El buen rey Herodes

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El buen rey Herodes Entre la historia y la leyenda por Gotslaw Rubinovitz Besslow Noche de paz... Todos los 27 de diciembre, dos días después de la Fiesta del Natalicio, los niños de gran parte del mundo esperan con ansiedad la llegada de la noche. La salida de la primera estrella es la señal que lleva al máximo esa expectativa. No es para menos, en la madrugada, mientras ellos duermen un ser maravilloso se hará presente. Las imágenes convencionales lo pintan como un hombre de edad avanzada, con una larga barba blanca, una rubicundez permanente en las mejillas y una túnica encarnada; la influencia eslava lo ha transformado en un ícono universal. El personaje es conocido por muchos nombres, pero para la mayor parte del mundo es Starenkia Heroda, El Buen Rey Herodes o, simplemente, El Rey Bueno. En algunos países, Galia o los estados sudvespucianos, Papá del Nacimiento. Entre la medianoche del 27 y el amanecer del 28, el Rey Bueno recorre el mundo, montado en un mágico corcel, para distribuir regalos entre los niños y las niñas de buena conducta. A los malvados, según se cuenta, les dará un fuerte tirón de orejas como

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El buen rey HerodesEntre la historia y la leyenda

por Gotslaw Rubinovitz Besslow

Noche de paz...

Todos los 27 de diciembre, dos días después de la Fiesta del

Natalicio, los niños de gran parte del mundo esperan con ansiedad

la llegada de la noche. La salida de la primera estrella es la

señal que lleva al máximo esa expectativa. No es para menos, en la

madrugada, mientras ellos duermen un ser maravilloso se hará

presente. Las imágenes convencionales lo pintan como un hombre de

edad avanzada, con una larga barba blanca, una rubicundez

permanente en las mejillas y una túnica encarnada; la influencia

eslava lo ha transformado en un ícono universal.

El personaje es conocido por muchos nombres, pero para la

mayor parte del mundo es Starenkia Heroda, El Buen Rey Herodes o,

simplemente, El Rey Bueno. En algunos países, Galia o los estados

sudvespucianos, Papá del Nacimiento.

Entre la medianoche del 27 y el amanecer del 28, el Rey Bueno

recorre el mundo, montado en un mágico corcel, para distribuir

regalos entre los niños y las niñas de buena conducta. A los

malvados, según se cuenta, les dará un fuerte tirón de orejas como

único castigo.

La tradición sibiriana ha ampliado con deliciosos detalles

esta antigua creencia; relatos que compiten con los de otras

leyendas en el ámbito de la cultura nazarena. Vespucia, por su

parte, ha contribuido con sus canciones y películas a difundir

esta imagen particular del Buen Rey Herodes, anciano de blancas

barbas y perenne sonrisa.

El Aba Lauteru se refirió recientemente, en un reportaje

radiado, a estas historias. Recordó, entonces, que son simples

creencias piadosas, como aquella que asegura que Herodes vive en

un palacio justo sobre el Polo Sur, pero reafirmó, una vez más,

que la Iglesia considera santo y mártir (es decir testigo) a

Herodes y aconseja imitar su fe1.

Muchos escépticos ponen en duda la misma existencia del Buen

Rey y no han faltado, incluso en ciertas sectas nazarenas, los que

rechazan todo tipo de veneración a santos como Herodes “... cuya

vida es un entramado de leyendas”, en palabras del Mevaker de

Adhel2.

Herodes, no obstante, es un personaje histórico y se

1 Aba Lauteru de Nawelpán. Allocución del Nacimiento, 16 de diciembre de 2013.Transcripción numérica en Servicio de Informaciones de la Iglesia, Turnaco,República Federada de Valonia. Enlazado diciembre 2013.

2 Entrevista concedida al “Monitor Judeo Ario” de Moravia, séptima entrega,diciembre de 2012. Versión numérica enlazada. Encuentro: 22/09/14

conservan testimonios documentales, amén de arqueológicos, sobre

él y su reinado.

Todo comenzó a principios de la era que hoy llamamos

cristiana, en el Reino de Judea que ocupaba, más o menos, la

misma área que el actual Estado Hebreo (Federación de Arabistán),

supuesto descendiente directo de aquel.

1. Herodes en la historia.

Judea había sido un reino autónomo bajo los soberanos griegos

de Siria hasta que cayó bajo el dominio de la República Romana.

Después de la toma de su capital, Jerusalén, los nuevos amos no se

mostraron demasiado exigentes con los súbditos judíos, al

contrario les confirmaron antiguos privilegios y respetaron su

peculiar identidad religiosa. Las disputas entre los últimos

príncipes asmoneos, la dinastía que reinaba en Judea, llevaron a

que los romanos ofrecieran la corona al joven Herodes hijo de

Antípater.

Herodes no era judío sino idumeo; un pueblo meridional al

cual los reyes asmoneos habían conquistado y obligado a adoptar la

religión judía. Según el historiador Ario Josefo3, nuestra

principal fuente para este período, Herodes no respetaba los3 “De la Prosperidad Judía”, “Las Guerras Romanas”, “Vida de Cesarión”,

“Apología en favor de Apión” y, en especial, “Arqueología de los Judíos”.

preceptos del judaísmo, en especial aquellos referidos a

cuestiones alimenticias y rituales. Tampoco llevaba una vida

conforme a las minuciosas exigencias de la Ley, ni era

particularmente piadoso.

La política herodiana consistió en consolidar su reinado. Ya

desde el comienzo tuvo que enfrentar la Primera Invasión Pártica,

frente a los ambiciosos príncipes vecinos. En lo interno,

gobernaba sobre territorios judíos y griegos a los cuales debía

complacer con muestras de generosidad o demostraciones de fuerza.

Usó ambas, según se puede colegir de las fuentes, y con éxito.

Reconstruyó el Templo de Jerusalén, una obra fastuosa, y edificó

numerosas fortalezas.

Después de la Guerra Civil Romana, que marcó la disgregación

de las conquistas de la Primera República, Herodes supo responder

con astucia a los múltiples pedidos de lealtad de los estados

sobrevivientes y del Imperio Parto. Logró sus fines, Judea

permaneció relativamente independiente y sufrió en menor medida

las consecuencias de esos tiempos revueltos. Esto le valió el

agradecimiento de sus súbditos; griegos, judíos o idumeos, y el

respeto de los soberanos vecinos.

Por cierto que en los relatos de Josefo, así como en el

epítome de Nicolás de Damasco4, aparecen hechos brutales atribuidos

a Herodes; matanzas de prisioneros, deportaciones, traiciones y

saqueos. Cabe dudar de estas afirmaciones, cuyas cifras y

circunstancias suelen ser contradictorias, pues cierta tradición

nazarena se complació en marcar sus faltas para resaltar su

supuesta conversión al momento del nacimiento de Jesús. Los

cronistas judíos (tanto judaístas como noáquidos) y samaritanos,

el “Documento de Leontópolis”, a pesar de sus lagunas, las cartas

de Varo y el “Prólogo de Adiabene” presentan una visión más

equilibrada; el típico soberano helenístico del Renacimiento.

Violento y sensual, realista y calculador, frío y hasta cruel,

para nuestros cánones modernos, no fue un asesino, ni siquiera un

tirano. Los documentos citados mencionan numerosas muestras de su

generosidad para sus leales y hasta, en ocasiones, sus enemigos

derrotados.

En 14 a. C. el mundo mediterráneo había cambiado mucho. Las

Guerras Civiles habían terminado y las legiones de Roma se

replegaban hacia las costas de Italia; en su lugar algunos

generales victoriosos establecían principados o las propias tropas

creaban pequeños estados independientes, a menudo en lucha entre

4 Nicolás de Damasco, “Herodiana” (perdida) epítome conservado fragmentariamente en Muciano de Antioquía; “De los pueblos de Siria”, Libro III, 6, 78

sí.

Egipto, renacido como potencia bajo Cleopatra, se volvió el

protector de los reinos de Siria; Judea y Arabia incluidas.

Por su parte los soberanos párticos se habían contentado con

establecer una serie de estados subordinados, como Edesa o

Adiabene (judía por lo demás), en su frontera occidental y se

desentendían de nuevas campañas en tierras tan lejanas de sus

centros de poder.

Fue una era de relativa paz, de cierta prosperidad, al menos

para comerciantes y aristócratas, de desarrollo cultural y de

especulación filosófica. La conocemos como el Renacimiento

helenístico.

Ario Josefo relata que numerosos grupos dentro del judaísmo

de la época esperaban que esa paz se convirtiera en el preliminar

de la llegada del Mesías; un sabio rey que instauraría el Reinado

de Dios sobre la Tierra. Entre estas sectas estaban los fariseos,

convencidos de que el Mesías sería un sabio, los celadores,

quienes esperaban un rey que sustituyera al extranjero Herodes,

los esenios, vinculados a la casa real pero preocupados por

devolver el culto del Templo a los sacerdotes legítimos y los

herodianos seguros de que el propio Herodes, o alguno de sus

hijos, sería el Mesías prometido.

2. Jesús y Herodes; entre la historia y la leyenda.

Según los relatos nazarenos, ninguno de los cuales ha sido

reconocido como normativo por la Iglesia, Jesús nació, en torno al

año 6 a. C.5, en Bethlehem, pequeño pueblo al sur de Jerusalén. Las

mismas leyendas aseguran que Mariam, la madre de Jesús, era una

joven galilea expulsada de su hogar por haber quedado encinta

antes de contraer matrimonio. Sólo su prima Elisheba la recibió en

su casa de las montañas de Judea y fue allí donde el artesano

Josef, betlehemita, viudo y sin hijos, le brindó protección. Antes

de que ella diera a luz contrajeron matrimonio en la mencionada

aldea de Bethlehem.

Yabé, el dios de los judíos, dicen las historias, premió a

Josef con cinco vástagos en recompensa por aceptar la supuesta

paternidad de Jesús.

5 El error en la fecha, pues los años se cuentan desde el nacimiento de

Jesús llamado Cristo, proviene de los escritos de Apolo, conocido como el de la

alta talla, nacido en Bactriana y respetado maestro de la Sangha de Maccasar

quien en su “Sincronía” fijó a Jesús Cristo quinientos veintidós años después

del Buda y trescientos cuarenta y cinco antes de su propia época. Como Apolo

escribía en 345 d. C. y hoy se sabe que el Buda alcanzó la Iluminación en 516 a.

C., es fácil ver que las fechas no coinciden.

