El objeto y las condiciones de la investigación epistemológica

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Carli,AlbertoBases epistemológicas para la investigacióncientífica.- 1a ed. - Ciudad AutónomadeBuenos Aires:Biblos,2014.189 pp.; 23 x 16 cm. - (Metodologías)

ISBN978-987-691-239-6

1. InvestigaciónCientífica.2. Epistemología.1. Título.COO 121

Diseño de tapa: Luciano Tirabassi UArmado: Sofí'! Viz.:m

©Alberto Carli, 2014© Editorial Biblos, 2014Pasaje José M. Giuffra 318, CI064ADD Buenos [email protected] / www.editorialbiblos.comHecho el depósito que dispone la Ley 11.723

No se permite la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alquiler, latransmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma o por cualquiermedio, sea electrónico o mecánico, mediante fotocopias, digitalización u otros métodos,sin el permiso previo y escrito del editor. Su infracción está penada por las leyes11.723 y 25.446.

Esta primera edición fue impresa en Elías Porter Talleres Gráficos,Plaza 1202, Buenos Aires, República Argentina,en mayo de 2014.

Este libro está dedicado a mi nieta Sofía paraque, en su camino por la cultura, siempre puedaencontrarme acompañándola.

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índice

Introducción 11

Capítulo 1Epigénesis del conocimiento 17En el principio era la vida 17La geografía es el destino (Napoleón) 20El quinto elemento 34Descartes, la razón y después 34A manera de repaso , : 5OTodos contra el positivismo 51Un capítulo aparte 55Algunas consideraciones 57El giro lingüístico de Heidegger 63El humanismo sartreano 64La muerte del sui=to . "." 67Así finalizamos el siglo xx y comenzamos el XXI 75Un poco de historia 76

Capítulo 2El objeto y las condiciones del conocimiento 79¿Qué es el objeto? 85Las inferencia s 91Teoría e ideología : 95Las variables .Condiciones de cientificidad ;:10

Capítulo 3Problemas, hipótesis y objetivos 101Verificar y corroborar 101Las preguntas-problema 102Las hipótesis : , 103Los hechos 109La cientificidad de las preguntas 110Objetivos y propósitos 113

Capítulo 4Diseños y tipos de investigación 117La observación 130La entrevista 133Las encuestas ·· ·..···..··..········..·········· 135Historias y relatos de vida ·137

Capítulo 5El dato científico · · 141Matrices de datos 148Las escalas de medición · 150La prueba piloto ~ 152Codificaciónde los datos ·····..· 153

Capítulo 6El proyecto de investigación, las tesis y las monografías 155Estructura de un proyecto de investigación 155Identificación del proyecto ·.··· ···..· ·····..·.156Resumen técnico ·····..···..·········..·····159Población y muestra ·· 160Materiales y métodos 161Qué es una tesis 166La monografía 169

Capítuló7Algunas puntualizaciones estadísticas 173Estudios univariables ··· ··· ···· · 180Estudios bivariables 181Análisis multivariable . . .. 184

Bibliografía 187

Introducción

Muchos son los autores que, a lo largo de su vida, trabajaron paraescribir una obra definitiva. Muy pocos lograron hacer un libro en elque les fuera posible alcanzar ese absoluto. Los lectores encontraránen estas páginas que la idea de absoluto, con diferentes nombres,ha estado presente en la historia de la humanidad. Pareciera quenuestra condición de seres finitos nos ha empujado en la búsquedadel infinito.

Una de las expresiones de esa búsqueda, de esa justificación denuestras vidas, ha sido desde siempre la pulsión epistemofílica quecaracteriza a la especie. Este libro intentará que nuestros lectoresincorporen algunas herramientas útiles para satisfacerla.

Sabemos de la dificultad esencial que presentan todas las disci-plinas, tanto las científicas comolas profesionales, en la tramitaciónde los cci.tenidos teóricos al campo concreto de la empiria y de ésta aaquéllos. También lo confuso y desordenado del mundo. Y de nuestropensamiento.

Existen razones tanto biológicas como académicas y profesiona-les que justifican nuestra sensación de que esta obra es definitiva.Decimos "definitiva" porque la entendemos como la síntesis de nues-tros muchos años de investigación y docencia universitaria. Somoshumildes en la conciencia de lo pequeña, frágil y efímera de nuestraexistencia, pero no modestos, por considerarla adecuada para en-frentar las dificultades de las que hablábamos.

Al leer este texto se encontrará que hemos dedicado muchas pá-ginas adoptando y retrabajando ideas de autores tan distantes y di-símiles como Charles Sanders Peirce y Juan Samaja, para abordardiferentes tipos de conocimiento, así como los marcos contextualesen que se dieron y las condiciones de producción en uso por los dife-rentes colectivos humanos a lo largo de la historia.

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Mientras desarrollábamos estas páginas, fuimos interpeladospor varias cuestiones que nos preocupaban. Por un lado, la existen-cia de otros libros dedicados al tema: algunos nos dejaban una sen-sación de insatisfacción, pues fueron trabajados con una profundaelaboración eidética pero sin un adecuado correlato práctico; otrostenían un excelente desarrollo conceptual pero carente del sustentoepistemológico que lo justificara.

Un segundo interrogante nos asediaba, acerca de la legitimidadde un libro en el que se intentara "enseñar a investigar" ante nues-tra creencia de que "a investigar se aprende investigando". Por esto'debemos puntualizar que sólo aspiramos a que quien lo lea adquieraconciencia de los mecanismos que se ponen en juego en la mente deun investigador. Aquel que tenga un interés concreto utilizará estelibro, pero eso no lo dispensará de la actividad empírica, del trabajo

de campo.Otra cuestión se nos presentaba dada nuestra condición de con-

sultor metodológico en un país periférico. En ocasiones escuchába-mos a profesionales y científicos que hablaban de la imposibilidad deinvestigar. Algunos, limitados por atendibles razones instrumenta-les; otros, por la falta de tradición disciplinar. La respuesta inicialque se nos ocurre frente a los primeros es que la mejor herramientapara la ciencia es el cerebro. Y que de lo que se trata es de reconocersi su objeto de interés cognitivo es posible y pasible de ser investi-gado. Lo "posible" y "pasible" de un objeto interroga al investigadoren su creatividad. Mi pasado electrofisiológico me recuerda usandopequeños anzuelos de pescador (¡yo, que odio la pescal), separadospor medio milímetro y fijados en un corcho, para lograr registrarel fraccionamiento del frente de onda eléctrico y su comportamien-to frente a la isquemia Y la re perfusión miocárdicas. Por supuestoque hubiera sido más cómodo trabajar con electrodos preparados poringenieros en biomedicina Y hacer los registros en osciloscopios de.noventa y dos canales. También encontramos gente que pone el ca-rro delante del caballo. Esto es, que hay investigadores que sólo seponen en marcha en el momento en que consiguen subsidios para in-vestigar los temas de su interés. Nosotros creemos que se debe tenerprimero los temas y luego salir a.buscar los fondos necesarios. Siem-pre recordamos que uno de los primeros pasos en un proyecto deinvestigación es la revisión bibliográfica y que así se empieza. Todoel conocimiento está a la mano. Tales de Mileto y sus contemporá-neos fueron grandes viajeros, pero en estos tiempos no es necesario

Introducción 13

serlo para incorporar conocimientos. La existencia de publicacionesinternacionales e internet han producido profundas modificacionesy ya no hace falta viajar para saber por dónde anda el mundo.

A aquellos pertenecientes a disciplinas con escasa o nula tradi-ción, les decimos que el desafío personal podría ser iniciarla. Nadaimpedirá que un médico de una salita de atención primaria, un do-cente de una pequeña escuela o un trabajador social interesados enla realidad en la que se desenvuelven utilicen con rigor el métodocientífico para conocerla. Generar conocimiento por sí mismos loshará mejores profesionales. Creemos que la ciencia, que como severá en el texto es un producto del capitalismo en el que se repro-ducen las desigualdades del mundo, ha pasado a ser una formidableherramienta de uso universal dispuesta a ser utilizada por aquellosque la valoren en su dimensión histórica. Una leyenda cuenta quelos normandos arrancaban antes de la batalla el corazón a su jefe, selo arrojaban al enemigo y luego iban a recuperarlo, espada en mano.Que sea una herramienta que utilizan quienes dominan el mundonos debe impulsar a su apropiación, no a descalificarla.

En este libro intentaremos que se entienda la ciencia como unode los conocimientos que la especie ha desarrollado, como una con-secuencia y una necesidad del devenir histórico. Otros tipos de cono-cimientos tienen similar importancia, ni mejor ni peor, sólo distinta.La belleza, la bondad, el amor y otros misterios de nuestra vida ynuestro mundo son inaprehensibles para la ciencia.

Alguien ha dicho que lo que la ciencia hace es transformar la com-plejidad del mundo en una complejidad más comprensible. Hemosescrito este libro para ayudar a lograr ese objetivo, no a la manera derecetas sino tratando de que se entiendan sus fundamentos. Cuando,por ejemplo, el lector lea que Parménides se preocupaba hace más deveintiséis siglos en que "lo que es, es y lo que no es, no es", nos inte-resa que piense que estaba abriendo un abanico de posibilidades que,promediando el siglo xx, nos llevó a entender el misterio del lenguajeque, cuando nos habla de algo que es lo que es, también nos estátransmitiendo de manera implícita todo lo que eso que nos interesano es. Y así comprenderemos de qué hablamos cuando nos ocupamosde eso que llamamos "objeto".

Cuando iniciamos nuestros cursos habituales ponemos especialénfasis en aclarar uno de los muchos malentendidos circulantes y asínos preocupamos en explicitar que lo que dictaremos será Metodolo-gía de la Investigación y no Estadística. Y no porque no respetemos

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la utilidad de esta disciplina, sino que sólo la consideramos una he-rramienta de legitimación de los datos obtenidos en el trabajo decampo. Sin embargo, conocemos de unidades académicas en las queel dictado de la materia Metodología de la Investigación se reduce aenseñar estrategias de validación matemática.

Llegados a este punto, creemos que es el momento de dejar enclaro qué entendemos por metodología de la investigación. Para no-sotros es una forma de pensamiento, una gramática, un cierto ordenen el discurrir de las ideas en sintonía con ese mundo desordenadodel que hablábamos. En otras palabras: para enfrentar el caos delmundo en que vivimos es imprescindible que, previamente, orde-nemos nuestra mente a tal fin. Eso ee lo que llamamos "método", elmétodo de la ciencia que trataremos de explicar a lo largo de las pá-ginas, en un orden que intentará dar una idea de la manera en quenuestro pensamiento aborda la realidad y trata de conocerla.

Una dificultad no menor, que nos habla de la importancia dellen-guaje en el campo de la investigación, la constituyen los problemassurgidos por el mal manejo de la lengua materna que con frecuen-cia tienen los profesionales y los científicos. Hace décadas el mismoKarl Popper llamó la atención en el mismo sentido. En tiempos comolos que corren, con una caída del orden simbólico, con una franca (yposmoderna) desestructuración del pensamiento, es imprescindiblepreocuparnos por el uso adecuado del lenguaje que hablamos, expre-sión de la manera en que pensamos.

Para que el lector entienda de lo que estamos hablando, diremosademás que este libro adopta un orden artificial, ficticio. Pero debe-rá quedar claro que la ciencia es un emergente de la cultura y queésta es ficcional. Cuando decimos "ficcional", no estamos diciendoque sea "mentirosa" sino que es el fruto de una elaboración, de unarecreación, de la misma manera como cuando nos muestran unaobra de arte no estamos frente a la vida sino frente a su recreación,su reelaboración, ese intento de la especie por entenderla.

Cuando presentemos la manera en que se piensa un tema de in-vestigación, notaremos su parecido a un rompecabezas, un puzzle. Porsupuesto que ésta es una estrategia pedagógica ya que la cabeza deun investigador, nuestra cabeza, no trabaja en compartimentos; nues-tro pensamiento es totalizador. Así el lector entenderá que lo que lepresentaremos será una suerte de ilustración de un pensamiento des-articulado para que lo vaya incorporando como quien mira una pelí-cula en cámara lenta, de forma que pueda detener su atención cuadro

Introducción 15

a cuadro y vea cuáles y cómo son los errores y aciertos que en una su-cesión proyectada a velocidad normal pudieran pasar desapercibidos.Solemos decir que aprender el método no es muy diferente de apren-der a conducir un automóvil. En nuestras primeras experiencias demanejo todos hemos puesto la primera velocidad y la mantuvimoshasta que veíamos que la aguja del cuentavueltas llegaba a las dosmil y recién ahí pasábamos a la segunda. Cuando ya hubimos apren-dido, esto es incorporado -eso es aprender-, nos limitamos a escucharel motor para ir cambiando las velocidades de marcha. Nadie necesitamirarse al espejo para hacerse el nudo de la corbata.

Así el lector entenderá, a lo largo de los capítulos 2 al 4, cómo sedesarrollan los pasos de un proyecto de investigación. En estos pa-sos será necesario tener claro un sentido embriogénico, esto es, queen la escritura final, eso que denominamos "protocolo", ya deberánestar pensadas (y por lo tanto presentes) todas las validaciones exi-gidas por el método.

Con los capítulos precedentes como fundamentación epistemoló-gica, en el capítulo 6 nos ocuparemos puntualmente de los aspectosformales de un proyecto que no son, como algunos creen, exigenciasde tipo meramente administrativo. En el mismo capítulo nos preo-cupamos por desarrollar el tema de las tesis en el intento de que seentienda cuáles son las condiciones diferenciales entre los distintostipos. Es inadmisible que haya profesores que diferencian una tesisde maestría de una de doctorado por el número de páginas. A ellosles recordamos que James Watson y Frances Crick publicaron e125de abril de 1953 en Nature un artículo de una página que justificó elNobel de medicina que se les otorgó en 1962.

Por último, en el capítulo 7 presentamos algunas aproximacionesa la estadística, con la conciencia de que existen magníficos librossobre el tema pero en el convencimiento de que lo necesario es queel investigador tenga claro qué quiere conocer, cuál o cuáles la o laspreguntas que intenta responder, cuáles las hipótesis que ha puestoen juego, y que todo esto es lo que deberá transmitir, cuando le seanecesario, al especialista en estadística, que es un matemático yque sólo será capaz de realizar las operaciones que el investigadorle pida pero que no resolverá sus dudas ni se las aclarará y que, sile son mal transmitidos los temas, problemas e hipótesis, lo másprobable es que obtenga disparates científicos adornados por mara-villosas combinaciones aritméticas ilustradas con tablas y gráficoscirculares y de barras multicolores.

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Hemos escrito este libro como un testimonio de vida, luego de ha-ber leído muchos libros. Esos libros con los que nos hemos constitui-do en lo que somos, tanto desde lo académico como desde lo humano.Es nuestra ilusión que esas lecturas tengan su efecto sobre nuestroslectores. A algunos les aclararán dudas, a otros se las despejará, enalguno disparará su curiosidad que otro encontrará satisfecha. Pero,en todos, se dará cumplimiento al gradiente cultural que imagina-mos como lo que asegura nuestro destino como especie, nuestra in-mortalidad, tal vez nuestro absoluto. A lo largo de estas páginas senotará la presencia de otros autores.r en algunos casos los nombra-remos, en otros sólo estaremos ante sus ideas. Pero, tal vez, llegar aser una idea sea la máxima aspiración de cualquier vida.

Queremos agradecer a nuestras universidades de pertenencia pordarnos abrigo. A nuestros colegas y alumnos porque, con ellos, "somosla universidad". A nuestros compañeros de cátedra, el licenciado JavierCarabajal y al doctor Horacio Blanco. Al licenciado Antonio Albert, porsu cuidadosa lectura del capítulo 7. A la Editorial Biblos, en las per-sonas de Javier Riera y Mónica Urrestarazu, por su profesionalismo.

Un agradecimiento especial para mi compañera de vida y cola-boradora académica, la doctora Beatriz Kennel, un espejo en el quesuelo mirarme a diario cuando busco mi absoluto.

Alberto CarliBuenos Aires, marzo de 2014

CAPíTULO 1

Epigénesis del conocimiento

La especie humana presenta diversos atributos. Uno de ellos ladiferencia con claridad del resto de los seres vivientes: se sabe mor-tal. Tiene frente a sí todas las posibilidades pero una de ellas lemuestra su destino ineluctable: morir.

Frente a este hecho, el hombre ha creado religiones, artes, filoso-fías, creencias, mitos. También la ciencia. Pero no porque la cienciasea una herramienta superadora de su fragilidad original sino por-que le ha servido para entender el mundo en el que vive. Una suertede alivio frente a lo inevitable. Un refugio que cree seguro, en lainseguridad cotidiana.

Llegar a estas seguridades fue el producto de la evolución de lostiempos. Para hablar de esta evolución utilizaremos, como base, lasideas de .m pensador, un lógico estadounidense -del siglo XIX, CharlesSanders Peirce, sobre el que volveremos al hablar del pragmatismo. Loharemos porque tales ideas nos permitirán seguir el desarrollo de dis-tintos tipos de conocimientos (que Peirce llama "creencias") de acuer-do con el contexto histórico-social en que tuvieron lugar. Y decimosque las utilizaremos como base ya que vendrán a nosotros también lasideas de un sociólogoy filósofo argentino recientemente fallecido, JuanSamaja. y las propias, fruto de nuestro trabajo y reflexión cotidiana.

En el principio era la vida

Charles Sanders Peirce (1839-1914) planteaba que los seres vi-vientes tenían cinco modos de fijación de las creencias. A nuestrosfines utilizaremos cuatro. Dedicaremos algunos renglones para jus-tificar la no consideración del quinto.

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Todo organismo, cualquiera sea su grado de complejidad estruc-tural, conoce la manera de proteger su vida. Nuestro autor planteabaque esta capacidad era transmitida de individuo a individuo. Noso-tros, hombres y mujeres del siglo XXI, entenderíamos como "genética"tal transmisión.

Observar la manera en que un organismo unicelular se comportafrente a la vecindad de una sustancia tóxica será ilustrativo. Ese or-ganismo realizará movimientos para alejarse ("tropismo negativo")o bien se alargará formando un seudópodo, con el que envolverá loque lo amenaza, para luego desprenderse del mismo, apartándosedel peligro.

Una manera más cotidiana de reproducir esta manera biológicade conocer será buscar un caracol en nuestro jardín, acercarle unpoco de sal y comprobar la velocidad con que nuestro amiguito (ene-migo de nuestros rosales) se aleja.

En un nivel de mayor complejidad estructural, el inmaduro neo-nato humano también mostrará este modo de conocimiento cuando elmédico neonatólogo toque suavemente su labio inferior para consta-tar la existencia del reflejo de succión que le asegure la supervivencia.

Como vemos, todas éstas son la expresión de un aferrarse tenaz-mente a la vida y, en razón de ello, Peirce denominó a estas expresio-nes modo de la tenacidad.

Pero los seres individuales, por lo común, tienden a agruparse. Lascélulas se constituyen en tejidos, los individuos forman grupos. Se con-gregan las hormigas, las abejas, los monos, los leones, los humanos.

Para poder estar juntos, será necesaria la existencia de algunacapacidad comunicacional. Y ésta adoptará diferentes formas.

Las células requerirán alguna comunicación molecular que lespermita la coexistencia "normal" con sus pares. Si esta comunica-ción fallara, sin entrar en consideraciones en las características detal falla, fácil será entender la aparición de lo "anormal" (¿tumores?,¿reacciones inmunitarias?).

En otros niveles, en el resto del reino animal, la capacidad de co-municación se expresará de diferentes maneras (zumbidos, gruñidos,gestos, actitudes, etc.). Los machos alfa les advertirán a los restantesmachos que las hembras de ese grupo son de su propiedad.

También los humanos formamos comunidades. Para lograrlo,también fue esencial esa capacidad de comunicación de la que ha-blamos. Su desarrollo siguió algunos caminos un tanto diferentes y,para recorrerlos, llevó la friolera de doscientos cincuenta millones

Epigénesis del conocimiento

de años, años en los que pasaron diferentes cosas. El homínido sepuso de pie. El territorio africano donde vivían nuestros antepasa-dos se desertificó y su temperatura aumentó, por lo que la posiciónerecta se puede entender como la adaptación a ese cambio, pues conesa postura el cuerpo se aleja del calor. Piense el lector en la dife-rente cosmovisión existente entre mirar el mundo en cuatro pataso mirarlo en dos. Obsérvese el cambio que se verifica en la posiciónde la pelvis y sus efectos en la genitalidad y en la sexualidad, y elcambio consecuente en el aparato de la fonación. Y, como si todo estofuera poco, la duplicación ocurrida en el tamaño de la caja craneanay el desarrollo del lóbulo frontal. Llegó así el tiempo de abandonar lavida nómada, de establecerse y domesticar animales, de practicar laagricultura, de crear algunas primitivas herramientas.

El grupo, la familia, el clan, la tribu, son todas diferentes expre-siones de una sociedad que, dentro de su elemental organización, escapaz de establecer alguna forma de orden, de crear normas no es-critas. Lo comunitario es lo que prima, lo que la primitiva sociedady su tradición dicen es garantía de verdad. Es lo que Peirce (y no-sotros) denominaba modo de la autoridad, y que muy bien ilustranestos versos de una famosa canción de Joan Manuel Serrat: "Niño /deja de joder con la pelota / que eso no se dice / que eso no se hace /que eso no se toca".

La comunidad dice qué está bien y qué está mal, sin que hayacausa o justificación que le valide. Aparece la moral.

La duplicación de la caja craneana y el desarrollo del lóbulo fron-tal dieron lugar al lenguaje, un ordenador del pensamiento. Unafunción que abrió el camino hacia lo abstracto, que nos sirve parahablar de la cosa en ausencia de la cosa. Los humanos, gracias allenguaje, podemos abordar todo lo existente sin que esté presente.Nos apropiamos de los entes del mundo, nombrándolos. La palabraes ese "microcosmos de conciencia humana" de que hablaba el psicó-logo ruso Lev Vigotsky (1896-1934).

En esta situación histórica surgió una norma que fue intuida porSigmund Freud (1856-1939) en su libro Tótem y tabú de 1913, a laque llamó ley de prohibición del incesto. En síntesis, indica la prohi-bición de mantener relaciones sexuales con las mujeres de nuestrasfamilias, definiendo nuestra condición de humanos, nuestra entradaen la civilización.

Con su Relaciones elementales del parentesco (1949) Claude Lévi-Strauss (1908-2009) dio validez científica a la formidable intuición

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freudiana. En diferentes grupos étnicos verificó algún tipo de estra-tegia, algún mito que obligaba a dar cumplimiento a esa prohibición,fruto de la cultura.

Como se entenderá, esa prohibición obligó a buscar mujeres fue-ra de la comunidad de pertenencia. Como consecuencia, se estable-cieron relaciones parentales por fuera de ella, y se favorecieron elintercambio cultural y el comercial. La especie, prohibiendo la endo-gamia, expandió sus territorios.

La geografía es el destino (Napoleón) _

Aquí se pierden las señales de la historia tal como fue pensadapor Peirce (y ahora por nosotros). Pero entiéndase que lo dicho hastaacá es el producto de la especulación y del pensamiento de un señornacido en Estados Unidos, que estudió en Harvard y enseñó en laUniversidad Johns Hopkins y en Pensilvania en el siglo XIX y para elcual todo lo referido a Oriente y a la América precolombina estabaalejado de su interés. Asimismo también del nuestro, ya que la his-toria de esos importantes territorios de la Antigüedad no nos sirvepara cumplir el recorrido de lo que hemos denominado "epigénesisdel conocimiento", un recorrido en íntima relación con la huella dela civilización europea occidental. Por supuesto que no se nos escapala importancia que los mismos tuvieron en la evolución de la espe-cie. Basta con recordar que la aparición del lenguaje escrito, quepermite la comunicación en ausencia de un interlocutor, tuvo lugaren Egipto tres mil años antes de la era cristiana. Disculpados queseamos, sigamos adelante.

Alrededor del siglo v a.C. surgió en Grecia una forma de organi-zación jurídica superior, la ciudad-estado. Y lo hizo acompañada deun pensamiento caracterizado por buscar ser coherente y no contra-dictorio, apoyado en aquella cualidad que "fue orgullo del ciudadanogriego", en palabras de Samaja: la razón.

Este pensamiento es el propio de la filosofía. Peirce lo denominómodo de la reflexión. Y con la filosofía, como una de sus ramas, apa-reció la ética. Es importante que entendamos las diferencias exis-tentes entre ésta, producto de un momento histórico marcado por elEstado, y la moral propia de los colectivos primarios. Con frecuenciaconfundidas o tenidas por sinónimos, merecen algunas considera-ciones. La causa de este malentendido debe buscarse en razones de

Epigénesis del conocimiento21

tipo etimológico al escribirse en griego de manera parecida. "Ética"se escribe éthos (carácter) y "moral", ethos (costumbre, en latín mo-ris). La conducta ética lleva implícita la presencia de un carácterque permita el descentramiento, una salida del yo, un preocuparsepor el otro. La ilustra Sócrates tomando la cicuta, aferrado a susconvicciones. La conducta moral es el comportamiento adecuado alo establecido por las costumbres del grupo de pertenencia (familia,barriada, grupo religioso, club, etc.). Ético es pensar al otro desde él;moral es pensar al otro desde mi propia visión del mundo.

Los tres filósofos más destacados de esos tiempos, entre otros,fueron el ya mencionado Sócrates (470-399 a.C.), Platón (428-347a.C.) y Aristóteles (384-322 a.C). El primero, sin obra escrita cono-cida, referido por su discípulo Platón, fue el creador de la mayéuticacomo estrategia en la búsqueda del conocimiento. Definiremos suposición filosófica en la frase "conócete a ti mismo".

Platón -de quien el filósofo y matemático británico Alfred Whi-tehead dijo que "toda la filosofía consiste en apostillas a sus pala-bras"- fundó la Academia en 388 a.C., institución que tuvo vigenciahasta el 529 de nuestra era cuando el emperador Justiniano decidiósu cierre.

El nombre real de Platón ("el de las anchas espaldas") era Arís-tocles de Atenas. En su tiempo ya habían hecho su aporte al pen-samiento otros, a quienes se ha denominado "presocráticos". Entreellos Parménides (VI a.C.), quien instaló la idea de que "lo que es, esy lo que no es, no es". Para ello asimilaba la existencia del ser a lacondición de poder ser pensado. Lo que no es, no se puede pensar.El ser que imaginó Parménides era inmóvil, eterno, incorruptible,esférico y perfecto. Permanecía invariable mientras se producían loscambios, que el filósofo juzgaba ilusorios, en el mundo.

La búsqueda de "10 que no cambia", llamémoslo masa y energíao bien espacio y tiempos absolutos, ha sido uno de los motores dela historia del hombre. Nuestra ciencia contemporánea ha decididollamarlos "invariantes".

Las ideas de Parménides, como se comprenderá, pusieron en con-flicto el pensar el movimiento, que fue abordado ingeniosamente porsus continuadores. Leucipo y Demócrito entendieron que el movi-miento estaba justificado porque el ser estaba constituido por partesno divisibles (á-tomos) que se movían en espacios del "no ser", Lasmodificaciones de las formas (¡y hasta de los saboresl) las atribuíana las variadas combinaciones posibles de los átomos. Las diferencias

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en el peso se deberían, según estas concepciones, a la relación entrelas proporciones de átomos y vacío existentes en un cuerpo.

Contemporáneo de Parménides fue Heráclito (544-484 a.C.) aquien se lo ha ubicado, gracias a la interpretación que Platón dio desus ideas, como adversario filosófico de Parménides. Lo cierto es quelo que Heráclito sostenía era que el fundamento de todas las cosasestá en el cambio y en el fluir ("nadie se baña dos veces en el mismorío"), aunque muy lejos de pensar que tales cambios ocurrieran sinun orden emanado por una ley que él denominaba lagos. Lo aparen-te sería el desorden y lo permanente, la armonía.

