, E., leg. 547, f. 122 o “Remedio de las cosas de Flandes” (anónimo), 17 de marzo de 1574, Ibídem, leg. 559, f. 39.

161

situación de Flandes. Así, el cardenal le recomendó a Morillon, Assonleville o

Berlaymont, señalándole también que los personajes de quien se debía fiar tenían que

ser ministros y no criados, en clara referencia a Albornoz, ya que estos solo mirarían por

su propio interés497. Requesens procuró seguir fielmente sus consejos, ya que

Berlaymont recobró una posición preeminente498, aunque no fuera de su total

confianza499, y sus secretarios personales, Domingo de Zabala y Baltasar López de la

Cueva, no intervinieron, al menos de forma clara, en asuntos de Estado o Hacienda500.

Junto a Berlaymont, Requesens tomaría gran afecto al secretario de los asuntos

imperiales Urban von Scharemberg501, aunque su elevada edad apuntaba más hacia un

retiro que a su participación en la toma de las decisiones políticas más relevantes. De

hecho, el gobernador recomendó que se nombrara un sucesor o secretario extraordinario

para que tomara su relevo una vez fallecido, propuesta que Felipe II aceptó502.

Igualmente relevante sería el papel de Jerónimo de Roda, aunque más por

necesidad que por la confianza que le despertaba este personaje al gobernador, y las

circunstancias llevaron a que el letrado murciano acabara interviniendo en asuntos tanto

de Estado, como de Hacienda y Justicia. Así, Requesens consiguió para él un puesto en

el Conseil d´État en marzo de 1574; sin embargo, sus aspiraciones iban más allá, por lo

que solicitó su entrada en los otros dos Consejos Colaterales, con preeminencia sobre el

resto de consejeros y con mayor salario. Felipe II se negó a dicha petición, aunque, ante

la insistencia de Requesens, le concedió poder intervenir en ocasiones puntuales en el

Conseil Privé y un tercio de los gajes que había pedido el gobernador para él. Sin

embargo, se le negó su ingreso en el Conseil des Finances como Chef, con el fin de

evitar las protestas que, sin duda, habría generado esta decisión503.

Contrariamente al ascenso de estos personajes, que habían estado relegados

durante el gobierno anterior, se produjo la desintegración de la facción que había estado

más cercana al duque de Alba durante su estancia en Flandes. Así, Fadrique de Toledo,

Albornoz y Vargas retornaron a Castilla, mientras Jacques de la Cresonnière había

497 Granvela a Zúñiga, 6 de diciembre de 1573, CODOIN, CII, pp. 433-434. 498 M. A. del RIO, La crónica sobre Don Juan de Austria, Madrid, 1601 (edición de M. A. ECHEVARRÍA BACIGALUPE y F. EDELMAYER, Oldenburg, 2003), p. 70. 499 Requesens a Felipe II, 18 de enero de 1574, AGS, E., leg. 557, f. 29, "Y aunque Barlamont es buen hombre y en lo substancial nunca se ha apartado del servicio de V. Majestad dessea tanto como los otros que se hagan las cosas muy a la satisfacción de los de la tierra y está ternissimo en los intereses y pretensiones de sus hijos y deudos". 500 J. LEFÈVRE, La Secrétairerie d´État et de guerre..., pp. 25-29. 501 De hecho, en una misiva al monarca del 23 de marzo de 1574 (AGS, E., leg. 557, f. 104), Requesens indicaba que los ministros de mejor condición eran Scharemberg y Berlaymont. 502 Felipe II a Requesens, Madrid, 30 de marzo de 1574, Ibídem, leg. 561, f. 39. 503 M. A. del RIO, op. cit., p. 66.

162

fallecido en 1572 y Noircarmes lo hizo el 5 de marzo de 1574504. Debido a ello, solo

Louis del Río505, Gaspar de Schetz y Francisco de Lixalde506 se mantuvieron en la

escena política durante el gobierno de Requesens, aunque con una merma considerable

de su influencia, que se tradujo en un hostigamiento constante por parte del comendador

mayor, en su intento por borrar su posible vinculación con el gobierno anterior. A estos

antiguos partidarios de Alba habría que unir al militar Sancho Dávila507, castellano de

Amberes, que alcanzaría a la muerte de Requesens un protagonismo que no le debía

corresponder, y Chiappin Vitelli, cuyas excesivas pretensiones sobre mercedes le

supusieron graves enfrentamientos con Requesens508.

El relegamiento de la antigua facción dominante se mostraría en toda su crudeza

en los asuntos relativos a la Hacienda. Ante la preocupación y descontento de

Requesens por como había sido administrada por el gobernador anterior509, ordenó a

Lixalde el 29 de noviembre de 1573 que cerrara las cuentas de éste y que abriera un

cuaderno nuevo para el suyo510. Sin embargo, el pagador se mostró reacio a revisarlas,

por lo que el comendador mayor fue consciente de la necesidad que tenía de personas de

confianza para administrar el erario real y solicitó que Francisco Gutiérrez de Cuéllar

acudiera junto a él a Flandes. Del mismo modo, solicitó que se visitara a los oficiales

que se habían encargado de la hacienda durante los años anteriores, proponiendo como

candidatos para celebrar dicha Visita a Juan Rodríguez de Villafuerte y al licenciado

Negrón. Sin embargo, las peticiones de Requesens fueron desoídas y dicha Visita no se

llegó a realizar, por lo que Francisco de Lixalde no fue condenado por sus desmanes

504 La decisión sobre la división de sus múltiples cargos se prolongó a lo largo de todo 1574, como podemos ver en diversas misivas de Felipe II y de Requesens (AGS, E., legs. 557-561, sobre todo la del monarca a Requesens del 12 de mayo de 1574 en leg. 561, f. 78). 505 Para la precaria situación de del Río durante este periodo, J. VERSELE, Louis del Rio (1537-1578)..., pp. 58-77. Su relación con Albornoz quedó intacta y se mantuvo el intercambio epistolar entre ambos personajes, pudiendo observar a través del mismo el relegamiento y, por lo tanto, el descontento de del Río (Louis del Río a Albornoz, 26 de septiembre de 1574, AGS, E., leg. 561, f. 180). 506 Para sus vivencias tras la marcha de Alba, A. W. LOVETT, "Francisco de Lixalde: a Spanish Paymaster in the Netherlands (1567-1577)", Tijdschrift voor geschiedenis, LXXXIV, 1971, pp. 19-23. 507 De su vinculación a Alba nos da fe la recomendación que éste hizo para que se le nombrara miembro del Conseil d´État en su carta a Felipe II del 2 de diciembre de 1573, EDA, III, nº 2025, p. 563. 508 Como comunicaba el propio comendador a Felipe II en agosto de 1574 (AGS, E., leg. 560, f. 103). 509 Requesens a Zúñiga, enero de 1574, IVDJ, Envío 67, caja 89, f. 2. 510 A. W. LOVETT, “Francisco de Lixalde...”, op. cit., p. 19.

163

hasta muchos años después de su muerte, teniendo que pagar sus herederos en su

lugar511. Pese a ello, su relegamiento cortesano con Requesens fue evidente.

Por último, hay que reseñar que durante los últimos años del gobierno de Alba se

había ido gestando una nueva facción política, conocida como “partido moderado” o

“malcontents”, en la que podemos encuadrar a personajes como Aerschot, que fue visto

como el lider de la misma, Champagney, Beauvois o Havré. Sus presupuestos políticos

y religiosos partían de un fuerte deseo de llegar a acuerdos con los rebeldes, basados en

una cierta tolerancia y en el convencimiento de que fueran los naturales quienes rigieran

los destinos de los Países Bajos, al modo de lo que había sucedido con Carlos V. Pese a

estas ideas, que coincidían en esencia con las pautas establecidas durante esos años

desde Madrid, Requesens no confió nunca en estos personajes, en especial en Aerschot,

al que prefería lo más lejos posible de Bruselas512.

Pese a ello, las relaciones del comendador mayor con este grupo fueron cordiales

hasta el fracaso de las negociaciones de 1575, circunstancia que provocó un

enfrentamiento abierto, ya que los “malcontents” exigieron al gobernador que reanudara

las conversaciones, ordenando al mismo tiempo a los Estados de Brabante que no

concedieran ayudas hasta que se retomaran las mismas. Poco después, el noble catalán

tuvo conocimiento de los manejos que habían llevado a cabo durante la estancia del

duque de Medinaceli en Flandes, así como de los rumores que divulgaron sobre él, por

lo que se produjo una ruptura total, que no fue a más por el repentino fallecimiento de

Requesens. Éste luctuoso suceso, como veremos, permitió a los “malcontents” alcanzar

sus mayores cuotas de poder, a través de la Pacificación de Gante.

Como conclusión, podemos señalar que Requesens nunca pudo llegar a formar

un auténtico equipo propio de gobierno, pues sus peticiones para que le fueran enviados

personajes de su confianza a Flandes, caso de Pedro Fajardo513 o de los personajes que

solicitó para encargarse de la Hacienda, fueron rechazadas desde Madrid y tuvo que

echar mano de consejeros que ya estaban allí presentes, fueran de su confianza o no.

511 F. RACHFAL, Le registre de Franciscus Lixaldius, trésorier général de l´armée espagnole aux Pays-Bas de 1567-1576, Bruselas, 1902, pp. 140 y ss. y A. W. LOVETT, “Francisco de Lixalde...”, op. cit., pp. 21-23. 512 “El de Ariscot no se me dava mucho que no estuviesse aquí y también si fuera possible holgara de sacarle de la Junta de los estados de Brabante (...) con todo esto por lo que conviene contemporizar con él por ser hombre tan principal y averle dexado el duque de Alva por cabeza en Bruselas desde que se fue a lo de Mons, hasta dos días antes que yo llegase”, Requesens a Felipe II, 24 de febrero de 1574, AGS, E., leg. 557, f. 57. 513 Tal y como solicitaba el comendador mayor al monarca en una carta del 9 de abril de 1574, Ibídem, f. 117.

164

En este sentido, fue significativa la pugna que Requesens mantuvo para que

Alonso de Vargas acudiera a Flandes como veedor general, cargo que éste ya había

rechazado en 1567514. El monarca procuró que fuera Guerau de Spes quien tomara el

oficio, pero su fallecimiento, como vimos anteriormente, truncó el proceso. Finalmente,

Vargas acudió a los Países Bajos en abril de 1574, aunque con título de consejero de

Guerra y de general de la caballería ligera, así como una merced de 100 escudos de

entretenimiento, en lugar del cargo que Requesens había solicitado para él515.

3.3.- La acción de gobierno de don Luis de Requesens: entre la solución pacífica y

la bélica516

Los condicionantes existentes para que Requesens pudiera llevar a cabo una

actuación eficaz de gobierno eran, ya desde el principio, muy importantes y anticipaban

su fracaso. Para empezar, el noble catalán no era un príncipe de la sangre ni un Grande,

lo cual disgustaba profundamente a los naturales. Esto se plasmaría en unas

instrucciones mucho más restrictivas que las de Alba y las de sus sucesores, ya que se le

restaba poder de decisión en asuntos clave como la provisión de oficios y beneficios, así

como en los cargos de guerra. Además, su sueldo de 18000 escudos resultaba bastante

escaso, teniendo en cuenta que tenía que pagar su capilla, guarda de archeros y otros

gastos y que Emmanuel Filiberto de Saboya, Margarita de Parma y el duque de

Medinaceli habían traído 36000 escudos de gajes, disfrutando Alba, incluso, de 54000,

por su cargo de capitán general517.

Del mismo modo, su séquito iba a ser muy inferior al de otros gobernadores, lo

cual le restó posibilidades de patronazgo y prestigio. Si lo comparamos con el del duque

de Alba518, mientras con Requesens acudieron únicamente 4 personajes que pudieran ser

considerados como gentilhombres -como eran Alexandro Gonzaga, don Felipe de

Mendoza, don Bernardino de Ayala y Jubarra-, con el de Alba acudieron 33, entre los

que podemos destacar a Chiappin Vitelli, Esteban de Ibarra, Juan Bautista de Tassis, el

514 Una biografía de este personaje, que llegaría a ser consejero de Guerra, en Configuración, p. 495. 515 Así se lo comunicaba el monarca a Requesens el 22 de marzo de 1574, AGS, E., leg. 561, f. 35. 516 En general, sobre el periodo, además de los artículos ya citados, G. JANSSENS, “Brabant en het Verweer”..., pp. 207-266 y H. de SCHEPPER, "Un catalán en Flandes: Don Lluis de Requesens y Zúñiga, 1573-1576", Pedralbes, Revista d´Història Moderna, 18/II (1998), pp. 157-168. 517 Requesens a Zayas, 2 de diciembre de 1573, AGS, E., leg. 559, f. 140. 518 Un listado del séquito de Requesens en julio de 1574 en AGR, Audience, reg. 33/4, f. 33 r.-v. (otra copia en Ibídem, reg. 23, f. 162 r.-v.). Para el de Alba, el ya reseñado en Ibídem, ff. 29 r.-30 v.

165

propio don Bernardino de Ayala, don Diego de Córdoba, Francisco Englefield o

Gonzalo de Ovalle, capitán de su guarda. Igualmente desproporcionado era el servicio

personal de ambos y, mientras el del comendador contaba con apenas 15 personajes -

entre los que podemos destacar a su contador Alonso de Laloo, a Nicolás Durpel, ujier

de la vianda, o a su médico el doctor Diomedes- más una reducida capilla y guarda de

archeros, el “Gran Duque” disponía de un gran número de servidores, cerca de 40, entre

los que destacaba su mayordomo Juan Moreno. A ellos habría que unir dos cuerpos de

guarda, uno de 50 alabarderos y otro de 25 archeros, y una capilla de 25 miembros,

compuesta por un maese de capilla, tres capellanes, ocho cantores, cuatro violones, un

tiple, dos contraltos, un tenor, un contrabajo, un organista, un ayuda de organista, un

templador y un sacristán. De igual modo, el Prior Hernando de Toledo y su hermanastro

Fadrique disponían de Casa propia, dentro de la cual éste último tenía, por ejemplo, una

guarda de 40 alabarderos.

Estos condicionantes, unidos al hecho de no gozar del favor de la facción

cortesana preponderante en la Corte madrileña durante esos años, hacían anticipar que

su nombramiento no iba a constituir una medida definitiva para atajar los graves

problemas que asolaban Flandes; de hecho, resultó un rotundo fracaso, ya que no pudo

aplicar un programa político definido al no disponer de los medios, apoyos y autoridad

suficiente para ello.

Esta situación provocó que Requesens se mostrara abrumado y desamparado por

el monarca desde un principio. No andaba muy desencaminado, pues muy pocas de las

peticiones que realizó le fueron concedidas, lo que nos lleva a pensar que Felipe II le

consideraba un gobernador provisional y mero ejecutor de las directrices que la Junta de

Flandes le debía marcar desde Madrid. Ante tales perspectivas, Requesens no se resignó

a permanecer en los Países Bajos y, desde su llegada, solicitó que se le sacara de allí,

pero no para acudir a la Corte, a la que llamaba “esa Babilonia”, sino para retirarse a su

casa519. El noble catalán intentó, incluso, que Felipe II le permitiera acudir a Madrid

para poder explicarle en persona la realidad520, pero todos sus súplicas fueron en vano.

Una vez fue consciente de que su estancia en Flandes se iba a prolongar,

Requesens se vio en la obligación de tomar decisiones tocantes a su nuevo oficio,

siendo la primera de ellas el intento de reforma de algunas de las instituciones

existentes. Objetivo principal fueron los Consejos Colaterales, que debían ser

519 Requesens a Andrés Ponce, 4 de diciembre de 1573, CODOIN, CII, p. 419. 520 Requesens a Felipe II, s. f. (hacia enero de 1574), IVDJ, Envío 67, caja 89, f. 2.

166

revitalizados, tal y como se le indicaba en su instrucción particular, tras haber sufrido

una fuerte decadencia por mor de la política del duque de Alba.

El Conseil d´État, en concreto, se encontraba bajo mínimos, como describía el

propio Requesens al rey, “y yo no tengo aquí otro Consejo de Estado sino Barlemon y el

Duque de Ariscot y convendría que viniese aquí otro tercero y creo que no sería

ninguno más conveniente que el dicho Conde de Mansfeld”521. En efecto, Requesens

pretendía en un principio que Mansfeld, que había permanecido relegado en

Luxemburgo durante la mayor parte del gobierno del duque de Alba, acudiera a

Bruselas con patente de consejero, ante la falta de ministros válidos. Sin embargo, su

opinión cambió al poco tiempo y el noble luxemburgués no fue reclamado a su lado por

el gobernador en demasiadas ocasiones. Junto a la necesidad de nuevos consejeros

nobiliarios, Requesens fue consciente también de que debía haber nombramiento de

letrados, por lo que propuso la inclusión en el Consejo de Jerónimo de Roda y de

Assonleville522, lo cual se confirmó en marzo de 1574.

En cuanto al Conseil Privé, Requesens procuró añadir nuevos consejeros a los

tres existentes, pero sin éxito. Del mismo modo, se debía nombrar un nuevo presidente,

puesto que la plaza estaba vaca tras el fallecimiento de Tisnacq, y, aunque se propuso a

Hopperus, fue finalmente elegido Arnould Sasbot el 8 de septiembre de 1575, preferido

por el comendador mayor. Sin embargo, Requesens falleció apenas éste personaje se

puso al frente del tribunal, por lo que el noble catalán no pudo consensuar acciones

conjuntas.

Por último, el Conseil des Finances fue un nuevo quebradero de cabeza, pues

desde Madrid se apretó al comendador mayor para que se pasara de tres chefs a uno,

quizás a modo de presidente, al tiempo que se nombraban nuevos commis523. Aunque

Requesens se mostró partidario de que hubiera un solo chef como presidente, expresó su

convicción de que no debía ser uno de los caballeros del Toisón, pues no entendían de

Hacienda, o un hispano, pues los flamencos lo rechazarían, tal y como había sucedido

en 1557 con Bernardino de Mendoza. De todos modos, defendió que la reducción no era

factible a corto plazo, por lo que rechazó de plano la inclusión de más commis de

521 ID, 18 de enero de 1574, AGS, E., leg. 557, f. 29 522 ID., 18 de enero de 1574, Ibídem, f. 3. “Tambien convendria mucho que añadiese V. Majestad en este Consejo de Estado algun hombre de letras porque Viglius esta muy impedido y aunque para ayudalle asiste siempre asanvila y le podria V. Majestad dar el titulo que en las cartas de francés, escrivo no basta para lo que ay que hazer y yo pienso llamar las mas vezes para este consejo y aun para las provissiones de óficios y beneficios a Geronimo de Roda”. 523 Felipe II a Requesens, 12 de mayo de 1574, Ibídem, leg. 561, f. 73.

167

finanzas524 y defendió la necesidad de integrar a nuevos Chefs. Para ello, propuso a

Roda e, incluso, llegó a recabar información sobre Hierges, Rassenghien y Beaufort,

favoritos de los flamencos para ser incluídos en dicho Consejo; aunque Requesens no

era partidario de ninguno de los tres, se decantó por Rassenghien, ya que Hierges era

muy joven y Beaufort había sido “muy afecto” a Egmont525.

Aunque desde Madrid se le hizo caso en sus preferencias hacia Rassenghien, las

numerosas trabas que el gobernador había sufrido durante el proceso de reforma de los

Consejos Colaterales, en especial las referentes a Jerónimo de Roda, y la falta de

confianza que le inspiraban la mayoría de consejeros flamencos, hicieron desaparecer el

primigenio interés de Requesens, por lo que podemos considerar que su intento por

relanzar la labor de los Consejos fracasó.

Otra de sus preocupaciones resultó ser el Conseil des Troubles, el cual pretendía

eliminar. Sin embargo, la imposibilidad de llevar tal medida a cabo, le llevó a acotar su

funcionamiento, tarea en la que contaría con el apoyo del conde de Chinchón526. Para

ello, Requesens pasó el mayor número de consultas posibles al Grand Conseil de

Malines y procuró que el Consejo no emitiera sentencias de muerte ni confiscaciones,

convocando en 1575 al Consejo de Brabante para que ratificara su ilegalidad. Tras este

veredicto, la única entidad no provincial que pronunció sentencias capitales durante el

gobierno de Requesens fue la comisión especial formada para la conspiración de

Amberes, compuesta por Roda, Assonleville, Louis del Río, el Presidente de Holanda,

el Canciller de Güeldres, tres consejeros de Brabante y el gobernador de dicha

ciudad527.

Al tiempo que llevaba a cabo esas reformas administrativas, el gobernador se

empleó con fuerza en la lucha armada, hasta que se le comunicó desde Madrid que

debía acercar posturas con los rebeldes para iniciar negociaciones, por lo que tomó una

serie de medidas encaminadas a tal fin. El primer paso lo dio el 6 de junio de 1574 con

la publicación del nuevo Perdón General, aunque Orange hizo lo posible para que no

tuviera el efecto deseado528. Posteriormente, el segundo sería la abolición de la alcabala

y el tercero la reunión de una Junta con notables flamencos para estudiar posibles

remedios, precursora de la que dos décadas después convocaría el archiduque Ernesto.

524 Requesens a Felipe II, 16 de septiembre de 1574, Ibídem, leg. 560, f. 75. 525 ID, 15 de junio de 1574, Ibídem, leg. 558, f. 69. 526 A. W. LOVETT, Philip II and Mateo Vázquez de Leça..., p. 49. 527 J. VERSELE, Louis del Rio (1537-1578)..., p. 60. 528 H. de SCHEPPER, "Un catalán en Flandes...”, p. 160.

168

Ésta Junta tuvo lugar en Bruselas el 10 de noviembre de 1574 y en ella

estuvieron presentes tres obispos flamencos, tres presidentes, tres gobernadores y el

conde de Ligny, por ser del Toisón de Oro, rechazando su presencia en la misma

Aerschot. Estos notables, presentaron una serie de propuestas, que, básicamente,

reclamaban el retorno al “gobierno antiguo”, restituir lo confiscado, echar a los soldados

“extranjeros” de tierras flamencas y permitir a los que no quisieran ser católicos vender

sus casas y poder marchar donde quisieran. Tras arduas discusiones, el principal

acuerdo al que llegó dicha comisión fue el de la necesidad de iniciar negociaciones con

los rebeldes, para lo cual se comisionó al doctor Alberto Leonino529. Felipe II mostró su

acuerdo con las decisiones tomadas por la Junta convocada por Requesens, así como por

la elección de Leonino para entablar las negociaciones, aunque se encargó de recalcar

que lo único no negociable era el catolicismo530.

Fruto de ello fue que el 3 de marzo de 1575 se iniciaron en Breda las

negociaciones entre los rebeldes y los emisarios de Requesens, que se mostró dispuesto

a conceder más de lo que, en principio, estaba autorizado a hacer por Felipe II. Sin

embargo, la religión fue un obstáculo insalvable, condenando las negociaciones al

fracaso y, con ellas, la política supuestamente “pacifista” de Requesens531.

Siempre se ha hablado del comendador mayor como el artífice del paso de la

política agresiva practicada por el duque de Alba a una pacifista. Sin embargo, conviene

matizar esta apreciación, ya que su entorno y su amistad con Granvela, así como la

mezcla de guerra y diplomacia que utilizó durante su gobierno, nos muestran que solo la

complicada situación militar provocada por los motines532, así como las instrucciones

que le llegaban desde Madrid, le convencieron de la necesidad de entablar

conversaciones con los rebeldes533. Un hecho que nos ilustra esta reflexión lo

encontramos cuando Requesens desautorizó, al poco de llegar a Flandes, los

529 En AGS, E., leg. 560, nos encontramos los siguientes documentos referentes a esta reunión; f. 26, “Copia de la proposición en español que el comendador mayor de Castilla hizo en noviembre de 1574 a las personas congregadas de los Estados”; f. 27, “Copia del acto de la resolución de los personages que se juntaron en Bruselas para tratar sobre lo de la pacificación de los Payses Baxos”; f. 28, “Copia de la instrucción al doctor Leonino”. 530 Felipe II a Requesens, enero de 1575, Ibídem, leg. 561, f. 137. 531 Para el desarrollo de las conversaciones, H. de SCHEPPER, "Los Países Bajos y la Monarquía Hispánica. Intentos de reconciliación hasta la tregua de los Doce años (1574-1609)" en A. CRESPO SOLANA Y M. HERRERO SÁNCHEZ (coords.), op. cit., I, pp. 328-330. 532 Uno de los principales fue el de Amberes en 1574, sobre el cual encontramos numerosa información en AGS, E., leg. 558. 533 Muy gráficamente, el comendador mayor señalaba a Felipe II el 10 de octubre de 1574 (Ibídem, leg. 560, f. 23) que “por la fuerza no se acabaría con la revuelta en 1000 años”, por lo que se plegaba a la posibilidad de llegar a un acuerdo, “aunque lo pactado durara poco”.

169

acercamientos que estaban realizando Julián Romero a Orange, Noircarmes a Marnix de

Sainte-Aldegonde y Berlaymont a otros rebeldes534.

Las negociaciones quedaron definitivamente suspendidas el 13 de julio de 1575,

lo que iba completamente en contra de los planteamientos exigidos desde Madrid por el

partido “papista”. Este hecho, sin duda, mediatizó el resto del gobierno de Requesens,

que se vio abandonado a su suerte justo en el momento en que más lo necesitaba, pues

sus tropas iniciaron una gran ofensiva, con el objetivo de conseguir una victoria

definitiva sobre los rebeldes535. Esta no se pudo lograr y la puntilla definitiva para el

comendador mayor fue la bancarrota de las finanzas reales, publicada el 1 de septiembre

de 1575, por lo que sus acciones militares quedaban totalmente frenadas536. Pese a que

el ejército continuó luchando, su labor estaba abocada al fracaso, ya que, aunque se

consiguieran victorias, estas se verían contrapesadas por los motines de los tercios

impagados537.

La escasa capacidad de maniobra del gobernador se vio reflejada, asimismo, en

su nula repercusión en la política exterior de la Monarquía durante esos años, sobre

todo, si la comparamos con la que había tenido Alba. Es de resaltar que el comendador

intentó seguir una estrategia basada en los mismos parámetros que la de éste, lo que le

supuso ir en contra de las ideas de la facción dominante en Madrid, por lo que apenas

dispuso de apoyos para poder llevarla a cabo.

Estas circunstancias pueden explicar en gran medida que la Monarquía Hispana

no pudiera aprovechar con mayor eficacia la situación creada en Francia tras la matanza

de San Bartolomé. Esta circunstancia derivaría en el Edicto de Beaulieu, que ponía fin a

la quinta guerra de religión francesa el 6 de mayo de 1576, en el que se daba a los

hugonotes unas concesiones inimaginables en 1572, como la posibilidad de ejercer en

público la religión reformada538.

El retorno del monarca francés a la política anterior a San Bartolomé, se

vislumbraría ya desde finales de 1573 con el envío de subsidios a los rebeldes

flamencos, pactados en los encuentros de Maisonfleur, servidor de Orange, con Carlos

IX. En estas conversaciones, comenzó a aparecer como futura figura política Alençon,

534 Y. CAZAUX, Guillaume le taciturne, París, 1970, p. 220 y G. PARKER, España y la rebelión de Flandes..., pp. 161-162. 535 Sobre la campaña, Ibídem, pp. 164-166. 536 Para la bancarrota y las causas que llevaron a ella, C. J. de CARLOS MORALES, op. cit., pp. 113-126 y Configuración, pp. 164-204. 537 Sobre los motines de los ejércitos de la Monarquía Hispana, F. BARADO Y FONT, Motín de las tropas españolas en la España Moderna, Madrid, 1900. 538 M. P. HOLT, The french wars of religion..., pp. 98-120.

170

hermano del monarca y del heredero duque de Anjou, que expresó ya en estas fechas su

deseo de favorecer en lo posible la causa rebelde539. Su importancia se incrementaría en

años venideros, sobre todo, tras el fallecimiento de Carlos IX y la subida al trono de

Enrique III, con lo que Alençon pasaba a ser duque de Anjou y heredero al trono

francés. Esta nueva condición hizo que los rumores le situaran como posible candidato

al matrimonio con Isabel I de Inglaterra540.

Por lo que respecta a la relación con el reino insular, el acuerdo alcanzado por el

duque de Alba con la reina inglesa en Nimega en 1573, así como la predisposición del

comendador mayor a conseguir nuevos entendimientos, parecían augurar que las

relaciones iban a ser menos tensas541. Así, el Tratado de Bristol del 21 de agosto de

1574 y la apertura de las negociaciones de Breda con los rebeldes, llevaron a la reina a

ofrecerse como mediadora con el envío de Sir Henry Cobham a Madrid, aunque

poniendo sus propias condiciones: se debían restaurar las antiguas libertades, suspender

la Inquisición, consultar el monarca con los Estados en asuntos de religión y hacer partir

a las tropas españolas de Flandes. Por supuesto, estas no fueron aceptadas por Felipe II,

aunque en esa embajada se consiguió cierta apertura en asuntos comerciales.

El acercamiento a Requesens aumentaría y parecería sincero cuando el

gobernador de Flandes decidió, tras petición de Isabel I, expulsar de las provincias

flamencas a los refugiados ingleses y cerrar el seminario de Douai de esa nacionalidad

en marzo de 1575542. Sin duda, el gobernador pretendía con esta decisión no sufrir

injerencias inglesas en sus campañas contra los rebeldes, aunque estas medidas no

fueron así entendidas ni por la Santa Sede ni por los miembros del partido “papista” de

Madrid, lo que alentó aún más su declive cortesano.

Esta circunstancia no arredró a Requesens que, para consolidar el entendimiento,

y en respuesta a una embajada inglesa con Sir Robert Cobert a Flandes, decidió enviar a

Champagney a Londres a finales de 1575543. Sin embargo, lo que éste pudo observar en

la Corte inglesa cambiaría la opinión de Requesens con respecto a Isabel I, ya que el

embajador pudo corroborar que la reina estaba muy cerca de los rebeldes, aunque no les

539 Para las relaciones del duque de Anjou con los Países Bajos, P. L. MÜLLER y A. DIEGERICK, Documents concernant les relations entre le duc d´Anjou y les Pays-Bas, sa correspondance (1576-1583), Utrech-Amsterdam, 1889-1899, 5 vols. 540 M. P. HOLT, The Duke of Anjou and the Politique Struggle..., pp. 35-69. 541 W. T. MaCCAFFREY, op. cit., pp. 191-216. 542 P. O. DE TÖRNE, op. cit., II, pp. 60-85. 543 G. RENSON, “De diplomatieke zending in Engeland van Frederik Perrenot, heer van Champagney (jan. 1575-31 maart 1576), Revue belge de philologie et d´histoire, 27 (1949).

171

pudiera apoyar abiertamente, cuando se encontró en Londres con una embajada de

Orange, cuyo fin era proponerla que tomara la soberanía de Flandes.

Aunque Isabel I rechazó el ofrecimiento, la embajada mostraba claramente que

en su pensamiento estaba ayudar a los rebeldes, para que estos siguieran hostigando a

Felipe II, y que los contactos con ellos habían sido frecuentes a través de Sir Thomas

Wilson, que fue comisionado como embajador ante Orange desde otoño de 1574 hasta

marzo de 1575544. Sin duda, la falta de fondos de Requesens para mantener la lucha con

las tropas enemigas, tras el fracaso de las negociaciones, alentaron aún más esa política

y convencieron a la “Reina Virgen” de que no debía poner trabas a que los rebeldes

reclutaran soldados ingleses.

El fallecimiento de Requesens hizo que Isabel I redoblara sus contactos

diplomáticos con el Conseil d´État que se hizo cargo del gobierno, en un claro esfuerzo

por rentabilizar su inmejorable posición, tras la merma del poder real en los Países

Bajos y la firma del Edicto de Beaulieu en Francia. Pese a este brillante momento,

Inglaterra rechazó sistemáticamente la posibilidad de tener tierras en el continente y su

objetivo se centró en mantener un equilibrio en él, consciente aún de la necesidad de

mantener su papel defensivo.

Sin duda, la elección de don Luis de Requesens como gobernador de los Países

Bajos no resultó ser la opción adecuada ni para poder finalizar los movimientos rebeldes

que se habían atizado de nuevo ni para conseguir consolidar la posición de la Monarquía

en el Norte de Europa. Las pocas iniciativas que pudo llevar a cabo fracasasaron y su

vida se fue apagando, hasta que la muerte le sobrevino el 5 de marzo de 1576 en el

Palacio de Coudenberg en Bruselas, provocando una profunda crisis de la autoridad real

en Flandes.

544 Ch. WILSON, op. cit., pp. 30-41.

172

CAPÍTULO 4

EL TRIUNFO DEL PARTIDO “PAPISTA”:

DON JUAN DE AUSTRIA EN LOS PAÍSES BAJOS (1576-1578)

4.1.- Roma en Madrid: el triunfo del partido “papista”

La figura de don Juan de Austria es, sin duda, una de las que más literatura ha

generado dentro del reinado de Felipe II, rodeado siempre de una aureola mítica, fruto

de ser el prototipo de héroe romántico ensalzado en épocas posteriores545. Su condición

de hijo natural de Carlos V y su temprana muerte, unido a la gran cantidad de destinos

donde ejerció y a su vinculación con la idea de Cruzada, contribuyeron a configurar esa

imagen mítica. Si procuramos alejarnos de estas ideas y buscamos su verdadera

relevancia como figura histórica, nos encontramos con un personaje clave en el decurso

de la Monarquía Hispánica durante la década de los 70 del siglo XVI.

Nacido en Ratisbona el 24 de febrero de 1545 de la relación entre la burguesa de

la ciudad Barbara Blomberg y el emperador, viajó en 1550 a Castilla dentro del séquito

del príncipe Felipe, con la idea de dedicarle a la carrera eclesiástica. Una vez en la

Península, se encargaron de su educación don Luis de Quijada y su esposa doña

Magdalena de Ulloa, que estuvieron a su lado, incluso, durante su estancia en Yuste

como paje de su padre. Al fallecer éste, Felipe II le concedió un collar del Toisón de

Oro en el capítulo de Gante de 1559, decidió dedicarle a la vida militar y le puso Casa,

aunque le denegó el tratamiento de Alteza, reservado a los miembros de la familia real,

en detrimento del de Excelencia. Durante esos años de juventud tuvo su primer contacto

con la espiritualidad jesuítica, de la cual se acabaría convirtiendo en uno de sus más

firmes defensores, a raíz de su estancia en la Universidad de Alcalá, en la cual estudió

junto al príncipe don Carlos y a Alejandro Farnesio.

Su primer cargo de relevancia en los ejércitos de la Monarquía fue el de general

de la Mar, el cual recibió en 1568, oficio que conllevaba la obligación de defender el

Mediterráneo de las acometidas turcas. Su actividad solo se interrumpiría cuando en

1570 se le reclamó a Granada para dirigir las tropas que debían poner fin a la rebelión

de las Alpujarras, lo que consiguió, no sin esfuerzo, al año siguiente. Una vez finalizada

545 Sería demasiado prolijo citar aquí todas las biografías que se han escrito sobre don Juan, pero conviene destacar la realizada por Lorenzo vander Hamen y León, hijo del archero Jehan vander Hamen “el viejo” y hermano del famoso pintor de bodegones Juan vander Hamen, titulada Don Juan de Austria y publicada en Madrid en 1627 o la más reciente de B. BENNASSAR, Don Juan de Austria. Un héroe para el imperio, Madrid, 2000. Una más breve en Configuración, pp. 411-413.

173

dicha tarea, se le concedería otra de gran enjundia, cual fue ponerle al mando de la flota

constituída por la Santa Liga para luchar contra los otomanos y que obtuvo la victoria

en Lepanto.

Fue durante esos años cuando don Juan de Austria comenzó a mostrar su total

sintonía con los designios de la Santa Sede, que estaba intentando que la acción exterior

de la Monarquía siguiese un dictado confesional, ejerciendo el papel de defensora

universal del Catolicismo. Las sospechas sobre su lealtad, indujeron al príncipe de Éboli

a sustituir a su secretario Juan de Soto por una de sus “hechuras”, Juan de Escobedo, lo

que no impidió que don Juan siguiese su inexorable acercamiento a los dictados del

Pontífice.

Tras la ruptura de la Santa Liga en 1573, la escuadra formada por las galeras

hispanas y de las potencias italianas, excepto Venecia, se dirigió a la conquista de Túnez

para reponer en el trono a la dinastía “amiga” de los Hafsí, pero don Juan, una vez

obtuvo un nuevo triunfo, desobedeció las órdenes y en connivencia con el papa

Gregorio XIII solicitó que le fuera conferido el título de rey de Túnez. Ante el cariz que

tomaban los acontecimientos, Felipe II decidió dar un golpe de timón a la situación para

alejarle de la influencia papal y cuando don Juan llegó a Madrid en 1575 para defender

sus pretensiones sobre Túnez, se le otorgó la categoría de Alteza y el título de vicario

general de Italia, debiendo acudir a Milán para dirigir la intervención en la guerra de

Génova. Estos intentos de aislar a don Juan finalizarían tras la victoria del partido

“papista” en la Corte madrileña546.

Esta se produjo tras la preeminencia que alcanzó Antonio Pérez sobre Mateo

Vázquez, una vez que ambos patronos habían alcanzado en 1576 un punto en donde

solo podían chocar. Para lograr imponerse a su émulo, Pérez contactó con personajes

como el marqués de los Vélez, Gaspar de Quiroga o Garnica y se centró en dominar

parcelas de poder como la presidencia del Consejo de Castilla a través de Antonio

Mauriño de Pazos y Figueroa. Por lo que respecta a los asuntos de Flandes, el secretario

consiguió adquirir protagonismo y pudo comenzar a aplicar sus ideas tras la entrada del

III marqués de los Vélez en el Consejo de Estado y en la Junta de Flandes en abril de

1576, sustituyendo al fallecido Andrés Ponce de León, y tras atraerse al guardasellos

Hopperus547.

Fue precisamente en esas fechas cuando se decidió el envío de don Juan de

Austria a Flandes como nuevo gobernador. Ya se había especulado anteriormente en 546 En general, sobre este periodo, Ibídem, pp. 138-147 y S. FERNÁNDEZ CONTI, Los Consejos de Estado y Guerra..., pp. 151-172. 547 Configuración, pp. 150-164.

174

varias ocasiones con su candidatura, pero no fue hasta este momento, y gracias al

ascendente de Antonio Pérez, cuando fue elegido. Con esta decisión, el secretario podía

dedicarse tranquilamente a los asuntos italianos y se libraba de un personaje que,

aunque afín, le podía hacer sombra en el acceso a la gracia real. Don Juan aceptó el

nombramiento, aunque puso varias condiciones, como que su interlocutor en la Corte

fuera Pérez y no Zayas, así como que se le proporcionaran medios para llevar a cabo su

soñada invasión de Inglaterra.

La caótica situación que se vivía en los Países Bajos hacía imprescindible que

don Juan de Austria se presentara allí a la mayor brevedad posible, para poder aplicar

los “Verdaderos Remedios” que Felipe II llevaba queriendo instaurar desde la

publicación de la bancarrota. La muerte de Requesens había impedido a Havré y

Hopperus marchar a los Países Bajos a transmitir dichos remedios al comendador

mayor, tal y como había ordenado Felipe II, por lo que el monarca decidió que

Hopperus continuara a su lado y que el Conseil d´État se hiciera cargo del gobierno, tal

y como defendían el guardasellos y Antonio Pérez, aunque acatando las instrucciones

que se le dictaran desde la Junta de Flandes.

Ésta desarrolló una actividad frenética durante los primeros meses de 1576,

periodo durante el cual contó con la ayuda de Maximilien de Gante, barón de

Rassinghien, que había sido enviado por el Conseil d´État para comunicar sus

peticiones. En dicha Junta se decidió abrir nuevas conversaciones con los rebeldes,

aunque dejando fuera de la negociación la religión y la autoridad real, y que don Juan de

Austria partiera inmediatamente desde su puesto en Italia con destino a los Países Bajos.

El hermano del rey, sin embargo, contravino las órdenes y se presentó en Madrid para

entrevistarse con Felipe II y hacerle llegar sus peticiones. De esta manera, recibió en

mano sus instrucciones el 28 de septiembre de 1576548 y partió hacia Flandes en secreto

pocos días después.

El fallecimiento de Chinchón en agosto de dicho año, consolidó el dominio de

Pérez sobre la Junta de Flandes, compensando sobradamente la defunción de Hopperus

en diciembre. Ya sin oposición, Antonio Pérez se convirtió en secretario de la Junta tras

desplazar a Zayas y pudo llevar a cabo hasta las últimas consecuencias su política

pacifista, como lo demuestra la salida de los Tercios de los Países Bajos. Desde ese

momento, únicamente sus afectos como el marqués de los Vélez o Gaspar de Quiroga,

que ansioso por ocupar la vacante del arzobispado de Toledo había moderado su actitud

548 La documentación sobre sus instrucciones en AGS, E., leg. 569, ff. 3-14.

175

belicosa respecto a los rebeldes, recibirían información sobre lo que estaba sucediendo

en Flandes.

Esta situación cortesana parecía augurar una perfecta sintonía entre el

gobernador de Flandes y la Corte madrileña, algo que no había sucedido en gobiernos

anteriores. Sin embargo, las ambiciones de dos egos como los de don Juan de Austria y

Antonio Pérez lo impidieron. Una vez que el hermano del monarca pudo comprobar que

los planes sobre la invasión de Inglaterra eran castillos en el aire, decidió que su

estancia en Flandes era innecesaria y consideró la posibilidad de retornar a Madrid

donde, según él, debería ocupar la privanza como único heredero a la vista, ya que el

futuro Felipe III era aún muy joven. Con tal fin envió a su secretario Escobedo a la

Corte en julio de 1577, viaje que este aprovechó para reclamar la posición que le

correspondía como secretario de un posible privado. Así mismo, las nuevas que éste

llevaba, certificaban que la política pacifista planteada por Antonio Pérez era inviable.

El omnipotente secretario, temeroso de que se descubriese su manipulación de la

correspondencia de don Juan y de que peligrara su influencia ante el rey, recurrió a

engaños para convencer a Felipe II de que los delirios políticos de su hermano estaban

en consonancia con manejos provenientes de Roma. El resultado fue la eliminación

física de Escobedo el 31 de marzo de 1578 y la falta de sintonía entre Antonio Pérez y

don Juan durante los últimos meses de vida de éste.

4.2.- El gobierno del Conseil d´État (1576)

La muerte de don Luis de Requesens, sumió en un profundo caos a los territorios

flamencos que aún permanecían leales a Felipe II549. El comendador mayor no tenía

competencias para nombrar a su sucesor, aunque había dictado una orden, que no llegó

a firmar, en la que dividía el poder entre sus tres principales consejeros: Berlaymont que

se ocuparía de la administración interna, Mansfeld de los asuntos de guerra y defensa y

Jerónimo de Roda del dinero español y de cuestiones de personal. La orden no se llegó a

ejecutar, por lo que, ante el vacío de poder, el Conseil d´État decidió asumir el mando el

9 de marzo. De entre los 9 consejeros que lo componían, pronto se destacaron sobre el

resto Jerónimo de Roda y Aerschot, que vio el momento de acceder al poder junto con

sus “malcontents”550.

549 En general, para el periodo comprendido entre la muerte de Requesens y la llegada de don Juan de Austria a Flandes, G. PARKER, España y la rebelión de Flandes..., pp. 167-176 y G. JANSSENS, “Brabant in het verweer”..., pp. 267-314. 550 E. MARTÍNEZ RUÍZ, "La crisis de los Países Bajos a la muerte de Don Luis de Requesens", Chronica Nova, Revista de Historia Moderna de la Universidad de Granada, 7 (1972), p. 10.

176

Felipe II ratificó el gobierno interino del Consejo el 24 de marzo, medida que se

demostró rápidamente poco acertada ante la división existente entre los propios

consejeros; ésta comenzó a hacerse palpable a finales de julio, cuando Aerschot rechazó

reunirse con los que denominaba “enemigos del país”, es decir, Julián Romero, Roda y

Alonso de Vargas551. La actitud del noble flamenco, unida al descontento que produjo

en el pueblo el saqueo de Aalst por las tropas reales amotinadas, puso a los pies de los

caballos a estos consejeros y en la rebelión de Bruselas del 5 de agosto se asesinó a un

criado de Roda, se detuvo y encerró a los tres hispanos e incluso se atacó a

Berlaymont552. Al desaparecer estos de la escena política, los “malcontents” se hicieron

con el control de la situación con la única oposición de Sancho Dávila, que se enfrentó a

ellos, pese a que Felipe II le había ordenado que respetara las directrices del Consejo de

Estado553.

La situación apuntaba a una rebelión inminente y tanto el retraso en la llegada de

don Juan de Austria como el fracaso de Havré en su misión a Madrid para exponer los

puntos de vista del Conseil d´État, provocaron que esta se consumara el 4 de septiembre

con el arresto de todos los miembros de los Consejos Colaterales, excepto Viglius, que

se encontraba enfermo, y Aerschot. A las ocho de la noche fueron liberados todos los

componentes del Conseil Privé menos Boisschot, Foncq y Louis del Río y, a finales de

mes, el resto de consejeros, excepto Assonleville, Mansfeld, Berlaymont y del Río, que

fue el último en alcanzar la libertad. Jerónimo de Roda, por su parte, había podido

escapar a Amberes, donde se puso al mando del ejército y se declaró gobernador de los

Países Bajos, decisión que nunca fue ratificada por Felipe II. El Consejo de Estado fue

restaurado, pero sin apenas poder y bajo la tutela de los Estados Generales.

Aerschot se encontraba, sin duda, al tanto de la rebelión y se ha especulado con

la existencia de negociaciones previas con Orange. El caso es que en un periodo de

tiempo muy breve se comenzó a preparar una reunión de los Estados Generales y a

negociar la paz entre los rebeldes y las demás provincias. Las conversaciones derivaron

en la Pacificación de Gante el 8 de noviembre, en la cual se proclamó el poder de los

Estados Generales, pero sin necesidad de ruptura de la autoridad real; su máxima

aspiración era retornar a la situación y sistema de gobierno de Carlos V, así como la

expulsión de las tropas extranjeras554.

551 J. VERSELE, Louis del Rio (1537-1578)..., pp. 78-80. 552 H. DE SCHEPPER, “Un catalán en Flandes...”, pp. 166-167. 553 E. MARTÍNEZ RUÍZ, op. cit., pp. 9-26. 554 Las condiciones de dicha Pacificación han sido publicadas en varias ocasiones; en inglés en H. H. ROWEN, The Low Countries in Early Modern Times…, pp. 58-64 y E. H. KOSSMAN y

177

Las negociaciones se llevaron a cabo con mucha premura, ya que los reunidos

anhelaban alcanzar un acuerdo para dar mayor firmeza a sus planteamientos, antes de

que don Juan de Austria llegase a Flandes. Aunque no lo consiguieron por unos pocos

días, don Juan entró en Luxemburgo el 3 de noviembre, los Estados consiguieron

hacerse cargo del gobierno, ya que la “furia española” que se había producido en

Amberes, unida a la tardanza del hermano del rey por llegar a aquellas tierras, le habían

desacreditado como nuevo gobernador, antes incluso de hacerse cargo del puesto.

4.3.- La situación faccional en Flandes durante el gobierno de don Juan: el intento

de recuperación de la Casa de los gobernadores como elemento de integración de

las élites

El panorama que se le presentó a don Juan de Austria cuando llegó a

Luxemburgo no podía ser más desalentador555. El único consejero leal a Felipe II que

quedaba en libertad era Jerónimo de Roda y los componentes de la facción moderada,

como Aerschot, Havré, Champagney o el señor de Capres, habían radicalizado su

posición durante el gobierno del Conseil d´État. Mansfeld y Berlaymont, por su parte,

permanecían fieles a Felipe II pero procuraron mantenerse alejados del hermano del rey

durante los primeros meses. Por último, Sancho Dávila se mostraba como un firme

defensor de los derechos del soberano, pero se encontraba muy vinculado al duque de

Alba, lo que, por supuesto, no complacía a don Juan556. Por lo tanto, el nuevo

gobernador se encontró con que solo podía disfrutar del apoyo de su entorno más

cercano.

Ante este panorama, don Juan decidió poner en práctica la última propuesta

referente a Flandes realizada por el conde de Chinchón antes de fallecer, cual era

favorecer la entrada de hijos de nobles flamencos en la Casa del hermano del rey, para

que éste adquiriera confianza en ellos y aprendiera sus gustos, al tiempo que conseguía

integrar de nuevo a las élites de los Países Bajos en el gobierno de sus territorios557. Sin

duda, su condición de gobernador de la sangre hacía factible que su séquito cobrara una

especial atracción para aquellos flamencos que aún no se hubieran rebelado o que

quisieran retornar a la obediencia real, posibilidad que había estado en suspenso durante

los dos gobiernos anteriores, ya que, aunque los gobernadores hubiesen querido hacerlo,

A. F. MELLINK (eds.), op. cit., pp. 126-132, o en español en M. A. del RÍO, op. cit., pp. 84-87, entre otros. Parte de la documentación que generó en L. P. GACHARD, Documents inedits sur la pacification de Gand, Bruselas, 1845. 555 Para este periodo, G. JANSSENS, “Brabant in het verweer”..., pp. 317-418. 556 E. MARTÍNEZ RUÍZ, op. cit., p. 32. 557 A. W. LOVETT, Philip II and Mateo Vázquez de Leça..., pp. 55-56.

178

cosa harto improbable por sus ideas políticas, no lo hubieran podido llevar a cabo al

carecer de esa naturaleza.

Una vez tomada la decisión, se hacía necesario adecuar el servicio de don Juan a

esta pretensión, para lo cual era necesario reformar y ampliar el número de componentes

hasta un número muy superior al que había constituido la Casa en tiempos pretéritos558.

Como vimos, en 1558 don Juan acudió a Yuste sin ser público su parentesco con

el emperador, que comisionó a don Luis de Quijada la designación de una persona de

confianza para su servicio sin título ni gajes, reparando este en Gonzalo Vallejo. A él se

unieron otros personajes como Jerónimo de España o Juan Díez de Aranjuez, pero no

sería hasta 1561 cuando, una vez hecha pública su identidad, se decidiera la constitución

de Casa propia para don Juan. El padre Luis Coloma, sin embargo, en su famoso

Jeromín559, afirma que el servicio se le puso el 29 de septiembre de 1559 y proporciona

una lista de 9 servidores, entre los que destacaban el propio Quijada, como ayo y jefe de

la casa, don Fernando Carrillo, conde de Priego, como mayordomo mayor, y don

Rodrigo Benavides, como sumiller de Corps. El caso es que este incipiente servicio era

muy reducido, como correspondía a un personaje de su condición en esos momentos.

La Casa del hermano del rey no incrementaría esta minúscula composición hasta

la guerra de Granada en 1570, adquiriendo una notable importancia en 1571 de cara a la

Jornada de la Liga Santa contra el turco. En esa fecha, se decidió dotarla de ordenanzas,

incluyendo la plantilla que sería necesario para el servicio y los posibles aspirantes a

oficio560, en las cuales se contemplaba el cambio de condición del hermano de Felipe

II561. Debido a ello, la entidad de la Casa se incrementaría notablemente, tal y como se

reflejó tanto en la dotación de la misma, 40000 ducados anuales más 6000 para repartir

en ventajas, como en la cantidad de servidores, unos 80 sin contar los cuerpos de

guarda. Este servicio acompañaría al hermano de Felipe II durante sus diferentes

periplos europeos y africanos, estando integrada en su mayoría por hispanos, algunos de

558 Los componentes de la Casa de don Juan antes de su llegada a Flandes en Felipe II, II, pp. 671-674. 559 Publicado en Madrid en 1903, en la p. 71. Hay que manifestar las oportunas reservas sobre este listado de personajes y esta fecha, ya que el autor no cita el origen de dicho documento. 560 Se encuentran en IVDJ, Envío 18, ff. 166 r.- 171 r., con el título de “La orden que se a de tener en el servicio de la persona y comida del señor don Jhoan y en las demás cosas de su cassa y las personas que le sirven al presente es la siguiente, s. f. (sin duda de 1571)”. Para completar la información, en ff. 172 r.-173 v. vienen “Los offiçiales que me paresçe que son necesario para el serviçio del señor don Joan demás de los que tiene son los siguientes”. 561 Debido a ello, se incluye en el f. 173 r.-v. un breve texto sobre “Saber la manera como a de ser tratada la persona del señor don Joan”.

179

ellos procedentes del servicio del fallecido príncipe don Carlos562, y por algunos

italianos, cercanos la mayoría de ellos, como era lógico, al partido “ebolista”.

Una vez en Flandes, y respondiendo a esa idea de integración, el número de

servidores se fue incrementando en función de los flamencos que se fueron

incorporando, sobre todo, a raíz de la publicación del “Edicto Perpetuo”. Así, a la

muerte del príncipe nos encontramos con un gasto anual en gajes de 10486359

maravedís para un total de 335 servidores, de los cuales 32 eran flamencos, más todos

los archeros y algunos de los guardas tudescos, aunque hay que resaltar que

desconocemos el nombre y procedencia de 90 de los componentes y muchos de ellos

podrían ser naturales de esas tierras563.

Alguno de estos flamencos llegaron a alcanzar puestos de especial relevancia en

la Casa, siendo los más destacados los mayordomos Juan Bautista de Tassis564,

personaje que incrementaría su notoriedad en gobiernos posteriores565, y Jean de

562 Caso de Francisco Díez, caballerizo con ambos, o de Bartolomé Trigo, librador de la caballeriza del príncipe y busier de leña de don Juan (AGS, CC, leg. 543, nº 35 y 42). 563 La documentación sobre la Casa de don Juan de Austria tras su muerte se encuentra en AGS, E., leg. 578. 564 De él se decía en la “Relación de los criados que quedaron en la casa del señor don Juan al tiempo de su muerte” elaborada por Octavio Gonzaga (Ibídem, f. 5) para ver de qué manera se desmantelaba la Casa, “Hermano del correo mayor, mayordomo y ha que sirve en este officio al señor don Joan desde que llegó a estos Países y de Bruselas se salió huyendo, porque los de aquella villa le tenían preso por ser buen criado y vassallo de Vuestra Majestad, ha servido muy a gusto del señor don Juan el qual se servía del en muchas cosas, por la habilidad que tenía de todas las lenguas y tener muy buen parecer en todo y ha servido con mucha fidelidad y muy bien y es para servir ha perdido toda su hazienda y es casado y de Vuestra Majestad tenía cincuenta escudos de entretenimiento al mes y el señor don Juan le acrescentó otros cinquenta desde navidad acá”. 565 Nacido en Malinas en 1530, su padre fue prefecto de las postas de Maximiliano y Carlos V y su madre era de una familia noble de dicha ciudad. Toda su juventud la pasó en Flandes, donde ascendió dentro de la administración hasta conseguir el puesto de consejero y mayordomo de don Juan de Austria. Con la pacificación de las provincias tuvo que dejar esa tierra, ya que se le reprochaba su origen italiano al ser su padre de Bérgamo. Se fue a refugiar a Castilla, donde permaneció hasta diciembre de 1580, fecha en que fue nombrado enviado extraordinario a Francia, permaneciendo allí durante varios años a caballo con Flandes y ocupándose de los asuntos de la Liga. En 1594 se le nombró consejero de estado en Bruselas y, por cartas patentes del 1 de marzo de 1599, embajador en Francia, donde sirvió hasta enero de 1604 en que le sustituyó Baltasar de Zúñiga. Tras ello, marchó a servir en el Consejo de Guerra en Madrid, donde permaneció hasta que en 1609 se retiró a su encomienda, muriendo al año siguiente. Nos legó sus vivencias en un libro escrito en latín (G. BAGUENAULT DE PUCHESSE, "La politique de Philippe II dans les affaires de France. 1559-1598", Revue des questions historiques, 25 (1879), pp. 26-27; J. RÜBSAM, Johan Baptista von Taxis, ein Staatsman und Militär unter Philipp II und Philip III (1530-1610), Freiburg, 1889, passím y V. VÁZQUEZ DE PRADA, op. cit., pp. 77-82). Cabrera de Córdoba nos relata su muerte, “Murió los dias passados Juan Bautista de Tassis, del Consejo de Guerra, de edad de 90 años (en realidad eran 80), de achaque de cierto banquete que dio al Conde de Sora y Marqués de Falces y otros, donde comió más de lo que sufría su complexión” (L. CABRERA DE CÓRDOBA, Relaciones de las cosas sucedidas en la Corte de España desde 1599 hasta 1614, Madrid, 1857, p. 401).

180

Noyelles, señor de Rossignol566, el capitán de la guarda conde de Focquemberg567, y el

gentilhombre de la cámara, señor de Gate568. De igual modo, conviene reseñar que 6 de

los 7 gentilhombres de la boca fueron flamencos569, a saber, Jacques de Recourt, señor

de Licques570, Juan de Robles571, el señor de Merle572, el señor de Teves, Lamoral de

Tassis573 y Jacques de Brias574.

Naturales de las “tierras bajas” eran también el sumiller de la panetería Gilles de

Roy575 y el mayordomo del estado de la boca Jehan de la Haye576-personajes ambos que

habían ejercido como archeros de Corps de Felipe II-, así como el capellán Jacobo

Zantel, el ayuda de la panetería Valentín Catalari, el mayordomo del estado de los

gentilhombres Leonardo, el ayuda de guardamangier Jorge de Anguer, los cocineros

mayores maestres Jerónimo y Pedro el Grande, el pastelero Pedro Rebellon, los 566 En la “Relación de los criados...”, “Es cavallero destos payses y criado de Vuestra Majestad servía también de mayordomo abra como un año, es muy honrrado caballero y muy fiel a Vuestra Majestad y ha perdido su hazienda y aquí le ha occupado el señor don Juan en muchas cosas de las que les ha dado muy buena cuenta y no tenía sueldo señalado, sino por vía de ayuda de costa, le socorrían como a los demás cavalleros del país”. 567 Ibídem, “Servía al señor don Juan de capitán de la guardia havra como un año y tan honrradamente y bien y tan a satisfacción del señor don Juan que no podía ser más, ha perdido toda su hazienda y no tenía sueldo señalado sino por vía de ayuda de costa, le davan como a los demás cavalleros del país, está muy pobre y ha perdido muy buena hazienda”. 568 Ibídem, “Es gentilhombre borgoñón y de la boca de Vuestra Majestad y servía de gentilhombre de la cámara al señor don Juan y aura como un año ha muchos años que sirve a Vuestra Majestad y también como el duque de Alba podrá hazer fe a Vuestra Majestad por el tiempo que sirvió debajo del, fue gobernador de Deventer y dexolo el año pasado por desearlo los estados quando el señor don Juan estava en Bruselas, quedó sin sueldo, después de entrado el señor don Juan en el Castillo de Namur mandó le corriese el sueldo que tenía que era de cien escudos al mes e se le corre y de Vuestra Majestad no ha recibido merced ninguna, se que se la deseava el señor don Juan hazer porque conocía que era cavallero muy para servir a Vuestra Majestad y ha gastado la mayor parte de su hazienda por continuar el servicio que era obligado”. 569 El único gentilhombre de la boca no flamenco sería Ludovico Vizconde, caballero milanés que sirvió en esos estados desde que don Juan entró en Lovaina y estuvo en el castillo de Namur. 570 Hijo del barón de Licques y gobernador de la ciudadela de Cambrai; servía, asimismo, como teniente de la guarda de don Juan de Austria. 571 Hijo de Gaspar de Robles, barón de Villy, y llegó a ser coronel de la infantería alemana en Flandes. 572 Hermano del mayordomo señor de Rosignol. 573 Hijo del correo mayor Leonardo de Tassis. 574 Hijo del señor de Brias, gobernador de Mariemburg y Bapaumes. 575 Natural de Bruselas, fue archero de Corps desde el último tercio de 1574 hasta la muerte de Felipe II. Sin embargo, sus ausencias de la Corte fueron frecuentes, ya que sirvió a don Juan de Austria como sumiller de la panetería desde comienzos de 1577 hasta la muerte del hermano del rey y ya no retornó a Madrid. Tras fallecer Felipe II fue reservado y recibió como merced cinco reales y diez maravedíes, que se contarían desde el primero de octubre, reteniendo dicha condición hasta el final del reinado de Felipe III en que falleció (AGP, Regs. 5729 y 5730 y AGS, E., leg. 578, f. 5). 576 Archero de Corps desde el segundo tercio de 1560 hasta la marcha de don Juan de Austria a Flandes, aunque desde el primer tercio de 1568 hasta julio de 1570 tuvo licencia en los Países Bajos (Ibídem).

181

cocineros maestres Jordan y Jacques, Juan Borgoñon y Juan Lamberto o el portero de

cocina Juan Vanrela. En la caballeriza, que carecía de caballerizo mayor aunque

ejerciera como tal el caballerizo don Gabriel Niño de Zúñiga, estarían el mozo de

guardarnés Juan Braman, el cazador Juan Coron y los pajes Felipe de Robles577, Juan de

Yue578 y Juan Stercke. En la furriera, por su parte, servirían Juan de Arrás como músico

de tecla, Hercules Canon que servía en la cámara579, el barbero del cuerpo Ermes y el

portero de sala Tusin. Por último, las guardas capitaneadas por Focquemberg, junto a

Recourt como teniente, estarían compuestas por 30 archeros flamencos y 100

alabarderos, la mayoría de ellos tudescos, aunque alguno era también natural de los

Países Bajos.

Como hemos podido observar, el peso de los flamencos en los puestos altos de la

Casa era notable, aunque no le fue tanto en los oficios más bajos, que siguieron estando

ocupados por antiguos servidores hispanos e italianos de don Juan que habían acudido

con él a Flandes. El prematuro fallecimiento del gobernador nos impide conocer con

exactitud la evolución posterior de la Casa, aunque todo apunta a que hubieran sido

naturales de los Países Bajos los que relevaran a aquellos criados fallecidos o retirados.

Este aumento de flamencos en puestos de relevancia no supuso que los

castellanos se vieran totalmente relegados de los mismos y así nos encontramos al

gentilhombre de la cámara y caballerizo don Gabriel Niño de Zúñiga580, al gentilhombre

577 Era también hijo de Gaspar de Robles, barón de Villy. 578 Hijo del castellano de Namur. 579 En la “Relación de los criados...”, “Sirvia en la cámara de tener todas las cosas secretas del señor don Juan y cosas regaladas dormía siempre en la cámara y hera todo su regalo. Fue criado del emperador de gloriosa memoria y después que fue dios servido llevarle sirvio al señor don Juan en este officio hasta agora, devíale el señor don Juan tres mill escudos como parece por una poliça suya los dos mill en prestados y los mill se los dio demás deso le debe otros quatrocientos o quinientos escudos enmprestados es quanto caudal el pobre hombre alcançava de los serviçios de Padre e hijo, es destos Payses y viejo, desea quedarse en ellos y descansar, la merced que Vuestra Majestad le huviere de hazer demás de mandarle pagar ha de ser aquí porque el no esta para trabajar más”. 580 Ibídem, “Era gentilhombre de la cámara fue paxe del señor don Juan de los primeros que tuvo salido de ay vino a ser soldado a Lombardía y después a estos estados con el Duque dalva y estuvo en ellos hasta el año de la vatalla que con licencia havia ydo a España y en ella sirvió a Vuestra Majestad y siguió al señor Don Juan hasta agora sin averse apartado jamás de servirle, sirvió de gentilhombre de la cámara desde que el señor don Juan vino a estos estados y tenía a su cargo la cavalleriza y en entrambos oficios sirvió, diole el señor don Juan el tercio postrero que vino de Lombardía y antes tuvo a cargo las vanderas del tercio viejo, y en Italia tuvo patente de maestre de campo de las vanderas que havían de yr a Malta y muchos días governó las de don Lope mientras el quedó en España, sirvió muy a gusto del señor don Juan y es mucho para servir a Vuestra Majestad y hasta agora no ha recibido merced ninguna, pretendía un ávito y el señor don Juan lo pidió con mucha instancia a Vuestra Majestad y que le hiziese merced se dezir a Vuestra Majestad que será muy bien empleada sy a la bien menester porque está muy pobre”.

182

de la cámara don Agustín Mexía581, al capellán Francisco de Humara582, al secretario

Andrés de Prada583, que alcanzaría la cúspide de su carrera unos años después584, al

tesorero Bartolomé Portillo de Solier585, al contralor Joan de Vergara586 o al

581 Ibídem, “Ha que sirve de gentilhombre de la cámara al señor don Juan desde que llegaron las vanderas de don Lope, es un muy honrado moço y el señor don Juan deseava hazer en él, por conocer partes tales que savía acertaría a servir a Vuestra Majestad prometiole la primera compañía de caballos que vacase y assí estava aguardando que Vuestra Majestad hiziese merced a don Alonso de Vargas que pensava darle aquella y que la tuviese juntamente con la de Infantería que tiene yo digo a Vuestra Majestad quel señor don Juan le deava mucho y que en él será muy bien empleada qualquier merced”. 582 Clérigo español, llegó a los Países Bajos como capellán de don Juan de Austria, siéndolo después de Farnesio que le elevó. Así, en 1582 fue nombrado mayordomo administrador del hospital militar de Malinas, con un sueldo de 100 escudos al mes, y en 1586 obtuvo el título de protonotario apostólico gracias al príncipe de Parma, que incluso le recomendó al Papa antes de fallecer. La muerte de su protector fue el comienzo del fin para Humara, ya que Alberto le revocó y le hizo retornar a la Península Ibérica en 1601 (L. VANDER ESSEN, "Documents concernant le vicaire général Franceso de Umara", Analectes pour servir a l´histoire ecclésiastique de la Belgique, 3ª serie, 7 (1911), pp. 7-40 y J. SCHOONJANS, "Castra Dei. L´organisation religieuse des armées d´Alexandre Farnèse" en Miscellanea historica in honorem Leonis van der Essen…, I, pp. 532-533). 583 “Relación de los criados...”, “Ha servido al señor don Juan de diez años a esta parte con los secretarios que han servido al señor don Juan y en falta dello ha hecho siempre el oficio y también y honradamente que no se hechava menos quando ellos faltavan después que murió el secretario Escobedo le dio el señor don Juan título de secretario ha servido también tan a gusto de su amo y con tanta fidelidad en el servicio de Vuestra Majestad que como testigo de lo que he visto después que estoy en estos estados puedo certificar que hombra más recto, hábil y fiel yo no lo he conocido. Ha trabaxado más que todos los criados del señor don Juan juntos y el de ninguno hazía la confiança que del y assi deseava hazerle mucha merced y en su nombre suplico a Vuestra Majestad se la haga y mande tener cuenta con él que se hallará Vuestra Majestad muy servido de su persona, está pobrísimo por no aver tenido derechos ningunos sino es después la muerte de Escovedo y eso es una miseria, tiene mucho deseo de que Vuestra Majestad le de lizencia para irse más hablando como debo y soy obligado al servicio de Vuestra Majestad si el se va de aquí”. 584 Tras acompañar a don Juan de Austria en todas sus campañas desde que accediera al título de capitán general de la mar, a su muerte continuó su carrera en Flandes y entre 1578 y 1580 fue secretario en el gobierno del príncipe de Parma. Retornó a Castilla cuando Farnesio colisionó con su madre, nombrada gobernadora en 1580, y hubo de esperar al regreso de Felipe II de Portugal para seguir progresando en el servicio real. La oportunidad se le presentó con la necesidad de profesionalizar las estructuras del gobierno de la guerra, a mediados de la década, recibiendo título de secretario real el 13 de junio de 1585. Un año después lo era del Consejo de Guerra para los negocios de tierra y desde ahí vivió los profundos cambios producidos con la institucionalización de la Monarquía. Con Felipe III mejoró aún más su suerte, pues a partir de 1600 se le concedió la secretaría de Estado para asuntos del Norte, que ejerció hasta su muerte en junio de 1611, y la encomienda de San Coloyro de la orden de Santiago en 1603, mejorada posteriormente con la de Ocaña en 1609 (Configuración, p. 464). 585 Ibídem, “Ha que sirve al señor don Juan de tesorero veinte años muy honradamente y emprestándole muchas veces de su hacienda de los XVII tiene dada cuenta y de los tres que faltan suplica a Vuestra Majestad mande enviar horden de a quien las ha de tomar, y en caso que Vuestra Majestad mande que sea en España que Vuestra Majestad mande que los libros del grefier y suyos vayan adonde se las havran de tomar para que con mayor satisfacción se hagan, los que se las han tomado hasta aquí han sido los mayordomos y greffier”. Su biografía en Configuración, p. 463, donde destaca su nombramiento en 1584 como tesorero general de Castilla, cargo que ejercería hasta su muerte en 1591.

183

incombustible aposentador mayor, guardajoyas, guardarropa y armero mayor Gonzalo

Vallejo587. Los italianos, por su parte, también mantuvieron su representación a través

de personajes como el gentilhombre de la boca Ludovico Vizconde, aunque con menor

relevancia de la que habían tenido durante las estancias de don Juan en Italia o África.

Tras el fallecimiento del hermano del rey, desde Madrid se ordenó que se

preparara el traslado de su cuerpo a Castilla, así como el desmantelamiento de su Casa,

gestiones que realizaron principalmente Octavio Gonzaga y Juan Bautista de Tassis588.

Estos decidieron que los criados flamencos, borgoñones, italianos y alemanes fueran

despedidos tras abonárseles las deudas, concediendo una ayuda de costa, que dependería

de la condición de cada uno, a aquellos que estuvieran lejos de sus tierras y quisieran

volver a ellas. A Juan Bautista de Tassis, al conde de Focquemberg y a los señores de

Rossignol y de Gate, por su parte, se les concedieron 100 escudos de entretenimiento al

mes, insistiendo en la necesidad de que se les abonaran con regularidad, y se recomendó

su ingreso en los Consejos Colaterales. Por lo que respecta al resto de caballeros

flamencos peticionarios, Gonzaga se encargó de estudiar los entretenimientos que se les

podrían conceder, incluidos los pajes, recomendando que aquellos que tuvieran edad

suficiente para servir en la guerra fueran entretenidos en la infantería.

Por lo que respecta a los criados hispanos, se les mandó retornar a Castilla junto

con el cuerpo de don Juan y los enseres no vendidos en pública almoneda, aunque se

permitió que aquellos que quisieran servir en el ejército lo hicieran con un

entretenimiento. Don Gabriel Niño de Zúñiga marchó al frente de la comitiva,

acompañándole, entre otros, el contralor Joan de Vergara, el greffier Juan Gómez, el

guardajoyas Gonzalo Vallejo, el tesorero Portillo de Solier o el ayo de los pajes Pedro

Sánchez de Anuncibay. Agustín de Mexía, por su parte, quedó en los Países Bajos al

proveerle con una compañía de lanzas de caballos ligeros vacante por la muerte de 586 “Relación de los criados...”, “Ha muchos años que sirve a Vuestra Majestad y en su servicio ha recibido muchas deudas. Ha que sirve al señor don Joan de contralor de seis años a esta parte travaxando y sirviendo lo mejor que podía hazer criado en tal officio no ha recibido otra recompensa que haverle quitado y no pagado el Virrey de Nápoles no se que sueldos que tenía en aquel Reyno. Está pobre y viejo y en estos estados ha estado dos vezes este verano al punto de la muerte. Se que el señor Don Juan suplicó a Vuestra Majestad le hiziese no se qué merced. Suplico a Vuestra Majestad que por los largos y buenos servicios deste hombre alcance la merced que su amo en vida suplicó a Vuestra Majestad que creo lo merece”. 587 “Relación de los criados...”, “Sirvió al señor Don Juan de apossentador mayor, guardajoyas, guardarropa y armero mayor ha que le sirve desde quel señor Don Juan fue a casa de Luys Quixada hale servido muy bien y el señor Don Juan no le a hecho ninguna merced y merecela que es hombre muy honrado y tiene allá no se qué pretensiones en quel señor Don Juan havía suplicado a Vuestra Majestad se la hiziese se huviere lugar justo es que Vuestra Majestad se la haga por aver tantos años servido a su hermano”. 588 “Lo que su magestad manda que se haga en lo que toca al cuerpo, casa y criados del señor don Juan que aya gloria, s. f. (1578)” en AGS, E., leg. 578, f. 36.

184

Pedro Busto, alcanzando posteriormente una notable relevancia en el ejército de

Flandes. Por último, unos pocos criados de don Juan continuaron sirviendo en los Países

Bajos a Alejandro Farnesio, siendo los casos más destacados los de Andrés de Prada,

secretario del de Parma de 1578 a 1580589, el confesor Padre Orantes y el capellán

Humara.

Una vez en Madrid, aquellos hispanos que ocupaban cargos de relevancia en la

Casa, cuyos casos se trataron en primer lugar, no tuvieron excesivos problemas en

recibir su correspondiente merced, al ser componentes del partido “papista” que seguía

ostentando la hegemonía en la Corte. Sin embargo, los servidores de inferior rango se

encontraron con multitud de trabas impuestas por la facción “castellana” que se

comenzaba a imponer y fueron despedidos a sus respectivos lugares de procedencia con

una pensión vitalicia, pero sin encontrar posibilidad de acomodo en otros servicios de la

familia real590.

Además de utilizar su servicio, don Juan procuró organizar su gobierno en torno

a los pocos fieles que permanecían a su lado. Por supuesto, la tendencia natural de don

Juan fue la de favorecer a aquellos consejeros que apoyaban sus presupuestos

ideológicos y religiosos, por lo que no es de extrañar que el personaje que adquiriera

una mayor relevancia fuera su compañero de estudios Alejandro Farnesio, que había

llegado a Flandes a finales de 1577, pese a la negativa de parte del Consejo de Estado a

que se uniera a don Juan591.

Junto al príncipe de Parma, sobresalieron otros consejeros hispanos e italianos,

caso de Juan Andrea Cigoña, presente en Flandes desde que llegó en el séquito de

Medinaceli592, los reseñados secretarios Escobedo, aunque este más pendiente de los

asuntos de Madrid que de Bruselas, y Andrés de Prada, sobre todo después de la

Jornada de Escobedo, o Louis del Río hasta su muerte el 30 de julio de 1578. Es muy

curiosa la reaparición del letrado hispano-flamenco en puestos de relevancia, teniendo

589 “Apuntamientos del contador Garnica sobre lo que toca a la casa del señor don Juan y otras cosas, s. f.” en Ibídem, f. 3, “En lo que toca al secretario Prada paresce que se devría mandar que lo fuese del Príncipe, así por tenerse entendido que es buen oficial y legal y confidente, como por estar introduzido en los negocios y por la necesidad que representa que tiene, se le podrá dar agora alguna cosa o esperanças para adelante”. Para servir, se le concedieron 50 escudos de sueldo al mes. 590 La mayoría de los memoriales los despachó la Cámara en 1582 desde Lisboa. Estos se encuentran en AGS, CC, leg. 543 y hay numerosos casos como el del capellán Gaspar de Toro, el despensero mayor Juan López de Gaviria, el portero de sala Pedro Oliva,..., hasta un total de 61. 591 Sobre esas discusiones, AGS, E., leg. 2843, s. f. 592 M. A. del RÍO, op. cit., pp. 232-244.

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en cuenta su filiación política pasada; sin embargo, la falta de letrados de confianza hizo

que don Juan recurriera a él e incluso le propusiera como candidato al puesto de

guardasellos vacante por la muerte de Hopperus593. Su hermano, Martín Antoine,

también gozó de la confianza del gobernador, lo que resulta más entendible si tenemos

en cuenta sus ideas políticas y religiosas, que le llevarían a ingresar en la orden de los

jesuitas en 1580594.

En cuanto a los nobles flamencos que ocuparon una posición de relevancia,

siempre después del juramento de don Juan como gobernador, conviene destacar al

viejo Charles de Berlaymont, hasta su fallecimiento el 4 de junio de 1578, así como a

sus hijos Florent, Lancelot, señor de Hauteroche, o Gilles595, barón de Hierges, éste

último tras retornar al bando real después de unos meses de servicio a los Estados

Generales. Junto a ellos se situaron en la confianza del gobernador Pierre-Ernest de

Mansfeld y Jean de Cröy, conde de Roeulx, también tras su retorno a la obediencia

real596. Por último, hay que reseñar a aquellos personajes que formaron parte de la

reorganización de los Consejos Colaterales que llevó a cabo don Juan en julio de 1578,

siempre dentro de la escasez de posibles candidatos que caracterizó su breve

gobierno597.

Por contra, otros consejeros se vieron apartados del lado del gobernador por sus

ideas políticas opuestas, destacando el barón de Selles598 y el secretario Dennetières, a

593 J. VERSELE, Louis del Rio (1537-1578)..., pp. 113-121. 594 Su biografía en M. A. del RÍO, op. cit., pp. 29-34. 595 Hijo de Charles de Berlaymont y de Marie-Adrienne de Ligne, nació en 1540. En 1572 recibió el Toisón de Oro y el gobierno de Frisia y Güeldres, tras la muerte de Charles de Brimeu, y fue también consejero de Estado y chef des finances. Recibió el título de barón de Berlaymont al morir su padre pero no lo pudo disfrutar mucho tiempo pues murió en Maastricht el 18 de junio de 1579 (G. MARTIN, op. cit, p. 76). 596 Gentilhombre de la cámara de la Casa de Borgoña de Carlos V por nombramiento de mayo de 1550, desde el comienzo de la Revuelta se mostró partidario de los católicos y con un profundo desdén hacia los Gueux. Así, participó activamente en la represión de la Iconoclastia y se acercó políticamente a Granvela y a sus “hechuras”, aunque siempre colaborando con el duque de Alba en la lucha contra los rebeldes. El 4 de julio de 1570 fue compensado por el rey con una renta perpetua de 3000 florines anuales y con el gobierno de Tournai y el de Flandes desde el 3 de julio de 1572 hasta su muerte el 9 de junio de 1581. Fue fiel durante todo el gobierno de Requesens pero durante el del Conseil d´État, Orange le recordó su vieja amistad y Roeulx cambió de bando, atacando la guarnición hispana de Gante. Don Juan consiguió volver a atraerle al conferirle el mando de la ciudadela de Namur, recién conquistada, y le nombró parte de su Consejo. Con Farnesio siguió ocupando puestos de relevancia en el ejército hasta su muerte. Había casado en 1568 con Marie de Recourt, hija del barón de Licques, con la que tuvo, al menos, dos hijas; una de ellas tuvo relaciones con Juan de Austria y la pequeña, llamada "La bella Franchina", fue amante de Alejandro Farnesio (G. MARTIN, op. cit., pp. 71-75 y Carlos V, IV, p. 131). 597 Lista de los mismos en M. A. del RIO, op. cit., pp. 233-234. 598 Al igual que su hermano Philippe, señor de Noicarmes, tuvo una destacada trayectoria en el servicio al rey marcada, sobre todo, por su nombramiento en 1558 como teniente de la guarda

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los que se acusó de promover la publicación de un libro ofensivo contra don Juan599. Por

lo que respecta al primero, era hermano de Noircarmes y ejercía como teniente de la

guarda de archeros de Corps en Madrid desde 1558. Sin embargo, en 1576 fue

comisionado por el monarca a Flandes para que interviniera en las negociaciones de paz

con los rebeldes, oponiéndose cuantas veces pudo a don Juan de Austria600. En cuanto al

segundo, solicitó la ayuda del gobernador para obtener la plaza de guardasellos, pero la

decisión de don Juan de sustentar la candidatura de Louis del Río le indignó y le llevó a

alentar desde Madrid a sus contrarios.

4.4.- La desafortunada estancia de don Juan de Austria en Flandes: su relevancia

internacional

La primera tarea que tuvo que afrontar don Juan como nuevo gobernador fue la

de ser reconocido como tal601. De tal suerte, rechazó el ofrecimiento de los Estados

Generales de acudir a Bruselas, ante el peligro que ello acarreaba, y solicitó que le

enviaran delegados para discutir sobre la situación. Tras un periodo de incertidumbre

dentro de la asamblea flamenca, debido a la heterogeneidad de sus miembros, las

negociaciones prosperaron y se declaró un alto el fuego el 15 de diciembre, que

posibilitó la firma del “Edicto Perpetuo” el 12 de febrero de 1577602.

Dicho Edicto puede ser considerado como la plasmación de las ideas pacifistas

de Antonio Pérez y repasando sus cláusulas, se puede observar como el nuevo

gobernador había cedido en aspectos que habían sido innegociables hasta la época; así,

de archeros de Corps, que conllevaba el oficio de gentilhombre de la boca, gracias a la relación que mantenía con el conde de Horn, capitán de dicha guarda. A partir de 1561 se incrementó su importancia en la vida de la unidad, ya que la dirigió de forma efectiva tras el retorno del capitán a Flandes. Debido a ello, Jehan de Sainte-Aldegonde puede ser tenido por el verdadero capitán de la guarda hasta la elección de Charles de Tisnacq como interino hacia agosto de 1578. Durante su estancia en Madrid, destaca la misión que se le encomendó en junio de 1568 ante Catalina de Médicis para preocuparse de la enfermedad que esta había tenido, y el matrimonio que contrajo en 1572 con la hija del presidente Charles de Tisnacq, Catherine. El 20 de diciembre de 1576 se le dio comisión para negociar con los Estados de Flandes, aunque no obtuvo resultados positivos y se enfrentó con don Juan de Austria, abandonando Castilla para asentarse en su tierra natal definitivamente con dos mercedes: convertir su señorío de Selles en baronía y el puesto de gobernador de St. Omer, donde permaneció hasta su fallecimiento en enero de 1585 (Biografía en el DBE). 599 M. A. del RÍO, op. cit., p. 169. 600 Sobre esta labor, V. SOEN, “Een vredesgezant worstelt met de Pacificatie van Gent. De vreemde wendingen van de vredesmissie in de Nederlanden van Jan van Noircarmes, baron van Selles (1577-1580)”, BCRH, 171 (2005), pp. 135-192. 601 Un estudio clásico sobre el gobierno de don Juan en F. HUYBERS, Don Juan van Oostenrijk, landvoogs der Nederlanden, Amsterdam, 2 vols., 1913-1914. Más actual, F. WAUTERS, L´audience de Don Juan d´Autriche. Essai sur le séjour dans les Flandres (1576-1578), Bruselas, 2000. 602 Una copia de este texto en M. A. del RÍO, op. cit., pp. 103-105.

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reconocía la Pacificación de Gante y se comprometía a gobernar solo con flamencos,

consiguiendo a cambio que los Estados mantuvieran la religión católica y le

reconocieran como gobernador en cuanto hubieran partido las tropas “extranjeras”. El

hermano del rey aceptó esta última condición, entre otras razones, para librarse de

algunos oficiales que le eran incómodos al estar vinculados al duque de Alba, caso de

Sancho Dávila, Julián Romero, Mondragón, Vargas y Hernando de Toledo. Meses

después, cuando don Juan se vio obligado a reclamar el retorno del ejército, la mayoría

de ellos no regresaron y solo unos pocos, caso de Mondragón, volvieron a pisar Flandes

durante el gobierno de Alejandro Farnesio603.

La marcha de los tercios permitió a don Juan ser recibido el 1 de mayo en

Bruselas como nuevo gobernador. Una vez en la capital, intentó entablar conversaciones

con el príncipe de Orange para que aceptara el “Edicto Perpetuo”, celebrándose a tal

efecto una conferencia en St. Geertruidenberg del 13 al 27 de mayo. La mayoría de los

autores coincide en que esta reunión fracasó por la desconfianza del noble flamenco,

pese a las numerosas concesiones realizadas por don Juan604. Tras la negativa de

Orange, el hermano del rey se vio obligado a abandonar Bruselas el 24 de julio y,

siguiendo el consejo de fieles como Gilles o Lancelot de Berlaymont, se refugió en el

castillo de Namur con sus adeptos para preparar una nueva campaña contra los Estados

Generales605. Su lugar en la capital fue ocupado por Orange, recibido como un héroe el

6 de septiembre.

La difícil situación de don Juan, comenzó a mejorar tras la decisión tomada por

Felipe II a finales de agosto de que los tercios retornaran a tierras flamencas. Sin duda,

esta resolución fue posible gracias a la mejora sustancial de la situación económica de la

Monarquía que se produjo tras el acuerdo de paz logrado con los turcos, la llegada del

tesoro americano a Sevilla y la liberación del crédito real. La facción cortesana

comandada por Antonio Pérez trató de evitar la solución armada, pero le fue imposible

y, una vez que don Juan de Austria dispuso de los tercios, se reanudó la guerra. Sin

embargo, el partido “papista” no había perdido aún todo su influjo y consiguió que se

conminara al hermano del monarca a que procurara evitar radicalizar el conflicto, con el

603 E. MARTÍNEZ RUÍZ, op. cit., p. 34. 604 En especial, G. PARKER, España y la rebelión de Flandes..., pp. 179-180. 605 En M. A. del RÍO, op. cit., pp. 163-164 aparece una lista de los personajes que acompañaron a don Juan de Namur a Luxemburgo para preparar un nuevo ejército. Entre ellos estaban Roeulx, Berlaymont y sus 4 hijos, así como los miembros de su Casa. Havré o Aerschot, por su parte, se quedaron en Bruselas y solo le siguieron 5 miembros de los “Consejos Colaterales”, Mansfeld, Berlaymont y Assonleville del Conseil d´État y Foncq y Louis del Río del Privé (J. VERSELE, Louis del Rio (1537-1578)..., p. 115).

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fin de no cercenar las posibilidades de alcanzar acuerdos con los rebeldes y con el resto

de potencias europeas.

Sin duda, la presencia de don Juan de Austria en el Norte de Europa había vuelto

a situar la figura del gobernador general de los Países Bajos en el centro de la política

exterior de Felipe II, tras el impass que supuso don Luis de Requesens. Sus relaciones

con el Pontífice y su idea de Cruzada, en especial contra Inglaterra, realzaban su

posición en Flandes, pese a las precarias condiciones militares y de autoridad en que se

encontraba.

La situación internacional del momento era harto complicada, toda vez que el

archiduque Matías había aceptado el título de gobernador de los Países Bajos.

Aprovechando la intención del Imperio de ser mediador entre la Monarquía y los

rebeldes al desestabilizar la zona las hostilidades, varios nobles flamencos católicos -

encabezados por el duque de Aerschot junto con Havré, Egmont, los Lalaing y Boussu y

con la oposición de Orange–ofrecieron el puesto de gobernador a un familiar del

emperador Rodolfo II, decidiéndose que la mejor opción era el archiduque Matías.

Aunque en un primer momento, a finales de 1576, el archiduque rechazó la propuesta,

la aceptaría finalmente en agosto del año siguiente. Rodolfo II alertó de la huída de su

hermano a Flandes, pero siempre se tuvo sospecha de su implicación en un asunto que

volvía a reabrir las viejas diferencias entre las dos ramas Habsburgo en lo referente a la

búsqueda de soluciones para el conflicto flamenco.

Felipe II no se planteó en ningún momento aceptar a su familiar como

gobernador, lo cual supuso que tuviera que andar con pies de plomo en sus relaciones

con el Imperio, para lo cual intensificó sus acciones diplomáticas. Con tal fin, despachó

a dos enviados a Viena606 y favoreció la misión de un emisario papal que debía

convencer a Rodolfo II de que su hermano retornara al Imperio.

Sin embargo, la solución a este desafío no estaba dentro del bando realista sino

en el contrario a don Juan, ya que la oposición del príncipe de Orange resultó

fundamental para que la labor de Matías estuviera condenada al fracaso y más aún

cuando el duque de Aerschot fue arrestado el 28 de octubre. Aunque el noble flamenco

fue liberado antes de la llegada del Matías, Orange había conseguido consolidarse como

el personaje más influyente de los Estados Generales tras ser nombrado Ruwaard de

606 Ambos marcharon en 1578; el primero fue don Ramiro Núñez de Guzmán, que buscaba apoyo para don Juan de Austria, así como evitar que Rodolfo II o Matías se mostraran partidarios de los rebeldes. El segundo fue el duque de Terranova, que debía llegar a acuerdos con el emperador sobre las negociaciones de paz que se entablaron en Colonia en 1579 y que fracasaron (M. A. OCHOA BRUN, op. cit., pp. 135-137).

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Brabante -cargo de origen medieval que equivalía al de protector de la provincia- y

lugarteniente del nuevo gobernador, por lo que, cuando el archiduque apareció en

Flandes607, se tuvo que plegar a sus designios608. Desde ese mismo momento, la

aventura de Matías estaba condenada al fracaso, ya que iba a depender de un personaje

que no había apoyado su candidatura al puesto.

Pese a estas luchas intestinas entre los rebelados, podemos considerar que a

finales de 1577 la autoridad real se encontraba en el punto más bajo desde el inicio de la

revuelta, siendo Luxemburgo, Namur y parte de Brabante las únicas provincias que

obedecían al hermano del rey. Sin embargo, la situación revertería tras comenzar a dar

fruto las medidas adoptadas por el gobernador, que se plasmaron en la victoria en la

batalla de Gembloux el 31 de enero de 1578. Las disensiones que surgieron dentro de

los rebeldes entre católicos y protestantes, con un brote de calvinismo radical, aclaró el

horizonte y muchos nobles flamencos retornaron a la obediencia real, caso de Valentín

de Pardieu, señor de la Motte609, que tomó una decisión el 8 de abril de 1578, que traía

aparejada la entrega de la plaza fuerte de Gravelinas, de donde era gobernador, junto

con su guarnición.

Todas estas circunstancias fueron debilitando la posición del archiduque Matías,

aunque su dimisión no se produjera hasta el 15 de marzo de 1581, máxime tras el

requerimiento que hicieron los Estados Generales al duque de Anjou para que tomara el

gobierno610.

