Autonomía, Independencia y República. Chile 1810-1828

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CAPITULO I EL REINO DE CHILE. BREVE INTRODUCCIÓN L. La sociedd. colonial chibna "Entre todas las tierr¿s del Nuevo Mundo, el puerto de Papudo ha una extre- manza de abondamiento e de bondad mas que otra tierra ninguna. Es como el paraíso de Dios: tiene suave templanza de climas, grandes e severas montañas e tierras fértiles cubiertas de ganados. ..". Con esta carta fechada el 8 de octubre de 1545, don Pedro de Valdiüa se dirigía al emperador Carlos Vy le daba noticias de las tierras conquistadas en su nombre. El conquistador no ahorraba en elogios al emperador, así como tampoco le faltaban para describir las tierras que a su paso iba descubriendo, las cuales en su generalidad eran fértiles, generosas, con climas gentiles y ubicaciones privilegiadas para el establecimiento de ciudades y pueblos. Hoy sabemos con cuánta frecuencia se exageraban las propiedades y cómo se describían los nuevos territorios cuando se incorporaban a la Corona, con miras ajustificar las costosas empresas que se emprendían en nombre del Rey, aun teniendo como fin inme- diato el enriquecimiento del titular de la capitulación, así como de su séquito. No obstante, y pese a que en la generalidad de los ca§os se exageraba, podemos desprender del contenido de las primeras cartas la fascinación que provocaban las nuevas tierras en los españoles que en ellas se adentraban.3 La carta arriba citada es solo un ejemplo más de ello, ya que la bahía de Papudo -bautizada así por el conquistador en honor al cacique Carande, natural de esas fierras, el que según los cronistas tenía doble papada- era en ese entonces un descubrimiento entre tantos otros, y hasta hoy sigue siendo un pueblo cuyo principal atractivo es la geografía del lugar. Valdivia encontró en estas nuevas 3 Para mayorés ejemplos de dicho "enraizamiento" de españoles al suelo americano, véroe Jaime Eyzaguire, Ia ltgia Inutarina y Otrus Estud'ns sobre Ia Indtpmdanria (Buenos Aires, Ed. Francisco de Aguirre, 1973), p. 62.

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CAPITULO I

EL REINO DE CHILE.BREVE INTRODUCCIÓN

L. La sociedd. colonial chibna

"Entre todas las tierr¿s del Nuevo Mundo, el puerto de Papudo ha una extre-manza de abondamiento e de bondad mas que otra tierra ninguna. Es como elparaíso de Dios: tiene suave templanza de climas, grandes e severas montañas

e tierras fértiles cubiertas de ganados. ..".

Con esta carta fechada el 8 de octubre de 1545, don Pedro de Valdiüa se

dirigía al emperador Carlos Vy le daba noticias de las tierras conquistadasen su nombre. El conquistador no ahorraba en elogios al emperador,así como tampoco le faltaban para describir las tierras que a su paso ibadescubriendo, las cuales en su generalidad eran fértiles, generosas, conclimas gentiles y ubicaciones privilegiadas para el establecimiento de

ciudades y pueblos. Hoy sabemos con cuánta frecuencia se exageraban

las propiedades y cómo se describían los nuevos territorios cuando se

incorporaban a la Corona, con miras ajustificar las costosas empresas

que se emprendían en nombre del Rey, aun teniendo como fin inme-diato el enriquecimiento del titular de la capitulación, así como de su

séquito. No obstante, y pese a que en la generalidad de los ca§os se

exageraba, podemos desprender del contenido de las primeras cartas

la fascinación que provocaban las nuevas tierras en los españoles queen ellas se adentraban.3 La carta arriba citada es solo un ejemplo más

de ello, ya que la bahía de Papudo -bautizada así por el conquistadoren honor al cacique Carande, natural de esas fierras, el que según los

cronistas tenía doble papada- era en ese entonces un descubrimientoentre tantos otros, y hasta hoy sigue siendo un pueblo cuyo principalatractivo es la geografía del lugar. Valdivia encontró en estas nuevas

3 Para mayorés ejemplos de dicho "enraizamiento" de españoles al suelo americano, véroe

Jaime Eyzaguire, Ia ltgia Inutarina y Otrus Estud'ns sobre Ia Indtpmdanria (Buenos Aires,Ed. Francisco de Aguirre, 1973), p. 62.

Autonomía, Independencia y República en Chile 181G'1828Javier Infante

tierras el lugar donde alcanzaría la gloria y terminaría sus días' Del

;;;;, *odá que el conquistador' su¡i huestes y sus descendientes tam-

bién alcanzaron un ,roátt. nivel de arraigo a la tierra que los Tcogía'

fenómeno que se ve reflejado de modo ejemplar enlas referencias que

a ella se hacen.a rt. "¡tápit cuando páto^¿" oña hace referencia a

i^"|"n" *r", ,.luoiá' án Chile' en su obra Arauco Darnad'o' escrita

en Lima en 1596, o ui.., Alonso de ovalle, quien publica en Roma la

Hi,stori,ca Rdaci,ón d^el Rei'no d¿ Chit¿50646)' o Lien en la misma obra de

r..iir", q"i." con las iüttt'att que se-9lmiten a un poeta nos habla de

"Chile, fértil provinci"y tt"'ftau"t"' Siglos más t¿rde' esta exaltación de

fu ia"l,i¿"¿ "acional

sería uno de los fictores culturales más influyentes

en el momento en q"" f"* dominios de ultramar tomaran la decisión'de

separarse d. la Corona española'6 Con la muerte de Valdivia en 1553

amanosdeLautaroenlabatalladeTucapel,seiniciaunasucesióndegobernadores que, .o.t tl tiempo, vendrían a consolidar el poder de

la metrópoli en esas i.¡ut'u' tieras' Es así como desde esé año y hasta

1810 reinó en Chile iu"uf*u y la quietud que la administración colo-

nial aseguraba a sus súbditos, los t"ultt vivían apaciblemente' lejanos

u tu, p.á.rrpaciones y problem-as de la península' y hasta cierto punto

intencionalmente aislados de ellos'

No obstante, en los últimos años del período de la Colonia nuel?§

ideas comenzaron a llegar al nuevo mundo' D"l *ismo modo las reforrnas

borbónicas ," .o*"t"u'on a aplicar' buscando siempre estas últimas la

consolidación det moJelo qt'" " deseaba asegurar en América' Mas ello

en Chile nunca fue motivo de descontento para sus habtol::t:::Ii"i-tuvieron por gobernadores a personas probas' de buen carácter' saoros y

