Cotidianidad, miedo y miltiarización en la Guerra contra el Narco. Tampico.

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1 Cotidianidad, miedo y militarización en la Guerra contra el Narco. Tampico. Escuela Nacional de Antropología e Historia Tesis de Licenciatura en Antropología Social Cecilia Barrientos G. Dir. Ma. Adriana López M. Matrícula 200700602 Enero 2014

Transcript of Cotidianidad, miedo y miltiarización en la Guerra contra el Narco. Tampico.

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Cotidianidad, miedo y militarización en la Guerra contra el Narco.

Tampico.

Escuela Nacional de Antropología e Historia

Tesis de Licenciatura en Antropología Social

Cecilia Barrientos G.

Dir. Ma. Adriana López M.

Matrícula 200700602

Enero 2014

2

A Lalocura, al Tío, y a todxs lxs demás.

Agradecimientos

Gracias primero por su confianza a todas las

personas que participaron en esta tesis, sobre

todo a aquellas que pusieron tiempo o esfuerzo

en ella o que aceptaron compartir una parte de

su vida con nosotrxs otorgándonos su

valiosísima confianza.

Este espacio es también para señalar que sin el

apoyo de la banda y de mi familia no hubiera

podido concluir esta tesis y este ciclo: chido a

todxs junto con lxs que he caminado y han

pasado dejando huella.

3

Índice

Cotidianidad, miedo y militarización en la Guerra contra el Narco.

Tampico.

Introducción……………………………………………………………… 5

I Antecedentes y contexto. Tampico, y los negocios de la Guerra

contra el narco…………………………………………………………….11

Tampico, Tamaulipas………………………………………………………11

La violencia………………………………………………………………… 14

La clase política-empresarial…………………………………………….. 20

Antecedentes del Narco………………………………………………….. 23

La militarización de Tamaulipas…………………………………………. 24

Las estadísticas de la muerte……………………………………………. 29

Guerra y negocios: antecedentes directos de la guerra……………… .32

Estrategias psicológicas y de descomposición social………………… 41

II La normalización de la violencia y la rutinización del miedo…………. 46

La libertad de pensamiento y expresión……………………………………………. 48

Rumores…………………………………………………………………………………………. 49

Medios virtuales………………………………………………………………………………. 52

Medios comerciales…………………………………………………………………………. 58

Violencia y miedo…………………………………………………………………………….. 62

El testimonio……………………………………………………………………………………. 64

El derecho de vivir en paz: la cotidianidad…………………………….. 68

4

La psicosis y la rutinización del miedo…………………………………. 78

El derecho a la ciudad: la descomposición del tejido social…………. 81

Migración violenta y desapariciones……………………………………. 85

III La militarización y la construcción del enemigo que criminaliza la pobreza

……………………………………………………………………………….91

Breves conclusiones…………………………………………………….. 116

IV Dominación, libertad y resistencia………………………………. 119

La libertad y la resistencia creativa………………………………………120

La resistencia en las calles……………………………………………….126

Conclusiones………………………………………………………………..134

Bibliografía…………………………………………………………………..137

Anexos……………………………………………………………………… 156

5

6

Cotidianidad, miedo y militarización en la Guerra contra el

Narco.

Tampico.

Entonces, ¿de qué sirve decir la verdad sobre el fascismo

que se condena si no se dice nada contra el capitalismo

que lo origina? Una verdad de este género no reporta

ninguna utilidad práctica.

Bertolt Bretch

7

Introducción

Este trabajo es un esfuerzo realizado para tratar de aclarar (aclararme) cuáles son

las motivaciones y las consecuencias de la llamada “guerra contra el narco” que

ubica al narcotráfico como un problema de carácter nacional y que ha sido

causante de ríos de desgracias y catástrofes humanas que en algún visible

momento despedazaron, justo como una detonación lo haría, a varias regiones

del país.

Este tema no es nuevo: surgió desde la guerra fría cuando la supuesta lucha

contra el tráfico de estupefacientes se pasó a caracterizar como “guerra”. Pilar

Calveiro ejemplifica el caso con la invasión a Panamá en 1989 que se presentó

bajo el concepto madiático del combate al narcotráfico: ”librada por los Estados

Unidos en el contexto de una política de unilateralidad.” (Calveiro, 2012: 166),

Más recientemente se han resaltado algunos problemas en lo que a este

concepto de guerra se refiere. Calveiro expone una fuerte vinculación con la red

corporativa de los negocios legales que se refleja en la articulación entre redes

legales e ilegales y que se “verifica también en los ámbitos político y económico”,

así como en el cultural, como nos muestra la ciudad de Tampico y prácticamente

cualquier otra en el país. En el 2010, el gobierno federal calculó que los ingresos

percibidos en este tipo de negocios triplicaban los generados por el petróleo,

aunque en “Estados Unidos esta cifra se multiplica más de siete veces, poniendo

en evidencia dónde se realizan las mayores transacciones y se reciben, en

consecuencia, las mayores ganancias del negocio de las drogas” (Calveiro, 2012,

ídem), mientras que la población mexicana -principalmente la pobre- recibe los

impactos sociales y culturales que este tipo de negocios ocasionan.

Para mí, es indispensable hacer un gran énfasis en el origen de esta guerra. Esta

inquietud surgió desde antes de haber pensado la tesis, pero se volvió una

cuestión apremiante cuando tuve la oportunidad de conocer a varios jóvenes que,

no precisamente por azares del destino, tuvieron que integrarse a las filas de las

8

mafias, o mejor dicho de los “Cárteles” mexicanos. Y es por ello que desde tan

temprano en la lectura de este trabajo deseo iniciar con este tema, tratando de

acomodar las responsabilidades donde corresponden sin con ello pretender eximir

a nadie ni mucho menos jugar a la juez, sino más bien tratando de entender las

motivaciones económicas y políticas detrás de la guerra para poder entender una

parte de sus efectos.

Estudiosos como Marcelo Colussi (2010) han caracterizado al narcotráfico como

una red de negocios que tiene implicaciones oscuras relacionadas con la salud y

la violencia. Por medio de ella, nos indica Colussi, se controla, primero, política y

culturalmente a ciertos colectivos, los más "molestos" para la lógica del poder, es

decir, a los jóvenes y a otros sectores marginales, y en segundo lugar, se controla

militarmente a grandes poblaciones, usándole como coartada para “invadir y/o

tener presencia para, al menos en forma oficial, "combatir"” esta “nueva plaga

bíblica” que yace junto a la amenaza terrorista.

Colussi afirma también, que fueron los mismos elementos de poder que mueven

el aparato social del capitalismo global los que crearon la oferta y la demanda de

narcóticos, y que “sobre la base de ese circuito tejieron el mito de unas maléficas

mafias súper poderosas enfrentadas con la humanidad, causa de las angustias y

zozobras de los honestos ciudadanos, motivo por el que está justificado una

intervención policiaco-militar a escala planetaria.”

Mafias que –sostiene sin restarles con ello responsabilidad- son solamente una

pequeña parte de toda una cadena pues cual comerciantes no alcanzan poder de

decisión sobre los términos macros de la cuestión. Para él, quienes cargan con la

responsabilidad más grande son los banqueros.

Así, según Colussi el narcotráfico es “una herramienta del imperialismo

estadounidense en su estrategia de hegemonía global con el que controla los

países y sociedades que necesita”, manejando además enormes cantidades de

recursos económicos que “oxigenan la economía capitalista mundial”. Aquí

también habría que recordar a Nordstrom cuando nos señala que las estructuras

9

de poder se reproducen por medio del proyecto sociopolítico y así es como el

poder se sostiene (Nordstrom y Robben, 1995: p. 8).

Pido a quien lea, que mantenga estas ideas en mente durante la, quizá un poco

tortuosa, lectura de esta tesis. Para ello, me apoyaré en el trabajo periodístico de

Marcela Turati, que me ayudará a tener presente la dimensión nacional del

problema, así como en el trabajo sociológico de Calveiro para recordar la

dimensión global.

Esta tesis es oscura debido a la naturaleza del tema que trata, y sería difícil que

mostrara luz, pero al final, ésta siempre aparece. Esta tesis es difícil, pues

muestra en parte algunas de las aristas más inhumanas que nuestra especie es

capaz de tocar. Esta tesis es también muy personal, y rompe todo esquema que

hubiese yo podido concebir sobre aquella supuesta objetividad que las y los

antropólogos “debemos” mantener durante nuestras investigaciones, porque la

violencia es así, subjetiva, y porque la antropología en un contexto como el

Tampico actual implica una confrontación del sentido del ser propio con la vida de

personas que sufren y resisten el peligro cotidiano, que incluso ha sido ya

caracterizado en algunos estudios como los de la antropóloga Carolyn Nordstrom.

(en Nordstrom y Robben, 1995: 13) Tampoco estuve exenta de la ofuscación y el

sentido de alienación que –comprobé- experimentamos la mayoría de los y las

antropólogas (o estudiantes de antropología) en estos contextos.

Esta tesis puede ser incluso depresiva, como lo son ya la mayoría de sus

participantes, y supongo que en algunos casos puede incluso desembocar en la

reproducción de la psicosis que en un principio pretendía combatir, por lo que le

pido a quien sea que la lea, que tome sus precauciones, ya que esta tesis

también tiene momentos muy explícitos que he tenido que incluir para tratar de

demostrar el impacto brutal que la violencia de una guerra como esta puede

alcanzar a nivel cultural.

El trabajo de campo se basó en entrevistas abiertas, semi-estructuradas y en

observación participante, así mismo se llevó un diario de campo en todas las

10

visitas. La tesis, durante campo, también fue complicada porque como argumenta

Green refiriéndose a Guatemala (en Nordstrom y Robben, 1995: 105-128), es

difícil realizar un trabajo de campo “en sitios donde el miedo, la sospecha, el

secreto y el silencio son componentes esenciales y crónicos de la memoria e

interacción social.” Sin embargo, la enorme abundancia de historias alrededor del

miedo y la violencia finalmente hicieron posible el trabajo, además de una

inesperada disposición para participar en la tesis por parte de varias personas,

pero nunca sin que las mismas colaboraran bajo la garantía del anonimato que les

prometí, y es por ello que nombres, lugares y/o tiempos están modificados o

difuminados con la intención de proteger a toda esta gente; sin embargo, esta

cautela ha procurado no incidir en su interpretación.

El trabajo de campo se realizó entre el 2011 y el 2013; no está ubicado

específicamente en una colonia o en un área de la Zona Metropolitana de

Tampico (ZMT), porque de ese modo pensé que, primero, podía brindar más

resguardo a mis colaboradores y colaboradoras, y segundo, porque retomo la

propuesta de Nordstrom en la que asegura, una guerra no puede estudiarse así,

de forma tan particular. En su aproximación (en Nordstrom y Robben: 1995: 139)

el tema de la guerra se sitúa en el estudio, y no puede ser localizado de forma

específica. “El proceso y las personas suplantan el lugar como el “sitio

etnográfico” y se extiende desde las urbes hasta “las instituciones de los agentes

del poder”, que ella identifica como los lugares donde la guerra es formalmente

definida, debatida y dirigida. Pero aunque las personas con las que trabajé no

compartieron más características que su residencia y su experiencia, sí existe una

mayor participación de jóvenes de entre 17 y 33 años. Por otra parte no trabajé

con niños o niñas. Finalmente, este trabajo se caracteriza como una aproximación

etnográfica de la guerra dejando ver que “una de las formas más precisas para

identificar la manera en que la cultura se encarna en las guerras” es mediante el

seguimiento del ejercicio de la violencia que se acerca a ella “–más que un

seguimiento a la guerra misma- es un seguimiento a su cotidianidad. (Blair,

2005:25)

11

Es por todo esto que en el primer capítulo, además de abordar introductoriamente

la región tampiqueña, también desarrollo brevemente las políticas globales que

han influido directamente sobre el curso de los últimos acontecimientos en el país.

La dimensión antropológica no abunda en esta sección, sin embargo a mi ver, es

esencial partir de estas bases para posteriormente poder ocuparnos del tema

desde la perspectiva antropológica.

En el segundo capítulo abordo el tema de la violencia y el miedo, en su extensión

cotidiana, tratando de describir y analizar cuáles han sido sus repercusiones en la

vida de las y los habitantes de la ZMT a nivel del día a día. Es importante recalcar

que a pesar de que ocupo la categoría de “víctima”, me preocupa al igual que a

Nordstrom, (Nordstrom y Robben, 1995: 7) que de ese modo se conciba a la

población expuesta a la violencia como indefensa o “como masas

indiferenciadas”, por lo que ha de tenerse esta consideración presente. Tampoco

deseo encerrarme “en una dicotomía distorsionada de víctima versus perpetrador

como si uno fuera, por definición, pasivo y el otro activo.” Los capítulos 3 y 4

demostrarán que ni lo pasivo ni lo activo son jamás absolutos y que siempre

tienen matices y dependen, al igual que la forma de la violencia misma, del

contexto.

En el tercer capítulo analizo la militarización de la región, desde la perspectiva de

las narrativas que se han construido alrededor de ella en contraste con el discurso

oficial y el discurso mediático proyectado en la construcción de identidades

alrededor de la violencia. El cuarto capítulo busca recobrar la sanidad haciendo

un recuento de algunas formas de resistencia a este proceso bélico para terminar

brindando las conclusiones finales.

A lo largo de este trabajo he intentado recuperar los testimonios de las personas

que han tenido que vivir y sobrevivir esta violencia, pero probablemente se pierde

una gran parte de lo transmitido durante las entrevistas y que no resulta para

nada prescindible:

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“Se puede contar a los muertos y medir la destrucción de la propiedad pero las

víctimas nunca pueden transmitirnos su dolor y su sufrimiento de otra forma

que no sea la distorsión de la palabra, la imagen o el sonido. Cualquier

interpretación de las contradictorias realidades de la violencia impone orden y

razón en lo que ha sido experimentado caóticamente. “En vista de que la

violencia es “resuelta” en la narrativa, el evento violento parece también perder

su particularidad –su realidad- una vez que es escrito”. Aunado a su realidad,

pierde su parte absurda e incomprensible; paradójicamente, las cualidades

mismas que nos gustaría transmitir“. (Young citado en Nordstrom y Robben,

1995: p. 11)

Finalmente, antropólogos como Allen Feldman, han lanzado una pregunta

importante, ¿por qué alguien querría escribir sobre cosas tan macabras? La

respuesta, dice él, es simple: porque nuestro trabajo puede fungir como una

especie de intermediario, puede alzar la voz “en nombre de quienes han

atestiguado y vivido lo macabro (…) Las monografías pueden convertirse en

“sitios de resistencia”, en “actos de solidaridad”, en una manera de “escribir

contra el terror”. La antropología misma es empleada como un agente de cambio

social.” (Nordstrom y Robben, 1995: 108) O, al menos, esta era la intención

inicial de este trabajo que, aunque posea el corto alcance de una tesis y las

grandes limitaciones metodológicas y demás, de quien la escribe, siquiera alguna

palabra más, algún testimonio más, algún sentimiento más, será transmitido y

documentado como evidencia y protesta en contra de las injusticias del negocio

de la guerra.

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I. Antecedentes y contexto. Tampico, y los negocios de la Guerra contra el

narco.

Debido a que en la antropología se requiere indispensablemente del contexto

para lograr explicar los fenómenos sociales y culturales, en este capítulo

expondré primero una descripción básica e introductoria del estado de

Tamaulipas y de la ciudad de Tampico, ubicada dentro de la Zona Metropolitana

de Tampico (ZMT en adelante) para después abordar el auge de la violencia que

ha trastornado a la ciudad y al país desde hace algunos años, para, a la postre

abundar en las formas de violencia que han acontecido en la región

particularmente desde la declaración de la “Guerra contra el Narcotráfico”.

También abordaré de manera muy breve, la historia del narcotráfico así como un

poco de los antecedentes de la militarización en la región.

Tampico, Tamaulipas

Tampico cuenta con un enorme sistema de lagunas que influye en el clima, el

ecosistema y la biodiversidad de la ciudad. El clima predominante es de tipo

tropical subhúmedo, cálido y extremoso, con temperaturas promedio anuales de

24°C, alcanzando las más altas un promedio de 36.8°C, de lo que se puede

entender que en esa ciudad, para una defeña como yo, normalmente hace

muchísimo calor. Los vientos predominantes en otoño e invierno son los

denominados "nortes" y son comunes los ciclones y los vientos huracanados, que

en más de una ocasión han afectado seriamente a los habitantes de la región

causando accidentes e inundaciones graves.

La ciudad de Tampico es uno de los 43 municipios del estado de Tamaulipas

donde la escolaridad promedio es de nivel secundaria concluida mientras que el

73% de la población profesa la religión católica.

Tamaulipas es un estado multicultural en el que además del español se hablan el

náhuatl, el huasteco, el totonaca e incluso el zapoteco. Tampico ocupa 92. 73

14

km2 de los 80 243 km2 de Tamaulipas y se encuentra a 243 km de la capital del

estado, Ciudad Victoria.

1

Al norte del histórico Antiguo Puerto de Tampico ubicado sobre el río Pánuco, se

encuentra la Playa de Miramar a la que llegan miles de turistas, principalmente

provenientes de Nuevo León con una notoria presencia de “regios”; aunque

durante el alza de la violencia los turistas despejaron las playas. En la ZMT

pueden encontrarse otros hermosos recintos naturales como la Laguna del

Chairel y la Laguna del Carpintero de la que en varias ocasiones, han escapado

grandes cocodrilos para terminar en las colonias aledañas monopolizando la

atención del Departamento de Bomberos.

La ZMT se extiende a lo largo del río Pánuco en la vertiente del Golfo de México

y abarca en el lado tamaulipeco los municipios de Tampico, Altamira y Ciudad

Madero, mientras que del lado veracruzano abarca los municipios de Pueblo Viejo

1 Mapa extraído del blog de noticias “México informado” http//www.mexicoinformado.com201304federales-aseguran-2-toneladas-de.html [visitado por última vez el 12 de abril de 2013].

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y Pánuco. Según el INEGI2, el flujo migratorio del estado de Tamaulipas mana

principalmente desde y hacia Nuevo León, a la ciudad de Monterrey, y el

municipio de Tampico no es la excepción.

En Tampico existen infinidad de rutas para el transporte de la población. Cada día

más de 800 000 personas necesitan moverse por distintos puntos de la zona

metropolitana. Tampico cuenta con un sistema de tránsito rápido constituido por el

Expreso Urban Hidalgo y Expreso Urban UAT y el Metrobus Hidalgo aunque su

uso es costoso pues en la ciudad el pasaje mínimo era de $5.503 en el 2010,

alcanzando hasta los $13 pesos para llegar al municipio aledaño de Altamira

mientras que en los últimos tres años el mínimo se ha alzado hasta los $8 pesos.

Tampico tiene aproximadamente 297 554 habitantes, de los 859 419 que habitan

la Zona Metropolitana de Tampico (ZMT), de los cuales más de la mitad -600 000

aprox.- indica el censo del 2010 del INEGI4, son oriundos del estado

de Tamaulipas. Según la Secretaría de Hacienda, Tampico se encuentra en la

zona geográfica “B”, donde, al menos hasta marzo del 2013, se percibía un

salario mínimo de 61 pesos con 38 centavos.5 Pero la realidad es que no existen

grandes oportunidades laborales; en general, con pocas excepciones, los trabajos

disponibles son muy mal pagados y de un alto nivel de explotación pues es

común que los turnos laborales sean de 11 o 12 horas, sin prestaciones legales, y

con un pago de $100 pesos por día.

Por su posición geográfica y por la importancia económica y portuaria, Tampico

es una ciudad eminentemente comercial. En ella se localizan grandes centros

comerciales y de abasto y también cuenta con infraestructura hotelera y

restaurantera. Las grandes industrias de la ZMT se ubican dentro de los ramos

textil, alimentario, metalúrgico, naviero y pesquero mientras que una de las

actividades económicas más notorias de la región es la petroquímica.

2 http://cuentame.inegi.org.mx/monografias/informacion/tam/poblacion/m_migratorios.aspx?tema=me&e=28 3 http://www.inegi.org.mx/sistemas/consulta_resultados/iter2010.aspx?c=27329&s=est 4 Ídem. 5 http://tamaulipas.milenio.com/cdb/doc/noticias2011/5d81e36b3748c0a13716e1cdb9090736

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En el municipio de Ciudad Madero se encuentra la Refinería Francisco I. Madero,

justo al margen izquierdo del río Pánuco, casi en su desembocadura con el Golfo

de México. Desde ahí parten 2 importantes oleoductos: uno que sube hacia la

frontera norte del país y otro que atraviesa Veracruz hasta llegar a Chiapas; por

otra parte en la zona también existen dos plataformas petroleras: Arenque I y

Arenque II. Aunque se considera que la región -aun rica en petróleo- ya no es

económicamente productiva en términos de extracción esta industria incide de

manera importante en la vida laboral y cotidiana del área metropolitana debido a

las y los empleados de PEMEX afiliados a la Sección 01 del Sindicato de

Trabajadores de Petroleros de la República Mexicana, quienes cuentan con un

Centro de Salud poblando varias unidades habitacionales y cuyos hijos e hijas

llenan los salones de varias escuelas.

En particular, la vida de los trabajadores de plataforma adquiere una dinámica

especial debido a que las jornadas laborales van de 15 a 30 días sobre plataforma

contando con la misma cantidad de días “en tierra”. En la ZMT se dice que

cuando estos trabajadores terminan su jornada cobran solo para “bajar” a gastar

su salario en muchas ocasiones, sobresalientemente, en bares y otra variedad de

espacios y actividades de esparcimiento que comúnmente involucran bebidas y/o

drogas.

La violencia

En la terminal de autobuses de Tampico es posible encontrar todo tipo de

“recuerditos” o souvenirs que van desde conchas, llaveros y dulces “típicos”

hasta llaveros de AK 47 y otras armas pesadas en tamaño miniatura.

Y es que en la última década las armas se han convertido en una parte muy

importante del imaginario sobre Tamaulipas. Si bien ya estaban presentes con

respecto al imaginario general del norte como región cultural –heterogénea pero

comúnmente homogeneizada desde la perspectiva del “centro” que desde la

época colonial le miraba como un territorio ajeno e impenetrable-, las constantes

17

noticias sobre la multiplicación y la gravedad de las Situaciones de Riesgo (SDR

de ahora en adelante, por como son llamadas desde las redes sociales) que se

han difundido ampliamente, han construido un halo de peligrosidad sobre la

región, vista desde fuera. Sin embargo este hecho no carece de fundamentos. En

Tamaulipas se ha asumido ya esa identidad. Aquí, cito textualmente algunos

posts publicados en la cuenta de Facebook “Valor por Tamaulipas” de la que

hablaremos más en el siguiente capítulo.

Lo normal aki en Tamaulipas, [comentando el post de una balacera] si no hay balacera

no duermo agusto jajjaa [sic.]”, ”Esta diciendo Tamaulipas es un lugar de Paz, y le

contestan de paz? Y dise si de paz, paz, paz y paz jejeje. [sic.]”, “Antes se decía en

tamaulipas avanzamos ahora es en tamaulipas balaceamos. [sic.]”, “Balazos por aquí por

aya un reynosense te saludara jajaj [sic.].

Lo que no extraña a nadie ya que la violencia se extendió por todas partes. Los

sitios de esparcimiento incluidos cines, “discotecas”, bares, boliches, billares,

etc… fueron uno de los blancos preferidos desde el 2007 hasta, al menos, el

2011. México nunca había visto nada comparado con el recrudecimiento del

crimen que siguió a la declaración de guerra con la que el ex presidente Felipe

Calderón inició su fraudulento mandato, y que por cierto, militarizó a todo el país.

Según Marcela Turati, en el momento más álgido de la guerra (2009-2011) se

libraron siete disputas territoriales simultáneas entre cárteles por el control

estratégico del mercado negro. “La estrategia de recuperar territorios mediante el

ejército y la policía atomizó la violencia primaria, algunas veces por poner o

eliminar cargamentos o eliminar capos, porque eso desata purgas dentro de los

grupos para eliminar traidores o pelear por la sucesión”. (Turati, 2010: 26) Entre

otros mecanismos para iniciar y dar cuerda a una espiral de venganza y violencia

que enrojeció al país.

En Tamaulipas un mal día la gente empezó a encontrarse con ejecuciones

sumarias y desapariciones masivas entre las que se pueden encontrar

documentados múltiples casos de trata de personas y leva. La sociedad

tampiqueña conoció también los toques de queda, las narcomantas amenazantes,

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las casas de seguridad vecinas, y otras situaciones que afectarían su cotidianidad

como el cambio de horarios en actividades institucionales por motivos de

seguridad.6

Así mismo, actividades económicas legales fueron invadidas por el “crimen

organizado” que comenzó a incursionar en nuevos mercados buscando construir

monopolios. Según el autor anónimo del capítulo tamaulipeco “La conjura del

silencio” de El México Narco (2010: 160), los taxis piratas (sin placas), la venta de

pollo y la invasión de predios urbanos se integraron a la lista de los negocios

ilícitos de los cárteles que operan en la región. Además, “traspasaron los límites

sociales” cuando empezaron a vender sus servicios como cobradores y como

“ejecutores de venganzas” a quien quisiera y pudiera pagar sus servicios

(solicitados principalmente por empresarios).

A pesar de ello, el sector empresarial ha sido uno de los más afectados en la

región. En Tampico se habla mucho sobre el caso de un empresario gasolinero

local que fue secuestrado en 2008 después de ignorar la orden de cerrar su

gasolinera, dicen que al no hacerlo los “malosos”7 volvieron un día después

llevándoselo a él y a una de sus empleadas sin que se volviera a saber del

paradero de la segunda.

En El México Narco (Op. Cit, 2010: 163) se hace mención de más de cien casos

similares y esta notoria cantidad fue el motivo por el que muchos empresarios

salieron de la región, migrando principalmente hacia Texas, “como lo hicieron los

Fleishman, propietarios de Grupo Tampico, la primera franquicia que operó la

Coca Cola en el país; los Grossman, del Grupo Continental; los Rodríguez,

dueños de refaccionarias; los Lárraga, propietarios de una compañía de

transporte de carga, y los Ramírez, de Gas Universal.”

6 Por ejemplo, en octubre del 2010 se modificaron los horarios de salida en las instituciones educativas por instrucciones del secretario de Educación del estado; las primarias de turnos vespertinos -cerca de 40- salían a las 17:30 horas, y con esta medida, decían las autoridades, el objetivo era mantener a salvo a los estudiantes tras una fuerte ola de violencia que sacudió la urbe en días anteriores. s/a “Tampico recorta

horas de clases por violencia” en periódico El Universal, viernes 15 de octubre de 2010. 7 O “malos” y “mañosos” son términos generalizados usados para referirse a los narcotraficantes.

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Podría considerarse, a partir de lo comentado por la gente de la región, que el año

2010 fue el más violento desde el inicio de la guerra hasta el momento, aunque

muchos pobladores piensan que el actual periodo de aparente calma es tan solo

temporal mientras otros consideran que todo está igual pero menos mediatizado.

Entonces, dicen, era aún más común tener experiencias y/o escuchar rumores y/o

testimonios sobre balaceras, ejecuciones y desapariciones, e incluso de casos de

desaparición de camiones de pasajeros completos. Encontrar estadísticas

precisas al respecto es muy difícil puesto que la población del estado tendió a

cerrar sus bocas y sus puertas a cualquier desconocido, incluyendo al personal

del INEGI.

Un taxista de unos 27 años cuya familia se dedica a rentar la “banana” y otros

inflables en la playa, opinaba que la situación “ya” estaba más tranquila en el

verano de 2012, desde hacía aproximadamente un año. Recordando la

concurrencia de turistas principalmente regiomontanos en la playa, comentó que

en el verano anterior las visitas turísticas cesaron.

Hubo muchísimos muertos, hubo colgados en los puentes, cadáveres…

por eso mucha gente se fue, porque daba miedo… todavía hay miedo… y

no hay trabajo, hay unos cuantos trabajos muy mal pagados: te pagan

unos 900 pesos a la semana… ¿qué haces con eso? Yo no hago nada…

estoy casado y tengo una niña de tres meses, por eso me entrego al taxi,

trabajo de 6 de la mañana a 8 de la noche diario, para poder sostener a mi

familia, porque no hay trabajo.

Además, la guerra ha forzado a miles de personas a abandonar sus hogares y

comunidades. Hay pueblos enteros vacíos que ahora son conocidos como

“pueblos fantasma”, y existen cálculos que llegan a hablar de hasta un millón de

desplazados a nivel nacional (BBC Mundo, en línea, 19 de octubre, 2012) aunque

el promedio estadístico se encuentra en algún número entre los 150 mil y los 300

mil.

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En el caso de Tamaulipas, hay municipios que se están despoblando por las

amenazas de los cárteles, como ocurre en Ciudad Mier, donde centenares de

personas se han visto obligadas a huir al municipio de Miguel Alemán por la

extrema situación de violencia que sufren (Publicaciones Noreste, 25 de

noviembre, 2010). Así, caminar en la ZMT y encontrar casas abandonadas es tan

común como encontrar historias sobre gente que ha abandonado su patrimonio

para resguardar la seguridad de su familia8; a la vez, casos de desaparición son

fáciles de ubicar, aunque también es común que la gente sea desconfiada y en

ocasiones encontrar formas de hablar sobre el tema puede ser complicado. Sin

embargo una anécdota contada por una joven que migró al D.F. a estudiar señala

la constancia y el nivel de cotidianidad de esos eventos:

Una navidad estábamos cenando “con toda la familia” en Tampico y alguien

sacó el tema, de ahí toda la noche nos la pasamos hablando de eso. Todo el

mundo contaba lo que le había pasado, a todo el mundo le había pasado

algo o conocían a alguien a quien le había pasado algo: le tocó una

balacera, secuestraron al cuñado, los soldados se metieron a su casa…

Otras personas de su familia que radican en la ZMT confirmaron el hecho. A una

tía “le tocó” que los militares realizaran un operativo en su colonia; detuvieron a

varios muchachos en la esquina pero “uno se les escapó” –suponía-, había

helicópteros volando muy bajo y se podía escuchar las botas de los soldados

corriendo en la calle, se escucharon balazos y hasta una explosión; llegaron más

soldados y un camión militar se estacionó en su “cochera”. Ella le llamó a su

marido por teléfono y siguiendo su consejo se acostó en las escaleras donde no

había ventanas. Mientras tanto su madre enferma yacía en el piso de arriba, en

cama. La señora me contó la historia con indignación y a la vez con miedo

mientras su sobrina y yo bebíamos un vaso de agua que nos había ofrecido al

llegar. Una segunda tía se había tenido que encerrar en el baño, contaba otro

familiar:

8 Según la periodista Leticia Díaz, México se encuentra entre los países con mayor movilidad humana por violencia. (Revista Proceso, abril, 2012)

21

…mi cuñada, acuérdate que te dije, ahí se metieron a la casa, namás estaba

ella y mi sobrina, se encerraron en el baño, porque se metió el ejército, se

metieron los malosos. Porque esos iban huyendo y se metieron por una

casa, entonces se brincaron de un solar de una casa que estaba atrás, y

como el ejército iba tras ellos pues también se metió… y se metieron a la

casa, y cuando el ejército se mete así pues se lleva algo que pueda haber

ahí “mal puesto” ¿no?, como dicen, creo que se llevaron una computadora, y

poco... y destrozaron una puerta y eso, ¿no? pero sí se asustó.

Llama la atención que el delito del robo por parte de los militares se minimice, lo

que recuerda a Nordstrom cuando contrasta el robo con la violación o el asesinato

(Op. Cit.). Pero sobresale más aún, el hecho de que simultáneamente la misma

familia estuviera en medio de otra SDR:

Y al mismo tiempo que pasaba eso, otra sobrina iba hacia su trabajo, y en el

camino hubo una balacera entre narcos, y en el camión donde iba –el

camión de la empresa donde llevan los empleados- pues murió una

compañera de trabajo, le tocó una bala de esa balacera, le entró al camión,

y pues ahí murió. En el mismo momento en que estaba pasando en su casa,

lo de los soldados, en ese mismo momento estaba pasando allá, en otra

parte, lo del camión. Eso fue hace año y medio más o menos.