Ya tras el Edicto de Beaulieu, Orange y los estados de Holanda y Zelanda habían

propuesto al príncipe francés la soberanía de esos territorios a cambio de ayuda

607 Matías juró como gobernador el 20 de enero de 1578, según las condiciones que figuran en M. A. del RÍO, op. cit., pp. 178-181. 608 G. PARKER, España y la rebelión de Flandes..., pp. 181-183. 609 Caballero de Santiago y comendador de Estiga, así como gran maestre y capitán general de la artillería de Flandes desde 1590, en que sustituyó a Charles de Mansfeld, hasta su muerte en julio de 1595. Gozó de la confianza de Farnesio, que le encargó varias misiones militares, compartiendo con él su afinidad por la Compañía de Jesús, de la que llegó a fundar un colegio en Douai (P. A. de LANNOY, Tratado sobre los Países Bajos y sus gobernadores, BNM, Ms. 1075, s. d., f. 15 r.-v.). Las conversaciones para su “reconciliación” fueron iniciadas por el factor Jerónimo de Curiel pero, al fallecer este a principios de 1578, las tuvo que culminar su sobrino Alonso (Relación de los servicios que Alonso de Curiel hizo en Flandes a su Magestad, y de los recados que en aprovacion dellos tiene, 4 de agosto de 1603, BPRM, III/6483, doc. 1). 610 M. van GELDEREN, op. cit., pp. 167-180, hace un precioso estudio sobre las razones que movieron a los Estados Generales a escoger a Anjou como gobernador general, en lugar de a Orange. De entre las diversas formas de gobierno que se barajaron para el nuevo ente político que estaba surgiendo, se eligió en primer lugar la principesca, estando influídos los Estados por el neoestoicismo de Justus Lipsius. Sin embargo, tras los fracasos de Anjou y Leicester se decidió intentar llevar a cabo una forma de gobierno republicana.

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militar611. Anjou rechazó la propuesta, al igual que había hecho Isabel I en noviembre

de 1575, por lo que los Estados Generales buscaron el apoyo de Enrique III y de la reina

madre durante una entrevista en Blois. Sin embargo, las negociaciones tuvieron que

paralizarse tras el reinicio de las guerras de religión, fruto del fracaso de la reunión de

los Estados Generales franceses en dicha ciudad de Blois y de la abolición del Edicto de

Beaulieu.

Por decisión real, se colocó a Anjou al frente de las tropas reales para asegurarse

su lealtad, aunque, en realidad, serían Nevers, Guisa y Mayenne los que las

comandarían. Pese a ratificar con esta medida su condición de católico y perder su

imagen de defensor de la tolerancia o de los “politiques”, hay que reseñar que el insigne

filósofo Jean Bodin formaba parte de su servicio personal, Anjou no vio afectada su

reputación en Flandes y, tras la captura de Namur por don Juan de Austria, los esfuerzos

de los Estados Generales flamencos por atraerle se redoblaron. En respuesta a esta

petición, Guisa se ofreció a prestar ayuda a don Juan, devolviendo en cierta medida la

prestada por la Monarquía a la causa católica francesa en ocasiones anteriores y

anticipando el nacimiento de la Liga Católica612. Temeroso de las posibles

consecuencias de ambas acciones, Enrique III procuró evitar las aventuras de sus dos

cortesanos a través del envío de un emisario a Madrid, con la firme intención de

proponer el matrimonio de Anjou con Isabel Clara Eugenia.

Sin embargo, el clamor en Flandes era firme y todos aquellos que habían

apoyado el nombramiento de Matías pasaron a poner a Anjou por delante en sus

preferencias, excepto Aerschot y Lalaing, que se quedaron solos en su defensa del

hermano del emperador. Éste fervor, unido al desenlace de la batalla de Gembloux,

decidió definitivamente al príncipe francés, que marchó a su apanage para reclutar

tropas. Dicha maniobra encendió las alarmas de Enrique III y de Catalina de Médicis

que, apoyados por el enviado papal Frangipani, intentaron hacerle cambiar de idea, pero

fue en vano, pues tras llegar a un acuerdo con los Estados de Hainaut el 12 de julio de

1578 se presentó en Mons. El 19 de ese mes, Orange convenció a los Estados de la

necesidad de reconocerle oficialmente y envió a Aerschot a darle la bienvenida,

nombrándosele el 13 de agosto “Defensor de las libertades de los Países Bajos contra la

tiranía española”, tras mostrar su predisposición a llegar a un acuerdo con Isabel I y a

aportar 12000 hombres a las tropas rebeldes.

611 Sobre estos años en la vida de Anjou, M. P. HOLT, The duke of Anjou..., pp. 70-112. 612 P. O. DE TÖRNE, “Philippe II et Henri de Guise, le debut de leurs relations (1578)”, Revue historique, 167 (1931), pp. 323-324.

191

A este contigente se unió otro de 12000 soldados comandado por Juan Casimiro,

administrador de Renania-Palatinado, y pagado por Inglaterra, temerosa de que Francia

influyera en exceso en los Países Bajos. Gracias a estas aportaciones, el ejército de los

Estados Generales pasó a tener unos 50000 hombres lo que, paradójicamente, causó su

ruina, ya que no disponían de recursos suficientes para pagar a todos y las tropas

reaccionaron de la manera habitual, es decir, amotinándose. Ante esta situación, y la

negativa de varias ciudades a ponerse bajo su mando, Anjou intensificó las

conversaciones de matrimonio con Isabel I, que volvió a darle largas. Todo ello provocó

que el príncipe francés retornara a Francia en enero de 1579, sin apenas dinero ni tropas.

Estas circunstancias favorables no pudieron ser plenamente aprovechadas por

don Juan de Austria, debido a su aislamiento en la Corte de Madrid, que murió en plena

campaña en Namur el 1 de octubre de 1578613. Poco antes de fallecer había nombrado

como sucesor a Alejandro Farnesio, que aún necesitaría recibir la sanción real, dando

así inicio a uno de los gobiernos más largos de Flandes en el siglo XVI, solo superado

por los de Margarita de Austria y María de Hungría.

Mención aparte merecen las relaciones de don Juan de Austria con Inglaterra614.

Hay que recordar que una de las razones que convenció al hermano del rey para aceptar

el cargo de gobernador de Flandes había sido la de poder estar más cerca de las islas,

para poner en práctica su idea, alentada por Roma, de expulsar a la reina “hereje” y

situar en el trono inglés a reyes católicos afines. En las propias instrucciones del

gobernador, en concreto en la secreta principal, se trataba de la empresa de Inglaterra,

aunque marcaba que para poder iniciarla se debían cumplir sine quanon tres

condiciones: que los Países Bajos estuvieran totalmente pacificados, que hubiera

neutralidad francesa y que se llegara a acuerdos con los católicos ingleses. Se establecía,

asimismo, que Julián Romero fuera el general de las tropas que marcharan desde

Flandes y que la empresa se hiciera en nombre de don Juan para liberar a la reina

católica, María Estuardo, y excomulgar a Isabel. Aunque el nuncio Ormaneto desde

Madrid contemplaba a don Juan como el perfecto candidato para llevar a cabo la

empresa, el monarca decidió que, en principio, no se pondría en conocimiento del Papa,

aunque se contemplaba la posibilidad de solicitarle ayuda posteriormente,.

Una vez en Flandes, don Juan envió como emisario a Inglaterra a su

gentilhombre de la cámara, el señor de Gate, en diciembre de 1576 como gesto de buena 613 Tres relaciones de su muerte y el viaje de su cuerpo a Castilla en CODOIN, VII, pp. 247-257, 264-267 y 443-448. Otra narración de la misma en M. A. del RÍO, op. cit., pp. 245-246. 614 Sobre este asunto, P. O. de TÖRNE, Don Juan d´autriche et les projets..., II, passím.

192

voluntad. Sin embargo, Isabel I era consciente del peligro que suponía la presencia del

hermano del rey tan cerca de su territorio y forzó a Holanda y Zelanda a que

propusieran en la firma del “Edicto Perpetuo” que las tropas “extranjeras” que debían

abandonar territorio flamenco lo hicieran por tierra y no por mar, evitando así que

pudieran ser utilizadas en la invasión de la isla.

No se equivocaba la reina inglesa en sus planteamientos, ya que las intenciones

de don Juan eran claras y estaban siendo alentadas por el Papa, que decidió enviar por

primera vez a los Países Bajos un prelado con categoría de nuncio. Este fue Filippo

Sega, cuyas atribuciones le fueron concedidas por Gregorio XIII el 11 de febrero de

1577, siendo su cometido real ocuparse de la pacificación de los Países Bajos y

promover el ataque a Inglaterra. Su estancia en Bruselas fue muy breve, ya que en julio

de ese mismo año se le destinó a Madrid como nuncio y no se le nombró sucesor615,

pero desde la capital de la Monarquía continuó promocionando la invasión de

Inglaterra.

Este impulso se vio frenado el 15 de octubre de ese año, cuando el secretario de

Estado del Papa, el cardenal de Como, le ordenó que no insistiera en la causa, ya que las

circunstancias en que se encontraba Flandes y la Paz en Francia tras el tratado de

Bergerac de septiembre no permitían la libre acción de la Monarquía. Desde esa fecha,

el Papa pasó a apoyar otras expediciones sin intervención directa de Felipe II, como

fueron las de Geraldine o Stukeley. El propio don Juan de Austria, por su parte, fue

consciente de la desfavorable situación y decidió contemporizar su agresiva política.

Este cambio de actitud provocó un acercamiento con Isabel I, que en enero de

1578 decidió enviar al embajador Thomas Wilks con la oferta de restablecer el libre

comercio, intercambiar embajadores y la posibilidad de ejercer de mediadora con los

rebeldes. De esta manera, se levantó el embargo contra Inglaterra y se restablecieron las

relaciones diplomáticas normales con el nombramiento de Bernardino de Mendoza

como embajador en Londres, donde llegó a comienzos de 1578, siendo el primero que

entraba en Inglaterra tras la expulsión de Guerau de Spes.

Pese a este acercamiento, Inglaterra había abandonado la neutralidad que la

había caracterizado desde 1572 a 1576, pasando desde ese momento a la ofensiva,

aumentando su intervención en Flandes en años posteriores616. Así, el 7 de enero de

1578 llegó a un acuerdo con los Estados Generales y les envió en junio una embajada

615 H. BIAUDET, Les nonciatures apostoliques permanentes jusqu´en 1648, Helsinki, 1910, p. 32 y A. FERNÁNDEZ COLLADO, Gregorio XIII y Felipe II en la nunciatura de Felipe Sega (1577-1581), Toledo, 1991, pp. 135-168. 616 Sobre la política inglesa durante esos años, W. T. MaCCAFFREY, op. cit., pp. 217-266.

193

compuesta por Walsingham y Lord Cobham, con el fin de conocer las intenciones de

Orange con respecto a Francia. Pese a que ambos emisarios retornaron a Inglaterra sin

llegar a acuerdos en firme, pusieron las bases para un entendimiento posterior, que

alcanzaría su grado máximo en 1585617.

617 Ch. WILSON, op. cit., pp. 63-85.

194

CAPÍTULO 5

AUGE Y DECLIVE DE UN PRÍNCIPE ITALIANO:

EL GOBIERNO DE ALEJANDRO FARNESIO (1578-92)618

5.1.- El ascenso del “partido castellanista” y la institucionalización de la

Monarquía: su plasmación en los asuntos flamencos

La hegemonía del “partido papista” se prolongó desde 1576 a 1579, periodo

durante el cual el emergente “partido castellanista” llevó a cabo una oscura labor de

oposición619. Su primera acción de cierta relevancia, tuvo lugar ya en el mismo 1576,

cuando, tras fallecer el secretario del Consejo de Italia Diego de Vargas, el propio

Antonio Pérez trató de unir esa secretaría a la que él ostentaba como secretario de

Estado para los asuntos italianos, recurriendo a todos los resortes a su alcance, incluida

la intervención del propio don Juan de Austria desde Flandes. Aunque Mateo Vázquez

no consiguió evitar el nombramiento, si pudo retrasarlo durante bastante tiempo.

Esta oposición comenzaría a rendir frutos hacia 1578, gracias a aprovechar el

grupo castellano recursos tanto internos, como eran las Visitas, como externos, caso de

los acontecimientos en Portugal y el fallecimiento de don Juan de Austria, así como el

asesinato de Escobedo. Asimismo, decidió actuar sobre la conciencia del rey a través

del nombramiento de Fray Diego Chaves, afín a Vázquez, como confesor real, en lugar

del fallecido Fresneda. La muerte del duque de Sessa y el abandono de la Corte del

marqués de los Vélez, que permitió situar al “castellanista” conde de Barajas como

mayordomo mayor de la reina, indicaron a Mateo Vázquez que era el momento de

iniciar el asalto definitivo al poder, siendo su primer y sorprendente movimiento realizar

un acercamiento al patrón de la facción contraria. El lógico rechazo de éste permitió a la

antigua “hechura” de Espinosa aparecer como víctima de la conducta de Pérez,

marcando, junto a la crisis de sucesión lusa, la caída final del “partido papista” en

paralelo al triunfo del “castellanista”. Así, en marzo de 1579 el monarca rescató de Italia

al cardenal Granvela620, cuya llegada a Madrid coincidió con el final de los dirigentes

“papistas” al ser arrestados Pérez y la princesa de Éboli el 28 de julio, y ocupó las

618 Un resumen de este apartado y del resto del capítulo en nuestra ponencia en prensa, “Alessandro Farnese and the Court of Philipp II: fights and court factions in Madrid and Brussels between 1585 and 1592” presentada para las actas del Congreso Internacional Alessandro Farnese e le Fiandre. Alessandro Farnese at the Low Countries, organizado por la Katholieke Universiteit Leuven y el Koninklijk Nederland Instituut te Rome en octubre de 2005. 619 Sobre estos años de pugnas cortesanas, Configuración, pp. 138-147. 620 Su estancia en Madrid en M. van DURME, op. cit., pp. 343-386.

195

vacantes que había en los Consejos con personajes afines a Vázquez: Hernando de Vega

como presidente de Hacienda, Antonio Padilla en Indias y Barajas en el Consejo de

Órdenes.

Durante la estancia de Felipe II en Badajoz y Portugal de 1580 a 1583, el grupo

“castellanista” fue perfilando su forma de organización del gobierno, al mismo tiempo

que continuaba apartando de los puestos de relevancia a los personajes que aún

quedaban de la facción “papista”, como Antonio Mauriño de Pazos. Mateo Vázquez

dominó la escena cortesana durante esos años, pero había ciertos indicios de que esa

posición no iba a ser permanente, como el fracaso de sus gestiones por dominar Estado

y Guerra atrayéndose a Granvela e Idiáquez.

De este modo, una vez hubo retornado Felipe II a Madrid, se podía atisbar el

ascenso imparable de otros patronos que acabarían restando importancia al secretario.

Juan de Zúñiga era uno de los que apuntaba más alto, pero su ascenso se vio truncado

con su fallecimiento en 1586, lo que, unido al deceso del cardenal Granvela el mismo

año, permitió a Juan de Idiáquez ocupar su puesto, convirtiéndose en patrón cortesano

sin necesidad de la intermediación de Mateo Vázquez621. Junto al secretario, y tomando

el relevo de su padre, adquirió gran influencia el III conde de Chinchón622. Por último,

cabe destacar a Cristóbal de Moura, situado en la corriente ideológica opuesta al

castellanismo, pero que acabó haciéndose partícipe de muchas de las ideas que este

propugnaba623.

Este relevo cortesano, por supuesto, tuvo una honda repercusión sobre el

gobierno de Alejandro Farnesio en Flandes, aunque para comprender toda su

trascendencia debemos remontarnos unos años atrás. En concreto hasta 1555, fecha del

origen de la vinculación de los Farnesio a Felipe II tras el nombramiento del cardenal

Caraffa como Papa y el inicio de las relaciones que entabló Margarita de Parma, hija

natural de Carlos V, con el nuevo monarca624. Fruto de ese entendimiento resultó la

621 Su biografía en F. PÉREZ MÍNGUEZ, D. Juan de Idiáquez: Embajador y consejero de Felipe II, San Sebastián, 1932 y Configuración, pp. 408-409. Últimamente, se ha venido resaltando su capacidad para acercarse a las corrientes “papistas” al final del reinado de Felipe II, lo que le permitió seguir teniendo un papel relevante en la Corte de Felipe III hasta su muerte en 1610 (H. PIZARRO LLORENTE, “El Consejo de Órdenes”, Felipe III, III, pp. 304-305). 622 S. FERNÁNDEZ CONTI, "La nobleza cortesana: Don Diego de Cabrera y Bobadilla, tercer Conde de Chinchón", en J. MARTÍNEZ MILLÁN (dir.), La Corte de Felipe II,..., pp. 229-270 y Configuración, pp. 337-338. 623 A. DANVILA Y BURGUERO, D. Cristóbal de Moura, primer Marqués de Castelrodrigo (1530-1613), Madrid, 1900 y Configuración, pp. 437-438. 624 En general, sobre el decurso de la vida cortesana de Farnesio, J. MARTÍNEZ MILLÁN, "Alessandro Farnese, la Corte di Madrid e la monarchia cattolica", en A. BILOTTO, P. DEL

196

firma de un acuerdo ese mismo año, por el cual Alejandro, que a la sazón contaba con

10 años, fue enviado a la Corte del monarca hispano para servir al príncipe don

Carlos625. La cercanía de su madre a la facción “ebolista” supuso que fuera educado en

los principios que esta propugnaba.

Sin duda, esta es la razón principal de la estrecha relación que Alejandro

Farnesio mantuvo con la orden de los jesuitas, a la cual pertenecerían sus confesores y

entre los que sobresaldría Thomas Sailly durante su estancia en Flandes626. Durante sus

años de gobierno, el príncipe de Parma hizo todo lo posible por ayudar a la Compañía,

que había sufrido enormemente en el periodo comprendido entre 1567 y 1578, a través

de diversas intervenciones como la creación de la Missio Castrensis627, la fundación de

varios colegios o, lo más importante, la intermediación que realizó para que se les NEGRO y C. MOZZARELLI (eds.), I Farnese. Corti, guerra e nobiltà in antico regime, Parma, 1997, pp. 93-116. 625 Sobre la educación y los primeros años de la vida de Farnesio, P. FEA, Alessandro Farnese Duca di Parma. Narrazione storica e militare scritta sulla scorta di documenti inediti, Roma, 1886, pp. 1-42 y L. VANDER ESSEN, Alexandre Farnèse prince de Parme, gouverneur-général des Pays-Bas, 1545-1592, Bruselas, 1933-37, I y II. 626 Nacido el 22 de abril de 1553 en Bruselas de Simon Sailly y Catherine de Parenty. Dos de sus tíos maternos eran eclesiásticos y con uno de ellos, Philippe, canónigo de Sainte-Walburge en Furnes, comenzó a estudiar. Posteriormente fue enviado a los seminarios de Ypres y Lovaina, dándosele después el canonicato en la iglesia colegial de Furnes. Su otro tío eclesiástico, Thomas de Parenty, abad de Saint-Vaas en Arrás, le propuso entrar en la orden benedictina y aunque Thomas lo rechazó consiguió que se le nombrara canónigo de dicha ciudad. Poco después, el 25 de enero de 1578, ascendió al grado de presbítero y viajó a Douai como subregente del colegio de Marchiennes. Dos años después pidió su ingreso en la Compañía de Jesús, renunciando a sus beneficios al entrar a profesar. Comenzó su noviciado en Roma, donde permaneció hasta otoño de 1582 en que fue a Europa Oriental con Antonio Possevino, a quien Gregorio XIII le había confiado varias misiones diplomáticas en Polonia, Transilvania y Lituania. Con él permanecería hasta que en 1586 tuvo que retirarse a su país debido a los rigores del viaje. Al tiempo de marchar de Polonia, el rey Esteban Báthory le confió un mensaje secreto para Farnesio, ganándose así la confianza del gobernador que le nombró su confesor y al cual acompañaría en todas sus campañas e incluso asistió en la hora de su muerte. Su gran obra fue el establecimiento, el 8 de noviembre de 1587, de la misión castrense con la anuencia del superior François Coster, de la cual fue superior durante unos 20 años, por lo que acompañó en sus campañas a los gobernadores posteriores a Farnesio y a los Archiduques siendo la del Palatinado en 1620 junto a Spinola la última. De igual manera, adquirió cierto papel político, como lo demuestra el hecho de que en 1598 acompañara al almirante de Aragón en su embajada a Rodolfo II, de la que escribió una relación en latín, así como en las conversaciones en Vervins previas al Tratado. Así mismo, en 1595 fue nombrado superior de la residencia de Bruselas y en 1604 formó un colegio, siendo de 1611 a 1616 su rector. Fue un prolífico escritor y, aunque tuvo que tratar con los poderosos, no poseía las cualidades que requería un cortesano y prefería estar con los humildes recibiendo el sobrenombre de "Padre de los pobres". Falleció en Bruselas el 8 de marzo de 1623, siendo su última obligación confesar a las damas de la Infanta Isabel Clara Eugenia (BIOGRAPHIE NATIONALE, XXI, pp. 46-51; J. SCHOONJANS, op. cit., pp. 537-538; A. S. I. MORES, Compagnons. Les jésuites en Belgique hier et aujourd´hui, Bruselas, 1956, p. 45 y Ch. E. O´NEILL y J. Mª. DOMÍNGUEZ, Diccionario histórico de la compañía de Jesús. Biográfico-temático, Madrid-Roma, 2001, IV, pp. 3463-3464). 627 J. SCHOONJANS, op. cit., pp. 523-540 y A. DENEEF et alíi, Les jesuites belges. 1542-1992. 450 ans de Compagnie de Jésus dans les Provinces belgiques, Bruselas, 1992, p. 45.

197

otorgara en 1584 un status mejor que el de 1556, ya que se les concedía pleno derecho

de asentamiento en las provincias meridionales y se les reconocía sus privilegios628.

Durante su estancia en la Corte madrileña, Alejandro Farnesio estudió en Alcalá

de Henares junto a don Carlos y a don Juan de Austria y de este periodo data la amistad

que forjó con este último, al que acompañaría en casi todos sus destinos. Su cómoda

posición en la Corte se vio truncada con la pérdida de influencia de la facción

“ebolista”, por lo que se vio obligado a abandonar Madrid en 1565, momento que su

madre aprovechó para concertarle matrimonio con la princesa María de Portugal. Dicho

enlace resultó no ser del agrado de Alejandro, lo que provocó que las primeras

discrepancias entre madre e hijo hicieron acto de presencia, y que, como sabemos, se

reproducirían unos años más tarde629.

Dos años después, Farnesio intentó entrar a servir en el ejército del duque de

Alba que iba a acudir a los Países Bajos, pero Felipe II no se lo concedió por la firme

intención que tenía de evitar conflictos entre ellos, debido a lo opuesto de los mundos

ideológicos que representaban. Reflejo de estas discrepancias fue el enfrentamiento que

Fernando Álvarez de Toledo mantuvo con Francisco Paccioto de Urbino, antiguo

preceptor de Farnesio630.

La situación cortesana de nuestro personaje mejoraría a raíz del cambio

faccional que se comenzó a producir en Madrid desde los primeros años de la década de

los 70 con el surgimiento de la facción “papista”, a la cual se vincularía

indefectiblemente. Esto permitió que Farnesio se uniera a la expedición que iba a luchar

contra los turcos en el Mediterráneo y el 27 de julio de 1571 se embarcó en Génova

junto a los archiduques Rodolfo y Ernesto, combatiendo a los otomanos hasta 1573.

Una vez disuelta la “Santa Liga” retornó a sus estados, donde permanecería hasta 1577,

periodo durante el cual inició una correspondencia con el secretario Antonio Pérez,

628 A. S. I. PONCELET, Histoire de la Compagnie de Jésus dans les anciens Pays-Bas. Établissement de la Compagnie de Jésus en Belgique et ses développements jusqu´à la fin du règne d´Albert et d´Isabelle (1542-1633), Bruselas, 1927, I, pp. 327-351; ID., Nécrologe des jésuites de la province flandro-belge (1544-1773), Wetteren, 1931, p. XXII y A. DENEEF et alíi, op. cit., p. 32. 629 P. FEA, op. cit., pp. 18-20. 630 Hábil ingeniero militar, realizó la Jornada de 1567 con Alba desde Italia a Flandes, aunque su estancia duró pocos meses debido a la confrontación que mantuvo con el gobernador. La opinión del Duque sobre el ingeniero la plasmó en una misiva a Felipe II el 1 de septiembre de 1568, CODOIN, XXXVII, p. 378, "Pachote es tan gran vellaco que ni viene ni ya yo querría que viniese. Suplico á V. Majestad mande que no se le envie á Italia el despacho para ser pagado de lo que se le debe, sino aquí á mí para usar dél conforme á lo que me paresciere. A Francia he enviado á tratar con el que está allí, y hánme certificado que le traeran y que se contentará con lo que V. Majestad le envió á ofrescer desde Madrid". Paccioto no volvería a Flandes hasta ser reclamado en 1578 por Farnesio.

198

relación que le permitiría la posibilidad de acudir, esta vez sí, a Flandes a luchar cuando

fue requerido por su amigo don Juan de Austria.

Nada más hacer su entrada en los Países Bajos se puso a las órdenes de don Juan

y permaneció a su lado hasta su muerte, momento en que tomó el testigo en el gobierno

de Flandes. Este nombramiento le auguraba un futuro brillante, pero, sin embargo, su

vinculación a la facción “papista” se volvería en su contra tras la caída de Antonio Pérez

y la creciente influencia de los “castellanistas”, lo que supuso su aislamiento cortesano.

Ante estos cambios, Farnesio intentó establecer correspondencia con Juan de Zúñiga,

pero el fallecimiento de este cercenó toda posibilidad de entendimiento con los patronos

que habían tomado el poder en Madrid. Debido a ello, el de Parma solo se mantuvo en

el gobierno de Flandes durante tanto tiempo gracias a sus victorias militares y, una vez

estas cesaron, se comenzó a barajar su destitución.

Al mismo tiempo que se producía el relevo faccional apuntado anteriormente, se

llevaron a cabo una serie de reformas que acabaron de configurar la Monarquía Hispana

de la Edad Moderna y que establecieron unas estructuras que llegaron hasta la época de

los Borbones. Estos cambios se llevarían a cabo, sobre todo, a partir de 1585 y se

encaminaron a separar gubernaculum y jurisdictio, que hasta ese momento habían

permanecido unidos.

Los Consejos se institucionalizaron tras dotarles de instrucciones y

jurisdicciones definidas, al mismo tiempo que se les vaciaba de contenido político631, ya

que las decisiones relacionadas con ese ámbito se tomarían en otros organismos recién

creados como la Junta de Noche o el Valimiento, lo que suponía el verdadero inicio del

sistema polisinodial. Estas transformaciones vinieron a confirmar una tendencia que

venía observándose desde la muerte del cardenal Espinosa, la cual vinculaba el poder

político a la nobleza, mientras los letrados, que curiosamente eran quienes habían hecho

posible esta reforma, pasaban a ocuparse de los asuntos jurisdiccionales. Desde ese

momento, tanto consejeros como secretarios actuarían como tales, con la excepción de

Juan de Idiáquez, evitando así las equívocas situaciones ocurridas en tiempos pretéritos.

Entre los Consejos que fueron reformados nos encontramos a los de Cámara, que

recibió ordenanzas en 1588, Indias, Hacienda u Órdenes, a los que se les realizó una

631 Sobre la evolución de los Consejos en la última quincena de años del siglo XVI, J. MARTÍNEZ MILLÁN, “La Corte de la Monarquía Hispánica..”, pp. 51-57.

199

Visita, quedando únicamente el Consejo de Estado al margen de estas medidas aunque

también experimentara cambios632.

Con estas medidas se culminaba el final de un proceso que había durado

prácticamente todo el reinado de Felipe II y que seguía el principio de que la armonía

del cuerpo político se fundaba en la jerarquía y desigualdad de los territorios con

Castilla al frente, lo que suponía que este reino y sus Consejos constituyeran el

fundamento de la entidad política a la que pertenecían. Al articular ordenadamente los

territorios, se dotó de corporeidad a la Monarquía y se redujo la “independencia” de

cada dominio, actuación que había sido inviable hasta que no existió esa distinción entre

lo político y lo jurisdiccional.

Por lo que respecta a los consejos territoriales, caso del de Aragón, Italia,

Portugal o Flandes, este proceso derivó en que en vez de representar los intereses de

cada dominio como traslación de sus Consejos Colaterales a la Corte, sirvieran para

articular el poder del rey sobre cada territorio, convirtiéndose así en guardianes de

territorios administrados. La Monarquía se territorializaba en espacios de control para,

de esta manera, no ser un “reino múltiple” o “monarquía compuesta” sino una

“monarquía articulada”, ya que se establecía un orden jerárquico de las partes que la

sustraía de un modelo confederal o de una comunidad solo cohesionada por pertenecer

cada territorio a un mismo Príncipe. Por supuesto, esto generó multitud de conflictos de

precedencias, al representar el protocolo la importancia atribuida y reconocida a los

territorios, estados o materias. Sobre la geografía espacial, acabaría imponiéndose la

geometría de la autoridad633.

La creación de un consejo territorial que se ocupara de los asuntos flamencos

fue, lógicamente, la primera gran medida que se tomó para reformar la manera de llevar

los asuntos flamencos e insertarlos dentro de ese proceso de institucionalización. No es

nuestra intención estudiar en profundidad en estas páginas el Real y Supremo Consejo

de Flandes y Borgoña, como ya han hecho otros autores634, sino encuadrar su fundación

dentro de esta transformación y ver las competencias que se le adjudicaron.

El interés por instaurar un Consejo flamenco en Madrid no era nuevo y ya se

había sopesado tal idea, como ya señalamos, en 1570 y 1574. En esta última fecha se

habían entablado conversaciones de paz con los rebeldes, siendo una de sus condiciones

632 S. FERNÁNDEZ CONTI, Los Consejos de Estado y Guerra..., pp. 207-208. 633 M. RIVERO RODRÍGUEZ, "El Consejo de Italia y la territorialización...”, pp. 108-113. 634 J. M. RABASCO VALDÉS, El Real y Supremo Consejo de Flandes y de Borgoña (1419-1702), Tesis doctoral de la Universidad de Granada, 1978, pp. 202-225 y R. VERMEIR, op. cit., passím

200

la creación de dicho Consejo, aunque su idea era que dicho tribunal supusiera la

traslación de los Consejos Colaterales a Madrid para poder representar mejor sus

intereses, presupuesto compartido por el “partido ebolista” y, posteriormente, el

“papista”. Durante el debate en la Corte de la Monarquía, Hopperus planteó que solo

sería viable si disponía de amplias competencias y estaba compuesto por un número

suficiente de consejeros, al menos 7635. El fracaso de las negociaciones dejó en suspenso

cualquier decisión al respecto, pero la idea no cayó en el olvido y don Juan de Austria

propuso a Havré el 6 de marzo de 1577 como posible miembro de dicho Consejo636.

Mientras, en Madrid se mantenía el llamado “Ministerio Colateral”, aunque tras

la creación de la Junta de Flandes y la muerte de Hopperus desarrollaba muy poca

actividad. El guardasellos no fue relevado hasta 1580, siendo el secretario Dennetières

quien se ocupó interinamente de los asuntos durante ese periodo, aunqueo con una labor

meramente administrativa, pues no disponía de los contactos del fallecido guardasellos

y Antonio Pérez restringió su margen de maniobra para poder llevar personalmente los

asuntos. La situación se modificaría tras la caída en desgracia del secretario, ya que el

cardenal Granvela intentó reactivar dicho “Ministerio” nada más llegar a Madrid con el

nombramiento de dos personajes afines y viejos conocidos nuestros; el 24 de marzo de

1580 nombró a Jean Foncq como nuevo guardasellos y el 20 de agosto a Alonso de

Laloo como secretario. Ambos partieron con Felipe II a Portugal y permanecieron junto

a él durante los tres años que duró la estancia en el país vecino637, con lo que Granvela

pudo recibir información de primera mano sobre las decisiones tocantes a los Países

Bajos.

Tras el retorno de la Corte a Madrid, se empezó a barruntar una reforma en el

modo de tratar los asuntos, al albur de las que se venían produciendo en el resto de la

Monarquía, y la ocasión perfecta se presentó con el fallecimiento de Foncq en Monzón

el 10 de octubre de 1585. Pocos meses después, los consejeros más cercanos al rey

decidieron que se iba a pasar del llamado “Ministerio Colateral” al futuro Real y

Supremo Consejo de Flandes y de Borgoña, escribiendo acto seguido Felipe II a

Alejandro Farnesio para informarle sobre la decisión y solicitándole que designara un

635 “Cosas a conceder en Flandes”, 22 de junio de 1575, AGS, E., leg. 559, f. 84. 636 J. M. RABASCO VALDÉS, “Una etapa del Consejo de Flandes y de Borgoña...”, p. 71. 637 En una misiva del 18 de enero de 1583 (IVDJ, Envío 47, doc. 313), Laloo informaba a Mateo Vázquez de que era inminente su retorno y el de Foncq a Madrid tras su estancia en Portugal.

201

nuevo guardasellos, así como dos consejeros, uno flamenco y otro borgoñón, para que

se integraran en el futuro Consejo638.

El príncipe de Parma retrasó la respuesta al requerimiento real hasta febrero de

1586 y en ella insistió, pese a su deteriorada posición cortesana, en la inutilidad de

modificar la manera de llevar los asuntos que se había utilizado hasta el momento639.

Debido a ello, el gobernador solo propuso candidatos para el puesto de guardasellos,

obviando dar nombres para los dos consejeros, siendo sus patrocinados Jean van der

Burch640, Assonleville, Nicolás Damant641 y Jean Richardot. Aunque Farnesio se

638 Minuta a Farnesio, 22 de diciembre de 1585, AGS, E., leg. 2218, f. 18, "Pero queriendo que desta vez se ponga esto en buena forma, y parezciendome que lo era la que en años passados se uso de haver algunos consejeros debaxo del dicho Guardasellos, he resuelto que juntamente con el ressidan en mi corte otros dos consejeros hombres de letras y ropa larga, que el uno dellos sea natural de mis estados baxos de la lengua flamenca y el otro de mi Condado de Borgoña y porque parezce bien (aunque no es de obligación que el Chanciller de la orden ressida tambien cabe mi) y el que ha de exercer este officio se requiere que sea persona eclesiástica, convendría que lo fuesse alguno de los tres, y aun seria mas decente que acertasse a serlo el principal juntandose lo de los sellos y de la orden en uno mismo, porque assi sea mas respectado de los otros el que ha de ser cabeça de los negocios, lo que no sería tanto dividiendose. Solo esto de no ser eclesiástico ay que mirar en Bandemburg y sabiendo el zelo que vos tendreys en proponer personas que convengan a mi servicio os encargo me aviseys si se os offrezce algún eclesiástico tal como conviene que sea para poderle encomendar estos dos officios juntos, y también me propondreys personas de flandes y de Borgoña para que vengan aca a ser en la forma dichos consejeros advirtiendo que no se hallando eclesiástico para lo principal, lo sea uno destos dos y en particular el de flandes. Todo lo qual os he querido comunicar como es razón porque assí que estoy resuelto en la forma porque assí conviene, confío mucho de lo que vos me ayudareis a acertar en la elección. (A continuación tachado) Y no os de nadie alla a entender que esta traça ha de ser parte para derogar en nada la autoridad de vuestro cargo porque yo no lo consentiré sino que con ella y con vos se tenga en todo la quenta y miramiento que es razón (de nuevo sin tachar) y aunque estas eran materias propias de la lengua francesa, he querido por mas secreto que vayan por esta via. Vos guardareys alla el mismo en todo lo que a esto tocare hasta ver la resolución que vista buestra respuesta yo tomaré, y junto con el secreto os encargo la brevedad porque esta correspondencia de los despachos en francés no está bien sin dueño y ministros". 639 Para tal fin, el 28 de febrero escribió tanto a J. de Idiáquez (CPh. II, III, nº 204, pp. 90-91) como a Felipe II en dos ocasiones (Ibídem, nº 195, pp. 83-85 y AGS, E., leg. 589, f. 126, Cfr. J. M. RABASCO VALDÉS, El Real y Supremo Consejo de Flandes..., p. 202). 640 Natural de Brujas, su primer cargo en la administración fue el de consejero de Flandes y, posteriormente, de Malinas, cargo que obtuvo el 26 de noviembre de 1569. El 1 de octubre de 1579 fue promocionado al Conseil Privé, obteniendo la presidencia del Gran Consejo de Malinas el 12 de diciembre de 1583. Finalmente, el 16 de junio de 1592 se convirtió en Chef-président del Consejo Privado, cargo que ostentaría hasta su fallecimiento el 5 de julio de 1595 (P. ALEXANDRE, op. cit., p. 397). 641 Nacido en Bruselas en 1531, perteneció a una familia que ya se había distinguido en el servicio a Carlos V, sobre todo su padre Pierre que fue su guardajoyas. Fruto del matrimonio de este con Anne Bave nacieron varios hijos entre los que destacaron, además de Nicolás, Pierre Damant, deán de S. Bavón y obispo de Gante, y François Damant, guardajoyas y bibliotecario real en Flandes así como rey de armas del Toisón de Oro en Madrid y baillí, capitán y castellano de Courtrai. Nicolás hizo sus estudios en derecho y ejerció como abogado, al parecer con cierto éxito, pero su carrera se orientó enseguida hacia la administración. Entró en el Consejo de Brabante como consejero extraordinario y fue el duque de Alba quien le hizo consejero efectivo el 7 de mayo de 1568, comenzando así una fructífera carrera al servicio de Felipe II. Damant se mantuvo en dicho Consejo hasta que Alejandro Farnesio se hizo cargo de la gobernación de

202

inclinaba por este último, declaró que no podía prescindir de él, por lo que presentó la

elección de Damant como la más adecuada642.

La decisión de instaurar el nuevo Consejo estaba tomada, por lo que no se

contempló la opinión del gobernador de Flandes en cuanto a la formación del mismo,

aunque sí en la identidad del guardasellos, pues se le comunicó el 5 de julio la elección

de Damant. Al mismo tiempo, se le instaba al nombramiento de los consejeros643,

cuestión sobre la que hubo que insistirle posteriormente644. Aunque el gobernador de

Flandes acató la decisión, no cejó en su empeño de demorar la elección el mayor tiempo

posible645. Tras agotar al máximo los plazos, no tuvo más remedio que señalar a Jean-

Flandes, momento en que, gracias a gozar de su favor, conseguiría el cargo de consejero y Maître des Requetes (relator) en el Conseil Privé el 7 de mayo de 1582 y el de canciller de Brabante el 13 de junio de 1585. Igualmente, el gobernador se acordó de él cuando desde Madrid se le pidió que nombrara un guardasellos o presidente para el recién creado Real y Supremo Consejo de Flandes y Borgoña. El nombramiento se produjo el 21 de abril de 1587 y enseguida viajó a Castilla junto a, entre otras personas, Jehan Charles Schetz de Grobbendoncq, pariente de su mujer, consejero de Malinas y recientemente elegido como consejero del nuevo Consejo creado en Madrid. Tanto Damant como Schetz recibieron su nombramiento el 22 de diciembre de dicho año, percibiendo el guardasellos unos gajes de 3000 escudos de 40 sueldos y 2 gruesos cada sueldo así como el título de chevalier. Esta merced supuso la culminación de su carrera política, ejerciendo en Madrid hasta que con la Cesión el Consejo perdió su razón de ser. Partió entonces Damant hacia Bruselas con los Archiduques, en cuya Corte reocupó sus cargos de consejero de Estado y Canciller de Brabante que ejercería hasta su muerte el 16 de julio de 1616. Está enterrado en la iglesia colegial de Santa Gúdula (Biografía en el DBE). 642 Farnesio a Felipe II, 28 de febrero de 1586, AGS, E., leg. 589, f. 126, "El chanciller de Bravante Damant es la mas a propósito y apta para servir a V. Majestad en el dicho cargo de guardasellos porque allende de que es de hedad competente y tener medio aqui de comer y saver las lenguas flamenca, francesa, italiana con algún principio de la española es hombre de bien de gran conciencia y letrado y reputado por recto y integro y tenido universalmente de todos por tal, de manera que a lo que entiendo acertara a servir el cargo muy a gusto de V. Majestad y mas lo hara a satisfacion de todos porque como le conosce por desapassionado y amigo de hazer bien a todo el mundo y mal a nadie no solo holgaran los mas de verle en este puesto mas trataran con el con la confiança que es razon que hagan con quien ha de comunicar a V. Majestad sus negocios, despachos y pretensiones y no ha visto tampoco mundo ni save tampoco de estado que no pueda açertar a servir bien y a gusto el dicho cargo (...) para el qual no veo mejor ni mas a proposito que Damant y assi no savria proponer ni nombrar otro que el ni que aya de servir mejor a V. Majestad ni ser a gusto de todos y mio por lo que me obliga a su real servicio". 643 Minuta de despacho para Farnesio, 5 de julio de 1586, Ibídem, f. 42. La carta, con fecha del 7 de julio, en CPh. II, III, p. 128, nº 278. 644 Minuta a Farnesio, 19 de octubre de 1586, AGS, E., leg. 2218, f. 75, "Bien aura sido dezir a Damant la elecion que del he hecho, y dar prisa a su venida por acá y a la de los dos consejeros que le han de acompañar pues veys lo que importa que sea con brevedad, y que residan aca personas de la inteligencia y plática dessos estados que espero que ellos tendrán y si al recivir desta no huvieren tomado el camino hareys que le tomen luego sin perder tiempo"; Minuta a Farnesio, 28 de febrero de 1587, en Ibídem, f. 124, "La venida de Damant apresurad lo que pudieredes porque la dilación della no puede dexar de causarla en algunos de los negocios que se tratan por la via en francés y vengan también luego con el los dos consejeros y encargo os mucho el elegirlos como me prometo de vos que por entender que lo hareys con el cuidado y açertamiento que confio os lo he cometido". 645 Farnesio a Felipe II, 24 de diciembre de 1586, AGS, E., leg. 590, f. 112, "Damant se va aprestando para yr a servir a su Majestad en el cargo de guardasellos, y si bien no me he podido

203

Charles Schetz como consejero eclesiástico646, presentándole como el candidato ideal en

virtud de sus cualidades y de su buena relación con Damant647.

Una vez confirmada la elección, los dos letrados flamencos emprendieron su

viaje hacia Madrid el 26 de mayo de 1587648, con la supuesta comisión de pasar por el

Franco Condado para elegir un consejero natural de esos territorios, pero no lo llegaron

a realizar por encargo de Farnesio. Por lo tanto, el futuro Consejo de Flandes se acabaría

componiendo de un presidente, Nicolás Damant, un consejero eclesiástico, Jean-Charles

Schetz, y un secretario, Alonso de Laloo.

Damant y Schetz hicieron su entrada en Madrid el 30 de agosto y sus primeros

días en la Corte estuvieron dedicados a buscarles acomodo y a fijarles los gajes que iban

a gozar649. Una vez asentados, se les otorgaron sus títulos como guardasellos y

acabar de resolver en lo de los dos consejeros que le han de asistir, también procuraré puedan ir con él"; Farnesio a Felipe II, 10 de enero de 1587, Ibídem, leg. 592, f. 28. "Damant se está poniendo en orden para yr a servir a V. Majestad como lo tiene mandado, en que le doy la priessa possible, aunque no aprovecha lo que yo querría, la flema ordinaria desta gente, bien es verdad que por dignas consideraciones no me he acabado de resolver en lo de los dos consejeros, pero ya estoy tan al cabo que podrán partir en breve, y pues V. Majestad ha sido querido mandarme remitir este negocio, desseo açertar en ello y que la elección sea qual conviene y conforme a la intención de V. Majestad”. 646 Nacido en Amberes en 1552, se decidió por la carrera eclesiástica que comenzó con un canonicato en Lieja para pasar luego a la Iglesia de Nôtre-Dame de Tournai, donde ejercería de protonotario apostólico. Sin embargo, también desarrolló una carrera política siendo consejero eclesiástico y relator del Gran Consejo de Malinas desde 1578 hasta su nombramiento en 1587 como consejero en el recién creado Consejo de Flandes y Borgoña. Acudió a Madrid, donde permanecería hasta 1594 en que fue nombrado arzobispo de Tournai y emprendió viaje hacia su nuevo destino, falleciendo en el viaje el 4 de enero de 1595 (P. M. WYNANTS, op. cit., parte 2ª, capítulo 4º, s. f.; R. VERMEIR, op. cit., pp. 111-112 y Configuración, pp. 480-481). 647 Farnesio a Felipe II, 18 de mayo de 1587, AGR, Audience, leg. 189, f. 113-2, "Et a ce que l´on ma informé il est personage de sçavoir, de fort bon ingement, et de une moderé vertueuse et exemplaire, et qui on est la verité que V. M. luy pouldra donner des affaires. Sçaura fort bien s´acquiter de la charge de chancelier de son très noble ordre pour celuy de bourgogne ". 648 La descripción de la comitiva nos la da de primera mano un famoso integrante de la misma, Jehan Lhermite, en El pasatiempos de Jehan Lhermite. Memorias de un Gentilhombre Flamenco en la corte de Felipe II y Felipe III, estudio Jesús Saenz de Miera, traducción José Luis Checa Cremades, Aranjuez, 2005, pp. 47-48, “Salimos de allí un grupo bien nutrido de viajeros, que eran el mencionado Señor Nicolás Damant, su mujer la señora Barbe Brant, con sus tres hijos, Maximiliano, Leonor y Barbe, la Señorita Marguerite Brant, su cuñada, sus criados y criadas, François Damant, su hermano, guardajoyas de Su Majestad en los Países Bajos, también el protonotario apostólico Jean Charles Schetz de Grobendoncq, consejero de Su Majestad en su gran Consejo de Malinas, que iba allí como acompañante del mencionado señor Nicolás Damant, Jean Vanlaquen, su secretario, Georges le Petit, Jean Baptiste Kerreman, el doctor Gosius, Gaspar Tacquet y el secretario Gérard, borgoñón, hermano suyo que no hace mucho había dado muerte al difunto príncipe Guillermo de Orange de Nassau. Entre todos, contando a los pasajeros, criados y a todo el séquito ascenderían a más de 30 personas (continúa describiendo los carros donde iban)". 649 J. Idiáquez a A. Laloo, 4 de octubre de 1587, AGR, Audience, leg. 1470/5, s. f. y A. Laloo a Felipe II, s. f. (hacia el 10 de octubre de 1587), en Ibídem.

204

consejero el 22 de diciembre de 1587 y se acabó de constituir el Consejo con la fijación

de sus ordenanzas el 7 de enero de 1588650.

Con la creación de este nuevo consejo territorial se separaban la Jurisdicción y el

Gobierno de dichas posesiones, tal y como había sucedido en otros ámbitos de la

administración. Si observamos detenidamente las ordenanzas, en el capítulo noveno se

corroboraba que este tribunal pasaba a tener jurisdicción propia, de la cual había

carecido el “Ministerio Colateral”, y a convertirse en vigía de la real en aquellos

territorios. De hecho, se convertía en la máxima instancia en materias de gracia y

justicia en todo lo referente a Flandes y asumía tareas como la de mantener la

correspondencia administrativa en francés con los gobernadores o la de tramitar

peticiones de mercedes y títulos nobiliarios de las que el secretario debía elaborar un

registro651.

Así mismo, se modificó también la forma de relatar los negocios, que se dejaría

de hacer a boca o mediante billetes para realizarse a través de consultas, limitando de

esta manera el acceso al rey e impidiendo a Damant que tuviera el grado de intervención

en los asuntos de Estado que habían tenido anteriores guardasellos, en especial

Hopperus. Esta mudanza nos puede explicar que los “castellanistas”, dominadores de la

esfera cortesana e impulsores de esas reformas, permitieran que se hubiera dado a

Alejandro Farnesio, “papista” reconocido, la posibilidad de elegir al guardasellos y

consejero del nuevo Consejo. Ambas “hechuras” del príncipe de Parma652, además de

tener limitada capacidad de acción, vieron fiscalizada su labor por el secretario Laloo,

que mantenía una estrecha relación con Mateo Vázquez y Juan de Idiáquez. Debido a

ello, los conflictos entre Damant y el secretario durante los 10 años de existencia del

650 Estas ordenanzas se encuentran publicadas en francés en J. M. RABASCO VALDÉS, “Una etapa del Consejo de Flandes y de Borgoña...”, pp. 79-81. Están tomadas de AGS, E., leg. 2574, s. f., pero existen numerosas copias en AGP, SP, leg. 2569, ff. 7-8 (también aparece la minuta), AHN, E., leg. 1490 (II), s. f. y E., libro 572, Bibliothèque Nationale de Paris, Manuscrits Fonds Espagnols, nº 143, ff. 155-158 y BRB, Ms. 16044, I, ff. 423-429. 651 J. LEFÈVRE, “Les registres de la correspondance administrative de Philippe II (1585-1598)”, Archives, Bibliothèques et Musées de Belgique, 6 (1929), pp. 17-29. En este artículo, el autor nos habla de los volúmenes 193 a 196 de AGR, Audience, que son transcripciones de la correspondencia administrativa enviada por Alonso de Laloo desde Madrid a Flandes entre los años de 1585 y 1598. Los destinatarios son muy diversos, desde gobernadores generales a consejos, nobles flamencos o extranjeros. 652 Champagney, en un memorial elaborado el 21 de diciembre de 1589 (publicado en A.L.P. de ROBAULX DE SOUMOY (Ed.), op. cit., p. 293) escribía, "Ces deux envoyés sont des créatures du duc de Parme; Damant a pris pour son collègue, le protonotaire Schetz, parce qu´il sait que étant parent de sa femme, du côté de sa mère, il n´en sera point contredit; tous les deux ont été choisis non seulement à la recommandation du Duc, mais de ses favoris. Damant a été présenté au Conseil Privé par madame du Roeulx mère de Franceline; et celle-ci a recommandé au duc de Parme le frère de Damant, pour l´ammanie d´Anvers, un des offices les plus riches, comme on le dit plus haut, et peut-être le plus riche de ces provinces".

205

Consejo fueron muy numerosos y continuaron, incluso, cuando en 1599 retornaron con

los Archiduques a los Países Bajos.

La fundación del Consejo de Flandes pretendía cumplir una función más, cual

era convertirle en representante de su nación en la Corte, en un momento en que las

diferentes nacionalidades que convivían en Madrid comenzaron a sentir la necesidad de

sentirse representadas y de tener algún sitio de reunión y encuentro con gente de su

misma procedencia, lo que fue fomentado por la propia Corte dentro de ese proceso de

jerarquización de los territorios. A raíz de estas inquietudes surgieron hospitales como

el de San Pedro de los Italianos (1598), San Andrés de los Flamencos (1605), San

Antonio de los Portugueses (1606), San Luis de los Franceses (1615), el Hospital Real

de Nuestra Señora de Montserrat de los Aragoneses (1617) o el Hospital y Colegio de

los Irlandeses (1629), así como diferentes cofradías como la de la guarda de Corps653.

De esta manera, los “extranjeros” residentes en la Corte vivirían en ella como si se

encontraran en sus territorios de procedencia, pudiendo usar sus escribanos e instancias

propias.

Pese a esta novedad, toda la tarea administrativa referente a Flandes no se

concentraría únicamente en el citado Consejo, ya que también intervendría en esas

labores la Secretaría de Estado para el Norte654, que también tuvo que sufrir cambios

para adecuarse a la nueva situación.

La Secretaría de Estado unificada, había estado al cargo de Antonio Pérez hasta

su caída, momento en que fue relevado por Juan de Idiáquez. El secretario permanecería

en el puesto hasta que su nueva condición de privado le permitió en 1587 dividir su

antiguo oficio en dos secretarías, como había estado en origen, al frente de las cuales

colocó a dos familiares suyos; en la secretaría de Italia acomodó a Francisco de

Idiáquez655 y en la del Norte a Martín de Idiáquez656, consiguiendo así descargarse de

labores administrativas para centrarse en asuntos de gobierno.

653 Al igual que había sucedido con otras secciones de la Casa Real, los archeros fundaron su propia cofradía para atender a los más desfavorecidos de la guarda y que ayudara a sus viudas cuando ellos fallecían. Se fundó bajo la advocación de San Andrés, patrón de los flamencos, y aunque se desconoce su fecha de creación sabemos que estaba funcionando en 1605. Sobre su evolución y fundamentos, F. y B. VIDAL GALACHE, Fundación Carlos de Amberes: historia del Hospital de San Andrés de los Flamencos, 1594-1994, Madrid, 1996, pp. 48-55. 654 Sobre esta institución y su desarrollo, S. FERNÁNDEZ CONTI, "Génesis y primeros pasos de la Secretaría de Italia del Consejo de Estado (1543-1579)" en E. BELENGUER CEBRIÀ (coord.), op. cit., III, pp. 39-63. 655 Su biografía en Configuración, pp. 407-408. 656 Ibídem, p. 409. Su nombramiento como Secretario de Estado para el Norte en AGS, EMR, QC, leg. 17, s. f.

206

Martín de Idiáquez abrió un registro de todas las cartas y despachos expedidos

por su secretaría nada más empezar a ejercer como secretario657, documentos que en su

mayoría hacían referencia a mercedes concedidas a hispanos que hubieran servido en

Flandes, sobre todo en el ejército. Sin embargo, la labor de la secretaría no se limitaría

únicamente a servidores de esa nacionalidad y comprendería otras como ingleses658,

naturales del Imperio659, albaneses660, e, incluso, flamencos661. Así mismo, en ocasiones

se expedirían cartas relacionadas con asuntos religiosos662 o militares663, incluidos los

títulos de algunos oficiales del ejército664. Estos registros son un verdadero muestrario

657 Este registro se conserva en AHN, E., libs. 251 y 253 y las cartas y despachos se dirigirían tanto a los gobernadores como a Esteban de Ibarra durante su estancia en Flandes (muchas de las minutas se encuentran en AGS, E., entre el legajo 2218, que comienza en 1585, y el 2224, que llega a 1598). El primero de ellos abarca desde el 7 de agosto de 1587, Martín de Idiáquez comienza a firmar el 25 de septiembre y antes aparecen algunas cédulas signadas por Francisco y Juan de Idiáquez, hasta marzo de 1593. El segundo libro, por su parte, comprende desde 1593 a 1599. Martín de Idiáquez, además, abrió un libro especial que encontramos en Ibídem, libro 252, que trataba sobre asuntos concernientes al ejército en Bretaña desde 1591 a 1595 y cuyas cartas y despachos iban dirigidas a Juan del Águila, Maestre de Campo de la Infantería Española. 658 Como George Person, hermano de Robert Person de la compañía de Jesús, al que se le renovó su entretenimiento de 30 escudos (Felipe II a Ernesto de Austria, 30 de marzo de 1594, en el libro 253, f. 70 v.). Algunos de estos ingleses sirvieron en la Casa de Felipe II como William Copley, del que encontramos varias referencias tanto en el libro 251, ff. 58 v.-59 v. y 83 v. como en el 253, ff. 57 r.-v. y 215 v.-216 r. 659 Tal es el caso de Sigmund Dietrichstein, hijo del famoso mayordomo mayor del emperador Maximiliano II. El 8 de febrero de 1590, Felipe II escribió a Farnesio para que se le honrara en Flandes donde servía en el ejército del rey (AHN, E., libro 251, f. 85 v.- 86 r.). 660 Como Jorge Cresia, que reclamó a Felipe II el pago de 9930 escudos que se le habían quedado a deber de la época de Farnesio. El 15 de marzo de 1594 el rey escribió a Ernesto para que se le remataran sus cuentas y se le pagara lo antes posible (libro 253, f. 61 r.-v.) y le envió una carta de recomendación con fecha del 30 de marzo (Ibídem, ff. 65 v.-66 r.). 661 Nos encontramos, por ejemplo, con Enrique de Bronckhorst, que había ido a negocios propios a Castilla en 1587 y cuando los resolvió pidió reincorporarse al ejército en Flandes donde había servido, escribiendo Felipe II a Farnesio el 2 de septiembre para que le contratara (libro 251, fol 5 r.). El flamenco de mayor importancia del que tenemos constancia en estos registros es Afuero de Voerst, gentilhombre de la casa del monarca, que solicitó ir a servir a Flandes y el 5 de mayo de 1588 el rey escribió a Farnesio para que le diera un oficio, concediéndole, además, 25 escudos al mes de entretenimiento (Ibídem, ff. 38 v.-39 r.). 662 Felipe II escribió a Farnesio el 8 de febrero de 1590 para recordarle que en 1587 le había enviado por la vía en francés la concesión de 1600 florines de pensión sobre la abadía de Hamon y otros 1200 sobre la de Saint Ghislain para los seminarios de las 4 órdenes mendicantes. Así mismo, se les había otorgado 1600 ducados de socorro y limosna al año de parte del ejército. Sin embargo, aún no se les había pagado y Felipe II pidió al gobernador que se hiciera de inmediato y si faltaba algo de corrido que se les entregara (Ibídem, ff. 84 v.-85 r.). 663 Como la misiva del monarca a Farnesio del 8 de febrero de 1588, en que le recordaba que ya le había escrito en diversas ocasiones sobre que los capitanes y soldados españoles que servían en el ejército de Flandes no tuvieran licencia para ir a pedir mercedes a Madrid. Todo se debía hacer desde los Países Bajos, aunque esto no incluía a los heridos en servicio ya que a estos se les podría dar licencia (Ibídem, f. 22 r.-v.). 664 Como el de general de la caballería ligera española, italiana y albanesa de Flandes que se le concedió a Alonso Ávalos de Aquino, marqués del Vasto, con fecha del 20 de diciembre de

207

de personajes y asuntos relacionados con los Países Bajos, que nos ayuda a conocer

mejor la situación durante estos años.

Fruto de esta dualidad administrativa, Consejo de Flandes y Secretaría de Estado

para el Norte, resultaría la existencia de dos vías de correspondencia con los estados

bajos: la vía en francés y la vía en castellano. Ambas ya existían antes de 1587-1588 -el

secretario del “Ministerio Colateral” llevaba la francesa y el de Estado la castellana-,

pero mientras con anterioridad en ellas se entremezclaban las cartas sobre asuntos

políticos y administrativos, tras los cambios acaecidos serían únicamente estas últimas

las que constituirían su correspondencia.

Esta situación tenía su reflejo en Bruselas, ya que los gobernadores generales

desde época de Margarita de Parma hacían también uso de una doble vía a la hora de

mantener correspondencia con la Corte, normalmente en francés y en castellano, aunque

durante los gobiernos de la hermanastra de Felipe II y de su hijo se realizó en italiano665.

La primera, expedida por el audiencier666, se centraba, sobre todo, en asuntos

administrativos relacionados con Flandes y los flamencos y solía ser recibida por el

“Ministerio Colateral”667. La segunda, en cambio, tocaba también algunos temas

administrativos, pero versaba, sobre todo, de asuntos políticos y de gobierno y era

expedida por el secretario privado del gobernador hacia el secretario de Estado en

Madrid, lo que originó críticas de los consejeros flamencos al considerarse apartados de

la toma de decisiones668. Estas protestas se acentuaban cuando el secretario personal

tomaba un papel que no le correspondía e intervenía en política, lo que sucedió en

numerosas ocasiones; baste recordar la labor de Armenteros, Albornoz, Escobedo o

Cosme Masi, con honrosas excepciones como los secretarios de Luis de Requesens -

Domingo de Zabala y Baltasar López de la Cueva-, o el del conde de Fuentes -Isidro

Morán-.

1586, junto con algunas cartas de recomendación (Ibídem, ff. 37 v.-38 v.). La minuta de este título en BL, Additional, Ms. 28388, ff. 142-143. 665 J. LEFÈVRE, "La correspondance des gouverneurs-généraux à l´époque espagnole", Archives, bibliothèques et musées de Belgique, 21 (1950), pp. 28-55. 666 Sobre las labores del Audiencier, H. DE SCHEPPER, Audiëntie en Secretarie van de Geheime Raad en E. AERTS, M. BAELDE et alíi, op. cit., versión en neerlandés, I, pp. 367-385 y versión en francés, I pp. 363-382. Asimismo, C. HÉNIN, La charge d´audiencier dans les anciens Pays-Bas, Bruselas (ediciones de la ULB), 2001. 667 La mayoría de esta correspondencia se encuentra en AGR, Audience; la correspondiente al gobierno del duque de Alba está en los legajos comprendidos entre el 164 y el 169, del 170 al 172 la de Requesens,... Ver fuentes al final del libro. 668 Esta correspondencia es la que se encuentra en AGS, en la sección de Estado, mezclada con otras cartas privadas de ministros reales en Flandes o despachos diplomáticos. Ver fuentes.

208

Este descontento, unido al hecho de que algunos de estos secretarios privados,

en especial el de Alejandro Farnesio, escaparan al control real, así como al momento de

institucionalización que vivía la Monarquía, llevó a la creación en 1592-1593 de la

nueva Secrétairerie d´État et de Guerre669. Para poner en marcha la nueva institución,

se decidió el envío a Flandes del secretario Esteban de Ibarra670, personaje íntimamente

ligado a Juan de Idiáquez que adquiriría un notable protagonismo durante su estancia en

esas tierras. Una vez retornó a la Península Ibérica en 1596, su puesto pasó a ser

ocupado por Juan de Manciçidor671, que contribuiría a consolidar la nueva institución

durante el periodo Archiducal.

Una vez descrita la vía administrativa, debemos centrarnos en conocer la

política; es decir, como se llevaba a cabo realmente la toma de decisiones tocantes a

Flandes. Como era lógico según los nuevos planteamientos, estas no se tomarían ni en la

Junta de Noche, aparecida a finales de 1587 y principios de 1588, ni en la de Gobierno,

institucionalización de la anterior en 1593, ya que su labor estaría vinculada a aspectos

rutinarios del gobierno, así como a gracias y mercedes revisando las solicitudes672. De

este modo, tenemos que volver la vista hacia el Consejo de Estado, foro donde se

trataron los asuntos de relevancia referentes a Flandes, y dentro de él hacia dos de los

patronos más importantes de la Corte durante estos años: Cristóbal de Moura y, sobre

todo, Juan de Idiáquez.

En efecto, estos dos consejeros fueron los encargados de trazar las líneas

maestras de la política a seguir, sobre todo, tras de la muerte de Juan de Zúñiga,

momento que Idiáquez aprovechó para acaparar las competencias sobre Flandes,

Francia e Inglaterra. Moura se fue aproximando a estos negocios y parece que ambos

mantuvieron una entente cordial, interviniendo juntos en asuntos como la creación de la

Armada. Esta realidad se plasmaría en la correspondencia de los gobernadores de 669 J. LEFÈVRE, La Secrétairie d´Etat et de Guerre…, pp. 1-71 y P. LENDERS, “Secrétairie d´État et de guerre” en E. AERTS, M. BAELDE et alíi, op. cit., versión en neerlandés, I, pp. 386-397, versión en francés, I, pp. 383-395. La documentación que generó esta institución se encuentra en AGR, en la sección del mismo nombre. 670 Sobre este personaje y su labor en Flandes, nuestro artículo “La visión de un ministro “castellanista” sobre la situación de los Países Bajos al final del siglo XVI: los “advertimientos” de Esteban de Ibarra”, BCRH, 174, (2008), pp. 89-166. 671 J. LEFÈVRE, "Don Juan de Mancicidor, secrétaire d´État et de Guerre de l´archiduc Albert (1596-1618)", Revue belge de Philologie et d´Histoire, 4 (1925), pp. 697-714. 672 Un minucioso estudio de la documentación generada por ambas Juntas, que se encuentra en IVDJ, Envíos 43, 44 y 45, nos muestra como el único asunto relevante para la política de Flandes que se trató en ellas fue el nombramiento de un encargado de revisar las cuentas. Por el contrario, si aparecen algunos asuntos secundarios como peticiones de mercedes de personajes que habían servido allí, caso de Juan Fernández de la Pita, que tras licencia de Alberto volvió a Castilla donde se le concedió por Junta de gobierno del 9 de septiembre de 1596 el entretenimiento de capitán reformado cerca del virrey de Navarra (Envío 45, caja 59, nº 524).

209

Flandes desde 1593, fecha en que el conde de Fuentes y Esteban de Ibarra llegaron a

esas tierras y comenzaron a dirigir todas sus misivas a Felipe II o a “Común”673, término

que aludía a Idiáquez y Moura.

Sin duda, el poder que ambos personajes ostentaban sobre los asuntos flamencos

era anterior a esta fecha, pero la mutua desconfianza con Farnesio hizo que este solo se

comunicara durante los últimos años de su gobierno con Felipe II y, en contadas

ocasiones, con Idiáquez. Este monopolio no se vería amenazado hasta mediados de

1595, momento en que Juan de Zúñiga y Avellaneda, conde de Miranda, comenzó a

aparecer en los billetes de Felipe II, gracias a su estrecha relación con el futuro duque de

Lerma. Sin embargo, su interés se acabaría encauzando hacia los territorios italianos674.

Por último, estas modificaciones en los asuntos flamencos tuvieron también su

reflejo en la propia Casa Real del monarca y, en concreto, en la guarda de archeros de

Corps.

Tras el considerable desgaste que había sufrido la compañía durante más de dos

décadas a consecuencia de la Revuelta, tanto en su disciplina interna como en la

apariencia externa, estaba claro que era necesario dar un golpe de timón para reconducir

la situación. El momento preciso se presentó durante el citado proceso de

institucionalización, al contemplarse la necesidad de dotar a la unidad de una serie de

reglamentos que marcaran claramente sus obligaciones y actuaciones y que prestigiaran

en cierta medida a sus miembros para, de esta manera, reforzar su condición de

representante de la nación flamenca en la Corte de la Monarquía y recuperar su antiguo

lustre y el respeto del resto de instancias. Era fundamental en todo este proceso que se

nombrara un capitán de elevada condición social para que infundiera el debido respeto a

los archeros díscolos, siendo elegido Philippe de Cröy, conde de Molembais y futuro

conde de Solre675, que pertenecía a una rama menor de una de las familias de más rancio

673 La primera misiva que encontramos de estas características es una de Esteban de Ibarra del 20 de marzo de 1593 (AGS, E., leg. 605, f. 29). Por su parte, la primera escrita por Fuentes data del 10 de abril (Ibídem, leg. 604, f. 70). 674 Su biografía en Configuración, pp. 521-522. 675 Fue señor de Molembais y conde de Solre desde el tres de marzo de 1590. Nació en 1562 como primogénito de Jacques de Cröy y su tercera esposa Yolande de Lannoy. Su primera aparición en la vida pública fue su candidatura a gobernador de Arrás en 1585 y, aunque fue rechazado por su temprana edad, este suceso supuso el comienzo de una fructífera carrera cortesana. Peleó en las guerras de Flandes al lado de Farnesio y el siguiente paso en su ascensión cortesana fue su nombramiento como capitán de la guarda de Corps, oficio que ejercería desde 1588 hasta finales de 1590 en que retornó a Flandes. Tuvo una activa participación en los gobiernos de Farnesio, Ernesto, Fuentes y Alberto, del cual fue caballerizo mayor, falleciendo en 1612 (B. J. GARCÍA GARCÍA, “Ganar los corazones y obligar los vecinos”. Estrategias de pacificación de los Países Bajos (1604-1610)” en A. CRESPO SOLANA y M. HERRERO (coords.), op. cit., I, pp. 137-165).

210

abolengo de Flandes. Como teniente fue nombrado, a petición del propio Philippe, su

hermano Jacques. Por supuesto, el proceso de elección del nuevo capitán debe

enmarcase dentro de la situación faccional de la Corte.

Tras petición real de que ofreciera su candidato para el cargo, Alejandro

Farnesio propuso a Philippe de Cröy en marzo de 1587, según él, por su juventud y el

alto linaje de su familia, pudiéndola ligar de esta manera al servicio real en un momento

de tantas defecciones al mismo676. Pese a su idoneidad, la elección sufrió trabas por su

cercanía a las ideas de su “patrón”, de tal suerte que el período de transición entre

Molembais y Charles de Tisnacq677, personaje que estaba al mando de la unidad de

manera interina, no careció de incidentes, de los cuales saldría vencedor el último por su

cercanía al grupo cortesano más poderoso del momento678.

676 Las cualidades del nuevo capitán las cita el propio Farnesio en una carta al monarca del 16 de marzo de 1587 en AGS, E., leg. 592, f. 46, “Y considerando en ello no he podido dar en persona que mas me contente para el de capitán de la guarda de los Archeros de V. Majestad que la de Mos de Molembais, hijo de Mos de Sempi, que es de la casa de Croy como V. Majestad bien sabe, que es caballero honesto modesto sobrio callado y muy bien criado, y que no se meterá en mas de lo que se le mandare, y aunque no tiene mas de 25 años es dotado de tan buen entendimiento que se puede tener por sin duda que dará buena quenta de lo que se le encargare, y pues que por ser de la casa que es y tener las condiçiones que digo que me pareçen muy conformes a las que V. Majestad pretende tenga la persona que aura de servirle quel dicho cargo y no aver descubierto otras para nombrar a V. Majestad en su compañía porque no me assegurava de su voluntad por tener el padre viejo y estar el casado con mujer moça me he querido assegurar della, y le he hallado tan pronto en todo lo que toca al servicio de V. Majestad y tan puesto de servir y obedesçer en todo lo que se le ordenare y la parte que V. Majestad quisiere mandar que vaya en particular çerca de su real persona que no ay mas que pedir a un cavallero honrrado y fiel vassallo, de manera que si a V. Majestad contentare el subjecto y fuere querido que vaya a servir el dicho cargo en volviéndome la respuesta le hará partir muy confiado que açertará a servir a gusto de V. Majestad”. 677 Nacido en Bruselas hacia 1550 era el primogénito de Charles de Tisnacq, presidente del Conseil Privé, y de Catherine Boissot. Su infancia transcurrió en los Países Bajos hasta 1559, cuando viajó junto a sus padres a Castilla al concederse el oficio de guardasellos a su progenitor. Los servicios y el prestigio de este le abrieron muchas puertas y en 1567 fue nombrado gentilhombre de la Casa de Borgoña del rey. Así mismo, se le permitió viajar en el ejército que acudió a Flandes con el duque de Alba, donde sirvió durante tres años en que se sufragó sus gastos, así como los de 8 caballos, en la defensa de Genlis y en los sitios de Mons y Haarlem. Una vez de vuelta en Castilla, continuó sirviendo a Felipe II en su oficio palatino hasta el año de 1578 en que fue nombrado gobernador de la guarda de archeros de Corps. Ejercería como tal hasta 1588, momento en que fue sustituido por el nuevo capitán Philippe de Cröy. El relevo de Tisnacq al frente de la guarda no quiere decir, ni mucho menos, que perdiera la confianza real, ya que se le concedió la encomienda de Alcolea de la orden de Calatrava en 1590 y se le destinó a importantes misiones encaminadas a establecer contactos para conseguir la paz con los rebeldes flamencos, a lo que dedicó su actividad hasta su muerte en marzo de 1597 (Biografía en el DBE). Para su labor en la guarda, nuestro artículo “Las guardas palatino-personales de Felipe II...”, pp. 464-469 y “Una élite flamenca en el servicio del monarca....”. 678 D. GARCÍA HERNÁN, “Nobleza y seguridad en la Corte: los capitanes de las guardias reales a finales del siglo XVI”, Madrid. Revista de Arte, Geografía e Historia, 7 (2001), pp. 36-37.

211

En todo caso, la presencia de Philippe de Cröy en la Corte posibilitó que se

llevara a cabo la segunda de las medidas que se habían venido pergeñando para

conseguir mejorar el buen gobierno de la guarda de archeros de Corps, cual era la

publicación de unas ordenanzas para el cuerpo que vieron la luz en el monasterio de San

Lorenzo de El Escorial el dos de abril de 1589679. No es nuestra intención analizar en

detalle las mismas sino observar la clara intención que tenían de reforzar al capitán para

lograr un mayor control de la guarda, algo ya apuntado por un reglamento provisional

de diciembre de 1584680.

Este documento previo se redactó con intención de subsanar algunos de los

problemas jurisdiccionales que tenía la compañía y que provenían, en gran medida, de

la ausencia efectiva de capitán al frente de la unidad desde 1561. Para tratar el asunto, se

convocó una junta en casa del cardenal Granvela, que se reuniría el 21 de julio y el 29

de septiembre de 1583, y que estaría compuesta por el mayordomo mayor, el IV conde

de Fuensalida, los mayordomos Chinchón y Fadrique de Toledo, el contralor Jehan

Sigoney, el greffier Rodrigo de Ocáriz, el guardasellos Jehan Foncq y el propio

Granvela. Todos ellos coincidieron en la necesidad de reforzar las atribuciones del

capitán, lo que se plasmó en el articulado, aunque no se delimitaron claramente las

competencias con la Junta de Bureo, lo que derivaría en ulteriores problemas.

Estas intenciones fueron ratificadas por las ordenanzas de 1589, aunque dotando

de nuevas funciones al capitán, como que pudiera realizar el juramento a los nuevos

archeros y solo después lo debiera comunicar al Bureo para que se le inscribiera en los

libros de acroys, o que pudiera redactar ordenanzas que los archeros debían cumplir. Sin

duda, estas ordenanzas representaron el culmen del poder de los capitanes en relación

con otras instancias y ratificaban su importancia como una de las principales “fuentes de

gracia” de los flamencos en la Corte de los monarcas hispanos, al poder disponer a

voluntad de las plazas de archeros para otorgar a sus “hechuras”. Hay múltiples

ejemplos de estos nombramientos, pero basten dos muy significativos como el citado

Alonso de Laloo, archero desde 1561 a 1568681, o el famoso Jehan Lhermite, que

679 Publicadas en J. MARTÍNEZ MILLÁN y S. FERNÁNDEZ CONTI (dirs.), op. cit., II, pp. 830-832. Para un análisis pormenorizado de estas ordenanzas, así como de las de 1626 y 1634, E. MARTÍNEZ RUIZ, "Presencia de Borgoña y de los Países Bajos en la Corte madrileña: la compañía de archeros de la guarda de corps (1589-1635 aprox.)", Madrid, revista de arte, geografía e historia, 5 (2002), pp. 52-64. 680 Reglement touchant la conducte des Archiers, redactado el 7 de diciembre de 1584 (AGS, SP, leg. 2539, s. f.). 681 AGP, Reg. 5729.

212

ingresó en la guarda gracias a su condición de gentilhombre del capitán Philippe de

Cröy682.

El conde de Solre no permaneció mucho tiempo en Castilla, ya que se decidió

ocuparle en otros menesteres de mayor importancia en su tierra natal, de los cuales nos

ocuparemos posteriormente, dejando a su hermano al frente de la unidad. Pese a su corta

estancia en Madrid, Solre había contribuido de manera decisiva a la institucionalización

de la guarda y a la clarificación de unos usos que se habían ido relajando en años

anteriores.

5.2.- La lucha faccional en Flandes durante el gobierno de Alejandro Farnesio

(1578-1592)

5.2.1.- La configuración de las facciones cortesanas en sus años de esplendor (1578-

1588)

El panorama faccional que se le presentaba a Alejandro Farnesio tras el

fallecimiento de don Juan de Austria era, cuanto menos, complicado. La situación de

enfrentamiento y separación era tal, que las provincias y los nobles flamencos tuvieron

que elegir definitivamente su bando, con lo que acabó la ambigüedad que habían

utilizado algunos de ellos desde el comienzo de la Revuelta. Esta situación afectó

especialmente a los componentes de la facción “moderada”, que, siguiendo el ejemplo

del señor de la Motte, decidieron retornar a la obediencia real junto con sus ejércitos

mediante el Tratado de Mont Sant Eloi del 6 de abril de 1579683.

Dicha Reconciliación fue posible, en gran medida, gracias a la actuación de tres

personajes. El inspirador de la iniciativa fue el cardenal Granvela, que ya desde el

gobierno de don Juan había observado la división entre los Estados y la falta de

autoridad de Matías y de Anjou, por lo que creía factible atraer a las regiones valonas,

empezando por Valenciennes y continuando por Hainaut, Artois y Lille-Douai-

Orchies684. Una vez el cardenal recobró un papel importante en el centro de la

Monarquía activó el plan, encontrando en Farnesio, segundo actor de la Reconciliación,

al ejecutor perfecto del mismo. Las ideas políticas del príncipe de Parma huían de la

intransigencia practicada por el duque de Alba y abogaban por que los nobles flamencos

disfrutaran de una mayor cuota de poder y recuperaran sus antiguos cargos, lo que

682 Ibídem, 5730. 683 Para las negociaciones de las diferentes provincias y nobles para retornar a la obediencia real, G. JANSSENS, "Pacification générale ou réconciliation particulière? Problèmes de guerre et de paix aux Pays-Bas au début du gouvernement d´Alexandre Farnese (1578-1579)", BIHBR, 63 (1993), pp. 250 y ss. 684 ID., “Cardinal Granvella and the revolt of the Netherlands...”, pp. 146-149.

213

constituía, ni más ni menos, el programa político de los componentes de este grupo

moderado. Por último, Felipe II permitió dichas maniobras al ofrecer a los posibles

“reconciliados” una amnistía por su papel en la Revuelta, prometiendo restituirles los

bienes confiscados y concederles puestos clave en un gobierno futuro, con la única

condición de que la religión permaneciera fuera de toda negociación685. El monarca,

además, aceptó participar en las conversaciones de paz que Rodolfo II había propuesto

con los rebeldes y que se iniciaron en Colonia en mayo de 1579686, pese a continuar

abiertas las hostilidades.

Los éxitos de Farnesio y las instrucciones de Granvela, llevaron a que los

emisarios reales plantearan unas condiciones leoninas y a adoptar una postura

intransigente, sabedores, sin duda, de que sus presupuestos no iban a ser aceptados, pero

confiando en que nuevos nobles sucumbieran a la oferta de perdón a cambio de

obediencia. El suspenso de las negociaciones en noviembre acentuó aún más las

diferencias, pero sirvió a Farnesio para atraer entre 1579 y 1582 a nobles como

Montigny, Lalaing, Melun, Havré, Egmont, Hèze, el señor de Capres, Aerschot y

Rennenberg que, en muchas ocasiones, aportaban con su “reconciliación” las plazas

fuertes y guarniciones que las custodiaban, como es el caso de este último con

Groningen. Sin duda, las condiciones que se les habían prometido eran muy apetecibles

y el único gran señor que no las aceptó fue el príncipe de Orange.

Ese retorno masivo a la obediencia real se pudo comprobar tras la reforma que

realizó el príncipe de Parma en el Conseil d´État al poco de hacerse cargo del gobierno,

ya que de los doce consejeros en que se fijó su composición, únicamente dos no habían

puesto en entredicho en ningún momento la autoridad de don Juan de Austria.

Además de utilizar los cargos administrativos para acomodar a esos nobles

“reconciliados” y a los que habían permanecido fieles, Farnesio quiso también valerse

del instrumento más adecuado para la integración de las élites territoriales en su

proyecto de gobierno: su Casa687.

Desde el primer momento, el príncipe de Parma fue consciente de que su

servicio era una herramienta política de primera magnitud para consolidar la

Reconciliación, pues el ingreso en el mismo implicaba que se le reconocía como

superior y presuponía una lealtad hacia su persona. Sin duda, un oficio en la Casa de

685 H. van NIEROP, “The Nobility and the Revolt of the Netherlands...”, pp. 96-97. 686 Para el desarrollo de esas conversaciones, que fueron las primeras en donde se puso en entredicho la soberanía de Felipe II sobre los Países Bajos, H. DE SCHEPPER, “Los Países Bajos y la Monarquía Hispánica,...”, pp. 333-335. 687 J. M. RUBIO, Alejandro Farnesio. Príncipe de Parma, Zaragoza, 1939, pp. 79-80.

214

Farnesio resultaba atrayente para los nobles flamencos, ya que la triple condición que

ostentaba de príncipe de la sangre, de gobernador de Flandes y de heredero del ducado

de Parma aseguraba a los miembros de la misma honor y gajes, así como la exención de

ciertos impuestos688. Debido a ello, el nuevo gobernador potenció la entrada de

flamencos en puestos de relevancia, siguiendo la senda iniciada unos años antes por don

Juan, aunque sin abandonar la esencia italiana que impregnaba su Casa desde su

creación689.

Para adecuarse a esta nueva situación, fue necesario que el séquito de Farnesio

sufriera una notable reestructuración e incrementara sus miembros, llegando a estar

compuesto el 18 de enero de 1586 por más de 300 miembros690. Entre ellos se

encontraban numerosos flamencos ubicados en oficios de relevancia, como el capitán de

la guarda señor de Haultpenne, los gentilhombres de la cámara Noircarmes, Juan de

Robles, barón de Villy, y los señores de Molembais, futuro conde de Solre, y de Cröy, o

los camareros señores de Croisilles y de Vertaing.

Por lo que respecta a los escalones inferiores de la Casa, el ingreso de flamencos

se fue consolidando en algunas de las secciones, mientras en otras su acceso resultó más

complicado. Así, en la capilla apenas hubo naturales de los Países Bajos en los puestos

de mayor relevancia, pero sí en los inferiores, sobre todo entre los cantores. En la

cámara, por su parte, nos encontramos como dos de los tres mayordomos, cuatro de los

siete gentilhombres y los cuatro ayudas eran flamencos. Por lo que respecta a la

caballeriza, los puestos más relevantes estaban ocupados por italianos, mientras los

menores estuvieron copados por flamencos, utilizándose la casa de los pajes, cuyo

maestro era de las “tierras bajas”, para atraer a los hijos de los nobles de la zona al

servicio real. En la guarda, la preeminencia de naturales era clara, ya que estaba

compuesta por el capitán antes mencionado, 25 archeros de origen flamenco y 50

alabarderos, en su mayoría de la misma nacionalidad. Por último, en los oficios

688 Como así recordaba la cédula que el 1 de febrero de 1582 envió el Audiencier a la ciudad de Tournai recordando quienes debían “avoir franchise des maltottes et aultres exemptions”, entre los que se incluía a “les officiers de l´hostel de Sa Majesté comptez par les escroiz et aultrement” (AGR, Audience, 33/4, ff. 35 r.-36 v.). 689 L. VANDER ESSEN, Alexandre Farnèse prince de Parme..., I, pp. 142-143, nos señala que tras contraer matrimonio con María, su Casa estaba compuesta por Pietro Silvio como tesorero, Bartolomeo Zamboni como guardarropa, Francesco Madalena como caballerizo mayor, Gherardo como botiller, Nicolo Costric como mayordomo, Giovanni de Strada como camarero, Giovanni Corso como palafrenero, Benedetto Giandemaria como tesorero, Stefane Boccardo como proveedor y Jerónimo Calvo como “préposé aux dépenses”. Además, estaban Francesco Luisino como su secretario, Giacomo de Piozasco, su antiguo gobernador, el caballero Mantovano, Pietro Baldini y el flamenco Pierre de Vos, su sastre, junto a otros oficiales menores. 690 La plantilla de su Casa en esa fecha en AGR, Audience, 33/1, f. 86 y 33/4, ff. 38 r.- 50 r.

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manuales y en la furriera se produjo una entrada masiva de flamencos, sobre todo,

cuando el de Parma llevaba en los Países Bajos varios años, pues era más sencillo y

barato encontrar a servidores en esas tierras que traerlos de Italia.

Pese a esta presencia de naturales en su entorno, con el paso de los años se fue

consolidando entre los flamencos la idea de que Farnesio favorecía más a la nación

italiana que a otras, a través de actuaciones como la concesión del título de general de la

caballería ligera al marqués del Vasto691, y no al de Renty que también optaba a él692, y

el de capitán de la guarda a Pierre Francisco Nireli, su caballerizo mayor, tras fallecer el

señor de Haultpenne en 1587693. Debido a ello, el uso de su Casa no produjo todo el

fruto que cabía esperar y no pudo atemperar las críticas que se verterían sobre el

gobernador en sus últimos años de vida.

Una vez Farnesio hubo llevado a cabo la Reconciliación, configurado su Casa y

confirmado su título de gobernador, se encargó de ir definiendo los personajes en los

que se iba a apoyar para gobernar y poder aplicar su ideario político. Sin duda, los

consejeros en quienes demostró mayor confianza fueron su secretario Cosme Masi694 y

el letrado borgoñón Jean Richardot695. El primero, siguiendo la estela de otros

691 El monarca confirmaba el nombramiento el 29 de octubre de 1585 (AGS, E., leg. 589, f. 18). 692 Se le dio en compensación una plaza de consejero de Estado con patente del 10 de abril (CPh II, III, nº 227, p. 100). 693 A. CARNERO, op. cit., p. 398. 694 Secretario personal de Farnesio desde 1568, en que sucedió a Luisino, hasta la muerte del príncipe de Parma en 1592, por lo que estuvo con él en Italia, en su expedición contra los turcos en el Mediterráneo y en Flandes. Jugó un papel fundamental en la administración de los Países Bajos, sobre todo en Hacienda y Estado, ganándose la envidia de varios personajes como Champagney. Tras la muerte de Farnesio, Masi se vio obligado a permanecer durante un tiempo en Flandes, retenido por el conde de Fuentes y por Esteban de Ibarra, ya que Felipe II había pedido que se le remitiera el archivo de Farnesio que custodiaba Masi pero este había enviado ya parte al hijo de su patrón, Ranuccio, que se encontraba en Parma. Finalmente, el 29 de septiembre de 1594 pudo abandonar Bruselas tras el salvoconducto que Ernesto le dio para que pudiera volver a Italia (Biografía en el DBE). 695 Hijo de Guillaume Grusset y de Marguerite Richardot, estuvo vinculado a los Granvela gracias a su tío François Richardot, que fue sufragáneo de Arrás con el Cardenal y al que sucedió como obispo de dicha diócesis cuando se concedió a Granvela el arzobispado de Malinas. Su primer puesto en la administración fue el de consejero del Gran Consejo de Malinas por cartas patentes del 19 de marzo de 1568. Con la llegada de don Juan de Austria a Flandes, Richardot tomó partido por los Estados y Matías, decisión que le supuso estar un tiempo apartado del gobierno y cuando Farnesio, recomendado por Granvela, propuso su nombre como consejero de estado en 1579, Felipe II no lo concedió. El rey no permitió su entrada en el Consejo hasta el 26 de febrero de 1583, jurando el 8 de marzo de 1585. Previamente, el 26 de enero de 1582 se le había nombrado presidente del Consejo de Artois. Pese a este retraso, Richardot ya gozaba de la confianza de Farnesio y se ocupó de las negociaciones de sumisión de muchas ciudades como Gante, Brujas, Amberes, Bruselas,... permaneciendo lejos de su puesto en Artois. Su posición se veía reforzada constantemente y fue el gran hombre de confianza de Farnesio junto a Masi, con el que se dividió las áreas de gobierno. Tras morir Farnesio perdió parte de su poder, pero no desapareció de la escena política. Así, participó en las deliberaciones de la reunión que convocó Ernesto en 1595 y el 15 de mayo de 1597 se le concedió el puesto de

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secretarios privados de gobernadores, intervino activamente en Estado y Hacienda,

mientras el segundo, que obtuvo la confianza de Farnesio pese a contarse entre los que

apoyaron a los Estados Generales entre 1576-1578, adquirió gran relevancia en asuntos

de Estado y jurisdiccionales. En un escalón inferior nos encontramos al mayordomo

Paulo Rinaldi, que controlaba el séquito personal del gobernador e intervino en asuntos

de hacienda696, al señor de la Motte, centrado en asuntos militares, y a Philippe de Cröy,

señor de Molembais, con influencia en asuntos diplomáticos y cortesanos.

La existencia de este equipo de gobierno implicaba, necesariamente, que

quedaran fuera del acceso a la toma de decisiones una serie de personajes, que se vieron

abocados a pugnar denodadamente para ser escuchados. Aunque no podemos considerar

que esta facción contraria a los intereses de Farnesio fuera homogénea, ya que se

nutriría de cortesanos de diversas ideologías y procedencias, a partir de 1588 uniría

fuerzas para poder expulsar al príncipe de Parma y a sus colaboradores, aprovechando la

favorable coyuntura. Hasta ese momento, esa oposición fue creciendo y organizándose,

a la espera de tiempos mejores.

El primer grupo de opositores estaría constituído por los principales consejeros

de Felipe II en el Norte de Europa para los asuntos relacionados con Francia, que eran el

Comendador Moreo697, Bernardino de Mendoza698 y Juan Bautista de Tassis. Todos

chef-président del Consejo Privado, aunque desde la muerte de van der Burch en 1595 parece ya que ejercía el puesto de forma interina. Tuvo un gran protagonismo en la Cesión y en el gobierno de los Archiduques hasta su fallecimiento el 3 de septiembre de 1609 (Biografía en el DBE). Sobre el decurso de su familia, J. VANHOUTTE, “Van robins tot très grand nobles”. Carrièreplanning en huwelijksstrategie bij het geslacht Richardot in de Zuidelijke Nederlanden (1540-1701)” en G. MARNEF y R. VERMEIR (eds.), Adel en macht. Politiek, cultuur, economie, Maastricht, 2004, pp. 17-55, que es un resumen de su tesina defendida en Lovaina en el año 2000 con el título de “Van robins tot très grands nobles. De sociale klim van het geslacht de Richardot in de Zuidelijke Nederlanden (1540-1701)”. 696 Sobre este personaje y sus problemas con Champagney en el Conseil des Finances, debido a que poseía el sello de dicho Consejo para aprobar cualquier consignación, H. de SCHEPPER, “Frederik Perrenot van Champagney (1536-1602) het “enfant terrible” van de familie Granvelle” en K. de JONGE y G. JANSSENS (eds.), op. cit., p. 237. 697 De padre francés y madre castellana, se desconocen los primeros años de su vida hasta que fue nombrado comendador de la orden de Malta. Su gran oportunidad para descollar en el servicio real se le presentó cuando Felipe II decidió apoyarI a la Liga Católica durante las guerras de religión francesas. Sin duda, el origen de su padre y el conocimiento de la lengua le ayudaron para participar, junto a Juan Bautista de Tassis, en las negociaciones que llevaron a la firma del tratado de Joinville. Desde ese momento se convertiría, junto al mencionado Tassis y al embajador Bernardino de Mendoza, en uno de los representantes más importantes de Felipe II ante los líderes de dicha Liga. En ello permaneció ocupado durante los últimos años de su vida, ya que falleció en una emboscada de los hugonotes en Meaux el 30 de agosto de 1590 (Biografía en el DBE). 698 Nacido en Guadalajara en 1540 o 1541, era el décimo hijo de don Alonso Suárez de Mendoza, conde de Coruña, y Juana Jiménez de Cisneros, nieta del Cardenal. Siendo muy joven, empezó a estudiar en Alcalá de Henares y en 1556 recibió el grado de bachiller de Artes y Filosofía para, dos años después, doctorarse en la misma facultad y entrar al colegio de San

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ellos se encontraban vinculados de una u otra manera a Juan de Idiáquez y, por tanto, a

una concepción “castellanista” de la Monarquía, por lo que abogaban por una actitud

beligerante e intervencionista frente al reino vecino699. Farnesio, por el contrario, quería

evitar la intervención en Francia, ya que se restarían recursos a la lucha en Flandes,

divergencia de intereses que provocaría que el enfrentamiento fuera inevitable.

