EL EMBRION DE LA INTELIGENCIA MILITAR ESPANOLA DEL SIGLO XXI
Autenticidad e inautenticidad en el siglo XXI
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Filosofías del siglo XX
Guadalupe Ramírez
Autenticidad e inautenticidad en el siglo XXI
Introducción
En el ámbito del activismo social, político y ambientalista, sobre todo en los últimos
años, ha prevalecido una pregunta a veces surgida del reproche, a veces de la
desesperanza. La pregunta es ¿por qué a las personas no les interesa participar o
por lo menos informarse de los problemas sociales, políticos y económicos del
mundo?
Esta pregunta es fundamental para quien la plantea pues ve a los otros como
iguales y considera que tienen la capacidad de esa otra mirada, la crítica, la
reflexiva, la indignada. Pero sobre todo pregunta porque sabe que necesita de los
otros para encontrar soluciones y encaminarse a ellas.
En las redes sociales vemos a millones de personas llevar a cabo acciones para
protestar, para difundir ideas, para luchar, sin embargo no es suficiente. Dicen los
activistas que es necesario salir a las calles, que los problemas afectan a todos,
que no basta con hacer una revolución cibernética.
¿Por qué la sociedad no se indigna?, cuestionan los analistas políticos y los
intelectuales en debates en los que no se llega a una respuesta satisfactoria, no
sin antes pronunciar palabras como “apatía”, ignorancia”, egoísmo” y otras que no
se mencionarán pero son fácilmente deducibles.
En este breve ensayo no se pretende dar contestación, simplemente se intentará
ver el problema desde otra perspectiva, desde la filosofía, desde la ontología. Para
ello, de la mano de Martin Heidegger, se retomará su idea del ser-ahí como
posibilidad a través de los existenciarios que se consideran más propios para
entender y comprender por qué en una sociedad tan caótica y tan hostil, los seres
humanos permanecemos imperturbables.
2
Los textos que se utilizarán son Ser y Tiempo de Heidegger y Heidegger y la
pregunta por la ética, que en realidad se conforma por artículos de diversos
autores bajo la coordinación de Juliana González Valenzuela.
§
El ser-ahí y sus existenciarios
Para Heidegger, el ser humano es el ser al cual le preocupa su ser, es decir, el ser
que se pregunta por el ser: este es el ser-ahí1 (el Dasein). Porque qué otro ente se
pregunta por el ser: no lo hace una planta o un pez; sólo el Dasein se interroga por
el sentido del ser.
Ahora, el ser-ahí está yecto2, arrojado al mundo, no tiene una relación establecida
con las cosas, no hay relación sujeto-objeto, pues es el Dasein el que le da
importancia y sentido a las cosas del mundo.
Por ejemplo, la caída de un cometa a la tierra, como ha sucedido cientos de
veces, es un hecho más de la naturaleza pero si ese cometa cae ahora, en una
ciudad cualquiera, entonces es un hecho trágico. El Dasein es el que le da la
tragicidad, el sentido al mundo, por lo tanto el ser-ahí es un ser-en-el-mundo3.
El ser-ahí se dirime en la existencia porque en su condición de arrojado, cae en un
mundo de posibilidades: el hombre es posibilidad y permanentemente está
deseando ser otra cosa. Ahora bien, a las condiciones de posibilidad de ser del
ser-ahí como ser-en-el-mundo, Heidegger les llama existenciarios. Éstos son las
estructuras ontológicas mediante las cuales es posible la existencia4, son los
modos de ser del Dasein.
11
Heidegger, Martin. El ser y el tiempo. FCE. México, 1993. Pág. 16-17, 24.
2 “El estado de yecto en que se deja ver el fenómeno de la facticidad, es inherente al ser-ahí, al que en su ser
le va este mismo. El ser-ahí existe fácticamente”. Heidegger. Op. cit. Pág. 199.
3 Para Heidegger, Ser-en-el-mundo es un existenciario pero también es una condición a priori del ser-ahí. Op.
cit. Pág. 65-66.