..,o.g.¿. u"s,, tuuorf La üda transcu-rría en las ciudade§ entregada su

pobta?iOn a la monotonía de los asentamientos coloniale§' ya se tratase

5

6

"when Valdiüa reached chire in 1540 he noted the strong familv affecdon of the native

oeople of üe courr.y "rra

a.l.ai"ltheir houes. He sals: "They love their child¡en and

L:ft;#;.ij"iü '"a tr'o tr'"it r'o""t which they have well and strongly made

of beams, many of tl,t* *ti *"' áot ot tigttt doors"!' Helen Douglas-Irvine' "The

Landholding Spt"rn of c'otoli'i éi"L" ' nxpoá;' Am¿rican Hi"swimt R¿tticu' N' 4 ( 1928) '

p.451. --L--,_ r^)a.Elzgnime, ln Login Lautannay OtmEsludios sobre ta Infupmdariap'58'

'Énúe los factor., .,rt-I.ut"' tlui iut "tttio""t "specialmente el grado de elaboración de

una identidad propia en .Jl,L á. """. r.inor. Elaboración cultural larga y compleja

en la que , como .n la Europalnilaiát y rnoa"tn'Jas élites intelecnrales criollas emplean

nredios muy diversos p"'" ;;;i;;;t; patria"- Frangois-Xavier G'¡erra' Modemidnd e

Ind¿fmdmcias. Ensoyo' 'ow

ú"'l)duaÁ'nl"pa"l'' (Madrid' Ed' Encuentro' 2009) ' p' 90'

S..á" üfrrfouo ,' irol';'i* y n¡o'n*az I8l0 (Santiago' Ed' RIL' 2006)' p' 49'

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Capítulo I: El Reino d¿ Chil¿- Breue inhoducción

de una ciudad como Santiago o de poblaciones más pequeñas comoValparaíso, Concepción, las ciudades de la frontera de Arauco,s o bienlas haciendas o "fundos'.

Alo anterior debemos agregar los desastres naturales que cada ciertotiempo conüvenjunto al chileno, como lo son los ferremotos, crecidasde ríos (no sería hasta el gobierno de don Ambrosio O'Higgins, ya enlos últimos años del siglo XVI[, que se pondrá remedio a las crecidasdel río Mapocho en la ciudad de Santiago), maremotos, sequías, inun-daciones, por nombrar algunos de los tantos eventos que han forjadoel carácter chileno con los siglos.

Debido a su bajo número de población en aquel entonces y sueconomía principalmente agrícola, Chile no fue nunca un dominioproductivo o rentable para la Corona, al menos en comparación conotros territorios. Recordemos que dicho reino se encontraba separadodel importante y rico virreinato del Perú por el desierto de Atacama,el mr,ás árido del mundo, y de la Gobernación del Río de la Plata, luegovirreinato del mismo nombre, por la inexpugnable y siempre neladacordillera de losAndes. Por el sur, tenía como frontera natural el temidocabo de Hornos, que hasta nuestros días es un paso eütado por los más

ávidos navegantes. Finalmente, al oeste, el inmenso océano Pacífico,que en aquellos años no era una ruta comercial relelante con el viejomundo, así como con cualquier otro. La prohitrición de las industriasen América, y el atraso tecnológico en que se encontraba la CapitaníaGeneral de Chile, hacían que su rendimiento económico fuera muypobre, basado en la agricultura y la ganadería, y en la exportación dematerias primas para su manufactura en el extranjero, para luego serreingresadas al reino convertidas en productos elaborados-

De todo lo anterior, podemos concluir que el reino de Chile fuesiempre apacible en cuanto a la estabilidad política en que se vivía, comodormido en la quietud de los valles que lo atraüesan, y que la paz de quedisfrutó por más de tres siglos no se vio alterada por hechos violentos,

guerras o levantamientos, incluso en sus albores, como sí ocurrió porejemplo en Nuela España, o en el virreinato del Peru con sus primerosconquistadores.

8 Como bien ha demostmdo Sergio Villalobos, amnada la Colonia los episodios bélicosen la frontera fueron disminuyendo, llegando a establecerse un comtantc intercambiocomercial entre indios y españoles. Ibíd-, p. 33.

!

1' .r*". Infante Autonomía, Independencia y República en Ctrite §lU§2S

Quizás el único hecho violento de proporciones haya sido la guerra

a. ,ñu.r.o,' episodio librado en el extremo sur del país' que duró

;;;; ," ,rrur*uo la Colonia y que solo üno a concluir ya bien en-

i|u* i. n"pública. No .r, vano 1á crueldad y duración de este episodio

;;rd;;'; padre Diego de Rosales' en el siglo )§{Ii.L1"1,"[i,::t*como el Fland¿s Ind'i'Áo, toda véz que Arauco constituyó el límite de

i. l""q"it,, española en América' Á p"tut de lo anterior' no fue uoa

cnrerra constante, habiendo durante ei periodo colonial épocas de paz

il;ffi ;, ilr**pi¿^ por esporádicós levantamientos. La etapa más

cruenta se üvió .n los pri*eros siglos de conquistato ([rastaprincipios

;;;;ñ xvil). Elfiero araucano,Indígenanativo delsurde chile' supo

mantener una oposrcrón férr"u .orrfft él iruaso¡ y aunque en la mayoría

de los casos estableció relaciones comerciales e incluso familiares con el

;rprñ;i, mantuYo siempre la dignidad de,su pueblo y no temió oponer

.esist ncia cuando así lo creyó necesario'r'

Este climabelicoso que existió en los primeros siglos tuvo como con-

secuencia uña alta milita¡ización de la roii.dud colonial chilena, la que

vivíaconstantementealertadelostemidosmalonesaraucanos.Noobstanteello, dicha militarización social era más bien una aspiración que un logro'

i:;rf^" roPa§ regulares y milicias' aunque. en ambos casos las crónicas

relatan una pésima p"put*i0", tanto pór h ineptitud de sus m]lmbros

como por la falta de rigprosidad en su mantenimiento y formación'l2

gPorelloesqueelreinodeChilefueconsideradocomounteritoriode.frontera,.Eneste

sentido:Roland"lrl"rri]¡¡*rÁ" nciatdzchilz_yAmirira(strtttgo,Editori¿lunii'ersitaria'

cuarta Edición, zoo+i, ó. sz; simon colliec ldz¿s l.políti.m d.e In-infupendmcin chi.bna 1808-

I83-l (Santiago, ¡.d't"it'i ntátát Bello' 197?);Jáime Eyzaguirre' Fisbnomía Hktírim d¿

Cáilz (Santiago, E¿itoriJuniversitaria' 19'18)' cip' 2' sec' Ctl:*Td: Campos' Historia

Corctihnional a, coo''il^ti^eo' naitoti'r¡*ti¿iá' lgsZ)' p' 22; M-¿rio l{\qY'E*''histó¡ico sobre b n"rr,a* i xrÑ* chilz m los'siglns xIXy )fi (santiago, Editorial universitaria'

Séptima Edición' rsstl ;ái' ül;toaos'r'á';ci';nvrufomam ISIQ p' 105' No obsante' en

' los últimos años se na íJnido desmitificando este supuesto estado de guerra Permanente'

principalmente p- tttgicl-Vill"lobot' q'it"uo'tiene la tesis de que la Guerra de A¡auco

no fue tan inten.".otio? pitttu' car¿iteriándose más bien por tener-episod-ios cíclicos'

que se fueron hatittJo *t"ot r'át'"'ttt (:"' tl paso de los siglos' Incluso señala que las

relaciones entre araucanos y españoles eran mayoritariamente Positilas' existiendo un

comercio frecuente enffe aÁbos pueblos en la zona de l¿ fiontera'

l0simonCollier,IdzasypoLíticad¿binl4mdmcinchitcna1808-1833,p.|1.r r Legendarios son los "í.--Ñ.

