LAZOS CULTURALES EN CLAVE POLÍTICA: LENGUA Y CULTURA ESTADOUNIDENSE EN EL TARDOFRANQUISMO

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1 LAZOS CULTURALES EN CLAVE POLÍTICA LENGUA Y CULTURA ESTADOUNIDENSE EN EL TARDOFRANQUISMO* Francisco Javier Rodríguez Jiménez George Washington University [email protected] Entiendo el inglés como la punta de lanza de una agresión que no trata sólo de imponer una literatura, o en un sentido más amplío, una cultura, sino, en última instancia, un modo de entender la vida que no es otro más que el “American way of life”. La prepotencia del inglés es enorme, no en vano lleva dos siglos de dominio (…) Su poderío crea reflejos miméticos muy próximos al complejo de inferioridad y se cede el terreno sin combatir. 1 1.- Planteamientos de partida ¿Cuáles han sido las estrategias de acción cultural exterior de Estados Unidos durante el denominado siglo americano? 2 Yendo a cuestiones más concretas: ¿qué sabemos del empeño institucional estadounidense, público y privado, por dar a *Este texto se ha elaborado en el marco de los proyectos de investigación “Estados Unidos y la España del desarrollo (1959-1975): diplomacia pública, cambio social y transición política” (Ministerio de Ciencia e Innovación, HAR2010-21694), y “Difusión y recepción de la cultura de Estados Unidos en España, 1959-1975” (Universidad de Alcalá) Se trata de un primer avance, todavía muy embrionario, del proyecto posdoctoral que pretendo desarrollar en la George Washington University. Debo agradecer la financiación del mismo al programa “Estancias de movilidad posdoctoral Fulbright. Orden EDU 2934/2009. Las abreviaturas utilizadas son AGA: Archivo General de la Admintración; NARA: National Archives and Record of Administration; USIA: United States Information Agency; LC-ASA: Library of the Congress—American Studies Association. 1 El subrayo del texto es nuestro. GUERRA GARRIDO, Raúl: “La dictadura cultural yanqui”, El Socialista, nº 154, mayo 1980, p. 34. Reitero aquí mi agradecimiento a Juan José de la Fuente Ruiz, quien me puso en la pista de esta cita. 2 Un alto porcentaje de los primeros estudios sobre la diplomacia cultural norteamericana fueron realizados por antiguos funcionarios o colaboradores del Departamento de Estado. Es por ejemplo el caso de FRANKEL, Charles: The Neglected Aspect of Foreign Affairs: American Educational and Cultural Policy Abroad, Washington D.C., The Brookins Institution, 1966 o STAAR, R. F. (Ed.): Public Diplomacy: USA vs. USSR, Hoover Institution Press, Stanford, 1986. Un interesante esfuerzo de síntesis y crítica sobre este asunto en MONTERO JIMÉNEZ, José Antonio: “Diplomacia Pública, Debate Político e Historiografía en la Política Exterior de los Estados Unidos (1938-2008)”, Ayer nº 73 (2009), pp. 211-234.

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1

LAZOS CULTURALES EN CLAVE POLÍTICA LENGUA Y CULTURA ESTADOUNIDENSE EN EL TARDOFRANQUISMO*

Francisco Javier Rodríguez Jiménez George Washington University

[email protected]

Entiendo el inglés como la punta de lanza de una agresión que no trata

sólo de imponer una literatura, o en un sentido más amplío, una cultura,

sino, en última instancia, un modo de entender la vida que no es otro

más que el “American way of life”. La prepotencia del inglés es enorme,

no en vano lleva dos siglos de dominio (…) Su poderío crea reflejos

miméticos muy próximos al complejo de inferioridad y se cede el terreno

sin combatir.1

1.- Planteamientos de partida

¿Cuáles han sido las estrategias de acción cultural exterior de Estados Unidos

durante el denominado siglo americano?2 Yendo a cuestiones más concretas: ¿qué

sabemos del empeño institucional estadounidense, público y privado, por dar a

*Este texto se ha elaborado en el marco de los proyectos de investigación “Estados Unidos y la España del desarrollo (1959-1975): diplomacia pública, cambio social y transición política” (Ministerio de Ciencia e Innovación, HAR2010-21694), y “Difusión y recepción de la cultura de Estados Unidos en España, 1959-1975” (Universidad de Alcalá) Se trata de un primer avance, todavía muy embrionario, del proyecto posdoctoral que pretendo desarrollar en la George Washington University. Debo agradecer la financiación del mismo al programa “Estancias de movilidad posdoctoral Fulbright. Orden EDU 2934/2009. Las abreviaturas utilizadas son AGA: Archivo General de la Admintración; NARA: National Archives and Record of Administration; USIA: United States Information Agency; LC-ASA: Library of the Congress—American Studies Association. 1 El subrayo del texto es nuestro. GUERRA GARRIDO, Raúl: “La dictadura cultural yanqui”, El Socialista,

nº 154, mayo 1980, p. 34. Reitero aquí mi agradecimiento a Juan José de la Fuente Ruiz, quien me puso en la pista de esta cita. 2 Un alto porcentaje de los primeros estudios sobre la diplomacia cultural norteamericana fueron

realizados por antiguos funcionarios o colaboradores del Departamento de Estado. Es por ejemplo el caso de FRANKEL, Charles: The Neglected Aspect of Foreign Affairs: American Educational and Cultural

Policy Abroad, Washington D.C., The Brookins Institution, 1966 o STAAR, R. F. (Ed.): Public Diplomacy:

USA vs. USSR, Hoover Institution Press, Stanford, 1986. Un interesante esfuerzo de síntesis y crítica sobre este asunto en MONTERO JIMÉNEZ, José Antonio: “Diplomacia Pública, Debate Político e Historiografía en la Política Exterior de los Estados Unidos (1938-2008)”, Ayer nº 73 (2009), pp. 211-234.

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“Lazos culturales en clave política. Lengua y Cultura estadounidense en el tardofranquismo” in BARRIO ALONSO, Ángeles, DE HOYOS PUENTE, Jorge, SAAVEDRA ARIAS, Rebeca (Eds.) Nuevos horizontes del pasado. Culturas políticas, identidades y formas de representación, Santander, PUbliCan, 2011, (e-ISBN. 978-84-8102-607-8)
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2

conocer su lengua y su cultura –en adelante American Studies3

o Estudios

Norteamericanos– al resto del mundo? ¿Es cierto que ese proselitismo cultural

escondía una intencionalidad geopolítica dentro de la batalla contra Moscú? Y en lo

que respecta al caso español: ¿en qué medida afectaron aquellas medidas de la

diplomacia cultural estadounidense al clima de las relaciones hispano-

norteamericanas? ¿Eran muchos los españoles que, como el autor de la cita de

cabecera, pensaban que la enseñanza del inglés era la punta de lanza de una invasión/

imperialismo cultural?