Este se iniciaría cuando Juan Bautista de Tassis mostró su intención de ser

nombrado consejero de Estado de Flandes700. Farnesio, no solo no apoyó en su

reclamación, sino que, además, hizo lo posible por retrasar su nombramiento como

Veedor General del ejército, cargo vacante desde el fallecimiento de Pedro de Tassis y

Acuña el 17 de agosto de 1584, que se había concedido al italo-flamenco tras rechazarse

su candidatura a embajador en Francia en favor de la de Bernardino de Mendoza.

La implantación de dicho oficio había resultado siempre muy conflictiva, tal y

como sucedió con el Comendador de la Magdalena en época de Alba o como ocurriría

posteriormente con Diego de Ibarra, debido a entrar en conflicto con otros cargos de la

hacienda del ejército, sobre todo, tras ampliarse sus atribuciones en la década de los

Ildefonso. Continuó con esa vida hasta 1562, momento en que decidió iniciar la carrera militar sirviendo en el norte de África, Malta y en 1567 pasó con Alba a Flandes, donde permanecería hasta 1577 y en donde tuvo su primer papel como diplomático al ser enviado a Roma para obtener la bendición papal de esa empresa. En 1574, ya con Requesens como gobernador, fue enviado en misión a Inglaterra, pidiendo que la armada que iban a lanzar contra los rebeldes pudiera refugiarse en Inglaterra. El correcto desempeño de dicha misión abaló su paso a las islas británicas como embajador permanente en 1578, oficio en el que serviría hasta 1584. Su estancia en las islas se caracterizó por su agresividad y la gran cantidad de obstáculos que encontró para llevar a cabo la política de apaciguamiento que le pidió el rey. Las tensiones aumentaron cuando don Antonio, Prior de Crato, se dirigió a Inglaterra pidiendo ayuda y se le escuchó. Mendoza se dio cuenta antes que Felipe II de que la coexistencia pacífica no era posible y que había que utilizar otras armas, por lo que se dejó vincular al complot de Throckmorton. Al descubrírsele, se le declaró persona non grata y se le expulsó del país. Posteriormente, se le enviaría como embajador a Francia, donde estaría desde 1584 a 1591 en que retornó a Madrid, en donde pasaría sus últimos años, falleció en 1604, dedicado a labores intelectuales (DE L. JENSEN, Diplomacy and dogmatism: Bernardino de Mendoza and the french catholic league, Cambridge, 1964, pp. 59-64; estudio introductorio de J. C. SAAVEDRA ZAPATER y J. A. SÁNCHEZ BELÉN de su libro, Theoria y practica de guerra, Madrid, 1998, pp. 11-23 y J. M. CABAÑAS AGRELA, Don Bernardino de Mendoza, un escritor-soldado al servicio de la monarquía católica (1540-1604), Guadalajara, 2001). Además de su labor como embajador, destaca su faceta de escritor y junto a su Theoría y práctica de guerra nos encontramos con sus Comentarios de Bernardino de Mendoza a lo sucedido en las guerras de los Países Bajos, desde el año de 1567 hasta el de 1577, Madrid, 1592. 699 Como podemos observar en la misiva que J. B. Tassis envió a J. Idiáquez el 4 de marzo de 1586 (AGS, E., leg. 591, f. 3), en que se declaraba su servidor. Tanto Moreo como Mendoza mostraban, asimismo, en toda su correspondencia una gran afinidad con el secretario. 700 J. Idiáquez a J. B. Tassis, 5 de enero de 1586, CPh II, III, nº 174, p. 75. Los sobrinos de Tassis, así como Juan de Idiáquez y Moreo, habían pedido esa plaza para él. Sin embargo, existía el inconveniente de ser considerado como hispano y debía convencer a Farnesio para que confirmara que ya se le consideraba flamenco. Esto no se cumplió y tuvo que conformarse con la plaza que tenía en el Consejo de Guerra, con el consiguiente enfado de Tassis (J. B. Tassis a J. Idiáquez, 2 de abril de 1586, AGS, E., leg. 591, f. 8).

218

80701. Esta es la razón fundamental de que Tassis no achacara la dilación en su

nombramiento únicamente a Farnesio, sino también al auditor general Alonso de

Salinas, a los contadores del sueldo Pedro Coloma y Alonso Carnero y al contador de la

artillería Pedro de Ayçaga, personajes en quienes se apoyaba Cosme Masi para manejar

la hacienda y para los cuales la entrada de Tassis en el control del dinero para el ejército

hubiera supuesto un recorte a su monopolio702. Frente a estos opositores, el Veedor

contó con el apoyo del Comendador Moreo, presente en Flandes desde 1586, y con el de

su ayudante Jerónimo Torellas, antiguo asistente de los veedores Juan de Acuña Vela y

Pedro de Tassis, por lo que portaba el despectivo mote de “acarreado de veedores

generales”703. Fuera de esta lucha nos encontramos a Juan de Lastur, pagador del

ejército704, a quien ambos bandos intentaron atraer hacia su causa sin lograrlo, debido a

sus ansias por volver a Madrid al no estar de acuerdo con el oficio que se le había

otorgado en los Países Bajos705.

Tras un prolongado periodo de lucha Tassis fue, finalmente, nombrado Veedor

General el 10 de diciembre de 1586706. Sin embargo, el conflicto estaba lejos de ser

701 Para el conocimiento de los diferentes oficios vinculados al ejército de Flandes, así como las competencias de cada uno de ellos, A. ESTEBAN ESTRÍNGANA, “Autopsia del despacho financiero. Ejecución y control de pagos en el Tesoro militar del ejército de Flandes (siglo XVII)", Obradoiro de historia moderna, 12 (2003), pp. 47-78. Sobre el aumento de competencias de la veeduría general en este momento, de la misma autora, “Alejandro Farnesio vs. Veeduría general del ejército de Flandes. Sobre las raíces del descrédito político del príncipe de Parma (1585-1587)”, texto presentado para las actas del Congreso Internacional Alessandro Farnese e le Fiandre... Agradezco a la autora la posibilidad de consultarlo antes de su publicación. 702 La protesta de los dos contadores a J. Idiáquez el 25 de junio de 1586 en AGS, E., leg. 590, ff. 27-28 y en BNM, Ms. 2816, ff. 34 v-37 v. Su demanda se basaba en las diferencias que se encontraron entre las instrucciones que se habían dado a Tassis y lo que él realizaba, ya que se extralimitaba en sus atribuciones. Otros documentos que ratificaban ese enfrentamiento en AGS, E., leg. 590, f. 29, “Copia de la relación que el Presidente Richardot, Comises de finanzas Charreton y Schetz y pagador Pedro de Olave, han hecho sobre los puntos de las diferencias entre el veedor general y contadores deste exército en la exequçion de su cargo, y oficios con declaración de su parecer” y f. 30, “Memoria sumaria de lo que el Señor Cosme Massi ha dicho a Juan Bautista de Tassis que paresçía al duque que se podía hazer sobre algunas diferencias de las que andan entre la veedoría general y contadurías”, s. d. 703 Jerónimo Torellas a J. Idiáquez, 1 de abril de 1586, Ibídem, leg. 591, f. 4. 704 Biografía en Configuración, p. 416. La instrucción que le dio Farnesio como pagador general del ejército en CODOIN, LXXV, pp. 296-300 y la que le dio Felipe II en Ibídem, pp. 300-304. 705 J. de Lastur a J. Idiáquez, 7 de septiembre de 1586, AGS, E., leg. 591, f. 26. Lastur esperaba con impaciencia la licencia que se le iba a conceder y rogaba a Idiáquez que continuara presionando por ella, aunque no la consiguió hasta 1590. Daba una serie de candidatos para ocupar su puesto como Alejo Cerezo de Salazar, comisario ordinario del ejército desde mayo de 1584, Francisco de Sagastizábal, comisario extraordinario del ejército y pagador general, y Lorenzo Bravo de Chacel, su favorito. 706 Moreo a J. Idiáquez, 18 de diciembre de 1586, Ibídem, f. 33, “El veedor general ha tomado la posesión del cargo y por eso terna quexas por alla V. S. y aunque vengan resoluciones ni

219

resuelto, ya que Farnesio intentó impedir el normal ejercicio de sus funciones y criticó

su manera de proceder707. Para reforzar su posición, el gobernador convocó una Junta

compuesta por Richardot, el auditor Salinas, los commis Charretón y Schetz y el

pagador Olave -es decir, personajes afínes-, que se encargó de estudiar los títulos del

Veedor y certificó que Tassis se había excedido en el ejercicio de sus funciones708.

El divorcio entre ambas partes era evidente y el Veedor se vio obligado a volver

a quejarse de los contadores, que hacían caso omiso de sus requerimientos de acudir a

su casa a estudiar asuntos de la hacienda real709, dificultades que le llevaron a solicitar

un relevo en el oficio que Idiáquez le denegó. Su aliado Moreo fue más allá y comenzó

a conspirar contra el gobernador710, alentando las críticas a su gestión durante el viaje

que realizó a Madrid en febrero de 1587 para asuntos particulares y relacionados con la

Liga Católica711. Por otro lado, desaparecieron de la pugna Jerónimo Torellas, al que

Tassis retiró de su oficio tras un grave enfrentamiento con Farnesio y Masi712, y el

contador Alonso Carnero, sustituido por su hermano Antonio, que mantenía la misma

filiación que él, al retornar definitivamente a Madrid.

órdenes más expresas no se si aprovecharan según passa adelante la desverguença de los contadores ayudados del siervo vigoroso (en referencia a Cosme Masi)”. 707 Farnesio a Felipe II, 24 de diciembre de 1586, Ibídem, leg. 590, f. 112, “Ha pretendido entrar en el cargo con tanta mas auctoridad y preeminencia de la que es en uso y rezan su título y instrucción, que no ha parecido bien ni a los del pays ni a nadie y por ver yo que era demasiado (...) me ha sido fuerça remitirle a la observancia de su título”. En otra carta del mismo día (Ibídem, f. 114), se concretaban un poco más las quejas que había hacia Tassis, como querer disponer los cargos de teniente de infantería, caballería y víveres. 708 “Copia de la relación que el Presidente Richardot, Comises de finanzas Charreton y Schetz y pagador Pedro de Olave, han hecho sobre los puntos de las diferencias entre el veedor general y contadores deste exército en la exequçion de su cargo, y oficios con declaración de su parecer” (AGS, E., leg. 590, f. 29) La resolución de la Junta en Ibídem, leg. 593, f. 32 (minuta en el f. 34). 709 J. B. Tassis a Felipe II y J. de Idiáquez, 19 de enero de 1587, Ibídem, ff. 7 y 11. Tassis creía que eran Masi y Coloma los que manejaban los asuntos, mientras que Carnero “iba más por lo hinchado”. 710 Moreo a J. Idiáquez, 26 de octubre de 1586, AGS, E., leg. 591, f. 32, “Lo que yo diré y veo es que el Príncipe de Parma ha tomado grande auctoridad sobre las cosas de su Majestad y que las trata hasta aquí con gran imperio y si se le da más la mano y conoçe, que se tiene necesidad del tengo para mi será más incurable”. Farnesio conocía los ataques de Moreo hacia su persona, por lo que se lo comunicó a Felipe II en una carta del 28 de enero de 1587 (Ibídem, leg. 592, f. 35). 711 “Memoria que se me offreçe encomendar a la del capitán comendador Moreo con la ocasión de su vuelta a España”, Ibídem, f. 64, s. f. (mediados de 1587). 712 Tras entrevistarse con el secretario, este imputó a Torellas unas declaraciones graves sobre que la desgracia de la casa de Tassis se debía a Farnesio y a Masi. El príncipe de Parma le convocó y le acusó de excederse en su oficio y manejar a su antojo a Tassis (J. Torellas a J. Idiáquez, 15 de marzo de 1587, Ibídem, leg. 593, f. 57). Aunque Masi se disculpó por el violento comportamiento del gobernador, la brecha era ya insalvable y Farnesio le concedió licencia para volver a Madrid.

220

Finalmente, los preparativos para la empresa de Inglaterra y la salida en

campaña del ejército de Flandes para auxiliar al duque de Lorena propiciaron que los

conflictos quedaran en suspenso en un primer momento y que, posteriormente, se

llegara a un acuerdo. Así, en febrero de 1588 se determinó que la documentación

original se debía mostrar al Veedor, que sacaría copia y la devolvería, y que a las

muestras debían asistir tanto los contadores como el Veedor si se encontraban en la

región713. Este acuerdo parcial fue favorecido por Felipe II, al posponer la aplicación de

las nuevas responsabilidades del Veedor General, lo que favorecía las pretensiones de

Farnesio, ya que el monarca confiaba en que el de Parma pudiera continuar con los

éxitos militares que había cosechado en Flandes. Sin embargo, esta medida solo

apaciguó unos ánimos que se volverían a caldear tras el fracaso de la Armada.

El segundo grupo de opositores estaría integrado por los “malcontents”, pese a

que Farnesio trató de favorecerles e involucrarles en sus proyectos tras la

“Reconciliación” de 1579. Sin embargo, al no alcanzar la confianza y las

responsabilidades de gobierno de la que gozaban personajes como Cosme Masi o Jean

Richardot, iniciaron sus quejas, en especial, Champagney y el duque de Aerschot.

El primero de ellos había permanecido prisionero de los rebeldes desde 1578

hasta el 7 de septiembre de 1584 en que fue liberado en Beveren. Automáticamente,

comenzó a reclamar que se le concediera algún oficio y la ocasión se presentó cuando

Farnesio tomó Amberes y le ofreció la posibilidad de retornar a su antiguo cargo de

gobernador de la ciudad714. Sin embargo, el príncipe de Parma no confiaba en su

idoneidad para el puesto y consideraba a Mondragón más adecuado, por lo que propuso

al monarca que se le nombrarra chef del Conseil des Finances, oficio que ya había

ejercido en su momento, o destinarle a alguna embajada715. Felipe II se mostró

partidario de la primera opción, cumpliéndose su voluntad poco después. Sin embargo,

y pese a los intentos de Farnesio por mantener una buena relación con él716,

Champagney no se conformó con este nombramiento e incrementó su oposición al

gobernador en momentos posteriores.

713 G. PARENTE, H. O´DONNELL et alíi, Los sucesos de Flandes de 1588 en relación con la empresa de Inglaterra, Madrid, 1988, p. 158. 714 Tomó posesión del cargo el 30 de septiembre de 1585, como informó Farnesio a Felipe II ese día (CPh II, III, nº 131, pp. 55-56). 715 Así lo propuso el gobernador a Felipe II en dos misivas, la primera del 30 de septiembre de 1585 (AGS, E., leg. 589, f. 79) y la segunda del 11 de noviembre (CCG, XII, nº 98, pp. 377-378). 716 Como así atestigua que el gobernador escribiera al monarca el 28 de febrero de 1586 (AGR, Audience, leg. 189, f. 6) para alabar la labor de Champagney en la pacificación de Amberes.

221

Aerschot, por su parte, llevaba un tiempo reclamando a Felipe II una merced

importante, en virtud de sus más de 45 años de servicio a la Corona717. Aspiraba a un

puesto en el Conseil des Finances pero Farnesio se mostró contrario a ello por su difícil

carácter y para evitar su posible alianza en dicho Consejo con el conde de Aremberg718.

Esta decisión, unida a la doble elección que realizó Farnesio de Mansfeld para que le

impusiera el Toisón y tomara su relevo como gobernador durante la empresa de la

Armada de Inglaterra, enfureció al duque de Aerschot, que comenzaría a criticar

duramente al de Parma719.

Por último, Farnesio también tendría serios choques con Pierre-Ernest de

Mansfeld, pese a demostrar en varias ocasiones su confianza en él. Sin embargo, era

evidente que tanto el apoyo del luxemburgués a Margarita de Parma en el conflicto que

mantuvo con su hijo por el puesto de gobernador, como las actuaciones de su avaricioso

hijo Charles720, suponían un serio obstáculo en sus relaciones. Sin duda, las reticencias

del gobernador sobre el vástago de Mansfeld eran patentes, pero intentó por todos los

medios no enemistarse con él, para lo cual le concedió algunas prebendas como el título

de chef de la artillería721. Pese a ello, la impaciencia del hijo se contagió en ocasiones al

padre que amenazó, incluso, con ir a Madrid para conseguir que se le reconocieran sus

servicios a través de una merced, haciendo Farnesio lo imposible por impedirlo.

A pesar de esta diferencia de pareceres, el gobernador creyó conveniente que

Mansfeld quedara como gobernador interino mientras él estuviera al mando del ejército

que debía utilizarse en la invasión de Inglaterra. Dicha elección anticipaba problemas,

pues tal honor debería haber recaído en el consejero de mayor título, que no era

Mansfeld sino Aerschot, y podía agravar las viejas rencillas existentes entre los

Mansfeld y los Cröy. Para evitar las protestas del viejo noble valón, el gobernador

717 Aerschot a Felipe II, 20 de septiembre de 1585, CCG, XII, nº 88 apéndice, pp. 355-362. 718 Farnesio a Felipe II el 31 de diciembre de 1585 (CPh II, III, nº 169, p. 72) y el 16 de marzo de 1587 (AGS, E., leg. 592, f. 45). 719 Sobre el asunto del Toisón, sus quejas se basaban en que él debía haber impuesto a Farnesio el collar por ser de título nobiliario superior (Aerschot a Farnesio, 8 de agosto de 1585, CPh. II, III, nº 105, p. 43). 720 Hijo de Pierre-Ernest y de Marguerite de Brederode. Aunque en un primer momento se unió a los nobles confederados, enseguida volvió a la obediencia real y permaneció siempre al lado de su padre y de Felipe II. Personaje polémico, sus mayores esfuerzos se dedicaron al ejército, destacando, sobre todo, durante los gobiernos de Farnesio, que le nombró capitán general de la artillería en 1585, de su padre, llegando a estar al frente de los ejércitos reales que entraron en Francia por tercera vez, y de Ernesto, aunque sus continuas intrigas le obligaron a ponerse a la cabeza de las tropas de Rodolfo II en Hungría, donde falleció el 14 de agosto de 1595 (A.-L.-P. ROBAULX DE SOUMOY, Considérations sur le gouvernement des Pays-Bas en Collection de Mémoires relatifs à l´histoire de la Belgique, Bruselas, 1873, III, p. 116, nota 4). 721 La instrucción data de diciembre de 1586 (BNM, Ms. 2816, ff. 84 r.- 86 r. y CODOIN, LXXV, pp. 334-337).

222

propuso que Felipe II le enviara al Imperio cuando se fuera a llevar a cabo la Empresa,

con la excusa de tratar diversos asuntos con el emperador Rodolfo II722, para que

estuviera ausente cuando se tuviera que nombrar gobernador interino. El Consejo de

Estado en Madrid aprobó dicha propuesta723 y en julio de 1587 se le comunicó su

misión a Aerschot, que emprendió viaje hacia el Imperio en noviembre. Durante su

estancia en tierras germanas, el embajador Guillén de San Clemente hizo lo posible por

conseguir que el noble flamenco prolongara su estancia en ellas hasta que hubiera

finalizado la Empresa de Inglaterra y pudo cumplir su propósito hasta el 4 de mayo de

1588, momento en que Aerschot abandonó Praga para retornar a los Países Bajos.

Aunque Felipe II había enviado una misiva para que el noble flamenco permaneciera

junto a Rodolfo II para intervenir en la Junta sobre los asuntos de Polonia, esta no llegó

a tiempo y Guillén no pudo hacer nada por retenerle, excepto escribir al conde de

Olivares724 en Roma para que estorbara su marcha. Sin embargo, el embajador ante la

Sede Pontificia tampoco pudo frenarle y en junio se encontraba en Flandes725. Aerschot

se había dado cuenta de la estratagema y había acelerado su marcha para encontrarse

presente en los Países Bajos en el momento en que el príncipe de Parma tuviera que

hacer público el nombre del gobernador interino, optando así al cargo. De esta manera,

podemos considerar que la maniobra de Farnesio fracasó, al enemistarle con Aerschot y

no permitirle conseguir el favor de Mansfeld.

5.2.2.- La caída: repercusiones faccionales de la Empresa de Inglaterra y de las

intervenciones en Francia (1588-1592)

Sin duda, los éxitos militares y políticos de Farnesio durante la primera década

de su gobierno habían acallado la mayoría de las voces contrarias a su gestión, algo

realmente complicado si tenemos en cuenta el triunfo de los “castellanistas” en Madrid

y la disposición de sus peones en los puestos claves de la política exterior del “Rey

Prudente”. Sin embargo, estaba claro que sus enemigos solo necesitaban una excusa

para lanzar sus ataques contra el gobernador y esta apareció con la actitud del

parmesano ante el envío de la Armada a Inglaterra.

722 Minuta de Felipe II a Farnesio, 5 de junio de 1587, AGS, E., leg. 2218, f. 126. 723 “Paresçer del Consejo de Estado”, s. d. (comienzos de 1587), Ibídem, leg. 2855, s. f. Esta respuesta se comunicó al gobernador el 28 de febrero de 1587 (Ibídem, leg. 2218, f. 92). 724 Su biografía en Configuración, p. 395, M. A. OCHOA BRUN, op. cit., p. 213, nota 1041 y S. MARTÍNEZ HERNÁNDEZ, El Marqués de Velada y la Corte en los reinados de Felipe II y Felipe III: nobleza cortesana y cultura política en la España del Siglo de Oro, Valladolid, 2004, p. 96. 725 Olivares a Felipe II, 20 de mayo de 1588, AGS, E., leg. 950, f. 67.

223

Ya desde finales de 1587, y pese a los preparativos que realizaba, aparecieron

rumores sobre su poco entusiasmo respecto a la aventura inglesa, por lo que Farnesio se

vió en la obligación de defenderse726. La situación fue empeorando según se iba

acercando el momento de partir hacia Inglaterra, sobre todo, tras disponer el

Gobernador General la manera en que debía quedar el gobierno de Flandes, así como el

nombre de los personajes que debían permanecer en esas tierras y el de los que le debían

acompañar. Como ya hemos señalado, el gobernador interino sería Pierre-Ernest de

Mansfeld727, junto al cual Farnesio pretendía dejar a Pedro Coloma, que debía retornar

para ello de Madrid728. Moreo, por su parte, pese a los deseos que tenía de participar en

la Empresa, tuvo que permanecer en Flandes para ayudar a Mansfeld en las

negociaciones con el duque de Lorena y Guisa sobre la Liga Católica en Francia.

El fracaso de la Armada significaría el inicio de las acusaciones contra el

príncipe de Parma provenientes desde 4 lugares distintos: Flandes, Italia, Francia y

Madrid729.

En Flandes, las protestas de mayor resonancia vinieron de la mano de Mansfeld,

debido a las precarias condiciones en que Farnesio le había dejado el gobierno y las

escasas tropas de que había dispuesto para repeler los ataques rebeldes730. Estas mismas

críticas no cesaron en años venideros y tuvieron gran eco en la Corte de Madrid gracias

al empeño de Gilles du Faing, agente de Mansfeld en la misma731. Además del

726 Farnesio a Felipe II, 13 de octubre de 1587, Ibídem, leg. 592, f. 136. 727 Farnesio se lo comunicó a los Consejos Colaterales a finales de 1587 (CPh. II, III, p. 263). 728 Moreo a J. Idiáquez, 24 de marzo de 1588, AGS, E., leg. 595, f. 6, "Por Carnero me ha dicho el duque ha escrito a su Majestad con gran encarecimiento para que lo vuelva a embiar porque el se lleva al otro contador y al tesorero y veedor y querría que cabe el Conde de Mansfelt estuviesse el dicho a esto dize el veedor por no dar lugar a que se pueda entablar ni aun cabe el Conde de Mansfeld el officio de veedor general y advierto a V. S. que si Carnero viene no cumple sino que los demas que bien que se vayan de aqui sin poder estar un punto" 729 H. O´DONNELL, “Alejandro Farnesio: la justificación de una conducta política”, Hispania, 169 (1988), p. 530. 730 Moreo a Felipe II, 9 de agosto de 1588, AGS, E., leg. 595, f. 26. Mansfeld se quejaba, incluso, de que Farnesio no le había dejado cifra ni instrucciones para gobernarse y no se le había pagado el sueldo (Mansfeld a Richardot, 24 de septiembre de 1588, CPh. II, III, p. 360). 731 Hijo de Jean de Tassigny, señor de Faing, y de Françoise de Cugnon-St. Erpirgny. Tras terminar sus estudios entró como voluntario en un regimiento de alto-alemanes, donde obtuvo el grado de capitán de compañía. En 1590 Farnesio le envió a Madrid, con la anuencia de su patrón Mansfeld, donde residió hasta 1595 empleado en los asuntos de la Liga y de Flandes. Una vez de vuelta a su tierra natal, entró en el Consejo provincial de justicia de Luxemburgo como consejero en 1596 y al año siguiente se le nombró gentilhombre de la boca del archiduque Alberto, realizando la Jornada de 1598 al cargo de las mujeres que iban a servir a la Infanta Isabel Clara Eugenia y describiendo dicha Jornada en una relación que sería publicada por Gachard. En 1600 fue enviado como diputado a la Dieta de Spira y obtuvo otras prebendas durante los últimos años de su vida como el bailliage de Flandes el 8 de agosto de 1617 o un puesto de consejero de Guerra. En 1625 se convirtió en baronía su tierra de Jamoigne y falleció el 2 de diciembre de 1633 (Biografía en el DBE).

224

gobernador interino, las acciones de Farnesio fueron censuradas por otros personajes

como Champagney o Pedro Zubiaurre732. En Italia, por su parte, el duque de Saboya se

llegó a ofrecer como posible nuevo gobernador de Flandes733 y el propio Sixto V

censuró que el príncipe de Parma favoreciera las negociaciones de paz con Inglaterra a

través del comerciante Andrés de Loo734, desapareciendo el apoyo papal a su gestión735.

Los ataques desde Francia, por su parte, vendrían encabezados, como no, por los

conocidos ministros Moreo, Juan Bautista de Tassis y Bernardino de Mendoza736. Por

último, en Madrid, los amigos del duque de Medina Sidonia hicieron lo posible por

defenderle del fracaso de la Armada y cargaron contra Farnesio, cuya debilidad

cortesana hizo que todas las culpas recayeran sobre él.

El gobernador de Flandes trató de defender su reputación en la medida de lo

posible, ayudado por algunos personajes afines en Flandes, que atacaron la labor de

Mansfeld737. Así mismo, envió al conde Nicolo de Cessis, gentilhombre de su cámara, a

Roma a justificar su actuación, aunque con la excusa de la enfermedad de su tío, el

cardenal Farnesio, que falleció el 2 de marzo de 1589738. Por lo que respecta a Madrid y

Francia, el gobernador comisionó a uno de sus consejeros de confianza, Richardot, a

Madrid739. Sin embargo, el letrado no consiguió acallar los rumores sobre su patrón740,

732 Memorial del 1 de julio de 1588, AGS, E., leg. 596, f. 93. Cfr. H. O´DONNELL, op. cit., p. 538. 733 Jusepe de Acuña a Felipe II, 2 de septiembre de 1588, AGS, E., leg. 1263, f. 113. El 6 de septiembre lo volvió a repetir (Ibídem, f. 115), "El Duque me apuntó de nuevo ayer el desseo que tiene de emplearse en servicio de V. Majestad quando no aya otra cosa en que de soldado, solo apuntando siempre al govierno de Flandes y conquista de Inglaterra porque con las relaciones que cada dia llegan peores de que el de Parma se ha havido tan mal en lo que tiene a cargo de estar a punto y acudir al de Medina, ora sea que lo aya hecho de malicia o de descuydo, le parezce al Duque como también a todos los que del caso discurren imposible que V. Majestad le dexe en Flandes ni le encargue otra vez lo de Inglaterra". 734 Sobre dichas negociaciones, L. VANDER ESSEN, Alexandre Farnèse..., V, capítulo 3, “Tentatives de médiation et rumeur de paix (1586-1587)”, pp. 72-113, 190-194 y 206-213 y F. FERNÁNDEZ SEGADO, “Alejandro Farnesio en las negociaciones de paz entre España e Inglaterra (1586-1588)”, Hispania, XLV (1985), pp. 513-578. 735 Olivares a Felipe II, 25 de enero de 1588, AGS, E., leg. 951, f. 4. 736 Farnesio a Felipe II, 30 de octubre de 1588, Ibídem, leg. 594, f. 149 bis. 737 Farnesio a Felipe II, 30 de septiembre de 1588, Ibídem, f. 140. El comisario Pedro López de Soto le había comunicado la nefasta labor de Mansfeld en el gobierno. 738 Olivares atacó la actitud del príncipe de Parma, ya que a la única persona a la que debía rendir cuentas era al rey (Olivares a Felipe II, 29 de octubre de 1588, AGS, E., leg. 950, f. 227). Este, por su parte, expresaba que el envío de Cessis era debido a la enfermedad de su tío y no a limpiar su nombre, lo que sabemos era incierto (Farnesio a Olivares, 22 de diciembre de 1588, AGS, E., leg. 953, f. 48). Cínicamente, el embajador le contestó que él nunca había pensado así y le creía (Olivares a Farnesio, 22 de febrero de 1589, Ibídem, f. 49). 739 Su marcha estaba prevista para marzo de 1589 pero cayó enfermo, lo que retrasó el viaje (Farnesio a Felipe II, 24 de marzo de 1589, AGS, E., leg. 596, f. 43). Finalmente, llegó a la Corte en noviembre (Grassi a Montalto, 8 de noviembre de 1589, ASV, Spagna, leg. 35, ff. 275-276). Su estancia se prolongó hasta mediados de 1590 retornando, de nuevo, a Flandes en junio

225

como tampoco lo hicieron los diversos memoriales de justificación del de Farnesio

insinuando la posibilidad que existía de solicitar su relevo como Gobernador General si

las insinuaciones sobre su gestión continuaban741.

Ya en 1586 había amenazado con ello tras la muerte de su padre Octavio, con la

excusa de querer ir a gobernar a sus súbditos en Parma debido a que su hijo Ranuccio

era aún muy joven742; la cercanía de la Armada le hizo posponer su petición, pero el

fracaso de la misma y los ataques hacia su persona le hicieron retomar la idea743. Las

misivas de Felipe II e Idiáquez, que le exoneraban de culpa y le transmitían que

confiaban en su inocencia, le tranquilizaron e hicieron cesar sus memoriales. Sin

embargo, la realidad era que su posición era cada vez más precaria y que su imagen

había sufrido una merma considerable, significando el fracaso de la Armada el inicio de

su declive, que se agravaría aún más tras las intervenciones en Francia en los años

venideros.

Además de con acciones diplomáticas y cortesanas, Farnesio procuró mejorar su

imagen a través de la obtención de una victoria espectacular contra los rebeldes, para lo

cual utilizó el ejército que había reunido para pasar a las islas británicas. Su plan

consistía en dividir las fuerzas en tres cuerpos, de los cuales el primero, comandado por

Mansfeld, atravesó el Rin para asediar Bonn, el segundo, con La Motte al mando, fue a

la costa y el tercero, dirigido por él mismo, a Brabante para conquistar Bergen-op-

Zoom744. Sin embargo, el invierno se echó encima sin haber logrado los objetivos, por

lo que el ansiado golpe de efecto no fue tal. Esta fallida maniobra le supuso nuevos

ataques en 1589 que provendrían, incluso, de personajes con los que antes no se había

enfrentado y, en teoría, afines ideológicamente, como Rodrigo de Silva y Mendoza,

duque de Pastrana, o Luis de Leiva, príncipe de Áscoli.

(Farnesio a Felipe II, 26 de junio de 1590, AGS, E., leg. 598, f. 82). Los objetivos de su viaje nos los relata Coloma (op. cit., libro segundo, pp. 15-16), "Partio el Duque la vuelta de Spa, a mediado Junio, dexando despachado para España, al Presidente Richardote, con cartas de crehencia y orden de desculparse con el Rey, y sus ministros de las calumnias que contra su reputación, se avian escrito y dicho, en lo tocante a la jornada de Inglaterra. Llevó también Richardote instrucción del Duque, para pedir licencia de retirarse a su casa, ordenandole que no jugase desta pieça, sino en caso que no se le admitiesen las disculpas, o con certidumbre, de que gustava el Rey de embiarle sucesor". 740 Las respuestas a la embajada de Richardot en AGS, E., leg. 2855, s. f., donde se trataban 4 puntos: guerra con Francia, la Armada contra Inglaterra, la situación de los Países Bajos y la hacienda y el dinero en Flandes. En lo de Inglaterra se apreciaba disgusto y se acusaba al duque de no haber informado todo lo que debía. 741 Por ejemplo, Farnesio a Felipe II, Ibídem, leg. 602, f. 164. 742 F. ESTRADA, op. cit., pp. 419-420. 743 Así se lo comunicó a Felipe II el 28 de septiembre de 1588 (AGS, E., leg. 594, f. 139) y a Idiáquez el 1 de octubre (Ibídem, f. 146) y el 30 de diciembre del mismo año (Ibídem, f. 163). 744 L. VANDER ESSEN, Alexandre Farnèse..., V., pp. 243-249.

226

Ambos nobles, viejos amigos de la Corte, habían decidido incorporarse juntos en

1588 al ejército de los Países Bajos745. Los desencuentros con Farnesio se iniciaron al

poco de llegar a dichas tierras y, alcanzarían tal intensidad, que les llevó a convertirse

en enemigos acérrimos746, por lo que tuvieron que dejar los Países Bajos antes de la

muerte del de Parma: Áscoli lo hizo en 1592 tras abandonar el ejército durante la

segunda incursión en Francia747, mientras Pastrana marchó en 1589 mostrando su deseo

de no volver. Felipe II no lo permitió y le obligó a retornar tras concederle el oficio de

capitán de la caballería ligera del ejército de Flandes que estaba vacante por la renuncia

del marqués del Vasto748, también enfrentado con Farnesio749. Así mismo, el coronel

Francisco Verdugo mostró también su disgusto con el gobernador750, lo que nos

745 C. COLOMA, Las guerras de los Estados Bajos, desde el año de 1588 hasta el de 1599, Amberes, 1622 (he consultado la edición de Madrid en 1948, BAE XXVIII), libro primero, p. 19. 746 A. CAMPAN (ed.), Abrégé historique du règne d´Albert et Isabelle (1592-1602), Bruselas, 1867, p. 7 y H. KHEVENHÜLLER, Diario de Hans Khevenhüller, embajador imperial en la corte de Felipe II, Madrid, 2001, p. 361. Los motivos de dicho enfrentamiento nos los cuenta Alonso Carnero, "Que aviendo el Duque dexado a la puerta a Eduardo Lançavecha con algunos soldados italianos de su compañía que tenían en Breda por guardia de la puerta con orden que no dexasen entrar a nadie, llegó el Duque de Pastrana con algunos soldados españoles y criados suyos y no queriendo dejar entrar mas que a su persona, el Duque quiso que entrasen los que con el venían. Por lo qual huvo gran escándalo tanto que vinieron a poner mano a las espadas y a riesgo de alborotarse la gente de la guarnición teniendo algún trato doble, porque no estavan pagados esperando el dinero que avia ydo por ello a Amberes Juan Bautista de Tasis Veedor general que era del exerçito. Apasiguose esta pendençia y el Duque mando al de Pastrana que se fuese a Breda y muy sentido por la poca demostración que el de Parma avia hecho contra Lançavecha por el desacato ussado a su pareçer contra su persona, aunque a la verdad del cumplio como soldado la orden que tenia y desde entonçes nunca el de Pastrana se mostró afiçionado al de Parma", (A. CARNERO, op. cit., p. 238). 747 Dejó el ejército de Francia en junio de 1592 y partió de Bruselas el 24 de noviembre de dicho año con escolta y “muy enterado de las cosas de allí” (Fuentes a Martín de Idiáquez, AGS, E., leg. 603, f. 107-1). 748 Ya se especulaba desde 1590 con que se le concedería este oficio a Pastrana (Ibídem, leg. 598, f. 44), pero no se le dio la patente hasta el 12 de marzo de 1593 (AGS, E., leg. 2221, f. 44) y el título hasta el 22 de ese mes (AHN, E., libro 253, ff. 2 r.-3 v.). 749 Avisos de Roma, 11 de julio de 1592, RAH, Papeles de Jesuitas, 9/3689, f. 49 r., "De Mantua escriven que en aquella ciudad avía llegado el marqués del Vasto, partiose de francia por discordia nacida entre él y el Príncipe de Parma"; Avisos de Roma, 1 de agosto de 1592, Ibídem, f. 51 r., "En el consistorio del lunes fue la bula sobre los duelos con ánimo de emplearla y publicarla de nuevo por la diferencias que oy dia ay entre el duque de Mantua y el Príncipe de Parma y marqués del Vasto por las palabras disgustosas subcedidas entre el dicho príncipe de parma y marqués del vasto en francia y flandes dismintiéndose por indiretas el uno al otro que todo se entiende se remediara con medio de su santidad el qual da la magestad cesárea por agora 10000 escudos de ayuda contra los turcos con promesa de mayor en caso que el turco tentase de ir adelante". 750 J. MASSARETE, op. cit., II, p. 92. Sus protestas, en principio tímidas, las dirigiría a J. Idiáquez el 10 de octubre de 1589 (AGS, E., leg. 596, f. 108).

227

demuestra que las luchas faccionales se habían extendido al ejército, sin olvidar que no

cesaron las protestas de cortesanos como Champagney751.

El panorama de Farnesio se ensombrecería aún más cuando se le comunicó que

debía entrar con el ejército en Francia para apoyar militarmente a la Liga Católica. Sin

duda, esta primera intervención en el reino vecino significó la decadencia política

definitiva del príncipe de Parma, pese a conseguir los objetivos marcados inicialmente.

Así, tras socorrer París, y pese a los requerimientos que le hicieron tanto la Liga

Católica como los ministros de Felipe II para que permaneciera en Francia752, el

gobernador decidió retornar a Bruselas, donde se encontraba de nuevo el 4 de diciembre

de 1590. Para defender su actuación, Farnesio decidió enviar a Alonso de Idiáquez, hijo

del secretario, a Madrid753, pero no consiguió imponer su visión sobre la situación en

Francia, ya que poco después se le comunicó que debía entrar allí por segunda vez.

Las constantes y numerosas censuras sobre su gestión arreciaron durante su

estancia en Francia, proviniendo los ataques más duros del Comendador Moreo, como

ya han reflejado diversos autores754, dispuesto siempre a prestar oídos a las quejas de

sus enemigos755. Sus críticas se centraban principalmente en la poca disposición del de

Parma a intervenir en Francia y el excesivo uso que hacía de italianos en el gobierno756.

Una de dichas misivas fue interceptada por Enrique de Bearn, que no desperdició la

ocasión para hacérsela llegar a Farnesio, provocando que la pugna entre Moreo y

Farnesio se hiciera pública757. Solo la muerte del comendador el 30 de agosto de 1590

751 Del 21 de diciembre de 1589 es su “Discours sur les affaires des Pays-Bas”, publicado por A. L. P. ROBAULX DE SOUMOY (ed.), op. cit., pp. 253-300. Es un amplio memorial donde Champagney disecciona el gobierno de Farnesio y protesta por la importancia que este daba a los extranjeros de baja extracción social como Masi, Cigoña o Paulo Rinaldi, así como la poca que daba a la nobleza flamenca y la escasa relevancia de los Consejos Colaterales. En 1590 y 1591 repetiría las mismas quejas en dos memoriales publicados en el mismo libro en pp. 303-321 y pp. 325-332. 752 “Parecer del Consejo de Estado”, 4 de diciembre de 1590, AGS, E., leg. 2855, s. f. El rey no debía permitir bajo ningún concepto que Farnesio retornara a Flandes hasta que se resolviera la situación, pero ya era demasiado tarde y el príncipe de Parma ya se encontraba de vuelta en Bruselas. 753 A. D. HERRERA Y TORDESILLAS, Historia de Antonio de Herrera, criado de su Magestad y su Coronista mayor de las Indias, de los sucesos de Francia, desde el año de 1585 que començó la liga Católica, hasta en fin del año 1594, Madrid, 1598, p. 159 r. y C. COLOMA, op. cit., libro cuarto, p. 21. 754 Ibídem, libro tercero, pp. 2 y 33; J. MASSARETE, op. cit., II, p. 90 y L. VANDER ESSEN, Alexandre Farnèse..., V, p. 281. 755 En una misiva a Felipe II del 18 de noviembre de 1589 (AGS, E., leg. 597, f. 128) vemos como el Comendador se hacía eco de las quejas de Mansfeld. 756 Como vemos en las cartas que envió a Felipe II el 26 de mayo de 1590 (Ibídem, f. 7), a J. Idiáquez el 22 de junio (Ibídem, f. 23) y de nuevo al monarca el 22 de junio (Ibídem, f. 27). 757 La mejor relación de este incidente y de los problemas de Farnesio y Moreo la encontramos en un escritor muy favorable al príncipe de Parma como F. ESTRADA, op. cit., pp. 240-241,

228

en una emboscada de los hugonotes consiguió frenar el enfrentamiento, pero el daño ya

estaba hecho al haber calado hondo sus acusaciones.

Por otro lado, durante esta primera incursión en Francia se reprodujeron los

problemas de 1588 entre Farnesio y Mansfeld, pese a los nuevos intentos del parmesano

por mejorar su relación, como la propuesta que envió a Madrid para que el

luxemburgués fuera gobernador de Flandes si la enfermedad que empezaba a apoderarse

de su cuerpo acababa con su vida758. El desencadenante de las acusaciones fue, de

nuevo, la difícil relación entre el príncipe de Parma y el hijo de Mansfeld, que antes de

partir a Francia se había negado a acudir a la Jornada al mando de la artillería por

sentirse dolido con el nombramiento de La Motte como maestre general de campo,

puesto que ambicionaba, prefiriendo permanecer en Bruselas para medrar durante la

interinidad de su padre. Farnesio, por supuesto, se mostró contrario a esta decisión y le

“Juan Moreo, Cavallero Comendador de S. Juan, fue mas ilustre por ingenio, industria, que por sangre, o bienes de fortuna. Fue hijo de madre Española, y padre Francés; y haviendo introducido en el Palacio de Philippo II, lisonjeando a unos, accusando a otros tarazeado de buenas, y malas artes, se elevó a tanta authoridad, que siendo uno del Triumvirato de españoles, con Bernardino de Mendoça y Juan Baptista de Tassis, governava los negocios de España en Francia. Esta, conservando fuera de Palacio las costumbres de Palacio, havia acusado a Alexandro de falsos crímenes al Rey Catholico. Descaminó la carta el Rey de Navarra, y haviendo sacado lo contenido de ella por descifradores, no perdió la ocasión de travar entresi, e irritar mutuamente a los Ministros del Rey de España. Cuidó pues de que buelto a cerra el pliego de las cartas, llegasse a manos de Farnesio. La summa de los cargos era que el de Parma estava mal affecto a la grandeza española. Porque, como Principe Italiano, convenia con los de su nacion en no querer, que los negocios de España se fuessen sobreponiendo en Francia con riesgo de Italia. Porque no havia de quedar rastro de libertad en Italia, si fuera de las prisiones de servidumbre, que navegavan desde España, se le labrassen de la cercania de Francia nuevos grillos en los Alpes. Que por esta causa se havian dado escasamente, y tarde, los socorros a la Sancta Liga, y la paz, que facilmente podia ajustarse con los holandeses, artificiosamente se havia desvanecido, para que con ella, empleando las fuerças de toda Flandes contra Francia, no se pusiesse fin a la guerra. Atribuia tambien los disturbios de las sediciones, o a su quebrantada salud, o al arrepentimiento de su fortuna. Como que en un cuerpo achacoso le faltasse el vigor al animo, y desde la cumbre, a que le havian levantado, començasse a bolver hacia atras, como ha de costumbre, la fortuna. Que tambien en las conversaciones domesticas tractava mal de palabra a los Ministros Españoles, porque pretendian derribar contra derecho, y justicia a los Borbones del Reyno de Francia, y juntarle al Dominio Austriaco, no menos necio que arrogantemente”. 758 Minuta Felipe II a Farnesio 6 de noviembre de 1589, AGS, E., leg. 2219, f. 120, "Tras esto os agradezco la memoria que en aquel aprieto tuvisteis de proveer a mi servicio por si el mal passase adelante y el buen intrumento que escogiades en el Conde de Mansfelt que me pareçe que fue prevençion muy açertada y fuelo tanto por la mucha satisfaçion que yo tengo de su persona y serviçios y el amor con que siempre ha tratado del mio, (...). Digo que no solo apruebo que en otro tal caso (el qual desvie Dios), podays echar mano del conde y señalarle en mi nombre por governador entretanto que yo ordeno otra cosa, sino que para lo mismo de la salud que os desseamos y para que la carga de negoçios no os haga daño si os days a ellos, ni os congoxe el verlos parados, y la dilación de su despacho si repressan sin otro expediente me pareçe que sera muy bien que llameys al dicho Conde de Mansfeld y le encargueys que durante vuestra convaleçencia y hasta que tengays muy confirmada la salud atienda el a la expediçion de todo asistiendole los Consejos cada uno en lo que le toca con mucha puntualidad y que assi se vaya acudiendo a lo de la guerra y govierno".

229

conminó a marchar con él, negándose Charles de nuevo. Ante ello, el príncipe de Parma

emprendió el viaje y puso al señor de La Motte también al frente de la artillería759.

Mansfeld reaccionó ante lo que consideraba un ultraje a su hijo760, apoyando Felipe II

su postura al permitir que este permaneciera en Bruselas761, lo que supuso un nuevo

paso en la progresiva desacreditación del príncipe de Parma. Sin embargo, su agonía se

iba a prolongar aún un tiempo, ya que Felipe II le necesitaba para poner en marcha

varias medidas que había pergeñado durante los últimos meses de 1590 y primeros de

1591, encaminadas a reconducir la precaria situación de la Monarquía tanto en Flandes

como en Francia.

La primera de ellas fue la sustitución de Bernardino de Mendoza, al que se había

concedido el relevo como embajador en Francia a finales de 1590762, por Diego de

Ibarra763, cliente de Juan de Idiáquez764, que llegó a Bruselas el 26 de enero de 1591.

Junto a su labor de embajador y ministro en Francia, se debía ocupar de fiscalizar la

labor de Farnesio, sobre todo, en aspectos relacionados con la hacienda. Enseguida

contactó con los opositores del gobernador como Juan Bautista de Tassis o los

Mansfeld765 y se unió a sus críticas sobre la labor de los oficiales encargados de

759 Farnesio a Felipe II, 11 de agosto de 1590, Ibídem, leg. 598, f. 104. 760 Pierre-Ernest van Mansfeld a Felipe II, 22 y 28 de agosto de 1590, Ibídem, leg. 599, ff. 56 y 63. 761 Minuta de Felipe II a Mansfeld, 21 de septiembre de 1590, Ibídem, leg. 2220-1, f. 35 y Minuta de Felipe II a Farnesio, 21 de septiembre de 1590, Ibídem, f. 117. 762 Su último despacho en la capital francesa data del 31 de diciembre de 1590 y en él, sintomáticamente, criticaba a Farnesio por no dejar guarnición en París cuando se retiró (DE L. JENSEN, op. cit., pp. 211-228). 763 Hijo de Francisco de Ibarra, contador general del ejército del milanesado y con el duque de Alba en Flandes, y de doña Beatriz de Vargas, hermana del famoso secretario, nació en Milán hacia 1552. Su primer cargo en la administración fue el de Veedor General en el reino de Sicilia antes de pasar a Francia y los Países Bajos donde desarrollaría el periodo más importante de su carrera. Al no poder ejercer como embajador en Francia por la complicada situación, se le concedió el oficio de Veedor General del ejército en Flandes y el de consejero de Guerra. Durante el gobierno de Ernesto se intentó que fuese nombrado gentilhombre del Archiduque, aunque este lo evitó, teniendo mejor suerte con su hermano Alberto del que fue mayordomo y también en el periodo archiducal. Entró en el Consejo de Estado en 1621 y falleció el 11 de mayo de 1626 (V. VÁZQUEZ DE PRADA, op. cit., pp. 96-97). 764 Como él mismo expresa en su carta al secretario del 16 de febrero de 1591, AGS, E., leg. 599, f. 112. En dicha misiva, su castellanismo queda patente en la siguiente reflexión, “La nación que menos cuesta a su Majestad mas victorias le gana y con mas seguridad le conserva los Estados que adquiere es la nuestra y si en todas partes es esto en ninguna es tan çierto como en estos Estados”. 765 En una carta que envió al monarca el 27 de mayo (Ibídem, f. 128), nos encontramos su descripción de los nobles luxemburgueses. Sobre el padre comentaba, "Y si ha de ser natural por muchos defectos que le pongan ninguno tal como el Conde de Mansfeld aunque está viejo segun me dizen pero no ay que pensar en otro de los de aca porque para este efecto ninguno seguro sino el. Si ha de ser estrangero se aventura lo que quiça lo sentiría el Duque saliendo a servir a lo que va es justo envialle contento de manera que lo mas acertado seria lo de Mansfelt, tratándole corto para que solo govierne y en lo de la guerra por la traza que dexara dada el

230

administrar la hacienda –en especial Pedro Coloma y los hermanos Carnero766-,

proponiendo su sustitución por Jusepe Galaza, que falleció al poco, y Pedro de Ibarra de

Eibar767. Esa labor de oposición se vería frenada tras deteriorarse la relación de Ibarra

con Tassis, al concedérsele a este el relevo como Veedor General del ejército para que

pasara a ocuparse únicamente de los asuntos relacionados con Francia768. El elegido

para ocupar la vacante fue el propio Diego de Ibarra, en virtud de haber ejercido el

mismo oficio durante 10 años en Sicilia, que no deseaba el puesto en absoluto por las

dificultades que implicaba y procuró demorar al máximo la toma de posesión del

mismo. Su actitud provocó numerosas discusiones entre ambos hasta que, finalmente, el

oficio pasó a Ibarra a comienzos de 1592769.

Otra de las disposiciones reales para mejorar la situación fue la de ordenar al

príncipe de Parma en agosto de 1591 que creara una Junta para el estudio de la

Hacienda y tanteos, integrada por Juan de Lastur, Tassis, el pagador Gabriel de

Santisteban, Richardot y Diego de Ibarra770. Pese a la orden real, dicha Junta no llegó

nunca a ponerse en marcha, debido a la segunda intervención en Francia, y al poco

Duque defienda estos Estados sin meterse en mas, que la otra vez que quedo bien creo que passo algo del pie a la mano". Con respecto al hijo, "Era general de la artilleria y por zelos de que el Duque mandaría servir el cargo de Maese de Campo general en Françia a Mos de la Mota o por gozar del pagado de su padre se quedó aca renunçiando su cargo al Duque como V. S. lo haura visto aunque el niega la intençion de renunçiallo por mas de aquella jornada en que le paresçio que se le quería hazer agravio y que aca podia servir a su Majestad. Yo no le admito esta disculpa sino que apruevo lo que entendio y hizo el Duque que fue proveer su cargo como renunçiado y avisar a su majestad para que mandase lo que fuese servido pero el sentimiento con que este hombre esta de verse sin ocupación le tiene de manera que me da cuydado, el es muy valerosso soldado a lo que dizen los que le han visto servir. Es de los mas bien entendidos hombres que yo he visto y de mas ingenio. Colérico como un demonio y sobervio harto, en esse buen natural ya vee V. S. lo que criara un descontento y agravio a su pareçer desocupaçion, pobreza y imbidia a los que mandan que eran ayer mandados del y en tiempos tan revueltos como los presentes serviçio de su Majestad sería aquí o fuera de aquí, ocupar y honrar a este hombre y hazello presto porque aunque calla anda dando con la caveça en las paredes y todo lo que por el ha passado no piensa que es por havello querido el sino por no tenelle el Duque buena voluntad en que se deve de engañar como en estotro". 766 Diego de Ibarra a Juan de Idiáquez, 16 de febrero de 1591, Ibídem, f. 112. Sobre el primero, "Aquí era uno de los contadores deste exercito Pedro Coloma a quien yo no conozco dizen personas de credito que vino sin hazienda compro del Marqués del Vasto una varonía aquí que dizen le dan oy 30000 ducados por ella y con esto y mas hazienda que tiene esta tan sobrado que dexo el oficio pidiendo al Duque hiziesse serville a un hermano suyo y assi se hizo, este esta muriéndose”. Sobre los Carnero, “El otro officio de contador le haze también por su hermano Antonio Carnero, hombre moço y de poca experiençia, estos dos officiales son las llaves de toda la hazienda que su Majestad gasta en este exerçito, havrian de estar en personas de mucha avilidad, bondad y confiança". 767 Diego de Ibarra a Juan de Idiáquez, 16 de febrero de 1591, Ibídem, f. 123. 768 Felipe II a Farnesio, 22 de mayo de 1591, Ibídem., leg. 2220-2, f. 116. 769 Farnesio a Felipe II, 15 de enero de 1592, Ibídem, leg. 602, f. 8. 770 J. LEFÈVRE, La Sécretairie d´Etat et de Guerre..., p. 51.

231

interés del gobernador en que funcionara, ya que iba en contra de los ministros en los

que había delegado.

La última medida que tomó el monarca fue la de obligar a Farnesio a entrar en

Francia por segunda vez, lo que nuevamente situaba al gobernador a los pies de los

caballos. Sin duda, las consecuencias cortesanas que tuvo esta intervención no fueron

más que el epílogo de lo que había venido sucediendo en años anteriores, pues su relevo

ya estaba decidido.

En esta ocasión, de nuevo dejó Farnesio a Mansfeld como gobernador

interino771, ya que consideraba, pese al recrudecimiento de los enfrentamientos entre

ambos durante los últimos meses772, que era la opción menos gravosa para sus intereses

y los de la Monarquía. Esta elección, como era de esperar, ocasionó nueva polémica, ya

que la familia Cröy, encabezada por Aerschot y apoyada por Havré y Aremberg, no

aceptó de buena gana una reedición del interinazgo de Mansfeld y elevaron sus

protestas ante Farnesio, que volvió a hacer oídos sordos.

Era evidente que Flandes no quedaba con la tranquilidad idónea cuando el noble

italiano partió hacia el frente, y este era consciente de que lo que se iba a encontrar a su

vuelta no iba a ser, para nada, favorable a sus intereses. En efecto, cuando regresó en

julio de 1592 para acudir a los baños de Spa debido a su enfermedad, la situación era

especialmente grave, ya que Mansfeld, además de continuar enviando sus recurrentes

quejas a Madrid, le había incluso desautorizado en asuntos hacendísticos773.

En concreto, un día antes de partir, el príncipe de Parma había concedido una

orden a Gabriel de Santisteban para que pudiera pagar los recaudos que, tanto Mansfeld

como el propio Farnesio, pudieran hacer durante su ausencia774. Sin embargo, pocos

días después, el gobernador interino prohibió a Santisteban que librara dinero a algunas

personas a las que el príncipe de Parma había dejado encargados de la reformación de

771 Aunque Mansfeld protestó porque Farnesio le había dejado al mando sin instrucciones, este si le había otorgado unos apuntamientos con el título “Recuerdo de lo que en particular se le advierte al señor Conde de Mansfelt y paresçe convenir mas al servicio de su majestad”, 14 de noviembre de 1591, AGS, E., leg. 599, f. 81. 772 Estos problemas vendrían a consecuencia de la reclamación de Charles Mansfeld de su oficio de chef de la artillería, ya que poseía aún la patente y por ello era imposible que La Motte ocupara el puesto. Farnesio se mantuvo firme en su decisión debido a que, además de su desobediencia, Charles había cogido dinero de las contribuciones y se había acercado al polémico Champagney. Aunque no se pudo llegar a un acuerdo, Charles Mansfeld si aceptó en esta ocasión marchar con Farnesio a Francia (Charles Mansfeld a Felipe II, 30 de octubre de 1591, Ibídem, leg. 601, f. 15). 773 Varias de estas protestas se encuentran en Ibídem, leg. 599, ff. 81-86, leg. 601, ff. 2, 3 y 28 y en el legajo 603. 774 “Para que el pagador general destos estados pague las libranças y recaudos dados por Vuestra Excelencia”, 14 de noviembre de 1591, Ibídem, f. 12.

232

ciertos regimientos de tropas. El pagador envió la orden a Farnesio, que tuvo que

recordar al noble luxemburgués que él aún era el gobernador pese a que no se

encontrara en Flandes775. En respuesta, Santisteban se negó a pagar las libranzas de la

compañía de Charles Mansfeld en juros, lo que encolerizó al hijo del gobernador

interino, que había retornado a Flandes tras permiso de Farnesio para que concertara en

Bruselas su matrimonio776. El hijo del pagador, Juan de Santisteban, y el conde se

encontraron el 15 de febrero de 1592 en casa de los Mansfeld y el segundo amenazó al

primero de muerte, llegando a sacar la espada, pudiendo este escapar finalmente777.

Farnesio elevó sus protestas en firme al rey por estos hechos, de nuevo sin éxito778, por

lo que prefirió marchar directamente a Spa evitando todo encuentro con los Mansfeld.

Charles trató de limar asperezas y se trasladó a dicha ciudad en agosto, con la intención

de llegar a un principio de acuerdo, y, aunque este se consiguió, las posiciones estaban

tan enfrentadas que no se llegaría a cumplir y las desavenencias continuaron.

Así, el príncipe de Parma propagó el rumor de que Charles Mansfeld planeaba

traicionar a Felipe II creando una nueva unión de nobles flamencos junto a Havré y

Egmont para conseguir mercedes del rey779, aunque no dispuso ninguna medida de

fuerza contra ellos. El gobernador, en cambio, si que actuaría contra las intrigas de

Champagney y le ordenó salir de Bruselas en octubre de 1592 para acudir a su tierra

natal780, desapareciendo este personaje de la esfera política flamenca hasta su

fallecimiento en 1602.

Finalmente, a mediados de octubre, Farnesio retornó a Bruselas y convocó a los

Consejos Colaterales para el 14 y el 18. Mansfeld se negó a acudir a la primera de las

sesiones, aunque si se personó en la segunda, produciéndose un fuerte enfrentamiento

que prologaba el desenlace final. Farnesio ya era consciente de que su final estaba

775 Orden de Mansfeld, 17 de enero de 1592, Ibídem, leg. 602, f. 23. En el f. 21 se encuentra la misiva donde Farnesio le recordaba a Mansfeld que era aún el gobernador. 776 Farnesio a Felipe II, 15 de febrero de 1592, Ibídem, f. 18, "El Conde Carlos su hijo me pidió estos dias liçençia de yr a çelebrar sus bodas con la viuda del Conde de Ostrate por dessearlo en estremo su padre, y tanto que me abseguro que sin saber si podría yr las tenía preparadas para çierto dia, por el desseo que tiene de ver herederos en su casa, y assi por pareçerme la demanda justa, y muy conveniente que el hijo consolasse al padre en cosa tan justa, se la di ofreçiéndome el de volver en breve y venir sin replica en llamandole como espero lo hara". 777 Juan a Gabriel de Santisteban, 17 de febrero de 1592, Ibídem, f. 44. 778 Así, le escribió el 20 de marzo (Ibídem, f. 33) y el 12 de julio (Ibídem, f. 110). 779 Farnesio a Felipe II, 20 de septiembre de 1592, Ibídem, f. 134. Desconocemos si esos contactos fueron reales o no, pero en Amberes se amotinaron unos marineros comandados por el capitán Jacques Sut, que estaba sustentado por Charles Mansfeld, contra el auditor Salinas y con el fin de que el noble luxemburgués fuera nombrado almirante (Farnesio a Felipe II, 29 de septiembre de 1592, Ibídem, f. 153). 780 La orden sobre su destierro dataría del 14 de octubre (Ibídem, leg. 602, f. 140). Una descripción de los acontecimientos en A. CARNERO, op. cit., p. 280.

233

cercano, por lo que escribió a su hijo Ranuccio un testamento político para que este

conociera sus pensamientos e hiciera todo lo posible por cuidar su memoria781. El de

Parma salió de Bruselas en noviembre para preparar la tercera incursión en Francia, tal

y como le había ordenado Felipe II, pero no pudo llegar a partir y falleció poco

después782. Su muerte le ahorró la ignominia de conocer que su relevo estaba decidido

desde hacía un año.

5.3.- La recuperación de la autoridad real en Flandes con Alejandro Farnesio

5.3.1.- Los años de “reconquista” y de preparación de las Empresas de Francia e

Inglaterra (1578-1588)

Cuando Alejandro Farnesio relevó a don Juan de Austria, la autoridad real había

sufrido una merma considerable en el conjunto de Flandes. La división entre las

provincias leales y rebeldes se confirmó en 1579 por las Uniones de Arras (6 de enero),

cuyas firmantes reconocieron la plena autoridad de Felipe II y Farnesio el 17 de mayo

mediante Tratado sellado en la misma ciudad, y de Utrecht (el 23 del mismo mes)783, en

cuyo texto fundador encontramos un espíritu opuesto a la Pacificación de Gante, ya que

apenas se mencionaba la autoridad real o el mantenimiento de la fe católica y no preveía

la reconciliación con la Monarquía784. El programa de los “malcontents” había

fracasado, lo que supuso su retorno a la obediencia.

Tras conseguir la Reconciliación de esos nobles, Farnesio tuvo que afrontar otro

asunto de suma importancia como era su confirmación como gobernador, ya que no

había sido ratificada la cesión del puesto realizada por don Juan de Austria ante la

decadencia de la facción “papista” en Madrid. El Tratado de Arras incluía una cláusula,

por la cual se establecía que en un plazo de 6 meses tras la marcha de los Tercios de

Flandes hacia Portugal se debía nombrar un nuevo Gobernador General, sirviendo

Farnesio hasta que esto se hubiera producido, y si se superaba esa fecha el mando

pasaría al Conseil d´État. Esta medida no fue necesaria, ya que el 30 de noviembre el

monarca estableció que iba a ser Margarita de Parma la gobernadora, pasando su hijo a

ser comandante militar785.

781 Dicho documento se encuentra publicada por L. VANDER ESSEN, "Le testament politique d´Alexandro Farnèse", BCRH, 86 (1922), pp. 183-215. 782 Una descripción de su muerte en A. CARNERO, op. cit., p. 281. 783 El texto se encuentra publicado en inglés en H. H. ROWEN, The Low Countries in Early Modern Times…, pp. 68-74 y E. H. KOSSMAN y A. F. MELLINK (eds.), op. cit., pp. 165-173. 784 G. PARKER, España y la rebelión de Flandes..., pp. 190-192. 785 A. REPETTO ÁLVAREZ, "Acerca de un posible segundo gobierno de Margarita de Parma y el Cardenal de Granvela en los Estados de Flandes", Hispania, 32 (1972), pp. 379 y ss. y H. de SCHEPPER, “Le voyage diffcile de Marguerite de Parme en Franche-Comté et en Flandre,

234

Ya en 1577 se había contemplado esa posibilidad por sus ideas de reconciliación

y clemencia y siempre con el patrocinio del cardenal Granvela, que una vez retornó a

Madrid decidió que era el momento ideal para que Margarita marchara a Flandes y se

repartiera las tareas de gobierno con su hijo. Tras conocer su nuevo destino, la hija

natural del emperador emprendió viaje hacia los Países Bajos, donde llegó en junio de

1580, 13 años después de su turbulenta salida. Desde un primer momento, se pudo

comprobar que su toma de posesión no iba a resultar tan sencilla, pues su hijo pretendía

ocupar también el oficio, y se iniciaron unas intensas negociaciones para repartir el

poder según mandato de Felipe II.

Sin embargo, el acuerdo se fue haciendo imposible y los nobles flamencos se

posicionaron; mientras los “reconciliados” mostraron su apoyo a Alejandro, los que

habían permanecido siempre fieles optaron por Margarita, descollando entre ellos

Pierre-Ernest de Mansfeld786. Finalmente, el 20 de diciembre de 1581 el monarca envió

a Farnesio las comisiones en que le nombraba lugarteniente y gobernador sin límite de

tiempo, aunque no las llegó a expedir pues primero se lo comunicó a ambos, para

hacerlo oficial en julio de 1582. Margarita se resistió a salir de Flandes hasta el 14 de

septiembre de 1583, momento en que fue plenamente consciente de que su tiempo había

pasado. Los éxitos militares de su hijo habían supuesto su mejor aval e hicieron crecer

su prestigio para mostrarle como el mejor candidato.

Sin duda, la fortuna había sonreído a Alejandro Farnesio en su lucha contra las

provincias rebeldes septentrionales, en la cual obtuvo numerosos ventajas

territoriales787. Aunque hasta 1582 su avance había sido lento debido a que las tropas

hispanas tuvieron que dejar los Países Bajos y a que Felipe II estaba ocupado en

Portugal, posteriormente se aceleraría. Estos progresos se vieron favorecidos tanto por

la “Reconciliación” de los nobles como por los cambios acaecidos en la administración

de la Hacienda real en 1578-1579, que permitieron soportar los gastos derivados de la

reanudación de las operaciones bélicas788. Igualmente, conviene destacar las reformas

que el gobernador realizó dentro del ejército para evitar los tan temidos motines789.

1580-1583”, en S. MANTINI (ed.), Margherita d’Austria (1522-1586). Costruzioni politiche e diplomazia, tra corte Farnese e Monarchia spagnola, Roma, 2003, pp. 127-140. 786 J. M. RUBIO, op. cit., p. 116. 787 Para la “reconquista española”, G. PARKER, España y la rebelión de Flandes,..., pp. 203-211. 788 Configuración, p. 199. 789 R. AUBERT, "Les débuts de la surintendance de la justice militaire dans les Pays-Bas espagnols" en Miscellanea historica in honorem Leonis van der Essen..., I, pp. 491-505.

235

Sin embargo, las provincias rebeldes no eran el único enemigo que había que

combatir, pues había también que tener presente la aventura del duque de Anjou y la

intervención francesa. Como vimos, a finales de 1578 el heredero al trono francés había

quedado aislado en Flandes y sus tropas únicamente suponían un estorbo para la

formación de las Uniones de Utrecht y Arras, por lo que se vio obligado a retornar a

Francia, donde su hermano le recibió con los brazos abiertos790. Al ser un momento de

paz con los hugonotes, Enrique III y Catalina de Médicis decidieron que la mejor

opción para Anjou era tratar sobre el matrimonio inglés, para lo cual le enviaron a

Inglaterra a entablar conversaciones con Isabel I. Así, el 17 de agosto de 1579 llegó a

Londres, pero tuvo que retornar a Francia el 29 pues la resistencia popular al

matrimonio con un católico fue contundente.

Mientras, Felipe II era consciente de la necesidad de llegar a un acuerdo con

Anjou para poder tener las manos libres en Portugal, evitando así la unión francesa e

inglesa en su retaguardia, por lo que instó a Farnesio a enviar un agente a reunirse con

él. El encuentro se produjo en noviembre de dicho año en su posesión de Château-

Thierry, pero el príncipe francés no se quiso comprometer antes de consultarlo con sus

aliados. El principal de ellos, Orange, trató de convencer a los Estados Generales de que

la ayuda de Anjou era fundamental y tras 8 meses de negociaciones consiguió que se le

ofreciera un nuevo tratado791. Este documento establecía unas draconianas condiciones

para el príncipe francés: respetar los privilegios y la paz religiosa alcanzada en Gante,

confirmar que contaba con el apoyo de su hermano Enrique III, estar dirigido por un

consejo de naturales, aceptar que la mitad de su Casa estuviera ocupada por flamencos,

admitir que su sucesión sería hereditaria pero sin posibilidad de unión con Francia y

jurar que no habría impuestos ni soldados extranjeros sin autorización de los Estados

Generales792. A cambio, se le concedería la soberanía de los Países Bajos y dinero para

sufragar la lucha.

Pese a los intentos de Isabel I y de Felipe II por bloquear ese acuerdo, el 11 de

agosto de 1580 los Estados nombraron a Anjou su Príncipe y Señor, ratificándolo

posteriormente en el Tratado de Plessis-lès-Tours el 29 de septiembre793. Este

790 Sobre estos últimos y cruciales años en la vida de Anjou, M. P. HOLT, The duke of Anjou..., pp. 113-242. 791 Referente a las negociaciones Orange-Estados, H. G. KOENIGSBERGER, Monarchies, States Generals and Parliaments..., pp. 298-304. 792 H. H. ROWEN, The princes of Orange..., p. 25. 793 Sobre las implicaciones del Tratado y de la estancia de Anjou en Flandes durante esos años, F. DUQUENNE, L´entreprise du duc d´Anjou aux Pays-Bas de 1580 à 1584. Les responsabilités d´un échec à partager, París, 1998.

236

documento sería complementado por el Acta de Abjuración del 26 de julio de 1581, en

donde, por primera vez, se rechazaba la soberanía Habsburgo sobre esos territorios794.

Sin duda, los temores de los monarcas inglés e hispano ante una posible intervención

francesa en Flandes estaban fundados y se acabarían cumpliendo el 26 de diciembre de

1580, fecha en que Enrique III decidió apoyar abiertamente a su hermano pese a la

desaprobación de Catalina de Médicis, tras la firma de la Paz de Fleix con los hugonotes

el 26 de noviembre. Ante estas circunstancias, el archiduque Matías se vio obligado a

dimitir el 15 de marzo de 1581 y a abandonar Flandes, finalizando así su desafortunada

aventura.

Sin duda, que Anjou aceptara la soberanía de los territorios rebelados y que su

hermano le apoyara, implicaba un profundo cambio en la situación del Norte de Europa.

Tras los sucesos de Portugal, Felipe II se había convertido sin discusión en el monarca

más poderoso del orbe y franceses e ingleses, a pesar de sus recelos, se vieron en la

necesidad de acercarse para poder contrarrestar tamaño poder, dando así inició a una

polarización de la política internacional795. Esta aproximación se confirmó con la

embajada de Walsingham a París, mediante la cual se relanzaron las conversaciones de

matrimonio entre Anjou e Isabel en enero de 1581, aunque no se consiguió llegar a un

entendimiento y la reina inglesa descartaría definitivamente esta opción tras un segundo

viaje del pretendiente francés a sus tierras en febrero de 1582796. Sin embargo, se habían

puesto las bases para una futura alianza.

Desde Inglaterra, el príncipe francés retornó a Flandes, donde tuvo un

recibimiento triunfal en Vlissingen, siendo nombrado duque de Brabante el 19 de

febrero. Sin duda, este fue el momento culminante de su aventura, aunque

paradójicamente significó, a su vez, el inicio de su cuesta abajo. Los numerosos

problemas financieros que tuvo con los Estados para pagar a sus tropas, provocaron que

el 17 de enero de 1583 estas trataran de tomar Amberes, que estaba en manos

neerlandesas, lo que fue conocido como la “furia francesa”. Bodin defendió que esta

acción había sido inevitable ante las visiones diferentes que Anjou y los rebeldes tenían

sobre su papel, sobre todo, por que el francés no quería ser considerado un nuevo

Matías.

794 El texto del Acta está publicado en inglés en H. H. ROWEN, The Low Countries in Early Modern Times…, pp. 92-105 y E. H. KOSSMAN y A. F. MELLINK (eds.), op. cit., pp. 216-228. 795 G. PARKER, “La revuelta holandesa y la polarización de la política internacional” en G. PARKER, Spain and the Netherlands, 1559-1659, Londres, 1979 (existe traducción al español, ·España y los Países Bajos, 1559-1659, Madrid, 1986), pp. 91-94. 796 Sobre estos contactos franco-ingleses, W. T. MaCCAFFREY, op. cit., pp. 243-301.

237

Farnesio aprovechó perfectamente el descrédito de Anjou que generó entre los

neerlandeses esta acción y continuó avanzando sin descanso. La situación se tornó

insostenible y, pese a las negociaciones abiertas entre Orange y Anjou, el príncipe

francés abandonó los Países Bajos en octubre de 1583 para no volver nunca más. Los

Estados Generales decidieron ofrecer las mismas condiciones de soberanía a Enrique

III, pero la fuerza de los Guisa se lo desaconsejó, por lo que los rebeldes volvieron a

fijarse en Isabel I como tabla de salvación.

La reina inglesa, ante el avance imparable de Farnesio y las muertes en 1584 del

duque de Anjou (10 de junio) y de Guillermo de Orange (10 de julio), decidió enviar a

William Davison a los Países Bajos en misión exploratoria797. En respuesta a esta

embajada, una comisión holandesa comandada por el abogado Oldenbarnevelt798 se

trasladó a Inglaterra en julio de 1585, donde, tras intensas negociaciones, se llegaría a

un acuerdo que se plasmaría en el Tratado de Nonsuch el 20 de agosto. La relevancia de

este documento es fundamental, pues fue el primero por el cual una potencia

internacional reconocía a las Provincias Rebeladas. En el mismo, Isabel I tomaba a los

Países Bajos bajo su protección, rechazando su soberanía, y prometía ayuda inmediata,

aunque esta no fue lo suficientemente rápida para evitar que Farnesio tomara Amberes.

Sin duda, 1585 fue el momento culminante de la “Reconquista” del gobernador

de Flandes, ya que en ese año consiguió recuperar para el dominio real varias ciudades

importantes como Brujas o Bruselas y, sobre todo, Amberes799. La toma del puerto más

importante de los Países Bajos supuso el momento de mayor esplendor de su gobierno,

como así pareció corroborar que se le concediera el collar del Toisón de Oro800. Todo

ello, unido al talante conciliador que parecía invadir al rey respecto a Flandes801, parecía

797 Para las relaciones entre los Países Bajos e Inglaterra desde el Tratado de Nonsuch hasta la Armada, Ch. WILSON, op. cit., pp. 75-103. 798 Sobre este personaje, fundamental en la historia de las Provincias Unidas durante sus primeros años, la monumental obra de J. den TEX, Oldenbarnevelt, Haarlem, 1960-1972, 5 vols. (existe versión en inglés, Cambridge, 1973, 2 vols.). 799 Farnesio describió la conquista al rey en una relación del 25 de agosto de 1585 (CODOIN, LXXV, pp. 321-336). Sobre la campaña, L. VANDER ESSEN, Alexandre Farnèse ..., IV, passím. 800 G. BERTINI, "I Farnesio e il Toison d´oro: l´ideale cavalleresco", en A. BILOTTO, A., P. DEL NEGRO Y C. MOZZARELLI (eds.), op. cit., pp. 267-288. 801 Felipe II a Farnesio, 7 de marzo de 1585, CCG, XII, apéndice, nº 25, p. 241, “En quoy est principallement à remarquer le naturel et inclination des peuples de pardéla, qui n´est telle que cy-devant l´on l´ha voulu déchifrer, et sera tousiours vers eulx de plus grande efficace une discrète induction et advis sérieux de leur propre magistrat, duquel ilz se fient, que non poinct les ordennances de quelques coronnels ou chiefz des gens de guerre que povoient estre employez vers eulxz, lesquelz procédant la plus part et souvent avecq véhémence et colère, et exécutant rigouresement quand et quand de commander, ne se peuvent insinuer au naturel de celle nation, vers laquelle la voye de doulceur, bénévolence et discrétion gaignera à toutes

238

augurar tiempos de bonanza para el gobernador, pese a las sombras que suponían su

situación cortesana en Madrid y la distracción de efectivos que podía tener lugar por la

situación internacional con respecto a Francia e Inglaterra.

En efecto, Isabel I había decidido enviar un contingente de tropas a los Países

Bajos comandadas por su favorito Robert Dudley, conde de Leicester, que se impuso a

otros candidatos; sin duda, este personaje era el único que reunía la fortuna y el

prestigio social que Isabel I requería para poder acumular en su persona el poder

político y militar, además de haberse erigido en años anteriores en defensor del

protestantismo y de los rebeldes flamencos en la Corte londinense. Junto con este

nombramiento, que pronto se rebeló como poco acertado, hubo otros como los de

Sidney como comandante de Vlissingen o Cecil de Brill.

Leicester hizo su entrada triunfal en La Haya el 27 de diciembre de 1585 con

gran esplendor, acompañado por una Casa compuesta por cerca de 200 personas. En

febrero del año siguiente fue nombrado gobernador absoluto, concediéndosele, incluso,

la posibilidad de poder nombrar oficiales de una lista que se le mostraría, así como dos

puestos en el Conseil d´État para consejeros ingleses802. En sus instrucciones se le pedía

que reformara los Estados Generales para darles más poder, pero fue incapaz de llevarlo

a cabo. Este contratiempo, unido a la defección de Stanley y Yorke, que rindieron

Deventer y Zutphen en enero de 1587, quebró la confianza entre ingleses y holandeses.

A partir de ese momento, Oldenbarnevelt se comenzó a mostrar como el líder de

unas Provincias Unidas que seguirían su camino de forma independiente tras la segunda

estancia de Leicester, que entre noviembre de 1586 y julio de 1587 había viajado a

Inglaterra, en sus tierras. Aunque Lord Willoughby fue nombrado sucesor del

gobernador inglés, el régimen de Leicester fue finalmente liquidado en octubre de 1588,

aunque podemos considerar que ya lo estaba desde que Mauricio de Nassau fuera

nombrado Stadholder de Holanda, Zelanda y Frisia en marzo de 1587 con el patrocinio

de Oldenbarnevelt803. Desde ese momento, podemos considerar que las relaciones entre

Inglaterra y las Provincias Unidas pasarían de ser de protectorado y dependencia a la de

dos potencias que negociarían y cooperarían en un mismo plano, aunque las tropas

inglesas continuaran en Flandes hasta el Tratado de Somerset de 1604.

occasions plus que les termes de rigueur et intimidation”. En estas palabras podemos intuir la influencia de Granvela. 802 Sobre su estancia en Flandes, W. T. MaCCAFFREY, op. cit., pp. 348-401 y F. G. OOSTERHOFF, Leicester and the Netherlands, 1586-1587, Utrecht, 1998. 803 H. H. ROWEN, The princes of Orange..., pp. 37-38.

239

Por lo que respecta a Francia, tras el fallecimiento del duque de Anjou y de

Orange, Felipe II decidió convocar una Junta compuesta por Juan de Zúñiga, Granvela y

Juan de Idiáquez para definir la política de la Monarquía respecto al reino vecino804. En

ella se impusieron las ideas de Zúñiga, que optaba por una guerra encubierta que

aprovechara las disensiones internas de los franceses, a las de Granvela, que era

partidario de provocar una guerra abierta805. En aplicación de estas ideas, se decidió

reorganizar a los católicos franceses y fundar una nueva Liga Católica, ampliación de la

de Peronne de 1576, que evitara que Enrique de Navarra pudiera optar al trono al haber

fallecido el legítimo sucesor806. Esta Liga debía estar compuesta por dos niveles807; el

primero era una Liga aristocrática de clientes nobles de los Guisa con base, sobre todo,

en el Norte y Este del reino y en la que descollaban el propio duque de Guisa,

gobernador en Champagne, su hermano Charles de Mayenne, que lo era de Borgoña, el

duque de Mercoeur, de Bretaña, el duque de Aumale, de Picardía, y el duque de Elbeuf,

de Normandía808. El segundo nivel estaría compuesto por un grupo de magistrados y

notables urbanos, que se había iniciado en París con el famoso grupo de los Seize809.

El liderazgo de la misma recayó en Enrique de Guisa y se envió a Juan Bautista

de Tassis y al comendador Moreo a negociar con él, logrando llegar a un acuerdo en

Joinville el 31 de diciembre de 1584. Mediante este tratado, la Liga y Felipe II se

comprometían a acabar con el protestantismo en Francia y los Países Bajos, así como

que Cambrai se devolviera al monarca hispano, otorgando este a cambio un subsidio

mensual de 50000 escudos a la Liga810. Pese a los evidentes logros de sus dos enviados

y su conocimiento de la situación, Felipe II decidió nombrar como nuevo embajador a

Bernardino de Mendoza811, que acababa de ser expulsado de Inglaterra.

La eficaz labor de Mendoza, que se convirtió en el nexo de unión de Felipe II

con la Liga Católica y con Escocia, así como con algunos jesuitas que apoyaron la

804 En general, sobre la política de Felipe II en Francia durante esos años, Configuración, pp. 248-252 y V. VÁZQUEZ DE PRADA, op. cit., pp. 271-330. 805 “Parecer de Granvela” el 28 de junio de 1584, AGS, E., leg. 2855, s. f. 806 Sobre el devenir de la Liga Católica durante esos años cruciales, M. GREENGRASS, France in the Age of Henri IV. The struggle for Stability, Londres y Nueva York, 1984, pp. 26 y ss. y M. P. HOLT, The french wars of religion..., capítulo 5, “Godly warriors”: the crisis of the League, 1584-1593”, pp. 121-152. 807 Un estudio sobre la composicion de la Liga en este periodo, E. BARNAVI, Le parti de Dieu. Étude sociale et politique des chefs de la Ligue parisienne 1585-1594, Lovaina, 1980. 808 Sobre la actitud de los nobles franceses ante la Liga, S. KETTERING, “Clientage during the French Wars of Religion”, The Sixteenth Century Journal, 20 (1989), pp. 221-239. 809 R. DESCIMON, Qui étaient les Seize?, París, 1984. 810 G. BAGUENAULT DE PUCHESSE, op. cit., pp. 26-30. 811 Referente a la labor de Mendoza en Francia, así como el funcionamiento de su embajada y de sus influencias y contactos, DE L. JENSEN, op. cit., passím.

240

formación de la Liga812, produjo sus primeros frutos en 1585, cuando Enrique III se vio

obligado a llegar a un acuerdo con el duque de Guisa plasmado en el Tratado de

Nemours del 7 de julio813. En él se reconocía al cardenal de Borbón como candidato al

trono y se promulgaba el Edicto del 11 de julio, mediante el cual el catolicismo pasaba a

ser la única religión del reino y se suprimían las medidas de pacificación. Este tratado,

unido a la bula del 9 de septiembre del mismo año en la que Sixto V excomulgaba a

Enrique de Navarra y le privaba de sus derechos al trono francés, provocó el comienzo

de una nueva guerra civil de religión en Francia, conocida como la de los tres Enriques,

que se prolongaría desde 1585 hasta 1594.

Durante esa nueva conflagración, Enrique III estuvo sometido a los designios de

la Liga Católica y de su líder Guisa hasta que consiguió librarse de su tutela, mediante

asesinato, a finales de 1588. Sin duda, ese sometimiento fue posible gracias a la labor de

Bernardino de Mendoza, que consiguió formar un verdadero “partido español” en París

a través de contactos con Catalina de Médicis, los secretarios Villeroy, P. Bellièvre y P.

Brulant o embajadores como el escocés James Beaton o el nuncio papal Fabio Mirto

Frangipani. En contra suya se mostraron los embajadores veneciano, Giovanni Dolfin,

florentino, Filippo Caeriana, e inglés, Edward Stafford, así como el propio Enrique III.

Por su parte, las desavenencias entre Mendoza y Farnesio dejaron en completo fuera de

juego al príncipe de Parma en todas estas intrigas, lo que provocó que no recibiera

siempre toda la información necesaria y no pudiera reaccionar a tiempo ante los

importantes acontecimientos que iban a tener lugar.

El punto culminante del poder de la Liga fue la Jornada de las barricadas en

París el 12 de mayo de 1588, evento que debemos unir a la marcha de la Armada contra

Inglaterra, ya que, aunque eran los Seize los que querían desarrollar esa revolución,

finalmente fue Guisa, inducido por Mendoza, el que la orientó para que tuviera lugar en

el momento adecuado para evitar la intervención francesa durante el ataque a la isla814.

812 Sobre la labor de los jesuitas como enlace con la Liga durante esos años y su posterior expulsión de Francia, A. LYNN MARTÍN, Henry III and the jesuit politicians, Ginebra, 1973, passím. Es de resaltar el papel de Claude Matthieu de Lorena, que realizó dos embajadas a Roma, una con el papa Gregorio XIII y otra con Sixto V, buscando el apoyo papal a la Liga y la excomunión de Enrique de Navarra con relativo éxito. 813 Las negociaciones han sido estudiadas en E. de BARTHELEMY, “Catherine de Médicis, le duc de Guise et le Traité de Nemours”, Revue des Questions Historiques, 27 (1880), pp. 465-495. 814 V. VÁZQUEZ DE PRADA, op. cit., pp. 301-310.

241

Esa Jornada derivó en la proclamación del Edicto de Unión de julio del mismo año, por

el que Enrique III tuvo que reconocer todas las demandas de los Guisa y de los Seize815.

Sin duda, el año de 1588 se rebeló como fundamental en el devenir de la política

exterior de Felipe II y todo hacía apuntar a que iba a resultar muy exitoso. Sin embargo,

los acontecimientos mostrarían que no era todo tan sencillo y los sucesivos fracasos que

se fueron produciendo iban a requerir de un chivo expiatorio, que acabaría siendo

Alejandro Farnesio.

5.3.2.- El crucial papel de Farnesio en la política exterior de la Monarquía, los años

clave (1588-1592)

La ruptura de la tradicional alianza hispano-inglesa se había comenzado a intuir,

como ya vimos, desde el inicio de la Revuelta de los Países Bajos. Poco a poco, Isabel I

fue siendo consciente de las posibilidades que dicho conflicto le otorgaba, ya que estaba

desangrando el poder de Felipe II en el Norte de Europa, y una ayuda a los rebeldes a

través de subsidios y, posteriormente, de tropas, alentó la resistencia al monarca más

poderoso del momento y favoreció su política de equilibrio. No sería hasta 1585, una

vez que Francia entró en la órbita de Felipe II a través de la Liga Católica y que

Farnesio hubo consolidado el poder real en Flandes, cuando Isabel de Inglaterra se

decidió a intervenir directamente a través del Tratado de Nonsuch. Este acuerdo

significaba una declaración de guerra en toda regla y Felipe II decidió desechar las

acciones indirectas, caso del apoyo a nobles levantiscos o ataques por Escocia o

Irlanda816, como había venido haciendo hasta ese momento, para pasar a contemplar la

posibilidad de realizar un ataque frontal.

Ya las acciones del embajador Bernardino de Mendoza durante sus últimos años

de estancia en Londres apuntaban a ese cambio de postura. Aunque en 1578 había

recibido unas instrucciones conciliatorias, se implicó en las diversas conspiraciones de

los Estuardo, de los ingleses y escoceses católicos y de los Guisa en Francia, por lo que

se le fue aislando, al igual que había sucedido con Guerau de Spes, para,

815 Sobre esta supuesta reconciliación, H. de L´ÉPINOIS, “La reconciliation de Henri III et du Duc de Guise d´aprés les documents des archives du Vatican, mai-juillet 1588”, Revue des Questions Historiques, 29 (1886), pp. 52-94. 816 Para los diferentes planes de conquista y levantamiento de Irlanda, E. GARCÍA HERNÁN, “Planes militares de Felipe II para conquistar Irlanda, 1569-1578” en ID. et alíi (eds.), Irlanda y la Monarquía Hispánica: Kinsale 1601-2001. Guerra, política, exilio y religión, Madrid, 2002, pp. 185-204.

242

posteriormente, expulsarle de Londres en 1584 tras su participación en la conspiración

de Thockmorton817.

La llegada al solio pontificio en 1585 de Felice Peretti, más conocido como

Sixto V818, supuso la apertura de nuevos horizontes para una posible empresa contra

Inglaterra, que los Papas llevaban alentando desde el gobierno del duque de Alba.

Desde un primer momento, el nuevo Pontífice intentó llevar a cabo una política

desligada de la tutela de Felipe II, pero, a su vez, intentando usar en beneficio propio las

enormes fuerzas del rey católico más poderoso, por lo que entabló negociaciones

rápidamente con el embajador de Felipe II en Roma, el conde de Olivares, para llevar a

cabo una acción contra Inglaterra. Aunque el noble hispano receló de las intenciones

papales, ya que la situación de la Monarquía Hispana invitaba a concentrar los esfuerzos

militares en Flandes y en Francia y no a buscar nuevos frentes819, la situación había

cambiado con respecto a ocasiones anteriores y los ministros de Felipe II pasaron a

considerar que la Empresa podía resultar muy interesante.

Tras la conquista de Portugal, la Monarquía Hispana había alcanzado unas

cuotas de poder increíbles y la existencia de un rey católico y aliado en Inglaterra haría

que el enemigo secular de la Monarquía, Francia, sobre el que además se estaba

ejerciendo una política de control a través del apoyo a la Liga Católica, se viera

completamente rodeado. Además, Isabel de Inglaterra había desatado las hostilidades

hacia la Monarquía, por lo que la invasión podría ser considerada como una guerra de

reputación820. Conviene que nos detengamos brevemente en la evolución de este

concepto a lo largo del siglo XVI.

Antes de la Reforma, los litigios se resolvían por derecho y legitimidad, algo que

apenas cambió durante los primeros años de la misma. Solo la profundización de las

diferencias entre las religiones cristianas provocó cambios importantes, planteando el

Confesionalismo nuevos conceptos de legitimidad. Las potencias mantenían relaciones

ambiguas de amistad y enemistad, ya en atención a la conservación (interés del Estado)

ya de confesión (interés de religión), bajo una capa de disimulo, ya que por debajo de la

confesión bullían los intereses del Príncipe. Debido a ello, la guerra ya no era reparación

817 Sobre sus años en Inglaterra, W. T. MaCCAFFREY, op. cit., pp. 315-336 y M. A. OCHOA BRUN, op. cit., pp. 173-181. 818 Su biografía en Barón de HÜBNER, Sixte-Quint d´après des correspondances diplomatiques inédites, París, 1882, 2 vols., passím y L. PASTOR, Historia de los Papas en la época de la reforma y restauración católica, Barcelona, 1941 (traducción de la cuarta edición alemana), XXI, pp. 42-61. 819 Olivares a Felipe II, 13 de julio 1585, AGS, E., leg. 946, f. 139. 820 Configuración, pp. 252-254 y 259-261.