á" crrá.i"", lir111,^.is"ió luchando aún luego de que sus

manos fueran urnpoádu, a modo de escarmiento, á de caupolicán, quien orgulloso y

estoico ejecutó el mismo su condena a morir empalado' y a quien.los arqueros-apostados

no se atrevieron a dispamr al ver tan digno guerrero' o él gtnio de Lauaro' quien burló

a los conquisradottt ñ^á tt"t "t tornÉ"t-"t las cercaníro del río Mataquito'

1? Villalobo;, Traditión y reftnma m 1 8 10' pp' 3MO'

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Capítulo I: El fuino il¿ Chib. Brne inhoducción

Quizá debido a los primeros años de inestabilidad producto de Iaguerra, el comercio tuvo un lento crecimiento en el territorio, con las

consecuencias económicas que se han de suponer pam el mercado local.r3

Ahora bien, no obstante la alta milit¿rización de la sociedad local, Chileno tuvo una organización -militar- tan estable como usualmente se dice.Durante el primer siglo la defensa de las ciudades y de los territoriosconquistados estaba en manos de las milicias, grupos desordenados ycon escasa preparación militar, con unajerarquía poco estable y desor-ganizada.ra Los vecinos debían acudir en armas ante el llamado de laautoridad, en especial aquellos qu'e estaban comprometidos a ello comolos encomenderos y los beneméritos, quienes acudían con sus sirvientes eindígenas encomendados. Durante el gobierno de don Alonso de Riberase decidió organizar un ejército permanente, cuya tropa se compuso por1.500 hombres tanto de línea como milicianos. El Rey Felipe III accedióa ello en 1603, y estableció que su financiamiento estaría a cargo deltesoro real del ürreinato del Peru.l5 Para el siglo X\rIII, apaciguada laguerra de Arauco, y sin mayores ataques de corsarios como en el sigloanterior, el número de efectivos de dicho ejército se redujo, quedandoen alrededor de unos mil hombres en armas.16

Desde el punto de vista del elemento humano, la sociedad chilenaestaba compuesta principalmente de españoles peninsulares, españolesamericanos "criollos", mestizos e indígenas, siendo la disúnción racial elprincipal criterio de pertenencia a determinada clase social,17 además

de la jerarquía militar que pudiesen tener los habitantes blancos. Laclase dominante era sin duda alguna [a de los españoles peninsularesy criollos,lS quienes eran un grupo reducido, considerado como nobleen el espacio local, no obstante no serlo necesariamente. Dicha clase

pseudoáristocrática otorgó mucha importancia al afianzamiento de su

posición, constituyendo mayorazgos, ünculaciones y adquiriendo más

r3 Alfredo Jocelyn-Holt, La Indzpmdmcia d¿ Chil¿. Tradición, mdmización y mito (Madnd,Editorial Mapfre, 1992), p. 32.

ra Ullalobos, Tradici.6n y refuma m 1810,p. 34.15 ÁraroJara, El Impni.o Español m Amóri.ca (170O1820). Una histoia económica (Santiago,

Editorial Sudamericana, 201 I ), pp. 203 y ss.rG Ibíd., p.34.17 Campos, Histría Constitucimal dz Chile, p. 26.18 Francisco Colom, "El trono vacío. [a imaginación política y la crisis constitucional de la

Monarquía Hispánica", en Relatos d¿ Nación La eonstrucción de lu idmtid,ad¿s nacionalzs en

elmundn hispánico (Madrid, Ed. Iberoamericana), 2005, p. 35.

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I ¡avierlnfante Autonomía, Independencia y República en Chile 181G1828

tarde títulos de Castilla'ls Recordemos a este respecto que precisamente

muchosdelostínrlosnobiliariosexistentesenelChilecolonialfueronadouiridos por dichas familias unavez consolidadas sus fortuna§ y^como

il'ffi;Jil;;i;;conocimiento oñcial de su ¿r'¿'?¿s §ocial'2o Pese

.i" ""*i"" Parece cierto que laadquisición de un título nobiliario o el

establecimien@ de *,t *uyo't-go (o vinculación) no eran la única forma

de ingresar al selecto y áa*i,a" S*po que formaban la élite criolla'

Efectilamente, la adquisición de uá p"etto gubernativo en muchas-oca-

siones era aún *á" ""[;i;e; que la ábtencián de un título de Castilla.2l

No obstante, en los primerás años de conquista los estamentos o clases

no se encuentran bien'áefinidos entre los mismos españoles, debido al

ñ;ñ;;; a" p"r,l,,t"tares que habitaban en el territorio y a que la

empresa de conqüsta y población estaba aún por consolidarse' Es decir'

;;;ñt #tut dé sociedad chilena propiamente tal'__-Deestemodo,laprimeraaristocraciacriollavinoaConstlturrse

con los descenüentes'áe aquellos capitanes y soldados ::P!:::"^t d"

andaluces y extremeñor, .uit 11urro, y l.orr.t.t que participaron en la

guelTa de Arauco." Áu*odo' los aáos se fue consolidando una clase

terrateniente que sería el antecedente de las grandesfamt'lT li:19"U^del siglo XIX. bon todo, la posición social podía variar' y asi sucedro por

"¡""*nt" ."., a ,,r.gi*it"tá de nuevos grupos sociales' y luego' con la

re Como señala Sergio Villalobos, dumnte Ia Cotonia tteqargl a ex1ti1¡l.torce¡ayorazgos'

aÍcomosieteü"tuf"Jlttyaocetíulosde Cutilla't'rlhlobos' Ttal'iciónynfmmmlSl0'

p.61' Del *i.-" -"a"]átlláot á*ui¿"'tncionar que la aristocracia rnenos Poderosa

también poseía disünciones de esta namraleza' pero aspirando a órdeqes' menores' como

