"De Cartago a Cádiz. Notas de iconografía religiosa".

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Cultos y ritos de la Gadir fenicia M.ª CRUZ MARÍN CEBALLOS (Coord.)

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La ciudad de Cádiz, la Gadir fenicia, es, sin ninguna duda, elmás importante centro urbano entre los asentamientosfenicios de la península ibérica, y del que a la vez se hanconservado más testimonios de índole religiosa, tantoreferencias de los autores griegos y latinos comodocumentación arqueológica. Conscientes de ello, lasautoras del libro, especialistas en el estudio de la religiónfenicia, historiadoras y arqueólogas, han dedicado duranteaños sus esfuerzos –con el apoyo económico del Ministeriode Ciencia e Innovación, de la Junta de Andalucía y de lasUniversidades de Sevilla y Cádiz– al estudio de estostestimonios, y sus trabajos se han publicado en diferentesrevistas especializadas, actas de congresos y monografías,en ocasiones no fácilmente asequibles. En este volumen sehan recogido algunos de los más significativos, con la ideade facilitar su consulta a un público no necesariamenteespeciazalizado.

M.ª Cruz Ceballos, profesora titular del Departamento deHistoria Antigua de la Facultad de Geogra!a e Historia dela Universidad de Sevilla, ha dedicado la mayor parte desu carrera profesional al estudio de diversos aspectosrelacionados con la religión en el mundo fenicio-púnico,tanto en la península ibérica e Ibiza como en el ámbitomediterráneo. Junto con otros especialistas, ha formadoel grupo de investigación Religio Antiqua (Historia yArqueología de las Religiones Antiguas de la PenínsulaIbérica), que ha participado en diferentes proyectos deinvestigación siempre relacionados con los cultosfenicios en el ámbito occidental del Mediterráneo,prestando especial atención a la ciudad de Gadir. Colaboradoras en estas tareas han sido las ProfesorasMaría Belén Deamos, de la Universidad de Sevilla, y AnaM.ª Niveau de Villedary y Mariñas, de la de Cádiz,además de la Dr.ª Ana M.ª Jiménez Flores, todas ellascoautoras de la presente obra.

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.)En la misma serie

1808!1812: los emblemas de la libertadAlberto Ramos Santana & Alberto Romero Ferrer (eds.)

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Cultos y ritosde la Gadir fenicia

M.ª CRUZ MARÍN CEBALLOS (Coord.)

cubierta GADIR:Maquetación 1 26/05/2011 21:07 Página 2

ISBN: 978-84-472-1343-6

9 7 8 8 4 4 7 2 1 3 4 3 6

Cultos y ritosde la Gadir fenicia

M.ª CRUZ MARÍN CEBALLOS (Coord.)

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Serie: Monografías Historia y Arte

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Serie: Historia y GeografíaNúm.: 192

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Esta obra ha superado un proceso de evaluación por pares

Busto de diosa menor en terracota (siglo V a. C.). Museo de Bellas Artes de Cádiz

RVICIO

externa

Índice

PRÓLOGO ............................................................................................ 9

INTRODUCCIÓNEn torno a las fuentes para el estudio de la religión fenicia

en la Península Ibérica......................................................................... 15M.ª Cruz Marín Ceballos

EL SANTUARIO DE MELQARTReflexiones en torno al papel económico-político del templo fenicio ........ 47

M.ª Cruz Marín CeballosLos sacerdotes del templo de Melqart en Gadir

según el testimonio de Silio Itálico........................................................ 63M.ª Cruz Marín Ceballos y Ana M.ª Jiménez Flores

Los santuarios fenicio-púnicos como centros de sabiduría:el templo de Melqart en Gadir ............................................................ 77M.ª Cruz Marín Ceballos y Ana M.ª Jiménez Flores

Les contacts entre Phéniciens et Grecs dans le térritoire de Gadir et leur formulation religieuse: histoire et mythe .................... 111M.ª Cruz Marín Ceballos

Imágenes para Melqart. La iconografía del santuario de Hércules gaditano 133Ana M.ª Jiménez Flores, Mercedes Oria Segura. M.ª Carmen García Morillo

CULTOS URBANOSCultos fenicio-púnicos de Gadir: Prostitución sagrada y puellae gaditanae 145

Ana M.ª Jiménez Flores

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...............

Las imágenes en el servicio de culto. Acerca del «supuesto»timiaterio de Punta del Nao ................................................................ 169

De Cartago a Cádiz. Notas de iconografía religiosa .................................. 191

El capitel protoeólico de Cádiz ................................................................. 207

El Kronion de Gadir: una propuesta de análisis ........................................ 221

Escultura femenina entronizada de la necrópolis de Cádiz ........................ 247

Nuevos datos sobre la presencia de «pebeteros en forma de cabeza femenina»en la Bahía de Cádiz ............................................................................ 265

LA RELIGIOSIDAD FUNERARIAReligiosidad funeraria en la necrópolis prerromana de Cádiz .................... 321

Aegyptiaca: datos sobre la espiritualidad en la necrópolis de Gadir............ 349

Acerca de ciertos cultos semitas extremo-occidentales ............................... 371

Algunos indicios sobre la (posible) práctica de sacrificios humanos en Cádiz 405

EL ENTORNO GADITANOItinerarios arqueológicos por la geografía sagrada del Extremo Occidente 423

Gorham’s Cave, un santuario en el Estrecho. Avance del estudiode los materiales cerámicos .................................................................. 473

Santuarios prerromanos de la costa atlántica andaluza .............................. 491

EPÍLOGOLa singularidad religiosa de Gadir en el mundo fenicio-púnico................. 535

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De Cartago a Cádiz. Notas de iconografíareligiosa*

M.ª Cruz Marín Ceballos y María Belén Deamos

Nos proponemos en este trabajo1 llamar la atención sobre varias piezas de te-rracota de gran interés halladas en los centros púnicos de Cartago y Cádiz, tratan-do de penetrar en su significación histórico-religiosa.

