Historia d ela santa Biblia - Universidad Autónoma de Nuevo ...

194
110451 7697 EN LA CUAL SE REFIEREN IOS ACONTECIMIENTOS HISTORICOS, Y LA VOLUNTAD DE DIOS BEVEIADA A MOISEI, A LOS PHOFETAS V APOSTOLES. COMPUESTA ra la mas sana instrucción de los Fieles En las Santas Escrituras }3or j W ¿Haría 3imene? Ííí 2llcala. N c l v A EDICION REVISTA 1" CORREGIDA. Tomo primero.

Transcript of Historia d ela santa Biblia - Universidad Autónoma de Nuevo ...

110451

7697

EN LA CUAL SE REFIEREN

IOS ACONTECIMIENTOS HISTORICOS, Y LA VOLUNTAD DE DIOS BEVEIADA

A MOISEI , A LOS PHOFETAS V APOSTOLES.

COMPUESTA ra la mas sana instrucción de los Fie les

E n las Santas Escr i turas

}3or j W ¿Haría 3imene? Ííí 2llcala. N c l v A EDICION REVISTA 1" CORREGIDA.

Tomo p r i m e r o .

m, m"

V> I

DE LA 'SANTA BIBLIA.

PARTE PRIM1RA.

EL ANTIGUO TESTAMENTO.

LIBRO I. T P

« PRIMERA EDAD DEL MUNDO.

Desde la Creación hasta eiDiluvio,comprende 165G*?kv. '

CAPITULO PRIMERO.

LA CREACION DEL MUNDO.

En el principio crió Dios el cielo, la t ierra, los ani-males, los árboles, las semillas, y todo cuanto pode-mos percibir por los sentidos, ó concebir en la mente. Esta obra admirable de la Omnipotencia divina fué he-cha en seis dias, según la narración de la Santa Escri-

tura. En el primer dia, Dios crió el cielo y la t ierra; la luz y las tinieblas; distinguiendo de esta manera el dia de la noche. En el segundo dia, Dios crió el aire;

i

m, m"

V> I

DE LA 'SANTA BIBLIA.

PARTE PRIMERA.

EL ANTIGUO TESTAMENTO.

LIBRO I. T P

« PRIMERA EDAD DEL MUNDO.

Desde la Creación hasta eiDiluvio,comprende 165G*?kv. '

CAPITULO PRIMERO.

LA CREACION DEL MUNDO.

En el principio crió Dios el cielo, la t ierra, los ani-males, los árboles, las semillas, y todo cuanto pode-mos percibir por los sentidos, ó concebir en la mente. Esta obra admirable de la Omnipotencia divina fué he-cha en seis dias, según la narración de la Santa Escri-

tura. En el primer dia, Dios crió el cielo y la t ierra; la luz y las tinieblas; distinguiendo de esta manera el dia de la noche. En el segundo dia, Dios crió el aire;

i

dividió las aguas de las aguas; y quedó formado el firmamento. En el tercer dia, separó Dios el mar de la t ierra; crió las yerbas; todas las plantas que dan se-milla, y todos los árboles que dan fruto. En el cuarto d ia , Dios crió el sol, la luna y las estrellas. En el quin-to dia, Dios crió todos los peces del mar , y todas las aves del aire. En el sesto dia, Dios crió todos los ani-males grandes, y pequeños que se mueven en la tier-r a ; y en el mismo dia, crió Dios al hombre. En el sép-timo dia, habiendo concluido Dios todas sus obras, descansó'v santificó este d i a ; para que el hombre le hiciera sacrificios, y le diese gracias por los benefi-cios que había recibido de su divina mano.

Adán fué la última criatura que Dios formó de la t i e r r a , la mas perfecta por ser hecha á imágen de Dios , la mas distinguida por estar dotada de un alma espiritual, la mas favorecida por ser puesta á la cabeza de todo lo criado. El mundo entero fué el patrimonio del hombre : los peces de la mar , las aves del cielo , los brutos de la tierra, hasta los elementos mismos fué-

-ron puestos bajo su dominio. El Criador condujo luego á Adán á un Paraíso deleitoso, y mostrándole los á r -boles mas hermosos á la vista, cargados de sabrosa fruta para el sustento y regalo, le dijo : De todo árbol del Paraíso comerás, pero del árbol de la ciencia de bien y de mal, no comas; porque en el instante que comieres de é l , morirás. Este fué el mandamiento es-p reso , que recibió el hombre de la autoridad divina : un mandamiento tan simple, tanfácil, y tan justo que su trasgresion no podia dejar de ser un pecado inescusable.

Adán, despues de haber puesto nombres significa-tivos á todos los animales que se movían en sus res-pectivos elementos, según se los iba presentando Dios á su vista; y despues de haber inspeccionado aquel delicioso jardín, que debiacultivar con sus manos, para no estar ocioso, se reclinó sobre la ye rba , y cayó en un sueño tan profundo, que quedó insensible. Dios quiso darle una compañera de su propia espe-cie ; y para que tuviese por ella el mismo ínteres y amosque por sí mismo, la formó de su propio cuerpo. Sumergido Adán en aquel providencial letargo, tomó el Criador una de sus costillas, y formando de ella una hermosísima criatura, la colocó á su lado. Luego que despertó Adán, y vio á su compañera, esclamó : En verdad que esta es hueso de mis huesos, y carne de mi carne. Complacido el primer hombre con la fi-gura de la primera muger, la recibió contento de las manos de Dios, para hacerla su compañera insepara-ble , y ser dos en una misma carne.

Ilabia un espíritu malo, llamado unas veces Sata-nas, y otras Diablo, el cual había sido anteriormente mente un ángel glorioso en el cielo; mas por haberse rebelado contra Dios, arrastrado de su orgullo; y ha-ber seducido á otros muchos ángeles, le arrojó el Omnipotente desde lo alto, y le condenó al tormento eterno en los infiernos. Este espíritu rebelde, así co-mo sus compañeros aborrecían á Dios, y á todo lo que era bueno : por esto no podían sufrir la envidia de ver á alguna criatura feliz. Luego que Satanas vió á Adán y á Eva tan dichosos en el Paraíso, resolvió ten-

íarlos, y hacerlos pecar, para que ofendiendo al Se-ñor fuesen condenados al mismo tormento que él está padeciendo. Satanas sabia que Dios habia prohi-bido al hombre comer de la fruta del árbol de la ciencia, y así quiso inducirle á quebrantar este man-damiento : mas este astuto enemigono juzgó acertado presentarse en su propia forma, ni dirigirse al hombre, porque temía su conocimiento y firmeza. El imaginó, que seria mas acertado para su perrerso designio, se-ducir primero á la muger, por medio de un ^ i m a l inocente y familiar á los ojos de Eva.

Habiendo formado su plan detestable, se entró en el cuerpo de la serpiente; el animal mas adaptado á sus ideas por su notable astucia; y caminó hácia el árbol prohibido, para acechar á la muger, cuando pasara junto. Luego que esta se acercó á aquel sitio, el Sata-nas-serpiente bajó del árbol comiendo déla fruta pro-hibida. Movida Eva, por la idea que tenia de la cali-dad mortífera de aquel bien- conocido árbol, fijó su atención sobre la serpiente : y aprovechándose Sata-nas de este oportuno instante, comenzó á celebrar el sabor esquisito de aquella fruta. La incauta y simple muger, que 110 habia advertido si los animales podían hablar ó no , escuchó á la serpiente sin sospecha al-guna. Satanas, mas animado ahora, le ofreció algu-n a , rogándole que la probase; mas Eva sencillamente le respondió que Diosles habia vedado comer de aquel árbol, porque si probaban su fruta , morirían al ins-tante. De ningún modo moriréis, respondió la serpien-te con una sonrisa insidiosa: esta fruta es la mas es-

quisita del Paraíso, y tiene la virtud singular de co-municar sabiduría. El Señor os ha puesto esa prohibi-ción, porque sabe que si coméis de ella, se abrirán vuestros ojos para conocer todo lo bueno, y todo lo malo : si tu , y tu marido probáis esta f ru ta , lejos de morir , vendréis á ser tan sabios como Dios mismo. Aunque el consejo de la serpiente era contrario al man-damiento espreso de Dios, tanto pudo el vano deseo de saber en aquella simple y frágil muger, que tomó la fruta de mano de la serpiente, y comió.

Como este mandamiento habia sido dado á Adán como cabeza del género humano, y aun antes de la formación de Eva, aunque esta comió primero no sin-tió todavía el ponzoñoso efecto del árbol vedado. Por esto, no solo comió ella, mas tomó de la misma f ru-t a , fué donde estaba Adán, y se la ofreció para (pie comiese él también. Adán se estremeció al oir una propuesta tan criminal: mas como esta regugnancia era , en la opinion de Eva, una accusacíon de su fal-ta ; el amor propio , y el no sentir el anunciado efec-to de muerte, la indujéron á seducir al marido; y pa-ra conseguirlo, se valió de los ruegos cariñosos que le prestaba la elegancia de su persona, en lugar de • argumentos que no podía hallar en su razón. Adán comió, renunciando la fidelidad que debia á manda-miento de su Dios, ántes que disgustar á su importu-na muger. Este fué el pecado de nuestros primeros Padres, por el que perdiérou la inocencia, y fuéron arrojados del Paraíso; quedando sujetos á la muerte,

lio solo ellos, mas todo el género humano : y por esto se llama Pecado original.

Dios justamente irritado, castigó á la serpiente, Go-mo á causa instrumental, maldicie'ndola entre todos los animales y bestias de la tierra; y condenándola á andar arrastrando ella, y todo su linage: la muger fué condenada á parir sus hijos con grandes dolores, y estar siempre bajo la potestad y dominio de su mari-do ; el hombre fué sentenciado á trabajar perpetua-mente en una tierra, hecha árida por culpa suya, y ganar su sustento con el sudor de su rostro-, hasta volver á la tierra de donde salió. Pero el mayor casti-go fué la pérdida que hiciéron nuestros primeros Pa-dres de la gracia de Dios, y la esclavitud bajo el peca-d o , en que quedó todo el género humauo, hasta que en la plenitud de los tiempos, naciese el Salvador de una Virgen, que habia de quebrantar la cabeza del infernal Satanas, y que redimiendo al hombre le re-conciliase á su Dios.

Despues que Adán y Eva fuéron echados del Paraí-s o , tuviéron un hijo llamado Cain; y poco despues otro llamado Abel. El contraste que se observaba en las disposiciones y sentimientos de estos dos prime-ros hermanos entre los hombres, manifestaba muy al vivo la influencia fatal de la transgresión de sus pa -dres. Abel era manso de corazon, sincero, justo y te-meroso de Dios : pero su hermano Cain era orgullo-so , vano, lleno de envidia y sin respeto á Dios. Este cultivaba la tierra, y aquel cuidaba el ganado. Adán tenia muy presente cuan caro le habia costado su

primer desobediencia, para descuidarse en sus obli-gaciones : y así con tiempo instruyó á sus hijos en las obligaciones que debían á Dios, siendo la primera de estas hacer sacrificios, matando corderos y ofrecién-dolos al Señor, según estaba ordenado á Adán. En e l día señalado, Cain trajo al altar un haz de espigás, co-mo primicias al Señor, mas no trajo el cordero man-dado para el sacrificio. Abel trajo el mejor cordero que halló .en su manada, y le ofreció al Señor con re-verencia. Dios aprobó la ofrenda de Abel, por la hu-mildad de su corazon, y por obrar conforme á lo mandado : mas desaprobó la ofrenda de Cain, por la. presunción de su corazon en traer lo que se le habia antojado, y no lo que estaba ordenado. Cain devorado por la envidia de ver el sacrificio de su hermano reci-bido por Dios, y desechado el suyo, resolvió vengar-se del inocente Abel; y llevándole al campo con en-gaño, le mató alevosamente, á donde nadie pudiese verlo. El inicuo ignoraba, que nada podia estar ocul-to á la presencia infinita de Dios: pues cuando le p re -guntó el Señor por su hermano Abel, respondió que no sabia : y añadiendo á su enorme iniquidad, la mas impia insolencia preguntó áDios, si acaso era él guar-da de su hermano. Pero la sangre del inocente Abel clamaba á Dios desde la t ierra, y era preciso hacer justicia. Cain fué maldecido, y condenado á vivir por toda su vida vagamundo y fugitivo sobre la t ie r ra , despues de haberle marcado el Señor con una señal, para testimonio de su fratricidio, y para que nadie le

quitase la vida, siuo que viviese miserable y lleno de remordimiento.

Despues de la muerte de Abel, Adán y Eva tuvie-ron otro hijo llamado Set el justo, cuyos descendien-tes por su fidelidad al Señor fueron llamados los hi-jos de Dios. Adán y Eva tuviéron otros muchos hijos éhi jas , los cuales se casáron y tuvieron hijos; de rao-' do que continuando su descendencia por muchos si-glos, con este aumento progresivo, vino á ser inmen-so el número de habitantes sobre la tierra. Adán vi-vió novecientos'y treinta años; y un descendiente de Set, llamado Matusalén, vivió novecientos sesenta y nueve. Otro descendiente de Set , llamado Enoc, fué el varón mas santo de su tiempo: predicaba cons-tantemente á los otros, exhortándolos al amor de Dios y del prójimo, porque se habian dado mucho á todo género de vicios. Enoc fué tan amado de Dios, que le arrebató de la tierra ántes de morir, á los tre-cientos sesenta y cinco años de su edad en este mun-do. Se debe observar, que aunque los antidiluvianos tenían una edad tan larga, Dios redujo la edad del hombre despues del diluvio á ciento y veinte años.

CAPITULO SEGUNDO.

EL ARCA DE NOÉ.

Los descendientes de Cain se habian multiplicado prodigiosamente, y po ruña consecuencia necesaria de su separación de la casa de Adán, y délas disposi-

ciones malévolas de la cabeza de esta espatriada raza, se habian corrompido tanto, que hasta la idea de vir-tud , justicia y moralidad se habia borrado de sus co-razones. Los descendientes de Set se habian conser-vado fieles al Señor, miéntras no viniéron en contac-to con la raza de Cain; pero cuando entraron en co-municación con las hijas de este, que eran muy her-mosas , lás tomaron por mugeres; resultando de esta alianza una poderosa y perversa raza de hombres, á los que la Santa Escritura llama gigantes. Tanta fué la malicia de estos hombres, tan malos los pensamien-tos de su corazon, y tan general la corrupción de sus costumbres que se arrepintió el Señor de haber hecho al hombre; y juró en su ira, esterminarlos de la tierra con todos los animales desde el reptil hasta las aves del cielo.

Noé hijo de Lamec y bisnieto del santo Enoc era el único que se habia mantenido fiel á Dios, viviendo re-tirado con su corta familia en el temor del Señor. Su virtud le trajo la felicidad de ser el segundo padre del género humano, escogiéndole Dios por su justicia, para poblar otra vez la t ierra, despues de ser des-truida aquella actual generación. El Señor le dijo, que iba á descargar el brazo poderoso de su irritada jus-ticia sobre los hombres, y destruir todo lo que se movía sobre la tierra y en el aire, pero que preser-varía á él , y á toda su familia. Luego le mandó cons-truir un barco flotante de muy grande dimensión, lla-mado Arca por su figura cuadrilonga, la mas apro-piada al intento; el cual bien calafateado y embreado

i*

por dentro y fuera pudiese flotar por largo tiempo sobre el agua. El obediente Noé comenzó á edificar la enorme nave según-las instrucciones que habia re-cibido.

Los hombres sin duda viéron la preparación que Noé estaba haciendo; preguntarían el objeto de aque-lla Arca estraordinaria, y no hay duda que el Señor los informaría, por medio del mismo Noé, del resuelto castigo si no se corregían; y por eso la construcción del Arca duró ciento y veinte años. Pero cuando los hombres, corrompiendo el corazon y el entendimien-t o , se obdurecen al grado de insensibilidad, se ríen de las amenazas; y aun cuando vean el brazo todo-poderoso levantado sobre sus cabezas, ó no creen descargará el azote, ó creen que el golpe no será tan grave, ó consumada ya su perdición, desprecian el peligro.

Cuando llegó el tiempo determinado por Dios, para vengar su santo nombre, violado por el perverso mundo, y borrar hasta los vestigios de los pecadores con un diluvio de agua, mandó á Noé poner dentro del Arca siete pares de cada especie de animal lim-pio, macho,y hembra, y un solo par de los animales inmundos, para conservar la especie sobre la tierra. Pero aquellas fieras, que Noé no podía haber á las ma-nos , recibieron impulso de Dios para entrarse en el Arca de su propio instinto : adonde Noé habia puesto alimento propio á cada especie, y en cantidad pro-porcionada al tiempo que habia de durar la inunda-

on. Noé con su muger, y sus tres hijos Sen, Can y

Jafet , con sus tres mugeres, fuéron los últimos que

entraron en el Arca, y según la espresion del sagrado

Testo, Dios cerró la puerta por defuera. Encerrada la familia del justo Patriarca en aquella

maravillosa Nave de Salvación, comenzaron las aguas ' á brotar de la tierra, y á caer del cielo por cuarenta

dias y cuarenta noches sin cesar, hasta cubrir las mas altas montañas; y así perecieron los hombres, y todo lo que tenia vida sobre la tierra. Luego hizo Dios cor-rer un viento fuerte, que fué secando visiblemente las aguas, hasta que á los siete meses reposó el Arca s o -bre los montes de Armenia. Así quedó por tres meses mas, hasta que apareciéron las cumbres de los mon-tes. Cuarenta dias despues-, abrió Noé la ventana del Arca; y deseoso de saber el estado de la superficie de la tierra, soltó un cuervo, el cual no volvió al Arca, mas se mantuvo volando hasta que el agua se secó so-bre la tierra. Noé pensó ahora mandar otro esplora-dor ménos ingrato que el cuervo, y eligió la paloma. Esta salió á su comision, pero no hallando donde r e -posar sobre la tierra se volvió al Arca, y acercándose á la ventana, Noé estendió el brazo, y la metió den-tro. Pasados siete dias, soltó Noé la paloma otra vez por la mañana, y el inocente animal volvió á la tarde, trayendo un ramo de olivo con las hojas verdes en el pico : objeto de la mayor alegría par a aquella reliquia del género humano, no tanto como señal de haber cesado el fatal castigo, mas como signo de paz entre el Criador y sus criaturas. Noé , sin embargo, juzgó

prudente aguardar otros siete dias, y entonces largó otra vez la paloma, la cual no volvió mas al Arca.

L I B R O I í .

SEGUNDA EDAD DEL MUNDO

Comprende 426 años.

CAPITULO PRIMERO. -

ALIANZA DE DIOS CON NOE.

Despues de ciento y cincuenta dias de inundación, y de aguardar docientos treinta y dos dias mas á que se secase la tierra, satisfecho Noé con el ramo verde de olivo, que la paloma le había traido, principió á des-hacer la cubierta del Bajel en que habia estado encer-rado por espacio de doce meses y medio con el resto de la creación. El santo Patriarca miró y vio la tierra perfectamente seca al rededor. Sal del Arca, le dijo Dios, tú y tu muger , tus hijos y sus mugeres, conto-dos los animales que están en ella; y multiplicaos to-dos sobre la tierra.

Luego que Noé soltó á los animales, y tuvo en tierra á toda su familia, edificó un Altar al Señor, y tomando de todos los animales y aves limpias, ofreció a l Señor un holocausto sobre el Altar, en acción de

gracias por la bondad con que le habia salvado del naufragio general. El Señor recibió graciosamente el religioso sacrificio de Noé, prometiéndole tanto á é l , como á sus descendientes, no volver á destruirlos con agua, y estableciendo por señal de este Pacto ó Alianza, un Arco en las nubes, que es el Arco Iris ó de paz.

En aquel tiempo que el Señor hizo esta alianza con los hombres, fué dado á Noé y á sus descendientes un dominio absoluto sobre todos los animales de la t ierra, y sobre todas las aves del cielo, con,todo lo que se mueve sobre la t ierra, y en el agua, con per-miso de alimentarse con todo género de carne, á excepción de la carne con sangre, de la cual no debían comer.

Cuando Noé salió del Arca con su familia, tenia seiscientos y un años de edad : entonces se vió Dueño absoluto de un mundo entero, aunque arruinado y despoblado por los pecados de sus pasados habitantes. Como Padre de una familia escogida, y favorecida de Dios,** se prometía este justo Patriarca concluir subida temporal en paz, lleno de felicidad doméstica; pero un suceso que ocurrió poco despues llenó su vida de amargura. La misma desgracia que habia causado al género humano un mal hijo de Adán ántes del Di-luvio, fué causada ahora por un mal hijo de Noé : el efecto fué el mismo, una total corrupción de los hombres : pero el Señor fué fiel á su promesa, y el género humano se escapó de otro diluvio estermi-nador.

Noé tenia tres hijos Sen, Can, y Jafe t : la labranza debía ser su primer cuidado sobre una tierra cuya superficie era enteramente nueva y erial. Encantado el santo Patriarca con el verdor hermoso de las pám-panas de la vid, plantó una viña que creció con la mayor lozanía. Cuando llegó el tiempo de la vendi-mia , tomó unos racimos, y esprimiéndolos, bebió de-masiado del sabroso jugo : la consecuencia fué , que turbados'sus sentidos con el espíritu del mosto, cayó en un profundo sueño dentro de su tienda; y no debe parecer estraño, en el estado desordenado en que se hallaba su mente, quedase su cuerpo en una invo-luntaria desnudez. Can su segundo hijo entró en la tien-da por casualidad, y fué el primero que descubrió á su padre en aquella desgraciada situación. El amor filial, el respeto á un anciano tan venerable, la com-pasión á un enfermo, el impulso deücado de la ver-güenza debían haber movido á este hijo inmoral á cu-brir el cuerpo de su virtuoso padre, y olvidar toda idea del suceso : pero estinguiendo todos los senti-mientos de la naturaleza, el insolente Can se echó á reír y á mofarse de Noé, llamando al mismo tiempo á. sus hermanos para que participaran en su escándalo. Sen y Jafet acudiéron ignorantes del caso, y á la. vista de su padre, se cubriéron las cabezas con sus capas, y caminando vueltos de espaldas hacia donde yacía Noé, cubriéron su cuerpo con grande reverencia. La irreverencia de Can era muy culpable para que quedase impune; Noé fué informado de todo lo que habia.pasado; maldijo áCan , á Canaan hijo de este ,

y á toda su descendencia, á ser esclavos de Sen, y Jafet , implorando la bendición del Señor sobre estos dos virtuosos hijos y su posteridad. Noé vivió trecien-tos y cincuenta años despues del diluvio, y murió á la edad de novecientos y cincuenta.

CAPITULO SEGUNDO.

LA TORRE DE BABEL.

Los tres hijos de Noé tuvieron muchos hijos, y estos siguiéron multiplicándose en una natural pro-gresión por muchos años, de modo que en poco mas de un siglo, se llenó de habitantes el pais que po-seían. La necesidad los obligó á dividirse en cuerpos, para formar colonias distantes del pais nativo. Antes de la separación tuvieron junta para determinar qué se debia hacer, para dejar un monumento que hiciese célebre su nombre entre la« generaciones siguientes. La hermosa campiña de Sennaar les pareció reunir todas las ventajas para edificar una ciudad, y una torre en medio de ella, cuya cumbre llegase al cielo; y á donde pudieran salvarse en caso de otro diluvio. Estos insensatos tenian bien presentes los fatales efec-tos del anterior, pues buscaban seguridad contra al-gún otro que pudiera ocurrir; convencidos sin duda, de que ya lo merecían su corrupción depravada, y sus vicios abominables. El proyecto era ciertamente el mas disparatado que podia formar la mente huma-na ; pero ¿de qué estravagancia no es capaz la loca

muchedumbre? la facilidad de hacer y quemar l a -drillos, la abundancia de betún para pegarlos, la multitud de trabajadores voluntarios, y el loco or-gullo de que todos se habían llenado, pusiéron en ejecución el desatinado plan, muy remotos de imagi-nar que en su misma obra habían de hallar su con-fusión y su desgracia.

El Señor descendió para ver la ciudad y la torre que los soberbios hijos de Adán estaban edificando con tanto ahinco; y conociendo que no habían de desistir, hasta poner en obra lo que habían pensado, resolvió darles un castigo condigno á su loca temeri-dad. No habia mas de una lengua entre los hombres, la que habian aprendido de Noé y sus hijos; y el Se-ñor con un soplo de su poder , borró de la memoria de todos hasta la palabra mas familiar. Aquí fué la confusion desordenada de todos : cada uno articulaba voces nuevas, con acentos nunca oidos antes; y aun-que los unos querían comunicar á los otros su sor-presa, se separaban sin poder entenderse : á la con-fusión se siguió el tumulto ; luego abandonaron la temeraria empresa, y se esparciéron por toda la tier-ra , dando á aquel lugar el nombre de Babel que si-gnifica confusion.

GENESIS.

LIBRO III.

TERCERA EDAD DEL MUNDO.

Comprende 430 años.

CAPITULO PRIMERO.

» VOCACION DE ABRAHAN Y SU VIDA.

Miéntras los hombres no hablaron mas de una len-1 v' gua, y se consideraban como una sola nación, man-tuviéron la tradición de sus mayores; y aunque cor-rompidos algunas veces en sus costumbres, nunca abandonaron á su Dios : pero docientos años despues de la milagrosa confusion de lenguas, cada colonia era una nación distinta de las otras; la tradición se ol-vidó, y los descendientes del justo Noé cayeron en el pecado de idolatría, haciéndose ellos mismos sus Dioses, y adorándolos á su modo. En este tiempo vi-vía en Mesopotamia im hombre muy justo llamado Abraham Este fué el personage que Dios se dignó es-coger para mantener en la tierra la verdadera reli-gion. « Sal de tu tierra, le dijo el Señor, deja á tus parientes, y la casa de tu padre, y ven á la tierra que te mostraré. Yo engrandeceré tu nombre, te ben-deciré , y te haré cabeza de una grande nación. Ben-deciré á los que te bendigan, y maldeciré á los que te maldigan; y en ti serán benditos todos los linages de la tierra. » Dotado Abrahan de una fe firme, dio

muchedumbre? la facilidad de hacer y quemar l a -drillos, la abundancia de betún para pegarlos, la multitud de trabajadores voluntarios, y el loco or-gullo de que todos se habían llenado, pusiéron en ejecución el desatinado plan, muy remotos de imagi-nar que en su misma obra habían de hallar su con-fusión y su desgracia.

El Señor descendió para ver la ciudad y la torre que los soberbios hijos de Adán estaban edificando con tanto ahinco; y conociendo que no habían de desistir, hasta poner en obra lo que habían pensado, resolvió darles un castigo condigno á su loca temeri-dad. No habia mas de una lengua entre los hombres, la que habían aprendido de Noé y sus hijos; y el Se-ñor con un soplo de su poder , borró de la memoria de todos hasta la palabra mas familiar. Aquí fué la confusion desordenada de todos : cada uno articulaba voces nuevas, con acentos nunca oidos antes; y aun-que los unos querían comunicar á los otros su sor-presa, se separaban sin poder entenderse : á la con-fusión se siguió el tumulto ; luego abandonaron la temeraria empresa, y se esparcieron por toda la tier-ra , dando á aquel lugar el nombre de Babel que si-gnifica confusion.

GENESIS.

LIBRO III.

TERCERA EDAD DEL MUNDO.

Comprende 430 años.

CAPITULO PRIMERO.

» VOCACION DE AP.RAIIAN Y SU VIDA.

Miéntras los hombres no hablaron mas de una len-1 v' gua, y se consideraban como una sola nación, man-tuviéron la tradición de sus mayores; y aunque cor-rompidos algunas veces en sus costumbres, nunca abandonaron á su Dios : pero docientos años despues de la milagrosa confusion de lenguas, cada colonia era una nación distinta de las otras; la tradición se ol-vidó, y los descendientes del justo Noé cayeron en el pecado de idolatría, haciéndose ellos mismos sus Dioses, y adorándolos á su modo. En este tiempo vi-vía en Mesopotamia im hombre muy justo llamado Abraham Este fué el personage que Dios se dignó es-coger para mantener en la tierra la verdadera reli-gion. « Sal de tu tierra, le dijo el Señor, deja á tus parientes, y la casa de tu padre, y ven á la tierra que te mostraré. Yo engrandeceré tu nombre, te ben-deciré , y te haré cabeza de una grande nación. Ben-deciré á los que te bendigan, y maldeciré á los que te maldigan; y en ti serán benditos todos los linages de la tierra. » Dotado Abrahan de una fe firme, dió

entero crédito á las palabras que le dijo el Señor : é inmediatamente comenzó á disponer lo necesario para su viage. Abraban comunicó á su familia el mandato que liabia recibido de Dios, y su resolución en cum-plirle : todos se mostraron contentos en acompañarle, y se señaló un dia para la jornada.

Abralian se puso en camino con Sara su muger, con Lot hijo de su hermano, con todos sus criados, y toda su hacienda, porque Abrahan era muy rico en ganado y en alhajas. Este fiel Patriarca atravesó la tierra de Canaan hasta el valle de Siguen : y aquí le renovó el Señor su promesa anterior, por la que Abrahan en -tendió, que el Salvador del Mundo habia de nacer de sulinage. Poco tiempo despues de su llegada á Canaan, sobreTino una terrible hambre, la que le obligó ir basta Egipto, para vivir allí como peregrino. Un pen-samiento le ocurrió en el camino que le afligió mas que la hambre de que lima. Sara era estremadamente hermosa, y los Egipcios eran incontinentes en es-tremo : 'si Abrahan decía que era su muger , temía le quitaran la vida, para quedarse con Sara, y si decia que Sara era su hermana, recelaba que la tomase al-guno por muger , pero su vida en este caso 110 peli-graba. En este dilema,- Abrahan escogió el último pe-ligro, y dijo á su muger : Sara, conozco que eres hermosa, y temo que cuando los Egipcios te vean, di-r án , este es su marido, matémosle, y quedémonos con so muger; di pues que eres mi hermana, y así me libraré por respeto tuyo. La aprensión de Abrahan no era vana, porque la fama de la hermosura de Sara

llegó hasta la corte, la celebráron á Faraón, y este mandó la llevasen á su palacio para tomarla por mu-ger , dando órdenes de que tratasen bien á Abrahan, á sus criados, y á su ganado, por respeto á Sara. Por el honor de Abrahan, Dios mismo se hizo el guardian de la pureza de Sara en una situación tan crítica. Fa-raón sintió el azote de Dios, y conociendo la causa, llamó á Abrahan, se quejó á él por no haberle dicho que Sara era su esposa, le rogó la tomase consigo, y se fuese con ella, y con cuanto habia traido.

Abrahan se retiró despues á Mambré, á donde se estableció : y aunque estaba rico, la riqueza sola no era bastante para hacerle feliz. El deseo de tener un hijo que la heredase era su mayor anhelo, despues del deseo de servir á su Dios: porque la fe, y resigna-ción á la divina voluntad, era su virtud predominan-te. Dios le habia prometido un lújo, y él no dudaba de la promesa del Señor; pero Sara desconfiaba, por ser estéril, y muy avanzada en edad; por esto acon-sejó á Abrahan tomase por muger á su doncella Agar. No estando prohibida la pluralidad de mugeres, Abra-han condescendió, y tuvo un hijo en su esclava, á quien llamó Ismael: pero este no era el hijo que Dios le habia prometido. La palabra de Dios debia cum-plirse, para que la fe de Abrahan tuviese su premio. El Señor se le apareció, le renovó la promesa, y le anunció claramente que Sara tendría un hijo, que ha-bia de perpetuar su nombre sobre la tierra. Abrahan creyó, y aunque tenia noventa y nueve años, y Sara

noventa y ocho, tuñéron un hijo á quien llamáron Isaac.

Lot se había retirado con su hacienda á una ciudad llamada Sodoma : pero los habitantes de Sodoma, y de otra grande ciudad vecina llamada Gomorra, eran pecadores muy perversos; por lo que el Señor resol-vió destruirlos, haciendo llover fuego sobre aquellas dos ciudades. Lot siendo hombre justo y temeroso de Dios, fué avisado por dos Angeles del Señor, para que saliese de la ciudad con su familia. Lot salió con su muger y sus dos hijas acompañados de los An-geles, y cuando llegaron á un lugar de seguridad, descendió fuego y azufre ardiendo, y quedaron abra-sadas las dos ciudades por castigo de sus perversos moradores.

Abrahan estaba ahora en el colmo de su mayor fe-licidad doméstica : el amor que tenia á Ismael su hi-jo , el contento de ver á su amada esposa Sara con un hijo á sus pechos, la apacibilidad y risueño semblante del infante Isaac, todo cuanto le rodeaba contri-buía á su dicha ; pero el virtuoso Patriarca no era la sola persona en la familia; las pasiones humanas se agitáron en los demás, y por algún tiempo turbaron su reposo. Ismael tenia ya veinte años de edad, y viendo cortada su esperanza de heredar á su padre, miraba con saña al legítimo heredero que era Isaac : Agar la esclava no podia ya esperar la elevación de que se había lisonjeado; y Sara teniendo ahora un hijo suyo, estabazelosadel hijo de la esclava. Ismael jugando un dia con Isaac le trató mal , lo cual visto

por Sara, insistió con Abrahan, que echara fuera de casa al hijo y á la madre. El justo Patriarca se resis-tía , hasta que el Señor le mandó hacer lo que Sara le pedia, prometiéndole proteger á Ismael, y hacerle ca-beza de otra nación grande. El fiel Abrahan obedeció; eclió de su casa al muchacho y á su madre , 110 dán-dole mas que un poco de pan y agua para su camino, en el que hubiera perecido, si el Señor no le hubiese preservado; y fiel á su promesa, le hizo despues ca-beza de la nación que llamamos Arabes.

Abrahan amaba tiernamente á su hijo Isaac, pero amaba mucho mas á su Dios, como lo mostró en el admirable ejemplo de fidelidad y obediencia siguien-te. Dios le mandó llevar á su amado y único hijo al monte de Moriah, y ofrecerle allí en sacrificio. Abra-han se levantó ántes de amanecer, y se puso en ca-mino con Isaac y dos criados de su casa; miéntras ca-minaban, dijo el hijo á su padre; aquí va la leña y el fuego, mas yo no veo la víctima del holocausto. Abra-han le respondió, hijo, Dios nos proveerá con un cor-dero. Luego que llegaron al lugar señalado por Dios, mandó Abrahan á los criados que aguardasen allí su vuelta, y procedió con su hijo al sitio del Altar, ha-biéndole hecho cargar al hombro la leña para el sa-crificio. El obediente Patriarca acomodó la pira , v sobre ella puso al hi jo , atado de pies y manos; luego sacó el cuchillo, y estendió el brazo para degollar al muchacho. La firme obediencia del padre, y la per-fecta resignación del hijo era el solo sacrificio que Dios quería le hiciese esta virtuosa familia, y verificado

este , quedó el Señor complacido. Un Angel detuvo el ya levantado brazo del Patriarca, diciéndole:« Abra-han, no hieras á tu hijo; ahora he conocido que temes á tu Dios, y que no has perdonado á tu hijo unigénito, por amor de mí. » Abrahan volvió la cara al monte,

. y vió un carnero enredado por las bastas en un zar-zal , y tomándole, le ofreció en holocausto en lugar de su hijo. En premio de su obediencia, le repitió el Señor la promesa que le habia hecho antes, de que todas las familias de la tierra serian bendecidas en él.

Sara vivió ciento y veinte años, y murió con gran sentimiento de Abrahan y de Isaac. Despues de su muerte, sintiéndose Abrahan muy viejo, quiso casar á su hijo Isaac. Un enlace matrimonial en un país idó-latra era asunto de grande consideración para el re-ligioso Patriarca; y al fin resolvió mandar un comisio-nado de toda su confianza á su pais nativo, á donde tenia parientes que no habían olvidado á Dios, con esperanza de hallar allí una esposa digna de su hijo. Este comisionado era el mayordomo principal de su casa y hacienda; quien despues de haber recibido sus instrucciones, partió á su comision, montado eii un ca-mello, y llevando juntamente algunas acémilas de re-puesto.

El viage fué mas largo de lo que se habia imagi-nado; y habiendo caminado las bestias por muchos dias sin beber, hubieran perecido de sed, si la Provi-dencia divina no los hubiera conducido á un abun-dante pozo. Cuando el mensagero vió la saludable

fuente, y conoció ser aquel el lugar de su comision, se arrodilló para dar gracias á Dios, y dirigiendo luego los ojos al Cielo, esclamó : Señor Dios de Abrahan, asísteme en este día , y ten misericordia de mi amo :. aquí estoy cerca de la fuente del agua que tanto ne-cesito ; dirige hácia ella la doncella que destinas para muger de Isaac, y dámela á conocer por su genero-sidad en socorrerme con agua, tanto á mí como á mis camellos. Apenas habia acabado esta oracion, vió acercarse al pozo á la hermosa Rebeca con un cánta-ro, para dar de beber á sus ovejas. Cuando la modesta doncella se volvia á su casa con el cántaro lleno, el mensagero corrió hácia el la, pidiéndole le diese de beber; y Rebeca no solo le dió de beber , mas infor-mada de la necesidad de los camellos volvió al pozo. de donde ella misma sacó toda el agua que las bestias quisiéron beber. El mensagero le preguntó por su nombre y familia; y por su respuesta supo que era hija de Batuel hermano de Abrahan noticia que le agradó mucho, conociendo ahora la voluntad del Se-ñor. Luego la acompañó á su casa, la pidió por es-posa de Isaac, y mostrando sus credenciales, por los presentes que ofreció de parte de su amo, el padre de Rebeca consintió la llevase consigo á ca$a de Abrahan.

Isaac estaba paseándose por el campo una tarde, cuando vió venir la comitiva en sus camellos, y salió al encuentro para recibirlos. Viendo Rebeca venir aquel hombre hácia ellos, preguntó al mensagero quién e ra , é informada que era el hijo de Abrahan,

su futuro esposo, se apeó del camello, y con gran modestia se cubrió la cabeza con un velo, como se usaba en aquellos tiempos. Isaac se acercó, la saludó cortesmente, y la condujo á la tienda de su difunta madre. Pocos dias despues se efectuó el casamiento de Isaac con Rebeca, con tanto gusto de Abrahan, que se le templó el dolor que había sentido desde la muerte de su amada muger Sara. Abrahan vivió ciento setenta y cinco años, y sus hijos Isaac é Ismael se-pultaron su cuerpo en la cueva doble que estaba si-tuada en el campo Efron , al lado de su amada com-pañera Sara. Este santo Patriarca sirvió fielmente al Señor su Dios todos los dias de su vida, y mereció ser llamado el Padre de los Creyentes. Despues de la muerte de Abrahan , el Señor hizo á Isaac la misma promesa que habia hecho á su padre, de que todas las naciones de la tierra serian bendecidas en él.

CAPITULO SEGUNDO. xfT w

EL PATRIARCA ISAAC.

Isaac y Rebeca tuviéron dos hijos despues de haber \ivido veinte años sin sucesión; y como en esta con-sistía la felicidad y gloria del linage de Abrahan, Isaac hizo una fervorosa súplica al Señor para que le con-cediera un hijo. Dios oyó su ruego, y Rebeca conci-bió dos mellizos, los que desde el vientre de su ma-dre principiáron á luchar y disputarse la primacía.

Aquella intestina guerra de los aun no formados in-fantes alarmó mucho á la virtuosa madre , y se puso en oracion para consultar al Señor. Dios le dió'á en-tender lo que habia de suceder, en estas palabras : Dos gefes de naciones están en tu seno, y dos pue-blos serán divididos desde tu vientre: el uno sübju-gará al otro, y el mayor servirá al menor. Llegado el tiempo de la parturición, los dos hermanos se dis-putaron los primeros rayos de luz. Esaú rubio, velludo y mas fuerte rompió primero la barrera que detenia á su ambición, y salió al mundo : Jacob dócil y deli-cado se presentó al punto, con la mano asida al talón de su hermano, como si protestará contra la violencia que se le hacia. Los dos creciéron según sus disposi-ciones innatas, Esaú atrevido, guerrero y aficionado á la caza; Jacob apacible, doméstico y prudente. Esaú sabia la promesa que Dios habia hecho á su abuelo Abrahan, y á su padre Isaac, y debia esperarla en su persona como primogénito, pero no la apreciaba como debia, ni servia áDios. Jacob mas amante y te-meroso de Dios deseaba ser la cabeza de aquella gran nación, que habia de proceder de su abuelo, y la que

•con el tiempo debia poseer la tierra de Canaan. Este deseo no fué vano, pues se cumplió con las circuns-tancias que el Señor habia revelado á la madre ántes de su nacimiento. El derecho de heredar aquel prin-cipado pertenecía á Esaú por su primogenitura; mas para la perdición de Esaú, ocurrió un suceso que trastornó primero el derecho, y despues la posesion. Esaú volvió de la caza un dia muy fatigado, y ham-

Mentó , á tiempo que Jacob estaba comiendo un po-tage de lentejas; la vista del plato, aunque no muy re-galado, estimuló mas el apetito del impaciente Esaü, y rogó al hermano que le diera aquel potage : Jacob respondió astutamente, que se le daña de buena ga-n a , si le cedia suprimogenitura por aquellas lentejas; Esaü espresó su libre consentimiento, y vendió necia-mente á Jacob su privilegio de heredad por una tasa de potaje; mostrando en esta ocasion el poco apre-cio que hacia de las promesas de Dios. Jacob debia sin duda haber cedido generosamente aquel potage á su necesitado hermano, pero ahora solo pensó en re-cobrar por cualquier medio lo que creia le habia usur-pado Esaü por la fuerza. Jacob, como quiera, habia adquirido ya el derecho, y solo le faltaba la confir-mación para poseer la disputada herencia. Esta la consiguió Rebeca por una estratagema muy singular, aunque culpable.

t u dia oyó Rebeca á su marido Isaac, que decia á Esaii: «Hijo niio, ya ves que he envejecido, y no sé el dia de mi muerte ; toma pues tus armas, la aljaba y el arco, y vé al campo; cuando hubieres cazado al-guna cosa, hazme de ella mi guisado, como sabes-quees de mi gusto, y tráenielo para que lo coma, y te bondiga mi ánima antes que muera.» La inteligente Rebeca, á quien no se le escapa cosa alguna que pu-diera interesar á su favorito hijo Jacob, penetró todo el sentido de-aquellas palabras; llamó al instante á Jacob, y le persuadió á ponerse los vestidos de su hermano, llevar un plato de guisado á su padre , y

hacer creer al pobre viejo, ciego, y debilitado Isaac, que él era Esaü. Jacob hizo puntualmente todo lo que su madre le aconsejó, y engañado de este modo el decrépito Patriarca, le bendijo diciendo: «Dios te dé del rocio del cielo y de la grosura de la tierra abun-dancia de trigo y de vino. Sírvante los pueblos, y adórente las tribus; sé Señor de tus hermanos, é in-clínense delante de tí los hijos de tu madre. El que te maldijere, maldito sea, y el que te bendijere, seaeol-niaío de bendiciones.»

Apénas habia acabado Isaac de pronunciar estas palabras, volvió Esaú de la caza; aderezó él mismo un plato del venado que habia cogido,y muy contento le llevó á su padre, rogándole se levantara un poco, comiera de la caza, y le bendijese. «Quién eres tú? le preguntó Isaac. — Yo soy Esaú,» respondió el hi-jo. Al oir esto, Isaac se espantó con pasmo vehe-mente, y maravillado mas de lo que se puede creer, conoció que le habían engañado. Cuando Esaú supo que su hermano Jacob le habia arrebatado la bendi-ción que su padre le preparaba, se enfureció en es-tremo, gritó y lloró amargamente. «Dáme, padre mió, otra bendición,» esclamó; y el virtuoso Patriar-ca , sensible al justo, y ya irremediable dolor de su hijo primogénito, inspirado por el Señor, dió otra bendición á Esaú, por cuyas palabras entendió clara-mente que la grande nación que habia de poseer la tierra deCanaan, habia de descender de Jacob, y no de él. Esto le irritó tanto, que amenazó quitar la vida á su hermano Jacob, luego que muriese Isaac.

Rebeca, que andaba alerta y iodo lo oia , persuadió á Isaac que mandara á Jacob á Haran, pais muy dis-tante , adonde su hermano Laban vivía con el resto de su parentela. Así lo hizo Isaac, encargando al mis-mo tiempo á Jacob se casara allá con una de la familia. Jacob se halló pues obligado á dejar la casa de su pa-d r e , á donde vivia regaladamente, y emprender un largo viage á pie , solo y fugitivo, grabada en su ima-ginación la cólera de su irritado hermano, y privado délas riquezas, aunque fraudalosamente adquiridlas, que ya le pertenecían. La apasionada madre fué tam-bién obligada á privarse de su amado hijo al que no

. volvió á ver ; mas la madre y el hijo mereciéron muy bien estos trabajos por la falsedad y engaño que prac-ticáron con el anciano Isaac , para obtener una ben-dición que Dios le habia prometido, y hubiera sin duda cumplido sin dividir la familia. Isaac vivió en aquel estado inválido por algunos años, y murip á la edad de ciento y ochenta años, consumido de la

..vejez, »

CAPITULO TERCERO.

EL PATRIARCA JACOB.

Jacob se puso encamino según la disposición de su padre , y habiendo llegado á un cierto lugar al po-nerse el Sol, le fué preciso descansar allí aquella no-che sobre el duro suelo , y poner una piedra por ca-becera. La buena índole de este joven, el aborreci-

miento que tenia á los ídolos de los vecinos, la fideli-dad con que servia á su Dios, estas virtudes, raras en aquel tiempo, inclináron la compasion del Señor hácia el pobre caminante, y fué consolado con un sueño misterioso. Jacob vió una escalera, cuyo pie estaba en la tierra 3 y su remate tocaba al cielo, por \a. cual subían y bajaban los Angeles de Dios. Sobre lo ma3 alto de la misteriosa escalera estaba el Señor, y mi-rando á Jacob, le di jo: «Yo soy el Señor Dios de Abrahan, y el Dios de Isaac tu padre; la tierra en que duermes será para tí y tu posteridad : tu descenden-cia será muy numerosa, y bendeciré á todas las na-ciones en t í : yo seré tu guarda, adonde quiera que fueres; y te volveré á esta t ierra, sin dejarte, hasta haber cumplido todo lo que te he prometido.»

Luego que Jacob despertó de aquel sueño, dijo en-tre s í : « Verdaderamente es esta la casa del Señor, y yo no lo sa])ia. ¡Qué lugar tan santo es este!» En es-tas contemplaciones pasó el resto de la noche, y le-vantándose al amanecer, tomó la piedra que le habia servido de almohada, y la erigió por título de here-dad. Luego alzó los ojos al cielo, é hizo el voto si-guiente : Si fuere Dios conmigo, y me guardare en el camino, por el que yo ando, y me diere pan para comer y vestido para cubrirme, y volviere felizmente á la casa de mi padre , 110 tendré otro Dios que el Se-ñor, y le ofreceré el diezmo de todo lo que me diere. Jacob entonces siguió su camino hácia el oriente, y al fin de su jornada llegó á un sitio, adonde vió un po-zo, y tres hatos de ovejas echadas al rededor: por los

pastores supo que aquellos rebaños eran de Laban, su tio, y que su bija Raquel vendría presto al pozo para dar de beber á las ovejas. Durante esta conver-sación llegó Raquel, y Jacob, despues de saludarla, fué al pozo con mucha galantería, quitó la piedra, y dio de beber al ganado ; luego declaró á Raquel quien e r a , y esta fué corriendo á contarlo á su padre. De-seoso Laban de ver á un hijo de su hermana, vino apresurado á recibirle, y le llevó á su casa, á donde Jacob le espuso los motivos de su viage, y Laban le dió asilo en su familia.

Jacob siendo joven y prudente, no quería estar ocioso en casa de su tio, y así le ofreció su servicio personal. Laban se mostró razonable en no consen-tir que su sobrino trabajara de balde, y por tanto le ofreció un salario. El dinero no estaba en uso, gana-do tenia Jacob en abundancia en casa de sus padres, todo lo que necesitaba era una esposa, y cerno la lier-

• mosa Raquel le había agradado, la pidió al padre por premio de siete años de trabajo en su casa. La pro-puesta fué aceptada, y desde aquel dia principió Ja-cob su servicio, feliz con la esperanza de quedar re-compensado con la mano de su hermosa prima. Lle-gado el deseado término de los siete años, pidió Ja-cob la suspirada esposa, y Laban preparó un banquete para celebrar las bodas. Raquel tenia una hermana mayor, llamada Lia, la cual parece tenia nada de hermosa; el padre no podia tolerar la idea de ver á su hija menor casada, y á l a mayor privada de matri-monio; por lo que formó la estraña resolución de ca-

sár á Lia sin ser solicitada por nadie, engañando á Jacob del modo mas desagradable. En la misma no-che del casamiento, concluida la cena, fué conducida la novia á la cama nupcial con la acostumbrada cere-monia, y entonces Laban mandó que Lia ocupase el lugar de Raquel. El inocente Jacob se recogió sin la menor sospecha, atribuyó ápudor el constante silen-cio de la intrusa esposa, hasta que la claridad del dia le descubrió el funesto engaño. Se quejó amarga-mente á su suegro de la injusticia que le había hecho; y este, para apaciguarle, ofreció darle también á Ra-quel por muger, acabados los siete dias usuales de boda, con condicion sin embargo, de que le había de servir otros siete años. Ninguna condicion era dura para Jacob, con tal de conseguir la amable Raquel; y estando permitido en aquellos tiempos tener á dos hermanas por mugeres, consintió, y pasada l a se -mana se casó con ella.

Pasados los catorce años de servicio de Jacob , sin haber ganado mas fortuna que sus dos mugeres y va-rios hijos, pidió Ucencia al desabrido suegro, para re-tirarse á su patria Canaan, á donde podia proveer para su aumentada familia. Laban veia la riqueza que había juntado bajo el manejo de Jacob , y no quería privarse de su servicio, mas por Ínteres, que por afecto; y así para retenerle consigo, le ofreció la mi-tad de la cria del ganado. Jacob consintió, y quedó seis años mas, multipUcando el Señor su parte, hasta tener muchos hatos de ganado. El mísero Laban mi-raba con envidia la prosperidad de Jacob, y temiendo

este las desagradables consecuencias de los zelosé ira de su tio y suegro, tomó el partido prudente de reti-rarse, en la ausencia de Laban , consumuge r , sus hijos,y su hacienda. Cuando Laban supo la partida de Jacob, juntó á todos sus dependientes, los armó , y salió con ellos en su seguimiento, y á los siete diás le alcanzó : pero el Señor que había amonestado á Jacob su vuelta á Canaan, le protegió ahora, amenazando á Laban, si maltrataba á Jacob en obra ó en palabra. La-ban temiendo la colera de Dios, se acercó á Jacob , hablaron en amistad, y se separaron con promesa de olvidar lo pasado : el padre besó á sus lujas y á sus nietos, les dió su bendición, y se volvió á su casa.

Jacob siguió su camino, y cuando se acercó á su deseada patria, supo que su hermano Esaú, noticioso de su venida, le salia al encuentro con cuatrocientos hombres de anuas. Esta inteligencia puso á Jacob en la mayor consternación, porque temia que Esaú an-siaba por vengarse de él , á causa de los agravios que le había hecho. Confiado ahora en la protección del Señor, se adelantó con la esperanza de apaciguarle con presentes y acatamiento; y cuando llegó cerca de Esaú , se inclinó siete veces en señal de respeto. El airado hermano se ablandó tanto con esta pacífica conducta de Jacob, que olvidando todo en aquel mo-mento , corrió á abrazarle, y besarle. De este modo volvió Jacob con toda su familia felizmente á la tierra de Canaan, adonde halló vivo todavía á su anciano padre Isaac, el cual se regocijó mucho con la vuelta de su hi jo, despues de veinte años de ausencia. Este

es el Patriarca Jacob , á quien el Señor le d ió , du-rante este viage, el nombre de Israel, que tantas ve-ces se menciona en la Santa Escritura. Doce fuéron los hijos que tuvo en sus dos mugeres; los cuales fué -ron los padres de las doce tribus de Israel : sus nom-bres y el orden en su nacimiento es como sigue.

1. Rubén . 5. Dan . 9. Isacar .

2. Simeón.. 6. Neftalí. 10. Zabulón. . 3. Leví. 7. Gad . 11. Josef. 4 - J u d á . S. Aser. 1 2 . Benjamín .

CAPITULO CUARTO.

E L P A T R I A R C A J O S E F .

Josef hijo de Raquel era el favorito hijo de Jacobs-La ternura de su edad, la hermosura de su persona, la sinceridad de sus razonamientos, la pureza de su a lma, eran virtudes que encarecían mucho el mérito de este joven inocente. Su anciano padre se deleitaba en su compañía, y sin intención de ofender á los de-mas hijos, le había hecho una túnica muy vistosa, pa-ra espresar el singular amor que le tenia. Sin embar-go , esta visible demostración del afecto tierno de un anciano padre produjo en los demás hijos un odio inconcebible á este muchacho, el cual se aumentó, cuando supieron que había contado á su padre una mala acción que había visto en ellos. Este candido n iño , á quien Dios le mostraba en sueños su futura grandeza, referia con sencillez los misteriosos sueños

que él mismo no comprendía. Anoche soñé , les di-jo un día , que todos los hermanos estábamos atando gavillas; mi gavilla se levantó, y las vuestras esta-ban adorando la mía. Otro día les contó, que habia visto al Sol, á la Luna y once estrellas que le adora-ban : y siendo estos sueños tan fáciles de interpretar, su significación devoraba de rabia á los hermanos, mientras que el padre contemplaba algún misterio en aquellas palabras.

Un dia le mandó su padre ir al campo, para infor-marse como estaban sus hermanos, y el estado del ga-nado ; y Josef fué muy contento, ignorante de la ma-la voluntad que le fenian, y mucho mas de la crimi-nal conspiración que habían formado contra él. Luego que le viéron llegar cerca, resohiéron matarle : pero Rubén que era ménos bárbaro que los demás, les persuadió á arrojarle en una cisterna que estaba allí, para que pereciese de hambre, y no manchar sus ma-nos con la sangre del muchacho. Muy buena seria la intención de Rubén en dar este consejo; pero siendo el hermano mayor , debia haberse opuesto á toda ofensa contra un hermano menor de solo diez y seis años. Otro hermano de aparente compasion, pero no

. ménos criminal, sugirió laidea de vender al muchacho á unos Ismaelitas que trataban en esclavos, y que á la sazón pasaban por aquel camino. El que era la hon-r a , y habia de hacer la gloria de la casa de Jacob, fué vendido por una miserable cantidad de veinte pe -sos, y conducido como esclavo á los mercados de Egipto. No solo dividiéron entre sí estos viles fratrici-

das, el precio de aquella sangre inocente, mas se sen-taron á deliberar á sangre fria el modo mas ingenio-so de engañar al anciano y virtuoso padre. Un ino-cente cabrito fué degollado, para que su sangre repre-sentara la de Josef : y manchando con ella su túnica, la desgarraron y mandáron á Jacob , para hacerle creer que su hijo predilecto habia sido devorado por las fieras. El santo Patriarca reconoció la vestidura, y engañado por la sangre que veia, sintió en el cora-zon la muerte de Josef, rasgó sus vestidos, y lloró la desgracia del niño por toda su vida.

Los crueles hermanos que creían haber efectuado la perdición del niño soñador, no hiciéron mas que acelerar el cumplimiento de los sueños de las gavillaá y de las estrellas, postrándose á sus pies y adorándo-le. Josef fué llevado á Egipto, y vendido á Putifar, comandante general de la guardia de Faraón; á quien sirvió con tanta fidelidad y acierto en el manejo de sus negocios, que le hizo mayordomo principal de su casa, y le trataba como amigo. Josef se hallaba ahora en grande prosperidad, y era necesario acrisolar su virtud, para hacerla mas aceptable al Señor; así fué la castidad de Josef en el palacio de Putifar. La mu-ger de este príncipe concibió una fuerte pasión por el hermoso esclavo, tanto mas criminal, cuanto era des-enfrenada ; y olvidando todo lo que se debia á sí mis-ma , todo lo que debia á su marido, le descubrió su vergonzoso deseo. El justo Josef rebatió la infidelidad de su ama con la obligación que él tenia á su Dios, y la gratitud que debia á s u Señor. ¿Cómo es posi-

Me, le respondió, que yo haga esta maldad contra nú Dios ? cómo es posible que yo ofenda á mi Señor, que ha puesto en mi poder todo cuanto tiene, sin saber lo que posee ?» pero donde la pasión domina,queda es-tinguido el uso de la razón. Un dia se encontró sola con él , y frenética con la ocasiou, quiso precipitar á Josef ; el casto siervo, no teniendo testigos en su jus-tificación , apeló á la huida, pero en la confusion dejó desgraciadamente su capa en manos de su Ama. Frus-trado el intento criminal de esta perversa muger , gritó, alarmó la casa, y levantó u n falso testimonio á Josef, para ocultar su propia fragilidad. El crédulo Putifar engañado con apariencias, equivocó la delin-cuente con el inocente, é irritado contra su siervo, le puso en prisión.

El Alcaide de la cárcel conoció pronto que Josef era hombre inocente, virtuoso y f ie l , le dió toda su confianza, y puso todos los presos bajo su cuidado-Entre los confinados -en aquella pris ión, habia dos criados del Palacio de Faraou, uno era su copero,y el Otro era el panadero; ambos aguardaban con sobresal-to el fin desús causas. Los dos tuvieron sueños que los afligiéron muchísimo, y como Josef los viese tristes y pensativos, les preguntó la causa. El copero le dijo, que habia soñado ver una cepa con tres sarmientos, que brotaban, cernían y maduraban los racimos, los que él mismo esprimia en una c o p a , para darle de beber áFaraón; y que estaba m u y triste por no en-tender el sueño. Josef le dijo, es ta es la interpreta-ción de tu sueño : los tres sarmientos, son tres dias,

pasados los cuales, seras restituido á tu ministerio. El panadero que oyó una interpretación tan favorable, se dió priesa á contar el suyo; yo vi, le dijo, que tenia tres canastillos de harina sobre mi cabeza, y en el mas alto habia unos panecillos y roscas los que se co-rniéron unos cuervos que volaban al rededor. Josef le dijo, esta es la interpretación de tu sueño: los tres ca-nastillos son tres dias, pasados los cuales serás ahor-cado , y los cuervos comerán tus carnes. El panadero oyó con sobresalto la funesta interpretación de su sue-ño , y sintió la fatal verificación, cuando el tercer dia fué conducido al patíbulo. El copero vió con mucho gusto la verificación del suyo, cuando al tercer dia fué restituido á sus honores. Josef le rogó encareci-damente, se acordase de é l , y espusiera al Rey su inocencia, para que le diese su libertad, lo que pro-metió hacer, mas cuando este palaciego se vió en su prosperidad , se olvidó de Josef y de su promesa; hasta que pasados dos años se acordó de su situa-ción, por la necesidad de interpretar los sueños de Faraón.

Este Rey tuvo dos sueños en una solá noche : en el primero vió salir del rio siete vacas gordas y hermo-sas ; y despues saliéron otras siete feas y flacas que se comiéron á las primeras. En el otro vió brotar siete espigas de trigo llenas y hermosas; y despues bro-táron otras siete delgadas y picadas del tizón, que infestaron y echáron á perder las primeras. Espan-tado y pesaroso por no poder entender aquella vi-sión, Faraón envió á llamar á todos los sabios y adi-

vinos de Egipto, y venidos á palacio, confesáron que no podian interpretar el sueño del Rey. El copero, que necesitaba ahora de Josef para la quietud de su Amo, se acordó de é l , é informó al Rey de su don de interpretación. Josef fué traído al palacio, é infor-mado de los sueños, respondió : «Las interpreta-dones pertenecen á Dios; espero que el Señor dará por mi boca una respuesta de paz á Faraón. Los sueños del Rey son una misma cosa, y Dios le ha mostrado en ellos lo que va á suceder : habrá siete años de abun-dancia en Egipto , y luego seguirán otros siete años de grande esterilidad.» Entonces Josef aconsejó al Rey almacenar en los siete años primeros todo el trigo que fuese necesario para los otros siete. Faraón quedó tan satisfecho de la sabiduría y virtud de Josef, que mandó á su camarero proveer ricos vestidos para él , señalarle una carroza igual á la suya, y ponién-dole él mismo una cadena al cuello, le liizo proclamar Gobernador general de todo el Egipto, y concluyó la ceremonia diciéndole : «Yo soy Faraón, sin tu orden ninguno moverá mano ó pie en todo el Egipto.»

Los siete años de abundancia viniérón, como habia predieho Josef, y luego siguiéron los otros siete de esterilidad, no solo en el Egipto, mas en los países mas distantes. La penuria fué sentida hasta en la re-mota región de Cañaan; y sabida por Jacob la opor-tuna provision de trigo hecha de antemano en Egipto, mandó á sus hijos ir allá, y comprar el trigo nece-sario, quedándose solo con el hijo menor Benjamín, porque temia le sucediese algún maL Aun no estaba

cerrada la herida que habia hecho en su corazon la creída desgracia de su amado hijo Josef. Luego que los hijos de Jacob üegáron á Egipto, se dirigiéron al Gobernador del reino, solicitando algunas cargas de trigo. Josef los conoció, sin ser conocido de ellos, y deseando saber si sus hermanos eran todavía tan malvados como cuando le vendiéron por esclavo, les habló con aspereza, llamándolos espías, y amenazán-dolos con la cárcel. Consternados los hermanos con el inesperado peligro, le respondieron:«No es así, Señor; mas tus siervos solo -han venido á comprar alimentos. Todos somos hijos de un solo padre : ve-nimos de paz, y tus siervos no maquinan mal alguno; doce hermanos somos, el mas pequeño ha quedado con nuestro padre, y el otro no existe ya. - Sois es-pías, replicó Josef; y por vida de Faraón que no saldréis de aquí, hasta que venga vuestro hermano menor.» Y entonces los mandó llevar á la cárcel. Tres días despues los puso en libertad, y les d i jo :«S i es verdad lo que decis, id con el trigo á vuestra casa, pero uno de vosotros ha de quedar aquí, hasta que traigais á vuestro hermano; y mandando atar á pre-sencia de ellos á Simeón, le mandó á la prisión.

Ahora Sintieron los remordimientos de una concien-cia culpable, y creyendo que Josef no entendía el dialecto de Canaan, porque les hablaba por intér-prete , se decían uno áotro : «Justamente padecemos esto, porque pecamos contra nuestro hermano, vien-do la angustia de su alma, cuando nos rogaba, y no le oímos: por eso ha venido sobre nosotros esta tr i-

bulacion. » Con licencia de Josef se pusieron en ca-mino, y cuando llegaron á su casa, vaciáron los sa-cos , y vieron con grande admiración, entre el trigo, el dinero que habían pagado por él. Josef habia man-dado secretamente poner el dinero en cada saco, despues de llenarlos de trigo. Luego informaron á Jacob de todo lo que habia sucedido en el viage, y cuando le dijéron que Simeón quedaba en cadenas, hasta que llevasen á Benjamín, esclamó el Patriarca penetrado de dolor: «Vosotros me vais privando de mis hijos; Josef ya no existe, Simeón encadenado en Egipto, y ahora me quereis privar de Benjamín : n o , no irá mi hijo con vosotros, porque si le acaeciere alguna desgracia, moriré de pesar.» Rubén, el pri-mogénito, le respondió : « Padre y Señor, aquí tienes dos hijos mios, mátalos , si no te volviere á Benjamín; entrégale en mi mano, y yo te le restituiré.»

Los víveres que habían traído los hijos de Jacob se acabáron, v era preciso traer mas. No querían volver á Egipto sin llevar á Benjamín; y el anciano padre se vió obligado á ceder á la necesidad, y consintió en que fuera con ellos su hijo menor. Para ganar el afecto del Gobernador, y que le dejara volver todos sus hi-jos, mandó Jacob que llevasen regalos de las mejores producciones de la t ierra, y doble cantidad de dinero para pagar por el trigo; así mismo el dinero que ha-bían hallado en los costales, creyendo hubiera suce-dido por yerro. Hechas todas estas prevenciones ca-minaron á Egipto, y cuando Josef supo su llegada, mandó á su mayordomo recibirlos y tratarlos muy

bien, y que preparase un banquete para que aquellos Hebreos comieran con él. Los hijos de Jacob, al ver un tratamiento tan inesperado, se llenáron de sospe-cha, y temiendo que la circunstancia de llevarse el primer dinero en los costales se atribuyese á robo, se consideraban perdidos, á lo menos quedar escla-vos en Egipto. A fin de justificarse, ántes que se les acusase por esto, informáron al mayordomo, que allí volvían el primer dinero, que sin saber cómo, habían hallado dentro de los costales. El mayordomo les ase-guró no tenían que temer cosa alguna, que aquel buen tratamiento que esperimentaban era efecto de la bondad del Gobernador, y para convencerlos mas, les trajo libre á Simeón.

A mediodía les dió audiencia Josef, y entrando á su presencia, se postráron en tierra los once herma-nos, y le adoraron; luego sacáron los presentes, y teniéndolos en las manos, se los ofreciéron. Josef les habló con mucha afabilidad, y les preguntó por su padre : luego fijó los ojos en Benjamín, y les preguntó si era aquel el hermano mas pequeño de que le habian hablado. Josef no pudo aguardar la respuesta, por-que conmovido su corazon del mas tierno afecto, le corrieron las lágrimas por el rostro, y se retiró á su aposento para llorar libremente. Llegada la hora de comer, volvió Josef al cuarto donde estaban sus her-manos ; y no siendo permitido á los Egipcios comer con los Hebreos, se sentó á otra mesa, desde la cual hacia platos, y se los pasaba por mano de criados. Así pasaron aquel dia muy contentos, y admirados de

la bondad del Gobernador, el que les señaló el dia si-guiente para su partida, y se despidió de ellos.

Venida la mañana, mandó Josef á su mayordomo que llenase de trigo los costales, poniendo el dinero dentro de'cada uno; y que pusiese también en el saco de Benjamín la copa de plata de su uso; lo cual he-cho sin que lo advirtiese alguno, cargaron el trigo, y se pusieron en camino. Luego que se alejáron un poco, mandó Josef detenerlos, acusándolos áspera-mente de ingratitud, y del robo d e la copa de plata. Los hijos de Jacob, aunque habían sido crueles con su hermano Josef, no eran capaces de cometer el crimen tan odioso que les imputaban ; protestáron vivamente de su inocencia, y bien persuadidos de ella, suplicaron, por su honor, que registrasen los sacos y sus personas en aquel momento; y que si se hallase la copa en poder de alguno de ellos, que muriese al instante, y quedasen esclavos los demás. El mayor-domo les respondió : «No es justo que padezca otro sino el culpado, y si la copa se hallare en poder de alguno, ese solo quedará en esclavitud.» Al instante descargáronlos costales, y los abrieron; el mayor-domo comenzó á registrarlos por o rden , y así siendo Benjamín el menor en edad se halló la copa en el úl-timo costal, avista de todos. La apariencia del robo, de un crimen tan abominable, 'despues de tan solem-nes protestaciones de inocencia, los conturbó en es-tremo; atónitos, no sabían que hace r ; y enmudeci-dos, no podían hablar. Un mismo sentimiento movió á todos; á un mismo tiempo rasgaron sus vestiduras,

y se echáron á llorar; no tenian mas pruebas que alegar en su defensa que la inocencia; y siendo .esta sospechada ahora, á vista del cuerpo del aparente de-lito , no les quedaba prueba alguna en su defensa. En nn caso tan fortuito, no habia otro recurso que á la resignación; luego cargaron sus bestias, volviéron á la ciudad, y todos á una, sin hablar una palabra, se postráron en tierra delante de Josef. Esta fué la ven-ganza que el ofendido hermano tomó de ellos, por su inhumanidad en haberle querido matar, en haberle ar-rojado á un pozo, y en haberle vendido por esclavo; atormentarlos en el espíritu, como ellos habían afligi-do el alma de su anciano padre.

j udá , en nombre de todos, dijo á Josef: «Señor, >

Dios ha hallado la iniquidad de tus siervos, ¿qué po-dremos responder, qué podrémos hablar, ó qué po-drémos alegar en nuestra justificación? todos nos-otros, Señor, somos ahora esclavos tuyos. — No per-mita el Señor que yo consienta en tal cosa, dijo Josef; el que ha hurtado la copa, ese solo será mi esclavo; y vosotros marchad libres á vuestra casa.» Si los hijos de Jacob se habían consternado hasta aquí con el creído robo, era por un sentimiento de vergüenza y confusion, mas que por otra cosa; mas cuando Josef les mandaba volver á casa de Jacob sin Benjamín, sin-tieron el peso del mas terrible castigo. Sabían muy bien, que al óir el padre la esclavitud de su Benja-mín, moriría atravesado de dolor; y penetrado Judá

' de este sentimiento, dijo á Josef: «Ruégote, Señor, te dignes escuchar una palabra de tu siervo, y no te

enojes con tu esclavo. La primera vez que vinimos á comprar alimentos, nos preguntaste si teníamos padre ó hermanos, y nosotros te respondimos que teníamos un padre anciano, y un hermano muy joven que le nació en su vejez; que otro hermano menor, hijo de la misma madre, habia muerto, y su padre ama á este tiernamente. Tú , Señor, nos mandaste t raerle , para satisfacerte con su vista, amenazándonos con tu i r a , y con la vida del otro hermano nuestro que has tenido en rehenes. Regresamos á casa, y comunicá-mos á tu siervo nuestro padre tu voluntad ^determi-nación. Llegado el tiempo de venir otra vez á comprar alimentos, rogámos á nuestro padre nos permitiese traer al niño para que tú , Señor, le vieses, y liber-taras al otro hermano nuestro, detenido en tu poder ; -tu siervo nuestro padre nos respondió : Dos hijos tuve en mi muger Raquel, el uno salió, y dijisteis : una fiera le devoró ; y hasta hoy le estoy llorando. Si lle-váis ahora á este, y le sucede en el camino alguna desgracia, cerraréis mis ojos en armagura. Considera, Señor , nuestra aflicción, porque si me presentare á tu siervo mi padre sin llevarle este amado hijo, de cuya vida pende la suya, seré reo de su muerte. Yo salí fiador del muchacho, no teniendo que temer por tu bondad, Señor, y en esta virtud rae le entregaron; quede yo pues en esclavitud, y permite vuelva el niño con sus hermanos, para que se salve la vida del anciano. No es posible que yo vuelva, si queda dete-nido el muchacho, por no ser testigo de la calamidad que ha de oprimir á mi padre. »

Si Judá hubiese declarado este afecto filial á sus hermanos con tan natural elocuencia, cuando propu-siéron matar á Josef en el campo, hubiera ahorrado muchas lágrimas al afligido Patriarca. Josef no podía contener sus lágrimas al oirle, y mandando salir á los criados Egipcios que estaban presentes, se descubrió á sus hermanos diciendo : «Yo soy Josef : ¿vive mi pa-dre todavía? Llegaos á mí sin temor, yo soy vuestro hermano, á quien vendisteis como á un esclavo :1a Providencia divina lo permitió así para beneficio vues-tro. Apresuraos á ir á casa, y decid á mi padre que su hijo Josef vive, y manda en Egipto : traédmele sin delación, y traed á todas vuestras familias, para es-tableceros aquí.» Luego los abrazó tiernamente y los despidió, cargados de provisiones y ricos presentes. Faraón se regocijó mucho, cuando fué informado de este caso estraordinario, y para "dar mas testimonios de su afecto á Josef, mandó aprontar carros, y pre-vención necesaria para la conducción de toda la fa-milia y hacienda.

Todos los hermanos volviéron muy contentos á la tierra de Canaan, y cuando anunciáron á su anciano padre que su hijo-Josef vivia, y era Gobernador de todo Egipto, su corazon despertó como de un sueño profundo, y no acababa de darles crédito. Ellos le contaron toda la serie del suceso, y á la vista de los carros y preparaciones, revivió su espíritu, y escla-mó :« Bástame si todavía vive mi hijo Josef, iré y le veré ántes que muera.» Luego que la emocion de tan grande alegría se calmó algo, le ocurrió al santo Pa-

triarca un punto de grave consideración: él habitaba la tierra de Canaan por mandado del Señor, y era muv justo para abandonarla sin la espresa voluntad de su Dios. Para proceder con acierto, fué al lugar del juramento, é inmoló víctimas al Dios de su padre Isaac. A la noche tuvo una visión, y en ella le dijo Dios • «Yo soy el Dios tortísimo de tu padre, no te-mas , desciende á Egipto; tu posteridad será allí una nación grande, y vo la volveré á esta tierra.»

Obtenido el celestial permiso, y confiado en la di-vina promesa, partió el santo Patriarca para Egipto, llevando consigo toda su hacienda, sus hijos, sus inu-geres y nietos, sesenta y seis personas entre todos. Noticioso Josef de que llegaban cerca de Egipto, salió en su carro, para recibir á Israel su padre ; y así que le vio, corrió á él gozoso, se arrojó á su cuello, y abrazándole lloró. Jacob, lleno de gozo, dijo á su hijo : «Ya moriré contento, porque he visto tu rostro, y te dejo vivo.» Josef entonces los instruyó sobre lo que habían de decir á Faraón, é informado este Prín-cipe de todas las circunstancias de la familia de Israel, les hizo donacion del territorio de Gesen, la tierra mas fértil de todo el Egipto, para que la habitaran y vivieran allí tranquilos, y separados de los Egipcios.

Jacob vivió allí con mucho descanso; y cuando co-noció que se acercaba su disolución, encargó mucho j á su hijo Josef que llevara su cadáver á la tierra de Canaan, para sepultarle en la cueva de Efron, donde reposaban en paz sus abuelos. Luego llamó a lodos sus hijos al rededor de su lecho, y en presea-

cia de todos, adoptó á los dos hijos de Josef, llama-dos Efrain y Manases, por hijos propios, señalán-doles parte en la herencia de la tierra de Canaan, que el Señor habia prometido á su descendencia. La ben-dición era lo último que el -santo Patriarca les habia de dar, y poniendo sucesivamente su mano sobre las cabezas de sus hijos, les fué dando á cada uno una bendición especial. La mas memorable de estas ben-diciones, fué la que dió á Judá : en ella predijo cla-ramente que Jesucristo descendería de su linage, y que nacería cuando fuera quitado el cetro de la fami-lia de Judá. Concluida la ceremonia de la bendición, el virtuoso Patriarca murió en paz, á los ciento cua-renta y siete años de su vida. Josef besó el rostro de su padre, estendió los parpádos para cubrir sus oscu-recidos ojos, y lloró tiernamente.

Despues de la muerte de Jacob, se ocupó Josef en cumplir la voluntad de su padre; hizo embalsamar su cuerpo, y hechas las exequias, convocó á todos los hijos del difunto, lleváron su cuerpo á la tierra de Ca-naan , y le deposiláron en el cementerio de la familia. Josef volvió con sus hermanos á Egipto, adonde vivió hasta la edad de ciento y diez años, habiendo gober-nado todo el Egipto por ochenta años, con la apro-bación de Faraón, y admiración del pueblo. Antes de su muerte, hizo jurar á los hijos de Israel, que cuan-do Dios los sacara de Egipto, para darles la tierra de Canaan, no dejarían de llevarse sus huesos, para de-positarlos en el cementerio de sus mayores. Despues d e su muer te , fué embalsamado su cuerpo, y depo-

sitado en una tumba magnífica, al estilo de Egipto,

adonde reposó basta la partida de los Israelitas, bajo

la dirección de Moisés.

LIBRO IV.

CUARTA EDAD DEL MUNDO.

Comprende 480 años.

CAPITULO PRIMERO.

VIDA Y GOBIERNO DE MOISES.

EXODO.

Los setenta descendientes de Jacob establecidos en Egipto se multiplicaron tan prodigiosamente, que alarmaron al sucesor de Faraón, que habia favorecido á Josef. Este aumento era el efecto de la reunión de muchas causas físicas; y el cuidado del nuevo Rey era una razón de estado que inquietaba al gobierno. Los Israelitas, que así se llamaban ellos, poseían un ter-reno muy fértil; la larga administración de Josef los hacia prosperar, concediéndoles privilegios, y exi-miéndolos de contribución y servicio, todo lo que go-záron todavía despues de su muerte por mas de sesenta años. Por otra parte, Faraón consideraba los Hebreos, como los llamaba, muy peligrosos al estado. Ellos

adoraban un Dios desconocido en Egipto; no contra-ían afianzas de familia con los naturales del pais, á quienes despreciaban como á idolatras : ocupaban una provincia fronteriza, eran muy numerosos; y en caso de envolverse el Egipto en guerra con sus veci-nos, temía Faraón que los Hebreos se uniesen con ellos, y peligrara la independencia de su reino.

La primera sugestión de la política fué oprimirlos con protestos para arruinarlos con artificio. Se man-dáron hacer obras públicas, y obligáron á los He-breos á ser los trabajadores, imponiéndoles largas y pesadas tareas para arruinar su constitución con el excesivo trabajo, y diminuir de este modo su número; pero cuanto mas los oprimían, tanto mas se multipli-caban y crecían. Frustrado su intento por estos me-dios, recurrió Faraón á otro mas violento , y dió ór-denes rigurosas á las comadres egipcias, para que destruyesen todas las criaturas varones que naciesen de las Hebreas, reservando solamente á las hembras. El malvado intento de Faraón fué otra vez frustrado por la compasion providencial de estas mugeres : y viendo el tirano que no podia conseguir su plan poj-arte , mandó imperiosamente que todo varón que na-ciese de los Hebreos fuera ahogado en el rio.

Una muger de la tribu de Le vi, dió á luz un niño muy hermoso durante este decreto inhumano, y ven-ciendo el afecto maternal al temor del tirano, despre-ció el peligro, y crió ocultamente á su hijo por mas de tres meses. A esta edad, halló la madre casi imposible criarle por mas tiempo, sin ser descubierto, y arre-

5

atad o de sus brazos; afligida coo esta aprensión qui-zo hacer una tentativa para salvarle, antes de perder-le. Los padres del infante tejieron una cesta de mim-bres muy compacta, y habiéndola hecho impenetra-ble al agua con estopa y alqitítran, pusieron dentro al niño : le encomendaron á su Dios, y espusiéron á la corriente .del r io, á la hora en que la hija de Faraón acostumbraba venir á bañarse. Cuando la Princesa vió pasar flotando la cesta misteriosa, movida de curiosi-dad mandó alcanzarla, y alzando laiapaella misma, vió al hernioso niño que lloraba y estendia sus dos ma-retas hacia ella como si implorase su protección. No era posible que una inuger se mostrase insensible al tierno suplicante ; luego le tomó en sus brazos, re-suelta á salvar la vida de aquel inocente. La madre ha-bia mandado una hija joven que tenia, al paragedon-de estaba la ¡Princesa, para observar el resultado , y bien instruida en lo que habia de hacer. Yiendo la sa-gaz muchacha la compasion que la hija del Rey mos-traba por su hennanito, se llegó con mucho disimulo, y se ofreció á la Princesa, para buscar una Hebrea que criase el espósito. La pronta necesidad de un ama no daba tiempo para pensar; la muchacha recibió or-den de ir corriendo á buscar una nodriza, y ella fué volando á llamar á su madre. La Princesa le entrego el niño, prometiéndole un salario muy liberal, para que le cuidase bien : y [¡luego que estuvo crecido, le hizo traer al palacio, y le adoptó por hijo, dándole el nombre de Moisés, que significaba en egipcio, el ha-llado en el agua.