En el pensamiento de Parménides y sus seguidores estaba pre-sente la idea de que los sentidos, nuestros sentidos, con los que nota-mos los cambios en el mundo de las cosas, son débiles. Frente a estaconvicción, surge la figura de Pitágoras.

Se dice que Pitágoras nació en la isla de Samos en el siglo VI a.C.Si los sentidos se mostraban débiles en nuestro esfuerzo por conocerel mundo, la propuesta que surgió fue apelar a la razón. Pero éstatambién tiene debilidades, por lo cual se pensó en utilizarla en el te-rreno en el que más a cubierto de esas debilidades se pudiera estar:las matemáticas. Si hasta ese momento la creencia aceptada eraque la esencia de las cosas estaba caracterizada por la combinaciónde cuatro elementos (agua, fuego, aire y tierra), con esta escuela seestableció la idea de nue se asemejan a números y, llevando la idea aun extremo, son números. Con ello, concluimos nosotros, se arribabaa que la esencia de las cosas fuera una abstracción.

Hemos hecho este rápido resumen en un intento de ubicar al lec-tor en la manera en que se fue dando el contexto donde aparecieronestos formidables pensadores.

Platón simpatizaba con las ideas de otro filósofo, Anaxágoras(500-428 a.C.), famoso por interesarse por "las cosas del cielo". Sugi-rió que el Sol era una piedra ardiente y que mandaba luz a la Luna,a la que consideraba habitada. Pensaba, además, que los terremo-tos ocurrían como consecuencia de los movimientos de la superficieterrestre causados por las masas de aire del interior de la Tierra.Como otros griegos, Anaxágoras estaba obsesionado con el origen delas cosas que, en un principio, estaban todas juntas y que por obrade una entelequia que llamaba intelecto habían dado lugar al mundotal como lo conocemos.

La problemática del Ser presentada por Parménides y sus dis-cípulos y las dudas sobre el origen llevaron a Platón a postular la

Epigénesis del conocimiento 23

existencia de dos reinos. Tomó el Ser de Parménides y lo redefiniócomo un mundo suprasensible, inteligible, accesible sólo al intelecto.Se ocupó de la empiria y la convirtió en el mundo de los sentidos,el mundo sensible, y los hizo coexistir. Planteaba que lo que vemosen el mundo (lo bueno, lo bello) de la empiria nos es dado porquetenemos un mundo suprasensible donde existen las ideas de bondad,de belleza. En el mundo de la empiria lo bueno y lo bello pueden co-rromperse, pero no la bondad o la belleza de lo suprasensible.

Este pensamiento está ilustrado con lo que se conoce como la "ale-goría de la caverna" según la cual lo que nos ocurre a los hombrescomunes es que vivimos como sentados en el interior de una cueva, deespaldas a la entrada por la cual penetra la luz del sol que proyecta en'la pared, frente a nuestros ojos, las sombras de los objetos verdaderos.Así los hombres comunes sólo podemos acceder al mundo visible; porfuera de la caverna, está el mundo inteligible. La única salida posiblepara acceder al conocimiento sería mirar de frente al sol.

Como vemos, el pensamiento de Platón estuvo fundamentalmen-te dirigido al mundo metafísico, alejado de las ciencias naturales.De éstas se iba a ocupar Aristóteles.

Aristóteles (348-322 a.C.) nació en Estagira, hijo de un médicoal servicio de Filipo de Macedonia, de cuyo hijo de trece años, Ale-jandro, Aristóteles llegó a ser preceptor. Haber sido maestro de Ale-jandro Magno condicionó los últimos años de su vida y 10 llevó aexiliarse y morir en la isla de Calcis.

Interesado en casi todo, pensando la naturaleza en movimientoenteramente dominada por el principio de la finalidad, realizó unatarea gigantesca que mantuvo su influencia hasta el siglo XVII en elcampo de la medicina, biología, ética, zoología, economía, política,mecánica y metafísica, entre otras. Durante veinte años permanecióen la Academia al lado de su maestro Platón, alejándose luego haciaintereses de orden naturalista, para lo cual necesitó introducir unamodificación sustancial: ya no considerar que lo inteligible, lo quePlatón denominaba "Ideas", está en un mundo aparte sino incluirloen la esfera del Ser. Aquello que había sido motivo de inquietud paralos filósofos hasta entonces, Aristóteles lo resuelve. Ya no se preocu-pa, como Parménides, por el devenir entre el ser y el no ser, o comoPlatón yendo del mundo de las Ideas al de la existencia. Decide que elSer presenta dos modalidades: en potencia y en acto. Así una semillaes un árbol en potencia y el árbol semilla en acto, sin cambiar sucualidad ontológica, pues ambos existen.

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Cuando se alejó de la Academia, fundó el Liceo (336 a.C.) yesta-bleció que la episteme (el conocimiento) consistía en encontrar lasverdades universales de las que nos hablan las cosas.

A manera de ilustración de los intereses de estos pensadores, sirveel cuadro de Rafael (1483-1520) llamado La Escuela de Atenas en elque se ve a Platón dirigiendo su atención a los cielos, a las cosas meta-físicas y espirituales, y a Aristóteles a lo terrenal y cotidiano con unafilosofía centrada en una concepción naturalista del universo.

La influencia griega se hizo (y se hace) sentir a través del tiempo,atravesando las culturas y las ideas. A ello contribuyó no un pen-sador sino un guerrero, el ya mencionado Alejandro Magno (356-321 a.C.), quien desde Macedonia, reino que había logrado desarro-llo merced a su padre Filippo II, amplió sus dominios y medianteacciones que le in sumieron trece años, desde los veinte en que fueproclamado rey hasta los treinta y tres cuando murió por causas noesclarecidas, extendió sus dominios fundando un imperio de cortaduración pero de un enorme tamaño que llegaba hasta la India, todaGrecia, la actual Italia, Siria y Egipto. A su paso fundó cincuentaciudades, entre ellas la que aún subsiste con su nombre, Alejandría.

La extensión del imperio de Alejandro determinó que el pensa-miento griego recibiera influencias orientales y se impregnara de nue-vos significados, con una visión cosmopolita. A su temprana muertele siguió el desmembramiento en diversos reinos. En el Egipto ptolo-meico la ciudad de Alejandría se transformó en el centro cultural delmundo antiguo con figuras como Eratóstenes de Cirene (276-194 a.C.)y Euclides (430-360 a.C.). Euclides fue el autor de los Elementos conlos que el pensamiento se deslizó de las matemáticas a la geometríacon consecuencias fundamentales si se recuerda que Isacc Newton(1642-1727) razonará en 1687 en sus Principios matemáticos de lafilosofía natural de manera casi exclusivamente geométrica. Contem-poráneo al esplendor de Alejandría, en cuya Biblioteca se reunieronsetecientos mil ejemplares, Arquímedes (287-212 a.C.) en Siracusadesarrolló sus actividades como físico y técnico con creaciones útilespara la solución de problemas cotidianos, entre los cuales se encon-traba la guerra. El período de apogeo cultural de la ciudad llegó asu fin cuando en el año 145 a.C. se produjo un conflicto entre el reyPtolomeo Physkon y los intelectuales griegos que se vieron obligadosa emigrar. En el año 47 a.C. con Julio César (100-44 a.C.) en campañase produjo el primer incendio de la Biblioteca y se perdieron gran par-te de los volúmenes. A éste siguió otro que se atribuye al emperador

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Diocleciano, quien habría mandado a quemar los libros dado que al-gunos estaban dedicados a la alquimia con lo que, si se lograba pro-ducir oro mediante esa técnica, podría alterarse la economía romana.En el 391 Teodosio, ya cristiano como veremos más adelante, ordenóotra quema por razones religiosas. Similares razones religiosas uti-lizó el califa Omar en el año 634 para ordenar el último y definitivode los incendios con el argumento de que, si esos libros se oponían alCorán, eran peligrosos y si no lo hacían, eran superfluos.

Nacido el cristianismo en el que se considera el primer año denuestra era, trajo al pensamiento de los hombres del mundo cono-cido de aquellos tiempos ideas alejadas de la cosmovisión griega. Elpecado, la virtud, la salvación de las almas, la resurrección de la

, carne, la vida eterna, eran totalmente ajenos al ideario griego. Lapredicación de Cristo se enlazó con la tradición hebrea y la renovóprofundamente. Mientras la tradición hebrea enseñaba la creenciaen un Dios único con un "pueblo elegido", Cristo amplió el horizontey lo extendió a todos los pueblos de la Tierra, a todos "los hombres debuena voluntad", con una doctrina en la que se opone la vida según lacarne y la vida según el espíritu. San Pablo (Pablo de Tarso, 5-67 d.C.)enalteció la fe, la esperanza y la caridad como valores cristianos. Eldogma cristiano ya no trataba de buscar la verdad a la manera grie-ga, sino que se veía como su expresión. El cristianismo era la verdady, asimismo, la continuidad y más completa manifestación del pen-samiento filosófico griego. En ese camino sus pensadores realizaronun esfuerzo de sistematización a lo largo de los tres primeros siglosde la era cristiana, hasta lograr dar forma a la doctrina, tarea queculminó con las obras de Agustín de Hipona (354-430), quien consa-gró la universalidad de la Iglesia. Como un comentario al margen,digamos que la manifestación de esa universalidad tuvo una de susexpresiones mundanas con un papado que negaba la supremacía delpoder civil y, en muchas ocasiones, se entendía sobre él. En el pen-samiento agustiniano conocer la verdad es la expresión del contactode la inteligencia con el Ser de Dios. Doce siglos antes que Descartesdice "Si fallar, sum" ("Si erro, soy"), dando la idea de que el error dacuenta de existencia (De Civ. Dei, XI, 26; De Trinitate, XV, 12, 21).

Con el saqueo de Roma por los visigodos ocurrido en el año 410,tiempo en que ya San Agustín había escrito la mayor parte de suformidable producción, se marcó el inicio de la llamada Edad Media,que duró hasta el siglo xv. Este período histórico estuvo fuertementemarcado por la cosmovisión cristiana.

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Roma, desde el territorio que ocupa la actual Italia, había ex-tendido su dominio original en el siglo III a.C. hasta regiones veci-nas al Atlántico por el oeste, los mares Caspio y Rojo por el este ydesde el Sahara en el norte de África hasta los ríos Rhin y Danubio,en el siglo v d.C. Como se entenderá, su presencia, lograda a expen-sas de triunfos militares, marcó el pensamiento de esos tiempos.Herederos de la tradición griega, los romanos estaban fundados enuna severa disciplina, que se encargaron de impartir en sus con-quistados: tenían como valores el bien común, la colectividad, unrespeto sagrado por el Estado y la patria como valor supremo. Eltamaño del imperio, la contaminación cultural originada en el con-tacto con sus vencidos, la acción de lás religiones orientales (entrelas cuales se encontraba el cristianismo), fueron factores que influ-yeron en su decadencia cuyo punto final fue marcado, como se dijoantes, por el saqueo del año 410 a.C. La presencia del cristianismose instaló con mayor fuerza cuando en el año 313 d.C. Constantino(272-337 d.C.) le dio un orden legal mediante el edicto de Milán ycobró el impulso que justifica su influencia en la Edad Media cuan-do Teodosio el Grande (347-395 d.C.), en el 380 d.C. con el edicto deTesalónica, declaró la religión de los cristianos nicenos (católicos)como la religión oficial del Imperio.

La Edad Media mostró una particular visión del mundo en laque deberán sumarse, de manera algebraica, la herencia imperial,el cristianismo y lo germánico. A la romanidad y el cristianismo,sintéticamente ya esbozados, se les sumó una manera de vivir, lade los germanos, en la cual el valor y la destreza, el goce prima-rio de los sentidos y la satisfacción de los apetitos constituían unaconcepción aristocrática de la vida. Este perfil marcó el arquetipodel hombre europeo del Medioevo: el caballero cristiano. Fue SantoTomás de Aquino (1225-1274) el pensador dedicado a sistematizar elcristianismo con una visión del mundo para la que utilizaba, y rein-terpretaba, los textos aristotélicos en los que llegó a establecer lasdiferencias existentes entre las verdades de la fe y las de la razón.Profundas modificaciones se produjeron de manera paulatina peroirreversible: el modo de producción, esclavista, fue reemplazado porel feudal; desapareció el concepto de ciudadano romano; se verificóla sustitución de la cultura clásica por una teocéntrica. Todo estoenmarcado desde el siglo x hasta el XVI por una estructura suprana-cional, el Sacro Imperio Romano Germánico (Primer Reich), una or-ganización jurídica que nunca alcanzó la condición de Estado y que

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abarcaba la mayor parte de las actuales Alemania, Austria, Suiza,Liechtenstein, Bélgica, Países Bajos, Luxemburgo, República Checay Eslovenia, así como el este de Francia, el norte de Italia y el oestede Polonia, con todas las diferencias idiomáticas y culturales queesto acarreaba pero con la utilidad de ser un imperio con pretensiónde universalidad y poseedor de una única mirada religiosa, la de laIglesia Romana. Esa mirada única vendría a ser cuestionada por unteólogo alemán, como veremos algunos párrafos más adelante.

Los pequeños poblados y ciudades medievales estaban constitui-dos, básicamente, por tres grupos: el señor feudal con su corte y sussoldados, el campesinado y los eclesiásticos. La relación entre ellos

. estaba fuertemente marcada por las condiciones de producción: elcampesinado, cuyos integrantes eran siervos de la gleba, producien-do para sí y para su señor; religiosos dedicados a mantener vivos losvalores del cristianismo y guardar los tesoros culturales, ocupán-dose de la traducción y copia de textos, y los señores feudales, quehabían accedido a esa condición por el favor del rey, de quienes eranvasallos y a quien habían servido en la guerra o en otra forma deservicio, asegurando así la defensa y unión del reino.

Con esta brevísima descripción, fácil será para el lector imaginarel clima en el que se desenvolvía la vida de los hombres europeosen esos tiempos. Sociedades estructuradas de manera vertical conrelaciones personales de poder en torno a la institución del vasallaje,con un fuerte sentimiento cristiano de resignación y obediencia a losportadores de las riendas del Estado, con una economía fuertementeligada a la explotación de la tierra del feudo y el intercambio comer-cial, con ciudades-estados dispersos por toda Europa, con papados eimperios poderosos. Esta etapa histórica vio surgir y desarrollarseuna clase nueva, la burguesía, integrada por comerciantes, artesa-nos y miembros de las llamadas "profesiones liberales". Esta clase,como veremos, pasó a disputarle el poder a la nobleza.

En el siglo XI el papa Urbano II impulsó acciones de guerra contralos musulmanes con el objetivo de recuperar Tierra Santa. El avanceturco sobre Europa Oriental hacía temer al mundo cristiano por elcontrol de las rutas comerciales, con lo cual se entenderá que lascruzadas esgrimieron fundamentos discursivos religiosos pero susrazones decisivas fueron las económicas. Las luchas religiosas delcristianismo, si bien tuvieron como principales adversarios a los mu-sulmanes, también fueron contra practicantes de otros credos y otrasnacionalidades, principalmente enemigos del papado. Se contabilizan

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ocho cruzadas entre los siglos XI y XIII, todas las cuales se caracteriza-ron por una franca lucha por rutas y destinos comerciales.

Esta búsqueda de rutas comerciales dio sus frutos en 1492, conla llegada a América de Cristóbal Colón. Ese fue el comienzo de laglobalización, con los imperios de España, Gran Bretaña, Portugal,Francia y Holanda conquistando y colonizando el resto del mundo.

El Imperio de España llegó a ocupar desde el sur de América delNorte hasta lo que hoy conocemos como Hispanoamérica, pero tam-bién regiones tan alejadas como la actual Filipinas, norte de África,sur de Italia e islas del Mediterráneo. Huelga decir que todo estofavorecía el comercio por el Atlántico y el Pacífico.

El Imperio Británico se extendió hasta lugares tan remotos comola India, zonas costeras de África, Oriente Medio, Australia y Amé-rica del Norte. El desarrollo de la industria textil inglesa dependíade tintes y otros productos que le suministraban tanto España comoPortugal, lo que daba un fuerte impulso a la búsqueda de rutas aOriente. En sucesivas guerras, libradas entre los siglos XVII y XVIII,

Inglaterra logró la consolidación que se mantuvo hasta mediadosdel siglo xx.

En este punto es importante marcar las diferencias existentesentre España y Gran Bretaña. Aquella recién logró su unidad en elsiglo XVIII, bajo la casa de Barbón, mientras que bajo los Habsburgo(la casa de Austria) era una federación de reinos (Aragón, Castilla,Cataluña, Navarra y Valencia) con parlamentos, constituciones, sis-temas monetarios y aranceles aduaneros independientes, a tal puntoque se comportaban entre sí como con los otros Estados extranjeros.Esta situación fue determinante en su evolución política como Esta-do y en el desarrollo de su propia burguesía. Diferente fue lo ocurridocon el Imperio Británico qué, bajo Enrique VIII (1491-1547), se separóde la Iglesia Católica y consolidó en el siglo XVI su condición de Estadonacional, con las consecuencias que veremos más adelante.

El Imperio Portugués ocupó el actual Brasil, sur de la India, cos-tas del África oriental e islas del océano Índico y el mar Arábigo.Una de las limitaciones en el desarrollo de este imperio lo consti-tuía el desequilibrio entre su escasa cantidad de habitantes (en esostiempos Portugal contaba con menos de un millón) y la densa pobla-ción de las regiones colonizadas.

Todo lo dicho hasta aquí implicó un quiebre geográfico: el mundoya no se limitaba a esa Europa agotada en sus recursos. Nuevosaires estaban soplando.

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Otros quiebres se fueron dando en esos tiempos. Vesalio (1514-1564) publicó su De humanis corporis fabrica (1543) y en el mismoaño Nicolás Copérnico (1473-1543) su De revolutionibus coelestiumcambiando, por un lado, la idea anatómica que el hombre tenía de símismo y, por otro, la de creer que su vida se daba en el centro del uni-verso. Martín Lutero (1483-1546) había traducido al alemán la Bibliaentre 1521 Y 1534, y provocado lo que se dio en llamar "Reforma", al-zándose contra la autoridad del Papa católico. Éstos fueron quiebresanatómicos, cósmicos y teológicos que de alguna manera prepararonlo que estaba por llegar: el sujeto en el centro de la historia. Recorde-mos, también, que Galileo (1564-1642) publicaría en 1632 su Diálogo,que le valió ser juzgado por la Inquisición al año siguiente.

En 1637 René Descartes (1596-1650), de quien Hegel diría queera "un héroe intelectual", publicó el Discurso del método en el queafirmaba: "Cogito ergo sum" (pienso, luego soy), lo que abrió laspuertas de la Modernidad. Piense el lector en el momento históricoen que esa frase tuvo lugar. En un mundo en el que, como se havisto, el hombre no tenía entidad, incluido en una estructura socioe-conómica feudal, en un régimen de vasallaje, con un pensamientocolectivo en el cual todas las preocupaciones de trascendencia (queen nuestros tiempos pueden parecernos habituales) pasaban por lavida después de la muerte y la salvación de las almas, sujetos aldominio de un poder estatal (y quienes manejaban sus riendas: elseñor feudal, el monarca). En este contexto alguien instalaba la ideade un sujeto, de la existencia de la subjetividad, inaugurando unatensión que todavía no ha sido superada entre Estado y sujeto. Porcierto que Descartes era un hombre precavido. Poco tiempo antes dela publicación del Discurso del método, en el 1600, Giordano Brunohabía sido quemado vivo por la Inquisición en Roma por sostenerideas contrarias al dogma de la Iglesia Católica, por lo cual Descar-tes decidió publicar su libro en Holanda, donde corrían aires de ma-yor tolerancia, no obstante lo cual se ocupó especialmente, a lo largode las páginas, de ratificar su condición de creyente en el Dios delcatolicismo. Fue un pensador dentro del orden cristiano. Con estecogito ergo sum apareció, reiteramos, la subjetividad en la historiaoccidental. Ese sub (debajo) iectum (lo que está ahí), el sujeto, lo queestá ahí debajo, se encuentra con el ob (fuera) iectum, el sujeto, conlo que está fuera de ahí. Se marca la existencia de la res cogitans, lacosa que piensa, y la res extensa, la cosa pensada. Por primera vez elhombre es capaz de pensar por sí. Como vimos antes, una serie de

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circunstancias históricas contextuales lo favorecieron. Recordemosque un siglo antes Martín Lutero había traducido la Biblia al ale-mán, como otra de las expresiones de la búsqueda de esa centralidadpor parte del hombre europeo. Michel Foucault llega a decir en Laspalabras y las cosas de 1966: "Antes del fin del siglo XVIII, el hombreno existía".

Pocos años después de Descartes, Diego Velázquez (1599-1660)pintó Las Meninas en 1656, cuadro en el cual se ve al artista frentea una tela cuyo tema no es accesible a la mirada del espectador. Enel resto de la escena se ven otros personajes y en el fondo un espejoen el que se reflejan los rostros de los monarcas que miran la escenadesde la misma posición que nosotros. Es la entrada de la subjetivi-dad en el arte.

La tensión entre Estado y sujeto fue preocupación de distintospensadores entre los siglos XVII y XIX, como bien plantea Rubén Drien "La filosofía del Estado ético. La concepción hegeliana del Estado".En 1651 Thomas Hobbes (1588-1679) publicó su Leviatán, una res-puesta autoritaria del poder al sujeto; John Locke (1632-1704) dio aconocer su Ensayo sobre el gobierno civil entre 1660 y 1662, una obrade corte liberal. Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) da a luz el Con-trato social en 1762, en el que priorizaba una posición democrática,ya en las proximidades de lo que se ha considerado la consecuenciahistórica del pensamiento cartesiano: la Revolución Francesa (1789).Una respuesta cargada de contenido ético, posterior a la revolución,fue la de Georg Wilhelm F. Hegel con su Fundamentos de filosofíadel derecho (1817-1820).

Vemos así que estamos en el primer tercio del siglo XVII, en unaEuropa en la que habían cambiado las condiciones de producción.Los imperios se habían apoderado del mundo y ya no se trataba, porun lado, de preguntarse acerca del destino del alma, sino de apode-rarse de los frutos de la naturaleza, elaborarlos y transformarlos enganancias. Por otro, ya no se producía en el marco del pequeño po-blado para su comercialización en otros poblados al alcance. Se dis-ponía de flotas que permitían el traslado de los productos a las másrecónditas regiones del mundo. Junto con estas maneras de producirtomaba fuerza y protagonismo la llamada sociedad civil, hombres li-bres por fuera del Estado, un Estado al que auxiliaban porque eranmercaderes, comerciantes y banqueros. ¿Quién sino esta sociedad ci-vil había colaborado en la conquista de América, de África o de Asia?En el caso de nuestro continente, la labor evangelizadora no fue otra

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cosa que la justificación de un accionar destinado al saqueo y alcrimen en nombre de una causa civilizatoria, portadora de progreso.

La burguesía, la más revolucionaria de las clases al decir de KarlMarx (1818-1883), se había estado preparando y estaba lista paratomar el poder, mediante una violenta revolución popular en Fran-cia, como resultado de una guerra civil en Inglaterra. Pero, mien-tras tanto, ¿qué estaba pasando con el mundo? Con la Reforma sehabía puesto en cuestión el poder del papa católico y el rey EnriqueVIII (1491-1547) en Gran Bretaña había creado una Iglesia nacional.Piénsese que si el Papa era el representante de Dios en la Tierra,no podía aceptar que ésta no fuera el centro del universo. Asimis-mo, tampoco podía permitir no ser la verdad, porque siéndolo erala razón de ser del poder terrenal. ¿Quién sino el Papa otorgabael derecho de reinar sobre los hombres? Nosotros, hombres y muje-res del siglo XXI, podríamos preguntarnos acerca del valor que se ledaba en aquellos tiempos a la excomunión con que el Papa castigabalas rebeldías. Y contestarnos que la razón del enorme peso de estasanción papal radicaba no solamente en que por tal causa estuvieravedado acceder al Reino de los Cielos sino que, aplicada a un hombrede Estado, tenía como consecuencia su deslegitimación.

Nos parece ilustrativa la siguiente historia. Enrique IV de Alema-nia entró en conflicto en 1075 con el papa Gregario VII por el nombra-miento del arzobispo de Milán. En esos tiempos existía una competen-cia entre ambos por tal designación, no aceptando el papado que loslaicos tuvieran esa potestad que ponía en cuestión su propio poder. Envirtud de ese conflicto, Gregario excomulgó a Enrique y lo convirtió enun desterrado para la sociedad cristiana. Ante esto, el rey concurrió alas puertas del castillo en el cual vivía el Papa y, descalzo en la nievedurante tres días, imploró su perdón que el pontífice, en tanto sacer-dote, no podía negarle. Recuperada la solidez de su posición reinante,comenzó otro conflicto con el Papa, quien volvió a excomulgarlo en1080. Pero en esta oportunidad la actitud de Enrique IV no fue la mis-ma: invadió y puso sitio a Roma. Gregorio pidió ayuda a los norman-dos que concurrieron, con lo que el rey alemán fue obligado a retirarsepero dejando a los nuevos invasores saqueando la ciudad durante tresdías. Tal fue la indignación de los habitantes que acusaron al Papade tales latrocinios, que éste tuvo que retirarse de la ciudad junto consus aliados, para morir en Salerno pobre y en soledad.

La Edad Media abarca, de manera arbitraria, desde el siglo v (enel año 476 se produce la caída del Imperio Romano de Occidente) al

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xv (el descubrimiento de América en 1492). Hasta aquí hemos trata-do de ofrecerle al lector una idea aproximada de ese devenir histó-rico y sus relaciones con los modos de conocimiento. Llegados aquínos encontramos con que el mundo europeo ha visto ensanchadossus límites, en camino hacia una nueva forma de explotación eco-nómica, con los resortes del Estado en manos de la burguesía y conlos imperios apropiándose de las riquezas de las regiones ocupadaspor poblaciones con menor grado de desarrollo, con flotas poderosasy aumento de la demanda de productos. Ya Europa, entre los siglosxv y XVI, había experimentado el fenómeno cultural llamado Rena-cimiento y Johannes Gutenberg (1398-1468) inventado la imprentaen 1440. El ya mencionado Isaac Newton con su Principios matemá-ticos de la filosofía natural de 1687 instaló una visión mecanicistadel mundo que tuvo su aplicación inicial en su patria, Inglaterra.Fue un mundo en el que hicieron su aparición dos fenómenos: elrecurso a la experiencia y el camino a la abstracción. Se incrernen-tó el comercio y la industria, se produjo el declive de los artesanosy el ascenso de la burguesía con sus comerciantes y financistas.Cambió la vida cultural, económica, social y religiosa. Se verifica-ron migraciones masivas del campo a la ciudad, se modificaron lasrelaciones intrafamiliares. El máximo nivel de abstracción se veri-ficó con el uso masivo del dinero, el debe y el haber de los registroscontables estableció relaciones antes mostradas con la exhibiciónde propiedades. La sociedad civil tomó la conducción de la econo-mía y la política de los países centrales. Todo esto en el marco deuna nueva forma de relaciones económicas: el capitalismo, sistemaeconómico que se fue estableciendo y que básicamente consiste enque los seres humanos y las empresas llevan a cabo la producción yel intercambio de bienes y servicios mediante transacciones en lasque intervienen los precios y los mercados.

En 1776 Adam Smith (1723-1790) publicó Investigación sobre lanaturaleza y las causas de la riqueza de las naciones en la que anali-zó los orígenes de la riqueza y las condiciones determinantes del sur-gimiento del capital, dando lugar a las bases teóricas de la economíacapitalista. Esta obra está dividida en cinco libros: en el primerotrata sobre la división del trabajo y la distribución del producto deese trabajo entre las diferentes clases sociales; el segundo explicala naturaleza, la acumulación y el empleo del capital; el tercero lodedica a la historia genera] de la riqueza a través de los tiempos ynaciones; el cuarto lo dedica al examen de los principales sistemas

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económicos y el último, a la aplicación de todo lo desarrollado en loslibros anteriores. Es interesante leer que este cuerpo doctrinariofue pensado para ofrecer una ciencia destinada a enriquecer tantoal pueblo como al soberano, como cuando el autor afirma que "es laequidad, la que exige, además que aquellos que alimentan, visteny alojan a la población al completo deban tener una participaciónen el producto de su propio trabajo" o cuando dice, al referirse a losbeneficios de los dueños de los medios de producción, que la tasa deganancia "es naturalmente baja en los países ricos y alta en los paí-ses pobres, y es más alta que nunca en los países que están yendorápidamente a la ruina". Expresiones olvidadas de un teórico fre-cuentemente citado.

