“Alberto J. Pani. Político, funcionario, coleccionista y promotor cultural”

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Alberto J. Pani. Político, funcionario, coleccionista y promotor cultural

ANA G ARDUÑO

Para Guty

I $~wcfe, ./tIberto-:¡: !lbm;(1 878-1955) como po­

lítico, funcionario y diplomático es conoc ida. La h isto riografía de la

Revoluc ión mexicana y de los regím en es que le sucedieron, ha regis­

trado su incesante participación en diversos sectores estatales. No se

trata , pues, de un personaje desconocido , sin embargo, la conexión

en tre su desem peñ o po lítico , co mo poderoso funcionario, y su fa­

ceta de pro motor cul tu ra l, colecc io nista y reformador de muscos de

historia y arte no ha sido estu dia da . Todas ellas so n actividades que

form an parte de la personalid ad pública qu e Pani co nstruyó a lo largo

de su vida pol ítica y que lo constitu yeron en agen te cu ltura l del Esta­

do mexicano .

Como po lítico , militó dentro de grupos y co rrientes que, en apa­

rienc ia antagónicos , predominaron alterna tivame nte en Mé xico: fue

maderista, carrancista, obregonista y callista. Cuando cada uno de esos

líderes ocuparon la presid encia del país , Pani ejerció algú n tipo de po­

der púb lico, ya sea ocupando pu estos de elevado rango en la adminis­

tración estatal o fun giendo co mo asesor. Con Francisco 1. Ma de ro fue

subsecretario de Instrucción Pública y Bellas Artes y directo r general

de O bras de la Ciudad de México . Con Ven usti an o Car ranza también

fue director gen eral de esta última dependen cia, dir ector gene ral de los

Ferrocarr iles Constitucionalistas, secretario de Ind ustria y Comercio y,

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o T e A e u T U R A E 339

ya co mo dipl om ático , rep resentante de México en Francia. Ju stam ente

durante su es tanc ia de 191 9 a 1920 en París fue cuando su ace rca­

miento al arte se in tensificó e inició sus actividades co mo colecc ionista

de pintura europea de los siglos XVI al XIX.

De regreso en México, co n los cua tro presidentes siguientes se

desempeñó, aunque con alternanc ias, como secretario de Hacienda y

Vara Cut)' Crédito Público (sucr). Si bien Álvaro O bregón lo nombró en 1921

secretario de Relaciones Exteriores, dos años después lo asignó a la

SHCP, pues to en el que continuó co n Pluta rco Elías Calles. Desde esa

a mo po ­ posición fue que se ocupó de la fundación del Banco de México , insti­

ifía de la tu ción qu e ayudó a co nsolidar du rante los go biernos de Pascual Ort iz

ha regís­ Rubio y Abelard o Rodríguez. En 1926 se encargó de la remode lación

s. No se de! Palacio Nacional, al que recubrió de tezontle rojo y cantera , ade ­

anexión más de agrega rle el tercer piso, la esca lina ta central y la escalera de la

y su fa­ Secreta ría de Hacienda, ya que como mini stro de esa depen den cia, su s

lseos de oficinas estaban ubicadas allí.

des q ue En los últimos años de la presid en cia de Ca lles y e! inicio de

lo largo O rtiz Rubi o fue env iado po r segunda ocas ió n a Francia como repre ­

.el Esta- sentant e diplomático . Fu e así que en 192 7 emprendió la remode­

lación de la legac ión mexicana en París, lo que incluyó comisionar

en apa ­ diecioch o paneles a un pintor radi cad o allá: Ángel Z árraga. En esta

ico: fue nu eva estancia en la capi tal franc esa fue cuando se dedi có a formar su

de esos segunda co lección de pintu ras de los grandes maestros euro peos. En

t de po­ 1931 rec ibió nombram ient o co mo embajador en España y Portugal.'

:!minis­ cargo que desemp e ñ ó por algunos meses ya que regresó a Méxi co

.ero fue poco antes de la sa lida anticipada del presid ente O rt iz Rubio para

genera l [mbi én 1 En 1931 en México se decidió elevar a rango de embajada sus mision es diplom á­

ticas, razón por la qu e Pani fue el primer embajado r en España y Portugal. El doble l de los puesto obedece a que por esos años se acostumbra ba el nom bramien to de un solo ércio y, funcionario para hacerse cargo de los dos países qu e ocupan la península ibérica.