En la “Vida de Jesús Nazareno”, compuesta por Luciano de

Antioquia cerca de cien años después de los sucesos, se relata

que Jesús era el avatar de Cristo, un ser celestial creado por

Yabé, el único dios, en los comienzos del Universo. Este Cristo

era el Demiurgo de la Creación y tomó carne en el cuerpo de Mariam

en los tiempos de Herodes, el Grande y Julio Antonio, el romano6.

El texto rival de Leví, “Vida del Nazareno”, puesto por

escrito por la misma época, asegura que Jesús era la encarnación

de Emmanuel, el mayor de los ángeles, y que nació como hijo

legítimo de Josef, un descendiente del legendario rey David. A

Miriam la menciona al pasar y silencia el episodio de su preñez.

Es en Leví encontramos el primer desarrollo de la leyenda de

Herodes.

Cuenta, en efecto, que cuando nació Jesús en Bethlehem, una

estrella apareció en las regiones orientales (es decir, el Imperio

Parto) y causó gran conmoción. El soberano, Fraates cuyo nombre

omite, envió seis hombres sabios o magos para entrevistarse con6 Luciano de Antioquía. “Vida de Jesús Nazareno”; 1, 1: “En el año 35 de

Herodes, el Grande, rey de Judea y 12 del romano Julio Antonio, nació Jesús, el

Cristo, en Bethlem de Judea”. Es una de las tres únicas menciones de Herodes en

la Vida. Las otras son: 12, 4: “Herodes, el que ordenó edificar este Templo” y

17, 6: “Antípater, hijo de Herodes, oyó hablar de Jesús y lo llamó a su

palacio”.

Herodes, pues la estrella era un signo relativo a un rey judío7.

Los magos llegaron a Jerusalén y preguntaron al rey por el recién

nacido; Herodes no sabía de quien se trataba pero, al consultar

con los escribas (es decir, los esenios) supo que era el signo del

nacimiento del Mesías de la casa de David. Reunido con los magos

se dispuso a acompañarlos y llegaron a Bethlehem, pero no

encontraron rastros del niño. Herodes, entonces, dispuso que todos

los niños mayores de dos años fuesen llevados a su presencia y les

entregó ricos presentes a cada uno. Jesús, sin embargo, rechazó

todos los presentes. Descubierto que él era el Mesías, pues nada

necesitaba, Herodes lo llevó consigo a su palacio, junto a sus

padres. El relato se cierra con la muerte de Herodes y la huida de

Jesús a Egipto a causa, aunque esto no se dice, de la guerra

sucesoria.8

7 Leví el Mathai. “Vida del Nazareno”; 2, 2. El texto es escueto y dice

así: “Habiendo nacido Jesús en Bethlehem de Judea, una estrella de realeza se

vio en Oriente. El rey envió seis magos a Herodes”. Apenas doce palabras en

griego y diecisiete en arameo.

8 Leví el Matai. “Vida del Nazareno”; 2, 8- 12. También aquí el relato

se destaca por su brevedad: “Herodes respondió que ignoraba quien fuera y llamó

a los escribas diciendo: ¿Dónde ha de nacer el Rey?, y respondieron: En

Bethelehem de Judea, pues así está escrito por el Profeta: ‘Y tú Bethlehem en la

tierra de Judá, no eres la más pequeña entre las aldeas de Judá, pues de tí

Los principales motivos de la leyenda aparecen aquí. Herodes,

mencionado por Luciano como mera precisión cronológica, se

convierte en protagonista cuando protege al recién nacido Jesús.

La guerra de la sucesión, apenas insinuada, sirve de explicación

para la vida errante de Jesús y al hecho de que muchos nazarenos

creían que había crecido en Egipto.

Leví cuenta que Jesús regresó de Egipto a Galilea pues allí

el rey Antípater, hijo de Herodes, protegía a los profetas y

escuchaba complacido sus enseñanzas “como lo hiciera su padre9”.

Sabido es, por los fragmentos de Nicolás de Damasco, que a la

muerte de Herodes comenzó una cruenta lucha por el poder que

saldrá el Pastor de mi pueblo, Israel’. Entonces Herodes llamó a los magos y les

dijo: ‘Iremos a Bethlehem para hallar al niño’. Mas en Bethlehem nadie sabía

quien fuera. Y los magos dijeron: ‘¿Cómo hallaremos al Rey que ha nacido?’ Un

ángel del Señor habló a Herodes y dispuso que se dieran dones a todos los niños

menores de dos años. Al ofrecer los regalos a Jesús, los rechazó pues está

escrito: ‘No quiero vuestros dones, mía es la Tierra’. Herodes tomó al niño, a

su madre y a Josef y moraron en Jerusalén. Los magos volvieron y por el camino

proclamaron lo que habían visto. Herodes se reunió con sus padres y Josef, advertido

por un ángel, huyó a Egipto porque buscaban la vida del niño; así se cumplió lo dicho

por el profeta: ‘De Egipto llamé a mi hijo’”. No más de cien palabras en griego,

ciento cuarenta en arameo. Lo escrito en cursiva no aparece en los manuscritos

más antiguos.

9 “Vida del Nazareno”; 4, 10.

culminó con la intervención egipcia en Judea, donde fue colocado

Arquelao como rey por orden de Antonio, y el reconocimiento

pártico de Antípater como soberano de Galilea y Auranítide.

Taciano, en el siglo siguiente, compuso un relato

circunstanciado de la vida y hechos de Jesús, y le dio el nombre

griego de Evangelio. En dicho libro armoniza las narraciones de

Luciano y de Leví, junto a otras de Felipe, Juan, el Mayor, Juan,

el Menor y Tomás, puliendo las contradicciones.

Herodes, como personaje histórico, reinó hasta el año 4 a. C.

Según las tradiciones hebreas, poco antes de su muerte hizo

penitencia, se le atribuye la llamada “Oración de Herodes”, que no

es sino una copia de la “Oración de Manasés”10, y se convirtió en

un escrupuloso observante de la Ley.

Los nazarenos, en escritos tardíos, relatan que Herodes alojó

a Jesús en su palacio de Maqueronte y escuchó con placer la

sabiduría del pequeño Mesías. Según estos mismos textos, muerto

Herodes, su hijo y sucesor conspiró para matarle. Las Toledoth

afirman, al contrario, que Antípater quiso cederle su trono, pero

10 Sección de la Tanaj judaísta y de la Biblia noáquida, generalmente

incluida en los libros conocidos como Basílicos (IV, 15, 8-22 en la mayor parte

de las ediciones).

que el propio Jesús lo rechazó y huyó del Palacio11.

El hecho histórico es que Herodes fue sucedido por Antípater,

su hijo mayor, quien sólo pudo hacerse con el poder tras una

cruenta guerra sucesoria. El principal apoyo del heredero era, sin

dudas, Galilea y fue allí donde residió de preferencia a

Jerusalén.

Durante el reinado de Antípater se sitúa la actividad

misionera de Jesús. Este es el único hecho cierto de su

existencia. Ario Josefo relata: Por ese tiempo (se refiere a la

embajada de Cesarión) vivió Jesús, un hombre sabio si es que lícito llamarlo

hombre, pues fue un maestro para todos aquellos que aceptan la verdad con alegría.

Dicen que realizó numerosos prodigios y por esto era considerado el Ungido, según una

antigua profecía. Vivió hasta edad avanzada y murió en su hogar de Betsaida de Galilea,

en los primeros años del reinado de Herodes Fraortes (Herodes III)12.

Estas palabras nos sitúan entre el 29, cuando Antípater

recibió el reconocimiento de Egipto, y el 85, ya que Herodes

11 El episodio se inspira en la leyenda del Buda; el joven Jesús sale del

palacio para ser ungido Rey pero en el camino tropieza con un mendigo, un

leproso, un cortejo fúnebre y Juan el Bautista. Desengañado del poder humano,

Jesús huye de la corte y se refugia en el Desierto de donde sólo saldría treinta

años después: “Toledoth Ieshú”; IV, 56-89.

12 Ario Josefo “Arqueología de los judíos”; XVIII, 5.

Fraortes sucedió a su padre Herodes Antonio en el 70 pero no pudo

ejercer el poder hasta la muerte de Dione, hija de Herodías, quien

le disputaba el trono apoyada por su hermana Berenice.

Los relatos nazarenos también vinculan la muerte, o

Recogimiento, de Jesús con la dinastía herodiana. Como de

costumbre resultan discrepantes, pero coinciden en un punto:

numerosos miembros de la familia de Herodes estuvieron presentes

en la Ceremonia del Adiós y Herodes III, Fraortes confesó que Jesús

era el Mesías esperado, exhortando a los sacerdotes a reconocer

sus palabras como vinculantes. El cisma entre nazarenos y

judaístas data de esta época.

3. La Iglesia y los Herodes.

Los reyes posteriores, Herodes IV, Antípater II, Helena y

Alejandro Herodes, protegieron a las comunidades nazarenas y

apoyaron sus misiones en el Imperio Parto o en los reinos

occidentales. Judas, el discípulo amado de Jesús, así como Saulo y

Tomás fueron invitados frecuentes en la corte de Antoníade o

Séforis. Cuando Alejandro fue depuesto por la rebelión de Barkobás

los nuevos gobernantes no reprimieron a los nazarenos, pero éstos

fueron considerados sospechosos de favorecer a algunos de los

numerosos pretendientes al trono judío, y mantenidos al margen de

las asambleas locales.

Hacia el año 200 el nazarenismo se había extendido hasta la

India, por el este, Yemen en el sur y la República Lionesa al

oeste. En Judea, ahora un estado teocrático, era tolerado pero

tropezaba con numerosas restricciones que llevaron, en torno al

240, a la Gran Emigración.

Las comunidades nazarenas de Oriente, por su parte, eran

prósperas y gozaban de la protección de los soberanos. Los

sasánidas, sucesores de los partos, se titulaban Reyes de Todas las

Religiones y, como tales, favorecían a los seguidores del Mesías con

regalos, exenciones tributarias e indemnidad en las cortes; a

cambio los maestros predicaban la imperturbabilidad, la

misericordia y la búsqueda de la salvación por medio de la

meditación. En la India, después de los conflictos con los

budistas, se había llegado a una convivencia que conduciría,

siglos después, al famoso Gran Concilio de Ravadampuram13 con su

principio de “muchos maestros, muchos caminos”. Los soberanos

locales, por su parte, estimaban prestigioso rodearse de guías

religiosos y éstos les retribuían con su lealtad y la de sus

feligreses.

En Occidente, al contrario, la situación no era tan halagüeña

13 518 d. C.

y mientras en Roma o Cartago se toleraba a los nazarenos, o

cristianos como comenzaban a llamarlos, en Lionesa, España y

Numidia se los perseguía con brutalidad.