4 Apunte de la clase Filosofías del Siglo XX. Bily López González. 1.04.2014.
3
Un ejemplo muy sencillo del ser-ahí como posibilidad, es el siguiente: una persona
puede decidir salir de viaje o hacer ejercicio o cocinar un pastel, tiene infinitas
posibilidades, pero hay una posibilidad que está en todas esas posibilidades y es
la posibilidad de morir. Por esto el ser-ahí es un ser para la muerte.
La muerte es la posibilidad de todas las posibilidades y también la absoluta
imposibilidad de todas5. Como el ser-ahí sabe que es un ser para la muerte, se
angustia6. Heidegger dice que esta angustia no se debe confundir con el temor de
dejar de vivir pues no es un sentimiento cualquiera de debilidad del hombre sino
que en la angustia se encuentra el “estado de abierto” del ser-ahí7.
De acuerdo con el filósofo, este “estado de abierto” es también el modo de ser
cierto, es decir mantenerse en la verdad8, comprender la muerte como
constitución del ser-ahí, no encubriéndola ni dándole interpretaciones retorcidas9,
dice el autor. Entonces el ser-ahí en “estado de abierto” es el ser-ahí que acepta la
muerte como verdad.
Mantenerse en la verdad de la muerte reivindica al ser-ahí en la plena propiedad
de su existencia. Esto es, usando un ejemplo muy básico, un Dasein que acepta la
muerte vive su vida con más plenitud, la muerte es el motor de su existencia
porque si la vida no es finita, no tiene sentido10.
Ahora, el ser-ahí que niega que es un ser para la muerte, se aturde11 porque no
quiere morir, niega la muerte y dice “mueren los otros, yo no”. Aquí, supone quien
esto escribe que el ser-ahí se niega a mantenerse en el modo de ser cierto, en el
5 Heidegger. Op. cit. Pág. 274.
6 Idem. Pág. 289-290.
7 Idem. Pág. 204.
8 Idem. Pág. 247, 273.
9 Idem. Pág. 278
10 Apunte de la clase Filosofías del Siglo XX. Bily López González. 4.04.2014.
11 Heidegger. Op. cit. Pág. 372.
4
“estado de abierto”, es decir, rechaza mantenerse en la verdad. Entonces el ser-
ahí se entrega a lo que para Heidegger es la existencia inauténtica (impropia)12.
Cuando el ser ahí se entrega a la existencia inauténtica se entrega al mundo del
“se dice” (Dasman). Por ejemplo, se dice que hay que tener tal auto, se dice que
hay que leer a tal autor, se dice que hay que ver tal película. Es decir, el ser-ahí
inauténtico está determinado desde afuera y lo acepta. Vive en el modo de la
pasividad, lee lo que se lee, opina lo que se opina.
De esta manera, el ser-ahí inauténtico está inmerso en el mundo del uno13, de lo
anónimo. Se une a lo anónimo para ser uno más y no pensar por sí mismo, pero
sobre todo, para no darse cuenta de que la muerte va a ser una experiencia suya
y que nadie puede morir por él.
Así, el ser-ahí inauténtico dice la muerte le pasa a los otros y utiliza una serie de
términos para negar la muerte e incluso hace de la muerte un espectáculo: la
muerte está fuera, es parte de lo anónimo14. Enfrenta la vida con liviandad, con
frivolidad, con inconstancia porque para el ser-ahí inauténtico las cosas están bien
como están15. De esto concluimos que la negación de la muerte es la esencia de
la existencia inauténtica16.
Pasemos ahora a la existencia auténtica. Como ya lo señalamos el ser-ahí que
acepta su finitud, vive en lo cierto, en la verdad. El Dasein auténtico enfrenta la
angustia que le produce el hecho de que nadie puede morir por él. Este es el
fundamento de la existencia auténtica17.
12
Idem. Pág. 283.