órdenes de cabr¡"n , áij"" s.rá* ¡nilitares. (h. coiier, Idzas y política d¿ la inneYndzrci'a

chilma 180&1833,1977'20 villalobos, nonl"unyr"¡r*mt81Qp.6l:collier,Iilzasypot*itafu.tairulepmdmcinchi'bna

1808_1833,p. rs; Jo.;'í;Hoii, t ii*p*a."cia d¿ chii¿. Tiadicion, modmit-oáén y mito'

o. 88: Iacques *-o*i'lu'itJ.anJá¿tit in Bourbon Chile"' Hispanic Amnican Histrical

'a*¿*.vit.52 N'3 (1972), p' 418'

2r C,omo señal"u. rrrrrr;'¿1lir" ,¡*c e,,tot'io de Rojas' quien se encontraba enlladrid

en busca de la obtención de un tílulo:'--' qte tn tíiulo io es el objeto que usted debe

;.;.Ñ-. .ino tt'o á" los emplem honoríficos y ütalicios a los cuales uno que no es

versado en Ia ley p"tuti"¡át' t"'"'" p"r ejemplo la bontaduría Mayor' la Superintendencia

de la Casa de Moneda, o Ia Dirección del mo-nopolio del tabaco' u otra de las oficinas

subordinadas"'", tt'áá p"t:itq"es Barbie¡ *Elite and Cad¡es in Bourbon Chile"' p' 428'

Latraducciónesn,",t.u..ru.nui¿.,enestesentido,véaseBrading,"I,a.MonarquíaC,atólica"'en Antonio Anni^" y-pl"j"ir-xrri"r Guerr¿ (coo¡d.), Inücntand,o tn Nd,ción, Ibmamfica.

izgb XrX (México, Fándo áe CultumEconómica' 2003)' pp' 30 y ss'

22 "American st-üfi.J;;;t;""d, as did that in ancient and medieual Europe' from military

stratiFrcation...,, Nnr.oijlls"r" iÚ¿u. s*iol _stratificadon in colonial chlle" , Th¿

Hispanic Amni.ca" ni'-xi nZt¡*'Durham' vol' 55 N" 3 (1975)' p' 427'

30

Ca|ítula I: El lleino d¿ Chib. Brne inttoúrcción

emigración \,?scGnavarra de fines del siglo XVIII, que vino a ocupar ellugar de priülegio -y prominencia- que hasta entonces habían ostenta-do las familias tradicionales -<¿stellanas principalmente- descendientesde los conquistadores,zs consolidándose de este modo una aristocraciacastellano-v¿sca.2a EIlo tuvo lugar cuando los emigrantes rascos alcanzaron,por e[ comercio, vasras fortunas como resultado de rentables negocios, yadquirieron muchas de las propiedades que hasta entonces había"poseídoúnicamente la aristocracia descendiente de los primeros conquisLdores,ocupando por ende su lugar. Por lo mismo, la aristocracia crioila en chileera a su vez de gran fortuna, sin sernobles de lin4f e peninsular.%

otro factor que incidió en la tardía formación de una clase socialdominante fue el temor con que la corona veía el surgimiento de unanueva nobleza, similar alaya existente en la península, con su serie depriülegios que venían a limitar el poder central. por e[o es que duran-te la conquista y la colonia se otorgaron pocos títuros de noLleza a losconquistadores, y aún así dichos títulos iban aparejados solo del recono-cimiento social, sin contar conjurisdicción sobre territorios, cómo en losseñoríos españoles.26 Del mismo modo, unavez consolidada la empresade conquista, la corona accedió a consolidar una aristocracia criolia, y aganarse sus favores mediante la concesión de ciertos privilegios, de modoque esta nuelz clase dirigente mantuviera el control sobre la socied.aden su nombre. Ello, sumado al relativo apaciguamiento de la guerra deArauco y la consolidación de la actividad igrícolaganadera, üño a hacerque surgiera la clase terrateniente que mencionábamos anteriormente,

:: Campos, Hktmia Corctihtcinnal ttz Chitz,p.28.2a collier, kteas y polítim d¿ k ind¿pmd¿náz chibna lglg-tg3i, p. 13; Alberro Edwards, L¿fronda aristorática m chilz (Santiago, Editorial universitarii, Decimoséptima Edición,2005), p. 32; Fernando Campos, Hisknía C%titrcional de Chite, p.2g.25 Edwards, lnfrnda mistarátitan chtlap.zz;"Enlugar de una burguesía real yfuertementeconstinrida, tuvimos aquíun tipo de.excepción, una especie de acciáente sociai, que no satríani siquiera ubicame a sí mismo... " . ibíd., p.3B;"La ¿lire colonial chilena no es piopiamenteuna aristocmcia ni una burguesía... Prot¡ablemente esto se deba a qr.

".t *á, d..,t" u r.,

fenómeno americano diñcil de encuadrar dentro de tipologías oÁginalmente diseñadaspara Europa", Alfredo Jocelyn-Hoh, La Indzpmdmcia d¿ chite- Tiadui,ón, madzmizatién ymito,p.90.

26 En relación con esto, Elzaguirre narr¿ de mmera clara tm luchas de don Mateo de Toroy Zambmno, primer Conde de la Cnnquista, así como coronel de milicias, por obtener elreconocimiento de las "prerrogatirzs que adomaban su persona ' por parte de ias autoridadesindimas, reconocimiento muchas veces obtenido, y otras veces soslayad.o.Jaime Eyzaguire,El cmd¿ d¿ ltt cmquista (santiago, Editorial Andrés Bello, 1966), pp. z-ror; n.^ai"Ig, "toMonuquía Catótica", p. 24; Fmncisco Colonq Rziatas d¿Nrción. Incmhuciin d¿ las idzn¡idtá*wit¡mls m el nundo hispánin (Madrid, Editorial lberoamericana, 2005), p. 34.

