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Nuevas Tendencias es una publicación cuatrimestral, dirigida principalmente a directivos de empresas, en la que se dan a conocer, desde
un enfoque humanista, los nuevos desarrollos que aparecen en el ámbito empresarial y académico.
CUADERNO Nº 102 febrero de 2008
© Instituto Empresa y Humanismo. Universidad de Navarra
31080 Pamplona. España
e-mail: [email protected] y [email protected]
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Edita: Servicio de Publicaciones de la Universidad de Navarra, S. A.
ISSN: 1139-8698
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CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
MODELOS DE FAMILIA
José Javier Castiella 3
I. Introducción.................................................................................................... 7
II. El hecho sociológico..................................................................................... 13
III. Efectos........................................................................................................... 23
IV. Causas ........................................................................................................... 31
V. Criterios de regulación ................................................................................. 41
VI. La unión homosexual .................................................................................. 51
VII. La adopción................................................................................................. 61
VIII. La homosexualidad ................................................................................... 63
Conclusiones...................................................................................................... 67
ÍNDICE
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José Javier Castiella 5
José Javier Castiella (Pamplona, 1948) ingresó en el Cuerpo de Notarios en 1975 ydesde hace veinte años es notario de Pamplona. Ha sido profesor en la Facultad deDerecho de la Universidad de Navarra y Decano del Colegio Notarial de Pamplona enlos años 1995-1998. Es autor de diversos trabajos jurídicos publicados en la Revista Jurí-dica de Navarra y en la Revista Jurídica del Notariado, de cuyo Consejo de Redacción esmiembro. Ha publicado además algunos ensayos de mayor extensión en dos tomos deLas Instituciones de Derecho Privado, concretamente un capítulo sobre El Derecho de Usu-fructo y otro sobre Persona Física.
El pasado mes de junio finalizó el Máster de Matrimonio y Familia impartido por elInstituto de Ciencias de la Familia de la Universidad de Navarra. Las asignaturas cur-sadas, de carácter interdisciplinar, le permiten abordar el tema de la familia sin la limi-tación de la propia experiencia profesional.
Asimismo es Secretario del Consejo de Administración del Semanario Alba y vocalde la Fundación Educación y Familia.
Nota Biográfica
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La persona es esencialmenterelacional; nace, se desarrolla yvive en grupos, de los que el pri-mero en el tiempo, el más íntimoe influyente, el más importante,es la familia.
En toda sociedad civilizada haexistido el llamado “Derecho deFamilia”. Al Estado, por motivosque veremos más adelante, no lees indiferente el modo en queexiste y se desarrolla la institu-ción familiar y, por ello, la regula yla ordena desde la perspectivacivil.
La familia y las normas civilesque la regulan interaccionan, enel sentido de que determinadasregulaciones afectan a la familia,esto es, a sus protagonistas. A suvez, la evolución sociológica de lainstitución familiar sirve de pautaal legislador para actualizar elDerecho de Familia.
El objeto del presente trabajoes tratar alguno de los problemasque actualmente afectan a las ins-
tituciones familiares, especial-mente en España, desde unaperspectiva interdisciplinar. Lasociología y la estadística puedendar una información valiosa sobrelas consecuencias que se derivanen el tiempo de la aplicación deuna determinada normativa fami-liar, o sobre la evolución de unadeterminada sociedad desde dife-rentes perspectivas familiares.Asimismo, la antropología y lafilosofía pueden ayudar a enten-der las causas de determinadosfenómenos sociológico-familia-res. Todas estas informaciones,reflexiones y comparacionesserán de gran utilidad a la hora deestudiar, con mayor rigor y cono-cimiento de causa, los aspectospropiamente jurídicos del fenó-meno familiar, y nos darán criteriopara defender o rechazar determi-nadas pautas normativas o her-menéuticas en relación con lasinstituciones familiares.
Dada la amplitud del tema, esimprescindible comenzar acotan-
I. INTRODUCCIÓN
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do una parte de la realidad socio-lógica de la institución a regular.Limitaremos nuestra observacióna matrimonio y filiación. Dividire-mos la exposición en cinco apar-tados, además del presente: enlos dos primeros indagaremos larealidad sociológica referente amatrimonio, divorcio y unión dehecho, con su evolución en elperíodo de estudio que acotare-mos. Analizaremos, asimismo, lasconsecuencias o efectos que taleshechos producen respecto de lasociedad, de los individuos y de lafelicidad previsible y deseable deestos. En los dos siguientes nosocuparemos de las causas, y detodo ello deduciremos unos crite-rios de regulación1. Por último,dedicaremos un apartado espe-cial a la unión homosexual.
A las instituciones, como a losárboles, se les conoce por sus fru-tos, y las del divorcio y la unión dehecho tienen ya la suficienteedad, en cuanto fenómenossociológicos, como para ir consta-tando los suyos. En estos dos pri-meros apartados de la exposición
nos será de gran utilidad la infor-mación que facilita la sociologíaestadística respecto de lossupuestos de observación aludi-dos. Esto no significa que vaya-mos a limitar la exposición a lospuros datos estadísticos, sino quela completaremos con un comen-tario, al hilo de los hechos refleja-dos por los números.
Hasta el presente, el debate deldivorcio ha sido fundamental-mente ideológico. En él se enfren-taban dos posturas antitéticassobre la indisolubilidad, comopropiedad esencial del matrimo-nio, en las crisis matrimoniales.Ha llegado el momento de echarluz sobre el divorcio con los datosque la sociología y la estadísticavan proporcionando acerca de lassociedades en las que el divorcioha arraigado y crecido durante eltiempo necesario para evaluar susresultados: en términos de creci-miento del fenómeno y en rela-ción con la sociedad en la que seproduce, para poder apreciar lasconsecuencias que tiene sobre elsector de población afectado, muy
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especialmente, sobre los hijos detales uniones, quizás los grandesolvidados o, al menos, preteridos,en el origen y en el desarrollo nor-mativo del debate sobre el divor-cio.
Esta última afirmación requie-re y merece una explicación. Escierto que en todas las normasque regulan tanto el divorciocomo la unión de hecho existenabundantes referencias al interésde los hijos, como bien digno deprotección. No es, por tanto, en laletra de las normas donde seacusa la ausencia, la preterición,el olvido de los hijos. Donderesulta clamoroso el silencio y laabsoluta indiferencia del legisla-dor hacia el bien de los hijos,como fuente de compromiso deestabilidad y dedicación conjuntay coordinada de los padres quelos engendraron, es en el diseñode las normas, en la determina-ción de las causas, en la produc-ción de efectos, en la importanciaconcedida por el legislador a loshijos. La existencia o inexistenciade hijos es una circunstancia
absolutamente irrelevante en lasregulaciones, desde la perspectivade su puesta en marcha, de suposibilidad o facilidad, de losefectos jurídicos respecto de launión en sí. Si, como intentare-mos demostrar a lo largo del pre-sente trabajo, tales realidadesinciden de modo importante, enmuchos casos determinante, en lacrianza y desarrollo de los hijos,no es de justicia tal omisión.
Hablar de los hijos en este con-texto es algo tan sumamente rele-vante como hablar del relevogeneracional de una sociedad, deun sector de dicha sociedad, losmenores, cuya nota característicade pertenencia al mismo es, preci-samente, la situación de indefen-sión, derivada de su falta de com-pleto desarrollo, de su depen-dencia afectiva y económica.
Si en el orden social nadie dis-cute que el Estado no puede serneutral en las relaciones laboralesy que es bueno e inexcusable unintervencionismo normativo queimpida la explotación del másdébil en la contratación laboral;
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si, del mismo modo, ese interven-cionismo se acepta como buenopara defender al consumidor, con-tratante ocasional, respecto delhabitual de la contratación, conmayor motivo se debe exigir delEstado una intervención tuitivade los hijos de familia en todaslas instituciones y relaciones quedirectamente les afecten.
Hay dos artículos de la Consti-tución española que suelen citar-se con frecuencia en relación conlos adultos, protagonistas de lascrisis conyugales o paraconyuga-les: de modo muy especial y fre-cuente el artículo 10: derecho aldesarrollo de la personalidad; ensegundo lugar, el artículo 14:igualdad ante la ley. En amboscasos, los preceptos citados obli-gan a más al Estado. Pero si losreferimos a los hijos de familia, larazón es inatacable: en los hijos,al ser personas en pleno desarro-llo que no han llegado a la adul-tez, los derechos al desarrollo dela personalidad y a la igualdadexigen, además de la proteccióngenérica que la Carta Magna ofre-
ce a todos los ciudadanos, unaprotección específica, que consis-te precisamente en optimizar lascondiciones de su desarrollo eigualdad in faciendo, de modo queno se frustren en ellos esos dere-chos constitucionales.
Hay otras normas constitucio-nales específicamente referidas alos hijos, como las contenidas enel artículo 39: derecho de los hijosa la protección integral por lospoderes públicos, obligación delos padres de prestar asistenciade todo orden a sus hijos, dere-cho de los niños a la protecciónprevista en los acuerdos interna-cionales que velan por sus dere-chos. Todos estos preceptosresultan claramente vulnerados,respecto del colectivo de hijos defamilias desestructuradas, en lostérminos que tendremos ocasiónde examinar con detenimiento enlas próximas páginas. A la vista delos artículos constitucionalescitados, el Estado no puede “serneutral” o pasivo; por el contrario,debe tomar iniciativas que le per-mitan cumplir, del mejor modo
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posible, con los imperativos de
protección recogidos en los mis-
mos.
No son los cónyuges o los uni-
dos de hecho los únicos protago-
nistas o destinatarios de las deci-
siones inherentes al divorcio o la
unión de hecho, pero sí los res-
ponsables de los perjuicios que
ocasionan esas situaciones a ter-
ceros menores e indefensos, que
son los hijos de tales uniones. Escierto que determinar el criteriocon el que tal hecho debe tenerseen cuenta en la regulación delmatrimonio, la unión de hecho olas crisis de tales uniones, no estáexento de dificultades. Pero esevidente que se trata de una cir-cunstancia altamente relevante,en cuanto interés digno de pro-tección y bien común perseguibleindividual, familiar y socialmente.
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En nuestro caso, en orden aconocer la realidad social actualde la familia nos interesa centrar-nos en la última etapa de evolu-ción de la institución familiar, quecomienza aproximadamente enlos años sesenta del siglo pasadoy continúa su desarrollo en laactualidad, con distintas evolu-ciones y matices según momen-tos y países. Limitaremos asimis-mo nuestro campo deobservación al divorcio y a launión de hecho como factoresque inciden en el matrimonio, demodo especial en esta etapa. Setrata de un fenómeno progresivo,que se concreta en tres variablesinterrelacionadas: aumento deldivorcio, disminución del númerode matrimonios y correlativoaumento de las uniones de hecho.
Para no despegarnos de la rea-lidad que tratamos de conocer esimportante concretar en cifras losfenómenos apuntados, de modoque podamos cuantificarlos,
medirlos en su verdadero tamañoy en el contorno de su extensión,para, de ese modo, ponderarmejor la realidad social sobre laque trabajamos2.
1. Divorcios. En todos los paí-ses de la Unión Europea, desde1970 a 1990, se produce unaumento de las tasas de divorciopor cada mil habitantes que, demedia, casi se duplica: del 1,0 al1,7, esto es, un aumento delsetenta por ciento.
En España, la tasa de divor-cios, que comienzan con la ley de7 de julio de 1981, crece, desde laadmisión del mismo, de estemodo: 9.843 en 1982, 18.291 en1985, 23.191 en 1990, 33.104 en1995, 38.973 en 2000 y 50.974 enel año 2004. Esto significa unaumento superior al quinientospor cien.
Los datos que anteceden indi-can que el divorcio tiende a creceren las sociedades que lo regulan yadmiten. Por lo que a España se
II. EL HECHO SOCIOLÓGICO
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refiere, en 25 años de divorcio, elnúmero de españoles ha pasadode 37,2 millones a 44,1 millones,esto es, se ha multiplicado aproxi-madamente por 1,2, y el de divor-cios se ha multiplicado por másde 5 hasta el año 2004. Pero estose evidencia más todavía si tene-mos en cuenta la incidencia de laúltima iniciativa legislativa enesta materia sobre el número dedivorcios.
Con la entrada en vigor de laley 15/2005 de ocho de julio, elllamado “divorcio exprés”, losdivorcios pasaron a 93.615 en esemismo año. El crecimiento delnúmero de divorcios, comovemos, es exponencial respectode las tasas porcentuales de creci-miento de los años anteriores. Enlos cuatro años anteriores, de2000 a 2004, los divorcios pasaronde 38.973 a 50.974; en cambio dis-minuyeron las separaciones parael mismo quinquenio, incluido ya2005 y los efectos de la nueva ley,pasando de 63.377 en 2000 a55.640 en 2005. Ello significa queel legislador incentiva el divorcio,
a costa incluso de convertir endivorcios lo que, en la evoluciónprevisible de la situación anterior,hubieran sido separaciones. Estascifras, algo molestas de leer ycomparar, pero inapelables en sumensaje, dan una idea de la fuer-te ideologización divorcista de lanueva ley española y de la “efica-cia didáctica” de la norma, queinduce a comportamientos en elsentido indicado y propiciado porella.
2. Matrimonios. A partir de1970 la intensidad nupcial des-ciende de forma significativa entodas las subregiones de los paí-ses desarrollados (incluyendoEE.UU.), salvo en el sur de Euro-pa. El declive de la intensidadnupcial fue más acusado en lospaíses nórdicos de Europa. En losúltimos veinticinco años, la tasade nupcialidad -número de matri-monios por cada mil habitantes-en España ha pasado de 5,88 a4,82. En términos absolutos, apesar de que la población espa-ñola ha crecido en siete millonesen ese tiempo, el número de
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bodas ha permanecido práctica-mente estancado en torno a las208.000 al año.
El índice sintético de primo-nupcialidad de mujeres (ISNPM)en la Unión Europea acusa unabajada brusca de la intensidadnupcial entre 1975 y 1995. Dondeantes comienza el descenso denupcialidad es en Suecia, hacia1965, y es también en ese paísdonde ha caído más bajo. EnEspaña la caída comienza hacia1975 y se mantiene en niveles máscontenidos. Paralelamente, subela edad media al primer matrimo-nio (EMPM), también de modomáximo en Suecia hasta los 29años, situándose para Francia yEspaña hacia los 27 años.
No obstante, el número dematrimonios sigue siendo abru-madoramente mayoritario en tér-minos absolutos: el matrimonioes la forma de convivencia máshabitual (8,9 millones de parejascasadas en España)3.