Durante la Edad Media la alimentación del ganado en el inviernohabía sido un problema, por lo que la aceleración ocurrida en el de-sarrollo de la agricultura en Inglaterra bien puede ser denominada

"revolución agrícola". Ésta tuvo lugar cuando se comenzó a trabajarla tierra con instrumentos que roturaban el suelo y depositaban lassemillas y eran tirados por caballos, invención debida al agrónomobritánico Jethro Tull en 1733. Esta manera de trabajar el campofue extendida a otros cultivos que facilitaron y favorecieron la críade ganado con lo que, mediante modificaciones empíricas, se llegó atriplicar el tamaño de los animales. Todo esto en un tiempo en quese desarrolló la industria y crecieron las ciudades con el consecuenteaumento del consumo.

Otro tanto ocurrió en el terreno industrial, en el que se reemplazóla artesanía por máquinas movidas de manera mecánica. Con estecambio, único en la historia humana, se modificaron las condicionessociales de los trabajadores, se verificaron desplazamiento de las po-blaciones del campo a las ciudades con los consiguientes nuevos pro-blemas sociales, económicos y políticos. En 1709 se descubrió un mé-todo para fundir hierro con carbón y cal, con lo que se encontró el ma-terial con el que fabricar la mayor parte de la maquinaria industrial.Trabajar el fuego suponía una necesidad que, también en 1709, vinoa satisfacer Daniel Fahrenheit (1686-1736) al inventar el termómetroa alcohol; hubo que esperar a 1714 para el de mercurio. Las vetas delcarbón, necesario para alimentar los hornos, estaban bajo tierra y lasminas solían inundarse, por lo cual fue de enorme utilidad que Tho-mas Newcomen (1663-1729) inventara en 1712 la máquina de vapor.En 1718 se creó la máquina para hilar seda, la lanzadera móvil en1733 y así casi hasta el infinito. Lo cierto es que ya no se necesitaba

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asegurar rutas por las que traer tejidos desde la India; el dominio delmundo estaba asegurado. El capitalismo había encontrado su herra-mienta de desarrollo. La sociedad civil impulsaba lo que Peirce llamómodo de la eficacia, la ciencia como modo de conocimiento.

El quinto elemento

Al principio dijimos que los modos de fijación de las creencias dePeirce eran cinco, no obstante lo cual nos ocuparíamos de cuatro deellos. Pasaremos a justificar la no consideración del quinto, el de laopinión pública. Al fin y al cabo, este señor estadounidense (recor-demos que estudió en Harvard y enseñó en la Universidad JohnsHopkins y en Pensilvania) era un liberal en el mejor sentido del tér-mino y pensaba que el poder estatal podía ser corregido por lo quela opinión pública pudiera manifestar, sin que se le pasara por lacabeza que tal opinión pública es una construcción lograda desde elpoder, en manos de las clases dominantes. Esto es, que no tenía con-ciencia, como la historia lo ha demostrado, de que "somos pensados".En razón de que éste es nuestro pensamiento y de que no afecta laclaridad en el desarrollo expositivo de la epigénesis del conocimien-to, preferimos no desarrollado.

Descartes, la razón y después ....

La doctrina de Descartes se difundió por toda Europa, combatidapor los teólogos, en especial los jesuitas, y por los aristotélicos. Blai-se Pascal (1623-1662) encarnó la mayor expresión de esa oposición.No creía en la razón y entendía que el mundo propiamente humano,lo moral, lo social y lo religioso, estaba fuera de sus límites.

Baruch Spinoza (1632-1677) en 1663 puso un límite al ideario car-tesiano: no existía tal libertad humana, el hombre se cree libre porquetiene conciencia de su voluntad pero ignora qué lo determina. Esacausa es Dios mismo y lo que la naturaleza presenta no tiene ningunafinalidad, sólo el hombre genera conceptos para conocerla impulsadopor la necesidad. Apareció así la idea de la razón como necesidad.

Luego Gottfried Leibniz (1646-1716) encontrará la razón comolibertad. Leibniz trabajó largamente en un intento de reunir laIglesia Católica con la protestante, como una de las expresiones de

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su pensamiento tendiente a un orden universal. Este pensamientotambién se mostró en sus intentos de organizar en Europa una espe-cie de república de las ciencias en la cual participarían, a través delas academias nacionales, los sabios de todo el continente. Afirmabaque lo fundamental en la interpretación de la realidad no era lanecesidad sino la posibilidad. Distinguía entre verdades de razón yverdades de hecho. Las primeras no podían derivar de la experien-cia y eran, por lo tanto, innatas, y en ellas el sujeto y el predicadoson idénticos. Las segundas, en cambio, son contingentes y en rela-ción con la realidad efectiva. En éstas el predicado no es idéntico alsujeto y puede negarse sin contradicción. Su sujeto debe contenerla razón suficiente de su predicado. José de San Martín existió dehecho e incluye la razón suficiente de todo lo que se pueda decir deél (venció en San Lorenzo, cruzó los Andes, murió en Grand-Bourg),Mediante la razón, el hombre toma decisiones sobre las que, al des-conocer el plan divino, no tiene seguridades. En síntesis, era unarazón problemática.

Giambattista Vico (1668-1744) también polemizó con Descartes.Éste había pretendido que se podía reducir todo conocimiento a laevidencia racional. Vico vino a decir que esta afirmación era quimé-rica: hay certezas humanas que no pueden evidenciarse ni demos-trarse, sólo están fundadas en lo verosímil. A la razón cartesianaVico oponía el ingenio, la capacidad de descubrir lo nuevo, y a la críti-ca le oponía la tópica, que es el arte que disciplina y dirige el procedi-miento inventiva del ingenio. Entendía como perteneciente a Dios elentender, que es el conocimiento perfecto resultante de la posesión detodos los elementos que constituyen el objeto. El hombre sólo podríapensar, que es como andar recogiendo fuera de sí algunos de los ele-mentos constituyentes del objeto. Así entendía que el conocimientohumano es capaz de investigar ciertos aspectos de la realidad, losrelacionados con las creaciones humanas, e incapaz de abordar otrosque son creación divina, como la naturaleza. De esta manera se de-dicó a estudiar las abstracciones matemáticas y la historia. Llegó adecir "verum impsum factum", la verdad es resultado del hacer.

En la historia Vico planteaba tres edades: la edad de los diosescuando los hombres que fundaron la sociedad humana eran "necios,insensatos y horribles bestias", que imaginaron y sintieron que esta-ban amenazados por divinidades terribles y castigador as por cuyo te-mor frenaron sus impulsos bestiales, creando las familias y los prime-ros órdenes civiles; luego se dio la edad heroica en la que se cultivaban

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las virtudes de la piedad, la prudencia, la templanza, la fortaleza y lamagnanimidad; la fantasía primaba sobre la reflexión. Finalmentellegaba la edad de los hombres en la que se pasa de la metafísica emo-cional a la razonada, nace la filosofía platónica dirigida a encontraren el mundo de las ideas la conciliación de los intereses privados y elcriterio de justicia colectiva. En esta evolución jugaba un papel im-portante lo que Vico llamaba "la sabiduría poética" fundada en ellen-guaje y en su evolución, como una expresión de la edad heroica, épocade barbarie, una sabiduría poética que caía en la decadencia cuandoaparecía la razón y la capacidad de formular conceptos universalesalejando a los hombres de las obras virtuosas. En su estudio de la his- .toria admitía la existencia de naciones que detuvieron su evolución enla época de la barbarie, otras en la edad heroica, así como pueblos quealcanzaron de golpe la última edad y lo ejemplificaba, para nosotrosde manera discutible en razón de lo que hemos dicho antes sobre eltema, con América que lo había logrado por el "descubrimiento" quede ella hizo Europa. Solamente encontraba que los romarios cumplie-ron con la evolución, "caminaron con pasos justos, dejándose regularpor la providencia", y tuvieron las tres formas de estadios según suorden natural. Así entendía la evolución de la inteligencia humana enrelación con el grado de realización de su orden jurídico.

Como vemos, el concepto evolutivo de la historia semeja el quehemos presentado a principios de este capítulo siguiendo las ideasde Peirce.

Otra corriente que se opuso al pensamiento de Descartes es elconocido como empirismo del cual John Locke, a quien menciona-mos en párrafos anteriores, fue un representante destacado. Se hapretendido que esta corriente asume la renuncia a la metafísica, loque no es cierto; solamente se trata de no ir más allá de las posibili-dades humanas. Entiende la experiencia como la manera en que noshacemos de las ideas, las que no son el producto de la espontaneidadcreadora de los hombres sino de la influencia que ejerce la realidad.Descarta las ideas innatas, por lo que sostiene que, si una idea no espensada, es porque no existe. Este autor, a quien ya mencionamosantes cuando referimos la tensión entre sujeto y Estado, extendía supensamiento a otras áreas en las cuales afirmaba su defensa de lalibertad individual en lo religioso y en lo político. Cuando se preocu-paba por la necesidad de determinar los límites del hombre, lo hacíaporque entendía que ese conocimiento permitiría establecer que lalibertad de un individuo termina donde empieza la de otro.

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Otro autor fundamental, impulsado por un interés religioso másque filosófico, fue George Berkeley (1707-1753). Negó la existenciade las ideas abstractas pues creía que las ideas siempre eran las deun hombre en particular. Fue el escolástico de los empíricos, preo-cupado por el materialismo y el escepticismo de su época. Para él,el objeto y su percepción eran la misma cosa, sin posibilidades deabstracción, negando de esta manera la existencia de la res extensa.

Vimos que Locke, al limitar las posibilidades del conocimientoa la experiencia, no la descalificaba sino que la reconocía dentro deciertos límites. Éstos fueron llevados al extremo por un filósofo es-cocés, David Hume (1711-1776), que así derivó del empirismo a unaconclusión escéptica: el empirismo no podía fundar la plena validezdel conocimiento. Quiso ser "el filósofo de la naturaleza humana" y,pensaba que sentimiento e instinto eran más importantes que la ra-zón y que aquellas verdades que se consideraban objetivas no lo eransino que eran dictadas al hombre por el instinto y el hábito. Coin-cidía con Berkeley en negar la existencia de las ideas abstractas yrecurrió a un principio del que se sirvió ampliamente en su análisis:el hábito. Locke y Berkeley, en su empirismo, habían recurrido comofuente de todo conocimiento a Dios. Hume abordaba la realidad conel único auxilio de las impresiones que ella le imprimía y las ideascon que las relacionaba; ponía en duda la res cogitans. Así, su escep-ticismo era inevitable. El camino de las certezas lo encontraba sóloen el campo de las ideas (geometría, matemáticas) en las cuales lasoperaciones no aspiran a ninguna realidad efectiva, sólo dependíande operaciones mentales. En el mundo de la realidad efectiva lasproposiciones que se refieren a los hechos no están fundadas en laconexión de semejanza de las ideas, por lo que lo contrario de unhecho siempre es posible. El conocimiento basado en la experienciasólo puede asegurar lo que ocurrió en el pasado, jamás en el futuro.Así, las seguridades con que vivimos lo que ocurrirá estarán basa-das en la costumbre, en el hábito, sin ninguna seguridad de quelo que esperamos se verifique. Como vemos, el golpe que Hume leaplicó a la inducción preparó el terreno para que Kant viniera adecir lo suyo. De manera paradójica, en un momento de gran desa-rrollo del conocimiento, se ponía en cuestión la validez instrumen-tal. En términos lógicos, la inducción comete la llamada falacia deafirmación del consecuente. Se expresaría: si A, entonces B; dado B,entonces A. Por ejemplo: ocurrida una trombosis de la arteria sil-viana, se produce un accidente cerebrovascular; si hay un accidente

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cerebrovascular, se deberá a una trombosis de la arteria silviana (loque puede no ser cierto).

De lo visto hasta aquí podemos decir que el empirismo inglés vino alimitar al mundo del hombre la capacidad de indagación por la razón.

A lo largo del siglo XVIII un movimiento, la Ilustración, extendió atodos los campos de la experiencia humana esta idea. El Iluminismoestuvo dominado por el espíritu de Isaac Newton, no por el de Des-cartes. Así funcionó como una magnífica síntesis de experiencia y ra-zón, con desarrollos en la física en los que se trataba más de describirque de explicar. Por su parte, Robert Boyle (1627-1691) transformó laalquimia medieval en la química positiva de la observación.

La Ilustración se expandió también a Francia donde DenisDiderot (1713-1784) creó la Enciclopedia en la que escribieron Mon-tesquieu, Voltaire, D'Alembert y Rousseau, entre otros, y que fue elmáximo instrumento de difusión de las doctrinas iluministas.

También en Italia (Nápoles y Milán) y en Alemania la Ilustraciónhizo sentir su influencia en distintos campos del pensamiento. En elcaso de Alemania, la originalidad estuvo marcada por el tratamien-to lógico dado a los temas alcanzando su gran triunfo en la obra deImmanuel Kant (1724-1804) quien, frente a la impotencia del ra-cionalismo y el consecuente escepticismo derivado de las doctrinasempiristas, vino a poner a salvo el valor de la ciencia. En su obrase pueden reconocer tres etapas: la primera, que llega hasta 1760,en la que se ocupó de las ciencias naturales; la segunda, que llegóhasta 1781, dedicada al interés filosófico y en la que publicó Críticade la razón pura (1781), con la que se marca el inicio de la tercera,cuando fue de su interés la filosofía trascendental. Los límites queel empirismo inglés le había marcado a la razón hicieron que Kantse propusiera la creación de una filosofía crítica en la que se definie-ran esos límites. Tomó el cogito cartesiano y le introdujo realidad ydetalles. Recordemos que Descartes necesitó de la presencia de Diosmientras que Kant tomó el cogito en el marco del orden jurídico dela Modernidad (que regula las relaciones con los otros hombres ylos objetos) y lo hizo dueño de sus representaciones (las de los otroshombres y las de los objetos). Con Vico asume el entendimiento comoel resultado de la experiencia histórica, su a priori. Un a priori nopuesto por Dios, como en las "ideas innatas" de Descartes, sino porel recorrido histórico de la especie. "El Yo se constituye como sujetomediante el conocimiento (y el reconocimiento, agregamos nosotros)de los demás", afirma Juan Samaja en El lado oscuro de la razón.

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No es que estoy seguro de existir porque pienso, sino que "el en-tendimiento bien podría ser el autor de aquella experiencia dondeaparecen sus objetos", dice en su Crítica.

Antes de Kant se pensaba que todo conocimiento a priori debíaser analítico, esto es que en la oración el predicado afirma algo quees propio de la condición del sujeto (por ejemplo, "un hombre calvoes un hombre"). Según esto, bastaría con aplicar la ley de contra-dicción según la cual nada puede ser y no ser al mismo tiempo paraestablecer la verdad de todo conocimiento a priori. Kant, impactadopor el escepticismo de Hume, cayó en la cuenta de que todas las pro-posiciones de las 'matemáticas y la geometría son sintéticas. Así, elanálisis del sujeto puede no revelar el predicado (7 + 5 = 12, pero en12 no está evidenciado si es el resultado de 8 + 4 o de 6 + 6, etc.), Deesta manera concluyó que la matemática pura, aunque apriorística,era sintética, y esto suscitó un nuevo problema al cual trató de en-contrar una solución. Y esa solución evidentemente no podía llegarledesde la empiria, basada en la problemática inducción, por lo cualconsideró que la respuesta debía darse desde lo racional.

Durante el primer período los escritos de Kant estuvieron dedi-cados al sistema cósmico, terremotos, teoría de los vientos, movi-miento y reposo. En el segundo, se instaló como un decidido defensorde la aplicación del método matemático a la filosofía, diferenciandoal primero por utilizar definiciones sintéticas en tanto la segunda,analíticas. Partiendo de las ideas de Leibniz de distinguir entre ver-dades de hecho y verdades de razón, llamó a las primeras juiciossintéticos, donde el predicado no está implícito en el sujeto (José estágordo), y a las segundas juicios analíticos, que son pura tautología(A es igual a A). Entendía que la filosofía debía hacer propio el mé-todo que Newton usó para las ciencias naturales. A diferencia de unfilósofo de la Ilustración alemana, Christian Wolff (1679-1754), queafirmaba que el fin de la acción moral era la perfección, Kant la en-tendía como obligación. Asimismo, que ya no se trataba de aprenderla filosofía sino aprender a filosofar, con la metafísica como límitede la razón humana.

En una obra presentada para optar al cargo de profesor titularde lógica y metafísica, Principios formales del mundo sensible y delinteligible (1770), marcó la distinción entre conocimiento sensible,recibido pasivamente por el sujeto y con el que captaba el fenómeno,del conocimiento intelectual que tendría por objeto la cosa como es,el noúmeno. En el conocimiento sensible distinguía la forma de la

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materia, y así percibía la apariencia que mediante el entendimientoalcanzaba la experiencia. La forma la entendía como constituida porespacio y tiempo.

La Crítica de la razón pura apareció en 1781, con una segundaedición corregida en 1787. Las diferencias entre ambas han dadolugar a diversas interpretaciones. De manera resumida, diremosque Kant planteaba que la razón no podía ir más allá de los límitesde la experiencia y que ésta es el mundo del hombre. Pero lá razóndebía fundamentar las capacidades y facultades del hombre, de ma-nera que la única garantía de la validez del conocimiento estabaasentada en la aceptación y el reconocimiento de sus límites, elimi-nando toda tentativa de que los mismos estuvieran dados por la feo cualquier experiencia no fáctica. Así, lo que juzga la legitimidaddel conocimiento sería la crítica de la razón pura, esto es, la razóndebe ejercitar su autocrítica. Kant aceptaba que existen conocimien-tos independientes de la experiencia, pero esto no significa que laprecedan. La física y las matemáticas contienen conocimientos in-dependientes de la experiencia, juicios sintéticos a priori, lo que seconstituyó en un problema para él. El primer objetivo que se planteófue descubrir los elementos formales del conocimiento. El segundo,su uso. Llamaba trascendental a todo conocimiento que no se refirie-ra a los objetos sino al modo de conocerlos. El conocimiento humanoestá cnnstituido, para Kant, por un elemento formal o a priori y otromaterial o empírico con lo que el objeto del conocimiento humano noes el ser sino lo que del ser puede aparecer al hombre: el fenómeno.En lugar de pensar que la experiencia humana se modela sobre losobjetos, al poder acceder a éstos sólo como fenómenos, entendía quese modelan sobre las condiciones trascendentales de la experiencia.

Un objeto nos sería dado a través del conocimiento sensible y po-sible de ser pensado a través del conocimiento intelectual. Así, en-tendía que "las intuiciones sin los conceptos son ciegas, los conceptossin intuiciones son vacíos".

Esta estructuración del pensamiento kantiano se extendió a otrasobras como Crítica de la razón práctica (1788), en la que planteabaque el hombre como sujeto de la vida moral estaba en el dominio delnoúmeno y la conciencia con la que se ocupaba de sí mismo, como fe-nómeno. En la Razón pura le ponía límites a la razón, los propios dela condición humana. En la Razón práctica se los ponía al fanatismomoral. En la Razón pura oponía el conocimiento humano al divino yen la Razón práctica, la moral de los hombres a la santidad.

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En su Fundamentación de la metafísica de las costumbres (1785)introdujo el concepto de imperativo categórico en el cual la ley moralse imponía por su sola existencia, sin mediar razón alguna: "Obrade manera que la máxima de tu voluntad pueda servir siempre comoprincipio de una legislación universal". Esto es, entendía que la mo-ral humana era un producto de la razón y no de la autoridad divinay que, a partir de un enunciado fundamental, era posible sustentartodo el andamiaje de la conducta de los hombres.

Para una mayor comprensión de lo que las categorías kantianassignifican, nos parece útil recordar lo que Hegel decía al respecto ensus Lecciones sobre la filosofía de la historia (1830):

Kant [... ) se representa la cosa sobre poco más o menosasí: existen fuera de nosotros cosas en si, pero sin tiempo ysin espacio, viene luego la conciencia, que tiene ya en sí mis-ma el tiempo y el espacio, como la posibilidad de la experien-cia, del mismo modo que, por ejemplo, para comer empezamospor tener boca y dientes, etc., como condiciones previas pararealizar esta operación.

Como vemos, entre el pensamiento de Descartes y el de Kanthubo un desplazamiento. Descartes centraba su atención en el objeto;Kant, en el sujeto. Hegel vendría después a establecer otra posición.

Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770-1831) fue un pensador par-ticularmente entusiasmado por la Revolución Francesa, ese produc-to cartesiano, y sus principios de libertad e igualdad. Fue el triunfode la burguesía con cambios que impregnaron toda la cultura e hi-cieron de los valores de una clase valores universales. La producciónde Hegel puede dividirse en obras inéditas de juventud con preferen-cia político-religiosas y de su etapa adulta, con intereses histórico-políticos. De la misma manera como Newton fue el hombre 'capazde armonizar en una construcción doctrinaria hallazgos y hechosdispersos mediante la adecuada síntesis de la física terrestre y laceleste, Hegel hizo algo semejante en el terreno de la filosofía, utili-zando los elementos de la filosofía antigua y la moderna, el espíritucristiano y el helenístico, el concepto puro y la historia universal, laatención al detalle y la máxima abstracción. Al decir de Antonio Es-cohotado Espinosa, así como el mundo griego produjo a Aristóteles,así la Europa del siglo XIX le dio marco a este formidable pensador.

El tema eje de su filosofía fue lo infinito en su unidad con lo finito(la no verdad), superándolo y anulándolo. Puede enunciar Hegel el fin

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de la historia porque, con la burguesía instalada en el poder, todo ha-bía terminado. Ya no piensa sujeto y objeto como una dualidad. Conla apropiación que del mundo hace su sujeto absoluto, ya no hay lugarpara esa dualidad. Sujeto y objeto son una misma cosa. Una idea-axio-ma lo define: "Lo que es racional es real y lo que es real es racional", conlo que establecía una identidad entre realidad y razón. Aceptaba, con elempirismo, que lo que es verdadero debe ser en realidad. A diferenciade Kant, pensaba que el ser y el deber ser coinciden, así como realidady razón. El objeto de la filosofía sería el ser. El deber ser, que estaríaasociado a lo finito, caería fuera de la misma: "Entender lo que es esel objetivo de la filosofía, puesto que lo que es, es la razón". El conceptoverdadero no sería el del entendimiento, incapaz de superar las contra-dicciones de la realidad, sino el de la razón, que las trabaja.

En sus obras de juventud se preguntaba por el paso de la primi-tiva religiosidad cristiana a una religión del pueblo, insatisfecho porla oposición que el Iluminismo había establecido entre la fe eclesiás-tica y la religión racional; así, asumía la existencia de la unidad deDios con el hombre y la religión como expresión de ella. Sin embar-go, cuando publicó Diferencia de los sistemas de filosofía de Fichte ySchelling, en 1801, planteaba que era la filosofía, y no la religión, laexpresión más alta del absoluto.

Una tarea principal en la producción de Hegel fue fijar el cami-no histórico recorrido por la conciencia humana para alcanzar laidentidad entre real y racional; el camino que ha debido seguir elespíritu infinito para reconocerse a sí mismo en su infinitud, a tra-vés de las manifestaciones finitas. Una conciencia que sale de suindividualidad alcanza la universalidad y se reconoce como razónque existe en acto, en las determinaciones de lo real.

Su obra Fenomenología del espíritu, de 1807, tiene una finalidadpropedéutica y pedagógica. Todo se iniciaría con la certeza sensible,con el acceso a un algo particular desde el yo que lo considera, pero noalgo particular en cuanto tal sino en tanto un universal, un esto. Re-cién se accedería a la percepción en el momento en que el yo reconoceque la unidad de esa cosa considerada es establecida por él mismo, enel cual se verifica una suerte de "recorte" del mismo, en sus múltiplescualidades. En razón de que todo a lo que se accede es al fenómenoy no al objeto, y tal fenómeno está en la conciencia, ésta habría re-suelto todo el objeto en sí misma y se ha convertido en conciencia desí, en autoconciencia. Una auto conciencia que libra una lucha entreauto conciencias diversas (que son, en sí, una sola) que no se resuelven

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con la muerte de los contendientes sino con la subordinación de unasa otras. Se trataría' de una autoconciencia que estaría en oposiciónconsigo misma dando lugar a la conciencia infeliz que es la traduccióndel contraste entre dos conciencias, una humana y otra divina, queacaban uniéndose en una conciencia absoluta que en el sujeto absolutose convierte en razón. Una razón que se ha realizado en las institucio-nes histórico-políticas y sobre todo en el Estado y que, cuando se haceconsciente, alcanza la eticidad. Éste es el momento histórico en quela autoconciencia, al reconocerse en el Estado, renuncia a la indivi-dualidad, y alcanza la paz y la seguridad de sí misma.

Hegel designaba la razón infinita y autoconsciente con el nombrede Idea, de la que trazó su historia y su devenir en tres momentosque son las partes esenciales de su cuerpo doctrinario: 1) la lógica ociencia de la Idea, en sí y por sí, la ciencia de Dios; 2) la filosofía de lanaturaleza que es la ciencia de la Idea en su ser otro, y 3) la filosofíadel espíritu, que es la ciencia de la Idea que vuelve de su enajena-miento a sí misma, a su completa autoconciencia.

En Ciencia de la lógica, de 1812, la razón no es el entendimientofinito, subjetivo, que es el primer momento de la razón, el intelectual.A éste sigue el momento en que las determinaciones son puestas enrelación con sus opuestas o negativas, el momento dialéctico en elcual lo finito se disuelve y se convierte en una Idea única e infinita.Finalmente se llega al momento especulativo en que se muestran lasuniones en su oposición.

En esta Lógica se parte del Ser, falto de todo contenido y por lotanto igual a la Nada. Ser y Nada se unen en el devenir. Así se en-tiende que el Ser se convierta primero en concepto subjetivo y luegoobjetivo y así, uniéndose subjetivo y objetivo, se alcanza la Idea, ra-zón autoconsciente.

En Filosofía del espíritu el desarrollo del espíritu se realiza entres momentos: espíritu subjetivo y objetivo, que constituyen el es-píritu absoluto. El primero, cognoscitivo, pasa de la certeza indivi-dual a la autoconciencia universal para luego alcanzar la esfera delespíritu objetivo y sus tres momentos: el derecho, la moralidad y laeticidad. En el primero el espíritu es persona, poseedor de una pro-piedad. En la moralidad es el sujeto que realiza la distinción entrelo interno y lo externo. Esta distinción se anula en la eticidad, enla que el deber ser y el ser coinciden, realizándose en la familia, lasociedad civil y el Estado. El Estado, al que vincula fuertemente conla religión, es la suprema manifestación de lo divino en el mundo, es

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"la realidad ética consciente de sí" y, fuera de él, libertad, justicia eigualdad son abstracciones. El Estado es portador de una soberaníaque no recibe del pueblo, que antes del Estado era una multitud des-organizada, sino de sí mismo, de su propia sustancia. Un individuoforma parte del Estado sólo cuando desarrolla su actividad concretaen un ámbito determinado (clase, corporación, etcétera).

En el espíritu absoluto el concepto de espíritu, que en su proceso,ha resuelto en sí toda la realidad, encuentra su realización final. Estarealización se expresa en el arte como intuición sensible, en la reli-gión como representación y en la filosofía en forma de puro concepto.

En el arte Hegel veía la expresión y la reve~ación de lo divino, ydistinguía tres formas fundamentales: el simbólico, el clásico y elromántico. En el primero encontraba un desequilibrio entre la Ideainfinita y su forma sensible que se superaba en el arte clásico que,sin embargo, no alcanzaba a ser nada más que arte. Recién en elromántico o cristiano se producía la unión de las naturalezas.