(a

L

3l

la que comenzará a gozirr de gran prestigio social' así como a detentar

,irr'poa., a. ru.ro 'oÉ'"ios

in{uilints qué uabaian en sus dominios y en

general en la zona geogr'áficatn que se t"to"t^"t' reflejo del poder

t%iil;""H:#ff::::;rererenciaarnacimienroderinqu*inaje,27

institución q.r. ," *u,i*io-lro"" t-" htÍ3 mantenido según parte rle

la doctrina- tra*ta Uie" e"'*¿á la República'z8 Las grandes haciendas

o fundos, como unidaa"' *tut"t productilas' no solo se definían por

su sentido económico' Eran a laiez'pequeñas unidades de poder' El

hacendado, si bien ";;;á;"t ru poLtio" de la tierra' factor sin duda

;;;;;;;, t mui¿n ctnttiJttiu " foco de autoridad sobre quienes

trabajaban "r,

ro p'opitdld'-f fu"'g" 3ft-ol inai"t' o bien esclavos' La

escasez de mano ae óUta indigena sb vino a paliar *tdt"::l:::*-

tación de mestizos, ";;;t iñaios libres -y muchas veces también' de

blancos empobrecid"i- q"it""t pasaban u t't" bajo !a autoridad del

hacendado a cambio de un salario y otra§ pre§taciones' Los sujetos ante§

nombrados vinieron u t"gtottt taiista aásu¡etos qxe.pas'11,i::T"oarte de Ia fuerza uüo-*i"" estas unidades"económicas' naciendo los

áenominados "inquilinos"'2e

La relatila pacificación en la frontera sur del reino durante el siglo

XVIII, trajo consigo unup*social que aludó también al aumento de la

;á;;;á",30 h á"ul toi 1o' uño' elevaría a la clase comerciante como

la nueva u.ir,o.tutiu t"otuf' áejando de lado a los descendientes de los

antiguos .r.o*..,d"'"t y i'ttl'"¿'aos' y como vimos' reemplazándolos

en la Prominencia oue tenian'

En cuanto u ru ..'orrÁia, la gobemación de Chile era depe ndiente en

sus inicios del ürreinato del Peii' Como provincia de este' siempre tuvo

un caácter ¿. t""iio'lo l"¡ut'o' constituyendo los confines del imperio

español. Como ya *t"tit"ta*"'o" "t aislamiento geográfico también

contribuyé a esta imagen que se plasmó en torno ulu iáta de Chile'3l

Javier Infante Autonomía, Independencia r Renúblic{}ile 18§18§

Estetérminoesusadopanreferirsealarelacióndenaturalezaierárquicaexistenteentreel dueño de la tierra o su administrador' y las penot" qt" pá

"t trabajaban en labores

seneralmente agrícolas o ganaderas'

óf.. G"tri.t salazar, Labran'á'i"ü" I Yyt"t: fmmací'6n y trisi: dz In socidad populnr

"i;*"o aa nd" XIX (Santiago' Ed' Sur' 19,89)'

"!;3i:1":ffG::.:Üli'rH;;;;i;q"iri"*." a ü'ile centrar'' en ssminario d'e Histmia

Colonial" Santago ( 1960)'30

3t i!;"?#;:\i;Ttr,áX;h;l'"ly;.iy,,Ái*a*;i"tmito'pÚ0;cottiet'Id¿as

Capítuln I: El Reino d¿ Chi.l¿. Breüe introdurción

Las primeras actividades económicas importantes del territorio fueron,como es natural, la agricultura y la minería. La concesión de mercedes de

tierras y encomiendas vino a establecer unidades productivas no siempreexitosas. Como ya señalábamos, la guerra de Arauco y el consiguienteestablecimiento de la Frontera en la línea que sigue el río Biobío hicieronque la produccién agrícola en el país se concentrara geográficamente en

lazonacentral del reino. Alo anterior, debemos agregar que por existirla guerra al sur de dicha Frontera, la mano de obra indígena tampoco era

abundante, con las consecuencias que ello conllevó en la produceión.32

Gran parte de la producción agrícola y ganadera durante los primerosaños fue destinada aI abastecimiento del Ejército, siendo el mercadointerno poco relevante para la producción local.

El comercio seguía la ruta hacia el Callao, principal puerto de destino

de las mercancías provenientes de Chile, desde donde se redirigían aotros puertos, ya fuera en América o en la península. Este monopolioque disfrutaba el virreinato fue duramente criticado por los comercian-tes en Chile, ya que los hacía depender exclusivamente de la demandaexistente en dicho puerto, con las consecuencias en la ñjación de los

precios que ello implicaba. Por lo mismo, el contrabando pasó a ser unainstitución frecuente en las costas y en el comercio chileno. Esto cambiódurante el siglo XVIII con las reformas borbónicas, las cuales ünierona modificar lajerarquía geopolítica existente en América y a liberalizarel comercio hacia finales del siglo XVt[.

Efectivamente, Chile como Capitanía General obtuvo su indepen-dencia económica del virreinato del Perú en [a segunda mitad del siglo

XVIII, en 1778, mediante la dictación del reglamento de libre comerciode Carlos II[, que abría los puertos de España e Indias.33 Ello significóque la relación de subordinación con el palacio de Pizarro dejó de exis-

tir, y con ello se abrieron las rutas comerciales con el resto de América

-principalmente con Buenos Aires, capital del recientemente creado

virreinato de La Plata-S4 y España. A todo ello se unía el hecho de que

Chile para entonces se había convertido en el principal proveedor de

granos al virreinato del Perú, por lo que la relación económica existente

,2

33Mellafe, Historia social d¿ Chilz y Am.uica, p.93.

Jaime Eyzaguirre, Histúria dz lÁ lwtituci.rus Políticas ) Socinks de Chib (Santiago, EditorialUnivereitaria, 1967), p. 59.Villalobos, Trad.icim y reforu m 18 10, p. 125.

32

tíiriii*i'"* t"aEmhen'ci'a chi'tma 1808'1833' p' rr;

JJ

Javier Infante Autonomía, Independenciay Repúbüca en Chile 181e1828 Capítulo I: El Rehn d¿ Chil¿. Breae i.ntroducci,ón

de los pilares import¿ntes de la sociedad chilena de la época: la expul-sión de losjesuitas en 17 67 .40 Dicha Orden era un bastión del pactismo,y fue por lo mismo vista muchas veces como un agente contrario a las

pretensiones absolutistas borbónicas.4l La Compañía constituía unapiedra en el camino del reformismo absolutista, y sostenía las ideas depensadores contrarios a los intereses de la Corona.42

2. ¿Leal súbdito o frel cristiano?