3. Uniones de hecho. Tambiéndesde 1970 aparece una nuevafaceta de la nupcialidad en todos
estos países: la cohabitación oconvivencia marital no legalizada,que se inicia en los países nórdi-cos y después se extiende, enmayor o menor proporción, alresto de los países desarrollados.Este fenómeno se produjo prime-ro entre los jóvenes de menos de20 años, pero sobre todo de entre20 y 30 años, que nunca se habíancasado; luego se fue expandiendoa personas de más edad que yahabían estado casadas antes. EnDinamarca y Suecia, en 1975, casiun 30% de las mujeres de entre 20y 24 años cohabitaban. En 1981ese porcentaje había subido al37% en Dinamarca y al 44% enSuecia. En España, si compara-mos los años 1985 y 1995 limitán-donos a mujeres que cohabitan,nos encontramos con que el por-centaje disminuye para las muyjóvenes, de menos de 20 años,pero aumenta a más del doble encasi todos los restantes grupos deedad, hasta los cincuenta. En elaño 2003, las parejas no casadasque conviven bajo el mismo techoascienden a 563.723 y suponen el5,9% del total de las uniones. Pre-
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dominan las parejas formadas porpersonas solteras (295.722). Enotras 268.001 uniones de hecho,al menos uno de los miembrosestá o ha estado casado. La convi-vencia de solteros es más frecuen-te entre los jóvenes, que estrenanasí la convivencia. Cuando deci-den tener hijos y/o adquirir unavivienda tienden a casarse. Encambio, las parejas de hecho for-madas por al menos un miembroque ha estado casado son másremisas a contraer matrimonio,según explican los expertos4.
Según el profesor Meil, cate-drático de sociología de la Univer-sidad Autónoma de Madrid, queha estudiado la evolución de lasparejas de hecho desde mediadosde los años ochenta, esta formade convivencia está en alza enEspaña5. No obstante, la propor-ción es más baja que en otros paí-ses europeos. Finlandia y Norue-ga, con un 23% de parejas nocasadas, figuran en los primeroslugares, según un reciente estudiodel Programa Internacional deInvestigación Social (ISSP según
sus siglas en inglés) que manejaMeil. En cambio, en Polonia sonel 4,6%. En Italia, donde estádebatiéndose actualmente la leyque las regule, pero todavía care-cen de marco normativo específi-co, actualmente las uniones dehecho representan el 3,9% deltotal de las parejas, lo que signifi-ca 560.000 en números absolutos.De ellas, más de la mitad corres-ponden a personas que cuentancon precedentes experienciasmatrimoniales.
En EE.UU. en 1975 el 1,8% delas parejas que vivían juntas noestaban casadas. En 1980 ese por-centaje era del 4%. En la actuali-dad suponen el 11,2%6.
Antes de seguir adelante resul-ta obligado plantearse una cues-tión de fondo: ¿la unión de hechoes simplemente una alternativa almatrimonio? ¿Constituye simple-mente otro modelo de familia,fruto de la libertad y el progresode las personas, en una sociedadmás libre y desarrollada? ¿Sirvepor igual a la sociedad desde lasperspectivas del relevo generacio-
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nal, del correcto desarrollo de loshijos y del respeto a sus derechosconstitucionales?
La clave para entender la dife-rencia entre matrimonio y uniónde hecho no está, como parecepor la denominación de esta últi-ma, en la falta de regulación. Larealidad es que las llamadas“uniones de hecho” van siendo dederecho de modo progresivo, enla medida en que están reguladaspor normas de mayor o menorequiparación al matrimonio. Laclave de la diferencia está en losprotagonistas de uno u otra, y sellama compromiso. Los contra-yentes matrimoniales asumen uncompromiso que los que se unende hecho rehúyen. Cosa distintaserá que aquellos luego no esténa la altura del compromiso asumi-do, o que estos doten a su uniónde hecho de una enorme estabili-dad en el tiempo y en la relaciónafectiva entre ellos. Independien-temente de casos particulares,desde una perspectiva institucio-nal y de ideas resulta evidente ladiferencia: el matrimonio se
caracteriza por una actitud decompromiso vital, que es la granausente en la unión de hecho.Sociológicamente, esta diferenciade actitud se concreta en datosestadísticos comparativos: lasuniones de hecho son más lábilesque los matrimonios y menosduraderas7. En Alemania, casi lamitad de los cohabitantes ha vivi-do ya antes con otro compa-ñero/a; los cohabitantes que secasan tienen menos hijos durantelos primeros cuatro años dematrimonio que las parejas queno han cohabitado con anteriori-dad; entre los cohabitantes, el53% de los hombres y el 52% delas mujeres entienden que el pla-cer legitima por sí las relacionessexuales, mientras que entre loscasados esos porcentajes son del27% y 21% respectivamente, sien-do mayoritaria la opinión de quesólo el matrimonio legitima laactividad sexual; son igualmentemás altos los porcentajes de usode anticonceptivos entre loscohabitantes que entre los casa-dos, etc.
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La mayor crítica que vienehaciéndose en los últimos mesesal proyecto de ley italiana sobrederechos y deberes de las perso-nas convivientes es la de consti-tuir una especie de “matrimonioblando” o “menos compromete-dor”, que reconoce derechos muysimilares a los del matrimonio,pero no deberes. En un momentoen que buena parte de los proble-mas sociales surge de una debili-tación de la familia, este proyectode ley ofrece a los jóvenes la posi-bilidad de elegir entre dos tiposde matrimonio, en los términosexpuestos de práctica igualdad dederechos y menores deberes en el“nuevo”. Desde la perspectiva delbien común exigible esa líneanormativa parece bastante desca-bellada.
Lo que resulta evidente es queel mayor compromiso se traduceen mayor estabilidad de la uniónconyugal que la unión de hecho, aigualdad de variables restantes.Es igualmente evidente que laestabilidad familiar, es decir, la dela unión de los progenitores, es
una cualidad de importancia bási-ca desde una perspectiva del biencomún, concretado en la crianza,educación y desarrollo de loshijos. Merece la pena que nosdetengamos en la explicación delporqué.
El hombre, como racional ylibre, es un ser con un grado decomplejidad muchísimo mayorque el del resto de los animales.Esto se traduce en que resultanetamente superior a todos ellosen su capacidad de adaptación acircunstancias adversas y en sucapacidad de dominio sobre elresto de los seres con los quecomparte este planeta.
Esa complejidad tiene, no obs-tante, un precio que el hombredebe pagar de un modo compara-tivamente mayor: su período deformación, desarrollo y educaciónes mucho más largo, complejo ydifícil que el de los animales noracionales. Eso hace que el hom-bre sea proporcionalmente másvulnerable que los animales hastaque llega a la madurez. En efecto,lo que la Naturaleza ha dado ya
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hecho a los animales, a través dela carga genética con la quenacen, que, de un modo absoluta-mente determinista, produce alanimal adulto a través de un sim-ple proceso de maduración físicay de la progresiva aparición deconocimientos instintivos necesa-rios para ajustar su comporta-miento al correspondiente a unadulto de la especie de que setrate, en el caso del hombre es unproceso mucho más largo, com-plejo y necesitado de la interac-ción de los progenitores. Los ins-tintos, que también existen,aparecen en el caso del hombrecomo una fuente inicial de cono-cimientos para algunos pasosligados a la supervivencia en laprimera etapa: succión, lloro etc.,y para garantizar, en la madurez,determinadas tendencias quefaciliten la supervivencia del indi-viduo y de la especie: instintos dealimentación, de supervivencia osexual. Pero, a diferencia del restode los animales, de los no racio-nales, en el hombre comienza adespertar, casi simultáneamente,una veta de racionalidad inexis-
tente en los demás: a los pocosmeses comienza a reír, a lospocos años comienza a hablar y,sentadas esas bases de racionali-dad, hacia los siete años comien-za a tener uso de razón. A partir deese momento se inicia una etapalarguísima, en términos compara-tivos con la media de vida de unindividuo de la especie, y cuyofinal, si es exitoso, dará comoresultado un ser superior en lostérminos antes enunciados. Perodebemos tener en cuenta que setrata de un proceso incierto, cuyaprincipal fuente de seguridad, almenos en las primeras etapas deun modo casi exclusivo, posterior-mente de un modo gradualmentemenor pero nunca inexistente,está encomendada a los padres.
Ese proceso de crianza, educa-ción y desarrollo, hasta llegar a lamadurez física, afectiva e intelec-tual del sujeto, tiene una duraciónglobal próxima a los veinticincoaños. Esa era la edad de la mayo-ría, plena capacidad de obrar, suiiuris, en el Derecho Romano.Actualmente, aunque se han ace-
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lerado algunos procesos de ins-trucción de los menores, tambiénes cierto que se hace necesariauna formación de más largo reco-rrido por su mayor extensiónobjetiva. La edad de los veinticin-co años parece más ajustada a larealidad social actual que la de lamayoría civil de los dieciochoaños. Es una evidencia que prácti-camente nadie ha terminado suproceso de formación y concluidosu proceso de independencia res-pecto de los padres a los diecio-cho años.
Si a las consideraciones quepreceden añadimos que la épocafértil de la mujer va de los 15 a los50 años y hace posible la existen-cia de más de un hijo, separadoen el tiempo, en su nacimiento,de su hermano o hermanos dedoble vínculo, la resultante tem-poral de estabilidad deseable,para cualquier pareja, que haya deservir mejor para la finalidadsocialmente necesaria del relevogeneracional será, como mínimo,de veinticinco años y, de ahí enadelante, hasta un máximo teóri-
co de sesenta años. Ello significaque el legislador debe valorarmuy positivamente la estabilidaden su obligación de velar por elbien común, que en este casocoincide de un modo muy espe-cial con el bien de los hijos defamilia menores, los grandes olvi-dados en la realidad legislada quevenimos comentando.
Es muy frecuente en la doctrinaactual enfocar el fenómeno de launión de hecho exclusivamentedesde la perspectiva de la consti-tucionalidad de otros modelos defamilia, además del matrimonial,para concluir que evidentementeprocede su admisión ya que, deuna parte, el texto constitucionalno concede ningún monopolioinstitucional a la familia matrimo-nial y, de otra, así lo reclama elderecho al libre desarrollo de lapersonalidad de los ciudadanosque nuestra Carta Magna recogeen su artículo 10, y que se traduceen la libertad de elección delmodelo de convivencia que seestime más oportuno. En estetipo de consideraciones se produ-
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ce un “silencio clamoroso” en lareflexión sobre los derechos cons-titucionales, incluidos porsupuesto los enunciados en elpropio artículo 10, de los niños,de los hijos de familia: hay unmutismo voluntario acerca de siel modelo de familia pretendidocumple mejor o peor las funcio-nes tuitivas de los hijos de familiaque el bien común social les debe
atribuir, en cuanto que, desde una
perspectiva social, cumplen una
función procreadora y de relevo
generacional. Pero, según hemos
comprobado y cada vez resulta
más evidente, lo cierto es que el
modelo de familia tiene sus reper-
cusiones, nada desdeñables, en
los hijos y, a su través, en la socie-
dad de la siguiente generación.
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El aumento progresivo de losdivorcios, la disminución regresi-va del número de matrimonios yel continuo incremento de lasuniones de hecho en las socieda-des desarrolladas ha traído, comoconsecuencia, un crecimientoporcentual de la filiación extrama-trimonial, con relación a la pobla-ción total, y un aumento progresi-vo del porcentaje de familiasdesestructuradas o rotas, en lasque crecen y se desarrollan unporcentaje, cada vez mayor, dehijos.
Al haber transcurrido bastantesaños desde el inicio del fenóme-no, resulta ya posible la compara-ción del conjunto de hijos educa-dos en familias matrimonialesintactas, incluidas las monopa-rentales por viudez y los educadosen familias rotas, desestructura-das o recompuestas.
En los pasos que nos propone-mos dar en este apartado de laexposición nos ayudarán tanto los
datos estadísticos de sociologíacomo los trabajos comparativossociológicos que van apareciendosobre la cuestión propuesta.
Entrando en el primero deellos, el del aumento de la filia-ción extramatrimonial, nos limita-remos a constatar su evidenciacon algunos datos y cifras porcen-tuales.
El porcentaje de hijos nacidosfuera del matrimonio en EE.UU.en 1960 era del 5%; en 2003, habíapasado al 35%. El 42% de los naci-dos fuera del matrimonio lo sonen uniones de hecho8.
El porcentaje de hijos nacidosfuera del matrimonio en la UniónEuropea era del 6% en 1970, del10% en 1980, del 20% en 1990 ydel 23% en 1995.
En España, el porcentaje dehijos nacidos fuera del matrimo-nio, para ese mismo período detiempo, pasa del 1% en 1970 al11% en 1995.
III. LOS EFECTOS
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De los datos estadísticos rela-cionados en el apartado anteriorsobre divorcios y uniones dehecho, y los que se acaban deexponer sobre filiación extrama-trimonial, resulta un conjunto depersonas viviendo en familiasdesestructuradas o rotas. Peroquizás son necesarias algunasprecisiones al respecto.
En lo sucesivo entenderemospor “familia intacta” la resultantede un matrimonio heterosexual,en que ambos cónyuges seanpadres biológicos de los hijos dela familia, aunque éste se hayadisuelto por muerte de uno de loscónyuges, de modo que incluire-mos en el mismo grupo a todaslas familias matrimoniales com-pletas y a las monoparentales porviudez. La razón de dicha asimila-ción es obvia: desde el punto devista de la integración afectivo-familiar y social, o lo que es lomismo, del marco adecuado parala crianza y desarrollo afectivo eintelectual de los hijos de familia,tal como lo describimos en elapartado anterior de la exposi-
ción, la orfandad, que es la viudezdesde la perspectiva del hijo,suele producir, aparte del dolor yel sufrimiento consiguiente a lapérdida del progenitor, un proce-so de maduración precoz y deasunción de responsabilidades designo contrario al de los proble-mas de integración y socializaciónque, según veremos, se detectanen las familias desestructuradas.Es más determinante del éxito ofracaso del proceso educativo delos hijos el grado de integraciónafectiva recíproca de sus protago-nistas que el que formen una uni-dad familiar completa o monopa-rental.
Entenderemos por “familiasdesestructuradas” las resultantesde divorcio, separación judicial ode hecho y los sucesivos matri-monios o uniones de sus protago-nistas, sean o no monoparentales(sin perjuicio de que la monopa-rentalidad, tanto en familiasintactas como desestructuradas,produzca una problemática espe-cífica, derivada de la falta de unode los progenitores y de la
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influencia de tal circunstancia enlos hijos). El dato determinantede esa desestructuración esmucho más el desencuentro afec-tivo o el menor compromiso, quela completitud numérica. Siempreha sido más importante, en térmi-nos de familia, la actitud interiorque la dificultad exterior, sea eco-nómica, monoparental o de cual-quier otro tipo.
De unos años a esta parte vansurgiendo, cada vez con mayorfrecuencia y fiabilidad, porque seutilizan grupos de observaciónmayores y criterios de compara-ción más científicos y rigurosos,estudios comparativos sobre losresultados educativos, de integra-ción familiar y social, afectiva y demaduración personal de los gru-pos de hijos que se han educado ydesarrollado en familias intactaso en familias desestructuradas.