En la religión, mediante el sentimiento, se presentaba una pri-mera aproximación entre la conciencia humana y Dios. Con el artese daba un paso más con la intuición de Dios. Recién con la repre-sentación se alcanzaba la unidad de conciencia religiosa y Dios, ob-teniéndose su interiorización, y se lograba hacer de la intuición, es-píritu. El desarrollo de la religión sería el desarrollo de la idea deDios en la conciencia humana.

Como vemos, Hegel hacía girar su sistema en la idea del devenir.Así los sistemas filosóficos se suceden en el orden de las determina-ciones conceptuales de la realidad. Y cuando su tiempo ha sido, nin-guna filosofía desaparece de manera total, todas se conservan comomomentos de la totalidad. El principio eje en el que se fundamentaincluye la resolución de lo finito en lo infinito, la identidad de lo ra-cional y lo real, y en el desarrollo cronológico de la realidad con eldevenir absoluto de la Idea. De la misma manera procede cuando seocupa de la historia a la que entiende como el tránsito obrado por laIdea, en el espíritu de los pueblos, mediante la acción de individuosy sus pasiones; individuos que mediante la astucia de la razón son elmotor de la historia. Dice en Fenomenología del espíritu:

En la idea también aquello que parece pasado se conservaeternamente. La idea es presente, el espíritu es inmortal; enningún momentoha dejado de existir ni dejará de existir nun-ca;nohay pasado, ni futuro, sino que hay absolutamente ahora.

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Volviendo a p.árrafos anteriores, y a manera de repaso, podemosdecir que en el camino del conocimiento Descartes fijó su interés enel objeto, la cosa pensada, de manera que miraba el mundo comoconstituido por fuera del observador. Kant pensó que el mundo erauna realidad caótica y que la importancia estaba dada, para su su-jeto trascendental, en la posesión de categorías a priori con las queera capaz de ordenarlo, poseedor de boca y dientes en la metáfora deHegel. Y éste, con su sujeto del absoluto, el que se interesaba por loreal, lo dialectizaba mediante la razón y lo hacía autoconsciente, dela misma manera como, siguiendo su metáfora, la preexistencia deboca y dientes permiten comer. Para Hegel, la conciencia que creíaque el objeto estaba fuera comprende que éste no es el ente de la

. certeza sensible, tampoco la cosa de la percepción ni la fuerza delentendimiento, a lo Kant. Asume que en el ámbito de la autocon-ciencia está el reino de la verdad. Al explicar el objeto, me explico; alconocer el objeto, me conozco; al construir el objeto, me construyo. Asíentenderemos la idea de que, para Hegel, no existían sujeto y objetocomo entidades separadas sino que "ambos eran la misma sustan-cia", el mundo y aquel que quería conocerlo eran la misma cosa, de lamisma manera como, cuando comemos, el alimento pasa a ser parteconstitutiva e indiferenciada de nuestro cuerpo.

Para mayor abundamiento, servirá recordar el uso que hace He-gel de un término, Aufhebung, derivado del verbo aufheben que enalemán significa "levantar" pero ensu triple" acepción: levantar unasanción, levantar una cosecha (conservar) y levantar el rendimiento(superar). Así el valor semántico de la palabra Aufhebung está pre-sente y sirve de fundamento al movimiento dialéctico consistente ensuprimir-conservar-superar. La doctrina de Hegel es una filosofíade lo concreto, en el sentido más etimológico: concretum deriva deconcrescere (lo que se acrecienta por el desarrollo del conjunto desus partes, como cualquier ser viviente), lo concreto es la totalidadconstruida dialécticamente.

Hasta aquí hemos visto cómo Kant, expresión del criticismo, evi-denciaba los límites constitutivos del hombre, mientras que Hegellos resolvía, ambos en marcos culturales que los justificaban. El pri-mero, iluminista, con la razón como una fuerza con la que se aborda-ba y dominaba el mundo. El segundo, romántico, con la razón comosustancia del mundo, como expresión de lo infinito. Otros filósofos,de los que no nos ocuparemos por exceder nuestro objetivo, partici-paron de este enfrentamiento.

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A la muerte de Hegel, que había marcado con su impronta el climaacadémico de Alemania, se produjo entre sus discípulos la división endos corrientes antagónicas a las que David Strauss (1808-1874) de-signó como derecha e izquierda, extensión de los usos del Parlamentofrancés. La derecha dedicó su esfuerzo en utilizar las herramientashegelianas en concordancia con las creencias cristianas. FriedrichNietzsche es asumido corno una particularidad dentro de esta co-rriente, por lo que lo abordaremos más adelante. La izquierda pusosu acento en las necesidades humanas planteando la fe religiosa enel territorio del mito. Fue importante el aporte de Ludwig Feuerbach(1804-1872), quien pensaba que la unión de lo finito y lo infinito serealizaba no en Dios, corno afirmaba Hegel, sino en el hombre.

Así llegamos a la figura de Karl Marx (1818-1883), quien tornócon entusiasmo las ideas de Feuerbach centradas en la materiali-dad del hombre pero, en un giro copernicano, afirmó que "los filóso-fos hasta ahora únicamente han interpretado el mundo de diversosmodos: en cambio, ahora se trata de transformarlo". Planteó que laesencia del hombre no se establece consigo mismo sino en su rela-ción con otros hombres, enrnarcada por situaciones históricas con-dicionadas por las formas del trabajo y la producción. Ya no creía,con Hegel, que la conciencia del hombre determinaba su ser sinoque su ser social era el determinante de su conciencia. La materiaantecedió al hombre y su pensamiento, siendo ella el verdadero sujeto.Así habla de materialismo en contraposición al idealismo hegeliano.Este materialismo no sostiene que el ser del hombre sea materiasino que, aceptando con el maestro de Jena que el hombre es el pro-ducto de su propio trabajo, no piensa que el trabajo sea la actividadpura de la autoconciencia sino una relación objetiva con el mundo ylos demás hombres. La manera en que los hombres desarrollan suproducción determina su pensamiento y los productos de ese pensa-miento. En 1848 en colaboración con Friedrich Engels (1820-1895)publicó el Manifiesto comunista con el que inicia la actividad políticadel movimiento socialista científico con el cual la clase trabajadorahará las veces de instrumento con el que producir el cambio de lasociedad capitalista hacia su propia negación. La sociedad capita-lista en razón de ocurrida la división del trabajo presenta una clarabrecha entre capital y trabajo, con la consiguiente alienación delhombre, alienación a superar mediante la supresión de la propiedadprivada. Estamos frente a un pensador que ya no hablaba de unsujeto consciente, ni metafísico trascendental, ni absoluto. Hablaba

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de un sistema, al que no sólo se propone conocer sino destruir. Es elsistema de producción capitalista del que dice en el capítulo II delprimer tomo de El capital: "Por consiguiente, en la misma medidaen que se consuma la transformación de los productos del trabajoen mercancías, se lleva a cabo la transformación de la mercancíaen dinero". Está hablando del fetichismo de la mercancía, el dineroocultando las relaciones sociales que mediatiza. Llega a decir que "elhombre mediante su actividad altera las formas naturales de modoque le sean útiles"; el hombre es el actor de la historia pero su cosifi-cación, su alienación, afecta su subjetividad.

Como buen heredero intelectual, Marx mantuvo, en el que enten-día obligatorio paso de la sociedad capitalista a la sociedad comunista,la idea de la necesidad dialéctica hegeliana con el concepto de la his-toria como una concatenación ineludible de momentos. La mismahistoria lo ha desmentido. Es interesante destacar que, pese a que seopuso al idealismo alemán, no pudo escapar a su influencia y sostuvoposiciones netamente metafísicas como las tesis de la dialéctica he-geliana y la negación de la existencia de Dios o cualquier entidad es-piritual. Asimismo, tanto Marx como Engels no escaparon a las ideasde los positivistas en aceptar que conocimiento y ciencia son una yla misma cosa, y esta influencia está evidenciada en los escritos enlos que Engels abordaba una cuestionable dialéctica de la naturaleza,luego incorporada al ideario stalinista. Para finalizar, recordemosque así como Hegel vivió en un mundo marcado por la RevoluciónFrancesa, Marx fue contemporáneo de la derrota del proletariadofrancés en 1848 y del fracaso de la Comuna de París en 1871.

Dentro del movimiento romántico del siglo XIX tuvo lugar el posi-tivismo. La idea de entender lo finito como expresión concreta de loinfinito se introdujo en el seno de la ciencia. Se reconocen dos formasde positivismo: el social (conde de Saint-Simon, Auguste Comte yJohn Stuart Mill) y el evolucionista (Herbert Spencer). El primero,en un intento de constituir la ciencia corno fundamento de un nuevoorden social y religioso en un siglo en el que tomaron importanciala conducta humana y la social. El segundo, como consecuencia dela necesidad de armonizar el valor religioso de la ciencia con unarealidad infinita, aunque con consecuencias sobre la visión de la so-ciedad y los países.

El conde de Saint-Simon (1760-1825) también entendía la histo-ria como un progreso necesario y continuo mediante el cual se habíasuperado la Edad Media y llegado a un tiempo en el que se debía

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fundamentar racionalmente sobre hechos observados y concretos.Era el momento de la filosofía positiva y de entregar el gobierno a laclase técnica y productiva. Tal la síntesis de la filosofía social en laFrancia de esos años.

Auguste Comte (1797-1857) fue amigo y colaborador de Saint-Si-mon y dedicó su esfuerzo, como él mismo lo afirmaba, a transformar laciencia en filosofía y la filosofía en religión. Entre 1830 y 1842 publicóCurso de filosofía positiva y entre 1851 y 1854, Sistema de política po-sitivista. En Discurso sobre el espíritu positivo, de 1844, enumeraba losaspectos fundamentales de lo positivo: real (opuesto a lo quimérico),útil (opuesto a lo ocioso), seguro (opuesto a lo dudoso), preciso (opuestoa lo vago), afirmativo (opuesto a lo negativo) y relativo (opuesto a loabsoluto). Así, de acuerdo con una adecuada combinación de estas seiscondiciones, proponía los hechos como único objeto de investigación.Afirmaba que el conocimiento humano pasaba por tres estados, en or-den sucesivo: el teológico o ficticio, el metafísico o abstracto y el cientí-fico o positivo. Su mayor aporte, llegado hasta el siglo xx, fue su teoríade la ciencia, a la que consideraba destinada al dominio del hombresobre la naturaleza. Entendía que la racionalidad crecía siempre aexpensas de la empiria, del dominio experimental, tal como lo propo-nían los empiristas que hemos visto antes. Así, la ciencia consistiríaen leyes más que en hechos y las teorías, en sucesivas "aproximacio-nes crecientes de una realidad que no podría nunca ser rigurosamen-te apreciada, siendo siempre la mejor teoría en cada época aquella quemejor representa el conjunto de las observaciones correspondientes",según afirma Samaja en Epistemología y metodología.

Al igual que Hegel, divinizaba la historia. La llamaba "huma-nidad" o "gran ser" (para Hegel, la Idea) y la entendía destinada areemplazar a Dios. No era un concepto biológico sino histórico. De-bemos recordar el contexto. La revolución científica hacía notar susefectos en la industrialización, la máquina a vapor con sus múlti-ples usos reclamó reformular la teoría termodinámica, la produc-ción textil empujó el desarrollo de la química y todo esto tuvo susconsecuencias en la organización social, la que reclamaba tambiénde métodos para su estudio, con la aparición de la sociología (Saint-Simon). Comte llegó a fundar una religión positivista, convencidodel papel que la religión cumple en la cohesión social, en la cual re-emplazaba la señal de la cruz cristiana por lo que la teoría cerebralasignaba al amor, al orden y al progreso. Creó la trinidad positivista

"humanidad, Tierra y espacio".

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Epigénesis del conocimiento 49

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Comte tuvo discípulos en distintos países de Europa. En Ingla-.terra se expresó como utilitarista y fueron sus mayores exponentesThomas Malthus (1766-1834) y David Ricardo (1772-1823), quienesponen en primer plano las anomalías fundamentales del orden eco-nómico. Malthus afirma que la población crece de manera geomé-trica y los alimentos, aritmética. Ricardo dirige su atención a la re-lación entre el salario del trabajador y la ganancia del capitalista,sobre la "renta de la tierra" en la cual hace notar que los dueños delos terrenos más fértiles, que producen a un costo más bajo, tienenun plus de beneficios ya que los productos tienen un precio uniforme.

Otro filósofo utilitarista fue John Stuart Mill (1806-1873) quien,en contraposición a la postura racionalista radical de Comte, se ubi-caba, como correspondía a su origen inglés, en una posición empi-rista radical. Así, afirmaba que toda proposición universal era lageneralización de hechos observados, con lo cual caía en el problemade la inducción. Para superarlo, asumía el principio de uniformidadde la naturaleza. Extendió sus intereses a la psicología, la economíapolítica, la moral y la religión. Asumiendo que las leyes de la produc-ción son leyes de la naturaleza, concedía que la distribución dependede la voluntad humana y, por lo tanto, del derecho y la costumbre.

La otra corriente importante del positivismo fue la eoolucionis-ta, que tomaba la evolución como fundamento de una teoría generalde la realidad natural. Para eso, se tomaba como punto de partidalas ideas de Jean-Baptiste Lamarck (1744-1829) y Charles Darwin(1809-1882). Un exponente de esta corriente fue Herbert Spencer(1806-1873) quien encontraba en el evolucionismo la justificación delprogreso como un hecho universal. Entendía el progreso como el de-sarrollo, a partir de formas menos coherentes, de otras más coheren-tes y armoniosas; proceso que se verificaba en todos los campos de larealidad y ajenos a toda voluntad humana, oponiéndose a cualquieracción del Estado por considerarlo un elemento perturbador. En ra-zón de lo dicho, es entendible que Spencer fuera tan ajeno a las ideasdel positivismo social de los utilitaristas. Es interesante recordar,por las consecuencias sociales de su pensamiento, su idea de la "su-pervivencia del más apto", en una curiosa extrapolación de las ideasnaturalistas de Darwin al campo de la actividad humana.

Esta corriente de pensamiento rechazaba los conceptos universa-les y las nociones a priori. Si entendemos los universales como el equi-valente virtual de todos los particulares, se comprende que se estáhablando de algo no real, una ficción, un simulacro sin materialidad.

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Una idea semejante será expresada por un autor posmoderno, JeanBaudrillard (1929-2007), cuando afirma que la verdad (que se pre-tende alcanzar con los universales) no es más que el juego intermi-nable de la virtualidad infinita de los simulacros (los particulares).

Para los positivistas, sólo sería válido el conocimiento resultadode la afirmación positiva de las teorías validadas por el método cien-tífico experimental. Así como Hegel fue el pensador de la RevoluciónFrancesa, el positivismo fue una de sus consecuencias. La burguesíatriunfante se lanzó a apropiarse de la naturaleza y sus productos, ynecesitaba alguna validación concreta de esa apropiación pero, ade-más, necesitaba conocerse. El hombre y la sociedad se transforma-ron en objeto de estudio bajo la misma metodología que las cienciasfísico-naturales, con el conocimiento tomado como una copia de larealidad, en una visión especular del mundo, despojado de las condi-ciones contextuales y donde sólo tuviera cabida la dupla sujeto-objeto.

A manera de repaso

Como de seguro el lector habrá entendido, referirnos a estos au-tores tiene, entre otras, la intención de marcar los hitos fundamen-tales en la historia de las ideas. Así, la mención a Descartes ha detraer a nosotros la importancia de la razón en el conocimiento, aPascal negándola, a Spinoza entendiéndola como una necesidad enla soledad metafísica de la especie y a Vico limitándola.

Recordar a Locke o Berkeley servirá para resaltar la empiriacomo camino en el conocimiento, y a David Hume, limitándola demanera tan extrema que llega a caer en el escepticismo sobre sucapacidad predictiva, disolviéndola en su concepto del hábito.

Una magnífica síntesis de razón y empiria estuvo representadapor la Ilustración. Su exponente máximo fue Kant, quien ya no sededicó a discutir cuáles eran las herramientas (razón o experiencia)sino a entender cómo se utilizaban, deslumbrado por los avances enlas ciencias duras.

De la misma manera que tendemos a pensar a Descartes comoel germen intelectual de la Revolución Francesa, será lícito pensara Hegel como uno de sus frutos. Esa revolución representaba la cul-minación (él lo llamaría "el fin de la historia"), merced a la acción dela burguesía triunfante, de un proceso histórico en el cual se dio laconsolidación del Estado. Un Estado que significaba, para su cuerpo

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doctrinario, la manifestación del Absoluto en el que todo lo mejor delhombre habría de poder manifestarse.

La unión del infinito y lo finito que, para Hegel, se realizaba enla Idea, se desplazó con Feuerbach hacia el hombre. Y ésta es laconcepción que adoptó Marx con el entendimiento de una concienciahumana como producto de las condiciones históricas de producción(materialismo dialéctico). Esa burguesía triunfante a fines del sigloXVIII había desarrollado un sistema económico, el capitalista, queestablecía desigualdades destinadas a ser corregidas, de manera in-eluctable según su pensamiento, por el triunfo del proletariado y laconcreción de una sociedad comunista.

Otra manera de ver la historia como momentos en un progresoriecesario y continuo estuvo dada por los positiuistas (Comte, Spen-cer) quienes entendían que lo que así lo aseguraba era la acción dela ciencia y sus practicantes. Como vemos, también dentro de la ei-dética romántica. Este pensamiento tuvo una fuerte impronta en laideología económica y social de los países centrales y dio fundamen-tos teóricos al imperialismo, así como hizo sentir su influencia en elcampo de la investigación científica.

Entenderá el lector que todas estas ideas se vieron favorecidasy se desarrollaron en la Europa decimonónica, cuando la burgue-sía se había adueñado del Estado, generaba cuerpos doctrinariosque le servían para justificar su apropiación del mundo y extendersu influencia política, económica y cultural a las burguesías de lasregiones periféricas que todavía no habían consolidado sus propiosEstados, sentando así las bases de la dependencia. Asimismo, lascontradicciones que este estado de cosas generaban en el continentedeterminaron una vuelta de las miradas de los pensadores haciasus propias vidas, sus propias sociedades. Fue el momento inicial delas ciencias sociales.

Todos contra el positivismo

El positivismo redujo el concepto de la filosofía al de la ciencia.Recordemos: para el positivismo (¡cuando todavía no había llegado lamitad del siglo XIX!) sólo había hechos naturales y la única manera deconocerlos era la ciencia. Y los hechos estaban relacionados por leyes.

Frente a estas ideas, surgieron diversas corrientes que se dife-renciaron según su posición con respecto a la ciencia y a la realidad

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de la que ésta se ocupa. Seguimos aquí a Nicolás Abbagnano enHistoria de la filosofía:

1) El espiritualismo rechazaba el valor de la ciencia como conoci-miento y entendía que hay una realidad absoluta en relacióncon la conciencia del hombre.

2) El idealismo rechazaba el valor de la ciencia como conocimien-to y admitía una conciencia infinita resuelta en la propia con-ciencia del hombre.

3) El neocriticismo aceptaba la ciencia como conocimiento válidoy la filosofía como una reflexión sobre la misma.

4) La fenomenología y el existencialismo aceptaban la cienciacomo una actividad del hombre y la filosofía como la manerade analizar el ser del hombre.

Estas corrientes tenían, a su vez, una manera de ver la naturale-za y el método utilizado por la filosofía:

1) El espiritualismo entendía que filosofar consistía en indagarsobre la propia espiritualidad, con Dios como condición de todohecho natural. Félix Ravaisson (1813-1900) la llega a denomi-nar "filosofía heroica o aristocrática" en oposición a la "filoso-fía plebeya", representada por el materialismo o el positivismoempirista. Henri Bergson (1859-1941), su discípulo, puede serconsiderado, si bien recoge elementos del pragmatismo y de lacrítica de la ciencia, la figura más destacada de esta corriente.

2) El idealismo entendía que el espíritu infinito se manifestabaen el filosofar. Una figura fundamental fue Benedetto Croce(1866-1952), heredero de la tradición hegeliana e historicistaabsoluto, quien negaba el problema de la posibilidad y funda-mento del saber histórico. Para Croce, "la vida y la realidad eshistoria y nada más que historia", esto es, como Hegel acepta-ba que el ser y el deber ser comparten identidad.

3) El neocriticismo entendía la filosofía como una reflexión so-bre la ciencia. Fueron destacadas expresiones las ideas deHerrnann Cohen (1842-1918), Paul Natorp (1854-1924), ErnstCassirer (1874-1945), Wilhelm Dilthey (1833-1911).

4) El pragmatismo y la filosofía de la acción suponían una supe-rioridad de la acción sobre el pensamiento. Destacados expo-nentes de esta escuela fueron Charles Peirce (1839-1914), cuyo

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abordaje de la evolución del conocimiento utilizamos en estecapítulo; William James (1842-1910), hermano mayor del no-velista Henry; Miguel de Unamuno (1864-1936), José Ortega yGasset (1833-1955), John Dewey (1859-1952).

5) Elpositivismo lógico pensaba que la filosofía consistía en hacerun análisis lógico-lingüístico de la ciencia y se constituyó en lacontinuidad histórica del positivismo del que mantuvo la ideade que la ciencia es el único conocimiento válido si bien elimi-nando las pretensiones absolutistas y preocupado por deter-minar sus límites exactos, revisando sus supuestos filosóficos.Entendía que aquello de lo que se ocupaba debía ser observa-ble, con un comportamiento definido por los métodos de obser-vación y cálculo de los que la ciencia se vale y con la constitu-ción de un lenguaje propio y alejado del lenguaje común. Entreotros, se destacaron Ernst Mach (1838-1916), quien entendíaque en la progresiva adaptación de las especies estaba la cla-ve de la aparición de la conciencia y el consecuente desarrollode las teorías científicas, así como (en un esfuerzo que le fuereconocido por Albert Einstein en el nacimiento de su propiasideas) llegó a desarrollar dos nociones de espacio: el de la per-cepción y el geométrico; Henri Poincaré (1854-1912), quienpensaba que "la ciencia es un sistema de relaciones"; BertrandRussell (1872-1970), con su lógica relacional.Un renglón aparte merece el llamado Círculo de Viena, influidopor Ludwig Wittgenstein (1889-1951) quien definía que la lógi-ca es un análisis del lenguaje científico, esto es, el estudio de losfundamentos lógicos del lenguaje. A riesgo de olvidar nombresimportantes, diremos que fueron figuras destacadas RudolfCarnap (1891-1970), Otto Neurath (1882-1945), Alfred Tarski(1901-1983), Hans Reichenbach (1891-1953). Planteaban que laciencia es una sola, y las disciplinas particulares son sólo ex-presiones de la misma y uno solo es su lenguaje, en el cual esposible considerar vocabulario y sintaxis. En Estados Unidosla influencia del positivismo lógico se cristalizó en la obra deCharles Morris (1901-1979) y sus estudios de semiótica.

6) Para la fenomenología, filosofar consistía en analizar, desdeuna posición contemplativa, las actitudes fundamentales delhombre de las que se origina todo el conocimiento. Dos son losaspectos a resaltar: por un lado, el descubrimiento de una di-mensión lógico-objetiva de la experiencia humana y, por otro, el

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descubrimiento de la intencionalidad de la conciencia. En estaescuela tuvo un papel destacado Edmund Husserl (1859-1938).La estrategia de que se vale Husserl, ya en su madurez, es la de-nominada epoché. ¿En qué consiste esta estrategia? Mediante loque se ha denominado reducción fenomenológica, pone el mundo(y su existencia) "entre paréntesis". Parte de la idea de que laadquisición del conocimiento pierde validez si se la subordinaa las condiciones de su aparición, como ocurre en las corrientespsicologistas. La conciencia constituiría la relación entre sujetoy objeto del conocimiento, y sería en sí misma un trascender.El aspecto subjetivo del objeto sería captado (noesis) y el aspec-to objetivo (en sus diferentes formas de ser) sería reflexionado(noema). Así llegó a pensar en la existencia de la conciencia aunen ausencia de mundo, con lo cual la epoché -que para Husserltenía valor semejante a la duda cartesiana- no sería un simpleartificio filosófico sino la llave con la que se abre la puerta parael ser de la conciencia. Por supuesto que tal manera de pensarconlleva que a Husserlle fuera ajena la problemática de la vida,tan propia de la filosofía contemporánea.

7) Para el existencialismo, en cambio, la indagación en el modode ser del hombre se realiza con su propia participación activa.Dentro de este marco doctrinario se acentuaban los aspectosrelacionados con la condición de incertidumbre propia de larealidad en la que el hombre vive. Toma de Soren Kierkerga-ard su categoría fundamental, la posibilidad. La figura quese ubica en un primer plano es la de Martin Heidegger (1889-1976), quien publica en 1927 Ser y tiempo, obra incompleta yamarga en la que el ente se pregunta por el ser. La existenciaes el modo de ser-ahí y el interrogarse, de relacionarse, detratar de comprender al ser constituye su esencia. Haciendouso de su herramienta fenomenológica, planteaba que el fe-nómeno no es apariencia sino la manera en que la cosa se daen el ser en sí. La existencia es trascendencia, ésta es supera-ción en el mundo, de manera que la trascendencia, que es unacto de libertad, se asume como estar-en-el-mundo. Un mun-do constituido por cosas, instrumentos utilizables. Frente almundo el hombre comprende, interpreta y genera juicios; asíse genera la ciencia. Pero el hombre no sólo convive con cosas,también con otros hombres con los que puede "estar juntos"(forma inauténtica) o bien "co-existir" (forma auténtica). En la

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primera, prevalece el "se dice", la relación anónima, un estarjuntos sin conciencia, abandonado, arrojado en el mundo, enel ahora, negando la muerte como posibilidad. En la formaauténtica se vive para la muerte, que no es suicidarse sino ha-ber comprendido la imposibilidad de la existencia en cuantotal, con la angustia que ello acarrea ante la presencia de lanada, sustituyendo (y aniquilando) el ahora, por el instante.Así, como sugiere el título de su obra, el tiempo es el sentidodel ser. Intenta fundar sobre la angustia la historicidad dela existencia humana, caracterizada por su imposibilidad deconcretarse ante lo que ya es de hecho. Todo esto se transfor-mó en una encrucijada que Heidegger no pudo superar y lollevó a lo que se denomina giro lingüístico, del que hablaremosmás adelante, en el cual llega a afirmar que "el lenguaje es lacasa del ser y en esta morada habita el hombre". Otro autora considerar es Karl Jaspers (1883-1969) para quien el únicotema de la filosofía era el hombre existente individual y laexistencia, búsqueda del ser. La diversidad de hombres y desus verdades lo llevaba a pensar en la imposibilidad de alcan-zar una verdad única, sólo lo que resulte de la comunicaciónentre las diferentes existencias. Un filósofo imprescindible fueJean-Paul Sartre (1905-1980), para quien el análisis existen-cial consistía en un análisis de conciencia (El ser y la nada,1943). El cogito era interpretado como una actitud de reflexiónsobre la propia interioridad espiritual. La conciencia, que en-tendía como el ser para sí, es siempre conciencia de algo queno es conciencia y que constituye el ser en sí. El ser en sí y elser para sí están separados por la nada. Pero Sartre ponía unparticular énfasis en la libertad negada por Heidegger y enque el hombre ejercita en su deseo de ser. Un deseo de ser quese expresa como su deseo de ser en sí, ya que el ser para sí (elser de la conciencia) es una pura nada.

Un capítulo aparte

Todo lo referido hasta aquí ha sido una síntesis de la evolucióndel pensamiento filosófico en un intento, esperamos que útil, de queel lector logre captar lo maravilloso de los cambios ocurridos en laconcepción del mundo y de la vida.

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De manera especial queremos instalar la presencia de SigmundFreud (1856-1939) por lo que representa tanto en el campo de laciencia como en el de la cultura occidental en general. Con sus es-critos puso en crisis el andamiaje en el que se sostenía y se sostienetodo el edificio del pensamiento y de las emociones humanas. Fue elhombre que vino a poner en cuestión la racionalidad.

