21 DE DICIEMBRE DE 1872 -NÜM. 47.

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21 DE DICIEMBRE DE 1872 -NÜM. 47. BDICO -Ui 9 i REVISTA CIENTÍFICA Y PROFESIONAL spí íi.t«<íoroat.6lHm>of soínsíí lAfiaso a'onRíí>-o9?B: vori ajgcd _ftíf T, -í^^t M.» MEDICINA, GIRUJÍA Y FARMACIA. AÑO XII.- TOBO XII. 6irga'ti*.íh "98 j?-^ Bísiv ©InínJe íéb 93fíbcn(j snp .osl atar*- - tf . >0DCffMKTBST1S?. SISÓ SÜÍO0Í3ÍEÍÍ: SE PUBLICA LOS DIAS 9, 1.4L, £1 Y DE CADA MES. A CADA NÚMERO ACOMPAÑAN OCHO PÁGINAS BE LA BIBLIOTECA DE EL PABELLON MEDICO. Este periódico deja de rcmitlirse el ¿ÍM aeSamo ea qne teriaiiaa la scscíletoB, ; LAS YACANTES Y ANUNCIOS SE RECIBEN EN ESTA ADMINISTRACION, PUERTA DEL SOL, NÚMEROS 5, 7 Y 9. IMPORTANTE. Los suscritores á E L PABBLLOKT MEDICO tienen derecho á obtener las obras publicadas en su Biblioteca, y una compietísima y elegante ROTULATA FAEMACÉUTTCA , con un 50 por ICO de rebaja. PRECIOS DE SUSCRICION. En MADRID: Por un trimestre, %p rs.—En PROVINCIAS: Por un trimestre, 14.; semestre, « G ? un año } SO En ULTRAMAR Y ESTRANJERO: Un año, "SO reales. PUNTOS ÜNÍCOS DE SUSCRICION EN ESPAÑA. En MAD.RID: Botica de BorrelL hermanos, Puerta del Sol, números 5, 7 y 9, y librería de Bailly-Bailliere, pla- za de Topete, núm. 16.—Barcelona: Borrell, hermanos, botica, calle del Conde del Asalto,'52.—/>'CÍÍS: D. Jesús Gracia.—Gerona: D. Joaquín Ameíller, botica.—Granada: D. Miguel Talavera.—fíiíe^ca; D. Jacobo María Pérez.— Jaén: D. J. Pérez de Alvar, botica.—Lugo: D. Enrique Rodríguez, botica.—Palma (Mallorca): D. Pedro Antonia Obra- dor, botica.—Santiago: D. Bernardo Escribano.— Valencia: í). José Rodes, botica.— Valladolid: D. Juan Nuevo.— Zaragoza: Sra. Viuda de Ileredia.—Algeciras: D. Ricardo Almagro, botica. EN ULTRAMAR Y EXTRANJERO. Habana: D. Juan Antonio Gracia, calle de Aguiar, uüm. 26.—Puerto-Principe: D. Eduardo Pazo y Montero, libre- ría española.—Santiago de Cuba: D. Joaquín Soler, botica.—Puerto-Rico: Sres. Mayans y Marsal.—Arecibo: D. Félix S. Alfonso, doctor-en farmacia.—París: C. A. Saavedra, Agencia franco-española, 55, rué Taiíbout.—Méjico: D. Juan Buixo y compañía. G U I A D E L O S P A R T I D O S . VACANTES, Lo está una plaza de facultativo titular de Tudela, provincia de Navarra, dotada ton l.OGO pesetas anuales por la asistencia de familias pobres, tíolicitudes hasta el 2 de Enero. —La plaza de médico-cirujano de Villa- franca de Navarra, dotada con 1.000 pese- tas anuales por la asistencia de 200 fami- lias pobres. E l agraciado percibirá además 2.000 pesetas anuales por la asistencia de la mitad de las familias acomodadas. Solicitudes hasta el 2 de Enero. —La plaza de farmacéutico titular de l a villa de Cebolla, dotada con 450 pesetas anuales. Solicitudes hasta el 2 de Enero. —La plaza de médico-cirujano de Villa- cañas, provincia de Toledo, dotada con 1.000 pesetas anuales por la asistencia de 300 familias pobres, quedando en libertad el agraciado de contratar con el resto del vecindario. Solicitudes hasta el 2 de Enero. —Una plaza de seg-undo médico-ciruja- no de Villaviciosa, provincia de Oviedo, dotada con 1.250 pesetas anuales y los de- rechos de visita y gastos de viaje para las familias no pobres del concejo, según ta- rifa. Solicitudes hasta el 2 de Enero. —Una plaza de médico-cirujano titnlar de Gualchos, provincia de Granada, dotada con i.000 pesetas anuales por la asistencia de familias pobres, casos de oficio y quin- tas; quedando en libertad el agraciado de contratar con el resto del vecindario. Solicitudes hasta el 1.° de Enero. —La plaza de farmacéutico titular de Bodonal de la Sierra, provincia de Bada- joz, dotada con 500 pesetas anuales. Solicitudes hasta el 2 de Enero. —La plaza de farmacéutico titular de Vi- llafranca de los Caballeros, provincia de Toledo; tendrá obligación de suministrar los medicamentos que necesiten 200 fami- lias pobres, cuyo importe le será abonado por trimestres vencidos, de los fondos mu- nicipales. Solicitudes hasta el 1.° de Enero. —La plaza de medico-cirujano titular de Villafranca de los Caballeros, provincia de Toledo, dotada con 1.OJO pesetas anua- les por la asistencia de 203 familias po- bres, quedando el agraciado en libertad de contratar particularmente con el resto del vecindario. Solicitudes hasta el 1.° de Enero.

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21 DE DICIEMBRE DE 1872 - N Ü M . 47.

B D I C O - U i S í 9

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R E V I S T A C I E N T Í F I C A Y P R O F E S I O N A L

spí íi.t«<íoroat.6lHm>of soínsíí lAfiaso a'onRíí>-o9?B: vori ajgcd _ftíf T, -í^^t M.»

M E D I C I N A , G I R U J Í A Y F A R M A C I A .

AÑO X I I . - T O B O X I I .

6irga'ti*.íh "98 j?-^ B í s i v ©InínJe í é b 93fíbcn(j snp .osl atar*- - tf . >0DC ffMKT BST1S?. SISÓ SÜÍO0Í3ÍEÍÍ:

S E P U B L I C A L O S D I A S 9 , 1.4L, £ 1 Y D E C A D A M E S .

A CADA NÚMERO ACOMPAÑAN OCHO PÁGINAS BE LA BIBLIOTECA DE EL PABELLON MEDICO. Este periódico deja de rcmitlirse el ¿ÍM aeSamo ea qne teriaiiaa la scscíletoB, ;

LAS YACANTES Y ANUNCIOS SE RECIBEN EN ESTA ADMINISTRACION, PUERTA DEL SOL, NÚMEROS 5, 7 Y 9.

IMPORTANTE. Los suscritores á EL PABBLLOKT MEDICO tienen derecho á obtener las obras publicadas en su

Biblioteca, y una compietísima y elegante ROTULATA FAEMACÉUTTCA, con un 50 por ICO de rebaja.

P R E C I O S D E S U S C R I C I O N .

En MADRID: Por un trimestre, %p rs.—En PROVINCIAS: Por un trimestre, 14. ; semestre, « G ? un año } S O En ULTRAMAR Y ESTRANJERO: Un año, "SO reales.

P U N T O S ÜNÍCOS DE S U S C R I C I O N EN ESPAÑA. En MAD.RID: Botica de BorrelL hermanos, Puerta del Sol, números 5, 7 y 9, y librería de Bailly-Bailliere, pla­

za de Topete, núm. 16.—Barcelona: Borrell, hermanos, botica, calle del Conde del Asalto,'52.—/>'CÍÍS: D. Jesús Gracia.—Gerona: D. Joaquín Ameíller, botica.—Granada: D. Miguel Talavera.—fíiíe^ca; D. Jacobo María Pérez.— Jaén: D. J. Pérez de Alvar, botica.—Lugo: D. Enrique Rodríguez, botica.—Palma (Mallorca): D. Pedro Antonia Obra­dor, botica.—Santiago: D. Bernardo Escribano.— Valencia: í). José Rodes, botica.— Valladolid: D. Juan Nuevo.— Zaragoza: Sra. Viuda de Ileredia.—Algeciras: D. Ricardo Almagro, botica.

EN ULTRAMAR Y E X T R A N J E R O . Habana: D. Juan Antonio Gracia, calle de Aguiar, uüm. 26.—Puerto-Principe: D. Eduardo Pazo y Montero, libre­

ría española.—Santiago de Cuba: D. Joaquín Soler, botica.—Puerto-Rico: Sres. Mayans y Marsal.—Arecibo: D. Félix S. Alfonso, doctor-en farmacia.—París: C. A. Saavedra, Agencia franco-española, 55, rué Taiíbout.—Méjico: D. Juan Buixo y compañía.

G U I A D E L O S P A R T I D O S .

V A C A N T E S ,

Lo está una plaza de facultativo t i tular de Tudela, provincia de Navarra, dotada ton l.OGO pesetas anuales por la asistencia de familias pobres,

tíolicitudes hasta el 2 de Enero. —La plaza de médico-cirujano de Vi l l a -

franca de Navarra, dotada con 1.000 pese­tas anuales por la asistencia de 200 fami­lias pobres. E l agraciado percibirá además 2.000 pesetas anuales por la asistencia de la mitad de las familias acomodadas.

Solicitudes hasta el 2 de Enero. —La plaza de farmacéutico t i tular de la

v i l l a de Cebolla, dotada con 450 pesetas anuales.

Solicitudes hasta el 2 de Enero. —La plaza de médico-cirujano de V i l l a -

cañas, provincia de Toledo, dotada con 1.000 pesetas anuales por la asistencia de 300 familias pobres, quedando en libertad el agraciado de contratar con el resto del vecindario.

Solicitudes hasta el 2 de Enero.

—Una plaza de seg-undo médico-ciruja­no de Villaviciosa, provincia de Oviedo, dotada con 1.250 pesetas anuales y los de­rechos de visita y gastos de viaje para las familias no pobres del concejo, según ta­rifa.

Solicitudes hasta el 2 de Enero.

—Una plaza de médico-cirujano ti tnlar de Gualchos, provincia de Granada, dotada con i.000 pesetas anuales por la asistencia de familias pobres, casos de oficio y quin­tas; quedando en libertad el agraciado de contratar con el resto del vecindario.

Solicitudes hasta el 1.° de Enero.

—La plaza de farmacéutico t i tular de Bodonal de la Sierra, provincia de Bada­joz, dotada con 500 pesetas anuales.

Solicitudes hasta el 2 de Enero. —La plaza de farmacéutico t i tu la r de V i -

llafranca de los Caballeros, provincia de Toledo; tendrá obligación de suministrar los medicamentos que necesiten 200 fami­lias pobres, cuyo importe le será abonado por trimestres vencidos, de los fondos mu­nicipales.

Solicitudes hasta el 1.° de Enero. —La plaza de medico-cirujano t i tular de

Villafranca de los Caballeros, provincia de Toledo, dotada con 1.OJO pesetas anua­les por la asistencia de 203 familias po­bres, quedando el agraciado en libertad de contratar particularmente con el resto del vecindario.

Solicitudes hasta el 1.° de Enero.

S E C C I O N D E A N U N C I O S ,

REGENERACION DEL PELO. HIGIENE DEL GÜERO CABELLUDO.

T I N C T I C O M O B O R R E L L . Cuantos específicos para teñir el pelo se han ofrecido basta hoy

al público, todos, con rarísimas excepciones, no son otra cosa que tinturas, ning-una de ellas con la verdadera propiedad de de­volver á los cabellos su primitivo color, como ha querido asesru-rarse.

A la simple vista ya se distingue una cabeza teñida, y el aspecto, bastante feo, que produce débese á que la mayor parte de las sustancias que sirven para aquellas composiciones tmen al mismo tiempo la piel y la cabellera, y cuyos resultados, ade­más, son casi siempre la pérdida del cabello.

