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La utilización del sistema clasificatorio HISCO para el estudio de la estructura ocupacional de Madrid, 1880-1930:
posibilidades y problemas1
Luis Díaz Simón Universidad Complutense de Madrid
Resumen La falta de un sistema estandarizado de clasificación ocupacional ha constituido uno de los mayores problemas que han encontrado los historiadores a la hora de hacer estudios comparativos sobre la estructura profesional y la movilidad social. HISCO (Historical International Standard Classification of Occupations) ha sido desarrollado para ofrecer una solución a este problema, al ofrecer un esquema clasificatorio uniforme que aspira a ser aceptado con carácter general por parte de la comunidad académica. El objetivo de este trabajo es presentar algunas observaciones acerca de las posibilidades que ofrece este sistema clasificatorio, así como exponer los diferentes problemas teóricos y metodológicos que se advierten en su aplicación al estudio de la estructura ocupacional de Madrid durante el período 1880-‐‑1930.
Palabras clave: HISCO, estructura ocupacional, movilidad social, historia del trabajo, historia de Madrid, padrón municipal.
1 Este texto forma parte de las actividades del Grupo de Investigación UCM ‘Historia de Madrid en la Edad Contemporánea’ (n.º ref.: 941149) y su realización ha sido posible gracias a la concesión de dos proyectos de investigación del Plan Nacional de I+D (Ministerio de Educación y Ciencia: HUM2007-‐‑64847/HIST y Ministerio de Economía y Competitividad: HAR2011-‐‑26904). Asimismo, este trabajo se ha beneficiado de las aportaciones de Rubén Pallol Trigueros y Santiago de Miguel Salanova, miembros del indicado Grupo de Investigación.
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La creación de HISCO, sus características y funcionamiento
Desde hace décadas, sociólogos e historiadores interesados en el estudio de la estructura ocupacional y la movilidad social han llamado la atención sobre la necesidad de establecer sistemas clasificatorios uniformes para organizar la información estadística profesional contenida en distintas fuentes documentales. Sin embargo, la elaboración de un esquema clasificatorio de esta naturaleza no es tarea sencilla, pues conlleva una serie de problemas de tipo teórico y metodológico que convierten su desarrollo en un verdadero reto. La situación se complica aún más cuando dicho sistema ha de permitir también la comparación internacional e histórica.
La creación del sistema clasificatorio denominado Historical International Standard Classification of Occupations (HISCO)2 en 2002 supuso un importante avance en este sentido, ya que introducía un modelo de codificación y clasificación ocupacional estandarizado, susceptible de ser aplicado por historiadores y otros especialistas para analizar procesos a largo plazo relacionados con el mercado de trabajo y la estructura ocupacional.
En lugar de partir de cero y elaborar una clasificación nueva, los creadores de HISCO tomaron la decisión de adaptar a las exigencias de la investigación histórica un sistema clasificatorio ya existente3. En este sentido, el sistema clasificatorio de mayor relevancia que se conocía a finales de la década de 1990 –momento en que los autores de HISCO comenzaron a trabajar en este proyecto– era el que había elaborado la Organización Internacional del Trabajo en 1958, conocido como International Standard Classification of Occupations (ISCO).
A decir verdad, la OIT había producido tres versiones de ISCO. La primera, ISCO-‐‑58, fue revisada en 1968, dando lugar a la versión ISCO-‐‑68, que tras ser sometida a una nueva revisión dos décadas más tarde, generó una tercera versión, ISCO-‐‑884. Los creadores de HISCO optaron por valerse de
2VAN LEEUWEN, M., MAAS, I., MILES, A. (2002): HISCO. Historical International Standard Classification of Occupations. Leuven: Leuven University Press; véase también: http://historyofwork.iisg.nl/ 3 VAN LEEUWEN, M., MAAS, I., MILES, A. (2004): “Creating a Historical International Standard Classification of Occupations. An Excersise in Multinational Interdisciplinary Cooperation”. En Historical Methods, XXXVII, nº 4, pp. 186–197, p. 187. 4Véase la página web de ISCO: http://www.ilo.org/public/english/bureau/stat/isco/index.htm [consultado el 1-‐‑V-‐‑2013]
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ISCO-‐‑68 para desarrollar su sistema, ya que, según ellos, esta versión contaba con una serie de ventajas frente a las otras, tales como ofrecer un mayor número de títulos ocupacionales manteniendo buena parte de los considerados históricos, disponer de manuales de uso en varios idiomas y haber sido empleada en el pasado para realizar estudios de sociología histórica5.
