El ejército de Alejandro Magno

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EL EJÉRCITO DE ALEJANDRO El hecho indiscutible de que, en gran medida, el reinado de Alejandro es la historia de una campaña militar de once años de duración, justifica el interés por el instrumento indispensable con el que fue realizada: el ejército, que voy a tratar de describir a lo largo de esta lección en sus aspectos principales, a sabiendas de que habrán de quedar de lado muchas cuestiones interesantes, que el estrecho margen de tiempo del que dispongo no permitirán abordar. En el 371 a. C., los tebanos habían conseguido en Leuctra una brillante victoria sobre el ejército espartano, la más perfecta máquina militar de la Grecia clásica. Tres años más tarde, en el 368, el estratega tebano Pelópidas intervenía en Macedonia para restablecer al rey legítimo, Alejandro II, exigiendo a cambio, como rehenes, treinta jóvenes de la nobleza macedonia. Entre ellos, estaba un adolescente de catorce años, Filipo, hermano del rey, el futuro Filipo II y padre de Alejandro Magno. Filipo permanecerá en Tebas tres años, hasta el 365, y tomará el poder en su tierra en el 359. El hecho de que el reino de Macedonia fuera obligado a enviar rehenes a Tebas dice mucho sobre la relación de fuerzas entre las dos potencias en los años inmediatamente posteriores a la batalla de Leuctra. Tebas estaba entonces dirigida por dos grandes estrategas, Pelópidas y Epaminondas: excelentes jefes militares, habían sabido crear un ejército temible, dominado por el célebre “batallón sagrado”, un regimiento escogido, artífice de la victoria sobre los espartanos. El joven príncipe macedonio tuvo ocasión de asistir a las maniobras de la infantería tebana y de interesarse por el armamento, tácticas y modos utilizados en el entrenamiento. Seguramente, le llamó la atención la disposición en profundidad de la falange tebana: mientras la falange espartana se disponía en ocho filas, desplegadas en una longitud de 300 metros, la de los tebanos llegaba a las cincuenta, con un frente mucho más reducido, estimado en torno a los setenta metros. Así, se reforzaban el

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EL EJÉRCITO DE ALEJANDRO

!El hecho indiscutible de que, en gran medida, el reinado de Alejandro es la

historia de una campaña militar de once años de duración, justifica el interés por el

instrumento indispensable con el que fue realizada: el ejército, que voy a tratar de

describir a lo largo de esta lección en sus aspectos principales, a sabiendas de que

habrán de quedar de lado muchas cuestiones interesantes, que el estrecho margen de

tiempo del que dispongo no permitirán abordar.

!En el 371 a. C., los tebanos habían conseguido en Leuctra una brillante

victoria sobre el ejército espartano, la más perfecta máquina militar de la Grecia clásica.

Tres años más tarde, en el 368, el estratega tebano Pelópidas intervenía en Macedonia

para restablecer al rey legítimo, Alejandro II, exigiendo a cambio, como rehenes, treinta

jóvenes de la nobleza macedonia. Entre ellos, estaba un adolescente de catorce años,

Filipo, hermano del rey, el futuro Filipo II y padre de Alejandro Magno. Filipo permanecerá

en Tebas tres años, hasta el 365, y tomará el poder en su tierra en el 359.

!El hecho de que el reino de Macedonia fuera obligado a enviar rehenes a

Tebas dice mucho sobre la relación de fuerzas entre las dos potencias en los años

inmediatamente posteriores a la batalla de Leuctra. Tebas estaba entonces dirigida por

dos grandes estrategas, Pelópidas y Epaminondas: excelentes jefes militares, habían

sabido crear un ejército temible, dominado por el célebre “batallón sagrado”, un

regimiento escogido, artífice de la victoria sobre los espartanos.

!El joven príncipe macedonio tuvo ocasión de asistir a las maniobras de la

infantería tebana y de interesarse por el armamento, tácticas y modos utilizados en el

entrenamiento. Seguramente, le llamó la atención la disposición en profundidad de la

falange tebana: mientras la falange espartana se disponía en ocho filas, desplegadas en

una longitud de 300 metros, la de los tebanos llegaba a las cincuenta, con un frente

mucho más reducido, estimado en torno a los setenta metros. Así, se reforzaban el

! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! !! !

impacto y el efecto de ruptura en las líneas adversarias. El macedonio se inspiró en esta

disposición, particularmente en el uso que él mismo y Alejandro harían de la caballería.

!Apenas llegado al poder, Filipo, como dice Diodoro, “dio a sus tropas una

mejor organización, perfeccionó los armamentos y obligó a sus soldados a continuos

ejercicios para adiestrarlos en la guerra”.

!Filipo, Alejandro y sus sucesores, como Pirro, el rey de Epiro, supieron hacer

triunfar sus ejércitos en Occidente y Oriente: hasta los éxitos de las ágiles legiones

romanas, el ejército macedonio era considerado el más eficaz de su época, durante un

período que cubre casi dos siglos, del 359 al 197 a. C.. Este último año señala un vuelco

en la historia de las guerras de la Antigüedad: es en esta fecha cuando las legiones del

procónsul Tito Quincio Flaminino obtuvieron en las colinas de Cinoscéfalai, en Tesalia,

una victoria decisiva sobre la falange del rey macedonio Filipo V.

!El historiador griego Polibio, en el siglo II a. C., ha parangonado la fuerza y la

debilidad de los ejércitos griego, macedonio y romano. Sobre la falange macedonia

comenta: “Mientras la falange se mantiene en la formación que le es propia, con toda su

potencia de choque, no hay tropa que pueda resistirla y que no sea rechazada bajo su

presión”. Y el historiador explica así el orden de batalla macedonio: armados de picas

(sarissas) de una longitud media de 5 metros y medio, los soldados marchan en filas:

“Las sarissas abatidas de la segunda, tercera y cuarta filas, e incluso las de la quinta,

sobrepasan a los hombres que están en la primera línea, cuando la falange se encuentra

formada en el orden que le es propio. En consecuencia, se imagina fácilmente lo que

puede suceder cuando una falange así, dispuesta en seis filas de profundidad, se lanza al

ataque y desarrolla toda su fuerza de choque. Los hombres alineados más allá de la

quinta fila no puede utilizar sus sarissas para alcanzar al enemigo. Y, por ello, en vez de

bajarlas en horizontal, las mantienen con la punta mirando hacia lo alto, inclinándolas

hacia las espaldas de los soldados que tienen delante, para proteger a toda la tropa

contra los dardos enemigos”.