La Emigración, pues, tuvo un claro destino; las orillas del

Eúfrates, la antigua Babilonia, renacida y centro del comercio

oriental donde el Exilarca de los Nazarenos se instaló con la

pompa apropiada para un descendiente de la familia del Mesías, de

ahí su título de Déspota, y líder de cientos de comunidades

nazarenas.

Los recuerdos de la tierra sagrada, en especial de los dos

siglos de reinado herodiano, se sumaron a la comprobación de que

los reyes de Oriente protegían a los seguidores de Jesús. El

resultado fue el engrandecimiento del personaje histórico de

Herodes hasta convertirlo en el paradigma de los soberanos

filósofos que aceptaban las enseñanzas del Mesías. Por las mismas

circunstancias, los nazarenos desarrollaron una permanente

desconfianza hacia los sistemas políticos donde la soberanía

seguía los parámetros de la antigua Grecia. Asambleas, magistrados

electos, comicios y leyes públicas eran peligrosas seducciones que

impedían la salvación eterna y, a la vez, provocaban la

inestabilidad social y las persecuciones a los “santos”.

4. Herodes en las tradiciones populares más antiguas.

No seguiremos aquí la historia de las primeras comunidades

nazarenas durante los primeros siglos; es conocida su dispersión,

su éxito y la multiplicidad de grupos que reivindicaban sus lazos

con el Mesías. Se sabe también como, en un proceso de varios

siglos, las fraternidades locales estrecharon sus lazos para crear

lo que se llamó La Iglesia Nazarena, bajo la autoridad de un

Concilio presidido por un Gran Abad; el Abu. Una institución que

jamás definió normas teológicas o cuerpos legales, excepto los Tres

Artículos, pero que siempre se ocupó de zanjar las disputas internas

y proteger a los fieles de las autoridades de gobierno.

Durante los tres primeros siglos pocos relatos nazarenos se

ocuparon de Herodes. La mención de su nombre en Luciano, la

leyenda recogida por Leví y el Evangelio fueron casi los únicos

testimonios hasta el siglo IV. En el “Lalita Purana Ieshu”, puesto

por escrito hacia 367 pero que recoge materiales más antiguos,

Herodes es una figura prominente como interlocutor del pequeño

Mesías, pero poco se dice sobre él mismo. Los regalos, que el niño

rechaza, el poder, las formas de gobierno y el destino de Israel

son los temas sobre los cuales se extienden los relatos, siempre

en un ambiente maravilloso en el cual la figura del rey sirve de

excusa para exponer las creencias de la Iglesia de Edesa a través

de las enseñanzas de la Sangha de Dramupali. No obstante, este

libro influyó bastante en la imagen de Herodes como el arquetipo

de rey piadoso y dispuesto a dejarse iluminar por el Mesías, y sus

discípulos.

En 325 la iglesia de Adiabene, en comunicación con Babilonia

y Alejandría, fijó el primer calendario litúrgico nazareno. Es el

antecedente del calendario cristiano actualmente en uso pero se

basaba en los meses macedónicos en lugar de los romanos. En el

mismo se marcaron las fiestas que todas las comunidades aceptaban

y, como era costumbre entre ellas, fue el fruto del consenso y la

negociación. El año comenzaba en Xánticos, equivalente a nuestro

marzo/abril, con la Pascua, celebración que compartían con

judaístas y noáquidas, continuaba con la Apostolaria en Daisios, o

sea mayo, y la Nabinam, la fiesta de los profetas, en julio, es

decir Gorpaios. En septiembre, Dios, se recordaba la Creación con

Yaumtaruj y, finalmente, el 10 de Adinaios, 25 de diciembre, el

Natalicio del Mesías. Un comentario contemporáneo, debido quizás a

Alipio de Cirene, señala claramente que tal fecha fue establecida

para coincidir con la festividad del Sol, extendida por todo el

ámbito de lo que ya se comenzaba a llamar Ecúmene.14 Desde entonces

14 El término aparece en torno al siglo IV en el ámbito de la Biblioteca

fue una de las celebraciones más características del cristianismo;

una síntesis de antiguos festivales invernales, ceremonias judías

y festejos populares, se destacó por la entrega de obsequios, los

copiosos banquetes y la permisividad. “En Natalicio el Señor ríe”,

proclama el himno akatisto de Tomaputti de Antioquía. “El señor es

siervo, el siervo es señor, la doncella es novia y el rey escucha

al niño”, se canta en la liturgia de la sangha de Gundishapur.

Esta última frase fue glosada por Cidipa de Anípolis como referida

a Herodes: “... quien supo dejar su corona para escuchar al Cristo

que le hablaba por medio de un niño de pecho”. 15

En los siglos siguientes, hasta el advenimiento de la reforma

muslima de Bahir de Yatrib, la fiesta del Natalicio siempre

contuvo una mención a Herodes, así como a los Magos y los

Escribas; quienes solían ser representados en ceremonias mímicas

celebradas en la puerta de las basílicas, antes de los rituales

prescritos.

Un relato de esta pantomima aparece en las “Epístolasde Alejandría. Se refiere a los estados occidentales, conocidos como Itálicos o

Romanos, los reinos y principados helenísticos de Grecia y el Ponto, Libia,

Méroe, Egipto, Siria, el Imperio Persa y los reinos índicos. La historiografía

moderna lo denomina: Mundo Euroafroasiático Antiguo.

15 Tomaputti, “Akatisto” 12; 2 y 1. Santa Cidipa, Elegida:

“Meditaciones sobre los Salmos”; 5, 7.

Índicas”; supuestamente enviadas por un viajero procedente de

Kerala para dar cuenta de las sanghas de Occidente. En ellas se

lee que, en Corinto, el domingo 25 de diciembre de 409, los

cristianos de la ciudad: “... engalanaron las fachadas de sus

casas, vistieron sus mejores ropas y ayunaron desde mediodía. En

silenciosa procesión marcharon hacia la plaza, que llaman ágora, y

permanecieron allí durante toda la noche en oración. Cada media

hora sonaba un gran tablón, tocado con un mazo de madera forrado

en cuero, y todos entonaban una melodía sin palabras. El mevaker,

en su lengua obispo, era una mujer de nombre Marta, quien

pronunciaba repetidamente la frase: ‘Cristo evohé, Cristo kurios,

Cristo, aiaé, aiaé, aleszei’ y todos respondían: ‘emén, alelia,

emén’. Al salir la estrella del alba unos prorrumpieron en cantos,

otros comenzaron a recitar las palabras del Cristo, y muchos leían

las historias sobre el Nacimiento, Herodes y los Magos... Después

de la comida marchamos hacia la basílica, donde se reúne la sangha

de los nazarenos que aquí se llama ecclesía de los cristianos; en

la puerta nos esperaba un anciano apoyado en un cayado. Vestía una

túnica sencilla, pero en ella estaban bordadas una estrella de

singular figura y una corona; estos emblemas lo identificaban con

el viejo Josef, de la casa de David, mientras que el bastón

simbolizaba su carácter de hombre justo... De improviso llegó una

joven, morena y muy agraciada, que se arrojó suplicante a sus

pies, lucía un manto de color azul, bordado de estrellas, y se

tocaba con una diadema de la cual pendía una medialuna, simbolismo

que entenderás si recuerdas las costumbres de los persas... era

Mariam, la hermosa...la historia, sin que mediara palabra,

continuaba mostrando el Palacio de Herodes; este rey era

representado por un famoso cómico Halitúridos, venido de Argos,

residencia del hegemón... Herodes interroga a los tres sabios y

ambos miran hacia el cielo; una niña, ataviada de azul con piedras

brillantes bordadas en su manto, se detiene y señala hacia el

oriente y el sur. Entran, entonces, tres hombres; uno joven, uno

adulto y uno anciano, portando cofres y ataviados con trajes

frigios que, para los griegos, simbolizan las ropas orientales...

Después de esta interrupción, la cual no corresponde a las

costumbres establecidas, la representación prosiguió con la

procesión de Herodes y los Magos en torno al ágora para retornar a

la puerta de la basílica. Allí, en tanto, se había montado un

entarimado de madera con paneles pintados que representaba un

paisaje de árboles y palmas, con un manantial y aves suspendidas

en pleno vuelo. Es el Día de la Paz, aseguró uno de mis compañeros,

erudito cristiano de Alejandría, y la Naturaleza detiene su curso cuando nace

el Esperado, el Nuevo Thamos, el Hijo de la Espiga y la Nube. En el tablado que te

he dicho estaban el anciano, la hermosa y un niño recién nacido...

el rey y los magos regresaban de su recorrida y fingían buscar el

niño, ni más ni menos como, en Barigazza, hacen la Recorrida de Los

Perdidos.16 Aparecieron, entonces, una buena docena de niños

pequeños, muchos de ellos en brazos de sus madres, y a todos ellos

Herodes les dio obsequios en forma de cuentas y abalorios... Los

nazarenos de Grecia tienen a ésta por una de sus celebraciones más

sagradas”. 17

Testimonios similares pueden encontrarse en relatos de viaje,

cartas y antiguas recopilaciones hímnicas.

Un edicto de Lionesa, datado en el siglo VII, y el Tratado

16 Ceremonia propia de las culturas de la India Occidental, todavía en

uso, que consistía en esconder a los niños de una aldea o un barrio y buscarlos

a los gritos, con ayes y lamentos. Un personaje designado, que puede ser un

dios, el Buda, el Cristo o un emisario del gobernante, “descubre” el escondite

de los infantes y conduce a sus madres a su encuentro. La reaparición de los

niños perdidos se celebra con dulces y un banquete. Se supone que se originó

como un ritual apotropaico. La carta citada es uno de los testimonios más

antiguos de esta ceremonia.