La primera de ellas2 fue hallada en el santuario excavado por L. Carton junto ala estación de Salammbô3, en Cartago (Fig. 1). Es un prótomo que mide 45’5 cmde altura, abarcando hasta la base del cuello de la imagen femenina que reproduce.La figura presenta el rostro con los labios entreabiertos en la típica expresión paté-tica de época helenística, y grandes ojos que seguramente irían coloreados, comoel resto de la pieza, colores que conservaba aún muy vivos en el momento del des-cubrimiento4. Las orejas, escasamente visibles bajo el cabello, van agujereadaspara ser adornadas con pendientes. El cabello, partido en el centro, se muestra

* Publicado en L’Africa romana. Mobilità delle persone e dei popoli, dinamiche migratorie, emigrazio-ni ed immigrazioni nelle province occidentali dell’ Impero romano. Atti del XVI convegno di studio,Rabat, 15-19 dicembre 2004 (A cura di A. Akerraz et alii), vol. Terzo: 1461-1476. Roma, 2006.

1 Este trabajo ha sido realizado como actividad del grupo de Investigación de la Junta de AndalucíaReligio Antiqua (HUM-650), en el marco del proyecto «La religión de la Turdetania prerromana»(BHA 2003-05866).

2 Musée National de Carthage n.º Inv.º 54.1.7. L. CARTON, Sanctuaire punique découvert àCarthage, Paris 1929, p. 9, n.º 9, pl. 1; Z. CHERIF, Terres cuites puniques de Tunisie, Roma1997, p. 117, n.º 440, pl. LI; Hannibal ad portas. Macht und Reichtum Karthagos, ed. BadischenLandesmuseum Karlsruhe, Stuttgart 2004, p. 237 n.º 20.

3 CARTON, Sanctuaire, cit., p. 9, nota 1, advierte de que la pieza ha sido ampliamente restaurada,aunque opina que con suficiente verosimilitud.

4 Ibid. p. 9, menciona el dorado de los cabellos, el rojo vivo de rostro y cuello, el azul del «velo» queencuadra el conjunto.

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abundante y rizado en su parte superior, justo hasta la altura de las orejas, cayendoluego en largos mechones ligeramente ondulados hasta el borde inferior de la pie-za, a ambos lados del largo cuello. Se adorna con una especie de diadema, decora-da con estrías verticales, que sirve de base a una corona formada por cuatro plu-mas y un uraeus en el centro. Las típicas serpientes de Medusa se ordenan aquí deforma sui generis. Las colas forman una doble vuelta a modo de falso nudo en elcuello —lo normal es que sea bajo la barbilla, pero aquí se dispone de más espa-cio—, continúan luego su ascenso a cada lado del rostro haciendo una curva a laaltura de las orejas, para luego asomar de nuevo cerca de la diadema o base de lacorona a manera de bucles, que parecen asas. Por último, es sólo la cabeza de una

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Fig. 1. Gorgona. Santuario de la estación de Salammbô, Cartago (Museo Nacional deCartago, Inv. 54.1.7).

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serpiente uraeus la que surge de la diadema, formando una línea vertical en el cen-tro, entre las plumas de la corona. La placa de terracota que le sirve de fondo sevuelve en forma ligeramente cóncava hacia el frente formando ondas, asemeján-dose a un velo.

Nos encontramos ante una representación de Gorgona, más concretamente deMedusa, que ofrece algunos rasgos ya conocidos en la iconografía clásica, junto aotros nuevos que encuentran, sin embargo, explicación desde la perspectiva delambiente púnico al que pertenece. Se trata de una Gorgona de «tipo bello», quecomo es sabido, comienza a darse en el mundo griego desde el s. V, marcando unatendencia que triunfará plenamente en el helenismo y perdurará en época roma-na5. El rostro de nuestro ejemplar responde a esas características de la época hele-nística. El alargamiento del cuello, que la diferencia de los simples gorgoneia, espropio de esta fase en la que la cabeza de Gorgona se humaniza y deja de ser sim-plemente una máscara para cobrar vida propia6. Ello permitirá a su vez que el ca-bello le caiga en mechones hasta el borde inferior de la imagen, no enmarcandosimplemente la cabeza como era usual en los gorgoneia. También es helenístico eldetalle de las colas de las serpientes anudadas al cuello, aunque normalmente for-man el nudo hercúleo7, sin duda un elemento apotropaico más que refuerza lafunción de estas imágenes. En nuestro caso, el nudo es simplemente una doblevuelta, que observamos en ciertos ejemplares tardíos de Gorgona (Fig. 2), como elque aparece sobre un friso del Palazzo dei Conservatori (2749-2752) de Roma,datado hacia el 91 a. C., al parecer de procedencia númida8. Los mismos rasgosdel rostro, con esa expresión patética, de una belleza fría que a la vez inspira te-rror9, son propios también del helenismo. En cambio, un rasgo típico de la época:las alas que surgen de la cabeza de la diosa, no se dan en nuestra terracota.

Como más arriba se ha indicado, observamos por otra parte en ella elementosde una gran originalidad, que sin duda se deben a su adscripción púnica. La con-cepción misma del conjunto, para el que no hallamos paralelos, a medio caminoentre los prótomos púnicos y los gorgoneia clásicos, la disposición de los aros de las

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5 I. KRAUSKOPF, Gorgo, Gorgones, en LIMC IV, 1, p. 330.6 Ibid., Gorgo, p. 328.7 R. FERWERDA, Le serpent, le noeud d’Hercule et le caducée d’Hermès. Sur un pasaje orphique chez

Athénagore, «Numen» XX, fasc. 2, 1973, pp. 108-112.8 O. PAOLETTI, Gorgones Romanae, en LIMC IV, 1, n.º 164, p. 357. También lo lleva la

Gorgona que aparece en el exterior de la «Tazza Farnese» (s. II-I a. C. ). Cf. M. BIEBER, Thesculpture of the Hellenistic Age, New York 1961, fig. 411.

9 KRAUSKOPF, Gorgo, cit., p. 330.

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serpientes, la misma elaboración del cabello, pero sobre todo la diadema adornadacon las cuatro plumas y la serpiente uraeus central.