Una vez tomada esta decisión, los autores procedieron a la recogida de información ocupacional procedente de los registros históricos de instituciones civiles y religiosas de los ocho países involucrados en el proyecto (Países Bajos, Bélgica, Gran Bretaña, Canadá, Francia, Alemania, Noruega y Suecia). Con ello pretendían incorporar aquellas ocupaciones históricas que no constaban en la clasificación ISCO-‐‑68, para así poder adaptar el esquema básico de dicha clasificación a las exigencias de la investigación histórica.
El funcionamiento del sistema clasificatorio HISCO, en consecuencia, es casi idéntico al de ISCO-‐‑68. El criterio bajo el que se organizan las ocupaciones en ambos sistemas viene determinado por las funciones, obligaciones y tareas que comporta cada ocupación. Otros factores que influyen en el trabajo de los individuos, como la rama de la actividad a que se dedica el trabajador, si trabaja por cuenta propia o por cuenta ajena, o sus conocimientos y habilidades, no son tenidos en cuenta a la hora de clasificar las ocupaciones. Esto se debe a que “la destreza, los conocimientos y la capacidad no pueden concretarse y definirse tan objetivamente como las funciones, obligaciones y tareas [del trabajador]”6. De este modo, las distintas ocupaciones se agrupan y organizan de acuerdo con la similitud de las actividades realizadas por aquellos que las ejercen.
HISCO establece nueve Grandes Grupos de ocupaciones, cada uno de los cuales está dividido en Grupos Secundarios o Subgrupos (de dos a diez dependiendo del Gran Grupo que se trate). Estos subgrupos se dividen a su vez en Grupos Unitarios, los cuales están compuestos por ocupaciones específicas. Cada ocupación es distinguida en HISCO con un código de cinco cifras, que se encuentra emplazado en un puesto concreto de la clasificación. Por ejemplo, un telegrafista es clasificado con el código “HISCO 3-‐‑80.40”. La primera cifra hace referencia al Gran Grupo al que pertenece esta ocupación (3: “Empleados de oficina y trabajadores afines”). La segunda cifra indica el Subgrupo de la misma
5 VAN LEEUWEN, M., MAAS, I., MILES, A. (2004): “Creating a Historical…”, op. cit., p. 187. 6 OFICINA INTERNACIONAL DEL TRABAJO (1958): Clasificación Internacional Uniforme de Ocupaciones. Ginebra: Oficina Internacional del Trabajo, p. 3.
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(3-‐‑8: “Operadores de teléfonos y telégrafos”). La cifra tercera se corresponde con el Grupo Unitario (3-‐‑80: “Operadores de teléfonos y telégrafos”). Por último, las dos últimas cifras se refieren a la ocupación concreta que ejerce el individuo (3-‐‑80.40: “telegrafista”). Del mismo modo, un telefonista recibe el código “HISCO 3-‐‑80.20”. Como se puede comprobar, lo único que cambia en este caso con relación al código asignado al telegrafista son las dos últimas cifras, que especifican la ocupación, mientras que las tres primeras son iguales, pues ambas profesiones se encuentran dentro del mismo Gran Grupo, Subgrupo y Grupo Unitario. Este método de codificación decimal permite agrupar las distintas ocupaciones en un esquema susceptible de distinguir un mayor o menor grado de complejidad en la agrupación, manteniendo en todo momento el detalle de cada ocupación específica.
Sin embargo, la información ocupacional contenida en las fuentes documentales que manejan los historiadores presenta unas características propias que hubieron de ser consideradas por los autores de HISCO al desarrollar su sistema clasificatorio. En numerosas ocasiones, el historiador que trabaja con una fuente que en principio ha de ofrecer información referente a la ocupación, se encuentra con datos adicionales que, sin referirse estrictamente al oficio o la profesión de la población, puede ser relevante para conocer el estatus de los individuos o las características de una profesión o actividad determinada. Este tipo de información extra es contemplada por HISCO, que ofrece la posibilidad de recogerla y clasificarla paralelamente en una clasificación subsidiaria formada por tres grupos, denominados status (donde se indica si el trabajador es propietario o no, si es oficial o aprendiz, su nivel de estudios, si pertenece a la aristocracia, etc.), relation (que define si el trabajador está retirado, si existe parentesco con el individuo al que ofrece sus servicios, etc.) y product (donde se especifica el tipo de géneros que elabora o con los que se comercia un sujeto).
