Bernardo de Noboa y la fundación de cofradías en la doctrina de Ticllos (Cajatambo), 1653-1656

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Historia y Región 1, año I, Octubre 2013: 61-76 BERNARDO DE NOBOA Y LA FUNDACIÓN DE COFRADÍAS EN LA DOCTRINA DE TICLLOS (CAJATAMBO), 1653-1656 Erik Gabriel Bustamante-Tupayachi [email protected] RESUMEN El siglo XVII, para el caso peruano, es conocido por las campañas de extirpación de idolatrías en la sociedad indígena. El iniciador, Francisco de Ávila, dejó los cimientos para la institucionalización de esta política extirpadora que tomó una mayor relevancia con Pedro de Villagómez, arzobispo de Lima. Pero estas campañas asumieron, casi simultáneamente con la consolidación de la sociedad colonial, el objetivo común de desestabilizar la sociedad indígena. En este contexto, muchos curas doctrineros, a partir de mediados del siglo XVII, estuvieron sumamente interesados en iniciar su carrera eclesiástica. Entre ellos está el caso de Bernardo de Noboa, quien, para alcanzar una merced mayor, necesitó tener un respaldo de su buena labor evangelizadora, y para ello, alentó las fundaciones de cofradías en su doctrina de Ticllos en consenso con su feligresía. De esta manera, aportaremos unos datos más sobre la carrera eclesiástica de Bernardo de Noboa. PALABRAS CLAVES: Bernardo de Noboa de las Mariñas, Cofradías de Indios, Carrera Eclesiástica, Cajatambo, Siglo XVII. ABSTRACT The seventeenth century, in the Peruvian case, is known for the extirpation of idolatry campaigns in Indian society. The initiator, Francisco de Avila, left the foundation for the institutionalization of this policy, who took a higher profile with Pedro de Villagomez, Archbishop of Lima. But, almost simultaneously with the consolidation of colonial society, these campaigns took the common objective of destabilizing Indian society. In this context, many parish priests, from the middle of the seventeenth century, were extremely interested in starting their ecclesiastical career. Among them is the case of Bernardo de Noboa who, to reach a greater mercy, needed to have a backup of his good work of evangelization. For this, he promoted the foundation of brotherhoods in the doctrine of Ticllos in consensus with his membership. In this way, we will provide a few more facts about the ecclesiastical career of Bernardo de Noboa. KEY WORDS: Bernardo de Noboa de las Mariñas, Indian Guilds, Ecclesiastical Career, Cajatambo, Seventeenth Century. Estudiante de pre-grado de Historia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es líder e integrante del Grupo de Estuio e Investigación “Regionalicemos la Historia”. Ha participado en varios eventos académicos a nivel nacional. Actualmente está centrado en su tesis “La carrera eclesiástica del clero secular, s. XVII”. Aprovechamos la presente ocasión para dar nuest ro agradecimiento a Melecio Tineo Morón, director del Archivo del Obispado de Huacho, por las facilidades que nos brindó en el trabajo de la documentación utilizada para el presente trabajo. Asimismo, a los doctores Miguel León Gómez y Fernando Armas Asín por sus observaciones y sugerencias.

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Historia y Región 1, año I, Octubre 2013: 61-76

BERNARDO DE NOBOA Y LA FUNDACIÓN DE COFRADÍAS EN LA

DOCTRINA DE TICLLOS (CAJATAMBO), 1653-1656

Erik Gabriel Bustamante-Tupayachi [email protected]

RESUMEN

El siglo XVII, para el caso peruano, es conocido por las campañas de extirpación de idolatrías

en la sociedad indígena. El iniciador, Francisco de Ávila, dejó los cimientos para la

institucionalización de esta política extirpadora que tomó una mayor relevancia con Pedro de

Villagómez, arzobispo de Lima. Pero estas campañas asumieron, casi simultáneamente con la

consolidación de la sociedad colonial, el objetivo común de desestabilizar la sociedad indígena.

En este contexto, muchos curas doctrineros, a partir de mediados del siglo XVII, estuvieron

sumamente interesados en iniciar su carrera eclesiástica. Entre ellos está el caso de Bernardo de

Noboa, quien, para alcanzar una merced mayor, necesitó tener un respaldo de su buena labor

evangelizadora, y para ello, alentó las fundaciones de cofradías en su doctrina de Ticllos en

consenso con su feligresía. De esta manera, aportaremos unos datos más sobre la carrera

eclesiástica de Bernardo de Noboa.

PALABRAS CLAVES: Bernardo de Noboa de las Mariñas, Cofradías de Indios, Carrera

Eclesiástica, Cajatambo, Siglo XVII.

ABSTRACT

The seventeenth century, in the Peruvian case, is known for the extirpation of idolatry

campaigns in Indian society. The initiator, Francisco de Avila, left the foundation for the

institutionalization of this policy, who took a higher profile with Pedro de Villagomez,

Archbishop of Lima. But, almost simultaneously with the consolidation of colonial society,

these campaigns took the common objective of destabilizing Indian society. In this context,

many parish priests, from the middle of the seventeenth century, were extremely interested in

starting their ecclesiastical career. Among them is the case of Bernardo de Noboa who, to reach

a greater mercy, needed to have a backup of his good work of evangelization. For this, he

promoted the foundation of brotherhoods in the doctrine of Ticllos in consensus with his

membership. In this way, we will provide a few more facts about the ecclesiastical career of

Bernardo de Noboa.

KEY WORDS: Bernardo de Noboa de las Mariñas, Indian Guilds, Ecclesiastical Career,

Cajatambo, Seventeenth Century.

Estudiante de pre-grado de Historia de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Es líder e

integrante del Grupo de Estuio e Investigación “Regionalicemos la Historia”. Ha participado en varios eventos académicos a nivel nacional. Actualmente está centrado en su tesis “La carrera eclesiástica del

clero secular, s. XVII”. Aprovechamos la presente ocasión para dar nuestro agradecimiento a Melecio

Tineo Morón, director del Archivo del Obispado de Huacho, por las facilidades que nos brindó en el trabajo de la documentación utilizada para el presente trabajo. Asimismo, a los doctores Miguel León Gómez y

Fernando Armas Asín por sus observaciones y sugerencias.