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!Polibio, no obstante, pone en evidencia también la debilidad de este

“rectángulo” aparentemente invencible: su falta de flexibilidad, la vulnerabilidad sobre

terrenos accidentados y, en fin, la imposiblidad de llevar a cabo rápidos cambios de

frente. Estos defectos, sin embargo, aparecen sólo frente a ejércitos organizados de

modo diferente. En la época de Flipo y Alejandro, la falange macedonia, perfectamente

entrenada y ejercitada en años de conflictos con los vecinos balcánicos y griegos, era un

instrumento temible y prácticamente imbatible.

!Pero el ejército de Filipo, en la forma en la que lo heredará Alejandro,

contaba con otros recursos, de los que el principal era la posibilidad de hacer intervenir

otras fuerzas, además de la infantería pesada. Hay que recordar que en la Grecia de las

póleis, los ejércitos de tierra se enfrentaban en campo cerrado, falange contra falange.

A partir del siglo IV a . C., por influencia de estrategas como Ifícrates, las tropas ligeras

(arqueros y lanzadores de jabalina) juegan un papel creciente y van modificando las

reglas del combate tradicional. La caballería, por su parte, se limita a intervenciones

precisas o a misiones de reconocimiento u observación.

!El ejército macedonio estaba estructurado de manera completamente

diferente. Y este ejército fue una creación de Filipo, surgida prácticamente de la nada.

En la época en la que, desde hacía ya largo tiempo, los griegos utilizaban la falange de

hoplitas como tropa decisiva, los macedonios todavía no tenían una infantería

organizada, aunque contaban con escuadrones de caballería importantes y bien

entrenados. Y es significativo que precisamente de un pueblo de jinetes como el

macedonio partiera uno de los avances más decisivos en la táctica de combate. La

caballería jugará, desde la época de Filipo, el papel principal, al encomendársele en

formación cerrada la apertura del ataque. Y su utilización por Alejandro, tanto en la

ofensiva como en la persecución del enemigo, la convertirá en el instrumento básico en

la conducción de la guerra.

!La caballería macedonia se remonta a la prehistoria legendaria del país.

Durante la guerra del Peloponeso aparece ya, en la cambiante política de los reyes

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macedonios, unas veces, al lado de Atenas y otras, con sus enemigos. Estos jinetes

estaban armados con corazas y excelentemente entrenados. Si hacemos excepción de la

caballería siciliana, ya antes de Filipo eran más eficaces que la caballería de las restantes

ciudades griegas.

!No obstante, aún durante el reinado de Perdicas, Macedonia no disponía de

un ejército de infantería para defenderse de los ataques tracios. La población, por ello,

buscaba protección en las aldeas amuralladas y dejaba a las fuerzas montadas el

hostigamiento del enemigo. Esta situación, según el testimonio de Tucídides, fue

superada sólo bajo Arquelao, que organizó las fuerzas militares y creó, junto a la

caballería, también una infantería, aunque, al parecer, en gran medida de carácter

mercenario.

!Fue Filipo el que organizó estas tropas en un auténtico ejército según el

modelo griego. Sus experiencias en Tebas como rehén, el ejemplo de las tropas

atenienses y espartanas, que se combatían en los teatros de guerras tracios y calcidios,

e incluso la actividad de capitanes mercenarios griegos al servicio de bárbaros,

contribuyeron a transmitirle conocimientos de las cuestiones de guerra griegas antes de

la subida al trono.

!De todas maneras, el ejército de los macedonios tendría un carácter

particular que lo distingue del griego. Mientras en Grecia la base de reclutamiento era

ciudadana y, en consecuencia, eran los ciudadanos en su calidad de tales los que servían

en los ejércitos de sus comunidades como hoplitas o jinetes, en Macedonia, en cambio,

primero la nobleza, y luego también los campesinos, que constituían el núcleo de la

población, estaban obligados personalmente con el rey. Esta característica la atestiguan

sus nombres: las tropas macedonias reciben el nombre de “Compañeros del rey”,

hetairoi para los jinetes y pezhetairoi (“compañeros de a pie”) para los infantes.

!Con el dominio sobre Grecia comienza también para el arte de la guerra

griego un nuevo capítulo. Alejandro unió en su ejército todas las anteriores conquistas

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del arte bélico, introdujo una combinación de las distintas armas, creó nuevos

fundamentos de la táctica y de la estrategia y perfeccionó e hizo progresar los recursos

bélicos. Con Alejandro se alcanza el cenit de la conducción de la guerra griega, que,

partiendo de la táctica hoplita espartana, había sido completada en Atenas, Tebas y

Sicilia.

!Aunque la organización del ejército macedonio fue creada por Filipo, su

proceso de construcción no es reconocible, e incluso sobre su resultado final, en los

últimos días de Filipo, sólo tenemos noticias asiladas e insuficientes. Para nosotros, la

imagen del ejército ya acabado sólo aparece con la expedición de Alejandro a Asia.

!Este ejército constaba de 43.000 hombres de a pie y 5.500 jinetes.

Alejandro llevó consigo 12.000 infantes macedonios y dejó un número igual con

Antípatro para defender el país y supervisar Grecia. Había también un cuerpo de

macedonios, ya sirviendo en Asia, de varios miles de hombres. Después de atravesar el

Helesponto, el total de la infantería macedonia constaba de unos 15.000 soldados. La

mayoría estaba encuadrada en seis divisiones falangitas (a las que Arriano da

usualmente el término de taxeis), que llevaban el título colectivo de “Compañeros de a

Pie” (pezhetairoi). Tres de estas divisiones, por lo menos, habían sido reclutadas entre

los viejos principados de la Alta Macedonia y eran llamadas asthetairoi, término que no

ha encontrado una satisfactoria explicación. Las otras taxeis, al parecer, no llevaban una

nomenclatura distintiva, pero es posible que fueran reclutadas de acuerdo con una base

regional similar.