Asimismo, HISCO contempla la existencia de dos Grandes Grupos bajo los que se concentran los individuos que indican explícitamente no trabajar (“HISCO -‐‑2”) y aquellos que, sin afirmar explícitamente que no trabajan, indican algún tipo de título, situación vital o actividad que no cabe considerar como ocupación encuadrada en el mercado de trabajo o que les sitúa fuera de la población activa, tales como “tullido”, “ciego”, “sus labores” o “retirado” (“HISCO -‐‑1”).
Hasta aquí hemos visto de manera general las características de HISCO y
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su funcionamiento. En el siguiente apartado abordaremos los problemas que, a raíz de nuestra experiencia al haberlo utilizado extensamente para codificar y clasificar la muestra con la que hemos trabajado, consideramos que presenta este sistema clasificatorio a la hora de reconstruir y analizar con él la estructura ocupacional de una sociedad del pasado. Problemas que presenta el sistema clasificatorio HISCO
Como señalábamos en el apartado anterior, Historical International Standard Classification of Occupations es un sistema de clasificación que tiene por objetivo organizar en grupos ocupacionales previamente definidos todas las ocupaciones existentes en el mercado de trabajo, con el fin de reconstruir la estructura ocupacional y facilitar la comparación internacional de los datos procedentes de regiones distintas y diferentes momentos cronológicos. Los requisitos que ha de cumplir un sistema clasificatorio que persiga tales objetivos son, de un lado, que se muestre operativo como instrumento que permita reflejar con fidelidad la estructura ocupacional, y, de otro, que proporcione los medios adecuados para permitir la comparación entre realidades históricas diferentes.
Al aplicarlo al caso de Madrid en el periodo 1880-‐‑1930, la principal limitación de HISCO que hemos observado es que su esquema básico de clasificación no responde a la realidad de la estructura ocupacional de la época. Al valerse del esquema propio de ISCO-‐‑68, HISCO utiliza un método de agrupación que fue diseñado para evaluar la estructura ocupacional de las sociedades industriales avanzadas de la década de 1960, el cual no se adapta a la situación existente en el periodo estudiado.
ISCO-‐‑68 fue creado en el contexto de crecimiento económico excepcional que vivió el mundo occidental desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta la crisis del petróleo de 1973; la época de prosperidad de los “treinta años gloriosos”, en los que la existencia de una economía industrial, la expansión de la sociedad de consumo y el dominio en la mentalidad colectiva del modelo familiar del “ganapán” marcaban los rasgos definitorios de aquel momento7. El esquema básico del sistema de clasificación ISCO-‐‑68, en consecuencia, fue diseñado sobre la base de una sociedad industrial, económicamente avanzada y con unas relaciones laborales formalizadas, pues tal era el contexto histórico al
7 HOBSBAWM, E. (2000): Historia del siglo XX: 1914-‐‑1992. Madrid: Critica, p. 261 y ss.
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que debía servir esta clasificación. Pero cuando utilizamos un instrumento diseñado con estas características para reconstruir la estructura ocupacional de sociedades que ni son industriales, ni están económicamente avanzadas, ni presentan unas relaciones laborales formalizadas –tal era el caso de Madrid durante buena parte del periodo cronológico que nos ocupa–, encontramos que dicho instrumento presenta serios problemas, imprecisiones y limitaciones.
A la altura de 1880, Madrid era una ciudad más industriosa que industrial. El trabajo realizado en los talleres superaba de lejos al trabajo que se producía en la industria. El jornalero urbano, aquel trabajador no calificado que trabaja donde podía y estaba sometido a la inseguridad tanto en el empleo como en el salario, así como a un riesgo permanente de caer en la más negra miseria, era la figura ocupacional protagonista del mercado de trabajo. La aceleración del proceso de urbanización se tradujo en un boom del sector de la construcción, que se convirtió en el principal motor de la economía urbana. Al mismo tiempo, la llegada masiva y constante de inmigrantes procedentes de las provincias rurales españolas, no hacía sino aumentar la bolsa de mano de obra barata no cualificada que era empleada para desempeñar las ocupaciones más duras y peor remuneradas del mercado laboral. La segregación sexual del trabajo operaba con todo rigor, encontrándose sectores dominados por la fuerza de trabajo femenina, como el servicio doméstico, la industria del vestido o la producción de cigarros, y ocupaciones desempeñadas en exclusiva por los varones.
