Consideraciones en pro de una pacífica y ventajosa disolución de la nación-estado

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Sylvia María VALLS: Consideraciones en pro de una ventajosa y pacífica disolución de la nación-estado: Ciudadanía ecológica. 1 Consideraciones en pro de una ventajosa y pacífica de la nación-estado: CIUDADANÍA ECOLÓGICA por Sylvia Maria Valls Instituto Simone Weil, a.c. Los Ailes en El Fresno Valle de Bravo, Mx. 51200 www.institutosimoneweil.net www.mama-doc.com Skype: mamadocinmex Preparado especialmente para la Reunión del Centro de Estudios sobre la ciudadanía en Wayne State Un., Detroit, marzo 21-23, 2014 (Concluido durante el Día Internacional de la Lengua materna”…)

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Sylvia María VALLS: Consideraciones en pro de una ventajosa y pacífica disolución de la nación-estado: Ciudadanía ecológica.

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Consideraciones en pro de una ventajosa y

pacífica de la nación-estado:

CIUDADANÍA ECOLÓGICA

por

Sylvia Maria Valls

Instituto Simone Weil, a.c.

Los Ailes en El Fresno

Valle de Bravo, Mx. 51200

www.institutosimoneweil.net

www.mama-doc.com

Skype: mamadocinmex

Preparado especialmente para la Reunión del Centro de

Estudios sobre la ciudadanía en Wayne State Un., Detroit,

marzo 21-23, 2014

(Concluido durante el Día Internacional de la “Lengua

materna”…)

Sylvia María VALLS: Consideraciones en pro de una ventajosa y pacífica disolución de la nación-estado: Ciudadanía ecológica.

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Sylvia Maria Valls, Instituto Simone Weil, a.c., www.institutosimoneweil.net and www.mama-

doc.com

SINOPSIS, pp. 2-3 TEXTO INTEGRAL pp. 4-19

Consideraciones en pro de una ventajosa y pacífica disolución de la nación-estado.

Las posibilidades de ejercer la ciudadanía fuera de las fronteras de las naciones-estado se

somete a escrutinio desde la perspectiva de nuestras realidades, conocimientos y tecnologías

actuales.

El legado de Simone Weil y en particular su “Profesión de fe” o “Estudio para una

declaración de las obligaciones hacia los seres humanos” nos provee, junto a conceptos

básicos de pensadores tales como Wendell Berry, Iván Illich y Karl Polany, el andamiaje de

percepciones históricas que sostienen el panorama contra el cual espero que, como colectivo,

podamos tratar de ir haciendo encajar las piezas de este rompecabezas que conformará un

modelo de ciudadanía sustentable –uno que, esperémoslo, podrá ser instrumentado en un

futuro no demasiado lejano. [Valentin Stan, mi estimable co-panelista en el programa, me dijo,

entusiasmado, que para él nuestro modelo de “ciudadanía” trata de un futuro sólo que

inmediato, ¡ni más ni menos!)

El objetivo es imaginar las instituciones que han de encontrar los modos de cumplir con

“las necesidades terrenales del cuerpo y del alma” sobre las que Simone Weil reflexionó en

Echar Raíces y otras obras seminales (entre ellas, Opresión y libertad.) Desde mis primeros

escritos sobre este tema hace ya más de veinte años me he referido a este modelo de

ciudadanía como un “modelo ecológico”.

La migración restringida como resultado de las obsoletas y verdaderamente

innecesarias racionalidades (o “irracionalidades”) de las naciones-estado ha tenido como

consecuencia la creación de una cada vez más empobrecida sub-clase de ciudadanos cuyos

más fundamentales derechos se ven sistemáticamente violados. Todo el mundo se da cuenta

de la magnitud del dilema y, aunque muchos son los que suponen que estas leyes “anti-

alienígenas” o en contra de los “migrantes ilegales” están dirigidas a proteger sus empleos y

modo de vida, el efecto generalizado de tan crueles restricciones a través del mundo es

devastador. Junto a muchas otras prácticas y devaneos de la nación estado, restricciones

migratorias rígidas colaboran en llevar a cabo una destrucción total del tejido social y biológico

a través del planeta.

En este empeño por sostener una visión prismática de la situación que vivimos hoy, y a

medida de que ésta se desenvuelve en varias partes separadas pero entretejidas de la tierra,

nos encontramos inmersos en tantos escenarios como nuestras culturas y lenguas específicas

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nos permiten contemplar mientras que, a la vez, aplicamos, o tratamos de aplicar, el tipo de

atención que sola ella será capaz de salvarnos de un desenvolvimiento final radicalmente

funesto. Con esto esperamos que nuestros esfuerzos, juntos como separados, ayudarán a

fortalecer una visión más aguda de las realidades y posibilidades que hoy afectan a nuestra

humanidad compartida de forma tal que vayamos orientándonos hacia las más sensatas en

términos filosóficos como ecológicos.

Un Epílogo al libro recientemente publicado será añadido, incluyendo referencias al de

Charles Eisenstein, Economía sagrada, recordando con él lo que Keynes una vez expresó

sobre Silvio Gesell, cuyo pensamiento en relación al interés negativo y lo que él llamara la

“economía natural” provocó la admiración, en su momento, de Keynes quien especulara que el

germano-argentino algún día sería más altamente considerado que el mismo Marx. En relación

a la necesidad imperiosa de convertir el dinero en un medio justo para los intercambios, una

vez más en la historia, he aquí una muestra del pensamiento de Mailer Mattié al respecto:

http://www.institutosimoneweil.net/index.php?option=com_content&view=article&id=401:mailer-

mattie-la-bondad-del-dinero-el-transito-hacia-nuevas-formas-de-convivencia-

social&catid=48:mailer-mattie&Itemid=68

Algunas de las propuestas que he venido haciendo con la mayor persistencia dentro de

la esfera de la sociedad urbana-rural en la que vivo desde hace más de un cuarto de siglo:

http://www.institutosimoneweil.net/index.php?option=com_content&view=article&id=213:14-

propuestas-del-isw-&catid=52:sylvia-ma-valls&Itemid=72

También podrían ver el Perfil tentativo de una democracia legítima en

www.institutosimoneweil.net , algunas de cuyas ideas me gustaría poder introducir en nuestras

discusiones.

La disolución del estado ya está dándose pero de una forma totalmente inaceptable.

Entre los primeros pasos a tomar, junto a los ya mencionados (y otros):

dejar permanentemente inoperantes todos los crímenes sin víctima.

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Introducción

El “Estudio para una Declaración de las Obligaciones hacia el Ser Humano”1 –

subtítulo de Echar raíces (1943), Simone Weil (1909-1943)—empieza con nosotros

mismos como fuente de la esperanza de “un mundo mejor” así como de aquellas

instituciones que podrían llevarnos a él. Éstas aguardarían para su creación

circunstancias que, en aquella época, permanecían envueltas en las brumas de un

destino aún no enteramente manifiesto. Ahora que parece que “el ‘futuro’ ya nos

alcanzó” sentimos la impaciencia e intranquilidad de toda una humanidad a la deriva

ansiosa por enderezar el barco lo suficiente como para darnos la ilusión de que

nuestras acciones pueden significar aún una nueva oportunidad bajo el sol, para

nuestros descendientes y para la gran diversidad de culturas que apenas sobreviven a

los estragos de una “civilización” trasnochada que nos arrastra entre sus patas.