Antes de responder a dichos interrogantes, quizá no esté de más aclarar qué

era aquello de los American Studies y por qué su evolución como grupo de estudios

sobre la Americanness comenzó a ser seguida muy de cerca desde Washington.

2.- American Studies para una misión internacional

La nación estadounidense salió bastante reforzada de la segunda contienda

mundial. El poderío de su maquinaria militar y económica había sido claramente

contrastado. En el ámbito cultural, las cosas no estaban tan claras. Buena parte de las

sociedades europeas mantenían una suerte de prejuicio sobre la inmadurez como

nación de los aliados del otro lado del Atlántico. Su acervo cultural –decían– era

prácticamente de anteayer, no tenían historia, ni arte, ni literatura digna de

admiración, en comparación con las laureadas culturas europeas.

Algo antes, desde la década de los años veinte, el American Studies Movement4,

movimiento intelectual y académico, también interpretado como nuevo paradigma

3 El concepto de American Studies ha estado sometido a numerosos debates. Hay quienes lo han

criticado porque supone una cierta simplificación de la realidad: America es mucho más que Estados Unidos. Los partícipes de esa interpretación han preferido hablar de USAmerican Studies, vid. HILTON, Sylvia and van MINNEN, Cornelis: Teaching and studying U.S history in Europe: past, present and future, Amsterdam, VU University Press, 2007, p. 9. Aunque conscientes de esa importante apreciación, seguiremos usando la fórmula primera, por una sencilla razón: así fueron concebidos cuando este tipo de estudios vieron la luz y así se intentaron difundir al resto del mundo por parte de la diplomacia cultural de Washington. La suerte y evolución posterior del mismo es cuestión aparte. 4 VERHEUL, Jaap: “The Ideological Origins of American Studies” en KRABBENDAM, Hans and VERHEUL,

Jaap (Eds.): Through the Cultural Looking Glass: American Studies in Transcultural Perspective, Amsterdam, VU University Press, 1999, pp. 91-103; MAY, Elaine Tyler: “The Radical Roots of American Studies”, American Quarterly, n° 48 (1996), pp. 179-200.

3

para las Humanidades y las Ciencias Sociales made in USA, venía reclamando –con un

nacionalismo cultural apenas encubierto–5 que la American Culture, en su sentido más

amplio, fuese tenida en cuenta como producto autónomo y de calidad. Pesaba sobre

ella la losa de ser percibida como subproducto o copia de baja calidad de la British

Culture. El problema se acentuaba porque ese tipo de percepciones e imágenes no

eran exclusivas de los europeos. Por el contrario, eran también expresadas por no

pocos norteamericanos. Estos últimos sufrían una especie de complejo de inferioridad

respecto a sus, supuestamente, más cultos parientes del viejo continente. Un estado

de opinión que lógicamente en nada ayudaba a combatir las “soviet lies or half-

truths”6

Hasta aproximadamente la segunda mitad de los años cuarenta, el impulso

principal del American Studies Movement había sido privado. Sin embargo y

coincidiendo con el comienzo de la guerra fría, el gobierno norteamericano comenzó a

preocuparse más por aquellas cuestiones, intensificando su política cultural exterior.7

Pronto se puso en evidencia que no se podía depender únicamente de lo que la

sociedad civil hiciese, ya que la URSS estaba apostando fuerte por la proyección de su

modelo en el extranjero. Ni que decir tiene que esta última se esforzaba por presentar

una imagen lo peor posible de Estados Unidos.8

3.- Difusión de los American Studies en el extranjero

La idea de que la enseñanza de la literatura, la historia o la ciencia política

estadounidense abroad estaba siendo usada con fines propagandísticos se convirtió en

comentario más o menos habitual entre los propios americanistas europeos, ya a

5 BONAZZI, Tiziano: “Not like us: il controcanto americano all’antiamericanismo europeo” en CRAVERI,

Piero e QUAGLIARIELLO, Gaetano (A cura di): L’antiamericanismo in Italia e in Europa nel secondo

dopoguerra, Catanzaro, Rubbettino Editore, 2004, pp. 45-72. 6 “The problem of American Culture. A propaganda inquiry into a stereotype” 16/01/1952. NARA RG 59,

BFS- Plans and Development, 1955-60, box 43. 7 Un buen resumen de lo que fueron los primeros movimientos del gobierno de Estados Unidos en dicho

ámbito en las páginas iniciales del artículo MONTERO, José Antonio: “Imágenes, Ideología y Propaganda. La labor del Comité de Información Pública de los Estados Unidos en España.”, Hispania, vol. LXVIII, nº 228 (2008), pp. 211-234. 8 ZASLAVSKY, Victor: “L´antiamericanismo organizzato nell´Unione Sovietica staliniana”, en CRAVERI,

Piero e QUAGLIARIELLO, Gaetano( A cura di): L´antiamericanismo in Italia e in Europa nel secondo

dopoguerra, Catanzaro, Rubbettino Editore,2004, pp., 85-106.

4

mediados de los años cincuenta.9 Desde entonces han circulado rumores sobre la

supuesta utilización de los American Studies como arma arrojadiza en la batalla por la

supremacía cultural frente a los soviéticos.10 Sin embargo y hasta el momento poco

sabemos sobre aquella “trama”, sus actores, quiénes la financiaban, etc.11Asimismo se

ignoran los mecanismos estatales puestos en funcionamiento; los actores no

gubernamentales12 que entraron en juego. A veces, la relación entre ambos se hizo

sumando esfuerzos, en una suerte de comunidad de intereses13, otras se separaron

espacios de actuación e intereses.14

A pesar de lo antedicho y en el caso que nos ocupa, lo habitual fue que

resultase complicado distinguir lo privado de lo público. Y lo fue porque, por ejemplo,

la Ford Foundation o el American Council of Learned Societies –ACLS– financiaron, a

veces subsidiariamente, otras a título principal, programas de difusión de los American

Studies en el bloque europeo occidental. Algunas universidades hicieron otro tanto de

lo mismo. Los hilos públicos y privados se entretejieron de tal forma que, en

determinadas ocasiones, resulta imposible separarlos. El “enredo” fue propiciado por

el clima de aversión anticomunista y de caza de brujas de la guerra fría.