Esta situación dominó la vida urbana madrileña hasta la primera década del siglo XX. Pero las transformaciones que acontecieron en la ciudad a partir de la Gran Guerra provocaron un profundo cambio en el modelo del mercado de trabajo que se había conocido hasta entonces. Si el fenómeno de mayor trascendencia que tuvo lugar en la economía madrileña durante las últimas décadas del ochocientos fue el desarrollo de la construcción y la jornalerización de la fuerza de trabajo, desde la década de 1920 la ciudad de Madrid experimentó un fuerte proceso de terciarización en su economía, que permite hablar del comienzo de un nuevo ciclo. En un corto espacio de tiempo, la estructura ocupacional madrileña cambió de signo, y la figura del empleado –entendida ésta en un sentido lato, como el trabajador de cuello blanco dedicado a diferentes tareas desempeñadas en el mundo de las oficinas–, comenzó a ser predominante.
Los datos disponibles para 1930 demuestran hasta qué punto aumentó el
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número de empleados de oficina a lo largo del primer tercio del siglo XX, llegando a situarse éstos en una proporción similar a la de los trabajadores jornaleros, que poco tiempo atrás excedía con creces a los trabajadores de cuello blanco8. Por otra parte, hay que tener en cuenta que, si bien la economía urbana estaba viviendo un proceso de crecimiento y, en consecuencia, la sociedad madrileña estaba prosperando, sin embargo, en la década de 1930 todavía existían importantes capas de la población cuyas condiciones de vida y trabajo permanecían precarias.
El trabajo femenino experimentó un cambio de especial relevancia durante estos años. Las mujeres trabajadoras, que tradicionalmente se habían concentrado en unas pocas actividades y ocupaciones altamente feminizadas, comenzaron a hacerse visibles en determinados espacios laborales en los que su presencia hasta entonces había sido muy reducida. Fue en el mundo de las oficinas donde aconteció la revolución en el trabajo de las mujeres que se produjo en esta etapa. El número de mecanógrafas, secretarias, taquígrafas, auxiliares, etc., creció a un ritmo espectacular en un corto espacio de tiempo, y las empleadas se convirtieron en uno de los símbolos más visibles del cambio que estaba viviendo la sociedad capitalina9.
Varios son los problemas que se presentan al analizar, mediante la utilización del sistema clasificatorio HISCO, los datos relativos a la ocupación de la población madrileña obtenidos de los padrones municipales de Madrid de 1880, 1905 y 1930. A continuación enumeramos tales problemas:
1) En el sistema de clasificación HISCO, el trabajo industrial y el trabajo artesanal no son distinguidos en grupos ocupacionales diferentes, sino que las ocupaciones artesanales e industriales son clasificadas dentro de los mismos grupos, impidiendo distinguir con claridad la importancia de la actividad artesanal frente a la industrial y viceversa en la estructura ocupacional.
2) HISCO no contempla un grupo específico en el que puedan clasificarse las ocupaciones que se encuentran dentro del sector informal, así como tampoco numerosas actividades propias de dicho sector. Esto obliga a clasificar
8 PALLOL, R. (2010): El Madrid moderno: Chamberí (el Ensanche Norte), símbolo del nacimiento de una nueva capital, 1860-‐‑ 1931, Tesis doctoral, UCM, Madrid, España. 9 DÍAZ, L. (2012): “La participación de las mujeres en el mercado laboral de Madrid, 1900-‐‑1930”. Disponible en: http://www.contemporaneaugr.es/files/XI%20Congreso%20AHC/talleres/12.Mercados%20laborales/DIAZ%20Luis.pdf [consultado el 1-‐‑V-‐‑2013]
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dichas ocupaciones bajo epígrafes genéricos en grupos diferentes, lo cual impide evaluar su importancia dentro de la estructura ocupacional y el peso de la economía informal.
3) Las ocupaciones de las fuerzas armadas son clasificadas junto con las profesiones civiles; no existe un grupo ocupacional propio para el sector militar.
4) Si bien HISCO está dotado de una extensa lista de títulos ocupacionales, la cual permite clasificar la mayor parte de los oficios y profesiones que hemos encontrado en los padrones, sorprende que ocupaciones que aparecen con bastante frecuencia las fuentes de este periodo, como “escribano”, “nodriza”, “barrendero” o “repartidor”, no dispongan de su propio código en la clasificación.
