Al interior de toda disciplina del conocimiento Astor Acero

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO FACULTAD DE CIENCIA POLÍTICA Y RELACIONES INTERNACIONALES CÁTEDRA: SEMINARIO ECONOMÍA SOCIAL Y SOLIDARIA. TRABAJO FINAL: “LA ECONOMÍA SOLIDARIA EN TANTO NUEVA ONTOLOGÍA” Acero, Astor. 1): INTRODUCCIÓN: DEBATES Y PROYECTOS. Al interior de toda disciplina del conocimiento, existen disputas, controversias, interpretaciones dispares que tienen intencionalidades encontradas, y que corresponden a distintas concepciones acerca de lo que esa misma disciplina debe (y fundamentalmente, puede) hacer en el campo de la construcción de la realidad. Siguiendo las tesis foucaultianas, tales luchas por el sentido al interior de los campos científicos, no son abstractas. Lejos de eso, constituyen una red (micro- redes, en rigor, que luego conforman instituciones, edificios, conciencias, etc), y que poseen una materialidad propia, en relación a la historia de esa misma disciplina,

Transcript of Al interior de toda disciplina del conocimiento Astor Acero

UNIVERSIDAD NACIONAL DE ROSARIO

FACULTAD DE CIENCIA POLÍTICA Y RELACIONES INTERNACIONALES

CÁTEDRA: SEMINARIO ECONOMÍA SOCIAL Y SOLIDARIA.

TRABAJO FINAL: “LA ECONOMÍA SOLIDARIA EN TANTO NUEVA

ONTOLOGÍA”

Acero, Astor.

1): INTRODUCCIÓN:

DEBATES Y PROYECTOS.

Al interior de toda disciplina del conocimiento, existen

disputas, controversias, interpretaciones dispares que tienen

intencionalidades encontradas, y que corresponden a distintas

concepciones acerca de lo que esa misma disciplina debe (y

fundamentalmente, puede) hacer en el campo de la construcción

de la realidad. Siguiendo las tesis foucaultianas, tales

luchas por el sentido al interior de los campos científicos,

no son abstractas. Lejos de eso, constituyen una red (micro-

redes, en rigor, que luego conforman instituciones,

edificios, conciencias, etc), y que poseen una materialidad

propia, en relación a la historia de esa misma disciplina,

los sujetos que las encarnan, las prácticas de poder que las

llevaron a cabo, etc. Tales luchas, en definitiva, lejos

están de ser algo abstracto y olvidado en saberes asépticos

guardados por la Academia. Ya vimos en el transcurso del

Seminario que tal visión tiende a reproducir las estructuras

de inercia del statu-quo establecido dentro de las

instituciones sociales, y por añadidura, al seno mismo de las

discusiones que circulan en la Universidad, ya que la misma

no es otra que una red entramada de poderes que devienen de

la misma sociedad. Por tanto, para continuar con el

pensamiento de Foucault (hábil desentreñador de las prácticas

de poderes que se esconden detrás de los “juramentos” y

asepsias sociales), la misma existencia de la materialidad

histórica de poderes sociales, conforman prácticas que por su

propia esencia histórica, pueden ser rastreadas en el pasado

de un discurso concreto. A eso, el francés llamó

“arqueología” del saber: los arqueólogos desenterrando restos

fósiles de especies ya extintas, pueden llegar a reproducir

las formas de vida que se dieron en nuestro planeta hace

miles de años. Del mismo modo, la tarea de la arqueología

social, es demostrar las formas en que las instituciones

sociales por ejemplo, son producto de toda una red de micro-

poderes que circulan en lucha por los campos sociales, y que

unas logran hegemonizar y soterrar a las demás. Pero que no

existió ni existe ningún tipo de “esencialidad”, “necesidad

histórica” o “leyes de la historia” (éste gran error de la

dialéctica marxista), en la imposición de un saber

establecido como statu-quo de una sociedad en un momento

dado. La implantación de tal verdadero stablishment del saber

y conocimiento sociales, devienen de luchas concretas por los

lenguajes que cada sujeto social encarna, en su afán por ser

reconocido en tanto segmento de poder realmente existente al

interior de una formación social. Las prácticas concretas son

las que llevan a que unos sujetos y en consecuencia saberes

se impongan a otras, siendo materializadas en la conciencia y

reproducidas por los sujetos sociales, aún sin darse cuenta,

ya que pertenecen a formas que están inscritas en nuestra

propia existencia en tanto sociedades occidentales. Es que el

llamado en su momento “descubrimiento de América”, por la

España imperial, al imponer la propia cultura católica

occidental a sangre y fuego (y enfermedades) sobre nuestro

Continente, logró así sumergir la riqueza de las culturas

autóctonas. Desde allí, la des-culturación llevó a que

consideremos a esos pueblos como “ab-orígenes” (una de sus

acepciones más en boga por el academicismo resalta su “falta

de origen”, aunque no sea la única). Incluso hoy día se sigue

mentando tal “descubrimiento” o a lo sumo., como se vió en

los actos por los quinientos años del inicio del genocidio,

un “encuentro entre culturas”. La noción de “descubrimiento”

debe llevar a preguntarnos: entonces, ¿qué sucede con las

comunidades que poblaban anteriormente nuestro Continente? A

esto José Pablo Feinmann sabe responder que, cuando el hombre

europeo occidental mira, “descubre” lo que antes estaba, ya

que le entrega conciencia de la existencia. Este fue el

mecanismo, entonces, para justificar teóricamente el

genocidio/conquista, puesto que si los “incivilizados”

animales que vivían en América no tenían conciencia de su

pertenencia a este mundo, pues es imperativo matarlos y

quedarse con sus tierras para una civilización auténticamente

superior.