!El otro gran componente de la infantería macedonia era el cuerpo de los

hipaspistas. Esta fuerza ha evolucionado a partir de la vieja guardia personal de los reyes

macedonios, y su núcleo, el agema, servía como guardia de Alejandro cuando combatía a

pie. El resto de los hipaspistas estaba organizado en jiliarquías (unidades de 1.000

hombres), quizá en número de tres. Eran una elite, seleccionada por su destreza y físico,

igualmente experta en formación de falange, en batalla campal, o en rápidas

escaramuzas, con apoyo de la infantería ligera y de la caballería. En las grandes batallas,

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formaba al lado de las taxeis en falange, y no hay duda de que su armamento era el

mismo. Era su valor lo que la hacía superior.

!El equipamiento de la infantería macedonia era una mezcla del armamento

del hoplita, es decir, el infante pesado, y del peltasta o soldado de infantería ligero, que

recibía el nombre de la pelté o escudo ligero, de madera o miembre, en forma de hoz. La

principal arma ofensiva era la sarissa, una larga pica de seis metros de largo y cerca de 7

kgs. de peso, que obligaba a manejarla con ambas manos y sólo permitía llevar un

pequeño escudo redondo, colgado del cuello, para proteger el hombro izquierdo.

Estaban también provistos de otras armas, una jabalina de unos dos metros y medio y

una espada corta de hierro, ambas de importancia secundaria en batalla campal. La

sarissa era el arma principal y no podía usarse en combate singular: el infante solo,

aislado del resto de la falange, era completamente vulnerable. El armamento defensivo

era relativamente ligero: yelmo de cuero, corselete, botas altas y, seguramente,

espinilleras. Esta ligereza de la armadura corporal tiene una explicación lógica. Era la

línea de sarissas la que proporcionaba la principal protección, haciendo a la infantería

falangita prácticamente invulnerable, excepto contra el ataque con armas arrojadizas, y,

por ello, era superfluo equiparla con armaduras más pesadas. Con esta impedimenta, si

se la dispensaba temporalmente de las sarissas, tenía una movilidad que igualaba a la de

la infantería ligera.

!La falange era un dispositivo de combate, perfeccionado por Filipo. El

manual de Asclepiodoto da la composición de la falange ideal, su formación y los

ejercicios a los que se sometía. Estaba constituida por 64 batallones, syntagmata, de

256 soldados, formados en dieciséis hileras, de 16 hombres cada una (dékades ).

Treinta y dos batallones formaban un ala (keras ), de unos 8.200 hombres, lo que

podríamos llamar una brigada de infantería. La falange completa, compuesta de dos alas,

estaba bajo las órdenes de un general, strategós, que la entrenaba y la hacía maniobrar

diariamente. En combate, los diversos batallones podían desplegarse en línea recta, más

o menos extendida, en línea oblicua, en media luna, en cuña o en cuadro o semicuadro.

Sólo las tres o cuatro primeras filas usaban sus sarissas en posición horizontal; el resto,

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como hemos visto por el texto de Polibio, mantenía sus armas verticales y usaban su

peso para aumentar el ímpetu de la línea frontal. Existían muchas variaciones posibles.

Las dekades podían doblarse para profundizar la falange en 32 hileras o reducirse a la

mitad, en ocho; y el cambio de frente podía ser gradual, como ocurrió en Issos, cuando

la línea macedonia, originariamente de 32 de profundidad, fue gradualmente extendida

por la llanura. Cuando aparecían huecos en las líneas frontales, se iban transfiriendo

soldados desde la parte posterior hasta que la profundidad de la falange se contraía en

ocho. Estas maniobras se realizaban en silencio y la disciplina era inmaculada. El

entrenamiento trataba de crear una masa de infantería flexible e indestructible. Pero no

toda acción requería el armamento completo. Es improbable, por ejemplo que la

infantería utilizada en la persecución final de Darío, llevara la pesada sarissa.;

presumiblemente marchaban sólo con la jabalina. Pero parece evidente que la sarissa era

su arma básica. El falangita individual era, por tanto, sólo una parte de una masa

corporativa, intensamente entrenada para una forma muy especializada de combate y

dotada de una cohesión y peso de armamento ofensivo que la hacía inigualable en el

mundo contemporáneo.

!La contrapartida de la infantería falangita era la caballería macedonia,

colectivamente llamada los “Compañeros” (hetairoi). Al iniciarse la campaña de Asia

constaba de 1.800 jinetes, divididos en ocho escuadrones (ilai) , uno de los cuales, la

ile basiliké, defendía al rey cuando luchaba a caballo. Este escuadrón real constituía una

elite, y probablemente incluía a muchos de los cortesanos, los verdaderos Compañeros

sin mando específico. Por lo demás, estaban reclutados según una base regional. En

principio, no hay testimonios de ninguna subdivisión de las ilai : cada escuadrón

aparentemente luchaba como una unidad bajo un comandante local. Su armamento era

simple. Constaba de coraza, el yelmo macedonio, la kausia, en forma de barretina, la

lanza de choque y una reserva suplementaria de jabalinas. No es segura la utilización de

escudo. La coraza era en la caballería pesasa más maciza que en la infantería. Llevaban

también una espada curva (kopis ), pero en combate se servían sobre todo de la lanza.

En batalla campal, era la fuerza más impresionante. Era la caballería de carga,

normalmente en formación de cuña, la que abría las brechas vitales en las líneas

! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! !! !

enemigas. No tenemos información sobre el montante de cada escuadrón y ni siquiera

sabemos si la cifra de Diodoro de 1.800 jinetes eran sólo los Compañeros o incluía otras

unidades de la caballería macedonia.