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INTRODUCCIÓN

as cofradías coloniales fueron asociaciones corporativas dedicadas a venerar y

promover una advocación religiosa –virgen, cristo, santo o santa– que

eligieron como patrón o patrona, pero que, además, socorrían a los

necesitados –la caridad cristiana– y tenían funciones extra-religiosas (económicas,

políticas y culturales). Ha recibido mucho interés por varios investigadores de los

cuales tenemos un mayor conocimiento sobre su funcionamiento y organización; sin

embargo, con respecto a las cofradías de indios, todavía tenemos un vacío

historiográfico. Salvo algunos trabajos que desarrollaron la relación entre cofradías y

las campañas de extirpación de idolatrías, donde la sociedad indígena la utilizó para

resistir a las presiones coloniales que sobre ellos cargaban,50 no tenemos registro

sobre otros casos para el espacio peruano; y es ante esta situación que podemos

señalar la necesidad de su estudio, ya que nos puede aclarar un poco más el panorama

contextual de la sociedad indígena mediante el conocimiento de sus organizaciones y

relaciones sociales en una localidad dentro de la región establecida por ellos mismos.

En esta necesidad de conocer las relaciones de las cofradías de indios y otros

agentes sociales, el presente estudio va encaminado a corresponder la fundación de

una cofradía de indios en la doctrina de San Pedro de Ticllos, perteneciente a la

provincia o corregimiento de Cajatambo, y la participación de su cura, Bernardo de

Noboa. Así notaremos que la intervención de este cura doctrinero no fue vocacional

sino, más bien, estaba suscrito a una lógica colonial de sus contemporáneos, es decir:

hacer méritos para tener una buena carrera eclesiástica con el objetivo de obtener una

merced mayor o prebenda, por ejemplo, una ración de la Catedral de Lima. Pero esto

se lograría, para el presente caso, con el “acuerdo” del cura de Ticllos y sus feligreses.

En este sentido, nuestro estudio presenta un esquema con tres partes:

a. “El siglo XVII y la desestabilización de la sociedad indígena”, es un esbozo

del contexto histórico de la sociedad colonial, donde se mencionará los

procesos históricos –la crisis demográfica, la política de administración

territorial y las campañas de extirpación de idolatrías– que convergieron en

la desestabilización de la sociedad indígena, suscribiéndolos, forzosamente,

al mercado colonial.

b. “La fundación de la cofradía de Nuestra Señora de la Candelaria”, tratará

sobre el proceso de fundación de esta institución en el pueblo de San Miguel

de Corpanqui por su cacique gobernador, sus principales y común de indios,

50 Ver: Celestino y Meyers (1981) y Varón (1982).

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iniciado con una petición de licencia de fundación en el año 1653 hasta

lograr su fundación definitiva en 1656.

c. “La participación de Bernardo de Noboa: ¿vocación o interés?”, abordará los

motivos que tuvo el cura doctrinero de Ticllos para alentar la fundación de la

cofradía de Nuestra Señora de la Candelaria ciñéndonos al contexto que

muchos curas doctrineros, a partir de mediados del siglo XVII, estarán

sumamente interesados en iniciar su carrera eclesiástica. Donde nuestro

personaje estará inmerso en esta lógica colonial con el objetivo de alcanzar

una merced mayor.

Con este esquema iniciaremos nuestro estudio de la fundación de una cofradía

de indios y la participación de su respectivo cura doctrinero, el cual nos servirá para

ejemplificar la lógica colonial de ambas partes; por un lado, el interés en desarrollar

una buena carrera eclesiástica por Bernardo de Noboa, por el otro, la adaptación de

una institución europea –la cofradía– por la sociedad indígena con el objetivo de

perdurar, en lo posible, su organización tradicional. Todo ello estará “concertado”

entre los interesados.

1. EL SIGLO XVII Y LA DESESTABILIZACIÓN DE LA SOCIEDAD

INDÍGENA

El siglo XVII ha sido el marco de investigaciones dedicadas al corregimiento de

Cajatambo51, como resultado de ellas, tenemos un mayor conocimiento sobre las

Campañas de Extirpación de Idolatrías que ejecutó el Arzobispado de Lima sobre

aquella jurisdicción52; sin embargo, no tenemos estudios que relacionen estas

campañas con las cofradías. Por tal razón, partiremos con un esbozo sobre el contexto

histórico de la desestabilización53 de la sociedad indígena en el sistema colonial.

51 La provincia de Cajatambo, en la actualidad, está ubicado al noreste del departamento de Lima a unos

3350 msnm. Para el período colonial, Cajatambo fue un corregimiento conformado por cinco

repartimientos de indios: Cajatambo –cabeza de doctrina o curato–, Ámbar, Andajes, Ocros y Lampa. Además, tenía circunscrito en su jurisdicción 13 doctrinas de indios: 1. El pueblo de Cajatambo, 2. El

pueblo de Mangas, 3. El pueblo de Chiquián, 4. El pueblo de Ticllos, 5. El pueblo de Hacas, 6. El pueblo de

Ocros, 7. El pueblo de Cajacay, 8. El pueblo de Cochas, 9. El pueblo de Gorgor, 10. El pueblo de Churín,

11. El pueblo de Andajes, 12. El pueblo de Cochamarca, y por último, 13. El pueblo de Ambar (Bueno,

Cosme 1951 [1764]: 39-40). 52 Entre los autores que desarrollaron esta temática, tenemos por ejemplo a: Pierre Duviols (2003), Juan Carlos García (1994), Lorenzo Huertas (1981) e Iris Gareis (1989). 53 Este término lo tomamos de Carlos Sempat Assadourian (1982: 301-321), para referirnos al proceso de

consolidación del sistema colonial en base a las mudanzas o migraciones de las poblaciones andinas al mercado colonial a través de diferentes métodos como la apropiación de mano de obra indígena, la

organización de la tierra y la administración del poder colonial.