9 “American Studies inventory and survey” 29/07/1955. NARA RG 59, BFS- Plans and Development,

1955-60, box 45. 10

KENNEDY, Liam and LUCAS, Scott: “Enduring freedom: Public Diplomacy and U.S. Foreign Policy”, American Quarterly 57.2 (2005), pp. 309-310. 11

Resulta sorprendente el vacío historiográfico en torno a la evolución de los American Studies desde 1945 y a su utilización por parte de la diplomacia cultural estadounidense en la pugna con Moscú. Una de las primeras aportaciones al tema fue la de SKARD, Sigmund: American Studies in Europe: Their

History and Present Organization. Philadelphia. University of Pennsylvania Press, 1958. El problema de esta obra es que Skard, convencido atlantista, se limita a describir lo que acontece, sin cuestionar la validez o no de la utilización de la cultura con fines propagandísticos. Por nuestra parte, hemos intentando aportar algo de luz a dicho asunto en el capítulo “American Studies para un mundo bipolar” en RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Francisco J. ¿Un «antídoto» contra el antiamericanismo? American Studies en

España, 1945-69. Valencia, Publicacions de la Universitat de València, 2010, pp. 6-63. No obstante, somos conscientes de que las conclusiones alcanzadas deberán ser revisadas a la luz de nueva documentación -estamos ante un tema muy escasamente estudiado- y sobre todo comparadas con lo sucedido en otros países, todavía por conocer. 12

Oliver Schmidt advertía de la importancia de fundaciones filantrópicas y universidades privadas en la batalla cultural contra Moscú. Unos agentes que invirtieron importantes cantidades de dinero en acción cultural exterior durante la guerra fría. Situación que en un buen número de obras es pasada por alto “Histories of international relations, however, still tend to relegate foundations to the sphere of footnotes” SCHMIDT, Oliver: “Small Atlantic World: U.S. Philanthropy and the Expanding International Exchange of Scholars after 1945” en GIENOW-HECHT, Jessica and SCHUMACHER, Frank: Culture and

international history. Oxford, Berghahn Books, p. 117. 13

BERGHAHN, Volker: “Philanthropy and Diplomacy in the American Century”. Diplomatic History, nº 23(1999) p. 394. 14

NIÑO, Antonio: “Uso y abuso de las relaciones culturales en la política internacional”, Ayer nº 73 (2009), pp. 25-61.

5

4.- Precedentes: American Studies en España, 1945-68

Con la entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial las cosas se

complicaron muy mucho para el Eje y para quienes simpatizaban abiertamente con él.

Concluido aquel conflicto, la dictadura franquista se convirtió en el último reducto

fascista. Una situación delicada, pero que cambió en un breve intervalo de tiempo,

como consecuencia de la creciente tensión bipolar entre Estados Unidos y la Unión

Soviética.

En menos de una década, una parte del ejecutivo estadounidense pasó de

flirtear con la idea, –promovida desde ciertos foros de la izquierda francesa, entre

otros– de una operación aliada para expulsar a Franco del poder a un proceso

paulatino de acercamiento al régimen. Se imponía la realpolitik de buscar aliados allá

donde estuviesen, ante el temor a un enfrentamiento abierto con Moscú. Superadas

las reticencias de quienes en Washington detestaban pactar con el dictador español,

se inició un proceso negociador que concluyó unos años después con la firma de los

Pactos de Madrid de 1953.15 El objetivo principal por parte americana: contar con

bases militares en suelo peninsular.

Para llegar a tal entendimiento y con el propósito de acercar posiciones entre

las partes, Estados Unidos había desplegado un variado conjunto de estrategias de

public diplomacy. Programas de intercambios educativos,16 emisiones radiofónicas17,

proyección de películas y documentales18, captación de jóvenes líderes19, etc., habían

ido allanando el camino, limando asperezas. La promoción y difusión de los Estudios

Americanos en las aulas universitarias españolas también formó parte de aquel

esfuerzo de persuasión.

15

Probablemente la obra más completa al respecto VIÑAS, Ángel: En las garras del águila. Los pactos

con Estados Unidos, de Francisco Franco a Felipe González (1945-1995), Barcelona, Crítica, 2003. 16

DELGADO, Lorenzo: “Las relaciones culturales entre España y Estados Unidos. De la Guerra Mundial a los Pactos de 1953” Cuadernos de Historia Contemporánea, nº 25 (2003), pp. 35-59. 17

LEÓN AGUINAGA, Pablo: “Los canales de la propaganda norteamericana en España, 1945-1960”, Ayer

nº 75/ 2009 (3), pp. 133-158. 18

LEÓN AGUINAGA, Pablo: Sospechosos habituales: Hollywood, Estados Unidos y la España de Franco,

1939/1960, Madrid, CSIC, 2010. 19

DELGADO, Lorenzo: “La maquinaria de persuasión. Política informativa y cultural de Estados Unidos hacia España, Ayer nº 75/ 2009 (3), pp. 97-132.

6

¿Cuál era el panorama de los American Studies cuando la diplomacia pública

norteamericana quiso subir el ritmo de sus actividades en España con la creación de la

Casa Americana y con el nombramiento del primer agregado cultural en 1942? La

situación de aquellos era muy deficitaria. A lo sumo se estudiaba algo de historia de

Estados Unidos, la mayor parte de las veces desde la perspectiva de analizar el pasado

colonial español en la parte meridional del país americano.20 En este sentido, España

no era todavía muy different, puesto que la situación en otras latitudes no era mucho

más alentadora.

Sin embargo, en los primeros años de la década de los cincuenta aquel

conjunto de estudios experimentó un notable avance en el entorno europeo

occidental. En España, el progreso fue mucho más lento. Las razones son múltiples. En

primer lugar, se podría argumentar que los fondos invertidos aquí en soft power

fueron netamente inferiores a los invertidos en otras latitudes.21 Hubo asimismo otra

serie de factores que lastraron su desarrollo: escasa tradición de estudios filológicos y

culturales en inglés22, rigidez curricular que dificultaba la incorporación de nuevas

asignaturas, prejuicios y estereotipos sobre la escasa valía de la American culture, etc.

