¿Para qué la Iglesia?

download ¿Para qué la Iglesia?

of 18

Transcript of ¿Para qué la Iglesia?

  • 8/17/2019 ¿Para qué la Iglesia?

    1/18

    razón y fe marzo - 2012 205

    Un editorial publicado en L’Osser-vatore romano el mismo día en que

    inicio la redacción del presente ar-tículo, 23 de diciembre de 2011, re-fiere la preocupación del Papa Be-nedicto XVI por la crisis de fe queatraviesan las sociedades occiden-tales 1. En opinión del editorialista,Giovanni Maria Vian, esta es lacuestión que más le afecta y la queconstituye el motivo central de su

    ¿Para qué sirve la Iglesia?

    Lluís Oviedo Torró, OFM*

    No son pocos los que consideran quela Iglesia católica nunca se había

    visto tan zarandea en la épocacontemporánea como en nuestros

    días. Tal vez sea cierto y tal veztenga que ser así. ¿Pone en cuestión

    este zarandeo casi permanenteen los medios el ser de la Iglesia?¿Alteran las desafecciones de no pocos católicos nuestra visión y

    vivencia de la Iglesia? Posiblemente.Pero si dirigimos nuestra vista y

    corazón a la Iglesia nuncala consideramos tan necesaria

     para el cultivo de la fe y caridadcristianas como en la actualidad.

       f  e   -

      c  u   l   t  u  r  a 

    * Franciscano. Profesor de Teología enel Antonianum de Roma.1 En la edición de Internet, abierta el23-12-2011: http://www.osservatoreromano.va/portal/dt?JSPTabContainer.setSelected=JSPTabContainer%2FDetail&last=false=&path=/news/editoriali/2011/direttore/295q11-Il-Papa-e-la-

    moglie-di-Lot.html&title=El%20Papa%20%20y%20la%20mujer%20de%20Lot&locale=es

  • 8/17/2019 ¿Para qué la Iglesia?

    2/18

    reflexión y de su gestión eclesial.Me parece una gran noticia. Aun-

    que la mayor parte de los pastoresy teólogos no sientan demasiadointerés por el problema y tampocolo manifiesten. Reconocer su exis-tencia ya implicara una cesión yuna derrota ¡Ojalá cambien las co-sas a partir del estímulo que ofre-ce el Santo Padre!

    Le teología, como he afirmado ennumerosas ocasiones, está llamadaa hacer sus deberes, a ajustar, a tra-tar de hacer las cuentas con la si-tuación actual y rediseñar su estra-tegia de presentación de la fe comoalgo razonable y creíble precisa-mente en un contexto de indiferen-

    cia religiosa y en un ambiente dedesinterés hacia la aportación cris-tiana. Sin esperar a que mis colegasse pongan manos a la obra, tratode cumplir mi parte. Ya ha dedica-do un par de décadas a compren-der el alcance de la secularización,sus causas, dinámicas y efectos enla fe y en la Iglesia. Conocemos

    hoy mucho mejor ese tema, graciasal enorme esfuerzo que se ha reali-zado en las ciencias sociales y en lareflexión filosófica. Ahora llega lafase B: el tiempo de la reflexión, entorno al anuncio de la fe y al des-arrollo de la doctrina cristiana encondiciones francamente hostiles,

    muy distintas de las que enmarca-ron la cultura cristiana en la quemuchos de nosotros nos forma-

    mos.formanos. Nuestros tiemposson muy diferentes, diferentes,

    aunque duela decirlo, a los tiem-pos del Vaticano II y su recepcióninmediata. Conviene plantearse deforma didáctica las cuestiones, pa-ra responder a la luz de nuestrosrecursos teológicos y del análisisde la realidad. Una somera lista depreguntas más urgentes compren-

    dería: ¿Para qué sirve la Iglesia?¿De qué salvación estamos hablan-do? ¿Qué idea del ser humano pro-ponemos? ¿De qué sirve creer?¿Qué aporta la fe a los jóvenes?¿Qué Dios debemos proclamar?

    El tema sobre el sentido de la Igle-sia en un ambiente secular se con-

    vierte en un buen test para esteprograma de recuperación de la re-levancia de la fe en un mundo po-co religioso; se trata de una de lascuestiones más difíciles en la actualconfiguración cultural; tengo la im-presión de que no ha sido plantea-da en los tratados teológicos. Enparte el motivo es el desalojo de la

    dimensión apologética en la teolo-gía contemporánea. La existenciade la Iglesia se da como un dato dehecho y nadie siente le necesidadde justificarla, pues si se trata deuna entidad querida por Dios, notiene por qué plantearse su reali-dad, que no dependería de la opi-

    nión o gustos de los humanos. Noobstante, su legitimación y conti-nuidad también se deciden en los

    Lluís Oviedo Torró

    206 marzo - 2012 razón y fe

  • 8/17/2019 ¿Para qué la Iglesia?

    3/18

    esfuerzos por mostrar su relevan-cia y lo significativo de su misión

    en las nuevas coordenadas en quévivimos.

    Una anécdota sucedida en Zurichhace algunos años contribuye aplantear el tema en toda su crude-za. Por el año 2003 un grupo de mi-sioneros baptistas de Texas intentóevangelizar en esa ciudad suiza.

    Para lanzar su misión, programa-ron un sondeo sobre las creenciasde sus habitantes, así como las ne-cesidades que en su opinión debe-ría cubrir una iglesia en aquel am- biente. Para su sorpresa, sólo un5% respondió que era cristiano.Más del 90% no tenían ninguna ne-

    cesidad de Dios, ni esperaban na-da de una Iglesia; todas sus necesi-dades estaban cubiertas 2. Parecíaimposible evangelizar a quien nonecesita ni espera ninguna ‘buenanoticia’ en el corazón de la viejaEuropa, y menos todavía fundaruna Iglesia en un ambiente dondeno se percibe su utilidad.