A fuerza de estud ar la fisiolog-ía del cuero cabelludo, hemos podido nosotros remediar esos inconvenientes gravísimos. Hemos íiroeurado reproducir artificialmente el color"na ural de los ca­bellos, siíruiendo la marcha trazada por la naturaleza, esto es, devolviendo la salud á las raices enfermas; de manera que los cabellos adquieren otra vez por sí mismos su color primitivo, rubio, castaño ó negro.

Después de larguísimos ensayos hemos creído hallar en el T i n c t i e o m o una preparar-ion'qr.e llena cumplidamente el ob­jeto deseado y es superior indudablemente á todas las de su géne­ro. Considerando las causas que modifican fisiológicamente la

vegetncion capilar, hemos logrado combatir los elementos de de­crepitud que, por la edad, invaden el cuero cabe'Lludo. I Bajo la influencia del TÍUCJÍOOIMO puede afirmarse que su­

cede así . Esta preparación no se asemeja á las tinturas que tras-forman una cabeza viviente en una cabeza artificial: con el uso del X l m ' t l e o m o es, como si dijéramos, la cabellera de la j u ­ventud que va adquirendo otra vez su aspecto y belleza naturales.

Añadamos que el TTinetiecmisí, compuesto esencialmente da principios vegetales, es un excelente tónico y suavizante al mismo tiempo, y que merced á la acción benéfica que ejerce sobre el cuero cabelludo adquiere condiciones propias para suplir ó sustituir al aceite colorante del tubo capilar.

Con lo expuesto basta ya paí-a comprender que, al revés de lo que pasa con casi todas las tinturas conocidas, él TTís ie t ieomo es un auxiliar poderoso para fortificar, fecundar y suavizar los ca­bellos.

NOTA. A fin de prevenir al público contra imitaciones espu­rias, debemos advertir que el ' F i í i o t l e w m o está dispuesto en frascos de cristal azul; que éstos llevan grabado el nombre de BORRELL HERMANOS y van acompañados de una etiqueta con la firma y rúbr ica de BOBEELL HERMANOS.

D E P Ó S I T O G E N E R A L . MAM1ID.—Laboratorio químico de BORRELL HERMANOS, Puerta del Sol. núm. 5, donde deberán dirigirse los pedidos al por mayor.

P U N T O S D E V E N T A . Barcelona.—Botica de BORRELL HERMA­

NOS, Conde del Asalto, 52. — Botica de D. Gaspar For-

nuguera, Fernando, % — Botica de Monserrat, Ram­

bla y Puertaférrica. Burdos .—Drogue r í a de D. Saturnino

Martínez. BadLaJez.- Botica de D. Joaquín Jiménez-iléja-jp.—Id. de D. Primo Comendador. Bt ibao .— id . de la señora viuda de Ortiz.

Baezs.—Id. de D. Francisco Martínez Grande.

C á e e r e s » — I d . de D. Adrián Carrasco. Cut i . ' ad-Real— Id . de D. Juan Obon. CornnÍÍ.—Id. de D. José Villar. £ ¿ r a n a d a . — I d . de los Sres. Santos Pérez

y compañía. Jacn.—Ll. de D. Ramón de la Higuera. l u e a n . — I d . de D. G. F. Merino é hijo. ÍLíigo.— Id. de D. Enrique Rodríguez

Cortés.

Má lag -a .— Id . de D. Pablo Prolongo. 'Físrledo.—Id. de D. Angel López de Cris-

tóba' . Tailí iaSoUd.—Id. de D. Ezequiel González

Reguera. Z a m o r a . — Id . de D. Manuel Alonso

Isarbon. E n l o s d e m á s pun to s en cas t de los

corresponsales de BORRELL HERMANOS.

M L M i l l O D I S i l ffilPI

H I L E R A S , 4 .

DIREGGIOJST F A C U L T A T I V A S E C C I O N D E I K V i E K N O .

Estos bañ^s sigaen y seguirán cada dia en mejores con­diciones. Para ios comunes de inmersión háse arreglado una sección á más de las pilas de metal estañado con el propio objeto.

Tanto la sala de descanso como los pasillos adjuntos y piezas de los baños se hallan á una temperatura regular y conveniente,lo cual, unido al método especial de llenarlas pilas para que el -vapor del agua caliente no humedezca la atmósfera, constituje la única manera de hacer aceptables los baños de inmersión en Invierno, aun para las personas muy delicadas y enfermas.

Ei haber bañeros y bañeras para servir á uno y otro sexo y la facilidad de poner una cama al lado del baño completan el sistema, que llena cuantas exigencias puede tener el más delicado bañista.

DERMATOLOGIA (fflML Y CIMA ÍCOMRÁEA D E L A S

ENFERMEDADES DE LA PIEL 0 DERMATOSIS POR E l i DOCTOR O L A V I D E ,

de la Real Academia de Medicina.

Treinta y ocho son las entregas que van publicadas de esta magnifica obra, la única en su clase llevada á cabo

en España, cuyos trabajos están ejecutados por artistas españoles. Salió á luz la primera entrega en Diciembre de 1871.

El incansable editor Exemo. Sr. D. José Gil Dorregaray ha dado las 38 entregas publicadas en el corto espacio de un año; siendo así que obras de índole parecida suelen tardar en el extranjero diez y doce años. Las láminas, cu­yas acuarelas están ejecutadas á la cabecera del enfermo por el acreditado pintor Sr. Acevedo, y reproducidas fiel­mente al cromo-litografía por el Sr. Soldevila, estampadas en la acreditada litografía del inteligente Sr. Mateu. El tamaño de las láminas es en folio mayor, acompañando á las mismas un pliego de texto, que escribe con el mayor es­mero el Sr. de Olavide.

& precio de cada entrega es el de 20 reales en Madrid y 40 ultramar y extranjero.

El que desee más pormenores puede dirigirse á !a admi­nistración, calle de Preciados, número 7, 2.», derecha.

T R A T A D O P O P U L A R

_ n s i s F . S U N E R Y C A P D E V I L A

licenciado en Medicina y Cirujía.

Se vende á 8 pesetas en Madrid en la administración, calle de San Mateo, 11, bajo, y en las principales l ibrerías, y á 9 pesetas en provincias. Los pedidos que de és tas se hagan directamente á la administración se harán con la rebaja de un quince por ciento.

A5ÍO X I I . MADRID 21 DE DICIEMBRE DE 1872, NÚM. 554.

E L B E L L O -un -he ODff

R E V I S T A C I E N T Í F I C A Y P R O F E S I O N A L

D E M E D I C I N A , C I R U J I A Y F A R M A C I A

fLtii

-BI ná ni) eoí i ; i l la '

ÓRGANO OFICIAL DE LA ACADEMIA MÉDIGO-QUIRÚRJIGA MATRITENSE

FILOSOFÍA POSITIVA.—BÉTODO ANALÍTICO. LA LEY CAÜSAL ES LA CUIDAD, LA FENOMENAL EL INFINITO.

IA MATERIA ES ACTIVA T SIGUE LAS MISMAS LEYES EN EL MUNDO OBGÁNICO OUE EK EL INÓRGÁNIGO, ^ LA VIDA E$ UN EFECTO COMPLEJO DEBIDO AL CONCURSO DE VARIAS CAUSAS TODAS NATURALES.

LA SALUD ES HÜ ESTADO DEL SÉR VIVIENTE DEBIDO Á LA RELACION ARMÓNICA ENTRE LA ORGANIZACION Y LOS AGENTES OUE LA RODEAN. LA ENFERMEDAD ES UN ESTADO DEL SÉR VIVIENTE DEBIDO SIEMPRE Á ALTERACIONES MATERIALES DE LOS SÓLIDOS, LÍQUIDOS Ó GASES. LOS AGENTES NATURALES SON GRANDES MODIFICADORES DE LOS ESTADOS PE SALUD Y ENFERMEDAD.

TODO MEDIO TERAPÉUTICO OBRA MODIFICANDO LA PARTE MATERIAL DE LA ORGANIZACION. LIBRE EJERCICIO DE LA MEDICINA, CIRUJÍA T FARMACIA. POR LOS MÉDICOS, CIRUJANOS Y FARMACÉUTICOS, CON SUJECION Á LOS CÓDIGOS GENERALES DEL ESTA»0.

LIBERTAD DE ENSEÑANZA.

ohnsífnhat i D V E R T E H C ü

Conforme ofrecimos en nuestro número ante­rior, empezamos hoy a publicar y repartir á nuestros abonados el RESTJMElí D E L A S L E C ­CIONES D E C I B U G I A dadas en el Hospital mili­tar de Madrid por el eminente profesor D. Cesáreo Fernandez de Losada. Estas notables lecciones, reunidas y arregladas por varios alumnos, serán útilísimas y servirán de guia y enseñanza, no solo á los discípulos que asistan á la cátedra del Sr. Losada, sino á los profesores de dentro y fuera de Madrid que deseen instruirse y per­feccionar sus conocimientos en la cirugía civil y militar. Esta obra se publicará sin interrup­ción y se regalará íntegra á todos los que desde 1.° de Enero inmediato sean suscritores de EL PABELLÓN. A l efecto con el presente número recibirán gratis el pliego 554 de la Biblioteca, ó sea el pliego 1.° del RESTJMEIí" D E L A S L E C ­CIONES D E CIRUGÍA que regalamos también en unión del segundo pliego á los nuevos sus­critores para el año próximo que los reclamen.

SECCION DOCTRINAL

L A C U E S T I O N D E E N S E Ñ A N Z A

Y D E L I B E R T A D P R O F E S I O N A L .

Aun cuando es suficientemente clara y defi­nida nuestra actitud en cuanto á la enseñanza de la Medicina y de la Farmacia y al ejercicio de estas profesiones, consideramos conveniente insistir sobre este interesante punto, para des­vanecer algunas dudas y hacer constar que

los colegas más refractarios á la libertad de enseñanza la aceptan hoy, bajo una manera ú otra, como necesaria para el progreso de la ciencia y mejoramiento dé las clases médico-farmacéuticas.

Aquellos periódicos que no há mucho des­echaban toda enseñanza que no fuese oficial admiten hoy la enseñanza libre y empiezan á ver con buenos ojos la libertad profesional, pro­clamada por EL PABELLÓN MÉDICO, con es­cándalo suyo, cuando imperaban la resñiccion y las ordenanzas.

Quizás se queden algunos rezagados, y no se atrevan, por excesiva pudicicia, á entrar de gol­pe en el camino que nosotros hemos iniciado; pero, una vez que hayan dado los primeros pasos, caminarán con desembarazo y defende­rán con ese brio y ese celo tan naturales en los neófitos la libertad de enseñanza y la liber­tad profesional, y acaso acaso incurrirán en la pecaminosa tentación de adornar las últimas planas con esos anuncios de específicos que tanto han anatematizado.

En nuestro número anterior dijimos que la humanidad sigue la ley del progreso, y en el presente creemos poder asegurar, sin temor de engañarnos, que nuestros apreciables colegas, lejos de eludir esa ley, han de confirmar muy pronto su existencia yendo, en cuanto á las innovaciones y modas de la época, más allá de lo que sus lectores hayan ya sospechado.

No ignoramos que es defectuosa la actual organización de la enseñanza, y que urge re­formarla; pero nos importa consignar el hecho

E L P A B E L L O N MÉDICO. 21 D E D I C I E M B R E

de que la libertad de enseñanza es útil, indis­pensable, en principio, y que así lo han reco­nocido los partidarios de la organización anti­gua, los enemigos de las innovaciones revolu­cionarias por espíritu de escuela y por tem­peramento.

De todas suertes, una vez admitida la liber­tad de enseñanza, podremos partir de un punto común y aunar nuestros esfuerzos para alcan­zar el objeto que, por distintos caminos, todos nos proponemos: perfeccionar los estudios y mejorar la profesión.

Nosotros somos reformadores, pero no per­turbadores, y huimos de toda exageración, que consideramos dispensable en ciertas circuns­tancias, pero perjudicial é infecunda en buenos resultados cuando se la erige en sistema. Por eso no aceptamos hoy la libertad de profesio­nes, ni pedimos siquiera que la enseñanza l i ­bre sustituya de cuajo á la oficial.