En definitiva, un conjunto de rémoras que hicieron que la experiencia piloto de

apostar por los Estudios Norteamericanos iniciada en la Universidad de Salamanca en

1952 no acabase de cuajar, ni tampoco se extendiese, con firmeza, al resto de centros

universitarios españoles.23

A finales de los años cincuenta, los agentes de la diplomacia cultural

estadounidense mostraban su preocupación por la precaria situación de los American

20

HILTON, Sylvia “The Study of U.S. History in Spain” en el libro editado por esta misma autora y van MINNEN, Cornelis: Teaching and studying U.S history in Europe: past, present and future, Amsterdam, VU University Press, 2007, pp. 231-252. 21

Para el caso de Austria véase WAGNLEITNER, Reinhold: Coca-Colonization and the Cold War: the

Cultural Mission of the United States in Austria After the Second World War, Chapel Hill & London, University of North Carolina Press, 1994. Parte de lo acontecido en Alemania en STEPHAN, Alexander: “A special German case of cultural Americanisation”, en el libro editado por ese mismo autor The

Americanisation of Europe: culture, diplomacy, and anti-Americanism after 1945, New York, Berghahn Books, 2006, pp. 69-87. 22

LORENZO, Emilio: “Breve historia de los Departamentos de Inglés en España”, Actas del IV Congreso de la Asociación Española de Estudios Anglo-Norteamericanos (AEDEAN), Salamanca, Ediciones de la Universidad de Salamanca, 1980, pp. 9-13. 23

RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Francisco Javier: “¿Ideología, Educación o Propaganda? Promoción y difusión de los Estudios Norteamericanos en Salamanca, 1939-59,” Studia Historica, Hª Contemporánea, vol. 26(2008), pp. 243-271.

7

Studies en las universidades españolas.24 Una de las medidas propuestas fue la

instauración en España del Programa de Becas Fulbright.25 Un canal de intercambio

educativo y científico entre Estados Unidos y el resto del mundo que llevaba tiempo

en funcionamiento en otros países.26 Desde que echase a rodar, buena parte de sus

energías se habían centrado, precisamente, en dar a conocer más y mejor las

Humanidades y Ciencias Sociales norteamericanas entre los ciudadanos europeos. Se

entendía que estas disciplinas tenían una mayor potencialidad para favorecer el

mutual understanding que, por ejemplo, las Ciencias Puras. Siguiendo tal

planteamiento, se pensaba que la difusión de los American Studies podía ayudar a

acabar –o por lo menos debilitar– con el antiamericanismo cultural que mantenía

buena parte de la intellitgensia del viejo continente.27

Por entonces, Estados Unidos tenía una difícil papeleta que jugar en España. Si

bien el acuerdo de 1953 se había cerrado con unas condiciones muy ventajosas para

sus intereses, a medida que se acercaba la fecha de su renovación en 1963, los

diplomáticos españoles no ocultaban su interés por revisar algunas de las concesiones

primeras.28 Había por tanto que mantener una relación de cordialidad con el régimen,

en juego estaba el acceso continuado a las bases, sin alejarse demasiado de los

sectores de la oposición interior y exterior que previsiblemente liderarían el país tras

la desaparición del dictador. Una misión harto complicada, en algún momento

entendida como imposible por los propios agentes estadounidenses: “U.S.

identification with the Franco authoritarian regime consequently is impossible to

avoid because of the need for close cooperation to implement this U.S. program.”29

24

American Studies inventory and Survey” 25/12/1957.NARA RG 59, General Records of BFS, 1950-70, box 1. 25

Los pormenores de la puesta en funcionamiento en España del Programa Fulbright en DELGADO, Lorenzo: “Viento de Poniente” El programa Fulbright en España, 1958-2008., Madrid: Comisión Fulbright

España-LID Editorial Empresarial-AECID, 2009, pp. 60 y ss. 26

ARNDT, Richard and RUBIN, David: The Fulbright Difference, 1948-1992, New Brunswick, Transaction Publishers, 1993. 27

JOHNSON, Walter: American Studies Abroad: Progress and Difficulties in Selected Countries. U.S. Advisory Commission on International Educational and Cultural Affairs, Washington D.C., Government Printing Office,1963, 28

MARTÍN ARTAJO, Alberto: “El primer lustro de los convenios hispano-norteamericanos”, Revista de

Estudios Políticos, nº 98, marzo-abril (1958), pp. 5-18. 29

“Report of USIS Spain” 29/09/1959. NARA RG 306, Inspection Reports, 1954-62, box 8. El subrayado es nuestro

8

Con la intención de afrontar aquella “cuadratura del círculo”, tanto los Annual

Report de la Comisión Fulbright-España como numerosos memorándums de la

embajada norteamericana insistían en la necesidad de apostar por la difusión de los

American Studies entre los estudiantes españoles. Se entendía que un mayor

conocimiento al respecto podía generar una mayor empatía hacia los principios

socioculturales del modelo americano; y en consecuencia aumentar el consenso sobre

la conveniencia de asumir el liderazgo americano, y en última instancia seguir

permitiendo el acceso a las bases militares.

La realidad mostraba una cara diferente. Pese a las repetidas ocasiones en que

se mostró el interés estadounidense por dar cobertura a la expansión de los American

Studies en las aulas españolas, los avances fueron muy limitados. Se ofrecieron

diversas asignaturas sobre literatura, arte o historia norteamericana, generalmente

financiadas, en su totalidad, por la Comisión Fulbright e impartidas por lecturers

americanos. El problema radicaba en la falta de compromiso por parte de las

autoridades educativas españolas a la hora de asumir la continuidad de las mismas en

los planes de estudio. Lo habitual fue que se ofertasen mientras duraban las estancias

de los profesores estadounidenses Fulbrighters. Con su marcha solían caer de los

planes de estudio.

No sólo eso. A veces aquellos “misioneros” de los Estudios Norteamericanos,

recibieron una acogida muy fría:

“If the experience was not completely satisfactory from the professional point of view of

these teachers, it is owing to the fact that Spanish university administrators are not entirely

convinced that American culture exists as a separate study since the historical period which

it occupies is scarcely included as a period of study even in the parallel period of Spanish

history.”30

Una recepción por cierto muy diferente a la que generalmente se brindó a los

americanos que vinieron para impartir Química, Matemáticas, Física o cualquiera de

las denominadas Ciencias Puras. Éstos fueron, por lo general, más mimados. Su saber

sí era tenido en muy alta estima y los centros de donde procedían se consideraban de

30

“Annual Report on Educational Exchange for FY 1963” 30/08/1963. NARA RG 306, Subject Files, 1953-67, box 45. El subrayado es nuestro.

9

los más punteros del mundo. De hecho, con estos últimos ocurrió, en la mayoría de los

cursos académicos, lo contrario que con los profesores de Estudios Norteamericanos:

la demanda por parte de las universidades españolas no podía ser satisfecha en su

totalidad a través del Programa Fulbright.