!El asunto se complica por el problema de los prodromoi. Estas tropas era

una división de caballería regularmente asociada a los Compañeros; y, como su nombre

implica, se utilizaba en misiones de reconocimiento. Pero también son designados con el

término de “portadores de sarissa” (sarissoforoi); y, en Gránico, operaron en la

vanguardia de asalto, armados con sarissas de caballería, que, según todas las

indicaciones, eran iguales en longitud a las de infantería. Estaban divididos en ilai como

los Compañeros, y había al menos cuatro de ellas. El uso de sarissas en el combate,

unido al hecho de que son mencionados por Arriano habitualmente sin una cualificación

étnica concreta, sugiere que eran macedonios nativos, organizados separadamente de

los Compañeros. Parece haber cumplido una doble función, en vanguardia, como

exploradores (lógicamente, sin la sarissa) , y en batalla campal, en orden abierto, para

romper la caballería enemiga. La sarissa, que sobresalía desmesuradamente por delante

y por detrás del caballo, no podía ser usada en formación cerrada sin peligro mortal para

las propias tropas. Su despliegue necesitaba de un amplio espacio o había que disponerla

en masa en una sola línea extendida, en cuyo caso debía servir para contrarrestar los

ataques frontales de enemigos más ligeramente armados. Hay evidencia, sobre todo, en

el conocido mosaico de Alejandro, de que los Compañeros usaron en ocasiones la

sarissa, pero es evidente que este arma no podía ser utilizada provechosamente en la

formación de asalto en cuña. El arma principal de los Compañeros era la lanza de

choque, más corta, y su entrenamiento estaba dirigido a lanzar ataques intensivos en

formación cerrada, en contraste con los prodromoi , que operaban en formación más

abierta. !

!El indispensable complemento de estas fuerzas pesadas de infantería y

caballería, macedonias de extracción, era la infantería ligera. Aunque es posible que

algunas de estas unidades procedieran de Macedonia, hay poca evidencia explícita.

Arriano ocasionalmente menciona divisiones (taxeis) de tropas ligeras, pero raramente

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da indicación de sus orígenes nacionales y nunca designa ninguna de ellas como

macedonias. Si había macedonios entre la infantería ligera es claro que no eran

numerosos. Como hemos visto, los soldados de la falange tenían un equipo defensivo

relativamente ligero, y pocos macedonios han podido ser excluidos del servicio en ella

por razones de pobreza. Alejandro prudentemente ha debido concentrar su infantería

nativa en la falange, dejando a sus vecinos del norte los reclutamientos de infantería

ligera.

!La más importante de las tropas ligeras de Alejandro eran los montañeses

agrianos, un cuerpo relativamente pequeño de lanzadores de jabalina procentes del alto

Estrimón. Eran utilizados para movimientos rápidos en terreno abrupto, y en las batallas

campales formaban parte de la defensa de la línea principal. Sus habituales compañeros

eran los arqueros. En general, eran de procedencia cretense, dirigidos por comandantes

también cretenses de nacimiento. Los arqueros evidentemente eran un cuerpo de

especialistas, reclutado fuera de Macedonia. Arqueros y agrianos están atestiguados

como un cuerpo compuesto, que, al inicio de la campaña de Asia, constaba de 1.000

hombres.

!El resto del ejército estaba compuesto de tropas aliadas y mercenarios. De

ellos, el más importante contingente, con mucho, era la caballería tesalia,

probablemente igual en número y calibre a la macedonia. Como los Compañeros, estaba

dividida en ilai, y realizaba las mismas funciones que los propios Compañeros,

protegiendo al ala izquierda de la falange. La estructura del mando parece haber sido la

misma que la de la caballería macedonia, con ilai de base regional, pero a su cabeza

estaba un comandante macedonio. El resto de la caballería aliada, procedente en su

mayor parte de la Grecia central y el Peloponeso, era mucho menos importante y

efectiva y también menor en número. Como los tesalios, estaba dividida en ilai, bajo el

mando de un comandante macedonio.

!La infantería de los aliados griegos es más problemática. Formaba un

contingente numéricamente grande, 7.000 hombres al inicio de la campaña de Asia, y

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en su mayoría eran hoplitas pesados. Pero una vez en Asia, llama la atención su

ausencia. No hay recuerdo explícito de ellos en ninguna de las grandes batallas. Solo son

mencionados como participantes en campañas secundarias, normalmente bajo el mando

de Parmenión, y nunca aparecen en el entorno de Alejandro. En parte, la razón para

relegarlos debió ser la naturaleza heterogénea de la infantería aliada, procedente de

diferentes ciudades y difícil de organizar como una sola unidad. Estaba además la

cuestión de la lealtad. Alejandro debió ser reluctante en reclutar hombres recintemente

vencidos en Queronea para enfrentarlos a mercenarios griegos al servicio de Persia.

!El otro gran grupo de infantería era el contingente de 7.000 tracios,

tríbalos e ilirios. Estas tropas son aún más oscuras que la infantería griega. Los tríbalos

no son nunca mencionados en la narración de las campañas, y los ilirios, sólo una vez de

pasada en Gaugamela, asociados con la infantería mercenaria. Los tracios parecen haber

sido algo más importantes. Bajo el príncipe odrisio Sitalces tomaron parte activa en la

batalla de Issos, y en Gaugamela cumplieron exactamente la misma función en el ala

izquierda que los agrianos en la derecha. Su posterior historia sugiere que Alejandro no

los encontró indispensables. En gran proporción fueron asignados, después del 330, a

los ejércitos de los sátrapas de Media y Partia. Unos cuantos regresaron con el ejército

en 326; el resto fue dejado como guarnición armada en el norte de la India. La evidencia

sugiere que no fueron empleados como tropas de línea frontal sino sólo usados en

misiones secundarias o en posiciones donde era más importante el número que la

experiencia. Pero Alejandro parece no haber tenido interés en repatriarlos y la razón ha

debido ser simplemente mantenerlos fuera de Tracia. Su ausencia facilitaba el control del

país. Las mismas consideraciones pueden aplicarse a los ilirios y tribalos.