2): PIERRE BOURDIEU: DERRIBANDO MITOS.

En el apartado anterior me he propuesto la introducción al

presente trabajo, y el ejemplo histórico de la Conquista de

América (el genocidio más grande de la humanidad), nos lleva

a poder ver de qué modo el lenguaje reproduce tal instancia

como un simple “descubrimiento” o “encuentro de mundos”. Es

decir: el lenguaje reproduce las estructuras de pensamiento

de los dominadores por sobre los dominados. De todos modos,

ese mismo “triunfo” conlleva la existencia del vencido, que

queda así silenciado, en tanto otro discurso en lucha. Tal

lucha entre poderes no se puede soslayar de ningún modo. Por

tanto, en el plano conceptual, me parece fundamental retomar

las enseñanzas de otro francés, en este caso, Pierre

Bourdieu. En efecto, dentro del corpus teórico de este

pensador, encontramos la crítica a la noción impuesta por el

neoliberalismo en tanto que la sociedad es sólo una suma de

“homo económicus” que buscan maximizar su ganancia en las

relaciones que traban con otros sujetos, igualmente a-

históricos. Es decir, siguiendo la lógica neoliberal, el

único intercambio racional, tiene que ver con el intercambio

de mercancías en un mercado perfecto, ya que así cada uno de

los individuos puede maximizar su ganancia, obteniendo algo

que le falta y que posee un prójimo. Esto nos dice Pierre,

reflexionando acerca del modo en que la ciencia económica

piensa los sujetos: la economía moderna conlleva… En

consecuencia: hay armonía, no existe la lucha, el conflicto

se ve marginado, la historicidad completamente borrada, etc.

Así, Bourdieu se lanza a la tarea importante que hace a

manifestar las falacias ocultas detrás de ese “homo

económicus” y del intercambio racional de la oferta y demanda

capitalista: la ciencia moderna conlleva… ”la invención de

una visión escolástica del mundo que tiene una de sus

expresiones más perfectas en el mito del horno economicus y la

rational action theory, forma paradigmática de la ilusión

escolástica que lleva al científico a poner su pensamiento

pensante en la cabeza de los agentes actuantes y a situar en

el principio de las prácticas de éstos --es decir, en su

"conciencia"1. Básicamente, el francés nos llama la atención

en señalar que la visión neoliberal es el relato de los

grandes grupos económicos, que sesgan la existencia de la

economía en tanto campo social o arena de lucha entre

sujetos. La economía es cada vez más una ciencia de Estado,

que por esa razón está recorrida por el pensamiento estatal:

constantemente habitada por las preocupaciones normativas de1 Bourdieu, Pierre; “Las estructuras sociales de la economía”, página 21.

una ciencia aplicada, se consagra a responder políticamente a

demandas políticas”2. De modo que la ciencia económica es un

campo de lucha, entre distintas filosofías con proyecciones

políticas de poder concretas. Según la teoría de Bourdieu nos

ha enseñado, cada uno de los sujetos (en rigor, sujetos

sociales, ya que el hombre es por definición social y no

existe de modo solipsista), cuenta con distintos capitales:

culturales, sociales y político además del meramente

económico. Más: tales capitales, tiene que ver con la

herencia que esos sujetos reciben de otros sujetos

anteriores, es decir que contrariamente a ese “homo

económicos” pensado en clave de una “tábula rasa” que puede

generar su propio beneficio sin importar su posición

preexistente, Bourdieu admite (y es un punto crucial en su

corpus), que los capitales vienen heredados, generando

disparidades y conflictos desde el vamos. Esas herencias

funcionan como “hándicaps” al momento de comenzar una

carrera. Otra falacia se ve así derrumbada, la que intenta

imponer el neoliberalismo en tanto patrón único de

pensamiento social, tendiendo a expresar que todos somos

totalmente iguales a los ojos del “Dios Mercado”, ya que

podemos satisfacer nuestras necesidades en el intercambio. El

mercado es según Bourdieu, uno de los campos de lucha y

conflicto entre los capitales, entre los distintos sujetos.