No es de extrañar. Difícilmente las autoridades franquistas podían prestar

atención a unas asignaturas sobre la realidad socio-cultural de Estados Unidos si se

dudaba de la existencia de una verdadera y autónoma American Culture. La parte final

de la cita anterior encierra una de las claves que se vivía por entonces en las facultades

españolas de Filosofía y Letras: el interés por el estudio de la cultura y la historia

española se centraba en El Siglo de Oro, las Gloriosas centurias pasadas, etc. La época

decimonónica era denigrada por ser la que vio nacer el liberalismo, y de los tiempos

aún más recientes prácticamente ni se hablaba. ¿Qué interés podían, por tanto,

despertar los escritores o artistas estadounidenses del siglo XIX o XX?31

En cualquier caso, y a la altura de 1967, se produjo un acontecimiento

destacado en este proceso de instauración de los American Studies. Por fin parecía

materializarse el deseo norteamericano de contar con centros para el estudio de su

cultura en las universidades españolas. En una reunión ordinaria de la Comisión

Fulbright-España,32 su director ejecutivo, Ramón Bela, informaba de la inauguración en

la Universidad de Valencia de la primera cátedra de Estudios Norteamericanos. Para

dar más publicidad al evento, se desplazó a la capital levantina el propio embajador

estadounidense. Una primera piedra ya había sido colocada. Ahora había que

continuar el proceso. En los informes siguientes se aprecia un cambio de tono. El

futuro parecía esperanzador y las expectativas crecieron.

No obstante, la alegría duró poco. En los Reports de la Comisión de los años

siguientes se daba cuenta del final de la experiencia de aquella primera cátedra de

31

Además algunos de los escritores estadounidenses contemporáneos más renombrados como Hemingway o Dos Passos estaban en la “lista negra” por sus claras simpatías hacia la República durante la Guerra Civil española. Véase al respecto LAPRADE, Douglas Edward: Hemingway & Franco, Valencia, Ediciones Universidad de Valencia, 2007.

32 “Commission for Educational Exchange between the United States of America and Spain. Minutes of

the meeting.” 20/02/1967. ACFE, caja 3.

10

American Studies.33 Desconocemos los detalles de dicha desaparición. Pese a lo cual se

podría aventurar que, como ya había pasado en otros casos, la empresa fracasó por la

falta de compromiso financiero por parte española y/o por la falta de personal

académico especializado. No olvidemos que buena parte de los pasos primeros para la

Enseñanza del Inglés y de los American Studies en nuestro país se habían dado con la

ayuda de distintos proyectos de la Comisión Fulbright. Y ya venía siendo habitual que

cuando estas “muletas” faltaban, el camino se desandaba, o a lo sumo se centraba

únicamente en la enseñanza del idioma, no de la cultura.

5.- Trazos generales del programa Fulbright en España, 1969-75

Para poder entender qué fue de los Estudios Norteamericanos durante el

tardofranquismo, es necesario comentar, aunque sea sucintamente, los detalles del

mencionado programa de intercambios educativos y científicos entre España y Estados

Unidos. Y lo es porque aquel canal de comunicación cultural se convirtió en la principal

correa de trasmisión para que se cumpliese el objetivo de la public diplomacy de

promocionar el desarrollo de las Humanidades y las Ciencias Sociales made in USA en

España. Hubo otras fuerzas privadas estadounidenses que sumaron esfuerzos en esa

misma dirección.34 Aquí nos centraremos en las gubernamentales. En otro momento

habrá que estudiar el impacto, cruzado, de unas y otras.

La gráfica que mostramos a continuación parte de una gran curva de caída,

coincidiendo con el primer curso académico que aquí hemos tomados como

referencia, 1966-67. Este descenso, que tocó fondo en 1969-70, ilustra la aportación

económica del gobierno estadounidense a la financiación del Programa Fulbright en

aquel período. En términos absolutos la variación fue de los 382.426 dólares a los

70.000. Importantísima reducción que no consiguieron paliar los 75.000 dólares

aportados por primera vez al programa por parte española a partir del curso 1968-69.

Es más, en el curso 1976-77, último del intervalo, la suma total fue de 296.433 dólares.

Bastante por debajo de los 382.426 del año 1966-67.

33

“Commission for Educational Exchange between the United States of America and Spain. Annual Report.” 08/10/1968. AGA, caja 54/10568. 34

Por ejemplo el “I Seminario para profesores de Inglés” fue financiado en parte por la Fundación Ford, vid. “Correspondencia general de la Comisión Fulbright-España” 01/05/1969. AGA, caja 54/10571.

11

Bien es cierto que a partir del curso 1973-74 la Comisión Fulbright comenzó a

gestionar otros fondos, parte de los del Non Military Agreement (NMA). Una nueva

fuente de recursos que se mantuvo hasta 1976-77, y que supuso la llegada de una

importantísima suma: 3.600.000 dólares. Pero, ésa es otra historia y no es ahora el

momento de analizarla. En cualquier caso, y después de una primera aproximación al

tema,35 parece ser que aquellos fondos (NMA), los del programa de cooperación

cultural y educativa firmado en 1970, popularmente conocidos como los “de las

bases”, fueron a parar en mayor medida a disciplinas como la Química, la Medicina, la

Biología o la Física36 que a las Humanidades o a las Ciencias Sociales.37

Cuadro 1: financiación del Programa Fulbright en España, 1967-77

Fuente: “Commission for Educational Exchange between the United States of America and Spain. Annual Program Proposals and Annual Reports, 1967-1977.” (Elaboración propia)

Volviendo a las cifras del párrafo anterior, ¿por qué se produjo tan notable

descenso de la aportación estadounidense que nutría el flujo de las becas Fulbright?

¿Cómo explicar que en 1969-70 se invirtiesen tan sólo 70.000 dólares, mientras que

apenas un lustro antes, 1.963-64, se habían puesto sobre la mesa unos 400.000?

35

“Acta de la primera reunión del Programa de Cooperación cultural entre España y los Estados Unidos”. 24/01/1973. ACFE, caja 32. 36

DELGADO, Lorenzo: “Viento de Poniente…op. cit., pp. 86 y ss. 37

Excepción hecha en este último caso de algún proyecto que sí ayudó notablemente a la modernización y actualización de la Sociología o la Economía españolas. Fue el caso por ejemplo del Lasuen Project a través del cual comenzaron a venir profesores estadounidenses de estas áreas a la Universidad Autónoma de Madrid, vid. “Commission for Educational Exchange between the United States of America and Spain. Annual Report. Conclusion.” 01/10/1971. AGA, caja 54/10570.