.

I

340 D E C O N S T R U Y E N D O C ENT ENA RIOS

ocuparse de la SHCP. 2 U na vez ele gido el presidente interin o , Pani fue

ratificado en su cargo. Sería la última ocasió n en que se encargó de la

cartera de Haci enda.

En sep tiembre de 1933 se vio o bligado a renunciar debido a los

graves co nt1ictos que desde tiem po atrás soste n ía con N arciso Bassols,

secre tario de Educación Pú blica . Aunque son múltiples los m otivos de

sus desencu entro s políticos," uno de los más poderosos fue su directa

intervención en asu n tos que Bassols considerab a que ata ñ ían só lo a la

secreta ría a su ca rgo : desde mayo de 1932 Pani se había au tocornisio ­

nado para dirigir la con clusió n de las o bras de co nstrucción del Palacio

de Bellas Artes (co nceb ido durante el porfiriat o co mo Teatro Nacio ­

nal), de stinando alto presupuest o y sele ccionando costosos mat eriale s

de recubrimiento del ed ificio , lujoso m obiliari o y, m ás aú n, reorgani­

za ndo los es pacios para usos y funciones diferentes a los previstos en

el plan del arquitect o Fed eri co M ariscal en junio de 1930. 4

Para la creac ió n del M useo de Art es Plásticas en el Palacio de

Bellas Art es , Pani reestructu ró los acervos estat ales , se leccio nó piezas

y, ade más, adj udicó presu puestos para la adq u isición de pintura de

los mae stros europe os a los que era tan afecto,' co n lo que no só lo

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2 Uno de los cua tro candidatos más visibles para suplir a Ortiz Rubio fue prec isa­mente Pan i; empero , el general Ca lles, que co nti nua ba ejerciendo el mayor poder políti co, prefirió design ar a Abelard o L. Rod rígu ez para oc upa r la preside nc ia por los dos a ños sigu ientes . 3 Des de agos to de 1933 se había encargado de di rigir las obras de co ns trucc ión del Monum ento a la Revolución , uti lizando para ello la estruct ura de acero de l incon­cluso Palacio Legislativo . T ho mas Benja mín, "La Revo lució n hech a monumento", Historia )' Grafía , núm. 6. Méx ico, enero-j unio de 1996, pp. 113 -139. 4 Véase Alberto ]' Pan i y Federico Ma risca l, El Palacio de Bellas Artes, Mé xico, Edito­rial Cultura , 1934. p. 89 . 5 Pan i exp licó que a me diado s de 1933 fue a Lo ndres en su calidad de sec retario de Hacienda para participa r en la Confer enc ia Mo ne tar ia y Eco nó mica M undial; des­pu és de esa misión, en Lo ndr es y Madrid com pró piezas "por cuenta del gobierno" para formar "el fut uro M useo de Art es Plást icas". Véase Alberto]. Pani . La segunda

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11

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increme ntó el patrimonio nacion al y co ntó co n obras suficientes, en

calidad y cantidad , para sos tene r dos sede s de exhibición, las Galerías

de la Academi a de San Carlos y el nu evo mu seo, sino qu e ade más

reestructuró las pol íticas cu ltu rales para dar mayor cabida al tipo de

arte qu e era de su predile cción y qu e en el México de la época oc upaba

un lugar marginal, ya que la preferen cia estata l era forta lecer el arte de

factu ra nacional.

La ten sión gene rada por lo qu e se conside raba un a injeren cia in­

.justificada de Pan i en asuntos cultu rales, llegó a niveles in sostenibles

un a vez que dejó entrever qu e después de co ncl u ido el Palacio de Be­

llas Artes tenía plan eada la reestructuración general de los museos en

México; en específico, se disp on ía a rem od elar el Museo Nacio nal (hoy

Mu seo Naciona l de An tro pología). Aunque hubo de renunciar como

sec reta rio de Hacienda, logró mant en erse como dir ector gene ral de la

obras del Palacio de Bellas Artes hast a su inauguración en septiembre

de 1934. Su s ot ros proyectos cu lturales qu edaro n abando nados.