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La sociedad rural durante los siglos XVI y XVII sufrió modificaciones a nivel

jurisdiccional: inició con el sistema de encomiendas que trajo consigo el

fortalecimiento de las élites encomenderas y su resultante debilitamiento en manos de

la Corona española mediante la promulgación de las Nuevas Leyes en 1542. Las

medidas que se tomaron se manifestaron en la creación del Virreinato del Perú y la

Real Audiencia, y directamente para debilitar a la élite encomendera se instalaron los

Corregimientos y las Doctrinas de Indios. De este modo, perdieron las potestades que

tenían (la administración de la justicia y el cobro de tributos fue remplazado por el

corregidor, y la evangelización cayó en manos de los doctrineros). Aunque se desató

la rebelión de ellos liderados por Gonzalo Pizarro, el destino final fue su derrota en

manos de Pedro de la Gasca. Así, el 29 de junio de 1556, llegó el nuevo virrey Andrés

Hurtado de Mendoza, y con ello el proceso de consolidación del Virreinato peruano.

Con el fin de consolidar el nuevo virreinato se desarrollaron algunos procesos

históricos que estructuraron a la sociedad colonial. Entre ellos tenemos la crisis

demográfica andina de los siglos XVI y mediados del XVII causados mediante las

enfermedades venidas de Europa (la viruela, el sarampión y la gripe) y la ruptura

económica y social iniciado con la conquista, produjeron muchos quiebres en la

sociedad indígena. Luego están las reducciones de indios encabezadas por el virrey

Francisco de Toledo en la década de 1570, que con la elección de nuevos espacios, los

pueblos de indios se fundaron, en su mayoría, en valles cercanos a ríos a través de su

distribución en sucesivas migraciones (Zuloaga Rada 2003: 88-89). Además, el

impacto de la economía colonial basada en las minerías, haciendas, estancias de

ganado (ovejuno, vacuno y cerda) y los obrajes, requirieron de mucha fuerza de

trabajo, esto se logró gracias a la adaptación de un sistema ya utilizado por los Incas

llamada mita, donde su versión colonial desechó sus rasgos rituales por una lógica

mercantilista (Assadourian 1982: 295) facilitada por las migraciones forzosas (Cook

2010: 311-320). Todo se dirigió a una mayor presencia política de las élites limeñas y

provincianas en detrimento de la sociedad indígena, donde la tierra era base de ese

poder y “a los naturales se les despojó de sus tierras y en otros se les dió las tierras

eriazas, pobres y faltas de aguas o en lugares quebrados difíciles de labrar” (Vargas

Ugarte 1654: 284). Este panorama muestra que la consolidación del sistema colonial

en base a la “rentabilización de la tierra” estuvo dirigida a “mudar” forzosamente a

los indígenas al mercado, es decir, a romper sus parámetros tradicionales de

subsistencia. Aun así, este proceso no se lograría únicamente con el aparato civil, se

requiere de un aliado para justificar su presencia: la Iglesia.

La evangelización, labor desplegada por la Iglesia colonial donde perfilaron a

la sociedad indígena a identificarse con el nuevo orden en base a la negación de su

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cultura autóctona –caracterizada por su pluralidad– a uno cada vez más monótono y

limitado. Cuyo instrumento más representativo para este siglo XVII fueron las

campañas de extirpación de idolatrías,54 que tuvieron tres etapas en su desarrollo: La

primera en los años 1600-1620, que se desenvolvió en las doctrinas de Canta,

Huarochirí y Cajatambo. La segunda en los años 1645-1680, que se caracterizó por su

gran dinamismo –violencia y destrucción material– y expansión, donde se visitaron,

además de las doctrinas mencionadas en la primera campaña, la de Yauyos y otras

que están más al oriente del arzobispado de Lima. Por último, la desarrollada en los

años 1720-1730, que concuerda con la gran última epidemia que afectó a las

sociedades rurales en el año de 1720, cuyos efectos perduraron años después (Burga

1999: 342-343).

Esta breve periodización de las campañas de extirpación de idolatrías nos

ejemplifica la relación de la crisis demográfica y las cargas económicas del siglo

XVII más el papel de la Iglesia católica para mantener el control de la sociedad

indígena que quedó desestabilizada reflejada en muchas consecuencias: desde el

ámbito religioso, las poblaciones andinas perdieron el espacio público para sus

rituales llevándolos a mantenerlos en la clandestinidad; que trajeron consigo el

debilitamiento de las identidades regionales y hasta las locales, antes manifestada en

el culto a los grandes dioses como los mallquis –momias que simbolizaban los linajes

étnicos de los curacazgos– hasta llegar a su desaparición (Burga 1999: 343-344). Y en

el ámbito político el escenario no fue distinto, ya que con la desestructuración de los

cultos andinos también perdieron la legitimidad de sus autoridades indígenas

tradicionales en la sociedad colonial.

Con todo, la sociedad indígena tuvo mecanismos de adaptación que

permitieron su subsistencia e, incluso, sacaron provecho de la situación. Un ejemplo

de ello fueron las cofradías que utilizó la población indígena como sustituto de sus

instituciones nativas (Varón 1982: 135-136) causado por la debilitación de su

organización tradicional provocado por la instalación colonial. Efectivamente, en la

mentalidad indígena la cofradía aparece como la institución capaz de mantener en

vigencia las formas religiosas resultantes del shock cultural (Celestino y Meyers 1981:

105-106). No obstante, esta apropiación y adaptación de las cofradías por parte de la

sociedad indígena debe tener una explicación más compleja. Revisando otros

54 Cabemos aclarar que la extirpación de idolatrías ya se ejecutaban desde el siglo XVI, pero como no tenía una institucionalización por parte del Arzobispado de Lima, estos procesos fueron casos individuales de

algunos visitadores y doctrineros. Ya para inicios del siglo XVII, la Nueva Extirpación empieza en 1609

con la declaración del cura de San Damián de Huarochirí, Francisco de Ávila, de haber constatado las prácticas idolátricas de los indios. Acto seguido, se creó el programa de la visita de idolatrías que fue

reglamentado por el sínodo de 1613 (Duviols 2003: 26).