0

50.000

100.000

150.000

200.000

250.000

300.000

350.000

400.000

450.000

Contribución gob. EEUU

Contribución gob. España

Dólares

12

Por no alargar el tema demasiado y de entre las posibles explicaciones, nos

centraremos en dos. De un lado, el gobierno español llevaba tiempo mostrando su

renuencia a arrimar el hombro del esfuerzo financiero que requería este programa de

becas. A diferencia de lo que ocurrido en otras latitudes, donde los distintos ejecutivos

llevaban, desde hacía algún tiempo, sumando energías y dinero para fortalecer sus

respectivos programas Fulbright con Estados Unidos, aquí las partidas propias no se

libraron, como veíamos líneas atrás, hasta el curso 1968-69. Y entonces con la modesta

suma de 75.000 dólares. Tal renuencia estaba creando incluso cierto malestar entre los

agentes diplomáticos estadounidenses. La réplica española debía andar en torno al

siguiente razonamiento: “nosotros cedemos las bases, por lo que tenemos que tener

contraprestaciones económicas, en material militar y de cooperación educativa y

científica.”

Por otro lado y a nivel más general, la diplomacia cultural estadounidense

sufrió una importante reducción de fondos en los años finales de la década de los

sesenta. España no escapó a esa tendencia. Se metió la tijera de manera considerable

en los programas de intercambio educativo, en los de promoción de los American

Studies38 y en otros tanto.39 La razón: las elevadas sumas que se tragaba el pantanal en

que se había convertido Vietnam obligaron a realizar ajustes importantes en otras

partidas. Curiosamente aquello no hacía sino agravar la situación, puesto que, en

buena lógica, una de las funciones de la cultural diplomacy era coadyuvar a crear una

imagen positiva de Estados Unidos en el extranjero y erosionar, o cuando menos

contener, el antiamericanismo. Desde Washington, se hizo prácticamente lo contrario:

más leña al fuego en forma de nuevos bombardeos y menos dinero para intentar

“lavar la cara” de Estados Unidos en el exterior…

Más allá de estas cifras globales interesa ahora detenerse en ver cuál fue el

reparto específico de las mismas entre las distintas disciplinas de estudio.

38

SPILLER, Robert: “The Fulbright Program in American Studies Abroad: Retrospect and Prospect” en WALKER, Robert (Ed.): American Studies abroad, London, Greenwood Press, 1975, pp. 3-9. 39

“A brief History of Department of State involvement in International Exchange” (d. s. f.) Special Collections, University of Arkansas Libraries, Bureau of Educational and Cultural Affairs Historical Collection (CU), Group I, Box 2.

13

6.- Expectativas de cambio ante la Ley General de Educación

La década de los años sesenta tocaba a su fin con un panorama bastante tenso

en las relaciones políticas hispano-norteamericanas. Desde hacía unos años, el

Ministerio de Asuntos Exteriores, con Fernando María Castiella 40 a la cabeza,

practicaba una política de “tensar un poco más la cuerda” frente al amigo americano.41

Un viraje que a la postre supuso la defenestración de dicho ministro, ante los temores,

fundamentalmente de Franco y de Carrero Blanco, de perder el anclaje con la potencia

americana. Sea como fuere, el nuevo titular de esa cartera, Gregorio López Bravo,

mantuvo un posicionamiento similar al de su antecesor42: buscar el equilibrio de unas

condiciones de partida en las que con “la letra pequeña se había puesto España entera

a disposición americana.” 43 En ese tira y afloja para la renovación del acuerdo de las

bases militares, la cooperación educativa estadounidense se pondría en uno de los

fieles de la balanza:

The assistance to the educational reform program may be related to base negotiations as a

possible quid pro quo for our future military presence in Spain. This is being considered at

the National Security Council Review Group level.44

Por otro lado, y como señala la cita, corrían aires de cambio en la Universidad

española. En 1969, el Ministro de Educación, Villar Palasí, había planteado la necesidad

de una reforma del sistema educativo español. Se pretendía una transformación a

fondo de los planes docentes en todos sus niveles, al tiempo que se postulaba una

revisión de los métodos pedagógicos.45

La Comisión Fulbright-España acogió esta medida con cierto entusiasmo,

entendiendo que la nueva legislación permitiría una más estrecha colaboración con el

40

PARDO SANZ, Rosa: “Las relaciones hispano-norteamericanas durante la presidencia de L.B. Johnson: 1964-1968” Studia Historica, Hª Contemporánea, nº 22 (2004), pp. 137-183. 41

DELGADO, Lorenzo: “¿El amigo americano? España y Estados Unidos durante el franquismo”, Studia

Historica, Hª Contemporánea, Vol. 21(2003), pp-231-276. 42

PARDO SANZ, Rosa: “España y EE.UU. en el tardofranquismo: las relaciones bilaterales durante la presidencia de Nixon”, Historia del Presente, nº 6 (2005), pp. 11-41; POWELL, Charles: “Henry Kissinger y España, de la dictadura a la democracia (1969-1977)”, Historia y Política, nº. 17, enero-junio (2007), pp. 223-251. 43

VIÑAS, Ángel: En las garras del águila…op. cit., pp. 243 y ss. 44

Citado en DELGADO, Lorenzo: “Viento de Poniente… op. cit., p. 79. El subrayado de la cita es nuestro. 45

GRACIA GARCÍA Jordi y RUIZ CARNICER, Miguel Ángel: La España de Franco (1939-1975): cultura y

vida cotidiana, Madrid, Síntesis, 2001, pp. 325 y ss.

14

Ministerio Educación y Ciencia; y que consecuentemente se podrían desarrollar, con

más fortuna que hasta ahora, los American Studies. De hecho, y como se entendía que

el estudio de la Lengua Inglesa se había consolidado ya en los currículos universitarios

españoles:

The major United States objectives is to strengthen Spain’s resources in American Studies

through the awarding of grants to Spanish students and research scholars to go to the United

States and to American Lectures to come to Spain. American Studies include language,

literature, history and institutions.46

A diferencia de situaciones anteriores, ahora se mostraba de manera explícita

el objetivo de una de las partes, en este caso la americana, de fomentar los Estudios

Norteamericanos en las aulas universitarias españolas. Hasta entonces, los Annual

Reports solían mostrar un intento de equilibrar el deseo español de contar con más

Ciencias y know-how estadounidenses y el de Washington de que el Programa

Fulbright debía suponer un espaldarazo definitivo para impulsar las Artes y las Letras

americanas. Todo ello envuelto en un tono de continua cordialidad, de mutual

understanding y donde supuestamente no había lugar para el desacuerdo.