En el mundo púnico, la corona de plumas es un atributo propio de ciertas di-vinidades, en especial del egipcio Bes10, aunque también Baal Hammon lleva unasupuesta corona de plumas que algunos creen en realidad palmas11. En el caso es-tudiado, tenemos razones fundadas para pensar en Bes (Fig. 3). Es bien conocida

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Fig. 2. Cabeza de Medusa, Tazza Farnese, exterior (Bieber, The Sculpture of theHellenistic Age, cit., fig. 411).

10 Al parecer desde el Imperio Nuevo, y se cree que puede deberse a influencias nubias, H. BON-NET, s.v., Reallexikon der ägyptische Religionsgeschichte, Berlin 1952, p. 104. También lleva estacorona su forma femenina, Besit (TRAN TAM TINH, en LIMC III,1, p. 112).

11 A. ROOBAERT, Sid, Sardus Pater ou Baal Hammon? À propos d’un bronze de Genoni (Sardai-gne), Religio Phoenicia, «StPhoen» IV, Namur 1986, pp. 343-5, quien piensa en una relaciónentre las palmas y Baal Hammón. A favor de esta interpretación se muestra P. XELLA (BaalHammón. Recherches sur l’identité et l’histoire d’un dieu phénico-punique, Roma 1991, p. 121,nota 59. Probablemente lleva una corona de palmas la figura femenina representada en una te-rracota arquitectónica helenística de Capua, cfr. M. BONGHI JOVINO, Artigiani e Botteghenell’Italia preromana, Roma 1990, tav. VII, 1.

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la difusión que esta deidad de origen egipcio llegó a adquirir en el mundo fenicio.Ya desde la segunda mitad del II milenio se documenta ampliamente en la regiónsiro-palestina, alcanzando especial importancia en las metrópolis y colonias feni-cias a lo largo del I milenio12. De Cartago conocemos algunas imágenes en terra-cota que reproducen siempre la corona formada por un número indeterminadode plumas del mismo tipo que las de nuestra Gorgona, aunque no tan distancia-das unas de otras.

Bes se ha confundido con Gorgona desde al menos la segunda mitad del s. VIa. C., fenómeno que se ha podido seguir especialmente a través de la iconografíade los sellos (Fig. 4). Boardman ha observado el paralelismo entre ambas imáge-nes: el rostro frontal, demoníaco, la corona de plumas que puede evocar las ser-pientes de Gorgona —como es el caso de nuestro prótomo—, las serpientes en las

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12 A. HERMARY, Bes (Cypri et in Phoenicia), en LIMC III/1, pp. 108-12. D. GÓMEZ LUCAS,Introducción al dios Bes: de Oriente a Occidente, en E. FERRER ALBELDA (ed.), Ex Oriente lux:las religiones orientales antiguas en la Península Ibérica, Sevilla 2002, pp. 87-121.

Figs. 3 y 4. A la izquierda, Cabeza de Bes, terracota, Leningrad, Ermitage (LIMC III, 2,n.º 79a); a la derecha, Bes con rasgos de Gorgona, escarabeo de calcedonia (BM ANE

103300, Beazley Archiv 22/X43).

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manos o a ambos lados de la cabeza que puede presentar el dios en las reproduc-ciones más antiguas13. Como bien ha apuntado G. Hölb14, la unión de Bes conGorgona refuerza el carácter apotropaico de la imagen.

En definitiva, nos hallamos ante una pieza única, como tantas otras creacio-nes del artesanado púnico, que utiliza elementos de la tradición clásica para re-presentar conceptos, en este caso religiosos, que le son propios. Y, lógicamente,hemos de preguntarnos acerca de la función de esta imagen en el lugar en que seencontró.

Ese lugar, como ya se ha indicado, es el santuario excavado de forma muy su-maria por el Dr. Louis Carton en 1916, cerca de la estación de Salammbô, enCartago, a unos 500 m al oeste del tofet. Las circunstancias de la excavación nosprivan de datos que ahora nos serían preciosos, no obstante lo cual N. Ferchiou halogrado recomponer en parte la interesante decoración de estucos para los que hasugerido una fecha de fines del s. III a. C., estableciéndose la fecha ante quem en el146 a. C.15. P. Xella ha mostrado su opinión de que el santuario pudo estar dedi-cado a Baal Hammón16, cuya imagen se alzaría en el centro de un baldaquino so-bre la pared de fondo. Delante, una especie de nicho o altar para los objetos deculto o votivos.

La terracota estudiada, aunque de una tipología singular, era una más de lasmuchas halladas en la capilla, entre las cuales se recuperaron varios pebeteros enforma de cabeza femenina, que probablemente representaban a Tinnit17 entreotros elementos que permiten pensar en esta diosa18, lo que no es extraño ya queambos constituyen una pareja inseparable en la Cartago púnica.

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13 Serán muchos más, sin embargo, los préstamos iconográficos entre ambos personajes. Para másdetalles véase J. BOARDMAN, Archaic Greek Gems, London 1968, pp. 27-37; KRAUSKOPF,Gorgo, cit., p. 322.

14 G. HÖLB, Ägyptisches Kulturgut im phönizischen und punischen Sardinien, Leiden 1986, t. I, p.311.

15 N. FERCHIOU, Le sanctuaire punique de Carthage dit «chapelle Carton» (Salammbô), «CE-DAC», 8, junio 1987, pp. 13-7. EAD., Témoignages de l’architecture religieuse et funéraire de laCarthage hellénistique, «RivStudFen», xv, 1, 1987, pp. 15-45.

16 XELLA, Baal Hammon, cit., p. 135.17 M.ª C. MARÍN CEBALLOS, Observaciones en torno a los pebeteros en forma de cabeza femenina,

en A. GONZÁLEZ BLANCO, G. MATILLA SÉIQUER, A. EGEA VIVANCOS (eds.), Elmundo púnico. Religión, Antropología y cultura material (Estudios Orientales 5-6), Murcia 2004,pp. 324-5.