13 Heidegger. Op. cit. Pág. 143.
14 Idem. Pág. 276.
15 Idem. Pág. 197.
16 Idem. Pág. 210.
17 Idem. Pág. 208.
5
El ser-ahí auténtico no se disuelve en lo uno, está separado del mundo del “se
dice”18. Por lo tanto, a partir de la aceptación de su finitud el ser-ahí elige lo que
quiere leer, habla de lo que quiere hablar, etcétera.
Heidegger dice que la existencia tiene misterios y quizá el misterio fundamental de
la existencia sea la capacidad asombrosa del ser-ahí de saber que va a morir y
seguir viviendo. En cambio, dice el autor, en la vida inauténtica todo misterio
pierde su fuerza19, porque el ser-ahí inauténtico no busca lo desconocido, sino que
va detrás de lo que ya se ha dicho, de lo creado, de lo ya determinado.
§
El señorío de los otros
Pero aquí surge una cuestión de gran relevancia para el objetivo de este ensayo,
¿quién construye el mundo de lo inauténtico, del anonimato? Para Heidegger ese
mundo es creado por los poderosos otros y dice que cuando uno acepta ese
mundo está bajo “el señorío de los otros”20, es decir vive repitiendo las ideas que
le dicen, compra lo que le dicen, ve los programas que le dicen. En esta situación,
es decir, viviendo bajo “el señorío de los otros” está limitada toda posibilidad crítica
de la conciencia. Para quien esto escribe, transitar por la vida sin decir una
palabra propia es como haber vivido muerto.
Hay algo que para Heidegger es lo más perverso del mundo de la inautenticidad:
la publicidad porque le dice al mundo lo que tiene que comer, lo que debe vestir, lo
que debe hacer. Para el autor, la publicidad trabaja en favor de la inautenticidad,
“la publicidad lo oscurece todo”21.
Hay que aclarar que la crítica de Heidegger a la publicidad está dirigida al mundo
de la técnica, al pensar calculado que pretende saber y poder todo, su único
18
Idem. Pág. 301.
19 Heidegger. Op. cit. Pág. 144.
20 Idem. Pág. 143.
21 Idem. Pág. 144.
6
objetivo es someter a la Tierra, es decir, manifestar su dominio absoluto22. A esto,
Ricardo Horneffer, añade que al decir técnica, Heidegger se refiere a la ciencia,
pues dice que a pesar de los adelantos estamos en una período de penuria y el
quehacer científico se ha olvidado que “el ser hombre descansa en el habitar”23.
Otro elemento fundamental de la existencia inauténtica, según Heidegger, es la
avidez de novedades. Como ejemplo, considero, podemos poner a la moda o a la
tecnología que cambian cada tres meses, si no es que antes. Para el filósofo, lo
que provoca la avidez de novedades es que el Dasein no se detenga en nada, que
vaya pasando de una cosa a otra24, ¿por qué?, porque si va saltando de una
novedad a otra nunca va a profundizar en nada, no consigue establecerse en
nada. Para Heidegger esto es la errancia: “el ser en todas partes y en ninguna”25.
Al estar a la expectativa de las novedades, el ser-ahí renuncia a sí mismo.
Otro aspecto típico de la existencia inauténtica son las habladurías. Dice
Heidegger que el hablar perdió o nunca alcanzó su fundamento de “ser
relativamente al ente de que se habla” por ello, las habladurías son la posibilidad
de comprenderlo todo sin previa apropiación de la cosa porque lo que importa es
que se hable. Además, señala el autor, las habladurías se extienden hasta tomar
un carácter de autoridad26. Por ejemplo: alguien se entera a través de los medios
de comunicación que tal país tiene un presidente tirano o que tal actriz se hizo una
cirugía plástica, quien esto escuchó se deja llevar y lo repite a otro, y este otro
también lo repite, de esta manera todos terminan diciendo lo que se dice.
Ahora bien, la pregunta es ¿quién dijo lo que se dice?, ¿quién tiene el poder de
imponer en una sociedad algo que todos digan? En nuestro ejemplo anterior
mencionamos a los medios de comunicación como la fuente primaria de las
22
Horneffer, Ricardo. ¿Habitar sin ethos? En Heidegger y la pregunta por la ética. UNAM. México, 2001. Pág. 19.