Freud se graduó de médico en 1881 y, luego de algunas expe-riencias con la hipnosis, en 1899 publicó su obra fundamental, Lainterpretación de los sueños. Cabe resaltar que su cuerpo de doctrinaes deudor de ideas que le vinieron de un romántico como ArthurSchopenhauer (1788-1860), que publicó en 1819 El mundo como vo-luntad y representación, quien entendía que la manera de accederal noúmeno kantiano era mediante la voluntad, pero no la voluntaddel individuo (finita) sino la infinita, la relacionada con lo divino. Ytambién con las de un espiritualista como Eduard van Hartmann(1842-1906) que publicó en 1869 Filosofía de lo inconsciente.

Luego se dedicó a la neuropatología hasta que en 1885 realizóuna corta estadía en París en el servicio de Jean-Martin Charcot(1825-1893) y entró en contacto con la hipnosis en el tratamiento dela histeria, práctica que continuó de regreso a Viena en colaboracióncon Joseph Breuer (1842-1925), a quien conocía de su etapa como es-tudiante colaborador del laboratorio del fisiólogo Ernest van Brücke(1819-1892). Breuer había tratado entre 1880 y 1882 a una histérica(la paciente que luego se conocería en la literatura como ''Anna O"),quien en estado de hipnosis había logrado encontrar razones de sustrastornos del habla y parálisis con la consecuente mejoría. Anteestos resultados, Freud se dedicó, en colaboración con su colega yamigo, a la escritura de un libro sobre el tema, Estudios sobre lahisteria, que se publicó en 1885 pero, al entrar Breuer en conflictoen relación con los supuestos teóricos sexuales sostenidos por Freud,esa amistad se rompió. En adelante Freud abandonó la práctica dela hipnosis y se dedicó a desarrollar su método al que llamaba deasociación libre, estableciendo los conceptos de transferencia, in-consciente, represión. Luego de su primera gran obra, la mencio-nada La interpretación de los sueños, en 1905 publicó un segundogran libro, Tres contribuciones a la teoría sexual. Su fama comenzóa crecer en Europa y en Estados Unidos (donde viajó en 1909). Hacia1910 funda la Sociedad Internacional de Psicoanálisis que incluyóa personalidades como Carl Gustav Jung (1875-1961), quien la pre-sidió hasta 1914, año en el que este psicólogo suizo se distanció por

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cuestiones teóricas al no aceptar Freud la extensión del concepto delibido más allá de las cuestiones sexuales.

Hombre interesado por su tiempo y la cultura, publicó El porvenirde una ilusión en 1927, El malestar de la cultura en 1930 y Moisés yel monoteísmo en 1939, en los que explicitó su pensamiento más alláde lo relacionado con la salud humana y en referencia a la humani-dad y sus comportamientos históricos. Perseguido por el nazismo porsu condición de judío (cuatro de sus hermanas murieron en camposde concentración), se trasladó a Londres donde murió en 1939.

Algunas consideraciones

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En el siglo XIX la población europea alcanzaba los doscientos mi-llones de individuos. Durante ese siglo Napoleón se consagró empe-rador, invadió otros países, fue derrotado y murió en 1821. Las colo-nias españolas en América libraron su guerra anticolonial, Grecia sedeclaró independiente en 1822. Italia en 1870 y Alemania en 1871 seconstituyeron como Estados unificados. Maximiliano fracasó en elintento francés de ocupar México en 1867, Estados Unidos tuvo suguerra civil entre 1860 y 1865, se construyó el canal de Suez, inau-gurado en 1869. A manera de síntesis, podríamos decir que fue un si-glo movido por los nacionalismos y su contracara, los imperialismos,con Francia esperando tomar revancha de Prusia, que la derrotó en1871; Alemania sin poder participar del reparto del mundo, el Impe-rio Austro-Húngaro con aspiraciones a dominar los pueblos eslavos,aliados de Rusia, y los Balcanes, liberados con el desmembramientodel Imperio Otomana.

Resulta de especial interés, para presentar un cuadro más ilus-trativo, hacer un rápido repaso de los logros que la ciencia obtu-vo a lo largo de ese siglo, como una muestra de los intereses quela guiaban. Charles Darwin (1809-1882) desarrolló su teoría de laevolución de las especies; John Dalton (1766-1844), su teoría de losátomos; Edward Frankland (1825-1899) y Friedrich August Kekulé(1829-1896) establecieron el concepto de valencia, o sea, la capaci-dad de los átomos para combinarse; Dmitri Mendeleiev (1834-1907)publicó su tabla de los elementos químicos; James Joule (1818-1889)fue el primero en abordar el concepto de energía; Michael Fara-day (1791-1867) inventó el motor eléctrico y la dínamo, se descu-brieron los rayos catódicos (Johann Hittorf, 1824-1914); Joseph

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John Thomson (1856-1940), descubrió los electrones y los isótopos;Wilhelm Rontgen (1845-1923), los rayos x; Antoine Henri Becquerel(1852-1908), la radiactividad.

También es de importancia destacar que, para algunos autorescomo Eric Hobsbawm, el siglo XIX fue "un siglo largo" que se extendióhasta 1914 con la iniciación de la primera gran guerra que, entreotros, dio como resultado en 1918 el derrumbe de cuatro imperios: elAustro-Húngaro (del que surgieron Austria, Checoslovaquia, Hun-gría y Yugoslavia), el Ruso (del que luego se formó primero la Ru-sia comunista y a continuación la Unión Soviética), el Otomana y elAlemán. Este último fue reemplazado por la República de Weimar(1918-1930) luego de ser obligado el Imperio a pagar los costos de laguerra, lo que preparó el Putsch de Munich de 1923, con AdolfHitlerpreso pero finalmente nombrado, diez años más tarde, canciller.

Describir la situación europea ayudará a entender el clima en queFreud escribió El porvenir de una ilusión y Heidegger, Ser y tiempo.En el primero se presenta el irremediable antagonismo entre las exi-gencias pulsionales (a la que dedica más interés es a la pulsión dedestrucción) y las restricciones impuestas por la cultura con "el senti-miento de culpa como el problema más importante del desarrollo cul-tural", en sus términos. Si las palabras pueden denunciar el estadode ánimo de quienes las pronuncian, servirá recordar que, en ocasiónde brindar una conferencia en la casa de Goethe en Francfort, Freudla finalizó recordando versos del Fausto (parte 1, escena 4): "Lo mejorque alcanzas a saber / no puedes decirlo a los muchachos".

Ser y tiempo habla del Dasein, el ente, que arrojado al mundopara la muerte no constituye el mundo (Husserl) sino que es el mun-do, no hay una conciencia constituyente del mundo. Es un ente condimensión histórica, él es la historia pero, además, está en la histo-ria. Heidegger percibe una metafísica del sujeto que surge explícitaen Descartes y llega hasta Nietzsche. Retomando a Platón, planteael dilema básico: fundar el Ser en la Verdad (subordinado a la Idea)o fundar la Verdad en el Ser (su des-velamiento). Entiende que laprimera lleva a la Verdad como una especie de error, con una cre-ciente manipulación de la realidad por la voluntad de poder. Llega aafirmar que "la tecnología es la metafísica de la era atómica" y quela técnica se ha vuelto contra el hombre y ha reducido lo real a lo útil.Como vemos, Heidegger hace una crítica del capitalismo pero no enrelación con lo que produce en términos sociales a lo Marx, sino enrelación al desarrollo técnico alcanzado.

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El siglo XX sería "un siglo corto" que abarca desde 1914 hasta1991, cuando se disolvió la Unión Soviética. Estuvo caracterizadopor "la destrucción del pasado, o más bien de los mecanismos so-ciales que vinculan la experiencia contemporánea del individuo conla de las generaciones anteriores", en palabras de Hobsbawm. Ladivisión binaria del mundo (capitalismo-socialismo) finalizó luego deque pasaran tiempos en los que predominaron las catástrofes desde1914 hasta la década del 50, y luego se dieron treinta años de cre-cimiento económico y transformación social, al cabo de los cuales elcapitalismo globalizado inició una crisis que nos acompaña hastanuestros días.

Como vimos antes, siguiendo a Nicolás Abbagnano, una de las'características del positivismo era reducir el concepto de la filosofíaal de la ciencia, lo que resultó en el desarrollo de corrientes que se leopusieron y de las que consideraremos, por los objetivos de este libro,sólo aquéllas que aceptan el valor de la ciencia como conocimiento.Freud (creador del psicoanálisis) y Heidegger (filósofo existencial)fueron tratados de manera especial como ejemplos paradigmáticosdel clima histórico con que se dio la articulación de los siglos XIX yXX. Pero el nuevo siglo continuaría con sus vicisitudes. Y los filósofosdándole palabras, expresando las ideas de los hombres.

Fue la crisis en la fundamentación de las ciencias o, mejor, la au-sencia de una filosofía de la ciencia moderna, dentro del fantásticodesarrollo que resumimos, lo que forzó el desenvolvimiento del lla-mado empirismo lógico que algunos han entendido como sinónimo depositivismo lógico, cuyo centro más destacado fue el ya mencionadoCírculo de Viena. Es importante destacar algunas diferencias (Gae-ta, 2012). Caracterizar el empirismo, que mantuvo su influencia a lolargo de cinco décadas, es harto difícil, por un lado, porque al mismoadhirieron pensadores que nunca compartieron similares posicionesteóricas las que, por otro, sometían a una reelaboración permanen-te. En rigor, sólo cabría nombrar como positivistas lógicos a algunosmiembros del Círculo.

El Círculo aspiraba a crear una teoría de la ciencia. Dividía lasciencias en tautológicas y empíricas. El campo de acción de las pri-meras, las formales (lógica y matemática), al no estar en el marcode la realidad, accede a hablar de validez y se resuelve a priori; lassegundas, en cambio, proponen hipótesis que pueden ser verdaderaso falsas y las ponen a prueba recurriendo a la experiencia sensi-ble. De esta manera, la filosofía cumpliría el rol de una suerte de

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comentador lógico-lingüístico, preocupada por el lenguaje con el quela ciencia comunica sus conocimientos.

Un británico del que ya hemos hablado, Bertrand Russell (1872-1970), fue uno de los filósofos más importantes de la primera mitaddel siglo xx. Formado como matemático, poseía una sólida tendenciaracionalista y pensaba el método científico como una combinaciónde acciones inductivas, en las que el investigador se enfrentaba alos hechos desde los cuales elaboraba hipótesis que le permitían en-tenderlos, para luego agruparlas junto a otras y construir marcosdoctrinarios desde los cuales, mediante deducción, abordar otrosnuevos fenómenos. Como comentario diremos que con esta manerade pensar el accionar de la ciencia y los científicos se aplicaría aciencias con objetos de baja complejidad como la física y se complica-ría en casos de mayores niveles de complejidad, como en la fisiología.

Como un puente intelectual entre el Círculo de Viena y Russellfuncionó el ya también mencionado Ludwig Wittgenstein (1889-1951), que desde la lógica simbólica llegó a una teoría del lenguajedesarrollada en su Tractatus logico-philosophicus, de 1921, en el quehablaba del isomorfismo que consistía en la concordancia entre ellenguaje y los hechos físicos, hipótesis que el mismo Wittgensteinconsideraba inverificable. Lo que lo diferencia de otros colegas essu escepticismo, ya que pensaba que comprender el mundo era tanvano como la antigua pretensión de entender los decretos divinos.

Los neopositivistas, partidarios de la parcelación y subparcelacióndel conocimiento, lograron hegemonía en el mundo académico. Curio-samente las mayores resistencias las encontraron en el mundo de loshombres y las mujeres de ciencia. El mismo Albert Einstein (1879-1955), tal vez el científico más relevante del siglo xx, se lamentabadel "nefasto miedo a la metafísica, que ha llegado a convertirse en unenfermedad de la filosofía empirista contemporánea".

La hegemonía del neopositivismo vino a ser cuestionada por laEscuela de Frankfurt. Creada en 1923 por un mecenas nacido en laArgentina, Félix Weil (1898-1975), tuvo como objetivo inicial la renova-ción de la teoría marxista recurriendo a la interdisciplina y la reflexiónfilosófica sobre la problemática social y económica. Tampoco en estaescuela existió unidad doctrinaria entre sus miembros, no obstante locual fueron autores de diferentes e importantes desarrollos teóricos.

La Segunda Guerra Mundial (1939-1945) determinó la diáspo-ra de muchos intelectuales europeos. Esto afectó tanto al Círculode Viena como a la Escuela de Frankfurt. Ascendido a canciller en

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1933 Hitler, inició la guerra con la invasión a Polonia el 1 de sep-tiembre de 1939, con un número de muertos estimados en alrededorde cincuenta millones.

Dos integrantes de la Escuela de Frankfurt emigrados a EstadosUnidos, Theodor Adorno (1903-1969) y Max Horkheimer (1895-1973),publicaron en 1947 Dialéctica del Iluminismo. En este libro se intentóentender cuáles fueron las razones por las cuales el hombre produjolos horrores de la Segunda Guerra. Adorno llegó a afirmar, espanta-do y escéptico del destino del hombre, que "luego de Auschwitz es im-posible escribir poesía". Se había llegado al siglo xx en una exaltaciónde la razón Y la cultura y, sin embargo, había ocurrido Auschwitz.Los autores afirman que el sueño iluminista del siglo XVIII, el sueñode la razón, había desembocado en los horrores de la guerra. ¿Comoun resultado obligatorio y necesario? ¿Como una desviación de suspropósitos? Ubican su crítica (recordemos que ambos provienen delmarxismo) en la sociedad burguesa y en el tratamiento que ésta le daa la naturaleza y a la condición humana, un tratamiento basado enlo que llaman razón instrumental, heredera conceptual de Heidegger,una razón destinada a dominar el mundo y a los hombres.

Si bien no tuvo una pertenencia orgánica al Círculo de Viena, elnombre de Karl Popper (1902-1994) estuvo asociado con el mismopor su influencia en el esfuerzo por conocer qué es lo que caracterizaal conocimiento científico. Este autor, ante las dificultades lógicasque la inducción presenta, propuso que lo que caracteriza a una idea,a una teoría, como científica es la posibilidad de ser falsable (Lalógica de la investigación científica, 1934). Dicho de otra manera:el criterio de demarcación entre lo que es científico y lo que no lo essería la potencial demostración de la falsedad en una proposición.Así la ciencia se iría constituyendo con las mejores teorías, las másresistentes a los intentos de demostrar su falsedad que sería lo cons-tituyente del accionar cotidiano de los investigadores.

La idea falsacionista, si bien impresiona como una buena argu-mentación para justificar la permanencia y el desarrollo de determi-nadas teorías por sobre otras, no parece estar acorde con la evolu-ción histórica de la ciencia, en la cual es marcada la existencia de unentramado teórico en el que se desarrolla la actividad de los investi-gadores, muy alejados en su pensamiento de realizar esfuerzos parademostrar la falsedad de sus cuerpos doctrinarios, más bien todolo contrario. En este marco no resulta sorprendente la aparición deideas que se contrapusieron a los inductivistas y falsacionistas.

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Repasemos. El positivismo del siglo XIX veía la ciencia como elúnico conocimiento válido, como un espejo de la realidad, asimis-mo como la herramienta con la que el mundo (Europa) lograría elprogreso, el bienestar y la paz social. Los avances científicos pare-cieron darle la razón. Pero llegó la Primera Guerra y tambalearonlas seguridades. Alguien (Freud) vino a cuestionar la razón. Otro(Heidegger), a señalar el olvido del Ser. Era preciso reflexionar acer-ca de las seguridades de esa creación, la ciencia. A eso se dedicaronlos pensadores, como hemos tratado de ilustrar. Pero llegaron Hitlery la Segunda Guerra. Entre 1939 y 1945 tuvo lugar este conflicto acuya finalización el mundo se encontró cambiado. La parte orien-tal de Alemania, dividida, se incorporó al bloque soviético junto aPolonia, Rumania, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria y la propiaUnión Soviética en una alianza militar conocida como Pacto de Var-sovia. Francia e Inglaterra se vieron debilitadas por la pérdida desus colonias. El gran vencedor fue Estados Unidos, que encabezóuna alianza militar, la Organización del Tratado del Ejército Nor-te (OTAN), con los países de la Europa occidental. Luego vendríancuatro décadas de Guerra Fría, caracterizadas por la mutua descon-fianza entre los dos bloques en que el mundo se presentaba divididoy que se basaba en el mantenimiento de un equilibrio sustentadoen el peligro de la destrucción mutua asegurada, según Hobsbawm.Estados Unidos se embarcó en otra guerra, la de Carea (1950-1953),enfrentó la crisis de los misiles en Cuba (1962), invadió Vietnamhasta 1991 cuando se retiró. Por su parte la Unión Soviética invadióHungría en 1956 y Checoslovaquia en 1968, provocando el quiebreideológico de muchos comunistas del mundo. Hasta los turbulentos,70 los países centrales, tanto del bloque capitalista como del socia-lista, vivieron años dorados en los que aumentaron la expectativa devida, la producción de alimentos, el desarrollo tecnológico, pero tam-bién la brecha entre los países centrales y los periféricos. Primó laidea de un mundo con producción creciente, con comercio internacio-nal en expansión, pleno empleo, industrialización y modernización. ,Todo ello mediante el control y la gestión gubernamentales destina-dos a salvar a la empresa privada de sí misma. Ningún período de la'historia humana estuvo tan impregnado de conocimiento científicocomo el siglo xx. A principios de este último el número total de ,fí-sicos y químicos alemanes y británicos llegaba a ocho mil. A finesde los 80, los científicos experimentales eran cinco millones, de lo~cuales un millón trabajaba en Estados Unidos y un número un pocO'

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mayor en Europa. Tamaño desarrollo también empujó a la reflexiónacerca de la validez de los resultados científicos.

El giro lingüístico de Heidegger

Heidegger le escribió a Jean Beaufret una carta en 1946, luegopublicada como Carta sobre el humanismo, como respuesta al escritode Sartre (1905-1980) titulado ¿Es el existencialismo un humanismo?,de 1946. Recordemos que el año anterior Alemania, derrotada, sehabía rendido a los aliados. ¿Qué había pasado entre la escritura deSer y tiempo y esta carta?

.HitIer había sido convocado como canciller en 1933 para pasar aser, al año siguiente, jefe de Estado. También en 1933 Heidegger fue'designado rector de la Universidad de Friburgo y se afilió al partidonazi, al que pagó sus cuotas societarias hasta el final de la guerra.En su discurso de asunción expresó que "todo lo grande está en me-dio'de la tempestad", parafraseando a Platón ("Todo lo grande estáen peligro"). El uso de la palabra sturm (tormenta, tempestad) no'~s para nada ingenuo; tiene una clara relación semántica con lasSturm Abteilung, las temibles SA de Ernst Rohm. También en esediscurso exaltó "el destino de la nación", así como "la misión espiri-tual del pueblo alemán". Fue llamativo su comportamiento con su~viejomaestro Edmund Husserl a quien dedicó la primera ediciónde ~er y tiempo, eliminándola en la segunda (¿por su condición defludío?).Su hijo argumentaba en un reportaje que el distanciamientocon Husserl se originó luego de la publicación de Ser y tiempo, por.diferencias teóricas entre ambos. Sin embargo, se conocen escritossuyos en los que enfatizaba la condición judía de algunos profesoresde su universidad, lo que hace difícil exculparlo de su condición nazi,tl

de la que nunca abjuró.

S~ry tiempo ponía el acento sobre la condición de un sujeto que es,arr,ojado al mundo para la muerte. Si bien no planteaba la condiciónepistemológica sino la antropológica, no deja de ocuparse del sujeto.Su seguidor más talentoso, francés, Jean-Paul Sartre (1905-1980)scribió, bajo su inspiración, su obra filosófica El ser y la nada, de

,,94,3,impulsando lo que se conoció como existencialismo.~ef'l,nBeaufret (1907-1982) le preguntó a Heidegger: "¿Comment

edonner un sense au mot, Humanisme?". El término mot, concep:tualniente, en francés, es "palabra escrita", a diferencia de parole

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que es "palabra hablada", Y redonner, "darle un nuevo sentido". Estohace que Heidegger se explaye en reflexionar sobre el significadode humanus, palabra latina de origen griego helenístico en el cualel modo de ser culto era simbolizado en la lengua, diferenciándosede los bárbaros. Así Heidegger llega a decir que "humanismo es elesfuerzo para que el hombre sea libre, para que su humanidad en- ,cuentre en ella su dignidad". Asimismo dice que el ser "es lo que es" yel pensamiento, "la relación del ser con la esencia del hombre", "en elpensar, el ser viene al lenguaje", "el lenguaje es la casa del ser", "losseres infrahumanos están entramados a su entorno pero nunca enla iluminación del ser porque les falta el lenguaje". Toda esta cortaenumeración nos lleva a verificar en Heidegger su salida del hombre,del sujeto de Ser y tiempo en beneficio del ser mostrando su esenciaracista, sugerida al entender la lengua alemana como heredera de lagriega y asumir como bárbaros (infrahumanos) a todos aquellos queno la hablaran, porque carecen de ella.

Todo este giro lingüístico fue una crítica a la centralidad carte-siana, dominadora del mundo. En el mismo está expuesta la crisisdefinitiva del sujeto burgués-cristiano, el ocaso del rol hegemónicode la conciencia. En este punto es donde se ha pretendido ver unacrítica de Heidegger al capitalismo. Lo que en realidad criticaba, élque era un hombre de provincias, de una Alemania capitalista yvencida, era la técnica del capitalismo, ya que en ningún punto desu producción hizo mención a las injusticias del sistema a lo Marx, oa sus desviaciones, a la manera de Adam Smith. Añoraba la sabidu-ría campesina, atribuyéndole una profundidad que lo llevó, al finalde sus días, a encuentros con pensadores orientales.

Como vimos, la Carta se escribió como una respuesta a Sartre.Es un antihumanismo enfrentado al humanismo sartreano. Es unantihumanismo que entiende que lo humano está expresado por unolvido de la naturaleza en beneficio de la técnica, con la subjetividadarrojada a dominar el mundo. Contra el hombre cartesiano como se-ñor de lo ente, olvidado del ser. Heidegger es un enemigo declaradodel humanismo de la Modernidad y del sujeto.

El humanismo sartreano

También Sartre fue testigo y actor comprometido de los tiemposde la Segunda Guerra. Él no dudó en calificar de criminales sus

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hechos Y consecuencias pero pensó otras respuestas. Agudo e inte-ligente lector, de él llegó a decir Hans-Georg Gadamer (1900-2002)que se atrevió a mezclar las tres "haches" de la filosofía alemana:Hegel, Husserl y Heidegger. Llega a afirmar, contra Husserl, que "nohay nada en la conciencia" y que el mundo no es aprehensible por laconciencia sino que ésta se constituye cuando adviene al mundo, porsus objetividades.

Discutió al Heidegger de Ser y tiempo al decir que no hay tal Da-sein que se posiciona frente al mundo y lo hace suyo, sino que tal ser-en-el-mundo, el estar arrojado al mundo, es algo que le ocurre a la con-ciencia. Esto es: que no hay mundo por un lado y conciencia por el otro.El cogito no es "yo tengo conciencia de esta silla" sino "hay concienciade esta silla". El yo cartesiano, una "cosa", no existe para Sartre. Laconciencia no es del hombre, es el hombre. Pero que es pura Nada, unaNada trascendental, todo está afuera. El cogito es una nada.

Distingue entre el ser-en-sí del ser-para-sí. Al primero lo definecomo"el ser es lo que es", es lo que la pasa a la conciencia humana, estener conciencia de algo. Y el ser-para-sí, la realidad humana, estoes, Nada. El ser-en-sí es pura positividad, es lo que es. El ser-para-sí es su negación, la Nada. La conciencia no es lo que la realidad es.

Todo esto lleva, indefectiblemente, a que somos lo que nuestro"afuera" hace con nosotros, lo que implica el ejercicio de la libertad alelegir qué ser y qué hacer:

En 1960 apareció la formidable Crítica de la razón dialéctica, in-tento de unir la fenomenología y el marxismo, o sea, la unión del su-jeto arrojado al mundo y la materialidad de los conflictos históricos.Sartre plantea las objetividades del mundo cómo condicionantes yparalizantes del "ser", con lo que destaca la importancia revolucio-naria del ejercicio de su negatividad dialéctica. Ya no hay sujeto-ob-jeto. El cogito, definido por su acción, pasa a ser la praxis en relacióncon la materialidad concreta o virtual (su objeto). El conocimiento,un momento de la praxis.

Así llega a un aporte epistemológico en el cual sólo será posibleel conocimiento a partir de un movimiento que va de totalización entotalización, siempre partiendo de otra, siempre un momento. Ladistingue de las totalidades, fijas, hechas, donde el todo es más quela suma de las partes. Esto lleva a tener una idea del conocimiento-en-el-mundo, esto es, donde el experimentador forma parte del ex-perimento. De esta manera se opone a la exterioridad histórica dealgunos análisis marxistas dogmáticos para recuperar la praxis

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individual, una praxis de la libertad. El individuo en la historia.Aquél, haciéndola y ésta, haciéndolo.

Lo que somos es nuestro en-sí. El para-sí que se nos plantea, entérminos sartreanos, es la realidad cotidiana, el lugar donde el desva-lido humano se enfrenta con su propia Nada, donde nos encontramoscon nuestra propia Nada. Y es allí donde ejercemos nuestra libertad.

Coetáneos, pero con otros intereses, podemos citar las ideas detres pensadores.

En 1962 un profesor de California, Thomas Kuhn (1922-1996),publicó La estructura de las revoluciones científicas, un libro en elque planteaba la idea de que el progreso científico se producía demanera semejante a los cambios sociales, con teorías que al mos-trarse insuficientes eran reemplazadas por otras con un cambio deparadigmas. Piensa que la ciencia es una actividad que se desarro-lla en períodos que denomina "normales", en los cuales se realizanlas investigaciones habituales y cotidianas, a la luz de los paradig-mas en boga, con aceptación de lo que denomina "anomalías" queno revisten riesgo en tanto y en cuanto no aparezcan problemasinsalvables ("crisis") que obliguen a la aparición de una teoría quereemplace la anterior ("revolución"). El concepto de paradigma hatenido diferentes definiciones, aun del mismo Khun, pero podemosasumirlo como aquello acerca de lo cual hay acuerdo dentro de unadeterminada comunidad de científicos.

La influencia de Kuhn se hizo sentir hasta en un discípulo de Pop-per, Imre Lakatos (1922-1974), un matemático húngaro que comen-zó a publicar a partir de 1970 artículos dispersos pero con unidaddoctrinaria en los que aceptaba aspectos parciales del pensador es-tadounidense y presentaba, como alternativa a los paradigmas kuh-nianos, los denominados programas de investigación, que consistíanen un núcleo teórico central rodeado por un cinturón protector de hi-pótesis adicionales que complementaban al núcleo central, y que sonlas que a diario ponen a prueba los investigadores. En su desarrolloLakatos formulaba dos prohibiciones: no atacar el núcleo central y noutilizar hipótesis ad hoc en el arco protector. El trabajo de los cien-tíficos consistiría en desarrollar actividades heurísticas: positivas sise corroboran y negativas si se refutan las ideas puestas a prueba.Así el progreso de la ciencia sería resultante de la libre competenciaentre los programas en el entramado histórico-cultural.

Un físico austríaco, Paul Feyerabend (1924-1974), quien trabajó(y hasta se enemistó) con Popper y Lakatos y, ya en Berkeley, con

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Khun, estaría definido en su posición epistemológica por un "todovale". Defensor del anarquismo y la libertad, tanto desde lo políticocomo desde lo filosófico, llegó a afirmar que la ciencia había llegadoa tener la condición de dogma represor, similar al cumplido por laIglesia Católica en el siglo XVII. Según Feyerabend, y sostenido en sulibro de 1975 Contra el método, ni la inducción ni la falsación ni elpositivismo justificaban el progreso de la ciencia, que avanzaba deacuerdo con los deseos, con la subjetividad de los individuos.