Cuando Moisés fué hallado en el r io, se creyó que era Hebreo, y viviendo en el palacio era reputado por tal. Faraón no se oponia, pues aunque habia "de-cretado el esterminio de los inocentes niños de los Is-raelitas, su persecución era diferente de laque Hero-<des hizo mil quinientos sesenta ysiete años despues á los otros niños inocentes. Faraón era movido por rázón (le estado, temia á la muchedumbre, y no á un indi-viduo en particular: mas Herodes era movido por zelo personal, y siendo un individuo á quien "temia, no quería perdonar á alguno para no tener de quien re-zelar. Moisés fué educado en todas las ciencias natura-les, y en todas se perfeccionó : pero sabiendo que era Hebreo, y bisnieto de uno de los patriarcas, conservó la religión del Dios de Israel, y un afecto ardiente por su pueblo. Se desdeñaba llamar madre a la hija de Fa-raón , porque esta era idólatra; y se afligía al verse ya de cuarenta años de edad, sin haber hecho servicio alguno á su pueblo, que gemia bajo la mas dura es-clavitud. Su generosidad era muy heroica para dudar por mas largo tiempo, y así resolvió abandonar la abun-dancia, los regalos, y los honores entre im pueblo idólatra, y participar de la pobreza, miseria y escla-vitud de sus hermanos. OcupadoconeStos pensamien-tos salió un dia á pasearse solo, y vió á un Egipcio maltratando cruelmente á un Israelita : el zelo de Moisés se inflamó, levantó el brazo y mató al Egipcio. Despües de este hecho, no podia vivir mas en l a corte sin declararse por su pueblo, y tomada su resólu-

cion se retiró al distrito de Madian en la Arabia Pe-trea.

Moisés encontró en Madian la familia del Sacerdote Jetró, cuya virtud agradó tanto á Moisés, que casó con Sófora su hija mayor, se quedó con la familia, y apacentaba las ovejas. Moisés hecho ahora pastor, guiaba un dia su rebaño hacia el monte Horeb, y el Señor se le apareció en medio de una llama de fuego, que rodeaba una zarza, la cual aunque ardia no se quemaba. Admirado de una visión tan rara, el intré-pido .Moisés se iba acercando para examinar aquel fe-nómeno , cuando oyó una voz que le decia : « No te acerques, Moisés, porque el lugar en que estás es una tierra santa: he visto la aflicción de mi pueblo en Egip-to y quiero librarle. Yo te enviaré á Faraón para que saques á mi pueblo de Egipto : yo estaré contigo, y luego que hubieres sacado á mi pueblo de Egipto, sa-crificarás á tu Dios en este monte.» -Moisés que cono-cía la dureza del nuevo Faraón que habia sucedido al padre de la Princesa su bienhechora, alegó humilde-mente su incapacidad para una empresa de tal magni-tud , pero el Señor le mandó obedecer, y para con-vencerle del poder con que le habia de sostener, obró algunos prodigios por la misma mano de su siervo. Primero le mandó arrojar al suelo lavara que tenia en la mano, y se convirtió en una serpiente que le llenó de pavor : luego le mandó el Señor tomar aquel mons-truo por la cola, y al instante se volvió la misma vara que tenia antes en la mano. Dios le ordenó llevar siem-

pre consigo esta vara, con la cual habia de hacer to-dos los prodigios.

Moisés por mandado del Señor juntó despues á to-dos los ancianos de Israel y les di jo: El Señor Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahan, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob se me apareció,y me ha enviado para deciros que el Señor ha resuelto sacaros de la aflicción de Egipto, y llevaros á la tierra de Canaan, abundante en leche y miel. Moisés tenia un hermano llamado Aaron, tres años mayor que él , y el Señor se le dió á conocer, para que le acompañara en su misión, por ser hombre de grande elocuencia. Los dos hermanos fue-ron en compañía á Egipto,y habiendo obtenido audien-cia de Faraón, le dijeron : El Señor Dios de los He-breos manda, que dejes ir á su pueblo, para que le ofrezca sacrificios en el desierto. El orgulloso Faraón oyó con desprecio la intimación de parte de un Dios á quien no conocía, y á favor de un pueblo que detes-taba. El Tirano atribuyó á espíritu de rebelión de los Hebreos lo^ que era orden de Dios, y mandó á sus ofi-ciales tratarlos con dureza como amotinados. Dios en sus altos juicios habia endurecido el corazon de Fa-raón , para que no dejara salir á su pueblo : y su con-tinuada obstinación fué dando lugar á aquellos prodi-gios hechos por manos de Moisés y Varón que la Santa Escritura llama Plagas de Egipto.

Las conferencias de Moisés y Aaron con el Rey de Egipto fueron siempre á las orillas del rio Nilo, por costumbre establecida. Faraón habia pedido ántes á Moisés y su hermano alguna prueba sobrenatural de su

misión , y Aaron convirtió su vara en serpiente á su presencia : pero los mágicos de Faraón, por algunos artificios, secretos, convirtieron también sus varas en serpientes, á la mayor alegría del Rey. Esta se con-virtió pronto en confusion, porque la serpiente de Aa-ron devoró las serpientes de los mágicos, y estos se quedáron sin sus varas. Sin embargo, el primer suce-so del arte de los mágicos, borró la impresión del prodigio en la mente de Faraón, y continuó en su obs-tinación ; y abora fué necesario bacer otros prodigios que le sirviesen de castigo. Estos fuéron diez, en el orden siguiente.

1. Aaron tocó con su vara el agua del rio, y esta se convirtió en sangre : los peces muriéron, y los Egip-cios no podían beber el agua.

2. Aaron tocó con su vara las aguas del rio otra vez, y saliéron tantas ranas que cubrieron la tierra de Egipto.

5. Aaron tocó con la vara la tierra y se levantó tal multitud de cínifes, especie de insectos muy asquero-rosos, que apestáron no solo á los hombres, mas tam-bién á las bestias.'

h. Moisés hizo venir un diluvio de moscas, que íncomodáron terriblemente á Faraón y á su pueblo.

5. Luego se estendió una peste que destruyó todos los anímales de Egipto.

6. Moisés arrojó al aire la ceniza que habia en un iiorno, y cayó ima nube de polvo sobre la tierra, que llenó de granos y úlceras á los hombres y bestias.

1. Moisés estendió la vara hácia el cielo, y produjo

una tempestad terrible de truenos, relámpagos y gra-

nizos. 8. Moisés estendió la vara, y un viento abrasa-

dor trajo un enjambre de langostas que devoró toda la yerba, y lo poco que el granizo habia dejado en los árboles.

9. Moisés estendió la mano al cielo, y hubo por tres dias una tiniebla tan densa que se podía palpar.

10. La última y la mas fatal de todas las plagas, fué el esterminio de todos los hijos primogénitos de los Egipcios. Antes de infligir este último castigo, mandó Dios que cada familia de los Israelitas matase un cor-dero , le asase y comiese en la noche señalada, marcando las puertas de sus casas con la sangre. El ángel esterminador vino á media noche, y mató á to-dos los primogénitos de los Egipcios, desde el primo-génito de Faraón, hasta el primogénito de la mas hu-milde esclava : salvándose solo los hijos de los Israe-litas, por haber marcado sus puertas con la sangre del cordero según les habia mandado el Señor.

Consternado Faraón con tantos castigos por su obs-tinación, hizo llamar á Moisés y Aaron, y les mandó salir de Egipto con todo el pueblo hebreo, y todos sus ganados y hacienda, la cual habia preservado el Se-ñor de las plagas. Entonces partió el pueblo de Is-rael bajo la conducta de Moisés, en número de seis-cientos mil hombres, ademas de las mugeres y niños, docientos diez y seis años despues del establecimien-to de Jacob con toda su familia en Egipto. Moisés lle-vó con gran reverencia los huesos de Josef, según habia

mandado este santo Patriarca al tiempo de su muerte*. El obstinado Faraón habia cedido á la necesidad, y

en la inteligencia de que el pueblo hebreo iria al de-sierto por tres dias no mas, y que despues volvería. Viendo ahora que los Israelitas no volvían, y sabien-do que se llevaban todas las alhajas de oro y de plata, y costosos vestidos que habían pedido prestados á los Egipcios para celebrar y atender á las fiestas que iban á hacer á Dios en el desierto, se irritó en estremo. El se consideraba engañado groseramente por un pueblo esclavo, y robados sus vasallos : en el resentimiento de su orgullo se olvidó enteramente de todo lo que había padecido por su obstinación, v resolvió vengar-se con la destrucción de todo el pueblo hebreo. Co-mo era un Rey muy poderoso, juntó pronto un ejér-cito numeroso, seiscientos carros de batalla escogi-dos, y puesto al frente de sus tropas, caminó hácia el Mar rojo en alcance del fugitivo pueblo.

Cuando los Israelitas viéron venir el formidable ejército, mandado por un desapiadado tirano, y ellos desarmados, se llenaron de miedo. Los principales rodearon á Moisés, y se quejaron amargamente, de que los hubiese traído á perecer; Moisés les prometía la protección de su Dios, pero ellos tenian mas miedo á la espada, que confianza en el Señor. Luego que Faraón llegó cerca, hizo alto para disponer el ataque sangriento, que habia premeditado. Moisés entretanto habia traido todo el pueblo á la orilla misma del mar,

* Este es el lin de la tercera edad del m u n d o y el principio de

la cuarta.

y estendiendo sus brazos sobre la superficie del agua, esta se dividió á un lado y otro, dejando seco un an-cho parage para todo el pueblo. Los temerosos Israe-litas se arrojaron con precipitación, para salvarse con la huida, y caminaban con seguridad entre las dos murallas de agua. Ciego Faraón en su furia , no veia el prodigio : y creyendo que por donde los Hebreos podían huir , él podría correr tras ellos, dió la señal á sus tropas, y se entráron en el mar por el mismo pa-rage. Ya estaba en la mitad del paso, cuando llegan-do 3Ioises y su pueblo á la otra orilla, corriéron las aguas de una y otra parte á juntarse, y pereció Fa-raón , su ejército, sus carros, y lo mas principal de, Egipto. Así libró Dios á su pueblo de las manos de su mayor t i rano: y con este motivo, cantó Moisés en nombre de Israel un cántico de gracias al Señor.

Despues de algunas jornadas llegaron á Mará los Is-raelitas, donde no podían beber el agua por ser muy amarga; pero .Moisés echó en el agua un madero, que el Señor le habia mostrado, y el agua quedó dulce y saludable. Continuáron su camino por el desierto, y se hallaron sin tener que temer; lo que hizo murmurar á aquella gente impaciente. Un pueblo tan ignorante como era el de Israel, no está dispuesto á vivir siem-pre en la confianza del Señor; y aunque la Providen-cia divina se les mostraba un dia, dudaban su conti-nuación para el siguiente. En todas sus necesidades acudían impacientes á Moisés; y este Libertador del pueblo era siempre considerado, como la sola causa de todos sus trabajos. Ahora le pedían que comer, y é l

3*

Eo tenia que darles sino exhortaciones : con grande dificultad los entretuvo con esperanzas, hasta que á la farde vino sobre el campo donde estaban una prodi-giosa bandada de codornices, de las que mataron y comieron cuantas quisieron.

Esta especie de alimento no era de esperar en to-das las necesidades; y así quiso el Señor darles im ali-mento saludable, por todo el tiempo quehabia deter-minado morasen en aquel desierto. Por cuarenta años lazo Dios llover todas las mañanas el .celebrado maná. Esta milagrosa sustancia era semejante á una semillita redonda, como la quinua, de gusto muy suave y de un alimento singular : caia del cielo todas las madruga-das , y quedaba sobre la tierra como una espesa hela-da, Fué mandado por el Señor, que cada familia re-te j iese cadadia lo necesario para el sustento, por-que si recogían mas, se podría, y no podia servir para el día siguiente : pero en el dia viérnes habían de re-coger doble cantidad, para comer también el sábado, dia de descanso, y en el que no llovía Maná. Para perpetuo testimonio de este milagro, mandó Dios á Moisés llenar una vasija pequeña del maná y ponerla en el Altar, en el cual .se mantuvo sin echarse á perder.

La palabra misma desierto denota un pais árido, se-co y frecuentemente arenoso. Los Israelitas llegaron á on parage llamado Rafídin, donde no había agua paTa beber : el impaciente pueblo murmuró de Moisés a n o acostumbraba hacer en todos los apuros, Moisés acudió á la or ación y clamó al Señor les socor riese en

esta necesidad, el Señor le mandó tocar con la vara de los prodigios en Egipto, una grande roca que estaba allí, y al instante brotó un torrente de agua, mas de la que el pueblo pudo consumir. Despues de descan-sar y satisfacer á sus necesidades, caminaron hasta el parage de Sinai, y allí fijáron sus tiendas frente del Monte, que habia de ser despues tan recordado en la historia del pueblo de Dios.

Tres meses habían pasado desde la salida de los Is-raelitas del desierto, cuando sucedió la grande tran-sacción de la Ley, entre Dios y su pueblo. Moisés subió al monte de Sinai por inspiración divina; el Señor le habló allí, y le mandó decir á los hijos de Israel, que si prometían obedecer su voz, y guardar sus manda-mientos, los tomaría bajo su protección, y los bende-ciría sobre todas las naciones de la tierra. Moisés con-vocó á los ancianos del pueblo, les hizo recordar los castigos que Faraón habia sufrido por quererlos escla-vizar, el sustento providencial del maná cotidiano, y todos los portentos que habia obrado el Señor á su fa-vor, y últimamente la gran derrota y destrucción total del ejército de Amalee, que en aquella misma semana habia querido oponerse á ellos en Rafidin. Luego les declaró las palabras que el Señor acababa de decirle en el monte : todos respondiéron unánimemente, que harían todo lo que el Señor les mandase. Moisés vol-vió al monte, y aprobada por Dios la sumisión pro-metida de su pueblo, dió instrucciones para que se dispusiesen á oír á Dios mismo darles por su boca los mandamientos : y que limpios en e l cuerpo y en e l

espíritu acudiesen al tercero dia al pie del monte Si-nai, sin pasar la valla que estaría puesta allí, bajo pena de muerte.

Llegado el tercero día, acudió al rededor del monte mas de un millón de personas, ciertas de ver un prodigio, ignorantes de sus circunstancias, y con-fusas sobre el efecto. Mientras admiraban la claridad del dia, y la serenidad del cielo, oyéron de repente un estruendo terrible de truenos y relámpagos sobre el monte, V viéron una densa nube que le cubría. Dios había descendido en fuego sobre el monte, del cual saüa humo como de un inmenso horno, que se elevaba al ciclo; y el penetrante sonido de una boci-na que anunciaba la venida del Señor acobardó de tal modo á los Israelitas, que temblando se estrecha-ban unos á otros, sin atreverse á mirar hácia el mon-te. Moisés y Aaron fuéron llamados por Dios, y de-jando á los sacerdotes y al pueblo ordenados al lado fuera de la valla, subieron al monte. Entonces sonó la omnipotente voz del Señor que decia : Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de la servidumbre.

I. No tendrás dioses ágenos delante de mí. II. No harás para tí obra de escultura, ni figura al-

guna de lo que hay arriba en el cielo, ni de lo que hay abajo en la t ierra, ni de las demás cosas que es-tán en las aguas debajo de la tierra. No las adorarás, ni les darás culto : yo soy el Señor tu Dios fuerte y zeloso, que visito la iniquidad de los padres sobre los hijos, hasta la tercera y cuarta generación de

aquellos que me aborrecen : y hago misericordia so-bre millares con los que me aman, y guardan mis preceptos.

III. No tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano : porque el Señor no tendrá por inocente al que tomare el nombre del Señor tu Dios en vano. .

IV. Acuérdate de santificar el dia de Sábado. Seis dias trabajarás, y harás todas tus haciendas : mas el séptimo dia , Sábado, es del Señor tu Dios: no harás obra ninguna §n él , ni t ú , ni tu hijo ni.tu hija, ni tu siervo ni tu sierva, ni tu bestia, ni el estrangero que está dentro de tus puertas. Porque en seis dias hizo el Señor el cielo y la tierra, la mar y todo lo que hay en ellos, y reposó en el séptimo dia : por esto ben-dijo el Señor el dia Sábado y le santificó.

V. Honra á tu padre y á tu madre, para que seas de larga vida sobre la t ierra, que el Señor tu Dios te dará.

VI. No matarás. VII. No fornicarás. VIII. No hurtarás. IX. No dirás contra tu prójimo falso testimonio. X. No codiciarás la casa de tu prójimo, ni desearás

su muger, ni su siervo ni su sierva, ni su buey ni su asno, ni cosa alguna de las que son de él.

Despues dió el Señor á Moisés instrucciones para la fábrica del tabernáculo, y las ceremonias de los sa-crificios : leyes judiciales apropiadas al pueblo he-b reo , tocante la servidumbre, el hurto, homicidio, parricidio, maldiciones, usura y otros delitos : diez-

mes, primicias, administración de justicia, obser-v a d a del Sábado y otras fiestas : todo lo cual inti-mó Moisés .-4 pueblo de orden de Dios, cuando bajo del monte,y son las que se hallan en ellibro llamado

Levítico. , , M o i s é s subió solo al monte otra vez, adonde cu-

bierto con una nube ó niebla vió la imagen de la glo-ria de Dios, y estuvo conversando con el Señor por cuarenta dias y cuarenta noches.

Esta larga detención de Moisés hizo creer a los Is-raelitas que no volvería mas su Gefe, y este ingrato e inconstante pueblo comenzó á rebelarse, llegando a tanto exceso su perversidad, que instótiéron sobre Aaron para que les hiciese Dioses que los guiasen, a imitación de los ídolos de Egipto. Es inconcebible, como un pueblo que habia recibido, en el solo espa-cio de tres meses, tantas pruebas del poder y bon-dad de un Dios que le habia elegido por suyo; de un Dios cuva voz tremenda desde el monte los acababa de atemorizar,y que temían morir si les hablaba otra vez, como pudiese, no solo olvidarse de é l , mas re-nunciarle. Sin embargo ellos insistieron, y Aaron tu-vo la debilidad de condescender^ conformarse con una petición tan impía. Aaron les mandó traer todas las allí ajas de oro que tuviesen, lo que hizo con mu-cho gusto este malvado pueblo. El precioso metal fué derretido; y echado en un molde sacaron un be-cerro de oro : Aaron le colocó sobre una peana en medio del campo, y los Israelitas le veneraron, can-tando y danzando al rededor de,su nuevo Dios.

Cuando Moisés bajó del monte, cargado con dos tablas de piedra, en las que estaban escritos los man-damientos de Dios, y vió aquella prevaricación, que-dó suspenso al ver tan grande escándalo. Indignado por el sacrilego espectáculo, arrojó las tablas, y las quebró al pie del monte : arrebató el becerro que habían fundido, le hizo pedazos, le quemó y redujo á polvo : luego le mezcló con agua, y dió á beber de él á los hijos de IsraeL Una ofensa tan grave merecía un castigo severo : Moisés exhortó á la tribu de Leví á vengar aquella abominación; se puso á la cabeza, y sacando las espadas mataron en aquel dia como vein-te y tres mil hombres, por el pecado de idolatría. Moisés suplicó ardientemente al Señor, que perdona-se al pueblo por esta vez: Dios escuchó la súplica de su siervo, y perdonó al pueblo. Moisés subió otra vez al monte, y el Señor le dió otras dos tablas como las primeras, y bajó con ellas del monte á presencia de los Israelitas, que veian su cara resplandeciente con la gloria de Dios. Moisés hizo entonces el Tabernácu-lo , el Arca de alianza, y demás cosas sagradas según las instrucciones que habia recibido del Señor en el monte.

LEVITICO.

O El Tabernáculo era una especie de tienda de cam-

paña , formada con tablas y cortinas, que se podia deshacer y remover fácilmente : y este era el templo portátil, donde el pueblo adoraba al Señor, cuando

paraban en su viáge. El Arca de la alianza era una caja, donde estaban guardadas las tablas de la Ley, cubiertas con las alas de dos querubines. Habia tam-bién una mesa cubierta de finísimo oro, en el lugar mas distinguido del Tabernáculo, dividido del resto por una hermosa cortina ricamente bordada, y sobre esta mesa reposaba el Arca. Este lugar distinguido era el propiciatorio, y el Santo de los Santos. Habia ademas en el Tabernáculo, mesa , candelero, a l tar , incensarios, vestiduras para todos los ministros, v to-das cosas necesarias para un culto solemne. La tribu de Leví fué señalada esclusivamente para el ministe-rio del Tabernáculo.

El pueblo de Israel hacia su viage en doce divisio-nes, según el número de las tribus; y cuando para-ban , sentaba cada tribu sus reales ó campamentos al rededor del Tabernáculo. Para dar el Señor á su pueblo una señal de su presencia, hacia que una nube cubriese el Tabernáculo de d ia , y un resplandor de noche : mientras esta nube se mantenía en el aire, el pueblo de Israel permanecía en el mismo lugar, y cuando la nube desamparaba el Tabernáculo, los Is-raelitas marchaban en sus escuadrones. Con esta se-ñal visible protegió el Señor á su pueblo en todas las

marchas por el desierto. Cuando todas las cosas pertenecientes al Taber-

náculo habían sido concluidas según la espresa vo-luntad de Dios, y Aaron consagrado sumo sacerdote por elección divina, se hizo un sacrificio solemne en el Tabernáculo; y Dios manifestó su aprobación, ha-

ciendo bajar del cielo un fuego visible que devoró el holocausto: lo cual visto por la multitud, se postráron con los'rostros en tierra y alabáron al Señor. Siendo una de las instrucciones que el Señor habia dado á Moisés, el mantener constantemente fuego en el al-tar , los sacerdotes iban por las mañanas y por las tar-des, á poner mas leña ó carbón para mantenerle vivo, porque las ascuas para los incensarios debian ser tomadas del fuego del altar, que se consideraba santo. Los dos hijos mayores de Aaron, llamados Na-dab y Abiu, fueron al Tabernáculo á-ofrecer el in-cienso : y hallando que el fuego del altar se habia apa-gado por olvido, pusiéron en sus incensarios otro fuego estraño y profano, y contrario á lo mandado quemáron incienso con él , lo que ofendió al Señor, é hizo salir un fuego vivo que los consumió. Moisés mandó sacar los dos cuerpos muertos del Santuario, y que los llevasen al campo: entonces se llegó á Aaron y á otros dos lujos que sacrificaban con él y les dijo: no descubráis vuestras cabezas, m rasguéis vuestras vesti-duras en señal de dolor, porque moriréis como ellos.

Dios se mostró muy zeloso por la observancia de sus preceptos al principio, para infundir el debido respeto á su santo nombre y á su Tabernáculo. Poco despues de haber castigado á los dos hijos de Aaron por la profanación del fuego, fué castigado de muerte un blasfemo. Una muger Israelita tenia un hijo de un marido Egypcio, este riñó con un Israelita en presen-cia de muchos, y en un arrebato de colera blasfemó el sagrado nombre de Dios. Todos se estremeciéron al

oír tan injuriosa palabra, y le lleváron á presencia de Moisés. Una profanación tan grave y tan nueva puso en cuidado á Moisés; y por tanto consultó al Señor sobre el castigo que merecía. Dios mandó que fuese apedreado basta morir , por aquellos mismos que ha-bían oido la blasfemia; y que así se castigase en lo su-cesivo aquel género de pecado.

NUMEROS.

E l Señor quiso ahora aproximar su pueblo á la tierra prometida, y para que supiese el número de hombres que podían llevar armas, mandó á Moisés, hacer un encabezamiento general de los Israelitas de veinte años arriba, y capaces del servicio militar, para la defensa y seguridad del pueblo: y hecha la lista, subió el número á seiscientos tres mil, quinientos y cincuenta hombres útiles. Se nombraron generales, y se dió el reglamento que se habia de observar en los campamentos para pasar el desierto de Sinai, y el de Faran. Todo arreglado se pusiéron en marcha, guia-dos siempre por la nube que cubría el Tabernáculo, y defendía al pueblo de los ardores del sol durante el dia, y por el resplandor de fuego que los alumbraba durante la noche. En este orden prosiguió el pue-blo de Dios su marcha al desierto de Faran: pero este pueblo incorregible se disgustó ahora del ma-n á , y querían otro alimento. Se acordaban de las carnes, de los peces y de todas las verduras del Egipto, y esta»memoria era estímulo á la inurmura-

cion contra Moisés, y continuada queja contra el Dios que los habia librado. El paciente Moisés fué ahora tan incomodado con el clamor general, que pidió vivamente á Dios le quitase de sus hombros la carga de aquel pesado pueblo , ó le quitase la vida. El Señor le consoló prométiendole carne para el dia siguiente; y fiel á sus promesas envió al campamento una manga de codornices que cubrió la tierra por todo un dia; y de ellas tomaron cuantas, quisiéron para comer, secar, y guardar. Dios los cas-tigó al mismo tiempo con una plaga terrible, en cas-tigo de sus antojos y murmuración.

Moisés recibió orden del Señor para combatir y echar de la tierra de Canaan las naciones idólatras que la habitaban, y que tomara posesion de aquella tierra que era la prometida. En virtud de esta orden, doce hombres, uno de cada tribu, fuéron nombrados para esplorar la tan deseada región, y traer toda la información necesaria, con respecto á la feracidad del terreno, el estado de poblacion, y carácter de sus habitadores. Estas doce espías volvieron al cabo de cuarenta dias, haciendo elogios de la hermosura y abundancia de la tierra, y en prueba de su fertilidad trajeron un racimo de uvas tan grande, que dos hom-bres le cargaban en los hombros suspendido de un varal. Nada puede igualar á la alegría y deseo de los Israelitas por entrar en la tierra de Canaan: pero cuando oyéron que los Cananeos eran hombres vale-rosos, y que habitaban ciudades grandes y fortaleci-das, su gozo se convirtió en terror pánico, y se acó-

bardaron tanto, que amotinándose contra Moisés, convinieron en elegir un caudillo que los volviese á Egipto á vivir bajo el poder de Faraón. Esto provocó la justicia de Dios, y castigó de muerte á los diez es-p i radores que habían causado aquel disgusto con sus temores infundados, reservando solo á Josué y Caleb, que llenos de confianza en el Señor procuraron ani-mar al pueblo para emprender la conquista. El Señor perdonó al pueblo por los ruegos de Moisés, y les prometió de nuevo la posesion de la tierra de Canaan, por amor de Abráhan, de Isaac y de Jacob; pero todos aquellos que habían desconfiado de su promesa, ha-bían de vagar cuarenta años por el desierto, hasta que pereciera su generación.

Moisés principió ahora á esperimentar los tiros de la envidia. Sin embargo de ser el mas humilde de to-dos los Israelitas, no podían tolerar que fuese el único á quien Dios hablase. Aaron el sacerdote y her-mano mayor de .Moisés, y María su hermana, aquella misma muchacha que se ofreció á la hija de Faraón para buscar una nodriza que criara al niño espósito su hermano, murmuraban ahora de Moisés. Aaron se quejaba de que el pueblo mirase á su hermano como único órgano de la voluntad de Dios, alegando que él también había oido al Señor: y María murmuraba de que Moisés estuviese casado con una muger (pie no era Israelita. El Señor tomó la defensa de su siervo Moisés, reprendió á Aaron, y castigó á María con lepra: el humilde hermano rogó á Dios por ellos, y fueron perdonados.

Este disgusto doméstico era indicio de una conspi-ración formada por un partido numeroso: tanto mas perniciosa, cuanto eran mas respetables los conspira-dores. Coré nieto del patriarca Leví, Datan y Abiron los principales de la tribu de Rubén, con docientos y cincuenta ge fes mas, se declararon abiertamente, r e -sueltos á privar á Moisés y á su familia del supremo poder , y del ministerio del Tabernáculo. Llenos de envidia, y movidos de la ambición convocáron una asamblea, y acusáron allí de usurpadores á Moisés y á Aaron. Atónito 3Ioises al oír una acusación tan atre-vida, se postró en la tierra é imploró, como siempre hacia, la protección del Señor en su defensa; y levan-vantánclose dijo: «Coré, ven tú mañana con todos tus asociados á la puerta del Tabernáculo, y traed vues-tros incensarios, el Señor mostrará entóncés su elec-ción. » A la hora convenida, se presentáron todos ante el Tabernáculo; Moisés y Aaron á un lado, Coré y sus partidarios al otro. Dios apareció y habló á Moisés delante de toda la congregracion, mandó se-parar á los sediciosos, y á vista de todo el pueblo, se abrió la tierra y tragó á Coré, Datan, y Abiron; al

mismo tiempo salió fuego, y consumió á los docientos —

y cmcuenta mas notables de los facciosos. Despues de este castigo, quiso el Señor manifestar

visiblemente á su pueblo la elección que se había di-gnado hacer de la tribu de Leví en la familia de Aaron para el ministerio de su Santuario; y ordenó poner en el Tabernáculo junto al Arca de la alianza doce varas, escrito en cada una el nombre del principe de

cada tribu, incluyendo la de Aaron por la tribu de declarando que la vara de aquella tribu que

floreciese mostraría la tribu que el Señor había esco-gido para el ministerio sacerdotal. Las doce varas quedaron en el Tabernáculo toda la noclie; al día si-guiente volvieron los doce príncipes al Tabernáculo, y t su mayor admiración baUáron que la vara de Aaron no solo habia echado botones y flores, mas estaba cu-bierta de hojas, y cargada de almendras; los otros p r í n c i p e s recogiéron sus varas, secas como las habían depositado. De este modo quedó establecida la pre-rogativa del sacerdocio de Aaron fuera de toda-duda.

Sosegado el pueblo de Israel despues de la sedición de Coré y sus compañeros, Moisés pidió al Rey de Edon paso por su tierra bajo términos muy pruden-tes pero rehusándolo Edon, se halló Moisés preci-sado á dirigirse hacia el monte Hor. Aquí murió el sinno sacerdote Aaron, y Eleazar su hijo le sucedió en el pontificado; habiéndose hecho esta investidura en el mismo monte. Luego que Moisés bajó de Hor con Eleazar, dió sus órdenes, y comenzó la marcha del pueblo para entrar en la tierra de Canaan. Advertido de este movimiento, Arad, rey de los Cananeos, le salió al encuentro con gente armada, mas los Israeli-tas protegidos por Dios le venciéron; él murió y sus

ciudades fuéron tomadas. Despues de esta victoria, llevó Moisés al pueblo

por un camino junto al Mar rojo, para rodear la tierra de Edon: y siendo este parage sumamente árido les faltaron los víveres, y el pueblo comenzó a mur-

murar. Favores singulares, castigos/ejemplares, mila-gros estupendos, nacía era capaz de corregir el natu-ral impaciente y desconfiado de los Israelitas: si esca-seaba el alimento, si faltaba el agua, si temían á un ene-migo, en cualquier apuroen que se vieran, no solo cul-paban á Moisés, mas aun censuraban la divina Provi-dencia,y sentían haber salidode la esclavitud de Egipto. En esta jornada se impacientáron tanto, y mostráron tanta insolencia,que provocáron la venganza de Dios, y sufríéron terriblemente por su murmuración crimi-nal. El Señor inundó el campamento con un enjambre de serpientes abrasadoras, cuyas picaduras fuéron mortales á los mas sediciosos, y muy dolorosas á to-dos. La murmuración y sarcasmos de esta díscola ge-neración se convirtiéron al instante en suspiros y ar-repentimiento: y Moisés movido á compasion interce-dió por ellos al Señor, y sus ruegos fuéron oídos. Dios le mandó hacer una serpiente de bronce, y po-nerla por señal en medio del campamento, lo cual hecho, las serpientes desaparecieron, y los picados por ellas sanáron.

Moisés levantó despues su campo, y pidió á Sebón rey de los Amorrheos paso por su tierra •; este le negó, y se puso sobre las armas, pero quedó vencido, y muerto. Og rey de Basan siguió su ejemplo, y tuvo el mismo fin que el Amorrlieo; el pueblo animado ahora con estas dos victorias procedió hasta las l la-nadas de Moab, y se acampó á la vista de Jerrcó. Balac rey de Moab informado de la derrota y muerte de Arad y de O g , no se atrevía á oponerse con las ar-

mas, é hizo llamar al adivino Balaan, para que maldi-jera al pueblo de Dios; pero este se abstuvo de ha-cerlo por amenaza del Señor. El Moabita instaba á Balaan para que fuera á maldecir á aquel pueblo que tanto temia, y el Señor permitió á Balaan ir á ver al rey, á coudicion de no decir otra cosa, sino la que el Señor le inspirara. Balaan partió á la mañana, mon-tado en su borrica, lleno de vanidad por verse corte-jado de un rey, tentado con los ricos presentes que le habia enviado, y formando pensamientos, como po-dría eludir la amonestación del Señor. Embebecido en estas cavilaciones seguía su camino, cuando la borrica se paró de repente, detenida por la presencia de un Angel que estaba en medio del cambio con una espada en la mano. Balaan, que no veía al Angel, se incomodó con la borrica, y le dió fuertes varazos: la inocente bestia detenida por delante, y apaleada por detras, se echó al suelo; Balaan mas incomodado la golpeaba con mayor fuerza, hasta que movida la burra por el poder de Dios, volvió la cabeza, habló y le dijo: ¿qué te he hecho yo? porqué me has apalea-do tantas veces? no he sido siempre mía buena burra para tí? Balaan vió entonces al Angel que le amena-zaba con la espada, y despavorido se arrojó al suelo. El Angel le reprendió por su impiedad, por su ava-ricia, y por su crueldad, y le dejó seguir su camino encargándole no decir sino las palabras que el Señor le inspirara. Balaan llegó á presencia de Balac, quien le pidió maldijera á aquel pueblo venido de Egipto; pero como el Señor inspiraba al adivino, en lugar de

maldiciones, pronunciaba bendiciones, y predecía muchas victorias.

Luego que el Señor cesó de inspirar á Balaan, habló este según la iniquidad de su corazon. Aconsejó al Rey enviar las mugeres Moabitas y Madianitas al campo del pueblo de Israel para seducirle á la idola-t r í a , hacerle perder el favor de Dios, y frustrar de este modo el efecto de las bendiciones que habia pro-nunciado por inspiración. El malvado consejo fué admitido, y produjo consecuencias muy fatales, pues gran parte del pueblo prevaricó. Irritado el Señor castigó primero á su pueblo, haciendo morir veinte y cuatro mil de los culpados: y despues castigó á los Madianitas, con la derrota y muerte de cinco Reyes, la del adivino Balaan, la de todos los hombres Madia-nitas , y de todas las mugeres que habían seducido á los Israelitas, reservando solo á las doncellas. La có-lera de Dios fué aplacada por el santo zelo de Finees, que mató á Zambri y Cozbi en actual delito; y por este hecho de su zelo por la honra de Dios, sucedió á su padre Eleazar en el sacerdocio.

Moisés y Aaron habían cometido una culpa, la cual aunque leve, no quiso el Señor quedara impune. Es-tando el pueblo de Israel en el desierto de Sin, les faltó el agua, y se amotináron contra Moisés y Aaron. Los dos santos hermanos acudieron al Señor en este conflicto, el cual mandó á Moisés tomase la vara de los prodigios, que estaba delante del Señor, y que fuera á la roca: la instrucción fué que hablase á la roca delante del pueblo, y luego brotaría agua en

i. 4

abundancia. Moisés fué al parage , y sea que dudó diera agua la roca con sola la palabra, ó que perdió por el momento su acostumbrada mansedumbre; en lugar de hablar, dió con la vara dos fuertes golpes á la peña, cosa que no se le habia mandado. Aaron inadvertidamente, ó con alguna presunción, asumió en sí el poder de sacar agua de una piedra. Dios que conoce el interior del hombre, halló culpable á los dos hermanos en esta ocasion; y entonces les declaró que en pena de esta desconfianza, no habían de en-trar en la tierra prometida. Y en cumplimiento de esta sentencia murió Aaron, y ahora se acercó el fin de su hermano. _

DEUTERONOMIO.

Moisés habia ya conducido á los Israelitas hasta las orillas del Jordán barrera que él sabia de an-temano no habia de pasar. Entonces llamó á Josué, y en presencia de todo el pueblo le confirió el go-bierno, como á sucesor; luego se dirigió al pueblo, y le repitió todo lo que Dios habia hecho á favor de ellos, tanto en tiempo de paz, como en tiempo de guerra , para perpetuarlo en la memoria de todos. También les repitió la Ley, y exhortó al pueblo á meditarla y observarla: dejándola escrita, por man-dado de Dios, en un libro qué fué puesto por los Le-vitas á un lado del Arca de la afianza del Señor en el Tabernáculo; y el cual desde entonces ha sido vene-

rado por mas de treinta y dos siglos, casi en todo el mundo.

Cuando este santo Legislador conoció que se acer-caba la hora de su disolución, exhortó á Josué á des-empeñar dignamente el alto empleo á que habia sido nombrado; á confiar siempre en Dios sin desmayar; y que concluida la conquista, distribuyese la tierra á las tribus con equidad. Luego recordó al pueblo las bendiciones de que se verían colmados, si obedecían al Señor, y las maldiciones que caerían sobre ellos, si olvidando á su Dios, seguían á los ídolos: encar-gándoles con particularidad instruir á sus hijos en la Ley, y acostumbrarlos á vivir en el santo temor de Dios. Despuesde estas santas exhortaciones, subió por mandado de Dios al monte Nebo, enfrente de Jeri-có, en las Ranadas de Moab. Allí le dijo el Señor, mostrándole todo aquel pais: Esta es. la tierra por la que juré á Abrahan, á Isaac, y á Jacob diciendo: « á tu linage la daré. » La has visto con tus ojos, mas no pasarás á eUa. Moisés tendió su vista por aqueUa sus-pirada región; y recogiéndose luego en sí mismo, murió á los ciento y veinte años de su edad. El pueblo de Israel lloró su muerte por muchos dias, vestidos todos de luto como era debido; porque Moisés habia sido el mas fiel amigo de los Israelitas, y el mas in-cesante mediador á favor del pueblo.

f

CAPITULO SEGUNDO.

GOBIERNO DE JOSIE .

JOSUE.

El nombramiento de Josué fué hecho con toda so-lemnidad ; .Moisés puso las manos sobre su cabeza, y quedó lleno de Sabiduría. Su talento militar, su esfuerzo personal, sus virtudes privadas, le califica-ban tan bien para el supremo mando, que todos le hiciéron gozosos el juramento de fidelidad. El nuevo Gefe dió orden á los príncipes del pueblo, para que pasasen al campamento, é intimasen á todos los hom-bres de armas hacer provisiones, porque despues de tres dias había de marchar el ejército á la tierra de promision. Con esta resolución envió Josué dos es-pías á reconocer la tierra, y las fortificaciones de Jericó: estos fuéron descubiertos, y cuando el Rey mandó prenderlos, Rabal), la muger en cuya casa se habían acogido, los ocultó con tanta astucia, que no pudiéron hallarlos. Esta los informó del abatimiento y temor que habia causado en todos los habitadores la noticia de la llegada del pueblo de Israel: les exi-gió juramento de salvar á ella y á su familia, cuando entraran la ciudad, y luego los descolgó con una soga, por la ventana de su casa que caia sobre la muralla. Estos dos espías mas animosos y resueltos que los otros enviados por Moisés, volviéron al campamento

y dijéron á Josué, que los habitadores estaban tan abatidos de temor, que 110 tenían mas confianza de salvarse sino la que les daban los muros.

Josué levantó el campamento de noche , y llegó á la orilla del Jordán: entonces dió orden para que los sacerdotes tomasen el Arca de la alianza, y pasaran el rio delante del ejército. El Jordán estaba á la sazón muy crecido, y apénas los ministros tocaron el agua con sus pies, se detuvo la corriente por la parte de arriba, hinchándose á manera de un. monte, y cor-riendo el agua de la parte de abajo, quedó la madre del rio enteramente seca. Los sacerdotes que carga-ban el arca, se detuvieron en la mitad, hasta que pa-sáron á pie enjuto los cuarenta mil combatientes de que se componía el ejército de Israel. Para memoria de este prodigio mandó Josué poner en el paso del rio doce piedras por doce hombres escogidos uno de cada tribu: y sacar doce piedras del r io , para po-nerlas en el campamento. Esto hecho, y marchando los que llevaban el arca, las aguas detenidas corrié-ron con grande ímpetu hasta juntarse con la otras.

Despues de muchos siglos de promesa, y de muchos años de trabajos, entró el pueblo de Israel en la tier-ra prometida. Tenían la protección del Señor, pero también tenían que pelear. La ciudad de Jericó era el baluarte de Canaan : estaba muy fortifica'da y bien guarnecida, pero el Señor prometió ponerla en las manos de su pueblo. Los sacerdotes recibiéron orden de pasear el Arca una vez cada dia al rededor de la ciudad, y al son de las trompetas; esta orden fué

ejecutada cou puntualidad; y dando la vuelta al sép-timo dia, Josué mandó hacer alto á las tropas y que gritasen : en aquel mismo instante que el sonido de las trompetas y los gritos de los soldados resonaban con horror en los oidos de la guarnición, se desplo-maron los muros de Jericó, dejando libre entrada á las tropas de Israel. Todos los habitantes que había en la ciudad, desde el hombre hasta l amuger , desde el niño hasta el anciano fuéron pasados á cuchillo en aquel dia. Tan terrible fué el castigo con que Dios vi-sitó á aquellos idólatras, que solo la muger que habia salvado á los dos espías, sus padres, hermanos y pa-rentela escaparon con la vida. Luego que los Israeli-tas tomaron posesion de la ciudad y comarca de Jeri-có , comenzáron á hacer pan de trigo, y cesó de caer para siempre el maná del cielo.

Antes del ataque sobre Jericó, Josué publicó una orden prohibiendo severamente á sus soldados el guardar para sí oro, plata , ó alhaja alguna; porque habia consagrado solemnemente al Señor todo el despojo de aquella ciudad. En contravención de este edicto, Acan, soldado de la tribu de Judá, habia to-mado para sí una capa de grana muy rica, docientos ducados de plata, y una regla de oro de mucho valor. Dios se mostró sentido de esta transgresión, infundien-do temor en una división de las tropas de Israel, que liuyéron vergonzosamente delante de un corto núme-ro de enemigos, dejando treinta y seis hombres muer-tos en la fuga. Alarmado el valiente Josué con esta infame conducta de sus soldados en medio de sus vic-

tonas , se postró en el suelo, rogando al Señor le die-se á conocer la causa de esta desgracia. Y sabiendo que era el hurto sacrilego de Acan, mandó apedrear-le de muerte en el valle de Acor.

Josué tomó despues la ciudad de Haí, haciendo en ella el nüsmo estrago que en Jericó. Alarmado Adoni-sedec Rey de Jerusalen con estas conquistas de Josué, y mucho mas con la alianza de los Gabaoiútas, avisó á otros cuatro Reyes confinantes, para unir sus tropas y apoderarse de la ciudad de Gabaon, á fin de privar al pueblo de Israel de este apoyo. Los cinco Reyes se uniéron y pusiéron sitio á la ciudad. En esta aflicción los Gabaonitas imploraron socorro á Josué, y este ac-tivo caudillo caminando toda la noche desde Gálgala, á la mañana cayó de improviso sobre ellos, y los pu-so en el mayor desorden. Josué los perseguía hacien-do gran matanza, y temiendo que acabado el dia, se escapase el resto á la sombra de la noche, imploró al Señor. La confianza sin igual que este santo varón te-nia en su Dios le movió á mandar al Sol y á la Luna parar su curso; delante de todos los hijos de Israel miró al cielo, y dijo en alta voz : Sol, detente sobte Gabaon, v Luna, párate sobre, el valle de Ayalon. ¡Prodigio sin ejemplar! el Sol y la Luna se pararon á la voz de Josué, hasta que el ejército del Señor completó la destrucción de sus enemigos.

Los cinco Reyes cananeos, que habían huido con tiempo, se ocultaron en una cueva; Josué la rodeó con un destacamento, los mandó sacar, les quitó las vidas, los suspendió de cinco maderos por todo un

dia, y al ponerse el sol mandó echar los cadáveres en la misma cueva. Este campeón israelita v enció en diferentes acciones á treinta y un Reyes, conquistó casi toda la tierra de Canaan, y dejó al pueblo de Dios en posesion de la tierra que le habia prometido. Concluidas felizmente las operaciones militares de es-te general, siempre victorioso bajo la protección del Señor, solo restaba distribuir el pais conquistado en-tre las tribus, según las últimas instrucciones del le-gislador Moisés ; Josué io hizo fielmente, dividiendo las porciones en justicia y equidad, y sorteándolas despues entre las tribus, como lo habia mandado el Señor.

Despues de este último acto del gobierno glorioso de Josué, como se sintiese muy viejo, convocó á los Ancianos, á los Príncipes, Caudillos y Magistrados <jue representaban al pueblo de Israel; y puestos to-dos á su presencia, les habló en estas palabras : «Yo soy viejo, y me hallo en una edad muy avanzada: vosotros veis todo lo que el Señor nuestro Dios ha he-cho con las naciones que teneis alrededor, y que vi-siblemente ha combatido por vosotros. Ya queda re-partida por suerte la tierra que el Señor os habia prometido, y de la que tendréis completa posesion. Guardad de corazon todas las cosas que están escritas en el libro de la Ley que nos déjó Moisés, y 110 os desvieis de ellas, ni á la diestra ni á la siniestra. Pro-curad diligentemente amar al Señor vuestro Dios : porque si os adherís á los errores de los idólatras que os rodean; si os mezcláis con ellos por matrimonios;

y si contraéis con ellos amistades ilícitas, t'ened en-tendido desde ahora, que el Señor, léjos de ayudar-os contra estas naciones, descargará su irresistible furor contra vosotros, y arrebatará de vuestras manos lo que ya poseeis. »

Josué pasó luego á Siqucn, y pocos dias despues convocó otra vez á los principales-de las doce tribus de Israel, y les habló en nombre del Señor. En esta ocasion les recordó todos los beneficios, que habían recibido de Dios, desde la vocation de Abrahan y.su salida de Mesopotamia, hasta aquella presente hora , concluyó exhortándolos á temer y servir á Dios con corazon perfecto y sincero. El pueblo prometió so-lemnemente nunca abandonar al Señor, ni servir á los dioses, ágenos : y Josué mandó poner una lápida grande en el Santuario, para recordar este voto al pueblo y á sus descendientes, dejando al mismo tiempo depositado un libro, en el que habia es-crito todo lo acaecido desde la muerte de Moisés. Luego despidió al pueblo para que cada uno fuese á su posesion :y Josué empleó los últimos dias de su vi-da en meditar la Santa Ley, y dar gracias al Señor. Este esclarecido Siervo de Dios murió poco despues á los ciento y diez años de su edad, con mucho senti-miento de todo Israel.

1

CAPITULO TERCERO.

GOBIERNO DE LOS JUECES.

LOS JUECES.

Con la muerte de Josué quedó el pueblo de Israel sin caudillo : y considerándose las tribus en igualdad de derecho, se gobernaba cada una, según las cir-cunstancias en que se hallaba, y según el Ínteres que se proponía. Declaraban guerra, hacían paces, con-trataban alianzas, formaban tratados, según les con-venia, y muchas veces sin atender á su conveniencia. En estado de separación, no advertían los Príncipes de Israel, que la prosperidad de una tribu era opre-sora de las demás; y que en la ruina de otra peligra-ban todas. La casa de Judá se engrandeció con muchas victorias, conquistó muchas ciudades fuertes, derrotó y mató al poderoso Adonibezec que se lison-jeaba haber cortado las manos á setenta Reyes, y te-nerlos esclavos en su casa; pero al mismo tiempo la tribu de Dan estaba oprimida por el Amorreo. Sin embargo, miéntras estos Príncipes coetáneos de Jo-sué gobernáron, aunque desunidas las tribus, se man-tuvieron todas fieles al voto que habían hecho á Dios en presencia de Josué : mas luego que pasó esta ge-neración, cuarenta años escasos despues de la muer-te de aquel ilustre caudillo, se olvidáron de la pro-mesa que habían hecho sus padres, y de la lápida

colocada en el Santuario para recordarla Se entre-casáron con los idólatras, se estrecháron en amista-des ilícitas, olvidáron á su Dios, y adoraron á los age-nos. Este inemendable pueblo, fiel en las horas de ad-versidad, insolente y prevaricador en los tiempos di-chosos , provocó ahora la ira del Señor, quien le pu-so en esclavitud por ocho años, bajo el duro cetro de > Cusan Rasatain, Rey de Mesopotamia.

No pudiendo soportar esta dura opresion, volvié-ron á su Dios, protestáron arrepentimiento, é im-ploraron perdón. La infinita bondad de Dios no se negó jamas á su ingrato pueblo, y ahora le dió un Salvador para que los l ibrase: este fué Otoniel, el primero de los Jueces de Israel. Este Gefe juntó un ejército, salió á combatir al Rey Cusan, y bajo la vi-sible protección del Dios de Israel dió batalla al Me-sopotamo, le derrotó, y tomó prisionero, libertando con esta señalada victoria á todo Israel.

Otros cuarenta años de independencia y prosperi-dad borráron de la memoria de los Israelitas su pasado castigo, y la victoria de Otoniel. Volviéron á la ido-latr ía , y los Moabitas fuéron el instrumento de su castigo : diez y ocho años bajo el pesado yugo de Eglon Rey de Moab hiciéron conocer á los Israelitas el crimen de su prevaricación : afligidos clamáron á Diosj y el Señor les dió otro Libertador. And fué el personage escogido por Dios para librar á Is rae l : es-te atrevido caudillo fué solo al palacio de Eglon, le asesinó en su retrete, salió de la ciudad, y llamando á los Israelitas, se puso á su frente, y tomáron l a

•ciudad de Moab con grande destrucción de sus habi-tantes. Así se salvó Israel por la intrepidez de Aod, el segundo Juez, y viviéron en paz por ochenta años.

El tercer Juez de Israel fué Sangar, quien libertó al pueblo de la opresion de los Filisteos.

El cuarto Juez fué Barac, asistido por la profetisa Débora. El transitorio arrepentimiento de Israel du-raba solo con la señal del azote, y quitada esta, se borraba la memoria del castigo. Los Israelitas volvió-ron otra vez á la idolatría, y en castigo de su maldad, cavéron bajo la dominación de Jabin Rey de Canaan. Sisara su general los oprimía en estremo : por mas de veinte años los estuvo aterrando con sus tropas nu-merosas, y sus espantosos carros armados. Débora gobernaba al pueblo de Israel en este tiempo, y aun-que dotada de prudencia y fortaleza bastante, para arrostrar los mayores peligros, juzgó ahora conve-niente nombrar un general. Los talentos de Barac le mereciéron esta elección, y Débora le mandó mar-char contra Sisara. Barac no quería tomar el mando de las tropas, si Débora 110 le acompañaba : esta con-sintió , y partiéron los dos á la cabeza de diez mil combatientes hácia el monte Tabor. Informado Sisa-ra de este movimiento juntó novecientos carros de hierro que tenia armados, y movió todo su ejército hácia el Cison. Barac le atacó con tanto ímpetu que derrotó todo el ejército de Jabin, y su general Sisa-r a huyó solo y á pie hasta la tienda de Jael. Esta le ofreció asilo en su casa; Sisara le admitió sin rezelo, y fatigado de la fuga se quedó dormido, despues de

haber refrescado. La seguridad de su patria obligó á Jael á faltar al derecho de hospitalidad; viendo que Sisara dormía profundamente, tomó un clavo, y dán-dole un fuerte golpe con un martillo, le atravesó por las sienes la cabeza hasta el suelo. Así quedó el pue-blo de Israel libre de la dominación de Jabin por el valor de Barac, por el consejo de Débora, y la reso-lución de Jael.

La vigilante administración de Débora, su consu» mada prudencia y firmeza heroica mantuvo á los Israe-litas en mayor sujeción y obediencia, que JIoises y Josué con toda su autoridad suprema. Su muerte jus-tificó la desconfianza que esta muger tenia de la fide-lidad del pueblo : pues apénas se viéron libres de su mando, no solo volvieron á la idolatría, mas también á un libertinage desenfrenado. Madian fué ahora el verdugo que Dios escogió para suavizar la dureza de su

pueblo. Los Madianitas eran una nación cruel y bár-bara , que no se contentaba con la esclavitud de Is-rael, mas parece procuraba su esterminio. No les

. permitían gozar ni aun aquellos frutos de la tierra mas necesarios : sus campos eran talados por ejércitos numerosos; sus mieses destruidas por la multitud de sus ganados; tanta era la humillación de los Israeli-tas , que se hallaban obligados á refugiarse en las grutas y cavernas que habían hecho en los monte?. En esta estrema miseria clamáron áDios; su arrepen-timiento parecía mas sincero que en ninguna otra oca-sion; el Señor se compadeció de su pueblo, y esco-gió á Gedeon para librarle de esta cruel opresion. El

Angel del Señor en trage de peregrino, se le apare-ció sentado al pie de una encina, cuando este robusto jóven estaba afanado en aventar una parva, para guardar el trigo antes que se le quitasen los opreso-res. Elmensagero celestial le anunció su destino, mas Gedeon lo dudaba, á causa de la oscuridad de su fa-milia, y la insignificancia de su persona : hasta que descubriéndose el Angel, le comunicó la voluntad di-

* vina, y Gedeon se preparó á ejecutarla.

La primera orden (pie recibió fué destruir el altar deBaal , y el bosque que le rodeaba. Gedeon juzgó prudente hacerlo de noche, y tomando consigo diez peones de su casa, taló el bosque, arrasó el altar (leí ídolo, erigió otro al Señor, y le sacrificó un toro. Los Madianitas y Amalecitas juntáron sus tropas, y pa-sando el Jordán, acampáron en el valle de Jezrael, para hacer una de sus acostumbradas escursiones. Este peligro inflamó el zelo de Gedeon : al instante tocó la trompeta marcial, y juntó un gran número de hom-bres de todas las tribus, los que unánimemente le reco-nocieron por Gefe. El jóven general estaba dotado de valor y firmeza, pero desconfiaba de su mal organi-zado ejército, para contender con tropas disciplina-das : y por esto ántes de entrar en lid con tan formi-dable enemigo, pidió humildemente al Señor pruebas evidentes de su protección. Primeramente puso un vellocino de lana en la era por toda una noche; y halló por la mañana todo el suelo al rededor seco y el vellocino empapado en rocío/exactamente como ba-hía deseado. Implorando perdón al Señor por su im-

portunidad, pidió el mismo milagro en efecto dife-rente : y á la mañana halló todo el suelo mojado, y seco el vellocino. Satisfecho con estas pruebas, movió Gedeon su ejército, y marchó á encontrar ai enemigo, seguro de la victoria.

El ejército de Gedeon era muy numeroso, y cono-ciendo el Señor la vanidad y petulancia de los Israe-litas, quiso convencer á su pueblo, que era é l , y no as fuerzas de Israel, quien destruiría á los enemigos.

Para este fin, mandó á Gedeon tomar solo trecientos hombres con él , llevando cada uno un cántaro con una luz dentro, y una trompeta, y que entrase con este puñado de gente, durante la noche, en medio del campamento de los Madianitas. Así fué hecho, y a una señal concertada, quebráron todos sus cántaros unos contra otros en un momento : luego tomáron la luz en la mano izquierda, la trompeta en la derecha, corriendo por el campo, los unos tocaban miéntras los otros gritaban : « La espada del Señor y de Ge-deon. » El campo enemigo se llenó de confusion, to-dos empuñáronlas espadas y se mataban unos á otros; los Israelitas entretanto, aprovechándose de l a confu-sion , los perseguían haciéndoles cruel estrago por to-das partes. La tribu de Efrain se había apoderado del paso del Jordán, y los que escapaban del campo, pere-cían al filo de sus espadas. Ciento veinte mil enemi-gos perecieron en esta jornada con Oreb y Zeb sus caudillos. El victorioso Gedeon, que también se lla-maba Jerobaal por haber demolido el altar del ídolo partió luego contra Sebé y Salmana Reyes de Ma-

dian; los sorprendió en Nobé, derrotó su ejército y

tomando prisioneros á los dos Príncipes, que habían

huido del campamento, les quitó la vida él mismo. Agradecidos los Israelitas á los señalados servicios

que Gedeon había hecho á la patria, le ofreciéron el Gobierno de Israel, hereditario en su familia, mas este ilustre Defensor desechó la propuesta, declaran-do (¡ue el Señor había-de mandar solo sobre su pue-blo. Entonces se retiró á los ejercicios de su vida pri-vada, y murió en paz dejando una familia muy nu-merosa. Entre los setenta hijos que sobrevivieron á Gedeon había uno llamado Abhnelec; este monstruo unía á un natural el mas ambicioso, todo el valor y fortaleza de su padre; y á la mas violenta inhumani-dad, toda la crueldad de una fiera. Se hizo Rey de Israel en Siquen su patria, por medios artificiosos, y te-miendo oposicion en su familia, hizo matar sobre una misma piedra á sesenta y ocho hermanos, quedando con el feroz sentimiento de habérsele escapado Joa-tan el hijo menor de Gedeon. Los mismos Siquenitas que le habían ceñido la diadema, se cansaron pronto de su tiranía, y conspiraron contra él , pero siendo muy débiles para resistir á un hombre como Abime-lec fuéron todos pasados á cuchillo, y la ciudad sem-brada de sal. Algunos que pudiéron salvarse de la ciudad, se refugiaron á una torre : el sediento ester-minador la rodeó de leña, y poniéndole fuego, pere-cieron mil personas que liabia en ella. De allí pasó á Tebes, y queriendo hacer el mismo estrago en la tor-re de la ciudad, al acercarse al pie, fué muerto con

A el golpe de un pedazo de piedra de molino, que ar-rojó una esforzada muger desde las almenas de la torre. Así castigó el Señor á Abhnelec por la muerte de sus hermanos; y cá los Siquenitas por haberle nom-brado Rey.

Tola y Jair fuéron los Jueces que gobernaron al pueblo de Israel despues de Gedeon : el primero por veinte y tres años, y el segundo por veinte y dos.

Jef té , hombre muy esforzado , y de grande espe-riencia militar, fué electo Juez por el pueblo, cuando se halló oprimido por los hijos de Ammon. Este hu-mano general hizo cuanto pudo, para disuadir á los Ammonitas de sus injustas irrupciones, y evitar por medios amistosos la ruina de los pueblos, y la ma-tanza de hombres : pero viendo infructuosos todos sus esfuerzos, juntó el ejército y le preparó para la campaña. Era necesario pasar con sus tropas por la tierra de los Amorreos, y envió mensageros al Rey Seon para pedirle paso : este le negó, y salió para oponérsele. Jefté imploró el favor del Dios de Israel, y con su auxilio derrotó enteramente al ejército Amor-reo , y ocupó el pais.

Obtenida esta victoria tomó sus disposiciones para combatir á los Ammonitas. Deseando Jefté complacer á Dios, y obtener por su favor el triunfo sobre un ejército formidable, hizo voto al Señor diciendo : « Si pusieres en mis manos á los Ammonitas, el prime-ro que saliere de las puertas de mi casa, sea el que fuere , y se presentare á mí cuando vuelva en paz, le

ofreceré al Señor en holocausto. » Jefté atacó á los Ammonitas, é hizo prisionero á todo el ejército. La noticia de un suceso tan feliz voló á la familia de Jef-t é , y volviendo este á su casa despues de la batalla, la única lúja que tenia salió gozosa á recibirle con música y danza, acompañada de sus doncellas. Jefté se acercaba pensando en su voto, y aguardando la víctima, cuando vió el destino fatal de su amada hi ja; la sensación de dolor partió su corazon, y rasgando sus vestiduras esclamó : Ay de mi! hija mia! y luego le dijo el terrible voto que habia hecho. La hija se

sometió resignada, y solo pidió á su padre dos meses de suspensión, para llorar su infausto hado con sus amigas en un retiro, prometiendo volver para que su padre cumpliera el voto que habia prometido al Se-ñor. Jefté concedió el triste plazo, y pasados los dos meses, se presentó al altar esta fiel hi ja , para que el religioso padre cumpliera su voto. Las jóvenes de Is-rael se juntaban, todos los años, para celebrar el ani-versario del sacrificio de esta virgen desgraciada. Jefté gobernó al pueblo seis años y murió en Galaad.

Veinte y cinco años despues de la muerte de Jef té , el desleal pueblo de Israel volvió á apostatar, y en cas-tigo de su obstinada perfidia los sujetó el Señor al poder de los Filisteos. Las vejaciones que sufrían los Israelitas bajo el azote de esta raza orgullosa, les hi-zo levantar el grito al cielo, y pedirperdon.á su ofen-dido Dios. El Señor se compadeció de su pueblo, y les envió un personage que confundiese á sus enemi-gos, mas con sus hazañas personales, que en batallas

LOS JUECES. 95 • •

ordenadas. Este hombre fué Sansón, y todo fué es-traordinario en este héroe. Su nacimiento fué anun-

*

ciado á su madre por un ángel, en estas palabras : « Estéril eres y sin hijos, mas concebirás y parirás un niño, á cuya cabeza no tocará navaja, porque será Nazareo de Dios desde el vientre de su madre , y él librará á Israel de manos de los Filisteos. » Manué el marido de esta muger creyó el vaticinio del ánge l : y la madre, durante el tiempo de su ocupacion, no co-mió cosa inmunda, ni bebió licor alguno fermentado. Sansón nació, fué educado según la instrucción del ángel, creció,.y vino á ser el hombre mas fuerte del mundo. Cuando Sansón era mozo, fué con sus padres á Tamnata para pedir en casamiento á una joven que le habia agradado mucho. En el camino se apartó un poco de sus padres, y á este tiempo salió un furioso león de una viña inmediata, y vino hácia él para de-vorarle. Sansón sin armas, sin palo, solo con sus manos desnudas, se arrojó á la fiera, y la despedazó como si fuera un cabrito : luego fué con sus padres sin decirles lo que le habia ocurrido. Despues de al-gunos dias tuvo que pasar por aquel camino, y apar-tándose á ver el esqueleto del león, halló en su boca un enjambre de abejas, y un panal de miel ; Sansón tomó el panal y se le comió por el camino. La novia que le habia sido prometida, casó entretanto con un Filisteo por orden de su padre; y esta infidelidad ir-ritó tanto á Sansón, que se declaró enemigo de todos los Filisteos.

El primer acto de su venganza fué coger trecientas

zorras, y atando unas á otras por las colas, puso,un tizón ardiendo en el nudo que juntaba cada par : lue-go las soltó, y entrándose por los campos, inceudiá-ron las mieses, las viñas y hasta los olivares. Los Filisteos llegáron á descubrir el autor de esta traza fatal, y no pudieudo vengarse en Sansón, quemáron vivos al padre y á la hija porque habían sido causa de su enojo. Nada satisfacía á Sansón despues de haber declarado guerra eterna á los Filisteos, cada dia ha-llaba ocasion.dedarles pruebas funestas de su valor estraordinario ; hasta que consternados levantaron un ejército para oponerse á un hombre solo; ameuazáron á l a tribii de Judá, que 110 dejarían las armas de las manos hasta vengarse de Sansón; y como el pueblo de Israel estaba bajo la dominación de los Filisteos, resolvieron entregar al que era causa del peligro que los amenazaba. Sansón se liabia retirado solo á una -cueva en Etan, y allí fuéron tres mil Israelitas para agarrarle: bajo la promesa de que no le matarían, se rindió, y despues de atarle los brazos con fuertes cuerdas, le entregáron á sus mortales enemigos.

Nada podía igualar á la alegría de los Filisteos, cuando vieron amarrado y bajo su poder á tan formi-dable adversario : así llenos de gozo, prorumpiéroii en vivas, y marcháron en triunfo con su presa: Sansón se irritó con la insolencia de sus enemigos, y asistido por el espíritu de Dios, hizo esfuerzos y rompió las retorcidas ligaduras, como se parte un hilo ála llama de la luz. Viéndose ahora con sus membrudos brazos desembarazados, agarró la quijada de un asno que

accidentalmente estaba allí cerca, y acometiendo fu-rioso al ejército que le conducía, dejó mil hombres tendidos en el campo de tan desigual batalla. Con el esfuerzo violento que hizo en esta sangrienta acción, quedó muy afligido de la sed; y habiendo rogado al Señor le socorriera en aquella necesidad, salió mila-grosamente agua de la misma quijada, con la cual se refrescó, y se salvó de sus enemigos.

Este último suceso llenó de espanto á los Filisteos, y escitó mas su venganza : ya 110 pensaban acome-terle en persona, sino acecharle en oculto. Sansón fué á la ciudad de Gaza, y habiéndose divulgado en el pueblo su llegada, formaron el plan de vengarse de él. Cerraron las puertas de la ciudad, y rodearon el muro para que no se les escapase por la noche. San-son ignorante del peligro reposó tranquilo, hasta que informado á media noche de las medidas tomadas contra él , se levantó para salir de la ciudad. La guar-dia confiando en las fuertes y dobles cerraduras, se había retirado á otro lugar, cuando Sansón llegó á la puerta : esta barrera no le acobardó, juntó todos sus esfuerzos, y de un solo impulso desprendió las puer-tas del muro, derribando los pilares y rompiendo las cerraduras. Luego tomó las puertas sobre sus espal-das, y llevó aquellas dos ponderosas hojas á la cum-bre del monte que mira al Ilebron.

Este fortísimo varón, á quien nada pudo hacer la fuerza unida de los hombres, fué postrado por una pérfida muger. Dálila no tenia mas poder que su her-üiosura, ni mas fuerzas que sus caricias: esta astuta

98 LOS JUECES,

y venal muger indujo á Sansón á descubrirle el secreto de su fuerza prodigiosa, y este descubrimiento fué su ruina. La desmoralizada amiga le. hizo dormir sobre sus rodillas, un barbero que estaba prevenido, le rapó la cabeza, y con la pérdida del cabello, quedó Sansón como un cordero, á merced de los Filisteos. Estos crueles enemigos le sacáron luego los ojos, y le llevaron á Gaza atado con cadenas, y encerrándole en la cárcel, le hiciéron moler trigo.

Los Filisteos señaláron un dia de grande solemni-dad, como aniversario, para dar gracias á su ídolo Dagon, por haber puesto en sus manos á un enemigo tan poderoso como Sansón : despues se juntáron á un banquete, y en un movimiento de su inebriada alegría fué propuesto, aplaudido, y mandado traer á Sansón para mofarse de él. Para mayor escarnio le hiciéron estar de pie á vista de todo el concurso, en-tre las dos columnas que sostenían todo el edificio, dentro del cual habia como tres mil personas. Sansón corrido con tan vergonzosa situación suplicó al Señor le restituyese en aquella hora toda su fuerza anterior, y sintiendo en su interior el impulso de su recobrado vigor, asió los dos pilares que tenia á sus lados, y se inclinó con todo el esfuerzo posible; muera Sansón, dijo, con los Filisteos, y trastornando las dos colum-nas se desplomó todo el edificio, y enterró á tres mil Filisteos bajo sus ruinas. Así pereció Sansón entre sus enemigos, despues de haber juzgado á Israel por veinte años : sus hermanos y parientes sacáron su

cuerpo, y le enterraron en el sepulcro de sus mayo-res.

RUT.

Despues de la muerte de Sansón, Eli que era Sumo Sacerdote reunió en sí el gobierno de Israel, y fué el décimo de sus Jueces. La Santa Escritura nos da en este tiempo ima corta historia de un ejemplo admirable de. amistad la mas sincera : tanto mas estraordinaria cuanto era entre dos mugeres, cuyo parentesco no es por lo general muy adaptado á pro-ducir un afecto de íntimo amor. Una suegra y una nuera, Noeini y Rut fuéron compañeras insepara-bles en los mayores trabajos y adversidades.

Elimelec y su muger Noemi con dos hijos que te-nían, dejáron la ciudad de Belén en Judá, y fuéron á la región de Moab, para librarse de la gran penu-ria que afligía á su pais. Los dos hijos casáron con mugeres Moabitas, pero muriéronsin sucesión, poco despues de Elhnelec su padre. Noemi quedó viuda y huérfana, en estrema pobreza, y pais estraño : en este estado de desconsuelo vivió algunos años con las dos nueras, que se habían mantenido con ella des-pues de la muerte de sus maridos. Oyendo Noemi que la abundancia habia vuelto á Judá determinó salir de Moab y volverse á su tierra y comunicó á sus nueras su determinación, para que se quedasen con los suyos, porque ella era pobre, y seria obligada á vivir de li-mosna. Una de las nueras creyó muy prudente el

consejo, y se fué con su familia, pero la otra llamada Rut le rogó Con lágrimas, que no la apartase de sí. «Yo te acompañaré, le decía, adondequiera que vayas : donde tu morares, allí moraré yo también: tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios:

* seré tu compañera en tus trabajos, contigo viviré, contigo moriré, y solo la muerte podrá separarme de ti. » Movida Ñoemi con tan singular cariño abrazó á Rut, y las dos se vohiéron á Belen.

ComoNoemi no había dejado hacienda en Judá, ni habia traído bienes de Moab, se halló en la nece-sidad de mandar á Rut á recoger las espigas que de-jaban atras los segadores, y con ellas hacer pan para alimentarse. Un labrador rico llamado Booz, á cuyos rastrojos iba Rut á espigar, informado de la virtud y buenos oficios que esta fiel muger hacia á Noemi, _ mandó á los segadores dejar á propósito espigas sufi-cientes , para que la muchacha las tomara sin rubor. Booz recibió despues-tantas pruebas de la virtud, j bondad de Rut , que resolvió tomarla por muger.

Entre los Israelitas habia un derecho de parentes-co , por el cual el pariente mas próximo á un hombre casado que moría sin tener sucesión, podia tomar por muger á la viuda en preferencia á otro pariente mas lejano; y cuando cedía el derecho á otro, para que la cesión fuese válida, se quitaba el zapato, y se le daba al pariente ménos próximo. En este caso se hallaba Booz, no pudiendo casarse con Rut hasta que otro pariente mas cercano renunciase su derecho. Booz citó al otro pariente delante de diez ancianos,

y hecha por este la renuncia de su derecho, casó so-lemnemente con Rut. Este casamiento, debido á la virtud y amistad heroica de Rut para con su suegra, mereció las mas felices bendiciones á toda la familia. Booz tuvo un hijo en Rut llamado Obed: este fué pa-dre de Isai', y este fué padre de David.

LOS REYES I.

El juez Eli siendo al mismo tiempo Sumo Sacer-dote del Dios de Israel, asistía en Silo para ofrecer al Señor los sacrificios y oraciones de su pueblo. Ana estaba casada con Elcana, y vivía sumamente afligi-d a , porque no tenia hijos. El Sacerdote Eli estaba un dia sentado delante de las puertas del templo, cuan-do entró Ana á ofrecer sus oraciones; afligida por su esterilidad, oró al Señor derramando copiosas lágri-mas, é hizo un voto diciendo: « Señor de los ejérci-tos, si volviendo los ojos, mirares la aflicción de tu esclava, y te acordares de mí , y dieres á tu sierva un hijo varón, te lo consagraré, Señor, por todos los dias de su vida.» Eli le dijo : vete en paz, y el Dios de Israel te conceda la petición, que le has hecho. El Señor oyó la súplica de Ana, concediéndole un l i i jo ,á quien puso el nombre de Samuel: y cuando cesó de alimentarle á sus pechos, le trajo al templo; ofreció al Señor una hostia solemne, y luego presen-tó el niño al Sacerdote Eli diciéndole: «Ruégote, Señor núo , recibas este niño que he consagrado al servicio de Dios por todos los dias de su vida. Yo soy

i- * 5

aquella muger que estuve aquí orando al Señor de-lante de t i : por este niño oré , y el Señor me conce-dió la petición que le hice.» Ana entonces hizo un cántico de gracias al Dios de Israel.

La fiel y piadosa Ana partió del templo, despues de haberse desprendido de su deseado y tierno hijo, en nna edad en la que las gracias y caricias de la inocen-cia le hubieran llenado el corazon de contento y feli-cidad. Samuel quedó con Eli consagrado al servicio del Tabernáculo, y su madre le Uevaba una túnica de li-no cada año, cuando subia con su marido á ofrecer el sacrificio solemne.

Eli era un varón justo y recto, pero sus dos hijos Ofni y Finees eran malvados, porque no servian al Señor, ni conocian las obligaciones de los Sacerdotes respecto al pueblo. Eli oia frecuentemente quejas muy justas de los excesos graves de sus hijos, pero en lu-gar de castigarlos con la severidad que merecían sus crímenes atroces, solo los reprendía blandamente. Esta culpable connivencia de Eü como Pontífice, y criminal negligencia como padre , ofendió mucho al Señor, y le envió á decir por un Ponfeta, que su fa-milia seria privada del Sacerdocio, y que sus dos hi-jos Ofni y Finees morirían ambos en un dia. Castigo justo y debido á un padre que toleraba la corrupción moral de sus hijos, y á estos por la profanación que hacían de su ministerio sagrado. Estando el joven Sa-muel una noche en el templo, oyó una voz que le lla-m a b a ^ creyendo era la de Eli, fué á saber lo que le mandaba: segimda vez fué llamado Samuel, y segunda

vez fué este á verlo que le mandaba E ü : y escuchando al Señor la tercera vez, le fué comunicado lo mismo que el Profeta habia anunciado áEli. Samuel creció, el Señor le hizo profeta, y fué venerado por todo Israel.

Durante el Gobierno de E l i , los Filisteos hiciéron guerra contra el pueblo de Dios, y en el primer en-cuentro huyéron los Israelitas con pérdida de cuatro mil hombres. En una mala administración se pierden todas las virtudes públicas; y así la presente corrup-ción del pueblo trajo sobre sí el mayor de todos los males que esperiméntó Israel desde su salida de Egipto. Convencidos los Israelitas de su impotencia para li-brarse por sí mismos de la calamidad que ahora los oprimía, enjugar de hacer penitencia para aplacar al Señor , y merecer la protección que tantas veces ha-bia dado á su pueblo, solopensáron en llevarla Santa Arca de la alianza á la batalla. Este insensato pueblo, tomando esta medida, parece quería forzar al Dios de los ejércitos á defender su causa, ó perder el monu-mento mas sagrado y mas solemne de su religión y de su favor. El Arca fué removida contra el espreso man-damiento del Señor, con la circunstancia agravante de ser conducida por los sacrilegos hijos de Eli. Los Filisteos se intimidáron al principio á la presencia del Excelso Dios de Israel, pero animados por sus gefes, diéron la batalla y derrotáron á los Israelitas en todos los puntos : Ofni y Finees con treinta mil hombres quedáron muertos, y el resto huyó vergón-zpsamente, abandonando á los incircuncisos el sagra-

do Símbolo de la Predilección divina que habían cus-todiado por trecientos setenta y cuatro años. Eli , sen-tado á la puerta del Tabernáculo, aguardaba cuida-doso el éxito del combate : el mas ligero de los fugi-tivos le informó de la derrota del ejército, la muerte de sus dos hijos, y la pérdida del Arca. Esta última palabra sobresaltó al anciano Pontífice, y cayendo de espalda se descoyuntó la cerviz. Eli murió castigado por los pecados de sus hijos á los noventa'y ocho años de su edad, y cuarenta de su gobierno, en el que le sucedió Samuel.

Israel se estremecía con la idea de que la Santa Arca seria profanada por los infieles; mas el Excelso Dios cuyos arcanos son incomprensibles, castigan-do á los Israelitas con la voracidad de sus remordi-mientos por esta pérdida, confundía á los Filisteos con la manifestación de su poder. Los infieles lleva-ron el Arca como trofeo de su victoria al templo de Dagon; pero este frágil ídolo no pudiendo mante-nerse delante del Dios Fuerte, cayó á tierra boca abajo y así pasó toda la noche. Cuando los sacerdotes Filisteos entráron al templo por la mañana, y viéron la divinidad de Dagon en un estado tan abatido, que-daron pasmados ; sin examinar la causa de tan irre-gular mudanza, levantáron la impotente estatua, y la pusiéron otra vez sobre la peana. A la mañana siguiente volviéron cuidadosos á ver el estado de sn Dios, y al mayor asombro de los Filisteos le hallaron descuartizado; la cabeza y manos esparcidas por los rincones, y el mutilado tronco tendido en el suelo.

Los idólatras no fuéron mas afortunados que su ído-lo : plagas, contagios y otros castigos les hiciéron co-nocer el irresistible poder del Dios de Israel y re-solvieron restituir el Arca. Para este objeto prepara-ron im carro nuevo, y uncieron á él dos vacas cerriles : luego colocaron el Arca en el carro, dejá-ron ir las vacas de su propio instinto, diciendo : si el carro va camino derecho á Betsames en donde esta-ba el Arca, conoceremos que el Dios de Israel nos ha hecho estos males; pero si no, entonces conoce-r n o s que solo ha sido efecto del tiempo. Los ani-males tiraron del carro, y sin desviarse á la izquierda m a la derecha, fuéron á la tierra de Israel. Los Sátrapas de los Filisteos fuéron siguiendo el no guia-do carro , hasta que viéndole entrar derecho en Bet-sames,-se volviéron mas convencidos del poder del Dios de Israel.

Los Israelitas recibieron muy contentos el Arca de la alianza : pero en medio de su alegría cometieron algunas irreverencias, faltando á la veneración que estaba prescrita en la Ley de Moisés, v el Señor lós casügo severamente. De Betsames fué llevada el Arca a Cariatiarin y depositada en casa de Abinadab que habitaba en Gabaa, según la voluntad del Señor. Los Príncipes délos Filisteos, pasados algunos años se confederaron, y salieron contra Israel ; el pueblo Heno de un terror pánico acudió á Samuel para que implorase la protección divina; y por medio de las fervorosas oraciones de este fiel y v irtuoso Goberna-dor , el Señor humilló á los Filisteos v favoreció á su

pueblo, oiiéntras el sabio y prudente Samuel tuvo vigor para mandar á Israel. Cuando la edad y enfer-medades no le permitieron atender á los cuidados del Estado, movido del amor paternal , entregó el go-bierno ásus dos hijos Joel y Abia, hombres avaros, corrompidos y opresores. Los Israelitas previendo mayores desgracias bajo la dirección de los hijos de Samuel, que liabian sufrido bajo la influencia de los hijos de Eli, quisiéron mudar la forma de gobierno, y desearon tener un Rey que los mandara, y capita-nease en las batallas. Tu eres viejo, dijo el pueblo á Samuel, y tus hijos son muy malos : establécenos un Rey que nos juzgue como le tienen las otras naciones. El Señor se ofendió con su pueblo, porque desechaba su gobierno inmediato, y prefería la monarquía ; Sa-muel les esplicò las prerogativas y grande autoridad que Dios habia de conferir al Rey, y las vejaciones á

queseesponian, sieste abusaba de su^poder. E l L p » blo quería mudanza,insistió en tener Rey ,y el Señor

les dió uno del modo siguiente. Samuel recibió orden del Señor para subir al tem-

plo al dia siguiente á cierta hora, y ungir por Rey <Uj su pueblo al hombre que el Señor le presentara. » santo Sacerdote estaba aguardando la disposic.on divina cuando se le presentó un hombre de estatura estraordinaria, el que ignorante de los designios de Dios, habia venido á consultar á Samuel, sobre unas poninas de su padre que se habian estragado dos dias antes. El Profeta le recibió con mucho respeto, le hospedó aquella noche con mucho agrado, y a *

mañana siguiente le despidió, acompañándole fuera de la ciudad. Cuando los dos se halláron solos en el ejido, Samuel declaró á Saúl la palabra del Señor, y sacando una ampollita de aceite sagrado la derramó sobre la cabeza de Saúl, ungiéndole por Príncipe so-berano de Israel; y besándole, se despidió de é l Saúl partió para su casa, habiendo bailado un Reino, cuando buscaba unas pollinas perdidas, Samuel fué ácongregar las tribus, para sortear el deseado Rey. La suerte cayó sobre la tribu de Benjamín, luego sobre la familia Metri, y últimamente sobre la per-sona de Said: este fué presentado al pueblo, y todos le aclamáron, Viva el Rey. Samuel escribió la Ley del Reino en'un libro, aquella fué promulgada, y este depositado en el Tabernáculo.