Somos partidarios de la enseñanza libre, mas no podemos ménos de reconocer que, al lado de esa enseñanza, debe conservarse la oficial como un medio de elevar el nivel de los estu­dios médicos. En otro caso, se conseguirla so­lamente crear un número considerable de cur­sos aislados, en los que profesores más ó mé­nos instruidos enseñarían tal ó cual asigna­tura, uifa parte de la Medicina; no habría ver­dadera enseñanza, una doctrina, un estudio uniforme, un conjunto ordenado y de utilidad práctica, y éstas serian malísimas condiciones para formar buenos farmacéuticos ó buenos médicos.

Comprendemos que se crearían pronto faculta­des libres, como sucede en Bélgica, Alemania é Inglaterra; pero esa es una obra larga y penosa, sobre todo en un país como el nuestro, pobre para fundar establecimientos bien surtidos y acondicionados, y muy poco dispuesto á hacer uso de la iniciativa individual, por la costum­bre que tiene de recibirlo y esperarlo todo del Estado.

No juzgamos conveniente proscribir la ense­ñanza libre ó la oficial; por el contrario, quere­mos sostener el planteamiento de ambas, bus­cando el medio de que los estudiantes se re­partan en diferentes escuelas, de manera que en cada clase sean bastante numerosos para estimular el celo del profesor y su propia emu­lación, y no tanto que no puedan ser vigila­dos ni alcancen á oir las explicaciones, como

acontece en las grandes facultades, siguiendo el sistema centralizador. r | s

M. Dechambre, que se ha ocupado con espe­cial interés dé este asunto, propone para Fran­cia, cuya organización médica se parece mu­cho á la nuestra, la solución siguiente: supri­mir las escuelas secundarias y crear cinco Facultades completas en las principales ciuda­des de la república. Los alumnos deberían aprender en cuatro años en esas Facultades toda la Medicina teórica y clínica, acudiendo después á la Facultad de París, erigida en Fa­cultad superior, en donde se ¿edicarian á los ejercicios prácticos de la profesión durante un año. Los últimos exámenes probatorios serian muy rigurosos.

El Dr. Lefort publicó en 1866 una serie de artículos en este sentido, y cree igualmente que el Estado debe conservar la enseñanza ofi­cial al lado de la enseñanza libre, suprimiendo las escuelas secundarias y creando para Fran­cia siete ú ocho Facultades, en lugar de las tres que existen hoy (Paris, Montpellier y Nan-cy, antes Strasburgo).

Los cursos de estas Facultades durarían también cuatro años, y los alumnos, después de sufrir exámenes severos, obtendrían el grado de licenciado, que les daria derecho á ejercer la Medicina. Para obtener el de doctor sería ne­cesario cursar dos años más en una Facultad superior instalada en Paris, al lado de la Fa­cultad ordinaria. Pero esta última circunstancia da al traste con el proyecto de M . Lefort, por­que absorbería fatalmente alas otras, y además de ser esto contrario á los principios de libertad, se tocarían los mismos inconvenientes que hay en la actualidad.

Los proyectos de nuestros colegas parisien­ses son demasiado restrictivos y no caben den­tro de nuestro credo, que es más liberal, ni están conformes con las leyes proclamadas después de la revolución de Setiembre. No i n ­tentaríamos suprimir las escuelas secundarias ni trataríamos de indagar la clase y extensión de sus estudios: dejaríamos en completa liber­tad á la enseñanza libre, pero no podría ejer­cerse una profesión hasta tanto que el candi­dato sufriese un exámen de las asignaturas comprendidas en el programa oficial, ante un jurado severo y recto, nombrado por el Es­tado.

En una palabra, conservaríamos la enseñanza

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Jibre y la oficial, y las concederíamos iguales derechos; obligaríamos á los alumnos á que se sometiesen á los mismos exámenes probato­rios, y reservaríamos al Estado la colación de grados, como se ha propuesto en Lyon y se observa en las naciones liberales de Europa.

Nosotros creemos que el Estado tiene el deber de dar una garantía á la humanidad pro­curándola médicos y farmacéuticos que hayan acreditado su aptitud en exámenes numerosos, severos.y realmente probatorios, por cuyo mo­tivo le reservamos para estos casos el nombra­miento del jurado de exámen y la colación de grados; pero creemos también que en buenos principios liberales no puede ni debe, coartar la libertad del individuo, obligándole á que se deje asistir por profesores oficialmente gradua­dos de doctores ó licenciados.

El Estado cumple con advertir al ciudadano la existencia de esos profesores, aptos, y se ex­tralimita^ en nuestro concepto, si no le permite después que se haga curar por quien más le plazca.

B.ONOPRETBILL.

Í Í 0 8 OiOí: SECCION CIENTIFICA.

L O S -nsbiitids rrifíi nos on 2 o JOS í n i sseFo gol sb <&í ó i s i u p ; aoito* eb aoíiisj^yíeo vurn nstge h i eeí

De todas las facultades características del hombre, ninguna es más notable que la socia­bilidad, manantial de todas las afecciones que embellecen la vida, impeliendo al sér razo­nable á acercarse á sus semejantes para en­contrar un apoyo á su debilidad, un consuelo á su miseria y un alivio para sus dolores: el hombre civilizado encuentra en ella sus deli­cias, la realización de sus sensaciones, de sus ideas y sus descubrimientos.

Pero el ejercicio de esta facultad, como el de todas las demás, tiene que ser regulado por la razón y por la ciencia; la sociabilidad, aban­donada á sí misma y obrando como un ins­tinto, determina por una ciega atracción la densidad excesiva de las poblaciones.

Entonces las condiciones medias, favorables á la conservación de la vida, se encuentran más ó ménos gravemente alteradas, y mortíferas epidemias diezman en breve tiempo las apiña­das filas de la familia humana; estas epidemias restablecen las proporciones como por una in ­tervención fatal, y demuestran cruelmente la necesidad de ordenarla facultad social y l imi­tar científicamente su ejercicio. De aquí ha na­

cido la higiene pública, la ciencia de las condi­ciones de la vida material para el hombre que vive en sociedad.

¿De qué naturaleza son esas enfermedades mortíferas que imponen limites insuperables al aumento de las poblaciones?

La vida (y el Dr. Jeannel, de quien extrac­tamos estas líneas, no trata de probar que la vida es un acto inteligente, vita mentís actio, según la feliz expresión de Aristóteles), la vida es una fuerza particular, diferente de todas las fuerzas ó de la unidad dinámica que rige la materia mineral.

La vida, cualquiera que sea su esencia, tie­ne caracteres perfectamente señalados.

Determina agregados moleculares, séres ce­lulares, ondulosos, no cristalinos, naciendo de padres semejantes á ellos; evolutivos, es decir, recorriendo períodos de desarrollo , perfección y debilidad, que concluye con la muerte. Du­rante el curso de su evolución se alimentan, es decir, introducen en su interior, absorben y asimilan moléculas, tomadas del centro en que existen; luego las desasimilan y las arrojan al exterior. Al mismo tiempo producen con pro­fusión, para constituirse ellos mismos, com­puestos químicos complejos , eminentemente inestables. Por fin, después de su muerte, los compuestos complejos é inestables que ios constituyen vuelven, más ó ménos pronto, al equilibrio estable que caracteriza los mine-rakís.*• •é'iRjoilád Q cob£ñmi^iNd 2'-yajm.ó soioa

Veamos por qué serie de fenómenos pasan los compuestos formados bajo la influencia de la vida cuando ésta los abandona.

Estos fenómenos son sumamante curiosos, son simplificadores que se producen bajo la influencia vital de séres microscópicos, son fer­mentaciones. Del mismo modo que en el jugo de la uva el azúcar suministra, al desarrollar­se, el ácido carbónico y el alcohol, al mismo tiempo que se propaga, bajo la forma de bur­bujas celulosas, ese sér viviente que se llama fermento, de igual suerte se multiplican á mi ­llares en los cadáveres las monadas, las bacte­rias y diversos organismos inferiores, al mismo tiempo que se separan de los gases y de los vapores infectos irrespirables.

La facultad de propagación de los organis­mos promotores microscópicos de las fermen­taciones es prodigiosa. Cuando las condiciones de temperatura y humedad son favorables, apa­recen en un número incalculable en las mate­rias animales expuestas al aire durante algunas horas.

En fin, en el animal ó en el hombre, en el estado de salud, el doble movimiento continuo de asimilación y desasimilacion, de pérdida y ganancia, se verifica regularmente; pero cuan­do las condiciones del centro son desfavora­bles, cuando el aire se mezcla con gases irres­pirables ó tóxicos, cuando los alimentos son insuficientes ó de mala calidad, cuando el sue-

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ño es incompleto, el organismo se debilita y enferma; la vida, que conserva en equilibrio inestable los compuestos orgánicos, se hace ménos intensa, ménos activa, ménos eficaz; la muerte se aproxima.

Entonces las causas de destrucción se mul­tiplican, como apoyándose mutuamente, y los séres microscópicos, agentes de las fermenta­ciones destructivas, empiezan su obra acele­rando la muerte de los animales destinados á servirles de presa.

En resúmen, los animales, y el hombre mis­mo, están constituidos por compuestos quími­cos complejos é inestables, eminentemente pu­trescibles.

Las fermentaciones están caracterizadas por desarrollos simplificadores, cuyos agentes son organismos microscópicos que gozan de una facultad prodigiosa de prorogacion.

El hombre ó los animales debilitados por respirar un aire impuro, ó por una alimenta­ción dañosa ó insuficiente, son invadidos por los agentes microscópicos de las fermentacio­nes destructivas: lo mismo sucede á conse­cuencia de la inoculación de materias pútridas en cantidades superiores á las que pueden ser eliminadas por la potencia de reacción vital.

Los desinfectantes producen dos efectos su­mamente distintos:

1. ° Sanean el aire, haciendo desaparecer, por efecto de sus afinidades químicas, los va­pores ó gases hidrogenados ó hidrocarbonados irrespirables y tóxicos con que se haya mez­clado, v

2. ° Hacen perecer, en su cualidad de tóxi­cos especiales, los agentes microscópicos de las fermentacionfels destructivas, y preservan así las materias orgánicas de toda descomposición pútrida.

Estos dos efectos se producen simultanea-mente en su mayor parte. Así la clasificación de los desinfectantes que se tratara de estable­cer, según la composición química de los ga­ses infectos, de los miasmas ó de las materias de que emanan, no ofrecería, á mi parecer, mas que una pequeña utilidad práctica. Basta con saber que los principales gases infectos ó irrespirables son: ácido sulfhídrico, amoniaco, sulfhidrato de amoniaco, óxido de carbono, los ácidos carbónico, acético, butírico, etc.; diver­sos carburos de hidrógeno, algunas veces sul­furados ó fosforados, arrastrando con el vapor de agua esas materias nocivas mal determina­das, frecuentemente imperceptibles al olfato (gases ó vapores, esporos), que se llaman mias­mas ó efluvios.

La clasificación natural de los desinfectantes debe fundarse sobre su acción química. El Dr. Jeannel propone la siguiente:

1.° AGENTES COMBURENTES, que destruyen los gases fétidos ó los miasmas, quemándolos por el oxígeno: oxígeno, ozono, aire atmosférico, permanganato de potasa, ácido hiponítrico.

2. ° DESHIDROGENANTES: cloro, hipoclori-tos, iodo, bromo.

3. ° DESOXIDANTES: ácido sulfuroso, sulfitos, hiposulfitos.

4. ° DESULFURANTES Y COAGULANTES de las materias proteicas: cal, sales de alúmina, sales de hierro (sulfato, persulfato, percloruro), sa­les de zinc (sulfato, cloruro), etc.

5. ° AGENTES ANTISÉPTICOS, que destruyen ó paralizan los gérmenes de las fermentacio­nes: ácido fénico, ácido tímico, creosota, brea de madera, brea de hulla ó coaltar, hollín, clo­roformo, éter, sulfuro de carbono, carburos de hidrógeno líquidos, ácido cianhídrico, esencia de almendras amargas , esencia de laurel-cer.ezf)-? • , t * ^ " . ^ j

6. ° AGENTES ABSORBENTES : carbón animal y carbón vegetal.

4.° AGENTES COMBURENTES que destruyen los gases fétidos y los miasmas, quemándolos por el oxígeno: oxígeno, ozono, aire atmosfé­rico, permanganato de potasa, ácido hipo-nítrico.