En realidad entre todas las personas con quienes recuerdo haber hablado sobre

el tema en esa temporada de campo –julio de 2012- solo puedo recordar a un

joven, que a la defensiva, afirmaba que a él no le había pasado nada ni había

escuchado historias al respecto más allá de las que difundían los medios; sin

embargo Tamaulipas, efectivamente, ha sido uno de los 9 estados más golpeados

por la violencia de la guerra en el país.

En adición a las y los actores sociales que constituyen la sociedad civil que han

sufrido las consecuencias de la violencia, existen varios actores más que por su

importancia también deben ser tomados en consideración: el narco, las élites

entre las que se cuentan las clases gobernantes y empresariales, y las milicias –

en más de una ocasión comprobadamente a su servicio- como el ejército, la

22

marina, la Policía Federal y los mercenarios, entre otros. Estos actores forman

grupos multisectoriales que no están unificados y que se encuentran en conflicto

permanente constituyendo grupos de poder estratificados y no monolíticos que

accionan en relación a sus intereses.

La clase política-empresarial

El puerto de Tampico se desarrolló –en términos capitalistas- en gran medida

durante la dictadura de Porfirio Díaz -dicen- porque se casó con Carmen Romero

Rubio, una joven de 16 años oriunda de la región que llevó al dictador a poner

especial atención sobre el desarrollo del puerto como exigencia de su suegra.

Sin embargo, cronistas de la región han documentado parte de la historia del

despojo en la Huasteca: desde los años veinte, cuando las petroleras extranjeras

despojaban a los campesinos de sus territorios ricos en pozos por medio de

guardias blancas (famosas en Tampico). Estas zonas de pozos constituían una

especie de protectorado estadounidense y británico. Narran que el General

Cárdenas trabajaba en la Huasteca atestiguando esto. (El Sol de Tampico, 3 de

diciembre, 2010 y Voltaire Net, 20109)

Años después, ya constituido PEMEX, se ubicó la refinería con dique seco y con

muelles propios en la costa de Cd. Madero. Luego se encontraron los yacimientos

petroleros en el sur del Golfo de México y Tampico perdió el protagonismo;

además, el puerto de la ciudad de Altamira con su enorme corredor industrial fue

ganando terreno, dejando al puerto de Tampico en una posición menos

productiva, aunque se reconoce que los dos puertos permiten que la región

continúe teniendo gran influencia en ciudades como Matamoros, Nuevo Laredo,

Monterrey, San Luis Potosí y Guadalajara.

A pesar de estos factores, en Tampico otra opinión pesa mucho más entre los

habitantes de la región que achacan el declive de Tampico a un hecho histórico

9 http://www.voltairenet.org/article123072.html

23

particular que tuvo una envergadura de nivel nacional: la detención de Joaquín

Hernández Galicia "La Quina", líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la

República Mexicana, la mañana del 10 de enero de 1989, en Ciudad Madero.

La detención fue ilegal pues la realizó el ejército sin orden de aprehensión. Se le

acusó de homicidio calificado, acopio y almacenamiento de armas para uso

exclusivo del Ejército; evasión fiscal por más de 3 mil 500 millones de pesos,

introducción ilegal de aviones con valor superior a los 10 millones de dólares y por

atentar contra la seguridad nacional. “Entre las propiedades del sindicato que

Hernández Galicia manejaba se contaban: 30 edificios en Tampico, 30 granjas

"proletarias", más de 134 tiendas populares, 300 carros tanque y una flota naval

de 15 unidades.” 10

A pesar de ello “La Quina” fue uno de los líderes más queridos del sindicato así

como uno de los personajes de la ZMT con mayor popularidad, pues era –y sigue

siendo entre las generaciones veteranas - descrito como un líder muy preocupado

por sus empleados y por la gente del pueblo, aún a sabiendas del nivel de

corrupción del que participaba puesto que creó tiendas de consumo con los

precios más bajos del mercado; campos de cultivo de hortalizas que –cito a más

de un tampiqueño- “regalaba” a la gente. “Cuando estaba la Quina todo estaba

bien” dicen, sosteniendo también que intervenía en problemas familiares si se le

solicitaba, en favor de las esposas de los petroleros, además de poseer fábricas

de ropa, de jabón, clínicas dentales, cines, gasolineras, funerarias, talleres

mecánicos, refaccionarias, balnearios, hoteles y –mi favorito- un hospital

vegetariano, todo, según una variedad de tampiqueños y tampiqueñas, en

beneficio de su pueblo. Efectivamente, con la entrada del neoliberalismo salinista

el declive abrazó la región, aunque es bien sabido que “La Quina” no fue en

momento alguno, una inocente palomita aunque probablemente pueda

considerarse como uno de los últimos bastiones del Estado de Bienestar.

Otro argumento recurrente entre la población para justificar el declive de Tampico

se refiere a la corrupción de los gobernadores y presidentes municipales: “antes

10 http://memoriapoliticademexico.org/Efemerides/1/10011989.html

24

eran profesionistas… trabajadores, ahora son puros empresarios”. Ciertamente

podemos remontarnos hasta Marte Rodolfo Gómez, un ingeniero agrónomo, y

diplomático mexicano -eso sí, priista-, que en los años cuarenta participó

activamente en el “desarrollo” del estado como gobernador; fue un teórico de la

cuestión agraria y un presunto luchador por el reparto de tierras, que antes de su

gubernatura llegó incluso a participar en la lucha zapatista, contrastando

radicalmente con gobernadores contemporáneos tales como Tomás Yarrington

(1999-2004) que es un empresario de bienes raíces acusado de lavar dinero

para Los Zetas y el Cártel del Golfo (CdG en adelante) así como por complicidad

en el homicidio del candidato a la gubernatura Rodolfo Torre Cantú en el 2012.

(Washington Post, 10 de febrero de 2012) Señalado también por ofrecer a la

policía estatal como protección para el CdG y el Cártel de Juárez (CJ en adelante)

(Periódico El Universal, 29 de agosto de 2012) y por participar como supervisor

de un acuerdo entre varios ediles del estado y el CdG para que el último tuviese

libertad de elegir a los jefes y comandantes de la policía. (Revista Proceso, 22 de

agosto de 2012)

Otro caso es el de Eugenio Hernández Flores (gobernador de Tamaulipas del

2005 al 2010), acusado junto a Tomás Yarrington de lavado de dinero en favor del

narco, este era un empresario de la industria constructora. Otro empresario de

esta industria es el actual gobernador priista Egidio Torre Cantú (2010-2015),

cuya empresa Cantu Constructions ha sido señalada en varias ocasiones por

recibir la licitación de diferentes contratos por obras gubernamentales

beneficiando a Egidio con sumas exorbitantes sin que hasta el momento se haya

reconocido oficialmente ni este crimen ni otros que le vinculan con el crimen

organizado. (Milenio Diario, 25 de enero de 2010) Finalmente Cantú sustituyó en

el cargo de la gubernatura a su hermano Rodolfo Torre Cantú quien fue

asesinado el 28 de junio justo antes de asumir el cargo. (Periódico El Universal,

30 de junio de 2010).

25

Estos hechos no son los primeros en arrojar a la luz vínculos entre funcionarios

públicos y el narco. Anabel Hernández, José Reveles, Rafael Rodríguez y un

buen número de periodistas han expuesto múltiples historias que a nivel federal,

vinculan a personajes del tamaño de Genaro García Luna, Raúl Salinas de Gortari

o hasta al mismísimo ex presidente Felipe Calderón con narcotraficantes tales

como el Chapo Guzmán, los Beltrán Leyva, los Gallardo, los Arellano Félix,

Vicente Carrillo Fuentes o Caro Quintero. Y para muestra basta un botón.

Antecedentes del Narco

“...no hay mafia, no hay organización criminal que pueda tener una expansión, que pueda tener un

crecimiento sin la complicidad del poder. Política y narcotráfico siempre han estado ligados a lo

largo de la historia...” José Reveles

En los setentas y ochentas existían pequeños grupos de productores y

distribuidores de drogas que trabajaban libremente y sin mayores problemas. En

aquellos entonces aún no existían los cárteles ya que en el contexto de la guerra

fría, con su modalidad de guerra sucia en Latinoamérica, el gobierno de México

se limitaba a regular la producción y a supervisar las rutas por donde la

marihuana y la heroína llegaban hasta la frontera norte sin permitir la venta de

estas sustancias dentro del territorio mexicano, y por supuesto, cobrando una

tarifa. Según Anabel Hernández en su libro Los Señores del Narco (Hernández,

2010), una parte de esa tarifa era utilizada para solventar parte de los gastos de la

contrainsurgencia. Con la entrada del neoliberalismo el pago de estos impuestos

se transformó en dinero que llegaba directamente a las bolsas de funcionarios

públicos y fuerzas de seguridad pública.

Con estos cambios fueron naciendo estructuras organizativas; la primera de

importancia sería la de los hermanos Arellano Félix que controlaban Tijuana,

luego la de Juan García Ábrego que controlaba Nuevo Laredo, y posteriormente

la del Cártel de Juárez.

26

La CIA llegó a un acuerdo con grupos de narcotraficantes mexicanos que con el

apoyo del gobierno federal de Miguel De la Madrid transportarían cocaína de

Colombia a México y posteriormente a Estados Unidos. Así que la coca fue un

elemento importante en la institución de los cárteles.11

Para 1989 se consolidaba el Cártel del Pacífico de Amado Carrillo “el Señor de los

Cielos” así como las redes de corrupción por donde, por ejemplo, Raúl Salinas

cobraba “derecho de piso” a todos los grupos privilegiando en un inicio al CdG,

que hoy disputa el territorio tampiqueño contra los Zetas12. Pero con el asesinato

de Colosio y la llegada de Zedillo se privilegió al Cártel del Pacífico de Joaquín “el

Chapo” Guzmán. (Reveles, 2011)

La militarización de Tamaulipas

Por otra parte la ZMT ha sido una región con presencia militar constante a lo largo

de su historia. La base de la fuerza aérea mexicana más cercana se encuentra en

Apodaca, Nuevo León, pero Tampico es sede de la Primera Zona Naval de

México que encabeza las 13 Zonas del Golfo pertenecientes a la Secretaría de

Marina (SEMAR) y que cuenta con un hospital naval; así también tiene ubicado

cerca del centro de la ciudad al Campo de la Octava Zona Militar y también

cuenta con un hospital militar perteneciente a la Secretaría de la Defensa

Nacional (SEDENA).

La Octava Zona tiene seis Unidades de Base repartidas en el estado de

Tamaulipas en los municipios de Mier, Reynosa, Nuevo Laredo, Matamoros,

11 Subrayando el nexo histórico que el narcotráfico ha tenido siempre con la contrainsurgencia, las ganancias de estos negocios que crecían rápidamente también sirvieron para financiar la contrarrevolución sandinista. Ídem. 12 Los Zetas son una organización criminal que se dedica al narcotráfico, el secuestro, el tráfico de personas,

el asesinato, el robo de autos y que en lugares como el Puerto de Veracruz –según testimonios- buscan el monopolio de negocios menos oscuros como la piratería. Sus miembros originales pertenecían –o pertenecen- a una élite militar del Grupo Aeromóvil de Fuerzas Especiales (GAFE), al Grupo Anfibio de Fuerzas Especiales (GANFE) y a la Brigada de Fusileros Paracaidistas (BFP) del Ejército Mexicano entrenados entre otras cosas, en contrainsurgencia por la CIA, la Sayeret Matkal israelí y la GIGN francesa durante el levantamiento zapatista de Chiapas en 1994.SCI Marcos, Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Mensaje La Cuarta Guerra Mundial para Conferencia “Liberando los medios de comunicación”, Nueva York., 2005.

27

Ciudad Victoria y la ZMT. Cada Unidad cuenta normalmente con 600 o 700

elementos de diversos grados que suman un total de 4 200 soldados de tropa

comisionados de planta a la Octava Zona, a los que habría que sumar a los

elementos de base de la Marina y a los 1 500 marinos más, enviados en el

201013(Periódico El Universal, 26 de noviembre de 2010), los 600 militares

llevados desde Chiapas en 2011 (La Jornada, 27 de diciembre de 2011:11), los

13 mil refuerzos y el considerable aprovisionamiento de equipos y transportes de

combate que recibió tan sólo en el 2013 (Periódico El Mañana, 29 de diciembre

de 2011). Todo esto en el marco del “Operativo Conjunto Noreste” y el “Operativo

Alto Impacto Tamaulipas” (SEMAR, 09 de febrero de 2012).

El incremento de elementos militares y de marinos suscitado en el sexenio de

Felipe Calderón no tiene precedentes. Hoy la ZMT se encuentra altamente

militarizada gracias a los operativos puestos en marcha desde el 2010 (Milenio

Monterrey, 17 de enero de 2011), que implican, siendo redundantes, el aumento

de la presencia de soldados, marinos y policías federales en ambos estados,

además de la coordinación entre las autoridades de nivel federal y estatal tanto de

Tamaulipas como de Nuevo León.

En la ZMT, durante la ola de violencia del 2010, los efectivos policiacos de nivel

estatal y municipal, incluidas la Policía Metropolitana y la Policía de Tránsito,

desaparecieron temporalmente de sus funciones después de varios ataques a sus

elementos o a sus comandancias entre los que destacaron el cometido en contra

del cuartel de la Metropolitana. (Periódico La Jornada, Viernes 24 de diciembre de

2010:9).

En Tampico se pueden escuchar diversos testimonios que hacen referencia a la

retirada de las fuerzas policiacas. Uno que llamó mi atención por la imagen que

genera la alegoría que incluye, y que implica un alto nivel de vulnerabilidad para

esos elementos, fue el de una mujer que con energía expresó “…en todos lados

13 Sin embargo la SEMAR ha rechazado brindar transparencia en esta materia objetando que es poco estratégico señalar con exactitud la cantidad y la ubicación de sus elementos. (SEMAR, 09 de febrero de 2012.)

28

los mataban [a los policías], los agarraban como soldaditos de plomo, pam-pam-

pam, les disparaban”.

Entonces militares y marinos asumieron el cumplimiento de las funciones de

seguridad pública. A la fecha las fuerzas armadas continúan en esas funciones

pero ahora se desempeñan en coordinación con la Policía Metropolitana de la

ZMT.

Actualmente existen 22 municipios en Tamaulipas donde la Policía Militar realiza

las funciones de las policías estatal y municipal. En el caso de la ZMT no existen

planes o disposición para la desmilitarización: “Los elementos de las fuerzas

armadas, tanto de la marina como del ejército nacional, permanecerán en esta

ciudad [ZMT] realizando sus labores de vigilancia, sin que hasta el momento se

cuente con alguna notificación en relación a un posible retiro de la zona sur de

Tamaulipas” declaró Magdalena Peraza Guerra, la actual presidenta municipal

panista de Tampico (La Función, 24 de noviembre de 2012). Efectivamente, las

fuerzas armadas han continuado realizando operativos en Tampico por ejemplo,

durante el periodo vacacional de Semana Santa. (Televisa Del Golfo, 27 de marzo

de 2013).

14

14 Fotografía de Monserrat Calderón para Milenio Noticias.

29

Oficialmente los operativos desplegados a nivel nacional son una respuesta al

incremento de los actos delictivos de los cárteles que incluyen crímenes

mencionados en la sección de “violencia” que puede encontrarse arriba, además

del secuestro –y en más de una ocasión la masacre- de indocumentados, y los

presuntos ataques directos a la policía y al ejército como el realizado a las

instalaciones de la Octava Zona en abril de 2010 que consiguientemente justificó

el incremento de la “seguridad” del campo militar y de la zona en general.

Según declaraciones oficiales de Poiré (Secretario de Gobernación, 2011-2012),

en la región el incremento de la violencia se debe a una "... pugna (que) ha

llevado a romper alianzas históricas (entre) el cártel del Golfo y 'Los Zetas'".

(Publicaciones Noreste, 25 de noviembre de 2010) La misma versión explicativa

circula entre la población.

En el marco de este tipo de operativos varios líderes o personajes clave de los

cárteles han caído detenidos o asesinados sin que estos hechos parezcan

disminuir el grado de violencia que azota al país. Dos “renombrados”

narcotraficantes fueron detenidos por la SEMAR en septiembre del 2012 dentro

de la ZMT: en Altamira se detuvo a Mario Cárdenas Guillén “el Gordo”, líder de

una de las dos fracciones en las que está dividido el CdG (Periódico La Jornada,

04 de septiembre de 2012); días después detuvieron a Jorge Eduardo Costilla

Sánchez, alias "El Coss", presunto jefe del CdG en Tampico, Tamaulipas (Milenio

Noticias, 13 de septiembre de 2012), sin que estos eventos resolvieran la

violencia en la región, sí coincidieron con el hecho de que los medios de

comunicación perdieran interés en cubrirla, al menos de la manera totalmente

amarillista y escandalosa en la que lo hicieron en el 2010 y el 2011 cuando

reportaban gráfica y constantemente la masacre que estaba ocurriendo en las

calles. En parte esto se debe a que los medios de comunicación locales han sido

coaccionados por medio de amenazas y/o violencia para que manejen la

información de una u otra manera, pero esta no ha sido la única razón.

30

No es coincidencia que las fuerzas armadas, sus allegados y simpatizantes se

esmeren en fortalecer su imagen con estrategias mediáticas y de aproximación a

la población regalando suscripciones electrónicas a revistas militares o

elaborando campañas a nivel nacional como la intitulada “La Gran Fuerza de

México” que mantuvo una exposición militar masiva en el Zócalo de la Ciudad de

México en marzo de 2012, conformándose por tres áreas: armamento, equipo y

planteles militares. La exposición llegó a Tampico desde julio de 2012 y se

mantuvo en la Plaza de Armas (centro de Tampico) y en el primer piso del Palacio

Municipal. El Sol de Tampico, uno de los periódicos más leídos de la región sur de

Tamaulipas, señala:

La finalidad de esta exposición, que ya ha recorrido varias ciudades del

país, es que los mexicanos conozcan la identidad del Ejército Mexicano;

asimismo se brindan pláticas sobre las carreras profesionales que se

imparten en los diferentes batallones y uso del equipo. En las áreas antes

indicadas se exhiben armas de diferentes calibres, además los asistentes

pueden colocarse el equipo (chalecos, cascos, rodilleras, etc.) (El Sol de

Tampico, 23 de julio, 2012).

Posteriormente, en el marco del centenario del ejército mexicano, la SEDENA

realizó otra exposición con demostraciones en la misma plaza en marzo de 2013.

(Agencia NT / ANTAM, 26 de Marzo de 2013).

A la vez debemos considerar el peso de otros medios, para conformar opinión,

utilizados en esta estrategia: heroicos comerciales televisivos y series como “La

Teniente” que posicionan al ejército entre una serie de principios relacionados con

el valor, el patriotismo, el honor y el deber. En el capítulo sobre la cotidianidad de

la violencia profundizaremos más en este elemento por su recurrencia e

importancia particular.

También es digno de mención el despliegue espectacular que se hace alrededor

de esas fuerzas armadas con, por ejemplo, gigantescas mantas en las

respectivas sedes institucionales, donde las fotografías de super policías, agentes

31

y militares son expuestas. Con personajes que, siempre solidarios, ayudan a la

gente o están a punto de involucrarse en una emocionante aventura heroica.

Estas estrategias parecen funcionar aunque contradictoriamente, muchos de los

crímenes ocurridos durante la guerra son achacados a las fuerzas federales.

Las estadísticas de la muerte

A pesar de todo este esfuerzo la Guerra contra el Narcotráfico ha sido

fuertemente cuestionada y rechazada por las organizaciones sociales y por la

población civil en general, debido al altísimo índice de muertes violentas de civiles

registradas en el sexenio de Calderón, catalogadas por su gobierno como “daños

colaterales” (Periódico La Jornada, 13 de abril de 2010), así como por un alto e

impreciso número de desapariciones y por el desplazamiento masivo de la

población que se ha visto atrapada en las zonas más conflictivas como el caso del

pueblo de San Fernando, en el norte de Tamaulipas. (Audiovisual, El Universal,

2010)

La Base de Datos de Fallecimiento Ocurridos por Presunta Rivalidad

Delincuencial registró 47 515 asesinatos vinculados a enfrentamientos violentos

de diciembre de 2006 a septiembre de 2011, sin embargo esta instancia detuvo

su conteo debido a fuertes controversias en cuanto a la calidad de su información.

(Aristegui Noticias, 2012) Por su parte, en un cuadro comparativo realizado por

Aristegui Noticias se muestra que la Comisión Nacional de Derechos Humanos

(CNDH) reportó 46 015 personas ejecutadas, con 15 921 cadáveres no

identificados y mil 421 cuerpos sepultados en fosas clandestinas; según

organizaciones civiles que participan del Movimiento por la Paz con Justicia y

Dignidad la cifra asciende a 70 mil muertes entre 2006 y 2012; mientras que

algunos medios de comunicación han hecho sus propias estimaciones siendo que

el periódico Reforma cuenta con 44 412 muertes de diciembre de 2006 a agosto

de 2012, la revista Proceso con 88 361 de diciembre de 2006 a marzo de 2012,

32

Milenio con 57 449 de diciembre de 2006 a octubre de 2012 y el semanario Zeta

con 71 mil muertes de enero de 2007 a abril de 2012. De acuerdo con la Red Por

los Derechos de la Infancia en México se han calculado hasta el 2010 un total de

1 226 niños, niñas y adolescentes asesinados por ataques directos o fuegos

cruzados. (Ídem.)

Las desapariciones forzadas ascienden, según la CNDH, a 2 126 casos bajo

investigación, con 5 397 personas reportadas como extraviadas de 2006 a 2012;

según la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) se trata de 2 044 casos, mientras

que la Procuraduría General de la República cuenta 4 800 expedientes. También

existen documentados más de 18 mil casos de "levantones".15 La misma CNDH

afirma que la cantidad de personas desplazadas por la violencia en el país supera

las 150 mil. (Aristegui Noticias, 2010)

Soldados, marinos y miembros de cuerpos policiacos han sido señalados como

perpetradores de muchos de estos crímenes no solo por las víctimas y la

sociedad en general, sino por organismos internacionales de Derechos Humanos

como Human Rights Watch y Amnistía Internacional sin encontrar por ello justicia

alguna por los abusos cometidos por las fuerzas armadas del país. (Periódico La

Jornada, 27 de mayo de 2010, p. 2, y 4 de febrero de 2011, p. 7)

Además, la intervención militar en el área de seguridad pública también ha sido

constantemente señalada debido a otras violaciones a los derechos humanos

cometidas por policías federales y soldados que incluyen arraigo, cateo, detención

preventiva automática, tortura, tratos crueles y violaciones sexuales, entre otras.

(Amnistía Internacional, octubre 2012.) Las víctimas han sido amenazadas por

soldados en muchas de estas ocasiones: “Si nos denuncian les va ir peor y a

nosotros no nos hacen nada porque somos militares.” (Amnistía Internacional,

noviembre 2009, p. 5)

15 Personas “levantadas” se refiere a “secuestros donde los captores no piden rescate” (Periódico La Jornada Lunes 31 de enero de 2011, p. 2)

33

La Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) afirma que en 2006

recibió 182 quejas contra la Secretaria de Defensa Nacional (SEDENA); en

2007, 367 quejas; en 2008, 1.230, y durante los seis primeros meses de 2009

la cifra ya ascendía a 559. En 2006, la Comisión no formuló ni una sola

recomendación contra la SEDENA respecto a violaciones de derechos

humanos. En 2007, formuló 6 (tres casos relacionados con tortura y malos

tratos y uno con una ejecución ilegal o extrajudicial), en 2008, 14 (6 relativas

a tortura y malos tratos y 4 a ejecuciones ilegales o extrajudiciales) y al

acabar octubre de 2009, otras 25 (15 relacionadas con tortura y otros malos

tratos y una con desaparición forzada). (Ídem.: 9)

Basta participar en o visitar una sola vez alguna de las muchas marchas, actos y

caravanas por la paz o por la presentación de desaparecidos que se han

realizado desde el 2006 hasta la fecha, para comprender que estas cifras son sólo

un reflejo ínfimo de la realidad del país.

Así también, desde el 2006 las violaciones a los derechos humanos han

registrado un aumento alarmante en eventos de represión política a

organizaciones y movimientos sociales, documentándose también en más de una

ocasión a comandos armados y encapuchados que han atacado a defensores y

defensoras de derechos humanos. (Human Rights Watch, 2011)

Organizaciones y activistas consideran que estos ataques han sido perpetrados

también por fuerzas de seguridad pública o militar, y por paramilitares que se han

formado en el seno de los cárteles. Personas muy representativas de

movimientos ambientalistas así como diversos activistas han sido ejecutados

extrajudicialmente o se encuentran en calidad de desaparecidos o desaparecidas.

Resalta el caso de la desaparición forzada de Marcial Bautista y Eva Alarcón,

ecologistas de la sierra de Petatlán y de Coyuca de Catalán, Guerrero, que fueron

“levantados” de un camión de pasajeros en diciembre de 2011.16 (La Crónica,

16 Mismo mes en el que J. Trinidad de la Cruz Crisóforo, dirigente comunal, fue ejecutado cerca del pueblo nahua de Santa María Ostula, Michoacán, en diciembre de 2011, mientras acompañaba a la Caravana de

34

enero 2012)

Guerra y negocios: Antecedentes directos de la guerra17

“…el negocio de la destrucción puede dar paso al negocio de la reconstrucción”

SCI Marcos

Según el Instituto Internacional de Estudios de Prospectiva y Estrategia, (IIEPE)

para que un conflicto armado pueda considerarse un conflicto mayor –léase

guerra-, éste debe superar las mil muertes anuales, por lo que a pesar de las

declaraciones oficiales que desdicen la dimensión bélica del conflicto, es posible

afirmar que México vive actualmente en medio de una guerra.

En el 2006 Felipe Calderón declaró la Guerra contra el Narcotráfico como

estrategia de Seguridad Nacional contra el “crimen organizado” que, según sus

números, crecía incesantemente poniendo en riesgo a la población civil. Sin

embargo esta guerra registra más bajas civiles que las documentadas durante las

dictaduras de los años 70´ en el cono sur (La Jornada, 2 de agosto, 2011, p. 5).

Cuando Calderón y su gente tomaron el poder ejecutivo por medio de un fraude

electoral, uno de los primeros compromisos públicos que realizaron fue el de

gobernar con “mano dura” (El Mundo, 2 de diciembre, 2006)18, a lo que seguiría la

declaración de guerra contra el narcotráfico. La guerra se inició formalmente el 11

de diciembre del 2006 con el “Operativo Conjunto Michoacán” en el que 7 mil

elementos del ejército, la marina y las policías federales lanzaron una ofensiva en

ese estado (La Jornada, 20 de diciembre de 2006.).

Observación del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, cuando fue interceptado por un grupo paramilitar. 17 Para conocer el tema en términos económicos ver http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=32520935010 18 Además Wallerstein nos dice al respecto: “... (los)...grupos de derecha (belicosa, cínica y descarada) van a

renegar abiertamente del liberalismo, defendiendo en todas partes la política de “mano dura” y las posiciones

conservadoras, aliándose con la Iglesia más reaccionaria y con los grupos más retardatarios para la

conquista abierta del poder político...” (Aguirre Rojas, 2003: 89)

35

Por sorprendente e increíble que pueda parecer, la razón por la cual declaró esta

guerra es la misma por la que E.U. declaró la impopular “guerra contra el

terrorismo” en Irak y en el mundo entero: negocios.

En América, E.U. y las corporaciones multimillonarias que mueven los hilos

interestatales, mandaron que había que organizar planes contra el narcotráfico y

el narcoterrorismo en varios países. Y los planes se hicieron.19

En México el camino de pistas que puede ayudar a comprender los negocios

detrás de la “Guerra contra el Narco” puede tomarse tras los telones de la firma

de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN) -

también conocida como TLC-Plus- y en la Iniciativa Mérida que funge como su

complemento financiero. Estas incluyen en sus haberes la planeación y la

construcción de una enorme infraestructura para impulsar la guerra que no se

limita a las fronteras mexicanas.

La Alianza se firmó a puerta cerrada en un rancho de la familia Bush en Waco,

Texas el 23 de marzo del 2005 por los presidentes Vicente Fox de México,

George Bush de E.U. y el primer ministro Paúl Martin de Canadá.20 La ASPAN no

es un tratado porque el poder ejecutivo no está facultado para firmarlos sin la

previa revisión del Congreso, sin embargo sí puede realizar firmas de alianzas

libres de obstáculos constitucionales o filtros; a pesar de esto la ASPAN también

es conocida como TLC Plus ya que llena lagunas en ámbitos de privatización y

militarización que dejó el Tratado de Libre Comercio (TLC) de 1994. (CIEPAC y

RMALC, tríptico, 2006)

El contenido de la ASPAN es revelador pues se trata de “recomendaciones” que

buscan modificar los marcos legales que protegen a la sociedad de un monopolio

–aún mayor- de mercados por parte de las multinacionales en los tres países, así

19 Ante tal situación se dificulta no recordar los principios de la doctrina Monroe como plan de

neocolonización original.

20 Apartado sobre ASPAN En: http://www.rmalc.org.mx/aspan/index.htm

36

como los que la protegen en lo que a sus derechos civiles respecta. La Alianza se

divide inicialmente en dos apartados.

El primero trata sobre “Prosperidad” y a nivel discursivo busca:

…promover el crecimiento económico, la competitividad y la calidad de vida

en América del Norte, a través de una agenda concreta enfocada a

aumentar la productividad; reducir los costos del comercio y los costos de

transacción; (…) la creación de una oferta de alimentos más confiable y

segura, facilitando a la vez el comercio de productos agrícolas; y la

protección de nuestra población contra enfermedades.21

Esto, partiendo de una mayor desregulación económica y la privatización de

servicios y empresas públicas que señala como “ineficientes” (RMALC, abril

2007) como ocurrió en el caso de la empresa paraestatal Luz y Fuerza del Centro

que sufrió un decreto de extinción por parte del ejecutivo, que de un día para otro

dejó en la calle a más de 40 mil trabajadores y trabajadoras; otro caso implicado

es el de la reforma de PEMEX, aunque es mucho más controversial para la

sociedad en general debido a la historia de la expropiación petrolera y al

imaginario construido en torno a ella.

Ambos casos se encuentran bajo los términos de la “Integración Energética

Transnacional” (Ídem.) que “propone” la ASPAN. (SRE, julio, 2006, p. 20), y

desde esta propuesta se presionó hasta la privatización total de petróleo, lograda

en el 2013.

Ha de recordarse que Torre Cantú, gobernador de Tamaulipas (2011-2016),

apoyó sin tapujos la reforma energética, reconociendo que Tamaulipas tiene una

posición estratégica dentro del sector “ya que con la infraestructura (…) de

PEMEX en la entidad, se genera una quinta parte del producto interno bruto total

del país”. (La Jornada, 11 de octubre de 2013, p. 14)

21 “Boletín SRE En: http://www.sre.gob.mx/eventos/aspan/faqs.htm

37

La Alianza es realmente muy abarcadora, también se fija en otros aspectos que

aún no se han aterrizado en los hechos o que se encuentran en proceso, entre los

que se enlistan nuevas regulaciones para reducir los costos de las exportaciones

e importaciones; la modificación de reglas de origen y aranceles, la “facilitación de

negocios”, el hacer más compatibles las medidas sanitarias y fitosanitarias, el

impulso de la biotecnología agrícola, la “regulación” del comercio electrónico y la

tecnología de la información, la creación de súpercorredores multimodales, el

incremento y la mejora del transporte –de mercancías-, la facilitación del acceso a

los servicios financieros por vía electrónica, la mejora del costo y beneficio del

sector energético, incrementar la “eficiencia” -léase privatización- de todo el sector

salud, así como el desarrollo del capital humano (Op. Cit, p. 12) y el desarrollo de

Ciudades Sustentables (muy criticadas debido a las consecuencias en la calidad

de vida de las personas que son obligadas a habitarlas y al daño ambiental que

provocan) (Ídem. p. 17), entre otras cosas. Las iniciativas anteriores van todas

enmarcadas en la búsqueda de ganancias por parte de las empresas que

desarrollan o desarrollarían los proyectos.