5) Mientras que en el Gran Grupo de los trabajadores del comercio se distingue a los comerciantes propietarios del personal de ventas mediante códigos diferentes, HISCO no contempla la diferencia que existe entre los trabajadores de una industria y los pequeños propietarios de un taller o negocio industrial. De esta manera, un obrero carpintero es clasificado con el mismo código que un carpintero que trabaja por cuenta propia en su taller. Si bien la diferencia entre ambos puede ser recogida en la variable status que contempla HISCO en su clasificación subsidiaria, no parece haber una igualdad de criterio para clasificar situaciones idénticas en el sector del comercio y en el de la producción.
6) Un problema similar al expresado en el punto anterior se produce en la hostelería. HISCO distingue a los propietarios de establecimientos en los que se expenden bebidas, de aquellos en los que se sirven platos cocinados, y éstos, a su vez, de los de locales que se dedican al negocio de la hospedería. Sin embargo, en el caso de los comerciantes propietarios, todos se agrupan bajo el mismo título, con independencia de que trafiquen con tejidos, alimentos, combustibles, etc. De nuevo, parece existir un doble criterio para abordar la codificación de situaciones similares.
7) Así como HISCO asigna un código propio para clasificar a los trabajadores de la producción no cualificados (“HISCO 9-‐‑99.00”), peones (“HISCO 9-‐‑99.10”), jornaleros (“HISCO 9-‐‑99.20”) y trabajadores fabriles (“HISCO 9-‐‑99.30”) que no indican en la estadística la ocupación específica a la que se dedican, no hace lo propio con aquellos trabajadores cualificados que se identifican con denominaciones genéricas como “artesano” u “oficial”, pero no señalan las actividades concretas que desempeñan.
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8) Mientras que consideramos un acierto incluir a los trabajadores de vaquerías, cabrerías, establos y demás actividades relacionadas con el ganado en el Gran Grupo donde se clasifican las ocupaciones del sector primario, aun cuando dichos trabajadores residan y desempeñen sus oficios en un núcleo urbano, no parece acertado que los jardineros que trabajan en parques, jardines y demás espacios verdes de la ciudad sean incluidos en este mismo grupo. Su actividad no puede encuadrarse dentro de la agricultura o la silvicultura, puesto que se trata de trabajadores de los servicios que trabajan a las órdenes de un particular o de instituciones públicas o privadas.
9) El código asignado por HISCO a los empleados sin especialización concreta que trabajan en la Administración Pública está bien definido (“HISCO 3-‐‑10.00”). Igualmente, el código asignado al trabajador que se identifica como “empleado”, sin indicar su especialización, también está claro (“HISCO 3-‐‑00.00”). Sin embargo, los empleados de oficina que, sin señalar las actividades y operaciones específicas a las que se dedican, indican en los padrones que trabajan en una compañía privada no son contemplados por HISCO. La existencia de un código para el empleado sin especialización de la Administración Pública y otro código para el empleado de oficina que no indica especialización alguna ni donde presta sus servicios, debería conllevar también la existencia de un código que permita clasificar a aquellos empleados que especifican que trabajan en la empresa privada. Tal hecho lleva a cuestionarse el planteamiento utilizado para clasificar a los empleados de oficina. Si el criterio clasificatorio de HISCO se basa exclusivamente en las funciones, obligaciones y tareas que envuelve una ocupación, siendo irrelevante en este sentido el lugar de trabajo, los tres casos citados arriba implican el mismo tipo de operaciones. No se comprende, por tanto, a qué obedece la existencia del código “HISCO 3-‐‑10.00”, ni cual es la diferencia entre el código “HISCO 3-‐‑00.00” y el código “HISCO 3-‐‑93.10”, pues los tres casos deberían codificarse bajo un mismo código, bien sea éste el código “HISCO 3-‐‑00.00” o “HISCO 3-‐‑93.10”, ya que en los tres casos las funciones, obligaciones y tareas que envuelve la profesión son idénticos.
Estos son los problemas que hemos observado al utilizar el sistema de clasificación HISCO para reconstruir la estructura ocupacional madrileña del periodo 1880-‐‑1930. Como puede apreciarse, dichos problemas lo son tanto de índole teórica como metodológica. En el siguiente apartado se hará una reflexión en torno a la validez de este sistema clasificatorio y a las posibles
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medidas que consideramos que pueden ser adoptadas para mejorar su operatividad. La elección de ISCO-68 como modelo para la creación de HISCO: ¿acierto o error?