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escenarios, Nancy Farriss en su investigación sobre los mayas de Yucatán, propone

que las cofradías sustituyeron a las cajas de comunidad con el objetivo de preservar

mejor esos bienes comunitarios ante el acoso de diferentes autoridades.55 De esta

manera su respuesta estuvo motivado por una preocupación de su economía

comunitaria, por eso asimilaron las cofradías, pero además, les posibilitó mantener un

reducto de su cultura autóctona; a través de la administración directa de sus bienes

comunales en base a su sistema de cargos. Aunque esto conllevó la sujeción al ámbito

eclesiástico –donde se disputaron conflictos con sus curas doctrineros–, pero al menos

pudieron resistir a los poderes civil y eclesiástico.

2. LA FUNDACIÓN DE LA COFRADÍA DE NUESTRA SEÑORA DE LA

CANDELARIA

Para fundar una cofradía era necesario preparar sus constituciones, y en el caso de la

cofradía de Nuestra Señora de la Candelaria,56 el que ayudó a armar las constituciones

fue el cura del pueblo. Acto seguido, se requería la aprobación del arzobispo de

Lima.57

Este proceso inició con la petición de licencia –fechada el 16 de octubre de

1653– para fundar una cofradía con la advocación de la virgen de la Candelaria

porque tienen una imagen de ella en su iglesia el cual todos los naturales la tienen por

su protectora y abogada, firmado por el cacique gobernador, don Cristóbal Santos

Machagua; y los principales, don Fernando Machagua, don Martín Manchapa, Juan

Andrés, Nicolás Lorenço y Miguel Pablo, todos ellos en nombre de su común de

indios del pueblo de San Miguel de Corpanqui –anexo de la doctrina de Ticllos–. Esta

55 Cita obtenida en: Zuloaga Rada (2002: 223). Esta hipótesis puede responder a la figura del corregidor,

quien tenía a su cargo la administración de las cajas de comunidad –lugar donde se guardaban la

recolección de tributos de los indios y otros ingresos para sus necesidades–. Esta potestad de la autoridad civil sobre los bienes de las comunidades traía consigo el deterioro de la economía andina, pues, cada vez

eran testigos de las extralimitaciones que tenía el corregidor en la administración de los bienes comunales.

Este tema está aún en discusión para otros espacios como Mesoamérica. Pero, para el caso peruano, todavía carecemos de estudios profundos al respecto. Por algo decía Gibson: “las cajas de comunidad y las

cofradías son las instituciones corporativas más importantes de la economía y sociedad indígenas” (Citado

en Zuloaga Rada 2002: 222). 56 La fuente utilizada para el proceso de fundación de la cofradía de Nuestra Señora de la Candelaria la

hayamos en el Archivo del Obispado de Huacho, específicamente, en la Serie Documental de Cofradías. El

documento es un libro de cofradía tiene un rango temporal entre los años de 1653 a 1720. En su

organización se ha encontrado valiosa información sobre el proceso de fundación de esta cofradía, los

registros de ingresos y egresos –data– y de las elecciones de sus autoridades –mayordomos, priores,

mayoralas, entre otros más–, como también numerosas visitas generales que realizaron las autoridades eclesiásticas del Arzobispado de Lima. En suma, es un valioso documento para acercarnos al

funcionamiento interno de las cofradías coloniales como también a la participación de sus actores en sus

pueblos. 57 Para conocer el panorama general de las cofradías del corregimiento de Cajatambo, ver: Rosado Loarte

(2008).

Erik Gabriel Bustamante-Tupayachi

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petición de los indios fue presentada en el momento que el señor doctor don Pablo de

Paredes, visitador general del arzobispado de Lima, desarrollaba su visita a la doctrina

de Ticllos. Él leyó la petición y mandó que los indios redacten las constituciones de

su cofradía porque “certificó que en el dicho pueblo de Corpanqui no ay otra cofradía

de la dicha advocación ni otra ninguna y que los que pretenden fundar esta es gente

de buena vida y deseosos de servir a Dios Nuestro Señor y así se les podrá dar la

licencia que pretenden para la dicha fundación y lo firmó.”58

Resulta interesante notar que esta cofradía es la primera que se fundó en el

pueblo de Corpanqui, aunque es pertinente informar que hubo otras cofradías que se

fundaron con anterioridad en la doctrina de Ticllos.59 Una vez obtenido la licencia de

fundación y siguiendo la orden del visitador general; las autoridades indígenas, por sí

y en nombre del común de indios, redactaron una segunda petición para que puedan

hacer las constituciones de su cofradía:

[…] Decimos que para más servir a Dios Nuestro Señor y a su bendita Madre

tenemos deseo de fundar una cofradía de la advocación de Nuestra Señora de la

Candelaria respecto de que en el dicho pueblo no ay otra cofradía desta advocación ni

en el dicho benefiçio como lo certifica el doctor don Pablo de Paredes visitando aquel

benefiçio y para que nuestro deseo tenga cumplido efecto y nuestras almas por

abogada a la Virgen Santissima de quien esperamos a de ser nuestra medianera para

que nuestro Señor nos perdone nuestros pecados y gocemos del descanso eterno. A

vuestra señoría pedimos y suplicamos que atendiendo a lo referido y a lo que el dicho

visitador certifica que presentamos nos conceda licençia para poder hazer

constituciones para el buen govierno desta cofradía que en ello receviremos merçed

con justicia […]

La respuesta tardó. El 2 de marzo de 1656, la licencia fue dada por el señor

doctor don Martín de Velasco y Molina, chantre de la santa iglesia y obispo electo de

La Paz.