    Las cosas, si cabe, se han vueltomás difíciles. La amplia difusiónde noticias en torno a casos de co-rrupción dentro de la Iglesia hanminado buena parte de su autori-dad y prestigio. El torrente de ne-

    gatividad que ha inundado las pá-ginas de los medios no sólo ha nu-

    trido la sensación de que la Iglesiaes inútil, sino incluso inconvenien-te o disfuncional, cuando se reve-lan las tendencias más predadorase inicuas en algunos de sus miem- bros. Como resultado, la tarea dereivindicar la pertinencia de laIglesia se vuelve más dura y exi-

    gente; no se puede aplazar ni espe-rar a que escampe el temporal.

    De todos modos no todas las anéc-dotas son negativas. Algunos demis estudiantes son sacerdotes demedia edad, párrocos en ambien-tes muy difíciles, donde se regis-tran cifras muy bajas de práctica

    religiosa. De hecho ya se ha obser-vado que las parroquias son lasentidades eclesiales que más estánsufriendo el impacto de la secula-rización. Uno de ellos me hablabade una parroquia conocida en laque la degradación ambiente en el barrio había llegado hasta el recin-to parroquial. El párroco en cues-

    tión se preguntaba para qué servíauna parroquia en un barrio tan de-primido y descristianizado. Otrosacerdote maduro dijo: para plan-tar un muro de contención a la in-humanidad que a menudo se apo-dera de estos barrios. No es difícilconmoverse cuando se escuchan

    relatos sobre la degradación hu-mana, familiar y moral que se viveen algunas zonas de las ciudades,

    ¿Para qué sirve la Iglesia?

    razón y fe marzo - 2012 207

    2 La noticia puede leerse todavía en In-

    ternet (23-12-2011): http://www.baptiststandard.com/2003/4_28/print/swiss.html

  • 8/17/2019 ¿Para qué la Iglesia?

    4/18

    y que afecta en especial a los jóve-nes. La presencia de una iglesia

    allí representa en ocasiones unode los últimos bastiones ante el in-quietante avance del lado oscuro.Si el templo desapareciera, si loscuras se marcharan, si no se cele- braran más los sacramentos, ni serezara en ese punto, se agotaríanpara muchos las últimas esperan-

    zas de vencer al mal que nos ate-naza y que se cobra sus primerasvíctimas en los márgenes de laciudad. Esta misma idea puedeaplicarse con las oportunas adap-taciones a los ambientes ruralesmás abandonados y lejanos. Si enellos se cierran las iglesias, si semarchan los párrocos, si se deja de

    celebrar la fe, entonces se pierdenlas últimas esperanzas, no quedamás que resignarse.

    Intentaré exponer en lo que siguealgunos argumentos a favor delpapel que todavía juega o puede jugar la Iglesia en sociedades co-mo la nuestra, y que tratan de res-

    ponder a la cuestión que deriva dela actitud de aquellos suizos quese sentían tan sobrados. El intentoresponde al programa que trata dereplantear sobre bases distintas elsentido de la fe, algo que requiereir más allá de la hermenéutica dela propia tradición, y apunta al

    desarrollo de un método más in-terdisciplinar, una fina atención alos propios contextos, y una acti-

    tud más decididamente apologéti-ca, a menudo facilitada por las

    ciencias sociales y las investigacio-nes recientes en diversos campos.

    1. Las funciones y lasprestaciones de la Iglesia

    en un mundo cambiante

    En primer lugar, conviene remon-tarnos a los estudios sociales quehan planteado la cuestión de la uti-lidad de la religión y de las iglesiasque puedan mediatizarla dentrode un marco institucional. Conta-mos con varias teorías o propues-tas para responder a la cuestión.Ante todo habría que revisar fun-

    ciones en las que insistía la socio-logía de la religión clásica; las igle-sias se convertían en instancias deintegración social y de transmisiónde valores (Durkheim). Otras pro-puestas se referían a la provisiónde ‘sentido’, como es el caso deTalcott Parsons o de Peter L. Ber-

    ger. En general, se trata de funcio-nes que tuvieron cierta vigencia,pero en la actualidad parecen ha- ber sido desplazadas por otras for-mas de entender la relación entrelo religioso y la sociedad.

    Desde Niklas Luhmann la funciónde la religión se plantea en el inte-

    rior de un sistema social amplio ydiferenciado en subsistemas espe-cializados en distintos cometidos

    Lluís Oviedo Torró

    208 marzo - 2012 razón y fe

  • 8/17/2019 ¿Para qué la Iglesia?

    5/18

    útiles. Digamos para simplificarque la función que podía desem-

    peñar la religión, y que justificabasu existencia, tenía que ser de untipo que no pudiera ser desempe-ñada por otros sistemas sociales, ono pudiera ser sustituida porotros procedimientos. Lo intere-sante de esa manera de entenderla sociedad es que la religión ter-

    minó siendo el contenedor de to-do aquello que no podía ser ges-tionado o ‘arreglado’ desde otrasinstancias sociales. Daba la impre-sión en aquel planteamiento quela religión no tenía una misión es-pecífica, lo que la ponía un tantoal margen y la volvía en cierto mo-do algo derivado o secundario

    respecto de las funciones ‘más vi-tales’. La religión se convertía enel ‘cajón de sastre’ indeterminado,poco especificable, que necesitabanecesita una sociedad que nuncapodrá hacer las cuentas con todo.Dicho enfoque vuelve a la religióny a la Iglesia claramente depen-

    diente del funcionamiento del sis-tema social en su conjunto 3.