Oxigeno, aire atmosférico, ojzono.—Al frente de los desinfectantes que destruyen los gases ó vapores infectos, trasformándolos en com­puestos inertes, debemos colocar al aire atmos­férico. El oxígeno del aire, bajo la influencia de la luz solar y de la electricidad, y el ozono (que parece ser el oxigeno electrizado) son los purificadores por excelencia, puesto que son los naturales, pero obran lentamente y solo sobre los gases muy divididos. Tampoco pue­den hacer efecto sino en locales amplia y con­tinuamente ventilados, y cuando los manantia­les de los gases infectos no son muy abundan­tes ni están muy cerca unos de otros; quiero decir que la ventilación continua de las habi­taciones y de los hospitales, que es el más efi­caz de los desinfectantes, no puede remediar por completo los malos efectos de la aglomera­ción, lo mismo que la ventilación de las llagas pútridas no basta á curarlas.

Vista la eficacia incontestable, afirmada por millares de hechos, de la ventilación continua y de la diseminación, se puede decir con segu­ridad que el tifus y la gangrena hospitalaria son enfermedades que el hombre se procura á sí mismo por imprevisión é incuria.

Permangomato de potasa.—Después del oxí­geno vienen naturalmente ciertos compuestos muy oxigenados que, ofreciendo el oxígeno condensado en combinación sólida, le abando­nan con suma facilidad, por ejemplo, el per­manganato de potasa; pero, no siendo volátil, esta sal no obra sino por el contacto y sola­mente sobre las materias sólidas ó líquidas.

Al mismo tiempo que destruye por una es­pecie de combustión en frío las materias orgá­nicas, formando agua y diversos ácidos oxige­nados con su hidrógeno y su carbono, se des­colora. Es el reactivo de las materias orgáni­cas, en disolución en las aguas.

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El permanganato de potasa se emplea en so­lución acuosa (1/20 á 1/1000), ó en estado de mezcla con carbonato de cal en partes iguales. Esta solución se prescribe con el mayor éxito en gárgaras, lociones, inyecciones, en aplica­ciones para el tratamiento de las estomatitis ó de las anginas ulcerosas, de las llagas purulen­tas ó de los trayectos fistulosos, etc. La mezcla pulverulenta es uno de los desinfectantes más enérgicos. Desgraciadamente el precio de esta sal es demasiado elevado para que su uso pue­da generalizarse.

Acido hiponitrico.—Este ácido ejerce sobre las materias infectas y sobre el germen de los fermentos una acción comburente, análoga á la que produce el permanganato de potasa; pero tiene la ventaja de difundirse en la atmós­fera en calidad de vapor; además, su acción no se agota, y es, por decirlo así, indefinida, por­que, después de haber obrado sobre las mate­rias hidrocarbonadas para quemarlas, queda reducido al estado de bióxido de ázoe ' (ÑO— 02=N02); pero el bióxido de ázoe, en presen­cia del oxigeno del aire, regenera el ácido ponítrico (N02-f02=N04), y el mismo círculo continúa incesantemente. La reacción da lugar en las cámaras de plomo á la producción conti­nua y casi ilimitada del ácido sulfúrico por una cantidad determinada de ácido hiponitrico y por inyecciones, convenientemente renovadas, de ácido sulfuroso y de aire atmosférico.

El olor desagradable y sofocante del ácido hiponitrico ha limitado hasta ahora su uso al saneamiento de los locales y mobiliario infectos de miasmas más ó ménos deletéreos ó conta­giosos.

Hé aquí la fórmula prescrita por el Formu­lario de los hospitales de Paris:

FUMIGACION HIPONÍTRICA Ó NITROSA.

Limaduras de cobre, 300gramos. Acido nítrico del comercio 1.500 — Agua 2.000 -

Mézclese el agua y el ácido en una vasija de gres, de una capacidad de ocho á diez litros, proyectando en esta mezcla las limaduras de cobre. Estas cantidades producen cerca de se­senta litros de gas bióxido de ázoe, que pasa al estado de ácido hiponitrico al contacto del aire. Antes de proceder á la fumigación ciér­rense todas las aberturas.

Esta dósis está indicada para un espacio de veinte metros cúbicos próximamente. La ope­ración está terminada al cabo de diez horas, pero excusado es decir que no se debe pene­trar en la sala mientras el aire que entre por la puerta, ó mejor aún por una ventana que pueda abrirse desde la parte exterior, no haya disipado por completo los vapores hiponi­trico s.

El ácido sulfúreo, mucho ménos deletéreo, es tan eficaz como el cícido hiponitrico, como veremos más adelante.

Algunos médicos ingleses y el catedrático de química Dr. Lima recomiendan para las salas de enfermos ó para locales sospechosos la fu­migación hiponürica, reducida á proporciones que la hacen completamente usual y, por de­cirlo así , doméstica. Aconsejan verter sobre una moneda de cobre, colocada en el fondo de un vaso, algunas gotas de ácido azoico; la can­tidad de ácido hipoyútrico así separada es i n ­ofensiva, y no deja de producir efectos satis­factorios.

2.° Agentes deshidrogenantes.—Cloro, h i -pocloritos.—El cloro posee en sumo grado la propiedad de combinarse con el hidrógeno de las materias orgánicas ; descompone el amo­niaco, del cual separa el nitrógeno y el ácido sulfhídrico, depositando azufre. Al contrario del óxido de carbono y del vapor de agua, forma ácido carbónico y ácido clorhídrico , ambos ménos dañosos que el óxido de carbono. En su cualidad de gas, el cloro se difunde en la at­mósfera, y es muy propio para operar la des­infección de los locales cerrados.

La fumigación clorada ó guitoniana, usada desde Guyton de Morveau, se emplea con fre­cuencia para sanear las, salas de los hospitales. Hé aquí su composición, según el Formulario de los hospitales militares, á que antes nos he­mos referido:

f:;; .,. p4aOiOf!Tr>P --^ ; / : • " • ) • n a '''•¿lílih Cloruro de sodio. 100 gramos. Bióxido de manganeso pulverizado.. . 15 — Acido sulfúrico (660B.) 50 — Agua. 60 — ;

Mezclada la sal, el óxido y el agua en una cápsula de porcelana, colocada sobre una estufa en el centro de la sala que se desea desinfectar, y cerradas herméticamente todas las aberturas, debe mezclarse el ácido. Renovando el aire doce horas después, sirve esta mezcla para una sala de 100 metros cúbicos de capacidad. Las mantas, sábanas y colchones que se quieran desinfectar deben estar colgados para que pre­senten todas sus superficies á la acción del gas.

El Formulario de los hospitales de Paris prescribe también la fórmula siguiente:

. a ívbcags ' jq ím aobq. Cloruro de cal seco 500gramos. Acido clorhídrico, D. 1,17 1.000 — Agua 3.000 —

Mézclense el agua y el ácido en una vasija de ocho á diez litros de capacidad, y en el mo­mento de salir de la sala deposítese en la mez­cla el cloruro de cal, encerrado en un saco de tela. La dósis prescrita produce cuarenta y cinco litros de cZoro, que bastan para una ca­pacidad de veinte metros cúbicos próxima­mente; cuatro litros de vinagre común po­drían reemplazar la mezcla de ácido clorhídrico yagua. . ,

Con frecuencia se cree suficiente colocar en las salas, bajo las camas de los enfermos ó en las letrinas, vasijas que contengan hipoclorito de cal en polvo; la pequeña evaporación de

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cloro que resulta de la descomposiciou de esta sal por el ácido carbónico del aire basta para atenuar mucho ó para hacer desaparecer los olores infectos, pero solo cuando sus manan­tiales no son muy abundantes.

Malo sería, sin embargo, contar con el cloro ó el hipoclorito de cal para remediar los peli­gros de la aglomeración ó los contagios, por­que el cloro , difundido en la atmósfera, no destruye los gérmenes de los microzoarios ó de los micrófitos, y, por consiguiente, no detiene las fermentaciones pútridas, no agota los ma­nantiales de gases deletéreos ó miasmas. Esta última observación se aplica desde luego al ácido hiponitrico, que acabamos de men­cionar.

Los hipocloritos son muy útiles para desin­fectar los orinales, etc., así como para desco­lorar los tejidos.

La solución de hipoclorito de sosa (licor de Labarraque) ó la de hipoclorito de cal, más ó ménos extendidas, son frecuente y útilmente" empleadas para la desinfección de las llagas pútridas, de las úlceras gangrenosas, etc., en lociones, aplicaciones, gárgaras é inyecciones. El sudor fétido de los pies es eficazmente com­batido lavándolos con la solución de hipoclo­rito de cal ( i ¡30 ; 'Devergie).

Iodo.—El alcoholado de iodo, más ó ménos diluido en agua, y las soluciones ioduradas iodadas desinfectan eficazmente las llagas pu­rulentas; pero su acción cáustica, ó por lo mé­nos irritante, según las dosis, obliga á consi­derarlas más bien como sustitutivos que como desinfectantes.

Bromo¿—'El alcoholado de ¡bromo (1/10), cu­ya acción es análoga á la del alcoholado de iodo, se emplea disuelto en agua para desin­fectar y modificar las llagas gangrenosas, etc., por los médicos americanos.

Los alcoholados de iodo y de bromo se em­plean con éxito para prevenir ios efectos de las inoculaciones variolosas; obran al mismo tiem­po como descomponentes químicos sobre la misma materia y como cáusticos sobre los te­jidos impregnados.

3.° AGENTES DESOXIDANTES, que tienen por efecto apoderarse del oxígeno, cuya presencia es necesaria á la producción y á los progresos de las fermentaciones, es decir, á la vida de los microzoarios y de los micrófitos, agentes de las fermentaciones. Entre ellos se cuentan el áci­do sulfuroso, los sulfitos y los hiposulfitos.

El ácido sulfuroso es un desinfectante efi­caz; no solo destruye los gérmenes de los fer­mentos y descompone las materias orgánicas, en su cualidad de reductor enérgico, sino que obra sobre el ácido sulfhídrico como oxidante, produciendo agua y un depósito de azufre:

cutar quemando una cantidad suficiente de azu­fre en los locales que se quieran desinfectar, debe recomendarse para sanear las habitacio­nes, los barcos contaminados por enfermos de males contagiosos, para desinfectar las salas de los hospitales, las letrinas, etc. Basta con que­mar algunos fósforos azufrados en una mesa de noche infecta para hacer desaparecer el olor de orina putrefacta de que esté impregnada. La fumigación sulfurosa sanea los tejidos en que existen gérmenes contagiosos.

Hiposulfito de sosa.—La acción de esta sal es muy eficaz, -pero pasajera. Suspende toda fermentación hasta que el oxigeno que absorbe continuamente la convierte en sulfato.

Liés-Bodard, de Strasburgo, la emplea para conservar carnes frescas en cajas.

Polii y algunos médicos italianos han pro­puesto una aplicación muy ingeniosa. En las afecciones tifoideas carbonosas y pútridas, que parecen causadas por una fermentación contra la cual la actividad vital no logra la suficiente reacción, la administración de los hiposulfitos, usados interiormente, tendría por objeto hacer perecer las bacterias ya desarrolladas en la sangre del enfermo, sin producir ningún efecto tóxico. La dosis diaria puede elevarse hasta quince gramos en poción ó tisana. Son única­mente seductores asertos, cuya verificación no es aún completa por parte dé los clínicos.

La disolución acuosa de hiposulfito de sosa, en una quinta parte, es un excelente desinfec­tante, empleándole en lociones ó aplicaciones sobre las llagas gangrenosas ó pútridas.

La solución saturada de esta sai, propuesta por Suquet, se usa mucho en inyección para retardar la putrefacción de los cadáveres des­tinados á los estudios anatómicos.

SECCION PROFESIONAL. • .

SO2 + 2SH = Ácido sulfuroso. Ácido sulfhídrico.

35 Azufre,

2H0 Ag'ua.

La fumigación sulfurosa, muy fácil de eje-

. ASOCIACION MÉDICO-FARMAGEUTICA.