Prontamente los indios presentaron las constituciones al doctor don Martín de

Velasco y Molina; éste respondió con un auto fechado en la ciudad de Los Reyes el 7

de marzo de 1656 donde aprobó las constituciones, no obstante de remediar algunas

observaciones como esta:

[…] las aprobaba y aprobó, ecepto que las limosnas que huvieren de dar los cofrades

aya de ser voluntaria sin apremiarle para ello en manera alguna = Y en quanto a esto

revocó la constitución nona [sic] = Y con que la elección de prioste aya de ser annual

como la de los mayordomos = Y asimesmo con que los mayordomos que salieren

58 Archivo del Obispado de Huacho. Cofradías, leg.1, exp.15, 1653, f. 2v. 59 Es el caso de la cofradía de San Antonio de Padua fundada en el pueblo de San Cristóbal de Roca, anexo de la doctrina de Ticllos, en el año de 1643. Ver: Archivo Arzobispal de Lima. Cofradías, leg.46, exp.6,

1643, f. 1r.

Bernardo de Noboa y la Fundación de…

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ayan de dar quenta a los nuevamente electos con asistencia del cura = Y con que no

hagan elección de alferes que saque pendón el día de la advocación desta cofradía

[…].60

En esta conformidad, la autoridad mandó se guarden las constituciones como

aprobadas el 8 de marzo de 1656. Así, el proceso de fundación de la cofradía de

Nuestra Señora de la Candelaria de los indios del pueblo de Corpanqui demoró no

más de tres años en conformidad a la legislación canónica.

Ahora ponemos a disposición las constituciones de la cofradía de Nuestra

Señora de la Candelaria:

1 Primeramente que esta santa cofradía a de tener la advocación de Nuestra Señora de

la Candelaria y su capilla a de estar junto al arco toral de la iglesia nueva que se está

haciendo en el dicho pueblo de San Miguel de Corpanqui al lado del evangelio y su

fiesta sea de çelebrar a dos de febrero de cada año y si no se pudiere çelebrar aquel

día por algún inconveniente sea de hazer el domingo siguiente a la dicha fiesta y

aquel día an de confesar y comulgar todos los Hermanos Veinte y Quatros siendo

capaces para ello para que con mayor veneraçion se pueda celebrar la dicha fiesta y

por la limosna de la missa cantada que sea de deçir y sus vísperas procession y

sermón se le a de dar al cura que la dixere y predicare quatro pesos de a nueve reales.

2 Yten. Sean de decir en el discurso del año tres missas cantadas que sale a cada

quatro meses una y se lea de //f.3v// dar dos pesos de a nueve reales de limosna por

cada una y estas sean de deçir por los hermanos vivos y difuntos desta cofradía. La

una el día de Nuestra Señora de la Encarnación. Y la otra el día de la Natividad de

Nuestra Señora = Y la otra terçera el día de la Concepción de Nuestra Señora.

3 Yten. Que en la otava de los finados sea de decir otra missa cantada con su vigilia

por los difuntos de la dicha cofradía ofrendada en la manera que se pudiere y se ha de

dar al dicho cura dos pesos de a nueve reales.

4 Yten. Que todas las personas que quisieren entrar por Hermanos Veinte y Quatros

desta cofradía assi hombres como mugeres an de dar un cirio de dos libras y dos

pesos de a ocho reales por su entrada.

5 Yten. Que si algún Hermano Veinte y Quatro de los fundadores o de los que

entraren muriere lean de aconpañar en su entierro el estandarte con sus achas y si

fuere prioste, o mayordomo con doçe y a sus hijos con quatro, esto se entienda si

quando murieren tubieren pagada su entrada y el cirio y de otra manera no tenga

obligaçion la cofradía a llevar en su entierro cossa alguna.

6 Yten. Por quanto esta cofradía se funda de presente y no tiene todo lo necessario

para sus gastos sea de pedir limosna los domingos y fiestas del año y que los

hermanos y Hermanos Veinte y Quatros acudan con lo que voluntariamente quisieren

dar.

7 Yten. Que esta cofradía tenga una caxa con dos llaves que la una tenga el cura y la

otra el mayordomo más antiguo y en ella se guarden todos los bienes que tuviere la

60 Archivo del Obispado de Huacho. Cofradías, leg.1, exp.15, 1653, f. 4v.

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dicha cofradía y un libro donde se asienten y las limosnas que entraren y salieren para

quien todo tiempo aya quenta y raçon para darla a quien su señoría illustrisima

ordenare y mandare.

8 Yten. Que el día de la fiesta luego in continenti61 [cursiva nuestra] que se aya

acabado se junten a cavildo en presencia del //f.4r// cura y se ayan de elegir un prioste

dos mayordomos un procurador y dos diputados y que el dicho prioste aya de ser por

el tiempo que el quisiere serlo que sea persona capaz y de edad para que le respeten y

obedezcan los demás hermanos de la dicha cofradía y que en las elecciones de

mayordomos que se hizieren en adelante aya de quedar el más moderno para que al

que nuevamente se eligiere le industrie en el dicho oficio y le advierta lo que huviere

de hazer y este que quedare a de tener la antigüedad en el dicho oficio.

9 Yten. Que la limosna que se huviere de pedir se aya de encomendar a dos hermanos

que la pidan y al que se esvesare de hazerlo por tres o quatro vezes sean escluydos y

echados de la dicha cofradía por gente ynutil y que no se digna de servir a la virgen

santissima y a su precioso hijo de quien tantos beneficios y mercedes recevimos y

para averlos de echar sea de comunicar con el cura y prioste y demás personas celosas

del culto divino y que las personas que no dieren la limosna por espaçio de quatro

meses no tenga voto en cavildo y sean despedidos desta cofradía.