El siglo XIX significó, como bien apuntó Karl Polanyi en 1944, el surgimiento de “una

determinación estoica a renunciar a la solidaridad humana en nombre de la mayor

felicidad del mayor número de personas”2 –esa especie de “religión secular” que nos ha

tenido obnubilados a todos. Las instituciones que, según el ver y sentir de Simone

Weil, se encuentran tan ausentes de este mundo como necesarias serán para un futuro

viable. Así pensaba un año antes de la publicación del gran libro de Polanyi dedicado a

desmantelar, entre otros mitos, el que insistía en que las culturas “primitivas” habían

seguido un patrón de comportamiento que validaba el carácter “universal” de lo que los

economistas liberales definieron como la aspiración más básica de todos los seres

humanos por igual, en todo tiempo y lugar: la ganancia material… cosa que, como

Polanyi bien demuestra, no es sino una lectura soberanamente errónea, despistada y

autocomplaciente por parte de los defensores de la economía liberal en relación a la

capacidad “inherente” de los mercados “autorregulados” para proveer la mayor felicidad

del mayor número de personas en el mundo. Una lectura parejamente errónea en

relación a la humanidad en general. Y es aquí donde el estudio de Simone Weil resulta

del más alto interés para quienes buscamos inventar y/o recuperar reglas de

comportamiento sabias que tomen en consideración lo que ella llamó las “necesidades

terrestres del cuerpo y del alma” –necesidades que se esforzó por definir no sin antes

observar la conveniencia de que sea el reclamo por la justicia y las obligaciones lo que

1 Para una lectura del texto completo en español, inglés y francés, ver el sitio del Instituto Simone Weil, A.C., Valle de Bravo, Edo. Mx, México, www.institutosimoneweil.net 2 Karl Polanyi, The Great Transformation , 1944; La gran transformación, Juan Pablos Editor, 2009, p. 153

(Fondo de la Cultura Económica, 2001).

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se escuche muy por encima del griterío ensordecedor en pos de toda una retahíla de

“derechos” sin fin cuya aplicabilidad, en medio de ciertas realidades ajenas a la justicia

y a la verdad, con frecuencia resulta inoperante. Su recomendación: quien reclama

derechos jamás recibirá tanta atención como quien simplemente pide que se le haga

justicia.

Y para que pueda haber justicia hará falta, en primer lugar, considerar las necesidades

terrestres del cuerpo y del alma. Es a partir de estas necesidades reales --y no

totalmente ficticias como las que nos inventaron los economistas clásicos en su intento

por asegurar la mayor felicidad posible de todos (aunque este “todos” siempre sea los

menos)-- que podremos comenzar a dibujar el perfil de una sociedad sana por justa

así como justa por sana: sólo a partir de una comprensión del ser humano como parte

de un entramado social que lo abarca y le otorga sentido, lo define, asume, integra,

protege, nutre y prepara para que pueda preservar su nicho en esta tierra, su familia,

casa, esperanzas y objetivos --más o menos personales y más o menos comunitarios o

sociales a la vez, tan materiales como “espirituales”: eso que quizá quiera decirse con

la palabra “dignidad”.

Sólo a partir de aquí es que será posible inventarnos instituciones capaces de cumplir

con el destino que los seres humanos querríamos para nosotros mismos, juntos y por

separado. Las sociedades primitivas ofrecen la lección de cómo la subsistencia

depende de una vocación comunitaria por parte de todos los integrantes del grupo, de

la aldea, de la ciudad. Pero, siguiendo los argumentos de Polanyi, esa lección la dieron

igualmente sociedades que distaban mucho de ser “primitivas” --al menos según la

definición de los mismos “civilizados”. El prestigio derivado de la generosidad siempre

fue mayor al de ser rico a secas, algo que incluso causaría desprestigio.

En la enumeración que presenta Simone Weil de las necesidades “terrestres”, las

“necesidades del cuerpo” no sobrepasan una línea o dos3:

El cuerpo humano tiene sobre todo necesidad de alimento, de calor, de sueño, de

higiene, de reposo, de ejercicio, de aire puro.

Mientras que la mayoría de las necesidades del alma tienden a componerse de

impulsos opuestos que se complementan entre sí: igualdad y jerarquía; obediencia

consentida y libertad; necesidad de verdad y de libertad de expresión; necesidad de

soledad e intimidad y, por otro lado, de vida social; de propiedad privada y colectiva, de

castigo y de honor. El alma humana necesita igualmente de participación disciplinada

en una tarea común de utilidad pública y de iniciativa personal en esa participación;

3 Écrits de Londres et derniéres lettres, Gallimard, 1957, pp. 77-84 ; traducción de Sylvia María Valls,

www.institutosimoneweil.net. Ver también en Escritos de Londres y últimas cartas por la Editorial Trotta, Madrid.

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necesita de seguridad y de riesgo: “El miedo a la violencia, al hambre, o a cualquier

otro mal extremo, constituye una enfermedad del alma. El aburrimiento causado por la

ausencia de todo riesgo es también una enfermedad del alma”. Pero:

“El alma humana necesita, sobre todo, sentirse arraigada en varios ambientes naturales y comunicarse con el universo a través de ellos. La patria, los ambientes definidos por la lengua, por la cultura, por un pasado histórico común, por la profesión, la localidad, son ejemplos de ambientes naturales”.

A partir de este texto, que viene siendo algo así como la sustancia medular de su gran obra póstumamente rescatada bajo el título l’Enracinement y de muchos otros textos de fino análisis y penetración del ser humano en toda su sencillez y complejidad, y, claro está: conmigo misma como referencia a partir de experiencias y vicisitudes de una vida plenamente transcurrida en el siglo XX y lo que va del XXI, he ido madurando a través del tiempo, situaciones, vicisitudes, hallazgos inesperados y reverses, algo del “perfil” de semejantes instituciones destinadas a ayudar a que las verdaderas “necesidades terrestres del alma y del cuerpo” sean más frecuentemente satisfechas que no. Así, imagino un modelo de ciudadanía ecológico cuya configuración incluye lo que he llamado el perfil tentativo de una democracia legítima. A partir de estos enfoques construyo, a continuación, la exposición más escueta posible de este modelo4 donde resaltarán las propuestas dirigidas a la eliminación de los innumerables e innecesarios conflictos creados por la nación-estado: su pacífico desmantelamiento se impone como principal tarea en pro de las libertades y autonomía de las comunidades, de sus integrantes a través del globo, y de nuevos ordenamientos consecuentes con los límites que la naturaleza dicta, las lecciones de la historia, las posibilidades engendradas por las nuevas tecnologías en colaboración con las viejas y, en particular, con el poder creador de las manos y la mente de seres humanos en armonía con el cosmos. Un esbozo de la sociedad “convivencial” propuesta por Iván Illich. La revitalización de nuestra conexión con la madre tierra, eje del esfuerzo auténticamente “ecológico”, va de la mano con un acervo religioso que pide ser restituido a sus más auténticas manifestaciones y prácticas así que el nexo místico, trascendente del hombre con el “todo” pueda realizarse. El papel crucial que las “plantas de poder”, medicinales o “sagradas”, juegan en el fortalecimiento de las buenas costumbres y de la salud mental/espiritual será visto como un corolario de la restitución del ser humano a su integridad primaria, a su salvación en todos los sentidos.