Carta dirigida ai presidente de la junta local del distrito de Utrera, sobre la prác t ica pro-

xíá&iW&'.oosk .oíi ohixóicf añg ob eoTtíí stnsa Empiezo mi seg'imda comunicación recordándolo

que en mi primera le tengo dicho respecto al espíri­tu que lia dominado en la Asamblea. Más que una re­unión de representantes de las provincias parecía aquella un cuerpo soberano, encargado de poner un veto á las peticiones de las juntas locales, dignándose rara vez, y solo cuando algún padre grave la tomaba bajo su protección, aceptar graciosamente alguna que otra idea enunciada en nombre de los distritos.

Vaciadas en el mismo molde las comisiones encar­gadas del estudio previo de las cuestiones, venían á la discusión general tan pagadas de sus trabajos, y

| tan decididas á sostenerlos, que más de una vez, reco­nociendo y confesando la fuerza de las objeciones propuestas, concluían pidiendo á la Asamblea apro­bara sus dictámenes tal como venían redactados.

Con la franqueza que me caracteriza, no pude' mé­nos de advertir que nuestra Asamblea no era el Con-

1872 E L P A B E L L O N MÉDICO, 657

greso de los diputados, y que las comisiones no po-diau tomar por norte la conducta de las del cuerpo legislativo. En éste, el trabajo preparativo de las co­misiones responde al pensamiento de la mayoría, y el de ésta á la política del gobierno. Hay, pues, en la re­sistencia que aquellas oponen á introducir variaciones en sus dictámenes una razón suprema de vida ó muerte para el partido.

Pero entre nosotros, ¿comprende V. que hubiera al­gún motivo que impidiese á las comisiones, convenci­das de la bondad de una modificación, el aceptarla? Pues este caso se ha dado más de una vez. Y lo que es más grave, proposiciones presentadas en nombre de gran número de asociados no eran admitidas si la comisión respectiva no las prohijaba.

¿Cree la Asamblea, preguntaba yo, que está en su derecho rechazando ideas que, no solamente han ger­minado en el cerebro de los socios, sino que además han sido formuladas y exhibidas por representantes debidamente autorizados? ¿No es ésta la misión de que principalísimamente está encargada? ¿Cree que puede hacer caso omiso del más insignificante, del más despreciable, del más baladí pensamiento del úl­timo de los socios, siempre que sea presentado en la forma estatuida? Todavía estoy esperando la contes­tación á esas preguntas. Porque V. convendrá conmi­go en que no es contestarlas decir que las peticiones eran irrealizables ó inconvenientes.

La Asamblea tiene obligación imprescindible de aceptar y poner al estudio aun los absurdos. Que si, después de un detenido examen y consultada en caso preciso por distritos la opinión de la sociedad, la junta directiva se encontrase con un voto contrario de la mayoría de los asociados, con estarse quieta y no decidir nada sobre aquel caso concreto hasta dar cuenta á la Asamblea inmediata se salvaba del com­promiso de poner en práctica una utopia, y cumplía al mismo tiempo su deber de satisfacer todas las exi­gencias y aspiraciones de los afiliados. • En prueba de lo que llevo dicho presentaré á usted

como ejemplo lo sucedido con la comisión de ejerci­cios profesionales, de la cual formé parte, y cuyo trabajo constituye el segundo punto de que particu­larmente quería informar á Y.

Por la lectura dé las actas verá V. que en eLdictá-men se recomienda á los asociados tengan presente la ley de Sanidad, el reglamento de subdelegados y el de arreglo de partidos, como leyes vigentes que, obser-badas y guardadas, pueden estorbar en gran manera las intrusiones, proteger ventajosamente al profesor en sus contratos con los municipios, y ampararlo en su derecho si ha procurado ajustarse al espíritu y á la letra de aquellas. Mejor que pedir al Gobierno nue­vas disposiciones de consecución dificilísima pareció á la comisión trabajar por el cumplimiento de las ya existentes que, aun cuando dejan mucho que desear, pueden todavía, no estando derogadas, como termi­nantemente ha declarado el Tribunal Supremo, pro­teger el ejercicio de la profesión. Á esto se limitó la comisión, añadiendo algunas reglas dirigidas á fo­mentar las relaciones y protección mutua entre los asociados.

Conforme yo con este pensamiento, no tuve incon­veniente en añadir mi firma á las de los demás com­pañeros, creyendo, como ellos, que la mejor solución á las cuestiones indicadas por la directiva era la que dejo apuntada. Pero como el ejercicio profesional abarca una infinidad de aspectos que dan origen á in­cidentes variados, y sobre los cuales la comisión, en­cerrándose en la plantilla trazada por la junta direc­tiva, permaneció muda; y como, además, yo tenía encargo expreso de mis comitentes de proponer algu­nos puntos interesantes que hablan sido omitidos por aquella, me v i obligado, on vista de que la comisión no tuvo á bien admitirlos, á formular una adición al dictámen general.

Llamaba en ella la atención de la Asamblea sobre la conveniencia de crear un cuerpo de Sanidad civil ,

á imitación de los del ejército y armada; y sobre la manera do amparar á los profesores que, obligados á litigar para obtener el pago de sus honorarios, hubie­sen sido maltratados con tasaciones depresivas por las academias encargadas de evacuar las consultas elevadas por los tribunales con este objeto.

Por demás arduo era formular las bases relativas al primer punto, pero no de imposible ejecución. Sin pensamiento preconcebido, puesto que no habla hecho un estudio detenido de la materia, estampé en el pa­pel algunas reglas, mas bien con objeto de que sir­vieran de punto de partida para la discusiou que con el de que fueran adoptadas. Fueron las siguientes:

«Autorízase á la junta directiva para pedir al Go­bierno, ó á las Córtes, la creación de un cuerpo de Sanidad civil, á imitación de los de Sanidad militar y naval.»

«Pertenecerán á él todos los profesores que desem­peñen cargos públicos facultativos, municipales, pro­vinciales ó del Gobierno que no estén incluidos en las carreras anteriormente mencionadas, n i en la del profesorado oficial.»

«Á los 25 años de servicio tendrán derecho á la j u ­bilación con las dos terceras partes de sueldo.»

«La ley determinará y calificará cuáles son los ser­vicios generales, provinciales y municipales, para

-referir estos derechos pasivos á los presupuestos respectivos.))

«Cuando un profesor haya desempeñado servicios de distintas clases se acumularán los años para la jubilación, pasando al cargo de los distintos presu­puestos la parte correspondiente á cada uno.»

Dióse principio á la discusión atacando el proyecto por irrealizable y por lo difícil que sería conseguir del Gobierno el aumento de las clases pasivas en una época como la presente, en que todos los hombres políticos se preocupan del modo de disminuirlas. Fácil me fué destruir esta objeción, con solo hacer notar que los derechos pasivos de la carrera de Sani­dad civil no pesarían sobre el Gobierno, el cual pocos ó ningunos empleos de esta índole tendría que repar­tir; que el mayor número de ellos eran de carácter provincial ó municipal; y que así como aquel, el Go­bierno, reconocía en las carreras facultativas, militar y naval el derecho á la jubilación, justo también seria que al profesor que pasa su vida ejerciendo la bene­ficencia pública con cortas y mezquinas retribuciones se le concediese lo mismo por las corporaciones pó pulares.

Algunos ejemplos particulares existen en, apoyo de esta solución; médicos de hospitalidades provinciales y municipales, médicos higienistas y titulares de grandes ciudades, y algún que otro, rarísimo por cierto, de partidos rurales han conseguido jubilarse fundándose en disposiciones especiales de la ley de Beneficencia, ó en acuerdos particulares tomados por los municipios ó las provincias.

Apesar de lo utópico que se consideraba este pro­yecto, no v i en contra ninguna razón que demostrara la imposibilidad de su realización. Las hay sin duda alguna, pero no fueron expuestas. La principal con­siste en que se darían frecuentes casos en los cuales, por haber prestado un profesor servicios en diferentes municipios y provi ncias, no se sabría á cuál referir los derechos pasivos. Grave, aunque no insuperable, es esta dificultad. Del contexto del proyecto se deduce que la tuve presente al redactarlo, y por eso en el úl -tino X-)árrafo digo que se acumularan los años de los distintos servicios para repartir á cada presupuesto la parte que le corresponda. Suponiendo preceptuada en la ley esta disposición, cuando un profesor llegase al termino de su carrera formarla un expediente en el que, por los nombramientos de los diversos empleos que hubiese desempeñado, le sería fácil probar el tiempo servido á cada municipio, á cada provincia, ó al Grobierno, para reclamar, en su vista, de cada uno la parte proporcional que le cupiera, según los años y el sueldo asignado.

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Debo advertir á Y. que tuve buen cuidado de ma­nifestar en la discusión que la forma dispositiva dada por mí al proyecto no implicaba nada defluitiyo; que mi objeto era solo obtener de la Asamblea recomendase el pensamiento á la directiva para que, estudiándolo, lo concretase en los términos y forma que creyese conveniente; y que, si yo no daba Importancia á la exposición de la idea, como obra que era del que sus­cribe, sa la daba, y muy grande, á la idea en si, que era un mandato expreso de mis comitentes. En este su­puesto, pedí con insistencia á la Asamblea la tomara en consideración, y tuve el sentimiento de que fuera desechada por no haber habido un representante de los que imperaban moralmente en aquella reunión que la amparase con su manto.

Iso sucedió lo mismo con la proposición relativa al justiprecio de honorarios facultativos. Con el asenti­miento de uno de los socios más influyentes de la Asamblea se dignó ésta tomarla en cuenta y reco-

. mondarla á la junta para su estudio. No terminaré esta reseña sin indicar á V. otro inci­

dente ocurrido con motivo de la discusión sobre ejer­cicios profesionales. Uno de los representantes mani­festó á nombre de más de cien asociados, médicos de partido, que tenía encargo de proponer á la Asamblea pidiese al Gobierno una modificación en el arreglo de partidos, que estableciese la inamovilidad de los titu­lares.

Discutido el punto suficientemente, varios vocales de la comisión se negaban á aceptarlo, fundándose en que, en vez de provechosa, sería perjudicial esta de­terminación para los mismos médicos que la reclama­ban: así también lo creia yo; pero, fiel á mis princi­pios de que la Asamblea, como delegada que era, no pedia declinar el mandato de los asociados, propuse que se tomara en consideración, no para impetrarlo inmediatamente del Gobierno, pues se dudaba de las ventajas que ofrecer pudiera, sino para que, consul­tado el punto con las juntas locales, la directiva tu­viera un criterio á que atenerse, conocida que fuera la opinión del mayor número. Gracias como siempre á la intervención de algún miembro influyente, tuvo la satisfacción el Sr. Esmclar, que era el autor de la proposición, de verla aceptada en los términos pro­puestos por mí.

Hasta aquí la historia de mis gestiones en el encar­go encomendado por ese distrito. Como V. y todos los asociados podrán ^comprender, los que venimos aquí inspirados por el interés general de la asociación no podremos nada contra las tendencias absorbentes de la corte mientras no se fenvien aquí hombres inde­pendientes, no acostumbrados á jurare in verba ma-gistri. Trabajemos la opinión publica en este sentido, y las asambleas venideras evitarán qué los intereses de las provincias sean sacrificados de la manera que lo han sido en la presente.

De V. afectísimo amigo S. S. Q. B. S. M.,

Madrid 10 de Noviembre de 1872.

PREMS ÍÜÉDÍC& EXTRANJERA

Punción de la vejiga.

El Diario de las Ciencias Médicas, que se publica en Dublin, refiere diversos casos de punción, en virtud de los cuales se prueba el uso ventajoso del aspirador pneumático de Dieulafoy en el tratamiento de las re­tenciones de la orina.

Entre otros ejemplos, refiere la caida de un hombre desde una elevación de seis pies próximamente, que sobre una viga quedó á horcajadas, y se lastimó el perineo y la parte anterior del abdomen. A l siguiente dia de haber ocurrido el accidente se verificó una ex-

travasion considerable de sangre desde la espalda al escroto. El abdómen se presentaba dolorido y muy sensible al tacto, la piel ardorosa, el pulso á 120.