    Volviendo a la anécdota de Zu-rich, no necesitar religión ni Igle-sia, sería como afirmar que todaslas funciones y exigencias de losindividuos y de las entidades so-ciales en aquella zona ya estaban

     bien cubiertas y satisfechas, y portanto no se requería de una instan-

    cia suplementaria, de una especiede ‘plan alternativo’ o de una exi-gencia de ‘gestión del error o delos fallos’. Aunque una situaciónasí parezca demasiado ideal, y ca-si inalcanzable, no puede excluir-se que en algún momento y am- biente se llegue a dicha percep-

    ción: la Iglesia no tendría nadaque hacer, ‘no serviría para nada’,allí donde todas las funciones so-ciales se cumplen adecuadamente.Quizás otra lectura sea más ade-cuada, pues ciertamente es pocoimaginable llegar a una situaciónde ese tipo. Lo que sí es más plau-sible es que se alcance un ambien-

    te cultural en el que la poblaciónse resigne a aceptar de forma sere-na lo que no puede arreglarse conlos medios técnicos a nuestro al-cance. Dicha ‘cultura de la resig-nación’ se daría sólo cuando losmínimos que garantizan la estabi-lidad social y la satisfacción perso-

    nal han sido alcanzados, se recor-tan las aspiraciones maximalistas,y se ‘aprende’ de forma individualy colectiva a asumir los propios lí-mites.

    Luhmann ha vuelto en varias oca-siones a lo largo de su larga carre-ra de sociólogo teórico sobre este

    punto. Algunas veces ha encontra-do resquicios en el sistema o ‘zo-nas desocupadas’ que justificarían

    ¿Para qué sirve la Iglesia?

    razón y fe marzo - 2012 209

    3 NIKLAS LUHMANN, Funktion der Reli- gion, Frankfurt a.M.: Suhrkamp, 1977.

  • 8/17/2019 ¿Para qué la Iglesia?

    6/18

    la existencia de iglesias. En unaocasión se refirió a su experiencia

    visitando una favela en Brasil, y laimpresión que le produjo una ce-lebración de tipo Pentecostal enaquel ambiente: era la única ins-tancia que permitía integrar aque-llas personas en la sociedad; de locontrario quedaban completa-mente al margen. También se en-contraban límites y grietas en ni-veles más abstractos que recla-maban instancias reparadoras oencubridoras, pero esta dimen-sión es mejor dejarla de momento;no parece aportar argumentos úti-les a un nivel más práctico.

    Otra aproximación de gran utili-dad en nuestro caso es la que deri-va de la propuesta del ‘Nuevo Pa-radigma’ en la sociología de la reli-gión, a partir de la publicación deun artículo en 1993 firmado porStephen Warner en el que se apun-taba un cambio radical en la fun-ción de la religión y en el modo decomprenderla 4. Mientras la visión

    tradicional entendía la religión co-mo provisión de sentido, la percep-ción que se estaba abriendo enton-ces apuntaba a la religión comofuente de ‘potenciamiento’ perso-nal y de grupo (empowerment); es

    decir, la participación en la vida delas iglesias y en sus ritos devolvía a

    los individuos y comunidades unaidentidad, una autoestima, unasensación de poder o de ser al-guien, que difícilmente podían ob-tener de otra forma o recurriendo aotros medios 5. También en este ca-so lo religioso y, por ende, las igle-sias, funcionan como instancias vi-

    carias, al servicio de realidades so-ciales que de otra forma quedandesmarcadas o mermadas. Losejemplos son ilustrativos: gruposétnicos o minorías afirman su iden-tidad en ciertas congregaciones; lasmujeres en muchas regiones sesienten amparadas y cuentan conaliados eficaces; activistas de dis-

    tinto género se sienten representa-dos o con una mayor cancha de re-sonancia. En línea con este plantea-miento, un reciente meta-análisissobre cientos de artículos científi-cos publicados en los últimos trein-ta años en los Estados Unidosmuestra que la tendencia mayorita-ria es asumir la religión como ‘va-

    riable independiente’, en contrastecon la orientación anterior 6.

    Lluís Oviedo Torró

    210 marzo - 2012 razón y fe

    4 STEPHEN WARNER, «Work in Progresstoward a New Paradigm for the Socio-

    logical Study of Religion in the UnitedStates», American Journal of Sociology, 98-5, 1993, 1044-1093.

    5 Quien esté interesado en profundizaresta línea de investigación basta que es-criba los términos ‘religion empower-ment’ en un buen motor de búsqueda,como Google Scholar, y encontrará cien-tos de estudios publicados sobre dicha

    prestación de la religión.6 DAVID SMILDE and MATTHEW MAY,«The Emerging Strong Program in the

  • 8/17/2019 ¿Para qué la Iglesia?

    7/18

    Es hora de plantearse la cuestión ennuestro ambiente: si es cierto que la

    Iglesia sirve para potenciar a indi-viduos y grupos que de otro modose sentirían más débiles, menosprotegidos o infra-representados,¿de quiénes estaríamos hablandoen nuestras iglesias? Lo primeroque viene a la mente son las perso-nas ancianas o de la tercera edad,

    un sector de la población al que laIglesia parece más focalizada, almenos a juzgar por la presenciapredominante de mayores en lascelebraciones. La Iglesia –desde esepunto de vista– facilita un ciertoservicio de ‘compensación’: los quepueden sentirse en desventaja o untanto ignorados, pueden recuperar

    protagonismo y dignidad partici-pando en comunidades y gestos ri-tuales que les permiten una cierta‘promoción simbólica’. El caso delos ancianos creo que es evidente,pero puede extenderse a otros sec-tores sociales, como discapacita-dos, niños o marginados sociales.

    Desde ese punto de vista, la des-aparición de la Iglesia causaría unagrave merma en dicho sector depoblación, que prácticamente que-daría ‘despotenciada’ o más debili-tada todavía.

    El ‘efecto de compensación’ essusceptible de muchas críticas.