Otro elemento significativo del fragmento anterior es que se especifican cuáles

son las asignaturas que, en teoría, debían componer los denominados American

Studies. Y decimos en teoría porque en la práctica fue más difícil ajustarse a los planes

previstos. El asunto venía de largo. En realidad ya desde comienzos del American

Studies Movement, en los años veinte del pasado siglo, 47 surgieron disputas y

diferencia de criterios en torno a qué asignaturas debían entrar dentro de los American

Studies y cuáles no.

En resumen, se trataba de dilucidar si dentro de los American Studies entraban

todas las Humanidades y Ciencias Sociales made in USA, o sólo la lengua, la literatura y

la historia. El debate continuó durante todo el período analizado, e incluso se

mantuvo, con alguna variación, hasta la actualidad.48

46

“Commission for Educational Exchange between the United States of America and Spain. Annual Program Proposal” 11/02/1969. AGA, caja 54/10519. El subrayado es nuestro. 47

MAY, Elaine Tyler: “The Radical Roots of American Studies...op. cit. 48

VERHEUL, Jaap: “The Ideological Origins of American Studies...op. cit.

15

Sea como fuere, esta querella tuvo su importancia para el tema que nos ocupa.

Afectó a la configuración de los distintos proyectos auspiciados y financiados por la

Comisión Fulbright. En un primer momento, se utilizó el nombre de “Humanities” para

incluir bajo esa etiqueta todo lo que los estadounidenses entendía como American

Studies. Por problemas de adecuación a las rígidas estructuras curriculares españolas,

por desavenencias con las autoridades educativas españoles que integraban el Comité

Ejecutivo de la Comisión Fulbright —éstos dieron continuas muestras de que su interés

radicaba fundamentalmente en aprovechar el canal Fulbright para fortalecer y

actualizar las Ciencias españolas, no para contar con más American Studies— o por

otras razones, el caso es que aquella denominación cambió. A veces, se habló de

“Language and Literature”, de “American and Spanish Studies”, otras de “Fine and

Applied Arts”, también “Language Teaching” o incluso otra más ambigua como

“Humanities and Other Fields”.

Ante tal variabilidad, hemos optado por la fórmula “American and Spanish

Studies”, porque recoge el propósito —constantemente repetido en los

memorándums— de la public diplomacy americana por dar a conocer los American

Studies. Y asimismo integra el deseo de satisfacer las nuevas necesidades del

Hispanismo norteamericano, esto es, más lengua y cultura españolas.

Cuadro 2: presupuestos de los distintos proyectos financiados

por la Comisión Fulbright-España, 1970-77

Fuente: “Commission for Educational Exchange between the United States of America and Spain. Annual Program Proposals and Annual Reports, 1967-1977.” (Elaboración propia)

0

1000000

2000000

3000000

4000000

5000000

6000000

7000000

8000000

9000000American and Spanish Studies

Pure and Applied Sciences

Education

Social Sciences

Humanities and other fields (unspecified)

Pesetas

16

El cuadro número 2 pone de manifiesto el gran distanciamiento que se produce

a partir del curso 1973-74 entre los proyectos de “American and Spanish Studies” y

“Pure and Applied Sciences”, hasta entonces con una financiación, pese a los altibajos,

bastante pareja. A partir de ese año, las cifras de lo invertido en uno y otro se

distancian enormemente.

Conscientes de que nos movemos todavía en un terreno movedizo,

adelantaremos una hipótesis sobre dicho diferencial, con la cautela debida.

Avanzábamos páginas atrás que el curso 1973-74 se puso en marcha uno de los

proyectos, el de cooperación cultural y educativa, integrados dentro del Non Military

Agreement —NMA—. Su gestión fue encomendada a la Comisión Fulbright-España,

organismo que a su vez se ocupaba de los proyectos propios, los que muestra la gráfica

de arriba. Puede que se decidiera ampliar las dotaciones de los “American and Spanish

Studies” en detrimento de las “Pure and Applied Sciences” al entenderse que estos

últimos estaban mejor cubiertos por el NMA. Otra posible explicación, más

complementaria que excluyente, es que se continuase la tendencia de años

precedentes.49 Desde que echase a rodar en el curso 1959-60, y salvo un momento

inicial de aparente equilibrio, la Comisión había aportado más dinero para los

intercambios en los ámbitos de las Letras que en los de las Ciencias.

Si agrupamos lo invertido en cada uno de los proyectos por separado en dos

grandes bloques temáticos, “Humanities and Social Sciences” versus “Pure and Applied

Sciences”, la panorámica resultante es diferente. Se mantiene el gran distanciamiento,

a favor de las Letras, desde el curso 1973-74, pero desaparece la proximidad que había

antes entre lo invertido en “American and Spanish Studies” y “Pure and Applied

Sciences”.

Este enfoque responde en realidad a lo que venía siendo la tónica habitual de

muchos de los informes de los agentes diplomáticos estadounidenses encargados de

los Estudios Norteamericanos y su proyección exterior.50 Pese a que no hubo siempre

49

Véase el capítulo “American Studies en la España del desarrollismo, 1957-1969” en RODRÍGUEZ JIMÉNEZ, Francisco J. ¿Un «antídoto» contra el antiamericanismo?...op. cit., pp. 143-242. 50

JOHNSON, Walter: American Studies Abroad: Progress and Difficulties…doc. cit. y “Comment on <<American Studies Abroad-The Search for New Roads to International Understanding>> by Richard L.

consenso, en términos generales primó la visión de que los

responder a una visión holística, de conjunto de la

tener cabida los estudios de la Lengua, la Lit

Humanidades—, pero también los de Ciencia Política, Economía o Sociología

Ciencias Sociales—

Cuadro 3: presupuestos agrupados por Letras y por Ciencias, financiados por la Comisión

Fuente: “Commission for Educational Exchange between the United States of America and Spain. Annual Program Proposals and Annu

En los Annual Report

continuamente la idea de que la definitiva consolidación de los

en los currículos universitarios españoles estaba a punto de producirse.

esperanzas aumentaron. El deseo de los

parecía, ahora, más cercano a su materialización

de la previsión un tanto precipitado se

"The creation of Chairs in American Studies, which the Commission now foresees as

probable within the next year or two, will increase the demand for qua

field(...)”51

Springer. 12/07/1973. NARARG 306, USIA. Historical Collections, R&S, 1953Oscar Martín García la amabilidad qu51

“Commission for Educational Exchange between the United States of America and Spain. Report. Conclusion.”15/10/1973. AGA, caja 54/10570.