En los 70 y en los 80 los países desarrollados sumaban casi lastres cuartas partes del total de las inversiones mundiales en inves-tigación y desarrollo, mientras que los países pobres no invertíanmás del 2 o 3%, lo que habla del interés concreto que la ciencia tieneen términos de poder. La ciencia comenzó a percibirse en el últi-mo cuarto del siglo xx como algo sin lo cual no era posible la vida'cotidiana: Heidegger, extrañamente, con consecuencias de las quehablaremos, preocupado por "la casa del Ser"; Sartre contestandoque la praxis humana se da en la libertad y en la materialidad de lahistoria; Kuhn, Lakatos y Feyerabend, dirigiendo sus esfuerzos a lacomprensión de una teoría general de las ciencias.

La muerte del sujeto

Como vimos, Heidegger con su "giro lingüístico" le dio forma asu antihumanismo, decretando la muerte del sujeto cartesianoy eliminándolo de la centralidad de la historia. En 1954 EstadosUnidos, como lo hizo desde siempre en su relación con el resto delmundo pero en especial con Latinoamérica, invadió Guatemala yfavoreció el derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz, popularpor sus decisiones económicas, todo esto para espanto e indignaciónde los progresistas (y comunistas) de todo el mundo. Pero en 1956las fuerzas del Pacto de Varsovia invadieron Hungría, poniendo encuestión las diferencias existentes entre ambos bloques. ¿No era elmundo socialista el representante de la reacción a la prepotencia delcapitalismo? El cuestionamiento al socialismo soviético provocó unacrisis en los partidos comunistas de todo el mundo. Uno de los gran-des temas desde el siglo XIX era enfrentar el capitalismo, portador delas limitaciones que lo habían hecho pasible de las críticas a las queKarl Marx y Friedrich Engels les habían dado formalización teórica.Las críticas realizadas por Heidegger en su Carta no tuvieron la

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fundamentación social que sustentaba el corpus marxista, sólo lepreocupaba el tecnocapitalismo. Pero eso no fue óbice para que laintelectualidad francesa, necesitada de salir de un marxismo quemostraba su fracaso, lo tomara como referencia. Así surgió la figuraantes esplendorosa de Michel Foucault (1926-1984).

Como referimos párrafos atrás, Foucault llegó a decir que antesdel siglo XVIII el hombre no existía, pues se trata de un producto dela Modernidad, reino de la razón. Una razón enemiga del pensarpara Heidegger, que había estructurado un sistema de dominación,que le aseguraba a los dueños del poder no sólo la propiedad de lasriquezas sino, además, una organización jurídica que les permitíala dominación de los hombres. De todo esto hablaba Foucault cuan-do escribía sobre la locura, las cárceles, los hospitales y el saber.Fue un filósofo obsesionado con el poder. Así trabajó el concepto depanóptico, estructura que permite mirar sin ser visto. La idea delpanóptico se remontaba al siglo XVIII y fue utilizada por Foucaultpara ilustrar uno de los mecanismos con que el poder es ejercido.Lo que nuestro autor decía es que, además de acumular riqueza, seacumulan hombres dominados por un sistema disciplinario diseña-do al efecto (Vigilar y castigar, 1976). Trabaja el término sujeto ensu relación con la sujeción a algún tipo de poder, y la resistencia quedetermina cualquier ejercicio del poder. Hegel hablaba de una con-tinuidad sujeto-objeto, de una historia teleológica, continua. Fou-cault, siguiendo a Nietzsche, rechazaba esa continuidad históricay la reemplazaba por lo discontinuo, lo heterogéneo, lo azaroso, conla verdad (ya no resultado de la razón sino como un producto delpoder). Así Foucault vino a ocupar el lugar de Sartre en el mundo dela filosofía francesa de los 70. Así le dio empuje al posmodernismo.En sus escritos siguió el estilo de la noveau TOman (Virginia Wolf,Franz Kafka, Albert Camus) en la que no interesa la caracteriza-ción de los sujetos sino el flujo de sus ideas, expresadas en su lengua-je, el lenguaje dejando de lado a los sujetos. El lenguaje ocupando lacentralidad. El nuevo absoluto.

Friedrich Nietzsche (1844-1900) fue un filósofo asistemático condoctrinas emparentadas con corrientes filosóficas diversas y que,por la influencia que ha ejercido sobre toda la cultura de nuestraépoca, merece que su obra sea considerada como una de las mássignificativas de la filosofía contemporánea. Nacido en Lutzen, es-tudió filología en Bonn y Leipzig, y entró en contacto con la obra deSchopenhauer que despertó su entusiasmo y adhesión. En 1869 fue

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convocado desde Basilea (Suiza) donde trabó amistad con RichardWagner, de quien se enemistaría con los años. En 1872 publicó suprimera obra El nacimiento de la tragedia que, como el resto de suslibros publicados en vida, pasó desapercibido. Su ánimo románticolo orientaba hacia un interés en los valores propios de la antigüedadclásica y su espíritu de renuncia y resignación. Su débil salud, loscontratiempos amorosos (reales o ficticios) que vivió y su vida ator-mentada hicieron mella en su salud mental. Cayó en la oscuridadde la locura en 1889 cuando, en Turín, se abrazó a un caballo mal-tratado por su dueño, y permaneció en ese estado, con episodios dealgún atisbo de lucidez hasta su muerte. En concordancia con Scho-penhauer veía la vida como dolor, lucha, destrucción, incertidumbre,dominada por el azar. Mientras que aquel proponía renuncia y fuga,el ascetismo como respuesta, Nietzsche tomaba partido por la acep-tación de la vida tal como es, su exaltación y la superación del hom-bre. Hacía una crítica del cristianismo al que presentaba como unamoral de los inferiores, resentidos ante la vida. Incluía en su críticaa la ciencia por considerarla cercana al ideal ascético, esforzad a ensu objetividad y en la renuncia a las interpretaciones. Entendía queel arte había sido la herramienta utilizada por el pueblo griego parasoportar la vida. El mundo se le presentaba carente de toda raciona-lidad, ni perfecto, ni bello, ni noble y dominado por el azar. La fór-mula para la grandeza del hombre, nos dice, "es amor fati, no querernada distinto de lo que es, ni en el futuro, ni en -el pasado, ni"portoda la eternidad. No sólo soportar lo que es necesario, sino amarlo".Al fin llega a la idea del superhombre, que le da sentido a la vida. Elhombre es una cuerda tendida entre la bestia y el superhombre, unacuerda sobre el abismo, dice Zaratustra (1883-1885).

Descartes le entregó a la burguesía su subjetividad necesaria,Kant la tranquilidad ante lo incognoscible, Hegel le dijo que era eltiempo histórico de apoderarse de las cosas. Nietzsche vino a agre-garle la voluntad de poder. Una voluntad que necesitaba esa Alema-nia que ya era un gran país, dueño de una enorme cultura, pero quese constituyó muy tarde como Estado nacional, había llegado tardeal reparto del mundo. De este autor y de Foucault van a sacar losposmodernos muchas de sus ideas.

El posmodernismo fue un movimiento cultural surgido en la se-gunda mitad del siglo xx con intereses tan amplios que abarcabancampos tan diversos como el filosófico, el artístico, el literario, elhistórico y, en fin, todo lo cultural, sin que exista un corpus que nos

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permita establecer algún tipo de unidad doctrinaria, salvo un cues-tionamiento global a la Modernidad y sus saberes.

Jean-Prancois Lyotard (1924-1998) publicó en 1979 un libro enel que establecía, a grandes rasgos, sus características, La condi-ción posmoderna, y en el que sintetizaba que lo fundamental erasu incredulidad ante los "grandes relatos" de la cultura occidental(el cristianismo, la Ilustración, el hegelianismo, el marxismo y elcapitalismo). Los efectos de este movimiento se hicieron sentir endiversos escenarios de la vida cotidiana.

Las figuras de Nietzsche y Heidegger aparecen como inspirado-ras, sin olvidar a Adorno y Horkheimer cuando hablaron de la razóninstrumental como precursora de Auschwitz, culminación necesariadel racionalismo de la Modernidad.

Como vimos, Sartre fue el filósofo de las totalizaciones y las des-totalizaciones (Crítica de la razón dialéctica, 1960). El posrnodernis-mo planteó la historia sin una linealidad, sin la teleología marxista,como una suma algebraica de fragmentos, en una exaltación de ladiscontinuidad y del azar. Una suma en la que la totalidad (no latotalización que es un concepto del devenir, de la continuidad) nosinforma de lo que la realidad "es", en una lógica analítica en la quenada agregamos, más allá de lo que hace a la condición propia de loestudiado. No establecía relaciones, no dialectizaba. En la historia,era su planteo, existen acontecimientos que simplemente ocurrensin que se pueda establecer una concatenación que rescate algúntipo de complejidad (término sobre el que volveremos más adelante).Ya no la gran historia, las revoluciones, las épicas. Sólo la micro-historia, la fragmentación, los quiebres; historiadores dedicando suesfuerzo y los recursos de alguna universidad pública para conocerlas andanzas de cuatro familias de origen italiano en algún pueblode la pampa húmeda argentina en el siglo XIX.

Padecer una enfermedad es un hecho de la vida y nos parece quetal circunstancia puede ser adecuada para ilustrar un ejemplo cabalde la manera en que se ha instalado el posmodernismo. Es frecuenteque un paciente, en especial si es añoso, necesite realizar consultascon especialistas, al cabo de las cuales sería de esperar que encuen-tre una orientación adecuada acerca de lo que lo aqueja, una tota-lización. Sin embargo, luego de realizadas todas las interconsultas,con frecuencia se termina con alguien polimedicado y sin tener unresultado que hable de una cierta unidad nosológica.

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¿Qué es lo que ha pasado? Que el paciente fue visto como unatotalidad formada por partes fragmentarias, todas parciales, todasdiscontinuas. No se ha dialectizado, no se han buscado totalizacio-nes que permitan una adecuada comprensión de ese ser sufriente.Se han visto enfermedades parciales, no un ser enfermo.

Para los posmodernos, la estructura de las sociedades ya no sedaba con las categorías clásicas. Ya no se debía hablar de clasessociales (mucho menos de una "lucha" entre ellas). Ahora había quepensar en nuevas categorías como el feminismo, las minorías ét-nicas, los militantes ecológicos. Los mecanismos del poder de lasclases dominantes no se enfrentaban a la reacción de los dominados,sino que éstos simplemente "se adaptaban", expectantes, haciendot~do lo que de ellos se esperaba, ansiosos de acceder al grupo delos privilegiados. Se exaltaba lo privado por sobre lo público. Se en-tendía como ventajosa la condición de "hombre de empresa" por so-bre la de "cuadro del Estado". La empresa privada compitiendo conventajas sobre un Estado totalitario y corrupto. Los posmodernosimaginaban un mundo en el cual la existencia de pequeñas comu-nidades impedía la superioridad de una sobre otras. Se verificabauna curiosa caída generalizada de la simbolización en un mundocada vez más comunicado. La verdad dejó de ser un problema, todoera hermenéutica: no hay verdades, sólo interpretaciones. La cien-cia pasó a ser un discurso.

En síntesis: el posmodernismo se constituyó con la eliminacióndel sujeto, ese absoluto de la Modernidad. Con un cambio en la onto-logía que, de sólida y compacta, devino liviana y maleable. Y con élcayeron muchos de los valores que la Modernidad había implantado.Su hecho histórico fundante, la Revolución Francesa, hablaba deigualdad, libertad, fraternidad. El posmodernismo favoreció, al co-rrer del centro a la subjetividad humana, el cuestionamiento de esosy otros valores, instalando una visión parcializada y fragmentadade la vida de los hombres. Una vida que, según mostraba la historia,por cierto que no cumplía con la linealidad planteada por el marxis-mo pero tampoco era ajena a sus esfuerzos, sufrimientos y luchas.

El muro de Berlín cayó el 9 de noviembre de 1989. Poco tiempoantes un intelectual, funcionario del Departamento de Estado deEstados Unidos, Francis Fukuyama (n. en 1952) había publicado unartículo en National Interest, titulado "El fin de la historia", en elque sostenía entre otros temas que, caído el comunismo, ya no había

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lugar para las batallas ideológicas. También en 1989, en noviembre,John Williamsom presentó en el Institute for International Econo-mies un documento, al que se conoció como Consenso de Washington,en el que se establecían las medidas económicas que los centros fi-nancieros internacionales imponían a los países del mundo. El pos-modernismo suministraba el marco cultural que el poder necesitaba.

Sin embargo en 1997 dos físicos, un estadounidense (Alan Sokal,n. en 1955) y un belga (Jean Bricmont, n. en 1952), publicaron unlibro, Imposturas intelectuales, en el cual ridiculizaban a algunosde los intelectuales posmodernos y su utilización de un lenguajehermético en el que apelaban, equivocadamente, a elementos de lasciencias duras, en un esfuerzo por dar un aire de seriedad científicaa sus afirmaciones. Fue una expresión de la lucha por la hegemoníaentre formas de pensamiento.

Otra reacción al positivismo decimonónico venía ya maduran-do. Un pensador, Edgar Morin (n. 1921), como culminación de ideasya presentes en otros autores -algunos de los cuales hemos cita-do, como Ernst Cassirer, Alfred Whitehead, Edmund Husserl, JohnDewey, Gregory Bateson, Karl Lorenz, llia Prigogine y otros -, alpublicar su libro El método en 1966 decía, recordando a Heinz vonFoerster (1911-2002), que precisamos "no sólo una epistemología delos sistemas observados, sino también una epistemología de los sis-temas observadores". Y esto nos remite, a poco que recordemos loleído, a Hegel. Se plasmaba así la idea de la complejidad.

Descartes impregnó largamente con su pensamiento al conoci-miento al plantear la división entre res cogitans (mente) y res ex-tensa (materia). Newton fue el encargado de dotar a esta visiónmecanicista de Descartes de las leyes matemáticas que la volvíantotalmente explicativa. Esta aplicación se asentaba en la concep-ción tridimensional de la geometría de Euclides. En esta idea eltiempo se consideraba de fluir constante y continuo, externo a losprocesos físicos, independiente de ellos. Éstos, a su vez, ocurrían através de partículas últimas, indivisas e indestructibles que consti-tuían la materia, cuyos movimientos eran posibles de ser conocidosy predecibles.

Este esquema dominaba el pensamiento científico desde el sigloXVII. La realidad interpretada según los conceptos de la visión clá-sica del universo como un reloj. De este modelo se valieron no sólolas ciencias exactas sino también otras disciplinas como la medici-na, las humanidades y las ciencias sociales. Era un mecanicismo

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hegemónico, triunfante a la luz de los avances logrados en las cien-cias "duras". Tal hegemonía tuvo como consecuencia, entre otras, laadopción de sus estrategias de trabajo.

Relegada la visión mecanicista debido a los avances en lo atómi-co y subatómico, el universo dejó de ser una máquina consideradauna simple suma de componentes (la totalidad) para formar partede un sistema profundamente interrelacionado (con totalizaciones ydestotalizaciones).

Los estudios newtonianos se basaban en tres premisas: aisla-miento del sistema, problemas simples y la geometría euclidiana, Sise conocían las condiciones iniciales, eran los resultados consecuen-tes. Así se podía conocer el comportamiento del universo si se cono-cían leyes fundamentales. Se impusieron el orden y la predictibili-dad. Luego vino Laplace a decir que los sistemas de comportamientodesordenado y azaroso se debían a imperfección del conocimiento.

Cambios formidables ocurrieron y vinieron a hacer tambalearestas seguridades. En el siglo xx la física produjo varias revolucio-nes trascendentales: la ley de la relatividad y la mecánica cuántica;últimamente, la teoría de las estructuras disipativas y la teoría delas catástrofes.

Contra lo que algunos pudieran pensar, el conocimiento no con-siste en transformar la realidad de compleja en simple, sino en com-prensible. Y en la búsqueda de esa comprensión la humanidad ha re-corrido un largo camino en cuyos bordes siempre; según hemos visto,se ha encontrado la historia. Ese camino no ha tenido la linealidad nila previsibilidad teleológica que algunos pensadores (Hegel, Marx) leatribuyeron. Ha habido idas y venidas, avances y retrocesos, incerti-dumbres, todos marcados por lo propio de la condición humana.

Pero tampoco ha sido cierto que el hombre, el destino de loshombres, tuviera el comportamiento de una hoja en la tormenta.Sartre, en su polémica con los estructuralistas, decía que "las es-tructuras no salen a la calle", marcando la participación activa delos hombres, los ciudadanos, en los hechos que ocurrían en la Fran-cia de fines de los 60,

Morin refería que la complejidad (entendida como "lo que no essimple") es luchar contra la enfermedad del intelecto. Por supuestoque exagerando, y en el olvido de los logros de la física newtoniana,llega a decir que "es la enfermedad degenerativa de la racionalidad".Entendía que la dificultad es reducir la realidad a los esquemasdel observador. Pero decía mucho más este sólido pensador francés.

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Llegó a afirmar que "creemos haber mostrado que era posible definiry fundar una noción objetiva del sujeto". Otra vez el sujeto tomandocuerpo en la historia. Agrega que "el sujeto aquí reintegrado no esel ego metafísico, fundamento y juez supremo de todas las cosas. Esel sujeto viviente, aleatorio, insuficiente, vacilante, modesto, que in-troduce su propia finitud. No es portador de la conciencia soberanaque trasciende los tiempos y los espacios; introduce, por el contrario,la historialidad de la conciencia" (el subrayado es nuestro).

Con el pensamiento complejo aparecía nuevamente el sujeto y sucentralidad histórica y así se desarrolló lo que se denominó teoríade los sistemas complejos, que es del orden de lo empírico (no em-pirista) que, en síntesis, consiste en un modelo que acepta un tipode organización por sistemas estratificados que son totalidades noaditivas de elementos constituyentes y de sus interrelaciones. Unametáfora que se nos ha revelado como útil es la de pensar a la mane-ra de "cajitas chinas" o "muñecas rusas", en las que consideraremosunos sistemas como abarcadores de otros de nivel inferior y, a su vez,sub sumidos en otros de nivel superior.

Estos sistemas son dinámicos en relación con su propia evolu-ción y la de los otros sub y suprasistemas y su contexto. Por propiadecisión del investigador, es sometido a un "recorte" para procedera estudiarlo. Su objetivo es lograr explicaciones causales, obtenidasmediante constataciones en observaciones secuenciales justificadaspor una adecuada articulación teórica.

No utiliza, por eso la necesidad de diferenciarlas conceptualmen-te, las relaciones causales que son las que se explicitan en leyes obte-nidas inductivamente a partir de regularidades observadas.

A manera ilustrativa, recordaremos palabras de Rolando García(1919-2012):

En los sistemas complejos pueden distinguirse procesos dediferente nivel, vinculados entre sí por relaciones estructura-les y cuya interacción no es mecánica ni lineal. Los casos másinteresantes corresponden a situaciones de estructuras imbri-cadas, generalmente con diferentes escalas de fenómenos y condinámicas muy distintas. Así, por ejemplo, las contraccionesy dilataciones del corazón pueden estudiarse en por lo menostres niveles: el nivel orgánico (en el cual las dilataciones estánrelacionadas con el volumen y la presión del flujo de sangre,los movimientos de las válvulas, etc.); el nivel celular (dilata-ciones y contracciones de las fibras, con los desplazamientos

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de las fibras duras y blandas en las sarcómeras); y el nivelmolecular (donde se vinculan las proteínas contráctiles con laliberación de calcio y diversos procesos enzirnáticos).

Este modelo de estratificación y de no linealidad reconoce ante-cedentes en disciplinas diversas, aunque no se haya especificado lautilización del término "complejidad": en biología, en la economíapolítica <leMarx, en la teoría psicoanalítica de Freud y en la episte-mología genética de Piaget.

El pensamiento complejo vino a incomodar un mundo en el queparecía haberse impuesto definitivamente un pensamiento liviano,evanescente. Pero el 11 de septiembre de 2001 se perpetró el aten-tado a las Torres Gemelas en Nueva York. La condición comunica-cional del mundo hizo que, prácticamente, la visión del horror fuerainstantánea. Las fantasías posmodernas estallaron por el aire.

Así finalizamos el siglo xx y comenzamos el XXI

Como no escapará al lector, esta epigénesis del conocimiento bienpodría llamarse "De cómo el sujeto europeo occidental nació, vivió yfinalmente murió, triste y olvidado". Lo hemos visto hacer su reco-rrido histórico, sus luchas, sus triunfos y derrotas para, finalmente,terminar asesinado por el posmodernismo, por un antihumanismoheideggeriano. Este sujeto es absoluto. El gran protagonista de latragedia humana. Y la gran tragedia humana es la del conocimiento.

Si consideramos el término "epistemología" según su origenetimológico, debemos considerar que en el antiguo dialecto jónicoefistemí significa "lo que está establecido sobre". Si, en cambio, bus-camos su origen en el griego antiguo, resultaría de la unión de epis-teme, "conocimiento", y logos, "discurso". Como quiera que sea, ambasacepciones nos llevan a la idea que expresa el diccionario de nuestralengua cuando dice que es "la doctrina de los fundamentos y métodosdel conocimiento científico". De tal manera que esta disciplina, laepistemología, resulta "una ciencia que estudia la ciencia". Vendríaa ser una metaciencia dedicada a conocer, no lo que saben los cien-tíficos, sino cómo llegan a saberlo. Mediante el uso instrumental dedisciplinas como la historia, la sociología y la psicología estudia tan-to los descubrimientos, como la manera en que se los valida y aplica.

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Un poco de historia

Los filósofos dedicados a la epistemología se atribuyen con fre-cuencia el dudoso derecho de expedirse acerca de la cientificidad delos problemas y las soluciones a que arriban los hombres de ciencia.Creemos que tal derecho también les pertenece, tal vez de mane-ra más legítima, a aquellos que dedican sus vidas a tareas cien-tífico-tecnológica-profesionales cotidianas y que, para validarlo, esnecesario que ejerciten una permanente reflexión, un pensamientocrítico, con respecto a su tarea habitual. Dicho de otra manera: esnuestra idea que la tarea de "hacer ciencia" incluye la permanentevigilancia epistemológica, como garantía de cientificidad.

Entendemos la ciencia como uno de los emergentes de la culturahumana en su esfuerzo por entender el mundo y, como vimos, ex-puesto a los cambios históricos que hacen a su construcción y de-construcción permanentes.

El conocimiento ocupa un lugar importante en la historia míticade Occidente. El gran relato judeo-cristiano nos cuenta que el hom-bre pagó muy caro su deseo de obtenerlo. El castigo fue caer en lafrágil condición humana; con el hombre en la búsqueda, a lo largode la historia, de estrategias con las que lograr alivio. Así el arte, lafilosofía y la ciencia han venido a darle una ilusión de trascendencia,de inmortalidad. Todos ellos, esfuerzos fallidos para calmar la an-gustia. Todos ellos, maneras de olvidar la Nada. Todas, formas deolvidar el inevitable destino final; búsqueda inútil de un Absolutoinalcanzable.

De alguna manera cuando se plantean estos temas no puede de-jarse de pensar en el viejo y no resuelto problema de la inconmen-surabilidad existente entre ciencia y naturaleza. ¿Cómo entender lanaturaleza desde la cultura? Ya desde los inicios de la Modernidadfue planteada esta cuestión no resuelta.

Tampoco el posmodernismo resolvió esta dicotomía, sino que lahizo desaparecer temáticamente, con la afirmación de que el ordende lo real era inabordable y que sólo lo discursivo era accesible a lainvestigación, remitiendo el conocimiento a ese orden.

Pero todos los días los científicos apuestan a sintetizar la com-prensión de esas grandes regiones ontológicas de la naturaleza yla cultura, por un lado, y la realidad y el discurso, por el otro. Asínuestra tarea es una afirmación permanente de la existencia de laciencia y no meras opiniones y especulación, con la que trabajamos el

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orden y el fundamento de nuestro trabajo. Y con esto, si bien no resol-vemos ni podemos contestar cómo es que un producto de la cultura,la ciencia, se atribuye la capacidad de ocuparse de la naturaleza porlo menos, desde la praxis, podemos afirmar que la tarea desarrolladaa lo largo de estos siglos de existencia ha sido eficaz, condición esen-cial, como vimos.

En razón de lo afirmado es necesario señalar la importancia quereviste una actitud crítico-reflexiva por parte de los investigadores,actitud que trataremos de estimular, enriquecer y hacer más rigu-rosa a lo largo de este libro. Esta necesidad surge de la observaciónde las conductas que se percibe en algunos de ellos, una cierta pa-sividad, un ritualismo, una aceptación ciega de los saberes de losque son portadores. Esa pasividad conlleva no sólo una posturaepistemológica sino también una postura en el ejercicio profesional,transformando el espíritu científico en un espíritu dogmático, conla negación a otras visiones, otras lecturas de la realidad y, por con-siguiente (y veremos lo fundamental de esta afirmación), a otraspreguntas acerca de la misma.

Abundaremos. Un individuo del conocimiento debe tener claraslas condiciones de posibilidad del mismo. Entender que, arrojadoal mundo, el hombre está frente a todas las posibilidades y una deellas es ellconocimiento. Y que éste se le ofrece según la manera enque se le acerque. Esto es que el punto de vista de nuestro tema seasocia al uso obligatorio de alguna forma de lectura, de algún vidriocon el que se verá la realidad, según su color.

¿Qué es conocer? Una primera respuesta sería "saber acerca dealgo". Pero esto, sin duda, nos llevaría a otras preguntas acerca dequé es saber. En una paráfrasis de Sartre podríamos decir que cono-cer (comprender) es poder ir más allá de nosotros mismos.

La fuerte influencia positivista que recorre el campo de la cienciadeterminó, como vimos, que sus profesionales crean que ese fenóme-no que se presenta ante ellos es "real". Y aquí será de importanciarealizar algunas consideraciones necesarias.

El mundo en el que vivimos, lo que existe, está constituido porentes. El hombre es uno de ellos, con la característica esencial deser el único que tiene conciencia de finitud. Ser poseedor de ese co-nocimiento (¿qué otra cosa pudo ser tan importante como para serexpulsados del Paraíso") nos diferencia del resto del reino animal,por usar una nomenclatura habitual. Nos instala en nuestra condi-ción de seres con un impulso (la angustia) que empuja nuestro deseo.

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Un poco de historia

Los filósofos dedicados a la epistemología se atribuyen con fre-cuencia el dudoso derecho de expedirse acerca de la cientificidad delos problemas y las soluciones a que arriban los hombres de ciencia.Creemos que tal derecho también les pertenece, tal vez de mane-ra más legítima, a aquellos que dedican sus vidas a tareas cien-tífico-tecnológica-profesionales cotidianas y que, para validarlo, esnecesario que ejerciten una permanente reflexión, un pensamientocrítico, con respecto a su tarea habitual. Dicho de otra manera: esnuestra idea que la tarea de "hacer ciencia" incluye la permanentevigilancia epistemológica, como garantía de cientificidad.

Entendemos la ciencia como uno de los emergentes de la culturahumana en su esfuerzo por entender el mundo y, como vimos, ex-puesto a los cambios históricos que hacen a su construcción y de-construcción permanentes.

El conocimiento ocupa un lugar importante en la historia míticade Occidente. El gran relato judeo-cristiano nos cuenta que el hom-bre pagó muy caro su deseo de obtenerlo. El castigo fue caer en lafrágil condición humana; con el hombre en la búsqueda, a lo largode la historia, de estrategias con las que lograr alivio. Así el arte, lafilosofía y la ciencia han venido a darle una ilusión de trascendencia,de inmortalidad. Todos ellos, esfuerzos fallidos para calmar la an-gustia. Todos ellos, maneras de olvidar la Nada. Todas, formas deolvidar el inevitable destino final; búsqueda inútil de un Absolutoinalcanzable.

De alguna manera cuando se plantean estos temas no puede de-jarse de pensar en el viejo y no resuelto problema de la inconmen-surabilidad existente entre ciencia y naturaleza. ¿Cómo entender lanaturaleza desde la cultura? Ya desde los inicios de la Modernidadfue planteada esta cuestión no resuelta.