Aunque resultan abrumadoramayoría los estudios comparati-vos que evidencian los efectosnegativos que la desestructura-ción familiar produce en los hijos,no obstante existen trabajos que
defienden, si no lo contrario, sí, almenos, la irrelevancia práctica detal circunstancia en el desarrollo eintegración de los hijos. Llevadode una irreprimible curiosidad, noexenta de cierta perplejidad, mehe tomado la molestia de analizarcon cierto detenimiento tres deellos. He elegido un trabajo sobregrupos de observación en España,otro en EE.UU. y un tercero enSuiza. En los tres casos la conclu-sión es la misma, en defensa delas familias monoparentales, peroninguno de ellos resiste un análi-sis riguroso del fenómeno quepretende estudiar. Veámoslo.
El primero es una tesis docto-ral, realizada por Doña Alicia Arro-yo Morcillo en la UniversidadComplutense de Madrid en 2002,bajo la dirección del DoctorSalustiano Campo Urbano y titu-lada: “Las familias monoparenta-les en España: ¿una desviación uotra forma de organizaciónsocial?”. Se trata de un texto másapologético de la familia mono-parental que científico, en el quereciben el mismo tratamiento la
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monoparentalidad derivada deviudez que la derivada de soltería,abandono, divorcio, separaciónetc. Pues bien, resulta que el tra-bajo se restringe a la Comunidadde Madrid, (p. 7) y que, para dichaComunidad, el porcentaje detipos de familias monoparentalesencabezadas por viudas es del51% (p. 86). La tesis defendida seconfirma en las encuestas realiza-das al grupo de familias monopa-rentales: efectivamente compara-dos los hijos de estas familias conlos de familias nucleares (así selas denomina en la p. 205) noresultan peores los porcentajesde integración escolar ni de socia-lización; antes bien, en muchoscasos de las encuestas resulta unmayor grado de madurez y res-ponsabilidad en los hijos de lasfamilias monoparentales (p. 217).Esto sin contar las deficiencias detipo estadístico en cuanto a defi-nición, cuantificación y tratamien-to de grupos de observación.Sobran comentarios...
El segundo es un trabajo ver-daderamente científico, realizado
por Henry Ricciuti, psicólogo de laUniversidad de Cornell, en NuevaYork. Se refiere a un grupo de milsetecientos niños de entre seis ysiete años de edad y concluye queestos hijos de madres separadaso solteras (todos los casos son defamilia monoparental de madre),no presentaban más problemasde comportamiento que losdemás. Esto puede ser perfecta-mente cierto ya que, hasta esaedad, la función tuitiva y educati-va de la madre es más importanteque la del padre. Cuestión distin-ta será realizar el seguimiento deesos mismos niños cuando entrenen la pubertad y adolescencia. Loque no es correcto es hacer deello una bandera de defensaincondicional de las familiasmonoparentales, que es lo querealiza Robert Adler, al recensio-nar el trabajo mencionado en NewScientist.
El tercero es un trabajo realiza-do sobre un grupo de consulta enel que se incluyen también comofamilias disociadas las correspon-dientes a jóvenes huérfanos de
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padre o madre9. Si a eso unimosque el grupo de estudio es de 174personas, 88 mujeres y 86 varo-nes, resulta tan reducido que, altener por objeto comparativo laexistencia o no de comportamien-tos antisociales en los hijos defamilias desestructuradas, noresultan diferencias apreciables,porque estadísticamente siguesiendo muy reducido el porcenta-je de delincuentes, también en lasfamilias desestructuradas, y ade-más por la razón antes apuntada:indebida inclusión de las familiasde viudez en el grupo de familiasdisociadas.
En relación a los comporta-mientos antisociales, si vamos alque podríamos llamar “grupo desiniestro”, esto es, al informe quesobre la delincuencia juvenilemite el Fiscal del Tribunal Supe-rior de Justicia de Madrid, DonJosé Miguel de la Rosa Martínez,para el año 2001, referido a los22.906 menores detenidos enEspaña en ese año, aparte deapreciar un empeoramiento de lasituación respecto de años ante-
riores, cuando se trata de las cau-sas sociales del fenómeno de ladelincuencia juvenil afirma que, alfinal, todas confluyen en unmismo común denominador:familias desestructuradas, inca-paces de cumplir la función pri-mordial de transmitir normativi-dad al menor10.
Son muchos los informes que,para diferentes grupos de obser-vación y comparación de familiasintactas y disociadas y referidos adiferentes variables de integra-ción social y familiar: éxito o fra-caso escolar, tabaco, droga obebida, salud emocional, sexoprematuro, religiosidad, relacio-nes sentimentales sanas y esta-bles, capacidad de ofrecer unhogar seguro a la siguiente gene-ración, capacidad de crear mejorambiente doméstico, mayorbienestar psicológico, menor ries-go de sufrir abusos o violenciaetc... señalan una acusada dife-rencia a favor de los hijos de lasfamilias intactas11.
Por ejemplo, Hillary Clinton,actual candidata demócrata a la
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presidencia de los EE.UU., cuan-do era primera dama y senadorade ese país declaró que: “recien-tes estudios demuestran con con-vicción que los niños que vivencon un padre o en nuevas familiastienen dos o tres veces más pro-babilidades de sufrir problemasemocionales y de comportamien-to que los que viven en familiascon padre y madre”12.
No creo que sea necesarioinsistir más en este punto. Inde-pendientemente de que siempreexistirán excepciones que confir-marán la regla, ésta, la regla gene-ral, es la de que el diseño naturalcompleto para la crianza, educa-ción, desarrollo y socialización delos menores viene constituido porel padre y la madre. Y aunque ensituaciones excepcionales la dis-posición de los sujetos puedesuplir, incluso con creces, lacarencia de alguno de ellos, lonormal, a igualdad de resto devariables, será que los resultadossean mejores con el diseño natu-ral completo de padre y madrecriando y educando a sus hijos
naturales, con el “viento a favor”
del instinto de paternidad y
maternidad y la ventaja de la com-
plementariedad conyugal.
Si centramos la comparación
entre matrimonios y parejas de
hecho en la conflictividad deriva-
da de la violencia doméstica,
según un estudio del Consejo
General del Poder Judicial13 que
analiza 147 sentencias de tribuna-
les dictadas por asesinatos y
homicidios, ocurridos entre 2001
y 2005 en toda España, obtendre-
mos la siguiente información. En
dichas sentencias las alteraciones
psíquicas tienen relevancia, como
atenuante o eximente, en un
14,44%. Asimismo se pone de
relieve que en el 51% de los casos
se trataba de cónyuges y en el 49%
restante de convivientes de
hecho. Si tenemos en cuenta que
en el censo de 2001 las uniones
de hecho representaban el 6% del
total de parejas, la proporción de
violencia entre las uniones de
hecho resulta mucho mayor que
entre los matrimonios.
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De lo expuesto resulta, portanto, que las familias matrimo-niales constituyen, no solamenteun entorno familiar más seguro,desde la perspectiva de la luchacontra la violencia doméstica o degénero, sino también y sobretodo, un entorno más adecuado
para la crianza, educación y desa-rrollo integral de los hijos. Estono es una opinión ideologizada,sino un hecho constatable, delque deben sacarse consecuenciasnormativas y hermenéuticas delas que nos ocuparemos más ade-lante.
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En los apartados que precedenha quedado manifiesto que elfenómeno que viene producién-dose en los países desarrollados apartir de los años sesenta delsiglo pasado, desde la perspectivade los hijos, es un fenómenonegativo. No cabe objetar a esejuicio crítico que éste sea el pre-cio que hay que pagar por la liber-tad y el progreso de las costum-bres. El hecho de que losperjudicados sean protagonistasno voluntarios del fenómeno y deque dicho perjuicio previsible-mente no se agote en ellos, sinoque tenga unas notas comproba-das de expansión cuantitativa,(cada vez hay más divorcios porcada mil habitantes), a la par quegeneracional (los hijos de losdivorciados presentan mayoresproblemáticas que los de familiasintactas), justifica e incluso exigeque nos preguntemos por las cau-sas del fenómeno e indaguemossobre las responsabilidades y lasposibles soluciones del problema.
Centrándonos en el estudio delas causas del fenómeno que nosocupa, tanto el divorcio como launión de hecho son fenómenosfamiliares que hunden sus raícesen la noche de los tiempos. Sinembargo, su aceptación socialgeneralizada, por vía legal en elcaso del divorcio, se produce apartir de la Revolución francesa y,por vía de hecho y posteriorrefrendo normativo, en el caso dela unión de hecho, en los últimosdecenios del siglo XX. No obstan-te, considero que existe entreambos una conexión de fondo enla que quiero detenerme, aunquepara ello debamos remontarnosen el tiempo al siglo XVIII, a laspostrimerías del antiguo régimenen Francia y, en el orden de lasideas, al concepto de libertadhumana.
La libertad humana es un donincomparable y arriesgado, carac-terística diferenciadora del serhumano, que presupone raciona-lidad e implica posible responsa-
IV. LAS CAUSAS
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bilidad. La libertad es profunda-mente humana, con todo lo queello significa de posibilidades,limitación y adecuación a la natu-raleza humana, de la que resultaelemento definidor esencial. Lalibertad humana es poliédrica;tiene una faceta positiva que nospresenta como seres capaces deasumir compromisos y mantener-los en el tiempo, y una facetanegativa, que la presenta comocarencia de vínculos, la falta deobstáculos que nos permite deci-dir y optar; ambas son ciertas yposibles conjuntamente en unbuen entendimiento del conceptoy de la realidad a la que respon-den, pero es fácil confundirlascomo exclusivas y recíprocamenteexcluyentes en un ejercicio deparcialidad pendular, según vere-mos. La libertad es también diná-mica: crece o disminuye en cadasujeto. Crece si se orienta a la ver-dad, de ahí el profundo aserto,desde una perspectiva antropoló-gica, de “la verdad os hará libres”.Disminuye si se orienta al error.Error en el ejercicio o mal uso dela libertad, conocido clásicamente
como libertinaje, o error respectodel propio concepto, que lleva asu negación, manifestada en lahistoria del pensamiento en losdiferentes determinismos filosófi-cos. La libertad es una realidadhumana paradójica, de modo quesolamente cuando es liberaciónde sí mismo permite al sujeto,libre de traba existencial, lanzarsu vida a ganarse a sí mismo y aconquistar metas que valgan lapena. Según Alejandro Llano, estaidea de libertad como liberaciónde sí mismo (que él llama “liber-tad postmoderna” frente a lalibertad-de, premoderna y la liber-tad-para, moderna), procede deSchelling, ha sido actualizada porFernando Inciarte en nuestrosdías y supone una hazaña existen-cial de envergadura para la que“hay que aprender a olvidar y arecordar”14. En palabras de Carly-le: “un sabio recordar y un sabioolvidar; en eso consiste todo”.
Sobre estas ideas básicas entorno a la libertad humana, comocimientos ideológicos, iremosconstruyendo, a lo largo de la
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exposición, las relativas a un buenentendimiento de las institucio-nes que nos ocupan.
Después de esta digresiónsobre el concepto de libertad, útilpara entender el proceso históricode evolución de la misma, volva-mos al momento que habíamosfijado como inicio de nuestrasreflexiones: el siglo XVIII.
Los pensadores prerrevolucio-narios franceses15 reaccionaroncontra los abusos e injusticiasderivados de lo que podríamosllamar una exageración de lalibertad, en su sentido positivo decapacidad para vincularse sinlímite, en el Antiguo Régimen,que provocó las vinculacionesperpetuas, mayorazgos y propie-dades de las llamadas “manosmuertas”. Al intentar corregir lasinjusticias provocadas por elabuso de la faceta indicada, sesituaron pendularmente en elextremo contrario y diseñaron unconcepto de libertad que se defi-nía negativamente, como carenciade vínculos. Desconfiaban de loscompromisos que generasen
hipotecas a la libertad en el futu-ro y prohibían los compromisos,que consideran esclavizantes parael hombre.
Esta idea de la “libertad negati-va”16, asimilada por los legislado-res de la codificación decimonó-nica, especialmente del Código deNapoleón, que servirá de modeloa tantos, está en la base de laslegislaciones divorcistas, que“protegen” al individuo de su pro-pia capacidad de “autoesclavizar-se”. Así, le imponen la posibilidadde deshacer el pacto conyugal,impidiéndole vincularse de unmodo indisoluble, supeditandotodo compromiso asumido por elhombre a su posible posteriorreconsideración, rescisión o revo-cación.
Esta idea de libertad, aplicadaal matrimonio, produce el divor-cio como fruto obligado. Y lo pro-duce con una doble fuerza expan-siva, conceptual y sociológica.Respecto a la expansión concep-tual, en cuanto a las causas dedivorcio y el procedimiento paraacceder a él, de modo que, tal
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como señala García Cantero17, sepasa de un inicial “divorcio-san-ción” sumamente restrictivo, pro-pio de sociedades mayoritaria-mente indisolubilistas, en las queel divorcio tiene mala considera-ción y que se presenta con ciertaaureola de moralidad, un recursodel cónyuge inocente contra elculpable..., a un “divorcio-quie-bra”, en el que se elimina lanoción de culpabilidad y todo seobjetiviza, en la necesidad de unremedio para una situación defracaso conyugal; la duración delmatrimonio ya no es de por vida.De la objetivación de las causasse pasa al “divorcio-consenso”, enel que basta el acuerdo de loscónyuges para disolver el matri-monio. El siguiente paso es el“divorcio unilateral”, que suponela consagración legal del “porta-zo”, sin alegación de causa ni con-senso. El último escalón en ladesjuridificación de la instituciónsería el “divorcio sin sentencia”,dictado por cualquier funcionarioo autoridad administrativa. Para-lelamente a esta vis expansiva con-ceptual, y retroalimentándose
recíprocamente de ella, corre laexpansión sociológica, que haceque sean cada vez más los queusan del divorcio y que disminuyala estabilidad de los matrimo-nios18.
El divorcio, en esta fase deci-monónica, está muy lejos del sen-timiento del pueblo y, de hecho,tarda generaciones en ir impreg-nando la forma de pensar de éstepero, por caminos y con avances yretrocesos que no hace al casocomentar ahora, va convirtiéndo-se en un valor en alza en la escalade valores del pueblo llano. Estocomienza a ocurrir, de un modoimportante, bien entrado el sigloXX, en un contexto muy distintodel que dio lugar a su nacimiento;un contexto de desarrollo econó-mico, progreso científico y tecno-lógico y progresivo relajo moral:son los años sesenta y setenta. Elsustrato ideológico es el de unerror antropológico que consisteen entender que la libertad sedesarrolla por su ejercicio espon-táneo, sin atender a bienes, virtu-des ni normas.
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Según Jan Latten, profesor deDemografía y Director de la ofici-na de Estadística Central de losPaíses Bajos, todo empezó comouna moda minoritaria en ungrupo de población de alta forma-ción intelectual, muy seculariza-do, se propagó a través de la cul-tura de masas y el Estado terminópor consolidar esta base de ideas,tomándola como propia, informa-lizando el matrimonio y equipa-rándolo a otros modelos de convi-vencia o familia19.