El segundo apartado es la Agenda de Seguridad. Esta incluye la planeación para

instrumentar estrategias de seguridad fronteriza y bioprotección; “mejoras” en la

seguridad aérea y marítima, la “lucha” contra amenazas extra-regionales; la

mejora de las alianzas en materia de información de inteligencia y la agilización

fronteriza para mejorar el movimiento legítimo de personas y mercancías, entre

otras cosas. (Ídem. p. 16) Vistos a profundidad prácticamente todos sus puntos

violan la soberanía y/o los derechos civiles de las y los mexicanos, de forma

proporcional a la manera en la que la Agenda de Prosperidad busca privatizar y

vender lo que nos queda.

Uno de los énfasis más remarcados de este segundo apartado está en la lucha

contra amenazas como el terrorismo, el crimen organizado y el narcoterrorismo

por lo que proyecta un “sistema compatible” entre los tres países que permita el

intercambio y almacenamiento de información de terroristas “y personas”; y

también subraya la importancia de la seguridad energética en América del Norte

38

que incluye la protección de infraestructura crítica así como zonas agropecuarias

libres de inspección y estrategias para combatir la piratería y las imitaciones

ilegales de productos originales.

Aunque el marco legal en México no permitía llevar a cabo lo estipulado en esta

Alianza, desde el 2005 hasta ahora se han venido aprobando y modificando poco

a poco legislaciones referentes al caso. En noviembre de 2005, el Poder

Ejecutivo, presentó el Proyecto del Reglamento de la Ley de Seguridad Nacional

–enmarcado en la ASPAN- en donde se establecían los siguientes lineamientos:

1. El seguimiento, vigilancia, intervención de comunicaciones privadas y la

realización de evaluaciones psicológicas y poligráficas a funcionarios

públicos.

2. Otorga al Centro de Investigación y Seguridad Nacional CISEN

facultades de Ministerio Público.

3. Autoriza acciones de investigación como auditorías por parte de la

Secretaría de Hacienda y Crédito Público, así como el inicio de actividades

de vigilancia.

4. Se exceptúa de las medidas de carácter general que se emitan para la

Administración Pública Federal a la Secretaría Técnica del Consejo de

Seguridad Nacional y al CISEN.

5. Faculta al CISEN para emitir opinión sobre las concesiones y permisos

de los medios de comunicación. [Entre otras curiosidades igual de

perversas] (Ídem. p. 28)

Aunque su primer paquete importante de reformas fue aprobada (La Jornada, 23

de abril, 2009, p. 5) exactamente cuando el gobierno paralizó al país en abril del

2009 debido a la supuesta epidemia letal de influenza; posteriormente durante la

guerra, las agendas de la Alianza se han venido asegurando pacientemente.

Otras leyes tales como la Ley de la Policía Federal publicada en el Diario de la

Federación el 1ro de junio del 2009, que legaliza la intervención telefónica a

civiles, así como la intervención de correos electrónicos y que además, entre otras

cosas, en su artículo 8vo faculta a la policía federal para realizar trabajos de

39

inteligencia sin regulación alguna, se enmarcaron en la iniciativa general de la Ley

de Seguridad Nacional. Esta ley ha sido ampliamente criticada y considerada

como un riesgo serio para los derechos civiles del pueblo mexicano pero no ha

sido detenida. (La Jornada, 26 de abril, 2011, p. 2)

Particularmente, otro dato muy interesante que brinda sentido a la trama de esta

Alianza es que su organismo regulador es decir, quien da las ordenes, es un

“comité” de 30 empresarios “importantes“ de Canadá, EU y México, denominado

Consejo de Competitividad de América del Norte (CCAN)- integrado

principalmente por altos directivos de grandes corporaciones como Suncor

Energy Inc., The Home Depot , Campbell Soup Company, Chevron, Chrysler

LLC, ExxonMobil, FedEx Corporation, General Motors Corporation,

NBCU/General Electric, Procter & Gamble, UPS, Whirlpool Corporation, MABE,

Kimberly-Clark de México, S.A. de C.V., Grupo Modelo, Grupo BIMBO S.A. de

C.V., Aeroméxico, Avicar de Occidente, etc…, aunque algunos miembros han

cambiado en varias ocasiones. El consejo se reúne anualmente con las cabezas

de las secretarías, departamentos o ministerios encargados de las áreas incluidas

en la ASPAN. (Boletín Electrónico Alternativas, 30 de mayo, 200822)

Con la ASPAN a la dimensión neoliberal se le agrega el ingrediente militar. Según

Ana María Ezcurra el neoliberalismo supone un curso intervencionista en toda

Latinoamérica, donde los “ajustes estructurales” son “reformas de segunda

generación”:

y abarcan asuntos como el acceso a “mercados clave”; (…) “recursos

estratégicos”, la protección de “infraestructura crítica” (...), la “vitalidad y

productividad de la economía global”” así como la prevención de

“dominación hostil” en “áreas críticas”, entre otros asuntos. En este proceso

se ha militarizado el concepto de seguridad. (Revista Pasos, ene-feb, 2003:

1-8)

22 En este boletín también se encuentra una lista de los primeros 30 empresarios que conformaron el CCAN.

40

El apartado de “Seguridad” de la ASPAN está financiado por la Iniciativa Mérida

que en cifras asciende a 1, 600 millones de dólares otorgados por el gobierno de

E.U. como “ayuda” a México para detener el flujo de drogas hacia su país.23

Según Ana Esther Ceceña la Iniciativa Mérida o Plan México:

…se perfila como el soporte financiero a las actividades de readecuación de

policías, militares y cuerpos híbridos mexicanos por parte de los instructores

de operación e inteligencia norteamericanos, de su equipamiento, pero

también de actuación directa de los cuerpos de seguridad estadounidenses

en territorio mexicano. Adicionalmente, la Iniciativa Mérida abarca la zona

de Centroamérica, de modo que perfila una actividad de vigilancia y control

integrada, con bancos de datos comunes y acciones supranacionales,

contradelincuenciales y contrainsurgentes. Y, tomando en cuenta la manera

como se han modificado las concepciones de terrorismo o de criminalidad

en los códigos penales recientemente modificados en toda la región, se

podría afirmar que lo que prevalece en iniciativas como la Mérida es el

carácter contrainsurgente, aunque sigan apareciendo como iniciativas

antinarcóticos. (Ceceña en Gasparello y Quintana, 2009: 177)

No es casualidad que la Guerra contra el Narco se esboce con claridad en la

Alianza justo después de establecer los lineamientos de un tremendo avance en

el establecimiento de -en toda la extensión de la palabra- un “régimen” neoliberal.

Otro antecedente de la Guerra y de la misma ASPAN, puede rastrearse hasta el

11 de septiembre de 2001; con la matanza de las Torres Gemelas:

…cambió el escenario internacional -de los noventas- que se estaba

consolidando en la era posbipolar, donde el factor económico funcionaba como

catalizador de las relaciones de poder en el sistema internacional en

detrimento del factor militar acelerando los procesos de “integración” y puso

énfasis en la atracción de inversiones mediante la consolidación de reformas

estructurales internas. Con ello aumentó la interdependencia y se presuponía

el principio fundamental de “libre comercio, democracia y DH” que ha

23 “Iniciativa Mérida” Embajada de E.U. en México, en: http://spanish.mexico.usembassy.gov/es/temas-bilaterales/mexico-y-eu-de-un-vistazo/iniciativa-merida.html

41

caracterizado a la política exterior estadounidense y que le ha servido para

intervenir en distintas ocasiones en el pasado en “defensa” de alguno de estos

valores. ”En ese mismo tono la cooperación antidrogas reforzaba el conjunto

de valores compartidos por las Américas representando la nueva modalidad de

“intervención justificada” en el subcontinente latinoamericano. (Preciado y

Hernández en Gallardo y Moreno, s/a: 81)

El énfasis se puso en la seguridad. La ASPAN parte del hecho de que, hoy en día,

la seguridad y la prosperidad son mutuamente dependientes y complementarias.

De esto puede interpretarse que los negocios y la militarización van de la mano. Y

por mucho, no sería la primera vez.

Ana Esther Ceceña reconoce 3 momentos en los planes estratégicos para la

reestructuración capitalista. El primero abarca los planes estratégicos

directamente económicos como el TLCAN, el CAFTA-RD o el TLC Chile-E.U.

“…precedidos por profundas transformaciones de los marcos constitucionales

nacionales que desprotegieron los acervos patrimoniales y la soberanía de las

naciones sobre los bienes que por naturaleza, geografía e historia les

pertenecían.” El segundo abarca los planes de control militar y el tercero se ocupa

de los dos megaproyectos de infraestructura articulados en el año 2000: el Plan

Puebla Panamá (PPP) -modificado y ahora renombrado como Proyecto

Mesoamérica- y el proyecto de Integración de Infraestructura Regional de

Sudamérica (IIRSA). (Ceceña, 2009:170)

Las ayudas “antidrogas” por parte de E.U. se jactan de ser la parte financiera de

una lucha contra los altos niveles de adicción que existen en su país, sin embargo

existen numerosos ejemplos que demuestran que esa lucha no es en contra del

tráfico y el consumo de drogas justo como la guerra antiterrorista no ha tenido

efectos contra el terror sino a la inversa. Ambas guerras, como hemos visto, no

son más que justificaciones para hacer negocios, y de los más perversos. Pilar

Calveiro, en su excelente libro “Violencias de Estado” explica que los ingresos

multimillonarios por venta de drogas se depositan en el sistema bancario

occidental y la mayoría de los grandes bancos internacionales con sus sucursales

42

filiales en los paraísos bancarios son quienes verdaderamente lavan las enormes

cantidades de narcodólares, lo que convierte al tráfico internacional de narcóticos

en “un negocio multimillonario de la misma magnitud que el comercio

internacional de petróleo. Desde este punto de vista, el control geopolítico de las

narcorrutas es tan estratégico como el control de los oleoductos (Chossudovsky,

2002: 27). En México, país petrolero, los ingresos derivados del narcotráfico en

2010 triplicaron la renta petrolera; fueron cuatro veces superiores a las remesas

del extranjero y superaron siete veces los ingresos por turismo, según datos

difundidos por las propias autoridades. “ (Calveiro, 2012: 71) Mientras reconoce

que

La violencia estatal desempeña un papel central en el proceso de

reconfiguración hegemónica; a su vez, ella misma se reorganiza y lo hace

principalmente bajo dos modalidades, que ha caracterizado como guerras:

la antiterrorista y la anti crimen organizado (…) en ambos casos la

violencia estatal es ejercida al mismo tiempo por organismos públicos y

privados, ya que se ha ido produciendo tanto la proliferación como la

privatización de los medios de destrucción y violencia. (Calveiro, 2012: 59)

Otro factor siempre presente en la guerra, como vimos en el caso de las FARC

y como ha ocurrido en el caso del EZLN, es el desarrollo y el reforzamiento de

redes de contrainsurgencia y de inteligencia que trabajan en contra de las

guerrillas, los movimientos y las organizaciones sociales que buscan

defenderse de la embestida neocolonial.

Estrategias psicológicas y de descomposición social

Un último elemento considerado en esta tesis con respecto a las

características de la guerra se refiere a la destrucción social. Si bien esta

embestida imperial busca hacer negocios por medio de la construcción, la

destrucción y la reconstrucción de infraestructura material, así como de la

43

monopolización violenta de mercados, otra estrategia indispensable para

comprender este conflicto es el desencadenamiento de este mismo proceso

pero en términos específicamente sociales.

Naomi Klein señala que en todo el proceso de la guerra de Irak, una de las

estrategias más utilizadas fue el ataque a la identidad iraquí (Klein, 2013: 254-

287), la situación bastó para que Klein realizara lo que se puede clasificar

como un estudio de caso sobre la Doctrina del Shock, según la cual el Estado

y las corporaciones paralizan a la población con dosis recurrentes de terror

por medio de violencia sin sentido mezclada con mensajes sutiles como los

que se leen en un cadáver mutilado, descomponiendo lazos sociales, y

abriendo camino para los negocios.

En Colombia y en México el desplazamiento forzado, las ejecuciones

sumarias, la tortura, la violencia extrema, el terror infundado y las

desapariciones -todo ampliamente explotado por los medios- ha sido parte

integral de esta misma estrategia. La identidad colectiva es vulnerada

mientras otra se introduce. Esa otra es el número: nos convierten en soldados,

víctimas, “daños colaterales”, etc…, que ahora, después de vivir como

mercancías y de reproducir relaciones sociales basadas en la competencia y

la búsqueda de ganancia, logrando sobrevivir la guerra, reconstruimos esas

relaciones interiorizando una cultura del miedo; la intención es que la

reconstrucción de esas relaciones sea, además, a base de desconfianza.

Las formas en las que nos relacionamos cambian constantemente, pero

incluso para esto, existen ya tecnologías humanas que el capitalismo ha

desarrollado para transformar el tejido social a su favor (Ceceña en

Gasparello, Giovanna y Quintana, 2009: 166), tal como la antropológica

“ingeniería de conflictos” ofrece. (La Jornada, 20 de abril de 2012, p. 23.)

Sí, las guerras ahora no se conforman con conquistar un territorio y recibir

tributo de la fuerza vencida. En la etapa actual del capitalismo es preciso

destruir el territorio conquistado y despoblarlo, es decir, destruir su tejido

44

social. Hablo de la aniquilación de todo lo que da cohesión a una

sociedad… De manera simultánea, se opera la reconstrucción de ese

territorio y el reordenamiento de su tejido social, pero ahora con otra

lógica, otro método, otros actores, otro objetivo. (SCI Marcos, 2011)

Ceceña argumenta que la apropiación de territorios funciona como una doble

estrategia pues sirve para el reposicionamiento frente a la competencia y a su vez

también funciona como mecanismo de control poblacional en proceso, y de

sometimiento o desestructuración.

Deshacer sujetos, individualizar, aislar para fragilizar y facilitar la

apropiación. Es así como el capitalismo avanza en su camino: rompiendo el

camino de los otros; negando cualquier posibilidad de organización

colectiva. La territorialidad capitalista es la de la objetivación. (Op. Cit., 167)

Movimientos y organizaciones sociales que se han posicionado en contra de la

guerra han hecho explícitos los medios capitalistas para la destrucción del tejido

social, sin embargo el tema se tratará aquí a profundidad hasta el siguiente

capítulo. En cualquier caso la ocupación militar de un territorio implica el control

de sus recursos estratégicos así como de sus otros recursos naturales y

humanos, además de sus mercados, justo como se plantea en la ASPAN.

El objetivo final, según Klein, es lograr “la construcción de modelos de Estados

corporativistas libres de toda interferencia” (Klein, 2007: 438).

Lo que estamos viviendo en México, entonces, no es un hecho aislado. No solo

se trató de “las políticas de Calderón”, sino de políticas internacionales que

surgen a partir de la contradicción de intereses privados. Tampoco es una

particularidad ni de nuestro país ni de nuestro tiempo la insistencia en legalizar

todas estas formas de destrucción social para imponer las condiciones que les

permitan alcanzar los objetivos del capital.

Prácticamente es una forma de ocupación neocolonial que por medio de

empresas, sean militares o no, busca controlar el territorio –incluyendo en él a las

45

personas-; se trata del Imperio caracterizado por Antonio Negri y Michael Hardt,

como una entidad sin límites, que abarca la totalidad espacial, y que no se

presenta a sí misma como un régimen histórico originado en “la conquista”. Es

una práctica bañada continuamente en sangre cuyo concepto siempre está

dedicado a una paz universal, perpetua y fuera de la historia. (Negri y Hardt, 2000:

6) Negri y Hardt se refieren al proceso de descomposición social de la siguiente

manera:

El mando del Imperio opera sobre todos los registros del orden social,

extendiéndose hacia abajo, a las profundidades del mundo social. El Imperio

no sólo maneja un territorio y una población, sino que también crea al mundo

que habita. No sólo regula las interacciones humanas, sino que también

busca, directamente, regir sobre la naturaleza humana. El objeto de su mando

es la vida social en su totalidad, y por esto el Imperio presenta la forma

paradigmática del biopoder. (Ídem.)

Foucault dijo que "La vida se ha vuelto ahora... un objeto del poder”,

refiriéndose al biopoder, una forma de poder “que regula la vida social desde

su interior, siguiéndola, interpretándola, absorbiéndola y rearticulándola.” Si el

poder se torna una función integral, “vital”, que cada ser social activa y

reincorpora con su “acuerdo”, puede lograr un control sobre la población

extremadamente efectivo. (Ídem.: 25)

Para esta tesis es importante evidenciar que no es ya desde “E.U.” sino desde las

élites políticas que en el arriba construyen “el Imperio”-personas de carne y hueso

y redes entre personas de carne y hueso- desde donde las sangrientas

estrategias neoliberales son arrojadas como bombas de muerte hacia nuestros

pueblos.

La actual fase de acumulación capitalista se sostiene en las grandes

corporaciones transnacionales. Ellas son las redes y el tejido conectivo –de

acuerdo con la expresión de Antonio Negri- de un mercado constituido

realmente como único, que ha alcanzado la antigua aspiración del

46

capitalismo. Aunque las corporaciones instalen sus matrices en los países

centrales y drenen sus ganancias hacia ellos, no son estructuras de carácter

nacional sino que utilizan este nivel como subterfugio para obtener mayores

ganancias y privilegios.

…ahora el tráfico adquiere un papel primordial para permitir y facilitar

circulaciones de todo tipo de productos y servicios: armas, drogas, pero

también personas, niños, órganos, semen, la vida misma; nada escapa a la

condición de mercancía que se vende-servicio que se presta.

La privatización de lo público, que abarca nada menos que los aparatos de

seguridad y bélicos –en los que ya operan grandes corporaciones privadas-

hace que el extraordinario poderío militar -corazón de la soberanía estatal-

se acople con la gran red corporativa perdiendo autonomía. (Calveiro, 2012:

59 y 69)

Si bien en este capítulo los soldados y las víctimas parecen reducidas a un

número, los siguientes capítulos se dedicaran a entender como sobreviven a la

guerra las personas que la sufren en Tampico. El reto de esta tesis es concretar

en base a la experiencia tamaulipeca, sustentar y describir con la etnografía, que

los procesos aquí expresados, en relación a las políticas internacionales

genocidas y fascistas, se viven a nivel concreto y experiencial en el día a día de

nuestro país.

47

II. La normalización de la violencia y la rutinización del miedo.

El miedo es más temible cuando es difuso, disperso, poco claro; cuando flota libre, sin vínculos, sin

anclas, sin hogar ni causa nítidos; cuando nos ronda sin ton ni son; cuando la amenaza que

deberíamos temer puede ser entrevista en todas partes, pero resulta imposible de ver en ningún

lugar concreto. Miedo es el nombre que damos a nuestra incertidumbre: a nuestra ignorancia con

respecto a la amenaza y a lo que hay que hacer -a lo que puede y no puede hacerse- para

detenerla en seco, o para combatirla, si pararla es algo que está ya más allá de nuestro alcance.

Zygmunt Bauman

En el mes de abril del 2009 el gobierno de Calderón impulsó una campaña

de emergencia basada en la afirmación de que había gente enfermando en

todo el país de Influenza H1/N1 señalándola como una infección letal y en

voraz avanzada contra la salud y la vida de la sociedad mexicana. En ese

contexto surgieron misteriosos rumores sobre el primo de un amigo

internado en algún hospital, y las noticias reforzaban estas historias; sin

embargo era extremadamente difícil encontrar casos concretos que no

pudiesen descartarse como confusiones, ya que la influenza tiene

síntomas muy similares a una gripe común.

Ernesto, un joven migrante de 21 años, proveniente de un pueblo mestizo

de la Huasteca comparte su impresión del primer rumor psicótico de este

milenio lanzado a nivel nacional:

…tenían mucho miedo los potosinos porque según había empezado

en San Luis Potosí, en el lugar más contaminado. Pero a mi ver, y de

toda la gente con la que he hablado, según esto fue namás para el

gobierno esconder algo que habían hecho. Sí, [dice mientras cruza

los brazos sonriendo perspicazmente] porque yo nunca conocí a

nadie que estuviera infectado… Tipo lo del chupacabras, para ocultar

algo: o algo habían tramado o algo tenían tramado hacer…

Aunque en efecto, la estadística benefició la teoría de Ernesto y no a la

versión oficial ampliamente difundida por los medios ni a los rumores que

demostraron su alcance colaborando a la paralización del país, muchas

instituciones cerraron sus puertas durante el periodo de cuarentena. La

48

gente estaba lo bastante asustada como para quedarse en casa evitando

el riesgo de contagio o como para, en caso de verse forzada a salir,

extremar precauciones.

Así, toser o estornudar en público te hacía objeto de rechazo, y ciudades

enteras se cubrieron con tapabocas24 que los militares armados salieron a

las calles a repartir. Con sus excepciones, las personas suspendieron sus

derechos constitucionales y permitieron ser registradas y obligadas a usar

tapabocas en escuelas, hospitales y oficinas gubernamentales.

Pero las críticas a esta jugada no se hicieron esperar. Se sugería que era

un ejercicio o un experimento social que calaba la respuesta de la

población ante una emergencia inminente, y también se aseveraba que la

estrategia provenía de las más altas esferas del poder, ya que incluso la

Organización Mundial de la Salud respaldaba la campaña, ¿hasta qué

punto podría la gente, aceptar medidas de excepción en favor de su propia

seguridad en tiempos de emergencia?

La veracidad de estas afirmaciones es difícil de comprobar, aunque un

hecho es claro: durante la cuarentena se aprobaron importantes

modificaciones al Código Penal Federal que fueron expuestas brevemente

en el capítulo anterior.

Del mismo modo, este episodio trasciende si es considerado como un

referente en cuanto a los alcances que el miedo puede tener, pues la

confusión y la parálisis de ese momento son dignas de atención. Poco más

tarde la Guerra contra el Narco se intensificaría a nivel nacional. La

difusión mediática y los rumores alrededor de los hechos volverían a

escena para atemorizar a la población, pero esta vez, las historias

difundidas se convertirían en una realidad tangible.

24

Los tapabocas son relacionados simbólicamente con el callar.

49

Si repetimos la pregunta, pero ahora en el contexto de la Guerra, ¿hasta

dónde podría la gente, aceptar medidas de excepción en favor de su

propia “seguridad”? Veremos que la banalización de la violencia y la

rutinización son factores determinantes para responder este

cuestionamiento.

La libertad de pensamiento y expresión

“Todo empezó con los rumores…” me cuenta Dionisio, un historiador ya

entrado en sus cincuentas mientras bebemos un té en el centro de la

ciudad de Tampico. En algún momento entre el 2007 y el 2008 los rumores

comenzaron pequeños y aislados: “dicen que hubo una balacera en tal

lado…” “me dijeron que mataron a 2 en la playa…” “escuché que

levantaron a un señor en tal esquina…”, así podía escucharse al principio,

entre otra gama muy variada de hechos escabrosos. Entonces la gente

empezaba a desconfiar, pero luego la televisión se pintó de rojo y la gente

pasó de la desconfianza a la psicosis.

Para entonces los rumores ya habían ingresado a la red, y ésta los

expandió viralmente. La información alrededor de la violencia fue (y sigue

siendo) caótica y confusa. La veracidad de la misma es difícil de

comprobar.

Yadira, una joven docente y estudiante de maestría da una muestra muy

representativa de los medios a los que la gente en Tampico atiende para

informarse sobre la guerra en la que se encuentra atrapada:

….hasta el periódico está un poco amedrentado, se puede decir.

Pero sí, sí publican algunas cosas de interés… Sobre todo la

misma gente de aquí pues buscamos en internet y otros medios

para informarnos. O las noticias de la televisión. Que no hay aquí

precisamente del Estado porque no (…) hablan abiertamente

50

(sobre la violencia), pero pues te enteras de la misma gente. Y la

misma gente es la que cuenta la verdad, casi siempre. Hay

rumores, pero si tú lo vives tú lo dices. Que claro, también hay

quien le agrega de su cosecha, siempre pasa. Hay gente que

aprovecha para: “¡no-hombre, yo vi como lo hacía!” Y ya no es tan

creíble. Pero de quién (sí) sabes… por ejemplo, (del) caso de este

hombre que te platico que mutilaron… tú lo ves en el Blog del

Narco aparte. Pero su esposa yo la tengo en “Face”, es mi amiga,

convivimos… entonces ahí directamente supe, y fuimos al funeral.

Así, los rumores, los medios virtuales y los medios comerciales constituyeron (y

constituyen aún) las principales fuentes de información sobre los acontecimientos

relacionados con la violencia.

Rumores

Según Ana Simmons, (Simmons en Nordstrom y Robben, 1995:199) los rumores

juegan un papel esencial en los momentos de crisis puesto que componen

conocimiento, y también porque de hecho, la gente confía en ellos para

informarse. Al final generan conjeturas y nuevas lógicas por medio de las

preguntas que responden: cómo, dónde, quién, por qué o cuándo. Y aunque

puedan parecer convincentes y puedan impulsar a la gente a actuar, reduciendo

las posibilidades sobre qué pensar, sobre en qué dirección mirar para el futuro,

los rumores más que ser ciertos, son en parte ciertos. Sin embargo, no por ello

son menos efectivos.

Simmons reconoce: “pueden usarse y dispararse como armas para controlar

multitudes”. (Ídem.:43 y 52) De ese modo las historias sobre narcomantas y

toques de queda, los rumores sobre el peligro atroz que asecha en las calles o

sobre retenes “pirata”, incidieron gravemente, al igual que los medios, sobre la

vida de las y los tampiqueños, hasta el grado -igualmente atroz- de que las

personas intimidadas, suspendan todavía, sus propios derechos constitucionales

en busca de una sensación de seguridad.

51

Los rumores pueden ser enormemente poderosos, y según Dionisio, al menos en

Tampico, estos llegaron a ser incluso muy exagerados. “Un día hubo balacera

aquí en la Plaza de Armas, llamé a un amigo que andaba por aquí y me dijo

alterado: “¡sí, hubo balacera en la Plaza de Armas, hay 30 muertos!” pero no, no

era así, esa vez no hubo muertos. También pasa lo mismo con estos del Blog del

Narco, suben información exagerada que genera psicosis.”

El caso del rumor que buscaba explicar el robo de niños y niñas en la región con

la teoría de que les abducían para extraer y comerciar sus órganos es una

muestra. Una mañana Yadira me visita para contarme:

¿Qué crees? Que ya se están llevando muchos niños… estábamos

platicando a puerta cerrada (en la iglesia) que tiraron cadáveres de niños

con una rajada en la espalda. Les quitaron sus órganos… Eso no pasaba

antes. Yo creo que por eso se llevaron a mi tía que iba con los 2 niños… El

padre de la iglesia nos dijo que cuidáramos a nuestros hijos y que no los

sacáramos más que para lo indispensable… ¡Y ya van a empezar las

clases! [Expresó con notable preocupación.]

Así empezó todo… (la violencia) eran puros rumores: “que hubo una

balacera en tal lugar”… y luego” que hubo una balacera en tal otro”, y luego

¡pum!, por todos lados… [Dice, insinuando que los casos de niños robados

se van a multiplicar] Es que yo me pregunto… ¿cómo puede haber tanta

maldad?

Yadira estaba asustada y preocupada mientras me comentaba esto, y

aparentemente la respuesta de otros miembros de su congregación fue similar.

Concluyeron que los raptos de niños y niñas se multiplicarían y aceptaban y

reproducían la versión de los hechos que transmitía el rumor.

La tía de Yadira desapareció en Ciudad Victoria desde el segundo lunes que

estuve en Tampico por última vez en el 2013, junto con su hijo e hija menores de

8 años. Dos días después, Yadira me visitó por la noche con la noticia, la cual,

precisamente, acababa yo de ver en la página de Facebook (FB) “Esperanza por

52

Tamaulipas”, sin saber que eran parte de su familia. A ella por el mismo medio, le

acababa de avisar una de sus primas que residía en Cd. Victoria.

Poco después surgió el rumor sobre los raptos. Este rumor brindaba una posible

explicación: “…la gente usualmente construye sus propias explicaciones

generales de la violencia para brindar un marco de referencia para sus turbulentas

vidas”, explica Nordstrom (Nordstrom y Robben, 1995:5). Probablemente su

credibilidad se relacionaba también con su alcance: además de andar de boca en

boca, estaba presente dentro de las redes sociales, e incluso fue objeto de

discusión tras reportarse, vía usuario, el caso de un niño que había sido

desplazado a otra ciudad para evitar su abducción; aquí reproduzco únicamente

dos comentarios sobre el suceso:

-Admr. de cuenta “Valor por Tamaulipas”: ”Tampico por favor ya no me reporten ese

tema de los supuestos niños robados y sin órganos(,) por Dios gente no se dan cuenta

que es la misma estrategia del crimen organizado de generar ruido con cosas

inexistentes como ellos lo manejan para que la gente no denuncie los crímenes que

cometen, sólo pónganse a pensar si (…) no se llevaría a un menor de edad solo

porque la mamá lo movió para un lado y no se que más.[sic] Sólo vean las cosas que

hacen corriendo a más de 600 personas de sus pueblos, (¿)se detendrían por que

movieron a un menor de un lado al otro? … Lamentablemente cuando el crimen

organizado va a secuestrar a alguien lo hace y no se detiene. Lo que deberíamos de

estar (haciendo) es cuestionando las pobres medidas de seguridad y de justicia que

han permitido que los delincuentes se adueñen de áreas completas de comercios

como la Playa miramar [sic], que tengan bajo cuota al centro de Tampico, que impidan

a una cervecera vender en medio municipio, cuotas a tianguis y mercados de Madero,

falta de autoridad que han permitido que el CO25 inclusive venda concesiones a

secuestradores, y controle el penal de Altamira...”

-Usuario: “Los órganos de niños, no sirven para donarse a un adulto, sólo se puede

donar a otro niño, además se debe de tener demasiada asepsia, ya que si el Órgano

[sic.] se contamina, ya no sirve, esta práctica sólo se puede hacer en un quirófano y

25

En todos los medios virtuales CO es la abreviatura escrita para “Crimen Organizado”.

53

además, se debe hacer una prueba de compatibilidad previa a la donación, [¡]no se

dejen engañar!”

Un estira y afloja puede percibirse entre estos comentarios y los rumores

esparcidos entre la población. Esta lucha por el significado de los hechos que

permanecen como grandes interrogantes, más allá de la veracidad de las historias

contenidas en los rumores, (en este caso las desapariciones son un hecho, y

sobre su objeto se hablará más adelante), disputa la interpretación particular de la

realidad cuestionando la información, su origen y sus fines.

Los cuestionamientos, sin embargo, parecen ser realizados únicamente en

contextos más o menos seguros, como en círculos sociales de confianza o a

través de medios que permitan algún nivel de anonimato como el que brindan los

medios virtuales.

Medios virtuales

La constante referencia a estos medios no es coincidencia. Sitios de noticias

como el Blog del Narco y un enorme y constante flujo de información que circula

en las redes sociales han sido una fuente de indagación muy importante en este

proceso. Aunque la información de muchos sitios web pueda no ser confiable,

algunos medios han sido reformulados y apropiados por la gente para servir

durante la emergencia no sólo al pueblo tamaulipeco.

Twitear o mensajear la ubicación del peligro es una práctica común en todas

las ciudades, lo mismo que usar Facebook para convocar a marchas u

oraciones por la paz. En Youtube se dio a conocer un nuevo Cártel, el Cártel

de Twitter (CDT), que invita a la gente a unirse contra el crimen organizado y

crear cuentas anónimas para denunciar sus movimientos. Hasta en los

municipios más pequeños surgen blogs de noticias cuyos posts parecen

botellas con mensajes de auxilio enviados al mar, los cuales nunca parecen

tener destinatarios en el gobierno. (Turati, 2010: 254)

54

Iniciativas como “Valor por Tamaulipas” o “Esperanza por Tamaulipas” en

Facebook (FB) han hecho la diferencia. La primera funciona como un foro de

información y discusión donde se pueden encontrar reportes de personas

desaparecidas, reportes de “STR” o “situaciones”26, aclaraciones o

cuestionamientos que buscan enfriar la psicosis (como los antes expuestos),

denuncias, reclamos al gobierno como responsable de la inseguridad,

recomendaciones, información para identificar grupos armados referente al tipo de

uniformes, armas, ubicación, etc…-incluyendo grupos gubernamentales-, lo

mismo con los retenes, e incluso información sobre los derechos de la población,

además de bendiciones, porras, humor negro, acusaciones hacia personajes

públicos, apoyo entre deudos, debates, discusiones y otro tanto. Definitivamente,

en estos espacios abunda el interés y la participación.