Se le aplicó sobre el vientre una cataplasma con láudano, y apesar de reiterados esfuerzos de parte del enfermo le fué imposible orinar después del accidente, y la vejiga se dilató de forma que subia unos tres de­dos sobre el ombligo. Poco después del accidente ar­rojó el paciente por la uretra como una cucharada grande de sangre, y se probó en vano el cateterismo, después un baño caliente y , por último, la incisión del perineo, todo inútilmente. Era tan apremiante la urgencia de vaciar la vejiga que se practicó la punción por encima del pubis con la aguja núm. 1 del aspi­rador, y se extrajeron cuatro onzas de orina, cuidando de hundir cada vez más la aguja á medida que se va­ciaba la vejiga. La punción no ocasionó al paciente más sufrimiento que el insignificante de la picadura de la piel, y la operación se repitió varias veces en diversos intervalos, siempre con el mismo buen re-salíadoe-J. aav aoo .V" aupsoS .aujuu gííiu seso h aoloBi

El enfermo, sin embargo, sucumbió; pero fué á con­secuencia de una peritonitis, ocasionada por la caida que había sufrido.

En la autopsia se observó sobre la superficie exte­rior de la vejiga algunas equimosis pequeñas y rojas, semejantes á picaduras de mosquitos, sobre la piel, que correspondian á los puntos de entrada de la agu­ja; la superficie interna del órgano ninguna señal presentaba de punción. La orina encontrada en la ve­jiga se hallaba en estado normal y no contenia san­gre, ni cuajáronos, n i pus.

Un hombre de sesenta y cinco años, que no habla sufrido accidente semejante al anterior, tenía la prós­tata hipertrofiada, y sufría una completa retención de orina. Después dé haber infructuosamente intentado el cateterismo durante dos di as, porque los esfuerzos del enfermo para orinar solo hablan provocado dolo­res y pérdida de sangre, se le introdujo la aguja nú­mero 2 por encima del pubis, y expulsó diez y seis onzas da orina. El alivio fué instantáneo: dos heras después se introdujo una sonda de gran dimensión, y desapareció absolutamente el sufrimiento.

El enfermo quedó después abandonado á sí mismo, completamente bueno, y ni tuvo nuevos sufrimientos ni resultó el menor accidente á consecuencia de la ibúüciiAip'-í oigo Á .aóíésfóiq s! 5b oifioitfp h T.rsoí

En cambio, M. Thiry, profesor déla universidad de Bruselas, ha lanzado su anatema contra la punción de la vejiga, rechazando la operación como peligrosa y susceptible de ser reemplazada por otras de más se­guros resultados.

El sabio profesor, empero, se ha visto precisado á confesar que, en determinados casos, está justificada la punción vexical. Por su parte, M. Dieulafoy ha comenzado á publicar un opúsculo en defensa de la combatida operación. Ha reunido diez observaciones de retención de orina, tratada por aspiración, la cual se ha practicado cincuenta y seis veces, siempre sin ningún accidente. En un caso de hipertrofia de la próstata practicó felizmente M.Guyon veintitrés aspi­raciones en ocho dias.

1872 E L P A B E L L O N MÉDICO. 659

TJso del clorato de potasa en la disentería de los adultos y la diarrea de los niños.

El Dr. Amisy ha publicado en los periódicos ingle­ses dos experimentos relativos al clorato de potasa, bajo el punto de vista del tratamiento de la disenteria en los adultos y la diarrea inflamatoria en los niños.

En los detalles que publica respecto de un caso de disenteria vemos que el opio y otros enérgicos medi­camentos hablan sido inútiles; en vista de lo cual pro­pinó el clorato de potasa, único agente que pudo so­portar el estómago del paciente.

La dósis fué de diez granos cada tres horas durante algunos dias, y después continuó administrando los mismos diez granos cada cuatro horas hasta obtener la curación, que obtuvo en el término de un mes. El mismo Dr. Amisy refiere que en todas las formas de diarrea inflamatoria en los niños ha recurrido al clo­rato de potasa, porque considera como un verda­dero específico para tales casos al medicamento en cuestión.

Igualmente asegura que el clorato de potasa es el único agente terapéutico que con más ventajas ha usado de diez años á esta parte en los casos de fiebre tifoidea.

Nuevo m é t o d o para nu t r i r por el ano á los enfermos.

El uso de las lavativas nutritivas, recientemente puesto en práctica, es de una importancia indiscuti­ble. Autores hay que afirman haber sostenido la vida de un enfermo por el medio antedicho durante cin­cuenta y nueve dias. M. Beclard, de acuerdo con las experiencias practicadas por Steinhauser, admi'e que la digestión en el intestino grueso, insignificante en el estado normal, puede ser activa cuando el jugo in­testinal, no utilizado por una digestión previa, afluye al intestino ciego.

M. Leube tuvo la feliz idea de hacer muy activa la digestión en el intestino grueso, llevando á la vez á dicho órgano sustancias digestibles y una sustancia digestiva. Ésta se halla constituida por el páncreas de cerdo.

La masa que se inyecta por medio de la lavativa se compone en la forma siguiente: de 50 á 100 gramos de páncreas de cerdo ó de buey, limpio con esmero de tejido adiposo y de toda partícula extraña; se dividirá en pedazos pequeños y se mezclarán á 150 ó 300 gra­mos de carne de buey. Ambas sustancias se macha­carán en un mortero con agua caliente hasta que formen una pasta clara, que se inyecta por medio de una lavativa, cuya cánula ha de ser de abertura muy ancha. Á consecuencia de estas inyecciones se en­cuentran masas fecales análogas á las materias ordi­narias; el intestino grueso digiere la grasa y la al­búmina.

El autor aplicó este método de nutrición á dos en­fermos. En un caso se trataba de un cáncer en la parte superior del tubo digestivo; en el otro no podia el en­fermo tomar ningún alimento que no vomitase en el acto. En casos análogos, las lavativas de sustancia pancreática jamás dieron origen á la diarrea: aquella

permaneció en el intestino doce horas como mínimum y treinta y seis como máximum, sin producir deposi­ción ninguna ni dolores á los enfermos.

Después de administradas las lavativas, el pulso es­taba más lleno; pero al administrar las primeras de aquellas no se conservaban completamente las clis­teres, porque los enfermos rechazaban una parte de la masa'inyectada sin digerir.

Según el autor, el precitado método es superior á cuantos se han encontrado para verificar la nutrición por el intestino grueso. y , 0

REVISTA DE ACADEMIAS.

CRÓNICA CIENTÍFICA.

Oxidación del alcohol por el ozono.—Presencia del almidón en la tortug-a.—Cantidad de hierro en la sangre de los animales.— CoDservacion de ias sustancias alimenticias.—La estrig-nina coijao antídoto del doral.—Principios inmediatos de la quina.— Disminución del percloiuro de Merro en el organismo.—Orío-en de las resecciones subperiósteas.

M, Houzeau ha escrito una nota sobre la oxidación instantánea del alcohol por el ozono. En aquella reco­mienda á los químicos que usan el ozono concentrado que observen gran circunspección y prudencia. Cuan­do se respira, aunque la cantidad sea mínima, ocasio­na súbitamente una inflamación de las mucosas, que puede producir salivación sanguinolenta.

• # Üpéñéii'-g QQI i) . . . . * * ñdíi'-'íl

M. Dareste, que en varias ocasiones ha citado la existencia de granos de almidón, muy semejante al vegetal, en los huevos de gallina, como también en di­versos órganos del ave, lo mismo en la edad-embriona­ria que en la adulta, acaba de ocuparse de una cues­tión análoga, señalando la presencia del ahnidon en la tortuga de aguadulce [testudo europea/.

El estudio está basado en el exámen de un gran nú­mero de tortugas pequeñas que aún tenían la vesícula umbilical del tamaño de un guisante: en el contenido de aquella, en las células de sus paredes, lo mismo que en el hígado de las tortugas grandes, se ha encon­trado gran número de granos de almidón.

Existe otro hecho absolutamente nuevo, acerca del cual conviene llamar la atención de los fisiólogos nos referimos á la presencia dehalmidón en las cáp­sulas surrenales, en donde los granos son tan nume­rosos como en general excesivamente pequeños. La presencia de dicho cuerpo en esos órganos enigmáti­cos podrá sin duda alguna dar no pequeña luz sobre el papel fisiológico que desempeñan. En tanto, este hecho modificará las ideas reinantes sobre la glicoge-nia, que hasta ahora se consideró como localizada en el hígado de los animales adultos.

Los trabajos y estudios de M. Claudio Bernard nos habían hecho saber que la materia glicógena de los animales poseía las propiedades químicas del almi­dón vegetal. M. Dareste acaba de completarlas i n ­vestigaciones del eminente profesor del colegio de Francia demostrando, en la Academia de ciencias de París, que la materia glicógena de los animales tiene el mismo arreglo molecular.

Al publicar M. Boussingault un nuevo estudio acer­ca de la presencia del hierro en la sangre de los anima­les invertebrados ha detallado la repartición de dicho metal en la sangre blanca y la carne del caracol ama­rillo, que tanto abunda en las huertas.

En el caracol ha encontrado: Sangre blanca. . . . 100 grs. j Carne 100 grs Materias secas— 3,905 i Materias secas 13 120 Hierro (en metal). 0,000690 i Hierro (enmetal). o'ooil76

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En el buey habia anteriormente encontrado: Sangre. • 100 grs. Haterías secas. . . . 2¿ Hierro (en metal). O.no2o

Carne muscular. . 100 grs. Materias secas..,. 22.6 Hierro (en metal). 0,0048

Por manera que, en peso igual, la carne de los ca­racoles encierra casi dos veces tanto hierro como la sangre, y esta particularidad se observa en sentido inverso en ios animales superiores, cuya sangre roja, como se ha visto, encierra más hierro que la carne; pero en razón de la mayor proporción de agua que contiene la sangre blanca, débese establecer necesa­riamente la comparación sobre las materias secas.

De este paralelo resulta que la cantidad de hierro contenida en 100 gramos de materias secas es:

En la sangre de los caracoles.. 0,0177 gramos En la carne 0,078 » En la sangre de buey 0,2340 » En la carne 0,0210 »

Los precedentes datos están también conformes res­pecto de los animales de sangre Caliente y de sangre fria.

En resumen, el hierro, por limitada que sea la can­tidad señalada, entra en la constitución de la sangre blanca. Además, como conserva esta sangre, al eon-centrarse por evaporación, un tinte amarillo sin nin­gún matiz rojo, no es posible suponer en ella ni aun la más pequeña cantidad de una sustancia colorante análoga á la hematofina.

M. Boussingault ha presentado un nuevo estudio sóbrela repartición del hierro en los tres principios esen­ciales déla sangre, ñbrina, glóbulos y albumina-serum.

En mil partes de cada una de dichas sustancias de­secadas ha encontrado las cantidades de hierro si­guientes:

Fibrina .*.* 0,466 Albúmina. 0,863 Glóbulos 3,500

Por lo tanto, en cada uno de los tres cuerpos se ob­serva normalmente cierta cantidad de hierro; pero en los glóbulos hay siete veces más que en la ñbrina y cuatro más que en la albúmina.

Según la composición conocida de la sangre de­hombre (Dumas), se puede encontraren 1.000 gra­mos la cantidad de hierro que contiene cada uno de sus elementos:

Fibrina. 3 0,0014 de hierro. Albúmina 70 0,0604 » Glóbulos 127 0,4415 » Sustancias minerales. 10 » » Agua 790 » i .

- Sangre..... 1.000 0,5033 de hierro.

M. Sace ha dirigido á la Academia de ciencias una Memoria sohre un nuevo procedimiento para conservar las sustancias alimenticias, el cual es como sigue:

Se colocan las carnes en un barril , depositando so­bre ellas una cuarta parte de su peso de acetato de sosa en polvo. Pasadas veinticuatro horas se da vuelta á las conservas, y á las cuarenta y ocho queda la ope­ración terminada; se embarrilan aquellas en su misma salmuera, ó después de secarlas al aire.

Separada de las viandas la salmuera y evaporada por mitad, cristaliza y regenera la mitad de sal empleada. Las aguas madres constituyen un excelente extracto de carne, que debe verterse sobre las conservas que se preparan en razón de un 3 por 100, á ñn de que re­cobren absolutamente el gusto de carne fresca; si no quedará insípida por la ausencia de las sales de pota­sa, que pasan á la salmuera.