Esto se enmarca en el contextode una corriente de individualis-mo a ultranza, que proclama elderecho de todo individuo a pro-yectar su vida del modo que quie-ra y de un relativismo y subjetivis-mo moral que no admite otrojuicio ético que el del propio crite-rio personal.
Todo ello supone una idea delibertad negativa en la que sepuede apreciar un trasfondoestoico de total indiferencia haciael prójimo: la calma del que nosiente ni padece por nada queesté en el exterior del individuo,
en sí mismo encastillado. Se tratade una libertad sin metafísica,reductiva y materialista, que con-siste exclusivamente en estarlibre de obstáculos para hacer loque cada uno quiera. Esa libertades vivida ahora por la base social,por los ciudadanos que constru-yen su proyecto de vida, y lleva arechazar los compromisos quesuponen el matrimonio y la fami-lia matrimonial, a optar por des-vincular sexo de reproducción, aseparar unión marital de vínculo ycompromiso de vida. Están apli-cando en su escala de valores per-sonal, seguramente sin la menorconciencia de ello, la misma ideade libertad negativa, evoluciona-da del modo indicado, como idealconsistente en la carencia de vín-culos, que lleva a rechazar todo loque suponga compromiso.
De este modo, la idea de liber-tad negativa atacó al matrimonioen dos momentos históricos: enprimer lugar a través de la cúpulade la pirámide social, los legisla-dores, que fueron el fundamentoideológico de la mentalidad y la
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legislación divorcista; en segundolugar, después de un largo proce-so de contaminación de ideas, através de la base, del ciudadano,que comienza a hacer uso cadavez más frecuente del divorcio, esdecir, que va diluyendo su ideadel matrimonio como compromi-so de vida y paralelamentecomienza a acogerse a la unión dehecho que, en todas sus modali-dades, tiene este denominadorcomún: rechazo al compromisomatrimonial, sea provisionalmen-te, en el caso del llamado “matri-monio a prueba”, sea de mododefinitivo, en el caso del rechazofrontal al matrimonio institucio-nal. No se trata más que de distin-tos grados de contaminaciónideológica de este concepto delibertad. Por esa razón no debe enabsoluto extrañar que el creci-miento del número de divorcios yla mayor facilidad para disolver elvínculo matrimonial, no solamen-te no produzca un aumento dematrimonios, sino que vaya unidoa un aumento de las uniones dehecho20.
A mi modo de ver, deben sepa-rarse de este fenómeno ideologi-zado, extendido en las sociedadesdesarrolladas de Europa, las unio-nes de hecho propias de paísessubdesarrollados, en las que eldenominador común es la igno-rancia y la pobreza, más que unrechazo al matrimonio o un deter-minado concepto de libertad. Dehecho, en muchos de estos casos,la actitud interna y el comporta-miento de los unidos de hechoresponden mejor a un matrimo-nio natural que a una actitud derechazo a éste.
Este fenómeno, además deconstituir una parte relevante ycreciente de la realidad social delOccidente desarrollado, mereceuna consideración valorativadesde una perspectiva sociológi-ca. Por puro rigor lógico esa valo-ración debe ser negativa. La fami-lia que surge del matrimonio, estoes, la que supone en quienes lafundan un compromiso vital entresí y de apertura a la vida, con laasunción de las consecuenciasderivadas de la crianza y educa-
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ción de los hijos, se constituye,por ese solo hecho, no solamenteen pieza imprescindible del relevogeneracional, sino en instituciónde mayor calidad que la unión dehecho, por su mayor estabilidadtemporal y afectiva, para la fun-ción tuitivo-educativa de los hijosde familia. Cumple una evidente ynecesaria función social en lonuclear de lo que se viene cono-ciendo como bien común.
El compromiso matrimonialsirve, mejor que su contrario derechazo -propio de la unión dehecho-, al bien común: es el lugaren el que se producen las mejorescondiciones para un óptimo rele-vo generacional, con todo lo quesupone de esfuerzos, sacrificios y,en definitiva, de compromiso asu-mido y llevado a la práctica.
Según la misma Hillary Clin-ton, “toda sociedad necesita unamasa crítica de familias que seadscriban al ideal tradicional,tanto para satisfacer las necesida-des de la infancia como para ser-vir de modelos a otros adultosque están criando a niños en
entornos difíciles. En América,corremos hoy el peligro de perderesa masa crítica”21. En el mismosentido surgen voces de alarmaen Francia ante el dato estadístico(procedente de un estudio com-parativo sobre porcentajes de fra-caso escolar y comportamientosantisociales) de que actualmentemás de tres millones de menoresestán creciendo en familias deses-tructuradas.
Ha quedado demostrado en losapartados anteriores un hechoque resulta determinante de lavaloración comparativa que debehacerse desde la perspectiva delbien común y de los derechosconstitucionales de los hijos: enese sentido, el divorcio es unalacra social y la unión de hechouna alternativa familiar de menorvalor que el matrimonio. Esto nosignifica que no pueda criarse yeducarse a un niño/a en una fami-lia monoparental o formada porpadres que no sean ambos losbiológicos del niño/a. Podrán sinduda mostrarse casos individua-les en los que padrastros o
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madrastras maravillosas se hacencargo, crían, educan y contribuyenal desarrollo ideal de unhijastro/a, o progenitores que,supliendo a la madre o padre pre-muerto o desentendido e irres-ponsable, hagan maravillosamen-te su labor de padre y madre.Pero, siendo esto así, igualmentees de sentido común que la reglageneral deseable es dotar de lamáxima estabilidad posible a launión educadora de los progeni-tores y, en consecuencia, primarlas uniones en las que se dé,como actitud asumida por losprotagonistas, la de proporcionaresa estabilidad a su unión. Elloimplica asumir un compromiso deestabilidad y precisamente estadiferente actitud es la que separaen la actualidad a los matrimo-nios de las uniones de hecho.
Me parece básico insistir en laecuación compromiso=estabili-dad como tendencia, como reglageneral, como resultado previsi-ble, como lógica intencional,como fruto natural o conclusiónobligada de unas premisas. Existi-
rán siempre excepciones, pero
confirmarán la regla general:
cuando existe un compromiso
recíproco de dar estabilidad vitali-
cia a la unión, es más probable
que se encuentren los medios
para llevarla a cabo, para superar
las dificultades de convivencia,
que si esa voluntad inicial y com-
prometida no existe.
Pues bien, los unidos de
hecho, en cuanto alternativa de
proyecto de vidas que, precisa-
mente, prescinde de esas facetas
de compromiso, tan directamente
ligadas al logro de esa finalidad,
socialmente inexcusable, del rele-
vo generacional, se sitúan, por
propio diseño y decisión, en un
escalón inferior de compromiso y
bien común obtenible, a igualdad
del resto de variables.
Esa voluntad comprometida
debe, por tanto, desde la perspec-
tiva del interés social, constituirse
en objetivo perseguible para el
mayor número de ciudadanos
posible, como actitud con la que
afrontar el propio proyecto de
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vida en cuanto al desarrollo fami-
liar de la persona. Dentro del
marco constitucional y del respe-
to a la libertad de las personas, el
legislador deberá primar los com-
portamientos familiares que
mejor se adecúen a la consecu-
ción de los fines que son impres-
cindibles para la sociedad: seguri-
dad, relevo generacional, opti-
mización de las condiciones de
crianza, educación y desarrollo de
las nuevas generaciones.
Si esto es así, toda normativa
que relaje la estabilidad del vín-
culo conyugal o parta del princi-
pio de equiparación de la unión
de hecho al matrimonio, está pro-
vocando una regulación injusta, al
valorar de igual modo en sus efec-
tos y en sus niveles de protección
pública dos realidades claramen-
te asimétricas.
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A la vista de lo señalado en losapartados anteriores, si queremosque la exposición no se limite a laconstatación de realidades nega-tivas y dé un paso para resolver-las, tendremos que realizar unareflexión sobre los criterios másadecuados de regulación, tantodel matrimonio como de las alter-nativas al mismo, en orden apaliar los efectos perversos ymejorar los resultados prácticosque de dicha regulación se deri-ven.
Entiendo que tales criteriosdeben, de una parte, ser respetuo-sos en todo caso con la libertadde los individuos a quienes sedirigen como normativa y, deotro, con la normativa constitu-cional en la que se enmarcan encada país. Dentro de ese marconormativo entiendo, además, queserá mejor y más eficaz una políti-ca legislativa que incentive com-portamientos en la línea deseadapor el legislador, en orden a la
consecución de los objetivos debien común propuestos, que unalínea de prohibiciones y sancio-nes, más propia de leyes moraleso de leyes penales. En el ordencivil de una sociedad desarrolladaencajan mejor las normas queprotegen positivamente determi-nados comportamientos, dotán-dolos de mayores y mejores efec-tos, que las que pretendencorregirlos, ya que no es funciónpropia de las normas destinadas apersonas adultas el formarlassino, en todo caso, el primar lasconductas más acordes con losfines sociales dignos de protec-ción.
Tales criterios serían lossiguientes:
1. Si, como hemos podidocomprobar, la estabilidad es unacaracterística socialmente nece-saria, aunque no suficiente, decualquier modelo de familia, yaque es imprescindible para com-pletar los períodos de crianza y
V. CRITERIOS DE REGULACIÓN
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educación de los hijos y , desde laperspectiva de los progenitores,supone éxito en su relación y con-siguiente felicidad personal,deberán ponerse los medios ade-cuados para que tal estabilidadaumente o, al contrario, para quela siniestralidad o patología quesuponen en el proyecto de convi-vencia de cada pareja la crisis yconsiguiente ruptura, disminuya.
En este contexto tendremosque hablar de educación. Tendre-mos que reconsiderar el conceptode libertad y profundizar en él,desde la perspectiva de la felici-dad personal y familiar deseable yposible. Tendremos que potenciarla formación prematrimonial delos jóvenes, enseñándoles a supe-rar problemas de convivencia con-yugal, ofreciéndoles la oportuni-dad de aprender algo más que lossimples mecanismos de la sexua-lidad instintiva, en términos deafectividad, paternidad conscien-te, atractiva y responsable, etc.
Al regular los distintos mode-los de familia, el principio de laestabilidad deseable deberá servir
para incentivar conductas en estesentido, de modo que la produc-ción de efectos, la adquisición dederechos derivados de la unión deque se trate, vaya consolidándosejurídicamente, en la medida enque sus protagonistas se haganacreedores a que la sociedadtome en serio su proyecto de vidaen común.
En este sentido, el nacimientode un hijo debe ser un hecho deindudable relevancia jurídica,motivadora en positivo para susprogenitores y, de modo simultá-neo, proporcionalmente exigenteen sus consecuencias de vincula-ción con la responsabilidad inhe-rente a su crianza y educación enconjunto, durante el plazo que lanaturaleza impone, como fórmulaóptima y deseable. En definitiva,en la puesta en marcha de un pro-ceso de separación o divorcio, oen el marco de los efectos jurídi-cos de la unión de hecho, debedejar de ser un hecho jurídica-mente irrelevante la existencia dedescendencia. En los casos deseparación o divorcio, la sociedad
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debe poner todos los medios a sualcance para evitar tal siniestroantes de dar los pasos, ya queimplican un perjuicio gravísimo,muchas veces desconocido en susefectos hasta pasados los años.En este sentido, no creo en la efi-cacia de las medidas sancionado-ras, de perfil negativo. Nótese queestamos hablando de niños inde-fensos que necesitan cariño yatención. Ni la sociedad ni nadiepuede conseguir nada de eso pormedios coactivos. Se trata deactuar en positivo, de alertar, deresponsabilizar, de formar, deayudar, de incentivar los buenosresultados, en definitiva, de ponertodos los medios posibles paraconseguir las actitudes adecuadasen los padres, para que lo haganlo mejor posible con sus hijos, asabiendas de que, de ello, ellosserán también beneficiarios.
2. Completar la capacidad deobrar de los ciudadanos permi-tiéndoles contraer matrimoniocivil indisoluble. La imposibilidadde hacerlo en el momento actual,se mire como se mire, no deja de
ser una limitación a la capacidadde obrar de los españoles que,aunque quieran, no pueden civil-mente comprometerse en unmatrimonio de por vida. La fun-ción protectora del legislador nodebe traspasar el ámbito de lalibertad, tan citada en los preám-bulos de las leyes que reciente-mente se han dictado en la mate-ria; sólo debe respetarla.
No se trata de prohibir el divor-cio en el orden civil, sino simple-mente de aplicar de verdad el con-cepto de libertad civil. Podrándivorciarse quienes así lo elijan,contrayendo matrimonio civildisoluble por divorcio, pero no seprohibirá -a los ciudadanos queresponsable y voluntariamenteasí lo decidan- comprometerse depor vida en su proyecto de amorconyugal, llevar a la práctica vitaly matrimonial la idea de “quemarlas naves”, en justa corresponden-cia con la gravedad del reto quesupone formar una familia y criarunos hijos. Todos los casados conaños de matrimonio vivido sabe-mos por experiencia de la impor-
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tancia crucial que tiene esa acti-tud de “determinada determina-ción” de sacar adelante el matri-monio y la familia por la que se haapostado, para superar las crisis,ciertamente superables, en lasque hoy en día y de un modo pro-gresivo naufragan tantas parejas,vencidas de antemano por su acti-tud de falta de compromiso.
Dos son las objeciones que vie-nen haciéndose a esta propuesta:en el momento de la elección delos contrayentes se convierte laotra opción, la del matrimoniodisoluble, en una opción desegunda, con el consiguienteagravio comparativo; en elmomento de las crisis o fracasosconyugales se convierte en unaesclavitud para los cónyuges ypuede hacer de la familia uninfierno con resultados peores,incluso para los hijos, que preten-den evitarse con la indisolubili-dad.
En cuanto a la primera de ellasdebemos contestar afirmativa-mente, en el sentido de que poderelegir supone una discriminación
positiva, pero no atenta contra losderechos constitucionales denadie, ya que todo ciudadanotiene su libertad de elegir enigualdad de condiciones. Si laopción indisoluble se presentacomo matrimonio de primeracategoría es porque hay una razónpara ello en todo lo que ha queda-do expuesto en los apartadosanteriores de este trabajo. Ya vasiendo hora de hacer justicia a lasrealidades asimétricas de los lla-mados modelos de familia, enfunción de su capacidad de cum-plir mejor o peor las finalidadessociales, familiares y personalesque les son exigibles desde unaperspectiva institucional. Que aldistinguir ambas el legisladoresté incentivando de algún modouna respecto de la otra, en la per-cepción que llega a los contrayen-tes, no sólo no es inconstitucionalsino que resulta claramente mejorque su contrario.