CAPITULO CUARTO.

REINADO DE SAUI.

Saúl principió á reinar en Israel según el espíritu de Dios: el pundonor del nuevo monarca no podía per -mitir mas insultos de las naciones vecinas, y los nue-vos vasallos se ofrecían voluntarios á pelear bajo la dirección del nuevo caudillo. Saúl juntó un ejército y salió á encontrar á los Filisteos : por algún tiempo estuvieron los dos ejércitos á vista uno de ot ro , sin empeñarse en una acción general, hasta que el es-forzado Jonatas, cansado de ver una inacción que descubría temor, se retiró del campo con solo su es-

pueblo, tuiéntras el sabio y prudente Samuel tuvo vigor para mandar á Israel. Cuando la edad y enfer-medades no le permitieron atender á los cuidados del Estado, movido del amor paternal , entregó el go-bierno ásus dos hijos Joel y Abia, hombres avaros, corrompidos y opresores. Los Israelitas previendo mayores desgracias bajo la dirección de los hijos de Samuel, que liabian sufrido bajo la influencia de los hijos de Eli, quisiéron mudar la forma de gobierno, y desearon tener un Rey que los mandara, y capita-nease en las batallas. Tu eres viejo, dijo el pueblo á Samuel, y tus hijos son muy malos : establécenos un Rey que nos juzgue como le tienen las otras naciones. El Señor se ofendió con su pueblo, porque desechaba su gobierno inmediato, y prefería la monarquía ; Sa-muel les esplicò las prerogativas y grande autoridad que Dios habia de conferir al Rey, y las vejaciones á

queseesponian, si este abusaba de su^poder. ElLpne-blo queria mudanza, insistió en tener Rey, y el Señor les dió uno del modo siguiente.

Samuel recibió orden del Señor para subir al tem-plo al dia siguiente á cierta hora, y ungir por Rey <Uj su pueblo al hombre que el Señor le presentara. » santo Sacerdote estaba aguardando la disposic.on divina cuando se le presentó un hombre de estatura estraordinaria, el que ignorante de los designios de Dios, habia venido á consultar á Samuel, sobre w * poninas de su padre que se habían estraviado dos dias antes. El Profeta le recibió con mucho respeto, le hospedó aquella noche con mucho agrado, y a *

mañana siguiente le despidió, acompañándole fuera de la ciudad. Cuando los dos se halláron solos en el ejido, Samuel declaró á Saúl la palabra del Señor, y sacando una ampollita de aceite sagrado la derramó sobre la cabeza de Saúl, ungiéndole por Príncipe so-berano de Israel; y besándole, se despidió de é l Saúl partió para su casa, habiendo bailado un Reino, cuando buscaba unas pollinas perdidas, Samuel fué ácongregar las tribus, para sortear el deseado Rey. La suerte cayó sobre la tribu de Benjamín, luego sobre la familia Metri, y últimamente sobre la per-sona de Said: este fué presentado al pueblo, y todos le aclamáron, Viva el Rey. Samuel escribió la Ley del Reino en'un libro, aquella fué promulgada, y este depositado en el Tabernáculo.

CAPITULO CUARTO.

REINADO DE SAÜI.

Saúl principió á reinar en Israel según el espíritu de Dios: el pundonor del nuevo monarca no podía per -mitir mas insultos de las naciones vecinas, y los nue-vos vasallos se ofrecían voluntarios á pelear bajo la dirección del nuevo caudillo. Saúl juntó un ejército y salió á encontrar á los Filisteos : por algún tiempo estuvieron los dos ejércitos á vista uno de ot ro , sin empeñarse en una acción general, hasta que el es-forzado Jonatas, cansado de ver una inacción que descubría temor, se retiró del campo con solo su es-

cudero. Movido por el honor de su patria, y lleno de confianza en su Dios, trepó por rocas casi inaccesi-bles, y cayó de improviso sobre el flanco de los Fi-listeos. Este valiente joven, acompañado de su escu-dero , penetró por la parte mas flaca del enemigo, haciendo prodigios de valor : la confusion se esten-dió por todo el campo, y los Filisteos se mataban unos á otros. Saúl conjeturó por la ausencia de su hijo Jonatas la causa de aquel desorden y huida del enemigo, y temiendo que se escapasen por el bosque que tenían á la espalda, dió orden de perseguirlos por entre los árboles, obligando á todo el ejército con jurameuto á no gustar cosa alguna hasta la no-che. Jonatas, ignorante del juramento, liabia comido un poco de miel durante la acción, y esta violacion del juramento, aunque involuntaria, ofendió tanto á Saúl, que mandó quitar la vida á su hijo. El heroico valor que Jonatas liabia mostrado aquel día, fué tan justamente celebrado por los soldados, que se opusie-ron abiertamente al decreto del padre, y con su cons-tancia salváron al hijo.

La elevación de Saúl al trono fué muy acertada para la seguridad del estado : él gobernaba con ab-soluta autoridad, haciéndose respetar de su pueblo, y

a siendo el terror de las naciones vecinas. Despues de haber humillado á los Filisteos, derrotó sucesiva-mente álos Moabitas, á los Ammonitas, y á los Reyes de Edon y Zobá. El mas antiguo de los enemigos de Israel quedaba por castigar, y el Señor quiso valerse de Saúl para vengar los agravios que los Amalecitas

habían hecho á su pueblo desde el tiempo de 3Ioises. Samuel mandó á Said, en el nombre de Dios, combatir á Amalee, pasar á cuchillo á todo viviente en este pais idólatra, sin perdonar aun los animales mas inocen-tes. Comunicada esta orden divina, se puso Saúl a] frente de docientos y diez mil hombres, y Con esta hueste poderosa penetró hasta el centro de Amalee r el rey Agag le salió al encuentro, pero fué derrotado y hecho prisionero. Saúl, contrario á la orden espresa del Señor, concedió la vida al rey Agag, y reservó para sí, y para sus capitanes los ganados, rebaños, y despojos mas preciosos del pais. Provocado Samuel con la criminal desobediencia de Saúl, le dijo : « Por cuanto has desechado la palabra del Señor, el Señor te ha desechado para que no seas Rey, y ha dado el reino á otro mejor que tú. »El Santo Profeta mandó traer á su presencia al rey Agag, y para vengar al Dios de Israel, le dividió en trozos en Gálgala delante del Señor : luego se retiró irritado contra Saúl, y no le volvió á ver jamas.

Desechado Saúl del trono por su desobediencia y presunción, dijo el Señor á Samuel, que liabia e sco-gido una persona para ser Rey de Israel y que fuese á Belen para ungir allí al que le nombrase. Samuel, con pretesto de ofrecer un sacrificio al Señor, fué á Belen, vio allí á Isai, y le dijo le presentase sus hijos á la hora del sacrificio. Isai vino con siete hijos, y los fué presentando al Profeta uno á uno, sin que el Espíritu de Dios le inspirase cual era el elegido. Sa-muel preguntó á Isai si no tenia mas hijos; este res-

5*

pondió que tenia otro, el menor de todos, que estaba apacentando las ovejas : haz que venga, dijo Samuel; y á poco rato le presentaron á David, muchacho ru-b io , de hermoso aspecto, y de linda cara. El Señor inspiró á Samuel, y levantándose sacó la ampolleta y le ungió con el santo Oleo : en aquel mismo punto bendijo el Señor á David en lugar de Saúl, para regir á su pueblo, y defenderle de sus enemigos; pero Saúl retuvo la dignidad real hasta su muer te , porque la elección de David era revelada solo á Samuel, y la unción era una ceremonia privada que no llamó la atención de nadie. David se retiró al campo á cuidar el ganado de su casa, y Saúl quedó entregado á re-mordimientos , enfermedades del espíritu y del cuer-p o , acometimientos de insania furiosa unas veces, y casi siempre oprimido de melancolía.

Miéntras Saúl se ocupaba en combatir los enemigos de Israel que habitaban hácia el mediodía, los Filis-teos se habían recobrado de sus pérdidas, y quisieron probar otra vez la fortuna de la guerra. Saúl salió en persona para resistirles, los dos ejércitos se encam-páron en el valle del Terebinto, y se observaban. En-tre los Filisteos habia un hombre de una estatura es-traordinaria, de grande valor y de mucho orgullo, llamado Goliat. Este soberbio monstruo solia venir to-dos los dias cerca del campo de Israel, todo su cuer-po armado de cobre, con armas proporcionadas á sus fuerzas, y con un tono insultante, desafiaba á

todo Israel á pelear con él uno á uno. Todos sentían la vergüenza é indignación de aquel desprecio, pero

ninguno se atrevia á medir sus armas con tal desco-munal gigante. A esta sazón David fué al ejército por orden de su padre á llevar algunas provisiones á tres hermanos suyos, y apénas llegó al campamento, se presentó Goliat con sus acostumbradas bravatas. El animoso David se llenó de indignación al oir la inso-lencia del gigante, y se sintió avergonzado al ver que no habia un Israelita entre todos los escuadrones que vengase aquel oprobio. Animado por su patriotismo, mas que por las promesas de Saúl, fué al Real y pidió penniso para salir contra Goliat. Saúl no quería espo-ner el honor de todo su ejército, y tal vez su propia corona, al peligroso éxito de una lucha tan desigual, entre un guerrero formidable, y un joven de veinte y tres años sin esperiencia. No desconfíe el Rey, dijo David, de mi apariencia pastoril: yo he peleado con-tra un león, y contra un oso que devoraban mi ma-nada , les he quitado la presa de la boca, y asiéndolos por las quijadas, los he desbaratado con mis manos ; yo me siento capaz de hacer lo mismo con este arro-gante Filisteo. El Rey consintió, y mandó armar á David con sus propias armas, pero David prefirió su cayado, y su honda, y salió al combate. Cuando Go-liat vió venir contra sí á un muchacho con un pa lo , se irritó al verse tratado como un perro, y para vengarse de este insulto, pensaba nada ménos que arrojar al i aire el cuerpo del joven para pábulo de las aves. Da-vid puso una piedra en su honda , y la clavó en 1 frente del gigante, derribándole muerto en el cam-po : luego corrió á é l , y le cortó la cabeza con su

propia espada, entre las acclamaciones de los Israeli-tas , y la consternación de los Filisteos: estos, viendo á su campeón descabezado en el suelo, huyeron, y aquellos viendo la confusion de sus enemigos, los per-siguieron acuchillándolos cruelmente, y ganáron una completa victoria.

El regocijo por la victoria de David se estendió por todo el reino; las mugeres salían de las ciudades á recibir á David con danza, canciones y música : y es-tos aplausos ofendieron tanto el orgullo de Saúl, que se inflamó en zelos y le aborrecía de.muerte. Jonatas su hijo admiraba la magnanimidad de David, y con-geniando los dos en generosidad, se estrecháron en la mas sincera amistad. Saúl clió orden para matar á David, pero Jonatas aplacó la injusta ira de su padre por aquel momento; su corazon sin embargo era presa de sus zelos. Cuando la melancolía le postrabá, David le aliviaba con la melodía de su arpa. Un día estaba Saúl en el lecho con su venablo al lado, miéntras Da-vid tocaba el arpa; y pensando aprovecharse del descuido del atento músico, agarró el venablo en un impulso de su odio, y le disparó á David para atra-vesarle contra la pared. Otro día le mandó cercar en su casa, pero su muger Micol que Saúl le había dado •en casamiento le libró de la furia de su injusto padre. Tantas persecuciones movieron á Jonatas á acon-sejar á David, se ausentase para salvar su vida; y entonces se fué con Samuel [que habitaba en Ra-mata.

David, viéndose perseguido hasta en aquel re t i ro ,

volvió á casa de Jonatas, quien le prometió velaría por su seguridad, j Qué contraste presentaban las pa-siones de Saúl y de David! aquel, siempre sediento por la. sangre de este, y este, siempre respetando v aman-do.a aquel : y aunque muchos oficiales distinguidos del ejército le ofrecieron su ayuda para levantarle al t rono, David desechó la proposicion con enojo y hor-ror, porque veneraba al ungido del Señor. Al contra-n o , dos veces salvó la vida al Rey , en laocasion misma que este le buscaba para matarle. Persiguiendo -a David en el campo, entró Saúl descuidado en una cueva, a donde estaba David con otros hombres ar-mados, y solo se contentó con cortarle la orla del manto, para darle á entender que le liabia tenido en su poder. Otra vez le halló durmiendo en su tienda, y David le qmtó el venablo con que habia intentado matarle en su palacio, y un jarro de agua que tenia á la cabecera, dejándole dormir en reposo.

David se encontró una vez con Saúl, y le reconvino amistosamente sobre la injusticia de la cruel persecu-ción que le hacia, miéntras que él no le deseaba sino bien. La elocuencia de David y la justicia de sus que-jas conmovieron á Saúl y lloró; luego le dijo : hijo mió David, mas justo eres que yo ; tu no me has he-cho sino bienes, y yo te he pagado con males. Sé ciertamente que has de reinar sobre Israel; júrame por el Señor, que no has de estinguir mi ünage, ni esterminar mi nombre de la casa de mi padre. David se lo j u ró , y se retiraron en paz ; mas temiendo la inconstancia de Saúl, pues acababa de quitarle á su

muger Micoly darla á otro por muger, resolvió ausen-tarse de Israel para no incomodarle con su presencia, y se retiró con una escolta de soldados, á las tierras del Rey Aquis. En este tiempo murió el justo Samuel á la edad de noventa años, y todo Israel hizo luto por é l , y le Uoráron. Samuel fué un varón siempre vir-

' tuoso en su vida, siempre fiel á su Dios, amante á su pueblo, y fiel al desgraciado Rey que habia él mismo ungido. En todas ocasiones le reprendió sus faltas con entereza y con respeto , y cuando no estaba en su poder impedir sus yerros, lloraba amargamente sus consecuencias. Samuel fué el último Juez de Israel, y gobernó por veinte años, hasta que entregó el go-bierno á Saúl : él fué un sacrificador cuyas víctimas fuéron siempre aceptadas por Dios; fué un Juez cuyas disposiciones fuéron siempre aprobadas por el pue-blo ; y fué un Profeta que anunció siempre las pala-bras del Señor sin temor á los hombres. Los Israelitas le diéron sepultura en su casa en Rámata á donde su sepulcro fué venerado por muchos añps.

Cuando David buscaba refugio contra Saúl, le aconteció hallarse junto al Carmelo sin provisiones, á punto de perecer de necesidad, con seiscientos ami-gos fieles que le seguian. En este apuro supo que vi-via allí junto un hacendado rico llamado Nabal, y que á la sazón estaba esquilando sus ovejas. David mandó diez hombres para saludarle pacíficamente, y pedirle de su parte algunas provisiones. Nabal res-pondió que él no conocía á David, y que no daria su pan ni su carne á unos hombres díscolos y fugitivos,

despidiéndolos sin darles ni aun agua. La necesidad en que David se hallaba, y la insolente respuesta de Nabal justificaban cualquiera violencia. David dejó docientos hombres para cuidar del bagaje, y mandó tomar las armas á cuatrocientos, y puesto á su frente caminó á casa de Nabal. Abigail, la prudente y her-mosa muger del hacendado, informada de la descor-tes respuesta de su marido, mandó preparar varias cargas de pan, vino, carne cocida, harina, higos y pasas, y mandando á sus criados que la siguieran, partió con sus presentes al campamento de David, y así le detuvo en su marcha. Luego que vió á David se apeó, y echándose á sus pies, le rogó perdonase la iniquidad y grosería de su marido, y que recibiese aquellas provisiones. David quedó sorprendido al ver la hermosura y discreción de Abigail, y aplacó su fu-ror contra Nabal; pero el Señor le castigó privándole de la vida diez dias despues. Cuando David supo la muerte de Nabal, envió mensageros á la viuda para solicitarla por muger : Abigail aceptó la propuesta con mucha humildad, y no ménos placer; luego preparó su viage, y tomando cinco doncellas que la servian, partió con los mensageros á casa de David.

Miéntras David vivía con Abigail en Siceleg, los Fi-d e o s hiciéron guerra á Israel con un poderoso ejér-cito. Saúl oprimido en su espíritu y fatigado con las dolencias mas que con la edad, tembló á vista de la fuerza del enemigo. Privado ahora de los consejos de Samuel, enemistado con David, detestado de su pue-blo y abandonado del Señor, presentía con horror el

fatal fin de su destino. La hora del tremendo choque llegó; y los Filisteos atacaron con tanto denuedo, que en el primer ímpetu derrotaron las alas del ejército, quedando muertos Jonatas, y los generales (pie las mandaban; las legiones victoriosas cayéron sobre el centro, que se mantuvo algún tiempo por los esfuer-zos de Saúl, hasta que herido gravemente, le retirá-ron del campo, y los Filisteos completáron la victo-ria. Saúl no podia huir á,causa de las heridas, ni po-día escapar de una muerte vergonzosa si era tomado por los enemigos; perdido ya el honor, quiso perder la v ida : rogó á su escudero que le matara, y no pu-diendo prevalecer con su criado, tomó su espada y se dejó caer sobre ella; el fiel escudero riendo muerto á Saúl, hizo lo mismo, y espiró junto á su amo. Así ter-minó su vida este desgraciado Rey de Israel, á los treinta y ocho años de su reinado.

LOS REYES. II.

Tres días despues de esta desastrada batalla se pre-sentó á David un joven Amalecita, trayendo la dia-dema y brazalete de Saúl, y dando una funesta rela-ción del suceso. El entremetido mensagero inventó un cuento, para hacerse mérito con David, pero errando en la elección* de sus imaginadas circunstancias, pa-deció por el pecado que no habia cometido. «Der-rotado el ejército, dijo á David, y muerto Jonatas en la acción, se retiró Saúl del campo muy mal heri-do : yo pasé por casualidad á un lado del monte Gel-

boe , y vi á Saúl herido en el tiempo que sus enemi-gos se acercaban : el Rey me llamó, y me dijo que le acabase de matar, para librarse de tantas congojas. Viendo yo que no podia vivir despues de tal estrago, hice lo que me mandó, y le maté. Entonces tomé la diadema de su cabeza y el brazalete de su brazo, y me apresuré á venir, para ponerlos á tus pies.» David rasgó sus vestiduras de dolor; mandó matar al men-sagero por haber puesto las manos en el ungido del Señor, y lloró la muerte de Saúl y Jonatas.

CAPITULO QUINTO.

REINADO DE DAVID.

Vacante ahora el trono de Israel, y sabiendo David que el Señor le habia destinado para sucesor de Saúl, salió de la tierra de Aquis, y fué á la ciudad de He-bron, donde fué proclamado Rey de Israel en la tri-bu de Judá, siendo treinta años de edad: las otras tribus proclamáron á Isboset, hijo de Saúl. Este fué el origen de una guerra civil que duró siete años, con mucha pérdida de ambos lados; dando al mismo tiempo im ejemplo, para la división del pueblo de Israel por la muerte de Salomon. Abner, capitan ele grande valor y habilidad sostenía á Isboset; y el san-griento Joab era el general de las tropas de David. David se condujo con mucha prudencia durante esta guerra intestina, teniendo siempre presente que su rival era hijo de Saúl y hermano de Jonatas. .Abner,

fatal fin de su destino. La hora del tremendo choque llegó; y los Filisteos atacaron con tanto denuedo, que en el primer ímpetu derrotaron las alas del ejército, quedando muertos Jonatas, y los generales (pie las mandaban; las legiones victoriosas cayéron sobre el centro, que se mantuvo algún tiempo por los esfuer-zos de Saúl, hasta que herido gravemente, le retirá-ron del campo, y los Filisteos completáron la victo-ria. Saúl no podia huir á,causa de las heridas, ni po-día escapar de una muerte vergonzosa si era tomado por los enemigos; perdido ya el honor, quiso perder la v ida : rogó á su escudero que le matara, y no pu-diendo prevalecer con su criado, tomó su espada y se dejó caer sobre ella; el fiel escudero viendo muerto á Saúl, hizo lo mismo, y espiró junto á su amo. Así ter-minó su vida este desgraciado Rey de Israel, á los treinta y ocho años de su reinado.

LOS REYES. II.

Tres dias despues de esta desastrada batalla se pre-sentó á David un joven Amalecita, trayendo la dia-dema y brazalete de Saúl, y dando una funesta rela-ción del suceso. El entremetido mensagero inventó un cuento, para hacerse mérito con David, pero errando en la elección* de sus imaginadas circunstancias, pa-deció por el pecado que no habia cometido. «Der-rotado el ejército, dijo á David, y muerto Jonatas en la acción, se retiró Saúl del campo muy mal heri-do : yo pasé por casualidad á un lado del monte Gel-

boe , y vi á Saúl herido en el tiempo que sus enemi-gos se acercaban : el Rey me llamó, y me dijo que le acabase de matar, para librarse de tantas congojas. Viendo yo que no podia vivir despues de tal estrago, hice lo que me mandó, y le maté. Entonces tomé la diadema de su cabeza y el brazalete de su brazo, y me apresuré á venir, para ponerlos á tus pies.» David rasgó sus vestiduras de dolor; mandó matar al men-sagero por haber puesto las manos en el ungido del Señor, y lloró la muerte de Saúl y Jonatas.

CAPITULO QUINTO.

REINADO DE DAVID.

Vacante ahora el trono de Israel, y sabiendo David que el Señor le habia destinado para sucesor de Saúl, salió de la tierra de Aquis, y fué á la ciudad de He-bron, donde fué proclamado Rey de Israel en la tri-bu de Judá, siendo treinta años de edad: las otras tribus proclamáron á Isboset, hijo de Saúl. Este fué el origen de una guerra civil que duró siete años, con mucha pérdida de ambos lados; dando al mismo tiempo un ejemplo, para la división del pueblo de Israel por la muerte de Salomon. Abner, capitan de grande valor y habilidad sostenía á Isboset; y el san-griento Joab era el general de las tropas de David. David se condujo con mucha prudencia durante esta guerra intestina, teniendo siempre presente que su rival era hijo de Saúl y hermano de Jonatas. .Abner,

hombre prudente, conoció al fin que el Señor habia destinado á David para el trono de todo Israel, y preparaba á las tribus para reconocerle. Con este mo-tivo fué á Hebron para tratar con David: este le reci-bió con todo el respeto debido á hombre grande, aunque opuesto á su partido, y salió á despedirle en persona Informado Joab del recibimiento que David habia hecho á Abner, se llenó de zelos contra é l , y le mató. Dos oficiales de Isboset le asesináron en la ca-ma , le cortáron la cabeza y la lleváron á David, pero este los hizo matar en castigo de su traición. Así se terminó la guerra civil, y David quedó pacífico po-seedor del trono de Israel.

David conocía la importancia de la ciudad de Jeru-salen que ocupaban los Jebuseos, y aunque la forta- ' leza de Sion era inespugnable, no desconfió de su Conquista. David-juntó un ejército de hombres esco-gidos, y vino al pie de la fortaleza: á vista del peli-gro, ofreció el mando al que primero escalase el muro; Joab fué el primero que montó sobre la mura-lla; y siguiendo todos el ejemplo del general, quedó Sion sujeta á David: por esto se llamó Jerusalen des-de entonces la ciudad de David. Edificó su casa en el monte Sion, y allí formó el plano para el suntuoso templo que edificó su hijo Salomon.

Dueño David de Jerusalen, su primer cuidado fué traer el Arca de la alianza de oasa de Abinadab, don-de habia estado por veinte años. Una precesión so-lemne caminó delante, y luego seguía el Arca, rodea-da de Sacerdotes y Levitas, conducida á los hombros

y no tirada por bestias. El Rey despojado de su púr-pura , y vestido con un roquete de Uno, iba tocando el arpa y danzando delante del Arca. Micol, la hija de Saúl , despues de la muerte de su padre habia ve-nido á vivir con David : esta Reina se habia asomado á un balcón del palacio, para ver pasar la procesion, y cuando vió al Rey vestido de un roquete y danzando por la calle, se indignó, juzgando aquella alegría in-decorosa para un monarca. El Arca fué depositada en medio de un Tabernáculo que David habia mandado hacer y adornar ricamente; y despues de haber ofre-cido incienso al Señor de los ejércitos, despidió al pueblo dándoles la bendición. Micol dijo á David, cuando volvió del Tabernácido : « ¡ Qué espectáculo tan glorioso es ver á un Rey desnudo de sus vestidu-ras , vestido con un roquete y saltando como un bu¿ fon!» David respondió á esta irónica esclamacion:

m'•„«! vn es degradación humillar-«Micol, yo no ¿uciuu i — me y danzar delante de aquel Señor, que me prefirió á tu padre y á toda tu casa, y me ha puesto en el t ro-no de Israel. »

David fué fiel al Señor por cuanto aborrecía toda especie de ídolos, y no descansó su corazon hasta destruir la idolatría en las naciones vecinas: zeloso del honor de su pueblo, le eximió del tributo que paga-ban á otros Príncipes, y aseguró la paz é independen-cia de Israel, humillando el poder de sus vecino?. David no provocó jamas á ningún gobierno, ni entró en guerra por ambición, porque no se gloriaba como otros Reyes en el número de sus tropas; pero si le

provocaban, sabia vengar el honor de su pueblo, porque confiaba en el Dios de Israel. Teniendo por general al incomparable Joab , juzgaba inútil, tal vez embarazosa, su presencia en el ejército; y miéntras sus soldados peleaban en el campo, él pasaba en el Tabernáculo, haciendo fervorosos ruegos al Dios de los ejércitos.

La gratitud y compasion resplandecían notable-mente entre todas sus calidades. El trataba á los des-cendientes de Saúl con todo el respeto debido á la Ma-gestad : un hijo de Jonatas fué puesto en posesion de cuanto habia pertenecido á su padre , y tratado como á príncipe. David había recibido algunos favo-res del Rey de Ammon durante las persecuciones de Saúl, y habiendo muerto este, mandó sus embaja-dores para cumplimentar al hijo en su coronacion, y ofrecerle su amistad; pero el joven Rey fué inclinado á creer que eran per»-— —

_ .un pasaporte de embaja-dores, y los afrentó del modo mas insultante, que podía sugerir la malicia en aquellos tiempos. David se vio precisado ávengar el decoro debido á su persona con un castigo proporcionado á l a magnitud del írage. El invencible Joab marchó y conquistó todo el remo de Ammon. Durante esta campaña cometió Da-vid aquel crimen que obscureció todas sus virtudes y por el que padeció toda su vida.

David se paseaba una siesta por la azotea de su pa-lacio , desde donde vió á una muger que se lavaba en el jardín de su casa: el Rey, en un momento de fragi-l idad, la deseó, la mandó llamar á palacio, y siendo

muger de estremada hermosura, su presencia acabó de inflamará David. Betsabé era muger de un ofi-cial que estaba en el ejército : pasados algunos meses no podia ocultarse el efecto de su condescendencia, y siendo tan severa la ley contra el crimen que había cometido, espuso á David su peligro. La ausencia del marido era una prueba clara de su infidelidad: ürias fué llamado del ejército, pero la inflexible austeridad de este hombre frustró el mal concertado remedio Un exceso conduce á otro exceso: David resolvió sal'-var el honor que habia arruinado con otro crimen mayor, é hizo volver á ürias con una carta para Joab, en la que iba la sentencia de su muerte. El general puso á ürias en el siüo mas peligroso de la bataUa, y abandonándole á propósito fué muerto por los Am-monitas. Betsabé üoró la injusta muerte que habia causado á su inocente marido, pero con las lágrimas cesó su dolor ; pasados los dias dé luto, fué condu-cida á palacio como muger de David, y poco despues dió á luz un niño, el que murió por disposición di-vina.

Este pecado produjo en David el mismo efecto que produce en los demás pecados : cuando se ofende á Dios, se huye de Dios, y en lugar de buscar perdón, se acostumbra el pecador á vivir en el delito. David que ántes era tan devoto, cesó ahora en su devocion, y casi se olvidó de su Dios: por mas de un año no dió señales de arrepentimiento, y la muerte del adulte-rino infante le afligía mas que la sangre del inocente ürias. El Señor quiso despertar á su siervo de aquel

estado de insensibilidad; y para reprenderle por tan atroz pecado, mandó al Profeta Natan se presentase al Rey y le propusiese un caso de injusticia, para con-denarle por su propia boca. Presentado el Profeta á David, le dijo : «Señor, habia dos hombres en una ciudad, el uno rico, y el otro pobre. El rico tenia ovejas y bueyes muchísimos , en gran manera ; mas el pobre ninguna otra cosa tenia , sino una oveja peque-ña que habia comprado y criado; la cual habia cre-cido en su casa, comiendo su pan , bebiendo en su copa , y durmiendo en su regazo. Sucedió que vino un forastero á casa del r ico, y queriendo este dar un ban-quete á su huésped, en lugar de tomar una de sus ovejas, tomó la del pobre vecino, la mató y la aderezó para que comiese el hombre que habia hospedado en su casa.»Al oir David uun acción tan injusta y tan cruel, se indignó en estremo contra el rico opresor , é igno-rante de que él mismo era la persona traída á juicio, esclamó : «Vive el Señor, que es digno de muerte el hombre que tal hizo. »

El Profeta entonces, revistiéndose del carácter de su misión, dijo :« David, tu eres ese hombre , y esto me manda decirte el Señor Dios de Israel : Yo te ungí por Rey sobre Israel , y yo te libré de la mano de Saúl ; yo te di la casa de Israel y la de Judá , y si esto es poco, te daré aim cosas mayores. ¿Porqué pues, despreciaste la palabra del Señor para hacer lo malo en mi presencia? A Urias hiciste perecer á cuchillo, y tu has tomado por muger la qve era suya ; por lo cual no se apartará espada de tu casa perpetuamente,

porque me has menospreciado, tomando la muger de • tu propino. He aquí que yo levantaré el mal sobre tí de tu misma casa. » Despertando el espíritu de Da-vid , corno á la vista de un relámpago, conoció toda la enormidad de su pecado y esclamó : Pequé contra el Señor. Natan añadió : no morirás, el Señor ha trasladado tu pecado.

David principió á esperimentar muy pronto el ter-rible efecto de su pecado y todos los castigos que el Profeta Natan le habia anunciado. Ammon el hijo Primogénitofuémuertoporsu hermano Absálon:este despues sobornó á los ministros del Rey, ganó á m u -chos oficiales, levantó un grande ejército, y puesto al frente de sus guardias, se declaró abiertamente contra su p a d r e , y quiso deponerle del trono. David temia que Absalon le matase; y no quería mandar tropas contra e l , por temor de que matasen á Absalon. En esta amarga contienda de sentimientos, abandonó el Rey la capital, y huyó al monte de las Olivas : David subía la cuesta á pie desnudo, cubierta la cabeza con un manto, y llorando amargamente, seguido de un corto número de criados fieles á su amo.

Si el sentimiento paternal de David borraba en su corazon el sentimiento de la dignidad Real, la seguri-dad del Estado estimulaba el ánimo de J o a b , quien presentándose al Rey con su acostumbrada firmeza, insistió en oponerse al rebelde Príncipe. Este atrevido general juntó algunas tropas, y salió contra Absalon; pero el amor de David para con este hijo ingrato era tan grande que suplicó á sus oficiales, no hirieran á

Absalon. Llegado Joab á vista del enemigo, los atacó con vigor, matando veinte mil rebeldes en esta san-grienta acción. Absalon huyó corriendo sobre un mulo por el bosque de Efrain, y pasando por debajo de una espesa encina, se le enredaron los cabellos en las ramas tan fuertemente que quedó suspendido en el aire. Joab le descubrió en este estado, y le atravesó tres lanzas por el pecho; luego mandó tocar la bocina, contuvo al ejército que iba en alcance de los fugitivos, y puso fin á la rebelión en un dia.

Cuando David fué informado de la victoria, su pri-mera pregunta fué por la vida de Absalon, y oyendo

„ que habia perecido, se retiró á su gabinete llorando y clamando en la angustia de su corazon, ¡ Hijo mió Absalon, Absalon hijo mió! Ojalá, hubiera yo muerto por ti! Absalon hijo mió, hijo mió Absalon! El Rey se encerró en su aposento, y no quería ver á nadie : un dia tan glorioso á las armas reales y tan feliz para el estado fué el dia de mayor tristeza para David, que no quería mostrarse al público, aunque el pueblo al rededor del palacio deseaba ver al Rey libre ya del peligro que le habia amenazado. Joab se enojó mucho con esta conducta de David, y con la libertad de un soldado que jamas tuvo temor, se entró en el gabinete de su Soberano, y le reprendió ásperamente por su indiferenciafpara con sus vasaüos, y excesiva lamen-tación por un rebelde :« Has avergonzado hoy á los siervos que¡te han salvado. Amas á los que te aborre-cen, y aborreces á los que te aman ; se conoce muy bien, que si viviera Absalon, y todos hubiéramos pe-

ret ido, entonces estarías contento. Ahora pues, le-vántate, sal fuera , habla y satisface á tus siervos : pues te juro por el Señor, que si no salieres, no ha de quedar contigo un hombre esta noche, y-esperi-mentarás mayores males, que todos los que te han sucedido en tu vida. » La entereza de Joab confundió el ciego afecto paternal del Rey, cesó de llorar, y salió á felicitar las tropas que habían sido fieles á su justa causa: y despues bajó á Jerusalen entre las acla-maciones del pueblo.

Un pecado de concupiscencia habia llenado de amargura la vida de David; un pecado de vanidad la terminó en aflicción. David mandó á Joab numerar todo el pueblo de Israel; Joab le respondió que era un proyecto tan vano como inútil : el Rey insistió, su General no quiso oponerse mas, y partió para su co-misión. Por diez meses estuvieron los comisionados empleados en numerar al pueblo, y Joab se presentó al Rey con la suma del encabezamiento. David se llenó de vanidad al ver una lista de un millón y trecientos mil hombres de armas en sus dominios, pero muy pronto conoció la locura de su presunción , confesó su culpa, y pidió perdón al Señor. El Profeta Gad se presentó á David de orden de Dios, no para absol-verle, sino para darle el castigo. Siete años de ham-bre en todo Israel; tres meses de deri otas sucesivas y continua fuga; ó tres días de peste en el pueblo, fué propuesto á David para que escogiera uno de los tres males. El Rey escogió el castigo de menor duración, y en tres dias muriéron setenta mil hombres: á vista

i . * 6

del estrago que! hacia la peste, David lloraba y cla-maba, ¡ O Dios Omnipotente! yo soy el que.he pecado contra tí; ¿porqué castigas á mi pueblo inocente?... El Señor escuchó la oracion de su siervo, y el Angel esterminador depuso su guadaña destructora.

LOS REYES, m .

El Rey David habia envejecido, y no era ya capaz de reinar mas : ninguno de'los hijos estaba reconocido por sucesor, á causa de la oposicion de intereses que existia entre los hermanos. David habia jurado á Bet-sabé que su hijo Salomen reinaría despues de é l , pero no habia comunicado al pueblo su real volun-tad. Adornas, el mayor de los hermanos, habia traído á su partido á Joab el generalísimo de las tropas, á Abiatar el sacerdote, y otros ilustres personages; á los cuales habia convidado á cenar, para fijar la hora de su proclamación. Betsabé que velaba por los in-tereses de su hijo, descubrió el plan de Adonias, y al instante acudió á David y le informó de todo lo que pasaba , recordándole al mismo tiempo el juramento que le habia hecho de nombrar á su hijo Salomon por sucesor á la corona. Natan el Profeta que estaba de acuerdo con Betsábé, entró al mismo tiempo á ver al Rey, y con tanta destreza acabó de persuadirle, que en aquel mismo dia mandó ungir á Salomon, y antes que su rival tuviera la menor sospecha, fué pro-clamado al son de las trompetas Rey de Israel. Un frió trémulo entorpecía rápidamente los miembros de

David, y sintiendo acercarse la hora de su disolución, llamó á Salomon, y le dió todas las instrucciones que juzgó convenientes para su gobierno, y luego durmió en el Señor á los cuarenta años de su reinado en Is-rael , y á los setenta de su edad.

CAPITULO SESTO.

REINADO DE SALOMON.

Asegurado Salomon en el trono de Israel, vengó algunos agravios hechos á su padre en la vejez, ó en circunstancias que no hacían prudente el castigo. Joab el mas valiente y esperimentado caudillo que jamas tuvo Israel, habia muerto con su propia mano, á sangre fría, á los generales Abner, y Amasa ; habia quitado la vida á Absalon contra la espresa orden de su'piidre y de su Rey, y habia insultado á su Sobera-no en la amargura de su corazon. El habia hecho ser-vicios importantísimos al Estado, pero el ultrage he-cho á la Magestad no debia quedar impune, y la san-gre de Abner y Amasa pedia venganza. Banaias fué comisionado para matarle, y Joab tomó asilo en el Tabernáculo : sin embargo de tan sagrada inmunidad, Banaias le acometió en el Altar, y le mató. Semei, que habia maltratado á David, durante la rebelión de Absalon fué también muerto por Banaias. Adonias que ántes habia sido perdonado por su hermano, fué también muerto por Banaias : de modo que este ge-neral fué el ejecutor de la justicia de Salomon.

Satisfecha la justicia y establecida la paz en el pa -

del estrago que! hacia la peste, David lloraba y cla-maba, ¡ O Dios Omnipotente! yo soy el que.he pecado contra tí; ¿porqué castigas á mi pueblo inocente?... El Señor escuchó la oracion de su siervo, y el Angel esterminador depuso su guadaña destructora.

LOS REYES, m .

El Rey David habia envejecido, y no era ya capaz de reinar mas : ninguno de'los hijos estaba reconocido por sucesor, á causa de la oposicion de intereses que existia entre los hermanos. David habia jurado á Bet-sabé que su hijo Salomen reinaría despues de é l , pero no habia comunicado al pueblo su real volun-tad. Adornas, el mayor de los hermanos, habia traído á su partido á Joab el generalísimo de las tropas, á Abiatar el sacerdote, y otros ilustres personages; á los cuales habia convidado á cenar, para fijar la hora de su proclamación. Betsabé que velaba por los in-tereses de su hijo, descubrió el plan de Adonias, y al instante acudió á David y le informó de todo lo que pasaba , recordándole al mismo tiempo el juramento que le habia hecho de nombrar á su hijo Salomon por sucesor á la corona. Natan el Profeta que estaba de acuerdo con Betsábé, entró al mismo tiempo á ver al Rey, y con tanta destreza acabó de persuadirle, que en aquel mismo dia mandó ungir á Salomon, y antes que su rival tuviera la menor sospecha, fué pro-clamado al son de las trompetas Rey de Israel. Un frió trémulo entorpecía rápidamente los miembros de

David, y sintiendo acercarse la hora de su disolución, llamó á Salomon, y le dió todas las instrucciones que juzgó convenientes para su gobierno, y luego durmió en el Señor á los cuarenta años de su reinado en Is-rael , y á los setenta de su edad.

CAPITULO SESTO.

REINADO DE SALOMON.

Asegurado Salomon en el trono de Israel, vengó algunos agravios hechos á su padre en la vejez, ó en circunstancias que no hacían prudente el castigo. Joab el mas valiente y esperimentado caudillo que jamas tuvo Israel, habia muerto con su propia mano, á sangre fría, á los generales Abner, y Amasa ; habia quitado la vida á Absalon contra la espresa orden de siíp'adre y de su Rey, y habia insultado á su Sobera-no en la amargura de su corazon. El habia hecho ser-vicios importantísimos al Estado, pero el ultrage he-cho á la Magestad no debia quedar impune, y la san-gre de Abner y Amasa pedia venganza. Banaias fué comisionado para matarle, y Joab tomó asilo en el Tabernáculo : sin embargo de tan sagrada inmunidad, Banaias le acometió en el Altar, y le mató. Semei, que habia maltratado á David, durante la rebelión de Absalon fué también muerto por Banaias. Adonias que ántes habia sido perdonado por su hermano, fué también muerto por Banaias : de modo que este ge-neral fué el ejecutor de la justicia de Salomon.

Satisfecha la justicia y establecida la paz en el pa -

lacio de Judá , se apareció el Señor á Salomon en sueño, y le dijo : Pídeme lo que quieras que te dé. Salomon, movido del mas laudable deseo que jamas animó á otro príncipe, respondió : que siendo todavía muy joven, y no hallándose capaz de gobernar un rei-no-tan vasto, pedia sabiduría para hacer lo que fue-ra justo y distinguir lo bueno de lo malo. Una petición tan sabia, le hizo digno del don de sabidu-r ía , y el Señor le dotó de tanta inteligencia, que ni antes, ni hasta ahora ha tenido igual. Pocas horas despues de haber recibido este don inapreciable, se presentó un caso de tan estraña dificultad, que re-quería una sagacidad mas que humana, para esclare-cer la verdad. Dos mugeres se presentaron al Rey con un niño pidiendo justicia, y la primera habló a s í : Señor, esta muger y yo vivíamos en una misma casa, y yo parí en el mismo aposento donde ella es-

' taba : tres dias despues parió también ella, y seguí-mos las dos solas viviendo en la casa. Esta muger desgraciadamente ahogó á su hijo estando durmien-do ; y levantándose en silencio cuando yo dormia, puso su niño muerto á mi lado , y se llevó el mió. Cuando yo disperté, tomé á mi hijo para darle de mamar , y le hallé muerto : sobresaltada le miré con cuidado á la claridad del (lia, y reconocí que no era el niño que yo habia parido, mas es el que esta mu-ger tiene. La otra muger afirmaba que el niño vivo era suyo, y que la otra habia inventado este cuento para quitarle su hijo : y así seguían las dos altercan-do. En este caso no habia testigos que depusiesen

por una ó por otra par te ; la tierna edad del infante no mostraba semejanza; el semblante de las dos ma-dres estaba igualmente agitado y afligido; y la deci-sión era de importancia, pues se podría privar de un hijo viviente á su verdadera madre.

El iluminado Juez no atendió á las palabras para decidir; no observó los semblantes para juzgar; ni se guió por apariencias para sentenciar. Sabia que en el corazon humano hay movimientos involuntarios que descubren la pura verdad, y que los del corazon de ima madre son hijos de la naturaleza, y no (le la voluntad ni del Ínteres; estas eran las pruebas que Salomon buscaba en tan difícil juicio. Traigan una espada, dijo el Rey, divídase ese niño en dos partes, y dad la mitad á una y la otra mitad á la otra. Por amor de Dios, esclamó al instante una muger, no hagas tal cosa ; ruégote Señor, que le deis á ella el niño vivo y no le matéis. Esta era la prueba de la na-turaleza que buscaba el sabio Rey para conocer la verdadera madre, y al instante mandó darle á su hijo, cierto en la justicia de su sentencia. La decisión fué generalmente aplaudida, y todo Israel temió á un Rey que estaba dotado de la sabiduría de Dios, para hacer recta justicia.

Luego que David trasladó el Arca de la Alianza á Sion , pensó hacer un templo magnífico : pe ro el Se-ñor le declaró que la obra no se ejecutaría hasta des-pues de su muerte, que el hijo que le habia de suceder la completaría, y que el trono de su reino se estable-cería para siempre. Con este aviso David habia depo-

sitado muchos tesoros de los despojos de las naciones idólatras. Cuando el santo Rey se sintió próximo al fin de su vida mortal, congregó á todos los grandes de su reino, y les comunicó su deseo de haber edifi-cado una casa al Señor, y la voluntad de Dios en que fuera su hijo Salomon el que la habia de edificar: luego les dió cuenta de los tesoros que habia desti-nado á este fin, y concluyó rogándoles, asistiesen á su hijo en esta grande obra. Consiguiente á este deseo de David y voluntad de Dios, Salomon envió mensa-geros á Hiran Rey de Tiro, y grande amigo de David, suplicándole diese orden á sus siervos, para cortar cedros del Líbano, y que él pagaría todo el salario que pidieran. El mensage fué recibido graciosamente, la madera fué cortada, y conducida por mar al puer-to mas inmediato á Jerusalen.

Salomon escogió para esta fábrica los mas hábiles obreros de todo Israel, en número de treinta mi l : ochenta mil canteros se ocupaban en el monte, sa-cando y cuadrando piedras; y setenta mil hombres mas estaban constantemente empleados en conducir los materiales al sitio de la obra , sin contar tres mil y trecientos sobrestantes, para dar órdenes, y velar sobre los trabajadores en cada departamento. Las di-mensiones del-templo eran cortas, si las comparamos con las de nuestras magníficas catedrales, pero la especie de su construcción, y el adorno interior exce-día con mucho á todas las fábricas que se han hecho despues. El templo era de setenta codos de largo, veinte de ancho, y treinta de al to: el pórtico de la

fachada tenia veinte codos de largo, diez de ancho, ciento y veinte de alto. En todo el rededor del templo y del oráculo habia vigas y entablados cerca de la pared del edificio, sin estribar en é l : siendo lo mas admirable, que las piedras estaban labradas con tanta exactitud, que durante la obra no se oyó mar-tillo , ni hacha, ni instrumento alguno de hierro den-tro de la casa. Todo el interior del templo estaba revestido de cedro, teniendo sus entalladuras y jun-turas hechas con mucho ar te , y todo cubierto con entalles de relieve; de modo que no se podía descu-brir ni una sola piedra en la pared. En medio del Templo estaba el Oráculo, de veinte codos de largo, veinte de ancho, y veinte de alto, todo cubiertó de oro purísimo : y del mismo modo estaba la casa de-lante del Oráculo, y los dos Querubines que cubrían con sus alas el Arca de la alianza. Todas las paredes del Templo estaban adornadas con varias molduras y relieves con Querubines, palmas y otras figuras, que parecían saltar, y saürse de la pared. La casa con todas sus obras interiores, y esteriores fué empezada y acabada en siete años : y este fué el primer templo dedicado á Dios en el mundo.

Luego que fué acabado el Templo con todos sus adornos, hizo Salomon todas las preparaciones para la solemnidad de su dedicación. Por un edicto Real se congregáron todos los Ancianos de Israel, los Prín-cipes de las tribus, y los Caudillos de las familias de Judá; y en un dia solemne del séptimo mes, proce-dió la procesion desde el monte Sion, llevando los

Sacerdotes el Arca sobre los hombros, y Salomon á pie delante de ella, hasta colocarla en el Oráculo del Templo, en el Santo de los Santos debajo de las alas de los Querubines. Una niebla llenó la casa del Se-ñor , de manera que los Sacerdotes no podían aten-der á su ministerio á causa de la nube, porque la gloria del Señor había llenado su santa Casa.

El Rey Salomon esclamó entonces : j Verdadera-mente esta es la casa del Señor! pues el Señor dijo, que habitaría en la niebla. Y volviéndose luego á la congregación bendijo á todo el pueblo de Israel. Sa-lomon entonces se puso en pie delante del altar del Señor, á vista de la congregación de Israel, y esten-dieudo los brazos al cielo, lleno su corazonde fervor, hizo la oracion siguiente :

« Señor Dios de Israel, no hay Dios semejante á ti, ni arriba en el cielo, ni abajo en la tierra : tú queÜas guardado el pacto y la misericordia á David mi pa-dre , y á todos tus siervos fieles, sé firme, Señor, en

' las promesas que les has hecho. ¿ Será pues creíble, que Dios lia de habitar verdaderamente sobre la tierra? si el cielo, ni los cielos de los cielos pueden contenerte, ¿ cuánto ménos esta casa que he edifica-do ? Mas vuelve los ojos, Señor Dios mió, á la oracion de tu siervo y á sus ruegos : oye la alabanza y la ora-cion, que .tu siervo hace hoy delante de ti. Abre tus ojos sobre esta casa de noche y de día; oye los rue-gos de tu siervo, y de tu pueblo de Israel, en todo lo que te pidieren en este lugar, para que los oigas tam-bién en tu morada celestial y les seas propicio. Si un

* '

hombre pecare contra su prójimo, y tuviere que ha-cer algún juramento, con que quede obligado, y viniere á tu casa por motivo del juramento delante de tu altar, óyele eñ el cielo j y haz justicia á tus siervos, condenando al impío, y justificando al justo. Si tu pueblo de Israel , en castigo de sus pecados, fuere oprimido por sus enemigos, y viniere arrepen-tido á invocar tu Santo Nombre en esta casa, óyele en el cielo, perdónale su pecado, y protégele en la tierra que diste á sus padres. Si estuviere cerrado el cielo, y no lloviere por causa de sus pecados, y orando en este lugar hicieren penitencia, óyelos en el cielo, perdónales su pecado, muéstrales el verda-dero camino, y envia tu lluvia sobre la tierra. Si el hambre, ó la peste, la langosta ó esterilidad, si el enemigo sitiare á tu pueblo, y le augustiare con los estragos de la guerra, si alguno postrado á tu pre-sencia en esta casa, estendiere sus brazos implorán-dote, óyele en tu morada celestial, perdónale, y líbrale de sus aflicciones. Si un estrangero, nacido . fuera de tu pueblo, viniere de una región distante r

movido de amor á tu Santo Nombre, y te invocare en este lugar, óyele y concédele todo lo que te pidiere, para que tu nombre sea ensalzado en todos los pue-blos de la tierra. Si peleando tu pueblo contra sus enemigos, fueren hechos cautivos por sus pecados, y arrepentidos en su cautiverio se convirtieren á tí , y te imploraren mirando hácia elparage de esta tu casa, perdónalos, infunde misericordia en aquellos que los tuvieren cautivos, y restituyelos á esta tierra que les

6*

diste en posesion. Abre Señor tus ojos á los ruegos de tu siervo, y de tu pueblo de Israel, y concédeles to-das las cosas por las que te invocaren. Porque tú, o Se-ñor Dios, los elegiste por heredad tuya, entre todos los pueblos de la tierra, como lo declaraste por tu sier-vo Moisés, cuando sacasteánuestrospadres de Egipto.»

Apénas hubo acabado el Rey esta fervorosa oracion, descendió fuego del Cielo, consumió los sacrificios,y habitó la gloria de Dios en el templo. El Rey, y todo Israel con él sacriíicáron victimas delante del Señor, durante catorce dias, en los que se inmolaron veinte y dos mil bueyes, y ciento veinte mil ovejas. Con-cluido el último dia de la festividad, Salomon despi-dió al pueblo, los que llenando de bendiciones al Rey, se volvieron á sus casas alegres, y placenteros de co-razon, por todos los bienes que el Señor habia hecho á David su siervo, y á todo su pueblo de Israel *. «*

Despues de completado y consagrado el Templo, principió Salomon á edificar un palacio para sí , y le acabó en trece años. Era de una arquitectura tan ma-gnífica, que fué la admiración del mundo. Los es-trangeros venían de grande distancia á ver los edifi-cios maravillosos de Jerusalen, y á oír la sabiduría de un hombre tan estraordinario y privilegiado. La Reina " Sabá habiendo oído la fama de Salomon, vino á Je-rusalen con todo el acompañamiento y esplandor que estuvo en su poder. Cuando entró en la ciudad de Da-

*Vid, y vió las fábricas del Templo y del palacio real ;

' L a consagración del t emplo es el pr incipio de la quinta edad de l mundo .

cuando vió el ornato de Ja casa de Dios, la disposi-ción y grandeza de la casa del Rey, quedó atónita al ver tanta riqueza y suntuosidad. Mucho mayor fué to-davía su admiración, cuando introducida á presencia del Rey, oyó la sabiduría de sus palabras, y contem-pló la profundidad de sus conocimientos sobre toda la naturaleza. Absorta y como fuera de sí, elijo á Sa-lomon : «Yo no daba crédito á lo que me contaban de t í , o Rey : mas ahora que lo he visto por mis ojos, conozco que excede á todo lo que la fama ha publi-cado. Dichosas tus gentes, y dichosos tus siervos, que están siempre delante de t í , y oyen tu sabiduría.» Convencida ahora de la reaüdad de cosas, que no ha-bia podido concebir, se despidió de Salomon, y se volvió á su país, cargada de presentes, mucho mas ¿preciables que el oro , aromas y piedras preciosas que ella habia traído de regalo.

Salomon reinó cuarenta años sobre el trono de Da-vid : la mitad de su reinado fué el mas glorioso de la tierra; un Rey fiel á su Dios, y zeloso por su hon-r á ; un Rey dotado de sabiduría y dispuesto á hacer justicia según ella; im Rey con riquezas inmensas, y empleándolas en honor del Señor y en provecho de su pueblo; tal fué Salomon los primeros veinte años de su reinado. La otra mitad fué el reinado mas infa-me que hubo entre todos los hombres; un Rey opri-miendo á sus súbclitos, para vivir en lujo escandalo-so : un Rey abandonando su gobierno, para vivir ro-deado de mil mugeres en deleites inmundos; tal fué Salomon en los últimos veinte años de su reinado. Es.

verdad que la pluralidad de mugeres estaba permiti-da por la Ley en aquellos tiempos : pero Salomon abusó vergonzosamente de aquella permisión, casán-dose con mil, de las cuales setecientas tenían el trata-miento de Reinas: tanto mas criminal, cuanto que el mayor número de estas eran idólatras, enlace que es-taba expresamente prohibido. La justicia de esta ley se manifestó en Salomon, pues á pesar de su sabidu-ría sobrehumana, cayó en el abismo.de la idolatría, tan ciegamente sumergido, que no se sabe hubiese vuelto su corazon á Dios, ni que hubiese conocido sus errores, á la última hora de su vida. Salomon murió a los cincuenta y nueve años de su edad , habiendo reinado cuarenta.

LIBRO V.

QUINTA EDAD DEL MUNDO.

Comprende 476 años.

CAPITULO PRIMERO.

REVES DE ISRAEL HASTA LA DESTRUCCION DEL REINO.

Indignado el Señor contra Salomon ;por no haber guardado su pacto ni sus mandamientos, juró en su ira desmembrar su reino y dar la mayor parte á un siervo suyo; dejando solo una tribu á su hijo por amor a David, y para continuar el cetro de Judá en su fa-

milia. Al mismo tiempo declaró el Señor que Jero-boan, joven de buena índole, de talentos y valor, hijo de un súbdito de Salomon, sucedería en la parte del trono de Israel. Jeroboan se habia disgustado con su Rey Salomon y se habia rebelado contra é l : pero aunque este joven era muy amado del pueblo, tuvo que ausentarse para huir de la venganza de su sobe-rano , y se acogió bajo la protección de Sesac Rey de Egipto. .

Por la muerte de Salomon, su hijo Roboan subió al trono de Israel, y aunque halló al pueblo muy oprimido con las contribuciones que habia impuesto su padre , les impuso otras aun mas pesadas. El pue-blo nombró diputados para suplicar al nuevo Rey suavizase un poco la estremada dureza de su gobier-d o : Roboan juntó un consejo de Estado para deli-berar sobre la respuesta que habia de dar al pueblo : los consejeros mas ancianos y prudentes fuéron de parecer, que debia escuchar la petición y aliviar la carga de los tributos. No era fácil que á un Rey jo-ven y orgulloso con la autoridad suprema, agradara un consejo tan suave : y esperando oir otro parecer mas acorde con sus violentas inclinaciones, consultó á los jóvenes que se habían criado á su lado. La res-puesta de estos correspondió á sus deseos, y presen-tado el Rey en el salón de la audiencia, dijo con as-pereza á los diputados de Israel: « Mi padre puso un yugo pesado sobre vosotros, mas yo añadiré mas peso á su carga : él os azotó con correas, mas yo os azotaré con escorpiones.» La consecuencia de esta

verdad que la pluralidad de mugeres estaba permiti-da por la Ley en aquellos tiempos : pero Salomon abusó vergonzosamente de aquella permisión, casán-dose con mil, de las cuales setecientas tenían el trata-miento de Reinas: tanto mas criminal, cuanto que el mayor número de estas eran idólatras, enlace que es-taba expresamente prohibido. La justicia de esta ley se manifestó en Salomon, pues á pesar de su sabidu-ría sobrehumana, cayó en el abismo.de la idolatría, tan ciegamente sumergido, que no se sabe hubiese vuelto su corazon á Dios, ni que hubiese conocido sus errores, á la última hora de su vida. Salomon murió a los cincuenta y nueve años de su edad , habiendo reinado cuarenta.

LIBRO V.

QUINTA EDAD DEL MUNDO.

Comprende 476 años.

CAPITULO PRIMERO.

REVES DE ISRAEL HASTA LA DESTRUCCION DEL REINO.

Indignado el Señor contra Salomon ;por no haber guardado su pacto ni sus mandamientos, juró en su ira desmembrar su reino y dar la mayor parte á un siervo suyo; dejando solo una tribu á su hijo por amor a David, y para continuar el cetro de Judá en su fa-

rnilia. Al mismo tiempo declaró el Señor que Jero-boan, joven de buena índole, de talentos y valor, hijo de un súbdito de Salomon, sucedería en la parte del trono de Israel. Jeroboan se habia disgustado con su Rey Salomon y se habia rebelado contra é l : pero aunque este joven era muy amado del pueblo, tuvo que ausentarse para huir de la venganza de su sobe-rano , y se acogió bajo la protección de Sesac Rey de Egipto. .

Por la muerte de Salomon, su hijo Roboan subió al trono de Israel, y aunque halló al pueblo muy oprimido con las contribuciones que habia impuesto su padre , les impuso otras aun mas pesadas. El pue-blo nombró diputados para suplicar al nuevo Rey suavizase un poco la estremada dureza de su gobier-d o : Roboan juntó un consejo de Estado para deli-berar sobre la respuesta que habia de dar al pueblo : los consejeros mas ancianos y prudentes fuéron de parecer, que debia escuchar la petición y aliviar la carga de los tributos. No era fácil que á un Rey jo-ven y orgulloso con la autoridad suprema, agradara un consejo tan suave : y esperando oír otro parecer mas acorde con sus violentas inclinaciones, consultó á los jóvenes que se habían criado á su lado. La res-puesta de estos correspondió á sus deseos, y presen-tado el Rey en el salón de la audiencia, dijo con as-pereza á los diputados de Israel: « Mi padre puso un yugo pesado sobre vosotros, mas yo añadiré mas peso á su carga : él os azotó con correas, mas yo os azotaré con escorpiones.» La consecuencia de esta

impropicia respuesta del trono fué una rebelión del pueblo: las tribus se juntaron en congreso y aclama-ron á Jeroboan por Rey de Israel, á excepción de la tribu de Ju l á que quedó fiel á la dinastía de David. Jeroboan, vuelto de Egipto, empuñó el cetro y quedó sentado sobre el trofto de Israel: y Roboan continuó en el trono de Judá según la promesa hecha á David, hasta la destrucción de los dos reinos. El de Israel duró ménos tiempo y quedó totalmente estinguido: el órden requiere que se mencionen primero los Reyes de Israel hasta el cautiverio de su pueblo, y dispersión por todas las partes septentrionales del Asia.

I. Jeroboan. Luego que este Rey se vió en el trono de Israel por aclamación del pueblo', olvidando que todo era obra del Señor, dijo en su cor.azon: si este pueblo continua veñío á Jerusalen á ofrecer los sa-crificios que están mandados en el templo del Señor, se volverá bajo el dpminio de los descendientes de David. Esta desconfianza inipia, pues el Señor le habia asegurado por medio del Profeta Abias el estableci-miento fijo de su reino, le sugirió un sistema de polí-tica, seguido no pocas veces por Príncipes que han hecho la religión instrumento útil á sus intereses pri-vados : hacer mudar al pueblo de religión le pareció necesario para asegurarse en el trono. Para este efecto hizo dos becerros de oro; puso uno en la ciudad de Betel, y el otro en la de Dan; luego publicó este breve edicto : «Israel, no irás en adelante á Jerusalen para sacrificar: aquí tienes tus dioses que te sacáron de la

tierra de Egipto.» Tan propenso era Israel á la idola-tría , que la voluntad del Rey fué suficiente para ha-cerle abandonar al Omnipotente Dios por dos novi-llejos de metal. Los sacerdotes fuéron los únicos que semostráron descontentos, y para librarse de su opo-sicion, tomó Jeroboan el partido de desterrarlos á todos fuera del reino. Luego erigió dos altares magní-ficos, y dió un ceremonial para el culto de los becer-rillos, semejante al que se practicaba en el cidto del verdadero Dios, imaginando que este era el medio mas eficaz para calmar el escrúpulo de algunos.; y para seducir á todos dió ejemplo en su persona, su-biendo sobre el altar y ofreciendo incienso á vista de todo el pueblo.

Jeroboan fué tristemente perturbado un día ruién-tras ofrecía inciensos en el altar de su nuevo Dios, ün Profeta de Judá, mandado por el Señor, llegó á este tiempo y esclamó: Altar, altar, esto dice el Señor: He aquí nacerá un hijo de la casa de David que se llamará Josias, y hará degollar sobre tí los sacerdo-tes que ahora queman sobre tí inciensos, y sobre tí quemará huesos de hombres. Esta será la señal de que ha hablado el Señor : este altar se partirá, y se der-ramará la ceniza que está sobre él. Irritado Jeroboan con el atrevimiento del advenedizo Profeta, estendió la mano diciendo : prendedle; mas en ¿quel mismo instante, la mano se le secó y el altar se partió. Con-movido Jeroboan con el repentino castigo, rogó hu-mildemente al hombre á quien poco ántes quería despedazar, que intercediera con el Dios vivo para

que le restituyese la perdida vitalidad á su mano: el Profeta hizo oracion y el Rey recobró su mano. Este mismo Profeta de vuelta á Judá fué incitado á comer en el camino, contra el espreso mandamiento que habia recibido de su Dios, y por esta desobediencia fué devorado por un león en el camino. Jeroboan reinó veinte y dos años, siempre oprimido de aflic-ciones tanto domésticas como de estado, hasta que perseguido por Abia Rey de Judá , despues de haber perdido su numeroso ejército en el monte de Seme-r o n , murió en castigo de sus pecados.

II. Nadab. Por la muerte de Jeroboan, Nadab su hijo le sucedió en el trono de Israel : corrompido con el mal ejemplo de su padre, se mantuvo en la misma idolatría. Provocado por los Filisteos, juntó un ejérci-to y puso sitio á Gebbeton : durante esta espedicion, conspiró contra él Baasa y le mató en el segundo año de su reinado.

III. Baasa. Este era un oficial en el ejército de Is-rael de la tribu de Isacar : dando muerte á su Rey se apoderó del trono, y para asegurarse en él pasó á cu-chillo á todo el l¡n¿ge de Jeroboan, cumpliéndose la sentencia que el profeta Aias pronunció de parte del Señor, del esterminio total de la casa de -Xeroboan en castigo de su idolatría. Por estos medios violentos se mantuvo en el trono veinte y cuatro años , y siguió los mismos caminos de sus predecesores. El Profeta Jeú le anunció de parte del Señor el mismo esterminio de su familia, que él habia hecho de la familia de Jero-boan.

IY. Ela,hijo de Baasa, le sucedió en el trono de Is-rael ; y principió su reinado con la muerte del santo Profeta J e ú , por habeV anunciado á su padre lo que el Señor le habia mandado : pero en el segundo año de su reinado, hallándose embriagado en casa de Arsa Gobernador de Tersa, fué muerto por Zambri.

Y. Zambri. Este era Comandante de la caballería cuando mató á Ela, y teniendo la tropa de su par te , se declaró Rey en aquel mismo día y ocupó el trono. Lo mismo que Baasa habia hecho con la casa de Je-reboan,hizo Zambri con la casa de Baasa, ejecu-tando la sentencia pronunciada por el virtuoso Jeú. Amri el capitan general de Israel estaba con el ejérci-to que sitiaba á Gebbeton, cuando supo la traición de Zambri : luego levantó el sitio y fué contra él. Zam-bri se encerró en el palacio real de Tersa, y no pu-diendo escapar de una muerte ignominiosa, puso fuego al edificio y pereció en las llamas, á los siete dias despues de haber asesinado á su soberano y ha-ber usurpado la dignidad real.

VI. Amri. Siendo hombre valiente y teniendo el ejército á su favor, despues de vengar la muerte del Rey Ela, fué aclamado Itey de Israel sin oposicíon. La acción mas notable de Amri fué la fundación de la ciudad de Samaría que vino á ser tan famosa en los fastos de Israel : y despues de haber reinado doce años murió.

VII. Acab hijo de Amri le sucedió en el t rono; he-redó la iniquidad de su padre, y excedió en maldad á todos sus antecesores. No contento con seguir la

idolatría introducida en Israel desde el reinado de Je-roboan, tomó por muger á Jezabel hija de Etbaal Rey de los Sidonios, y erigió un altar á Baal dios des-conocido en Israel. Mas el Señor , zeloso por su hon-ra, levantó en tiempo de este abominable Rey el gran Profeta Elias, para confundir á los idólatras con los mas estupendos milagros.

ZELO DEL PROFETA ELIAS.

El abandono que las tribus de Israel liabian hecho del verdadero Dios en este t iempo, y la vergonzosa adoracion que daban á toda especie de ídolos, habia llegado al mayor exceso. El Señor quiso ahora darles pruebas de su poder y de su ira , por el zelo de un fiel é intrépido Profeta. Elias Tesbita se presentó al Rey Acab y le dijo : « Yive el Señor Dios de Israel, en cuya presencia estoy, que no caerá rocio ni lluvia en estos años, sino según la palabra de mi b o c a : » y cerrado el cielo por la voz del Profeta, se retiró a l arroyo Carit. El Señor mantuvo allí á su siervo mila-grosamente por el ministerio de cuervos, hasta que secándose también aquel a r royo, tuvo orden de pro-ceder á Sarepta. Fatigado Elias de hambre y sed, pi-dió á una pobre viuda que recogía leña á la puerta de la ciudad, un poco de agua para beber; la caritativa muger iba á traer el agua, cuando llamándola el Pro-feta le pidió también un pedazo de pan. El generoso corazon de la viuda sintió ahora con mayor angustia la estrema necesidad en que se hallaba, y respondió

con vehemencia. Vive el Señor tu Dios que no tengo pan, sino solo un puñado de harina y un poco de aceite, y voy á cocerla con estos palos para comer yo y mi hijo, y perecer despues. Elias rogó á la muger hiciera primero una torta para é l , y que despues ha-ría otra para ella y su hijo, pues era la voluntad de Dios, que no faltase harina ni menguase aquel aceite,

' hasta que llovería sobre la tierra. Un corazon piado-so se convence pronto; la virtuosa muger sin dudar un momento, hizo como el Profeta le habia dicho; co-mieron aquel d í a , ' y siguiéron manteniéndose sin acabarse la harina ni el aceite, conforme á la pala-bra del Señor que habia hablado por la boca de Elias. Premio debido á esta pobre muger, la cual aunque idólatra, socorrió al necesitado Profeta con lo último que poseía, y creyó al siervo de Dios que era dese-chado en Israel.

Una viuda que ve morir á su hijo único es una viva . imagen de dolor: él de la viuda espiró en su regazo,

y la afligida madre en la angustia de su corazon, cor-re al Profeta de Dios, y Hora por la muerte de su hijo. Elias cuya fe y confianza en el Señor era igual al zelo que "tenia por la honra de su santo Nombre, tomó al hi jo , le llevó á su cámara, é inclinándose sobre el ni-ño clamó : « Señor Dios mió, ¿porqué afliges á la viu-da que me sustenta, privándola de su hijo ? Ruégote Señor, vuelva el alma á las entrañas de esta criatura. Dios oyó la voz de su siervo, y vuelta el alma al niño, le entregó á la afligida madre diciéndole : «Aquí tie-nes vivo á tu hijo.» Abiertos los ojos de aquella gen-

til con tan manifiesto milagro, confesó que Elias era el Profeta de Dios, y que la palabra del Señor era verdadera en su boca.

La impía Jezabel, mas irritada contra el Dios de Israel por la esterilidad (pie padecía el reino, per-seguía cruelmente á los profetas del Señor, y hubiera acabado con todos, si el piadoso Abdias no hubiese escondido y alimentado á cien ministros del Altísimo. Un día en que este buen hombre buscaba forraje para -los caballos del Rey, se le presentó Elias en el cami-no , y le dijo : Anda, y di á tu Señor, que aquí, está Elias. Abdias temia llevar un mensage que habia de irritar á Acab, mas animado por el Profeta fué al palacio, dió el aviso, y vino el Rey á donde estaba Elias, tuego que Acab vió al Profeta le dijo : ¿ No eres tú el que trae alborotado á Israel ? El intrépido Elias despreciando las amenazas del Rey, le respon-dió con denuedo : Yo no he alborotado á Israel, sino t ú , y la casa de tu padre, que habéis dejado los man-damientos de Dios, y habéis seguido á los Baales. Mas no obstante, congrega delante de mí á todo el pueblo en el monte Carmelo, y á los cuatrocientos y cincuenta profetas de Baal, y á los cuatrocientos sa-cerdotes de los bosques, que comen de la mesa de Jezabel.

Acab envió, á llamar á todos los hijos de Israel, y congregó á los ministros de sus ídolos en el monte Carmelo. Elias acercándose á la multitud les dijo : ¿Hasta cuando estaréis vacilando entre dos opiniones? si el Señor es el verdadero Dios, seguidle; y si es

Baal, seguidle; confundido el pueblo con este argu-mento del Profeta, no respondió una palabra. Yo solo he quedado de los profetas del Señor, y hay entre vosotros cuatrocientos y cincuenta profetas de Baal. Dénsenos dos bueyes, y escojan ellos uno; diví-danle en trozos, y pónganlos sobre la leña; yo haré lo mismo con el otro, y 110 se pondrá fuego bajo nin-guno de los dos. Invocad á vuestros dioses, y yo in-vocaré el nombre de mi Señor, y el Dios que res-pondiere mandando fuego, sea ese el Dios del pue-blo. Una proposicion tan justa y equitativa 110 podía ser desechada. Los profetas de Baal pusiéron su vícti-ma sobre el altar, é invocáron á su dios hasta medio-día , pero lodo en vano, pues no habia la menor señal de fuego. Elias se mofaba de ellos diciéndoles con ironía : Gritad fuerte, quizas vuestro dios está ocu-pado en casa, ó está en camino; quizas habrá entrado en alguna posada, y está durmiendo la siesta. Los falsos profetas picados con la burla de Elias daban mayores gritos á Baal, sajándose las carnes con cu-chillos y lancetas según su r i lo; mas Baal sordo á sus voces no mandaba fuego.

Llegó la hora en que Elias debia hacer su sacrifi-cio, y llamando al pueblo, compuso el altar del Señor que habia sido destruido. Primeramente tomó doce piedras según el número de las tribus de Jacob, y con ellas hizo un altar al Señor de Israel; hizo ademas un acueducto, como dos pequeños surcos al rededor del altar; luego acomodó la leña, dividió el buey en tro-zos, y los puso sobre el altar. Mandó echar agua rq-

petidas veces, basta correr y llenarse la zanja que ro-deaba el lugar del sacrificio; y preparado todo á sa-tisfacción de.aquel ignorante pueblo , se acercó el santo Profeta, y oró diciendo : « Señor Dios de Abra-han , de Isaac y de Jacob, muestra hoy que tu eres el verdadero Dios de Israel, y yo tú siervo; y que por mandamiento tuyo he hecho todas estas cosas. Oyeme, Señor , óyeme, para que conozca este pue-b l o , que tú eres el Señor Dios, y que de nuevo has convertido su corazon. »Apénas habia pronunciado el zeloso Profeta la última palabra de esta fervorosa súplica, cayó fuego del cielo, y devoró el holocaus-t o , la leña y las piedras, consumiendo hasta el polvo y agua que habia al rededor del altar. Un prodigio tan grande como manifiesto despertó al pueblo de su error, se postraron sobre el rostro, confesando á vo-ces : El Señor es el Dios, el Señor es el verdadero Dios. Yiendo el Profeta el arrepentimiento del pue-blo , y la confusion de los ministros de Baal, se apro-vechó de la oportunidad para vengar la honra del Señor. I s r ae l , clamó Elias, esos son los impostores que os han seducido; echad mano á esos falsos pro-fetas, y no dejad escapar á uno. El pueblo, cuya furia no tiene límites cuando se ve vergonzosamente enga-ñado, echó mano á los impostores y les diéron la muerte merecida por sus- abominaciones. El santo Profeta, movido de compasion por Israel, subió á la cumbre del Carmelo, y rogó á Dio$ siete veces, que derramase la deseada lluvia sobre la t ierra: una nu-iec i l l a , como la huella de un hombre, se levantó del

horizonte, y estendiéndose conforme se elevaba, os-cureció el cielo, y cayó una grande lluvia, dejando apénas tiempo suficiente al pueblo para acogerse á sus casas.

Informada la perversa Jezabel de la muerte de los profetas ele Baal por la persuasión de Elias, juró ha-cerle esperimentar su venganza : el Profeta temió la desesperación de la Reina, y huyó por el camino de Bersabé á J u d á ; luego se dirigió hácia el desierto, y fatigado en el cuerpo y en el espíritu, se sentó de-bajo de im árbol; allí le envió el Señor un Angel con alimento, y le ordenó caminar hasta Horeb el monte de Dios, á donde llegó despues de cuarenta dias y cuarenta noches, y se acogió en una cueva. Apénas habia descansado el Profeta, cuando fué despertado por un viento fuerte que trastornaba los montes, y quebrantaba las piedras; despues sintió que la tierra se estremecía, y luego vió pasar un fuego cuyo res-plandor le obligó á cubrirse el rostro con su manto. Una voz del cielo llegó á sus oidos, que decia: ¿ Qué haces aquí Elias? El Profeta respondió : Aquí me abraso de zelo por el Señor Dios de los ejércitos, porque han abandonado tu pacto los hijos de Israel; han destruido tus altares; han pasado á cuchillo á tus profetas; yo he quedado solo, y me buscan para quitarme la vida. Anda, le dijo el Señor, y vuelve por el camino del desierto hácia Damasco; allí un-girás á Azael por Rey de Siria, y á Jeú por Rey de Israel, y á Eliseo por tu sucesor.

Obediente á la voz del Señor , partió Elias para Damasco, y en su camino encontró á Elíseo que es-taba arando; el Profeta se llegó á él, y le echó su manto sobre los hombros. Cuando un varón justo siente la gracia de Dios, nada le detiene para seguir la voluntad divina; Elíseo dejó al punto los bueyes, y se fué corriendo detras de Elias. La obediencia y afecto á los padres es una obligación indispensable en los hijos; Elíseo temía faltar á este deber sagrado,

_si se ausentaba de su casa á manera de un prófugo; por lo que rogó humildemente á Elias le permitiese ir á su casa, para pedir la bendición á sus padres, y besarlos por última vez. El Profeta condescendió con tan justa petición, Elíseo fué á su casa, y volvió fiel-mente á su maestro que le aguardaba en el campo. Gozoso Eliseo con la vocacion que el Señor habia he-cho de é l , quiso dar un banquete á sus compañeros trabajadores, y tomando el par de bueyes de su ara-do , los matáron y prepararon su carne ; luego que comiéron, se levantó Elias, y Eliseo le siguió sirvién-dole como á su maestro.

El débil Rey Acab habia permitido á su malvada ! muger Jezabel cometer un crimen horrible, derra-mando la sangre del inocente Nabot. Este tenia ima viña cerca del palacio del Rey, y siendo heredad de | sus padres, no queria privarse de su posesion. Acab se la"pidió para agregarla á la huerta de su casa, y Nabot no la quiso enagenar : esto entristeció mucho al Rey, é informada Jezabel de la causa, buscó falsos testigos que jurasen haber oido á Nabot blasfemar

contra Dios, y murmurar del Rey; sustanciada esta falsa acusación, el inocente Nabot fué sentenciado, arrastrado fuera de la ciudad, y muerto á pedradas. Satisfecho el corazon ferino de la depravada Reina con la sangre de Nabot, fué y dijo al Rey: ya puedes tomar posesion de la viña; ya no existe aquel que 110 quiso complacerte. Acab se levantó, y descendía á tomar posesion de tan mal adquirida heredad, cuan-do Elias le salió al encuentro, y le dijo : Mataste el dueño, y poseíste su hacienda; pues esto dice el Se-ñor : En este lugar donde los perros lamiéron la sangre de Nabot, lamerán también la tuya; y los perros comerán las carnes de Jezabel en la heredad de Nabot.

Poco .tiempo despues, Ramot de Galaad Rey de Siria declaró guerra al Rey Acab, y no teniendo este suficientes fuerzas para resistir á su adversario, pidió ayuda á Josafat Rey de Judá. Este Rey habia casado su hijo con Atalia hija de Acab, y por razón de esta alianza vino en su ayuda desde Judá. Acab habia consultado á sus profetas sobre el éxito de esta guer-ra , y todos le habian dado una respuesta lisonjera: pero Josafat que era príncipe religioso queria con-sultar á algún profeta del Dios de Israel. Acab res-pondió que habia uno en Samaría á quien aborrecía, porque siempre le anunciaba desastres, y por tanto seria inútil consultarle. Josafat insistió en que se lla-mase, y el profeta Miqueas vino á presencia de los Reyes. Este profeta, fiel á la inspiración divina, dijo

i- 7

siu temor y con sencillez que la guerra seria desas-

trada, y que terminaría con la muerte de Acab. Josafat debia haberse vuelto á Judá despues de ha-

ber oido el anuncio de Miqueas, pero tuvo la debilidad de creer comprometido su honor, y acompañó á Acab en la batalla. El Rey de Siria habia dado orden á los comandantes de su caballería de dirigir toda su. fuerza contra la persona del Rey de Israel ; esta dis-posición del de Siria no se le ocultó á Acab, y asi

juzgó prudente despojarse de las insignias reales, para no ser conocido durante la acción. Los generales de Siria, en virtud de sus instrucciones, cargaron y ro-dearon á Josafat llevados de su apariencia real, y es-tuvo á peligro de perder su vida, si no se descubriese con tiempo. Este bienintencionado y sincero Príncipe fué espuesto á grande peligro, por la astucia y mala fe de un abado sin religión, sin honor y sin amistad. Pero el destino de Acab estaba anunciado por el pro-feta del Señor : una saeta disparada al acaso por un soldado enemigo, le hirió mortalmente entre la cer-viz y la espalda, de cuya herida murió al ponerse el sol. El carro en que fué herido quedó lleno de la sangre que habia derramado, y luego fué traido por casualidad al parage donde Nabot habia sido apedrea-do , y allí lamiéron los perros la sangre de Acab, se-gún habia predicho el profeta Elias. Josafat se volvió á Jerusalen reprendido por el Señor, por haber dado socorro á mi impio, y haber contraído amistad con un hombre que aborrecía al Señor.

LOS REYES. IV.