Para usar las conservas preparadas por este procedi­miento es necesario tenerlas durante doce horas por lo menos y veinticuatro cuando más, según el tamaño de los pedazos, en agua tibia con 10 gramos do sal de amoniaco por cada litro de agua. Dicha sal, unida al acetato de sosa que ha quedado en las carnes, verifica

la doble descomposición, formando el cloruro de sodio y el acetato de amoniaco, que las hincha y devuelve su olor y las reacciones ácidas de la carne fresca.

, 4 SK et&iúkt IB zoiiv&ísi ¿ojíáoojnsozs feob gss M. Oré ha demostrado en tres distintas notas que

las experiencias de O. Liebreich en las cuales este profesor consigna el hecho de que la estrignina es el antídoto del doral descansan sobre un dato experi­mental defectuoso. Añade que los efectos producidos por una inyección subcutánea de cuatro gramos de doral, dosis mortal para los conejos que pesan dos kilogramos, no pueden ser neutralizados por las i n ­yecciones hipodérmicas de 2, 3/4 ni 5 miligramos de estrignina.

En otra nueva nota ha elegido M. Oré la vía venosa para introducir la estrignina en el organismo de un conejo, precisamente sometido á una dosis tóxica de &loE8&n KC •••]> oíihiimj le ne oyoMo-sup «iicbemo- &í

Apesar de la acción más rápida y más enérgica del alcaloides introducido por dicha via, jamás ha podido evitar que el animal sucumba.

Después de terminar M. Rabuteau su estudio sobre el opio, ha emprendido el de ios diversos principios in­mediatos de la quina. Ha estudiado en su primera nota el ácido gi-íímco bajo la forma de- quinatos' de potasa y de sosa.. [ nsrsfcBCj • i xt-i:

De sus experimentos resulta que el ácido quínico es un principio inofensivo é indudablemente inactivo en la quina, como el ácido mecánico en el opio, aal á OSB íe i o q i n i ^ g fi-req. obojénx ovecril

En la segunda nota trata de la reducción del perclo-ruro de hierro en el organismo, amplía el número de las sustancias que llevan el percloruro de hierro al estado de protocloruro aun en presencia del oxígeno del aire. Casi todas las materias orgánicas, sobre todo las materias animales, producen dicha reducción.

Este hecho presenta un interés práctico: 1.°, cuan­do se ingiere un líquido que contiene sesquióxido de hierro (agua férrea, ferruginosos naturales, etc.) se forma el percloruro de hierro en el estómago al con­tacto del ácido clorhídrico del jugo gástrico; después esta sal se trasforma en protocloruro de hierro, sustan­cia que, según Rabuteau, sería el medicamento y el alimento ferruginoso normal; 2.o, cuando se inyecta el percloruro dehierro en una vena varicosa para oblite­rarla, sé forma un cordón debido á la coagulación de la sangre, determinada por dicha sal; pero el cordón poco á poco desaparece, porque el percloruro se tras-forma lentamente en protocloruro de hierro, que no tie­ne la propiedad de coagular la sangre, é impide, ade­más, la coagulación, hecho que el autor ha demos­trado directamente inyectándole en las venas de los animales, oh vq&m ÜCD s i l . ; «V'- Q OQI5Ü ¿J - - mfi'g fp

M. Ollier ha leído, en la Sociedad de Cirujía, su res­puesta á M, Chassaignac sobre los orígenes del proce­dimiento de las resecciones subperiósteas. En ella refuta completamente las redamaciones de prioridad formu­ladas por M. Chassaignac.

En la misma sociedad leyó M. Paulet su informe sohre una resección subperióstea del codo, practicada por M. Jasseron, cirujano del hospital de Oran, ha­biendo fallecido el paciente catorce meses después de la operación.

Autopsia: reproducción huesosa abundante del hú­mero, pero sin reproducción de la forma de la extre­midad articular cortada; reproducción irregular del cúbitus y ausencia casi completa de olecrame. El in­formante termina de este modo:

«El hecho tiende á demostrar que la resección sub-cápsulo-perióstea del codo no presenta en el hombre vivo ninguna dificultad particular de ejecución. Esta operación permite esperar en el hombre adulto la re­producción casi integral, como longitud de los huesos

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quitados, en los puntos en que el perlósteo lia quedado intacto. Pero no se podrá aíirmar que las extremidades articulares se reproduzcan con una forma aproximada á la normal, ni que la juntara se constituya sobre sn tipo fisiológico primitivo.»

VARIEDADES.

BIOGRAFÍA DEL BARON TH. DIMSDALE.

Este célebre médico inglés, que tan distinguido re­nombre alcanzó en toda Europa á fines del pasado si­glo, nació el año 1711 en Heidon-G-arnon, condado de Essex, donde su padre disfrutaba de merecida reputa­ción como cirujano. Bajo su inmediata dirección em­prendió el estudio de la ciencia médica, entrando al poco tiempo como alumno en el bospital de Santo Tomás.

En 1734 fijó su residencia en Hertford, captándose muy rápidamente las simpatías y estimación de todos y conquistándose en el ejercicio de su facultad envi­diable fama. Cinco anos después se casó. Viudo ya en 1745, se alistó voluntaria y gratuitamente como agre­gado al estado mayor medico que llevaba la expedi­ción militar enviada para reprimir la rebelión de Es­cocia, al mando del duque de Cumberland.

Su desinterés y eminentes servicios durante toda la campaña merecieron la atención ue S. A. B,. el gene­ral en jefe del ejercito, quien le dió públicamente las gracias en nombre de la nación.

Á s i vuelta de Escocia se casó de nuevo y , poseedor de una fortuna bastante considerable, dejó de visitar. Su genio activo y su amor á la humanidad no le per­mitían, sin embargo, abandonar por mucho tiempo el puesto de honor, donde tantos triunfos le aguarda­ban aún.

Asi es que, después de recibir el grado de doctor en 1761, volvió nuevamente y con más bríos á la ca­becera del enfermo, cual digno adversario de la muer­te, oponiendo al empuje de la enfermedad la resisten­cia de su profundo saber.y el ataque rápido, seguro y casi siempre irresistible de un ojo médico muy expe­rimentado.

Lucha admirable, heroica y encarnizada, en la que el sabio alcanzó repetidas veces el triunfo más grande que es dado al hombre obtener, arrebatando á la inexorable muerte no pocas de sus victimas todavía prematuras.

Además de buen médico era Thomás Dimsdale hombre de gran independencia de carácter. Cuando la viruela estaba haciendo terribles estragos en toda Europa, se hizo célebre por los felices resultados que obtuvo de la inoculación de la vacuna, y por su in­cansable celo en combatir la repugnancia injustificada que á este tratamiento tenían, no ya las clases popu­lares, sino gentes elevadas y hasta hombres de cien­cia. En 1766 publicó, su memorable tratado The pre-sent mode of inoculating for the small-pox, traducido inmediatamente al ruso, alemán, francés é italiano, obteniendo en toda Europa un éxito maravilloso.

Pero, como dice muy bien M. Turnor en sa historia de Hertford, «los favorables resultados de los experi­mentos del Dr. Dimsdale demostraron más elocuente­mente que su pluma la verdad de lo que sostenía».

La fama que alcanzo con su descubrimiento no quedó limitada á su país; llegó á los oídos de la empe­ratriz Catalina de Rusia, quien invitó á M. Dimsdale á visitar su corte para inocular la vacuna á ella misma y á su hijo el gran duque. La invitación fué acepta­da, y en la corte imperial, donde siempre fué magnífi­co el recibimiento hecho á los sabios extranjeros, el del Dr. Dimsdale excedió por lo lisonjero á todas sus es­peranzas.

Además de los regios presentes con que se le obse­quió, fué nombrado consejero de Estado y médico de

cámaradeS . M. la emperatriz, y después se le hizo merced del título de barón del imperio ruso (título que debía pasar al mayor de los varones que le suce­diera), autorizándole para añadir á las armas do su familia una de las negras alas de la imperial águila rusa en campo de oro, y adornar el yelmo de su es­cudo con la correspondiente corona de barón.

Accediendo á los deseos de S. M. I . , el barón se trasladó á Moscow, donde inoculó también á los niños de la nobleza, á los principales habitantes y á gran número de personas que acudieron de todos los pun­tos del imperio. Encarecidos ruegos le dirigió la em­peratriz para que fijase su residencia en Rusia, pero la ansiedad del barón por volver á su país natal le obligó á declinar tal honor.

A l ¿pasar en su viaje á Inglaterra por Berlín, el rey de Prusia le invitó á hacerle una visita en su palacio de Sans-Soucí, recibiéndole de la manera más afec­tuosa. En 1719 murió la señora de Dimsdale, dejando siete bijos; y pocos meses después contrajo el barón, por tercera vez, maíriraonío con Isabel, hija de Juan Dimsdale, del condado de Stortford, la cual murió en 1812. En Í780 fué elegido representante por el distrito de Hertford, pero al año siguiente volvió á San Peters-burgo, á instancias de la emperatriz, para inocular á los dos hijos del gran duque. Allí recibió el más bon­dadoso trato de la emperatriz y su hijo, cuya genero­sidad acrecentó en gran manera la ya considerable fortuna del barón. En 1784 volvió á ser elegido repre­sentante por el mismo distrito, y habiéndose retira­do de los'negocios públicos, tuvo la satisfacción de verse sustituido en el cargo por su hijo Nataniel, ba­rón Dimsdale, en las elecciones generales de 1790.

Murió, después de una enfermedad de pocas sema­nas, en 30 de Diciembre de 1800, á los 89 años de edad, siendo enterrado en el cementerio de la Sociedad de las amigos, en la población de Bishop Stortford.

Sus herederos fueron autorizados por real licencia para usar en Inglaterra el titulo ruso de barón, con el tratamiento de honorable, como recompensa nacional á la ciencia y eminentes servicios del distinguido medido cuya biografía acabamos de dar á conocer.

Solo añadiremos que sus descendientes todos han tratado con sus méritos y relevantes prendas de hen­ear la memoria del primer barón en el ánimo de sus conciudadanos, mereciendo constantemente de éstos, ron su sabia conducta, la confianza que en aquel de­positaron los suyos. Asi es que el actual poseedor del título, el honorable barón Dimsdale, es diputado ad­junto y magistrado del condado de Hertford, juez de paz por ]oswEstados de Middlesex y "Westminster y diputado á Cortes desde 1866 por el expresado con­dado.

J . DE HEREDIA.

GACETILLA.

Nombramientos. Han sido nombrados médicos supernumerarios del cuerpo facultativo de Beneficen­cia municipal los licenciados D. Carlos Cano y Sala-zar, D. G-regorio Cantalapiedra, D. Ramón Santos y Barsi, D. Angel Barriga y Rívas, D. Pió Amando Yal-divieso, D. Vicente Pascual y Tillamor, D. Ildefonso Higueras de Sabatery D. Pedro Giménez y García.

También ha recibido el nombramiento de comisario del servicio médico de la Beneficencia municipal nuestro amigo el distinguido profesor Dr. D. Miguel Vinaja.

Defunción Ha muerto en Cartagena el distinguido profesor de Medicina Sr. Moneada. Su entierro ha sido notable por el numeroso acompañamiento.

¡Honor al mérito! El Gobierno, dice E l Siglo, acaba de honrar á la ciencia premiando á uno de sus más aprovechados cultivadores... ¡La ciencia está, pues, de enhorabuena, y será una mogigata sí no depone su gravedad y salta de gozo como pudiera hacerlo 1^

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suripanta más descocada! Sepa el mundosepan para su edificación los que pasan la vida estudiando y ha­ciéndose partícipes de los dolores y penalidades de la humanidad, que se ha concedido la GRAN CRUZ de Isa­bel la Católica al distinguido y sapientísimo doctor sin horla Sr. Brea y Moreno, ¡el inventor famoso del ACEITE DE BELLOTAS!!! Y esto á propuesta del ministro de Foment», «por ios servicios hechos á la humanidad^).