23 Horneffer. Op. cit. Pág. 19 – 20.
24 Heidegger. Op. cit. Pág. 192.
25 Idem. Pág. 192.
26 Idem. Pág. 187-188.
7
habladurías y pueden serlo, pero también pueden ser eso, sólo un medio para
quien verdaderamente lo está diciendo. Cabe aclarar que estas son palabras de
quien esto escribe.
Heidegger dice que cuando el ser-ahí participa de las habladurías, renuncia a
buscar su propia voz por oír al uno27. La voz auténtica del Dasein surge de su
“estado de abierto” y no se somete a las habladurías, ni a la publicidad, ni a la
avidez de novedades, ni a nada de todo aquello que el mundo de lo anónimo
quiere imponer, es este sentido la voz auténtica del ser-ahí es subversiva porque
altera el orden que está armado por “el señorío de los otros” para anularlo.
§
¿Quién es auténtico?
Antes de tratar de dar respuesta a esta cuestión, haré un breve resumen de lo
atrás expuesto, usando mis propias palabras con el fin de dar claridad a la
interpretación que hago de la propuesta de Heidegger.
La muerte como posibilidad irrenunciable del Dasein, es también cierta, una
amenaza constante a su existencia. Saber esto le causa angustia, porque no sabe
cuándo llegará la muerte, ésta se mantiene como posibilidad y obliga al ser-ahí a
asumirla ya sea que la niegue o la acepte.
El Dasein que no acepta la muerte vive de acuerdo con lo que la cultura y la
sociedad le imponen: trabaja, come, usa los medios de comunicación, se viste,
compra y cría a sus hijos repitiendo los hábitos y las normas ya establecidos, es
decir se integra, se adapta.
Por el contrario, el ser-ahí que acepta su finitud es libre esto es que puede vivir
más plenamente, es autónomo pues toma sus decisiones por sí mismo, es crítico
y le interesa el conocimiento y los riesgos, es un inadaptado, no se integra a la
sociedad.
27
Heidegger. Op. cit. Pág. 295.
8
Ahora, esta forma de vivir establecida que prevalece en el mundo contemporáneo
y que determina quien es integrado y quien no lo es, la podemos materializar
como “el sistema”, capitalista o no, porque todas las sociedades tienen gobiernos,
empresarios, medios de comunicación, políticos y políticas públicas, leyes,
etcétera, que, aseguramos en el ámbito académico y activista, determinan el
orden establecido, ellos son el poder.
A estas entidades las mencionamos como las culpables de que la sociedad en
general y el ciudadano en particular viva alienado, indiferente. Al parecer
Heidegger lo reitera cuando dice “En la utilización de los medios públicos de
comunicación, en el empleo de la prensa, es todo otro como el otro”28 y agrega
que este “ser uno con otro” disuelve totalmente al ser-ahí: “es donde despliega el
uno su verdadera dictadura”29.
Pero también nuestro filósofo afirma que “el señorío de los otros” puede
representarlo cualquier otro. Uno mismo pertenece a los otros y consolida su
poder”30. Asegura que el “quien” –responsable de crear el mundo de lo anónimo–
es el uno, es cualquiera, porque “disfrutamos y gozamos como se goza, leemos,
vemos y juzgamos de literatura y arte como se ve y juzga; incluso nos apartamos
del “montón” como se apartan del él; encontramos “sublevante” lo que se
encuentra sublevante”31.
Entonces, ¿todos somos inauténticos? Veamos esto con más detalle. Dice
Heidegger, el ser-ahí está yecto al mundo, cae en la tradición, en la cultura; esto le
quita la dirección de sí mismo, le impide preguntar y elegir32. Le imposibilita ver el
pasado y apropiarse de él para crear algo distinto. Toma lo tradicional como
comprensible sin comprenderlo.
28
Heidegger. Op. cit. Pág. 143.