4 Valls, Sylvia M. Ver Guía para un modelo de ciudadanía ecológicamente atento y consecuente con las verdaderas

necesidades terrestres del alma y del cuerpo, presentado en Miami, diciembre de 1989, Conferencia de la Latin American Studies Association sobre el futuro del Caribe. Perfil tentativo de una democracia legítima data de Octubre del 2003, fecha de inauguración del Foro de Biarritz para América Latina y Europa en Valle de Bravo y la Cumbre de Guadalajara. Éstos y otros trabajos, en español y en inglés, míos y de otros estudiosos de la obra de Simone Weil, aparecen documentados en www.institutosimoneweil.net junto a los igualmente relevantes de Iván Illich, Wendell Berry y otros.

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La revitalización de nuestra conexión con la madre tierra, eje del esfuerzo auténticamente “ecológico”, va de la mano con un acervo religioso que pide ser restituido a sus más auténticas manifestaciones y prácticas así que el nexo místico, trascendente del hombre con el “todo” pueda realizarse. El papel crucial que las “plantas de poder”, medicinales o “sagradas”, juegan en el fortalecimiento de las buenas costumbres y de la salud mental/espiritual será visto como un corolario de la restitución del ser humano a su integridad primaria, a su salvación en todos los sentidos.

Por una transición de la nación-estado hacia redes de municipios autónomos unidos a través de las bio-regiones: Perfil tentativo de una democracia legítima.

Noam Chomsky5 nos recordaba hace poco que la globalización va en dos direcciones a la vez. Nosotros estamos llamados a colaborar con una globalización a la inversa de la que el neo-liberalismo o neo-imperialismo nos impone de forma brutal. Para sentar las bases de la globalización que nos conviene será necesario revisar una serie de presupuestos erróneos que nos impiden pensar con claridad. Por ej., el rechazo generalizado a las “jerarquías” consecuencia de que la inmensa mayoría de las que conocemos sean ilegítimas. Cómo construir jerarquías legítimas se convierte así en otra impostergable tarea. Para ello, salta a la vista la necesidad de que nuestras elecciones se desenvuelvan en ambientes no contaminados por el partidismo6. El principal efecto nocivo de la competencia entre los partidos políticos es el de entregarle a los adinerados, incluyendo al “crimen organizado”, control de las legislaturas, de los tribunales, de la administración. Un sistema de democracia participativa, no partidista, sería uno de los primeros pasos para ponernos en situación de gobernarnos “obedeciendo”, tal cual le han propuesto los zapatistas al mundo. Este objetivo impulsa a los movimientos populares genuinamente en busca de una justicia real que sólo podrá proceder de una transformación radical del proceso llamado “democrático”. Objetivo inalcanzable sin la participación de una amplia ciudadanía decidida a que no se siga cayendo en las disyuntivas suscitadas por el endeudamiento de los candidatos en competencia unos con otros, obligados casi siempre a pactar con las mismas fuerzas nefastas de las cuales tendríamos que buscar distanciarnos. En México, justamente, surge en estos momentos, de nuevo, un intento de “renovación” orientado hacia la tarea de captar la voluntad y el entusiasmo de la ciudadanía sobre bases más amplias y legítimamente democráticas que nos eviten los bien conocidos gajes del “multi-partidismo”. En Cuba, por otro lado, el sistema uni-

5 Chomsky, Noam. Hopes and Prospects, Haymarket Books, 2010, Part I, Latin America, ch. 1, “Year 514:

Globalization for Whom?” 6 Otro texto sublimemente pertinente al efecto de todas las “contradicciones ilegítimas” en las que incurre la

mentalidad partidista, y lo recomendable de la supresión de éstos para el buen gobierno, nos lo ofrece Simone Weil en “Nota sobre la supresión general de los partidos políticos”, en sus Escritos de Londres y últimas cartas [Trotta], poco condensado en la Antología Profesión de fe en www.institutosimoneweil.net, en pdf, mi traducción.

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partidista podría rápidamente tornarse en un sistema de elecciones no-partidistas para delegados selectos de forma abierta y plural a todas las asambleas municipales, intermunicipales y eventualmente biorregionales, más allá de sus propios linderos territoriales actuales, como sucedería para los demás territorios de la región (¡y del globo!). Así, imagino una base de Guantánamo orientada hacia la paz y no la guerra, hacia la libertad, equipada para proveer asistencia de emergencia a regiones de toda el área caribeña mediando al efecto un pacto de seguridad alimentaria que incluiría el almacenamiento, con refrigeración solar, de semillas criollas de todo el Caribe y otros lugares. Imagino una liga caribeña intermunicipal que obliteraría los poderes restrictivos actuales ejercidos por los estados nacionales en relación a la migración y el comercio. ¡Que el mar nos una y no que nos separe! Polanyi esboza en La gran transformación los beneficios que se derivarían de legislar de forma tal que los tres elementos forzada e ilegítimamente convertidos en mercancía y que nos incluyen a los humanos (el “trabajo”), la tierra --fuente de nuestro sustento y arraigo en el mundo-- y el dinero, cuyo único propósito debe ser el de facilitar los intercambios pero que justo a partir de ser tomado como fin-en-sí del intercambio, es decir, como mercancía, se convierte en un elemento de infelicidad total para la humanidad (incluso para los que se “benefician” de la injusticia). La creación de monedas alternativas locales sería por lo tanto otra clave para la supervivencia de la humanidad: monedas que no fueran un depósito de valor sino un instrumento eficaz para los intercambios. Tarea crucial será encontrar el modo de ordenar el entramado de las monedas de forma tal que no se cohíba el comercio global mientras se estimulan y facilitan los más deseables intercambios locales, de casa en casa, dentro de las localidades o comunidades y --a mayor distancia—por medio de redes de intercambios solidarios que protejan en primer lugar a los productores agrícolas y artesanos locales. El nacionalismo ha aparecido cada vez más como una especie de religión laica que exige sacrificios. Siguiendo de nuevo a Simone Weil, observamos el contraste entre un patriotismo sano y un patriotismo enfermizo cuyo estímulo no sería sino el de la fuerza, el poder y el orgullo: una soberbia aliada a la idea más o menos perniciosa de la “soberanía”. Ella señala la necesidad de contrarrestar semejante patriotismo malsano poniendo en juego un universalismo proyectado a partir de lugares concretos, alimentados por la propia memoria entrañable del lugar, proveedores de esos” puentes” (metaxu) que nos permiten “comunicar con el universo”, trascender, pero siempre a partir de aquello que nos es REAL y no a partir de una borrosa abstracción lejana producto de esa religión defectuosa en que termina el proyecto nación-estado. Aquí Weil participa plenamente en el credo de Schumacher de que “lo pequeño es hermoso”: justamente por ser lo que más atención y cuidado requiere de parte de una comunidad específica in situ. La historia de la nación estado no responde a ningún patriotismo que existiera antes de su forzada creación como instrumento para la transformación de los seres humanos en objetos. Polanyi nos instruye en relación al