18 CARTON, Sanctuaire, cit., pp. 19-21, n.º 34.

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No es, sin embargo, la única representación de Gorgona que se documenta enel mundo púnico. Un reciente trabajo de B. Costa y Jordi H. Fernández19 nos aho-rrará en buena medida la enumeración detallada de las mismas. Realizaremos, noobstante, algunas consideraciones que afectan a la valoración de nuestro ejemplar.

Resulta de interés, en primer lugar, advertir de la escasa presencia de Gorgonaen el mundo oriental. Conocemos un gorgoneion en un colgante de collar proce-dente de Sidón, datado entre los siglos V-IV a. C.20. Además, se han de tener encuenta los escarabeos estudiados por Boardman, más arriba citados, en los queaparecen mezclados los rasgos de Gorgona y Bes, con una cronología entre los si-glos VI-V a. C. De muchos de ellos se desconoce la procedencia, pero hay otros dela región fenicia, Chipre, Grecia y también de Occidente (Cerdeña, Etruria,Magna Grecia).

Sin embargo, donde hallamos más documentación es en el mundo púnico oc-cidental, como bien han constatado Costa y Hernández: Cartago, Sicilia, Cerdeñae Ibiza21. En la mayoría de los casos se trata de una cabeza cortada, máscara o gor-goneion, muy reinterpretada por el artesano púnico, de manera que conserva esca-sos elementos del original griego, aproximándose, en todo caso, al tipo «medio»22.La encontramos sobre las cáscaras de huevo de avestruz, soportes cerámicos de tipodiverso, apliques decorativos de hueso o marfil, joyas y escarabeos. Excepcional essu representación en la pintura de dos hipogeos de Tuvixeddu23, en uno de loscuales se muestra en relación con una serpiente uraeus alada y flores de loto.

En época helenístico-romana se documenta también el tipo «bello»24, con lasserpientes anudadas bajo el cuello —es el caso de la pieza aquí estudiada— y, enocasiones, alas en la cabeza25. Sin embargo, continúa utilizándose la máscara del

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19 B. COSTA, J. H. FERNÁNDEZ, El rostro de la muerte: representaciones de gorgoneia en la necró-polis del Puig des Molins (Eivissa), en ID. (eds.), Misceláneas de Arqueología ebusitana II. El Puigdes Molins (Eivissa): un siglo de investigaciones, Eivissa 2004, pp. 197-250.

20 S. MOSCATI, Premesse fenicie dell’arte punica, «RstFen», XV, 1, 1987, p. 6, n.º 6, tav. III, a.21 COSTA, FERNÁNDEZ (eds.), El rostro de la muerte, cit., p. 217.22 KRAUSKOPF, Gorgo, cit., pp. 323-4.23 P. MATTAZZI, La tomba «dell’ureo»: note a margine, «RstFen», XX, 1, 1994, pp. 15-30.24 KRAUSKOPF, Gorgo, cit. pp. 324 ss.25 Un ejemplar de este tipo formaba parte, junto con una Victoria cistófora y elementos vegetales,

de la decoración de una placa de terracota que adornaría un trono, probablemente de BaalHammón, del llamado «santuario Baudin» o de Amilcar (zona Norte de Cartago). En el santua-rio Carton se encontró una placa de función similar, en la que también se representaba una mi-núscula cabeza de Gorgona rodeada de elementos vegetales (C. PICARD, Victoires et trophéespuniques. La souveraineté de Baal Hammon, «StudMagr», III, 1970, pp. 57, 60). La cronologíade estas piezas es de mediados del siglo II a. C.

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tipo «medio», con rasgos arcaizantes26. En todo caso, en esta época el icono de laGorgona parece haberse incorporado de manera definitiva a la imaginería religio-sa púnica, y en este sentido nos parece destacable su representación en una de lasárulas de terracota de Solunto estudiadas por F. O. Hvidberg-Hansen, en concre-to la n.º II27, junto con una serie de símbolos que, pese a su interés histórico-reli-gioso, permanecen todavía sin descifrar adecuadamente.

El problema surge, sin embargo, cuando intentamos averiguar el significadode estas cabezas, porque no cabe esperar una asimilación por los púnicos de su va-lor original. Incluso parece probable que la Gorgona púnica haya evolucionado ensu propio simbolismo. Costa y Hernández son conscientes de que algunos de es-tos gorgoneia no tienen simplemente un valor apotropaico, indudable por otraparte. Piensan «en una representación de tipo espectral relacionada con la propiamuerte»28, haciendo especial énfasis en su mirada penetrante29. Sin embargo, enciertos casos se plantean un probable carácter sicompompo que, en su opinión, se-ría patente en las pinturas del hipogeo de Sabratha y, quizá, en las llamadas «da-mas de Ibiza», dos conocidas figuras femeninas de torpe factura, en las que destacasobre todo el vestido decorado de forma abigarrada con elementos vegetales, entrelos que se deja ver un gorgoneion. Como otros autores30, se inclinan a ver en estasimágenes una representación de Tinnit31. El carácter minoritario, sin embargo, deestas representaciones, les hace pensar en una corriente de tipo mistérico que ha-bría afectado al mundo púnico32.

Creemos de interés mencionar una inscripción púnica, desgraciadamente in-completa, procedente del tofet de Cartago, estudiada hace años por G. Garbini,quien lee lo siguiente: wylk rbm …‘l s wtmk hmt ’yt ’grgnt, que él traduce: «Lospríncipes ofrecieron en holocausto …la víctima designada y apaciguaron a la (o

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26 Es el caso de los gorgoneia del monumento númida de Simitthus, KRAUSKOPF, Gorgo, cit., p.329, Kat. n.º 193. En el hipogeo de Sabratha (del «difunto heroizado»), del 50 de la era, se re-producen varias Gorgonas de un tipo específico, que poco debe al modelo clásico: G. MA-BRUK, A. DI VITA, G. GARBINI, La tomba del «difunto eroizzato» a Sabratha, «LibAnt», XV-XVI, 1978-79, pp. 45-67.