La Compañía deJesús había logrado instalarse en el reino, y con los añoslogró posicionarse en la sociedad chilena, que la acogió en su seno.43

"[os gobernadores,los magnates,laaristocraciacriollaylasfamilias de abolengo,buscaban entre los hijos de San Ignacio a sus consejeros y confesores; asistíana los oñcios divinos en sus templos y hacían corridas de alunos y penitenciasen sus establecimientos; cuando extendían testamento dejaban fuertes lega.dos

a la orden o establecían censos a favor de ella. El servicio de Dios y el espíritureligioso de los hombres de la Colonia, fuesen ricos o pobres, porque losjesuitassabían ser humildes también, se identificaba con la Compañía".s

De más está decir que la expulsión de la Orden por parte de la Coronaobedece a la tendencia de las reformas que se intentaban imponer ensus dominios. Para obtener un mayor control estatal, la eliminación deaquellos elementos que actuasen como distorsionadores del poder centralera solo una consecuencia. En el caso particular de la Compañía, esta nosolo era parte de la lglesia, institución que ya había visto intervenido su

grado de autonomía en las Indias -mediante el derecho de Patronatodel que gozaba la Corona, o mediante trámites como el exequátur, elcobro y administración del diezmo, entre otros-, sino que ademásera un grupo intermedio de tremendo poder, tanto económico como

{ Jocelyn-Holt, La Ind.epmdincia d¿ Chil¿. Tradicihn, modcmización y nito, p. 65-

a1 Bmding, "La Monarquía Catótica", p. 36.a2 "Inquisidores de su tiempo, que permiten libremente la circulación de las obr¿s de Suárez

y Mariana entre otros, donde se condena la tiranía, no solo demuestra la importancia quetuvo el ideario filosóficopolítico de los jesuitas en su expulsión, sino también la formaparcial y exagerada con que fue presentado el mismo pam jusfificar la medida", JaimeEyaguine, Id,earia y mta dz ln emancipación chibna (Santiago, Ed. Universitaria, 1957), p. 47.

a3 'Habían sabido Hacme qwer pm todas,..." , Collier, Idzrc 1 potítica dz la i.nd*pmdzncia chibna1808-18D, p.36.

a \tllalobos, Tiad.i.cióny refm m 1810,p.89.

se volvió del lado del oferente. Pero no todo fue beneficioso.35 I-a política

áescentralizadora de las reformas vino a instalar el sistema de intendentes,

;;;;;;b, públicos que renían independencia de las autoridades

.oi""i¿"r tradici,onales y rispondían directamente a la CoronE y que

* .o*o fin el expanát'tn" más el ya complejo sistema.burocrático

existente, y que ya estaba mo§trando tigttot de difícil gobierno con el

sistema colonial tradicional'Del mismo modo, la creación de nuevos ürreinatos -Nuela Granada

y I-a ftata- vinieron a vtomizar más aún los territorios americanos'

[,as reformas perseguían principalmente la rentabilidad de las nuelas

Drovincias. En el caso de bhile,'ello traía aparejado necesariam€nte el

ffi;;;" t f.oio" 6*a sobre los súbditos, toda vez que los elevados

ñ;^á;1; *"*" de Arauco, d1bían ahora recaer sobre los vecinos

dejando de cont¿r con el apovo financiero deloT1111 ^11T^pi:1:

¿iÉno ¿¿¡citfiscal se abordaron una serie de reformas tanto economrca§

como estructurales'- ' En primer lugar se crearon estancos de' tabaco' con lo que se üno a

fir,u.rcii "r,

pu.tá lo, tosto§ de la guerra -y en general de la mantención

del ejército peflnanente-'3o Ade;ás se procedió a la centralización de

servicios que antes estaban entregados á particulares3T o se impulsaron

po, pu*" áel gobierno de nuevos fultivos' así como subsidios e incentivos

Iiu !*pr.tu irivaaa. Del mismo modo' se acometieron refoñnas estruc-

,rr.J.rát queinieron a dar un mayor impulso al comercio local criollo'

como la creación del Tribunal dei Consllado3e en 1795' que permitía

aloscomerciante§oriundosdeChiledirimirsusdiferencia§sintener;;;;J;;i;, con los costos y retra§os que-e!lo conlleraba' En el

mismosentidosecreólaContaduríaMayoren1768'ymásimport¿nteu,irr,* concedió el permiso para la instalación de una Casa de Moneda

;;i;;&t"ación, io que permitía la acuñación de oro sin tener que

,..o.ri, a la laaborrecida Lima'

Esta calma en que vivía el reino de Chile se vio intemrmpida en la

,.g;á" mitad del iigto xVI[ por un acontecimiento que remeció uno

35NéstorMeza'Laconcbnciapolítilachilznad,uran}¿IaMuwquía(SlnúagodeChile,Instituto

;il;;;ñJ";. ni.iJi..¡"rrrales de Ia Facuttzd de Filosofia y Educación de Ia

Universidá de Chile, 1958), pp'240-241' --s Jr*, EI Imprio Españh'* Átli* UfOOfi2T)' Una histwia económica' pp' 211-212'

" i"..ry":H;k, Lri"d¿p;dmcit d¿ ¿hib' Trad'bión' modanizaám 1 rnito' p' 62'

38 Ib¡Lp.58.3e Codil., Ideu 1 política tk ta intupmdtncia chibna BA&1833' p' 35'

34

li

J5

.faüer Infante Autonomía, Independencia y República en Chile 18f G1828

social. Solo en Chile, la Compañía era uno de los principales hacenda-

á"t y p.t¿"ctores agrícolas, il mismo.y:*po que gran número de las

;JJ.i^ primarias d"ependían de ella.a5 De todo lo anterior es fácil ver

;;;q;¿ ia expulsiónie los jesuitas fue uno de los primeros episodios

;;; il u opr.- el alto piestigio de que disfrutaba la Corona en el

ilirro a. Chiie, quedando por ftitt'"tu u"' su población-enfrentada a

la encrucljada dé tener q,,á atiiait entre su frdelidad a la monarquía

fr, á"*Jion católica, ",,

ttt" caso particulaq reflejada en el cariño y

admiración hacia los seguidores de San [gnacio'46 Incluso el entonces

gá;";ra- ae Chile, do?r Antonio de Guiliy Go lrzaga'al recibir la orden

3e expulsión de la Companía, lamentó 115t" decisión' siendo él mismo

un hombre -.ry af.cto a la Compañía'a? No obstante' la instrucción era

.i-, y áttl" ser obedecida at ple ae h-letra: Debía cumplirse en un día

determinado, antes qr. 'o*pit'e el alba' y las tropas y milicias debían

estarenarmasParaactuarfrenteaeventualestumultos.I.aexpulsiónafectaba a todos los miembros de la Orden' desde sacerdotes y diáconos

a hermanos legos, y también incluía la instrucción de confiscar todas las

prrfi"a"a* a"e U'Companía'a}T a"td."" de expulsión fue-enüada por

el gobernador a sus sr.talttrttos en sobres.sellados' con el encargo de

i "L¿ congreg:¿ción poseía más de cincuenta haciendu- ( " ' ) Su participación en el comercro

¿. *s;";"L"r, Jo*p"taoÁ 1" mismo se puede decir de la producción-de vino'de alta

calidad, textiles indígenas, mobiliario de cma y anefactos religiosos' ( " ' ) Solo en la diócesis

de Santiago se d.¡i".or,..II t+ tottgiot oát"a de laexprllsión' 1fi'aa tui arectr5 ¡or

lo menos a un millar de al"*""t' i' ' ' i f" pérdida total fue en realidad asombrosa; se la

menqiona continuamente por historiadora como causa indirecta de la independencia"'

j"."fl* ff"ft, In Inn¿pann;cia d¿ Chit¿' Tradi¿tón' mod'emización y mito' p' 65'