11

Pani fabri có su person alidad pública al desempeñ arse co mo activo di­

fusor del arte que ama ba, sob re tod o a través de su incesa nte int erven­

ció n en el sector cu ltural, aunque para ello trasgred iera atribuc iones

y jerarquías de la élite burocrática, ya qu e oficialme nte nunca tu vo

nomb rami ento en el área de la educación, la cu ltura o el arte." No obs­

tant e, el influyente func ionario logró tran sformar una pasión pr ivada .rmenro",

o, Edito-colección Pani depinturas (catálogo descriptivo y comentado), México, Editorial Cultura, 1940, pp. 23-2 4.

erario de :Iial; des­obierno " 1 segunda

(, Pungi ó co mo ministro de Hacienda ent re 1923 y 1924 con el presiden te Ob re­gón; cont inuó hasta 1927 con el gobierno de Calles, y tu vo un segundo period o ent re 1932 y 1933 bajo dos gobiern os consecutivos, los de Pascua l O rtiz Rub io y Abclardo L. Rodríguez. Fue secretar io de Relacio nes Exter iores entre 1921 y 1922 Yregresó a dirigir esa cartera entre 1935 y 1940.

.

P o342 o E C O N S T R U Y E N O O CENTENARIOS

en un proyecto de impacto nacional. El compromiso con e! desarrollo

cultural de su tiempo puede ser también el compromiso de un ciuda­

dano con su país.

Más aún , su figura es sin duda una de las más tra scendentes en

el siglo xx para los acervos del actual Museo Nacional de San Carlos

(MNSC), ya que centró su capacidad de gestión, en tanto activo agente

cu ltura l.' en la adquisición, exhibición y difusión de pintura posre­

nacentista europea , misma que definía , de man era obj etable , como

única fuente de belleza cap az de constru ir eternidad. Así, implíci­

tamente dejó patente su esc aso int erés por las corrien tes artísticas

qu e le eran contemporáneas y se concentró en su deseo de huella s

est éticas del pas ado."

Profundo conocedor de las carencias museísti cas de su tiempo,

incluso ideó un temprano sistema de museos posrevolucionario al

qu e apostó todo el poder que había acumulado durante su s gestiones

en los gabinetes de varios presidentes, y con ese proyecto en mente

diseñó su estratégica campaña de promotoría cultural. Como parte

de ella, en 1930 se dio a la tarea de realizar un inven tar io de los bienes

pictóricos de la antigu a Academia de Bellas Artes, con vistas a elabo­

rar el guión curatorial de un recinto qu e in tegraría aquella co lección

con la de! Museo Nacional de Arqueología, H istoria y Etno grafía, al

qu e llamaría M useo N acional de Arqueología y Arte s Plásticas. Si

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7 "Interviene en la administración de las artes y de la cultura, propi ciando las con­dicion es para qu e otros creen o inventen sus propios fines culturales [...1Tie nde un puente entre la producción cultural y sus posibles públi cos". Coelho . "Agente cultural", en Diccionario crítico de política cultural: cultura e imaginario, México, Co nsejo Nac iona l para la Cultura y las Artes, Instituto Tecnológico y de Estudios Superio­res de Occ idente, Secre taría de Cultura del Go bierno de Jalisco, 2000, pp. 50 -51. 8 Sob re este tema véase mi artículo"¿Nacidos para co mprar arte? Mercado y co­leccionismo en México du rante la pr imera mitad del siglo xx" , Curare, núm. 27, México, julio-diciembre de 2006, pp . 37-48 .

sangt

'J Para la el Juan de M, Academia. l O Alberto J

\_R_ I_ O T e A e u T U R A° 343

desarrollo bien hizo llegar el program a del mu seo a las autoridades correspo n­

un ciuda­ dientes, no recibió respuesta."