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verdadero motivo por el cual Europa fue convertida en un montón de “naciones” cuyas culturas locales ciertamente no encajaban dentro del patrón unificador que la ideología mercantilista requería para que “el trabajo” (i.e., los trabajadores) pudiera(n) ser convertido(s) en mercancía, igual que la tierra y el dinero. El reclamo de Simone Weil en relación a cómo la cultura de los cátaros fue obliterada por los principados del norte provee otro ejemplo de una centralización destructora de tantísimas cosas “preciosas”7. Ahora, en América Latina surge la propuesta del estado pluri-nacional en reconocimiento de que nuestras “naciones” en su mayoría no son en realidad sino un palimpsesto de culturas, lenguas, “naciones” que exigen ser reconocidas. Yo llamo a estas distintas “naciones” o culturas, “mancomunidades de la lengua” y asocio la defensa de la “nación” no a las fronteras nacionales actuales, históricamente impuestas por la fuerza, sino a la defensa de los derechos culturales, lingüísticos, de los pueblos, donde quiera que éstos se hallen. Nuestra “identidad” tiene así, como principal punto de referencia, la lengua o lenguas que nos permiten comunicar con nuestros semejantes, en y desde, cualquier lugar del planeta. Y los municipios se verán obligados a reconocer nuestras filiaciones o “identidades” culturales doquier nos encontremos. Y es aquí donde creo llegar al punto neural de esta propuesta hacia un modelo socio-económico alternativo: Que ningún gobierno en el futuro pueda decidir sobre la suerte de los miembros de nuestras familias repartidas a lo largo y ancho de los continentes y del globo: la desaparición del estatus de “ilegal” resulta crucial sin duda alguna para la eliminación de esa nueva forma de esclavitud que aqueja a buena parte de la humanidad, estatus diseñado expresamente para reducir el ámbito de libertad de los seres humanos así que el elemento “trabajo” quede desprovisto de cualquier tipo de soporte familiar, social, comunitario y resulte más fácilmente asegurado dentro de un régimen de “competencia” más ficticia que real: por ejemplo, en USA, los “indocumentados” o “ilegales” dejan de conseguir trabajo tan pronto han dejado de serlo. Cuando todos los seres humanos estemos legalmente reconocidos como ciudadanos del lugar donde residimos, trabajamos, estudiamos, semejante escarnio de nuestra humanidad habrá cesado de existir. Por eso una consigna que sin tregua debemos lanzar a los cuatro vientos es la del control de la migración por medio del entramado de la familia tradicional pero también de los nexos de asociación que nos unen en sindicatos, escuelas, iglesias y asociaciones civiles en general. Que no sea el estado sino las familias y las familias extendidas las que provean a sus propios miembros con la acreditación local necesaria para convertirse en ciudadanos plenos de los municipios en que viven. Para los obligados a migrar carentes de un apoyo familiar o nexo de trabajo o estudio que

7 Como nos hizo ver Iván Illich (In the Mirror of the Past,”Taught Mother Tongue”, pp 119-142, Marion Boyars,

1992; ver su Obra reunida, FCE) la gramática castellana de Nebrija se convirtió en el instrumento de cooptación de los distintos grupos lingüísticos cuya expresión quedó muy rápidamente cohibida. La reconquista no eliminó solamente el poder de los árabes en España sino el poder de muchos grupos cuya lengua y cultura pujaban contra la centralización del estado moderno “soberanamente impuesto” en casi todos lados.

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les facilite reubicarse, un ámbito público intermunicipal existiría dotado de medios de comunicación que les permita a las personas “en tránsito” recibir ayuda y protección en tanto no hayan sido recibidos como ciudadanos del lugar. Este espacio público sería apoyado por las distintas comunidades equipadas todas ellas de autonomía plena dentro de una red de municipios unidos por nexos naturales y recordando siempre el sabio concejo de Roger Bacon (s. XIII) al efecto de que “el hombre controla a la naturaleza obedeciéndola”. El ideal de autosuficiencia alimentaria, dentro de las márgenes de lo posible para cada comunidad, sería un asunto central a la toma de decisiones. Este modelo ciudadano pone a la naturaleza en el centro de sus consideraciones, comenzando con la que atañe a la sociedad humana tal cual ella realmente es y no como nos la inventaron para nuestro mal los teóricos economicistas clásicos señalados por Polanyi. Si el calentamiento global responde tanto a circunstancias naturales como a las creadas por nuestra civilización desdeñosa de cualquier límite, es obvio que nuestra conducta deberá ajustarse a lo que la naturaleza nos pide: por ejemplo, criminalizar a quienes contaminan el ambiente en lugar de a quienes actúan sin perjuicio de terceros (lo que tan injustamente sucede con los “drogadictos”). Prácticas de reciprocidad y redistribución dentro de un marco de descrecimiento será lo indicado ante la urgencia de abandonar el consumismo desordenado de un liberalismo irrazonablemente utópico para, a la vez, alentar prácticas de intercambios sujetos a ese espíritu de simetría que las prácticas tradicionales animan, siendo que “a la larga todas las obligaciones son recíprocas y su cumplimiento sirve también mejor a los intereses del individuo”8. Polanyi admitía en 1944 que “el traslado de la civilización industrial a nuevas bases que no sean de mercado parece para muchos una tarea que ni siquiera puede ser considerada”9. Sin embargo, nos incumbe a nosotros hoy por hoy hacer ese traslado que permita mantener una producción industrial no masificada ni mercantilizada, ecológicamente atenta, en pro de una vida que resulte sustentable y plenamente humana para la satisfacción de nuestras necesidades y las obligaciones que las acompañan. Estas obligaciones se reconocen en relación a nosotros mismos y a quienes más estrechamente dependen de nosotros, lo cual incluirá siempre lo que constituye mi entorno natural, laboral, comunitario… Seguidamente, nuestros cabildos, unidos de forma natural dentro de las biorregiones que habitamos se unirían “de abajo hacia arriba” en algo que podría llamarse, por decirlo así, las “Biorregiones Unidas del Globo” en lugar de las “Naciones Unidas” y donde todas las “naciones” o “mancomunidades de la lengua” se encontrarían. Semejante unión se forjaría y entretendría por medio de consejos colegiados a partir de todas las comunidades