Yo soy ora sí que… un aficionado al Facebook, y pues es una red social

dónde pues sí se dice: “una balacera en la colonia fulanito de tal”. Y ya

dices: “¡Ay! Vamos a ver qué hay.” Te metes, –“¡Ah…! No, dos heridos,

un muerto; un atraco de una casa…” o lo que sea… [Dice mientras

teclea en el aire jorobándose un poco, un jovial y entusiasta padre de

familia de alrededor de 38 años que responde por Pepe] Se sigue

difundiendo. Se sigue uno enterando. Y ya no sé si lo hacen en forma de

chisme o en verdad lo hacen por difundir la noticia, pero de cualquier

forma te enteras de lo que sucede. Y ya uno empieza a especular “oh...

¿qué habrá pasado?” La hace (uno) hasta de perito [ríe orgulloso] “A lo

mejor éste entró por acá, o por allá.” [Dramatiza moviendo sus dedos

índices para interpretar los movimientos de los criminales hipotéticos]

Empieza uno a especular. O sea, así es la gente, es como un futbolista,

está jugando en el estadio y uno por acá en las gradas: “¡te hubieras ido

por el otro lado!”

Empieza uno a sacar sus propias deducciones y dice: “no pues por

aquella colonia ya no me vuelvo a ir, porque en aquella colonia se

escucha que hay muchas balaceras.” Se crea uno un pánico en su

mente. Por una información. Y te vuelvo a repetir: no es mala. Es como

2626

STR, se usa para referirse a “situaciones de riesgo”.

55

uno la toma… por lo mismo que ha sido esto tan recurrente. Con una

consecuencia impresionante. Estamos hablando de unos 7 años para

acá. Esto se ha vuelto cotidiano.

Marcela Turati nos guía para aproximarnos a la comprensión de estas prácticas

comunicativas, que al igual que los rumores, crean espacios en los que las

personas pueden desahogar sus testimonios, ignorados unos, y amenazados

otros, donde se puede jugar detrás del anonimato: “…los ciudadanos de a pie

ensayaron el uso de las redes sociales y testificaron lo que las autoridades no

quisieron reconocer y los periodistas no pudieron informar. “ (Turati, 2010: 252)

[Viene de “Esperanza por Tamaulipas”]

Y es que en estas redes se perfilan los rasgos de una variante virtual del discurso

oculto propuesto por Scott (1990), donde lo que las y los dominados callan en

contra de “los dominadores” puede surgir a la superficie en espacios privados o

que de algún modo proveen de anonimato, como ocurre en los carnavales: en el

contexto tampiqueño el discurso oculto va desde las bromas hasta la denuncia

anónima, como la que se muestra a continuación: "Afuera de casa del migrante

56

"Senda de Vida" siempre están 2 halcones con ropa de camuflaje checando la

entrada y salida de migrantes y las márgenes del rio" [corregido ortográficamente,

viene de “Valor por Tamaulipas”] Realizar una afirmación sin la protección del

anonimato, podría ser castigada con la mutilación o la muerte. Sin embargo el

medio virtual permite, en apariencia al menos, que las personas logren alertar a

su comunidad de los peligros que asechan los alrededores sin riesgo para el

emisor.

Para los administradores de las cuentas de “Valor por Tamaulipas” en FB y

Twitter, el anonimato ha salvado su vida. Uno de los Cárteles que operan en esta

entidad ofreció una “recompensa” por su identificación repartiendo volantes en

varias ciudades del estado; ofrecían 600 mil pesos. (Proceso, 17 de febrero,

2013) Los administradores han logrado permanecer a salvo y poseen el respaldo

de toda la comunidad virtual que sigue sus sitios y que actualmente asciende a

más de 300 mil usuarios.

Pero hay un problema, y es que las redes sociales también extienden rumores y

transmiten mensajes que son usados como armas. Yadira comparte: “Hacen

videos. (el CO, con violencia muy explícita)” Afirma. “Yo una vez vi uno que decía

“tú, que me estás viendo”… y dije “¡ah chirrión!” Sí… te impresionas, te

impresionas. Crear miedo nada más. Saben que si la gente tiene miedo van a

tener poder sobre ella.”

Otro caso lo narra un activista de la ZMT: “El último video que estuvo que

pusieron en Facebook y Youtube... hace como 2 meses. Son 4 mujeres. Las

despedazan con las hachas y los machetes. Me acuerdo que esa noche que lo vi

no pude dormir. Y eso es aquí. [señala con el dedo] En la zona cañera. Uno

conoce el lugar. La gente son mujeres de esta zona entonces: “¡ay güey!”…”

57

Con la reproducción viral de este tipo de prácticas intimidatorias se nutre al terror,

y ese es exactamente el propósito de su publicación; en Juárez, Turati entrevistó

a una mujer que se encargaba de mandar a jóvenes a realizar pintas

amenazantes:

“-Espero que salga la pinta; sí, siempre sale.

-¿Cuál es el fin?

-Nomás, para asustar, asustar a los agentes o asustar a la gente. Mando a un chavo, el

Cholo, el que pone grafiti; le digo que busque una pared, una pared blanca o donde

pueda escribir, y él se encarga de decirme tales calles, verifico si está bien y ya empieza

a ponerlo…” (Turati, 2010: 257)

En distintos contextos históricos la práctica de aterrorizar a la población ha

funcionado para aumentar el control sobre la misma, en Irak, en la Alemania nazi

y en las dictaduras sudamericanas de los años setenta, por ejemplo, se han

instaurado estas prácticas por parte de las milicias opresoras.

Pero no es solo por su contenido sino también por su cantidad y constancia que

alcanzan un alto nivel de efectividad. Pues tras la repetición constante de

información, ésta se va normalizando; poco a poco se vuelve común y cotidiana,

58

lo que en Tampico ha llevado a cierta aceptación de una dimensión muy violenta

de la realidad generando dinámicas sociales y culturales que descomponen de un

modo u otro al tejido social pues:

Se estimula (por medio de las redes sociales) un estrés generalizado que

promueve el terror, la parálisis, la desconfianza hacia los demás, siempre

“potencialmente peligrosos”, se fomenta la discriminación clasista y racista

existente hacía las clases subalternas “obligadas a delinquir”…” (López y

Rivas, 2012: 83)

Y hay otro problema. Es que aunque las personas se sienten libres cuando se

encuentran en espacios de opinión como las redes sociales, donde cierto nivel de

anonimato les protege y donde parece que el peligro es infinitamente inferior,

esto, en algunos casos, es sólo una ilusión.

En septiembre de 2011, en Nuevo Laredo, la periodista Elizabeth Macías Castro,

“La nena de Laredo” quien moderaba y administraba bajo ese nick el chat de un

portal de noticias independiente, también jefa de redacción del diario Primera

Hora, lamentablemente fue asesinada; junto a su cuerpo se encontraron teclados

de computadora, y otros insumos electrónicos con mensaje:

59

Su asesinato “marcó un hito” en las redes sociales para el Comité de Protección

de Periodistas, ya que fue el primero en transmitir que el anonimato virtual ya no

podía considerarse una garantía. (Rafsky, 2011) Este “castigo ejemplar” apuntó

justo a vulnerar ese anonimato, y por ende, el discurso oculto fue privado de él.

Además de la intimidación generada hacia el resto de los usuarios, estos

crímenes también nos recuerdan que la información, en una crisis, es un recurso

estratégico por el que se tiene que luchar.

Medios comerciales

Don Ignacio y su esposa27 recuerdan los últimos años mientras nos sentamos en

su sala a recibir el calor con la puerta abierta:

DI -Aquí matan a uno en la esquina y el periódico no te dice nada.

CH -Pero no sale nada en el periódico ni nada.

DI -¿Qué pasa? ¿Por qué? Porque los mismos medios de comunicación no

quieren…

CH- Tienen miedo.

DI- Los mismos medios de comunicación tienen miedo. Los mismos policías tienen

miedo [dice como llegando a una conclusión antes ignorada para luego pelear con

su esposa, ya a modo de hábito, por una botella de agua mineral] Antes no era así.

CH- Nos amanecíamos de veces en la playa… los columpios y todo.

DI- ¡Uy! ¡Yo me acuerdo! Antes iba uno solo en el tranvía hacia la playa.

CH- Había tranvía… nadie te hacía nada…

DI- Te ibas al mercado…

CH- Nadie te hacía nada.

DI- No pasa de los borrachos de siempre.

CH- Pero no te hacían daño como hacen ahora…

DI- No… no… Antes tú podías andar en la calle. Podías traer tus cadenas, podías

traer tus alhajas. Ya no...

27

CH para la conversación.

60

Las represalias, y otra variedad de medidas contra reporteros y reporteras en una

guerra por el control de la información, han impactado en aquello que los medios

exponen. Muchas personas coinciden en que algunos periódicos e incluso

noticieros, no pudieron decir nada en muchas ocasiones debido a que estaban

“amedrentados”.

Entre otros modos, según Turati “en Tamaulipas los cárteles pagan 500 dólares al

mes, y obsequian licor y prostitutas [mujeres forzadas a la explotación sexual] a

periodistas para que intimiden y silencien a sus colegas.” (Turati, 2010: 36) Ella

también afirma que en el estado fronterizo, al periodista intrépido primero le

advierten lo que no quieren que haga y si desobedece la ponen a un reportero

para que le vigile; si incumple una vez más entonces, se vuelve acreedor de un

“levantón”.

Sabemos que en Tamaulipas, Coahuila, Chihuahua y Michoacán existen los

famosos ´voceros´, [narcoperiodistas] que son periodistas que operan para

la gente del narcotráfico y advierten qué se publica. Éstos controlan a los

compañeros: los llaman, saben dónde viven, a veces cooptan a sus

compañeros pagándoles, los vigilan y no dudaríamos que son los que

llaman a las redacciones a exigir: ´”Léeme lo que vas a publicar mañana´ y

censuran.” (Turati, 2010: 242)

“La percepción de la realidad viene de los medios” me dice Dionisio, mientras

recuerdo a González Casanova (s/f: 114): “... todos los nuevos experimentos

autoritarios fueron precedidos por una planificación moderna y eficiente que utilizó

al máximo las potencialidades de los medios de comunicación social y las

técnicas de guerra psicológica…”

Los medios aparte de difundir, han creado mucho pánico en la sociedad.

Han creado ese miedo y ese temor en mucha gente. Hay gente que no

quiere salir a veces porque ha escuchado que hay balaceras afuera de su

61

casa y creen que todos los días va a ser igual. Y como es normal escuchar

una balacera en la Sarabia, una balacera en la calle Primera de Mayo, una

balacera en la calle Necaxa –estamos hablando de Ciudad Madero-, pues la

gente se crea una imagen de la ciudad que dice: “No. Si salgo pues me va a

tocar una balacera.” Dice Pepe.

Aunque se considere que los medios de comunicación comerciales son

consumidos por un público que es “intérprete activo del material que lee, ve o

escucha… a partir de las perspectivas de nuestras múltiples superficialidades,

que han sido influidas por una multitud de prácticas discursivas”, (Dickey, s/f: 5)

es un hecho que los medios, así mismo, contribuyen a formar subjetividades, “el

ámbito abarcado por cualquiera de estos medios se convierte en objeto de

impugnación y comprende muy diversos participantes con objetivos que suelen

ser contradictorios, pero que pueden coincidir de vez en cuando.”

Sara Dickey analiza el estudio de los medios de comunicación desde la

perspectiva antropológica y sostiene que el mensaje que emiten no debe

buscarse en el texto en sí pura y simplemente, pues por su parte, los

consumidores desempeñan un papel esencial en la producción del significado; si

todos estos participantes se contemplan como un conjunto, entonces, se pueden

percibir plenamente los significados producidos por los medios de comunicación.

Existe un gran interés desde los productores de estos medios, por el desarrollo

de técnicas que aseguren que el mensaje sea interpretado de formas

particulares, ya sea agregando cierto tipo de música, risas, aplausos, colores u

otros activadores que relacionen la escena o el mensaje con la interpretación

deseada, por lo que el tono burlesco con el que se contaban los muertos de la

guerra en El Almohadazo no puede considerarse de ningún modo inocente, esta

producción era un programa nocturno que reportaba las masacres en tono de

mofa llevando a sus televidentes a una importante pérdida de sensibilidad.

“Del mismo modo que los textos paralelos amplían las interpretaciones posibles

de una sola producción, cada medio refuerza y nutre la audiencia de los demás”

62

(Appadurai citado en Dickey, s/f: 11) Por lo que no puede considerarse la

interpretación de un programa aislada de toda una avalancha de producciones

que tocan el tema a profundidad y que abarcan desde los noticieros, los

narcocorridos, las series, las telenovelas, hasta las películas hollywoodenses,

porque tras la repetición constante del mismo mensaje por prácticamente todos

los medios, puede construirse una interpretación que si bien no sea idéntica, sí

conduzca al público por un camino específico, en este caso: el de la expansión

del terror y la desconfianza, como muestra este padre de familia de la ciudad de

Tampico…

Yo tengo vecinos. Pero a mis vecinos yo no les tengo confianza. Por lo mismo

¿no? La televisión te siembra muchas dudas, y ves casos dónde tu veías a tu

vecino normal, regando sus macetas y después resulta que era una casa de

seguridad, o una casa donde tenían niños secuestrados, o que tenían mucho

dinero… Y entonces toda esa información que hay en la televisión, en la

radio, y eso… pues sí te crea ciertas dudas. En donde dices: “no, yo no puedo

confiar en mi vecino; yo no lo conozco más allá de regar la maceta. Lo veo

que sale a regar la maceta. Que sale a caminar. Pero no sé su vida. No

tengo un acercamiento, una comunión con él, tan estrecha para decir: no, es

buena persona; le puedo confiar mi hijo, o le puedo confiar mi casa.” No

puedo hacerlo.

La normalización –y banalización- de la violencia, con consecuencias terribles

para la sociedad alimenta la violencia: “en ocasiones reciben a jóvenes de clase

media (el Ministerio Público)… Los funcionarios creen que ellos ingresan a la ilegalidad

porque les gusta la adrenalina, el dinero en la bolsa, sentirse parte de su grupo o el

poder ilimitado. …educados por películas que glamourizan la violencia, inmersos en

una sociedad que fomenta la impunidad…” (Turati, 2010:112)

Además, nos dice Calveiro,

Desde el videojuego que incita a la violencia hasta las múltiples violencias

sociales que se materializan sobre seres humanos de carne y hueso, todas están

dirigidas y protagonizadas por gente normal –ese es el drama- y tienden a

naturalizarse. En este sentido, potencian rasgos ciertamente patológicos en los

63

individuos, pero principalmente aquellos que los normalizan en relación con la

sociedad específica a la que pertenecen. (Calveiro, 2012: p. 151)

La violencia brutal se hace parte de la cotidianidad y de la rutina. La vida pierde

valor y la muerte se banalizan perdiendo el sentido, o por lo menos

trastornándolo significativamente.

Violencia y miedo

A diferencia de la bomba mediática de la influenza, en Tampico, después de la ola

de rumores y el amarillismo mediático, llegó lo peor: la violencia se convirtió en

una realidad latente. Las situaciones de riesgo comenzaron a ocurrir de manera

masiva. La violencia brutal ya no estaba ocurriendo “por allá en el centro”, o “allá

en la playa”; ya ocurría en todas partes, no sólo en Tampico, Matamoros y Nuevo

Laredo sino en todo el estado, como lo confirmaron las masacres de San

Fernando en las que se encontraron en total más de 250 cuerpos sin vida en

varias fosas clandestinas, una la primera- con 72 migrantes provenientes de

Centroamérica o, como vimos en el primer capítulo, el desplazamiento masivo en

el “pueblo mágico” de Ciudad Mier.

Así, las demostraciones intimidatorias se reprodujeron por todas partes:

Caravanas de camionetas transitaban por todo el estado de Tamaulipas

portando placas con las iniciales “CDG” o “XXX”, que identificaban a los

tripulantes como miembros del Cártel del Golfo o de su escisión, Los

Zetas. Era febrero de 2010… Las balaceras se sucedían a cualquier

hora… Ambos mandos instalaban retenes en las carreteras, detenían e

interrogaban a su antojo. Los enfrentamientos ocurrían en las ciudades

principales, como Reynosa o Tampico, y en los pueblos colindantes con la

frontera. La gente se encerró. Los convoyes paseaban impunes. A su paso

dejaban regueros de muertos. (Turati, 2010: 248-249)

La violencia se expandió rápidamente y de forma muy visible. Pero ¿de qué

violencia estamos hablando? Una definición muy concreta puede resultar

64

riesgosa, por lo que Blair nos dice que “la única violencia medible e incontestable

es la violencia física… el ataque directo, corporal contra las personas, (que)

reviste un triple carácter: brutal, exterior y doloroso. Lo que la define es el uso

material de la fuerza, la rudeza voluntariamente cometida en detrimento de

alguien.” (Blair, 2009:13) Sin embargo la violencia tiene alcances que por mucho,

no se quedan en el exterior.

Ante ello Nordstrom tiene mucho que decir. Ella pregunta ¿cómo se siente la

violencia?” y responde con su experiencia en campo:

…se siente como una crisis existencial, como la desesperanza, como la

pérdida del futuro. Se siente como las contradicciones imposibles de la

resistencia a la opresión, como la lucha de la humanidad contra el terror. La

violencia es sobre la im/posibilidad, es sobre la condición humana y el

significado de la supervivencia. Es por ello que las guerras se pelean de

forma sangrienta, es el por qué la tortura tiene lugar, el por qué ni la

violencia ni la guerra se limitan a la carnicería física del campo de batalla.

(Nordstrom, 2004: 59)

Nordstrom continúa, afirma que la violencia que inicia en el enfrentamiento físico

no se detiene ahí porque reconfigura a las víctimas y al medio social que les

rodea perdiendo así la posibilidad de definirse como un fenómeno pasajero que

altera por un momento a un sistema estable. La violencia deja efectos

permanentes tan solo porque después de ella “ya (se) conocerá la violencia en el

futuro”. Así, si es toda una sociedad la que sufre sus efectos, la violencia dará

forma a la vida de esa sociedad, o al menos contribuirá intensivamente a ello.

A la par, Blair realiza un recorrido por algunas aproximaciones al concepto de

violencia retomando a Semelin, quien por su parte, diferencia entre esa violencia

física, “de la sangre”, de la violencia estructural de Galtung, que proviene de una

situación de dominación mucho más amplia y que resulta en la miseria y la

opresión; y diferenciándola también de la violencia cotidiana integrada en la rutina

de vida; Semelin también distingue “la violencia espectáculo, que atrae la mirada

65

y, a su vez, la desaprobación, y que caracteriza buena parte de la ambivalencia

de la violencia que por un lado asusta, pero por otro fascina.” (Blair, 2009: 14)

En Tampico y en la Guerra contra el Narco podemos encontrar un revoltijo de

estas violencias que puede llegar a ser muy confuso, pues se trata de un contexto

de conflicto armado en el que complejas relaciones se desenvuelven derivando en

un caos sistémico y crónico que se basa en el miedo que la indefensión del

contexto promueve.

La impotencia es otra característica presente en esta trama. Por un momento, se

hizo total en Tampico, justo a la par de la impunidad (que sigue siendo total). Era

(es) común que tomaran represalias contra aquellos que hablasen en contra de

algún Cártel o de la Guerra misma. Actualmente, en instituciones públicas como la

Cruz Roja, por ejemplo, el personal tiene completamente prohibido compartir

información sobre el tema. Pero para la gente en Tampico estas situaciones se

normalizaron pues se integraron en la cotidianidad.

El testimonio

“Como si hubiera explotado algo y te dejara sordo”, dice Ramiro, un diseñador

gráfico en sus veintitantos, para describir lo que ha ocurrido ahí en los últimos

años.

A diferencia de mucha gente en la ciudad, Ramiro no intenta aislarse a sí mismo

de los hechos: se sitúa en medio de la explosión y con ello logra transportarnos

situacionalmente con un sonido onomatopéyico.

Notoriamente, varias personas que participaron en la tesis se localizaban a sí

mismas en otro lugar al narrar los hechos violentos. Aislarse es evadir el “biiiip”,

como decir que no se estuvo mientras explotó pero que sí se supo que algo voló

en pedazos. Es como autodescartarse como testigo presencial, como decir “yo no

sé nada” mientras se acepta indirectamente que sí se sabe algo, “¡a mí no me ha

pasado nada!, pero a fulanito y a zutanito… ”, o que “pues supe que a alguien…”,

“conocidos de conocidos, ¿verdad?”, “por ahí me enteré pero no sé…”, mientras

66

al mismo tiempo se reprime el recuerdo propio y vívido de la experiencia

traumática y por ende, las implicaciones que tuvo y tiene, en sus vidas. Ese

aislamiento está relacionado con la impotencia de vivir en la certeza del riesgo de

vivir en un contexto belicoso, pero también con ese anonimato indispensable en la

comunicación de estos temas.

Han encontrado carros con personas destazadas, y ya se dan cuenta que

lleva 2 o 3 días después que ven ese carro allí y ya se dan cuenta [sic] por el

olor que sale. Pero hemos visto cuando ya han acordonado todo, y ya anda

todo el relajo, que se llevaron los carros… pero nada más.

A mi esposo hace como un mes, poco más, no sé si tú te habrás enterado

de una situación que hubo… por la (farmacia) “Similares”, hubo una

balacera hace como un mes. Entonces mi esposo iba dando la vuelta

cuando empezaron los balazos. Dos carros: un carro blanco y un taxi. Y mi

esposo alcanzó a moverse, a quitarse, corrió pa´ la esquina. Y dice que

hubo una balacera tremenda.

Y dos señoras que estaban paradas ahí (…), no sé si se desmayaron, o les

tocó… pero cayeron así nomás de trancazo las personas. [Expresa mientras

da un tablazo con su brazo.] Y mi esposo corrió…, porque sí se espantó

mucho. Demasiado. Y de hecho sí, él no era diabético… pues se ha sentido

un poco mal, porque sí fue una espantada. Y de ahí ya se fueron por allá…

por República de Cuba, terminaron toda la situación. (…) Las personas

traían cuernos de chivo, y se oyó algo bien tremendo. El nomás oyó, se tiró

al suelo y trató de correr…

Existe miedo, terror, pánico. Porque en realidad tú mientras no te metas en

hablar, en comentar, en opinar; o si viste, no viste nada. Porque lo primero

que piensas es que si tú hablas o dices algo, lo primero que viene es contra

tu familia, contra tu persona. Entonces por eso a veces pasan ciertas cosas

y lo que hacemos: nos metemos en nuestras casas, nos encerramos, no

vemos nada, ni tampoco decimos nada. (…) La gente no podemos hacer

nada…. Porque por el bien de uno, la salud de uno… la familia, pues ora sí

que tenemos que cerrar nuestros ojos, nuestros oídos y nuestra boca, y

67

nada más andar como tengas que andar y lo que no tengas que decir o

hablar pues no decirlo.

Me dice Irma, un ama de casa de 46 años. Cuando apago la grabadora, con

temor, me advierte: “ten mucho cuidado de verdad, porque uno no sabe dónde

vive.” Su referencia a “cerrarse” para evitar problemas no puede hacer menos

que recordar a los tres monos analizados por Nordstrom cuando estudia la

guerra en Mozambique durante 1998. Una tercia de símbolos particulares

disponibles a la venta en todos lados, en una figurilla de 3 monos grabados: un

mono tapaba su boca con una mano y un ojo con la otra mientras veía con el ojo

restante y escuchaba por sus orejas destapadas; otro mono tapaba su ojo con

una mano y un oído con la otra, pero su boca estaba descubierta y como

llorando, pero un ojo y un oído permanecían destapados; el tercer mono tenía

sus manos sobre su regazo, lo que permitía observar en su cara un gesto de

cinismo, estos tres monos eran parte de una simbología popular, que ella define

como “diálogos basados en representaciones simbólicas”, que en este caso,

desde su punto de vista, hablan tanto hacia la guerra como a través de ella y

tienen la capacidad de transmitir la complejidad con la que la violencia “es vivida,

aprendida, subvertida y sobrevivida”. (Nordstrom y Robben, 1995:144).

Irma permaneció asustada durante toda la entrevista: su voz temblaba, y frotaba

sus manos constantemente mientras yacía sentada en una silla de madera en el

salón de una iglesia. A pesar de ello no paró de hablar. Si bien tenía un miedo

casi palpable también es evidente que ella “tenía” que contar su historia.

Linda Green refiere a la necesidad del testimonio, especialmente en medio de

situaciones donde el terror abunda, basándose en Suárez Orozco: “el testimonio

[es] un ritual tanto de sanación como de condena a la injusticia, el concepto de

testimonio contiene tanto connotaciones de algo subjetivo como de algo privado y

algo objetivo, judicial y político.” (Green en Nordstrom y Robben, 1995:115)

“Como está la situación no creo que convenga ir a levantar denuncias o algo.

Capaz y pasa lo mismo.” Muchas personas en Tampico consideran que denunciar

68

es “tiempo perdido”, o peor. Este abandono –cuando no colusión- por parte de las

autoridades aumenta considerablemente el grado de indefensión de la población,

y por ende, nutre el terror que la oprime.

Según Ortega, Veena Das considera al testimonio como una forma de

resistencia de las “víctimas” a inscribir su dolor “en las teodiceas” del poder, en

mayor o menor medida ofreciendo su testimonio, denunciando y narrando

ocupan espacios de resistencia, “y refunden, a menudo de manera gregaria y

anónima, una cotidianidad que les permita momentos que vale la pena mirar por

separado creando historias con una carga política más satisfactoria por medio

del ejercicio testimonial que desmonta la idea de culpabilidad.” Y les permite…

comenzar el proceso de denuncia e impugnación… nombrar la violencia

“no solo refleja una lucha semántica, refleja el punto en que el cuerpo del

lenguaje se vuelve uno solo con el cuerpo del mundo; el acto de nombrar

constituye un enunciado performativo”. En efecto, al nombrar el asesinato

o la desaparición el nominador se adueña de las palabras y se dota de una

nueva identidad, requiere el cuerpo de los responsables, y se le restituye al

ausente (aun cuando solo sea en mínima parte) el sentido de su ausencia.

En un contexto de impunidad generalizada, estas luchas políticas por la

memoria, como Elisabeth Jelin las llama, emergen como respuestas a la

crisis de verdad. (Ortega, 2008: 52)

Robben y Nordstrom (1995:1) sostienen que la experiencia es indisoluble de la

interpretación de la violencia que no puede entenderse sin indagar en las tramas

en las que se representa. “La forma de evitar las distorsiones que la narración

provoca sobre los hechos violentos es permanecer lo más cerca posible del flujo

de la vida cotidiana.” Y es por ello que esta tesis se ha concentrado en la

cotidianidad de las personas que sufren esta violencia.

Un taxista, ya en medio de sus cincuentas, reafirma que las situaciones de

violencia ocurren en cualquier parte y que el terror brota masivamente en el lugar

más frecuentado en el que se pueda pensar.

69

Un día hubo una balacera allá en el mercado, nada más vimos que bajaba

toda la gente corriendo (son como 5 cuadras). Los carros de ruta [camiones

de transporte público] se dieron vuelta. Decían que venían para acá. Todos se

iban; yo me quedé. Todos los negocios iban cerrando, se fueron correteando

hasta el Chedraui y ¡acá abajo lleno de gente… allá arriba no se veía nadie!...

¡Si el miedo no anda en burro!

No fue el único testigo de este combate, varias personas más me hablaron

de esa experiencia desde distintas circunstancias.

El derecho de vivir en paz: la cotidianidad

Las vecinas platican mientras “el abanico”28 les refresca un poco. El sol está a

todo lo que da y el pavimento lo refleja lastimando los ojos, pero puede respirarse

abundante aire limpio proveniente del mar. Por la noche, en la esquina de la

misma calle, algunos juegan futbol y algunos beben: señores, niños y muchachos

platican, ríen y se cuentan chismes. Pero bajo esa normalidad aparente yace la

única certeza posible en ese contexto. La ciudad ha cambiado radicalmente y “de

golpe”.

A continuación expondré varias historias que reflejan de un modo u otro la manera

en la que la cotidianidad se ha visto afectada de forma negativa, sobre todo, en lo

que respecta a ciertas prácticas cotidianas asociadas con la libertad que se

ejercía “antes” de la violencia y el miedo.

Pepe, siempre sonriente, nos dice mientras se mece juguetona y pensativamente

en una silla:

Hay menos gente en los parques. Menos libertad, en el sentido de que antes

la gente podía ir a pasear por ejemplo a la playa –en nuestro caso que

tenemos playa- no se ve ya gente como antes. Sí hay gente porque mucha

gente lo ve ya como parte de la vida –la violencia-, lo ve “parte de” ¿verdad?

Pero como antes no. Tú podías ir con tus niños -en mi caso yo tengo niños- y

yo digo: ¿por qué rayos no puede uno disfrutar ya la vida como la disfrutaba

28

Ventilador.

70

antes? Por el simple hecho de que la violencia ha crecido de tal manera que

no sabes si te van a secuestrar; a quitar un niño; a robar la camioneta; te van

a balacear, te vas a atravesar una balacera. El mismo policía te va a decir que

hueles a alcohol cuando no hueles a alcohol.

Ramiro, arriba citado, platica más sobre su historia.

Ya no puedes por ejemplo, estar “a tales horas” afuera, porque sabes que

puede pasar una camioneta o algo. Incluso ayer, tuvimos una boda, y la

hicimos en el patio de una casa. Entonces estaba (todo) muy normal… y

presenciamos un intento de levantón. ¡Así de plano! Y eran las 10 y media, 11

de la noche. Unos dicen que estaban en la fiesta, otros que iban pasando.

Entonces ya ni siquiera puedes estar en una fiesta porque hay mucho ruido y

se acercan a ver qué hay.

…el chiste es que se vio todo. Intentaron llevárselo pero el chavo se zafó y se

fue en un taxi. Entonces ya para nosotros es algo normal ver cosas así,

lamentablemente. Pero eso te da a entender que ya no es seguro estar en el

patio de tu casa. [Dice mientras ríe con impotencia]

Sí hemos estado muy cerca (de la violencia). Y ayer estuvimos más cerca

todavía de lo que siempre habíamos estado. […]

...recuerdo mucho cuando nos íbamos a la playa –que venían familiares- y

eran las 11 de la noche y: “vámonos a la playa”, y “vamos a comer, o vamos a

comprar unos refrescos”. No sé, nos desvelábamos en la playa. Me acuerdo

cuando la playa estaba llena de carros y todos presumiendo sus “sonidos”.

Ibas a ver los carros, ibas a ver el performance… Y ahora se sabe que toda la

playa ya está comprada. Que ya si vas, no sabes si vas a salir con bien, por

ejemplo en las noches. De día hasta donde sé, hay menos problema. Puedes

ir y todo bien. Pero ya cuando cae la noche sabes que de ley alguien va a

estar ahí o cobrando piso o echándole ojo, o viendo que le gusta para

quitártelo. Entonces… creo que ha cambiado mucho la vida en Tampico. A mí

me gustaba mucho ir al centro, andar caminando en el peatonal, (…) los

domingos culturales. Pero pues ya no sabes si vas a regresar completo o si

vas a regresar con todas tus pertenencias.

71

Y más porque ahora por ejemplo, ya no puedes comprarte un carro nuevo.

Porque sabes que alguien le va a echar ojo y va a decir: “éste tiene dinero y

vamos a caerle”. Ahora todos pensamos en carros usados. Pero incluso ya ni

eso puedes pensar porque ya está la leyenda de que vas y compras un auto

usado y resulta que ese auto era robado, dan el pitazo, te meten a la cárcel,

te quitan el carro, y lo vuelven a vender. Eso acabo de escucharlo hace poco,

de gente a la que le ha sucedido. Sí creo que la vida en Tampico ha

cambiado.