27 F. O. HVIDBERG-HANSEN, Due arule fittili di Solunto, «ARID», XIII, 1984, pp. 38-9. Seestablece como fecha ante quem la época augústea (pp. 25, 40).

28 COSTA, FERNÁNDEZ (eds.), El rostro de la muerte, cit., p. 226.29 Ibid., p. 229.30 M.ª J. ALMAGRO, Corpus de las terracotas de Ibiza, Madrid 1980, p. 128.31 COSTA, FERNÁNDEZ (eds.), El rostro de la muerte, cit., pp. 203, 231.32 Ibid., p. 233.

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las) gorgonas (?)»33. Otros intentos de traducción han resultado de escaso éxito34 ypensamos que la documentación iconográfica puede apoyar esta lectura, al mismotiempo que la inscripción puede ayudarnos a entender el valor de estas imágenes.

También se han visto representaciones de Gorgona en dos bustos de terracotahallados en la ciudad de Cádiz hace más de una década35. Forman parte de unconjunto de cinco piezas, obras de un mismo taller local para el que se sostieneuna datación de fines del siglo VI o principios del V a. C.36 Tienen en común elpeinado y la diadema, la túnica suelta con escote en V, las grandes orejas descu-biertas y las cuencas oculares vacías para ser animadas con ojos de otro material,probablemente pasta vítrea, cuya mirada, más humana, debía atenuar la sensaciónde inquietud que el espectador siente al contemplarlas hoy, pero sólo las dos queahora nos interesan poseen atributos que puedan orientar acerca de su identidad.Una de ellas (Fig. 5) presenta diez estrechas y sinuosas barritas de arcilla aplicadasen forma radial sobre la diadema37, que semejan pequeñas serpientes que salen delos cabellos. Lleva el pelo con raya central recogido en mechones peinados hori-zontalmente y distribuidos en dos mitades simétricas a ambos lados de la frente,dejando descubiertas las orejas. Por delante de ellas, un corto mechón liso, a modode patilla, cubre parcialmente los lados de la mejilla; de la parte posterior, salenotros tres mechones largos y rizados que caen sobre los hombros. Sus brazos, do-

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33 G. GARBINI, Note di epigrafia punica. II. L’iscrizione cartaginese CIS I 5510 e il sacrificio«molk», «RSO», 42, 1967, pp. 8-13; ID., Venti anni di epigrafia punica nel Magreb (1965-1985), «RstFen», XIV, suppl., 1986, pp. 24-25.

34 Ibid. Cf. los comentarios de J. TEIXIDOR, Bulletin d’ épigraphie sémitique, «Syria», 53, 1976,pp. 330-1.

35 Museo de Cádiz, Inv. n.os 21.991 y 21.992.36 Fueron estudiadas por A. ÁLVAREZ, R. CORZO, Cinco nuevas terracotas gaditanas, «BMC»,

VI, 1993-94, pp. 67-82, que las fecharon entre fines del siglo VI y principios de lV a. C. deacuerdo con los datos de la excavación publicados por J. F. SIBÓN, Informe de la excavación delsolar de la calle J.R.Jiménez, «BMC», VI, 1993-94, pp. 83-8. Posteriormente se confirmó que sehabían fabricado en un taller próximo al lugar del hallazgo: F.GILES, D. SAMPIETRO, Análisisde las terracotas púnicas y sedimentos vírgenes de «paleosuelos rojos» hallados en la excavación arqueo-lógica de la calle Juan Ramón Jiménez de Cádiz, «BMC», VI, 1993-94, pp. 89-91. Desde aquíqueremos agradecer las facilidades que hemos recibido por parte del Dr. Antonio Álvarez, direc-tor del Museo Provincial de Cádiz, para examinar detenidamente las piezas, así como su asesora-miento y el de D. J. M. Sánchez Peña, restaurador del centro y escultor. Estamos igualmenteagradecidas al Dr. M. Blech que atendió nuestras consultas y al Dr. M. Kunst, encargado del ar-chivo fotográfico del DAI en Madrid, que nos proporcionó las fotos que ilustran estas notas.

37 Más de la mitad han desaparecido, pero su huella se percibe bien.

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blados sobre el pecho, son deformes38 y aunque muy deteriorados, como las ma-nos, se aprecian bien los brazaletes que ceñían sus muñecas. En la mano derechatiene un cuenco semiesférico al que acerca el morro un animal que la figura sostie-ne con la otra mano y apoya sobre su pecho. La segunda terracota (Fig. 6) lleva enla cabeza dos pequeñas alas y tiene el brazo derecho doblado sobre sí mismo, conla mano en alto mostrando la palma y el izquierdo flexionado en ángulo sobre elpecho, sujetando con la mano cerrada una píxide en cuya tapadera apoya un dedopulgar de longitud desproporcionada.

Las serpientes en la cabeza de la primera y las alas en la de la segunda, fueron de-terminantes para identificar en los dos casos representaciones de Medusa, de ahíque se reconociera un caballito39, trasunto de Pegaso, en el animal que aparece en

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Fig. 5. Terracota de Cádiz (Museo Provincial de Cádiz, n.º R.º 21991, fotos DAI,Madrid, R. 84-96-11 y R. 84-95-6).

38 Parece claro que en los dos ejemplares los brazos se añadieron a un busto que carecía inicialmen-te de ellos. Este y otros rasgos técnicos nos llevan a pensar que en la fabricación de las piezas in-tervinieron diferentes artesanos.

39 A. ÁLVAREZ, R. CORZO, Cinco nuevas terracotas, cit., pp. 69-70. La interpretación ha sidoseguida por E. GANGUTIA, La Potnia Equina, «Emerita», LXX, 1, 2002, 3, pp. 9-40.