17 Nazim Javanadruta (?) Epístolas Índicas, 5, 21 y ss. Citamos por la

edición crítica de M. K. Sanghut (1998).

entre el emir de Antalia y los decuriones de Tarraco (778),

mencionan la costumbre de manera incidental. El Abu Georgios, por

la misma época, concede su bendición “... a las cofradías de

cómicos que vagan por las tierras de Cimbria llevando el mensaje

de Cristo... sus mímicas no deben ser despreciadas pues de este

modo el pueblo ignorante y los doctos se hermanan en la

contemplación del misterio. Así como el Buen Rey no desdeñó la

compañía de los pobres para sentarse humildemente a los pies del

Divino Maestro... Quiera Dios, el Padre, conceder gozar de su

Presencia en el Mundo del Descanso a todos cuantos cumplen la

Doctrina y los Actos de Jesús, junto con el Buen Herodes, el

Bendito Judas Iscariote y los santos Pilatos, Nicolás, Simón, el

mago, Nerón y Domiciano que nos precedieron en la Fe.” 18

Es cierto que la polémica muslímica de Bahir censuró

acremente la veneración a los santos y las prácticas “carnales” de

los nazarenos. El surgimiento del gran movimiento árabe trastornó

las costumbres aceptadas de la Ecúmene; de hecho un índice certero

de esta expansión es la desaparición de los lugares de culto y su

reemplazo por las gigantescas madrasas o “aulas”. Los muslímicos

abominaban de las imágenes, las mímicas y todo aquello que

“rebajaba la majestad del Hijo de Dios”, de ahí su rechazo por las

18 Ingerdez, 56, 78. Edición numérica de la Editora Dafne, Catana, 2005.

historias piadosas como la de Herodes y, finalmente, su furor

biblioclasta. “Sólo hay un Dios y un Hijo de Dios”, proclamó Bahir

y sus seguidores llevaron esta máxima al extremo. No obstante, en

el Corán, se elogia a los primeros seguidores de Jesús a pesar de

marcar su “tozudez judía y su carnalidad”. En la Sura XXV, llamada

Los Toros, aparece este notable pasaje: “Oh, creyentes, no seáis como

los judíos que sólo conocen la carne y la sangre. He sido para

ellos ocasión de tropiezo y necedad. Imitad a Mis Siervos que

vieron más allá de la apariencia y supieron que era Yo quien

hablaba; el rey no se fijó en el vestido mortal y el mago no miró

Mi morada terrenal, por el contrario, despreciaron lo corruptible

para adorar Lo Incorruptible”.19 Los hadiths más antiguos son

unánimes en afirmar que este rey innominado es Herodes y que el

mago se refiere a Fraortes. No obstante los muslímicos no fueron

demasiado tolerantes con las leyendas de Herodes hasta la Reforma

de Abu Tudmir en el siglo IX.

En Oriente, donde la influencia muslímica no llegó o fue muy

débil, los mitos sobre Herodes proliferaron, se ramificaron y se

fundieron con otros más antiguos. Herodes fue así una imagen del

Rey del Mundo, habitante sempiterno de Agartha, una encarnación de

Manú y un rishi portador de bendiciones. Los nazarenos de China,

19 Corán, Sura XXV, 6 - 8

en el siglo X, mencionaban a Herodes junto con el Emperador

Amarillo, el Rey Dragón y el Príncipe de Ta Chin como uno de los

Cuatro Armoniosos Gobernantes Inmortales; “... a ellos se debe la

persistencia del Mundo bajo el Cielo y por eso deben ser honrados

con el ritual de la Perfecta Reverencia”20 En Japón, un siglo

después, los maestros Çœn colocaban sus haitu, comunidades de

estudio y entrenamiento, bajo la protección ideal de Gedeón,

David, Macabeo, Herodes y Gundafar, “... los guerreros de antaño

que conocieron la imperturbable paz del Cristo Eterno y se

hicieron, ellos mismos, Semejantes.”21

El espaldarazo fundamental para la difusión mundial de

Herodes, tal como la conocemos, fue sin dudas la conversión de los

janes de Sibir en el siglo XII. La fe nazarena fue aceptada con

rapidez por sus súbditos eslavos, germanos y tártaros, hasta el

punto de volverse el factor primordial para consolidar su

identidad nacional. Ser sibiriano y ser nazareno se volvieron

expresiones intercambiables, todavía en la actualidad es común

20 “Libro de los Tesoros de Sabiduría”, atribuido a Mo Enlaï, V, 17.

21“Epítome de Conversaciones bajo el almendro” de Hidoshi Yamakaki,

Jornada Segunda: Del monje perfecto. En lengua nipona los nombres sufrieron

variaciones y contaminaciones con otros personajes; Gedeón se volvió Yimuna,

David; Danawa, Macabeo; Mikuya, Gondofares; Kundakimano y Herodes; Hiroito.

entre los campesinos de Uralia, Podolia o Aleutia decir: “fulano

de tal no es nazareno”, para indicar la presencia de un

extranjero.

El nazarismo de estos campesinos, el nazarismo sibiriano,

está profundamente moldeado por el encuentro entre las tradiciones

afganas con sus santones, sus sanghas y su dharma con las

expresiones folclóricas griegas llenas de colorido y fuertemente

ritualistas. La adhesión del Jan Togrul, Iudá I, a las costumbres

de La Iglesia y sus Abades lo impregnó de conservadurismo y

respeto por todas las tradiciones.

5. El cuento de Herodes en la tradición sibiriana.

“Las Viejas Costumbres de la Iglesia” (Bugatom Sankasta) es una

recopilación de rituales no litúrgicos popular en las provincias

occidentales de Sibir y en el reino circasiano de Apusa22. Contiene

22 Más de quince ediciones de esta obra fueron publicadas entre 1456 y

1807, con notables variaciones entre ellas. Se la tradujo al gótico, el oscitio,

el podostonio y el gauta, además de fragmentos en oestronio y vasconio. La

tradición de Olbia considera que la obra fue compuesta por los Siete Diáconos de

Antioquía en el siglo I, pero esto es imposible (ni siquiera un núcleo, como

pretende Fravodard) porque las partes más antiguas evocan claramente la

situación política de los Janes nazarenos. Se ha sugerido que la obra fue, en su

origen, el catecismo de alguna sangha circasiana, difundido y ampliado por los

un relato detallado de todas las prácticas culturales relacionadas

con las comunidades nazarenas siguiendo las festividades del año.

En sus casi mil páginas se incluyen poemas, anécdotas, breves

piezas dramáticas y descripciones de costumbres; en lo que

constituye una verdadera enciclopedia de la cultura sibiriana

occidental durante los siglos XII y XVI. En ella se desarrolla por

primera vez el cuento de Herodes con todos los elementos que nos

hemos acostumbrado a considerar como fundamentales del mismo. El

anónimo compilador menciona más de doce veces la historia de

Herodes, sin mencionar las citas del Evangelio de Taciano o de los

textos primitivos, a veces con el epíteto de Kraskali (el buen

rey), o Bogatuzmi (príncipe sabio). No obstante, es en el capítulo

78, La Fiesta de los Árboles del Salvador, donde se explaya largamente sobre

Herodes.

Herodes era descendiente de antiguos reyes: “... su abuelo

era un sacerdote de Heracles Tirio procedente de Idumea. Ahora

bien, los hijos de Caleb vivían en la ciudad de Sela y habían

recibido entre ellos a los herederos de Sedeq, hijo de David,

entre los cuales estaba Fasaías hijo de Helcías. Fasaías fue padre

monjes fugitivos de la invasión de los Bismailíes de Armenia. Fue tan popular, y

lo sigue siendo en algunas provincias, que en el siglo XVIII no era raro que las

familias tuviesen un ejemplar como bien hereditario.

de Antípater, el viejo, padre de Antípater, el joven, padre de

Herodes23”. Un pasaje indudablemente erudito, tal vez retocado por

los monjes de Kartvelia que desentona un poco con el resto de la

obra. Estos antepasados procedentes de la Historia Sacra se

superponen con otros, de carácter tradicional, que incluyen al

mismo Heracles, a Illia Gradupasht y a la Dama Blanca de la Vía

Láctea. “El Buen Rey escucha con agrado las historias de otros

tiempos y por ellas aprende lo que concierne a la transmigración y

la Rueda de la Vida. Un día vio pasar a un sabio de blancos

cabellos y le preguntó: “¿qué es el Mundo? ¿Cómo puedo servirlo? Y

el sabio dijo: “Ilusión es el nombre del Mundo, es la Vanidad de

la Realidad, por lo tanto no lo llames Mundo, sino Sombra.

¿Servirás acaso a la Oscuridad?” “El sabio”, continúa el texto,

“era Platón, también llamado Aristóteles…” y desde entonces

Herodes comenzó a practicar la Filosofía. Orando a Dios supo, por

revelación, que Su Hijo tomaría la carne mortal por amor a los

Hombres. “Será bajo tu reinado, dijo el Ángel, y tu nombre será

recordado por la Eternidad”. 24

El rey deseaba que el Cristo fuese concebido por alguna de

sus hijas y las destinó a ser vírgenes en el Templo. Él mismo

23 Bugatom Sankasta, 78, 17-19.

24 Bugatom Sankasta 78, 25-26 y 30.

ordenó preparar una cámara para “El que ha de venir” y pasaba sus

horas en oración, meditando los libros sagrados y componiendo

cantos de alabanza al Padre. El país, se nos dice: “... rebosaba

paz y felicidad, los hombres se sentaban bajo la parra y bajo la

higuera para contemplar el crecimiento de sus hijos, las mujeres

eran obesas, con rostros rojos como corales y el ganado se

multiplicaba... Ninguno venía a molestar las montañas fronterizas,

los monjes eran respetados y marchaban libremente cantando salmos

inspirados... En el Templo, las hijas del Rey; Meriane, Martiane,

Susane y Madelane bordaban túnicas tan coloridas como la de Josef

hijo de Israel y cardaban lana de los rebaños de los sacerdotes

para hacer mantos tan suaves como el de Salomón, hijo de David”. 25

El texto continúa con el relato de la Anunciación en el cual

el Águila de Yabé, Gebriel, se aparece en un sueño a Mariam de

Nazarana y ésta queda embarazada por obra de la Presencia Divina.

Sigue muy de cerca el esquema de Leví, pero lo adorna y expande.

En el capítulo 80; El Día de la Paz, se relata el Nacimiento con

todos los elementos que hoy asociamos al mismo; la despedida de

Mariam y Elisheba, la llegada de Josef y Mariam a Bethlehem, los

parientes renuentes, el posadero codicioso y el hallazgo de la

Gruta. Siguen los lamentos de Josef, la entrada procesional de los

25 Bugatom Sankasta 78, 43.

Doce Animales del Horóscopo, guiados por el Buey y el Asno, la

aparición de Salomé, la partera, y el Nacimiento milagroso. El

capítulo se cierra con este párrafo: “Y Herodes, el Buen Rey nada

sabía de estas maravillas pues el Padre quería mostrar a todos los

hombres que era Justo y por eso mantuvo en secreto el Nacimiento

para darle ocasión de manifestar su rectitud”.26

En el capítulo 83; La Venida de los Sátrapas, se retoma la

narración histórica (después de comentar las celebraciones del

Nacimiento, en las cuales Herodes es mencionado sólo una vez de

manera incidental) con el relato de la convocatoria a los Magos,

aquí devenidos en Sátrapas al estilo antiguo, por Fraortes.27

26 Bugatom Sankasta 78, 50. La glosa de Vassili añade que Yabé quería que

una de las princesas, hijas de Herodes, fuese la Madre del Cristo, pero que esto

“...hubiera echado un manto de duda sobre el proceder del Rey, pues acoger a

quien era su nieto no era mérito de Iluminación” En este pasaje se basa la

hipótesis, ya desacreditada, de Jan Hibernio sobre la vinculación dinástica

entre Jesús y Herodes.