    Resuena ante todo el sombrío re-proche que ya formuló Nietzschea mediados del siglo XIX: el cris-tianismo como religión de débiles,fracasados y resentidos, que al nopoder alcanzar las satisfaccionesde los fuertes y creativos, han deconformarse con una solución que

    invierte los valores naturales y losdesvigoriza. Aunque esta acusa-ción ya ha sido contestada en mu-chas ocasiones, conviene recordarque, de todos modos, el mundo nopuede estar reservado sólo paralos vencedores y dónde las vícti-mas y los desafortunados quedancompletamente abandonados a su

    mala suerte. La función reparado-ra de las iglesias cristianas estaría justificada de todas formas. Pero,además, esa no es toda la historiaque puede vivirse y compartirsedesde la fe.

    El planteamiento de lo religiosoen clave de potenciamiento pre-

    senta otras lagunas. Ese enfoquelleva en la práctica a una doble ‘re-ducción’: por un lado, reduce elnúmero de los destinatarios delmensaje cristiano; por otro, afectaal alcance de la salvación que laIglesia predica. En primer lugar, laIglesia –y los evangelios– han pri-

    vilegiado desde sus orígenes a losmás pobres y desfavorecidos co-mo los sujetos a los que se destina

    ¿Para qué sirve la Iglesia?

    razón y fe marzo - 2012 211

    Sociology of Religion», SSRC WorkingPapers, February 2010 (abierto 29-12-

    2011): http://blogs.ssrc.org/tif/2010/02/08/the-emerging-strong-program-in-the-sociology-of-religion/

  • 8/17/2019 ¿Para qué la Iglesia?

    8/18

    el anuncio del Reino de Dios; sinembargo, sería injusto reducir a

    ellos el alcance de dicho mensaje.Una lectura del ‘evangelio de lospobres’ nos invita a comprenderque ante el anuncio de Cristo, to-dos nos sentimos –de una u otraforma– pobres y necesitados deredención, por más o menos sol-ventes económicamente que sea-

    mos y por más o menos detenta-dores de renta que tengamos. Ensegundo lugar, la salvación cristia-na que la Iglesia anuncia y haceposible no puede limitarse a unmero ‘potenciamiento’ de los mássufridos y débiles. El ideal de vidaplena va mucho más allá, aunquees cierto que la situación empírica

    que observamos nos obliga a reco-nocer que algo no funciona comodebería, cuando los ‘usuarios’ delos servicios eclesiales, que justifi-can su existencia y utilidad, sonlos que son –ancianos sobre todo–y cuando otros segmentos de lapoblación no identifican el tipo de‘plenitud’ que la Iglesia ofrece co-mo algo atractivo.

    2. Hacia planteamientosmás positivos y autónomos

    Los análisis hasta ahora desarro-llados nos facilitan un primer

    diagnóstico y nos abren las puer-tas a pasos sucesivos en nuestroestudio sobre las razones que jus-

    tifican la existencia de la Iglesia.Ante todo hay que recordar que,

    tratándose de un desarrollo másallá de la teología dogmática, don-de –insisto– es demasiado fácil ar-güir a favor de la existencia de laIglesia, necesitamos argumentosde tono más ‘racional’, es decir,que puedan ser compartidos porquienes no reconocen un valor

    normativo a la revelación cristia-na, pero están abiertos a argumen-tos y a la reflexión a partir de losdatos disponibles.

    Parte del problema de las pro-puestas de la sociología de la reli-gión es que ignoran una porciónimportante de las variables con las

    que opera la Iglesia, y que tienenun gran alcance práctico, pero queno entran en el ‘repertorio’ de loque puede ser considerado ‘facto-res científicamente asumibles’.Desde que trabajo en lo que se de-nomina ‘estudio científico de la re-ligión’, me he acostumbrado a ob-servar este ‘sesgo’ que dice muy

    mal de la cientificidad que reivin-dica dicho programa. Un ejemplo:es muy difícil que mis colegas enese campo hagan las cuentas conlas ‘dimensiones conscientes’ de lacognición y del comportamientoreligioso. Da la impresión que re-conocer dicha actividad mental,

    por la que tomamos decisionestras cierta reflexión, o nos damoscuenta de nuestras palabras y ac-

    Lluís Oviedo Torró

    212 marzo - 2012 razón y fe

  • 8/17/2019 ¿Para qué la Iglesia?

    9/18

    tuaciones, implique salirse de loque se considera estrictamente

    científico. Es un gran error que haempobrecido dicho estudio.

    Algo parecido ocurre cuando seeliminan más o menos consciente-mente ciertas dimensiones que es-tán inevitablemente asociadas alservicio eclesial, y que como diríael gran filósofo de la religión Al-

    vin Plantinga, son ‘básicas’, es de-cir, se justifican por sí mismas, y–por consiguiente– no pueden serreducidas a otras variables 7. Ennuestro caso, una de las más im-portantes es la que se ocupa detransmitir y mantener un sentidode trascendencia; pero puede ha- blarse también de la generaciónde un discurso de eternidad, de lagestión del perdón o de la toma deconciencia sobre la posibilidad deredención.

    El empobrecimiento al que me hereferido en el estudio de la religióny de las iglesias impide que se re-conozca la entidad y eficacia delas dimensiones que podemos lla-mar ‘específicamente religiosas’.La costumbre de considerar dichasfunciones como derivadas o como‘epifenómenos’ de funciones másvitales o materiales, ha priorizadofunciones a las que las iglesias no

    estaban en principio destinadas.Lo malo es que también estas enti-

    dades cristianas han asumido amenudo una visión de ese tipo, y buscando su legitimación o reco-nocimiento público en sus contri- buciones sociales, o de tipo prác-tico, para el bienestar de una po- blación, se ha profundizado enprocesos de secularización interna

    y se ha ido perdiendo la identidadpropia de las comunidades cris-tianas.