VIH. Ocozias. Por la muerte de Acab, Ocozias su hijo subió, al trono de Israel. Este Rey solicitó la amistad y alianza de Josafat, pero el Rey de Judá es-taba muy escarmentado de su primer error. Ocozias dió una caida desde el balcón de un cuarto alto, y enfermó gravemente. No parece sino que esta raza de reyes de Israel tenían endurecido el corazon por cas-tigo ; pues el primer paso que daban cuando llega-ban á reinar , era renunciar al Señór Dios de Israel. Luego que Ocozias se sintió en peligro, nombró mensageros para ir á consultar á Belzebud dios de Acarón sobre el fin de su enfermedad. Eüas por amo-nestación del Angel del Señor, les salió al encuentro en el camino, y les dijo : Mensageros de Ocozias, ¿no hay Dios de Israel, que vais á consultar á Belze-bud dios de Acarón? pues esto dice el Señor : De la cama en que subiste, no descenderás, sino que mori-rás. Acobardados los mensageros con el encuentro del zeloso Profeta se volviéron á Samaría, é informá-ron fielmente á Ocozias lo que habían visto y lo que habían oido; y no fué dificultoso conocer que era Elias á quien habían encontrado.

El odio que Ocozias habia concebido contra Elias durante el reinado de su padre, se inflamó ahora con la relación de los mensageros, y queriendo vengarse del Profeta, mandó á un capitan de sus guardias con cincuenta hombres á caballo para prenderle. Ufano

el oficial con su comision, partió de priesa á cum-plirla ; y cuando llegó á ver á Elias en el monte y solo, creyó que vale tenia en su poder : Hombre de Dios, dijo insolentemente el Capitan, baja presto del monte, y ven conmigo á la presencia del Rey. El Profeta te-nia mucho zelo por la honra del Dios á quien servia, para sufrir la falta de respeto con que le intimaban rendirse : si soy hombre de Dios, descienda fuego del cielo y devore á toda tu compañía contigo ; el fuego descendió al instante, y el Capitan con sus cincuenta hombres quedaron consumidos. Otro oficial con otros cincuenta soldados salió con la misma comision, pero Elias era hombre terrible; al intimarle que bajase del monte, hizo bajar otra vez fuego , y todos fuéron de-vorados. El infatuado Ocozias atribuía estos prodi-gios á casualidad, y estaba resuelto á asegurarse de su persona. Un tercero Capitan salió con mas tropa para prender á Elias, pero escarmentado con el cas-tigo de las otras dos compañías, ó conociendo la vir-tud del santo Profeta, observó una conducta diferen-te : se detuvo á una distancia considerable, se apeó, y doblando las rodillas con mas veneración que á su Rey, le dijo humildemente : Hombre de Dios, no te enojes contra tu siervo ni contra estos que han venido conmigo; tu has aniquilado con fuego del cielo á otros dos capitanes con sus compañías, y ahora te ruego tengas compasion de m í ; ya ves que soy man-dado á buscarte, haz ahora lo que fuere de tu agrado. Si los dos primeros oficiales, sabiendo bien los por-tentos que el Señor habia hecho por medio de su fiel

Profeta, se hubieran presentado y hablado á Elias con el mismo respeto que este úl t imo, no hubieran atraído sobre sí el castigo del cielo. El Profeta ven-gaba solo la falta de respeto al Dios de Israel, en su persona, llamándole por mofa hombre de Dios, y dándole una orden, como si intimaran la rendición á un malhechor. Movido Elias ahora por el religioso respeto del tercer comisionado, le escuchó benigna-mente , é inspirado por el Angel del Señor, descendió del monte, y acompañado del Oficial como guardia de honor, se presentó al Rey y le dijo : Esto dice el Señor; por cuanto enviaste mensageros á consultar á Belzebud dios de Acarón, como si no hubiera Dios en Israel á quien pudieras consultar, del lecho sobre que subiste no descenderás, sino que morirás de muerte. Aquel Rey que pocas horas ántes deseaba tener en su poder á Elias, quedó ahora lleno de pa-vor á su vista; Elias se volvió al monte, y Ocozias murió poco despues.

Elias habia sido un Profeta tan fiel á la voz de su Dios, tan intrépido en anunciar á los Reyes las órde-nes divinas, y tan zeloso en ejecutarlas, que compla-cido el Señor con su invariable fidelidad, le quiso premiar de un modo enteramente maravilloso. El santo Profeta venia un dia de Gálgala con su fiel discípulo Elíseo, y parándose en el camino le dijo : Quédate aquí , porque el Señor me ha enviado á Be-tel ; Eliseo le respondió : Vive el Señor y vive tu al-ma, que no te dejaré. Luego que llegaron á Betel, los fieles del Señor saliéron á recibirlos, y acercándose

algunos á Eliseo le dijeron privadamente, ¿sabes que el Señor te quitará hoy á tu maestro? sí lo sé , callad. Elias se puso otra vez en camino, y parán-dose un poco despues, dijo á Eüseo : Quédate aquí , porque el Señor me ha enviado á Jericó. Eliseo le respondió, que no se apartaría de él y siguió-en su compañía. Llegados á Jericó, dijo Elias á Eliseo que se quedase allí, porque el Señor le habia enviado al Jo rdán ; mas el fiel discípulo habia hecho resolución de no separarse de su maestro. Camináron pues los dos juntos, y llegando á la orilla del Jo rdán , tomó Elias su manto, le dobló y dió con el sobre el rio : al instante se dividiéron las aguas á uno y otro lado, y pasaron á pie enjuto. Habiendo pasado el rio dijo Elias á su discípulo : pides lo que quieras que-haga por t í , ántes que me separe para siempre. Eliseo res-pondió sin detenerse, pido que tu espíritu sea dupli-cado en mí. La petición del discípulo, que conocía mejor que nadie el espíritu de su maestro, parece exorbitante; y así pareció á Elias, pues le respon-dió : Difícil cosa has pedido; mas no obstante, si me vieres cuando sea arrebatado de t í , tendrás lo que has pedido, mas si no me vieres, no lo tendrás. Un hombre que espresamente se habia negado tres veces á separarse de su compañero, no era fácil, que des-pues de oirtan gran promesa y á condicion tan fácil, se descuidara su vigilancia. El discípulo caminaba junto á su maestro, cuando vino por el aire un carro de fuego, tirado por caballos de fuego; y montando Elias en é l , fué arrebatado al cielo en un torbellino.

Elisftp pasmado con la maravillosa traslación de su maestro, gritaba : Padre mió, padre mió, carro de Israel, y su conductor. Elias se perdió de vista en un momento, Eliseo rasgó su vestidura de dolor, y to-mando el manto que.su maestro le habia echado a l . tiempo de su traslación, se volvió al Jordán con la preciosa reliquia.

VIRTUDES DEL PROFETA ELISEO.

Desde este momento principió Eliseo á obrar tan-tas maravillas, que se vió el entero cumplimiento de la última promesa que hizo Elias á su fiel discípulo. Luego que perdió de vista á su amado maestro, se volvió hácia el Jordán, y llegando á la orilla vió la dificultad de pasarle. El modo milagroso con que le habia atravesado poco ántes le hizo ahora recordar que Elias habia herido las aguas con su manto , de -jando un paso enjuto; y como tenia en su posesion este apreciable don que le habia dejado el santo Pro-fe ta , hizo con él lo mismo, y las aguas se dividiéron. Los hijos de los profetas de Jericó, que desdé la otra parte del rio habían visto todas las maravillas de aquel día, viniéron á su encuentro y le veneraron in-clinados hasta la tierra. Eliseo siguió hasta Jericó, á donde los habitantes le representáron la mala caüdad de las aguas, y esterilidad del terreno de aquella ciu-dad, que en otros respectos era un pueblo muy agra-dable. El Profeta mandó traer una vasija nueva con un poco de sal, fué al manantial, y echando la sal en

el agua dijo: Esto dice el Señor: Saué estas a g q p , y eu adelante jamas habrá en ellas muerte ni esterili-dad. Las aguas quedáron desde entonces saludables según la palabra del siervo de Dios.

Elíseo partió de Jericó para Betel, y en el camino (lió pruebas de que con el espíritu de su maestro ha-bia heredado también su carcáter. Al subir la cuesta de Betel, fué visto por una porcion de muchachos que jugaban por allí, los cuales observando que el Pro-feta era calvo, gritaron con mucho escarnio: sube calvo, sube calvo. Irritado Elíseo con la insolencia de aquellos tunantillos, volvió la cara y los maldijo en el nombre del Señor: al instante saliéron del bosque inmediato dos osos, instrumentos del castigo de los atrevidos muchachos, así como de sus descuidados padres, y despedazaron cuarenta y dos de los mas desvergonzados. El santo Profeta sigiüó su camino al monte Carmelo, y de allí pasó á Samaría la capital del reino de Israel.

IX. Joran. Habiendo muerto el Rey Ocozias sin sucesión, ocupó el trono de Israel Joran su hermano menor. Este Príncipe no fué tan prevaricador como sus antecesores: conocía los daños que habia sufrido Israel desde la introducción del culto de Baal por la influencia de su madre Jezabel, y sin consideración á ella, proscribió las estatuas de aquel ídolo; pero re-tuvo siempre el culto de los becerros introducidos por Jeroboan. Joran declaró la guerra contra 3Iesa Rey de 3Ioab, porque este habia negado el tributo anual de cien mil corderos y cien mil carneros, que Moab

estaba obligado apagar á los Reyes de Israel: y para hacer la guerra con mayor acierto, rogó á Josafat Rey de Judá que le ayudase. La alianza que Josafat habia hecho con Israel casando á su primogénito con una hermana de Joran, fué una razón de estado para 110 negarle este auxilio; y esta unión de dos Reyes po-derosos movió al Rey de Edon á entrar también en la liga.

Juntos los tres ejércitos bajo la dirección de los tres Reyes, marcháron por un camino de siete dias, y apu-rados por la falta de agua, desanimó mucho esta cir-cunstancia al Rey de Israel. El de Judá preguntó si habia por allí algún Profeta del Señor, para que ro-gara á Dios por el ejército; le informaron que allí cerca residía Eliseo discípulo de Elias, y Josafat no dudando que la palabra del Profeta era la palabra del Señor, fué con los otros dos Reyes á visitarle. Luego que Eliseo vió á Joran venir hácia é l , le dijo: ¿ qué tengo yo que ver contigo? anda á los profetas de tu padre y de tu madre. Sin embargo de este áspero re-cibimiento, Joran le preguntó sobre el fin de su guerra contra Moab, y Eliseo con la entereza heredada de su maestro le respondió: Vive el Señor de los ejércitos, en cuya presencia estoy, que si no respetara la per-sona de Josafat Rey de Judá, no te hubiera atendido ni aun mirado. Entonces mandó llamar un músico, y á la armonía del arpa inspiró el Señor al Profeta: haced, dijo Eliseo, en el canal de este arroyo muchos fosos, porque esto dice el Señor: no veréis viento ni lluvia, v este canal se llenará de agua, y beberéis vos.-

7*

otros, vuestras familias y vuestras bestias. Ademas de estó, el Señor entregará á Moab en vuestras manos, destruiréis sus pueblos, cortaréis todo árbol frutal, cegaréis los manantiales de las aguas, y cubriréis de piedras sus campos de labor. A la hora del sacrificio en la mañana siguiente, vino un torrente de agua por el camino de Edon, que inundó todo aquel valle por algunos dias.

Informados los Moabitas de la marcha de los tres Reyes contra ellos, juntaron cuantos hombres podian tomar armas para s.alirles al encuentro, y en la pri-mera marcha se acamparon junto al ejército combi-nado. El efecto de los rayos del sol naciente, causado sobre la superficie del agua del valle alucinó á los Moabitas, y en la confusion de sus sentidos, creyeron que era la sangre de los aliados, vertida por las espa-das de unos contra otros. Ofuscados con aquella idea fantástica, que los mas prudentes no podian desvane-cer , se arrojó la multitud en desorden, no á pelear, sino á la presa y saqueo del imaginado campo de ba-talla. Cuando los Israelitas viéron descender al valle aquel desordenado monton de enemigos, se levantá-ron de repente, y empuñando las espadas, hiciéron horrible estrago con total esterminio de los Moabitas: el ejército de los tres Reyes entró luego en el territo-rio enemigo, y destruyó pueblos, plantíos, fuentes y campos como habia anunciado el Profeta.

Eliseo no ejercia su don de milagros solamente para beneficio ó ruina de los grandes; su caridad para con los pobres era una virtud en que se deleitaba su

corazon. Una pobre viuda se llegó un dia á Eliseo, y le dijo llena, de aflicción: tu siervo mi marido ha muerto, y tu sabes que fué temeroso del Señor.; el difunto debia algún dinero, y ahora viene el acreedor para nevarse mis dos hijos, y hacerlos sus esclavos. El Profeta le preguntó ¿qué tenia en su casa para p a -gar ? y la pobre le respondió, que solo tenia un poco de aceite: ve , le dijo el siervo de Dios, y pide pres-tadas cuantas vasijas puedas hallar entre tus vecinos; enciérrate en tu casa con tus hijos, y llena todas las vasijas con el aceite que tu tienes. La viuda llena de fe hizo lo que el Profeta le ordenó, y recogió aceite bastante para vender y satisfacer á su acreedor, que-dándole ademas para mantenerse ella y sus hijos.

Otra piadosa muger de Sunan acostumbraba hos-pedar al Profeta cuando pasaba por aquella c iudad, que era muy frecuentemente. Eliseo agradecido á su generosa hospitalidad, obtuvo por sus ruegos que Dios concediese un hijo á su bienhechora; don para eUa tanto mas agradable, cuanto habia perdido la esperanza de ser madre. Feliz la Sunamitis con su hi jo, tuvo el pesar de verle morir en su regazo : en la amargura de su dolor puso al difunto niño en la cama, y llena de confianza fué al monte Carmelo á soücitar con sus lágrimas la intercesión del profeta del Señor. Conmovido Eliseo con el llanto de la afli-gida madre, envió á su criado Giezi para poner su báculo sobre la cara del niño : mas Giezi no tenia la fe ni la virtud necesaria para ser ni aun pasivo instru-mento de tales maraviUas; puso el báculo sobre la

cara del niño, pero la criatura no dio señales de vida.

El Profeta vino en persona á la casa, se encerró en

el cuarto donde estaba el niño, hizo oracion al Se-

ñor , y el hijo fué restituido á la vida, y á su madre. Naaman General del ejército del Rey de Siria era

hombre de grande reputación, poseia muchas rique-zas, y gozaba el favor y confianza de su soberano; sin embargo de todas estas ventajas, Naaman era un hombre infeliz; una lepra inveterada que nadie habia podido curarle, casi le tenia desterrado de la socie-dad. Por fortima de Naaman y de su familia, tenia en su casa una esclava judía, que habia sido cautivada en una escursion de los Sirios, y era doncella de la rnuger del General. La muchacha.se acordó de los muchos milagros que Eliseo obraba en Israel, y dijo á su ama : Ojalá hubiera ido mi amo á ver al Profeta que está en Samaría. Esta insinuación fué escuchada, y despues de haberla considerado, resolvió Naaman partir para la capital de Israel. El General pidió á su soberano una carta de recomendación para Joran, esponiendo los motivos de su viage. El Rey de Siria, entendiendo mal las razones de su General, ó no leyendo lo que habia escrito su secretario, dió la carta de recomendación para el Rey de Israel, muy mal concebida,pues en ella le rogaba curase al dador de la enfermedad que padecia. Cuando Joran leyó la carta, y vió que le pedían nada ménos que sanar á un leproso incurable, se irritó en estremo, atribuyen-do á insulto la mal esplicada petición; sabiendo muy bien que él no podia aspirar al don de hacer inila-

gros. Informado Eliseo de lo que pasaba, pidió á Joran le mandase al general siró á su casa, de lo que se alegró mucho el Rey de Israel, y dirigió á Naaman á casa del Profeta.

El afligido Naaman partió con todo su tren á visi-tar á Eliseo; y ántes de llegar á su morada, encontró á un mensajero en el cambio, quien le dijo de parte del Profeta, que se lavara siete veces en las aguas del Jordán. Naaman, poco satisfecho con el recibo que habia tenido en palacio, y mucho ménos con el remedio que le daba el Profeta, quería volverse á Siria, á donde en su opinion habia mejores rios que el Jordán, y mejores aguas que en Israel. Los cria-dos habían oído muchas curas milagrosas hechas por el Profeta, y prevalecieron con su Señor á que se bañara en el Jordán conforme al mensage recibido.

V

Naaman se lavó siete veces en el r io, y quedó sano. El efecto tan prodigioso que causó el simple remedio de las aguas del Jordán mudó así el corazon como la mente del general siró : pues no solo agradeció la virtud del Profeta, mas vino en conocimiento del ver-dadero Dios, y 110 ofreció en adelante holocaustos ni víctimas sino al Señor de Israel. El agradecimiento le movió á hacer ricos presentes al Profeta, y le instó para que los recibiera; pero el virtuoso Eliseo, que en todas sus obras no buscaba sino la gloria de su Dios, perentoriamente los rehusó. Giezi, aquel criado á quien el Profeta habia mandado con su báculo para resucitar al hijo de la Sunamitis, disgustado con el desinteres de su amo, fué ocultamente á buscar á

Naaman, que ya se retiraba á Siria, y despues de una sarta de mentiras injuriosas á su amo le pidió un ta-lento de plata. El agradecido Siró le dió dos talentos, y dos ricos vestidos, y los guardó para sí. El espíritu del santo Profeta habia estado presente á la codiciosa negociación de Giezi, y'conoció ahora por primera vez qué sujeto era sif criado : luego le IJamó á par te , y pidió cuenta de lo que habia hecho. Giezi negó todo, y decidido el Profeta en darle un castigo correspon-diente á la culpa, le dijo : supuesto que tu has reci-bido de Naaman ricos vestidos, y dinero bastante para comprar hacienda y vivir en abundancia, toma tam-bién para tí y para tu linage su lepra. El avariento Giezi quedó desde -aquel mismo instante cubierto de lepra, dejándola vinculada en sus hijos.

Poco tiempo despues de la vuelta de Naaman á Si-ria , hubo desavenencia entre este Rey y el de Israel, y se declararon guerra. El de Siria teniendo un ejér-cito inferior, resolvió hacer la guerra con estratage-ma y emboscadas: pero el Profeta Eliseo que se inte-resaba por la seguridad de Israel , no obstante sus errores, avisaba á Joran, que estuviese prevenido tal d ia , ó que no pasase por tal parage ,para no ser sor-prendido. Conturbado el Rey de Siria con el mal su-ceso de todos sus ardides, sospechó que algún traidor revelaba sus planes al de Israel, y juntó á sus gene-rales, para ver si podía descubrir al que le vendía. Uno de ellos dijo : Señor, no sospeches de ninguno de tus siervos; el Profeta Eüseo es el que descubre al Rey de Israel las palabras que hablas en lo mas

retirado de tu cámara, y aun tus pensamientos; ahora está en Dotan, vé si puedes asegurarte de su per-sona. Con este aviso mandó el Rey una brigada de caballería para sitiar el lugar de noche, y prender á Eliseo por la mañana. El Profeta hizo oracion al Se-ñor para que confundiera la vista de sus enemigos, y saliéndoles al encuentro les di jo: no es este el pueblo ni el camino para hallar al varón que buscáis, se-guidme y os le mostraré. El ofuscado ejército siguió al Profeta hasta el centro de la ciudad de Samaría, y rogando al Señor les aclarara la vista, se halláron los Siros, prisioneros en medio de la capital de Israel. Joran quería pasarlos á cuchillo, mas Eliseo se opu-so , porque no eran prisioneros de batalla; ántes le persuadió, á que les diese de comer, y los dejase volver á su campamento. Insensible el Rey de Siria á este acto de generosidad, muy raro en aquellos tiem-pos, reunió todas sus fuerzas y puso sitio á Samaría, causando una hambre tan estrema que dos madres cominiéron en comerse sus (los hijos. El horrendo convenio principió matando una madre á su hi jo, y las dos alimentándose con la carne del inocente; mas cuando llegó el tiempo de matar al otro niño, su ma-dre le ociútó. Ofendida la otra con esta falta del in-humano concierto, se presentó al troiíO esponienclo el funesto caso, y pidiendo justicia. Aunque el Rey sabia la estrema necesidad de los habitantes, no habia aprendido ocurriese entre dos madres una circunstan-cia de tan enorme barbaridad : y estremecido al ob-la horrible relación, rasgó su vestidura de dolor3

ciño su cuerpo con cilicios, y lloró amargamente unos males que no podia remediar. En el tormento de su ánimo concibió la idea de que Eliseo era la causa de la calamidad de Israel, y sin dar lugar á la reflexión decretó su muerte. El Profeta estaba con los ancia-nos del pueblo, considerando el infortunio del pue-b lo , cuando se acercaba el verdugo mandado por el Rey ; y como adivinase el objeto de su comision, man-dó cerrar la puerta y no dejarle entrar. Joran llegó poco despues, y se, le aplacó la ira á la vista del Pro-feta , el que le consoló con la promesa de un pronto socorro, asegurándole departe del Señor, que al (lia siguiente habría grande abundancia de provisiones. Un oficial amigo del Rey, que se hallaba junto á él , se burló del vaticinio del Profeta, y este le respon-d ió , tu lo verás con tus ojos, mas no lo disfrutarás. El Señor confundió aquella noche á lodo el ejército si-tiador con tanto espanto, que abandonaron sus tien-das y bagages, sus caballos y almacenes, huyendo consternados entre las tinieblas y sin dirección, anhe-lando solo por salvar sus vidas. Con la luz del dia fué descubierta la precipitada huida de los Siros, y los Samaritanos saliéron á saquear el campamento con tanto tropel, que el oficial que se habia burlado de la prediccio» del Profeta, fué sofocado bajo los pies de los hambrientos habitantes. La abundancia de pro-visiones fué conforme á la promesa de Eliseo, y con la muerte del oficial incrédulo quedó cumplida la profecía del siervo de Dios.

El Señor habia ordenado al profeta Elias ungir á

Azael por Rey de Siria, y á Jeú por rey de Israel , pero estas comisiones fuéron despues reservadas al Profeta Eliseo; primero fué la de Azael. Benadad Rey de Siria estaba gravemente enfermo, y sabiendo que Eliseo había llegado á Damasco, dijo á Azael que to-mara consigo ricos presentes para el Profeta, y le ro-gase consultara al Señor, si sanaría de aquella enfer-medad. Azael dió su mensage, y Eliseo le respondió que la enfermedad 110 era mortal, pero que moriría de muerte violenta. Estas últimas palabras afligiéron tanto al Profeta miéntras las pronunciaba, que lloró. ¿ Porqué lloras Señor mió ? preguntó Azael muy sor-prendido. Porque sé los males que has de hacer á los lujos de Israel, respondió el varón de Dios. Tú entre-garás á las llamas sus fortalezas, pasarás á cuchillo sus jóvenes, despedazarás sus infantes, y matarás las criaturas en el seno de sus madres. Todo esto harás cuando seas Rey de Siria, como el Señor me ha mos-trado. Azael dijo que no era un perro, para cometer tan atroces crueldades; pero la palabra del Señor ha-bia de cumplirse. Este mismo Azael sofocó á su Rey en la cama, ocupó su t rono, y en su reinado suce-dieron todos los estragos cuya predicción habia ar-rancado las lágrimas al Profeta.

Durante la cruel guerra que Azael hacia á Israel, el Rey Joran fué herido en una batalla, y se retiró á su palacio de Jezrael para curarse, dejando el ejército en Ramot de Galaad. Eliseo entretanto llamó á uno de los hijos de los profetas, y le mandó á la ciudad de Ramot con una ampollita de aceite, para ungir á Jeú

por Rey de Israel. El ministro del Profeta partió para su comision, y llegado al ejército vió á Jeú en com-pañía de los otros generales, y llegándose á él le di-jo : Príncipe, tengo que decirte una palabra aparte. Jeú se retiró con él, y sacando entónces la ainpollita, le ungió diciendo: Esto dice el Señor : Te he ungido Rey sobre Israel; herirás la casa de Acab tu Señor, y vengaré la sangre de mis siervos los profetas, y la de todos los siervos del Señor de la mano de Jezabel; porque destruiré la casa de Acab, como hice con la casa de Jeroboan, y con la de Baasa; Jezabel será comida por los perros en el campo de Jezrael, y no habrá quien la entierre. Dichas estas palabras, se retiró el ministro del Profeta sin hablar mas , y se volvió sin detenerse un instante, según las instruc-ciones que habia recibido. Los compañeros de Jeú le aguardaban con impaciencia para saber el objeto de aquel misterioso mensagero. Jeú les contó franca-mente, que era un Profeta, y que le habia ungido Rey de Israel por orden del Señor; al oir esto, se qui-táron los mantos, y estendiéndolos á los pies de Jeú , le proclamáron Rey de Israel al son de trom-petas.

Jeú tenia el mando en gefe del ejército en la au-sencia de Joran , y estimulado del deseo ambicioso de reinar, temeroso de que el Rey supiese su procla-mación, y resuelto á dar un golpe que le quitase toda oposicion, partió á Jezrael con un grueso destacamen-to de caballería. El Rey Joran estaba en su palacio con su sobrino Ocozias Rey de J u d á , que habia ve-

nido á visitarle en su enfermedad; é informado por un sentinela, de que un cuerpo de tropas se acercaba á la ciudad, mandó dos mensageros sucesivamente á inquirir el objeto de aquel movimiento. Ninguno de los mensageros volvía, y la tropa avanzaba tanto, que Jeú fué reconocido. Confuso Joran con aquella misteriosa venida de su general, mandó preparar su carro in-mediatamente para ir á encontrarle en persona; Ocozias montó también el suyo y le acompañó. Jeú habia avanzado ya hasta muy cerca de la ciudad, cuando los dos Reyes le encontráron: Joran preguntó á su general, ¿Jeú, vienes de paz?.¿Qué paz esperas de mí , respondió J e ú , cuando los excesos de Jezabel tu madre son cada dia mayores? Al oir Joran esta respuesta de im súbdito á la cabeza de una fuerza armada, se creyó perdido, y se preparó á la huida : pero el diestro Jeú al instante le lanzó un dardo, y atravesándole el corazon le derribó muerto. Ocozias huyó, pero fué perseguido y muerto. Jeú siguió su marcha á Jezrael, y llegando al palacio, mandó pre-cipitar á Jezabel de una ventana, y despues de ho-llada por los caballos fué devorada por los perros, cumpliéndose literalmente la predicción del Profeta Elias.

X. Jeú se afirmó-en el t rono, y fué ejecutor de la divina justicia, para estinguir la casa del impío Acab en Israel, y esterminar los profetas de Baal. Una crueldad refinada es visible en todas las acciones de Jeú , y fué su disposición sanguinaria, la que le hizo apropiado instrumento de la venganza que el Señor

habia decretado contra los prevaricadores de Israel. Acab habia dejado setenta hijos, y estos se criaban en _ Samaría, repartidos en las casas de los Magnates de la ciudad, como Ayos de los Príncipes. Jeú escribió una carta circular á estos, encargándoles se juntasen todos los sesenta, y eligiesen uno de los Príncipes para reinar sobre Israel. Estos cortesanos conocían muy bien el carácter de J e ú , para caer en la insidiosa propuesta; ellos formaron su junta y convinieron en esta respuesta: Vasallos tuyos somos, liaremos todo lo que mandares, y no pondrémos Rey sobre noso-tros. Haz lo que bien te pareciere. Vista esta res-puesta, Jeú les escribió segunda carta diciendo : Si sois mios, y me obedeceis, quitad las cabezas á los hijos de Acab, y mañana á esta misma hora , traéd-melas á Jezrael. El contenido de esta segunda carta, justificaba la sospecha que habia causado la primera á los Ayos, y comprometidos en su respuesta, lleváron al dia siguiente á Jezrael las setenta cabezas de los hijos de Acab. Jeú partió luego para Samaría, y en el-camino hizo degollar á cuarenta y dos hermanos de Ocozias rey de Judá, los que ignorantes de la muerte de su hermano y revolución en Jezrael, venían á visitar á Joran. Esterminada la familia de Acab, pasó Jeú á castigar los sacerdotes de Baal.

Luego que llegó á Samaría, se fingió adorador de Baal, y publicó un edicto convocando á todos los sa-cerdotes de aquel ídolo, para hacer una solemne ac-ción de gracias por su entronización. Los profetas de Baal se regocijaron mucho con la devocion de su real

prosélito, no dudando que el culto de su dios se es-tenderia sobre todo Israel con el ejemplo de un hom-bre como J e ú ; y para dar toda la solemnidad al sa-crificio, convinieron en concurrir al templo de Sama-ría todos los ministros del altar. En el dia señalado por el Rey, se congregaron todos muy temprano, para tener lugar de congratularse unos á otros ántes de la hora del sacrificio. Llegó el tiempo, se dió la señal, y poniéndose sus vestiduras entráron todos los minis-tros de Baal en el templo, en tanto número que apé-nas podían moverse para hacer las ceremonias. Prin-cipiáron á hacer el holocausto, y continuaban en su bullicioso entusiasmo, cuando de repente entráron ochenta hombres escogidos por J e ú , y empuñando las espadas, dejaron el pavimento cubierto de cadáveres ensangrentados. Ejecutada la cruel orden sin esca-parse un solo ministro del ídolo, sacáron su estatua, la redujéron á polvo, destruyeron el templo, y quedó Baal totalmente esterminado en Israel. Si Jeú hubiera calcinado los becerros de oro de Jeroboan, como hi-zo con el simulacro de Baal, su zelo, aunque feroz, hubiera sido escusable; pero continuando en la pre-varicación del primer Rey de Israel, ofendió mucho al Señor, y abandonó á Jeú y á su pueblo á la persecu-ción de Azael. Este Rey de Siria derrotó los ejércitos de Israel por todas partes, infligiendo en el pueblo aquellas calamidades terribles, cuya sola previsión hizo llorar al Profeta Eliseo, cuando este mismo Azael fué á consultarle sobre la enfermedad de su Rey Benadad. Despues de un reinado desgraciado de vein-

te y ocho años murió J e ú , y le sucedió Joacaz su

hijo. XI. Joacaz por las continuas derrotas quehahia su-

frido Israel durante el reinado de su padre, se halló sin medios de defensa : diez carros de campaña, cin-cuenta hombres de á caballo, y diez mil de á pie com-ponían todo su ejército. Con este miserable resto del antiguo poder de Israel, no podia impedir la devasta-ción de sus dominios. Benadad hijo de Azael, habia heredado el trono de Siria y el implacable odio de su padre con é l : privado de aquella grandeza de ánimo que la humillación de un enemigo suele causar en un vencedor, se deleitaba en destruir sin oposicion; y hubiera acabado con Israel, si el Señor, viendo la angustia de su pueblo, no le hubiera dado un liber-tador. Joacaz murió despues de un vergonzoso rei-nado de diez y siete años, y Joas su hijo reinó en su lugar.

XII. Joas subió á un trono humillado para remar sobre un pueblo abatido ; todas las ciudades de algu-na importancia estaban ocupadas por los Siros; y aco-bardados los Israelitas con tantos desastres, daban al nuevo Rey poca esperanza de espeler al enemigo de Israel. Aunque Joas vivia en la prevaricación de sus antecesores, tenia una singular veneración al Profeta Eliseo : y cuando supo que el siervo de Dios estaba gravemente enfermo, vino á visitarle. Luego que en -tró en el aposento del venerable anciano, y le vió tan próximo á morir, lloró mucho; se acercó al lecho pa-ra pedirle su bendición, y dijo : Padre mió, Padre

mió , carro de Israel y su conductor. El santo Profeta que habia sentido Ja angustia de Israel por tantos años, y vió ahora la aflicción del Rey, quiso premiar su ca-ridad prometiéndole victorias contra su enemigo. Trae tu arco y las flechas, le dijo Eliseo; traído el ar-co, continuó : Pon tu mano sobre el arco; y el Profe-ta puso entonces sus manos sobre las del Rey : Abre la ventana del oriente, añadió el siervo de Dios, y tira una flecha. El Rey disparó el arco; y Eliseo esclamó : Saeta de salud del Señor, y saeta de salud contra Si-r ia; herirás á la Siria hasta consumirla. Toma las fle-chas, dijo de nuevo el Profeta, é hiere la tierra con un dardo. Joas tomó las flechas, arrojó tres contra la t ierra, y cesó. El debilitado espíritu de Eüseo se in-flamó, y dijo al Rey con gran enojo : ¿Porqué has cesado de tirar flechas? si hubieras herido la tierra cinco, seis ó siete veces, hubieras herido á la Siria hasta, el esterminio : mas ahora la herirás solo tres veces.

El Rey se despidió muy consolado, y el virtuoso Eüseo oprimido con los años y consumido por la en-fermedad, murió poco despues. El maravilloso don de milagros con que el Señor distinguió á este fiel Pro-feta suyo, le hizo célebre durante su vida, y continuó su virtud hasta en el sepulcro. Poco tiempo despues de haberle sepultado, pasaban junto á su sepulcro unos habitantes del pueblo á enterrar á un difunto : viendo venir una cuadrilla de salteadores moabitas, y no teniendo lugar de abrir un hoyo, les ocurrió echar el cadáver en el sepulcro de Eüseo, y se retiráron

172 LOS REYES. IV.

precipitadamente á la ciudad. Apénas tocó los huesos del santo Profeta aquel hombre muerto, resucitó, y sosteniéndose sobre sus pies, se restituyó á su casa.

Animado Joas con la predicción del santo Profeta, levantó nuevas tropas, las animó con su ejemplo, y las mandó en persona contra el Rey de Siria. Bena-dad le salió al encontró, pero fué derrotado tres ve-ces por el Rey de Israel , obteniendo este tres gran-des victorias, según el número de saetas que habia disparado con su arco á presencia de Eliseo; y con es-tas ventajas recobró Joas todas las ciudades de Israel que habia perdido su padre Joacaz. El Rey de Judá Amasias habia vencido á los Idumeos, y esta victoria le habia engreído tanto, que provocó injustamente á Joas y le desafió. Este Rey habia adquirido prudencia en sus anteriores desgracias, y aunqu^victorioso aho-ra de los Siros, quería evitar todo rompimiento con el Rey de Judá, y procuró calmarle con razones; pe-ro todo fué inútil, porque Amasias continuó insultán-dole. Joas vió ultrajado su honor , y quiso vengar la afrenta; juntó su ejército y marchó hácia Judá. Ama-sias le aguardaba en Betsames con sus tropas, y no tardó Joas mucho en presentarse á vista de aquella ciudad. Luego se dió la batalla, y el ejército de Judá fué completamente derrotado : Amasias huyó á Betsa-mes , y el victorioso Joas fué tras él, tomó la ciudad y le lúzo prisionero. Joas para completar su triunfo llevó á Amasias preso á su misma corte de Jerusalen; y despues de derribar parte de las muraUas, y de sa-quear todo el oro, plata y vasos que halló en el tem-

pío y en el tesoro real , se volvió en triunfo á Sa-maria. Despues de esta victoria murió Joas habiendo reinado diez y seis años, y le sucedió Jeroboan su hijo.

XIII. Jeroboan II. El reino de Israel habia sufrido tanto en los reinados anteriores, que estuvo á punto de ser borrado del número de las naciones. El largo y feliz reinado de Jeroboan segundo, dando vigor á°la nación, la puso en estado de oponerse á sus enemi-gos. Jeroboan hizo la guerra á los Siros con tanta fe-licidad, que reconquistó toda la tierra que habia per-dido Israel, y restableció los límites antiguos del rei-no , según el profeta Joñas habia predicho al princi-pio del reinado de Jeroboan, cuando no habia indi-cios algunos de que Israel pudiera humillar á la Siria. Despues de haber reinado cuarenta y un años murió, y le sucedió su hijo Zacarías.

XIV. Zacarías. Cuando este Príncipe subió al trono de Israel, se hadó rodeado de Gefes ambiciosos, que aspiraban á poseerse del reino, y solo los detenia la rivalidad. Sellun, el mas atrevido de ellos, conside-rando su partido bastante fuerte, se conjuró abierta-mente contra su Rey, y le mató en público. Así acabó Zacarías un reinado de solo seis meses; y con su muerte quedó estinguida la familia de Jeú , habiendo declarado el Señor que no habia de reinar en Israel sino por cuatro generaciones.

XV. Sellun. Este regicida usurpó la corona, y apé-nas tuvo tiempo para ceñírsela. Menaen, otro Gefe ambicioso que hubiera conspirado ántes contra su

soberano, si hubiese tenido probalidad de conseguir s u fin, procuró ganar ahora el partido de Zacarías; y con pretesto de vengar la muerte de este desgraciado R e y , quitó la vida á Sellun al mes de su usurpación, y reinó en su lugar.

XVI. Menaen. Luego que este usurpador se creyó seguro en el t rono, fué á combatir la ciudad de Tap-sa que no queria reconocerle, y los infelices habitan-t e s , no pudiendo resistir la fuerza de Menaen, se rin-diéron con esperanza de obtener perdón. La compa-sión era virtud desconocida del usurpador, y todos los (jue se hallaron en la ciudad fuéron pasados á cu-chillo sin distinción de sexo ni edad. Ful Rey de los ^sirios vino contra Israel , pero Menaen, en virtud de lina gran cantidad de dinero que dió al Asirio, evitó l a invasión, y Ful se volvió dejándole mas firme en el trono. Menaen reinó diez años, y dejó la corona á su liijo Faceia.

XVII. Faceia. Este Principe no fué tan feliz como su padre : sin virtudes propias, sin la resolución ó política de Menaen, se mantuvo en el trono hasta que que se declaró un enemigo contra él. Facé, hijo del general Romelia, se conjuró contra Faceia y le mató en su palacio de Samaría, despues de dos años de un reinado miserable. El pueblo de Israel reconoció á Facé por Rey.

XVIII. Facé. Este usurpador era un gran guerre-r o : sin embargo del deplorable estado en que se ha-llaba el reino, pudo levantar un ejército y hacer una guerra destructiva al Rey de Judá ; pero estas venta-

jas aceleraron su ruina, y la pérdida de algunas tri-bus. Facé trajo ásu alianza á Rasin Rey de Siria, y unidas sus fuerzas con las de este, pusiéron sitio á Je-rusalen. Acab Rey de Judá, no hallándose en estado de resistir á los sitiadores, imploró el auxilio del Rey de Asiría, y para asegurar el efecto de su solicitud, le mandó embajadores con todas las alhajas de oro y plata que pudo hallar en el templo y en su tesoro. A la vista de tan rico presente se resolvió el Asirio , y vi-no con un poderoso ejército para librar á Acab de las manos de sus enemigos. Rasin perdió su vida y su rei-no ; Facé perdió toda la tierra de Neftalí y otras mu-chas provincias de Israel, de las que se apoderó el Rey de Asiría, llevándose cautivos á sus habitantes. Estas pérdidas de Israel diéron motivo á Osé para conjurarse contra Facé , y logrando una oportuni-dad favorable, le quitó la vida á los veinte años de su reinado, y subió al trono en su lugar.

XIX. Osé. Este fué el último Rey de Israel. Una sucesión de regicidios, conjuraciones y anarquía no podía continuar por mas tiempo. Abandonado Israel por el Señor despues de muchos años, vió ahora acer-carse el término de su existencia, no solo como na-ción, mas con el duro castigo de la transportación de todos sus habitantes. Sahnanasar Rey de los Asirios, incitado por el desorden y debilidad del reino de Is-rael , le 'invadió y conqmstó, permitiendo á Osé el título de Rey, con lacondicion de pagarle un tributo, y reconocerse vasallo de los soberanos de Asiría. Osé consintió en todo, mas no siendo posible que un

Rey obre de buena fe en un estado tan degradado, so-licitó Osé la protección del Rey de Egipto, aunque fuese solo por mudar de amo. Salmanasar descubrió el oculto designio del Rey de Israel, juntó todas sus fuerzas, ocupó todas las provincias y cercó á Samaría. La capital se defendió por tres años, hasta que los horrores de un sitio tan obstinado obligaron á Osé á entregarse á discreción del conquistador. Salmanasar, justamente indignado con la mala fe de su tributario, le encadenó y encarceló por toda su vida : luego man-dó juntar á todos los habitantes del reino, y separán-dolos en cuerpos, los condujo á las orillas del río Gazan, y desde allí los distribuyó entre las ciudades de los Medos, trayendo Babilonios para habitar en Sa-maría y demás pueblos de Israel.

Este fué el fin desastrado de las diez tribus que se-paradas de Judá formáron un reino distinto bajo el gobierno de Jeroboan." En los doscientos cincuenta y cuatro años de su duración, y en una serie de diez y nueve Reyes, no hubo uno que hubiera servido al verdadero Dios. La idolatría introducida por Jero-boan desde la muerte de Salomon fué conservada hasta el tiempo de la cautividad. Es casi inconcebible, como pudo una nación entera mantenerse por siglos, fiel á unos ídolos impotentes, y resistirse á los impul-sos de aquel Dios que habia obrado, á vista de todo el pueblo, los mas estupendos prodigios por medio de Elias, Eliseo y otros profetas. No habiendo sido sufi-ciente ni castigos, ni amenazas por lo presente ni por io futuro, fué necesario poner fin á sus abominacio-

nes é idolatría con la total disolución de su imperio : y estinguido este, quedáron condenados á vagar ellos y sus descendientes por las provincias septentrionales del Asia para siempre.

CAPITULO SEGUNDO.

REYES DE JUDA HASTA LA CAUTIVIDAD DE BABILONIA.

Separadas las diez tribus que aclamáron á Jeroboan por su Rey, quedáron la tribu de Judá y la de Benja-min constituidas en otro reino distinto : aquellas por mas numerosas se intitularon Reino de Israel, y la de Benjamin, siendo muy inconsiderable, quedó refun-dida en el Reino de Judá. El Señor habia prometido á David la estabilidad de su trono en esta tribu, y con-forme áes ta promesa divina, la línea masculina de David ocupó el trono de Judá.

I. Roboan. La proclamación de Jeroboan al trono de Israel fué considerada por Roboan como un acto de rebeldía, y resuelto á recobrar los derechos que le asistían de justicia, levantó un ejército de ciento ochenta mil hombres, para reducir á su obediencia las tribus insurgentes; pero el Señor habia decretado de antemano la desmembración del reino de Salomon en castigo de su infidelidad. Semeias se presentó á Roboan, y le intimó de parte de Dios que no peleara contra sus hermanos los hijos de Israel, porque el Se-ñor mismo habia hecho aquella division; el Rey es-cuchó con sumisión las palabras del Profeta, despidió

Rey obre de buena fe en un estado tan degradado, so-licitó Osé la protección del Rey de Egipto, aunque fuese solo por mudar de amo. Salmanasar descubrió el oculto designio del Rey de Israel, juntó todas sus fuerzas, ocupó todas las provincias y cercó á Samaría. La capital se defendió por tres años, hasta que los horrores de un sitio tan obstinado obligaron á Osé á entregarse á discreción del conquistador. Salmanasar, justamente indignado ton la mala fe de su tributario, le encadenó y encarceló por toda su vida : luego man-dó juntar á todos los habitantes del reino, y separán-dolos en cuerpos, los condujo á las orillas del rio Cazan, y desde allí los distribuyó entre las ciudades de los Medos, trayendo Babilonios para habitar en Sa-maría y demás pueblos de Israel.

Este fué el fin desastrado de las diez tribus que se-paradas de Judá formaron un reino distinto bajo el gobierno de Jeroboan." En los doscientos cincuenta y cuatro años de su duración, y en una serie de diez y nueve Reyes, no hubo uno que hubiera servido al verdadero Dios. La idolatría introducida por Jero-boan desde la muerte de Salomon fué conservada hasta el tiempo de la cautividad. Es casi inconcebible, como pudo una nación entera mantenerse por siglos, fiel á unos ídolos impotentes, y resistirse á los impul-sos de aquel Dios que habia obrado, á vista de todo el pueblo, los mas estupendos prodigios por medio de Eüas , Elíseo y otros profetas. No habiendo sido sufi-ciente ni castigos, ni amenazas por lo presente ni por io futuro, fué necesario poner fin á sus abominacio-

nes é idolatría con la total disolución de su imperio : y estinguido este, quedáron condenados á vagar ellos y sus descendientes por las provincias septentrionales del Asia para siempre.

CAPITULO SEGUNDO.

REYES DE JUDA HASTA LA CAITIVIDAD DE BABILONIA.

Separadas las diez tribus que aclamáron á Jeroboan por su Rey, quedáron la tribu de Judá y la de Benja-min constituidas en otro reino distinto : aquellas por mas numerosas se intitularon Reino de Israel, y la de Benjamin, siendo muy inconsiderable, quedó refun-dida en el Reino de Judá. El Señor habia prometido á David la estabilidad de su trono en esta tribu, y con-forme áes ta promesa divina, la línea masculina de David ocupó el trono de Judá.

I. Roboan. La proclamación de Jeroboan al trono de Israel fué considerada por Roboan como un acto de rebeldía, y resuelto á recobrar los derechos que le asistían de justicia, levantó un ejército de ciento ochenta mil hombres, para reducir á su obediencia las tribus insurgentes; pero el Señor habia decretado de antemano la desmembración del reino de Salomon en castigo de su infidelidad. Semeias se presentó á Roboan, y le intimó de parte de Dios que no peleara contra sus hermanos los hijos de Israel, porque el Se-ñor mismo habia hecho aquella division; el Rey es-cuchó con sumisión las palabras del Profeta, despidió

las tropas y se retiraron cada uno á su casa. Con mo-tivo de la prevaricación de Jeroboan, todos los sacer-dotes y levitas de Israel, con otros muchos que no quisieron abandonar al Dios de sus padres, se aco-gieron á Judá ; y Roboan con grande generosidad proveyó para los unos, y señaló tierras á los otros para su mantenimiento. Despues construyó muchas forta-lezas en las fronteras, para la seguridad del Estado que se hallaba amenazado, tanto de parte del ambi-cioso usurpador de Israel, como de otras naciones bárbaras. Estas obras dignas del empleo de un buen Rey, ocuparon la atención de Roboan por tres años, y durante este tiempo siguió los caminos del Señor; mas luego que se entregó al ocio, se abandonó á to-dos los desórdenes que habia visto en la profligada corte de su padre Salomon, y trajo sobre sí el castigo del Señor, fuertemente infligido con la espada estran-gera. Sesac, Rey de Egipto, invadió á Judá, y Regó hasta Jerusalen con mil y docientos carros, setenta mil hombres de á caballo, y tocia la infantería que pu-do sacar del Egipto, de la Libia y de Etiopia. El Se-ñor anunció al Rey de Judá, por su siervo Semeias, que le habia abandonado á manos de Sesac, en casti-go de haber abandonado á su Dios : el Rey y el pue-blo se humilláron delante de Dios, y despues de ha-cerles sentir el azote de un conquistador, se retiró Sesac llevándose los tesoros de la casa del Señor y del palacio de Jerusalen, que Salomon habia juntado durante su reinado. Roboan reinó diez y siete años, y murió á los cincuenta y ocho de su edad.

II. Abía. Por la muerte de Roboan, Abía su hija fué proclamado Rey de Judá. Corrompido el corazon de este Príncipe con el mal ejemplo que le habia dado el reinado de su padre, vivió en la misma prevarica-ción; pero el Señor habia prometido allinage de Da-vid el imperio de Judá, y fiel á su promesa defendía la independencia del trono, no obstante los pecados del que le ocupaba. Jeroboan vino contra Judá con un ejército de ochocientos mil hombres; Abía juntó cuatrocientos mil, y aunque inferior en fuerzas salió á combatir á Jeroboan. Los dos ejércitos se clivisáron junto al monte Semeron en Efrain, y Abía prudente-mente se acampó en el monte, para mantenerse sobre la defensiva, exhortando á los de Judá á defender la causa del verdadero Dios, y animándolos con el e jem-plo de los sacerdotes que acompañaban al ejército. Este impío conocía muy bien que no podia vencer sin la protección de aquel Señor á quien habia abando-nado. Jeroboan entretanto, confiando en su mayor número mandó cercar el monte, debilitando mucho s u fuerza con la grande estension de su línea; lo cual visto por Abía, quiso aprovecharse de aquel error para atacarle vigorosamente. Luego mandó á los sa-cerdotes tocar las trompetas, y descendió con ímpetu sobre el ejército de Roboan, poniéndole en la mayor confusion : un número tan crecido puesto una vez en

desorden no pudo volver á obrar en unión, y no presentando ahora resistencia ordenada, era preciso perecer á manos del enemigo. Quinientos mil hom-

,bres del ejército de Jeroboan murieron en esta ba ta -

l ia ; y Abía victorioso ahora, tomó muchas ciudades de Israel, con cuya couquista quedó el reino de Judá mas fortalecido. Poco despues murió Abía, habiendo reinado solo tres años.

III. Asa subió al trono de Judá por la muerte de Abía su padre. Considerada la conducta general de este Príncipe fué un Rey fiel á la ley, y observador de los mandamientos de Dios: derribó los altares del culto estrangero, que habían sido erigidos en el tiem-po de Abía y de Roboan; quebró las estatuas, taló los bosques donde estaban los templos idólatras, y pu-blicó un edicto, mandando bajo penas severas la ob-servancia de la ley de Moisés. Una larga paz le faci-litó medios para reparar las fortalezas, y organizar un lucido ejército de quinientos y ochenta mil hombres. Zara, Rey de Etiopia, invadió el territorio de Judá con un millón de hombres y trecientos carros de guerra, poniendo en consternación todo el reino con un número tan inmenso de tropas. Asa no desmayó, porque ponía toda su confianza en'Dios : juntó su ejército, salió á oponerse al Etíope, y le encontró en el valle de Sefata junto á Maresa. Eii esta situación era preciso dar batalla, y de esta batalla dependía la suerte de Judá. Asa formó su ejército á vista del ene-migo , y con una confianza semejante á la que anima-ba á Josué en todas sus batallas, invocó al Señor di-ciendo : Señor Dios nuestro, no hay para ti ninguna diferencia en socorrer con pocos ó con muchos; ayú-danos Señor, porque teniendo en ti y en tu nombre la confianza, hemos venido contra esta multitud. Se-

ñor, tu eres nuestro Dios, no prevalezca el hombre

contra tí. Luego dió la señal del ataque, y destrozó

completamente el numeroso ejército de los Etíopes. Una prueba tan visible de la protección del Señor

debia haber mantenido el zelo de Asa por la Ley santa, pero la constancia en el servicio de Dios era virtud desconocida á los Reyes de Judá como á los de Is-rael. El corazon de Asa se habia mudado y a , cuando Baasa Rey de Israel invadió á Judá algunos años des-pues. Intimidado ahora no bfiscó su salvación en Dios, sino en un Rey idólatra : con sumisión la mas vergonzosa, puso á los pies de Benadad Rey de Siria ricos presentes, implorando rendidamente su protec-ción. Esta conducta ingrata de Asa ofendió al Señor, y el profeta Anani fué comisionado para reprender al Rey por esta alianza. El corazon de Asa estaba ya en-durecido : en vez de escuchar al santo Profeta, le mandó poner en un cepo culpándole de insolencia; y todos aquellos que se mostraron disgustados con el no merecido castigo de Anani, perdiéron la vida á causa de su compasion. Afligido ahora con las des-gracias causadas por su infidelidad, cayó enfermo de una especie de gota muy penosa; y olvidado entera-mente de su Dios , no tuvo mas esperanza que en sus médicos, los que no pudieron impedir que muriera de aquella enfermedad, despues de haber reinado, cuarenta y un años.

IV. Josafat sucedió á su padre Asa. Todas las vir-tudes resplandecieron en este Príncipe; santo zelo por la religión, sabiduría en su gobierno, y genero-

sa

sidad en todas sus acciones. Este Rey prudente ad-virtió que no bastan los edictos ni sou suficientes los castigos para desarraigar los vicios inveterados de los súbditos; ni aun se puede privar la ocasion de practicarlos, cuando queda la raiz ó semilla de los mismos vicios en el corazón. Por esto no quedó ester-minada la idolatría, aunque todos los templos de los ídolos fuéron demolidos y deshechos sus simulacros al principio del reinado de Asa. Josafat conoció cla-ramente, que la ignorancia es la raiz y la causa de los crímenes del pueblo, especialmente en materia de religión : y convencido de esto, envió á todas las ciu-dades sacerdotes virtuosos y maestros hábiles para esplicar la ley al pueblo, y enseñar á cada clase sus deberes respectivos. El buen efecto correspondió á esta sabia medida; el pueblo se mantuvo fiel al Señor, el estado prosperó, el Rey fué respetado en Judá, y temido por las naciones comarcanas. Ninguno se atre-vió á hacer guerra contra Josafat, y los Filisteos y los Arabes procuraban su amistad, nevándole ricos pre-sentes. Tal es el triimfo de la sabiduría de los Reyes.

Josafat sin embargo cometió un er ror , cuyas con-secuencias fatales frustráron los resultados felices, que se esperaban de su sabia administración. Algunas ra-zones de estado le indujeron á contraer afinidad con el Rey de Israel, casando á foran su hijo y heredero , con una hija del ímpio Acab y de la malvada Jezabel. Esta alianza fatal le causó muchos disgustos, y le en-volvió en muchos peligros, siendo también el origen délas revoluciones, anarquía y prevaricación, que

tanto afligieron á Judá en los reinados siguientes. Jo-

safat murió á los sesenta años de su edad , habiendo

reinado veinte y cinco. V. Joran siendo el primogénito, subió al trono de

Judá por la muerte de su padre Josafat. Este Prínci-p e , indigno de tal padre, no solo imitó á los Reyes de Israel en sus abominaciones, mas los excedió en actos de crueldad. El primer abuso que hizo de su autoridad fué mandar degollar á todos sus hermanos y álos hombres mas principales de Judá. Luego man-dó edificar templos á Baal, é hizo que los habitadores de Jerusalen se postrasen, poiynimera vez, delante del ídolo de Acab y Jezabel con cuya hija estaba ca-sado. Parece que este hijo abominable quería bor-rar en sus súbditos la memoria de la virtud de su padre , y la idea del Dios de Israel. Los habitantes de Edon estremecidos con tales excesos, al principio mismo de su reinado, se rebeláron y quedáron inde-pendientes de Judá. El Señor, por amor de David y del pacto que habia concertado con é l , sufrió sobre la tierra á este inicuo, y no destruyó el reino de Ju -dá. Un dia recibió una carta proféüca anunciándole por castigo de su impiedad la cautividad de su fami-lia, el saqueo de su palacio, una horrible enferme-dad y la muerte. El cumplimiento de esta infausta profecía se verificó dentro de muy poco tiempo : los Filisteos y los Arabes invadieron el reino de Judá, to -máron á Jerusalen, saqueáron la casa del Rey, y se Ueváron en cautiverio todas sus mugeres y sus hijos, á excepción de Ocozias el menor de todos, que se sa l -

vó por providencia de Dios, para que no se estin-guiera el linage de David. El Rey fué atacado de una enfermedad incurable, y consumido lentamente de un humor corrompido que le roia las entrañas á pedazos, acabó de penar y de vivir á los cuarenta años de su edad y el octavo de su remado.

VI. Ocozias sucedió á su padre Joran. Cuando este Príncipe subió al trono de Judá, Joran Rey de Israel se preparaba para resistir á Azael Rey de Siria. El pa-rentesco que tenia con Joran le movió á ir á Samaría, para visitarle en su enfermedad; y durante su visita ocurrió la i n t empes t a venida de Jeú , despues de haberle proclamado Rey el ejército. Ocozias salió con Joran á recibirle : Jeú mató á Joran , Ocozias fué perseguido en su fuga y herido en su carro. Sus cria-dos le llevároii á Magedo, adonde murió en el pri-mer año de su reinado, y á los veinte y tres de su edad.

VIL Ataba. Cuando Ocosias fué por desgracia suya ávisitar á Joran , quedó con el gobierno su madre Alalia; y luego que esta muger ambiciosa supo la muerte de Ocozias, y de los otros hijos que perecié-ron á manos de Jeú , concibió el plan de ocupar el trono. Un solo obstáculo se presentaba á su ambición, y eran los tiernos infantes nietos suyos : la crueldad mas que ferina de esta desapiadada madre removió aquel obstáculo, mandando degollar secretamente to-dos aquellos niños en una noche. Josaba, hermana del difunto Rey Ocozias, durante la sangrienta escena, fué al cuarto donde se criaba Joas el hijo menor del

Rey, y tomando al niño en sus brazos mandó á la nodriza seguirla. En aquella misma noche sacó la Princesa al infante y al ama del palacio, y los ocultó en el templo de Jerusalen, al cuidado de Joíada el Su-mo Pontífice. La cruel Atalia, creyendo ahora haber destruido toda la estirpe Real, se hizo proclamar Rei-na de Judá , y gozaba tranquila la corona usurpada. La princesa Josaba era muger de Joíada,y estando el secreto entre este virtuoso matrimonio, se crió el in-fante por seis años en el templo sin ser descubierto. Viendo Joíada al pueblo sumamente disgustado con el corrompido gobierno de una muger desmoralizada, idólatra y estrangera, llamó secretamente á los Gefes del ejército y Comandantes de las guardias, á los Sa-cerdotes y Levitas, á los Grandes y Magistrados de Je-rusalen , y congregados en el templo les mostró al hi-jo del Rey. Todos se dallan parabienes por la inespe-rada continuación del linage de David en el trono de Judá, y en aquel instante le juráron. Luego tomáron las medidas para la proclamación solemne, y en el dia concertado, le ungiéron, le pusiéron la diadema, y sentado Joas en un solio, que se habia erigido en el templo, fué proclamado Rey de Judá con grande aclamación de vivas. Cuando Atalia oyó las voces del pueblo, corrió al templo, y vió al joven Rey sobre el trono con toda la ceremonia de una coronacion. Ató-nita con lo que veia, gritó : ¡Traición, traición! Los soldados, por orden de Joíada, la sacáron del templo para no profanarle con sangre, y a r r a s á n d o l a por los

cabellos, la llevaron cerca del palacio, y la espada

dió allí fin á su vida abominable. VIII. Joas. Cuando este Príncipe fué proclamado

Rey de Judá , solo tenia siete años; el virtuoso Pontí-fice Joíada libertador, y maestro del joven Monarca, gobernaba el Reino en su nombre, y todo iba con prosperidad. Joas creció en edad, y conservaba el mayor respeto por su bienhechor, oia sus amonesta-ciones y seguía en todo su parecer. El templo de Baal y sus estatuas fuéron demolidas; el templo del Dios de Israel fué reparado, y la religión santa del Señor flo-recía. Pero Joíada era muy anciano, y sus servicios pú-blicos al estado habían empezado muy tarde. El vir-tuoso Pontífice había Regado ahora á la edad de cien-to y treinta años, y la disolución de sus partes mate-riales no podia suspenderse por mas largo tiempo : Joíada murió, y su muerte fué una calamidad para el reino. Joas era muy joven, y no tenia esperiencia ni de negocios ni de hombres; rodeado de una multitud de cortesanos, escogía por consejeros álos mas astu-tos aduladores; y cuando estos halláron acceso fácil á la mente y al corazon de este Rey débi l , corrompié-ron las ideas de virtud y los sentimientos nobles, que el v i r t u o s o Pontífice le habia inspirado. Por un decre- l to real fuéron restablecidos los ídolos, el Rey los adoró públicamente, y el pueblo volvió á l a idolatría. Estos excesos encendieron elzelo de Zacarías, que ha-bía sucedido á su padre Joíada en el Pontificado, Y con un santg atrevimiento se presentó en la corte,. reprendiendo aquel escandaloso abandono del Dios

de Israel. Los mas culpables fuéron los mas ofendidos contra Zacarías; y el sacrilego Réy Joas, olvidando que debia su corona y su vida al padre del Pontífice, le mandó apedrear hasta morir en el gran patio en-tre el altar y el templo. La sangre del mártir Zacarías pedia venganza, y no se cumplieron doce meses ántes que el Rey, los cortesanos y el pueblo sufriesen el castigo. Un ejército siró invadió á Judá, tomó á Jeru-salen , quitáron la vida á los principales del pueblo , saqueáron el templo, palacio y ciudad, y despues de haber tratado al Rey con la mayor ignominia, le de-járon enfermo, y se retiráron á Damasco cargados de despojos. Enfurecido el pueblo con esta humillación, se armó contra el Rey como autor de tantos males; dos de los principales entráron en- el palacio, y le asesináron en su lecho. Este fué el fin desastrado de Joas á los cuarenta y siete años de su edad.

IX. Amasias. Este Príncipe sucedió á su padre Joas en el trono de Judá, á los veinte y cinco años de edad. Su conducta fué igual á la de su padre, y así fué tam-bién su fin : comenzó á reinar en justicia y con pros-peridad, y acabó en desgracia y á manos de sus pro-pios vasaüos. Al principio de su reinado hizo numerar los vecinos de Judá , y halló que tenia trecientos mil hombres efectivos para la guerra: esto le lisonjeaba con la probabilidad de salir victorioso, y así juntó el ejérci-to é hizo guerra á los Idumeos. Es de advertir, que Amasias invocaba al Dios de Israel en la batalla, y con su protección obtuvo una completa victoria sobre el enemigo : pero hallando entre los despojos los ídolos

de Idumea, los trajo á Jerusalen, y complacido con ellos, los tomó por dioses suyos, los adoró y ofreció inciensos. Esta conducta inconsecuente de los Reyes de Judá , en materia de tanto momento como la ado-ración á Dios, es totalmente inesplicable. Un Profeta se presentó á Amasias de parte del Señor, y le dijo : ¿Porqué has abandonado al Dios que te ha dado la victoria, y adoras á unos dioses que no pudiéron li-brar á su pueblo de tu mano ? Amasias confundido con la fuerza del argumento dió la última respuesta de los Reyes injustos: Que se retirase de su presencia, amenazándole con la muerte ; el Profeta se retiró, anunciándole un fin desastrado en castigo de su infi-delidad. Engreído Amasias con su victoria, se creía invencible, y tuvo la imprudencia de provocar con insultos al Rey de Israel Joas. El ofendido Rey mar-chó hacia Judá con un ejército poderoso, y dispuesto á vengar el ultragehecho á su dignidad; los dos ejér-citos se encontraron en Betsames,y se dió una batalla sangrienta, en la que las tropas de Judá quedáron des-truidas. Amasias fué hecho prisionero, y conducido ignominiosamente á su mismo palacio de Jerusalen. Despues de una larga y vergonzosa prisión, le diéron libertad; pero sus vasallos conspiraron contra é l , y le matáron en Laquis adonde se había refugiado. Así

- cayó sobre él el castigo decretado por su infidelidad, ; despues de haber reinado veinte y nueve años.

X. Ozias. Sabida en Jerusalen la muerte violenta de ' Amasias, se juntaron los principales del pueblo,) ' proclamáron Rey de Judá á Ozias su hijo, joven de

diez y seis años. Este Príncipe estaba dotado de gran-des talentos, y gobernó su pueblo con la mayor sabi-duría, prudencia y felicidad. Conquistó el pais de los Fi-listeos, y le añadió ásus estados; luego venció á los Arabes, é hizo tributarios á los Ammonitas ; siendo tan feliz en todas sus espediciones militares, que hizo su nombre respetable hasta en las naciones mas re-motas. Sus virtudes no fuéron solo en el ramo de la guerra; la religión, la agricultura y las artes florecie-ron bajo su activo gobierno. Reparó las fortalezas de-caídas, y construyó otras en las provincias; hermoseó á Jerusalen, y fundó nuevas ciudades en los paises conquistados; fomentó la cria dé ganados, cavó mu-chísimas cisternas para' proveer de abrevaderos los pa-rages áridos, y plantó arboledas y viñas en los sitios mas oportunos. Este Rey no cayó en idolatría, pero pecó en un estremo opuesto para su perdición. Un rei-nado de mas de cincuenta años de prosperidad y glo-ria engriéron su corazon, y aspiró á una autoridad que no le pertenecía por la Ley; quiso unir el Sacer-docio á la diadema, y el incensario al cetro. El Pon-tífice y los sacerdotes de la casa del Señor resolvieron oponerse á todo trance, y no consentir que persona alguna les usurpase el derecho espiritual y sagrado que habían heredado de Aaron. Resuelto Ozias á usur-par im ministerio que no podia ejercer en justicia, en-tró un día en el templo á la hora del sacrificio, y to-mó el incensario para ofrecer perfumes en el altar. El Pontífice y ocho sacerdotes mas le hiciéron frente, pero el orgulloso Ozias, rodeado de sus guardias,

amenazó de muerte á todo el que le interrumpiera : entretanto, los ministros del culto recurrieron á sus armas, y fulminaban terribles anatemas contra el Rey sacrilego. El Señor tomó la causa de sus sacerdotes, y por el honor de su santa casa puso fin á aqueüa dis-puta escandalosa de un modo milagroso. Una erupción de lepra apareció repentinamente en la frente del Rey, y la causa mudó ahora de aspecto. La presencia de un leproso era la mayor violacion del templo del Dios de Israel, siendo esta enfermedad la mas horri-ble entre los Judíos. Los sacerdotes ahora con redo-blado zelo se apresuraron á defender la santitad del templo de tan impuro contagio, é inmediatamente ar-rojáron al Rey de la casa de Dios; Ozias mismo, léjos de hacer resistencia, corrió á su-palacio para ocultar la vergonzosa plaga. El humillado Rey no pudiendo en este estado conversar con su familia, ni tratar con sus ministros, ni presentarse á vista del pueblo, abdi-có la corona, se retiró á un cuarto separado, y reclu-so en él terminó su vida miserablemente á los sesen-ta y ocho años de su edad.

XI. Joatan sucedió en el trono de Judá por la ab-dicación de su padre Ozias. Este Príncipe excelente liabia heredado todas las virtudes.de su padre; y teniendo presente el fatal escarmiento que le habia anticipado la corona, no fué tentado de la ambición de usurpar la prerogativa sacerdotal. Toda la aten-ción de Joatan fué dirigida á la febcidad de su pueblo; y con la mas noble emulación erigió fábricas sun-tuosas en Jerusalen para hermosura del templo, y

para defensa de la ciudad. El Rey de Ammon quiso sacudir el jugo tributario con que le habia tenido sujeto Ozias; pero Joatan, aunque pacífico, no quería perder los derechos de su corona, alcanzados con gloria, y apropiados al bien público. El ejército de Judá salió.á campaña, Joatan se puso al frente, y los Ammonitas quedáron vencidos : ademas del tributo estipulado fuéron compelidos á contribuir por tres años con una grande cantidad de trigo y cebada para el mantenimiento de los presidios de Judá. La nación no habia tenido ántesde Ozias ni rió despues de Joa-tan , la felicidad de tener dos Reyes sucesivos virtuo-sos , sabios y fieles al Señor; y si el reinado del último hubiese sido de igual duración que el primero, la desgracia de Judá hubiera retardado, ó tal vez se ha-bría evitado; pero desgraciadamente murió Joatan á la edad de cuarenta y un años, habiendo reinado solamente diez y seis.

XII. Acaz su hijo le sucedió en el trono. El nom-bre de este Príncipe fué el oprobrio de la dinastía de David, y la afrenta de la tribu de Judá. Vicioso en sus costumbres, supersticioso en sus principios, im-pío en sus ideas, no solo abandonó la casa del Señor, mas la profanó del modo mas escandaloso. No se con-tentó con abrazar las supersticiones de Israel como Joran , ó los ídolos de Idumea como Amasias; mas para exceder á todos en impiedad, rompió los vasos sagrados del servicio divino, y mandó quitar el altar que Salomon habia erigido en el templo. Los Reyes que habían prevaricado ántes, habían conservado un res-

peto de temor á la santa casa del Señor, y adoraban á sus ídolos en los alrededores de la ciudad : Acaz llevó la osadía basta erigir un altar pagano en el tem-plo mismo del Señor, y consagrar á su lujo según el rito de los Persas, haciéndole pasar por un fuego emblemático. El Rey hallaba tan fácil perpetrar estas' abominaciones, cuanto podia esperar todo del nefario Urías, Pontífice en su reinado, y deshonra del sacer-docio. No intentó el Rey Acaz una profanación, que el Pontífice Urías no estuviera pronto á completar el sacrilegio. El pueblo , acostumbrándose al escándalo que la corona y la tiara le presentaban cada dia, per-dió el temor á la justicia, y el respeto , á la religión : así se estendió la idolatría por todo el reino de Judá,

• hasta que irritado el Señor, abandonó al Rey, al Pontífice y á la nación á la furia de sus enemigos. Ja-mas se vió Judá en mayores calamidades; muerte, saqueo y destrucción eran las únicas ideas de la mente, los solos objetos de los sentidos. Facé, Rey de Israel, invadió el territorio llevando la desolación por todas partes; en un solo dia dejó muertos en el campo de batalla ciento veinte mil Judíos. Zecri, Cau-dillo de Efrain, llegó hasta el mismo palacio de Acaz , mató á su hijo Maasías, y á los principales ofi-ciales de la casa Real. Docientos mil cautivos de am-bos sexos y de todas edades, iban conducidos á Sa-maría como rebaños de ganado; y si el profeta Oded no les hubiese obtenido libertad, hubieran perecido en el camino. Los Idumeos invadiéron por el medio-día , y entrando sin oposicion, talaban los campos y

pasaban á cuchillo á los habitantes, llevándose cuauto hallaban. Los Filisteos se derramaron por el occi-dente y se apocleráron de muchas ciudades de Judá , haciéndoles sentir todos los horrores de la guerra. Pero léjos de escarmentar con estos castigos de Dios, Acaz trajo sobre su afligido pueblo aun mayores ca-lamidades, con la alianza que hizo con Teglat-Fala-sar Rey de los Asirios. El Rey de Judá, en su deses-perada situación, le dirigió una infame carta, en la que vergonzosamente se ofrecía tributario de aquel poderoso monarca oriental, y en señal de su sinceri-dad, le hizo presentes de todos los vasos de oro y plata que habían quedado del templo. El Rey de los Asirios condescendió con los deseos de Acaz; y ba-jando contra los Reyes de Siria y de Israel, destruyó al primero y humilló al segundo, llevándose un gran número de Israelitas cautivos á las provincias de Babi-lonia : principio de la fatal esclavitud que puso fin al reino de Israel. El obcecado Acaz no veía que estos desastres que oprimían á la nación, eran el azote de la divina justicia, descargado para castigar las abomi-naciones del Rey y de su pueblo; y atribuyéndolos al poder superior de los dioses de los gentiles, les eri-gía nuevas estatuas, las adoraba y les ofrecía incien-sos, para aplacar su ira contra Judá. Provocada la cólera del Dios de Israel con tantos ultrajes, quitó la vida al impenitente prevaricador, á los treinta y seis años de su edad, despues de diez y seis de un per-verso reinado.

XIII. Ezeqiúas tenia veinte y cinco años de edad ,

cuando sucedió á su padre Acaz en el trono de Judá.

l a piedad de este Pr íncipe , y su fidelidad al verda-

d e r o Dios fué tan pura, que no h u b o antes ni despues

d e él R e y alguno del pueblo del Señor que le igua-

lara. E l primer edicto de su reinado fué la primera

p r u e b a de su santo zelo por la honra del S e ñ o r : en

é l mandaba abrir las puertas d e l templo que habia

cerrado A c a z , restituyó los sacerdotes y levitas á su

minis ter io , y restableció el culto d e l Dios de Israel.

E n el dia señalado se congregaron todos en la plaza

oriental del t e m p l o , á donde e l zeloso Ezequias les

hizo un patético discurso, mostrándoles la causa de las

calamidades de la nación. Exhortó á los sacerdotes y

levitas á santificarse, para que haciéndose aceptables

a l Señor purificasen el templo y espiasen las profa-

naciones hechas en él. Goncluitlos los ocho dias de

pur i f icac ión, e l religioso Rey precedido de los P r í n -

cipes de Jerusalen, subió en grande pompa á la

casa del S e ñ o r , y ofreció un solemne holocausto

p o r los pecados de I s r a e l , al son de los instrumentos

q u e animaban la melodía del coro. Concluida la

o f renda , vio Judá el t ierno espectáculo de un virtuoso

R e y inclinado en la t i e r r a , anegado en lágr imas, y

orando á Dios por los pecados del pueblo. A fiu que

las ceremonias se hiciesen en adelante con la debida

s o l e m n i d a d , y que los ministros se dedicasen esc lusi-

vamente al c u l t o , les restableció los diezmos y primi-

cias que la ley de Moisés les habia asignado.

E l zelo del piadoso Ezequias no se limitó solo al

restablecimiento de la santa religión en Jerusalen;

mas también envió mensageros y cartas á todas las

c iudades , así de Judá como de I s r a e l , exhortando á

todos á volver sus corazones al Señor Dios de A b r a -

h a n , de Isaac y de J a c o b , y prepararse para celebrar

la santa Pascua. La multitud de Israel rebosó de ale-

g r í a p o r el restablecimiento de los á z y m o s , y en este

m o m e n t o de fervor salieron de las c iudades, é hicié-

ron pedazos los s imulacros, derribáron los a l tares ,

demol iéron los t e m p l o s , taláron los bosques que los

r o d e a b a n , y borráron todo vestigio de idolatría.

Este activo y puro zelo de Ezequias por la honra

d e l Dios de Israel le granjeó la protección del Señor

en todas sus e m p r e s a s , y por ella se hizo amado de

l o s s u y o s , y temido de sus enemigos. Los Filisteos

q u e tanto habian afligido á Judá con sus irrupciones

r e p e t i d a s , durante el ignominioso reinado de A c a z ,

fueron destruidos por Ezequias , perdiéron todas las

c iudades y fuertes de que se habian a p o d e r a d o , y

fuéron reducidos á los estrechos límites de su antiguo

territorio. Acaz se habia hecho tributario del R e y de

l o s Asir ios, cuando imploró su auxilio en ruina de Is-

r a e l , y esta era una degradación á que no podia so-

meterse el ilustre Ezequias : fiel á su D i o s , confiaba

e n su p r o t e c c i ó n , y sabia que con esta habia d e

triunfar en su justa causa. Cuando el orgulloso Senna-

q u e r i b , que habia sucedido al trono de Ninive, enten-

dió que el R e y Ezequias organizaba su e jérc i to , adi-

vinó la causa de este armamento , y guiado d e ' u n a

polít ica s a g a z , cayó de repente sobre Judá con fuer-

z a s irresistibles, y ocupó todas las ciudades fuertes.

196 L O S R E Y E S . IV.

Ezequias 110 tenia t iempo ni fuerzas para o p o -

nerse á tan formidable adversar io , y juzgó prudente

comprar la paz á todo p r e c i o ; una suma inmensa de

dinero fué dada á Sennaquerib, y este se obligó á eva-

cuar el territorio de Judá. E l Asirio se arrepint ió , y

abusando de su p o d e r , en violacion del c o n v e n i o ,

envió contra Jerusalen un grande ejército al mando

de R a b s a c e s , el mas altanero de todos sus generales.

Este insolente caudillo intimó la rendición de Jerusa-

len en los términos mas insultantes y blasfemos. ¿ Q u é

Dios hubo j a m a s , q u e pudiese librar á su pueblo de

la espada del gran R e y de los Asirios? Y podrá acaso

el Dios de Israel l ibrar á Jerusalen de la mano de Sen-

naquer ib? Al oir Ezequias esta impia amenaza, rasgó

sus vestiduras de dolor se vistió de s a c o , y fué al

templo á postrarse delante de su Dios.

E l afligido R e y consultó al profeta Isaias, y el santo

varón respondió : Esto dice el S e ñ o r : no te intimides

con las blasfemias que has oido. Enviaré un Espíritu

a l Rey de los Asir ios , oirá una nueva, y se volverá á

su t ierra, y allá morirá á cuchillo. Y o ampararé á esta

c i u d a d , y la salvaré por amor de David mi siervo.

Conforme á la palabra del Señor, Sennaquerib rec ibió

noticia de que T a r a c a R e y de Etiopia venia s o b r e él

con grande ejército p a r a a t a c a r l e ; y antes que le-

vantara el s i t i o , vino e l Angel del Señor á media n o -

c h e , y mató ciento ochenta mil hombres en el cam-

pamento de los Asirios. Cuando Sennaquerib al ama-

necer vió todas sus líneas cubiertas de cadáveres , y

Rabsaces entre los m u e r t o s , un terror pánico oprimió

L O S -REYES. IV. 1 9 7

su c o r a z o n , y se retiró precipitadamente á Nínive con

las reliquias de su formidable ejército. La ira del

ofendido Dios persiguió á este orgulloso R e y hasta su

propia c a s a ; y para hacerle mas sensible su c a s t i g o ,

su propio hijo le mató a cuchi l ladas, miéntras adora-

ba en el templo á su dios Nesroc.

Las aflicciones que el virtuoso Ezequias habia s u -

frido durante el sitio de los Asirios, le causáron una

enfermedad mortal. E l Señor envió al profeta Isaias

para anunciarle su m u e r t e ; esta amarga inteligencia

conmovió el corazon del R e y , y volviéndose hácia la

p a r e d , l loró mucho y rogó á Dios por su v i d a , a le -

gando en su favor la constante fidelidad que habia

guardado á su Dios. E l Señor, que solo habia querido

probar la humildad de su s i e r v o , mandó á Isaias ,

que aun no habia salido del p a l a c i o , dijera al R e y :

Esto dice el Señor Dios de David tu p a d r e ; he oido

tu oracion y he visto tus lágrimas, y p o r esto sanarás;

de aquí á tres dias subirás al templo, y vivirás quince

años mas. Aunque Ezequias no dudaba de la promesa

divina que acababa de o i r , por complacerse m a s i n

las maravillas de Dios , pidió al Profeta una señal vi-

sible en confirmación del feliz anuncio. Isaias dejó á

la elección |del Rey e l adelantar ó el retroceder la

sombra en un relox de sol que estaba á la vista; y

pensando Ezequias que el adelantarse la sombra n o

seria tan prodigioso, pidió que r e t r o c e d i e r a , y a l

instante fué volviendo la sombra del estilo p o r las l i -

neas que y a habia corrido diez grados atras.

Cuando la sanidad milagrosa de Ezequias , y el es-

tupendo milagro d e l retroceso del sol l legó á saberse

e n Babi lonia , el R e y Berodac le envió presentes y

cartas de congratulación. Ezequias recibió á los e m -

bajadores con mucha a l e g r í a , y les mostró todo el

o r o , v a s o s , a r o m a s , y cuanto habia de precioso en

e l templo y en su p a l a c i o , cayendo en la peligrosa

tentación de vanidad. E l Señor se airó mucho con

esta ligereza del R e y , y le manifestó su desagrado

p o r b o c a de Isaias. E l Profeta se presentó á Ezequias

y le dijo : He aquí vendrán dias , en que todas estas

cosas q u e hay en tu c a s a , y han atesorado tus p a d r e s

hasta este d i a , serán transportadas á Babilonia sin

q u e d a r una. E z e q u i a s conoció entonces la justicia de

las pa labras del S e ñ o r ; y pasados los quince años d e

v i d a que Dios le habia ofrecido en su enfermedad

m u r i ó , despues de veinte y nueve años de un reinado

próspero y religioso.

