Bailar y vivir: La influencia de la música en la vida cotidiana entre las décadas de 1940 y 1950.

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Lucas Pablo Acosta DNI: 30.824.529 Correo Electrónico: [email protected] Tecnicatura Universitaria en Producción Digital Universidad Nacional de Quilmes Título de la Ponencia: Bailar y vivir: La influencia de la música en la vida cotidiana entre las décadas de 1940 y 1950. Palabras claves: Baile / Cultura / Club / Música / Peronismo Resumen: Mediante la búsqueda de distintos factores que influyen en la vida de las personas que conforman el material empírico, problematizamos la influencia de los géneros musicales, formas de expresión y modalidades de reproducción entre las décadas del ‘40 y el ‘50, según su ubicación geográfica e idiosincrasia, propias de su origen y costumbres. Los carnavales como punto común de entretenimiento. Los bailes en los clubes. Utilización de equipos de reproducción. Marcas y modelos.

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Lucas Pablo Acosta

DNI: 30.824.529

Correo Electrónico: [email protected]

Tecnicatura Universitaria en Producción Digital

Universidad Nacional de Quilmes

Título de la Ponencia: Bailar y vivir: La influencia de la música en la vida cotidiana

entre las décadas de 1940 y 1950.

Palabras claves: Baile / Cultura / Club / Música / Peronismo

Resumen:

Mediante la búsqueda de distintos factores que influyen en la vida de las personas

que conforman el material empírico, problematizamos la influencia de los géneros

musicales, formas de expresión y modalidades de reproducción entre las décadas del

‘40 y el ‘50, según su ubicación geográfica e idiosincrasia, propias de su origen y

costumbres. Los carnavales como punto común de entretenimiento. Los bailes en

los clubes. Utilización de equipos de reproducción. Marcas y modelos.

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Biografías Tecnológicas

HACIA UNA HISTORIA ORAL DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

Bailar y vivir: La influencia de la música en la vida cotidiana entre las

décadas de 1940 y 1950.

Introducción:

El siguiente trabajo tiene por objeto recorrer las distintas manifestaciones de la música,

principalmente a través del baile, según el contexto en dónde se desarrollan y las

variaciones de estilos que se suceden con el paso de los años, entre las décadas de 1940 y

1950. Este lapso de tiempo, nos servirá, a manera descriptiva, para dar cuenta sobre las

prácticas de la sociedad de aquel entonces, desde el ámbito rural hasta el urbano,

descubriendo así una variedad de comportamientos y de los cuales pueden desprenderse

distintas formas de uso de la tecnología con la finalidad común del esparcimiento, la

socialización y el entretenimiento. Algunas de las preguntas que trataremos de responder

son: ¿Qué lleva a la gente a bailar? ¿En qué momento de su vida lo hacían? ¿Dónde iban a

bailar? ¿Qué tipo de música bailaban? ¿Cómo se reproducía la música?

Esto surgirá del análisis, tanto del marco teórico propuesto, como del corpus de 30

entrevistas realizadas durante el trabajo de investigación, que resulta de los testimonios y

experiencias de un conjunto de personas mayores de 65 y menores de 85 años, que han

vivido en Argentina la mayor parte de su vida, desde la niñez en adelante. Las mismas

fueron realizadas durante el mes de Mayo de 2015 en la materia Historia de los medios de

comunicación, dictada por el Mg. Daniel Badenes en la Universidad Nacional de Quilmes.

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De las entrevistas realizadas, únicamente se tomarán en cuenta 10 a través de las cuales se

trabajaran las siguientes líneas de análisis:

El contexto sociocultural

Los clubes sociales, carnavales y

“asaltos”

La tecnología de la música

El contexto sociocultural

Los cambios sociales que se dan en la primera mitad del siglo XX se encuentran,

íntimamente relacionados con los diferentes movimientos inmigratorios europeos como así

también con las migraciones internas. El fuerte desarrollo de las ciudades (en

contraposición con el siglo XIX, que tuvo un mayor predominio de la población rural) se

potencia con el proceso de masificación de la sociedad argentina, que permitió la

consolidación de una sociedad más moderna. Todos estos cambios y transformaciones

fueron propiciados, en principio, con la llegada de la Primera Guerra Mundial, con la crisis

de la bolsa de Wall Street y el estallido de la Segunda Guerra Mundial.