Basta, hasta... Incorporación de ayudantes médicos. Han si­

do nombrados segundos ayudantes médicos del cuerpo de Sanidad militar, y saldrán de un momento á otro á incorporarse á sus respectivos cuerpos, los señores don Julián Iharra y Sanz, Eamon Alonso y García, Ramón Lías y Tepes, Jaime Bach y Oortadeila?, Bau­tista Chapuli y Chyuela. Manuel del Rio y Cambra-do, Jaime Sánchez de la Presa, Federico Pérez Gonzá­lez, Romigio de Lenmi González de Olmo, Adolfo La­drón de Guevara, Cayetano Rodríguez de los Rios, Silvério R. de Huidohro, Ramón Santos Ruano, Anto­nio Araoz y Herrero, Gregorio Ruiz Sánchez, Francis­co Coll y Zamuy, José Fuentes y Urquich, Luis Sanz y Barrera, Manuel José Ruiz Alcázar, Marcos Tovar y Gutiérrez, Alberto Almendariz Navarro, Manuel Fer­nandez Pérez, Anacleto Alonso Clemades, José Mar­t in Cano y Prieto, Antonio Hcrmida y Alvarez, Rafael Mira y Merino, Enrique de Antón García, Félix Gan y Cubero, Pedro Heras y Otaño, Bonifacio Hernández Pastor, Genaro Muntadas y Murisl, Salvador Naranjo y Gómez, Eduardo Solís y Bazan, José Fernandez A l ­varez, Luciano Carranza y Diego, Enrique Conde La-calle y José Pares y Llanso.

Dimisiones. Ha sido admitida la dimisión que del cargo de gobernador de Madrid tenía presentada don Pedro Mata. También han dejado su puesto los minis­tros de Ultramar y Hacienda, habiendo entrado en Fo­mento, á causa de la crisis parcial, el Sr. Becerra, ex­ministro y profesor de matemáticas.

Competencia. La diputación proviucial de Ma­drid se ocupa en estos momentos en dirimir la com­petencia surgida entre la junta local de Sanidad de Colmenar Viejo y el alcalde del mismo, sobre la ex-pendicioa de carnes mal sanas, que parece ha dado motivo á la aparición de la epidemia variolosa de que ya hemos dado cuenta.

Elección. Ha sido elegido miembro de la Acade­mia de Medicina de París, sección de higiene, el doc­tor Roussel, miembro de la Asamblea nacional y au­tor del conocido tratado sobre la pelagra.

Diagnóstico diferencial. Yarios medios se han indicado para establecer este diagnóstico entre los pó­lipos fibrosos de la matriz y Iñinversion parcial de jcste órgano: el tacto rectal, la palpación abdominal, la in ­troducción de una sonda en la vejiga, etc. Pero ape-sar de estos medios muchas veces la duda persiste. En semejantes casos, cuando el tumor es volumino­so y reciente, la acupuntura puede prestar grandes servicios. Con un alfiler de los que sirven para insec­tos se determina fácilmente la existencia de los dos caracteres más notables de los miasmas, la dureza y la sensibilidad. Si se trata, por el contrario, del útero invertido, se encontrará poca resistencia y la enferma acusará dolor,

Bien merecida. Se ha concedido la gran cruz de Carlos I I I al reputado químico francés Dr. Dumas, por las distinciones y protección que ha dispensado siempre á los españoles en la escuela de Paris.

Colegio de farmacéut icos de Barcelona. En una de sus últimas sesiones ha nombrado socio hono­rario ai distinguido médico del hospital provincial de Santa Cruz, Dr. D. Juan Marsillach y Parera; so­cios corresponsaies á D. Albano Abilio de Andrade, farmacéutico de Oporto, y á los señores doctores Yan de Yalle y A. T. de Meyer, de Bruselas; y socios de mérito á los doctorés D. Juan Texidor y Cos y don

Fracisco Pascual de Lentísclá, catedrático primero de la facultad de Farmacia de dicha universidad, y el se­gundo de la de Santiago.

Palsifleacion de los frutos de la cicuta. Los frutos del conium maculatum se mezclan en el co­mercio con los de otras umbelíferas no determinadas hasta hoy, pero que se supone son un cáucalis ó una especie del género maerocarpa, á juzgar por los frutos espinosos que, según Green, vienen mezclados con los de la cicuta.

Curación abortivo de los forúnculos. Luego que se nota en cualquier parte del cuerpo esa ru­bicundez característica, de forma circular y variable dimensión, con un punto culminante en el centro, rojo en un principio y que poco á poco toma un color blanquizco, debe tratarse del modo siguiente: se vier­te en una copa de agua un dedal de aguardiente al­canforado: humedécense en el líquido las yemas de los dedos y se acaricia con ellas la parte enferma, produ­ciendo una leve fricción, apoyándola especialmente en el centro, repitiéndose esta operación ocho y diez veces, empleando treinta segundos en cada una. Ter­minado esto, sécase con cuidado el punto rojo, recu­briéndole con el dedo de una tenue capa de aceite de olivas alcanforado, á fin de oponerse á la evaporación alcohólica.

Rara vez resiste un forúnculo cuatro aplicaciones de éstas, desapareciendo generalmente á la primera. Cuando se hace precisa más de una, conviene dejar trascurrir algún tiempo de una á otra, practicándolas al medio dia y á la noche.

Valor t e rapéu t i co del bromuro de calcio. Se­gún el Dr. Harmond, dicha sal es un excelente seda­tivo del sistema nervioso, un precioso hipnótico, par­ticularmente en los casos de delirium tremens y de insomnio, causado por una excitación cerebral ó un trabajo intelectual excesivo. Parece que en ciertos casos de epilepsia dió buenos resultados, después de no haberlos dado el bromuro de potasio. El bromuro de calcio, además, no determinará esas punzadas agudiformes que, por lo general, siguen á la admi­nistración del bromuro de potasio.

Tratamiento de la albuminuria. En los Anales de la Sociedad de Medicina del Loire, el Dr. Millón cita ocho casos de albuminúricos tratados por la nuez vómi­ca: de los ocho, dos han curado radicalmente, tres se han mejorado y otros tres se hallan sometidos al trata­miento. Sería útil que el Dr. Millón diera á conocer los resultados definitivos. El método seguido es el si­guiente: fricciones prolongadas con la tintura alcohó­lica de nuez vómica, y la misma tintura á la dosis de 20 á 40 gotas al interior.

Trasfusion de la sangre. The Lancef, periódico inglés, refiere tres casos en que se verificó la trasfu­sion de la sangre. Dos fueron felices y uno desgracia­do, cuya desgracia se atribuye á que la sangre sin fibrina había sido extraída en la noche anterior, ha­biendo trascurrido catorce horas hasta que se hizo uso de ella. Otros, sin embargo, niegan esta creencia, atri­buyendo la desgracia á que el doliente estaba exte­nuado á consecuencia de una úlcera gástrica. Los ca­sos felices fueron dos envenenamientos, uno por el fósforo y otro por el ácido carbónico. De ambos se ex­trajo una cantidad de sangre igual á la que después fué inyectada.

RESÚMEN.—SECCIÓN DOCTRINAL: La cuestión de enseñanza y de libertad profesional.—SECCIÓN CIENTÍFICA: LOS desinfectan­tes.—SECCIÓN PROFESIONAL : Asociación Médico-farmacéutica. —PRENSA MÉDICA EXTRANJERA.—REVISTA DE ACADEMIAS: Cróni­ca cienlifica.—VARIEDADES: Biografía del Barón Th. Dimsdale. —GACETILLA.

MADRID: 1872. Imprenta de Berenguillo.—Huertas, 70.

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y por lea maricas francesa é inglesa. « Conservar al polvo de mostaza tedas sus propiedades, obtener en pocos

instantes con facilidad un efecto decisivo con la menor cantidad posible de me­dicamento, hé ahí los problemas que M. RIfrOLLOT ha resuelto de la manera mas acertada. » (A. BOCCHARDAT, Anuario de Terapéutica, cato 1868.)

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f r O T A CURACION,PRESERVA-v j v _ / 1 ZÍ.. T1VO de esta enfermedad, coa el TESOEO de los GOTOSOS del DE. Mou-RIEH. de la facultad de medicina de París. —Depósito, farmacia Roux. 14L rué Mont-martre, en París. En Madrid, por mayor, Agencia franco-españoia. Sordo, 31; por menor, á 70 rs. caja, Sres. Borreii herma­nos. Moreno Miquel , Escolar y Sánchez Ocaña.

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siempre doce horas á lo más después de su aplicación. Envuelto en un estuche metálico, su trasporte es por demás fácil y puede naturalmente llevarlo en su cartera el médico que tiene

clientela en los puehlos ó en el campo.—Exigir la firma de Albespeyres sobre cada vejigatorio. E ll^apel de Albespeyres es la preparación más cómoda para conservar los vejigatorios sin olor n i dolor.—Por su acción siem­

pre igual produce una supuración abundante y regular.—Cada hoja de papel lleva el nombre de Albespeyres. Paris, 78, fauhourg Saint Denis, y en todas las farmacias donde se encuentran las C á p s u l a s Raquin.—Madrid , por mayor, Agen­

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Medalla de oro de la Socie­dad de Farmacia de Paris, — Según los mas ilustres médicos, las GRAGEAS DE ERGOTINA se em­plean con el mayor éxito para faci­litar los partos, para combatir los flujos uterinos y las hinchaziones

del úterus,las methorragias, la epistaxis, lasdisenlerias y diarreas crónicas, etc., y la solución de Ergotina al décimo (Ergotina 10 gramos. Agua dislilada 100 gramos) es uno de los poderosos hemostáticos que posee la Medecina.

Aprobadas por la Acade­mia de medicina de París, la cual, dos veces, a 20 años de intervalo, ha constatado la su­perioridad que tienen sobre los demás ferruginosos solubles ó in-solubles. Se emplean generalmente

para el tratamiento de la clorosis, la anemia, la amenorrhea, la léucorrhea y en todos los casas en que se hace uso de los ferruginosos.

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Este Jarabe, escelente sedativo y poderoso diurltico á lavez, se emplea, hace SOaños, con notable éxito por los Médicos de todos los paises, contra las enfermedades orgánicas ó no orgánicas del cora­zón , las hydropesias y la mayor

parte de las afecciones del pecho y délos Bronquios, Pneumonía, Catarro pulmo­nar. Asma, Bronquitis nerviosas. Coqueluche, etc., etc.

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Prescritas hace m á s de treinta años por todos los médicos de Francia, disipan los ataques más violentos en veinticuatro ó t re in t i y seis horas, impiden la frecuencia de los accesos, imposibilitan que pasen de una parte á otra del cuerpo,.y las más ve^es curan radicalmente, como lo prueban las observaciones publicadas -por MM. Chomel, Douhle, Lisfranc, Yelpeau, Miquel. etc.—Depósito general: en Paris, 'armadaPelletier, rué Jacob, 45—En Madrid, por mayor, Agencia franco-española, 31, calle del Sordo; por menor. á 4 6 r s . , Sres. Borreil hermanos, Moreno Miquel, Escolar. Sánchez Ocaña y Orteg-a.—En provincias, los depositarios de la Agencia.

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Antigua calle du Four, Saint-Honoré, cerca la iglesia Sainí-Eustache. Los célebres médicos de París Sres. Chomel. Luis Gendrin, etc., recomiendan en sus clí­

nicas el JARABE P E C T O R A L DE LAMOUROUX, y en sus obras mencionan las curaciones que con él han conseguido. Constituyele en agente terapéutico la prontitud con que ataja las bronquitis mas intensas, Cura las enfermedades mas graves del pecho; esto es, la coqueluche, los ac lesos de asma, los catarros agudos ó crónicos, la tisis en su principio. Precio en España: 11 rs. el medio Irasco. Venta por menor en Madrid: farmacias de los Sres. Moreno Miguel, Borreil hermanos, SanchezJOcaña. Escolar. L a Agencia franco-española, 51, calle del Sordo, sirve los pedidos.

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D O C T O R 1N A B S E N T I A. Todo profesor en artes y ciencias, ind iv i ­duos del clero y magistrados que deseen obtener los t í tulos de doctor ó hachüler honorario pueden dirig-irse á Medicus. calle del Bey 46 Jersey (Ing-laterra;,quienle3 ¿ará gratuitamente las noticias necesarias.—La Age.ncia franco-española, en Madrid, calle del Sordo, 31, les facilitará los estatutos.

E L m O N D E T T I , Caballero de varias órdenes por servicios prestados con su vendaje regulador para curar las hernias.—Dirigirse, de u n a á cua­tro, rué Vivienne, 48, Paris.