!La caballería tracia entra en la misma categoría. Estas tropas estaban

colocadas al lado de la caballería aliada griega en Gránico y Gaugamela, pero su empleo

fue muy esporádico y fueron asignados a la guarnición de Media con la infantería. Otro

contingente de caballería tracia fue dejado en la India en 326 con el ejército sátrapa del

norte de la India. El otro cuerpo de caballería procedente del norte, los peonios, era

superior en importancia. Fueron asociados a los prodromoi y estaban en la vanguardia de

! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! !! !

combate en Gránico y Gaugamela. Pero no son mencionados en ninguna narración

despues de 331, y no hay recuerdo de que fueran dejados como fuerza de guarnición.

Su número debió ser pequeño (con la caballería tracia sólo llegaban a 900) y pueden

haber sido amalgamados con otras unidades.

!Finalmente, Alejandro, como su padre, hizo un uso extenso de mercenarios.

Sólo en el paso del Helesponto son recordados 5.000, pero había varios miles activos en

la fuerza expedicionaria en Asia Menor, incluida la caballería mercenaria. Parecen haber

sido divididos según lo exigía la ocasión. La caballería mercenaria en Gaugamela estaba

dividida en dos grupos bajo dos comandantes macedonios y la división de mando

persistió durante cierto tiempo. Es lo único que sabemos de su organización, sin duda,

más fluida que el resto del ejército. Su número fluctuaba constantemente, debido a los

reclutamientos de nuevas unidades y a su utilización en los ejércitos de las satrapías o,

en los últimos años del reinado, para proveer de colonos las nuevas fundaciones del

Este. Era probablemente la parte menos indispensable del ejército, en el ataque frontal.

En las grandes batallas quedaban en la reserva, excepto la caballería que jugó un

importante papel en Gaugamela; y, como la infantería de la liga de Corinto, estaban bajo

el mando de Parmenión, para ser usados en expediciones secundarias.

!El punto de inflexión en la evolución del ejército de Alejandro parece haber

sido el 330. Hasta entonces el componente macedonio fue reforzado progresivamente,

alcanzando su cota más alta antes de Issos y después de la llegada del gran contingente

de Amintas en 331. Alejandro buscó su seguridad renunciando a tropas no macedonias.

Las fuerzas de la Liga de Corinto, infantería y caballería, fueron desmovilizadas en

Ecbatana en la primavera del 330, incluso la caballería tesalia realistada fue despedida

en el Oxos menos de un año después. Alejandro confió entonces al núcleo macedonio el

trabajo de línea frontal y a los mercenarios las funciones de apoyo. Los últimos eran

importantes y fueron reclutados en mayor número; pero probablemente fueron

recolocados tan pronto como llegaron. Las fuentes, incluso parciales como son, dan un

número de 36.000 dejados en ejércitos sátrapas o en las nuevas fundaciones y hay

muchos asentamientos atestiguados en el que no se da el número de mercenarios. El

! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! !! !

desgaste era constante y Alejandro no ha podido tener un gran número con él en su

ejército de campaña al mismo tiempo. Con el complemento griego de su ejército

reducido y con los refuerzos, si los hubo, llegados de Macedonia, el rey se metió en tres

años de guerrilla primero en la meseta irania y luego en Bactria/Sogdiana. No sorprende

que fuera forzado a reclutar tropas orientales en número creciente. La fecha en la que

comenzó el desarrollo es difícil de fijar. !

!El primer uso indudable de tropas orientales es del invierno del 328/7. Al

final de la campaña de Sogdiana, caballería reclutada localmente sirvió al lado de las

fuerzas macedonias. Alejandro llevó más de ella a la India, y en el Hidaspes empleó

caballería de Aracosia, Paropamiso, Bactria, Sogdiana y los territorios sacas del norte.

Fueron complementados con levas de los príncipes indios amigos hasta que las fuerzas

bajo su mando alcanzaron la fantástica cifra de 120.000 hombres, de la que sólo una

fracción era macedonia. Hasta ahora la caballería oriental luchó en unidades nacionales

separadas; la única excepción fue el cuerpo de arqueros a caballo, reclutado en parte de

los nómadas dahae, que fueron desplegados regularmente al lado de las tropas

macedonias. La mayoría estaba en la misma categoría que los contingentes ilirios y

tracios en 334, reclutados más para reducir la resistencia en sus lugares de origen que

para aumentar la fuerza del ejército de Alejandro. Aparentemente pierden su identidad

separada en el retorno hacia el oeste, cuando hubo cierta integración con la caballería

macedonia. De acuerdo con Arriano, una de las quejas macedonias en el Opis fue la

admisión de orientales selectos en la caballería de Compañeros: cuatro hiparquías se

formaron exclusivamente de orientales y había una quinta que combinaba macedonios e

iranios. Nos gustaría conocer más sobre la transición, el número de iranios involucrados

y su fuerza con respecto a los macedonios, pero el lenguaje de Arriano es

sistemáticamente elusivo. Todo lo que podemos decir es que Alejandro dio a un cierto

numero de iranios el título de Compañeros y los reunió en hiparquías al lado de los

macedonios. Excepto para los pocos iranios en la hiparquía quinta mixta (y el puñado de

nobles en la agema ) hay poco interés en integrar las dos tropas nacionales. Más bien

Alejandro ha puesto dos grupos de Compañeros lado a lado en una relación muy

insegura. En todo caso, los iranios selectos que fueron admitidos en los rangos de los

! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! !! !

Compañeros eran una pequeña minoría de sus contingentes nacionales, que comprendían

la gran mayoría de la caballería presente con Alejandro en sus últimos años.