Entre las décadas de 1940 y 1950, la sociedad argentina se había convertido en una mixtura

de razas, compuesta por diferentes grupos, tanto de países europeos como del interior del

país. Esta variedad cultural en la población de la zona metropolitana bonaerense llevó a la

conformación de distintos sectores populares atravesados por prácticas y visiones

ideológicas diferentes.

Dicha variedad cultural, también se ve reflejada en la oferta musical de la época, que en

palabras de Sergio Pujol atraviesa un “proceso de sustitución” el cual implica reemplazar

contrataciones de artistas extranjeros con números nacionales, prestando más atención al

folklore de las provincias y reconociendo al tango como el género porteño por excelencia.

Dándose de esta manera una cierta autonomía que permite a dicha oferta diferenciarse de

los modelos artísticos imperantes, pero manteniendo, al mismo tiempo, la conexión con el

mundo que se logró, entre otras cosas, con la llegada de músicos europeos exiliados y con

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la presencia del jazz en las orquestas locales que participaron activamente en el cine, los

bailes sociales y en la radio.

Durante el periodo analizado, el panorama político modifica la escena nacional con el

ascenso del peronismo porque con este nuevo aparato político adquiere protagonismo el

migrante interno, quien rápidamente se convierte en un nuevo actor social, y con él un

cambio en la cultura musical que deja de ser ámbito exclusivo del tango porteño para dar

lugar al folklore. Para el año 1950 el naciente género logra equipararse en popularidad con

el tango, un fenómeno cultural revolucionario para la escena porteña, modificando así su

sentido inicial, cuando el folklore era marginal para la vida ciudadana, ya que se hallaba

ligado solamente a las vivencias de aquellos primeros grandes grupos de migrantes internos

que llegaron del interior del país, con la ilusión de un futuro de prosperidad laboral y que

plasmaba en sus letras las grandes dificultades con las que se encontraban cuando

intentaban acoplarse con una cultura ciudadana completamente ajena y que además

expresaba el continuo rechazo al que eran sometidos por una parte de la sociedad que casi

sin miramientos, los bautizaron cabecitas negras.1

El folklore logra instalarse como una expresión cultural estrechamente vinculada con los

habitantes del interior, que al igual que el tango, contribuyó a definir ciertos aspectos de la

identidad de las clases populares, con el folklore pasa otro tanto, en su relación con el

migrante interno.

A comienzos de los años ’50 el tango empieza a perder protagonismo, ya que los años de

prosperidad y conquistas sociales van modificando los gustos musicales de la población,

debido a que ya no representa el fiel reflejo de la realidad social, en palabras de Ernesto

Goldar “Ha desaparecido la orilla maleva, y su colorido clásico de personajes amargos con

historias pasionales y truculentas. Buenos Aires ha sido la ciudad del tango hasta entrados

los cincuenta, y va dejando de serlo. ¿Las razones?, varias. Primero el alejamiento del

público. Buena parte de la clase media prefiere otros ritmos, y aducen los especialistas que

1 Término utilizado para denominar, despectivamente, a un sector de la población asociado a personas de pelo oscuro y piel de tonalidad intermedia, pertenecientes a la clase trabajadora. En general es utilizado por las clases media y altas de Buenos Aires.

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esta elección está teñida de política debido a la analogía fácil de desdeñar toda

manifestación popular porque puede semejarse a peronismo.” (Goldar, 1980, p.138)

Al igual que Goldar, Sergio Pujol hace mención a la influencia política en los

comportamientos sociales al afirmar que, independientemente, de la discusión de sí el

peronismo marca el punto de partida de la decadencia del tango, lo relevante es que está de

moda el baile popular, algo que, indefectiblemente llevó a la gente a los clubes.

A pesar de la decadencia de un estilo y el apogeo del otro, de las entrevistas realizadas se

desprende que ambos géneros convivieron plenamente y tenían un público fiel.