29 Heidegger. Op. cit. Pág. 143
30 Idem. Pág. 143.
31 Idem. Pág. 143.
32 Idem. Pág. 31.
9
De lo anterior surge entonces una cuestión importantísima: el existir del Dasein en
el mundo es siempre originalmente un existir en el modo inauténtico. Dice el autor:
“A su facticidad es inherente que al ser-ahí, mientras sea lo que es, continúe en
yección y se suma en el torbellino de la impropiedad del uno”33.
Aquí es fundamental para este análisis tener muy claro las siguientes palabras del
autor: “El “ser sí mismo” propio no descansa en un estado excepcional del sujeto
desprendido del uno sino que es una modificación existencial del uno en cuanto
éste es un esencial existenciario”34, esto significa que la existencia auténtica no es
nada que se alce por encima de la cotidianidad, sino existenciariamente es sólo un
modificado asumir ésta35.
Regresemos a los ejemplos para ubicarnos mejor en esta perspectiva que cae
como cubetada de agua fría a quienes nos hemos concebido como diferentes,
como “no soy del montón”. Vivimos en el mundo de los roles sociales: vamos a la
universidad, aprendemos, nos relacionamos, asistimos a las manifestaciones,
leemos, escuchamos música, trabajamos, amamos, mentimos, nos vestimos,
criticamos, todo esto y más, como lo hacen todos. Así que al parecer son raros los
instantes de autenticidad del ser-ahí.
El punto decisivo, considero, está en la finalidad de ser-ahí auténtico, qué uso le
damos, para qué elegimos la autenticidad. Dice Heidegger que hay que retroceder
y buscar la omisión que hizo que el Dasein se perdiera en la inautenticidad; buscar
el “ser sí mismo” como una elección perdida. Y en el hacer la elección se hace
posible por primera vez el ser-ahí su “poder ser” auténtico36.
Para ir cerrando hay que decir que la obra que nos guía en estas reflexiones, El
ser y el tiempo, no es una pauta para la conducta humana. Para Heidegger el ser-
33
Idem. Pág. 198.
34 Idem. Pág. 147.
35 Heidegger. Op. cit. Pág. 199.
36 Idem. Pág. 292.
10
ahí es posibilidad, con capacidad de preferir, de elegir, y aunque “elegir” es una
condición inseparable de la ética37, Horneffer señala que la obra heideggeriana no
tiene esa finalidad, sin embargo, sí muestra un profundo conocimiento del hombre
y de su ser y estar en el mundo, por ello, afirma “lo que él hace (Heidegger), más
bien, es apuntar, señalar en una dirección posible”38.
§
Buscando al ser-ahí auténtico
En este último apartado, aceptaremos la invitación que Hidegger nos lanza para
buscar juntos un “poder ser” auténtico del ser-ahí”39. Con estas palabras, el
filósofo nos avisa que en los siguientes párrafos de El ser y el tiempo,
posiblemente nos encaminará para identificar al ser-ahí auténtico.
Esta identificación es difícil pues el autor afirma que el uno oculta incluso a
quienes eligen “propiamente”40, es decir el uno esconde a los auténticos la
elección de serlo y a ellos mismos. También nos dice que en la autointerpretación
cotidiana del ser-ahí conocida como “voz de la conciencia” podemos atestiguar al
Dasein auténtico.
La conciencia da a comprender “algo”, abre y forma parte del existenciario “estado
de abierto”41. Mediante la explicación de la conciencia analizaremos el “estado de
resuelto” en su forma más original que es el ser-ahí auténtico.
Como ya mencionamos, el Dasein envuelto en la publicidad, las habladurías y la
avidez de novedades del Dasman, deja de oírse a sí mismo y olvida su propia voz.
Entonces para retroceder de este “estado de perdido” primero debe encontrarse,
37
Sagols, Lizbeth. Prólogo. En Heidegger y la pregunta por la ética. UNAM. México, 2001. Pág. 10.