8 Polanyi, op. cit., cap. 4, “Sociedades y sistemas económicos”, p.75.

9 Op. cit., p. 328, énfasis mío.

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autónomas que asuman el principio de subsidiaridad o de devolución10 como guía junto al no partidismo y la afirmación de la cohesión y solidaridad familiar y comunitaria por encima del ámbito de los poderes públicos, bastante más restringidos en un futuro que en la actualidad. Las acciones de seguridad pública responderían a situaciones de emergencia y los ejércitos se convertirían en fuerzas de paz y de construcción, en lugar de guerra y destrucción. Una utopía más o menos realizable al contrario de la neo-liberal. El modelo propuesto incluye la participación de las mujeres en las tres ramas del gobierno –legislativo, judicial, ejecutivo (o administrativo)— y en una proporción igual a la de los hombres, reconociéndose plenamente que las diferencias y complementariedades naturales entre los géneros han de verse reflejadas en todos los ámbitos de los emprendimientos sociales. La igualdad pasa por la aceptación de diferencias legítimas. Sólo una democracia legítima garantizará tanto la libertad de religión como la libre circulación de las ideas y velará porque la propaganda no amordace, oculte o tergiverse la información requerida para que la toma de decisiones redunde en la realización del bien común. Y… sólo semejante democracia velará por que se observe siempre la saludable división de poderes sin la cual la “democracia” se convierte en un totalitarismo sui generis, mentiroso, hipócrita y devastador. Este modelo necesita para su concreción de hombres y mujeres, jóvenes y viejos dedicados a la gestión del buen gobierno de la casa y de los ámbitos comunitarios en toda su extensión. Y, es aquí, creo, que entramos el meollo de esta propuesta por un modelo socio-económico, si me excusan la expresión, que nos resulte realmente alternativo: Optar por que a ningún gobierno futuro se le conceda decidir dónde los miembros de nuestras familias, cada vez más desparramadas todas por los continentes y el globo, han de morar: la desaparición del estatus de “ilegal” es sin duda algo crucial hacia la eliminación de un nuevo tipo de esclavitud que aflige a una buena parte de la humanidad, un estatus diseñado para reducir la libertad del ser humano hasta el punto en que “el trabajo como mercancía” queda desvinculado de toda familia, soporte comunitario o social y convertido en un ente más explotable dentro de un régimen en el que la “competencia” resulta más ficción que realidad: por ejemplo, en los USA, una vez que alcanzas el estatus de legal, para poder seguir trabajando acabas por hacerte pasar por ilegal. A partir de que todos los seres humanos son considerados

10 Al efecto de que el mejor gobierno siempre será el más cercano a casa. Ver en particular la exposición de este

tema por Joshua P. Hochschild, “The Principle of Subsidiarity and the Agrarian Ideal”, o mi traducción del mismo al español en www.institutosimoneweil.net, “El principio de subsidiaridad y el ideal agrario”.

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ciudadanos de sus lugares de residencia, donde trabajan, estudian o donde se empeñan en aquel “ocio creativo” al que se refiriera Ivan Illich con deleite, semejante crueldad contra la humanidad habrá dejado de existir o habrá disminuido en la mayor medida de lo posible. Es por lo que la idea que pide ponerse en circulación, creo yo, es la que involucra la posibilidad de un control migratorio por medio de la agencia –no sólo de los nexos familiares tradicionales cuyos circuitos han caracterizado una buena parte de la historia de la humanidad, sino también por medio de esos nexos que históricamente nos han unido en el pasado y que continúan haciéndolo: redes solidarias entre quienes practican y estudian las mismas actividades profesionales, artesanales, sus escuelas, iglesias y asociaciones civiles en general. Que las familias y las familias extendidas sean las que les otorguen a nuestros miembros la acreditación local requerida para una ciudadanía plena en cada una de las municipalidades en las que viven.

Para quienes se ven forzados a migrar sin la ayuda de sus propios familiares y relaciones (conocidos, hermandades, asociaciones etc…) un área pública inter-municipal existiría equipada con los instrumentos de comunicación y cualquier otra cosa requerida para permitirle a quienes se encuentran “en tránsito” recibir la ayuda y protección durante el tiempo en el que no hayan podido encontrar aún ese lugar especial que al fin podrán comenzar a ver como propio, donde pertenecen y donde podrán al fin echar raíces. ¡Arraigar o re-arraigar! Esta esfera pública sería mantenida por las distintas comunidades y estarían abastecidas con el equipo necesario dentro de redes municipales vinculadas por consideraciones naturales, recordando aquel sabio dicho de Roger Bacon (x. XIII): “el hombre domina a la naturaleza obedeciéndola”. El ideal de una autosuficiencia alimentaria, dentro de los límites de lo posible para cada comunidad, permanecería como uno de los ejes centrales a considerar en el proceso de las tomas de decisiones pertinentes a la seguridad familiar y comunitaria.11 Este modelo de ciudadanía pone a la naturaleza al centro de sus consideraciones, comenzando con la verdadera naturaleza de la sociedad humana en lugar de las fantasías que los teóricos económistas clásicos implicaron sobre ella, tal cual la antropología nos viene demostrando. Si es cierto que el calentamiento global es el resultado tanto de causas naturales como de una “desnaturalizante” civilización, es

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Pero he aquí que se detectan no pocas variantes en el horizonte, y una de las cosas que afectarán a nuestros intercambios, físico y espiritual, o ambas, será el acceso de la humanidad a energía libre –que parece que es algo que pudimos haber disfrutado desde hace un buen rato pero que no se convertirá en una realidad para nuestra civilización (¿humana?) hasta aquel día en que un “orden natural” haya sido aceptado por todos e implementado. Sólo un Ciudadanía Mundial integrada municipalmente por medio de nuestras localidades -nuestros reales y vivientes lugares—permitirán que los intereses de la naturaleza, que son los nuestros, tengan más peso que los de quienes mantienen a los estados nacionales y sus relaciones internacionales agitándose como un frenético pollo descabezado y un capitalismo sin libertad de empresa, por contraposición a la libertad de empresa sin capitalismo que el brillante enfoque de Silvio Gesell propone.