“Se bailaba de todo, a nosotros nos gustaba ir donde se bailaba tango, pero era música

común, alegre, divertida. (…) por ejemplo rock no íbamos a ver, no nos interesaba. Íbamos

a escuchar tango, música melódica.” (Julia Teresa Xanco, 73 años)

“(…) Tango, paso doble, milonga se escuchaba en ese entonces… Antes se escuchaba

mucho folclore (…) Se hacían (…) bailes folclóricos también…” (Cacho, 72 años)

“Yo empecé a bailar acá en Dock Sud. Estaban Alfredo De Angelis, Juan D’Arienzo, todas

las orquestas de tango; antes se usaba mucho el tango. Íbamos al Sportivo Dock Sud, como

vivía en Dock Sud, íbamos ahí (…) el Friulano creo que era (…) una sociedad de fomento,

y el Sportivo Dock Sud es un club, obvio. Íbamos mucho a bailar al Sportivo, después al

club La Peña íbamos más.” (Nélida Nieves Pereyra, 79 años)

Los clubes sociales, carnavales y “asaltos”

En pocas palabras, se puede decir que, como organizaciones populares, los clubes sociales

de barrio cumplieron una función cultural, porque ese era el lugar elegido para el desarrollo

de las disciplinas deportivas y artísticas. Muchos de estos clubes emergieron a partir de

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alguna barra de amigos que, con la excusa del fútbol, armaban un equipo y más tarde

levantaban el club ofreciendo distintas disciplinas y un ámbito propicio para los bailes.

Estos espacios fueron ganando terreno en las sociedades de aquel entonces y lograron,

incluso, representar la idiosincrasia barrial hasta de algunas poblaciones, esto incluía ciertos

códigos de sociabilidad local donde la identidad cultural se manifestaba en toda su

magnitud. Según Pujol “el que va a bailar a un club que no es el propio deberá aceptar que

su técnica no puede ser superior a la del rey de la zona, el caudillo, la autoridad dancística

del lugar. Son muchas las cosas que hay que saber. Que las mejores bailarinas son para los

muchachos del barrio. Que no se puede salir a bailar antes de que lo hagan los huéspedes.

Que después de bailar con una dama, hay que acompañarla hasta la silla, a la vista de todos

(…) Es claro: está prohibido brillar en otra tierra sin la autorización del jefe de la zona”

(Pujol, 1999, p.200-201)

Los códigos parecen no tener discusión, menos aún lo que es socialmente aceptado, incluso

desconociendo si las normas de comportamiento decoroso tenían algún mecanismo de

difusión entre quienes asistían a los bailes, hay registros de que el Estado peronista intentó

llevar adelante la creación de una especie de red de instituciones semioficiales reguladoras

de los patrones de conducta social, una intervención que confunde el alcance de lo público

y lo privado. Entre las normas morales impuestas a la sociedad, la principal tiene que ver

con la asistencia de mujeres solteras al baile. Todas ellas debían estar acompañadas de sus

madres o en su defecto de sus hermanas mayores, quienes ocuparían las sillas ubicadas en

el perímetro de la pista de baile hasta que la noche terminara o las venciera el sueño. Había

que comportarse como toda una dama.

Estas normas estaban tan internalizadas y aceptadas socialmente que se reflejan en los

testimonios del corpus de entrevistas.

“Había muchos bailes en los barrios, pero muy diferente a lo de hoy, había mucha

supervisión de padres (…) Recuerdo que en muchos casos los mismos padres de las

mujeres nos llevaban y para que un chico sacara a bailar a la chica, tenía que hablar con

la mamá que estaba ahí y si ella decía que sí recién ahí se bailaba con muy buena música,

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que también era un entretenimiento, sobre todo lo que se escuchaba en la radio.” (Nélida

Páez, 77 años)

“(…) mi señora venía con la madre y yo iba con ellos, tenías que cabecear a las chicas (…)

para invitarlas a bailar, antes era un respeto total (…) las chicas iban a los bailes con la

madre, iban acompañadas, nunca solas.” (Rubén Martínez, 75 años)

“Por empezar, iba con mi mamá, porque se usaba. Mi mamá y la mamá de otra amiga. Yo

empecé a ir a bailar a los 14 años a los clubes cercanos del barrio. Íbamos prácticamente

todos los sábados, pero mi mamá no me dejaba sola ni a sol ni sombra, siempre con ella.