Tampoco el posmodernismo resolvió esta dicotomía, sino que lahizo desaparecer temáticamente, con la afirmación de que el ordende lo real era inabordable y que sólo lo discursivo era accesible a lainvestigación, remitiendo el conocimiento a ese orden.

Pero todos los días los científicos apuestan a sintetizar la com-prensión de esas grandes regiones ontológicas de la naturaleza yla cultura, por un lado, y la realidad y el discurso, por el otro. Asínuestra tarea es una afirmación permanente de la existencia de laciencia y no meras opiniones y especulación, con la que trabajamos el

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orden y el fundamento de nuestro trabajo. Y con esto, si bien no resol-vemos ni podemos contestar cómo es que un producto de la cultura,la ciencia, se atribuye la capacidad de ocuparse de la naturaleza porlo menos, desde la praxis, podemos afirmar que la tarea desarrolladaa lo largo de estos siglos de existencia ha sido eficaz, condición esen-cial, como vimos.

En razón de lo afirmado es necesario señalar la importancia quereviste una actitud crítico-reflexiva por parte de los investigadores,actitud que trataremos de estimular, enriquecer y hacer más rigu-rosa a lo largo de este libro. Esta necesidad surge de la observaciónde las conductas que se percibe en algunos de ellos, una cierta pa-sividad, un ritualismo, una aceptación ciega de los saberes de losque son portadores. Esa pasividad conlleva no sólo una posturaepistemológica sino también una postura en el ejercicio profesional,transformando el espíritu científico en un espíritu dogmático, conla negación a otras visiones, otras lecturas de la realidad y, por con-siguiente (y veremos lo fundamental de esta afirmación), a otraspreguntas acerca de la misma.

Abundaremos. Un individuo del conocimiento debe tener claraslas condiciones de posibilidad del mismo. Entender que, arrojadoal mundo, el hombre está frente a todas las posibilidades y una deellas es el conocimiento. Y que éste se le ofrece según la manera enque se le acerque. Esto es que el punto de vista de nuestro tema seasocia al uso obligatorio de alguna forma de lectura, de algún vidriocon el que se verá la realidad, según su color.

¿Qué es conocer? Una primera respuesta sería "saber acerca dealgo". Pero esto, sin duda, nos llevaría a otras preguntas acerca dequé es saber. En una paráfrasis de Sartre podríamos decir que cono-cer (comprender) es poder ir más allá de nosotros mismos.

La fuerte influencia positivista que recorre el campo de la cienciadeterminó, como vimos, que sus profesionales crean que ese fenóme-no que se presenta ante ellos es "real". Y aquí será de importanciarealizar algunas consideraciones necesarias.

El mundo en el que vivimos, lo que existe, está constituido porentes. El hombre es uno de ellos, con la característica esencial deser el único que tiene conciencia de finitud. Ser poseedor de ese co-nocimiento (¿qué otra cosa pudo ser tan importante como para serexpulsados del Paraíso?) nos diferencia del resto del reino animal,por usar una nomenclatura habitual. Nos instala en nuestra condi-ción de seres con un impulso (la angustia) que empuja nuestro deseo.

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El mundo, óntico, despierta la curiosidad de este ente particular, elhombre, que trata de conocerlo para apropiárselo y modificarlo. Estaconducta ha ido cambiando según las formas de organización socialcon las que se presenta su "ser en el mundo", en términos de Heidegger.

Nuestro desafío es que este libro sirva para cumplir 10 mejor que sepueda con nuestro objetivo de hacer mejor el mundo en el que vivimos.

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CAPíTULO 2

El objeto y las condiciones del conocimiento

En el capítulo anterior, siguiendo y ampliando las ideas de Peirce,vimos cómo se fue dando la evolución filogenética del conocimiento.Asimismo, debemos agregar que la misma también se presenta enla ontogenia humana. Observar a un niño pequeño será ilustrativopara ver cómo ese ser es pura biología. Cuando llega a los cuatro ocinco años, comienza a incorporar lo que el grupo comunitario, re-presentado por su mamá o su maestra, le va marcando, qué se puedey qué no se puede hacer o decir. La adolescencia, ese momento tanmolesto de la vida humana, muestra la capacidad de los jóvenes endesarrollar un pensamiento coherente y no contradictorio. Piensanbien los j~venes; el problema es que no saben que antes de que ellosllegaran al mundo el Estado o sus instituciones subrogantes (escuela,policía, universidad, etc.) ya existían y que la vida no es un programade "cine en continuado" donde el espectáculo comienza cuando ustedllega. Tienen razón en muchísimas oportunidades, pero la organi-zación social que la especie se ha dado a través de la historia, comovimos, se impone. Finalmente, recién cuando transcurre el tiempoadecuado y logran la maduración correspondiente pueden acceder alpensamiento propio de la ciencia. Ése es el momento en el que entranen la universidad. Por supuesto que no todos logran acceder al nivelde educación superior, por razones que exceden la temática de estelibro. También es cierto que algunos adultos no abandonan nunca suetapa adolescente. Pero ése también es otro tema.

El deseo, la necesidad de conocer, propia de los seres vivientes,hasta donde imaginamos exclusiva del reino animal, fue modifi-cándose, irradiándose como una espiral de movimiento centrífugodesde lo puramente biológico e individual, hasta los tipos colectivoscondicionados por los contextos sociohistóricos.

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En las etapas comunitarias les basta a los individuos con saberserespaldados por lo que el grupo de pertenencia (familia, clan, tribu),apoyado en la tradición, acepta como verdadero.

En el momento en que la civilización occidental incorporó el pen-samiento reflexivo, la racionalidad, se fue dando un dirigir la aten-ción del pensamiento humano hacia sí mismo en tanto observadordel mundo y, en consecuencia, puesto en cuestión acerca de su capa-cidad de conocer, dando lugar a una problemática antropológica dela cosmovisión y destino del hombre. ¿Qué otra cosa es lo que nosdice Platón con su alegoría de la caverna? Planteaba la incapacidadde la mayoría de los hombres para acceder al verdadero conocimien-to, al que sólo algunos pocos podrían llegar al costo de soportar laluz enceguecedora del sol. Lo que el lector no deberá olvidar, siguien-do la lógica que intentamos explicitar, es que antes Parménides ha-bía planteado la condición de "existente", y así le dio entidad a todoaquello que era pasible y posible de ser pensado.

Así, con entes reconocidos porque era posible pensarlos, y tenien-do en cuenta lo engañoso que podía ser el mundo, surgió la figuragigantesca de Aristóteles que se propuso explicarlo. Tan importantefue su tarea que, aunque falaz a la luz de lo que conocemos en laactualidad, se mantuvo vigente hasta el siglo XVII. SU interés, comovimos en el capítulo previo, fue muy diverso y estuvo dirigido a di-ferentes campos. Como un antecedente valioso de su obra nos pa-rece importante destacar los aportes previos realizados por Talesde Mileto (620-546 a.C.), sabio jónico que, en su interés por conocerfenómenos como eclipses y terremotos, eliminó, de lo que hoy lla-maríamos variables, la acción de los dioses, estableciendo la idea decausa natural.

El pensamiento totalizador de los griegos, con la filosofía de Pla-tón como mística preparación para la muerte y Aristóteles esforzadoen comprender la vida universal, se vio modificado por la influenciade los pueblos conquistados por Alejandro. Así, de pensar el mundoy la vida en función de la polis y sus ciudadanos, se pasó a un inte-rés en la solución de problemas concretos para lo cual el giro de lasmatemáticas a la geometría resultó capital, como fue mencionadoen el capítulo anterior. Los intelectuales dedicaban su interés a lasdisciplinas particulares y su ingenio a la creatividad de elementospara la guerra (catapultas, espejos combinados para incendiar na-ves enemigas, en el caso de Arquímedes), O para la solución de pro-blemas cotidianos: relojes de agua, apertura automática de puertas

El objeto y las condiciones del conocimiento 81

mediante vapor de agua (no difundida, quizá, por el empleo más"cómodo" de' esclavos).

Con la muerte de Alejandro desapareció también su fabulosoimperio, pero ya asomaba Roma con sus propios intereses. Greéiahabía sido relegada a ser una provincia primero macedónica y lue-go romana. Esto determinó que el individuo, ya no ciudadano de lapolis, pasara a recogerse en sí mismo y en el pequeño círculo de susamigos, preocupado por su propia perfección y la de sus allegados.Así se llegó al ideal del sabio, al cual le interesan los problemas delser y del conocer. Surgieron así las escuelas estoica, epicúrea, es-céptica y ecléctica, sobre las que no nos extenderemos por excederlas intenciones de este libro. Pero diremos que, con excepción de la.ascuela epicúrea que acabó disolviéndose en el tiempo, todas termi-naron por inclinarse hacia el eclecticismo. En la escuela ecléctica seprefería contentarse con la verosimilitud sobre la cual es más fácillograr el consenso que sobre la verdad absoluta. Así el consenso seconvertía en criterio y prueba de verdad. Fue un producto del espíri-tu romano, preocupado por encontrar en la filosofía las bases para laactividad moral, jurídica y política. El típico representante de estaescuela fue Marco Tulio Cicerón (106-43 a.C.).

Llegados a este punto, recapitulemos. En un rápido sobrevuelohistórico pensemos en el hombre recogido en sí mismo y poseedor deun primer conocimiento asegurador de su supervivencia; luego, pre-ocupado por su propia condición de ente entre otros entes, refiexio-nando sobre su vida y muerte en un mundo que intentaba conocerbajo un contexto que lo incluía en una organización jurídica superior,el Estado, con deberes y derechos para con los otros. A continuación,fue llevado a entrar en contacto con otras culturas (los bárbaros) quemodificaron su cosmovisión, y sus intereses se fijaron en problemasconcretos. Llegados a la Roma imperial, allí ya no se pretendía bus-car la verdad sino la respuestas que aseguraran el adecuado funcio-namiento social.

La aparición del cristianismo modificó el eje de las preocupacio-nes de los hombres, fuertemente inmerso s en la cuestión teológica.El objeto de reflexión fue la relacÍón entre Dios y los seres huma-nos. Según el pensamiento de San Agustín, quien hizo una síntesisdoctrinaria de lo desarrollado en los tres primeros siglos de la erapor los llamados filósofos patrísticos, los hombres serían incapacesdel bien o la verdad sin el auxilio de Dios, y la Iglesia Católica, larepresentante a través de la cual se entregó a los hombres el orden

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sobrenatural. Esta manera de pensar, que tuvo efectos concretos enel ejercicio del poder, hizo sentir sus efectos en la posterior evoluciónen la etapa, la denominada Edad Media.

Como vimos, esta etapa histórica abarcó desde el siglo v al xvy estuvo fuertemente marcada por cambios que hemos denomina-do "quiebres", y que fueron una muestra clara de las modificacionesocurridas en el interés de los hombres por el mundo y su manera deabordarlo. Los cambios ocurridos en las formas de producción, en lapropiedad de la tierra, en las relaciones de poder, en la relación conDios, en el tamaño del mundo, prepararon el terreno que facilitaríala aparición del sujeto en el centro de la historia y la llegada de laModernidad.

A lo largo de la Edad Media se fue construyendo Europa y loscambios mencionados determinaron modificaciones en la visión dela vida y el mundo. Ya no importaba sólo conocer sino que se necesi-taba poseer, se estaba constituyendo el capitalismo, una manera deproducción impulsada por una clase en crecimiento, la burguesía.

Era el momento en que lo que "está fuera de mí", el objeto, toma-ba existencia. Si bien Descartes se cuidó muy bien de dar cuenta desu creencia en el Dios católico, situaba en el sujeto la capacidad deconocer y todo ya no sería igual. Había creado la herramienta quelos hombres necesitaban para apropiarse del mundo. Todo lo queestá por fuera del sujeto (res cogitans) puede ser considerado objeto(res extensa) y, por lo tanto, pasible de ser apropiado. Se trataba deconocer para poseer.

La manera racionalista en que el objeto era abordado por Descar-tes y sus seguidores tuvo su mayor oposición en el empirismo inglés.Por su parte, Vico planteó los límites de la razón en el conocimientodel objeto, al que sólo Dios podía conocer mientras que los hombresdebían limitarse a pensarlo. Como consecuencia, lógico es entenderque el objeto que "veían" los cartesianos fuera diferente del de susadversarios. Debemos a Newton la síntesis correspondiente y quemarcó el espíritu de la Ilustración de la que Kant representó su cima.

Kant, deslumbrado por el desarrollo alcanzado por lo que aho-ra conocemos como las ciencias "duras", dejó de lado el inaccesibleobjeto, asumiendo que sólo eran alcanzables los fenómenos y no suesencia. Así pensó que el hombre debería ser poseedor de algunacapacidad que favorecía el acceso al conocimiento. Esa capacidad seencontraba en las categorías trascendentales de tiempo y espacio,propias de la especie y existentes a priori de la experiencia sensible

El objeto y las condiciones del conocimiento 83

del objeto. Las llamaba "trascendentales" porque son las que per-miten el conocimiento; lo "trascendente" es lo que está más allá detoda experiencia. Kant generó una propedéutica que ha llegado has-ta nuestros días y su esfuerzo por entender los mecanismos en quese daba el conocimiento estuvo enmarcado por tiempos en los quela Ilustración veía la razón como motor del progreso. Los límites desu filosofía estuvieron marcados por una Alemania que no estabaunificada y en plena gestación del sistema capitalista. El desafío eraentender la vastedad del mundo que estaba por fuera de la empiria,por lo que eso empujaba el uso de la razón.

Así como Kant se hallaba deslumbrado por los desarrollos al-canzados por las ciencias duras, Hegel lo estaba por la RevoluciónFrancesa y sus consecuencias históricas en la Europa que le tocóvivir. Así se entiende su fascinación por Napoleón. También teníala razón como principal interés de la filosofía, pero ya no escindidadel objeto: "Lo que es racional es real y lo que es real es racional",sujeto y objeto como una misma sustancia abriendo el camino a loque luego se conoció como pensamiento complejo. Llegó a decir que

"los pensamientos verdaderos y la intuición científica sólo puedenobtenerse mediante el trabajo del concepto", término que viene dellatín concipere ("tener idea de") para poder entender el mundo. Tanformidable pensador, no obstante, no pudo escapar a su condición deeuropeo del siglo XIX y le negó racionalidad al Nuevo Mundo, al queconsideraba fuera de la historia universal.

En tanto, Auguste Comte, quien vivió en la Francia de NapoleónBonaparte hasta la de Napoleón III, manifestaba un rechazo visce-ral a lo que llamaba "épocas críticas". Recordemos el desorden quesiguió a la Revolución de 1789, por lo que Comte deseaba una "dicta-dura empírica" destinada a terminar con la anarquía y disciplinara los inconformistas. Así se entiende el tipo de doctrina a la que de-dicó sus esfuerzos intelectuales: la ciencia considerada como únicoconocimiento verdadero con el imperio de los "hechos", despreocu-pada de la razón y del objeto, con un funcionamiento que la asimi-laba a la manera de una atenta policía del pensamiento, con énfasisen la idea de eficacia que la historia científica que va del siglo XIX

al actual muestra como su mayor virtud. El desarrollo alcanzadobajo su influencia puede contraponerse con éxito frente a las justascríticas que se le hacen. Las críticas están originadas en ocasionespor razones epistemológicas y hasta ideológicas, en las que no faltanhasta confusiones en lo que significan los términos. Se ha llegado a

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asimilar positivismo con cientificismo, pero debe aclararse que esteúltimo designa una actitud en la que priman otros valores por sobrelos del conocimiento. Es necesario recordar que el clima imperanteera tal que todo indicaba que la historia estaba dirigida hacia el pro-greso. Su interés estaba "enlos hechos aunque, como veremos, otroscuerpos doctrinarios vinieron después a cuestionar su naturaleza.

Estas doctrinas llegaron con los nuevos tiempos, resultado de loscambios verificados en el Viejo Mundo en el límite entre los siglos XIX

y xx. Cambios geográficos, económicos, sociales y políticos fueron elcaldo de cultivo en que se vino a cuestionar el progreso ineluctablede la historia.

Sigmund Freud llegó para quebrar las seguridades cartesianasy, si bien no desarrolló una epistemología, trajo a la discusión losmecanismos con los cuales el hombre mira y conoce el mundo.

Martin Heidegger con su pregunta: ¿por qué hay Dasein y no másbien nada? impulsó en la filosofía el problema del ser, tema propio dela ontología, dejando el ente en el terreno de lo óntico. El ser se mani-fiesta en ciertos sentimientos (angustia, soledad, extrañeza) que nosponen en conexión con la nada. El ente, el Dasein, se pregunta porel Ser y la pregunta por el Ser se da en el ente. Y se da en el tiempo(tiempos tormentosos los que vivió Heidegger) que es la condición deposibilidad del Ser y el Dasein: su lugar (el Ser-ahí). Así la relacióndel hombre con el mundo, al que es arrojado, pasa a ser existencial.Se es para la muerte. El mundo en el que nuestro pensador vive, laRepública de Weimar, la Alemania vencida en la Primera GuerraMundial, se caracteriza por la inautenticidad, la frivolidad, la bana-lidad. Todo ello para negar la muerte. Este libro habla de una filoso-fía del sujeto. No había llegado el tiempo del "giro lingüístico".

Pero sobrevino la Segunda Guerra y la repetida derrota de Ale-mania tuvo otras consecuencias, entre ellas en las ideas de Heidegger.En la Alemania humillada y derrotada, por segunda vez en el siglo,el gran filósofo se refugia en la Selva Negra, en sus bosques, lee loque ha escrito Sartre y piensa en el Ser al que siente derrotado por elsujeto cartesiano. y descubre "la casa del Ser", el lenguaje.

La ciencia, con su formidable desarrollo, se encontró huérfana dereflexión. Una reflexión obviada por sus practicantes, los científicos,pero que los llevó a los altísimos e impensables niveles como los quemencionamos en el capítulo anterior y mediante los cuales hemosllegado a nuestra consideración actual acerca de aquello que quere-mos conocer y que, genéricamente, llamamos objeto.

El objeto y las condiciones del conocimiento 85

¿Qué es el objeto?

De lo que escribimos hasta ahora es claro para el lector que po-dríamos entender por tal lo que está fuera de nosotros. Pero estadefinición no parece ser adecuada si pensamos en los griegos, in-teresados en ellos mismos, con lo cual la condición de exterioridadsería por lo menos cuestionada. De manera que deberemos pensarque podemos denominar objeto a aquello que llama nuestra atenciónal margen de su relación con la mismidad del individuo pensante.Aquí estamos agregando otra condición que nos complica. Estamoshablando de individuo pensante. Quiere decir que, para que el objetotenga entidad, deberá estar presente un individuo que lo piense. Elhecho de que lo pensemos le da condición de existente. Que acepte-mos su existencia nos lleva a lo que el psicoanálisis lacaniano le hadado como aporte teórico, como veremos. Cuando nos referimos aKant, quedó claro que la cosa (el noúmeno) era inaccesible. TambiénPlatón habló de esa inaccesibilidad. Y Heidegger se contentó condecir que es lo que es. Como vemos nosotros, practicantes de unadisciplina llamada "ciencia" a la que le queremos dar una justifica-ción teórica mediante la epistemología, nos encontramos frente aproblemas caracterizados por enormes dificultades. Hacia ellas va-mos, tratando de hacer uso de diferentes herramientas, de distintasdisciplinas que nos ayudarán a pensar a qué llamamos objeto.

El conocimiento es una cualidad propia de los seres vivos. Se "co-noce" sobre aquello esencial para la subsistencia, desde lo biológico,como vimos antes, desde los más elementales de los seres hasta losde mayor complejidad estructural. Todos conocemos estrategias desupervivencia. De esto se ha ocupado la gnoseología, destinada alestudio en tanto forma y materia del análisis de las disciplinas cien-tíficas, y por otro lado, la epistemología, ocupada entre otros temasdel movimiento de la díada sujeto (cognoscente)/ objeto (conocido opor conocer) de conocimiento y su articulación en un contexto. Ala epistemología, en tanto teoría del conocimiento, se podrá llegardesde el terreno de la ontología, en el campo del Ser, o bien comonosotros lo hacemos, desde la praxis, desde el hacer. No nos intere-san tanto las disquisiciones acerca de qué es el conocimiento en suesencia, sino qué sabemos, cómo sabemos, cómo entendemos lo quesabemos y cuáles son nuestros supuestos.

Por lo tanto, consideramos que el conocimiento, como tema, podráser abordado mediante el uso de ciertos principios a partir de los

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cuales puedan darse una serie de proposiciones, tal como lo hace lafilosofía. O bien mediante el establecimiento de categorías y su pues-ta a prueba y validación en la praxis, a la manera de la ciencia. Éstaserá la forma de abordaje por la que optamos sin desconocer que al-gún punto inicial de reflexión tendrá su necesario y obligatorio lugar.

Paul Valéry (1871-1945) decía que el hombre tiene dos temas quelo inquietan: el orden y el desorden. El objetivo primordial del conoci-miento será, entendemos, poder dar cuenta de algún orden, descubrirlas regularidades que permitan la predicción de hechos futuros y lacomprensión de hechos pasados. Como planteamos, esa capacidad dedescubrir regularidades no es exclusiva de la especie humana. Cual-quier chimpancé en búsqueda de termitas aprende que humedecien-do una brizna de paja con saliva e introduciéndola en el hormiguerologrará la captura del alimento. Yeso también es conocimiento.

Los filósofos, sobre todo los del siglo pasado, se han arrogado lacapacidad de decidir acerca de cuál conocimiento posee la categoríade científico y cuál no. Nosotros entendemos que la misma praxis, lamisma acción de cada disciplina, será la que lo defina.

Toda esta introducción intenta posicionar y ubicar al lector en lacomplejidad que el tema del conocimiento implica. Por un lado, comodijimos, hay alguien que conoce en un contexto. Y por otro, hay "algo"a conocer o a ser conocido; también un contexto en el que se conoce.Ese alguien que conoce tendrá diferentes tipos de limitaciones cons-cientes o inconscientes. Entre las primeras estarán aquellas que ha-gan a su conformación cultural, nivel de formación, tipo, posibilida-des socioeconómicas, históricas, institucionales, etc. Las segundastendrán que ver con su campo de interés, con su ideología, con suforma de pensamiento, con su estructuración psíquica individual.Toda investigación pone en cuestión diversos temas de orden empíri-co (¿qué sabemos"), metodológico (¿cómo sabemos"), teórico (¿cómo seentiende?) y epistemológico (¿qué supuestos ponemos en juego?) queson, en definitiva, las cuatro dimensiones de la actividad científica.

Por el lado del objeto se plantearán dificultades semejantes: quées ese objeto, cómo es, por qué es, para qué es, dónde es. La solaenumeración de estas preguntas nos muestra 10 difícil de su accesi-bilidad. Este tema, el de la cosa en sí, ha dado lugar a diferentes po-siciones de distintas escuelas filosóficas a las que hemos aludido, demanera muy sintética, en el capítulo anterior. De la misma maneraque antes hablábamos de nuestra postura frente al conocimiento yproponíamos una salida ontológica y no filosófica, idéntica posición

El objeto y las condiciones del conocimiento 87

adoptamos frente al objeto de conocimiento: nos interesa cómo es yno qué es.·Saber acerca de cómo es, es del orden de una construcción.Un objeto del conocimiento es tal según cómo lo concebimos, no se-gún cómo es realmente, fenómeno además inaccesible.

Si alguien me llama por teléfono y yo le digo que en ese momentotengo en la mano un objeto que contiene un líquido bebible, recipien-te al que tengo que destapar, será evidente que en la mente de miinterlocutor surgirá la idea de "botella". De esta elemental idea sehan ocupado diferentes y complejas disciplinas.

Repasemos lo que ha ocurrido en esa simple anécdota. El len-guaje, como capacidad de nuestra especie, nos permitió acceder auna estructuración simbólica de la realidad para ordenarla tenien-do como exigencia la puesta en marcha de algo del orden de la ley.Podemos considerar el lenguaje como la primera ley estructuradoradel aparato psíquico en lo individual y que permitió, en el colectivode la humanidad, el salto epistémico de la esfera de lo biológico ala esfera de la significación. Con esa ley nos hicimos humanos, yaque le dio sentido a nuestra condición biológica y a nuestro ser enel mundo, a través de la capacidad de interpretación semiótica quepermitió la particular comunicación con los de nuestra especie. EnFundamentos de la teoría de los signos Charles Morris considera losiguiente: "Un signo es un estímulo sustituto que provoca para sí lamisma respuesta que hubiera provocado otra cosa de haber estadopresente", y esta conducta semiósica permite entender el lenguajecomo fenómeno de signos de naturaleza social. Así, un lenguaje será

"un conjunto de signos plurisituacionales con significados interperso-nales comunes a los miembros de una familia de intérpretes, signossusceptibles de ser producidos por dichos intérpretes y de ser combi-nados de ciertos modos y no de otros para formar signos compuestos".

De este modo, los distintos momentos del pensamiento nos llevana una teoría genética del lenguaje cuyo recorrido va del lenguaje in-teriorizado, pasando por el significado y culminando en la palabra,entendiendo que una palabra sin pensamiento es una cosa muertay un pensamiento desprovisto de palabra permanece en la sombra.Pensamiento y lenguaje son por lo tanto la clave de la naturalezahumana. Como concluyera Vigotsky, podemos pensar que "una pa-labra es un microcosmo s de conciencia humana".

Seguramente el lector estará asombrado de la complejidad delanálisis con que puede ser abordado un simple hecho de la vida coti-diana. Pero todo tiende a fundamentar la manera en que la ciencia

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funciona, que no es otra cosa que mostrar cómo funciona la mentehumana.

Hay una "botella" que existe, que yo he construido con palabraspara mi interlocutor de modo que, así, él puede saber acerca de ella.Si, siguiendo con este elemental ejemplo, pensáramos la botellacomo la cosa filosófica y nuestro amigo telefónico como el sujeto delconocimiento que se interesa por ella con su historia de vida y en sucontexto cultural (no un indígena aislado en la selva), veremos queestará recibiendo aquello que la semiótica llama referente (la botellaque tengo en la mano) y que para que le sea accesible tendrá quedarle un sentido, un significado (la "idea", el concepto de botella)para, en un movimiento superador, generar un significante (le poneel nombre "botella", pero si fuera italiano sería bottiglia, o bottle sifuera inglés; todo lo cual nos habla de que ese significante es arbi-trario, simbólico), con lo cual lo incorpora a lo que conoce del mundo.Ahora "conoce" que estoy con una botella en la mano.

De todo esto, y también de otros aspectos que obviamos, habló Fer-dinand de Sausurre (1857-1913) en un libro publicado póstumamenteen 1916, Curso de lingüística general, en el que planteaba que la lin-güística forma parte de una ciencia más general a la que denominasemiología, que se ocupa de los signos. En ella cada elemento no tie-ne valor en sí mismo sino en relación con los otros. La lengua es unsistema. En estas ideas abrevaron luego Heidegger ("el lenguaje es elpastor del ser"), Wittgenstein ("Los límites del mundo son los límitesdel lenguaje") y todos los estructuralistas, a los que no nos referiremospor exceder los objetivos de este libro. También de estas ideas hizo usoel psicoanalista y psiquiatra francés Jacques Lacan (1901-1981)quien,trabajando las ideas de Freud y Sausurre, vino a decir que, cuando es-tamos frente a la realidad, hacemos uso de un funcionamiento psíquicoque consta de tres registros: real, imaginario y simbólico (el RIS de lateoría lacaniana), todos articulados en lo que llamó el nudo borromeo.

El objeto y las condiciones del conocimiento 89

Veamos. Partimos de un acuerdo según el cual llamamos "rea-lidad" a una construcción mediatizada por el lenguaje, la suma detodos los entes de la cultura. Hasta aquí hemos visto que la Cosa,que lo Real, es inaccesible. Daremos algunos ejemplos aclaratorios.Si alguien padece un infarto agudo de miocardio, lo Real será laarteria coronaria ocluida y el músculo cardíaco que, distal a laoclusión, muere (necrosis). Eso no está dentro de realidad. En éstalo que podemos imaginar (pensar) es que esos signos, esa semio-logía que el paciente presenta, se deben a una oclusión coronaria.La semiología (el conocimiento de los signos) tendrá un significado,mostrará una auscultación alterada, un electrocardiograma anor-mal, análisis de laboratorio patológicos. Finalmente utilizaremosun significante (infarto agudo de miocardio) para referirnos a talsituación clínica.