    Este asunto abre un amplio espec-tro de reflexión. Ante todo, reco-nocer la entidad y ‘derechos’ delas prestaciones religiosas, es de-cir, ligadas al mantenimiento de

    un ámbito de trascendencia, no esalgo que podemos dar hoy pordescontado. Existe el de caer enun círculo vicioso de auto-justifi-cación que no se corresponde conla realidad. Por un lado, se pre-tende mantener dicho ámbito y suvigencia cuando eso es precisa-mente lo que niega la tendencia a

    la secularización: que haga faltatrascender lo inmediato, que con-venga ir más allá o plantear alter-nativas de orden sobrenatural yultramundano. En principio lacuestión se resuelve a partir deuna cierta ‘apuesta’, o de una ope-ración que presupone ciertas re-

    glas de juego para observar cómofunciona la realidad con o sinellas. Apostamos por la existencia

    ¿Para qué sirve la Iglesia?

    razón y fe marzo - 2012 213

    7 ALVIN PLANTINGA, Faith and Rationa-lity, Notre Dame IN, London: Univer-sity of Notre Dame Press, 1983.

  • 8/17/2019 ¿Para qué la Iglesia?

    10/18

    de un ámbito de trascendencia yde la provisión de esperanza que

    asegura a un segmento de la po- blación, para deducir sus ventajaso los inconvenientes que provoca-ría su ausencia. Hay que tener encuenta que dicha percepción es‘básica’ para muchos, y que su ca-pacidad transformativa tambiénconstituye una baza de carácter

    primario

    8

    .Retomemos el ejemplo de los ha- bitantes de Zurich y su desabridodesdén hacia las iglesias. Desde laperspectiva ahora sugerida, ha- bría que entender su desaire comouna declaración de irrelevancia dela dimensión trascendente; o biencomo una indicación de que dichadimensión no requiere para sumantenimiento de institucioneseclesiales, pues el ‘ámbito espiri-tual’ se podría generar de formaautónoma y eficaz con otros me-dios o sin constricciones institu-cionales. Estas explicaciones equi-valdrían a decir –salvando las dis-

    tancias– que tampoco harían faltamuseos de arte o salas de concier-tos, pues la dimensión artística o bien pierde interés, o puede sercultivada sin las instituciones tra-

    dicionales que las promueven.Claro, el sentido religioso no es el

    sentido artístico, aunque algo nosinvita a pensar que la pérdida dela capacidad de trascendencia reli-giosa, de misticismo, de concebiruna realidad mejor, eterna y abso-luta, constituiría un empobreci-miento comparable con la pérdidaestética. Del mismo modo se per-

    cibiría como una grave regresiónhumana la pérdida de la expecta-tiva de redención, o de valoresfuertes por los que merece la penasacrificarlo todo, consecuencia dela disolución de un ámbito religio-so de carácter público.

    De todos modos, se está abriendo

    una segunda cuestión: aunque ad-mitamos la conveniencia de lo re-ligioso como una dimensión quemerece ser cultivada al menos porparte de ciertas personas de unasensibilidad ‘más afinada’, no estáclaro que la Iglesia sea la institu-ción más conveniente o necesariapara dicha función. Hace tiempo

    que se plantea esta duda, sobre to-do tras las denuncias de ineficien-cias e incluso corrupción de dis-tinto tipo en esa institución. Porotro lado, toda una época ha vivi-do como casi una contradicciónque el mensaje de salvación predi-cado por Cristo pudiera ‘institu-

    cionalizarse’. Para mi generación,por ejemplo, el término ‘institu-ción’ ha tenido por regla general

    Lluís Oviedo Torró

    214 marzo - 2012 razón y fe

    8 Conviene recordar en este contexto alos autores de la Transformation Theo-logy, como por ejemplo PAUL D. JANZ,

    The Command of Grace: A New Theological Apologetics, London and New York: T &T Clark, 2009.

  • 8/17/2019 ¿Para qué la Iglesia?

    11/18

    connotaciones bastante negativas,como algo opuesto a lo espon-

    táneo, a la libertad creativa de laintuición y de las relaciones no re-guladas, a todo lo que pudiera so-nar a ‘auténtico’, y que las institu-ciones ahogaban y arruinaban. Elcristianismo institucionalizado enlas iglesias confesionales encarna-ría su formato petrificado, un tan-to domesticado y carente de la vi-talidad de sus orígenes.

    Ha faltado una apologética eficazen grado de mostrar los aspectospositivos y necesarios de la di-mensión institucional de la Igle-sia, como algo que complementasu dimensión carismática o espiri-tual. La Iglesia ha sido percibida amenudo como un obstáculo, den-tro del mismo pueblo cristiano,para quien aspira a una fe más vi-va, libre y creativa. Es hora de dar-nos un baño de realismo social yde reconocer que sin institucionescristianas no hay modo de que lafe sobreviva a nivel social y alcan-

    ce una mínima estabilidad que serequiere para su transmisión y ex-pansión. Ciertas ilusiones fomen-tadas al abrigo de planteamientosidealistas y maximalistas han nu-trido una desconfianza que no haayudado a la fe ni a la Iglesia.