De acuerdo con lo expuesto hasta ahora, el problema central que presenta HISCO es el esquema básico de clasificación sobre el cual articula la agrupación de las distintas ocupaciones. Según los autores, la decisión de tomar la estructura de la versión ISCO-‐‑68 como modelo para desarrollar este sistema, en lugar de las otras versiones que existían en el momento en que comenzaron a trabajar en la creación de HISCO, se debía a los tres argumentos a los que hemos aludido en el primer apartado: ISCO-‐‑68 ofrecía un mayor número de títulos ocupacionales manteniendo buena parte de los considerados históricos, disponía de manuales en varios idiomas que facilitaban su empleo y había sido utilizada en una ocasión anterior para codificar ocupaciones en un estudio de sociología histórica.
Examinados uno a uno, los motivos argüidos para justificar la elección no parecen sostenerse. El primer argumento sobre el que los autores justifican su decisión es francamente discutible. Si de lo que se trata es de adaptar la estructura de un sistema de clasificación ocupacional a la realidad histórica que se desprende de las fuentes documentales, tal empresa exige la revisión completa de todos los títulos ocupacionales de la clasificación tomada como modelo, pues sin duda habrá un gran número de oficios y profesiones que no consten en dicha clasificación por haberse extinguido en el momento en que la expresada clasificación fue elaborada, siendo necesario, a su vez, eliminar un buen número de ocupaciones inexistentes en el pasado.
El segundo de los argumentos tampoco parece ser lo suficientemente convincente. La OIT distribuyó manuales en inglés, español y francés de las tres versiones de ISCO para libre uso de las instituciones o especialistas interesados en este sistema clasificatorio, de manera que ISCO-‐‑68 no había de ser superior en este sentido10.
Por último, el tercer argumento ofrecido sí parece tener importancia, pues la experiencia que pudiera desprenderse de la utilización con fines 10 Las publicaciones de las distintas versiones están disponibles en la página web de la OIT: http://www.ilo.org/public/english/bureau/stat/isco/index.htm [consultado el 1-‐‑V-‐‑2013]
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históricos de la clasificación ISCO-‐‑68 sin duda ofrecería un apoyo considerable a la hora de desarrollar una nueva clasificación histórica de ocupaciones. Con todo, no deja de llamar la atención que los autores de HISCO no experimentaran con las demás versiones existentes de ISCO para determinar, mediante la comparación, cuál de éstas ofrecía mayores ventajas para la investigación histórica. Asimismo, sorprende que los autores tomaran la decisión de utilizar la versión ISCO-‐‑68 sin antes haber creado la base de datos que iba a servir para adaptar la estructura tomada como modelo.
Tras examinar las dos versiones de ISCO que fueron rechazadas por los autores de HISCO en favor de ISCO-‐‑68, hemos llegado a la conclusión de que la versión ISCO-‐‑88 sigue un esquema clasificatorio que se adapta mejor que el que presenta ISCO-‐‑68 en lo que se refiere a las necesidades propias del análisis de la estructura ocupacional en el periodo cronológico que HISCO persigue reconstruir y comparar, aún cuando indudablemente dicho esquema exigiría una profunda revisión antes de ser adoptado como modelo para desarrollar un sistema de clasificación histórico internacional.
Frente a la versión de 1966, que no es sino la revisión de aquella de 1956 –ambas elaboradas para clasificar ocupaciones de sociedades industriales avanzadas–, ISCO-‐‑88 fue elaborado con el objetivo de ser aplicado, no solo a las naciones industrializadas avanzados, sino también a países que presentaban un alto grado de informalidad en su economía, donde la industria no se encontraba desarrollada y el trabajo artesanal constituía una actividad importante. Los expertos de la Organización Internacional del Trabajo llegaron a la conclusión de que analizar la estructura ocupacional de países y regiones que presentaban estas características con la estructura de ISCO-‐‑68, impedía caracterizar con precisión dicha estructura ocupacional. Se emprendió así la revisión de ISCO-‐‑68, de la cual nació ISCO-‐‑8811.