27 Estos sátrapas no corresponden a lo que eran en el Imperio Parto

durante el siglo I, simples alcaldes de aldea, sino al uso aqueménida del

término (prueba de la dependencia literaria de la obra). Los magos se presentan

como reyes sometidos a Fraortes, gobernadores de inmensos territorios,

aficionados a la astronomía y las ciencias y profundos conocedores de los

presagios. El uso moderno de sátrapa para designar a una persona sabia y

bondadosa, proviene, justamente, de este relato.

Enviados por el soberano pártico al reino de Judea, los reyes

orientales llegan a Jerusalén y son recibidos con alegría por el

pueblo. La descripción abreva en las distintas ceremonias de los

nazarenos del Caúcaso y del Íster, con proliferación de flores,

luminarias y estandartes. Sigue el texto con la entrevista entre

el Buen Rey y los Buenos Sátrapas, la consulta sobre la Estrella

del Cristo y la presencia de los escribas. Aquí, sin embargo,

difiere de los relatos antiguos porque es Herodes mismo quien se

revela como un sabio. “Las estrellas”, dice el Rey en un tramo de

discurso directo, “son nuncios de la Divinidad y conducen los

destinos del Universo. En ellas debemos meditar y ellas guían al

Soberano. La estrella que habéis visto, mis señores, es indicio de

la Buena Nueva del Cielo. En Los Peces se unen Zeus y Cronos antes

del orto helíaco. Habéis sido sagaces al vincular tales astros a

la realeza de Israel mas no es mi hijo o mi nieto quien ha nacido,

porque somos de la era del Águila que ya acaba. Un príncipe ha

sido dado a Israel y un sabio ha venido al mundo sublunar. El

Profeta ha hablado de estos días postreros y ha dicho en su tercer

avatara, que es el Mensajero: ‘Y tú Bethlehem Efrata de la tierra

de Judá no eres la más pequeña entre los millares de Judá porque

de ti Me saldrá el Pastor de mi Pueblo, Israel: Aquel cuyo origen

viene desde antiguo y desde los Días de Antaño’. Vayamos, pues, a

Bethlehem y veamos que es esta maravilla que el Dios del Universo

ha querido revelarnos, puede que sea mayor de lo que cualquiera de

nosotros, hombres viejos, podemos imaginar” .28

Los Sátrapas se admiran de la sabiduría de Herodes y

acuerdan en partir esa misma tarde, aun al riesgo de marchar de

noche. Se describen, entonces, las vestimentas de los orientales;

inspiradas en el traje contemporáneo (siglo XII) del Punjab, y el

porte de Herodes: “El rey salió de la Mega Aula vestido de

púrpura. Su cabello era largo y abundante, blanco como su barba

poblada que nunca había sido mesada, los ojos de color verde como

el mar, como esmeraldas fulgurantes, la nariz recta y simétrica,

la boca grande curvada en una sonrisa que nunca era despectiva e

inspiraba confianza, el cuello de toro, poderoso y los hombros

fuertes como muros de una fortaleza guarnecida en bronce

adamantino. Herodes, el mejor de los reyes, había dejado de lado

la coraza que llevaba siempre para no debilitar su cuerpo, y

vestía una blanca túnica, ceñida por una faja bashpath negra,29 con

polainas de cuero rojo y cáligas bruñidas, Un manto encarnado

28 Bugatom Sankasta, 83, 17-22.

29 Tipo de cinturón sin hebillas, sujeto generalmente por una fíbula

metálica, propio de los pueblos caucasianos.

cubría su gran espalda, más no llevaba espada, sino un nudoso

cetro de madera de almendro30 pues aguardaba la revelación divina31”

Tal descripción es la base de toda la imaginería herodiana desde

Lodovsky hasta Múlher, pasando por las estampas populares de

Iskandriya, Chipre y las iconizas de Coródoba del temprano siglo

XVIII. El célebre cuadro de Asdolph Hidler: “El Rey del Nuevo

Orden”32 se basa en este relato tradicional conjugando

maravillosamente los motivos caucasianos y eslavos, que Hidler

admiraba, con las tradiciones judías que había heredado de su

madre.

La historia que relata el libro continúa con la conocida

escena de los regalos, la cual tiene lugar en la Gran Plaza de

Bethlehem, justo donde hoy se alza el Asrana de los Cenobitas de

Santa Salomé, y refleja hasta en los menores detalles, las

audiencias reales de los janes sibirianos. Los Sátrapas presentan

a los niños bethlehemitas; Gadaspar, el viejo, elogia la

inteligencia de los párvulos, Melquior, el adulto, alaba la

obediencia de cada criatura y, finalmente, Belzazer, el joven,

30 Juego de palabras en lengua oscitia; saber, almendro, asbir, esperanza.

31 Bugatom Sankasta 83, 27.

32 Pintado en Vindona hacia 1916, cuando estudiaba en la Academia, y hoy

expuesto en el Museo Real de Munj, Bohemia.

anuncia las sendas potencialidades de los infantes. Herodes busca

en una gran hucha, que sostienen un sirviente búlgaro y otro

longobardo, el regalo más adecuado para cada uno. A un pequeño que

carecía de padres y se criaba entre los mendigos, “negro” añade el

texto, el Buen Rey le obsequia un vestido nuevo al tiempo que le

dice: “Ante mi Dios no hay huérfano, ni olvidado, porque hasta los

cabellos de tu cabeza Él cuenta. Sin duda ha querido que te

entregue esta túnica y este manto para que, en adelante, donde

vayas sepan que has sido hallado digno de vestirlos por Herodes”.

El niño, agrega el comentador, no era sino Tito Domiciano33, quien

luego sería Primer Cónsul de Roma y uno de los primeros conversos

a la fe nazarena en Occidente.

Cuando Jesús se presenta, los sátrapas enmudecen, Herodes cae

de rodilla y todos adoran la “Sublime Majestad del Niño Divino”.

Jesús se sonríe y bendice a Herodes con estas palabras:

“Bienaventurado eres Rey de los Judíos porque bajo tu reino he

venido a nacer. Más bienaventurado, empero, por haber hecho esto

con estos mis Inocentes; pues quien es bondadoso con un Niño está

en el Camino y en la Verdad. En verdad te digo, Herodes, que donde

33 Por supuesto que ni la historia, ni la antropología y mucho menos la

cronología permiten considerar siquiera la veracidad de esta leyenda. Domiciano

era un romano, hijo del senador Vespasiano y nació en el 54 de nuestra era.

se proclamen mis palabras, serás recordado y que cuantos

pronuncien mi nombre conocerán el tuyo y sabrán de tus hechos”. 34

El mencionado capítulo 83, termina con la siguiente

sentencia, que también ha repercutido en las creencias populares:

“Y Herodes, el Buen Rey, completó los días de su vida tal como

había sido dispuesto en el hilado. Entonces Jesús acudió cabe su

presencia y con él venían su bendita Madre y su Bienaventurado

Padre en la tierra. Y Herodes se complació de ver al Cristo en su

cámara y quiso adorarlo, mas Él le dijo: ‘Reposa, bendito de mi

Padre, que no es menester el homenaje del cuerpo cuando se brinda

el homenaje del alma. Tú has sido escudo de mis Padres, guardián

de mis Hermanos y oyente fiel de mi Palabra. Ahora debes partir

mas de cierto te digo que la Rueda dejará de girar y lo que has

sido nunca dejarás de ser’. Herodes cerró sus ojos y Jesús trazó

sobre él el signo de la Vida35. Vino su hijo, el rey Antípater, y

derramó abundantes lágrimas; Jesús le dijo: ‘Si crees, verás el

Reino de Dios’. Y el rey respondió: ‘Creo, ayuda a mi poca fe’.

Estaban hablando cuando un aroma a rosas llenó la sala y se oyó

una Voz que decía: ‘Ha sido concedido’. Y Herodes marchó con sus

34 Bugatom Sankasta 83, 45-46.

35 Es decir el Anjom, ☥, usado actualmente por los nazarenos.

padres hasta el tiempo oportuno”. 36

El Bugatom no revela que fue de Herodes tras su muerte, pero

sugiere cierta clase de inmortalidad, diferente, por cierto, a la

que los nazarenos proclamaban como “don del Cristo”. En el

capítulo 12, comentando los rituales de la Ascensión, el mismo

libro menciona a Herodes como uno de los Ilustres que se

aparecieron a varios después de que el Nazareno fuera arrebatado

por el Padre y abriera “Las Puertas de la Luz”. Aunque no se diga

que resucitaran, como en el caso de Elazar o la esposa de Pilatos,

queda claro que no se trata de la Vida Eterna otorgada a los

discípulos, sino de un don especial concedido a los que ciertos

teólogos, en especial la Escuela de Nishapur, llamaron Mártires o

“Testigos”. Esta concepción no es aceptada de manera unánime por

la Iglesia, (que sólo considera vinculantes unas pocas creencias,

abiertas a la libre interpretación) pero se hizo popular entre los

eslavos, góticos y otros pueblos occidentales. Según Fravundo de

Grietengen, de este modo era posible unir las creencias nazarenas

con la propia historia, añadiendo a la lista de los Testigos a

todos aquellos personajes célebres de la tradición local. Un

Testigo, en este caso, es un ser preservado de la muerte o cuya

alma ha sido regresada a su forma corporal y que habita de manera

36 Bugatom Sankasta 83, 70-73.

invisible entre los hombres para guiarlos por el buen camino,

cuidarlo de los males mundanales o advertirles de sucesos

nefastos. No es un Santo, aunque puede llegar a serlo, ni un

Ángel, que es preexistente y no humano, ni un Maestro, pues no

posee la Ciencia Infusa, ni un Elegido, ya que estos alcanzan el

Reino Imperturbable. Testigos son “... aquellos que velan por

nosotros por pura bondad, como amigos”37, según la clásica

definición de Hessenius.