Pero atención: la maniobra tendiente a autonomizar al mercado

de las esferas social, cultural y política, es en sí misma2 Bourdieu, Pierre; “Las estructuras sociales de la economía”, página 23.

una operación con intencionalidad política, que genera un

“fetiche”. Un fetiche que hace ver al mercado en tanto una

institución con vida propia más allá de los sujetos que se

encuentran en pugna en su seno. Bourdieu nos alerta: el

mercado es otra institución eminentemente política, ya que es

una arena donde los capitales se traban en luchas por la

hegemonía y el poder circula constantemente en las jugadas de

los actores. El pensador francés nos llama a estar atentos,

puesto que la academia es un espacio fundamental de disputas,

en el cual se operan muchas de las teorías que ordenan la

disciplina social, como es el caso que nos da el mismo

Bourdieu: “en nombre de la vieja tradición liberal de la self

help (heredada de la creencia calvinista en que Dios ayuda a

quienes se ayudan a sí mismos) y de la exaltación

conservadora de la responsabilidad individual (que lleva, por

ejemplo, a achacar la desocupación o el fracaso económico en

primer lugar a los mismos individuos y no al orden social)”3.

Desde otra perspectiva, autonomizar al mercado, dotarlo de

una presunta vida aislada de las luchas y conflictos socio-

políticos, tiende a generar lo que Bourdieu denomina

“hábitus”, puesto que precisamente esa pretensión de

autonomía es lo que impide a los sujetos en lucha, poder

totalizar al mercado, incluyéndolo dentro de la trama del

drama social. Y si no se visibiliza la inmersión del mercado

en tanto arena de lucha, al lado de otras, se sigue

alimentando esa “violencia simbólica”, que según Bourdieu, es3 Bourdieu, Pierre; “Las estructuras sociales de la economía”, página 24.

el mecanismo por el cual uno de los capitales (en el caso del

sistema capitalista, estamos hablando del capital económico),

logra presentarse a sí mismo como legítimo, algo dotado por

naturaleza para ejercer el poder, de modo universal. De modo

que hay que bucear cuidadosamente dentro de las estructuras

de los poderes sociales, con el fin de demostrar que tal

dominación por el mercado no tiene nada de necesario.

En lo que hace específicamente a la conceptualización y el

por qué hablamos de la Economía social y solidaria, debo

mencionar brevemente los antecedentes históricos de esta

categoría. Rastreando una suerte de “arqueología” de los

términos, tal como antes me refiriera al modelo utilizado por

Foucault, los orígenes de este pensamiento se dan a partir

del avance de la sociedad industrial y el devenir de la

modernidad capitalista. Es entonces, a fines del siglo XVIII

y comienzos del XIX, cuando la vida económica de las

sociedades capitalistas nacientes, con la hegemonía burguesa,

se dividen en dos sectores fundamentales. Por un lado, el

sector agrícola-ganadero, proveedor de materias primas que

luego deben ser manufacturadas en las modernas fábricas y

agregárseles valor. Por el otro lado, el complejo de modernas

fábricas que comienza a surgir con el auge del industrialismo

en las grandes ciudades; con las revoluciones burguesas, éste

sector es el más pujante y confina al primero a mero

proveedor de materias primas y alimentos. Pero tal división

se construye desde categorías de la llamada “economía

formal”, con lo cual se deja por fuera una pléyade de

pequeños tenderos, comerciantes, trabajadores manuales, etc,

que se consideraban atrasados por el avance capitalista, pero

lejos estarían de desaparecer (puesto que hoy en día los

seguimos encontrando). En las conceptualizaciones originales,

se habla de “sector informal” o “tercer sector”, para nominar

de modo global todas aquellas actividades no hegemonizadas

por el mercado moderno. Veamos lo que se dice en el texto de

Mirta Vuotto: “Esas categorías involucran al asalariado, al

indigente, al que quiere devenir productor independiente y al

que ya es artesano o pequeño propietario…”4. Por ende, vemos

que en un principio esta disciplina se conformó para englobar

una vasta categoría de sujetos sociales, desde el indigente

hasta el pequeño artesano, que no entraban en el arquetipo

del proletario y mucho menos el burgués de la sociedad

capitalista. Además, me parece interesante resaltar que la

autora en ese texto, critica la discriminación que lleva a

cabo las nuevas ciencias del espíritu en el siglo XIX, al

considerar que la asociación de esos sujetos se ve

reemplazada por el nuevo individualismo que beneficia a todos

: “(Charles Gide resalta como) ilusorio creer que la

asociación fue más practicada en el Medioevo, y refuta la

creencia en que el siglo XVIII se caracterizó particularmente

por la declinación del espíritu asociativo y el desarrollo

4 Vuotto, Marta; “Charles Gide, una referencia singular para identificar la economía social y definir su identidad”, en libro Economía Social, página 44.

del espíritu individualista”5. Entonces, más adelante ya en

el siglo XX, con las grandes crisis capitalistas del 1930 y

post- segunda guerra mundial, es que se van a empezar a

asociar esos sectores considerados “informales” por la

hegemonía capitalista. Y es allí, que la conceptualización

sobre la Economía social va a ir tomando nuevos bríos, en

función de conceptualizar ese tipo de “otra economía”, en

rigor, proyectos alternativos al del gran capital cartelizado

y la mano de obra asalariada siendo explotada.

3): HACIA LA ECONOMÍA SOCIAL: UNA NUEVA ONTOLOGÍA.

Aquí me parece que lo estudiado en tanto temática de “otra

economía”, va dirigido a desmontar los andamiajes

fundamentales del neoliberalismo, la “ley de la selva”, la

ganancia indiscriminada, el homo económicus y tantos otros.