    Otra anécdota puede ayudarnos a

    comprender el problema. En losúltimos años he seguido con aten-ción el crecimiento de nuevas for-

    mas de vida consagrada. He dedi-cado a esas formaciones un par de

    estudios de campo, tras entrevis-tar a muchos hermanos y herma-nas pertenecientes a dichos gru-pos 9. En el segundo, realizado enlos últimos meses, propuse pres-tar atención a los problemas y cri-sis que sufren varias de esas fun-daciones. Mi impresión es que no

     basta el ímpetu del carisma funda-cional, del espíritu y del entusias-mo que ha dado origen a tantasnuevas expresiones de consagra-ción. Soy testigo del sufrimiento ytensiones que han padecido o pa-decen cierto número de estas fa-milias religiosas, precisamente acausa de las dificultades para en-

    contrar una mayor estabilidad yun marco institucional que deten-ga su entropía o deterioro. En to-dos los casos he descubierto que laIglesia ‘institucional’, por mediode sus pastores, ha tratado de ayu-dar, corregir y proteger estas ini-ciativas, a menudo aliviando elsufrimiento que generaba una ac-

    titud demasiado espontánea ycreativa, al tiempo que poco tole-

    ¿Para qué sirve la Iglesia?

    razón y fe marzo - 2012 215

    9 LL. OVIEDO, «Approccio alla realtà de-lle nuove fondazioni», en R. FUSCO andG. ROCCA, Nuove forme di vita consacrata,Roma: Urbaniana University Press,2010, pp. 163-177; «La vita delle nuovefondazione tra nascita, crescita e crisi»,

    en el congreso: Le nuove forme di vita con-sacrata fra tradizione e innovazione, Roma24-26 Novembre 2011.

  • 8/17/2019 ¿Para qué la Iglesia?

    12/18

    rante. Para eso también sirve laIglesia.

    Volviendo al asunto principal, ca- be sintetizar lo propuesto en dosideas. En primer lugar, la Iglesiasirve para generar y mantener unámbito de trascendencia, cuyosentido es primario, es decir no de-rivado, para muchas personas, ycuya ausencia podría tener gravesconsecuencias al secarse la fuenteque nutre ciertos valores y espe-ranzas. En segundo lugar, la Igle-sia como institución sigue siendoimprescindible para mantener laestabilidad del ámbito de trascen-dencia, proteger su comunicación,riqueza o amplitud de significa-

    dos, y para evitar su perversión odesbordamiento a causa de apro-piaciones indebidas o de propues-tas desmesuradas. La Iglesia pro-tege el código de comunicación detrascendencia, significando de for-ma comprensible contenidos deesperanza y generadores de valo-res fuertes, y corrigiendo excesos y

    prácticas que se deslindan de unmarco de significatividad másadecuado.

    3. Las relacionescon la sociedad civil

    Un capítulo aparte es el que confi-gura la situación de la Iglesia enlas sociedades modernas, su utili-

    dad en el contexto de una organi-zación política y administrativa

    inclinada más bien a prescindir deella.

    En los dos últimos años algunaseditoriales de prestigio internacio-nal han publicado obras cuyo te-ma común es la insatisfacción conel modelo dominante de ‘secula-rismo’, es decir, el que proclama lanecesidad de mantener un ‘murode separación’ entre Iglesia y Esta-do (USA); o bien el ideal francésde laïcité 10. En general, los autoresque colaboran en estos estudiosdenuncian el carácter poco realistadel régimen que pretende mante-ner dicha separación, dado que se

    producen muchas más interferen-cias de lo que cabría desear; y ade-más postulan modelos de mayorintegración y colaboración en elrespeto del pluralismo de opcio-nes religiosas o laicas. StevenSmith, por ejemplo, apunta a lascarencias del debate público entorno a diversos temas cuando se

    Lluís Oviedo Torró

    216 marzo - 2012 razón y fe

    10 STEVEN D. SMITH, The Disenchantmentof Secular Discourse, Cambridge, MA,London, UK: Harvard University Press:2010; LINELL E. CADY and ELIZABETHSHAKMAN HURD (eds.), Comparative Secu-larisms in a Global Age, New York: Pal-grave - MacMillan, 2010; CRAIG CAL-HOUN, MARK  JUERGENSMEYER and JONA-

    THAN VANANTWERPEN (eds.), RethinkingSecularism, Oxford, New York: OxfordUniversity Press, 2011.

  • 8/17/2019 ¿Para qué la Iglesia?

    13/18

    pretende mantener al margen laopinión de quienes pueden apor-

    tar una visión religiosa. Otros au-tores constatan el déficit democrá-tico que deriva de la exclusión dela dimensión religiosa institucio-nal cuando hay que hacer lascuentas con multitud de asuntosde interés general.

    Desde estos supuestos se deduce

    que la Iglesia puede y debe asu-mir un papel de interlocutora conla sociedad civil, en primer lugarrepresentada en la organizacióndel Estado, pero también con otrasinstancias sociales, económicas,educativas y culturales. En estecaso se puede plantear de nuevoqué consecuencias tendría la pér-dida de dicha interlocución, comohan pretendido las ideologías mássecularistas. Sencillamente dejaríade estar representada en el debatepúblico una visión de la realidad ouna sensibilidad con una largahistoria, con una fuerte experien-cia en humanidad, y con un saber

    que hunde sus raíces en inspira-ciones de gran peso cultural.

    Lo cierto es que se ha exageradoen muchos casos al querer excluira la Iglesia del debate público, oen apuntar a una solución de losproblemas comunes exclusiva-mente por la vía de los comicios y

    de la representación democrática. Jürgen Habermas ha mostrado re-petidamente que existen una serie

    de cuestiones que sólo pueden serafrontadas desde un amplio diálo-

    go entre partes expertas, más alládel estrecho marco de la represen-tación política. Su posición ha va-cilado ciertamente a la hora de ad- judicar una silla en ese debate alos representantes de tradicionesreligiosas de cierto peso cultural.En sus últimos escritos, no obstan-

    te, reconoce una función impor-tante a religiones que son capacesde proveer una carga de esperan-za y valores con las que ningunaotra instancia puede competir; endefinitiva sería un error dejarlas almargen. En este supuesto, sólo lasiglesias organizadas pueden pro-veer dicha función de interlocu-

    ción en el debate público que hoynos parece urgente y esencial parala buena marcha de la sociedadcivil 11.