Herodes se convierte, pues, en alguien fuera de lo común, un

ser bendito que trasciende la muerte y, se supone, cuida

amorosamente a los nazarenos. Y qué más natural que estos

nazarenos sean los niños a los cuales entregara tan valiosos

regalos. La idea prendió rápidamente entre los campesinos del

inmenso imperio sibiriano. Otros Testigos eran héroes de la

historia, encarnaciones de virtudes o formas humanizadas de

antiguos dioses, tan poderosos como lejanos, mucho más que un

santo, un elegido o un ángel. Herodes era diferente. Rey, por

cierto, pero rey de cuento. Antiguo, pero presente cada vez que se

celebraba el Nacimiento. Amigo de los niños, que tan importantes

son en la fe nazarena cuando recomienda: “sed niños y no crezcáis,

37 Riphernandus Hessenius, “Tractatus mysticae correspondencia”. Quaestio

secunda, VI, 5.

no sea que os creáis algo”. 38

Así que Herodes se volvió un personaje importante en los

cuentos sibirianos relativos al Nacimiento y, por ende, al

Solsiticio de Invierno. Era un rey, evocan esos relatos, que

moraba en un palacio de piedra, con su esposa, Herodías y sus

hijas Mariane, Salomé y Magdalena. Era justo, se nos dice, como el

mejor de los Janes, devoto como un monje y astuto como un

campesino. Juzgaba con justicia y en sus días el país (nunca

mencionan a Judea, en realidad hablan de Sibir o de sus propias

tierras) era próspero. Entonces vino el Cristo del Cielo y él fue

a verlo. Llevó regalos para todos los niños inocentes. Tanta

generosidad no podía ser pasada por alto por el Cristo de Luz y le

concedió morar eternamente en un lugar oculto, mas todos los años,

por la Fiesta del Nacimiento, Herodes convoca a sus diez sátrapas

y recorre la Tierra, montado en el mágico corcel Provarny, en un día

y una noche para llevar los obsequios que sus magos han fabricado

durante el año precedente. Si el niño ha sido bueno, es decir

inocente, Herodes le dará el deseo de su corazón, si ha sido

malvado, es decir hipócrita, tirará sus orejas mientras el niño

duerme con la esperanza de que se enmiende. En la madrugada del

día de los Inocentes (28 de diciembre) los niños dejan sus

38 Leví; “Vida del Nazareno”, 5,6.

calcetines al pie del lecho para que Herodes deposite en ellos un

obsequio elegido por él. ¡Ay de aquellos que no hallen nada!, pues

han sido extremadamente malvados, ya que todos saben que Herodes

encuentra bondad hasta en los seres más viles. Tal la síntesis del

relato sibiriano como se lo narraba en el siglo XVIII. 39

6. Herodes a la conquista del mundo.

El cuento sibiriano se expandió hacia el Este por obra de los

staritsa o monjes viajeros, los colonos de Karguisia y el ejército de

los Grandes Janes. El avance de la cultura eslava llevó consigo,

entre otras, la tradición del Nacimiento con la presencia del Buen

Rey como personaje emblemático; mezcla de la historia sagrada con

las tradiciones folklóricas. Herodes, así vestido, regresó a las

mesetas afganas, al Punjab, a las tierras amurianas y a todas las

regiones vinculadas con el inmenso imperio centrado en Itil.

En Occidente, en cambio, no tenía la misma centralidad

durante las celebraciones nataliciales. Se recordaba a Herodes,

por supuesto, y los hispanos ya lo veneraban como santo en 1078,

pero se desdibujaba entre tantos personajes de la rica tradición

nazarena. Los renanos, por ejemplo, preferían evocar a los Tres

39 Tomada, con alguna adaptación, de Drupasvy Mazdít; “El Tesoro de mi

Pueblo”, manual para párvulos publicado en 1778, capítulo 4.

Magos (el Blanco, el Gris y el Abigarrado), los griegos a Pater

Cheimón, vinculado a los cultos invernales prenazarenos, y otros

pueblos a Josef, Mariam o incluso el anciano Simón Macabeo.40 Sólo

en Podolia y Rutenia se podía encontrar, durante los siglos

finales de la Edad de Plata, la imagen de Herodes propia de Sibir.

Durante la colonización de Vespucia, en especial de las

tierras del norte o Stoquia, la figura del Buen Rey era venerada

por los numerosos marinos bálticos de la región. No tardó en

aparecer, también, entre los hodenios que se federaron con ellos

en 1676, pues muchos de sus saquemos eran nazarenos.

En las islas de Tainía, en las mesetas de Culúa y en Izán,

los conquistadores itálicos y griegos llevaron la fe nazarena como

parte de su bagaje cultural y con ella los principales personajes

de su tradición; de este modo Herodes, entre otros, comenzó a ser

conocido por los aboriginales de Vespucia y venerado por los

conversos tan temprano como en 1453.

Las colonias moras del sur, muy influidas por los muslímicos,

no eran demasiado proclives a venerar estas figuras casi míticas

ya que sus jefes mantenían un inusitado control sobre las

40 Los anglobretones quienes confundían a un cierto Simeón, anciano

profeta mencionado por Luciano, con el (más antiguo) rey homónimo de la dinastía

asmonea.

creencias de las escuelas. Al mismo tiempo eran reacios a

compartir sus creencias con los “Rojos”, como llamaban a los

nativos de Parastán y Colán. No obstante el mestizaje se produjo

igual y los líderes locales se mostraron menos estrictos que los

soberanos congoleños que, nominalmente, regían esas provincias.

Los nazarenos de Sudvespucia, si bien una minoría, tomaron muchos

elementos de sus correligionarios del norte entre los cuales

estuvo la Fiesta del Natalicio y, con ella, la figura de Herodes.

En los tiempos de la Primera Internacionalización, entre los

siglos XVIII y XIX, las rutas comerciales llevaron distintas

tradiciones a lo largo del mundo. La multiplicación de la

imprenta, la difusión de la alfabetización y el desarrollo del

periodismo pusieron en contacto a regiones antaño aisladas; junto

a las mercancías se difundieron costumbres.

En Nova Rossiya el personaje de Herodes, con los atributos

sibirianos, se hizo extremadamente popular e inseparable de la

Fiesta del Nacimiento. Después de la caída del Janato,

innumerables campesinos emigraron a las inmensas praderas de

Nordvespucia, la colonia conquistó su independencia con el nombre

de Misty Sojuzas Vespucia (Ciudades Unidas de Vespucia), el primer gran

estado federal del mundo, y se convirtió en una sociedad próspera

y avanzada. La religión nazarena, implantada en el Nuevo Mundo, se

convirtió en una marca de identidad para los vespucianos del

norte. Escuelas y sanghas se multiplicaban mientras la Iglesia

reconocía a sus comunidades como “expresiones genuinas de la fe en

el Cristo”. Las fiestas eran una ocasión propicia para marcar esta

comunidad de intereses, en la más pura tradición nazarena se

aceptaban todas las variantes, y eso contribuía a la cohesión de

una sociedad formada mayoritariamente por emigrantes. En esas

celebraciones Herodes, el Buen Rey, era recordado a menudo con

procesiones, villancicos y carros alegóricos. Algunos de estos

cantos eran herencia euroafricana, como el Dobri kral Herodas de los

moravos o el Buzule Ubusku eBhetlehema dongoleño. Otros se compusieron

en Vespucia por sibirianos, especialmente rossios, o por hodenios

como el Swista Ek también llamado Kolokol'chiki (Suena la Skrabalai). 41

En Europa, en tanto, el despegue industrial pareció ahogar

por un tiempo las viejas tradiciones. Los proletarios, hijos de

41 Se discute hasta la actualidad el origen de tan conocida canción. Se

la menciona por primera vez en 1776, en una carta enviada desde Gorabolshedo,

Mariamzemli, en la cual se dice que: “...los niños en las plazas durante las

noches de invierno cantan aquella canción de las skrabalai”, pero nunca se

indica su origen o autor. Evocando la Kanatska de mediados del siglo XVIII, el

hodenio Kieñakwa recuerda en sus “Memorias coloniales” (escritas en 1816) “Las

campanillas de los trineos y aquella canción que las madres nos enseñaban: Take

niehto kate tsi wakhonwi…” palabras muy parecidas a las iniciales del mencionado

villancico.

los campesinos desplazados a las ciudades en la Era de la

Industria, vivían en condiciones miserables; el movimiento

socialista que surgió en ellos era ferozmente antinazareno. Su

inspiración se volvía a los tiempos de la Segunda República Romana

y la Grecia Clásica, con figuras como Julio Civilis, Espartaco,

Pericles y Meleto que oponían a los santos nazarenos, vistos como

cómplices de la autocracia. En las barriadas pobres de Toletana,

Corfinio o Vindolanda estaban proscriptas las Fiestas de la

Iluminación, el Recogimiento y, por supuesto, el Natalicio. Los

afiches de la organización Armonioso Puño Rojo, activa en la

Batavia de mediados del XIX, mostraban a un Viejo Rey, con los

rasgos de Herodes, siendo derribado por obreros ataviados como

hoplitas. La Liga de los Justos iba aún más lejos: el propio

Cristo era mostrado como un corrupto predicador al servicio de

Herodes (no estaba claro si era el Grande o Antípater) quien

anunciaba el consuelo a los esclavos a cambio de su obediencia. Un

célebre panorama, forma de arte predilecta de los obreros de la

Primera Global, narraba en siete escenas la Historia de la Opresión, tal

su título, mostrando a Jesús de Nazaret junto a Platón y Buda como

“adormecedores de la conciencia”. El actor que representaba a

Herodes, con el traje típico sibiriano, violaba a Mariam, una

campesina galilea, y luego le arrebataba a su hijo para hacerlo su

“profeta”. El cuadro final era la fallida proclamación de Herodes

como el Hijo de Dios, cuando Jesús reconocía su origen y se unía a

los campesinos revoltosos. A pesar de la endeble base histórica de

este relato, basado en cierto texto apócrifo conocido como el

Evangelio según Marcus, tuvo gran éxito y contribuyó al desprestigio de

la figura herodiana en Occidente a principios del siglo XX. No

obstante, el recurso al personaje revela que era alguien tan

conocido en la tradición occidental que bien podía ser utilizado

por la propaganda.

En la misma época, en Vespucia, la situación social era bien

diferente. La concepción sibiriana del autogobierno, junto a las

prácticas de control social, expresadas en el lema del Gran Sello:

“Una Nación bajo Dios; justa, libre y organizada”, impidieron la

brutalidad del desarrollo industrial al estilo europeo o africano.