Hablamos de “otra economía”, para sostener la proyección

política con eficacia real de los relatos y sujetos sociales

que quedan soterrados por las distintas hegemonías de turno.

Es por eso que, diría, se trata de una nueva ontología, ya

que hace a la misma discusión de los parámetros con que la

civilización europeo-occidental se presenta a sí misma en

tanto valores absolutos de la humanidad. Así, es ontológica,

e intenta superar la simple dualidad que se vió durante la

hegemonía de la Unión Soviética, donde el patrón cultural del

imperialismo soviético autoritario, se presentó en tanto

5 Vuotto, Marta; “Charles Gide, una referencia singular para identificar la economía social y definir su identidad”, en libro Economía Social, página 56

única vía alternativa al imperialismo del capitalismo yanqui.

Ya desde los sesenta se emergió toda una cadena de demandas

de las distintas sociedades que no podían ser reducidas en su

complejidad a la única disputa de poder Estados Unidos/Unión

Soviética. De esto nos va a hablar Karl Polanyi, para poner

de manifiesto los modos en que las distintas sociedades, a lo

largo de la historia humana, llevaron a cabo distintas

imbricaciones en sus relaciones mutuas, de las cuales el

mercado es sólo una expresión (e incluso, de las más

recientes). Ni qué habar del mercado todopoderoso de la era

hegemónica neoliberal, puesto que el mercado que existió

durante siglos, realmente lejos está de este modelo del único

asignador de recursos mediante la ley oferta/demanda. Polanyi

apunta a resaltar que durante siglos existieron canales de

intercambio de forma recíproca, y que fueron sometidos por el

mercado en tanto campo de fuerzas. Ahora bien, mantener vivas

esas formas solidarias de intercambio recíproco hace a la

centralidad de la economía social de hoy. “Desde un punto de

vista empírico constatamos que los principales modelos son la

reciprocidad, la redistribución y el intercambio. La

reciprocidad supone movimientos entre puntos de correlación

de grupos simétricos; la redistribución designa movimientos

de apropiación en dirección a un centro, y luego de este

hacia el exterior”6.

6 Polanyi, Karl; “La economía como proceso institucionalizado”, página 5.

Amén de lo anterior, Polanyi al estudiar digamos de forma

antropológica las distintas maneras en las que el intercambio

de todo tipo de bienes materiales y espirituales se llevó a

cabo en la historia, nos instruye de que ya en la Grecia

clásica encontramos la forma mercado como lugar de

compra/venta (incluso de esclavos). Pero que tal institución

solo constituía una forma social más, aunque de ninguna forma

sea la excluyente (se le atribuía mayor jerarquía a las

reuniones de hombres libres, y su deliberación de los temas

de la Polis en el Ágora), y se podría decir que el ámbito por

antonomasia de la reproducción de la vida, pasaba por el

oikos (lo que hoy traducimos como unidad familiar). Nos dice

Polanyi: “Aristóteles enseñaba que a cada tipo de comunidad

(koinônia) correspondía un tipo de buena voluntad (philia)

entre sus miembros, que se expresaba en la reciprocidad

(antipeponthos). Esto se verificaba tanto para las

comunidades permanentes como las familias, tribus o Estado-

Ciudad como para las comunidades de tipo menos permanentes7”.

De allí el origen etimológico de la palabra economía, en

tanto administración del patrimonio, que hace a la

reproducción de la vida en común de los familiares y sus

esclavos en aquel tiempo. Hablando del mercado en la Hélade

clásica, recordemos al respecto que Aristóteles censuraba

como moralmente injusto o desproporcionado, los intercambios

llevados a cabo en el mercado que no conlleven una necesidad

primordial de vida (una carencia en el oikos), sino el afán7 Polanyi, Karl; “La economía como proceso institucionalizado”, página 7.

de acumular riqueza, bajo el nombre de crematística. De lo

anterior se sigue que, primero, el mercado no adquiere su

pretensión de exclusividad en el intercambio de mercancías o

productos, sino hasta lo que llamamos Modernidad, y segundo,

que ya las distintas comunidades clásicas vislumbraban algo

al menos asimétrico entre los sujetos que llevaban a cabo

transacciones en el mercado. Este punto es esencial en los

estudios de Polanyi, puesto que a éste le interesa quitar el

velo a la supuesta neutralidad del mercado, que haría a la

mayor felicidad mediante la mejor asignación de los recursos

(escasos, por cierto). El autor nos pone sobre aviso, que en

la sociedad capitalista/industrial-moderna, al separarse al

productor de sus medios de producción, y consiguientemente,

al productor del fruto directo de su trabajo (que es puesto

en circulación y así aumenta innecesariamente su valor), en

consecuencia lo que existe es una brutal asimetría entre los

individuos que realizar una cierta transacción mercantil.