XIV. Manases de edad de doce años sucedió á su

p a d r e E z e q u i a s : un muchacho de esta edad sin p a -

d r e , sin g o b e r n a d o r , dependiente solo de su volun-

tad , y sin mas conocimientos que e l de ser superior

y Gefe de todos los hombres de J u d á , cayó en todos

l o s vicios de un j o v e n licencioso. Cuanto mas c r e c í a ,

tanto mas criminales eran sus v ic ios; primero por l i-

g e r e z a y despues por m a l i c i a , anuló todo lo que su

virtuoso padre habia ordenado. Manases con su ejem-

p l o sedujo de nuevo al pueblo á las abominaciones

d e A c a z , sacrificó á Baal, y le erigió una estatua en el

templo. Luego que tuvo un h i j o , le consagró al genti-

lismo pasándole p o r el f u e g o ; no solo emulaba las

iniquidades de su a b u e l o , mas quería exceder á los

mas malvados de sus antepasados; y asociando la

mas sangrienta crueldad á la impiedad mas escanda-

losa hizo correr , por las calles de Jerusalen, torren-

tes de sangre inocente , sin respeto á edad ni á digni-

dad. E l santo Isaias, descendiente de la familia Real

de J u d á , y en la avanzada edad de cien a ñ o s , fué

martirizado por este feroz Rey . Esta bárbara ejecución

l lenó la medida de sus e x c e s o s , y provocó al Señor á

decretar la ruina de Jerusa len, y abandonar las rel i-

quias del pueblo de Israel á las manos d e s ú s enemi-

gos. Los Babilonios invadiéron el reino de J u d á , y

aunque Manases tentó alguna resistencia, fué al fin

d e r r o t a d o , hecho pris ionero, y conducido en cade-

nas á Babilonia. E l abatimiento de la cautividad disipó

las tinieblas de su pervertida m e n t e , conoció todos

sus e r r o r e s , confesó la justicia del castigo que el Se-

ñor le habia inf l ig ido, hizo grande penitencia, é im-

ploró humildemente la misericordia divina. E l Señor

Dios de Israel o y ó su o r a c i o n , y le restituyó e l reino

de Judá. Las miserias que habia sufrido en una tierra

estraña mudáron enteramente su conducta , y se-

aplicó á b o r r a r sus abominaciones pasadas, quitando

los dioses ágenos y sus fantásticos simulacros de la

casa del Señor, sin dejar en la ciudad vestigio alguno

de los ídolos. El altar del Señor fué restablecido, y

vueltos los sacerdotes á su minister io , inmolaban víc-

timas pacíficas y hostias de alabanza al Señor Dios de

Israel. v

HEROISMO DE JIDIT.

J U D I T .

Mientras que Manases r e p a r a b a los males q u e h a -

b í a causado la invasión de l o s Babi lonios , y b o r r a b a

el escándalo de sus p a s a d o s e r r o r e s con la enmienda

d e su conducta p ú b l i c a , se h a l l ó ' a m e n a z a d o d e un

formidable enemigo , q u e p u s o e n pel igro al re ino d e

Judá. N a b u c o d o nozor R e y d e los Asirios, habia v e n -

c i d o á Arfaxad R e y de los M e d o s y unido este imperio

a l suyo. Ambicioso p o r naturaleza y a fortunado en la

g u e r r a , concib ió en su o r g u l l o la vana idea d e s u j e -

tar á su imperio todas las n a c i o n e s de la tierra. P a r a

este efecto f o r m ó un c o n s e j o de g u e r r a , y de l iberado

en él su vasto p r o y e c t o , n o m b r ó p o r General ís imo á

su c e l e b r a d o caudi l lo O l o f e r n e s , dándole instruccio-

nes p a r a subjugar todos los reinos al occidente d e

Babilonia. Sus tropas m a r c h a r o n c o m o un torrente

q u e inundaba las provincias y asolaba las c iudades :

infundiendo tanto terror , q u e los Reyes m a s distantes

le enviaban e m b a j a d o r e s p a r a someterse á discreción,

y evitar una total r u m a . L o s hijos de Israel se l lená-

ron de p a v o r , al o ir las marchas precipitadas de estas

fuerzas irresist ibles; imploráron la protecc ión d e l

Dios" de los e jérc i tos , y confiando en el S e ñ o r , se

aperc ibiéron y tomáron todas las m e d i d a s necesarias ,

p a r a hacer u n a resistencia estremada. Si e l Dios d e

I s r a e l , d e c í a n , l ibró á nuestros padres de las manos

d e S e n n a q u e r i b , ¿ c o m o nos abandonará al p o d e r d e

N a b u c o d o n z o o r ? esta confianza en el p o d e r del Señor

los l ibró del pel igro.

Cuando Olofernes supo la resolución del p u e b l o de

I s r a e l , se encendió en cólera al v e r que una nación

c o m o la de J u d á , se atreviera á oponerse á sus a r -

mas. Los Moabitas y los Ammonitas se habían rendido

y a á su p o d e r , mandando l l a m a r á los capitanes d e

estas naciones ve-cinas, les pidió información s o b r e e l

estado de Judá y las fuerzas de su Rey. A q u i o r , Ge-

n e r a l de las tropas de A m m o n , t o m ó la p a l a b r a , y le

informó del or igen y progresos de Israel , del p o d e r y

m a g e s t a d del Dios que a d o r a b a n , de las maravi l las q u e

habia o b r a d o en su d e f e n s a , y conc luyó diciéndole

f r a n c a m e n t e , q u e si los Judíos tenían propic io á su

D i o s , todo esfuerzo p a r a someterlos seria v a n o , y los

agresores quedarían cubiertos de oprobrio . D e c i r á los

Asirios que h a b i a un p u e b l o sobre la t ierra , capaz d e

d e resistir al g r a n N a b u c o d o n o z o r , era u n a blasfemia

q u e Olofernes n o podia d e j a r impune : luego m a n d ó

atar á Aquior y conducir le á B e t u l i a , c iudad q u e iba

á sitiar, p a r a que p e r e c i e r a en el la con todos sus ha-

bitantes al f u r o r d e las espadas asirías.

Aquior refirió fielmente a los de Betulia e l g r a n d e

e n o j o de Olofernes. por lo que él le habia dicho d e l

Dios de Israe l , y los informó de la resolución q u e ha-

bia h e c h o d e pasar á cuchi l lo á todos los v e c i n o s ,

cuando se a p o d e r a r a de la ciudad. Las autoridades

d e B e t u l i a , o y e n d o el g r a n d e pel igro que los amena-

z a b a , l loráron y c lamaron al S e ñ o r ; y no esperando

eompasion de un enemigo tan feroz , r e s o h i é r o n d e -

fenderse hasta perecer. La situación de Betalia en la

montaña de Gali lea la hacia inespugnahle, y obl igó á

Olofernes á emplear en su asedio nada ménos de

ciento veinte mil hombres .de á pie, y veinte y dos

mil de á cabal lo. Un ejército tan numeroso, tan aguer-

rido y bien organizado intimidó á los sitiados, y casi

l legáron á desesperar, cuando Olofernes les cortó el

acueducto. L u e g o que consumieron e l agua de las

cisternas, fuéron de tropel á casa de Ozias Goberna-

dor de la ciudad, pidiendo los entregase á Olofernes,

para acabar de una vez el ardor de la sed con las es-

padas enemigas. El virtuoso Ozias bañado en lágri-

mas les r o g ó q u e aguardasen solo cinco dias m a s , y

esperasen misericordia del Señor.

Habia en Betulia á este t iempo nna viuda, tan h e r -

mosa como irreprensible en su c o n d u c t a : su marido

le habia de jado grandes riquezas, pero ella fiel á su

memoria habia renunciado á los placeres del mundo

y se habia consagrado al retiro, peni tenciay devocion.

T a l era la vida de Judit, cuando fué informada del p e -

ligro estremo que amenazaba á su patria. Sabiendo

que el Gobernador habia resuelto entregar la ciudad á

los Asirios, formó el designio mas a t rev ido , mas p e l i -

groso y heroico que jamas ocurrió á una muger de su

calidad y de sus costumbres. Firme en su noble reso-

lución, lo primero que hizo fué reprender al G o -

bernador y al pueblo por su falta de confianza en e l

Señor : despues les dijo que habia formado su plan

para l ibrar á la patria, mas que no le preguntasen

nada sobre esto, sino que rogasen á Dios por su acier-

to, y la dejaran salir por las noches fuera de la ciudad

con una sola criada, p a r a hacer oracion al Señor. J u -

dit volvió á su casa, entró en su o r a t o r i o , y postrán-

dose reverentemente en presencia de su Dios, dijo :

«Mira, Señor, desde tu excelso trono el campamento

d e los Asirios, como en otro t iempo te dignaste mirar

el campamento de los Egipcios, y los sumergiste en las

aguas del mar. Levanta tu brazo omnipotente, y d e s -

truye el esfuerzo de estos que se prometen violar tu

Santuario, y profanar tu nombre. Haz, Señor, que c o n

su propia espada sea cortada su s o b e r b i a , quede

prendido en el lazo de los o j o s , y herido con los labios

de mi cariño. Pon firmeza en mi corazon p a r a despre-

c iar le , y valor para d e r r i b a r l e : porque será m a y o r

monumento de tu n o m b r e , que perezca b a j o el brazo

de una muger. Dios de los cielos, ó y e m e , fortifica e n

. mi corazon el designio, V conozcan todas las gentes ,

que tu eres el Dios , y que no hay otro fuera de t í . »

Concluida esta fervorosa oracion se levantó l lena d e

confianza, se quitó el vestido penitente, y se adornó

con todas las g r a c i a s , que el arte y la riqueza pueden

conferir á una muger. Luego mandó á su fiel criada

que la acompañara, y llevase provisiones para cinco

dias; y saliendo á m e d i a noche por la puerta de l a

c iudad, se dirigió al campamento de los Asirios. A l

amanecer fué descubierta por las sentinelas avanza-

das, y les di jo , que era una muger de Betuüa q u e se

habia escapado de la c iudad, p a r a ir á la presencia

del Príncipe Olofernes y manifestarle secretos de i m -

portancia. La guardia quedó admirada de tan estre-

m a d a beldad, y con mucho respeto la. condujéron á la

tienda del G e n e r a l , informándole como la habían

descubierto : entonces vió Judit á Olofernes, sentado

bajo un pabellón de púrpura y o r o , se postró en tierra

y le adoró. Luego que se levantó por m a n d a d o de

Olofernes, y mas animada con la impresión que creia

haber hecho en el corazon del G e n e r a l , le d i j o :

Cuando consideré el poder irresistible de Nabucodo-

n o z o r , y la e lección que habia hecho de su invencible

G e n e r a l , cuya prudencia y disciplina es ce lebrada en

toda la tierra, no me quedó duda de que Betulia seria

tomada y entregada á saco. E l mismo Dios de Israel

á quien estos habitadores han ofendido mucho los en-

tregará en tus manos, pues y a no les ha dejado que

comer ni que b e b e r : é inspirada por su Dios, vengo

y o i iisma á darte este aviso. Y o tu sierva adoro á mi

Dios, aun ahora que estoy en tu p o d e r , y espero q u e

no me negarás la gracia de permitirme salir al campo

todas las noches, para hacer oracion al Señor. L a

hermosura de Judit, la elocuencia de su espresion, y

la dulzura de sus palabras hicieron en Olofernes un

efecto, aun mayor de que ella habia esperado. El Ge-

neral mandó alojarla en la tienda de sus tesoros , y

q u e le sirviesen todo género de viandas. Ahora Señor ,

dijo Judit , 110 puedo comer de las viandas que m e

o f r e c e s , mas comeré de las provisiones que he traído.

Entonces mandó Olofernes conducirla á la tienda que

le habia destinado, con orden de permitirle salir

afuera, por la noche y antes de amanecer, para hacer

oracion.

Al cuarto dia de la l legada de Judit al campo e n e -

m i g o , dió Olofernes un gran convite á sus tenientes y

principales oficiales del e jérc i to : la vanidad le movió

á mostrarles su ilustre prisonera, y con este intento

mandó á su E u n u c o , que persuadiera á Judit venir

espontáneamente á c e n a r , y pasar la noche en su

compañía. La H e b r e a , que deseaba con ansia una

oportunidad de ejecutar su intento, consintió en todo,

y fué á la t ienda del General á la hora de la c e n a :

este la recibió muy cariñosamente; y como todos con-

gratulaban al Gefe por la posesion de la bel la Betu-

l i a n a , le enagenáron con su imaginada d i c h a , y b e b i ó

vino con mas exceso, (pie jamas habia hecho. Cuando

fué tarde se retiraron los convidados á sus t i e n d a s ,

quedándose Judit con Olofernes tan embriagado, que

c a y ó en un profundo letargo : y mientras este d o r m í a ,

aquella rogaba á Dios que le diera fuerza y ánimo para

ejecutar su intento. Informada Judit por su c r i a d a ,

q u e ve laba en la antecámara, de que no habia gente

c e r c a , se l legó á la cama con el alfange desenvainado,

é implorando al cielo por esfuerzo, asió del cabello á

Olofernes , y de dos golpes le cortó la cabeza.

L u e g o que se recobró un p o c o de la agitación (pie

le causó una escena tan horrible , quitó el mosquitero

de la c a m a , puso la cabeza del orgulloso General en

un s a c o , y con este sangriento d e s p o j o , saliéron las

dos á orar como acostumbraban, y atravesando el

c a m p a m e n t o , l legaron á l a p u e r t a d é l a ciudad. Abrid

so ldados la p u e r t a , d i jo Judit á la g u a r d i a , p o r q u e

D i o s n o s lia f a v o r e c i d o ; y l u e g o que e n t r ó , se hal ló

r o d e a d a de los pr inc ipales de l a c i u d a d , q u e c o n ha-

chas encendidas sa l iéron á recibirla. C u a n d o se s o -

s e g ó el p r i m e r b u l l i c i o , p idió si lencio y di jo : « A l a -

b a d al S e ñ o r nuestro D i o s , que p o r m í ha cumpl ido

la m i s e r i c o r d i a q u e p r o m e t i ó á I s r a e l , y p o r mi m a n o

h a m u e r t o esta n o c h e al enimigo d e su p u e b l o . V e d

a q u í la c a b e z a del a r r o g a n t e Olofernes c o r t a d a p o r l a

m a n o d e una m u g e r , y v e d aquí el m o s q u i t e r o de l a

c a m a e n q u e d o r m í a a t o s i g a d o con e l vino. Mas v ive

e l S e ñ o r , q u e su A n g e l m e ha g u a r d a d o , sin permitir

q u e y o su s ierva fuese amanci l lada. Dad todos gracias

á D i o s p o r q u e su m i s e r i c o r d i a es infinita. » T o d o s

e s c l a m á r o n : E l S e ñ o r te b e n d i j o c o n su v i r t u d , p o r -

q u e h a aniqui lado á n u e s t r o s enemigos p o r tu es for-

z a d o brazo . A q u i o r se p o s t r ó á los pies de Judit di-

c i e n d o : Bendita eres , o «muger, en todo e l p u e b l o d e *

I s r a e l , y el n o m b r e d e t u Dios será engrandecido p o r

tí. Este A m m o n i t a a b r a z ó la L e y de M o i s é s , y p o r la

c ircuncis ión q u e d ó a g r e g a d o al gremio de Israel.

Judit m a n d ó c o l g a r l a cabeza de Olofernes d e la

m u r a l l a , y e x h o r t ó á l o s c iudadanos á estar p r o n t o s

y bien a r m a d o s al r o m p e r e l d i a , p a r a salir d e l a ciu-

d a d c o n g r a n d e í m p e t u , fingiendo una salida. E l p u e -

b l o a g u a r d ó g o z o s o la l u z d e l sol , y sal iendo d e l a ciu-

d a d c o n g r a n d e a l g a z a r a , a larmáron t o d o e l e jérc i to

d e l o s A s i r i o s : los e d e c a n e s corr iéron á despertar á su

G e n e r a l , p e r o no p e r m i t i a l a et iqueta oriental d a r

v o c e s á u n G e f e de tanto p o d e r y orgul lo : la c o n f u - '

»

sion c r e c i a , y pensando los g e n e r a l e s q u e Olofernes

estaba con J u d i t , no se atrevían á entrar en e l r e t r e t e

d o n d e dormían. L a aprensión d e un d e s e s p e r a d o a t a -

q u e de los Betul ianos los o b l i g ó á entrar e n l a t ien-

d a ; y al n e g a r s e á l a c a m a , so lo hal laron e l t r o n c o

sin c a b e z a , b a ñ a d o e n s a n g r e : e l p a v o r q u e este h o r -

r ib le espectáculo causó en los o f i c i a l e s , se estendió

pronto p o r t o d o e l c a m p a m e n t o , y a t r i b u y e n d o l o s

so ldados un h e c h o tan estraordinario al D i o s de Israel ,

f u é r o n agitados del m i e d o , y l i u y é r o n d e s o r d e n a d a -

m e n t e p o r todas partes. Los sitiados q u e a g u a r d a b a n

p o r m o m e n t o s esta confusion, c a y é r o n s o b r e los f u g i -

t ivos , y l o s pers iguiéron c o n sangriento estrago. L a

not ic ia de esta d e r r o t a voló á las c iudades inmediatas ,

y armándose la j u v e n t u d , s iguiéron a l a l c a n c e d e l

e jército d e s o r d e n a d o hasta los confines d e A s i r í a ,

miéntras q u e los de Betulia distribuían entre sí los r i -

cos despojos d e f f o r m i d a b l e e jérc i to de N a b u c o d o n o -

zor. La g l o r i a de J u d á , la a l e g r í a d e I s r a e l , la h o n r a

de la n a c i ó n , l a rel igiosa Judit q u e t o d o lo atr ibuía á

o b r a del S e ñ o r , p r o c l a m ó la g l o r i a d e l D i o s de Israe l

en u n subl ime cántico : y ret i rándose á su c a s a , c o n -

t inuó e n cast idad y d e v o c i o n hasta su m u e r t e , á l a

e d a d d e c iento y c inco años.

L i b r e ahora el R e y Manases de l a invasión de l o s

As i r ios , espidió edictos á t o d o s los p u e b l o s d e J u d á ,

p a r a q u e sirviesen con fidelidad a l Dios d e Israel . M a -

nases terminó un l a r g o re inado de c i n c u e n t a y c i n c o

a ñ o s , c o m e n z a d o en e r r o r e s , cont inuado en d e s g r a -

c i a s , y a c a b a d o e n a r r e p e n t i m i e n t o , c o n f e s a n d o á l a

hora de su muerte, que el Señor era el único Dios ver-

dadero.

XV. Amon sucedió en el trono de Judá á su p a -

dre Manases, y aunque este Príncipe se habia e d u -

cado durante el t iempo del arrepentimiento de su

p a d r e , luego que entró á r e i n a r , restableció los í d o -

los y les hizo sacrificios. Imitó á Manases en la

i m p i e d a d , pero no le imitó en la peni tenc ia ; e x c e -

diéndole en la profanación del templo que su p a d r e

habia respetado, aun en el tiempo de sus m a y o r e s

iniquidades. Sus criados conspiráron contra él y l e

mataron en su p a l a c i o , despues de un inicuo reinado

de dos años.

XVI . Josias. P o r la prematura y desastrada muerte

de Amon descendió la corona á su hijo Josias : mas

siendo este Príncipe de solo ocho años de e d a d , e l

manejo de los negocios estuvo en manos de una Junta

de ancianos que gobernáron durante su minoridad.

P o r mas inicuo que sea un .Monarca, será siempre

un crimen de lesa magestad verter la sangre del

Ungido del Señor : y si e l asesinato de una persona

privada es un delito detestable, el poner manos v i o -

lentas en el Soberano es mi horrendo atentado. L o s

asesinos de Amon pagáron su delito con sus v idas , y

satisfecha la j u s ü c i a , se hizo la proclamación de J o -

sias. Este fué el mas virtuoso de todos los Reyes d e

J u d á , y su nombre habia sido anunciado algunos si-

glos ántes por los Profetas , como el n o m b r e de un

R e y p i a d o s o , justo y glorioso. El c e l e b r a d o Josias

mostró desde sus mas tiernos años las virtudes mas

i lustres, las cuales resplandecían m a s , á proporcion

que crecía en e d a d ; y luego que esta sazonó su mente ,

principió á gobernar por sí m i s m o , según los im-

pulsos de su recto corazon.

Su primer edicto fué la estirpacion de la ido la tr ía ,

limpiando á Jerusalen y á todo J u d á , de las raices de

aquella inveterada prevaricación. Los templos fuéron

d e m o l i d o s , los altares d e r r i b a d o s , los simulacros

desmenuzados, los escombros echados en parages

inmundos, é impelido del mas ardiente zelo hizo

exhumar los huesos de los sacerdotes apóstatas, y

quemarlos sobre aquellos mismos escombros de la

profanación de sus abuelos. Josias no se contentaba

con mandar borrar hasta los vestigios de la supersti-

c i ó n , él mismo iba de ciudad en c i u d a d , y su orden

se e jecutaba en su presencia. Limpio el reino de toda

abominación, volvió Josias á Jerusalen para ace lerar

los reparos del T e m p l o : y habiendo necesidad de mas

dinero p a r a concluir una obra tan dispendiosa, pidió

al Pontífice Elcias todo el dinero que hubiese en las

cajas del templo. El virtuoso Elcias simpatizando con

el justo R e y en la p i e d a d , rebuscó todo el cuarto del

tesoro para juntar el dinero de las ofrendas , y m i -

rando atentamente dentro de una c a j a , halló en ella

el l ibro de la Ley escrito por la mano de Moisés.

S a f a n , el Escriba de mas ciencia en Jerusa len,

l levó el l ibro al R e y y se lo leyó : cuando el piadoso

Josias oyó las terribles amenazas que habia hecho el

Señor contra los que abandonasen su santa L e y , rasgó

sus vestiduras de dolor por el peligro de su pueblo.

Convocados el Pontífice Elcias y los principales em-

pleados del palacio, á presencia del R e y , recibieron

orden de ir á consultar á O í d a , m u g e r m u y celebrada

por su espíritu de p r o f e c í a , la cual informada del

deseo del R e y , respondió : Decid á Josias : Esto dice

e l Señor : He aquí que y o enviaré sobre este lugar y

s o b r e sus moradores las calamidades y todas las

maldiciones que están escritas en este l i b r o , q u e l e y é -

ron delante del Rey de Judá ; porque m e abandoná-

ron y sacrificáron á dioses á g e n o s , provocándome á

i ra en todas las obras de sus manos : por tanto , irá

destilando mi furor sobre este l u g a r , y no se apagará.

Mas el R e y Josias no verá estos males , por que sé lia

enternecido su c o r a z o n , y se h a humillado en la pre-

sencia de Dios. Cuando el Rey fué informado de las

palabras de la Profet isa, señaló un dia para que c o n -

curriesen al Templo todos los principales de J u d á , y

oyesen las palabras del santo libro. El virtuoso Josias

presidió esta asamblea, y concluida la l ec tura , se

puso en pie en su t r ibuna, é hizo voto solemne de

observar todos aquellos divinos p r e c e p t o s : el pueblo

imitó al R e y y con este eficaz e j e m p l o , los moradores

de Jerusalen cmnpliéron el pacto hecho con el Señor

Dios de Israel tan rel igiosamente, que en todo el

reinado de Josias no se apartáron de Dios. La fiesta

de la Pascua se celebró en todo el reino con mayor

solemnidad q u e jamas se hizo , desde el tiempo de

Samuel. Por treinta y un años continuó este pueblo

viviendo feliz b a j o la protección del S e ñ o r , y bajo el

gobierno de un Soberano tan rel igioso; hasta que

por una mal entendida razón de e s t a d o , ó por un im-

prudente conse jo , el Rey Josias corrió á su m u e r t e ,

y aceleró con ella la ruina de Judá.

Faraón N e c a o , Rey de E g i p t o , subió con un pode-

roso ejército para hacer guerra en Carcamis , país

a l norte de la Pa lest ina: el tránsito de las tropas d e

Faraón por los confines del reino de Judá alarmó mu-

cho á Josias, y sin investigar las disposiciones del

R e y de E g i p t o , le salió al encuentro con un ejército.

Sorprendido el de Egipto con la apariencia hostil

del de J u d á , envió embajadores dic iéndole: ¿ Qué

hay entre los d o s , o R e y de Judá? no vengo contra

t í , mi destino es pelear contra otra n a c i ó n , contra la

cual m e h a mandado Dios ir sin dilación ; deja de

oponerte á Dios que está c o n m i g o , para que no te

quite la vida. Esta seguridad de parte de un soberano,

de quien Josias no tenia razón de sospechar, debería

haberle desarmado, ó procurar solo cubrir su f r o n -

tera ; pero alucinado este R e y en su primer des ignio ,

se preparó para combatir á los Egipcios superiores

en número y en disciplina. Los dos ejércitos se e n -

contraron en el campo de Magedo; las tropas de Judá

fuéron derrotadas, y Josias herido mortalmente de

un flechazo. Sus criados le pasaron á otro carro y

l leváron á Jerusalen, donde murió de la her ida , á

los treinta y un años del único reinado en que no

hubo idolatría en J u d á , desde David primer Rey de

la dinastía. Su cuerpo fué sepultado con general s e n -

timiento de toda la n a c i ó n , y l lorado por Jeremías ,

q u i e n hizo l a m u e r t e de Josias asunto digno de sus

m a s subl imes trenos.

X V I I . Joacaz . La d e p r a v a d a conducta del hi jo y

sucesor de Josias justif icó m u y b i e n el l lanto del pue-

b l o , y las lamentac iones d e l P r o f e t a . Joacaz no tenia

d e r e c h o leg í t imo á la c o r o n a de J u d á , p e r o en la con-

fus ión causada p o r la m u e r t e l a m e n t a b l e de su p a d r e ,

g a n ó la ac lamación del p u e b l o p o r i n t r i g a , ' y subió al

t rono. La o p o s i c i o n d e J o s i a s , y el disputado d e r e c h o

de. J o a c a z , f u é ahora pretes to p a r a dirigir su e jérc i to

e l R e y de E g i p t o contra J e r u s a l e n : Judá n o estaba en

estado d e resist ir , y así entró e l Eg ipc io e n la capital

sin o p o s i c i o n : depuso á J o a c a z á los tres meses de su

r e i n a d o , y le m a n d ó en c a d e n a s á E g i p t o d o n d e m u -

rió. F a r a ó n N e c a o impuso una gruesa contr ibución

s o b r e J u d á , y se ret iró despues d e co locar en e l t rono

á Joakin otro hijo de Josias.

X V I I I . Joakin. El auspic io de F a r a ó n e r a de una

naturaleza m u y ominosa p a r a J o a k i n , pues e l prec io

d e su c o r o n a e x c e d í a á sus r e c u r s o s , y le p r e p a r a b a

e l camino á otra m a y o r o p r e s i ó n . Agotado e l p o c o

tesoro que e l b u e n R e y Josias h a b i a juntado en el

t i e m p o de su p r o s p e r i d a d , i m p u s o un gravoso tr ibuto

p o r c a p i t a c i ó n , p a r a satisfacer la suma inmensa que

e l R e y d e E g i p t o habia e x i g i d o ; p e r o Joakin admitía

t o d a condic ion para r e i n a r , c a r e c i e n d o de h o n o r , de

just icia y d e toda virtud. Este Pr ínc ipe tuvo la ventaja

d e vivir en t i e m p o de los m a y o r e s p r o f e t a s q u e le

m o s t r a s e n los caminos de D i o s ; sin e m b a r g o , no solo

í u é tan vicioso c o m o m u c h o s d e sus a n t e c e s o r e s , mas

á su i m p i e d a d j imtó un e n d u r e c i m i e n t o escandaloso.

E l l ibro de las profecías de J e r e m í a s c a y ó un día en

sus m a n o s , y m a n d ó que se le l eyesen : a p é n a s o y ó

las amenazas que e l santo P r o f e t a , p o r o r d e n d e l Se-

ñ o r , f u l m i n a b a contra é l , a r r e b a t ó e l l ibro de m a n o s

d e l e s c r i b a , le hizo p e d a z o s , y c o n audaz escarnio le

a r r o j ó al f u e g o . Jeremías r e c i b i ó o r d e n d e l S e ñ o r

para escribir otra vez la m i s m a p r o f e c í a , a ñ a d i e n d o

otras amenazas merec idas p o r este sacr i lego des-

precio.

El m a l e j e m p l o de Joakin corrumpió t o d a s las

c lases del e s t a d o , é irritado el S e ñ o r p o r e l m e n o s -

p r e c i o de sus divinas a m o n e s t a c i o n e s , y p o r e l c r u e l

tratamiento q u e el p u e b l o d a b a á sus P r o f e t a s , a r m ó

e l brazo de una justicia v e n g a d o r a p a r a r e d u c i r á los

habitantes de Judá al estado d e dispersión en q u e

v a g a b a el p u e b l o d e Israel. E l R e y de Babi lonia v ino

contra J e r u s a l e n , tomó la c i u d a d , hizo pr is ionero al

R e y y le l levó e n cadenas, c o n e l j o v e n Danie l y o t r a s

personas de dist inción, á la capital d e su imper io .

B a j o l a condic ion de vasal lage fué restituido á l i b e r -

tad , y p o r h a b e r faltado á l a j u r a d a f e , sufr ió u n a

m u e r t e ignominiosa. T a l fué e l fin de dos p e r v e r s o s

hi jos d e l p a d r e mas virtuoso. F a r a ó n , n o m b r e c o m ú n

d e los R e y e s de E g i p t o , pr ivó d e l a c o r o n a y l iber tad

á J o a c a z : N a b u c o d o n o z o r , n o m b r e también c o m ú n de

l o s R e y e s de B a b i l o n i a , quitó a h o r a e l reino y la v i d a

á J o a k i n , despues de un miserable re inado de o n c e

años.

X I X . Joaquín. Este Príncipe tenia diez y o c h o a ñ o s

d e e d a d , cuando por muerte de su padre fué r e c o -

nocido por el pueblo Rey de Judá : mas como N a b u -

codonozor no aprobase esta exal tac ión, l e arrojó del

trono á los tres meses de su r e i n a d o , y le l levó caut i -

v o á Babilonia con toda su fami l ia , y los mas princi-

pales vecinos de Jerusalen, dejando con la investidu-

r a real á Sedec ias , tercer hijo de Josias.

X X . Sedecias. El pueblo de I s r a e l , los dominios d e

David y S a l o m o n , la nación de Judá se halló ahora

reducida á una mera sombra de m o n a r q u í a , con una

fantasma de Rey. Sedecias continuó por nueve años

en un abatido vasal lage, l ibre solo para seguir sus

propensiones á todo l o q u e era m a l o , insultando á

los Profetas del S e ñ o r , y burlándose de las amenazas

divinas. Picado por un sentimiento de su ignominia ,

renunció al pacto de homenage prometido al R e y d e

Babilonia : y N a b u c o d o n o z o r , irritado con la mala f e

de los degradados Re yes de J u d á , resolvió la destruc-

ción del vacilante trono de David. Un numeroso e j é r -

cito cercó otra vez á Jerusalen, y el p u e b l o , desespe-

rando de obtener términos favorables, se obstinó en l a

defensa , sin acobardarse por la formidable aparien-

cia del e n e m i g o , ni con la estremada hambre que p a -

decía. Al cabo de dos años consiguiéron los sitiadores

abrir una grande b r e c h a , y tomáron la ciudad por

asalto. Sedecias habia huido en la oscuridad de la no-

c h e , y descubierta su fuga por la vigilancia de los si-

t iadores, fué seguido y alcanzado en la l lanada de Je-

ricó. El miserable Rey fué vuelto y presentado á N a -

b u c o d o n o z o r , quien le dió un castigo mas cruel que

la muerte m i s m a : todos sus lujos fuéron degollados á

su v is ta , y atormentado su corazon con tan horrible

e s p e c t á c u l o , le sacáron los o j o s , le ataron con c a d e -

n a s , y fué l levado á Babilonia. El R e y Nabucodo-

nozor dejó en Jerusalen á su general Naburzadan con

instrucciones de deso lac ión, y se retiró triunfante á

su capital.

L a elección de este Gefe fué muy apropiada para

cumplir, l iteralmente todas las amenazas del Señor so-

b r e su p u e b l o , y las órdenes de su soberano : el t e m -

plo fué q u e m a d o , el alcazar demol ido , las mural las

de la ciudad arrasadas, y todos los edificios arruina-

dos. Los habitantes de Judá privados de cuanto p o -

seían fuéron sacados al c a m p o , y distribuidos en

cuerpos fuéron arreados como hatos de ganado á B a -

bilonia. Un corto número de labradores bajo el g o -

bierno de Godol ias , quedáron por orden de N a b u c o -

donozor para cultivar las viñas y c a m p o s , á fin de

abastecer las guarnic iones ; pero el Señor habia a m e -

nazado con la total espulsion de los Judíos. Algunos

malcontentos conspiraron contra el gobernador Godo-

lias y le mataron : temiendo todos que el justo cas-

tigo de esta acción t e m e r a r i a , caería indistintamente

sobre e l l o s , se uniéron en un c u e r p o , y abandonan-

do la tierra de Judá se huyéron á E g i p t o ; quedando

así verificada la predicha destrucción total del reino

d e J u d á , cumplidas todas las amenazas que l iabia he-

cho el Señor por bocas de sus profetas , y justificadas

las sublimes lamentaciones del dolorido Jeremías.

C A P I T U L O T E R C E R O .

L O S P R O F E T A S .

L a p a l a b r a profecía significa predicc ión inspirada

p o r e l Espíritu S a n t o ; y la p a l a b r a profeta significa

u n a p e r s o n a escogida por D i o s , p o r dec larar es traor-

d i n a r i a m e n t e la divina voluntad á su pueblo . L a Santa

E s c r i t u r a menciona muchos y grandes p r o f e t a s ; p e r o

CDmo la misión d e algunos fué en ocasion e s p e c i a l ,

p a r a d a r respuesta ó amonestación á una persona ó á

un p u e b l o e n p a r t i c u l a r , sin q u e d a r espresamente es-

cri to e l asunto de la inspiración ni de la visión q u e tu-

v i é r o n , solo se refiere e l anuncio en e l t iempo en q u e

o c u r r i ó , según la narración de la historia. Hay otros

P r o f e t a s á quienes e l Señor e s c o g i ó , n o solo para

a m o n e s t a r á los R e y e s ó al p u e b l o cuando se separa-

b a n d e la santa L e y , m a s también para predecir acon-

tec imientos futuros y r e m o t o s ; especialmente la c a u -

t i v i d a d , res tab lec imiento , y última dispersión d e los

J u d í o s , la vocacion de los Gent i les , la venida y reino

t r iunfante del Mesías Jesucristo. Estos Profetas escri-

b i é r o n por orden divina sus v is iones , con todo l o q u e

D i o s les r e v e l ó ; y sus escritos cuidadosamente pre-

s e r v a d o s fuéron insertados al fin d e l Antiguo Testa-

m e n t o , f o r m a n d o un cuerpo de l ibros de profecías.

T o d o s estos Profetas viviéron durante las m o n a r -

q u í a s d e Israel y d e J u d á , y muchos de ellos en e l

c a u t i v e r i o . D a n i e l , l levado cuando muy j o v e n cautivo

á Babi lonia , fué inspirado allí en todas s u s profecías .

E l orden cronológico r e q u i e r e , p u e s , tratar de los

Profetas despues de la destrucción d e l reino de J u d á ,

objeto principal de las amenazas d iv inas; y antes del

restablecimiento del p u e b l o de Israel á su país origi-

nario. E l n ú m e r o de estos varones inspirados, cuyos

escritos f o r m a n la sagrada coleccion d e profecías , son

diez y siete. Isaías, J e r e m í a s , Ezequiel y Daniel se in-

t i tulan Profetas m a y o r e s , p o r la sola razón de s e r m a s

d i fusos ; y los otros son l lamados comunmente Profe-

tas menores. Baruc está co locado despues de Jere-

m í a s , s iendo su profec ía tan a n á l o g a á la de este , q u e

en los pr imeros siglos d e la Iglesia se consideraba c o -

m o comunicada por Jeremías á B a r u c , y escrita p o r

este despues d e la muerte de aquel. Aquí se sigue e l

o r d e n a p r o b a d o p o r la Santa Iglesia Católica.

PROFETAS MAYORES.

ISAIAS.

Isaías e r a descendiente d e l l inage de los R e y e s d e

Judá. Este ilustre P r o f e t a , tan ce lebrado por su pie-

d a d s i n g u l a r , por su estilo in imitable , por su conoci-

miento é intuición de lo f u t u r o , t iene e l pr imer lugar

entre los Profetas. Isaías habla tan esplícitamente y

con tanta precisión de Jesucristo y de su I g l e s i a , q u e

algunos de sus capítulos se parecen mas á los de un

historiador e l e g a n t e , refiriendo hechos pasados y d e

su t iempo, q u e á los de un Profeta anunciando aconte-

cimientos futuros setecientos años antes d e su verif ica-

c ión. L a venida de Juan el Bautista y su minister io; l a

v e n i d a del Mesías en carne h u m a n a ; s u nacimiento d e

u n a V i r g e n ; la plenitud de los D o n e s d e l Espíritu San-

t o de que su h u m a n i d a d seria d o t a d a ; l a virtud y jus-

ticia q u e habían d e resplandecer e n t o d a s sus acc io-

n e s ; los u l t r a g e s , insultos y p e r s e c u c i o n e s q u e h a b í a

d e recibir de los J u d í o s ; las c i rcunstancias m a s m e -

n u d a s de su p a s i ó n , y todos l o s s u f r i m i e n t o s q u e h a -

b í a d e p a d e c e r en su m u e r t e ; su r e i n o triunfante p o r

t o d a s las naciones del u n i v e r s o ; e l e s t a d o pacíf ico d e

l a Iglesia b a j o su i m p e r i o ; la a legr ía y fe l ic idad de su

Ig les ia p o r l a convers ión d e los G e n t i l e s , se hallan en

t é r m i n o s t e r m i n a n t e s , p o r t o d o e l l i b r o de este e x c e l -

s o Profeta .

E n t r e las m u c h a s visiones c o n q u e Isaías f u é f a v o r e -

c i d o , l a siguiente es la m a s augusta . E l S e ñ o r se l e

a p a r e c i ó en t o d o e l esplandor de su M a g e s t a d ; e l A l -

t ís imo estaba sentado s o b r e u n solio e l e v a d o , r o d e a d o

d e Serafines celest iales que c a n t a b a n c o n m e l o d í a ,

d i c i e n d o : SANTO, SANTO, S A N T O , SEÑOR DIOS DE

IOS EJERCITOS, LLENA ESTA TODA LA TIERRA DE TU

GLORIA. Isa ias , l leno de un r e v e r e n t e t e m o r , se h u -

m i l l ó ante l a presencia d e l S e ñ o r ; n o atreviéndose á

a b r i r sus labios i m p u r o s , p a r a a c o m p a ñ a r á aquel c o -

r o espiritual en la p r o c l a m a c i ó n d e t a n santos miste-

rios. U n o de los Serafines que e s t a b a junto al t rono

d e l R e y de los c i e l o s , t o m ó c o n u n a s t e n a c i t a s d e o r o ,

u n ascua encendida de las q u e h a b í a s o b r e e l a l t a r ,

v o l ó hác ia e l respetuoso P r o f e t a , y t o c á n d o l e los la-

b i o s c o n e l f u e g o , le d i jo : T u iniquidad será b o r r a d a

c o n esto , y tu p e c a d o será lavado. Isaias se postró ren-

d i d o al S e ñ o r , o frec iéndose á ir y anunciar fielmente

a l p u e b l o t o d o lo q u e e l S e ñ o r le m a n d a s e . « E z e q u i a s ,

d i c e e l Eclesiást ico cap. k8, v. 2 5 , a g r a d ó á D i o s , y

a n d u v o con forta leza en e l camino de David su p a d r e ,

q u e le r e c o m e n d ó Isa ias , Profe ta g r a n d e y fiel de lan-

te de Dios. E n sus dias re trocedió e l S o l , y él p r o l o n -

g ó la v i d a al R e y . Con espíritu g r a n d e v i ó los ú l t imos

t i e m p o s , y alentó á los que Doraban en Sion. Hasta

e l fin de los t iempos mostró las cosas v e n i d e r a s , y l a s

e s c o n d i d a s ántes q u e aconteciesen.» Este es e l e l o g i o

q u e l a Santa Escr i tura h a c e de este esc larec ido P r o f e -

t a , ántes que sus m a s maravil losas p r o f e c í a s f u e s e n li-

t e r a l m e n t e cumplidas. Isaias profetizó p o r mas de se-

senta y cuatro a ñ o s , durante los re inados d e Azarias

J o a t a n , Acaz y Ezequias Reyes de J u d á ; hasta q u e e l

i m p i o Manases le p u s o en pr is ión, y le m a n d ó a s e r r a r

v i v o , p a d e c i e n d o e l martirio por su fidelidad á D i o s ,

á l o s cien años de su e d a d , y seiscientos y setenta á n -

t e s de Jesucristo.

JEREMIAS.

Jeremías era hi jo del Pontífice E l c i a s , a q u e l q u e

h a l l ó el l ibro d e la L e y en el t e m p l o , y q u e fué l l e v a -

d o al R e y Josias. L a lec tura de este s a g r a d o escrito

i n f l a m ó e l n u m e n s u b l i m e de Jeremías ; y m e r e c i e n d o

p o r su \ ir tud l a inspiración divina ¿ c o m e n z ó á p r o f e -

tizar e n e l a ñ o t r e c e del re inado de J o s i a s , y c o n t i n u ó

por espacio de diez y ocho años, arreglando por es-

crito todas sus profecías conminatorias. El protervo

Joakin procuró este l ibro y mandó á su amanuense

q u e le leyera : oyendo las terribles amenazas que e l

Señor le hacia por su Profeta , en castigo de sus ini-

quidades , se e n f u r e c i ó , hizo pedazos el l i b r o , y los

arrojó al fuego. J e r e m í a s , por orden del S e ñ o r , vol-

vió á escribir las mismas profec ías , añadiendo aun

mayores amenazas contra el sacrilego R e y ; y estas son

las q u e se han preservado hasta ahora.

Este Profeta , que veía en su espíritu la destrucción

de su amada patria Jerusalen, escribió en verso he-

braico sus lúgubres lamentaciones en cinco capítulos,

esplicando su dolor y sentimiento con tan admirable

energía de espresion, que no hay escrito alguno de

esta e s p e c i e , que se le pueda comparar. No h a y , á

la v e r d a d , quien lea sus lamentaciones, por mas in-

sensible que s e a , que no sienta en su corazon vivas

impresiones de aquel profundo d o l o r , que traspasaba

el corazon de su autor. Cuando l legó el funesto cum-

plimiento de todo lo que Jeremías habia predicho;

cuando el Templo y todo lo que habia en él de sagra-

do fué d e m o l i d o ; las murallas y edificios de Jerusa-

len arrasados; el nombre de Sion tan glorioso ántes y

ahora casi b o r r a d o ; cuando Judá como nación fué

aniquilada; este Profeta fué la única persona que el

irritado Nabucodonozor respetó , y por cuya vida an-

duvo tan solícito. La eminente santidad del anciano

Jeremías habia hecho tanta impresión en aquel monar-

ca o r i e n t a l , que cuando se retiró del sit io, dió órde-

nes especiales á su general Nabuzardan, para prote-

ger al venerable Profeta contra todo peligro en la to-

m a de la c iudad, y dejar á su e lecc ión , i r á Babilonia

ó quedarse en Judea. Jeremías, por amor y compa-

sión á los pocos Judíos que quedaban por orden

del Rey para cultivar los c a m p o s , escogió quedarse

con e l los ; y cuando estos huyéron á Egipto despues

de haber asesinado al Gobernador Godolias, los acom-

pañó , reprendiéndoles su crimen y profetizando con-

tra su idolatría. Este malvado resto de la nación p r e -

varicadora se enfureció contra el santo P r o f e t a , y le

apedrearon hasta completar su mart i r io , seiscientos

años ántes de Jesucristo.

BARUC.

Este profeta muy distinguido por su nacimiento, y

aun mas ilustre por su p i e d a d , renunció todas las ven-

tajas que su sangre , talentos y riquezas le proporc io-

naban en e l m u n d o , por hacerse amanuense y,discí-

pulo del profeta Jeremías , de quien jamas se separó.

Persecuciones , amenazas, p e l i g r o s , nada fué capaz

de hacerle apartar de la compañía de su venerable

m a e s t r o , firme en su amistad durante su v i d a , y fiel

imitador de sus virtudes despues de su muerte. Estan-

do en Babilonia escribió sus profec ías , y las leyó á

Jeconias hijo del R e y J o a k i n , y á todo el pueblo

c a u t i v o , con tanta persuasión, que los hizo l l o r a r ,

ayunar, y rogar al Señor postrados en tierra. Aunque

Baruc era muy s a b i o , y dotado de una elocuencia

s u b l i m e , la humildad es la virtud que mas brilla en su

i . 10

esti lo. E n u n a junta q u e tuviéron los Príncipes y an-

c i a n o s del p u e b l o en J e r u s a l e n , B a r u c , en n o m b r e

d e t o d o s , i m p l o r ó la miser icordia del S e ñ o r en e l

m o d o siguiente : « S e ñ o r D i o s E t e r n o , tu q u e sacaste

a l p u e b l o de Israel d e E g i p t o , c o n señales y p r o d i g i o s

d e tu gran p o d e r , aparta t u ira de n o s o t r o s , p o r q u e

h e m o s q u e d a d o p o c o s y esparcidos entre los G e n t i l e s :

O y e , S e ñ o r , nuestros r u e g o s y nuestras o r a c i o n e s ,

y l í b r a n o s p o r amor t u y o , h a c i e n d o que ha l lemos

g r a c i a delante d e los q u e n o s han s a c a d o , p a r a que

s e p a t o d a l a t i e r r a , (pie tú eres el Señor Dios nuestro ,

y que tu n o m b r e ha sido i n v o c a d o sobre I s r a e l , y so-

b r e su l inage. V u e l v e , S e ñ o r , á mirarnos desde t u

s a n t a m o r a d a , y escúchanos. A b r e tus o jos y ve : p o r -

q u e los m u e r t o s que están en el s e p u l c r o , separadas

s u s almas de sus c u e r p o s , no h a r á n honra ni gloria á

l u s a n t o N o m b r e . Solo l o s v i v i e n t e s , tristes p o r la m u -

c h e d u m b r e del m a l , o p r i m i d o s c o n e l peso d e su cas-

t i g o . . e n f l a q u e c i d o s con a y u n o s y suspiros , desfa l le-

c i d o s sus o jos con l l a n t o , part idos los corazones d e

d o l o r , estos son los q u e te d a r á n g l o r i a , y se h u m i -

l larán á tu divina justicia. O y e , S e ñ o r , y a p i á d a t e ,

p o r q u e eres un Dios m i s e r i c o r d i o s o , y ten piedad d e

n o s o t r o s , p o r q u e en tu presencia l iemos p e c a d o . ¿ He-

m o s de p e r e c e r p a r a s i e m p r e , p o r q u e tu vives e t e r -

n a m e n t e ? No te a c u e r d e s d e las m a l d a d e s de nuestros

p a d r e s , m a s acuérdate de tu p o d e r y de tu n o m b r e

e n este t i e m p o : p o r q u e tú e r e s el S e ñ o r Dios nuestro ,

y nosotros te a labaremos. Baruc murió en e l ( i e m p o

clel cautiverio.

E Z E Q U I E L .

Este Profe ta e r a L e v i t a , hi jo d e l s a c e r d o t e Buzi y

u n o de los cautivos l l e v a d o s á B a b i l o n i a , a d o n d e Dios

le inspiró con visiones m u y s i n g u l a r e s , tan subl imes

c o m o misteriosas : c o n s o l a b a c o n el las á sus c o m p a ñ e -

r o s , y los m a n t e n í a c o n l a esperanza d e l res tab lec i -

m i e n t o de Israel . L a comision d e E z e q u i e l c o m o P r o -

feta del S e ñ o r f u é tan r a r a , c o m o todas las visiones

q u e tuvo. C u a t r o animales m u l t i f o r m e s , seguidos de

c u a t r o r u e d a s , l lenas de o jos y al p a r e c e r a n i m a d a s ,

m o v i é n d o s e de arr iba a b a j o y de un lado á otro con

l a v e l o c i d a d de un r e l á m p a g o , s e presentáron á su

v i s t a : s o b r e las cabezas de los c u a t r o animales estaba

u n a s e m e j a n z a del firmamento, s o b r e el firmamento

u n t r o n o , y s o b r e el t rono l a semejanza de un h o m -

b r e . E z e q u i e l estaba atónito c o n esta v i s i ó n , c u a n d o

o y ó u n a v o z q u e le ( l e c i a : Hijo de h o m b r e , y o te en-

v i ó á los h i jos de I s r a e l que se apartáron de mí , p a r a

q u e s e p a n q u e ha h a b i d o P r o f e t a en m e d i o de ellos.

U n a m a n o se estendió p o r el a i r e , y l legándose á é l ,

l e presentó u u l i b r o escrito p o r dentro y p o r f u e r a , y

a b r i é n d o l e , dijo l a voz otra vez : h i j o de h o m b r e c o -

m e ese v o l ú m e n , l lena tus entrañas c o n su c o n t e n i d o ,

y a n d a á la casa d e I s r a e l , para decir les todas las p a -

l a b r a s q u e y o te h a b l a r é : e l P r o f e t a abr ió l a b o c a j -

s e comió e l l i b r o , q u e le p a r e c i ó dulce c o m o l a m i e L

E l S e ñ o r m a n d ó á Ezequie l representar e l asedio de

J e r u s a l e n , la g r a n d e es trechez en q u e se v e r i a durante

e l s i t i o , l a prisión del R e y S e d e c i a s , l a e n t e r a d e s -

t r a c c i ó n de l a c i u d a d , y e l cautiverio y dispersión del

p u e b l o , despues de las miserias y t r a b a j o s de aquel la

g u e r r a . Así mismo la últ ima desolación d e la o p u -

lenta c iudad de T i r o , l a destrucción de los A m m o n i -

t a s , d e los M o c i t a s , I d u m e o s , Fil isteos y E g i p c i o s ,

p o r l o s insultos y u l t ra jes hechos al p u e b l o del Señor .

E z e q u i e l fué t rasportado en e s p í r i t u , a lgún t i e m p o

d e s p u e s , á una de las m a s altas montañas de J u d e a ,

y v i ó d e s d e allí e l templo de J e r u s a l e n , restablec ido

á su ant iguo e s p l e n d o r , y la g lor ia del Dios d e Israel

h a b i t a n d o en é l otra vez. E l restablec imiento del

p u e b l o j u d í o le fué manifestado en aquel la es traordi-

n a r i a visión de los huesos. El Profe ta fué arrebatado

e n e s p í r i t u , y d e j a d o en m e d i o de un v a l l e , que es-

t a b a cubier to c o n u n prodig ioso n ú m e r o de huesos

secos . D e s p u e s de h a b e r l e p a s e a d o todo a l r e d e d o r ,

é inspecc ionado un espectáculo tan p a v o r o s o , le d i jo

e l espír i tu de D i o s , que m a n d a r a á los huesos l e v a n -

tarse , y reasumir los n e r v i o s , las carnes y la p i e l ,

p a r a q u e vo lv ierau á su antiguo estado. El P r o f e t a

l l eno de confianza hizo todo lo que el S e ñ o r le h a b i a

m a n d a d o ; y apénas habia dado la o r d e n á los huesos

e s p a r c i d o s p o r e l v a l l e , o y ó un ruido y c o n m o c i o n

- c a u s a d a p o r los h u e s o s , que se ayuntaban unos á otros

e n sus propias coyunturas . T o d o el val le q u e d ó a h o r a

l l eno d e cadáveres en p i e , p e r o sin movimiento : y e l

P r o f e t a estaba admirado c o n la súbita incorporac ion

d e a q u e l inanimado ejército. Hijo de h o m b r e , le dijo

l a v o z otra v e z , m a n d a al espíritu venir de los cuatro

v i e n t o s , y soplar sobre estos muertos p a r a que r e v i -

v a n ; e l o b e d i e n t e Ezequie l lo l ú z o , y al instante prin-

c ipió á marchar a q u e l l a multitud. E l Profe ta entonces

arengó en al ta voz á su rec ien f o r m a d o auditorio , d i -

c iéndole : Esto dice e l S e ñ o r D i o s : He aquí y o abr iré

vuestras s e p u l t u r a s , os sacaré d e vuestros s e p u l c r o s ,

y os conduciré á la t ierra de Israel . E l Altísimo f a v o -

rec ió despues á su P r o f e t a , espl icándole l a visión é

i n f o r m á n d o l e q u e los huesos representaban e l p u e b l o

tle Israel esparcidos p o r todas p a r t e s , y que p o r su

miser icordia los r e c o g e r í a , y conducir ía á su t i e r r a ;

hac iendo de el los una sola nac ión b a j o e l g o b i e r n o de

un solo R e y q u e seria su s iervo D a v i d ; el q u e habia

d e reinar sobre ellos p a r a s i e m p r e ; q u e l iaría alianza

d e paz e t e r n a con e l l o s ; q u e s u t a b e r n á c u l o estaría

entre los hi jos de I s r a e l ; q u e e l Señor seria su Dios y

e l los serian su p u e b l o ; y q u e de este m o d o sabr ían

todas las naciones q u e el S e ñ o r e r a e l santif icador d e

I s r a e l , c u a n d o su santif icación estuviese en m e d i o de

el los p e r p e t u a m e n t e .

El Profe ta Ezequie l mur ió en su caut iver io , despues

d e h a b e r p r o f e t i z a d o ve inte y dos a ñ o s ; y según dice

Epifanio en su l ibro s o b r e las v idas d e los Profetas ,

fué m u e r t o p o r un Príncipe j u d í o en las ori l las de l r io

E u f r a t e s , y sepultado en e l sepulcro d e los abuelos de

Abrahan.

D A N I E L .

C u a n d o Joakin R e y de J u d á f u é h e c h o pris ionero

p o r N a b u c o d o n o z o r , y l l e v a d o á B a b i l o n i a , fuéron

e s c o g i d o s un gran n ú m e r o de niños de la est irpe d e

l o s R e y e s de I s r a e l , para s e r e d u c a d o s en e l pa lac io

d e l R e y d e Asir ía , é instruidos e n l a l e n g u a y c iencias

d e los Caldeos. Entre estos j ó v e n e s h a b í a c u a t r o m u y

dis t inguidos , D a n i e l , A n a n i a s , Misael y Azarias ; m a s

p o r o r d e n del R e y , sus n o m b r e s f u e r o n m u d a d o s e n

B a l t a s a r , S i d r a c , M i s a c , y A b d é n a g o . Estos c u a t r o

j ó v e n e s f u e r o n puestos al cuidado d e M a l a s a r , M a y o r -

d o m o m a y o r de p a l a c i o , con especia l o r d e n de aten-

d e r l e s , y aumentar los c o n c o m i d a y b e b i d a de l a m e -

s a del R e y . D a n i e l , fiel á l a L e y d e l Dios de I s r a e l ,

p r o p u s o e n su corazon no contaminarse c o n los m a n -

j a r e s ni b e b i d a s de l a m e s a d e un i d ó l a t r a ; p o r tanto,

r o g ó á Malasar n o le diese á é l ni á sus t r e s c o m p a ñ e -

r o s otro a ü m e n t o sino l e g u m b r e s , ni m a s b e b i d a q u e

agua. E l M a y o r d o m o n o q u e r í a c o n s e n t i r l o , p o r q u e

temia q u e esta d i e t a , en lugar d e nutrir los los enf la-

q u e c e r í a , y si e l R e y descubr ía l a c a u s a , v iéndolos

flacos y p á l i d o s , la atribuiría á siniestros m o t i v o s , y

le condenar ía á muerte . Daniel le suplicó p e r m i t i r -

les esta dieta solo p o r diez d i a s , para convencer le q u e

esta espec ie d e comida los e n g o r d a b a m a s q u e todas

las otras viandas. El M a y o r d o m o , siendo h o m b r e d e

b u e n n a t u r a l , cons int ió ; y l a esperiencia le m o s t r ó ,

q u e no solo los nutria b i e n , m a s m o s t r a b a n en sus

c a r a s m a s salud y r o b u s t e z , q u e todos los otros j ó v e -

nes q u e se r e g a l a b a n con los p latos m a s esquisitos

d e la m e s a de N a b u c o d o n o z o r . L l e g a d o e l t i e m p o de

presentar al R e y todos los j ó v e n e s Israe l i tas , los c u a -

tro discípulos de Malasar fuéron e x a m i n a d o s , y e l R e y

s e admiró m u c h o al hal lar los mas instruidos y sabios

q u e todos los d o c t o r e s d e su reino. D a n i e l s e distinguió

tanto sobre sus c o m p a ñ e r o s , q u e su p r u d e n c i a fue a d -

m i r a d a d e t o d o s ; y m i r a b a n c o m o e f e c t o de s a g a c i -

d a d é intel igencia lo q u e e n rea l idad e r a inspiración

y don de p r o f e t a : c o m o l o m a n i f e s t ó , c u a n d o se cons-

t i tuyó defensor d é l a i n o c e n c i a , y j u e z en l a c a u s a cíe

l a ca lumniada Susana. Susana e r a h e r m o s a , j o v e n y de m u c h a a m a b i l i d a d .

su p a d r e Elcias l a h a b i a instruido e n la l e y d e M o i s é s ,

y en la práct ica d e t o d a v i r t u d ; y p a r a asegurar e l f ru-

to de su cuidado p a t e r n a l , c u a n d o f u é d e e d a d , l a dio

en casamiento á un h o m b r e de cons iderac ión l l a m a d o

Joakin. Este era u n s u g e t o m u y distinguido entre los

H e b r e o s residentes en Babi lonia , n o so lo p o r sus r i -

q u e z a s , mas p o r l a g r a n d e reputac ión q u e g o z a b a e u

e l p u e b l o . El R e y d e Babi lonia permit ía a l o s J u d í o s

cautivos e leg ir dos j u e c e s d e entre e l los c a d a a n o ,

p a r a q u e entendiesen e n sus d i ferencias , y dec id iesen

sus causas civiles y cr iminales , según la l e y y c o d i g o

d e M o i s é s : y c o m o l a casa d e Joakin tenia c o n v e -

niencias, y é l e r a h o m b r e g e n e r o s o , los dos j u e c e s s o -

l ian ir á e l la p a r a administrar justicia. La c o n d u c t a

i r reprens ib le d e Susana e r a su m a y o r p e r f e c c i o n ó l a

m a y o r fe l ic idad d e su m a r i d o , y l a admiración d e l

p u e b l o , hasta q u e d o s m a l v a d o s Jueces intentaron

manci l lar su inocenc ia ó arruinar su honor . Estos h a -

b ían o b s e r v a d o , q u e conc lu ida l a h o r a d e los n e g o -

cios d e justicia, l a b e l l a Susana salía á pasearse p o r

e l jardín de su casa, sola y con la l ibertad q u e le d a b a

l a persuasión d e q u e n a d i e l a m i r a b a , hasta q u e l i e -

gaba la hora de entrarse al cuarto del baño. E n c e n -

didos en lascivia los dos inicuos j u e c e s / T o r m o c a d a

uno el mismo intento detestable, y buscaban ocasion

para ejecutarle. Por casualidad entráron ambos en e l

jardín de Susaua en un mismo ( l ia , y uno fué á es-

conderse en el lugar donde e l otro se habia o c u l t a d o ;

y como cada uno leia en el semblante del otro su in-

tentada m a l d a d , se comunicáron un designio que y a

110 podían ocultar, y resolviéron hacer los dos juntos ,

l o que y a era imposible conseguir separados.

La facilidad ó libertad que les d a b a el empleo y la

frecuencia en casa de Joakin proporcionó que e n -

trasen el jardín otro día por la siesta, sin ser vistos de

n a d i e ; y se ocultáron poco tiempo ántes que Susana

fuera á bañarse según la cotumbre de Babilonia. No

sospechando esta casta esposa , [que hubiese h o m b r e

alguno en el recinto de su r e c r e o , mucho ménos Ja

asociada asechanza de los dos jueces , tomó el o l e o

para ungirse, y mandó fuera á las cr iadas , las que

cerráron la puerta del j a r d i n , miéntras su ama se

bañaba. Esta oportunidad tan favorable á los deseos

diabólicos de los impúdicos ancianos los hizo salir

de entre los árboles, y correr al cuarto del baño. A l

instante declararon á Susana la pasión criminal q u e

los habia conducido allí, y cuando vieron la indigna-

ción de la virtuosa muger, al oír una propuesta tan

vergonzosa , la amenazáron diciendo : Si no condes-

ciendes con nosotros , rindiéndote á nuestro amor ,

testificaremos contra t i , diciendo que estaba contigo

un mancebo, y que por eso despachaste fuera á tus

doncellas. La casta Susana suspiraba y d e c i a : Por to-

das partes estov rodeada de angustias; si hago la

maldad que pretendeis , ofenderé á D i o s y á mi espo-

s o , y si roe res is to , destruiréis mi honor y mi v i d a :

pero ántes quiero morir á vuestras manos i n o c e n t e ,

que pecar contra el S e ñ o r ; y al instante dió g r i t o s ,

l lamando á sus criadas. Los msidiosos Jueces gritaron

c o n mas fuerza , para que no se oyera la voz de Su-

s a n a , y corriéron á la puerta del j a r d i n , n n e n d o a

los criados por no haber acudido á t iempo, para

agarrar á un joven que habían sorprendido con Su-

sana. Engañados en sus deseos criminales contra el

honor de una inocente, se l lenáron de venganza, y l e

imputáron la mas atroz calumnia. Los criados no du-

dáron el ' test imonio de (los ancianos y magis trados ,

crevéron culpable á Susana, y atribuían á hipocresía,

la virtud que su ama habia mostrado hasta entonces.

L a acusación fué estendida en forma y notificada p a r a

juzgar á Susana al dia siguiente delante del publico.

E l padre, el marido, y los parientes de la inocente

acusada no quisiéron ver la , estando sumergidos en

af l icc ión: la virtud pura de Susana los hacia dudar del

cielito; pero dos ancianos, Jueces del pueblo y testi-

g o s (le vista, les hacia creer la ofensa, y se ocultaban

avergonzados; porque una m u g e r adúltera en aquel

pais deslustraba todo un linage. El pueblo , agitado

de la misma duda é indignación, aguardaba impa-

ciente la hora del juicio, para oir la acusación y la

defensa. Susana fué conducida al siguiente día a la

sala de justicia, adonde aguardaban sentados los dos

10*

malvados ancianos, que reunían en sí las incompati-

b les funciones de acusadores, testigos, y jueces e n

una misma causa La inocente acusada se presentó en

la sala , cubierta la cabeza con un v e l o ; y esperando

los jueces hallar en el rubor de la virtud una señal

aparente de delito, la mandaron descubrir. Los dos

execrables acusadores se levantáron entonces, pusié-

ron sus manos sobre la acusada, según las formalida-

des judiciales de aquellos tiempos, y dieron contra

e l la el mas horrible y falso testimonio, inventando

circunstancias para seducir al pueblo. E l vulgo igno-

rante , inclinado siempre á creer lo mas malo , y se-

ducido ahora por la autoridad, y venerable esterior

de los dos inicuos testigos, juzgáron inútil la d e f e n s a ;

y sin aguardar á m a s , la condenaron á muerte. L a

virtuosa Susana, abandonada ahora en la tierra, apeló

al c ielo d ic iendo: Eterno Dios, tú que conoces las co-

sas escondidas, que sabes las cosas ántes que suce-

d a n , te es manifiesto el falso tesmonio, que han le-

vantado contra mí, y que m e van á quitar la .vida, sin

haber cometido el crimen, que me imputan estos

crueles enemigos. El justo Juez o y ó su orac ion desde

lo a l to, y envió su espíritu para p r o t e g e r la inocencia.

E l pueblo , que en estas ocasiones era el v e r d u g o ,

conducía á Susana al suplicio, cuando el joven D a - '

n i e l , movido p o r el espíritu de Dios, salió al encuen-

tro y les dijo en alta v o z : Y o soy inocente de la sangre

de esta muger. ¿ Hijos de Israe l , tan insensatos sois,

q u e sin forma de juicio y sin c o n o c e r la v e r d a d , ha-

béis condenado á muerte á u n a hija de Judá? volved

L O S P R O F E T A S .

a l tribunal, y veré is como han dado falso testimonio

contra ella. Aunque los Jueces instaban al pueblo á l a

pronta ejecución de la sentencia, la reputación del

joven Daniel, y su irresistible elocuencia les hizo du-

dar del deUto, y juzgáron prudente volver al tribunal.

Los Jueces, con insultante ironía, dijéron á Daniel,

que se sentara entre ellos para enseñarlos, pues p r e -

sumía de sabio ; así lo hizo e l Profeta , luego mando

a l pueblo separar los dos acusadores y mantnerlos

incomunicables , p a r a examinarlos en presencia d e

todos. Hecha la separación, mandó traer uno, y con

una voz que fubninaba rayos, le d i jo : O tu envegecido

en iniquidades, ahora quedarán descubiertos tus p e -

cados ; tú has pronunciado un juicio inicuo, sin temor

a l Señor que dice : « Al inocente y al justo no mata-

rás. » Ahora b i e n , si la viste debajo de un árbol con

el mancebo, di pronto? debajo de qué árbol? El con-

fundido Juez r e s p o n d i ó : Debajo de un lentisco. Has

mentido contra tu cabeza, l e dijo Daniel, y el Angel

del Señor h a rec ib ido la sentencia divina para tu des-

trucción. Retirado este Juez trajéron al otro, dirigién-

dose á él Daniel, le d i jo : Raza de Canaan y no de Ju-

dá, tus impuros deseos te han precipi tado; has a b u -

sado de las hijas de Israel, mas no abusarás de la hi ja

de J u d á ; ahora b ien ¿ debajo de qué árbol sorpren-

diste á Susana con el m a n c e b o ? el viejo pecador res-

pondió temblando : debajo de una encina. Has men-

tido contra tu cabeza, l e dijo Danie l , y e l Angel d e l

Señor te espera con la espada en la mano para d e s -

trozarte. Nada puede igualar á la furia del v u l g o

cuando se cree engañado, y viendo añora tan mani-

fiesto el perjurio y calumnia de los perversos Jueces ,

los arrastraron a l campo para darles el mismo c a s t i g o '

que la Ley señalaba á la acusada. Ninguno creia ha-

b e r vengado la inocencia de Susana, ninguno se creia

justificado de su pr imer engaño, si no lanzaba una pie-

dra á los malvados reos, hasta que quedáron d eshechos

sus cuerpos por el campo. Los parientes y amigos d e

Susana diéron gracias á D i o s p o r haber l ibertado á l a

que perseguida por todos había puesto su confianza

en el Señor. Daniel desde aquel dia adquirió grande fa-

ma entre los hijos de I s r a e l , y la castidad de Susana

era recordada como dechado de virtud á todas las hi-

jas de Judá.

La fama de sabiduría que Daniel había ¡adquirido

en defensa de S u s a n a , era precursora de la grande

gloria que liabia de gozar en la corte del gran Nabu-

codonozor. El don de interpretar sueños, en aquel los

t i e m p o s , era lo mismo que profet i zar : por él fué e l

Patriarca Josef e levado á la mayor dignidad en el r e i -

no de Egipto , y por é l fué Daniel elevado al m a y o r fa-

vor en la corte de Babilonia. Pero este don fué mas

sobresaliente en Daniel , pues no solamente descubría

la significación, mas también adivinaba la forma y cir-

cunstancias del s u e ñ o , como sucedió en el caso de

Nabucodonozor. Este R e y tuvo un sueño espantoso ,

y conturbó tanto su espír i tu, que dispertó terr ib le-

jnente despavorido, y en la súbita conmocion olvidó

e l asunto de su s u e ñ o : no podía acordarse de una

sola circunstancia, lo que aumentaba mas el horror

que le habia causado en su mente y en su corazon.

No pudiendo sosegar con su inesplicable inquietud,

mandó convocar á todos los sabios , adivinos y e n -

cantadores de su r e i n o , para que le recordasen su

sueño. Confundidos los pobres pedantes con tan es-

traña pregunta , declararon que era imposible á l o s

hombres adivinar lo que otro habia soñado; y supli-

cáron al Rey les dijese el s u e ñ o , para darle su inter-

pretación. Nabucodonozor se enfureció con esta res-

puesta , y en un arrebato de c ó l e r a , mandó matar á

todos los pretendidos sabios por impostores. Esta or-

den despótica se puso en ejecución, y siendo Danie l ,

Ananias , Alisael y Azarias del gremio de los sabios ,

los buscáron para matarlos. Los jóvenes H e b r e o s ,

ignorantes de tan bárbaro decreto , no sabían el pel i -

gro que los amenazaba , hasta que fuéron informados

por el General Arioc encargado de la comision ester-

minadora. Daniel rogó al General le permitiese ir in-

mediatamente á hablar con el R e y , á quien suplicó

algún tiempo para considerar, confiado en que Dios le

inspiraría para satisfacer al sobresaltado N a b u c o d o -

nozor. Obtenido el p l a z o , Daniel rogó á sus c o m p a -

ñeros le acompañaran á implorar la divina grac ia

sobre este a r c a n o , y que no pereciesen con los otros

sabios de Babilonia. E l Señor oyó la súplica de sus

s iervos , y reveló á Daniel aquella misma noche todo

el sueño y su interpretación.

Daniel se presentó al dia siguiente al R e y , y le d i j o :

O Rey Nabucodonozor , hay un Dios en el cielo que

revela los misterios, el cual te mostró las cosas que

han de suceder en los últimos tiempos. T u estabas

pensando en tu l e c h o , sobre las revoluciones q u e

ocurrirán á tu imper io , cuando viste una grande esta-

t u a , cuya cabeza era de o r o , el pecho y brazos de

p l a t a , el vientre y muslos de c o b r e , las piernas de

hierro, y los pies de barro. Una piedra se desgajó del

monte por sí misma, y dando con fuerza en los pies

d e la estatua, la redujo á polvo que se l levó el v i e n -

t o : pero la piedra que habia herido á la estatua cre-

c ió como un m o n t e , y llenó toda la tierra. Este f u é , o

R e y , tu s u e ñ o , y esta es la interpretación. T ú eres la

c a b e z a de o r o , y tu imperio el m a y o r ; el pecho y bra-

zos de plata será otro reino m e n o r , que sucederá a l

t u y o ; luego se levantará otro reino de c o b r e , el cual

mandará á toda la t ierra; el cuarto reino será de h ier-

r o , que desbaratará á los tres anteriores; e l quinto

s e r á un reino, que Dios levantará de todos los demás,

y e l cual subsistirá para siempre. Nabucodonozor e s -

c u c h ó con admiración la maravillosa narración de las

futuras revoluciones, cayó sobre su r o s t r o , y confesó

q u e el Dios de Daniel era el Dios de los dioses, el Rey

de los r e y e s , y el revelador de los misterios. Daniel

fué elevado á la dignidad de Príncipe sobre todas las

provincias de Babilonia, y Presidente de todos los

consejos del imperio : y por su favor fuéron n o m b r a -

dos sus tres compañeros superintendentes de la pro-

vincia de Babilonia.

Estos tres jóvenes Hebreos tuviéron muchos envi-

diosos entre los n o b l e s , q u e miraban con zelos los

honores que les conferia e l S o b e r a n o , y buscaban

oportunidad para desgraciarlos. Nabucodonozor h a -

bia erigido una estatua de oro de mi tamaño enorme,

en el campo de Dura en la provincia de Babilonia: y

al mismo tiempo espidió un edic to , mandando á todos

los nobles y jefes del reino asistir á su dedicación , y

adorarla bajo pena de muerte. En cumplimiento de l a

orden soberana vinieron al campo todos los Príncipes,

Generales y Gobernadores de las provincias, para

humillarse delante de la grande estatua; pero S i d r a c ,

Misac y Abdénago no asist iéron, y por esto fuéron

acusados al R e y de desprecio y desobediencia. El so-

berbio Nabucodonozor les mandó comparecer , y los

amenazó con hacerlos echar en un horno ardiendo,

sino cumplían con el edicto como el resto de sus v a -

sallos. Los tres j ó v e n e s , confiando en el Dios de Is-

r a e l , no temiéron las amenazas y respondiéron p e r e n -

tor iamente , que no adorarían la estatua erigida ni á

dios alguno del R e y ; que el Dios á quien a d o r a b a n ,

los l ibraría de todo mal que el Rey quisiera hacer les ;

ó que si era la voluntad del Señor que padecieran,

estaban dispuestos á perecer ántes que faltar al man-

damiento de su Dios. E l orgulloso Déspota, que n o

podía sufrir oposicion á su voluntad, mandó atarlos y

arrojarlos en un horno de f u e g o , que en esta ocasion

fué encendido con siete veces mas leña d e lo usuaL

Los tres Judíos, vestidos como estaban, cavéron en el

fuego sin recibir lesión a l g u n a ; al mismo tiempo q u e

los hombres que los e c h á r o n , muriéron abrasados con

las llamas que salían del horno. E l S e ñ o r protegió á

sus verdaderos fieles, por el ministerio de un Angel

que descendió al h o r n o , les rompió las l igaduras , y

los acompañaba paseando en medio de las l lamas,

alabando y bendiciendo á Dios con un sublime cánti-

c o de gracias. Informado Nabucódonozor de que los

jóvenes se paseaban ilesos por el h o r n o , se levantó

apresuradamente á ver lo que no podia c r e e r , y que-

dó atónito cuando al acercarse , vió con ellos una

cuarta persona con un aspecto resplandeciente. Lleno

de admiración el R e y con tan rara maravi l la , l lamó

á los siervos de D i o s , y estos saliéron al instante del

medio del fuego. Los Príncipes y Gefes de Babilonia

contemplaban admirados, y examinando á los tres j ó -

v e n e s , halláron que el fuego no habia hecho la me-

nor impresión sobre sus cuerpos ni vestidos, ni c h a -

muscado un cabello de su cabeza. Atónito Nabucodo-

n o z o r , prorumpió diciendo : Bendito sea el Dios de

S idrac , Misac y A b d é n a g o , que envió su Angel para

librar á l o s que c r e y é r o n e n é l . Mando que cualquie-

ra que blasfemare contra el Dios de estos Hebreos

perezca, y su casa sea destruida; porque no hay otro

Dios como el de Israel. El R e y entonces promovió á

los tres Hebreos á los mayores empleos del reino.

Aunque Nabucodonozor habia confesado el poder

d e l Dios de I s r a e l , por los prodigios que habia obra-

do por medio de Daniel y á favor de los otros He-

b r e o s , hasta ahora 110 le habia reconocido por su

Dios. El habia decretado pena de muerte al que blas-

femare contra el Dios de Daniel , pero no habia man-

dado á sus vasallos que le diesen c u l t o ; ni hubiera po-

d i d o , por el solo medio de un edic to , sacar á su in-

menso imperio de la idolatr ía : así es que el R e y , los

sacerdotes, y todo el pueblo de Babi lonia, estaban

sumergidos en un abismo de supersticiones las mas

groseras. El sabio Daniel se aprovechó un dia de una

ocasion favorable , para convencer al R e y de las i m -

posiciones que pract icaban sobre e l pueblo los sacer-

dotes del ídolo mas principal. Bel era en aquel t iem-

po el ídolo favorito de los Babilonios; y aunque los

atributos de su divinidad eran groseros en estremo y

ridiculamente sensuales , este dios gozaba la v e n e r a -

ción , no solo de la plebe ignorante mas del Rey mis-

mo. Bel era un dios m u y g l o t o n ; cada dia le l levaban

para su alimento doce hanegas de h a r i n a , cuarenta

carneros, y seis cántaras de vino, y con todo s iempre

estaba hambriento: siendo el mayor cuidado de sus

ministros que no faltara esta refacción cotidiana de

su Dios , por temor de que con las ansias del hambre

hiciera estremecer al cielo y la tierra. Por mas grose-

ra que se manifestaba la imposición, el ignorante

pueblo continuaba en su delusion, sin sospechar que

los sacerdotes del voraz ídolo entraban al templo de

noche por un pasage subterráneo, mantenido en reli-

gioso secreto entre e l los , y se l levaban todas las p r o -

visiones que diariamente se le ofrecían.

Daniel comia á la mesa con el R e y , siendo la p e r -

sona mas favorecida en su reino. Un día preguntó el

Rey á Daniel ¿ porqué no adoras á Bel? Y o no adoro

ídolos hechos de m a n o , respondió, sino á un Dios v ivo

que crió al cielo v á la tierra. Nabucodonozor, que

juzgaba de la divinidad de Bel por su enorme poder

digestivo, se admiró al oir decir que Bel no era un dios

v iv iente; y preguntó á Danie l , ¿ Cómo se atrevía á ne-

gar la vitalidad de Bel , consumiendo diariamente tanta

comida y bebida? A pesar del respeto debido al S o -

b e r a n o , Daniel no pudo contener la risa y respondió :

No te dejes engañar, o R e y ; Bel es un dios de barro

por dentro, de bronce por defuera , y no come. L a de-

cidida respuesta de Daniel puso al R e y en la alterna-

tiva : ó de creer que los sacerdotes del ídolo le engaña-

ban groseramente, ó q u e Daniel le insultaba con des-

c a r o ^ entonces resolvió salir de una duda ofensiva á

sumagestad . Primero l lamó á los sacerdotes y les d i j o :

Si no m e declarais quien come las provisiones que s e

l levan diariamente al templo, moriré is ; mas si m e hi-

ciereis ver que Bel la consume, pagará Daniel con su

v i d a la blasfemia que ha dicho contra é l , y su falta d e

respeto á mi persona. Sea como lo has dicho, respon-

diéron t o d o s ; preséntense la viandas á Bel, y q u e d a -

rás satisfecho. Al día siguiente fué el Rey con Daniel

a l templo, á donde los recibieron los sacerdotes, que

eran no ménos de setenta sin contar las mugeres y los

hijos. O R e y , dijéron les ministros del ídolo, mira que

nosotros todos vamos a f u e r a ; haz poner las viandas y

e l vino, cierra la puerta, y séllala con tu ani l lo ; y si

mañana temprano cuando entrares, no vieres que Bel

l o ha comido todo, nos someteremos á tu justa i n d i -

gnación : mas si Bel ha consumido todo, perezca D a -

niel por haber blasfemado contra Dios y calumniado

á sus ministros. El Rey mandó poner las viandas de-

lante del ídolo, y Daniel mandó á sus criados t raer

ceniza , y cernerla por todo el templo en presencia

d e l R e y ; luego saüéron, cerráron las puertas , y se-

Uándolas con el anillo rea l se fuéron. Los sacerdotes,

ágenos de la sagacidad del Profeta , entráron de noche

por el subterráneo según su costumbre, comiéron y

se lleváron el resto de las provisiones. E l Rey y Daniel

fuéron muy de mañana al templo, examináron los se-

l l o s , y Daniel confesó que estaban como los ha-

bían dejado. L u e g o que abrieron la puerta y entrá-

r o n , miró el R e y á la mesa, y viendo que todas las

provisiones habían desaparec ido, esclamó : Grande

eres , o Bel , y no hay en ti engaño alguno. Daniel que

podia ahora reirse impunemente, detuvo al Rey para

q u e no se acercase m a s , diciéndole : Mira Señor e l

s u e l o , y considera de quien pueden ser estas huel las ;

entonces vió el R e y que eran huellas de h o m -

b r e s , de mugeres y de n i ñ o s ; corrido con la im-

posición que le habían hecho, mandó al instante r e -

gistrar todo el templo, y haüáron el postigo secreto

por donde entraban los impostores 'á comer la abun-

dante ración de su dios. Arrebatado en cólera N a b u -

codonozor por el vergonzoso engaño, mandó matar á

todos aquellos impostores con sus familias; y Daniel

triunfante se ocupó entretanto en hacer destruir no

solo el ídolo mas el templo también.