Para los vespucianos, en el norte como en el sur, el nazarenismo

nunca apareció ligado a las formas de gobierno opresoras; reyes,

kaganes, janes o huzanes era figuras lejanas frente a las

libertades políticas del nuevo continente. Por el contrario, la fe

nazarena era una de sus marcas de identidad sin que vieran

contradicción alguna entre la libertad y la religión.

El siglo XX ha sido definido como “el de la Comunicación”. La

Segunda Internacionalización representó el triunfo de la

industria, las cooperativas y el dominio de las Potencias sobre el

mundo. El modelo europeo se impuso en Asia e Insulindia, el de las

Ciudades Unidas dominó en Vespucia y Malgachia lo que trajo como

resultado dos concepciones del mundo que serían rivales a partir

de 1946.

La revolución helvética significó un cambio radical en las

tradiciones europeas. Se persiguieron las religiones, se

prohibieron viejas celebraciones y hasta se sustituyó el

calendario por uno basado en la ciencia. Personajes como Herodes

fueron expulsados del imaginario popular occidental. O al menos

eso era lo que parecía.

Después de la Gran Guerra, en la cual las tropas vespucianas

jugaron un papel tan destacado, Herodes regresó con un nuevo

ropaje.

A finales del siglo XIX, los periódicos civiunidenses

popularizaron un sub género de relato conocido como “cuento del

Nacimiento” o “cuento de invierno”, seguían en esto una tradición

eslava cuyo autor más destacado fue Kiril Dekinovič con su

historia sobre un avaro visitado por los espíritus de la bondad.

Los cuentos se publicaban durante todo diciembre y reflejaban las

predilecciones de los ivankin42 , como se denominaba a los

descendientes de los viejos colonos de Nova Rossiya. Relatos

simples, ambientados en diversos escenarios, pero con la presencia

inevitable de la nieve y las tradiciones de Sibir.

Uno de estos cuentos, publicado en 1901, se titulaba. “El

mensajero del Sur” y narraba la historia de Klaus, un marino

ivanki perdido en los Mares del Sur. El autor, se supo hace no

tanto tiempo, era Vladimir Ulanov, el famoso escritor de panfletos

nacionalistas. 43

El viajero se lamentaba de no poder pasar las fiestas del42 Ivanki (plural ivankin) Nombre genérico de los habitantes nativos de

origen europeo, en especial sibirianos, de Nova Rossiya y sus descendientes. Al

parecer procede de Iván, un nombre común entre los sibirianos de origen rossio o

prusiano. Con el tiempo se expandió hasta designar, de manera familiar y

amistosa, a todos los civiunidenses en lugar del más formal, e inexacto,

vespucianos.43 Bisnieto de inmigrantes de Finnia, Ulianov se destacó por su extensa

producción escrita que incluye una novela de relativo éxito: “Karelia” y la

serie de radioteatros protagonizados por la pareja de Lev y Frida Bronx. A

principios del siglo pasado se unió a la Liga de los Verdaderos Vespucianos para

los cuales escribió panfletos con el seudónimo de Potomakin. Su medio de vida

habitual era escribir artículos, relatos cortos y crónicas políticas para los

periódicos de la Costa Este. Murió en 1930, poco después de haber asumido como

concejal por el distrito 5 de Nova Rostov. Fue el erudito Joseph Dugazvil quien

lo identificó como autor del ya famoso “El Mensajero del Sur”, en su estudio

sobre los movimientos políticos de Vespucia publicado en 1960.

Nacimiento entre los suyos, añoraba la nieve de Nova Rostov,

imaginaba los regalos del Buen Rey. En ese momento un ser alado lo

trasportaba mágicamente a una tierra lejana, el Polo Sur, donde

hallaba al propio Herodes, risueño y rubicundo, con su larga

barba, sus pequeños magos de los juguetes, sus sátrapas quienes

clasificaban las cartas de los niños de todo el mundo, su mágica

cabalgadura y hasta su esposa, Herodías, gruñona pero llena de

ternura. Klaus escuchaba de labios de Herodes el relato de su

viaje, jinete sobre Provarny, al Polo Sur, de la construcción de su

palacio y de los eternos problemas con los sátrapas, proclives

como cualquier capataz a ocultar las faltas de sus empleados, y

con los magos que siempre querían hacer las cosas a su modo.

Finalmente, el ivanki acompañaba a Herodes, a quien apoda

Starenkia, el Viejito, en su viaje alrededor del mundo, con una cómica

escala en Britania, hasta terminar con la entrega de juguetes en

la casa de Klaus, donde dormía su hijo recién nacido; Kril.

El relato estaba muy bien escrito y resultó un éxito. Su

encanto residía en la manera en que logró captar el clima de la

época. Combinaba el cuento de hadas con la crónica de viajes,

describía vívidamente los fantásticos escenarios del sur e

introducía simpáticos personajes, difíciles de olvidar. Para el

lector adulto, la mención, falsamente ingenua, de los problemas

que enfrentaban los vespucianos era regocijante. Todos los temas

de la agenda social eran tratados por el autor; los largos viajes

de los balleneros, el nacimiento de las grandes cooperativas, la

desaparición de las viejas tradiciones y hasta la inmigración

británica que motivaba por entonces ásperos debates en la Duma.

Las respuestas sólo eran insinuadas pero implicaban una vuelta a

un mundo más sencillo, a las costumbres de antaño, a los genuinos

valores de los primeros colonos sibirianos.

Starenkia Heroda, el Viejito Herodes, reapareció en la decoración

natalicial. Los escaparates se adornaron con este anciano

rubicundo y robusto, de larga barba y perenne sonrisa, imagen de

la bondad y el afecto familiar. Stare, solían nombrarlo los niños,

y Stare era el protagonista de numerosas historias publicadas

durante diciembre, imitaciones más o menos hábiles de los motivos

usados por “El Mensajero del Sur”. Año tras año, en revistas,

periódicos y radioteatros, Stare llegaba con las primeras nevadas

al grito de : “¡Ahó, Inocentes, traigo regalos para todos!”. 44

Hubo sanghas que protestaron contra esta supuesta

banalización de la Gran Fiesta y Garud, el mevaker de Uzkaia lanzó

una campaña de rechazo a Herodes, “asesino de los inocentes” en

44Nalube, Detini, ia prnoshu podarkini!, en sibiriano.

1910. Numerosos eruditos le respondieron, asegurando que la

tradición sobre Herodes era antigua en La Iglesia Nazarena y que

no podía, históricamente, considerarse a Herodes como un enemigo

de la fe. Garud modificó su discurso al año siguiente y el lema de

varias sanghas del Medio Oeste, el cíngulo de los creyentes, de Vespucia

se convirtió en: “Sí a Herodes, no a Stare”. La agitación

disminuyó en los años 20 de resultas de dos factores inesperados:

la Guerra Europea y la Peyotikola.

7. Starenkia Heroda, símbolo universal.

En 1923 las tropas de Mikael,45 emperador de Hibernia,

desembarcaron en Britania y anexaron la república en una guerra

relámpago. El irredentismo hibernio, según el PCC (Páirt Ceilteach

Ceart, Partido de los Verdaderos Celtas), proclamaba el derecho a unir bajo

un mismo estado a todos los pueblos europeos de origen celta y

Britania era su reclamo más antiguo. Las Unión de Naciones

reaccionaron condenando el hecho, pero no se tomaron otras medidas

por temor a desencadenar un conflicto global. Otro fue el caso

45Mikael Colins (1905- 1945) no era el heredero del trono de Hibernia,

sino miembro de una rama segundona, sin derecho sucesorio. La acción del Primer

Ministro, Tiberio Cirk, líder del PCC, lo llevó al poder e instauró un estado

totalitario y militarista inspirado en el paganismo, el celtismo y la doctrina

del Destino Manifiesto.

cuando un rebelde galaico; el mariscal Faranque, se alzó contra la

República Ibérica con apoyo hibernio. Galos y helvecios

protestaron y reforzaron sus fronteras. En 1924 estalló la guerra

con la invasión de Galia, Sajonia y Bohemia. Vestsibir anunció su

apoyo al Eje Lutecia – Alobrogia en respuesta al cual Hibernia,

Iberia y Numidia firmaron un tratado ofensivo defensivo conocido

como Alianza Atlántica. El ingreso de Songa, Malí y Arabistán al

Eje y de China a la Alianza convirtió al conflicto europeo en

mundial.

Vespucia, cuyas simpatías estaban por las repúblicas

socialistas, permaneció neutral. Ulianov, entre otros, escribió

intensamente contra la guerra, apodada europea, describiéndola

como una carnicería inútil entre ideologías antivespucianas; la

raza para los Aliados, la democracia para el Eje. Una ruidosa

minoría, inspirada en estas ideas, se oponía a la guerra y el

autócrata Tserkoplov, en plena campaña electoral, determinó que

las Ciudades Unidas, así como todo el continente vespuciano, 46 eran

estados no beligerantes. La sede de la Unión de Naciones se

trasladó desde Antioquía a Nova Rostov y numerosas organizaciones

46 Recuérdese que Vespucia se compone de un estado federal; las Ciudades

Unidas, cuyo territorio es discontinuo, y una docena de estados asociados con

autonomía pero cuya política exterior es decidida por la Duma de Alexandropol.

de beneficencia vespucianas apoyaron a las víctimas del conflicto.

Por esa misma época, según el Anuario de Historia Empresaria

en 1921, se creó la Oghayo Kooperatiye Naptki (Cooperativa de

Bebidas del Oghayo), una empresa con control obrero y

participación del municipio de Cleopatra. Ese mismo año, en

noviembre, la O K N lanzó a la venta una bebida gaseosa basada en

el fruto del peyote y la nuez de cola; la Peyotikola. Al principio

se la recomendaba como anti dispéptica, pero pronto se volvió un

hábito entre los jóvenes afectos a la musica gúzlica y el nuevo

arte panorámico.

La Guerra Europea, entre 1924 y 1926 fue favorable a los

Aliados. Italia y Hélade cayeron bajo su control convirtiendo al

Mediterráneo en su domino exclusivo. La toma de Jerusalén (1925),

la matanza de árabes y la persecución a los sabeístas despertaron

el rechazo de casi todas las naciones; Tserkoplov, sin abandonar

la neutralidad, ordenó la movilización general y suprimió los

periódicos defensores del pacifismo a ultranza. En el ‘26 se

autorizó la participación de voluntarios vespucianos en los

cuerpos de autodefensa de la Federación Báltica, sumida en la

guerra civil con la complicidad de los aliados. Al mismo tiempo la

Ley Republicana autorizaba al autócrata para realizar ventas de

armas a bajo costo al Eje. 47 Era el último paso prebélico.