Las quales dichas constituçiones hazemos y ordenamos para honra y gloria de nuestro

señor Jesuchristo y de su bendita Madre para que su divina magestad se digne de

guiarnos en su santo serviçio y que nuestras almas tengan el goço y descanso eterno.62

Además de estas constituciones, los indios dieron como norma la compra de un

libro para hacer el inventario de los bienes que tuviere la cofradía y se asienten los

cabildos, elecciones y entradas de hermanos. Toda esta información citada es valiosa

porque nos acercará a conocer la vida cotidiana de las cofradías de indios en los

espacios rurales como son: las fiestas religiosas, el sistema de cargos y la economía

indígena.63

3. LA PARTICIPACIÓN DE BERNARDO DE NOBOA: ¿VOCACIÓN O

INTERÉS?

Como se dijo anteriormente, el 16 de octubre de 1653, las autoridades indígenas –el

cacique gobernador y los principales representando a su común de indios– realizaron

una petición a las autoridades del arzobispado de Lima para obtener la licencia de

hacer fundación de una cofradía en su pueblo de San Miguel de Corpanqui. La

justificación que dieron del pedido de la licencia para fundar una cofradía era que:

[…] en el dicho pueblo de señor San Miguel de Corpanqui ay una devota ymagen de

Nuestra Señora Candelaria a quien todos los naturales del dicho pueblo tienen por su

protectora y abogada y para merecer mejor su intercesión y amparo y piadosamente

61 La expresión latina “in continenti” significa: inmediatamente. 62 Archivo del Obispado de Huacho. Cofradías, leg.1, exp.15, 1653, ff.3r-4r. 63 Estos temas se desarrollaran en un próximo trabajo de nuestra autoría.

Bernardo de Noboa y la Fundación de…

70

nos hemos juntado a fin de darle una hermandad y cofradía en que biviendo

christianamente debajo desta protección de su santo nombre y cofradía demás almas

se salvaran […].64

De la cita cabe preguntarnos: ¿quién asesoró a los indios a realizar la

petición?65

Para responder debemos señalar que el cura doctrinero por aquellos años que

se desarrollaba el proceso de fundación de la cofradía de Nuestra Señora de la

Candelaria fue un visitador de idolatrías muy conocido, nos referimos a Bernardo de

Noboa de las Mariñas.

Como autoridad eclesiástica –cura doctrinero–, Noboa conocía los requisitos

necesarios para fundar una cofradía y la legislación que reglamentaba su

funcionamiento. Es decir, sabía que las cofradías estaban reguladas por las leyes civil

y canónica. El primero vendría a ser las denominadas Leyes de Indias, mientras que

para el segundo, están el Concilio de Trento, los Concilios Limenses y los Sínodos

Provinciales; juntas actuaban bajo el Real Patronazgo, que era la alianza entre la

Corona española y el Papa. Por ende, Noboa era la persona más preparada para

asesorar a los indios a realizar la petición de licencia. Esta hipótesis, además de lo

expresado, podemos avalarlo en el contenido de la carátula del libro de la cofradía:

“Constituciones de la cofradía de Nuestra Señora de la Candelaria fundada en la

iglesia del pueblo de San Miguel de Corpanqui anexo del beneficio de San Pedro de

Ticllos en la provincia de Caxatambo. Siendo cura y vicario el licenciado don

Bernardo de Noboa.”66

Este contenido tiene la rúbrica de nuestro personaje. Además, si nos remitimos

a los datos biográficos que Juan Carlos García hizo para este cura, encontraremos una

lógica en su proceder en torno a su participación en la fundación de la cofradía en

cuestión.

Bernardo de Noboa, como cualquier contemporáneo suyo, aspiró a emprender

una brillante carrera eclesiástica que le permitió una mejor posición social y

económica en la sociedad colonial.67 En tal modo, para 1643 ganó por oposición la

64 Archivo del Obispado de Huacho. Cofradías, leg.1, exp.15, 1653, f.2r. 65 Responder las preguntas mencionadas arriba es una tarea difícil de realizar, pues el obstáculo mayor de

esto es la limitación de la documentación en sí misma. A esto, una manera de proceder será mediante el

cruce de información provenidas de fuentes históricas diversas; sin embargo, nuestra interpretación no se

limitará a lo que dice el documento, más bien haremos uso de nuestra imaginación, claro, no abusaremos hasta llegar a la elucubración. Hecho la advertencia, proseguiremos con la explicación. 66 Archivo del Obispado de Huacho. Cofradías, leg.1, exp.15, 1653, f.1r. 67 Respecto a las carreras eclesiásticas, el clero secular del siglo XVII tenía entendido que era necesario ascender para obtener un mayor beneficio social y económico, un ejemplo de ello fue el caso del cura

doctrinero Francisco de Ávila. Aunque cabe resaltar que no todos seguían esta lógica, pues, muchos

Erik Gabriel Bustamante-Tupayachi

71

doctrina vacante de Santa Ana de Succha (Huaylas).68 Y como propietario de esta

doctrina de indios se desenvolvió en la administración de los santos sacramentos de su

feligresía, y resultado de su buena labor le otorgaron el título de Vicario Foráneo de

Huarmey y Comisario de la Santa Cruzada para 1650. Pero no quedó ahí, pues su

anhelo de escalar en la jerarquía eclesiástica limeña y, como conocedor de las

campañas de idolatrías que se desarrollaron en los años de 1600 a 1620 por las

provincias de Canta, Huarochirí y Cajatambo, más la segunda campaña que presenció

como la muy dinámica e importante, ya que fue liderado por su arzobispo Pedro de

Villagómez; buscó los medios más seguros para obtener un beneficio o doctrina en la

provincia de Cajatambo. En consecuencia, Noboa inició el proceso de permuta de

doctrinas con el cura de San Pedro de Ticllos, Br. Francisco Negrón de Luna, el 21 de

abril de 1651. Las justificaciones que presentaron ambos curas para conseguir la

permuta estuvieron sustentado en que:

[…] el Bachiller Bernardo de Noboa cura de la doctrina de yndios de Guarmey a

estado desde que entró a servirla muy falto de salud por ser aquel tenperamento

cálido y no conforme a su complexsion que requiere temple frío como lo es el de la

doctrina de San Pedro de Ticllos donde es cura el Br. Francisco Negrón de Luna el

qual passa asimismo otras enfermedades resultadas del tenperamento frío y para que

ambos la conserben mexor atendiendo a que ninguno de ellos tiene capítulos

pendientes ni otras causas criminales y que a constado no aver yntervenido en esta

permuta pacto alguno de felonía e tenido por bien por lo que a mí me toca de

permutarles los dichos curatos en conformidad de lo dispuesto por mi real zedula de

Patronazgo lo qual aviendose consultado con don García Sarmiento de Sotomayor

Conde de Salvatierra […] mi virrey governador y capitán general de las dichas

provincias del Perú […] sea conformado con la dicha consulta y avia admitido la

dicha permuta […].69

Como cura propietario de Ticllos, Bernardo de Noboa vio, cada vez más cerca,

su ambicionado título de Visitador de Idolatrías. Si bien, para conseguirlo era es

necesario dejar una buena evidencia de su labor evangelizadora porque, como era

sabido, conocía lo grave que era estar capitulado por tu propia feligresía; y esto podía

ser un obstáculo muy fuerte para seguir en su carrera eclesiástica.70

doctrineros preferían quedarse en sus beneficios para obtener el soporte económico de subsistencia de él y su familia. Por eso, era común ver que muchos de ellos llevaban a familiares a sus doctrinas –algo que era

impedido por las leyes canónicas–, el mismo Ávila lo había practicado. Esto se puede verificar revisando la

documentación colonial de los archivos eclesiásticos, entre ellos el Archivo Arzobispal de Lima en sus

Causas de Capítulos. 68 Revisando varias documentaciones sobre vacancias de doctrinas en el Archivo Arzobispal de Lima,

hemos encontrado algunas causas de su “vacancia”. Entre las principales o recurrentes eran por: fallecimiento, promoción y haber cometido falta alguna (por ejemplo, ausencia del cura a su doctrina de

indios o incumplimiento de licencias por viaje de “negocios”). 69 Archivo General de Indias. Lima, 254, n° 9, 1664, ff.63r-64r. 70 Eso sucedió con Francisco de Ávila, que, tras la denuncia de los indios de su doctrina, fue mandado

llamar desde el arzobispado y encarcelado en la prisión eclesiástica… Por todo ello quizás la acción de

Bernardo de Noboa y la Fundación de…

72

Convenientemente, aprovechando la visita general que el doctor don Pablo de Paredes

realizó a su beneficio practicado en uno de sus anexos –el pueblo de San Agustín de

Cusi– el 16 de octubre de 1653, obtuvo una sentencia favorable por parte del juez,

quien lo declaró por buen cura y digno de mercedes mayores.71

Tres años más tarde, el 9 de mayo de 1656, le dieron el título de Visitador de

Idolatrías de la provincia de Cajatambo72.

Esta breve trayectoria de Noboa nos sirve para entender mejor su participación

en la fundación de la cofradía de Nuestra Señora de la Candelaria. Puesto que, aparte

de ser la persona indicada para asesorar a los indios del pueblo de Corpanqui por su

conocimiento en la materia, cabe preguntarnos si lo hizo por vocación por una buena

evangelización o, en caso contrario, trascendiendo de lo religioso, su proceder estuvo

marcado por un interés en particular.

Nos inclinamos por lo último, porque al ver la coincidencia de la fecha entre la

petición de licencia para fundar la cofradía por parte de los indios y la visita general

practicada por Pablo de Paredes; encontramos que ambos hechos se realizaron el 16

de octubre de 1653 en el pueblo de San Agustín de Cusi. Esta “coincidencia” se puede

explicar desde las posiciones de los indios y del cura.

Por un lado, los indios del pueblo de Corpanqui, con la experiencia de a ver

atestiguado la desestabilización de su sociedad, donde fueron obligados a ingresar al

mercado colonial, vieron necesario responder a esta situación de explotación y

empobrecimiento. Esto explica la adaptación que hicieron de la cofradía como un

espacio para retomar su participación directa en la administración de sus bienes

comunales y escapar, en alguna medida, a las constantes presiones de las autoridades

coloniales. Asimismo, los caciques obtendrían la imagen de buenos cristianos por

fomentar la fundación de su cofradía y el espacio necesario para ejercer su autoridad

como mayordomos y otros cargos, y con esto, reafirmar su posición social dentro de

su comunidad.73 En suma, se alojaron en el espacio brindado por la Iglesia, aunque

para cuidar sus intereses debían “concertar” o defenderse con el personaje más

inmediato a su pueblo: el doctrinero.

los indios debió contrariarle particularmente, pues venía a enturbiar lo que era una prometedora carrera religiosa… (Acosta 1987: 579). 71 Archivo Arzobispal de Lima. Visitas Pastorales, leg.11, exp.20, 1653, ff.6r-6v. 72 Estos datos biográficos lo obtuvimos de la cita obtenida en Duviols (2003: 125) sobre las investigaciones de Juan Carlos García. Además, esta etapa de la vida de Noboa como visitador de idolatrías ha recibido

mayor interés en la historiografía peruana. 73 La reafirmación del poder de los caciques en sus pueblos, para este caso el de Corpanqui, la podemos apreciar en los cargos de mayordomos, el cual era asumido por ellos en repetidas veces. Ver: Archivo del

Obispado de Huacho. Cofradías, leg.1, exp.15, 1653.