0

2.000.000

4.000.000

6.000.000

8.000.000

10.000.000

12.000.000

14.000.000

Pesetas

17

consenso, en términos generales primó la visión de que los American Studies

responder a una visión holística, de conjunto de la American Culture, donde tenían que

tener cabida los estudios de la Lengua, la Literatura o la Historia americana

, pero también los de Ciencia Política, Economía o Sociología

presupuestos agrupados por Letras y por Ciencias, financiados por la Comisión Fulbright-España, 1970-77

Commission for Educational Exchange between the United States of America and Annual Program Proposals and Annual Reports, 1967-1977.” (Elaboración propia)

Annual Report de los años finales del franquismo se trasmite

continuamente la idea de que la definitiva consolidación de los American Studies

en los currículos universitarios españoles estaba a punto de producirse.

aumentaron. El deseo de los Cultural Affairs Officers estadounidenses

arecía, ahora, más cercano a su materialización. A finales de 1973, con un sentido

n un tanto precipitado se decía:

The creation of Chairs in American Studies, which the Commission now foresees as

within the next year or two, will increase the demand for qualified personnel in that

12/07/1973. NARARG 306, USIA. Historical Collections, R&S, 1953-1998. Box 87. Agradezco a

Oscar Martín García la amabilidad que tuvo haciéndome llegar este último memorándum. “Commission for Educational Exchange between the United States of America and Spain.

15/10/1973. AGA, caja 54/10570. El subrayado de la cita es nuestro

American Studies debían

, donde tenían que

eratura o la Historia americana —

, pero también los de Ciencia Política, Economía o Sociología —

presupuestos agrupados por Letras y por Ciencias, financiados por la Comisión

Commission for Educational Exchange between the United States of America and Elaboración propia)

el franquismo se trasmite

American Studies

en los currículos universitarios españoles estaba a punto de producirse. Las

estadounidenses

on un sentido

The creation of Chairs in American Studies, which the Commission now foresees as

lified personnel in that

1998. Box 87. Agradezco a

e tuvo haciéndome llegar este último memorándum. “Commission for Educational Exchange between the United States of America and Spain. Annual

El subrayado de la cita es nuestro.

Humanities and Social Sciences

Pure and Applied Sciences

18

Se entendía que en el nuevo panorama español, los Estudios Norteamericanos

podrían por fin echar raíces definitivas en las aulas universitarias. Si no lo hicieron, no

fue precisamente por falta de insistencia por parte de la Comisión Fulbright-España. En

octubre de 1975 se volvía a recordar:

The Commission continues to work closely with the Spanish universities, the Ministry of

Education and Science and with the Ministry of Foreign Affairs to be able to establish an

interdisciplinary program of American Studies when the promised reform of the curricula of

the programs of the Spanish universities is actualized.52

Sin embargo, las expectativas y deseos fueron por un camino y la realidad por

otro. Ni en el curso 1975-76, ni en el posterior, ni en los tres lustros siguientes con la

democracia ya consolidada contaron los American Studies con una cátedra propia

dentro de la estructura docente de la universidad española. La espera duró hasta los

años noventa. Y en puridad, ni tan siquiera entonces, ya que la cátedra que se puso en

marcha en 1994 fue de Literatura estadounidense y no de American Studies como

campo de estudios interdisciplinarios.53

¿Cómo explicar aquel fracaso? Es pronto todavía para conclusiones definitivas.

No obstante, es evidente que pudieron incidir varios factores. De un lado, es probable

que se mantuviese la diferencia de criterios entre los miembros españoles y los

estadounidenses de la Comisión Fulbright. Los primeros muy interesados por más

Ciencia Made in USA, poco por los American Studies.54 Los americanos, por su parte,

se habrían mostrado proclives a que aumentase el conocimiento de su lengua y su

cultura en suelo peninsular, no tanto a satisfacer las continuas demandas de más y

más Ciencias y know-how estadounidense.

52

“Commission for Educational Exchange between the United States of America and Spain. Annual Report. Annual Program Planning.” 15/10/1975. AGA, caja 54/10570. Las cursivas de la cita son nuestras. 53

Más datos sobre la situación de los Estudios Norteamericanos en España en la década de los años noventa en el capítulo “The Study of U.S. History in Spain” vid. HILTON, Sylvia y van MINNEN Cornelis: Teaching and studying...op. cit., pp. 231-252. 54

Dos de los españoles que algo más tarde, ya en la etapa democrática, mantuvieron algún tipo de responsabilidad al respecto, José Luis García Garrido y Alfredo Moreno Cebrián suscriben esta visión de lo que pudo ocurrir. Agradezco a ambos su amabilidad en sendas entrevistas que mantuvimos en julio de 2009 y mayo de 2010 respectivamente.

19

Por otro lado, quizá no esté de más reflexionar en torno a la siguiente cita:

“Kissinger nunca mostró gran interés por conquistar «los corazones y las mentes» de

los demócratas españoles.”55 Afirmación que podríamos enlazar con lo que decíamos

páginas atrás respecto a la Guerra de Vietnam. La diplomacia cultural estadounidense

tuvo que hacer frente a unas elevadas cotas de antiamericanismo en la España del

tardofranquismo —en parte azuzadas por aquel conflicto en el sudeste asiático—, con

menos recursos de los esperados.

Las explicaciones antedichas, aún a falta de una mayor profundidad de análisis

y amén de otros factores, contribuyen a entender por qué Raúl Guerra Garrido

publicaba en El Socialista de 1980 las palabras con las que abríamos este texto:

Entiendo el inglés como la punta de lanza de una agresión que no trata sólo de imponer una

literatura, o en un sentido más amplío, una cultura, sino, en última instancia, un modo de

entender la vida que no es otro más que el “American way of life.”

Probablemente eran muchos más los españoles, no sólo lectores de dicha

publicación y simpatizantes del PSOE los que las suscribían.56 Si estuviéramos en lo

cierto, se podría concluir que algo había fallado en los planes de la diplomacia cultural

estadounidense para la fase final del franquismo. Al parecer, el propósito de

Washington de utilizar la difusión de la lengua y la cultura americana para tejer lazos

de empatía con el pueblo español estuvo lejos de materializarse.

55

POWELL, Charles: “Henry Kissinger y España…op. cit., p. 250. 56

En esa misma línea se mueve la obra VÁZQUEZ MONTALBÁN, Manuel: La penetración norteamericana

en España, Madrid: Cuadernos para el Diálogo, 1973.