Dan las once y no sé, ya no hay agua en la casa y le digo a mi esposa: “oye,

voy por agua”, y el OXXO está en la esquina y ella me dice “no, mejor en la

mañana, ya no vayas ahorita”. Entonces dices: “Ya no puedes ni cruzar la

calle porque tienes miedo de que algo te pueda pasar”. Incluso, aunque yo

siento que Dios te protege, pero yo siento que la cueva del lobo ya está en

todos lados. Y entonces, sí, bien, “Dios te protege”, pero tampoco te vas a ir a

meter a la cueva del lobo.

Yo trabajo en una banda cantando en eventos. Nos dan las 12 y todos en

bolita salimos. Nos vamos haciendo filita y nos vamos por lugares que estén

alumbrados y concurridos. Ya no puedes salir tan a gusto como antes…

Hemos visto que da cierta hora y la gente ya se empieza a ir –para nosotros

mejor hasta cierto punto porque trabajamos menos [ríe]-, pero sí, vemos que

la gente empieza a irse… y eso no era así. Era de que te desvelabas y no sé,

te pasabas de la una de la mañana. Te ibas seguro a tu casa.

Y yo (…) junto con mi esposa, hemos escuchado balaceras incluso. Una vez

escuchamos en la esquina de nuestra casa. Escuchamos, en las noches,

cómo las camionetas que queman llanta o pasan recio. Y pues, uno dice: un

ciudadano normal pues no se la pasa haciendo cosas así. Escuchamos aquí,

incluso a unas 3 cuadras -fue muy sonada- una balacera así: en grande.

Íbamos llegando a la casa, -vivimos en segundo piso- entonces mi esposa y

yo estábamos abriendo la puerta y escuchamos balazos. Y nosotros: “¿serán

balazos?” Y de la nada se escucha: “pum-pum”, ¡el calibre grande! Nos

metimos y nos tiramos al suelo -por si sí o por si no- y al siguiente día nos

enteramos que hubo muertos, balaceados y todo eso.

72

Claramente existe en Tampico un antes y un después de la violencia. “antes”

cuando se podía salir en la noche, cuando “nadie te hacia nada”, cuando las

narrativas sobre la violencia eran escasas y sobresalientes.

Una noche cuando viajaba en un coche con una pareja ya en sus cincuentas,

vimos a un grupo de jóvenes de preparatoria que platicaban afuera de una fiesta

en medio de la calle, alrededor de las 8 o 9 de la noche. Al ver a una de las

muchachas parada de espaldas, la mujer me contó la historia: “hace algunos años

un muchacho estaba en una fiesta –eran más o menos de preparatoria, jovencitos

todos- y no se sabe si se peleó con la novia o qué le harían, pero ya estaban

tomados, y se subió a su camioneta; los demás estaban parados así, como esos

muchachos que pasamos ahorita, ahí en la calle, y entonces este chamaquito les

aventó el carro y mató a una muchacha. Los papás se lo llevaron, y no le hicieron

nada. Aquí en Tampico todos saben sobre eso.”

Este evento permeó la memoria colectiva por tratarse de niveles de violencia a los

que la población -aún- no estaba acostumbrada, que no había “rutinizado” o

“naturalizado”. Como Granados Escobar señala,

En las rutinas diarias la gente aprende un conjunto de certezas que ofrecen los

criterios de lo normal y lo natural. En base a esas certidumbres subyacentes,

generalmente no conscientes, se descubre lo extraordinario, problemático y

novedoso (…) a partir de los criterios de interpretación que ofrece la vida

cotidiana. Ella determina el límite entre lo que es obvio y lo que es noticia. Vale

decir, las experiencias de la vida cotidiana sirven de esquemas interpretativos

para distinguir lo que son condiciones de vida normales y lo que son condiciones

problemáticas. (Escobar, s/f: 44).

Este caso me recuerda uno que escuché en Jalapa, Veracruz, durante la

Caravana al Sur programada en el marco del Movimiento por la Paz con Justicia y

Dignidad en el 2011. Una mujer me contó que hacía varios años una amiga suya

había sido asesinada y descuartizada. La brutalidad de la historia, y lo

73

extremadamente inusitado del hecho –afirmaba la mujer- habían expandido la

noticia haciendo del caso uno muy “sonado”.

Cuando se vive día a día en un contexto de violencia extrema, el asombro se

pierde. El recuerdo de los eventos excepcionales se disipa rápidamente. Ninguno

tiene valor propio –excepto los acontecimientos más cercanos- y todos terminan

por confundirse “amontonándose”. “Banalidad y excepcionalidad se mezclan

rápidamente en una trama imprecisa. En el desarrollo ininterrumpido de los

acontecimientos, los referentes se borran y el olvido es constitutivo de la relación

con el instante. Prevalece el “inmediatismo”.” Dice Michael Pécaut al respecto.

(Pécaut, 1999:24)

Un muchacho proveniente del centro del país me hace un comentario interesante

cuando hablamos sobre el miedo: “Se me hace que ya se acostumbraron (la

gente) porque he visto que hay una balacera y ya se lo platican como una plática

normal.” Como comenta, distraído, un abogado laboralista:

…se habla que a veces llegan a ir todavía, uno que otro “malosón”, y a

veces llegan a llevarse a alguna chava. Una cosa así.

Hace poco me estaban platicando que sí, no sé en qué lugar, hace poquito,

hace poco, llegaron, vieron una chava, les gustó la chava y se la llevaron.

No me acuerdo si mataron a alguien… -¡Ah! Ya me acordé-, fue en el

casino… de donde se llevaron a la muchacha…

Este abogado no brindaba gran importancia al suceso ni recordaba los detalles, a

pesar de que era un hecho reciente pues hacía tan sólo diez días de que se había

cometido el “levantón”. Para alguien externa, como yo, el hecho fue impactante,

pues estos eventos no formaban parte de mi normalidad.

Por otra parte, un taxista respondiendo a mi pregunta “¿y sigue el miedo?” dice:

“sí, pero menos, porque se han acostumbrado ya, tienen que salir, así como

usted, a lo mejor no sale hoy pero mañana tiene que salir para comprar. A mí mi

74

señora me decía “no vayas, no vayas!” pero yo le decía “¡pues tengo que trabajar!

Sino ¿qué comemos?”

Aunque la mayoría del tiempo las personas se concentran en su rutina cotidiana

como comer, trabajar o ir a la escuela, la violencia está presente detrás de estas

acciones, o más bien la amenaza de la violencia, el riesgo.

Un tesista de historia afirma que mucha gente dejó de salir a divertirse en las

noches, “y los que son bien pedos siguieron chupando en sus casas, a veces

hasta solitos”, comenta con gracia. Ámbar, una mesera de 22 años también

afirma que mucha gente dejó de ir a “antros” por la situación, pues pasaban varias

cosas, entre ellas, estaban las balaceras recurrentes y otra era que de pronto

llegaban los “malos” a cerrar el antro con todo y gente adentro, sin dejarla salir, y

obligaban a las mujeres que les gustaban a beber con ellos, y a todos los demás

a seguir en la fiesta.

“Las rutinas, como categorías del razonamiento práctico, tienen propiedades de

adaptación” concluye Escobar (Op. Cit,) Las personas cambian su rutina -

acciones cotidianas que tan solo en apariencia carecen de importancia- en pro de

la supervivencia.

Por otra parte la vida diaria de la gente también se vio seriamente afectada en

otros ámbitos cotidianos,

Tampico es un puerto y esta zona son puertos, Altamira, Madero son

puertos; más que hay petróleo, refinería, pesca. Y tenía una gran vida

nocturna. O sea era una vida muy grande –nocturna-, encontrabas

restaurantes, bares, table dance -todo- abiertos toda la noche. Sobre todo

en la zona centro.

Que obviamente en un principio fue bárbaro, el momento más álgido fue

bárbaro. Fue terrible la impresión. No hubo familia, o gente que no hubiera

tenido una experiencia triste, amarga, lamentable. Que la gente se fueron

[sic]. Amigos comerciantes, se fueron. Pues estaban en crisis, incluso la

industria… el negocio de familia, de mi hermano, asociado con la

75

mercadotecnia, publicidad e imprentas –todo eso-, de por sí venía de una

crisis prolongada por la tecnología, pues se fue abajo, el 60-70%, cerraron.

Esto se ha ido recuperando muy poco. Pero también la presencia de las

organizaciones de la delincuencia que tomaron, que le quitaron los negocios

a la gente, a la fuerza, -a veces a la buena- a la mala, siempre quitándolos;

despojándolos.

Negocios que… como el Rey Midas, negocio que agarraron, -sobre todo los

“giros negros”- negocio que hicieron mierda. En algo que se ganaba fácil,

como los “giros negros” de la prostitución, las cantinas… por lo general la

gente que se dedica a eso es gente de “abolengo”, entre comillas. Que

saben manejar eso. Conozco a algunas de estas gentes, son familias… […]

y vienen desde el abuelo, el padre, los hijos… algunos egresados del Tec de

Monterrey… Porque en los negocios, como en todos lados, no se improvisa,

es una cosa cultural: de cómo tratar, de cómo manejar.

Esos negocios están cerrados ahora. Algunos se están levantando. Pero

cerraron. Ve a recorrer las principales avenidas y verás que Tampico está en

renta, está en venta. Un montón de casas cerradas, abandonadas en las

principales. Muchos negocios fueron secuestrados: “levantados” como se

dice aquí. Los principales políticos. La gente de dinero. Los despojaron de

sus bienes, de su dinero. Todo eso.

Cambió la vida radicalmente en la región; totalmente, la vida de la gente.

Hoy, te das una vuelta por Avenida Hidalgo; por dónde estaba la que era la

Zona Rosa… la “Zona Dorada” de Tampico, así se enuncia.

Donde está la discoteque, hay una cierta recuperación de lugares

controlados, allá por alguna parte de esto. Pero la vida aquí ha cambiado

totalmente, no es la misma. La gente no habla […] -Esta gente que domina

en el gobierno del estado es un grupo pro-facho- […] Caja de galletas, la

última letra del abecedario, la letra… etc… La gente aprendió también a

hablar cuando se refería a eso.´

Pero no solo la vida nocturna y los “giros negros” fueron afectados. Todo tipo de

negocios fueron cerrando, o parando, debido a los “impuestos” o “plaza” que

76

tenían que pagar al CO (en ocasiones cobrado por las mismas autoridades

responsables de proteger a la población), trayendo una ola de desempleo y

desplazamiento importante. Además, los imaginarios sociales también se

trastornaron seriamente alrededor del terror.

Trabajando en un restaurante recién inaugurado en Ciudad Madero, una tarde

mientras terminábamos las tareas de limpieza del nuevo local, en una sala anexa

encontramos una bolsa negra de plástico para basura de donde salía un olor

fétido. Lo interesante fue que -aun sabiendo que anteriormente en ese local se

vendía carne- todas: cuatro empleadas, 3 oriundas de la región, pensamos que la

bolsa contenía un cadáver desmembrado. La habitación era un pequeño cuarto

que tenía parrillas, pilas de sillas de plástico, mucha basura y trastes muy sucios,

la pared era de algún tono amarillo que se perdía bajo el cochambre. Algunas

movimos la bolsa con el pie encontrando una especie de masa carnosa, lo que

evidentemente infundía más dudas al respecto. Una de las muchachas abrió la

bolsa con un gesto de heroísmo y cuando miramos encontramos más basura y

una gran cantidad de cebo de puerco en un grado de descomposición avanzado.

Todas empezamos a reír.

El imaginario social se modifica significativamente, porque es en la vida cotidiana

donde éste se forma. “No hubo familia o gente que no hubiera tenido una

experiencia amarga, triste, lamentable”, nos dijo el activista; “Todos conocemos a

alguien…“; “Todo el mundo tiene un familiar o un amigo que haya pasado por

esto…”, comentan otras personas.

En cualquier círculo social es posible encontrar estas historias. Las frases

anteriores, o variaciones de ellas, son muy comunes, aunque no siempre se

reconozca la cercanía de quien brinda la historia, con la misma.

Nordstrom plantea que la violencia es culturalmente construida y que es también

una dimensión de la vida de la gente, y no algo externo a la sociedad y a la

cultura que “le sucede a” la gente. La violencia y el miedo en Tampico realmente

han permeado todos, o casi todos los rincones de la vida.

77

Turati una vez más enriquece este acercamiento al haber documentado que en

las escuelas de Tamaulipas llegó el punto en el que se cambió el recreo, los

deportes y los honore-9++s a la bandera por simulacros para saber qué hacer

ante las balaceras (Turati, 2010:195) mostrándonos también, algunas de las

profundidades que la violencia y el miedo alcanzan:

En casi todos los lugares se esfuma el aprendizaje. Según la Organización

para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la violencia

amenaza el éxito escolar: “si el niño no se siente seguro y protegido le será

difícil concentrarse en el aprendizaje”. (Turati, 2010:296)

A pesar de la diversidad de interpretaciones culturales que pueden encontrarse

alrededor de una sola práctica en la urbe, como polarizar los vidrios, ir a la playa,

salir de noche, acercarse a la reja de la primaria o incluso poner un negocio, con

la transformación de los imaginarios sociales a raíz del miedo, las significaciones

van homogeneizándose –aunque jamás completamente, sino más bien

tendencialmente- siendo que entonces estas prácticas se interpretan ahora como

riesgos. Por lo que la gente está aprendiendo a maniobrar entre las posibilidades

más “seguras”, haciendo del miedo una rutina de malabares nunca antes

ensayados.

La psicosis y la rutinización del miedo

Si bien la particularidad de los casos se pierde por su abundancia y variedad, las

consecuencias sociales que generan no se diluyen tan fácilmente. No es solo la

violencia la que es banalizada y normalizada. También lo es el terror. Linda

Green, en su investigación sobre el miedo en la Guatemala maya de la guerra

civil, encontró que “el poder del terror, su materialización es parte de hacer

dudar la percepción de la realidad de uno mismo. La rutinización del terror

es lo que alimenta su poder. La rutinización permite que la gente viva en un

estado del miedo crónico con una fachada de normalidad al mismo tiempo

que el terror permea y deshila el tejido social.” (Green en Nordstrom y Roben,

1994:108)

78

“¿Me acompañas a mi camión manita? Ahí pasa el tuyo también.” Me dice Mari,

una mujer de unos 55 años que entonces, trabajaba de ayudante de cocina en el

mismo restaurante que yo.

Ella, al igual que nuestras otras 2 compañeras de trabajo, ha vivido varias

balaceras, entre otras situaciones y es por eso que también le preocupa bastante

que el lugar donde trabaja tenga una salida de emergencia funcional, “oigan, no

hay que poner cubetas ahí” porque “no vaya a haber un desmadre aquí (en el

restaurante) y ¿pa donde corremos? No vaya a haber un zafarrancho y ¿qué

hacemos?” Diario sale a las 10, casi suplicando para no tener que caminar sola

hasta su parada.

Gracias a la constancia y la “familiaridad” de estas situaciones, las personas van

aprendiendo a acostumbrarse al terror y al miedo. Este se convierte en lo que

Green (Op. Cit.:108-109) llama un “pánico de baja intensidad” que se queda en la

consciencia; pero, como para nuestra especie no es posible vivir en estado de

alerta constante, el temor se proyecta a través del cuerpo, de diversas formas que

van desde las pesadillas hasta las enfermedades.

Yadira y yo caminamos por la calle regresando del centro cuando se escucha una

detonación cerca de nosotras. Ella brinca del susto, y rápidamente, se fija bien en

los alrededores: fue el mofle de un auto que pasó nuestro lado. El sonido en

realidad no fue muy estruendoso ni particularmente llamativo pero ante la

situación Yadira dice: “¡Ay! ¡Creí que eran los balazos otra vez!...” Contesto que

yo no sabría que hacer… y ella dice “Pues te agachas… y te escondes… porque

luego te confunden, aunque vengas así de civil…” Seguimos caminando y todo

sigue “normal”.

El miedo -como el dolor- está “abrumadoramente presente” para la persona que

lo está experimentando, pero puede ser apenas perceptible para cualquier otra

persona y casi desafía la objetivación. Subjetivamente la experiencia mundana

del miedo crónico va deteriorando la sensibilidad hacia él. La “rutinización del

miedo” socava la confianza en la interpretación propia del mundo. (Ídem.: 105 y

106)

79

Ya instaladas y sentadas en una terraza protegida del sol, en un segundo piso,

Yadira se prepara para contarme una historia muy difícil. Inicia hablando sobre los

“Cárteles”. Primero, en voz muy baja, como tanteando la libertad con la que puede

hablar. Luego ya conforme transcurre la conversación, se desenvuelve y conversa

sin más contención que la de sus emociones,

…mataron a un amigo hace poco. En internet está: en el Blog del Narco. Un

amigo muy cercano a mí: se llama… se llamaba Marvin; estaba su hijo de un

año ahí. Llegó el crimen organizado.

Ellos acababan de comprar una casa […] allá en Victoria. Y ellos venían

regresando de la iglesia como a las 7 de la noche -en Victoria es donde se

ha desatado (la violencia) y en Victoria sigue, te digo porque allí está mi

abuela, mis tíos: familiares- ; y me platicó la esposa que (compañeros de la

congregación dijeron): “¡Vámonos a cenar a casa de Marvin y Josi!” y se

fueron.

Y pues ella le dejó al papá al niño en la casa. A dos cuadras estaba la

tienda. Ella fue a traer Sabritas, fue a traer refrescos: “Ahorita vengo” ¿no?

Habían encargado unas pizzas; de hecho el de las pizzas llegó después, y

presenció la balacera. Pero dice que hasta se orinaron. Fue una cosa

tremenda. Era una muchacha y 4 señores, ya casados de hecho. Estaban

conviviendo…. y después alegaron que había sido una confusión de casas,

de domicilio. Y ya así lo juraron, nada más.

Pero orinaron y dejaron un cartel que [decía] que eran las primeras 5

cabezas y que faltaban 5 más. Que si el gobierno no accedía a lo que les

habían exigido, que los iban a matar a otros 5 al azar. Pero si se

equivocaron de casa entonces… ¿por qué ponen “al azar” en una manta? Y

de casualidad al niño no lo mataron… o por lo que haya sido.

Y ensangrentadas las paredes, o sea fue algo impresionante para ella. Tú

ves ahora al niño y lo ves… no sé… una mirada… ya pasaron dos años…

Fue un 14 de abril que lo mataron a él, pero su cabeza… en la cama de

matrimonio. Ella no pudo seguir allá y se vino a vivir (aquí). Y la veo muy

80

continuamente. De hecho llegaron a creer que había sido ella. Le

investigaron a sus primos, a sus tíos, a sus hermanos, todo. Pero no, resulta

que namás pasó así. Lo dijo la policía, la ministerial que fue la que investigó.

“Sólo fue un accidental domicilio.”

Ella tuvo que tomar varias terapias. Se adelgazó demasiado. Con su hijo

cambió de lugar. A veces va a Victoria. Allá enterró a su esposo. De hecho

su esposo era hijo único. Es… tremendo.

Y tú lo buscas en el Blog y vas a ver. Porque ahí está la noticia. La mayoría,

todos, nos enteramos por ese Blog del Narco aquí en Tampico…. Hasta te

anuncian qué es lo que van a hacer ahí -¿Tú entras?- , “Ahora vamos a ir a

Reynosa porque allá tenemos quién nos debe unas cuentas” y así. No creo

que ellos sepan de dónde sale exactamente... no creo que tengan el ingenio

para saber de qué computadora sale todo eso que les escriben. Porque creo

que ellos se dedican a hacer el amarillismo. A asustar a la gente. Pero uno

pus a veces entra y ve y ya.

Cuando Yadira narraba la masacre de su amigo sus ojos se llenaron de lágrimas

aunque se esforzó por no mostrarlo. Mientras la escuchaba, yo sentía una

opresión en los hombros y mis pelos se erizaron.

Victoria Uribe (2004), una antropóloga que ha trabajado el tema de “la

inhumanidad” en Colombia, afirma que las masacres son muertes colectivas que

se traducen como actos devastadores que afectan profundamente a toda la

comunidad en la que se desarrollan. Uribe afirma que en los testimonios de

quienes atestiguaron directa o indirectamente estos eventos, se entrelazan

emociones, recuerdos e interpretaciones que ponen en evidencia la ruptura

traumática que dejan, justo como ocurrió en el caso de Yadira.

“En efecto aquello que un dispositivo de poder marca sobre los cuerpos que

atormenta es lo mismo que intenta marcar, de otras maneras, sobre el cuerpo

social en su conjunto” (Calveiro, 2012:141), como ocurrió durante el periodo

histórico colombiano de “La Violencia” a mediados del siglo pasado: la castración

fue una práctica común en la que a los hombres se les arrancaban los testículos

81

que luego eran reubicados dentro de su propia boca. La castración, en contextos

dónde la disidencia política está generalizada, se relaciona con la castración de la

resistencia y su “infertilidad”.

Uribe precisa una diferencia importante entre “las tecnologías del terror” y las

alteridades sobre las cuales se aplican dichas tecnologías. “Lo que buscan las

primeras es precisamente desnaturalizar a las personas y tender sobre ellas un

manto de indiferenciación que facilite su destrucción.” (Uribe, 2004)

Todo depende del objetivo que se persiga. En este caso, como hemos venido

argumentando, nos encontramos ante la producción de una ausencia de sentido

que es acompañada indispensablemente por confusión e incertidumbre que

derivan en el trauma social.

La violencia se emplea para crear aquiescencia política; con ella se pretende

crear terror, y entonces inercia política; con ella se pretende crear jerarquías de

dominación y sumisión basadas en el control de la fuerza. (…) Es la violencia

que un individuo voluntariamente ocasiona a otro lo que causa esa poderosa

reacción. Es el contenido emocional de la violencia. (Nordstrom, 2004: 61 y 62)

Como vimos la violencia y el miedo pueden constituirse como motores del cambio

social mientras se conforman como parte de la cotidianidad. En el caso de

Tampico, por medio de estos fenómenos violentos, y de su amenaza latente, se

nutren prácticas culturales basadas en la desconfianza que, tras su reproducción,

conllevan a un desgastamiento y una descomposición del tejido social.

El derecho a la ciudad29: la descomposición del tejido social

Green define al miedo como una respuesta al peligro que cuando penetra en la

memoria se convierte en una condición crónica. Ella afirma que desestabiliza las

29

El «derecho a la ciudad: ” Lefebvre lo definió como el derecho a una vida urbana transformada y renovada donde se

recobren e intensifiquen las capacidades de integración y participación de sus habitantes. (1978: 138). Otros autores, como

Ansay y Schoonbrodt (1989:38), lo definieron como el derecho a la reivindicación legítima de cada individuo de ser

partícipe de una forma de vida colectiva cada vez más socializada, reclamando del pacto social los recursos institucionales

necesarios para su desenvolvimiento en la ciudad. “El derecho a la ciudad es, en principio, el derecho a acceder y

participar de la ciudad en tanto escenario que posibilita el acceso a los derechos políticos…“ (Romero, 2005:218)

82

relaciones sociales dividiendo una zanja de desconfianza entre miembros de

familia, entre vecindades y entre amistades; dividiendo comunidades “a través de

la sospecha y la aprensión”. Porque, gracias a la ambigüedad de la que se rodea

en este tipo de contextos, nadie puede estar seguro de quién es quién. El miedo

es un “estado de emergencia oculto”. (Op. Cit.: 105 y 106)

Yadira participa de su experiencia vecinal:

(Los vecinos) ya no se saludan tanto como antes. Es que no sabes…

Resultaba que se escuchaba de los mismos rumores que te digo… que a

dos casas (de donde vivía antes) había una casa de seguridad, o en la casa

de a lado la señora o sus hijos eran unos narcos… Según tú conocías a tus

vecinos y no, resulta que son criminales... ¡Mamás que encubrían a sus

hijos! Entonces ya la gente no sabe si saludar… si no… Si prender las luces

de tu carro…. (si) hacer señalamientos. Nada. De hecho dejaron de

polarizar muchos carros a raíz de todo eso. Es una cosa bastante fuerte.

La hermana de Yadira, Rosi, complementa la historia:

Haz de cuenta en la esquina de nuestra casa, en una colonia normal, de

petroleros. Es una zona no muy baja, es una zona media alta. Y nos tocó.

Tuvieron que llegar rápido también los militares a protegernos. Pero era

tirarse al piso. Porque nosotros estábamos viviendo en una casa normal,

común y corriente, y a espaldas de la casa tenían una casa de seguridad,

dónde tenían a gente secuestrada. Y uno ni sabía. No sabíamos nada.

Entonces me acuerdo que esa ocasión nos tiramos al piso, nosotros ya

adentro de nuestra casa, y nos tocó que mis papás y todos tirados en el

piso. Y afuera se oía la balacera y se oía que andaban brincando de casa

en casa esas personas. Huyendo. ¡Eran mis vecinos!

En varias ocasiones durante el trabajo de campo escuché sobre casas de

seguridad, en algunas colonias me enteré de hasta dos de estos refugios

criminales. La recurrencia del fenómeno es alta e incide bastante en el nivel de

desconfianza que se ha generado. “Caras vemos, corazones no sabemos…”

83

Escobar (s/f) define al tejido social como la reproducción y consolidación de los

lazos que unen los diferentes intereses individuales y les dan un sentido colectivo.

Estos lazos se consolidan en las relaciones sociales. Él proyecta que la

descomposición del tejido encamina a la sociedad hacia varios problemas graves

que pueden alcanzar dimensiones culturales, como deficiencias en la resolución

de conflictos, que derivan en el incremento de la criminalidad y la desconfianza

social; poca organización social para hacer frente a los problemas;

descomposición de una “ética-moral” que conduce hacia una desintegración de la

comunidad; identidades endebles, y principalmente, una debilidad política en la

sociedad civil que agrava aún más las violaciones a los derechos humanos, etc…

Ya desconfías hasta del vecino. Ya no puedes hacer convivencia ni con los

que están a tu lado. Ahora es entrar a tú casa y ya o sea… Igual tu

educación, tu cortesía de decirle (…) un saludo: “buenas tardes, buenas

noches” ¿no? (…) y si se ocupa pues cooperas en algo, ¿no? Pero lo

menos que te puedas involucrar porque ya no puedes… es difícil. No sabes

con quien… Y eso no era así. Claro que no, antes podías convivir, hasta

entre vecinos. Te invitaban a su casa. Era otra cosa. Ahora ya no, ahora ya

hay mucho temor por ese lado.

La desconfianza yo creo que ya no se va a quitar. Yo creo que ya es algo

que ya la gente ya está protegiéndose de todas formas. Yo no creo que

aunque hubiera mucha tranquilidad la gente volviera a actuar de manera

común y corriente. Ya ahora la gente está más a la defensiva. Está más

alerta a cualquier situación. Y realmente ya estás listo para protegerte…

hasta para esconderte… no sé. Ya nos enseñaron a cómo actuar cuando te

pasa eso. Y ya nos enseñaron a tener miedo... [Dice, con tristeza y

resignación] Lo que no sentías ahora lo sientes.

Igual, ya ahorita puedes ir, siempre y cuando sea, a lugares muy selectos, y

solamente tu familia o súper conocidos para poder realmente… (Convivir)

“Atomizarse” es la palabra que usa Dionisio. Debido a que la violencia es

formativa y modifica la percepción de las personas que la sufren (Nordstrom y

84

Robben, 1995), la dinámica de la ciudad de Tampico está en medio de un proceso

de cambio importante y drástico.

Esta atomización se da en parte por que las personas llevan a cabo prácticas de

protección o de aislamiento y reclusión, que terminan deteriorando los lazos

sociales en detrimento de prácticas culturales de contacto, difusión y préstamo

culturales, gracias a las cuáles una cultura se nutre y fortalece; presentándose

como un fenómeno grave en el seno de las sociedades y culturas que sufren esta

experiencia.

A todos nos ha cambiado la vida. La vida empezó a cambiar

significativamente: acostumbrábamos en las noches, ya muy noches ir a

visitar a nuestras familias por cuestiones del trabajo de mi marido…

pues yo a veces me iba sola o “x”,…ha cambiado mucho porque ya no

ando tan noche. Y por mi hijo, ya no lo puedo dejar que ande en la calle,

porque nos dicen que andan personas afuera investigando dónde hay

niños. Rumores que se hacen, que “se los roban” y todo eso. Sí ha

cambiado mucho nuestra vida porque no la sentimos segura.

Comparte Mercedes, otra ama de casa que vive en Tampico. El aislamiento

de las familias que no pueden procurarse debido a la amenaza del peligro

también es común, o, el joven hijo adolescente que se ve limitado en cuanto

a la convivencia social debido al temor de su madre muestra otra arista de

este problema. Las familias comienzan a separarse pues conviven con

menor regularidad y en ocasiones cuando lo hacen, la convivencia está

enmarcada en las dinámicas que impone el terror:

En Monterrey todos los días había balacera cuando nos fuimos de

vacaciones a visitar a mi hija. Encerrados en el cuarto más seguro “hasta

que se aplacaba”, y ya cada quién se iba a dormir.

Cuenta otra madre y esposa tampiqueña. En otra ocasión a su familia le tocó

otra balacera cerca de su casa, y, al igual que la historia del primer capítulo de

este trabajo, los tres miembros de la familia que residían ahí se mantuvieron en

el piso del baño durante horas.

85

Y eso no es todo, el proceso de fragmentación de las comunidades también gira

en torno a divisiones de clase, etnia, religión, procedencia, etc… Estos son

factores culturales que antecedían ya al proceso de normalización de la violencia

y que han servido como base para los prejuicios y desconfianzas que se han

desencadenado en los últimos años.

Tendencias nocivas para la sociedad tales como el individualismo, la envidia, el

egoísmo y el manejo del rumor mal intencionado para obstaculizar al otro se

exacerban cuando el tejido se encuentra vulnerado. (Romero, 2005:224)

Incluso los estigmas sociales que solo pueden contextualizarse en medio de la

guerra lastiman a las víctimas más directas: tener familiares asesinados o

levantados, en medio de la enorme campaña mediática y oficial criminalizadora,

es motivo de prejuicios que guían a la desconfianza y la sospecha, así, pueden

escucharse comentarios como: “quién sabe en qué andaría el muchacho ese, por

algo lo mataron”, “seguro era un “malosillo” o andaba en el “jale””, aunque no se

trate de una regla.

Migración violenta y desapariciones

Pero en ocasiones el proceso de rutinización no es exitoso, por así decirlo, y la

gente termina por cansarse y buscar otros espacios más tranquilos para vivir.

Este tipo de migración también puede ocurrir bajo amenaza directa o indirecta o

por despojo.

Así, otro factor importante que incide de manera muy notoria en la

descomposición del tejido social es el desplazamiento forzado o la “migración

violenta”.

Una mujer de 48 años, que se dedica al comercio informal de comida oriunda de

la zona, afirma que conoce casos en los que “a la gente que tiene tierra y

siembra… van y les piden sus tierras, y si no se las quieren dar los matan…”

Entre esos casos se encuentra el de unos familiares de su esposo que tuvieron

86

que salir de su predio porque fue invadido por “la maña”. Esta parece ser una

práctica recurrente, sobre todo, del otro lado del río en Veracruz.30

Dionisio cuenta que un amigo suyo era dueño de un table y tuvo una horrible

experiencia cuando le cerraron el bar y lo secuestraron para quitárselo. “Yo me

enteré sin hablar con él, por un rumor. Luego lo veo y me detalla”: Lo levantaron

como a las 11 de la mañana, y lo subieron a un coche vendado de los ojos, lo

trajeron dando vueltas hasta las 8, siempre amenazándolo con respecto a su

familia. “Cuando lo sueltan había patrullas cerca, viendo y protegiendo a sus

captores”, afirma. Hay varios casos similares en lo que al despojo de negocios por

el CO se refiere, que en ocasiones concluyen con las “víctimas” huyendo hacia

otras regiones. Aunque la amenaza directa no es indispensable como factor para

decidir este cambio.

Ámbar dice que varias compañeras suyas –que trabajaban con ella en Telcel- se

han ido de Tampico por temor y que varias personas migran hacia Veracruz. Y

hay una gran gama de causas para este desplazamiento, todas, eso sí, por causa

de la violencia.