Un desengaño tan manifiesto debería haber c o n -

vencida al Rey de todos los demás objetos groseros

de la adoracion de los gentües; pero miéntras la

mente no forma una justa idea del verdadero Dios en

la inmensidad de sus a tr ibutos , á un error sigue otro

mas ridículo, y así va creciendo el caos tenebroso de

la superstición. La vergonzosa imposición de Bel aca-

b a b a de descubrirse, y la ignorancia halló otro objeto

de adoracion en un horrible monstruo. Un dragón

enorme fué hal lado en un bosque, y la estraña singu-

laridad del reptil fué considerada por los Babilonios

como atributo de divinidad. E l monstruo recibia

ahora las ofrendas que el insensible Bel habia perdi-

d o , y las devoraba á presencia de todos. Tragar y

menearse eran argumentos muy poderosos de la

animación del nuevo d i o s ; así c r e y ó Nabucodonozor

que Daniel 110 podría negar que este era un Dios v ivo ,

y que le adoraría. No obstante el movimiento, Danie

negó que era un Dios v ivo, y pidió permiso para m a - .

tarle sin espada ni palo en presencia del Rey. Este lo

concedió y Daniel preparó una composic ion; hizo unos

bol los con ella, los arrojó al dragón, y apénas los ha-

bia tragado rebentó el monstruo. « He aquí el Dios

q u e adorais» fué todo el discurso de Daniel á los

presentes; y nada podia ser mas elocuente en aquel

momento.

Cuando el pueblo atribuye á encantos los mayores

prodigios, nada p u e d e sacarlos de su e r r o r : los Babi-

lonios crevéron que Daniel era un m á g i c o , asesino

de sus dioses, y que el R e y era su cómpl ice; y amo-

tinados, esparciéron la voz de que el Rey se habia

vuelto Judío, y renegado á los dioses de Babilonia.

Esta acusación, la mas fatal que puede hacerse á un

R e y , hizo temblar á Nabucodonozor en medio de su

p o d e r , y para salvar su persona y su familia, entregó

á Daniel al resentimiento de un pueblo furioso. Estos

mortales enemigos del siervo de Dios le echáron al

instante en un lago, donde siete leones hambrientos

aguardaban para devorarle ; pero el Señor no solo

le l ibró de las garras de las f ieras , mas le proveyó de

alimento por el ministerio de un Angel. El virtuoso

Habacuc que vivia en Judea, habia cocido la comida y

acomodado algunos panes para llevarlo á sus segado-

res ; el buen hombre caminaba al campo con su ca-

nasto, cuando le salió al encuentro uu Angel dicién-

dole : Habacuc, lleva esa comida que tienes á Daniel,

que está en el lago de los leones en Babilonia. La or-

den parecía muy difícil en la ejecución, y aunque las

palabras eran claras, ' Habacuc no Ssabia los medios

para cumplirla, ni el objeto á que se dirigía : por lo

que sin mostrar desobediencia, respondió : S e ñ o r , y o

no conozco á Daniel , 110 sé donde está Babilonia ni el

lago de los leones. El Angel sin decir mas palabras le

tomó por los cabellos, y con el ímpetu de su espíritu le

l levó á Babilonia y le puso sobre el lago. Danie l , dijo

H a b a c u c , Daniel siervo de Dios , t ó m a l a comida que

te envia el Señor. Daniel miró al cielo y esclamó : T ú ,

o Dios, te has acordado de m í , porque 110 desamparas

jamas á los que te aman:entonces tomó las provisiones,

y miéntras comia, el Angel, 'volvió á Habacuc al sitio

mismo donde le habia tomado. Pasados seis dias que

Daniel habia estado entre los leones, vino el Rey á mi-

rar al lago para l lorar el destino fatal de su fiel amigo,

y cuando l legó á la lumbrera, vió al santo Profeta sen-

tado en medio de los leones, pasmado el monarca ai

v e r á Daniel acariciado de las f ieras , miró al cielo, y

dijo en alta v o z : Grande eres tú, Señor Dios de Daniel,

y no hay otro Dios sino solo tú. Daniel fué inmediata-

mente sacado del lago , y aquellos que habian m a q u i -

n a d o su ruina fuéron echados á los leones, y d e v o r a -

dos delante de él en un momento.

Siempre que Nabucodonozor veia algún prodigio

h e c h o por el Señor á favor de sus fieles Hebreos, b e n -

decía al Dios de I s r a e l , ó como usaba d e c i r , al Dios

de Daniel , p e r o nunca le reconocía por suyo ni p r e -

guntaba por su L e y : porque pasada la impresión de

l a maravi l la , se olvidaba del Omnipotente á quien

acababa de bendecir. En pena de esta insensibilidad

decretó Dios un castigo c r u e l , y se le mostró en sue-

ño. E l rey rió un árbol prodigioso, cuya copa tocaba

e l c i e l o , y las ramas se estendian por todas las es tre-

midades de la tierra: los animales pacían b a j o su deli-

ciosa s o m b r a , y las aves del cielo moraban en sus

frondosas r a m a s , alimentándose todos con la abun-

dancia de su fruto. E l R e y miraba absorto aquel ár-

b o l inmensurable, cuando el Angel del Señor descen-

dió del c i e l o , y con una voz muy fuerte dijo : « Cor-

t a d e l á r b o l , desmochad sus ramas, sacudid las hojas ,

y esparcid el f r u t o ; pero dejad la cepa de sus ra ices ,

y amarradla con cadenas de lúerro y de c o b r e ; moje

e l rocío del cielo su tronco por siete a ñ o s ; que su

medula se convierta en corazon de h o m b r e , y que vi-

v a entre las fieras de la tierra. » Despavorido el Rey

c o n e l aspecto de aquella visión misteriosa, y mucho

m a s con la sentencia pronunciada por el santo ve la-

d o r , consultó á Daniel sobre su interpretación. El

Profeta escuchó atento la narración del R e y , y que-

d ó pensativo por una hora , hasta que Nabucodono-

z o r , que presentía algún m a l , l e pidió la esplicacion

y que hablase sin temor. Daniel se levantó y dijo :

c Señor el sueño recaiga sobre los que te quieren mal ,

y lo que él significa sea para tus enemigos. E l árbol

q u e viste eres tú mismo, que has sido engrandecido

y te has hecho poderoso : ha crecido tu grandeza y

h a l legado hasta el c i e l o , y tu potestad hasta los tér 1

minos de la tierra. Aquellas palabras del santo vela

dor sou la sentencia que el Altísimo ha pronunciado

c o n t r i tí. Te separarán de los h o m b r e s , y vivirás con

las bestias y las fieras : comerás heno como un b u e y ,

y serás bañado con el rocío del cielo por siete años

p a r a que te convenzas , de que el Excelso tiene d o m i -

nio sobre el reino de los h o m b r e s , y le dá á aquel á

quien quiere. Pero como la cepa de las raices ha q u e -

dado reservada, así también permanecerá tu reino pa-

r a t í , despnes que conozcas que toda potestad viene del

cielo. T o m a , o R e y , mi c o n s e j o ; borra tus pecados

con l imosnas, y redime tus maldades ejercitando l a

misericordia con los p o b r e s : y así podrá ser q r e Dios

p e r d o n e tus pecados. » Nabucodonozor o y ó con indi-

ferencia la interpretación, y no se aprovechó del salu-

dable consejo de Daniel.

D o c e meses despues de este anuncio , no le quedó

a l Rey ni la memoria de la amenaza del cielo. Un dia

subió á las azoteas de su palacio para divertirse con

l a vista de B a b i l o n i a , y se l lenó de vanidad al ver la

grandeza á que habia l legado la capital bajo su rei-

nado. Enagenado en su presunción, fué despertado

por una voz del c i e l o , que le repetía la misma sen-

tencia de su c a s t i g o , que un año antes liabia oído de

boca de Daniel. En aquella misma hora se embruteció

su c o r a z o n ; nadie podia detenerle en la compañía de

los h o m b r e s ; y como una bestia, salió al campo á co-

mer heno, y á dormir desnudo al rocío por siete años.

Durante esta vida b r u t a l , le creció cabello por todo

el cuerpo como á un oso, y las uñas como á un ave de

rapiña. Cumplidos los siete años de su embrutecimien-

to le fué restituida la racionalidad, y el primer ejerci-

cio de sus facultades fué levantar los ojos al cielo y

confesar á voces el supremo dominio del Excelso so-

bre todas las criaturas : los Grandes y Magistrados vi-

niéron á congratularle , y fué restablecido en su reino

y á su antigua grandeza. Humillado ahora por el po-

der de Dios , y convencido de la justicia de la senten-

cia que habia s u f r i d o , espidió un manif iesto, p a r a in-

formar á t o d o su imperio las maravillas cpfe el Señor

habia obrado p a r a mostrarle que el Dios de Daniel

e r a el Soberano del universo, que sus obras eran ver-

d a d e r a s , sus caminos juiciosos, y q u e él solo puede

humillar á los vanos y soberbios.

El Profeta Daniel tuvo otra oportunidad de mostrar

los designios del Alt ís imo, en la condenación de Bal-

tazar hijo de Nabucodonozor y sucesor en el imperio.

Este Rey celebró un magnífico c o m i t é para festejar

á los Grandes y Señores de la c o r t e ; mil nobles asis-

t ieron al suntuoso b a n q u e t e , solícitos en complacer al

S o b e r a n o , que por su parte los excitaba á la alegría

con repetidos brindis. Los triunfos de la nación recor-

dáron la conquista de J u d á , y el saqueo de Jerusalen

trajo á conversación los sagrados vasos de oro y plata

que Nabucodonozor habia traido del templo. Algunos

cortesanos espresáron deseos de ver aquellos vasos, y

al instante mandó el Rey á su tesorero traerlos para el

servicio de la mesa. Su vista excitó á cada imo á b e -

b e r en e l los , y hasta las mugeres y concubinas gusta-

ron vino en los vasos s a g r a d o s , cantando, como en

irrisión del Señor de Israe l , himifos á sus ídolos. En

lo sumo de su profana a legr ía , viéron de repente una

mano que escribía en la superficie de la p a r e d , en

frente del gran c a n d e l e r o , unas palabras ininteligi-

bles. Esta estraña apariencia cambió pronto la alegría

en sobresal to; el alboroto que hacia estremecer el

real salón con palmadas y r i s a , se mudó en quietud y

silencio de sepulcro; todos miraban y veian moverse

la mano del invisible a g e n t e , p á l i d o s , palpitándoles

el c o r a z o n , y batiéndoseles las rodillas de temblor.

Baltazar* mas asustado que t o d o s , gritaba en alta voz

l lamando á los sabios para esplicar aquella v is ión;

ofreciendo á cualquiera que leyese aquellas palabras

y declarase su significación, la ilustre distinción de la

púrpura y el collar de oro. L o s sabios miraban, y cada

vez mas perplejos enmudecían. La turbación del R e y

se aumentaba, y los cortesanos seguían en la m a y o r

consternación. Informada la Reina de l o o c u r r i d o , é

inquieta por la situación de su e s p o s o , acudió á tran-

quilizar su mente : Manda venir á Danie l , le d i j o ; en

é l se bai la e l espir i ta de los santos d i o s e s ; tu p a d r e

c o n o c i ó su sabiduría a d m i r a b l e , y p o r eso le hizo

pr ínc ipe de t o d o s los sabios. D a n i e l fué introducido y

Baltazar le o frec ió la p ú r p u r a , e l c o l l a r y e l tercer lu-

g a r en su r e i n o , si p o d i a l e e r y espl icar aquel la es-

p a n t o s a escritura. El santo Profe ta r e s p o n d i ó : « Guar-

d a , o R e y , esos premios p a r a t í , y r e s e r v a los d o n e s

q u e m e o f r e c e s para o t r o ; y o te l e e r é esas p a l a b r a s , y

te mostraré su significación. O R e y , tu p a d r e N a b u -

c o d o n o z o r fué un Príncipe g r a n d e é i l u s t r e ; mas cuan-

d o s u c o r a z o n se e n g r i ó , y se o b s t i n ó su ánimo en l a

s o b e r b i a , fué r e d u c i d o al estado de u n a best ia , c o m i ó

y e r b a , y el roc ío c a í a s o b r e su c u e r p o , hasta que r e -

c o n o c i ó e l p o d e r eterno del Al t ís imo s o b r e e l re ino de

l o s h o m b r e s . Y t ú , o Bal tazar , s iendo hi jo s u y o , y s a -

b i e n d o t o d o e s t o , n o has h u m i l l a d o t u c o r a z o n , y te

has a lzado contra e l D o m i n a d o r d e l c i e l o , t r a y e n d o

l o s vasos sagrados d e su culto á tu m e s a , p a r a b e b e r

e n el los t ú , tus vasal los , tus m u g e r e s y tus c o n c u b i n a s :

t ú has p r o f a n a d o estos sagrados v a s o s , dant^p a l a b a n -

zas á unos dioses que no ven ni o y e n ni s i e n t e n , y no

has g lor i f icado al D i o s e n c u y a s m a n o s está tu vida.

P o r tanto ha e n r i a d o esos d e d o s p a r a mostrarte escri-

t a tu c o n d e n a c i ó n en estas tres p a l a b r a s : MANE, TE-

CEL.FARES. O y e ahora la s i g n i f i c a c i ó n : MANE, Dios

h a n u m e r a d o tu r e i n o , y l e ha p u e s t o t é r m i n o ; TE-

CEI , has sido pesado en la b a l a n z a , y has sido hal lado

f a l t o ; FARES, tu re ino has s ido d i v i d i d o , y se ha dado

á l o s M e d o s y á los Persas. » B a l t a z a r o y ó atento la

s e n t e n c i a f a t a l , y e n m u d e c i ó r e s i g n a d o : m a n d ó ves-

tir á Daniel l a p ú r p u r a , e c h a r l e al c u e l l o e l c o l l a r , y

p r o c l a m a r l e e l t e r c e r h o m b r e en p o d e r e n t o d o su

r e i n o , sin s o s p e c h a r l a p r o x i m i d a d d e su cas t igo .

A q u e l l a misma n o c h e fué m u e r t o e n su p a l a c i o , y

Darío , Pr ínc ipe m e d o , p r o c l a m a d o R e y d e B a b i -

lonia.

P o r la m u e r t e d e Baltazar q u e d ó est inguida l a l ínea

de los M o n a r c a s c a l d e o s , y f u é o c u p a d o e l t rono p o r

la est irpe de los Medos. D a r í o , hi jo d e A s u e r o , f u é

e l p r i m e r Pr ínc ipe de esta dinastía q u e re inó e n B a b i -

lonia . Este R e y establec ió ciento y veinte S á t r a p a s :

c o m o G o b e r n a d o r e s de otras tantas provinc ias d e q u e

s e c o m p o n í a su r e i n o ; los cuales habían de rec ib ir

las ó r d e n e s y dar cuenta de sus respect ivos g o b i e r -

n o s á t r e s Pr ínc ipes que habia n o m b r a d o e l R e y

c o m o ministros pr incipales del Estado. U n o d e e s t o s

tres e r a D a n i e l , á quien Darío r e s p e t a b a c o m o á un

h o m b r e l leno d e l espíritu d e D i o s ; y v iendo en é l

c a d a dia m a y o r e s muestras d e su sabiduría é i n t e g r i -

dad , p e n s a b a hacer le su p r i m e r m i n i s t r o . lo q u e l lenó

de envidia á los n o b l e s , no p u d i e n d o sufrir e l a l to

f a v o r y esclusiva confianza que g o z a b a e l h e b r e o cau-

tivo. Estos émulos conspiráron contra D a n i e l , p e r o

no podían hal lar pretesto a lguno p a r a indisponer le

c o n e l R e y ; tanta e r a su fidelidad y virtud. E l l o s h a -

b í a n o b s e r v a d o l a inviolable adhesión d e Danie l áí l o s

m a n d a m i e n t o s de l a l e y de su D i o s , su firme p i e d a d

y constancia en l a práct ica d e sus d e v o c i o n e s , é i m a -

> g ináron c o n sagacidad u n m e d i o d e h a c e r l e q u e b r a n -

í a r u n ed ic to R e a l en. l a observanc ia de^ su re l ig ión .

Estaba establecido en el gobierno de los M e d ó s , -

q u e todo decreto firmado con el gran sello del Rey

n o podia ser alterado por circunstancia a lguna, ni

traspasado por ninguna persona impunemente. Los

émulos de Daniel se valieron de esta costumbre para

sorprender al R e y , y hacer caer al Profeta en e l lazo

insidioso. Resuelto el plan se presentáron al S o b e -

rano y le d i j é r o n : O R e y D a r í o , todos los Príncipes

de tu r e i n o , los Sátrapas, Senadores y Jueces son de

p a r e c e r , q u e se publique un edicto imperial m a n -

dando : que lodo aquel que presumiere en e l término

d e treinta dias ofrecer alguna o r a c i o n , súplica ó p e -

t ic ión á Dios ó á h o m b r e a l g u n o , excepto el R e y , s e a

e c h a d o á los leones. El incauto Dario conf i rmó, selló

é hizo publ icar el decreto. Daniel lo supo despues de

la p u b l i c a c i ó n , cuando no podia y a oponerse con sus

c o n s e j o s ; p e r o la fidelidad que profesaba á su Dios

e r a tan firme, que ningún decreto humano p o d i a

a p a r t a r l e del cumplimiento de la ley santa de su Dios.

Daniel acostumbraba invocar á su Dios tres veces

c a d a d i a , abriendo la ventana de su cámara que mi-

raba á Jerusalen, y arrodillado rogaba fervorosa-

mente al Señor Dios de Israel. Los enemigos que le

espiaban con la m a y o r sol ic i tud, le halláron orando

c o m o solia ántes del d e c r e t o , y se presentáron á Da-

r ío diciendo : O R e y , Daniel e l Hebreo cautivo de

J u d á , con menosprecio de tu decreto ora con la ven-

t a n a abierta tres veces cada dia. El R e y se afligió en

éstremo y quería salvar á Danie l , p e r o los nobles le

a p u s i e r o n la inviolabilidad del decreto según la ley

del imper io ; y no pudiendo resistir la alegada n e c e -

sidad de la e jecuc ión, se halló forzado á firmar la sen-

tencia ; entonces volviéndose á Daniel le d i j o : T u Dios

á quien tan firmemente a d o r a s , te salvará.

Daniel fué l levado de la presencia del Rey al lago

de los leones y entregado á las f i e r a s , fué puesta otra

vez la losa que cubría la e n t r a d a , sellada con el anillo

del R e y , y rubricada con los anillos de los Nobles.

Dario se ret iró á su palacio y pasó toda la noche sin

c o m e r , sin b e b e r ni d o r m i r : el pesar por la desgra-

c ia de su amigo le inquietaba t a n t o , que salió de s u

palacio temprano y fué acelerado al l a g o ; se a c e r c ó

á la reja y con triste voz d i j o : Danie l , siervo del Dios

v iviente, ¿ te habrá protegido tu Dios? O R e y , res-

pondió Danie l , vive p a r a s i e m p r e , mi Dios ha enviado

su A n g e l , y h a cerrado la b o c a d e los leones para q u e

no me hicieran d a ñ o , porque en nada he ofendido

contra el Señor mi D i o s , ni contra el Señor mi Rey»

Trasportado el R e y de gozo hizo venir á los nobles

q u e habían rubricado la l o s a , mandó salir á Danie l , é

hizo echar en el lago á todos aquellos que le habían

instado á firmar la sentencia contra é l : los enemigos

del Profeta fuéron despedazados por las hambrientas

fieras, oyéndose desde afuera el crujido de sus huesos

quebrantados. E l R e y Dario publicó entonces un d e -

c r e t o , para que todos los habitantes de su imperio!

honrasen y reverenciasen al Dios de Danie l , porque-

é l solo es el Dios viviente y eterno por los siglos de;

los s i g l o s , cuyo reino no será destruido, y su p o d e ?

durará hasta la eternidad.

Daniel tuvo muchas visiones en las que e l S e ñ o r l e

reveló varios acontecimientos f u t u r o s , como el en-

grandecimienio y decadencia d e los cuatro grandes

imperios de la t i e r r a , As ir ía , P e r s i a , Grecia y Roma.

E l Profeta escribió con tanta claridad las circunstan-

cias particulares de estas revo luc iones , que los mas

incrédulos filósofos se han hal lado confundidos al ver

e l exacto cumplimiento de c a d a una , y no han podido

dejar de confesar, que solo un Dios soberano del

universo podia habérselas mostrado. Los Doctores

judíos de los primeros siglos d e la Era cristiana, em-

peñados en negar la misión divina de Jesucristo ,

buscaban en la oscuridad de algunas profecías funda-

mento para invalidar las otras. La claridad de los v a -

ticinios de Daniel los s o r p r e n d í a , y no pudiendo ter-

giversar las espresiones terminantes de sus anuncios

sobre la venida del Mesias p r o m e t i d o , negaban q u e

Daniel habia sido profeta. Evasión fúti l ís ima, pues e l

n o m b r e del profeta no enerva la fuerza de la profe-

cía : y e s t a , bajo el n o m b r e d e Danie l , estaba escrita

en caldeo y en h e b r e o , m u c h o ántes de ser tradu-

cida al antiguo griego por l o s setenta intérpretes,

docientos ochenta y cuatro años ántes de la venida de

Jesucristo.

La profecía mas notable y m a s importante de todas

las de Daniel es aquella en q u e especifica y deter-

mina el preciso tiempo de la venida del Mesias. En

e l año primero del reinado d e D a r í o , Daniel estaba

profundamente considerando los setenta años , q u e

habia de durar la cautividad de los Judíos según la

predicción del Profeta Jeremías. La presencia.de los

males que afligían a l pueblo de Israel , movió al Profeta

á implorar la misericordia del S e ñ o r , cuando el Angel

Gabriel l legándose á é l , le dijo : O D a n i e l , ahora

vengo para instruirte y darte conocimiento ; has d e

saber que setenta semanas es el plazo señalado á t u

p u e b l o , p a r a que fenezca la prevaricación y sea b o r -

rada la m a l d a d ; para que venga la justicia p e r d u r a -

b l e , tenga cumplimiento la profecía, y sea ungido e l

Santo de los Santos. Sabe p u e s , y nota a t e n t a m e n t e :

desde la salida de la orden que será publicada p a r a

la reedificación de Jerusalen hasta Cristo P r í n c i p e ,

serán sesenta y nueve semanas. Y despues de sesenta

y nueve semanas, en la mitad de l a semana siguiente,

será muerto el Cr is to , y el pueblo que le negará n o

sera l lamado suyo en adelante. Y vendrá un p u e b l o

con un caudillo que destruirá la ciudad y e l Santua-

r i o ; cesará la hostia y el sacrif icio; vendrá sobre e l

templo la abominación de la desolación, y esta d e s o -

lación durará hasta la consumación y el fin.

Ahora b i e n ; las circunstancias principales de l a

vida de nuestro Salvador Jesucristo, su nacimiento

de una virgen i n m a c u l a d a , sus m i l a g r o s , su pasión

muerte y resurrección, fuéron claramente reveladas

a l Profeta Isaías ; de m o d o que solo restaba que r e -

velar á Daniel e l tiempo preciso en que estas pro-

mesas debían tener su cumplimiento. Según el sistema

d e alegoría usado en el estilo profét ico y común entre

l o s Judíos, las semanas del Profeta incluyen años e n

lugar de d i a s , siete años cada s e m a n a : y siendo l a

predicción sesenta y nueve semanas y parte indef inida

d e otra s e m a n a s iguiente , se d e b e tomar e l n ú m e r o

entero de setenta semanas : de m o d o que setenta se-

manas de á siete años cada una hacen cuatroc ientos

y noventa años. L a orden ó permiso p a r a reedi f icar

á Jerusalen, fué dada p o r Artajer jes en e l s é p t i m o

a ñ o de su r e i n a d o , q u e fué el año tres mil quinientos

cuarenta y siete de la creac ión del mundo. Añádase á

este n ú m e r o los cuatrocientos y noventa años de las

setenta semanas de D a n i e l , y las dos sumas c o m p o n -

drán cuatro m i l treinta y siete a ñ o s ; q u e según la

computac ión comunmente rec ib ida , fué e l año en q u e

Jesucristo nuestro Señor murió en la Cruz p o r n u e s -

tra redención *.

Daniel fué Profeta toda su v i d a , pues desde su in-

fancia f u é inspirado p o r e l espíritu del Señor : é l t u v o

muchas p e r s e c u c i o n e s , p e r o su santidad le hizo m u y

respetable en e l pa lac io d e los m a y o r e s Reyes de l a

* P E O F E C I A DF. L A S S E T K 3 I A S E M A N A S .

Año de la creación del m u n d o cuando Artajer jes dió la

orden para reedif icar el templo de Jerusalen. . . .

L X X semanas de siete años cada una

Año del m u n d o c u a n d o Jesucristo murió

Otro Cómputo..

• Desde el año en que Arta jer jes dió la orden para reedifi-

c a r e l templo hasta el nacimiento de Jesucristo. . .

E d a d de Jesucristo cuando murió

5547

49a

4O ÓJ

457 33

L X X semanas de siete años cada una,

tierra. F a v o r e c i d o p o r N a b u c o d o n o z o r , honrado p o r

Bal tazar , a m a d o d e D a r i o , y respetado por C i r o , m u -

rió á los n o v e n t a y un años d e su edad en e l palacio;

d e la c iudad d e Susan : quinientos y quince años a n t e s ,

d e l nacimiento d e Jesucristo.

PROFETAS MENORES.

OSEAS.

Oseas hi jo d e B e e r i nac ió e n la c iudad de Betsames,'

de la tribu d e I s a c a r , y principió á profet izar en los

dias de O z i a s , J o a t a n , Acaz y Ezequias Reyes d e J u d á ;

y en los dias d e J e r o b o a n s e g u n d o , hi jo d e Joas R e y

d e I s r a e l , m a s d e ochocientos años ántes d e Jesucr is-

to. El Profe ta Oseas movido p o r e l espíritu d e Dios-

reprendió fuer temente los atroces p e c a d o s d e I s r a e l ,

anunciándoles posit ivamente la cautividad d e las diez -

t r i b u s , y manifestando los terr ibles castigos q u e les

estaban p r e p a r a d o s : con esta ocasion , e x h o r t a b a v i -

v a m e n t e e l P r o f e t a á los d e J u d á q u e 110 los i m i t a s e n :

m a s e s t o s , sordos á las amonestaciones d iv inas , si-

g u i e r o n los mismos caminos d e la i d o l a t r í a , p o r lo

q u e Oseas en n o m b r e d e l Señor les anunció espresa-

m e n t e su ruina. Este santo Profe ta murió á los n o v e n -

ta años de s u edad.

JOEL.

L a Santa Escritura dice q u e Joel e r a lújo de F a -

tue l , p e r o n o especi f ica en q u e re inado p r o f e t i z ó : m a s

. 11*

p o r el tenor de sus profecías parece que fuéron escri-

tas en el reinado de Manases R e y de J u d á , despues

d e la cautividad de las diez tribus. Joel exhortó a l

pueblo con mucha espresion al arrepentimiento y pe-

nitencia, prometiendo el perdón á todos los que escu-

charan la voz del S e ñ o r ; anunciándoles que si seguían

obdurec idos , caerían sobre ellos males terribles, par-

ticularmente en el juicio final, que el santo Profeta

les decia habían de sufrir todos los hombres cuando

comparecieren en el val le de Josafat.

AMOS.

E l Profeta Amos era pastor e n la comarca de T e -

c u a , y comenzó á profetizar en el remado de Ozias

R e y de J u d á , y en él d e Jeroboan s e g u n d o , Rey de

I s r a e l , dos años antes del gran terremoto q u e se sin-

tió en toda la Judea. Amos pronunció los juicios de

Dios contra el pueblo p r e v a r i c a d o r , si no se arrepen-

tían en t iempo para obtener la misericordia del Señor.

Al mismo tiempo consolaba á los buenos con la espe-

ranza de la venida del Mesías, q u e debia traerles su

l ibertad y salvación. Amasias , sacerdote de Betel , l e

acusó de sedicioso ante el R e y J e r o b o a n ; y despues ,

Ozias R e y de Judá se ofendió contra él > por haberle

reprendido cuando quiso arrogarse el derecho pontifi-

c a l , y fué muerto por orden suya ochocientos años

áütes de Jesucristo.

ABDIAS.

Nada se sabe sobre la patr ia , padres ni tiempo e n

que escribió este Profeta ; se conjetura que este es

aquel misma Abdias q u e se menciona en los hechos

d e l Profeta El ias , el q u e l ibró de la furia de Acab y

d e Jezabel á c i e n Profetas del Señor , ocultándolos e n

u n a cueva y aumentándolos á escondidas del Rey su

A m a Abdias vaticinó la ruina de los Idumeos por su

orgul lo contra los hijos de I s r a e l , y por la a legría

q u e mostraban al ver los males con que el Señor cas-

t igaba á su pueblo. Este Profeta predijo también e l

restablecimiento del reino del Mesías.

JOÑAS.

Joñas hijo de Amati de la tribu de Zabulón vivió e n

e l t iempo de Jeroboan segundo, R e y de Israel , y p r i n -

cipió á profetizar desde m u y j o v e n , anunciando l a

conquista, que Jeroboan hizo despues, de la tierra d e

Israel usurpada por los Siros. Irritado el Señor por las

prevaricaciones de la famosa Nínive , mandó á Joñas

q u e fuese a l l á , para predicar y amenazar á los t rans-

gresores con e l castigo que les estaba preparado si n o

s e enmendaban. E s t e humilde Profeta que no estaba

dotado del esforzado corage d e l z e l o z o E l i a s , c o n s i -

d e r ó la comision muy p e l i g r o s a , y queriendo evi tar

« n a segunda o r d e n , huyó cobardemente p a r a e l u d i r

la primera, resuelto ¿ embarcarse en la primera nava

q u e se hiciese á la vela. A su l legada a l puerto de Jop-

p e , halló que estaba para partir un navio destinado

á Tarsis ; y como Joñas no tenia otro objeto en su

viage que el de huir de Israel , pagó el flete que le pi-

d i é r o n , y á pocas horas se vió en alta mar muy c o n -

t e n t o , por haberse l ibrado ya de la peligrosa e m p r e -

sa de reprender á los fieros Ninivitas. Mas ¡ q u é va-

nos son los proyectos y efugios de los hombres c u a n -

do se oponen á los designios de Dios! Una gran t o r -

menta se l e v a n t ó , que á cada momento ponia al b a r -

c o en peligro de n a u f r a g a r ; en vano c lamaban á sus

dioses los mar ineros , en vano echaron al mar la c a r -

g a para al igerar el b a r c o , el peligro crecía cada vez

mas. Joñas casi muerto de m i e d o , se habia bajado á

l a bodega y acostado; los marineros en su afl icción,

creyéron que el naufragio seria castigo divino por los

pecados de alguno de la tripulación. Echaron suertes

p a r a conocer e l objeto de la cólera de Dios, y la suer-

te cayó sobre e l pasagero Joñas. Aunque el Profeta

habia desobedecido al S e ñ o r , era justo y virtuoso; y

viendo ahora en su conciencia descubierto su del i to ,

subió á la cubierta y confesó abiertamente á todos

quien e r a , y que iba huyendo de su Dios. Entonces

. manifestó que estaba pronto á ofrecer su vida por la

salvación de los demás, y les aseguró, que no podrían

escaparse de naufragio si no- le arrojaban al m a r , s a -

biendo ciertamente que él solo era la causa de a q u e -

l la tormenta. Los marineros quedáron admirados al

oir la sinceridad de Joñas, no ménos que de su reso-

lución ; y apreciando tantas virtudes en aquel hombre

desconocido quisiéron salvar su v i d a , haciendo sus

Ultimos esfuerzos para ganar la orilla y echarle en

tierra. No siendo esta la voluntad d e D i o s , no pudié-

ron conseguir su piadoso i n t e n t o , y venciendo la se-

guridad de todos á la preservación de u n o , agarráron

á Joñas y le botáron al m a r , cesando al instante el

furor de las olas.

E l Señor habia elegido á Joñas para su misión á

Nínive, y aunque desobediente, habia dado en su mis-

m a huida pruebas de su arrepentimiento y generosi-

dad. Un cetáceo enorme estaba p r e p a r a d o p a r a salvar

la vida del Profeta, y conducirle seguro en la cavidad

de su vientre al puerto de su destino. Joñas no solo

iba seguro y sin molest ia , mas conservaba el uso de

sus sentidos y potencias, haciendo oracion á s u Dios

y cantando himnos en acción de gracias : y despues

de un pasage de tres dias y tres n o c h e s , la ballena

por impulso del Señor se l legó á la orilla y vomitó á

Joñas en tierra. El Señor mandó á Joñas q u e se levan-

tara y fuera á Nínive para predicar las palabras que

allí le inspirase : y como el Profeta habia y a aprendi-

do á someterse á la voluntad d i v i n a , se puso en ca-

mino sin réplica ni disgusto.

Nínive era la capital de todo el imperio de Asiría, •

ciudad muy poblada y opulenta : y Joñas tenia que

hacer tres dias de camino pora l legar á ella. L u e g o

q u e entró en la c i u d a d , declaró á los habitantes el

juicio de Dios diciendo : pasados cuarenta dias Nínive

será destruida. Consternados los Ninivitas con esta ter-

rible amenaza del Señor, veían q u e la enormidad de

s u s cr ímenes había p r o v o c a d o la justicia divina, y as í

c r e y é r o n al P r o f e t a , temiéron l a c ó l e r a d e D i o s y s e

arrepint iéron. Joñas se p r e s e n t ó al R e y para anunciar le

las pa labras del S e ñ o r , y este humilde Monarca se l e -

v a n t ó d e s u s o l i o , se despojó d e su p ú r p u r a , se vistió d e

peni tenc ia , y se sentó s o b r e ceniza. Un edicto s o b e -

r a n o so lemnemente p u b l i c a d o m a n d a b a q u e ni l o s

h o m b r e s ni las bestias c o m i e r a n ni b e b i e r a n , o b s e r -

v a n d o todos un ayuno r i g u r o s o ; q u e los habitantes s e

s e p a r a s e n d e sus v ic ios é i n i q u i d a d e s ; y q u e vest idos

d e saco luciesen p e n i t e n c i a , y rogasen al Dios d e Joñas

p a r a aplacar su cólera . ¡ Qué contraste presenta la c o n -

d u c t a d e Nínive c o n la de Israe l y J u d á ! los Ninivitas

e r a n una nación i d ó l a t r a , y Joñas e l p r i m e r P r o f e t a

q u e les m a n d a b a e l Señor p a r a r e p r e n d e r sus p e c a d o s :

s i n e m b a r g o , e l R e y , los Grandes y todos los h a b i -

tantes o y e n al env iado d e l Dios d e I s r a e l , t e m e n su

Justicia y se enmiendan. L o s Israelitas, a l c o n t r a r i o ,

s o n l a nación e s c o g i d a , y favorec idos c o n p r o d i g i o s

a s o m b r o s o s ; tienen escrita su santa l e y , y p r o f e t a s c o n

v i r t u d d e hacer grandes m i l a g r o s en p r u e b a de su m i -

s i ó n : esto no obstante , l o s R e y e s y e l p u e b l o s e o b s -

t inan en sus a b o m i n a c i o n e s , matan á los p r o f e t a s y

p r o v o c a n la just ic ia d e l S e ñ o r , hasta t raer s o b r e sí una

t o t a l ruina. Dios n o q u e r í a l a destrucción d e l o s p e -

t a d o r es sino q u e s e convir t ieran y v iv ieran; y v iendo l a

humi l lac ión y s incero arrepent imiento d e l o s Ninivi-

t a s , suspendió l a sentencia q u e p o r su m a n d a d o h a b i a

pronunciado Joñas, y reservó á N í n i v e para castigar.

los inveterados c r í m e n e s d e l o s endurec idos I s r a e -

litas.

A u n q u e Joñas era testigo del arrepent imiento y p e -

ni tencia del p u e b l o , y q u e d e b í a esperar la r e v o c a c i ó n

d e ! d e c r e t o es terminador , e l t e m o r de p a s a r p o r fa lso

P r o f e t a , si no tenia cumpl imiento su vat ic in io , le. afli-

g i ó tanto, q u e r o g ó á Dios le quitara l a v i d a , y quiso

a h o r a justif icar su p r i m e r a d e s o b e d i e n c i a , su huida á

J o p p e y Tarsis. Desconsolado con tan injusta a f l i c -

c i ó n , sal ió d e la c iudad y á corta distancia se p a r ó ;

h izo u n a e n r a m a d a para protegerse d e l o s r a y o s d e l

s o l , y se sentó á l a s o m b r a resuelto á p a s a r aüí e l

término de los cuarenta dias. E l Señor q u e c o n o c í a l a

rect i tud del corazon de su Profe ta , l e p e r d o n ó esta

d e b i l i d a d ; y p a r a c o n v e n c e r l e d e su s inrazón c o n un

a r g u m e n t o senci l lo y n a t u r a l , crió una y e d r a q u e es-

t e n d i e n d o sus verdes hojas s o b r e l a e n r a m a d a , l e h a -

c i a una s o m b r a del iciosa. Joñas despertó en l a m a ñ a -

n a s i g u i e n t e , y q u e d ó m u y contento c o n e l f r e s c o

a g r a d a b l e d e la s o m b r a durante a q u e l d i a ; p e r o s u

contento le d u r ó p o c o , p u e s al r a y a r e l a l b a e l si-

g u i e n t e dia u n gusano c o r t ó l a raiz d e l a y e d r a y s e

s e c ó al punto . El s o l se levantó con m a s a r d o r d e l o

u s u a l , sobrevino, un v i e n t o a b r a s a d o r , y p r i v a d o e l

P r o f e t a de l a verde s o m b r a , caian l o s r a y o s del s o l

s o b r e s u c a b e z a , c a u s á n d o l e t a n t a s o f o c a c i o n q u e es-

c l a m ó i m p a c i e n t e n M e j o r es m o r i r q u e vivir . E n t ó n -

c e s le di jo e l . S e ñ o r : ¿ c r e e s , Joñas , q u e tienes t u r a -

z ó n p a r a e n o j a r t e c o n l a y e d r a ? e l - P r o f e t a , q u e

s o l a atendía á la incomodidad que esperimenlaba.

pensó que tenia razón hasta para desear la muerte.

Joñas, le dijo el Señor, tu te afliges mucho por la

pérdida de la y e d r a que ni plantaste ni regaste ¿ por-

qué , pues , no sentiría yo la destrucción de toda u n a

ciudad tan poblada como Nínive? Mas de ciento y

veinte mil hombres que la habitan, sin saber distin-

guir lo bueno de lo malo, y q u e arrepentidos m e im-

ploran ¿ n o merecerán el p e r d ó n ? ó seré y o insen-

sible á sus lagrimas? Convencido el Profeta con tan

poderoso argumento, conoció su error y admiró la

b o n d a d infinita del Señor.

MIQUEAS.

Miqueas de Morasü de la tribu de Judá profetizó

en los reinados de Joatan, de Acaz y Ezequias. E l

asunto de las revelaciones de Miqueas es semejante

en todo al de las profecías de Isaías; describir el jui-

cio q u e haría Dios de su pueblo , haciendo venir con-

tra él á los Asirios, por los cuales las diez tribus de

Israel serian disipadas, y el territorio de Judá asolado

con las irrupciones de enemigos que llegarían hasta

Jerusalen. Miqueas reprende á los príncipes, jueces

y magistrados, echándoles en cara sus abominaciones

y su obstinación, las que serían causa de la ruina

de todo J u d á , si no se volvían á Dios con arre-

pentimiento verdadero. Al mismo tiempo consuela a l

resto del pueblo que se mantenían fieles al Señor,

anunciando la venida del Mesías, la vocacion de los

Genti les , l a gloria y felicidad de la Iglesia. Miqueas es-

presa el nacimiento de Jesucristo en Belen tan clara-

m e n t e , que mas parece la relación de una cosa pasa-

d a , que un acontecimiento que habia de suceder des-

pues de siete siglos. Este Profeta fué contemporáneo

de Isaias , y p a r e c e que el Señor le hizo su compañero,

pues las dos profecías son conformes en t o d o ; q u e -

dando la doctrina por este medio mejor autorizada, y

los obstinados sin escusa alguna en su perdición.

NAUN.

Este Profeta era de la tribu de Simeón, y anunció la

pa labra del Señor entre la cautividad de Asiría y la

de Babilonia. T o d o el asunto de esta profecía es una

predicción de la ruina total del reino d é l o s Asirios,

describiendo particularmente las justas causas de los

juicios de Dios contra esta nación, y los efectos de

l a divina venganza. Este fué el último decreto dado

por el Señor contra N í n i v e , habiendo sido suspendida

p o r un tiempo la primera sentencia proferida por J o -

ñ a s , á causa de la sincera penitencia de los habitantes

que vivían en aquel tiempo. Naun vivió en el reinado

de Ezequias , mas de setecientos años ántes de la ve-

nida de Jesucristo.

HABACUC.

E l fin de la profecía de Habacuc era mostrar la jus-

ticia de Dios en el gobierno del mundo, y particular-

mente con respecto á su Iglesia. A este efecto declara

262 L O S P R O F E T A S .

e l Profeta, por una.parte, .cuáles eran los pecados d e l

pueblo de Judá, que tanto habian provocado la cólera

d e l S e ñ o r ; y p o r otra e n s e ñ a , que aunque el Señor se

sii-ve de las naciones mas inicuas y profanas p a r a casti-

g a r las injusticias de su p u e b l o , no se debe concluir

que Dios abandona el gobierno del mundo ni de su

Ig les ia , pues esto se d ir ige á mostrar los admirables

efectos de su Providencia secreta en el. castigo de l a

iniquidad. E l Profeta nos enseña también el verda-

dero medio de consolarnos en las adversidades, revis-

tiendo nuestras almas de p a c i e n c i a , y poniendo toda

l a confianza de nuestra salvación en un solo Dios, in-

vocándole y engrandeciendo las maravillas del S e ñ o r ,

c o m o hace Habacuc en u n hermoso cántico que le ins-

p iró el Espíritu Santo. E l Profeta mismo vió , muchos

años despues, el cumplimiento de su profecía sobre

l a ruina del imperio de l o s Caldeos.

SOFONIAS.

Este Profe taera hijo ele Cusi de la tribu d e Simeón,

y profetizó en e l re inado de Josias Rey de J u d á , mas

d e seiscientos años ántes de Jesucristo. El fin de la.

profecía de Sofonias e r a reprender á los hijos de

J u d á , y anunciarles la p r ó x i m a desolación de Jerusa-

l e n por los Babilonios en castigo de su idolatría y enor-

m e s pecados. E l Profe ta los exhorta á oracion y peni-

t e n c i a , y les promete l a gracia del Señor : asimismo

profet izó el restablecimiento dé la Iglesia á la venida

d e l Mesías.

L O S P R O E E T A S . 263

AGGEO.

Aggeo nació en Babilonia durante la caut iv idad, y

profetizó en Jerusalen cuando volvió á Judá con e l

Principe Zorobabel . Esta profec ía parece una conti-

nuación de la historia de E s d r a s , por su constante

exhortación á los Judíos afin de acabar la reedif ica-

ción del t e m p l o , empezado desde el t iempo de Ciro. E l

Señor alentaba á los Judíos , por la b o c a de A g g e o ,

con la promesa de que el Mesías habia de entrar en

aquel templo que estaban edif icando, y cuya manifes-

tación en la carne anunció espresamente, con la pre-

dicación del Evangelio por todo e l mimdo. Los cas-

tigos del Señor precediéroná l a construcción del t e m -

plo y á la construcción del templo habian d e seguir

sus bendiciones. Aggeo profetizó quinientos y veinte

años ántes del nacimiento de Jesucristo.

ZACARIAS.

Zacarías fué contemporáneo de A g g e o , y l a unión

de estos dos Profetas fué muy conveniente, p a r a man-

tener vivo el espíritu de los Judíos en la reedif icación

del templo, y restablecimiento del culto d e Dios. Z a -

carías representó varias veces al pueblo las iniqui-

d a d e s de sus padres , y el gran castigo que recibieron

p o r h a b e r despreciado á sus Profetas, á fin de que n o

los imitaran. E l Señor favoreció á Zacarías con m u -

chas excelentes v i s i o n e s , que l e mostráron c laramente

e l estado floreciente en q u e se l iabia d e hal lar la I g l e -

sia b a j o e l g o b i e r n o del Mesías. El Profe ta Zacar ías

vaticina con tanta c lar idad la venida d e Jesucristo

h e c h o h o m b r e , q u e parece habia visto con sus o jos

c o r p o r a l e s al S a l v a d o r del mundo conversando con

sus d isc ípulos , y hac iendo su entrada tr iunfante e n

Jerusalen montado sobre e l poll ino. Zacarías escribió

esta p r o f e c í a tan terminante quinientos años ántes d e

su cumplimiento.

MAL AQUI AS.

Este Profe ta rec ibió la revelac ión del Señor despues

d e la reedif icación del t e m p l o , trecientos noventa y

s iete años ántes del nacimiento de Jesucristo. El o b -

j e t o principal de la misión de Malaquias fué repren-

d e r á los Judíos p o r su ingratitud al S e ñ o r , y c e n -

s u r a r los grandes desórdenes que los sacerdotes h a -

bían introducido en la Iglesia. Estos miraban con una

indiferencia escandalosa e l servicio d e l t e m p l o , con

pretesto de q u e el culto no se habia establecido con la

magnif icencia q u e el los habían deseado ; y al mismo

t iempo se habían olvidado enteramente de socorrer á

los p o b r e s , contra lo establecido en la alianza q u e e l

Señor h a b i a h e c h o con la tribu sacerdota l de Leví .

P o r estas omisiones y otras malas costumbres introdu-

cidas entre e l los , los exhorta e l Profeta á convertirse al

S e ñ o r , y aguardar al Mesías q u e había de venir pronto

á manifestarse al m u n d o , para p o n e r fin al ministerio

leví t ico , y establecer por todo el mundo el puro s e r -

a

vicio de Dios. Malaquias fué el últ imo de los profetas,

y anunció con admirable c lar idad la venida de Jesu-

cristo, la de su Precursor Juan el Bautista, la vocacion

d e los Genti les, y e l juicio final, cuando el Señor p r e -

miará á los buenos y castigará los malos.

CONCLUSION A LOS PROFETAS.

E n varias partes de este compendio quedan m e n -

cionadas la profecías mas esplícitas sobre la venida

de un Mesias. T o d a s estas profecías se han cumplido

en Jesús N á z a r e n o , hi jo d e María V i r g e n , con tanta

exact i tud y precisión q u e no p o d r á n e g a r el mas in-

crédulo ser este Jesús e l verdadero M e s i a s , e l v e r -

d a d e r o C r i s t o , e l p r o m e t i d o Salvador d e l g é n e r o h u -

mano. Desde el principio d e l mundo fué anunciado al

p r i m e r h o m b r e A d á n , q u e de u n a m u g e r habia d e

nacer un Salvador p a r a quebrantar la c a b e z a de la

serpiente t e n t a d o r a , y l ibrar a l g é n e r o humano del

p e c a d o q u e habia contraído e n la prevaricación del

p a d r e universal de todos los hombres. Despues f u é

anunciado p o r varios P r o f e t a s , q u e este Salvador h a -

b i a d e descender de A b r a h a n I s a a c , J a c o b , Judá y

David. F u é anunciado el t iempo e n que h a b i a de n a -

c e r l a p a z universal q u e h a b í a d e reinar e n e l m u n d o ;

q u e Belen habia de ser e l lugar de su n a c i m i e n t o ; q u e

h a b i a de n a c e r d e u n a Virgen p u r a ; que le habia d e

p r e c e d e r un P r e c u r s o r ; q u e habia de predicar á los

h o m b r e s ; y casi todas t las circunstancias de su v i d a ,

pasión y m u e r t e f u é r o n anunciadas por e l Profe ta Isaías.

P o r ú l t i m o , la admirable predicc ión d e Daniel seña-

l a n d o e í t i e m p o prec iso al cumplimiento de las setenta

semanas d e años habiéndose v e r i f i c a d o , e l Santo d e

los Santos f u é u n g i d o , e l Cristo n a c i ó , padec ió y f u é

m u e r t o , la ciudad f u é a s o l a d a , e l templo des tru ido ,

los sacrificios fuéron a b r o g a d o s , las ceremonias d e la

antigua L e y c e s a r o n , e l p e c a d o fatal f u é b o r r a d o , e l

h o m b r e reconci l iado á su D i o s , la puerta de la g lor ia

a b i e r t a , y todas las p r o m e s a s de la redención f u é r o n

c u m p l i d a s , c o m o se v e r á e n la segunda p a r t e de este

compendio.

C A P I T U L O CUARTO.

EL JUSTO JOB.

JOB.

L a Santa Escritura nos presenta un e jemplo admi-

rable de integridad y resignación á la voluntad de

Dios en la historia del pac iente J o b , p a r a enseñarnos

á p o n e r toda nuestra confianza en el S e ñ o r , en la vi-

cisitud de la v ida humana y cosas de este mundo. No

se sabe e l t iempo preciso e n q u e vivia J o b ni quien

escribió su l ibro ; p e r o c o m o se supone h a b e r existido

este personage ántes que Moisés recibiera la ley d e l

S e ñ o r , se debe concluir q u e era nieto de E s a ú , y q u e

vivia durante la esclavitud de los descendientes d e

J a c o b en Egipto. Job m o r a b a en la provincia d e H u s ,

s i tuada entre la t ierra de Canaan y e l re ino de los Cal-

d é o s ; estaba d o t a d o de una sencil lez y rect i tud de c o -

razon a d m i r a b l e , era temeroso de Dios y enemigo d e

t o d o lo malo . Este h o m b r e era m u y r ico e n su p a i s ,

p u e s s o l o en g a n a d o tenia siete mil o v e j a s , tres m i l

c a m e l l o s , mil b u e y e s , y quinientos asnos : animales

todos de m u c h a util idad y valor en aquel las r e g i o n e s ,

y e n unos t iempos en q u e el lu jo presentaba p o c o s

objetos m a s al deseo. Siete hijos y tres hijas a u m e n t a -

b a n su f e l i c i d a d , y J o b no tenia m a y o r contento q u e

e l de instruir á su familia en las obl igaciones que d e -

bían á D i o s , y exhortar los á la caridad y unión entre

e l los , o frec iendo diariamente holocaustos al Señor p o r

la santidad y prosper idad de cada uno d e su casa. Una

virtud tan excelsa l lenó de zelos al enemigo común d e

los h o m b r e s , y quer iendo pr ivar le d e la fel icidad q u e

g o z a b a , pidió al Altísimo permiso p a r a t e n t a r l e , a n i -

m a d o con la esperanza de reducir al justo varón á d e s -

esperación. El Señor q u e conocía la sincera virtud d e

su s i e r v o , que le a m a b a y le t e m í a , que vivia s e p a r a -

do de todo m a l , y q u e no había h o m b r e semejante á

é l en la t i e r r a , permitió al espíritu tentador afligir á

J o b , p e r o c o n espresa prohibición de tocar le á su

persona.

E l envidioso Satauas apeló á toda su malicia p a r a

sa l i r con su intento , y p r e p a r ó cuatro mensajeros

p a r a q u e sucesivamente le anunciasen la pérdida d e

t o d o cuanto poseía. Complac ido J o b en su fel iz esta-

d o , consideraba las r iquezas con q u e e l Señor le h a -

b í a f a v o r e c i d o , y se a l e g r a b a con saber que todos sus

h i jos estaban en casa d e l p r i m o g é n i t o , comiendo 1 y

P o r ú l t i m o , la admirable predicc ión d e Daniel seña-

l a n d o e í t i e m p o prec iso al cumplimiento de las setenta

semanas d e años habiéndose v e r i f i c a d o , e l Santo d e

los Santos f u é u n g i d o , e l Cristo n a c i ó , padec ió y f u é

m u e r t o , la ciudad f u é a s o l a d a , e l templo des tru ido ,

los sacrificios fuéron a b r o g a d o s , las ceremonias d e la

antigua L e y c e s a r o n , e l p e c a d o fatal f u é b o r r a d o , e l

h o m b r e reconci l iado á su D i o s , la puerta de la g lor ia

a b i e r t a , y todas las p r o m e s a s de la redención f u é r o n

c u m p l i d a s , c o m o se v e r á e n la segunda p a r t e de este

compendio.

C A P I T U L O CUARTO.

EL JÜSTO JOB.

JOB.

L a Santa Escritura nos presenta un e jemplo admi-

rable de integridad y resignación á la voluntad de

Dios en la historia del pac iente J o b , p a r a enseñarnos

á p o n e r toda nuestra confianza en el S e ñ o r , en la vi-

cisitud de la v ida humana y cosas de este mundo. No

se sabe e l t iempo preciso e n q u e vivia J o b ni quien

escribió su l ibro ; p e r o c o m o se supone h a b e r existido

este personage ántes que Moisés recibiera la ley d e l

S e ñ o r , se debe concluir q u e era nieto de E s a ú , y q u e

vivia durante la esclavitud de los descendientes d e

J a c o b en Egipto. Job m o r a b a en la provincia d e H u s ,

s i tuada entre la t ierra de Canaan y e l re ino de los Cal-

d é o s ; estaba d o t a d o de una sencil lez y rect i tud de c o -

razon a d m i r a b l e , era temeroso de Dios y enemigo d e

t o d o lo malo . Este h o m b r e era m u y r ico e n su p a i s ,

p u e s s o l o en g a n a d o tenia siete mil o v e j a s , tres m i l

c a m e l l o s , mil b u e y e s , y quinientos asnos : animales

todos de m u c h a util idad y valor en aquel las r e g i o n e s ,

y e n unos t iempos en q u e el lu jo presentaba p o c o s

objetos m a s al deseo. Siete hijos y tres hijas a u m e n t a -

b a n su f e l i c i d a d , y J o b no tenia m a y o r contento q u e

e l de instruir á su familia en las obl igaciones que d e -

bían á D i o s , y exhortar los á la caridad y unión entre

e l los , o frec iendo diariamente holocaustos al Señor p o r

la santidad y prosper idad de cada uno d e su casa. Una

virtud tan excelsa l lenó de zelos al enemigo común d e

los h o m b r e s , y quer iendo pr ivar le d e la fel icidad q u e

g o z a b a , pidió al Altísimo permiso p a r a t e n t a r l e , a n i -

m a d o con la esperanza de reducir al justo varón á d e s -

esperación. El Señor q u e conocía la sincera virtud d e

su s i e r v o , que le a m a b a y le t e m i a , que vivia s e p a r a -

do de todo m a l , y q u e no habia h o m b r e semejante á

é l en la t i e r r a , permitió al espíritu tentador afligir á

J o b , p e r o c o n espresa prohibición de tocar le á su

persona.

E l envidioso Satauas apeló á toda su malicia p a r a

sa l i r con su intento , y p r e p a r ó cuatro mensajeros

p a r a q u e sucesivamente le anunciasen la pérdida d e

t o d o cuanto poseía. Complac ido J o b en su fel iz esta-

d o , consideraba las r iquezas con q u e e l Señor le h a -

b í a f a v o r e c i d o , y se a l e g r a b a con saber que todos sus

h i jos estaban en casa d e l p r i m o g é n i t o , comiendo 1 y

divirtiéndose en unión f r a t e r n a l , amor é inocente re-

g o c i j o , cuando llegó un mensajero muy asustado, y

le dijo : S e ñ o r , los b u e y e s estaban arando y la burra-

d a paciendo allí j u n t o ; los Sábeos acometiéron á este

t i e m p o , inatárón los peones y se l leváron t o d o ; y o

solo escapé para comunicarte la desgracia. Apénas

habia hablado e s t e , cuando l legó otro infausto men-

sagero diciendo : S e ñ o r , fuego de Dios cayó del cielo,

abrasó á tus pastores y consumió á las ovejas; yo so-

l o escapé para comunicarte esta desgracia. Aun no

habia oido Job la pérdida de su r e b a ñ o , cuando acer-

cándose otro mozo muy fat igado, le d i j o : Señor, tres

cuadrillas de Caldeos se echáron de improviso sobre

los camel los , matáron á tus siervos y se lleváron t o d o ;

y o solo m e escapé para comunicarte esta desgracia.

A este mismo tiempo entró un criado l l o r a n d o , y le

dijo : S e ñ o r , un huracan deshecho estremeció la casa

en que estaban tus hijos y tus hi jas , y desplomándose

en un m o m e n t o , los h a sepultado á todos b a j o sus rui-

n a s ; y o estaba fuera por casualidad y vengo á comu-

nicarte esta desgracia. El virtuoso J o b , no aguardan-

do ya mas desgracias, se postró en t i e r r a , adoró á su

Dios y dijo : Desnudo salí del vientre de mi m a d r e , y

desnudo volveré á la sepultura; el Señor lo d i ó , el

Señor lo quitó ; hágase en todo su divina voluntad;

bendito sea el nombre del Señor.

Satanasquedó confundido al v e r , que en lugar de

desesperar á J o b , habia confirmado mas su admira-

b l e pac iencia ; y alucinado en su i r a , imaginó que se-

rla insensible á todo menos en su p e r s o n a : en esta

f

persuasión pidió de nuevo Ucencia al Señor para afli-

girle en su c u e r p o , y Dios se la c o n c e d i ó , con tal que

no peligrase su vida. Con este p e r m i s o , Satanas le hi-

ñ o el cutis y produjo una ú lcera v i v a , que se estendia

desde la planta del pie hasta lo alto de la c a b e z a ; mas

el paciente Job , sin murmurar , se retiró á un muladar

y sentado allí bendecía al S e ñ o r , y con un tiesto se

raía el humor a c r e , que le corroía las carnes. Aquí se

veía el justo v a r ó n , perdida su h a c i e n d a , privado de

sus h i j o s , y cubierto de l l a g a s ; nada habia dejado Sa-

tanas al afligido J o b , sino la m u g e r , y esta fué p a r a

su m a y o r tormento. El enemigo le habia tentado con

la destrucción de todo lo que poseía y de todo lo que

mas a m a b a , pero no le habia tocado á su cáracter ni

á su v ir tud; esta especie de provocación estaba reser-

vada para su muger : esta visitó al afligido m a -

rido en el muladar para tratarle de estúpido y de n e -

c io ; la virtud de su admirable resignación es insultada

por la muger con un sarcasmo impio : «Bendice á

Dios , dice al abatido esposo con una ironia blasfema,

bendice á Dios , y muérete. .» E l santo Job sufrió con'

paciencia aquel tiro de la lengua mordaz de su muger ,

y solo le r e s p o n d i ó : T ú hablas como quien eres : ¿ sí

d e la mano de Dios hemos recibido los b i e n e s , por-

qué no recibirémos los males ?

En seguida viniéron El i faz , Baldad y S o f a r , tres

amigos de Job p a r a consolarle : esta seria la buena

intención de su visita, p e r o en realidad no fué sino

p a r a ejercitar mas su p a c i e n c i a ; pr imero con un s i -

lencio enfadoso, y despues con la indiscreción de sus

12

reflexiones. Abandonado á la amargura de su situa-

c i ó n , esclamó : Perezca el dia en que n a c í , y la

n o c h e en q u e fui concebido : ¿ p o r q u é no morí en e l

vientre de mi m a d r e , ó luego que v i l a luz no perec í?

pues durmiendo ahora estaría en s i lencio, y en mi

sueño reposaría. Job en todo esto no ofendía a Dios

con sus lab ios ; estas quejas mostraban s o l o , que no

e r a i n s e n s i b l e , que su corazon no era de m á r m o l , n i

sus carnes de b r o n c e ; c l a m a b a , es v e r d a d , pero no

h a b l a b a cosas necias contra el Señor.

E l i faz , uno de los tres amigos presentes , tomó las

quejas de Job como hijas de la impaciencia , y quiso

p e r s u a d i r a l justo v a r ó n , que Dios le castigaba por

s u s pecados. ¿En dónde está tu t e m o r , decia a J o b ,

en donde está tu fortaleza, tu paciencia y la perfección

d e tus caminos? r e c a p a c i t a , te r u e g o , ¿qué inocente

perec ió j a m a s ? ó cuando fuéron destruidos los justos ?

bienaventurado es el hombre á quien Dios c o r r i g e , no

desprecies pues la corrección del Señor. T a l era el

consuelo q u e este impertinente hablador d a b a a l afli-

g ido amigo : insultarle en su sufrimiento, y ponerle

e n la necesidad de tener que defenderse contra sus

insidiosas r a z o n e s ; pero la virtud de Job era m a g n á -

n i m a , y cierto en su inocenc ia , respondió : Ojalá se

pesasen en una balanza mis p e c a d o s , por los que ha

ca ido sobre mi la ira de Dios en esta calamidad que

p a d e z c o , y entonces se vería que esta es mas pesada;

p o r lo que mis palabras están llenas de d o l o r , sin-

t iendo que la indignación del Señor apura mi espíritu.

X a s cosas que ántes no quería tocar son ahora mi ali-

m e n t ó ; y o por mí no puedo v a l e r m e ; mis deudos se

han reürado de m í ; y vosotros que ahora m e miráis

teneis asco de mis l lagas .¿Porqué habéis interpretado

mal mis q u e j a s , siendo así que ninguno de vosotros

p u e d e reprenderme? y solo componéis discursos para

c e n s ú r a m e ? Examinad imparc ia lmente , comparad

mis palabras con mi situación, y n o hallaréis iniqui-

dad en mi l e n g u a , ni os parecerá necedades lo que

sale de mi boca . Job miró entonces al c i e l o , y escla-

m ó : ¿ Q u é cosa es el h o m b r e , S e ñ o r , p a r a que t u l e

engrandezcas? ó porqué pones sobre él tu corazon o L e

visitas de madrugada y de repente le pruebas .-¿hasta

cuando no m e perdonas ni me dejas tragar saliva?

P e q u e , ¿ qué haré c o n t i g o , o Guardador de los hom-

b r e s ? porqué te has declarado contra m í , y m e has

hecho insufrible á mí mismo? porqué no quitas mi

p e c a d o , y porqué no retiras mi iniquidad? he aquí

que y o v o y ahora á dormir en el p o l v o , y si m e bus-

cares m a ñ a n a , no subsistiré.

Movido Job despues por las razones de S o f a r , e n -

tra á discutir e l delicado punto de la prosperidad

aparente de los ü n p i o s , y d i c e : Aun y o mismo, cuan-

d o lo r e c a p a c i t o , m e asombro y se estremece mi

carne : ¿ A q u é íin pues viven los impíos , son ensal-

z a d o s , y abundan en riquezas ? sus hijos se conservar

y multiplican á su v ista; sus casas están sin temor y

e n p a z ; su hacienda c r e c e , y su corazon se alegra

con la armonía de la música. Mas ellos pasan sus

dias en b i e n e s , y en un momento descienden á los

in f iernos : porque para el dia de la perdición está r e -

servado el m a l o , y será conducido al dia del furor.

Si el impio v e multiplicar á sus l u j o s , estos, por la

culpa del p a d r e , serán entregados á la espada , y sus

nietos perecerán de h a m b r e ; los que quedaren de é l

serán enterrados en su r u i n a , y sus viudas no llora-

r á n ; si amontona o r o , plata y vestidos, no los dis-

frutará ; el justo se vestirá de e l l o s , y el inocente r e -

partirá la plata.

Baldad acusó también al abatido Job de impacien-

t e , y quería convencer le , que l a miseria en que se

hallaba era castigo de sus pecados. Job les reconviene

su indiscreción en repetir tantas impertinencias y dis-

cursos f r i v o l o s , haciéndose consoladores muy g r a v o -

sos. ¿Hasta cuándo, les d i c e , angustiaréis mi a h n a , y

m e moleréis con vuestras acusaciones? diez veces m e

habéis querido c o n f u n d i r , y no os avergonzáis de

oprimirme. Sea enhorabuena que yo haya errado, mi

y e r r o quedará c o n m i g o ; mas vosotros os levantais

contra m í , y m e dais en cara con mis oprobios. En-

tended siquiera por esta v e z , que Dios m e ha casti-

g a d o con demasiado rigor. Y o , aquel opulento en

otro t iempo, de repente h e sido desmenuzado; he su-

frido sin haber ofendido c o n mis manos, y cuando los

ruegos que ofrecía á mi Dios eran puros. ¡ O si y o pu-

diera l legar hasta su t r o n o , esponer ante él mi causa

y presentar mi q u e j a ! mas él sabe mis caminos, y me

h a acrisolado como e l oro que pasa por el fuego. Mis

pies siguiéron siempre sus pisadas, yo guardé sus ca-

minos y no m e desvié d e é l ; l ibraba al pobre que

g r i t a b a , y al huérfano que no tenia quien le ayudase;

la bendición del que iba á morir venia sobre m í , y

consolaba el corazon de la viuda en su aflicción : ¿ j o

fui para el c iego, y pie para el c o j o ; padre era de l o s

p o b r e s , y me informaba con la m a y o r diligencia d e

la causa que no entendía.

Péseme Dios en balanza j u s t a , y conozca mi senc i -

l l e z , ó castigue mi iniquidad. Si anduve en v a n i d a d ,

si mi pie buscaba engaños, si mis pasos se desviáron

del camino, si mi corazon siguió á mis ojos, y si man-

ché mis manos en injusticia, perezca mi linage sobre

la t ierra. Si mi corazon fué seducido á causa de m u -

ger , ó puse acechanzas al honor de mi amigo, castigue

Dios en mi este crimen enorme y esta grande iniqui-

dad. Si desdeñé escuchar la justicia de mi siervo ó d e

mi sierva cuando se quejaban de m í , júzgueme el S e -

ñor con rigor. Si negué á los pobres la limosna q u e

m e p e d i a n , ó hice esperar á la viuda en su a f l i c c i ó n ;

si comí solo mi bocado y no comió el huérfano de é l ;

si desprecié al que iba á p e r e c e r porque no tenia q u e

vestirse; si el pobre que estaba sin cubierta no se

abrigó con los vellones de mis o v e j a s , ó si alzé m i

mano contra el huérfano, descoyúntense mis h o m b r o s

y caigan al suelo. Si puse mi alegría en mis riquezas

ó mi confianza en el o r o ; si me holgué de la ruina d e

aquel que m e a b o r r e c í a , y m e regoci jé del mal q u e le

v ino; si encubrí mi pecado, y oculté en e l seno mi ini-

q u i d a d , júzgueme entonces el Omnipotente con toda

severidad.

Mas ¿ q u é haré ahora? Si hablare , no reposará mi

d o l o r ; y si c a l l a r e , no se apartará de mí. El furor de

Dios se lia encendido contra m í , y m e ha tratado c o -

m o á enemigo suyo. Me ha despojado de mi gloria, y

m e ha quitado la corona de mi c a b e z a : m e destruyó

por todos l a d o s , y perezco como un árbol desarrai-

g a d o ; los salteadores vinieron mancomunados , y m e

r o b á r o n mi h a c i e n d a ; los vientos se conjuráron, y m e

priváron de mis h i jos ; mi muger tuvo asco de m í , y

m e ha d e j a d o ; mis hermanos se han alejado de m í , y

mis conocidos como estraños se han. a p a r t a d o ; mis

parientes m e han a b a n d o n a d o , y se han olvidado d e

mí los que m e conoc ían; mis siervos y mis siervas m e

han tratado como á e s t r a ñ o , y soy como forastero

en mi propia c a s a ; l lamo á mis criados y no me res-

p o n d e n ; m e lian desamparado los que en otro t iem-

p o eran mis conse jeros ; y aquel á quien mas amaba

m e ha vuelto sus espaldas; aun los insensatos m e des-

precian , y se apartan hablando mal de m í ; mi rostro

se ha hinchado con el l lanto, y las pupilas de mis ojos

se han oscurec ido; consumidas mis c a r n e s , se han

pegado mis huesos á la p i e l , y solo m e han quedado

los labios al rededor de mis dientes; el dolor m e ha

opr imido, y todos mis miembros han sido reducidos

á nada. Todo esto he sufrido sin maldad de mis m a -

n o s , cuando ofrecía á Dios mis ruegos s i n c e r o s ; y

ved aquí que pasan mis cortos años , y ando p o r un

sendero por e l que no volveré. Pero y o sé que vive

mi R e d e n t o r , y que en el último día he de resucitar

de la t ierra; y seré de nuevo rodeado de mi p ie l , y en

mi carne veré á mi D i o s , á quien he de v e r y o mis-

m o , y mis ojos le han de m i r a r ; esta es la esperanza

que está depositada en mi pecho.

T o d o esto dijo el virtuoso Job con la sinceridad de

un inocente que abre su c o r a z o n , y los tres importu-

nos consejeros cesáron de c e n s u r a r l e : pero E ü ú , un

jóven presuntuoso que estaba presente , tomó ahora

la palabra, airado contra Job por lo que liabia dicho,

é indignado con los otros tres porque no le habían

respondido. S o y j ó v e n , d i j o , y vosotros a n c i a n o s ,

por lo cual lemia declarar mi dictámen. Ahora v e o

q u e no son siempre sabios los de mucha e d a d , y q u e

no entienden siempre lo que es justo. He escuchado

en silencio miéntras vosotros hablabais , y riéndoos

ahora intimidados, y sin saber que responder á J o b ,

permítaseme hablar también , y responderé como su-

piere.

Oye pues Job mis p a l a b r a s , y escucha mis razones.

Y o te he oido d e c i r : Limpio soy y o , sin mancilla, y no

hay en mi iniquidad; soy justo delante de D i o s ; h a

buscado achaques contra mí, y m e ha tenido por ene-

migo s u y o ; ha puesto mis pies en un c e p o , y ha es-

piado todas mis acciones. Estas han sido tus palabras ,

y en esto no has sido j u s t o , porque Dios es m a y o r

que el hombre : ¿ t e atreves tú á disputar con Dios

porque no te ha dado cuenta de todas sus acciones ?

J o b , tu no has hablado sino disparates; todas tus p a -

labras han sido necedades , y en todas tus razones

suena muy mala doctrina. Dios m i ó ! sea probado

Job hasta el fin; no dejes de atormentar á un hombre

tan in icuo; porque sobre sus pecados añade b l a s f e -

m i a ; nosotros entre tanto le estrecharemos, y apele

despues al juicio de Dios en sus discursos. Despues

de este decente preludio, el insolente pedante estuvo

por largo t iempo acriminando al justo Job. porque se

liabia quejado en la amargura de su miseria, y porque

se consolaba con la memoria de sus buenas obras. T a n

erradamente habia entendido este charlatan las r a z o -

nes de J o b , 3' con tanta arrogancia le reprendía, que

Dios mismo se dignó a p a r e c e r , y t o m a r l a defensa de

, su inocente y u l tra jado siervo. Del medio de un tor-

bellino salió la voz del Señor que decia : « Quién es

ese hablador que envuelve sentencias tan inconside-

radamente? A la voz del S e ñ o r , se calló E l i ú , y Job

t u v o miedo del Señor , quien le reprendió por h a b e r s e

quejado y argüido á Dios en sus aflicciones. •: Adonde

estabas t ú , le dijo el Señor desde el torbell ino, cuan-

do y o fundé la t i e r r a , y reduje el mar á sus b'mites ?

¿ P o r ventura lias considerado la estension de la t ierra

y la profundidad d e l mar ? sabes tú por qué camino se

esparce la l u z , y cuál es el lugar de las tinieblas? s a -

bias tú que habías de nacer? ó tenias noticia del n ú -

m e r o de tus (lias ? acaso entiendes tú el orden de los

astros, y puedes dirigir su marcha desde la t ierra?

por ventura e l q u e disputa con Dios tan fáci lmente

se aquieta? el que arguye á Dios debe responderle.

Job respondió humildemente : Y o que he hablado con

l igereza, qué p u e d o responder? pondré la mano sobre

mi b o c a ; he hablado una v e z , y ojalá no hubiese di-

cho cosa a l g u n a ; he hablado otra vez , y no abriré mi

b o c a mas. El S e ñ o r continuó hablando á Job : ¿ Por

ventura harás tú vano mi j u i c i o , y m e condenarás á

mí para justificarte á tí ? tienes tú un brazo como Dios,

y truena tu voz como la s u y a ? Revístete de resplan-

d o r , levántate en a l t o , circúndate de g l o r i a , disipa á

los soberbios con tu furor, y con una sola mirada aba-

te á los a l taneros; cuando hagas tú eso, y o confesaré

que podrá salvarte tu derecha. Job respondió al Se-

ñor : Sé que todo lo puedes hacer , y que ningún pen-

samiento te se esconde. Señor, y o solo te conocía de

o í d a s , mas ahora te veo con mis ojos. Por esto m e ar-

repiento de haber hablado tan vanamente, y hago p e -

nitencia cubierto de polvo y ceniza.

Despues que el Señor habló á J o b , y que este s e

humilló en la divina presencia, dijo á Elifaz : Mi furor

se h a airado contra tí y contra tus c o m p a ñ e r o s , p o r -

q u e no habéis hablado delante de mí lo recto c o m o

mi siervo Job. Por tanto , tomad siete toros y siete

carneros , é id á mi siervo J o b , y ofreced holocausto

por vosotros. Y o escucharé la oracion de Job p o r

v o s o t r o s , y os perdonaré esta n e c e d a d ; porque no

habéis hablado de mi con rectitud como h a hecho mi

siervo Job. Así se dignó Dios a l fin justificar la ino-

cencia de su s i e r v o , y condenar la charlatanería d e

sus importunos a m i g o s , cuyas necedades n o quiso

Dios perdonar, sino por la intercesión de aquel mismo

á quien tanto habían afligido con sus injustas acusa-

ciones. El Señor sanó á Job y le b e n d i j o , dándole

otros siete hijos y otras tres hijas que fueron las m u -

geres m r s hermosas que jamas se vieron en aquella

t i e r r a , y doble número de g a n a d o ; catorce mil ove-

12*

j a s , seis mil c a m e l l o s , dos mil b u e y e s , y mil a s n o s :

viviendo despues de sus desgracias ciento y cuarenta

a ñ o s , y muriendo muy v ie jo entre sus hijos y los hi-

jos d e sus hijos hasta la c u a r t a generac ión.

C A P I T U L O QUINTO.

EL VIRTUOSO TOBIAS.

TOBIAS.

E l santo varón T o b í a s d e la tribu y c iudad d e N é f -

t a l i , fué uno de los cautivos Israelitas q u e S a l m a n a -

sar hizo conducir á su r e m o d e Asir ia , cuando ani-

qui ló e l re ino de Israe l , y aprisionó á su últ imo R e y

Osé. T o b í a s habia d a d o p r u e b a s d e su fidelidad á

D i o s , y amor á sus prój imos desde su infancia. Mien-

tras los demás iban á h a c e r holocaustos á los b e c e r r o s

d e oro que habia introducido J e r o b o a n , T o b í a s iba á

Jerusa len , y adoraba á su Dios en e l santo T e m p l o ,

o f rec iendo fielmente sus primicias y sus d i e z m o s : y

e n su cautiverio continuó s iempre fiel al S e ñ o r ; dis-

t r ibuyendo entre sus p o b r e s h e r m a n o s cautiv os cuan-

to tenia. Una v i r t u d , tanto m a s p u r a cuanto e r a mas

o c u l t a , l l e g ó sin e m b a r g o á not ic ia d e l R e y Salmana-

sar , y admirado de la car idad d e l caut ivo , le dió bie-

nes para e jercer la , y p e r m i s o p a r a que se establec iera

con su familia donde q u i s i e s e , con todos los pr iv i le-

g ios de un Asirio. Con dineros á su d i s p o s i c i ó n , T o -

bías e r a un h o m b r e fel iz en e l caut iver io : a c o m o d a r

enemistades, socorrer al n e c e s i t a d o , vestir al d e s n u -

d o , consolar al a f l ig ido, visitar al e n f e r m o , y enterrar

los m u e r t o s , e r a e l e jerc ic io diario de T o b í a s ; y p o r

la n o c h e , ántes de r e p o s a r , f o r m a b a la lista de sus

car idades para e l día s iguiente, y c o m p u t a b a los m e -

dios necesarios p a r a efectuarlas. L a caridad p a r a los

difuntos e r a la v irtud mas sobresaliente en T o b í a s :

sentado á la me$a un dia , fué informado que el c a d á -

v e r d e u n Israelita q u e habían d e g o l l a d o estaba in-

sepul to en la p l a z a ; e l piadoso varón dejó la c o m i d a ,

f u é y t ra jo e l c a d á v e r s o b r e sus h o m b r o s , p a r a e n -

terrar le secretamente e n la oscuridad de la noche.

Con el sa lvoconducto d e Salmanasar solia salir d e

Nínive p a r a visitar otras c iudades d e l imperio donde

h a b i a c a u t i v o s , y s o c o r r e r á los m a s desvalidos. H a -

l lándose en R a g e s , encontró á G a b e l o su compatr iota

e n g r a n d e n e c e s i d a d , vendió varias alhajas que le h a -

bia r e g a l a d o el R e y , y le prestó una suma de d i n e r o ,

quizas m a s de lo q u e dictaba la p r u d e n c i a , p e r o la

generos idad de Tobías no tenia l ímites : rec ibió e l p a -

garé de G a b e l o , y se vo lv ió contento á su casa. E n

éste tiempo murió Salmanasar y reinó su hijo Senna-

q u e r i b : este f u é á h a c e r la g u e r r a á J u d e a , su g e n e r a l

Rabsaces puso sitio á Jerusa len , insultó al R e y E z e -

quias y b las femó al S e ñ o r , por lo que muriéron c iento

o c h e n t a mil soldados por la espada d e l Angel d& Dios.

C o m o Sennaquer ib se volviese á Nínive irritado contra

J u d e a , m a n d a b a matar Israelitas cautivos por la m a s

mínima c a u s a ; y sabiendo que el virtuoso Tobías les

d a b a s e p u l t u r a , se ofendió a q u e l desapiadado R e y d e

j a s , seis mil c a m e l l o s , dos mil b u e y e s , y mil a s n o s :

viviendo despues de sus desgracias ciento y cuarenta

a ñ o s , y muriendo muy v ie jo entre sus hijos y los hi-

jos d e sus hijos hasta la c u a r t a generac ión.

C A P I T U L O QUINTO.

EL VIRTUOSO TOBIAS.

TOBIAS.

E l santo varón T o b i a s d e la tribu y c iudad d e N é f -

t a l i , fué uno de los cautivos Israelitas q u e S a l m a n a -

sar hizo conducir á su reino d e Asir ia , cuando ani-

qui ló e l re ino de Israe l , y aprisionó á su últ imo R e y

Osé. T o b i a s habia d a d o p r u e b a s d e su fidelidad á

D i o s , y amor á sus prój imos desde su infancia. Mien-

tras los demás iban á h a c e r holocaustos á los b e c e r r o s

d e oro que habia introducido J e r o b o a n , T o b i a s iba á

Jerusa len , y adoraba á su Dios en e l santo T e m p l o ,

o f rec iendo fielmente sus primicias y sus d i e z m o s : y

e n su cautiverio continuó s iempre fiel al S e ñ o r ; dis-

t r ibuyendo entre sus p o b r e s h e r m a n o s caut ivos cuan-

to tenia. Una v i r t u d , tanto m a s p u r a cuanto e r a mas

o c u l t a , l l e g ó sin e m b a r g o á not ic ia d e l R e y Salmana-

sar , y admirado de la car idad d e l caut ivo , le dió bie-

nes para e jercer la , y p e r m i s o p a r a que se establec iera

con su familia donde q u i s i e s e , con todos los pr iv i le-

g ios de un Asirio. Con dineros á su d i s p o s i c i ó n , T o -

bias e r a un h o m b r e fel iz en e l caut iver io : a c o m o d a r

enemistades, socorrer al n e c e s i t a d o , vestir al d e s n u -

d o , consolar al a f l ig ido, visitar al e n f e r m o , y enterrar

los m u e r t o s , e r a e l e jerc ic io diario de T o b i a s ; y p o r

la n o c h e , ántes de r e p o s a r , f o r m a b a la lista de sus

car idades para e l dia s iguiente, y c o m p u t a b a los m e -

dios necesarios p a r a efectuarlas. L a caridad p a r a los

difuntos e r a la v irtud mas sobresaliente en T o b i a s :

sentado á la me$a un dia , fué informado que el c a d á -

v e r d e u n Israelita q u e habian d e g o l l a d o estaba in-

sepul to en la p l a z a ; e l piadoso varón dejó la c o m i d a ,

f u é y t ra jo e l c a d á v e r s o b r e sus h o m b r o s , p a r a e n -

terrar le secretamente e n la oscuridad de la noche.