Incluyendo lo que antes planteara sucintamente de los tópicos

de Pierre Bourdieu, hay que entender al mercado como arena en

constante lucha entre los sujetos, luchas concretas por el

poder, por controlar los capitales con los que se lleva a

cabo esa misma disputa. Yendo aún más profundo: ni siquiera

la arena misma en tanto contorno o espacio inter-relacional

está ausente de una clara intencionalidad. Puesto que según

Bourdieu manifiesta, los contendientes con mayor poder

relativo, además de controlar los capitales y el hábitus,

disponen asimismo de las condiciones o “reglas” mediante las

cuales poner en juego o disputar su hegemonía. En este

sentido, la tarea ardua de disputar los capitales al interior

de un espacio de poder, para los que vienen siendo dominados

y hegemonizados, se duplica: ya no se trata sólo de

conquistar posiciones dentro de una arena “neutra”, al

contrario, hay que “dar vuelta” todo el dispositivo mismo, la

estructura en términos de Bourdieu, con el fin de poner de

manifiesto que esas reglas están hechas a imagen de los

vencedores. Una vez más, vuelvo al inicio del presente

informe, donde expresé la necesidad de trabajar en ámbitos

como la Cátedra de Economía Social y Solidaria de cara a la

totalidad de la comunidad, para así poder desde nuestro

espacio, disputar sentidos y poderes de decisión. El primer

paso, como vengo señalando, es aprender que los términos y

lenguajes en disputa lograr generar sentidos que se diseminan

en el tejido social, reificando la dominación de unos en

desmedro de otros. Nuevamente siguiendo lo explicado por

Polanyi, el discurso neoliberal insiste en que los

intercambios mercantiles están despojados de poder, son

legítimos y justos, son sólo intercambio de mercancías por

otras mercancías; sucede que los productos son escasos, por

eso no todos pueden tener lo mismo, mientras que los deseos

son ilimitados. A tal escueto resumen se reduce, más menos,

el discurso neoliberal acerca de las desigualdades que ese

mismo mercado autorregulado genera, de modo desenfrenadamente

creciente. Y que esas desigualdades se irán corrigiendo

cuando se produzca “el desborde” de la copa: una vez que los

grandes capitales hayan saciado sus apetitos lo suficiente,

como para que la riqueza restante pueda ser distribuía entre

los no-propietarios.

Ahora bien, tal ejemplo de mercado perfecto no existe como

tal, ni existió en ninguna realidad histórica concreta. Es

sólo un modelo teórico, imposible de llevar a la práctica,

pura teoría para esconder la misma ideología neoliberal que

justifica. De ningún modo puede existir además, intercambio

de bienes y servicios, sin mediar poderes inter-subjetivos,

como afirma Polanyi, en cada época la humanidad se dio

distintas esferas de producción, intercambio y consumo,

mediadas por lógicas recíprocas por lo político, cultural,

religioso, comunal, etc. Es el mercado todopoderoso, tomado

por los grandes monopolios que utilizan de rehenes a los

consumidores para sus planes de especulación, el que genera

la ficción de un mercado que debe estar por sobre lo político

y social. Algo más que debe quedar claro, es la completa

insuficiencia de teorías como las del “desborde”