De aquí hubo gente que se fue, y no ha regresado ni regresará. Se fueron

los de Artelli, fíjate, el de Artelli fue presidente municipal de Tampico. Él se

fue porque a su mujer creo que 2 veces la secuestraron. Y otro que fue

presidente municipal antes del de Artelli, que es un agente aduanal

importante, de una agencia muy muy importante, también se fue de aquí, sí

para EU.

Hubo uno aquí que vivía en la esquina que también lo secuestraron que se

fue a vivir… creo que se fue a vivir rumbo a Veracruz, rumbo a Xalapa, por

allá se fue a vivir. Ese vivía ahí en la esquina, y sí, se lo llevaron; ese no

tenía tanta riqueza, nada más su casa.

Se fueron quienes pudieron irse. Los demás aquí se quedaron y aquí nos

quedamos. Hubo gente que llegó, de a pie, a irse porque fue extorsionada.

Varios abogados tuvieron que irse. (...) Uno se fue y ya regresó, se fue a

30

He escuchado de casos similares en lugares tan diversos como el Estado de México o pueblos en Jalisco.

87

Tuxpan, aquí cerquita, a Poza Rica, ya tiene como un año que regresó –

menos de un año-. Hubo otro abogado que dijo, “pues irme aquí (en el

mismo país) pues no tiene sentido”. Él pensaba siempre “me voy a Europa,

y ¿a qué lugar?, no puedo irme a Francia ni a Inglaterra, ni nada. Me voy a

un lugar dónde yo pueda hacer algo. Que esté jodido el país, que no esté

muy bueno… me voy a Portugal, porque allá a lo mejor puedo dar clases“, y

como es intelectualón: tiene su maestría, estaba haciendo su doctorado…

es muy buen abogado, y es alguien… pues que pensó que podía dar clases

en una universidad de allá o algo e irse ya con sus hijos, porque aquí veía

que la situación se ponía muy complicada; le habían quitado algunos

asuntos:

-“No te metas en ese asunto, déjalo, piérdelo.”

-“No pero…”

-“¡Déjalo!”

-“Oye pero…”

-“No… déjalo.”

-“Entonces díganme, qué voy a llevar y qué no. Entonces no puedo llevar un

asunto porque tengo que perderlo…”

-“Sí, cámbialo, déjalo, abandónalo.”

Entonces ya no iba ser la cuestión de llevar un juicio, sino que pues es a

perderlo para que alguien tenga que ganar, dependiendo… Sí hubo varios

abogados que tuvieron que irse o que fueron amenazados.

Caminar por las calles de Tampico y no encontrarse con terrenos vacíos, locales

cerrados o casas abandonadas es simplemente imposible. Son un recuerdo

constante de que falta alguien ahí.

Lo que se impone son procesos de desterritorialización, de ruptura de los

referentes temporales y de disociación de la subjetividad.

88

… es preciso señalar que la aprehensión del espacio es inseparable de las

experiencias sociales que resultan de la memoria, de los vínculos sociales,

del trabajo y de los itinerarios de vida.

…allí donde una cierta territorialización se mantiene, ella se vuelve porosa.

Los habitantes han aprendido (...) que un vecino puede transformarse un día

en informador… (Pécaut, 1999: 8, 14 y 19)

Nos dice Pécaut sobre el caso colombiano para referirse al proceso de

desterritorialización al que se someten las personas que son desplazadas. Esta

desterritorialización tiene consecuencias muy profundas. La mayoría de las

personas desplazadas –no así quienes pueden mudarse al sur de EU- viven 'en

un alto grado de vulnerabilidad' (BBC Mundo, 19 de octubre, 2012), porque

pierden sus trabajos y se quedan con escasos o nulos ingresos, y viviendo

siempre bajo el temor de que la amenaza que les desplazó, les alcance;

asimismo, su identidad se ve mermada debido a este proceso.

Las formas de asociarse de los individuos y los grupos sociales tienen en la

identidad el motor por excelencia. Es ella la que está en la base de los

"sentidos de pertenencia", de las formas de cohesión social, de los "valores

compartidos", alrededor de los cuales se estructuran e integran los grupos

sociales. (Blair, 1995)

Además, cuando las familias desplazadas logran reubicarse, se trastoca

demográficamente el nuevo sitio, por lo que los problemas económicos, sociales y

culturales no son fáciles de resolver, sino que incluso pueden agravarse.

Pero de todos los fenómenos disruptores del tejido social, en Tamaulipas

tristemente, el más común, es el de la desaparición.31 “Levantadxs” les dicen,

pero Turati (Op. Cit.) atina en afirmar que se trata solo de un eufemismo para

decir “desaparecidxs”.

31 Tamaulipas tiene el número más alto de personas desaparecidas en México según la PGR (Revista Proceso, 16 de

febrero, 2013)

89

“¿y tu tía? ¿Qué ha pasado?” Pregunto a Yadira mientras caminamos por la Laguna del

Carpintero.

-“No pues no se sabe nada de ella todavía. Fuimos a Padilla y ahí estuvimos llorando con

la familia. Tienen una manta –como la foto que está en internet- así grandota y han

pegado carteles.” Responde mientras estira su brazo hacia arriba para mostrarme el

tamaño de la manta.

Un joven comparte:

Con una familia desapareció un hijo de ella. Yo no lo conocía ni nada pero

me contaron que desapareció de la nada. Ahí decían que llegó todo

borracho a su casa, pero luego creo que ya lo andaban persiguiendo un

carro y el carro lo topó y ya. Yo sabía que él trabajaba normalmente, no era

una persona así… pero no les hicieron caso. Es que está muy difícil. Si

denuncias –te la juegas- algo puede decir alguien y te pueden venir a matar.

La ausencia total de explicaciones puede ser lo más penoso. Green retoma a

Robert Hertz para recordar que el funeral es un ritual que fortalece lazos sociales,

y que el entierro es fundamental para permitir a la familia de la “víctima” el duelo,

sin embargo, sin un cuerpo que enterrar y ante la enorme incertidumbre que

genera una desaparición, las familias no pueden descansar. Su herida no sana.

Pero al mismo tiempo, sin un cuerpo, la esperanza no muere pues siempre existe

la posibilidad de que el ser querido vuelva. Y de cierta forma, nos dice, este hecho

contiene los recuerdos de una historia violenta a través del imaginario. (Op.

Cit.:117)

En Tamaulipas, la esperanza se refuerza porque se sabe que no todas las

“levantadas” y “levantados” son asesinados. Una amiga que estudió en la

Universidad Autónoma de Tamaulipas me contó que un día cuando estaba en el

área de cómputo de su escuela “entraron” a la explanada de la misma. “No sé

decirte “quienes”…no estás para enterarte en ese momento.” Un grupo de

hombres armados se llevaron, cuenta, entre 13 y 14 jóvenes “…Sólo se supo que

se pararon camionetas. A las dos tres horas llegaron camionetas de los militares a

90

investigar pero ya no había casi gente ahí. Todos por el miedo quisieron irse…

Pero no supimos qué les hicieron.”

En algunos casos documentados se ha encontrado que los jóvenes son

levantados en un acto de leva, es decir, se los llevan para obligarles a entrenarse

como sicarios. En otros casos también se ha sabido que son forzados a trabajar

en campos de cultivo de droga o incluso en industrias “legales”, como fue el caso

de Bioparques de Occidente32. Cuando se trata de mujeres o niños también se les

inserta en las redes de la trata de personas, que se ha constituido como un

negocio incluso más rentable que el del narcotráfico. Una persona también puede

ser motivo de desaparición debido al arraigo33, o en ocasiones, debido a un

secuestro que en algún punto salió mal. Una gran cantidad de migrantes,

principalmente centroamericanos, comparten esta suerte.34

Un joven de apenas 20 años llamado Fernando, “El Ferrari”, vivió un tiempo

dentro de las redes delictivas. Me narró una historia espeluznante al respecto del

secuestro de migrantes:

… también hubo un tiempo que… -a ver [se dice como acordando esforzarse

por contar bien la historia]- nos llevaron por dónde se para la bestia, por

dónde pasa. ¡Ahí vimos un chingo de gente migrante! [Enfatiza]

A veces iban y agarraban de ahí. Les ofrecían dinero y ya con el dinero, por la

necesidad de ellos… Nomás iban y les ofrecían dinero. O si los agarraban, -

bueno yo namás me enteré porque yo nunca fui (a esas “misiones”)- que iban

32

“275 jornaleros –hombres, mujeres, niños– fueron liberados de la esclavitud a la que los sometía

Bioparques de Occidente, empresa que desde 2010 recibió 10 millones de pesos en subsidios estatales y

federales y hasta certificación de "empresa socialmente responsable"” (La Jornada, Proceso, junio 2013).

33 …arraigo, es decir, la detención sin presentación de cargos formales (que) opera bajo la custodia y

vigilancia de la autoridad investigadora y persecutoria, la Procuraduría General de la República. El arraigo

suprime parte de las garantías del detenido por la sola modalidad de la detención, que implica el aislamiento

del acusado con respecto a familiares, defensores y conocidos –cuyo acceso es sumamente restringido-, y la

postergación de su presentación ante el juez por un periodo de cuarenta días, con posible prórroga a

ochenta. (Calveiro, 2012: 201) 34

10 mil tan sólo entre abril y septiembre del 2010, según la CNDH. (Calveiro, 2012: 231)

91

y se llevaban un autobús. Ora sí que tenías que decir que sí a la fuerza. O si

no te mataban.

Ora sí que por ejemplo, agarraban uno y le preguntaban: “¿le pasas al

autobús o te quedas?” Sí, y me contaron que ahí dejaron como 10 muertos,

ahí, que los que no quisieron subirse… [dice con un tono totalmente

resignado].

De este modo, los efectos de la violencia extrema en medio de esta guerra

deshumanizadora tienen alcances internacionales. En Tamaulipas

podemos observar algunas de las consecuencias locales, sin embargo,

personas en todo el país e incluso de otras naciones centroamericanas,

estamos pagando con nuestro derecho de vivir en paz, los costos de este

negocio que es la guerra.

En esta guerra los derechos han sido suspendidos, en ocasiones por mano

propia, generando un virtual Estado de excepción, originado por un Estado

terrorista corporativo.

III. La militarización y la construcción del enemigo que criminaliza la

pobreza.

“La consciencia del mundo no es individual aun cuando ilusoriamente se viva así, sino que es

socialmente construida en tanto esta mediada por el mundo de los signos y esta mediación,

inconsciente, corresponde a la esfera ideológica. La lucha por el poder es la lucha por establecer

la significación; en las coyunturas esto es lo que está en juego y el discurso no es una mera

herramienta, es en todo caso el medio pero también el fin.” (Arreola, 2010: 15)

Otro aspecto de la cotidianidad que ha cambiado en Tampico es la presencia

militar. Los elementos castrenses se hacen presentes prácticamente diario:

cruzan la ciudad en convoyes, cierran calles, compran alimentos, resuelven

conflictos vecinales o incluso familiares, patrullan, etc…

En la esquina de la calle donde me quedé en las temporadas de campo, un día

llegaron los militares. Se trataba de una camioneta tipo Hummer blindada y de

92

una pickup verde olivo camuflaje. Se metieron a una casa en la que

permanecieron durante 30 minutos aproximadamente. Mientras tanto elementos

armados permanecieron bloqueando la cuadra a ambos extremos mientras otro

desviaba el tránsito. Después, todos abordaron sus unidades y partieron sin

mayores percances.

Sin embargo el suceso fue noticia en la calle. Varios vecinos permanecían

observándolos desde sus ventanas o puertas. Uno me llamó y me dijo “!Mira! ¿Ya

viste los militares?” Otro vecino de edad avanzada, me dijo: “¿Mire ya vio? Ahí

están los soldados… dice el muchacho que llegó que se metieron a esa casa. Ahí

donde están los árboles”. Tras preguntarle a otro vecino que se asomó, si no le

daba miedo que empezaran a “tirar” respondió, “¡no, que me den un arma y yo los

ayudo!”, (bromea haciéndose el valiente) “cuando te toca te toca” dijo, ya en serio.

“¡Esto es tooooodos los días!”, señaló al final Yadira. Sin embargo, su presencia

en la ciudad no fue ni es fortuita, como hemos venido argumentando, y además

de sus acciones, las narrativas alrededor de ella pueden llegar a ser

desconcertantes.

En una entrevista primeriza a un ama de casa y abogada me encontré con un

hecho que me confundió mucho y fue de esa confusión que surgió este capítulo.

Ella afirmaba primero, que conocía un caso en el que unos soldados habían

asesinado a varios jóvenes mientras pasaban un retén militar nocturno, por no

atender al “alto” que les hicieron a tan solo unos metros; después me contó que

desde que los militares habían salido a las calles (para permanecer en ellas

desde entonces) se sentía más segura porque ellos “de verdad sí cuidan”,

haciendo referencia indirecta a que las instituciones policiales civiles no lo hacían.

Los 2 actos contradictorios que esta mujer compartía, me provocaron la

necesidad de, al menos, lanzar algunas interrogantes: ¿por qué o cómo caben en

una misma persona ambas apreciaciones sobre el mismo actor, siendo estas tan

contradictorias? Y ¿sin excluirse mutuamente? ¿Qué relación tiene ello con el

imaginario construido alrededor de la militarización, la violación a los derechos

humanos y a la violencia de Estado? ¿Cómo se expresan estas imágenes en las

93

narrativas alrededor de la militarización? ¿Cómo se relaciona esto con los

discursos oficiales que explican el fenómeno? Y más importante aún, ¿cómo es

que la gente está siendo influida por estos procesos? Y ¿Qué papel juega en los

procesos de dominación de corte neoliberal?

La abogada y madre de familia podía considerar los hechos como algo aislado,

sin enfrentarles o sin si quiera relacionarles, pero, ¿por qué? ¿Qué clase de

artilugio se escondía detrás de tal contradicción como para permitir que una

persona –o muchas, como veremos- puedan considerar posible que hombres

armados y encapuchados, al servicio del Estado, sean una fuente de protección

mientras que, a la vez, son capaces de asesinar a sangre fría a jóvenes

inocentes?

Uno de los factores a considerar en esta compleja ecuación de la que solo

presento un acercamiento, es que existe una diversidad de actores sociales en

este fenómeno, tales como las Fuerzas Armadas35, la sociedad civil y otros

actores externos con gran incidencia en el país, como lo son las corporaciones

mercenarias o el gobierno de EU, como vimos en el primer capítulo.

“El crimen organizado” (CO) ocupa un papel estelar y se presenta, oficialmente,

en un rol contrario o enemigo de las FA y de la sociedad civil. Por lo que me

ocuparé de contrastar el manejo de los símbolos relacionados con estos actores,

expuestos en estas narrativas. Y mientras que es innegable la calidad criminal de

los Cárteles, este análisis se centra más bien en la imagen construida alrededor

los actores sociales involucrados por parte de la oficialidad, y en los imaginarios

populares que contrastan con estos discursos impositivos. Las imágenes son muy

importantes porque como indica Blair (1995), poseen contenidos simbólicos que

se vuelven referentes de sentido.

Al inicio del capítulo anterior pudimos observar el nivel de influencia que pueden

alcanzar los medios comerciales en un contexto tan desconcertante como el que

35

FA para referirme a todas las milicias del estado mexicano. llámense SEDENA (de la que dependen la Fuerza Aérea y el Ejército) o SEMAR (la Marina Armada).

94

brinda una guerra, a lo que solo agregaremos que “proporcionan medios

simplificados para organizar significados” presentando la información compleja en

forma de “posiciones a favor o en contra”. Contribuyendo a la formación de una

“opinión pública”… (Ayse Öncü, citado en Dickey: s/f: 10)

Ahora bien, a esta incidencia per se debe sumarse el discurso oficial “efectista”

que Melanie Salgado analizó en su tesis de licenciatura:

…apelan mucho más a las emociones que a los argumentos privilegia

estrategias para inclinar hacia una posición a los oyentes sin que realmente

haya recurrido a la exposición de argumentos sólidos para convencer de tal

posición. (Salgado, 2012: 98)

Según lo que Melanie nos dice, por medio de la reproducción del discurso

oficial36 –que señala quién es amigo y quién enemigo- que apela particularmente

al sentimiento del miedo (“Para que la droga no llegue a tus hijos”, por ejemplo) se

logró enviar un mensaje estructurado, caracterizado por una cantidad insuficiente

de información, y que, intencionadamente, privilegió algunos elementos que

resultaron convenientes para sus intereses, opacando o silenciado muchos otros

inconvenientes.(Salgado, 2012:84) Del mismo modo, la forma en la que se comunican,

también ha influido en la forma en que se reciben e interpretan:

…los discursos de seguridad no pretenden comunicar, sino imponer por

medio del monólogo. La relación jerárquica ayuda (…) a que muchas de las

afirmaciones del discurso de seguridad de Felipe Calderón no sólo se

perciban como verdades incuestionables, sino como órdenes que un superior

da a sus subordinados, por lo que el autoritarismo es innegable. Además los

intereses de clase han sido disfrazados en el discurso de intereses generales

lo que implica que a los emisores les son impuestos por medio del eufemismo

y la mentira.

Los símbolos que han acompañado las manifestaciones discursivas que

Calderón ha elaborado con respecto al tema de la seguridad nutren tres

36

Es decir, el discurso del Estado.

95

direcciones estratégicas: símbolos que alimentan y exacerban el patriotismo

mexicano; aquellos que refuerzan y se centran en el ejército como símbolo

de poder y fuerza37, y, por último, aquellos que configuran la imagen del

enemigo o crimen organizado… (Salgado, 212:88)

Además de la manipulación mediática y oficial, en Tampico estos y otros factores

han derivado en un apoyo palpable hacia las FA que se basa principalmente en la

argumentación de que gracias a la intervención castrense los niveles de violencia

disminuyeron considerablemente –que, como se ha mostrado, no coincide con la

estadística ni el análisis (Desinformémonos, 20 de agosto, 2012)-. La gratitud a

sus “servicios” es común a pesar de que está claro que las fuerzas castrenses

han incurrido en gravísimas y recurrentes violaciones a los derechos humanos.

Sin embargo, existen diversas narrativas alrededor de este fenómeno que pueden

ayudarnos a profundizar en estos hechos.

Blanco

La Laguna del Carpintero se encuentra cerca del centro de Tampico. La leyenda

cuenta –al menos una de las variantes- que un carpintero se suicidó arrojándose

al agua tras ser rechazado por la mujer que amaba, otras variantes incluyen

carpinteros y cocodrilos en la historia, y aunque sería muy difícil averiguar de

dónde surgió su nombre, no puede negarse que es muy hermosa y muy diversa

en flora e incluso en fauna pues es posible encontrar varios tipos de garzas,

iguanas e incluso los mismos cocodrilos que de vez en cuando brindan un

espectáculo bien recibido por quienes la recorren andando por uno de sus

costados. Gente de cualquier clase social y profesión se pasea por ella sobre todo

cuando el sol se mete; la Laguna también tiene un área que es popular entre

parejas de todas las edades que se sientan en bancas para compartir el tiempo,

entre otras cosas, admirando la belleza del lugar. La laguna es también un punto

de comercio ya que es posible dar un paseo en lancha o en un clásico camioncito

37

Contra símbolos del poder civil, agrega Salgado (Ídem) como el uso de uniformes militares al presidir actos públicos.

96

turístico o comprar en sus alrededores desde pan y suvenires con motivos de

cocodrilos, hasta “raspas”, “troles” y, por supuesto, “Bon Ice”.

Don Teo, un vendedor de alguno de estos productos fríos viene de la Huasteca

Potosina. Sus dedos están retorcidos debido a que lleva años sometiéndolos a

intensos cambios de temperatura entre el hielo helado y el calor extremo de la

región tamaulipeca. Su origen es campesino, pero como la gran mayoría, se ha

visto obligado a migrar hacia una urbe donde existan mejores oportunidades, y

aunque lleva ya 9 años trabajando en el mismo giro no pierde la esperanza de

encontrar aquella oportunidad que mejore su vida y la de su familia, que, pobre,

permanece allá lejos, en la sierra.

Don Teo participó en la tesis brindando información reveladora sobre la

aceptación de la militarización. Él comienza su relato ubicando a la policía local

como perpetradora de asaltos y delitos graves, revestidos por la impunidad de su

cargo. ¿Crimen? “Claro, los criminales son los policías; los de aquí, y los

Federales también…”. El Don recibió con gusto la ola de militares que chocó

contra la ciudad porque desde donde él lo ve, los militares llegaron a parar los

abusos de las policías. “Detuvieron a varios”.

Es posible escuchar, después de un tiempo en la ciudad, que los policías solían

cobrar “la plaza” antes del estallido de la violencia. Muchas versiones sostienen

que aún es así.

Ya sea que menos más menos es igual a más o que simplemente el impuesto

haya cambiado de tributarios, sobresale el hecho de que los militares sean

aceptados entre la sociedad, en parte, por la noción de que “luchan” también

contra la corrupción de las instituciones “normales” de seguridad que se

encuentran tan absolutamente corrompidas.

Carla, ama de casa de 25 años, indica de manera representativa y no sin cierta

fascinación mórbida:

97

La preventiva” era una bola de rateros y violadores. Los soldados llegaron y

les pusieron un alto. Les daban toques en los genitales a los preventivos…

Pero ellos (los soldados) a uno nomás le meten una putiza, de ahí no pasa.

Pareciera que los años de impotencia ante la Federal “valieron el sacrificio” con tal

de detener los abusos de las realmente detestadas y muy descalificadas PF y

policías municipales, que se han sabido inmersas en múltiples casos de robo,

violación, extorsión, etc…

Otra razón importante para esta especie de “consenso” es el nivel de

reclutamiento en la zona. Debido a la falta de oportunidades muchos jóvenes

aspiran a ingresar en las FA. Por lo que, por todas partes, hijos, hermanas,

parejas, amigos, son miembros de estas instituciones. Aunque no suelen ser

asignados a los lugares a los que pertenecen y se les cambia de zona

periódicamente para evitar que empiecen a conocer y acercarse a la gente local.

Mi novio es policía anti-secuestros y muchos de mis amigos son marinos y de

la SEDENA, aquí quieren mucho a los marinos, uno de mis amigos me visita

mucho, aquí anda a diario casi, luego puedes platicar con él si quieres.

Comenta Yadira, cuyo novio trabaja en la Baja California. “(A) los militares los ves

pasar por aquí diario, entonces ¡estamos bien checadas!, A mí me llaman mis

amigos (militares) y me avisan que no salga o que no vaya a tal o cual parte”.

Completa una amiga suya que responde por Leslie.

Por otro lado, el abogado laboralista comentó:

Aquí el ejército el año pasado hubo bastante. Incluso muchos llegamos a

verlos bien, porque había un problema familiar y hasta el ejército se metía.

O sea en el sentido que: ”traigan a los soldados” ya llegaba el soldado y a

favor de la señora pa´ que sacara sus cosas, y ya llegaban a apaciguar.

Hubo casos así que a una señora la corrieron –la suegra- y sacó a los

chamacos, y el hijo aceptando que se fuera la mujer… y la mujer fue y trajo a

los soldados: “bueno pues sí me voy, pero me llevo mis muebles”, y “bueno

pues sí llévatelos, llévatelos…” [Haciendo una imitación en tono resignado y

temeroso a los soldados]

98

Entonces se dieron casos muy sonados, que nos tocó ver, que nos tocó vivir,

en dónde el ejército –se estaban peleando en una fiesta por áhi [sic] y cosas

así- y pus llegaba.

En Tampico es normal que algunas casas tengan una terraza techada. En una

ocasión algunos amigos y yo nos quedamos dormidos en una de ellas después de

ver una película. Durante la madrugada algunas voces me despertaron: una

familia compuesta por una señora en bóxer y camiseta, 2 niños en calzones y un

hombre también en interiores y descalzo alegaban con otros dos jóvenes no

mayores de 14 o 13 años también vestidos “cómodamente”. Gritaban y discutían

señalando con el brazo hacia una casa vecina; finalmente, el hombre mayor gritó

a uno de los jóvenes: “¡a ver si sí… ve y pártele su madre! ¿O te da miedo? Si no,

mejor hay que llamar a los soldados”.

Este tipo de “propuestas” son comunes. El último día que estuve en Tampico la

Policía Estatal –con poca presencia en la ZMT- estaba en la terminal de

autobuses resolviendo algún problema del que no logré enterarme; sin embargo

en el conflicto estaban involucrados la “seguridad” del ADO así como cuatro

personas más: 3 señoras mayores y un hombre de unos 40 años. Después de

discutir varios minutos los estatales se retiraron y 15 o 20 minutos después

llegaron los soldados -entre 6 y 8 de ellos- que, armados hasta los dientes, se

acercaron a la familia rodeando al hombre. Después, su superior se aproximó a

los representantes de seguridad de la línea foránea y tras 10 minutos de

explicaciones se retiraron. Así, es muy evidente que sus funciones ya están

completamente integradas a la seguridad pública.

Pero en el fondo ésta confianza, en ocasiones, es tan solo una apariencia. Mucha

gente también desconfía de las FA aunque reconocerlo implique un acto de valor

o de confidencia. Así, también llegué a escuchar aseveraciones como: “Antes casi

no se veía (la violencia) pero llegó el ejército (antes su presencia no era notoria) y

¡pum!“ O, “Yo pienso que antes (de que llegara el ejército) era más seguro, de

cierta forma cuando llegaron los militares, hubo psicosis, pánico… aquí en

Tampico”; estas afirmaciones vendrían después de algún halago o reafirmación

99

de seguridad ante la presencia de las mismas FA. Así, la gente, en apariencia, no

le teme al ejército, aunque sus excesos no son desconocidos por la población.

(Sé de)…amigos de conocidos muy cercanos que han sido secuestrados y han

sido golpeados. Incluso escuché, en una de esas, que unos soldados

levantaron a uno y, le echaron la culpa de no sé qué, lo golpearon y lo dejaron

tirado. Pero la fuente es confiable. Porque es una compañera de trabajo, y a su

primo… o sea, su primo se lo contó. ¿No? Así: “me agarraron ayer y que no sé

qué”. Y que él les decía que él no tenía nada que ver, pero igual lo golpearon y

lo lanzaron quién sabe dónde…

Me cuenta un joven recién titulado que previamente, me había hablado sobre lo

respetable que era el trabajo de las FA en términos de seguridad. Sin embargo

existen muchos casos documentados de desapariciones en los que se

encuentran implicadas las FA y los tres niveles de policía. En el norte del país,

incluida Tamaulipas, Human Rights Watch ha documentado varios casos en los

que la Marina ha sido la principal responsable. Lo mismo puede decirse sobre

múltiples casos de homicidio. (Animal Político, 21 de febrero y 10 de julio, 2013)

Como me indica el activista que compartió su perspectiva: “La Armada detiene y

no aparecen. Acuérdate que dicen: “Ah, eres halcón… ¿vuelas?” y así los

avientan… [mientras arroja a un hombre invisible con sus brazos desde el

helicóptero imaginario] Es conocido a nivel nacional que la Armada no tiene

presos.” Después en entrevista con Pepe:

Ellos no andaban (los soldados antes de la guerra) por las calles. Ahorita es

muy común verlos. Ellos, pues a lo que yo veo andan vigilando, dan rondas.

La verdad a mí sí me da un poco más de seguridad verlos. Porque la verdad

es probable que nos toque en cualquier momento un fuego cruzado –Dios no

lo quiera-, sí te puede pasar. Pero el hecho de que estén ellos como que

dices: “bueno a lo mejor ellos se enfrentan por ti”, y pues al menos son dos

personas que traen armas o lo que quieras, pero entre ellos. Si te toca pues

te tocó. Pero si no te toca y te alcanzas a cubrir, pues al menos sabes que

hay una contraparte que te va a proteger. De eso a nada pues yo lo veo

positivo. A mí me da gusto que estén vigilantes. Además no son solamente lo

100

que son los terrestres, los soldados, sino que también están los de la Marina.

No sé, yo he escuchado buenos comentarios acerca de ellos y pues a mí me

dan también mucha seguridad.

(He escuchado) que son más honestos, que sí están buscando apoyar a la

sociedad, que sí están buscando el bien de la sociedad. Que no realmente

son gente tan corrupta como otros. Como la Policías Federales o los que

andan ahí rondando en las calles para pedir una tajada… simplemente. En

cambio ellos como que están más comprometidos con la seguridad. Los

marinos principalmente. Pues hablando aquí de que estamos en un puerto

pues de alguna manera sí nos ayuda. Ellos están en la playa, a ellos de

repente los ves que andan vigilando. Y realmente yo te puedo decir: la gente

los saluda y no son huraños, no son agresivos; no tienen un aspecto

negativo. Sino que la gente los puede saludar; hasta yo he visto a los niños.

Y ellos responden amablemente sin perder su postura ni su lugar.

Los soldados son un poquito más reservados. Los terrestres. Ellos son como

que… a mi ellos si me dan un poquito más de temor porque traen cubiertas

las caras. Pues por seguridad ¿verdad? Pero yo la verdad aun así los admiro

porque sí se exponen bastante. Los admiro. Y sí ha disminuido de repente en

alguna temporadita (la violencia) pero luego otra vez se arrecia. Y pues sí

todavía está uno con temor. Yo espero que realmente esto tarde o temprano

disminuya o por lo menos esté menos alterado a como a veces está. Porque

yo ya tuve la experiencia de una balacera fuerte y es algo horrible. La

gente… es un espanto muy feo, la gente se tira, se avalancha al piso…

desmayados… Es algo muy feo. No puedes vivir así.

Y finalmente me dice en tono de confidencia:

Mira, hace días, mi mamá y un tío venían de Victoria; y había gente

asaltando en un puente, y había “federales” [se refiere a los soldados], a 60 u

80 metros de ellos; simplemente vigilando que sea un asalto. Que no haya

más violencia. A gente que viene en transportes como Transpaís o cosas así,

¿verdad? Y entonces eso, desafortunadamente, pues está mal. En todos los

sentidos. Que tú veas un “federal” y digas, “¡ey!, ¡me están asaltando!” Y que

ellos no se metan. También por temor. Y sí ha pasado, sí ha pasado. Mi

101

mamá nos lo platica y ni modo que le diga a mi mamá: “¡Ay me estás

cuenteando!” Sí le creo a mi mamá… [Ríe con honestidad] sí pasa.

En un inicio Pepe se muestra muy confiado ante los soldados e incluso les califica

de “honestos” pero posteriormente integra a la imagen que tiene del soldado, el

factor del miedo, para finalizar como a modo de revelación, su experiencia

negativa con los soldados.

Este tipo de narrativas se repitieron en más de una ocasión durante las

conversaciones y entrevistas que abordaron el tema. Green indica que una de las

formas en las que el terror se hace difuso es a través de mensajes sutiles y que

de hecho el mensaje es más o menos el mismo cada vez (Op. Cit). En estos

casos el mensaje parece estar íntimamente relacionado con las máscaras, el

uniforme y las armas porque detrás de esta indumentaria se lee: “no sabes quién

soy, no puedes tocarme y yo puedo hacerte lo que quiera”. Este mensaje o sus

correlatos conducen a una enorme impotencia que puede manifestarse, según mi

perspectiva, en una narrativa que defiende al sujeto de la agresión del Estado por

medio de la aparente legitimación de su discurso.

Además los excesos rara vez son aceptados abiertamente como prácticas

sistemáticas y recurrentes, más bien se consideran como acontecimientos

aislados o individuales, lo que, enfrentado al “bien mayor” que las FA cumplen

ante “la nación” luchando contra del “enemigo” que de veras si amenaza a la

población, son abusos que pueden perdonarse, ignorarse o hasta denostarse.

Los soldados se relacionan con la seguridad, aunque también imponen temor e

impotencia. Su imagen intimidadora, más que su presencia, se ha vuelto

necesaria para resolver conflictos cotidianos y aunque se trata de “héroes”

admirados que luchan por el bienestar de la “ciudadanía” al mismo tiempo se

reconoce que cometen injusticias en contra de la población; pero para que la

presencia de las FA alcanzara este nivel de profundidad en la vida de las

personas ha sido indispensable el fortalecimiento de una imagen antagónica que

justificase, desde el principio, su constante irrupción en la cotidianidad.

102

Negro

Un hecho notorio en la zona que ya se ha abordado brevemente es la

identificación de dos bandos únicos que se percibe en las narrativas cotidianas

alrededor de la guerra y que coincide claramente con la polarización impuesta

desde el discurso oficial. Aunque existen muchos “asegunes”, los dos bandos

“únicos” en la contienda son distinguidos como los “buenos” y los “malos”.