Con el sa lvoconducto d e Salmanasar solia salir d e

Nínive p a r a visitar otras c iudades d e l imperio donde

h a b i a c a u t i v o s , y s o c o r r e r á los m a s desvalidos. H a -

l lándose en R a g e s , encontró á G a b e l o su compatr iota

e n g r a n d e n e c e s i d a d , vendió varias alhajas que le h a -

bia r e g a l a d o el R e y , y le prestó una suma de d i n e r o ,

quizas m a s de lo q u e dictaba la p r u d e n c i a , p e r o la

generos idad de Tobias no tenia l ímites : rec ibió e l p a -

garé de G a b e l o , y se vo lv ió contento á su casa. E n

éste tiempo murió Sahnanasar y reinó su hijo Senna-

q u e r i b : este f u é á h a c e r la g u e r r a á J u d e a , su g e n e r a l

Rabsaces puso sitio á Jerusa len , insultó al R e y E z e -

quias y b las femó al S e ñ o r , por lo que muriéron c iento

o c h e n t a mil soldados por la espada d e l Angel de Dios.

C o m o Sennaquer ib se volviese á Nínive irritado contra

J u d e a , m a n d a b a matar Israelitas cautivos por la m a s

mínima c a u s a ; y sabiendo que el virtuoso Tobias les

d a b a s e p u l t u r a , se ofendió a q u e l desapiadado R e y d e

estos actos de c a r i d a d , mandó confiscar todos sus

b i e n e s , y el anciano se halló obligado á esconderse

en casa de sus amigos para salvar su vida. Tobias, sin

e m b a r g o , hacia obras de caridad á pesar del R e y ;

de noche recogía los cadáveres, y de dia cavaba e l

hoyo y los sepultaba: hasta que cansado una n o c h e ,

Tino á su c a s a , se acostó en el patio junto á una pa-

red y se quedó dormido con los ojos abiertos. Una

golondrina escupió desde el n ido, y por desgracia

cayó el estiércol caliente en los ojos de T o b i a s , y l e

privó de la vista. Este accidente afligió mucho al sier-

v o de Dios; porque si ántes no podia por su pobreza

socorrer al necesi tado, teniendo vista podia enterrar

á los difuntos; mas ahora no podia ser útil ni á vivos

ni á muertos,- y este sentimiento ensalzaba su virtud

aun mas (pie su paciencia.

Tobias en su adversidad vivia res ignado, y nada

podia hacer vacilar su constancia. Habiendo dado

cuanto tenia para socorrer á sus prój imos, y 110 pu-

diendo ahora t r a b a j a r , su muger estaba obligada á

afanarse para mantener la casa. Ana era una buena

muger, una buena esposa, tenia conocimiento domés-

t i c o , tenia economía; de una sola cosa carecía A n a ,

y era el dominio sobre su lengua. Como la muger de

J o b , así Ana atormentaba á Tobias : ¿Donde está tu

esperanza, le decia con burla sacrilega, donde está tu

esperanza, por la cual hacías limosnas y sepulturas?

T o b i a s , ménos afligido que J o b , respondió con mas

tranquilidad, dándole una amonestación saludable :

No hables así , porque somos hijos de Santos, y espe-

ramos aquella vida que ha de dar Dios á los que nunca

mudan de él su fe. Ana compró otro dia un cabrito

con el producto de ú n a t e l a que había trabajado ella

misma, y trajo á casa el animalito. Cuando el b e n -

dito Tobias oyó el balido en su casa, juzgó que un

cabrito era plato muy delicado para una familia tan

p o b r e , y dijo á su muger con poca delicadeza : ¿Ha

sido robado ese animal? restituidle á su dueño, p o r q u e

no nos es lícito comer cosa alguna hurtada, ni aun to-

carla. Esta involuntaria descortesía del anciano ofen-

dió tanto á A n a , que como víbora irritada comenzó á

zaherirle con espresiones que lastimáron mucho e l

corazon del marido. T o b i a s , paciente como J o b , la

oyó en silencio, gimió y l loró, pesaroso por su im-

prudente observación. Era humilde, y no quería ofen-

der á nadie; era caritativo, y no pudiendo hacer mas

servicios á sus prój imos, rogaba á Dios por sus p e c a -

dos y los de su nac ión, y le pedia llevase su alma

en paz al seno de Abrahan.

Tobias se sintió enfermo y creyó que Dios habia

oido su oracion : ántes que se acercase su muerte ,

quiso cumplir con la última obligación de un padre

virtuoso; l lamó.á su h i jo , y le d i j o : O y e , hijo m i ó ,

las palabras de mi b o c a , y grábalas en tu corazon.

Luego que Dios recibiere mi a l m a , en tierra nii c u e r -

po ; y honrarás á tu madre todos los días de tu v ida ,

porque debes acordarte de cuantos y cuan grandes

peligros pasó por tí nevándote en su s e n o ; y cuando

ella hubiere cumplido el tiempo de su vida, la enter-

rarás cerca de mí. Ten á Dios presente todos los (lias

de tu v ida; y guárdate de consentir jamas en pecado,

n i de quebrantar los mandamientos de Dios nuestro

Señor. Haz limosnas cuanto p u e d a s , y no apartes tu

rostro de ningún p o b r e , para que el Señor no aparte

e l s u y o de tí. Si tuvieres m u c h o , dá con abundancia;

si tuvieres p o c o , dá de lo poco con buena g a n a , y así

formarás un gran tesoro para el dia de la necesidad.

P o r cuanto la limosna l ibra de todo pecado y de la

muerte , no permitiendo que e l alma v a y a á las t inie-

blas. La l imosna servirá de gran confianza, delante

del sumo D i o s , á todos los que la hacen. G u á r d a t e ,

h i j o , de toda l iv iandad, serás fiel á tu m u g e r , y no

cometas jamas crimen con o t r a ; no seas soberbio ni

seas injusto; dá al p o b r e y al jornalero lo q u e le pro-

metieres y l o que le fuere debido. No hagas á otro lo

que no quisieres que otro te haga á t í ; y alaba al S e -

ñor en todo t iempo, pidiéndole enderece tus caminos,

y permanezcan en él todos tus designios. Has de saber ,

hi jo mió, que yo presté una cantidad de dinero á Ga-

b e l o en "Rages, cuyo pagaré tengo en mi poder : ya

es tiempo que recobres de él ese d inero, y l e resti-

tuyas el recibo que tengo firmado de su mano. No te-

m a s , hijo mió : es verdad que somos p o b r e s , mas

tendrémos muchos b i e n e s , si temiéremos á D i o s , si-

nos apartáremos de pecado é hiciéremos bien.

E l joven Tobias escuchó atento estas instrucciones

p iadosas , prometió á su padre hacer todo lo que

m a n d a b a , y se preparó para ir á la ciudad de R a g e s ,

á fin de cobrar el dinero que Tobias habia prestado

á Gabelo con tanta generosidad. El joven se puso en

c a m i n ó , sin mas compañía que la de un fiel p e r r o

que habia c r i a d o , y á poca distancia se encontró con

un gal lardo joven caminante, al cual s r l u d ó cortes-

m e n t e , y le preguntó si conocía el camino de Rages.

E l incógni to , que era un Angel del Señor , le respon-

dió que s í , que había estado muchas veces en R a g e s ,

y que conocía á un Gabelo en cuya casa solia h o s p e -

darse. Esta noticia era de mucha importancia , y e l

amante hijo juzgó prudente volver á su c a s a , p a r a in-

formar á sus cuidadosos padres la fortuna de haber

hal lado un compañero tan bien calificado para a c o m -

pañarle. Contento el anciano con el feliz encuentro del

caminante , le rogó fuera á t r a e r l e , porque tendría

mucho gusto en hablarle. Así lo h i z o , y el Angel f u é

introducido a T o b i a s , diciendo que se l lamaba A z a -

r i a s , que acompañaría á su hi jo á Rages y volvería

con él. Tobias le dio gracias y la bendición del Señor

durante su viage; el Angel le anunció que recuperaría

pronto la vista p e r d i d a , y la madre quedó l lorando la

partida de su hijo.

Partió pues Tobias con su perro en compañía d e l

Angel y camináron hasta el Tigris. Viendo el joven e l

a g u a clara de aquel r i o , se l legó á la orilla para l a -

varse los p i e s ; y cuando ménos pensaba vió de r e -

pente un pez disforme, que venia hacia él con la b o c a

abierta para tragársele. E l pobre Tobias todo despa-

v o r i d o , dió un salto atras gritando á su c o m p a ñ e r o :

S e ñ o r , que m e come. No temas, le respondió el A n -

g e l , cógele por una agalla y sácale á tierra : animado

con la presencia de su c o m p a ñ e r o , Tobias agarró aL

p e z y le arrastró á la playa. A b r é ese p e z , le dijo

Azarias , sácale e l c o r a z o n , la h i é l , y el hígado q u e

es muy buena medicina., para ahuyentar todo género

de demonios , y quitar las cataratas de los ojos. T o -

bias hizo lo que le ordenó su a m i g o , y guardó en su

fardel la apreciable medicina : luego asáron parte

del pescado para comer aquel d i a , y saláron el resto

p a r a el viage.

En el camino hiciéron conversación de un tal R a -

gue l pariente del anciano T o b i a s , el cual tenia una

hi ja única l lamada Sara. Esta muchacha se habia ca-

sado siete v e c e s , y todos siete maridos habían muerto

la noche del casamiento de cada uno sin haberla t o -

cado. Este horrible suceso, siete veces r e p e t i d o , afli-

gía mucho á los padres de S a r a , haciéndoles p e r d e r

toda esperanza de sucesión en la fami l ia , y ultrajaban

á la inocente muchacha llamándola homicida de m a -

ridos. El joven Tobias que habia oido aquellos acci-

dentes fatales, y que era un demonio el que quitaba

la vida á los esposos de S a r a , consideraba el tálamo

de su prima igual á un suplicio. Azarias le fué e n c a -

reciendo por el camino la grande hacienda que Sara

habia de heredar de sus padres siendo hija ú n i c a ; y

cuando l legáron á vista del pueblo donde vivia R a -

g u e l , dijo e l Angel á T o b i a s : Vamos á parar en casa

de Raguel tu pariente y le pedirás á su hija Sara p o r

muger. Esta propuesta hizo estremecer á T o b i a s , aun

mucho mas que el horrible pez del Tigris , y comenzó

á sospechar la buena voluntad de su compañero. E l

Angel calmó el miedo del asustado j o v e n , asegurán-

dolé que el demonio Asmodeo solo terna poder sobre

aquellos que entran en el matrimonio sin respeto á

D i o s , y que como bestias se entregan á su pasión por

un impulso sensual , sin objeto religioso y racional.

Cuando tú la hubieres tomado por m u g e r , no l legues

á ella en tres d i a s , y entrando en el aposento con

e l l a , haréis oracion los dos. La primera noche que-

marás el hígado del p e z , y será ahuyentado el d e -

monio ; en la segunda noche serás admitido en e l

ayuntamiento de los santos Patr iarcas; en la tercera

noche conseguirás bendición para que os nazcan hijos

s a n o s ; y pasada la tercera noche recibirás la doncella

en temor del S e ñ o r , l levado mas bien del amor de

tener hijos que de la pas ión, para que consigas en

los hijos la bendición reservada al l inage de Abrahan.

En esto l legáron á casa de R a g u e l , y cuando el

Angel les dió á conocer al joven T o b i a s , toda la fa-

milia l loró de a l e g r í a , y prepararon un gran convite.

Llegada la hora de c o m e r , Tobias pidió á Raguel l e

diese su hija Sara en casamiento, declarando solemne-

mente que no comería ni bebería en su c a s a , si no

le otorgaba primero su petición. Raguel se halló en

la mayor p e r p l e g i d a d , porque á su parecer se trataba

nada ménos que de la muerte de su sobrino. Si ne-

g a b a su hija á T o b i a s , estaba cierto de perder su

amistad y compañía ; y si se la c o n c e d í a , rezelaba q u e '

su amado sobrino aumentaría la funesta lista de yernos

desgraciados. E l Angel penetró la confusion interior

de R a g u e l , y le dijo : No temas dársela , porque tu

hija está reservada para este que teme á Dios. Instado

Raguel por todas p a r t e s , tomó la mano derecha de

su luja y la de T o b í a s , y los unió en matrimonio d i -

ciendo : El Dios de A b r a h a n , de I s a a c , y de Jacob

sea con vosotros, él os junte y cumpla en vosotros su

bendición. E l contrato fué formalizado con escr i tura ,

y la boda ce lebrada con un gran banquete á la mayor

alegría de todos.

Cuando los Esposos se retiraron á la noche al cuar-

to que les estaba p r e p a r a d o , Tobias tuvo buen cui-

dado de seguir las instrucciones que le habia dado e l

Angel por el c a m i n o ; sacó de su fardel un pedazo

del hígado del p e z , y le p u s o sobre los carbones en-

cendidos que habia m a n d a d o preparar; luego exhortó

á la doncella Sara á hacer oracion al Señor los dos

juntos por toda la noche. R a g u e l habia dado su c o n -

sentimiento, forzado por las instancias de Tobias y d e

su incógnito c o m p a ñ e r o , y cuando la noche le r e -

cordó el peligro y a inevitable de su sobr ino, mandó

á sus criados abrir una s e p u l t u r a , porque la esperien-

cia le habia enseñado á n o omitir esta diligencia.

Preparado el funera l , mandaron una criada al d o r -

mitorio de los esposos , p a r a ver el estado del m u e r t o ,

y enterrarle antes que a c l a r a r a : mas la criada volvió

con la agradable noticia de que Tobias y Sara estaban

salvos y sanos, durmiendo tranquilamente; y el hoyo

fué inmediatamente cerrado. La alegría de la familia

era igual á aquella de la resurrección de un hijo

muerto : mandáron matar dos vacas gordas y cuatro

carneros , para dar un b a n q u e t e á todos los amigos,

vecinos y conocidos; consiguiendo que Tobias se de-

tuviera con ellos dos semanas, ¿izarías fué entretanto

á Rages y cobró el dinero de G a b e l o , le trajo á las

b o d a s , y el agradecido H e b r e o bendi jo en el nombre

del Señor Dios de Israel al hi jo de un varón b u e n o ,

j u s t o , caritativo y temeroso de Dios.

E l anciano Tobias y su m u g e r , pasado el t iempo

en que esperaban al hijo de v u e l t a , l loraban des-

consoladamente con la aprensión de alguna desgra-

cia. : miéntras que el h i j o , sintiendo la aflicción y des-

consuelo de sus padres, importunaba al suegro le d e -

jase volver pronto á su casa. Raguel conoció la justi-

cia de tanta instancia, y entregó al sobrino su esposa

S a r a , una gran cantidad de d i n e r o , la mitad de toda

su h a c i e n d a , y una escritura en la q u e se obl igaba á

dejarle la otra mitad despues de su muerte, y la de la

madre de Sara. Raguel y Ana encargaron mucho á su

liija amar á su m a r i d o , honrar á sus s u e g r o s , g o b e r -

nar bien su casa , y mostrarse irreprensible en toda su

conducta : luego la besáron t iernamente , y se despi-

diéron de ella en el camino. E l Angel amonestó á T o -

bias adelantarse con él , que Sara caminase mas des-

p a c i o con los criados y el ganado, y (pie trajera la

hiél del pez consigo. La madre de T o b i a s , desde q u e

principió á estar sobresaltada con la tardanza del hijo,

subia todos ios (has á la cumbre de un monte con e l

deseo de ver venir á los v iageros; y en el dia en q u e

se acercáron, vió venir de lé jos á su hijo con su c o m -

pañero Azarias y corrió á dar la nueva á su marido,

al mismo tiempo que entraba el fiel p e r r o , adelantado

p o r su instinto n a t u r a l , para anunciar la feliz nueva

con su cariñosa inquietud y con los halagos de su

cola .

Antes que llegaran á la casa dijo el Angel á T o b i a s :

Cuando entrares en tu casa, adora luego al Señor tu

Dios , y dándole gracias, l légate á tu padre y dale un

b e s o , al instante le untarás sus ojos con la hiél del pez

que traes cont igo; tu padre verá la luz del cielo, y se

alegrará con tu vista. El amante hijo hizo fielmente lo

que Jiabia ordenado el Angel, y el anciano Tobias re-

c o b r ó la vista. Sara l legó á los siete dias con todo el

dinero y h a c i e n d a ; y los dos Tobias rogáron al buen

amigo Azarias se dignase tomar para sí la mitad del

dinero y hacienda adquirida. Azarias les respondió :

Bendecid al Dios del cielo, y alabadle delante de t o -

dos los vivientes, porque ha tenido misericordia de

vosotros. Buena es la oracion con el ayuno, y mejor

l a limosna que tener guardados los tesoros; porque la

limosna l ibra de la m u e r t e ; ella es la que purga los

p e c a d o s , halla misericordia, y dá vida eterna. Cuando

orabas con lágr imas , y enterrabas los muertos , cuan-

do dejabas la comida para recoger los cadáveres y en-

terrarlos de noche, y o presenté tu oracion al S e ñ o r ;

y porque eras acepto á D i o s , fué necesario que la ten-

tación te probase. El Señor me lía enviado ahora para

curarte , y para l ibrar del demonio á Sara m u g e r de

tu hijo : porque y o soy el Angel R a f a e l , uno de los

siete que asistimos delante del Señor. A l oir estas pa-

labras el anciano Tobias y el hijo se t u r b á r o n , y

viendo desaparecer al Angel, se postraron en tierra

s o b r e sus rostros haciendo oracion p o r tres h o r a s ; y

levantándose el padre abrió su boca , y dijo : Grande

e r e s , Señor, por s i e m p r e , y tu reino por todos los

siglos. Bendecid al Señor, hijos de Israe l , y alabadle

a la vista de las g e n t e s : si nos lia castigado por nues-

tras iniquidades, él mismo nos salvará por su miseri-

cordia. 3Iirad pues las maravillas que ha hecho con nos-

otros y alabadle con t e m o r : ensalzad al R e y de los si-

glos en vuestras obras. Y o le alabaré en la tierra de mi

cautiverio : porque ha manifestado su magestad sobre

una gente pecadora. Convertios p u e s , pecadores , y

haced lo justo delante de D i o s , creyendo que hará

con nosotros misericordia. El piadoso y venerable

Tobias que habia presenciado tantas escenas de mi-

seria, ántes y despues de la destrucción del reino de

Israel, vivió ciento cincuenta y ocho a ñ o s : y cuando

se sintió próximo á morir , l lamó á su hijo y a SUS nie-

t o s , y les dijo : « Oid pues, hijos m i o s , á vuestro pa-

dre ; servid al Señor en v e r d a d , é indagad para h a -

cer lo que le es agradable. Encargad á vuestros hijos

q u e hagan obras de justicia y l imosnas, que tengan á

Dios presente, y le bendigan en todo tiempo con ver-

dad. » Los virtuosos hijos del religioso Tobias perse-

veraron en buena vida y en santas o b r a s , de tal m a -

nera que fuéron aceptos á D i o s , á los hombres , y á

todos los habitadores de la tierra.

C A P I T U L O SESTO.

LA REINA ESTER.

E S T E R .

Despues q u e e l Pr ínc ipe Z o r o b a b e l volvió á J u d e a

con una parte d e l p u e b l o cauüvo p a r a reedi f icar á

Jerusalen y e l T e m p l o , l a o tra parte d e l p u e b l o q u e

h a b i a q u e d a d o en las prov inc ias de Babi lonia , estuvo

á punto de p e r e c e r e n e l tercer año d e l re inado de-

Artajerjes. Este R e y p e r s a , conocido m a s b ien p o r e l

n o m b r e de A s u e r o , d i ó una-magníf ica fiesta al estilo

oriental con r e p e t i d o s b a n q u e t e s p o r muchos d i a s , á

l a q u e asistiéron todos los Sátrapas y principales e m -

p l e a d o s en su vasto imper io . Un dia d e estos e n q u e

l a a legr ía re inó en la m e s a con mas p a r t i c u l a r i d a d , y

e n e l q u e los cortesanos fueron m a s fel ices e n adular

á su R e y , Asuero t u v o el capr icho d e mostrar á los

Príncipes convidados á s u mesa la R e i n a Yast i su m u -

g e r , con l a c o r o n a s o b r e su c a b e z a y adornada con

t o d o el esplandor oriental . Siete eunucos fuéron d e s -

p a c h a d o s p a r a comunicar á la Reina la vo luntad de

A s u e r o , y p a r a q u e l a viniesen acompañando al salón

d e l convite. Vasti consideró esta orden c o m o impro-

p i a de la et iqueta a s i á t i c a , e fecto de u n a alegría des- '

ordenada m a s b i e n q u e del deseo d e honrar á su p e r -

s o n a ; y n o q u e r i e n d o presentarse en aquel la h o r a del

c o m i t é , rehusó perentor iamente o b e d e c e r aquella

imprudente orden de su marido. Asuero habia ofreci-

d o á sus ilustres huéspedes obsequiar los con e l favor

singular de mostrarles la Re ina , p o r lo q u e q u e d ó s u -

mamente irritado con este d e s a i r e ; y en a q u e l instan-

te d e acaloramiento p r e g u n t ó á sus consejeros á q u é

pena estaba sujeta la Reina p o r esta desobediencia :

h o r a ünpropia y sitio p o c o a d a p t a b l e , para juzgar un

caso de tanta delicadeza. E l Presidente de los minis-

tros respondió : « La Reina ha o fendido no s o l o al

R e y , mas también á todos vuestros s iervos : y si esta

desobediencia queda i m p u n e , c u a n d o l l e g u e á n o t i -

cia de todas las m u g e r e s , estas no harán caso d e los

mandamientos de sus maridos. L a indignación de

Vuestra Magestad es justa , y así c o n v i e n e , si e l R e y l o

tiene á b i e n , declarar p o r un edicto i r r e v o c a b l e , q u e

la Reina Vasti ha perdido su d i g n i d a d , q u e n o vue lva

á entrar en la presencia d e l R e y , y q u e s u c o r o n a p a -

se á otra q u e sea m e j o r q u e ella. Asuero a p r o b ó el pa-

r e c e r , y espidió e l decreto de degradación.

Pasados algunos dias e l R e y se entristeció m u c h o ,

y sus ministros le propusiéron enviara personas p o r

todas las provincias del imperio p a r a buscar las vírge-

nes mas h e r m o s a s , que las tra jesen á Susan donde es-

t a b a entonces la cor te , y aquel la q u e agradase mas a l

R e y reinara e n lugar d e Vasti. T o d o esto se hizo p o r

o r d e n d e A s u e r o , y entre las doncel las escogidas h a -

b i a una l l a m a d a E s t e r , la cual agradó tanto al R e y ,

q u e la eligió p o r e s p o s a , l e puso la c o r o n a s o b r e la

c a b e z a , y f u é dec larada Reina. Ester e r a sobr ina d e

a n Judío l lamado M a r d o q u e o , e l q u e la habia a d o p t a ;

do por h i j a , y la habia educado él m i s m o ; pero no

queriendo darse á conocer , habia mandado á Ester no

descubriese su religión ni su origen. El afecto pater-

nal l levaba á Mardoqueo algunas veces á la puerta del

p a l a c i o , y esta frecuencia le estrechó en amistad con

los dos porteros de la casa r e a l , Bagata y T a r a , los

cua les eran participantes en una conspiración formada

contra el R e y , y se habían ofrecido á esténder sus

manos contra su Soberano. Mardoqueo descubrió sus

intentos, y dió parte de todo á Ester para que lo c o -

municara al Rey : la averigacion fue h e c h a , p r o b ó

e l del i to , y los dos traidores muriéron en un patí-

bulo.

Asuero tenia un ministro favorito l lamado A m a n , á

quien el R e y había ensalzado sobre todos los Prínci-

pes de su c o r t e , hasta mandar que todos los vasallos

un su imperio le doblasen la rodilla y le adoraran.

Mardoqueo que f recuentábala entrada del palacio, so

ha encontrarse con e l orgulloso ministro , y no le d o -

blaba la rodi l la ; lo que irritaba tanto á A m a n , que

resolvió v e n g a r s e , no solo de M a r d o q u e o , mas ha-

c e r perecer á toda la nación de los Judíos que habían

quedado en Asiria. E l vengativo ministro buscó oca-

sion de persuadir al R e y , que los Judíos eran una

gente insolente, unidos entre s í , y separados de los

vasallos de su imperio; que por sus leyes y c e r e m o -

nias privadas eran enemigos al e s t a d o , y menospre-

ciaban á todos los que no eran de su creencia ; y que

siendo peligrosa la existencia de este p u e b l o en sus do-

minios, la seguridad de la nación requería su estermi-

nio : por lo que si el R e y lo aprobaba, se dignase d a r

un decreto para su total destrucción. El incauto R e y ,

creyendo que todo l o que esponia el sagaz Ministro

era efecto de un puro zelo por el bien y seguridad d e l

estado, sacó de su dedo el anillo, y dándosele le d i j o :

« Haz de ese pueblo como gustes. » Aman entonces

estendió un edicto en nombre del R e y , y sel lándole

con el anillo real , l e dirigió á todos los Sátrapas y G o -

b e r n a d o r e s , para que en el dia catorce del duodéc i -

m o m e s , todos los Judíos sin distinción de edad ni

sexo fuesen pasados á cuchillo. La noticia de este

decreto consternó á l o s Judíos ; Mardoqueo rasgó sus

vest iduras, y fué hasta las puertas del palacio l loran-

do , y manifestando la amargura de su corazon. Infor-

mada Ester del llanto de M a r d o q u e o , envió á su m a -

yordomo á inquirir la causa de aquel pesar. Mardo-

queo le contó t o d o , dándole al mismo tiempo una c o -

pia del decreto es terminador , para que viéndola Es-

ter , presentase al pie del trono su intercesión para la

salvación del pueblo del Señor. La virtuosa Ester se

halló en la mas amarga indecisión : si no acudía pres-

to á suplicar al R e y , todo su p u e b l o , y quizás e l la

también p e r e c e r í a ; y si se acercaba al trono sin ser

l l a m a d a , incurriría en la pena de muerte decretada

contra todo hombre ó m u g e r que así hiciera. Movida

al fin por las razones de 3Iardoqueo se resolv ió , con

tal que los Hebreos que habia en Susan ayunasen tres

dias y tres n o c h e s , p a r a implorar al Señor le diese

acierto en su súpl ica; y que ella y sus criadas harían

lo mismo.

I . I 3

AL tercer dia se vistió Ester con las vestiduras rea-

l e s , tomó dos criadas para que la a c o m p a ñ a s e n , y

apoyando e l brazo sobre una de e l las , andaba con

dificultad, por la opresion de dolor y confusion de

su mente. Animada con la esperanza q u e ponia en el

S e ñ o r mas q u e en los atractivos de su h e r m o s u r a ,

atravesó, varias antecámaras hasta l legar a l sa lon donde

e l Rey daba su audiencia, y se paró enfrente del t r o -

no. Asuero estaba sentado s o b r e el solio de su imperio

con su manto Real y cetro de oro cuando vió á la

Reina . : sorprendido de tan inesperada apar iencia ,

contra los reglamentos de p a l a c i o , y atribuyéndola á

curiosidad indecorosa, miró á Ester con im aspecto

tan terrible que cayó desmayada. E l desfallecimiento

de la Reina mudó el espíritu de Asuero; Heno ahora

de sobresalto bajó apresurado d e l trono para s o c o r -

r e r l a ; y sosteniéndola en sus b r a z o s , la acariciaba

diciéndole : ¿ Q u é t ienes, E s t e r ? y o soy tu h e r m a n a ,

no t e m a s ; no-morirás , esta l e y no ha sido establecida

p a r a t i , sino para todos los d e m á s ; toca el cetro de

clemencia. Ester no r e s p o n d í a , y poniéndole el cetro

sobre el c u e l l o , la besaba y procuraba volverla en sí.

Ester cobró fuerzas con las muestras de bondad que

el Rey le d a b a , y le dijo : T e lie v isto, S e ñ o r , c o m o

un Angel de D i o s , y mi corazon se ha turbado con el

temor de tu m a g e s t a d : porque t ú , Señor eres en

estremo a d m i r a b l e , y tu rostro está lleno de gracias.

Mientras pronunciaba estas pa labras , s e desmayó de

n u e v o ' y quedó sin sentido. E l Rey en la m a y o r tur-

bac ión le dijo a fectuosamente: Te concederé todo lo

que p i d a s , y tendrás aunque sea la mitad de mi reino,

si lo deseas. Si he hallado gracia delante del R e y , res-

pondió Ester , y si le place concederme lo que pido

y cumplir mi petición, venga el R e y y Aman al con-.'

vite que le tengo dispuesto. Asuero quedó sorpren-

dido con la simple petición de la R e i n a , consintió, y

mandó l lamar á Aman.

E l R e y y e l ministro asistieron al banquete que

Ester les habia p r e p a r a d o , y concluida la c o m i d a ,

preguntó Asuero á la Reina cual era su pet ic ión, p r o -

metiendo concederle todo lo que pidiese. Ester res-

pondió : Si el Rey me favorece con volver mañana y

traer á A m a n , entonces le manifestaré mi voluntad.

Asuero lo promet ió , y Aman se retiró á su casa muy

engreído-con la consideración de los honores q u e le

dispensaban sus Soberanos : p e r o todo su contento

m u d ó en f u r o r , cuando al salir del palacio vió á Mar-

doqueo sentado á la puerta del a t r io , sin levantarse

de su asiento ni mostrarle el menor respeto. El orgu-

lloso ministro no podía sobrellevar este desaire d e l

J u d í o ; y desahogando su resentimiento, se quejaba

amargamente de no poder vengar este desacato hecho

á su persona. Por mas feliz que s o y , decia á su m u g e r

y á sus amigos, en h i jos , en riquezas, con el f a v o r d e l

R e y , y t a alta distinción de asistir á los convites de la

R e i n a , m e considero desgrac iado, miéntfas este Ju-

dío Mardoqueo sigue sentándose á la puerta -del p a -

lacio p a r a mostrarme desprecio. Su m u g e r y amigos

le animaban á la venganza , aconsejándole levantar

irna horca p a r a Mardoqueo, y solicitar la órden del

R e y para suspenderle en ella la mañana siguiente.

Ciego Aman en su furor l o a p r o b ó ; la horca quedó

p l a n t a d a , y el ministro reposado con la resolución de

vengarse.

Ocupado en cuidados el espíritu de Asuero, no p o -

día d o r m i r , mandó traer los anales de su reinado y

que le l e y e s e n : cuando el secretario leyó el pasage en

q u e se referia la traición de los eunucos, que Mardo-

queo habia descubierto y dado parte en t i e m p o , pre-

guntó el R e y , ¿qué premio se le ha dado por un ser-

vicio tan importante? N i n g u n o , S e ñ o r , le respondió -

ron. ¡ C ó m o es posible , esclamó A s u e r o , que á un

hombre que m e salvó la v ida no se haya p r e m i a d o !

y quedó muy disgustado con esto. Aman vino tem-

prano al palacio á pedir l a orden necesaria para la

muerte de Mardoqueo: y sabiendo el Rey que su mi-

nistro estaba en la antecámara mandó que entrase, é

inmediatamente le p r e g u n t ó : ¿ Qué debe hacerse con

aquel hombre á quien e l R e y desea honrar ? E l p r e -

suntuoso ministro, creyendo que él era el sujeto á

quien el Rey intentara honrar , respondió : E l hombre

á quien el Rey desea honrar debe ser vestido del

manto real con la corona sobre su c a b e z a , y monta-

do sobre uno de los cabal los que monta el R e y , será

guiado por el primero de los Príncipes del r e i n o , el

q u e caminando por la p laza de la ciudad diga en alta

voz : Así será honrado todo aquel á quien el Rey

quisiere honrar. Date p r i e s a , mandó el Rey á su mis

nistro, toma el manto rea l y el cabal lo , y haz todo l o

q u e has dicho con el Judío Mardoqueo, que se suele

sentar á las puertas del palacio. Guárdate de omitir

cosa alguna de las que has dicho. Aman tomó el man-

to real y el c a b a l l o , vistió y coronó á M a r d o q u e o , y

paseándole por la p laza , g r i t a b a : De esta honra e s

digno aquel á quien el Rey quiere honrar .

Concluida la procesion con el m a y o r disgusto de

A m a n , corrió á su casa lleno de confusion y l lorando

de rabia. Pregonar por mandado del R e y los mayo-

res honores del imperio conferidos á un e n e m i g o ,

cuya sentencia de muerte iba á soücitar en aquella

misma h o r a ; poner con su propia mano la corona y

manto real sobre aquella misma p e r s o n a , para la

que acababa de plantar una h o r c a , era una mortifica-

ción igual á la m u e r t e , no solo para A m a n , mas para

cualquiera otro menos ambicioso y vengativo que él .

Aman descubriendo su dolor á su m u g e r y á sus ami-

gos buscaba consuelo en sus razonamientos, y su

muger y sus amigos considerando bien el caso le p r o -

nosticaban peores consecuencias todavía. Un m a y o r -

domo del Rey l legó á este t iempo para dar priesa a l

ministro , siendo y a la hora del c o n v i t e , y al instante

fué con él al palacio. Alegre el R e y con el v i n o , m o -

vido quizas mas de su amor por la hermosa E s t e r , d i -

j o : Esposa, ¿ q u é petición es la tuya? te c o n c e d e r é

cuanto quieras , aunque pidas la mitad de mi reino.

La bella Ester , reuniendo ahora todas las gracias en

sus o j o s , miró tiernamente á Asuero para ganar su

corazon, y le dijo : Si he hallado gracia en tus o j o s ,

o R e y , dígnate concederme la vida por la que te rue-

g o , y salva á mi pueblo por quien intercedo tu e l e -

mencia. Ya estás informado, S e ñ o r , que y o soy He-

b r e a , y ahora debo comunicarte que y o y todo mi

p u e b l o estamos sentenciados á morir y ser estermina-

dos. Si solo nos vendiesen por esclavos y e s c l a v a s ,

seria un mal tolerable, y gimiendo ca l lar ía : mas aho-

r a hay un enemigo nuestro, cuya crueldad amancil lará

l a g lor ia del Rey mi Señor. Atónito Asuero p r e g u n t ó :

c Quién es e s e , y cuál es su p o d e r , que tenga osadía

d e hacer esto? Ester respondió vivamente : Nuestro

pés imo contrario y enemigo es este A m a n ; este mis-

m o es el hombre que abusando de la estrema bondad

d e su R e y , ha estendido, ha sellado y dirigido un

decreto en vuestro real n o m b r e , para pasar á cuchi-

l lo , en todos vuestros dominios y en un mismo dia, á

t o d o el pueblo de Israe l , sin otra culpa q u e la de ser

f ieles á su Dios. Un designio tan horrible estremeció

a l R e y , y levantándose se retiró al j a r d í n , para con- -

slderar la resolución que habia de tomar sobre un n e -

g o c i o tan arduo. Aturdido Aman con la acusación de

la Reina y el furor del R e y , se postró á los pies de

Ester , que estaba reclinada en su sofá, implorando su

protecciou. El crimen de Aman era muy enorme para

q u e la Rema intercediese por é l ; y el pe l igro en que

Aman hallaba su vida le impelía á solicitar con mas

instancia la compasion de Ester. En la confusion que

le a g i t a b a , se acercó á la Reina mas de lo que p e r m i -

tía el r e s p e t o , lo cual visto por Asuero que entró en

a q u e l m o m e n t o , se arrebató en c ó l e r a , y gritó :

n íuera ese traidor. Arbana, uno de los mayordomos

de p a l a c i o , dijo al Rey : Señor, este hombre tiene le-

vantada en su casa una horca p a r a vuestro fiel s ierro

Mardoqueo. Colgadle e n ella dijo el R e v ; y la orden

fué inmediatamente ejecutada. El criminal sufrió e l

mismo castigo que habia preparado al inocente; la

justicia divina quedó satisfecha; Ester y su • p u e -

blo quedáron vengados , y la ira del Rey fué a p l a -

cada.

Ester declaró ahora al R e y que Mardoqueo era su

t í o , y q u e la habia criado é instruido como á hija :

Asuero se alegró mucho saber quien era Mardoqueo,

l e entregó el anillo real que habia mandado quitar á

A m a n , y le dió el gobierno del palacio. De este modo

se removió el mal que'amenazaba á los Judíos que re-

sidían en la c o r t e ; pero quedaba todavía la terrible

consecuencia del fatal decreto , que Aman habia man-

dado á todas las provincias del imperio : la piadosa

Ester suplicó otra vez al R e y enviase nuevas órdenes

á los Sátrapas y G o b e r n a d o r e s , revocando- las i n s -

trucciones esterminadoras del pérfido Aman. Asuero

respondió á la Reina y á M a r d o q u e o : He castigado al

traidor que se atrevió á estender su mano contra los

Judíos, escribid como mejor os pareciere en nombre

d e l R e y , y sellad las cartas con mi anillo. Mardoqueo

escribió una carta admirable á los Gobernadores, m a -

nifestándoles el abuso que habia hecho Aman de l a

confianza del R e y , la soberbia de los favoritos de los

Monarcas , sus ingratitudes, sus engaños y artificios :

previniéndolos no juzgaran aquella contraorden e fec-

to de l igereza de ánimo , sino c o m o una providencia

300 E S D R A S .

c o n f o r m e á la condicion y n e c e s i d a d de los t i e m p o s ,

c o m o lo pide e l b ien de la Repúbl ica .

E n todas las p r o v i n c i a s , c iudades y pueblos á

donde l legaba esta orden d e l R e y , habia maravi l losa

a l e g r í a , banquetes y convites : en tanto g r a d o , que

m u c h o s de otras naciones y sectas abrazaban la re l i -

g i ó n y ceremonias de los J u d í o s ; y por muchos años

se c e l e b r ó aquel d ia , c o m o aniversario d e la salvación

d e l p u e b l o judío p o r la p r o v i d e n c i a d e l S e ñ o r , y la

v irtud de Ester y M a r d o q u e o .

L I B R O VI.

S E S T A E D A D D E L MUNDO.

Comprende 532 años.

C A P I T U L O P R I M E R O .

REEDIFICACION DEL TEMPLO 1" GOBIERNO DE JIDEA

DESPUES DE LA CAUTIVIDAD.

E S D R A S .

L o s Judíos continuaron e n su desolación hasta

completarse los setenta años d e cautividad á q u e el

Señor los habia condenado p o r sus repetidas prevar i -

caciones. Durante aquel t i e m p o , e l imperio de Babi-

l o n i a fué trastornado p o r Dario R e y de Pers ia , á quien

sucedió en el trono el g r a n d e y glorioso Monarca C i -

r o . Doscientos años antes habia p r e d i c h o el Profe ta

Isa ías , que nacería un h o m b r e l lamado Ciro , q u e s e -

ria un g r a n d e R e y , y que cumpliría toda la voluntad

del S e ñ o r , haciendo reedif icar á Jerusalen, y al tem-

p l o . El Dios de Israel , zeloso de su palabra y p r o m e s a ,

despertó e l espíritu de C i r o , y por su mandado p u -

bl icó un solemne edicto en todo su i m p e r i o , distri-

b u y e n d o copias por escrito p a r a su m a y o r noticia y

mas acertado efecto. «Esto dice Ciro R e y de los P e r s a s :

T o d o s los reinos de la t ierra m e los ha dado el S e ñ o r

Dios del c i e l o , y é l mismo me ha mandado q u e l e

edifique casa en J e r u s a l e n , q u e está en Judea. T o d o s

los varones q u e han q u e d a d o pertenecientes al p u e b l o

del Señor Dios de Israel subirán á Jerusalen p a r a

edificar la casa de su Dios. Y es mi r e a l voluntad q u e

se les a y u d e con p l a t a , o r o , hacienda y bestias desde

e l lugar en que m o r e cada u n o , hasta e l lugar d e su

destino. » El generoso Ciro n o solo p r o p o r c i o n ó los

gastos p a r a el restablecimiento d e Israel c o m o p u e -

b l o , mas por otro edicto comunicado á los t e s o r e r o s

d e l erar io p ú b l i c o , m a n d a b a p a g a r los gastos de l a

fábrica del templo. Así mismo m a n d ó á su t e s o r e r o ,

entregar al Príncipe de Judá los cinco mil y c u a t r o -

cientos vasos de oro y plata que Nabucodonozor h a -

bia sacado d e l templo a n t i g u o , p a r a q u e volv ie-

ran á emplearse en e l servicio y culto d e l Dios de I s -

rael .

E n virtud de este e d i c t o , mas d e cuarenta y dos.

i 3 *

300 E S D R A S .

c o n f o r m e á la condicion y n e c e s i d a d de los t i e m p o s ,

c o m o lo pide e l b ien de la Repúbl ica .

E n todas las p r o v i n c i a s , c iudades y pueblos á

donde l legaba esta orden d e l R e y , habia maravi l losa

a l e g r í a , banquetes y convites : en tanto g r a d o , que

m u c h o s de otras naciones y sectas abrazaban la r e l i -

g i ó n y ceremonias de los J u d í o s ; y por muchos años

se c e l e b r ó aquel d ia , c o m o aniversario d e la salvación

d e l p u e b l o judío p o r la p r o v i d e n c i a d e l S e ñ o r , y la

v irtud de Ester y M a r d o q u e o .

L I B R O VI.

S E S T A E D A D D E L MUNDO.

Comprende 532 años.

C A P I T U L O P R I M E R O .

REEDIFICACION DEL TEMPLO 1" GOBIERNO DE JUDEA

DESPUES DE LA CAUTIVIDAD.

E S D R A S .

L o s Judíos continuaron e n su desolación hasta

completarse los setenta años d e cautividad á q u e el

Señor los habia condenado p o r sus repetidas prevar i -

caciones. Durante aquel t i e m p o , e l imperio de Babi-

l o n i a fué trastornado p o r Darío R e y de Pers ia , á quien

sucedió en el trono el g r a n d e y glorioso Monarca C i -

r o . Doscientos años antes habia p r e d i c h o el Profe ta

Isa ías , que nacería un h o m b r e l lamado Ciro , q u e s e -

ria un g r a n d e R e y , y que cumpliría toda la voluntad

del S e ñ o r , haciendo reedif icar á Jerusalen, y al tem-

p l o . El Dios de Israel , zeloso de su palabra y p r o m e s a ,

despertó e l espíritu de C i r o , y por su mandado p u -

bl icó un solemne edicto en todo su i m p e r i o , distri-

b u y e n d o copias por escrito p a r a su m a y o r noticia y

mas acertado efecto. «Esto dice Ciro R e y de los P e r s a s :

T o d o s los reinos de la t ierra m e los ha dado el S e ñ o r

Dios del c i e l o , y é l mismo me ha mandado q u e l e

edifique casa en J e r u s a l e n , q u e está en Judea. T o d o s

los varones q u e han q u e d a d o pertenecientes al p u e b l o

del Señor Dios de Israel subirán á Jerusalen p a r a

edificar la casa de su Dios. Y es mi r e a l voluntad q u e

se les a y u d e con p l a t a , o r o , hacienda y bestias desde

e l lugar en que m o r e cada u n o , hasta e l lugar d e su

destino. » El generoso Ciro n o solo p r o p o r c i o n ó los

gastos p a r a el restablecimiento d e Israel c o m o p u e -

b l o , mas por otro edicto comunicado á los t e s o r e r o s

d e l erar io p ú b l i c o , m a n d a b a p a g a r los gastos de l a

fábrica del templo. Así mismo m a n d ó á su t e s o r e r o ,

entregar al Príncipe de Judá los cinco mil y c u a t r o -

cientos vasos de oro y plata que Nabucodonozor h a -

bia sacado d e l templo a n t i g u o , p a r a q u e volv ie-

ran á emplearse en e l servicio y culto d e l Dios de I s -

rael .

E n virtud de este e d i c t o , mas d e cuarenta y dos.

i 3 *

mil Judíos se pus ieron en caminó p a r a vo lver á J e r u -

s a l e n . b a j o la conducta d e l Pr íncipe Z o r o b a b e l . L u e -

g o que l legaron á J e r u s a l e n , el S a c e r d o t e Josué c o n -

g r e g ó al p u e b l o , y edi f icáron provis ionalmente un

altar al Dios de Israe l , p a r a o f r e c e r en é l holocaustos ,

as í diarios c o m o s o l e m n e s , c o n f o r m e á lo que estaba

m a n d a d o en la l e y de Moisés. F o r m a d o el p l a n , y

a b i e r t o s los c imientos , asistieron los sacerdotes, en

so lemnes ves t iduras , los levitas c o n sus instrumentos ,

y t o d o el p u e b l o de g a l a , p a r a c o l o c a r la p iedra f u n -

damenta l de l santo e d i f i c i o , lo que se hizo entre las

vívas ac lamaciones de a l e g r í a p o r todos los especta-

dores. Los T i r o s y S i d o n i o s , p o r m a n d a d o de C i r o ,

c o r t a b a n á r b o l e s , c u a d r a b a n v i g a s , sacaban piedras,

l a b r a b a n s i l lares , y los J u d í o s q u e eran espertos a l -

bañi les edif icaban. Los descendientes de los Caldeos

q u e habian venido á p o b l a r las c iudades que quedáron

desiertas p o r el dest ierro d e los hijos de I s r a e l , i n f o r -

m a d o s de la o b r a , se presentáron á Z o r o b a b e l y á

l o s Ancianos del p u e b l o , sol icitando que los admit ie-

r a n c o m o c o m p a ñ e r o s en eí t rabajo : mas los P r í n c i -

p e s de Judá no tuvieron p o r conveniente admitir la

solicitud. Esto ofendió e n estremo á los S a m a r i t a n o s ,

los que p r ó c u r á r o n desde entonces , p o r todos los m e -

dios que estaban á su a l c a n c e , interrumpir la fábr ica

d e l t e m p l o , y frustrar el designio de los Israelitas.

R e p r e s e n t á r o n á la c o r t e , y ganaron con presentes á

m u c h o s consejeros d e l R e y de Persia p a r a h a c e r sus-

p e n d e r la obra : p e r o C i r o , inf lexible en sus decretos

c u a n d o dimanaban de su b o n d a d y de su j u s t i c i a ,

p r o h i b i ó que le hablasen contra la determinación q u e

habia t o m a d o á favor del p u e b l o de Israel. Con l a

m u e r t e de Ciro perdió e l p u e b l o del S e ñ o r su p r o t e c -

t o r , y sus enemigos preva lec ieron e n e l re inado d e

Cambises su sucesor al trono de Pers ia , h a c i e n d o sus-

p e n d e r las o b r a s ; hasta que p o r e l ze lo y e x h o r t a c i o -

nes de los profetas A g g e o y Zacar ías cont inuáron e l

t rabajo . T a t a n a i , V irrey de l o s Persas en S a m a r í a ,

v ino á Jerusalen con o b j e t o de es torbar la o b r a , y

c o n v e n i d o c o n Z o r o b a b e l , escr ibieron á D a r í o , (pie

h a b i a sucedido á C a m b i s e s , una representac ión s o -

b r e a q u e l negoc io . El R e y m a n d ó registrar los a r c h i -

v o s , y h a l l a d o el edicto de C i r o , le conf irmó : la fá-

b r i c a ñié c o n t i n u a d a , y á los ve inte años q u e d ó e l

t e m p l o enteramente a c a b a d o y d e d i c a d o c o n g r a n d e

so lemnidad.

E l resto de los Judíos que habian q u e d a d o en B a -

bi lonia despues de la part ida de Z o r o b a b e l , y q u e s e

habian salvado de la persecuc ión del pér f ido A m a n

p o r l a interces ión de Ester , vo lv iéron á Jerusalen b a -

j o l a dirección del sabio y v irtuoso s a c e r d o t e Esdías.-

I n f o r m a d o el R e y Artajerjes de l a p r u d e n c i a del Es-

c r i b a Esdras y su grande reputac ión entre los H e b r e o s ,

le dió patente de Visitador de Jerusalen y t o d a l a J u -

d e a , c o n p l e n o p o d e r para rec ib ir y h a c e r u s o de to-

d a l a plata y o r o que el R e y , sus c o n s e j e r o s , y los h a -

bitantes d e Babilonia habian o f r e c i d o e s p o n t á n e a m e n -

te. A l mismo t iempo se p u b l i c ó un edicto r e a l , p a r a

q u e l o s s a c e r d o t e s , l ev i tas , y cua lquiera otra p e r s o n a

d e l p u e b l o de Israel q u e quis iesen i r á es tablecerse á.

la J u d e a , se uniesen bajo la dirección de Esdras. Ar-

tajerjes asignaba las rentas reales de las provincias

a l occidente del rio J o r d á n , para el mantenimiento de

l o s ministros, y servicio de la casa del Dios de Israel.

Así mismo autorizaba el R e y á Esdras para nombrar

J u e c e s , y establecer magistrados en los pueblos que

juzgase conveniente , p a r a castigar con m u e r t e , pri-

s i ó n , destierro ó m u l t a , á los transgresores de la ley

de D i o s , de las órdenes del R e y , y á los perturbado-

res de la República. Llegado Esdras á Jerusalen con

e l pueblo que le seguía , supo con grande d o l o r , que

los primeros Judíos que volviéron con Z o r o b a b e l ,

habían contraído alianza con las mugeres gentiles del

pais : y manifestando al p u e b l o la comision que le

liabia dado el R e y , y el p leno poder con que le

había autor izado , mandó á los Israelitas repudiar

aquellas mugeres estrangeras : todos o b e d e c i é r o n ,

prometiendo no contraer mas matrimonios con idó-

latras.

Algunos Judíos de distinción liabian quedado en Ba-

bilonia despues de la partida de Esdras, habiendo ob-

tenido por sus virtudes cargos de importancia en la

corte. El recto y piadoso Neemias era uno de e l los ,

y tenia el empleo de Copero del Rey A r t a j e r j e s ;

dignidad de palacio de la m a y o r confianza y distinción

e n las cortes orientales. Este fiel Israelita, solícito en

informarse del estado de su nación bajo la adminis-

tración de Esdras , encontró un dia á Anani, paisano

s u y o , q u e acababa de venir de Jerusalen, y le r o g ó

l e informase del estado del pueblo y de la santa Ciu-

dad. Entre las cosas que le dijo , fué una sobre el es-

t a d o de los muros de la c i u d a d , que estaba^ arrasa-

dos , y sus puertas quemadas al fuego. Es muy singu-

lar el aprecio que el buen Neemias hacia de las m u r a -

Uas de J e r u s a l e n , y lo mucho que lastimó á su cora-

zon oír su destrucc ión, pues rompió en llanto, se vis-

tió de l u t o , ayunó por muchos dias , haciendo f e r v o -

rosas oraciones al Señor. Un dia en que fué á servir su

empleo de Copero á la mesa del R e y , estaba tan triste

y a f l i g i d o , que lo advirtió Artajerjes y le preguntó la

causa.Neemias le respondió: ¿Cómo es posible, o R e y ,

que mi rostro no muestre el dolor de mi corazon, sa-

biendo que la ciudad donde están los sepulcros de mis

padres se halla desmante lada , y sus puertas q u e m a -

das á f u e g o ? ¿ Y qué cosa pides? le dijo el R e y con

m u c h o agrado. Que vuestra Magestad se digne e n -

viarme á J u d e a , respondió Neemias, para reedificar

los muros de la ciudad donde reposan los huesos de

mis padres. Oyendo el Rey y la Reina la petición d e

su fiel s iervo, se la concediéron, con la condicion de

que volvería dentro de cierto plazo : y para facilitar

su intento, le dió Artajerjes cartas para los Goberna-

dores de las provincias , y Guardabosques , á fin d e

que le asist ieran, y le diesen toda la madera necesa-

ria para la obra.

Contento Neemias con los favores de su S o b e r a n o ,

l legó á Jerusalen, registró bien las ruinas , y mostró

l u e g o á los Sacerdotes , Magistrados, y sujetos pr inc i -

pales de la ciudad la concesion l iberal del R e y , de lo.

que se alegráron muchísimo : y en segiúda comenzá

Jfon á reedificar con la mayor actividad los m u r o s , las

torres y las puertas dé Jerusalen. Los Samarilanos se

o p o n í a n , y hacían cuanto estaba en su poder para

frustrar el proyecto de N e e m i a s ; l legando á tal exceso

s u osadía , que fué necesario armar una parte de

los habitantes , y poner centinelas de noche miéntras

duró el t rabajo . Nada podía intimidar al activo y ze-

loso Neemias en la reedificación de sus l loradas m u r a -

l l a s ; y en muy b r e v e t iempo tuvo el consuelo de ver

l a ciudad bien cercada de muros y torres con las

puertas necesarias.

E l zeloso Neemias hizo tres r e f o r m a s m u y esenciales

e n el pueblo de Israel , durante su visita á Jerusalen.

Habiendo sabido que los levitas , cantores y otros

empleados en el templo se habían ausentado de Jeru-

s a l e n , porque 110 les querían dar las porciones que

les estaban señaladas p o r la l e y , congregó á los Ma-

gistrados , y los reconvinó sobre la irregularidad de

haber abandonado la casa de D i o s : luego reunió á to-

dos los ministros del c u l t o , y estos reasumiéron sus

funciones. Se n o m b r a r o n superintendentes de los gra-

neros , y el pueblo traia los diezmos de t r i g o , aceite

y v i n o , para almacenarlos y distribuirlos despues.

Otro abuso que reformó N e e m i a s , fué la observación

d e l sábado. Los Judíos acostumbraban traer al m e r -

c a d o en este dia todo g é n e r o de provisiones. El religioso

Neemias reprendió á los Magistrados de Jerusalen so-

b r e esta profanación, é hizo cerrar las puertas de l a

c iudad en los dias de s á b a d o , paTa que los T i r o s , y

o t r o s arrieros no entrasen coir sus cargas. El tercer

abuso que reformó Neemias fué la frecuencia de casa-

mientos con las mugeres gentiles desde la muerte de

Esdras : una de las consecuencias e r a , q u e los hijos

d e estos matrimonios hablaban la lengua de los paga-

n o s , y apenas entendían el idioma judáico. Neemias

les mostró cuan grave era este pecado en la ley de

Moisés , y las fatales consecuencias que trajo al pue-

b l o del Señor este mal ejemplo de Salomon : la obs-

tinación de muchos hizo necesario valerse de la fuer-

z a , azotando á unos y desterrando á otros. Entre es-

tos últimos había un cierto pérsonage l lamado Mana-

s e s , hijo de Joíada Sumo S a c e r d o t e , que estaba ca-

sado con una hija de Sambalat Gobernador de Sa-

maría : el cual irritado contra Neemias y los Magistra-

dos de Jerusalen, obtuvo por el valimiento de su sue-

gro un privilegio del Rey Darío Noto para edificar

un templo sobre el monte de Garizin cerca de Sama-

ría , y ser nombrado él mismo Sumo Pontífice. De

este modo causó un cisma que duró hasta el tiempo de

Jesucr is to , y los Judíos descontentos en Jerusalen

huian á Samaría , renunciando el templo de S i o n , y

frecuentando el de Garizin. El piadoso Neemias murió

cuatrocientos y veinte años antes de Jesucristo; y

despues de su muerte , quedó el gobierno de Jerusa-

len agregado á la prefectura de la Sir ia , viniendo á

ser de este modo el Pontificado un empleo del nom-

bramiento de los Gentiles. Los Judíos continuáron v i -

viendo en paz con el l ibre ejercicio de su religión y

ceremonias , durante los reinados de Darío N o t o , Ar-

tajerjes M n e m o n , Oco y Darío Codomano, Reyes d e

los Persas y d e los M e d o s , hasta q u e e l g r a n i m p e r i o

de Babilonia fué arruinado p o r e l irresistible p o d e r

de Alejandro Magno.

Este cé lebre conquistador d e l Asia h a b i a sido m o s -

trado figurativamente al profeta Daniel en dos visiones

diferentes. En la visión de las cuatro b e s t i a s , que fi-

guraban los cuatro grandes imperios de la t ierra q u e

habían de suceder uno á otro antes del reino d e Cr is -

to , l a tercera bestia e r a c o m o un l e o p a r d o , con c u a -

tro a las , y cuatro c a b e z a s , y e r a animal de m u c h o

poder . El imperio de Ale jandro f u é e l t e r c e r o ; la r a -

pidez de sus conquistas c o m o e l v u e l o de un á g u i l a ; y

la corona d e Ale jandro se dividió p o r m u e r t e s u y a ,

p a r a coronar á cuatro Reyes. E n otra visión le f u é

mostrado un m a c h o c a b r í o , q u e iba del occidente al

oriente con una hasta muy g r a n d e en la f r e n t e , y se

encontró con un carnero q u e tenia m u c h a s a s t a s : e l

m a c h o embistió al carnero c o n todo el ímpetu de su

f u e r z a , le q u e b r ó todas las a s t a s , y le hol ló en t i e r r a ,

sin que nadie pudiera favorecer le . El m a c h o creció

m u c h o , se le c a y ó e l asta g r a n d e , y le nacieron c u a -

tro. E l carnero figuraba á D a r í o , que amenazaba a l

o c c i d e n t e ; y e l m a c h o figuraba á Ale jandro q u e pasó

al o r i e n t e , venció á D a r í o , y le quitó sus reinos : cre-

ció su imperio y c a y ó , para levantarse cuatro en s u

lugar. Alejandro se enfermó , y c o n o c i e n d o que iba á

m o r i r , dividió su reino en cuatro p a r t e s , y c o r o n ó á

sus cuatro Generales mas principales. L a parte d e l

Asia fué el reino d e S e l e u c o , y p o r consiguiente q u e d ó

sujeta á é l la Judea.

C A P I T U L O SEGUNDO.

CRUEL PERSECUCION DE ANTIOCO.

L O S MACABEOS.

Los Judíos continuáron gozando paz y l ibertad en

sus ceremonias re l ig iosas , durante e l re inado de S e -

l e u c o , y Antioco el G r a n d e , hasta q u e la p a z fué tur-

b a d a en t iempo de Se leuco F i l o p a t o r , sucesor de A n -

tioco en el reino de Siria. Se leuco h o n r a b a m u c h o á

J e r u s a l e n , á los Judíos y á su r e l i g i ó n , movido de l a

p iedad y virtudes d e l Pontíf ice O n i a s ; y aunque es te

R e y era gent i l , daba una renta anual muy l ibera l p a r a

mantener con d e c e n c i a e l culto d e l verdadero Dios.

T a l es la influencia de la virtud d é l o s sacerdotes, q u e

h a c e n respetar su rel igión aun á aquel los q u e 110 l a

profesan. S i m ó n , de la tr ibu de B e n j a m i n , q u e t e n i a

la superintendencia del tesoro d e l t e m p l o , sin m a s

mot ivo que vengarse del Sumo S a c e r d o t e Onias , i n -

f o r m ó á Apolonio G o b e r n a d o r genera l de la p r o v i n -

c ia , q u e en las ca jas d e l templo habia sumas inmensas

d e dinero y otras r iquezas del c o m ú n , que no p e r t e -

necían al ramo de los sacr i f ic ios , y q u e podían p o -

nerse en e l erario del R e y . Un descubrimiento d e esta

especie es un asunto de m u c h o Ínteres p a r a c o n g r a -

ciarse un G o b e r n a d o r con su S o b e r a n o : Apolonio i n -

f o r m ó á S e l e u c o todo lo que Simón le habia c o m u n i -

c a d o , y c r e y e n d o el Rey q u e a q u e l dinero e r a residuo

los Persas y d e los M e d o s , hasta q u e e l g r a n i m p e r i o

de Babilonia fué arruinado p o r e l irresistible p o d e r

de Alejandro Magno.

Este cé lebre conquistador d e l Asia h a b i a sido m o s -

trado figurativamente al profeta Daniel en dos visiones

diferentes. En la visión de las cuatro b e s t i a s , que fi-

guraban los cuatro grandes imperios de la t ierra q u e

habían de suceder uno á otro antes del reino d e Cr is -

to , l a tercera bestia e r a c o m o un l e o p a r d o , con c u a -

tro a las , y cuatro c a b e z a s , y e r a animal de m u c h o

poder . El imperio de Ale jandro f u é e l t e r c e r o ; la r a -

pidez de sus conquistas c o m o e l v u e l o de un á g u i l a ; y

la corona d e Ale jandro se dividió p o r m u e r t e s u y a ,

p a r a coronar á cuatro Reyes. E n otra visión le f u é

mostrado un m a c h o c a b r í o , q u e iba del occidente al

oriente con una hasta muy g r a n d e en la f r e n t e , y se

encontró con un carnero q u e tenia m u c h a s a s t a s : e l

m a c h o embistió al carnero c o n todo el ímpetu de su

f u e r z a , le q u e b r ó todas las a s t a s , y le hol ló en t i e r r a ,

sin que nadie pudiera favorecer le . El m a c h o creció

m u c h o , se le c a y ó e l asta g r a n d e , y le nacieron c u a -

tro. E l carnero figuraba á D a r í o , que amenazaba a l

o c c i d e n t e ; y e l m a c h o figuraba á Ale jandro q u e pasó

al o r i e n t e , venció á D a r í o , y le quitó sus reinos : cre-

ció su imperio y c a y ó , para levantarse cuatro en s u

lugar. Alejandro se enfermó , y c o n o c i e n d o que iba á

m o r i r , dividió su reino en cuatro p a r t e s , y c o r o n ó á

sus cuatro Generales mas principales. L a parte d e l

Asia fué el reino d e S e l e u c o , y p o r consiguiente q u e d ó

sujeta á é l la Judea.

C A P I T U L O SEGUNDO.

CRUEL PERSECUCION DE ANTIOCO.

L O S MACABEOS.

Los Judíos continuáron gozando paz y l ibertad en

sus ceremonias re l ig iosas , durante e l re inado de S e -

l e u c o , y Antioco el G r a n d e , hasta q u e la p a z fué tur-

b a d a en t iempo de Se leuco F i l o p a t o r , sucesor de A n -

tioco en el reino de Siria. Se leuco h o n r a b a m u c h o á

J e r u s a l e n , á los Judíos y á su r e l i g i ó n , movido de l a

p iedad y virtudes d e l Pontíf ice O n i a s ; y aunque es te

R e y era gent i l , daba una renta anual muy l ibera l p a r a

mantener con d e c e n c i a e l culto d e l verdadero Dios.

T a l es la influencia de la virtud d é l o s sacerdotes, q u e

h a c e n respetar su rel igión aun á aquel los q u e 110 l a

profesan. S i m ó n , de la tr ibu de B e n j a m i n , q u e t e n i a

la superintendencia del tesoro d e l t e m p l o , sin m a s

mot ivo que vengarse del Sumo S a c e r d o t e Onias , i n -

f o r m ó á Apolonio G o b e r n a d o r genera l de la p r o v i n -

c ia , q u e en las ca jas d e l templo habia sumas inmensas

d e dinero y otras r iquezas del c o m ú n , que no p e r t e -

necían al ramo de los sacr i f ic ios , y q u e podían p o -

nerse en e l erario del R e y . Un descubrimiento d e esta

especie es un asunto de m u c h o Ínteres p a r a c o n g r a -

ciarse un G o b e r n a d o r con su S o b e r a n o : Apolonio i n -

f o r m ó á S e l e u c o todo lo que Simón le habia c o m u n i -

c a d o , y c r e y e n d o el Rey q u e a q u e l dinero e r a residuo

d e las sumas que donaba anualmente para los gastos

d e l culto, envió á Heliódoro, su Ministro de Hacienda,

para recoger aquel tesoro. La comision requería mu-

c h o s e c r e t o , para no dar tiempo á remover el dinero

en todo ó en p a r t e ; y así partió el Ministro, con p r e -

testo de visitar aquella provincia , para poner én e j e -

cución con mas acierto el designio del Rey .

L legado Heliodoro á Jerusalen , l lamó á Onias y le

mostró la orden del R e y ; el Pontífice r e s p o n d i ó : Que

e l dinero guardado en las cajas del templo era un

f o n d o de donaciones hechas por los fieles para s o -

c o r r e r á viudas y huér fanos , y un depósito pertene-

ciente á T o b í a s Hircano, varón eminente , q u e lo l ia-

J)ia puesto allí por m a y o r seguridad. El ministro, m a s

atento á e jecutar sus órdenes que á considerar la jus-

t i c i a , respondió : Que él no tenia instrucciones de

examinar como habia venido allí aquel dinero, ni cual

e r a su dest ino; su comision era solo para l levársele al

R e y . Esta respuesta perentoria del comisionado afli-

g i ó mucho al justo Onias, y puso en consternación á

t o d a la c iudad, que tenia todo el derecho á aquel d i -

nero . El Sumo Sacerdote y los pobres de Jerusalen

recurrieron al S e ñ o r , implorando su protecc ión c o n -

tra aquella violencia. Hel iodoro, entre t a n t o , mar-

c h a b a hácia el templo con su guardia , p a r a a p o d e -

rarse del tesoro por la fuerza, mas el espíritu del Dios

T o d o Poderoso detuvo su militar arrogancia. Un c a -

ba l lo belicoso con un ginete ricamente vestido y de

vista espantosa se apareció á la entrada del templo ,

y embistiendo á Hel iodoro , amenazaba destruir le

con las m a n o s , miéntras que dos gallardos m a n c e -

b o s , puestos cada uno á su l a d o y armados de buenos

zurr iagos, le sacudían fuertes latigazos sin cesar. E l

atrevido ministro cayó en tierra sin habla , y le retirá-

ron léjos del templo en una sil la d e manos. Los guar-

dias se recobraron del temor q u e los habia paralisa-

d o , y al ver el estado horr ib le de su G e f e , suplicaron

humildemente al virtuoso Pontíf ice, que rogará al Al-

tísimo concediese la v ida á aquel h o m b r e , que parecía

estar en las agonías d e la muerte. Onias consideró

prudentemente , que tal vez podría sospechar el R e y

que el milagroso efecto del p o d e r del Señor era al-

guna trama urdida por los Judíos contra su ministro,

y ofreció sacrificio saludable por la salud de Helio-

doro. Dios o y ó la oracion de su s i e r v o , y restituyó el

sentido al humillado ministro q u e quiso atropellar e l

Santuario : los dos jóvenes celest ia les , puestos á su

lado con el azote en la m a n o , l e dijéron : Da gracias

a l Sacerdote Onias, pues solo por su intercesión te h a

l ibrado el Señor la v ida , 'y acordándote de este tu v i -

sible cast igo , anuncia á todos las maravillas de Dios

y su poder. Dichas estas pa labras , desapareciéron.

Escarmentado Heliodoro con la mano de los Angeles,

y contento con haber escapado con la v i d a , volvió á

l a corte sin el t e s o r o , é informó á Seleuco de todo lo

q u e habia v is to , y de todo lo que habia sufrido. El

R e y que habia ya contado con aquel dinero s a g r a d o ,

quería buscar otros medios para apoderarse de é l , y

consultó con su ministro sobre el nombramiento de

otra persona, para mandarla á Jerusalen con el mis-

mo encargo. Heliodoro le respondió francamente :

S e ñ o r , si tienes algún enemigo contra tu persona , ó

traidor contra tu re ino , que merezca la muerte ó un

castigo muy c r u e l , envíale á Jerusalen por el tesoro

del t e m p l o ; pues si el caballo no le destrozare, los

dos mancebos de los zurriagos darán buena cuenta

de é l ; porque verdaderamente hay virtud divina en

aquel l u g a r , que no dejará impune al que intentare

violarle.

E l pérf ido S i m ó n , que habia denunciado el tesoro

de la casa del Señor al R e y S e l e u c o , acr iminaba al

virtuoso Onias , y le indispuso tanto con A p o l o n i o ,

que pareció indispensable al santo Pontífice ir á la

corte, 110 como acusador sino para vindicar su honor

y asegurar la tranquilidad del pueblo. En este tiempo

murió Seleuco y le sucedió en el trono su hermano

menor Antíoco el N o b l e , cruel perseguidor del pue-

blo de Israel. E l virtuoso Onias poseía muchas virtu-

des , para vivir tranquilo b a j o el reinado de un hom-

bre como A n t í o c o , y entre el corrompido pueblo de

Jerusalen. Su inicuo hermano Jason dió dinero al

R e y , fué nombrado Pontífice, y Onias quedó privado

del sumo Sacerdocio. M e n e l a o , hermano del ca lum-

niador S i m ó n , ofreció mas dinero á Ant íoco, hizo d e -

poner á J a s o n , y obtuvo p a r a sí el ponti f icado; di-

gnidad que no podia e jercer , 110 siendo de la tribu de

L e v i , y haciéndose tanto mas escandaloso el crimen

de simonía. Este malvado intruso, para sat is facer los

gastos de sus intrigas, sacó del templo los vasos sa-

grados, y los mandó vender en Tiro y otras c i u d a d e s :

lo cual sabido por el zeloso Onias, le escribió desde

Antioquia reprendiéndole por una profanación tan

grave. La carta de Onias irritó en estremo á Menelao,

y aprovechándose de la ausencia de Antíoco, preva-

leció con Andrónico hacer morir á Onias. Andrónico

era muy estimado de A n t i o c o , y habia sido nom-

brado Virrey en su ausencia; este fué á visitar á Onias

en su retiro cerca de D a f n e , le sacó f u e r a , y le mató

con su propia mano. La muerte de este santo Sacer-

dote fué lamentada no solo por los Judíos, mas tam-

bién por los Gentiles. Antíoco mismo se afligió en el

corazon al oir aquel hecho atroz , y lleno de lástima

por la muerte de Onias no pudo contener las lágri-

m a s , acordándose de las virtudes del venerable sa-

cerdote. Al instante volvió el Rey á Antioquia, y mo-

vido de c ó l e r a , mandó despojar ~á Andrónico de la

púrpura , pasearle por la ciudad como á vil asesino, y

quitarle la vida en el mismo lugar donde habia come-

tido el horrendo sacrilegio.

El pueblo judio se destruía con sus facciones, y las

tremendas señales de ejércitos combatiendo en el aire,

que por cuarenta dias se vieron sobre Jerusalen, lle-

naban de horror á sus habitantes. Una falsa voz de que

Antíoco habia sido muerto peleando en Egipto se es-

parció por Jerusalen y fué creida de todos, haciendo

públicos regocijos por la supuesta muerte del tirano :

pero jamas un engaño costó mas c a r o á un pueblo.

Antíoco volvió victorioso de Egipto, e informado de

las demostraciones poco leales de sus vasallos judíos,

resolvió arruinar Jerusa len, el t e m p l o , la ley de

Moisés, y hasta el nombre de Israel. Al frente de un

ejército poderoso marchó á Jerusalen, tomó la c iu-

dad por asalto, y soltando el dique de su cruel v e n -

ganza, inundó la ciudad con la sangre de sus habita-

dores : ochenta mil personas fuéron pasadas á cuchil lo

e n el espacio de tres dias, y c u a r e n t a mil fueron l levados

prisioneros y vendidos por esclavos. El impio Pontífice

Menelao condujo al Rey al templo, en donde el Mo-

narc a gentil tomaba con sus manos sacrilegas los v a -

sos consagrados que los otros Reyes liabian ofrecido

al Señor, los manoseaba indignamente, añadiendo

bur la á la profanación. El Dios de Israel , irritado con

los sacrilegios de los sacerdotes mismos , habia a b a n -

donado su templo á los enemigos, y por e s t a n o espe-

rimentó Antioco ahora el efecto de la venganza divina

que p o c o antes habia caido sobre Heliodoro. El S e ñ o r

no habia escogido al p u e b l o de Israel por amor á J e -

rusalen y á su templo, sino que habia protegido á

esta ciudad y á su casa por amor al pueblo y descen-

dencia de D a v i d , y firme á s u p r o m e s a , mantuvo á los

Judíos como nación hasta el total cumplimiento de las

profecías.

Antioco se ret iró á Antioquia despues de este es-

t r a g o ; pero su odio á Jerusalen no se habia borrado

. de su corazon. Apolonio, su general^ marchó dos años

despues con un ejército de veinte y dos mil hombres ,

con orden d e matar á todos los adultos, y de vender

mugeres y párvulos en perpetuo cautiverio á las na-

ciones vecinas. Este detestable comandante entró en

Jerusalen con apariencia de paz , -y la observó por al-

gunos d i a s , hasta que l legando el dia santo del sába-

d o , en que los Judíos reposaban, tocó al arma, dio l a

orden esterminadora, y en un solo dia dejó á Jerusa-

l e n casi desierta. E l feroz Anüoco acababa de e j e c u -

tar su sangrienta comision, y un Senador filé comisio-

nado p a r a estirpar la religión y código de Moisés en

toda la Judea, compeliendo á los Hebreos que habían

quedado, á abandonar las leyes de su Dios y de sus

padres. E l templo fué profanado con una nueva dedi -

cación á Júpiter Ol ímpico; la estatua de este primer

dios d é l a gentilidad fué colocada en la parte mas s a -

grada, su altar cubierto de todo aquello prohibido

por la santa l e y , y la mas desenfrenada lascivia y g lo-

tonería servían en lugar de oraciones. Los hombres

eran arrastrados para sacrificar á Júpiter , y á su r e -

sistencia estaba decretada la muerte. Dos mugeres

acusadas de haber circuncidado á sus infantes fuéron

paseadas por las calles ignominiosamente, con los n i -

ños pendientes al p e c h o , y llevadas á lo mas alto d e

la mural la , madres é hijos fuéron precipitados al foso,

mientras que otros morían sofocados en las cuevas, á

d o n d e se retiraban para santificar el sábado escondi-

dos. Las crueldades mas bárbaras eran ejercidas c o m o

por j u e g o : los Judíos, por su l e y , tenían horror á la

carne de puerco , y esto bastaba para atormentarlos

de muerte , si se resistían á comerla.

L a m a y o r parte de los J u d í o s , viciados en sus cos-

tumbres ó atemorizados p o r el c a s ü g o , hacían cuanto

sus perseguidores les-mandaban; pero algunos p r e f i -

r ieron una muerte gloriosa con esperanza en el S e ñ o r ,

antes q u e ofender á su Dios por amor á la vida. E l

v e n e r a b l e Eleazar, uno de los principales maestros de

la l e y , f u é apréhendido, y abriéndole por fuerza la

b o c a , le querían obligar á comer la prohibida carne

de p u e r c o , pero este virtuoso anciano se resistió,

entregándose alegremente á los tonnentos. Cuando

Eleazar caminaba al supl ic io , le aconsejaron algunos

c o m e r alguna carne lícita que ellos le traerían, dando

á entender que cumplía con las órdenes del R e y , lo

que seria suficiente para salvar su vida. El santo varón

despreció la irreligiosa propuesta , d i c i e n d o : No es

decoroso á un anciano usar de tal simulación, porque

muchos j ó v e n e s , creyendo que Eleazar á la edad de

noventa años renuncia á la ley del S e ñ o r , se inclina-

rán á renunciarla también á la primera insinuación:

antes quiero morir que cubrir mi ancianidad de infa-

mia y execración. No permita el Señor que el deseo

de unos pocos dias mas de vida, m e tiente á prevari-

car tan vergonzosamente; ¿ y de qué me importaría

escapar de las manos de los enemigos de Dios ahora,

si ni vivo ni muerto podré escaparme de la mano del

T o d o Poderoso? muriendo ahora varonilmente, como

l o requiere mi a n c i a n i d a d , dejaré á los jóvenes un

e jemplo d e fortaleza, que les induzca á preferir la

m u e r t e p o r la santa l e y , á todos los intereses de este

mundo y á la vida misma. Concluida esta heroica res-

puesta , caminó al suplicio, siendo sus mas crueles ver-

dugos aquellos mismos que antes querían salvarle á

costa de la religión. Eleazar esclamó al tiempo de su

m u e r t e : T ú , Señor, que todo lo ves, recibe mi alma,

pues sufro de buena voluntad muerte atroz por a m o r

tuyo, antes que salvar mi vida evadiendo tu santa ley .

La generosa muerte de Eleazar fué precursora d e l

mas heroico martirio recordado en la historia, y e l

q u e mas burló la crueldad y furia de Antíoco. Una

madre con siete hijos fuéron presos p o r orden del

R e y , para obligarlos á comer aquella carne que la l e y

había declarado i n m u n d a : Antíoco mismo, para su

m a y o r infamia , presidió el mart ir io; ya fuese p a r a

triunfar con su presencia , ó y a p a r a apurar todos los

medios que su ref inada crueldad pudiere sugerirle.