Mi mamá y la mamá de mi amiga se sentaban las dos juntas en una mesa y se bancaban

toda la noche hasta que nos volvíamos.” (Julia Teresa Xanco, 73 años)

Los carnavales marcaron el ritmo de dicha época y el rol del Estado en la difusión y armado

de estas fiestas populares fue determinante, ya que la construcción del aparato peronista

estaba ligado a los actos políticos, festivales y bailes, conquistas sociales como las

vacaciones pagas, feriados nacionales y el legendario “San Perón” 2 eran motivo para

festejar. En ocasiones particulares, la intervención estatal ejecutó medidas mucho más

sustanciales. Por ejemplo, cuando en 1953 el presidente Juan Domingo Perón cedió 17

hectáreas de terrenos en el barrio de Agronomía para la creación de un club deportivo y

social de los trabajadores de Correos y Telégrafos. El club Comunicaciones ganará

notoriedad con el correr de los años por ser la sede de los míticos carnavales de “Radio

Mitre” que se celebraron en su sede social. Quizás el hecho de que perdure en el recuerdo

se deba a que la gente se divertía mucho en carnaval, porque lo esperaba y se preparaba

especialmente para ese momento.

2 Fue en 1949, pero hay diferencias acerca de si se trató del 1º de mayo o el 17 de octubre. Una transcripción del discurso de aquel día del trabajador incluye la frase presidencial, en respuesta al pedido de la muchedumbre concentrada en la Plaza de Mayo, “Estoy de acuerdo, mañana es san Perón”.

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“Y estaban los carnavales. Entonces las hermanas (de Amalio) me invitan a ir a un club

(…) el baile. Y yo voy (…) era la primera vez que me invitaban y que iba. Y ahí Amalio se

disfraza (...) y estaba bien disfrazado de mamarracho” (Alicia Inés Sellanes, 82 años)

“Después cuando llegaban los carnavales siempre había máscaras, lugares para bailar y

divertirse (…) cuando yo era más chica se jugaba al agua, eran baldazos de agua desde la

mañana hasta la noche y yo después no salía porque era chica. Pero después siendo más

grade empecé ir a bailar, ósea terminábamos con el agua nos cambiábamos e íbamos a los

bailes. Nos divertíamos mucho.” (Julia Teresa Xanco, 73 años)

Con el tiempo se genera una nueva práctica en la organización de bailes y reuniones, que

según este análisis puede estar atravesada por dos cuestiones: la búsqueda de nuevos

patrones de comportamiento social y por otro lado la invención de nuevos aparatos

reproductores de música.

La primera visión supone un cambio en el paradigma sobre el comportamiento de la

juventud frente a las convenciones sociales de regulación de la conducta, el hecho de que

los eventos no sean organizados por ninguna asociación o institución del ocio, propicia

nuevas atmósferas de socialización y entretenimiento.

Es así como a fines de los ’40 aparecen en escena los “asaltos”: reuniones organizadas por

jóvenes, generalmente, por la tarde/noche, en la casa de algún afortunado, que contando

con un espacio acorde para oficiar de pista de baile. El acuerdo es clave, ellos traen algo

para tomar y ellas algo para comer, tal como se desprende de los siguientes testimonios.

“Íbamos a bailar a asaltos. El famoso asalto, en casas de familia, los varones llevaban la

coca cola y las mujeres llevaban algo para comer y ahí nos encontrábamos.” (Noemí

Larrouyet, 68 años)

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“(…) nos juntábamos, las chicas con los muchachos, hacíamos bailes, en una casa (…) un

patio grande, y bueno, se juntaban, ponían un poquito cada uno, ponían gaseosa (…) Era

una reunión de chicos, pero sanamente. Vos, terminabas la música, te sentabas, ponían

otra música, te levantabas, y te ibas a bailar de vuelta.” (Cacho, 72 años)

“Una cosa que se usaba antes (…) era juntarse en las casas (…) se hacía en la casa de

alguien y nos quedábamos ahí, bailábamos entre las chicas y los chicos (…)” (Ricardo

Palavechino, 66 años)

La última interpretación posible tiene relación con los avances que dieron un mejor

aprovechamiento de la tecnología en materia de reproducción musical. La llegada al

mercado de nuevos y compactos equipos tocadiscos, facilitaron el traslado de la música de

los clubes sociales de barrio a las casas.

La tecnología de la música

Pues claro, la verdadera relación entre el baile y la música tiene su sentido en la tecnología.

Los avances tecnológicos en materia musical fueron permitiendo distintos comportamientos

a la hora de fomentar el baile, ya que “para la cultura adolescente que está naciendo, el

disco es la llave de la diversión y el goce musicales. En la medida que progresa el diseño y

aumenta la producción, la industria del tocadiscos se hace más competitiva y los equipos

más accesibles al bolsillo de la clase media. Todos los años aparece un nuevo modelo de

“fonógrafo eléctrico para animar sus bailes”, con parlantes autodinámicos y, por supuesto,

pick up de cerámica, con púas de zafiro. Es la época de la high fidelity y nadie quiere

perdérsela.” (Pujol, 1999, p.262)

De las entrevistas surgen diferentes alusiones a modelos y formatos de soportes de

reproducción musical.