Respecto de la segunda deellas, hay que hacer las siguientesconsideraciones. Una primeraconsiste en evidenciar que nunca
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se trata de terminar convirtiendoel hogar familiar en un infierno.Para evitarlo está la separaciónconyugal, que remedia la convi-vencia imposible de los cónyuges.Pero el gran argumento es de tipopositivo, psicológico y estadísti-co: la separación conyugal queda-rá para los supuestos de enconoprogresivo e imposible conviven-cia, pero para la inmensa mayoríade las crisis matrimoniales, elhecho de tener ambos claro yaceptado que no existe másopción que la reconciliación o laseparación, que las naves se que-maron voluntariamente y no exis-ten, llevará a resolver los proble-mas. Eso, en la práctica diaria,significa que los problemas queparecían insolubles se disuelvancomo azucarillos en agua, porqueambos cónyuges saben que suobjetivo vital es resolverlos.Cuando se sigue este proceso,aunque se pasen ratos amargos,el balance global, en términos defelicidad personal, es claramentepositivo; no digamos en términosde felicidad filial...
El problema de fondo es laactitud interior de cada cónyugeal enfrentarse a la crisis, el con-cepto de libertad con el que eva-lúa su situación personal y laescala de valores práctica queaplica a la situación vivida. Lacuestión radica en que esas pre-misas de actitud no se improvi-san, sino que es necesario educara la persona en los principios delos que se deducen; en que esconveniente además un ejemplode vida próximo que haga creíbleal educando la viabilidad de lafórmula que se le propone.
No obstante, este cuadro deprincipios, educación, ejemplo devida y aplicación práctica de unaescala de valores en el que la indi-solubilidad se acepta como vigen-te, no es una simple teoría más omenos utópica, sin base en la rea-lidad social. Muy al contrario, apesar de los actuales factores deinfluencia normativa, de influen-cia mediática, de influenciasocial, lo cierto es que sonmuchas las familias en las que seviven. Precisamente son esas
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familias las que mayoritariamenteforman lo que Hillary Clintondenominaba “masa crítica” defamilias intactas, de las que unasociedad necesita para perpetuar-se y mejorar.
Tal como veíamos al comienzode la exposición, los datos esta-dísticos de los países en los queel divorcio lleva años implantadoconfirman una tendencia a laexpansión indefinida del fenóme-no. Si a ello unimos la considera-ción del divorcio como fracaso, nosolamente de la respectiva uniónconyugal, sino también, desdeuna perspectiva social, como dis-minución de esa “masa crítica”tan necesaria para la estabilidad ymejora de la sociedad, concluire-mos que resulta aconsejable, enorden al bien común, potenciar enel tejido social las uniones conyu-gales estables, cuya eleccióncomo modelo de familia suponeen los contrayentes una actitudde compromiso vital. No estamoshablando de un retorno pendularextremista. Estamos, por el con-trario, volviendo a un sabio térmi-
no medio, equidistante de dos
extremos, los correspondientes a
las dos concepciones parciales de
la libertad a las que anteriormen-
te hemos aludido: la que la consi-
dera en su exclusivo contenido
positivo de capacidad de asumir
compromisos y la que la limita a
su consideración negativa de
carencia de vínculos. La realidad
humana de la libertad, traje abso-
lutamente a medida de la propia
naturaleza humana, es simultánea
y limitadamente ambas cosas a la
vez. En su faceta positiva de capa-
cidad de vincularse, está demos-
trado en la historia que incluye la
de asumir proyectos de vida com-
pletos, no solamente matrimonia-
les, pero desde luego también
matrimoniales. Ello no supone
una negación de su faceta negati-
va de carencia de vínculos; sola-
mente implica una corrección a la
interpretación parcial y errónea-
mente absolutizadora que hicie-
ron los pensadores prerrevolucio-
narios franceses de tal faceta
negativa.
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De lo que se trata es de ampliar
el porcentaje de familias sanas y
para ello, un medio que nunca
quitará un ápice de libertad a los
demás, pero que potenciará lo
mejor de quienes libremente lo
elijan, es la oferta propuesta del
posible matrimonio civil indisolu-
ble. Una sociedad verdaderamen-
te tolerante, una sociedad real-
mente preocupada por la mejora
de sus ciudadanos, en términos
de felicidad personal y de nivel de
integración social, a la vista de los
resultados comprobados de las
distintas fórmulas de convivencia
familiar conocidas y practicadas,
adoptará la política legislativa, no
solamente de permitir, sino inclu-
so de primar el modelo que mejo-
res resultados produce. Para fun-
damentar esta política legislativa
no necesitará recurrir a argumen-
tos diferentes de los sociológicos
y empíricos. Es más, el no hacerlo
podrá considerarse, con rigor,
como un comportamiento secta-
rio y contrario al bien común de
esa sociedad.
3. El tercer criterio normativo,
ya introducido en el comentario al
criterio de estabilidad y tan nece-
sario como éste para el éxito final,
es la afectividad. A diferencia de
los anteriores, no debe ni puede
reflejarse en normas directas, diri-
gidas a su consecución; en cam-
bio sí debe inspirar muchas nor-
mas, actualmente inexistentes,
tendentes a optimizar, recuperar,
sanar o restañar todas las mani-
festaciones de la patología de la
afectividad, esto es, del cáncer
que acaba con tantas uniones que
podrían ser fuente de felicidad y
lo son de sufrimiento. Está todo
prácticamente por hacer en el reto
social de ayudar a los ciudadanos
a acertar en sus apuestas afecti-
vas a la hora de constituir una
familia y de llevar a término el
proyecto de vida en común.
Hay tres momentos o etapas
en las que se puede incidir positi-
vamente en esta faceta, evitando
con ello muchos siniestros afecti-
vos, como lo son las separaciones
y divorcios.
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
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José Javier Castiella48
La primera es la de la educa-
ción afectiva para la convivencia
durante la infancia. Hay nociones
básicas para evitar problemas gra-
ves de convivencia conyugal que
deben asimilarse en la etapa de la
educación primaria y secundaria.
Se sabe mucho sobre comuni-
cación afectiva y se dedican muy
pocos esfuerzos a trasladar esa
información a quienes más la
necesitan: los jóvenes que inician
su andadura afectivo-familiar. No
se diga que es un tema de libertad
en el que no puede imponerse a
nadie un determinado aprendiza-
je, porque sería tanto como mani-
pular ideológicamente a la pobla-
ción. De lo que se trata no es de
manipular a nadie, es de dotar a
los ciudadanos de unos conoci-
mientos básicos, empíricamente
comprobables, que aumenten sus
probabilidades de éxito en la rela-
ción afectiva en términos de felici-
dad y estabilidad. No se trataría
de imponer nada, simplemente de
proponer e incentivar la informa-
ción previa de los jóvenes en el
campo de la afectividad en la vidaen pareja.
Una vez producida la crisis depareja, o mejor, cuando surgenlas dificultades de convivencia ytodavía no se ha roto, qué eficazpodría ser una normativa queregulase algún servicio de infor-mación o formación para la convi-vencia, bien presentado comointeresante y atractivo, que ayu-dase a los protagonistas de la cri-sis a superarla, a aprender de ellaen términos de convivencia feliz.
Si somos sinceros cuando deci-mos que el divorcio es un fracasodel amor intentado, tendremosque ser consecuentes con ello yponer todos los medios lícitos yrespetuosos con la libertad de laspersonas y sus derechos constitu-cionales para evitarlo. En todas ycada una de las sociedades en lasque la lacra del divorcio tiene unatrayectoria en el tiempo suficien-temente larga como para que semanifiesten los efectos generacio-nales que produce en la sociedaden la que arraiga y se expande,paulatina pero inexorablemente
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va emergiendo el altísimo costesocial y la fuente de dolor quesupone.
Llegará un día en que nos con-venzamos de que los siniestrosafectivos del divorcio son másdañinos para la sociedad que lossiniestros del tráfico vial. No sediga que en este último caso setrata de vidas y que en el deldivorcio son simples cambios derumbo o etapas superables. No esasí. En algunos casos, en progre-sión, también se trata de vidas:violencia de género, íntimamenterelacionada con la desatencióneducativa y de imposible soluciónsi no es a través de la educación.Pero además, en términos desufrimiento producido, de costesocial para las generaciones deniños que crecen en el entorno delas familias rotas, resulta cada vezmás evidente que el daño socialno solamente es comparable, sinoque es mucho mayor cuantitativay cualitativamente. Si esto es cadavez más así, sin intentar ponerleaumentos, simplemente reflejan-do la realidad de lo que vemos
cada día en nuestros despachos,en nuestras familias, en nuestroentorno social, tendremos quecambiar radicalmente de actitud ycomenzar a considerarlo como loque es: un grave problema quehay que controlar, limitar y resol-ver en lo posible. Nunca se podráeliminar, como no se podrá erra-dicar el accidente de circulación,porque somos humanos y necesi-tamos vivir comunicados, porquetenemos que asumir la actividadde riesgo y la seguridad estadísti-ca de siniestros. Pero sí podemosy de hecho nuestro país estáhaciendo desde hace algunosaños esfuerzos inteligentes y efi-caces en ese sentido, disminuirdrásticamente el número desiniestros. Pues bien. De lo que setrata es de dar a los siniestros depareja no menor importancia y detratarlos con la misma diligencianormativa. No quiere decirse, evi-dentemente, que se trasladen losmismos criterios normativos, yaque se trata de una problemáticaradicalmente distinta. Ya hanquedado expuestos en este apar-tado los criterios normativos que
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podrían servir para acometer esa
labor. Pero sí se trata de ser hon-
rados y consecuentes con la califi-
cación que actualmente merece el
hecho social del divorcio, la unión
de hecho y sus consecuencias
para toda la sociedad y, especial-
mente, para el grupo social direc-
tamente afectado: parejas e hijos
de tales uniones.
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Dada la reforma introducidapor la ley 13/2005 de 1 de julio,por la que se modifica el CódigoCivil, reconociendo el matrimonioentre homosexuales con los mis-mos efectos que el celebradoentre personas de distinto sexo,resulta inexcusable tratar de lasuniones homosexuales en el con-texto de los modelos de familiaque nos ocupan, máxime cuandose les concede la aptitud para seradoptantes.
El tratamiento separado de launión homosexual responde a laconvicción de que entre ella y lasdistintas uniones heterosexualesno existe simplemente una dife-rencia de grado, concretamentede compromiso, tal como veía-mos al tratar del matrimonio y launión de hecho, sino cualitativa,que podríamos concretar, asu-miendo el riesgo de inexactitudderivado de la simplificación, enla palabra fecundidad. En efecto,aparte de otras muchas diferen-cias, en las que entraremos des-
pués, la gran diferencia entre lasuniones heterosexuales y lashomosexuales estriba en la apti-tud natural para procrear22, lo queconfiere una mayor importancia ala facultad de adoptar que lesconcede la ley.
En la exposición del temaseguiremos el siguiente orden:historia reciente del movimientogay; origen y reversibilidad de la“gainicidad”; la sociedad y el dere-cho ante la homosexualidad, conespecial referencia al matrimonioy la adopción.
1. Historia del movimiento gay
El punto de partida para entenderlo que viene ocurriendo en todaslas sociedades desarrolladas delmundo, en relación con las unio-nes homosexuales, es EstadosUnidos en la década de los seten-ta. Hasta esas fechas la homose-xualidad había figurado como untrastorno psíquico en el listado dedesórdenes mentales del Diagnos-
VI. LA UNIÓN HOMOXESUAL
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tic and Statistical Manual of Mental
Disorders. Según el testimonio de
Ronald Bayer, conocido simpati-
zante de la causa gay, citado por
César Vidal23, dado que la Conven-
ción de la Asociación Psiquiátrica
Americana (A.P.A.) de 1970 iba a
celebrarse en San Francisco, dis-
tintos dirigentes homosexuales
acordaron realizar un ataque con-
certado contra esa entidad. Dicho
ataque se concretó en una irrup-
ción de activistas gays en un
seminario impartido por el doctor
Irving Bieber, autoridad científica
en transexualismo y homosexuali-
dad. A gritos e insultos descalifi-
caron al médico, asimilando sus
opiniones científicas sobre homo-
sexualidad al racismo. En esa oca-
sión el ataque provocó el rechazo
de la audiencia, por considerar
falsa y demagógica tal asimila-
ción. De modo análogo fue inte-
rrumpida la exposición del psi-
quiatra australiano Nathaniel
McConaghy, llamándolo tortura-
dor y asimilando sus tratamientos
a los que recibían los judíos enAuchswitz.
El 3 de mayo de 1971, un grupode activistas gays interrumpió enla reunión anual de psiquiatras yuno de ellos se apoderó delmicrófono para decirles que notenían ningún derecho a discutirsobre homosexualidad y quepodían tomarlo como una decla-ración de guerra. Varios militantesviolentos desplegaron a continua-ción un panel en el que se defen-día la homosexualidad como unestilo de vida y se declaraba a lapsiquiatría como el enemigo máspoderoso de los homosexuales enla sociedad contemporánea. Elcolectivo de psiquiatras, asustadoy perplejo, desacostumbrado aque sus pacientes les imponganopiniones y no formado parahacer frente a una presión violen-ta, calló y se replegó.
En 1973, bajo la presión dellobby gay y con la connivencia dealgunos psiquiatras como KentRobinson y Judd Marmor, esteúltimo deseoso de conseguir lapresidencia de la Asociación Psi-
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José Javier Castiella 53
quiátrica Americana, se sometió adiscusión un documento cuyafinalidad era eliminar en el Diag-nostic and Statistical Manual of MentalDisorders la mención de la homo-sexualidad como trastorno. Seobtuvo el 58% de los votos a favorde la exclusión. La homosexuali-dad había dejado de ser una pato-logía para considerarse un estilode vida. Entre los partidarios de laexclusión como anomalía psíqui-ca destacó el psiquiatra RobertSpitzer, muy aplaudido por elcolectivo gay por su actitud bene-volente. En los años siguientes, lamisma presión gay obtuvo nuevosresultados: en 1986 se excluyó delDiagnostic and Statistical Manual ofMental Disorders el trastorno ego-distónico, modalidad de homose-xualidad que causa un pesar per-sistente al que la padece y, porúltimo, consiguieron la exclusiónde dicha lista de la paidofilia. Laconvicción mayoritaria, no obs-tante, era que esta cadena dedecisiones estaba más basada enuna acción política que en consi-deraciones científicas.
En 1981 surgió el SIDA. Los dosprimeros casos se produjeron enNueva York y en California entrehomosexuales. Ese hecho, lejosde producir rectificación algunaen el rumbo de los acontecimien-tos, los radicalizó y se utilizócomo arma dialéctica para conse-guir actitudes solidarias. El 8 defebrero de 1994 el Parlamentoeuropeo dictó una resolución enla que se pedía a los estadosmiembros que suprimieran todaslas disposiciones jurídicas quecriminalizan o discriminan lasrelaciones sexuales entre perso-nas del mismo sexo. Se solicitaba,asimismo, la eliminación de laprohibición de contraer matrimo-nio homosexual, así como la decualquier “restricción de los dere-chos de las lesbianas y de loshomosexuales a adoptar o criarniños”24.