L o s siete hermanos con la madre fuéron traídos á la

presencia del tirano p a r a oir su inicuo mandato, y e l

m a y o r , en nombre de todos, respondió resueltamente :

c Q u é pretendes que hagamos nosotros? resueltos

estamos á morir antes que v i o l a r l a s leyes de nuestro

Dios. El decidido tono del joven provocó en estremo

e l odio de Antíoco, y m a n d ó martirizarlos uno á uno,

p o r el orden de su e d a d , para v e r si la muerte de los

unos intimidaba á l o s otros. Una gran sartén de hierro

caldeado fué el tormento señalado por el tirano en

este día de su f u r o r , y cuando este instrumento del

martirio estuvo p r e p a r a d o , fué l lamado el hermano

mayor. El verdugo le cortó la l e n g u a , por haber h a -

b lado con tanto denuedo la primera vez que le ame-

nazáron, luego le arrancó la piel de la cabeza, le cor-

t ó las estremidades de las manos y p i e s , y por último

echáron el mutilado c u e r p o en la sartén p a r a tostarle

á fuego l e n t o : entretanto la madre y los otros h e r -

manos que estaban presemes, se alentaban entre sí á

1 4

morir con valor. Muerto e l pr imero llamaron al s e -

g u n d o , y oyendo el decreto respondió con e n t e r e z a :

no comeré. Sufrió el mismo tormento con la misma v

constancia que su h e r m a n o , y estando para espirar

d i j o : O perversísimo B e y , tú nos haces perder l a

vida presente, mas e l R e y del cielo nos resucitará en la

resurrección de la vida perdurable , por haber muer-

t o fieles á su santa ley. El tercero fué presentado por

su t u r n o , y conociendo el R e y por su semblante la

firmeza de su espíritu, mandó cortarle la lengua. E l

joven dijo : Del cielo he recibido t o d o , y todo lo des-

precio ahora por la ley de mi Dios , esperando r e c o -

b r a r l o de é l ; y luego sacó la l e n g u a , y presentó las

manos para la amputación. Concluido el martirio de

e s t e , se presentó e l cuarto, y firme en la misma reso-

luc ión , dijo al e s p i r a r : Mucho ganamos esperando

firmemente en D i o s , que de nuevo nos ha de resuci-

tar : p e r o esta resurrección no será para la vida. E l

quinto hermano se presentó a l martirio con igual fir-

meza , y mientras le a tormentaban, mire al R e y , y le

di jo : T ú , aunque morta l , tienes p o d e r sobre los h o m -

bres y haces lo que quieres; mas no te p e r s u a d a s , q u e

Dios ha desamparado á nuestra nación. Aguarda s o l o

un p o c o y verás * ele que manera tu gran p o d e r te

atormentará á ti y á tu linage. Luego llamaron al s e s -

t o , y puesto en el lugar del t o r m e n t o , dijo al R e y :

JSTo te engañes en v a n o , pues nosotros padecemos

esto por nuestras c u l p a s , habiendo pecado contra

nuestro Dios. L a heroica madre habia presenciado e l

mart ir io de seis amados hi jos, con una constancia que

solo podía mantener una firme esperanza en su D i o s ,

exhortando á cada uno en part icular , miéntras gana-

ban la corona del martirio. Confuso el tirano a l verse

desprec iado, l leno de insultos y amenazas, intentó

seducir a l m a s j o v e n con caricias y grandes promesas

de amistad, ofreciéndole honores y r iquezas, todo '

lo cual despreció el j o v e n con indignación. Antíoco

se creía burlado en su cruel intento, si este niño m o -

ría como sus hermanos, y l lamando á la m a d r e , le r o -

g a b a con instancia salvara la vida de aquel muchacho,

persuadiéndola á obedecer y comer la carne de p u e r -

co que le ofrecían. Esta m u g e r i n c o m p a r a b l e , q u e

unia á la mayor ternura de una madre el ánimo mas

varoni l , prometió irónicamente al R e y , que baria

todo esfuerzo para convencer á su hijo en lo que de-

bía h a c e r , é inclinándose á él le e l i jo: Hijo m i ó , ten

piedad de mí por los oficios de madre que he h e c h o

c o n t i g o ; desde que te di á luz hasta el dia de h o y ;

mira al cielo y á la t ierra , y considera que Dios hizo

de la nada al hombre y á todas las cr ia turas ; no t e -

mas á este tirano ni á sus verdugos; imita heroica-

mente á tus hermanos recibiendo la muerte, para q u e

y o os reciba á todos , en la vida eterna que espera-

mos en el Señor. Animado el joven con esta patética

exhortación de su m a d r e , y sin escuchar m a s , corre

hácia los verdugos d ic iendo: ¿ á qué esperáis ?no o b e -

d e z c o al mandato del R e y ; y volviéndose á A n t í o c o ,

le d i j o : T ú , o malvado y el mas perverso de todos

l o s h o m b r e s , autor de todos los males que sufre el

p u e b l o h e b r e o , no escaparás de la mano de Dios.

¡Mis hermanos han sufrido un dolor pasagero, y y a es-

tán gozando una v ida e t e r n a ; mas t ú , por el juicio

de D i o s , pagarás las penas debidas á tu soberbia.

Aqui m e tienes pronto á sufrir como e l los , y confio

q u e el Dios de Israel se mostrará propicio á nuestra

n a c i ó n , y que tú serás obl igado á c o n f e s a r , que él es

e l solo Dios. Antíoco encendido en cólera al verse

bur lado y confundido por estos siete hermanos Maca-

b e o s , empleó toda la furia de su corazon contra el

séptimo m á r t i r , el que sufrió con una entera confian-

z a en el Señor. Satisfecha ahora la heroica madre con

la virtud y constancia de sus h i j o s , 110 deseaba mas

que ir á unirse con ellos en la g lor ia celestial que h a -

bían ganado con el mart i r io : pidió la muerte y la su-

frió con firmeza, sel lando con su sangre esta ilustre

familia la causa gloriosa del Dios de Israel.

Este reinado del feroz Antioco habia reducido al

pueblo de Israel á uua d e s o l a c i ó n , m a y o r de la q u e

padeció en t iempo de Nabucodonosor. Este Monarca

los habia p e r s e g u i d o , por la falta de fe á los tratados

que liabian hecho con é l , p e r o no pensó jamas en se-

parar los de su l e y , ni csterminarlos: ios l levó cautivos,

mas les dejó el consuelo de su r e l i g i ó n , la l ibertad

personal , y aun la administración de justicia según sus

leyes y costumbres. Es verdad que quiso compeler á

Ananias, Azarias y Misael á adorar la estatua que habia

e r i g i d o , pero n o " e r a su intención separarlos de su

l e y , sino hacerles honrar su persona en aquella figura

q u e le representaba. Mas Antíoco buscaba el ester-

gi iüio del p u e b l o , la abolicion total de su re l ig ión; y

para frustrar este malvado intento , inspiró el Señor á

Matatías su fuga de Jerusalen al monte de Modín.

Aquí fué donde el religioso Matatías con sus hijos l lo-

raba las desgracias de su patria : ¡ Ay de m í ! escla-

maba aquel fiel Israel i ta , ¿ p o r q u é nací para ver la

ruina de mi p u e b l o , y estarme aquí sentado miéntras

q u e es presa de sus enemigos? La santa ciudad asola-

da , el templo profanado, sus ancianos despedazados.,

sus jóvenes pasados á cuchi l lo , y sus despojos en p o -

der de naciones idólatras. Matatías y sus h i j o s , c u -

biertos de c i l ic ios , l loraban de d o l o r , miéntras An-

t íoco saciaba su ira con la sangre de los Hebreos. Los

satélites del tirano viniéron luego á Modín, p a r a obli-

g a r á los pocos habitantes que se habían retirado allí

á sacrificar al ídolo Júpiter : estos quisieron persua-

dir al valiente Matatías á condescender con las órde-

nes del R e y , ofreciendo á él y á sus hijos r i q u e z a s ,

houores y empleos. Matatías respondió dec ididamen-

te : Aunque toda la gente obedezca al R e y Antíoco, y

cumplan sus mandatos , y o , mis hijos y mis hermanos

o b e d e c e r é m o s solo á la l e y de nuestros padres. A l

mismo tiempo que daba esta respuesta á los comisio-

nados de Ant íoco, se l legó un Judío al altar del í d o -

lo , p a r a ofrecerle sacrificio : Matatías se encendió en

cólera al ver al apóstata, y arremetiendo á é l , le des-

pedazó sobre el ara. El oficial que le habia instado

á sacr i f icar , quiso vengar aquel a trev imiento , p e -

ro Matatías le mató t a m b i é n , y luego derr ibó el

ara.

Puesto una vez en acción su z e l o , era necesario tQ-

m a r las a r m a s , y declararse abiertamente en defensa

d e su religión. Al sonido d e una b o c i n a congregó á

los habitantes de M o d í n , y l e s di jo : T o d o aquel q u e

t iene zelo p o r la l e y , g u a r d a n d o firme su a l ianza , sí-

g a m e al desierto. Cinco hi jos q u e t e n i a , dignos de tal

p a d r e , fuéron los pr imeros q u e le s i g u i é r o n , y estos

s o n los q u e hiciéron tantas hazañas en defensa d e la

l e y d e l S e ñ o r ; J u a n , Simón , J u d a s , Eleazar y J o n a -

tas. Estos fuertes varones se mantuvieron algún t i e m -

p o e n las m o n t a ñ a s , hasta q u e juntaron un p e q u e ñ o

e jérc i to de h o m b r e s r e s u e l t o s , p a r a h a c e r frente al

e n e m i g o . L o s Judíos habían sufr ido antes m u c h o s es-

tragos , p o r q u e el enemigo l o s atacaba s iempre en sá-

b a d o , sabiendo q u e e n este dia la lev no les permi-

t í a combat ir , y p o r esto Matatías y sus hijos abol iéron

esta parte de la o b s e r v a n c i a , resolviendo pe lear e n

s a b a d o s iempre q u e fuese necesar io . Una división d e

las tropas de Antíoco, q u e v i n o á oponerse á Matatías

f u é d e r r o t a d a , y con esta v ic tor ia se halló en estado

d e marchar con sus b r a v o s s o l d a d o s , derr ibar por

t o d a s partes los altares p r o f a n o s , y d e j a r á los habi -

tantes e u el l ibre ejercic io d e la rel igión d e su Dios.

Matatías se sintió cercano á l a m u e r t e , y l l a m a n d o á

sus h i j o s , les dijo : Ahora h a tomado fuerzas la s o -

b e r b i a , y es e l t iempo d e l cast igo y de la r u i n a ; ani-

m a o s , hijos m í o s , d e l zelo p o r la l e y , y -dad vuestras

v i d a s por el testamento de vuestros p a d r e s ; a c o r d a o s

d e las hazañas d e vuestros a b u e l o s , y p r o c u r a d ganar

á su e jemplo una g lor ia g r a n d e y un n o m b r e g l o -

r ioso . N o temáis la v iolencia de ese soberbio q u e os

a m e n a z a , porque toda esa g l o r i a q u e le r o d e a no e s

m a s que polvo y b a s u r a ; mas vosotros seréis v i c t o -

riosos , si obráis con va lor e n defensa de la ley . E s -

c u c h a d , hijos m i o s , á vuestro h e r m a n o S i m ó n , é l es

h o m b r e d e consejo y os servirá de m u c h o con su p r u -

denc ia ; seguid las banderas d e la fe b a j o e l m a n d o d e

Judas M a c a b e o , y é l os g iüará con g lor ia en las b a -

tallas. Estas fuéron las últimas pa labras con q u e M a -

tatías infundió en los corazones d e sus hijos e l santo

ze lo q u e animaba al s u y o ; y confiando el acierto en

la prudenc ia de S imón, y en e l es forzado valor d e J u -

das , les dió á todos su bendic ión y murió en e l S e -

ñor .

C A P I T U L O T E R C E R O .

VICTORIAS DEL ILUSTRE JUDAS MACABEO.

S e ñ a l a d o el S e n a d o r , y n o m b r a d o el G e n e r a l d e l

n u e v o e jérc i to de I s r a e l , d iéron principio á la g l o -

r iosa empresa de redimir al p u e b l o de la abat ida

c o n d i c i o n en q u e se hal laba. Judas, c o m o león e n sus

o b r a s , se vistió de coraza c o m o un g igante , y c iñó s u

invencib le espada : puesto al frente de seis mil h o m -

b r e s , persiguió á los m a l v a d o s , buscándolos p o r t o -

dos l a d o s ; y los enemigos conturbados huían de s u

presencia p o r todas partes. T e m e r o s o Apolonio d e l

naciente p o d e r del M a c a b e o , juntó todas las t r o p a s

d e la provincia , y marchó contra é l : este m o v i m i e n t o

l l e g ó á noticia de J u d a s , con una relación d e l n ú m e r o

m a r las a r m a s , y declararse abiertamente en defensa

d e su religión. Al sonido d e una b o c i n a congregó á

los habitantes de M o d i n , y l e s di jo : T o d o aquel q u e

t iene zelo p o r la l e y , g u a r d a n d o firme su a l ianza , sí-

g a m e al desierto. Cinco hi jos q u e t e n i a , dignos de tal

p a d r e , fuéron los pr imeros q u e le s i g u i é r o n , y estos

s o n los q u e hiciéron tantas hazañas en defensa d e la

l e y d e l S e ñ o r ; J u a n , Simón , J u d a s , Eleazar y J o n a -

tas. Estos fuertes varones se mantuvieron algún t i e m -

p o e n las m o n t a ñ a s , hasta q u e juntaron un p e q u e ñ o

e jérc i to de h o m b r e s r e s u e l t o s , p a r a h a c e r frente al

e n e m i g o . L o s Judíos habían sufr ido antes m u c h o s es-

tragos , p o r q u e el enemigo l o s atacaba s iempre en sá-

b a d o , sabiendo q u e e n este día la lev no les permi-

t ía combat ir , y p o r esto Matatías y sus hijos abol iéron

esta parte de la o b s e r v a n c i a , resolviendo pe lear e n

s a b a d o s iempre q u e fuese necesar io . Una división d e

las tropas de Antíoco, q u e v i n o á oponerse á Matatías

f u é d e r r o t a d a , y con esta v ic tor ia se halló en estado

d e marchar con sus b r a v o s s o l d a d o s , derr ibar por

t o d a s partes los altares p r o f a n o s , y d e j a r á los habi -

tantes e n el l ibre ejercic io d e la rel igión d e su Dios.

Matatías se sintió cercano á l a m u e r t e , y l l a m a n d o á

sus h i j o s , les dijo : Ahora h a tomado fuerzas la s o -

b e r b i a , y es e l t iempo d e l cast igo y de la r u i n a ; ani-

m a o s , hijos m i o s , d e l zelo p o r la l e y , y -dad vuestras

v i d a s por el testamento de vuestros p a d r e s ; a c o r d a o s

d e las hazañas d e vuestros a b u e l o s , y p r o c u r a d ganar

á su e jemplo una g lor ia g r a n d e y un n o m b r e g l o -

r ioso . N o temáis la v iolencia de ese soberbio q u e os

a m e n a z a , porque toda esa g l o r i a q u e le r o d e a no e s

m a s que polvo y b a s u r a ; mas vosotros seréis v i c t o -

riosos , si obráis con va lor e n defensa de la ley . E s -

c u c h a d , hijos m i o s , á vuestro h e r m a n o S i m ó n , é l es

h o m b r e d e consejo y os servirá de m u c h o con su p r u -

denc ia ; seguid las banderas d e la fe b a j o e l m a n d o d e

Judas M a c a b e o , y é l os g iüará con g lor ia en las b a -

tallas. Estas fuéron las últimas pa labras con q u e M a -

tatías infundió en los corazones d e sus hijos e l santo

ze lo q u e animaba al s u y o ; y confiando el acierto en

la prudenc ia de S imón, y en e l es forzado valor d e J u -

das , les dió á todos su bendic ión y murió en e l S e -

ñor .

C A P I T U L O T E R C E R O .

VICTORIAS DEL ILUSTRE JUDAS MACABEO.

S e ñ a l a d o el S e n a d o r , y n o m b r a d o el G e n e r a l d e l

n u e v o e jérc i to de I s r a e l , d iéron principio á la g l o -

r iosa empresa de redimir al p u e b l o de la abat ida

condic ion en q u e se hal laba. Judas, c o m o león e n sus

o b r a s , se vistió de coraza c o m o un g igante , y c iñó s u

invencib le espada : puesto al frente de seis mil h o m -

b r e s , persiguió á los m a l v a d o s , buscándolos p o r t o -

dos l a d o s ; y los enemigos conturbados huian de s u

presencia p o r todas partes. T e m e r o s o Apolonio d e l

naciente p o d e r del M a c a b e o , juntó todas las t r o p a s

d e la provincia , y marchó contra é l : este m o v i m i e n t o

l l e g ó á noticia de J u d a s , con una relación d e l n ú m e r o

y calidad de las fuerzas d e l G o b e r n a d o r , y no i g n o -

rando la ventaja de sorprender á un ejército organi-

zado de pr iesa , le salió al encuentro, le atacó sin de-

tenerse , y le puso en huida. Apolonio murió á manos

de J u d a s , este le quitó su e s p a d a , dió gracias á Dios

por la v ictor ia , y usó despues esta misma espada e n

todas las batallas del Señor. Serón, General del e jér-

cito de S i r i a , salió á campaña contra Judas despues

de la muerte de A p o l o n i o ; y para asegurar una v i c -

toria que le hiciera m u y glor ioso en el re ino, marchó

con un ejército numeroso p a r a desbaratar al Maca-

b e o , y tomar venganza contra los hijos de Israel p o r

las derrotas de las tropas reales. Los Hebreos q u e

viéron venir sobre ellos un enemigo tan p o d e r o s o ,

espusiéron á Judas la imposibilidad de resistirle; p e r o

este caudillo que confiaba solo en el S e ñ o r , que su

fortaleza venia del c i e l o , y no del n ú m e r o de sus ar-

m a s , animó á su e j é r c i t o , y se arrojó de improviso

contra los Siros derrotándolos completamente : el o r -

gulloso Serón huyó avergonzado, y el Macabeo q u e d ó

dueño del c a m p o , y cubierto de gloria. La funesta

noticia de dos batallas perdidas encendió en furor á

Ant íoco, y resolvió juntar todas las fuerzas de su re i -

n o , para aniquilar de un g o l p e todo el poder de Judas.

S u erario estaba a g o t a d o , y e r a forzoso acumular todo

e l dinero necesario para una espedicion de tal magni-

tud. Los tributos vencidos en las provincias de Persia

presentaban dificultades en su recaudac ión, l o q u e le

obl igó á ir en persona á aquel los dominios distantes ,

dejando á Lisias en el gobierno de S ir ia , y encargado

en la organización del ejército.

Lisias conocía mejor que nadie la inquietud en

q u e habían puesto á Antíoco las victorias de Judas :

y si durante su ausencia conseguía derrotar á este

triunfante Caudillo de Israe l , no dudaba obtener todo

el favor de su R e y , y ser segundo en el reino. Est i-

mulado de su vana ambición, juntó un ejército de

cuarenta m ü de á pie y siete mil de á cabal lo , y pues-

tos bajo e l mando de T o l o m e o , Nicanor y G o r g i a s ,

los mejores generales de A n t í o c o , los envió contra e l

Macabeo. La marcha de un ejército tan f o r m i d a b l e ,

la fama de sus genera les , y el deseo de borrar la

afrenta de tantas derrotas , hubiera acobardado á los

Judíos , si el invencible Judas no hubiese estado á su

cabeza. Nunca se habia presentado contra ellos una

fuerza tan g r a n d e , ni jamas desplegó Judas tanto c o -

r a g e y habil idad, como en esta crítica ocasion. El c a u -

dillo de Israel no usaba vanas y pomposas arengas-,

p a r a animar á su ejército al c o m b a t e ; el a y u n o , las

oraciones y confianza en el Señor eran los principales

pimíos de su r e t ó r i c a : luego les recordó la protección

maravil losa con que el Señor habia defendido á su

pueblo en tiempos antiguos, y la gloria de morir p e -

leando por la l e y de Dios y por la l ibertad de su p a -

tria. Tan animados se sintieron los Judíos con el dis-

curso de su G e n e r a l , que le pedían los condujera á la

b a t a l l a , y aprovechándose Judas del generoso ardor

de sus soldados los guió á la campiña de E m m a u s ,

hasta Regar cerca del ejército de Ant íoco, encargán-

d o l e s estar dispuestos para dar el ataque á la mañana

siguiente. Al amanecer dio Judas la orden del ataque,

y los Siros fuéron completamente derrotados con la

pérdida de sus tiendas y bagages. Lisias se l lenó de

consternación con este g o l p e , tan fatal como inespe-

rado ; y conociendo la ira del R e y , temia le culpara

d e negligente y cayera s o b r e él toda su indignación.

Para reparar este m a l , hizo una leva genera l en todas

l a s prov inc ias , y organizó sesenta mil de infantería , y

cinco mil de cabal lería durante el inv ierno; y no que-

r iendo liar á otro el m a n d o , se puso él mismo al frente

d e las t r o p a s , y á la entrada del verano marchó hasta

e l centro de Judea. Informado Judas de todos sus

movimientos , le liabia de jado penetrar en el p a i s , y

estaba pronto para recibirle con solo diez mil hom-

b r e s escogidos. Lisias se acampó en Betoron, y allí le

salió Judas al encuentro : hizo oracion á Dios como

a c o s t u m b r a b a , y luego los atacó con tanto d e n u e d o ,

q u e los puso en vergonzosa f u g a , matándoles cinco

m i l hombres. Lisias l leno de confusion é ignominia se

ret i ró á Antioquia.

Con esta gloriosa victoria quedó Judas sin enemigos

q u e temer de parte de A n t í o c o , y entonces exhortó

a l pueblo á purificar el templo. Nombró ministros ,

distinguidos por su p i e d a d , para ofrecer los sacrifi-

c i o s , derribó la estatua y el altar de Júpiter , y erigió

otro que fué consagrado al verdadero D i o s , con la

m a y o r solemnidad y regoci jo del pueblo. E l zeloso

Macabeo empleó todo el invierno en esta religiosa

o c u p a c i ó n , hasta q u e l legando la primavera se puso

otra vez al frente del e jército del Señor. Oyendo los

Idumeos y Ammonitas q u e el altar y el santuario h a -

bían sido reedificados c o m o stabau ántes , tomaron

las a r m a s , uniéron sus fuerzas , y entráron en la Judea

haciendo estragos en los pueblos indefensos. D e todas

partes venían á Jerusalen para implorar protección

contra los e n e m i g o s : Judas vió la necesidad de acu-

dir pronto á s o c o r r e r á aquellos pueblos amenazados ,

y tuvo un consejo de g u e r r a para deliberar con mas

acierto. Simón partió con un cuerpo de tropas p a r a

socorrer á Gal i lea , miéntras que Judas y Jonatas su

hermano, dirigían él ejército hácia el Jordán á donde

estaba acampado el enemigo. Las tropas de Israel

pasaron el rio y diéron batalla á los Ammonitas , l o -

grando una completa v ic tor ia , que puso en poder de

Judas las ciudades mas principales de Galaad. Muchos

Judíos que estaban prisioneros fuéron l ibertados, y

uniéndose al ejército de Israel, volviéron triunfantes i

Jerusalen para celebrar la solemnidad de Pentecostes,

y ofrecer holocaustos a l Señor por las victorias obte-

nidas b a j o su protecc ión.

Concluida la fiesta y los religiosos sacrif ic ios, salió

Judas con seis mil hombres escogidos , para castigar

l a perfidia de los habitantes de J o p p é , que habían

ahogado en la m a r docientos Judíos indefensos, y e n

t iempo d e paz. Luego q u e vengó este a g r a v i o , partió

para Janimia á salvar un gran número del pueblo d e

Israel que estaban amenazados con la m u e r t e , é hizo

en ellos el mismo estrago que habia hecho en Joppé.

Judas recibió ahora inte l igencia , q u e el general T i -

moteo venia contra él con un ejército de ciento veinte

mil hombres de á p i e , y dos mil y quinientos de á c a -

ba l lo ; y aunque él no tenia mas de seis mil h o m b r e s ,

no se acobardó. Animado con la firme confianza q u e

tenia en su D i o s , formó sus batallones y atacó á T i -

moteo , quien no pudo contener á sus soldados q u e

l iuyéron sin p e l e a r , y él mismo c a y ó prisionero en

manos de Dositeo y de Sosipatro tenientes del Ma-

cabeo. Gorgias, Gobernador de I d u m e a , habia j u n t a -

do t r o p a s , y se habia apostado junto á la ciudad d e

O d o l a n ; lo que sabido p o r J u d a s , partió allá con la

ce ler idad de mi á g u i l a , y le atacó : la refr iega no

f u é obst inada, y sin e m b a r g o , algunos pocos de los

Judíos quedáron muertos. El ejército de Israel habia

ganado grandes batallas sin la pérdida de un solo

h o m b r e , y en este solo encuentro contaba u n , n ú m e -

ro de m u e r t o s , lo que p u s o ; e n cuidado al G e n e r a l ;

p e r o siendo sábado el día s iguiente , se recogiéron á

Odolan p a r a santificarle según costumbre. Pasado e l

s á b a d o , vino Judas con sus soldados para e n t e r r a r l o s

muertos en la última a c c i ó n , y al recoger los c u e r -

p o s , hallaron debajo de sus túnicas las ofrendas d e

l o s ídolos que habia en Jamrnia, tomadas, contra la l e y

q u e espresamente lo prohibía. El religioso Judas e x -

hortó á s u s soldados á conservarse sin p e c a d o , tenien-

do á la vista aquel escarmiento : luego se hizo una

colecta entre t o d o s , y envió á Jerusalen d o c e mil

monedas de p l a t a , para que se ofreciese sacrificio pol-

los pecados de los que habían m u e r t o , pensando con

rectitud y piedad de la resurrección. Pues si no e s p e -

rara que habían de resucitar aquellos que habían muer-

t o , tendría por cosa vana é inútil el orar por ellos.

Es pues santa y saludable la obra de rogar por los

m u e r t o s , para que sean libres de sus pecados.

Miéntras que el ilustre Macabeo aseguraba la inde-

pendencia de su patria con tan señaladas v i c t o r i a s ,

Autíoco pugnaba en Persia p a r a apoderarse de Eli-

maida. Esta c iudad, célebre por sus riquezas en oro

y p l a t a , habia excitado la codicia del Rey en su m a -

y o r u r g e n c i a , y para tener pretesto de s a q u e a r l a ,

habia exasperado á sus moradores : pero sabido p o r

estos el malvado intento de A n t í o c o , se prepararon

p a r a resist ir le; y unidos en su común defensa, le ata-

c á r o n con gran resolución, y le forzáron á huir p r e -

cipitadamente hacia Babilonia. A l mismo tiempo que

b r a m a b a de cólera por este reves que abatió su or-

gul lo en Pers ia , fué informado que Timoteo, Nicanor,

L i s i a s , los mejores generales del reino habían sido

b a t i d o s , y dispersos en J u d e a , que Judas Macabeo

h a b i a derr ibado sus ídolos en Jerusa len, y q u e el

santuario estaba reedificado. Enfurecido al verse

b u r l a d o en todos sus p r o y e c t o s , juró vengarse del.

pueblo q u e era causa de todas sus desgracias; mandó

aprontar su c a r r o z a , con el designio de juntar un

ejército en S i r i a , para ir á Jerusalen y convertirla en

un cementerio de cadáveres judíos. Pero D i o s , q u e

penetra la malicia de los corazones , y que sabe apli-

car el castigo proporcionado á la insolencia de los

jmpios, hirió á Antíoco con una gangrena horrible, que

Je roía las entrañas , causándole los mas acerbos d g -

lores. Este s o b e r b i o , que se creia una div inidad, y se

l isonjeaba p o d e r mandar á las olas del mar y allanar

los m o n t e s , se vió ahora h u m i l l a d o , su cuerpo hir-

viendo de gusanos , sus carnes desprendidas de los

h u e s o s , y sus criados huyendo de su presencia por el

intolerable hedor q u e exhalaba. Postrado ahora b a j o

e l azote de un Dios v e n g a d o r , rogaba el malvado al

S e ñ o r , prometiendo dejar l ibre á J e r u s a l e n , hacer

dones al t e m p l o , suministrar para los sacrif ic ios, fa-

v o r e c e r á los Judíos, hacerse c ircuncidar , y predicar

e l p o d e r de Dios por todos los lugares de la tierra.

Mas el justo Dios rehusó escuchar los votos y prome-

sas de este i n i c u o , que cuando sano bramaba por

b o r r a r en Judea la memoria del Dios de Israel y es-

terminar su pueblo. Así quedó entregado al tormento

q u e le causaban la vergüenza de ver su vano poder

d e s p r e c i a d o , la memoria de los males que habia

hecho en Jerusalen, el vivo remordimiento de su

conciencia , y los acerbos dolores de su enfermedad.

E n este estado miserable de espanto y confusion, es-

p iró Antíoco despues de un reinado de once años, e l

mas feroz en los anales de los reyes.

Cuando Lisias supo la muerte de A n t í o c o , p r o c l a -

m ó á su hijo Antíoco E u p a t o r , R e y de Siria y Persia.

Este Príncipe era de menor e d a d , y criado desde su

infancia b a j o la tutela de Lisias enemigo de los Judíos,

habia heredado con la corona toda la antipatía de su

p a d r e contra el pueblo de Israel. E l deseo de vengar

las derrotas anteriores que habia sufrido en Judea

, l e movió á continuar la g u e r r a contra Judas con m a -

y o r a c t i v i d a d , ahora que tenia toda la autoridad por

la corta edad del nuevo R e y ; y el desafecto de a lgu-

nos malvados Judíos aceleró la e jecución de sus de-

seos. El incomparable valor de Judas y sus cuatro

hermanos les habia dado la autoridad suprema sobre

toda la n a c i ó n ; y aunque bien m e r e c i d a , habia m u -

chos zelosos de su poder y envidiosos de su gloria.

Estos hijos indignos de Israel acudiéron á la corte d e

Antíoco E u p a t o r , á suplicar su protección y ofrecerle

su a y u d a , afin de l ibrar la Judea de la tiranía de los

Macabeos, que no permitía al pueblo someterse á los

Reyes de Siria. Tiranía l lamaban estos malvados la

l ibertad é independencia que les habían adquirido los

héróicos hijos de Matatías, y ofrecían someterse al

hi jo del implacable A n t í o c o , que dos años ántes habia

abolido la religion del S e ñ o r , muerto la mitad del

p u e b l o , jurado esterminar el resto. Esta coyuntura

inflamó la venganza de Lisias, y por orden de E u p a -

tor se juntaron los m e j o r e s generales y los mas hábiles

consejeros para tomar las medidas , y organizar un

grande ejército con la m a y o r prontitud. Tanta fué la

actividad de los ministros del R e y , que en muy corto

t iempo se halló junto un ejército de cien mil hombres

de á p i e , veinte mil de á c a b a l l o , y treinta y dos e l e -

fantes adiestrados p a r a el combate. Esta última parte

del ejército siró era formidable en estraiuo, no ménos

por su novedad que p o r su importancia : cada elefante

l levaba sobre sí una torre de madera , y en cada torre

iban treinta guerreros escogidos, ademas del naire q u e

gobernaba la corpulenta bestia.

Con esta poderosa fuerza marchó Eupaíor á Betza-

c a r a n , á donde estaba acampado e l ejército de Israel.

Judas Macabeo no se intimidó á l a vista de las nume-

rosas fa langes, ni con la apariencia de los armados

e l e f a n t e s : con su acostumbrado valor y confianza en

el Señor, condujo su ejército al frente del enemigo, y

evitando una acción g e n e r a l , burló todos los m o v i -

mientos de los generales de E u p a t o r , causándole

mucho daño en los encuentros parciales. En ima de

estas, ocasiones sucedió un hecho de resolución y

magnanimidad de que se hallan muy pocos semejan-

tes en la historia. E l e a z a r , el hermano menor de J u -

d a s , observó que e l mas alto de los elefantes estaba

ricamente armado y cubierto con las armas r e a l e s ;

esta circunstancia le hizo creer, que el Rey estaría

montado en é l , y resolvió sacrificar su vida heroica-

mente , á fin de poner fin á la guerra con la muerte

del Rey. E l animoso joven se arrojó por lo mas es-

peso del cuerpo enemigo, matando y derribando á

cuantos se le oponían, hasta l l egar al elefante, objeto

de su d e s e o ; y metiéndose entre los pies del a n i m a l ,

l e introdujo la espada hasta el corazon con tanta pu-

janza y a c i e r t o , que cayó muerta la bestia, perec ien-

do bajo su enorme peso este joven magnánimo. E l

hecho de un valor tan estraordinario enfrió mucho el

ardor del R e y , y Judas, por otra parte , viendo que

era una temeridad peligrosa continuar en batallas dia-

rias contra un ejército tan numeroso, resolvió pru-

dentemente retirarse á la fortaleza del monte Sion.

Creyendo Eupator que la retirada de Judas era una

derrota, avanzó para atacarle, pero fué repulsado.

En este tiempo supo el R e y , que Filipo su g o b e r n a -

dor en Antioquía, se habia rebelado contra é l , y L i -

sias le aconsejaba hacer paz con Judas, y volver con

el ejército para castigar al rebelde. Eupator conster-

nado por la traición d e Fil ipo y convencido con las

razones de Lisias, hizo paz con Judas, le reconoció por

Gobernador de la J u d e a , dejó al pueblo vivir bajo sus

leyes como ántes , y se retiró á Siria con sus t r o -

pas. Antíoco Eupator l l e g ó á Ant ioquía , y recobró

e l mando que e l usurpador se habia a p r o p i a d o ; pero

Demetrio, el hi jo de Se leuco á quien le pertenecía la

corona de derecho, t o m ó ahora las armas contra Eu-

p a t o r , le venció y quitó la vida.

Apénas se habia conclu ido esta revolución que afir-

m ó á Demetrio en el t r o n o , cuando algunos Judíos

descontentos se presentaron al nuevo R e y , acusando

á Judas Macabeo de c r u e l , injusto, y contrario á los

intereses de la Siria. E n t r e estos enemigos de la p a -

tria se hallaba Alc imo, h o m b r e perverso y a m b i c i o s o :

' es tehabias ido Pontíf ice, y siendo del linage de Aaron,

tan venerado p o r los Judíos, le fué fácil seducir á m u -

chos con su hipocresía. Demetr io envió á Baccides con

un ejército para tomar e l mando de Judea, y restable-

cer á Alcimo en el pont i f i cado; Judas le obligó á re-

tirarse á Siria con grande pérdida, y desterró á todos

los díscolos del país. E l desacierto de esta espedicion

hizo á Demetrio mas cauto en la elección de general , y

nombró á Nicanor, ilustre personage, caudillo de gran

f a m a , y declarado enemigo de los Judíos. Nicanor

marchó hácia Jerusalen con un ejército numeroso, mas

temiendo elsuperior valor y pericia de Judas Macabeo,

no quería arriesgar su honor en una batalla y le enr ío

un oficial con proposiciones de paz. Deseoso Judas d e

evitar mas efusión de sangre, admitió la propuesta, y

consintió en una entrevista con N i c a n o r ; p e r o infor-

m a d o que este general habia dispuesto el plan de ase-

gurarse de su persona, para mandarle prisionero á

Antioquía, bur ló su infame designio. Viendo Nicanor

descubierta su mala f e , movió su ejército para la b a -

talla ; Judas le salió al encuentro , y despues de un

obstinado c o m b a t e , se ret iró Nicanor dejando cinco

mil muertos en el campo. Esta pérdida enfureció mu-

cho al Siró, y habiendo rec ib ido un gran socorro de tro-

p a s , miéntras ocupaba á Jerusalen, salió de aquella

c iudad jurando que habia de poner fuego al templo si

n o se le entregaba Judas. El ilustre M a c a b e o , cuya

m a y o r virtud era la confianza en su Dios, viendo acer-

carse al arrogante Nicanor , exhortó á sus soldados á

pelear p o r el honor é independencia del pueblo de

I s r a e l , rogando fervorosamente al Señor mandara su

Angel en su defensa como hizo en otro tiempo contra

e l ejército de Sennaquerib. Animados los soldados de

Israe l con la misma confianza de su caudillo, se m o -

viéron al sonido de las trompetas, y atacaron a l e n e -

m i g o con tanta impetuosidad, que le pusiéron en e l

m a y o r desorden. Nicanor cayó muerto al principio d e

la acción, sus tropas arrojaron las armas, huian p o r

todas partes y por todas partes eran perseguidos, que-

dando muertos en el campo treinta y cinco mil e n e m i -

gos de Israel. Judas mandó cortar la cabeza y el brazo

derecho de Nicanor, y fué enviada en triunfo á Jeru-

salen para colgarla á vista del pueblo , con el brazo que

habia estendido contra la casa de D i o s : y la lengua

coa que habia blasfemado fué cortada en pedacitos

echados á las aves. Esta victoria ganada en el campo

de Adarsa en Samaría fué tan completa y gloriosa,

que se instituyó un dia para celebrarla todos los

años.

Demetrio quiso v e n g a r la muerte de su general

Nicanor, y sabiendo que Judas no tenia mas de tres

mil hombres desanimados, y cansados con tan r e p e -

tidas batallas en u n a guerra de tanta duración, envió

contra él veinte mil de infantería, y dos mil de c a b a -

llería; todos soldados escogidos , bajo el mando y d i -

rección de Baccides y Alcimo. Cuando el ejército de

Siria se presentó á la vista de Judas, que estaba acam-

pado en Laisa, la m a y o r parte de los Judíos a b a n d o -

náron el servicio, q u e d á n d o l e solo ochocientos h o m -

bres, y aun estos exhortaban al Macabeo á retirarse,

y evitar una acción q u e no podia dejar de ser desgra-

ciada. No, les respondió el valiente Jefe, á l a s armas, y

marchemos contra nuestros e n e m i g o s ; porque todavía

somos capaces de mantener nuestro h o n o r , aunque

muchos de los nuestros nos han abandonado. No per-

mita Dios que hagamos tal cosa como huir delante del

enemigo : si nuestra hora es l legada, muramos gene-

rosamente por la p a t r i a , y no echemos un borron á

nuestra gloria. Con esta heroica resolución movió su

pequeña fuerza, q u e apénas componía un b a t a l l ó n ,

contra un e jérc i to de veinte y seis mil h o m b r e s : Judas,

c o n el coraje de un l e ó n , acometió el ala derecha d e l

enemigo d o n d e estaba Baccides , la puso en h u i d a , y

l a persiguió m u y l é j o s ; mas d o b l a n d o el ala izquierda,

sostenida p o r la cabal ler ía , cayó sobre Judas y sus va-

lientes c o m p a ñ e r o s , los q u e oprimidos p o r la mult i -

tud no pudieron resistir. Así murió e l i lustre M a c a b e o

p e l e a n d o con un valor estraordinario, p o r la defensa

d e su re l ig ión, y la independencia d e su patria.

C A P I T U L O C U A R T O .

GOBIERNO DE JONATAS Y DE SIMON.

E l p u e b l o se juntó,- y eligió á Jonatas por Príncipe

y Caudil lo de los ejércitos d e Israel. Este digno h e r -

m a n o del g lor ioso Judas M a c a b e o reunió las p o c a s

t r o p a s que habían q u e d a d o en la r e p ú b l i c a , y v iendo

la falta d e armas y e q u i p a g e s , envió á su h e r m a n o

Juan p a r a pedirlas á los Nabuteos sus v e c i n o s , q u e

tenían sobrados artículos de guerra . L a muerte de J u -

d a s había h e c h o olvidar á los Nabuteos su amistad, y

la p r o t e c c i ó n q u e habían recibido de I s r a e l ; y fa l tando

a h o r a á toda l e y de h o n o r , gratitud y humanidad ase-

sináron á J u a n , e l m a y o r d e los c inco heroicos hijos

d e Matatías. Jonatas vengó su m u e r t e , pero la falta

d e un h o m b r e tan discreto y esperimentado fué m u y

sensible al pueblo . El nuevo genera l sé retiró al de-

sierto de T e c u é con los soldados q u e pudo j u n t a r ,

j u z g a n d o p r u d e n t e m e n t e , que seria m e j o r fatigar al

enemigo con frecuentes e s c a r a m u z a s , q u e arr iesgarlo

todo en una b a t a l l a dec is iva; y con este g é n e r o d e

g u e r r a molestó tanto á B a c c i d e s , q u e le o b l i g ó á eva-

c u a r el p a í s , y ofrecer le proposic iones d e paz. Jonatas

las a d m i t i ó , y l ibre ahora la Judea d e enemigos e s -

t r a n g e r o s , se apl icó á restablecer b u e n o r d e n , y r e -

p a r a r los males q u e h a b i a ocas ionado una g u e r r a tan

p r o l o n g a d a .

Ale jandro B a l a , hijo d e Antíoco E p i f a n e s , subió á

este t iempo y se a p o d e r ó d e T o l e m a i d a , d e c l a r á n -

dose Rey de S i r i a , y haciendo t e m b l a r á Demetr io e n

s u trono. Los dos rivales conocían m u y b i e n , que la

balanza del imperio se habia de incl inar al lado q u e

Jonatas a p o y a r a , y a m b o s sol ic i táron v ivamente su

amistad y alianza. Jonatas se inclinó á A l e j a n d r o ,

y Demetrio perdió la corona y la v ida e n una b a t a l l a '

con este feliz s u c e s o , A le jandro r e c o n o c i ó á Jonatas

p o r S u m o Sacerdote y Príncipe de J u d e a , y le c o n -

vidó á la ciudad de T o l e m a i d a , a d o n d e i b a á recibir

al R e y de E g i p t o , y casarse con su hija. Jonatas fué á

visitar los dos R e y e s con g r a n d e m a g n i f i c e n c i a ; A l e -

j a n d r o le vistió de p ú r p u r a y le hizo h o n o r e s de sobe-

rano , frustrando de este m o d o los intentos de a l g u -

n o s envidiosos Judíos q u e habían v e n i d o á indispo-

ner le con el R e y . T o l o m e o , R e y de E g i p t o , se arre-

pintió despues de h a b e r d a d o su h i ja á A l e j a n d r o , y

resolv ió quitársela juntamente con el re ino : con este

intento entró en la S i r i a , se a p o d e r ó c o n e n g a ñ o d e

las principales c i u d a d e s , y entrando en A n t i o q u í a ,

unió la c o r o n a de Siria á la de Egipto . A le jandro es-

contra un e jérc i to de veinte y seis mil h o m b r e s : Judas,

c o n el coraje de un l e ó n , acometió el ala derecha d e l

enemigo d o n d e estaba Baccides, la puso en h u i d a , y

l a persiguió m u y l é j o s ; mas d o b l a n d o el ala izquierda,

sostenida p o r la cabal ler ía , cayó sobre Judas y sus va-

lientes c o m p a ñ e r o s , los q u e oprimidos p o r la mult i -

tud no pudieron resistir. Así murió e l i lustre M a c a b e o

p e l e a n d o con un valor estraordinario, p o r la defensa

d e su re l ig ión, y la independencia d e su patria.

C A P I T U L O C U A R T O .

GOBIERNO DE JONATAS Y DE SIMON.

E l p u e b l o se juntó,- y eligió á Jonatas por Príncipe

y Caudil lo de los ejércitos d e Israel. Este digno h e r -

m a n o del g lor ioso Judas M a c a b e o reunió las p o c a s

t r o p a s que habían q u e d a d o en la r e p ú b l i c a , y v iendo

la falta d e armas y e q u i p a g e s , envió á su h e r m a n o

Juan p a r a pedirlas á los Nabuteos sus v e c i n o s , q u e

tenían sobrados artículos de guerra . L a muerte de J u -

d a s había h e c h o olvidar á los Nabuteos su amistad, y

la p r o t e c c i ó n q u e habían rec ib ido de I s r a e l ; y fa l tando

a h o r a á toda l e y de h o n o r , gratitud y humanidad ase-

sináron á J u a n , e l m a y o r d e los c inco heroicos hijos

d e Matatías. Jonatas vengó su m u e r t e , pero la falta

d e un h o m b r e tan discreto y esperimentado fué m u y

sensible al pueblo . El nuevo genera l sé retiró al de-

sierto de T e c u é con los soldados q u e pudo j u n t a r ,

j u z g a n d o p r u d e n t e m e n t e , que seria m e j o r fatigar al

enemigo con frecuentes e s c a r a m u z a s , q u e arr iesgarlo

todo en una b a t a l l a dec is iva; y con este g é n e r o d e

g u e r r a molestó tanto á B a c c i d e s , q u e le o b l i g ó á eva-

c u a r el p a í s , y ofrecer le proposic iones d e paz. Jonatas

las a d m i t i ó , y l ibre ahora la Judea d e enemigos e s -

t r a n g e r o s , se apl icó á restablecer b u e n o r d e n , y r e -

p a r a r los males q u e h a b i a ocas ionado una g u e r r a tan

p r o l o n g a d a .

Ale jandro B a l a , hi jo d e Antíoco E p i f a n e s , subió á

este t iempo y se a p o d e r ó d e T o l e m a i d a , d e c l a r á n -

dose Rey de S i r i a , y haciendo t e m b l a r á Demetr io e n

s u trono. Los dos rivales conocían m u y b i e n , que la

balanza del imperio se h a b í a de incl inar al lado q u e

Jonatas a p o y a r a , y a m b o s sol ic i táron v ivamente su

amistad y alianza. Jonatas se inclinó á A l e j a n d r o ,

y Demetrio perdió la corona y la v ida e n una b a t a l l a '

con este feliz s u c e s o , A le jandro r e c o n o c i ó á Jonatas

p o r S u m o Sacerdote y Príncipe de J u d e a , y le c o n -

vidó á la ciudad de T o l e m a i d a , a d o n d e i b a á recibir

al R e y de E g i p t o , y casarse con su hija. Jonatas fué á

visitar los dos R e y e s con g r a n d e m a g n i f i c e n c i a ; A l e -

j a n d r o le vistió de p ú r p u r a y le hizo h o n o r e s de sobe-

rano , frustrando de este m o d o los intentos de a l g u -

n o s envidiosos Judíos q u e habían v e n i d o á indispo-

ner le con el R e y . T o l o m e o , R e y de E g i p t o , se arre-

pintió despues de h a b e r d a d o su h i ja á A l e j a n d r o , y

resolv ió quitársela juntamente con el re ino : con este

intento entró en la S i r i a , se a p o d e r ó c o n e n g a ñ o d e

las principales c i u d a d e s , y entrando en A n t i o q u í a ,

unió la c o r o n a de Siria á la de Egipto . A le jandro es-

taba en Cilicia cuando supo la invasión de sus estados

y la usurpación de su c o r o n a , y aunque y a era tarde

p a r a oponerse á tan poderoso enemigo, vino con las

tropas que tenia consigo p a r a combatir con é l : pero

e n ' e l primer encuentro fué d e s b a r a t a d o , y obligado

á h u i r á Arabia. Zabdie l , R e y de A r a b i a , por compla-

cer á T o l o m e o , mandó cortar la cabeza á Alejandro,

y la enrió á A n t i o q u í a , á donde murió el usurpador

p o c o despues , dejando su ejército á la venganza de la

irritada Siria.

Demetrio h a b i a d e j a d o un lüjo del mismo n o m b r e ,

y con la muerte de Alejandro y de T o l o m e o , tomó

posesion del reino de Siria. Deseando este Príncipe

vengarse de Jonatas , por la parte que habia tomado

contra su padre y á favor de Ale jandro, mandó su g e -

neral Apolonio con un ejército contra J u d e a , Jonatas

y su hermano Simón le sal iéron al encuentro , l e die-

ron b a t a l l a , y derrotaron completamente el ejército

del R e y , costándole muy c a r o su intentada venganza.

Convencido Demetrio con esta p é r d i d a , que no podía

sacar ventajas de una guerra con Jonatas , procuró su

amistad , reconociendo la independencia de Judea y

Samaría bajo el gobierno del M a c a b e o , y así quedá-

ron en paz las dos naciones hasta que fué turbado p o r

Trifon. Este ambicioso caudillo del partido de A l e -

jandro , riendo que todo el ejército de Siria estaba

disgustado con su R e y D e m e t r i o , sacó al joven Antío-

c o , hijo de A l e j a n d r o , del p o d e r del maestro que le

c r i a b a , y le proclamó R e y de Siria. Demetrio temió

mucho esta conjuración y suplicó á Jonatas le enviase

algunas tropas en su s o c o r r o , porque estaba a b a n -

donado de la mayor parte de su ejército. Jonatas e n -

vió tres mil hombres escogidos á disposición de De-

m e t r i o , y este corto ejército desempeñó su comision

con tanto v i g o r , que le aseguraron la pacífica posesion

de su trono. Este monarca no tenia virtud alguna q u e

le hiciera digno de la c o r o n a ; sin v a l o r , sin talentos

y sin amistad, no quiso despues cumplir el tratado q u e

babia hecho con Jonatas por la protección que le ha-

b ia dado. Viendo Trifon ahora á Demetrio abandona-

do de Jonatas, juntó el partido del joven Ant íoco, y

le afirmó en el trono de Sir ia , sostenido con la alianza

de Judea. Antíoco envió embajadores á Jonatas con

cartas confirmándole en el sacerdocio y p r i n c i p a d o ,

le mandó ricos presentes, la p ú r p u r a , y todos l o s

distintivos de las personas Reales. E l ambicioso Tri fon,

que desde el principio liábia formado designios de

apoderarse del trono de la S ir ia , se vió ahora con un

gran partido de criaturas s u y a s , á quienes él habia

co locado en los principales puestos del es tado, y bus-

caba oportunidad de declararse. Un solo obstáculo

veia en la ejecución de su intento, y era el afecto d e l

poderoso Jonatas al R e y Antíoco. Trifon conocía le

era imposible resistir con la fuerza á tan gran C a p i -

t a n , y no ménos difícil hacer participante en una vil

traic iona un hombre tan justo : p e r o como los inicuos

no se detienen en los m e d i o s , por mas infames que

s e a n , para conseguir sus intentos , formó un plan p a r a

asegurarse de la persona de Jonatas por a levos ía , y a

q u e no podía hacerlo p o r m e d i o de armas. Con de-

mostraciones de la mas sincera amistad, convidó Tri-

tón áJonatas á l a ciudad de T o l e m a i d a ; este se separó

de su e jérc i to , tomó un destacamento como guardia

de h o n o r , y entró incauto en la mayor fortaleza de

su mas mortal enemigo. Apénas hubo entrado Jona-

tas en la p laza , los Tolemeses cerráron las p u e r t a s ,

tomáron prisionero á J o n a t a s , y pasaron á cuchillo á

todos los que habian entrado en su acompañamiento.

Simón era el único de los hijos de Matatías, q u e

había quedado p a r a l a defensa de I s r a e l , y no aguar-

dó á que le rogaran con el peligroso m a n d o ; él mismo

se ofrec ió , y convocando al pueblo en Jerusalen; les

di jo : Vosotros sabéis cuanto hemos peleado y o , mis

hermanos , y la casa de mi padre en defensa de nues-

tras leyes y el santuario : tesügos sois de los desastres

que hemos sufrido; mis cuatro hermanos han perdido

sus vidas en el servicio de la p a t r i a , y y o he quedado

s o l o ; no permita Dios que y o piense en salvar mi

vida miéntras estemos en tr ibulación, pues no soy

mejor que mis hermanos. Vengaré pues á la n a c i ó n ,

al santuario, á nuestros hijos y m u g e r e s ; porque los

Gentiles han unido sus fuerzas p a r a oprimirnos, y aca-

bar con nosotros. Estas palabras de Simón inflamaron

e l espíritu del pueblo y le proclamaron Pr íncipe ,

Pontífice y Caudillo de la J u d e a , dándole suprema

potestad y gobierno absoluto sobre Israel no solo á

é l , mas á sus h i jos , y descendientes, hasta la venida

del fiel y verdadero Profeta que esperaban liabia de

enviar Dios. Estas fuéron las palabras notables del

nombramiento de S i m ó n , ciento cuarenta y tres años

antes del nacimiento de Jesucristo, cuando cesó e l

ce t ro de Judá en la familia de Simón.

Este activo Caudillo no perdió t iempo en juntar to-

dos los hombres de armas en J u d e a , mandó un ejér-

cito para apoderarse de J o p p e , y fortalecerse a l l í , y

acabó con prontitud el muro y fortificaciones de Jeru-

salen. Trifon entró en Judea con un ejército m u y

n u m e r o s o , creyendo no hallar resistencia, mas cuando

vió una fuerza tan respetable , y un general tan espe-

rimentado pronto á resistirle, mudó de plan y de t o -

no. Entonces envió un mensagero á Simón diciendo :

Jonatas ha sido detenido á causa de unas cuentas que

tenia pendientes sobre los negocios que habia mane-

j a d o de cuenta del R e y : mas a h o r a , envíanos cien

talentos de plata por su r e s c a t e , y á sus dos hijos en

r e h e n e s , para que puesto en l ibertad no nos haga

g u e r r a , y así te le volverémos. Simón conocía q u e

hablaba con e n g a ñ o , y sospechaba (pie el designio

del traidor era matar al padre y á los hijos luego que

recibiera el dinero : por otra parte temia que el pue-

b l o de Israel se disgustaría con é l , y l e culparían si

no mandando el dinero perecía Jonatas. En este d i -

lema resolvió l o que era mas h o n r o s o , y cumplió pun-

tualmente las condiciones que imponía el enemigo

por la l ibertad de Jonatas. La sospecha de Simón no

e r a mal f u n d a d a , porque apénas recibió el pérf ido

Trifon la suma que e x i g í a , mató á Jonatas y á sus dos

h i j o s , y partió para Tolemaida. Este traidor mató

luego al joven R e y A n t í o c o , y usurpó la corona de

Asia que habia conseguido perpetrando los crímenes

I . I 5

m a s atroces. Simón r e c o b r ó e l cadáver d e J o n a t a s ,

l e l levó á M o d í n , y l e depositó junto á las rel iquias

de Matatías , Judas M a c a b e o , J u a n , y Eleazar. Des-

pues erigió un magníf ico m o n u m e n t o s o b r e e l s e -

p u l c r o de la ilustre f a m i l i a , q u e habia h e c h o tantas

hazañas en defensa d e l p u e b l o de Dios : levantó a l

r e d e d o r del sepulcro siete pirámides , en m e m o r i a d e

su p a d r e , de su m a d r e y cuatro h e r m a n o s ; resuelto á

vivir y morir haciéndose digno de la otra. E l g o b i e r -

n o de Simón f u é m a s pacíf ico q u e e l de sus h e r m a n o s ,

p o r q u e t o m a n d o p o r asalto la ciudad de G a z a , p r i v ó

t o d a comunicac ión con los q u e estaban e n el A l c a z a r

d e J e r u s a l e n , y reducidos los sitiados á la últ ima es-

t r e m i d a d , entregaron aquel la c iudadela á S i m ó n ,

q u e d a n d o Israel enteramente .libre d e l y u g o d e los

genti les. L o s Judíos tomáron posesion de l a forta leza

d e S i o n , tan c e l e b r a d a desde e l t iempo de D a v i d ,

c o n grandes demostraciones d e a l e g r í a , y d e c r e t á r o n

q u e todos los años se hiciera conmemorac ion de esta

v ic tor ia , Simón fortif icó las c iudades p r i n c i p a l e s , r e s -

tablec ió e l s a n t u a r i o , aumentó los vasos sagrados , p e r -

siguió á los m a l h e c h o r e s , y protegió á los b u e n o s : d e

m o d o q u e cada uno se sentó d e b a j o de su p a r r a , y

d e b a j o de su h i g u e r a , sin temor d e que nadie le m o -

lestase. Así sostuvo Simón p o r muchos años s u alta di-

gnidad con tanta g l o r i a , c o m o habia v iv ido e n m e d i o

d e sus t r iunfos; hasta que en un convite q u e le dió s u

y e r n o T o l o m e o en la ciudad d e J e r i c ó , f u é asesina-

d o p o r este aleve en medio .de la a legr ía d e l b a n q u e t e .

Sus hijos le enterráron e n el g r a n sepulcro de M o d i n ,

junto á su esc larecido p a d r e y g lor iosos hermanos .

Este f u é e l fin de aquel los i lustres M a c a b e o s , á

quienes levantó e l Señor p a r a la defensa de su santa

L e y y del p u e b l o de Israel. Triunfantes s iempre en sus

e m p r e s a s , no se envaneciéron con sus v i c t o r i a s , ni

tuviéron otro fin que e l servicio de su D i o s , y , d e su

p a t r i a , haciéndose tanto m a s dignos de a l a b a n z a , p o r

cuanto entre las constantes alarmas de la g u e r r a , sus

a c e l e r a d a s marchas y retiradas f o r z o s a s , n o d e j á r o n

d e hacer c a d a dia sus oraciones y súplicas al S e ñ o r

Dios de Israel. L a m a s distinguida virtud de esta

i lustre famil ia fué la firme confianza q u e cada uno d e

el los tuvo s iempre en el S e ñ o r , y por e l la o b t i u i é r o n

las bendiciones del T o d o p o d e r o s o s o b r e sus armas y

s u pais.

C A P I T U L O Q U I N T O .

REINO DE LOS .MACABEOS HASTA LA VENIDA DE

JESUCRISTO.

E n virtud del d e c r e t o d e la nación de Judá c o n f i -

riendo la potestad suprema á Simon y su descenden-

c i a , Jhan su hi jo sucedió en el pontif icado y s o b e r a -

nía. Su p a d r e tenia tan alta opinion de su va lor y e s -

p e r i e n c i a m i l i t a r , q u e despues de la toma d e l Alcazar

d e Jerusalen fiada á su c t ü d a d o , le hizo cesión d e l

m a n d o d e los ejércitos de I s r a e l , y descuidó en é l

este importante r a m o del gobierno. El R e y de Siria

medi taba h a c e r g u e r r a c o n t r a t o s P a r t o s , y solicitó

m a s atroces. Simón r e c o b r ó e l cadáver d e J o n a t a s ,

l e l levó á M o d í n , y l e depositó junto á las rel iquias

de Matatías , Judas M a c a b e o , J u a n , y Eleazar. Des-

pues erigió un magníf ico m o n u m e n t o s o b r e e l s e -

p u l c r o de la ilustre f a m i l i a , q u e habia h e c h o tantas

hazañas en defensa d e l p u e b l o de Dios : levantó a l

r e d e d o r del sepulcro siete pirámides , en m e m o r i a d e

su p a d r e , de su m a d r e y cuatro h e r m a n o s ; resuelto á

vivir y morir haciéndose digno de la otra. E l g o b i e r -

n o de Simón f u é m a s pacíf ico q u e e l de sus h e r m a n o s ,

p o r q u e t o m a n d o p o r asalto la ciudad de G a z a , p r i v ó

t o d a comunicac ión con los q u e estaban e n el A l c a z a r

d e J e r u s a l e n , y reducidos los sitiados á la últ ima es-

t r e m i d a d , entregaron aquel la c iudadela á S i m ó n ,

q u e d a n d o Israel enteramente .libre d e l y u g o d e los

genti les. L o s Judíos tomáron posesion de l a forta leza

d e S i o n , tan c e l e b r a d a desde e l t iempo de D a v i d ,

c o n grandes demostraciones d e a l e g r í a , y d e c r e t á r o n

q u e todos los años se hiciera conmemorac ion de esta

v ic tor ia , Simón fortif icó las c iudades p r i n c i p a l e s , r e s -

tablec ió e l s a n t u a r i o , aumentó los vasos sagrados , p e r -

siguió á los m a l h e c h o r e s , y protegió á los b u e n o s : d e

m o d o q u e cada uno se sentó d e b a j o de su p a r r a , y

d e b a j o de su h i g u e r a , sin temor d e que nadie le m o -

lestase. Así sostuvo Simón p o r muchos años s u alta di-

gnidad con tanta g l o r i a , c o m o habia v iv ido e n m e d i o

d e sus t r iunfos; hasta que en un convite q u e le dió s u

y e r n o T o l o m e o en la ciudad d e J e r i c ó , f u é asesina-

d o p o r este aleve en medio .de la a legr ía d e l b a n q u e t e .

Sus hijos le enterráron e n el g r a n sepulcro de M o d í n ,

junto á su esc larecido p a d r e y g lor iosos hermanos .

Este f u é e l fin de aquel los i lustres M a c a b e o s , á

quienes levantó e l Señor p a r a la defensa de su santa

L e y y del p u e b l o de Israel. Triunfantes s iempre en sus

e m p r e s a s , no se envaneciéron con sus v i c t o r i a s , ni

tuviéron otro fin que e l servicio de su D i o s , y . d e su

p a t r i a , haciéndose tanto m a s dignos de a l a b a n z a , p o r

cuanto entre las constantes alarmas de la g u e r r a , sus

a c e l e r a d a s marchas y retiradas f o r z o s a s , n o d e j á r o n

d e hacer c a d a dia sus oraciones y súplicas al S e ñ o r

Dios de Israel. L a m a s distinguida virtud de esta

i lustre famil ia fué la firme confianza q u e cada uno d e

el los tuvo s iempre en el S e ñ o r , y por e l la o b t i u i é r o n

las bendiciones del T o d o p o d e r o s o s o b r e sus armas y

s u país.

C A P I T U L O Q U I N T O .

REINO DE LOS .MACABEOS HASTA LA VENIDA DE

JESUCRISTO.

E n virtud del d e c r e t o d e la nación de Judá c o n f i -

riendo la potestad suprema á Simon y su descenden-

c i a , Jlian su hi jo sucedió en el pontif icado y s o b e r a -

nía. Su p a d r e tenia tan alta opinion de su va lor y e s -

p e r i e n c i a m i l i t a r , q u e despues de la toma d e l Alcazar

d e Jerusalen fiada á su c i ü d a d o , le hizo cesión d e l

m a n d o d e los ejércitos de I s r a e l , y descuidó en é l

este importante r a m o del gobierno. El R e y de Siria

medi taba h a c e r g u e r r a c o n t r a t o s P a r t o s , y solicitó

la ayuda de Juan; este le acompañó con sus Judíos,

y se señaló en todas las acciones con hechos de un

valor siugular, haciendo respetar e l nombre judío y

su religión, cuando hacia alto para que sus tropas

celebraran el sábado. De vuelta á Judea , Juan hizo

guerra á los de Hircania, y obtuvo una victoria tan

completa sobre e l los , que le puso todo aquel paisen

su mano, por lo cual tomó el sobrenombre de Hir-

cano. Luego fué contra Samaría, se apoderó de Si-

q u e n , y arrasó el templo de Garizin, docientos años

despues de haber sido edi í i cadopor el Gobernador

Sambal la t , á instancias de su yerno Manases, por opo-

sicion al virtuoso Neemias. Un año despues conquistó

la Idumea y la unió al reino de Judea; y en seguida

domó á los Ammonitas y Filisteos sus enemigos inve-

terados, y consiguió que estas tres naciones abraza-

sen la religión de Moisés. El victorioso Juan Hircano

estendió sus dominios con tan grandes conquistas,

que el cetro de J u d á n o se habia visto tan poderoso

desde la muerte de Salomon, fundando un nuevo

reino conocido en la historia, por el reino de los As-

moneos ó Macabeos.

Aristóbulo. — Cinco años despues de la conquista

de Samaría, murió Juan Hircano', y le sucedió en e l

mando y en el pontificado su hijo primogénito Aris-

tóbulo. Este caudillo heredó los estados de J u d e a ,

tan firmes por las conquistas y vigorosa administra-

ción de su padre, que no tuvo enemigos esteriores

con quienes contender, ni rebeldes ó malcontentos

que sujetar. Viéndose con poder suficiente, tomó el

título de Rey de Judea , que ningún otro habia a d o p -

tado desde el tiempo de la cautividad : y los Judíos

en este estado pacífico se entregáron á especula-

ciones teológicas, y prácticas esteriores de religión.

En el reinado de Aristóbulo comenzaron á hacer fi-

gura las tres sectas religiosas Esenos, Fariseos y Sadu-

ceos. Los Esenos se formaron un estatuto, por el cual

se obligaban á la observancia de una multitud de pre-

ceptos, tales eran : la renuncia de bienes, el uso c o -

mún de lo que adquirían, la abnegación absoluta d e

los placeres, vivir en despoblados, alimentarse d e

' v e g e t a l e s , no beber sino a g u a , huir del matrimonio,

y vestir diferente del pueblo. La multitud de comu-

nidades religiosas que hay en los países católicos

tienen su origen en la secta de los Esenos, aña-

diendo, mudando ó suprimiendo según el espíritu ó

inclinación de sus fundadores. Los Fariseos eran una

secta diferente de los Esenos eremitas : vivían en los

pueblos , mantenían sus familias, y eran ciudadanos.

El gran crédito que se adquiriéron era debido á la

pureza de su doctrina, y á la mas exacta observancia

de la ley. Su conducta era arreglada , sus discursos

pacíficos, y su unión ejemplar. Ellos fuéron los únicos

que predicaban al pueblo con zelo y frecuencia el

premio de las buenas obras , y el castigo de las malas

en la vida futura. La popularidad que gozaban los

hizo orgullosos, el orgullo fomentó su ambición, y

l legáron á tener un poder absoluto sobre el p u e b l o ,

haciéndose árbitros de la doctrina y de la religión.

Con la presunción de verse distinguidos se hiciéroiL

i5*

supersticiosos, y para mantener la superstición recur-

riéron á la hipocresía. La corrupción de los Fariseos

l legó á tal g r a d o , cien años despuesde su primer ins-

t i tuto , que viniéron á s e r el oprobio de la religión por

su o r g u l l o , codicia, h ipocres ía , y fraudes con que

engañaban al p u e b l o , cubiertos con la capa de santi-

dad. Los Saduceos eran otra secta que nunca p u d o

hacer figura, porque negaban la resurrección, y la

existencia de ángeles , espír i tus, y almas separadas

d e l cuerpo. T a l era el estado de Judea en el reinado

de Aristóbulo.

Alejandro Janneo sucedió en la corona y pontifi-

c a d o á su hermano Aristóbulo. Mantuvo el reino en

paz y en un estado floreciente, p e r o su reinado fué

c o r t o , y siendo muy jóvenes sus dos h i jos , n o m b r ó

á su muger por Regente del reino durante la minori-

dad. Alejandra g o b e r n ó con prudencia y vigor. T i -

granes Rey de Armenia quiso invadir á J u d e a , pero

b ien informado de las medidas que la Reina habia t o -

m a d o p a r a resistirle, desistió de su intento.

P o r la muerte de A l e j a n d r a , su hijo mayor Aristó-

b u l o heredó el título de R e y y de Pont í f ice , p e r o s u

hermano Juan Hircano le disputó fuertemente el p o n -

tificado , que se consideraba inseparable de la digni-

dad Real. La nación se dividió en partidos, y Juan Hir-

cano imploró la mediac ión, ó mas bien la asistencia

de R o m a , entonces soberana de todo el mundo cono-

cido. Los Romanos habian tenido comunicación con

los Judíos desde el t iempo de Judas Macabeo, quien

solicitó su amistad y afianza. Esta fué renovada en

e l tiempo de J o n a t a s , y mas particularmente en e l

principado de S i m ó n , cuando los Cónsules escribie-

r o n á todas las provincias , y á los Reyes sujetos a l

Senado romano haciéndoles saber que los Judíos eran

sus a l iados , amigos y hermanos, y mandando que n o

les hicieran mal a l g u n o , ni dieran socorro á los q u e

les hiciesen g u e r r a ; p e r o nunca habian mandado tro-

pas á J u d e a , quizas porque se hal laban ocupados en la

tercera guerra p ú n i c a , en la de Numidia y Asiría.

Ahora que estaban concluidas todas sus guerras en e l

Asia con el vencimiento de Mitr idates, mandó el S e -

nado á Pompeyo que llegase á Jerusalen de vuel ta , y

arreglase la diferencia entre los dos hermanos. Este

vencedor arregló el asunto con u n a política m u y sin-

gular : quitó el reino á Aristóbulo, e l hermano m a y o r ,

y le l levó preso á R o m a , para q u e le sirviese en su

triunfo á la entrada e n aquella capital. Declaró las

provincias de Judea sujetas á R o m a , y nombró á Hir-

c a n o , el hermano m e n o r , Sumo S a c e r d o t e , y le dió

un vano título de Príncipe de Judea con prohibición

d e usar insignia ni t í tulo de R e y , ni de hacer cosa

alguna en su limitado g o b i e r n o , sin la aprobación del

Senado romano.

Despues del débil príncipe Hi

Antipatro Procurador d e Ju

siendo hombre de g r a n d e

m é r i t o , consiguió la divisio

en d o s , para darlas á sus di

saeL Este Herodes, l lamado

cortesano, y por medio de s

a m o í T o u ^ ^ o a

Wií OGAUJ j »

Antonio General de los R o m a n o s , obtuvo un decreto

d e l Senado que le constituyó R e y de Judea. D e este

m o d o fué transmitido e l cetro de Judá de las manos

d e los M a c a b e o s , descendientes de Jacob por la tr ibu

de J u d á , á las de H e r o d e s , que era I d u m e o , nación

distinta de los Judíos. L a política cruel y venal de

este intruso R e y , que no profesaba l a rel igión j u -

daica s ino en la apariencia, trastornó todas las m á x i -

mas del gobierno ant iguo, removió la sucesión de los

pontífices de la familia de A a r o n , abolió la autoridad

del Consejo de los príncipes y ancianos de I s r a e l , y

puso todo e l p o d e r del pueblo del Señor al arbitrio

de los R o m a n o s , de quienes él era un esclavo con

diadema.

Quitado ahora el cetro de J u d á , estando para cum-

plirse las setenta semanas de años declaradas p o r D a -

n i e l , R e g ó el tiempo prefijado para la venida del

Mesías y Salvador Jesucristo, según la promesa hecha

por Dios á A b r a h a n , Isaac y J a c o b , y cuyas c ircuns-

tancias habían sido anunciadas por sus Profetas.

IMO P R I M E R O .

' INDICE

DEL TOMO PRIMERO.

L I B R O I .

- P B I M B H A E D A D D E L M C K D O .

Pag. CAP. I . L a c r e a c i ó n d e l m u n d o 5

I I . E l arca de N o é . ra

L I B R O I I .

S E C C S D A E D A D D E L M O N D O .

CAP. I . A l i a n z a d e Dios c o n N o é . 1 6

I I . L a torre d e B a b e l . . . 1 9

" L I B R O I I I . ' . . . . . . V.

T E R C E R A E D A D D E L M C K D O .

CAP. I . V o c a c i o n d e A b r a h a n y su v i d a

I I . E l P a t r i a r c a I s a a c 2S

I I I . E l P a t r i a r c a J a c o b 02

I V . E l P a t r i a r c a J o s e f . S 7

L I B R O I V .

C Ü A B T A E D A D D E L M B N D O ,

CAP. I . V i d a y g o b i e r n o d e M o i s é s . , ; .•• . . . 5A

I I . G o b i e r n o d e J o s u é . . i . . , . t . . 8 0

I I I . G o b i e r n o d e los J u e c e s . » . . . . . . . . . 86

R u t 9 9

a I V . R e i n a d o d e Saúl . . . , . . . 107

V . R e i n a d o d e D a v i d . . . . . . . . . . . . . 1 1 7

V I . R e i n a d o d e S a l o m o n . : . . . 1 3 5

343 L O S M A C A S E O S .

Antonio General de los R o m a n o s , obtuvo un decreto

Üel Senado que le constituyó R e y de Judea. D e este

m o d o fué transmitido e l cetro de Judá de las manos

d e los M a c a b e o s , descendientes de Jacob por la tr ibu

de J u d á , á las de H e r o d e s , que era I d u m e o , nación

distinta de los Judíos. L a política cruel y venal de

este intruso R e y , que no profesaba l a rel igión ju-

daica s ino en la apariencia, trastornó todas las m á x i -

mas del gobierno ant iguo, removió la sucesión de los

pontífices de la familia de A a r o n , abobó la autoridad

del Consejo de los príncipes y ancianos de I s r a e l , y

puso todo e l p o d e r del pueblo del Señor al arbitrio

de los R o m a n o s , de quienes él era un esclavo con

diadema.

Quitado ahora el cetro de J u d á , estando para cum-

plirse las setenta semanas de años declaradas p o r D a -

n i e l , Uegó el tiempo prefijado para la venida del

Mesías y Salvador Jesucristo, según la promesa hecha

por Dios á A b r a h a n , Isaac y J a c o b , y cuyas c ircuns-

tancias habían sido anunciadas por sus Profetas.

IMO P R I M E R O .

' INDICE

DEL TOMO PRIMERO.

L I B R O I .

- P B I M B H A E D A D D E L M C K D O .

Pag. CAP. I . L a c r e a c i ó n d e l m u n d o 5

I I . E l arca de N o é . ra

L I B R O I I .

S E C C S D A E D A D D E L M O N D O .

CAP. I . A l i a n z a d e Dios c o n N o é . 1 6

I I . L a torre d e B a b e l . . . 1 9

" L I B R O I I I . ' . . . . . . V.

T E R C E R A E D A D D E L M C K D O .

CAP. I . V o c a c i o n d e A b r a h a n y su v i d a

I I . E l P a t r i a r c a I s a a c 2S

I I I . E l P a t r i a r c a J a c o b 02

I V . E l P a t r i a r c a J o s e f . S 7

L I B R O I V .

C Ü A B T A E D A D D E L M B N D O ,

CAP. I . V i d a y g o b i e r n o d e M o i s é s . , ; .•• . . . 5A

I I . G o b i e r n o d e J o s u é . . i . . , . t . . 8 0

I I I . G o b i e r n o d e los J u e c e s . » . . . . . . . . . 86

R u t 9 9

a I V . R e i n a d o d e Saúl . . . , . . . 107

V . R e i n a d o d e D a v i d . . . . . . . . . . . . . 1 1 7

V I . R e i n a d o d e S a l o m o n . : . . . 1 3 5

L I B R O V .

Q U I S T A E D A D D E L M Ü I Í D O .

Pág.

GAP. I . R e y e s d e I s r a e l h a s t a la d e s t r u c c i ó n d e l r e i n o . I 3 6

Z e l o d e l P r o f e t a E l i a s »4»

V i r t u d e s d e l P r o f e t a E l í s e o * 5 5

I I . R e y e s de J u d á h a s t a la c a u t i v i d a d »77

H e r o i s m o d e J u d i t 2 0 0

I I I . L o s P r o f e t a s 3 1 6

I V . E l justo J o b 2 6 5

V . E l v i r tuoso T o b í a s . a 7 8

V I . L a r e i n a E s t e r

L I B R O V I .

S E S T A E D A D D E L JTOKDO.

C A P . I . R e e d i f i c a c i ó n d e l t e m p l o . . . . . . » • 3 o ®

I I . C r u e l p e r s e c u c i ó n d e A n t í o c o ^09

I I I . V i c t o r i a s d e l i lustre J u d a s M a c a b e o . . . . 3 2 3

I V . G o b i e r n o d e J o n a t a s y d e S i m ó n 3 5 5

V . R e i n o d e los M a c a b e o s h a s t a la v e n i d a d e J . C . 3 4 5

• Sil r .

' ' " V » »

Libros devotos.

A L M A PENITENTE ( E L ) , Ó N u e v o P i é n s a l o b i e n . 1 v o l .

e n 18 c o n l á m .

C A M I N O DEL C I E L O , I v o l . e n 1 8 c o n l á m .

CASOS RABOS DE LA CONFESION, I v o l . e n 18 c o n l á m .

E L DESPERTADOR EUCARÍSTICO. j v o l . e n 18 c o n l á m .

INUEYO E J E R C I C I O COTIDIANO, I v o l . e n 18 c o n m u -

c h a s l á m i n a s .

FILOSOFÍA DEL VERDADERO C R I S T I A N O , i n t i t u l a d a

P i e ' n s a l o b i e n ; c o n t i e n e u n m o d o f á c i l , b r e v e y

s e g u r o p a r a s a l v a r s e . 1 v o l . e n 18 c o n l á m .

IMITACIÓN DE CRISTO, I v o l . e n 18 c o n 6 l á m i n a s .

IMITACIÓN DE LA SANTÍSIMA V I R G E N , I v o l . e n 1 8

c o n 4 l á m .

N U E V A JORNADA DEL C R I S T I A N O , I v o l , e n 18 c o n L l á m i n a s .

M E S DE M A R Í A ( E L ) , ó D e v o c i o n á M a r í a S a n t í s i m a .

1 v o l , e n 18 c o n m u c h a s l á m i n a s .

O F I C I O DE LA SEMANA SANTA, c o n el m e ' t o d o d e a n d a r

l a s e s t a c i o n e s , y m e d i t a c i o n e s s o b r e n u e s t r a r e d e n -

c i ó n , e t c . , e t c . 1 vo l . e n 18 c o n 8 l á m .

ORACIONES Y MEDITACIONES, p o r L a v a l l e , n u e v a e d .

c o n l á m . 1 vo l . e n 18.

ORACIONES Y MEDITACIONES CRISTIANAS, I v o l . e n

1 6 c o n l á m i n a s .

ORDINARIO DE LA SANTA M I S A , I v o l . e n 18 c o n

l á m i n a s .

PENSAMIENTOS CRISTIANOS p a r a t o d o s l o s d i a s d e l

m e s . 1 v o l . en 18 c o n m u c h a s l á m .

T E S O R O DE P A C I E N C I A , p o r A l m e i d a . i v o l . e n 1 8

c o n l á m .

V I D A DE NUESTRA S E S O R A r e p r e s e n t a d a e n q u i n c e

M e d i t a c i o n e s . 1 v o l . en 18 c o n l á m .

V I S I T A S al S S . S a c r a m e n t o y á M a r í a S a n t í s i m a ,

1 v o l . e n 1 8 c o n e l r e t r a t o a e l a u t o r y d o s h e r m o -

s a s l á m i n a s .

<s

INSTITUCIONES CANÓNICAS d e J u a n D e v o t i o b i s p o d e

A n a g n i , p u e s t a s en c a s t e l l a n o y r e d u c i d a s á l a

p a r l e d o c t r i n a l , e n b e n e f i c i o de los q u e se d e d i c a n

al e s t u d i o del d e r e c h o c a n ó n i c o , a vo l . e n 12.

INSTRUCCIÓN Y EXAMEN- DE ORDENANDOS , p o r el K . 1 .

F r . E c h a r r i , 1 0 a i m p r e s i ó n . 1 v o l . e n 1 3 .

Libros para la diversión de los niños. t

ACCIDENTES DE LA N I Ü E Z (LOS). 1 v o l . e n 18 c o n 5

l á m i n a s .

ALMACÉN DE LOS N i ñ o s ( E L ) , c o n 6 l á m i n a s . 1 v o l .

e n 18. . o í '

A M I G O DE LOS N i ñ o s ( E L ) , I v o l . e n 18 c o n 1 l a m .

CARLOS Y F A N N Y , Ó A v e n t u r a s d e d o s N i ñ o s a b a n -

d o n a d o s en u n a isla d e s i e r t a , p o r D u c r a y - D u m i -

n i l . 2 v o l . e n 1 8 .

COMO EL JOVEN ENRIOOE APRENDIÓ A CONOCER A

D I O S ; h i s t o r i a d i v e r t i d a y m o r a l c o m p u e s t a p a r a

los N i ñ o s . I v o l . e n 18 c o n 4 h e r m o s a s l á m i n a s .

CUENTECITOS á m i N i ñ o y á m i N i ñ a , p o r M a d a m a

d e R e n n e v i l l e . 1 v o l . en 18 c o n 2 4 l á m .

C U E N T O S D E LAS H A D A S , c o n 1 1 l á m . i v o l . en 18.

H A D A BENEFICA (LA) , b u e n a a m i g a d e los N i ñ o s , p o r

M a d a m a de R e n n e v i l l e . 1 v o l . en 18.

JÓVENESVXAGEROS (LOS). 1 v o l . en 1 8 .

LECCIONES DE F E N E L O S , F á b u l a s , H i s t o r i a s y C u e n -

tos , p o r el a u t o r de T e l é m a c o . 1 v o l . e n 18 c o n

l á m i n a s . .

MODELOS DE LOS N i ñ o s , ó R a s g o s d e h u m a n i d a d , d e

p i e d a d f i l ia l y de a m o r f r a t e r n o ; o b r a d i v e r t i d a

y m o r a l , a d o r n a d a con 5 l á m . 1 v o l . e n 18.

PASEO POR E U R O P A , Ó e s c e n a s i n s t r u c t i v a s y p i n t o -

r e s c a s d a n d o á c o n o c e r á los n i ñ o s esta p a r t e d e l

m u n d o . 1 v o l . e n 18.

PASEO-POR A S I A , Ó e s c e n a s i n s t r u c l i v ,s y p i n t o r e s -

ca» d a i i d o á c o n o c e r á los n i ñ o s esta p a r l e d e l

m u n d o 1 v o l . e n 18.

PRIMEROS CONOCIMIENTOS p a r a uso^ d e l o s N i ñ o s

q u e e m p i e z a n á l e e r . 1 v o l . e n 18 c ó n 5 l á m .

R E C R E O S DF. EUGENIA, p o r M a d . de R e n n e v i l l e , 1 v o l .

e n 18 c o n 2 l á m i n a s .

T A R D E S DE LA G R A N J A (LAS), Ó L e c c i o n e s d e u n

b u e n p a d r e , p o r D u c r a y D u m i n i l , 6 a e d i c i ó n .

6 v o l . e n 18. •

V I A G E DEL JOVEN ANACARSIS á la G r e c i a , p o r J . J .

B a r t h e ' l e n i i , c o m p e n d i a d o p a r a u s o d e los j ó v e n e s .

4 v o l . e n 18.