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“Era en un, un tocadiscos (…) Que ponían un disco long play, o un disco long play

chiquitos.” (Cacho, 72 años)

La industria y el consumo va modificando el modo de reproducción de la música, en los

cincuenta aparece un aparato que va a quedar grabado en el inconsciente colectivo por

haber marcado toda una época, “el Wincofón” que, de alguna manera, paso a ocupar “el

punto intermedio entre el viejo receptor de radio doméstico y la rocola del bar o del

restorán: es un pasadiscos sencillo y accesible, un verdadero amigo de la chica y el chico

que se preparan para el coqueteo del sábado a la noche.” (Pujol, 1999, p.278)

El Winco (como lo llamaban los más jóvenes) revoluciona la industria de la música. Hace

su primera aparición hacia el año 1957 y el interés del mercado es que se encuentre al

alcance de casi todos, la clase media no tarda en adoptarlo. El Wincofón tiene

funcionalidades novedosas, ya que permite escuchar hasta 6 long plays seguidos (o 12

simples), con el implemento de un cambiador automático. Diferencia notable entre el

afianzado “combinado”3 que era común encontrar en el living comedor y era de dominio

personal de los adultos de la casa, el Winco pasa directamente al monopolio de los jóvenes.

El hecho de que éste último fuera fácil de transportar, lo convirtió en un equipo de uso

personal, conquistando las habitaciones de chicas y chicos por igual.

“(…) sí, claro. Era el Winco o Wincofón, que es un aparato que pasaban discos (…) había

tres tipos de discos (…) simple de 45 revoluciones por minuto, creo que era, no sé; uno de

78 que eran viejísimos pero había todavía y el llamado long play, el long play era un disco

así bastante grande, de 30 o 40 cm de diámetro que tenía por lo menos 6 temas de un lado

y seis temas del otro, la púa había que conservarla buena porque si no te arruinaba los

discos…” (Noemí Larrouyet, 68 años)

3 Generalmente tocadiscos con radio.

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“(…) he visto cómo utilizaban un Wincofón, con los discos de pasta, que seguramente era

de alguno de los padres. A veces el que organizaba tenía acceso a un equipo un poco mejor

y traían más parlantes y hasta iluminación funcional.” (Adriana, 65 años)

“Teníamos el Wincofón que era un tocadiscos donde vos tenías enganchados en una cosita

los discos e iban cayendo.” (Ricardo Palavechino, 66 años)

Pero llevado a la realidad de otras zonas del país, nos da la pauta de que no todos gozaban

de los mismos beneficios, ni de la misma realidad. La vida rural se torna muy diferente al

panorama que muestran las grandes ciudades.

Anterior al combinado o al propio Wincofón, otro equipo de reproducción muy utilizado

fue la Victrola4. Como se puede apreciar en el siguiente testimonio, dicho aparato era lo

más accesible para las clases menos atravesadas por el consumo en el interior del país.

¿Y aparatos de música había? “No. No había. (…) en el campo mi papá llegó a tener una

vitrola creo que era, que después fue modernizándose (…) La vitrola era a cuerda, tenías

que darle cuerda (…) venían unos discos (…) como yo tenía varias hermanas siempre

había un motivo para escuchar música y aparecían los chicos y bueno…se bailaba. A papá

le gustaba. (…) le gustaba que estuviéramos entretenidos, él la manejaba, (…) y bueno la

vitrola era el medio para pasar música (…)” –y las familias de la zona también tenían

esto o eran contados, así…“(…) mi papá siempre fue muy inquieto en eso, siempre andaba

detrás de algo que podría…traer a la casa como el caso de la vitrola…no era muy común

en la zona que pudieras ver esto (…) Como el caso de la radio. (…) no se veía. La gente de

campo no tiene mucho acceso a nada (…) era una novedad (…)” (José Báez, 75 años)

Como dice Raymond Williams “cuando pensamos en las comunicaciones modernas,

pensamos de inmediato en ciertas tecnologías. Una serie de inventos eficaces parece haber

4 La Victrola fue un aparato reproductor de música fabricado hasta 1930 por Victor Talking Machine Company, una compañía líder en la industria del gramófono y grabaciones en disco en Estados Unidos y una de las dominantes en el resto del mundo.