!La evidencia sobre infantería oriental es menos ambigua. Cuando Alejandro

abandonó Bactriana en el 327, dio órdenes para que 30.000 jóvenes fueran reclutados y

entrenados en armas y disciplina macedonias. De acuerdo con ello, los sátrapas y los

comandantes urbanos en las provincias orientales organizaron un programa concertado

de entrenamiento, sin duda utilizando los veteranos asentados en las nuevas

fundaciones como instructores; y a comienzos del 324 la nueva falange fue presentada

en Susa y en una parada ante el propio rey. No hubo intención de amalgamar el nuevo

cuerpo con la falange macedonia. Sería una formación rival, un antitagma como lo llama

Diodoro, para ser usada como una unidad separada. El sugerente nombre de epigoni

dado a estos reclutas implica que Alejandro los utilizó como los herederos de su falange

macedonia, ahora muy vieja.

!El carácter del ejército fue cambiando con el tiempo irrevocablemente. Los

macedonios dejaron de gozar de supremacía sobre las otras unidades del ejército. No

sólo eran menos numerosos sino que había contingentes de iranios con el mismo

prestigio -las nuevas hiparquías de Compañeros y la falange de los epigonoi. El cambio

del ejército refleja la propia transición de Alejandro de rey de Macedonia a rey de Asia.

Sus macedonios eran a sus ojos ya no una privilegiada elite sino súbditos con el mismo

nivel que los iranios. Incluso en el Opis vino a decir que, si era necesario, formaría su

ejército y su cuerpo de oficiales con persas, y su nuevo ejército fue constante

advertencia de esto. El proceso iría más lejos en la siguiente generación. El último

propósito de Alejandro ha sido integrar a sus soldados macedonios en una fuerza militar

sin apego de raza o domicilio, leal sólo a él. La transformación del ejército nacional

macedonio con sus unidades basadas regionalmente no ha podido ser más completa.

!Se ha intentado evaluar las necesidades de este gigantesco ejército. Si se

estiman las necesidades diarias en kilo y medio de cereales y en un litro de agua por

cada hombre, y en 5 kgs. de cereal y 20 litros de agua por caballo, sabiendo que el

! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! !! !

ejército, en el momento de la expedición a Asia Menor, contaba alrededor de 48.000

infantes, a los que se añaden 16.000 hombres del séquito (escuderos, médicos,

cronistas, ingenieros, cortesanos, navegantes, algunas mujeres) y acaso 6.000 jinetes y

otros tantos caballos, se llega a números impresionantes: 130 toneladas de cereales y al

menos 20.000 litros de agua diarios. A estos datos conocidos hay que añadir un cierto

número de carros, de bestias de carga y de tiro, que todavía aumentan las necesidades

del ejército en su conjunto.

!Como era común a todos los ejércitos antiguos, el estado mayor contaba

con la posibilidad de abastecimiento que ofrecían los países atravesados. Si esta

espectativa podía ser satisfecha en algunas regiones, no obstante no era absolutamente

pensable que lo fuese en otras: basta con pensar en la travesía del desierto del Sinaí o

de las regiones montañosas, a veces semidesérticas, de Irán y Asia Central. La empresa

militar era excepcional por consiguiente incluso por la fuerza física y la resistencia que

exigía a los hombres y a los animales.

!Las potenciales dificultades de la expedición fueron correctamente

valoradas por el comandante de los mecenarios griegos al servicio de los persas,

Memnón de Rodas, que sugiriró una política de “tierra quemada” a partir del desembarco

de Alejandro en Asia Menor, mejor que buscar el encuentro directo. Sabemos que los

jefes persas no siguieron este consejo y de ello resultó la primera derrota, la de Gránico,

en el 334.

!Hay que añadir, finalmente, las necesidades logísticas, las grandes cargas

de los equipos pesados y de las máquinas de guerra que servían para la conquista de

fortalezas y ciudades. El célebre asedio de Tiro ha entrado en la historia como un

ejemplo de operación terrestre y naval de elevado contenido técnico. El ejército no

podía evidentemente llevar consigo todo el equipo necesario; la mayor parte de las

máquinas había que construirlas sobre el terreno. En los carros del tren de campaña se

encontraba un cierto número de utensilios indispensables para los ingenieros.

! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! !! !

!A despecho de la voluntad de conservar la mayor movilidad posible para su

ejército, Alejandro no pudo impedir que, al compás de las campañas y de las victorias,

sus hombres se cargasen de botín y también de prisioneros, mujeres, hombres y

animales. Como ocurrirá más tarde en los ejércitos helenísticos, el ejército de Alejandro

se transforma, por consiguiente, poco a poco, en un auténtico hogar para los soldados.

El comandante en jefe de la expedición se vio obligado a intervenir en más de una

ocasión para aligerar el séquito.

!Alejandro tuvo que superar otra dificultad práctica, al menos, al comienzo

de la expedición: el precario estado de sus finanzas. Es esta, sin duda, la razón del

rápido licenciamiento de la flota, a pesar de ser un fuerte medio de disuasión contra los

egeos dejados a las espaldas.

!Al contrario de los Diez mil, las tropas de mercenarios griegos que hizo

célebre la narración de Jenofonte, para quienes el objetivo principal era enriquecerse,

Alejandro no había lanzado su expedición de conquista con el fin de acumular botín. Al

principio, su tesoro de guerra no superaba los 70 talentos, es decir, 420.000 dracmas.

Esta suma permitía asegurar un dracma diario a sus 70.000 hombres sólo durante seis

días. Tras la batalla de Gránico la situación mejoró, no sólo en razón del botín

encontrado en el campamento de los persas, sino sobre todo gracias al tributo

recaudado en las ciudades griegas de Asia Menor. El sátrapa Mitrines no tardaría, por lo

demás, en entregar el tesoro de Sardes.

!Conforme las victorias se sucedían, el tesoro comenzó a acumularse. El

imperio persa, basado en un sistema altamente centralizado, disponía de un eficaz

sistema fiscal que hacía llegar a la capital, Persépolis, y a otras ciudades de Mesopotamia

cantidades considerables de riquezas. Tras la batalla de Gaugamela, el aspecto financiero

no constituía ya un obstáculo para las operaciones de Alejandro. El saqueo de Tiro,

Babilonia, Susa, Persépoilis, Ecbatana y otras ciudades procuró una cantidad prodigiosa

de botín. En Persépolis, Alejandro se apoderó del tesoro real, constituido por riquezas

extraordinarias.

! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! !! !

!No obstante, los costes de la expedición se revelaron considerables y no

podían sino aumentar; fue así como el rey hizo venir de Macedonia para la campaña de

la India el equipo para 25.000 infantes y 100 talentos de productos farmacéuticos.

Además, los gastos suntuarios se dispararon cuando, a pesar de la objeción de sus

compañeros, adoptó el estilo de vida de un monarca oriental. No obstante, las pagas y

los premios a distribuir entre la tropa constituían sin duda la parte principal de los

gastos. En ocasión de las bodas de los macedonios en Susa, hizo distribiuir una copa de

oro a cada uno de los 9.000 invitados y saldó todas sus deudas.

!¿Cómo era el ejército que se enfrentó a las fuerzas de Alejandro? Los

medos y sus vencedores los persas habían creado en el siglo VI un vasto imperio, que se

extendía desde el actual Irán hasta el Mediterráneo, incluyendo Egipto. Basado en una

administración heredada de los grandes reinos de Mesopotamia, recorrido por una red de

caminos incomparable, el imperio persa intentó expandirse hacia la ribera occidental del

mar Egeo en los años 490-479 a. C., pero sin éxito.

!La expedición de Ciro el Joven en el 401-399, apoyada por 10.000

mercenarios griegos, mostró la permeabilidad del sistema de defensa. No obstante, a

despecho de esta aparente debilidad y a pesar de la imagen de estado en decadencia

difundida por los oradores atenienses, el imperio persa continuaba siendo, en el siglo IV

a. C., la potencia que dominaba el Próximo Oriente, desde las costas del Egeo al Irán. La

idea de una gran expedición de revancha y de conquista se había convertido en un

elemento de propaganda política en Atenas. Esta idea fue retomada por Filipo II y

realizada por Alejandro.

!Las fuerzas armadas persas eran considerables. La imagen de la guardia del

Rey de Reyes, en Persépolis, los famosos 10.000 “inmortales” (inmortales porque cada

vez que uno de ellos moría, era inmediatamente sustituido), es la más conocida:

vestidos con largas túnicas, llevaban una pica, un arco con carcaj y una espada corta.

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!Famoso por sus arqueros, el ejército persa encuadraba también una potente

caballería. La combinación de estos dos cuerpos, arqueros y jinetes, era la fuerza del

ejército y aseguraba su supremacía sobre todos los pueblos vecinos o sometidos.

!Al equipamiento individual tradicional de jinetes y arqueros de los grandes

espacios orientales, se añadían los carros de combate, también herederos de la tradición

mesopotámica, pero con un perfeccionamiento: sobre los ejes de los carros se fijaban

hoces en posición horizontal, que servían para herir a la infantería adversaria. Según el

relato de Jenofonte y de los cronistas de Alejandro, no obstante, este dispositivo no se

mostró muy eficaz; los soldados griegos y macedonios aprendieron pronto a dejar pasar

los carros sin ser heridos gravemente o, incluso, sin ser tocados.

!La principal debilidad del ejército persa estaba en su composición: formado

por contingentes nacionales reunidos por los sátrapas que gobernaban las provincias,

carecía de cohesión y en consecuencia, de eficacia. Ya había sido mostrado por

Heródoto el problema de la dificultad de comprender las órdenes, impartidas a un

ejército formado por hombres de lenguas diferentes. Además los combatientes, en su

mayor parte privados de armamento defensivo, eran extremadamente vulnerables en el

caso de la lucha cuerpo a cuerpo con guerreros griegos o macedonios. Jenofonte da una

imagen muy realista de la línea de batalla de los persas en Cunaxa: “Conforme el

enemigo se acercaba, de inmediato se entreveía aquí y allá el resplador de las armas, y

las filas de los hombres comenzaban a disponerse. La caballería estaba a la izquierda,

con corazas blancas; luego venían los infantes con los escudos de mimbre, luego los

hoplitas con escudos de madera que caían hasta sus pies: se decía que eran egipcios. A

continuación avanzaban los caballeros, luego los arqueros. Todos caminaban divididos

por naciones”.

!Los sátrapas de las regiones occidentales del imperio, en contacto con las

ciudades griegas desde el siglo VI, habían aprendido a conocer y apreciar la infantería

griega y las falanges de hoplitas pesadamente armados con corazas, espinilleras, yelmos

y escudos. No tardaron en enrolar mercenarios, que encontramos al lado de los persas a

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lo largo de toda la historia del imperio y especialmente en el momento de la expedición

de Alejandro. Los macedonios y sus aliados se encontraron, en Gránico, frente a los

mercenarios griegos enrolados en el ejército persa.

!Durante los once años de campaña, las batallas campales, es decir, las

grandes batallas, fueron excepcionales. Sólo pueden considerarse como tales cuatro:

Gránico, en la Frigia helespóntica; Issos, en Siria; Gaugamelas, a 27 kms. de Nínive, y la

batalla del Hidaspes, en Dialampur, cerca de Jhelum, en el Pakistán septentrional. Los

demás encuentros no fueron más que escaramuzas, emboscadas, operaciones de

pacificación, asedios o simples masacres de indígenas.

!Sobre estas batallas es necesaria una premisa: las informaciones de las que

disponemos para reconstruir las grandes batallas de la Antigüedad están todas llenas de

lagunas, y no sólo porque los testimonios oculares podían difícilmente tener una idea de

conjunto del desarrollo de los acontecimientos, sino también a causa de la dificultad de

transmisión de las informaciones ya inciertas en su origen. Otra causa de confusión

proviene de la incertidumbre de las cifras propuestas por nuestras fuentes, incluso las

más fidedignas: el número de los soldados presentes y la cantidad de pérdidas siguen

siendo a menudo muy dudosos.