Green retoma a Ignacio Martín Baró que fue uno de los seis sacerdotes jesuitas

asesinados en San Salvador en 1989, cuando caracteriza las percepciones

sociales “reducidas a esquemas simples y rígidos como “mentiras oficiales”, que

condenan al conocimiento social a términos dicotómicos: blanco y negro, bueno o

malo, amigo o enemigo, sin los matices y complejidades de la experiencia vivida.”

(Green, 1994:110) Como lo muestra Leslie: “Estamos del lado de los “buenos”

(ella y sus amigos marinos) “, desde la oficialidad se posiciona a las FA como “los

buenos” que combaten a “los malos”, es decir, el crimen organizado, en favor de

la sociedad (Salgado, 2012: 76).

Sin embargo, la imagen del crimen organizado que se reproduce a nivel oficial

muestra una realidad parcial, ya que estas percepciones son impuestas,

efectivamente, desde la oficialidad y conllevan un alto costo social que está

imbricado con las consecuencias y la reproducción de la violencia:

…(comienzan) a generarse prácticas de indiferencia social ante acciones de

limpieza social o de criminalización de la protesta social y la defensa de

derechos humanos. El fenómeno de configuración del enemigo

prepondera la imagen de gente del pueblo y no de aquellos empresarios

y ricos que dirigen y controlan el crimen organizado... la nominación de

los actores gira en torno a crear una división tajante en la población

misma que de hecho comienza a surtir efectos en las prácticas sociales,

… discurso cuyas implicaciones prácticas no solo atentan contra el tejido

social, sino que pueden comenzar a generar acciones fascistas en contra de

una serie de actores … etiquetados como criminales. (Salgado, 2012:117)

[las negritas son mías]

103

Un padre de familia me contó una conversación que tuvo con un soldado.

Mientras viajaban en el transporte público, preguntó “¿vamos ganando?” y él

soldado le contesto que sí, que “aquí (en Tampico) sí”, pero que en otros lados

iban perdiendo y que en Ciudad Victoria estaban empatados, como si se tratara

de una contienda donde existieran ganadores y perdedores. Este padre de familia

le instó a que se cuidara mucho, ya que “nos estaban cuidando y que se cuidaran

ellos también, porque o era ser soldados, o era ser malosos o era irse a EU”, y

ninguna de las 3 opciones era segura, había peligro en todas, reconociendo que

no había más que migrar, matar, o morir.

Días después en la Plaza de Armas del centro de Tampico, me encontré con un

montón de gente tomándose fotos frente a 2 tanquetas militares. Los niños se

subían y posaban como soldados, jugando a disparar. La exposición militar se

enmarcaba en la campaña nacional llamada “La Gran Fuerza Mexicana”

mencionada en el primer capítulo. Frente a la Plaza, en el edificio de gobierno, se

montó una exposición militar conformada por tres áreas: armamento, equipo y

planteles militares. La exposición fue muy concurrida y tuvo mucha cobertura

mediática. Como vimos al principio de esta sección, éste y otros mecanismos que

ayudan a formar opinión resultan en una especie de “consenso” social que

legitima la presencia militar en las calles así como la usurpación de funciones,

entre otras cosas.

En una ocasión Leslie miraba la televisión mientras yo usaba la computadora. De

pronto me llamó emocionada: “¡Mira Alia!, ¡¡Detuvieron al jefe de los Zetas!! Está

en la tele.” Mientras el noticiero de López Dóriga (Televisa) señala a la marina

como único responsable de la acción en la que –presumen- “no se disparó ni una

sola bala.” Entonces ella dice: “¿ya viste? ¡Tenía que ser la marina! ¡Uhhh! –

festejando-. Después pregunto, mientras en la televisión salen las fotografías del

supuesto jefe Zeta, si ella cree que efectivamente sea él y, para mi sorpresa,

responde molesta: “pues yo digo que sí es”.

104

La construcción discursiva de las acciones se enfoca en polarizar las

acciones prototípicas de los actores para empoderar a la clase que está

en el poder por medio del heroísmo y el sacrificio, para exacerbar el

odio y rechazo al enemigo explícito (que no se ataca) y al implícito (que

sí se ataca), pero sobre todo para invisibilizar y normalizar los ataques

en contra de la población civil, para justificarlos, para darles una

explicación aparentemente lógica, pero sobre todo para esconder que

estos ataques han sido orquestados o permitidos por el Estado

mexicano. (Salgado, 2012: 125)

Así, mientras unos son héroes, otros son villanos. La imagen del enemigo

establece una base común de valores y de concepciones sociales, “…el sujeto

(…) puede proyectar sobre una causa específica, exterior a él, el miedo que

siente interiormente… “ (Spillman citado en Arreola, 2010: 26); esta imagen

genera primero, “desconfianza: toda iniciativa del enemigo es mala, aunque

parezca razonable”, segundo, “el enemigo es responsable del conflicto y de toda

situación negativa”, tercero, una anticipación negativa, “todo lo que él hace tiende

a destruirnos”, cuarto, una asimilación del mal, “él personifica lo contrario de eso

que nosotros somos y de eso a lo que aspiramos; por eso hay que destruirlo”,

también, un razonamiento que se basa en el principio de suma cero, “lo que

beneficia al enemigo, tiende a destruirnos y viceversa”, así mismo un proceso de

desindividualización, “todo miembro de un grupo dado, es automáticamente

nuestro enemigo”, finalmente la imagen del enemigo genera un rechazo de toda

empatía: “nosotros no tenemos nada en común con el enemigo, y es peligroso e

irracional alimentar sentimientos humanos hacia él y aplicarle criterios éticos.”

(Eliade citado en Arreola, 2010: 26)

Sin embargo, a pesar de que en ocasiones la estrategia discursiva logra

exitosamente polarizar a la sociedad en los “dos bandos” en muchas ocasiones

estos mecanismos chocan con un escenario más complejo que problematiza la

situación. Y esto se debe a que la gente como decía Baró arriba, no aísla el

conocimiento de la experiencia todo el tiempo. Como muestra Josué, un

comerciante local y padre de familia:

105

No sabes, la verdad, por dónde te van a llegar “los malos”. Si por la parte

“buena”, que es la gente que se supone que te debe de proteger: la

seguridad, los policías, los militares, los tránsitos; o por la parte “mala” –que

uno le llamaría así, ¿vea?-. Entonces hay gente que prefiere quedarse en sus

casas. Ver televisión. Los niños: videojuegos. Ya no se distraen. Ya nada

más se envician.

Irma reafirma esta percepción:

…ya no te sabes decir quiénes son los buenos y quiénes son los malos.

Porque en realidad de repente tú dices que son “los buenos”, y pus no, te

llevas una sorpresa –porque si nos ha tocado ver- que pensamos que son

“los buenos” y resulta que no.

De que sí hay mucha violencia… de que quien quiere ganar aquí el lugar de

la plaza. Sí la hay. Pero ya ves que de repente la corrupción es tal de que, se

ponen de acuerdo, que “los malos” según se ganan a “los buenos” y que los

buenos están con “los malos”…

Así, también hay muchas personas que relacionan a las policías con “los

malosos”, e incluso en ocasiones dicen que son los mismos y “por eso aunque ahí

esté la patrulla no hace nada si ve un crimen.” También existe la idea de que los

convoyes o camionetas de soldados no transportan soldados sino “malosos”

disfrazados. “También es habitual que los delincuentes usen uniformes y equipos

de las corporaciones policiales o que los policías apoyen a los narcos en

diferentes acciones ilegales, todo lo cual entrelaza y confunde el mundo del narco

con el policial”, refuerza Anabel Hernández. (Hernández, 2010: 520, 521).

Gris

Los malos, yo creo que son el gobierno. Y sigo insistiendo que el gobierno es

el malo aquí. Porque si hubiera más empleo, creo que la gente no tendría la

necesidad de andar matando por dinero. Los “malos”… lastimados desde

niños (resentimiento social). Desesperados (gente que no sería mala si en

nuestro país no todo estuviera en manos de unos cuantos).

Concluye Pepe.

106

En una pequeña fiesta entre compañeros y compañeras de trabajo que laboran en

un supermercado, una chica cuenta un chiste en el que el clasismo y el interés

monetario hacen mella:

-¡papá, papá!, mi novio es un narco…

-¿¿¿un qué???” exclama el padre exaltado.

-un narco…, ten, te regala un Ferrari…

-¡ah ya!… yo entendí “un naco”.

Después de una breve carcajada colectiva, un joven que trabaja en el

departamento de carnes, padre de una niña de 4 años, ya con alcohol encima,

comienza a hablarme tras descubrir que provengo del DF, lo primero que hizo

cuando nos presentaron fue mostrarnos sus botas caras y mostrarnos una gran

cantidad de contactos en el WhatsUp de su costoso celular: “¡ey! No pues yo

conozco Mante, Soto la Marina, Matamoros… viajo mucho porque me voy a

cobrar en los bares por la música que ponen”, “¿Cómo?”, pregunto, “sí, es que

tienen que pagar derecho ellos, si tienen una rocola hay que cobrarles… y

quienes venden piratería... ora sí que como dicen… “o copelas o cuello””, y ríe

para callar repentinamente como dándose cuenta de algo, y baja la voz para

decir: “¡como “los malosos” no eh! Porque lo que yo hago es legal… todo es

legal… por eso se les lleva el artículo…”

Aunque cuando le pregunto de qué artículo se trata no sabe cuál es ni como se

llama ni a qué ley pertenece: “…viene en internet, se llama mmm… ¿Ac..? ¿M…?

tenía una tarjeta pero la perdí… Cobrando por tocar... a los artistas… a ellos sí…

yo les cobraba pero luego vi que estaba mal y me fui, me salí… es que trabajaba

para una comandante de la policía pero ya no. Ellos si eran “malosos”.” Dijo que

también cobra por los derechos de los músicos: “por decir… si tienen sus bocinas

y las ponen en la calle también se les cobra…”

Este joven me asusta un poco. Él vive con sus suegros del otro lado del río

Pánuco, en una colonia conocida por su miseria. Su familia es pobre y él es

107

pobre. Sus botas y su celular contradicen su probable condición. Una amiga me

dijo después que también trabajaba en el supermercado porque “esa gente

disimula”. Claramente, los alrededor de dos mil pesos mensuales que recibe por

sus 8 horas de trabajo, 6 días a la semana, no son suficientes para sostener a su

familia por lo que en sus horas y días libres bien podríamos creer que se ocupa

en un segundo trabajo “flexible”.

Los reclutan con espejitos, con sueldos desde mil pesos a la semana, armas,

vehículos, radios, la libertad de manejarse como quieran. Algunos nos dicen

que fue el único trabajo que encontraron porque en donde viven “no hay”.

Todos comparten historias similares. Aquí no hay distinción entre víctimas y

verdugos; la falsa separación que hace que el gobierno federal entre buenos

y malos. Todos forman parte de una misma comunidad de dolientes y

comparten la tristeza por sus muertos.

En México se está exterminando entre sí una generación de hombres de

entre 19 y 29 años. El muerto y el asesino tienen las mismas características

(hombre, pobre, joven) y el mismo sello de fábrica. Si los jóvenes que

asesinan a sus congéneres llenaran una encuesta o atendieran una

entrevista, como la que el centro de atención comunitario Casa Promoción

Juvenil hizo a 30 líderes de pandillas de la ruda zona poniente de la ciudad

(en Juárez), mostrarían una ruta de vida compartida y respuestas similares a

estas: “Mi papá nos abandonó”, “Nos venimos de Zacatecas, de Durango o

del rancho”, “Éramos varios hermanos”, “Mi mamá se metió a trabajar a la

maquila”, “pasábamos el día en la calle”, “Mi mamá se juntó con otro señor”,

“El señor le pegaba”, “No me gustaba la casa”, “A veces no iba a la escuela”,

“Me corrieron de clases por vago”, “no había dinero para que siguiera

estudiando”, “Me empecé a juntar con los de la pandilla”, “Nos metimos en

broncas”, “La policía nos molestaba”, “Empezamos a robar…” (Turati, 2010:

60 y 108).

Y sí, por una parte Ernesto, que sueña con ser marino, viene de un pueblo

huasteco en el que “no hay trabajo”; por otra parte “el Ferrari”, un ex sicario, se

salió de su casa originalmente porque “no le gustaba estar ahí” después de que

su mamá se volvió a juntar.

108

Elsa Blair, en uno de sus artículos lanza una gran interrogante: ¿Cuáles son esas

formas de representación de los diferentes actores que no encuentran otro

camino que la violencia? (Blair 1995) En la “guerra contra el narco” podemos

encontrar a personas como “el Ferrari”, que fueron atrapadas en un conflicto

espiral. Él se encontró de pronto y sin sospecharlo en medio de una red de

relaciones que le obligaban a comportarse de una manera específicamente

violenta a riesgo de su propia vida, y a pesar de que en teoría escapó de ella, él

sigue compartiendo los mismos valores culturales que le fueron impuestos desde

el capitalismo criminal.

Al momento del trabajo de campo “el Ferrari” trabajaba en una tienda de 24 horas,

el resto del tiempo lo pasaba en compañía de su amigo Ernesto. Fernando no

vivía una doble vida, con su secundaria terminada y a sus 20 años luchaba con

todas sus fuerzas por vivir en paz… Aquí nos narra una parte de su historia38:

…Ya ahí sin hacer nada ya estaba yo hasta adentro. Estando hasta adentro

ya con ellos, estando conviviendo ya con ellos ya estaba yo con los pies ora

sí que con ellos.

Me afectó bastante porque cambió mi forma de estilo de vida y mi forma de

ser… tan sólo me reflejo con mi novia porque con ella no soy cariñoso porque

ahí me hicieron a ser frío; otra cosa: mi estado mental cambió. Ora sí que tú

ves un muerto y ya no sientes nada como la primera vez. Como la primera

vez… sentí bien gacho, lloré, tuve ganas de vomitar. Pero ya la segunda,

tercera ya no, ya al contrario lo hacía yo por coraje. No sé. Lo hacía yo por

coraje nomás, se me venía el puro coraje.

Yo ni en cuenta de que ya estaba yo con ellos, con “los malos”. Ya hasta que

me ofrecieron un kilo de marihuana “véndela” me dijeron. Y ahí namás estás

para obedecer. Ahí ora sí que hay namás dos caminos: la cárcel o la muerte.

No puedes preguntar… si el color es verde le tienes que decir que es rojo

para ellos. Sí. Y te tratan bien feo… Como esclavo, ahí nomás llegas a

38

La entrevista está editada por motivos de inteligibilidad sin que por ello pierda su forma o contenido.

109

obedecer. Ahí no tienes derechos de nada. Hay algunos que entran por

gusto, hay algunos que por necesidad… Es igual. Se atienen.

Todos los que entran se empiezan a comprar cuanta cosa. Se visten con

pantalones a media nalga, playeras aguadas. Ahí depende de cada persona.

Se empiezan a comprar cosas llamativas. Que por eso hay muy pocos que

duran ahí, por ser llamativos. Yo nunca fui de comprarme un reloj de oro o

una cadena de oro. No era para que lo hiciera yo igual. Porque yo me di

cuenta después de que no era nada bueno ser llamativo. Se te queda viendo

toda la gente.

(Entran) más chavitos que yo, lo malo es que empiezan a meterse coca.

Todo lo que venden ellos. Hay algunos que se meten coca para que estén

bien activos y para que hagan las cosas sin pensar. Y es cuando ya es

arrepienten ya cuando ya se les pasó el efecto. Sí hay arrepentimiento. Toda

persona tiene arrepentimiento. Pues tienen corazón. A lo mejor dicen que no

pero por dentro pus sí hay arrepentimiento. Quedan traumados.

…nunca he visto que regresen a su casa… no he visto porque pus si saben

algo de tu familia y haces algo mal se van contra ellos. Ahí cortas todas tus

relaciones. Cuando yo me salí de mi casa nadie sabía, nadien. [Sic] Hasta

que yo hablé por teléfono. También salí en la tele [cuando fue reportado

como desaparecido]. Nadie (se enteró de mi familia), la gente (en “el jale”)

hacía lo mismo… cortan todo, todas las amistades, tu familia. Me daba

miedo. Noche y día, noche y día. Algunos se duermen con la pistola en la

almohada. No puedes vivir tranquilamente.

Yo sí quería yo salirme39, y nos salimos pero –ya lo habíamos planeado

desde seis meses antes- pero ya luego otro bato se arrepintió: “No mames

no, ya estoy bien, mejor hay que quedarnos aquí…” con sus familias, cada

quién allá (en el DF) y le digo “no, pues no ya nomás vamos un mes y nos

regresamos y ya”, “nos vamos y nos regresamos.” …ya no nos íbamos a

venir. Bueno el chiste que uno estuvo insiste e insiste en que nos viniéramos.

39

Fernando se salió de su casa en el Distrito Federal a los 16 y migró hacia el norte del país con otros tres amigos, 2 de los cuales también dejaron a sus familias.

110

Y le hicimos caso a él. Ya estando cerca dijo: “no pues vámonos para tal

lado” y pues nos fuimos para ese lado. Tenía yo seis meses de conocerlo.

Cuando llegaron a Tamaulipas después de pasar unas semanas en Tampico se

fueron a la frontera chica y ahí su reciente amigo les presentó a “su tío” quien

posteriormente los introdujo “al jale” obligándolos, en un inicio, a vender

marihuana y otras drogas.

Vendíamos en congales. O a veces te hablaban por teléfono, ora sí que ya

eran conocidos de ellos, te mandaban a hablar y ya ibas. Yo sí tomaba pero

ora sí que muy distante. Nunca agarraba yo el pedo. Por eso es que me

escapé, un día ellos agarraron el pedo [bebieron y se drogaron hasta quedar

inconscientes] y yo ahí es cuando dije: “hoy es mi oportunidad aquí,

vámonos…” Nos escapamos en la noche. Yo planeé porque me iba a salir yo

solo. (Pero al final escapó con otro de sus amigos del DF) Ora sí que me iba

a escapar yo de ellos. Ahí podías hacer cualquier cosa (un error) y te iban a

matar.

Yo tenía yo dinero… como sobrevivir. Es más yo nunca me robé nada de

“aquellos”, yo se los dejé ahí, todo. Es más, yo me salí sin un peso. Les dejé

todo. Ora sí que yo me salí con mi dinero.

Primero llegué yo a Nuevo León, y de allá ya me vine para la Huasteca.

Porque nos seguían persiguiendo. Porque andaban investigando. Porque yo

traía un celular donde llegaban mensajes de los demás –es que ahí se

hablaban por códigos- y ahí sabías. Y tenía yo miedo en cada retén que

paraba el autobús me fueran a agarrar… los soldados no sé… ora sí que iba

yo en el camino con el Jesús en la boca… Me tocó pasar tres retenes de

soldados, de Federales. Ahí estaban junto (a) los soldados. Hay videos ahí

en Youtube donde conviven con ellos (Federales y “malosos”). Y sí, la misma

policía: la misma gente. Pasaba yo sin ninguna identificación. Nada. No

llevaba credencial ni de estudiante. Ora sí que agarré el autobús y me

invoqué a Dios y… mucho a Dios y… gracias a Dios sigo aquí.

111

Ya no sé nada de él, no sé si siga vivo o muerto (el amigo con el que huyó) Él

era el más grande de todos. Ha de tener como 25 o 26. Al que mataron sí era

de mi misma edad. (El tercer amigo defeño, evento que le provocó huir)

A penas (después) de cinco años voy a ver a mi familia. No duré mucho…

nomás que pasó la muerte de mi amigo, de que lo mataron. Es que ora sí

que él no quiso obedecer una cosa… y lo mataron…

A veces sí tengo miedo de estar aquí, puede ser de que ande alguien aquí,

me conozca alguien, no sé… vaya yo caminando por la calle y pues sí, tengo

miedo. El miedo ora sí que todas las mañanas salgo con la bendición de

Dios de que no me encuentre nadie de ellos. Encontrándome a alguno de

ellos ora sí que ahí quedó….

Tá´ bien feo (el “jale”). Ora sí que sin saber nos llevó con engaños. Conocí a

bastante gente (en esa situación). Casi no se lo cuento a nadie. No.

La mano de Fernando, su dedo tiene una cicatriz.

Al final de la entrevista me muestra su mano: “Es la única huella que me dejaron,

por una pendejada que hice… Con una puerta metálica de baño.”

“No sé por qué no ahorré, o en qué me lo gasté. Eso sí. Me gustaba comer.

Gastaba hasta 3 mil de comida en un solo día. Ganaba más de 10 mil a la

semana y si obedeces puedes subir, pero sí me tocó matar… siempre mañosos.”

112

Termina, justificándose. “Es que a mí me entrenaron para matar (…) ex-

marinos40…”

Una noche mientras bebíamos cerveza en una terraza escuchando corridos y al

Cártel de Santa, Fernando me enseñó “su Feis”; en él se mostraban fotografías

de “trocas”, de un Ferrari, y entre otras que proyectaban una cultura de la

violencia, una de un tipo armado con la carátula de su apodo. El tipo era él, con

pasamontañas, chamarra negra y un rifle. Fernando había escapado de lo que él

consideraba una pesadilla y sin embargo esa imagen de sí mismo lo llenaba de

orgullo. Ese hombre intimidante era “alguien”. Sin embargo la imagen mostraba

un combatiente, por lo que ese “alguien” solo podía ser en la medida en la que se

enfrentara a “alguien” más.

Las partes tienen, cada una con relación a la otra, el sentimiento de ser

forzados a jugar ciertos roles a los cuales no pueden sustraerse. Pasa,

frecuentemente, que un grupo se sienta -mediante esta identificación

proyectiva- empujado a adoptar inconscientemente un comportamiento

dado… (Blair, 1995)

En el caso de Fernando ese “alguien” no era necesariamente las FA, sino

simplemente otros “mañosos”, como él mismo lo indicó. Para él, el que fueran

“mañosos” justificaba la confrontación, sin advertir, aparentemente, que él

también formaba parte de ese “bando” o conjunto de actores sociales.

Lo que es preciso tener en cuenta es que la construcción de actores

políticos pasa por el dominio de una lógica política sobre una lógica de

guerra, donde la vida del sujeto, su razón de ser, depende de la muerte del

otro y todas las relaciones sociales quedan reducidas a la lógica amigo-

enemigo.

Las razones verdaderas del conflicto no son ahora claras y pierden su

importancia mientras que la atención y el interés se centran sobre las

40

Se han realizado acusaciones directas al gobierno mexicano de entrenar sicarios de élite, “entrenados para matar". Colombia y Estados Unidos se encuentran entre algunos lugares donde se realizaron algunos de los adiestramientos. (Luengas, Entre Noticias)

113

características generales del adversario que son designadas cada vez más

y, frecuentemente, con la ayuda de estereotipos colectivos para

despreciarlo. (Blair, 1995)

Para Blair, las percepciones como la de Fernando inciden profundamente en la

intensificación de los conflictos, mediante las proyecciones asignadas al “otro”:

"roles que corresponden exactamente a la imagen proyectada por el adversario"

(ídem). Y el adversario, el enemigo, para él -y para la opinión pública-, no podía

ser más que un “maloso” o “mañoso”.

La percepción de la parte adversa se fija sosteniendo los contornos rígidos de

la imagen del enemigo. (…) El enemigo es rebajado al rango de cosa y

completamente deshumanizado. No hay pues ni relaciones, ni sentimientos

de comunidad; las normas éticas no se aplican más y no hay más escrúpulos

(...). Sin embargo las mismas personas son capaces de funcionar al interior de

su grupo como si fueran perfectamente racionales y normales… en espacios

sociabilizados por y para la guerra. (ídem)

Ernesto, en competencia con Fernando, muestra su propia página de Facebook

posteriormente. Algunas fotografías donde sale armado o con pasamontañas en

medio de una reunión con sus amigos saltan a la vista. “¿Tiene balas la pistola?”

pregunto, “Sí”, dice, “es mía”.

También hay otras fotos. Como la de un escuadrón de “defensa” en

pasamontañas de calavera armado hasta los dientes. Pregunto si son marinos –

ya han expuesto muchas fotos de marinos en el recorrido- “no”, contesta, y

después de un silencio incómodo paso la foto y me burlo de la siguiente que tiene

alguna broma. Otra foto más. “¿Esos sí son marinos?” Vuelvo a preguntar. “No”

me dice.

Ernesto tiene “la puerta abierta” para “entrarle al jale”, pero no lo ha hecho: “Es

una moda meterse al jale, -dice-, es la imagen de las armas. El dinero, las viejas.

Cuando pisteas con “ellos” nunca te piden (dinero) no, nunca andan pidiendo…

114

tengo varios amigos ahí, de 22, 23 años, son de diferentes edades. Sólo tengo un

amigo que sí es sicario. Los demás venden o son halcones.”

“…allá no hay trabajo.” –“aquí tampoco”, le digo- “pues no, pero allá está muy

fuerte la delincuencia organizada. No te voy a decir que soy súper popular pero es

que allá los “malos” quieren que me les una… -“¿y por qué no te obligan?“,

pregunto, “Porque son mis amigos. Los conozco desde la secundaria.” “¿y por

qué no te les unes?”, “porque allá está mi familia… y mis tíos, mis primos… Si

tuviera esa oportunidad acá a lo mejor sí. El riesgo sería solo para mí. Allá no. Y a

“ellos” no les importa tu familia.

Debido a su círculo social, los vecinos Ernesto, en su pueblo, “molestaban” a su

familia; lo señalaban al andar, “pensaban que uno andaba ahí en malos pasos.

Decían que a lo mejor también yo podía andar ahí. Porque tengo amigos que son

de dinero que traían camionetas buenas, carros buenos. Y yo llegaba en ellos. Y

ya por eso pensaban que yo (andaba en eso). Pero créeme que de la gente

nunca he comido, a mí me valía. Mi mamá sí es la que me decía, “¡ey Ernesto!”.

Pero nunca me ha importado eso. Ya saben que yo soy de pocas pulgas. Y que

les iba a responder mal. Aunque fuera su vecino desde hace tiempo. A ella es a la

que le decían. Que si yo andaba en malos pasos y “que no sé qué”, y “que porqué

iban carros lujosos por mí...” Pero mi mamá siempre supo que eran amigos. Que

eran personas decentes.”

Ernesto gana 2, 400 pesos al mes trabajando en una tienda de telas mientras

decide si se enlista en la Armada o en la Nueva Policía de Monterrey. Un día me

encuentro con un soldado verde de plástico en miniatura que está en su mesa

junto a una rosa; cuando pregunto, “¿y esto qué?”, él me dice “soy yo”.

115

Otro día mientras me platica de su indecisión sobre a qué instancia enrolarse, me

dice “Mira ¿ya viste la página? Te la voy a enseñar… trae la computadora y la

dirección ya está registrada en la barra de navegación: La Policía Civil de Nuevo

León. “Estos son los videos“, y me muestra propaganda de la policía militarizada.

Después cuando sale una foto de un policía armado y cubierto del rostro con un

uniforme color arena me pregunta “¿Se ve bien chingón no?”

Cuando le pregunto por qué se quiere hacer marino en vez de estudiar para otra

cosa –le gusta la gastronomía y es buen cocinero- me responde: “El estudio no

es lo mío… a mí lo que me gustan son las armas. No por lo que hacen sino por

cómo se ven. Yo quiero ser marino, o de la Federal en el DF, o si no de la Policía

Cívica de Monterrey, en esa dicen que entras directo… les hicieron pruebas de

confianza a los que estaban, también el antidoping, luego corrieron a madres y

dejaron muy pocos“, “¿Y a dónde se fueron?” Pregunto. “¿A dónde crees?” Me

responde, refiriéndose a “la maña”. Por otra parte me asegura que tanto los

marinos como los soldados… “aceptan al que llegue. Sólo necesito que me

liberen la cartilla.” Ernesto tiene ansias por integrarse a un grupo armado, al que

sea, eso es lo de menos. Pécaut lo explica de este modo:

Para los jóvenes que se adhieren a las organizaciones armadas…afiliándose

a estas organizaciones los jóvenes ambicionan alcanzar un estatus que no

podrían esperar en su vida ordinaria. El “prestigio del uniforme” o el de las

armas se toma en cuenta, pero principalmente cuenta el beneficio de estar

insertado en una organización y en un sistema de autoridad. Es posible que

116

la carencia o la ausencia de la autoridad paterna contribuya a la búsqueda de

los jefes, grandes o pequeños. En vez de “decir es hacer”, prevalece el

“hacer es decir” y el hacer se justifica por sí solo, sin necesidad de una

argumentación elaborada. (Pécaut, 1999:29 y 30)

“¿Y cómo le vas a hacer si eres marino y te toca pelear contra tus amigos que son

“malosos”? “, cuestiono, “Existe un 3% de posibilidad…”, responde como si ya lo

hubiera medido... “No creo…”, “¿y si sí?”, “No lo había pensado, bueno sí pero de

coto nada más… ahí pisteando con ellos… ya sabes: “¡cuando sea marino te voy

a venir a chingar!” me dijo narrando las amenazas que bromeando le hacía a sus

amigos que entre risas respondían que ellos le matarían primero. Ernesto no

relaciona a sus amigos con “los malos” que enfrentaría en caso de entrar en

combate algún día. Para él, lo que importa es la imagen que proyectaría hacia la

sociedad en su conjunto, otro “alguien” con fuerza y poder.

…los estereotipos terminan siendo un mecanismo de cohesión que

contribuye a reforzar las identidades y pertenencias de los militares… en

condiciones de terror, el individuo tiende a hacer referencia de manera

simultánea a normas y valores contradictorios a los cuales estaría expuesto

sin poder decidirse por ninguno…. Lo que quiero formular es la imagen de un

individuo fundamentalmente escindido. Recordando que en ciertos casos, la

participación en la violencia puede ser también una forma de construcción de

sí mismo. (Ídem: 28)

Finalmente, este simpático joven, hijo, hermano, amigo, confiesa: “Quiero ser

marino…. es que quiero matar a alguien”. Turati dice que estos jóvenes quieren

matar para dialogar con la realidad, como una manera de ser en el mundo.

“Ejercer la crueldad para confirmar la propia existencia, para labrar la identidad y

ser aceptado por el colectivo. Matar es su lenguaje y da poder.” (Op. Cit.: 37)

117

Ernesto jugando con sus amigos.

Breves conclusiones

Por una parte, gracias a que la imagen del “enemigo” está completamente

amañada y es parcial, se termina criminalizando la pobreza: las cárceles están

llenas de pobres, las personas desaparecidas y los muertos también son pobres.

Los pobres son mercancías desechables “refuncionalizados para proporcionar

ganancias a los mercados –legales o ilegales-“, aislados y sujetos a “todas las

formas de vaciamiento social, político y subjetivo” (Calveiro, 2012: 238, 239 y

347). A nivel global:

La creciente preocupación por la seguridad se resuelve por esta transferencia

y a través de la creación de dos escenarios de representación bélica: la

guerra contra los enemigos externos (guerra antiterrorista principalmente) y la

guerra contra el crimen. La primera facilita la intervención militar y la segunda

118

justifica la represión interna; las dos se utilizan para ampliar las atribuciones

del Estado mediante figuras de excepción y restringir las garantías.

Asimismo, son actividades de alta rentabilidad económica, que conectan los

servicios de inteligencia militar o policial, la política y los negocios. Ambas se

orientan a la diferenciación entre quienes “merecen” o no la vida y de qué tipo

de vida pueden ser merecedores.

El “terrorista” y el “criminal” son construcciones paradigmáticas para

presentar a los exceptuados del derecho. Esas categorías incluyen a una

serie de sujetos políticos y sociales muy distintos, que en ambos casos se

definen de manera vaga e imprecisa. Esto permite que aquellas categorías

resulten útiles para incluir en ellas, y en las sanciones correspondientes, a

toda clase de disidentes del proceso de reorganización en curso. (Ídem.: 308-

310)

Y por otra parte, mientras la violencia permea el tejido social y el terror avanza,

con “el objetivo (de) lisiar la voluntad política por medio de lisiar toda voluntad,

todo sentido” (Op. Cit.:132), los derechos van reduciéndose; la oposición política

se criminaliza; se mercantiliza y criminaliza a la gente pobre, que somos en sí

mayoría; las FA van unificando fuerzas y organizándose mientras su presencia

en las calles aumenta bajo la justificación de combatir al “enemigo” y en suma, las

libertades van restringiéndose.