243

de un acto ilegítimo y se dejó de hablar de conservación y defensa de derechos

patrimoniales para sustentar la política exterior y se comenzó a popularizar, a finales de

la década de los 80 y principios de la de los 90, la expresión “razón de estado”, que

equivaldría a prudencia política. Desde ese momento, la reputación pasó a ser la forma

en que cada Príncipe debía actuar en función de actos ofensivos y les situaba a todos en

el espacio internacional dentro de una comunidad, la Cristiandad, que poseía su propia

jerarquía interna.

Ante estos nuevos cambios en la filosofía política, los grandes patronos

cortesanos del momento en la Monarquía Hispana, comenzaron a elaborar teorías sobre

el ataque a las islas. Juan de Zúñiga, en concreto, pretendía conquistar Inglaterra y dejar

allí como rey a Alejandro Farnesio mientras Isabel Clara Eugenia y el archiduque

Alberto contraerían matrimonio, dándoseles en dote la soberanía de los Países Bajos821.

Pese al fallecimiento de Zúñiga a finales de 1586, la idea de la intervención en

Inglaterra se mantuvo y tanto Idiáquez como Moura la apoyaron822.

Alentado por sus privados, Felipe II ordenó a Olivares que pusiera en marcha

negociaciones con el Papa para que apoyara la empresa, siendo el principal valedor de

las mismas el cardenal inglés Allen. Sin embargo, el embajador debía conseguir que

fuera el propio Pontífice quien realizara la propuesta823. El repentino interés de Felipe II

hizo recelar al Papa, que mostró su preocupación ante los motivos que movían al

monarca hispano, ya que consideraba que estos no eran estrictamente religiosos sino,

sobre todo, políticos824. Esas reticencias fueron vencidas, aparentemente, por Olivares,

que consiguió que Sixto V prometiera la entrega de un millón de escudos para la

Empresa.

821 P. FEA, op. cit., pp. 314-315 y L. VANDER ESSEN, Alexandre Farnèse..., V, pp. 176-177. 822 “Parecer del Consejo”, s. d. (mediados de 1587), AGS, E., leg. 2855, s. f. En realidad, era la opinión de Moura, quien creía que se debía apremiar a Farnesio en sus preparativos. 823 Felipe II a Olivares, 2 de enero de 1586, Ibídem, leg. 947, f. 102, “Lo primero que pues Alano está ay tan bien acogido de su santidad como decís, hagays que continue la instancia para que el Papa me persuada esta empressa y ayude a ella, y que os tome a vos por medianero, que verá como deshazeys con buenos oficios la opinión errada que de vos tienen en creer que lo contradecís”. La respuesta del Papa en Ibídem, f. 16, “Relación sobre lo que se propuso a su santidad de la empresa de Inglaterra, lo que respondió y parezce en cada capítulo al Conde de Olivares” del 24 de febrero de 1586. En el f. 112 encontramos un sumario de la réplica de Felipe II y en el f. 114 la respuesta de Sixto V a este memorial. 824 Olivares a Felipe II, 24 de febrero de 1586, Ibídem, leg. 947, f. 15, “El tratar de querer persuadir al Papa que no sea el principal fin que mueve a V. Majestad acudir a esta plática la venganza de ofensas particulares, la conveniencia para la cosa de Holanda y la imposibilidad de poder de otra manera, asegurar la navegación de sus Indias, es cosa de que no ay remedio hazerle capaz aunque me he esforçado quanto me he podido (...) y demás de la tenacidad de su condición y el escudo de los exemplos de sus antecesores ha hecho mucho daño los avisos que por todas partes llueven de las preparaciones que V. Majestad haze y que sean para esta empresa”.

244

El gobernador de Flandes, por su parte, se mostró contrario al ataque, ya que

distraería fuerzas de su “Reconquista” en los Países Bajos, aunque se mostró en todo

momento dispuesto a cooperar si el rey lo decidía así825. La situación de la Corte

madrileña hizo que la opinión de Farnesio no fuera escuchada y se decidiera el envío de

la Armada, iniciándose una febril actividad. Aunque no se pudieron mantener en secreto

los preparativos de la misma826, no se descubrió su verdadero objetivo, que no era para

nada confesional sino político; este era modificar el escenario de la política

septentrional y, en última instancia, resolver la situación de los Países Bajos donde los

rebeldes, sin apoyo inglés, sucumbirían rápidamente ante el poder de las armas de

Farnesio.

No es nuestra intención en este apartado realizar una descripción de los

preparativos de la Armada y el desarrollo de la misma, ya que es un asunto

suficientemente estudiado, sobre todo, a raíz del cuarto centenario en 1988827. Así

mismo, tampoco pretendemos valorar la actuación militar de Farnesio, ya que ha sido

analizada por numerosos autores828. Todos ellos coinciden en señalar que el príncipe de

Parma no fue el responsable del fracaso pero, sin embargo, es interesante observar como

este suceso significó el comienzo de su ocaso personal y político.

Pese a todo, ese momento aún no había llegado y poco después del fracaso de la

Armada se le presentó a Farnesio la ocasión perfecta de desquitarse de su pérdida de

reputación en Madrid mediante su intervención en los asuntos franceses, a raíz de la

decisión de Felipe II de ayudar abiertamente a la Liga Católica. En un primer momento,

esta asistencia se ceñiría al envío de dinero y a las labores diplomáticas que realizaban

825 Farnesio a Felipe II, 20 de abril de 1586, Ibídem, leg. 590, ff. 124-129. 826 DE L. JENSEN, “The spanish Armada: the worst-kept secret in Europe”, Sixteenth century journal, XIX (1988), pp. 621-641. 827 La Armada ha sido estudiada tanto por autores ingleses, entre otros, G. MATTINGLY, The Armada, Boston, 1959, D. WATKIN WATERS, The Elizabethan navy and the Armada of Spain, Greenwich, 1975, P. KEMP, The campaign of the Spanish Armada, Oxford, 1988, G. PARKER y C. MARTIN, The spanish Armada, Londres, 1988 o M. J. RODRÍGUEZ-SALGADO y S. ADAMS (eds.), England, Spain and the Great Armada, 1585-1604, Londres, 1988, como españoles, como es el caso de C. FERNÁNDEZ DURO, La Armada Invencible, Madrid, 1884, 2 vols., C. GÓMEZ CENTURIÓN, La invencible y la empresa de Inglaterra, Madrid, 1988 y el grupo formado por H. O´DONNEL, F. FERNÁNDEZ SEGADO et alíi. 828 Por citar algunos, F. ESTRADA, Segunda década de las guerras de Flandes, desde el principio del gobierno de Alejandro Farnesio, Tercero Príncipe de Parma y Plasencia, Colonia, 1682, (Traducción de Melchor Navas), pp. 517-522, P. FEA, op. cit., pp. 302-310, L. VANDER ESSEN, Alexandre Farnèse..., V, pp. 230-249, F. FERNÁNDEZ SEGADO, “Alejandro Farnesio ante los planes de la empresa de Inglaterra”, Hispania, 165 (1987), pp. 117-161, H. O´DONNELL, op. cit., pp. 529-552 y G. PARENTE, H. O´DONNELL et alíi, op. cit., passím.

245

Mendoza, Moreo y Tassis829; sin embargo, poco después pasaría a ser militar tras el

cambio de actitud de Enrique III tras el fracaso de la Armada.

El monarca francés había visto la posibilidad de librarse del yugo de la Liga

Católica y comenzó a maniobrar al efecto, para lo cual destituyó a 8 de sus consejeros

más cercanos y convocó a los Estados en Blois, iniciándose las sesiones el 16 de octubre

de 1588. Los miembros de la Liga se defendieron en ellos del ataque del monarca, que

tomó la decisión de eliminar físicamente a sus líderes y mandó asesinar al duque de

Guisa el 23 de diciembre y a su hermano el cardenal al día siguiente. Esto, unido a la

muerte de Catalina de Médicis el 5 de enero del año siguiente, radicalizó la postura del

rey francés y a nadie le extrañó que el 3 de abril de 1589 llegara a un acuerdo con

Enrique de Navarra para luchar contra su enemigo común: la Liga.

La reacción católica no se hizo esperar y, mientras la Liga Católica reorganizó

sus fuerzas con la elección de Charles de Mayenne como nuevo líder830, el Papa

excomulgó a Enrique III y Felipe II le advirtió de las graves consecuencias que podían

tener sus actos. En efecto, en septiembre de ese año el monarca hispano decidió que el

ejército de Flandes interviera en Francia831, pese a que el 1 de agosto el monje Jacobo

Clemente había asesinado a Enrique III y había sido sustituido en el trono por el

cardenal de Borbón con el nombre de Carlos X.

Tras recibir la orden real, Farnesio envió a comienzos de 1590 un ejército de

1800 hombres al mando del conde de Egmont, que fue derrotado en Ivry el 14 de marzo,

falleciendo dicho noble832. Este fracaso supuso nuevas críticas para el gobernador, ya

que muchos flamencos consideraron que se les había enviado a una muerte segura, y se

le exigió desde Madrid que actuara con mayor decisión833. Pese a sus ideas, Farnesio

volvió a acatar la decisión real como en ocasiones anteriores y dio inicio a los

preparativos. Para definir los términos en que se realizaría la intervención, se reunió con

el duque de Mayenne en mayo de 1590, iniciándose desde ese momento una difícil

relación entre ambos personajes por sus intereses contrapuestos, sobre todo, en lo

referente al nombre del comandante del ejército834.

829 “Parecer del Consejo de Estado”, febrero de 1589, AGS, E., leg. 2855, s. f. 830 Aunque hay que reseñar que mientras los nobles de la Liga siguieron a Mayenne, la gente de menor extracción social, sobre todo en París, siguió a Bernardino de Mendoza (DE L. JENSEN, Diplomacy and dogmatism..., pp. 171-189). 831 Minuta de Felipe II a Farnesio, 8 de septiembre de 1589, AGS, E., leg. 2219, f. 199. 832 H. KHEVENHÜLLER, op. cit., p. 385. 833 Parecer del Consejo de Estado, marzo de 1590, AGS, E., leg. 2855, s. f.. 834 Farnesio a Felipe II, 3 de octubre de 1590, Ibídem, leg. 598, f. 110. J. B. de Tassis pretendía que fuera Farnesio quien comandara el ejército, mientras Mayenne quería estar al mando y ser reconocido como lugarteniente general de Francia. Finalmente, decidieron compartir el puesto.

246

Durante los meses de preparación, Farnesio insistió repetidamente en la

necesidad de acabar primero militarmente con los rebeldes flamencos para luego

concentrarse en Francia. En Madrid se estaba de acuerdo en la necesidad de neutralizar

las acciones de los rebeldes pero, para ello, se decidió que era mejor abrir negociaciones

de paz en vez de intervenir militarmente. Ya Richardot llevaba en sus comisiones de

1589 la tarea de hablar sobre dicha paz y desde la Corte se le apuntó la posibilidad de

llevar a cabo las negociaciones contando con la intermediación del emperador, de

algunos príncipes alemanes -como el elector de Tréveris o el de Colonia-, o del

Papado835. Sin embargo, el inicio de las negociaciones se retrasó y cuando los emisarios

del Imperio llegaron a Flandes a finales de 1591, no se pudo llegar a acuerdo alguno836.

Una vez finalizados los aprestos, Farnesio partió en agosto de 1590 hacia

Francia al mando de un potente ejército. La literatura sobre la campaña es muy

numerosa, al igual que sobre la empresa de Inglaterra, por lo que no nos centraremos en

su narración837. De la misma hay que destacar que fue exitosa, ya que consiguió romper

el cerco de París y abrió varias vías para que la capital pudiera ser socorrida. Sin

embargo, su prematuro retorno a Flandes sin permiso real significó su sentencia política

definitiva, aunque los acontecimientos hacían aún inviable su relevo por su indudable

capacidad militar, necesaria para realizar una segunda entrada en Francia.

En efecto, la situación en el reino vecino seguía requiriendo la intervención

armada, tras el fallecimiento sin sucesión de Carlos X en su prisión de Poitou el 9 de

mayo. Tras intensas deliberaciones, en Madrid se decidió presentar la candidatura al

trono francés de la infanta Isabel Clara Eugenia838, a la que se pretendía casar con el

archiduque Ernesto, sin contemplar las opciones del duque de Mayenne839. Desde ese

835 Farnesio a Felipe II, 21 de julio de 1590, Ibídem, f. 93. 836 H. DE SCHEPPER, “Los Países Bajos y la Monarquía Hispánica,...”, p. 336. 837 Entre otros “Jornada de Francia, 1590”, CODOIN, LXXV, pp. 360-384 o L. VANDER ESSEN, Alexandre Farnèse..., V, pp. 287-310. 838 Sobre los derechos de la infanta al trono, A. MOUSSET, "Les droits de l´Infante Isabelle-Claire-Eugénie à la Couronne de France", Bulletin Hispanique, XVI (1914), pp. 46-79. 839 Diego de Ibarra a Felipe II, 7 de septiembre de 1591, AGS, E., leg. 599, f. 162, “Por un papel que aqui va que es sacado de algunos avissos que tengo de un hombre confidente vera V. Majestad como se ha trasluçido lo del Archiduque Ernesto y de su hermano no ha hecho esto buen estomago al Duque de Humena no falta quien diga que sería a propósito no quiriendolo V. Majestad para si elegir uno de los de la sangre hallándole catholico con quien podría la señora Infanta ser Reyna sirviéndose V. Majestad dello conque la generalidad del Reyno quedaría satisfecha su santidad contento de pareçer que no se sacava de sus quiçios este negocio. La nobleza deste reyno dividida que no es lo que menos importaria para el sosiego de adelante pero a lo poco que yo alcanço no queriendolo V. Majestad este Reyno para si mesmo a su servicio conviene que sin perder tiempo se trate de la election de Rey y se procure la Corona para su Alteza de la señora Infanta casándose con el Archiduque Ernesto y para esto se ha de hazer desde luego negoçiaçion con su santidad y primero con los diputados de las villas y con el

247

momento, este asunto pasó a ser prioritario en la política exterior de Felipe II y el resto

de frentes quedaron en segundo plano.

Para conseguir objetivo tan ambicioso, además de programar una segunda

intervención armada a través del ejército de Flandes, se encargó al embajador en el

Imperio, Guillén de San Clemente, que comenzara las negociaciones con Rodolfo II

para que permitiera el matrimonio de su hermano con la Infanta si esta recibía,

finalmente, el trono francés840. Por último, se decidió enviar a Francia al II duque de

Feria841 como embajador especial ante los Estados Generales que se iban a reunir en

París para tratar sobre el asunto y a Íñigo de Mendoza, hermano del marqués de

Mondéjar, como jurista para vencer el problema que representaba la “Ley Sálica”

francesa, que impedía que una mujer reinara842. Tras pasar por Flandes en 1592, ambos

se encaminaron a París junto a Diego de Ibarra y Tassis en una misión que podría haber

cambiado la historia de Europa si se hubiera logrado el éxito. Sin duda, el número de

enviados y la calidad de los mismos nos dan una idea de la importancia que Felipe II le

concedía, pero sus discrepancias internas y errores les hicieron fracasar en su

cometido843.

Mientras, Farnesio, muy a su pesar, se encaminó de nuevo al reino vecino el 15

de noviembre de 1591, con un evidente retraso por los ataques de los rebeldes

neerlandeses, lo que enojó aún más a los consejeros madrileños. Al igual que en la

primera expedición, existen numerosos testimonios sobre esta segunda844, por lo que no

haremos mención al desarrollo de una campaña en donde el principal logro fue el

Duque de Humena y si huviere dificultad en la persona del Archiduque Ernesto y V. Majestad por el bien de la christiandad y por desempeñarse de guerra tan travajosa y costosa aunque esta por algun tiempo sera fuerça sustentalla quisiere humanarse a resçivir al Duque de Guisa por hijo tengole por el sujeto mejor de Francia y al que mas inclinaran y que si bien su tio sentira tenelle por señor sera quiça con el que mejor lo llevara". 840 Felipe II a Guillén de San Clemente, 30 de mayo de 1592, Ibídem, leg. 2450, s. f. 841 Lorenzo Suárez de Figueroa y Córdoba era hijo del primer duque de Feria. Fue embajador extraordinario ante la Santa Sede en 1590 y en 1591-92 para prestar obediencia a los papas Inocencio IX y Clemente VIII, así como enviado extraordinario de Felipe II ante los Estados Generales de Francia en 1592-94. Felipe III le envió al Imperio para procurar la elección de algún príncipe de la Casa de Austria como Rey de Romanos en 1600, ejerciendo como último cargo importante el de Virrey de Sicilia (1602-6). De su segunda esposa, Isabel de Mendoza, tuvo a su heredero, el III duque de Feria, también diplomático. Falleció en Nápoles en 1607 (M. A. OCHOA BRUN, op. cit., p. 219, nota 1079). 842 El rey comunicó esta decisión a Farnesio en una carta con fecha 6 de noviembre de 1591 (AGS, E., leg. 2220-2, f. 159). Antes de marchar a Francia, Feria prestaría obediencia al nuevo Pontífice, Inocencio IX, conservándose la minuta de su instrucción para Roma del 2 de junio de 1591 en Ibídem, leg. 958, s. f. 843 Una descripción de sus actuaciones en CABRERA, III, pp. 1448-1449 o M. P HOLT, The french wars of religion..., pp. 148-149. 844 Entre otros L. VANDER ESSEN, Alexandre Farnèse..., V, pp. 323-355 y V. VÁZQUEZ DE PRADA, op. cit., pp. 382-389.

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desbloqueo de la ciudad de Rouen, aunque sin dejar plazas con guarnición, por lo que

constituyó una gesta inútil. Tras abandonar al ejército, que dejó al mando del barón de

Rosne y de su hijo Ranuccio, Farnesio marchó a Spa con la esperanza de recobrarse en

sus famosos baños pero, como sabemos, nunca más retornaría a Francia.

En esta segunda incursión, el príncipe de Parma había contado con la ayuda

tanto de su hijo Ranuccio, que se presentó sin previo aviso y con el objetivo de medrar

sirviendo en el ejército real845, como con la del ejército pontifical. Ya había solicitado

Felipe II a Sixto V en 1590 que tomara parte en las operaciones enviando un

contingente armado pero el Pontífice, que era partidario de favorecer a la Liga, no

consintió en plasmar dicho apoyo de forma militar pese a la presión de Olivares, lo que

provocó duros enfrentamientos entre ambos846. Las reticencias del Papa se basaban en

que Enrique de Navarra era el único monarca que podía evitar la consecución de la

Monarquía Universal por parte de Felipe II, por lo que era imprescindible que fuera un

rey fuerte, pese a ser hereje847. Ante la negativa Papal, Felipe II envió un nuevo

embajador a Roma para, en un principio, apoyar a Olivares y, posteriormente,

relevarle848. El elegido fue Antonio Fernández de Córdoba y Folc de Cardona, duque de

Sessa849, ya que su cercanía a las tesis de la facción “papista” parecía la mejor arma para

convencer al Pontífice. Sin embargo, este no cedió y no sería hasta el breve pontificado

de Gregorio XIV cuando se consiguiera el envío de tropas papales a Francia850.

El ejército enviado estaba compuesto por 6000 infantes y 1000 caballos

comandados por Hercules Sfrondato, conde de Montemarciano y sobrino del Papa.

Como general de la caballería fue elegido Pedro Gaytan y Appio Conti como maestre de

campo general, siendo ambos amigos de Farnesio851. Enseguida comenzaron los

845 Sobre el personaje, B. J. GARCÍA GARCÍA, "Ranuccio I Farnesio y la gloria del príncipe" en A. BILOTTO, P. DEL NEGRO Y C. MOZZARELLI (eds.), op. cit., pp. 117-145. Ranuccio expresó su decisión al rey mediante misiva del 26 de julio de 1591 (AGS, E., leg. 600, f. 92). Su presencia en Flandes supuso para su padre, más que una ayuda, la aparición de nuevas críticas hacia él por los favores que le otorgó. 846 Barón de HÜBNER, op. cit., II, pp. 141-340; L. PASTOR, op. cit., XXI, pp. 314-325 y M. A. OCHOA BRUN, op. cit., pp. 215-218. 847 Barón de HÜBNER, op. cit., II, p. 356. 848 “Instruction de lo que vos D. Antonio de Córdoba y de Cardona, duque de Sessa y de Soria mi primo debéis de haçer en Roma donde os envío por cosas importantes a mi servicio”, 10 de abril de 1590, AZ, carpeta 39, doc. 31. 849 Biografía en M. A. OCHOA BRUN, op. cit., p. 218, n. 1070. 850 En general, para la actitud del Papado respecto a las guerras de religión en Francia, H. de L´ÉPINOIS, La ligue et les papes, París, 1886 y F. ROCQUAIN, La France et Rome pendant les guerres de Religión (1559-1598), París, 1924. En cuanto a su actuación en vida de Gregorio XIV, P. VAN ISACKER, "Notes sur l´intervention militaire de Clément VIII en France", Revue d´histoire eclesiastique, XII (1911), pp. 703-705. 851 Diego de Ibarra a J. de Idiáquez, 14 de mayo de 1591, AGS, E., leg. 599, f. 127.

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problemas de precedencias entre el conde de Montemarciano, Farnesio y Mayenne, ante

el temor del último a que el Papa intentara crear un tercer partido en Francia que uniera

a todos los católicos, incluídos los que apoyaban a Bearn. Para poder evitar esta

posibilidad, el dirigente de la Liga solicitó que se le aumentara su título de lugarteniente

del Reino de Francia, lo que no fue aceptado por los otros dos comandantes. El príncipe

de Parma, por su parte, ostentaba el título de confaloniero o supremo cargo militar del

ejército pero desde Roma no se entendía así y el Papa pidió que Montemarciano tuviera

precedencia sobre él852. Felipe II, por supuesto, se negó a tal posibilidad853. Esta

discusión destapó de nuevo las reticencias que se tenían en Roma de la labor de

Farnesio854, corroborando así que apenas disponía de apoyos ni en la Corte pontifical ni

en la madrileña.

Con la intervención armada en Francia, se confirmaba el interés de Roma por

influir activamente en los acontecimientos que sucedían en el Norte de Europa. Esa

atención se vería complementada con el envío de Jerónimo Matteucci como comisario

general de la armada pontificia estacionada en Flandes, título que se concedía a agentes

de segundo rango855, reactivando así la presencia diplomática de Roma en los Países

Bajos, que había quedado en suspenso tras la marcha de Filippo Sega en 1577.

Ya en junio de 1583 Farnesio había confesado al nuncio de Gratz, Germanico

Malaspina, la necesidad que existía de crear una legación Papal permanente en Flandes.

Sin embargo, la Santa Sede decidió instalar a instancias de Felipe II la nueva nunciatura

en Colonia, dentro de la cual estarían comprendidos los territorios de los Países Bajos.

El primer nuncio fue Bonomi, obispo de Vercelli, que llegó allí el 4 de abril de 1585,

pero no pudo disfrutar de una residencia fija ya que se pasó la mayor parte del tiempo

en Flandes, por lo que solicitó en numerosas ocasiones que se creara una nueva

nunciatura en aquel territorio856. Sixto V recogió la idea nada más al llegar al solio

pontificio y expresó al embajador Olivares su idea de comisionar a un prelado para que

marchara a Flandes, con los pretextos de que las órdenes religiosas querían enviar

miembros suyos y este podría acomodarles, así como la necesidad de controlar la

852 Sessa a Felipe II, 15 de mayo de 1591, Ibídem, leg. 958, s. f. 853 Felipe II a Sessa, 26 de junio de 1591, Ibídem, s. f. 854 Sessa a Felipe II, 23 de agosto de 1591, Ibídem, s. f. 855 Fue arzobispo de Ragusa (1579-1583), obispo de Sarno (1583-1594) y de Viterbo (1594-1609), así como comisario general de la armada pontificia en Flandes desde 1591 hasta febrero de 1593 (R. MAERE, "Les origins de la nonciature de Flandre. Étude sur la diplomatie pontificale dans les Pays-Bas à la fin du XVI siècle", Revue d´histoire ecclésiastique, 7 (1906), p. 806, nota 4). 856 Ibídem, pp. 573-584.

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libertad de conciencia que parece se permitía en ciudades como Brujas o Amberes857. Ni

Felipe II ni Juan de Idiáquez consideraron conveniente dicha comisión y así se lo

comunicaron al embajador, que tampoco lo juzgaba necesario858. Farnesio, por su parte,

había mudado de opinión y también mostró su desacuerdo sobre el envío de dicho

prelado859. Poco tiempo después, el nuncio Papal en Madrid insistió a Felipe II sobre el

asunto pero el monarca mantuvo su intención de posponer dicho envío860, lo cual no

convenció a Sixto V, que proveyó a finales de enero de 1586 al obispo de Gaeta como

nuevo nuncio en Flandes. Sin embargo, las presiones del rey, la muerte del nuncio de

Colonia el 25 de febrero de 1587 y los preparativos de la Armada para invadir Inglaterra

enfriaron el interés del Pontífice y dicho candidato no llegó a tomar posesión del cargo.

Pese a ello, la idea de crear una nunciatura en Flandes no se olvidó en la Santa Sede y se

retomaría poco después861.

5.4.- El relevo

Como vimos, ya Farnesio había solicitado su relevo como gobernador en 1586 y

no le fue concedido por ser necesaria su capacidad militar para la campaña de la

Armada. El fracaso de la misma y su desobediencia en la primera intervención en

Francia llevaron a Felipe II a cambiar de opinión y, desde 1589, se empezó a tratar

sobre su relevo, posibilidad que no fructificó hasta diciembre de 1591. Las críticas a su

857 Olivares a J. Idiáquez, 29 de enero de 1585, AGS, E., leg. 946, ff. 7-8. 858 J. Idiáquez a Olivares, 30 de septiembre de 1585, Ibídem, f. 13. La principal razón que esgrimieron para el rechazo era que si el Papa enviaba un prelado de calidad haría creer a los flamencos que era para introducir la Inquisición, lo que podría alterar a los rebeldes “reconciliados” y romper las negociaciones con los otros. En último término, se debía esperar a reducir Holanda y Zelanda y enviar dicho prelado con el título de visitador (Felipe II a Olivares, 1 de noviembre de 1585, Ibídem, ff. 146-147). 859 Felipe II a Farnesio, 31 de enero de 1586, Ibídem, leg. 591, f. 85. 860 N. Taverna a Rusticucci, 16 de noviembre de 1585, ASV, Spagna, leg. 13, ff. 459-460. 861 Para los orígenes de la nunciatura de Flandes, V. BRANTS, "Jehan Richardot. Note d´après les documents inédits sur les origines de la légation des Pays-Bas à Rome et de la nonciature du Saint-Siège à Bruxelles”, Le Museon, 10 (1891), pp. 1-25; R. MAERE y J. DENS, “L´organisation de la Nonciature de Flandre depuis son origine jusqu´à la Révolution française (1596 a 1795)”, en A. VAN HOVE, Rapport sur les travaux du séminaire historique de l´Université de Louvain pendant l´année 1896-1897, Lovaina, 1898, pp. 10-36; A. CAUCHIE, "Les instructions générales aux nonces des Pays-Bas espagnols (1596-1635)", Revue d´histoire ecclesiastique, 5 (1904), pp. 16-46; R. MAERE, op. cit., pp. 565-584 y 805-829; H. BIAUDET, op. cit., pp. 32-33; L. VANDER ESSEN y A. LOUANT (eds.), Correspondance d´Ottavio Mirto Frangipani. Premier nonce de Flandre (1596-1606), Roma, 1924, I, pp. IX-LXXXII y III, pp. IX-XLIV y W. BURLES, "Le budget de la Nonciature de Flandre au XVII siècle", BIHBR, 27 (1952), pp. 65-85

251

gestión habían ido in crescendo y a las ya conocidas se unirían las de tres eclesiásticos

que actuaban como espías en Flandes862.

El primero de ellos fue el jesuita Antonio Crespo de Molina863, presente en

dichas tierras tras haber embarcado en la Armada destinada a Inglaterra. Su labor de

espía del Consejo de Estado de Madrid le convirtió por derecho propio en un personaje

fundamental durante los gobiernos de Farnesio, Fuentes y Ernesto, siendo confesor de

estos dos últimos864. Tras acercarse al comendador Moreo y alentar sus críticas, durante

todo 1591 hizo lo posible por viajar a Madrid para poder atacar en dicha Corte la

gestión de Farnesio, impidiéndoselo este865.

El segundo fue Fray Baltasar Delgado, que se encontraba en Flandes con el

pretexto de llevar al Monasterio de San Lorenzo de El Escorial la reliquia de la cabeza

de San Lorenzo que estaba custodiada en una abadía alemana866. Sin embargo, su

verdadera misión era ejercer como espía y desde 1589 lo podemos situar entre los

opositores a Farnesio y Masi867 y muy cercano a Mansfeld, que durante la primera

estancia en Francia del príncipe de Parma le concedió 30 escudos de entretenimiento

que le retiró Farnesio a su vuelta868. La reacción del religioso fue escribir una “Raçon de

porqué estos estados no están bien gobernados”, en la cual atacaba duramente a

Farnesio y a sus ministros869.

862 Sobre los usos de la diplomacia y asuntos de inteligencia en Flandes en momentos posteriores, M. A. ECHEVARRÍA BACIGALUPE, La diplomacia secreta en Flandes, 1598-1643, Leoia (Vizcaya), 1984. 863 Nacido en Osuna el 12 de marzo de 1543, estudió en la Universidad de dicha ciudad y obtuvo los grados de maestro en artes y bachiller en medicina, además de cursar dos años de teología escolástica y positiva. Al ingreso de su única hija en la vida religiosa, ya viudo, entró en la Compañía donde hizo otros tres años de teología y dos de casos de conciencia. Tras estar año y medio como ministro de Baeza (1585-1586), en julio de 1587 se le destinó a Jerez de la Frontera con la misión naval. El 30 de mayo de 1588 zarpó de Lisboa con la Armada, junto al hermano Alonso del Pozo en la San Lorenzo (capitana de las galeazas de Nápoles), pero el 8 de agosto la nave encalló en Calais. Ambos pudieron escapar, tras maltrato de los ingleses, y fueron a Brujas donde Thomas Sailly les destinó a la misión castrense de Flandes, recién fundada por el príncipe de Parma. Desde ese momento, se implicaría de lleno en la política de Bruselas hasta que en 1598 retornó a Castilla. Ejercería el ministerio hasta su muerte en Sevilla el 10 de diciembre de 1600 (Biografía en el DBE). 864 Su conexión con Juan de Idiáquez la podemos ver en la intermediación que realizó con el hijo del secretario, Alonso de Idiáquez que se encontraba luchando en el ejército en Flandes, sobre su matrimonio (J. B. Tassis a J. de Idiáquez, 18 de octubre de 1589, AGS, E., leg. 596, f. 99). Su relación con Moreo nos la explica el mismo comendador en una carta a Idiáquez el 26 de mayo de 1590, Ibídem, leg. 599, f. 10. 865 BNM, Ms. 12179, f. 204. 866 Sobre la negociación para traer la cabeza, AGS, E., leg. 2220-2, ff. 312-319, 321-322 y 333. 867 Delgado a Felipe II, 12 de mayo de 1589, Ibídem, leg. 702, s. f. 868 Delgado a Martín de Idiáquez, 12 de diciembre de 1591, Ibídem, leg. 601, f. 178 y a Juan de Idiáquez, 23 de diciembre de 1591 en el f. 179. 869 Fechada el 12 de diciembre de 1591 se encuentra en Ibídem, f. 177. En ella se puede ver su conexión con Antonio Crespo y otros opositores a Farnesio como Alonso de Luçón,

252

Por último, nos encontramos al benedictino Fray Pedro Aimerich, antiguo

dominico y abad de San Andrés en Brujas870. En 1592 viajó a Madrid para llevar al

Monasterio de San Lorenzo de El Escorial la reliquia del pie de San Felipe, que ya había

localizado previamente el famoso arbitrista Luis Valle de la Cerda con la ayuda de

Tassis y de Moreo871; sin embargo, la verdadera razón de su viaje era informar sobre la

precaria situación en que se encontraba Flandes, apoyando las tesis de Mansfeld que

favorecía su viaje. Su Jornada se realizó sin dificultad y pudo informar sin recibir una

reprimenda, ratificando, de nuevo, la débil posición del gobernador872.

Todas estas intrigas contra Farnesio cuajaron en diciembre de 1591 en la

decisión de relevarle en el puesto. Los motivos de tal resolución y los personajes

elegidos para llevar a cabo los planes de Felipe II son bien descritos por Cabrera de

Córdoba en su crónica873. La pérdida de prestigio y respeto del de Parma eran claras y

las opiniones vertidas en el Consejo de Estado por el prior Hernando de Toledo y por

Idiáquez hicieron que Felipe II se decidiera por el cardenal Andrés de Austria, hijo del

archiduque Fernando, como nuevo gobernador874.

Mondragón o Pedro Laudans. Especulaba sobre los motivos por los que el rey no le había retirado aún del puesto y llegaba a la conclusión de que Isabel Clara Eugenia le protegía, rumor que corría en Flandes. Por último, enviaba 8 avisos para llevar a cabo un buen gobierno. 870 Farnesio a Felipe II, 12 de julio de 1592, Ibídem, leg. 602, f. 110, "Habiéndoseme advertido que el abad de Sanct Andres cerca de Brujas que es un padre catalán que primero fue frayle Dominico y agora lo es Benito debaxo de color de llevar a V. Majestad el pie del glorioso Phelippe Apostol va a hazer malos officios contra mi no puedo dexar de suplicar de nuevo a V. Majestad con las cartas que vera que puedo se sirva de mandarse informar a requisicion de quien lo haze y de que yo sea avisado de lo que se me carga". 871 A. DUBET, Hacienda, arbitrismo y negociación política. Los proyectos de erarios públicos y montes de piedad en los siglos XVI y XVII, Valladolid, 2003, p. 89. 872 Farnesio a Felipe II, 31 de julio de 1592, AGS, E., leg. 602, f. 95. Sin embargo, Felipe II intentó calmar al gobernador diciendo que no se había hecho caso a dicho padre (Felipe II a Farnesio, 11 de septiembre de 1592, Ibídem, leg. 2220-2, f. 337). 873 CABRERA, III, pp. 1240-1243. Cabrera de Córdoba sitúa la decisión del relevo a finales de 1589 pero, en realidad, este se decidió en 1591. 874 Nacido en Praga el 14 de mayo de 1558 era el primogénito del archiduque Fernando del Tirol y de Philippine Welser. Desde joven se le destinó a la iglesia y a los 18 años fue a Roma donde recibió el 13 de septiembre de 1576 el capelo de cardenal de Santa Maria Nova de manos de Gregorio XIII. En 1578 fue nombrado gobernador del Tirol y en 1580 el obispo de Brixen le eligió como coadjutor. Solo volvió a Roma a los cónclaves y en 1591 recibió el obispado de Brixen junto a otros cargos. Su padre falleció en 1595, no consiguiendo Andrés el condado de Tirol ni tampoco su hermano Carlos, marqués de Burgau, pero, a cambio, el Emperador le nombró gobernador de Alsacia. Con posterioridad, fue llamado a Flandes como gobernador interino para sustituir al archiduque Alberto mientras este viajaba a contraer matrimonio con Isabel Clara Eugenia. Llegó a Bruselas el 6 de septiembre de 1598, caracterizándose su gobierno por los continuos enfrentamientos con el almirante de Aragón. Tras el retorno de los Archiduques a Flandes, Andrés se encaminó a Francia a realizar un viaje de estudios pero se le reclamó al Vaticano para concederle algún puesto que desconocemos, ya que falleció allí el 12 de noviembre de 1600 antes de tomar posesión (BIOGRAPHIE NATIONALE, I, pp. 273-280).

253

El elegido para comunicar la noticia a Farnesio fue Juan Pacheco Osorio, II

marqués de Cerralbo875, que se encontraba en Turín realizando una embajada por

encargo del monarca. Sus instrucciones, tanto la pública como la secreta876, estaban

fechadas el 31 de diciembre de 1591 y en ellas se comunicaba a Cerralbo que debía

escribir a Farnesio para advertirle que se encaminaba a Flandes a intervenir en los

asuntos de Francia y en las negociaciones con los rebeldes para conseguir la

pacificación. Una vez allí, y tras tratar sobre estos temas, debía entregarle las cartas de

Felipe II en las que se le notificaba que debía acudir a Madrid para informar al rey sobre

unos asuntos muy importantes para la Monarquía877. Si le convencía de que debía viajar,

dichas instrucciones preveían que el gobernador interino continuara siendo Mansfeld,

rechazando la candidatura de Ranuccio si Farnesio la proponía, aunque siempre

remitiéndole a su estancia en Madrid. Si el primero de ellos fallecía y Farnesio insistía

en su hijo se aceptaría, con tal de que acudiera a la Corte madrileña. Si el príncipe de

Parma se oponía a viajar a Madrid, Cerralbo tendría que comunicarle en secreto que no

podía excusarse de hacerlo y, en último caso, si no aceptaba salir de Flandes, debería

hacer públicos los despachos con la verdad del caso para los naturales, oficiales del

ejército y príncipes vecinos. Así mismo, debía informar a Andrés de Austria, que se

debía presentar en Flandes una vez que Farnesio hubiera salido de allí para evitar

emulaciones, enviándosele las patentes de gobernador cuando hubiera llegada ya a

Bruselas. Se establecía también que si Mansfeld moría antes de que llegara Andrés de

Austria a Flandes gobernaría Cerralbo junto al Consejo de Estado, además de

nombrársele capitán general de la infantería española de Flandes878 con un sueldo de

6000 ducados anuales879. Junto con dichas instrucciones, se enviaron a Cerralbo en la

875 Casado con doña Inés de Toledo, hija de don García IV Marqués de Villafranca, vio truncarse su carrera cortesana con la muerte en 1572 de su patrón el cardenal Espinosa. No sería hasta más de una década después cuando, con el patrocinio del secretario Mateo Vázquez, fue nombrado gobernador y capitán general de Galicia. Allí destacaron sus excelentes dotes militares en el rechazo a la armada de Francis Drake durante el asedio de la ciudad de La Coruña en mayo de 1589. Tras sus éxitos, Felipe II le concedió la encomienda de Almorchón de la Orden de Alcántara y, después de sus días, para su hijo. Tras realizar una embajada a Turín a finales de 1591, se le encargó que viajara a Flandes a comunicar la noticia de su destitución como gobernador a Farnesio, pero falleció en el camino el 28 de marzo de 1592 (F. PÉREZ MÍNGUEZ, “D. Juan de Idiáquez: Embajador y consejero de Felipe II”, Revista Internacional de estudios vascos (París- San Sebastián), 23 (1932), p. 601). 876 La instrucción secreta se encuentra en AGS, E., leg. 2220-2, f. 1, así como en el leg. 168, f. 84. En cuanto a la pública, en el leg. 2220-2, f. 2. 877 Esta carta está fechada el 20 de febrero de 1592 y se encuentra en Ibídem, f. 3. 878 El título, con fecha del 7 de enero de 1592, en Ibídem, f. 166. Sin embargo, se le prefirió dar la patente, que se encuentra en el f. 164. 879 Como así consta en la cédula con fecha 6 de enero de 1592 que se le envió (Ibídem, f. 221).

254

misma fecha varias cartas para los principales personajes tanto de Flandes como del

Imperio, en las cuales se les comunicaba la decisión real880.

Además de esta misión, el noble castellano tenía encomendadas otras, como

hacer lo posible por llegar a una paz con los rebeldes flamencos que permitiera a las

fuerzas de Felipe II concentrarse en el apoyo a la Liga Católica881. Para ello, Guillén de

San Clemente debía fomentar la intermediación del emperador, al tiempo que negociaba

con Rodolfo II para que permitiera que Andrés de Austria viajara a Bruselas882. Así

mismo, debía intervenir en los asuntos franceses hasta que el duque de Feria llegara a

Flandes, ya que este debía pasar aún por Roma883.

El marqués de Cerralbo emprendió su camino desde Saboya en febrero de 1592,

acompañado de Enrique Enríquez y de Juan Martínez de Gallistegui, su secretario

personal884. Sin embargo, su misión quedó incompleta al fallecer el 28 de marzo

mientras se encontraba aún en Italia. Su secretario recibió de manos del marqués, poco

antes de morir, las llaves del escritorio con los despachos y la cifra, marchando a

Barcelona con dos galeras del capitán Aurelio Espínola y, desde ahí, a Madrid885. Este

contratiempo evitó durante unos meses que el relevo se llevara a cabo, y no fue hasta

junio cuando se designó al sustituto que debía realizar la misión inacabada del marqués

de Cerralbo: Pedro Enríquez, conde de Fuentes886.

880 Estas las debía entregar Cerralbo en persona y, para ello, el rey le dio unas cartas de presentación. Se enviaron misivas a Ranuccio, Áscoli, Mondragón, Verdugo, Lastur,... (Ibídem, f. 215 en adelante). Junto a ellas, estaban las cartas donde se informaba del propósito de Cerralbo (Ibídem, ff. 26-38). 881 “Lo que vos Don Juan Pacheco, Marqués de Cerralbo, mi pariente aveys de hazer en la Jornada a que al presente os embio”, 25 de enero de 1592, Ibídem, f. 165. Del 31 de diciembre de 1591 son las cartas a diversos personajes del Imperio tocantes a admitir su mediación en el conflicto con los rebeldes (Ibídem, leg. 2221, ff. 26-35). 882 Para conseguir que Andrés de Austria fuera a Flandes, Felipe II envió el 20 de febrero de 1592 al marqués de Cerralbo una carta para el propio Andrés (Ibídem, leg. 2220-2, f. 212) y otra para el archiduque Fernando (f. 270). 883 Felipe II a Cerralbo, 25 de enero de 1592, Ibídem, ff. 276-277. 884 Felipe II a Cerralbo, 25 de marzo de 1592, Ibídem, f. 281. Había comunicado a Juan de Lastur que Cerralbo pudiera disponer de todo el dinero que necesitara y que de ese dinero podría pagar 50 escudos al mes a Enríquez y 30 a Gallistegui por el oficio de comisario de muestras del que disponía en Castilla. 885 Juan Martínez de Gallistegui a Felipe II, 29 de marzo de 1592, Ibídem, leg. 169, f. 55 y Felipe II a Juan Martínez de Gallistegui, 11 de abril de 1592, Ibídem, leg. 2220-2, f. 239. 886 Pedro Enríquez de Guzmán y Acevedo, primer conde de Fuentes de Valdepero y señor de Cambados, era hijo de Diego Enríquez de Guzmán, tercer conde de Alba de Aliste, y de su segunda esposa doña Catalina de Toledo y Pimentel, hermana del tercer duque de Alba. Como don Diego era el padre de doña María, la esposa del duque, don Pedro era a la vez cuñado y sobrino de Alba, además de ser primo hermano del marqués de Velada. Siempre destacó por sus extraordinarias dotes militares sirviendo con Alba en Flandes y en otros escenarios que le valieron en 1589 su nombramiento como capitán general de Portugal, donde tuvo que vérselas con el Prior de Crato defendiendo con éxito Lisboa del ataque del pretendiente en junio de aquel año. Previamente, había estado en 1586 en Turín para felicitar al duque de Saboya y a Catalina

255

Personaje siempre rodeado de polémica, supo adaptarse muy bien a los

diferentes cambios cortesanos en Madrid y obtuvo cargos de gran relevancia, tanto con

Felipe II como con Felipe III. Pese a su parentesco con el duque de Alba y a su cercanía

a Moura desde la década de los 70 del siglo XVI, no podemos considerarle

completamente afín a unas ideas políticas u otras, ya que consiguió nadar de forma

inteligente entre ambas orillas. El noble castellano fue capaz de disimular cuando la

ocasión lo requería, como era el caso, ya que sus pensamientos sobre la política a llevar

en Flandes no se correspondían con los de Moura e Idiáquez.

Fuentes se encontraba realizando, al igual que Cerralbo, una misión diplomática

en Saboya cuando se le encomendó que emprendiera viaje a Flandes para realizar,

exactamente, la misma gestión y con idénticas instrucciones que su predecesor887. El

único cambio sobre las disposiciones iniciales era que el nuevo gobernador no iba a ser

Andrés de Austria, sino el archiduque Ernesto888.

Micaela por el nacimiento de su primogénito, Felipe Manuel, aunque su objetivo real era conseguir su apoyo para la Liga Católica en Francia. En ese año, además, se le nombró capitán general de la caballería de Milán. En 1592 retornó a Saboya para volver a tratar de la situación en Francia y, una vez allí, se le comunicó que fuera a Flandes a comunicar su destitución a Farnesio. En dichas tierras permanecería hasta la llegada en 1596 del archiduque Alberto, ayudándole en las luchas armadas contra Francia. Felipe III le concedió en el 1600 la Grandeza, plaza en el Consejo de Estado y el cargo de Gobernador General de Milán, donde permaneció hasta su muerte en 1610 (M. A. OCHOA BRUN, op. cit., p. 240, S. MARTÍNEZ HERNÁNDEZ, op. cit., p. 95 y Felipe II, II, pp. 145-146, así como la bibliografía sobre él, en general, anticuada; P. GAYANGOS, "El Conde de Fuentes", La revista de España, 15/7/1868; C. FERNÁNDEZ DURO, Don Pedro Enríquez de Acevedo, conde de Fuentes. Bosquejo encomiástico leido ante la Real Academia de la Historia, Madrid, 1884; J. FUENTES, El Conde de Fuentes y su tiempo: Estudios de Historia Militar. Siglos XVI a XVII, Madrid, 1908, 2 vols.; P. VAN ISACKER, "Pedro Enríquez de Azevedo, graaf van Fuentes en de Nederlanden, 1592-1596", Annales de la société d´ëmulation de Bruges, 40 (1910), pp. 205-236 o A. RODRÍGUEZ VILLA, El Conde de Fuentes. Bosquejo histórico, Madrid, s. d.). 887 “Sumario de lo que su Majestad es servido que haga don Pedro Henríquez de Azebedo, Conde de Fuentes, en su comisión principal como más particularmente se le ha dicho de palabra”, 4 de junio de 1592, AGS, E., leg. 2220-2, f. 19. El poder para mandar a toda la gente de guerra española que servía en Flandes y Francia, con la misma fecha en Ibídem, f. 208. La carta donde se comunicaba a Farnesio que debía volver a Madrid, con fecha del 28 de junio, en Ibídem, leg. 2221, f. 37. 888 Así se lo comunicaba Felipe II a su sobrino el 28 de junio de 1592, Ibídem, leg. 2220-2, f. 189. Ernesto de Austria nació en Viena el 16 de junio de 1553 y fue el segundo hijo de los emperadores Maximiliano y María. Fue educado en Madrid junto a su hermano Rodolfo desde 1565-1570, en que retornó al Imperio para continuar con su formación. Desde 1571 a 1573 estuvo envuelto en las luchas contra los otomanos en el Mediterráneo, hasta que en 1573 y 1575 intentó ser nombrado rey de Polonia, fracasando en ambos intentos. En 1576 se especuló con su nombramiento como gobernador de los Países Bajos pero con la subida al trono de Rodolfo II pasó a ser gobernador de la baja y alta Austria y luego gobernador de la Austria interior tras la muerte del archiduque Carlos. Enviado finalmente a Flandes por Felipe II como gobernador, falleció en Bruselas el 20 de febrero de 1595 (A. DOUTREPONT, “L´archiduc Ernest d´Autriche, gouverneur général des Pays Bas, 1594-1595” en Miscellanea historica Leonis van der Essen..., II, pp. 621-642).

256

La elección de este nuevo gobernador, según Cabrera de Córdoba, fue debida al

fuerte carácter del padre de Andrés, el archiduque Fernando, y al desconocimiento que

se tenía de la actitud del hijo889. Sin embargo, consideramos que los verdaderos motivos

que impulsaron la elección de Ernesto fueron las negociaciones que se mantenían en

Francia para que el trono fuese a parar a Isabel Clara Eugenia casada con el archiduque,

así como favorecer y agilizar las negociaciones de paz con los rebeldes de Holanda y

Zelanda; asuntos ambos que se podrían acelerar si el hermano del emperador se

encontraba en Flandes. Igualmente, aunque no hemos encontrado pruebas fehacientes de

esta hipótesis, la elección de Clemente VIII como nuevo Papa debió influir en el

nombramiento de un personaje muy interesante para la nueva estrategia que este

Pontífice pensaba llevar a cabo para deshacerse de la tutela de Felipe II.

Ernesto se convertía, de esta manera, en un personaje fundamental en la política

exterior de la Monarquía. Su catolicismo estaba fuera de toda duda tras haber hecho lo

posible por la restauración y reforma católica en Austria890, apoyándose en personajes

como Guillermo Scherer, perteneciente a la Compañía de Jesús. Sin duda, la

vinculación del archiduque a esta orden fue muy intensa, y sus confesores pertenecieron

casi siempre a ella, caso de Antonio Crespo de Molina en Flandes. Su lucha por el

catolicismo le supuso, asimismo, ser aceptado en 1592, tanto por Felipe II como por

Roma, como el mejor Rey de Romanos posible. El monarca hispano intentó a través de

su embajador en la “Ciudad Eterna” que la Santa Sede utilizara sus influencias y que el

nuevo nuncio para el Imperio, el cardenal Madruzzo, obispo de Cremona, propugnara su

candidatura, aunque pretendiendo que no se pudiera observar que detrás de ello andaba

Felipe II891. El nuncio aceptó encantado y comenzó una intensa actividad diplomática

para conseguir dicho objetivo892. Sin embargo, la elección de Ernesto como gobernador

de Flandes influyó negativamente en sus opciones893 y a finales de 1594 se puede

considerar que el apoyo papal para este asunto había finalizado894.

El mayor inconveniente que presentaba la elección de Ernesto para el puesto en

Flandes era que Rodolfo II se opondría mucho más al envío de su hermano que al del

cardenal Andrés de Austria, ya que este se encontraba ejerciendo como gobernador de

889 CABRERA, III, p. 1463. 890 L. PASTOR, op. cit., XXII, p. 64. 891 Felipe II a Sessa, 29 de marzo de 1592, AGS, E., leg. 960, s. f. y Sessa a Felipe II, 10 de julio de 1592, Ibídem, leg. 959, s. f. 892 Obispo de Cremona a Clemente VIII, 24 de agosto de 1592, Ibídem, s. f. 893 Así se lo hizo saber Clemente VIII a Sessa el 26 de mayo de 1593, Ibídem, leg. 961, s. f. 894 Sessa a Felipe II, 22 de diciembre de 1594, Ibídem, leg. 963, s. f. Rodolfo II hablaba de Maximiliano como posible sucesor mientras el Papa se comenzaba a inclinar por el archiduque Fernando.

257

Estiria y Carintia, territorios fronterizos con los turcos que en ese momento se estaban

mostrando agresivos. Ante esta dificultad, Felipe II ordenó a Guillén de San Clemente

que agilizara las conversaciones con el emperador895, sin olvidar otras opciones en

previsión de que no se pudiera conseguir el objetivo principal. Así, se propuso como

alternativa al archiduque Maximiliano, aunque su nombramiento no entrañaba menor

dificultad por el mismo motivo896, por lo que volvió a resurgir la posibilidad del

cardenal Andrés897.

Fuentes comenzó su viaje hacia los Países Bajos a comienzos de octubre y poco

después se conoció en Bruselas que se encaminaba hacia allí, lo que hizo aparecer las

consabidas especulaciones ante el desconocimiento del cargo que iba a tomar el enviado

real. El rumor más consistente fue el de que se iba a enviar a Catalina Micaela como

gobernadora, mientras Fuentes sería gobernador interino hasta que ella llegara, al

tiempo que Farnesio tomaba el mando del ejército en Francia898.

El gobernador de Flandes hizo lo posible por no encontrarse con el emisario de

Felipe II, para lo cual viajó de Bruselas a Arras el 19 de noviembre, con el pretexto de

organizar el ejército para la tercera entrada en Francia. Así, cuando el 23 de noviembre

entró Fuentes en la capital bruselense se encontró con la ausencia de un gobernador con

el que no podría entrevistarse, ya que murió en la noche del 2 al 3 de diciembre.

Pese al descrédito de Farnesio en Madrid, toda la operación se había intentado

mantener en secreto para evitar mermar aún más su reputación. Así, se comunicó al

duque de Sessa en noviembre que informara a Clemente VIII del relevo, pero

recalcándole que no había disgusto con su labor899; una vez se hubo conocido su muerte,

se ordenó al embajador, que aún no había comunicado la nueva, que no informara al

Papa sobre el planeado relevo900. El mismo secretismo se utilizaría en otros ámbitos, por

lo que la decisión resultó desconocida para observadores ajenos y hasta que no se

895 Felipe II a Guillén de San Clemente, 28 de junio de 1592, Ibídem, leg. 2220-2, f. 192 y Felipe II a Rodolfo II, 28 de junio de 1592, Ibídem, f. 188. 896 Felipe II a Guillén de San Clemente, 28 de junio de 1592, Ibídem, f. 210. El mismo día se le envió una misiva al embajador, que debía entregar a Maximiliano si este era el elegido finalmente (Ibídem, f. 211). 897 Minuta de Felipe II a Fuentes, 6 de febrero de 1593, Ibídem, leg. 2221, f. 22, "Mas por prevenirlo todo por si alguno de los casos que pueden suceder de impedimentos forçossos no diesse lugar a que pudiesse venir Ernesto me ha paresçido que será mas a propósito traer el Cardenal de Austria por la buena relaçión que ay de su persona que otras traças que se ayan puesto en platica para este caso". 898 Mateucci a Aldobrandino, 28 de octubre de 1592, ASV, Fiandra, leg. 5, ff. 123 v.-124 r. 899 Felipe II a Sessa, 3 de noviembre de 1592. Cfr. E. GOSSART, La domination espagnole dans les Pays-Bas a la fin du règne de Philippe II, Bruselas, 1906, pp. 290-291. 900 Minuta de despacho, s. f. (h. comienzos 1593), AGS, E., leg. 2221, f. 14.

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confirmó la llegada del archiduque Ernesto se continuó especulando con el nombre del

sucesor.

Este hermetismo, unido a su fallecimiento, evitó la humillación política de

Farnesio, ya que se encontraba huérfano de apoyos en Madrid, pese al último y

desesperado intento que realizó por acercarse a Juan de Idiáquez901. Sin embargo, este

no se apiadó de él ni en esos últimos momentos, tal y como reflejan los apuntamientos

que escribió sobre su gobierno a finales de 1592 y en donde criticaba duramente su

labor902. Sin duda, los últimos años de vida de Farnesio y los ataques sufridos habían

deslucido la figura de uno de los cortesanos y militares más brillantes del reinado de

Felipe II.

901 Farnesio a J. Idiáquez, 20 de septiembre de 1592, AGS, E., leg. 602, f. 150. 902 Dichos apuntamientos en L. VANDER ESSEN, "Une critique de l´administration d´Alexandre Farnèse aux Pays-Bas par Don Juan de Idiáquez, Secrétaire d´État de Philippe II (1592), Document extrait de la Bibliothèque Vittorio Emmanuele à Rome", BCRH, 100 (1936), pp. 173-180.

259

CAPÍTULO 6

A LA ESPERA DE GOBERNADOR (1592-1594)

6.1.- La llamada de Alberto a Madrid: el dinasticismo y los cambios en el centro de

la Monarquía

Sin duda, 1593 trajo consigo una serie de relevantes cambios en la configuración

de la toma de decisiones de la Monarquía Hispana. La transformación de la Junta de

Noche en la de Gobierno, así como la reforma del Consejo de Estado903, con la entrada

de nuevos personajes en el mismo como el marqués de Velada904, hicieron cambiar la

forma de gobernar la Monarquía, aunque el poder continuara en las mismas manos que

hasta ese momento. Sin embargo, la novedad que más nos interesa en nuestro estudio es

la que representó la llamada que se realizó al archiduque Alberto para que dejara el

virreinato de Portugal y regresara a Madrid.

Este personaje puede ser considerado como uno de los más importantes tanto del

gobierno de su tío, Felipe II, como del de su primo, Felipe III. Sin embargo, no existe

ninguna biografía moderna sobre él y muy pocas obras sobre episodios concretos de su

vida, excepto de sus años como soberano de Flandes junto a Isabel Clara Eugenia905.

Esta es una carencia importante de la bibliografía y un estudio completo sobre su vida

903 Sobre estas reformas, S. FERNÁNDEZ CONTI, Los consejos de Estado y Guerra...., pp. 222-223 y Configuración, “De la Junta de noche a la Junta de gobierno”, pp. 272-276. 904 Una biografía de este personaje en S. MARTÍNEZ HERNÁNDEZ, op. cit., passím. 905 Existen dos biografías del siglo XVII, A. le MEERE (Lemire o Miraeus), De vita Alberti Belgarum principis, Amberes, 1622 y J. B. de MONTPLEINCHAMP, Histoire de l´Archiduc Albert gouverneur général et puis prince souverain de la Belgique, Colonia, 1693 (consultada la edición de A. L. P. Roubaulx de Soumoy, Bruselas, 1870). En cuanto a episodios de su vida, sobre su estancia en la corte madrileña en su juventud, J. MARTÍNEZ MILLÁN, "El archiduque Alberto en la corte de Felipe II (1570-1580)" en W. THOMAS y L. DUERLOO (eds.), Albert&Isabella, 1598-1621 Essays, Lovaina, 1998, pp. 27-37. Sobre su periplo como gobernador de Portugal destaca la obra de F. CAEIRO, O arquiduque Alberto de Austria, vice-rei de Portugal, Lisboa, 1961 comentada en el artículo de D. MAURICIO, "O Arquiduque Alberto de Áustria, Vice-Rei de Portugal (1583-1593)", Brotéria, 24, abril-1962 (4), pp. 422-429. Así mismo, sobre su faceta como coleccionista y mecenas de obras de arte, A. JORDAN GSCHWEND, Archduke Albert in Lisbon (1581-1593): A question of patronage or emulation?, Tesis doctoral inédita de la Brown University, Providence, 1985. En cuanto a su breve periodo como coadjutor de Toledo, BNM, Ms. 13027, Anónimo, Vidas de los Arzobispos de Toledo, s. f. (hacia 1620), III, ff. 201-208. Para su periodo como gobernador de Flandes de 1595-1598, J. ROCO DE CAMPOFRÍO, España en Flandes, trece años de gobierno del archiduque Alberto (1595-1608), Madrid, 1973, pp. 1-219. Si que existen, en cambio, muchos estudios sobre su soberanía en Flandes, sobre todo, a raíz del IV centenario en 1998 de la Cesión. Un buen resumen de las obras sobre los Archiduques en W. THOMAS, "La corte de los archiduques Alberto de Austria y la infanta Isabel Clara Eugenia en Bruselas (1598-1633). Una revisión historiográfica" en A. CRESPO SOLANA Y M. HERRERO SÁNCHEZ (Coords.), op. cit., I, pp. 355-386.

260

podría servir para aclarar muchos puntos de la historia tanto de Europa, en general,

como de Portugal, Flandes, el Imperio o la propia Monarquía Hispana, en particular.

El archiduque Alberto nació en Neustadt el 13 de noviembre de 1559 y fue el

noveno hijo del emperador Maximiliano II y de su esposa María906. Muy pronto

comenzó a mostrarse útil para las estrategias políticas de su tío Felipe y a los 11 años

fue enviado a educarse a la Corte hispana junto con su hermano Wenceslao, relevando

en la misma a sus antecesores Rodolfo y Ernesto. Con esta medida, Felipe II quería

garantizar una educación católica-ortodoxa para los futuros emperadores e, incluso,

sucesores de la Monarquía Hispana, al tiempo que les inculcaba su propia visión política

de la cristiandad. De gran ayuda para los propósitos de Felipe II fue su hermana María,

que hizo posible que se produjeran dichas estancias en Madrid.

Los archiduques Rodolfo y Ernesto llevaban en la Corte madrileña desde 1564

con un séquito, a cuyo frente estaba Adam de Dietrichstein como mayordomo mayor907,

compuesto en su mayoría por servidores imperiales908. Sin embargo, lo que había sido

válido para los hermanos mayores no lo iba a ser para los menores y, desde antes de

saberse el nombre de los archiduques que iban a tomar el relevo de Rodolfo y Ernesto,

Felipe II había decidido que sus servidores iban a ser castellanos para, de este modo,

poder controlar mejor su entorno. Esta decisión, por supuesto, no convenció al

emperador Maximiliano II, que bregó por conseguir que algunos servidores imperiales

quedaran en Madrid con los archiduques909, lo que finalmente conseguiría910. Con esta

esperanza se constituyó en el Imperio un pequeño contingente de oficiales para Alberto

906 Una pequeña biografía en Configuración, p. 318. 907 F. EDELMAYER, "Honor y dinero. Adam de Dietrichstein al servicio de la Casa de Austria", Studia Histórica. Historia Moderna, 10/11 (1992/93), pp. 89-116. 908 Sobre la permanencia de ambos archiduques en Castilla, E. MAYER-LÖWENSCHWERDT, “Der Aufenthalt der Erzherzoge Rudolf und Ernst in Spanien”, Sitzungsberichte der philosophisch-historischen Klasse der Österreichische Akademie der Wissenschaften, 206 (1927), pp. 1 y ss. 909 De este asunto dejaba constancia la emperatriz María a Felipe II en una misiva del 29 de mayo de 1570, “El Emperador me paresçe que determina enviar dos hijos como vos mandáis. Pienso que serán los medianos de los que están acá, aunque no lo se çierto (...). El Emperador pasó bien por todo lo que de parte de vos se le dijo sobre esto, pero después vi que le pareçía estrano que no uviesen de tener tudescos. Yo pongo la culpa a otros y pienso que como tengan algunos porque no se les holvide la lengua, quen esto tiene razón, estará muy contento de toda la merced que vos le aze y a ellos”, Cfr. J. C. GALENDE DÍAZ y M. SALAMANCA LÓPEZ, Epistolario de la emperatriz María de Austria. Textos inéditos del Archivo de la Casa de Alba, Madrid, 2004, pp. 181-182. 910 Para un estudio más profundo de la estructura y los componentes de la Casa del archiduque Alberto desde su llegada a Madrid, nuestra ponencia en prensa “The household of Archduke Albert since his arrival to Madrid until his appointment as sovereign of the Netherlands (1570-1598)” presentada para las actas de la mesa redonda A constellation of Courts. The Households of Habsburg Europe, 1555-1665, celebrada en Bruselas el 3 y 4 de noviembre de 2006 por los departamentos de historia moderna de las universidades de Gante y de Amberes.

261

y Wenceslao, muy inferior en número, por supuesto, al que acompañaba a su hermana

Ana, futura esposa de Felipe II y, por tanto, futura reina de la Monarquía.

El viaje de los tres archiduques se inició a finales de julio de 1570 y se

prolongaría hasta octubre, en que llegaron a Madrid911. De ahí se trasladaron a Segovia,

lugar escogido para celebrar la boda, donde se comenzó a ponerles Casa. En este

proceso influiría, lógicamente, el momento político que se vivía en la Corte del “Rey

Prudente”, ya que se decidió que controlaran la misma, y por tanto decidieran los

nombramientos, dos personajes cercanos al príncipe de Éboli como Juan de Ayala, que

fue nombrado ayo y mayordomo mayor, y el secretario Gaztelu; personajes ambos que

habían estado vinculados a Eraso y que contaron con el apoyo de Espinosa y de la

emperatriz María912.

Durante estos años de juventud, Felipe II concedió mucha importancia a la

educación de sus sobrinos, para lo que contó con los tres preceptores que les habían

iniciado en las letras en el Imperio: Nicolas Coret, Mattheo Othen y Augier Guilain

Busbeque o Augerio Busbecq913. A ellos se unió el castellano Sebastián Pérez y, entre

todos, les fueron preparando para dar el gran salto a la política activa. Éste estuvo a

punto de llegar para Alberto en 1576 cuando los aliados del duque de Alba propusieron

su candidatura como gobernador de Flandes en lugar del fallecido Requesens, aunque

los miembros de la hegemónica facción “papista” acabarían imponiendo la elección de

don Juan de Austria. En compensación, Antonio Pérez, tras petición de Felipe II, movió

sus hilos en Roma para que se le designara cardenal diácono, lo que se produjo el 11 de

marzo de 1577, siendo nombrado cardenal presbítero al año siguiente. Así mismo, se

especuló con su nombramiento como arzobispo de Toledo tras el fallecimiento de

Carranza el 2 de mayo de 1576, pero Antonio Pérez prefirió a alguien más

experimentado y más cercano a sus ideas como Gaspar de Quiroga, que recibió el

nombramiento el 17 de agosto de 1577.

Mientras a Alberto se le iba dirigiendo a destinos tan altos, su hermano

Wenceslao recibió ciertas prebendas de la orden de San Juan y se pensó en él como

futuro Prior de la misma, poniendo en práctica la idea de Felipe II de controlar dicha

911 Una relación de los acontecimientos en dicha ciudad castellana en J. BÁEZ DE SEPÚLVEDA, Relación verdadera del recibimiento que hizo la ciudad de Segovia a la majestad de la reyna nuestra señor doña Anna de Austria, en su felicísimo Casamiento que en la dicha ciudad se celebró, edición Segovia, 1998. Sobre sus implicaciones políticas, nuestro artículo, “La estancia del Prior de Castilla,...”. 912 J. MARTÍNEZ MILLÁN, "El archiduque Alberto en la Corte de Felipe II...”, pp. 28-29. 913 J. B. de MONTPLEINCHAMP, op. cit., pp. 20-21.

262

orden a través de los miembros de su familia. Sin embargo, la muerte del archiduque en

1578 lo impidió914.

Ya antes del fallecimiento de Wenceslao se había venido especulando con la

necesidad de separar los servicios de ambos hermanos, sobre todo, por la importancia

que iba adquiriendo el archiduque Alberto dentro de la Corte. Su nombramiento como

cardenal diácono desencadenó el proceso y se decidió llevar a cabo la reforma para

dotarle de Casa propia, incluyendo en ella ciertos oficios que hasta ese momento no

habían sido considerados necesarios como los de gentilhombres de la boca y de la

cámara, así como se incrementó el número de mayordomos y, debido a su condición de

eclesiástico, el de los gentilhombres de hábito eclesiástico o camareros que vivían fuera

de palacio915. Este proceso siguió estando controlado aún por la facción “papista” pero,

pese al control que ejercieron tanto estos como los “ebolistas” durante la primera década

de vida de su servicio, Alberto nunca se mostró partidario de sus convicciones políticas

y religiosas y fue desarrollando unas ideas que concordaban más con las de la facción

que se fue mostrando hegemónica desde la Jornada de Portugal: los “castellanistas”.

Esta afinidad, junto con la enorme confianza que Felipe II tenía depositada en su

sobrino, le supuso el título de virrey de Portugal en 1583, cargo que entrañaba una

enorme dificultad. Se había especulado con que la emperatriz María, recién llegada a la

Península Ibérica, se haría cargo del gobierno, pero la decisión favoreció finalmente a

su hijo. Aunque Antonio Danvila y Burguero da otras razones916, creemos que la

elección recayó en Alberto porque la tarea principal que Felipe II quería del virrey era

conseguir la implantación del Confesionalismo en Portugal, y la espiritualidad que

practicaba la emperatriz no era la más adecuada para llevar a cabo dicha tarea. En

cambio, la de su hijo si se aproximaba a lo que el rey quería y un ejemplo de ello es que

914 I. EZQUERRA REVILLA, “Tentativas de la corona por controlar la orden de San Juan en tiempo de Felipe II: la “expectativa” del archiduque Wenceslao de Austria en el gran priorato de Castilla y León (1577-78)” en F. RUIZ GÓMEZ y J. M. MOLERO GARCÍA (eds.), La orden de San Juan entre el Mediterráneo y la Mancha, Alcázar de San Juan (Ciudad Real), 2009, pp. 401-430. 915 Nos son conocidos los principales componentes de la Casa en 1577 merced a la relación que hizo el embajador Hans Khevenhüller en su diario citado previamente, p. 215, a la que hace referencia J. MARTÍNEZ MILLÁN en “El archiduque Alberto en la corte de Felipe II...”, p. 35. 916 A. DANVILA Y BURGUERO, op. cit., pp. 539-40. Había sido Moura el promotor de la candidatura de María, pero el virreinato se daría a Alberto por tres razones: 1º por ser la emperatriz manirrota, 2º que el carácter de María y su inteligencia podrían causar problemas y 3º quería Felipe II a alguien de confianza cerca de él que pudiera ocuparse de las infantas.

263

sus confesores fueron siempre de la orden dominica, caso de Juan Velázquez de las

Cuevas, Fray Juan Vicente o Fray Íñigo de Brizuela917.

En aras de llevar a cabo la tarea encomendada por el monarca, Alberto acumuló

en su persona durante sus 10 años de estancia en Portugal los títulos de virrey,

inquisidor general y legado ad latere del Pontífice, los dos últimos tras una serie de

maniobras del embajador Olivares en la Santa Sede. El cargo de inquisidor se le

concedió por la bula Inter alias curar de Sixto V, de 25 de enero de 1586, y tomó

posesión el 13 de marzo siguiente918, mientras el de delegado ad latere fue solicitado el

26 de junio de 1581, aunque Gregorio XIII no lo concedió hasta el 9 de febrero de 1583

y fue una concesión, en principio, por dos años919. Como veremos, posteriormente sería

renovado.

Durante su virreinato, el archiduque Alberto intentó mantener buenas relaciones

con los jesuitas portugueses, pese a que contribuían a crear el espíritu nacional

denominado “sebastianismo”, ya que acumulaban un gran poder en el reino vecino920.

Este “pacto de no agresión” fue una constante en su vida política y, aunque no

comulgaba con los principios y las actuaciones de la citada orden, no les atacó, excepto

en una ocasión: el intento de visita de la Compañía de los primeros años de la década de

los 90. Alberto apoyó la idea de realizarla tanto en los reinos hispanos, donde favoreció

la elección de Jerónimo Manrique de Lara como visitador921, como en Portugal, donde

en 1591 dio señales de querer decidir personalmente sobre el negocio en las tierras de

las que era virrey, pero fue contenido de dar ulteriores pasos por la prohibición de

Gregorio XIV de que visitaran la orden personas ajenas a la misma922.

Por lo que respecta a su servicio durante su estancia en Portugal, desconocemos

en gran parte su estructura y el nombre de sus componentes debido a la ausencia de

fuentes, pero podemos extraer algunas conclusiones interesantes923. Así, durante la

formación de su Casa virreinal, el archiduque expresó su preferencia por que la mayoría

917 Sobre el uso político que haría de la Piedad y de otros aspectos religiosos durante el periodo Archiducal, L. DUERLOO, “Archducal Piety and Habsburg Power” en W. THOMAS e ID. (eds.), op. cit., pp. 267-283. 918 Una copia del breve del oficio de Inquisidor General en AGS, E., leg. 951, f. 170. 919 Copia de la bula en Ibídem, f. 167. Sobre las facultades de la legacía de Alberto, f. 169. 920 F. CAEIRO, op. cit., capítulo IV, “Os jesuitas e o arquiduque Alberto. Contribuiçao dos jesuitas para a criaçao e manutençao do espirito de independencia durante o dominio filipino”, pp. 197-243. 921 J. MARTÍNEZ MILLÁN, “Transformación y crisis de la Compañía de Jesús (1578-1594)” en F. RURALE (ed.), I religiosi a corte, Fiesole, 1995, p. 118. 922 L. PASTOR, op. cit., XXII, p. 336. 923 Como así señala F. LABRADOR ARROYO, La Casa Real en Portugal (1580-1621), Madrid, 2009, pp. 273-279.

264

de sus criados continuaran siendo castellanos, como lo habían venido siendo hasta ese

momento924. Sin embargo, Felipe II fue consciente de la necesidad que había de ordenar

el servicio según las costumbres de Portugal, como una manera de atraer la simpatía de

las élites del reino vecino hacia la reciente dominación, a imagen y semejanza de lo que

realizó con su propia Casa portuguesa925. Así, aunque los oficios más importantes de la

Casa del archiduque no cambiaron de manos, se nombraron gentilhombres portugueses

y se introdujeron oficios nuevos y propios de Portugal como el de crucífero o

abreviador926. De igual manera, se dotó a la Casa de aquellas áreas de las que no

disponía aún por no haberse considerado necesarias con anterioridad, caso de la caza o

guarda927, o de completarlas, como la capilla y la caballeriza. Así, por ejemplo, se

nombró un caballerizo mayor, cargo que recayó en el gentilhombre de la cámara del

archiduque Luis Enríquez, o cazadores como Manuel Pimenta o Juan Issino.

La acción de gobierno de Alberto en Portugal fue, en general, satisfactoria para

su tío, pero desde 1588 se iniciaron las especulaciones sobre su partida por necesidades

de la Monarquía928. Tras el fracaso de la Armada contra Inglaterra, Felipe II comenzó a

mostrarse pesimista y cansado y a considerar que no era capaz de absorber toda la carga

de trabajo que había tenido hasta ese momento. Aconsejado por Moura e Idiáquez, que

veían en el archiduque un defensor de sus ideas, el rey consideró que su sobrino podría

ayudarle en dicha tarea y se planteó su regreso a Madrid para colocarle cerca del

príncipe Felipe a instruirle en los negocios. De hecho, Felipe II confirmó dicho extremo

a su embajador Olivares y le encargó que preguntara en Roma si los cargos de nuncio y

de inquisidor del archiduque se mantendrían si Alberto salía de Portugal929. La

estrategia que utilizó el monarca para la obtención de dicha petición fue plantear que

esta era una medida provisional y que, pasado un tiempo, retornaría al país vecino, por

lo que deseaba que el archiduque conservara ambos oficios. La propuesta fue aceptada

mediante breve papal del 13 de diciembre de 1588, intentando Felipe II incrementar las

924 H. KHEVENHÜLLER, op. cit., p. 270. 925 Sobre la Casa Real portuguesa de Felipe II, el trabajo de F. LABRADOR ARROYO en Felipe II, I, pp. 820-945 y II, pp. 593-663 para sus componentes, así como su libro citado anteriormente. 926 Este oficio, equivalente a un secretario de asuntos religiosos, fue ejercido desde 1592 por Roco de Campofrío. 927 Sobre el funcionamiento de su guarda de alabarderos conservamos la “Institución y ordenanzas de la Guarda Alemana que mandó fundar el señor Archiduque Cardenal Alberto legado a la de S. M. en el reino de Portugal, Lisboa, 20 de octubre de 1586", AHN, E., libro 728, publicada en F. LABRADOR ARROYO, La Casa Real en Portugal..., pp. 214-222. 928 Buongiovanni a Montalto, 5 de noviembre de 1588, ASV, Spagna, leg. 36, f. 456 r., "Qui s´e levata voce, ch´in breve S. A. sia per andare in fiandra, però non se n´ha que anche certezza". 929 Felipe II a Olivares, 1 de diciembre de 1588, AGS, E., leg. 951, f. 166.

265

funciones allí explicitadas en 1593930. Sin embargo, los juristas pontificios certificaron

que el citado breve había expirado con la muerte de Sixto V y se hizo necesaria una

nueva petición, donde se concedió la legacía por tres años que acabaría prorrogándose

hasta su marcha a Flandes931. En cuanto al cargo de inquisidor general, Alberto mantuvo

su titularidad, pero delegada en Antonio de Matos Noroña932.

Este primer intento para que Alberto retornara a Madrid no fructificó, debido a la

amenaza que supusieron las expediciones inglesas contra Lisboa y otras zonas costeras

de Portugal, por lo que Felipe II preparó con más tranquilidad su retorno y realizó

consultas a personalidades importantes de Portugal, como el conde de Portalegre, para

recabar opiniones respecto a la conveniencia de que su sobrino abandonara el

virreinato933. Del mismo modo, procuró que su embajador en Roma consiguiera que se

le concedieran las rentas de una iglesia en Castilla, para así poder dar beneficios a sus

criados cuando abandonara el reino vecino934, aunque esto estaba ya suficientemente

cubierto con el lucrativo Priorato de Crato, que permitió a Alberto conceder mercedes

con cargo a sus rentas incluso durante su estancia en Flandes935. Pese a ello, los

embajadores de Felipe II en Roma consiguieron que se le concediera el indulto de

proveer en lo que vacare de la iglesia de Sigüenza936. A estas rentas de Crato y Sigüenza

conviene recordar que se unierían posteriormente las del arzobispado más rico de la

Monarquía, que no era otro que el de Toledo, por lo que el archiduque adquirió una

extraordinaria capacidad de premiar a sus servidores, lo que resultó muy atrayente para

posibles pretendientes a ingresar en su Casa.

Todo apuntaba a que Alberto retornaría tarde o temprano a Castilla, lo que se

confirmó el 5 de marzo de 1593 cuando Felipe II le comunicó que tanto él como su

servicio debían ponerse en marcha. Desde Madrid se dispusieron las medidas precisas

para organizar la Jornada y se enviaron a Portugal varios carros para el equipaje, un

alcalde de Casa y Corte y un aposentador real y se avisó en las fronteras937. Así mismo,

930 Felipe II a Sessa, 23 de julio de 1593, Ibídem, leg. 1855, s. f. 931 Sessa a Felipe II, 20 de agosto de 1593, Ibídem, leg. 962, ff. 220-221. 932 F. CAEIRO, op. cit., p. 288. 933 Portalegre a Felipe II, marzo de 1591, RAH, Ms. K-9, ff. 74 v.-75 v. Haciendo gala de su proverbial pesimismo, el conde expresó que no era buen momento para el relevo y que veía necesario que Alberto permaneciera allí, al menos, durante dos años más. 934 Felipe II a Sessa, 10 de julio de 1591, AGS, E., leg. 958, s. f. 935 F. CAEIRO, op. cit., capítulo VII, “O Arquiduque Alberto no Priorado do Crato”, pp. 321-344. 936 Olivares a Felipe II, 22 de septiembre de 1591, AGS, E., leg. 957, s. f. 937 Billete a Juan Vázquez el 21 de julio de 1593 (IVDJ, Envío 92, f. 84 r.), “Su Majestad manda que se despache cédula para que en los puertos de Castilla dejen pasar libremente la ropa del señor príncipe Cardenal Alberto y de sus criados sin pagar derechos algunos y que porque sería

266

se prepararon en la Corte madrileña los alojamientos necesarios para acomodar a los

más de 400 criados que se especulaba que volvían con el archiduque, lo que provocó un

gran revuelo ya que se desacomodó a varios criados reales, en su mayoría de oficios

manuales o aposentadores, de sus casas938. Tras estas vicisitudes, la comitiva partió de

Lisboa el 16 de agosto y, en poco más de un mes, el archiduque estaba compareciendo

en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial para besar las manos a Felipe II y a su

madre939. En ese mismo momento, se le notificó que iba a entrar en el Consejo de

Estado y en la Junta de Gobierno y que aparecería en el escenario cortesano como la

principal figura al lado del príncipe heredero, encomendándole, incluso, la misión de

recibir nuncios y embajadores940.

Aunque el despacho de los negocios fue uno de los principales motivos que

impulsó a Felipe II a considerar el regreso de su sobrino, no fue el único, y habría, al

menos, otras dos misiones que debía cumplir.

La primera de ellas era contribuir al dinasticismo que Felipe II había comenzado

a vislumbrar como necesario para poder conservar su inmenso imperio941. Ya a

comienzos de la década de los 90, el monarca, preocupado por la sucesión y por la

necesidad de dejar una herencia segura y pacífica a su heredero, buscó nuevas salidas

diferentes a las militares que había venido usando desde 1585 para solucionar la

situación de los Países Bajos. Así, fue madurando una estrategia que se basaría en el

apoyo en la dinastía y en la red familiar que pudiera crear a través de los matrimonios,

para así consolidar una red de territorios afines, unidos por vínculos dinásticos, que

sería a largo plazo la única manera de poder llegar a una paz estable y duradera. El

primer intento tuvo lugar cuando en 1592 se propuso a Carlos Manuel de Saboya,

casado con Catalina Micaela, que tomara el gobierno de los Países Bajos en lugar de

Farnesio, en respuesta a sus propias peticiones. Sin embargo, la idea del monarca parece

ser que era acometer desde allí la conquista de Inglaterra, de donde sería proclamado

rey el príncipe italiano a cambio de la cesión de Saboya y Piamonte a Felipe II, que se

unirían a Milán. Este proyecto no se pudo llevar finalmente a cabo, como tampoco el

dificultoso enviar relación particular de la dicha ropa por ser mucha y de cosas menudas y de diferentes personas, dice su Majestad que se declare en la dicha cédula que lo dejen pasar todo libremente con certificación de don Joan de Ayala su mayordomo mayor sin otro recaudo”. 938 Así lo podemos observar en varios billetes a los aposentadores en Ibídem, ff. 89 r.-91 r. o en las impresiones de algunos coetáneos como Diego Ochoa de Avellaneda al conde de Gondomar, 28 de julio de 1593, BPRM, Ms. II/2149, doc. 12 o el cardenal de Alessandria a Aldobrandino, ASV, Spagna, leg. 44, ff. 263-264. 939 Una descripción de su llegada a la Corte en ID., 25 de septiembre de 1593, Ibídem, ff. 291-293. 940 CABRERA, III, pp. 1483-1484. 941 Configuración, pp. 257-261.

267

reservado para el archiduque Ernesto debido a su prematura muerte. El papel de Alberto

en esa política de dinasticismo era ayudar desde Madrid al reforzar los lazos con sus

parientes imperiales, aunque tras fallecer su hermano pasaría a ocupar el primer plano

de dicha estrategia con la Cesión de 1598. Para poder avanzar en esta idea era

fundamental conseguir una aproximación de las dos ramas Habsburgo, que se

comenzaría a operar desde 1587 tras el fallecimiento del vicecanciller del Imperio y en

la que incluso se llegó a pensar en reunificar las dos casas, vislumbrándose dicha

posibilidad con el acceso al trono de Felipe III por la enfermedad de Rodolfo II. De esta

manera, se podría consolidar el eje Madrid-Viena y un espacio común a través de los

pasos alpinos y el Adriático, con Milán como centro de la Monarquía. Sin embargo, la

intervención del Papado, como veremos, haría modificar sensiblemente la política

exterior de la Monarquía y la dirigiría hacia derroteros bien distintos.

La segunda misión que Felipe II tenía en mente para su sobrino era la de

nombrarle arzobispo de Toledo, idea que, como ya hemos visto, se había desechado

anteriormente, pero que en esta ocasión se llevaría finalmente a cabo. El titular del

arzobispado seguía siendo Gaspar de Quiroga, deudo de la facción “papista”, lo que

nunca había agradado a sus opositores “castellanistas”. A esto habría que unir que

Felipe II quería que su sobrino fuera nombrado coadjutor del arzobispado, para poder

controlar con mano firme la inquietud que parecía presidir Toledo durante aquellos

años942. Ya el monarca había intentado que el archiduque fuera nombrado sucesor en el

arzobispado en varias ocasiones tras el primer intento fallido de 1576 y el 12 de enero

de 1581 consiguió que Gregorio XIII se lo concediera, aunque se establecieron los 27

años como edad mínima para acceder al cargo. El siguiente paso era conseguir la

coadjutoría y con tal fin Felipe II encargó a Sessa en 1594 que solicitara dicha

concesión con 20000 ducados anuales de renta, lo que aprobó Clemente VIII el 7 de

noviembre de ese año, aunque la bula no fue entregada hasta que el pago de las tasas y

media annata se hizo efectivo943. Mientras se esperaba la llegada de dicha bula falleció

Quiroga, por lo que Felipe II se apresuró a designar como arzobispo a su sobrino. El

óbito del archiduque Ernesto truncaría todo el proceso944.

Desde su llegada a Madrid, las diferentes facciones cortesanas intentaron atraer

al archiduque hacia su bando, pero los “castellanistas” tenían una gran ventaja, ya que

942 El estado de intranquilidad de Toledo se puede intuir en el manuscrito anónimo de BNM, Ms. 12974, nº 23, “Representación al Archiduque Alberto de Austria, Arzobispo de Toledo, en el año 1595, sobre varios abusos que se notaban en el Arzobispado y su remedio”. 943 Felipe II a Sessa, 28 de noviembre de 1594, AGS, E., leg. 964, s. f. 944 F. CAEIRO, op. cit., pp. 360-370.

268

Felipe II había encargado a Moura que se colocara cerca de su sobrino y le

aconsejara945. La emperatriz María, por su parte, intentó aprovechar los lazos familiares

y en la primera semana de estancia de su hijo en Madrid se entrevistó en dos ocasiones

con él e, incluso, le hizo alojarse cerca del convento de las Descalzas Reales junto a su

mayordomo mayor, el destacado “papista” Juan de Borja, conde de Mayalde. Así

mismo, la emperatriz consiguió que el embajador imperial Hans Khevenhüller, conde de

Franquenburg946, se convirtiera en mayordomo mayor y sumiller de Corps del

archiduque durante su estancia en Madrid, tras cesar don Juan de Ayala el ejercicio de

su oficio por su avanzada edad y fallecer en 1594. María confiaba en que la cercanía del

embajador -todos los días se reunía con Alberto por espacio de una hora para enseñarle

la forma que tenían los castellanos de discutir los negocios-, serviría para controlar el

entorno de su hijo y para que le inculcara su forma de ver la Monarquía, similar a la

suya947. Sin embargo, esto no fue así y Alberto mantuvo sus profundas convicciones

políticas y religiosas.

En resumen, Alberto se había convertido en una de las figuras más importantes

de la Monarquía en 1593-1594 y su futuro apuntaba a destinos más altos de los que

finalmente llegó. Sin embargo, el temor que inspiraba a varios consejeros que su poder

se agrandara en exceso provocó que muchos comenzaran a ver con buenos ojos que el

archiduque fuera destinado, de nuevo, fuera del centro de la Monarquía. La oportunidad

perfecta se presentaría muy pronto.

6.2.- Las pugnas entre el conde de Mansfeld y el de Fuentes en Bruselas. La

intermediación de Esteban de Ibarra

Tras la llegada del conde de Fuentes a Bruselas, Charles Mansfeld se acercó a él

con la esperanza de que su objetivo fuera relevar a Farnesio y situar como gobernador

titular a su padre948. Sin embargo, el enviado de Felipe II no quiso revelar el contenido

de los despachos que portaba y, menos aún, tras conocer el fallecimiento del aún

gobernador, situación no prevista en las instrucciones que se le habían dado, por lo que

tuvo que improvisar949.

Su primera decisión fue convocar a los miembros del Conseil d´État en Bruselas,

lo que requirió varios días por la tardanza de dos de ellos, Aerschot y Chimay, en llegar

945 Configuración, p. 274. 946 Una biografía de este insigne diplomático en la introducción a su diario antes citado. 947 En Ibídem, pp. 24-25 se resalta su amistad y cercanía ideológica con Antonio Pérez. 948 Mateucci a Aldobrandino, 30 de noviembre de 1592, ASV, Fiandra, leg. 5, f. 190. 949 Sobre los difíciles primeros momentos de Fuentes en los Países Bajos, P. VAN ISACKER, "Pedro Enríquez de Azevedo,...”, pp. 220-223.

269

a la capital. Durante ese tiempo, el noble castellano fue recabando información sobre la

realidad política de Flandes y decidió que bajo ningún concepto debía gobernar de

nuevo el Consejo de Estado en conjunto, como había sucedido a la muerte de

Requesens, ya que la fiabilidad de sus componentes era escasa, y que la mejor opción

posible era que tomara el mando uno de sus miembros más destacados, Pierre-Ernest de

Mansfeld, a quien le comunicó su decisión el 13 de diciembre950. A pesar de los

inconvenientes que conllevaba, como la poca confianza que inspiraba su hijo951, o la

oposición de algunos nobles encabezados por Aerschot952, Fuentes creyó que era la

mejor opción y la preferida tanto por Felipe II como por su Consejo de Estado953.

Una vez decidido el gobernador interino, tanto Mansfeld como Fuentes

comenzaron a trabajar conjuntamente para poner en marcha la tercera expedición contra

Francia, que la muerte de Farnesio había dejado inconclusa. Para lograr un consenso,

Fuentes accedió a que fuera Charles Mansfeld quien comandara el ejército, una vez que

todos los miembros del Conseil d´État apoyaron su candidatura frente a la del otro

aspirante, el marqués de Varambon, aunque consiguió que no marchara con el título de

capitán general del ejército, por lo que tuvo que subordinarse a Mayenne954. Junto al

luxemburgués marcharían Diego de Ibarra y Juan Bautista de Tassis, que no se

mostraban muy optimistas ante la nueva intervención, debido a los últimos sucesos

950 El mismo día, un eufórico Mansfeld comunicó la decisión a los Consejos Colaterales y Provinciales (CPh. II, IV, p. 115). 951 Fuentes a Felipe II, 13 de diciembre de 1592, AGS, E., leg. 603, f. 107-2, "Y confiesso a V. Majestad que mas por cumplir con lo que me mando (que Mansfeld fuera el gobernador) que por convenir a su servicio lo procure porque con su larga vegez se halla muy decrepito y desacordado que esto y ver quan sujeto esta al hijo que le govierna como a una criatura y su condición le ha hecho sentirlo como me lo han significado y assi durasse no lo podrian llevar ni el Pays porque ha menester mas sujeto y ha sido neçessario assegurarles assi a ellos como a otros que me han hablado que con mucha brevedad saldran de cuydado y que lo pierdan que lo demas porque no dispondria nada sin el consejo y a el he dicho lo que conviene hazerlo y honrrarles y assi voy cada dia dando mas gracias a Dios de averme hallado aqui sirviendo a V. Majestad en ella porque a no aver el freno de mi venida por mandado de V. Majestad con voz del remedio que puedo assegurar es bien menester, de muchas maneras se offrescieran sin ninguna duda como avian empeçado en Arras cosas en deservicio de V. Majestad a daño destos estados que se hallan tan temerosos de ver por si una era tras otra que dessea todo el comun y particular dellos sino son los de la casa de Croy ya gobernados por vassallos de V. Majestad y no por persona libre y pudiéndose encaminar como lo creo es lo que conviene al bien comun y seguridad del sugeto de V. Majestad en ellos". 952 Havré a J. Idiáquez, 15 de diciembre de 1592, Ibídem, f. 133. En esta misiva se vuelve a representar la vieja pugna Cröy-Mansfeld. 953 Así se lo confirmó el rey el 30 de diciembre de 1592 (Ibídem, leg. 2220-2, f. 261). Por su parte, el Consejo de Estado también lo aprobó, “Pareçer del Consejo”, s. d. (principios de 1593), Ibídem, leg. 2855, s. f. 954 Fuentes informó a Felipe II sobre las decisiones que se habían tomado el 13 y 14 de diciembre en el Consejo de Estado el 23 de dicho mes (Ibídem, f. 110-2 y 112-1).