En vista del fracaso, decidió ambicionar menos, limitand o su pro­identes en yecto a la plástica e incorporando a él a las artes populares, ajustándose tan Ca rlos a la moda populista de los años veinte y treint a del siglo xx. Materiali­ivo age nte zó su plan en el Palacio de Bellas Artes, recinto qu e se concluyó gracias

Ira posre­ a su enj undia perso na l y en el que consumió bu en a part e de su capital ole, como político. Incluso, poco antes de la apertura del republicano palacio y , im plíci­ j usto para la exhibició n inaugural, logró qu e Presidenc ia le auto rizara artís ticas presupuesto y se autoco misionó para comprar objetos de arte; con ese

le huellas propósito organizó un a misión diplom ática a Europa:

J tiem po , A med iados de 1933 [...] s iendo Secretar io de Hacienda y Créd ito Públ i­

onario al co [oo .] pu de [' 00] pasar un a se ma na en Ma drid para co mprar, po r cue n ta

~e s ti one s del Go biern o y a precios bastante reduc idos, 8 imp ortan tes tablas de las

~ :1 men te escue las ca talana , valenciana , aragonesa y castel lana del siglo xv. entre

no parte las cua les se halla un Berrug ue tc . las telas San Francisco del Greco, M ag­

rs bien es dalena Arrepentida de Z u rbará n, firma da, y San Simón de Vclázq uez [oo.]

a elab o - Retrato de Hombre de de l Mazo ; La adoración de los reyes magos y La presenta­

olecc ió n ción de la Virgen al templo de Vald és Lea l [oo .] Adán)' Eva de Lucas Cranach,

grafía, al e! viejo [oo .] ludith y Holof ernes del T in toretto [oo .] y un Retrato de Hombre,

ticas . Si tam bién de! T into retto [oo .] A este selecto grupo de pintu ras se agrega el

estu d io de Gaya para su cap richo N. 68 -Linda Maestra- dibujado a la

) las con ­sangu ina y firm ad o .10

.1Tiende r "Agente , Cons ejo Superio­, 50-51. 9 Para la elaboración del inventa rio contó con la ayuda del pintor y restaurador do y co­ Ju an de Mata Pacheco , amigo suyo y respo nsa ble de las galerías de pintura s de la lúm. 27, Academia.

10 Alberto J. Pani, Lasegunda colección Pani de pinturas, op. cit., pp. 23-24.

_-­ __lo.....­ .. _

:

p o344 D E C O N S T R U Y E N D O CE NTE N AR I OS

Sigu iendo su gusto personal, entonces form ó un lote de diecio­

ch o pinturas de las cua les quince era n de proced encia hispana, ya

qu e co ns ide ra ba que esa escu ela es taba pobrem ente represent ada.

Así, dotó al palacio de diversos es pac ios de exh ibición , privile giando

entre tod os al Museo de Art es Plásti cas, donde desplegó un guión

cura torial pan orám ico e incluyent e, en el que tuv iero n cabida los an­

teriorm ente denost ad os ó leos novo h isp anos y los otrora hegemóni­

cos eu ro peos antigu os, para rem atar de manera triunfal con los más

presti giad os eje mplos decimonónicos. Allí se ntó las bases de lo que

después se co nv irtió en el s istema de museos de! Instituto Nacional

de Bellas Artes.

Al men os de ma nera temporal, e! gran logro de Pani fue trasladar

al centro de la visibi lidad pública una co lecció n, la eu ro pea, qu e des­

de in icios del siglo xx. prog resiva pero inexorab leme nte, se había ido

co loca ndo en la margin alid ad. Al incluir al arte internacional en una

selección que la ideología nacionalista -que vivía sus años de gloria­

qu ería limit ar a lo local, de ma nera virtua l colocó la primera piedra

para la creac ión del Museo de San Carlos, reci nto qu e, co mo sabemos,

se ina ug uró hasta 1968.

111

Es indi scutible la trascenden cia de Alberto] . Pani para la prot ección ,

exhi bición y resign ificación del arte clásico euro peo en la primera mitad

de! s iglo xx. Su s co ntribuc iones a los ace rvos estata les representaron

e! último gran impulso a la plásti ca euro pea renacentista y neoclásica

en nu estro país, aunque no lograron modific ar de man era sustanc ial el

mapa de lo qu e hoy es la colección del MNSC .

Con tod o lo polémi co que pu eda resultar la figura de Pani , al

vender y no donar su pr imera co lecc ión y a pesar de las susp icacias

qu e despierta aú n e! método empleado para realizar la operación co­

mercial. ya qt

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mercíal, ya que a la vez fun gió como co mprador y vendedor -aun­

qu e oficialme nte la transacción se realizó mediante un int ermediario,

y si bien en su papel de secretario de Hacienda autorizó la disposición

de una pa rt ida presupues ta ria para co ncretar la co mpra , debió haber

contado co n la autoriz ac ión del presid ente Plutarco Elías Ca lles- , lo

fundam ental es qu e en 1926 aseguró la incorpo rac ión de esas piezas al

pat rim onio público .