Sin embargo, como reflexiona Nordstrom, “si la gente es definida por el mundo en

el que habita, y el mundo es culturalmente construido por las personas que se

consideran parte de él, las personas… entonces, controlan la producción de la

realidad y el lugar que ocupan en ella.” (Ídem.:137) Así, las resistencias también

van extendiéndose.

119

IV. Dominación, libertad y resistencia

Como se ha intentado demostrar en este trabajo, no ha sido ninguna coincidencia

que una guerra militarizadora se haya extendido a lo largo y ancho del país justo

en el momento en el que grandes paquetes de reformas insertas en medio de un

proceso de reestructuración global lanzan sus colmillos sobre la población

mexicana. Incluso de forma sínica se han mostrado nexos entre unos y otros

mundos, como se puede leer en la revista Forbes que muestra a Carlos Slim y al

“Chapo Guzmán” como los más grandes beneficiarios de la reforma petrolera

(Estévez, Dolia, cit. en Aristegui).

Ahora, un nuevo Código Federal de Procedimientos y un nuevo Código Penal

Federal respaldan la “legalidad” del gobierno que va aumentando su escalada

represiva en el contexto de la guerra, dando la pauta para poder afirmar que

avanzamos rápidamente hacia un Estado terrorista ya casi consolidado. (La

Jornada, 24 de septiembre, 2011)

En Tampico aún no están claras las últimas particularidades neoliberales que,

además de los energéticos, han convertido la región en una de las más violentas

y militarizadas del país. Sin embargo es cuestión de tiempo que salga a la luz,

como ocurrió en el Valle de Juárez: “hoy vemos la implementación de

megaproyectos que benefician a sectores empresariales que apoyaron la

estrategia de guerra, como Carlos Slim.” (Cassani, Desinformemonos, agosto 12,

2010) Aunque hay algunas cosas claras, como nos comparte un activista de la

ciudad de Tampico:

Si tú ves Tampico por aire ves que es una zona privilegiada, con un gran

sistema lagunario. Salida al mar, callos… lagunas intermedias… No les

queda más que el despojo. Tenían proyectos totales para esa zona. […] Que

cambiaron por problemas entre ellos… Y esa gente ligada a esas cuestiones.

El grupo este, -en contra de estos proyectos- siempre amenazado, es

levantado ahí. Y (cerca de la Laguna del Carpintero) en el canal tiraron el

cadáver de Ausencio. [Ausencio fue uno de los principales organizadores de

120

la Marcha por la Paz realizada en el 2010 en Tampico, en la que se estima

participaron más de 10 mil personas].

Comenta también que se realizaron diversas marchas en defensa de la Laguna

del Carpintero, sin lograr evitar que destruyeran la zona ecológica, “destruyeron el

mangle… la alcaldesa Paz se la entrega a los judíos…, que son empresarios de

Tampico, que mucho tiempo son y han sido los empresarios que nadie puede

traer un capital aquí sin dejarles algo… que son los Freishman y los Brockman.

Que viven en Texas. Son el famoso Grupo Tampico.”

El activista afirma que la guerra ha servido para legitimar el gobierno de Felipe

Calderón y luego completa la reflexión cuando cuestiono la lógica gubernamental,

¿para qué legitimar un gobierno al que no le importa abusar con descaro?: “La

legitimación del poder es para eso, para abusar del poder”, me dice.

Otro día, en una conversación con Dionisio, el historiador, pienso en la ausencia

de límites en los negocios de la guerra: “¿Pero qué es lo que quieren? (la clase

empresarial) Si ya tienen todo lo que pueden comprar, tienen tanto que no

alcanza a contarse materialmente”. “Es simplemente dominar, eso es lo que

quieren, están enfermos de poder, buscan el dominio, buscan sentirse

emperadores.” Agrega.

Eso tiene sentido se observa que durante las entrevistas y el tiempo en campo,

como se pudo leer en muchos de los testimonios expuestos anteriormente, en la

ZMT, como en muchas otras regiones de México, es la libertad la que está en

juego, siendo la cualidad humana que se ha visto más afectada con la guerra

pues parece ser el objetivo principal del miedo.

La libertad y la resistencia creativa

La(s) libertad(es) entran en restricción, o aún peor, en una “auto-restricción”

“impuesta por el concepto de inseguridad que al mismo tiempo criminaliza la

pobreza, la protesta, etc…” (Calveiro, 2012:170)

121

Varias organizaciones defensoras de los derechos humanos señalan que las

autoridades confunden a la gente generando incertidumbre al, recurrentemente,

realizar amalgamas entre “líderes sociales” y delincuentes, matando dos pájaros

de un tiro: fabrican culpables en el marco de la lucha contra la delincuencia y

silencian las protestas sociales”. Desacreditando a las personas que ejercen su

libertad de expresión, asociación y manifestación, acusándolas de pertenecer a la

“delincuencia organizada”. (ACAT-France, et. al., junio 2012: 27)

Pero como se mostró en las historias anteriores, Nordstrom acierta en sostener

que la violencia debe concebirse “como una dimensión de la vida en vez de verla

como el dominio de la muerte…” Ella usa esta afirmación para ampliar la

conceptualización de la violencia, pues indica que tomando esto en cuenta es

posible “notar que lo que está en juego no es simplemente la destrucción sino

también la reconstrucción, no sólo la muerte sino también la supervivencia.”

(Nordstrom y Robben, 1995)

“El significado centrado” que desarrolla James Scott (1985) en su aproximación

cultural en el estudio del conflicto refuerza el punto, se trata de “un análisis

cultural de las relaciones de clase y de los conflictos”, con el que encuentra que

se refiere a los actos cotidianos de una resistencia a pequeña escala como

“pequeñas armas disparadas en la lucha de clases”. Él sostiene que

La lucha entre ricos y pobres… no es meramente una lucha por el trabajo,

los derechos de propiedad, los granos y el efectivo. Es también una lucha

por la apropiación de símbolos, una lucha por cómo el pasado y el presente

deben ser entendidos y recordados, una lucha por identificar causas y

culpas, un esfuerzo continuo por darle significado propio a la historia local.

(Scott citado en Nordstrom y Martin, 1992: 26)

Es el significado de la libertad misma es lo que está en disputa: su trascendencia

como concepto fundamental de la existencia humana. Y es la cotidianidad la

dimensión donde se define esta disputa; Yadira nos comparte:

122

La gente tiene miedo pero a la vez se ha fortalecido porque, pues tiene que

seguir adelante. Siento que necesita comer, necesita vivir. Necesita irse a su

trabajo día a día. Precisamente eso es lo que ha hecho que siga adelante el

estado (de Tamaulipas) y sobre todo el municipio de Tampico. Por la

necesidad del día a día.

Pero como observamos en el tercer capítulo, ese día a día se resignifica y se

sobrevive no sin dificultades. Sin embargo, Nordstrom nos indica de forma

acertada que si bien el terror de la guerra se esfuerza por destruir el significado y

el sentido, la gente se esfuerza por crearlo. No importa cómo la fuerza bruta sea

aplicada para subyugar a la gente, los comportamientos a nivel local se levantan

para subvertir el yugo que la violencia ejerce sobre la población.

Se trata, por supuesto, de un proceso muy disputado. La situación a nivel local

es compleja y contradictoria. Hay personas trabajando dentro de las esferas

políticas, militares y económicas que buscan beneficiarse de las fracturas

causadas por la guerra. Otros trabajan igualmente duro para resolver las

desigualdades, injusticias y abusos causados por la guerra y por aquellos que

explotan la violencia para su propia ganancia. (Nordstrom y Robben, 1995:

143)

Desde Tampico, mucha gente, a partir de sus experiencias mantiene la dignidad y

la esperanza de un mejor futuro. Un maestro jubilado, de más de 50 años, casado

y con hijos, considera que la educación es la vía para resolver los problemas de

violencia mientras se sostiene de su dignidad para no sucumbir ante la situación:

“si me van a matar; no me van a tener de rodillas.” Él recupera su vida, y la

libertad de decidir cómo vivirla al enfrentar su miedo tan sólo con la actitud. Él

ejerce su libertad, como puede.

La libertad no es algo que se otorga, es una capacidad que tiene el ser humano

para su propia realización, respetando la libertad de otras personas, defendiendo

la igualdad, la justicia; actuando solidariamente, apoyándose mutuamente,

123

siempre conociendo y reconociendo al mundo, construyéndolo y

reconstruyéndolo. Y ésta, no puede ser jamás, completamente oprimida.

“…Te digo que un día el pueblo, en cualquier momento se va a echar en contra y

pus no… nomás están fastidiando de todo lo que está pasando. Lo bueno de mí

es que al menos me metí en el lugar bueno. En el lugar que yo correspondía.

Dónde mi familia me enseñó a ser honesto. Jamás me voltearía contra mi pueblo.

Yo sería yo creo que Iturbide o algo así…“ Me dice Ernesto con un destello de

idealismo cuando le pregunto qué haría si lograse entrar a la Marina y el gobierno

lo manda a reprimir al pueblo. Para él, Iturbide es una referencia de un heroísmo

nacionalista que relaciona con la lucha por la libertad humana; para él, el pueblo

es hermoso y debe protegerse. Nadie está exento de contradicciones, y por ello

no todo está perdido.

Muestras de solidaridad se prenden como luces entre tinieblas por todas partes, y

debe recordarse que la naturaleza del conflicto es dual “puesto que a pesar de

constituirse a partir de una fuerza destructiva o deconstructiva el mismo genera a

la vez creación y construcción.” (Sluka en Nordstrom y Martin, 1992: 28)

Así, la resistencia puede ser codificada en una amplia gama de “prácticas

culturales que son significativas en virtud de su oposición a la cultura dominante.”

(Ídem.: 7) Y en este caso, estos actos solidarios saltan a la vista. Ernesto ilustra:

Ahorita lo que está allá [en su pueblo de origen] es un niño que mataron.

Pero a este niño lo mató un policía. Y a este niño… pus ahorita el gobierno…

ayudó a las personas a no quitar los carteles porque en Facebook había

mucho apoyo. Habían puesto una manta de que agarraran al culpable y la

quitaron. Y luego pusieron varias diciendo que “gracias a Facebook” por

haber ayudado para que hubieran puesto más mantas. Para que se hiciera

justicia del niño. Si le ayudaron a la familia, pero ahí ya tienen meses. Quién

sabe…

También se sabe que tras vivir varias “situaciones” y de por ejemplo, encontrarse

con los escuadrones de la muerte, la gente se acostumbró a llamar y avisar a sus

124

familiares sobre las balaceras y la presencia o la ruta de los “escuadrones de la

muerte” o de “los malos” o “malosos”. También suelen ayudarse en otra

diversidad de sentidos, según las posibilidades, como nos comparte Marisol:

Yo fui a la central y hubo ahí un altercado. Yo no sé si lo anunciaría o no. (el

CO) Pero me tocó ver que la gente se avalanchaba de regreso de los

andenes, y regresaba corriendo. Y fue algo muy feo. La verdad yo traté de

protegerme. Yo estudié medicina, y yo lo que hice fue arrastrarme por el

piso y vi una persona desmayada, y yo casualmente yo traía mi botiquín,

entonces yo lo que hice fue atenderla, o sea, tratar de darle primeros

auxilios, ayudarla a recuperarse. Y a los que veía ahí pues tratar de jalarlos

a una protección. Pero pues sí fue un impacto muy grande. Al momento

traté de controlarme… mis emociones y todo, pero ya después se te sale el

susto que aunque no quieras te pones a llorar; te pones frío; sudas. Es una

cosa muy fea, es algo muy, muy feo.

Las tragedias de la violencia pueden ser contrarrestadas por soluciones increíbles

que la misma gente crea (Nordstrom y Robben, 1995:15), y de ese modo es que

las “víctimas” de la violencia, tienen mucho que hacer y decir ante la supuesta

impotencia que les oprime en medio de un virtual Estado de sitio. Es por ello que

hay tanto que criticar del concepto de “víctima” construido pasivamente.

…hay gente que ya tiene mucho tiempo aquí –lo digo por familiares que

viven aquí de años, de toda su vida aquí en Tampico- y esa es la gente que

todavía cree en Tampico, de ayudar a la sociedad, de protegernos unos a

otros, de solidarizarnos. Y esa es la gente que hace que Tampico… hace

las denuncias, no se quedan callados, porque defienden su estado…“

Concluye Yadira.

Nordstrom (1995:5) también precisa que las vidas de aquellos que sufren bajo la

violencia o que son inmersos en la guerra no están definidas exclusivamente en

los términos de la política global, económica, social o militar sino también en las

acciones pequeñas, usualmente creativas, de la cotidianidad.

125

Otro tipo de acciones pequeñas y cotidianas son posibilitadas, como vimos,

gracias a las redes sociales. Los administradores de Valor por Tamaulipas, tras

recibir amenazas muy latentes, respondieron de forma, que en un contexto como

el de su estado, resulta heroica. Publicaron su respuesta a las amenazas:

Creen que todos los ciudadanos nos tenemos que rendir ante ustedes y eso

no es así (…) En nuestro estado son incontables los casos de quienes se han

resistido a ustedes, en la mayoría de los casos los buenos son los que

terminan perdiendo. Pero por lo menos esa gente tiene más dignidad que

aquellos que deciden agachar la cabeza y aceptar la tiranía y el esclavismo a

que nos tienen sometidos. (Proceso, 17 de febrero, 2013: 7)

“Esperanza por Tamaulipas” se limitó a retirar la mayoría de los teléfonos pero

continuó brindando eso, esperanza. Son actos de resistencia, pequeños, locales,

pero que valen, literalmente, vidas.

Elsa Blair considera que lograr construir nuevos espacios de socialización, otras

formas de sociabilidad, que puedan generar otra cultura política y otra sociedad

con referentes socio culturales donde la fuerza, la violencia y la guerra no sean

los mecanismos privilegiados de relación con el otro, sino que sean resignificados

como mejor convenga a la sociedad puede ocurrir únicamente por medio de una

desmilitarización no sólo de los cuerpos sino también, y sobre todo, de las mentes

y los espíritus. (Blair, 1995)

Turati documenta un caso particular en Ciudad Juárez que recuerda

ejemplarmente las acciones creativas de las que habla Nordstrom, ejemplifica

también la “desmilitarización” que propone Blair: mientras continúan las masacres

y aumenta el número de cárceles y la dureza de las penas, Don Rubén

Velázquez, el chofer de un camión que transporta obreros, y padre de familia en

un barrio pobre en la Ciudad,

…fundó la liga de futbol de su barrio cuando se hartó de la sangrienta guerra

que protagonizaban las pandillas del lugar. Ya lo había intentado todo: colocó

126

una puerta de triplay que resistió cachazos y puntapiés vandálicos; en la

desesperación, bardeó su casa, enrejó ventanas y las forró con plástico para

repeler pedradas. Contra los balazos sólo le quedaba rezar y tirarse con los

suyos al piso…. Hasta que tuvo una idea: limpió un terreno cercano, lo

emparejó y despedregó, le pintó una larga raya blanca hasta formar un

rectángulo e instaló unos fierros en cada extremo. Se puso un silbato al

cuello e invitó, casa por casa, a los pandilleros enemigos a que disputaran el

honor en la cancha improvisada. Ellos le tomaron la palabra: La Liga de

Futbol Siglo 21 es un éxito. Mientras la delincuencia en la ciudad rebasa los

límites de lo imposible (en tres años saltó de uno a nueve asesinatos por

día), la colonia Siglo 21 es ahora más segura. (Turati, 2010:126)

Y, aunque el juego “no les llena el estómago”, estos jóvenes sobreviven lejos de

la muerte y han resignificado los códigos de valores que definen quién es quién

en las calles, ya no por medio de la violencia; han cambiado la mutilación de

miembros o la humillación de cadáveres por goles o porras ingeniosas. Han

logrado desmilitarizarse y combatir al terror con tan sólo una pequeña, pero muy

poderosa iniciativa.

En algunos casos estas acciones son espontáneas, en otros casos son

organizadas. A sabiendas de la participación de las autoridades en la violencia, o,

en el mejor de los casos, de la nula respuesta de las mismas, muchas familias se

han unido para denunciar y señalar responsables, pero principalmente, para

buscar a las personas desaparecidas. En ocasiones las familias son

acompañadas por asociaciones defensoras de los derechos humanos y casi

siempre es de este modo que logran documentarse los casos. (ACAT-France, et.

al., junio 2012: 27)

La resistencia en las calles

La resistencia también salió y sigue saliendo a las calles, y en ellas la creatividad

también está presente. Madres y familiares de víctimas de desaparición o

asesinato entre quienes se encuentran las familias de las y los migrantes

127

centroamericanos desaparecidos en México, periodistas y activistas encabezan

las protestas masivas.

Por teléfono me indican que Ausencio Miranda, el hombre de quien me había

hablado el activista, fue el organizador de la Marcha por la Paz en el 2010 que se

realizó en Tampico. Ausencio fue amenazado, desaparecido y luego asesinado.

Después de comentarme estos hechos me dicen: “pero mejor luego platicamos,

aquí los teléfonos están bien pajareados”.

La marcha se realizó bajo la consigna del “¡Ya Basta!” de injusticias, de

inseguridad, de secuestros, de corrupción y del perjuicio en contra de la población

como consecuencia del comportamiento de los tres niveles de gobierno ante los

crímenes ocurridos en la ciudad. Varias de las personas que participaron en la

tesis también participaron en la marcha, y refieren al hecho con orgullo. “sí, yo fui

a esa marcha, tenía que ir”. Entre las pancartas se podían leer peticiones a las

familias de no detener sus actividades, así como también, que no hicieran caso

de los rumores, así como la exigencia de que las clases escolares no fuesen

suspendidas debido a la inseguridad. La marcha también pidió la reactivación de

comercios y del transporte público. “Nuestros hijos necesitan un ejemplo de paz”,

“Los negocios unidos jamás serán vencidos”, “Que tus hijos no falten a las

escuela”, “Mantener la paz es lo básico”, “Luchemos justos por la paz”, “Todos los

tamaulipecos queremos tranquilidad”, (El Universal, 12 de abril, 2010) eran

algunas de las frases que se podían leer en la marcha. En ello se observa la

fuerte intención de la población tampiqueña de continuar con sus vidas, de seguir

adelante a pesar de todos los peligros.

Al mismo tiempo transcurrieron importantes movilizaciones sociales para detener

la guerra a nivel nacional: la caravana “Paso a paso por la paz” donde abundaron

testimonios acerca de los migrantes desaparecidos; en el centro del D.F. hubo

una marcha de más de 200 familiares de desaparecidos y desaparecidas, sobre

todo en Coahuila con la consigna: “¿Dónde están? ¿Dónde están? Nuestros hijos

dónde están?”; comunidades universitarias marcharon en contra de la

militarización en varias ciudades del país; en Ciudad Universitaria, estudiantes

128

encendieron miles de veladoras en rechazo a la violencia. Se realizaron al menos

tres “Caravanas masivas por la paz” que partieron de la iniciativa del Movimiento

por la Paz con Justicia y Dignidad en las que podían escucharse consignas como:

“Asesinos, asesinos, asesinos son ustedes, en la guerra contra el narco las que mueren

son mujeres,

asesinos, asesinos, asesinos y farsantes, en la guerra contra el narco los muertos son

estudiantes,

asesinos, asesinos, asesinos y culeros, en la guerra contra el narco los que mueren son

obreros,

asesinos, asesinos, asesinos ahora y antes, en la guerra contra el narco los que mueren

son migrantes.”

O “Más música, menos balas.” (en Acapulco) o “La ley de seguridad impone la

dictadura, permite el espionaje, el secuestro y la tortura. “ (Durante algunas

marchas que se realizaron en las caravanas.)

Alberto, un estudiante de Ciencias Políticas que participó en la Caravana al Norte

y la Caravana al Sur nos cuenta sobre su experiencia creativa en contra de la

violencia y la militarización:

En Ciudad Juárez por ejemplo, armamos un poema colectivo, en video, al

estilo de un cadáver exquisito, íbamos con cada persona a que describiera

una frase, luego íbamos con otra persona a que leyera esa frase e incluyera

la suya y así nos fuimos yendo. Para mi ese es un símbolo de lo que yo creo

que se debe proponer como acción concreta que es, primero socializar,

conocernos, saber cuál es nuestra historia, de qué movimientos venimos, qué

hemos trabajado, y luego, cobrando consciencia de nosotros empezar a

concretizar estas relaciones, en acciones aunque sean muy pequeñas y

locales, pero que sean acciones concretas por todos lados.

Por otra parte las madres de las víctimas han tenido una presencia remarcable en

la lucha por la presentación de personas desaparecidas y por el castigo a los

asesinos de sus hijos e hijas, como las que conforman el Cofamide (comité de

129

Familiares de Migrantes Fallecidos o Desaparecidos de El Salvador) y que en

febrero de 2009 “vinieron a México a demostrar que los desaparecidos sí tienen

quien los busque.” (Turati, 2010: 230) Por otra parte los días 10 de mayo se han

constituido como días de lucha. Las madres nacionales –entre las que se

comprueba la presencia tamaulipeca- y extranjeras marchan en el centro de la

Ciudad de México “para exigir al gobierno la creación de mecanismos eficaces de

búsqueda e identificación desaparecidas de personas desaparecidas,

investigación efectiva de los casos denunciados, así como la creación de una

fiscalía especial para la desaparición de personas (…) exigen la creación de

bancos de datos de personas desaparecidas, que no dependan de ninguna

dependencia federal.” (El Universal, 09 de mayo de 2012) También demandan al

gobierno que acate las recomendaciones realizadas a México en materia de

Derechos Humanos realizadas por organismos internacionales. En ocasiones,

estas mujeres, actores centrales de este proceso social, han iniciado ayunos o

huelgas de hambre en frente de las instancias gubernamentales. Más que

denunciando la participación del Estado como responsable directo de “las

violencias”, le señalan como un organismo que no cumple su responsabilidad de

hacer justicia a sus familiares. Al respecto, Francisco A. Ortega apoyándose en el

trabajo de Veena Das, puntualiza:

En efecto, muchos testimonios no proceden a impugnar, sino que insisten

en el carácter irredento de la pérdida, en su inconmensurabilidad que la

deja por fuera de cualquier teodicea, y de ese modo le disputan, de

manera decisiva, las pretensiones de sentido que pudiera tener el acto

violento. Este momento o dimensión del testimonio solicita en forma

desesperada el acto de la inscripción mnemónica como la única posible

respuesta –plausiblemente fútil y de seguro incompleta, pero

absolutamente necesaria– a la pérdida. En segundo lugar los testimonios

se convierten en vehículos para elaborar exigencias políticas más

contundentes. Con frecuencia, escribe Veena Das, las víctimas “tienen la

experiencia del sufrimiento social total y abyecto, pero no detentan el

lenguaje para transformar esta experiencia en formas que tuvieran sentido

en el dominio político… (Ortega, 2008: 51-52)

130

Pero grupos politizados se han sumado a las exigencias de paz y justicia con el

mismo tono de indignación creativa. Miles de bases de apoyo del EZLN

realizaron la Marcha del Silencio en el 2011 en la que durante horas no hablaron

ni una palabra, prestando sus respetos a las y los caídos de la guerra.

Viene de Radio Pozol.

Del mismo modo, cientos de periodistas han salido a las calles a marchar como lo

hicieron en agosto de 2010, cuando “unos 2 mil trabajadores de medios de

comunicación marcharon por la ciudad de México para demandar garantías al

ejercicio periodístico. La manifestación, tuvo réplicas en distintas ciudades y

países; se han realizado impactantes reportajes, y se han organizado en

agrupaciones como “Periodistas de a Pie” en la que participa la misma Turati, en

busca de proteger sus derechos a los largo y ancho de todo el país. También han

echado mano a las redes sociales con iniciativas como la de Twitter

“#losqueremosvivos” en julio de 2010.

131

Viene de www.infolibre.com

También se han organizado por todas partes una serie de foros, debates,

conferencias, seminarios, etc… alrededor del problema, como una forma de poner

el tema a discusión en busca de soluciones; así también, hasta el momento

(2013), se han organizado cinco campamentos de “Jóvenes ante la Emergencia

Nacional”, una iniciativa que también derivó del Movimiento por la Paz.

En este contexto de la violencia e impunidad, las personas defensoras de los

derechos humanos están muy expuestas ante la desaparición forzada y las

ejecuciones extrajudiciales. Por lo que entre los reclamos de justicia se encuentra

también la exigencia de una legislación protectora. La Ley de Protección para

Defensores de DDHH y Periodistas, Ley General para Prevenir, Sancionar y

Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas y para la Protección y

Asistencia a las Víctimas de estos Delitos, o la Ley general de Víctimas son

algunos ejemplos sobre propuestas legislativas en torno a la protección de

derechos y libertades, sin embargo, la eficacia de este tipo de iniciativas es

mínima. En un país en el que la ley es letra muerta, no pueden esperarse grandes

resultados desde esta perspectiva.

132

Viene de www.planoinformativo.com

Pero hasta ahora, una de las formas más eficaces de hacer frente al problema es

la construcción de proyectos de seguridad –que mejor si son integrales-

autónomos. Los grupos autónomos de seguridad constituyen una forma, ahora

muy reconocida por su efectividad, para hacer frente al “problema de la

inseguridad”.

Son las llamadas “autodefensas”, que en estos casos, ha constituido un giro

inesperado a los acontecimientos: la violencia retomada por las “víctimas” para

defender a sus comunidades y a sus familias. Armados con lo que sea, algunos

pueblos han repelido los ataques del CO (en toda la extensión del concepto), e

incluso han llegado a retener militares que se han probado en contra de los

intereses de las comunidades en regiones del sureste, gracias a la organización

colectiva.

Respecto al origen de estas experiencias de autoprotección Juan Salgado, un

investigador del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), brinda

una breve aproximación al tema en entrevista con Eugenio Bermejillo:

El investigador explica que la policía de orientación comunitaria no es una

alternativa nueva en el territorio nacional ya que tiene antecedentes históricos

importantes, “el modelo de las policías comunitarias está basado en la

tradición indígena de tequio, es decir, en el trabajo comunitario para distintos

fines. De acuerdo con la raíces de las comunidades indígenas es costumbre

133

realizar trabajo para los demás miembros de la comunidad”. Lo que este tipo

de administración de justicia busca es tener un acercamiento con la

población, quienes ven a esta opción de seguridad como la fuente más

confiable para denunciar los hechos delictivos a los que se enfrentan día a

día.

Algunas de estas experiencias “generaron un sistema de reeducación, en el cual

tienen sus cárceles comunitarias, pero es un sistema muy orientado hacia que los

infractores puedan redimir o reparar el daño a la comunidad a partir de trabajo

comunitario”. Inclusive existen experiencias de autodefensa en comunidades

mestizas o no indígenas, como ocurre en algunos municipios de Chihuahua,

donde se ha integrado a expandilleros a la policía, aprovechando los vínculos de

lealtad que hay entre los jóvenes de una pandilla para orientarlos a un trabajo

positivo. (Entrevista publicada el 1 de agosto, 2013)

Sin embargo, existen impedimentos, principalmente legales, que dificultan el

reconocimiento de estas prácticas de seguridad y que incluyen ya presas y presos

políticos en su haber. Pues evidentemente, no es la seguridad de la población lo

que preocupa al Estado mexicano.

Aún con esto, la organización comunitaria se ha probado como una solución real

ante el desgarre del tejido social. Aunque, evidentemente, constituye toda una

paradoja, pues estas “violencias” de Estado, como les llama Calveiro, buscan

justamente atacar esta posibilidad.

Entre las demandas de los movimientos sociales y las organizaciones que se

posicionan en contra de la guerra se encuentran las del MPJD, con la exigencia

de reparación del daño a las familias de las víctimas; “que se reconozcan,

respeten, refuercen y extiendan en el país las experiencias de autodefensa civil y

pacífica comunitarias; que se desmilitaricen las calles y la administración pública;

que se privilegie un modelo de seguridad humana y comunitaria, empezando por

políticas de apoyo a los jóvenes en todo sentido desde lo educativo hasta lo

laboral” (La Jornada Morelos, 19 agosto 2011); que se respeten los territorios y la

134

autodeterminación de los pueblos originarios; que se ataquen los entramados

financieros del lavado de dinero. Pero sobre todo, que no haya más muertes y

que no haya más casos de desaparición. El mensaje al gobierno es: “no

queremos el negocio de la guerra.”

Conclusiones

Entonces, en el marco del capitalismo criminal, mientras a partir de convenios

internacionales se negocian las ganancias que deja la guerra así como las

modificaciones legislativas correspondientes para permitir tales negocios y su

resguardo, a nivel discursivo se criminaliza la protesta y la pobreza, señalando

como responsables de la violencia y la desgracia a los sectores más vulnerables

de la población que en ocasiones se ve orillada a delinquir debido a causas

estructurales, o literalmente porque es forzada a hacerlo.

La leva, la falta de oportunidades y la moda alimentan a los cuerpos armados,

llámese Fuerzas Armadas o Cárteles. La militarización se expande, por todo el

país, y penetra a la sociedad misma interfiriendo en sus problemas más

cotidianos, cerrando la puerta a la autonomía popular que respecta a la resolución

de conflictos.

A la par, los índices delictivos se disparan, los asesinatos masivos se propagan,

las desapariciones se hacen epidemia. El miedo y la desconfianza ensombrecen

los corazones de la gente y van aislándola poco a poco, hasta de sus vecinos y

de su propia familia.

Las personas restringen sus libertades aferrándose a un concepto amañado de

“seguridad”. El Estado Terrorista se levanta para atormentar a las clases

subalternas. El shock se hace efectivo y la población es empujada a la

aquiescencia política mientras se le coloca entre la pared y el filo de una espada

(o una AK-47).

135

La injusticia y la impunidad prevalecen. La rutinización del miedo y la violencia

desvaloriza la vida y la paz, así como a las prácticas culturales constructivas,

desensibilizando a una sociedad que se encuentra inmersa también, en una

guerra por el control de la información que busca controlar los códigos de

significación que le dan sentido a la vida, es decir, a la cultura. La violencia

reconfigura a la gente y a su medio social.

La identidad se construye alrededor de prácticas nocivas para la sociedad, pero

las contradicciones están presentes por todas partes y a veces, es en ellas justo

donde se puede encontrar la esperanza.

Es el hijo, el amigo, el novio, aquel que se ha integrado a un grupo armado y así

complejas relaciones se desenvuelven dando forma a una constante lucha por la

vida que proyecta una resistencia cotidiana y constante que va desde el

testimonio anónimo hasta la protesta social.

La población civil maneja un doble discurso en torno a la militarización con una

narrativa que protege al emisor de la agresión del Estado por medio de la

aparente legitimación de su discurso. La gente aprende a maniobrar con su

cotidianidad y es en ella donde los actos más sutiles de resistencia tienen lugar:

no oigo pero si veo, no veo pero si hablo, no hablo pero si oigo… dando cuenta de

que lo que está en juego no es nada más la destrucción sino también la

reconstrucción, y las personas tienen poder sobre esa reconstrucción, pues son

ellas quienes verdaderamente producen y reproducen la cultura, como se observó

en esta sección.

No todo está perdido. Existen muchas trincheras en esta guerra desde las que se

pueden construir otros espacios de sociabilización, otras formas de relacionarnos,

y desde donde se pueden generar otras prácticas culturales. Trincheras como la

educación popular, las prácticas de autodefensa, las actividades recreativas, las

economías alternativas, o una gran gama de prácticas autogestivas y autónomas

que somos capaces de desarrollar de forma creativa y que, en ocasiones,

136

verdaderamente, pueden llevar a esta desmilitarización de la mente y por ende,

de la vida.

Nos encontramos inmersos e inmersas en medio de un proceso histórico apenas

esbozado, donde la lucha de clases persiste, y la pregunta no es ¿qué futuro nos

espera? Sino ¿qué podemos hacer hoy? ¿Qué papel vamos a interpretar en esta

historia? Es cuestión de decidir.

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