270

acaecidos en Francia955. Al mando de la caballería ligera se decidió colocar a Alonso de

Idiáquez, hijo del poderoso secretario.

Estos primeros momentos de afinidad entre Fuentes y Mansfeld parecían

aventurar una relación cordial, pero la realidad demostró muy pronto que no iba a ser

así. Las posturas políticas enfrentadas de ambos personajes, la lucha sorda que libraron

por el poder, así como la actuación de Charles Mansfeld, llevarían a graves

enfrentamientos956. En la raíz de ese enfrentamiento, subyacía el hecho de que la labor

de Fuentes no estaba claramente definida, ya que sus instrucciones no contemplaban la

situación que se estaba viviendo, y Mansfeld sentía que ocupaba parcelas de su

autoridad957.

La tensión se multiplicaría ante el temor de Fuentes a que se le concediera la

patente de gobernador a Mansfeld, ya que ansiaba conseguir las atribuciones de capitán

general que había ostentado en Portugal durante el gobierno del archiduque Alberto. Si

Mansfeld obtenía dicha patente sería muy difícil obligarle a ceder sus poderes sobre el

ejército, ya que dicho documento solía incluir las funciones de capitán general. Debido

a ello, el de Fuentes solicitó a Felipe II que le concediera la atribución de poder

entregarle la patente al gobernador interino cuando creyera conveniente958, petición que

955 J. B. Tassis a Felipe II, 21 de diciembre de 1592, Ibídem, f. 123. 956 Fuentes a Felipe II, 23 de diciembre de 1592, Ibídem, f. 112-1, "Del padre no ay que tratar porque su bondad y fidelidad al servicio de V. Majestad es toda la que puede tener un buen vassallo mas con su vejez lo esta tanto que no es de ningún provecho y de manera que en lugar de yr dando demostración de enmienda el govierno, justicia y lo demás como se lo he dicho y assegurado siempre a todos de presente de V. Majestad va descayendo de lo que solia y padesciendo su real servicio"; Mateucci a Aldobrandino, 31 de diciembre de 1592, ASV, Fiandra, leg. 5, f. 288 r., "Inoltre, nascendo fin´hora le resolutioni dalli detti Conte Mansfelt et Fuentes, A quello per l´età assai grave gli serve poco la memoria et ha bisogno più di trattenemento che de ingombro de negotii, et se il Conte Carlo sui figlio non sosteresse quasi in tutto il peso (...). L´altro e manieroso, grave e dolce nelli complimenti, ma fin´hora ne lo scopiono molto amico de resolutioni e difficilmente si puo seco negotiar la mattina per stassene in letto sin´a merodi, ne fin´hora n´e certeza che facoltà, o giurisdictione quel s´habbia intanto perli negotii facendosi capo ad ambidui, dal mandarsi dall´uno all´altro e da la divisione sorge di necesità la lungheza, e fin´hora sono poco concordi, havendo a male Mansfeld che no si corra a lui principalmente da tutte". 957 Mateucci a Aldobrandino, 2 de enero de 1593, Ibídem, f. 294 v., "Crescono tuttavia le male satisfattione tra le Conte Mansfelt e Fuentes. Mansfelt vededo che si fa piu capo, stima dell´altro che lui ha detto che giurisditione, che faculta ha questo Conte di Fuentes, e questo non trova bono, che si cappi del nome di Capitano e di Governatore Generale e che habbia fatto andarsi la guardia a casa, no havendo (dice) in virtù de la lettera e dechiaratione sua che auttorità di stare nel modo, forma e satato in che il Signore Duca di Parma lo lasciava in absentia sua, e no di dar carichi e compagnie come ha cominciato a fare, et havendo voluto disponere d´alcune compagnie d´Italiani comandate da Capitani Italiani, e darle al comando de spagnoli subito si sono sbandate”. 958 Para conseguirlo, Fuentes escribió el 6 de marzo a Común (AGS, E., leg. 604, f. 39) y a Felipe II (Ibídem, f. 28), "La merced y honra que V. Majestad ha sido querido hazer al Conde de Mansfelt con la patente del govierno destos estados en el Inter es como de su real mano y

271

le fue denegada, llegando dicha patente a manos del gobernador interino. La obtención

de dicho documento por parte de Mansfeld, además de a Fuentes, molestó a algunos

nobles flamencos e incrementó la crispación política, lo que no pasó desapercibido a

ojeadores externos959.

A estas discrepancias se unió el hecho de que Fuentes se convirtió en protector

de los antiguos servidores de Farnesio, sobre los que no quiso intervenir hasta que

Esteban de Ibarra llegó a Flandes960. Estos decidieron apoyarse en el enviado de Felipe

II, con el fin de conseguir sus objetivos de limpiar el buen nombre de su señor y de

recibir un destino digno961. Mansfeld, por su parte, demostró el mismo aprecio por ellos

que el que había mostrado por el antiguo gobernador y el mejor ejemplo fue su actitud

cuando Felipe II le encargó el 1 de febrero de 1593 que retuviera a su servicio al mersçe el conde por su fidelidad caviendome tanta parte por la aprovaçión de lo hecho y assi no me queda que dezir mas de que si V. Majestad remitiera a mi el darsela por lo que conviene a su real servicio y estado de las cosas lo difiriera hasta la declaraçión del nuevo governador para que se entendiera que era por honrar sus canas y no para que continue el cargo como lo en general y particular los naturales aquienes he ydo entreteniendo con lo mismo que hare agora si me creyeren porque quando entro en el govierno como di quenta a V. Majestad estavan tan tibios en obedesçelle que fue neçessario valerme de las cartas de creençia para ello y asegurarlos seria por pocos dias y como le ven con ella se persuaden sera por muchos que ha causado la confussion que diran otros se yo que con estar en aquella forma era menester hazer fuerça por encaminallo a lo que paresçia convenia y teniendola en la que agora no se si sere parte para ello aunque lo he ydo saboreando no se si daria mas por cumplir con lo que V. Majestad manda lo hago". 959 C. Tisnacq a J. Idiáquez, 6 de marzo de 1593, Ibídem, leg. 606, f. 41, "No puedo dexar de significar a V. S. que todos en general estan aca muy desmayados con la patente que se embio al señor Conde de Manfelt, no porque es muy buen caballero y gran servidor de su Magestad muy bien intencionado todo lo possible, empero la edad es grave, sin vigor, la memoria flaca (...). Assi que estuvo la gente desconsoladisima de manera que hemos tenido harto que hazer en consolar y persuadir que esta patente provision era necesaria aunque no fuera mas de para tres dias, y que su Magestad presto proveería al govierno a uno de su sangre y aun fingir que teniamos cartas dello”; Mateucci a Aldobrandino, 7 de marzo de 1593, ASV, Fiandra, leg. 5, f. 353 r.-v."Il lunedi di Carnivale arrivò quà corriero di Spagna con la confirmatione del Governo di questi paesi nel conte Mansfeld (...) Volendola far leggere al Conte di Fuentes, gli disse che havea copia dal Re, (voltandose Mansfeld ad alcuni de suio e dicendo a che fine il Re manda copia de le mie lettere ad altri) poi gli presentò una picciola lettera del Re, suggignendo che tenea ordine di dargliela nelle proprie mani, il contenuto non si sa specificamente, ma si crede che habbia ordine di dar parte del tutto a detto Fuentes e con ponere suo attendere al servitio, continuando la poca intelligentia, ne essendo punto piacita questa confirmatione a gli huomini del paese, e particularmente alla nobiltà, dubitando che in breve il Governo debra cadere in un spagnolo, poiche per l´adietro et adeso s´acquietano d´un Alemano". 960 Así lo hacía constatar Masi a Ranuccio el 13 de enero de 1593. Cfr. L. VANDER ESSEN, "Correspondance de Cosimo Masi, secrétaire d´Alexandre Farnèse, concernant le gouvernement de Mansfeld, de Fuèntes et de l´archiduc Ernest aux Pays-Bas 1593-1594", BIHBR, 27 (1952), pp. 361-362. 961 En general, sobre la imagen de Farnesio tras su fallecimiento, C. PÉREZ BUSTAMANTE, "El cronista Antonio de Herrera y la historia de Alejandro Farnesio", Boletín de la Real Academia de la Historia, CIII (1933), pp. 737-790 y Boletín de la Universidad de Santiago de Compostela, VI (1934), pp. 35-76. Para la suerte de sus servidores, B. DE GROOF, "Una questione di priorità: spagnoli, italiani e fiamminghi alla morte di Alessandro Farnese", en A. BILOTTO, P. DEL NEGRO y C. MOZZARELLI (eds.), op. cit., pp. 167-187.

272

personal de la capilla, archeros y alabarderos que habían pertenecido a la Casa de

Farnesio962. Mansfeld hizo caso omiso de dicha orden, por lo que en 1598 los 50

alabarderos que había tenido el duque de Parma a su servicio tuvieron que reclamar el

pago de los gajes que les correspondían de ese periodo963.

Pese a este papel protector, Fuentes se vio obligado a retener a Cosme Masi en

Flandes, ya que Felipe II había ordenado que este entregara a Esteban de Ibarra todos

los papeles que se habían generado durante el gobierno de su señor. El propósito de esta

medida era poder estudiar dichos documentos y averiguar si se habían producido

irregularidades, sobre todo en asuntos hacendísticos964. El mayor inconveniente era que

Masi, en previsión de las actuaciones que pudiera decidir el rey, había enviado ya a

Parma muchos de esos papeles, lo que conllevó que su estancia en Flandes se

prolongara hasta que Ernesto le dio permiso para regresar a su tierra el 29 de septiembre

de 1594, pudiendo partir sin ser procesado, gracias a la protección del propio

archiduque y de Fuentes.

Mientras esto sucedía en Bruselas, en Madrid se tenía una honda preocupación

por la situación que se estaba produciendo en Flandes. La elección de Charles Mansfeld

como comandante del ejército no había sido acogida precisamente con entusiasmo en el

Consejo de Estado, cuyos miembros hubieran preferido que el propio conde de Fuentes

se hubiera puesto al frente de las tropas965. Por otro lado, en previsión de ulteriores

problemas, y para evitar situaciones ya acaecidas anteriormente, se decidió que Fuentes

quedara como gobernador interino si Mansfeld fallecía antes de que Ernesto hubiera

llegado a Bruselas para gobernar966. Se recalcaba, además, que se debía hacer lo

humanamente posible para evitar dicha situación, por lo que Mansfeld no debía salir en

962 CPh. II, IV, p. 134, nº 338. 963 Archiduque Alberto a Mansfeld, 4 de mayo de 1598, Cfr. L. VANDER ESSEN, "Correspondances d´Alexandre Farnèse avec le comte de Hénin (1578-1585) et de l´archiduc Albert avec Pierre-Ernest de Mansfelt (1596-1599)", BCRH, 82 (1913), nº 30, p. 429. 964 Fuentes a Felipe II, 24 de enero de 1593, AGS, E., leg. 604, f. 18, "Llegado que sea Esteban de Ibarra haré le entregue Cosme Massi todos los papeles que tuviere y supiere del servicio de V. Majestad si bien me ha dicho tiene aquí pocos porque cada año los embiava a parte segura y no en donde, mas de que las entregara a quien V. Majestad fuere servido con quien he ydo para entretenerle con el termino que V. Majestad manda porque lo tengo por hombre qual que no fuere sobre aviso se le llevara según su maña. Justificación a Don Christoval y Don Juan avise dello y de las opiniones que aqui havia de averiguar algunas cosas. Después aca he entendido que el dia que murió el Duque y otro estuvo ençerrado con el Presidente Richardot y Don Gaston Espinola quemando papeles el Don Gaston, el dicho Cosme dize que por la acogida que hago a las cosas de su amo lleva mejor la dilación de ver al nuevo heredero haze fuerça en la brevedad de su partida y no estoy asegurado de que no se desaparezca. Procuraré saber la satisfacción de los offiçiales que le ayudavan y dare quenta con el primero". 965 Felipe II a Fuentes, 4 de febrero de 1593, Ibídem, leg. 2221, f. 111. 966 El mismo día, el monarca le comunicó a Fuentes que se le enviaba una patente de gobernador en francés para el citado caso (Ibídem, f. 105).

273

campaña y debía hacerlo en su lugar Fuentes o, en su defecto, si este estaba ausente,

Mondragón, debiendo permanecer siempre el viejo noble luxemburgués en Bruselas.

Esta no era una cuestión baladí, como se acabaría demostrando posteriormente.

Otro asunto que preocupaba enormemente era la consecución de la paz con los

rebeldes, para así poder centrar los esfuerzos en la intervención en Francia. El elegido

para intentar realizar tan delicada misión fue Charles de Tisnacq, cuya labor al frente de

la guarda de Corps había satisfecho al rey y a sus consejeros, pese a los numerosos

problemas jurisdiccionales que tuvo que afrontar. Así, se le permitió retornar a Flandes

cuando lo solicitó en 1592, con el encargo de abrir negociaciones de paz con los

rebeldes y para lo que se le concedieron diversas mercedes pecuniarias y de otra

índole967. Los diversos memoriales que había redactado sobre como llegar a un acuerdo

con ellos, así como los confidentes de que disponía para llevar a cabo sus planes -caso

de Lindanus, obispo de Amberes, Assonleville y vander Burcht-, convencieron al

monarca y a sus privados de que era la persona adecuada para una misión tan

delicada968. Una vez en los Países Bajos, desarrolló una actividad frenética para agilizar

el inicio de conversaciones, complementando sus actuaciones con la correspondencia

que mantuvo en el Imperio con Guillén de San Clemente, con el nuncio de Colonia y,

sobre todo, con el barón de Reder, uno de los personajes comisionados por Rodolfo II

para conseguir dicha paz969. Sin embargo, el retraso en aplicar sus ideas provocó que sus

gestiones fracasaran y cuando los delegados imperiales llegaron a Flandes en 1594 se

les hizo caso omiso970. Por otro lado, su labor no se limitó, únicamente, a buscar la paz

967 Pidió una ayuda de costa para realizar su viaje a Flandes y se le concedieron 1000 ducados en cosas de Indias. Al tardarse mucho en cobrarlos, se le concedieron 300 ducados por la cámara (Billete Mateo Vázquez a Felipe II, s. f. (finales 1591), IVDJ, Envío 51, f. 5). Además de ello, Felipe II escribió a Farnesio el 22 de abril de 1592 para comunicarle que se le habían concedido 50 escudos de entretenimiento al mes, hasta que se le proveyera de una compañía de caballos u otro oficio con un sueldo mayor (AHN, E., libro 251, f. 192 v.-194 r.) y el 22 de mayo de 1592 se le envió una carta de recomendación al gobernador de Flandes (AGR, Audience, leg. 183, f. 147). No contento con eso, Felipe II dirigió una nueva carta a Farnesio el 16 de junio de 1592, para pedirle que le declarara exento de tener que vivir en alojamientos militares y pudiera hacerlo en su casa de Bruselas y que gozase de todas las franquezas, exenciones y libertades de las que gozaban las personas de su Casa, ya que seguía contando en sus libros de los acroys (Ibídem, f. 149). 968 Felipe II a Fuentes, 4 de febrero de 1593, AGS, E., leg. 2221, f. 104. 969 Sobre sus conversaciones con el barón de Reder en Lieja, Ibídem, leg. 604, f. 78. 970 Encontramos constancia de sus acciones en 1593 en Ibídem, leg. 606, ff. 33-50 y en 1594 en Ibídem, ff. 164-167. Sobre el fracaso de las negociaciones, H. DE SCHEPPER, “Los Países Bajos y la Monarquía Hispánica,...”, pp. 338-339.

274

con los rebeldes, sino que también se dedicó a escribir diversos memoriales sobre como

mejorar la posición real en Flandes971.

Entretanto, Fuentes procuraba pergeñar la mejor manera posible de perfeccionar

el funcionamiento de la administración de los Países Bajos antes de la llegada de

Ernesto, para lo cual propuso un profundo cambio en los Consejos Colaterales y en los

Provinciales972; intento que, por otra parte, era casi consustancial a todos los personajes

que arribaban a Bruselas. De igual manera, expresó su deseo de reformar el ejército con

dos medidas puntuales: dotarle de un veedor general, ya que Diego de Ibarra apenas

ejercía como tal, y mejorar el funcionamiento del hospital militar que se encontraba

gobernado desde 1582 por el antiguo capellán de don Juan de Austria y de Farnesio,

Francisco de Humara, que había sufrido graves acusaciones desde la muerte de su

patrón y que desembocarían en su revocación definitiva en época de Alberto973. Sin

embargo, todas estas reformas era imposible llevarlas a cabo sin que estuviera allí

presente Esteban de Ibarra.

Este personaje había recibido sus instrucciones, tanto pública como secreta974,

como primer secretario de Estado y Guerra con fecha del 28 de septiembre de 1592. En

ellas se le insistía en que no debía aparecer en Flandes hasta que se hubiera comunicado

a Alejandro Farnesio su relevo, aunque se avisara a Bruselas de su traslado antes de

tener constancia de que el príncipe de Parma hubiese recibido la noticia975. En ambos

documentos ocupaba un plano principal la hacienda y se le encargaba que descubriera la

manera en que se había derrochado tanto dinero, apoyándose para ello en personajes

afines a Idiáquez como Juan de Lastur, Tassis y Diego de Ibarra. En la instrucción

secreta, igualmente, se incidía en la necesidad de ayudar a los católicos franceses

contando con la opinión de Tassis y Diego de Ibarra, así como de acelerar a Fuentes

para que culminara las conversaciones para la pacificación de Holanda y Zelanda. Por

último, debía participar de forma general en otros asuntos como la mejora de la religión,

justicia, gobierno y milicia, revitalizar el Consejo de Estado, ganarse la voluntad del

nuevo gobernador e impedir que su servicio se inmiscuyera en política.

971 Destaca uno del 5 de marzo de 1593 (BNM, Ms. 18666, f. 56), en que aconsejaba al rey que nombrara cuanto antes a un gobernador de su sangre y de la Casa de Austria a la mayor brevedad posible. De igual manera, debía reformar el Consejo de Estado y el ejército. 972 Fuentes a Felipe II, 14 de febrero de 1593, AGS, E., leg. 604, f. 25. 973 Ya advertía Esteban de Ibarra a Felipe II el 25 de abril de 1593 que el hospital estaba gobernado por corruptos que solo querían su propio beneficio y que habría que modificarlo (Ibídem, leg. 605, f. 46). 974 La instrucción pública se encuentra en Ibídem, leg. 2220-2, f. 179 y la secreta en el f. 178. 975 El mismo 28 de septiembre, Felipe II escribió a Diego de Ibarra, J. B. Tassis, Guillén de San Clemente, Mansfeld, Mondragón, Juan de Lastur, Fuentes y Ernesto para informarles de su marcha (Ibídem, leg. 605, ff. 175-181).

275

Esteban de Ibarra se embarcó en Barcelona el 28 de noviembre, prolongándose

su Jornada hasta que el 18 de marzo del año siguiente hizo su entrada en Bruselas.

Durante su viaje se conoció la muerte de Farnesio, por lo que se le apremió para que se

hiciera cargo de los papeles del príncipe de Parma que tenía Masi y para que se colocara

al lado de Mansfeld, fiscalizando su labor976. Pese a que el secretario no se había

encontrado presente en los primeros y difíciles momentos tras el fallecimiento de

Farnesio, se acabaría convirtiendo en uno de los personajes centrales de la política de

Flandes hasta su retorno a Madrid en 1596.

Una vez en Bruselas, se puso enseguida a trabajar, principalmente, en los

asuntos hacendísticos y en la manera en que se habían llevado durante el gobierno

anterior977. Ya Fuentes había ido recopilando información y le preocupaba, sobre todo,

que en los últimos tiempos del duque de Parma se hubieran librado ciertas cantidades

sin que este hubiera dado su aprobación, ya que se le había hecho firmar con

anterioridad un suplemento que hacía innecesaria su firma978. El asunto era muy grave y

señalaba a varios personajes importantes del séquito del antiguo gobernador, entre ellos

a Cosme Masi979. En concreto, se sospechaba principalmente de uno de sus oficiales,

Luis de Mesa, al que se tuvo que reclamar a Milán, ya que había salido de Flandes en

976 Felipe II a Fuentes, 30 de diciembre de 1592, Ibídem, f. 263 y Felipe II a E. Ibarra, 30 de diciembre de 1592, Ibídem, f. 257. 977 En general, para los cambios en la administración de la hacienda tras la muerte de Farnesio y hasta la Cesión a los Archiduques, A. ESTEBAN ESTRÍNGANA, Guerra y finanzas en los Países Bajos católicos. De Farnesio a Spínola (1592-1630), Madrid, 2002, capítulo 1, “Una tentativa fallida de racionalización financiera y administrativa en los umbrales del siglo XVII”, pp. 29-81. 978 Fuentes a Felipe II, 30 de enero de 1593, AGS, E., leg. 604, f. 20. Esta situación la habían denunciado Pedro de Castro, hijo del conde de Lemos y aumonier y gentilhombre de la cámara de Farnesio, y Jacques Helmont, empleado en la cámara del duque de Parma, que había sido el encargado de pasar al gobernador los papeles que debía firmar. 979 “Información sobre que le habían hecho firmar al duque de Parma despachar sin su conocimiento”, 25 de marzo de 1593, Ibídem, leg. 605, f. 41. En él constaban los testimonios de Pedro Castro, Helmont y Diego de Rojas, sobrino de Castro y que trabajaba en el escritorio del Duque. Según estos, Farnesio tres o cuatro meses antes de morir pidió a Pedro de Castro que mirara qué papeles le hacían firmar en español y en otras lenguas, ya que sospechaba que no eran cosas del servicio del rey. Castro encontró en noviembre un suplemento en el que se proponía que todas las libranzas que no fueran firmadas por Farnesio fueron también válidas. El duque de Parma, al ver dicho suplemento, preguntó a Masi que quién se lo había hecho firmar, lo que este dijo desconocer. Diego de Rojas, por su parte, comunicó a su tío que le parecía que dicho suplemento era de un oficial del pagador Santisteban, llamado Ortuña o Anzuña.

276

cuanto Farnesio murió980. Sin embargo, las averiguaciones fueron muy lentas y tuvieron

que ser completadas por el Tribunal de la Visita981.

Al tiempo que se llevaban a cabo las pesquisas, Esteban de Ibarra comenzó a

tomar medidas para mejorar la administración de la Hacienda. Así, trató de instaurar la

Junta de la que ya se había hablado en agosto de 1591 y que Farnesio había aplazado

sine die. Los componentes de la misma serían los ya propuestos en aquella ocasión, con

las únicas modificaciones de la entrada de Fuentes en las deliberaciones y el cambio del

sospechoso Santisteban por Esteban de Ibarra982. En cuanto a Richardot, Felipe II dejó

la decisión de incluirle en la Junta en manos de Fuentes, que lo aprobó por fiarse de él y

por conocer de primera mano las sospechosas maniobras que habían realizado tanto los

contadores como el secretario François le Vasseur, más conocido por Moriensart983.

Pese a estas decisiones, dicha Junta no se llegó a reunir hasta 1596 por diversos

motivos, siendo uno de los principales el fallecimiento de uno de sus posibles

miembros, Juan de Lastur, al día siguiente de la entrada de Esteban de Ibarra en

Bruselas. Lo que si se consiguió relanzar, en cambio, fue la formación del citado

Tribunal de la Visita con el envío a Flandes de J. López de Aliri y de Pedro de Ayçaga,

personajes que habían sido recomendados por Esteban de Ibarra984. A ellos se unieron

Hulst y Verastegui, comunicando Felipe II el 15 de octubre de 1593 que dicho Tribunal

ya había quedado formado985.

980 Fuentes a Felipe II, 30 de marzo de 1593, Ibídem, leg. 604, f. 54, "La averiguaçión de lo del suplemento ha empeçado Esteban de Ibarra y lo han de los demas informaçiones y por entender que Luis de Mesa offiçial que fue de Cosme Massi es persona que dará mucha luz y que no está sin culpa escrivo a Milan donde dizen esta para que el Condestable le eche mano". 981 En una misiva a Esteban de Ibarra del 15 de octubre de 1593 (Ibídem, leg. 2221, f. 213), Felipe II expresaba su impaciencia por conocer quienes fueron los implicados y las medidas que se tomarían contra ellos. 982 Felipe II a Fuentes, 4 de febrero de 1593, Ibídem, f. 129. En cuanto a Mansfeld, sería Fuentes quien le debiera informar de lo decidido (Felipe II a Mansfeld, 4 de febrero de 1593, Ibídem, f. 61). 983 Secretario de Estado y Rey de Armas de la orden del Toisón, gozó de la confianza de Farnesio, lo que le permitió estar presente en las reuniones sobre Francia que solían hacer Farnesio, Richardot y Masi con otros personajes. Así mismo, participó en la distribución de la hacienda. La muerte de Farnesio hizo que comenzaran a caer sospechas sobre su actuación y sobre sus contactos con el enemigo, por lo que Fuentes inició una investigación sobre su relación con los franceses pero el acercamiento que realizó Moriensart a Mansfeld evitó que fuera procesado. Los rumores se volvieron a disparar a finales de 1596, ya que se dijo que estuvo implicado en el paso de información a los franceses para derrotar al conde de Baraz en Breda (J. ROCO DE CAMPOFRÍO, op. cit., p. 141; Fuentes a Felipe II, 25 de septiembre de 1593, AGS, E., leg. 604, f. 178 y Felipe II a Fuentes, 16 de noviembre de 1593, Ibídem, leg. 2221, f. 178). 984 E. Ibarra a Común, 22 de mayo de 1593, Ibídem, leg. 605, f. 75. Sobre el Tribunal de la Visita, que comenzó a funcionar plenamente en 1594, J. LEFÈVRE, "Le Tribunal de la Visite, 1594-1602", Archives, Bibliothèques et Musées de Belgique, 9 (1932), pp. 65-85. 985 Felipe II a Mansfeld, 15 de octubre de 1593, AGS, E., leg. 2221, f. 73.

277

Otra de las medidas que tomó el secretario fue conseguir que su sobrino, Diego

de Ibarra, se ocupara de forma efectiva del cargo de veedor general, tras diversos

enfrentamientos986. La realidad es que la labor de Esteban de Ibarra respecto a la

Hacienda era muy complicada de llevar a cabo, debido a las dificultades que entrañaba

y al poco apoyo que recibía de aquellos que debían ayudarle.

Al margen de la Hacienda, Esteban de Ibarra tuvo que realizar otras labores,

algunas de ellas inesperadas. La más importante fue la de ejercer de contrapeso en el

grave enfrentamiento entre Fuentes y Mansfeld por hacerse cargo del mando del

ejército, siendo consciente el secretario de las posturas tan encontradas que sostenían

ambos nada más llegar a Flandes987. Así, mientras Fuentes tenía unas patentes que le

permitían hacerse cargo del ejército, pero seguía pretendiendo que el rey le diera

tratamiento de capitán general988, Mansfeld no estaba dispuesto a ceder un ápice en las

funciones contenidas en su patente de gobernador. Desde el principio, Esteban de Ibarra

procuró permanecer neutral entre ambos condes, sabedor del difícil carácter que tenía

Fuentes desde que coincidieron en su estancia en Lisboa como proveedor de la flota e

intuyendo el no menos fuerte del de Mansfeld, aunque se mostró partidario de que fuera

el noble castellano quien se pusiera al frente del ejército por ser el luxemburgués muy

mayor.

El latente conflicto estalló, finalmente, ante la necesidad de salir en campaña

contra los rebeldes que acechaban la ciudad de St. Geertruidenberg. La gravedad de la

986 A. ESTEBAN ESTRÍNGANA, Guerra y finanzas en los Países Bajos Católicos..., p. 40. 987 E. Ibarra a Felipe II, 21 de marzo de 1593, AGS, E., leg. 605, f. 31, "El de Mansfelt esta muy viejo y el de Fuentes descontento porque aspira con todas veras a que V. Majestad le honrre mas de tal manera que le veo con resolución que en esta coyuntura ni en otra no se ha de aprovechar de ninguna de las patentes que V. Majestad le ha embiado para Francia ni para estos estados viniendo el de Mansfelt y si nos vemos en el caso que podría sobrevenir si son ciertas las nuevas que los rebeldes publican, Mansfelt ha menester quien le ayude porque a mi pareçer y al de todos de todo punto esta inútil para tomar a su mano salir con las armas en campaña y si el conde de Fuentes lo ha de reusar estando el de Mansfelt en el lugar que tiene no siento que lo hara con tanta libertad si viene aqui el que V. Majestad aguarda por tantos respetos como se dexan considerar y estando los negocios de aqui en el punto que estan bien se dexa entender de quanto inconveniente seria si se llegasse a esta contingencia y assi no solo entiendo que la venida de quien se aguarda conviene para lo principal pero darle mucha prissa para evitar estotro que aunque açessorio importa tanto". 988 Esteban de Ibarra a Felipe II, 31 de marzo de 1593, Ibídem, f. 40."Al Conde de Fuentes veo cada dia mas casado en la resoluçión que ya he avisado a V. Majestad que no se encargara de las armas en la forma que le esta ordenado y porque veo tambien muy çerca, o, en la mano el ser menester tomarlas para acudir a la presente donde acometido el enemigo pues de fuerça se ha de procurar socorrer la plaça sobre que se pussieren y las fuerças que se juntan han de servir para esto, o, emprender otra cosa acuerdo a V. Majestad que no importa poco prevenir y ordenar lo que en tal caso se ha de hazer, porque el de Mansfelt a mi parescer no esta para aquello ni tampoco conviene fiarlo de su hedad ni menos dexar llegar las cosas desta qualidad (...) El Conde dize que V. Majestad le ha de hazer mas merced y darle plena autoridad porque entiende que cabe en su persona todo lo que desto se puede emplear en el".

278

situación llevó a Mansfeld a preguntar en diversas ocasiones a Fuentes cual era la

voluntad real, pero este se negó a darla a conocer hasta que no estuviera reunido todo el

Consejo de Estado989. Durante el tiempo de espera, surgieron otras alternativas para

comandar el ejército, como las de Mondragón o La Motte, pero los dos condes querían

ejercer dicho puesto y trataron de convencer al contrario. Así, mientras Fuentes

conminó a Mansfeld a que permaneciera en Bruselas, ya que su presencia en el frente

ponía en peligro su vida, con lo que ello conllevaría de descontrol en el gobierno, este le

respondió que eso no le arredraba y que iría en campaña para cumplir con su obligación.

De igual manera, amenazó con llevarse junto a él a los consejos y ministros así como a

Fuentes, lo cual significaría una gran humillación para éste990.

El 4 de mayo se reunió el Consejo para tratar sobre dicho socorro y se intentó

llegar a una solución intermedia, proponiendo Mansfeld como comandante al marqués

de Varambon. Sin embargo, esta decisión tampoco satisfizo a todos, ya que La Motte se

mostró indignado al acumular más méritos que el citado Varambon991. Al no aprobarse

su propuesta, el gobernador interino decidió que debía ser él mismo quien saliera al

frente del ejército; una vez conocida su decisión, Fuentes le mostró la carta de Felipe II

en la que se instaba a Mansfeld a permanecer siempre en Bruselas y que Fuentes se

había resistido a usar hasta ese momento992. Sorprendentemente, Mansfeld decidió no

obedecer la orden real, ya que argumentó que se le debía haber comunicado con

anterioridad, por lo que partió de Bruselas poco después dejando el gobierno en manos

de Havré y Aerschot, lo que enardeció aún más a Fuentes. Para explicar sus diferentes

posturas, aunque la excusa oficial era tratar asuntos de mejora del ejército, ambos

condes mandaron emisarios a Madrid; mientras Mansfeld envió a Juan Venegas de

Córdoba, Fuentes prefirió al contador Pedro de Ayçaga993, que también representó las

opiniones de Ibarra.

Todos estos enfrentamientos provocaron dilaciones en el socorro, lo que supuso

que la ciudad se perdiera. Debido a ello, el prestigio de ambos condes quedó seriamente

tocado, aunque en mayor medida el de Mansfeld, y desde Madrid se les apercibió de

que debían olvidarse de sus rencillas personales para mirar por el bien real994. Ante la

989 Esteban de Ibarra a Común, 9 de abril de 1593, Ibídem, f. 50. 990 Fuentes a Felipe II, 1 de mayo de 1593, Ibídem, leg. 604, f. 66. 991 E. Ibarra a Común, 4 de mayo de 1593, Ibídem, leg. 605, f. 54. 992 E. Ibarra a Felipe II, 21 de mayo de 1593, Ibídem, f. 73. 993 Los papeles que entregó en San Lorenzo el 15 de junio de 1593 para mejorar el ejército en Ibídem, leg. 606, ff. 237-242. 994 Así se lo hacía saber Felipe II a Esteban de Ibarra el 5 de julio de 1593 (Ibídem, leg. 2221, f. 194). El rey expresó su contrariedad a Mansfeld el mismo día (Ibídem, f. 82) y Juan de Idiáquez y Moura a Fuentes el 7 de julio (Ibídem, f. 145).

279

reprimenda, ambos nobles entablaron conversaciones para apaciguar la situación, pero

no consiguieron llegar a ningún entendimiento al encastillarse cada uno en sus

respectivas posiciones.

La falta de acuerdo provocó que el gobernador interino decidiera negarse a

comunicar con Fuentes los negocios concernientes a Estado, Gobierno, Hacienda y

Guerra995. Debido a ello, el noble castellano decidió destinar un nuevo enviado a

Madrid, siendo el escogido el jesuita Antonio Crespo de Molina, que se había

convertido en confesor del conde y que gozaba, asimismo, de la confianza de Esteban

de Ibarra, que le dio encarecidas cartas de recomendación996. El viaje del religioso

provocó una fuerte polémica tanto en Flandes, con las protestas de Mansfeld, como en

la Santa Sede, donde no gustó que un jesuita se inmiscuyera en asuntos políticos que no

fueran del interés del Papado. Fuentes y Esteban de Ibarra encargaron a Sessa que

acallara los rumores en Roma997, por lo que Crespo pudo realizar su viaje a favor de

Fuentes998. El religioso permanecería en Madrid desde su recibimiento en El Escorial en

995 La relación del Consejo de Estado del 21 de agosto donde Mansfeld expuso su decisión la encontramos en una misiva de Esteban de Ibarra a Común del mismo día (Ibídem, leg. 605, ff. 140-141). 996 ID., 24 de agosto de 1593, Ibídem, f. 158. El f. 159 es una carta de recomendación para Martín de Idiáquez. 997 E. Ibarra a Sessa, 18 de septiembre de 1593, IVDJ, Envío 47, f. 292; Fuentes a Sessa, 18 de septiembre de 1593, AZ, carpeta 40, GD 4, doc. 58, "En la de 18 del passado dixe cuan mal dispuestas estavan todas estas cosas i apunté el ruin estado en que se hallavan estos, que cada dia es peor no solo en lo del govierno pero en lo de la religión i por tocar a ella con acuerdo del Provincial de los Teatino i licencia suya fue a españa el padre Antonio Crespo padre de aquella compañía i persona de muchas partes i honor de que me a parecido assimismo avisar a V. Señoría porque me dizen personas zelosas del servicio de Dios i de Su Majestad que no falta quien anda procurando dar a entender que su ida fue no al fin con que se despachó sino a otros i contra personas. Assi mandará V. Señoría prevenir a su santidad assegurandole fue su ida a lo mismo que le enviara su Beatitud como cosa tan propria suya i en que le va mas que a nadie i que como dixe en mi antecedente es mas que necesaria la venida del Archiduque Ernesto a quien se va dando prisa”. 998 Los despachos sobre su comisión se encuentran en AGS, E., leg. 606, ff. 178-185 con el nombre de “Puntos del Padre Crespo” y sin fecha, que a continuación describimos. El f. 178 habla sobre el ejército en Francia y el mal papel que había realizado Charles Mansfeld; el f. 179, por su parte, trataba sobre “Lo que se ha de advertir tocante al Vicariato General del exército de flandes, capellanes y administración del Hospital Real”; el f. 180 era una nota sobre las cosas que debían corregirse en Flandes y el f. 181 se refería a qué atribuciones tendría Fuentes en el gobierno de los Países Bajos cuando llegara el archiduque Ernesto; el f. 182 era una “Relación del Padre Antonio Crespo, acerca de las cosas de Flandes y Francia”; el f. 183, por su parte, eran unos advertimientos del padre Crespo; el f. 184 hacía referencia a la falta de hombres en quien fiarse y recomendaba el envío de 12000 soldados y un gobernador español para las tropas que debía ser Fuentes subordinado a Ernesto y el f. 185 habla de cuestiones referentes a la situación militar. Todas estas misivas estaban dirigidas al marqués de Velada y a Hernando de Toledo, que le debían ayudar en su misión.

280

octubre hasta su regreso a Flandes en junio de 1594999, pudiendo considerar que su

misión había resultado de gran provecho para su patrocinador.

Mientras esperaba noticias de su emisario, Fuentes se negó a acudir a las

reuniones de los consejos, pese a que Esteban de Ibarra le rogó en diversas ocasiones

que le ayudara en ellas1000. De igual manera, reclamó una licencia para salir de Flandes

y, aunque el rey se la concedió, la ejecución de la misma se encontraba supeditada a la

llegada del nuevo gobernador1001. Vista la imposibilidad de partir de los Países Bajos y

la poca capacidad que tenía para influir en las decisiones políticas, Fuentes se volcó en

la reformación del ejército que le había ordenado el monarca, siendo una de sus ideas

principales la de reorganizar los eclesiásticos que seguían a los tercios nombrando a

padres jesuitas para realizar tal actividad1002. Esta actuación le volvió a enfrentar a

Mansfeld, que había quedado al margen de la reformación por orden real, lo cual

representaba una merma considerable de su honra1003, que hizo lo posible por boicotear

su labor.

Todos estos hechos venían a demostrar que la supuesta confianza que se tenía en

un personaje natural de los Países Bajos como Mansfeld tras su nombramiento y

confirmación como gobernador interino no era cierta, ya que desde Madrid se le

ocultaban las decisiones importantes, que sí se daban a conocer a Fuentes e Ibarra,

relegándole a un mero papel secundario y ceremonial. El noble luxemburgués fue

consciente de ello y luchó por invertir esa tendencia con escaso éxito, lo que hizo

imposible una entente cordial entre los ministros castellanos y Mansfeld y provocó los

numerosos enfrentamientos que estamos viendo.

La situación empeoró aún más, si cabe, con el retorno de Charles Mansfeld a

Flandes tras la tregua con los franceses. Estando aún presente en el reino vecino, el

noble luxemburgués había convencido a su padre para que se autoproclamara

gobernador de la provincia de Flandes, cargo que Felipe II había proveído en Farnesio

cuando era gobernador general. Su hijo pensaba unir dicho gobierno al almirantazgo

que él mismo poseía, por lo que la familia quedaría con los títulos más lucrativos de la

provincia. Esta actuación provocó nueva controversia, sobre todo, en el Consejo

Privado, donde tanto Hulst como Richardot se mostraron contrarios, mientras el

999 Felipe II a Ernesto y a Fuentes, 3 de junio de 1594, AHN, E., libro 253, ff. 86 v.-87 v. 1000 E. Ibarra a Común, 5 de octubre de 1593, AGS, E., leg. 605, f. 167. 1001 Felipe II a Fuentes, 15 de octubre de 1593, Ibídem, leg. 2221, f. 172. 1002 “Sobre la reformaçión de los eclesiásticos que siguen los exércitos de V. Majestad en Flandes”, s. d. (hacia 1594), IVDJ, Envío 47, doc. 503. 1003 Mansfeld se quejó de esta decisión a Felipe II el 22 de noviembre de 1593 (AGS, E., leg. 606, f. 90).

281

presidente Jean van der Burcht lo apoyó. Fuera de él también se opusieron a esta

concesión Aerschot, Havré y Aremberg, que optaban al mismo oficio. Por su parte,

Esteban de Ibarra y Fuentes defendieron que dicho gobierno quedara vacante, ya que

ninguno de los candidatos era el adecuado1004, postura que se impondría, por lo que

quedó en suspenso la elección de gobernador.

Tras todos estos acontecimientos, podemos considerar que los últimos meses de

1593 fueron momentos de conflicto y de tensa espera de la llegada del archiduque

Ernesto, que no aparecería en Bruselas hasta el 30 de enero del año siguiente. Lo

complejo de las negociaciones había retrasado su Jornada, lo que, sin duda, avivó las

tensiones ya existentes.

6.3.- Las conversaciones con Ernesto y su Jornada a Flandes

Una de las principales misiones que se le habían encomendado a Fuentes cuando

marchó a Flandes era la de comunicar a Ernesto que había sido nombrado gobernador,

así como preparar el terreno para su llegada. La muerte de Farnesio trastocó los planes

iniciales, al igual que en tantos otros asuntos, y Fuentes, de motu proprio, decidió

retrasar la comunicación de la decisión real hasta haberse hecho cargo de la situación.

Este periodo de adaptación finalizaría en febrero de 1593, momento en que Felipe II

creyó que ya había pasado el tiempo necesario para organizar la entrada de Ernesto en

Flandes, instándose a Fuentes para que, a través de Guillén de San Clemente, notificara

al archiduque la decisión real1005. La idea del monarca era que se comunicara la decisión

en primer lugar al emperador y acto seguido a Ernesto, sin esperar respuesta de Rodolfo

II. Si las conversaciones se alargaban en exceso, se recomendaba al embajador que

recurriera a la intermediación de Wolf Rumpf de Wielross, camarero mayor del

emperador y uno de los personajes más importantes de la red clientelar de Felipe II en el

Imperio1006.

Nada más recibir los despachos del rey el 6 de marzo, Fuentes escribió a

Rodolfo II, Ernesto y Guillén de San Clemente, dando así inicio a un arduo periodo de

1004 E. Ibarra a Felipe II, 22 de noviembre de 1593, AGS, E., leg. 605, f. 203, "El primero (Aerschot) ni es para aquello ni para otra cosa. El segundo (Havré) V. Majestad le conoce y yo también se del lo que me obliga no abonarle para que V. Majestad le ponga en lugar que pueda echar de ver que vale algo mas de lo que es menester para que no pueda hazer lo que otras veces. El tercero (Aremberg) también es de poca sustançia y por esto concurren en el los inconvenientes de menos consideración". 1005 Así, el monarca escribió tanto a Fuentes (Ibídem, leg. 2221, f. 22) como a Guillén de San Clemente (Ibídem, ff. 23-24) el 6 de febrero. 1006 Sobre este personaje, F. EDELMAYER, "Wolf Rumpf de Wielross y la España de Felipe II y Felipe III", Pedralbes. Revista d´Història Moderna, 16 (1996), pp. 133-163.

282

negociaciones. El embajador de Felipe II, que se encontraba presto a marchar a Padua

para tomar unos baños y descansar debido a su precario estado de salud1007, tuvo que

suspender su viaje y ponerse enseguida manos a la obra, sabedor de la dificultad que

entrañaba la empresa1008. En efecto, el emperador planteó muchas trabas durante la

primera audiencia, todo lo contrario que Ernesto, que aceptó rápidamente tras mostrarle

el embajador la petición real el 24 de abril1009.

Tras meses de tensas negociaciones, y gracias a la intermediación de Rumpf1010,

se pudo llegar a un final feliz el 19 de junio. Sin embargo, antes de confirmar el permiso

para que Ernesto partiera hacia los Países Bajos, Rodolfo II exigió que su hermano

acudiera a una Dieta en Gratz para librarse de su juramento como gobernador de Estiria

y Carintia y poder ser así sustituido en el puesto por su hermano Maximiliano1011. Con

esta imposición, la partida del archiduque se dilató aún más en el tiempo y Felipe II se

vio en la obligación de pedir en multitud de ocasiones que la partida se acelerara1012.

Guillén de San Clemente hizo ímprobos esfuerzos por conseguirlo, al tiempo que

intentaba fiscalizar la formación de la Casa del archiduque1013. Es muy interesante

observar la génesis de este servicio, ya que sus componentes tendrían gran influencia en

el devenir político flamenco en los años venideros.

Ya Esteban de Ibarra era consciente antes de la Jornada del archiduque de que

era necesario proveer en su servicio a hispanos y flamencos, ya que no debía estar

formado en su totalidad por servidores imperiales1014. Favorecer en exceso a una

1007 Ese viaje se hubiera podido prolongar, incluso, hasta Roma ya que Clemente VIII quería despachar con él a boca sobre la elección de Ernesto como rey de romanos (Sessa a J. Idiáquez, 22 de marzo de 1593, AGS, E., leg. 961, s. f.). 1008 Guillén a Felipe II, 14 de marzo de 1593, Ibídem, leg. 700, ff. 73-74. 1009 Ernesto a Felipe II, 1 de mayo de 1593, Ibídem, f. 2. Había recibido la buena nueva de manos de Guillén de San Clemente y aceptaba encantado la merced que le había concedido Felipe II. Ya en 1592 había expresado al embajador Khevenhüller, durante el viaje que este realizó al Imperio, que quería obtener algún oficio que le permitiera salir de Praga (H. KHEVENHÜLLER, op. cit., p. 416). 1010 Rumpf a Guillén, 25 de abril de 1593, AGS, E., leg. 700, f. 80. 1011 Guillén a Felipe II, 19 de junio de 1593, Ibídem, f. 88. 1012 Las cartas de Felipe II apremiando el viaje de Ernesto a Flandes para Guillén, Rodolfo II o Ernesto durante 1593 en Ibídem, leg. 2450, s. f.. Ernesto, por su parte, escribió en diversas ocasiones a Madrid para comunicar al rey que hacía todo lo posible por partir (Ibídem, leg. 700, ff. 3-7). 1013 Para conocer más en profundidad la formación de la Casa del archiduque, sus componentes y su funcionamiento desde 1593 hasta 1595 nuestro artículo “La Casa del archiduque Ernesto durante su gobierno en los Países Bajos (1593-1595)” en A. ÁLVAREZ-OSSORIO ALVARIÑO y B. J. GARCÍA GARCÍA (eds.), La Monarquía de las Naciones. Patria, nación y naturaleza en la Monarquía de España, Madrid, 2004, pp. 193-213. 1014 Esteban de Ibarra a Felipe II, 21 de noviembre de 1593, AGS, E., leg. 605, f. 201, "También ha de ser de mucha consideración formarle la casa de buenos criados, y si ha de tomar algunos destos españoles mirar mucho que la elección sea tal como conviene. Muchos ay que lo

283

determinada nacionalidad en las Casas de los gobernadores, o al menos que lo

aparentara, había provocado ya varios conflictos con anterioridad, sobre todo, en

tiempos de Margarita de Parma y de Alejandro Farnesio, y el secretario veía necesario

solucionar dichos problemas desde la raíz. Los consejeros de Madrid, por su parte, ya se

habían empezado a plantear las mismas cuestiones y se mostraron de acuerdo con las

tesis de Ibarra, requiriéndole sobre los personajes más adecuados para ocupar cargos en

dicha Casa1015. Sin embargo, la lentitud en la toma de decisiones llevó a que la

estructura del servicio del archiduque no cambiara apenas con respecto a la que tenía en

Austria y Felipe II no pudo influir ni en la formación de la misma ni en el nombre de

sus componentes. Esta conservó su organización a la austriaca en lugar de a la

borgoñona, opción que hubiera debido ser la más lógica como había propuesto Esteban

de Ibarra tras consultas con los consejeros flamencos1016, con mayordomo mayor

(Obersthof-meister), camarero mayor (Oberstkämmerer), mariscal mayor

(Obersthofmarschall) y caballerizo mayor (Oberststallmeister)1017. Así mismo, mantuvo

en su plantilla a la mayoría de los componentes que tenía en Austria, que eran de origen

imperial en un amplio porcentaje, más algunos italianos. Esta distribución de

nacionalidades tendría a la larga una gran importancia, ya que los principales criados de

pretenden y hazen diligencias para conseguirlo"; Esteban de Ibarra a Felipe II, 22 de noviembre de 1593, Ibídem, f. 203, "También advierto a V. Majestad que ay pretensores a entrar en la casa del serenísimo Príncipe Archiduque y que los principales son Abre y Aremberg que cada uno querria ser mayordomo mayor de su Alteza. Abre ha hecho grandes diligencias para que el Conde de Mansfelt le proponga a V. Majestad para ello y por via de Don Juan de Pernestan las ha hecho también en la corte del Emperador para que de alla venga su Alteza bien edificado en admitirle y se que después de tener hecho el de Mansfelt despacho para V. Majestad en abono del de Abre le ha descompuesto el Conde Carlos y hecho que haga aquel officio con V. Majestad por el de Aremberg, deste ya he dicho lo que siento yo en todas partes tengo que puede ser de poco provecho, o daño. Abre tiene mas que escudriñarle esfuerçase dar a entender que le tiene V. Majestad muy agraviado de no haverle hecho merced con ocupacion ni otro genero de honra o beneficio y si se le ha de dar alguna satisfación de las tres pretensiones que tiene de Flandes, finanças y esta mayordomia. En ninguna se aventura menos que en la postrera porque lo de finanças en su mano sera peligrosa cosa respecto que es el mas codicioso hombre que ay en estos estados". 1015 Juan de Idiáquez a Guillén, 14 de agosto de 1593, Ibídem, leg. 2450, s. f., "Y en lo que toca a las que V. M. apunta que pensava llevar de la camara y de la boca y otros para el servicio de su persona y casa pareçe buena la resolución que pensava tomar pues quantos menos fuere la carga se hallara mas aliviado y en que los que llevase seran muy católicos no se duda siendolo tanto y tan exemplar el amo, pero todavía ha holgado su Majestad de entender este punto con los demás". 1016 La más importante de estas consultas en AGR, Audience, leg. 33/1, núm. 6 (minuta en núms. 5 y 7), s. d. (finales 1593). 1017 Sobre los principales oficios en las Casas Reales austriacas F. EDELMAYER, “La corte imperial: de Fernando I a Rodolfo II (1558-1583)”, Torre de los Lujanes, 44 (2001), pp. 45-47 y J. DUINDAM, Vienna and Versailles. The Courts of Europe´s Dynastic Rivals, 1550-1780, Cambridge, 2003, pp. 69-89 y 103-105.

284

Ernesto hicieron lo posible por que flamencos e hispanos no entraran a servir al

archiduque, lo que podría haber recortado su acceso al Príncipe.

Para sortear las excusas que podían retrasar aún más el viaje, el embajador San

Clemente pidió al conde de Fuentes y a Felipe II que se enviara dinero suficiente para

poder llevar a cabo los preparativos con celeridad1018. Aprovechando la tesitura, el noble

castellano comisionó al Imperio a su sobrino, Diego Pimentel, con una provisión de

dinero, tratando de tomar la delantera a Mansfeld en el acercamiento al nuevo

gobernador1019. Ante esta maniobra, el gobernador interino, que se había enterado de la

elección de Ernesto mucho después que Fuentes1020, reaccionó y envió al conde de Solre

en su nombre al Imperio. Philippe de Cröy acababa de retornar a Flandes tras su

ejercicio como capitán de la guarda de archeros de Corps de Felipe II y se estaba

consolidando como una de las grandes figuras políticas flamencas, que alcanzaría su

apogeo bajo el gobierno del archiduque Alberto, y, posteriormente, con los

Archiduques. Pese a la ventaja que le llevaba Pimentel, ambos llegaron a Praga el

mismo día, el 20 de noviembre.

No contento Felipe II con que Solre y Pimentel acompañaran a Ernesto durante

su Jornada, encargó a Guillén de San Clemente que él también la realizara. Esta

decisión tenía como objetivo que se encaminara al archiduque en los negocios de

Flandes, evitando la negativa impresión que le podrían haber mostrado los enviados de

los ministros enfrentados1021. Entre los negocios en los que el embajador debía instruir a

Ernesto, destacaba la pacificación de los rebeldes holandeses, uno de los principales

motivos de que hubiera sido elegido como gobernador1022; mientras, el nuncio papal en

el Imperio también le aleccionó en el mismo sentido, aunque con el objetivo de que

1018 Además de los gastos que un movimiento de personas de tal magnitud comportaba siempre, Ernesto tenía fama de manirroto y de no mirar en exceso los gastos que realizaba. Así se puede apreciar en V. COREMANS, "L´archiduc Ernest, sa cour, ses dépenses (1593-1595)", Compte rendu des séances de la Commision Royale d´Histoire ou recueil de ses bulletins, 13 (1847), pp. 85-147. 1019 Guillén a Felipe II, 14 de agosto de 1593, AGS, E., leg. 700, ff. 105-106. 1020 El 24 de agosto de 1593 (Ibídem, leg. 606, f. 68), Mansfeld escribió al monarca para comunicarle que acababa de recibir su carta y la de Ernesto en que le comunicaban la noticia y, tras ello, redactó sus pensamientos en una “Memoria de lo que (debaxo de humilissima correction) parece al Conde de Mansfelt se podría hacer en lo de la venida y recibimiento del Archiduque Ernesto en estos estados de flandes” y que se conserva en el f. 69. 1021 Felipe II a Guillén de San Clemente, 14 de octubre de 1593, Ibídem, leg. 2450, s. f. 1022 Este no era solo un objetivo primordial de Felipe II sino también de Rodolfo II, ya que si se llegaba a un acuerdo con los rebeldes el monarca hispano podría centrar sus esfuerzos en la lucha contra el turco en Hungría, como se expone en “Copia de la carta que escribió el Emperador al Archiduque Ernesto, sobre lo de la pacificación de los payses baxos de Praga a 8 de henero de 1594”, Ibídem, leg. 701, f. 38.

285

Felipe II se olvidara de ese frente para volcarse en Hungría en la lucha contra los

turcos1023.

Los preparativos para la Jornada se fueron retrasando hasta la celebración de la

Dieta en Gratz, donde el 2 de octubre se aceptó a Maximiliano como gobernador de

Estiria y Carintia. Tras esa decisión, el hermano del emperador era ya libre para viajar

hacia Flandes, aunque la cercanía del peligro turco hacía contemplar aún la posibilidad

de que Rodolfo II intentara evitar su marcha1024. Sin embargo, esto no fue así y Ernesto

partió finalmente el 11 de diciembre hacia los Países Bajos, pese a no haber recibido

aún sus patentes de gobernador1025. Guillén de San Clemente, por su parte, enfermó y no

pudo realizar la Jornada con el archiduque1026, rindiendo cuentas al rey de todo lo

acaecido durante las conversaciones con el emperador y con Ernesto a través del envio a

Madrid de su criado Lope Díaz de Paniagua1027.

Mientras todos estos acontecimientos se producían en el Imperio, en Flandes se

había estado especulando con el nombre del nuevo gobernador, barajándose los de

Catalina Micaela o Alberto. Una vez conocido que la decisión real había recaído en

Ernesto, el sentimiento general fue de alabanza de la decisión -el propio Esteban de

Ibarra en su correspondencia llegó a comparar en numerosas ocasiones al archiduque

con un “mesías”-, y de confianza en que su llegada no se demorara mucho. Sin

embargo, el retraso en su traslado fue rebajando la euforia inicial y amortiguando el

supuesto efecto positivo de su gobernación. Como ya hemos podido comprobar con

anterioridad, las dilaciones en las decisiones reales que atañían a Flandes eran continuas

y limitaban significativamente el posible efecto balsámico que podrían haber

provocado, si se hubieran llevado a cabo con mayor celeridad.

Además, la situación faccional en la Corte bruselense era muy convulsa, como

Ernesto pudo comprobar de primera mano ante la discusión que se originó entre

Mansfeld, Fuentes y Aerschot por intentar ser los primeros en recibir al archiduque,

pese a que este ya había mostrado su voluntad de que fueran Esteban de Ibarra y

1023 Obispo de Cremona a Clemente VIII, s. f. (h. ½ 1593), Ibídem, leg. 962, ff. 226-227. 1024 Guillén a Felipe II, 2 de octubre de 1593, Ibídem, leg. 700, ff. 116-117. 1025 “Memoria del camino que hará su Alteza (Ernesto) para Flandes”, s. d. (hacia diciembre de 1593), Ibídem, f. 131. Esa memoria la envió Guillén junto con una relación de la casa del archiduque, así como una carta, el 11 de diciembre de 1593 (f. 161). Sobre el viaje A. DOUTREPONT, op. cit., p. 627. Durante su Jornada, Ernesto tuvo problemas en Frankfurt donde fue recibido con mucha descortesía y con cadenas en las calles, ya que los calvinistas eran superiores en número en la ciudad y asustaron a los católicos. Guillén de San Clemente protestó por ello a Rodolfo II y pidió que se actuara contra la ciudad (AGS, E., leg. 701, f. 47). 1026 Guillén a Felipe II, 11 de diciembre de 1593, Ibídem, leg. 700, ff. 159-160. 1027 ID., 18 de enero de 1594, Ibídem, leg. 701, f. 43.

286

Fuentes los que primero le besaran las manos1028; al no llegar a un acuerdo, Mansfeld

acudió a su tierra de Luxemburgo y Fuentes a Tréveris, siendo adelantados por

Aerschot, que fue más allá de la última región. Una vez estuvieron todos reunidos, el 30

de enero se realizó la entrada en Bruselas1029, que estuvo prologada por nuevos

enfrentamientos entre los tres nobles por problemas de precedencias. Aunque Ernesto

propuso que entraran los tres delante de él con Mansfeld en medio, Aerschot se opuso al

ser el noble de más título.

Estas discrepancias se repitieron en la primera convocatoria del Consejo de

Estado el 1 de febrero, en la que Aerschot presentó una protesta formal, ya que entendía

que su puesto en el mismo debía ser el centro por ser el noble de mayor título y el

consejero más antiguo. Tras algunas discusiones, aceptó que Mansfeld estuviera por

delante de él, pero exigió que Fuentes se sentara en el último banco, lo que rechazó

Ernesto al entender que este representaba al rey y por ello debía situarse por delante de

Aerschot. Ante esta decisión, el duque optó por no acudir a las dos siguientes sesiones

del Consejo y, finalmente, por marchar a sus tierras1030.

De esta brusca manera, el archiduque pudo comprobar de primera mano que su

gobierno no iba a estar exento de complicaciones, pese a ser deseado en principio por la

mayoría de los ministros de Flandes. Por desgracia para él, estos negros presagios se

acabarían cumpliendo.

1028 Fuentes a Felipe II, 1 de noviembre de 1593, Ibídem, leg. 604, f. 189. 1029 Una descripción de dicha entrada triunfal en J. BOCH, Descriptio publicae gratulationis,... principis Ernesto, Amberes, 1595, passím. Sobre las fiestas que se sucedieron en otras ciudades, P. VAN ISACKER, "Pedro Enríquez de Azevedo, ...”, p. 226. 1030 “Papel sobre las precedencias”, s. d. (principios febrero de 1594), AGS, E., leg. 608, f. 37 y Esteban de Ibarra a Común, 4 de febrero de 1594, Ibídem, f. 36.

287

CAPÍTULO 7

LA SOLUCIÓN IMPERIAL:

EL ARCHIDUQUE ERNESTO EN FLANDES Y EL ÍNTERIN HASTA LA

LLEGADA DE ALBERTO (1594-96)

7.1.- El devenir de Flandes tras la llegada del archiduque Ernesto

7.1.1.- La integración de su séquito en las luchas faccionales

Nada más llegar a Bruselas, Ernesto pudo comprobar in situ que la relación entre

los principales consejeros de los Países Bajos era muy tensa y que era necesario

conseguir un poco de calma para poder llevar a cabo sus planes. Sin embargo, la

realidad distó mucho de ser la deseada, ya que enseguida el conde de Fuentes exigió, de

nuevo, ser designado como general del ejército que debía marchar a Francia en calidad

de capitán general.

Ya desde Madrid se le había comunicado que esto era imposible mientras

Ernesto estuviera presente1031, pero, aún así, se mantuvo firme en su reivindicación1032.

Ernesto, como era de esperar, se opuso a ceder parte de sus atribuciones como

gobernador general1033, repitiéndose así el problema que un año antes había enfrentado a

Fuentes y Mansfeld, aunque trocándose el gobernador y con la salvedad de que Ernesto

no era interino, sino titular, y, además, príncipe de la sangre. Tras la firme negativa del

archiduque, el noble castellano comprendió que su situación en Bruselas era muy

comprometida y procuró por todos los medios que la licencia que se le había prometido

se hiciera efectiva, pero desde Madrid se le recalcó que no podría hacerse hasta que no

hubiese puesto a Ernesto al corriente de la situación1034. De esta manera, Fuentes se vio

obligado a permanecer en Flandes sin apenas participar en asuntos políticos y

centrándose únicamente en la reformación del ejército. Cuando Ernesto le volvió a

proponer en agosto que tomara el mando de las tropas tras el retorno de Charles

Mansfeld, el conde castellano repitió negativa, insistiendo en que no lo aceptaría hasta

que fuera nombrado capitán general1035.

1031 Común a Fuentes, 15 de octubre de 1593, AGS, E., leg. 2221, f. 176. 1032 Fuentes a Común, 22 de noviembre de 1593, Ibídem, leg. 606, f. 81. 1033 P. VAN ISACKER, "La défense des Pays-Bas catholiques a la fin du XVI siècle" en Mélanges d´histoire offerts à Charles Moeller à l´occasion de son jubbilé de 50 années de professorat à l´Université de Louvain, Lovaina, 1915, II, p. 274. Una descripción de los hechos en Malvasia a Aldobrandino, 19 de febrero de 1594, ASV, Fiandra, leg. 3/I, f. 297 r. 1034 Común a Fuentes, 15 de marzo de 1594, AGS, E., leg. 2222, f. 141. 1035 En enero de 1595 aún no había tomado el mando del ejército para acudir a Francia (Ernesto a Felipe II, 5 de enero de 1595, Ibídem, leg. 609, f. 86).

288

El relegamiento cortesano de Fuentes no puede ser únicamente atribuído a su

inoportuna petición, si no también al hecho de que algunos de los miembros del séquito

del nuevo gobernador, aprovechando la confianza que tenía el archiduque en ellos, se

habían decidido a participar en la toma de decisiones políticas, para lo cual debían alejar

en la medida de lo posible a potenciales oponentes. Con esta nueva irrupción, el

panorama político de Flandes se complicaría y fragmentaría aún más, con múltiples

intereses, facciones e ideas entremezcladas.

Desde un primer momento, Esteban de Ibarra fue consciente de las intenciones

de los servidores de Ernesto y pudo identificar a los principales cabecillas1036. Tras el

retorno al Imperio del mayordomo mayor, el personaje más influyente del séquito

archiducal era el barón Ernesto o Peter de Mollart, gran chambelán y camarero mayor,

personaje cuyo padre era de origen borgoñón, aunque él ya hubiera nacido en el

Imperio. Sus servicios en las Casas imperiales le comportaron numerosas prebendas, así

como gozar de la confianza, tanto de Ernesto como de Rodolfo II, del que llegó a ser

camarero mayor tras ser retirado del oficio Wolf Rumpf de Wielross en el año 16001037.

Su dominio de las diferentes áreas del servicio del nuevo gobernador de Flandes,

era casi total a través de algunos personajes con oficios claves como su hermano Jehan,

gentilhombre de la cámara y capitán de la guarda, el contralor Livio Bosso, o el

secretario y canciller, Sebastien de Westernach, cuya labor fue tan eficaz que el propio

hermano de Ernesto, Alberto, le tomó a su servicio cuando llegó a Flandes, pese a los

graves enfrentamientos que Esteban de Ibarra mantuvo con él. Por contra, el caballerizo

1036 Esteban de Ibarra a Felipe II, 10 de febrero de 1594, Ibídem, leg. 608, f. 43, "Todos los criados que trae son alemanes, los principales son un mayordomo mayor este es un aleman çafio y porque me dize su Alteza que se ha de volver luego no hablo del, trae por camarero mayor un varon de Molart de naturaleza borgoñón pero ha nacido en Alemaña. Este haze grande ostentación de la mano que tiene sobre la voluntad de su amo y se que viene con intención de aprovecharse desta ocasión y pareçeme que tiene condición aparejada para no perderla porque hablando conmigo sobre el quedar aqui o bolver a Alemaña me ha dicho que dispone de si conforme a como V. Majestad y su amo hizieren la merced. Por caballerizo mayor le sirve un hijo de Dietristan que por todo lo que puedo juzgar es un angel y sujeto que por su parte no se echara a perder ninguna cosa buena. Trae un secretario alemán que también lo es del emperador no sabe otra lengua que la suya y latin. Hame parezcido persona modesta todos me dizen mucho bien del y su amo le tiene en buena figura. En la camara ay no se quantos cavalleros moços todos alemanes eçepto dos cavalleros italianos el uno de los vizcondes de Milan vassallo de V. Majestad y el otro del Duque de Ferrara de unos condes que llaman de Montecirco, un capitán que ha traydo su guarda a cargo es aleman y persona de no mucha consideración. Todos los demás son gente ordinaria y hablando como devo a mi pareçer la forma del servicio en todo el trazo de la casa de su Alteza no esta puesto con la reverencia y modo que a su grandeza se requiere". 1037 F. EDELMAYER, “Wolf Rumpf de Wielross…”, p. 153.

289

mayor del archiduque, Maximiliano de Dietrichstein1038, se mostró muy cercano al

secretario Ibarra, algo que era de esperar tras comprobar los comentarios vertidos por

Guillén de San Clemente sobre él, en los cuales certificaba que era uno de los

personajes en quien más se podía confiar, pues su familia tenía una gran tradición de

servicio a la Corona1039. Junto a estos personajes conviene destacar a otros como Blaise

Hütter, secretario privado y ayuda de cámara, Loys, conde de Biglia, maestresala, y los

gentilhombres de la cámara Alphonse, conde de Montescoli, y Ottavio Visconti que,

aunque tuvieron menos protagonismo, también estuvieron en el entorno del archiduque.

La desconfianza entre los servidores más cercanos a Ernesto e Ibarra se

comenzaría a hacer patente a los pocos días de llegar el nuevo gobernador a

Bruselas1040; en concreto, el primer conflicto tuvo lugar con Westernach, por ver cual de

los dos secretarios debía despachar la correspondencia del archiduque1041. Ibarra

pretendía poner en marcha la nueva institución que se le había encomendado en Madrid,

la Secretairerie d´État et de Guerre, mientras Westernach quería continuar realizando la 1038 Hijo del famoso Adam de Dietrichstein y de Margarita de Cardona, dama de honor de la emperatriz María. Nació en 1561 en el Imperio pero a los dos años se encaminó junto a sus padres hacia la Corte de Madrid, donde llegarían en 1564 y permanecerían hasta 1573. Esta estancia le reportó algunas mercedes, pese a su corta edad, como entrar en la orden de Calatrava de forma provisional en 1567, al igual que su padre. Más adelante, a comienzos de 1596, recibió la encomienda de Cañaveral que quedó en manos de su familia durante el siglo XVII. Al contrario que sus cuatro hermanas, que quedaron en Madrid tras contraer matrimonio con importantes nobles castellanos y entraron en el servicio de la reina Ana y las Infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela, Maximiliano retornó a la Corte Imperial en 1573 con sus padres. Una vez en Viena, fue nombrado gentilhombre de la cámara del emperador Rodolfo II y vivió a la sombra de su poderoso padre durante aquellos años. Fue tras la muerte de este en 1590 cuando se inició su periodo de mayor actividad política, aflorando los contactos que tanto su familia como él mismo habían conseguido en la corte hispana. Así, el primer encargo que le encomendó Felipe II fue que acudiera como embajador suyo en 1592 a Gratz, Ingolstadt y Munich para expresar los pésames reales a todos los miembros de las casas de Austria y Baviera por la muerte del archiduque Carlos. Tras retornar de dicha embajada, Maximiliano fue nombrado caballerizo mayor del archiduque Ernesto en la Casa que acompañó a este en 1593 cuando acudió a Flandes. Una vez en Bruselas, se convirtió en un importante contrapeso político entre los servidores del archiduque y los ministros castellanos y flamencos en la pugna que se inició por conseguir el poder político. Mantuvo una buena relación con los castellanos, por lo que la incertidumbre que envolvió a los servidores del archiduque Ernesto tras su óbito no le afectó ya que quedó en Flandes como sumiller de corps del archiduque Alberto y se le concedió la encomienda antes reseñada. Ejerció tan importante oficio hasta la Jornada de los matrimonios de Valencia en 1599, tras la cual regresaría al Imperio, donde llegaría a ejercer el importante cargo de mayordomo mayor del emperador Rodolfo II. Falleció en 1611 (Biografía en el DBE). 1039 Guillén a Felipe II, 11 de septiembre de 1593, AGS, E., leg. 700, fol. 109. 1040 C. Masi a Ranuccio, 10 de febrero de 1594, Cfr. L. VAN DER ESSEN, "Correspondance de Cosimo Masi...”, p. 374. 1041 Malvasia a Aldobrandino, 19 de febrero de 1594, ASV, Fiandra, leg. 3/I, f. 297 r.-v., repetido en f. 300 r.-v., "Il signore Stefano d´Ibarra secretario di S. M. che dopo la morte del Duca di Parma fu mandato qua con grande autorità sopra l´agenda, have preso gran piede e tiratosi addosse la maggior parte de negozi, e particolarmete molte speditioni et emolumenti, che erano già del Signore Cosimo, secretario del soditto Duca. Il che non potendo hor soffrir il Secretario dell´Arciduca, ne son nati disparire".

290

misma labor que habían llevado a cabo los secretarios de gobernadores anteriores1042.

Ernesto intentó mitigar el conflicto mediante la regulación de los derechos pecuniarios

que debía percibir cada secretario1043, con lo que zanjó la disputa económica, pero no

atajó su raíz política, ya que el oficio de secretario aseguraba cercanía al gobernador.

La situación se complicaría aún más cuando Charles Mansfeld se acercó a

Mollart, con el claro objetivo de formar una entente encaminada a copar el acceso al

archiduque. El primer contacto entre ambos se produjo cuando el luxemburgués pidió a

Ernesto que le enviara a su camarero mayor para comunicarle ciertos asuntos de

importancia relacionados con Francia. Al no poder prescindir de éste, el archiduque

decidió enviar a su hermano Jehan, que fue el encargado de transmitir a Mollart la

buena predisposición de Mansfeld a establecer una alianza política1044. El privado de

Ernesto aceptó la oferta sin dudar, ante la comunión de intereses e inducido por la

astucia de Charles Mansfeld, como también lo haría el secretario Westernach1045.

Tanto Esteban como Diego de Ibarra, que volvió a establecerse en Bruselas en el

mes de abril, fueron rápidamente conscientes de esa coalición e hicieron lo posible por

intentar evitarla1046. Con tal fin, pugnaron por conseguir que algunos hispanos y, en

menor medida, flamencos ingresaran en el servicio del gobernador, para reducir la

influencia de Mollart. El conde de Fuentes, por su parte, mantuvo un relación mucha

más fluida con los criados de Ernesto que sus dos compatriotas, pese a los problemas

1042 E. Ibarra a Común, 4 de febrero de 1594, AGS, E., leg. 608, f. 35. 1043 “Copia de una orden que el archiduque Ernesto dio sobre los derechos que an de llevar los secretarios del gobernador y Capitán General de los estados de flandes conforme sus oficios”, 10 de marzo de 1594, BNM, Ms. 2816, ff. 57 r.-58 r. (copia en AGS, E., leg. 608, f. 94). 1044 Fuentes a Felipe II, 30 de marzo de 1594, Ibídem, f. 217. 1045 E. Ibarra a Común, 22 de junio de 1594, Ibídem, f. 86, "Aviaseme olvidado de dezir a V. S. S. que su Alteza quiere bien y dessea hazer merced a Westernaquer su secretario y le veo inclinado a ponerle las manos en los negocios que pudiera y lo que puede se les encomienda aunque sean de materias que no le tocan. El no tiene Traxis ni experiencia y es sujeto a quien engañaran los desta tierra como ya le han engañado y su amo lo ha sabido, pero no basta esto. Agora a va Alemaña por su muger y casa, y también es de los que el Conde Carlos tiene a su devoçión quanto puede y quiere". 1046 D. Ibarra a J. Idiáquez, 20 de abril de 1594, Ibídem, f. 147; E. Ibarra a Común, 3 de abril, Ibídem, f. 150, "El qual (C. Mansfeld) no acaba de meter del todo nuestra gente en Francia ni acaban jamás porque tiene la condición y artifiçio que ya he dicho. Es terrible y pide cada dia nuevas cosas y quiere llevar consigo un tesoro para mantener el exercito tres o quatro meses sin aguardar a que se le embie de aqui, que es muy buen para quales estamos y muchos dias ha que he advertido de lo que entiendo deste sujeto, plegue a Dios que yo solo me engañe y que perdone su divina merced a quienes causa que el tenga aquel exercito por su quenta. Hase metido por las puertas del camarero mayor de su Alteza y le ha cohechado y ganado de manera que tiene por alli la parte que quiere y como ha conosçido el humor del pribado çercale de lo que el otro dessea a buena medida”.

291

iniciales, y, aunque era partidario de introducir flamencos en la Casa del archiduque1047,

creía que nunca debía ser a costa de enfrentarse a Mollart y compañía.

Tras los requerimientos de los Ibarra, los consejeros madrileños ya habían

decidido que el primer castellano que debía entrar en el servicio de Ernesto era el propio

Diego como gentilhombre de la cámara. Sin embargo, este fue consciente desde el

primer momento de la dificultad de la tarea, ante al férreo control que ejercía Mollart

sobre dicha cámara1048. En efecto, aunque el archiduque se mostró dispuesto a admitirle

en su servicio, entre otras razones porque su hermano Cristóbal de Ibarra había servido

en su cámara con anterioridad y estuvo muy satisfecho de él, los temores de Diego se

cumplieron y la provisión del oficio se dilató en el tiempo, no llegándose nunca a

culminar1049. El motivo principal fue la oposición de los gentilhombres de la cámara de

Ernesto, cuya excusa principal se cimentó en la tradición alemana, que obligaba a que el

último gentilhombre en entrar en la Casa apenas sirviera, por lo que Diego de Ibarra no

hubiera ocupado un puesto digno, sobre todo, al negarse los servidores más antiguos a

ceder parte de sus prerrogativas. A esta excusa se unieron otras, como la de que se

hubiera nombrado a 4 gentilhombres nuevos pocos días antes de que Ibarra llegara a

Bruselas, por lo que ya no resultaban necesarios más para su servicio1050. Sin embargo,

se comprobó que estas razones no eran más que pretextos cuando Diego de Ibarra

1047 Fuentes a Común, 2 de abril de 1594, Ibídem, f. 221, "En lo que V. S. S. mandan avise los que me parezce a proposito del pays para criados del Archiduque lo que se me ofreçe dezir es que fuera de Ariscot, Mansfelt y Agamont si le perdonan cada uno de todos los otros holgara ser su mayordomo mayor veole inclinado al Conde de Aramberg y quando no lo estuviera es mas a proposito para ello que ninguno de los demas que lo pretenden porque Chimay, Havre, Barlaymont y Sora no lo son. Para la llave son buenos Mos de Barbançon, hermano del de Aremberg, el Vizconde Mos de Usi, el Conde de Vique, Mos de Aguicur, hermano del difunto Conde de Otrate y Mos de Fresi por el primero y el postrero me dixo el archiduque le avian pedido habladole en esta materia. La guardia de los archeros pretendia el Conde de Bosu mas esta dada y las guardias de lanças, arcabuzeros a cavallo y alabarderos todas a Mollart gentilhombre de su camara hermano del otro Molart su camarero mayor. En esta guardia de Archeros se pudiera muy bien ocupar a qualquier señor de los del Pays y la tomara el Conde de Liñi ques de los mas principales y ricos del. Fuese a su casa desabrido porque no le mandaron cubrir como a otros que no tienen tanta hazienda ni calidad. Sino se huviera dado en ninguno estuviera con mas autoridad y el contento de que se echava mano del por no aver buelto la casaca ni su padre, no creo tomara la camara ni es para ello ni para goviernos no porque no sea a quien con mas seguridad se puedan dar ya que ha dado intención a lo que digo no aviendo lugar con nada se le puede tapar la boca como con el Tuson y holgara con el como rico". 1048 Así se lo expresó el ministro castellano a su patrón, Juan de Idiáquez, el 20 de abril, ya que los componentes de dicha cámara tenían un talante muy diferente a los que Felipe II había nombrado en 1566 cuando Ernesto estuvo en Madrid (Ibídem, f. 147). 1049 En varias ocasiones comunicó Ibarra al monarca que aún no se le había nombrado, entre otras, el 24 de mayo (Ibídem, f. 149). 1050 Diego de Ibarra a Felipe II, 1 de septiembre de 1594, Ibídem, f. 159. En concreto, los nuevos gentilhombres fueron Albrecht Függer, Gilbert de Saint-Hilaire, Wolff, conde de Olburg, y Marck Beurq, que había sido antiguamente repostero mayor de Bohemia de Ernesto.

292

accedió a tener título y llave de la cámara sin servicio, como tenían Pernestan o

Montescoli -pese a lo cual no se le concedió el ingreso- o cuando se promocionó al

veneciano Dino Maggio de su oficio de gentilhombre de la boca al de la cámara después

de la petición de Ibarra1051. El fallecimiento de Ernesto nos impide saber si el noble

castellano hubiese sido, finalmente, aceptado en su servicio, pero lo que si es seguro es

que Mollart y compañía hubieran seguido haciendo lo imposible por que eso se llevara a

cabo.

Los nobles flamencos, por su parte, también trataron de acceder a la Casa del

archiduque, peticiones que fueron encabezadas por el duque de Aerschot. Tras haber

abandonado Bruselas después de los enfrentamientos surgidos a raíz de los problemas

de precedencias, permaneció en sus tierras resignado durante un tiempo, desde donde

pudo comprobar con amargura que Ernesto no iba a reclamar sus servicios. Ante tal

situación, hizo un último intento por acercarse al archiduque, solicitándole que le

concediera el oficio de camarero mayor de su Casa; la firme negativa del gobernador, le

llevó a pedir permiso para marchar a Italia junto a su mujer a una romería en Loreto1052.

Ernesto aceptó gustosamente ésta petición, aunque su fallecimiento retrasaría por un

tiempo dicho viaje.

Así mismo, otros flamencos como Aremberg, Havré o Juan Bautista de Tassis

expresaron su voluntad de ingresar en el servicio del gobernador, con idéntica

respuesta1053. Estaba claro que Mollart y sus seguidores también pretendían vetar su

acceso al gobernador y, aunque Havré fue ocupado en un viaje diplomático al Imperio,

cuyos fines veremos posteriormente, fue más una manera de librarse de sus quejas

durante un tiempo que la demostración de una confianza verdadera. Mansfeld, por su

parte, apenas tuvo ocasión de servir y se encaminó a sus posesiones de Luxemburgo,

donde permanecería hasta la muerte de Ernesto1054.

La única excepción al veto de hispanos y flamencos en el servicio del

archiduque se produjo con dos miembros de la Compañía de Jesús, como fueron

Antonio Crespo de Molina, que ejerció como su confesor y llegó a asistir al archiduque

en su fallecimiento1055, y Vincent Zelandre1056, que recibió el oficio de ayuda de

1051 E. Ibarra a Común, 26 de diciembre de 1594, Ibídem, f. 144. 1052 E. Ibarra a Felipe II, 7 de septiembre de 1594, Ibídem, f. 107. 1053 J. B. Tassis a J. Idiáquez, 4 de febrero de 1595, Ibídem, leg. 610, f. 167, donde reclamaba servir como mayordomo, chambelán o gentilhombre de la boca. 1054 G. Faing a Felipe II, 20 de octubre de 1594, Ibídem, leg. 607, f. 140. El agente de Mansfeld transmitió al rey el malestar de su señor por la indiferencia mostrada por el archiduque hacia él. 1055 Ch. O´NEILL y J. M. DOMÍNGUEZ, op. cit., II, p. 995. 1056 Hermano menor de Jacques, jesuita que gozó de gran prestigio en los Países Bajos, Vincent decidió también entrar en la Compañía, pero, a diferencia de su hermano, no era partidario de

293

cámara1057. Exceptuando estas irrupciones y otras menores, como la de los flamencos

que ingresaron en la guarda o la de la conservera portuguesa Isabel Fernández1058,

podemos considerar que el acceso al servicio del archiduque estuvo copado por los

servidores que le habían acompañado desde Austria, que consiguieron que flamencos e

hispanos no accedieran a oficios importantes pese a que, incluso, los Estados de Flandes

lo hubieran solicitado1059.

Fracasada esta vía para tratar de romper el monopolio de acceso al archiduque,

los Ibarra utilizaron otras dos: la primera, fomentar que se remitieran a Madrid

memoriales anónimos donde se protestara por las injerencias en la vida política de los

servidores de Ernesto1060, mientras que la segunda era relatar su propia versión de los

basar su aportación a la iglesia en cuestiones religiosas sino en su conocimiento político. Debido a ello, Zelandre gozó de la confianza de los gobernadores desde la época de Juan de Austria como firme defensor de los intereses de la compañía de Jesús y llegó a ser ayuda de cámara del archiduque Ernesto. Sin embargo, sus aspiraciones eran mayores y, con la excusa de haber sido delegado por el obispo de Amberes, Torrentius, para hacer una visita ad limina, partió en 1594 a Madrid en busca de que el monarca hispano le empleara en algún oficio de importancia. Llegó a la Corte en julio y allí fue recibido por Felipe II y por el archiduque Alberto, a los que expuso sus peticiones, decidiendo el monarca que su sobrino le empleara en Flandes, aunque sin asignarle un oficio concreto. El jesuita aceptó con gusto dicho destino pero, en vez de realizar la Jornada a los Países Bajos con el nuevo gobernador, decidió pasar primero por Roma para comunicar al Papa su nueva ocupación ya que estaba prohibido para los jesuitas, al menos oficialmente, inmiscuirse en asuntos políticos. Una vez en Roma, Aldobrandino trató de conseguir que el jesuita continuara sirviendo como informante para la Santa Sede aunque era consciente de que debía abandonar la Compañía, lo que se produjo a finales de febrero. El Papa le concedió las dignidades de protonotario apostólico y prelado doméstico para intentar asegurarse la continuidad de su servicio y que el antiguo jesuita no cediera a las tentaciones de Felipe II. Sin embargo, las ideas de Zelandre eran diferentes y antes de partir a Flandes envió unos memoriales al archiduque Alberto y a Esteban de Ibarra donde dejaba claro que quería servir al rey, aunque con unas peticiones excesivas. Su doble juego y ambición significaron su caída en desgracia y después de haber disfrutado de la confianza de las cortes de Bruselas, Madrid y Roma pasó a ser un personaje incómodo para todos. Alberto le concedió el título de preboste de Lille el 1 de marzo de 1597 pero era un cargo que daba poco dinero y ninguna relevancia social, lo que nos demuestra que fue más una decisión de compromiso que una demostración de confianza del archiduque. Los últimos años de su vida transcurrieron en el anonimato (Biografía en el DBE). 1057 El nombramiento en AHN, E., lib. 253, ff. 150 v.- 152 r. 1058 Conservera portuguesa que en el año 1600 envió un memorial al bureo de los Archiduques, solicitando ser empleada en su servicio, en virtud de haber servido como conservera de la infanta Isabel, de su hija, la princesa doña María, duquesa de Parma, y del archiduque Ernesto (RAH, Ms. A-61, f. 45 r.). 1059 “Causas que se representan a su Alteza para darle a entender las que los estados de Flandes tienen para no estar tan satisfechos como se prometían de su Alteza”, 26 de abril de 1594, AGS, E., leg. 608, f. 103, "Tampoco seria fuera de proposito que su Alteza mezclasse su casa de todas naçiones y especialmente de españoles, flamencos y alemanes y que hiziesse criar y exerçitar bien a la nobleza del pays para enterar y perfiçionarla en cosas de guerra y hazer retirar a los que no son católicos". 1060 Dos ejemplos de esto lo encontramos en “Recuerdos”, 20 de abril de 1594, Ibídem, f. 96 y “Causas que se representan a su Alteza para darle a entender las que los estados de Flandes tienen para no estar tan satisfechos como se prometían de su alteza”, 26 de abril de 1594, Ibídem, f. 103, "Sera bien con buenos medios y humilde advertimiento procurar con su Altexa

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acontecimientos a los consejeros madrileños, para lo cual se sirvieron de Bernardo del

Castillo, enviado ex profeso por ambos consejeros, y de Maximiliano de Dietrichstein.

Ernesto había encomendado a su caballerizo mayor la misión de informar en

Madrid sobre la complicada situación militar, así como expresar la necesidad de tener

instrucciones para la intervención en Francia, además de requerir una mayor ayuda

económica para su Casa y para el gobierno1061. Esteban de Ibarra confiaba ciegamente

en este personaje y, por ello, solicitó a Moura e Idiáquez que le interrogaran sobre la

situación en Flandes tras la alianza entre Mansfeld y Mollart1062. Dietrichstein partió de

Bruselas en abril y permaneció en la Corte madrileña hasta julio, momento en el cual

retornó a los Países Bajos, llevando consigo algunas indicaciones de Felipe II y sus

consejeros sobre posibles soluciones a las peticiones del archiduque1063. Sin embargo, el

conflicto de mayor relevancia, que era el enfrentamiento entre los servidores de Ernesto

y los ministros de Felipe II, no se afrontó y la única solución que se dio fue que ambas

se desembaraçasse con buena coyuntura de algunos que están cerca de su persona, y en opinión de muy interesables, como el Varon de Molard camarero mayor de su Alteza porque no fuessen causa de algun inconveniente, de otra manera qualquiera causa y consejo por malo que sea tendra quien le apoye y sustente y que sirva de exemplo y acuerdo de la buena memoria del señor Don Juan, y la ruyna que le acarreó el señor Octavio Gonzaga porque en un estado tan lastimado y dispuesto a tantos peligros como el nuestro qualquiera cosa bastara a alborotar y precipitarle todo de suerte que tanto mas se ha de abrir el ojo y desvelarse en todas las cosas pequeñas y grandes que pueden criar alteraçión para obiar y prevenir el mal lo mas que se pudiere". 1061 “Instrucción a vos el Barón Maximiliano de Dietrichstain mi caballerizo mayor de los puntos que haveis de tratar con el rey mi señor y tío”, 12 de abril de 1594, Ibídem, leg. 607, f. 12. 1062 E. Ibarra a Común, 3 de abril de 1594, Ibídem, leg. 608, f. 150, "El varon Maximiliano de Dietristan cavalleriço mayor de su Alteza partira dentro de 3 o 4 dias. Embiale para que represente el estado en que quedan todas estas cosas, es honrrado cavallero y de los que trae su Alteza ninguno ay de tanta suerte y virtud. Yo se que no hablara en cosa mas de las que lleva en comission porque es grande christiano y muy compuesto personage pero ternia por conveniente al servicio de su Majestad que por el camino mejor que se pudiesse le mandasse examinar sobre particulares caseros que yo creo que apretandole por buen termino y especialmente entendiendo que haze servicio a Dios y a su Majestad no negara la verdad de lo que siente y porque una de las cosas que le ha de hazer estar mas duro es que si por lo que dixere ha de haver demostraçion como seria razon entendera el mundo siendo por su medio que ha sido emulaçión o otra competençia es menester andar diestramente con el aun yo no le he ossado tocar esta tecla, despues que le nombraron para la Jornada aunque antes muchas vezes nos havemos condolido ambos de lo que passa". 1063 Las respuestas de Felipe II y sus consejeros fueron dos, ambas con fecha del 4 de julio de 1594. La primera es “Lo que su Majestad mandó responder a los puntos de la instrucción en español que entregó el Barón Maximiliano Diatristain, cavalleriço mayor del serenísimo Archiduque Ernesto” en Ibídem, leg. 2222, f. 90, referida en su mayoría a asuntos militares. La segunda, “Lo que su majestad mandó responder a los puntos de la instrucción en alemán que entregó el Barón Maximiliano...” en Ibídem, f. 91 (también en el leg. 2450, s. f.), referente al Imperio. Además, Felipe II le dio una carta con fecha del 5 de julio, en la cual insistía en la necesidad de que los consejeros mejoraran sus relaciones.

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partes buscaran el entendimiento y la comprensión mutua1064. Este buen propósito se

cumpliría, en parte, tras producirse en junio dos acontecimientos que relajaron la tensa

atmósfera que se respiraba en el Palacio de Coudenberg: la marcha de Mollart hacia el

Imperio para representar a Ernesto en la Dieta de Ratisbona, así como recoger a su

esposa1065, y que el archiduque comenzara a desconfiar de Charles Mansfeld1066.