anteriormente señaladas, para hacer frente a los crecientes

problemas sociales, y ayudar en la construcción de otra

economía, solidaria y con sentido comunitario desde las

bases. En efecto, la teoría anteriormente esbozada, se ha ido

tramando al interior mismo del stablishment neoliberal, como

una forma de hacer frente a las injusticias creadas por el

mercado librado a su juego, injusticias que ya no pueden ser

ignoradas siquiera por los propios propulsores del “mercado

libre”. Además, no es con las sobras que los desposeídos van

a lograr construir una nueva legitimidad al seno de prácticas

sociales solidarias en lo económico, ya que esas sobras (que

por otra parte nunca llegamos a ver), están concebidas casi

como un ejercicio altruista, de dar un diezmo para que no se

muera de hambre un inferior. Pues entonces, los autores del

pensamiento “decolonizador” decolonial (esto es, pensarnos a

nosotros mismos como herederos de comunidades asesinadas en

la conquista genocida, desmontando los andamiajes

categoriales que justifican nuestra inclusión en la sociedad

occidental civilizada), estos pensadores, digo, son de

especial importancia para rechazar ese tipo de limosnas. Esa

corriente de pensamiento, con autores como Sousa Santos,

Anibal Quijano, etc, es un ejemplo notable de intención por

crear “otra economía”, comenzando desde el plano de la lucha

simbólica. Echar la mirada a nuestro pasado común y entender

que las comunidades que aquí vivían poseían (y poseen) toda

una cosmología en cuanto a la organización del trabajo

comunitario en hermandades o naciones propias. Reivindicar el

Buen Vivir que se aleja del mero consumo derrochador de

mercancías, para producir lo necesario para la comunidad, en

armonía con el entorno natural, sin pretender destruirlo, es

un gran avance en lo que respecta a impugnar las

desigualdades del capitalismo neoliberal desde sus bases. De

modo que a mi parecer, allí reside un potencial formidable,

en lo que hace a repensar las condiciones bajo las cuales

nuestras sociedades se insertaron en el sistema capitalista

mundial. Es decir, pensarnos en tanto el sujeto que con su

explotación como mano de obra esclava, hizo posible el

surgimiento del mercantilismo mundial luego de la Conquista,

nos puede hacer reflexionar detalladamente en lo que Foucault

denominó la acumulación de cuerpos que antecede a la

acumulación de capital. Experiencias históricas como la de

Bolivia y Ecuador, en las cuales las Constituciones y los

gobiernos reconocen la extraordinaria diversidad de sus

naciones, llegando a considerarse por ende pluri-nacionales,

es un ejemplo notable de que las comunidades sojuzgadas

siguen existiendo y con fuerza. También constituye en sí

mismo un cambio de paradigma sin precedentes en nuestra

región, al tomar el punto de vista de los desplazados por la

mano invisible del mercado y el sentido único del progreso

capitalista. Todo lo cual confluye en la reflexión y el

cuestionamiento a las pretensiones de validez universal de la

cultura occidental/capitalista, que se presenta a sí misma

como la racionalidad encarnada en la historia. Desde el

advenimiento de la Conquista, las posteriores revoluciones

burguesas cuyo sumun encontramos en Francia, la civilización

europea se presenta en tanto la civilización por antonomasia,

relegando a todos los otros pueblos a la barbarie y por ende,

siendo pasibles de ser conquistados y civilizados.

Ahí encontramos el embrión fundamental de la contraposición

civilización/barbarie, que es central al interior del devenir

capitalista. A partir de esas revoluciones, entonces, el ser

humano se coloca en la posición privilegiada, por sobre la

naturaleza, a la que sólo ve como recurso para explotar y

aprovechar los recursos (una vez más, escasos) que ésta le

provee. Así se ingresa en una carrera desenfrenada por el

control de esos recursos, su explotación, sin tener en cuenta

la sustentabilidad del modelo, ya que se trata de recursos de

difícil renovación. Sustentabilidad que se encuentra hoy en

día peligrosamente amenazada, aunque desde los países

centrales no parece haber otra alternativa que continuar el

saqueo de esa naturaleza vista en forma inferior, es decir,

mero recurso. Desde nuestras latitudes, entonces, la

vitalidad nueva que encuentran los procesos políticos de Sur,

vienen dados por invertir la lógica de los pilares mismos que

están en la base del modelo, presentado por siglos como el

único posible. Partiendo de la base, como ya anotara más

arriba, que para las comunidades autóctonas, la vida social

se concibe de modo excluyente en armonía con el ambiente

natural, sin necesidad de saquearlo o explotarlo

indiscriminadamente. Los sistemas de riegos increíblemente

desarrollados que encontraron los peninsulares al momento de

arribar a América, (y que tomaron como modelo, por su

simplicidad y eficacia), consiste en encauzar las

precipitaciones, por rieles que conduzcan el agua hacia las

poblaciones y sembradíos. Así, no hace falta ningún tipo de

violencia sobre lo que ellos consideran “Pacha Mama”, que

debe ser conservada cuidadosamente, puesto que es fuente de

toda vida y salud; de modo que destruirla (como según parece,

se ha propuesto el hombre occidental europeo), conlleva

irremediablemente a extinguirnos a nosotros mismos como

especie viviente. Tales saberes y prácticas ancestrales, han

conseguido constituirse en la actualidad, en bloques de poder

efectivos al interior de sus sociedades, rompiendo el rezago

al que habían sido confinados por las oligarquías nacionales.

Se trata de experiencias históricas sin precedentes en todo

el orbe, donde se ponen en movimiento los pilares de “otra”

forma de conducirse para con los miembros de la comunidad,

como con la economía, la naturaleza, etc. Es preciso señalar,

en este punto, cómo esas comunidades comprenden el mundo

productivo en función de la evolución de núcleos familiares,

que se van ampliando para constituir distintas Naciones o

pueblos que conviven entre sí. La semántica de vocablos como

“hermandad” es totalmente distinta de las que aprendemos como

propias a los países europeos. Tal núcleo familiar, es el

punto principal desde el cual se proyecta la vida económica

toda, y como vimos a lo largo de la cursada, estamos dentro

de los fundamentos genuinos de la Economía Solidaria: una

economía que apunte desde sus bases a la reproducción (no

sólo material, sino también simbólica, cultural, religiosa,

artística, etc), de los miembros de la comunidad, antes que

la avidez por el lucro. Cuya unidad de producción,

distribución y consumo viene dada por la familia en primer

lugar, para luego abrirse al resto de las familias. Obsérvese

que de este modo, se rompe la asimetría entre el trabajador

despojado de la propiedad de sus instrumentos laborales, y

por ende condenado a no poder consumir lo que produce, que es

propia a la sociedad capitalista. Aquéllos, brevemente, son

las bases sobre las que se asienta la “otra economía”,

solidaria y autosustentable. Es decir, la reproducción de la

vida no pasa únicamente por producir mercancías para un

mercado y consumir el excedente. Se produce lo que se

consume, y el resto puede ser llevado al mercado, siempre que

tal producto no comprometa a la explotación del personal.

Aquí encontramos un adjetivo fundamental, a la hora de

caracterizar los componentes de la “otra economía”. Me

refiero a que la reproducción de la vida aquí es ampliada: tal

como ya anoté, no se refiere única y exclusivamente a lo

económico tan caro al capitalismo, sino de todas aquellas

circunstancias de lo que se considera dentro de una sociedad,

debe ser lo indispensable para vivir una existencia digna.