38 Horneffer. Op. cit. Pág. 23.
39 Heidegger. Op. cit. Pág. 291.
40 Idem. Pág. 292.
41 Idem. Pág. 294.
11
es decir, escuchar su propia voz. Y esto sólo se logra mediante la vocación de la
conciencia pero necesita, dice Heidegger, vocar sin “ruido”, representado éste por
las habladurías y la avidez de novedades42.
Esta vocación es modo del habla, pero la conciencia no habla para discutir o
comunicarse sino en la forma del silencio:
“La vocación habla en el modo inhóspito del callar, y sólo habla de esta
forma porque la vocación no voca al invocado a engolfarse en las públicas
habladurías del uno, sino a retroceder desde ellas a la silenciosidad del
“poder ser” existente”43.
Ahora, dice nuestro filósofo que el silencio de la vocación “da a comprender” las
posibilidades fácticas auténticas del Dasein, porque el lugar desde donde se voca
es la angustia en cuanto “estado de abierto” más elemental del ser-ahí en “estado
de yecto” en el mundo.
Así, en la inhospitalidad de la angustia, el ser-ahí es único para sí mismo y se
pone en disposición de proyectar sus posibilidades y no seguir sólo las que el uno
le ofrece. Aquí hay que aclarar dos cosas: el vocador es el Dasein que en su
angustia, en su “estado de yecto” es un ser-ya-en por su “poder ser”; y el invocado
es el Dasein avocado a regresar a su pre-ser-se, a salir de la caída en el uno44.
Esto es, que no es una instancia externa la que llama al ser-ahí a su conciencia,
no es dios o una potencia extraña, el ser-ahí llama a la conciencia a sí mismo45.
Otro elemento que añade Heidegger a este tratar de entender a la conciencia es el
ser deudor que nada tiene que ver con apreciaciones morales, sino que se refiere
a un concepto ontológico, al existenciario “ser fundamento” de un “no ser”46. Sobre
42
Idem. Pág. 205.
43 Heidegger. Op. cit. Pág. 301.
44 Idem. Pág. 302.
45 Idem. Pág. 299 – 230.
46 Idem. Pág. 309.
12
esto el autor señala que el “no ser” existenciario no es una privación o una
deficiencia sino “lo que puede proyectar y por lo regular alcanza a veces, y en
cuanto proyectar ya “no ser”47.
Lo anterior significa, para quien esto escribe, que el ser deudor es la negación que
advierte el Dasein en su ser arrojado en el mundo, en el tener que elegir algunas
posibilidades y no otras, hasta que llega la última de sus posibilidades.
Para avanzar es necesario reformular lo anteriormente expuesto: la angustia es el
ser yecto en la muerte, y en la inhospitalidad de la angustia el Dasein se encuentra
a sí mismo en “estado de abierto” y es invocado por la conciencia a entenderse
como deudor.
Ahora bien, la angustia y el ser deudor hace que el sí mismo más aunténtico obre
sobre sí partiendo del elegido “poder ser”. A esto Heidegger le denomina “estado
de resuelto” pues pone al ser-ahí ante la verdad original de la existencia48.
El ser-ahí que existe en “estado de resuelto” se une con la angustia, con el silencio
del “querer tener conciencia” y con la verdad y estos son los elementos que
conforman al ser-ahí auténtico. Esta caracterización de la existencia auténtica no
implica un retraimiento del Dasein respecto del mundo porque es imposible
liberarse por completo del Dasman. La diferencia está en que en la existencia
auténtica el ser-ahí es consciente de su situación, no la encubre, la toma por lo
que es: un ser relativamente a la muerte.
Así, explica Heidegger, cuando el “estado de resuelto” nos pone ante la verdad
original de la existencia, la posibilidad de la muerte en su poder ser, ya no puede
la existencia auténtica del Dasein resultar rebasada o superada por nada49.
47
Idem. Pág. 310.