    4. De vuelta a los aspectosprácticos

    Una vez se han establecido losgrandes marcos dentro de los cua-les se puede plantear la aporta-ción específica de la Iglesia en so-ciedades que ya han resuelto la

    ¿Para qué sirve la Iglesia?

    razón y fe marzo - 2012 217

    11  JÜRGEN HABERMAS, CHARLES TAYLOR, JUDITH BUTLER, CORNEL WEST, EDUARDO

    MENDIETA and JONATHAN VANANTWERPEN,El poder de la religión en la esfera pública,Madrid: Trotta, 2011.

  • 8/17/2019 ¿Para qué la Iglesia?

    14/18

    mayor parte de sus problemas, ca- be volver a reivindicar algunas

    prestaciones que tradicionalmenteha desempeñado la Iglesia y quecobran especial significado en elnuevo contexto en el que nos mo-vemos. En muchos casos esasprestaciones no son un asunto ex-clusivo de la Iglesia, que hoycuenta con cierta ‘competencia’ en

    varias áreas sociales. No obstanteconsidero que a la Iglesia se le daespecialmente bien el cuidado dedichos aspectos prácticos, lo quele permite reivindicar un papel derelevancia en las sociedades avan-zadas.

    En primer lugar, considero impor-

    tante la ‘gestión de la finitud’. Ba- jo este denominador técnico seagrupan todas las realidades hu-manas que tienen que ver con elcarácter limitado de la existencia,y con su límite natural que es lamuerte. De hecho, entre los servi-cios que mayoritariamente siguenprestando las iglesias, se encuen-

    tra la celebración de funerales.También se especializan a menu-do en el acompañamiento a perso-nas que tocan más de cerca su fi-nitud, como ancianos y enfermos.Se trata de un aspecto que encajaen los dos grandes marcos teóri-cos propuestos: el de la gestión de

    la contingencia que no resuelvenotros sistemas sociales; y el del‘potenciamiento’ a personas sin

    otras vías para dignificar su situa-ción. De todos modos, conviene

    recordar que el cristianismo no sereduce a una forma de ‘gestión dela finitud’, ni es el único modo dehacerlo. Sin embargo, la distinciónentre ‘vida’ y ‘muerte’ es tan radi-cal y sentida como algo absoluto,que no puede dejar de estar en elcentro de la semántica religiosa,sobre todo de una fe que proclamacomo su credo central la victoriade la vida sobre la muerte en Cris-to resucitado. De ahí se deduce lanecesidad de plantear la aporta-ción de la Iglesia en dichos térmi-nos radicales, como instancia en laque se anuncia que la muerte noes el final y la vida puede vencer

    en último término.Se dan otros sistemas de ‘gestiónde la finitud’; quizás los más di-fundidos sean la formación deuna conciencia capaz de asumirlasin su tono traumático, de aceptar-la como algo ‘natural’ y bueno pa-ra la especie humana; y las solu-

    ciones terapéuticas, que incluyenlos cuidados paliativos. Una vezmás la Iglesia debe tomar concien-cia de que no está sola en su tareade humanización y que sus misio-nes tradicionales pueden ser asu-midas desde otros enfoques, con-tribuyendo a la eficacia de todo elsistema social.

    Las iglesias cristianas también sue-len ser muy buenas en el acompa-

    Lluís Oviedo Torró

    218 marzo - 2012 razón y fe

  • 8/17/2019 ¿Para qué la Iglesia?

    15/18

    ñamiento de las familias, en laeducación de los menores, y en la

    promoción de la vida. En los tiem-pos que corren no se trata de apor-taciones secundarias, ni desde elpunto de vista social –es decir, dela integración de individuos– nidesde el demográfico, que se vuel-ve cada vez más preocupante enmuchos países occidentales. Varios

    estudios han demostrado en losúltimos años una clara correlaciónentre niveles de religiosidad y deestabilidad familiar, así como conlos niveles de natalidad 12. Cuandono se puede echar mano de gene-rosas subvenciones para promoverla natalidad –lo que por su ladopuede generar otros efectos no de-

    seados– no se conoce ningún tipode estímulo social para animar alos miembros de sociedades aco-modadas a comprometerse y crearfamilias con varios hijos. Los sui-zos de la anécdota no pueden pre-sumir de niveles de natalidad sufi-cientes, o de cierta estabilidad fa-miliar 13; otro asunto es que confíen

    en que una mayor presencia deiglesias pueda resolver dichos pro-

     blemas, o incluso que en su flemaperciban como problemas lo quea otros nos parece catastrófico.Ciertamente las cifras disponiblesen la mayor parte de los Estadoseuropeos son preocupantes y ha-cen la aportación de las iglesiasmucho más necesaria de lo que se

    suponía.Existen por supuesto otras aporta-ciones que realiza la Iglesia y queconviene destacar, aunque se tratade temas más discutidos o de losque disponemos de menos datospara apoyar nuestros argumentos.Los más citados son la provisión

    de valores fuertes, entre los que seencuentra de forma destacada elrespeto a la vida y la valoracióndel amor en sus distintas dimen-siones. Digo que se trata de algodiscutido porque muchas voceshan pretendido que no sean nece-sarias instituciones religiosas paramantener un cierto orden moral.Por otro lado, el respeto a la vidaparece haberse relativizado peli-grosamente en el mundo occiden-tal, lo que equivaldría a rechazarla necesidad de una instancia queproclame su carácter absoluto.Además, las cuestiones relativas

    ¿Para qué sirve la Iglesia?

    razón y fe marzo - 2012 219

    12 ERIK P. KAUFMANN, Shall the ReligiousInherit the Earth?: Demography and Poli-

    tics in the Twenty-First Century, London:Profile, 2010; LLUÍS OVIEDO and MANUELCANTERAS, «Is There A Limit To Reli-gious Decline? Social Secularization asthe Main Context for Theology in Euro-pe», Antonianum, 84, 2010, pp. 143-271.13 Según los datos disponibles, la ratiode natalidad es en torno al 1,5 por mu- jer en los últimos años, por debajo del

    nivel de reemplazo, y en línea con otrospaíses de baja natalidad; las cifras de di-vorcios son más bien alarmantes.