Erik Gabriel Bustamante-Tupayachi

73

Paralelamente, Bernardo de Noboa tuvo un desempeño ajustado como

doctrinero de Ticllos sin ningún perjuicio en su contra por parte de su feligresía.74

Así, se dedicó a desempeñar su oficio con toda normalidad. Y con respecto a la

fundación de la cofradía, sabía que su participación le podría favorecer para conseguir

un clima propicio que le permitiera encaminarse sin “inconvenientes” a desarrollar

una gran carrera eclesiástica, aspirando siempre a una merced mayor: una ración en la

Catedral de Lima. Esto explica por qué Noboa alentó y asesoró a los indios de

Corpanqui para fundar la cofradía de la Candelaria. Incluso realizó una donación a la

cofradía, donde los Hermanos Veinticuatro confesaron lo siguiente:

[…] que dicho señor Vicario [Bernardo de Noboa] por su devoción para aumentar

esta cofradía dio de limosna las vacas siguientes las quales traxo del pueblo de Ticllos

que aunque las tenía puestas //f.9r// en la cofradía de Ticllos por cuanto las

consumían, y no avia aumento para misas ni para sera las traxo y las dio de limosna a

esta santa cofradía […]75

Bernardo de Noboa donó 22 cabezas de ganado vacuno a la cofradía para que

puedan comprar la cera, el incienso, los ornamentos y las misas. Ello reflejaba la

buena relación que tenía con sus feligreses. Por tanto, deducimos que para Noboa las

cofradías eran un medio para forjar “alianzas” con los indios de su doctrina. Esto nos

sirve para entender que el 25 de noviembre de 1664 el arzobispo Villagómez,

respondiendo a los indios del pueblo de Corpanqui que solicitaron licencia para

fundar una cofradía con la advocación del Santísimo Sacramento, pidió que el

licenciado Bernardo de Noboa –cura de la doctrina de Barranca por aquellos años– le

informara sobre el pueblo de Corpanqui y sus indios. A esto, Noboa respondió:

Que las caussas que los yndios del pueblo del señor San Miguel de Corpanqui

propenden al señor Provisor para que se funde la cofradía del Santísimo Sacramento

en dicho su pueblo son muy justas, y digna de conciencia y útil para todos [tarjado:

los yndios] el común de todos los yndios. Porque el dicho de San Miguel de

Corpanqui está en medio de todos los pueblos de la doctrina de San Pedro de Ticllos

donde asiste poco más del tiempo el cura y celebra las mayores festividades del año, y

concurren a missas todos los yndios de los demas pueblos.76

Queda claro el vasto conocimiento que tenía Noboa acerca de su antiguo

beneficio, lo mismo podemos decir de la estrecha relación que tuvo con los indios de

Corpanqui, que sin ser su doctrinero, ellos confiaban en su informe favorable. Ya que,

ellos habían solicitado al arzobispo Villagómez que se a de servir vuestra merced de

mandar que el bachiller don Bernardo de Noboa ynforme sobre ello pues a sido

74 No hemos encontrado capítulos o denuncias de su feligresía contra Bernardo de Noboa. 75 Archivo del Obispado de Huacho. Cofradías, leg.1, exp.15, 1653, ff.8v-9r. 76 Archivo del Obispado de Huacho. Cofradías, leg.2, exp.7, 1664, f.3r.

Bernardo de Noboa y la Fundación de…

74

quince años cura en dicha dotrina…;77 así tuvieron el respaldo necesario para sus

intereses.

Finalmente, nuestro personaje llevó una pacífica relación con los indios de su

doctrina de Ticllos cuando era su cura. Esta parte de su vida lo llevó a realizarse como

visitador de idolatrías que, con un gran despliegue de sus habilidades, acumuló los

méritos suficientes para ser propietario de una media ración en la Catedral de Lima en

1679. Sin lugar a dudas, concretizó su mayor anhelo de su carrera eclesiástica.

CONCLUSIÓN

Resulta clara la necesidad de tener más casos de estudios sobre cofradías de indios

para el siglo XVII, y no sólo desde su funcionamiento y organización, sino más bien,

relacionarlo con la dinámica de la sociedad colonial. Por tal razón, nuestra

investigación es un intento de ir por ese camino. En este proceder, nuestros hallazgos

parten de una lógica colonial; es decir, para nuestro caso, Bernardo de Noboa –cura

de Ticllos–, estuvo suscrito, como muchos de sus contemporáneos, a la aspiración de

un reconocimiento económico y social a partir de su carrera eclesiástica. Para ello

alentó la fundación de la cofradía de Nuestra Señora de la Candelaria en el pueblo de

San Miguel de Corpanqui, con el objetivo de conseguir una buena recomendación del

visitador general don Pablo de Paredes el 16 de octubre de 1653 –fecha coincidente

con la petición de licencia para fundar una cofradía por los indios del pueblo de

Corpanqui–. Esto se logró en base a una alianza entre Noboa y sus feligreses, porque

ambos veían en la cofradía un medio para obtener una buena imagen ante la vista de

las autoridades eclesiásticas –los indios como buenos cristianos y el cura como

persona confiable–, y obtener sus propios intereses particulares: los primeros

necesitaban un espacio para reafirmar sus tradiciones autóctonas; mientras tanto,

Noboa requería de un buen clima de convivencia en su doctrina para seguir escalando

en su carrera eclesiástica.

FUENTES DOCUMENTALES

ARCHIVO ARZOBISPAL DE LIMA. Cofradías, leg.46, exp.6, 1543, 1f.

ARCHIVO ARZOBISPAL DE LIMA. Visitas Pastorales, leg.11, exp.20, 1653, 6fs.

ARCHIVO DEL OBISPADO DE HUACHO. Cofradías, leg.1, exp.15, 1653, 52fs.

ARCHIVO DEL OBISPADO DE HUACHO. Cofradías, leg.2, exp.7, 1664, 5fs.

ARCHIVO GENERAL DE INDIAS. Lima, 254, n° 9, 1664, 293fs.

77 Ibídem, 2r.

Erik Gabriel Bustamante-Tupayachi

75

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