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una de ellas (Fig. 5), pese a que el rabo corto y las pequeñas protuberancias que pre-senta entre las orejas, indicativas de una cornamenta que empieza a apuntar, dejapocas dudas sobre su condición de ciervo40. Ciertamente serpientes y alitas en la ca-beza son atributos iconográficos propios de esta Gorgona, pero no privativos, y sal-vo en estos rasgos las terracotas gadiritas tienen poco que ver con la imagen arquetí-pica de aquélla, ni en su versión monstruosa más antigua, ni en su aspectohumanizado, más tardío. La griega Ártemis se representa a veces también con ser-pientes en alusión a su carácter ctónico41. Como Hékate, con la que a menudo seconfunde42, lleva serpientes en las manos43, pero en terracottas arcaicas, de fines del

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Fig. 6. Terracota de Cádiz (Museo Provincial de Cádiz, n.º R.º 21992, fotos DAI,Madrid, R. 87-96-11 y 12).

40 Es fácil identificar en la representación la imagen de un cervatillo de corta edad en el que se hanquerido marcar los pivotes precursores de las astas que presentan las crías –gabatos– de menos deun año, según nos indica D. F. Gómez Ceballos, a quien agradecemos la información.

41 L. KAHIL, Artemis, en LIMC II,1, p. 742.42 L. KAHIL, La déesse Artemis: Mythologie et iconographie, en J. N. COLDSTREAM, M. A. R.

COLLEDGE (eds.), Greece and Italy in the Classical World. Acta of the XI International Congressof Classical Archaeology, London 1979, pp. 77-8; H. SARIAN, Hekate, en LIMC VI, 1, pp. 985-6 y 1016-7.

43 Cfr. PAUS, VIII, 37, 4.

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VII o principios del VI a. C., se la representa también con serpientes en la cabeza(Fig. 7)44. Como diosa salvaje que protege a los animales, la Potnia Theron, Ártemisestá asimismo emparentada con la Gorgona más arcaica, asociada como ella al ám-bito de la naturaleza45 e, incluso, se la representa a veces con cabeza de Gorgona46.Por otra parte, el ciervo tiene un lugar destacado en el culto y en la iconografía deÁrtemis47; a ésta se le consagran principalmente animales jóvenes48 y son frecuen-tes las representaciones de la diosa con un cervatillo en brazos49 (Fig. 8), en actitud

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Figs. 7 y 8. Ártemis (a la izquierda, LIMC II, 2, n.º 85; a la derecha, Higgins, Catalogueof the Terracottas, cit. n.º 1075).

44 KAHIL, Artemis, en LIMC II, 1 y 2, n.º 85. En la descripción de la pieza no se alude a las ser-pientes, pero en nuestra opinión es evidente que son ofidios los que se confunden con el peina-do y tocado de la imagen. Ejemplos de la misma iconografía encontramos en F. WINTER, DieAntiken Terrakotten. III. Die Typen der figürlichen Terracotten, Berlin-Stuttgart 1903, fig. 240,nos 2 y 7-9, entre otros. El tema se incorpora después a la iconografía romana de Diana: G.BAUCHHENSS, Artemis/Diana, en LIMC II, 2, n.º 376.

45 KRAUSKOPF, Gorgo, cit. p. 321.46 Cfr. M.P. NILSSON, The Minoan – Mycenaean Religion and Its Survival in Greek Religion,

Lund 1968, p. 506; J.P. VERNANT, La muerte en los ojos. Figuras del otro en la antigua Grecia,Barcelona 1996, pp. 39-40; W. BURKERT, La religione greca di epoca arcaica e classica, Milano2003, pp. 298 y 301.

47 Cfr. KAHIL, La déesse Artemis, cit., p. 82; BURKERT, La religione greca, cit., pp.162, 299.48 P. LÉVÊQUE, L. SÉCHAN, Les grandes divinités de la Grèce, Paris 1990, p. 355.49 KAHIL, Artemis, en LIMC II, 2, nos 572, 578, 582, 667, entre otros; R.A. HIGGINS, Catalogue

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de protegerlo y alimentarlo50, un gesto que se subraya en la pieza de Cádiz y quepodemos reconocer en otras terracotas púnicas51.

Tampoco para la iconografía de la otra pieza gaditana (Fig. 6) encontramosuna explicación satisfactoria en el ámbito de las Gorgonas, si exceptuamos las ali-tas, que, por otra parte, no son exclusivas de Medusa52. La mano abierta y en altoes un gesto ritual de tradición oriental que cobra especial importancia en el mun-do cartaginés, a juzgar por los múltiples testimonios que se han conservado53. Aveces está relacionado con la divinidad, pero con más frecuencia son mortales losque lo ejecutan. Se suele interpretar como un gesto de bendición a los fieles o desalutación ante la divinidad, pero recientemente se ha propuesto ver en él la pres-tación de un juramento de fidelidad pronunciado por los dioses o por los hom-bres. Los objetos (jarros, páteras o píxides) que portan los personajes representa-dos en las estelas o en los sarcófagos cartagineses, serían indicativos de losdiferentes rituales que se realizaban durante la ceremonia. Por último, los brazale-tes que lucen en la muñeca o en el antebrazo, podrían simbolizar el vínculo con-traído con la divinidad54.

Estas terracotas de Cádiz han sido datadas por Corzo y Álvarez en la transicióndel VI al V a. C.55, pero parecen más bien obras de carácter helenístico que, en con-

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of the Terracottas in the Department of Greek and Roman Antiquities British Museum, London1954, nos 889 y 1075, por ejemplo.

50 Cfr. KAHIL, La déesse Artemis, cit., p. 83 y LÉVE QUE, SÉCHAN, Les grandes divinités, cit., p.355.

51 A. M.ª BISI, Le terrecotte figurate, en S. MOSCATI (ed.), I Fenici, Milano 1988, p. 352.52 Las encontramos en representaciones de Tarento atribuidas a Ártemis Bendis: R. A. HIGGINS,

Catalogue of the Terracottas, nos. 1331 y 1362, entre otros. P. PENSABENE, M. R. SANZI DIMINO, Museo Nazionale Romano. Le Terrecotte. III, 1. Antefisse, Roma 1983, p. 74, lám. 46.Sobre la asimilación de Ártemis y Bendis, Z. GOCEVA, D. POPOV, Bendis, en LIMC, III, 1,pp. 95-7.