6 A modo de ilusración, podemos citar a Weingartner' sacerdote jesuita quien presenció

v viüó los hechos en Chile: 'Se vio a un soldido recorrer las calles con lágrimas en los

Lj:J:"iiHa** .- J."¿"t t r"s jesuitas a todo lo que sabía de bueno' y que prefería

hacerse matar an,., qr" po""t tt *u'io tobtt t"o solo di ellos'' Weinganter' In ExpukiÁn

tu lns Jxuitas m 1767 (Sanuago,1869) ' p'.2'

^. ..17 .,Llegó del paraguay a S.-ii;g", .rpiái a. Chile, un coreo exiraordinuio enüado por

e[ gobernador de Buenos 'q'irt, a Pesar del invierno y de las nieves que cubren en esta

é;;; i;; *""*Rus situad's entre t'tot do' reinos' El goLrernador de Chile' hombre muy

afecto a Ia Compañía, ".;;;;" cuidado su llegada' y nadie supo la misión que se le

había encargadá". Ibíd", P- l.a8'...hevenido...rolr..,.oriroresuelvo,quieroymando'queseanextranaalll:::'^In*

pro.i.*f t" a. ados mis Dominios de las Sicilias' y de cualquiera otra parte Pertenecrente

a mi soberanÍa, to¿o, to. lt<:tt¿ots, Diáconos y éub-Diáconos de la Compañía deJesús'

con todos los hermanos le-fos ¿t U Áit'n' Cotnunidad' que quieran mantener el hábito'

y seguir el Instituto. fgualLente he resuelto' quiero y mando' que se ocupen todro Ix

i"r;'f"*ria"a* ¿. u LrtiJ compañía en mii dominios' pam hacer de ellas el uo que

Yo tuviere po..¡,rr,o y.ottutt'ltttit;;i fogrnatit" tanción de su Majestad en fuerza de ley

pam e[ extrañami.,,o ¿t t-'iot ttino'nio' regulares de la Compañía' ocupación de sus

365t

Capítulo I: El Rcino d¿ Chil¿. Breue introilucci.dn

abrirse en la fecha señalada ante testigos designados para la ocasión. La

triste misión se cumplió finalmente el 25 de agosto de1,767. Alas tres de

la mañana se presentó ante la Compañía en Santiago un oficial del Rey

seguido de una escolta armada y leyó el decreto por el cual §e tomaba

posesión de la propiedad. Así se hizo con todos los colegiosjesuitas de

la ciudad, confinando a todos los hermanos de la Compañía en el co-

legio principal. Los novicios fueron dirigidos a una casa particular, en

donde a instancias de sus madres y familiares se les pidió que dejaran

la Compañía yvolvieran al seno familiar, como modo de evitar la cruel

e injusta pena que les esperaba. ñnguno de aquellos jóvenes novicios

abandonó a sus hermanos.4g

Las consecuencias que tuvo la expulsión de la Compañía del reino de

Chile fueron lariadas. En lo social, su alejamiento súbito causó conmoción

y abatimiento públicos.5o Lógicamente frente a un real orden tan arbitraria

e injusta la-autoridad -la monarquía en particular- tuvo que contabilizaruna pérdida de prestigio enorrne, posiblemente la mayor hasta aquella

época. I¿fidelidadalaCoronafinalmente perduró, Pero no sin dejarunacicatriz indeleble, que para muchos se mantuvo abierta hast¿ cicatrizar

con la Independencia. También la educación sufrió enormelnente con

la pérdida de talentosos maestros. Como ya señaIábamos, muchos de

los establecimientos educacionales estaban en manos de la Compañía,

y fueron clausurados junto con la expulsión. Incluso en la Universidad

de San Felipe, [a Compañía dictaba desde mediados de siglo la cátedra

Francisco Suárez, en Ia cual se explicaba el pensamiento de dicho autor,

de ideas contrarias -en algunos puntos- al ideal borbónico. Lo anteriorconstituyó un retroceso en el ya precario sistema educacional criollo.slEn octubre de 1767, por una Real Cédula, se prohibía en América la

enseñanza de filosofía de la denominada escuela jesuita. Del mismo

modo, producto de la incautación de las propiedades de la Compañía

y su posterior subasta, la clase alta criolla vino a consolidar más aún su

49

50

5t

temporalidades y prohibición de su restablecimiento en tiempo alguno, con las demás

precauciones que expresa. Madrid, 1767, Suplement:o ala Caceta ReaL

Weingartner, La Expuki.m fu lns Jauitas m 1767, p. 2.

Bzrros, Histmin Gmeral d¿ Chil¿, Tomo M, p. 205."Losjesuitro constinrían en Chile eI fco másy¿lioso de irndiación cultuml ysu extrañmientoimportó un golpe de muerte para las letru, la educación y las bellas artes' que estaban

entregadas casi exclusinmente en s6 manos", Eyzaguirre, La Logia Lauluina 1 Otms

Estutlbs sobre la Ind,epmd,mcia, p.91.

Javier Infante Autonomía, Independenciay República en Chile 1810-1828

poder económico al adquirir dichas haciendas,s2 que se contaban entre

ias más productiras del reino.

3. Dos lncos Y un d'isconformc

otroepisodioquevinoaromperlahabitualcalmaquesevivíaenaquellatierra fronterizi dice relación con un hecho más bien anecdótico, como

es el caso de la denominada "conspiración de los tres Antonios".53

EnresumidasCuenta§,elepisodionopasómásalládelasdeliran-tes cavilaciones de un francés ivecindado en chile, quien tenía ideas

ba.tarrte poco practicables. Este singular person{e había tentado a la

suerte e1 tu" más diversas actividades, no teniendo éxito casi en ningu-

nadeellas.Así,sededicóporuntiempoalaagricultura,luegointentólograr fortuna en el comercio, para finalmente procurar sin mayores

reiultados dedicarse a la ingeniería y sus aplicaciones en el rubro

minero. Coincidió .rt. p..to,'4e con la coyuntura del momento: a raíz

de ciertos hechos que ñabían causado malestar en la población -pero

sin pasar a mayores- nuestro Antonio creyó. apreciar en la sociedad un

descontento mayor, del cual podría sacar el provecho suficiente.como

para encauzar loi ánimos hacia la independencia del país. sin embargo,

Lr. ,,rpo"rro malestar social no pasaba más allá de una simple inquietud

frente a refbrmas que en los últimos años se habían llevado a cabo,5a sin

comprometer de ningun modo la fidelidad de los criollos a [a corona'

Iocelvn-Holt, La Indefrendmcia de Chil¿' Tiad'i¡ióq md'emizaciin 1 mito' p' 65'' Collier' Idzu