Dos son las principales diferencias que presenta ISCO-‐‑88 frente a ISCO-‐‑68, a saber: la distinción del trabajo artesanal y del trabajo industrial en dos grandes grupos ocupacionales separados y la existencia de un gran grupo ocupacional donde se clasifica el trabajo no cualificado e informal. En ISCO-‐‑68 –lo mismo sucede en HISCO–, el trabajo de artesanos y trabajadores industriales queda recogido dentro de los mismos grupos ocupacionales, lo que
11 La versión de ISCO creada en 1966, así como el marco teórico-‐‑metodológico sobre el que se construyó ISCO-‐‑88, puede consultarse en la página web de la OIT: http://www.ilo.org/public/english/bureau/stat/isco/isco88/ [consultado el 1-‐‑V-‐‑2013]
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impide distinguir el peso que las ocupaciones de la artesanía y la industria tienen en la estructura ocupacional. Mientras que HISCO se muestra como un sistema clasificatorio especialmente sensible para distinguir y agrupar las ocupaciones de la industria, no lo es tanto con la artesanía. Ello impide analizar situaciones en que la actividad artesanal tiene una presencia importante, o procesos de transición de una economía artesanal a una economía industrial. Asimismo, al no disponer de un grupo ocupacional específico para clasificar el trabajo no cualificado y las ocupaciones del sector informal, resulta imposible conocer la importancia numérica de la mano de obra descualificada en el mercado de trabajo y el grado de informalidad existente en la economía.
Las posibilidades de análisis que ofrece un instrumento que no contempla estas variables en un estudio histórico que persigue reconstruir la estructura ocupacional de sociedades no industriales, en las que el trabajo artesanal era una actividad importante y en las que existía un sector informal que absorbía gran parte de la mano de obra barata no cualificada, se reducen considerablemente, llegando a correr el riesgo de no responder a la realidad que reflejan las fuente documentales.
Dadas las características que presenta la evolución de la economía y la estructura ocupacional de Madrid durante el periodo 1880-‐‑1930, contar con un sistema clasificatorio que permita diferenciar el peso de las ocupaciones artesanales frente a las industriales, así como la proporción del trabajo no calificado y de las ocupaciones del sector informal, es esencial. Si bien la utilización de HISCO ofrece la posibilidad de analizar estas cuestiones de forma indirecta, el esquema básico que presenta no permite realizar tales análisis valiéndose de los grupos principales y secundarios que forman su clasificación.
En suma, el esquema organizativo básico sobre el que se asienta ISCO-‐‑88, se presenta mucho más favorable para el análisis de estructuras ocupacionales históricas que la versión ISCO-‐‑68, lo que lleva a plantearse hasta qué punto la decisión de tomar la estructura de ISCO-‐‑68 como modelo sobre el cual se construyó el sistema de clasificación HISCO pudo haber sido un error.
Algunas propuestas para mejorar la operatividad del sistema clasificatorio HISCO
Como se ha expuesto hasta ahora, nuestra principal crítica a las limitaciones y problemas que presenta HISCO como sistema de clasificación ocupacional se centra en la forma que presenta su esquema básico de
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agrupación y análisis. Dicho esquema, al no distinguir entre el trabajo artesanal e industrial y clasificar el trabajo no cualificado y las ocupaciones del sector informal en grupos dispersos, condiciona y restringe las posibilidades de análisis de la estructura ocupacional.
Ahora bien, en lo que se refiere a la estructura organizativa de los Grandes Grupos 0-‐‑6, en los cuales se clasifican las ocupaciones relacionadas con la gestión y dirección, el trabajo de oficina, el comercio y las ocupaciones del sector primario, a excepción de las objeciones que hemos señalado en el segundo punto, HISCO se perfila como un instrumento útil. Nuestra propuesta para mejorar la eficacia de este sistema clasificatorio consiste en modificar el esquema organizativo de los grandes grupos 7, 8 y 9, tomando como modelo para su reestructuración el esquema que sigue ISCO-‐‑88.
La diferenciación entre el trabajo artesanal y el trabajo industrial que en ISCO-‐‑88 se contempla mediante la existencia de los Grandes Grupos 7 y 8, permitiría analizar con mayor precisión el peso de ambas actividades en la economía y en el mercado laboral, así como una mejor caracterización de la evolución de la estructura ocupacional. Del mismo modo, el establecimiento de un gran grupo que concentre el trabajo no cualificado y las ocupaciones del sector informal, que en ISCO-‐‑88 se corresponde con el Gran Grupo 9, ofrecería mayores posibilidades de análisis que la actual clasificación de HISCO, en la cual el trabajo descualificado es clasificado de manera dispersa.