53 El tema es tan conocido que consideramos innecesario hacer una larga enumeración de testimo-nios al respecto. Sirvan como ejemplos ilustrativos del repertorio oriental los recogidos por A.MAES, Le costume phénicien des stèles d’ Umm El-‘Amed, en E. LIPINSKI (Ed.), Phoenicia andthe Bible, Proceedings of the Conference at the University of Leuven (15-16 March 1990),«StPhoen», XI, 1991, pp. 211-24; para su difusión en ámbito cartaginés, cfr., entre otros, H.BÉNICHOU-SAFAR, Les tombes puniques de Carthage.Topographie, structures, inscriptions et ri-tes funéraires, Paris 1982, fig. 71; y M. HOURS-MIEDAN, Les représentations figurées sur les stè-les de Carthage, «CahByrsa», I, 1950, láms. XVIII y XXXIV, entre otras.

54 H. BÉNICHOU-SAFAR, Le geste dit «de l’orant» sur les steles puniques de Carthage, en A.GONZÁLEZ PRATS, (ed.), El mundo funerario. Actas del III Seminario Internacional sobreTemas Fenicios, Alicante 2004, pp. 99-116.

55 ÁLVAREZ y CORZO, Cinco nuevas terracotas, cit., p.70.

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secuencia, habría que fechar no antes de fines del siglo IV, o quizás ya en el III a. C.Como productos locales que son, no tienen réplicas exactas en otros sitios, perocoinciden en algunos rasgos con piezas itálicas y sículas procedentes de Ariccia56,Capua57 y Morgantina58 que se fechan en los siglos III-II a. C. Los mechones riza-dos que caen sobre los hombros responden a una moda tardía, no anterior al sigloIII a. C. y otro tanto ocurre con la stephané en forma de creciente59. Asimismo, lasalitas se hacen frecuentes en la iconografía de Medusa a partir de fines del IV y, so-bre todo, durante el III a. C.60 El aire arcaizante, más que arcaico, que puedantener estas producciones gaditanas61, lo encontramos en otras muchas obras escul-tóricas del período Helenístico, sobre todo de la fase final, y se debe a que los artis-tas tardohelenísticos encontraron en el arte griego precedente «un inmenso desfilede formas, una historia de la que se podía escoger, y a veces combinar, una ampliagama de estilos, cada uno de los cuales tenía su propio encanto y poder de evoca-ción»62.

Las piezas gadiritas son, en resumen, un ejemplo más de la reelaboración porparte del artesanado fenicio de formas estéticas y elementos iconográficos toma-dos en gran parte de la imaginería griega, dando como resultado obras totalmenteoriginales63. Los atributos que se resaltan en ellas son expresivos del carácter divi-

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56 Roma medio republicana. Aspetti culturali di Roma e del Lazio nei secoli IV e III a.C. Catalogo de-lla mostra, Roma 1973, pp. 321-324, nos. 473-474, láms. LXIII-LXV, por referirnos sólo a losbustos.

57 M. BONGHI JOVINO, Terrecotte votive. Catalogo del Museo Provinciale Campano, II. LeStatue, Firenze 1971, sobre todo n.º 24, p. 56 y lám. 23, 1 y 2. Es una representación sedente dela que se conserva sólo el busto, pero tiene evidentes rasgos en común con las de Cádiz.

58 M. BELL, The Terracottas. Morgantina Studies, vol. 1, Princeton (NJ) 1981, p. 143, n.º 116 ylám. 34. Como las cinco del conjunto de Cádiz, la pieza citada tiene sendos orificios a ambos la-dos del cuello para pasar un collar.

59 D. BURR THOMPSON, Troy. The Terracotta Figurines of the Hellenistic Period, Princeton1963, pp. 37, 49, respectivamente.

60 KRAUSKOPF, Gorgo, cit., p. 328.61 ÁLVAREZ, CORZO, Cinco nuevas terracotas, cit. p. 69.62 J. J. POLLITT, El arte helenístico, Madrid 1989, p. 270. Un buen ejemplo de obra arcaizante es

la Ártemis de Pompeya, en el Museo de Nápoles, fechada en el siglo I a. C. (pp. 288, 298, fig.194).

63 El mismo hecho se ha señalado reiteradamente en distintos lugares del ámbito fenicio-púnico;cfr., por ejemplo, A. M.ª BISI, Le terrecotte figurate di tipo greco-punico di Ibiza. II. MuseoArcheologico di Barcellona, «RstFen», II, 2, 1974, pp. 243-4; más recientemente, D. BERGES,Die Tonsiegel aus dem karthagischen Tempelarchiv, en D. BERGES, W. EHRHARDT, A. LAI-DLAW, Die deutschen Ausgrabungen in Karthago, Mainz am Rhein 1997, vol. II, p. 64.

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no de las imágenes, así como de las prerrogativas de la deidad representada, posi-blemente la misma en los dos casos, y de aspectos destacados de su culto. En nues-tra opinión, se trata de una diosa fenicia que reúne rasgos coincidentes conMedusa y, sobre todo, con Ártemis, con más probabilidad Tinnit que Astarté64.El conocido epígrafe funerario bilingüe procedente de Atenas, en el que el nom-bre de un sidonio, Abdtanit, se traduce por Artemidoros (CIS I, 116), documentala asimilación que ya a principios del siglo IV a. C. se había producido entre lasdos diosas. Tanit es, como Ártemis, virgen, pero a la vez madre nutricia, conceptoque pervive en su advocación romana de Nutrix65. Por otra parte es una diosa ala-da como Ártemis y Gorgona66, con las que comparte también su aspecto ctónicode diosa del Más Allá, por lo que no debe extrañar la presencia de serpientes en sucabeza. Las grandes orejas descubiertas son una clara aportación púnica a la icono-grafía griega que inspiró estas imágenes67; con ellas se evoca la disposición de ladiosa a atender a los que imploran su protección68.