  • 8/17/2019 ¿Para qué la Iglesia?

    16/18

    al amor han sido naturalizadascon el recurso a la biología y a la

    neurología, lo que las desplaza delorden estrictamente moral. De to-dos modos otras voces proclamanel rotundo fracaso de los intentosseculares de fundación o motiva-ción moral, un debate que searrastra desde Kant; o por lo me-nos de proveer valores en sentido

    ‘fuerte’

    14

    . Además, la falta de unainstancia radical a favor de la vidaplantea riesgos de gran enverga-dura, así como la naturalizacióndel amor humano, más allá de unmarco normativo que decida encada caso la forma más conve-niente de amar, o proponga uncierto ordo amoris.

    No hay que descuidar otras fun-ciones positivas de las iglesias ensociedades avanzadas, como es elcaso de su capacidad de conectarcreyentes o de establecer redesque confieren ‘capital social’ a susmiembros. Aunque el sentimientoreligioso pueda vivirse de forma

    aislada, las instituciones eclesialespermiten conectar personas quecomparten una misma fe y espe-ranza, lo que en los tiempos de in-dividualismo que se viven no está

    nada mal. Esta prestación se perci- be con mayor claridad en zonas en

    las que se sienten más los proble-mas de integración, como señala- ban algunas voces en la encuestade Zurich.

    5. Concluyendoprovisionalmente a favor

    de la Iglesia

    Es hora de hacer un cierto balancey de sacar conclusiones del recorri-do propuesto, que habría que pro-fundizar en las distintas direccio-nes a que se apunta. Consideroque la Iglesia sirve y mucho en lassociedades avanzadas, a condición

    de que se observen tres puntos:

    • En primer lugar, la Iglesia debetomar conciencia de que su ser-vicio, por útil que sea, no lorealiza de forma exclusiva y sincompetencia. No me refiero a lacompetencia de otras ofertas re-ligiosas, que se da por descon-

    tado, sino de otros sistemas so-ciales o de otros recursos parahacer frente a similares proble-mas. Los que hemos leído el li- bro de Taylor, A Secular Age, he-mos aprendido entre otras co-sas que la fe compite con otraspropuestas de sentido y de vida

    plena, y que no puede preten-der tener la clave de la felicidadhumana ni la respuesta a todas

    Lluís Oviedo Torró

    220 marzo - 2012 razón y fe

    14 Es ya clásica la posición de ALASDAIRMACINTYRE, Tras la virtud, Barcelona:Crítica, 1987; más recientemente ha

    mostrado un escepticismo similar el ci-tado STEVEN SMITH, The Disenchantment of Secular Discourse.

  • 8/17/2019 ¿Para qué la Iglesia?

    17/18

    las cuestiones. Dicha modestiaseguramente le abriría muchas

    más puertas de las que puedacerrar.

    • La Iglesia debe especializarse ensus cometidos más propios, vol-ver a sus prestaciones básicas,que son fundamentalmente detipo religioso, si no quiere verseasimilada como una instancia

    superflua, al dedicarse a tareasque ya cumplen otros organis-mos, en el campo social, en losmovimientos, en lo asistencial…Esta especificidad puede resca-tar un cierto sentido de identi-dad y resaltar aquellas realida-des que son menos sustituibles.

    • La Iglesia debe adaptar su dis-curso y praxis a las condiciones

    señaladas para que pueda pres-tar su servicio de forma eficien-

    te a la población que está másabierta a la trascendencia. Si laIglesia no presta bien su servi-cio, si sus celebraciones notransmiten ese sentido de tras-cendencia, si su lenguaje y prác-tica se secularizan, o si se pierdela calidad intelectual en la pre-sentación de la fe, obviamenteserá más difícil dar una res-puesta positiva a la preguntaque da título a este ensayo: laIglesia sirve y mucho si ésta sepone más en función de quienes buscan a Dios, aunque no lo co-nozcan o no sean conscientes desu búsqueda que en las presta-

    ciones sociales que otras instan-cias puedan llevar a término. ■

    ¿Para qué sirve la Iglesia?

    razón y fe marzo - 2012 221

  • 8/17/2019 ¿Para qué la Iglesia?

    18/18

    Te esperamos en el

    Foro Arrupe

    los segundos martes de cada mes

    ■ Un foro abierto para debatir temas de máxima actualidad del ámbito

    social, económico, científico, cultural y religioso.

    ■ Un ámbito de expresión, animado por la Compañía de Jesús, en torno

    a las cuestiones que más preocupan a nuestra sociedad.

    ■ Un lugar para fomentar la reflexión crítica y el análisis de los aconte-

    cimientos y contribuir, en la medida de lo posible, a la estructuraciónde la sociedad civil.

    ■ Un foro que pretende tener eco en los medios de comunicación con-

    tribuyendo a crear opinión.

    ■ Debates mensuales habitualmente el segundo martes de cada mes a

    las 8 de la tarde) con un público de unos 50 profesionales.

    ■1 hora y media de duración.

    En las aulas de la Cátedra Pedro Arrupe en Maldonado 1-A Residen-cia de los Jesuitas).

    ■ 11 años de experiencia / más de 100 sesiones de debate.

    ■ Un blog: www.forarrupe.blogspot.com

    ■Grandes expertos: Juan Iranzo (Crisis Económica); Joaquín Leguina (Es-

    tatutos); Eduardo González (Energía Nuclear); Fernando González Ur-

    baneja (Resultados Electorales); Enrique Iglesias

    (Iberoamérica); Rosa Díez, José María Fidalgo,

    Manuel Jiménez de Parga, Juan Ramón Lacadena,Juan Antonio Sagardoy…