Como consecuencia de ello, yde la presión de los lobbys gaysen los distintos estados miem-bros de la Unión Europea, asícomo en los países próximos desu entorno, ha habido un goteo
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de disposiciones nacionales que,plegándose parcialmente a lasindicaciones de la mencionadaresolución, regulan las uniones dehecho homosexuales, dotándolasde limitados efectos jurídicos y,progresivamente, amplían elespectro de derechos y efectos detales uniones ajustándose, cadavez en mayor medida, a los impe-rativos de la citada resolución. Atítulo meramente enunciativocabe destacar las siguientesfechas y países que regulan estamateria en los términos apunta-dos: 1995: Suecia; 1996: Islandia yHungría; 1998: Holanda. Este paísvuelve a regular el tema por ley de1 de abril de 2001, admitiendo yade modo institucional el matri-monio de homosexuales; 1999:Francia, con el pacto civil de soli-daridad. En este mismo año,Dinamarca regula la posibilidadde que un homosexual adopte alhijo biológico de su compañero/a;2001: Alemania, aunque limitada-mente y sin posibilidad de adop-tar; 2002: Gran Bretaña reforma laley de adopción permitiendoadoptar a los homosexuales y les-
bianas. En ese mismo año Sueciaregula la adopción por homose-xuales.
Por lo que se refiere a España,Navarra resulta ser la pioneramundial en la aceptación delmatrimonio homosexual y la posi-bilidad de adoptar, en virtud deley de 3 de julio de 200025. OtrasComunidades Autónomas lohabían hecho limitadamente,como es el caso de Cataluña yAragón. Por fin, la ley citada alcomienzo de este apartado intro-duce en nuestro ordenamientojurídico el matrimonio homose-xual con plenitud de efectos,incluida la posibilidad de adoptar.
2. Origen y reversibilidad de la“gainicidad”
Cuando uno se acerca al estu-dio del colectivo homosexual, lacaracterística más llamativa es lade la heterogeneidad de los tiposhumanos que lo componen y delas causas que les han llevado, ensu trayectoria personal, a formarparte del mismo. Las causas dehomosexualidad en una persona
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pueden ser tan diferentes, casidiría opuestas, que generan gru-pos muy diferenciados entre sí.
A. En cuanto al origen de estasdivergencias existen dos posturasfundamentalmente: las teoríasinnatistas y las psicológicas. Lasprimeras consideran que estasdivergencias tienen su origen enla propia genética del individuo yde ello extraen las consecuenciassiguientes: tales divergencias sontan naturales como su ausencia,en cuanto que ordenadas por lanaturaleza; por supuesto soninimputables desde cualquierperspectiva moral y dan lugar aconductas que deben normalizar-se socialmente en su aceptaciónpor ser tan naturales como cua-lesquiera otras. Ni que decir tieneque el movimiento gay es firmepartidario y promotor de las diver-gencias. En los últimos años sehan publicado, con una cadenciasospechosa, artículos que confir-man esa teoría y la del gen de lagainicidad. En todos los casos, almenos hasta el momento, en losnúmeros siguientes de la revista
científica de su publicación hanquedado desacreditados los cita-dos artículos y desmontado porfalso el planteamiento pseudo-científico al que respondían26.
Centrándonos en las causas detipo psicológico, podemos distin-guir, al menos, dos momentos enel desarrollo de la persona queresultan determinantes de laatracción sexual homosexual:
a) La edad de los tres a loscinco años, en la que tiene lugarla determinación de la identidadsexual del individuo. En ella, elniño/a se autoidentifica comoperteneciente a un género deter-minado, masculino o femenino.Es posible un error en tal autoi-dentificación si viene inducidopor la influencia determinante delambiente en que se desarrolla elniño/a, en esa edad, fundamental-mente la madre. Ello significa queel sexo psicológico del individuova a ser el opuesto al biológico yque, cuando el sujeto en cuestiónllegue al uso de razón, el hábitopsicológico de considerarse erró-neamente como perteneciente al
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otro género sexual estará tanarraigado que resultará difícil-mente reversible y será vivido porel protagonista como innato, detoda la vida. En esos casos, elerror no puede imputarse alhomosexual desde ninguna pers-pectiva ya que, en todo caso, seríavíctima de la influencia o presiónque le llevo a tal equivocación deidentidad sexual27.
b) Supuesto intermedio, con
mil variantes posibles, es el más
frecuente, de desviación sexual,
en la etapa de la pubertad. En
esta fase del desarrollo del indivi-
duo aflora el instinto sexual y lo
hace con un cierto grado de inde-
terminación. Esa pulsión malea-
ble, unida a ciertas circunstancias
de ambiente, compañía, educa-
ción y ejercicio de la libertad del
sujeto, pueden llevar a una ads-
cripción homosexual.
No debe renunciarse a hablar
de “error” en el primer caso y de
“desviación” en el segundo, sin
que ello suponga animadversión
homófoba, como ha dado en eti-
quetar el movimiento gay a cual-quier opinión que contradiga susobjetivos. La autoasignación deun sexo distinto del que consta demodo incuestionable en cada unade las células del organismo delsujeto, se mire como se mire, esun error de asignación. La orien-tación sexual hacia los sujetos delmismo sexo, habida cuenta deque el sexo tiene una comple-mentariedad natural en la hetero-sexualidad que no se da en lahomosexualidad, puede, con todacorrección y respeto a las perso-nas, denominarse como desvia-ción respecto de la orientaciónque natural y mayoritariamente seda en el desarrollo normal de lossujetos. Cosa distinta es entenderestos términos como agresiones oimputaciones de responsabilidad.En el orden de la asignación desexo o de la orientación sexualentiendo que no debe hablarse deimputación, responsabilidad niculpabilidad, tal como ha queda-do expuesto desde las primeraslíneas de este apartado. En esesentido conviene distinguir la
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José Javier Castiella 57
asignación u orientación de la
práctica homosexual... Pero esa es
una cuestión distinta, en la que
no procede entrar, por no ser el
objeto de este trabajo.
En el colectivo genérico homo-
sexual se integran, en realidad,
muchos subgrupos, muy hetero-
géneos por su origen, por su
voluntariedad, por su denomina-
ción por los propios homosexua-
les o por el colectivo no homose-
xual, por su rol de compor-
tamiento social y sexual, etc. Lo
que importa es tener clara esta
idea de la gran diversidad de
matices, que no admiten simplifi-
cación justa, pero que tienen
como denominador común su
orientación sexual homófila.
B. Respecto de la reversibili-
dad, son abundantes los testimo-
nios de autores, fundamental-
mente psiquiatras y psicólogos,
que constatan la experiencia clíni-
ca repetida de reversibilidad de la
tendencia homosexual28. Merece
la pena centrarnos en el caso del
doctor Robert Spitzer que, según
hemos visto, en 1973 fue aplaudi-do por el movimiento gay por sucondescendencia en la exclusiónde la homosexualidad como tras-torno psíquico. En 2001 publicóen Nueva Orleáns un trabajo queincluía un estudio estadísticosobre ciento cincuenta y tres varo-nes y cuarenta y siete mujeres,con el denominador común deque todos ellos apostaban porcambiar su tendencia homose-xual. Los resultados de su trabajofueron los siguientes: el 66% delos varones y el 44 % de las muje-res consiguieron convertirse enheterosexuales. El citado profesorde la universidad de Columbia(Nueva York) publicó los resulta-dos de su trabajo, con el título“Terapia de reorientación sexualpara homosexuales”, en el WallStreet Journal del 23 de mayo de2001. El resultado de ese trabajono ha gustado nada a la comuni-dad gay y, según sus propiasdeclaraciones, ha sido duramentecriticado y perseguido por darpublicidad a un dato de experien-cia.
3. Matrimonio y homosexualidad
Son muchísimos los argumen-tos que se vienen esgrimiendo encontra de etiquetar como matri-monio a la unión homosexual ydotarla de los efectos jurídicos deéste: desde el numérico del 0,11%,hasta el constitucional del artícu-lo 32 de nuestra Carta Magna,pasando por los derivados de lasdiferencias de relación física yafectiva, la diferencia sociológicade la fecundidad natural o la dife-rencia conceptual cualitativa deltipo de unión que se denomina.Cada uno de ellos describe unaparcela de la realidad y todosellos, en su conjunto, trasladan acualquier observador objetivo laconvicción de que no resultaexacta ni correcta tal asimilación.Por mi parte, voy a limitar esteapartado a dos consideraciones:
La primera es que, en la enor-me variedad de supuestos posi-bles que nos ofrece el ámbito dela homosexualidad, existen situa-ciones dignas de protección jurí-dica que merecerían una normaque se la ofreciera. Todos hemos
conocido el caso del compañerohomosexual que cuidó a su compa-ñero enfermo hasta su muerte y,tras el fallecimiento, fue expulsa-do de la vivienda porque era delfallecido y, para la ley, el cuidadorera un extraño. Las situaciones deconvivencia estable deben gene-rar efectos jurídicos proporciona-les que eviten desequilibriosinjustos.
La segunda es que la ley queincurre en esta injusta asimila-ción no produce alarma socialinmediata, pero termina produ-ciendo un efecto inexorable. A laspersonas adultas en el momentode publicarse la ley, ésta, desde laperspectiva de la confusión con-ceptual, no puede ya producirlesningún perjuicio. Por eso es fácilque no provoque especial recha-zo. Incluso puede verse comomezquino el rechazo, en el senti-do de excluyente para unospocos, de lo que se considerabueno para la mayoría. Se puederesumir ese planteamiento así:“¿Si a tí no te perjudica en tu vida,por qué les vas a negar a ellos lo
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LAS RACIONALIDADES DE LA ECONOMÍA
Ricardo F. Crespo58
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que quieren y necesitan?”. Lo queocurre es que las cosas no son así.Las leyes tienen, además de la efi-cacia normativa inmediata desdesu promulgación y, en su caso,vactio legis, una eficacia mediata, alargo plazo, didáctica, de normali-zación de las conductas reguladasy de los conceptos asimilados deltratamiento dado a las institucio-nes de que se ocupan. Las leyesde familia no son una excepción aesta regla. Tienen un evidenteefecto educativo. Un comporta-miento sancionado o prohibidodesincentiva; un comportamientoinstitucionalizado y normalizado,incentiva. La ley que comenta-mos, esto es evidente, pasa aincentivar, por asimilación, lahomosexualidad y, paralelamen-te, a desvirtuar, desnaturalizar ydevaluar el matrimonio. Este efec-to no se produce, como decía, enla generación adulta correspon-diente a la promulgación de lanorma, pero sí se origina, inexora-
ble, con el paso del tiempo, a tra-
vés de la educación, en las gene-
raciones siguientes, que nacen y
se desarrollan, asimilan concep-
tos y cultura, en un ambiente cuyo
marco normativo equipara unión
homosexual a matrimonio. Éste
es, a mi modo de ver, el mayor
perjuicio derivado de tamaño dis-
parate jurídico y conceptual.
4. La adopción por homosexua-les
Para tener criterio sobre el
tema propuesto debemos cono-
cer, con un mínimo de rigor, los
dos extremos de la proposición
que se nos plantea como proble-
ma: adopción y homosexualidad.
Al conocer la realidad de una y
otra estaremos en condiciones de
emitir una opinión fundada sobre
la respuesta adecuada a la cues-
tión planteada, que expondremos
en forma de conclusiones.
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José Javier Castiella 61
Tal como ha quedado expuestoanteriormente, el ser humano secaracteriza, por naturaleza, pornecesitar de un período de desa-rrollo mucho más largo que el decualquier animal no racional. Suminoría de edad se prolongadurante muchos años. En eselargo período de tiempo necesitade ayuda en muchos órdenes: eldel alimento y vestido, el de laafectividad, el de la instrucción enhabilidades y conocimientos, elde la maduración de la personali-dad y la progresiva autonomía decriterio. Este período de aprendi-zaje y dependencia incluso se pro-longa más en las sociedadesdesarrolladas. A ello debemosañadir que la formación del niñoen los primeros años es funda-mental: Enrique Rojas sostieneque el niño es como una esponjaque absorbe todo lo que va reci-biendo de su entorno afectivo encuatro vertientes básicas para unser humano: física, psicológica,social y cultural. En ese contexto,
la sexualidad es de una gran plas-
ticidad, el medio ambiente no es
determinante de un modo nece-
sario pero, sin duda, es un ele-
mento poderoso de influencia
educativa29.
La naturaleza provee a esta
necesidad del hombre dotando a
sus progenitores de un instinto de
paternidad y maternidad que les
lleva a volcarse en la consecución
de esos objetivos. La naturaleza
proporciona esa protección con
las siguientes notas: a) Desde la
paternidad y la maternidad, esto
es, desde la masculinidad y femi-
nidad. b) En interés del menor o
incapaz, a través del instinto de
paternidad y maternidad que lle-
van a buscar ese interés y c) Con
estabilidad en el tiempo, ya que el
período de minoría de edad y
desarrollo es muy grande, porcen-
tualmente, en relación con la
duración de la vida humana. Esta
protección se articula jurídica-
VII. ADOPCIÓN
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
MODELOS DE FAMILIA
José Javier Castiella62
mente a través de la institución de
la patria potestad.
La adopción como institución
jurídica civil tiene la finalidad de
servir de institución supletoria de
la patria potestad sobre los
menores o incapacitados cuando,
por las razones que sean, estos
quedan sin la protección inheren-
te al ejercicio de aquella. Ya los
romanos, atendiendo a este fun-
damento natural supletorio de la
institución, señalaban que adoptio
natura imitatur, siendo éste, por
tanto, su norte normativo, su cri-
terio a la hora de regular la insti-
tución: imitar del modo más pró-
ximo y ajustado posible la
consecución de los objetivos de
protección, ayuda y desarrollo
que la naturaleza consigue para el
menor a través de sus progenito-
res.
De acuerdo con este básicoprincipio de sentido común ynatural, al regular la instituciónde la adopción tendremos encuenta el interés del menor y, enconsecuencia, no hablaremos dederecho a adoptar, sino de apti-tud para adoptar. La diferencia escapital: ser adoptante significa serapto para imitar del mejor modoposible a la naturaleza en esa fun-ción tuitiva del menor huérfano odesamparado. Convertir esa fun-ción en un derecho ejercitablesobre la persona del menor es darun tratamiento perverso y antina-tural a la adopción, desvirtuarla,desenfocarla respecto de su obje-tivo. Esto se ha vivido así durantemilenios, en distintas culturas ylegislaciones. En el derecho com-parado actual es un lugar comúnhablar de “pueden” adoptar, no de“tienen derecho a adoptar”.
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
MODELOS DE FAMILIA
José Javier Castiella 63
Comenzaremos exponiendo lasopiniones favorables a una sub-sunción positiva de la homose-xualidad en la adopción propug-nando su posibilidad. En primerlugar, la Resolución sobre laigualdad de derechos de loshomosexuales y lesbianas en laComunidad Europea de 8 defebrero de 1994, en su punto 14, infine, entiende que se debe ponerfin: “a toda restricción de los dere-chos de las lesbianas y de loshomosexuales a ser padres, aadoptar o criar niños”. Nótese;“derecho” a adoptar. En 2003,Mary Bonuato, miembro de laAsociación Internacional de gaysy lesbianas, en la página web de laAsociación, insistía en que “elamor y el compromiso de los dospadres es lo más decisivo para losniños- no el sexo o la orientaciónsexual de los padres”30. En 2005, laVicepresidenta española MaríaTeresa Fernández de la Vega, en larueda de prensa posterior al Con-sejo de Ministros en que se dio
luz verde a la tramitación delanteproyecto de ley que modificael Código Civil para regular elmatrimonio entre personas delmismo sexo, afirmó: “ya hay milesde niños en España que viven conpadres homosexuales... más de 50estudios están de acuerdo en queno hay diferencias entre los niñosque crecen en hogares con padreshomosexuales”.