Se trata de un gran lote de desigu al calidad ya qu e ante su s au to ­

proclam adas lirnitantes econó micas , Pan i se co nformó co n obra cla­

sificada co mo "me nor", pero de la técni ca más prestigiada, el ó leo, e

incluso adj untó una serie de dibujos. Siguiendo la tradi ción de sus

antecesores mexican os, no co mp ró highlighls pero siem pre creyó que 10

eran. y j us to en el tem a de las autenticida des se co ncentró la polémi ca

pública ace rca de esta su prim era co lecc ión , la única que llegó al Mu­

seo de San Carlos. Empe ña do loca mente con "lim piar" e! pedigree de

sus pro pieda des plásticas co ns igu ió cert ificados de prominentes (0 11 ­

naisseurs, galeristas e hist or iadores de! arte de la época. La exigenc ia de

autentic idad es "o bses ión de la cert idumbre: la de! origen de la obra,

de su fecha , de su autor, de su signo" ." T iempo después tu vo que

ace ptar, aunq ue siem pre a regañadient es, lo quimérico de algunas de

sus atr ibuc iones .

En cuanto a la polémi ca qu e se desató cua ndo se anunc ió la com­

pra de esos fondos y que incluso se recogió en la censura da pren sa

con temporánea, la discusión no versó so bre las razones por las qu e el

Estado invertía en trabajos plásticos -ya qu e exis tía cierto co nsenso

ace rca de que tod o asunto relacionad o co n e! arte y la cu ltura era de

su competenc ia exclusiva-, sino que cues tionó que e! precio pagado

es tuviera tan "infl ad o" co mo las supuestas auto rías .

ión co ­ 11 j ean Baud rillard, Elsistema de los objetos, Méx ico, Siglo XXI Ed ito res, 1997, p. 87.

,

346 o E C O N S T R U Y E N O O CE NTE NA R I O

A la d istanc ia de varias décadas no po de mos sino agradecer LjUl'

tal transacción se hu biera realizad o ya que, sin duda, dentro del :V1j\;SC

la colección Pani representa la última gran aportació n en la construc­

ción de sus ace rvos; esto a pesa r de que los óleos qu e escogió, en sí

mismos y salvo excep ciones, no pu eden incluirse dentro del selecto

muestrario de piezas modelo, ni por sus valores plást icos ni por las

tem áticas desa rro lladas. Un tanto para resp onder a sus imp ugnadores

y para legitima r sus cues tio nadas selecciones, Pani construyó una se­

gunda anto logía estética, ésta ya circunscrita a los siglos XVI YXVI!, que

supongo int entaría vender al gobierno ya que en 1940 tam bién publicó

un catá logo do nde él mism o escribió la introducción; es posible que

el hecho de que go bern ara el país un an tago nista de la corriente a la

que pert en ecía, el callismo, y de que las políti cas cu lturales durante el

carde nismo fue ran to ta lmen te adversas al art e "culto" de origen ex­

tranjero, es que poco des pués optara por ofertar este conjunto en una

imp ortante gale ría neoyorquina.

No obstante, Alberto]. Pani proporciona una excelente oportu­

nid ad para reflexion ar sobre la prác tica del colecc ionismo y del patro­

cinio act ua l, ambos fenóm en os de impac to colectivo, así como sobre

las obligac iones de los funcionarios en turno en cuanto a cumplir las

res po nsa bilidades del Estado en materia cu ltu ral.'?

Tp o L

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Inst itu to Naci

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12 "Primero. ocupé agradab le y fructuosamen te, como improvisado coleccionador de obras de arte, los ocios de las func iones diplomáticas que me han sido conferidas -compensando , de paso . los sinsabores y la inutilidad de tales funciones- y, des­pués, aproveché la experiencia así acumulada para mejorar el patrimonio pictórico del Gobierno". Alberto J. Pani, La segundacolección Pani depinturas, op. cit., pp. 30-31.

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