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cambiado, permanentemente, la forma en que debemos pensar en la comunicación. Sin

embargo, al mismo tiempo, las comunicaciones son siempre una forma de relación social, y

los sistemas de comunicación deben considerarse siempre instituciones sociales. Es

necesario, por consiguiente, pensar, tanto en términos generales como de forma precisa, en

las verdaderas relaciones entre las tecnologías de la comunicación y las instituciones

sociales” (Williams, 1992, p.183)

Si bien en el ámbito del baile, el elemento de comunicación no es propiamente la música,

ésta se convierte en una gran excusa para socializar y entretenerse, aunque las instituciones

culturales que mencionaba Williams, en este caso los clubes sociales de barrio o los patios

de las casas particulares convertidas en pistas de baile ocasionales, conforman el poder

simbólico del que John B. Thompson hace referencia al decir que “en todas las sociedades,

los seres humanos se dedican a la producción e intercambio de información y contenido

simbólico. Desde las más tempranas formas de gestualidad y uso de lenguaje hasta los

desarrollos más recientes de la tecnología informática, la producción, almacenamiento y

circulación de información y contenido simbólico ha constituido una característica central

de la vida social.” (Thompson, 1998, p.25)

Esta producción simbólica claramente atraviesa el recorte histórico propuesto y las líneas

de análisis trabajadas, haciéndose presente en la identificación cultural entre el folklore y

las migraciones internas, el tango y la vida en la ciudad, las normas y patrones sociales

sugeridos para el adecuado desarrollo de la relaciones en el los bailes y el auge de las

fiestas populares propiciadas por el gobierno peronista.

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Conclusión

Con el desarrollo de este trabajo, la intensión fue recrear vívidamente los usos y

costumbres, códigos y comportamientos de una sociedad, que probablemente encontremos,

hoy en día, muy extraña y lejana.

No fueron tiempos fáciles. El mundo se hallaba convulsionado. Las guerras y la crisis

económica dominaron los ánimos sociales, llenando de tristeza y amargura las vidas y los

corazones de hombres y mujeres por igual.

Particularmente, la argentina tuvo un fuerte desarrollo económico durante los años ’40 y

’50, permitiendo un crecimiento a nivel social y cultural impensado en un país dónde sólo

parecía que podían divertirse quienes tenían un mejor nivel de vida.

El argentino de ayer, no sólo trabaja, además goza de vacaciones, feriados y fines de

semana y elige “bailar y vivir”. Porque encuentra que el baile no sólo lo identifica, también

le permite encontrarse y comunicarse, con el barrio, con sus compañeros de trabajo, con sus

amigos. El baile les devuelve la ilusión de una sociedad dónde todos son iguales frente a los

demás, dónde la cultura es parte de ellos y generan ese sentimiento de pertenencia con su

condición social, de la que sienten pleno orgullo. Porque además bailar es económico,

accesible para todos y sobre todo popular.

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BIBLIOGRAFÍA

Compendio de entrevistas realizadas por los estudiantes de la materia “Historia de

los medios de comunicación” para el proyecto Biografías tecnológicas. Hacia una

historia oral de los medios de comunicación, dictada por el Prof. Daniel Badenes.

Universidad Nacional de Quilmes, Bernal, Mayo de 2015.

GOLDAR, Ernesto (1980) “Buenos Aires: Vida Cotidiana en la década del 50”.

Buenos Aires: Editorial Plus Ultra.

PUJOL, Sergio (1999) “Historia del Baile. De la milonga a la disco”. Buenos Aires:

Editorial EMECÉ.

PUJOL, Sergio (2013) “Cien años de música argentina. Desde 1910 a nuestros

días.” Buenos Aires: Editorial Biblios.

THOMPSON, John B. [1997] (1998) “Los media y la modernidad. Una teoría de

los medios de comunicación” Buenos Aires: Editorial Paidós

VILA, Pablo (1987) “Tango, folklore y rock: apuntes sobre música, política y

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VARELA, Mirta (2004) “Medios de comunicación e Historia: apuntes para una

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WILLIAMS, Raymond (1992) “Historia de la comunicación” Vol. 2 Cap. 4

“Tecnologías de la comunicación e Instituciones Sociales” Barcelona: Bosch