Entonces, al hablar de reproducción ampliada de la vida, los

autores estudiados hacen hincapié en diversas dimensiones de

la vida, que complementan y superan la meramente material: la

cultura, la salud, educación, trabajo en armonía y no

explotación, métodos de producción compartidos, etc.

Siguiendo a José Luis Coraggio (que es uno de los que

mayormente han teorizado esto de “reproducción ampliada de la

vida”, la “economía del trabajo”, dentro de las Unidades

Domésticas, puede entenderse:

a): Como trabajo de reproducción propiamente dicho, que se

complementa en diverso grado con medios de producción,… de

“autoconsumo” para la reproducción material y simbólica de su

vida8;

b): como trabajo mercantil

1): produciendo… de manera autónoma mercancías;

2): como trabajo dependiente asalariado9;

c): como trabajo de formación: dedicando tiempo a incrementar

sus capacidades…;

d): como trabajo comunitario o de organización colectiva10.

Como vemos, hay que resaltar el fundamento transformador que

conlleva en su seno la economía social, en tanto

potencialidad de concebir sociedades sin explotación del

trabajo por el capital. Tal proyecto de otra sociedad, no

responde meramente a un paliativo (reacción ante situaciones

de crisis), para ser avasallada por el mercado luego, como

8 Coraggio, José Luis;. Economía del Trabajo. En: CATTANI, A.D.: La Otra Economía, ed. Altamira-UNGS-OSDE, Buenos Aires, Argentina, 2004, página 5.

9 Coraggio, José Luis;. Economía del Trabajo. En: CATTANI, A.D.: La Otra Economía, ed. Altamira-UNGS-OSDE, Buenos Aires, Argentina, 2004, página 5.10 Coraggio, José Luis;. Economía del Trabajo. En: CATTANI, A.D.: La Otra Economía, ed. Altamira-UNGS-OSDE, Buenos Aires, Argentina, 2004.

algo subordinado nuevamente. Así nos lo afirma Coraggio al

comenzar su artículo: “la Economía del Trabajo sólo puede

comprenderse cabalmente en contrapunto con la economía del

capital, pues es, como otras propuestas que se tratarán en

esta obra, una posibilidad a desarrollar a partir de

contradicciones en el seno del sistema capitalista…”11

4): BREVE RESÚMEN DE EXPERIENCIAS LATINOAMERICANAS Y

EUROPEAS EN TORNO A “OTRA CONOMÍA”.

A tal respecto, países de nuestro Continente (en particular

Argentina, Brasil y Venezuela), han incorporado a sus

legislaciones, un régimen especial denominado de “fábricas

recuperadas”. Creo que vale la pena hablar de las mismas como

otra forma de encontrar maneras solidarias de llevar a cabo

la reproducción de la vida (ampliada), y no persiguiendo

únicamente el lucro. El régimen de fábricas recuperadas,

contempla y permite a los trabajadores de empresas que se

declaran en quiebra por sus dueños, tomar la producción de la

empresa por sí mismos, dirigiendo las decisiones al mismo

tiempo que realizan el trabajo manual. El hecho de ser

reconocidas por la legislación nacional de diversas naciones,

es un hito de gran trascendencia, puesto que marca una

ruptura con el pasado, cuando ante el quiebre de una gran

empresa, miles de trabajadores podían quedar en una situación11 Coraggio, José Luis;. Economía del Trabajo. En: CATTANI, A.D.: La Otra Economía, ed. Altamira-UNGS-OSDE, Buenos Aires, Argentina, 2004, página 1.