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obvio que nuestro comportamiento tendrá que ajustarse a lo que la naturaleza –generalmente consecuente con el sentido común—nos pide: por ejemplo, comenzar a criminalizar a quienes irresponsablemente contaminan el ambiente en lugar de a individuos responsables únicamente de actos que no afectan a terceros. Los crímenes sin victima deben ser universalmente señalados como irrazonables, injustos, dañinos para la salud en todos los sentidos y por lo tanto insustentables. La práctica de reciprocidad y redistribución dentro de un marco de crecimiento negativo en muchas áreas, no todas, se mostrarán necesarias en vista de la urgencia con la cual debemos abandonar la loquera consumista de un liberalismo irrazonablemente utopista, mientras estimulamos a la par el espíritu de simetría que las prácticas tradicionales encarnan, con el entendimiento de que “en última instancia todas las obligaciones son recíprocas y su cumplimiento es lo que mejor sirve los intereses del individuo”. 12 Polanyi reconoció en aquel entonces que “el cambio de la civilización industrial a un nuevo fundamento no orientado hacia el mercado le parece a muchas personas una tarea que no puede ni siquiera imaginarse”. 13 No obstante, nuestra tarea de hoy es, precisamente, llevar a cabo semejante cambio –uno que permita la emergencia de una producción (industrial?) que no sea orientada ni hacia una masificación ni hacia una comercialización nocivas, ecológicamente sólida, que favorezca el florecimiento de una existencia plenamente humana. En última instancia, estas obligaciones que asumimos las reconocemos en relación a nosotros mismos y a quienes más cercanamente dependen de nosotros así como en relación a todo lo que afecta nuestro entorno natural, comunitario, personal –el entorno de nuestro trabajo/juego. Después, nuestros concejos municipales, naturalmente unidos dentro del contexto de las biorregiones que habitamos, tomarían auge “de abajo hacia arriba” hasta emerger en algo que podría llamarse las “Biorregiones Unidas del Globo” (en lugar de las “Naciones Unidas”) en las que todas las “naciones” como “mancomunidades de la lengua” se reunirían para discutir los asuntos de interés global. Semejante unión sería forjada y entretenida por medio de concejos colegiados que incluirían a todas las comunidades autónomas que hayan asumido el principio de subsidiaridad o devolución14 como su modus operandi, a la par que se rechaza el sistema multi-partidista y se afirma la cohesión familiar y comunitaria por encima del ámbito público, considerablemente más restringido en el futuro de lo que lo es hoy. La seguridad pública en lo sucesivo respondería a asuntos de emergencia causados por siniestros naturales o antrogénicos, de forma tal que nuestros “ejércitos”

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Polanyi, op. cit., ch. 4, “Societies and Economic Systems”, p.75 de la citada versión castellana. 13

Op. cit., p. 328, mi énfasis.

14 La idea es que el mejor gobierno es el más cercano a casa. Ver Joshua P. Hochschild’s “El principio de

sbsidiaridad y el ideal agrario”, también en www.institutosimoneweil.net en inglés y español.

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responderían primordialmente a llamados de paz y construcción en lugar de a la guerra y la destrucción: una utopía más o menos realizable por contraste a la irrealizable e insustentable liberal [no “libertaria”] escudriñada por Polanyi. Ejércitos totalmente divorciados, pues, del tipo de tareas que se les ha conocido en el pasado, plenamente integrados a las comunidades de las que son miembros, comunidades auto-defensoras en solidaridad con sus entornos, el entorno socio-natural. El modelo propuesto incluye la participación de las mujeres en las tres ramas gubernamentales en una proporción pareja con la de los hombres, en reconocimiento pleno de las diferencias y complementariedades que se dan entre los géneros y que deben verse reflejadas en todas las áreas del desempeño social. La igualdad pasa por la aceptación de diferencias legítimas. “Micha y micha”, pues: no tanto en reconocimiento de nuestras similitudes sino en reconocimiento de que nuestras diferencias requieren ser balanceadas. Sola una democracia legítima garantizará la libertad de religión junto a la libre circulación de las ideas y se asegurará que la propaganda no amordace, esconda o le dé su propio giro a la información, impidiendo la libre formulación y expresión requeridas para asegurarnos que el trabajo de las Asambleas logre traducirse en un efectivo logro del bien común. Y sola una democracia tal asegurará que sea mantenida una saludable división de poderes sin los que la “democracia” se convierte en un totalitarismo engañoso, hipócrita y devastador. La disminución del poder en sí, de la fuerza, sobre el individuo y lo comunal será la mejor indicación de que las cosas están trabajando de forma natural para asegurar que prevalezca un balance in el cual, más tarde o más temprano, cada cosa se colapsa sobre sí. Para llegar a ser lo que debe, la implementación de este modelo requiere de hombres y mujeres, jóvenes como viejos, dispuestos al aseguramiento de un manejo sensato de la casa y de la comunidad en el más pleno sentido. Al efecto, he encontrado las propuestas de Murray Bookchin, que no conocía con anterioridad, lo más ajustadas que se quieran a estas nociones que vengo encubando, compartiendo y ajustando durante un período de un cuarto de siglo hasta ahora, mientras las cosas siguen moviéndose de formas sorprendentes. 15

15 Por ejemplo, bien documentados libros y filmes dejan más allá de toda duda que en efecto estamos siendo visitados por extraterrestres. Quizá pueda que haya un destello de luz en medio de todo, aunque las opiniones parezcan tan divididas en relación a si hemos de esperar ángeles caídos del cielo o demonios, o algo de ambos, considerando la amplia gama de visitantes con acceso a nuestro planeta, según nos parece detectar en los materiales a los que hemos tenido acceso. Richard M. Dolan Los libros de Richard M. Dolan sobre los OVNIS y el estado de seguridad nacional (UFO’s and the National Security State, the Breakaway Civilization) y la “civilización desprendida” y sobre qué podría esperarse mientras avanza la narrativa de cuál resulta ser nuestro predicamento real y lo extraordinariamente complejo del universo, parece ser confiable --aunque su A.D., After Disclosure, que versa sobre cómo podrían suceder las cosas a partir de un desvelamiento de las verdades ocultas en relación a los miles de miles de avistamientos de OVNIS, no imagina el futuro que proyectamos quienes ya aceptamos la inevitabilidad de desmantelar al estado-nacional y sus insustentables componendas. Por su parte, Joseph Patrick Randall da la impresión de ser más especulativo, pienso, y también quizá un poquito menos optimista dado el tipo