Contestemos argumentalmen-te a cada una. La resolución aludi-da se descalifica a sí misma alhablar de “derecho” a adoptar. Nohay tal derecho, como ha queda-do antes expuesto. En cuanto a ladeclaración de que el amor y elcompromiso son más importan-tes que la orientación sexual, nodeja de ser un sofisma, esto es,una mentira disfrazada. De lo quese trata, precisamente, es de valo-rar la capacidad de amor y com-promiso estable, con la durabili-dad que el niño necesita, a la horade determinar la aptitud para ser
VIII. HOMOSEXUALIDAD
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
MODELOS DE FAMILIA
José Javier Castiella64
adoptante. En este sentido,hablaremos seguidamente de esaaptitud en las parejas homose-xuales.
Por último, la afirmación de lapolítica española y el respaldo deautoridad de los “50 estudios”merece un comentario: un infor-me publicado en EE.UU. en 2001por el Marriage Law Project y el Ethicsand Public Policy Center evaluó 49estudios sobre paternidad homo-sexual (quizás la vicepresidentase refería a ellos y redondeó sunúmero en 50). Ese informe, reali-zado por dos expertos en elcampo del análisis cuantitativo,Robert Lerner y Althea Nagai,observa que los “estudios” citadosse vienen usando para “probar”que un niño no se ve afectadonegativamente cuando es criadopor dos padres del mismo sexo.Los autores concluyen que esta“prueba” no existe y que todos losestudios sobre los que se basantales afirmaciones son gravemen-te deficientes: por hipótesis con-fusas, carencia o inadecuada com-paración de grupos, medios de
medida inválidos, muestras notomadas al azar, carencia de aná-lisis o análisis inadecuados. Dehecho, de los 49 estudios, 21 deellos carecen totalmente de ungrupo heterosexual de control. Enidéntico sentido Steven Nock,sociólogo de la universidad deVirginia, al que se solicitó queevaluara estudios de este tipocomo testigo experto del fiscalgeneral de Canadá, llegó a lassiguientes conclusiones: “1.Todos los artículos que he revisa-do contenían al menos un defectofatal en el diseño o en la ejecu-ción y 2. Ni uno solo de estosestudios fue llevado a cabo segúnlos estándares aceptados en lainvestigación científica”. En lamisma línea Gallagher y Bakerañaden que la gran mayoría de losestudios utilizados para defenderla paternidad del mismo sexocomparan a las madres solteraslesbianas con las madres solterasheterosexuales. De esta manera,en ambos casos las familias care-cen de padre. Por ello no puedenutilizarse para contradecir la grancantidad de estudios que mues-
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
MODELOS DE FAMILIA
José Javier Castiella 65
tran que la mejor opción para losniños es una familia con un padrey una madre casados entre sí.
El apartado anterior nos hadado las coordenadas desde lasque debemos estudiar la homose-xualidad en orden a determinar suidoneidad para la adopción. Laprimera de ellas, referentes demasculinidad y feminidad, no seda. La segunda, el instinto de pro-tección de paternidad y materni-dad hacia el hijo, no se da delmismo modo que en la genera-ción biológica, pero ello no exclu-ye que genéricamente no se dé, locual, por otra parte, ocurre entodos los casos de padres adopti-vos. Además, más importante quelo puramente instintivo es, tratán-dose de personas, la actitud afec-tiva hacia el adoptando y ésta,evidentemente, puede ser tanpositiva y acogedora en el caso delos homosexuales como en el delos heterosexuales. En la tercerade las coordenadas apuntadas, larelativa a la estabilidad previsiblede la familia resultante de laadopción, nos encontramos lo
siguiente: dos terapeutas homo-sexuales, McWhirter y Mattison,en un trabajo de 1984, realizaronuna encuesta a 156 parejas homo-sexuales y descubrieron: que el95% de las parejas eran infieles yel 5% restante no habían perma-necido juntas más de 5 años, con-cluyendo que “la fidelidad sexualno existe”. El testimonio del psi-quiatra holandés Gerard van denAardweg en su libro Homosexuali-dad y esperanza insiste en esamisma dirección cuando afirmaque en sus 35 años de experienciaen tratamiento de homosexualesno ha encontrado una sola rela-ción estable de años; que existencasos de amistad duradera, perono de cohabitación y menos defidelidad. Son relaciones, nosdice, caracterizadas por tensio-nes, celos, dependencia adoles-cente y fenómenos neuróticos deatracción-repulsión. La duraciónmedia de una relación “estable”es de año y medio. En el mismosentido Aquilino Polaino mani-fiesta: “hoy se sabe que los con-flictos y comportamientos violen-tos son dos o tres veces más
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
MODELOS DE FAMILIA
José Javier Castiella66
frecuentes en las parejas homose-xuales que en las heterosexua-les”31.
A este respecto, la sentenciadel Tribunal Europeo de DerechosHumanos de 26 de febrero de2002 niega el derecho a adoptarde una pareja homosexual ale-gando su “estilo de vida” y la“ausencia de un referente mater-no”, lo cual, a juicio del Tribunal,puede provocar “consecuenciaspara los niños”. En el mismo sen-tido van las declaraciones de laAsociación Española de Pediatríacuando sostiene que un núcleofamiliar con dos padres o dos
madres es, desde el punto de
vista pedagógico y pediátrico, cla-
ramente perjudicial para el armó-
nico desarrollo de la personalidad
y la adaptación social del niño. La
Declaración Universal de Dere-
chos del Niño manifiesta que “el
interés superior del niño debe ser
el principio rector de quienes tie-
nen la responsabilidad de su edu-
cación y orientación”. China, por
ejemplo, no autoriza la adopción
por parejas homosexuales y sola-
mente permite adoptar a perso-
nas solas cuando aportan un cer-
tificado de no homosexualidad.
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
MODELOS DE FAMILIA
José Javier Castiella 67
1. Se evidencia una fuerte pre-sión e interés en mostrar una rea-lidad virtual: que la crianza porhomosexuales es inocua para losniños y homologable a la familianatural. La multitud de “trabajos”en esta línea y la inmediata desca-lificación científica de los mismosevidencia el interés del movi-miento gay en esa dirección.
2. El desarrollo del niño duramuchos años y, por tanto, unestudio riguroso de las conse-cuencias de la crianza en unmedio como el analizado quizásestá por hacer todavía.
3. De lo que sí tenemos eviden-cia es de que en la adopción porparejas homosexuales no se danni la bipolaridad sexual -con losreferentes de padre y madre, mas-culinidad y feminidad-, ni la esta-bilidad. Si bien es cierto que laestabilidad y la fidelidad vandeteriorándose también en lasparejas heterosexuales, la diferen-cia en ambos casos entre unas y
otras sigue siendo abismal. Deesto hay multitud de datos esta-dísticos confirmatorios que po-drían citarse.
4. Planteada la cuestión en susjustos términos, esto es, de apti-tud para adoptar en función delinterés del menor, cabría plan-tearse la posible adopción delhijo biológico de homosexual porsu pareja. En este caso, los dosdefectos de aptitud se van a daren todo caso, dada la filiación deladoptando: su progenitor biológi-co siempre se unirá, como homo-sexual que es, con personas delmismo sexo; por tanto, la bipola-ridad sexual en ningún caso sedará respecto del ambiente enque crezca el niño y, por la mismarazón, la estabilidad tampoco. Ental caso, es defendible considerarmejor para la protección delmenor, la adopción por el compa-ñero de su progenitor que, almenos, le dotará de los derechosque la ley civil concede al hijoadoptivo. Esta es una cuestión
CONCLUSIONES
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
MODELOS DE FAMILIA
José Javier Castiella68
discutible por lo que tiene de rup-tura de un principio de familianatural y de que la adopción seaimitación de la naturaleza; pero esdefendible desde la perspectivade la protección del menor, comoprincipio inspirador de la adop-ción.
5. En todo caso, la excepciónapuntada en el apartado anteriorno haría otra cosa que confirmaruna regla general de falta de apti-tud en las uniones homosexualespara ser adoptantes de niños porlas razones apuntadas y, segura-mente, por otras muchas que seirán descubriendo, a medida quela triste experiencia en que lassociedades occidentales vamosentrando, nos las vayan mostran-do...
La ley 13/2005 de 1 de julio merecuerda una experiencia profe-sional. Fui requerido, hace años,para levantar acta de la contami-nación de todo un valle, tomandomuestras del agua del riachueloque lo regaba y reflejando las afir-maciones de los técnicos sobre el
envenenamiento del agua. Laexplicación remota de aquella tra-gedia -fauna y flora destrozadas yel vergel convertido en erial- erasencilla. Diez años antes alguienrecalificó unos terrenos en lacuenca de aquel arroyo y ubicó enellos un vertedero. El veneno queéste destiló hizo su labor conta-minando las capas freáticas y elmanantial originario del riachue-lo. El resultado práctico, segúndecían los técnicos que me acom-pañaban, es que aquello no ten-dría remedio al menos en unageneración.
En este caso el vertedero es laley que comentamos, el veneno esel error de la asimilación concep-tual de cosas tan diversas como elmatrimonio de hombre y mujer yla unión homosexual, el riachueloes la educación y el valle amena-zado lo constituyen las siguientesgeneraciones. Sólo nos quedadesear que algún político consentido de Estado sea capaz deeliminar el vertedero, antes deque produzca su letal e inexorableefecto.
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
1 Quedará para otro momento la sub-
sunción de las normativas actualmente
vigentes, tanto la central como las auto-
nómicas, en los criterios expuestos, en
orden a realizar una crítica concreta, por-
menorizada y constructiva de las mis-
mas. Sí que aludiremos, a lo largo de la
exposición, a las directrices normativas
que actualmente rigen las instituciones
de las que nos ocupamos.
2 Cuestión deontológica elemental es no
manipular las fuentes, ni utilizar fuentes
no fiables. En nuestro caso las fuentes
utilizadas son del Instituto Nacional de
Estadística para los datos anteriores a
2004, y los ofrecidos por el ministerio
correspondiente, generalmente el de Jus-
ticia, a los medios de comunicación,
para los posteriores. Para datos de la
Unión Europea hemos usado Eurostat
2000 Demographic Statistics. Los datos rela-
tivos a EE.UU. resultan de distintos tra-
bajos que se citan.
3 El Instituto Nacional de Estadística
incluye en estas cifras de “parejas de
derecho” a las formadas por personas
casadas, aunque no lo estén entre sí, ya
que resultan indistinguibles a efectos
estadísticos.
4 Donati, P. (2003) y Martín López, E.
(2000).
5 Meil, G. (2003).
6 Aceprensa nº 121/2006.
7 Martín López, E. (2000), pp. 112 y ss.
8 Benjumea, R. (2006).
9 Aebi, M.F. (2003).
10 En dicho informe se lee: “Los delitos
en que con mayor frecuencia suelen
incurrir los menores son delitos de
estructura simple, como robo con fuerza,
hurtos de uso de vehículos y robos con
violencia e intimidación. En estos
supuestos de detenciones (que sólo se
practican en los supuestos más graves),
según el Ministerio del Interior, en
muchos casos se ha podido comprobar
la falta de interés por parte de los proge-
nitores acerca de la forma de vida y acti-
vidades que desarrollan sus hijos, lo que
da lugar a que exista un elevado número
de menores reincidentes, ya que en
MODELOS DE FAMILIA
José Javier Castiella 69
NOTAS
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
muchos delitos tras ser detenidos son
entregados a sus padres. Esa falta de
control de los progenitores da lugar a
continuos comportamientos ilícitos por
parte de los menores”.
11 Consultar la web: www.familyfacts.org. En
ella se recogen diez estudios comparati-
vos, referido cada uno a una de las varia-
bles de integración indicadas, sobre gru-
pos de observación norteamericanos y
publicados en distintas revistas y publi-
caciones de ese país.
12 Benjumea, R. (2006).
13 La información procede de Acepren-
sa nº 18/2007.
14 Llano, A. (2006).
15 Son muchos los que podemos citar en
este sentido: Rousseau en el Contrato
social dice que “el hombre ha nacido libre
y, sin embargo, vive en todas partes
entre cadenas” y dedica sus esfuerzos a
la eliminación de esos vínculos, enemi-
gos de su libertad. En idéntico sentido
Montesquieu y Voltaire atacaron especí-
ficamente el principio de indisolubilidad
matrimonial en nombre de la libertad, la
cual, sostenían, no podía enajenarse en
un compromiso perpetuo. Desmoulins
en La Francia libre dice: “Los derechos se
extinguen con la muerte. Nos correspon-
de a los vivos, quienes estamos en pose-
sión de la tierra, hacer las leyes a nuestra
medida”. En análogo sentido, el abate
Raynal en La Historia filosófica y política de las
dos Indias afirma: “Sería del todo insensa-
to elegir por quien aún no ha nacido, por
quien se encuentra a siglos de existen-
cia”. Con ello ambos atacan los efectos
perversos de las vinculaciones perpe-
tuas... Por su parte, Thomas Paine,
observador americano de la Revolución
Francesa y ardiente propagandista de la
misma, en su obra Los Derechos del Hombre
manifiesta: “Defiendo los derechos de
los vivos y me esfuerzo para que no sean
alienados, alterados o disminuidos por
la autoridad usurpada de los muertos”.
Como vemos, en todos los casos late la
misma idea. Esta idea de libertad crista-
liza en la Declaración de los Derechos
del Hombre y del Ciudadano, que procla-
ma: “La ley no considera el matrimonio
más que un contrato civil”, de lo que se
deduce la admisión del divorcio por
mutuo acuerdo en todo caso, lo que
admitió expresamente la Asamblea
Legislativa por Ley de 20 de septiembre
de 1792.
MODELOS DE FAMILIA
José Javier Castiella70
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
Es cierto que no puede limitarse la etio-
logía del divorcio moderno a la Revolu-
ción francesa. La teología reformada de
la Reforma luterana admite el divorcio
vincular, aunque restringido a determi-
nados supuestos conectados con los tex-
tos bíblicos, deja de considerar el matri-
monio como un sacramento y pasa a
considerarlo como competencia estatal
en su regulación. No obstante, la Revolu-
ción francesa supone el tomar el testigo
facilitado por la atribución competencial
mencionada y aplicarle, con el sustrato
filosófico apuntado, el tratamiento que
se indica.