de grave vulnerabilidad económica y social (recordemos que se

pierde la condición de asalariado y a la vez la de agremiado,

con lo cual se pierden servicios básicos e indispensables

como la obra social). Ante tal alternativa, los obreros

intentaban anteriormente continuar la producción de modo

auto-gestionado, pero se encontraban con la brutal represión

policial, haciendo valer una normativa que contemplaba esa

tentativa como un intento de usurpación de la propiedad

privada. De este modo, las fábricas recuperadas en

Latinoamérica, constituyen una gran salida de miles de

obreros ante la inminente quiebra de muchas firmas,

colapsando en medio de la crisis neoliberal que sacudió a la

mayoría de nuestros países a fines del Siglo XX. Igualmente

hay que decir que a muchas intentonas no se les hace sencillo

conseguir la personería jurídica y ser reconocidas legalmente

como tal, al lado de otras que no han tenido éxito en

continuar sosteniendo la producción. Más allá de los casos

particulares, me parece paradigmático el caso de esta nueva

forma de concebir la producción por parte de los

trabajadores, y es de celebrar que en este caso el Estado

acompañe en la legislación, para prevenir los casos antes

mencionado de represión hacia los intentos de toma de

fábricas. La emergencia de este recurso ad hoc por parte de

los trabajadores, y su reconocimiento legal posterior, son

una clara muestra de la forma en que en América Latina, se ha

dado el avance histórico de la “otra” forma de hacer

economía. En efecto, tal lo estudiado en el Seminario, hemos

podido rastrear que en nuestro Continente, la economía

llamada social y solidaria, acompaña la necesidad de los

pueblos de darse a sí mismos distintas salidas a las

recurrentes crisis de los modos de acumulación capitalistas

(luego de la caída del patrón agroexportador en el 30, hasta

la crisis neoliberal de fines de los noventa). La anterior es

una característica histórica que diferencia las formas

alternativas de construcción económica, de las experiencias

similares desarrolladas en el continente europeo. En este

caso, al ser los países norte-europeos el área geográfica de

nacimiento del capitalismo burgués moderno, ya desde los

orígenes de la expansión de este sistema, hubo intentos por

mejorar las paupérrimas condiciones de existencia en que se

encontraban los individuos que iban a trabajar a las fábricas

modernas. En ese sentido, hemos visto la construcción de los

“falansterios”, de Owen, pequeñas comunidades donde se pueda

desarrollar una vida planificada y ordenada entre todos,

incluyendo el trabajo, la educación de los menores, la vida

recreativa, etc., pero sin la febril actividad de la sociedad

abierta. Incluso estos experimentos llegaron a ser probados

en realidad, aunque con magros resultados, ya que es

imposible detener en los siglos XVIII y XIX, el pujante

desarrollo industrial, y reemplazarlo por una especie de

“vuelta a lo rural”. Por otro lado, Fourier pensaba en lo que

se dio en llamar “socialismo” o más tarde, “socialismo

utópico” por oposición al marxismo y al “socialismo

científico”. El primer socialismo también pensaba en una

sociedad ideal auto-regulada, donde cada uno consumiera lo

que produce en una pequeña comunidad, alejados de las

enfermedades que aquejaban a los que iban en busca de un

salario a las fábricas, donde incluso se llegaba a dormir en

condiciones de hacinamiento, luego de una jornada laboral de

15 horas. Al presentarse como un movimiento que buscaba una

comunidad auto-sustentada ideal, muchos de los adherentes al

socialismo primigenio, llegaron a sabotear las máquinas

modernas de producción en las fábricas, destruyéndolas para

sabotear ese sistema productivo dañino para los hombres, que

serían reemplazados progresivamente por las autómatas.

5): CONSIDERACIONES FINALES.

En definitiva, como he descripto en el corpus teórico del

presente trabajo, la Economía Social y Solidaria refiere a un

vasto campo dentro de lo específicamente económico, social,

político y cultural. Al presentarse a sí misma como una forma

distinta de concebir y practicar la economía, “otra” economía,

que no esté basada en la explotación de la mano de obra y el

afán desmedido de lucro, sino en la mancomunión de todos los

miembros de una comunidad, con el fin de producir lo

necesario para la vida y en respeto por el medioambiente y el

prójimo. Comprender desde su seno tales proyectos económicos

(que lejos están de ser abstractos), son vitales en una

carrera de Licenciatura en Ciencia Política, para

desenmascarar los grandes mitos del capitalismo en su fase

neoliberal hegemónica. La mano invisible de un mercado

perfecto que todo lo regula y es el mejor asignador de

recursos, la ley de la oferta y la demanda de bienes escasos,

lo económico escindido de otras actividades fundamentales

para la existencia humana, el “homo económicus”, individual y

a-histórico, no son más que ardides que arguye el propio

bloque neoliberal de poder, para auto-afirmarse. Así,

derribar tales muros míticos es un primer paso fundamental a

la hora de construir otro tipo de sociedades con justicia

social.

En un segundo momento, he anotado sucintamente algunas de las

experiencias históricas que se están desarrollando en nuestro

Continente, y que representan un cambio de paradigma, un

pensamiento “decolonial”, en función del cual, las otrora

Colonias de la Corona española, recuperan una subjetividad

propia a la hora de convertirse en protagonistas de sus

propios destinos históricos. Eso en cuanto al “Buen Vivir”,

las Constituciones plurinacionales de Bolivia y Ecuador. En

Argentina, Brasil y Venezuela, la rica experiencia de las

fábricas recuperadas, avaladas por el Estado con leyes de

carácter federal. Sin embargo, hay que dejar en claro que la

economía solidaria no plantea la mera sustitución del Mercado

por el Estado, ya que ello conllevó en la Unión Soviética

gigantescas violaciones a las libertades individuales. Se

trata de que los pueblos construyan alternativas reales de

poder, donde no exista la explotación del prójimo, en

condiciones de respeto por la dignidad humana, el medio-

ambiente, y con justicia para todos y todas.

BIBLIOGRAFÍA GENERAL:

-Polanyi, Karl; “La economía como proceso institucionalizado”, New Yor,

1985;

-Vuotto, Marta; “Charles Gide, una referencia singular para identificar la

economía social y definir su identidad”, en libro Economía Social;

- Bourdieu, Pierre; “Las estructuras sociales de la economía”, Manantial,

Buenos Aires, 2001.

-Feinmann, José Pablo; “La Filosofía y el barro de la historia”; Buenos Aires,

Planeta, 2008.

-Coraggio, José Luis; Economía del Trabajo. En: CATTANI, A.D.: La Otra Economía,

ed. Altamira-UNGS-OSDE, Buenos Aires, Argentina, 2004.