La Peyotikola lanzó, por el Natalicio, una gran campaña

publicitaria destinada a colocarla como favorita entre los

vespucianos. La idea del cuerpo de gerentes de venta era, sin

duda, desvincularla de su exclusiva asociación con la juventud. En

diciembre de 1925, las calles de cada ciudad importante de

Vespucia, las pantallas de los cines y los vallados de todas las

estaciones de tren o dirigible mostraron la misma imagen. Un

hombre anciano, de poblada barba, vientre algo más que prominente,

casaca y pantalones rojos, zapatos de campesino sibiriano y una

sonrisa que invitaba a la confianza. En su mano sostenía la

clásica jofaina contorneada de Peyotikola y de sus labios salía la

ya famosa expresión: Nalube!

La ofensiva publicitaria fue un éxito. Las ventas crecieron,

la planta se amplió, se confederó con otras cooperativas y

empresas familiares de la Costa Este y, finalmente, el propio

gobierno federal tuvo que aceptar integrar parte de sus acciones

con las de la OKN. Peyotikola, la bebida del Natalicio. Peyotikola, la elección de

Starerada (escrito así, como se pronunciaba). En Vespucia y en el Polo Sur

47 En el texto legal se establece la venta de armas: “... a cualquier

estado beligerante que lo necesite para defender sus libertades”, en la práctica

sólo se aplicó a los países del Eje o sus asociados.

¡todos beben: Peyot! (otra concesión al lenguaje cotidiano). Estos lemas

se volvieron populares en aquel célebre Natalicio de 1925, el

último de paz para los ivaniki...

El ataque de los aliados a Kanata, un error que Tiberio Cirk

se empeñó en cometer, determinó por fin lo que todos esperaban; la

entrada de las Ciudades Unidas en la Guerra Europea,

verdaderamente Mundial desde aquel 25 de marzo de 1926. Todo el

continente, pues los estados asociados se sumaron al esfuerzo

bélico, se movilizó hacia ambos frentes de batalla. La vida

cotidiana se alteró, los hombres partieron a la guerra y las

mujeres a las fábricas. El autócrata obtuvo el cargo excepcional

de presidente, que implicaba plenos poderes, pero no disolvió la

Duma. Los diputados y gerusontes (de los diversos partidos) se

hicieron presente en la Dacha Roja y juraron obediencia a

Tserkoplov como Comandante en Jefe de la República.

Los muchachos partieron cantando a la guerra. Se la estimaba

breve y la más justa que el mundo había presenciado. Las

atrocidades de los celtas no tenían perdón y los señores de la

guerra que dominaban China deshonraban una tradición respetada en

todo el mundo. Los vespucianos, los socialistas euroafricanos, los

sibirianos, los indios y los nipones se batían por la libertad, la

justicia y la igualdad: los valores de Oriente y el Nuevo Mundo,

los de la tradición noáquida, judaísta y nazarena. Los Aliados, en

cambio, eran la reacción, el imperialismo y la intolerancia;

palabras malsonantes para la mayor parte de la Humanidad del siglo

XX. Razón tenían los publicistas de Padbles al mostrar a Herodes

compartiendo con las tropas vespucianas, llevando la bandera del

águila y las estrellas, frente al cruel dios Lud y su cruz de

brazos iguales, símbolo de la ideología solar hibernia.

Los soldados ivaniki recibían, entre sus raciones, una muda

de ropa de obrero, efectos de higiene, dos libros (uno de ellos de

preceptos religiosos), un radiorreceptor heterodino, dos paquetes

de cigarrillos (marihuana, pues ya se había prohibido el tabaco),

tres barras de chocolate y una jofaina de Peyotikola. Era parte de

la impedimenta de los infantes vespucianos, marca registrada de su

cultura: simbolizada por la participación de los trabajadores, la

religión, la información pública y los placeres de la vida

cotidiana. Con ellos iba toda la propaganda, la conciencia de ser

“nuestros bravos boyevki”, las panorámicas de los estudios de

Padbles y la música gúzlica. Por supuesto, Starenkia Heroda nunca

faltó en cada Natalicio de los seis que duró la Guerra.

Como todos esperaban, los Aliados fueron derrotados. La

ofensiva final fue una tenaza formada por las dos ramas de la

familia sibiriana; los bravos campesinos de Podolia, Moscovia y

toda Vestsibir y los animosos muchachos de Vespucia. Convergieron

en Italia y fue en Corfinio donde Alezandros, el sucesor de

Tserkoplov y Atakïr, el Líder de Toda Sibir, se reunieron para

decidir el destino del mundo después de la Guerra. Comenzaba una

nueva década y nada podría ser igual. La Unión de Naciones se

disolvió, sucedida por una nueva, y esperaban, exitosa, Sociedad

de los Pueblos. Los jefes aliados, los responsables políticos y

los “colaboradores” fueron juzgados por un tribunal internacional;

Cirk se quitó la vida, Faranque fue ejecutado y el pomposo

emperador Mikel enviado al exilio. Hibernia, Iberia y sus aliados

o simpatizantes se convirtieron en territorios ocupados, el

presidente Disney volvió a ocupar su puesto al frente de la

heroica República Británica. El mapa de Eurasiáfrica se rectificó

y, después de seis años de guerra, los jefes de los muchachos

vespucianos, de los simpáticos ivaniki, decidieron que era hora de

devolverlos a casa después de haber salvado al mundo y a la

civilización.

No todos partieron, ni la despedida fue demasiado larga. La

Sociedad de las Naciones pidió tropas de ocupación, personal

policial, administradores y expertos de todo tipo para la

reconstrucción. Las empresas vespucianas vieron la oportunidad y

desembarcaron con todos sus adelantos en las tierras arrasadas por

la guerra. Los pueblos de Oriente, antiguos socios, decidieron que

querían también su parte de Eurasia y África; promovieron

movimientos de protesta en Italia, Songa, Numidia y Egipto que

dieron como resultado gobiernos afines a sus intereses y, por

ende, reacios a los de los vespucianos. Los ivaniki y los

sibirianos formaron una Coalición, el Pacto de Moscovia, para

enfrentar a los arabistaníes, persas y punjabitas en la lucha por

el Mediterráneo. Roces similares a lo largo del globo determinaron

el nacimiento del Doble Mundo, como se llamó. El Mundo Republicano

y el Mundo Libre; enfrentados en una guerra que jamás se declaró.

Al frente de uno; Vespucia, del otro lado; Arabistán.

Herodes también fue convocado para este combate. Starenkia

Heroda, el Buen Rey con su sonrisa bonachona, su blanca barba, sus

regalos para los niños y su jofaina de Peyot. Herodes formando

fila junto a los famosos actores de Padbles, los desfiles obreros,

las industrias cooperativas, la musica gúszlica y los “bravos

boyevki” defensores del modo de vida republicano y nazareno.

Este Herodes, como parte del bando enemigo durante los ‘40 y

los ‘50, estuvo proscrito bajo la llamada Cúpula de Algodón, los

países más importantes del Mundo Libre. A menos que se tratara del

‘otro’ Herodes, del antiguo rey, del enemigo de los imperialistas

romanos y partos, del sabio oyente del Nazareno, reverenciado por

árabes, judíos e indios.

La propaganda, sin embargo, es un arma poderosa, casi

invencible. La imagen del Buen Rey cruzó las líneas enemigas de

manera tan subrepticia como los héroes colectivos de las

panorámicas vespucianas, los Jóvenes Exploradores o los

estridentes grupos de música zuzhaya sibirianos. Con su tzikla,

sus locomóviles y su Peyotikola.

Ya en 1961, con motivo de la Exposición Universal de Mannoa,

en Vespucia del Sur, el pabellón de los hebreos en la Casa de

Arabistán mostraba el desarrollo histórico de la iconografía

herodiana; desde las monedas acuñadas en el siglo I hasta las

postales nataliciales de la Guerra Mundial. El mismo año, un

Herodes ataviado al modo persa aparecía distribuyendo regalos en

una película concebida para rivalizar con las vespucianas; en

lugar de una fábrica cooperativa en el Polo Sur, este Herodes era

un sagaz capitán de industria de Serendib...

Los setenta fueron los “años de cambio” que se insinuaban ya

en la década anterior. Los sistemas políticos y económicos rivales

fueron aproximándose de manera casi imperceptible, pero constante,

y terminaron creando sociedades muy parecidas dentro y fuera de la

“Cúpula de Algodón”. Herodes, según el estudio de Jazbor

Roscenvader, fue uno de los responsables de este acercamiento. “La

figura del antiguo rey, oyente atento de la Sabiduría,

reconciliaba a los republicanos y los libres. Les recordaba su

origen común en la Edad de Plata, cuando la Iglesia Nazarena unía

a la Ecúmene en una misma fe, cuando las caravanas viajaban desde

el Amur al Dud y desde el Decán a Finnia llevando mercaderías y

costumbres. Herodes representaba todo aquello que había dado

origen al mundo moderno; la resistencia frente a los imperios, el

cultivo de la sabiduría y el arte característico del Renacimiento

helenístico, la alianza entre la ciencia y la religión, el respeto

por los derechos personales y, lo más importante, la idea de que

el bien común está por encima del individual”. 48

Fuera esto así o no, lo cierto es que entre los regalos que

el líder punjabí Jawaharlal Jinnah intercambió con su par

vespuciano Mijaíl Tchernopov, se contaba un Starenkia Heroda de

rostro oriental con sendas banderas de la Alianza Oriental y de

48 Roscenvader, Ton Jazbor. “Seis ensayos sobre el final de la Paz

Armada”. III, 45 (edición numérica), Thurdeheim, 2009, página 247.

las Ciudades Unidas en cada mano; “sólo le falta una Peyot”, dijo

el ocurrente autócrata occidental según la crónica publicada por

el Slava Epoka. 49

A poco más de dos décadas de entonces; Starenkia, Stare, Pitana

Janama, Hiroito, Atijoenian, Athair Na Nollag, Pater Nativitatem o

Sengtanpé, el Buen Rey Herodes, sigue viajando, desde el Polo Sur o

desde Serendib, a todos los hogares del mundo para llevar su

mensaje de Paz, Entendimiento e Inocencia... ¡y maravillosos

regalos para todos los niños buenos!

Rozgorod, 27 de octubre de 2014.-

Traducido al romance por Iohurtu Ngué.

49 Slava Epoka, Alexandropol, número 4672, 12 de marzo de 1992, página2, recuadro. El titular era sugerente: “60 años después, Herodes visita Bizanciode la mano del Presidente Jinnah”. Versión numérica enlazada. Encuentro:31/0972014.