Si queremos remontarnos al porqué
anterior, en el orden de las ideas, es
decir, a ese sustrato filosófico, lo encon-
tramos en dos autores ingleses: Hobbes
y Locke. La explicación que da Hobbes
del ser humano, desde un egoísmo radi-
cal, que lo hace “lobo para el hombre”,
resulta incompatible con un matrimonio,
que supone la entrega de la vida entera
al otro. Sus ideas fueron extendidas pos-
teriormente por Locke, divulgador más
que filósofo, pero que tuvo la habilidad
de hacerlas aparentemente compatibles
con el cristianismo. Para estos autores la
familia deja de ser algo natural y pasa a
ser algo artificial, fruto del libre convenio
entre quienes quieren constituirla, y su
estructura será la que el hombre despó-
ticamente le dé: hijos o no hijos, estabi-
lidad o ruptura, heterosexual u homose-
xual. La naturaleza no puede imponer
criterios al hombre, lo cual sería una
“falacia naturalista”, es el hombre el
único criterio de decisión sobre todo.
16 Esta idea tiene otras manifestaciones
evidentes en el Código de Napoleón.
Una de ellas, la prohibición de los testa-
mentos mancomunados, que eran bas-
tante frecuentes en el “Droit Coutimier”
del Antiguo Régimen. De hecho mi pri-
mer contacto con la misma data de un
trabajo sobre el testamento de herman-
dad que publiqué en la Revista Jurídica de
Navarra en el año 1993. En él pongo de
manifiesto esta misma idea de la liber-
tad negativa, en su expresión de revoca-
bilidad a ultranza del testamento y radi-
cal prohibición de cualquier institución
que la empañe, como es el caso de los
testamentos mancomunados en los que,
la pluralidad de testadores, hace más
compleja y de algún modo limitada la
facultad revocatoria de los testadores
MODELOS DE FAMILIA
José Javier Castiella 71
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
sobrevivientes, sobre todo respecto de
las llamadas disposiciones correspecti-
vas.
17 García Cantero, G. (2006), p. 180 y ss.
18 El efecto multiplicador del divorcio en
los países en los que es aceptado ha sido
objeto de estudio estadístico por
muchos autores. Recientemente, José
Joaquín Ugarte en un ensayo titulado “El
divorcio, una solución errada”, recogien-
do datos del Demographic Yearbook de las
Naciones Unidas, expone el crecimiento
porcentual de divorcios en EE.UU., Aus-
tralia, Japón, Francia, Suecia y Uruguay
entre los años 1966 y 1986. En todos los
casos el crecimiento es superior al tres-
cientos por cien, salvo en el último de
los países citados, que está en ese lími-
te.
19 Latten, J. (2004).
20 Caso Señal, M. (2005), p. 110. A la
autora le resulta curioso que la prolifera-
ción de uniones estables se produzca en
ámbitos en los que el divorcio está clara-
mente arraigado y al que es cada vez más
fácil acceder. No hay motivo de extrañe-
za: ambos fenómenos tienen la misma
raíz, son manifestaciones de la misma
idea de libertad.
21 Benjumea, R. (2006).
22 Las técnicas de reproducción asistida
pueden hacer progenitor biológico a uno
de los componentes de la pareja homo-
sexual, pero nunca a ambos del mismo
hijo. Siempre habrá un progenitor extra-
ño a la pareja homosexual, con la proble-
mática de toda índole que ello supone
para la pareja homosexual y, sobre todo,
para el hijo.
23 Vidal, C. (2002).
24 La cursiva es mía y se comentará más
adelante.
25 En efecto, ningún país había llegado
tan lejos, o mejor, tan bajo, antes. En el
debate previo a la aprobación de dicha
Ley foral, resulta particularmente rele-
vante el contenido del diario de sesiones
correspondiente al 22 de junio, en el que
se alude, una y otra vez, al “derecho” a
adoptar de los homosexuales, para evitar
discriminaciones injustas. Resulta igual-
mente patética alguna de las interven-
ciones parlamentarias, máxime cono-
ciendo a las personas que las
protagonizaron...
26 El primero de estos estudios fue el de
Levay: analizó el desarrollo de los
núcleos intersticiales, cuatro grupos de
MODELOS DE FAMILIA
José Javier Castiella72
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
neuronas de la zona interior del hipotá-
lamo. Descubrió que, de los cuatro
núcleos, el número 3 era menor en los
varones homosexuales que en los hete-
rosexuales (siempre es menor en las
mujeres que en los varones). Luego se
supo que el número de cerebros estudia-
dos era muy pequeño, todos enfermos
de SIDA y no se evidencia si la diferencia
morfológica es de tipo genético o res-
ponde simplemente a un efecto de la
infección. Gorman posteriormente se ha
cuestionado, al parecer con fundamento,
el que los núcleos intersticiales tengan
algo que ver con la inclinación sexual.
Siguió después el realizado por Hamer,
en 1993, que analizó cuarenta parejas de
hermanos homosexuales encontrando
semejanzas en la región denominada
Xq28 del cromosoma X heredado de la
madre. Sus resultados fueron contradi-
chos en 1995 por Rice. Lo mismo ocurrió
con el llamado informe Bailey-Pillard. En
todos los casos la comunidad científica
los ha rechazado por falta de rigor y poco
concluyentes.
27 En el extremo opuesto estaría el caso
de la persona que, habiendo desarrollan-
do una sexualidad coincidente con su
sexo biológico, buscando nuevas expe-
riencias sexuales, pruebe y apruebe los
contactos sexuales con personas del
mismo sexo, deviniendo en bisexual.
28 Bieber, I. (1979); Soccaridis, C.W.
(1979); Aardweg, G. van den (1997).
Cohen, R. (2004)
29 Rojas, E. (2004).
30 Bonuato, M. (2003).
31 Polaino, A. (2005).
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José Javier Castiella 77
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
MODELOS DE FAMILIA
José Javier Castiella 79
En españolNº1 Aspecto financiero y aspecto humano
de la EmpresaVittorio Mathieu
Nº2 La interpretación socialista del trabajoy el futuro de la EmpresaLeonardo Polo
Nº3 La responsabilidad social del empresa-rioEnrique de Sendagorta
Nº4 El sentido de los conflictos éticos origi-nados por el entorno en el que operala EmpresaJuan Antonio Pérez López
Nº5 Empresa y CulturaFernando Fernández
Nº6 Humanismo y EmpresaCruz Martínez Esteruelas
Nº7 Moralidad y eficiencia: líneas funda-mentales de la ética económicaPeter Koslowski
Nº8 La estrategia social de la empresaManuel Herrán Romero-Girón
Nº9 El trabajo directivo y el trabajo opera-tivo en la empresaCarlos Llano
Nº10 El altruísmo en la empresaGeorge Gilder
Nº11 Ricos y pobres. Igualdad y desigual-dadLeonardo Polo
Nº12 El utilitarismo en la ética empresarialJoan Fontrodona
Nº13 La empresa en la historia
Agustín González Enciso
Nº14 La empresa entre la Economía y elDerecho
José Antonio Doral
Nº15 La empresa ante la nueva complejidad
Alejandro Llano
Nº16 Empresa y libertad
Jesús Arellano
Nº17 ¿Qué es el humanismo empresarial?
Rafael Alvira
Nº18 El rendimiento social de la Empresa
Jose M. Basagoiti
Nº19 Elementos configuradores de la actualvaloración del trabajo
Tomás Melendo
Nº20 Dirección y sistemas de mando
Manuel López Merino
Nº21 La índole personal del trabajo huma-no
Tomás Melendo
Nº22 La revolución social del management
Tomás Calleja
Nº23 Indicadores de la madurez de la perso-nalidad
Enrique Rojas
Nº24 Empresa y sistemas de cooperaciónsocial
Ignacio Miralbell
Nº25 Humanismo para la dirección
Miguel Bastons
Nº26 Actualidad del humanismo empresa-rial
Alejandro Llano
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
MODELOS DE FAMILIA
José Javier Castiella80
Nº27 Notas sobre la cultura empresarialRafael Gómez Pérez
Nº28 La importancia de la dinámica políti-ca para el directivoManuel Alcaide Castro
Nº29 El poder...¿Para qué?Juan Antonio Pérez López
Nº30 La empresa y el ambiente socio -políti-co en el umbral del nuevo sigloDaniel Bell
Nº31 La gestión del cambio en la empresaJuan A. Díaz Alvarez
Nº32 Hacia un mundo más humanoLeonardo Polo
Nº33 Estudio histórico sistemático delhumanismoHiginio Marín
Nº34 Humanismo estamentalHiginio Marín
Nº35 Consideraciones sobre el activo huma-no de la empresaTomás Calleja
Nº36 Ser el mejor. Hacer que otros tambiénlo sean (Sólo para empresarios)José María Ortiz
Nº 37 La Etica de la Sociedad de ConsumoAntonio Argandoña
Nº 38 Hacia una Economía Política Huma-nistaLudwig Erhard
Nº 39 Las referencias sociales de la empresaTomás Calleja
Nº 40 Máximo Beneficio y Máxima Racio-nalidadJosé María Ortiz
Nº 41 La inserción de la Persona en laEmpresaArmando Segura
Nº 42 Humanismo pericial
Higinio MarínNº 43 Dimensión humanista de la energía
Tomás CallejaNº 44 La empresa entre lo privado y lo
públicoMiguel Alfonso Martínez-Eche-varría
Nº 45 Competitividad y cooperación comovalores institucionales de la empresaSantiago García Echevarría
Nº 46 Filosofía de la economía I - Metodolo-gía de la ciencia económicaAlejo J. Sison
Nº 47 La lógica del directivo: el control nece-sario y la confianza imposiblePablo García Ruiz
Nº 48 La ‘revolución’ institucional de laempresa. El reto al directivo y a losrecursos humanosSantiago García Echevarría
Nº 49 Filosofía de la economía II- El ámbitoaustrogermánicoAlejo J. Sison
Nº 50 Valores éticos de la empresaJuan Cruz
Nº 51 La empresa virtuosaJosé María Ortiz
Nº 52 Las decisiones en la empresa: cálculoy creatividadMiguel Bastons
Nº 53 Filosofía de la Economía III. Los fun-damentos antropológicos de la activi-dad económicaAlejo J. Sison
Nº 54 La familia: un imperativo para laempresaRamón Ibarra
Nº 55 Variaciones sobre una crisisTomás Calleja
Nº 56 Pobreza, productividad y precios
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MODELOS DE FAMILIA
José Javier Castiella 81
Paolo SavonaNº 57 Lo común y lo específico de la crisis
moral actualRafael Alvira
Nº 58 La ética empresarial: una aproxima-ción al fenómenoManuel Guillén
Nº 59 La dimensión política de la economíaMiguel Alfonso Martínez-Eche-varría
Nº 60 Sobre la cooperación competitivaAna Fernández y Carmelo Lacaci
Nº 61 Organizaciones inteligentes en lasociedad del conocimientoAlejandro Llano
Nº 62 La economía social de mercado deLudwig Edhard y el futuro del estadode bienestarAna Fernández y Carmelo Lacaci
Nº 63 La persona humana en la empresa defin de sigloCarlos Llano
Nº 64 Estado, sociedad civil y empresaTomás Calleja
Nº 65 Sobre la confianzaRichard Brisebois
Nº 66 El protagonismo social de la empresaTomás Calleja
Nº 67 Dimensiones estéticas de la empresaRafael Alvira
Nº 68 La empresa como realidad estéticaAna Fernández
Nº 69 De la estética a la ética de la comuni-cación internaIñaki Vélaz
Nº 70 La respuesta empresarial a una nuevadinámica del empleo: ¿Eficiencia eco-
nómica versus eficiencia social en claveética? Santiago García Echevarría
Nº 71 La Profesión: Enclave ético de lamoderna sociedad diferenciadaFernando Múgica
Nº 72 El Empresario servidor - líderEnrique de Sendagorta
Nº 73 Peter Drucker (I): Hacia una biogra-fía intelectualGuido Stein
Nº 74 Peter Drucker (II): Sobre Empresa ySociedadGuido Stein
Nº 75 La literatura anglo-americana de lapropiedadAlejo José Sison
Nº 76 La empresa como sujeto de las relacio-nes internacionalesJavier Herrero
Nº 77 Clima y cultura empresarialIñaki Vélaz
Nº 78 Valores burgueses y valores aristocrá-ticos en el capitalismo moderno: unareflexión históricaAgustín González Enciso
Nº 79 Hacia una nueva teoría de la empresaMiguel Alfonso Martínez-Eche-varría
Nº 80 Los pliegues ocultos de las relacionesen la empresaTomás Calleja
Nº 81 La empresa entre el psicologismo y elconductismoMiguel Alfonso Martínez-Eche-varría
Nº 82 La tercera vía en Wilhelm RöpkeJerónimo Molina Castro
CUADERNOS EMPRESA Y HUMANISMO
MODELOS DE FAMILIA
José Javier Castiella82
Nº 83 Teorías de la empresa y crisis de lamodernidadMiguel Alfonso Martínez-Eche-varría
Nº 84 Adam Smith: Interés particular y biencomúnRaquel Lázaro Cantero
Nº 85 Violencia y modelos sociales. Unavisión humanistaTomás Calleja Canelas
Nº 86 El estado y la teoría económica. Ideasprospectivas del papel del estado en laeconomíaÁngel Rodríguez García-Brazalesy Óscar Vara Crespo
Nº 87 Visiones racionalistas y románticas dela empresaMiguel Alfonso Martínez-Eche-varría
Nº 88 Los orígenes de la Teoría de laEmpresaMiguel Alfonso Martínez-Eche-varría
Nº 89 Un modelo para comprender laempresarialidadEduardo García Erquiaga
Nº 90 Dirección de empresas en la economíadel conocimientoMarta Mas, Alfons Corrales eIñaki Vélaz
Nº 91 El autocontrol de la gestión en organi-zaciones públicasOmar Urrea Romero
Nº 92 Los contratos son lo que sonJosé Antonio Doral
Nº 93 Introducción al octógonoManuel Alcázar García
Nº 94 Consensualismo y gobierno políticoMaría Alejandra Vanney
Nº 95 La relación entre Política y Ética enCharles Péguy
Antoinette Kankindi
Nº 96 Las Racionalidades de la Economía
Ricardo F. Crespo
Nº 97 Una biografía intelectual de AlasdairMacintyre
Juan González Pérez
Nº 98 La China Sung. Un ensayo de moder-nidad en el año mil
Alberto Serna
Nº 99 Las Organizaciones Primarias y lasEmpresas. Primera Sección
Leonardo Polo
Nº 100 Las Organizaciones Primarias y lasEmpresas. Segunda Sección
Leonardo Polo
Nº 101 Políticas de Humanismo ausente
Tomás Calleja
En inglésNº9 Managerial work and operative work
within enterprise
Carlos Llano
Nº10 The altruism of enterprise
George Gilder
Nº15 Business and the new complexity
Alejandro Llano
Nº17 Enterprise and Humanism
Rafael Alvira
Nº22 The social revolution of management
Tomás Calleja
Nº30 The socio-political environment thatenterprise may face
Daniel Bell