!Tras esta premisa, intentaremos dar una reconstrucción, forzadamente muy

sucinta, del desarrollo de estas cuatro batallas decisivas para el éxito de la empresa de

Alejandro. Cada una puede ser considerada igualmente importante, porque la derrota de

Alejandro en una de ellas habría producido un daño irreparable a su expedición y el fin de

su aventura.

Gránico

!El primer encuentro tuvo lugar en la ribera oriental del Gránico, un río que

atraviesa el norte de la Tróade y desemboca en la Propóntide. Dado que nuestras

fuentes principales (Arriano, Diodoro, Plutarco) dan versiones diferentes, se está de

! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! !! !

acuerdo en general en dar crédito al relato de Arriano, que se basa en los testimonios de

Tolomeo y de Aristóbulo, compañeros de Alejandro.

!En la ribera controlada por los persas, 20.000 jinetes, otros tantos hoplitas

y los mercenarios griegos esperaban que los macedonios atravesaran el río. En la ribera

opuesta, Alejandro dispuso la caballería al lado derecho, luego las tropas ligeras, la

falange en el centro y otros elementos de caballería en el lado izquierdo. La dificultad

para él, estaba en hacer atravesar el río a las tropas manteniéndolas formadas. Lanzó

entonces la caballería e irrumpió con un movimiento de hundimiento, remontando la

corriente de río y enfrentándose a la caballería adversaria a la cabeza de sus

escuadrones. En el furioso ataque, Alejandro cumplió hazañas casi legendarias: rompió la

lanza matando a un enemigo; la cimera de su yelmo fue partida en dos por un golpe de

espada; fue salvado in extremis por Clito el Negro; su caballo cayó muerto debajo de él

(Plutarco precisa que no se trataba de Bucéfalo, sino de otro caballo).

!Los persas fueron rechazados y su línea de defensa desbaratada. El frente

de los hoplitas griegos se mantuvo, pero fue rápidamente rodeado y quebrado. 2.000

hombres fueron hechos prisioneros. Alejandro consiguió una primera victoria, esencial

porque le abrió las puertas de Asia, como subraya Plutarco.

Issos

!En la batalla de Issos tomó el mando el propio rey Darío. El encuentro tuvo

lugar dieciocho meses después de la batalla de Gránico, en una garganta relativamente

estrecha, cerrada entre el mar y la montaña. El desarrollo de las operaciones es todavía

más controvertido que el de la batalla de Gránico. Según algunos autores, Alejandro

desencadenó el ataque guiando la caballería, según otros, la infantería.

!En el célebre mosaico de Pompeya, que se inspira en un fresco atribuido al

pintor Filoxeno de Eretria, contemporáneo de los acontecimientos, Alejandro está

representado a caballo. Se enfrenta directamente al rey, a pie sobre su carro, que vuelve

! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! !! !

una mirada aterrorizada en dirección a su enemigo. Se advierten, en el fondo, las

sarissas macedonias enhiestas.

!Viendo sus tropas en fuga y desvanecida la posibilidad de victoria, Darío

huyó, abriendo asi a Alejandro el camino de Fenicia y abandonando los tesoros de su

campamento. Como en Platea, en el 479, los vencedores quedaron estupefactos ante el

lujo con el que vivían sus adversarios. Los macedonios aún no habían descubierto las

riquezas y el esplendor de Babilonia.

Arbela

!Y es precisamente Babilonia la puesta en juego en la tercera de las grandes

batallas que enfrentaron a Alejandro con los ejércitos persas. El combate tuvo lugar en

la llanura mesopotámica, en Arbela, no lejos de Gaugamela. El terreno favorecía a los

persas, que habían allanado también el suelo para facilitar el empleo de los carros con

hoces: más de doscientos, según nuestras fuentes. Y sin embargo, las líneas son

desbaratadas otra vez, los carros, empujados contra los propios compañeros, y la

victoria, una vez más, en manos de los macedonios.

!Concluyamos este recorrido a través de las grandes batallas ganadas por

Alejandro mencionando la batalla del Hidaspes contra el rey indio, Poros, en el 326. Por

vez primera, los macedonios tuvieron que enfrentarse a doscientos elefantes de

combate, además de numerosos carros. Los carros quedaron empantanados en un suelo

demasiado blando, pero los elefantes, cargando brutalmente, provocaron la devastación

del ejército de Alejandro. No obstante los arqueros iranios, llegados como refuerzo,

consiguieron herir a los paquidermos y derribar de la silla a los conductores. Como

ocurre a menudo en las batallas antiguas, los elefantes se revolvieron contra sus

propias tropas. Y el rey Poros, vencido, se rindió.

!¿Se puede expresar un juicio sobre el modo en el que Alejandro Magno

dirigía la guerra? No hay duda de que fue un gran comandante. Poseemos en este punto

un modo simple de medir sus éxitos: el relato de su expedición de conquista y la relación

! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! ! !! !

de sus victorias. Alejandro consiguió someter tanto a los pueblos que amenazaban el

reino de Macedonia por el norte, como a las ciudades griegas y el gigantesco imperio

persa, y luego las inmensas regiones del Asia Central hasta el Indo. No fue sólo un

caudillo emprendedor e infatigable, sino que estuvo acompañado del aliado indispensable

a los grandes comandantes: la fortuna.

!No hay duda de que cometió errores en algunas decisiones tácticas e

incluso sobre el plano estratégico (pensemos en el precoz licenciamiento de la flota a

comienzos de la campaña en Asia Menor): pero estos errores fueron de alcance limitado.

!Lo que sabemos de los proyectos posteriores de Alejandro -la conquista de

Arabia y luego del mundo mediterráneo (Cartago, Roma y el Occidente)- muestran bien

que el rey no pensaba restringirse a la conquista de Asia y que su visión del imperio

universal se extendía sobre gran parte del mundo conocido, que trataba de someter a su

dominio. La enfermedad, agravada por los excesos, y la fatiga de una campaña única en

la historia de la humanidad, lo impidieron.

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