Si en una empresa el personal se encuentra desmotivado, estereferente es, todavía, de mucho mayor de abstracción que el delejemplo anterior. Pensaremos, imaginaremos, que la motivación delpersonal es baja cuando encontremos en la conducta del personalelementos que sean significados de la misma (falta de colaboración,ausentismo frecuente, conflictos interpersonales, etc.) y así seremoscapaces de hablar del significante "desmotivación".

Con estos ejemplos entendemos que es ilustrativa la manera enque la psiquis humana enfoca la realidad. Y así será .~nt~ndible eldoble movimiento que realiza nuestra mente cuando se enfoca enalgún "objeto real". Por tal entendemos existente, algo del orden delente. Todo lo que existe es real. Para que lo incluyamos en nuestrarealidad, tendrá que ser incorporado, mediatizado, por el lenguaje.Así lo transformaremos en un "objeto de la realidad". El científico de-berá realizar un segundo movimiento para transformarlo en "objetodel conocimiento".

Repasemos. Vivimos en un mundo con objetos reales a los queno tenemos acceso a menos que los transformemos en objetos de larealidad tras lo cual, si se dieran ciertas circunstancias, los trans-formaríamos en objetos del conocimiento.

Vamos con otro ejemplo. Si yo le muestro a alguien sentado frentea mí el reloj que tengo en mi muñeca y le preguntara qué es, esa per-sona contestaría: "Un reloj". Pero esto lo ha podido hacer porque esuna persona de mi cultura. Mi interlocutor ha sido capaz de poseerun objeto de la realidad. Puede nombrarlo. Cambiemos de interlocu-tor. Sentemos frente a mí a un individuo de una hipotética y remota

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aldea (situación impensable dado el desarrollo de las comunicacio-nes actuales, pero aceptémosla). Esta persona que nunca ha visto unreloj podría contestarme cualquier cosa. No sería poseedor culturalde la idea (significado) de "máquina de funcionamiento permanentedestinada a medir el tiempo en unidades segundos, minutos y horas"que conocemos con el nombre (significante) de "reloj".

Si yo extremara la experiencia y le ofreciera mi reloj para que lodesarmara y volviera a armar, aceptando que no estuviera frente aun irresponsable, el individuo se negaría. No podría transformar elobjeto de la realidad en objeto del conocimiento. Y aquí vienen ennuestro auxilio los pensadores de los que hemos hablado.

Si fuera Descartes, su única preocupación sería que tal objetoestá fuera del sujeto y, por lo tanto, es motivo de su curiosidad. Unkantiano diría que cuenta con las herramientas a priori (tiempo yespacio) para conocerlo. Hegel pondría el énfasis en que "son la mis-ma sustancia", dándole entidad histórico-con textual a la situación,lo que sería ratificado, con distintas palabras, por Sartre (son dosabstracciones: el fenómeno y la mente del investigador) y Foucault("el objeto es un momento lógico del discurso"). Descartes lo autorizóa estudiarlo, Kant le dijo que tenía con qué, que era poseedor deherramientas que se lo permitían, y tanto Hegel, Sartre y Foucaulthan dicho que lo puede hacer en razón de que existen las condicioneshistóricas que lo justifican.

Toda esta elaboración no nos va a llevar, de todas maneras, aentregar nuestro reloj para que un insensato lo destruya, pero ha-berlo planteado nos lleva a pensar en las condiciones obrantes en latransformación de un objeto de la realidad en un objeto del conoci-miento. Asimismo, a pensar con qué liviandad el común de la gente,que sobre determinados objetos y temas no tiene más conocimientoque los que su realidad cultural les proporciona, se cree portadora desaberes que le permiten acometer una tarea reservada sólo para al-gunos. Recordemos a nuestros amigos no médicos haciendo diagnós-ticos médicos e indicando tratamientos, a neófitos realizando análi-sis sociológicos o psicológicos, sin formación teórica que los respalde.

y aquí aparece la primera paradoja que tan bien ha sintetizadoen una frase Goethe: "Se encuentra lo que se busca y se busca lo quese sabe". Con esta frase, nuestro poeta estaba expresando una ideaque tira por tierra la fantasía de alguien enfrentando a un objeto otema que desconoce al que podría investigar y conocer.

El objeto y las condiciones del conocimiento 91

Las ínterencias

Con esto entramos en el particular tema de cómo se conoce, el delas inferencias. Una inferencia es un acto del pensamiento que em-plea un argumento. Es una operación de la mente por la que se acep-ta que una proposición represente un objeto en virtud de su relacióncon otras proposiciones conocidas que representan ese mismo objeto.

En lógica formal la inferencia está regulada por las llamadas"reglas de inferencia" y es a partir de su aplicación a una o variaspremisas (ideas que se toman de base para un razonamiento) ante-riormente dadas como se puede obtener una conclusión. Lo que elinvestigador hace es transcribir el producto de su experiencia es-pontánea a una serie de pasos que constituyen el método. En lo quesigue existirá una obligada sobresimplificación, condicionada por lapermanente dialéctica entre una captación "completa" (imposible ala luz de lo que hemos visto hasta aquí, en la búsqueda de verdadesabsolutas, universales) y otra "incompleta", imperfecta como era deesperar, pero la única a la que se puede acceder mediante la expe-riencia. Para mostrar la manera en que se conoce, utilizaremos unejemplo de Peirce.

Si tenemos una bolsita con porotos blancos comprados en un co-mercio donde sólo venden de ese tipo (ésa sería la ley), procedemosa extraer a ciegas un puñado de ellos y podremos predecir que losporotos extraídos serán blancos (producción de un caso). Se deduce'de una ley, mediante un caso, un resultado. Se va de lo general a loparticular, esto es: se realiza una deducción.

REGLA + CASO ---~ RESULTADO (DEDUCCIÓN)

El racionalismo, corriente filosófica iniciada por Descartes, fun-damenta de esta manera su aproximación al conocimiento. Sin em-bargo, nada garantiza que no aparezca en algún momento un porotonegro y esta sola idea cuestiona la consistencia del pensar deductivo.Bertrand Russell se asombraba de las seguridades con que vivimoslos humanos. Estamos tan acostumbrados a que determinados he-chos ocurran que no se nos pasa por la mente la posibilidad de que,en algún momento, los hechos no ocurran como de común ocurren.Recordemos la historia del pavo acercándose a comer y transforma-do él mismo en comida.

92 Alberto Carli

Este ejemplo nos sirve para entender por qué las proposicionesgenerales que constituyen los marcos doctrinarios o teóricos siguenteniendo la condición de hipótesis, es decir que no pierden su condiciónde conjeturales cualquiera sea su potencia heurística, su utilidad paraentender los problemas de la realidad; siempre son provisorias y pasi-bles de ser reemplazadas por otras que se muestren más fértiles.

Ahora supongamos que tenemos una bolsita y no sabemos qué con-tiene, metemos la mano y extraemos un puñado de porotos blancos(resultado). Repitiendo varias veces el procedimiento, siempre cons-tatamos la existencia de porotos blancos con lo que, a partir de unaserie de resultados, inferimos que se trata de casos de una misma ley.Se va de lo particular a lo general, esto es: se realiza una inducción.

RESULTADO + CASO ---~ REGLA (INDUCCIÓN)

De todas maneras, sepamos que no todos los razonamiento in-ductivos van de lo particular a lo general, no se trata solamente deque se recoja información y a partir de ella se generalice el resultadosino que a partir de premisas entregan más información de la queestaba incluida en las premisas, lo que no es lógicamente válido. Aesto se lo ha denominado el problema de la inducción.

El empirismo, uno de cuyos mayores exponentes fue Hume, sos-tenía que sólo mediante la experiencia se podía acceder al conoci-miento. Para justificar tal pensamiento, era necesario confiar en laregularidad de la naturaleza. Pero, ¿cuál es el número de pruebasque debemos hacer para considerar un resultado aceptable? ¿Mil?,¿cien?, ¿y por qué no tres? Asimismo, sin validez lógica porque entre-ga más información que la entregada por las premisas. Como vemos,estas preguntas hacen tambalear el edificio inductivista.

Una tercera manera de pensar estos temas es el mecanismo dela abducción.

Ahora nos encontramos con una bolsita y, junto a ella, tambiénsobre una mesa, un puñado de porotos blancos. Tendemos a pensarque los porotos que están dentro de la bolsita son también blancos.El resultado lo tenemos frente a nosotros (los porotos blancos sobrela mesa), fraguamos por hipótesis una ley que diga que dentro dela bolsita hay porotos blancos (es una respuesta tentativa que nossirve a los fines de abducción, porque ¿qué nos asegura, por ejemplo,que no haya piedras?) Y, con la aceptación de esa ley,podemos consi-derar ese resultado como un caso de dicha ley.

tWf"'"

El objeto y las condiciones del conocimiento 93

RE?ULTADO + REGLA ---~ CASO (ABDUCCIÓN)

Es interesante recordar que abduction en inglés significa robo,rapto. Si tenemos un resultado curioso en un ámbito de fenómenosaún no estudiados, la única salida que nos queda es ir a "raptar" unaley a otro ámbito. En este caso habremos usado un mecanismo: laanalogía.

Es interesante recordar que, para Peirce, la abducción es la ma-nera con la que se han realizado la mayoría de los descubrimientos

"revolucionarios" de la ciencia.Repasemos:

• En la inducción tenemos el resultado y el caso y nuestra tareaserá buscar la regla (ley).

• En la deducción tenemos la regla (ley) y el caso y buscaremosel resultado.

• En la abducción tenemos un resultado que no entendemos,porque no hay conocimiento que lo explique, entonces inventa-mos una regla (ley) y así conseguimos el caso que nos explicael resultado.

Piaget contaba en un artículo escrito en colaboración con nuestrocompatriota Rolando García que un niño a los nueve o diez meses yapuede intentar insertar un cubo más pequeño en uno más grande.Pero previamente había hecho la experiencia de ponérselo (al máspequeño) en la boca.

¿Qué había hecho el niño? Primero tenía un resultado (el tamañodel cubo); para poder articular ese primer conocimiento con su pro-pia experiencia lo ponía en su boca, con esto lograba un modelo (estodicho en términos analógicos hegelianos, perfectamente asimilablesa la abducción peirceana que nos ocupa y en la que hablamos deregla) para, así, lograr el consenso (asimilable al caso) que le permi-tía establecer la analogía entre su propia boca y la "boca" del cubomayor. De todas maneras y pese a la indudable utilidad de este me-canismo utilizado en la formación de conocimiento, no podemos de-jar de decir que extrapolar ideas a partir de lo que conocemos paraexplicar lo que no conocemos puede ser, en ocasiones, fuente de error.

Cuando decimos que "la familia es la célula de la sociedad", es-tamos aplicando un conocimiento biológico actual según la cual lacélula es la unidad mínima constitutiva de los seres vivos. No hace

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falta agregar más acerca de la influencia que, por extrapolación,tendrá entender ese resultado (la familia) al que relacionamos conun modelo o regla aceptados (ser unidad constitutiva) en la compren-sión de los casos que se nos presenten en la realidad.

Según Juan Samaja, la abducción genera hipótesis, la deducciónlas usa y la inducción las pone a prueba. Peirce relacionaba la ab-ducción con la creatividad; para él la deducción era útil para extraerconclusiones y la inducción, para realizar confirmaciones. Esto es,cuando nos enfrentamos a problemas sin un corre1ato teórico quelos abarque, tenemos que crear algo que los justifique (una ley, unateoría), o sea, abducimos. Si es útil, usamos esa ley o esa teoría paraentender los problemas (que ya pasaron a ser parte de ese corre1atoteórico creado), o sea, deducimos (y ésta es la manera en que trabajala ciencia)' En la práctica profesional de todos los días, en el uno auno, aceptamos que ese caso que está frente a nosotros está justifi-cado, explicado, entendido, dentro de ese marco teórico que 10abar-ca, o sea, inducimos.

Otro ejemplo: en la década del 80 se encontraron los primeroscasos de hombres jóvenes homosexuales con neumonías produci-das por Pneumocystis carinii o con un proceso hasta ese .momentopoco común como el sarcoma de Kaposi. Posteriormente fueron re-gistradas otras infecciones por virus herpes simple, encefalitis portoxoplasma, meningitis criptocóccica y 1infoma del sistema nerviosocentral, todo esto con un deterioro de la función de los linfocito s T.Los centros estadounidenses de control de enfermedades desarro-llaron criterios para la vigilancia de infecciones causadas por virus,parásitos, hongos y bacterias. La actitud de los investigadores fueabducir que era un cuadro causado por alguna de esas noxas exter-nas. Estaban frente a un resultado que no conocían (un síndromede inmunodeficiencia sin origen identificado), pensaron una reglaque justificara (la búsqueda del agente etiológico) el caso clínico. En1983 el Instituto Pasteur de Francia identificó un virus como agenteetiológico. A partir de ese momento era posible deducir que la pre-sencia del agente etiológico, el virus VIH (la regla), determinará laproducción en un paciente (el caso) de la enfermedad (el resultado).

En la práctica cotidiana los médicos se encuentran frente a cua-dros clínicos característicos (resultados) en pacientes (casos) a losque estudiarán para confirmar el diagnóstico (regla). Están siempreen el camino de la inducción, poniendo a prueba lo que se aceptasobre el tema hasta que se encuentren frente a un resultado en un

El objeto y las condiciones del conocimiento 95

caso que no responda a la regla (la ley universal que lo justifica), conlo que deberá volverse a empezar en eso que podríamos llamar elcircuito virtuoso de la ciencia.

CIRCUITO VIRTUOSO DE LA CIENCIA(sistema de inferencias)

CONTEXTO DE DESCUBRIMIENTO CONTEXTO DE VALIDACiÓN

ANALOGÍA¿A qué se parece?

t /

DEDUCCiÓN(usa H)

tINDUCCiÓN

(pone a prueba H)ABDUCCiÓN

(crea H)~

Hasta aquí hemos visto que el objeto es aquello que queremosconocer. Que el nivel de conocimiento que podemos alcanzar puedequedar en el nivel, digamos, "cultural", el propio del contexto en elque vivimos, el objeto de la realidad. Que para que el mismo ad-quiera la condición de objeto del conocimiento han de mediar _otrasestrategias que hemos referido y las llamamos "inferencias". Y que,de éstas, sólo la abducción "crea conocimiento" al enfrentar resulta-dos "sorprendentes", incomprensibles a la luz de determinada teoría,por lo que se deberá "echar mano" de otros campos de la cultura hu-mana. Que la deducción es la inferencia que utiliza la ciencia en sutrabajo cotidiano, por eso a su método se lo conoce como hipotético-deductivo. Y que la inducción es la herramienta con que trabajan losprofesionales en el caso a caso de la vida cotidiana.

Teoría e ideología

Pero, si recordamos el ejemplo presentado antes en el que ofreci-mos nuestro reloj para ser desarmado y vuelto a armar, deberemosconcluir que las limitaciones son del orden del conocimiento. Paratransformar un objeto "real" en "objeto de la realidad", alcanzará conla pertenencia a determinados tiempo y lugar. Para transformarlo

96 Alberto Carli

en objeto del conocimiento, necesitaremos un cuerpo de doctrina que,en su conjunto, se denomina teoría. La primera idea que nos asaltaes semántica: "teoría" significa contemplación en griego, con lo quedesde ya se nos incorpora la idea de que debemos tener "con qué"mirar lo que queremos mirar. La segunda puntualización necesariaes la condición imaginaria que toda teoría tiene. Es el producto dela ideación de la que los científicos se valen para entender los temasde su interés. La tercera será recordar que nunca se trabaja sobre lateoría sino sobre sus consecuencias. Cabe también un cuarto agre-gado: cuando hablamos de teoría, podríamos estar pensando en elconjunto de hipótesis que la constituyen; nuestra idea es un poco másextensiva e incluye en el concepto de teoría sus consecuencias lógicas.

Una teoría se constituye con sus hipótesis fundamentales a partirde las cuales, mediante el uso de procedimientos deductivos, se desa-rrolla el resto de la estructura que deberá observar algunas condicio-nes. Una de ellas es que no expresen tautologías ni contradicciones y,en segundo lugar, que tenga consecuencias observacionales.

y aquí deberemos plantear alguna lateralidad necesaria. En elcampo de las ciencias llamadas blandas o sociales suele ocurrir queno se tienen claras las diferencias entre teoría e ideología. Comodijimos antes, las teorías están constituidas por proposiciones quenunca pierden su condición de conjeturales y provisorias, siempreesperando ser reemplazadas por otras más potentes desde el pun-to de vista heurístico. Conviene recordar el diferente alcance quelas mismas pueden tener: estarán aquellas llamadas proposicionesempíricas o de nivel 1, en las cuales el interés está dirigido a obje-tos pasibles de observación y experimentación; otras denominadasgeneralizaciones empíricas o de nivel II, entre las que se encuentranlas leyes estadísticas en las cuales, si bien se refieren a observables,se realiza un paso inferencial del caso al conjunto. Por último, lasproposiciones teóricas o de nivel III, en las que se utilizan términospuramente teóricos, abstractos, en ocasiones combinados con ele-mentos de la empiria.

El término "ideología", en nuestro caso, lo utilizamos para hablarde nuestro interés en el mundo, nuestra cosmovisión, nuestro ser-en-el-mundo. Así se entienda que alguien sea médico, otro físico yun tercero sociólogo. Son diferentes maneras de mirar el mundo y lavida. Éste es el punto necesario de demarcar y no confundir nuestroscampos de interés con las estrategias con que los abordamos, que eslo que hace la ciencia. Tal vez será de interés para el lector pensar

,¡." •.

El objeto y las condiciones del conocimiento 97

como kantiano y reflexionar acerca de si su condición profesional de-termina su mirada del mundo, o si lo hace como hegeliano, su formade mirar el mundo es lo que ha condicionado su interés profesional.

Las variables

Si retornamos a párrafos anteriores veríamos que, para podertransmitir la idea de "botella" a mi interlocutor telefónico, he debidoinformarle acerca de ciertas cualidades propias del objeto del quequiero dar noticias. A las cualidades, a las características, se las de-nomina variables. Como su nombre lo indica (el sufijo "-able" significa

"capaz de"), son capaces de variar. Y si son capaces de variar, aquelque se ocupe de ellas tendrá que estar en condiciones de poder darcuenta de esa variación. Hablar de las variaciones será hablar de losdistintos estados que puede adoptar la variable considerada. Y a esose lo conoce con el nombre de operacionalización. Una variable deberáser operacionalizable, capaz de ser operacionalizada, de ser medida.

La segunda condición obligatoria y necesaria de una variableserá que sea conceptualizada, es decir que debe ser definida. Se debedecir con claridad y precisión qué significa, y esta significación de-penderá de la teoría dentro de la cual se la utiliza porque variablescon igual nombre pueden tener conceptualizaciones diferentes, todolo cual puede llevar a consideraciones inexactas.

Dicho de otra manera: construir un objeto del conocimiento con-siste en seleccionar las variables adecuadas a tal fin, con el parti-cular cuidado de realizar una clara definición de las mismas y unamedición válida y confiable (términos sobre los que volveremos altratar el dato científico). Las variables seleccionadas se denominanrelevantes. Como consecuencia, se entiende que existirán otras deja-das de lado, las denominadas no relevantes. Éstas deberán ser con-sideradas porque nunca debe olvidarse la condición de incompletoe imperfecto del abordaje de nuestro objeto, nunca alcanzable. Porlo tanto, se deberá recordar que tales variables se mantienen en elcontexto, y que podrían hacer sentir su influencia en algún momen-to del trabajo de campo, pasando a ser confusionales y poniendo enevidencia la inconsistencia de nuestros hallazgos, en cuyo caso sedeberá proceder a realizar una revisión de nuestro constructo, denuestro objeto, y transformarlas de no relevantes en relevantes. Di-cho de otra manera, volviendo a construir nuestro objeto. Pero podría

Alberto Carli98

ocurrir que la aparición de esas inconsistencias fuera muy tardía,con la investigación ya en sus tramos finales, en cuyo caso para ate-nuar su efecto deberíamos recurrir a estrategias de tratamiento ma-

temático, estadístico.Los otros elementos que el investigador deberá tener en cuenta a

la hora de construir su objeto de estudio, además de la ya menciona-da teoría, serán las hipótesis y los objetivos de la investigación, temas

que trataremos más adelante.Para una mayor comprensión, podemos decir que para construir

un objeto tendremos herramientas (teoría, hipótesis y objetivos) ymateriales (las variables relevantes), de la misma manera que paraconstruir una pared necesitaremos herramientas como plomada,baldes, cucharas, fratacho, etc., y materiales (cal, arena, cemento,

ladrillos, Ceresita).Un cuarto elemento, no siempre mencionado, es la obligada ubi-

cación del nivel en que el tema es abordado. Nos explayaremos: confrecuencia el lector se encontrará con la metáfora de las "cajitas chi-nas" o las "muñecas rusas", todas remitiendo a la idea de objetosque abarcan otros objetos de menor tamaño. De lo que se trata esde definir aquello que Samaja denomina niveles de anclaje. Para en-tender la idea, remitimos al ejemplo de Rolando García en su libroSistemas complejos, donde ilustra la idea de la sístole y la diástolecardíacas pasibles de ser pensadas en tres niveles. En un nivel, or-gánico, se encuentran las presiones intracavitarias Y las válvulas;en otro, celular, las contracciones Y dilataciones de las fibras condesplazamiento de proteínas, Y en un tercero, molecular, se produ-cen los procesos enzimáticos con liberación de calcio. Entender elnivel en el que se ubican los fenómenos nos servirá para comprenderel tipo de variables que seleccionemos, las posibles relaciones queestablezcamos, las hipótesis que construyamos.

Condiciones de cientificidad

Pero abordar el objeto del conocimiento significa trabajar en esecampo simbólico llamado ciencia, el de las disciplinas científicas. Esimportante recordar cuáles son las condiciones necesarias y obliga-torias para que una disciplina adquiera la condición de científica.Son tres: poseer un objeto propio, técnicas propias y un lenguaje

matematizado.

El objeto y las condiciones del conocimiento 99

La primera de las condiciones se suele alcanzar en los momentosen que la disciplina alcanza los niveles de madurez evolutiva y esuna permanente invitación a reflexionar sobre ella. Con frecuen-cia interrogamos a nuestros alumnos de grado acerca de cuál es elobjeto de su interés cognitivo en el camino hacia la elección de unacarrera. Con asombro notamos una enorme confusión que no sóloalcanza a los alumnos sino a algunos de sus profesores. Definir cuáles el objeto del que queremos ocuparnos no es una cuestión menor.Tampoco lo es a la hora de tratar de encontrarles condiciones decientificidad a algunas disciplinas.

La segunda de las condiciones, las técnicas propias, no guardanmayor dificultad. El problema se agudiza con la tercera, la posesiónde un lenguaje matematizado. Este término, "matematizado", es elresponsable de innumerables confusiones. La inscripción de la fa-chada de la Social Science Research de la Universidad de Chicago,citada por Alan Chalmers (n. en 1939), en la que se decía que "si nopuedes medir, tu conocimiento es escaso o insatisfactorio': sin dudacontribuyó al malentendido. También Galileo, con su enunciado "lafilosofía está escrita en este grandioso libro (que yo llamo universo)en lenguaje matemático". En este párrafo Alexander Koyré (1892-1964) creía que se expresaba el platonismo de Galileo, habida cuen-ta de que el tema del papel y la naturaleza de las matemáticas eranobjeto de discusión entre Platón y Aristóteles.

Si asumiéramos que "rnatematizado" es matemático, quedaríanfuera, y en efecto en oportunidades se las deja, todas las cienciashumanas y sociales en razón de que, como veremos cuando hable-

. mos del dato, trabajan con categorías y no con valores. En realidad,cuando se dice "lenguaje matematizado", se está asumiendo que ladisciplina debe utilizar matemas en la tarea comunicacional, esto es,que para su transmisibilidad se usen símbolos que se pueden y de-ben tomar literalmente, sin prestar atención a lo que eventualmentedesignen. En La pregunta por la cosa Heidegger diferenciaba entre

"la matemática" y "lo matemático". La primera sería sólo una confi-guración de lo matemático. Para ello usa un ejemplo. Vemos tres si-llas y decimos: "son tres". Que son tres sillas no nos lo dicen las sillassino el concepto del "tres" que es aprehendible, es lo matemático: "Lomatemático es el presupuesto básico del saber de las cosas". Se "sabe"desde lo matemático, no desde la matemática, diríamos nosotros.

El uso de matemas evita las confusiones propias del lenguaje co-tidiano. Alfred Whitehead (1861-1947) afirmaba que "del error se

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sale; de la confusión, no"; con lo que estamos reforzando la utilidadque tiene la condición de "matematizable".

Dicho de otra manera: podríamos decir que de lo que se trataes de utilizar un lenguaje "literalizado". Cuando alguien escribe

"H20", se entenderá que está hablando de "agua", así su lengua ma-terna sea el inglés, el italiano o el sánscrito, pues hay una univer-salización del lenguaje científico. Pero el uso de un lenguaje implicaque hay referente, significado y significante, con lo cual de lo queestamos hablando es de la unificación de los significados .

.De todas maneras entendemos que una buena forma de evitarlas confusiones, en caso de no alcanzarse los niveles que hemos ex-puesto, es la de definir con precisión y rigor teórico los términos autilizar, en especial, como ya vimos, en lo referente a las variables ysu operacionalización, mediante valores o categorías.

¿Por qué tanta preocupación por las variables? Porque son loselementos que se deberán medir cuando estemos en el momento dela empiria. De cómo se mide hablaremos más adelante (cuando nosrefiramos al dato científico); lo que nos interesa ahora es resaltarla necesidad concreta que tiene toda investigación de construir supropio objeto de estudio.

Ahora bien, cada disciplina científica es portadora de un objeto desu propiedad, en ocasiones compartido con otras. Pero en la circuns-tancia de la preparación de un proyecto de investigación también sedebe dedicar un tiempo especialísimo a la construcción del objetoque los investigadores desean conocer. Esta tarea es, a menudo, notrabajada con precisión y cuidado, para lo cual es imprescindibletener en cuenta las particularidades tratadas en este capítulo.

CAPiTULO 3·

Problemas, hipótesis y objetivos

Como vimos en el capítulo anterior, el objeto del conocimientoes el que el investigador quiere conocer, aquel del que quiere hablar,acerca del que se hace preguntas. Éstas deberán ser enunciadas demanera que se refieran al objeto de su interés, esto es, que no dejenlugar a dudas acerca de cuál es el objeto y cuál la característica delproblema, entendido como que un problema es algo a resolver. Unproblema de investigación es siempre un problema de conocimiento ysu resolución nos lleva a obtener conocimiento científico.

Verificar y corroborar

Un problema científico es siempre algo a resolver. En este puntodebemos dejar sentado que la ciencia corrobora, no verifica. ¿Quéqueremos decir? Verificar sería dar valor de verdad a nuestros ha-llazgos y, como veremos, siempre los resultados obtenidos son provi-sorios. Corroborar, en cambio, está en sintonía con lo que de seguroestá más al alcance de los científicos: confirmar, lograr acuerdoscon respecto a la transcripción empírica de los supuestos teóricos.Todo esto con el cuidado de incluirlo en un sistema de problemas,para lo cual será obligada su formulación sin contradicciones lógicas.Dicho de otra manera, debe ser resoluble y posible de llegar a corro-boraciones en el campo de la realidad concreta o virtual. Asimismo,evaluada en su potencia heurística, es decir, aquella que orienta deuna manera más productiva la dirección de la búsqueda. Se deberánexplicitar todos sus elementos relevantes y las condiciones en quepodrán ser solucionadas las dificultades en esa búsqueda.

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