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En México, hoy, el perverso sistema que nos mata a la vez tanto a la “derecha” como a la “izquierda” continúa sin tregua al mismo tiempo que está siendo retado por quienes entienden que la asamblea local, abierta y autónoma de comunidades dispuestas a defenderse a sí mismas sin la intromisión de la contienda partidista de el tipo de democracia llamada “representativa”, es la única opción que pueda aún contener alguna promesa si es que la cordura ha de prevalecer en los asuntos de la polis. Nuestro trabajo, sospecho, consiste en tratar de dilucidar cómo semejante solución ha de llevarse a cabo. La experimentación es la orden del día, junto al valor de disponernos a pensar fuera del cajón. Semejantes destellos de esperanza es lo que estamos redescubriendo en España desde el principio de la “Primavera árabe” de hace tres años que pronto brincó hasta España gracias a Facebook y a Twitter, esos agents provocateurs del fenómeno M-15 de la Spanish Revolution, del “Occupy” como de el “#YoSoy132” de México, ahora resonando en Venezuela gracias a una revuelta contra el legado chavista. Apuntalado por la revuelta mexicana, Andrés Manuel López Obrador comenzó a promover el movimiento de La Morena, una esperanza pronto aniquilada para los que ya no aguantan más el sistema de los partidos –casi toda la población no directamente comprometida con el sistema de despojo de los mismos en un país con niveles de desempleo increíblemente altos (especialmente entre los llamados ni-nis que igual que ni estudian ni trabajan hacen ambas cosas sin mayor provecho en ningún sentido). Este “Movimiento que hubiera sido” ha caído rápidamente en los brazos del exhausto pero aún “productivo” sistema de partidos, habiendo dejado por lo visto de considerar su definitivo potencial para echar a andar en un sentido enteramente distinto. ¿Falta de imaginación, o qué? Acicateados y detenidos a la vez por la misma dificultad de la situación, es concebible que los Concejos de Ancianos tomasen un paso hacia adelante para ayudar a crear un liderazgo más confiable, como han hecho en el pasado más lejano como reciente, obligados por la inseguridad, la represión, las esperanzas disminuidas de un futuro llevadero. Quienes ponen en movimiento las energías de la izquierda en España han decidido cuestionar la noción misma de la conveniencia o de la inevitabilidad de quedarse pillados a la deriva del “estado de bienestar” y, con él, en la implícita aceptación de una perenne existencia como asalariado (¡para los que tuvieran esa “buena suerte”, se entiende!). Noam Chomsky ha aparecido, a sus ojos, como una inescrutable contradicción en términos: un anarquista de estado, han dicho. 16 Entre

tanto, Félix Rodrigo Mora es el torpedo que, inmutable, se lanza contra las falacias que la supuesta izquierda cultiva gracias a intereses mezquinos, ajenos a la verdad, proclama. de oligarquía que viene decidiendo las cosas, esa “metaetructura” de omni-abarcadora complicidad con la “Internacional nazi”. Estos escritores han llegado a mi atención gracias a Catherine Austin Fitts y su inteligente, bien documentado sitio, www.solari.com.

16 http://barcelona.indymedia.org/newswire/display/469836/index.php Más recientemente Chomsky ha

vindicado sus posturas anarquistas… quizá movido por esa acusación que seguramente lo habrá hecho

pensar.

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Investigador “auto-didacta”, FRM ha penetrado extensamente en aquellos aspectos de la historia más absurdamente traicionados por el tren de pensamiento “liberal” [algo más bien opuesto a lo que queremos decir por “libertario”] que ha impuesto su monopolio sobre una buena parte del pensamiento académico –con la excepción, por supuesto, de algunos grandes espíritus desmistificantes cuyas obras apenas comienzan a penetrar nuestras percepciones. Dentro de este círculo de (peligrosamente!) “radicales libres”, como he comenzado a llamarles (nos), Prado Esteban diezma ha estado develando los engaños que encierra el feminismo de estado, un feminismo financiado por el estado que se inclina, para sus propios fines, en la dirección de desconocer el tradicional balance de poder que siempre ha prevalecido entre los géneros a través de la historia humana. En su --no suficientemente conocido-- libro sobre el género, Gender,17 Illich señala las diferencias que se han podido observar entre machos y hembras desde la cuna, a una primerísima edad, y que hacen que hombres y mujeres se vean como finamente equipados para una sutil y, sin embargo, dinámica relación –una relación que él describe como imbuida de una “complementariedad asimétrica” preservadora de exquisitamente afinados balances necesarios para la vida social. El tipo de trabajo al que se refiere como la más reciente forma de esclavitud, que sustenta el código de identidad “unisex”, es lo que llama “trabajo a la sombra”.18 El desempleo, “término introducido en 1898 para referirse a quienes no disponían de entradas fijas, es reconocido ahora como una condición que afecta a la mayoría de la población”.19 La situación global al respecto, entonces, ha empeorado con creces la existente cuando Simone Weil, en los años treinta y primeros de los cuarenta, tratara de imaginar una civilización cuyos estándares de trabajo serían tales que el uso de nuestras manos pudiera convertirse en una fuente de vida espiritual profunda, tal como lo sigue siendo para un porcentaje reducido de personas cuyo trabajo es “de amor”. Mientras redacto esto, el “día internacional de la lengua madre” está siendo celebrado a través de los canales oficiales, con una afirmación sobre la no-superioridad de una lengua sobre otra –y, probablemente todos recordamos el dicho de que la diferencia entre una “lengua” y un “dialecto” radica en el tamaño de los respectivos ejércitos y armadas. La importancia de poseer un instrumento de comunicación común jamás puede ser exagerado y hace rato que me parece inútil

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1982, Ivan Illich, Copyright owner, Valentina Borremans. Heyday Books, Berkeley, Ca, mi traducción. El texto completo en español se encuentra en Obra Reunida de Iván Illich, II, Fondo de la Cultura Económica, México. 18

“Consistentemente, el trabajo productivo fue identificado como trabajo legítimo, mientras que la labor asociada con el consumo fue dejada bajo el silencio o asociada al ámbito de la satisfacción. Ahora el tiempo de producción decrece de forma tajante, mientras que la creciente intensidad en el consumo de artículos incrementa el tiempo necesario para su consumo”, p. 56 de la versión citada en inglés, mi traducción. También debo decir de pasada, que también nota una “bien anotada, vigorosa, comprehensiva bibliografía sobre medios y fines en la civilización de los Estados Unidos”: S.H. Cutliff, et al, Technology and Values in American Civilization: A Guide to Information Sources, Detroit: Gale Research, 1980. 19

Mi traducción.

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que los censos nacionales consideren más importante registrar la identidad “racial” o de origen “nacional” (en relación a la nación-estado) que la(s) lengua(s) que cada cual maneja en su vida. Y, es en relación a la posesión de una lengua en común –ese instrumento que viaja con nosotros doquier nos desplacemos sobre el mapa (o por el internet)—que la desacreditada o difamada y a la vez altamente estimada institución de la monarquía podría venir a ayudarnos siempre y cuando se trate de una legítimamente instituida mancomunidad de quienes comparten una misma lengua, encuéntrense donde se encuentren. Si se hacen cargo de nuestro mundo imaginario, desde la infancia siempre se ha visto poblado de princesas y príncipes, reyes y reinas y duques y duquesas y condes y condesas… Pues, por qué no imaginar mancomunidades de la lengua cuya “territorialidad” se centra exclusivamente en nuestras casas u hogares y en las redes de intercambio de pensamiento e información, de cultura compartida globalmente gracias a una lengua en común, con “representantes principescos” de las “dignidades” de la herencia cultural heredada vía esas riquezas lingüísticas simbólicamente encarnadas por dignos “dignatarios” (sobre todo poetas, por supuesto) cuyo desfile brillante y constante nos recordarían las posibilidades expresivas, espirituales, a las que habrá dado lugar ese tesoro compartido de un pueblo que siempre ha de ser su habla. Abundarían las oportunidades para celebrar a nuestros Monarcas electos quienes tendrían el privilegio de representar, en cada comunidad, la membrecía cultural de quienes comparten el mismo precioso instrumento con sus adaptables, evolutivas formas y de forma tal que la “identidad nacional” ficticia de nuestras “naciones estado” puedan abrirle el paso a una identidad que resultaría más real por encarnarse en nosotros gracias a nuestra herencia de una lengua común específica. Naturalmente que los políglotas no encontraríamos problema alguno por el hecho de identificarnos con quienes hablamos las mismas lenguas entre nosotros, ni habría motivo alguno para que se nos acusara de traición contra alguna, única, lengua prescrita u obligatoria. Cada municipalidad avalaría las actividades culturales apoyadas por quienes hablan la misma lengua y sus variantes y, posiblemente, canalizaría colaboraciones de parte de los hablantes de la misma en beneficio de las actividades que se lleven a cabo en cada una de las lengua –incluyendo la posibilidad, de hecho, de recibir instrucción relacionada a las leyes del lugar en la(s) lengua(s) de su selección: Una república de letras que mantendría a los poetas y creadores más activos a la vanguardia de todo lo que la mancomunidad específica, ligada por la misma lengua compartida, escucharán y hablarán. Y, hablando de poesía… aterrizamos, ahora, en una exposición semi-en-trance de un momento en la historia humana que nos resulta harto intrigante. 20