Éste personaje había decidido que debía retornar de Francia, ya que desde el

reino vecino su influencia era menor que la que podía ejercer si se encontraba en

Bruselas, para lo cual solicitó a Madrid que le dejara ejercer su cargo de almirante en la

provincia de Flandes. Ernesto y Esteban de Ibarra trataron de impedirlo1067 pero Felipe

1064 En diciembre de 1594 aún no eran conscientes en Madrid de la situación real de Flandes y los remedios que Felipe II mandaba a Ernesto no se ajustaban a la realidad (Ibídem, leg. 2222, f. 5). 1065 Felipe II solicitó a su sobrino, tras las peticiones de sus ministros en Flandes, que Mollart no retornara el Imperio, "Por lo mucho que desseo que V. Alteza tenga cabe si personas que le puedan descansar y servir y no al contrario he querido advertirle aquí como lo hiziera a mi hijo que es muy buena ocasión la de aver ydo a Alemaña el Barón Ernesto de Molar su camarero mayor para hazerle pasar allá y que no buelva ay y que si se hallare ya de vuelta de orden V. Alteza como se vuelva a Alemaña y resida alli usando para ello de los colores que paresçiere porque seguramente es esto lo que conviene para todo", 14 de julio de 1594, Ibídem, f. 2). Sin embargo, Mollart hizo caso omiso y volvió a Flandes a finales de año 1066 Ernesto a Felipe II, 20 de junio de 1594, Ibídem, leg. 607, f. 44, "Va descubriendo una condición tan vidriosa y tan amiga de aquello que se conforma con su voluntad y tan grande ambición de abraçar y aplicar para si el absoluto manejo y autoridad en todas las cosas que es muy dificultoso desencaxarle de aquellas que se presupone que le estan bien si bien son contra toda buena orden y razón y aunque lo que hasta agora se ha ofreçido no ha avido ocasión de sustancia para la demostración que será fuerça hazer con el quando no quiera reprimir su forma de proçeder porque ha avido algunas que me hazen temer que ha de buscar otras que me obliguen a enfrenarle me ha pareçido dar cuenta a V. Majestad que desde agora quedo con cuydado como me he de aver con el porque si por una parte considero los servicios de su padre la buena merced que V. Majestad le ha hecho y haze lo que trae entre las manos y quien pocas personas o ninguna de aca ay que pueda suplir aquello, tambien por otra se me representa que si echa de ver que por la neçessidad que tenemos del, que es de lo que haze mucho caudal, se le sufre lo que no es bien passara adelante hasta ponerlo en punto que para atajarlo sea menester mas fuerte remedio, pretende y haze fuerça que le de patente de Capitán General de V. Majestad en aquel reyno fundandolo en la narrativa de la patente de Almirante que V. Majestad le ha dado que dize que le esta sirviendo de cabo y general del exercito de francia y en que su padre en virtud desto le despacho otra en que le da titulo dello y en efecto quiere que yo le llame capitán general de V. Majestad en aquel exercito y que se le haga el trato como si lo fuesse". 1067 E. Ibarra a Común, 22 de junio de 1594, Ibídem, leg. 608, f. 85, "Su Alteza escrive algo a su tio y yo descargo mi conçiençia con acordar a V. S. S. que sino se mira a las manos deste hombre se les meterá por presente que quando quieran echarle fuera no podran. Tiene agudo y diabolico entendimiento y como descubrio temprano el humor deste nuevo governador emprendio el ganar las voluntades de quantos le paresçió que podían ayudar a su ambición y con tanta liberalidad que lo ha puesto mas adelante de lo que fuera menester y aunque de algunos dias a esta parte paresçe que su Alteza va reconosçiendo mas tierra en esto y el propio conde Carlos ha sido tan indiscreto que fiandose del lugar que se avia adquerido y de los padrinos que tiene le ha dado hartas occasiones para recatarse del por la autoridad que se ha ydo usurpando en el exercito y aca todavia la condición de su Alteza es mas dulçe de lo que negocios como este han menester y esto y la fuerça que con el tiene algunos criados suyos es de manera que aprovechan poco las diligencias que se hazen por nuestra parte para advertirle de lo que el

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II, cumpliendo la voluntad de su Consejo de Estado1068, lo permitió, ordenando a

Fuentes que viajara de inmediato a Francia a ponerse al frente del ejército1069. Sin duda,

en el ánimo del monarca y del Consejo pesó más la preferencia que habían mostrado

desde un principio porque fuera el noble castellano y no el luxemburgués quien

comandara las tropas en Francia, que conseguir mayor paz en la Corte bruselense,

poniendo de nuevo de manifiesto las preferencias en la política internacional de la

Monarquía durante esos años.

Una vez concedido el permiso, Charles Mansfeld retornó a Flandes en julio,

dispuesto a consolidar su posición en la Corte. Sin embargo, la oposición tan grande que

se encontró, sobre todo por parte del archiduque y de los Ibarra, unida a la ausencia de

su aliado Mollart, le convencieron de la imposibilidad de medrar y le llevaron a aislarse

de forma voluntaria, yendo en primer lugar a tomar las aguas a Spa y luego a sus tierras

en Luxemburgo1070. Allí permanecería hasta octubre, momento en que Ernesto le

transmitió que Rodolfo II había hecho instancia por él para que fuera a ayudar al

ejército imperial en Hungría, ante la alarmante escasez de buenos generales que sufría el

Imperio1071. Mansfeld, ante las nulas perspectivas que se le presentaban en Bruselas,

aceptó marchar a luchar contra la Sublime Puerta, para satisfacción del gobernador y de

mesmo confiessa que conviene tenerle advertido. Ha dado el Conde Carlos de una vez en dinero 5000 ducados a Molart y luego le renunçió su regimiento con todo lo que se le devía de los gajes del y Molart lo aceptó y supplico a su Alteza le diesse la patente y su Alteza estuvo en ello hasta que yo le dixe que era contra lo que su Majestad pretendía que es que cada uno tenga el cargo que tiene y que no lo pudiendo servir Molart pues estava ocupado en su camara parescia que su Alteza devia buscar otros caminos para hazelle aquelle merced, con lo qual su Alteza se detuvo y viendo el conde que no podia haver efecto en la realidad, en lo secreto le ha hecho traspasaçión del dicho cargo dandole todos los provechos del como si fuesse effectivamente coronel. Y por medio deste hombe en 15 dias que aqui estuvo antes que volviesse a Françia se introduxo con su Alteza en todo genero de negocios tan familiarmente como si se huvera criado con el y hizo entre otras cosas que rescibiesse su Alteza a un Conde de Salma, primo del Carlos en su servicio siendo herege y que toda su vida ha seguido al de Bearne. Para remate desta platica tiene hecho conçierto con Mollart que si le haze haver el govierno de Flandes le dara 10000 florines al año de pensión". 1068 “Paresçer del consejo de Estado”, 4 de mayo de 1594, Ibídem, leg. 2855, s. f. Se decidió que debía tomar su puesto en Francia un militar castellano, en concreto el conde de Fuentes. Los únicos votos en contra de esta decisión fueron los del adelantado de Castilla y del archiduque Alberto, que prefería que Fuentes fuera a Piamonte y que el elegido fuera Alonso de Vargas. 1069 Felipe II a Ernesto, 5 de julio de 1594, Ibídem, leg. 2222, f. 89, "El primero es lo de la poca inteligencia entre los condes de Mansfeld y Fuentes, considerando lo qual y lo que a este propósito se me ha dicho de vuestra parte y la liçençia que pide el Conde Carlos para servir en su cargo de almirante he ordenado al de Fuentes por el otro despacho que se os embia que se encargue del exérçito de Francia en que no faltara que hazer por buenos dias, y acabado aquello le permitiré que use de la liçençia que me avia pedido y le tengo suspendida para venirse aca y assi cessaran estas porfias y emulaçiones, pero para lo de Francia os encargo mucho que assistays y acudays al dicho Conde de Fuentes con el cumplimiento possible de todo lo neçessario para empressa tan importante". 1070 Malvasia a Aldobrandino, 30 de julio de 1594, ASV, Fiandra, leg. 3/II, f. 161 v. 1071 Ernesto a Felipe II, 29 de octubre de 1594, AGS, E., leg. 607, f. 85.

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la mayoría de los consejeros de Bruselas. En febrero de 1595 partió hacia Hungría,

donde participó en varias escaramuzas contra los turcos hasta su fallecimiento en una de

ellas el 14 de agosto del mismo año. De esta manera, desaparecía de la esfera política

flamenca uno de los personajes más polémicos y controvertidos de finales del siglo

XVI, aunque su ausencia no consiguió que cesara la dialéctica entre los ministros de

Felipe II y los servidores de Ernesto1072.

En efecto, a finales de año la desconfianza entre el archiduque, Esteban de Ibarra

y el conde de Fuentes era tan grande que no pasaba desapercibida a ningún

observador1073. Aunque algunos autores han querido resaltar la cercanía de Ibarra a

Ernesto1074, no debía ser tal si atendemos a las quejas del secretario1075, que solicitó una

1072 E. Ibarra a Común, 22 de junio de 1594, Ibídem, leg. 608, f. 86, "El Conde Juan Jacomo Beljoyoso me ha dicho oy que antier en un vanquete que se hallo el secretario de su Alteza Mosternac después de aver venido bien metiendose en platicas dixo a gritos que el Archiduque no podia dexar de perderse porque no guardava las Instrucciones que le avia dado el emperador su hermano, que le avia dado orden expresa que se guardasse de españoles y no admitiesse su consejo aunque se lo mandase el Rey y que el lo hazia al acontrario y que mientras aqui huviesse Españoles no podia aver bien ni paz en estos estados y que si el Rey los sacava el emperador se obligaria a apaciguarselos y hazerle señor dellos sin echar mano a la espada. Es el Conde hombre cuerdo y aficionado vassallo del Rey y afirmolo de manera que me ha parecido escrivirlo a V. S. S. aunque para mi tengo permisas que fue borrachera del secretario y quererse mostrar hombre que sabe los secretos porque de platicas que ha tenido el Archiduque conmigo he entendido que no estan muy conformes y que esta muy quexoso del Emperador y agora mas porque yo he visto carta de mano propria de Don Guillen para el Archiduque en que le dize que la elección del rey de Romanos en su persona seria muy cierta en esta dieta si el emperador quisiesse hazer muy poca fuerça en ello y que le veya muy tibio y tan mal inclinado que aun proponerlo no savia que lo haria y mostromela el Archiduque para dezirme la poca obligación que tenía a su hermano diziendome hartas cosas de su condición y esto no me pareçe que viene con lo otro aunque el modo de agora no se pareçe a otros que solían. Ruynes criados pueden hazer mucho daño y aqui muy grandes palabras como aquellas en público y otras como estas quanto a los españoles yo se siguramente que las dixo aqui Molart y hasta que este castillo estuviesse arrojado y sembrado de sal no podia flandes estar bien y el Archiduque que lo supo y se lo riño pero luego es la disculpa que estan borrachos y con esto se perdona". 1073 Los rumores llegaron hasta Madrid, como expresó A. Cabeza de Vaca al Conde de Gondomar el 20 de octubre (BPRM, Ms. II/2149, doc. 260) o el 3 de diciembre, (Ibídem, Ms. II/2162, doc. 111), Roma, "De Amberes a 6 de Agosto escriven que entre el serenísimo Archiduque Ernesto y el Conde de Fuentes y el señor Esteban de Ibarra ay grandes diferencias por haver el dicho Conde de fuentes escrito cartas en españa contra la persona del dicho Archiduque las quales fueron interceptas de los estados y embiadas al dicho Archiduque", (Avisos de Roma, 3 de diciembre de 1594, RAH, Papeles de Jesuitas, 9/3689, f. 120 r.) e, incluso, Portugal, “Escribo esta con cólera del desatino que de essa Corte y de todo el mundo se escribe de una questión entre el Archiduque Ernesto y el Conde de Fuentes”, (Portalegre a Velada, octubre de 1594, Ibídem, Ms. K-9, f. 8 v.). 1074 L. VAN DER ESSEN, "Un "cahier de doléances" des principaux Conseils des Pays-Bas concernant la situation des "provinces obéissantes" sous le gouvernement de l´archiduc Ernest (1594-1595)", BCRH, 88 (1924), p. 292. 1075 Esteban de Ibarra, incluso, llegó a enviar dos memoriales anónimos a Madrid en los que expresaba su pensamiento ante la gravedad de la situación. En ellos criticaba a Charles Mansfeld, Mollart y Westernach y los manejos que llevaban a cabo en el ejército para proveer compañías de hombres en gente de la Casa de Ernesto como Montesculi, Jehan Mollart, Visconti o Gilbert de Saint-Hilaire (“Para que se considere a lo que tira la forma del gobierno

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licencia para volver a Madrid1076, y a las de Ernesto, que llegó a expresar sus dudas

sobre él a Felipe II. Por su parte, la relación entre Esteban de Ibarra y Fuentes no era

muy diferente y estaba presidida por el recelo1077, lo que se plasmaría meses después en

que el secretario, al contrario de lo que rezaban sus instrucciones, no pudiera despachar

la correspondencia del conde castellano cuando se convirtió en gobernador, ya que este

siguió utilizando a su propio secretario Isidro Morán1078.

Tras comprobar que los enfrentamientos en su Corte no remitían, Ernesto

decidió enviar a Madrid a un nuevo emisario para que expusiera sus puntos de vista.

Incomprensiblemente, el elegido para realizar tal misión fue Diego Pimentel, sobrino

del conde de Fuentes1079. Esta elección nos puede dar una idea de la candidez política y

personal del archiduque, que pretendía limitar la influencia de Fuentes sobre su sobrino

para que sirviera a su gusto1080, lo cual era una utopía, tal y como corroboró Antonio

Crespo, que recomendó a Felipe II que se interrogara a Pimentel sobre el archiduque y

su escasa valía personal1081. El viaje de Pimentel se retrasaría hasta enero de 1595 y no

tuvo efecto alguno, ya que cuando las discusiones en Madrid acabaron, Ernesto había

fallecido. Además, aunque el enviado hubiera sido otro, las quejas que hubiera podido

verter contra los consejeros castellanos hubieran caído en saco roto, ya que contaban

con el respaldo del Consejo de Estado en Madrid. Entre ellos se encontraba Esteban de

presente y qué remedios se hauran de aplicar para atajar los ynconvinientes que forçossamente han de resultar desta forma de proceder, se haze representación de los puntos que se siguen”, s. d. (finales de 1594), AGS, E., leg. 609, f. 103 y “Puntos de cosas que piden consideración y remedio”, s. d. (finales de 1594), Ibídem, leg. 610, f. 11). 1076 Esteban de Ibarra a Común, 3 de septiembre de 1594, Ibídem, leg. 608, f. 100. El f. 101 es una carta del 6 de septiembre al rey, solicitando la licencia. 1077 Así lo constató J. Lefèvre en La Sécretairerie d´État et de Guerre..., pp. 57-58. Fuentes reprochaba a Ibarra la gran cantidad de dinero que se había gastado en el hospital real desde que Ibarra llegó a Flandes, en relación a las pocas salidas que había hecho el ejército (como vemos en “Lo que se debe remediar acerca del hospital Real”, s. d. (hacia 1594), IVDJ, Envío 47, doc. 503). Ibarra, por su parte, se quejó, al igual que había hecho en 1593, de que Fuentes no quisiera hacerse cargo del ejército (E. Ibarra a Común, 6 de enero de 1595, AGS, E., leg. 610, f. 2) 1078 A. ESTEBAN ESTRÍNGANA, Guerra y finanzas en los Países Bajos católicos..., p. 40. 1079 E. Ibarra a Común, 3 de noviembre de 1594, AGS, E., leg. 608, f. 127. Según A. CARNERO, op. cit., p. 303, fue enviado para informar de si se debían quitar o no las contribuciones que hacían los campesinos de Flandes a las tropas del rey. Sin embargo, como explicamos supra, los motivos fueron otros. 1080 Sus instrucciones datan del 30 de enero de 1595 (AGS, E., leg. 609, f. 88) y versaban, en gran medida, sobre ejército y dinero. El f. 89 era una instrucción particular donde el archiduque recalcaba a Pimentel que debía hacer comprender al rey que él se había esforzado mucho al ir a Flandes y que se debía hacer lo posible por ayudarle. De igual manera, defendía la Junta de notables que había mandado convocar y pedía merced para sus criados más cercanos (Mollart, Westernach, Dietrichstein y el vizconde Octavio). El f. 90 trata sobre el estado de las cosas de Francia y en los folios siguientes aparecen otros papeles de menor importancia. 1081 El jesuita escribió a Madrid en dos ocasiones, el 12 de noviembre de 1594 (Ibídem, f. 97), y el 4 de febrero de 1595 (Ibídem, f. 98).

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Ibarra, cuya condición de “hechura” de Idiáquez le supuso, además de no ver mermada

su reputación, recibir 3000 ducados de ayuda de costa1082. Sin duda, el crédito que

mantenía en Madrid, le permitió poder influir sobre Ernesto cuando la vida de este

tocaba a su fin.

Cuando el archiduque comenzó a enfermar a comienzos de febrero de 1595, se

hizo patente la necesidad de un lugarteniente que le ayudara y que, en caso de deceso, se

pudiera hacer cargo del gobierno. La opción primigenia de Ernesto era Pierre-Ernest de

Mansfeld pero Ibarra era consciente de que el noble luxemburgués había agotado su

crédito en Madrid tras los incidentes acaecidos durante sus gobiernos anteriores, además

de no ser de su agrado por la perniciosa influencia que ejercía sobre él su hijo Charles,

por lo que apoyó la candidatura del conde de Fuentes. Aunque su opinión con respecto a

él tampoco era muy buena suponía, sin embargo, la opción menos perjudicial para sus

propios intereses y contaba, además, con una patente en francés sin fecha que podía

utilizar para hacerse cargo del gobierno1083.

Para convencer a Ernesto de la idoneidad de Fuentes1084, Ibarra tuvo que superar

las dificultades que le plantearon el propio archiduque y sus servidores que, ante el

oscuro panorama que se les presentaría tras la muerte de su señor, intentaron persuadir a

su señor para que intentara que Ernesto de Baviera, elector de Colonia, ocupara su

puesto. El gobernador no quiso satisfacer su petición pero Mollart y Westernach, aún

así, escribieron al elector, que se mostró dispuesto a acudir a Flandes; su marcha a las

“Tierras Bajas” solo fue impedida por la prematura muerte del archiduque1085.

1082 Felipe II a Ernesto, 17 de diciembre de 1594, Ibídem, leg. 2222, f. 36. 1083 E. Ibarra a Felipe II, 6 de marzo de 1595, Ibídem, leg. 610, f. 10, "En el nombramiento que S. A. hizo del Conde de Fuentes estuvo perplejo y con grande inclinaçión de nombrar al Conde de Mansfelt y lo disputo conmigo buen rato aunque estaria en aquel estado y no quiero callar a V. Majestad agora, que lo que me hizo estar fuerte en la election del Conde de Fuentes demas de haver visto aquella patente de V. Majestad fueron las consideraciones siguientes: la primera estar aqui el Conde a la mano y en materia de disputa ser el sujeto mas fiel y seguro que se podia eligir, Lo segundo que el Conde de Mansfelt en esta ocassion hiziera gran falta en Luzemburgo estando los enemigos haziendole la guerra en aquella frontera y mucho mas que esto temi que si se llamava al Conde de Mansfelt para venir aqui a governar saviendolo su hijo el Conde Carlos que no estava mas de tres jornadas de alli bolveria de la que hazia para Alemaña por gozar desta ocassion y meterse en aquel govierno que es cosas que el tanto dessea. Tras esto tambien se me represento que viniendo a governar el de Mansfelt las armas no quedaran con dueño pues el Conde de Fuentes menos las tomaria agora que la vez passada y que quedando el Conde de Fuentes en todo havía mas apariençia de hazerle encargar dello como agora le voy persuadiendo a ello. Algunas destas razones dixe a S. A. en las replicas que huve de hazerle para apartarle de la determinaçión de nombrar al Conde de Mansfelt y le satisfizieron de manera que vino en lo que hizo que a lo que mi juizio alcança es lo que convino por agora para dar mas intervalo para que V. Majestad provea el que conviene". 1084 Sobre ese proceso, A. DOUTREPONT, op. cit., pp. 640-641. 1085 E. Ibarra a Felipe II, 6 de marzo de 1595, AGS, E., leg. 610, ff. 10 y 13.

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El 19 de febrero, una vez vencidos todos los impedimentos, Ibarra emplazó a los

componentes del Conseil d´État a que acudieran a la habitación de Ernesto. En ella, se

les comunicó la decisión sobre el sucesor del archiduque y se firmó un auto para evitar

las protestas de Mansfeld1086. Fuentes aceptó encantado y escribió al instante a Madrid

para que se ratificara dicha decisión1087, consiguiendo de esta manera colmar sus

aspiraciones políticas en Flandes.

7.1.2.- Su acción de gobierno: el fracaso de las negociaciones con los rebeldes, la

escasa actividad militar y la Junta de notables

Pese a que su acción de gobierno se vio dificultada por los múltiples

enfrentamientos entre consejeros que hemos visto, el archiduque Ernesto trató de llevar

a cabo algunas actuaciones encaminadas a corregir los problemas que acuciaban a los

territorios de los que era gobernador. Sus mayores esfuerzos estuvieron orientados, sin

duda, a agilizar el inicio de conversaciones con los rebeldes para lograr la

pacificación1088, con el fin de lograr que su tío pudiera dedicar sus enormes recursos en

la lucha contra los turcos. Además, la casi completa ocupación de los Tercios de

Flandes en las intervenciones en Francia había hecho frenar el avance de las tropas de la

Monarquía tanto en el norte como en el sur de los Países Bajos, por lo que se imponía

lograr una tregua que facilitara una futura acción de gobierno.

Para intentar abrir las negociaciones Ernesto decidió enviar a dos emisarios a los

rebeldes, acción totalmente independiente de las que estaba llevando a cabo Charles de

Tisnacq y que no contaría con el permiso explícito de Felipe II, aunque sí con la

anuencia del Conseil d´État de Bruselas. Esta delegación debía ofrecer unas condiciones

basadas en la Pacificación de Gante, lo que, a priori, parecía razonable para ambos

bandos. Sin embargo, su misión fue un rotundo fracaso, ya que las Provincias Unidas

expresaron sus reticencias sobre una proposición que creían partía de los ministros

castellanos más que del propio archiduque1089, y el intento de asesinato de Mauricio de

Nassau en abril les dio la excusa perfecta para evitar iniciar las conversaciones.

1086 La relación de los hechos en ID., 19 de febrero de 1595, Ibídem, ff. 5-6 y Fuentes a Felipe II, 20 de febrero, Ibídem, leg. 609, f. 2. La declaración de Ernesto, también del 19 de febrero, sobre su decisión de nombrar a Fuentes como gobernador en CPh. II, IV, nº 837, p. 287. 1087 Fuentes a Común, 20 de febrero de 1595, AGS, E., leg. 609, f. 3. 1088 Para las conversaciones de paz durante el gobierno de Ernesto, H. de SCHEPPER, “Los Países Bajos y la Monarquía Hispánica...”, pp. 338-339. 1089 Según H. Khevenhüller, los Estados le contestaron que él tenía muy buena voluntad, mientras "Que el consejo de España no tenía otra intención sino valerse de la industria, trabajo y autoridad de su alteza para conseguir sus intentos, y que para este fin le avían dado por consejeros al conde de Fuentes, a Guillelmo de Sant Clemente, a Esteban de Ibarra, todos

301

La respuesta enervó al archiduque Ernesto, que la achacó a que los Estados

llevaban varios meses sin sufrir presión militar, por lo que las conversaciones quedaron

totalmente bloqueadas1090. Pese a todo, decidió consultar con su hermano Rodolfo y en

abril envió al Imperio al marqués de Havré y a Jean de Hattestein, presidente de

Luxemburgo, con el objetivo de participar en la Dieta Imperial y buscar en ella un

consenso sobre la manera de actuar1091. Una vez el emperador realizó su propuesta para

lograr la paz retornaron a Flandes1092, pero la iniciativa imperial también fracasó.

Desde ese mismo momento, Ernesto dio por cerrada la vía negociadora y ni

siquiera los llamamientos de la Junta de notables le hicieron reconsiderar su posición.

Al igual que les había sucedido a Requesens o a don Juan de Austria, el sobrino del rey

tuvo que modificar su opinión inicial de que era posible llegar a una solución pacífica

con los rebeldes y se vio obligado a optar por la vía militar; esta obtuvo escasos frutos,

como era previsible ante el lamentable estado de las tropas y el poco interés mostrado

por Fuentes tras habérsele denegado el cargo que demandaba.

Además de este asunto, el archiduque intentó también aplicar una batería de

medidas para corregir algunas cuestiones de funcionamiento interno, siendo una de las

principales la convocatoria de una serie de Juntas destinadas a estudiar los diferentes

campos donde era necesario llevar a cabo reformas1093. De igual manera, decidió

reforzar el Conseil d´État con nuevos miembros, lo que fue considerado un acierto por

Felipe II, y desde Madrid se decidió que Lindanus, obispo de Amberes, Solre y Juan

Bautista de Tassis eran los candidatos perfectos1094. Sin embargo, la medida más

importante fue la convocatoria de una Junta extraordinaria con los notables de Flandes,

destinada a buscar posibles soluciones a la precaria situación.

españoles, los quales tienen órdenes y mandatos de España para que informen y instruían a su alteza en que nobles de Flandes se puede fiar, de que modo a de governar las provincias, y que trazas y manera a de tener para poner en orden las provincias confederadas" (El diario..., p. 433). 1090 Ernesto a Felipe II, 4 de septiembre de 1594, AGS, E., leg. 607, f. 60. 1091 ID., 2 de abril de 1594, Ibídem, f. 10, "El Marques de Havre ha ya partido para hallarse en la dieta. Ha sido fuerça echar mano del porque en la presente occasion no he hallado sujeto en quien concurran menos inconvenientes, tan escaso me hallo de personas de quien echar mano. Va con el el Presidente de Luzemburg que esta ya experto en aquellas materias". 1092 “Lo que su Majestad Católica mandó responder a lo que de parte de su majestad Cesárea le propuso el Conde de Franquemburgh su embaxador sobre lo de Holanda y Zelanda”, diciembre de 1594, Ibídem, leg. 2222, f. 53. Las proposiciones de Rodolfo II tienen fecha del 10 de septiembre y se encuentran en el mismo legajo, en el f. 54. 1093 En concreto, dichas Juntas se referían a la reducción de gastos en el ejército y en la artillería, justicia, gobierno y policía (Ibídem, f. 95). 1094 Felipe II a Ernesto, 22 de junio de 1594, Ibídem, leg. 2222, f. 20. El nombramiento de Tassis conllevó grandes dificultades, pues los consejeros de longue robe no aceptaron de buen grado su elección y procuraron relegarle al último lugar del Consejo (la documentación sobre el asunto en AGR, Audience, leg. 1470/4 y AGS, E., leg. 609, ff. 102, 106 y 107 y leg. 610, ff. 161-166).

302

La idea partió de Juan Bautista de Tassis, que propuso que se convocara a la

discusión a los gobernadores de provincia, obispos, caballeros del Toisón y nobles1095,

Junta similar, en cierto modo, a la convocada dos décadas atrás por Requesens. Las

conversaciones para lograr que se hiciera efectiva se alargaron durante varios meses

hasta que, finalmente, se celebró en Bruselas desde el 17 hasta el 19 de enero de 1595,

con escasos resultados.

Ya dicha reunión había nacido condenada al fracaso porque Esteban y Diego de

Ibarra, así como el conde de Fuentes, estaban en contra de su celebración, puesto que

creían que solo serviría para que los notables flamencos pasaran factura a los ministros

castellanos como, en efecto, sucedió. Los servidores de Ernesto, por su parte,

permanecieron en un inteligente y discreto segundo plano, no interviniendo en las

discusiones. El previsible enfrentamiento se desencadenó tras la petición de Aerschot y

del arzobispo de Cambrai de que los miembros del tribunal de la Visita se presentaran

ante los notables para dar cuenta de sus actuaciones. Estos se negaron a acudir, por lo

que Esteban de Ibarra intervino en su lugar. Aerschot no lo aceptó de buen grado y le

exigió de forma vehemente que enseñara la comisión real sobre dicho tribunal, ante lo

que Ibarra se marchó enojado de la Junta sin contestar1096. Richardot y Aremberg

trataron de calmar al secretario castellano, pero la reconciliación era imposible, ya que

los enfrentamientos entre ambos ministros databan de cuando el duque de Alba estuvo

en Flandes y Esteban de Ibarra era secretario de su hijo Fadrique. Este último episodio

no fue más que la gota que colmó el vaso y la encerrona hizo que la desconfianza del

secretario castellano hacia los ministros flamencos, ya notoria, llegara a un punto de no

retorno.

La Junta, tras las oportunas deliberaciones, elaboró un documento a través del

audiencier Pierre Verreycken, en el cual se pueden apreciar los principales intereses que

1095 Acudieron a dicha reunión, finalmente, los siguientes personajes; en cuanto a religiosos, el arzobispo de Cambrai, los obispos de Arras, Amberes y Saint Omer, y los abades de Sint-Vaast y Maroilles. Nobles fueron Aerschot, Havré, el príncipe de Chimay, Arembergh, Boussu, los condes de Berlaymont, Ligne, Beaurain y Solre, los señores de la Motte y de Oignies y el marqués de Varambon. Igualmente, acudieron algunos miembros de los Consejos Colaterales como el presidente del Consejo Privado, Jehan vander Burcht, y los consejeros Asonville y Richardot junto a los secretarios Moriensart, Verreycken y Prats. De igual manera, acudieron a dar cuenta de su situación los miembros del Conseil Privé y del Conseil des Finances. 1096 “Relación de lo que passo el Duque de Ariscot con Esteban de Ibarra en la Junta de los Perlados y caballeros destos stados en XVII de henero de 1595 en Bruselas”, AGS, E., leg. 609, f. 104. Habla sobre ello J. LEFÈVRE en La Sécretairerie d´État et de Guerre..., pp. 60-61 y en “Le Tribunal de la Visite...”, pp. 75-77.

303

movían a los flamencos1097. Las discusiones se centraron en la religión, la cual

consideraban que se encontraba en buena situación, el ejército, que se debía reformar

para que no molestara tanto a la población, y el estado de la guerra y las fortificaciones

de frontera. Por último, se decidió que Florent de Berlaymont1098 viajara a Madrid para

informar sobre los acuerdos tomados1099, así como llevar consigo una cascada de

memoriales en los que se pedían mercedes al “Rey Prudente”1100. Para tal fin, iría

acompañado de varios agentes de flamencos notables como Anthoine de Zoete, del

marqués de Havré, Charles Cloqmans, de Aremberg, Anthoine de Munde, del conde de

Solre, y François Marchant, de parte de Justus Lipsius y del gobernador de Gravelinas

Philippe de Guernoval1101. La elección de Berlaymont no estuvo exenta de polémica, ya

que se rechazó la candidatura de Solre, que se sintió ultrajado, consiguiendo el conde de

Fuentes convencerle de que su presencia en Flandes era de mayor utilidad, lo cual

aplacó su ira1102.

Pese a esta embajada, el fruto de la reunión fue escaso, ya que las peticiones,

como veremos, no fueron escuchadas y solo sirvió para volver a constatar la

desconfianza existente entre los diferentes ministros que se encontraban en Flandes, lo

cual lastró inevitablemente el breve gobierno de Ernesto.

El 20 de febrero de 1595, a las 12 de la noche, expiró el archiduque Ernesto con

apenas 42 años de edad; fallecimiento acelerado, sin duda, por las múltiples fatigas

1097 Dicho documento (“Traslado del parecer y aviso que dieron los señores y caballeros principales del pays así eclesiásticos como seglares con intervención del Consejo de Estado de su Majestad en la Junta que huvo en Bruselas a los 18 y 19 de enero del año 1595 por orden del Alteza del serenísimo Archiduque Ernesto que Dios tenga en el cielo”), se encuentra publicado en L. P. GACHARD, Actes des états généraux de 1600, Bruselas, 1859 y analizado en L. VANDER ESSEN, “Un “cahier de doléances”...”, pp. 291-311, donde Essen hace referencia a un cuaderno de quejas de los Estados que se utilizó en dicha Junta. Hoy en día se conservan, al menos, tres copias de las decisiones tomadas sitas en AGR, Audience, leg. 1187, s. f., AGS, E., leg. 609, f. 118 y AHN, E., libro 714, s. f.. 1098 Conde de Berlaymont y señor de Floyon. Hijo de Charles de Berlaymont y de Adrienne de Ligne, comenzó a ejercer en la vida eclesiástica como canónigo de la iglesia de Lieja. Posteriormente, pasó a la carrera de las armas, llegando a ser gobernador de Namur, Artois o Luxemburgo y caballero del Toisón. Estuvo en Madrid en 1595 como enviado de los Estados y en 1597 acudió a felicitar al rey danés por su coronación. Casó en primeras nupcias con Hélène de Melun, viuda de Montigny, y en segundas con Marguerite de Lalaing. Al final de su vida fundó el convento de Berlaymont en Bruselas, falleciendo en Namur el 8 de abril de 1626 (Ch. RUELENS (ed.), Le passetemps de Jehan Lhermite, Amberes, 1890, I, pp. 273-274, n. 1 y A. de CEBALLOS-ESCALERA y GILA (dir.), La insigne orden del Toisón, Madrid, 2000, p. 296). 1099 Las conclusiones de Ernesto sobre dicha Junta en “La suma del razonamiento que su Alteza ha hecho de los personajes que ha llamado a Bruselas para consultar del estado de las cosas presentes”, s. d. (h. febrero de 1595), AGS, E., leg. 609, f. 119. 1100 Dichos memoriales en Ibídem, ff. 120-135. 1101 J. LHERMITE, op. cit., p. 263. 1102 E. Ibarra a Felipe II, 30 de abril de 1595, AGS, E., leg. 610, f. 70.

304

ocasionadas por su oficio de gobernador. Su llegada a los Países Bajos había sido vista

como una cura milagrosa para los males que asolaban aquellas tierras, pero su mandato

no respondió a las expectativas y la situación a su muerte resultaba aún más grave, si

cabe, que la que se podía observar al comienzo de su gobierno.

7.2.- A la espera del archiduque Alberto (1595-1596)

La muerte de Ernesto provocó gran incertidumbre en Flandes, ya que se confiaba

en que su gobierno iba a ser duradero y no se había discutido apenas sobre su sucesión.

Debido a ello, el apresurado nombramiento del conde de Fuentes, como ya barruntaba

Esteban de Ibarra1103, auguraba reacciones negativas, tanto por parte de los ministros

flamencos como de los servidores de Ernesto o de los Estados Provinciales.

En cuanto a los naturales de esas tierras, podemos destacar las vehementes

reclamaciones tanto de Mansfeld como de Aerschot. El primero se encontraba en

Luxemburgo y fue avisado del luctuoso acontecimiento por carta del Conseil d´État de

21 de febrero. Como ya constatara el profesor Schepper a través de su respuesta1104, el

antiguo gobernador interino se mostró dolido por no haber sido consultado sobre la

elección, así como por que el propio Fuentes no se lo hubiera comunicado, lo que se

solventó con el envío del teniente Gaspar Zapena para tal fin1105. Las protestas del noble

luxemburgués no fueron más allá, ya que su elevada edad y la ausencia de su hijo le

habían restado arrojo y decidió permanecer en Luxemburgo, a la espera de nuevos

acontecimientos1106. Ni siquiera la alianza antinatura pergeñada por Aerschot y su hijo,

orientada a que no se aprobara el nombramiento de Fuentes, le sedujo1107.

1103 ID., 19 de febrero de 1595, Ibídem, f. 5, "Le hago cierto que ha de ser muy mal admitido (Fuentes) y no tanto por español aunque este es harto grande inconviniente para ellos como porque esta mal quisto entre los del consejo de estado que se hallaron a la declaración que su Alteza ha hecho eran dos el Marques de Habre y el de Arambergue. Ninguno disimuló el sentimiento pero hale mostrado mucho mayor el de Habre y el de Ariscot lo toma como se dexa considerar. Del de Mansfelt aunque no ha de gustar dello hago menos caso porque soy cierto de su bondad. Presto veremos en lo que para y presto es menester que V. Majestad embie aqui lo que falta presuponiendo que en la tierra no ay conquien hinchierlo y a mi parecer de los sujetos que aqui quedan ninguno suficiente para ello". 1104 H. de SCHEPPER, "Una reacción -criptográfica- sobre la toma de posesión del gobierno de Flandes por Fuentes, 1595", Archives et Bibliothèques de Belgique, 40 (1969), pp. 270-278. 1105 Fuentes a Felipe II, 28 de marzo de 1595, AGS, E., leg. 609, f. 14. 1106 Guillén a J. Idiáquez, 8 de abril de 1595, Ibídem, leg. 702, s. f., "Después acá no he sentido ruydo ninguno en Flandes de que estoy contentísimo y no poco de que en esta ocasión el Conde Carlos de Mansfelt se halle aquí porque el mismo dize que impidiera el govierno del Conde de Fuentes”. 1107 Así lo constataba Esteban de Ibarra el 16 de marzo de 1595 (Ibídem, leg. 610, f. 25), que se quejaba de “que para hazer con él este oficio no son enemigos aunque para todo lo demás lo sean”.

305

Aerschot, por su parte, siempre se había mostrado muy activo a la hora de

protestar y en esta ocasión no fue menos. Nada más enterarse del óbito marchó de sus

tierras a Bruselas, a pesar de los intentos de Ibarra y Fuentes por que no lo hiciera1108.

Una vez en la capital, expresó su cólera ante una decisión que le parecía injusta y fuera

de todo derecho1109. El duque pudo ser controlado tras algunas negociaciones y,

resignado, retornó a sus tierras. Una vez en ellas, decidió que era hora de emprender ese

viaje a Loreto que había suspendido con anterioridad, falleciendo durante el mismo,

mientras se encontraba en Venecia el 11 de diciembre de 1595 a los 69 años de edad1110.

Su hijo, príncipe de Chimay y nuevo duque de Aerschot tras la muerte de su padre,

secundó las reivindicaciones de su progenitor, pero, al igual que este, cedió en sus

pretensiones al poco tiempo1111.

Sin duda, el fracaso de ambos personajes se debió a tres cuestiones

fundamentales: su ausencia de Bruselas en el momento del fallecimiento, el tiempo que

tardaron en contestar -lo cual sirvió a los castellanos para mitigar el efecto de sus

protestas y convencer a los demás de que la elección de Fuentes era la mejor solución y

1108 E. Ibarra a Común, 21 de febrero de 1595, Ibídem, f. 8. 1109 Aerschot defendía que el derecho de ser gobernador le correspondía a él, aunque ya le hubieran relegado al elegir a Mansfeld anteriormente, pues la elección de Fuentes iba contra los fueros de Flandes y ningún hispano que no fuera príncipe de la sangre podía gobernar. El Conseil d´État trató de aplacarle, informándole de que era una medida provisional hasta que Felipe II se pronunciara. Ante su negativa, Havré propuso que Fuentes tomara el ejército y Aerschot, junto al Consejo de Estado, el poder político. Los castellanos se negaron en redondo y consiguieron aplacar el estallido de cólera de Aerschot tras reunirse con él (E. Ibarra a Felipe II, 6 de marzo de 1595, Ibídem, f. 4). 1110 C. COLOMA, op. cit., libro octavo, pp. 10-11. 1111 Charles III de Cröy nació en Beaumont el 1 de julio de 1560. Contaba solo 17 años cuando los Estados Generales le nombraron lugarteniente de su padre en el gobierno de la villa y castillo de Amberes. El 3 de septiembre de 1580 casó en Aix-la-Chappelle con Marie de Brimeu, condesa de Meghem y viuda de Lancelot de Berlaymont, recibiendo el título de príncipe de Chimay. Por influjo de su mujer y de su empleado Louis d´Ennetieres adoptó la religión calvinista y entró al servicio de los Estados Generales pese a los intentos de su padre por evitarlo, siendo recibido por Orange en Amberes con los brazos abiertos. Sin embargo, poco después ayudó a la vuelta al bando real de la ciudad de Brujas y se reconcilió con el rey y con la Iglesia. Participó en la toma de Amberes y también en las campañas de 1586 y 1587, así como en el socorro del elector de Colonia en 1588 y en la campaña a Francia de 1590, a la que acudió como chef y general de todas las bandes d´ordonnance. Posteriormente, acudió al socorro de Rouen y estuvo con Farnesio hasta su muerte. Fue nombrado gobernador, capitán general y grand-bailli de Hainaut y Valenciennes, así como coronel de un regimiento de valones en 1593. En 1595 acompañó a Fuentes a su expedición a Francia y ese año, al morir su padre, tomó posesión de todos los dominios y títulos de la casa de Cröy, aunque el relevo oficial no se produjo hasta el 31 de julio de 1597 delante de la corte feudal de Hainaut. Alberto le encomendó diversas misiones como el gobierno de Artois en 1596 tras la muerte de Varambon o formar parte de la delegación que fue a París como rehenes tras la paz de Vervins . En 1611 fue nombrado chef des finances por los Archiduques, falleciendo al poco tiempo, sin hijos, en Beaufort-en-Artois el 13 de enero de 1612 (L. P. GACHARD, Notices des archives de M. le duc de Caraman, précédée de recherches historiques sur les princes de Chimay et les comtes de Beaumont, Bruselas, 1845, pp. 31-52 y G. MARTIN, op. cit., pp. 33-34).

306

la deseada por Felipe II-, y que su momento político ya había pasado, por lo que su

influencia era menor que en ocasiones anteriores.

Los servidores de Ernesto, por su parte, también reclamaron ante la elección de

Fuentes, ya que significaba para ellos la pérdida de toda posibilidad de influencia,

aunque ya la muerte del archiduque y la marcha de Flandes de Charles Mansfeld les

había dejado sin cobertura política. Su única esperanza era que algún príncipe del

Imperio fuera reclamado como nuevo gobernador y se hiciera cargo de la Casa del

archiduque. El fracaso de las gestiones con el elector de Colonia hizo que su situación

se tornara aún más precaria, por lo que desde ese momento únicamente pugnarían por

conseguir que Felipe II se hiciera cargo de las deudas que Ernesto había contraído con

ellos. El vizconde Ottavio Visconti fue enviado al Imperio para pulsar el sentimiento de

Rodolfo II, al tiempo que Fuentes les concedía 4000 ducados para que se mantuvieran

durante un tiempo1112.

Las dificultades para deshacer la Casa del archiduque se prolongaron hasta

15981113, aunque Felipe II se hizo cargo en 1595 de las pagas que se adeudaban a los

criados para poder licenciarles. Esta premura fue debida, en gran medida, a lo molesto

de su presencia en Flandes, circunstancia que se agravaría cuando se conoció que el

nuevo gobernador iba a ser el archiduque Alberto; sin duda, los consejeros castellanos

en los Países Bajos temían que estos servidores aprovecharan su relación con el Imperio

para arrancar al sobrino del rey sus objetivos1114. Estas predicciones se cumplirían en

cuanto el nuevo gobernador llegó a Bruselas, ya que los antiguos servidores de Ernesto

consiguieron su firme apoyo para que Felipe II pagara la totalidad de las deudas de su

hermano. Para ello, Alberto propuso al rey que se enviara dinero para el desempeño de

las joyas de Ernesto, que Mollart y Westernach habían utilizado como garantía para

1112 Fuentes a Guillén de San Clemente, 1 de marzo de 1595, AGS, E., leg. 609, f. 8. 1113 Más en profundidad en nuestro artículo, “La Casa del archiduque Ernesto...”, pp. 200-202. 1114 Así expresaba Charles de Tisnacq esos temores a Felipe II el 25 de junio de 1595 (AGS, E., leg. 610, s. f.), "Por lo primero conviene al servicio de su magestad y del serenísimo Archiduque Cardenal para su buen açertamiento que antes que entre en estos estados, se despida la casa del Archiduque Ernesto y sea vuelta a Alemaña, especialmente los dos molartes hermanos que hazen aqui muy malos offiçios todavia contra la naçión española en desserviçio de su magestad y son los que mas han perdido y dañado la buena reputaçión del Archiduque Ernesto aviendose gobernado muy mal, y la casa del dicho Archiduque según paresce por lo que han gastado tan sin orden y sin quenta mas no podia ser otra cosa, porque nunca la ubo, ni Bureo, ni tiempo para ello, estando siempre borrachos o a la mesa por quatro o çinco horas, cosa estraña y de espanto que criados obiessen de gastar tanto tiempo en comer, que si están aquí a la llegada del Archiduque Cardenal querranse valer del favor del emperador y de la casa de Austria y ninguno dellos es bueno para aca, salvando la honrra a Maximiliano Dietrichstein y a Octavio Visconte, que son muy honrrados”.

307

conseguir la liquidez necesaria para licenciar a los servidores que aún permanecían en

Flandes1115, lo que el monarca permitió a costa del erario real1116.

Tras esta decisión, los últimos sirvientes que quedaban en Flandes retornaron al

Imperio, excepto los 7 que se quedaron a servir al archiduque Alberto: Maximiliano de

Dietrichstein, como sumiller de Corps, Westernach, como secretario en lengua alemana,

Visconti, que continuó ejerciendo como gentilhombre de la cámara, Livio Bosso, que

pasó a ser gentilhombre de la casa, Blaise Hütter, que llegó a ser secretario de estado en

lengua alemana con los Archiduques y su ayuda de cámara desde 1598, así como los

cocineros Guillermo Neri y Pedro Revillon. Frente a este reducido y privilegiado grupo,

hubo otro mucho más numeroso de personajes rechazados por Alberto, ante la

avalancha de peticiones recibidas, como fue el caso, entre otros, del bordador Antoine

de la Barre, del portero de cámara Jacques Abensaub, del platero Robert Staes -aunque

este si serviría a los Archiduques posteriormente-, del barbero y cirujano Georg Visles o

de los gentilhombres de la boca Philippe vander Burcht o Hércules de Nebra1117.

Los Estados Provinciales, por último, no aceptaron la nueva situación y los de

Artois decidieron enviar representantes a Madrid para expresar sus quejas en una

embajada totalmente independiente a la de Berlaymont1118. Cuando Felipe II conoció las

intenciones de los delegados de dichos Estados, solicitó al conde de Fuentes que el

noble flamenco se hiciera cargo de todas las reclamaciones que tuvieran que realizar los

naturales de esas tierras, evitando así un éxodo masivo de diputados hacia Castilla1119.

El gobernador interino consiguió realizar el encargo, a costa de retrasar el viaje de

Berlaymont, que no llegaría a la Corte madrileña hasta diciembre1120. Una vez fue

recibido por el rey, expuso todas las cuestiones que se le habían encomendado y

aprovechó también para realizar peticiones referentes a su hacienda.

1115 Alberto a Felipe II, 28 de marzo de 1596, Ibídem, leg. 611, f. 12. 1116 Felipe II a Alberto, 15 de julio de 1596, Ibídem, leg. 2223, f. 93. La "Relación de las joyas que quedaron del serenísimo Archiduque Ernesto en sortijas, perlas y plata dorada y por dorar y otras cosas semejantes que se tasaron y estimaron en 6 de septiembre 1596" en Ibídem, f. 167. 1117 Un resumen de los memoriales de antiguos servidores de Ernesto en RAH, Ms. A-61, ff. 99 r.-101 r. 1118 Havré a E. Ibarra, 26 de marzo de 1595, Ibídem, leg. 610, f. 32. 1119 Felipe II a Fuentes, 11 de junio de 1595, Ibídem, leg. 2223, f. 22, "La election del Conde de Barlaymont para venir acá entiendo que será a propósito y no menos que recoja antes de su partida y trayga los recaudos necesarios de todas las Provincias que tratavan de embiar aca diputados como lo yvades guiando que era muy açertado y lo sera que antes que llegue tenga yo particular aviso de lo que trujere para conforme a lo que fuere ordenar lo que se huviere de hazer". 1120 En concreto, fue recibido el 29 e hizo entrega de una serie de papeles que se encuentran en Ibídem, leg. 702, s. f. Estos documentos versan sobre diversos temas, como lo tratado por Havré en la Dieta de 1594 respecto a la pacificación, varios discursos sobre la situación de Flandes y documentación referente a las reliquias de San Lorenzo y de San Felipe.

308

Sin embargo, podemos considerar que su misión fue baldía, ya que en esas

fechas ya había sido elegido Alberto como nuevo gobernador y las peticiones se le

remitieron a él directamente, que decidió esperar a estar en Flandes para solucionarlas.

Berlaymont, por el contrario, si obtuvo buen rédito de su Jornada, pues poco después, en

concreto a comienzos de 1597, se le concedió una nueva misión diplomática a

Dinamarca, con el objetivo de felicitar al rey danés por su coronación, así como

solicitarle que se redujera la navegación de los rebeldes holandeses por sus aguas1121.

Tras solventar todas las reclamaciones que habían surgido desde los diversos

ámbitos señalados, la situación fue controlada, pero quedó bien claro que el

nombramiento de Fuentes era única y exclusivamente temporal, por lo que se antojaba

necesario la rápida elección de un nuevo gobernador1122.

Mientras ésto se llevaba a cabo, el noble castellano trató estabilizar el gobierno a

través de los Consejos Colaterales y de los ministros hispanos en Flandes, como eran los

Ibarra, Feria o Juan Bautista de Tassis. Por lo que respecta a los consejeros flamencos,

su desconfianza hacia ellos era palpable y, además, la carencia de personajes capaces de

dicha nacionalidad se acentuó con dos fallecimientos; el primero fue el del señor de la

Motte, acaecido en julio durante la campaña contra los franceses constituyendo,

precisamente en ese momento, una gran pérdida por su profundo conocimiento de la

artillería. El segundo fue el de Jean van der Burch en junio, personaje que, aunque no

gozaba de la confianza de Fuentes, tenía un amplio conocimiento de la jurisdicción de

los Países Bajos desde su posición de Chef-Président del Conseil Privé. De entre los dos

candidatos más adecuados para relevarle, Richardot y Assonleville, rápidamente se

destacó el primero, gracias a gozar de gran crédito entre los consejeros castellanos1123.

Ya había sonado su nombre en 1592 para el mismo puesto, pero Farnesio prefirió

mantenerle a su lado y que fuera Jean van der Burch el elegido. En esta ocasión, sin

embargo, si lo obtendría y su nombramiento se produjo el 15 de mayo de 1597, aunque

ya desde la muerte del antiguo presidente ejerciera de forma interina1124. Este oficio le

1121 Frangipani a Aldobrandino, 15 de enero de 1597, COMF, II, nº 125, pp. 16-17. 1122 Como así constaba en las instrucciones que se le elaboraron en Madrid como gobernador interino. En concreto, se le dieron dos, ambas con fecha del 2 de mayo, una secreta (BNM, Ms. 8695, ff. 1 r.-6 r.) y otra particular (Ibídem, ff. 7 r.-10 v.). 1123 Así lo expresaba Fuentes a Felipe II el 4 de agosto de 1595 (AGS, E., leg. 609, f. 55) y el 18 de noviembre (Ibídem, f. 84), así como al Consejo de Flandes el 3 de marzo de 1596 (AGR, Audience, leg. 1470/5). 1124 Alberto a Felipe II, 25 de octubre de 1596, AGS, E., leg. 611, f. 187, “El secretario Esteban de Ibarra llevo por memoria para acordar a V. Majestad de mi parte la pretensión del Presidente Richardote en lo de la presidencia del Consejo Privado, para lo qual se hallo por muy capaz,

309

otorgó la posibilidad de volver a saborear las más altas cotas del poder político en época

de Alberto y de los Archiduques gracias a su falta de “escrúpulos”, la cual le permitió

conducir la política del Conseil Privé hacia la que deseaba el archiduque para esta

institución, basada en actuar en favor de la jurisdicción regia y en contra de la

eclesiástica; es decir, todo lo contrario que había realizado durante el gobierno de

Farnesio.

Tras pergeñar estas medidas provisionales de estabilidad, Fuentes tanteó las

opciones que había de entablar negociaciones de paz con los rebeldes, lo cual no gustó a

Esteban de Ibarra, que creía que no tenía potestad para ello1125. Finalmente, el

gobernador interino desistió de sus propósitos, movido también por la rotunda negativa

de los holandeses a entablar negociaciones con personajes no flamencos1126.

Pese a su irrupción en los campos administrativos y diplomáticos, la principal

ocupación que desempeñó el conde de Fuentes durante su interinidad fue la militar, ante

la difícil situación bélica en que se encontraba el territorio tras la declaración de guerra

de Francia del 17 de enero. Además, al ponerse al frente del ejército y ausentarse de

Bruselas, el gobernador evitaba nuevos conflictos con los ministros flamencos.

Tras aprestar el ejército durante sus primeros meses de gobierno, Fuentes partió

junto a las tropas desde Valenciennes el 16 de junio, rumbo a Francia. Una vez allí, su

campaña obtuvo un éxito espectacular, pues consiguió tomar las fortalezas de Doullens

en septiembre1127 y, sobre todo, de Cambrai el 6 de octubre.

El ejército hispano consiguió el control de esta ciudad, después de que los

burgueses de la misma le ofrecieran un pacto para que Felipe II tomara la soberanía del

porque es uno de los mejores subjetos que ay por aca, y assi me valgo del en muchos negocios por la experiencia que tiene dellos y ultra desto tiene muy buen parescer, y es muy prudente y en lo que he podido colegir le hallo por bien intencionado y afficionado al servicio de V. Magestad y por esto y por su capacidad cabe en el muy bien esta merced". 1125 E. Ibarra a Común, 16 de abril de 1595, Ibídem, leg. 610, f. 55, "El Conde está advertido de lo que en esto passa y que será bien amonestarle que no se metiesse en estos negocios. No se si lo hará, en lo demás atiende el Conde con mucho cuydado y va dando satisfacion y assi se proçede en todo con quietud y durara sin duda si esta plática de la paz no nos desasosiega". 1126 H. de SCHEPPER, “Los Países Bajos y la Monarquía Hispánica...”, pp. 339-342. De hecho, hubo contactos informales entre ambos bandos en la primavera de 1595, a través del marqués de Havre y Jacobo van Malderen, su antiguo camarero, y, posteriormente, a través de la mujer de Chimay. Sin embargo, ambos fueron un fracaso, debido a las inflexibles posiciones de partida de todos los emisarios. 1127 Fuentes informó, exultante, al Consejo de Estado de Bruselas de la toma de Doullens, misiva de la que conservamos copia en RAH, Ms. E-6, s. f. y BNM, Ms. 8695, s. f. y 12179, f. 62. Sobre la toma y posterior represión en la ciudad, Discours de la bataille, siege et prise des ville et chasteau de Dourlens emportez par assaut le dernier jour de juillet 1595. Avec autres particularitez des choses advenues auparavant sur la frontiere de Picardie, Arras, Guillaume de la Riviere y Gilles Baudin, 1595 y A. DEMARSY, Le prise de Doullens par les espagnols en 1595. Pièces contemporaines publiées et annotées par..., París, 1867.

310

territorio frente al antiguo poseedor de la misma, el arzobispo Berlaymont, y al señor de

Balagny, castellano desde 1581 por iniciativa del duque de Anjou y al que el 7 de

agosto de 1594 la ciudad le había cedido la soberanía. De esta manera, el conde de

Fuentes, en nombre de Felipe II, aceptaba como forma de anexión de la ciudad y de su

territorio el Consensus Populi, fórmula que no iba a ser aceptada en ningún otro punto

de la Monarquía. No es nuestra intención relatar aquí el importante conflicto

jurisdiccional que se desencadenó y que se alargaría hasta 1677, pues ya ha sido tratado

ampliamente por J. J. Ruiz Ibáñez en un excelente estudio1128. Sin embargo, conviene

destacar que este asunto se convertiría en uno de los principales motivos de

enfrentamiento entre la Monarquía y el Papado durante aquellos años, pugna que se

personificaría en Bruselas en la lucha entre el archiduque Alberto y el nuncio Ottavio

Mirto Frangipani. Ya su antecesor Malvasia recibiría las peticiones de intervención

papal que realizó Louis de Berlaymont, pero no sería hasta la llegada del nuevo nuncio a

Flandes en 1596 cuando se iniciara la contienda encaminada a que retornara al

arzobispo el poder temporal.

Es complicado explicar los motivos que llevaron al conde de Fuentes a llevar a

cabo esta acción, que iba claramente en contra de la jurisdicción eclesiástica. Quizás el

importante golpe de efecto que significaba esta anexión hacía soslayar, en un primer

momento, los problemas jurisdiccionales que iba a desencadenar y el gobernador

interino antepuso la utilidad de la ocupación a la forma como se hizo, poniendo

posteriormente la decisión en manos del monarca y del archiduque Alberto. Además, y

como ya hemos reseñado, Fuentes era un personaje muy hábil políticamente y deseaba

obtener una buena merced una vez que saliera de Flandes, por lo que esta operación le

podía ayudar en ese objetivo.

Mientras esto sucedía en Francia, en Bruselas, Esteban de Ibarra pidió de nuevo

licencia para regresar a Madrid1129. El secretario era sabedor de la difícil posición en

que se encontraba, debido a la falta de personajes afines, y, además, consideraba que los

cometidos que se le habían encargado ya estaban cumplidos, caso del Tribunal de la

Visita que ya estaba en marcha, o eran innecesarios, como su oficio de secretario de

Estado y Guerra al no haber gobernador y usar Fuentes su propio secretario. A pesar de

sus lamentos, la licencia le fue denegada y se le ordenó que marchara con Fuentes a la

1128 J. J. RUIZ IBÁÑEZ, Felipe II y Cambrai: el consenso del pueblo. La soberanía entre la práctica y la teoría política (1595-1677), Madrid, 1999. 1129 Así se lo comunicó E. Ibarra a Común el 6 de marzo (AGS, E., leg. 610, f. 12) y el 15 (f. 22).

311

campaña, al mismo tiempo que se le concedían otros 3000 ducados de ayuda de costa

para que se mantuviera.

Pese a lo que había expresado el secretario castellano, estaba claro que su

presencia en Flandes era muy necesaria y la aparente calma de la primavera de 1595,

producida tras conocerse que Alberto iba a ser el nuevo gobernador, se alteró con la

aparición de nuevos casos de corrupción. Además de la habitual en la hacienda del

ejército1130, Charles de Tisnacq, que tras fracasar sus gestiones para llegar a una paz con

los rebeldes se dedicó a ejercer como espía y a investigar supuestos casos de fraude,

aireó otros dos casos muy sonados1131.

El primero atañía a Juan Fernando de Charreton, señor de Chassey y personaje

de agitada vida. Comisario de vituallas mientras el duque de Alba fue gobernador de

Flandes, estuvo muy cercano a Charles de Berlaymont, aunque su gran ascenso vendría

durante el gobierno de Farnesio en que llegó a ser commis de finanzas. Sus oscuros

negocios con los ministros del duque de Parma implicados en los abusos de la hacienda

ya reseñados, le llevaron a ser procesado por el Grand Conseil de Malines. Sin

embargo, la influencia de la emperatriz María y de su mayordomo mayor Juan de Borja,

que le protegieron por estar casado con una antigua criada de la reina Ana y de la

emperatriz, así como su relación con Ernesto de Mollart le salvaron del juicio1132. Una

vez libre, disfrutó de la protección de Ernesto e hizo fortuna en Borgoña, a la vez que

entorpecía la labor del Tribunal de la Visita. Durante el gobierno de Alberto se le

encargó que fuera el aposentador del séquito del archiduque a su paso por Borgoña en

las Jornadas de 1596, para luchar contra Francia, y de 1598, para los matrimonios, lo

que indica una relativa rehabilitación política. Sin embargo, podemos considerar que el

nuevo gobernador no le hizo partícipe de su confianza, pues no le favoreció en absoluto

a la hora de que se le pagaran los gastos ocasionados por dichas Jornadas1133.

Más graves fueron las acusaciones que se vertieron contra Charles de Gavre-

Fresing, conde de Beaurieu, al que se le imputó haber escalado posiciones en la

1130 Andrés de Prada a J. Idiáquez, 16 de julio de 1595, BL, Additional, Ms. 28388, ff. 147-149. Prada y el contador P. Luis de Torregrosa (su versión en el f. 146) se habían reunido con Vicente Zelandre para que este les expusiera sus ideas en lo referente a la distribución de la hacienda de la guerra. Estas eran que se debía eliminar a los oficiales que metían mano en la hacienda y observar con precaución el libro de caja. 1131 C. Tisnacq a Felipe II, 25 de junio de 1595, AGS, E., leg. 610, s. f. 1132 ID., Ibídem, leg. 609, f. 103. 1133 Así se puede observar, tras su petición de que se le devolviera un dinero que reclamaba a la hacienda real. Aunque Alberto utilizó muy buenas palabras con él, procuró hacer lo posible por dilatar en el tiempo la concesión de dicho dinero, Alberto a J. de Borja el 18 de octubre de 1596 (IVDJ, Envío 48, f. 18), el 14 de enero de 1597 (Ibídem, f. 21), 9 de junio de 1597 (Ibídem, f. 23) y el 11 de agosto de 1598 (Ibídem, f. 25).

312

sociedad gracias a su matrimonio con madame de Fresing, antigua amante de Alejandro

Farnesio. El escándalo incluía no solo a Beaurieu, que había conseguido un oficio en la

cámara del príncipe de Parma, así como una coronelía de alemanes, sino también a su

padre, que obtuvo el gobierno de Aalst y un oficio de comisario general de víveres, al

presidente Nicolás Damant, del que se decía que era “hechura” de la señora de Fresing,

e, incluso, al conde de Fuentes, ya que la citada dama se había hecho acreedora de su

confianza. Tisnacq llegó a comparar este caso con algunos otros sucedidos en Madrid

durante el reinado de Felipe II, cuando se tuvo que expulsar de la Corte a mujeres como

la condesa de Siruela o doña Antonia Enríquez. Las averiguaciones no fueron mucho

más allá, pero la gravedad del asunto nos puede indicar que no era tranquilidad,

precisamente, lo que caracterizaba el momento político de Flandes.

Esa intranquilidad seguía estando originada principalmente por la desconfianza

que presidía las relaciones entre los consejeros flamencos y los castellanos. Así se pudo

observar cuando tras la muerte de Charles Mansfeld en Hungría quedó vaco el cargo de

almirante de Flandes, momento en el que tanto Ibarra como Fuentes expresaron su

convencimiento de que era mejor no proveer el oficio por la carencia de personajes

hábiles para ejercerlo, pese a las candidaturas del príncipe de Chimay o Aremberg1134.

Ambos castellanos abogaron por dejarlo sin ocupar y utilizar el dinero para hacer

barcos, mientras un vicealmirante quedaba al mando; para dicho puesto Ibarra propuso a

Pedro de Valdés, con el que no mantenía buena relación1135, mostrando de nuevo su

preferencia por un castellano hostil antes que por un natural.

De igual modo, las disensiones entre los misnitros castellanos también se

sucedían y el incidente más nimio hería susceptibilidades. Así sucedería cuando el

conde de Fuentes, tras retornar en diciembre de la campaña en Francia, exigió a Diego

de Ibarra que se descubriera ante su persona, a lo que este se negó, provocando una gran

polémica1136.

Estaba claro que la tensa situación solo se sostenía por la confianza que se tenía

en la pronta llegada a Bruselas del archiduque Alberto, la cual se produciría el 11 de

febrero de 1596.

1134 La petición oficial de Aremberg se encuentra en AGS, E., leg. 610, f. 123. La opinión de Esteban de Ibarra en carta a Común el 5 de septiembre en Ibídem, f. 122 y la de Fuentes a Felipe II el 14 de septiembre en Ibídem, leg. 609, f. 61. 1135 Valdés había quedado preso tras la Jornada de la Armada a Inglaterra y, tras ser liberado, marchó a Flandes desde donde pretendía regresar a Madrid. Sin embargo, Esteban de Ibarra procuró impedir su marcha, debido a la valía de Valdés en asuntos relacionados con el mar (A. CARNERO, op. cit., p. 227). 1136 Así se lo expresó D. Ibarra a E. Ibarra (18 de diciembre de 1595, AGS, E., leg. 609, f. 176) y a M. Idiáquez (23 de diciembre de 1595, Ibídem, ff. 176-177).

313

7.3.- La sustitución del modelo católico hispano por el paradigma católico romano

con Clemente VIII (1592-1605)1137

El proceso de Confesionalización seguido por Felipe II, se concretó en un

control de la jurisdicción eclesiástica en sus reinos y en una justificación de su política

por causas religiosas. Esto hizo que Roma tuviera que seguir, aunque fuera contra su

voluntad, los intereses políticos y las conveniencias religiosas de la Monarquía Hispana

durante la segunda mitad del siglo XVI. Con la elección como Pontífice de Clemente

VIII en 1592, la situación iba a cambiar.

Desde el punto de vista religioso, la Confesionalización trató de conseguir un

mayor control en las órdenes religiosas por parte del monarca a través de sus distintos

Generales. Con todo, esta religiosidad formalista y controlada no podía satisfacer a

aquellos espíritus inquietos que buscaban una espiritualidad más vivencial y

comprometida en lo personal, por lo que surgieron movimientos, inspirados en la

antigua Observancia y que se conocerían como de los descalzos o recoletos, que

buscaban una mayor libertad que la concedida por la reforma promovida por Felipe II.

Este movimiento experimentó un gran impulso de la mano de fray Pedro de Alcántara,

quien, en 1561, conseguía fundar una provincia y aprobar las primeras Ordenanzas de la

nueva institución. Tras fallecer en Arenas de San Pedro el 18 de octubre de 1562, este

religioso dejaba tras de sí diversos escritos, pero sobre todo el testimonio de una vida de

extrema ascética religiosa y de radical reformismo.

Estas corrientes, precisamente, porque buscaban una espiritualidad radical de

acuerdo con la religión católica conectaban directamente, aunque no se lo propusiesen

de manera consciente, con Roma, lo que contradecía el espíritu reformista “controlado”

que intentaba implantar el “Rey Prudente” y su equipo de gobierno, compuesto por la

denominada facción “castellana”1138. Aunque el monarca tenía que aceptar semejante

espiritualidad radical como Rey Católico si no quería caer en contradicción, puso

innumerables obstáculos a la hora de conceder licencias para que dicha corriente

fundase nuevos conventos. Debido a ello, los descalzos buscaron la protección de los

grandes personajes tanto en la Corte de Roma, donde sus activos agentes consiguieron

la confianza de Pío V, como en la de Madrid, donde supieron ganarse la amistad y

patronazgo de los nuncios Crivelli (1561-1565) y Felipe Sega (1577-1581) o del obispo

de Ávila, Álvaro de Mendoza, así como de buena parte de la familia real, como la 1137 Sobre este punto, en general, el capítulo 1, “La quiebra de la Monarquía hispano-castellana de Felipe II” de Felipe III, I, pp. 25-118. 1138 El contexto, J. MARTÍNEZ MILLÁN, “En busca de la ortodoxia...”, pp. 189-228.

314

emperatriz María o la princesa doña Juana de Austria, además de los grupos cortesanos

“ebolista” o “papista”. Precisamente uno de sus miembros, el contador Garnica,

patrocinó el convento de San Bernardino de Madrid, símbolo del triunfo de los

descalzos que se completó en 1576, cuando Felipe II les encomendó la misión de las

islas Filipinas en pleno apogeo del “partido papista”. Posteriormente, el 12 de

noviembre de 1578, Gregorio XIII extendía su bula Ad hoc nos Deus que defendía que

las constituciones de los Descalzos no podrían ser alteradas ni siquiera por el Ministro

General de la Orden Franciscana. Paralelamente, Teresa de Jesús protagonizaba una

reforma en el Carmelo, recibiendo las bendiciones del general de la Orden, fray Juan

Bautista Rubeo, y la simpatía del príncipe de Éboli. Así, fundó un convento en Pastrana

donde residiría hasta que, años más tarde, se percató de la decadencia y persecución de

la facción “papista” en la Corte. Esta circunstancia, unida a otras razones, movió a la

Santa a salir de Pastrana y marcharse a Madrid, donde se puso a la disposición de los

líderes de la facción “castellana” (Mateo Vázquez y fray Diego de Chaves), al tiempo

que aconsejaba infructuosamente a su discípulo, fray Jerónimo Gracián, que siguiera su

ejemplo.

Estos no fueron los únicos religiosos que iniciaron este tipo de reforma durante

la segunda mitad del siglo XVI y, así, la orden trinitaria comenzaba este mismo proceso

en 1594 de la mano de Juan Bautista de la Concepción que, sin el apoyo de sus

compañeros ni la legitimidad del Consejo de Castilla, estableció nuevos conventos y por

cuyo impulso se creó en 1614 la Concepción Trinitaria Descalza y en 1631 se convirtió

en orden religiosa nueva. De la misma manera, la reforma de la descalcez en los

agustinos fue impulsada, en 1588, por el prior General de la Orden.

Todas estos movimientos, como no podía ser de otra manera, fueron apoyados

por los pontífices, especialmente Clemente VIII quien anhelaba “reducir y traer las

religiones a su primer principio, como él mismo lo confiesa al principio de sus

bulas”1139, así como liberarse de la presión que Felipe II ejercía en dicha materia1140.

Para lograrlo, introdujo reglas más severas y favoreció a los observantes1141, aunque la

reforma de mayor relevancia sería la que experimentó la Compañía de Jesús tras su

Congregación General de 15961142.

1139 J. PUJANA, San Juan Bautista de la Concepción. Carisma y misión, Madrid, 1994, p. 123. 1140 I. FERNÁNDEZ TERRICABRAS, “El episcopado hispano y el Patronato Real. Reflexiones sobre algunas discrepancias entre Clemente VIII y Felipe II”, en J. MARTÍNEZ MILLÁN (coord.), Felipe II (1527-1598)..., II, pp. 209-223. 1141 L. PASTOR, op. cit., XXIV, p. 60. 1142 J. MARTÍNEZ MILLÁN, "Transformación y crisis de la Compañía de Jesús (1578-1594)...", pp. 101-129.

315

Ésta orden había sufrido una profunda crisis en la Monarquía Hispana tras la

destrucción en 1579 del grupo cortesano comandado por Antonio Pérez. Su

recuperación no se produjo hasta el Pontificado de Sixto V, en que fue aceptada como

propagadora de la nueva ideología tridentina y se presionó para que saliera elegido un

general no hispano, recayendo dicho honor en Everardo Mercuariano. Esta elección

provocó la aparición de grupos de jesuitas descontentos, que se agruparon en torno a

Ribadeneira, y que tuvieron gran importancia en los primeros años de la década de los

901143. Con este general, se pasó de una espiritualidad contemplativa y mística a una

más activa que sirviera a los intereses del papado, lo que se asentó con su sucesor

Acquaviva.

La nueva orientación alertó a los “castellanistas”, que aprovecharon a esos

grupos de descontentos para atacar a la orden1144. Su pretensión era que pasase a

depender de la Corona y no del Papado, como sucedía con el resto de órdenes religiosas,

para lo cual se comenzó a gestar una visita promovida por los jesuitas castellanos

descontentos. El elegido para llevarla a cabo fue Jerónimo Manrique de Lara, “hechura”

del cardenal Espinosa, ocultándose dicha actuación al Inquisidor General, Gaspar de

Quiroga, quien se había mostrado favorable a los jesuitas1145. La Compañía fue

firmemente apoyada desde Roma, enviando Acquaviva a la Península a los padres José

Acosta y Persons, personajes ambos que habían prestado grandes servicios a Felipe II.

Así mismo, la compañía recibió el apoyo de Bernardino de Mendoza y, sobre todo, de la

emperatriz María.

La hermana del rey había convertido el monasterio de las Descalzas en un centro

de reunión de los desplazados en 1579 por los cambios cortesanos, con ella como

protectora, y fue formando poco a poco un grupo opositor a los “castellanistas”,

compuesto por nobles que la habían servido en el Imperio, junto a algunos otros

procedentes de Aragón, como la duquesa de Villahermosa, la condesa de Galve o Juan

de Borja. Desde allí se puede decir que tomó el relevo de Juana de Austria como

defensora de la Compañía de Jesús1146, orden que siempre la había ayudado durante su

1143 Aldobrandino a Caetani, 27 de octubre de 1592, ASV, Spagna, leg. 325, ff. 8 v.-9 r., “Quanto sia utile alla Chiesa di Dio la Compagnia del Gesú, e notissimo a tutti, ma perche nelli Regni di Spagna si trovano tra loro alcune rebelle, che hanno favore da grandi, et inquietano gli altri”. 1144 Configuración,, “Los ataques del partido castellanista a la Compañía de Jesús”, pp. 263-272. 1145 Sobre la relación de Quiroga con los jesuitas, H. PIZARRO LLORENTE, op. cit., pp. 109-113. 1146 Su labor para que no se les realizara Visita en J. MARTÍNEZ MILLÁN, "La Emperatriz María y las pugnas cortesanas en tiempos de Felipe II", en E. BELENGUER CEBRIÀ (coord.), op. cit., III, pp. 156-157.

316

estancia en el Imperio, cariño que pudo transmir a algunos de sus hijos como Ernesto o

Margarita, aunque no a otros como Alberto. Gracias a esos apoyos, la posición de la

Compañía mejoró hacia 1591 y su proceso de consolidación culminó con la

Congregación General convocada en Roma en noviembre de 1593. Felipe II tuvo que

renunciar a que la visita fuera realizada por miembros ajenos a la orden y serían

finalmente los jesuitas José Acosta y Gil González Dávila, tras prometer fidelidad al

rey, los que la llevaran a cabo.

La Compañía había salido reforzada de estos duros avatares y se implicó en la

educación del príncipe Felipe, lo que garantizaba su futuro, y extendió su influencia por

todos los rincones de la monarquía1147, incluido Flandes. Ya esta orden había tenido una

gran presencia en la vida política de este territorio, debido a que todos los gobernadores

que hubo entre el duque de Alba y el archiduque Alberto tuvieran confesores de esa

religión, y con anterioridad Margarita de Parma pese a la oposición de Granvela1148, lo

que había permitido a la Compañía recuperarse del menosprecio a la que se había visto

sometida durante el gobierno del “Gran Duque”. Sin embargo, su relevancia sería aún

mayor durante los últimos años del siglo XVI, pues sus provinciales llegaron a tener una

posición de notable influencia política; este fue el caso de François de Costere, que lo

fue de agosto de 1585 al 11 de marzo de 1589, Georges de Duras, del 23 de junio de

1594 a mayo de 1598, pero, sobre todo, de Olivier Mannaerst, provincial desde el 11 de

marzo de 1589 al 23 de junio de 15941149, que pudo acceder a las personas de Alejandro

Farnesio, el conde de Fuentes e Isabel Clara Eugenia. Pese a ello, conviene resaltar que

1147 ID., “La crisis del “partido castellano” y la transformación de la Monarquía Hispana en el cambio de reinado de Felipe II a Felipe III”, Cuadernos de historia moderna, 2003 (Anejo II), pp. 11-38. 1148 A. S. I. PONCELET, Nécrologe des jésuites de la province flandro-belge (1544-1773), Wetteren, 1931, p. XXXI. 1149 Olivier Mannaerts, Manareus o Manare, nació en Quincy-en-Artois en 1523. Estudió en Lovaina donde, movido por los sermones de Francisco Estrada y llevado por este a Pedro Fabro, mostró deseos de entrar en la Compañía. Fabro le aconsejó acabar antes filosofía y, gracias a ello, fue maestro en artes en 1546 y estudió teología en París, donde conoció a Mercuriano, antes de ingresar definitivamente en los jesuitas. En ella, Ignacio de Loyola le nombró rector del Colegio Romano (octubre a diciembre de 1553) y de Loreto (1554-1563) y bajo los sucesores de Ignacio tuvo otros cargos importantes como comisario para Francia y provincial (1563-1571), asistente (1573-1580) de Mercuriano para Alemania y vicario general de la compañía a su muerte en 1580. Visitador de la asistencia germana (1581-1582), rector del Colegio Romano (1583-1585) y provincial de la provincia de Germania Inferior (1585-1589) y de la belga (1589-1594), se retiró al noviciado de Tournai en 1609. Estableció la misión en Holanda y la capellanía militar (missio castrense), así como llevó a cabo diversas iniciativas reformadoras internas en la provincia y es considerado el verdadero fundador de la misma. Falleció en Tournai el 28 de noviembre de 1614 (A. PONCELET, Necrologe..., pp. XXV-XXVI; A. DENEEF et alíi, Les jesuites belges. 1542-1992. 450 ans de Compagnie de Jésus dans les Provinces belgiques, Bruselas, 1992, p. 347 y Ch. E. O´NEILL y J. M. DOMÍNGUEZ, op. cit., III, pp. 2495-2496).

317

el gran triunfo del influjo de Roma sobre los Países Bajos no llegaría hasta el gobierno

de los Archiduques y a través de la labor de la rama independiente de los carmelitas

descalzos que la madre Ana de Jesús, perteneciente al grupo que no se había sometido al

control del “partido castellano” como el padre Jerónimo Gracián, dirigió, primero en

Francia y luego en Flandes, tras ser reclamada por Isabel Clara Eugenia en 16071150. Su

relevo lo tomaría Ana de San Bartolomé, que fundaría el carmelo de Amberes1151.

Al igual que en las órdenes religiosas, Clemente VIII intentó actuar sobre

obispos y diócesis para recortar la influencia del monarca hispano sobre ellos. Así, en

1596 envió breves a diferentes prelados castellanos para que residiesen en sus diócesis y

no se ausentasen a la Corte para cumplir oficios del rey, conminando tres años después a

Felipe III a que no les ocupara en oficios cortesanos, para evitar excusas que justificaran

sus ausencias1152. Esta polémica venía de lejos y ya Pío V declaraba que la iglesia “non

puo sentire se non servizio grande havendo suoi ministri nelli principalli consigli dei

Principi”; sin embargo, no sería hasta Clemente VIII cuando se primara su deber

pastoral sobre las tareas políticas, con lo que les daba independencia frente al monarca y

los sometía a las decisiones pontificias.

Desde el punto de vista político, el Pontífice se sirvió de la situación caótica que

existía en Francia para adquirir independencia de acción con respecto a la Monarquía

Hispana, como veremos posteriormente en detalle. Ahora baste resaltar como Clemente

VIII se expresó con gran claridad en la cuestión francesa, respecto a la cual Felipe II

exigía a la Santa Sede que dejase que Francia llegase al cisma religioso. Al no

acomodarse el Papa a esta petición y dar a Enrique de Borbón la absolución solicitada,

Clemente VIII dio el paso definitivo para librar a la Santa Sede de la tutela hispana1153.

Varios hechos confirmaron este giro; el primero fue la sustitución en 1596 del

nuncio de Venecia, amigo de Felipe II, Ludovico Taverna, por Antonio María Graziani,

de ideas contrarias. En segundo lugar, el Pontífice nombró, en junio del mismo año, 16

cardenales de manera inesperada, en donde solo entraron dos hispanos y, a partir de

1150 J. MARTÍNEZ MILLÁN, “El patronazgo de los archiduques Alberto e Isabel Clara Eugenia a las carmelitas descalzas y su expansión en Flandes” en Felipe III, I, pp. 194-197. 1151 Sobre la vida de esta monja, B. YUSTE y S. L. RIVAS-CABALLERO, Una carmelita en Flandes. Vida de Ana de San Bartolomé, compañera inseparable de Teresa de Jesús (1549-1626), Madrid, 2006. 1152 A. BORROMEO, “Istruzioni generali e correspondenza ordinaria dei nunzi: obiettivi prioritari e risultati concreti della politica spagnola di Clemente VIII”, en G. LUTZ (ed), Das Papsttum, die Christenheit und die Staaten Europas, 1592-1605, Tubinga, 1994, pp. 188-190. 1153 L. PASTOR, op. cit., XXIII, p. 190. Sobre el cónclave en que se eligió a Clemente VIII, A. BORROMEO, “España y el problema de la elección papal de 1592", Cuadernos de Investigación Histórica, 2 (1978), pp. 175-200.

318

entonces, los cardenales franceses comenzaron a hacer partido en Roma1154. Tres años

después, el 3 de marzo de 1599, de nuevo se nombraban una serie de cardenales que

ratificaban la intención política anterior: “recibieron el capelo, dos franceses (Ossat y

Sourdis), el español Bernardo de Sandoval, el alemán Francisco de Dietrichstein,

además de Alejandro del Este,..., y todavía ocho italianos neutrales en política”1155.

Esta tendencia fue imparable a partir de ese momento, confirmándose años

después con la elección como papa de León XI, por lo que el único recurso que tuvo la

Monarquía a partir de entonces fue el de ganarse a la mayor cantidad posible de

cardenales a través de regalos y pensiones para tenerlos sujetos1156. Así nos lo muestran

los siguientes ejemplos que arrancan, precisamente, de los últimos años del reinado de

Felipe II. El 2 de septiembre de 1595, Felipe II decidió conceder 4500 ducados de renta

al cardenal Sanctiquatro, 3000 al elector de Colonia y a los cardenales Aldobrandino y

de San Jorge (sobrinos estos dos últimos de Clemente VIII), 1500 al cardenal de Toledo

y a Mateo Otthen, 1000 a Dato, Paravicino y Acquaviva y 800 al obispo de Pistoia, todo

ello sacado de las rentas de la iglesia de Toledo para la que Felipe II había postulado a

su sobrino Alberto1157. El obispado de Málaga, por su parte y por orden real, pagaba

7300 ducados de renta anual a 16 pensionarios1158, mientras el de Coria pagaba 1000

ducados al corregidor Sabello y había quedado otra pensión vacante de 1500 ducados al

cardenal Ursino. Las rentas pronto se devaluaban, por lo que se pedía un aumento de las

mismas: “Cuando Su Magestad, que aya gloria, se sirvió de repartir algunas Abadías i

pensiones entre cardenales, aora cuatro años, me mandó escriuir que diesse a escoger

secretamente al cardenal Paravicino la Abadía de Gala en Sicilia o mil ducados de

pensión sobre Toledo. Y habiéndose contentado de tomar la Abadía, se señaló la

1154 “El 5 de junio fueron nombrados un francés (Ana d’Escars) y dos españoles (Francisco Guzmán de Ávila y Fernando de Guevara), fuera de éstos, sólo italianos beneméritos, obligados al Papa, ..., a saber: Silvio Savelli, (...), Francisco María Tarugi, (...), Francisco Cornaro, (...), Francisco conde de San Jorge y Blandrata, (...), Camilo Boghese, (...), Lorenzo Bianhetti, (...), los auditores de la Rota Pompeyo Arigoni y Bartolomé Cesi, Andrés Peretti y, finalmente, ...Baronio”. (L. PASTOR, op. cit., XXIII, pp. 227-228). 1155 Entre estos ocho estaban “Bonifacio Bevilacqua, que se señaló como gobernador de Camerino, ... El milanés Alfonso Visconti, ... El docto canonista Domingo Tosco, (...), Pablo Emilio Zacchía (...), Juan Bautista Deti (...), el luqués Buonviso Buonvisi, (...), Silvio Antoniano y Roberto Belarmino” (Ibídem, pp. 228-229). 1156 L. FERNÁNDEZ, “Pensiones a favor de eclesiásticos extranjeros cargadas sobre las diócesis de la Corona de Castilla”, Hispania, 128 (1974), pp. 509-577; E. HINOJOSA, Los despachos de la diplomacia pontificia en España, Madrid, 1896, p. 334, nota 2 e I. CLOULAS, “La monarchie catholique et les revenues episcopaux”, Melanges de la Casa de Velázquez, 4 (1968), pp. 107-142. 1157 AGS, E, leg. 964, s, f. 1158 Ibídem, Patronato eclesiástico, legs. 135 y 136. Cfr. J. BRAVO LOZANO, Pensamiento español del Siglo de Oro en torno a la pobreza, Tesis doctoral Universidad Complutense de Madrid, 1973, p. 450.

319

pensión al cardenal Montelbero. Aora me ha dado la relación que va con ésta de la renta

i cargos de la Abadía, i viniendo a quedarle tan poco, aviendo sido la intención de su

Magestad mejorarle, me a parecido representar a S. Magestad que el cardenal es uno de

los que mejor acuden aquí a su real servicio i que sería conveniente darle en la primera

ocasión una pensión de mil ducados”1159. La carga de pensiones sobre las rentas

episcopales se incrementaría notablemente en el reinado de Felipe III. A modo de

ejemplo, el arzobispado de Sevilla en abril de 1601 tenía asignados 29450 ducados,

distribuidos de la siguiente manera: Cardenal Farnesio 6000 ducados, el de

Dietrichistein 2000, el de Destre otros 2000 que no aceptó y el de Cosenza, Piato, Sauli,

Mathei, Suso, San Marcelo, Arrigoni, Bianchetto, Bandini, Visconti, Banilaqua,

Bombini y el de San Clemente 1000, que no fueron aceptados por este último. Para

concluir, el arzobispado de Trento recibiría otros 1000 ducados. Por su parte, el

obispado de Pamplona tenía asignados 4400 ducados, repartidos a razón de 1000 para

los cardenales Caraffa, Paleotto, Spinola y de Visconti y 400 para el obispo de

Roermond. El obispado de Zamora tenía asignados otros 9000 ducados en pensiones, de

ellos 4900 ducados al cardenal Ladrón de Guevara, “que es pensión para destruir un

obispado”, y 3000 para el cardenal Granvela. Otros ejemplos serían el obispado de

Segovia, con 6550 ducados de rentas asignados, y el de Osma, con 4150.

La liberación de las ataduras de Roma con respecto a la Monarquía se pudo

apreciar también en la tratadística política, en la cual los escritos regalistas aparecidos

durante la mayoría del reinado de Felipe II trocarían en otros de servicio al Papado. Así,

las teorías en las que se justificaba la invasión de jurisdicción de la Monarquía en la de

la Iglesia, en servicio del “Rey Prudente”, habían sido numerosos y sirvan como

ejemplos Diego de Simancas, Covarrubias, cuyos escritos le supusieron su

nombramiento como presidente Consejo de Castilla, Gonzalo Suárez de Paz o Juan Roa

Dávila. En marzo de 1591, el nuncio Millino comunicaba a Roma la publicación del

libro Apología de Iuribus Principibus de este último, que tanto el nuncio como Roma

interpretaron como un ataque a la jurisdicción eclesiástica1160. Su tesis venía a ser que el

Soberano podía defenderse lícitamente contra todo abuso de poder, “aunque sea

perpetrado por las altas jerarquías de la Iglesia, y esto, en virtud del derecho

1159 Sessa a Felipe III, 14 de noviembre de 1599, AGS, E, leg. 972, s. f. 1160 J. PÉREZ VILLANUEVA, “Baronio y la Inquisición española”, Baronio Storico e la Contrarriforma, Sora, 1982, p. 10 y A. BORROMEO, “Felipe II y la tradición regalista de la Monarquía española”, en J. MARTÍNEZ MILLÁN (coord.), Felipe II (1527-1598)..., III, pp. 111-130.

320

natural”1161. Se trataba de defender la llamada “cuestión o recurso de fuerza”, que

permitía a un particular recurrir a un tribunal real contra una sentencia dictada por juez

eclesiástico.

Frente a ello, la Iglesia solo podía oponer la bula In Coenae domini, convertida

en el código eclesiástico de las relaciones entre los príncipes cristianos y que definía de

manera negativa la conducta de los mismos. En su análisis y comentario, el doctor

Eximio establece las bases filosóficas: el Príncipe debe ser súbdito sumiso a las

indicaciones del Soberano de la Iglesia y el Papado, como forma política, es garantía del

orden internacional. Iglesia y Estado mentalmente se separan y se diferencia su

estructura para mejor lograr la síntesis política1162. La romanización era su objetivo:

solo en la unión con Roma era posible la vuelta a la catolicidad y en ella estaba la

salvación de Europa, programa de apostolado que se hizo política fanática. El confesor

del rey era la clave de su ideario político, como ya había formulado Roberto Belarmino

en los principios que dedica a esta figura en su libro al rey de Polonia1163. El dominio de

las conciencias reales era el instrumento más poderoso de Roma y la educación de la

misma haría del Príncipe el hijo fiel a las indicaciones de la Curia.

Uno de los personajes más importantes en este proceso de romanización,

respecto al concepto de imperio, fue Francisco Suárez, que llegó a poseer una influencia

extraordinaria en la Corte de Felipe III, llegando a requerirse su opinión en asuntos de

Estado1164. Su ideario político queda constatado en la siguiente reflexión: “Justicia y

religión son las dos bases del orden político. El proceso constructivo de orden en la

realización del bien común dentro de las normas del Derecho natural, constituye el

principio de justicia. Su lesión lleva a la fractura de un orden universal que tiene su

vértice en Dios como Legislador y realización de la síntesis suprema. La religión es más

perfecta que la justicia. Sin ella no hay unidad posible, ni factura firme, ni garantía de

libertad. Pero la religión es fé católica, es iglesia políticamente estructurada en orden

concreto. Cuerpo místico espiritual en unidad de fe y de bautismo, su cabeza es el

Pontífice como Vicario de Cristo, fuente de las prerrogativas de San Pedro. Como orden

1161 L. PEREÑA VICENTE, J. De Roa Dávila. De Regnorum Justicia, Madrid, 1970, p. XVII y A. SÁNCHEZ DE LA TORRE, “El concepto de relación política en los estudios de Roa Dávila”, Estudios de Deusto, 43 (1971), pp. 319-364. 1162 F. SUÁREZ, De Censuris, XXII, Disp. XXI. 1163 R. BERLARMINO, Principis Christiani libri tres. Coloniae Agripinae, 1619, pp. 37 y ss. 1164 Véanse las relaciones de Suárez con Felipe III en los documentos presentados por R. SCORRAILLE, El P. Francisco Suárez de la Compañía de Jesús según sus cartas, sus demás escritos inéditos y crecido número de documentos nuevos, Barcelona, 1917. La influencia de Suárez en la conciencia de Felipe III se observa en el documento fechado el 19 de agosto de 1605, firmado por el mismo Suárez (AGS, E, leg. 980), en el que contesta a los escrúpulos del rey por haber dado pensiones a diversos cardenales en vísperas de celebrarse el cónclave.

321

y jerarquía tiene la estructura políticamente más perfecta. Solo en la Iglesia, que es

universal y única, el hombre encuentra su salvación y el Estado su perfección”1165.

La esencia de la Monarquía Hispana consistía en su catolicismo efectivo, en su

dilatación por todo el mundo. El libro escrito por Campanella, que lleva su nombre,

presenta a la Monarquía Hispana como el brazo que ayudaba a la Monarquía Universal

Pontificia a hacer efectivo su dominio, actuando como instrumento de su viabilidad

temporal1166.