"iiriirl¡*i t" ¡"itepmldencia chttma 180&1833, p.37;Eyzzguine' La Login Lautarim y otrcs

Ésnd,ins sobre ln tnd,epmttmcia, p'91'Á o[ .piroai" te le suele denominar de esta forma en honor a los tres supuestos partícipes

del mismo, los franceses Antonio GramussetyAntonio Berne¡ y el criolloJosé Antonio de

ñ"¡"r, .t1* p."icipación en e[ episodio es-puesta.en dudapor parte de los historiadores'

r.t .aroá^.-r, b,i"i.r*.nt dos, siendo la primera de bastante más relelancia -social

u..o,,ó*i.a-q.elasegunda.I,aprimerareformaconsistióenlacreacióndelestancodelLi".á." iissi.tiüdaá que mtes era ejercidalibremente porlos comercimtes' yque ahora

pasaría a manos de estanios realet, quÉnes serí'n- los- encargados de su comercialiación'

La medida ocasionó prorestzs a lo laigo de todo el reino, ante las cuales la autoridad hizo

lr"o o*iro, estableciéndose finalmeite la medida. No obstante, lx quejas contimnron

."" út ,¡".- l,"ego, en 1776, el contador del reino üno a establecer que el cobro de la

uf.rU.it, .f i*pre"sto sot re las compraventas y el impuesto denominado composición de

pulpería, haá entonces entregadás a manos de privados' pasarían aser-cobrados por

i,rr.ior^.io. .e.Ies. Estas mediJas Amtrién provocaron gran alboroto, llegándose a pedir

i" .o.r"titu.i¿r, de un Cabildo atrierto pari discutir el tema- La segunda medida a que

t r."*o, A*iOr, y en la cual Grammset creyó ver un descontento mucho mayor que el

38

Nt__

39

Capítuh I: El Reino il¿ Chil¿. Brne introducción

Creyó entonces Gramusset ver las condiciones para idear un complot que

concluyera en la independencia. Para ello acudió ante su compatriotaAntonio Berney, quien al igual que él no tenía los pies bien puestos en

la tierra. Se dedicaba a la enseñanza del latín y de las matemáticas, mas

su nivel cultural se veía opacado por su tremenda ingenuidad. Debido a

las personalidades de los person4jes involucrados, bastante peculiares yabstraídos de la realidad,55 es que emprendieron sin problema [a émpresa

en conjunto. El plan no pasaba más allá de conjeturas y ridículas estrate-

gias para, una vez llegado el día, tomar el poder e instaurar una república

en el país. Nuestro último integrante eraJosé Antonio de Rojas, titularde mayorazgo, criollo bastante respetado en la sociedad de la época, de

vastos conocimientos relativos a las ideas ilustradas, ya que poseía una de

las bibliotecas más completas existentes entonces en el reino. Berney se

dirigió zrealízar algunos trab{os en la hacienda de donJosé Antonio,lugar en el que posiblemente más de una vez discutieron respecto de las

aprensiones que ambos podían tener con relación al régimen colonial,pero sin involucrarse mayornente donJosé Antonio' En alguno de sus

ü{es entre Santiago y la hacienda en Polpaico, Berney extravió su lallja,en la que se contenían todos los planes para llevar a cabo §u empresa

independentista. La vallja extraüada tuvo un singular üaje de mano en

mano, hasta que finalmente las noticias sobre su contenido llegarona oídos del regente de la Audiencia, Tomás Áluarez de Acevedo. Este

último, luego de realizarvanas indagaciones, determinó que los únicos

realmente responsables eran los franceses y un gallego que nojugó unpapel de mayor rele\a.ncia. Contra ellos se dictó orden de detención, mas

solo los franceses fueron expulsados y puestos a disposición del virreydel Perú. De ahí pasaron a España, falleciendo Gramusset en prisiónen el puerto de Cádiz, y Berney en el naufragio del navío que lo trans-

portaba hacia España- Hasta nuestros días no sabemos con exactitud si

este singular episodio en la üda colonial chilena se trató, como hemos

venido señalando, de las delirantes ideas de un personaje algo alejado

de este mundo, o bien efectilamente de un complot -aunque absurdoy muy difícil dé practicar- para derrocar al gobierno español e instau-

rar una república independiente. Lo anterior se podría deducir de la

real, se refería a un simple llamado al orden de aquellos eclesiásticos que andaban un

poco olvidados de sus obligaciones, dedicándose más bien a actiüdades mundanm'55 i...dos franceses uropistas (y posiblemente alienados)...". Collier, Ifuas y política fu la

i.nd¿Pmdencia chibna 1 8O8-1 $ 3, p. 44.

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Jaüer Infante Autonomía, Independencia y República en Chile 181G1828

participación deJosé Antonio de Rojas en la Eama, cuyo descontento

ion t^ políticas y et régimen de gobierno de entonces son conocidos.

Si bien ü mayoría de los ciudadanos -o más bien dicho, súbditos- eran

efectiyamentá leales al régimen establecidoy no se cuestionaban lav¿lidez

del mismo, }a sea por motivos de ñrme convicción, desconocimiento de

alternativas, o bien por motivos de simple resignación, lo rescatable de

person{es como Rojas es que nos dan a conocer el desconterito que ya

e*lstia for aquel entonces, aun entre una minoría muy selecta'

Fuera de ios casos nombrados anteriormente, y como f¿ señaláramos,

la vida en estos confines del imperio rara vez se veía alterada por aconte-

cimientos que pudieran causar gran conmoción. El ritmo de vida colonial

.* t*.,q,rilo, llevando a los habitantes de Chile a llevar una vida rara

vez alterada por sucesos importantes o que pudiese causar connioción.

Es importante destacar que los episodios nombrados en esta§ últi-

mas líneas tuüeron lugar en un período bastante reducido, si tenemos

en cuenta que la colonización de chile comenzó a mediados del siglo

XVI. Efectiümente, la segunda mitad del siglo XVIII se üo bastante más

intemrmpida que épocas anteriores por reformas y cambios sociales,

tanto producto d. *d.tt.s ideadas en la península como por la adap

tación de la sociedad chilena a la nue adminisración y sociedad que

se estaba tratando de modelar Pero aquella calma y estabilidad política

y social que se había logrado en aquellos tres siglos de gobierno espa-

ño1 ya tenía fecha de caducidad. lmportantes sucesos en Europa, que

luego tendrían efectos impensados en los territorios de ulramar, ya se

hab-ían puesto en marcha; sucesós que ller.arían a un total cambio en

la mentalidad de la sociedad colonial, y que en un relativamente corto

tiempo traeúan consecuencias políticas y sociales que revolucionarían

el escenario que se vivía.