48 Heidegger. Op. cit. Pág. 334.
49 Idem. Pág. 334.
13
Aquí cabe anotar textualmente algunas palaras de Heidegger que quizá sean
parte de la respuesta al problema planteado en este ensayo:
“El ser-ahí resuelto puede convertirse en la “conciencia” de los otros. Del
“ser sí mismo” propio del “estado de resuelto” surge por primera vez el “uno
con otro” propio, no de las ambiguas y celosas conversaciones y las
verbales fraternizaciones en el uno y lo que uno quiere emprender”50.
De lo anterior podemos afirmar que el ser-ahí tiene la posibilidad de rescatarse del
Dasman, optar por la existencia auténtica y asumir a la tradición, a la cultura, a la
sociedad desde la autenticidad. Incluso puede contagiar o compartir su
autenticidad a otros.
Finalmente, en lo que concierne a este ensayo, a este tratar-de-entender-a,
concluiremos con las siguientes palabras poéticas dichas por Heidegger: “de la
mano de la fría angustia que se extiende al poder ser auténtico va la bien provista
alegría por esta posibilidad”51.
§
Conclusiones
Como nos lo ha explicado Heidegger, al igual que la tan buscada felicidad, la
autenticidad no puede ser absoluta sino que son algunas actitudes, algunos
rasgos o algunas ideas que ciertas personas llegan a tener, porque todos los
humanos participamos y contribuimos a la permanencia de lo inauténtico, de lo
anónimo. Partiendo de esto, tratemos ahora de dar respuesta a nuestra pregunta
de por qué la sociedad no se indigna ante las injusticias, la corrupción o la
violencia.
Generalmente, adjetivamos a los imperturbables como carentes de inteligencia, de
pensamiento, de razón, decimos “son una bola de pendejos”, pero estamos
50
Idem. Pág. 324.
51 Heidegger. Op. cit. Pág. 337.
14
equivocados. La razón misma conlleva errores y también nos equivocamos porque
la razón no es lo único que define al ser humano, de serlo no habría toda una
historia humana de tropiezos y errores.
Los Dasein también somos ideologías, sentimientos, mitos y la mayoría de las
veces no sabemos distinguirlos de la razón porque todas emergen de la mente.
Pero no sólo eso, en el anónimo, en el uno, estas ideologías, sentimientos y mitos
se han sublevado de manera formidable y nos impulsan y arrastran hacia delirios,
exterminios, masacres, devociones, éxtasis y excelsitudes.
En El ser y el tiempo, Heidegger, a través de sus existenciarios nos muestra los
derroteros, no los califica ni los juzga, simplemente son modos de ser del ser-ahí,
y esta es, considera quien esto escribe, la idea más relevante del análisis de esta
obra, porque cuando juzgamos a los demás, cuando les exigimos que sean como
nosotros o los acusamos de no serlo, estamos también atrapados en el uno, es
decir no es la razón sino nuestras ideologías y sentimientos los que nos dicen lo
que decimos. Queremos cambiar las cosas pero no hemos empezado por
entender primero el origen, el pasado y las condiciones de nuestro ser-ahí.
Y esto es lo que nuestro filósofo hace, nos muestra el mundo donde estamos
arrojados. “Así son las cosas”, nos dice Heidegger. Yo lo leo, lo reflexiono, lo llevo
dentro, con los fantasmas subversivos de mi pensamiento y ahora me cuestiono a
mí misma ¿qué hemos hecho en nuestra lucha diaria, en nuestra vida, para ser
auténticos?
Si usted que ha leído este ensayo y yo que lo he escrito, somos inauténticos,
entonces hay esperanza, porque creo, al hacernos la pregunta anterior, ya
estamos parados en ese silencio del “querer tener conciencia” y con ello existimos
frente a otras posibilidades de ser en el mundo, lo cual es realmente emocionante.
§
15
Bibliografía
González, Valenzuela Juliana (Coordinadora). Heidegger y la pregunta por la
ética. Seminario de Metafísica, Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. México,
2001.
Heidegger, Martin. El ser y el tiempo. Fondo de Cultura Económica. México 1993.
Apuntes de la clase Filosofías del Siglo XX. Bily López González. Semestre 2014-
I. UACM.