7.4.- La plasmación en Flandes y Francia del cambio de política de la Santa Sede

con respecto a la Monarquía Hispana. La nueva preocupación del papado: liga

contra los otomanos

La posición de la Monarquía Hispana en Francia durante los últimos meses de

1592 y los primeros de 1593 había empeorado notablemente. Los Estados Generales

convocados para elegir un nuevo Rey Cristianísimo se habían clausurado sin llegar a

ningún acuerdo que favoreciera la candidatura de Isabel Clara Eugenia, por lo que la

guerra continuó1167. Sin embargo, la situación había variado con respecto a la que

existía antes de la convocatoria de los Estados, ya que los acontecimientos habían

tomado un cariz muy desfavorable tanto para la Liga Católica como para la Monarquía

Hispana. El motivo principal de este giro de los acontecimientos fue el cambio que se

había ido operando en la política de la Santa Sede con respecto a su intervención en

Francia tras la elección de Clemente VIII como nuevo Pontífice el 30 de enero de 1592.

Como ya hemos señalado, este Papa había decidido no seguir tolerando el

regalismo que habían venido practicando los monarcas hispanos. Esta tarea entrañaba

una gran dificultad, debido a la fortaleza de Felipe II, al desmantelamiento que había

sufrido la facción “papista” en la Corte hispana y a que los ministros que manejaban la

política exterior de la Monarquía seguían teniendo una visión “castellanista”, que

implicaba expansionismo y presión sobre la jurisdicción eclesiástica. Clemente VIII

1165 L. PEREÑA VICENTE, op. cit., p. 119-120. 1166 “Ogni uomo grande che la instituito monarchie nuove ha mutato le scienze, e spesso la religione, per farsi ammirabile appresso ai popoli, onde a lui concorressero. (...) Dunque Spagna deve fare el simile, avendone grande occasione. E perché non può fare religion nuova, come sopra dissi, deve illustrare la verità cristiana, e mettere scienze nove assai commode alla sua grandezza” (T. CAMPANELLA, Monarchie d’Espagne et Monarchie de France, París (Textes originaux, introduits, édites et annotés par G. Ernst), 1997, p. 94). 1167 Sobre dichas negociaciones hay mucho escrito. Un resumen en Configuración, p. 256.

322

encontraría una vía de escape a este agobio mediante los asuntos franceses y, en

concreto, con su actitud ante la intervención armada en esos territorios1168.

El ejército enviado por Gregorio XIV había llegado a Flandes en septiembre de

1591, pero solo permaneció allí durante 10 meses. Posteriormente, Clemente VIII

mandó reclutar un nuevo ejército de 3000 hombres al mando del coronel alemán

Georges Bayer, en el que Appio Conti sustituiría al conde de Montemarciano y

Jerónimo Matteuci ejercería como comisario general de la armada. Una vez reunidas las

tropas, se decidió esperar a la tercera incursión de Farnesio en el reino vecino para

unirse a su ejército, pero la muerte del de Parma retrasó dicha intervención y Fuentes no

quiso emprender la campaña hasta haber aclarado la situación. Las tropas pontificales

permanecieron estacionadas en el sur de los Países Bajos hasta marzo de 1593 y cuando,

finalmente, se decidió iniciar la acción militar, recibieron la orden de no apoyarla.

En esa fecha, las prioridades de la política exterior de la Santa Sede habían

cambiado y vuelto sus ojos hacia el Este, donde la actividad de los turcos cerca del

Imperio había acercado peligrosamente a las fuerzas infieles a zonas católicas. Rodolfo

II reclamó ayuda papal ya en 15921169 y solicitó al Pontífice que mediara entre los

príncipes cristianos para conseguir una paz que les permitiera apoyar al Imperio1170. De

inmediato, Clemente VIII trató de impulsar una liga defensiva compuesta por el papado,

Felipe II y algunos príncipes italianos, intentando revivir, en cierta forma, el espíritu de

la “Liga Santa” de 15711171. Sin embargo, el monarca hispano tenía otras prioridades y

supeditó su actuación a la resolución de la situación en Francia1172, por lo que cuando en

marzo de 1593 estalló la guerra en Hungría, aún no se había decidido a ayudar al

Imperio. En el ánimo del rey influyó, por supuesto, el hecho de que de haber aceptado la

creación de dicha Liga el Papa se habría convertido en cabeza de la misma y Felipe II

debería obedecer sus directrices, idea que no le agradaba en exceso.

El fracaso de Clemente VIII en formar la Liga le obligó a buscar alternativas y

decidió aleccionar a los legados pontificales, tanto en Madrid como en Francia y en

Flandes, para que se consiguiera llegar a un acuerdo en Francia que permitiera colocar a

un rey católico en el trono, aunque, bajo ningún concepto, éste debía ser afín a Felipe II,

1168 En general, sobre la actitud de Clemente VIII en Francia, P. van ISACKER, "Notes sur l´intervention militaire...”, pp. 702-713. 1169 Sessa a Felipe II, 20 de julio de 1592, AGS, E., leg. 959, s. f. Rodolfo II llegó a enviar a un consejero suyo, el barón Convezil, en noviembre para pedir socorro al Papa (Ibídem). 1170 “Relación de lo que el Obispo de Cremona, nuncio de Alemaña, avisa a su santidad”, 30 de agosto de 1592, Ibídem. 1171 Sessa a Felipe II, 26 de septiembre de 1592, Ibídem. 1172 Felipe II a Sessa, 25 de diciembre de 1592, Ibídem, leg. 960, s. f.

323

porque esto incrementaría aún más su poder. Podemos considerar que una de las

principales medidas que Roma tomó para conseguir su objetivo fue relevar a Matteuci,

que llevaba solicitándolo desde hacía tiempo por “de per me conoscermi di natura mal

corteggiano”1173, como comisario del ejército pontifical en Francia, por un nuevo

diplomático que actuara con firmeza en la defensa de los nuevos intereses de la Santa

Sede. El elegido para llevar a cabo tan delicada misión, que sin duda iba a suponer

fuertes enfrentamientos con los ministros de Felipe II en el Norte de Europa, fue

Inocencio Malvasia1174.

El nuevo comisario inició su viaje a Flandes a comienzos de diciembre de 1592,

ante los requerimientos de su predecesor por que acelerara su marcha. Durante el

periodo de espera a la llegada del relevo, Matteuci mostró sin ambages el giro que había

sufrido la política del papado con respecto a Francia, cuando el nuncio de la Santa Sede

en París, Sega, solicitó a comienzos de febrero de 1593 que 600 de los soldados

pontificales acudieran a la capital francesa para apoyar a las fuerzas de la Liga,

negándose el comisario pontificio a ello1175.

Malvasia llegó a Bruselas el 26 de febrero y, de inmediato, tuvo que afrontar su

primera misión de relevancia, como fue tratar con Fuentes y Mansfeld la posibilidad de

que se le concediera permiso para completar con soldados valones una leva de 3000

hombres para el ejército pontificio. Los ministros de Felipe II se negaron a tal

posibilidad, ya que el Papa pagaba más sueldo y con mayor puntualidad que el rey, lo

queo hubiera podido ocasionar defecciones en sus filas1176. Pese a esta negativa, Fuentes

le ofreció su ayuda para que esta leva se realizara en Francia1177, confirmando las

intenciones que ya había mostrado el noble castellano a Matteuci de mantener buena

relación con los diplomáticos pontificios.

Jerónimo Matteuci permanecería en Flandes hasta el 25 de marzo, fecha en que

partió hacia Italia tras haber informado a Malvasia sobre la forma en que se llevaban los

negocios en Bruselas y quienes eran los ministros principales1178. A su ausencia habría

1173 Matteuci a Aldobrandino, 11 de octubre de 1592, ASV, Fiandra, leg. 5, f. 95 r. 1174 Nacido en Bolonia en 1552 de la familia patricia de Serra-Malvasia. Estudió derecho y entró a servir en el personal administrativo de los Estados Pontificios, nombrándole Gregorio XIII clérigo de la cámara apostólica en 1584. Era agente del emperador en Roma y gobernador de Spoleto. Recibió la orden de ir a Francia a relevar a Matteucci, que, a su vez, le sustituiría en Spoleto, como enviado diplomático por cartas patentes del 15 de diciembre de 1592 (R. MAERE, “Les origines de la nonciature de Flandre ....”, pp. 810-811). 1175 A. Conti a Sega, 7 de febrero de 1593, ASV, Fiandra, leg. 4, ff. 34-35. 1176 Malvasia a Aldobrandino, 6 de marzo de 1593, Ibídem, leg. 3/I, f. 18. 1177 ID., 10 de marzo de 1593, Ibídem, leg. 3/II, ff. 22-23. 1178 Matteuci a Aldobrandino, 25 de marzo de 1593, Ibídem, f. 382. Una relación de su viaje a Aldobrandino el 11 de abril de 1593 en Ibídem, leg. 3/I, ff. 44-45.

324

que sumar la de Appio Conti, que el 26 de marzo de 1593 fue asesinado por el coronel

Boppart durante el enfrentamiento que se produjo tras la orden de Conti de mandar 50

soldados alemanes a Charles Mansfeld, previa petición de este. Esta fatalidad permitió a

Malvasia tener la excusa perfecta para retrasar la acción del ejército pontifical en

Francia, en un momento en que ya apretaban los ministros de Felipe II para su

intervención. Se decidió sustituir a Conti por Ridolfo Baglioni, pero la decisión no se

produjo hasta junio y su llegada a Flandes no tuvo lugar hasta tres meses después1179.

Durante ese tiempo, se fue preparando el desmantelamiento del ejército pontifical, que

se certificaría con la llegada del nuevo comandante. Así, cuando hizo acto de presencia

en los Países Bajos, el ejército se había dispersado y solo se levaron unos cientos de

hombres como guarnición. En 1595 se llamó de vuelta a Baglioni y en septiembre del

mismo año cesó toda actividad militar pontificia en favor de la Liga.

El cambio en la política del papado respecto a Francia ya estaba servido y su

diplomacia confirmó ese camino, ya que en ningún momento los emisarios enviados por

Roma apoyaron la candidatura de Isabel Clara Eugenia al trono francés y se

comenzaron a inclinar por el propio Enrique de Bearn1180. Para poder completar su

estrategia de encaminar las fuerzas de la Monarquía hacia el Imperio, la Santa Sede se

decidió a lanzar otras dos ofensivas diplomáticas.

La primera iría encaminada a que Felipe II lograra llegar a un acuerdo con

Inglaterra1181, modificando así uno de los principales objetivos de la política exterior

pontificia en los años anteriores, como era conseguir que la isla volviera al

catolicismo1182. Sin embargo, estos intentos no fueron considerados ni por Felipe II ni

por Ernesto, que pretendía una paz que incluyera también a franceses y holandeses. Sin

duda, en el ánimo del archiduque pesaron los contactos diplomáticos que estaban

1179 Malvasia a Aldobrandino, 6 de junio de 1593, Ibídem, f. 90 r., "Per la quale ho visto l´ottima elettione fatta da N. S. della persona del signore Ridolfo Boglioni in luogo del signore Appio de Conti, il quale sto aspettando con molto desiderio, ne mancarò di servirlo in ogni occasione". 1180 En una misiva del 7 de julio de 1593 a su embajador en Roma(AGS, E., leg. 2221, f. 89), Felipe II requirió a Sessa que consiguiera que Clemente VIII obligara a Malvasia a defender con el calor suficiente la candidatura de Isabel. 1181 Para las relaciones Inglaterra-Monarquía hasta el fallecimiento de Isabel I, W. T. MaCCAFFREY, Elizabeth I. War and politics, 1588-1603, Princeton, 1992, passím. El autor destaca que, aunque las tropas inglesas continuaron en los Países Bajos, así como en Francia ayudando a las de Enrique de Navarra, los principales objetivos de Isabel I pasaron a ser las propias costas de la Monarquía, en especial, al final del siglo. 1182 El Papa mostró su predisposición a un acuerdo, como informó Sessa a Felipe II el 15 de agosto de 1593 (AGS, E., leg. 962, f. 197). La reina de Inglaterra, por su parte, ofreció la posibilidad de mandar un embajador permanente a Flandes para recuperar las relaciones diplomáticas (Malvasia a Aldobrandino, 29 de octubre de 1594, ASV, Fiandra, leg. 3/II, ff. 262-263).

325

manteniendo los tres enemigos de la Monarquía, que se acabarían plasmando en el

Tratado de Greenwich en 1596.

La segunda ofensiva estaría dirigida a convencer al propio Felipe II y a sus

ministros de que entraran abiertamente en la lucha en el Imperio1183. La elección de

Ernesto como gobernador de Flandes favoreció sus intenciones, ya que el archiduque, al

haber sido gobernador de la zona más cercana al peligro turco, estaba sensibilizado ante

la situación1184. Así mismo, su predisposición para llegar a acuerdos con los rebeldes

flamencos era grande y, si lo conseguía, Felipe II podría enviar tropas y dinero hacia el

Este. Una vez comprobado que el nuevo gobernador apoyaría su estrategia, la labor

diplomática de la Santa Sede se centró en otros miembros de la familia real, como la

emperatriz María, su hija Margarita o el propio rey1185, y para tal efecto se organizaron

dos embajadas a Madrid.

La primera de ellas la realizó el auditor de la cámara, que debía convencer al

monarca de que apoyara las pretensiones papales1186. Su presión, junto a la del

embajador Khevenhüller, consiguió que el monarca hispano aceptara, en un primer

momento, contribuir con 300000 ducados consignados en la flota de Indias de 1594. Sin

embargo, Felipe II suspendió el envío del dinero, al ver que no se despachaban las

patentes para la leva de soldados que Felipe II quería realizar en el Imperio ese año para

reforzar Flandes y Milán1187. El Papa protestó enérgicamente ante esta actitud y le

reprochó la gran cantidad de favores que el rey le solicitaba, como la coadjutoría de

Toledo para Alberto, y que, a cambio, no concediera ayuda alguna a sus planes1188.

Así las cosas, Clemente VIII decidió enviar un segundo diplomático, que fue

Giovanni Francesco Aldobrandino, cuñado del secretario de Estado, para hacer que

Felipe II cumpliera su promesa. El rey se mostró reacio, pero el conocimiento de las

victorias turcas en Hungría le hizo ceder y comenzó a entregar la suma prometida a

1183 “Discurso sobre los daños de la Cristiandad y particularmente de Francia y Flandes y las causas dellos y sus remedios, y exorta a ello con gran affecto de Clemente VIII a Felipe II”, 6 de septiembre de 1594, AGS, E., leg. 963, s. f. 1184 L. PASTOR, op. cit., XXIII, p. 245. 1185 AGP, Descalzas, caja 84, expediente 12, doc. 844, “Breve de Su Santidad el Papa Clemente VIII del 11 de diciembre de 1593, informando a la Infanta Sor Margarita de la Cruz del nombramiento del nuevo Nuncio, Camilo Borghese, y pidiéndole que interceda por él ante Felipe II para que éste apoye los intereses de Alemania y el Sacro Romano Imperio en la guerra contra el turco”. De igual manera, se intentó influir sobre la conciencia del rey a través del Padre Yepes, prior de San Lorenzo, que ejercía de confesor real tras la muerte de Chaves en 1592 (A. DANVILA Y BURGUERO, op. cit., p. 702). 1186 Sessa a Felipe II, 23 de noviembre de 1593, AGS, E., leg. 961, s. f. 1187 Felipe II a Sessa, 3 de septiembre de 1594, Ibídem, leg. 964, s. f. 1188 Sessa a Felipe II, 20 de octubre de 1594, Ibídem, leg. 963, s. f.

326

Khevenhüller a finales de año1189. Junto a la concesión del dinero, Francesco

Aldobrandino llevaba la comisión de presionar sobre otras cuestiones1190, entre las

cuales sobresalía la intención papal de que se concediera el Toisón de Oro al príncipe de

Transilvania para incentivarle en su lucha en Hungría1191.

Mientras se llevaban a cabo todas estas maniobras, la Monarquía había pactado

con Enrique de Navarra, tras su conversión al catolicismo, una tregua, conocida como

de la Vallete e iniciada el 12 de julio de 1593; sin embargo, la amenaza de guerra

seguiría estando presente, sobre todo tras finalizar dicho acuerdo en enero de 1594.

Fueron meses de rearme militar e ideológico por parte de ambos contendientes y,

mientras en los territorios de la Monarquía Hispana, sobre todo Flandes, se intentaba

justificar la intervención por motivos religiosos1192, Enrique de Navarra buscó

representar que la confrontación era debida a conflictos políticos y no de credo. Este

debate se antojaba fundamental, por que sin la motivación religiosa la posición

ideológica de la Liga Católica se vería seriamente dañada, aunque lo que

verdaderamente hipotecaba sus posibilidades de éxito era el cambio de orientación de la

Santa Sede. La opción tomada por Roma reforzó considerablemente la posición de

Enrique de Navarra y sus tropas, sin apenas resistencia, entraron en París el 22 de marzo

y el 28 restablecieron el Parlamento, con lo que la situación militar y financiera de la

Liga Católica se tornó crítica.

Estos graves acontecimientos provocaron discusiones entre los ministros de

Felipe II sobre la conveniencia de apoyar o no una eventual guerra con Francia. En un

principio, las únicas medidas que se tomaron tras el fin de la tregua fueron reforzar el

1189 Así se lo comunicó el rey a su embajador el 26 de diciembre de 1594 (Ibídem, leg. 964, s. f.). En 1595 se entregaron 300000 ducados a Khevenhüller y en 1596 unos 100000 (AGS, DGT, legs. 573 y 574, s. f.). 1190 “Parecer del Consejo de Estado sobre lo que se platicó en consejo en los particulares que propuso Juan Francisco Aldobrandino”, s. f. (fin. 1594), AGS, E., leg. 965, s. f. Además de lo ya visto, desde Roma se pedía que se aprestara con rapidez una armada en Sicilia, que se devolviera al elector de Colonia una ciudad que le había sido tomada y que se respondiera a las pretensiones del Papado sobre la alianza con Moscovia. De igual manera, solicitó, y consiguió, que se pudiera levantar en los estados de Felipe II un ejército de 8000 infantes y 1000 caballos (Felipe II a Fuentes, 30 de marzo de 1595, Ibídem, leg. 2223, f. 17). 1191 Esa es la intención que se vislumbra en la carta de Aldobrandino a Caetani del 20 de mayo de 1594 (ASV, Spagna, leg. 325, f. 34). Sobre este personaje y su papel en las guerras contra el turco, R. GONZÁLEZ CUERVA, "El prodigioso príncipe transilvano: la larga guerra contra los turcos (1596-1606) a través de las relaciones de sucesos", Studia Histórica. Historia Moderna, 2006 (28), pp. 277-299. 1192 Sobre este asunto, J. J. RUÍZ IBÁÑEZ, "La guerra cristiana. Los medios y agentes de creación de opinión en los Países Bajos españoles ante la intervención en Francia (1593-1598)" en A. CRESPO SOLANA Y M. HERRERO SÁNCHEZ (coords.), op. cit., I, pp. 291-323.

327

ejército de Flandes e intentar convencer al Papa de que no cediera ante la falsa

conversión de Enrique de Navarra1193.

En lo que sí estuvieron de acuerdo todos los ministros, tanto en Flandes como en

Madrid, fue en la desconfianza que les inspiraba Mayenne, del que se creía que había

negociado con enviados de Enrique de Bearn1194. Para acallar estos rumores, así como

conseguir tropas para la Liga, Mayenne se desplazó a Bruselas en mayo de 1594, donde

mantuvo conversaciones con el archiduque Ernesto y sus ministros1195. La reunión fue

muy tensa, pues mientras Feria y Diego de Ibarra se mostraron desafiantes y severos,

Ernesto estuvo distante1196. Mayenne permanecería en Bruselas hasta el 14 de octubre y,

aunque se llegó a un principio de acuerdo militar y financiero1197, la desconfianza había

presidido la reunión y si antes de este viaje la esperanzas de la Liga eran escasas,

después de él se cercenaron aún más las perspectivas. Guisa inició negociaciones por su

cuenta con Bearn, lo que, unido a la “huida” de Charles Mansfeld a Flandes, y a los

intentos de Fuentes por evitar hacerse cargo del ejército, provocó que la Liga se

comenzara a descomponer.

Pese a ello, y a los esfuerzos del Papado, la guerra entre Francia y la Monarquía

Hispana estalló con la declaración de guerra de Enrique de Bearn del 17 de enero de

15951198, documento en el cual se evitaba hacer referencia a la religión y se acusaba al

monarca hispano de haber intervenido en Francia en provecho propio, sirviéndose de las

luchas internas que asolaban el país.

1193 “Paresçer del Consejo”, 21 de mayo de 1594, AGS, E., leg. 2855, s. f.. 1194 Se pueden encontrar numerosos ejemplos en A. HERRERA, op. cit., p. 275, CABRERA, III, p. 1557 o C. Mansfeld a Felipe II, 18 de marzo de 1594, AGS, E., leg. 607, f. 126, "Aqui he topado con Juan Bautista de Tassis que viene de Paris y me ha confirmado lo que tantas vezes he escrito del Duque de Umena. Su fin ha sido siempre de hazer sus negocios engañando a V. Majestad, assi que soy siempre de pareçer, que es mas que tiempo de mirar que por términos particulares se consiga lo que V. Majestad dessea". 1195 Del papel sobre las demandas que Mayenne dio a Ernesto y sus respuestas a las mismas conservamos, al menos, tres copias en el legajo 607; una en el f. 22, otra, con el nombre “Copia del papel que dio el duque de Umena a su Alteza quando vino personalmente a Bruselas en 28 de mayo 1594”, en el 26 y la tercera y última, “Lo que se puede responder al papel del Duque de Umena satisfaciendo a los capitulos por números, y hazerse recuerdo a su Alteza que no conviene darselo por escrito sino que se le diga su Alteza verbalmente” en el 27. 1196 H. DROUOT, Mayenne et la Bourgogne, 1587-1596. Contribution a l´histoire des provinces françaises pendant la Ligue, Tesis doctoral, París, 1937, II, p. 359. 1197 “Lo que había propuesto Ernesto a Umena”, 8 de octubre de 1594, ASV, Fiandra, leg. 3/II, ff. 250-251. Felipe II había decidido continuar la guerra, para lo cual levantaría un ejército de 16000 infantes y 3000 caballos, y concedería una ayuda de 10000 ducados al mes. Como garantía para apoyar a Mayenne, este debía entregar a Felipe II la villa de Soissons, que le sería reintegrada posteriormente. 1198 Texto en J. DUMONT, Corps universel diplomatique du droit de gens, Ámsterdam, 1726-1731, V, p. 512. Esta declaración fue contestada por Felipe II el 7 de marzo con un edicto (RAH, Papeles de Jesuitas, 9/5756, nº 27).

328

Tras esta declaración, el Papado reaccionó rápidamente y aceleró las

negociaciones con Enrique de Navarra para que retornara a la Iglesia1199. Dichas

conversaciones se venían llevando a cabo desde hacía tiempo, aunque estuvieron a

punto de irse al traste por la expulsión de los jesuitas franceses en enero de ese mismo

año. Tras salvar el escollo, el 1 de septiembre de 1595, aunque la bula tenía fecha del

17, Clemente VIII absolvió a Enrique IV, que, de esta forma, pasó a ser legitimado

como rey de Francia1200. Gracias a ello, se restablecieron las relaciones diplomáticas

normales entre Francia y la Santa Sede, que envió como nuevo nuncio al cardenal

Alejandro de Médicis, futuro papa León XI1201.

La aceptación de la conversión de Enrique IV libró a los papas de la tutela a la

que habían estado sometidos por los monarcas hispanos, al mismo tiempo que

desproveía de justificación religiosa a Felipe II y la guerra pasaba a ser una simple

confrontación militar entre dos potencias enemigas. Desde ese momento, la Monarquía

centró sus esfuerzos en hacer valer los derechos de Isabel Clara Eugenia como heredera

de Bretaña y del Auvergne, renunciando a la vieja aspiración de que ocupara el trono de

Francia1202, y la consecución de la paz entre ambos países comenzó a dejar de ser una

posibilidad descabellada1203. La Liga Católica había perdido su razón de ser y se puede

considerar la fecha del 28 de octubre de 1595 como el final de la misma1204.

Sin duda, una de las principales herramientas de las que había dispuesto el

papado para llegar a este punto, resultó ser Malvasia. Desde su legacía trabajó sin

descanso para que se llegara a acuerdos de paz con franceses, ingleses y holandeses y

procuró orientar a los ministros de Felipe II y a Ernesto hacia el Imperio1205. Clemente

VIII, conocedor del relevante papel desempeñado por su enviado, decidió reforzar su

1199 Las negociaciones entre la Santa Sede y Enrique de Navarra han sido tratadas en numerosas ocasiones, como L. PASTOR, op. cit., XXIII, pp. 73-143. 1200 Hay varias copias de la “Relación de la absolución de Enrique 4º de francia el 17 de septiembre de 1595”, entre otras AGS, E., leg. 965, s. f. y BNM, Ms. 3827, ff. 230-233. Más detalles de esta ceremonia en S. GOULART (ed.), Mémoires de la Ligue. Contenant les évenements les plus remarquables depuis 1576 jusqu´à la paix accordée entre lo Roi de France et le Roi d´Espagne en 1598, Amsterdam, 1758, V, pp. 403 y ss. 1201 Para las relaciones entre Francia y el Papado después de septiembre de 1595, L. PASTOR, op. cit., XXIII, pp. 144-183. 1202 La justificación de los derechos de Isabel Clara Eugenia a Bretaña en BNM, Ms. 6604. Sobre la intervención, V. VÁZQUEZ DE PRADA, "Un episodio significativo de las relaciones de Felipe II con la liga: la intervención en Bretaña (1589-1598)" en J. MARTÍNEZ MILLÁN (coord.), Felipe II (1527-1598)..., I, pp. 923-949. 1203 “Paresçer del Consejo de Estado”, s. d. (h. 1596), AGS, E., leg. 2855, s. f. 1204 Sobre las negociaciones entre el Papado y Francia para la absolución de Enrique de Navarra y sus consecuencias sobre la Liga, G. BAGUENAULT DE PUCHESSE, op. cit., pp. 56-66 y H. DE L´ÉPINOIS, "Les derniers jours de la Ligue. La France en 1592. Etats 1593. Absolution de Henry IV", Revue des questions historiques, 34 (1883), pp. 34-114. 1205 Sessa a Felipe II, 14 de abril de 1594, AGS, E., leg. 963, s. f.

329

posición nombrándole primer nuncio o enviado ad latere de la historia de Flandes1206,

tras petición previa del propio Malvasia.

La versión oficial sobre la creación de la nueva nunciatura de Flandes fue que,

tras la llegada de Ernesto a dichas tierras se encontraba presente un príncipe de la

sangre, por lo que era necesario que Roma tuviera una representación diplomática

adecuada. Sin embargo, el motivo real de dicha petición, además del medro personal,

fue el trato distante que el nuevo gobernador dispensó a Malvasia cuando le entregó en

abril el breve papal mediante el cual se le consideraba comisario en Francia. Al ser su

condición de menor categoría que la de un nuncio, el archiduque no le mostró

demasiado afecto y Malvasia se tuvo que retirar a Amberes, aislado de los negocios y

con el consiguiente perjuicio para los intereses papales1207. Ante esta situación,

Malvasia pidió un breve donde se le nombrara nuncio y el 17 de septiembre de 1594,

tras intermediación del cardenal de Estado Aldobrandino, este fue expedido en

Roma1208. El 11 de noviembre, Malvasia presentó dicho documento al archiduque

Ernesto, que, de inmediato, modificó su actitud hacia él y le comenzó a consultar

asuntos de relevancia1209.

Paradójicamente, la recepción del breve papal prologó la salida de Malvasia de

Flandes. Los manejos de Roma, como era lógico, habían tensado las relaciones con la

Monarquía y la actitud del nuncio en defensa de esos intereses le convirtió en uno de los

principales objetivos de las críticas de los ministros más “castellanistas” de Felipe II en

Flandes.

Ya desde mediados de 1593, el secretario Esteban de Ibarra había focalizado en

Malvasia sus ataques ante la deriva de la política exterior pontificia1210. Para evitar

enfrentamientos, el enviado papal decidió establecerse en Amberes tras el asesinato de

Appio Conti, donde siguió recibiendo información de primera mano sobre lo que

sucedía en Bruselas gracias a las frecuentes visitas de Fuentes, del cual se hizo muy

1206 Sobre la condición de Malvasia como primer nuncio en Flandes hay discrepancias, ya que algunos autores apoyan esta idea (R. MAERE, Les origines de la nonciature de Flandre..., p. 811), mientras que otros consideran que hasta que no fue nombrado Ottavio Mirto Frangipani en 1596 no se puede considerar inaugurada la nunciatura de Flandes (COMF, I, p. XI). Sin embargo, creemos que el breve papal que envió Clemente VIII a Malvasia certifica su condición de primer nuncio. 1207 Malvasia a Agocchi, 6 de agosto de 1594, ASV, Fiandra, leg. 3/II, ff. 188-189. 1208 Publicado en R. MAERE, Les origines de la nonciature de Flandre..., pp. 828-829. 1209 Malvasia a Aldobrandino, 11 de noviembre de 1594, ASV, Fiandra, leg. 3/II, f. 282. 1210 E. Ibarra a Felipe II, 17 de junio de 1593, AGS, E., leg. 605, f. 86, "Todavía he tenido por conveniente por cumplir con mi obligación aunque parezca atrevimiento dezir a V. Majestad que todo lo que se ha descubierto del pecho deste comissario es leche mamada de la escuela de Italia que es la fragua donde se forjan todas las mas perniçiosas resoluciones".

330

amigo1211. Esta estrecha relación sufriría un fuerte deterioro cuando el noble castellano

escribió a Sessa para informarle de que Malvasia, pecando quizás de exceso de

confianza en el conde, le había informado de que el Papa nunca había tenido intención

de apoyar la candidatura de Isabel Clara Eugenia. Sessa interrogó a Clemente VIII sobre

tal asunto, negando éste las opiniones vertidas por su comisario1212, que recibió una dura

reprimenda, ya que no era conveniente que los ministros de Felipe II supieran las

verdaderas intenciones de Clemente VIII1213. El enviado pontifical rectificó sus

declaraciones e intentó explicar a Aldobrandino que Fuentes había malinterpretado sus

palabras. Posteriormente, se entrevistó con el noble castellano que, a su vez, se disculpó

con él, al mismo tiempo que mostraba su satisfacción por su labor1214. Del mismo modo,

Fuentes reprochó a Sessa que hubiera comunicado al Papa sus conversaciones privadas

1211 Fuentes a Felipe II, 20 de junio de 1593, Ibídem, leg. 604, f. 114 y Malvasia a Aldobrandino, 3 de julio de 1593, ASV, Fiandra, leg. 3/I, f. 124 r., “Passano pochi giorni ch´il signore Conde di Fuentes non venga a ritrovarmi in casa con darmi parte di quanto passa”. 1212 Sessa a Fuentes, 19 de julio de 1593, AGS, E., leg. 962, f. 206, "Conforme a esta resolución de su santidad podrá V. S. ver quan mal informado estava Monseñor Malvasia que ni aquí era persona con quien su santidad comunnicarva los pensamientos ni el officio que llevo le obligo tampoco a darle después razón dellos. Ay gente que por autorizarse hablan mas de lo que saben, yo no pude dexar dezirselo a su Santidad quexándome de que sus ministros hablassen en Francia en tan differente lenguaje del que hablava aca su santidad lo qual no podía dexar de hazer alla sino muy malos effettos pues muchos creerian que no hablavan sin fundamento no siendo razón que se arrojassen a ello sin orden y gusto de su santidad. Encolerizóse grandemente el Papa, y dixo que Malvasia era una bestia y se metia en lo que no sabia que no era hombre a quien avia de aver dado parte de semejantes negocios, y en otra audiencia después me mostró su santidad lo que le avia escripto sobre esto diziendole que se maravillava que se metiesse a hablar en lo que no sabía y tan al revés de la intención de su santidad que siempre avia sido y era en todo aquello que no estorvasse el servicio de Dios y bien publico de la religión en Francia dessear el gusto y satisfacion de su Majestad hasta llenar sobre sus hombros a la señora Infanta, y hazerla Reyna de Francia si estuviera en su mano". 1213 Malvasia a Aldobrandino, 6 de agosto de 1593, ASV, Fiandra, leg. 3/I, f. 166 r., "Con estremo dolore ho inteso quanto V. Illma. ha scritto (...) sopra il disgusto ch´ha sentito N. S. dei discorsi passati tra il conde di Fuentes e me, et della relatione fatta a S. Sta. dal Duca di Sessa ch´io habbi detto che il Beatitudine non aiutara l´Infante". 1214 ID., 14 de agosto de 1593, Ibídem, f. 185 r. y Billete de Fuentes a Malvasia enviado a Sessa, 10 de agosto de 1593, AZ, Carpeta 40, doc. 55 a., "Pesaría mucho que se pudiesse aver tomado diferentemente la sustancia de la plática que tuvimos en Anvers de las cosas de Francia siendo como fue discurrir en ellas todo lo que allí se trató i no que se uviesse tratado de la voluntad de su santidad ni dicho de su parte nada ni quien conoce a V. S. Rma. se pueda persuadir, aunque supiera su deliberada voluntad lo dixera a nadie i annsi con la verdad en la mano podrá parecer V. S. Rma. a su santidad lo que siempre i a los Ministros de su Majestad el zelo con que a acudido a su servicio en Francia i aqui de que soy yo buen testigo i de que quedo con la soledad que V. S. Rma. hara a quien la tendrá tanta i desto i de todo avisare mui particularmente al señor Duque de Sessa".

331

y le conminó a favorecer al comisario pontificio1215, aunque el malentendido enfriaría

unas relaciones ya de por sí difíciles1216.

Esteban de Ibarra redoblaría sus críticas hacia Malvasia en 1595, informando al

rey sobre sus actitudes1217, al tiempo que encargaba al embajador Sessa y al duque de

Feria, que había marchado a Italia a comienzos de año, que comunicaran en Roma la

animadversión del diplomático pontificio hacia los presupuestos de Felipe II en lo

referente a Francia1218. Su campaña surtió efecto y, aunque el Papa defendió la gestión

de Malvasia, admitió la posibilidad de enviar un nuevo delegado ad latere. En concreto,

se empezó a especular con el nombre de Ottavio Mirto Frangipani, obispo de Tricarico

y nuncio en Colonia desde 15871219.

Aunque también era firme defensor de las prerrogativas papales, Frangipani era

menos radical en las formas que Malvasia y Felipe II siempre había abogado por su

1215 Fuentes a Sessa, 18 de agosto de 1593, Ibídem, GD 4, doc. 54. 1216 ID., 4 de octubre de 1593, Ibídem, doc. 52, "Por la cifra veo el fin que movió a dezir al Papa lo que dixo Malvasia declarando persona el cual o por la reprehensión que de allá se le dio o por otros respetos no me escrive como solía". 1217 E. Ibarra a Felipe II, 15 de marzo de 1595, AGS, E., leg. 610, f. 23, "El Príncipe de Bearne está en París sin aver hasta agora hecho mudança aunque cada dia publica que va a Lion, predicase en 4 partes de aquella villa la seta de Calvino publicamente y aunque el va a misa deve de ser para ofender mas a Dios porque en todas las otras demostraciones es mas hereje que antes de su fingida conversión. Con todo esto ay avisos que esta con grandes esperanças de obtener la absolución del Pontífica y çerca desto escrive a V. Majestad el Duque de Feria lo que aqui se ha descubierto por ciertos papeles de casa deste Monseñor Malvasia que aquí tiene el Papa, el ser derechamente inclinado a las cosas de Bearne, y aunque hasta agora tengo por averiguar que aya 4 italianos vassallos de V. Majestad que dessean su servicio yo no he echado de ver en ninguno tan ruyn intención como la deste y no la deve de saver encubrir pues se la conozco yo. Al Duque de Sesa se lo he escrito porque tengo por cosa cierta que estaría mucho mejor en Roma que aquí no se si lo ha de impedir averle dado su santidad insignias de nuncio aunque sospecho que fue solo por contemplación de estar en este govierno la persona de su Alteza". 1218 E. Ibarra escribió a Sessa en diversas ocasiones sobre este asunto, como el 9 de abril (IVDJ, Envío 47, doc. 295), el 29 de agosto (Ibídem, doc. 299), “Este Malvasia señor haze aquí vinagre i cada día le hallamos en maletines falsos descubriéndole derechamente tan enemigo de todo aquello que va dirigido al servicio y gobierno del rey nuestro señor como si fuera el de Bearne”, o el 19 de septiembre de 1595 (Ibídem, doc. 300). 1219 Nacido en Nápoles en 1542 o 1543, fue abad secular de la abadía benedictina de San Benito en Capua hasta que el 19 de noviembre de 1572 se le nombró obispo de Cajazzo y, poco después, gobernador de la villa de Bolonia; cargos ambos en los que sustituyó a su tío, Fabio Mirto Frangipani, diplomático de Sixto V. En junio de 1587 pasó a ser nuncio en Colonia, cargo que ejercería hasta 1596, y durante su legacía destacan sus enfrentamientos con Coriolan Garzadoro, enviado en diciembre de 1593 para nombrar un coadjutor del arzobispo de Baviera y para ocuparse de ciertos asuntos de los Países Bajos. Pese a ello, gozó de una alta estima por parte de todos los señores de su entorno como Farnesio, Ernesto de Baviera o Alberto, lo que le supuso su nombramiento como nuncio en los Países Bajos, donde permaneció durante 10 años (1596-1606). Tras ese periodo retornó a Italia, pese a las peticiones de los Archiduques porque permaneciera en Flandes, donde fue nombrado arzobispo de Tarento, ciudad en la que ejercería hasta su fallecimiento el 24 de julio de 1612 (Biografía en COMF, I, pp. XLVIII-LII y 325-385).

332

nombramiento como nuncio para Flandes, siendo también del gusto de Esteban de

Ibarra o del archiduque Alberto. Además, como nuncio de Colonia había viajado en

varias ocasiones a Flandes y en 1592 intervino en la creación de un vicariato apostólico

en las Provincias Unidas, por lo que conocía la situación real del territorio. El Pontífice

se mostró dispuesto a llevar a cabo la sustitución1220 y el 17 de septiembre de 1595,

mismo día que se había absuelto a Enrique IV, se lo comunicó a su nuncio en

Flandes1221. La coincidencia entre ambas fechas, evidentemente, no es casual, pues

Clemente VIII había ligado la labor de Malvasia a la situación en Francia y, una vez

absuelto Enrique IV, hacía falta un diplomático más dialogante y mejor aceptado por

Felipe II para evitar tensiones innecesarias en los espinosos asuntos que quedaban

pendientes como el de Cambrai.

Antes de conocer la noticia, Felipe II hizo lo posible por influir sobre su sobrino

Alberto para que pidiera la revocación de Malvasia1222. El archiduque cumplió

solicitamente las peticiones de su tío y, una vez en Flandes, escribió a Roma pidiendo el

relevo del nuncio, sin saber que este estaba ya decidido. En respuesta de esta misiva, el

20 de abril de 1596 se envió al archiduque el breve en que Clemente VIII le comunicaba

que Ottavio Mirto Frangipani iba a ser el nuevo nuncio1223.

Éste personaje hizo su entrada en Bruselas el 15 de septiembre, tras haber dejado

a Garzadoro como nuncio de Colonia. No pudo coincidir con su predecesor Malvasia en

Bruselas, pues éste había partido antes de su llegada, no sin antes cerciorarse de dejar

operativa el resto de la red informativa del papado en esas tierras, que estaba compuesta

por Alexandro Malaspina1224, Ridolfo Baglioni y Santi Ambrogi1225.

1220 Sessa a E. Ibarra, 25 de agosto de 1595, IVDJ, Envío 47, doc. 312. 1221 R. MAERE, “Les origines de la nonciature de Flandre...”, pp. 817-818. 1222 Felipe II a Alberto, 26 de octubre de 1595, AGS, E., leg. 2223, f. 101, "Esteban de Ibarra me ha escrito lo que del entendereys particularmente pues le ordeno que os de quenta dello del humor del nunçio de su santidad que reside en essos estados, que no es el que conviene al bien dellos y mi servicio, y por lo que importa que la persona que ocupare esse lugar sea muy zelosa del servicio de nuestro señor y bien público de la cristiandad, y también afiçionada a mis cosas especialmente en estos tiempos por los negocios que ay corren, me ha pareçido ordenar al Duque de Sessa como le he hecho que pida a su santidad de mi parte que le mude luego y embie otro de las partes necesarias. Será bien que vos escribais al mismo Duque lo que al propósito os pareciere después que ayays entendido el proçeder del dicho nunçio, y que en este medio le hagays mirar a las manos para que si no anduviera como deve no resulte dello ningún inconveniente y me avisad de lo que en esto se os ofreçiere". 1223 COMF, I, pp. 385-386. Sus instrucciones como nuevo nuncio datan del 27 de abril y están publicadas en A. CAUCHIE y R. MAERE, Recueil des instructions générales aux nonces de Flandre (1596-1635), Bruselas, 1904, pp. 1-7. 1224 Hermano de Germanico Malaspina, nuncio extraordinario en Colonia y que en 1585 había pasado como nuncio titular a Viena. Alexandro formaba parte del ejército de Felipe II y participó en la guerra contra Francia, siendo nombrado, incluso, consejero de guerra en Flandes. Fue encargado por el Vaticano de mantener el flujo de información que había conseguido

333

Con la llegada de Frangipani a Bruselas, se daba inicio a una nueva etapa de las

relaciones entre la Monarquía Hispana y el Papado en el Norte de Europa.

Malvasia para la Santa Sede tras ser este relevado (R. MAERE, Origines de la nonciature de Flandre..., p. 818). 1225 Ciriaco Bartoli (para los despachos importantes a la Santa Sede) fue uno de los corresponsales de la secretaría de Estado de Roma en Flandes antes de la creación de la nunciatura. Era un intermediario comercial en Amberes, con residencia en Bruselas, aunque su situación financiera no fue brillante hasta que Mateucci le tomó a su servicio en 1592. Desde ese momento, envió sus propios avisos a Roma, así como despachos diplomáticos. Rindió también grandes servicios a Malvasia, aunque fue utilizado en menor medida por el nuncio Frangipani (COMF, I, p. 13, nota 1 y R. MAERE, Origines de la nonciature de Flandre..., pp. 819-820).

334

CAPÍTULO 8

EN PUERTAS DE LA CESIÓN:

EL GOBIERNO DEL ARCHIDUQUE ALBERTO (1596-1598)

8.1.- La elección de Alberto como nuevo gobernador de Flandes, la formación de

su Casa y la Jornada hacia su nuevo destino político

La llamada del archiduque Alberto a Madrid había sido sustentada por Cristóbal

de Moura y Juan de Idiáquez ya que ambos, para continuar ejerciendo su privanza,

necesitaban el apoyo de una persona de la familia real ante la eventual muerte del rey y

la dificultad, cada vez mayor, que se iban encontrando para acceder al príncipe Felipe,

debido al control que ejercía el marqués de Denia sobre su entorno. El sobrino del rey

compartía sus ideas políticas, con lo que se presentaba como el hombre ideal. Sin

embargo, los dos consejeros, sobre todo Moura, quisieron fiscalizar las actuaciones del

archiduque, para evitar que este pudiera actuar por su cuenta y se fuera haciendo poco a

poco con el manejo de los negocios. La cercanía del noble portugués comenzó a

importunar a Alberto y la desconfianza entre ellos se fue haciendo patente1226, al mismo

tiempo que el sobrino del rey mantenía enfrentamientos con otros cortesanos, caso de

Velada1227, Rodrigo Vázquez de Arce, presidente del Consejo de Castilla1228, e incluso

el propio príncipe Felipe. De este modo, la situación se asemejaría a la que se había

producido en la Corte madrileña en 1576 con don Juan de Austria, al haberse convertido

en una figura incómoda para todos los grupos políticos. Debido a ello, se comenzó a

cuestionar si el regreso de Alberto había resultado acertado o no, por lo que los privados

de Felipe II no dudaron en apoyar su envío a Flandes al conocerse la muerte de su

hermano Ernesto1229.

1226 S. MARTÍNEZ HERNÁNDEZ, op. cit., p. 332. 1227 Marqués de Velada al Conde de Oropesa, 1593, AHN, Sección Nobleza (Toledo), Frías, caja 119, doc. 145, "El Rey ofreçió al Cardenal (Archiduque) y aún tiénelo por escrito que las mañanas subiría a tratar con él de negoçios y sola una vez o dos lo a hecho, y el Cardenal es desconfiado y aparejado para sentirse de cualquier cosa déstas, aunque no lo dize pero yo se lo e hechado de ver algunas vezes y dícholo a don Christóval y luego e visto que el Rey lo procura remediar". 1228 Villapadierna al conde de Gondomar, 12 de febrero de 1594, BPRM, Ms. II/2149, doc. 111, "En la corte dicen que un dia estando el coche del presidente en el çaguán de palacio llegó el del príncipe cardenal y echaron de allí al del presidente diciendo que junto a coche de persona real no a de estar otro. Otro dia dicen que volvió el coche del presidente y fue con el el caballeriço del presidente a guardarle y viniendo el del príncipe cardenal sobre echarle de allí los alabarderos dieron de palos al caballeriço del presidente y le echaron de allí". 1229 Nuncio Caetani a Aldobrandino, 26 de abril de 1595, ASV, Spagna, leg. 46, f. 269 r.-v. "Questa grave infirmita e stata causa che hoggi si sia publicata la deputatione del Cardinale

335

El fallecimiento de éste, había desencadenado toda una serie de rumores sobre

cual sería el candidato idóneo para sustituírle y en Flandes, Esteban de Ibarra, manifestó

su convicción de que los mejores eran siempre los castellanos, aunque no compartieran

su ideología, y propuso a Juan Fernández de Velasco, condestable de Castilla1230, al

conde de Fuentes y al duque de Sessa1231. Junto a estos aspirantes aparecieron otros

como Ranuccio Farnesio o el duque de Feria1232. Sin embargo, todos ellos se desecharon

rápidamente, al quedar patente que el candidato debía ser un príncipe de la sangre -ya

que los naturales no iban a volver a tolerar un nuevo ultraje a sus fueros, como el que

había supuesto el nombramiento de Fuentes como interino-, y, además, perteneciente a

la Casa de Austria, ya que el dinasticismo que estaba propugnando la Monarquía

consideraba como pilar básico al gobernador de Flandes para esposarle con Isabel Clara

Eugenia y concederles la soberanía de los Países Bajos, una vez se fue consciente de

que ella ya no podía optar al trono francés. Sin duda, estos condicionantes reducían

significativamente los futuribles, aunque salieron a colación los nombres de Carlos de

Austria1233, del marqués de Burgau, segundo hijo del archiduque Fernando del Tirol, del

archiduque Maximiliano1234 y, por supuesto, de Alberto.

Pese a su idoneidad, no se pensó automáticamente en este último como

gobernador y, de hecho, se continuó negociando con Roma para que se le concedieran

las bulas y el indulto necesarios para que pudiera ejercer como arzobispo de Toledo1235.

Sin embargo, la presión que ejercieron Moura e Idiáquez sobre Felipe II y las

negociaciones que se mantuvieron con la emperatriz María permitieron que el 22 de

abril de 1595, aunque no se hizo público hasta el 26, ya se hubiera decidido que el

nuevo gobernador de Flandes iba a ser el archiduque Alberto1236. De esta manera, los

privados del rey conseguían dos importantes objetivos: alejar a un personaje que les

Arciduca al governo delle stati di Fiandra in luogo del Arciduca Ernesto (...) Li spagnoli pretendenti in Corte non mostrano dispiacere alcune della partita di S. A." 1230 E. Ibarra a Felipe II, 6 de marzo de 1595, AGS, E., leg. 610, f. 13, "Y si se ha de proveer esta otra traça por interin vea V. Majestad si sera a propósito el Condestable quanto a vassallo no se le puede V. Majestad dar de mas qualidad y me dizen que es gran republico, trabajador y hombre que sabra ganar las voluntades y es también buena consideración estar en camino y tan a la mano y que puede ser aqui muy presto y con fuerças que socorran estas neçessidades y le hagan ser mas bien rescebido". Su candidatura también fue apoyada por Juan Bautista de Tassis, que escribió a Felipe II el 12 de marzo (Ibídem, f. 169). 1231 E. Ibarra a Común, 6 de marzo de 1595, Ibídem, f. 12. 1232 P. VAN ISACKER, “Pedro Enríquez de Azevedo...”, p. 229. 1233 “Discurso de Pedro Bravo de Buitrago (comisario de muestras en Flandes)”, s. d. (h. marzo 1595), AGS, E., leg. 607, f. 218. 1234 J. B. Tassis a Felipe II, 12 de marzo de 1595, Ibídem, leg. 610, f. 169. 1235 Felipe II a Sessa, 6 de abril de 1595, Ibídem, leg. 1855, s. f. 1236 CABRERA, III, pp. 1544-1545.

336

estaba resultando incómodo, al tiempo que situaban a alguien afín ideológicamente en el

gobierno de uno de los territorios más importantes de la Monarquía.

El rey decidió comunicar la decisión en primer lugar al Papa, al tiempo que le

solicitaba que suspendiera la consagración de su sobrino y que le concediera los

beneficios del arzobispado de Toledo aún durante su ausencia1237, ya que Felipe II había

tenido que hacer uso de la pensión de 20000 ducados que Alberto tenía sobre las rentas

del mismo para conceder mercedes a diversos religiosos1238. Las desavenencias entre

Madrid y la Santa Sede respecto a la administración del gran arzobispado habían sido

constantes desde la petición de la coadjutoría y el indulto para Alberto en 1593, ya que

Roma había pretendido, a cambio, que el sobrino del rey ayudara a que se respetara la

jurisdicción eclesiástica en Portugal1239. Sin embargo, Alberto se mostró reacio a

colaborar1240, por lo que la nueva petición real provocó protestas papales. Unas duras

negociaciones llevaron, finalmente, a que Clemente VIII concediera al archiduque un

breve para gobernar el ejército de Flandes,1241 así como que pudiera disfrutar de los

frutos del arzobispado por dos años, aunque estuviera ausente.

Tras comunicar la elección a la Santa Sede, se hizo partícipes de la misma al

conde de Fuentes, a Esteban de Ibarra y a Juan Bautista de Tassis1242. Rodolfo II fue,

asimismo, informado y, al contrario de lo que había sucedido con Ernesto, no puso

1237 Felipe II a Clemente VIII, 22 de abril de 1595, CPh. II, IV, nº 815, p. 301 e IVDJ, Envío 47, f. 30. A través del duque de Sessa, en carta del mismo día (CPh. II, IV, nº 816, p. 302), Felipe II pidió que se le dieran los beneficios del arzobispado de Toledo, con el derecho de ausentarse de allí por dos años. 1238 El reparto de este dinero ya lo hemos mencionado en el capítulo anterior, en el epígrafe “La sustitución del modelo católico hispano por el paradigma católico romano con Clemente VIII (1592-1604)”. 1239 Aldobrandino a Caetani, 2 de agosto de 1594, ASV, Spagna, leg. 320, f. 151. 1240 Alberto al Obispo de Leiria, 15 de noviembre de 1593, BA, Ms. 51-VIII-12, f. 2, "En la qual me da larga quenta de quan perjudiçiales le pareçen por las raçones que alega muchas provisiones de los benefiçios reservados a la sede apostólica, como hoy dia corren en Roma, haçiendose solo en personas residentes en aquella Corte, adonde no es conoçida la falta y defettos, assi proprios dellas como de sus parientes, ni se hazen las informaçiones que se requieren para el bueno y deçente serviçio de las iglesias, y ellos las hazen alla falsas, informando a sus prelados en materia de previlegios, libertades y jurisdiçiones eclesiásticas, y a este proposito refiere, lo que a el en particular le toca, y a su iglesia, con la provisión que en Roma se ha hecho de una canongia della en Ambrosio Cardoso, defetuoso, como diçe que lo tiene justificado, en las condiçiones de su naçimiento y a este tono diçe otras cosas çerca la mesma materia, concluyendo que si no se atajan estos inconvinientes que reçibiran las iglesias grandes daños, de que deve de dar quenta de todo esto a los governadores, informándolos muy particularmente de lo que açerca desto entiende y ellos haran su offiçio. Yo hare también con el Rey nuestro señor el que entendiere conviene a su serviçio, tratandose desta materia". 1241 Con fecha del 26 de mayo, se encuentra en BNM, Ms. 3832, ff. 162 r.-163 r. 1242 Las cartas para los tres personajes son del 2 de mayo; la de Fuentes se encuentra en AGS, E., leg. 2223, f. 19, la de Esteban de Ibarra en Ibídem, f. 49 y la de Tassis en Ibídem, leg. 2846, f. 81.

337

reparo alguno en la elección, ya que otro de los posibles candidatos al puesto era el

archiduque Maximiliano, del cual no podía prescindir, al ejercer un oficio de

importancia estratégica fundamental en el Imperio1243. Posteriormente, la decisión se

hizo pública y fue considerada un acierto en todos los mentideros cortesanos1244, aunque

hubo muestras de sorpresa al considerar el sacrificio que realizaba el rey, ya que Alberto

le dejaba de ayudar en tareas de gobierno y abandonaba el arzobispado de Toledo, por

cuyo nombramiento tanto había luchado Felipe II1245.

Enseguida se iniciaron los preparativos para que el archiduque pudiera marchar

pero, como solía suceder en estos casos, se prolongaron por espacio de varios meses y el

inicio de la Jornada se retrasó hasta agosto. La tardanza debe ser achacada, sin duda, a

la falta de dinero y al cuidado con el que se formó su Casa1246, en previsión de evitar

incidentes similares a los acaecidos con servidores de gobernadores anteriores1247.

Aunque el trabajo de organización era ingente, parte de la renovación del séquito

se había realizado con anterioridad, ya que la mayoría de los servidores portugueses

habían quedado en su tierra natal, excepto algunos como el cazador Manuel Pimenta,

que sirvió hasta 1597, o el cocinero Antonio de Almeida, que dejó de servir en 1595.

Además, al poco de llegar Alberto de Portugal, Felipe II encargó a Moura que

interviniera en su Casa “por lo asiduo que le veo a sus criados”1248 y por la pérdida de

control del soberano sobre los servidores de su sobrino, debido a su larga estancia en el

reino vecino.

La primera actuación que se produjo fue el nombramiento, como ya hemos visto,

de Hans Khevenhüller como mayordomo mayor y sumiller de Corps, en lugar de un

envejecido Juan de Ayala, decisión en la que podemos intuir la intervención de la

1243 Guillén a Felipe II, 23 de mayo y 27 de junio de 1595, Ibídem, leg. 702, s. f. Rumpf y el Barón Trautman le comunicaron al embajador que el emperador consideraba acertada dicha elección y convenía en la necesidad de dar amplios poderes a Alberto para que tratara de la paz con los rebeldes holandeses. 1244 El despacho del rey donde se comunicaba el nombramiento de Alberto tenía fecha del 2 de mayo y llegó a Flandes a mediados de junio. Desde ese momento, los principales ministros escribieron a Felipe II para expresar lo acertado de su elección, como Fuentes el 14 de junio (AGS, E., leg. 609, f. 35), Feria el 15 (IVDJ, Envío 47, doc. 279), D. de Ibarra el 16 (AGS, E., leg. 609, f. 148) y E. Ibarra el 20 (Ibídem, leg. 610, f. 81). 1245 Nuncio Caetani a Aldobrandino, 26 de abril de 1595, ASV, Spagna, leg. 46, f. 269 r.-v.; Damián Fernández al conde de Gondomar, 29 de abril, BPRM, Ms. II/2149, doc. 167 o D. Ochoa de Avellaneda al conde de Gondomar, 1 de mayo, Ibídem, doc. 165. 1246 Sobre la Casa del archiduque Alberto, los componentes de la misma, la estructura que tuvo en Flandes y la evolución de cada sección de la misma, así como los preparativos de ese momento, nuestro ponencia en prensa citada anteriormente. 1247 Esta era una reclamación que se realizaba de forma insistente con cada nuevo gobernador, como reflejó Esteban de Ibarra a Felipe II el 6 de marzo de 1595 (AGS, E., leg. 610, f. 10). 1248 CABRERA, III, p. 1483.

338

emperatriz María. Pese a este traspiés inicial, Moura no se rindió y buscó un

mayordomo mayor que sirviera a sus designios. Los candidatos al oficio eran muchos,

así como la expectación por el nombre del elegido1249, sin descartar al propio

Khevenhüller, que procuraba mantener sus oficios, cansado ya de su estancia en Madrid

y deseos de seguir intentando controlar el entorno del archiduque1250. Sin embargo, sus

peticiones fueron desoídas y tuvo que ceder finalmente sus cargos en el servicio de

Alberto; el de sumiller de Corps fue a parar a manos de Maximiliano de Dietrichstein y

el de mayordomo mayor a las de Francisco de Mendoza, almirante de Aragón1251.

Éste personaje, que había permanecido encerrado en el castillo de Turégano y en

el convento de la orden de Calatrava en Calatrava la Nueva tras hacer de intermediario

en el matrimonio no aprobado por el rey de Mencía, hija del duque del Infantado, con

Antonio Álvarez de Toledo, nieto del “Gran Duque”, consiguió el puesto gracias al

pacto al que llegó con el conde de Chinchón para contraer matrimonio con su hermana

doña Mencía de la Cerda. A través de dicho enlace, el almirante pretendía que su

cuñado le liberara de su prisión y le diese un oficio en la Casa Real1252. Chinchón aceptó

y el 2 de julio de 1592 fue excarcelado Francisco de Mendoza, aunque no se

cumplimentó totalmente su puesta en libertad hasta el 19 de agosto. Ya libre, se

iniciaron las negociaciones para celebrar el matrimonio, pero estas se truncaron tras

cambiar de idea la futura esposa; de esta manera, el almirante quedó exonerado de su

compromiso, pero perdió el favor del privado del rey. La promesa real de concederle un

oficio en alguna Casa quedaba pendiente, y no se cumpliría hasta su nombramiento

como mayordomo mayor del archiduque Alberto a comienzos de 1595.

El almirante de Aragón, como buen Mendoza, tenía una gran afinidad a la

corriente espiritual que hemos definido como propia de la facción “papista”, pero, sin

embargo, su oficio como mayordomo mayor de Alberto se lo debió a un insigne

“castellanista” como el conde de Chinchón. Esta es la razón por la cual su

comportamiento en Flandes fue, a veces, equívoco y difícil de definir, ya que apoyó en

numerosas ocasiones la jurisdicción eclesiástica, pero sin contravenir las órdenes de su

1249 Conde de Salvatierra al de Gondomar, 9 de enero de 1595, BPRM, Ms. II/2149, doc. 101. 1250 H. KHEVENHÜLLER, op. cit., p. 437. 1251 Su biografía en A. RODRÍGUEZ VILLA, "Don Francisco de Mendoza, almirante de Aragón (1547-1623)", en J. VALERA (ed.), Homenaje a Menéndez y Pelayo en el año vigésimo de su profesorado. Estudios de erudición española, Madrid, 1899, II, pp. 486-610. 1252 Felipe II a Chinchón, 25 de mayo de 1592, Cfr. Ibídem, p. 580. El rey se comprometía a conceder al almirante el oficio de mayordomo en su Casa o en la del príncipe, pero unos meses después del casamiento para que no se sospechara que se le concedía por esa vía. Si esto se descubría, el rey no estaría obligado a cumplirlo.

339

benefactor. Lo que sí podemos asegurar, es que gozó de la total confianza del

archiduque Alberto, que siempre apoyó sus demandas.

Junto al nombramiento de un nuevo mayordomo mayor se sucedieron otros

necesarios cambios en la Casa del archiduque. Por desgracia, y como ya hemos

señalado, desconocemos en gran medida la composición de la misma durante su

estancia en Portugal y no podemos cuantificar el cambio que se produjo en las diversas

áreas del servicio. Con todo, si podemos apreciar claramente dos cuestiones: la mudanza

que se produjo en los oficios más importantes, como podemos constatar por los escritos

de Juan Roco de Campofrío1253, y la incorporación de gran cantidad de nobles

flamencos, buscando su complicidad en una futura Cesión1254.

Por lo que respecta al primer asunto, además de los cargos de mayordomo mayor

y sumiller de Corps, sufrió una profunda remodelación el oficio de mayordomo. Como

era lógico, era un cargo con muchos pretendientes1255, decidiéndose finalmente que los

elegidos fueran Luis Dávalos y Cosme de Meneses, ambos gentilhombres de la cámara

del archiduque con anterioridad, así como Diego de Ibarra, en compensación por su

ejercicio como veedor general del ejército, cargo que le disgustaba. Se le comunicó a

este último su nuevo nombramiento a finales de año, junto con el encargo de que fuera

preparando el acomodo en Bruselas de los más de 600 criados que viajaban con el

archiduque, aunque únicamente 240 eran de su servicio1256. Tras disponer dicho

alojamiento, Diego se encaminó a Lorena para recibir al nuevo gobernador junto a

Esteban de Ibarra y allí comenzaría a servir, al tiempo que se le comunicaba la

concesión de la encomienda de Villahermosa1257. Otras ocupaciones destacadas que

tuvo en su nuevo oficio palatino fueron la de ocuparse de encargar la confección de las

libreas de la Casa, así como dirigir la misma cuando el almirante de Aragón viajó en

1596 y 1597 al Imperio y a Polonia.

Por lo que respecta al oficio de caballerizo mayor, Luis Enríquez, que era muy

mayor, quedó en Madrid ejerciendo como mayordomo de Felipe II, siendo sustituido

1253 J. ROCO DE CAMPOFRÍO, op. cit., pp. 6-8. 1254 Nuncio Caetani a Aldobrandino, 15 de julio de 1595, ASV, Spagna, leg. 46, f. 432 r.-v. "Ha muttato tutta la sua casa et preso molti signori fiaminghi”. 1255 J. Sarmiento Sotomayor al conde de Gondomar, 13 de noviembre de 1594, BPRM, Ms. II/2149, doc. 214, “Don Pedro de Sotomayor pretende ser mayordomo del príncipe Cardenal (...). Pretende también D. Alonso de arçilla y D. García de Ulloa, regidor de Jaén del hábito de Alcántara”. Ninguno de los tres consiguió el oficio. 1256 D. Ibarra a Felipe II, 23 de diciembre de 1595, AGS, E., leg. 609, f. 175, "Con estas tuve una del Almirante de Aragón en que me escrive que V. Majestad y su Alteza me han hecho merced de una plaça de Mayordomo y que mientras llegava a Brusselas mandava le sirviesse en hazelle el alojamiento de su cassa ymbiandome una relaçión della". 1257 ID, 14 de febrero de 1596, Ibídem, leg. 612, f. 42.

340

por nuestro viejo conocido Philippe de Cröy, conde de Solre. En cuanto al confesor, se

decidió antes de la Jornada el relevo del dominico Juan Velázquez de las Cuevas por

otro fraile de la orden de Santo Domingo como Fray Juan Vicente, que falleció antes de

poder servir al archiduque. En su lugar, se nombraría a un personaje que alcanzaría

notable relevancia política en el Flandes de los Archiduques, como fue Fray Iñigo de

Brizuela, que se unió a la comitiva en Génova el 20 de noviembre de 1595.

Conviene destacar, por último, la mudanza que se produjo en la secretaría del

archiduque, ya que se decidió que su secretario y antiguo preceptor, Mateo de Otthen,

quedara en Madrid para llevar los asuntos de su amo en la Corte. Su oficio fue dividido

en tres, ante las nuevas necesidades que comportaba el cargo de Alberto, siendo los

elegidos el licenciado Juan de Frías, que tendría una reseñable actuación en las

negociaciones de la Cesión1258, y los ya citados Sebastien de Westernachen, que

ejercería como secretario en lengua alemana, y Juan de Mançisidor, secretario de Estado

y Guerra que sustituiría a Esteban de Ibarra, y “hechura” de Juan de Idiáquez como

oficial de Martín de Idiáquez, del cual se serviría el privado de Felipe II para obtener

información de primera mano sobre la Corte bruselense. Hay que recordar que junto a

estos tres secretarios el archiduque mantuvo uno personal, como fue Antonio Suárez de

Argüello1259, que era, a su vez, su ayuda de cámara, que se encargó de su

correspondencia privada, pero sin llegar a alcanzar la notoriedad de otros famosos

secretarios de gobernadores anteriores. De igual modo, destaca el nombramiento de

Fernando Carrillo como consejero en cosas de letras, así como superintendente de la

milicia y del consejo del archiduque con título del Consejo Real de Castilla y del hábito

de Santiago. En principio se iba a ocupar del Hospital del ejército ante los problemas

existentes con el vicario general Humara, pero dicha tarea se encomendó, finalmente, a

Roco de Campofrío1260, mientras Carrillo pasó a formar parte del Tribunal de la Visita

el 16 de septiembre de 1598. Roco alcanzaría gran relevancia gracias a sus opiniones

sobre Cambrai, pues fue la principal voz de los que abogaban por la no restitución a la

1258 Una pequeña biografía en L. FERRER EZQUERRA, Catálogo de colegiales del colegio mayor de Santiago el Cebedeo, del Arzobispo, de Salamanca, Salamanca, 1956, p. 46. Sobre su actuación en Madrid para las negociaciones de la Cesión, J. ROCO DE CAMPOFRÍO, op. cit., pp. 186-187. 1259 Provenía de una familia que se había distinguido en el servicio a la emperatriz María. Sobre su actividad en Flandes, J. LEFÈVRE, “Un registre de lettres privées de l´Archiduc Albert”, Archives, Bibliothèques et Musées de Belgique, 5 (1928), pp. 17-24 y E. MARNEFFE, "La Secrétairie d´État allemande aux Pays-Bas", Mélanges d´histoire offerts à Charles Moeller..., p. 146. 1260 Su título para dicha actividad, en latín y fechado el 29 de enero de 1597, en AGR, SEG, nº 518/4, ff. 10 v.-11 r.

341

iglesia del territorio1261, y, posteriormente, durante el reinado de Felipe III llegó a ser

presidente del Consejo de Hacienda y del de Indias.

La mudanza en el servicio de Alberto no se circunscribió únicamente a los

oficios más relevantes y hubo numerosos nombramientos entre los de menor rango, tras

atender el Bureo a las peticiones que se le presentaron, aunque la transformación no fue

tan profunda como en la cúspide1262. Estos cambios se produjeron por diversas causas;

en primer lugar, había numerosos criados que eran mayores y no se veían con fuerzas

para iniciar una Jornada de ese calibre (o simplemente preferían permanecer en la Corte

y no acudir a Flandes), y reclamaron quedarse en Madrid con una merced monetaria o

que su oficio pasase a otra Casa Real. Ya hemos visto el caso del caballerizo mayor

Luis de Enríquez o de Mateo de Otthen y otros similares fueron, entre otros, el capellán

doctor Sobrino Morillas1263, al que se retiró, el gentilhombre de la cámara Juan Bravo de

Acuña, al que se nombró canónigo de Toledo y colegial mayor de Alcalá, el médico de

cámara Suárez de Luxán, que pasó a servir a Margarita, hermana de Alberto, en las

Descalzas Reales, el bastero de la acemilería Sebastián Tarrafa, al que se concedieron

50 ducados por una vez, o el cochero mayor Juan de Acosta, con una merced de 100

ducados por una vez. Así mismo, otro número importante de servidores falleció en el

transcurso de la Jornada o durante la preparación de la misma, caso dell confesor Fray

Juan Vicente, y nos encontramos, entre otros, con el gentilhombre de la boca alemán

Enrique Berg, el potagier Benito Rodríguez, el mozo de la cava Juan Rodríguez

Rebollar, el cocinero del estado de los pajes y ayudas de cámara Francisco de Ribera o

el barbero de la casa Baltasar González. A su vez, otros servidores fueron desposeídos

de sus oficios, como el mozo de la salsería Alonso González, el barbero de la familia

Gregorio Pérez o el portero de cámara Santos Martínez. Otros, en cambio, fueron

promocionados, como Pedro de Aguilera, que pasó de ser ayuda de la salsería a ayuda

de la panetería, Joan Pelegrín de Alarcón, mozo entretenido de la panetería que ascendió

a mozo de oficio de la misma por promoción de Francisco Rodríguez a ayuda de la

cava, o Bartolomeo de Salinas, que de barbero de la persona pasó a ser ayuda de

cámara.

Estos cambios favorecieron el ingreso en la Casa de algunos flamencos que se

encontraban en Madrid, entre los que destacaron 5 archeros de corps de Felipe II como

1261 J. J. RUIZ IBÁÑEZ, Felipe II y Cambrai..., pp. 182-187. 1262 Como podemos apreciar en un listado del estado de la Casa y sus componentes en AGR, Audience, reg. 33/4, ff. 61 r.-65 r. que está sin datar, pero que podemos situar justo antes de la Jornada. 1263 Todos los casos siguientes en RAH, Ms. A-61.

342

Wallerand Morel1264, Denis de la Forge1265, Bertrand le Saige1266, Jehan van

Oostendorp1267 y Jacques de Hamis1268. Otros naturales de los Países Bajos que se

integraron en el nuevo séquito fueron Cornelis Banicque, que hizo la Jornada como

sobrestante de los carros por orden del furrier de la caballeriza, o Felipe de Berghes,

mozo entretenido de la salsería de forma interina y confirmado después como mozo de

oficio. Así mismo, personajes de otras nacionalidades se unieron también a la comitiva,

como los alabarderos de la guarda tudesca Hans Verestol o Miderlain, que fue

nombrado ayuda de entretenido de los porteros de cocina, y Matias Linden, que ofició

como ayuda de entretenido de la acemilería hasta que se le asentó el oficio en Bruselas,

o el polaco Diego Woislawski, que fue ayuda de cámara y “el que traía el arcabuz”.

Sin embargo, la entrada masiva de flamencos se produjo ya en las “Tierras

Bajas”, aunque hay que recalcar que el número de solicitantes fue mucho mayor. De

entre los escogidos, el que obtuvo un cargo de mayor relevancia fue el conde de Solre,

nuevo caballerizo mayor, al que el archiduque Alberto empleó en alguna embajada, pero

del cual no llegó a fiarse nunca plenamente por sus ideas políticas. Solre, además, no

ocultaba sus pensamientos y escribió numerosos memoriales a los diversos

gobernadores, donde les exponía los métodos que él utilizaría para conseguir la paz con

1264 Fue archero desde, al menos, el segundo tercio de 1580 hasta el segundo de 1595. En ese momento pasó a servir como furrier de la caballeriza del archiduque gracias a la intermediación del conde de Solre, al cual había representado antes de su llegada a Madrid a hacerse cargo de la guarda de Corps. Serviría en su nuevo cargo hasta su muerte en 1596 (Felipe II, II, p. 314 y RAH, Ms. A-61, f. 4 v.). 1265 Archero desde el primer tercio de 1574 hasta el segundo de 1595, en que cesó para servir al archiduque como aposentador de los estados. Una vez en Flandes se le desposeyó del oficio, como al resto de aposentadores de los estados, por no ser ya necesarios (Felipe II, II, p. 169 y RAH, Ms. A-61, ff. 72 r. y 98 v.). 1266 Fue archero desde el segundo tercio de 1572 hasta el segundo de 1595, casando durante ese periodo con Beatriz de Embert, lavandera de la ropa de la salsería y de la ropa de los pajes y ayuda de cámara del archiduque. Tras solicitar los oficios de ayuda de ayo de los pajes, acemilero mayor y potagier para poder volver a su tierra junto a su mujer, se le concedió el de correo de la caballeriza, que había quedado vacante por la promoción de Miguel de Olivares. Ejerció ese puesto en Flandes hasta 1598 y en el periodo archiducal fue teniente de ayo de los pajes (Felipe II, II, p. 344 y RAH, Ms., A-61, ff. 48 r., 51 v., 64 v., 73 v., 77 r. y 106 r.). 1267 Archero desde principios de enero de 1594 hasta el final de 1595. Solicitó que se le concedieron los oficios de ayuda de cámara o ayuda de guardarropa, pero, finalmente, se le concedió el de aposentador de la Casa y Corte de Alberto a comienzos de 1596, ejerciendo como tal hasta 1598 en que pasó a Casa de los Archiduques (Felipe II, II, p. 340 y RAH, Ms. A-61, ff. 44 v., 107 r. y 126 v.). 1268 Archero de Corps desde diciembre de 1574, en 1595 se le proveyó en el oficio de ayuda de la salsería de la Casa de Alberto. Sin embargo, no pudo aceptarlo por su edad y mala salud, ya que era un oficio de mucho trabajo, por lo que se le concedieron 500 reales y la condición de archero reservado con Felipe III (Felipe II, II, p. 314 y RAH, Ms. A-61, ff. 61 v., 68 r., 70 r., 88 v. y 90 r.).

343

los rebeldes holandeses, así como para aumentar la tranquilidad política de Flandes1269.

De hecho, tras conocer el nombramiento de Alberto, le dedicó dos memoriales de sumo

interés1270. Junto a él, otros flamencos que alcanzaron cargos significativos fueron el

conde de Boussu, capitán de la guarda que comenzó a servir en Sich en enero de 1596,

los condes de Aremberg1271, Egmont y Ligne1272, a los que se otorgó el oficio de

gentilhombre de la cámara en 1596, o Gilles du Faing, que recibiría el de gentilhombre

de la casa en 1597. Poco a poco se iría ampliando este número, en especial después de

celebrarse el matrimonio de Alberto con Isabel Clara Eugenia.

Como se puede observar, el trasiego de servidores fue muy importante y el

mayordomo mayor tuvo serias dificultades para configurar el servicio definitivo y para

atender todos los memoriales que le llegaban de peticiones1273, algunas de ellas con

recomendaciones de personajes muy importantes, tanto de mercedes como de cambio de

oficio1274. Es difícil marcar una pauta general sobre todos los cambios habidos en el

nombre de los servidores desde el punto de vista faccional, pero apreciamos la entrada

1269 Algunos de estos memoriales son mencionados en V. BRANTS, "Avis sur les affaires des Pays-Bas adressés à l´archiduc Albert par Philippe de Croy, comte de Solre", BCRH, 83 (1914), pp. 254-279 y en B. J. GARCÍA GARCÍA, "Ganar los corazones y obligar los vecinos”,... Sin embargo, los primeros que escribió fueron dedicados al archiduque Ernesto. Uno de ellos data de febrero de 1594 (AGS, E., leg. 607, f. 199), en el cual insistía en la necesidad de reformar el ejército, así como la justicia y disciplina militar, y lanzaba la idea, que posteriormente repetiría, de “ganar los coraçones y voluntades de los naturales”. En noviembre de 1594 entregó dos nuevos memoriales a Ernesto, uno dedicado a la guerra con Francia (Ibídem, f. 200), en el que defendía que si el Papa absolvía a Enrique IV habría que hacer la paz con el reino vecino, y otro a los remedios posibles a aplicar en el país (Ibídem, f. 201), donde insistía en la necesidad de confiar más en los naturales. 1270 Ambos se encuentran en IVDJ, Envío 47, caja 63 y sin fechar, aunque los podemos situar a mediados de 1595. El doc. 506 es un “Parecer curioso” o memorial anónimo (Solre), s. f., donde expone su visión sobre la situación política del momento en Flandes. Por su parte, el doc. 529 se titula “De los seminarios en Flandes” y resalta el importante papel que podrían ejercer los jesuitas en la pacificación de la zona. 1271 E. Ibarra a Común, 23 de febrero de 1596, AGS, E., leg. 610, f. 9, "Al Conde de Arembeg ha dado su Alteza la llave de su cámara y el la ha aceptado y holgado con ella. Es de los que aquí tienen mejor voluntad y con este primero sera necessario que su Alteza mire quien ha de meter en su cámara de los naturales, porque aviendo començado tan alto no será justo que dexara assi por lo que toca a su Alteza como por honrar al Conde". 1272 ID., 28 de marzo de 1596, Ibídem, f. 44, "El otro dia escrevi a V. S. S. que su Alteza havia metido en su cámara al Conde de Aramberg y aora digo que después le ha dado por compañeros a los Condes de Ligne y Eguemont". 1273 El mayordomo mayor, incluso, vio como se negaba el ingreso de su sobrino como paje ante la gran cantidad de pretendientes que había para dicho oficio, “Don Francisco de Aragón suplica a V. Alteza se sirva de resçivir en su servicio por paje a Joan de Aragón (de 15 años), hijo de don Martín de Aragón, su hermano”. (Respuesta) “Que su Alteza no piensa llevar más de 12 pajes y tiene el número cumplido” (RAH, Ms. A-61, ff. 65 v. y 77 r.). 1274 Baste como ejemplo el listado de oficios que quedaban por proveer poco antes de la Jornada y los personajes que optaban a ellos, contenida en Ibídem, ff. 94 r.-96 r., y que representa un verdadero muestrario del juego de influencias que se llevó a cabo durante la formación del servicio de Alberto.

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en puestos de relevancia de personajes que se vieron favorecidos por su cercanía a las

ideas castellanistas, como Francisco Campi, hijo del consejero de Aragón y de Cruzada

Juan Campi1275 que fue nombrado gentilhombre de la casa, o el ascenso del mencionado

Juan de Toledo y del Águila a gentilhombre de la boca. Sin embargo, también hubo

nombramientos de personajes cercanos a las ideas políticas contrarias, como Pedro de

Toledo, que fue nombrado camarero y sumiller de cortina, o el conde de Solre como

caballerizo mayor.

Podemos concluir que la renovación del servicio del nuevo gobernador fue muy

profunda debido a dos razones: que el archiduque dejara de estar mediatizado por

algunos de sus servidores y que su Casa se adecuara al futuro que se le auguraba como

soberano de Flandes. En total, su servicio llegó a estar compuesto por más de 230

personas, a las que habría que añadir las dos unidades de la guarda que se le unieron en

Flandes “con que su Alteza dispuso su Casa con poco menos que lustre de Palacio y

Casa de Rey”1276.

Mientras se remataba la composición de la Casa1277, los preparativos para la

Jornada se aceleraban y Alberto procuró dejar arreglados sus asuntos personales en

Madrid1278, sabedor de que quizás nunca volvería. Así, dejó a García de Loaysa al frente

del arzobispado de Toledo1279, al frente del cual permanecería hasta que el archiduque

renunció al mismo en Flandes1280. En cuanto a la administración del priorato de Crato

en Portugal, Alberto mantuvo su confianza en el obispo de Leiria1281. Para los demás

asuntos, el sobrino del rey dejó encargados al ya citado Mateo Otthen y al franciscano

1275 Su biografía en Configuración, pp. 339-340. 1276 J. ROCO DE CAMPOFRÍO, op. cit., p. 8. 1277 Como podemos apreciar en “Las cosas que en el bureo se han acordado en XX de julio 1595”, RAH, Ms. A-61, ff. 20 r.-23 v., donde se nos informa de las actividades del greffier, del contralor, guardajoyas, panetería,... 1278 Todo el plan de viaje, así como las disposiciones respecto al dinero que dejaba el archiduque tanto en Madrid como en Toledo y en Portugal, en carta del secretario del nuncio Caetani a Aldobrandino, 9 de septiembre de 1595, ASV, Spagna, leg. 46, ff. 528 r.-529 r. 1279 “Decretos de consultas”, 7 de noviembre de 1595, IVDJ, Envío 68, caja 93, f. 308, “Dice su Majestad que se haga una carta suya para el más antiguo del consejo del señor Cardenal Archiduque, en que se le diga que su Majestad a entendido que se trata de juntarse algunas personas a tratar materias de sínodo, y aunque García de Loaysa como gobernador tiene poder conforme a los que le dejó, el cardenal su sobrino para ordenar y componer todo lo que le pareçiere convenir a querido su majestad encargalle que tenga la mano y que así lo diga a los que de aquel consejo que procuren conformarse en todo, con lo que les ordenare el gobernador, para que se proceda en las dichas juntas con la paz y quietud que conviene al servicio de Dios puniendo solo en esto los ojos, y en mirar por el bien del Arzobispado y reformación de los abusos que se han introducido y de manera que se conserve entre el cabildo de aquella sancta iglesia y sus prelados la paz de que siempre han husado de que su Majestad se terna por muy servido”. 1280 Sobre su escasa labor en Toledo, el ya citado Ms. 13027 de la BNM. 1281 Alberto al Obispo de Leiria, 17 de julio de 1595, BA, Ms. 51-VIII-12, f. 51.

345

Juan Carrillo, que fue también nombrado secretario de la emperatriz en las Descalzas y

calificador de la Inquisición1282, ayudado por Joan Montes de Porres.

Finalmente, Alberto se puso en marcha el 26 de agosto, acompañado de sus

servidores y de un ejército destinado a la guerra contra Francia. Su llegada era esperada

con gran entusiasmo en Flandes, pero surgieron rumores de que su marcha se había

retrasado de forma deliberada para que los flamencos se calmaran respecto a la

presencia de Fuentes como gobernador. No nos consta que el retraso fuera intencionado,

ya que la mayoría de los ministros de Felipe II deseaban que Alberto partiera cuanto

antes y los importantes preparativos se llevaron a cabo con la mayor prestancia posible;

de hecho, sus instrucciones como gobernador le fueron entregadas con fecha del 2 de

agosto, es decir, antes de su partida, lo que no siempre sucedía1283. Sin embargo, las

dudas surgidas atemperaron, como había sucedido en ocasiones anteriores, el efecto

benéfico de la llegada de Alberto1284.

La Jornada se prolongó durante cinco meses y medio y la entrada en Bruselas no

se produciría hasta el 11 de febrero de 15961285. La primera escala fue Barcelona y de

ahí la comitiva se embarcó en unas galeras rumbo a Génova. Una vez en Italia, se

dirigieron hacia Turín donde fueron recibidos por Catalina Micaela y por el duque de

Saboya, a los que se hizo entrega de una serie de regalos1286. Ante la imposibilidad de

dirigirse él mismo a la Ciudad Eterna para rendir pleitesía al Papa, Alberto envió en su

lugar al conde de Buren, hijo del príncipe de Orange que había permanecido recluido

durante años en el castillo de Arévalo1287. Tras su estancia en Turín, el cortejo se

encaminó hacia Borgoña, siguiendo “El camino español”, y de ahí a Luxemburgo y

Bruselas. Durante el viaje, y como era la norma, el archiduque fue recibiendo diversos

memoriales, en los cuales los diversos cortesanos de relevancia en Flandes intentaban

dejar constancia de sus ideas sobre la situación y las posibles mejoras que allí se podían

1282 M. S. SÁNCHEZ, The Empress, the Queen and the Nun. Women and Power at the Court of Philip III of Spain, Baltimore y Londres, 1998, p. 182. 1283 Hay varias copias de dichas instrucciones, entre ellas, AHN, E., leg. 1414 y AGR, Audience, leg. 1223. 1284 E. Ibarra a Sessa, 21 de junio de 1595, IVDJ, Envío 47, doc. 298, “Los que tienen mal compuesto el higado hazen fuerça para persuadir al pueblo que esta provisión es de artificio y para mantener con esperanzas della a los que la dessean mientras se funda mejor el gobierno que ahora esta introducido”. 1285 Una descripción de la misma en Ibídem, Ms. 26-1-10, ff. 188 r.-199 v., titulada Relación de la jornada que el serenísimo Archiduque Cardenal Alberto hizo de España a Flandes en los años de 1595 y 96 y escrita por Bernardo Gómez de la Vega, despensero mayor del archiduque. Igualmente, J. ROCO DE CAMPOFRÍO, op. cit., pp. 8-81. 1286 Sobre los regalos que hizo el archiduque durante su Jornada, la relación de Bernardo Gómez de la Vega, ff. 194 v.-195 r. 1287 Su biografía en el DBE.

346

realizar1288. Falta le iban a hacer los consejos a Alberto, porque la situación que se

encontró en Bruselas distaba mucho de ser la ideal.

8.2.- El desarrollo de sus años de gobierno

8.2.1.- El cambio de consejeros de cara a la Cesión

La llegada del archiduque a Bruselas significó una renovación casi total de la

esfera política que había regido los destinos de los territorios flamencos durante los

últimos años, ya que la mayoría de los consejeros hispanos abandonaron los Países

Bajos, tras las quejas que se habían vertido sobre su gestión. Sin embargo, esto no

representó una desaprobación de su labor, ya que todos ellos recibieron un nuevo

destino político, a veces incluso mejor del que tenían, sino un intento de regeneración de

los cargos encaminada a preparar la Cesión de los Países Bajos al archiduque y a la

infanta Isabel Clara Eugenia que, de esta manera, comenzarían su soberanía sin esa tara.

Alberto recibió la decisión real respecto al destino de los condes de Fuentes y de Feria,

así como de los Ibarra y de Juan Bautista de Tassis, durante la Jornada y se lo comunicó

a los interesados nada más llegar a Bruselas1289.

El de Fuentes recibió la licencia definitiva para retornar a Madrid, una vez

hubiera informado al archiduque de la situación militar en Francia y Flandes. Se le

concedió, igualmente, la encomienda de Yuste, así como 10000 ducados de ayuda de

costa que le dio Alberto para que aprestara su Jornada. El conde no se sintió

suficientemente recompensado y protestó por ello, aunque sus ganas de salir de los

Países Bajos le hicieron aceptar la merced1290. El nuevo gobernador, intentó que Fuentes

realizara un último servicio a la Corona antes de partir y le pidió que se hiciera cargo de

las tropas que debían acudir al socorro de La Vère. Sin embargo, el noble castellano

declinó el ofrecimiento y aceleró los preparativos de su marcha, que se produjo,

finalmente, en marzo1291. Antes de partir, las desavenencias que había mantenido con

1288 Destaca un memorial anónimo de septiembre de 1595, que se encuentra en BNM, Ms. 1009, ff. 42 r.-82 v. con el título “Lo que conviene y es necesario para el buen gobierno, reformación y policia de los estados de Flandes”. Es un extenso e interesante texto dividido en 30 capítulos, que hace referencia a todos y cada uno de los aspectos de la vida política, religiosa y hacendística de Flandes. 1289 Felipe II a Alberto, 13 de octubre de 1595, AGS, E., leg. 2223, f. 78. 1290 E. Ibarra a Común, 16 de febrero de 1596, Ibídem, leg. 610, f. 3, "El Conde de Fuentes esta muy de partida. Hasta ayer no havia aceptado la encomienda de Yuste, quexase de la poca merced y çierto que su necesidad la havia menester mayor y en sus servicios cabe qualquiera onra e merced que se le hiziere". 1291 Alberto a Felipe II, 28 de marzo de 1596, Ibídem, leg. 611, f. 22.

347

Esteban de Ibarra se agudizaron, quedando su relación muy deteriorada1292, lo que no

sucedió con sus colaboradores más cercanos como Antonio Crespo de Molina1293.

Durante su viaje de retorno, Fuentes fue barruntando la manera de protestar por la

escasa merced que creía haber recibido1294, aunque sabía que lo comunicado no era la

única recompensa que iba a obtener y en la Corte se especulaba con los diversos cargos

a los que podría optar1295. Finalmente, el 10 de mayo de 1597 se le hizo entrega en El

Campillo de una cédula secreta, mediante la cual se le nombraba capitán general del

ejército que se había levantado en la Península Ibérica, con un sueldo de 1000 ducados

al mes1296, obteniendo así el oficio por el que tanto había bregado en Flandes, pero en un

lugar donde no lo esperaba. Junto a este cargo, se le concedieron también los oficios de

consejero de Estado y Guerra y la grandeza de España al poco de subir Felipe III al

trono. Sin embargo, el valido del nuevo monarca, el duque de Lerma, prefería que

Fuentes sirviera lejos de la Corte, debido a su capacidad de influencia1297, por lo que en

1600 le destinó como gobernador a Milán, donde permanecería hasta su muerte en

16101298.

El duque de Feria, por su parte, recibió el encargo de poner al corriente al

archiduque Alberto de las cuestiones de Francia, para, una vez hecho esto, retornar a

Madrid vía Génova. Tras cumplir con sus obligaciones preparó su viaje, no sin antes

1292 E. Ibarra a Común en la misma fecha, Ibídem, leg. 610, f. 44, "El Conde se fue a Italia y deve destar cerca de allá. Su intençión es passar a España a resentirse del disfavor que su Majestad le ha hecho con tan corta merced y es verdadero negocio que lo que aqui ha servido la meresçía mucho mas qualificada. Su Alteza desseo harto y lo procuro quanto pudo que el Conde se detuviese hasta hazer este socorro y a my no me paresçía mal, ny me pesara dello, pero no aprovecho. Quiero bien al Conde y hele desseado servir y respetado toda la vida como quien es hermano y tio de mis amos y aqui he hecho todas las finezas que un hombre de bien podia hazer por cumplir con estas obligaciones. Hámelo pagado tan mal que me obligó a no entrar en su cassa algunos dias antes de su partida, de lo qual e querido dar a V. S. S. esta general relación reservando el dársela mas particular quando plaziendo a Dios les besse las manos que pienso hablar tan fundadamente que no terne contradiçión en my verdad. Si el Conde llegare antes supplico a V. S. S. guardan para el que queda una oreja". 1293 La opinión del jesuita sobre el conde de Fuentes en un manuscrito de la biblioteca de la Universidad de Granada, publicado en Boletín histórico de la universidad de Granada, 1880 (I), p. 119, Cfr. C. FERNÁNDEZ DURO, op. cit., pp. 608-609. 1294 La relación de lo sucedido al conde de Fuentes después de su salida de Flandes en Ibídem, pp. 552-557. 1295 Se especuló con que se le nombraría virrey de Sicilia (Fadrique de Vargas al conde de Gondomar, 18 de abril de 1596, BPRM, Ms. II/2162, doc. 186) o que tomaría los oficios que había tenido el duque de Pastrana (Gaspar Pérez de Matallana al conde de Gondomar, 24 de abril de 1596, Ibídem, doc. 117). 1296 AGS, E., leg. 2220-2, f. 184, en los ff. 182-183 aparecen dos billetes sobre las discusiones para la expedición de dicha cédula. 1297 Como así consta en la relación que hizo Simón Contarini, embajador de la República de Venecia en Madrid, en 1605 (S. CONTARINI, Estado de la monarquía española a principios del siglo XVII, Málaga, 2001 (estudio preliminar de Joaquín Gil Sanjuán), p. 56). 1298 Sobre su periodo como gobernador de Milán, J. FUENTES, op. cit., II.