20 Al principio de los cincuenta aprendí a bailar el cha-cha-cha siguiendo los ritmos de la más famosa de las canciones de Enrique Jorrín: “Los marcianos llegaron ya y llegaron bailando el cha-cha-cha”. Durante el principio de los cincuentas se oyó mucho sobre los E.T.s y sus platillos voladores. Parece ser que 1952 fue un año bastante importante en relación a los avistamientos, tras el incidente de 1947 en Roswell. Youtube no los defraudará cuando de este tipo de información se trata, aunque de todo hay. http://www.youtube.com/watch?v=stWkXlBWWVE http://www.youtube.com/watch?v=cYPCKIL7oVw

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Parte III “Lo imaginario es lo que tiende a convertirse en realidad”: André Breton. Nada de lo que sigue habría jamás entrado en esta mente, sospecho, de no ser por mis experiencias de los años sesenta en Detroit, incluyendo la conversión que me sucedería poco después de la lectura de Las puertas de la percepción y de Entre cielo y tierra (Aldous Huxley). Dicha conversión eventualmente me pondría en brazos de Carlos Castaneda, hablando tanto figurada como simbólicamente, ocho años después de que dicho despertar espiritual tuviera lugar gracias al hikuri, la planta que muchas tribus amerindias en Norte América consideran sagrada por razones obvias para cualquiera alguna vez bendecido con su más mágico regalo –el de permitirle al sujeto convertirse en sí mismo una vez más, por muy breve que fuera su “viaje” (entre seis y doce horas), para cambiar, finalmente, de forma permanente en relación al lavado cerebral sufrido desde el día en que nacimos. Este lavado de cerebro del que el cactus de peyote nos libera es, en gran parte, el resultado de ciertas distorsiones inherentes a la naturaleza misma de las lenguas que hablamos: cada lengua tiene sus propias formas de estructurar aspectos de la realidad que usualmente permanecen fuera del ámbito de nuestra percepción. Consecuentemente, es importante ir más allá de las limitaciones que semejante estructuración implica si es que hemos de tocar base con el ser más abarcador que nos rodea y nos sostiene desde dentro y desde fuera, más envolvente que las personas limitadas que solemos ser en cualquier momento específico y lugar: la diferencia entre “vida” y “Vida”, entre “uno” y “el Uno”. Para aquellos de ustedes que hayan leído algunos de los libros de la saga castanediense 21, habrán notado que Carlos-el-aprendiz con frecuencia mira anhelosamente en dirección de la poesía: su anhelo de ser poeta, de alcanzar la excelencia humana que se manifiesta en la creación, en la poesis. Así que para

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Y me pareció a mí que había bastante “desembaucamiento” por llevarse a cabo en relación a todo lo que él “reportó” desde el desierto de Sonora; no obstante, a parte de mi propia experiencia de mucho de lo que él describió, sé que existían cosas que lo abrumaban y para las que no tenía explicación alguna (“son de fuera de este mundo, no son humanos, se han salido de la condición humana”), la mente anonadada por las experiencias de esa región tenebrosa y deslumbrante de la “realidad separada” que nos hace conocer. Entre tantas revelaciones como nos comienzan a anonadar a nosotros mismos, me pregunto si no será que los persistentes reportajes sobre “extraterrestres” estén conectados con el “conocimiento” de ciertos individuos fuera de serie tales como los donjuanes y los genaros con sus “cuentos de poder” cuyos prodigios de transformación de la materia para mí seguían siendo inescrutables --fuera del fenómeno exaltante del “sueño lúcido” y de remarcables “causalidades” cuyo propósito una está llamada a descubrir en las faenas por que “nuestros sueños se hagan realidad” (roguemos también que no obstante las “pesadillas” igualmente al acecho de convertirse en realidad!)

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llegar a una conclusión que no desmerezca de la ocasión, en vista del estado de descomposición generalizada que nos rodea, debo decir que mi instinto más claro es, justamente, invocar nuestra capacidad poética, que le permitamos a ésta irrumpir en una avanzada que provea las respuestas capaces de satisfacer aquello que en nosotros siempre permanece igual –la parte impersonal de nuestro ser, de donde todas las grandes creaciones emergen: trayendo consigo algo que puede nunca antes haber sido vista y que se revelará a sí misma, necesariamente, como (¿infinitamente?) más grande que la suma de sus partes. En su libro sobre los milagros (Miracles) C.S. Lewis dice algo que me conmovió profundamente y es que los verdaderos milagros existen pero sólo en las mentes de quienes han sido entrenados para detectarlos. Resuelta a que mi aprendizaje castanediense llegue a florecer plenamente y que la varita mágica que en nosotros vibra aproveche la oportunidad, el día –para hacer su carpe diem—me aventuro con la atención “en tercera” (o cuarta) así que la avalancha de ocurrencias, eventos, en constante movimiento de pronto susurrará su sentido oculto, revelará la dirección en que nuestro más alto vuelo habrá de ir. Como lobos al acecho debemos detectar, en esas extrañas coincidencias que de pronto atrapan a nuestro “tercer ojo”, las armonías que estamos destinados a cantar y a pasarle a nuestros contemporáneos y a las generaciones por venir. Sí, la Poesía se convierte en nuestro faro ¡ahora que la “ciencia” anda haciéndole un cortocircuito fatal a la civilización que ella misma ha forjado! (Más según la ocasión lo permita, AMEN…) Traducido abril, 2014. Las primeras ocho páginas fueron redactadas poco antes del 15 de mayo del 2011 y han servido ahora para abrir la discusión sobre la ciudadanía en el contexto de los onceavos trabajos del Centro para el estudio de la ciudadanía, en Wayne State University, mi querida Alma Mater.