La importancia de distinguir el trabajo no cualificado en la estructura ocupacional y la informalidad en la economía es de tal calado que cabría plantearse un doble criterio de clasificación. De esta suerte, se clasificaría el trabajo formalizado, cualificado y semicualificado con arreglo a las funciones, obligaciones y tareas que envuelven las distintas ocupaciones –criterio que sigue HISCO–, mientras que el trabajo informal y no cualificado sería clasificado con arreglo a las habilidades y a los conocimientos. Tal es el método de clasificación que sigue ISCO-‐‑88, el cual contempla la presencia de un Gran Grupo independiente en el que se concentran todas las ocupaciones encuadradas dentro del trabajo no cualificado y del sector informal.
Finalmente, proponemos también el traslado a un grupo diferente de las ocupaciones de las fuerzas armadas que HISCO clasifica dentro del Gran Grupo 5, junto con los bomberos, policías, vigilantes y otros trabajadores de los servicios de protección. De esta manera, las ocupaciones castrenses quedarían
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agrupadas dentro de un Gran Grupo propio, lo que permitiría su distinción frente al resto de ocupaciones desempeñadas por la población civil.
Tabla 1. Estructura de los grandes grupos de ISCO-88
Gran Grupo Denominación
1 Miembros del poder ejecutivo y de los cuerpos legislativos y personal directivo de la Administración Pública y de empresas
2 Profesionales científicos e intelectuales 3 Técnicos y profesionales de nivel medio 4 Empleados de oficina 5 Trabajadores de los servicios y vendedores de comercios y mercados 6 Agricultores y trabajadores calificados agropecuarios y pesqueros 7 Oficiales, operarios y artesanos de artes mecánicas y de otros oficios
8 Operadores de instalaciones y máquinas y montadores 9 Trabajadores no calificados 0 Fuerzas armadas
Fuente: Organización internacional del Trabajo, ISCO-88. Disponible en:
http://www.ilo.org/public/spanish/bureau/stat/isco/isco88/major.htm
Tabla 2. Estructura de los subgrupos de ISCO-88
Subgrupo Denominación
91 Trabajadores no calificados de ventas y servicios
911 Vendedores ambulantes y afines 912 Limpiabotas y otros trabajadores callejeros 913 Personal doméstico y afines, limpiadores, lavanderos y planchadores 914 Conserjes, lavadores de ventanas y afines 915 Mensajeros, porteadores, porteros y afines 916 Recolectores de basura y afines 92 Peones agropecuarios, forestales, pesqueros y afines
93 Peones e la minería, la construcción, la industria manufacturera y el transporte
931 Peones de la minería y la construcción 932 Peones de la industria manufacturera 933 Peones del transporte
Fuente: Organización internacional del Trabajo, ISCO-88. Disponible en:
http://www.ilo.org/public/spanish/bureau/stat/isco/isco88/major.htm
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Conclusiones
El valor de una herramienta como HISCO, que permite clasificar la amalgama de ocupaciones resultante de la recopilación masiva de datos obtenidos de fuentes demográficas y administrativas, como padrones o censos, estableciendo divisiones y subdivisiones por medio de un atinado sistema de códigos decimales, y permitiendo la comparación con otros estudios de caso a nivel regional e internacional, es indiscutible.
A nuestro juicio, la cuestión central al evaluar la validez de este sistema consiste en averiguar si la estructura básica sobre la que HISCO organiza y distribuye las ocupaciones una vez codificadas, resulta idónea para obtener una imagen estadística coherente con la realidad que se desprende de las fuentes documentales manejadas por sociólogos e historiadores. En este sentido, la utilización del sistema clasificatorio HISCO presenta una serie de problemas que han de ser enfrentados por parte de los especialistas que se sirvan de él para reconstruir la estructura ocupacional de las sociedades históricas.
Nuestra propuesta al respecto pasa por emprender la reestructuración de los Grandes Grupos 7, 8 y 9 de este sistema clasificatorio, con el fin de establecer, de un lado, la distinción clara entre el trabajo artesanal y el trabajo industrial, y de otro, el trabajo descualificado y las ocupaciones del sector informal con respecto a la economía formal y al trabajo cualificado y semicualificado. Dicha reestructuración podría realizarse sobre la base de la estructura organizativa que presenta ISCO-‐‑88, la cual contempla las expresadas diferenciaciones.
X Congreso de la Asociación de Demografía Histórica
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