348

intentar saldar viejas deudas con Juan Bautista de Tassis, con el que había mantenido

diferencias sobre la manera de llevar los asuntos de la Liga Católica1299. Otra polémica

que acompañó su Jornada de retorno a Madrid fue su decisión de llevar consigo al hijo

del recién fallecido duque de Pastrana, Ruy Gómez, desobedeciendo la voluntad de su

padre, que había dispuesto que el niño permaneciera en Flandes y que su mentor fuera

Justus Lipsius1300. Una vez en la Corte madrileña, Feria continuaría con su labor

diplomática, consiguiendo ser también nombrado virrey de Sicilia, cargo que ejercería

de 1602 a 1606.

El secretario Esteban de Ibarra fue otro de los personajes a los que se decidió

sacar de Flandes, ya que su labor, una vez se había puesto en marcha el tribunal de la

Visita y se enviaba a Juan de Mançisidor como nuevo secretario de Estado y Guerra, no

era ya necesaria. De esta manera, se dispuso que una vez hubiera informado al

archiduque Alberto sobre lo que este requiriera, retornara a Madrid. El secretario se

mostró contento de poder salir de Flandes, pero preocupado al mismo tiempo por no

saber si se aprobaba su gestión, al no hacerse mención de que fuera a recibir merced

alguna1301. Antes de partir, intentó asegurar el futuro de los oficiales del escritorio que

había mantenido a su costa desde la muerte de Ernesto, lo que consiguió sin dificultad,

ya que el nuevo secretario de Estado y Guerra acogió a dos de los oficiales, Mateo de

Urquina y Claude Briseur, mientras el resto permaneció a su cargo1302. Tras solventar

esta contingencia y reunir Alberto una Junta de Hacienda que retomaba la labor que no

se había realizado en las de 1591 y de 1593, y en la que Esteban de Ibarra no tenía

cabida, el secretario comenzó a aprestar su marcha1303. Sin embargo, el archiduque

decidió que, antes de partir, debía prepararle unos advertimientos generales sobre la

situación de Flandes, lo que molestó a Ibarra, que no quería retrasar aún más su partida,

pero que realizó con diligencia. Tras un dilatado periodo de elaboración, el secretario 1299 J. B. Tassis a J. Idiáquez, 14 de marzo de 1596, AGS, E., leg. 610, f. 181. El duque de Feria acusó a Tassis de haber aceptado un regalo de Mayenne, lo que este negó, aunque se descubrió finalmente que el presente había existido y se le había concedido a la mujer de Tassis. 1300 D. de VILLALOBOS Y BENAVIDES, op. cit., pp. 426-427. 1301 E. Ibarra a Común, 16 de febrero de 1596, AGS, E., leg. 610, f. 3, "Y yo quedo deshonorado de todo punto de que doy muchas gracias a Dios, a su Majestad y a V. S. S., como hombre sin magistrado andare por estas calles para ver si ay quien me arguya de pecado y fio en la bondad de Dios que no me acusaran de ninguno mortal y de tan pocos veniales que salvara el agua bendita”. 1302 ID, 23 de febrero de 1596, Ibídem, f. 9. 1303 A. ESTEBAN ESTRÍNGANA, Guerra y finanzas en los Países Bajos Católicos..., pp. 50-60. Esta junta estaría constituida por el almirante de Aragón, Diego de Ibarra, Fernando Carrillo, Jerónimo Valter Zapata y J. B. Tassis. Además de esta medida, se tomaron otras para estabilizar la hacienda, como la reactivación del tribunal de la Visita o la creación de un arca de tres llaves que estarían en posesión del veedor Ibarra, del pagador Valter Zapata y de un tercer ministro que Alberto decidiera, elección que recayó en Diego Jofre.

349

hizo entrega de dichos informes en varias fases: entre el 15 y 26 de marzo en Bruselas,

el 2 de abril en Valençiennes y el 9 de mayo en Calais1304.

Los “advertimientos” de Ibarra suponen una de las exposiciones más completas

que se pueden encontrar sobre la realidad flamenca durante la última década del siglo

XVI. La cercanía ideológica entre el archiduque y el secretario, permitió que este

pudiera ser totalmente franco en su exposición y opinión sobre los distintos personajes

de relevancia en Flandes y sus relaciones de poder, lo cual resulta muy clarificador

desde el punto de vista faccional, así como nos ilustra sobre la lógica interna de los

Consejos Colaterales u otras cuestiones de funcionamiento interno.

Tras la entrega de sus pensamientos, Esteban de Ibarra partió hacia Madrid en

junio de 1596 y llegó a la Corte a finales de octubre. Su labor había resultado muy

satisfactoria, lo que le supuso diversas mercedes económicas1305 y políticas, como el

nombramiento como consejero de hacienda el 6 de noviembre. Tras la concesión de

estas prebendas se encontraban Juan de Idiáquez y Cristóbal de Moura que, con ello,

pretendían que Ibarra se convirtiera en el técnico encargado de ser la correa de

transmisión entre las cuestiones de Guerra y de Hacienda. De esta manera, el secretario

vasco se convirtió en uno de los pocos personajes que mejoró su posición en la Corte

madrileña tras haber estado en Flandes.

Una vez que estos tres personajes abandonaron los Países Bajos, podemos

considerar que el relevo de consejeros hispanos en la cúpula administrativa era casi

total, ya que solo quedaron en Bruselas dos ministros que hubieran gozado de influencia

con anterioridad; a saber, Diego de Ibarra, que serviría como veedor general del ejército,

mayordomo del archiduque y consejero de Guerra, y Juan Bautista de Tassis, que sería

consejero de Estado y que jugaría un importante papel en las negociaciones de paz con

Francia. A cambio de sus servicios, recibió la encomienda de los Santos y 3000 ducados

de ayuda de costa por una vez1306.

Tras esta renovación, el archiduque pudo dirigir los asuntos a través de la

camarilla que traía desde Madrid y que se encontraba integrada en su servicio, sin

olvidar a personajes como Richardot o Diego de Ibarra que también consiguieron

1304 Sobre estos documentos, nuestro artículo “La visión de un ministro “castellanista” sobre la situación de los Países Bajos al final del siglo XVI: los “advertimientos” de Esteban de Ibarra”, en BCRH, 174, (2008), pp. 89-166. 1305 Felipe II escribió a Alberto el 26 de noviembre de 1596, para comunicarle que a Ibarra se le había concedido la merced por vía de ayuda de costa de que le corriera y se le pagara el sueldo y ayuda de costa ordinaria de que gozaba en Flandes desde que salió de allí hasta el final de 1597 (AHN, E., libro 253, f. 209 v.). 1306 J. B. Tassis a J. Idiáquez, 14 de marzo de 1596, AGS, E., leg. 610, f. 180.

350

alcanzar su confianza, evitándose las pugnas faccionales que habían azotado Bruselas en

años anteriores. La configuración de su equipo de gobierno no sería definitiva hasta

después de la Cesión, pero la base ya estaba hecha y en ella se apoyaría para hacer

frente a los problemas más acuciantes.

8.2.2.- Su acción de gobierno: enfrentamientos con la Santa Sede y paz con Francia

Sin duda, las dos cuestiones más urgentes, y que requerían una mayor atención

por parte del nuevo gobernador, eran las relaciones con la iglesia y la guerra con los

rebeldes y con Francia.

En cuanto al primer asunto, resulta fundamental atender a la relación que el

archiduque mantuvo con el nuncio Ottavio-Mirto Frangipani1307. Aunque el talante del

citado diplomático era mucho menos beligerante que el su predecesor, lo que contribuyó

a que las relaciones resultaran menos tensas, las diferencias continuaron siendo

irreconciliables en lo referente a la guerra con Francia y al respeto a la jurisdicción

eclesiástica1308. Este último asunto, significó un gran quebradero de cabeza para

Frangipani desde el comienzo de su nunciatura, merced a dos sonados conflictos1309: el

de Cambrai y la sucesión en la abadía de Saint Aubert, en la cual el Conseil Privé había

colocado a Antoine de Pouvillon como nuevo abad, mientras la Santa Sede pretendía

que el elegido fuera Diego de Campo, camarero pontifical.

Nada más llegar el nuncio a Bruselas el 15 de septiembre, hizo entrega al

archiduque de un breve papal en el que se le pedía que solucionara ambas cuestiones, al

cual respondió Alberto con evasivas y vinculando toda decisión al parecer del rey, del

Conseil Privé y de otros tribunales flamencos1310. Las esperanzas de Frangipani de que

1307 En general, para la actividad diplomática de Frangipani durante su estancia en Flandes, M. GASTOUT, “Un aspect de la diplomatie du nonce Frangipani”, Miscellanea historica in honorem Leonis van der Essen…, II, pp. 781-798. 1308 R. MAERE, “Les origines de la nonciature de Flandre...”, p. 824. 1309 M. GASTOUT, op. cit., p. 786, “Rome faisait de ce double conflict une lutte de principes en relation avec la campagne genérale entreprise par l´Eglise contre le césaro-papisme de Philippe II”. 1310 Rápidamente, Frangipani fue consciente de las dificultades que habría para que se respetara la jurisdicción eclesiástica y se lo comunicó a Aldobrandino el 19 de diciembre de 1596 (COMF, I, nº 109, pp. 311-312), "Dirò sopra il particolare della giurisdittion ecclesiastica, che nelle cause possessorie s´esercita da questi signori ministri regii la loro laicale autorità tanto liberamente et indifferentemente, che in dette cause è fatta ordinaria contra le persone ecclesiastiche, per gratie et indulti ottenuti, come dicono, da diversi pontefici alli signori del paese et al paese istesso, et stimarci difficil adesso il volerli privare di tal possesso, ch´io trovo antico di molti anni. Di detti indulti o privilegii o concordati come vogliamo chiamarli, sono così tenaci conservatori et osservatori, che anzi fuora di dette cause possessorie ben spesso tirano da quelli la giurisdittion loro sotto nome del re, quasi di prencipe privilegiato, contra la forma d´i canoni et contra le persone ecclesiastiche, et com´il cardinale serenisimo, prestando

351

Alberto apoyara sus peticiones por su condición de eclesiástico se esfumaron en cuanto

el nuncio se cercioró de que el respeto del archiduque a su tío era máximo y de que

defendería tenazmente sus intereses hasta el final1311, actitud ante la que el Papa mostró

su total reprobación1312.

Ante la actitud del gobernador, el nuncio buscó nuevas vías para conseguir sus

objetivos sin enfrentarse abiertamente con él, entre las cuales destacó la convocatoria de

concilios provinciales para reformar el orden eclesiástico de Flandes1313. Sin embargo,

todos sus intentos fracasaron, lo que, unido al poco apoyo que se le demostraba desde la

Santa Sede al no hacerse efectivos los pagos de su salario y a las trabas que se

encontraba con algunos informantes del Vaticano en Flandes como Vincent Zelandre, le

llevó a hacer instancia para que se le concediera una licencia1314. Sin embargo, su

petición fue rechazada ante el reconocimiento general de su valía como nuncio y, de

hecho, el propio archiduque Alberto pidió a Felipe II que le concediera una merced para

que se pudiera sustentar y permaneciera en esas tierras1315. Esta mano tendida no

fede a tali indulti et consequentemente credendo l´interesse allegatogli del re, non se move a conoscerne la verità acciochè, assicurata S. Serenisima Alteza di simili pretesti, conservasse et augmentasse la libertà et authorità della Chiesa, così io, anzi qualsivoglia ministro di quella Sª Sede di maggior zelo, di maggior spirito et prudenza della mia, potrà obligar mai detti ministri a mostrar l´indulti et privilegii sudetti, per convincerli dell´errore et liberarli dalla pena delle censure di Santa Chiesa. Et mentre essi, stimandoli per veri, li teneno in uso, non dismetteran mai l´uso di quelli senza violenza spirituale; però deve credere Vª Sª Illma et Rev ma che questo abuso non è nuovo, nè piglia il suo principio dalla mia carica, anzi deve renderse certa che come non permetteria mai cosa nuova prejudiciale, così dandomise facultà, m´ingegnarei di vetar l´antiche nel miglior modo ch´io saprei et potrei. Con tutto ciò simili abusi sono in qualce parte sostentati dall´ambitione d´alcuni ecclesiastici, quali per ottenere dal re la nominatione d´alcuna prelatura, s´humiliano tanto a questi signori ministri che, dopo d´haver l´ottenuta, non ardiscono d´opporsi al voler loro, et dalla politia spirituale se converteno tutti all´altra civile et temporale". 1311 ID., 26 de diciembre, Ibídem, nº 112, p. 317, "Nè mi ne maraveglio per dimostrarm´il tempo ch´il dominio di questo serenisimo prencipe sia finito, non infinito, come fu sempre in mano di tutti i suoi predecessori, anzi, di voluntà propria, più limitato in sua mano, che d´ordine del re in quella d´altri; et ciò per l´età, per l´educatione; et per l´essere quì venuto dalla cuna quasi di Spagna, cause efficaci d´un rispetto filiale, che spontaneamente lo moveno a communicar ogni cosa al suo re. Così parmi che la risolutione se differisca alla risposta del re, sperata all´ultimo favorevole, per essersi la Maestà S. fatta conoscere che ama come suo figlio questo serenisimo prencipe, et che sia facile nell´accettare tutte le sue propositioni, cosa singolare da dimostrare le differenze tra S. Serenisima Alteza et suoi predecessori". 1312 Aldobrandino a Frangipani, 26 de octubre de 1596, Ibídem, nº 8, pp. 9-10, “Se Su Alteza tiene volontà di mostrare, come lei dice, chiara testimonianza d´obedienzia et desiderio di abbracciare gli ordini di Nostro Signore et di questa Santa Sede, non vedo che ne possa avere più bella et più oportuna ocasione di questa, che hora se le presenta”. 1313 ID., 15 de enero de 1597, Ibídem, II, nº 125, pp. 13-17. 1314 ID., 29 de enero, Ibídem, II, nº 138, pp. 32-34. 1315 Alberto a Felipe II, 19 de enero de 1597, AGS, E., leg. 613, f. 36. El gobernador abogaba porque se le concediera el obispado de Casano en Nápoles, que estaba vacante. El 11 de diciembre de ese año volvió a recalcar Alberto esa petición, aunque en esta ocasión también contemplaba la opción del arzobispado de Reggio-Calabria (ID., Ibídem, leg. 614, f. 73). El año

352

significó que el gobernador diera su brazo a torcer, pese a las numerosas peticiones que

se le realizaron desde Roma1316, o que no se mantuviera firme en la defensa de sus

principios, por lo que los dos conflictos anteriormente reseñados permanecieron abiertos

hasta que, en diciembre de 1597, falleció el camarero Diego del Campo, lo que

solucionó el problema de la abadía de S. Hubert. La situación de Cambrai, sin embargo,

seguía sin resolverse.

Gracias al apoyo del almirante de Aragón1317, el nuncio consiguió que el

gobernador aprobara la celebración de un congreso para tratar el asunto, con la

presencia de seis delegados, tres del poder religioso y tres del civil1318. Dicha

convocatoria se interrumpió, al conocerse la muerte el 6 de marzo de 1598 de Jean

Sarrazin, personaje que había sustituído como arzobispo de Cambrai en 1596 al

fallecido Louis de Berlaymont. El capítulo nombró como sucesor a los pocos días de su

muerte a François Buisseret, deán de dicha diócesis, pero el Conseil Privé presionó para

que se le obligara a dimitir, al defender la existencia de un patronato real que solo

permitía la elección del arzobispo entre los candidatos propuestos por el rey. El capítulo

cedió y el archiduque presionó para que fuera elegido Guillaume de Berghes, obispo de

Amberes, lo cual conseguiría en 1601. Este nombramiento, sin embargo, no significó, ni

mucho menos, el final del conflicto1319 y las divergencias entre los nuncios y Alberto

continuarían durante el reinado de Felipe III1320, aunque la balanza se empezaría a

inclinar del lado de Roma tras el giro favorable a sus intereses que se produjo en la

Corte de Madrid con el cambio de reinado.

El segundo asunto que acaparó la atención del gobernador fue la búsqueda de la

paz con los rebeldes y con Francia1321. El archiduque, siguiendo las directrices que se le

habían marcado en Madrid, envió al conde de Buren a negociar con los rebeldes. Sin

siguiente, concretamente el 6 de octubre, el que escribió al rey sobre este asunto fue el cardenal Andrés de Austria (Ibídem, leg. 615, f. 16). 1316 Aldobrandino a Frangipani, 24 de mayo de 1597, COMF, I, nº 56, p. 73 y Frangipani a Aldobrandino, 21 de junio de 1597, Ibídem, II, nº 229, pp. 142-144. 1317 ID., 1 de noviembre, Ibídem, nº 324, p. 251. 1318 Aldobrandino a Frangipani, 1 de noviembre de 1597, Ibídem, I, nº 94, pp. 109-110. 1319 Sobre los años posteriores al final del reinado de Felipe II en lo referente a Cambrai, J. J. RUIZ IBÁÑEZ, Felipe II y Cambrai..., pp. 187-216. 1320 Frangipani a Aldobrandino, 26 de septiembre de 1598, COMF, II, nº 441, p. 383, “Però espediente saria che nella mutation del dominio di questi stati, se componessero le differenze che vi sono con quella Santa Sede, perchè da governatori poca assistenza se riceve per li rispetti del mondo, che se dal Serenísimo signore arciduca Alberto non l´ottenni mai libera et pronta per il timore di Spagna, trovo adesso nel signor cardinal Andrea il medesmo rispetto di non nemicarse S. Alteza per così poco tempo ch´il gobernó sarà in sua mano”. 1321 Además de V. VÁZQUEZ DE PRADA, op. cit., pp. 411-446, J. J. RUIZ IBÁÑEZ, Esperanzas y fracasos de la política de Felipe II en Francia (1595-1598): la historia entre la fe y las armas “jornaleras”, Murcia, 2004.

353

embargo, las conversaciones volvieron a fracasar, por lo que el gobernador decidió que

debía atacar a ambos enemigos por mar y tierra, así como hostigar su comercio, para

debilitarles y obligarles a aceptar las condiciones del rey1322. Tras la negativa del conde

de Fuentes a acudir al socorro de La Vère, el propio Alberto se puso al frente de las

tropas y consiguió llevar a cabo una exitosa campaña, ya que no solo levantó el sitio de

dicha villa, sino que tomó las fortalezas de Calais y Ardres a los franceses y Hulst a los

rebeldes1323. Esto fue posible, en gran medida, gracias a las tropas de refresco que el

archiduque había traído consigo, así como a las medidas que pusó en práctica para

intentar controlar los desmanes del ejército1324.

Una vez que el archiduque consiguió esos éxitos militares se iniciaron los

acercamientos a Francia1325, tarea que implicaba una enorme dificultad, pues Felipe II

pretendía conseguir una paz general con franceses, ingleses y holandeses tras la firma

del Tratado de Greenwich. Por supuesto, tanto el Imperio como Roma, que pretendían el

cese de las hostilidades para que Felipe II pudiera orientar sus fuerzas hacia los turcos,

se ofrecieron como intermediarios.

El emperador insistiría en su oferta de intercesión con los rebeldes, al tiempo

que reclamaba en numerosas ocasiones al archiduque Alberto dinero y hombres

cualificados que le pudieran ayudar en su lucha1326. Debido a lo delicado del asunto, el

gobernador de Flandes decidió enviar al Imperio a negociar a su mayordomo mayor, al

cual se le concedería el título de general de la caballería antes de su partida, aunque sin

grandes logros1327. Clemente VIII, por su parte, si consiguió convencer a franceses e

1322 Alberto a Felipe II, 28 de marzo de 1596, AGS, E., leg. 611, f. 9. 1323 Para una descripción de la campaña, BNM, Ms. 3832, ff. 142r.-152 r. 1324 Que encontramos recopiladas en RAH, Papeles de jesuitas, 9/5756, en tres textos. En el número 30, con fecha del 27 de mayo de 1596, el “Edicto del Archiduque Alberto sobre la conducta de la gente de guerra”, en el 31, del 28 de octubre del mismo año, “Bando general en lo que toca a los testamentos y bienes de difuntos y la forma que se ha de tener en los secretos y depósitos de la gente militar” y en el 32, de 2 de noviembre, “Edicto sobre desafíos, llamamientos y duelos”. 1325 “La plática que Richardot tuvo con Mos de Vic”, 17 de agosto de 1596, AGS, E., leg. 611, f. 121. Desde el principio, Richardot recibió la confianza de Alberto para que se encargara de las negociaciones. 1326 Como le comunicó Alberto a Felipe II el 28 de marzo de 1596 (AGS, E., leg. 611, f. 32), Rodolfo II le reclamaba el pago del dinero que esos estados debían abonar para los gastos de la guerra contra el turco concedidos en la dieta de 1584, así como el envío de Herman Vandemberg, el capitán Lambert, un teniente de artillería y un ingeniero para que lucharan en Hungría. El asunto se trató en el Consejo de Estado de Madrid el 22 de abril de 1597 (Ibídem, leg. 2855, s. f.) y se acordó el envío de 3000 valones y 500 caballos, así como de los personajes que Alberto estimara oportunos. 1327 “Memoria de las cosas de que ha de tratar el Almirante de Aragón en la jornada que hace a Alemania, demás de las que lleva a su cargo por unas instrucciones que se le han dado”, s. d. (h. junio de 1596), CODOIN, XLI, pp. 433-440. Además de tratar asuntos políticos, el almirante debía presentar sus respetos a los miembros de la familia del emperador, así como a sus

354

hispanos de su voluntad de intercesión tras numerosas discusiones1328. Aunque

Frangipani fue el encargado de comunicar las intenciones papales1329, conviene destacar

que permanecería al margen de las negociaciones,que estarían al cargo del general de

los franciscanos Bonaventure Secusi de Caltagirone1330.

Mientras los asuntos diplomáticos se iban encaminando, se produjo un hecho

que marcaría el desarrollo tanto de la campaña militar como el de las conversaciones: el

decreto de bancarrota del 29 de noviembre de 15961331. Esta fatal circunstancia, frenó

bruscamente la marcha de los ejércitos del archiduque y, aunque se tomó Amiens en

febrero de 1597, la situación de las tropas del gobernador se volvió desesperada ante la

falta de cobro de sus salarios. Las protestas de Alberto no fueron escuchadas1332, por lo

que tuvo que recurrir a préstamos personales, cuyo aval eran los ingresos originados por

el priorato de Crato1333.

Estas soluciones de emergencia permitieron que las campañas continuaran su

curso, iniciándose la última en septiembre de 1597, tras la recuperación de Amiens por

los franceses. De nuevo el gobernador se puso al mando del ejército quedando Havré en

Bruselas como gobernador interino, lo que provocó las protestas de Aerschot que

aspiraba a dicho puesto1334. El noble neerlandés había tomado el relevo de su padre en

su agresiva actitud a la hora de reclamar sus derechos y ya en 1596 había enviado a un

consejeros, y reunirse con los Függer para tratar sobre la hacienda de Alberto. De igual manera, intentó hacer lo posible por allanar el camino para que el archiduque fuera nombrado Rey de Romanos (Almirante de Aragón a Alberto, 17 de diciembre de 1596, AGS, E., leg. 614, f. 12). Una vez acabó su labor en el Imperio, viajó a Polonia por encargo de Felipe II para acudir al bautizo del hijo del rey (Felipe II a Alberto, 30 de septiembre de 1596, Ibídem, leg. 2223, f. 82) y permaneció allí durante los primeros meses de 1597 (una relación de su viaje en “Embajada de don Francisco de Mendoza, Almirante de Aragón por orden de Philipe segundo rey de España, al Rey de Polonia, Año de 1597”, CODOIN, XLI, pp. 444-457). 1328 Sobre la labor de Roma en la consecución de la paz de Vervins, A. LOUANT, "L´intervention de Clément VIII dans le traité de Vervins", BIHBR, 12 (1932), pp. 127-186. 1329 Alberto a Felipe II, 29 de diciembre de 1596, AGS, E., leg. 614, f. 218. 1330 No es nuestro objetivo estudiar dichas negociaciones, ya que numerosos autores lo han hecho. Además de A. LOUANT, op. cit., pp. 133-151, consultar las actas de los congresos realizados para conmemorar el cuarto centenario de la paz de Vervins, C. VIDAL y F. PILLEBOUE (eds.), La paix de Vervins, 1598, Laon, 1998 y J.-F. LABOURDETTE, J.-P. POUSSOU y M.-C. VIGNAL (eds.), Le Traité de Vervins, París, 2000. 1331 Para las causas y consecuencias de este decreto, Configuración, pp. 276-298. 1332 Estas estuvieron dirigidas tanto al monarca, el 12 de febrero de 1597 (AGS, E., leg. 613, f. 33), como al conde de Mayalde el 9 de abril (IVDJ, Envío 48, f. 22). 1333 Así, J. Carrillo escribió al obispo de Leiria el 19 de octubre de 1597 (BA, Ms. 51-VIII-12, f. 168), comunicándole el agradecimiento de Alberto por el envío desde Portugal de los 10000 cruzados y expresaba su deseo de que Héctor Mendes proveyera en Amberes otros 10000 al mes. El obispo consultó con el banquero y contestó a Alberto el 7 de noviembre (Ibídem, f. 190), que estaba dispuesto a ello, siempre y cuando fuera proveído como tesorero de las rentas del Priorato. Alberto aceptaría esa pretensión, aunque solicitó al obispo el 25 de junio de 1598 (Ibídem, f. 54) que le preguntara sobre sus pretensiones económicas. 1334 Frangipani a Garzadoro, 12 de septiembre de 1597, COMF, II, nº 296, pp. 218-220.

355

criado suyo a Madrid para realizar algunas peticiones, que fueron escuchadas solo en

parte1335. Finalmente, tuvo que renunciar a sus demandas y acompañó al gobernador en

su campaña.

Los ímprobos esfuerzos del archiduque resultaron infructuosos y la situación fue

siendo cada vez más insostenible, por lo que la paz con Francia fue vislumbrándose

como única solución. Para representárselo al rey, el archiduque decidió enviar a su

secretario de cámara Juan de Frías a Madrid en noviembre de 1597 (ejerciendo Roco de

Campofrío su oficio durante su ausencia1336), con la misión de que solicitara que se

acelerara el desarrollo de las conversaciones con los franceses, además de agilizar la

conclusión de los detalles tocantes al matrimonio del archiduque con Isabel Clara

Eugenia y a la Cesión1337. Frías consiguió su objetivo y el último inconveniente que

quedaba para llegar a un acuerdo, como era la restitución de Calais, se solventó en

enero1338, por lo que la paz de Vervins se pudo firmar pocos meses después,

concretamente el 2 de mayo1339.

Con la consecución del tratado, Clemente VIII consiguió el que había sido el

objetivo principal de su política exterior. Una vez obtenido el acuerdo, el Papa se

desentendió de las peticiones de Felipe II para que ejerciera de intermediario en las

negociaciones con los rebeldes, con la excusa de que dicha negociación no iba a

favorecer a la religión porque eran herejes e iban a continuar siéndolo1340. Sin embargo,

la realidad nos muestra que el Pontífice deseaba que, en ese momento, el poderío de la

Monarquía Hispana se viera amenazado por otros enemigos, ya que una paz universal

hubiera conllevado que Felipe II reagrupara sus fuerzas, con lo que su regalismo y la

posibilidad de una Monarchia Universalis podrían haber vuelto a aparecer.

1335 Sus peticiones y la opinión de Alberto al respecto en AGS, E., leg. 613, ff. 131 y 133. Pedía el Toisón de Oro que ya había tenido su padre (lo que Alberto aprobaba), la plaza de su padre en el Consejo de Estado y los 3000 florines que recibía (el archiduque pretendía diferirlo), que se le cambiara su compañía de hombres por la de su padre (lo que Alberto aprobaba), que se le pagara lo que se debía a su padre (Alberto defendía que no había obligación de pagar nada), que se le dieran 100000 florines que su padre dejó de deudas y otros 100000 que perdió de renta por las guerras de Francia (se le podría dar alguna satisfacción de lo postrero), que se le prorrogara el término del gobierno de Hainaut (no convenía dárselo), que se le diera el cargo de general de la caballería de Flandes (ya había escrito al rey lo que le parecía), que se le subiera el entretenimiento de 40 escudos cerca de Alberto (parecía justo) y que se le armara caballero (parecía bien). 1336 J. ROCO DE CAMPOFRÍO, op. cit., p. 170. 1337 Alberto a Juan de Borja, 10 de noviembre de 1597, IVDJ, Envío 48, f. 24. 1338 Alberto a Felipe II, 6 de enero de 1598, AGS, E., leg. 615, f. 59. 1339 Una edición reciente del tratado en B. HAAN, “La dernière paix catholique européene: édition et présentation du traité de Vervins (2 mai 1598)” en J.-F. LABOURDETTE, J.-P. POUSSOU y M.-C. VIGNAL (eds.), op. cit., pp. 9-64. 1340 Aldobrandino a Frangipani, 29 de agosto de 1598, COMF, I, nº 132, pp. 154-155.

356

8.3.- La Cesión de los Países Bajos a los Archiduques

La fundamental importancia estratégica de los Países Bajos era reconocida como

tal por todos los estadistas del siglo XVI, tanto hispanos como de otras nacionalidades.

Baste recordar que en 1544, después de una intensa deliberación por parte de los

consejeros de Carlos V, se había decidido que era menos gravoso para la Monarquía

renunciar al reino de Milán que a ellos1341. Pese a esta relevancia, hubo numerosos

proyectos relativos al abandono de Flandes, a su entrega a otras monarquías o a su

conversión en un reino soberano pero dependiente de la Monarquía Hispana1342. Los

rumores sobre esta última posibilidad se dispararon desde el fracaso de la Armada

contra Inglaterra en 1588 y se comenzó a especular con el matrimonio del archiduque

Ernesto y de la Infanta Isabel Clara Eugenia, con la soberanía de los Países Bajos como

dote1343. Sin embargo, la candidatura de la infanta al trono francés y la repentina muerte

de Ernesto en Flandes abortaron dicha posibilidad. Estos problemas no aparecerían con

Alberto y el proyecto se pudo llevar, finalmente, a cabo.

No es nuestra intención tratar aquí los aspectos jurídicos de la Cesión, ya

suficientemente diseccionados por diversos autores1344, ni el desarrollo cronológico de

los hechos y los diferentes documentos que se fueron elaborando a lo largo del

mismo1345, sino ver qué situación cortesana provocó que se llegara a esta solución y qué

grupos la apoyaron.

La Cesión de los Países Bajos se enmarca dentro de una política general de

“pacifismo” desarrollada por la Monarquía Hispana durante los últimos años del siglo

XVI y los primeros del XVII, que, en principio, venía a complementar la idea de

consolidación de una red de territorios afines unidos por vínculos dinásticos o

dinasticismo, como lo denominamos con anterioridad. Los primeros impulsores de

1341 F. CHABOD, "¿Milán o los Países Bajos...? Las discusiones en España sobre la "alternativa" de 1544" en Homenaje de la Universidad de Granada a Carlos V (1500-1558), Granada, 1958, pp. 331-372. 1342 E. GOSSART, "Projets d´érection des Pays-Bas en royaume sous Philippe II", Bulletin de la Classe des Lettres. Académie Royale de Belgique, 1900, pp. 558-579; P. BONENFANT, "Les projets d´erection des Pays-Bas en royaume du XVe au XVIIIe siècle. Aperçu sur l´évolution de ce concept politique", Revue de l´Université de Bruxelles, XLI (1935-36), pp. 151-169 y R. VALLADARES, "Decid adiós a Flandes. La Monarquía Hispánica y el problema de los Países Bajos" en W. THOMAS y L. DUERLOO (eds.), op. cit., pp. 47-54. 1343 F. CAEIRO, op. cit., pp. 374-375. 1344 Sobre todo, el trabajo de Alicia Esteban Estríngana, “Los estados de Flandes. Reversión territorial de las provincias leales (1598-1623)” en Felipe III, IV, pp. 593-682. 1345 En general, consultar las actas del seminario celebrado en Lovaina (diciembre de 1997) y los catálogos de las exposiciones que tuvieron lugar en Bruselas (septiembre 1998) y Madrid (diciembre 1999).

357

dicha política fueron los ministros más cercanos a Felipe II durante los últimos años de

su reinado, sobre todo Cristóbal de Moura y Juan de Idiáquez, con el objetivo de

asegurar una sucesión poco problemática para el futuro Felipe III. Sin embargo, para

que tuviera continuidad era necesario obtener la anuencia del heredero, sobre todo en un

acto de la envergadura jurídica de la Cesión y en otros posibles movimientos, tanto en

Francia como en el Imperio, y de su círculo áulico más cercano, encabezado por el

futuro duque de Lerma. Aunque en un primer momento esta nueva orientación no

convenció plenamente al príncipe y a aquellos que gozaban de su confianza, se

incorporaría posteriormente a su ideario político, pero con una motivación diferente que

vendría impuesta desde Roma.

La indudable influencia de la Santa Sede sobre Felipe III y el duque de Lerma

les convenció de la necesidad de que la Monarquía cerrara algunos de sus campos de

batalla, para que pudiera dedicar todos sus esfuerzos a combatir en aquellas zonas que

Roma considerara conveniente. Una vez que Roma consiguió la subordinación de la

Monarquía, ésta dejó de aspirar a la Monarchia Universalis y se redujo a buscar la

preeminencia o, al menos, conservación de la dinastía (que se identificaría con

catolicismo), por lo que su política trataría de asegurar los territorios de la Casa, para lo

que fue necesario establecer alianzas y firmar tratados de paz. El primero de ellos fue la

Paz de Vervins de 1598, a la que seguirían la de Sommerset en 1604 y la Tregua de los

doce años en 1609. Esta política se ha venido en llamar “Pax Hispánica”1346, aunque

bien pudiera ser denominada “Pax Romana” por la influencia que tuvo la Santa Sede en

la configuración de la política exterior de Felipe III1347.

Sin duda, esta nueva política respondió también a una renovación en los

pensamientos filosóficos que dotaron de cobertura a la Monarquía desde finales del

reinado de Felipe II, siendo la base de la misma el estudio de la antigüedad, con el fin de

aplicar o no lo allí observado. Así, Tácito aprovisionó de experiencia política, Séneca

fue fuente de alivio y solidez moral y Lipsio puso esos instrumentos en manos de

políticos y cortesanas; prudencia y conservación se acabarían convirtiendo en los

valores principales de la política1348.

1346 Sobre la formulación de dicha “Pax Hispánica”, B. J. GARCÍA GARCÍA, La Pax Hispánica. Política exterior del Duque de Lerma, Lovaina, 1996 y P. C. ALLEN, Felipe III y la Pax Hispánica. El fracaso de la gran estrategia, Madrid, 2001 (Traducción de la edición inglesa, Yale, 2000). 1347 Sobre este asunto, J. MARTÍNEZ MILLÁN, “Relación de la Monarquía con los reinos”, Felipe III, III, pp. 74-81. 1348 Un excelente resumen sobre estas corrientes de pensamiento en A. RIVERO RODRÍGUEZ, “Política y políticos en tiempos de Felipe III: Tácito, Séneca, Lipsio”, Felipe III, I, pp. 136-148.

358

La Cesión puede ser considerada como la primera piedra angular de este

proyecto y, de hecho, fue una de las principales bazas de los monarcas hispanos para

convencer, tanto a franceses como a ingleses, de su seria voluntad de conseguir la paz.

Además, era un acto imprescindible para lograr una solución negociada del interminable

conflicto flamenco sin pérdida de reputación, aunque para ello era necesario que se

llevara a cabo con pasos firmes y que se finalizara antes del fallecimiento del “Rey

Prudente”, por lo que los preparativos se aceleraron desde el momento en que Alberto

se dirigió a Flandes.

Desde su marcha de Madrid, se corrió el rumor de que pronto retornaría para

renunciar a sus hábitos y casarse con la infanta Isabel1349, que ya no tenía esperanzas

sobre sus derechos al trono francés. Esa posibilidad era seriamente contemplada en la

Corte de Felipe II, pero la inestable situación de los Países Bajos y la guerra con Francia

retrasaron la aprobación del matrimonio y la consecución de la Cesión. No sería hasta

agosto de 1596 cuando se retomara el interés por el proyecto y Moura se encargó

personalmente de negociaciar con la emperatriz María, con la que también consultó

sobre posibles candidatas de la familia imperial a contraer matrimonio con el príncipe

Felipe1350. La dificultad de las conversaciones, sobre todo por el interés del emperador

en boicotearlas, ante lo perjudicial que era para sus intereses el matrimonio de Alberto e

Isabel1351, hizo que estas se prolongaran durante meses.

De igual manera, la disparidad de criterios mostrada por los consejeros de Felipe

II acerca de la idoneidad de la Cesión retrasó la decisión final hasta abril de 1597.

Especialmente interesados en llevarla a cabo se mostraron Moura e Idiáquez y, gracias a

Guido Bentivoglio, conocemos la opinión del primero, en un texto que reproducimos

por su especial interés y donde aparecen esbozadas las bases de esta nueva

estrategia1352:

"Yo no sería jamás de parecer (gloriosísimo Principe) que vuestra Magestad

disminuyese de alguna parte, aunque minima, sus reynos, y estados y sino juzgase que de la disminución resultase beneficio antes que daño a vuestra grandeza. Tratase oy de casar la serenisima Infanta; y cada uno sabe quales sean, y quan sublimes las prerrogativas que en su Alteza concurren de sangre, y de merecimiento. Pues si del cuerpo inmenso de tantos Estados, que Dios ha dado a vuestra Magestad, puede dotarla con algunos, que el separarlos cause, como he dicho, beneficio, antes que perjuizio a los

1349 A. Sarmiento de Valladares al conde de Gondomar, 3 de septiembre de 1595, BPRM, Ms. II/2162, doc. 67. 1350 Nuncio Caetani a Aldobrandino, 23 de agosto de 1596, ASV, Spagna, leg. 47, f. 333 v. 1351 H. KHEVENHULLER, op. cit., p. 465. 1352 G. BENTIVOGLIO, Las guerras de Flandes desde la muerte del Emperador Carlos V hasta la conclusión de la tregua de doze años, Madrid, 1687 (traducido del alemán por Basilio Varen), pp. 431-432. El subrayado es nuestro.

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otros; porque no se debe creer, que vuestra Magestad se inducirá con gusto a efetuar la execucion? Y en este caso, ¿cómo puede dudarse, que vuestra infalible prudencia luego no piense en los de Flandes? Ellos son los mas remotos de todo lo restante de vuestro imperio en Europa. Ellos los mas diferentes de lengua, de costumbre, de leyes, y de todas las demas cosas. Ellos han aborrecido mas que todos los otros el sujetarse a govierno, como ellos dizen, forastero; y por consiguiente han deseado mas tener un propio Principe separado. Por estas razones, apenas partisteis de aquellos paises, que començó publicamente a cundir en ellos la Heregia. Después passaron a los tumultos de los tumultos a la rebelion, y de la rebelión a una cruelísima guerra. Son ya quarenta años que dura vivo el incendio.

Y quantas vezes por extinguirle, fuera de la prueba de las armas, aveis introducido tratados de concordia? Pero siempre en vano. Tan indómita ha salido la doblada rebelión de los propios Flamencos contra la Iglesia y contra esta Corona; y tan grande ha sido la ayuda que de continuo han recibido casi por todos lados de aquellos vezinos. De suerte, que la Olanda, la Celanda y otras de aquellas Provincias que tienen en la mano las armas, se muestran cada dia mas obstinadas en no querer jamás volver a la obediencia de España. Aora si vos con aver vivido los años enteros en aquellas Provincias, con tanta experiencia de las cosas dellas, y de las universales de todo el mundo; con tantas fuerças, y con tan valerosos capitanes, quando la Francia ha padecido mas sus internas plagas, y la Inglaterra ha temido también padecerlas debaxo del dominio de una muger, no aveis podido evitar tan graves perdidas en Flandes; como no se debe temer, que vuestros sucessores no ayan de recibirlas cada dia mas graves? De suerte, que esta Corona finalmente (Dios no lo permita) venga un dia a quedar de todo punto privada de aquellos Paises? Quanto mas guerreros se hazen cada dia los rebeldes? Y quanto mas va creciendo siempre la union entre ellos? Y quanto mas de aqui adelante la Francia, y la Inglaterra podrá fomentarlos? La Francia, puesta en paz; y la Ingalaterra, que espera de un dia a otro al Rey de Escocia por sucessor? Hasta las Indias llegan los males que padece la España en Flandes; y se puede temer, que de las Orientales passen con mas grave daño tambien a las Occidentales.

Como el cáncer que está en un miembro del cuerpo humano va consumiendo el vigor de todos los otros; así la parte llagada de Flandes cada dia mas haze debilitar el cuerpo de vuestro imperio. Vease, que para mantener aquella guerra no basta el oro de las Indias; no basta la gente que da la España y la Italia, ni la que para este efeto continuamente se levanta en Alemania. A aquel voraz animal con el sustento crece siempre mas la hambre. Y ¿quánto tragan solos los motines por si mesmos? Hechos ya tan domésticos, que acabado el uno comiença el otro; y de ordinario muchos a un tiempo se ven suceder con grave daño. En tal estado se halla Flandes, así de perdidas, que hasta aora ha padecido la Corona de España, como de aquellas que en adelante pueda recibir. Mi opinión, pues, seria que vuestra Magestad diesse en dote a la Serenisima Infanta los Paises Baxos, de los quales formando un Principado en la hija, y honrando juntamente al Cardenal Archiduque vuestro sobrino, con hazerle su marido, reciban finalmente deste modo los Flamencos un Principe propio, como en todo tiempo han deseado tan vivamente. Saliendo fecundo, como se puede esperar, el matrimonio de los nuevos Príncipes, vendría por lo menos la Iglesia, y la sangre de Austria a conservar las provincias obedientes, quando la Corona de España no pudiese conservarlas. Ni se deve temer; que entre aquel ramo, y este no huviesse de passar aquella buena, y fructuosa correspondencia, que passa entre este, y el otro de Alemania. Y de quanta fuerça puede ser este exemplo? En el qual se ve, que el Emperador vuestro padre, con suma prudencia, quiso engrandecer allí aquel ramo austriaco, porque juzgó por imposible, que aquí en el vuestro de España, si bien el principal, mas muy desunido de la Alemania, durassen aquella, y esta grandeza juntas entresi. Gozarían entonces del nuevo Principado Flamenco los vezinos, y le ayudarían tanto en adelante, viendole desmembrado desta Corona, quanto se han mostrado contrario por lo passado, viéndole unido. A los zelos sucederia la confiança. En lugar de fomentarse de aquellas partes la guerra, se recibirian amigables oficios, para alguna introducción de paz. Y establecida con aquel matrimonio la descendencia flamenca; porque no se esperaría juntamente, que al fin también las provincias rebeldes poco a poco se uniessen con las obedientes en la

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forma antigua? O este puede ser el remedio que reste para curar las llagas de aquellos Países; o ninguno otro será bastante jamás para sanarlas".

Por contra, otros miembros del Consejo de Estado se mostraron adversos,

destacando sobre todos ellos el conde de Fuentes, buen conocedor de la realidad

flamenca. Su opinión nos aclara sus motivos para no contemplar dicha opción, entre los

cuales sobresaldría la importancia estratégica de esos territorios1353:

"Es tan grande la ventaja (poderosísimo príncipe) que reciben de Flandes los

muchos miembros, de que está compuesto el imperio de vuestra Magestad, que el querer aora privarle de uno tan noble, seria, a mi juizio, de gravísimo daño a todos los otros. Por doquiera que haze el Sol su curso, camina sobre algún lado de vuestros reynos. Mas si bien por tantas partes el mundo os reverencia, y se os inclina, véase con todo eso que por aquella de Flandes mas, que por todas las otras, vuestros mayores enemigos y émulos respetan vuestra grandeza, y la temen. Quales, y quan grandes sean las comodidades de aquellas Provincias, ninguno lo sabe mejor que vos mesmo. Aqui del gloriosisimo Emperador vuestro padre, con aquella memorable renunciación, fuistes colocado en su herencia, antes de serle heredero. Aqui començastes a tomar los anuncios de tan alto y penoso govierno, y deteniendoos aqui algunos años, tuvistes ocasion vos mesmo de probar siempre mejor, quanto importava a vuestra grandeza posseer aquellos Estados, juntamente con lo restante de vuestro Imperio.

Con las armas de Flandes hizisteis entonces una paz muy ventajosa con el Rey de Francia. Con aquellas armas aveis socorrido muchas vezes despues la causa catolica de aquel Reyno; y defendido contra el presente Rey, en estos ultimos tiempos, con grande honra la vuestra propia. Y ¿quántas vezes desde alli aveis ayudado a los Catolicos de Alemania? Y en qué espanto, especialmente por aquella parte, pusistes pocos años ha tambien la Inglaterra? Da vueltas el mundo con perpetuas mudanças, y está en continuo parto de cosas nuevas. Y por tanto debe creerse, que a las ocasiones de los tiempos passados nacerán otras muchas semejantes en los siguientes; de manera, que nada menos entonces será necesarias de nuevo las armas de Flandes en favor de la Iglesia, o desta Corona, o de entrambas, casi siempre unidas entresi. Yo conozco la declinación que se ha padecido en aquellas Provincias; confiesso los peligros que puede causar cada dia mas la mesma rebelion obstinada de dentro, y la mala correspondencia que los vezinos siempre han usado fuera. Con todo esso, midiendo bien lo que resta obediente en Flandes, y añadiendo otras fuerças que da vuestra poderossima Monarquía; porque no se tendrá esperança, que la causa tan justa de vuestra Magestad se mejore alli; o a lo menos seguridad, que no se empeore? Que si con el nuevo Principado cesase en aquellos paises la guerra, y cesasen juntamente los gastos, grande alivio sin duda recibiria dello esta Corona, y se llevaría mejor en tal caso verla sin aquellas Provincias. Mas debiendose creer, que arderá en ellas, mas que nunca, la guerra, por el amor que los rebeldes tienen a la libertad, y a la Heregia; y consiguientemente por el odio que muestran a la sangre austriaca, y en especial a esta de España de donde saldria el nuevo Principado; no será necessario, que todavia esta corona lleve sobre si también el peso de las armas, de los gastos? De otra suerte de que serviria forma tal Principado, si las fuerças de España no huviessen despues de mantenerle? Así el daño que recibiría vuestra Monarquía por una parte, no se recompensaría con algún beneficio por la otra. Y así faltándole la ventaja que le ha dado siempre el poder de Flandes, podría recibir tal perjuizio, que por ventura con el tiempo huviesse de probar cada dia efetos peores. Conserve, pues, España a Flandes; y mantenga aquella Plaça de armas de vuestro Imperio. Ni las grandes Monarquías pueden estar sin guerras, ni hazerse las guerras sin

1353 Ibídem, pp. 430-431. Por desgracia, desconocemos la fuente que utilizó Guido Bentivoglio para conocer la opinión de ambos consejeros, aunque bien pudiera ser el acta de la reunión del Consejo de Estado donde se decidió la Cesión en abril de 1597.

361

soldados, ni criarse ellos sino es entre las armas. Y que escuela mas florida podria desear la España, que la que ha gozado por tantos años, y goza de presente en Flandes? Por tanto, mi opinión seria, que vuestra Magestad no desmembrasse de sus Estados, Provincias tan importantes. No faltarán a la suma grandeza y al infinito saber vuestro, otros medios, con los quales pueda la serenísima Infanta, quedar acomodada en la forma que merecen sus excelentes virtudes por si mesmas; y la alteza de su grado tan justamente pide".

Aunque la situación cortesana estaba cambiando a ojos vista en diferentes

ámbitos, todavía los asuntos de Estado eran controlados por los últimos privados de

Felipe II, así que la postura triunfante fue la de Moura e Idiáquez. Tras tomar la

decisión, el primer paso que se llevó a cabo fue comunicarla al archiduque Alberto y a

la Santa Sede, ya que era necesario que el sobrino del rey abandonara su condición de

religioso y que la Iglesia lo admitiera. Como vimos, Roma aceptó rápidamente su

renuncia al cardenalato mediante un breve con fecha del 25 de abril, en el cual le

conminaba a ayudar a la jurisdicción eclesiástica en el asunto de Cambrai.

Posteriormente, se transmitió la decisión al emperador, al tiempo que se le informaba de

la decisión de casar al príncipe Felipe con Gregoria Maximiliana, hija del archiduque

Carlos y de María de Baviera. Rodolfo II se mostró bastante reacio y su resistencia solo

pudo ser vencida por la intermediación del embajador Khevenhüller y de la emperatriz

María, así como por la renuncia de Felipe II a apoyar la candidatura de Alberto a Rey de

Romanos1354.

Mientras, en Flandes, el asunto se mantuvo en el más absoluto secreto hasta

finales de julio y la publicación de la decisión final se retrasaría hasta el 3 de diciembre;

de este modo, se buscaba ir preparando el complicado terreno jurídico necesario para

que los Estados aceptaran la Cesión. Una vez se les comunicó los acuerdos tomados

para llevar a cabo la transferencia1355, hubo discrepancia de opiniones sobre la

conveniencia de la misma, aunque acabarían aceptándola con las condiciones

indispensables de que se lograra la paz y que los Estados jugaran un papel importante en

el nuevo gobierno1356.

El archiduque Alberto trató de solventar los últimos escollos con el envío,

anteriormente mencionado, de Juan de Frías a Madrid y, a su vez, fue allanando las

dificultades con los Estados para poder emprender viaje a la Península Ibérica a contraer

matrimonio con la infanta y disponer un gobernador interino que quedara en su lugar.

1354 Felipe II a Alberto, 5 de julio de 1597, AGS, E., leg. 2224-1, f. 220. 1355 Para la descripción que hizo el archiduque del momento de la comunicación, su carta a Felipe II del 6 de enero de 1598 (Ibídem, leg. 615, f. 53). 1356 Sobre la actitud de los Estados ante la Cesión, así como las negociaciones con ellos, R. WELLENS, "Les États généraux de Bruxelles en 1598 et la cession des Pays-Bas aux archiducs Albert et Isabelle", Cahiers Bruxellois, 23 (1978-1981), pp. 23-34.

362

Ya Juan de Frías había llevado una relación a la Madrid sobre los candidatos preferidos

por el archiduque, de la que solo complació a Felipe II el marqués de Burgau. Sin

embargo, el rey mostró su preferencia por que el gobernador interino fuera su hermano,

el cardenal Andrés de Austria, que había incrementado su crédito gracias a la favorable

labor que había desarrollado para la Monarquía en Roma durante los últimos

cónclaves1357. El archiduque, ante la firme postura de Felipe II y la buena opinión que

tenía del cardenal, aceptó gustoso la decisión real1358.

La Paz de Vervins significó el final de las dificultades que impedían llevar a

cabo la Cesión y poco después, en concreto el 6 de mayo, Felipe II renunció a los Países

Bajos en su hija y en su sobrino1359. Dos días después, se pactaron las capitulaciones del

futuro matrimonio entre la infanta, junto a su padre y hermano, por un lado y el

archiduque, que estuvo representado por su madre gracias a un poder redactado por

Pierre Verreycken, con fecha del 25 de julio de 1597, por otro1360. Tras dicho acto, Juan

de Frías partió hacia Flandes para informar al archiduque y llegó a Bruselas el 13 de

julio, entregando al futuro soberano unas instrucciones donde Felipe II le explicaba los

1357 Felipe II a Alberto, 18 de marzo de 1598, AGS, E., leg. 2224-1, f. 11. 1358 Alberto a Felipe II, 20 de abril de 1598, Ibídem, leg. 615, f. 96, "Y en lo que toca a la persona que huviere de governar aqui durante mi ausencia he considerado lo que V. Majestad es querido apuntarme de la del Cardenal de Austria, y lo que se me ofresce dezir en ello es que aunque me acorde del quando propuse al Marqués su hermano no le antepusse por paresçerme que era mas a proposito encomendar este govierno a persona lega y que tenga alguna experiençia de la guerra y me incline al Marques por ver la que tiene y también alguna notiçia de las cosas destos estados por lo que estuvo en ellos, y demas de lo que yo sabia de las partes del cardenal me he informado con cuydado de algunas personas que le conoscen y saben sus actiones y hallo buena relación su termino y proçeder y la afiçion que tiene al servicio de V. Majestad y aunque tenga poca experiencia de negocios ni podria atender quiça tan particularmente a lo de las armas aviendo de ser mi ausencia por poco tiempo se suplira ello con tener personas cabe si para emplear en ellas y assi siendo V. Majestad servido tengo por mas a proposito al Cardenal para dexarle aqui que al Marqués por ser algo inquieto y de tal condiçión que no se ha podido llevar con ninguno de mis hermanos, y no se me ofreçen de nuevo otras personas que proponer, sobre que podrá V. Majestad mandar tomar la resolución que mas viere convenir a su servicio y embiar las órdenes y recaudos neçessarios para el que copiere". 1359 “Condiciones de la renunciación que hizo el rey don Felipe Segundo, de los Estados de Flandes en la infanta doña Isabel su hija”, 6 de mayo de 1598, CODOIN, XLI, pp. 218-222. En este documento aparecen 12 condiciones que se debían cumplir para hacer efectiva tal Cesión, como la obligatoriedad de casar a una hija, si es que la hubiere, con el monarca hispano o el retorno de los Países Bajos a la Monarquía Hispana si no existiesen herederos (sobre la búsqueda de un heredero por parte de los Archiduques, H. LONCHAY, “Philippe II et le mariage des archiducs Albert et Isabelle”, Bulletin de la Classe des Lettres et des Sciences Morales et Politiques et de la Classe des Beaux-Arts, 15 (1910), pp. 364-388). A este texto habría que unir la “Cláusula para que los criados del archiduque Alberto sean católicos indispensablemente”, CODOIN, XLI, pp. 222-225. 1360 “Copia de las capitulaciones de la señora Infanta Doña Isabel con el Archiduque Alberto”, 8 de mayo de 1598, AGS, E., leg. 2224-1, f. 3. Estuvieron presentes en el acto y firmaron como testigos Khevenhüller, el marqués de Velada, Moura y Juan de Idiáquez.

363

pasos a seguir para hacer efectivo el casamiento, renuncia de los hábitos y toma de

posesión de los Países Bajos1361.

Alberto dió inició de inmediato a los pasos requeridos y presentó su renuncia al

arzobispado de Toledo, aunque solicitó que no se hiciera efectiva hasta que se hubiera

celebrado el matrimonio, ante la posibilidad de que Felipe II o Isabel Clara Eugenia

fallecieran antes1362. De igual manera, quiso confirmar su renuncia al cardenalato y

envió a Ferdinand de Rye, arzobispo de Besançon, a comunicárselo al Pontífice, que se

encontraba en Ferrara tras la guerra que la Santa Sede había desarrollado para dominar

ese territorio1363. Alberto intentó que ambos cargos se le entregaran a García de Loaysa,

que gozaba de su favor y del del monarca1364, pero, aunque el prelado obtuvo el

arzobispado, la muerte de Felipe II impidió que se le concediera el capelo cardenalicio,

ya que su antiguo discípulo, Felipe III, hizo lo posible para que no lo obtuviera1365.

Finalmente, y tras todos los preparativos, el 22 de agosto se celebró en Bruselas la

ceremonia del juramento de los Estados Generales a sus nuevos soberanos, aceptando

los representantes flamencos el nuevo status de los Países Bajos1366. Se iniciaba así la

andadura de una nueva entidad política, cuyos soberanos iban a ser el archiduque

Alberto y la infanta Isabel.

Al tiempo que se llevaban a cabo las conversaciones encaminadas a que la

Cesión fuera aceptada, se fueron disponiendo los preparativos para la Jornada que

Alberto realizaría a la Península Ibérica para casarse con la infanta. Se barajaron tres

diferentes opciones de llevarla a cabo: esperar a concretar la paz e ir por la posta a

través de Francia, marchar por Italia con solo unos pocos criados o ir por el mismo lugar

con toda su Casa, opción que fue la preferida1367. En dichos territorios, estaba previsto

que se encontraría el archiduque con la futura mujer del príncipe Felipe, la archiduquesa

Margarita de Austria-Estiria, que había sido elegida como nueva candidata tras la

prematura muerte de su hermana Gregoria.

1361 Felipe II a Alberto, 3 de junio de 1598, Ibídem, leg. 2224-1, f. 159. 1362 Frangipani a Clemente VIII, 4 de junio de 1598, COMF, II, nº 407, pp. 340-342. 1363 M. DE MONTPLEINCHAMP, op. cit., p. 160. 1364 Así se lo comunicó Felipe II a Alberto el 14 de abril de 1598, AGS, E., leg. 2224-1, f. 99. 1365 J. ROCO DE CAMPOFRÍO, op. cit., p. 219. 1366 Hay varias descripciones de dicha ceremonia, como la que realizó Frangipani a Aldobrandino el 22 de agosto (COMF, II, nº 435, pp. 375-376), la “Carta de Juan de Palacios, de Bruselas, en que da noticia del juramento de las diecisiete provincias hecho al archiduque Alberto y a la Infanta de España y fiestas del casamiento de estos príncipes, fecha en Bruselas, a 27 de agosto de 1598”, CODOIN, XLI, pp. 228-234, o L. P. GACHARD, Collection de documents inédits concernant l’histoire de la Belgique, Bruselas, 1833, I, pp. 462-496. 1367 Alberto a Felipe II, 26 de julio de 1598, AGS, E., leg. 615, f. 147.

364

Una vez decidido el camino, se comenzó a aprestar el séquito que debía

acompañar al nuevo soberano. Desde Madrid se intentó prescindir del almirante de

Aragón como mayordomo mayor, para lo cual se le propuso como nuevo embajador en

el Imperio en lugar de Guillén de San Clemente, que obtenía así el relevo que tanto

había ansiado. Francisco de Mendoza no se quiso ni plantear dicha opción y reclamó la

ayuda del archiduque para evitarlo1368, lo que consiguió, aunque se le ordenó que

permaneciera en Flandes encargado del ejército que continuaba la lucha con los

rebeldes. Así mismo, se le encomendó que organizara todos los aprestos para la Jornada

de su señor, llevando a cabo una febril actividad1369, y que coordinara a los servidores

que iban a marchar y a los que iban a permanecer en Flandes.

Su primera gran preocupación fue establecer el número de mayordomos que

emprenderían el viaje, cuestión de vital importancia teniendo en cuenta que el almirante

no iba a ir con ellos. En ese momento había 4 -Luis Dávalos, Diego de Ibarra, el señor

de Creseques y el conde de Issenghien-, pero se desconocía si el primero podría acudir a

la Jornada, mientras que el tercero iba a permanecer en Flandes. Además, el de

Issenghien era bastante inexperto, por lo que el almirante de Aragón propuso que se

ascendiera a Alonso de Cárdenas, gentilhombre de la cámara, o se nombrara al francés

conde de La Vère, a Gastón Espínola, a Jerónimo Valter Zapata o a Juan Bautista de

Tassis para el oficio. Finalmente, Luis Dávalos se presentó para la Jornada y los nuevos

nombramientos quedaron en suspenso, aunque no en el olvido y en el periodo

archiducal se llevarían a cabo.

Igualmente, se discutió y estableció la ocupación de otros cargos de la Casa

como el de capellán y limosnero mayor, el de los capellanes, los capitanes y tenientes de

las guardas, los gentilhombres de la boca o de la casa, caballerizos, varlet servant,... y la

ampliación de ciertos oficios con la introducción, sobre todo, de flamencos. Así mismo,

se pretendió instaurar una serie de ayudas de costa que permitieran sufragar los gastos

de los servidores que realizarían la Jornada, tratando de evitar así que no se les

perjudicara económicamente tanto como durante el viaje de 1595-15961370. De igual

1368 Almirante de Aragón a Alberto, 25 de junio de 1598, Ibídem, f. 152. 1369 Sus actuaciones en “Copia de los apuntamientos que el Mayordomo Mayor dio a su Alteza antes de su partida a España dependientes della”, con fecha del 31 de agosto de 1598, RAH, Ms. A-61, ff. 8 r.- 19 v. y 35 r.-42 v. 1370 En concreto, se concedieron 200 escudos al confesor Fray Iñigo de Brizuela, 300 a los capellanes y 150 al cura y capellán de los pajes, 1000 a los clérigos que fueran camareros, gentilhombres de la cámara o mayordomos y 1500 a los seglares de los tres oficios, 600 a los gentilhombres de la boca que hubieran servido de continuo y 300 a los que habían estado ausentes por ser capitanes del ejército, más abonarles sus entretenimientos, otros 300 a los gentilhombres de la casa (incluidos los tenientes de la guarda), 200 a los jefes de oficios y 100 a

365

modo, se aumentaron los gajes de los archeros en 90 reales al mes y en 30 el de los

alabarderos. El archiduque aceptó la mayoría de estas ayudas de costa, aunque algunos

tardaron en cobrarlas y se vieron obligados a protestar.

Para intentar limitar los ingentes gastos, se redujeron los estados durante la

Jornada a tres: uno de mayordomos, gentilhombres de la cámara, camareros y algunos

cortesanos relevantes que viajarían con el archiduque -caso del duque de Aumale, los

condes de Berlaymont y la Vère o el señor de Recourt-, otro de las señoras y damas de

Flandes que llevara Alberto más sus criados y, por último, otro de los ayudas de cámara

y el resto de personas que solían comer con ellos. Para los oficios que no ingresaron en

los Estados se concedieron algunas ayudas, como a los gentilhombres de la boca, que

recibieron 28 reales diarios para su sustento y 9 para el de sus caballos, y a los de la

casa, capellanes y médicos se les dieron 12 reales más 6 para los caballos.

De igual manera, el mayordomo mayor pretendió fenecer todas las cuentas de

los oficiales y personas a las que el archiduque debía algo, encargándose las de la casa y

oficios al contralor y a los jefes de cada sección las de la suya. Sin embargo, cada día

había nuevos gastos y siempre quedaba un remanente por calcular, por lo que el

almirante propuso que se dejara encomendado al contador Juan López de Ugarte para

que lo llevara a cabo en ausencia del archiduque.

De vital importancia era también prever los gastos que se iban a realizar por el

camino y asegurar las provisiones de dinero. Para ello, se encargó al tesorero que

buscara crédito sobre algunos ingresos de los Países Bajos y que hiciera la provisión en

los diferentes lugares por los que la comitiva iba a pasar. Igualmente, se nombró

aposentador al señor de Chassey para que preparara los alojamientos junto a los otros 4

aposentadores y se aprestó la caballeriza para el importante esfuerzo que suponía

trasladar a tanta gente.

Por último, fue necesario planificar el comportamiento que debía tener la

comitiva cuando entrara en el Imperio, ya que las diferentes tradiciones y el delicado

momento político invitaban a la prudencia durante la estancia en los territorios natales

del archiduque. Así, se decidió que ningún criado debía ocasionar desorden, que al

entrar en cualquier villa o lugar los criados marcharan de dos en dos y que los trompetas

no anunciaran su llegada al lugar donde se encontrara el emperador, por respeta a la

Cesárea persona.

los ayudas más ración para los que dejaran mujer en Flandes, 50 a los mozos de oficio, tanto de la casa como de la caballeriza, 300 a los ayudas de cámara casados y ración para sus mujeres y 200 para los solteros, 500 al contralor y al greffier, 300 al despensero mayor, 1000 al tesorero Joseph Handtlip y otros 1000 para el caballerizo mayor y capitanes de las guardas.

366

Tras estos largos preparativos, la comitiva dejó Bruselas el 9 de septiembre de

15981371, permaneciendo un elevado número de servidores en Flandes1372. El

archiduque, sin embargo, demoró su viaje hasta el 14, ya que tuvo que poner al corriente

de la situación al cardenal Andrés de Austria1373, que no había aceptado el cargo hasta el

20 de agosto1374 y no había llegado a Bruselas hasta el día 6, tras disponer a marchas

forzadas su séquito1375.

En la comitiva del futuro soberano aparecían varios personajes de relevancia,

entre los que conviene destacar a 7 mujeres pertenecientes a algunas de las familias

flamencas leales de más alta alcurnia, que estaban destinadas a servir a la infanta Isabel

Clara Eugenia en su nueva Casa y que viajaban al cargo del mayordomo Issenghien y

del gentilhombre de la casa Gilles du Faing. Ya Felipe II había advertido a Alberto que

sería una buena idea que se hiciese la elección de estas damas en Flandes antes de partir,

para que pudieran acompañar de vuelta a la infanta tras los desposorios1376. En concreto,

las elegidas fueron Marguerite de Lille, condesa de Bucquoy, como futura dueña de

honor y Magdalena de Trazegnies, Marie de Montmorency, Claudine de Mérode,

1371 Hay varias descripciones de la misma y de sus componentes, como C. COLOMA, op. cit., libro 11, pp. 61-62 o la realizada por el gentilhombre de la casa Gilles du Faing, que se encuentra en el Ms. 18433 de la BRB y publicada en L. P. GACHARD, Collection des voyages…, IV, pp. 458-462 (la descripción de la Jornada en pp. 457-504). Por desgracia, ambas son parciales. Así mismo, las apostillas históricas de B. J. GARCÍA GARCÍA a L. de VEGA, Fiestas de Denia, edición de Florencia, 2004, pp. 33-40. 1372 En AGR, Audience, reg. 33/2 nos encontramos con la ordenanza del 13 de septiembre que el archiduque dejó al pagador general de la armada para que librase los gajes y raciones a los servidores que quedaban en Bruselas. 1373 Su nombramiento complació sobremanera al nuncio Frangipani, por las razones que refleja en su carta a Aldobrandino del 19 de septiembre (COMF, II, nº 440, pp. 380-382), "La sua venuta è fin hora grata a questa città, per non essere Spagnuolo, per non venire da Spagna, per non usar molta gravità et finalmente per la speranza di buon governo, che gli promette l´haverlo rifiutato quando dopo il suo arrivo se gli propose ristretto et limitato essendosegli poi conceduto libero et senza impedimento alcuno, et così continua privo d´ogni disciplina, fuorchè di conoscere la differenza delle persone, con le circonstanze d´i negotti". 1374 Andrés de Austria a Felipe II, 20 de agosto de 1598, AGS, E., leg. 615, f. 11. 1375 Un listado de su servicio al llegar a Flandes en AGR, Audience, reg. 33/4, ff. 51 r.-52 r. (un duplicado del mismo en Ibídem, ff. 65 v.- 66 r.). En contraste con Ernesto o Alberto, su Casa era más modesta e incluía, únicamente, 22 servidores más lacayos y pajes. Entre ellos destacaban el barón de Wolfsperg, maréchal y primer caballerizo, el conde de Lodrón, camarero mayor y capitán de la guarda tudesca de Felipe II, el marqués de Malaspina, caballerizo mayor, o el conde Jehan Jacomo Beljoyoso, camarero. 1376 Felipe II a Alberto, 3 de junio de 1598, AGS, E., leg. 2224-1, f. 155, "Traerá mi nuera que ha de ser algunas pocas criadas desde Alemaña como entendereys de Don Guillén y agora se me ofreçe que podría ser a propósito que vos hiziessedes venir a Milan para el mismo tiempo seys mugeres prinçipales dessos estados las dos viudas y las quatro damas para que sirvan aca todas seys a la Infanta mi hija y vuelvan a su tiempo con ella y desde Milan aquí vengan acompañando y sirviendo a mi nuera. La eleçión de las que han de ser os remito como a quien esta presente y tan acertadamente sabrá echar mano de personas en quien concurran todas las partes neçessarias para ello".

367

Alexandrine y Françoise de Noyelle y Louise de Sainte-Aldegonde como damas. A ellas

se unieron en Valencia las mujeres del antiguo servicio de la infanta que iban a

acompañarla en su nuevo destino, caso de, entre otras, Juana de Jacincourt como

camarera mayor o la dama María Manuel, y otras hispanas que se incorporaron como la

dama Vicenta Ferrer o las dueñas de retrete Teresa Dávila o Isabel de Castro. Junto a las

citadas mujeres, nos encontramos con algunos hombres que también pertenecieron al

antiguo servicio de la infanta en Madrid y que la acompañaron en su periplo a Flandes,

como forma de medrar en su carrera cortesana. Entre ellos, Juan Díez Ochoa, que de

mozo de oficio del guardajoyas y ropa pasó a ser escribano de cámara, o Juan Fernández

de Izaguirre, antiguo oficial del guardamangier y comprador de la reina Ana y de la

reina Margarita de Austria que en 1605 nos encontramos como guarda de damas de los

Archiduques.

Pese a estos ejemplos, conviene destacar el escaso número de servidores de

Isabel Clara Eugenia que se incorporaron a la Casa de los Archiduques, siendo la

mayoría de los integrantes del servicio de nueva incorporación o procedentes de la Casa

de Alberto. De igual manera, y como ya hemos constatado, fue apreciable el aumento de

flamencos, sobre todo en los oficios más elevados, como arma de los soberanos de

nuevo cuño para integrar en su proyecto político a las élites locales1377.

De este modo, se ponía en práctica en Flandes el uso de la casa archiducal como

herramienta redistributiva de la gracia en dichos territorios, función que ya pudimos ver

esbozada cuando fue formada la Casa de Alberto como gobernador. Como vimos, las

Casas Reales habían dejado definitivamente de ser un lugar de integración de las élites

territoriales, por lo que fue necesario buscar nuevas formas de hacer llegar la gracia real

a los diversos reinos1378. Debido a ello, los virreyes y gobernadores fueron teniendo

cada vez más posibilidad de proveer oficios en sus territorios, en los cuales habían

adquirido una mayor autonomía, que se consolidó con Felipe III. Pese a ser un remedo

de Casas Reales, las Casas Viceregias fueron el centro de grandes Cortes, por lo que la

nobleza e hidalguía local decidió buscar acomodo en sus tierras de origen y no viajar

hasta Madrid.

1377 ID., 16 de julio de 1598, Ibídem, f. 146, "Los naturales prinçipales dessos estados que aveys de traer con vos, en que preguntays si será con fin de que ayan de ser empleados después en servicio de la Infanta, los podreys eligir con este fin para entre nosotros, pues creo que açertaran a servir y ellos lo estimarán mucho y alla toda la naçión". 1378 M. RIVERO RODRÍGUEZ, “Una monarquía de casas reales y cortes virreinales”, Felipe III, IV, pp. 31-60.

368

Durante la Jornada1379, el plan de viaje inicial sufrió una modificación, ya que el

archiduque se encaminó con unos pocos servidores hacia Praga tras decidirse en el

último momento que debía entrevistarse con Rodolfo II para tratar temas que no han

trascendido, pero que, seguramente, tendrían que ver con la elección del nuevo Rey de

Romanos y los cambios suscitados por la nueva condición de soberano de Alberto.

Mientras, el grueso de su Casa le esperaría en Trento aguardando la llegada de la

archiduquesa Margarita y de su séquito. En Spira, Alberto comunicó a los pocos criados

que le acompañaban que iba a continuar el viaje solo para reunirse con su hermano y

que debían dirigirse, igualmente, a Trento. Una vez celebrada la entrevista con el

emperador fuera de Praga, debido a la epidemia de peste que asolaba la ciudad, el

archiduque se dirigió a la ciudad donde esperaban su séquito y el de la futura reina y

emprendieron camino hacia Ferrara.

En dicha ciudad italiana se encontraba Clemente VIII, que se había ofrecido para

oficiar la ceremonia de los matrimonios por poderes de Alberto con Isabel Clara

Eugenia y del príncipe Felipe con Margarita de Austria-Estiria1380. Es reseñable

comprobar como el ofrecimiento de Clemente VIII obedecía al hecho de que el

Pontífice era consciente de que su lucha contra el regalismo que habían ejercido Felipe

II y su padre estaba cerca de triunfar y quiso llevar a cabo un acto que lo certificara. El

monarca hispano, tras solventar algunas dudas relacionadas con el apremio que tenía

por llevar a cabo el matrimonio antes de su fallecimiento1381, aceptaría finalmente la

propuesta del Papa. Así, los matrimonios se celebraron, finalmente, en Ferrara en

noviembre de ese año, ejerciendo el archiduque Alberto como representante de Felipe

III y Margarita de Austria-Estiria de Isabel Clara Eugenia1382.

Para entonces, Felipe II había ya pasado a mejor vida, en concreto el 13 de

septiembre, lo que permitió volver a poner en evidencia las desavenencias que ya habían 1379 La descripción de la Jornada, además de en el texto citado previamente de Gilles du Faing, en J. GARCÍA MERCADAL, Viajes de extranjeros por España y Portugal, Valladolid, 1999, II, pp. 648-653, J. ROCO DE CAMPOFRÍO, op. cit., pp. 231 y ss. y J. RAINER, “Tú, Austria feliz, cásate. La boda de Margarita, princesa de Austria Interior, con el rey Felipe III de España, 1598-1599”, Investigaciones Históricas, 25 (2005), pp. 31-54. 1380 Aldobrandino a Caetani, 11 de agosto de 1598, ASV, Spagna, leg. 326, ff. 33-34. 1381 Caetani a Aldobrandino, 3 de septiembre de 1598, Cfr. J. I. TELLECHEA IDÍGORAS, El ocaso de un Rey. Felipe II visto desde la nunciatura de Madrid. 1594-1598, Madrid, 2001, p. 278, núm. 199, “Ho saputo che nel particolare di far´il sponsalitio del Principe con la benedittione di Sua Santità, il Rè reparava un´poco per allungarse il camino et per variarsi li ordini che gli havea dati. Ma finalmente lo rimesse al Conseglio di Stato, il quale senza contradittione disse che conveniva fare questa attione in presenza di Sua Santità, perche Dio Abeba mandata questa congiountura”. 1382 Felipe II le comunicó la aprobación real el 11 de septiembre a Sessa (AGS, E., leg. 2224-1, f. 132) y a Alberto (Ibídem, f. 22), al cual envió el mismo día un poder de la infanta para el desposorio (Ibídem, leg. 2864, f. 18).

369

enfrentado al nuevo monarca y a su primo entre 1593 y 1595. Aunque la confianza de

Felipe III y del duque de Lerma en Isabel Clara Eugenia era muy elevada1383, no lo era

tanto en el nuevo soberano de Flandes y en varias ocasiones se plantearía la posibilidad

de revocar el Acta de Cesión1384. Debido a ello, la infanta se vio obligada a convertirse

en un contrapeso fundamental entre los intereses de su marido y los de su hermano.

Todo el mundo fue consciente de esas divergencias desde el mismo momento

del fallecimiento de Felipe II, sobre todo, al ver la escasa predisposición que mostró el

nuevo monarca a que el archiduque fuera a Madrid a recoger a su esposa y contrajera

matrimonio con ella, esta vez de forma presencial1385. Alberto, por su parte, no puso

ningún reparo en no acudir a Madrid, porque, como expresó a su antiguo secretario

Otthen, “como yo alcançe mi prenda (...), lo demás me importa poco”1386. Tras muchos

retrasos, que exacerbaron al archiduque, y una fugaz visita de este a la Corte para

entrevistarse con su madre, los matrimonios se consumaron finalmente en Valencia en

abril de 1599.

Desde dicha ciudad mediterránea los nuevos soberanos se encaminaron a

Flandes, iniciando así una nueva etapa en su decurso vital y en el de los territorios en los

que se acababan de convertir en soberanos.

1383 No hay más que observar la correspondencia entre Isabel Clara Eugenia y el nuevo valido, publicada por Antonio Rodríguez Villa con el nombre de Correspondencia de la infanta archiduquesa Doña Isabel Clara Eugenia de Austria con el Duque de Lerma y otros personajes en Madrid, 1906. 1384 B. J. GARCÍA GARCÍA, "La Corte de los Archiduques en Bruselas", Torre de los Lujanes, nº 44 (mayo 2001), p. 62. 1385 Portalegre a E. de Ibarra, octubre de 1598, RAH, K-9, f. 38 r., “No me espanto, que no halle el archiduque muchos votos para venir a Madrid, y a él y a su mujer les podría estar mejor quedarse en Barcelona, porque entre los Reyes que no son sus hijos mejor se conserva la concordia en ausencia”. 1386 Alberto a Mateo Otthen, 1 de noviembre de 1598, IVDJ, Envío 48, f. 20.

370

FUENTES Y BIBLIOGRAFÍA

Introducción a las fuentes

Sin duda, un estudio que pretenda versar sobre la Revuelta de los Países Bajos

debe abarcar documentación de archivos y bibliotecas de diferentes países para

encuadrarla dentro del contexto internacional de la época, así como para comprender las

implicaciones que diversas Cortes tuvieron en la misma1387.

Como es lógico, el grueso de la documentación necesaria para llevar a cabo este

estudio se encuentra en el Archivo General de Simancas en Valladolid. La sección de

Estado-Negociación de Flandes es la base de nuestra investigación, ya que contiene un

amplio porcentaje de la correspondencia administrativa y personal referente a asuntos

de Estado de los ministros de Felipe II, tanto flamencos como hispanos o de otras

nacionalidades, durante el periodo que nos ocupa, así como información esencial sobre

la Casa de don Juan de Austria. De igual manera, se conservan las minutas de despacho

elaboradas por los secretarios de Felipe II en Madrid, que nos han servido para conocer

la elaboración de la política, en lo referente a Flandes, desde el centro de la Monarquía y

que hemos podido completar con las consultas del Consejo de Estado de Madrid. Por su

parte, la sección de Secretarías Provinciales-Secretaría del Consejo de Flandes y

Borgoña nos ha aportado las instrucciones, decretos y otros documentos oficiales

referentes a los Países Bajos durante el periodo. Por otro lado, la sección de Estado-

Negociación de Roma nos ha ayudado a comprender las relaciones entre las Cortes de

Madrid, Roma y Bruselas, así como la política religiosa que dichos gobiernos

pretendían implantar. En cuanto a la sección Estado-Negociación de Alemania, nos

resultó de suma utilidad para las conversaciones relativas al nombramiento del

archiduque Ernesto como gobernador, así como las mantenidas para el matrimonio del

archiduque Alberto con la Infanta Isabel Clara Eugenia y del príncipe Felipe, futuro

Felipe III, con una archiduquesa. Menos información nos han proporcionado otras

negociaciones de la sección de Estado como las de Castilla, Francia o Milán, u otras

secciones de dicho archivo como Cámara de Castilla, Contaduría Mayor de Cuentas,

Dirección General del Tesoro o Casa y Sitios Reales.

En segundo orden de importancia, en cuanto al volumen de información

encontrada, nos encontramos los Archives Générales du Royaume/Algemeen

Rijksarchief en Bruselas. De especial relevancia ha resultado ser la sección de Papiers 1387 Sobre los diferentes archivos y documentación referentes a los Países Bajos durante este periodo, G. PARKER, Guide to the archives of the Spanish institutions in or concerned with the Netherlands (1555-1706), Bruselas, 1971.

371

d´État et de l´Audience/Audiëntie, en la cual he podido consultar una gran parte de la

correspondencia administrativa generada por los gobernadores de Flandes, referente en

su mayoría a mercedes, así como documentación relacionada con la guarda de archeros

de Corps y listados de los servidores que componían las Casas de todos los

gobernadores comprendidos en este estudio. De igual modo, la sección Manuscrits

Divers contiene numerosos manuscritos interesantes, mientras que la Secrétairie d´État

et de Guerre/Secretarie van State en Oorlog nos aporta un interesante “Registro de

partes de las cosas tocantes a la casa de su Alteza de 1595 a 1598”, donde hemos podido

apreciar la evolución de ciertos oficios de la casa del archiduque Alberto durante esos

años. La necesidad de acotar los límites del presente estudio nos ha impedido consultar

con mayor profundidad otras secciones que nos podrían aportar una mayor claridad a

nuestra visión sobre la Corte de Bruselas, como las de Conseil d´État, Conseil Privé,

Conseil des Finances o ciertos archivos familiares.

También en Bruselas, la Bibliothèque Royale Albert I, en su sección de

manuscritos, nos ha aportado una documentación fundamental para los asuntos

relacionados con el Real y Supremo Consejo de Flandes y de Borgoña, así como con

otras instancias de la Corte de los Países Bajos.

La información referente a asuntos religiosos y de relación entre las Cortes de

Madrid, Roma y Bruselas necesitaba ser complementada, lógicamente, en el Archivio

Segreto Vaticano en la Ciudad del Vaticano. En dicho archivo, nuestra investigación se

centró fundamentalmente en la sección de Segreteria di Stato, en las subsecciones de

Spagna y Fiandra. La primera nos muestra la correspondencia de los diferentes nuncios

y empleados de la embajada Vaticana en Madrid con el cardenal secretario de estado en

Roma. La segunda, por su parte, incluye la correspondencia de los legados pontificales

en Flandes, caso de Matteuci, Malvasia u Ottavio Mirto Frangipani, así como otros

miembros de la red de inteligencia vaticana en los Países Bajos y Francia, con el mismo

cardenal secretario de estado en Roma. Sin duda, esta documentación es una valiosísima

fuente para complementar nuestro conocimiento de los conflictos faccionales, tanto en

Madrid como en Bruselas, al ser una óptica diferente a la de los ministros de Felipe II.

De igual manera, hemos consultado la subsección de Colonia para asuntos políticos y

religiosos y, por último, la sección Fonds Borghese, en la cual consultamos referencias

a dichos enviados pontificales en Flandes, así como una relación de servidores del

archiduque Alberto en 1598.

La dificultad de encontrar correspondencia de dos personajes fundamentales

para nuestro estudio, como el archiduque Alberto y su madre, la emperatriz María, nos

372

llevó a visitar otros dos fondos documentales fuera de nuestras fronteras: la Biblioteca

da Ajuda (Lisboa), en el palacio del mismo nombre, y la British Library (Londres). En

la primera de ellas nos encontramos con un legajo muy interesante de correspondencia

mantenida entre el archiduque y el obispo de Leiria, al que Alberto había encargado la

administración de los bienes del Priorato de Crato después de salir de Portugal en 1593,

así como varios de intercambio epistolar entre Moura y algunos notables portugueses.

En cuanto a la segunda, la presencia de fondos provenientes de la dispersión de la

colección Altamira1388 en las secciones de manuscritos Additional y Eggerton, hace que

tengamos en dicha biblioteca correspondencia de la emperatriz y de su mayordomo

mayor Juan de Borja, conde de Mayalde, así como otra información de interés referente

a la guerra en los Países Bajos y al Consejo de Flandes.

De la antigua colección Altamira hemos consultado, asimismo, la

documentación conservada en el Instituto Valencia de Don Juan, interesante para todos

los periodos de nuestro estudio, pero, en especial, para el gobierno de don Luis de

Requesens, y en el archivo Zabalburu, con la correspondencia de numerosos personajes

importantes en Flandes y en Madrid durante esos años como el conde de Fuentes,

Esteban de Ibarra, don Juan de Austria o Juan de Zúñiga.

La documentación encontrada en el resto de archivos españoles nos ha servido

para completar ciertas lagunas de nuestra investigación. Así, los tres libros de registros

de la Secretaría de Estado para el Norte localizados en la sección de Estado del Archivo

Histórico Nacional (Madrid), nos sirvieron para conocer el sistema de concesión de

mercedes de la Monarquía Hispana durante los últimos años del siglo XVI. En el

Archivo del Palacio Real de Madrid, por su parte, destaca la información encontrada en

la sección de Personal sobre diversos personajes de interés para nuestra investigación,

toda la documentación referente a la guarda de Corps en las secciones de Registros e

Histórica, así como el fondo proveniente del monasterio de las Descalzas Reales sobre

los componentes de la Casa de la emperatriz María y un breve pontifical dirigido a su

hija Margarita. Mientras, la biblioteca de dicho Palacio Real nos ha aportado abundante

información mediante la correspondencia del conde de Gondomar durante esos años.

Por otro lado, en la Real Academia de la Historia, los manuscritos de la colección

Antonio Salazar de Castro nos han ofrecido un volumen muy interesante, concretamente

el A-61, sobre la Casa del archiduque Alberto durante su estancia en Flandes y el

funcionamiento interno de la misma, junto con otros manuscritos de menor importancia. 1388 G. de ANDRÉS, “La dispersión de la valiosa colección bibliográfica y documental de la Casa de Altamira”, Hispania, tirada aparte del tomo XLVI, (1986), pp. 587-635.

373

Como no podía ser de otra manera, la documentación contenida en el archivo de los

duques de Alba en Madrid nos ayudó a conocer mejor la situación faccional de Bruselas

durante el gobierno del “Gran Duque”, aunque gran parte de la que nos interesaba

estaba ya publicada. Por otro lado, en la biblioteca del Monasterio de San Lorenzo de El

Escorial (Madrid), resultó muy interesante la lectura de un librillo escrito por Hopperus

sobre la excelencia de los salmos del profeta David, contenido en la signatura G-IV-11.

Por último, entre los manuscritos de la Biblioteca Nacional de Madrid hemos

encontrado una documentación miscellanea muy interesante, referente a asuntos tan

dispares como relaciones de viajes, la actuación del archiduque Alberto en Toledo o los

papeles del conde de Fuentes.

Relación de fuentes documentales

Bélgica

ARCHIVES GÉNÉRALES DU ROYAUME / ALGEMEEN RIJKSARCHIEF (BRUSELAS)

Papiers d´État et de l´Audience/Audiëntie, regs. 19, 23-24, 31, 33, 164-205, 208/1, 260/1, 437, 645/1, 783-784, 1187, 1191/21, 1222-1223 y 1470/4 y 5 Manuscrits Divers, núms. 391/17, 1757, 2139, 3187, 3463 y 16132 Secrétairie d´État et de Guerre/Secretarie van State en Oorlog, nº 518/4

BIBLIOTHÈQUE ROYALE ALBERT I (BRUSELAS)

Mss. 10491, 12591-92, 12880, 16132, 18433-34 , II-358, II-2589, II-4202 España

ARCHIVO DE LOS DUQUES DE ALBA (MADRID) Cajas 5-8 y 26-56 ARCHIVO GENERAL DEL PALACIO REAL (MADRID)

En general, toda la sección de Personal, Expedientes Descalzas, caja 54 (expediente 15), caja 64 (expediente 11) y caja 84 (expediente 12)

Registros 5729 y 5730 Sección Histórica, cajas 161-171 ARCHIVO GENERAL DE SIMANCAS (VALLADOLID) Cámara de Castilla, legs. 415, 468, 542 y 543 Casa y Sitios Reales, legs. 123-124

Consejo y Juntas de Hacienda, legs. 170 y 250 Contaduría Mayor de Cuentas, 1ª época, legs. 1024, 1031 y 1760 Dirección General del Tesoro, legs. 571-574 e Inventario 24 (leg. 903)

Patronato Real, leg. 26 Secretaría de Estado Corona de Castilla, legs. 188-195

Indiferente de España y Norte, legs. 2842, 2846, 2851, 2855, 2864-2865 y 2871

Negociación de Flandes, legs. 536-615 y 2216-2223 Negociación de Alemania, legs. 700-703 y 2449-2457

374

Negociación de Francia, legs. K-1416 y K-1563-1598 Negociación de Milán, legs. 1260-1264 y 1277 Negociación de Roma, legs. 946-978, 992-993, 1855-1857, 1870, 1873-1874, 1879, 8793 y 8794

Negocios de partes, legs. 1571, 1574, 1593 y 1703 Secretaría del Norte, legs. 2763-2770 Sueltos de Estado, legs. 8334-8338 Secretarías Provinciales

Secretaría del Consejo de Flandes y Borgoña, legs. 2437-2438, 2493, 2524, 2541, 2547, 2556-2559, 2561-2562, 2567-2570, 2573-2574, 2596 y 2604 y libros 1418, 1424 (antiguo legajo 2588) y 1428 (antiguo legajo 2592)

ARCHIVO HISTÓRICO NACIONAL (MADRID)

Estado, legs. 800, 837, 1410, 1414, 1490 (II), 2450 y 2812 y libros 251 (antiguo legajo 2388), 252 (antiguo legajo 2408), 253, 292 (antiguo legajo 2358), 572 (antiguo legajo 1128), 714, 954 y 1029 Inquisición, leg. 5054

Microfilm, caja 1579, rollo 10211-10215 ARCHIVO ZABALBURU (MADRID)

Colección Altamira, carpetas 1, 37, 39-40, 42, 62-65, 70, 71, 79, 81-84, 87-103, 105-112, 127, 135, 148, 150, 153, 160, 185, 198, 212, 217, 219-221, 224, 233-235, 245-246, 394, 443 y 448

BIBLIOTECA DEL MONASTERIO DE SAN LORENZO DE EL ESCORIAL (MADRID) Mss. G-IV-11 y L-I-21 BIBLIOTECA NACIONAL (MADRID)

Mss. 412, 687, 775-776, 1009, 1075, 1750, 2346, 2394, 2396, 3827, 3832, 4013, 5740, 6604, 6916, 7584, 8693, 8695, 9393, 12179, 12974, 13027, 18666, 18672 y 18725

BIBLIOTECA DEL PALACIO REAL (MADRID)

Correspondencia del conde de Gondomar, Mss. II/2149, II/2162, II/2207, II/2135, II/2138-2139, II/2147, II/2151, II/2153, II/2157 y II/2177

INSTITUTO VALENCIA DE DON JUAN (MADRID)

Envíos 6-8, 11-12, 19, 32, 37-38, 40-41, 43, 45, 47-48, 51, 55, 59-60, 63, 67, 68, 78, 92, 109, 111-112, 119 y 128 Mss. 26-I-10, 26-I-27 y 26-II-9

REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA (MADRID) Colección Antonio Salazar de Castro, Mss. A-50, A-53-54, A-61-62, A-66-69, B-58, E-6 e I-1 Papeles de jesuitas, Mss. 9/67 y 9/3689

Italia ARCHIVIO SEGRETO VATICANO (CIUDAD DEL VATICANO)

Fonds Borghese, núms. II, 485, III, 40 y 71 y serie I, 913 Segreteria di Stato, Colonia, legs. 2-4 Segreteria di Stato, Fiandra, legs. 2-10, 195 y 205 Segreteria di Stato, Spagna, legs. 13, 18, 19, 32-38, 40-41, 43-49, 52, 320-326 y 443

375

Portugal BIBLIOTECA PALACIO DA AJUDA (LISBOA) Cotas 51-VIII-12 y 14 Reino Unido BRITISH LIBRARY (LONDRES)

Additional, Mss. 6902, 14007, 15938, 28344-28345, 28358, 28379, 28388, 28421-28425, 28702 y 28707

Eggerton, Mss. 451, 2049 y 2082

376

BIBLIOGRAFÍA

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