Estas terracotas gaditanas vienen a añadir un elemento más de interés al estu-dio de la Gorgona púnica. Ciertamente que presentan muy escasos rasgos propiosde esta divinidad, lo que, como se ha dicho más arriba, ocurre con la mayor partede las representaciones púnicas de la misma, por la sencilla razón de que no sonpropiamente Gorgonas, sino que, tomando algunos elementos de la iconografíade las mismas, reflejan concepciones religiosas propias. Pero si en la mayoría de loscasos conocidos en el mundo púnico la imagen de Gorgona se limita a lo que co-nocemos como gorgoneion, es decir, la máscara, en el caso gaditano nos encontra-mos con bustos que representan claramente a una divinidad, que adopta, por se-parado (las alas en un caso, las serpientes de la diadema en el otro) algún rasgopropio —aunque evidentemente reinterpretado— de la iconografía de Medusaque, como se ha dicho más arriba, no es exclusivo de la misma.

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64 Por esta última parece inclinarse E. FERRER, Anotaciones sobre el taller cerámico de Gadir,«BMC», VII, 1995-1996, p. 65.

65 Cf. H-P. MÜLLER, Beobachtungen zur Göttin Tinnit und der Funktion ihrer Verehrung, en M.HELTZER, M. MALUL (eds.), Teshurot I Avishur, Studies in the Bible and the Ancient NearEast, in Hebrew and Semitic Languages Presented to the Professor Yitzhak Avishur at Sixty, TellAviv-Jaffa 2004, pp. 141-51.

66 Sobre la iconografía de Tanit alada, cf. M.ª E. AUBET, Algunos aspectos sobre iconografía púnica:las representaciones aladas de Tanit, «Rev. Univ. Complutense», XXV, 101, 1976, pp. 61-82.

67 Véanse los numerosos ejemplos de Ibiza recogidos por BISI, Le terrecotte figurate di tipo greco-punico di Ibiza, cit., láms. XLIV-XLV, LI, o LIX.

68 O. KEEL, Ch. UEHLINGER, Dieux, déesses et figures divines: les sources iconographiques de l’his-toire de la religion d’ Israël, Paris 2001, p. 36.

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En un trabajo reciente, H. P. Müller ha destacado el aspecto de valor numino-so negativo69, en definitiva, el carácter ambivalente, mezcla indisociable de rasgospositivos y negativos, de algunas figuras divinas propias del mundo púnico, aun-que comunes con otras divinidades del ámbito clásico. En este sentido destaca aTinnit que, junto con Baal Hammón es receptora de los sacrificios Mlk, que parael autor no serían sino un medio de asegurarse la inmortalidad. De este modo ladiosa, al igual que la Ártemis arcaica, por su relación con el mundo de la muerte, yen su opinión por la recepción de los sacrificios, sería un ser temible, «sombra delo que causa terror»70. En nuestra opinión esta idea puede cuadrar con la expresa-da en la inscripción CIS I 5510 más arriba citada. Pensamos pues, con todas las re-servas posibles ante lo excepcional de estas imágenes, que los bustos gaditanos re-flejan, entre otros, este aspecto numinoso-negativo de Tanit, que la asemeja aGorgona, al mismo tiempo que su proximidad a Ártemis, partícipe de este aspec-to negativo y a la vez diosa nutricia. En definitiva, serían testimonio de esa ambi-valencia que resalta Müller.

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69 Concepto acuñado por R. OTTO, Lo santo, Madrid 1965, pp. 80 ss.70 H-P. MÜLLER, De Umgang mit dem Negativwertig-Numinosen in der phönizisch-punischen

Religion, en A. LANGE, H. LICHTENBERGER, K.F. DIETHARD (hrsg.), Die Dämonen.Die Dämonologie der israelitisch-jüdischen und frühchristlichen Literatur im Kontext ihrerUmwelt, Tübingen 2003, pp. 115-6.

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Coedición con

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M.ª CRUZ MARÍN CEBALLOS (Coord.)

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.) M.ª Cruz Ceballos, profesora titular del Departamento deHistoria Antigua de la Facultad de Geogra!a e Historia dela Universidad de Sevilla, ha dedicado la mayor parte desu carrera profesional al estudio de diversos aspectosrelacionados con la religión en el mundo fenicio-púnico,tanto en la península ibérica e Ibiza como en el ámbitomediterráneo. Junto con otros especialistas, ha formadoel grupo de investigación Religio Antiqua (Historia yArqueología de las Religiones Antiguas de la PenínsulaIbérica), que ha participado en diferentes proyectos deinvestigación siempre relacionados con los cultosfenicios en el ámbito occidental del Mediterráneo,prestando especial atención a la ciudad de Gadir. Colaboradoras en estas tareas han sido las ProfesorasMaría Belén Deamos, de la Universidad de Sevilla, y AnaM.ª Niveau de Villedary y Mariñas, de la de Cádiz,además de la Dr.ª Ana M.ª Jiménez Flores, todas ellascoautoras de la presente obra.

La ciudad de Cádiz, la Gadir fenicia, es, sin ninguna duda, elmás importante centro urbano entre los asentamientosfenicios de la península ibérica, y del que a la vez se hanconservado más testimonios de índole religiosa, tantoreferencias de los autores griegos y latinos comodocumentación arqueológica. Conscientes de ello, lasautoras del libro, especialistas en el estudio de la religiónfenicia, historiadoras y arqueólogas, han dedicado duranteaños sus esfuerzos –con el apoyo económico del Ministeriode Ciencia e Innovación, de la Junta de Andalucía y de lasUniversidades de Sevilla y Cádiz– al estudio de estostestimonios, y sus trabajos se han publicado en diferentesrevistas especializadas, actas de congresos y monografías,en ocasiones no fácilmente asequibles. En este volumen sehan recogido algunos de los más significativos, con la ideade facilitar su consulta a un público no necesariamenteespeciazalizado.

cubierta GADIR:Maquetación 1 26/05/2011 21:07 Página 1

ISBN: 978-84-9828-337-2

9 7 8 8 4 9 8 2 8 3 3 7 2